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Claudia Cdbello H utt

ALL 1 1GIITS RE SERVED


GABRIELA MISTRAL: ARTESANA DE SÍ MISMA. LA LETRA Y EL CUERPO EN LA

CONSTRUCCIÓN DE UNA INTELECTUAL TRANSNACIONAL

by

CLAUD IA CABELLO HUTT

A dissertation submitted to the

Graduate Schooi-New Brunswick

Rutgers, The State Univers ity of New Jersey

In partía! fulfillment ofthe requirements

For the degree of

Doctor of Philosophy

Graduate Program in Spanish

Written under the direction of

Professor Marcy Schwartz

And approved by

New Brunswick, New Jersey

May, 2010
ABSTRACT OF THE DISSERTATION

Gabriela Mistral: artesana de sí misma. La letra y el cuerpo en la construcción de una

intelectual transnacional

By CLAUDIA CABELLO HUTT

Dissertation Director:

Marcy Schwartz

Chilean writer and educator Gabriela Mistral (1889-1957) is widely known

across Latin America for being a poet laureate who wrote children's rhymes and

poems to lost lovers. The present doctoral dissertation, will permita broad

readership to think about Gabriela Mistral as a major intellectual, who not only

reflected on Latín America and its relations with the world but who hadan active

role in political and transnational debates of the first half of the twentieth century.

By tracing Mistral's trajectory from being a woman born in a poor and rural area to

achieving unique creative and professional goals, 1 have questioned the notion that

her poetry is the decisive factor of her becoming an influential public figure in order

to assert the central role of her essays in the press, her visual representations and

her public performance in her construction as a Latin American woman intellectual.

My theoretical approach draws on gender and visual theory as well as on

theory and history ofthe intellectual. Working from ideas on the modern intellectual

in Latin America, its relationship with the state, the cultural industries and

11
discourses on modernity, na tion alism and Latinoamericanism, 1critically address

gender performance an d representation in the public sphere, paying particular

attention to t he intersections between the lettered , the popular and the mass med ia.

This project is ultimately about how Gab1·iela Mistral beca me a modern and

transnational intellectual by activating a set of identifiable and previously

unrecognized strategies and negotiations with rega rd to the cu ltural and política!

establis hment. Those negotiations led, in turn, to the con tradictory face ts of her

public image, enabl ing a very wide range of political, intellectua l and social sectors

to read and re-write he r wo rk and figure.

lll
Agradecimientos

Debo agradecer en primer lugar el apoyo instituc ional tanto de la escuela

graduada de la universidad de Rutgers, del Departamento de Español y Portugués

como también de Conicyt, que por medio de una beca doctoral apoyó mi trabajo

desde el 2007.

Estos años en Rutgers y todo la etapa que culm ina con esta tesis me

demostró hasta qué punto he necesitado de una comunidad de pe rsonas a las cuales

debo el éxito de este proyecto. Quiero agradecer a todos mis compañeros y amigos

de Rutgers, en especial a Macarena, Selma, Gustavo, Viví, Juanjo, Sale, Cristóbal,

Valeria, Greg, Anita, Marcelo y Julieta que me han hecho sentir qu e tengo una fami lia

muy lejos de Chile. A mis queridos amigos María Laura y Gonzalo con los que he

celeb rado los logros y a Jos que he llamado en momentos de crisis.

A mi comité d e tesis: Marcy Schwartz, César Braga-Pinto y Graciela Montaldo

que me han gu iado y apoyado a lo largo de este proceso. A Graciela le agr ad ezco

haberme hecho las preguntas que me llevaron a formu la r este proyecto como

también su compromiso y s us lecturas aun desde la distancia. A Marcy le debo un

agradecimiento especial por su apoyo incondicional e n cada etapa de esta tesis. Su

rigor, su dedicación y su cariño me permitió avan zar en este proceso y estar aquí

hoy. La celebración d e mis éxitos y el á ni mo que me dio en momentos difíc iles solo

es comparable al de mis padres. Quiero agradecer también a Licia Fiol-Matta,

mi embro exte rno del comité, quien a través de su libro me hizo ver que era posible y

necesario leer de nuevas formas a Mistral y que generosamente ha participado de

mi intento .

IV
A todos los profesores del Departamento de Español de Rutgers que s iempre

se d ieron el tiempo para preguntarme por la tesis, darme ánimo y sabios consejos. A

Rosy, Jen y Ma risa por su calidez, amistad y por hacerme más fácil la vida de

estudiante.

A mis colegas en Ch ile, por sus conversaciones acerca de Mistral y su interés

en mi trabajo: María Ester Martínez, Alicia Salomone, Lorena Garrido, Marisol

Galilea, Ignacio Álva rez, Matías Aya la y María Inés Zaldívar. Al archivo del escritor

de la Biblioteca Nacional de Chile y en especial a Pedro Pablo Zegers por darme la

oportunidad de abrir junto a él la caja de pandora mistraliana en Washington el

2007. A Elizabeth Horan, una de las mistralianas que está liderando la revisión

crítica de Mistral, por su generosidad al compartir conmigo información e ideas,

contestar mis preguntas y participar conmigo en paneles en conferencias.

A mis padres por darme las he rramientas para hacer esto y mucho más. A mi

mamá la maestra original que me dio el suelo donde me paro, que me ayudó a

construir 'el cuar to propio' emocional desde donde he podido pensar y crear con

libertad. También le agradezco por alivianarme la carga en momentos claves de este

proceso. A mi papá que no so lo quiso leer mis trabajos, asistir a mis ponencias sino

que entender mi mundo académico, muy lejano al de él. Le agradezco su apoyo

incondicional y sus generosas 'becas'. A mis hermanas, Cristina y Tania, mujeres

fuertes, creativas y generosas . A mi abuela Nana por su cariño y sus vel itas. A la

memoria de mi abuelo Dady que apoyó todos mis sueños y me enseñó a pensar en

soluciones para cada p r oblema.

V
Finalmente quiero agradecer y dedicar este trabajo a Felipe y Elisa. A Elisa

por enamorarse del Valle del Elqui y de mi Mistral, por inspirarme y hacerme reir. A

Felipe, mi compañero y editor, por una conversación de más de 10 años que me ha

desafiado y hecho pensar más que cualquier otra cosa.

Vl
Índice de contenidos

Abstract ...... ... ...... ......... ............... .............................................. .. ... .. ........................ ii

Agradecimientos ... ... ... ... ... ... ... ... ..... ....... ............ ... ... ... ... .... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... .... iv

Índice de co ntenidos ............... .......... ....................................................................... vii

Introducció n ...... ............... ......................................................................................... 1

Cap ítulo 1. La construcción de una intelectual hispanoa mericana... ...... .............. 22

Ca pítu lo 2. Mistral y el cam po político ch ileno .. ............... ...................................... 73

Cap ítu lo 3. De la provincia al contin ente: la internacionalización y el disc urso


latinoamericanista de Mistral.... .. ............................................................................. 134

Capítu lo 4. La im agen visual de Mistral en su construcción como sujeto


Intelectual público ................................................................................................... 173

Conclusión .. ....... ...... ............ ......... ............... ................................................ ............. 250

Bi bl iografía ... ........................ ................................................... ................................. 261

Currículu m Vitae.. ............................... ..................... ............ .................................... 271

VI l
1

Introducción

La historia de la humilde y sufrida maestra de provincia, quien gracias a su

abnegada labor pedagógica y la genia lidad de su poes ía se hi zo conocida en gran

parte de Latinoamérica hasta ganar el premio Nobel de literatura (1945), es una

vers ión qu e predominó por décadas, pero que gracias a cie rtos trabaj os críticos

recientes ha si do prob lematizada desde acercamientos teóricos heterogéneos. A

partir de estas nuevas lecturas críticas y el sorprend ente boom ed itori al en torno a

la prosa y las cartas de Gabriela Mistral, en conjunto co n los recientes

descubrim ientos que amplían el co rpus de su obra, la idea que hoy tenemos del

ascenso profes ional de esta maestra si n títu lo y de su impres ionante carrera

litera ri a se basa en un conjunto textual más vasto. 1 Conjun to que ilumina un

complejo entramado de poderes, negoc iaciones identitarias y estrategias, en un

co ntexto histórico donde la prensa y las escuelas jugaron un pa pel clave en los

proyectos nacionales de identidad y progreso. Mistral trabajó intensamente en

ambos frentes y se construyó a sí misma dejando poco al aza r. ¿Cómo entonces sale

Lucila del Vall e del Elqui para ll egar a convertirse en Gabriela Mistra l? Para

comprender este proceso es necesario considerar la riqu eza y complejidad del

relato que ella construye acerca de sí misma a lo largo de su vida, las tens iones

dentro de la persona Gabriela Mistral, el pos icionamiento estratégico que logra en el

tensionado mapa social y político de las primeras décadas del siglo XX, así como las

1Con respecto al seudónimo de la escritora, ella usa, aunque con una pequeña variació n -Gabriela
Mistraly- por primera vez en 1911 en un cuento que publica en El Mercurio de Antofagasta
(Zemborai n 26) y e l seudónimo Gabriela Mistral a partir de 1913. Hasta 1922 todavía no hay
consistencia en su uso, hay cartas personales firmadas Lucila y otras Gabriela Mistral (33).
?

redes qu e se tejen en torno a ella. Redes, que por lo demás, cuentan la historia de s u

tiempo, el abismo del cambio de siglo y la arro lladora mode rnidad latinoamerica na.

Es ta t esis r eevalúa el luga r de la escritor a, educado ra y diplomática chilena

Gabriela Mistral (1889-195 7) en la hist oria lite raria e intelectua l latinoa mericana,

en un inte nto por llenar vacíos en e l estudio d e esta fi gura canónica. Enfócandome

en la prosa, la iconografía y un conjunto de materiales inéditos (grabacio nes de

audio, fotografías), eleme ntos poco estudiados por la crítica, establ ezco que la prosa

que Mistral publica en periód icos y revistas en Lat inoa mérica y Europa, junto con la

re prese ntación visual de su persona, so n claves en su construcción como una

intelectual moderna d e influe ncia transnacional. Este planteam ien to cuestiona la

idea ge neral d e qu e la poesía de Mistral es e l factor decis ivo qu e ex plica s u trayecto

d es d e ser una maestra de provincia sin título hasta alca nzar los más a ltos

reconocimie ntos literarios e intelectuales. Al considerar este conjunto d e textos y

representaciones visuales en el contexto histórico y cu ltural latinoamericano de las

prime ras d éca das d el s iglo XX es posible trazar no sólo la relación problemática d e

Mistral e n tanto muj e r escritora e intelectual con e l cam p o intelectual

latin oamerica no, sino que también la configuración misma d e l campo intelectual,

s us r edes y particularmente e l lu gar (o a usencia) de la mujer en él. He querido

a borda r el proceso de construcción de Mistral como intelectua l, su trayecto

discursivo y simbólico hacia un lugar reconocido (au nqu e problemático) en e l

campo litera rio e intelectua l latinoamericano. Pa ra los fines de esta investigación he

deci dido e nfocarm e, aunque s in trazar divisiones absolutas, en la prosa, las

trayectos profesionales, la iconografía y en menor medida a lgunos epistolarios y


3

poemas de Mistral desde 1904 hasta fines de la década de 1920.2 Por otro lado,

aunque este trabajo ganaría densidad al incluirse la totalidad de los epistolarios,

recortes de prensa y todos los documentos que forman parte del archivo de Gabriela

Mistra l, no só lo en la Biblioteca Nacional de Chile sino en muchas otras del mundo,

he seleccionado Jos textos y documentos que sirven a mi argumento, dejando para

proyectos futuros el anál isis de la totalidad de este archivo.

Este proyecto es en última instancia acerca de cómo Mistral, en tanto mujer,

mestiza, pobre y sin educación formal, llegó a ser una intelectual transnacional que

puso en práctica una serie de negociaciones y estrategias identificables, y hasta el

momento escasamente reconocidas, dentro del sistema cultu ral y político en el que

le tocó participar. En el contexto sociohistórico de la modernidad latinoamericana,

los movim ientos feministas, Jos discursos Jatinoamerican istas y la expansión del

sistema de educación pública en Chile y en Latinoamérica en general, me he

enfocado en el modo en que Mistral a través de su prosa e imagen pública se

relacionó con el Estado y las elites intelectuales, y cómo y des de qu é lugares negoció

un grado de participación en la articulación de la idea de nación, ciudadanía y

cultura. Estas negociaciones dieron pie, a su vez, a las facetas contradictorias de s u

imagen públ ica, permitiendo que un amp lio espectro de sectores políticos,

intelectuales y socia les lean y reesc riban su obra y su figura. Fin almente, el

propós ito de esta tesis es contribuir, por medio de una investigación especializada y

académica, a que un público amplio piense a Gabriela Mistral como una intelectual

2Mistral no publicó su prosa e n for ma d e libro durante su vida. Los libros de poemas que publicó en
vida fueron: Desolación (1922) , Ternura (1924), Tala (1938) y Lagar (1954). Póstumamente se
publicaron dos libros: Poema de Chile (19 67) y Lagar 2 (1991) .
además de una gran poeta; como una escrito ra y una figura pública que no sólo

reflexionó ace rca de Chile sino que tuvo un rol activo en los proyectos nacionales y

en los procesos de modern ización lati noamericanos de las primeras décadas del

siglo XX.

Marco teórico

Los ejes teó ricos en torno a los que desarrollaré mi aná lisis serán: la teo ría de

género, la teoría visual y teorías acerca del intelectual y las industrias culturales en

Latinoamérica.

La teoría y la crítica feminista son fundamentales a este análisis por su

capac idad pa ra develar sil enciam ientos, estrategias de excl us ión y la pretensión de

unive rsalidad y obj etividad por parte de una hegemonía patriarcal y blanca (Richard

[2008], La ndes [1998, 1995]). Es desde el fem inismo donde se cuestiona también la

divisió n de lo públi co y lo privado, división arbitraria que históricamente ha

excluido temas catalogados como privados o domésticos de ser considerados y

debatidos en el espacio público. Una marginación que mujeres intelectua les como

Mistral han desafiado por med io de un discurso que po ne en cuestión esas fronteras

sim bólicas, como veré en el capítulo 2. Por otra parte, la teoría feminista cuestiona

definiciones y parad igmas de lo político, lo público y lo in telectual, que son claves

para reeval uar al participación de la mujer en estas esferas (Squ ires [1999], Landes

[1998, 1995]). De la teo ría de género uno de los textos que resulta más interesante

para este trabajo es Bodies that Matter de judith Butler por sus ideas acerca de la

construcción de género y el rol de la performatividad en este proceso, lo que entrega


5

una base para el análisis de la identidad sexual ambigua, 'queer', de Mistral. Los

conceptos de lo 'normal' y lo 'anormal' de Butler, en tanto categorías inestables y

socia lm ente determinadas perm iten evaluar las marcas de géne ro en el pe1jormance

de Mistral.

De la teoría visual, y específicamente para desarrollar el capítu lo 4 sobre la

imagen de Mistral, haré uso de conceptos desarrollados por Barthes en Camera

Lucida, Mitchell en Picture Theory, Berger en Ways of Seeing, Benj amin en "La obra

de arte en la época de la reproductibilidad técnica" así como más recienteme nte Elin

Diamond en Performance and Cultural Politics, entre otros. En fun ción del análisis de

la imagen de Mistral, y en el contexto del luga r de la imagen visual en la mod ernidad,

ha sid o esencial considerar conceptos tales como el'pictorial turn' de Mitchell, que

propone la imagen como un juego comp lejo entre la visualidad, las instituciones, el

discurso y los cuerpos. Esto resulta clave para entender a una figura icónica como

Mistral, que se relacionó visua l, física y textu almente con disti ntos sujetos, gru pos e

instituciones, poniendo en juego identidades de gé nero, raciales y sociales

co mplejas. Por su parte John Berger en un análisis de lo visual desd e una

perspectiva de género sexua l, plantea que la presencia social de la mujer es distinta

qu e la del hombre. La presencia de cada un o establece una relación particular y

dife rente en cada caso con el poder, el cuerpo de otros y el entorno social. Berge r

sugie re que a diferencia del hombre, todo lo que una muj er hace o dice contribuye a

su presencia y determina su recepción: "... ultimately how she appears to men, is of

crucial importance for what is normally thought of as the success of her life" (54). La

hipótes is de Berger ilumin a la relación entre la imagen 'queer' de Mistral y el pod er


6

hegemónico, ya que como propongo en el capítulo 4, Mistral trabajó por minimizar

Jos aspectos, gestos y símbolos que la asociaban con id entidades que según sus

observaciones obstacul izaban el desarrollo de una mujer como escritora e

intelectual, reforzando por otro lado, Jos que le favorecían. Por su pa rte, el concepto

de perfurmunce, propuesto por Diamond, es esencial para el análisis de la imagen

más allá de las fotografías o representaciones artísticas, tanto por su elasticidad

como por su vínculo con las historias cultu rales.

Para desarrollar el tema de Mistral como intelectual y su Jugar en la historia

cu ltural, me ha sido útil considerar las ideas en torno a la figura del intelectual y el

espacio público moderno de Habermas (1989) y Bauman (1987). El marco teórico

sobre el que más se sostiene esta investigación está dado por los planteamientos en

torno al intelectual latin oamericano, su relación con los Estados y el campo de la

literatura desde un concepto tan debatido, aunque fundamental, como es el de la

'ciudad let rada' de Ángel Rama (1984 ) . Sobre todo he establecido diálogos con las

posteriores revisiones y expans iones de este concepto así como con los debates en

torno al intelectual y la modernidad (Ramos [1989) , Miller [1 999], Knight [1 991],

Montaldo [1999], Sarlo [1998]). Para abordar los discursos de Gabriela Mistral que

imaginan la nación y el continente americano, he usado como punto de partida el

popular concepto de 'comunidad imaginada' de Benedict Anderson (1983), y más

específicamente la idea de nación de Hommi Bhabha (1990, 1994) como una

narración inherentemente ambivalente y abierta. La función que Bhabha le asigna al

discurso de la minoría frente al discurso hegemónico de la nación ha sido

fundamental para el análisis del discurso político de Mistral en el capítulo 2.


7

A su vez, la tesis entrará en diálogo directo con una serie de trabajos críticos

que abordan a Mistral desde nuevas perspectivas. Los estudios de investigadores

como Licia Fiol-Matta (2002), Elizabeth Horan (1997, 2000), Ana Pizarra (2005),

Grínor Rojo (1997), Ra q uel Olea (1990), Soledad Falabella (2003) y Kemy Oyarzún

(1998), entre otros, disc uten las narrativas y los mitos que buscaban explicar y

promover ciertos aspectos de Mistral durante su v ida. Estos trabajos se insertan en

un contexto de renovación de la crítica mistraliana que comenzó al fi nal de la

dictadura en Chile (1989) y que ha abierto un debate nutrido por teorías de género,

subalternidad y estudios culturales. Esta re-eval uación crítica de Mistral ha

permitido la valorización de textos mayorme nte ignorados, como Poema de Chile y

de otros conju ntos d e poemas que no formaban parte de la hasta entonces limitada

obra canónica de Mistral. Quisiera destacar la importancia del Encuentro con

Gabriela Mistral que se llevó a cabo en la Casa de la Mujer La Morada e n agos to de

1989 y que junto a la publicación de Una palabra cómplice: Encuentro con Gabriela

Mistral dieron inicio a una nueva etapa en las lecturas críticas de Mistral. Otra

instancia que reunió a académicos de distintas latitudes y generó lecturas

renovado ras fue el simposio "RE-leer hoy a Gabriela Mistral. Mujer, historia y

sociedad en América Latina" organizado en 1995 en Ottawa, Canadá y a part ir del

cual se publica en 1 997 un libro con e l mismo título editado por Gastó n Lillo y J.
Guillermo Re nart. Más recientemente, las editoriales y e n menor medida la crítica ha

manifestado interés por la vasta prosa mistraliana (se han publicado al menos 8

antologías de prosa desde el1998) .


8

Sin embargo, si se cons id era que desde la década de los noventa ha habido un

boom de ediciones y re-edi ciones de prosa y ca rtas de Mistral, los estudios en torno

a es tos materiales han s ido bastante escasos, situació n que viene a profundizarse

ahora con la ll egada a Chile de un núm ero muy importante de ma nu scri tos inéd itos,

mayoritariame nte de poesía y cartas, además de fotografías y obj etos perso nales de

la escritora.3 Algunos de estos materiales ya han sido pub licados, 4 lo que ha

provocado un renovado interés en la obra y la figu ra de Mistral, apareciendo

ensayos y debates en la prensa, así co mo paneles en conferencias académ icas.

El estudio de la vas ta crítica mistraliana ha sido fundame ntal para identi fi car

ta nto los principales mitos qu e han marcado muchas lecturas como las preguntas

~ En ene ro del 200 7 mientras realizaba la primera parte de mi investiga ció n en Sa ntiago d e Chile, la
mu e rte de la co m pañera y albacea de Ga bri ela Mis tral, Do ris Dana, di o pie a un ines pe rado y pos it ivo
giro e n e ste proyecto. La muerte de la nortea meri ca na e n Massach us etts desató un pu bl icitado
proceso con res pecto a las más de 100 cajas de manu scri tos (m uch os inéd itos), carta s, fotog ra fías,
graba cione s so noras y obje tos que ha bía n pe rma necidos ocultos po r más d e SO años. El gobie rn o
chile no co menzó una campaña para conseguir el ' ret orn o' (o repatriación como se habló en la
pre nsa) de es te legado a Chile. La pres ide nta Michell e Bachelet se invol ucró personal me nte en la
tarea y el t ema fue activa me nte seguid o po r la pre nsa chile na y extra njera . Luego de la visi ta de la
heredera de Dana a Chile, in vitada po r e l gob ierno para most rarle las condicio nes e n q ue se
gua rda ría el legado, Do ris Atkinson a nun ció q ue do na ría t odo a la Direcció n de Bibliotecas, Archivos
y Museos. Todo el mater ial fu e ento nces trasladado a la embajada de Chile en Washi ngto n OC y el
d irect or del Archivo del Escrit or d e la Biblioteca Naciona l, Ped ro Pablo Zege rs, fue enviado pa ra
cataloga r y prepa rar todo para s u t ras lado fi na l a Chile. Gracias a qu e yo ha bía t ra bajado en el archi vo
e n la Biblioteca Nacional y co nocía a s u d irecto r, se me pe rmitió participa r en este proceso. Tu ve la
o po rtunidad úni ca de abrir junto a Zegers mu chas de las cajas del legado y accede r a los mate riales
qu e has ta hoy no están del todo accesi bl es a los investigado res. Esta s cajas apo rta n datos biográficos
claves (como la identidad sexual d e la escritora), a l ti empo que aum entan de for ma co nside rable el
co rpus co nocid o de poemas y sobre tod o ca rta s (y e n meno r med ida de prosa). Estos mate rial es
ilum inan sus r elaciones co n mujeres y ho mb res de s u tiempo, un asp ecto más ín t imo d e s us
p ensamien tos (por ejemplo e n las la rgas conve rsacio nes gra badas con Doris Da na) e ntr e o tras cosas.
Au nque si n d uda la revisión de una pa rte de es t os mate ri ales (e n Was hin gton y Ju ego e n Santiago)
influyó e n mi investigació n en muchos niveles, me he limitado a usa r un núme ro me nor de estos
materiales, prio rizando so lo lo que ten ía re lación d irecta co n el proyecto como, po r ejemplo,
fo tografías y co nversacio nes gra badas.
4 Hasta e nero del2 0 10, los libros publicados a parti r de materiales del nu evo legado de Mistra l son:

un libro co n una selección de fo togra fías, Mo raga, Ana, ed. Ga briela Mistral: álbum personal. San tiago:
Pehué n, 2008; u n vo lumen de poes ía, Mistra l, Gab ri ela y Luis Vargas Saavedra. Almácigo: poemas
inéditos. Santiago: Ediciones Un iversidad Cató li ca de Chile, 2008; y más recie nte mente el intercambio
epis to la r e ntre Mistral y Do ris Dana, Mis tral, Gabriela, y Pedro Pablo Zegers B. Niña erran te: cartas a
Doris Dona. Santiago, Chi le: Lume n, 2009.
9

aun por responder y los caminos menos explorados. Varios de los nu evos estudios

de Mistral han revisado críticamente las lecturas que desde la mitad del siglo

buscaron santificarla, elevarla como la gran 'poetisa' de la maternidad y el amor

trágico. Elizabeth Horan dice en Gabriela Mistral: An Artist and its her People, "This

fasci nation with paying homage to her person rather than to her ideas te lis of the

extent to which Gabriela Mistral, the writer and thinker, has been rep laced by

Gabriela, the sa int" (197). Observación que me dirigió no sólo a mantener el foco en

las ideas de Mistral por sobre su biografía, sino que también me motivó Uunto al
capítulo de "Jmage is everything" de Fiol-Matta) a analiza r más de cerca el fenómeno

de su iconografía a través de fotografías, testimonios y representaciones artísticas.

Mi intención ha sido insertar esta investigación en la línea de estud ios de

Mistral desde una perspectiva de género, como es el caso de los trabajos de las

mencionadas Fioi-Matta, Elizabeth Horan y de Eliana Ortega, Elizabeth Marchant

como también con el diálogo surgido desde los estud ios culturales (Ana Pizarra y

María de la Luz Hurtado). Investigaciones que han inaugurado una conversación en

torno al lugar de Mistral en el discurso cultural que está aun en sus comienzos y

exige ser ampliada y profundizada. Un punto de partida esencial a este proyecto fue

el libro A Queer Mother for the Nation: the Sta te and Gabriela Mistral de Licia Fiol-

Matta donde, entre otras cosas, se cuestiona y complej iza la narrativa, hasta hace

poco dom inant e, que representa a Mistral como "a celibate, saintly, and suffering

heterosexual national icon" (xiv) . Desarma y analiza el uso que se le ha dado a la

figura de Mistral y examina sus contradicciones y contl ictos concentrándose tanto

en su identidad sexual como e n las intersecciones entre ésta y su identidad racial y


10

social. Este libro, que desde los estudios queer se enfoca e n un análisis de la relación

de Mistral con el Estado, abre debates ese nciales y pendientes en torno a su figura

en la historia cultural latinoamericana, particularmente al sugerir que más allá de su

éxito como poeta, su participación en la prensa y su labor política-educativa le

permite ll egar a ser "the first fe mal e transnational figure of Latin America, with

major influence across the hemisphere" (Fiol-M atta xv). Mi investigación retoma ese

punto de partida para explorar particularmente, desde una probl e matización de la

categoría del intelectual, la construcción de Mistral como tal, su entrada y

participación e n el campo intelectual y el modo en que su imagen visu al juega un

papel en estos procesos . Mi decisión de no enfocar mi anális is en la identidad

homosexual de Mistral obedece en gran parte al s ugerente trabajo que Fiol-Matta ha

desarrollado y la convicción de que así como Queer Moth er for the Nation confronta

un aspecto e nd é micam e nte silenciado, está pendie nte tambi én abrir un debate

profundo ace rca de Mistral como una figura intelectual fundamental e n la historia

cultu ral chilena y continental.

Si bi e n pued e ser cierto que para acercarse a la travesía que lleva de Lucil a

Godoy Alcayaga hacia Gabri ela Mi stral pued e ser artificioso separar s u prosa de su

que hace r pedagógico y su poes ía, me inte resa particul arme nte desta car el pa pel

clave que su prosa periodística juega e n la construcción del suj eto Gabri ela Mistra1. 5

5 Su fama co mo poeta, sus ensayos periodísticos así como s us contactos y am istades con escritores y
políticos son instrum enta les en su ascenso en la ca rrera de ma estra, lo que le hubiera sido imposible
de otro modo ya q ue como notan s us detractores en 1921, es no mbrada directora de forma ' ilegal' ya
q ue no cumple co n los requisitos por carecer de títu lo universitario. El Ministro de Instru cción
Pública ratifica el no mbra mi ento en medio de una fuerte polémica. La revista Zig-Zag el 4 de junio de
1921 da cue nta de este hecho al publ icar una carta de apoyo a su nombramiento: "El señor Ministro
de Instrucción Pública, .... desoyen do e l clamoreo inte resado de las infl uencias políticas - las públicas
y las secretas- ha da do po r primera vez el ejemplo de reco no ce r oficial y eficazmente el mérito de la
11

Sin duda, su poesía y su labor de maes tra figuran en su prosa, donde son destacadas

y resignificadas para su difusión masiva, pues en gran medida ava lan a la intelectual

públ ica que Mistral construye. Mistral comienza a publicar en 1904, cuando a sus

qui nce años es nombrada ayudante en la escuela de La Co mpañía y sus primeros

po emas y prosas aparece n en el diario El Coqu imbo. "Los humil des di arios de

provincia reciben y publican casi todo" argum entó Mistral para expli car su

temprana entrada en los periódi cos de la cuarta región ("Autobiografía" 232). La

democratización de las instanci as de producción cultural, propia de la modernidad,

abrió espacios de enunciación a suj etos marginales gracias a que, como expl ica

Ángel Rama, "el brusco avance de la prensa absorb ió prácticamente a todos los

escrito res existentes" (35 ). Prensa, poesía y magi sterio estuvieron uni dos desde el

comie nzo en Mistral, y aunque más tarde sustituyó su labor docente po r un trabaj o

diplomático, la tríada Estado, prensa, po es ía se mantuvo en el tiempo. El perfil de

intelectual público que Mistral cultiva respon de a un mod elo mod erno de escritor

profesional que la distancia de escritoras anteriores y contemporáneas qui enes,

salvo contadas excepciones o no se involucran en te mas públ icos y políticos o

li mitan su actuar en organ izaciones y pub licaciones de mujeres, que aunqu e tienen

impacto político y social, influyen marginal mente en el ca mpo intelectu al

hegemón ico.6 Mistral fu e una escritora profesional y un a intelectual

multidiscipli naria que logró entrar en es pacios políticos e intelectuales

a lta int electualidad y el ve rdade ro valor mora l nombra nd o pa ra uno de los p rim eros puest os de la
e nse ña nza fe menina a la gra n poetisa - o mejo r dicho, co mo dijo un ex Mini stro- al gra n poeta de
Chile, Gab ri ela Mistral.. ." ( Recopilación 4 78).
12

tradicionales; publicó en periódicos importantes en Ch ile y Latinoamérica,?

pa rticipó de la Liga de las Naciones, fue huésped e n la Un ión Latinoamericana y

cónsul d e libre elección, conferencista en la Asamblea General de las Naciones

Unidas (1955) además de ser el primer escritor latinoamericano en ganar el Premio

Nobel de Literatura. 8 El pensamiento de Mistral tuvo amplia difusió n y tanto éste

como su obra literaria t ienen impacto a nivel panamericano. La retórica q ue

caracteriza su prosa y los grandes temas que la atraviesan coi nciden a grandes

rasgos con los de los d iscursos intelectuales de la época aun cuando estos a porten

una persp ectiva distinta. En ese sentido su prosa la inserta progres ivamen te en lo

que Bo urdieu definió como el campo intelectua l no só lo porque su discurso y su

proyecto creador se construye en relación con el de los escritores e intelectuales de

su época, sino tambi én porque ella pa rticipa activamente de redes intelectuales de la

primera mitad del siglo XX. 9 Si n embargo Mistral fue una mujer intelectual y si bien

se ha escrito mucho en torno al rol d el intelectual (hombre) en Latinoamérica, poco

se ha dicho respecto a la mujer intelectual y cómo esa categoría heredada d el s iglo

iMistral publicó s us artículos y poe mas en pe ri ódicos y revistas hispanoa m erica nas y en menor
medida norteamericanas y europeas. Los medios en que colaboraba habitualmente son: El Coquimbo
de La Serena, El Mercurio de Sa ntiago, La Nación de Buenos Aires, El Tiempo de Bogotá, ABC y El Sol
de Madrid, El Universal de México, La Estrella de Panam á, El Universal de Caracas, Repertorio
Americano d e Sa n José de Costa Rica y r evistas tales co mo: Atenea, Pro Arte, Zig-Zag, Hoy, Cuadermos
Americanos, Revista Bimestre Cubana, Sur, Nosotros, Pluma, Puerto Rico Ilustrado, Revista América,
Mireya, entre otros.
8 Su car go e n la Liga de las Nacio nes fue jefe d el Departamento de Relaciones Literarias del Instituto
de Cooperación Intelectual Internacional. Tambié n represe ntó a Chil e e n otras ocas ion es, co mo por
eje mplo en el Congreso de la Fede ración Internacional Universitaria (1928), en el Consejo
Adm inist rativo d el Institu to Intern acional de Ci nematografía Educativa, en la Primera Con fe re ncia
Internacional de Maestros, Bue nos Aires (1928), e nt re otros.
9 "el intelectual está s ituado his tórica y socialmente, en la m edida que fo rma pa rte de un campo

intelectual, por referencia a l cual s u proyecto creado se define y se integra, e n la m edida si se quiere
que es co nte mp or áneo de aquellos co n quie nes se comunica" [Bo u rdieu 174). Por otro lado, el
co nce pto de 'cam po' d e Bourdieu es un concepto dinámico y los cambios en la posición de los agentes
implica un ca mbi o en la estructura del ca mp o. Una idea que s in duda explica en parte el efecto que
tanto Mistra l como otras mujeres intelectuales tuvieron en el campo intelectual y literario
latin oamerican o.
13

XIX la excluye. Este trabajo no intenta forzar a Mistral a una definición estrecha y

hegemónica del intelectual, pero sí demostrar que Mistral y otras mujeres

latinoamericanas de su tiempo desafiaron los límites si mb ólicos im puestos por la

cultura patriarcal y las elites intelectuales. Lo hi cieron cuestionando y redefiniendo

el concepto de intelectu al público, particularmente en s u relación con la cultura

popular, las masas y las minorías.

Esta tesis aborda la obra y figura de Gabriela Mistral a través de su prosa y

con el propósito de entenderla como una intelectual panamericana. Deja fuera su

poesía por varias razones: la primera y la más s imple es qu e dado el vo lumen, la

cal idad literaria y la re levancia cultural y política de la prosa m istraliana su estudio

es muy necesario para el campo d e la literatura, la historia intelectua l y los estudios

de género latinoame ricanos. Si bien este tema ha generad o algunos artículos, solo se

han publicado tres libros que incluyen como parte central de su anális is la prosa de

Mistra l (Arrigoitía [198 9], Figueroa et a l. [2000], Pizarra [2005]). Una segu nda

razón es el luga r liminal y excéntrico que Mistra l ha ocupado en tanto intelectual

dentro de la historia, un lugar que ha incidido en el número limi tado de estud ios

so bre su obra, ta nto desde la crítica feminista como desde los estud ios de la h istoria

intelectual latinoamericana. Si bie n hace ya un par de décadas se ha abordado la

participación de la mujer en la historia cultural y política de Latin oamérica

(Bergman et al. [1990], Meyer [1995] , Pratt [1995], entre muchos otros estu d ios de

escrito ras pa rticula res), a mi juicio estas investigaciones se han concentrado, por un

lado, en la participación de mujeres y en el rol de la prensa en los movim ientos

feministas y e n las luchas po r los derechos d e la mujer. Por otro lado, y


1-l-

particularme nte desde el campo de la literatu ra, la crítica reciente ha confrontado la

ausencia o presenc ia limitada de muj eres escritoras en el canon de la literatura

latinoamericana y la te ndencia a ais la rlas como 'casos aparte' de los movimientos y

generaciones literarias. En esta línea está n muchos d e los nuevos estudios acerca de

la obra poética de Mistral. Com o parte de este esfuerzo se puede entende r el

renova do interés por s u prosa, a través de la publicación d e antologías que buscan

difundir p oemas, ensayos y cartas. Sin embargo no es fác il incl uir a Mistral d e ntro de

un conjunto de mujeres, escritoras e intelectuales qu e tuvieron un rol activo en los

movimientos femin istas de la primera m itad del siglo. Aseveraciones como la d e

Ángel Rama, cuando afirm a que Mistral "simbolizó el movimiento feminista que la

generación impuso" (164), han s ido a mpli a mente desacreditadas por la crítica

mistraliana. Mistral no fue miembro activo d e ninguna organización fem inista,

au nqu e esc ribiera ocasionalmente de éstas y apoyara algunas de sus luchas. Por

otro lado, tanto e n sus ensayos como en su epistolario queda n documentados los

conflictos y diferencias que tuvo con fe mini stas de la época y algunas de sus causas

políticas. Aun cuando Mistral ll evó una vida que encarnaba en gra n medida las

as p iraciones de indep e ndencia económ ica y desarrollo intelectu al a la que aspiraban

las mujeres d e los movim ientos de lib eración femenina, a nive l d iscursivo Mistral

defendió la mate rni dad co mo anterior a cualquier otra tarea femenina. Entonces, y a

la lu z de la compleja y a veces parad ójica visión de la situación de la muje r y sus

derechos, no me parece posible identificarla como un símbolo d el movim iento

femin ista.
15

Aunque su discurso permita integrarla dentro de la tradición intelectual

'masculina', el hecho de ser mujer ha llevado a desplazarla e incluirla, con muchos

reparos, en el grupo de las intelectuales y escritoras mujeres (con las que tuvo

relaciones más bien personales y literarias). Postulo que este lugar lim inal de

Mistral es una razón por la que su pensamiento socia l y político, así como su

participación en importantes redes intelectuales de su tiempo ha recib id o

insuficiente atención. 10 Un ejemplo del espacio excepcional en que se s itúa e l

pensamiento de Mistral en la historia y las categorías creadas por los estudios

literarios y la historia intelectual, lo entrega julio Ramos, quien refiriéndose a

Cornejo Polar, describe al conjunto de ensayistas e intelectuales latinoamericanos

conte mporáneos a Mistral:

... la obra crítica de Cornejo Polar bien podría considerarse como una
de las últimas instancias de cierto discurso latinoamericanista, el
legado de los ensayistas, la compleja tradición que posibilitó el trabajo
de figuras como Pedro Henríquez Ureña, Alfonso Reyes, o el mismo
Ángel Rama -fi guras que narrativizaron la memoria, el canon de los
estudios humanísticos latinoamericanos. Fueron ellos (rara vez ellas,
por cierto) intelectuales de amplia inserción política cuya autoridad
suponía una red de a r ticulaciones entre la cultura, el nomos nacional y
la esfera pública que acaso no sea posible sostener ya en las sociedades
neoliberales contemporáneas. ("Genealogías" 186)

Y en la nota al pie, en su explicación acerca del 'ellas', aparece Mistral:

No estamos sugiriendo, por cierto, que no hubi e ra e nsayística escrita


por mujeres. Es notable e l corpus recogido en Doris Meye r, Rereading
the Spanish American cssay. Translations of 19th and 20th Century
Women's Essays. Sin embargo, co n la excepción de Gabriela Mistral, el

to Po r otro lado, su no afiliació n explícita a la lu cha política de la qu e parti ciparon la mayo ría d e las
otras mujeres escritoras e intelectual es co nte mporáneas a Mistral, empuja a un sector de la crítica a
destacar sus causas sociales como sí e xistiera una necesidad de proba r que Mistral -a unque no
derecha mente desde el feminism o- sí defendi ó causas de justicia social, derech os d e la infa ncia y
otros (que en ningún caso voy a negar).
16

diá logo con ella tin oame rica nis mo, en t a nto d iscurso de la ide ntida d y
del 'bu e n gobi e rno' se e ncu e ntra limita do. ("Ge nealogías" 186)

Mistra l, e ntonces, está y n o est á en e l can o n d e los ensayistas. No ca b e e n la lista d e

e nsayistas que Ramos presenta e n e l cue rp o d e l t exto, a pesa r de qu e según el

m is mo autor cumpl iría con los requisitos te m át icos. En este contexto, exa mino s u

modo de participación de la 're d de a rticula ciones e nt re la cultu ra, e l nomos na ci onal

y la es fe ra pública', e n el mism o ni vel que, p o r eje mplo, He n r íqu ez Ure ña o Al fo nso

Reyes. Pongo de relieve, no obs tan te, que el hecho de ser mujer la d esplaza (n o solo

a la n ota a l pie como hace Ra mos) a un es pacio inte rm edi o, 'queer' y excepciona l,

que ha ve nido marginand o d e la co ns ide ració n c rítica su pe nsamien to y su pos ición

como inte le ct ua l transnacion a l.

Los textos, la image n y la figura d e Mi st ra l circ ul a n más a ll á d e los límites

nacion a les, pe ro al mis mo tie mpo tie ne n e n ra izamie nto en categorías de id e ntid a d

ma rgina les que pued e n ser interpelados d es d e los nu e vos pa rad igmas post-

es tr u cturalistas: feminism o, estu d ios cult ura les, estu d ios 'quee r'. Sin e mb a rgo, esta

situ ación compl eja obliga a cuest io na r las fron te ras e ntre ma rge n y ce ntro, mino ría

y h egem onía que muchas veces estos apara tos teó r icos perpetúa n. El desafío es

u t ilizar es tas h e rramie ntas teó ri cas, qu e pe r mite n id e ntificar es tra tegias d e

ma rgina ción y sílenci a mie nto d esd e la h ege mon ía, per o al m ismo tie m po ma neja r la

d iferen cia de Mistra l s in red ucir la, s in clas ifica rla, co mo d ice Nc lly Ri cha rd, e n el

"gran s uperme rcado de las s ub a lternid a d es" ("Gio bal izaci ón acad é mica" 190).

Mi propós ito e nton ces es estu d ia r a Mistral co mo u na figu ra in telectual qu e

d esarro lla una línea de pe nsam ie nto e n espacios disc ursivos heterogé neos (que
17

escapan de espacios como el de 'gender essay' que propone Pratt) 11 , así como un

grado de participación pública no limitado a una causa o grupo determinado, y que

por lo tan to exige ser leído en un contexto amplio, más allá de su grado de

participación en los discursos y movimientos feministas. 12 No aspiro a un a

reconstrucción lineal, biográfica de la vida y obra de Mistral, sino más bien trabajo

sobre ciertos momento s de aparición, ciertas estrategias visuales y textuales que

cuestionan las lecturas lineales, las narrativas hagiográficas y monolíticas.

Esta tesis está organizada en cuatro capítulos que no pretenden abarcar

tod os los aspectos de la construcción de Mistral como in telectual transnacional sino

que más bien establece r d iversos puntos de entrada al tema alrededo r de momentos

y estrategias claves.

El primer capítu lo ti e ne como objetivo trazar la emerge ncia de Mistral como

sujeto intelectual y como figura pública y argume nta r que ell a ll egó a ser una

in telectual moderna y transnacional al pon er en práctica una serie de estrategias,

posibilitadas a su vez por incipientes espacios modernos. 13 El análisis revela que la

combinación de prosa (prensa), poesía y Estado (magis terio, diplomacia) es lo que

a bre los espacios necesarios para la inserción de Mistral en los principa les circuitos

intelectual es y literarios de su tiempo. Este capítu lo propone que Mistral negoció s u

11 Mary Louise Pratt describe el cano n del ensayo co m o and rocént rico y o bserva qu e Gabri ela Mis tra l

es frecuente mente la única muj er que se incl uye en las antología s de e nsayo latinoa merica no.
Ide ntifi ca los e nsayos can ónicos co n e l co ncepto de 'criollo identity essay', "whose t op ic is th e nature
of crioll o ide nt ity a nd culture, pa rticularly in re latio n to Euro pe and Latín Am erica" (Pratt 14). La
co ntraca ra de las intelectuales muje res, segú n Pratt, es el 'ge nd e r essay', "As a la bel, 1 use this te rm to
d enote a series of texts written o ver the past 180 years by Latin America n wo men, whose to pic is the
status and reality ofw ome n in mod e rn society" (Pratt 15) .
12 En el co ntexto del siglo XIX exist en trabajos con una óptica simila r como el de Francine Mas iell o

(1997).
13 Parte de est e capítulo está pu bli cado co n el títul o "Ga brie la Mistra l a rtesa na de sí mi sma:

mult ifun cio na lidad de la prosa mistra li a na en su co nstrucció n como s uj eto inte lectu al" Taller de
Letras 4 1 (2 00 7): 53 -67.
18

participación en el campo intelectual con el establishment político y cu ltural

poniéndose al servicio de ciertos proyectos estatales, políticos e intelectuales al

mismo tiempo que se esforzaba por ma nte ne r un aura de independencia y altura

ética.

Cuando discuto la práctica intelectual d e Mistral, su ideología y relación con

el poder y la política a la luz de los modelos propuestos tanto por Ra mos co mo por

Bauman, se hace evidente que no es só lo la dife re ncia a nivel id e ntitaria (de género,

raza y clase), si no s u comp leja relaci ón co n el pueb lo y el poder lo qu e obliga a

considerar a Mistral como una intelectua l particular. Mistral se construyó como una

intelectual y desde ahí habló, pero desde a hí también problematizó y desestabilizó

la categoría de intelectual como efecto de su identidad d e género, clase y raza.

En el segundo capítulo, a partir de las revisiones que el fe mini smo ha

propuesto del concepto de lo po lítico para entende rlo más allá de lo estatal,

cuestiono la historia de despolitización d el pensa miento mistraliano. No es

necesa ri o excavar muy profundo para e nco ntrar la dim e ns ión política d e Mistral

como suj eto in telectual. El tono y alcance de estos textos políticos son parte d el

conjunto de prácticas, imágenes y luga res que dan fo rma a la idea de intelectua l y

escritora asociada a Mist ral. También revelan las estrategias de Mistral para crear su

propio espacio d e influencia y lograr reconocimie nto in tern acional, a pesar de la

o posición que generó e n algun os. En primer lugar, propongo que la ce ntralidad d el

discurso pedagógico latinoamericano, desde el siglo XIX hasta bien e ntrado el XX,

constituye un ma rco dentro del cua l se pued e expli car la partic ip ación política d e

Mistral y la transición de la maestra ru ral a la pedagoga transnaciona l y fina lmente a


19

la intelectual. En el contexto de la reorganización del campo literario, así como el

cambio en el modelo del intelectual latinoameri ca no y su relación con el Estado,

surgen nuevos campos discursivos que de un modo diferente al del letrado

dec imonónico se autorizan para habl ar de política. En este marco interrogo el

discurso no-partidista de Mistral y la identificación entre esta pos ición con la idea

de un discu rso y una labor social y política de mayor altura ética que la de l político.

Mistral crítica la po lítica tradicional estatal, de la que por lo demás está marginada,

al tiempo que crea espacios alternativos pa ra la propagación y puesta en práctica de

sus ideales y proyectos.

En el contexto de las ideas de la nación como una narración (B habha [1 990,

1994] And erson [1983]) me he enfocado tamb ién en este capítu lo en una parte del

discurso de Mistral sob re Chile. La lectu ra de un corpus de prosa que tiene como

tema central a Chile permite distinguir el ejercicio de un poder inte rpretativo (Jean

Franco) que imagina la nación y su gente desde lugares no hegemónicos y que

aspira a una representa ción política más amplia, es decir, a una id entidad nacional

donde lo fe menino, lo rural y lo indígena tengan mayor vis ibilidad. Finalm ente,

identifico el modo en qu e la prosa de Mistral después de su salida de Ch il e in tenta,

por un lado, insertar a Chile en el imaginario co ntin ental y, por otro, redibujarlo e

interve nir en el imagi nario nacional.

El objetivo central del tercer capítulo es la internacionalización, examinar la

participación de Mistral en redes transnaciona les de pensamiento y ana lizar su

afiliación a un discurso latinoa mericanista. Para el lo retomo algunos planteamientos


20

centrales del primer capítulo para concentrarme ya no en la trayectoria en Chile

si no en su trabajo intelectual más allá de este país, particularmente a partir de 1922

con su partida a México. Esta es una tarea pendiente, ya que tradicionalmente la

crítica ha tendido a aislarla de grupos intelectuales o generaciones poéticas, por su

condición 'excepcional' y liminal como he expl icado anteriormente. Por med io del

análisis de ensayos, epistolarios (publicados y algunos inéditos), revistas y libros de

la época he establecido que la internacionalización de Mistral comienza casi diez

años antes que su salida de Chile a raíz de la invitación del gobierno de México.

Comprender los mecanismos de internacionalización de Mistral, su sorprendente

capacidad de creación de redes con intelectuales, políticos y otras figuras públicas

así como su participación fund amental en los discursos latinoamericanistas de la

primera mitad del siglo XX, permiten reflexionar sobre el modo en que Mistral se

transforma en una intelectual profesi onal.

En el último capítulo he querido abordar uno de los temas menos estudiados

de Mistral: su enorme y variada iconografía. La magnitud de este corpus, sus efectos

culturales y también la renovada visibilidad de Mistral en Chile hoy, in vitan a un

estudio crítico que aborde la representación visual y las narrativas que

con tribuyeron a formar la imagen pública de Mistral en función tanto de su propio

proyecto literario, intelectual y político como de los usos que el Estado, algu nas

instituciones y marcas comerciales le han dado. En el contexto de ace rcamientos

teóricos y críticos que discuten la interacción de lo visual con el discurso cultu ral, la

performatividad de género y la representación visual de la mujer, examino el

funcionamiento de la imagen de Gabriela Mistral, particularmente con relación a su


21

proyecto intelectual en el espacio público latinoamericano de las primeras décadas

del siglo XX. He querido propon er la imagen de Mistral como la imagen de un sujeto

nuevo, una mujer que figura visualmente no po r su be lleza, ni su clase social ni co mo

obj eto etnográfico, sin o como una figu ra pública atractiva que deses tabiliza las

norm ativas de género.

Finalmente, este proceso de in ves tigac ión aspira, junto con contribuir al

ca mpo de los estudios de Mistral, a tene r un efecto político. Como sugiere el escritor

cubano Robe rto Fernández Retamar, la memoria es un arma pol ítica.14 Reco rdar a

Mistral en la riqueza y complejidad de su palabra, resisti r los mitos qu e la

simplifican, recrea r la fuerza subversiva de su figura, re-insta lar los aspectos

revolucion arios de su pensam iento , de su desestabilizadora co nstrucción de género,

constituye una herramienta políti ca en el presente. Temprano en este proceso de

investigación me encontré con las siguientes palabras de Mistra l: "Académicos y

profesores que vuelven hueso lo que era llama y juegan troca ndo, reu niendo,

comb in ando esos huesos por una eternidad" (Recopilación 375). Aunque la escena

me causó algo de risa (nerviosa tal vez), la he considerado una advertencia y una

motivac ión; la escena infernal del académico revolviendo huesos por una eternidad

me ha obligado a trabajar co n lo vivo, co n las pasiones, co n las id eas, en un intento

no por revivir a la mujer mu erta sino a mis estudiantes, colegas y a mí misma a

través de la fuerza y actu alidad de los textos, imágenes e id eas de Gabrie la Mistral.

14 Es ta idea la desarrolla Roberto Fernández Retamar en su co nferencia para la inaugu ración del VIl

Encue nt ro Internacional d e Cátedras Ma rt ianas, celebrado ellO de novie mbre d e 2009 en el Aula
Magna de la Universidad de La Ha ba na.
22

Capítulo 1

La construcción de una intelectual hispanoamericana

La propuesta ce ntral de esta tesis es que Mistral llegó a ser una intelectual

moderna y transnacional a l poner en práctica una serie de estrategias identificables

pero hasta el momento no reconocidas po r la crítica. Uno de mis objetivos por Jo

tanto es que el público lector piense a Mistral como una intelectual transnacional

además de una gran poeta; como una escritora y una figura pública que no só lo

reflexionó acerca de Ch ile sino que tuvo un ro l activo en Jos deba tes acerca de los

proyectos nacio nales de otros países latinoamericanos y en Jos procesos d e

modernización d e las prim eras décadas del siglo XX.

Mistral va más allá del campo literario no solo para interven ir sino también

para generar debates sociales, políticos y estéticos a nivel contin ental. Es este perfil

de intelectual multidisciplinario vincu lado al Estado, la prensa y la literatura, lo q ue

lleva a Pedro Henríquez Ureña a incorporarla, junto a otras escritoras, e n la

categoría de 'hombre de letras'. 1 Esta categoría, como el mismo Hen ríqu ez Ureña

señala, hasta e ntonces no había incluido mujeres, lo que revela hasta q ué pu nto

Mistral desd ib uj ó los límites que definían el campo intelectual de las primeras

décad as del siglo XX.

Ángel Rama sostiene que aunque los inte lectua les de las primeras décadas

del siglo XX se enfocaron en la ed ucación popu lar y el nacionalismo esto no cancela

1"The m en ofletters-l iterature not being really a professio n, but an avocation- became journalists or
teachers or both. [ ... ] So rne obtained diplomati c or co nsular posts; the custom is mai ntai ned to this
day, and it includes women now, s uch as the Chileans Gab ri ela Mistral and Marta Br unet, the Cuban
Flora Díaz Parrado and the Colom bian Laura Victoria" (Henríqu ez Ureña 161) .
23

sus demandas anteriores; enriquecimiento y universal ismo, "sino que aspiraban a

complementarlas dotándolas de una mayor base social" (162). Para Rama estos

intelectuales que venían a hora de la clase media "proponían un ensanchamiento que

les diera cabida, aunque argumentando a nombre de una totalidad desposeída"

(163), lo que para Rama sería una "réplica democrática de la concepción elitista que

habían manejado los ilustrados de la modernización" (163). Gabriela MistraC según

Rama pertenecería a esta "generación intelectual intermedia vigorosamente

populista y nacionalista que acompañó las revoluciones de 1911" (164). En Mistral

est a condición de gene raci ón intermedia es evidente en su apego a la idea arielista

de una aristocracia del espíritu, aun qu e en su caso, en vías de democratización y con

fines sociales. El perfil de intelectual que encarna Mistra l es un intelectual en

transición tensionado por los nuevos medios de producción culturat por el pueblo y

las masas (que Mistral distingue) y por un ambiente político marcado por

revoluciones socia les y luch as de clases. Sin embargo, mi intención es anal izar el

modo particular en que Mistral se relacionó con los nuevos medios, el pueblo, las

masas, los intelectuales y los Estados nacionales a través de su prosa, el manejo de

su imagen pública y su participación en circuitos intelectuales y po líticos. El

propósito final entonces es entender cómo Mistral se inserta y qué lugar ocupa en el

campo intelectual ch ileno e hispanoamericano y establecer de qué fo rma Mistral

redefinió y amplió la idea de intelectual latinoamericano.


24

Prensa, poesía y Estado: 1905-1922

Es probable que Mistral muy temprano reconociera que la poesía por sí sola

no la validaría como sujeto intelectual y que su labor de maestra rural no le abriría

las puertas para alcanzar posiciones de poder e independencia. Lucila Godoy

Alcayaga tenía metas claras. Su ambición de gloria, sumada a su excepcional

intel igencia y voluntad in cansable, la llevaron a forjarse un camino hacia el éxito

profesional. 2 Pero, ¿fueron la gloria y el poder sus ambiciones? ¿Cómo choca esto

con la imagen que propaga -el Estado, la prensa y ella misma- de mujer sencilla, de

maestra poeta al servicio de sectores marginados? Hay cuotas de realidad en las

muchas representaciones que se hacen de Mistra l, sin embargo, la prosa de su etapa

chilena que va de 1905 a 1922, revela el tra bajo sistemático y consciente de Mistral

por construirse como sujeto intelectual púb lico, como una escritora moderna que

rompe con el modelo de escritora del siglo XIX de revistas femeninas y salones (ver

capítulo 4), para e n t rar en diálogo directo con los intelectuales y políticos d e su

época. Mistral se pone en ocasiones al servicio del Estado y sus proyectos

na cionalistas y modernizadores, a la vez que desde su posición de intelectual, los

interviene y cuestiona.

El espacio de la prensa, su discurso público, no es un lugar de poder al que

Mistral ll ega gracias a su fama como ped agoga o poeta, es más bien un med io qu e

utiliza desd e el comienzo de su carrera y que le permite darse a conocer e in se rtarse

en el d e bate intelectual. Su prosa periodística juega un rol clave e n su construcción

2 El tópico de la humillación públ ica injustificada está presente en varios de sus primeros cuentos,
posteriormente ella hace re ferencias más pe rsonales al tema como, por ejemplo, en un breve texto
t itulad o "Orgullo" (1907) donde afirma "El ultraje me ha hecho bien: como el golpe de mazo al a cero,
me ha abrillantado" (Recopilación 130).
como intelect ual pública en tanto le da acceso a esferas en que la poeta -aunque

genial- no ent ra; la ace rca al centro cu ltural y político a través de su intervención en

temas de importancia nacional; a utoriza su voz, da testimonio de su conocimiento y

su experiencia y le permite incorporar saberes y discursos de sectores marginales,

como las provincias, las mujeres y los niños, en los debates en torno al progreso y la

modernidad . Por último, estos textos que dan a conocer tanto sus ideas políticas y

sociales como sus planteamientos estéticos, la llevan a generar alianzas con

personajes que no só lo la defienden en momentos difíciles sino que le abren

oportunidades claves para su desarrollo intelectual y profesional. En este sentido es

que propongo que la prosa mistra liana opera en múltiples niveles que son

determinantes en el camino que lleva a Lucila Godoy a convertirse en Gabriela

Mistra l. 3 Cabe notar sin embargo que en este periodo chileno Mistral vive durante la

gran mayoría del tiempo en ciudades alejadas de la capital; Antofagasta, Los Andes,

Temuco y Punta Arenas entre otras. Sus crónicas y ensayos entonces no funcionan

en los términos que Ramos describe parte impo rtante de la crónica finisecu lar en

tanto un medio "reflexión ante el cambio, arch ivo de 'peligros' de la nueva

experiencia urbana, una puesta en orden de la cotidianidad aún inclas ificada por los

'saberes' instituidos"(Desencuentros 150). De manera inve rsa, Mistral construye en

s us crónicas y ensayos un archivo de lo que queda oculto a la m irada capitalina: la

modernidad desigual, los sujetos sociales del margen y también un pensamiento y

3 Las cartas también pueden estudiarse como testimonio del traye cto identitario de Mistral co mo
intelectual, pero por s u carácter privado, no contr ibuyero n activamen te, en s u momento, a la
construcción del sujeto público. Hoy en día, todos estas fuentes, más las innumerables
representaciones visuales y textual es de Mistral, construyen el ícono cultural que es Gabriela Mistral.
Véase comentarios sobre la imagen en el capítulo 4 y sobre los epistolarios recientemente
descubiertos en las conclusión.
26

una producción cultural provinciana (revistas, iniciativas) activa y de alto nivel. 4

Mistral a través de estos textos difunde los logros del progreso pero enfat iza aun

más las tareas pend ientes y su visión de la d irección en que debe construirse la

nación moderna. Su d iscurso acerca de políticas púb licas y proyectos de país

refuerza a su vez su autoridad como educadora e intelectuaJ.S "Antofagasta", un

texto que Mistral p u blica en El Mercurio en 1922 es un ejemplo de este archivo de

realidades extra-capitalinas que son ejemplo de la dirección 'correcta' que debe

toma r el progreso y el rol de las personas en él. Mistral se detiene en la ci udad

nortina de Antofagas ta en su viaje a México y a hí es recibida por autoridades y gente

que ya sabe de su creciente fama. La crónica relata el paseo con énfas is en las

ma rcas de progreso material de la ciudad: "pavimentación no sólo bue na sino

esplénd ida" (Recopilación 531), y las in iciativas que a juicio de la escritora elevan la

moral de sus gentes. Lo que describe con mayor detalle es la recién inaugurada

maternidad para mujeres de escasos recursos que "según las opiniones d e los

técnicos ... supera a las de Santiago" (Recopilación 531). La matern idad, dotada de la

última tecnología, no es una copia de las de Santiago sino que es mejor y para

Mistral es un ejemplo ya que no dep e nde del Fisco sino de donaciones de los

4 Pa rt e d e este archivo es tambié n la gra n cantidad d e t extos e n prosa que Mist ral dedica a l fo lclor
latin oa mericano, las leyendas po pulares y a la geografía y raza chil e na. Estos text os nun ca son
simples postales o retratos etnográ ficos, incorpora n una refl ex ió n crítica ace rca d e la jerarquía
cultural.
5 Mistra l e n esta etapa ve la fun ció n de la revista y de la prensa co mo ce ntral al proyecto de

divul gación de la cultu ra y por lo tanto un es pacio d e influencia para el escrito r y editor. En e l
mo mento e n que participa de la edici ón d e la revista Mireya (1 9 19) y hacia el fin al de s u reseñ a de
Ju an Cristóbal de Rom ain Rolland se ñala: "Pensam os q ue un a de las mis io nes de la revista de
provincia es guiar la le ctura de los jóvenes, exalta nd o las ob ras maest ras d e la época, e inicia mos con
un come ntari o sobrio del Juan Cristóbal de Ro ma in Ro ll a nd un a se ri e d e gra ndes libros cuya lectura
pedimos, en care cemos a nuestra juve ntud" (R ecopilación 4 34). Mistral en la provin cia ejerce un a
a utoridad in te lectual y s e prese nta co mo el puente entre la juve ntud provinciana y la alta cultura
centralizada.
27

ciudadanos y reúne "una buena voluntad ardiente y una d irección científica que no

malogre el dinero con torpezas y rectificaciones" (Recopilación 532). Al hablar de

in iciativas ta les como escuelas-granja, bibliotecas para los presos y otras, Mistral

alaba y pro mueve la misma fórmula, la alianza de l experto: médico, profesor,

bibliotecario con el capita l (donaciones, cooperativas) que permiten concretar

proyectos saltando gran parte de la burocracia estatal. Estrategia, que según la

escritora, tiene éxito en la provincia por el sentido de comunidad y de

responsabilidad social que sería mucho mayor que el de la cap ital moderna . Mistral

cree por momentos en la descentralización de la cultura y la tecno logía pero al

mismo tiempo co labora en la creac ión e implementac ión de políticas ed ucacionales

y culturales que se basan en un modelo hegemónico.

Una vez en el extranjero Mistral escribe prosa que, como veré en el capítulo

2, ad quiere una función sim ilar. Aunque rara vez se enfocará en la experiencia

urbana sí desc ribirá las in iciativas cultu ra les y políticas de otras naciones para luego

compararlas co n las de Ch ile u otra realidad latinoamericana y finalmente sugerir

cursos de acción. Su autoridad se basará entonces en su conocimiento de múltiples

realidades latinoamericanas, así como de Estados Unidos y Europa y su capacidad

de determinar entonces el mejor camino para su país o continente.

Es una constante de la prosa m istraliana establecer diálogos tanto con figuras

de la tradición literaria como con quienes compa r tía el campo intelectual en su

momento. An tecedentes d e sus posteriores siluetas y recados, en esta primera etapa

chilena se destacan varios textos laudatorios que conforman especies de diálogos

imaginados con escritores como Vargas Vila en "Saetas ígneas" (1906), "Sobre las
28

mujeres que escriben" o "A Vargas Vila" (1907), Amado Nervo en "A Amado Nervo"

(1922) y Schill er en "Federico Schiller" (1905).6 Mistral no só lo bus ca una

genealog ía literaria y por tanto una validación de su labor, sino que también una

asociación con escritores contemporá neos que compartieran su adm iración por

estas fi guras . El texto que publica con motivo d el centenario de la mu erte de Schiller

busca la complicidad de "aquel los tantos que le adm iramos anhelosos de seguir s u

huella jamás borrada" (Recopilació n 54) . Por medio de estos textos Mistral hace

pú bl ico quiénes son s us maestros y cuál es su escuela de pensamiento. As í la

escritora va ubicándose en el mapa, aún muy borroso para ella, del campo literario y

cultural. Este mapa irá aclarándose con su participación en debates públicos como,

por ejemplo, la po lémica en torno al levantamiento de una estatua en honor de

Diego Barros Arana en la que Mistra l participa con el artículo, "E l crítico de Barros

Arana" (1908). Allí hace una férrea defensa del educador, al mismo tiempo qu e ataca

frontalmente a 'un alto miembro del clero' quien se opone a la estatua en cuestión.

Con feroz ironía, se enfrenta al fanatismo religioso inmiscuido en el trabajo

in telectual , alineándose con la tradición de los intelectuales liberales del siglo XIX

como el mismo Barros Arana, Bello y Sarmiento a q uien más tarde dedica el texto e n

prosa "Sarmiento e n Aconcagua". Los debates y diálogos a través de la prensa

co nti nuarán y en muchos casos serán el punto de partida para relaciones

inte lectuales y de amistad que hará n más vis ible a Mistral en el mapa cultural. Por

medio de la prensa se inicia la relación de Mistral con Inés Echeverría 'Iris', cuando

6
Más ta rde la prosa qu e d edica a intelectua les y es crito res se enfoca rá e n muchas figuras qu e e lla
co noce pe rsonalme nte y con qui enes tie ne relació n epistolar. En esta primera etapa los textos aluden
a escritores qu e Mis tral no co noce persona lm ente por lo que el ton o y la fu nci ón de los textos es
d ife re nte.
29

tras leer una entrevista en la revista Zig-Zag Mistral publica en 1915 una carta

abierta en la revista Sucesos, "De Gabriela Mistral a Iris". Cartas personales, dirigidas

a escritores y editores, que son en realidad ensayos de crítica literaria aparecen

publicadas en varias revistas como Zig-Zag, Yo sé todo, entre otras, validándola no

solo como crítica sino como un agente cultural que hace evidente su cercanía con

escritores, editores y académicos .7 Además, Mistral desde antes de ganar los Juegos

Florales en 1914 con "Sonetos de la muerte" publica en revistas fuera de Chile lo que

explica por ejemplo el conocimiento que intelectuales y escritores mexicanos tenían

de su poesía y lab or educativa antes de 1922.8

El acto de intervenir en debates que van más allá del área de especial izac ión

es uno de los rasgos que tanto Bauman como Miller identifican como asociados a la

idea de intelectual. En el libro Legislators and lnterpreters. On Modernity,

Postmodernity and lntellectuals, Bauman hace una genealogía del concepto

'intelectual' y establece que la palabra intelectual buscaba rescatar y restablecer la

importancia en la sociedad de las preocupaciones globales que se habían asociado

con la producción y diseminación del conocimiento durante el Iluminismo. Este

concepto denominaba a novelistas, poetas, artistas, periodistas, científicos y otras

figuras públicas "who felt it their moral responsability, and their collective right, to

interfere directly with the political process through influencing the minds of the

nation and moulding the actions of its politica ll eaders" (1). Si bien Bauman

i En 1916 e n La sombra inquieta de Alon e, a pa rece n los halagos de Mistral a este escrito r y crítico qu e
al a ño siguiente la visitaría en Te mu co y quien más ta rd e difundiría s u admira ción po r la calidad de
Desola ción. En 1918 se refiere a "mi que rido a migo Vi ce nte Huidobro" (Recopilación 285) entre
muchos otros ejemplos de la exposi ción, a través de s u prosa, de sus rel acio nes con figuras cla ves en
el campo intelectual de la época.
8 "En los últimos años he escrito co n más frecuen cia en las revistas de Méx ico y Argentina que en las

del país. He ma ntenid o tambi é n corres pondencia co n al gun os escritores" (1921-19 22 M éx ico 12) .
30

desacredita una d efinición ce rrada del intelectual al abordar el tema desde una

óptica postmoderna, s í reco r re los rasgos y las prácticas que han definido

históricamente al intelectual y que han garantizado su lugar de priv ilegio. Mil ler por

su parte, en el libro In the Shadow ofthe State. lntellectua ls and the Questfor

Nationa l ldentity in Twentieth-Century Spanish America, desarroll a un análisis d el rol

de los intelectuales e n la creación de identid ades populares en el siglo XX en

Latinoamérica. Entre Jos criterios que apl ica pa ra seleccio nar intelectuales

representativos en Latinoamé rica figura el que la pers ona haya contribuido a

debates públicos en aspectos sociales genera les (6). Por lo tanto, estas

inte rvenciones públicas d e Mistral, que s e desarrol lan a lo la rgo d e su vida, y la

ll evan a debatir desde leyes educacionales hasta conflictos diplomáticos y políticos,

son una de las r azo nes porque su identificación como poe ta y maestra no bastan

para dar cue nta de su rol cu ltural. De todas formas esta intervención pública debe

e nfrentarse a las d ificultades que el ser culturalmente marcada como mujer,

provinc iana y mestiza imp licaban y qu e examinaré más adela n te.

Des de el comienzo, la prosa ensayística resulta ser un arma de doble filo para

Mistral. La publicació n de sus prime ros textos la d an a conoce r e n su región pe ro

también le trae n consecuencias negativas en su desarrollo profesional. Sus escrito s,

t achados por alg unos como el capell á n de la escuela de La Se rena, como paganos y

por otros, como socialistas; son la razón por la que se le impide ingresar a la Escue la

Normal d e La Sere na. Aunqu e, po r otra parte, s u talen to le vale la sim patía de

personas con ci e rto poder que la ayuda n e n mom e ntos d e dificultad. Estos

protectores están presentes a lo largo de su ca rrera, desde Mariano Araya, vis itador
31

de la escu ela del Valle d el Elqui, quien le regala útiles escolares, pasando por Jua n

Guillermo Zabala quien le consigue el trabajo de inspectora en el Liceo de Niñas de

La Ser e na, Be rnardo Ossandó n, un periodista q ue le a bre su bibli oteca siendo

Mistral una adolescente, para llegar a su amigo Pedro Agui rre Cerda gracias a qui en

consigue su prim er cargo d e directora de Liceo, e ntre otros nombramientos y

beneficios. 9 La entrad a en una red homosocial d e poder simbólico y po lítico y su

prefe rencia por definirse en términos ideológicos o de clase más qu e de géne ro

sexua l so n estrategias que le permite n conso lidar estas alianzas que como señalo en

el capítulo acerca de su imagen, llevan a que incl uso sea 'confud id a' con un hermano

d e la fra ternid ad (ver referencia al gru po Los Diez en capítu lo 4) .

Uno d e los primeros vestigios del proyecto que Lucila te nía para s í misma se

e ncue nt ra en un breve texto t itulado "Pági na de un dia rio íntimo " qu e aparece e n La

voz de Elqui e n agosto de 1906, cuando ella tenía 17 años:

Se r gusano del mundo social no me importa, pe ro lo que me


exasperaría se r, por la derrota, med io cridad de l mundo intelectual. La
imbecili dad es la peor de las bajezas, peo r que el crimen, porque éste
es del hombre y aq uélla de la bestia. Tengo un a obsesión: la Gloria.
Una rel igión: el Deber. Una pasión y locu ra : El Arte. (Recopilación 104)

Aquí está concentrada la fó rm ula del éxito de Mistral, una clave para lee r la

construcción d e su ide ntidad y la multiplicidad d e sus caras. La gloria que persigue

es una búsqued a d e reconoc imi e nto que la val id e ante la mirada d e lo s más altos

círculos intelectuales y de poder. Su estrategia r etórica, d e genia lidad e nvilecida por

la envidia de los m ediocres, resulta en textos soberb ios qu e deslumbran tanto por la

9 Soledad Falab ell a a firma que las alianzas de Mistral son co n perso nas y no co n instituciones (¿Q ué
será de Chile en el cielo? Poema de Chile de Gabriela Mistra/225) . Si bien concuerdo co n esta
a fi rmación cabe sei'íalar qu e muchos de los beneficios que Mistral obtiene a raíz de estas a mis tades
no son personales s in o institu cionales, tales co mo: trabajos, nombra mientos y pensiones.
32

seguridad que exudan como por su visión profética: "Ya lo he dicho. La ira como e l

rayo sólo cae sobre las a ltas cabezas; el mar sólo azota los gigantes riscos soberbios

e invencibles" (Recopilación 130). Mistra l, a sus 18 años, busca distancia rse d e la

med iocridad que cree que la rod ea y protege rse de las críticas, a dopta ndo una

pos ición defensiva y arrogante. El tono iracundo de algunas prosas de es ta época,

producto de las humillaci ones que sufre en s u tra bajo y las críticas que se publican

de sus textos n o vuelve a encontrase en e l futuro (con la excepción de cartas

privadas) y dan cuenta de la forta leza de su carácte r y de un tono agresivo y

'masculino' qu e la dista ncia d e otras escritoras de su época.

Me atacan form as indefinib les, b ajo s us disfraces mezquinos; pero yo


los reconozco, las divulgan s us exp res iones: es la infe liz legión de la
Envidia con sus marmotas de imbeci lidad, s us reptil es asque rosos d e
ma ldad y sus insectos de impotencia inte lectua l. (Recopilación 103)

Con un lengu aje que sin duda descoloca a un lecto r de la o bra canónica d e

Mistr a l, la escri tora aq uí no se refugia e n un papel de víctima indefensa s ino que se

yergue como una figura con poderes d ivi n os, con autorid ad moral para identificar y

condenar la imbecilida d y la maldad. En una actitud castradora y sobe rbi a, borra a

sus ene migos a l pone rlos en un co nju nto de se res sin forma ni géne ro. Mistra l se

pe rfil a como un s uj eto exce pcional, qu e no se ajusta a lo que la socied a d de s u é poca

es pe ra de una muj er pobre de provincia. De todas maneras es reve lador e l hecho de

que e l género, que fue un obstáculo desde e l comienzo de la ca rre ra literaria y

profesio na l de Mistral, no logre frenar su asenso n i s u identificación como

intelectua l po r pa rte de la gran mayoría de s us con temporáneos, sobre todo porque

su ide ntificación gené rica-sex ual resultaba ambigua, tanto por su masculin izació n

s imb ól ica (actuar co mo hombre, es decir expresar opiniones pública mente,


33

intervenir en debates, participar -problemáticamente- de círculos intelectuales

masculinos) como visual (no tener s ufici ent es marcas as oci adas a lo femenino) .

Un buen ejemplo del man ejo que ya tenía Mistral del espacio de la prensa y

del uso que le dio para inserta rse e n el pano rama cultural de la época es la polémica

con el críti co local Abe! Madac. En 1905 Madac escribe una carta al editor de La Voz

del Efqui e n donde cuestiona a la novel esc ritora criticando su "amargo pesimismo" y

juzgándola como "un cerebro desequilibrado, tal vez ... por el exceso de pensar"

(Recopilación 89). Lo q ue moles ta al crítico parece se r la oscuridad de la prosa

mistraliana que no se condice co n s u juventud y por sobre to do, con su género

fem e nino. Mistra l, en una carta posterior, explica que el crítico le ha escrito tamb ién

a ella, inte rrogándola ace rca del origen de su dolor, frente a lo cual, d ecide exponer

la discusión, al p ubli car su réplica en el periód ico: "Con la idea de q ue el escritor no

se debe a sí mismo sino al público que lo lee, me obliga -p or decirlo así- a abrir mi

corazón y mi vid a para que sus ojos la escudriñ en" (Recopilación 90). La estra tegia

de hacer d el lector juez, se repi te en otros momentos polémicos en que Mistral saca

ve ntaja d e s us habil idades retóricas para mostrarse com o una pe rsona

transparente, moralme nte intachable que s i bien no se victimiza pone e n práctica

id entidades tales como muj er, pobre, mestiza, sostén familiar, para sugerir la

desiguald ad de la contienda a la q ue es forzada. En la pol émica con Madac, condena

el ataque frontal de un hombre mayor a una mujer qu e recién comienza en el

cami no de las letras. Mistral d esa rticu la la crítica misógina a la vez que humilla al

crít ico fe minizánd olo: "Ja más he pensado entabla r con usted una polémica; Ud .

incapaz de luchar con el espíritu fue rte de los de su sexo, quizás so ñaba con un
34

triunfo obtenido sobre una mujer" (Recopilación 98). Triunfo que Mistral se niega a

ent regarle a un sujeto que considera indigno de criticarla. Si bien hace un uso

est ratégico de su identidad femenina para, por ejemplo, exigir respeto, nunca lo

hace para pedir benevolencia. Ser mujer es para ella como haber nacido pobre, dos

realidades que dan más merito a sus éxitos. En su respuesta califica a Abe! Madac de

cobarde por esconderse tras un seudónimo mientras ella firma con su nombre, "a

pesar de que [afirma Mistra l] en mi sexo no sería extraño". juega con las palabras

para redefinir sus fronteras, sin negar su identidad femenina, resignificando los

rasgos asociados a ella: en 1906 escribe: "Hay una firmeza asombrosa bajo m i

debilidad de mujer; como el cristal, de roca es fuerte a pesar de ser cristal"

(Recopilación 103) . A través de sus textos y en sus opciones de vida se pe rfila como

un sujeto femen ino que no se somete a las lim itaciones de su género. Explicita el

lugar que le as igna la cultura para luego desbordarlo y transgredirlo. En su última

carta a Abe! Madac, luego de negarle su trayectoria periodística, calificarlo de

"pros ista mediocrísimo" y sugerirle "hacerse maestro de sí mismo, ejercer la caridad

en su propia persona", concluye "la delicadeza de mi sexo, mi dignidad personal, me

impiden entrar en polémica con Ud. que tan rudamente ofende y no sabe respetar ni

a la mujer ni a la escritora" (Recopilación 97). Nuevamente cuestiona la

mascu lin idad del agresor, utiliza ndo los rígidos códigos cultura les d e identida d

sexual a su favor, para luego apelar a un fa lso pudor femenino y así dar po r

terminada la contienda. Treta de débil qu e ap lica con astucia, Mistral dice no poder

entrar en po lémica después de haberlo hecho, y cierra el debate tras desplegar todas

sus armas.
35

Mistral experimentó temprana mente el poder de la palabra pública y a través

de ella apoyó e hizo vis ible su labor pedagógica como también la extendió hacia las

masas. Su prosa de función pedagógica es también política ya que junto con enseña r

y prescribir, llama a los lectores a la acción y reclama cambios. Sin embargo, esta

llamada a la reflexión y a la acción no tiene el objetivo de cambiar el orden de las

cosas -la República, los roles de género, las instituciones- sino perfeccionarlo de

acuerdo a las ideas y valores de la autora. En el texto "Una costumbre que es un

símbo lo" de 1913, Mistral parte de una realidad exótica y leja na al co ntar que las

caravanas del Sahara limpian las fuentes para quienes vienen más atrás, es decir,

evoca una cultura ¡bárbara', rural, no comúnmente asociada a la modernidad ni la

civili zación, para hacer un llamado al progreso y perfe ccion amiento de las

organizacion es humanas. Como en otros textos, da un carácter sagrado a la labor

bien hecha, al trabajo por el bien común y al comportamiento cívico:

Si n esta obra santa de los que pasa ron, nos hallaríamos delante de
nuestro tiempo y del planeta, como el hombre primitivo, en guerra
contra la hostilidad de los elementos y con esa misma desnudez
intelectual y caos moral de la humanidad en sus prime ros siglos.
(Recopilación 185)

Al igual como la escuela en ese mom ento busca formar trabajadores, ciudadanos y

ciudadanas para el progreso de la nació n, Mistral extiende el mensaje, busca

promover ese comportamiento en las masas que leen el periódico. El caos y la

barbarie para Mistral están asociados a la fa lta de rigor moral y a la carencia de

formación intelectual. Estos factores están íntimamente relacionados entre sí ya que

tanto para ella como para muchos de los pensadores que la precedieron la

educación tiene como consecue ncia innegab le el enaltecimiento moral de los


36

pueblos.10 En Méx ico está función pedagógica de su prosa se hará patente en

Lecturas de mujeres, antología editada por Mistral y que con tiene varios textos

suyos. Hay que se ñalar que este no es un típico texto escolar sino que, como ella

misma acl ara, es un libro para alumnas de 15 a 30 añ os que estud ian pa ra tener un

oficio. Por lo tanto, es una ins tancia de educación adu lta, de instrucció n de las

masas, que busca el perfeccionam iento de la mujer, no pa ra arrancarla del hogar ni

de su rol de madre - a lo que Mistral se opone- sino pa ra inculcarle un amor por la

bell eza, la razó n, la patria y la matern idad. 11 Para Mistral la pura idea de

mode rn idad no impl ica perfeccionamiento. De hecho la modern idad, en muchos

aspectos, es para Mistral una ame naza, sin embargo, au nque es posible identificar

rasgos pre-modernos en su prosa tamb ién se ve hasta qué punto en sus textos se

recogen las ideas de modern idad y progreso en una estrategia que busca

res ignificarlas, asociándolas a ideas no incluidas necesariamente en la agenda del

grupo domi nante. Así aparecen temas como la educació n de la mujer, la instrucción

primaria, la protección a la infancia, una mayor inversión en cultura, todo esto en

oposición a aquell o que la autora quiere erradicar de la sociedad: la guerra, la

pob reza de las urbes, el alejam iento de la mad re de l hogar, la inequ idad, el desprecio

po r lo indíge na, entre otros. Co n motivo de la primera pied ra del Li ceo de Punta

Arenas, Mistral escribe en 1918:

JO Mistral en s u campaña por la instrucción de la mujer declara: "La inst rucción hace nobles los
espíritus bajos y les inculca sentimie ntos gra nd es" (Recopilación 99). Co n el mismo argumento
Mercedes Cabello de Carbonera e n 1874 defendía e l derecho a la educación de la mujer en Perú:
"Para que ella pueda ejercer esa influencia bienhechora co n la que pueda ser sie mpre la
rehabilitadora de los e rrores del hombre es prec1so darle instrucción sólida y vasta" (" Influe ncia de la
mujer").
11 El criterio editorial de Mistral para elaborar este li bro y las tensiones entre los valores qu e

promueve y la vida profesional de Mistral y de muchas de las mujeres con que ella se re laci o na, es u n
tema que ha suscitado a ná lis is y discusión. Véase Marchant, Latin American Literary Review.
37

Se honran a sí mismos los pueblos que dignifican la enseñanza,


llevándola desd e la sa la pobre y oscura hasta el aula aireada y ll ena de
luz. No es posible que un pueblo tenga hermosos teatros, cómod os
clubes y vergonzosas escuelas. Para escuchar la mentira de un drama,
bello o grotesco, se han hecho sa las decoradas y magníficas y otras
mejores aun para charlas de as untos mundanos. Para enseñar la
historia de los pu eblos y sugerir los ideales modernos ¿va mos a tener
sitios mis erables, tugurios, mezquinos, vu lgares edificios?
(Recopilaci ón 331)

Mistral tanto en este texto co mo en otros pide (una escuela, más libros)

desde su posición de maestra al mismo tiem po que cuestiona y problematiza desde

su luga r de intel ectu al. Com o directora del Liceo agradece la nueva escuela, adh iere

a la difusión de los 'ideales modernos', pero al mismo tiempo cuestiona la lógica de

un proyecto de modernización nac ional que excl uye a los sectores pobres, a las

regiones y a los niños. El discurso de Mistral no se detiene en lo qu e requi ere su

luga r co mo funcionaria del Estado, lo desborda co n ideas qu e se arrogan el derecho

a imagin ar la nación y el camino para alca nzar el anhelado progreso.12 Mistral es

testigo de una modernidad des igual que va dejando a muchos atrás, que se

desarrolla erráticamente en un intento po r alcanzar es tánd ares internacionales,

sím bol os de progreso y res ul tados eco nóm icos antes que otras naciones

latinoamericanas. Sin duda Mistral desde su posición de intel ectual, escrito ra y

maestra transita entre lo pre-m oderno y lo moderno, entre la provincia y la ciudad,

entre los grupos de poder y las masas con una habilidad propia de su ge nio.

12 BeatrizSa rl o en La máquina cultu ral: Maestras, traductores y vanguardistas caracteriza a las


maestras como soldados del Estado, age ntes del proceso de no rmalizaci ón de los sujetos sociales, que
no tienen participació n alguna en la con figuraci ón de los proyectos nacionales. Si bien Sarlo analiza el
caso de una joven inmigrante pobre quien puede accede r a la clase media gracias a su trabajo como
maestra, para Mistral como para muchas maestras rurales, la doce ncia era prim ordialm e nte una
forma de sobrevive ncia: "Me hice escuelera po rqu e no existía o tro trabajo digno y limpio al cual
acudiese una joven de quince años en esos umbrales del siglo veinte" (PC 356). Conside rand o el
pobre rango profesio nal e intelectua l que tenían las maestras en la sociedad es evidente que Mistral
desborda el espacio simbólico asignado a esta labor.
38

Promueve ciertos aspectos del proyecto modernizador al mismo tiempo que se

queja públicamente de sus males evocando, por ejemplo, una infancia rural y pre-

moderna más digna y feliz que las infancias de las ciudades.l 3 Julio Ramos señala

que: "Inventar la tradición, el origen; "recordar" el pasado de la ciudad, mediar entre

la modernidad y las zonas excluidas o aplastadas por la misma: ésa será una de las

grandes estrategias de legitimación instituidas por la literatura moderna

latinoamericana a partir de Martí" (Desencuentros 158). La participación de Mistral

de los proyectos nacionales de modernización y más tarde, su intervención en varios

aspectos de ellos no evita un ejercicio intelectual de crítica, que ella no ocu lta pero

que sí regula para no comprometer el apoyo del gobierno. Su rol como mediadora

entre la cultura popular y la letrada, entre lo rural y lo urbano, son aspectos

centrales de su práctica y legitimación intelectual, tema que trataré más en detalle

hacia el final de este capítulo.

Mistral no solo participa y colabora en temas de educación, sino como ella

misma se encarga de destacar, contribuye, por medio de su producción literaria, a

camb iar la imagen de Chile en el exterior. En un artículo de 1921 dice:

He contribuido mucho a que en América no se siga creyendo que


somos un país exclu siva y lamentablemente militar y minero, sino un
país con sensibi lidad, en el que existe el arte. Y el haber hecho esto por
mi país, creo que no me hace digna de ser excluida de la vida de una
ciudad culta, después de dieciocho años de martirio en provincia.
(Recopilación 471)
Por medio de un argumento que juega con los conceptos de civilización y

barbarie, periferia y centro, masculino y femenino, Mistral cuestiona la idea de un

13 En "In fa nci a Rural " (1928) Mis t ral a firm a "Entre las razo nes po r las cua les yo no a mo las ciudad es -

q ue so n vari as - se halla ésta: la muy vil infa ncia q ue regal a n a los niños, la paupérrima, la des abrida, y
ta mb ié n la ca nall es ca infancia, qu e en e ll as tie nen mu chís imas criatu ras" (PC 334).
39

centro cultural que irradia hacia el margen como tambié n la asociación de arte con

alta cultura y sujeto masculino educado, para arrogarse un papel civilizador de una

nación en que predomina la fuerza masculina bruta. Una mujer mestiza sin

educación formal y de p rovincia es quien ha podido, de acuerdo a sus pa labras, d ar

una imagen más sofisticada de la nación pero a quien sin embargo, se le ha negado

integrarse al quehacer cultural de la capital. La marginación qu e sufre durante esos

años y por muchas décadas después encuentra explicación en su identidad sexual,

social y racial que descoloca y amenaza el discurso hegemónico, fenómeno

ampliamente estud iado por la crítica. Ana Pizarra analiza las relaciones entre el

saber y el poder para iluminar la relación entre Mistral y el discurso cultural

patriarcal de su época. Pizarra sugiere que el discurso cultura l que la define no es

inocente :

Se trata de un doble juego que implica toda una serie de


contradicciones en su personal idad literaria: es, por una parte, el
juego del discurso patri a rcal frente a la posibilidad del emergente
desde la mujer en una lucha sorda por el "poder interpretativo" como
lo ha llamado jean Franco; es por otra, el peso d e la hegemonía de
clase frente al discurso del s ubalte rno. (100)

La batal la por el poder interpretativo que Mistral fue ga nando en la práctica

gracias a sus estrategias en varios frentes (poesía, magisterio, prensa) estuvo

también marcada sin duda por silenciamientos y agres iones. Aunque en vida parecía

que el terreno había sido ganado, tras su muerte la hege monía del canon literario

excluyó gran parte de la producción ensayística y literaria que revelaban no solo a la

figura intelectual, sino a la poeta compleja que desafia ba a la lógica racional,

patriarcal y católica.
40

Intelectuales: 'la parte más desinteresada y más lúcida de nuestras gentes'l4

La seguridad con que Mistra l se dedica a estudiar lo clásico y lo popular, a

interpreta r textos e historias oficiales, a construir una genealogía y luego una red

intelectua l y artística es lo que más la distingue de sus contemporáneas. Bajo un

paradigma cultura l patriarcal que separa ansiosamente roles ele género, alta y baja

cu ltura, margen y centro así como jerarquías sociales, Mistral, en un acto de

equi librio que da cuenta de convicciones firmes junto a un extraord inario sentid o de

la oportunidad subvierte fronteras arbitrarias, defiende otras, se auto-constr uye a

veces dentro y otras veces en contra de la tradición. En el conjunto de su ob ra en

prosa propone esquemas para el análisis de su tiempo, y es esto junto con su

ejercicio discursivo de creación de mapas sociales, nacionales y continentales lo que

la define como una intelectual. ¿Qué tipo de intelectual fue Mistral y desde dónde

habló? Un modo de empezar a contestar esta pregunta es a partir de la genealogía

intelectual, separada de la específicamente lite ra ria, que Mistral establece desde sus

primeros textos. Aunque ha bían escasos referentes femeninos a los que Mistral

podría haber recurrido, su genealogía es marcadamente masculina sobre todo en

té rminos de líneas de pensamiento y modelos de acción. Un rasgo que distingue a

sus modelos intelectuales es la acción social y política. Las dos fuentes qu e se unen

para fo rjar la idea mistraliana de la función del intel ectua l son, por un lado, los

14 "No es nada frecuente esta asimilación de los intelectuales nuestros, tan divididos y anarquizados,
a la conducta de un país. Esta uniformación de la consecuencia, a lo largo de un co ntinente y de la
parte más desinteresada y más lúcida de nuestras gentes, es un espectáculo espirit ual de primer
orden, y en Jos feos tiempos que corren, casi una navidad, es decir, un nacimiento de norma."
(Colombia 162). En este texto ("Nuestra Colombia") Mistral alaba la decisión de Colomb ia de
somete rs e al arbitrio de la Sociedad de las Naciones en su conflicto con Perú y el apoyo de los
intelectuales ante esta decisión.
41

letrados que buscan definir la id entidad latinoamericana: Bolívar, Sarmiento, Martí,

Rodó y por otro, en la década de 1920, los intelectuales europeos de la pos-guerra:

como Benda y Rolland que desde una ideología cristiana piensan el rol del

intelectual en la sociedad.

En el contexto chileno Mistral se ubica e n la línea del libera lismo radical

decimonónico (Francisco Bilbao, Santiago Arcos, ]osé Victorino Lastarria),

antecedente importante de la práctica intelectual mistraliana en tanto fueron los

primeros e n establece r alianzas con sectores populares. Francisco Bilbao es en

palabras de Mistral "el más atrevido intelectual nuestro" y condena a Bel lo por no

querer salvarlo del destierro (en Valle "Una tarde") .15 Desde su p rosa Mistral

rescata, para incluir en su genealogía, figuras caídas en el olvido por el canon

tradiciona l chileno como es el caso d e Camilo Henríqu ez a quien llama: "Santo de la

imprenta y .. . artesano de la patria" (Mercurio 195). 16 Y lo rescata no solo como

maestro personal sino como figu ra nacional que vie ne a recordar el valor de la

libertad y el rol que tuvo la letra junto a la espada en la independencia.

Necesitamos de este Patrono. Él fue corajudo y casi temerario en


medio de una colonia blanducha; él fue puro como las materias
intensas de la naturaleza que de puras queman: como los nitratos, los
yodos y ci e rtas r esmas. Y nos hace bastante falta (porque he mos
vuelto insípido y miedoso el periodismo de la Am érica) esta vida con
sabor sangu inoso y color fu e rte. (Mercurio 19 6)

15 Fra ncisco Bilbao Barquín ( 18 23-1865) in telectual, escrito r chile no y figu ra política cen tral de un a

ge ne ración educada en los principios liberales de med ia dos de l siglo XIX q ue luchó por ca mbios
políticos radicales. Su ensayo Sociabilidad chilen a (1844) abo ga po r la de mocracia y ataca al clero. En
1949, de vuelta de Europa crea junto co n Santi ago Arcos la Socie da d de la Igua ldad q ue re úne a
a rtesa nos e intelectua les radi cales. Fu e exilia do varias veces y pasó un breve periodo en la cárce l.
16 Camilo He nríqu ez (1769-18 25) sace rdote, nació en Valdivia, Chile, se dedicó du ran te toda s u vida a

la causa de la independe ncia. Fundó en 19 12 el prim er per iódi co de la nación in de pe ndi ente, La
Aurora de Chile del qu e fu e un o de s us principales redacto res. Escrib ió ensayos, sermones, pro cla mas,
poes ía y textos dramáticos. Fue bibliotecario de la recié n fo rmad a Biblioteca Nacio nal y diputad o por
la región de Copiapó.
42

Mistral, quien en este texto de 1928 se reconoce como una periodista, ahijada de

Henríquez, marca el sent ido po lítico de su prosa y la importancia del intelectual

'puro' (de ética superior) esencial para la nación y la libertad.

A nivel continental su gran maestro, al que alude frecuentemente en su

prosa, es Martí a quien ella define como un intelectual humanista, un pensador y un

poeta único y original: "La imitación cubre en América la época anterior a y

posterior a Martí: cien años de calco romántico y cincuenta de furor modernista"

(Gabriela piensa 163).17 Martí es también el poeta que asume una función mucho

mayor: "puesto en el mundo a una hora de necesidades angustiosas, él aceptará ser

conductor de hombres, periodista y conferenciante" (La Habana 76). Participación y

liderazgo que un verdadero intelectual no puede eludir de acuerdo a Mistral:

el deber que tenemos los llamados intelectual es y artistas con


respecto a los necesitados en la conmovedora d imensión humana de
esta palabra; los niños, los pobres, los desvalidos, los infelices, los
heridos por la pasión a la injusticia ... es esta forma de amor al
prójimo la que deberíamos nosotros regalar pues tenemos el
privilegio de poseer recursos espirituales que nos convierten
r ealmente en los más fuertes aunque parezcamos débi les ...
("Conferencia" 1954)

Por una parte el intelectual pertenece a una aristocracia del espíritu que le

da la autoridad para formular los reclamos d e los 'necesitados', para negociar entre

ellos y los poderes opresores. La idea rodonia na del in telectual es actual izada a

partir de un discurso político de justicia y progreso masivo, que desecha la torre de

17"Todo es agradecimiento en mi amor de Martí: gratitud hacia el escritor que es el maestro


ame ri ca no más ostensible de mi obra y también agradecimiento de l guía de ho mbres q ue la Am érica
prod uj o en una especie de Mea culpa por la hebra de gu ías bajísimos q ue hemos sufrido, que
sufrimos y sufriremos todavía" (Gabriela 175).
43

marfil pero sin embargo mantiene la d istancia entre 'ellos' -el pueblo, las masas- y

'nosotros' los fuertes de espíritu. Lo que valida al intelectual moderno es su actitud

crítica ante la inequid ad, la opresión y su acción en defensa del pueblo. 18 Mistral, al

igual que Vasconcelos, Mariátegui y otros revisa y actualiza el rol del intelectual

cuando escribe acerca de sus maestros y sus contemporáneos y al mismo tiempo

busca enlistar a los intelectuales para intervenir e n la realidad política de l

continente.

Sarmiento tiene un lugar central en la genealogía intelectual de Mistral en

tanto modelo con el que se puede identificar por su origen social humilde, una

educación informal y el oficio de maestro. Sarmiento le permite validar su propia

condición de autodidacta y usar el autodidactismo en contraposición de un modelo

de intelectual de elite alejado d e la realidad socia l y de la acción.19 En su prosa

idealiza a Sarmiento como maestro antes que un letrado, quien "llevaba a la escuela

más que a Facundo atravesada e n el pensamiento" (Mercurio 203). El ideal de

intelectual mistraliano es el que antepone el servicio público, la labor pedagógica , la

acción a su obra literaria o especulación teórica. Mistral refuerza esta id ea sobre

todo cuando su fama como poeta parece sobrepasar su trabajo intelectual (en el

sentido de su acción política y socia l y su pe ns a miento, prosa, conferencias etc.):

Pues algun os han creído en Sud América que todo eso es "pose" mía.
Cuando afirmo qu e me interesa más mi labor de maestra, no lo creen .

18 Vasconcelos lo dice claramente: "Las revoluciones co ntemporá neas quieren a los sabios y quieren a

los artistas pero a condición de que el saber y el arte si r van para mejorar la condición de los
hombres. El sab io que usa su cie ncia para justificar la op resión y el a rtista que prostituye s u gen io
para divertir al amo injusto no son dignos del respeto de s us semejantes, no merecen la glo ria"
(citado por Funes 59).
19 "La confusa y tumultuosa democratización va gene ra nd o un distinto tipo de intelectual que al no

ser rozado por el preciado instrumento de la educación letrada sistemática ha de proporcionar un a


visió n más libre, a unque también más caótica, indisciplinada y asistemática" (Rama 186).
4-t

La poesía se siente pero no se discute. La poesía es en sí, pero el


profesorado es algo humano y también es poesía, es acción, es id eas
en marcha. A mí me llama más la atención una (sic) alma que lo que
ella dice en verso: hay almas más inte resa ntes que lo que de ell as
sabemos por medio de las letras de molde . [...] (M istra l "Una tarde")

Es pos ible distingui r una especie de relación cul posa en Mistral entre la poeta de

fama in ternacional y la intelectual, la educado ra con una agenda social y política. La

poesía es valorada y justificada por Mistral en tanto pe rmita el trato interpe rsonal

real; la labor de la maestra, en la nueva es cala de valores del intelectual al servicio

del pueblo es presentada en cambio como la función de valor más alto y autoriza la

práctica litera ria.20 Mistral se enfrenta a co nflictos no solo internos s ino que a nivel

de su imagen públ ica. Esta multipl icidad de discu rsos y roles resulta problemática

para el intelectual moderno como Ramos sugiere a partir del caso de Martí:

Tampoco leeremos esa multiplicidad de roles como ín di ce de un tipo


de autoridad tradicional o armoniosa, ni como instancia de un campo
intelectua l pre- moderno: aún en los es crito res mas politizados, es
notable la tensión entre las ex igencias de la vida púb lica y las
pulsiones de la literatura. (Desencuentros 30)

En una carta a Joaquín García Monge, poco después de la publicación de

Desolación Mistral se autorepresenta como una poeta que antes que poeta es un a

trabajadora intelectual (término que ell a usaba) y qu e desea públicamente

dista nciarse de los intelectuales 's in id eales sociales efectivos'.

Vasconcelos es mi único amigo de México ... Los intelectuales


mexicanos no so n de su tipo; so n del de cas i todas partes: hombres de
cultura y refinamiento, si n idea les sociales efectivos. No me fundo co n
ellos. No me "llenan" las conversac iones literarias ni son cosas de

20 De modo casi inverso que la relación de lo político frente al arte en e l fin de siecle: "Pero la acti tud

que gene ra la política en estos intelectual es es u n ve rdadero y pesado impedimento que no los deja
en paz, que les red uce la dedicació n exclusiva a las cuesti ones 'del esp íritu"' (Montaldo Ficciones 94).
45

fi jarme en un país las ad miraciones calurosas de mi puñado de versos.


(Mistral, García Monge 82)

Por un lado esta declaración indica hasta que punto s u estadía en México, la fama de

sus versos y asociación con Vasconcelos a comienzos d e la d écada d e 1920 le gana

un lugar en ciertos círculos intelectuales que parecen est ar abi e rtos a su

part icipació n.21 Por otro lad o, el rechazo de Mistra l, su fa lta de identificación con

ellos habla de su posicionamiento consciente en ciertos ci rcuitos y como ella

estratégicame nte el ige el tipo de intelectual con quien asociarse. Mistral marca su

dis tancia con Jos 'hombres de cultura y refinami ento' para ponerse del lado de

Vasconcelos, quien pública mente a tacaba a Jos literatos que se alimentaban de un

público burgués. México ma rca un punto decis ivo en la carrera de Mistral no solo

porque s ignifica su internacionalización, su entrada a un mercad o continental, si no

porque ell a em pieza a ganarse la vida como una intelectual trans nacional que

co mbina poesía, con publicaciones en periódicos y co n los t ra bajos que distintos

Estados, organizacion es internacionales y un iversidades le ofrecen.

Su bandera es e nton ces la de una intelectual al servicio al pueblo: "Voy a quí y

allá a dar clases (nadie vive de t rescientas pesetas d e jubil ació n) y debo aceptar qu e

los pu e blos dispongan de mí como d e persona ll egada a servirlos" (Colombia 409).

Mistral no es solamente una escritora profesional sino qu e tambié n es u na

intelectual profes ional qu e construye un perfil que la ha bili ta para u n s innúmero de

posiciones en las nuevas máq uin as culturales y po líticas: Liga de las Naciones,

21Mistral parte a México en junio de 1922 invitada por el Gob ierno mexica no para colabora r con la
reforma educacio nal li derada po r )osé Vasconcelos, hecho que abordaré co n mayor detalle en los
capítulos siguientes.
46

Instituto Internacional de Cooperación Intelectual, Consejo Cin e matográfico

Educativo, Ministerios de Educación, entre otros.

¿Qué es lo que específicamente la hace una intelectual mod e rna y

transnacional tan efectiva y atractiva? Vasconcelos, sintetiza el id eal de intelectual

humanista que Mistral encarna al describirla dura nte una entrevista que Helidoro

Valle les hiciera a ambos .zz

Yo tengo trabajando conmigo dos tipos de mujer: la que es intelecto


puro, espíritu crítico que me si rve de mucho para la cátedra, y la otra
que es acción, a qui e n nad a le importa la literatura, el Arte, sino la vid a
y que yo llamo una "santa laica". Aqu élla no cree qu e hay en el mundo
unos brazos misericordiosos que invisiblemente nos suspenden
cuando estamos próx imos a caer: sería incapaz d e sacrificarse por una
empresa humana. (Mistral "Un a ta rde")

Este ideal d e intelectual es cohe rente co n el populismo conservador q ue define

a Vasconcelos particularm e nte en tre 1920- 1924. Además d e unir intel ecto y acción,

Vasconce los eleva a Mistral a una categoría ética superior; Mistral se 'sacrifica' por

la hum a nidad, y por eso ca lza perfectamente e n la cruzada educativa mexicana que

exige sacrificio y e ntrega desinteresada (mal remune rada sobre todo para las

maestras rurales a las que Mistral d ebe insp irar). Exalta r la dedicación religiosa d e

una mujer, de orige n humild e, quien alcan za gloria y reconocimiento por s u trabaj o

'd esinteresado' es una narrat iva qu e respaldad a por textos d e Mistral como "La

maestra rural" es usada y exhib id a por Vasconcelos. 23 Mistral, en este periodo qu e

n José Vasco ncelos se desempeñó como rector de la universidad de México entre 1920 y 1921 al ser
nombrado por e l presidente interin o Adolfo d e la Hu erta. En 1921 asumió como e l pr imer Secretario
de Ed ucación Públ ica de México. Un análisis detallado d e Vasco ncelos durante el periodo e ntre 1920
y 1925 se encue ntra en el lib ro }osé Vasconcelos: los años del águila, 1920-1925 de Cla ud e Fell.
23 Antes de la llegada de Mist ral a México Vasconcelos pu blica textos de Mistral co mo "El g rito" (un
lla mado a la unidad latinoamerica na) y "La maestra rural" (que refuerza la idea d e la maestra como la
santa laica). Tamb ién niños mexicanos ha n memorizado sus poe mas q ue luego recitaran e n los
47

marca su transición de ser maestra empleada por el Estado (chileno y mexicano) a

intelectual transnaciona l, refuerza la idea del desinterés y la dedicación a l bien

común. A su vez explicita la importancia del respaldo público de su valor intelectua l

y ético y se distanc ia de otros que pueden querer apelar a valores similares -los

políticos- pero que se diferencian de ella en que tienen intereses económ icos

desmedidos. En su agradecimiento público al Ministro y la Secretaría de Educación

queda clara la necesidad de Mistral de constru ir una imagen pública de 'obrera

intelectual' par a hablar desde una esfera, que ella describe como 'superior' e n tanto

inspirada en valores espirituales versus los intereses materiales de otras clases

políticas:

Esta generosidad no tiene sólo la forma materia l de una fiesta para


vos, de un sueldo d e ma estra para mí; da más para ser perfecta; da el
apoyo moral al extranje ro; le rod ea d e es e prest igio que necesita mos
Jos obreros intelectuales, para que no se nos confunda con e l que
viene a amasar fortuna rá pida e impura (México 127)

Mistral atribuía un r ol ce ntral a l inte lectual no solo e n la política sino como

creador de cultura; medida de progreso y civil izaci ón. La cu ltura qu e Mistra l

d efe ndía no era la multiplicación de los cines n i la importaci ón de símbolos, modas o

arquitectura e uropea, ni tampoco una cultura de elite, de vanguard ias

incomprensibles para un público amplio. La bell eza, el arte, para Mistral tiene fuerza

civilizadora solo si lle ga al pueblo. 24 La cultura era en ese mom ento educa ción

pop u lar, arte para las masas (mura les, música, bibliotecas públicas), así como el

mu chos hom e naj es qu e se le hace n a Mist ral d ura nte su estadía. Est os 'pe rforma n ces' se analizan en
e l capítul o 4.
24 "Y es que la belleza es pa ra mí es una especie de gran vie nto q ue ha de co rre r libre so bre e l mundo,

refresca ndo la mejilla ardorosa de los es pigadores, bati end o los trajes claros de los niñ os en una
ronda hecha so bre un lla no y entrando en la casa de Jos ho mbres en una oleada de salu d ... Sólo
e nto nces la bell eza se tran sform a en una cosa profunda y mun da na y e n un a fue rza civilizadora ta n
grand e co mo la de las religiosas" [Co lombia Tomo 1 444).
-+8

tene r figuras intern acionales en distintos campos del conocimiento. Aunqu e la

cultura popular, por su pa rte, es y no es cultura para los intelectuales de este

periodo, como veré más adelante. Durante s u primera estad ía en México escribe "La

cul tura mexicana" dond e señala el horizonte al que Chi le y otras nac ion es

Latinoa meri canas deben aspira r:

Una nació n [México] qu e tiene derramados en sus diversos ca mpos -


literatura, ciencias, música, educac ión- un centenar de hombres
selectos que hacen patria verd adera con la siembra inca nsable de la
cultura, será la Argentina de mañana. (México 43)

A través de su prosa Mistral se construye como un sujeto intelectu al a parti r

de su conocimiento, su experiencia y su integri dad éti ca y artísti ca.25 Estas

cuali dades que no bastan por s í sol as ya qu e deben se r pu estas en circulac ión,

repetidas y valid adas por voces autorizadas. Son innumerabl es las r·efe ren cias en los

textos de Mistral que buscan re forza r estos rasgos, que de acuerdo a Graciela

Montaldo son propi os del letrado de izqu ierda que bus ca vali dar su voz y participar

en la imaginació n de la nación, desempeñá ndose, a su vez, co mo un mediado r entre

la cultura letrada tradicional y los nu evos secto res que par ticipan de la

democrati zación de la cultura. Monta!do analiza ciertas revistas que en las pri meras

décadas del s iglo XX, buscan difundir la cultura y educar a las masas.26 En sus

páginas aparecen bi ografías qu e perfil an al intelectu al qu e se ajusta a esta ta rea.

Un modelo de sujeto "pensador" que se defi ne en prim er lugar por su


género (masculino), lu ego por su madurez (relación con el trabajo,
con el es fuerzo, con la util idad), por último con la eje mp lari dad de su
vida, que lo coloca en una cumbre. (Montaldo 150)

25 Ella recoge sus éxitos como escrito ra para validar, po r ejempl o, s u labo r de maes tra, ya qu e ante el

cues ti ona mie nto po r su fa lta de título arguye que la co mp robació n de su cultura está e n "dieciocho
a ños de servicios y po r un a la bor litera r ia peq ue i1 a pero efectiva " (Recopilación 471).
26 Revistas a rgentinas Clar i dad (19 26-1 941) y Los Pensadores (1922-1 9 24).
-1-9

Es ta com bin ación de cul tura let rada, compromiso social e integridad moral forman

part e esencial del sujeto que Gabriela Mistral construye a través de su escritura.

Aunque no cumple con la condic ión de género masculi no, sí satisface en pa rte el

requerimi e nto, ya que du ra n te su vida la 'masculinidad' de su pose, la 'virilidad' de

su fuerza poética y agudeza de pensam iento fue señalada como un halago (ant e la

imposib ilidad de otra expl icación) a s u cal idad poética y un reconocimiento de su

autoridad intelectual. 27 Como veré más adelante (capítulo 4) Mistral se resiste

activamente a los estereotipos femeninos de su época, sob re todo a nivel visual. Por

otra parte, la ejemplaridad de su vida y su cond ición de mujer trabajadora y

sacrificad a está n re presentadas tanto e n su prosa como también en los textos q ue

otros esc ritores e in te lectuales le dedican. En el prólogo a la edición norteamericana

de Desolación se destaca su probidad moral al mismo nivel que su talento literario:

"Gabriela Mistral conquistó no sólo la admiración, sino el cariño de todos. Porque

todos vieron en la escrit ora hispanoamericana, no sólo el gran valor literario, s ino el

gran valor mo ral" (Onis 7). Prueba de que el perfil de intelectua l, poeta y maestra

que Mistra l construye y que otros alimentan es altamente funciona l para su entrada

y participación en el campo cultura l de la primera mitad del siglo XX.

Este ideal de intelectual, que ya es reconocible en la acción y el d iscurso d e

Mistral antes de su viaje a Mé xico, cobra nueva fuerza a pa rtir de su trabajo con

Vasconce los, quien en pa labras de Mistral es: "el tipo de hombre americano más

2 7 Exist en diversas r eferenci as conte mpo rá neas a Mistral qu e d estaca n s us rasgos mascul inos. Un

ejemplo se encue nt ra en una cró nica, firm ada por G.V, y publicada en Claridad en 192 1: "Pa ra dar una
idea de lo qu e es Gabriela, habría que decir qu e s u ce rebr o posee todas las fac ultad es de u na muj er
bien dotada más las condicion es intelectua les de un ho mbre. Su cerebro produce el efecto d e un
cer ebro do ble" (Recopilación 48 2).
50

completo que he conocido: anti-libresco, sin odio s sociales, con su cultura hecha

corazón y acción" (carta a García Monge 83). Por lo ta nto, el ter ritorio del intelectual

que Mistral valo ra se sitúa más allá de lo lite r a rio y lo est ético para ent rar en esferas

políticas y sociales. Su mirada e influ encia es tá n m a rcad as entonces por este ideal de

intelectua l político que más allá de los límites nacionales busca interve nir a favor d e

un progreso y una modernización r ea l y amplia que mejore las condiciones

materiales y espirituales del pueblo. El énfasis con que Mistral ins istió e n su

independencia política ha llevado muchas veces a s ubestimar la fuerza po lítica d e su

prosa y más aun su rol en la historia de la prim e ra mitad d el siglo XX e n

Hispanoa mérica. 2 8 Mistral tenía opiniones pol íticas claras: llevaba la bandera del

pac ifismo, luchó por la reform a agraria, se declaró s ie mpre en contra de los

autorita rismos y a favor de la democrac ia.29

Horacio Legr ás, e n su a nál isis d e El Aten eo e n México post-revolucionario,

plantea que los intelectu ales pu ed en ser a la vez "los constructores de un nuevo

espacio social y sus críticos (no necesariamente los mismos intelectuales, a unque el

Ate neo hizo de esta coincidencia improb able un sistema: Vasconcelos, Alb er to J.

Pani, Gu zmá n)" (52). Mistral fue críti ca, y esto por momentos le valió conflictos

serios con gobiernos (España, Italia, Chi le). Conciente de los límites q ue su

28 "Es preciso qu e los que no militamos e n nin gun partido, salgamos, pues de nu estra soledad para

decir si n miedo la propia co nvicc ión [pacifismo] ... " (México 312).
29 Vascon celos exp resa estas mismas ideas en La raza cósmica: "Pero la Am érica es la patria de la
gentil idad, la verdadera tie rra de promisión cristiana", "Las te ndencias todas de l futuro se entrelazan
e n la actu alidad: me nd elismo e n biología, socialismo en el gobierno, simpatía creciente en las almas,
progreso generalizado y apa rici ón de la quinta raza que llena rá el planeta, co n los triunfos de la
primera cultura ve rdaderamente universal, ve rdaderame nte cósmica." Mistral dice de Vasconcelos:
"Vasco ncelos es la democracia inspirada y moderna, un poco mesianica y un poco a ño 2000, y los
mozos lo ven parecid o a la lengua de fuego de la Pentecostés, so bre e l bulto de l país" (México 243).
51

dependencia d e l Estado significaba, Mistral reorganizaba estratégicamente lealtades

y co nflictos de modo d e poder asumir riesgos contando con respa ld os por otro lado.

Un ejemplo, es cuando Carlos lbañez del Campo pid ió cartas p úblicas de apoyo a su

gobierno a figuras públicas, entre e llas Mistral, quien por negarse y criticar al

gobierno, se quedó sin sueldo por un tiempo durante el cual vivió de sus

colaboraciones en los periódicos. En otros momentos se le dieron in strucciones en

su calidad de diplomática qu e e lla no obedeció, co mo cuando el gobierno de

González Vid ela le prohibió dar asilo a Neruda en e l consu lado. Mistral más tarde

recordaría: "Me prohibieron desde a llá, no recibi r en el consulado a Neruda ¡Qué

poco me conocen! Me hubiera muerto cerrándole la puerta al amigo, a l más grande

poeta del habla hispana y, por ú ltimo a un chileno perseguido. Yo fui perseguida. ¡Y

como! " (Ladró n de Guevara 49).

Mediadora y puente

El discurso y la prá ctica inte lectua l de Mistra l se d efine por su capacidad de

mediar y establecer puentes entre el pueb lo y e l Estado, la cultura popular y la

letrada, la lucha por j usticia social y los intereses económicos. Pero Mistral no es

m e ro puente, su discurso humaniza y da un carácter reivindicatorio a po líticas

estatales que significan mayor contro l social d e las masas; paralelamen te 'traduce' al

lenguaje del progreso, la d emocracia y la civilización injusticias históricas

desarticul ando h egemonías epistemológ icas, culturales y p olíticas. Paradój icame nte

entonces el d iscurso de Mistral -más a llá de su intención - func iona en u n n ivel como

blanqueam ien to de campañas estata les qu e tienen como objetivo transformar


fuerzas productivas -iletradas- en obreros y campesinos letrados, aculturados, en

co nsumidores de las crec ientes in dustrias de bienes y cultura, dispuestos a

co laborar con los proyecto s de modern ización e industrial izac ión. El discurso de

Mistral por momentos media en tre el pueblo, los intereses del Estado y las elites y

por otros ex ige vehementemente derechos y parti cipación políti ca para el pueblo en

tanto condición para su transformación en ciudadanos modernos y co nsum idores.3°

En ese sentido los discursos y proyectos políticos de intelectuales como

Vasco ncelos, García Monge y Mistral construyeron una narrativa human izado ra que

transformó el imp erati vo del creciente capitalismo global en un ejercicio de justicia

social y mora l del pueb lo.

La res ponsabilid ad social del artista y la identificación de Mistral con la clase

obre ra está desde el comienzo en su prosa. Mistral exhib e este comprom iso tanto en

sus textos, en su pedagogía, como en las charlas que da en Ateneos obreros y en las

cárceles. Esta labor, en su etapa chi lena, capta la atención de la prensa local y por

este medio, ayu da a difundir la imagen de Mistral como una figura pública distinta a

los intelectuales tradiciona les y los po líticos, pero que sin embargo, ostenta una

3o El progreso de la nació n, su esta tus de nac ió n moderna y civilizada de pe nd e e n el discurso


mistraliano de la ampliación d e los de rechos de l pueb lo. La re for ma agra ria, por ejemplo, es
a rgumentad a en té r minos de civilización ve rs us ba rba rie: "Te nem os una va nidosa cultura urba na, es
d ecir, hemos civilizado a una quinta pa rte de nu estra població n ... El s uelo abandonad o es un a
expres ión de barbarie; el campo verd e revela mejo r que una lite ratura a los pu eblos" (México 165).
Un t exto central, aunque breve, que eje m pli fica este arg um ento es "El signo de la acció n" (1 937). Aquí
se sostiene que la mo dernización de Ch ile ha sido apres urada, ra pidez que Mis tral justi fica po r la
urge ncia de las tareas: la formació n de la prime ra Escuad ra Libe rtadora del Pe rú, la co ns trucció n del
pr ime r fe rrocarril, la creación de l movi mi ento h uma nístico desarro ll ado po r Bell o, la Ley d e
Ins trucción Primaria Obligato ria y el cód igo de l trabajo. Es te último es pa ra Mistral mayo r prueba de
la modern ización de Chile que "la a mb iciosa t ra nsform ació n a rquitect ónica de Sa nti ago o de
Val pa ra íso" (PC 341). Mis tral ad vierte que el pueblo ya más educado y a uto-concien te "qui ere una
eco no mía del Estado llena de sentido moral, que vaya a la creació n de la riqu eza al repa rto honesto y
ace le rado de ella, para el bienestar afincado de una ch ilenidad que es exigido ra po r ser a guda me nte
capaz" (PC 342). Mistral negocia tanto el sent ido mi s mo de la mo de rnizació n co mo el rol político de l
pueblo en el la.
53

capacidad de organizar voluntades y movilizar sectores populares. A raíz de una

confe rencia que Mistral dicta en la Casa del Pueblo en 1921 en Temuco, 31 aparece

un artículo periodístico qu e seña la:

Gabriela Mistral, a la inversa de lo que ocurre con casi todos nuestros


hombres de letras, claramente penetrada de la significación socia l que
deben dar a su obra las intelectual idades, ha tomado la iniciativa de ir
hasta el seno de los ob reros a ampliar el horizonte de cultura de sus
oyentes con disertaciones en que se propone abo rdar los problemas
de la hora presente. (La Mañana, 6 de febrero de 1921)

Mistral en tanto un nuevo tipo de intelectual qu e habla desd e lugares

heterogéneos (la escuela rural, la cárcel, el Ateneo obrero) y para nuevos púb licos,

desecha a los intelectuales de elite y Jos políticos y reafirma su propia capacidad de

ve r las necesidades del pueblo, de hablar y se r parte de él: "el ún ico valor soc ial que

reconoce mi corazón es el pueblo " (Recopilación 468). Mistral ape la a una

espiritualidad perd ida tanto e n la intelectualidad como en los s istemas capitalis tas

modernos y propone una síntes is de intelecto y espíritu, pensami e nto y acción:

"p ienso que la cultura intelectual s in la pe ne tración d el espíritu ha corrompido la

época junto con el mercantil ismo de las grandes naciones" (Colombia Tomo 1 122).

Mistral habla de la crisis de credibilidad del intelectual y la necesidad de reconectar

con el pueb lo, ún ica estrategia pa ra manten e r ese lugar d e auto r idad:

La cultura y más que ell a el cuerpo de profes ionales se desprestigia


día a día delante de las masas. Las masas van creyendo cada vez
menos que un título profes ional contenga valores morales. Han
pasado los tiempos en que la cultura superior estaba inves tida, e n
cuanto a carácter, de mexicanismo, y se le atribuían los mé ritos y
derechos de las religiones a las qu e habían vencido o reemplazado.
(Mag isteri o 256)

31
"Los obre ros, seílores y seño r itas que repletaban la sala, la oyeron con respetuosa d evoción. La
maestra tiene un asce ndi ente de sacerdotisa sobre los que la escucharon" (Recopilación 465).
54

Para Mistral lo que está en crisis no es la Cultura con mayúscula sino la

humanidad, el sistema político y económico que mantiene a la mayoría en la miseria,

frente a lo que ni la cu ltura decimonónica ni el intelectual de la torre de marfil

sirven. Los males de la modernidad son para Mistral el resultado d e una cultu r a

intelectual a lie nada del pueblo, pensada por hombres de el ite y para ellos mismos

que ha dejado sin caudillo intelectua l y espiritual a las masas. Este discurso de la

cr isis de la mod e rnida d a unque busca tambié n renegociar y legit imar el lugar del

intelectual a rgumentando su s uperioridad espiritual se d iferencia de los términos

en que Ramos descr ibe el discurso de Martí en "Coney lsland":

El in telectua l 'alto', nostálgico de 'un mundo espiritual superior'


("Caney ls land " p.125) representa la cultu ra de masas como una
fuente de crisis d el espíritu, de la 'cu ltura ' en la modernidad . Las cris is
se institucional izan. Tendremos aquí que preguntarnos si el campo
otro de la cultura d e masas fue simplemente un generador de la 'cris is'
de los verdader os 'valores espiritua les' o si en cambio constit uye-
como límite y chivo exp iatori o- una de las condiciones de posibili dad
d e l discurso de la crisis que legitima y estimula la pro loferación de la
'alta cultu ra' en el fin de siglo. (Desencuentros 258)

¿Cuál es la estr ategia de legitimación frente a la crisis que denuncia la prosa

mistraliana? El discurso d e la crisis d e Mistra l no legitima y estimu la la alta cu ltura

en los mismos t é r minos que lo hace Martí, pero sí legitima el d iscurso del intelectual

como el único que p uede d istingu ir los valores humanistas en med io de una

sociedad individualista, corrupta y materiali sta. La cultura de masas puede volverse

amenazador a al querer ll enar e l vacío que la alta cu ltura d eja po r su falta de llegada

a las mas as. Mistral exige al escritor y a l artista un arte para el pue blo (al menos una

cuota de s u arte como hizo e ll a misma): "Poetas haced versos para Jos niños ...Sobran
55

lo poetas que se deslíen en poemas eróticos, sobran también los que hacen

apoteosis de la espada y de la coraza, sobran los que lloran sus lepras íntimas

revolcándose en el escepticismo. Los poetas de los niños fa ltan" (Recopilación 172).

El intelectual entonces d ebe ocupar parte del mercado cu ltu ral popular y ante la

imposibilidad de dirigirlo, regularlo . Esta función del intelectual como regulador de

la cultura de masas es central al proyecto mistraliano y encuentra s us bases en una

visión pedagógica en que la maestra y la escuela son el referente y gestor cultural de

un pueblo. En "La reforma educacional en México", texto que condensa su

e ntusiasmo con el proyecto de Vasconcelos, Mistral alaba la formación del 'teatro

indígena', obras que recrean el pasado histórico para los escolares y que se

representa n e n las ruinas Teotihuacán con el objetivo de "exaltarlos con las visiones

de un pasado magn ífico"(México 195). Así como Mistral apoya este teatro que no es

ni escrito por indígenas mexicanos (sino que por el poeta y periodista Rubén

Cam pos) ni tampoco es r epresentado en lenguas o ri ginarias, por otro lado condena

un cine que guiado por lógicas exclus ivame nte comerc iales, en oposición a las

pedagógicas, hace mal a las masas.32

La visión del rol de las culturas popular, letrada y de masas está determinada

por el papel que Mistral asig na a cada una d e estas en la construcción y difus ión de

una identidad latinoamericana. La cultura de masas es criticada cuando reniega de l

intelectual o el educador y la cul tura letra da es acusada de ser cómp lice de l

3l "En luga r de eso sigue el ci ne en muchos países corrom piend o a las masas con un os repertorios de
filmes que divu lgan crímenes famosos e n una especie de antol ogía para enseñar el del ito ... Cada vez
que yo he hablado con dueños de cines sud-americanos sobre la calamidad de ciertos espectáculos se
excusan diciendo que las empresas productoras más el gusto popular y no ellos, son los cul pab les. Yo
les respondo que lo único que pide el llamado bajo pueblo es que el filme sea interesante y que lo
mantenga en tens ió n hasta el final" (Magisterio 203).
56

descastamiento, solo la cultura popu lar redibujada por e l intelectua l puede sostener

el proyecto latinoamericanista. La cultura popular 'verdadera' según Mistral es rural

y de raíz indígena y se ve amenazada por gustos extranjerizantes y una cultura de

masas. Mistral partici pa de un discurso cultura l desde la intelectualidad acerca de la

'verdadera' identidad latinoamericana y justifica s u particular capacidad d e ver el

problema y remediarlo. Carlos Alonso al discutir la modernidad y lo autóctono en la

novela regional hispanoamericana, ha propuesto que e l discurso de la crisis cultural

y el llamado a volver a un orden cultural autóctono ha dominado la historia

intelectual latinoamericana y que la dia léctica de diagnóstico y revelación sitúa a sus

voceros en una posición d iscursiva de liderazgo y poder en tanto oficiantes de un

ritual de redención colectiva.33 En ese sentido "the preocupation with an

autochtonous cultural order h as consistenly served as a veh icl e for the validation

a nd generation of inte llectual production in Latín Ame ri ca" (Alonso 17).

Mistral participa en la publicación de leye ndas ma puches en Fra ncia, da

conferencias e n Uruguay sobre el folklore chileno y escrib e textos en pe riódicos

ace rca de música popular, fiestas, tradiciones popu lares, mitos y leyendas. Me

in teresa pensar la relación de lo popular con el inte lectual de comienzos de siglo a

partir d e a lgu na s ideas de Monta ldo quien sugiere que El Payador de Lugones define

lo popula r arge ntino "como algo vinculado directamente a l pasado rural y, por Jo

ta nto, no le reco noce actividad positiva alguna en e l presente; excepto cuando los

33 "Si n ce th e a utochtho nous cultural order is judged co nsubsta ncial w ith the communi ty, its
recoverability ca n a lways be portrayed asan imminent pote ntiality. Therefore, accessio n to it is
co nceived as a matte r of collective volition, as a momentous project to be un de r taken by the
comm unity in its enti rety. In t his se nse, the cul tu ral critic asumes t he self appointed role of offi cian t
in a portentous ritua l of collective rede mpti o n" (Alo nso 12).
57

intelectuales la hacen evidente" (Ficciones 144). Este 'rescate' es en último término

una estrategia:

... a Lugones le interesa dejar en claro su reconocim iento de campos


en disputa (lo letrado, lo popular) y si hace gala de su ducti lidad para
atravesarlos sin dificultad, es para defi nir su lugar como intelectual:
aquel que puede dominar no solo el saber de la cultura occidental sino
que puede realizar las operaciones necesarias para que el sabe r del
otro ingrese a su órbita. Y desde allí, reconvertido al letrado, hacer
que calle .... " (Ficciones 145).

Mistral ve en lo popular además de una marca de identidad que afirma la

particularidad latinoamericana frente a las amenazas de extranjerización que trae la

modernidad (cine, música, etc.), una fuerza que 'bien manejada' resulta fundamental

a los nacio nalismos y a la unidad latinoamericana. Mistral, al igual que Lugones,

quiere establecer su dominio de lo popular y su natural afinidad con una cu ltu ra que

por su origen campesino le es propia: "la chil enidad rural, que tal vez sea la única

que llevo" (PC 119), pero fija el valor de esta a partir de su dominio y desprecio de la

cultura letrada de elite. Su conocimiento y capacidad de evalu ar la cultura letrada,

popular y de masas le permite definir su Jugar de intelectual, pero a diferencia de

Lugones, la intención última no es hacer callar ni institucionalizar a la cultura

popular, aun que sí interve nirl a:

La reforma del licenciado Vasconcelos tomó la música como elemento


de nacionalización, como creadora y removedora de l alma patria, e
hizo nacer la Sección de Cultura Estética para su difusión y su
depuramiento.
La música no está en México aristocratizada en academias de canto,
no se ha hecho de ella un lujo más de los ricos, como Jos automóviles;
es el arte popular por excelencia, pero un arte cu ltivado en el pueblo
con intención de refinamiento, sin descuido y la inferioridad en que
suelen caer las artes populares. (México 108)
58

Mistral qu iere imponer su versión de una cultura popular auténtica, limpia de

elementos extraños, ya sea extranjeros o de 'mal gusto': "Depurar las canciones

populares de la ca usticidad que sue len tener; reemplazar los couplets canallescos

que se han infiltrado en nuestro pueblo por obra del teatro inferior ... " (México 109).

El intelectua l como Mistral no niega lo popular, más bien entiende su creciente

poder en la mode rnidad y por lo tanto intenta influirlo, normarlo. En ese sentido

concuerdo con la idea de Montaldo quien afirma que: "Disputa por el espacio

público y mercado marcan -creo- la categoría de lo popular bajo la modernización"

(Ficciones 144). El espacio de la cu ltura es disputado por intereses come rciales,

ideológicos y estéticos y el intelectual cree tener la autoridad máxima en este

ca mpo. Autoridad que construye al establecer las consecuencias que tiene el deja r la

cu ltura en ma nos del mercado, in tereses extranjeros o de un pueblo 'no regu lado'.

En la confere ncia "Algunos elementos del folklore chileno" que Mistral dicta en

1938 en Mon tevideo se establece la importancia del folklore y se auto-define con

relación a la cultura popular y letrada. Lamenta y condena la censura, la vio lencia

con que se 'borraron' las leyendas de los pueblos originarios: "Es muy malo sumir en

el olvido la memoria de un pueb lo; se parece al suicidio" (Ojo 1186). Defiende la

fábula folklórica que aunque parezca no te ner ideas precisas tiene un 'ri tmo racial',

"el folk lore salva como una medicin a, para esto, como un antídoto, de es te

descastamie nto" (Ojo 11 87). Pero esta salvación está mediada por el divulgador del

folklore; por quien pueda entenderlo en su profundidad, tarea nada de simple de

acuerdo a Mistral:" 'Nad ie sabe' dice [D' Ors] 'todo lo que hay dentro de un minuet

de Mozart'. Tampoco sabe nadie todo lo que hay dentro de una fábula folklórica. A
59

mí me ha costado tanto entender todo lo que corre dentro de una fá bula fo lklórica!"

(Ojo 11 87). Mistral lo ha entendido. La cultura popular latinoamericana está en lo

más alto de la jerarquía cultural mistraliana pero necesita ser traducida y

justamente valorada por el intelectual que Mistral promueve y cree encarnar.34 Sin

el puente y la 'traducción' que el inte lectual latinoamericano puede hacer del arte

popular, lo que su vez lo transforma y manipula, este no puede entendido ni

justamente exhibido en el contexto de la modernidad.35

Cuando Mistral está en el Instituto Internacional de Cooperación Intelectual

le escribe a García Monge con respecto a un congreso en Europa de las artes

pop ulares:

"Yo creo que es una ocasión para que nuestros pueb los indios sobre
todo Perú, México y la Am érica Central, mu estren sus a rtes finas y
muestren su cultura manua l, que pa ra mí es superior a las muy fáciles
y muy engañosas culturas intelectuales" (Correspondencia in édita 93)

34 jea n Franco propone una lectura d e la cultura popular en cie rta poesía y en los gé neros folklóricos
mistralia nos "como fi gura y fo rmas de escapar del proyecto modernizador de la época que, por otro
lado, a nimaba s u obra pedagógica" (29). Su lectura si bien se en foca en la poesía derivada de la
tradición oral co mo un es pacio que "permitía ciertas fugas hacia lo irraciona l, lo q ue ella lla maba
'locura' o 'desva río"'(33) reco noce al mismo tiemp o la función muy difere nte que tiene la difus ión del
folklore e n la prosa d e Mistral e n un contexto pedagógico: "Por la pedagogía se salvará el espírit u de
la raza, por la pedagogía se podrá moderniza r sin perde r los rasgos originales del país. Como maestra
casta y soltera la mujer podía co mpartir est e proyecto"(33). Mi anál isis de esta catego ría en la prosa
de Mistral quie re agregar la función que cumpl e en relación con el proyect o intelectual po r medio del
cual Mistral se pe rfila como un sujeto privil egiado para traducir la cultura popula r al discurs o
in telectu al y pedagógico, y có mo a través de su particular co mpre nsió n y ap reciación de las cult uras
po pulares s u ide ntidad co mo un nu evo tip o inte lectual latinoamericana se consolida.
35 julio Ramos estable ce, como e n el co ntexto de la revolución mexicana s urgió la necesidad de

popularizar y d emocratizar el concepto de la cultura. Ramos rev isa la desa rti culación de l conce pto de
'alta cultura' que hace He nríquez Ureña (de modo pa recido a Mistral) y s u forma de reescribir el
arielismo: "el ex discípulo desar ma e l recinto de la 'alta cultura', defendiendo e l acercam iento a la
'cultura popular' - otro ext erio r del ca mpo estético en el A riel. Y e n resp uesta al clasicis mo y
occidenta lis mo de Rod ó, Henríqu ez Ureíia propone un re torno a la tierra, porque 'lo autócto no, en
México es una realidad' (p.4)" (Desencuentros 284).
60

El inte lectua l es entonces el ed itor, que selecciona y difunde un producto cu ltura l

como lo representativo, lo 'verdadero', que define la identid ad latinoamericana

frente a una amenazante cultura de masas y una 'engañosa' cultura intelectual.

Al incorporar al pu eblo como objeto ce ntral de la práctica intelectual en el

contexto de una amenazante cultura de masas y una creciente cultura visual, se hace

imperativo que el lugar del intelectual como puente y embajador sea visible más allá

de la letra escrita. El modelo de intelectual en terreno y su relación con las masas

que Mistral experimentó a partir de su ll egada a México en el marco del populismo

conservador de Vasconcelos se transforma en un modo de va lida r el poder de la

figura del intele ctual a partir de su popularidad. In telectu al, que sin ser parte de las

masas camin a entre ellas (aunque venga de ell as), que vincula su reflex ión

intelectual con proyectos sociales y políticos concretos e inmediatos.

"Vasconcelos parece tener el don de la ubiquidad: inaugura escuelas,


bibliotecas, edificios universitarios, los nuevos lo ca les de su
secretaría, centros culturales para obreros y, en mayo de 1924, el gran
esta dio de la ciudad de Méx ico. El ministro constructor es también el
paladín y el propagandista infatigable de la cu ltura mexicana. En
compañía de una pléyade de artistas y de escritores de su país y de
otras naciones hispanoamericanas (Gabrie la Mistral, Pedro Henríquez
Ureña, Rafael Hel iodo ro Va ll e, Salomón de la Selva, Haya de la Torre),
oye cantar y recitar versos a los niños de las escuelas, organiza en
junio de 1921, los funerales nacionales de Ramón López Ve larde y,
más ta rde los juegos fl orales de la universidad; invita a la co mp añía
dramática de Cam il a Quiroga, por entonces en la cúspide de su gloria;
pres ide inmensos festivales al aire lib re en el bosque de Chapu ltepec."
(Fell 80)

Este intelectual mediático, multifacético que trabaja por persuadir ya no solo

a un público cultivado sino a públ icos populares parece encarnar la modernidad al

reconocer el elemento perfomático, el ir más allá de la palabra como necesario. En el


61

particular momento histórico que vive Mistral con Vasconcelos en México post-

revolucionario, el intelectual no solo regula la cultura de masas sino que tiene el

poder y la capacidad de implementar políticas estatales culturales. Eso sin duda

marca la idea que Mistral tendrá desde entonces de s u oficio y su lugar, aun cuando

nunca más tenga ese poder de ejecució n.

No confundo yo, mujer con la palabra por oficio, 'fama' co n 'gloria ni


siquiera con 'reputación'. Popularidad tengo, feísima gananc ia, y ella-
yo me lo sé- ensucia y mata la gloria pura. Multitudes nunca me
buscaron y nunca las busqué; las tengo gratuitas y no las uso como los
po líticos para ninguna senaturía ni para su propio engaño . Pueblo
tengo también, que es cosa mejor, y los quiero y los sirvo. Populista fui
siempre que no multitudista. (Co lombia 469)

Mistral se visualiza como un intelectual e ntre e l pueblo, una figura que

arrastra multitudes, una serv idora del pueblo que como h emos seña lado a ntes tiene

un sentido ético s uperi o r a la de Jos políticos. Como veo en el capítulo 2 Mistral

trabajó estratégicamente para acrecentar y mantener su popularidad, para

conseguir u n amplio 'capital políticojcultural' que, como vemos a través de la tesis,

usó en pos de su carrera como escritora e intelectual transnacional.

Mistral, mujer 'hombre de letras'

La identidad de género y la identid ad sexual de Mistral explica en parte el

tratamiento que tanto la crítica, la historia y la prensa han dado a su obra y figu ra.

Una nueva generación de críticos se han encargado de cuestionar y remediar el

limitado y a veces ciego estudio de una pequeña parte de la producción poética de

Mistra l al mismo tiempo que han llamado la atención sobre la ignorancia con

respecto a s u prosa y a su participación en los debates intelectua les, políticos y


62

sociales de su época. Sin embargo, la resistencia a las dimensiones extra-poéticas o

extra-pol émicas (de gusto popular) de Mistral persiste y sugiere un anál isis a partir

de la problemática de género. Aun ahora a la lu z del nuevo legado los primeros

materiales inéditos que se publican y lo único que parece capta r el inte rés de los

invest igadores a cargo so n los poemas inéditos y las cartas que cuentan nuevos

melodramas románticos.36

Antes de pe nsar e n los modos en que la identidad de géne ro d e Mistral se

inscribe en su práctica intelectual y d etermina las condiciones de esa práctica es

necesario reconocer la relación ent re el género sexual y la ignorancia/borradura de

su producci ón e nsayística y su labor intelectual. Tanto la jera rquía como la relación

d e lo s géneros literario s y los géneros sexuales ha sido ampliamente discutida en

tan to las escalas de va lor li terario e intelectual ha n sido determi nadas por una

sociedad patriarcal y eurocéntrica durante la gran parte del siglo pasado. Es a partir

de esa base que es necesario pregunta rse como lo hace Ana Pizarra:

¿Qué se esperaba en la época de Gabriela? Desde luego que escribiera


poesía lírica. Hay e ntre este gé nero lite rario y el discurso d e la casa
una afinidad muy próxima. Es el mundo de Jo privado, del
sentim iento, de lo emocional, de la subjetividad ... En ese sentido
Gabriela respon de al estereotipo, inclu so con una fuerte in fl exión
e mocional al comienzo.

36 Hay discordancias entre un discurso acadé mico y oficial que reco noce la importan cia y necesidad

de estud ia r el pe nsamiento mistralia no con las acciones concretas. Los li bros q ue hasta el momento
ha publ icado la DIBAM (Di rección de Bibli otecas, Archi vos y Museos) so n un o de fotografías y otro de
las cartas de Mistra l co n Doris Da na (de lo que se infi ere que e l crit e rio comercial estaría primando
sobre cualqui er otro) . El libro co n poesía inédita estuvo a ca rgo del profeso r Luis Vargas Saavedra de
la Univers id ad Cat ólica. Hay qu e reconocer sin embargo qu e el discurso oficial y académico ha tenido
eco en los medios masivos y e n los lectores. Un eje mplo co ncreto es el docume ntal de Televisió n
Nac ional de Chile, de la serie "Gra nd es chilenos", e mitido e n agos to de 2008 y que des taca la
producción ensayística y lo gros públicos de Mis tral pero al mismo tiempo ta mbi én refuerza ciertos
mito s como de la maternidad frus t rada.
63

El problema es el desplazamiento desde el estereotipo al


trastocamiento del orden. El problema es la Gabriela ensayista.
("Mistral, ¿Qué modernidad?" 50)

El problema según Pizarra sería este, al menos uno de ellos agregaría yo, porque en

Chile a Mistral se le ha querid o como un trofeo naci onal más que como un personaje

central de la historia intelectual. La dimensión pública y política de Mistral en tanto

disruptora del mito y el estereo tipo se borró para quedarse con la que en palabras

de la academ ia sueca fue: "la poetisa de la Desolación, que se ha convertido en la

grande cantadora de la misericordia y la maternidad" (Gullberg). Su prosa de

acuerdo a lo planteado por Pizarra es un sitio de subversión y de resistencia y es

también una de las formas fundamenta les de su modernidad, "el asumir con una

naturalidad que no puede sino ser el producto de permanentes tens iones, el ensayo

como género y el hacer de este una forma profesional de expresión" (Pizarra 50). El

desarrollo profesional de su prosa da cuenta de las tensiones de su tiempo, los

crecientes espacios que abre la prensa y la visibil id ad de ciertos debates en un

espacio público más amplio que Jos precedentes espacios de las elites intelectuales.

Su participación en el espacio público moderno cosmopolita es fundacional y es lo

que lleva a Henríquez Ureña a conside rarla una de las primeras mujeres 'hombres

de letras'. 37

Mistral escapa a las clasificaciones. Por un lado encarna el modelo de

'hombre de letras' latinoamericano de Henríquez Ureña en tanto escritora

profesional, dip lomática, ensayista con visibilidad transnacional y tiene a su vez

muchos de los rasgos que como vimos anteriormente Montaldo identifica como

37 cfr. Nota l .
6-t

propios de un modelo de in telectual de izquierda que busca desd e la cu ltura el

mejoramiento humano. Pero es mujer y eso desarticula el esquema modernizad or

en el cual fueron los hombres qui enes pensaron y lideraron el proyecto nacional de

progreso y modernización. Sin embargo, el anál isis de textos como: "j uramen to a la

band era", "Educación popu lar", "Inm igra ción", "Colaboración sobre la ins trucción

primaria obl igatoria"," El Ateneo Obrero", "El grito" entre muchos otros, demuestra

cómo Mistral se toma el derecho de imaginar la nación, Latinoamérica y a su pueblo.

Esta labo r la sitúa junto a intelectuales co mo Sarmiento, Martí, Rodó y Vasconcelos e

in serta su prosa en la tradición cas i exclusivamente masculina del ensayo

latinoa mericano. Hecho qu e perm ite explicar la in comodidad que ese aspecto de su

obra provocó en tanto es pa cio de cuestionamiento de la auto ridad, las instituciones

e identidades nacionales y continentales. Como señala Luz Horn e en su anális is de la

prod ucción ensayística de Teresa de la Par ra, partiendo de la base que una de las

características de las construcciones identitarias latinoamericanas fue la de

definirse como homogénea mente masculi nas (Mo ntaldo), Horne afi rma que los

discursos que traigan la presencia femenina co mo discurso histórico representan

una insta ncia perturbadora para la ficc ión de identidad propuesta (7). El análisis de

la recepción y difusión de la prosa mistraliana durante el siglo XX hab la de un

progresivo olvido que comienza tras su muerte y qu e alcanza su momento de mayor

s ilenciamiento y manip ul ación durante los 16 años de dictadura militar en Chi le.

Ahora bien, la ruptura simbólica 'mujer, hombre de letras' llega a ser posible

por una se rie de estrategias en la lín ea de las 'tretas del débil' en tanto

resignifi cac ión de espacios autoriza dos a la mujer. Es fund amental entende r y
65

discutir estos movimientos para despejar la idea persistente de la carrera de Mistral

como el mero triunfo de una genialidad y de un talento excepcional, Jo que borra o

disminuye la problemática de género en la historia intelectua l de la mujer en

Latinoam érica.

Sin olvidar los conflictos id eológicos y políticos que rodean a Mistral desde el

comienzo d e su carrera y siguiendo la idea expuesta por Ludmer 3B reconocemos el

doble movimiento de acatamiento y enfrentamiento que permite a la maestra

romper barreras desde una posición -que aunque en constante amenaza- es vista

como aceptable. El lugar de la maestra primari a, s itio al tamente regulado por el

Estado, la sociedad, así como margi nado por la cu ltura con mayúscula, es un lugar

aprop iado a su género y clase ante los ojos de quienes podrían senti rse más

a menazados por el eje rcicio de su profesión de escritora; el establishment intelectual

y las clases dominantes. 39 Su trabajo de escritora corre paralelo al de maestra, que

no só lo le da de co me r s ino que la protege al hacerla ver, al menos en un comienzo,

como la maestra que escribe poesía. Ella explota y desborda su posición de maestra

para acceder a un espacio intelectual y político más amplio. Ser maestra es el pase,

el lugar marginal dentro de la producción cultural -el acatam ie nto- que ella hace

crecer y finalmente transforma en un mito con s u pose de madre/maestra/poeta. La

fue rza con que perdura la identificación Mistral=maestra, au n después del término

38 "La treta (otra típica táctica del débil) consiste en que, desde el lugar asignado y aceptado, se

cambia no solo el sen tido de ese lugar sino el sentido mismo de lo qu e se instaura en él. .. Siempre es
posible tomar un espacio desde dond e se pueda practicar lo vedad o en otros; siempre es posible
a nexa r otros campos e instaurar otras territorialidades. Y esa práctica de traslado y transformació n
reorganiza la estructura dada, social y cultu ral ... " (Ludme r 53)
39 ver Beatriz Sarlo La máquina cultural: maestras, traductores y vanguardistas.
66

de su carrera docente e n 1922 y a pesar de su éxito como escritora revela lo

elemental que fue esa imagen para su configuración pública y su persona poética. 40

La primera carta que le escribe la maestra a Rubén Darío va firmada: "Lu cil a

Godoy Alcayaga, Prof. de Castellano del Liceo de n iñas. Los Andes, 1912." ("Carta a

Rubén Darío" 139). Esta carta, a la que volve ré en el tercer capítulo e n mi análisis

de la formación de red es transnacionales, es un ejemplo del uso que Mistra l hac e de

s u profesi ón en tanto prueba de subaltern idad, de respeto por la jerarquía pero al

mismo tiempo justificación de su intervención en otros campos. En est a carta

primero está el poeta Darío, des pués la maestra aficionada a la literatura y

finalmente las estudiantes. Aunque en el segundo párrafo Mistral declara su

inferioridad con respecto al poeta; inferioridad marcada por el gé nero y po r ser

"una d es conocida" (139) es también el género y la profesión de maestra lo que

justifican su afici ó n literaria:

Poeta: yo, que soy mujer i fl aca po r lo tanto, i qu e por se r m aestra


tengo algo de las abuelas -la chochez- he dado en la debil idad de
hacer cuentos y estrofas para mis pequei1as. Y las hecho; (sic) con
rubores lo confieso a Ud. Yo sé que usted es tan gran de como bueno.
(139)

40 Mistral man ti ene vivo el vín culo entre la labo r pedagógica a lo largo de su carre ra y lo usa para

defini r s u trabajo intelectual. El ejercicio de dar el carácter de pedagogía a lo qu e e n ot ros autores


sería sim pl emente iden t ificado co mo t rabajo inte lectual y literario habla de lo ce nt ral qu e esa
identificación resul ta para el proyecto de auto-co nstrucció n mistraliano. En 1926 e n Buenos Aires
dice: "Voy a Europa a t omar posesión de mi ca rgo en el Instituto de Cooperació n Intelectual de la
Liga de Las Nacio nes." Luego d e explicar sus objetivos como el per feccio na mi e nto de la ley de
prop iedad intelectual seiiala: "Yo voy a la acció n educacional, a t ra baja r con Pa ul Valery, e n una labor
s um amente simpática: la traducción o mejor dicho la difusión en el mundo entero, d e todas aquellas
litera turas, poco difundidas hasta hoy. Puede calcularse la importa ncia que se asigna a esta secció n
... "(Moneda 177).
67

El tono confesional y la modestia afectada que domina la primera parte de la

carta quedan en un segundo plano cuando Mis tral comie nza a hablar como poeta

acerca de su obra y posible publ icación. Entonces adopta un tono de mayor igualdad

y pasa de llamarlo 'poeta' a llamarl o Rubén y le pid e un juicio crítico al mismo

tiem po que defiende su deseo de entablar diálogo directamente con él, saltándose a

quien Daría había encargado la selección de colaboraciones para la revista en Chile.

Esta carta ejemplifica cómo Mistral valida su derecho a hablar desde su lugar de

subaltern idad, desde su labor como maestra para después sal irse de este espacio -l a

afición literaria de una maestra rural- y entablar un diálogo horizontal con los

protagonistas de la alta cultura y así participar en ella (en este caso ser publicada en

la revista de Daría, objetivo qu e sí cumplió).

Su rol de maestra es fundamental también en tanto le permite construirse

como un nuevo tipo de intelectual en el plano ético. Mistra l como mujer, sin derecho

a voto, s in aspi raciones de puestos de poder público, se presenta como una

intelectual que lucha por el bien común y que se enfoca en la acción junto con el

discurso, como señalé anteriormente en este capítulo. Su diagnóstico del

establishment intel ectu al es negativo: "la inteligencia está desacreditándose mucho

en la América ... Se entiend e casi todo y no se hace nada, porque la pasión del bi en

no la cali enta" (Prosa escogida tomo 2 178) y su propuesta es la acción:

"Bienaventurados los que se vigorizan con los libros sin anegarse en ellos"("Varias

clases de libros"). Nuevamente el discurso de la crisis cu ltural emerge y en este caso


68

se acomoda para dar lugar a un sujeto que por su marginalidad social y de género

puede liderar en la dirección que los tiempos exigen. 41

¿De que modo la identidad de género se inscribe en su practica intelectual?

¿Qué diferencias crea con respecto a la práctica intel ectual?

En primer lu gar para fine s del aná lisis hay que separar por un momento las

id eas de Mistral frente al tema de la muj e r y el feminismo (que trataré e n el capítulo

21) para concentrarse en las marcas de s u propia identidad de géne ro en s u práctica

intelectual. Como señalé anteriormente Mistral en su etapa chilena utiliza esta

identidad es tratégicamente en debates públicos pe ro tamb ién r e niega de ella y

busca separarse del común d e las mujeres que describe en ciertos textos como

malas poetas, esclavas de la moda o como s ujetos ap lastad os por el patri arcado. Su

pros a e nton ces contribuye a fundar el mito de Mistral como sujeto extraordina rio

lej a no a l común de las mujeres, lo qu e de cierta manera resta poder político a s u

presenc ia e n tanto mujer e n esferas tra diciona lmente masculinas. Por otra parte, la

a utod efini ción como un s uje to excepci ona l, qu e no actúa como las masas, se

tra nsforma en un arma de lu cha, en un a estrategia para escapar las norm as qu e

regu lan e l comportamiento de los sujetos 'normales'. En 1907, en uno de varios

t extos en que habla de la profunda am istad que la une con otras adolesc entes,

41 Un eje mplo de cómo la ide ntidad de maestra, los este reotipos femeninos, devienen e n intelectual
tran snacional, e n un mo mento que difícilmente se puede acomoda r la idea de la mujer 'homb re de
letras' se e ncuentra en este texto del uruguayo Raúl Montero Bustamante: "Gabr iela Mistral además
de ser uno de los más altos es píritus poéticos de la América española, es tam bién una profesora de
energía y una maestra de almas. Ella ha creado una nu eva pedagogía universal que tie ne su origen en
el amor maternal que le inspi raron y le siguen inspirando los niños. La escuela primari a le dio los
eleme ntos para co nocer a l hombre, la sociedad y a las nacio nes; sus estudios y sus viajes a través del
planeta ahondaron s u se ntido filosófico y avivaro n la sed del sociólogo y del moralista" (subrayado
original, El Ojo atravesado 2 136)
69

Mistra l marca su diferencia en un gesto que carece de la humildad habitual en textos

posteriores: "Porque mi amistad lleva el sello de mi persona lidad, original, quizás

única; porque no siento como los demás; porque mi psicología no es la de los seres

vulgares ..." (Recopilación 102) Mistral se presenta como un sujeto poseedor de una

sensibilidad especial, superior al de 'los seres vulgares', pru eba de ello es su talento

literario y como consecuencia una mujer que no pu ede limitarse a las normas que

rigen a los demás.

Más tarde en su etapa de internacionalización (a partir de México) la

identidad de género aparece en la prosa más directamente relacionad a al proyecto

de intelectual que Mistral está promoviendo, como instrumento pa ra validar su

'diferencia', su particu lar modo de trabajar en el campo de la cultura y la acción.

Mistral frecue nteme nte se identifica con los estereotipos negativos que marca n la

idea cu ltural'mujer', logrando subve rtir estas asociaciones al a propiárselas y

validarlas como positivas, como e n el caso d e la relación muj er: locura.42 En un

breve texto titulado "Recados", e xplica las razones que la llevan a escrib ir e n este

formato episto lar. Para esto alude a su natural inclin ación a escribir cartas: "las

incorporo [las cartas] por una razón atrabilaria, es d ecir por una loca razón, como

son las razones de las mujeres"(Poesías Comp l etas 434) . La reapropiación d el

discurso de la locura fem e nina consigue un efecto su bversivo al aceptar la 'otredad',

el lugar asignado, pero d e todas form as utilizarla para valida rse intelectualm en te.

42 La relación entre locura, libertad y mujer ha sido a mpli a mente estudiada e n su poesía. Grínor Rojo
e n su estudio de Mistral, a partir de ideas de Fouca ult, So ntag entre otros, busca co n textual izar el
tema de locura en la poesía mist raliana al señala r que "Las muj eres era n 'locas' no por ser locas sino
por se r 'otra s~~~ 4 ~ . Mujer como sinó nim o de locura es una est rategia para segregar, oscu recer e
invalid ar, a l me nos e n el campo intelectual, el trabajo de la mujer cuando este no busca imitar el
molde mascul ino, en cuyo caso podría se r condenado po r transvestista.
70

Mistra l seña la que sus razones son 'locas' y por tanto no son razones vál idas, pero al

mismo tiempo las esgrime como razones válidas frente a un hecho consumado y que

ha consegui do valoració n como es el caso de sus "Recados".

Desde esta perspectiva podría afirmarse que hay muchos momentos en que

Mistral se aleja de lo que Julio Ramos entiende como los discursos discipl inados de

la racionalización. Mistral como una escritora de provincia mira con rece lo una

modernidad que no ll ega a todo el país, qu e impone una racionalidad centralizada,

homogénea y mascul ina, y qu e a través de mecanismos de exclusión crea má rgenes

con los que ella muchas veces se identifica. La lite ratura para Ramos se legitima

como uno de esos luga res 'otros' de la racionalización: "Desde esa zona excluida y a

la vez crea da por la racionalización habla el nuevo sujeto lite rario, enunciando

frecue nte mente el ideal de la informal idad, de la ind iscip lina, y a veces incluso de la

trasgres ión y la locura" (Desencuentros 80). En este sentido, muchas de las

representaciones de la locura y de sujetos 'otros' en la prosa de Mistral buscan

rescatar a los que yace n en los márge nes del proyecto de la modernidad. En sus

ensayos hab la de los presos y su situación humana, de los ob reros y sus condiciones

de vida, de la maestra rural y su labor poco reconocida.43 Su discurso no proviene de

la altura del in telectual urbano ni evoca el tono pate rnalista de otros esc ritores de la

época. Mistral rec rea los cuerpos de estos sujetos y los expone al lector. Mezcla su

miseria con la de ellos y cuestiona los imaginarios de mod ernización y progreso al

revela r la barbarie, la irracionalidad y la desgracia que se encuentra escond ida en

~ 3 Existen nume roso ejemplos. Algun os text os re prese ntativos del inte rés de Mistral por hace r vis ible
a los sujetos margi nados por el sist ema son: "Oración a los obreros", "La instrucción de la mujer",
"Ventajoso canj e", "Conversación con los presos".
71

todos lados. Al exhibir la rnarginalidad y los mecanismos de exclusión, corno el

ind iscriminado uso de términos corno 'locos', 'c riminales', 'ignorantes', Mistra l no

so lo busca la val idación de estos sujetos 'o tros' sino la propia.

La identid ad de gé nero de la autora funciona en la prosa corno una fo rma de

enfrentarse con los discursos hegemónicos y para propone r mi radas alternativas a

ternas centra les. Mistral habla desd e la esfera y una supuesta lógica femen ina para

articular sus propias ideas acerca de la nación, la modernidad y la cultura. "El

patriotismo femenino es más sentimental que intelectual"( Lecturas para mujeres

XVI) declara Mistral para luego proponer una nueva forma de entender el amor a la

patria. Este tipo de referencias en términos de género es mucho más frecuente en su

prosa hasta 1922 que en la posterior. Además el géne ro en ta nto autodefinición

aparece asoc iado cas i siempre a la clase social y por lo tanto en la prosa mistraliana

representa un luga r en la estructura social. Ella reconoce que su voz es la voz de la

minoría: "Esta vez como siempre estoy con los menos" (Lecturas para mujeres XV!)

pero al mismo tiempo es la minoría que al tener voz ya está entre ambas esferas y

por lo tanto neces ita ratificar su origen e identidad y ratificar su compromiso con el

pu eblo, las mujeres y los niños. Su identidad de género y de clase le perm ite

diferenciarse del modelo de intelectua l y escritor de elite y fundar su identidad

como mujer intelectual comprometida, tran snacional, que puede transitar por una

varied ad de espacios socia les, culturales y nacionales gracias a su compete ncia

multi-soci al y multi-culturaJ. 4 4

44 La integración de eleme ntos femeninos y mascul inos e n la personalidad d e un s uj eto o una nació n
figura en la prosa mistra liana como un a ca racterística ideal y pos itiva. Al hablar de Martí dice: "¿de
dó nde sale este ho mbre tan viril y tan tie rn o, por ejemplo cua ndo en nuest ra raza e l vi ril se e ndurece
72

Como ustedes lo han dicho, del pueblo han salido los grandes artistas.
Y es que el hombre rico es, casi siempre, el que -para su dicha en
parte y en parte para su desgracia-, conoce solo el hemisferio soleado
de la vida; sus experiencias son las que él le da; su voz, su visión están
em pequeñecidas por ese reino limitado y gozoso.
El hombre pobre tiene el otro hem isfe rio (cuando prospera en la vida
puede conocer ambos), y este reino terrible como el infierno, es
profundo y maravilloso como el infierno dantesco ... [Recopilación
508)

Mistral, mujer pobre qu e ha prosperado, conoce entonces muchos

hemisferios y utiliza ese conocimiento de forma significativa para validar su voz,

para avanzar su carrera y para ofrecer una solución a muchos de los desafíos qu e

enfrentan las nacion es y el contin ente latinoamericano durante la modernidad.

y tamb ién se brutaliza", "El hombre que segú n varios come ntaristas contiene a la mujer y el niñ o ... "
(La Habana 79). En e l caso de las naciones esgri me un argumen to si mil ar a l hab lar de Chil e e n
"Menos cóndor y más huemul" donde quiere promover el equilibrio de fuerzas viriles -có ndor- y
femeninas - el hue mul-.
73

Capítulo 2

Mistral y el campo político chileno

La relación de Mistral con gobiernos, organizaciones y redes inte lectuales se

revela en su prosa y muestra los alca nces de su proyecto en tanto intelectu al y

escritora más allá de lo literario y estético. Su mirada e influencia están marcadas

entonces por este ideal de intelectual político aunque resguardado de adscripciones

partidistas, que más allá de los límites nacional es busca intervenir en favor de un

progreso y una modernización amplia que mejore las condic iones materiales y

espirituales de los grupos excluidos. El énfasis con que Mistral ins istió en su

independencia política ha ll evado muchas veces a subestimar la fuerza política de su

prosa y más aun su real participación en la historia de la prime ra mitad del siglo XX

en Hispanoamérica. 1 Por otro lado, lo que hasta hace un par de décadas definía lo

político -limitado a lo estata l y lo público- excluía aspectos de los discursos de

Mistral, pero ahora, y a partir de nuevos acercam ientos críticos, como los estudios

de género y las revisiones que el femini smo ha propuesto con respecto al concepto

de lo político -que no se circunscribe a lo estrictamente estatal, sino que la lucha

más amp lia por la redistribuci ón del pod er-, es posible cuestionar la historia de

despolitización del pensamiento mistraliano y la opción por limitarlo a lo social,

maternal u otro.

1 "Es preciso que los que no militamos en ningún partido, salgamos, pues de nuestra soledad para
decir sin miedo la propia convicción ... " (México 312). Por un lado está e l hecho del a-partidismo de
Mistral q ue no es s inó nim o de una indiferencia por la política. Gab ri ela Mora, en uno de los primeros
textos críticos dedicados al pensamiento político de Mistral desafía la idea general de la poeta como
una figura mística al ejada de los as untos públicos, "From a superficial reading of her work, criti cs
m ay argue that Mistral desp ised politicians and politics ... A careful reading of her work shows t hat
she thought of politics as th e on ly way ofl ife for one with her stri ct et hical principies" (Mora 142).
74

Mistral tenía opiniones políticas claras: llevaba la bandera del pacifismo, se

declaró s ie mpre en contra d e los autoritarismos, a favo r de la democracia y predicó

el cristianismo social. 2 Aunque durante su vida definió con distintos nombres su

posición política, s iempre tuvo alguna.3 El desafío es tratar de situarla políticamente,

defini r s u luga r de enunciación con respecto del centro y los márgenes, ya que su

relación con el poder cambia de acuerdo al lugar desde donde se le mi re: defiend e

apas ionadamente la revolución de Sand ino ... desde un escritorio en París; critica

duramente a los parlamentarios y el proyecto de ley de Instr ucción Prima ria

mient ras se desempeña como directora del Liceo de Punta Arenas. Pero a pesar de

las amb ivalencias y contradicciones, rasgos esperables de un sujeto atravesado por

hechos h istór icos mundiales y tensionado por identidades margina les, Mistral, a mi

juicio, desarrolló un d iscurso po lítico e ideo lógico claro. Frente a la idea del

educador argentino Julio Barcos, de imponer una escuela neutra y laica, Mistral

responde que es una idea utóp ica e insensata: "Ud. sacará un ismo y pondrá otro,

porque todo es ismo, m i am igo, y la luz blanca es artificial. Los únicos neutros

verdaderos que yo conozco son los tontos" (Prosa Recopilada 179).

En es te capítulo me propongo demostrar que la centralidad d el discurso

pedagógico latinoamericano desde el siglo XIX hasta bien entrado el XX constituye

2 "Soy cristiana de democracia total. Creo que el cristia nis mo co n profund o sentido social puede

salvar a los pueblos" ( Colomb ia 119). "Mi posición a favor de la paz no dimana de partido político,
pues no pertenezco a ningu no. Mi posició n moral de pacifista es la reacci ón norma l qu e la guerra
levanta en una mujer y pa rti cula rm ente en una ex-maestra .. ." (Ca r ta a l Ministro de Relaciones
Ext e riores de Chile, 195 1 en PC 441 ). Este texto aparece en la antología Escritos políticos co n el título
"M is ideas social es".
3 193 3: "Soy socialista, un socialismo particular, es cierto, que consiste exclusivamente en gana r lo
que se co me y en sentirse prójimo de los explotad os. Pero política no hice nun ca." (Mon eda 57). 1938:
"No soy socialista porque el socialismo sostiene la doctrina ma rxis ta, y yo ten go ideas religiosas.
Tampoco soy co ns ervado ra" (Moneda 58).
75

un marco dentro del cual se pu ed e exp li car la participación políti ca de Mistral y la

transición de la ma estra r ural a la pedagoga transnacional y fi nal me nte a la

intelectual. Me interesa a su vez proponer que su prosa 'pedagógica', que tiene

elementos propios de los discursos educativos especializados pero en un lenguaje

más coloquial, periodístico a veces, poético e n otros, es un medio de intervención

altamen te efectivo en los debates educacionales, políticos y socia les. Con este

propósito a nalizo un conjunto de prosa que tiene como tema central a Chile, en un

ejercicio interpretativo que imagina la nación y su gente desde lugares no

hegemónicos y que aspira a una representación política más amplia, es decir, a una

identidad nacional donde lo femenino, lo rural y lo indígena tengan mayor

visibilidad. Finalmente, identifico el modo en que la prosa de Mistral después de su

salida de Chile intenta por un lad o insertar a Chile en el imagin a rio continental y por

otro redibujarlo e intervenir en el imaginario nacional.

La educación: un asunto político

Tanto las po líticas educativas estata les como las teorías educacionales

gozaban de un estatus intelectual y un ni vel de vis ibilid ad particularmente alto s i se

toma como indicador el luga r que estas ocupan e n revistas y periódicos desde fine s

del siglo XIX y hasta bie n e ntrado el siglo XX, as í como el gran número de libro s

publicados acerca d el tema. Otra med ida de la centralidad de las pol íticas y teorías

educacionales en los debates públicos es la identidad de sus autores, que por lo

ge neral eran intelectuales y figuras públ icas a mpliamente conocidas. En Chile

específicamente, fue e n 1925 cuando finalmente -y después de décadas de debate-


76

se aprueba la Ley de Instrucción Primaria, mismo año en que ade más se crea la

Facultad de Filosofía y Ciencias de la Educación de la Universidad Católica. Dos años

más tarde, en 1927, se crea el Ministerio de Educación Pública, separado del de

Justic ia, para coordinar desde el go bierno central la educación de la nación.

El lugar de la educación se reconfigura no solo en Chile sino en todas las

naciones latinoameri canas y el rol prominente del Estado por sobre la iglesia es

fundamental a este cambio.

During the late nineteeth and early twentieth century - a period often
described in terms of ol igarchic domination- central state power
consolidated in Mexico, Argentina, a nd Peru. State elites saw the school
as the key institution for modernizing a nd nationalizing society. School
programs, curricu la, and teacher tra ining were brought under the
direct control ofthe respective central government, and state
authorities insta lled special textbook a pproval commisions [Bertoni
2001; Contreras 1996: Vaughan 1982]. (vom Hau 131)

La ed uca ción se transforma en un tema político en tanto prioridad de los

poderes estatales, y su direcc ión e impl e mentación es motivo de luchas ideológicas

importantes que excede n a los burócratas y son recogidas por intelectuales y

profesionales de la educación, qu ienes están desarrollando el campo desde el

mundo académ ico al mismo tiempo que ocupan puestos d irectivos en aparatos

esco lares e universitarios.4 Carlos Silva Cruzs, e n el pro emio al libro de Luis

Galdames, Educación Económica e Intelectual (1912) se i'íala:

4
Ramos identifica a estos profes iona les de la educación y su particular ca mp o discursivo a fin es del
siglo XIX: "se trata en parte de la profesionalización de los maest ros, que para muchos mod ern istas
se ría n otra figu ra límite del s ujeto literario. Pero más importante que esa profesionali zación,
proyectada por Luz y Caballero veinte años antes, lo funda mental es la constitución de un campo
discu rs ivo, específicamente pedagógico que posibili ta el hab la de los nu evos 'profesionales'"
(Desencuentros 84) . Cabe notar que los d iscursos de los profesionales de la educación está n en
tens ión con la agend a política y es tos profesionales -cua nd o no está n en cargos políticos- reclaman la
escasa atención que sus ideas e ini ciat ivas reciben po r parte de los gobie rn os. Un ejemplo de esta
desconex ión está e n un a crónica de Repertorio Ame ri ca no que alaba el Primer Congreso de
77

Que la cues tion educativa es hoy e ntre nosotros, un proble ma d e vital


importanci a n aci ona l, mas a un, que es el problema básico y
fund a mental, de cuya solucion depende el porvenir de la República i al
cual están adscritos, como s ubordinados, todos nuestros problemas
políticos, socia les, econ ó micos i finan cie ros, no cabe duda rlo. (cursiva y
ortografía original 2)

Galdames, educador, abogado y político chil eno, bu sca e n este libro crea r conse nso

e ntre dos posiciones opuestas : la tendencia intelectualista y la económica, en otras

palabras la oposición entre una educa ci ón liberal, con é nfas is e n la fil osofía y las

letras, y por otr o lado un a e ducación prácti ca que forme profesionales para la

industria y e l comercio.6 La 'cuestión educa t iva' se percibe como un 'p roble ma

bás ico' y como s e í1ala Ga ld a mes, e n sinto nía co n Mis tra l, la educación del pueb lo es

un paso para la cons olid ación d e mocrática, el progres o económico y-

parti cul a rm e nte pa ra Mi st ra l- para la e levació n moral y reivindicación s ocial d e las

cl ases y g rupos oprimi do s y no r e prese ntados . El d iscurso de la crisis, e n focado e n la

edu ca ció n, es una herra mienta p olíti ca qu e se usa pa r a atacar gob ie rno s d e t urno y

ta mbi é n, e n e l contexto de la cri sis políti ca que vive Chil e dura nte el period o de la

Ed ucación Prima ri a celebrad o en Santiago de Ch ile en 1919: "Los ele mentos d ir igentes de nuestra
política y nu estra socia bilidad -salvo hon rosas excepcio nes- han ignorado casi po r com pleto este
he r moso movi miento que en otros pa íses habría preocupado y sacudido a la opinión tan to como aquí
la preocu pan los más me nudos incidentes de la política de e ntre bast ido res" (Repertorio Americano
19 19).
5 Ca rl os Silva Cruz: profesor de literatu ra en el Instituto Nacio na l de Chile . Viaja a los Estados Uni dos

(190 1) pa ra elaborar un reporte ace rca de la ed ucació n púb lica de ese país. A su regreso es
nombrado s ub-secre tario d el Ministerio de Inst rucci ón Pública. En 19 11 es no mbrado Director de la
Biblioteca Nacio na l de Chi le. Pu blicó ensayos sobre ed ucación y a rte e nt re otros temas.
6 Est e li bro es una resp uesta a l debat e público e nt re dos posiciones co ntra ri as que ha bían ge ne rado

polémica en t re in telectuales y políticos: Nuestra inferioridad eco nómica de Fra ncisco Anton io En cina
y las confe re ncias dadas por Enriq ue Me lina e n la Univers idad de l Estado (1912).
78

República Parlamentaria, para criticar a la elite conservadora qu e es acusada de

negligente ante la s ituaci ón del puebloJ

En 1917, Darío Salas motiva debates políti cos con la publicación de El

problema nacional, y como él otros maestros e intelectu a les clama n por una mejor

educación pública desde los periódicos y a t ravés de sus libros polémi cos.S La

e ducación es un campo de batalla donde se debate n mod e los económicos, raciales y

sociales, mientras a nivel transnacionall a educación es un punto de competencia y

estánda r de desarrollo. 9 Se reconoce su im portancia para el progreso de la nación y

pa rticu la rmente para el modelo social, político y económ ico futuro y por tanto, e l

debate está atravesado por ans iedades que va n desde los roles d e género hasta las

luchas de clases sociales. Estos debates, s in e mbargo, no incluyen y se ll evan a cabo

lejos del mag isterio, particula rm en te de las maestras r urales quienes, como señalé

e n e l capítulo 1 a partir de las id eas de Sarlo, eran vistas como soldados del Estado,

7 En e l contexto de la revis ión crítica de la nación y su situación que se lleva a ca bo du ra nte e l


ce ntenario en Chil e, las cr íticas ante e l precario estado d e la educación fu e ron centrales. Las
exp licaciones difieren, sie ndo una de ell as la negl ige ncia d e la clase d irigente. Al res pecto Aleja ndro
Venegas d ice e n 1910: "El atraso ve rgo nzoso de la instrucci ón de nuestr o pueblo, tien e su causa e n el
espír itu co nservador clerical y las t ende ncias profundamen te oligárqu icas que han predominado
hasta el prese nte ... Por otra parte, los magnates de todos los partidos políticos y los aspirantes a
tales no pu ed en mirar s in ojeriza esa m aldita instrucción q ue, redimi endo siervos, los va dejando
poco a poco sin inquilinos" (citado por Reyes del Vi llar 176). Con respecto a la posición de la eli te
frente a la instru cción ob ligato r ia ver La educación primaria popular en el siglo XIX en Chile: una
práctica de política estatal de María Loreto Egaña Baraona. Santiago: LOM, 20 00.
s "Tan pote nte d en uncia sob re la m ed iocridad de la educació n ch ilena ll evó a l Gob ierno, al Congreso
Naciona l e in cl uso a El Mercurio, a preocuparse del t ema de la obliga toriedad. Es así como se dicta la
Ley W 3654 de 1920, que hace obligatoria la educació n prima r ia, la que sería de se is años para el
sector urbano y de cuatr o, para el rural. La obligatoriedad queda abso luta mente re machada cuando
la Co nstitució n de 1925 se ñala q ue, además, de asegurar la libertad de enseña nza a todos los
hab ita ntes de la República, la ed ucació n pública es atenció n preferente del Estad o y que la edu cación
prima ri a es obligato r ia" (Soto 25).
9 Un eje mplo d e esto so n los re portes y frec ue ntes comparacio nes en materias de educación pú bli ca,
libros, ma pas y otros asuntos ed ucativos en los Boletines d e la Unió n Pa na m ericana. Ver por e jem pl o
Boletín Vo l. LVI de enero-jun io 1922.
79

las últimas en la jerárquica maquinaría educacional, sin participación en los de bates

que aquí se mencionan.1o

La centrali dad de la educación tanto a nivel de discurso teórico co mo en

términos de políticas públicas y leyes, junto con e l lugar silenciado y

desempoderado de la maestra rural, constituyen un marco esenc ia l para lré:IZé:lr lé:l

emergencia del discurso político de Mistra l hasta 1924. ¿Qué permite a Mistral

desde su lugar de maestra rural sin título intervenir en los debates

educacionales/políticos? Pienso que es posible reconocer una serie de estrategias

entre las que se destaca una retórica nacionalista (hasta 1920), empapada de una

ideología liberal y popular que funda s u autoridad e n la experiencia de la maestra.

Esta auto ridad se fortalece con e l creciente prestigio de la intelectual y, más

ade lante, con su visibil idad literaria y reconocimiento internacional (a partir de la

invitación de Vasconcelos a México) .

Sus primeros textos en prosa, como los breves ensayos a favor de la

instrucción de la mujer, de la Ley de Ins trucción Prim a ria Obligatoria y una

educación patriótica surgen des de el espacio relativamente autorizado de la

educación y entran progresiva mente en el terreno de lo político. Estos discursos,

que van hilando lo p olítico, lo social, lo identitario, lo nacional siempre desde e l

espacio ún ico e inclasificable que Mistral construye a partir de s u identidad de

maestra / poeta e intelectual están a su vez en relación con su ascenso en la jerarquía

JO Ya más entrado el siglo XX hubiero n mujeres en puestos importantes en el Ministeri o de Educación


y también como formadoras de maestras como fue el caso de Amanda La barca. Estas mujeres fuero n
más bien una excepción y no su rgiero n de los rangos de las maestras de provi ncia sino qu e tuvieron
acceso a un a educació n privil egiada y a una posición social que las ayudó e n la difícil tarea de
a lca nzar un lugar de respeto e influencia en el campo de la educación públi ca.
80

de la edu cación pública (ayudante, maestra, inspectora, directora de Liceo, asesora

de Vasconcelos). En último término me interesa argumentar que más allá de la

funció n de cada una de las ident idades y géne ros literarios de Mistral, es la prosa

ensayística, en cuanto medio de intervenció n en los debates ed ucacio nales

/po líticos/ sociales, el vehícul o que permite la transición desde el lugar de maestra/

poeta rural hasta el de pedagoga e intelectua l transnacional. En ese sen tido sus

crónicas periodísticas y breves ensayos se in serta n en una línea qu e une literatura y

política y que según julio Ramos se perfila hacia fin es del siglo XIX: "En el ensay ismo

- "N uestra América" y algunas crónicas anteriores de Martí son los primeros

ejemp los- la literatura co mienza a autorizarse como un modo alte rn ativo y

privilegiado para hablar sobre la políti ca" (Desencuentros 31). Si Martí, qui en según

Ramos hab la y se autoriza desde una esfera estética para elaborar un discu rso

político, se siente autorizado y privilegiado para determinar los componentes de la

identidad lati noamericana, en un discurso qu e se opo ne "a los saberes 'técnicos' y a

los lenguajes 'importados' de la política oficial" (Desencuentros 31), Mistra l, décadas

más tarde, se sitúa en un Jugar híbrido que reni ega de una autoridad puramente

estética, aunque apele a ell a, y que recoge eleme ntos de sa beres técnicos, pop ulares,

ex peri enciales y de la alta cultura en un discurso ético-intelectual que se opone y

busca desarticul ar los discursos de las el ites, ya sea n políticos, literari os u otros.

Esta participac ión no es co herente con el lugar desempoderado y el bajo

estatus intelectual de la gran mayoría de las maestras rurales a co mi enzos del siglo

XX, pero puede explicarse al menos en parte obse rva ndo la progresiva participación

de Mistral en la prensa, primero en medios loca les y marginales y más tarde en


81

medios d e mayor circulación y relieve. Mistral comie nza e n 1904 publicando

poemas, prosas poéticas y cuentos y ya en 1906 aparecen textos d e tipo e nsayísticos

que trata n temas extra-literarios como e n "La in s trucción de la muj e r" y "La

Pa tria". 11 Ya en 1908 s u voz de ensayista comienza a conso lidarse e n textos como "El

crítico d e Ba r ros Arana" y "Colaboración sobre la instrucción primCJriCJ obligatoria".

Sus viajes dentro de Chile, producto de sus distintos nombramientos en escuelas del

país le permiten publica r y darse a conocer en ciudades como Antofagasta, Los

Andes, Tem uco y Punta Arenas. El desarrol lo de su prosa va acompañada de una

creciente fama literaria, pero su discurso social y político, sus observaciones acerca

de la identidad nacion a l y continenta l, no parecen fund a rse principalmente en una

au toridad esté tica, y s u r ecep ción y difusió n se vincula n al r ol de educadora a ntes

que al de es critora. 12 El discurso pedagógico mistraliano se diferencia del discurso

pedagógico que otros profesionales de la educación desarrollan en ensayos y libr os.

Mis tral por medio de d istintos gé neros y a través de periódicos y rev is tas, apela a

un a diversidad de públicos lo que amplía s u capital político, e ntendido como s u

positivo reconocimiento por parte de m aestros, estudiantes e intelectua les,

particularmente, e n su ca lida d de educadora y refo rma dora.13 Un ejemp lo de la

11 En 190 4 publica un total de s eis textos en El Coquimbo : " El pe rdón de una víctima", "La muerte de l
poeta", "Las lágrimas de la hué rfana ", "En la siesta de Graci ela", "En el campo santo", "Am or
impos ible". Al año s iguiente publicará treinta y un textos (s in co nta r repeticiones) en El Coquimbo, El
Tamaya y La voz del Elqui, todos pe riódicos de la región de Coquimb o. En 19 21 co mienza a escribir
para e l dia r io El Mercurio en Santi ago en el q ue pu blica rá más de trescientos text os.
12 La creciente autoridad de Mis tral co mo pedagoga, y s u potencial pa ra influir e n un a co mun idad

más allá de los límites de la escuela qu eda n estab lecid os en 19 19 cuando Mis tra l es nombrada
directora del Li ceo de Punta Arenas co n el o bjet ivo, d e acue rd o a ella, de chilen iza r Maga ll anes, en
ese e nto nces ha bitado po r grand es comunid ades de inmigrantes.
13 Esta t es is desarroll a a partir de va rios á ngul os la idea d e Licia Fiol-Matta que Mis tral : "took th e

school-teacher persona to heights it ha d not kn own befo re, and in this w ay s he elevated th e
meta phors o fe du cati on and schooli ng t oa d egree rese mb lin g those ofher ninete enth-ce ntu ry
prede cessors who championed republ ican mother hood" (Fio i-Matta 217).
82

efectividad de esta diferencia mistraliana es el éxito continental de su prosa

"Oración a la maestra" (1919) y su poema "La maestra rural" (Desolación 1922),

textos que seguramente tuvieron mayor circulación y llegada a los maestros qu e las

teorías ped agógicas y que explican la fama de Mistral antes de su llegada a México. 14

Para llevar a ca bo las refo rmas 4ue la educación popular post-revolucionaria exigía

e n México e ra necesario, como bien lo sabía Vasco ncelos, difundir a través de

canales populares conceptos centrales como e l de la maestra rural que Mistral crea

con éxito en s us textos y que en 1924 Diego Rivera pinta en un mural en la

Secreta ría de Educación Públi ca de México. 15

Mistral postula el potencial revolucionario de la educación ya an tes de su

viaje a Méx ico: "Tal como la id ea cristiana modificó e n s u época toda una

civil izació n, consiguiendo impo sibles, así hoy día e l maestro, nuevo sace rdote d e l

porvenir, puede transforma r al mundo predicando doctrin as de humanidad y de

progreso" (Texto fechado alred edor de 1916-1917 Prosa escogida 250). 16 Mistral no

solo a rticula, sobre todo antes de 1924, su discurso político y social desde la escuela

sino que cree que ésta debe

14 Luis de Arrigo itía (12) afirma qu e amb os textos habían tenido amplia difusió n en México antes de

la lle gada de Mistral pe ro no cita las publ icacio nes es pecíficas. Un test im oni o personal de l impacto d e
la "Ora ción de la maestra" está en un breve texto d e Rosario !barra, dirigenta del pa rtido de los
Trabajadores en México y senadora, q ui en recuerda: "Des pués, mi madre, maestra de preceptos
un ive rsales que no olvido. Ella con s u mode sti a a cuestas, repetía con Gabriela Mis tral, sintié ndose
tra ns misora de s us enseñanzas: 'Señ or Tú que e nseñaste pe rd o na que yo enseñe ...', y s o lír~ lee r pr~rr~
mí la Oración de la maestra de la ge nia l chile na".
15 La o bra ll eva por título "La maestra rural". Para un aná lis is de es ta obra y s u re lación con Mis tra l

ve r David Craven y Raquel Ti bol.


16 La idea de la educación como una he rra mi enta de transformació n social es ce ntral en los discursos

de intelectuales y educadores en este momento. El di scurso de Anatole Fra nce e n el Congreso de


Federació n Nacional de Maes tros El e mentales de Fra ncia 19 19, al q ue Mistra l proba ble me nte tu vo
acceso a tra vés de la revista Repertorio America no expresa este ideal en el contexto de la pos-guerra :
"El ma es tro debe hacer que el niño a me la paz ... Fo rmad trabajad o res inteligentes, ins truid os e n las
a rtes qu e ellos practican y co nscientes de cua nto ellos deben a la co munidad na cion al y a la
co munidad humana" (Repertorio American o 19 19).
83

inculcar la obligación de tomar parte sana en la política; debe


condenar a los egoístas qu e no se interesan por el mejoramie nto de
nuestras instituciones; debe inculcar, como la más noble expresión de
todo buen chileno la sagrada obligación de pasar por la escuela, los
com icios y los cuarteles, y debe dar no ciones claras y concretas so bre
la Constitución y las principales leyes del país (Recopilación 423).

Ciudadan ía y educac ión van de la mano y la educación cívica es una

responsabilidad central d e la escuela y por ende de la maestra, que a dife r e nci a d e

los 'egoístas' (l as elites, los políticos) estaría in teresada en el mejora mi e nto d e las

instituciones y en último término de la nación. El campo educat ivo se presenta como

fundamenta l para una democracia mod erna y el maestro es para Mistral un

'con structor del país' que no solo tiene derecho a voz s in o que está lla mado a

despertar la voz de muchos otros P

Los congresos ped agógicos asum e n esta misión amp lia y buscan legitimar

sus ideas e n torno a temas relacionados d irecta e indirectam e nte co n la escuela,

ta les como: salud pública, leyes en to rno a la natalidad y el rol d el Estado en una

va riedad de se rvicios pú blico s. En tensión co n los gobiernos (cfr. nota 2), las

agrupaciones y los congreso s pedagógicos a nalizan y sugiere n políticas públicas. La

te ns ión que atraviesa los textos d e este tipo revelan la impotencia qu e los maestros

y profesionales de la educación tie nen ante el esca so pod er real para llevar a cabo

sus iniciativas y la polarización entre el ca mpo d e la educación y el d e la política. En

19 19 se celebra el Segundo Congreso del Niño en Montevid eo y s us conclusiones

17 "Maes tros chilenos hay q ue cua nd o se haga la historia, racionalm e nte, no so lo co mo una co lecció n

de ge ne rales y po líticos, queda rá n, al nivel de los presidentes gra nd es de Chil e, de Mo ntt y de


Balm aceda , co mo cons tructores del país. So n mu chos pe ro yo q uie ro nom bra r a algun os: el docto r
Fe rná nd ez Peña, nu estro Do n Qu ij ote de tod os los ideales, Don Maxim ilia no Salas Ma rcha nt ... "
(Recopi lación 441).
84

generales son publicadas ese mismo año en la revista Repertorio Americano. Este

docu mento, solo en la sección d e 'Higiene y Asistencia' que consta de 34

conclusiones , exhorta d irectamente a los gobiernos a tomar med idas con respecto a

la tubercu los is, hacer obligatoria la enseñanza sanitaria, la creación de una

institu ción que tome acción en con tra de la morta lidad infanti l, mejo rar el cuidado

prenatal, fomen tar la lactanc ia materna, dictar una ley que provea parteras

subvencionadas a las zonas rurales e ntre otras.

El 2° Co ng reso Americano del Niño exhorta vivamente a todos los


gobiernos americanos a legis lar y reglamenta r las cuestiones p rimeras
de la vida ... Que se insinúe a los poderes públicos la conveniencia de
dicta r una ley ... El 2° Congreso Americano del Niño envía su ap lauso al
gobierno de Chi le por el inte rés que ha demostrado en el mejoram iento
de la vivienda o brera. ("Segundo Congreso" 106)

Este d ocu mento deja en evidencia la distancia e ntre el'letrado' y la ley. Los

a ho ra portadores y diseminadores del conocimiento, los que creen saber el modo de

ordenar las naciones modernas ya no son al mismo t iempo los leg isladores (con

pocas excepciones como Pedro Aguirre Cerda en Chile). Este texto como ciertos

ensayos de Mistral no solo revelan la reco nfiguración d el campo político con

relación al intelectual, si no que también hablan del modo en que desde el espacio

público, desde la prensa, los nuevos intel ectuales -e n este caso educadores- aspiran

a comunicarse con los poderes públicos, buscan instalar ideas que al vo lverse

populares puedan gestar cambios.1 8 Si bien Ramos, Rama y otros han propues to

teorías fundamentales con respecto a la autonomización d el campo lite rario hacia

Js Las co nclusio nes aparece n pub licadas en Repertorio American o aco mpañadas de una carta del
Co nsejo de Profesores d e la Escu ela Normal d e Costa Rica a Joaquín Ga rcía Monge, secreta rio de
Estado en el Despacho de Instrucció n Públi ca, so licitá nd ole la publicac ió n del texto : "como una
manera d e d esa rrolla r en Costa Rica las formas de ace rcamie nto a los más altos grados de cultura de
los pa íses am e ricanos; pide al señor Secretari o la publicación y a mplia difus ión del folle to qu e
co ntiene las conclusiones del Segundo Congreso Ameri can o de l Niñ o .. ." ("Se gund o Congreso"106).
85

fines del siglo XIX y el cambio en la relación entre el letrado decimonónico y el

escritor o intelectual moderno, la particular situación del campo ed ucativo necesita

a mi juicio mayor análisis. Este último es un campo que también se pro fes ionaliza y

busca cierta inde pendencia así como alian zas trans nacionales, pero por naturaleza

está imposibil itado de separarse completamente del Estado ya qu e depende de él.

No es un tema que pueda abordar de forma pormenorizada en esta investigación

pero es fundamental para analizar la prosa mistraliana que habla, en parte

importante de sus ensayos, desde el campo de la ed ucación participando de es ta

trad ici ón de un discurso qu e a través de temas educacionales interviene en una

multiplicidad de asuntos sociales de connotación política, en tanto exigen acción por

parte del Estado (financiamiento, leyes etc.).19

Un texto que me parece clave para ana liza r el modo en que Mistral desde la

educación y s u identidad de maestra interviene en temas políti cos y sociales más

am pl ios y menos autori zados para la mujer es "Sobre el centena rio: ideas de una

maestra" publica do por primera vez el El Coquimbo el 21 de agosto de 1909.

Mientras trabaja como maes tra en la escuela rural en Los Cerrillos, un año antes de

tomar los exá menes que le da ría n oficia lmente el título de maestra primaria, Mistral

lo escribe como respu esta a una circular de la Inspección Genera l de Instrucción

Primaria. El título del texto traza un puente simbó lico entre los debates en torn o al

Centenario que son de ca rácter urbano, masculino e intelectual y las ideas de una

maestra rural que "tiene el placer de emiti r enseguida, co n el entus ias mo e interés

19 Resultaría inte resante a bordar en t é rminos ge ne rales la relació n entre los intelectuales, la

ed uca ció n y el Es tado en el marco d e la edu cación como un es pacio de acción directa y de discurso
es pecia lizado en un espacio liminal entre la política y la cultura .
86

que comunica el patriotismo sus modestas opiniones, sobre el mejor modo de

celebrar el próximo Centenario" (PC 311). En este breve texto, que por medio de un

lenguaje simple y directo manifiesta la urgencia de la ley de instrucción primaria,

Mistral muestra que tiene las prioridades claras, que habla desde el sentido común y

sin intereses personales.

Con la realización de este proyecto soñamos todos los que sen timos
las necesidades profundas del pueblo, no bastando a conformarnos
con su postergación las razones dadas sobre ella, razones de
economía principalmente ... Sería inútil una disertación so bre la
importancia suma que encarna este asunto, sobre las causas que
claman porque se verifique. Toda persona de cerebro y corazón
reconoce sus ventajas; estamos acorde en la declaración de esta
necesidad. (PC 311)

Desde un sujeto plu ral, un grupo que no es el pueb lo pero que habla desde el pueblo

y que vela por sus intereses y los de la nación, la escritora reconoce que esta ley es

un asunto político y económico más que nada y por lo tanto su estrategia es política.

Iguala el sacrificio económico que pide la ley al sacrificio exigido por la

independencia y qu e ahora es motivo de celebración por el Centenario. Argumenta a

partir de la lógica del progreso, la competitividad nacional en un mercado

internacional, al mismo tiempo que se muestra por momentos 'comprensiva' del

"empeño de los buenos Gobiernos" (PC 312), a la vez que cuestiona sus ve rdad ero s

intereses y propone una reinterpretación del atraso de la ley que los políticos ven

como un beneficio postergable y que ella denuncia como "el sostenimiento de un

mal lamentable" (PC 311). Palabras que son también un temprano ejemplo de la

retórica diplomática que caracteriza rá su prosa, donde buscará el consenso por

medio de reconocer esfuerzos y desde ahí pedir avances.


87

Volverá al tema de la instrucción primaria obl igatoria en 1919 cuando la ley

ha sido ya despachada por el senado. Evidentemente mol esta por los bajos sue ldos

que la ley establ ece para los maestros primarios, Mistral. nuevamente usando un

sujeto plural. sie nte la urgenc ia de dar a conocer su opinión: "Por la tardanza con

que nos llegan los detall es, tenemos que estampar en este sitio, y con suma

brevedad, un comentario que debe ser largo" (Recopilación 437) . Interpela al senado

por fijar sueldos que califica de 'ridículo s' y enfre nta a los políticos con la clase

trabajadora y los maestros. 20 En el contexto de su primer cargo como directora de

li ceo y en un momento en que está abocada a discutir y confrontar la actitud del

gobie rno y la sociedad en general hacia la educación pública, este texto resulta

centra l para entend er la frustración de Mistra l frente al nulo poder político que el

campo profesional de la educación t iene frente a sus pro pio s as untos y, más

general mente, respecto a temas sociales y políticos de su interés.

La li teratura pedagógica del último tiempo en Chile ha sido rica y


brillante; libros revistas, periódicos, ha n esbozado y hast a
profundizado, reformas absolutas, to das las cuales exigen, como
prime r paso, el mejoramiento económico del profesor primario. No es
pos ible pedir que renueve constantemente su cultura, co n asiste nci a a
congresos de enseñanza y con lecturas, a un hombre que ga na lo qu e el
gañán e n la zona central... Tod a esta literatura, como se ve, no ha
obten ido nada, y no co nducirá a nada, puesto que el punto inicial es el
que anotam os. (Recopila ción 438)

Mistral que en otros momentos reco no ce la distancia que ella mantiene co n g rup os

orga nizados de maestros 21 , (aunque en ocasion es los apoye y colabore con ellos)

20 "Es ridículo, y ojalá no fuera sino eso; pero es tam bié n desmo ra lizado r, es una injuria hecha a más

de mil maestros que ha n de llevar, con el decoro que la profesión exige, una miseria silenciosa en las
a ldeas ... Pesa sob re la 1nstrucción Primaria en Ch ile un claro, un ev idente despre cio de la clase alta y
hasta de la clase med ia" (Recopilación 4 38).
2 1 "Yo desdeño esas sesiones académicas de maestros en q ue se lee n actas, se vota sin interés, se lee

con tiesura y se pelean los cargos de directorio ... Vea Ud. lo que so n la mayoría de las sociedades
88

explica su propia estrategia: desafiar públicamente la lógica de las decis iones

políticas de la elite y proponer otras escalas de valor para reorden ar las prioridades

de la agenda política en favo r de la clase baja. Otro eleme nto central de su estrategia

es, como describo en el primer capítu lo, el uso de la prensa como una platafo rma de

en unciación que para Mistral tendría más poder que los ignorados discursos

pedagógicos.22 Prosas ensayísticas como ésta parten del lugar estableci do de la

maes tra quien al escribir ace rca de políticas educativas y vincularlas a los proyectos

nacionales, en un espacio público no especializado, toma parte de un debate

político-intelectual central en Chil e.

Mi stral reconoce el potencial de refl ex ión y acción política que se halla en el

campo ed ucativo y cómo el educador ve lo que los políticos no ven y se lanza a la

acción. Esta función política qu e emerge privilegiadamente en el educa dor está

prese nte en un texto que en 1927 Mistral le dedica al escritor e intelectual arge ntino

Man uel Ugarte:

El profesor hizo lo suyo. Ugarte [M anu el], homb re dinámico, tall ado
física y mentalmente para la acción directa, con mucho más contacto
cal iente con la vid a de esos pu eblos qu e el otro, construyó sobre la
meditación académica el andamiaje de una doctrina política,
buscó documentación pod erosa y se puso a recorrer países y país es.
Hacía conferencias, dejando s u obra de cuentista al margen de ell as,

pedagógicas: ¡qué heladas, qu é impotentes y q ué in útiles!" (Magister io 182). El rechazo que ella si ntió
por un sector d el magisteri o ante su ause ncia de título profesional (ver "La intrusa" e n Recopilación
370) es un a ntecedente importante al considerar su relación con las organizaciones profesiona les así
como también su imp resión negat iva de los maestros que se allega n a estas institucio nes: "1ntrusos
los que descansan desde que salen de su Instituto paternal y amparado r, de toda investigac ión y se
sientan e n la cima de una cultura mediocre a re posar satisfechos" (Recopilación 3 70).
22 "De ahí que debamos procurar, desde la prensa el enalteci mie nto de este valor social tan

deprimido que es el maestro pri mario, hasta co r regir un error fatal para una colectividad"
(Recopilación 437).
89

cosa muy digna d e anotarse e n hombre que pertenece a la terrible


casta literaria. (énfasis mío Gabriela y México 237)

La polít ica y la edu cación son esfe ras que se conectan mucho más que la

literatura y la po lítica. El conocimiento y contacto con el pu eblo es lo que lleva a la

acción. Cab e notar que el rech azo mistra liano a la 'te rrible casta literaria' tiene su

momento más alto durante su primera estadía e n México, influid o probablemente

por el discurso de Vasconcelos contra las el ites literarias (ve r capítulo 1). Manuel

Ugarte, que no fue maestro como Mistral es d efinido como tal por el la en base a una

idea más a mp lia del concep to maestro y de la ed ucación co mo campo. Uga rte

escribió acerca de la educación la tinoam ericana, la criticó duram e nte y tambié n

planteó su visión qu e coincid e e n muchos aspectos con la visión y la práctica

mistralia na .

Por ed ucación d e be mos e nte nder t odo lo que concurre a s uscitar


hombres cada día más úti les, s uperio res y perfectos. De suerte qu e
aba rca d esde la alime n tac ión y la higien e que son base y resorte de la
cons er vació n de la vida y del franco desarrollo de la perso nalidad,
hasta las induccio nes filosóficas más difícil es. (en "Ca rta a Edu a rdo
Barrios" 113)

En ese sen tido y como sugerí a nter iorme nte creo que la prosa política mistraliana se

a utoriza más d esde el camp o de la educación que desd e una esfera estética.

Al igua l como Jea n Fra nco e n Plotting Women, tom a el camino la rgo de la

vis ió n histórica pa ra así poder traza r mom e ntos es pecíficos e n los que cie rtos

s uj eto s dis identes aparecen en el texto social y e m e rge la lucha por el pod e r

interp retativo 23 , creo que la aparición del discu rso político y el id e ntita rio (qué es

23"This is one reason I take the lon g histo rical view which makes it possible to understand t he
diffe rent discurs ive pos it ion ings ofWo man with in a Mexican society whose hi story has been marked
90

Chile y América) de Mistral también se expl ica e n un contexto particular, el qu e

inte nto recu perar aquí, y a pa rt ir d e u n sujeto excepc io nal cuyo d iscurso y acción

est án posibilitados por in cipientes es pacios mode rnos (prensa, educación estatal,

inte rnacionalizació n, reorganización d el campo litera rio).

Literatura, pedagogía y política

Dura nte el s iglo XIX, y en el ma rco de u n discurso ped agógico positivista, el

escritor no te nía cabida en el campo d iscursivo específicamente pedagógico (Ramos

Desencuentros 8 4) 24, si n embargo, al entrar el siglo XX la re públ ica de las letras se

sepa ra de lo político estatal y el escritor ya no es más el letrad o enca rgad o de

redactar los códigos legales 25 , pasando a ocupar otros espacios discursivos. La

separació n de éste con la administración es tatal perm ite a su vez entender la

relació n que a partir de l s iglo XX se establece entre pedagogía y política . El a nálisis

d e Ramos se enfoca en la oposición entre la literatu ra, la modernización y el sujeto

litera rio que se a uto riza desde una esfera específicamente estética como s u campo

discursivo (Rodó). En Mistral la independencia d e lo pol ít ico estatal se mantiene

pero ta mbién está en tensión con una esfera exclusivamente estética, lo q ue le exige

una reconfiguración de todos estos campos. La pedagogía, después del dominio

by disco ntinuity a nd violen ce. The idea is 11ot to focus sole ly 011 the state discourse 011 wome n nor to
claim a n alternative t radition of feminin e writing but rather to trace those mo ments w hen d isside nt
subjects ap pea r in the social text a11d wh e n stru ggle for interpretative power e rupts" (Franco xii).
24 "Este discurso pedagógico do minado por u na id eología positi vista (cas i sie mpre más pragmática
que su insta ncia en Hostos), le negaría a l e mergente s uj eto literari o una pos ición e n el aparato
escolar, obstaculizando el desarrollo de la literatura como disci plina acad émica hasta la prim era
década d el 900" [Desencuentros 8 4).
zs " ... esa fractu ra entre las letras y la ley, posibilita la e mergencia d e la facultad en 1896, a la vez q ue
r egistraba una reorganización de la vida pública y de lo político como esfe ra sepa rada de la literatura.
A partir de ese d espre ndimi e nto, la lite ratura eme rge co mo d isci pl ina acad émi ca" (Desencuen tros
89).
91

positivista y utilitarista que la caracteriza durante el siglo XIX, y en el contexto de las

reformas y debates de principios de siglo XX, es un espacio heterogéneo que

convoca a intelectuales, políticos y burócratas y que Mistral aprovecha para

construir estratégicamente su identidad y organizar sus discursos.

Sin embargo, la rel ación de Mistra l con el Estado es problemática y marca su

trayectoria personal y escrituraría. La separación entre las letras y lo político estatal

que trae la modernidad no marca un final sino una nueva era en que la política

comienza a hacer uso estratégico de las letras y, los intelectuales, desde sus nuevos

lugares (híbridos, no absolutamente independientes de lo político estatal) pueden

criticar e intervenir en política.

El mismo desarrollo ha sido entendido, por autores como Ramos,


como un proceso de profesionalización en el cual, a través del
periódico y otras formas de mercantilizar su producción, los
escritores aparecen como un grupo autónomo, claramente
diferenciado de los in telectua les-funcionarios del tipo Domingo
Faustino Sarmiento, Andrés Bello o incluso Daría. Pero la
profesionalización no aleja al escritor de la esfera del estado, sino que
por el contrario, la misma transformación del estado en estado éti co
hace que esa colocación externa sea aún más beneficiosa para el
estado toda vez qu e su legitimación proviene ahora de un sector
instituciona lmente externo a él y a través de un medio, el arte, la
literatura, vivido como apolítico y desinteresado. (Legrás 46)

Sin duda Mistral cultivó la imagen apolítica en el sentido de no-p artidista y enfatizó

el carácter des interesado y la altura ética de su discurso. Sin embargo, como seña la

Legrás, el Estado busca la legitimación desde este sector ahora externo, una

dinámica de la que Mistral participó en su calidad de maestra de estado y más tarde

con su asociación a diferentes proyectos -n acionales e internacionales- educativos,

políticos, diplomáticos y de co laboración transnacional. En su prosa, existe una


92

negociación constante entre la crítica a lo político-estatal y un discurso que por

momentos se articula desde Jo político estatal. 26

A diferencia de otros intelectua les y educadores de su época (Vasconcelos,

Aguirre Cerda, García Monge y otros que postularon y a veces consiguieron cargos

políticos) Mistral argumentó a favor de la separación del poder político y las letras:

"la co njunción de espada y letras o de 'ma ndo y letras', que es artificial y arti ficio sa a

pesar del decir cervantesco" (Colombia 1/ 471) al mismo tiempo que dejó testimonio,

principalmente en sus cartas, del conflicto que su dependencia económica del

Estado de Chile le significaba. 27 La libertad de pensamie nto y la independencia

aparecen como valores fundamentales en la prosa mistraliana, valores que se

proclaman públicamente en momentos claves de su relación con el Estado de Chile.

En Punta Arenas, donde entre 1918 y 1920 desarrolló la misión de chi lenizar

Magallanes por encargo directo del entonces Ministro y futuro presidente Pedro

Agu irre Cerda, Mistral, en su discurso a los presos declara: "Libertad es no servir a

los errores u horrores de la colectividad dentro de la cual vivimos; la libertad que

conocieron los santos, es emanciparse lo mismo de un cargo público que de la garra

de la avaricia o de la soga del amo r" (Recopilación 372). La proclamación de esa

26 La vida de empleada púb li ca y dipl omática de Mistral estuvo marcada por conflictos en tre s u
discurso público y las exigencias de s u pos ición. En 1935 se fi ltra a la prensa un a op inió n crítica de
España que Mistral le expresa en un a carta privada a Armando Donoso lo que provocó un impasse
diplomático que la obligó a tras lada rse a Lisboa. Si bien Mistral defi ende públicamente s u
ind epe ndencia política y sufre las consecuencias como la suspensión de s u pe nsió n de gracia por el
presidente Carlos lbañez de Campo, las represalias de estos actos provocan un grado de auto-
ce ns ura, co mo se evidencia en el "Cuaderno de Petropolis" donde Mistral hace una fuerte crítica a la
fuerzas ibañistas, que según ella, amenazan la democracia y libertad, aunque termina diciendo: "Yo
soy una s ubalterna que debe tener, Santo Dios, la boca callada" ( Bendita 1 57).
2 7 "Sin una relativa independencia eco nó mica, no es posible decir la verdad en ninguna t ierra, y s in la

ve rd ad no se si rve a Dios ni a las criaturas" (PC 374) .


93

libertad, el gesto de 'probar' una ind ependencia de pensam iento (apartidismo) es

central al proyecto intelectual de Mistra l.

Mistral como cualquier otra mujer en esta época estaba imposibilitada de

acceder a un poder políti co tradicional, aunque como veré más adela nte, estuvo

indirectame nte ligada a él a través de su influ encia en algunos líd eres políti cos y por

medio de su apoyo público a leyes y reformas en distintas etapas de su vida. Más

interesante resulta que en la etapa chilena la maestra haga frente a la barrera que la

separa de la política tradic ional, crea ndo espacios alternativos para la propagación y

la puesta en práctica de sus id eales. Mistra l hace crecer su esfe ra propia, la de la

escuela, hacia una funci ón política mayor. Su estadía en Punta Are nas en calidad de

directora del Liceo de niñas es un ejemplo de esta estrategia y es ahí, en 1919, donde

consolida esta visión:

Si la escuela tiene por objeto hace r ciudada nos, no sé porq ue ha de


limitarse a formarlos en las almas infantiles, y no ha de emprend er esa
otra gran tarea, más rud a tal vez, pero no menos hum anitaria, de
ed ucar igualme nte a los grand es. 'El rol de la escuela -d ice M Rob in -
deb e ensancharse. No debe se r solame nte lugar de estudio para los
pequeños sino más bien el centro intelectua l, moral, artístico de una
aglomeración; el lugar de reunión querido de todos, que reemplace a la
taberna y a todas las malas institu cion es morales .. .' (énfasis de la
autora Recopilación 424)

La escuela aparece aquí como la cuna de l progreso de una nación, el ce ntro

co munita rio intelectual, moral (que llena y reemplaza funciones trad icionales de la

iglesia y los gobiernos locales), en tanto contrapunto de las lacras sociales que

impedirían el progreso. Este espacio polifuncional que en palabras de Mistral

tendría qu e 'ed ucar igualm ente a los gra ndes ' exh ibe el potencial político de la

organización sindical, ca mpes ina, aunque hasta cierto punto es también un


9-1-

mecanismo de higienización cultu ral y social, en cuanto imposición de un modelo

civilizador. 28 Un Jugar además en qu e la maestra juega un papel di ferente y de

mayor alcance que el de ense ña r a leer y sumar a niños.29 Mistral puso en práctica

muchas de estas ideas por ejemplo, en escuelas nocturnas cuando ense ri aba a

adultos en Punta Arenas y ta mbi én en sus visitas a centros comunitarios tales como

la Casa de Pu eblo y las cárceles.3o

¿Cómo podemos reevaluar el discurso y la participación pol ítica de Mistral?

¿Cuáles son Jos nuevos paradigmas y teorías para hacerlo?

Mi objetivo no es arbitrari amente sostener que Mistral tiene un determinado

discurso po lítico ni trazar detalladamente las num erosas rela ciones que tuvo co n

figu r as políticas internacion a les. Me inte resa más b ie n cuestiona r la historia d e

2s Mistra l pro movió iniciativas de higienización y as imilación de sectores indígenas y campesinos


como una for ma, en s u pensa mi en to, de mejoram iento social. Las misiones culturales de Vasconcelos
e n México -celebradas por Mistral- consistía n e n un grupo de 'profesionales' (agró nomos, maestros,
carpinte ros, etc.) que e n palabras de la maestra: 'Enseñan a los indios a hacer sus casas con
proced imie ntos mode rnos; les dem uest ras las excelencias del cultivo intenso del suelo; viven, comen
en común co n ellos y les ob ligan a aceptar la mesa, el servicio; la com ida española; Jos instruyen en
medicina casera y les e nseña n a leer en plazo anotado" (México 136). El proceso de aculturación que
Mistra l al aba en la cita ante rio r (1924) sería visto de modo más crítico más tarde e n s u vida cuando
su pensa miento se vuelve más escéptico del valor, por ejemplo, de una escuela que enseña lo mismo a
los niños s in im po rtar su cultura o situación geográfica.
2 9 Abr ir la escuela a la opi nión pública fue un a de las in iciativas de Mistral, otra muestra de los
puent es q ue inte nta crea r co n los ciudadanos para co nseguir apoyo econó mico y de otros tipos. El
Estad o no cu mplía su debe r co n las escuelas de acu erdo a la maes tra y po r lo tanto ésta debía
fo me nta rse como un a prio rid ad de los ciudada nos. En 1919 e n un a nota de la rev ista Mireya explica
esta idea: "S iem pre h e pe nsa do q ue debie ra habe r en los pe ri ódicos una sección pe r mane nte de
cró nica de los colegios ... El niño de be ser Jo más vivo y urge nte e n los afanes y lo más elevado en las
esperanzas de una colect ividad moderna ... Los maestros deben most rar las bellezas o las mise rias de
su escuela" (Recopilación 426).
30 La pre nsa de ja t esti mo ni o de eve ntos como la despedida de Mistra l de Temuco en 1921 ocurrida

en La Casa del Pue blo do nd e según el periódico la maestra "fue a desped irse de los obreros, sus
buenos amigos po r qu ienes tanto ha bregado" y donde además de dar un discu rso (que la prensa
local reprod uce) "leyó la bella oración con que se despidió de sus a lumnas". El evento que da cuenta
de la impo rta ncia q ue la maestra tenía para la comunidad local es también un ejemplo de los
distin tos niveles en que Mistral es representada (maestra, poeta, amiga del pueblo) y la movilidad de
los discursos mistralia nos (p rosa, ve rso). De importancia es tambié n el comenta rio con que term ina
la nota per iod ística: "Entre los asistentes notamos con agrado la presencia de l a lcalde, sei1o r Cabezas
y otras autoridades" ( Recopilación 465).
95

despolitización de su pensamiento y acción y la forma en que se ha evitado catalogar

su discurso como político para definirlo alternativamente como social, maternal u

otro porque "There is, in fact, nothing more política / than the constant attempts to

exclude certain types of issu es from p ol it ics" (Leftwich and Held citado por Squires

9). Es por eso que desde una óptica feminista es necesario preguntarse por los

espacios desde los que la mujer hacía política previo al reconocimiento de sus

derechos políticos. La teoría feminista, que busca "revisar las bases epistemológicas

del conoci miento y cuestionar el falso supuesto de la imparcialidad del saber que

encubre arbitrariedades, prejuicios y exc lusiones tras la máscara filosófica de lo

neutro" (Richard 7) permite emprender esta tarea.

Cuando lo político se define como un foro institucional de gobierno queda

claro que la mujer ha sido excluid a de él, s in embargo, cuando la definición de lo

político es la lucha por la distribución del poder se hace evidente que la mujer ha

definido y ha s ido definida por lo político (Squires 3). Los debates teóricos que

desde la perspectiva de gé nero cuestionan definicion es monolíticas, masculinas y

elitistas de lo político exigen una reinterp retac ión d e lo político e n Mistral en tanto

intelectual. 31 Aun cuando Mistral no pueda ser identificada con el espacio político

fem inista de la s sufragistas de principios de siglo, la lucha por la distribución del

poder es tá al centro de sus textos. Joan Landes, en su re vis ión crítica desde e l

fe minismo del concepto del espacio público de Hab e rmas prop on e qu e la limitación

de participación en la esfera pública que el mismo Habermas r eco noce y a tribuye a

31"Defi nitions of the political is now frecuently argued, a re neither empirically true nor simply
retl ections ofthe underly in g social relations but ra ther active means to shape the real world"
(Squires 8).
96

la sociedad de la época (que solo per mitía a los homb res con propiedad tomar

parte) es más compleja. Landes sugiere que la división entre la esfera pública y lo

privado significa que muchas preocupaciones y temas catalogados como privados,

son por tanto inap ropiados para el debate público:

Habermas often overlooks the strong association ofwomen's d iscourse


and their inter ests with "particularity" and conversely the alignment of
masculine speech with truth, objectivity, and reason. Thus he misses the
masquerade through which the (maJe) particular was ab le to posture
behind the vei l of the universal. (98)

La prosa mistraliana quiere traer lo privado a lo público, lo maternal a la

política, los reclamos de las madres a los gobiernos, los derechos d e los niños

ilegítimos a la agenda legislativa; en ese sentido sus ideas subvierten fronte ras

arbitrarias y transforman problemas privados en asuntos públicos. Desde esa

perspectiva s í existe un vínculo e ntre su pensamiento y el feminismo, a un con

vertientes actuales del fem inismo que quieren instalar la part icularid ad del género

femenino e n lo público y lo político. Aunque en Mistral la particularidad del género

es centra l, no es en todo caso mayor que la particularidad de su ide ntificación con la

clase obrera y campesina o con su id entida d racial.

Las identidades de género y cl ase genera n ciertas contradicciones con la id ea

mistraliana del intelectual y la participación política que su discurso les exige. A

veces parece querer silencia r a lo s intelectuales para dar es pac io a nuevas voces

(muje res, niños, indígenas) que llama a participar políticamente para conseguir

justicia social. Pero por otro lado refue rza el rol maternal y doméstico de la muj er

s in resolver las contradicciones d e ese ro l con una pa rtic ipación pol ít ica activa. En

1928 se pub lica la respuesta de Mistral ante el tema de la resistencia de San di no en


97

Nicaragua. Si bien la posición de Mistral frente a la relación entre Latinoamérica y

Estados Unidos se verá con más detención en el capítulo 3, esta carta interesa por

las id eas y estrategias políticas de la autora.

Sin embargo, voy convenc iéndome de que caminan sobre la Am érica


vertiginosamente tiempos en que ya no digo las mujeres, sino los niñ os
también, han de tener que hablar de política, porque política ve ndrá a
ser (perversa política) la entrega de la riqueza de nuestros pueblos: el
latifundista de puños cerrados que impide una decorosa y salvadora
división del pueblo; la escuela vieja qu e no da oficios al nii1o pobre y da
al profesional a medias su es pecialidad; el jacobinismo avin agrado, de
puro añejo, que niega la libertad de cultos que conocen Jos países
limpios; las influencias extranj eras que ya se desnudan, con un
absoluto impudor, sobre nu estros gobernan tes. Van, por servirlo, estas
lí neas que contiene n, más qu e observaciones mías, comenta rios oídos
en París a sudam ericanos dirigentes. (Colombia / 79)

En primer lugar este ensayo des pliega estrategias que justifiqu en el acto de hablar

de política. En la prosa mistraliana, la política es un concepto marca do por

significados negativos 'perversa política', masculin os, opuestos a Jos intereses del

pueblo y las minorías. Mistral, co mo seña lé ante riorm ente, se diferencia y se opone

a los políticos y su ámbito, sin embargo, en este texto la idea de política es re-

s ignificada con relación a los intereses y neces idades materiales del pueblo (la

tierra, la educación) de la nación (fre nte a las influencias ex tranjeras) y de la

id entidad latin oamericana (l a religión) lo que según la lógica del texto ex ige a

quienes bajo la definición tradicional de políti ca no participaban de ella, particip ar.

Es un discurso de la crisis -en el contexto de la situación de Nicaragua donde cie rtos

políticos establ ecen alianzas con los Estados Unidos en contra de los intereses del

pu eblo- qu e valida la voz de Mistral y las minorías. Lo problemático es que Mistral,

en tanto intelectual, es la que defin e las neces idades del pueblo y los elementos

centrales de su identidad. Pareciera qu e su id ea de empoderar a estos grupos ti ene


98

como pre-condición o es sinón im o de educarlos e higienizarlos (haciendo eco de las

teorías de higienización social del siglo XIX).

El texto no llama directamente a las muj eres y los niños a la acción

revolucionaria sino que señala la necesidad de la participación a través de la

palabra. Más adelante hay un llamado a la acción pero este es para los hombres,

particularmente aquellos que solo se dedican a ha bl a r de política: "Los

hispanizantes políticos que ayudan a Nicaragua desd e su escritorio o desde un club

de estudiantes harían cosa más honesta yendo a ayudar al hombre heroico, héroe

legítimo como tal vez no les toque ver otro, hac ié ndose s us soldados rasos"

(Colombia 1 455). Me parece que esto no responde s impl e me nte a una división

tradicional de labores por género. En Par ís, desde su escritorio en el Instituto

Internacional de Cooperación Intelectual Mistral ll a ma a las mu je res a hablar de

política al mismo tie mpo que cond e na a los hombres que hacen lo mis mo.

Claramente Mistral no se reconoce como una intelectual ha blando d esde un

es critorio s ino como quien, a diferencia de esos hombres, ve el 'sepulcro

blanqueado' que s ignifican los di scursos políticos acerca de Nicaragua e n la

Conferencia Pa namericana de La Haba na.32 La protesta pública de Mistral res pond e

al lla mado de Sandino que pide a los d elega dos latinoa merica nos que se ma nifiesten

e n La Haba na en contra d e los Estados Unidos : "Que nu estras voces se oi gan e n La

Ha bana" (Sa ndino 120); s in e mba rgo no hubo nació n que recla mara al presidente

32 "En nuestro ti e mpo, a esta hora e n qu e escribo, y co n el derecho internacional que jiba al mundo, se
está 'discutie nd o e n La Habana el derecho a d iscut ir la cuestió n de Nicaragua', y se oye co n una
pacie ncia que yo llama r ía de otra mane ra, el discu rso, con inflexiones a lo Ma rco Aurelio o a lo
cuáq ue ro, de Mr. Coolidge. Su d iscurso de a pertura a la Con fere ncia Panamerica na se rá el eje m plar
mejor de la literatura política del sep ulcro bla nq ueado qu e s uelen enseña rn os las razas a nglosajonas"
(Poesía y Prosa 424).
99

Coolidge por la intervención nortea mericana. Las mujeres o las minorías al ana lizar

y opin ar acerca de política no se transfo rman, de acuerdo al pensami ento

mistraliano, en los intel ectua les pas ivos y alienados de las necesidades del pueb lo,

aun cuando escriban desde un esc ritorio en París. El ser mu jer, el ser ind io o

campes ino determinaría pa ra Mi stral la diferencia de visión y daría un va lor mayor

al discurso qu e habla desde la ex periencia de la marginalidad y co n la honestidad y

valentía de quien no hace cá lcul os perso nales. Un ideal que se des prende de sus

textos y que es un modo de validar el particula r va lor de su discurso.33

En último término el discu rso político de Mistral aparece como un discurso

qu e desborda los límites que el mi smo inte nta auto-imponerse y que justifi ca estos

desbord es a partir de un di scu rso de la crisis - de la política, de la in telectualidad

tradi cional- que se caracteriza co mo in capaz de denunciar injusticias y hace r

ca mbios a favor de la mayoría. Au nque al principio del texto el propósito decla rado

es so lo dar 'comentarios oídos en París a sudame ricanos dirigentes' rá pidamente se

pasa a demand ar la form ación de una legión hispanoamericana de Nicaragu a co n

jóvenes de tod o el conti nente, a ridiculi zar la fun ción de los di pl omáticos de la

Co nferencia Panamericana y termin ar elevando a Sa ndino a la categoría de héroe

co ntinental.

Artesana de la chilenidad

33 Es prob lemática la idealización del pue bl o, las mujeres y a veces los ind ígenas que Mistra l p resenta
co mo má s prope nsos a ha blar con la ve rd ad, ca rentes de la hipocresía y cinismo del ho mbre culto de
la ciudad (pa rt icularmente del político o el intelectual). En un co me nta rio de Jos discu rsos polít icos
del Pres ide nte Juan Ant onio Ríos, Mistra l propone q ue los dis cursos se ase meje n más al lenguaje de
la a cció n: "Esta lengua parecida a la fl echa, de frase co rta y e njuta, es po r excelencia la qu e el pueblo
celebra más y reti ene mejor. Ella se asemeja al hab la r objeti vo d e la gente r ura l; ella es pueblo
rectificado, pe ro pue blo. Esta habla, ad emás, ca rece de esco nd it es y rod eos ma ñosos ..." (PC 299).
100

En distintos momentos Mistral expli ca la formación de la naci ón co mo una

tarea conjunta de político s e intelectu ales. En 1 93 6 comenta la revis ión histórica

que Arturo Alessandri ha hecho en su di scurso d e incorporació n a la Academia

Chilena de la Lengua y agrad ece la con side ración qu e el e ntonces presidente de la

Re p ú blica le da ta nto a po líticos co mo intelectu ales en la construcció n na ciona l.

El buen otoño mira en él con los ojos abarcad ores y fund idos que decía el
poeta y así el señor Alessandri pu ede gustar y regustar la labor de los otros
artesanos de la chilenidad, disfrutá ndoles los aci e rtos y com prendié ndo les
los yerros, les atribuye d e rech os a la devoció n nu estra y no les deja mérito
ni bondad s in elogio. ( Co lo m bia l/ 472 )

Mistral se identifica como un a más d e esos 'a rtesa nos d e la chi lenidad ' y

reconoce la necesidad y el derecho de intelectu ales y ciudad anos a participa r e

inte r ve nir e n la políti ca nacional. La prosa d e Mistra l eje rce el lla m ado ' pod er

interpretativo' en términos de jean Fra nco por medio de un co nju nto de textos que

imagin a n a Chile y su ge nte d es d e lugares no hege mó ni cos. La identidad nacional

qu e es tos textos construyen exigen una re presentació n polít ica más am pl ia d onde lo

fe menino, lo rural y lo indíge na te ngan mayor visibilidad. Co n este pr opós ito Mi stral

re defin e términ os tales d e mocracia, nac ión, ciud ada nía y mode rnidad de modo

alte rna ti vo a como era n definido s po r las elites y el patriarcado . Al mismo t iempo,

aunqu e el intelectual e n té rminos mistralianos te nga un lugar y una respo nsab ilidad

e n la política y el destino d e su pu e blo y su raza, Mist ral en tant o mujer juega la

carta de 'lo político no es lo m ío' a n tes de argum e nta r las razones q ue la 'obligan' e n

e ntra r e n ese campo. Es justamente luego de s u salida de Chile en 1922 que su prosa

p rese nta un a función exp lícita me nte política al qu erer in tervenir e insta urar

de bates en la agenda nac io nal e infl uir e n perso najes po líticos chi lenos . Objetivo que
10 1

queda de man ifiesto e n la primera carta que Mistral le escribe desde México al

entonces senador y fu turo presidente de Chile Pedro Aguirre Ce rd a.

Honor able Senador y Amigo:


Le e nvío un sa ludo respetuoso y cordial desde esta t ierra mexicana, y
qu iero co nversarle de un asunto que me interesa, a pesar de se r
político. Ust ed sabe que mujer ajena al mundo de ustedes he sido yo
en mi país. Pero se sa le de él y cambian los puntos de vista de muchas
cosas, y pasan a interesar cosas que no interesaron allí, y desea
comunicar lo que se ve y se oye y que interesa a Chile, a los hombres
representativos suyos, para que lo conozcan, lo cons ideren y decidan.
(PC 366)

El asunto político e n cuestión, la posibilidad de que el gobierno chileno no invite a

México al Co ngreso Panamer icano en Santiago, que para Mistral representaría "la

declaración de la servidumbr e norteamericana" (PC 367) es lo que esta carta busca

evita r. Ce ntral al presente análisis es en primer luga r el gesto -la escritura de la

ca rta co n fines políticos- y seguidam ente la idea por la qu e Mistral se autoriza a

ent rar en el tema pol ítico. Si bien este capítulo pone en cuestión la suger encia de

qu e ella no participa ra en asuntos políticos previo al viaje a México, sí es cierto que

las in t ervenciones y d iscursos en su etapa chi lena estaban más cercanos a lo

educacional y se validaban por tanto desde esa esfera de autoridad.34 Desde 1922

Mistral tomará parte en asuntos económ icos, po líticos y sociales nacionales y

globales, por m ed io de un discurso que recurrirá menos a la identidad de educadora

34 Es evidente que Mistral te nía razones pa ra evi tar que s u di scurso o acti vida des fuera n tacha das
directame nte d e política s, ya que al de pe nd er eco nómi came nte del Esta do, crea r e ne migos de ntro de
los se ctores políticos co mpli ca n s us nombramie ntos o al me nos le generan cuesti ona mie ntos
pú bli cos. Estas situaciones marcan los últimos a ños d e s u r eside ncia e n Chile donde cie rtos políticos
como también pe rso nas co n pode r en su gremio intentan bloquear, por e jemp lo, su no mbram iento
como Directo ra d el Li ceo de Niñas W6 de Sa nti ago en 1921. A propósi to del co nfli ct o po r est e
nombramiento le escrib e a Manu el Magalla nes Maure y le menciona a q uienes se le opo ne n e ntre los
q ue está n e l se nador Ricard o Vald és: "Tú sabías que Vald és, Se nador po r Cautín, me a cusó de
interven ció n e n política. Es e l Juan Duval que me ins ul tó tres meses e n Sucesos, hace a ños" (Manuel
147).
102

y más a su posición como intelectual transnacional provista de una visión e

información privilegiada. El énfasis d e la carta a Agu irre Cerda está en lo que su

nueva posición geográfica (México) y simbólica ('embajadora' chilena en México,

partícipe de redes político-intelectuales) le permite ver y conocer y que e lla pu ede

transmitir en beneficio de Chile. Esta 'transmisión' de informac ión no es mera

descripción, sino que excede su declarado propósito a l desarticular lógicas y

acciones políticas desde una óptica alternativa, que se distancia - en términos éticos -

de la política, la diplomacia, para hablar desde la experiencia. 35 Esta particularidad

no se reduce a la identidad de género aunque el argumento de esta carta está basado

en una división de género: yo, mujer, que no me involucraba en la política de ustedes

los hombres ahora lo hago porque desde mi nuevo lugar tengo opiniones que aportar.

El valor superior que Mistral asigna a su particular visión política y social no se basa

exclusiva mente en ser mujer o ser de clas e obre ra, aunque ambos determinen esa

particula ridad. Es más b ien no ser 'ellos' (los políticos, los cancilleres y diplomáticos

tradicionales), no ten er ni sus perspectivas ni sus intereses, los cuales la maestra

cuestiona desde una perspectiva ética.36

En este apartado quiero ana lizar una parte del discurso de Mistral sobre

Chile e n el contexto de las ideas de la nación como una narrac ión y, por lo tanto,

inh e rentemente ambiva lente y a bie rta (Bhabha [1990, 1994] Anderson [1983]). En

35 Mistral co ntra pone las mentiras e intereses creados, "comprendo a la mala gen te q ue hay e n todas
partes, desprestigiando a los gobiernos, en el propio país, con su prensa pagada y en el ext ran je ro"
co n su propia honestidad y probidad ética, "Quiera ust ed oir a s u compatr iota que nunca ha men tido,
y que haga cuanto sea posible, porque no se verifique una indignidad" (PC 368).
36 "Ahora te nemos s u Canciller aristócrata. Mas hubiera esperado yo de Barros )arpa ... Yo no

entiendo de esos se nderos tortuosos que las dipl omacias, esa cosa repulsiva de nuestras
d e mocracias, que d eb erían se r abiertas y de acción transparentes hacia los pueb los, pero lo que sé es
que hay actos que no se pu ede lavar un pueblo con ningun a excusa dipl o mática, y e l acto a que al udo
es de estos" (PC 367).
103

un contexto de dem ocratización d e la cultura, masificación de la escuela, nuevas

industrias culturales, modernización y de participación activa en un mercado global,

las naciones latin oamericanas exp e rime ntan un cambio e n la id ea misma de

identidad nacional a partir de una mayor diversid ad de discursos y lugares desd e

dond e se d efin e.37 Hom m i Bhabha en Natíon and Narratíon pla ntea que las naciones

tienen sus propias narrativas (aunque rechaza la idea de nación estable y bie n

definida) pero en general las narrativas oficiales o dominantes s uperan a otros

relatos, incluyendo el de los grupo s m in oritarios, quienes son los que pu ed e n

con tribui r con perspectivas privilegiadas para repensa r la id e ntidad nacional:

aporta ndo al proceso de hacerlas más inclusivas y rea lista s.38

A partir de las ideas de lo pedagógico y lo performativo de Bhabha, la

maestra de principios de siglo funcionaría como una transmisora de una na rrativa

nac ional establ e, participaría, por lo tanto, de 'lo pedagógico', propagando un

discurso qu e uniform a y neutrali za la diferencia.39 Hay ele me ntos ta nto de lo

pedagógico como de lo performa tivo en el discurso mistraliano, a unque lo

performat ivo predomina cada vez que el la desborda el lugar asignado de la maestra

37 Ludmer se refiere al fin de siglo como "un cruce plural de fronteras temporales y espaciales. Esta
pos ición de desplazamiento, que implica un proceso y tambié n un "entre" es pecífico, ge nera relatos e
historias" (Ludm er 7). Esta image n de trance colectivo forjador de relatos es un lu gar a par tir del cual
se puede n lee r los textos de Mistral.
38 En DisemiNación argum enta que las nacio nes no deben ser comp re nd idas en tér minos histórico-

lin eales, pues a Bhabha le interesa la nación como formas de narración, la amb ival encia de la
meto nimia en términos de la multipli cidad y sim ultaneidad de posibilidades que nunca son estables.
Las categorías de identida d sexual, de clase y otras se desplazan co ns tantemente e n la defin ició n de
la nació n.
39 Lo pedagógico en términos de Bhab ha es conti nu o y acu mulativo, su objeto es el pue blo y es un

discurso que basa s u autoridad en un pasado hist órico dado. Establece lo que 'la nació n es'. Lo
perfo r mativo nos recuerda q ue la nació n y su gente genera un exceso no idé ntico sob re lo que se
pensaba era. El d iscurso de las minorías reve la los aspectos pe rformativos de la nación. La po la ridad
e ntre a mb os está consta ntemente borroneánd ose porque lo pedagógico nunca es ta n esta ble como
qu iere ser y lo pe rformativo mismo se vuelve pedagógicamen t e importante. Es justamente la
a m bivalencia que a m bos ge neran lo q ue permite escribir la nación (Hudda rt 109).
104

como simple eco de una narrativa nacion al totalizado ra. No intento reducir las

complej idades del discurso mistraliano en gene ral y particularmente el que habl a de

la nación, al contrario, me interesa reconocer su ambivalencia pero sobre todo

rescatar su valor en tanto discurso desestabiliza dor del oficial qu e es tá fu ertemente

determinado por una visión mascul ina, militar y de elite.40

A mi juicio hay dos textos cl aves en la etapa chilena para habla r del

nacionalis mo mistraliano qu e as um e, en cie rto modo, la función pedagógica de un

discurso nacionalista agl utin ador: "El patriotismo de nuestra hora" y "Ju ramento de

la ba ndera", a mbos escritos en 1919 en Punta Arenas.41 El contexto es ce ntral para

la lectur·a de es tos textos ya que es necesa ri o recordar que Mistral había sid o

nombrada directora del Li ceo de Nii'ias de esa ciudad con el objetivo 'chi leni zar

Magallanes' que estaba 'amenazado' por el gra n número de inmigra ntes eu ropeos y

dond e la identid ad chil ena parecía lejana en térm inos geográfi cos y s imbólicos.4 2

40 Ejemplos de discurs os oficiales son "El jura mento a la bandera" q ue se institucionaliza e n 1898 y el
himn o nacional (18 47}, ambos de tema militar e nfocados e n la fi delidad del ho mbre a la patria y la
defe nsa de ésta ante e l extranjero. Pa ra más ejem plos y a nális is del Estado de la ide nt idad nacio nal
e n el Cente na rio ver Soledad Reyes del Vi lla r. Chile en 191 O. Una mira da cultural en su centenario.
41 Ex iste un texto ante rior titul ado "La Patri a" que a pa reció e n La Voz del Elqui en 1906 co n el

se udó nimo de Algu ie n. Esta breve cró nica, qu e no re fle xiona directa mente acerca de l patri otis mo e n
el se ntid o q ue lo h ace n los ot ros dos textos, res ulta inte resa nt e de me ncio nar ya q ue desd e un a
óptica más s ubjetiva expresa la rab ia de la jove n esc rito ra frente a las injusticias qu e s ufre e l 'ge ni o'
e n s u p ro pia pa tri a : "Y vivirá el ge nio a sí e n s u patria ; baj o la er up ció n colérica de la envidi a
inco nte nible e n e l pecho de los un os, y el s il e ncio, aún más h ostil de los ot ros" (Recopilación 110) .
Aunqu e la patria sea en este text o una fue rza enemi ga, se reco noce la impos ibilidad de deshacerse de
ell a y te rm ina reco nocié ndosele co mo funda me ntal: "Y la mad re y la patr ia son los o rfeb res del
es píritu humano" (Recopilaci ón 11 0).
42 "La ma t rícula es hoi de 3 10 alumnas. Llegaría a 500 . El interés del gobie rno es ése. La

naciona lizació n del te rr it orio debe e mpeza r co n la co nquista de los extra njeros q ue ll ena n los
colegios particula res" (carta ma nuscri ta, 30 de juni o de 19 19, inédita} . Hay numerosos testimo ni os
d e escrito res y viaje ros de co mi enzos de siglo que hab la n d e la Patago nia y de Punta Arenas co mo un
territo rio fue ra de los límites nacionales, co n una sociedad dominada por ciertos ghettos (los
ingleses, los croat as, los a lema nes} a l mismo tie mp o qu e de nuncia n la escasez de recu rsos de l Estado
pa ra e l desa rrollo de la zo na. Joaquín Edwa rds Bell o e n un bo rrado r para un a novela nunca pub li cada
di ce: "los habitant es de Punta Are nas son polít ica mente chile nos, t écni came nte a ntárt icos,
é tni camente revue ltos y mo neta riament e arge nti nos"(cita do po r Scarpa Dester rada 163). Edwa rds
105

Como directora de Liceo, Mistral escribe textos que refuerzan e l patriotismo y los

deberes cívicos como tareas morales esenciales a l progreso y soberanía de la

nac ión. 4 3 Aunque ambos textos construyen un ciudadano que debe identificarse con

una bandera, historia y raza, igno ra ndo diferencias internas y d ivisiones que más

ta rd e Mistral arg umentará al redibuj a r el mapa humano de su patria, es tos ya

reflejan la distancia crítica de Mistral con un patriotismo entendido como la

celebración de una idea de nación fija, jerárquica y supe rior. Ex iste en estos textos

una redefinición de la idea de patriotismo, al caracteriza rlo como una invitación -en

extraña sintonía con teorías actuales de la nación- a crear la patria en actos

particulares y en un constante movimiento.

"Juramen to a la band era", un texto breve escrito p roba bl e me nte para ser

recitado por esco lares, ha sido prácticamente ignorado por la c rít ica, tal vez por lo

extraño que aparece en e l conjunto mistraliano.

Juro fidelidad a esta bandera blanca, azu l y roja, que no conoce la


vergüenza y qu e ha v isto la ca ra de la glori a .
... juro que le guardaré para la hora suya una sangre pura, s in e l
veneno de la razas e n decadencia; un brazo espartano qu e mueva una
fina alma ateniense.
Porque ell a nos un e, somos fu e rtes y ninguna hora nos ha des madejado
e n los confl ictos; porque e lla ama se levantan los defensores; de todos
los valles; porque e ll a recu erda, s i es necesario, Carrera y Prat se
reproducirán mañana. (PC 428)

Bello ta mbié n se refiere al esfue rzo del gob ierno cen tral po r arra iga r a la población por medio de la
p re nsa y la edu caci ón.
43 Se valida en ta nto valida todas las voces qu e tengan a lgo qu e a porta r : En 1919 q ue escribi ó para la

fiesta del1 8 de septie mbre dice: "Es una hora para los hombres justos y pa ra los pe nsado res. Nu nca
ha sido ta n necesario como hoy, me dita r y a ctuar suces iva mente, y co n todas las fuerzas del a lma"
(Recopilación 348).
106

Este juramento a la bandera de Chile parece no calzar con las ideas de Mistral quien

en otros textos critica duramente un patriotismo como el que este texto describe

(ver capítulo 3). Pero sin duda es un texto que calza perfectamente con el contexto

en qu e está escrito así como parte del proyecto educacional del Estado chi leno que

pretende inculcar el sentimiento nac iona l a través de símbolos y actos (como lo

explica Benedict Anderson), particularmente en zonas ais ladas donde es necesario

reforzar la soberanía nacional. Además de los lugares comunes de este texto resulta

notable la alusión a la raza 'pura' versus las razas en 'decadencia', una idea que

persiste -aunque bajo otros formas - en el pensamiento mistraliano. Su concepto de

la raza latinoamericana se vincula estrechamente a su visión de civi lización y

barbarie (infl uida directamente por Sarmiento) donde lo blanco y lo europeo

cumple una función civilizatoria de lo nativo pero al mismo tiempo lo mestizo

aparece como lo auténtico. No queda claro entonces cuáles son las 'razas en

decadencia' o si estas serían simp lemente lo extranjero, pero cabe notar que con

respecto a la raza y la identidad, en el pensamiento mistra liano aparecen desde

ideas de supremacía blanca (que resurgirán tras el suicidio de Yin-Yin) hasta su

reconoci do ind igen ismo. 4 4

"El patriotismo de nuestra hora" inaugura de fo rma más cla ra el tono y la

estrategia que caracteriza a la gran mayoría de los textos en que Mistra l discute

44 Li cia Fioi-Matta es qui en a mi juic io ha desa rrollado más frontalme nte e l 'racis mo' de Mistra l (lo
pongo entre comillas por se r una pers pectiva moderna de esa idea). "As shocking as it may see m
today, the yo un g Mistral was attracted to white supre macist be lie fs ... ln terestingly, she aba ndo ned
this virulent discourse and began s peaking o n behal f of the indige nous peoples o nly a fte r her first
visit t o Mexi co, in 1922, whe n Vasco ncelos in vited he r as part of his educati o na l refo rm s" (8). Co mo
a punta Fioi-Matta la referencia a las ideas supre macistas de Mistral a parece me nciona da en un a no ta
al pie de un artícul o de la acad é mica Ana Pizarro, qui e n no se detie ne en la discus ió n de l as unto, pe ro
sosti ene qu e esa actitud cambió pro nto. Un cambi o que según Pizarra se co nsolidó dura nte s u estadía
en Brasil, idea que como Fiol-Matta de mu estra, no se ría a sí.
107

Chile, su historia y su gente. Si bien muy superficialmente, este texto, en realidad

esta conferencia escrita por Mistral y leída por un hombre en el Teatro Municipal

con motivo de las fiestas patrias de 1919, es un recuento histórico nacional, una

alabanza a la patria y a su gente, es en realidad un texto profundamente desafiante y

moderno. El discurso de Mi stral acerca de la idea de la naci ón chilena en este texto y

muchos otros se aleja de un discurso patriótico escolar lim itado a símbolos patrios y

triunfos militares, se rebela en est e sentido a la función de lo 'pedagógico' en

términos de Bhabha. Se caracteriza, en cambio, por querer agregar (rescatando y

reformulando) elementos históricos, geográficos y psicológicos a la id ea de la nación

chil ena al mismo tiempo que revela que las narrativas nacionales son un proceso

abierto, inestable e infinito. Me interesa lee r, a la luz de Bhabha, estos textos como

un intento por suplementar y cambiar en ese proceso un discurso identitario y

político hegemónico. 45 Identifi co estos textos y más problemáticamente los textos

posteriores a 1922 como discursos que su rgen desde un lugar marcadamente

minoritario, aunque estratégicamente intersticial, desde donde se res iste n

narrativas totalizadoras de la nación y el pueblo chileno. El concepto del 'espacio

cultural supl ementario ' que Bhabha desarrolla en DissemiNation apo rta una forma

de leer las estrategias de estos discursos m istral ia nos, así como tam bi én sus id eas

acerca de las minorías y su re lació n co n lo 'pedagógico' sugieren modos en que

opera el margen frente a discursos hege mónicos de la nación.

The minority does not simply confront the pedagogical, or powe rful
master-discourse with a contradictory or negating referent. lt
interrogates its object by initially withholding its objective.

45"The supplem entary strategy suggests that adding 'to' need not 'add up' b ut may disturb the
calculati on" (Bhabha 155).
108

Insinuating itself into the terms of reference of the dominant


discourse, the supplementary antagonizes the implicit power to
generalize, to produce the sociological solidity. The questioning of
the supplement is nota r epetitive rethoric of the 'en d ' of society but a
meditation on the disposition of space and time from which the
narative ofthe nation must begin . (énfas is mío Bhabha 155)

"El patriotismo de nuestra hora" reflexiona sobr e la patria y la define como

un 'work in progress' permanente donde todos están llamados a particip ar. La

historia nacio nal es aceptada como esencial a la identidad nacional, no obstante,

Mistral por medio de una representación de la historia como un proceso y no como

un objeto ya term inado, la proyecta en distintas direcciones temporales y espaciales.

La historia es a lgo más que un motivo para d ise rtaciones sabias y para
arengas líricas.
No es cosa de museo, no es una muerta, es un a inmensa viva, ergu ida
a nte nosotros, sugiriéndonos y exaltándonos; es una fuente plena y
palpitante, que como las q ue manan en las quiebr as de las montañas,
necesita prolongarse po r un río que es el presente. Lim itarla en su
b ell eza y resplandor fuera agotarla. Nosotros so mos sus
continu adores; hemos de fo rj arla s in un desmedro de su hermosura
pretérita, en cada hora actual, e n cada ley justa que entr ega mos, en
cada activid a d nueva que apa rece sobre el p aís. Con ser tan gra nde la
obra de la Ind ependencia, que conmemoramos, es solo un lienzo
ext e ndido, sobre e l cual los próceres trazaron con colores rotundos, del
carácter a ntiguo, un fondo inmenso en el cual las gen eraciones que
venían irán trazando las figuras, las divinas teorías, d e las ciencias, las
artes y las industrias como u n fresco milagroso de Puvis de
Ch ava nnes ... No somos los copiado r es de nu estros augustos modelos.
(Recopilación 348)

El objetivo de este texto, inflam ado con la retórica conmemorativa de las

fiestas patrias, es promover cambios pol íticos y socia les acordes con los ideales y

con la agend a mistralia na (educación, p r ogreso económ ico para la clase trabajador a,

paz). La estra tegia es presentar estos cambios como orgánicos a la id entidad y la

h istoria naciona l, como una man ifestación 'natural' del patriotismo chileno. En otro
109

nivel funciona como una reflexión, con fines didácticos, de la construcción de la

historia nacional como un proceso abierto a la interpretación y a la modificación,

que trasciende un tiempo fijo - el pasado- para reaparecer y transformarse en el

presente y el futuro. La imagen del'fresco milagroso', tiene una connotación política

en tanto propone un nuevo esquema de poder en que la d irección del país, la

definición de su historia, se reconoce como una narrativa plural y abierta. Esta

metáfora mistraliana transforma la historia de la patria en un modelo del camb io y

participación política.

El patriotismo es redefinido en este texto, desmilita r izado, alejado de su

asociación con una tradición inmóvil, masculina y hegemónica :4 6

A la nueva época corresponde una nueva forma de patriotismo. Es


necesario saber que no es sólo en el periodo gue rrero cua ndo se hace
patriotismo militante y cálido. En la paz más abso luta la sue rte de la
patria se sigue jugando, sus d estinos se están hacie ndo. La guardia no
se efectúa en las fronteras y es que se hace a lo largo del territorio y
por los hombres, las mujeres y hasta los niños. Saber esto, sentir
profundamente esta verda d es lleva r en la faz, y en el pensam iento, la
gravedad casi sagrada del héroe. (Recopilación 348)

Si la guerra llama a la participación masculin a, la paz y la lucha por el p rogreso

requieren de una participación más amp lia. Mis tra l cu es ti ona la d efinición d e

identidad nacional como dependiente de la oposición con nacion es y poderes

extranjeros para llamar la atención acerca de su relación con el destino de su propio

pueblo. Es te t exto d efin e detalladame nte las virtudes qu e exige este nuevo

'patriotismo de la paz': trabajo, elevación de la cultura, 'simpatía por el mundo.'

46 Mis tra l qui en se de clara ba pacifista puso pa rti cular é nfas is en alejar la a sociació n d e la patri a, sus
héroes e his t oria con lo milita r. Es útil reco rdar una cit a del Ca p ítulo 1: "He con tr ibuido mucho a que
e n Am érica no se siga creye ndo q ue somos un país excl usiva y la menta ble me nte mili tar y mi nero ... "
(Reco pilación 471).
11 o

(349) Es un patriotismo que se caracteriza por ser construct ivo, creador de cu ltura y

ri q ueza, abiert o a l mun do y su infl uencia. Para crearlo Mistral agrega elementos a la

h istoria nacional, agrega héroes al panteón y crea con su discurso una idea de

armonía e n e l presen te y e l pasado h istórico, que con una cuota de ingenu idad borra

d ife re n cias y defectos nacionales que son p r ecisamente los que entonces frenaban

los mism os p royectos políticos y soc iales por los que la maestra luchaba. Este

discurso político pa radój icamente hace uso de una retórica de despol itización, en

tan to niega las id eologías partidistas y las luchas de clases para un ir a n ive l

discursivo la n ación chi lena bajo un proyecto común (el objetivo de los discursos

políticos de ese e ntonces y de aho ra). Es posible también que esto no sea más que

u n inte n to po r construi r un ideal nacional con la espera nza de inspira r a Jos chi lenos

de distint os sectores políticos y sociales a trabajar juntos por una mayor equidad

social. Si bie n el corp us de prosa mistraliana acerca de Ch ile expresa una voluntad

de acercar las clases sociales y estabili zar políticamente la nac ión también señala a

los culpables de ma les social es y denuncia injusticias de modo dire cto. 47

Me interesa par t icu larm e nte resaltar la idea de que estos textos ponen e n

crisis e l disc u rso nacion al pedagógico - en el sentido de Bhabha- que quiere

imponerse y q ue ni ega la d ife re n cia, marginan d o a gran part e de l p ueblo como

sujetos indignos de la mode rnidad. La fuerza del d iscurso mist raliano sob re Chile

debe medirse frente a la exclusión histórica de l pueb lo chileno por parte de la elite

17"Creo de más e n más en los de litos co lecti vos y aunqu e sé que en la Amé rica crio ll a la clase
dirige nte tie ne tremendas respon sabilidades, he ll egado a la conclusi ó n de q ue la clase media no es
na da inocente pues no la veo mu cho más ge ne rosa en el festín naciona l. .. " (PC 66).
111

durante el siglo XIX y hasta bien entrado el siglo XX. 48 El historiador chileno jul io

Pinto describe en los siguientes términos las relación del Estado con el pueb lo en el

siglo XIX:

El trato dispensado por el estado modernizador latinoamericano al


bajo pueblo o a los muchos reductos de la 'barbarie', un trato
traducido en mayores im puestos, mayo r vigilancia policial, mayo r
reglamentación de las vidas y los espacios cotidianos, mayor
reclutamiento militar y un desprecio indisimulado hacia la mayor
parte de sus costumb res y represen taciones cultu rales, era cualquier
cosa menos el que hubiera co rrespondido a sujetos racio nales dotados
de derechos inalienables. El mismo afán escasamente disimulado por
reemplazarlos con poblaciones más civilizadas y el racismo qu e
brotaba sin mayores eufe mismos de una clase que seguía s in tiéndose
un poco como las avanzadas co lonizadoras de las que creía descend er,
equivalían casi a desa huciados como seres dignos de la modernidad.
(citado por Rojo 41)

Mistral no fue la única voz públi ca en denunciar la excl usión y en condenar la

miseria en que vivía la clase campesina y obrera en Chile durante las primeras

décadas del siglo XX. Sin embargo, su visión se diferencia de otros textos po rque

rara vez adopta una mirada etnográfica o una que desde lo alto observa la nación y

las masas. Aunque tampoco me parece razonable afirm ar que Mistral habla desde y

para el pu eblo, más bien su discurso surge a partir de la movilidad con que transita

entre el pueblo y la clase edu ca da (profesionales e in telectua les). En 1941 se pu blica

el exte nso comentario de Mistral al popular libro de Benjamín Subercaseaux Chile, o

una loca geografía que da cuenta hasta qué punto Mistral rechazó c:1racte riz:1cio nes

estereotípi cas y degradantes del campesinado y del pueblo, aun en medio de un

texto co mo este que en ella critica muy positiva mente (el ensayo de Mistral pasó a

48Esta exclus ió n y marginalización es incluso mayor en Ch ile que en otras naciones latinoamericanas.
Un ejemplo es lo mucho q ue demora la Ley de Instrucción Primaria Obligatoria que se aprueba en
1920, 36 años después que la ley a r genti na.
11 2

ser el prólogo del libro en todas las ediciones posteriores). Al comienzo de este

ensayo Mistral insiste en la importancia que tiene escribi r sobre la patria y el

ca rácte r servicial de esta tarea (en oposición con un ejercicio más 'egoísta' que

podría ser la ficción): "Los contadores de patrias cumplen de veras un acto de amor

... Va siendo tiempo que algunos dejen el oficio un iversal de poetas y se den con una

modestia se rvicial a contar la tierra qu e les sostiene los pies trajinadores y la densa

pasión" (PC 60). En ese sentido celebra el lib ro de Subercaseaux que define como un

ensayo geográfico, 'un agente de educación en nuestro pueblo' (PC 61) por su

descripción de la naturaleza y el paisaje nacional. Discrepa en cambio en la

descripción del pueblo chileno y rebate al autor a partir de un a anál isis de la

relación de clases sociales, particularme nte con respecto al víncu lo entre la

constitución física de la clase baja y la desigualdad y miseria en la que viven.

Traslada los comentarios es téticos de la raza de Subercaseaux al plano de lo político:

"M iseria todo eso y no fealdad constitucional; labo reo primitivo, ningún cu ido de los

dueños del cobre hacia la herramienta adámica y tampoco amor alguno del minero

po r sí mismo ... " (PC 64). La 'fealdad' es ante los ojos de la maestra, la explotación

po r parte de la clase alta, el aba ndono del Estado que degrada y vuelve bárbaro al

pueblo chil eno. La barbari e es usada en otros textos co mo sinónimo como la

injusticia social end émica que los gobiernos latinoa mericanos aún son incapaces de

confro ntar. La ansiedad de los Estados modernos por el respeto europeo y por

despojarse de la barbarie es recogida por Mistral al asociar la barbarie, ya no con la

natu raleza indóm ita y los indígenas sino con las democracias 'mancas', que por

ejemplo, no garantizan el derecho a la tierra:


113

Cuando esa gente de ojos abiertos [los europeos] nos llama bárbaros,
porque no estudiamos latín o porque no bebemos té, no tienen razón;
la tienen, ¡y de qué tamaño! Cuando se ríen de nuestras democracias
con mil propietarios por millón de habitantes (PC 331).

Mistral niega nociones hegemónicas de la superioridad de ciertas clases y razas

blancas y educadas (aunque en otros contextos las sostien e) y provocadoramente

argumenta a favor de una jerarquía alternativa.

Aunque a los civil izados pedantes les indigna mi ocurrencia, pienso


que toda esa ge nte [tribus de Tánger y Marruecos], muchas veces
plebeyísima en el sentido de la miseria corporal, está más asistida y es
mucho más rica en lo que toca a los negocios del alma de nuestro
criollo bien servido de escue las, aldea por aldea. Esas tribus poseen a
sus maestros artesanos, usufructúan de sus cantadores al aire li bre y
sus poetas todavía cantan la vida árabe, porque aún no aceptan la
ajena. (PC 65)

Mistral problematiza la dicotomía civilización y barbarie a partir de elementos

históricos, d efiniciones alternativas de l arte y la estética, el cu ltivo d e la vid a

espiritu al y su relación con las tradiciones de un pueb lo. En 1940 la escritora tiene

una posición crítica frente proyectos civilizatorios simplistas que creen en la

asim il ación del pueblo y los indígenas a trav és de las escuelas y rescata como

esencia l para la riqueza del espíritu la conservación de oficios y tradiciones

ancestrales. Subercaseaux, qu e aunque crítico de su clase pe rte necía a la más alta

oligarquía naciona l, caracteriza de modo negativo a l campesinado frente a lo cual

Mistral se opone desde su particular óptica que a lo largo del texto se establece

como más solidaria y comprensiva de la clase popular: "Aquella masa que usted solo

ve lenta, perezosa y de una blandura hipócrita, constituye pa ra mí la raza chilen a

efectiva, la mayor y la mejor de nuestras clases socia les" (PC 66) . La masa 'floja' y

amenazadora que ve la elite es para Mistral la verdadera raza chilena, son sujetos
114

dignos de la modernidad, ciudadanos con derechos, actores claves para el éxito de

los proyectos de modernización y la consolidación de una d emocracia inclus iva.

La geografía humana chilena, según Mistral, está dete r m inada po r la mezcla

indígena-española (vista como id eal de acuerdo al pensamiento d e Vasconcelos) lo

que explicaría rasgos de carácter nacional: "Voluntad, de la du ra voluntad ch ilena,

de la terca volición vasco-araucana" (PC 53) . 49 Como la crítica ha señalado

in sistentemente Mi stral rechaza la negación del indígena y lo descubre en cada

pers ona y hasta en la geografía nacional. 50 Su pos ición crítica ante los pretendidos

civilizadores y ante la superioridad de lo europeo se acentúa después de su primer

viaje a Europa (1924), has ta entonces le reconoce un Jugar y u na función pos itiva a

los europeos e n la formación nacional: "No sen timos el d esamor, ni siquie ra el

recelo de las gentes de Europa, del blan co que ser á s iemp re el civilizador ..." (PC 16)

dice en 1923. En ese mismo texto titulado "Chil e" el é nfas is e n d efi nir la raza ch ilena

se entie nde co mo parte de un discurso de identidad nacional que promueve ta nto

para un público nacional como internacional las cua lidad es humanas y el potencial

de Chile.51 El texto de Mistral refu e rza la autoestim a nacional al mism o ti e mpo que

49 La histo ria naciona l mistra liana re to ma el mito clás ico de la dura dom inació n española sob re el
pu eblo mapuche pe ro se dife rencia de his torias o ficiales en s u insist encia po r actua liza r la p rese ncia
indíge na si no a nivel políti co al me nos a nivel s im bó li co: "La Araucana, q ue pa ra muchos sigue
s ie nd o una gesta de ce ntauros de dos órde nes, ro manos e indios, pa ra los chilenos a pasado a ser un
do ble tes tim onio, pa terno y mate rn o, de la fue rza de d os sangres, aplacadas y unificadas a l fi n e n
nosotros mi s mos" (PC 39).
so "Pe rsiste t odavía en Am ér ica una indige nidad de l paisaje, de la luz, del a ire; existe a ún en la
Arge nt in a d e la sa ngre rectificad a ... En no sé q ue calofrío q ue da la tie rra austral, en no sé q ue juego
de ecos de las cuchillas co rdill e ra nas, en no sé q ue estup or d el silenci o, e l indio nuestro, el araucano
como el d iaguita, para a la vez in visible e indud able, y t ie ne muy gruesos o ídos q uien no lo oye" (PC
49) .
51 "Peque ño te rritorio, no pe que ña nació n; s uelo re du cido, inferior a las a mbi ciones y la índole

hero ica de s us ge ntes .. . La raza existe, es decir, hay dife re nciación viri l, una o riginalidad q ue es forma
de nobleza. El in d io ll egará a se r, en poco má s exótico po r lo escaso; e l mes tizaje cubre e l territori o y
no ti ene la d ebilidad q ue a lgun os an ota n e n las razas que no so n puras" (PC 16).
115

la re-define mod ificándola . No es más verdadera que otras ficciones nacionales, su

tono es de una mirada autocrítica frente al espejo, sin embargo, no es más que otra

narrativa, otra fantasía que contribuye a la idea de nación. Su valor, a mi juicio, es

que agrega desde la óptica de un sujeto minoritario otra nar rativa, que como sugiere

Bhabha inevitablemente modifica o altera la narrativa hegemónica.

El panteón mistraliano, creado a través de una multitud de crónicas,

'recados', ensayos y citas se puede leer como parte de su labor como artesana de la

nación, como contado ra de la patria, quien desde su lugar y su ideología adopta una

forma tradiciona l: los retratos históricos de personajes y héroes para desde ahí

modificar el canon e impulsar su agenda política y social. Este canon mistraliano que

se compone de personajes tanto históricos como contemporáneos desafía

estratégicam ente el canon establecido por dos medios: a través de una re-lectura de

héroes nacionales (O'Higgins, Portales) y en segundo lugar, al incluir pe rsonajes

olvidados o marginados que Mistral presenta asociados a valores nacionales

fundamentales (Cami lo He nríquez, Joaquín Edwards Bel lo, José Manuel Balmaceda).

Una clave in icial de este 'proyecto' está en un texto breve de 1926 titulado "Menos

cóndor y más huemul". Aquí, a partir de los dos anima les que aparecen e n el escu do

nacional d e Ch ile: el cóndor, ave rapaz que habita en Los Andes y el huemul, especie

de siervo, propone una reinterpratación del carácter nacional. El argumento central

es que el cóndor que para Mistra l simboliza la fuerza, la guerra, lo viril, ha

predominado en el imaginario colectivo por sobre el huemul. El ensayo propone que

ha ll egado la hora del hu emul: "El huemul quiere decir la sensibilidad de una raza:

sentidos finos, inteligencia vigilante, gracia. Y todo eso es defensa, espolones


116

invisible pero eficaces del Espíritu" (PC 324). Mistral, pacifista, no sugiere que se

elimine al cóndor sino que se ponga a l huemul en primer plano, que e l eje rcicio de la

inteligencia predomine por sobre la fuerza e n el espíritu nacional. Idea que se

traduce en una inte rpretación de la hi storia y el carácter naciona l:

Bueno es espigar e n la hi sto ria de Chile los actos de hospitalidad , que


son muchos; las acciones fraternas, que llenan páginas olvidadas. La
predilección del cóndor sobre el huemul acaso nos haya hecho mucho
daño. Costará sobre poner una cos a a la otra, pero eso se irá logrando
poco a poco.
Algunos heroes nacion a les pertenecen a lo que llamaríamos e l orden
del cóndor; el huemul tiene paralelamente los suyos, y e l momento es
bueno para destacar estos . (PC 324)

¿Qui énes son entonces para Mi stra l los que pe rtenece n a la orden del huemul? Son

aquellos que no se han inmorta lizado por sus hazañas militares y que muchas veces

ha n su frido e l rechazo, el olvido y los ataques de s us compatriotas. Estos s uj etos

históricos con los que Mistral se id entifica por sentirse ella misma v íctima d e la

hostilidad y la falta de reconocimiento en Chi le son los que sus textos ins talan e n e l

imaginario colectivo como verdad e ros patriotas, defensores de los va lores centrales

d e la nación.s2 Tanto en la relectura mi straliana de personajes históricos como e n e l

rescate de figuras marginales es pos ibl e cuestionar, como en cualqu ie r t exto

histórico, la precisión y veracidad histórica de sus re latos. El propósito de este

52 La co mpleja re lación de Mistral co n Chile ha sido objeto d e numerosos co menta rios y aná lisis por
parte de los estudiosos de Mistral. Si b ie n en un extremo están quienes argum e nta n que esto es más
bien un delirio de la poeta y que e n Chile sie mpre se le a poyó y quiso, hay s ufi ciente evide ncia para
soste ner que efectivamente hubo personas y gob ie rn os que apoyaron a Mistral (ver actas de los
debates de proyectos de ley en torno a pensiones y homenajes a Mistral en Cabriela ... a 60 años del
premio Nobel ( 2005)) pero también desde el comienzo de su ca rrera pedagógica existie ro n quienes
se opusieron a s us nombra mi e ntos y que más tarde la atacaron por va rias razones co mo el vivir en el
extran jero. De est o se queja en una grabació n inédita (parte del nu evo legado) donde di ce: "Alone me
detesta este lib ro y dice que yo he caído ta nto a causa de haber dejado mi país, no qu ise ni seguir
leyendo ... " (Audio Doris 21. Reel 7.2 1). Más reciente mente el hecho de su o ri en tación sexual ha
llevado a críticos (Fiol-Matta, Horan, Olea) a plantear s u homosexualidad como unos de los motivos
por los qu e Mistral fue atacada y la principal razón de que ella de cidiera a uto-ex iliarse.
117

análisis no es ése, sino la pregunta acerca de qué elementos (reales o imaginados)

de la historia usa Mistral para hablar de la nación, la identidad y e l presente. ¿De qué

modo habla de otros para hablar de sí misma?

"Nuestro patrono Camilo Henríquez", pub licado e n El Mercurio en 1928, el

mismo año que publica en Latin oamérica un serie de ensayos a favo r de la

revolución sandinista, destaca la figura Camilo Henríquez (1769-1825) quien luchó

por la independencia de Chile y apoyó la nueva república a través de la escritura y la

labor periodística. Los textos que Mistral dedica a otros siempre entre lazan la

biografía ajena con la propia y estab lecen tanto las coincidencias como las

disidencias id eológicas y estéticas entre la persona y la autora. Así es como

comie nza este texto: "En nuestro Consulado de Barcelona yo vuelvo a recuperar e l

rostro, que he amado siempre, del padre Camilo Henríquez, patrono mío por dos

capítulos: como periodista y como subersivo ... de los 1810" (PC 253) . Mistral

estab lece el vínculo en tre la lucha política efe ctiva y las letras y valida de ese modo

la forma en que ella, a través de la prensa, apoya revoluciones y causas políticas en

Latinoamérica. Recupera la figura de He nríqu ez como subversivo perseguido e

injustamente olvidado y lo trae al presente con la intención explícita de motivar a la

acción: "Neces itamos de este patrono. Y nos hace bastante falta (porque hemos

vue lto insípido y miedoso el periodismo de la América) esta vida co n sabor

sanguinoso y co lor fuerte" (PC 255) .

En un momento en que los países latinoamericanos no respaldan

efectivamente a Nicaragua frente a la amenaza norteamericana, Mistral hace un

llamado a una prensa valien te reafirmando la escritu ra como un instrumento de


118

participación y cambio político. 53 El lugar de esta figura en el panteón mistraliano

también viene a reforzar el proyecto de d esm ilitarización y diversificación d el canon

patriótico. 54 Mistral. quien daba gran valor a su aporte a Chile por m edio un discurso

difundido por la prensa en Chile y en el extranjero (s igu ie nte a pa rtado), reclama

reconocim ie nto para Henríquez a qu ien define co mo "santo de la imprenta y

artesano de la patria"(PC 254). Nuevamente emerge la idea de que la patria se

construye tanto por la letra como por la es pada y que pasadas las guerras de

ind epe nde ncia, la letra, la participación am plia son los principales medios de

creación de la nación.

En cuanto a la d ivers ificación d el panteón naciona l chile no, Mistra l

argum e nta a favor del reconocimiento d e una variedad de aportes y suj e tos. Al

menos a nivel discursivo s u prosa confronta la promoción de una idea limitad a d e

líder, héroe o escritor nacional. Un eje mplo es s u reiv indicación del presid e nte

Balmaceda, la relectura qu e Mistra l propone de un a fi gura po co com pre ndida y

marginada. 55 Va lora e n Balmaceda su preocupación y tra bajo e n be neficio de las

53 Ferna ndo Unzu eta s ugiere que las lecturas de discursos nacionalistas e historias patrióticas afectan
la vida de las personas. Si bien es un a idea un tanto es peculativa me parece in t eresante y que co mo
se ñala Unzueta necesi ta mayor investigación. El a ná lisis de Sa rmie nto a la luz de esta idea me pa rece
productivo para acercarse a a lgunos textos de Mistral: "Alife tha t, accordi ng to th e a uth or, is
modeled a fter his readi ngs of other lives, incl uding Benjamin Fran kl in's a 'su blim e model'. Echoing a
traditio n well established in Latín Ame ri can novels (sta rtin g w ith El Periquillo), Sarmiento a rgue s
that th ese models help readers become good citizens. In addi tion, by also proposi ng as a model his
own e fforts to 'make him selfa place in Americanlette rs and politics', and hi s own life sto ry as
insepa ra ble fro m his co untry's, he nationalizes the read ing of exe mplary lives. Th us, he articulates a
' patriotic' way of readi ng, w here the audie nce is ins pired to act on beha lf of the na tion u pon read in g a
life's history" (15 7) e n "S cenes of Read in g" en Sara Castro-Kla ren y john Cha rl es Chasteen Ed.,
Beyond lmag ined Communities (Baltim ore : The johns Hop kins UP, 2003).
54 "Muy olvidado se le tiene entre los padres de la patria que cargan at ributos de es pada, y qu ienes

menos hemos cuidad o de honra rl o a s u medida somos precisamente los periodistas, s us ahijados,
venidos de é l e n línea recta, po r lo que no hay modo d e renegar su vínculo" (PC 254).
ss José Ma nu el Balm aceda (1840-1 89 1) fue uno de los presidentes ch ilenos más co ntrovertid os
(1886- 1891). Su gobierno fue in ter rump ido en 1891 por una crisis po lítica qu e co mie nza con la
negativa d el Co ngreso a aproba r el presu puesto nacio na l a nte lo cual Balmaceda aprueba el
11 9

provincias y da testimonio de lo querido que fu e e ntre el pueblo y la clase burgu esa.

Lo define como un romántico , lo qu e lo d iferencia de otros gobe rnantes y juzga

como inocente el modo en que empre ndió sus proyectos políticos : "El hombre

romántico aceptó ofe rtas de vidas, creye ndo que el corazón que se ofrece de b ue na

gana es bello de dar y bell o d e se r usado" (PC 265), para fin alm ente propone r que

fue traicionado por la clase política, su clase social. Lo in teresante es la refl exión

acerca del presente y el análisis del d ebate e n torno a un pos ibl e mo numento a

Balmaceda al que se opon e n los que re conocen so lo a los hombres fue rtes de la

his toria "los hombres 'm inera les' qu e nos dieron sol id ez geológica"(PC 26 6) . En

pleno gobie rno del d ictado r Carlos lba ñez d el Ca mpo Mistral r ecl a ma e n nombre d el

pueblo una es tatua pa ra Ba lma ceda y contra-argumenta a los opos ito r es y

velada me nte al di ctador exigie ndo un a r e prese ntació n más a mplia e n el pa nteón

nacional: "El 'vasco' no qui e re e nte nd e r que es muy bella una históri ca sinfonía d e

te mpe ra mentos, y qu e r es ulta por el co ntra rio m onótona y pesad a si se pa r ece a un

salm o de David ca n tado con una sola nota, por vigorosa qu e ella sea" (PC 266).

Mistral, qui e n otorga un lugar d e igual imp o rta ncia al político que al

inte lect ual y el artista e n la fo r mación d e la ident id ad nacion al, hace d e su pl u ma

una pla ta forma fund a me ntal pa ra la promo ció n d e muchos escr itores naciona les.

Sin e mb a rgo, al estudia r la mu ltitud de textos y prólo gos, muchos ma rcad os por el

compromiso y el e nca rgo, queda claro qu ie nes son para Mist ral los escritores d e

presup uest o de facto y se decla ra co mo ú ni ca a uto rida d. Estal la u na guerra civil y a nte el triu nfo de la
Escua dra apoya da po r las fue rzas congresis tas Balmaceda se r efugia e n la Legación Argentina d ond e
escribe su t esta men to políti co y fi nalme nte se s uicida el 19 de sep tie mbre de 1891.
120

mayor valor estético e intelectua l de Chile. 5 6 El escritor chileno Joaquín Edwards

Bello, contemporáneo de Mistral es un personaje al que decide respaldar y re-leer

como un intelectual valioso para el Chile m istraliano (el Chile que Mistra l quiere y

ensaya fantasiosamente en su prosa). Lo describe como:

el capitán chilenísimo de nuestras letras, tipo de criollo espléndido y


escritor admirado de toda la gente americana, excepto uno que otro
viejo chileno que refunfuña por las savias tan viol ent as que lleva 'y que
no convienen a un nieto de gramático'. (La tierra 174)

En este texto como en otros Mistral se queja del rechazo que sufren quienes -como

ella - optan por formas de vida y pensam ientos no conve ncionales. Si bien aquí los

reduce a 'uno que otro viejo chileno' en otro s momentos parece ser un grupo

mayorita rio el que no reconoce el valor y marg ina a los m ejores talentos

nacionales.57 El escritor como 'tábano', como expli caba la función de Edwards Bello

a partir de la idea de Sócrates, por cumplir co n la tarea de crítico cultural implaca ble

es necesario para la nación moderna. 58 Mistral por su parte se reconoce como parte

56 El rol de Mis tral co mo crítica litera ria, como pieza cla ve de las industrias culturales y ed itoriales
co nt ine ntales es enorme y excede los propósitos de esta tesis. La escr itora fue e n ge neral muy
generosa con sus críticas y ayudó efectivame nte a mu chos escrito res latinoamericanos en sus
carreras profes ionales. Evita a nte todo la crítica negativa por una razón más bie n estratégica:
"Muchos no sa be n levantar a un o sin cas t igar al otro; no sabe n que pierden tiempo, pues después
deben curar al les io nado" (Ojo 2148). Por otro lado, tambié n tuvo relacio nes pro blemáticas con
a lgun os escrito res que a unque no se perciben en su prosa pe riodística sí qu edan claras a l estudi ar s u
ep istolario (Pab lo Neruda).
57 En 1924 alaba el talento de l escultor chileno Tótila Albert y d edica una pa rte importante del t exto a

critica r e l ambi e nte a rtís tico e intelect ual nacio nal : "Yo prefiero que se vue lva a Alemani a. Desde lejos
servirá a la patri a, s in sent ir sobre s u oído el co menta r io e nvenen ado de los he rma nos de
nacionalidad; en sosiego viviendo en medios donde la obra d e a rte se defiende so la y cua nd o me nso
impone resp eto, traba jará en paz, sin más limitació n que la d e su propia alma. En Chile, para vi vir
tendría que hacer clases y gastar s u en tusias mo en exp licar un a pedagogía de arte en la q ue no cree"
(PC 149).
58 "Las naciones fu ertes dejan a l críti co propio como al ext raño pe netrar s u gran cuerpo y consi ente n

ser palpadas y también pun zadas, porqu e a l igual que las presas fuer tes no tiene n mi edo de la
peque1ia h emorragia por es tar bien regadas d e sang re y saber que ci ruj a no que no mata cura" (PC
69) .
121

de este grupo en particular por sus conflictos con el 'establishment' pedagógico

durante sus últimos años de residencia en Chile:

... pues habiendo picado solo de paso a l buey Apis la pedagogía criolla,
yo saqué de mi ocurrencia varias lastimaduras ... Pero, ¿a dónde
iríamos a parar si viviésemos atol lados en el pl asma o leaginoso de la
complacencia, o si acabáramos por afixiarnos, embetunados en la
grosura pegajosa que es la autoadulación patriotera ?(PC 69)

La idea de patriotismo de Mistral incluye como deber la crítica, principio que

permite valid ar su particul ar patriotismo y rebatir las crít icas que genera su lejanía

de Chile y frecuentes intervenciones en temas nacionales. Otra forma de hacer patria

que Mistral reconoce tanto en ella como en otros es el éxito internaciona l, como una

forma práctica de moldear la imagen nacional ante los ojos del mundo. Insistirá por

razones económicas y morales que e l reconocimiento internacional no es individ ual

y que presta un servicio a la nación:

... esa verdad dura de ser compre ndida para los jóvenes: la de q ue no
hay éxito individual; a todos nos beneficia e l prestigio d el hombre que
se mueve por nuestras ciudades, que nos ha dado sus pensamientos y
que viste la pob re raza, desnuda d e gloria espiritual, cu bierta -has ta
hoy- de cascos guerreros. (PC 149)

Es e l aporte a la 'gloria espiritual' lo que Mistral intentará desde 1922 que se le

reconozca económica y moralmente. Su prosa a partir de ese momento seguirá

contando a Chile y no se qu edará e n palabras sino que intentará traducirse en

acción - política en algunos casos- como sugiero e n e l siguiente a pa rtado.

Recados a Chile des de el extranjero

Créame, siento a veces remordimi e nto de no hacer algo más por los de
mi ti e rra, que tan necesitados está n.( ... ) Hago lo que puedo a través de
cartas y correspond enci a con revistas y periódicos. (Moneda 57)
122

En 1922 Mistral llega a México, justo d espués d e la fase armada de la

revolución, donde tanto su discurso acerca de Chile como su vis ión del rol social y

político de la escuela y del intelectua l cambia rá ante el proyecto na cional mexicano

dentro del marco d e una utop ía hispanoa mericanista (tema que desarrolla ré en el

siguiente capítulo). La transición de su discurso desde lo nacional hacia un id eal

americanista no llevó a un alej amiento de Ch ile como tema de su prosa, muy po r el

contrario. A partir d e 1922 Mistral escribi ó cientos de textos acerca de la geografía,

el pueblo y las gra ndes fi guras chil e nas a lo que se le suman incontables cartas con

po líticos (Aguirre Cerda, Fre i, Alessandri) donde discute la situación nacional en

detalle.

Chi le e n las primeras décadas del siglo XX, al igual que el resto de

La tinoa mérica está entrando e n la econom ía mundi al y busca participa r de la

comunidad inte rnacional como una nación democrática, rica en rec ursos y en vías

d e mod e rnizació n. Las naciones están preocup adas por construir una im agen

moderna tanto internamente como ante la mirada d el extranjero. Los diarios y

revistas grafican esta a nsiedad y dan noticias de lo que se dice acerca d e Chi le y

Latinoamérica e n Estados Unidos y Europa. Mistral d es de 1922 actúa como una

e mbajado ra d e ampl ia d ifus ió n con el pod er de hablar de Ch ile al mundo (aunque

oficialmente no lo sea hasta 1932). En una carta a Pedro Aguirre Cerda en 1923

queda claro hasta qué punto ell a confiaba e n los alcances de sus palabras y su

influencia e n la formación de un a id entidad nacional ta nto intern a como proyectada

hacia el extranjero.
123

Se ha dicho que yo no vuelvo a Ch il e. No es efectivo, señor, yo comprendo


que tengo el deber de servi r a Chile; pero tengo la certidu mbre que le sirvo
tanto o más fuera que dentro del país. No hay nación sudamericana que
haga menos por su propagan da en el exte rior. No le impo rta, o cree que
esta propaganda sólo pueden hacerla los Ministros Plenipotenciarios y los
Cónsules que hacen vid a fácil y no divul gan jamás las cosas del país. Yo creo
que puedo hacer lo qu e ell os no han hecho, por los dos medios ún icos de
propagand a efectiva: las escuelas y la prensa. (Mapocho 197 7)

Es un hecho que Mistral necesi taba mantener el puesto de maestra y el sueldo

que por esto recibía.s9 Más all á de la razo nes por las que Mistral escribió acerca de

Chile en el extranj ero los textos circularon y pueden analizarse en su cal idad

litera ria, en s u riqueza ensayística y en su fu nción cultural.60 Por otro lado, la prosa

mistraliana no es mera propaga nda ni se lim ita a hablar de Ch ile co mo lo haría un

foll eto turísti co y es por eso qu e resulta in te resa nte para la crítica en la actualidad.

Estos textos ensayísticos, junto a su cali dad literaria, dan cue rpo a un discurso

acerca de Chil e, que tiene peso histó rico e impo rtancia cultural y que además a mi

juicio marcan un hito en el lu gar de una mujer en la historia intelectu al

lati noamericana.

59 La necesidad eco nómica es se ña lada por mu chos críti cos co mo la principal razón de Mistral pa ra
escri bir e n los periódicos, aunque en sus ca rtas ex ist e evide ncia de lo impo rta nte q ue ll egó a se r es te
ing reso pa ra e ll a, no me par ece un razó n válida pa ra poner s u prosa en un nive l in ferio r a su poesía,
ni para tacha r su labo r de 'merce nari a'. La relación de l escritor mod erno con la pre nsa es más
co mpleja qu e una re laci ó n de depe nd encia eco nómi ca y ta mbié n, co mo en el caso de Mist ra l dura nte
e l gob ie rn o de lbañez del Campo, pued e sig nifica r una independencia polít ica. Ver Rotker (2005).
60 El a ná lisis d e la necesidad de dar a co nocer el país e n e l extra nj ero y el provecho q ue e l país
pud ie ra tene r de esa lab o r pa rece haber fun cio nado a nte la lógica de cie rtos políticos y a mi gos de
Mistral, co mo se puede ve r e n un a carta q ue Pedro Agui r re Cerda en su cal idad de Pres ide nte de la
Rep úbli ca esc ribe en 1939 (circa): "En El Mercurio de l 12 de febrero h 1ve ocasió n de leer s u
inte resa nte a rtícul o sobre el t erre moto, y creo que e n Europa s u pluma puede p restar grandes
servicios a l pa ís, sob re todo cua nd o se trat e de mover el interés d e los inversionistas pa ra coloca r los
em présti tos q ue neces ita mos a fin de aliviar ta nta desgracia y leva nta r ci udades nuevas y
co nfo rtabl es, a la vez qu e revitalizar la eco nomía ge ne ra l d e la nación" (Epistolario de Pedro Aguirre
Cerda 33). Efectivamente el e pistola ri o de Aguirre Ce rda co nfirma que Chile recib ió num e rosas
do naciones ta nto de gobie rn os co mo de Legacio nes chil enas e n el extra nj ero lu ego del terre moto de
1939.
12-t

En particular, en el corpus de los ensayos de Mistral que desde el extranj ero,

hablan para y acerca de Chile, se pueden identificar al menos dos funciones

distintas. Un primer grupo de textos se caracteriza por hablar sobre Chile para un

público extranjero, componiendo cuadros del país, su gente y sus costumbres, por

medio de descripciones (geográficas, humanas, históricas) e interpretaciones que

enfatizan la particularidad de Chile a la vez que sus vínculos con el continente. Los

textos insertan a Chile en el imaginario continental que tanto Mistral como otros

intelectuales buscan construir (y que abordaré en el capítulo 3).

El segundo grupo son textos sobre Chile, publicados en la prensa nacional y

que en muchas ocasiones interpelan directamente al público chileno (ciudadanos,

políticos, el ites e intelectuales) .61 Estos ensayos periodísticos re-dibuj an a Chi le y los

chilenos por medio de la re-significación de símbolos, costumbres y geografías, la

exaltación de ciertos hombres y mujeres chilenos (como argumenté ante riormente)

y la comparación de Chile con otras naciones. Mistral, a través de estos textos

interviene estratégicamente el imaginario nacional y entra en debates políticos,

culturales y sociales.

Estos textos establecen una relación a distancia con el público chile no, un

diálogo directo que busca participar e influir en as untos nacionales. Una de las

estrategias textuales que permiten construir este diálogo, es la creación de un

sentido de comunicación constante y de relación personal entre la escritora y sus

lectores, como por ejemplo cuando sitúa el presente artículo como parte de una

se rie: "Yo he hablado en otra ocasión a los lectores de El Mercurio ..."(México 61),

61 Mistral empezó a escribir regularmente para El Mercurio en 192 1.


como una conversación que tiene continuidad e n e l tiempo. Otro recurso que se

repite es la interpelación directa a instituciones y personajes conocidos, por

ejemplo, cuando cuenta ace rca de los lava deros públicos en México, d iciendo que le

pa rece n muy útil es y que "cada vez que paso frente a estos lavad e ros, pienso en los

inmundos co nventillos nuestros y comparo las pobres mujeres de nuestro s ubu r bio

que lava n sobre el ba r ro" (México 1 3 7). Además de demostrar hasta qué punto ella

s igu e pensando en Chile e n el extranjero, va más allá del comentario co n e l objetivo

de conseguir la implementación de la idea e interpela explícitamente a la

Municipalidad: "El Municipio d e Sa ntiago está demostrando su calid ad con

creaciones como la de esa universidad del trabajo que está po r sobre cualquier

elogio. ¿No podr ía ir poco a poco haci e nd o los lavaderos públicos en ca da barrio

obrero?" (México 137). junto co n hace r la petición d e los lavaderos públ icos a la

municipalidad, el texto también a laba públicamente otra inciativa, la de la

universidad del trabajo, un ejemplo de la prácti ca característica de Mistral de

apro ba r y d esaproba r ideas e inci ativas en s us e nsayos y cartas; un modo de no solo

mostrar cuan al día estaba s ino tamb ié n de dar prueba d e su interés po r Chil e y su

gente. Inmediatamente desp ués d e la cita a nte rior, y como para aumentar las

posibilidades de éxito exti e nde e l pedido de los lavaderos a Roxane, esc r ito ra

chil e na de clase a lta: "Y uste d mi activa Roxane ta n ll e na d e interés y d e urgencia

socia l, ¿no querría dar a nu estras muj eres d el pueblo un bi en ta n gran d e como e l

que ha d ado a sus hijos con aquell os parques infantiles d e juego? (México 138).62

62Dentro del medio intelectual, integró desde su fundación El Círculo Femenino de Lectura, fundado
en 1915 por Amanda Laba rca. En el ámbito social, realizó diversas obras destinadas a los niñ os, las
que financió co n las ganancias de s u ejercicio periodístico. Una de éstas fuero n las colo ni as esco la res
126

Me interesa destacar que los ensayos y las cartas de Mistral no se detienen en

el análisis de situaciones o aspectos de la identidad nacional o continenta l sino que

son reflexiones para la acción. En ese sentido el inte lectual como crítico es para

Mistral provechoso para la nación. En una carta personal a Pedro Aguirre Cerda,

Mistral deja en claro la relación que ella ve entre la crítica, el interés por la nación, la

acción y el progreso:

Dije en carta larga a Don Enrique Malina que cada vez que algo hagan
para sacar de la anarquía a nuestra juventud, me indiquen lo que yo
puedo hacer desde lejos. Él como la mayoría de los chilenos, tiene e l
patriotismo quisquilloso y, tal vez, le cayeron mal mis opiniones sobre
la educación nuestra. Yo tengo el hábito del chileno viejo de decir lo que
pienso. Lo digo de los países extranjeros y no es raro que haga
excepción con mi propia tierra. Ud. mismo, Don Pedro, no se m e hiera
cuando juzgo con dureza. Nadie desea con más fuerza que yo un Chile
sólido y cuerdo, un Chile de política inteligente y, sobre todo coherente
que a mar y qu e obedecer. (Siete presidentes 87)

Mistra l no solo justifica su discurso s in o qu e también quiere hacer cosas, participar

directamente en iniciativas coherentes con sus ideales educativos, políticos y

socia les. Esta carta refuerza aspectos centrales de la id ea de intelectual, que como

señalo e n el Capítulo 1, Mistral quiere encarnar, un intelectual que dice lo que

piensa y desea el 'bien' de la patria, lo que justifica no solo la intervención a través

de l discurso sino es prueba de patriotismo, más allá de la distancia con la patria.

El gobierno y e n ocasiones los políticos también son objeto de estas

interpelacio nes públicas en búsqueda de políticas públicas y leyes concretas. En

textos ta les como la "Ley de jubilaciones", "Agrarismo en Chile", "Una provincia en

de ve rano di rigi das a los niños y jóvenes d e escasos recursos. Por otra parte, organi zó la Ins pección
Femenina en fábrica y talleres con el fin de verifica r el cumplimiento de la ley de permisos
m ate rn ales y guard erías infantiles y resguardar la dignidad d e las mujeres en sus trabajos. Ta mbi é n,
creó la Comisió n de Vigilancia de las plazas infantiles en Sa ntiago.
127

desgracia: Coquimbo", "El signo de la acción", entre otros, se abordan problemas

específicos así como leyes que afectan a maestros, obreros y campesinos. Es posible

sostener que Mistral hace uso de todo su capital simbólico63 para promover políticas

tales como la reforma agraria, donde su objetivo será presionar a los políticos y no

promover la agitación de las masas campesinas.64 "Vengo tamborileando sobre la

conciencia de nuestros políticos" (PC 360) dirá acerca de su campaña por la refo r ma

agraria llevada a cabo a través de numerosos frentes: la prensa, cartas, conferencias

y el e nvío -en su calidad de cónsu l- de folletos y revistas de agricultura donde pedía

la difusión de nuevas tecnologías entre el campesinado. 65 La cita ante ri or grafica la

idea que Mistra l tenía no solo de sí misma sino de su participación en asu ntos

políticos, como un agente de pres ión, que desde distintos fren tes y desde un lugar de

creciente importancia, bus ca promover una age nda que incluye proyectos cultura les

(ed iciones, traducciones), sociales (difusió n de ideas en la sociedad) y políticos

(leyes, instituciones estatales, cargos para personas). Los ecos de su cam paña po r la

subdivisión de la tierra a favor de los pequeños ca mp esinos, aparece en mu chas de

las etapas del proceso hacia la reforma, como su giere el hecho q ue Pedro Aguirre

Ce rda le dedique su libro El problema agrario (París, 19 29) : "permítame dedicarle

est e trabajo que Ud. a inspirado. Al ha blar en Chile sobre la fo rma de levantarnos

63 Entend ido como: "Reso urces availab le toa social actor on the basis of prestige o r recognition,
w hi ch function asa n auth oritative emb odi men t of cultural va lu e. A wa r he ro, fo r example, m ay have
symboli c capital in the co ntext of running for political office" (Dictionary of the Social Sciences. Craig
Calhoun, ed. New York: Oxford Unive rsity Press, 2002).
64 La demanda por un a r eforma agrari a co menzó a t omar fuerza e n Chile a comienzos del siglo XX y a

pesa r de que fue una de las promesas de cam paña del Frente Popular (1936 -1941) no se co ncret ó
hasta 1962 cua ndo el Presidente jorge Alessandri promulgó la primera ley de reforma agraria que
permitió la d is tribu ció n de ti erras estatales entre campesinos. Se consolidó y expandió du rante el
gobierno de Eduardo Frei Montalva (1964-1970) y luego fu e revocada durante la dictad ura mi litar de
Augusto Pinochet.
6 5 Ver Prosa escog ida p. 169
128

espiritual y económicamente estuvi mos co nformes en qu e había que empezar la

tarea por la clase agrícola ..." (Aguirre Cerda 7). En este texto Mistral aparece como

un personaje central en el análi sis político y como una de las ideólogas de esta

reforma.

El tema de la reforma agraria en la prosa mistraliana no se lim ita s implemente

a la promoción de esta particular aunqu e im portante iniciativa sino qu e es un

elemento centra l dentro de un sistema más ampl io: la ideología mistral iana. Esta

id eología, que atravieza su obra, se manifiesta en visiones éticas, estéticas,

ec onómicas y sociales y está determinada por un ideal qu e tiene como uno de sus

objetivos centrales, una distribu ción de poder equitativa y en favor de los sujetos

más vulnerab les como las muj eres, las minorías y los niñ os. Es a partir de esta

ideo logía que Mistral revisa críticamente conceptos tales como democrac ia e

identid ad nacional por med io de un discurso que une análisis generales co n

problemas específicos. Un texto que ejemp lifica Jo anterior es "Agrarismo en Chile"

publicado en 1928 en El Mercurio de Santiago y en Repertorio Americano de Sa n

José, Costa Rica:

Mucho necesitaba ya la democracia manca que es la nuestra,


preocupada desde hace cin co aí1os de códigos del trabajo, hab itación
urban a y otras as istencias honestas al obrero, volver la cara hac ia el
campes ino, darse cuenta de él y agrarizarse un poco. Le fa ltaba un
brazo a la democrac ia chil ena y yo creo que era el derecho ...
Hace sies años yo mandé a Chil e mi primer artículo sobre la reforma
agraria en México. Desde entonces y sin hacer artícu los de
especial idad que no sé escrib ir, he dicho, cada vez que he podido, mi
aborrecimiento de nuestro feuda lismo rura l, contando qué hombre
completo - con suelo, con casa, con educación agrícola, co n
sensibilid ad para la ex tensión verde- me he encontrado en mi cami no,
que no hago cantando como creen, sino mirando, hecha entera ojo
para los míos, ojo chil eno, que ve neto y mira sin pestañeo. (PC 331)
129

El movimiento desde Jo téorico (la idea de democracia) a Jo práctico (el

abandono del campesinado) es otro rasgo de la prosa política de Mistral, que en un

tono informal, transita desde el anális is y la crítica (validación intelectual), a la

reafirmación de su compromiso con Chile (validación ética), para finalmente

motivar a la acción. Esta estretegia retórica la distancia de una imagen de intelectual

al ienado de los prob lemas de su país como también del político guiado por intereses

de beneficio personal, ubicándola, e n cambio, junto a un grupo de intelectuales y

profesionales que por vías políticas -no revolucionarias- trabajan po r reformas a

favor de los pobres durante la primera mitad del siglo XX en Chile.66 "Agrarismo en

Chile" no es un análisis técnico del asunto agrario, aunque refiere a opiniones

'profesionales': "aseguran que Chile será siempre el país que coma de sa lit res y de

meta les ..." (330), que aunque se citan, Mistral pone en dud a para propon er en

cambio su propia id ea del rol central de la agricultura en el futuro económico de

Chile. Y si bien la primera parte del texto ofrece razones económicas y éticas luego

cambia hacia un tono indirectamente amenazante (que se entiende en el contexto

del descontento social d e la época) cuando afirm a que aunque el campes ino aun no

reclama porque no se sabe ciudadano con derechos, pronto lo sabrá:

66 La historiadora chilena María Angélica lllanes a na liza detalladamente la miseria, la re configu ració n
'barbarie' que adqu ie re visibilidad en los di sc ursos del centenario como tamb ié n e n el papel q ue
diversos sectores: la iglesia, el Estado, los profesio nales y los obreros asumen en este momen to:
"paralelamente a las medidas represivas destinadas a contener y confron tar e l descontento social
exp resado a través del movimiento obrero en el país a principios de s iglo, comenzaron a movilizarse
distintos grupos civiles laicos, especialmente ligados a los estame ntos pro fesi onales (medicina,
ed ucación, leyes, se rvi cio social), encami nados a inco rpo ra r a los secto res popula res a los beneficios
de la civilización. Estos grupos fueron construyendo un discurs o autocrítico e ins ta lando nuevas
'pre misas' que alcanzaron a mplio consenso y q ue movili zaron a la sociedad e n tareas d e orga nización
civil, socializació n, legisla ción y pactos ciudadanos los que fueron capaces de crear nuevos y
suces ivos pactos políticos que delin earon las políticas sociales modernas y el propio sentido y
lenguaj e sociocultural d e los años veinte" (lllanes 1 3) .
130

El cine y la revista ilustrada van a contárselo, tarde o


temprano ... Entonces él va a moverse. De un solo empellón y mortal. El
'empellón' se llamó en México, Emiliano Zapata y sus morelenses;
saqueó, quemó, mató y repartió el suelo, todo en la misma hora" (PC
332).

E inmediatamente des pués de la evocación de esta escena d e revolución y violencia,

el texto, dirigido al lector educado d e l diario El Mercu r io, sugiere: "Los patrones

deberían poner la mejor cara a las leyes agra rias que llegu e n al Congreso, Jo s

patrones que forman parte del Congreso y los que quedan afuera y que manjean

opiniones de pre nsa y d e círculos" (PC 33 2). Sugerencia que expl ica de a lgú n modo

la oposición de ciertos sectores de la elite conservadora a Mistral y las ac usaciones

d e hacer política que recibe. Lo que a su vez p ermite una mayor comprensión de p or

qu é Mistral repite incansablemente en su prosa p e ri odística y cartas que e lla no

pertenece a ningún partido y qu e no representa ideas de otros para as í difere nciar

s u inte rvención política de una id ea de p a rticipación política tradicional (como

miembro de un partido), que si n duda hubi e ra s ido cuestionable en un a muje r como

ella.

Cuando Mistral escribe acerca de Chile e n e l extranjero pone en prácti ca lo que

Jea n Fr a nco ha de nominado 'el d e recho a interpretar', d erecho qu e estos textos se

a rroga n cua ndo r e-dibuj a n a Chil e y los chilenos por m ed io de la re-significa ción de

s ímbo los, costumbres y geografías. Un texto e mbl emático en este se ntido es el

d iscurso de Mistral en la Escu e la Norma l Pre pa ratoria de México e n 1923, titulado

"El recuerdo de Chile" y pu bl icado en El Mercurio 1924. Berta Singe rman, actri z y

r ecitadora, qu e 1923 llega a México de un gi ra en Chile le trae a Mistra l un a medalla

enviada por las univers itarias chil e nas ante lo cual la escritora respond e con est e
131

discurso. Tanto el envío de la medalla como el discurso dan testimonio del diálogo

constante, a través de símbolos, discursos e imágenes que Mistral mantiene con

Chile desde su partida en 1922 y hasta su mu e rte.

El discurso, que contiene las dos func iones definidas al comienzo d e este

apartado, en tanto se dirige a un público extranje ro como chileno, describe al

ch ileno y su relación con el lenguaje, la verdad y la geogra fía y trata d e re-dibuj a r s u

ca rácter an te el resto del continente.

"Tenemos una fea leyenda de raza s in emotividad. Es Jo más odioso que puede

decirse de un pueblo. Y no somos eso" (México 125) le confiesa a lo s mexicanos.

Mistral hace eco de un estereotipo nacional (que separaría a los chile nos d el resto

de Latinoamérica) y sin nega rlo lo re-eval ua. Muestra la prueba -las palabras qu e le

envían- de la sincera afectivid ad de los chi lenos y atribuye esa supuesta falta de

emotividad a un rechazo del exceso y la falsedad, a un "deseo religioso de verdad"

(México 125). Entonces, por un lado, el discurso funciona- en México- co mo un a

redefinici ón d e la chil en idad q ue quiere ir más al lá d el es tereo tipo para 'reve lar'

(crear) un pu eblo que es en el fo ndo cariñoso y honesto, con el objetivo explícito de

genera r e mpatía y promover la integración d e Ch ile al imaginario co ntinental.

Objetivo que Mistra l en el mism o texto justifica como esencia l al ideal

latinoamerican ista: "se trata, primero de que no nos neguemos uno s a otros;

después d e eso ve nd rá el qu e no nos nieguen los extraños"( México 1 25). Por otro

lado, el mismo texto publicado en El M ercurio fun ciona como un es pejo de la

chilenidad retocado. La pros a mistraliana re-dibu ja el territorio y el carácter

nacional d e acuerdo a sus id ea les huma nistas y de integración La tinoam e ri cana. Su


132

rol como intérprete y agente de cambio de la chilenidad no se esconde, sino que se

destaca: "Yo he hecho a muchas de aquel las alum nas universitarias en mi clase

cotidiana el énfasis detestable por insincero y les he afeado asimismo por pl ebeyo el

lenguaje servil, labrándo les con la costumbre su trato fam iliar hacia el ma estro"

(México 125). Mistra l recon oce que ha promovido en sus clases el lenguaje directo y

sobrio, que considera una virtud de l chileno, y en ese sentido la maestra trabaja por

'perfeccionar' elementos en sus alumnas que imagina como valores nacionales y, tal

como lo hacía en sus clases, ahora lo hace a través de la prensa. Mistral en su prosa

por un lado cultiva y promociona virtudes y por otro, rechaza ciertos elementos del

carácter nacional que aspira a eliminar (por ejemp lo, el cóndor).

Estas ideas puestas a la luz de la labo r de propaganda de Chile, que en palabras

de Mistral ella hacía mejo r que nadie en el extranj ero, permiten reconocer en estos

textos la co nciencia fundacional de una voz que va ocupando un espac io nuevo -el

de contar su patria a quienes poco o nada saben de el la- y el poder interpreta tivo

que esto sign ifica. Este discurso, aunque por momentos lejano a la realidad histórica

de Chil e, es uno qu e creó un Chile que se diferencia de las narrativas hegemónicas y

que pone en cuestión visiones predominantemente masculinas y de elite. A partir de

un a posición alternativa (minoritaria, erra nte, desplazada) agrega una narrativa

más, que por el hecho de sumarse al conjunto, provoca un efecto desestabilizador

tanto en su momento como en el presente.

Los ensayos analizados aquí forman parte de un conjunto de ensayos políticos

provocadores y de importante circul ación que dan cuenta no solo de la ideología de

su autora sino de su luga r en los debates del momento. Respaldan, a su vez, lo


133

importante de interrogar la idea de la ausencia de política en la prosa de Mistral así

como el actual desconocimiento que la mayoría de los ch ilenos tienen de esta parte

de su obra. No es necesario excavar para encontrar la dimensión política de Mistral

como sujeto intelectual y a lo largo de su producción esc ritura ría. El tono y alcance

de estos textos son parte del conju nto de prácticas, imágenes y lugares que dan

fo rma a la idea de intelectual y escritora asociada a Mistral y cómo esta a pesar de la

opos ición que generó en algunos, logró reconocimiento internacional y creó su

propio espacio de influencia. Espacio que a veces por su excepcionalidad y difícil

clasificación queda olvidado y es silenciado por la historia.


13-t.

Capítulo 3
De la provincia al continente: la internacionalización y el discurso
latinoamericanista de Mistral

El objetivo de este capítu lo es retomar ciertos planteamientos d e l prim e r

capítulo acerca d e la construcción de Mistral como inte lectua l, aunque a h o ra

específicamen te en la etapa posterior a 1922. Este período estuvo marca do por una

cr ec iente internacionalización d e su obra y su figura así como por camb ios notables

en e l tono y temas de su prosa. Sigu iendo con la propuesta centra l de esta tesis me

propongo elaborar en torno a cie rtas estrategias que llevan a Mistral pe rfilarse

como una inte lectu a l moderna y tra ns nacional. Identificar estas estrategias e n el

co ntexto hi stórico en que se a rticulan permite seguir la pista de su trayectori a a

través del continente americano y Europa, s us a lianzas inte lectu a les e id eo lóg icas, y

su luga r -nunca fijo y e n constante negociación- e n e l ca mpo intelectu al y político de

las prime ras décadas del siglo XX. Examinar la participación d e Mistral e n redes

transnaciona les de pensamiento, ana lizar su afi liación a un d iscu rso

latinoamericanista, es una tarea pendiente ya que tradicionalmente la crítica ha

te ndido a aislarla d e gru pos intelectuales o ge neracio n es p oéti cas, por su co ndición

'excepcional' y liminal como he expli cado e n la introducció n. Asim ismo, e l proceso

de internacio nalización d e la obra y la figu ra de Mistral que com ienza cas i diez añ o s

a n tes de su salida de Ch ile, así como los lazos qu e creó con in telectuales, políti cos y

fi guras públicas fuera de Chile e in clu so más al lá de Hisp a noamérica, es un tema que

neces ita mayor estudio. Esto último pe rmite cuestionar y co mplej izar ciertos mitos

qu e h a n oscurecido y s im pl ificado lo que considero son sofisticadas es trategias de


135

creación de redes, manejo de id entidades (la maestra, la poeta, la intelectual etc.) y

de modos de participación en el campo literario, educacional y político de las

primeras déca das del siglo XX en Latinoamérica.

El discurso mistraliano está dete rm inado por las tensiones propias de los

distintos campos en que participa: el cam po reciente y parcialmente autónomo de la

literatura (Ramos 29), el campo de la educació n públ ica, dependiente del Estado y

en explosiva expansión, y por otra parte, un cam po intelectual qu e desde el ensayo y

la prensa reclama el derecho a in terve nir en debates políticos, analizar críticamente

la modernidad y traza r nuevos mapas como en el caso del proyecto

latinoame ricanista.

Un punto de entrada a este tema es a partir de los pl anteami entos de Pi erre

Bourdieu acerca del capital cultural y la parti cip ación de los sujetos en el cam po

cultural. De acuerdo al mod elo teórico de Bourdieu, un campo se defin e co mo un

espacio estructurad o dond e los agentes ocupan distintos lu ga res que se re lacionan

en tre si. Me interesa la idea de que el cam po es dinám ico y que los cambios en la

posición de los agentes camb ian la es tructura total del campo y, co n rel ación a esto,

que los agentes en un determin ado campo se disp utan el co ntrol de sus recursos

parti culares.1 Me interesa leer la inte rnacion alización de Mistral a la luz del lugar de

su di scurso literario y ensayístico y de su proceso de legi tim ació n necesa rio para

forma r parte del ca mpo. Es particularm ente importan te anal izar el capi tal sim bó lico

1 ''The space of litera1y or artistic position takings, i.e. the structu red set ofthe manifesta tion s ofthe
social agents involved in th e fie ld -litera ry or a rt istic wo rks, of cou rse, but also pol itical acts or
pronoun cements, mani festos or polemics, etc.-is inseparab le fo rm t he spa ce of litera1y or artistic
positions defi ned by possesion of a determinant qua nt ity of specific capital (recognition) and, at the
sa me t ime, by occu pation of a dete rmínate positio n in th e structure of the distr ibution of th e specific
ca pita l. The lite ra ry or artisti c fi eld is a fleld of[orces, but it is al so a fleld ofstruggles te ndi ng to
t ra nsfo rm or co nserve thi s field of forces" (Bourdie u The fleld of cultural production 30).
136

-reconocim ie n to, p rest igio público- que le permite a Mistral negociar un lugar en

estos campos y de qué modo sus identidades pa rt iculares (muje r, mestiza, pobre)

t ienen un efecto en este proceso.

Estrategias de internacionalización

Y vivirá así el genio en su Patria; bajo la e rupción co lérica de la


Envid ia incontenible en el pecho de los unos y el silencio, aún
más hostil de los otros.
Mientras tanto, de la irradiación portentosa, una luz pálida por
la lejan ía, asomará a extraños horizontes . Y, las
intelectualidades expe r tas, volverán los ojos haci a ella. Y,
asombradas, se postrarán para, así sa ludarla, así admirarla, así
adorarla. (Recopilación 110)

Estas palabras, escritas p or Mist ra l e n 1906, 18 años antes que el gobierno

mexica no la in vit ara a participar de la refo rma ed ucacional, presagian con

sorprendente exactitud el esce na ri o que marcó los últ imos años de Mistral e n Chile.

Esta prosa poética titu lada "La patria" ina ug ura un discurso que pone en conflicto al

artista y la patria, y que Mistral reiterará e n ensayos, poemas y ca rtas. El éxito d el

artista se encue ntra en los textos de Mistral más a llá de la patria, id ea que desd e

temprano es puesta en práctica por la escrito ra, que atraviesa las fronteras

nacio nales para lograr un espacio e n el ca mp o lite rario e intelectual.

Quiero comenzar por trazar los orígenes de la inte rn acionalizac ión y el interés

d e Mistral por la lite ratura, la cultura y la po lítica internacional. Como seña lé en el

primer capítulo, la prosa mistral iana difundida a través d e la prensa es clave para e n

promover a Mistral como una intelec tual además d e una poeta dura n te su etapa

chi le na (has ta 1922). Pero además de publicar en m ed ios regional y naciona les
137

chilenos, Mistral publica d e manera activa en revistas y periódicos extranjeros, tanto

poesía como prosa. Esto ti e ne al me nos dos resultado s: le da visibilidad en Chile al

hacerla entrar desde fuera, al reconocérsele nacionalmente como una escritora que

publica y es valorada en el extranj e ro, y también da a conocer su obra y

pensa miento a nivel latinoamericano.

Aquí me interesa analizar específicamente la re lación de Mistral con los

medios (revistas, periódicos, editores) y valorarlos como un factor clave en la

internacionalización de s u obra y su pe nsam iento . Las publicacion es en revistas y

pe riódicos fuera de Chile, a ntes de su primera salida del país e n 1922, fue de la

ma no con el establecim iento de relaciones epistolares con editores y escritores

extranjeros. Esto marca la primera etapa de creación de redes de Mistral, redes que

rápidamente se traducirán en ofertas de trabajo, peti ciones de prólogos por parte de

otros esc ritores, traducciones de s u obra y a mistades que a lo largo de su vida la

respald a rán de distintas maneras (po r eje mplo, apoyando la cam paña para el

premio Nobel). Si bien es un hecho documentado que los escritores publicaba n su

obra o pa rte de ella e n periódicos y revis tas d esde el siglo XIX, queda a un por

determinar hasta qué punto el hecho de que Mistral publica ra frecuentem e nte en

una va ri eda d de medios extranjeros 2 a ntes d e la publicac ión de su prim e r libro fue

una práctica común. 3 La contracara de esta circulación internacional es la la bor de

Mistra l e n la difusión de la lite ratura extranjera en Chile, labor que la inserta e n un

2 Elegancias (Pa r ís) 19 13, Pegaso (México) Nosotros y Atlántida (Buenos Aires), Repertorio Americano
1919, Revista Interamericano (Nueva York) 1919, Bulletin of High Points (Nueva Yo rk}, entre otros.
3 Alfonso Escudero, e l p rime r estudi oso que elabora un catálogo d e prosa mistraliana, incluye en su
libro las s iguie ntas palab ras d e Mistral en 1922: "En estos últim os años he escrito co n más fre cuencia
en revistas de México y Argen tin a q ue en las del país" (253).
138

proyecto literario común trans nacional y habla de un concepto de la lite ratura como

un espacio no restring ido por Jos límites nacionales. Participar de estos circuitos

litera rios es u n primer paso clave pa ra s u inserción en las industrias cu ltura les

transnaciona les de ese momento. 4 Por otro la do, el escritor de provincia que no se

traslada a la cap ita l para perseguir s u profesión o realiza r estudios form a les (a

diferencia de la mayoría, por ejemplo, Pablo Neruda) debe e nfre ntar e l a is la miento

e n un a mbiente intelectual muy restringido (e n términos de co nfere nc ias,

bibliotecas, ci rcuitos inte lectuales y artísti cos) .5 Mistral res intió esto como se ve en

s u descargo anteriormente citado en e l Capítulo 1 donde se queja por haber si do

"excluida de la vida de u na ciudad culta, d espués de dieciocho años de ma r tirio en

prov incia"(Recopi/ación 471). Entonces, ¿Cómo logra Mistral pe rfi larse, a nivel

internacional, como u na esc ritora profesional y una inte lectua l d estacada desde la

provi nc ia? La respuesta creo yo está en un t rabajo extraordinario d e creación de

redes y de difusión en me dios d e diverso perfil dirigidos a públi cos lectores a mp lios.

Al mismo tie mpo, y como explica e l capítul o 4, esto va acompañado de un manejo de

1 Con circuitos me re fi ero a las redes de escritores, editores y med ios q ue en s u co njun to actúan co mo
age ntes claves de la difus ió n de los textos li terarios y e nsayísti cos y particularmente de la circulación
inte rnaciona l. Un eje m plo claro está en un a carta que Mistra l escribe e n 1922 dond e se ve s u rol de
'broke r' d e la literatura lati noamericana: "Hemos hecho aquí [M éxico] cariñosas y sola mente jus tas
sobre el "Repertorio" con Heliodoro Valle, con Torres Bodet y especialmente con don Federico de
Onís, q uien tiene una estimación muy grande por la revista. No sé si usted recibió mi artículo sobre
"Tropicalis mo" ... Quie ro tamb ién molestarlo pidié nd ole aquel núm ero de Repertorio que t ra ía versos
de Emilia Bernal -poemas recientes- pa ra comprende r a esta fina poetisa en un a rtículo que enviaré a
El Mercurio de mi país sobre escritoras cuba nas" (García Monge 81).
s Ca rl os Soto Aya la en s u libro Literatura Coquimbana de 1908 (primera a nto logía e n incluir a
Mistral) ofrece s u juicio a cerca d e la d ivisió n cul tural entre la capital y la provi ncia: "Las provi ncias, i
particular mente las del Norte, son miradas con profunda indiferencia por el cen tralis mo de la capital.
Fuera de Sa ntiago, el arte es un a rid iculez, la industria u n sueño, el trabajo una utopía ... Literatura
Coqu imbana vie ne a ser una reparación de justicia, un homenaje póst umo a los ho mbres de ideas, a
los luchadores in ca nsables de esa provi ncia he róica ... " (vii).
139

su imagen visual, de una construcción de imagen pública que responde a deseos

nacionales combinando de form a efectiva prensa, poesía y Estado.

El establecimiento de las redes va de la mano con las publicaciones, echando

a andar un sistema que fortalece expo nencialmente el lugar de Mistral en la escena

cultural latinoamericana. En 1913, un año antes de ganar Los Juegos Florales que la

dan a conocer en la capital, Mistral publica en la revista Elegancias de Rubén Daría

en París un cuento titulado "La d efensa de la belleza" y un poema "El ánge l

guardián". Esta publicación es el resultado de una carta que Mistral escribe a Daría

en 1912, desde la localidad de Los Andes donde se desempeñaba como profesora de

geografía y castellano en el Liceo de Niñas. La carta, firmada por Lucila Godoy, se

presenta a Darío como una mujer que ante todo es maestra pero que se ha dado,

inspirada por la obra del poeta, a "la debilidad de querer hacer cuentos y estrofas

para m is pequeñas" (Anales 139). La modestia afectada que atraviesa la carta se

contrapone a su vez con el acto y la pretensión de la carta m isma: qu e Daría la lea,

que s i le gusta la publique y que además le conteste para info r marla de su juicio

crítico. Mistral reconoce en la carta que ha optado por escribir directamente a Daría

cuando existe una persona encargada e n Chi le de evaluar las colaboraciones. No

sabemos qué rel ación existía, si alguna, entre Mistral y est e encargado, Rafael

Maluenda, que la ll evó a la poeta a mandar sus textos directamente a Da ría en París.

El hecho es que Mistral se enfrentó al juicio crítico de Daría, que al ser positivo es

sin duda un respa ldo firme para la escritora de provinci a. La estrategia d io frutos y

así lo reconoce la propia escritora, que en 1923 le cuenta a Eliodoro Valle y a

Vasconcelos que: "Rubén me hizo e ntra r en mi país cuando publicó un cuento mío
140

en Elegancias" ("Aquella tarde con GM"). El éxito de Mistral en el extranjero

contribuye sin duda a su reconocimiento como poeta e intel ectual en Chile.6 La

prensa de la época habla de s us publi caciones fuera de Chile y s u fa ma inte rnacional

se transforma en una presión simbólica d e reconocimiento nacional (como pasa

hasta el fina l de su vida) pero que a s u vez d a inicio al mito de la 'desconocida

ilustre', en palabras del poet a Enrique Lihn.?

Con relación a las fuerzas que d et e rmin an la posición de Mistral en distintos

momentos, la relación con intelectua les extra njeros se traduce e n a lgunos casos e n

gestos concretos de ap oy o. Durante s u primera estadía en México Mist ral recuerda

cómo el mexicano Enriqu e González Martínez, Subsecretario de Educación,

inte rce di ó para s u nombramie nto como directora de l Liceo de Ni ñas de Santiago en

medio de la polémica en 1921 por s u falta de título:

... la prese ncia de un qu e rido a usente: e l doctor González Martínez,


quien me hizo deudora de México antes d e qu e yo pisara su tierra .
Quiero terminar con este r ecuerdo mi larga lectura. Hace tres años
pedía y o, por primera vez, un ascenso a mi Gobi erno: el Liceo W6 de
Santiago de Chile. Se trataba d e un puesto disputadísimo. La primera
carta que el presid e nte Alessandri reci bi ó en m i favor fue la del ministro
mexicano" ("Recu erdos d e Chile" 128)

Este dato es relevante porque pe rmite esbozar d e forma más cl a ra la ruta qu e ll evó a

Mistra l a México en 1922. En 1917 Gonzá lez Martínez d irigía la revista Pegaso, de la

6 Desde a ntes de la partida de Mistral a México los medios de prensa ch ilenos informan acerca de su
reconocim iento internacional. La revista Zig-Zag en 1922 dice: "En los últim os números de la revistas
mejica nas llegadas a nu estra redacción, nos hemos impu esto gratamen te del elevad o conce pto que
e n los círculos intelectuales de aquella Repú blica se tie ne por la que tal vez es en Chile nu estro más
alto prestigio poét ico" (Recopilación 513).
7 El dato qu e se esgri me co mo eje mpl o máxi mo del tardío reconocim iento nacio nal es q ue Mistral

recibió e l Premi o Nacio na l de Lite ratura seis añ os despu és qu e el premio Nobel. Enrique Li hn se
refie re a Mistra l co mo una 'desconocida ilustre 'en : Lastra, Pedro. Conversaciones con Enrique Lilm
Santiago: Atelier ed. 1990.
141

que se publican solo 20 números durante ese año pero donde aparece n poe mas de

Mistral. Los otros dos directores so n Ramón Lóp ez Velarde y Efrén Rebolledo y

algunos de sus colaboradores son: Alfonso Reyes, Amado Nervo, Antonio Caso, Max

Henríquez Ureña, Pedro Henríquez Ureíi.a y Manuel Ugarte e ntre otros d estacado s

es critores e intelectuales latinoamericanos (la ún ica otra muje r publ icada es la

mexicana María Enriqueta). Este dato, qu e no figura en ningún estudio d e Mistral,

me parece relevante ya que da cuenta de la presencia de Mistral cinco años antes d e

su invitación a México en una revista que reúne a los grandes nombres del Ateneo

de la Juventud, y entre los que se cuenta José Vasconcelos, el respons able d el salto

que consagra en 1922 la internacionalización de Mistral. 8 Por otro lado este es un

ejemplo de como ciertos hitos en la ca rrera de Mistral se faci lita n por su

participación en distintos campos, e n este caso el literario y el pedagógico. En

México se le conoce primero a t ravés d e la "Oración de la maestra",9 que enca rna a

través d e un le nguaje poético, sentimental, místico y de gusto popular, aspectos

ce ntra les del proyecto de educación pop ular y rural de Vasconcelos que necesita ba

de maestras dispuestas a ga nar poco y a sacrificar mucho. 1o

Pero a ntes de e ntra r de ll eno en algun os de los as pectos de la salida de Chile

hacia México quiero volve r sobre la pa rt icipación d e Mistral en los circuitos

s Fiol-Matta aporta el dato de que Mistra l conoció a Vasco ncelos poco des pués de la revolució n: "José
Va nsco ncelos, Mexico's minister of education in th e first yea rs of th e Mexica n Revoluti on, met he r
w hile o n a t rip to Chil e immediately after th e r evolutio n. Cl ea rly intrigued by Mis tra l's presence, he
in vited he r to visit Mexico to assist in the creatio n of rura l schools to be found ed by the governme nt
in th e wake ofthe revolution" (xv iii). Sin duda este da to es muy relevante a un qu e n o seña la e n qu é
a ño fue el encuentro ni cuánto ti e mpo des pués Mis tral recibe la in vitación a través d e González
Martínez.
9 "Orac ión de la maest ra" fue e l prime r t exto d e Mis tral publicado e n Reperto rio Americano en 19 19.

to "Señor, Tú que e nse ñas, pe rd ona que yo e ns eñe, que ll eve el nombre de maestra que Tú ll evast e
por la tie rra ... Dame el amor ún ico de mi escu ela, que ni la quem adura de la be ll eza sea capaz d e
ro barle mi tern ura de todos los instan tes" (Recopilación 4 64).
1-1-2

trans nacionales de difusión literaria. Me refiero al proceso por el cual ciertos

escritores adquieren vis ibilidad a través de la prensa, principalmente en revistas, y

en menor medida en periódicos, en un proceso mediado por escritores, intelectuales

y el merca do editorial (en distinta proporción dependiendo del tipo de revista o

periód ico) más al lá de s us países. Estos circuitos transnacionales ue uiCu sió n

literaria in cluye n también la publicación de obras literarias traducidas al españo l y,

de manera creciente a partir del s iglo XX, de literatura latinoamericana traducida al

inglés y otras lenguas. Mistral entonces no sólo publica en medios extranje ros a ntes

de su primer libro, si no que también da inicio a su labor como crítica litera ria y

ed itora informal, m ed ia ndo e n la publicación d e obras de otros escritores en medios

chil eno s. La posición de crítico significa investirse de un grado de poder con re lación

a otros agen tes en el campo literario. Bo u rd ieu sostiene en este sentido que:

Every critica! affirmation contains, on the one hand a recognition of the


va lue of the work it ocass ions it and on the other hand an affirmation
of its own legitim acy. Al! critics declare not only their judgement of the
work but also their claim to their right to talk abo ut it and judge it.
(The fteld of cultural production 35)

En la prensa chilena aparecen críticas de Mistral desde mediados de 1910 en forma

de reseñas, cartas abiertas y breves e nsayos que e ntra n e n d iscus iones litera rias con

otros críticos y escritores. Por ejemp lo la carta que escribe a Na th anael Yáñez Sil va

en respuesta a un a r tícu lo que este escritor había publicado en la popula r revista

Zig-Zag acerca de las mejores obras literarias de 1917. Esta carta es luego publicada

por la misma revista en enero de 1918, donde Mistral a partir de su conocimiento de

literatura chi le na y por medio de un retó r ica de modestia afectada se presenta como
1-+3

participe del campo literario nacionaL 11 Mistral fundamenta su derecho al juicio

crítico, no en la calidad de su propia obra sino en su conocimiento y participación

activa en el campo literario.

Mi querido am igo Vicente Huidobro su frió un ataque de Guzmán. Y no


se trataba por cie rto de un clásico ni siquiera de un seudoclás ico ... Los
Diez, con quienes he mantenido una ta rdía y cord ial correspo ndencia,
me han parecido siempre parcos en el elogio no por envidia sino por
reacción contra el elogio excesivo ... (Recopilación 285)

Mistral defie nde al grupo literario 'Los Diez' con el que estaba relacionada

principalmente por su amistad y colaboración con algunos de sus miembros y entra

en polémica con el crítico qu ien los ha defi nido como "un círcu lo cerrado y

fanático"(Recopilación 285). Sin entrar en los motivos o los detalles de l

contraargumento de Mistral, me interesa más bien destacar las estrategias textuales

que Mistra l emp lea para autorizarse. Mistral comienza por expresarle admirac ión

literaria a Yáñez, luego impone el tono informal y de igual a igu al, "Sobre Los Diez

quiero conversarle" (Recopilación 285) para entonces exponer su visión ace rca de

este grupo. Se basa en una se rie de ejemplos concretos y en su opinión del ambiente

litera rio chileno, así como de la trayectoria de algunos de los miemb ros del grupo. 12

Mistral pone de re lieve en varios momentos su amistad con autores como Huidobro

y sus pub licaciones en rev istas literarias nacion ales. Se cuida, sin em ba rgo, de

11 La no ta editoria l que precede la carta di ce: "Ga bri ela Mistral, la inmine nte poetisa chilena, que ta n
brilla nte pa pel d esem peña e n la nu eva generación literaria de este pa ís, ha envi ado la s iguiente ca r ta
a nuestro cola borado r N. Yáñ ez Silva, acerca del ju icio que e mitió este escrito r sobre las produ cciones
li terarias del año que acababa d e terminar" (Recopilación 285). Esta nota en sí misma asigna un luga r
a Mistral frente a los lectores y da im portancia a s u opinió n al pu bl ica r la carta.
12 "Los Diez, pie nso yo, lla maro n a todos; pe ro no se hi ciero n oír por el pre juicio de qu e se trataba de

un a rev ista de ellos y para ell os. La prueba más pa lpable de la amplitud de criterio artístico que
ll evaro n a s us ediciones es la publicació n de La hechiz ada, Días de campo y Pobrecitas. No hay
relación alguna e ntre los simbolistas Prado y Guzmán y el sobrio y fuerte Santiván; e ntre el se ncillo y
vi ril pros is ta que es Gana, en aque l li bro, y el atildado y fe me nino Magallanes de los últimos versos"
(Recopilación 285).
144

reiterar su independencia tanto de Los Diez como d e cualquier otro grupo

particular, lo que es según ella lo que le permite hacer un juicio 'con

independencia'. 13 Al igual como Mistral en el terreno de la política reitera y d efi e nde

su apartidismo, en la literatura no quiere ser identificada con ningún gru po. Expresa

lealtades y adm irac ión pública por indiv iduos, sin e mbargo, no quiere ser vista

como miembro estable de grupos literarios. Independientemente de esta auto-

definición, Mistra l no fue una figura aislada o ma rginal s ino qu e alcanza una

posi ció n de considerable poder s imbó lico que no se limita al reconocimiento de su

obra y su figu ra sino que se exti e nde a la capacidad de incidir en la posición de otros

agentes en el campo (razón por la qu e recibe tantas solicitudes de prólogos, reseñas

e invitaciones a participar d e revistas y otras inic iativas cu lturales).

La prensa, como está dicho, es el lugar por excele ncia para estos proyectos de

difusió n literaria y cooperación intelectual, el discurso de Mistral acerca d e

escritores, revistas y corri entes literarias extra nj e ras es un an tecedente de lo que a

partir d e la dé cada d el veinte será su d iscurso la tino ame ri can ista en tanto

ma nifiesta una intención de redibujar su ca mpo más allá d e las fronteras nacional es.

De todas forma s, lo que pa rece más re leva nte a la luz de s u construcción como

in telectua l tra nsnacional es el hecho d e participa r activa mente e n este circuito,

don de los escritores tenían un rol dob le de autores y promotores de otros. Mientras

estaba e n Punta Are na s participa de la creación de la revista Mireya (1919) y señala :

"Pe nsamos que una de las misiones de la revista d e provincia es gui ar la lectura d e

13"Yo no he sido ni soy de la Dece na y so la mente publiqué dos veces en su revista, como pub licó De la
Vega y algú n otro extra ño. Puedo, pues como gente de fuera habla r co n independencia" [Recopilación
285) .
1-+5

Jos jóvenes, exaltando las obras maestras de la época"(Recopilación 434). Mistral,

desde un Jugar de editora, ejerce una autoridad intelectual y se presenta como el

puente entre la juventud provinciana y la alta cultura internaciona l. Mistral no solo

prom ueve obras y autores sino además tradiciones cultura les e intelectuales de

otros países, que explica y presenta como 'dignas' de conside ración. El discurso

acerca del valor y el fun cionamie nto de mercados y ambientes culturales de otros

países perm ite, de un modo ind irecto, referirse a su propia posición en el campo

cultural chileno, criticar aspectos del ambiente intelectual naciona l, las políticas

educativas, entre otras cosas. Además su discurso la presenta ante sus compatriotas

como una figura trans nacional po r su conocimiento de otras literaturas, su re lación

con escritores e in telectua les extranjeros y fina lmente por su reconocimiento

internac ional.

En agosto de 1921 Mistral asiste a la conferencia que el mexicano Antonio

Caso da en el contexto de una gira por Latinoam érica como embajador especial de

su gobierno. Caso habla de una variedad de temas, desde Sor Juana de la Cruz hasta

el lema de la Univers idad Mexicana, y transmite un mensaje de la Federación de

Estudia ntes de México para los estudiantes sudamericanos, llamándolos a la acción :

"vivimos una época de acc ión, no debemos contentarnos con vana palabrería,

neces itamos la prácti ca del acercam iento intelectual" (citado por Mazín 140). Es ta

cita es impo rtante porque como veré más adelante y como he sosten ido en capítulos

anteriores Mistral, justamente a partir del final de la prim era década del siglo XX,

incorporará esta idea de rechazo al escritor o artista que no conecta su labor

estética con la rea lidad social latinoamericana del momento. Ese mismo mes Mistral
146

publica "La cultura Mexicana" en El Mercurio donde respalda y alaba la iniciativa de

México de enviar una embajada in telectual así como repite pa ra los lecto res chi lenos

el me nsaje que el gobierno de Obregón ha e nviado. junto al halago de México está la

crítica a Chi le y su atraso en térm in os científicos, de ed uca ción pública y de

valoraci ó n d e sus intelectuales, y la ignorancia acer ca d e l resto del continente: "Es

tris te, es hasta vergonzosa nuestra igno rancia de los valores inte lectuales d e la

América en general y de México e n particular" (México 43). En este ensayo dedi cado

a la cultura mex icana d estaca particula r mente el li bro Estudios Indostánicos de ]osé

Vasconcelos, a l que califica como "erud ito y bello" y que según Mistral es uno e ntre

muchos otras textos de gran valor: "!Y hay tantos más, tantos que co nocemos a

través de la revista México Modern o, ca lifi cada e n Buenos Aires por la mejo r d e Sud

Amé ri ca!" (México 43) . De manera oportuna (mes es a n tes de recibir la invi tació n

oficia l a México) Mistral adh iere públicame nte al proyecto cultu ral y educaciona l del

gobierno de Obregón. Pe ro, ya desde an tes había ven id o esta bl eciendo relacion es

intelectuales con México y se ha bía in stalado en el campo discursivo de las políticas

educa tivas dirigidas a un co ntexto continental. Textos como "Pa lab ras a los

maestros", "Méto dos activos de in stru cción", "Págin as d e ed ucación popu lar"

(19 19) , son ejemplos d e qu e s u disc urso ed ucativo no era exclu sivam e nte chil eno

s ino que es taba en línea con los proye ctos de expa nsión y reforma ed ucacio na l d e

muchos países latinoamer icanos.

junto a la internaciona lizac ión hispanoamericana, cuyo hito fundamenta l fue e l

v iaje a México, e l establecim ie nto d e redes ya excedía los límites continentales.

Desde varios años antes su viaje a México ya es posible e ncontra r textos traducidos
147

al inglés y publicados en revistas norteamericanas. Al hablar de Mistral y Estados

Unidos se señala frecuentemente la publicación de Desolación (1922) por el

profesor de la Universidad de Columb ia, Fed erico de Onís como el primer hito, sin

explicarse bien de que modo circula su obra previo a eso. Para identificar algunas de

las rutas que llevan a Mistral a Estados Unidos y dar mayor co ntexto a su entrada al

incipiente circuito de lite ratura latinoamerica na en este país, he real izado una labor

de investigación en archivos y bibliotecas nortea me rica nas a partir de epistolarios

inéditos y revistas de la época.

En forma de libro (previo a 1922) lo único que he encontrado es una

traducción de "Los sonetos de la mu e rte" en la colección Hispanic Anthology ed itada

por Thom as Walsh y publicada en Nueva York en 1920. La principal vía por la que

a parece n publicados algunos poe mas y prosas de Mistral en Estados Unidos es p or

medio de revistas en ing lés que traducen textos directamente d e revis tas en

españ ol, como por ejemplo Repertorio Americano. Po r esta vía se publ ica n textos

como "El grito" en la sección in glesa de Inter-América de Nueva York. 14 Lo que queda

en evid e ncia al obs e rva r el d e but literario de Mi stral en Jos Estados Unidos, es que

su identidad como maestra es dete rmin ante pa ra ganarle un pú bl ico le ctor y

validarl a intelectualmente, tanto ante académ icos y escritores como e ntre Jos

maestros de español e n Nueva York (un sector importa n te del público de literatura

e n espai1ol). En esta ciudad ex istía un a fu e rte organización de m aestros de lenguas

4
1 "El grito" es un breve e nsayo que analizaré más adela nte en este capítulo. Apa rece publicado en
Repertorio Americano en ab ril de 1922 (Tomo 4, 4 pag. 45) . La revista Jnter-America lo publica con el
título The Slogan en octubre de 1922 (Vo l. VI, 1 pag. 21) . Es significativo q ue Repertorio pone luego
como una noticia el qu e el t exto de Mistral a parecie ra en Jnter-America. La revista Jnter-America
pub li caba principa lmente textos aparecidos en revistas latin oa mericanas traducidos a l inglés. A
partir de 1922 publicará poemas y prosas de Mistra l de revistas como México Moderno y otras.
1-+8

bajo el umbral de la asociación de maestros de educación secundaria. Esta

organización contaba con su propia re vista y tenían relación directa con la

Universidad de Columbia, como queda en evidencia al leer su revista (Bu l/etin of

High Points in the Work ofthe High Schools of New York City). Las palabras

preliminares a la primera edición de Desola ción sostienen que fue una iniciativa de

los maestros juntar los poemas de Mistral e n forma de libro, iniciativa acogida por e l

Instituto de las Españas. 15 En qué medida la decisión fue de los maestros o de los

académicos no importa tanto como el é nfas is en la identidad de maestra d e Mistral,

lo que habla de lo fundam e ntal de ese aspecto para la promoción y venta del libro.

En la s palabras preliminares a la prim e ra edición de Desolación (Nueva York 1922)

se señala este vínculo:

Los maestros de es paño l, muchos de ellos muj e res tambi é n, se s intieron


más vivamente impresionados que nadie al sab er que la a utora de
aque llas poes ías conmovedoras era a de más y so bre todo una maestra
como ellos ... Corrieron d e ma no e n mano las pocas poesías de Gabriela
Mistral que hab ía n s ido publicadas e n periódicos y revistas, y la
"Oración de la Maestra" fue rezada e n lengua española por muchas
voces con acento extra nj ero. (O nis 2)

Bulletin publica por prime ra vez a Mistral e n marzo d e 1921 con la traducción

de "La oración de la maestra", más tarde, e n abril de 1922, anuncia la próxima

a pa ri ción de Desolación y e n mayo d e 1922 a pa rece el aviso de la publicación

dirigido específicamente a los maestros d e españ ol:

The Instituto de las Españas en los Estados Unidos announces tha t it is


printing the po e ms of th e famous Chilean poetess and school teac her,
Gabriela Mistral ... Sh e dedicates th e volume to North American
teacher s of Spanish. The Instituto expresses the hope that each of those

JS El Instituto de las Españas fue fundado e n 1920 e n la Universidad de Columbia e n Nu eva York.
Actualme nte se co noce como The Hispanic lnstitute de la Uni ve rsidad de Col umbia.
149

teachers will purchase a copy of the book which will not cost over two
dollars. (Bulletin 47)

Es lícito su poner entonces que la entrada de Mistra l a Estados Unidos

(específicamente a Nueva York, en un comienzo) fue facilitada por ser profesora y

no se puede explicar simp lemente por su poesía. Queda claro entonces que sus

identidades de maestra, poeta e inte lectual, no so lo son claves en su carrera literaria

e intelectual en Chi le sino que tambi én juegan un papel central en su

internacionalización.

Mi trabajo con el archivo de la escritora y traductora norteamericana Alice

Stone Blackwell, que se encuentra en la Biblioteca del Congreso (Washington OC),

me llevó a encontrar más de lo que esperaba. 16 Me enfocaré, sin embargo, en

algun as cartas y documentos r eleva ntes para el tema de la internacio nalización d e

Mistral que respaldan m i argumento de que previo a 1922 Mistral ya tiene una

presencia internacional que prepara el terreno para la inte nsa demanda e interés

que recibe de muchos países al término de su estadía en México (abril, 1924).

Existe un extenso e pistolario e ntre Blackwell y el escritor y periodista chileno

Ernesto Montenegro durante el la rgo periodo en qu e este se desempeñó como

corresponsal en Nueva York de l diario El Mercurio de Santiago. En una serie de

cartas de 1919 Montenegro com enta las traducciones de poemas de Mistral en que

Blackwell está trabajando. Asimismo Montenegro le cuenta a Blackwell acerca de

Mistra l y otros poetas chilenos y le facilita sus direcciones posta les. La forma en que

el escritor describe a Mistral confirma la fuerza co n que ya e n ese e ntonces circul aba

16Al ice Sto ne Blackwell (185 7- 19 50) jugó un rol ce ntral en el movimi ento s ufragista, fue edito ra d el
Woman's journal po r 35 años y traductora de poetas hispano hablantes as í como rusos y a rmenios.
Publicó e n 1929 Sorne Spanish American Poets que incluía poemas de Mistral.
150

el mito de la maestra espiritu al, de la mujer dedicada ente ramente a la pedagogía

después del s uicidio de su 'novio' (Roge lio Ureta), y como su biografía se

cons id e raba al momento de valorar su poes ía :

The meaning wi ll be more clear to yo u, if 1 say that the poetess was in


her youth betrothed to a young man who went astray, and died by his
own hand. Since then she gave herself entirely to the schooll ife,
graduated as a teach er a nd has rema ined one of thos e spiritual mothe rs
of children of the more fortuna te. (Monte negro. Carta a Al ice Blackwell.
2 d e dicie mbre, 1919)

Junto a la obra también el mito de la poeta traspasa las fronteras . De todos

modos, este intercambio es pistolar en un ejem plo del inte rés de un pequei1o pero

creciente grupo de intelectuales y acadé micos nortea me ricanos por la literatura

lati no a merican a.

Por otro lado, go bi e rnos co mo el mexica no com ie nzan a exhibir s us valores

literarios e intelectu ales d entro de Latinoaméri ca. Toma fuerza la idea d e la

lite ratura y el pe nsami en to como 'pruebas' de civilid ad y solid ez d e las naciones

latinoame ricanas frente a Estados Unid os y Europa (lo mis mo que proponían los

letrados del siglo XIX). Montenegro le expresa esta idea a Blackwel l e n el contexto

de un análisis s obre la intervenció n norteame ricana en los países del sur: "Th e poets

may pl ay a good part in international politics, by show in g t hat certain peoples (s ic)

a re civilized e nough and cultured e nough to be d is pe nsed with política] or eco nomic

protectorates" (Montenegro. Carta a Alice Bl ackwe ll. 25 de julio, sja). La cultura

literaria se presenta como un argu me nto contra el imperialismo de la

autode nominada 'c ivili zación' y e n ese sen ti d o la labor d el escritor y de l intelectual
1.51

se transforma en una labor política y diplo mática como se ve en el siguiente

apartado de este capítulo.

Antes de entrar en el discurso panamericanista de Mistral es necesario revisar

algunos aspectos de su viaje a Méx ico en 1922, los que permiten profundizar los

planteam ientos acerca de la construcción de Mistral como una inte lectual

transnacional. En primer lugar ha quedado establecido que la fama internac ional de

Mistral es co nsiderable desde antes de 1922 y como señala Fioi-Matta, la maestra

había recibido ofertas de trabajo en Argentina previas a la invitación de México

(Fiol-Matta xix). Cuando se confirma la partida de Mistral a México su viaje toma el

carácter de embajada cu ltural y po lítica. De modo similar al rol de 'embajadores

inte lectuales' que Cano y Vasconcelos habían dese mpeñado en sus giras -d ando

conferencias, ll evando mensajes de los estudiantes mexicanos y propagando los

ideales de la revoluc ión-, el gob ierno chileno, la federac ión de estudiantes y los

Ateneos se acercan a Mistral para encomendarle distintas misiones.

El 21 de junio de 1922 se realiza un homenaje en honor de Mistral en Santiago.

Asistieron numerosos senadores, esc ritores y periodistas así como el Ministro de

Re laciones Exteriores chileno, Ernesto Barros ]arpa y el miembro del Ateneo de la

juventud y en ese entonces Primer Secretario de la Embajada de México en Ch ile,

Antonio Castro Leal. En este evento se le entrega a Mistral una bandera chi lena para

que lleve a la escuela mexicana que han nombrado en su honor. El reportaje

periodístico de El Mercurio reproduce las palabras de la directora de un Liceo de

Niñas en Santiago y describe el momento de la entrega de la bandera por parte del

Ministro de Relaciones Exteriores a Mistra l:


1.52

"Servíos engrandecer aún más nuestro don poniendo en manos de


vuestra ilustre compatri ota la bandera chilen a que va con ella a ped ir la
nobl e hospitalidad mexicana" . Entre los aco r des de la canción mexicana
e l señor Barros Jarpa, entregó la bandera nacional, a la poetisa, quien
vis iblemente conmovida agradeció la genti leza del cancil ler.
(Recopilación 518).

Meses después, una ceremonia similar se llevará a cabo en México donde con la

canción nacional de Chil e de fondo Mistral hará entrega de la bander a y hablará de

la unió n en tre a mbos pueblos. Los hom enajes en Chi le antes de la partida de Mistra l

con la participación de autoridades del poder ejecutivo y de las fuerzas armadas

reflejan el carácter político que tiene este viaje. Mistral no parte a México

simpl emente como una asesora de políticas educativas, ni como una intelectual

independiente. Por medio de ella la escue la militar envía un saludo a l colegio m ilitar

de México, la federación de estud ia ntes manda un mensaje de fraternidad a los

mexicanos y e l gobierno le enca rga (por medio de una comunicación oficial entre

gob iernos) la tarea de estudiar el sistema de educación secund aria femenina en

México.

Un año después, en 1923, Mist ral debe regresar a Ch ile, pa ra retomar su

cargo como directora d e l Liceo d e Santiago, y s u decisión de no retomar lleva a las

autorid ades a ca ncelarle e l puesto y su s ueldoP Ante esa s ituación e l pres idente

Obregón le mejora las condiciones para retenerla en Mé xico : m ás ayuda d e

secretarias, acceso a la prensa y dine ro para viajes. Poco después Mistral recibe una

invitación de los maestros de Costa Rica y comienza a aplazar aún más su regr eso a

Chile (carta a pedro Aguirre Cerda el1 de e ne ro d e 1923). Emba rcada en una serie

17Algunos d e los datos qu e presento e n este párrafo m e han sido facilitados por la profesora
Elizabeth Horan quie n está trabajand o en una extensa y pormenorizada biog rafía de Gabriela Mistra l.
153

de proyectos en México y recibi endo invitaciones varias es lógico que Mistral

recon ocie ra su creciente capital simbólico como un nuevo mecan ismo para ganarse

la vid a, s in d e pender exclus ivamen te de una gobie rno. Cons iste nte co n el discurso

de rechazo de la política partidista Mis tra l se empei'ia e n nega r afiliaciones absolutas

con gobie rnos y partidos y opt a por definirse fuera de ellos y así cultivar una image n

d e independencia. En la menci onad a carta a Agu irre Cerda, además d e pedirle la

prórroga para regresar a Chile, dice al respecto:

Se m e ha murmurado de mí, d e que p or conveniencias de dinero, yo


me alqui lo a un gobie rno bolcheviqu e. Si de 'lograr, de medrar' se
tratara, habría aceptado el ofrecimi e nto del presiden te Obregón d e ir
a Europa por cuenta de su Gobierno a hacer propaganda mexica na, en
condiciones es plén d id as de sueldo. Me ha parecido feo aceptar este
regalo de un pa ís que nada me debe ... (Mistra l. Ca rta a Pedro Aguirre
Cerda. 1 de enero d e 1923, e n Mapocho)

Aunque no es importa nte ni posible saber las verdad eras razon es por las que

Mistral rechaza est e ofrecimie nto, el hecho es que ya para co mi e nzos de ese año era

evidente que Vasconcelos deja r ía el Ministe rio y el a mbi ente políti co en México e ra

cada vez más tenso, sobre todo cuando Obregó n p roclama a Calles co mo s u

sucesor.18 De cua lquier modo, este momento Mist ral sie nta las bases de lo que será

su forma de subsistencia d e los próximos nueve afias, como pe riodista con col u mnas

es tables e n numerosos med ios y en menor med ida como confe re ncista y profesora

invitad a. Poco a n tes d e su salid a de México con ru mbo a Nueva York, continua n las

muestras de interés de ci ertos gobi e rnos por co ntar co n el apoyo d e Mistral (el

l B "Se retiró Vasconcelos, y co n él Obregó n, se van dos fuerzas grandes y pu ras. Lo qu e v ien e es
oscuro y m enos ho nes t o. Ojalá se lim pie el nu evo gob iern o 'gobernand o"" (Carta de Mistral a
Arma ndo Donoso y María Mon ve l. 21 de agosto 1924. MS. Arch ivo d el Escritor, Biblioteca Nacional de
Chile).
154

respa ldo independiente qu e e l intelectu a l, ah ora desde un ca mpo sepa ra do, p ue d e

e nt regar de acuerdo a Ramos). En una ca rta a Ed uard o Barrios Mist ral le cu e nta q ue

le h a n ofr e cido una carta pa ra ir a Es paña (bajo la di ctadura d e Primo d e River a):

"Vin o aye r el ministro espa ñol a ofrece rm e una ca rta pa ra el gobi e rno ; n o la a ce pté"

(cart a a Eduardo Barrios. 10 d e a b r il d e 1924). Al lee r distintos e pistola rios de

Mis tra l qu e da claro que la escrito ra hizo t od o lo pos ible por mante n e rse e n el

extra nje ro y no volve r a Ch ile a vivi r. Desde e l Ins titu to Inte rna ci ona l d e

Co ope r ac ió n Intelectua l en Pa rís le escribe a Alice Bl ackwell : "Mi pa ís está revuel to y

h a pe rdido s u vida civil. Yo n o regreso por esta razó n, a u nqu e me duele mucho la

a use ncia de mi madre. Por otra pa rte aqu í se tra b aja e n paz, s in lu chas ni odios.

(Opini o nes confidencial es so n es tas)" (ca r ta mecanog rafiad a con a notacio nes

ma nuscritas. 30 de novi e mbre 1928) .

Fin almente, es fund a me n tal m ostrar de q ué m od o la pa rt icipació n activa de

Mistral en los circu itos intelectuales y lit e rarios resul ta funda me ntal para co nseguir

los tra bajos pe r iodísticos y otros que la sostienen económ icame nte como una

in te lectua l tra nsac iona l profes io na l (A unq u e no estoy especula ndo en cu a nto a las

razo nes por la cual es h ace es to si n o solo s ugerir las impli ca nci as) . Las red es que

Mistra l t eje des de e l comi e nzo d e s u ca r re ra so n ce ntra les e n ca d a e tapa de s u vid a y

determina n la difus ió n d e s u pe nsa miento y obra literaria. Me atrevo a s ugerir que

Mistra l fu e muy h á bil d e la creac ión d e red es: invertía pa rte im porta nte de su

t ie mp o escribie nd o y res p ondi e ndo cartas personales, redacta ndo cartas abiertas,

publ ica ndo reca dos, e n conjunto con s u rol ce ntra l conecta n do escr ito res de

distintas la titudes e inte rvini e n do -sobre todo más tard e e n s u carre ra- e n favo r d e
155

escritores e intelectuales involucrados en problemas po líticos (Pablo Neruda,

Victoria Ocampo, Víctor Raúl Haya de la Torre, Unamuno, en tre otros). Ma nten ía

también relación constante con editores de medios d e prensa a quienes enviaba

cartas (que muchas veces se publicaban) e informaba de sus movimientos o asuntos,

para así lograr visibilidad y además darle valor y fu erza a su voz.19 Esta difusión de

sus ideas y los respaldos públicos que recibía valida ron a Mis tral como una voz

autorizada en su campo. Un ejemplo de las estrategias de d ivu lgación es la carta que

Mistral envía desde Chile en 1921 a Vasconcelos, en la que alaba su recién la nzada

revista El Maestro, al mismo tiempo que hace una crítica muy favorable de su libro

Estudios Indostánicos. Esta carta es publicada entonces por Vasconcelos en El

Maestro y luego, el 30 de e nero de 1922, apa rece e n Repertorio Americano.

En una carta de Mistral a Alice Blackwell, donde luego d e discutir la situación

de tensión entre EE.UU. y Amé ri ca Latina, Mistral señala que :

Me gusta ría colaborar e n algun bu e n diario de su país, pero e nviando


mis a rtículo s en español. Yo querría d ecirl es cosas qu e ignora n sobre
nosotros y mostrarles aspectos que no son considerado (sic) en
nuestras relaciones. Díga me us ted s i h ay algú n diario con el que yo
pueda tra tar. (1928 Blackwell Family pape rs)

Todas esta estr ategias revelan la búsqueda activa de Mistral po r a umentar s u

capital simbóli co, o en otras palabras, por in st alar su discurso e n espacios

estratégicos a lo largo del continente. Por otro lado, Mistral también se rvía a

propósitos estratégicos exte rnos -hispa noamericanos, no rteam ericanos o europeos-

J 9 Por ejemplo, la relació n muy cerca na que tenía co n Joaquín Ga rcía Monge, como se ñalé en el
Capítulo l. En 1924 le expresa su intenció n de participar más en Repertorio Americano: "Mi amigo,
cuando quede en paz, fija, empezaré a ayu da rl e e n su pe ri ódico. Ud. me lo reco rdará. Deseo tener
sitio a s u lado - de un confín a otro- i decir muchas cosas" (Correspondencia Monge 86).
156

que se ven, por ejemplo, en su incorporación por parte de gobiernos, organizaciones

como la Liga de Las Naciones, La Unión Panamericana, entre otras qu e usan su

presencia y su d iscurso como estra tegi a propia.

Panamericanismo e hispanoamericanismo mistraliano

Desde distintos puntos de vista podemos id entificar e l pensamiento y la figura

pública de Mistral tanto con el panamericanismo en su sentido más amplio, como

con una ideología hispanoamericanista enfocada en la uni ón cultural, económica y

estra tégica de las paises de habla hispana en el continente ame r icano. En sus

e nsayos, Mistral se concentró primordi a lmente en construir y promover un

hispanoamericanismo 20 fundado e n la lengua española, la religi ón cristiana y la

' raza', entend id a como la particular mezcla ind íge na y española, qu e d e acuerdo a

Mistral diferencia a Hispanoa mérica de otras ex-coloni as y le promete un luga r

central e n el futuro. 21 Su panamericanismo está presente en vertientes d e s u

pensamiento e influ encia in ternacional, y no porque ella ad hiri era a l

panamericanismo que p romocionó Estados Unidos des de fines del siglo XIX y

durante las prim e ras décadas del s iglo XX. Un pan a merican is mo q ue era visto por

los intelectua les de ese momento como una ini ciativa de carácter paternalista,

intervencionista, qu e tenía como objetivo fin a l man ipular pol ítica y

20 "Él [Man uel Ugarte] pondrá siempre el de la propaganda hispanoamericanis ta. (Él dice

latinamericanismo. Yo, que no creo actua lm ente en el latinismo nuestro, por lo menos bastante
h ipotético, cambio maliciosamente sustantivo y adjetivo ...)"(México 238). Vasconcelos hab la ba de
'iberoamericanismo': "lberoamericanismo quiere decir defensa de la universa lidad y defensa del
porve nir" (citado por Fell SSS).
2! "Hay muy pocos comun es denom inadores entre nu estros países: uno es la lengua, ya se sabe; otro
es la re ligió n -este co mún de nominador, se ha qu eb rantado mucho, desgraciadamente-; e l otro es el
indio, y la unidad de América tiene que apoyarse e n estos puen tes aunque sean débiles" (PC 117).
Mistral toma, a unque de manera menos delirante, la idea de Vasconcelos de lo mestizo america no
co mo la raza cós mica.
157

económicamente Iatinoamérica para el exclusivo beneficio de EE.UU.22 Al leer la

prosa política de Mistral resulta claro que ella comparte estos temores frente a

EE.UU. y que rechaza cualquier pretensión imperialista norteamericana.

Consecuen temente, cuando habla acerca del panamerican ismo (dicta conferencias

magistrales en La Unión Panamericana en 1924, 1939 y 1946) pone como condición

previa el reconocimiento de las diferencias nacionales, el respeto por la soberanía

de cada país y la promoción de la paz y la educación. Mistral no apoya

incondicionalmente el panamericanismo promovido por los Estados Unidos sino

que más bien busca modificar su sentido desde dentro. Sus discursos en Washington

alaban el ideal panamericano de unión pero siemp re como embajadora de

Latinoamérica, defendiendo sus diferencias y su derecho de autodeterminación:

"friendship of the diffe rent peopl es sought by the Pa n American Un ion wo uld be

easily attained if we were all imbued, to the farth est limit of conscious ness, with the

concept of dissimilarity without infe riority" (Bulletin 1924 653).

Desde la plataforma de la Unión Pa name rica na Mistra l propuso un discurs o d e

conco rdia al m ismo tiempo que deslizó críticas e hizo demandas. El tono de Mistral

22 El pun to de partida est á en la do ctrin a Monroe de 1823 e n qu e Esta dos Unidos decla ra qu e
cualquie r intento e uropeo por coloniza r Latin oa mérica será vis t o co mo agres ió n y motivará la
inte rvenció n de EE.UU. La primera co nferencia Pa n-A merica na se ll eva a cab o en Was hingt o n OC en
1889, tras lo cual se es tablece la Unió n Paname rica na con sede e n la ca pi tal est ad ounide nse. "El
movimiento integra cionista panamerica no fue p rop iciado po r Estad os Unid os desde 1881, cua ndo
ja mes G. Bla ine ad vino a la Sec reta ria de Estad o bajo la pres idencia de james Ga rfield. El términ o
apeló al prefij o gri ego pa ra s ugerir la uni ó n de los países a merica nos a imitación de otras co rrie ntes
uni oni stas puestas de moda en Europ a, como e l paneslavis mo (1846) y las q ue le s igui ero n,
panla tinis mo, pangerma nis mo y otras. El t érmi no a pa rec ió por vez prime ra en 188 2 en The Evening
Post de Nueva York. Se po pula rizó e n la prensa e n las no ti cias provocadas po r la Confe rencia
Internacional Am e rican a celebra da en Washin gto n (188 9-18 9 0)." ("Pana me ri ca nis mo" UNAM) La
Guerra His panoa me ri cana, así co mo nume rosas in tervencio nes de Es tad os Unid os e n Ce ntro América
a co mie nzos del siglo XX, d ejó cla ro, ante Jos ojos de Mis tra l y otros intelectual es, qu e Latino améri ca
deb ía unirs e pa ra resistir el imperia lis mo nortea me ri can o.
158

en los discursos que hace en la Unión Panamericana como otros que dirige a los

norteamericanos es distinto al de los que van dirigidos a los latinoamericanos, tales

como "El Grito" o la serie de textos en defensa de Sa ndino. Para apelar a Estados

Unidos, Mistral, por medio de un háb il manejo diplomático, ajusta el tono y mide las

demandas para adaptarse a sus interlocutores y a los objetivos que busca en un

momento determinado. Al igual como maneja contingencias políticas chilenas y

latinoamericanas, Mistral por lo general rehuye de radicalismos para no perder

espacios de influencia y mantenerse como un interlocutor vál ido. En su primera

visita a la Unión Panamericana dice: "No hay en mí ansias de reivindicaciones

popul ares, de aproximación a la política. No soy por cierto una sufragista. Hay en

ell o el corazón justiciero de la maestra qu e ha educado la miseria obrera y

campesina de nuestros paises" (Colombia 1 34). Una de las herram ientas discursivas

que emplea en el contexto del panamericanismo norteamericano es el uso de su

id entidad de mujer y maestra, mitificada en su trabajo por el bien común y su

defensa de los más débiles. Esto además le da cierta inmunidad, ya que lo que ella

diga no entra en el juego político y diplomático establecido (regido por normas e

intereses nacionales y que puede tene r repercuciones diplomáticas concretas). Por

otro lado al hablar desde la ma estra y la muje r su discurso político pretende

despo litizarse para presentarse más bien como un discurso social y humanitario, lo

que le faci lita la circulación y lo hace menos amenazador (E l discurso político es

blanqueado por la fama de la maestra poeta, la santa la ica). Un ejem pl o de cómo la

despolitización de su discurso, que he criticado en el capítulo anterior, es también

func ional cuando es usado por la propia escrito ra en el contexto de sus causas
159

políticas. Conocida es la anécdota de su entrevista en 1946 con el presidente

Truman al que interrupe para interrogarlo por la situación en República

Dominicana. Sabemos del episodio por testimon io del traductor quien pro vee el

sigui ente re lato:

... Truman siguió: 'La felicito por el premio Nobel'. Gabriela contestó:
'Muchas gracias, señor Presidente. Truman continuó: 'Le gusta
Washington? Ella le dijo: 'Sí, mucho'. Yo comencé a darme cuenta qu e
mi labor se estaba poniendo no fáci l sino trivia l, hasta que Gabriela
como ella acostumbraba, quiso trascender lo convencional con un
gran estallido. Y Gabriela dijo: "Señor presidente, no le parece una
vergüenza que siga gobernando en la República Dominicana un
dictador tan cruel y sanguinario como Trujillo?' Truman por supuesto
no contestó, limitándose a una ancha sonrisa. Pero Gabriela siguió: 'Yo
quería ped irl e algo señor presidente; un país tan rico como el que
usted dirige, debería ayudar a mis indiecitos de América Latina qu e
son tan pobres, qu e tienen hambre y no tienen escuela'. Truman
vo lvió a sonreírse sin decir nada, el embajador se puso nervioso y
también el jefe de protocolo. (citado en Figueroa 12).

Ya se vea como un exabrupto, un gusto dado o una prueba de la distancia

patética entre una intelectual y uno de los hombres más poderosos de su tiempo, el

comentario de Mistral no tiene efectos políticos reales. Días después, en una

confe rencia de prensa, el presidente Truman al ser consultado (por petición de los

medios de prensa chilenos) acerca de la visita de Mistral, respond e: "...she is a very

charming person and she made a good impression on me. [Laughter]" (comentario

original de la transcripción, "The President news conference" 21 de marzo de 1946).

Fuera del sentido político-estratég ico que el panamericanismo promovido

por Estados Unidos tuviera, es posible pensar a Mistral como una intelectu al

panamericana considerando que además de su docum entada influencia en

Latinoamérica, su relación con los Estados Unidos atraviesa gran parte de su vida y
160

continua aún después. Como qued a establecido po r las cartas y tempra nas

publ icacion es de Mistra l en Nu eva York, esta rel a ción comienza antes de 1922 y

tiene como hitos: la publica ción de Desolación e n Nu eva Yo rk, s u primer viaje en

1924 (Nueva York y Wash ington) 23, una estadía e n tre 1930 y 1 931 (profesora

v isitante e n Barnard y Mid dlebury Co llege), s u res id e ncia e ntre 1 946 y 1948, su

tras lado defin itivo en 1953 y fi na lme n te, s u muerte 1957 en Nueva York. 24 La

r elación d e Mistral con EE.UU. se p ued e pone r e n el contexto d e un

paname r ica nismo intelect ua l y cultu ral que se d efine a mi e nte nd e r como un a

relació n d e diálogo e inte rca mbio así t a mbi é n como de cr ítica en tre intelectua les y

académ icos n o rteam e rica n os e his pan oame r icanos a lejados de la p ráctica p olítica y

d iplomática oficia l est atal. Esta r e la ció n está fac ilitada po r la p rese ncia de

aca dé micos hisp a no a merica n os e n los Est ados Un id os tales como: Artu ro Torres

Rioseco, Ma nue l Pedro Go nzále z y Fe derico de Onís. A s u vez Mistra l ma nt iene

re lacion es pe rsona les e in telectu a les con un núm e ro de nortea me ri ca n os ta les co mo

Waldo Frank, Le o Rowe (Director d e la Un ió n Pa na me ricana), Fra n ces Gra nt, 2S y por

s upuesto su co mpa ñe ra, Doris Da na.26 Con estas pe rsonas Mi stra l de ba te d e modo

23 En este pri mer viaje es ho menajeada en la Un ión Panamerica na y su discu rso e n ella es
reprod ucido e n medios co mo Nueva De mocracia (Nueva York). Dicta tambié n u na co nfe re ncia e n la
Univers idad de Colum bia ace rca de la refo r ma educacio nal en México. En Nueva York es hospedada
po r el chileno Ern esto Mon tenegro donde la visi tan numerosos escr ito res e intelectuales.
24 La relació n co ntinúa a través de Do ris Dana, que en s u calidad de a lbacea no solo conserva los

ma nuscritos y otros materia les inéditos de Mistral si no que ta m bién realiza proyectos de d ifusió n de
su obra. La atapa más reciente de esta relación llega co n la mu erte de Da na y el proceso d iplo mático y
po lítico d e la tra nsfe re ncia d el legado a Ch ile.
25 No rteamericana, bilingüe, period is t a, t rabajó de cerca co n Nicholas Roerich's a favo r del Roerich

Pact a nd the Ban ne r of Peace. Fundó en 1930 Pan-Ame rican Wome n's Association in New York.
26 Me parece pa rt icula r mente interesa nte para un estudio fut uro las estrechas colabo raciones en t re

mujeres intelectuales y escritoras lati noa me r icanas y norteamer icanas en la prime ra mitad del siglo.
Tanto en el contexto de la Pa n-Am erica n Women's Associatio n o po r redes particula res que
escri toras co mo Mistral crean, es posi ble ver un a estrecha colaboraci ón e n te mas de d ifusión y
trad ucció n de obras literar ias, invitaciones a co nfe re ncias y encuen t ros, d ifusió n de proble mas
161

más directo las relación entre Estados Unidos y Latinaomérica, marcando la

diferencia entre la acción de los gobi ernos como separado de las relaciones

personales y la admiración de Mistral por esc ritores e in stituciones culturales

nortea mericanas. En 1928 en una ca rta in édita a Atice Blackwel l le confiesa:

"Me entristece ver que va n de mal en peor las re lacion es entre EEUU y
la América Española. Lo de Nicaragua es fata l y yo sie nto una
desconfianza cada vez mayo r hacia EE.UU. en nuestros paises. Pero no
piense usted que yo olvide los buenos y nobles am igos que allá
tenemos, como usted, como varios profesores y escritores." (Blackwell
family papers carta de Mistral A11928)

A Mistral le interesaba mantener canales de comunicación con los Estados

Unidos por medio de personas así co mo a través de medios de prensa y otras

tribunas públicas (como por ejemp lo conferencias) P Mistral creía en el pod er del

discurso, que era realmente el único poder qu e ella desd e su pos ición de intelectual

podía ejercer. A difere ncia de intelectuales que habían adoptado pos iciones de

oposición y corte de relaciones con los Es tados Unidos ella cree, junto co n

Vasconcelos y Manu el Ugarte en: "crea r dentro de los propios Estad os Unidos una

opinión favorable de nosotros, ap rovechando las gra nd es fuerzas morales de

políti cos de cie rto s países y movili zació n de influ encias para ay udar a ciert os s uj e tos, entr e otras
cosas. Además de Jos inte rcambi os en tre Mi stral y Frances Grant existe n ta mbi é n colecciones d e
ca rta s en otras bibliote cas norteamericanas que da cuenta de re laciones s im ilares co n otras muj er es
(Ma bel Vern o n, Erna Fergusso n).
2 7 En m i revis ió n del arch ivo d e la NAWS (Natio na l America n Woman Su ffrage Associatio n) e ncontré
u n eje mpla r del News Bulletin ofthe lnstitute of lnternational Education publicado e n Nueva York en
octu bre d e 1930. En la sección de "Foreign lectu res avai lable", y específicamente bajo el s ubtítulo
"Latí n America" a parece el s igui ente a n uncio: "Ga bri ela Mistral, Advisor on Latin America n Affairs to
the lnternatio nallnstit ute of lntell ectua l Coo pe ration a nd th e ln stitute of Educationa l
Ci ne ma togra phy o f Ro m e (League of Nations) ... Visiting pr ofesso r, Ba rn ard College a nd availab/e for
othe r e ngagemen ts in th e vici ni ty during Fall te rm. Subj ects: Estado social de la América Es pa ñola;
Literatura femen ina d e la Am érica Española; Ca rácter his pa no-amer icano y relaciones de este co n la
Am éri ca del Norte; Li teratura infanti l, virtudes y defectos de ella; Rubén Da río, )osé Martí. Lectures in
Spanish on ly" (Nation al American Woma n Suffrage Associatio n. Library of Co ngress, Washingto n
DC).
162

profesores y obreros, que intentan allá refrenar a sus políticos codiciosos y evitar a

su raza una vergüenza" (México 239). Del mismo modo e n qu e en su etapa chilena

usa la prensa para promover una determinada imagen d e Chile en el resto del

Latinoamérica (Capítulo 1), Mistral trabaja más ta rde a favor de la difusión de

ciertas ideas de Latinoamérica en los Estados Uni dos . Sin duda ella es una figura

centra l d entro del grupo de intelectuales latinoamericanos con presencia en los

Estados Un idos. En 1930 mie ntras trabaja como profesora vis itante en Barnard

College escribe una carta a Alfonso Reyes y su esposa Manuela, donde les pide:

Algún o algunos artícul os que traducir al inglés para revistas literarias


yanquis sobre cosas nu estras. Estamos haci e ndo aquí, tres pob res
diablos, un pequeño movimiento po rque la prensa y las re vistas
publiquen de ma nera estab le, a rtículos y est udios nuestros. Esto
camina más fáci lm e nte de lo qu e yo creía, con la ayuda d e los
norteamericanos que yo me trabajo a puros co mentarios d e la Bibli a.
(Tan d e Usted 57)

Res ulta interesante qu e el esfuerzo d e Mistra l estaba d irigido a la publicación

de ensayo s en medios de la pre nsa (no limitado a círculo s intelectuales). Mistral

participa en Latinoamé ri ca de un gru po de intelectuales qu e co ntrolan ciertos

medios de prensa, un espacio de pod er fundamental e n la ge nerac ió n de Mistral. La

campaiia de propaganda a favor de Latino a mé rica qu e algunos de estos intelectuales

quiere realizar en Esta dos Unidos y Europa neces ita primero acceso a ciertos

medios es por eso que las re laciones persona les y la presencia de ellos e n ciudades

co mo Nueva York resulta clave.zs La cita a nte rior tam bi é n revela el uso estratégico y

zs La promoción de cierta idea de Latinoamér ica por parte de Mistral en Europa es u n tema que exige
cons id eración aparte sob re todo por el tiemp o que ella vivió en disti ntos países europe os y la
imp o rtancia e su participación e n la Liga de Las Nacio nes, así como la red que crea con inte le ctuales y
escritores ahí. De modo simi la r a l que enfrenta la cam paña latinoarnerican ista en Es tados Un id os el
d iscu rso rnistralia no a l p ro mocionar latin oa rnerica, asigna un luga r ce ntral a los intelectuales y la
cultura: "Decir a las gentes de Eu ropa: 'la América no sola m ente destie r ra desp ués de cada
163

conciente por parte de Mistral de la religión como una referencia efectiva para

conseguir sus propósitos en Estados Unidos y como ve ré más adelante, es un

ejemplo de cómo Mistral en su discurso activa ciertas identidades poco

amenazadoras para el poder como un medio para lograr espacios desde donde

cuestionar el poder e insta lar temas políticos.

Bourdieu, en su análisis del origen del conce pto de intelectual moderno

sugiere, en el contexto d e Francia del siglo XIX, que paradójicamente es gracias a la

independencia del campo de la lite ratura, a la autoridad conquistada en oposición a

la política por los escritores y artistas anteriores a Zola, que tanto éste co mo los

intelectuales de ese momento pueden intervenir nuevame nte en la política (Dreyfus

Affair) con armas d iferentes a las de la política (Bourdi e u The Rules of Art 131). Id ea

que es retomada luego por Ramos e n el contexto de Latino a mérica. Ramos sostiene

que si bien la modernización latinoamericana fue d esigual y que, por lo tanto, no se

d ieron las bases institucionales para garantizar la au tonomía del campo literario del

mismo modo que en Europa, ya e n Martí la esc ritura ocupaba un espacio

d ife renciado de la vida pública, un lugar fuera del Estado, crítico de los discursos

dom in antes de lo político-estatal (Desencuentros 29) . Ambos autores señalan que los

intelectua les desplazados del poder político estatal fundará n su autorid ad e n su

posición autónoma con respecto al me rcado y a la política estatal. Al mismo tiempo

los intelectuales se veían a s í mismos como acto res centrales en los procesos

revo lu ció n, sin o que trabaja, levanta escuelas, hace mejo res maestros que ense ñarán la paz, lee,
asim ila o crea también co n sus e nt rañas métodos de ense ña nza; la América tiene guías morales para
un futuro próximo y aun cuand o imita a Eu ropa, también la juzga e n sus errores" (Prosa escogida 11
162)
164

sociales y políticos de la primera mitad del siglo y busca n intervenir activamente en

ellos.

En ese sent ido la dimensión id eológica del latinoamericanismo va de la mano

con un p roceso de reco nfiguración d e l terreno del intelectua l. Gra ciela Montaldo

s ugiere que:

La opción por el hispanoamericanismo parece ser, en el fin de siecle, la


alternativa de los le tra dos en co njunto frente a los cambios que las
identidades nacional es están atravezando; pero, fundamenta lmente,
parece ser la a lternativa de la clase intelectual frente a los
desplaza mientos y reacomodos de la esfera de la cultura impactada
p or los cambios de la industria cultural. (Ficciones 90)

Montaldo plantea el hispanoamericanismo de la generación intelectual anterior a

Mis tra l como un esfue rzo por fortalecer "ci ertas pos iciones de la clase intelectual

amenazadas por las asp ir aciones de los nu evos sectores en ascenso" (Ficciones 90).

Esta estr ategia de consolidación de una clase s upranacional s i b ie n será redefini da

por la s igu iente genera ción, se mantiene. Tanto la creación de redes inte lectu ales

trans nac iona les como la afiliación a un d iscu rso latinoame ri ca nista funciona para

Mistra l, al ig ual que pa ra otros escritores e inte lectuales, para reconfigurar s u

territori o: s us contingencias políticas y ba ta llas internas fuera de los límites

naciona les. Así operan los exilia dos o autoexi liados de la patria y aque llos e n

búsqueda de un espacio d iscursivo mayo r o un mercado contine n tal.

Cuando Mistra l llega en 1922 a México s u visió n del rol social y po lítico de la

escue la y de l int e lectual se redefine en el contexto d e un proyecto nacional

mexica no dentro d el m arco de una utopía hispa no a merica n ista. Este

hispanoa me ricanismo, qu e como respuesta al imperialismo, tiene s u or igen en los


165

d iscursos de Martí, Rodó y otros intelectuales decimonónicos es redefinido por

Ugarte, Vasconcelos y Mistral que lo amplían para incorporar en él a las masas. Con

respecto a la cam paña latinoamericanista de Manuel Ugarte y su revisión del

arielismo Mistral dice que él: "sacó del aula de Montevideo a la plaza y a la asamblea

el Ariel, que se hab ría amojamad o en el ai re muerto" (México 236). El

latinoamericanismo pretende en ese momento constituirse como un ideal

continental y llegar a las masas por medio de la prensa, las conferencias en ateneos

obreros y federac io nes de estudiantes, sin embargo, sigue func ionando para

ga rantizar po der a quienes se autodefinen como sus líderes, que justifican a su vez la

visión de los intelectuales que les p reced ieron como sugiere Rama (Capítulo 1). Así

Mistral en un ensayo sobre Manuel Ugarte traza la historia del

hispanoamericanismo y destaca el aporte fundamenta l de los intelectuales,

partiendo por Rodó:

Rodó cump lió dentro de su mundo, que era la estética, po niendo en


parábo la la doctrina que le subía de la mente con esa suavidad de corola
que tuvieron en él siempre los conceptos. La casta de los políticos, tan
abundante en nuestra pob re Am é rica, aunque su negocio sea el de
vigilar los intereses de cada pueblo y denunciar a tiempo el riesgo, no
había dicho hasta entonces cosa que valie ra la pena sobre la hora
mortal que camina hacia nosotros con pasos sobre natu rales. (México
237)

El'mundo de la es tética' ya no es el mundo d esde donde se denuncia el imperialismo

y se promueve la unión latinoamericana, el arte tiene para Mistral una función

social. Sin embargo, Mistral justifica la neces idad de la mirada a barcadora del

intelectual po r sobre los límites nacionales y lo reafirma como el q ue está mejor

posicionado para ver más allá de los 'negocios' de los políticos y entender la
166

amenaza imperialista. El intelectual sigue sie ndo el que define la identidad

latinoamericana ya sea desde la altura de su torre o en medio de una masiva fie sta

escolar. El ensayo recién citado des pués de habl ar de Rodó regres a a Ugarte y

rescata su lealtad a la causa hi spanoamericanista, sus libros y sus giras enfocadas en

los estudi antes y obreros. Muestra eso sí ci erto escepticismo frente al rea l éxito de la

campaña de Ugarte y reconoce como sa ldo positivo de ella "el haber clavado en las

masas unos cuantos conceptos esenciales"(México 238).

¿Des de dónde se construye entonces para Mistral el intelectual

hispa noamericano del siglo XX y cuáles son los medios para difundir sus ideas? El

discurso de Mistral niega la autoridad civ ilizadora del europeo pero manti ene la

autorid ad civilizadora de los intelectuales latinoamericanos frente a su propio

pueblo. La educación pública, mold eada a partir de la idea de un a minoría

in telectual, la prensa y ciertos es pacios en institu cio nes internacionales (como de las

qu e pa rticipa Mistral) son las fu entes civil iza doras qu e en nombre del pu eblo, la

demo cracia y la 'verdad era' identidad nacio nal/ co ntinental imponen un proyecto

civili zador renovado.29 El discurso de Mistra l no cuestiona la validez de la voz del

in telectual para hablar ace rca y en nombre del pu eblo, pero con referencia a los

29 Mist ra l e n d istintos mome ntos de fi ne ciertos p royectos d e educa ció n públi ca así co mo
determi nad o t ipo prensa como civil izato ria. Pre nsa y proyectos d e los q ue ella misma pa rt icipa y q ue
so n a s u vez e l prod ucto de la imaginación de u na renovada casta d e intelectua les, aun part icipes y
de fe nso res de la 'ciudad le trada'. Las misiones a grícolas culturales crea das por Vasco ncelos son un
eje mplo de esta práctica civil izatoria. Mistra l las d escribe en deta ll e en un a rt ículo de 192 4: "Consiste
e n un grup o hete rogéneo y sab ia me nte fo rm ad o de carpi nte ros, a lbañ iles, ag ró no mos, maestros
primarios y ma estros de coci na, que van a fijarse a los pueblos indígena s durante dos meses. Ense ña n
a los indios a hacer s us casas con proced imie ntos mode rnos; les de muest ra n las excelencias del
cultivo inte nso del s ue lo; vive, e n co mú n co n ell os y les obli gan a aceptar la mesa, el se rvicio, la
comida espa ñola; los instruye n e n med icina case ra y les ens eña n a lee r e n el plazo a notado. (México
136). En cuanto a la prensa, Mistral le escribe en un a carta a bier ta a Alber to !ba r ra, publicada e n
Repertorio Americano, para val idar un modo d e hace r pe r iodismo: "Le acompaña de co razó n e n s u
e m presa de hacer periodis mo civiliza do r y no ese ta n abund a nte e n nu es tra Amé rica de escá ndalo o
ba nalidad total" (14 de juli o de 1924).
167

intelectuales anteriores, propone reemplazar una interpretación de la identidad

latinoamericana por otra, que se diferencia por una retórica que incluye al pueblo y

las m ino r ías y que busca aliarlas del lado de los intelectuales (pero sin

cuestionarlos) reforzando así su poder desde las bases . En 1939 Mistral habla en

Cuba de la relac ión de la cultura con las muj e res y propone una América cristiana,

agraria, pacífica y libre. El yo colectivo incorpora a todas las mujer es: "Nosotras

pretendemos, ahora más que nunca, interveni r en la suerte de la raza no en nombre

de nuestra vanidad, sino en el de la salvación de los niños " (La tierra 88).

La prosa de Mistr al a partir de 1922 da cuenta de un cambio o más bien una

transferencia de valores y sentidos que antes ella atribu ía a lo nacional y que aho ra

promueve como propios d e una id e ntidad continental. Recogiendo un concepto de

Ugarte, Mistral argumenta a favor de un 'nacionalismo continental' que explica como

"un agudo sentido de la raza" (México 230). Si antes de su llegada a México, Mistral

buscaba integrar a las regiones chilenas y los grupos desem poderados al tren del

progreso nacional, argumentando que son piezas claves sin las cuales la nac ión no

alcanzará el anhelado es tatus de civilización y mode rnid ad, aho ra argumenta qu e las

naciones dependen de la unión hispa noamericana y el progreso de todos para

enfrentar las amenazas del norte y perfilarse como un continen te de igual peso

comercial y cultural que Europa. Uno de los giros más importantes es con relación a

su id ea de patriotismo, y e n el modo e n que desde este momen to habla de Chi le

como parte de un continente. Sus textos acerca de Chile, que como d ije en el capítulo

anterior sigue escribiendo abundantemente, pretenden inse rta rlo dentro del

imaginario continental que tanto Mistral como Vasconcelos y otros intelectuales


168

crean por medio de un discurso de integración y unidad continenta1. 30 El

patriotismo es caracterizado por estos intelectuales como un sentimiento limitado y

viejo, que divi de y debilita la posición de Latinoamérica frente al mundo: "Solo las

almas de mo lu sco siguen apegadas a la roca de la patria" (Vasconcelos "Carta a los

estudiantes de Perú"). Mistral también adoptará una posició n crítica ante el

patriotis mo, sobre todo a medida que su pacifismo se intensifica con las gue rras

mundiales: "El patriotismo no debe volverse una religión ni la patria un Dios"

(manuscrito inédito, Legado de Mistral). La defensa dellatinoame ricanismo en

oposición al patriotism o no estuvo exento de polémicas y, por ejemplo, provoca

malestar público duran te la visita de Vasconcelos a Chile (Fell 555).31

Si b ie n h ay muchos e nsayos de Mistral que reve lan el cambio de un discu rso

enfocado en lo nacional a un discurso de unión latinoamericana, he querido

enfocarme en un breve texto titulado "El grito" que considero fundam ental porque

además fue escrito el mismo año en que llega a México. Este ensayo fue pu bl icado en

un gran número de revistas y periódicos en 1922.32

30La negociació n entre el id eallatinoamericanista y el naci onalis mo que el gob ierno chileno
prom ueve e n ese mome nto no es s iempre exitosa para Mistral. En su discurso ella imagina y
promueve la idea d e qu e Chile está geográficamente aisaldo pe ro que sin embargo, de acue rdo a ella,
aspira unidad continental: "no aceptamos la suerte geográfica ni a un en lo interior ... La ch ilen idad es
un g ran despejo espiritual, un a casta que avizora a la raza co mún, q ue mira hacia e l Atlantico y el
Caribe" (PC 58). Pero desde s u partida a México hub o qu ienes la criticaron como a ntip atr iota y
cuestionaron su decis ión de no volver a radicarse a Chil e. Estos argumentos fueron usados po r
parlamentarios conservadores para cuestio nar las pensiones de gracia y los cargos co nsul ares de
Mistral e n e l extranj e ro (ver debate de la Ley 5.699 de la Cáma ra de l Senado de Ch il e e l 23 de
septiembre de 1935 en: Biblioteca del Congreso Naciona l de Chile. Cabriela a 60 años de su premio
nobel).
31 "Yo soy de los que cree n que el sen timiento de patria es demasiado pequeño para los corazones
libres" (citado en Fell 555).
32 Este ensayo se publ icó ad emás de en Repertorio Americano e n: El Heraldo de la Raza (Méx ico),

Revista Universidad (Colombia}, Revista de Revistas (Méx ico), El Ma estro (México), Social (C hile),
Revue de I'Amérique latine (revista q ue e n 1922 publica el texto traducido al francés), en tre otras.
169

!América, América! ¡Todo por ella: porque todo nos vendrá por ella,
desdicha o bien!
Somos aún México, Venezuela, Chile, el azteca-espa ñol, el quechua-
español, el a raucano-español; pero seremos mañana cuando la
desgracias nos haga crujir entre su dura quijada un solo do lor y no
más que un anhelo.
Maestro: enseña e n tu clase el sueño de Bolívar, el vidente primero.
Clávalo en el alma de tus discípulos con agudo ga rfio de
convencimiento. Divulga la América, s u Bello, s u Sarmi e nto, s u
Lastarria, su Martí. No seas un ebrio de Europa, un embriagado d e lo
lejano, por leja no extraño, y además caduco de hermos a caduquez
fatal. (Repertorio Americano 17 de ab ril de 1922)

Este ensayo tiene como antecedente directo y evidente "Nuestra América" de

Martí del qu e hace eco en varios de sus puntos centrales. En menos palabras y con

un lenguaje simple, dirigido a la nu eva clase profesional latinoamericana, Mistral

reitera la ar e nga d e Ma rtí in terpela ndo a todos qu ienes t ie ne n cierto poder sobre el

destino d e los pu eblos : maestro, periodista, artista e industrial, a sumarse a la causa

latinoam e ricani sta. Al igual que "Nuestra América" este e nsayo a le r ta ace rca del

impe ri alism o norteam erican o que encue ntra despejado el camino por causa d e los

odios inte rnos, la pereza y fa lta de organización latin oamerica na. Los nacionalismos

aparecen aquí como la real id ad actual qu e fre nte a 'l as desgracias' futuras, debe dar

paso a la unidad Latinoamericana. Si a ntes Mis tral pedía al maestro inculcar el a m or

supremo a la patria (ca pítul o 2), ahora le pide clavar el suei1o de Bolívar e n el alma

de sus discípu los. El e mpeño por pasar d e un patriotismo a un nacion alismo

continenta l le exige trazar nu evos ma pas sobre el cual fund a mentar es ta vasta

'comu nid ad imaginada' que tiene como concepto ce ntral la unidad de 'la raza' y

como riqueza fundame ntal la extensión y variedad de la geografía:


170

Describe a tu América. Haz amar la lum inosa meseta mex icana, la


verd e estepa de Ve nezuela, la negra selva austral. Dilo todo a tu
Am érica; sí cómo se can ta en la pampa arge ntina, có mo se arranca la
perla en el Ca ribe, có mo se puebl a de bla ncos la Patagon ia. (Reperto rio
Americano 17 de abril de 1922)

El lecto r es persuadido para qu e parti cip e de la defensa, ya no solo de su nación,

sino de su continente, el que se le entrega forzosa mente po r medi o de un a

interpelación directa 'tu Am éri ca'. Los fren tes de lucha que este texto ide ntifica son

tres: la educac ión, la prensa y los sectores indu striales. El discurso le as igna un rol

activo a cada uno de estos sujetos interpelados, ofrec iéndoles un nuevo territorio,

que más allá de los lím ites nacionales p romete un nuevo estatus, de mayo r pres tigio

y poder, frente a las amenazas im perialis tas y el mun do civilizado : ¡Améri ca y sólo

Am éri ca! ¡Qué embriaguez se mejante futuro, qué hermosura, qué rein ado vasto para

la libertad y las excelencias mayo res! (Repertorio Americano 17 de abril de 1922).

Este análisis y propues ta de acción co ncreta, al igual que otros ensayos

políticos de Mistral, hace uso de la pre nsa como una extensión del sa lón de clases, de

las instancias de formación de maestros, para entrega r un discurso pedagógico,

simpl e y tajan te, qu e llama a la acció n más que a la reflexió n.33 De hecho crítica el

ejercic io analítico latin oamericano vers us el im pulso ejecutor de Estados Unidos y a

dife rencia de los discursos co nciliadores que da en la Uni ón Panameri ca na, fu nda la

uni ón lati noa merica na en oposición al país del norte: "Dirij amos toda esta actividad

como una fl ech a hacia ese fu tu ro ineludib le: la América española, una, unificada por

33 Al fina l del texto publi cado en Repertorio Americano se incluye una nota: "lnsinua el ed itor de
REPERTORIO a los señores maestros la posib ilidad que los mayorcitos de las escuelas se apre nda n
esta justa y magni fica invocació n a la co nfrate rnid ad hispano-americana" (Repertorio Americano 17
d e abril de 1922).
171

dos cosas estupendas: la lengua, que le dio Dios y el dolor que da el norte" (Colombia

328).

Finalmente, lo central en este discurso es la función que cumple con relación

al proyecto de Mistral como intelectual transnaciona l. Ramos en su anál isis de

"Nuestra América" de Martí propon e que: "tras cada postulació n de lo

latinoamericano hay una voluntad de poder, ejercida desde diferentes lugares en el

mapa de las contradicciones sociales" (Desencuentros 288). El discurso

latinoamericanista de Mistral cumple una doble función, por un lado la inserta en

una tradición discursiva que se ha venido disputando la 'verdadera' in terpretac ión

de la identidad latinoamericana. En el momento en que Mistral identifica a Bolívar

como el 'vidente primero' ell a misma entra en esa la genealogía de 'videntes' que

anticipan el mal y propon en la solución para el contin ente. A su vez el subtexto de

esta catego ría de líderes supra-nacionales se diferencia y ataca a los escrito res y

artistas que forman parte del campo independizado de la estética (por ejemplo las

vanguardias). Los autodenominados obreros intelectuales como Mistral se

disputan con los escritores los recursos y el capital simbó lico que en ciertos puntos

el campo intelectual y el literario todavía comparten, "Yo no soy una artista, lo que

soy es una mujer en la que ex iste, viva, el ans ia de fund ir en mi raza, como se han

fundido dentro de mí, la religios id ad con un anhelo lacerante de justicia social. Yo no

tengo por mi pequeña obra literaria a que habéis aludido el interés quemante que

me mueve por la suerte del pueblo" (Colombia 1335).

Por otro lado, el discurso latinoamericanista de Mistral y su cambio desde

una identificación nacional a una continental la hace parte del proyecto central al
172

campo intelectual de su tiempo. Este discurso es particularmente valorado por el

campo intelectual en ese momento y en ese sentido contribuye al aumento del poder

y el prestigio de la obra mistraliana. La inserta en mercados culturales continentales

a la vez que le da visibilidad fuera de las naciones hispanoamericanas justo en un

momento en que las elites culturales de otras latitudes se interesan por

Latinoamérica y buscan 'representantes' e 'intérpretes' de el la.


173

Capítulo 4

La imagen visual de Mistral en su construcción como sujeto intelectual público

Gabriela Mistral, una mujer de un metro y ochenta centímetros de altu ra,

rasgos indígenas, vest ir franciscano, que no usaba joyas ni maqu illaje, construye una

imagen públi ca compleja y altamente funcional para su éxito como sujeto intelectua l

panamericano. La imagen pública de los escritores e intelectuales latinoame ricanos

en las pr imeras décadas del siglo veinte se crea y se pone en circulación por medio

de mecanism os de difusión y recepción que involucran nuevas tecnologías y medios,

sobre los que u na escritora como Gabriela Mistral posee diversos grados de controJ.l

El explosivo crecimiento de la prensa, en conjunto con la importancia c reciente de la

fotografía, ab rió nuevas formas de difusión, circulación y representación tanto para

la obra como para la imagen de los escritores. La imagen pública de Mistral no está

determinada únicamente por representaciones visuales, sino qu e es un producto-

inestable y e n perma ne nte re-significación- de la interacción de textos literarios,

t estimonios, imágenes, discursos orales y prácticas simbó licas, que dan forma al

ícono cultural que fue y es Gabriela MistraJ.Z

1
La definición de image n pública para efectos de este a nális is es a mplia y flexible y parte de la
defi ni ción que propone la RAE de 'imagen': "Figura, representación, semejanza y a pari enc ia de algo"
e 'i magen púb li ca' : "Conjunto de rasgos que ca ra cterizan ante la sociedad a una persona o e nt idad"
(1142). Si bien este 'conjunto de rasgos' es tá determinado por un sin n úmero de facto res que a su vez
varían de un persona a otra y de un momen to histórico a otro he querido co ncentrarme en este
trabajo e n los que Mistral tiene un grado de age ncia (fotogra fías, prácticas de di fusión personal,
pe1jormance público) y también los discursos y prácticas públicas de otros que al referi rse a Mistral
contribuye n a formar su imagen ante la sociedad.
2 Existen mu chos testimon ios que describe n la presencia física de Gabriela Mistral y que además

s ugieren lo proble mática y desestabi lizadora que esta resu ltaba. Palma Guillén, maestra mexicana y
a miga de Mistral dice de su primer encuentro con ella en 1922: "A mí, q ue era una muchacha
presumida, me pareció ma l vestida, mal fajada, con sus faldas demas iado largas, sus zapatos bajos y
sus cabell os recogidos en un nud o bajo" (Guillén vi). Pablo Neruda recuerda en sus memorias: "Pero
17-t

El corpus de las representaciones visuales de Mistral es enorme e incluye una

multiplicidad de soportes y medios. Astrónomos chilenos han visto su r ostro en las

estrellas -la Nébula NCG "Gabriela Mistral"-, en la d écada d e 1980 la dictadura

milita r decidió hacerla figu rar en el bill e te chi leno de cinco mil pesos, es objeto de

retratos, escu lturas, esta tuas, murales y esta m pi ll as, a lo que se suman miles de

fotografías, a lgunas de las cuales presiden sobre salones de clases y bibliotecas a lo

largo de La t inoamérica. 3 La magnitud de este corpus, sus efectos cultu rales y

también la renovada visibilidad de Mistral en Chile hoy, invitan a un estudio crítico

que a borde la representación v isual y las narrativas que contribuyeron a formar la

image n pública d e Mistral e n función tanto de su p ropio proyecto literar io,

intelectual y político como de los usos que e l Estado, algunas ins tituciones y marcas

comerciales le han d a d o. Este capítulo, e n e l co ntexto de acercam ie ntos teóricos y

críticos que discuten la interacción de lo v isual con e l discurso cultu ral, la

performatividad d e género y la representación visual de la mujer, propone un

a ná lisis del funcionamiento de la imagen de Gab riela Mistral, particularmente con

re lación a su proyecto inte lectua l e n e l espacio púb lico latinoam ericano d e las

prime ras décad as del siglo XX.

cuando me ll evaro n a visitarla, la enco ntré bue na moza. En su rostro tostado e n qu e la sangre india
predominaba como en un bello cá ntaro a raucano, s us dientes blanquísimos se mos traban en una
so nrisa plena y ge nerosa que iluminaba la habitació n" (Co nfieso 28). Inés Echeve r ría, muje r de eli te y
escritora co nte mp o ránea a Mistral, la describe del sigui e nte modo: "Vestía co n a us te ridad más que
monji! un traje de burda tela. Llevaba el pelo recogid o sin cuidado de enmarcar el rostro. Toda la
perso na se mostraba a l des nudo implacable de la naturaleza ... " (e n Mistral Recopilación 524}.
3 El corpus se amplió de forma importante con los materiales ico nográficos que fo rma n parte del

legado d e Mistral re ciente me nte do nad o a Chile. El legado s umó a las fotografías ya ex istentes, cin co
nuevos albumes con cien tos de fotografías e n s u mayoría nunca antes vistas. Un li bro que recopila
un a selección de estas fotografías ha sido publicado e n Santiago de Chile bajo el títul o de Gabriela
Mistral: álbum personal. Sa ntiago: Pehuén Edi tores, 2008. El títul o del libro es sintómatico del deseo
de acceder a do cumentos personales que abran una dimensi ó n íntima de la auto ra, deseo que a mi
e ntend er ha marcado la relación del público y la prensa co n el nuevo legado.
175

La crítica e historia literaria se ha enfocado predominantemente en Gabriela

Mistral como poeta, como la maestra de América dotada de las más altas virtudes

morales y, en menor medida, la ha destacado como una pensadora que dio

visi bilidad a los problemas del indio, la mujer y los niños en el continente. Solo en

las últimas dos décadas se ha comenzado a re-evaluar su pensamiento y agencia

política, es pecialmente a través de sus textos en prosa. Mistral por su parte fomentó

-a nivel discursivo y performativo- muchos de Jos mitos que crecieron en torno a

ella y al igu al que otras escritoras en ambientes in telectuales y creativos masculinos,

contradijo en su práctica literaria e intelectual la pose de modestia y marginalidad

que desplegaba, y que ahora podemos reconocer como 'treta del débil'. Mistral a

menudo se caracterizaba a sí misma como una mujer humilde, lejana a los círculos

intelectuales académicos, sin ambiciones desmedidas, solitaria, así como una

ganadora de premios y objeto de homenajes 'inm erecidos' (e l escritor Luis Enrique

Délano recuerda que ella se refería al premio Nobel como 'lo de Estocolmo'). Las

narrativas que trataron la biografía de Mistral tanto durante su vida como en las

décadas posteriores a su muerte reforzaban los mitos que buscaban elevarla como

la poeta dolorida, la maestra de América y la figura espi ritu al siempre vi rgen . Estas

narrativas han sido descritas por Elizabeth Horan como "a nationalist adaptation of

a hagiographic rhetoric, permeated and shap ed by overlapping critica! anxie ties

about sexual and ethnic a nd racial identity" [Santa 27). De acuerdo a Horan, estas

narraciones hagiográficas están dom in adas po r el pánico hete rosexista qu e busca

transforma r la reali dad de Mistral como muj e r inde pe ndiente, so ltera y sin hijos

mediante una d efinición caracte rizada por su ded icación a la infancia y su canto a la
176

maternidad. Este pánico, que persiste aun después d e haber sido expuesto por un

sector importante de la crítica actual, adquiere particular visi bilidad, por ejemplo,

e n la prensa hoy. 4 En su sugerente análisis de la imagen póstuma de Mistral, Horan

expone convincentemente de qué modo las narraciones que presen tan a Mist ral

como 'sa nta' y 'divina' respond e n a un sujeto, "whose reallife co nsta n tly threatened

feminine decorum and contradicted the mass of ste reotypes a bout la chilena"

("Santa" 27). En e l contexto d e la deconstrucción de estos mitos y de una renovac ión

d e la crítica mistraliana que ha abierto debates nutridos por teorías de género,

subaltern idad y los estudios culturales, aun quedan vacíos. Un paso más debe ser el

estudio de la construcción d e Mistral como sujeto intelectual panamericano,

incorporando objetos y prácti cas v is uales en relación dia lógica con textos, discursos

y prácticas culturales. Conozco tres trabajos dedicados exclusivamente a l a nálisis de

la imagen visual de Gabriela Mistra l y todos, iluminadores e iconoclastas, dan cue nta

de un campo aún practicamente inexplora d o. 5

En el archivo d e la Biblioteca Nacional d e Chile así como e n el Museo Gabriela

Mistral en el Valle del Elqui se pued e n encontrar fotografías y manuscritos iné ditos

que junto a los a rtículos de prensa, textos y fotografías publ icadas permite n esbozar

4 Desde la mue rte de Doris Da na y a la luz del nu evo lega do, el tema de la identidad sexual de Mistra l
ha r esurgido como debate principalmente pro movi d o por la pre nsa. Efectiva m e nte ta nto e l
episto la ri o co n Doris Dana co m o la grabacio nes en a udio confirm a n que Mistral y Da na fu ero n un a
pareja. Si bien hay quienes co mo Elian a Ortega, Diamela Eltit y Raq uel Olea q ue han afirmado la
productividad y necesidad de discutir abiertamente la identid ad sexual de Mistral y la prese ncia de
esta en s u obra, hay muchos que aún asocian la afi rmació n de la hete rosexualidad de Mistral con la
defensa de s u 'honor', su luga r en la hi sto ria literaria y en el im ag inario naci o nal. Resu lta
emblemática de los límites a los que ll egan quienes se niega n a cuestiona r la identidad heterosexual
de Mis tral la d eclaración que el críti co lite ra rio Camilo Ma rks hace a l diario Las Últimas Noticias: "Ella
era pro fundamente heterosexual" (26 de octubre 2007).
s Ver Licia Fiol-M atta, "lm age is everyth in g" en A Queer Mother for the Nation: the Sta te and Gabriela
Mistral (2002), Elizabeth Rosa Horan, "Santa Maestra Muerta: Body and Nation in Po rtra its of
Gabrie la Mis tral" (1997) y María de la Luz HUJ1:ado, "La pe r formance d e los Juegos Flo rales de 1914 y
la inadecuad a prese ncia de Gabri ela Mis tral en ellos" (2008).
177

los aspectos visuales de las narrativas que atraviesan y determinan la imagen

pública de Mistral desde s us orígenes . Mi intención es, po r lo tanto, poner en

evidencia que la imagen pública de Mistral y el manejo que ella hace de ésta desde

sus comienzos juega un rol fundamental en el lugar e influencia que Mistral tuvo en

la historia cultural chilena y latinoamerica na de la primera mitad del siglo XX. Este

ca pítulo busca responder en parte hasta qué punto la escr ito ra, en el período que va

desde 1905 hasta 1922 y que corresponde a su formación e internacionalización,

manifiesta en el plano visual una voluntad de const rui rse como sujeto in telectual

paname ri cano y cuáles son las estrategias que pone en práctica en térm inos de su

representación visual. Al mismo tiempo, resulta ce ntral tanto para este análisis

como para entrar en el debate crítico actual preguntarse en qué medida su imagen

adh iere a la normativa de géne ro y clase social o exhibe un poder desestabilizador

para estas categorías de id e ntidad. Finalm ente, en un intento po r incluir nuevos

elementos de aná lisis que permitan ampliar y complejizar la comp rensión de la

image n d e Mistral desde su recepción, he considerado un co njunto de textos de

escritores de la época para establecer los vínculos e ntre la imagen que estos textos

presentan y las imágen es de sí misma que Mistral promueve a nivel discursivo y

visual. junto a cuestiones centrales como la representación visual y la circulación de

la imagen del intelectual, es necesario aborda r el 'problema' de la a uto-

rep rese ntación de género, e n medio de un contexto histórico en el que ser mujer es

difícilmente compatible con las amb iciones intelectu ales de Mistral, o con su

figu ració n públi ca e intervención en debates culturales y p olíticos. La figura de

Mistra l, su im age n, no está aislada de s u obra ni menos aún de su biografía, son


178

hebras de un comp lejo tejido que constituyen la imagen pública y que tiene

consecuencias en el imaginario particu lar que va construyéndose en torno a ella.

Esta figu ra p rovoca reacciones como el que grafica el testimonio de lsolina Ba r raza

citado al comienzo de este capítulo, que además revela cómo la imagen de Mistral

trans ita por diversos estratos sociales y tiene efectos en un sector popula r a veces

leja no al p úbl ico lector. Otros testimonios, como por ejemplo de las mu lt itudinarias

ceremonias que e n 1922 despiden a Mistral antes de su viaje a México, sirven pa ra

calib rar la vis ibil idad pública de la escrit ora, excepciona l para una mujer en las

primeras décadas del siglo XX.

Mistral como ícono

A pesar de la todavía escasa atención crítica al'problema' de la imagen visual

de Mistral, res ulta un tema ineludib le si se toma en co nsideración el interés y el

debate que gener aba la presencia fís ica de Mistral d esde el comienzo de su carrera

lit eraria. Aun cuando no fue un objeto de estudio en sí m ismo, mucho se habló y

escribió sobre la presencia física de Mistral, y hay testimonios e inter pretaciones

s ugerentes que entregan claves de entrada al tema. Fernando Alegría comienza su

libro Genio y Figura de Gabriela Mistral (1966) relatando su primer encuentro con la

escritora y la impresión que le causó su imagen. Allí ta mbi é n da testimonio del

efecto que Mistral generaba y explica la atracción que eje rcía sobre las personas,

"que iban hacia ell a como quie n e ntra a una igles ia" (14). Para Alegría, estas

reacciones eran el resultado de que la presencia de Mistral permitía adivinar que 'l e

había sido revelada la verdad primera':


179

Algunos seres nos indica n por su p resencia que la conocen. [ ... ] Algunos
místicos , esp ecia lme n te los poéticos deciden entonces escribir en su
presencia física los signos del más allá que ellos conocen. De ah í nace
u na actitud especial; pod emos llamarla pose sin in tentar menoscab o y esta
actitud de be ser eternamen te cultivada. La influencia de esta pose es
grandiosa. Mueve a las m ultitu des y tra nsforma a Jos individuos. En casos
com o el d e Gab riela Mistral, esa actitud llegó a ser una fuerza soci al de
ímp etu admirabl e. (énfas is mío 14)

Ese 'escribir e n su presencia fís ica' al q ue se refiere Alegría (quien s in embargo no

ded ica más líneas al asunto en el lib ro), jun to con la lectura de esa 'pose', la aludida

'fue rza socia l' y el pod er pa ra mover multitudes, es lo que a m i juicio invita al

estud io d e la imagen pública d e Mist ra l. Este como ot ros testimonios ind ican hasta

qué p unto Mistral logró a nivel visua l y pe rfo rm ativo ser percibi da com o un sujeto

q ue entend ía y ve ía más alla que el resto de la gente y que desd e esa persp ectiva

privil egiada e ra capaz d e reve lar una verdad oculta a los ojos de Jos demás. Esta

image n d e Mistral co mo un sujeto que se distingue de los demás es fundamental

para ente nde r su éx ito e n el acceso a cie rtos circuitos intelectuales y creativos. 6

Hay otras razones que exigen una lectura de la image n - en real idad de las

imágenes- de Mis tral, pa rticu larmente a la luz del domin io de lo visual que

caracte riza a la mo d ernidad. En p rimer Jugar, e n el con texto histórico y cu ltural en

que se desarro lla la carrera literaria y p r ofes ional de Mist ral, la imagen de u na

figura pública y su reprod ucción e n disti ntos medios se transformó rápidamente e n

u n hecho ineludible y altame nte deseado por el creciente público consum idor de

medios d e pre nsa y de tecno logías visuales que se masificaban de forma progres iva.

6 Zygm ut Bauman sostie ne que la se pa ración que resulta de la definición de los auto-defin idos
intelectuales co n los demás es la razó n de ser de l ejercicio de defi ni rse y no s u efecto (Bau m an 8). Si
bien Mis tra l declara en varias ocasio nes que e lla no es una inte lectual y que no aspira a serlo (a l
menos e l tipo de intele ctua l que ella busca criti ca r púb lica m e nte: masculino, de clase a lta, lejano al
pueblo y Jos s uj etos marginados), su im age n, co m o se ve rá, facilita el que ella ocupe un lugar y un a
fu nció n en la sociedad qu e corres pond e a l luga r del intelectual.
180

En segundo lugar, el corpus que componen las representaciones visuales de Mistral

es enorme y la circulación que tuvieron algunas de estas imágenes es continental y

perdura hasta hoy. Los chilenos, por ejemp lo, como consecuencia de su presencia en

el billete, la prensa y otros lugares, identifican inmediatamente su rostro al m ismo

tiempo que reconocen haber leído muy poco o nada de su obra. Finalmente, la

relación entre la performatividad de género y el poder, que se qu iere evocar o

confrontar a nivel visual, explica ciertos aspectos del proceso que transforma a

Lucila Godoy Alcayaga, la maestra del Valle del Elqui, en el ícono panamericano que

es Gabriela Mistral.

La teoría visual aporta ideas y conceptos esenciales a este análisis,

particularmente e n términos de la relación e ntre la imagen y el d iscu rso. W.J.T.

Mitchell propone dejar atrás la aspiración del lenguaje por representar lo visua l y en

su libro, Picture Theory, comienza cuest ionando la jerarquía que busca someter la

imagen a la teoría. Describe la a nsiedad de la fi losofía lingüística frente a la

representación visual, ans iedad que Mitchell ve como un signo y una reacción ante

el 'pictorial turn', y que define como "a postlinguistic, postsemiot ic, rediscovery of

the picture as a complex interplay between visuali ty, appa ratus, institutions,

discourse, bodies and figurality" (16) . Esta perspectiva, que abre el espectro de

anális is en la misma dirección que los estud ios culturales y d e géne ro, resulta

productiva para acercarse a una figura icónica como Mistral, que se relacionó visual,

física y textualmente con distintos sujetos, grupos e instituciones, poniendo en juego

identidades d e género, raciales y socia les complejas. Una forma de abordar está

limitación del discurso para traducir o representar Jo visual es trabajar con los
181

efectos culturales de la imagen. Uno de los argumentos centrales de Mitchell en

Iconología es renunciar a la aspiración de una teoría científica de lo visual y permitir

el encuentro del ícono con ellogos: "This move, in my view, takes iconology well

beyond the comparative study ofthe verbal and visua l art an d into the basic

construction of the human subjects as being constituted by b oth language and

imaging" (24). Esta idea puesta en el contexto de la modernidad latinoamericana y

la centralidad de lo visual que la caracteriza, pone de relieve la utilidad de estudiar

la imagen de Mistral si se quiere definir con mayor precisión su lugar en la historia

intelectual y literari a.

Un factor gravitante y necesario de abordar es la relación entre la imagen y el

poder, en este caso particular, el poder en tanto la fuerza, la capacidad de las

imágenes de Mistral -que el Estado y las instituciones ponen en circulación- de

generar efectos . El estudio de este vínculo ha sido tratado ampl iamente por W.J.T.

Mitchell, John Berge r, Gisell e Freund, entr e otros. En su libro Picture Theory,

Mitchell, señala que la necesidad d el discurso contemporáneo de someter la

cuestión de la representación bajo su control, ya es un ejemplo tanto del poder de la

imagen como de la imagen del poder (323) . La profusión de discursos que intentan

fijar, definir y regularizar la imagen d e Mistral así como la persistencia con que

aparece asociada su imagen al Estado y otras instituciones, y más recie ntemente a

marcas comerciales, lleva a preguntarse ¿Qué utilidad ve el Estado e n el uso de la

imagen de Mistral? Pregunta que de distinto modo tanto Elizabeth Horan como Licia

Fiol-Matta en sus análisis de la imagen visual de Mistral ha n intentado contestar.

Horan a partir de un análisis de la imagen póstuma de Mistral y sus man ejos, sugiere
182

que la diversidad de usos que se le dio a su imagen, "exemplify Gabriela Mistral's

status asan empty signifier, available for a variety of national projects and leaders,

for she literally and metaphorica lly circulates within and beyond the boundaries of

the nation"(30). En tanto significante vacío, no so lo la figura pública, si no por mucho

tiempo la poesía de Mistral fue de-sexualizada, despolitizada y normalizada bajo los

límites de una feminidad centrada en la materni dad y la infancia en el marco de una

biografía marcada por el sufrimiento y e l estoicis mo. Durante la dictadura militar de

los setenta y ochenta en Chile se busca elevar a Mistral al sitial de la 'poetisa'

nacional y al mismo tiempo borrar a Neruda, el poeta comunista. Soledad Falabella

reflexiona brevemente acerca de cómo la dictadura de Pinochet manipula la imagen

pública de Mistral y borra su pensamiento crítico y marcadamente anti-autoritario.

Fa label la sugiere que "durante los años del regimen militar la figura de Mi stral fue

utilizada por Jos aparatos institucionales con el fin de promover un nuevo ethos

fami liar-nacional " (Falabella 121) en un contexto político donde la imagen de 'la

mujer chilena' es una fuerza simbólica clave a l proceso de reformulación del

imaginario social.

La imagen aun internamente expresa tensiones, que refieren a las normas

soc iales y culturales en la que se inserta y con las que dialoga. En ese sentido

Mitche ll afi rma: "Ifwe wa nt to understand the power ofpictures, we need to look at

their internal relations of d omination and resistance, as we ll as their externa!

relations with spectators an d with the world" (324). Muchas imágenes de Mistral se

pueden leer a partir de las contradicciones que ponen de manifiesto, como por

ejemplo, la conformación a las normas a partir de una pose de acuerdo a la moda de


183

los retratos pero a la vez una imagen severa y ca rente de las marcas que sign ifican lo

femenino en un determinado contexto. Las relaciones externas y el aspecto dialógico

de la imagen con su entorno, y su poder tanto de modificar como de rep roducir

id entidades que dependen de la ideología, es el aspecto más determinante en el

análisis de una figura pública, de influencia continental como lo fue Gab riela Mistral.

Como señalaba anteriormente, la imagen de Mistral ha si do evocada y man ipulada

en distintos momentos históricos. El modo en que, la presidenta Michelle Bachelet

ha promovido la figura de Mistral y ha utilizado su imagen como símbolo de

liderazgo fe menino, lucha social, dedicación a la nación, está muy lejos de la

manipulación que se hace durante la dictadura militar. De entre los muchos

ejemplos de este periodo, uno de Jos más directamente rel acionados con lo visual es

la publ icación en 1989, para conmemorar los cien años del nacimiento de Mistral, de

un libro titulado Gabriela Mistral: 1889-1957. Publicado por la Fundación Nacional

de la Cultura, presidida por la hija de Augusto Pinochet, Lucía Pinochet Hiri art, en

este libro predominan imágenes de Mistral, acompañadas de una biografía y algunos

poemas canónicos tales como "Todas íbamos a ser reinas". Este libro oficia l,

publicado por el Estado excluye cualq uier texto que desarticule la monótona y

co nservadora imagen que se intenta promover y persiguen en cambio una imagen

mono lítica que se ajuste a una ideología patriarcal conservadora.

En ese sentido creo que el anális is debe incorporar ciertos principios teóricos

de los estudios de performance. Si bien en este concepto convergen variadas

disciplinas y líneas teóricas que llevan a una amplitud tal que parece que cua lqu ier

cosa es performance, concuerdo con la revisión crítica del término que hace Vicky
18-t

Unruh en sus aspectos teatrales, culturales y discursivos y con la idea que "even if

we tap into the productiv e cross-purposes of a word's di verse disciplinary

connotations, our critica! practice is ground ed in our specific deployment of the

concepts we choose" (3). A pa rtir d e ci e rtas id eas de Unruh, trabajad as en este

capítulo y lo que plantea Elin Diamond en Performance and Cultural Politics, he

qu erido ampliar el análisis de la r e presentación visual de Mistral a ciertos aspectos

d e su performance, como un eje rci cio que ilumin a las fu e rzas, tensiones y las redes

de poder que la subyacen. 7 A pesar de las confusiones y a veces la indistinción entre

perf ormance y pe rform ativid ad esto s conce ptos no significan lo mismo (Miller).

El concepto d e pe rformatividad d e acue rdo a Am elia Jones y otros fue

d es a rrollado primero por J.L. Austin y luego revisado por De rrida y Butl e r quienes

difundi eron su uso e n las human idad es. El valor d el concep to para fines de este

a náli sis radi ca e n el acto de cita r, "the reite ra tion of norms w hich preced e,

contraina nd exceed the pe r fo r me r a nd in tha t sense ca nnot be take n as th e

fabrica tion of the performer's 'will' or 'choi ce"'(Butl e r "Cri tically" 8 ) y ta mbié n e n su

inestabilidad y la posibilidad de rearticul a r las normas :

Indeed, it is the insta biliti es, the possibili ties for re ma ter iali zation,
ope ned up by thi s process th a t ma rk one domain in w hich th e force of
the regula tory law ca n be turn ed against itse lf t o spawn
rea rticul ations th a t cal] into question t he hegemonic force of t ha t ve ry
reg ul atory law" (Butl er Bodies 2).

7 La d efin ición d e performan ce que pro po ne Diamond es muy amp lia y, po r lo ta nt o, a pli cable a cas i

cualqui er act o fre nt e a un es pecta do r. "In o ur sim pl est refe rences, a nd in th e blink ofa n eye,
pe r for ma nce is al ways a do ing, anda th ing do ne. On the o ne ha nd pe rfo rma nce descri bes certain
em bod ied acts, in s pecific s ites, w itnessed by o the rs (a nd jor the wa tch ing se lf). On t he othe r hand, it
is t he th ing d one" (1 ).
185

Performance en tanto alud e a ciertos actos enca rn ados y también como lo

hecho (Diamond), es decir, refiere a una amplia variedad de actos que parecen estar

determinados por una voluntad. En ese sentido se hace más clara la distin ción que

Butler propone de este último término frente a performatividad: "Performativity is

neither free play nor theatrical self-rep resentation; nor can it be simply equat ed

with performance. Moreover, constraint is not necessarily that which sets a limit to

performativity; constraint is, rather, that which impels and sustains performativity"

(Bodies 95).

Diamond establece la directa relación de la performance con las historias

culturales, las tradiciones y las respuestas políticas que componen nuestro sentido

de la historia: "Every pe rfo rmance, if it is intelligible as such, embeds features of

previous performances: gender conventions, racial histories, aesthetic traditions-

political and cultural pressures that are consciously and unconsciouly

acknowledged" (1) . Sin duda la performance de Mistral en su constante diálogo y

lucha con la historia y la cultura se transforma en una narrativa visual que habla de

las sociedades de la primera mitad del siglo XX en Latinoamérica y el lugar inestable

de la mujer escritora en ellas.

La mujer intelectual pública frente a los regimenes de representación visual

Al lan Seku la en su a rtículo "The body and the archive" estudia distin tos

archivos fotográficos del siglo XIX y plantea que la fotografía desde un comienzo

promete y amenaza. Para Sekula la prom esa es el mejor domin io de la natura leza y

la amenaza, de carácter anárquico, es de la nivelación del orden cu ltural existente


186

( 4), e nto nces, por una lad o es tá la promesa de mayo r conocim ie nto y d ifus ión d e la

nat uraleza y por otro la am e naza que la foto grafía presenta pa ra la alta cultura. El

aná lisis d e Sekula se enfoca en la doble ca ra del retrato fo tográfi co e n tanto una

forma de mas ifica r y por tanto s ubvertir los privileg ios d el retrato p ictóri co pero al

mismo tiempo de cumplir un ro l que ni ngún retrato pintado hubier a pod id o

cumplir:

This role d e rived not from a ny honorific portra it trad ition but from
the impe rat ives of medica! a nd a na tomical ill ustration. Thus
phot ogra phy carne to est ablish a nd d eli mit the te r rain of the othe r, to
define both th e gen e ralized look -the typology- a nd the co nt in gent
instan ce of d evian ce a nd s ocial patho logy" (7).

Lo interesante es qu e Sekula d e mu estra has ta qu é punto la función re presiva d e la

foto gra fía se fu nde con la fun ción clás ica del retra t o lo qu e resu lta e n que el r etrato

d el criminal e me rge d e cie rto mo do e n el re tra to de estu d io de las clases e merge ntes

como un a rchivo oscuro. El retra to po r e nd e ubica a los sujetos e n el te r reno social.

Notwithsta nding the sta nda rd libe ral acco u nts o f t he history of
photogra p hy, the new med ium d id not s im ply in herit a nd
"de mocra tize " th e hono ri fic fun ctions of bou rgeois po r traiture. No r
d id police phot ogra phy s imply functi on repress ively, although it is
foo lish to argue t hat th e im med iate functio n of po lice p hot ographs
w as som ehow mo re id eol ogical or pos itively instr um ental tha n
nega tively instrume ntal. But in a m ore ge nera l, d ispersed fash io n, in
serving to introdu ce the pa noptic p rincipie in to d aily life,
photography welded the honorific and repressive functions
together. Every portrait implicitly took its place within a socia l
and moral hierarchy. The priva t e m om e nt of se n time ntal
individua tion, th e look a t th e froze n gaze-of-the-loved-one, was
shad ow ed by two oth e r m ore p ubli c looks : a look up at one's betters,
a nda lo ok dow n, at one's "inferiors." (mi é nfas is 10)

¿Co n qu é a men aza y qu e promete la fotografía a la image n pública de

Mis tral? ¿De qu é ma ne ra une lo ho nor ífico y lo re pres ivo? A la luz de las ideas de

Sekula se hace necesario ver las fotog rafías d e Mistral no solo cómo un inst rumento
187

productivo e n su p roceso de construcción de sujeto inte lectua l sino también cómo

un medio que amenza. Los primeros retratos de Mistral son parte de su estrategia

de difusión privada -retratos firmados- pero al mismo tiempo la ubica n dentro d e

una jerarquía social, no es la jovencita de clase alta capitalina, ni tampoco la muje r

indígena que capta la cámara del etnógrafo, es un nuevo sujeto social, una mujer

mestiza, trabajadora, intelectual.

Si la fotografía, como sugiere Sekula y otros, crea y difund e un 'look'

generalizado y a la vez expone al 'otro', la fotografía de Mistral en la prensa e n tanto

desviación de la norma y sobre todo a medida qu e crece su fama, contribuye a

perfilar una nueva categoría, la de la mujer pública intelectual. Al examinar ciertos

medios de pre nsa de la prim e ra mitad del siglo XX en Chile, Argentina, Costa Rica y

México se observa una fuerte presencia d e fotogra fías de muj e res tanto e n el

contenido como en la publi cidad (Figura 1). Una gra n mayoría correspondían a

fotografías de la vida social o páginas d e moda femenin a. Sin duda estas imagenes

construyen un modelo de fem inidad muy estrecho, acorde a los esquemas d e género

d e la épo ca y que se limita a mujeres jóvenes bl a ncas d e clase alta que au n s i se les

muestra 'escribiendo' -como e n la publ icidad más abajo- es por medio d e una

mirada qu e sexualiza el cuerpo fe me nino co n el uso de s ímbol os fálicos (la pluma),

ropa se mi-transparente, com ponie ndo un a escena qu e apela a la fantasía y el deseo

de la mirada masculina. Las fotog rafías donde la muj er retratada fi gura

exclusivam e nte por belleza y posición socia l aparecen tanto e n revistas de

variedades d e a mplia difusión como e n revistas cu lturales (Repertorio Americano)

(Figura 2).
188

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Fig. 1, Publicidad e n Revista Chile Magazine, ju lio 1 92 1 (m e moriachile na.cl) .

iERTORIO AMEIÚCANO l
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Fig. 2, Revista Repertorio Americano, 1 d e marzo 1920.


189

En otros casos, y cada vez más a medida que se acerca la mitad del siglo XX se

e ncuentran fotografías de muj eres a rtistas, escritoras o profes io nales que aparecen

junto a sus textos y jo biografía, e ntrevista o res eña crítica. ¿De qué modo se

re presenta visualmente a estas 'nu evas' mujeres e n los medi os que figuran a la

muj e r por razón de su clase, belleza y como imperativo de un model o gené rico

sexual impuesto por el patria rcad o? La representación visual de la mujer escritora

presenta muchas de las problemáticas que se encue ntran en la recepció n crítica de

su obra. Se halagan sus facetas menos amenazantes (maternal, rom á ntico, religioso)

y se sil e ncia lo perturbador (erótico, político, queer), por lo tanto, uno d e los modos

en que se representa a la mujer escritora es por medio de imágenes que destacan

cl ase, belleza y feminidad e n una relación de armonía con los proyectos c readores.

Son las mismas mujeres blancas, bel las, de clase alta, que suman un e le men to

'nuevo'. Inés Echeve rría, "Iris ", conte m poránea a Mistral tiene alta figuración en la

prensa de la época a pesa r d e ser una figura controve rsia! por sus obras y dichos

públicos. En 1915 la chil ena Amanda La barca le hace una entrevista en su casa

donde d esarro llan te mas de lite ra tura, educación y viajes y dond e Echeverría se

muestra como una irrevere nte frente a varias conv e nciones de s u clase social, sin

e mba rgo, las fotografías qu e acompañan la e ntrevista por med io d e una cu idada

composición de s ímbolos d estacan por sobre todo la posici ón social d e la escritora :

dos fotografías de la elegante casa d e la escritora, una fotografía de una re trato

pintado d e su hij a Re beca -una bell eza sa n tiaguina d e la época- y una fotografía de

un retrato de la esc ritora cuando niña (Figura 3 y 4).


190

F AM!L I A ,~:·,.~.

1 1
l, 11
t 1!

Fig. 3, Revista Familia 1915. Entrevista de tres páginas a la escritora Inés


Echeverría de Lar raín (memoriachilena.cl).

l'AMILlA , .~, .. ·,
, . ....t .. , .. , ,

Fig. 4, al pie de la imagen se lee: "Sala Luis XVI de la casa de la señora Inés
Echever ría de Larraín"(memoriachilena.cl).
191

Estas fotografías ocultan la figura de la escritora por razones impos ibles de

saber y en cambio acompañan sus palabras con lo que el público lector de una

revista como Familia quiere ver: lujo, belleza, pautas de moda y elegancia. El

discurso de Iris que con todas sus contradicciones subvierte limitaciones de género

y crítica rasgos de la sociedad chil ena qu eda encapsulado por el discurso de las fotos

que la destaca no en tanto intelectual si no como miembro de una clase social

dominante, que no se asocia a cambios ni au tocríticas.

Aun cuando la mujer escritora no sea normalizada ni contenida por su

afili ación a la clase alta en su representación visual, las fotografías construyen un

modelo de be ll eza y sensual idad qu e las ubican nuevamente en el lugar de objeto, de

'musas', negándoseles entonces el figurar públicamente (y visua lmente) más allá de

su afi liación de clase o su belleza físi ca (Delmira Agustini, Juana Barrero). En 19241a

fotografía de la poeta y ensayista cubana Emilia Berna! aparece en Repertorio

Americano junto a un breve texto que comenta su último libro. Del libro se alaba su

'suave temperamento poético', 'actitud de coqueteo' y 'fluidez y dulzura', la

fotografía por su parte, teatral, evoca una estética de retrato de estrella de cine y

muestra a Berna! con los hombros descubiertos, mirando directamente al

es pectador. La imagen de la muj er poeta aquí fomenta la id entificación de la belleza,

el romanticismo y la sensualidad de la mujer con su poesía (Figura 5). La bell eza es

s in duda una cualidad que la prensa de principios de siglo atribuye a muchas de las

mujeres artistas y profesionales que perfilan en sus páginas. ¿Qué pasa ento nces

cuando no se puede alabar ni la belleza ni el abo lengo de un a mujer?


192

~~~&'DA

s~~aa . .,.._

En'lili a B e rn.al
cnut<.t la u.~>...
d:rl CVá.t.ldo d-erccl:i9
dt ]duttiri<>•
.> edik~ mi t'idt
eJJ uQ ttu:spiro. titU!\"~nt~,
Ul:f'Dtt'lS Qat. fi()fttitmt:r,
o. la albura dcl p.cho
au tonu:é.o db.hetho
tmuja, ~ntn lOJ bot<iu 1-Z:Hrrfen!ot iJ~:: b
{l>..>tliO\
Si no• atre"riéscmos, cnli6<:Q<iamo•
a e•h actitud de e<:J¡tleteo Ct'11 ef d¡¡.
lor. Aún <¡cedn, y >e ve tm:tar ' tra
•é• del libro a c•il• pág1t:a, algo de
romantichmo orgutlo•o d~ •ttlc ~n ,¡
libro ce esta mujer. H11y ces :om•o-
tic.. mm: un o Qtle eduo. por delant<r el
ya, sin pe.cnr qne Jo sea: roc:~antie.•
mo de la confl!sióo, dtl grito. El otro
'<"1 cre•ndo un mnado poé:;cll to&<> ~
de fantume• qne lleno orendida la
sombra.del ¡o. A é,;te c~rreopcnde la
pottla de Emilia BerJ>al. Sn an~od·

o
E¡; iC.Mw IM /Jt!t11resl (S• o Jo•é de
Costa ll.ica, •El Conviv•o•, 1922),
lisis. c:omo se ;e ¡¡or ta c:omro!ic:6~
tran•crita, DO llegw ft ur du¡;arrJ~~or.
•Cre<O e•lar herid!. y t·a t<t!U.!·:~do
la ~liu cubana E milia Berna! mues· los sfatomas que CD.O'riertan la praun.
tra un sna« temperamento p~taco. ción en certidnmbn. iOh, ,¡ ia~u ..-H.
eon lln fondo de amargara que se en· dad, y ua herida le ca.uura la mneti<O
dulza pora wlverse condón. en el soña.do deliquio de amores!
lto eate •entido es sobremanera Otras ~eces, cnal!do el '<'eno se con·
l'fl't:lador El "'atlri¡;4/ <k '" huidit vierte en mero. t>Vocadóo l(n~•. sft:
• l:Hrida, •!; pero tamb1éa madrigal. ver~. como ea L4 ldttnla d~ la ,.;..,4,
• UD& d<r la• mejore• poes!u del logra ir tallando, ~n meundu Caeetu,
libro: una clara imagen.
!>tbo d~ Kttr br.rid.a
dé la -vid\ Sus ntmos. en ocasionet variadbJ
en :rl fondo. t eg-6a ciertao leyes que put:deo tlll •
J.-o: t:"fC:O, po¡q u:r cuau.Jo rtce.r capr ichosas, rieueu J• $U6eie-ntt
Jot au:wpl.ra~, \"'l &QrlQ
~lob®ílo, OuiOez y dul-.ura, •cantan> lo bastan·

--
crplA'U por cm ~rge.ula , te para q ue esta cualidod ealga la
l• boea -.e m~ JI.-na pena de ser citada entr~ l¡ s cardiualu
d~ JtUftO • h bS!l'*· t Pcna de • n poe•fa. (ll.ecbtcemo•, ~<P camh1o,
""""
- ""rill•
Gido.,
rimat t1o !al!lls y 'Pr-e&u.ntuosu como
la de <r1t )' O.~pi.-., la de l?ailil& ~b
~ffU: OOG \a d 1 p eda-JJ•).
o~c 10 ""t>t•m•o.
fft\dtt.a a taJ- ~t.l JM!Cho ,._..._ lhJ•o~, E. Dtl!z•CANlfDO.

Fig. S, Revista Repertorio Americano, 1924.

Para poder examinar crítica mente es tos regímenes de representación hay

que preguntarse qué es lo qu e excluye n. Lo qu e se excluye y lo que se opta por no

represe ntar en estos medios de prensa es a la mujer qu e 'carece' de bell eza y

abolengo o que se desvía y amenaza los límites de la id entidades de géne ro en un

esquema heterosexual patriarcal (a menos que sea una caricatura). Griselda Pollock

asegura que al identifica r la historia domin ante en los regíme nes de represe ntación

ex is tentes se puede des cubrir cómo una cultura falogocéntri ca no represe nta a la

muj er, el deseo femenino ni su dife rencia (175) . Esta no representación de la


193

difere ncia resulta productiva en este contexto histórico en que la mujer comienza a

salir de un estrecho molde que la confinaba al espacio privado y pasivo del hogar,

exhi bida en tanto obj eto de intercambio homosocial, y emerge como una

pro fes ional, una intelectua l o activista que impo ne el dilema de su diferencia a los

regím enes de represe ntación visual. 8

El dilema de la diferencia, la amenaza de un nuevo tipo de muje r se aborda

por medio de estrategias de invisibilidad, violencia y man ipu lación. Un modo que

tienen ciertos medios para enfrentar esta irrupción es la normalización de la mujer,

escritora e intelectual, por medio de una puesta en escena de género estereotípica a

nivel visual. Las foto grafías y la manipu lación editorial minim izan la diferencia que

ellas enca rn an y da n testim onio de la ansiedad social qu e estas mujeres

independ ientes generan. Se pueden citar dos ejemplos de bien entrado el siglo XX: el

reportaje que Caras y Caretas hace a la poeta Alfonsina Storni y que incluye una

fotografía (Figura 6) que la muestra incl inada sobre una ol la y que pe rtenece a una

fascinante serie de fotografías domésticas (ver Gli emmo); y una fotografía de Mistra l

comprando ropa de mujer incluida en un extenso reportaje especial de la revista

Ercilla (Figura 7).

8"The premise that images are not only reflections of a world but constructions of meaning not only
implies the critiq ue od stereotypes that s how limited aspects of women's lives and ex periences, it
al so means that we take to be common definitions of femini nity are themselves airead y part of this
fabrication. 'Fe minine' here is not the conventi onal idea ofwhat women are or should be, but invokes
th e potential of a 'd ifferent differe nce' that as yet lies unackn owledged in current regimes of visua l
representation" (Pollock 175).
194

Fig. 6, Revista Caras y Caretas: "La exquisita poetisa no desdeña los quehaceres
domésticos, siendo una excelente cocinera"; texto citado en Gliemmo, Graciela.
"Alfonsina Storni: el cerebro y la pasión" en Mujeres argentinas (B uenos Aires, Punto
de Lectura, 2006 ).
195

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Fig. 7, "Una m a ñ a n a cua lqui e ra salió d e com p r as co n e l mis mo e ntusiasmo de


una bue na señora d e casa . Es qu e Ga brie la Mis tral, p oet isa excelsa, es, a nte
to d o muj e r. En e lla se co nju gan todas las virt udes d e la fe m ini dad"

"La Mis tral se v iste a la m oda", a dem á s de mos t r ar una foto cas i s u rreal de

Mis tra l t ras una pi e rn a de man iquí q ue lu ce medias fem en in as, hace evide nte el

d eseo d e la p r e nsa por do m estica r la im agen de la e ntonces recié n la uread a poet a. El

m e n saje apela a la mujer ch ile na p a ra m os tra r co m o a p esa r d e su fama y gloria

m undia l e s una muj er co n la que la due ñ a d e casa se pued e identifica r, ya que al

igua l que e lla sa le a compra r r opa. No se t rata sola m e nte de acer car la imagen de la

e nto n ces 'cele brida d ' a la gen te co mún, sin o de acen tu a r el perfo r mance fe m e n ino
196

de Mistral; Mistral es una mujer, porque actúa como una. La presencia de la imagen

de Mistral en los medios no satisface las lógicas que motivaban la exhibición del

cuerpo femenino de la época: no era simplemente etnográfica, en tanto

representación de un tipo social o étnico, ni tampoco símbolo de belleza o clase, era

la imagen de un sujeto femenino nuevo. Mistral al mismo tiempo que otras mujeres

profesionales de su tiempo abre el campo visual a un nuevo tipo de mujer, la mujer

intelectual que cuya imagen circula producto de su obra y acciones y que, sin negar

su femin idad, rechaza los modelos que buscan normalizar el cue r po de la mujer y

mantenerlo como un objeto de la mirada masculina por medio de la moda, gestos,

hábitos (como la condena hacia el fumar) etc.

Volviendo a la idea de Sekula de la fotografía como promesa y amenaza, las

fotografías de Mistra l al exponer su clase, raza y distancia con los modelos d e

feminidad de el ite que dominan los m edios de pre nsa la hacen vulnerable a la

catalogación, a ser ubicada dentro del ordenamiento social (ver eje m plos d e los

Juegos Florales). Si bien lo s medios de prensa publican frecuentemente fotografías

de esc ritores, políticos e inte lectuales, la expos ición pública del sujeto fe men ino

presenta mayores 'peligros' que la del hombre (hombre público versus mujer

pública). La aparición y el éxito (como escritoras, figuras políticas, etc.) d e mujeres

que no se ajustan a Jos limitados cánones de b elleza y que provienen de la clase

obrera o media llam a a una rev isión crítica de la representación de estos nuevos

cuerpos a nivel visual para preguntarse desde dónde tanto ellas como los med ios
197

construyen y validan su identidad sexual en los espacios culturales y sociales

públicos.9

Madre y amante dolorida, ¿'Más allá de los sexos'?

Consciente de la imposib ilidad de una análisis exha ustivo del tema me

interesa esboza r a lgunos aspectos centrales de la imagen pública de Mistral durante

el período de formación (antes de su v iaje a México en 1922) y hasta la cima de su

consolidación internacional, marcada por la obtención de premio Nobel de literatura

en 1945. El estudio de este período de formación permite explicar, al menos en

parte, el proceso mediante el cual Lucila Godoy Alcayaga llega a se r en 1922,

Gabriela Mistral. educadora invitada por el gobie rno de México, poeta autora de

Desolación, figura popular y controversia!.

En A Queer Mother for the Nation: the Sta te and Gabriela Mistrat Fiol-Matta

analiza brevemente esta eta pa de fo rmac ión y trabaja a partir de la hipótesis de que

Mistral fue extraordinariamente exitosa con su imagen de 'la Madre' aun cuando era

desc rita al mismo tiempo en términos masculinos, adoptando incluso un estilo de

vestir masculino o masculinizador en comparación co n sus contemporáneas. Fio l-

Matta por medio de un análisi s de fotografías de Mistral y d e otras rep resentacion es

de lo femen ino en la prensa busca demostrar cómo la rareza, e l 'queerness' de

Mistral fue puesto a traba jar para el Estado que manipula su iconografía en torno a

9Esta pregunta excede Jos límites de este t rabajo aun que por medio del análisis de la imagen de
Mistra l intentaré a borda rl a en a lgun a medida. Exist en múlti ples y s ugeren tes estudios acerca de la
subrep rese ntaci ó n, trivialización, objetivización y estereoti pación ne gativa de la mujer e n los medios
de prensa desde el comienzo de esta: Byerly y Ross (20 0 6), Tickn er (1988), Tuchman (1978).
198

la imagen de 'la madre'. Con respecto a la 'evolución' de la imagen de Mistral, Fi ol-

Matta reconoce inicialmente un proceso de ajuste y exploración: "Th e progression of

Mistral's image demonstrates that s he tried different 'versions' of h ersel f, sorne o f

th e m according to internation a l standards of tas te and expectation in photography"

(Fiol -Matta 125). Tambi én sostie ne que Mistral no parecía segura d e cómo

promoverse públicame nte e n esta primera eta pa: "The you ng Mistral was uncertain

a bout how to promote herse lf publicly, both in print and visua lly" (Fioi-M atta 130).

Si bien concuerdo en varios d e los puntos que Fiol-M atta plantea con respecto a la

imagen de Mistral, creo que es pos ible sostener, a la luz d e un co rp us más amplio,

que Mistral trabajó su imagen pública desde sus comienzos d e forma estr a tégica con

e l objetivo de alcanzar r econocimi en to inte lectua l y accede r a cie rtos circu itos de

producción cultural. Fiol-Matta afirma a s u vez que Mistral pasa d e un a imagen

te mprana muy prototípica d e mujer soltera, con poses indudablemente femeninas

h acia una imagen explícitamente más 'butch'. Con es to intenta probar que mientras

más masculinizó su imagen en el campo visua l, se hizo cada vez más parte de las

proyectos del Estado y s u propaganda (127). Los primeros retratos de Mistral sí

prese nta n una imagen cultura lmente más femenina, pero para compren d er la

co nstrucción de su figura, el manejo estratégico de s u im agen con relación a

identidades de gé nero, cl ase y raza deben considerarse a l menos dos elementos más.

Primero, a l incorporar los textos tanto de Mistral como de otras figuras públicas d e

la época, la imagen en su sentido más am plio, se vu elve más plural pero también

más clara e n su trayectoria. Segu ndo, al considera r otras prácticas por las que se

constru ye y circula la im age n de Mis tral -retratos firmados, cartas, in tervenciones


199

en deb ates públicos- queda en ev id encia su voluntad de hacer uso de su imagen en

pos de su proyecto creativo, intelectual y político. La figurac ión pública de Mistral

desde 1905, en un principio exclusivamente a través de la letra impresa, revela su

in tención de construi rse como mujer escritora, pensadora y promotora de políticas

públi cas por medio de estrategias retó ricas, visuales y performáticas qu e exhiben al

mismo tiempo que desbordan y trasciend en las identidades de géne ro y clase (el

manejo de la identidad racial como lo exp lica Fioi-Matta se hace más evide nte a

partir de su esta día en México). Mistral se afirma en esas id entidades y al mismo

tiempo las resiginifica, evitando así ser circunscri ta a categorías qu e la excluyen de

los circuitos intelectuales y plataformas discursivas en las que, co n difi cultad,

comienza a ingresar.

Ya en s us primeros textos literarios de tono subjetivo y testimonial (prosas •


poéticas tales como: "Carta íntima"(1905), "Espejo roto" (1905) "Páginas de un lib ro

íntimo" (1906) firmadas por Lucila Godoy y Alguien), Mistral va sentando las bases

de los mitos en torno a ell a, mitos que se irán imprimiendo progresivamente en s u

im age n y permearán los discursos de otros cuando la describan. Una idea

pers istente qu e los discursos de escritores, críticos y periodistas acerca de Mistral

pon en en circu lación es la imagen rom ántica y al mi smo tiempo semi-religiosa de

una muj er entregada al arte y al conocimiento. Este ideal de artista, qu e ren unci a a

los bi enes mate ri ales y, particularmente en el caso de la mujer, a la va nid ad, será

reforzado en adelante por Mistral, quien tanto en cartas personales como en prosa

periodística, opondrá la intelectualidad a la va nid ad de la mujer. La oposición qu e

Mistral es tablece entre conocim iento y vanidad en la mujer aparece ya en 1906, en


200

una de sus primeras publicaciones, titulada "Instrucción de la mujer" donde llama a

quienes deciden acerca de la educac ión femenina, "Hágasele amar la ciencia más que

las joyas y las sedas" (Recopilación 99). El efecto de esta idea resuena en los

comentarios del crítico literario, Carlos Soto Ayala, qu ien en Literatura Coquimbana,

la primera a ntología en incluir textos de Mistral de 1908, destaca a la escritora como

una de las pocas mujeres que prefiere ser reconocida por su talento que por su

belleza o linaje. Se refiere a ella como "La inteligente prosis ta" (en Mistral,

Recopilación 153) y haciendo eco de su pose romántica señala, "La señorita Godoy es

un Lama rtin e femenino; es un Bécquer con alma de mujer (en Mi stral Recopilación

154). En Literatura Coquimbana la descripc ión de la escritora y su obra recogen las

ideas que la misma Mistral ha sembrado acerca de su pe rsona, sus ambiciones e

ideales estéticos, lo que resulta en la construcción de una imagen de una joven

escritora en la que se destaca públicamente su talento litera rio, inte lectual idad y

precocidad. Soto Aya la es también el primero en describir a Mistral como un sujeto

extraordinario, un sujeto que se distingue del resto, por medio de comentarios tales

como: "es tan hermoso a la par que interesante estudiar el alma d e los elegid os" (en

Mistral Recopilación 154). Este será uno de los tópicos que se reiteran

incansable mente en los comentarios a su figura a lo largo de su vida, y más aún

después de muerta.

Por otra parte, las primeras prosas poéticas, cuentos y crónicas que Mistral

publica en periódicos locales y que la da n a conocer en la región de Coquimbo,

promueven una imagen de la poeta como una joven sombría y amargada. Una de sus

primeras publi caciones, en 1905, es un breve p rosa titulada "Espejo roto" y que
201

señala entre paréntes is y en tono autobiográfico "(Ep isodio de mi vida)" en la cual la

narradora, en prim era pers ona, cuenta el quiebre fa tal del espejo de su tocad or. La

narradora declara respecto de su espejo, "jamás tuve la necedad de contemp lar en él

mi figura" que es d escrita como "enfermiza cuya palidez excesiva me hacía a veces

retroceder espantada" (Recopilación 52). La muj er e nferma, t óp ico romántico por

excele ncia , es además una mujer sin vanidad. En est a historia, el d estino, viendo lo

poco que la mujer usaba su espejo, decide romperlo, a ugurándole así futuras

fatalidad es . Este cuento, al igua l que la gra n mayoría d e los textos de esta é po ca

expresan la id ea de una felicidad perd ida, im áge nes de muerte, noche, invierno y

soledad al mismo tiempo que crea n una hablante poéti ca o narradora condenada a

la soledad que ha perdido el amor y la a mista d. Estos temas, más las descripciones

qu e hace Mistral d e sí en textos testi moniales como el mencionado anteriormente,

construye n una imagen de la poeta como una joven sombría y amargada, poco

'femenina', al menos de acue rdo con alguno de sus contemporáneos, no por s u

mela ncolía sino m ás bie n por la oscurid ad d e su expres ió n, como señala Ab e! Madac

en las críti cas que le dirige por medio de cartas al ed itor d e La Voz del Elqu i, poco

'femenina' por carecer de la alegría liviana y las ilus iones romá nticas qu e se espera

d e las mujeres jóvenes. Estos textos además hace n a s us prim e ros lectores fantasear

res pecto d e la a utora y su situación personal, por ejem plo, en el caso del mismo Soto

Ayala quien supone que "esas páginas está n escritas en el sa ntu a rio de la soledad,

egoísmo e nfe rmo de d olor" (e n Mistral Recopilación 155). Ahí es taría el origen de

Mistral co mo la escritora d olori da, mito qu e más tarde ella querrá matizar al

destaca r otros tópicos d e su poes ía y labor profesional. De hecho, e n 1924 Mistral


declara: "yo ya no quiero hacer más poesía dolorosa.( ... ) Ya es tiempo de aquietarse,

de sere narse, se encienden lámparas, el agua ti ene un co lor de paz y si yo persisto en

ese actitud parecerá qu e es 'pose', y yo detesto la 'pose'; por eso me enfada qu e se

m e quiera retratar con un libro en la mano o escri biendo. Yo he visto algo de la vida,

pero sé poco. Eso de la erud ición me asusta" (García Huidobro 88). Mistral qu iere

controlar su imagen pública. Usa la tribuna que le da esta entrevista pa ra declarar

públicamente que ella no quiere 'posa r' como intelectual o como poeta do lorida,

ide ntidades que no resultaría n adecuadas en ese momento.

Imagen e n circulación: Los retratos

\.

Fig. 8 Retrato dedi cado a Alfredo Videla Pineda, 1906 (Archivo de l Escritor,
Biblioteca Nacional de Chil e).

Una de las pocas fotografías que existen de esta etapa, antes de su tras lado a

la zona cen tral de Chile, es un retrato de 1906, dedicado al pintor y pianista Alfredo

Videla Pineda (fig. 8). Este, al mismo tiempo que da cue nta de una imagen de Mi stral
203

más conforme al estereotipo cu ltural femenino, es un testimonio de la práctica

tempra na de Mistral de rega lar retratos autografiados. El retrato dice: "A mi am igo

Alfredo, Lucila." Au nque con este hombre Mi stra l mantuvo una correspond encia

amo rosa en el contexto de una relación aparente mente pl atónica, la costumbre de

regala r retratos persistirá con fuerza. 10 Me de tengo en este gesto, ya que Videla

Pineda era a la vez, un actor de la vida cul tural de la provincia, al que Mistral llega a

conocer por carta.11 Mistral tenía la costumbre de es cribi r a cualquier persona qu e

le interesara, desde un escri tor emerge nte hasta Rubén Daría, a quien escribe en

1912. Esta estrategia, que la lleva a establ ecer lazos profesionales y de amistad es

reve ladora no solo de su curios id ad intelectu al y de una búsq ueda de diálogo, sino

tambi én de su deseo de ser reco nocida por estos suj etos, muchos de los cuales

integrarán el canon de la historia cul tural chilen a y latinoamericana. El hecho

co ncreto de inclui r un retrato junto con sus ca rtas sin duda promu eve una image n

más completa y memorable pa ra el receptor junto con darle un tono más personal y

ce rca no a la comunicaci ón, dado que en la mayoría de los casos son re lac ion es a

dista ncia. Al exa minar la co rres pond encia de Mistral es posible comprobar que

durante toda su carrera, ella in terca mbia retratos con amigos, figuras públi cas y

tambi én pe rso nas no tan cercanas.12 No pu ede obvi arse lo paradójico de esta

10 En el archivo de Mistral, recie nteme nte donado a l gobierno de Chile, existen varios sob res que

contiene n dece nas d e retra tos a utografiados, que al parecer Mistral tenía en s u casa para regalar a la
mucha gen te q ue la visitaba. Hay tam bién e n este a rchivo inn umerables cartas, tanto de personas
desconocidas co mo d e escritores, e n que le piden a Mistral que envíe un retrato ded icado.
11 Susa nna Munich a naliza la relació n ep istolar entre Mistra l y Videla Pi neda en Gabriela Mistral:

soberbiamente transgresora. Santiago: Lom, 2005.


12 Las ca rtas de Mistral dan testimonio de la práctica tanto de dar como de reci bir retratos. Duran te

su estadía en Los Andes (1912-1917) escri be una ta rjeta al u ru guayo Nin Frías donde le acusa el
recibo de s u ret rato y do nde le pide qu e a pesa r de que él se tras ladará a Venezuela ma ntengan el
contacto epist ola r y la colaboración.
204

práctica frente a uno de los aspectos más fuertes del mito mistraliano que ala ba a

quien no gastaba tiempo en vanidades, que tal como una monja, era puro fondo y no

forma: "La maestra era pobre. Su reino no era humano/ Vestía sayas pardas, nunca

enjoyó su manoj¡y era todo su espíritu un eno rm e joyel! " declara uno de sus poemas

más po pulares, "La maestra rural" de 1915 (Recopilación 231). Por lo tanto, la

práctica de difundir su imagen por medio de retratos, entrevistas, el retrato suyo en

la primera edición de Desolación, problematiza la idea que Mistral no daba ninguna

importancia a su cuerpo y a su imagen pública. El hecho de que ella no cultivara s u

image n en tanto objeto de deseo, marca de estatus social y qu e no sigu iera la moda,

fumara cigarrillos de 'hombre' (si n boqui lla), tuviera solo dos pares de za patos,

entre otras cosas, llevó a desestimar el trabajo de imagen de Mi stral. La construcción

de s u identidad pública por m edio de una perfoman ce visual sugiere qu e s u imagen

se constituye e n una "marca registrada", que en tanto única y pers onal re presenta su

diferencia y es una e ncarn ación de sus valores, identidades y proyecto intelectual.


205

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' 1 1 J0 d::... .
Fig. 9 "A mi nobl e y qu e rid a ---, tu maestra, Ga briela" (Archivo d el Escritor d e
la Biblioteca Nacional d el Chil e)

La fotografía anterio r correspo nde al periodo de Los Andes y e n la versió n qu e Fiol -

Matta incluye e n s u libro está d edica da a una estu d ia nte y firmad a por 'Ga bri ela'.

Res ulta inte resan te pa ra Fiol- Matta el h echo q ue a l ser d ed ica da a una estudi a nte

estaría tra nsgrediendo d e ciert a forma lo s estrictos límites qu e se pa ra n al

estudi a nte del profesor en esos tiempo s. Le pa rece inte resa nte ta mbié n qu e la

fotografía esté firm ad a co n s u seudónimo au nqu e no come nta más all á respecto a

est e detall e. Este hecho es para m í im porta nte po r dos razones, por un lado, da

cue nta d e la crec iente fa m a d e la poeta co n re lación a la de la ed ucadora, y por otro,

del d eseo ya sea de Mistral, de la al umn a o d e a mbas de e ntregar / poseer esa imagen

d edicad a. Es ad e más un re trato qu e se d istingue d e muchos otros en ta nto Mis tral

mira di recta me nte a la cá mara co n un exp resión se ria y a la vez cas i tímid a, que
206

están en línea con el tono de la producción literaria de Mistral en ese tiempo

posterior a los Juegos Florales y marcado por su éxito con "Los sonetos de la

muerte".

En 1935, poco después de haber conoc id o a Victoria Ocampo en Madrid,

Mistral le dice en una carta que ya le ha enviado su retrato y le pide que le mande e l

s uyo a cambio (This America 31). Má s tarde le contará que en su habitación cas i

vacía en Madrid tiene el retrato de e lla junto al de Miguel de Unamuno: "You and

Don Miguel de Unamuno offer counsel an d support" (This America 33). En 1926 e n

una de sus primeras cartas a Alfonso Reyes le agradece un retrato que este le ha

enviado para acompañar un artícu lo qu e Mistral ha escrito acerca de él: "Mi

dis tinguido am igo muy estimado : grac ias por el retrato (s ien to que se pierda e n un

periódico una fotografía tan bu e na y que yo me había dejado para mí. Esperamos la

otra)" (Tan de usted 41). Mistral en am bos casos le da un valor afectivo a la

fotografía de estos amigos y colegas y que en el caso de Unamuno y Ocampo le

permite hace rles sentir que son parte de un círculo muy íntimo y qu e po r eso s us

retratos son uno d e los pocos objetos decorativos de su habitación.

Respecto del retrato a Vid ela Pin ed a e n pa rti cular, y haciendo una breve

lectu ra semiótica a partir d e o tros retratos de la época es importante resalta r que la

ex presión se ria y la mirada d esviada de l retratado eran rasgos típicos de las

fotografías d e mujeres en este período . Probablemente por un te ma de decoro

fe menino las mujeres rara vez mira b a n directame nte a la cámara, así como ta mpoco

era común posar sonriendo, a l menos e n las fotos de es tudio. Creo, si n e mbargo, qu e

la seve ridad de la mirada de Mistral es particularmente acentuada y es característica


'207

de otros retratos posteriores en los que posa en su rol de maestra o directora de

escuela, y parecen querer evoca r la autoridad e imposición de disciplina qu e se

exigía a las maestras. Es p osible interpretar esta seriedad y senci ll ez en las poses

co mo un mecanismo que por otro lado evita una pose se ntim ental o gené ri camen te

marcada como la qu e se encuentra, por ejem plo, en la re ina de los Juegos Florales de

Santiago (Figura 10).13

.:-. -~

t.'

(
'
1:.- ...: . . . ~ ·- ;_.,¿~~- '• ;.

Fig 10. María Leteli er del Campo, Reina de los Juegos Florales de Sa nti ago,
1914. (Archivo Teatral, Pontificia Univers idad Cató lica de Chile)

Esta imagen, al mismo ti em po que representa un id eal femenino de la época

premi ado, po r Jo tanto, en el eve nto cul tural y social más imp ortante del año, hace

ev idente que la moda y en genera l la imagen fem eni na tiene relación directa con un

tema de clase socia l. La minimal izació n de lo s sím bolos de la feminidad de la época:

sombre ro s, maqui ll aje, joyas, que revelan las fo tografías de Mi stral, es más evidente

t 3 Mistral ganó la fl o r natural co n s u poema "Los so netos de la muerte" y María Letelier del Campo fue
co ronada Reina lo que obligaba a Mistral a escribir u n poema e n alba nza de s u belleza. Como es
sabido Mistral no asis ti ó a la premiació n. Para un a ná lisis detallado d el perform ance en los juegos
Flo ra les de 1914, ver el a rtículo de Ma ría d e la Luz Hurtado mencionado anteriorme nte.
208

al comparársela con esta mujer y con las mujeres de la corte de amor de los Juegos

Florales, todas señoritas de clase alta que ostentan un exceso de adornos, pieles y

peinados. De todos modos, aun comparada con otras maestras, Mistral exhibe, sobre

todo desde los años 1920 en adelante una pose marcadamente menos femenina, que

sus compañeras (Fig. 11).14

Fig.11 Gabriela Mistral en México, junto a sus compañe ros maestros, 1922.

Fotografías y testimonios de la é poca desacreditan la id ea que ella se veía

como cualquier profesora de provincia, o que s u modo o trato eran comunes. Inés

Echeverría (Iris) escritora contemporánea a Mistra l, que se relacionó con ella a

pesar de las grandes diferencias de cl ase qu e las separaban hace una larga

descripción de Mistral donde la pone en una categoría más allá de lo femenino y

H Si bien la crítica y yo misma me he re ferido a la imagen 'masculin a' de Mistral, me parece necesario
advertir que s u no co nformación con una image n es tereotípica femeni na no es necesa riame nte
sinónimo de una imagen mascul ina y que puede leerse alternativamente como un acto que desafía las
conve nciones dentro de las cuales una sociedad pat riarcal define lo femen ino y lo inscribe en el
cuerpo de la muj e r. En esos té r min os he optado por referirme a su imagen como menos conforme a la
imagen cultural mente determinada co mo 'feme nin a'.
209

masculino: "] unto a la potencia de un guerrero abo rigen, el ge mido de una muje r

irred enta. Trasciend e bravu ra y nostalgia. Está más allá de los sexos. Palpita en su

se r el alma co lectiva y potente de la tribu (en Mistral Recopilación 523). Para Iris

Mistral estaría más allá de los sexos no solo por la austeridad y el hecho que Mistral

"se mostraba al des nudo im pl aca ble de la natura leza" (es decir no se maq uillaba, ni

peinaba sofisticad amente), sino por ser un sujeto cuya fuerza y s ingu laridad no

calza en los esq uemas d e clase y género de su t iempo. Este testimonio que aporta la

m irada de una mujer a nte Mistral contribuye al p resente anál isis en tanto no explica

la 'rareza' de Mistral e n términos s imples de una muje r masculina sino q ue abre

posi bi lidades iden titarias 'más allá de los sexos'. Éste como muchos ot ros

testimonios reflejan cómo la im age n de Mistral, e n su sentido más amplio, tuvo

como uno de sus efectos hacer evid e nte las estrechas definiciones de gé nero de su

é poca y su relación con la intelectu alid ad, al borrar de una man e ra no

explícitamente confrontacional, pero ind iscutib le, los límites de género y tamb ié n

los de cl ase y de raza .

Volviendo al tema d e los retratos, hay algun os que cumpl e n una función qu e

se limita al tra to pe rsona l. Como se ña lé a nterio r mente, se consideran un elemento

que marca un vínculo, qu e d a n fe de una relac ión a mistosa o sentimenta l como por

eje mp lo un re trat o de Mi stral dedicado a la fam ili a Palacios que d ice: "Testimonio de

vieja a mistad" (Al egría 22) .15 Pero, por otro lado, el retra to de Mistra l aparece ya

JS Eduardo Frei Montalva, preside nte de Chile (1 964-1 970) e n mu chas de s us ca rta s a Mis tral le d ice
que tiene s u retrato e n s u escritorio junto al de s u fami lia. Le señala este hecho co mo pr ueba de s u
recuerdo, su ce rcanía y ta mbi én de la prese ncia de Mis tra l e n Chile: "Sobre mi escritorio hay un
retrat o s uyo junto al d e mi fa mili a y siempre la recordamos co mo al go muy nu estro" (Frei 17 de abril
1950)
210

temprano en publicaciones periódicas y en la contratapa d e su primer libro

Desolación (1922).

Los rostros de la prensa

Desde el siglo XIX la tecnología pe rm it ió la proliferación d e periód icos y

revistas ilustradas que responden a la escoptofilia que caracteriza la cu ltura

decimonónica.l 6 Los escritores junto a otras figuras públicas aparecen en retratos

fotográficos, dibujos y caricaturas junto a sus textos o a rtículos críticos.

Daguerreoty pe images of each republic's illustrious authors could


now appear, ranged as in a family album, on the pages that explained
their m e rits in the constitution of a nationalliterature. Newspapers
and magazines displayed such modern technology in mo re widely
visib le media. In fact, the artistic life of th e co untry suggests the need
to rethink th e m ea nin g of 'reading' w hen it comes to the late
nin et eenth-century press . (Gon zález-S tepha n 227)

El ll a mado a re-pensar el sentido d e 'leer' la prensa decimonónica es

ap licable a s u vez a la prensa d e las primeras décadas del siglo XX y no so lo a ell a

si no a las prácticas literarias qu e contienen importa ntes elementos performáticos y

vis ual es que al ignorarse limitan el análisis. Un ejem pl o son los co ncursos literarios

como los Juegos Florales de Santiago que tienen como componente central una

fiesta de premiación e n un t eatro donde se com bina el conc urso de belleza co n lo

litera rio y teatral. El poeta la ureado deb e no solo lee r el poe ma ganador sino que

componer un poe ma e n honor a la reina que junto a los poe mas de otros poe tas se

16"La exhi bición, como forma cultura l, es el gé ne ro preferido del siglo diecinueve, la escoptofilia la
pasión que la a nima. Todo apela a la vista y todo se especu lariza: se ex hi ben nacionalidad es en las
exposiciones universales, se exhib en nacional ismos en las grandes paradas ... se exhibe n
enfermedades en los gra nde hosp itales, se exhibe el arte en Jos museos, se exhibe el sexo a r tístico en
los 'cuad ros v ivos' ('tab/eaux vivants'), se exh iben mercaderías en Jos gra nd es alm ace nes ... se
exh iben tanto lo cotidiano como Jo éxo t ico en fo t ografías, dioramas, prosas pano rá mi cas. Hay
exhibición y también hay exhibicionismo" (Molloy 130).
211

publica en El libro de los juegos Florales, donde las fotografías son parte central (fig.

12)

\o .... · l. .

1•r~ u duol•• • 1111 1.1 Jlur uutUtJit

'" 1 1 ~ • 1 •• ,,

Fig. 12. Fotografía de la ganadora de los Juegos Florales, de un a vers ión


facsimilar de El libro de los juegos Florales de 1915 (Santiago: LOM 2000)

Sin intención de hacer una análisis de este evento, sugerentemente

deco nstruído por Hurtado, me interesa destaca r de qué mod o la fotografía es una

tecnología que es r ápidamente incorporada tanto en la prensa como en otro tipo de

publ icaciones culturales y literarias. Esta fotografía de Mistral, publicada en 1915,


212

inaugura la difusión de su imagen junto a su poesía y da a conocer su rostro al

público q ue no la llegó a ver en la premiación de los Ju egos Flo ralesY

¿A qu é deseo resp onden los retratos de escritores en la prensa y otras

publicaciones? ¿Qu é produce la circulación de la imagen de l escritor en estos

medios?

Las revistas culturales de las primeras décadas del siglo XX latinoam e ricano

incluyen frecuentemente im ágenes de escr itores. Repertorio Americano, la revista

cultural que dirige García Monge en Costa Rica, in co rpora en su portada s i no una

foto con texto una foto a págin a completa. En la mayoría de los casos se trata de un

intelectual o escritor aunque en otros casos son retratos de "Damas Costarricences"

(fig.2). De todos modos luego de revisar revistas como Repertorio Americano,

Fam ilia, Zig lag y algunos núm eros d e Caras y Caretas queda esta blecido que la

circulación de la im agen d e los escritores se toma como u na medida más d e su éx ito

y popularidad. Luisa Luisi escribe un artículo acerca de Juana lba rbourou que

a parece aco mpañado d e una fotografía que ocupa la mitad de la página en

Repertorio Americano. El a rtículo, en el mismo núme ro dond e se publican s iete

17 Respecto a s u ause ncia Mistral recuerda muchos años despu és: "Dice n que yo no fui a leer mis
ve rsos porque no tenía una traje apro piado. Es to último es muy probable y debe hab er sido así. Pero
no recuerdo los deta lles de aq uella noch e. Tampoco está n las gentes de acuerdo en si fue Víctor
Dom in go Silva o Julio Munizaga quien leyó mis versos. Yo creo qu e fue Julio Munizaga"(Moneda 59).
Conciente de los mitos que su ausencia provocó y si n intención de aclarar las ci rcunsta ncias Mistral
d ice no haber tenido un t raje adecuado, lo que al observa r las ro pas de las otras participantes: la
reina y su corte de amor, es probable. Sin emba rgo, la fotogra fía que Mistral asu mimos fa cilita para la
publicación de l Libro de los juegos Florales la muestra con un vestido a rayas, co n boto nes y un
peinado que no e nco ntra mos en nin gun a otra fotografía de Mistra l joven. Por lo tanto, Mis tra l opt a
por no as istir a la ce remonia y aparece más tarde en un a fotografía que sería un intento de acercarse
vis ua lme nte a la est éti ca, los códígos d e género, puestos en práctica en el evento y co nsecue nte
publicación (ges to posible e n la foto y no e n la aparición en e l teatro). Mi lectura de la fotog ra fía
sugie re que ésta fu e hecha co n motivo de s u triunfo en los Ju egos Florales y pensada para ese
co ntexto y e n ese sentido estoy en d esacuerdo co n Fiol-Matta (13 1) quie n la considera una p rue ba de
una fe minidad co nve ncio nal de Mistral jove n y de su in certidumbre frente a có mo re prese ntarse.
213

poemas de Ibarbourou, comenta la vida y obra de la poeta y relata lo que parece un

rápido camino hacia la fama:

A nadie sorprendió más que a el la misma ese triunfo sin precedentes


e n la lite ra tura americana. Un artículo de Caras y Caretas dio la vuelta
a América. Su retrato aparec ió en todas las revistas : y España y
Francia, que habían vuelto los ojos a este continente, en busca de una
am istad que desdeñaran durante tanto tiempo, se apresuraron a
recoger este nuevo va lor literario, y a ensalzarlo y a patrocinarlo,
como gaje de solidaridad espiritual. La Ed ito rial Cervantes coronó la
obra con la inclusión de Juana entre los mejores poetas del mundo.
(Lu isi 58)

Este texto de Luis i mezcla la visualidad dada por la prensa con el éxito literario.

Ibarbourou, de acuerdo a Luisi, "cantó su verso ignorante e in consciente de su

propia oportunidad" (58) y es la prensa la que la pone e n el centro de las miradas

internacionales lo que ll eva a la publicación de su obra y finalm ente a la val idación,

al se r incluida dentro de un conjunto de poetas consagrados. Si esto es en parte

cie rto resulta obvio que los escritores buscarían la figuración en la prensa. Tanto la

difus ió n de los textos como d e las imágenes contribuyen a posicionar al escritor en

la escena públi ca, a hacerlo visible y por tanto deseable. Los retratos entonces

satisfacen la curiosidad de un público lector que saca conclusiones y crea fantasías a

partir de ell os, e n un co ntexto e n que aú n se creía, con bases 'científicas', en la

relación entre el c uerpo y el carácter.

Uno de los efecto s que tienen las fotografías de Mistral en la prensa es que

facilitan el conocimiento por parte de un público mayor de su rostro y aumentan el

estatus de celebridad que alcanza desde su llegada a México. Esto ay uda a expl icar

en pa rte el conocim iento que un gran número de personas en Méx ico po r ejemplo

tenía de Mistra l y que anal izaré más adelante. Al igual como sus textos, las imágenes
214

generan pre-concepciones respecto de la autora, muchas de las cuales quedan

plasmadas en la prensa. En una entrevista a Mistra l que se publica en 1924 en

Nueva York, el periodi sta Alfredo Elías comenta con respecto al dibujo de Mistral

que aparece en Desolación:

A decir verdad, el bosquejo de la carátula de Desolación me


predisponía a la reserva. Las líneas del rostro algo severas, el pelo liso
recogido a ambos lados, la frente despejada, me recordaban la fría
silu eta de Concepción Arena l. [ .. .] me hacían prever una conversación
fría, académica, complimentosa [ ... ]Al verme frente a la ilustre
hispana, se d esvanecieron completamente mis temores . Gabriela
Mistral es alta, de correctas y redondeadas facciones, de moreno cutis,
de mirar dulce y de cautivadora sonrisa (¿por qué no muestra su
sonrisa el bosquejo de Desolación?). (Moneda 150)

La prensa populariza la idea de que Mistral no es en realidad como parece en

las (pocas) fotos que circu lan de ella, y que en cambio so rprende y encanta al qu e la

conoce en persona. Las lecturas 'equivocas' que much os de sus co ntemporáneos

hacen, confirman la tendencia a sobre interpretar los rostros ya sea en fotografías

como en persona. Esto es a su vez parte del o rige n de los mitos, a un vá lidos, que

hablan de Mistral como un a mujer se ria, dura, triste, solitaria y qu e iró ni ca me nte

algunos de los encargados del nuevo legado (Min istra de Cultura, Director del

Archivo del Escritor) tratan de desterrar a partir de las nuevas fotografías que la

muestran r iend o, acariciando unos cachorros, con amigos y que serían una 'prueba'

de su calidez y espontaneidad,lB

18Ped ro Pablo Zegers, edito r de Albu m Personal en una nota del libro a firma con respecto a estas
'nuevas' imáge nes qu e : "Estas no son las fotog ra fías institucio nales con las que se le ha co nocido
históricamente; aquí hay una Ga briela otra, una mu jer r is ue ña, humana, ca riñosa e íntima, imagen
que viene a revertir o, por qué no, a co mpl etar la estampa de leja nía y se ried ad que siempre se le ha
atribu ido" (11).
215

Las entrevistas a Mistral, que fueron muchas y publicadas en una enorme

variedad de medios, constituyen una insta ncia única para acercarse al proceso de

construcción d e su imagen pública. La entrevista, en ta nto diálogo, es un juego de

miradas en donde lo s lectores se enfrentan a un retrato construido por un

periodista que, en tanto contemporáneo al sujeto de la entrevista y co mo resultado

de su encuentro directo con él o ella, revela discursos sociales de su tiempo. A lo

largo de este capítulo se ha hecho uso de los textos periodísticos a través de los

cuales otros pintaron el rostro así como la image n Mistral en su sentido más amplio.

Estas descripciones físicas y de comportamiento, del tipo : "De complexión robusta,

sin llegar a ser gruesa, de cara redonda, simpática y morena" y de los gestos,

"Alguien le ofreció un cigarro y , an te mi sorpresa lo aceptó" eran muchas veces los

mom e ntos de las entrevistas en que se mostraba lo más perso nal de la entrevistada

ya que luego el diálogo se centraba más bien en la opinión de la entrevistada

respecto d e temas culturales y políticos (Guerra 147) 19. La pe riodista y académica,

Cecilia García Huidobro, al introducir s u libro d e entrevistas de Mistral sefiala: "Hoy

estamos habituados a que la e ntrevista sea un espacio para la opinión personal e

in clu so de reve laciones íntimas. Pero no siempre ha si do así. Cuando este gé ne ro

comenzaba a d esarroll a rse, las expres io nes propias e ran omitidas o rechazadas"

(12). Al leer muchas de las entrevistas a Mistral queda claro que este fue un medio

por el cual ella difundió s us opiniones, ha bló a favo r de sus ca us as sociales y

políticas y dio muestras de s u conocimiento de los países que visitaba y sus

problemas. Mistral muy conciente d el peso de sus pal a bras, tras varias polémicas e

19 Re portaje de Lorenzo d'Au ria y Azu cena García (ver Guerra 147).
216

impases provocados por sus opin iones, busca regular lo que de ella se pub licaba.

Refutó varias veces datos publicados en entrevistas así como también limitó lo qu e

podía ser citado de sus charlas con amigos y colegas. 20

En 1923 Mistral le escribe Joaquín García Monge al comienzo de lo que sería

una gran amistad y relac ión intelectual: "Le agra dezco mui de corazón, muí

efusivamente, el enorme sitio dado a artículos sobre mí en el número del

'Repertorio' que lleva mi retrato" (Correspondencia inédita 83).

REPE'R TORIO
ME RICANO ::::-:

Fig. 13. Portada Repertorio Americano, abril 1923.

20 Lorenzo d'Auria y Azucena García registra n un a conversació n co n Mistra l, lu ego de una cha rl a que
di o en Nueva York. El periodista cuenta que al hacer Mistral unos comen ta rios delicados acerca d e
Amé ri ca s ucede que: "Yo tom o nota. Ella compre nde que si se publicara e l detalle, algu nos pa íses d e
Amé r ica pueden resentirse, y me dice, -Guarde esos papeles, no eche a perder el encanto de una
co nversació n con un reportaje periodístico ... Ya he a ndado mucho por las gacetillas, a hora déjem e
hablar s in que mis palabras se repitan", el periodista le pide a ca mbi o unos vers os inéditos para su
periódico, Mistral responde: "Estos periodis tas son terribles -me dice-: vea a qu é precio compra mi
libertad" (Gue r ra 149).
217

Repertorio Americano (1919-1958) fue una revista de circulación continental

en la cual Mistral tuvo una activa y prolongada participación. 21 Este es uno de los

medios más importantes en que Mistral publica desd e antes de Desola ción y como

ella misma señala: "A García Monge no sólo yo le debo parte de la difusión de mi

obra. En América tiene much os deudores" (S egura 314). Como he se í'íal ado e n

capítulos a nteriores la prensa e n un medio crucial para la difusión de la obra de

Mistral ta nto literaria como e nsayís tica y explica en g ra n parte por qu é a Mistral le

llegó antes la fama que su libro. Desd e un punto de vista de anál isis visual,

Repertorio Americano ofrece la pos ibilid ad de evaluar el estado d e la cuestión de la

presencia y usos de la imagen en una revista periódica. Al estudiar todos los

núm e ro s d e la revista entre 1919 y 1924 se obse rva que cada núm e ro incluía e ntre

cero y tres fotografías d e tipo retrato y adi cionalmente entr e ce ro y tres fotog rafías

de otro tip o (paisajes, flore s, ed ificios) as í co mo ta mbié n un núm e ro menor d e

dibujos y caricaturas. A medida que pasa el tiempo la revista d ed ica más es pacio al

texto y menos a la imagen, pasando d e un promed io de 2.4 fotografías por número

e n 19 19 a 1.4 en 1924. De todas man e ras una observación básica es qu e la foto gra fía

es un ele mento aun escaso pero consta nte e n esta y otras publ icacion es culturales y

lite ra ria s. 22 Cons id erando, por lo tanto, estos hechos es posib le calibra r e l

2l De acuerdo a l Índice General del Repertorio Americano preparado por Eve lio Echeverría, Mis tral
publicó un total de 235 textos desde 1919 hasta 1951, la mayor pa rte e ra n ensayos, un porcentaje
me nor de poemas y algunas cartas pe rsonales. Esto solo considera los textos de Mistra l sin conta r
una variedad de textos escritos sob re ella.
22 Hay una di ferencia co n la cantidad de im agenes que se encuentran en revistas de ti po más
co mercial y de entretención como por ejemplo Chile Magazine publicada por Zig-Zag que, por
ejemplo, en su núme ro d e 1921 tiene una pin tura de un a mujer a todo color y e n su interior tiene
imágenes y fotos en casi todas su páginas. Revistas magazi nescas co mo Zig-Zag (dond e Mistra l
publica prosa) tienen entre sus objet ivos ce ntrales la publicación de imáge nes que sin duda les ayuda
a competir en un mercado editorial de creciente oferta (ver Ossandón, Ca rl os. "Letra, imagen,
2 18

significado de la fot ografía de portada que Repertorio Americano le d ed ica a Mistral

(Fig. 13). Esta fotografía de pe rfil, que no está en el Archivo d e Gabriela Mistra l e n

Chile, y por lo tanto debe haber sido tomada e n México dura nte s u primer año ahí, la

muestra de pe rfi l y mira ndo hacia la derecha (en opos ición a las fotos que miran a la

izquierda y representan a pe rso nas muertas, como veremos e n esta mpil las

póstumas y otros homenajes) . Es una fotografía que si n necesidad de aclaraciones se

diferencia inmed ia tamente d e las portadas qu e perfilan a las 'damas cos tarri censes'

qui e nes so n retratadas de med io cuerpo o cue rpo entero. En ese se ntido la

fotogra fía de Mistral se integra al conjunto d e fotografías de perso najes cultura les

dis tanciá ndose d e las poses marcadamente fe m e ninas que buscan mostrar ad emás

d el rostro, la ropa , y otros accesor ios (Fi g. 14). La fotografía d e Mis tral es limpia de

elementos decorativos y se e nfoca e n el dibujar el rostro de la escrito ra quien tie ne

una pose aunque seria, tranquila, casi ida, e n un gesto que sugi e re que es más el

deseo d e retra tarla que de ell a hacerse retratar.

público". Entre las alas y el plomo. La gestación de la prensa moderna en Chile. Ca rlos Ossand ón y
Ed uardo Santa Cruz. Santiago: LOM, 20 01.
219

r=:: REPERTORIO
~ MERICANO~
l t)l.,) .. ~

1
,

Fig. 14 Portada de Repertorio Americano, Julio 1923; fotografía de Álvaro


Obregón, Presidente de México.

La diferencia evid ente entre la foto del escritor o figura pública y la de la

dama de clase alta es mucho menor en la fotografía que se publica de Juana de

Ibarbourou en la misma revista (Fig. 15).


220

Fig.lS. Repertorio Americano, 1924 circa. Fotografía de Juana de lbarbourou.

La fotografía de lba rbourou e n t raje d e no che, maquill a da y adornada con

un a corona evoca las fotografías de actri ces y socialités y poco tiene que ve r con la

pose, la co mposición y el estilo de la imagen a nte rior de Mistra l. Este eje mplo me

permite vo lver a una idea ante rior: qu e la imagen de Mistral que comie nza a ci rcular

a partir de los años veinte era la imagen de un s ujeto femen ino distinto que
221

le nta mente y no sin tens iones va a bri e ndo el ca mpo visual a encarn acio nes d e

géne ro fe m e nino más a mp lias.

Cue rpo de muj er, cuerpo de Mistral

La categoría de gé ne ro sexual y po r ta nto la teoría de gé ne ro res ulta n

esencia les e n este a nális is d e la image n p ú bl ica y el perfo rmance d e Mistral. La teoría

fem inista conte mporá nea e ntrega alg unas he r ram ie ntas básicas pa ra e nfre ntarse a

la re presentación de la mujer, s u relaci ó n co n el poder y la esfera pública, sie nd o la

más esencial d e todas la idea d e qu e el gé ne ro es una constru cció n cultu ral (Judith

Butl e r). La de fi ni ció n del té rmin o mu jer es inestable y como tod a id e ntid ad no es

unitaria ni cohe re nte, "wom a n itself is a te rm in p ro cess, a becoming, a constructing

th at ca nnot rightfully b e sa id t o orig ina te or t o e nd. Asa n ongoing discurs ive

p ractice, it is ope n to inte r ven ti o n a nd resignification" (Gender 33). Com o se ñalé al

anteriorme nte, para Butle r el género es pe rfo rma t ivo y po r tan to, además del

discu rso, Jo vis ual y las prácticas corporales so n de te rmina ntes . En tonces, cua nd o

ide ntificamos a Mistral e n una prim e ra e ta pa con una pose más fe me nina, es a pa r tir

d e un estud io de Jos pa rá metros d e la fe m in id ad de la época, ya qu e pa ra Butl e r el

sexo d e cad a c ual solo puede se r reconocid o en ta nto as uma las actuales

carac terísti cas sociales a probad as (Bodies 14).

Otro hecho bás ico a cons id e rar para este a ná lisis es que la imagen de la

muje r y su relaci ó n con el es pectador y s í mis ma es difer e nte qu e la d el homb re. Los

pla ntea mie ntos de John Berge r e n Mo dos de ver, así como el concepto de 'gende red

gaze', e nsayado por La ura Mu lvey, res ultan claves pa ra dime nsio na r estas
222

diferencias. 23 La hipótesis de la que parte Berger es que la presencia social de la

mujer es distinta que la del hombre, porque la pres encia del hombre encarna una

promesa de poder, que es un objeto siempre exterior a él, ya sea esta moral, física o

económica. En cambio, "a woman's presence expresses her own attitude to herself,

and defines what can or cannot be don e to her. Her presence is manifest in her

gestures, vo ice, op inions, expressions, clothes, chosen surroundings, taste - indeed

there is noth ing she can do which does not con tribute to her presence" y más

adelante Berger agrega, "She has to survey everything she is a nd everything she

do es because how she appears to others, and ultimately how she appears to men, is

of crucial importance for what is normally thought of as the success ofher life" (54).

Todo lo que hace, dice y expresa Lucila Godoy en su proceso de construcción como

escritora y maestra juega un papel en este proceso. Sus contemporáneos leye ron y

s ignifi caron su performance a partir de los códigos de gé nero, de clase y de raza de

s u t iempo y la crítica ahora puede lee r tanto el performance de Mistral como esas

lecturas de su tiempo. A partir de es tas id eas de Berger es pos ible ver hasta qué

punto Mistral trabaj ó por minimizar los as pectos, gestos, símbolos qu e la asociaban

co n identidades q ue segú n sus observaciones obstaculizaban el desarrollo de un a

muj er como escritora e intelectual, y refuerza, por otro lado, los que le favorecían.

Una de las consecuencias de esta manipulación de su imagen es la mencionada

borradura de los límites que separan, por ejemplo, las id entidad es hombre y mujer,

y es una de las razon es por la que s u image n fuera percibida como 'rara.'

Ver Lau ra Mu lvey, "Visual Pl easure a nd Narrative Cine ma " y "Afterth oughts on 'Visual Pleasure and
23
Narrative Cinem a' inspired by Duel in the Sun. "
223

En el contexto de los desafíos que implica la representación de la mujer en el

arte, Rosemary Betterton entrega claves importantes que iluminan el complejo

proceso de auto-representación de la mujer:

Women have always been visible as objects within culture, but only
rarely have th ey been acknowledged as subjects of cultural
production in their own right [ ... ] This makes any attempt by women
to represent th emselves doubly difficult. Jt demands a continu ing
movement between the criticism of existin g imagery and the creation
of new kinds of representation for women . Nowhere is this more
important than when women intervene to change the conventions by
which femininity is circumscribed and mapped out on the female
body. The id entification of the feminine with the biological nature of
the body has always been a powerful argument for assigning wome n a
negative role in the production of culture. (203)

En Mistral, la intervención de las convenciones por las cuales la feminidad se

traza y e ncarna en el cuerpo de la mujer es lo que está en juego en la imagen exitosa

d e una 'Madre' que no es ni madre biológica ni performativamente femenina.

Resulta contradictorio también que la identificación, aunque espiritual, con la

función bio lógica del cuerpo de la mujer, ser madre, este presente en el caso de

Mistral de la mano de su lugar excepcional en la producción de la cultura. Sin

embargo, como apunta Fioi -Matta el discurso que promueve a Mistral como la

'Madre' viene más bien del Estado . Por otro lado, Jos discursos de intelectuales y

escritores contemporáneos permiten entender Jos elementos claves de la imagen y

performance de Mistral que son funcionales a su rol de intelectual y que pe rmiten su

entrada y participació n en las esferas de poder cultural y político. Si bien hubo

quienes rechazaro n a Mistral y castigaron su 'diferencia' hay numerosos testimonios

que sugieren que la imagen de Mistral tuvo un rol en su éxito como intelectual. Es

posible sugerir en t é rminos de Berger que la presencia de Mistral sobre todo hacia
22-+

el final de su etapa chilena será cada vez menos acerca de su imagen (como en el

caso de la mujer según Berger) y más acerca de su poder cultural, su identificación

con la nación y su capacidad de convocatoria.Z4

Nelly Richard en Feminismo, género y diferencia anal iza el triunfo de Michelle

Bachelet y la inversión que esto provoca en el orden de género y poder. Recoge,

aunque sin explicitarlo, las ideas de Berger cuando dice que:

La connotación masculina de poder se asocia a la exterio ridad y la


exteriorizaci ón [ ... ] El poder así visto es el espacio donde se exponen a
la mirada de todos las acciones públicas que son consideradas dignas
de reconocimiento según la escala (mascu lina) de valoración social.
Mientras tanto el espacio de lo femenino es el espacio de la
interioridad y la interiorización, de la in visib ilidad y la
invisibilización: de lo que permanece difuso y confuso porque, semi-
oculto en el mundo de la privacidad no logra ser discernib le ni
identificable. (78)

Mistral ya desde antes de su viaje a México y progresivamente, accede a

espacios públicos de poder (conferencias, homenajes, asamblea general de las

Naciones Unidas, encuentros con políti cos e intelectuales), que ella ocupa por una

destacada trayectoria en ámbitos intelectu ales y li terarios como tambi én porque

llegó a ser cons id erada (por Vasconcelos por ej emplo) como una figura funcion al a

ciertos proyectos nacionales y panamericanos. Las fotografías de los viajes de

Mistral a Chi le en 1938 y 1954 e incluso de las despedidas que se le hicieron en

1922, se ve a Mistral rodeada por las masas, recibiendo flo res, con niños en brazos,

sa lud ando desde el balcón de la Moneda (fig. 16) y recorriendo las ca lles en un auto

24 A medida qu e crece su fama internacio na l, Mistral es símbolo y em bajado ra de Ch ile y América


La tin a. Ya en s u primera salida de Ch ile e n 1922 ll ega a Méx ico investida del poder de sin tetizar co n
las herrami entas d e la educaci ó n y la li teratura una ide ntidad latinoame ri ca na q ue b usca reivcntarse
a pa rtir de lo rura l, lo indígena, lo a meri ca no.Vasco ncelos en s u discurso de bie nvenida a México le
d ice : "Usted e s un resplando r vivo qu e descu bre a las a lm as s us secretos y a los pueb los sus d estin os"
(Gabriela y M exico 11).
descapotado (fig. 17), imágenes que son muy similares a las imágenes de políticos

populares. 2s En ese sentido el anál isis de Richard con respecto de Bachelet resulta

útil para pensar en las consecuencias de la presencia de la mujer en espacios de

poder.

La exhibición de Jo femenino en las tribunas del poder desa fía, de po r


sí, esta voluntad mascu lina de ocultamiento y tachadura, y contribuye
a redelinea r contornos que ayudan a la individuac ió n, al
reconocimiento y la identi ficación de las mujeres como s uj etos (desde
siempre negados) de la visua lidad pública. (78)

Aunq ue queda fuera de los límites de este trabajo el impacto que Mistral puede

haber tenido en mujeres contemporáneas y futuras, sí es importante considerar a la

luz de las ideas de Richard qu e la im agen de Mistral en las tribunas de l poder,

desestabiliza la hegemonía masculin a en Jos es pacios de poder.

25 Un testimo ni o que sugie re la mag nitud del recib imie nto qu e reci bió Mistral el 1954 e n Chile es e l
de Lu z Machado de Arnao. Sin duda, esto no se puede co mpara r a ningú n escrito r o inte lectua l
poste rio r. "Venía en barco y en cada pue rto chile no q ue tocó hubo para e lla home najes. Las
Munici palida des le d ie ron medall as de o ro e n recuerdo, los escolares la rod earon, e l pue blo la
redescubría. Sa ntiago estaba es peránd ola co n la decla ració n oficial de día fes tivo. El Ministro de
Educació n fue a recibirla aco mpa ñad o de altos fun ciona rios. Un tren especial en q ue viajó a liado de
su gra n a mi go de siemp re Hernán Díaz Arri eta (Alo ne), c ríti co, admi rad or de s u ob ra, se vio escoltado
a todo lo la rgo del trayecto ent re el pue rto y la ciudad, po r la rgos co rdo nes d e escola res, que de todas
partes acudieron a verla pasar" (e n Zege rs, Gabriela Mistral: unica y diversa) .
226

r
Fig. 16. Mistral saluda al pueblo d esd e los balcones de la Moneda, 1954.

;:;;;ndv A1J1Jinl} ~luda uJ pnr/Jiu ,/t \J¡r,/¡.,


~ lfl' ¡,..¡, •>'111 dr ¡,¡ M•lflé(/u i'l' J

Fig. 1 7. Santiago, 1954.

Retrato hablado: discursos en torno a la imagen de Mistral

La intel igencia excepcional, la ge nia lid a d, es un tópico constante en las

d escripcion es que se hace n de Mistral. Muchas veces esta se m ezcl a con la

id e ntifi cación de la poe ta como una figura mística, otro tema central. Mistral es
227

percibida como fuera de las categorías en las que cae el común de la gente. Un

cronista de la época dice: "Fuera del mono de Juan Duval, todos los que conocen a

Gabriela, la sienten aureolada por facultades casi únicas" (en Mistral Recopilación

482). Ana Michelet, en una crón ica publicada de 1913 en el periódico "La Mañana"

de Los Andes la describe como:

Una joven de cuerpo elevado, de rostro suavemente sonrosado, frente


llena de nobleza espiritual, grandes ojos celestes que miran con esa
bondad grave y tierna, de las hermanas de la caridad. Creía estar
contemplando, en su serena austeridad a una religiosa que recién
hubiera despojado a su cabeza de la toca" (en Mistral Recopilación
181).

Aquí Michelet aplica una práctica retórica que la misma Mistral emplea en sus

descripciones de otras figuras públicas al vincular los rasgos físicos, la estampa de l

sujeto, con sus características psicológicas e intelectuales como si tuvieran una

relación de causa lidad. Michelet da un cuerpo a Mistral que no cae dentro de una

identidad mujer o hombre, sino en una categoría excepcional, la de religiosa, un

sujeto que con la aprobación social y por su función mística vive fuera de esas

normas en tanto no amenaza directamente los códigos sexuales pues se ent iende

que no 'func iona' en esos términos. Esta imagen de Mistral como una figura rel igiosa

y por tanto asexuada ha sido también problematizada y revisada desde la crítica, ya

que como afirma Fiol-Matta: "These interpretations, however, cannot account for

her charisma, her success as image, and the passions she provoked nationally and

transnationally" (156) . Más allá de si se puede interpretar su figura como asexuada

o no, que es algo que se hizo sobre todo hasta finales de los años ochenta en Chile,

interesan los efectos de ese aspecto de s u imagen pública. Es evidente que la

descripción de Michelet promueve una imagen de Mistral muy d ife ren te a la de las
228

feministas u otras mujeres de visibilidad pública e n ese momento (1913), mujeres

jóvenes, modernas, con un estilo 'gar~onne ' y que representaban visiblemente en las

calles y revistas la fuerza del cambio en cuanto al lu gar de las mujeres y sus

derechos. 26 Este tipo de mujeres eran frecuentemente representadas visualmente en

muchos de los mismos medios de prensa en los que aparecían fotos y textos de

Mistral. Un ejemplo interesante es un chiste que aparece en la revista Repertorio

Americano y que deja en claro la dualidad sexual y rebelde de la mujer nueva (fig.

18).

~·····fi« ü.biu q\4t ~~Wl'f'~he.,~t 41~ q:'\t l• qvt~Jet ~· u.a


ollll>tot.do>.,.!><l~~y, .•~
~t.. ...si:,""' -ll!<l<>o M-bf~•--

Fi g. 18. Repertorio Americano, 1 923. "El - Ya sabías que Shopenhaue r dijo que
la mujer es una an imal de cabello largos y ... ? Ella- Sí, por eso me Jos he
cortado ... "

26 Después de su sal ida de Chile Mistral esc rib e una carta a Rafael He liodoro Valle, quien le había
h echo una e ntrev ista qu e según Mistral tenía imprecisiones necesa ri as de recti ficar. Luego de
corregir Jos errores co nside rados por ell a graves Mistra l señala: "La otra rectificación es de menor
cuantía: s u servid ora ha ce versos, pero no lleva melena" (citada en "Alabanza" 33) . La melena,
peinado característico d e lasjlappers, que e ncarnaban un tipo de mu jer moderna quienes aunque
desafiaban las norma s eran aún objet os sexuales a nivel vis ua l co n sus faldas cortas y exceso de
maq uill aje. Aunque Mistral lo plantea como un error leve, la mención refuerza la oposició n tajante
entre lo que podría considerarse vanidad, seguimiento de un a moda, ve rs us el trabajo creativo de la
poeta y más impo rta nte aun la ans iedad de Mistral ant e la posibilidad de ser identificada como una
más de esas muj eres modernas e ma ncipadas que usan me lena y fuman ciga rillos co n boq uill as.
229

La imagen de Mistral y también su discurso no se identifica con estas

'fem inistas radicales' y por lo tanto se ubica en un lugar menos amenazador, más

individual y único. Temprano en el trayecto profesional de Mistral, el hecho que la

prensa pusiera en circulación la idea de la maestra/escritora como una religiosa o

una madre sin duda fam iliariza su imagen y la hace ver menos amenazadora para el

orde n patriarcal y las normativas genérico-sexuales de la época.

Volviendo a sus comienzos como figura pública, me interesa exam in ar el

propósito de Mistral de alejar a la mujer de la escritora, idea qu e nace muy

temprano en ella y se relaciona directamente con el manejo de su imagen. En la

ciudad de Antofagasta en 1911, Mistral reflexiona acerca de ciertas dificultades

sociales qu e experimenta: "Noto que no tengo condicion es para ga narme la

co rdialid ad fácil de la gente que me rodea. O me profesan una vene ración que no me

agrada o me demuestran desconfianza o cierta dolorosa frialdad" (citada en

Teitelboim 56). Resulta notable la explicación que ella se da y la fragmentación de la

identidad que aquí se manifiesta: "Capaz que todo esto se deba a que todo en mi vida

tie ne un fond o intel ectual. Primero soy eso y después, pero muy después recién soy

mujer sin mucha gracia humana y si n mucha comunicación" (ci ta da en Teitelboim

56). Mistra l traza una divi sión entre dos elementos constitutivos de su id entidad,

organizados a su vez jerárquicamente: el ser intelectual determina su carácter y

podemos as umir s u imagen mientras la ide ntidad de género sexual está relegada, o

más bien perturbada por su incompatibilidad con la primera. Esta interferencia

identitaria sería visible en el trato e imagen de Mistral y podría ser la causa que

ento rpece sus relaciones sociales. De todas fo rmas Mistral no expresa dudas con
230

resp ecto a la iden tidad que es central para ella, la intelectual, y no la reniega, sino

más bien manifiesta un interés por manejar s us efectos y así funcionar socialmente.

Durante su estadía en la ciudad de Los Andes, Mistral se esc ribió

regularmente con el joven Eugenio Labarca, aspi rante a escritor, a quien aconsejaba

y con el cual compartía sus juicios críticos y lecturas. En una de estas cartas, en

1916, Mistral hace un juicio tajante acerca de la historia y el estado actual de la

literatura femenina:

No está de más que le diga lo que pienso sobre la literatura femen ina
en general, sin especializarme en nadie. Hay una mon taña de
desprestigio y ridículo en Chile echada sobre las mujeres que
escribimos. Hubo razón en echarla. Sin exceptuar ni a doña M. Marín
del Solar, la mujer en Chile se ha extendido como las feas enredaderas
en guías inacabables de poemas tontos, melosos y lagrimosos, galega
pura, insipidez lamentable, insufrible gimoteo histérico. Y lo que nos
ha perdido es la pata (sic) de Uds., el elogio desatinado de los
hombres que no se acuerdan al hacer sus críticas de los versos
escritos por tal o cual mujer, sino de sus ojos y de su
enamoradizo corazón .... Sé que la obra hermosa de una nos
prestigiará a todas y cub rirá s iquiera en parte, las vergüenzas de tanta
hojarasca loca y necia. (énfasis mío, citada en Alegría 30)

Mistral hace patente su desprecio por la lite ratura femen ina chilena que la antecede,

aunque cabe señalar que valoraba a varias precursoras latinoamericanas (Sor Juana,

Delmira Agustini). Lo que resulta interesante es que la culpa, según Mistral, no es

solo de la mujer que ha escrito malos versos, sino del hombre que al hacer crítica

literaria no se acuerda de los versos sino de la imagen, del cue rpo de la mujer. El

cambio vendría al escribir buena literatura, pero Mistral no alude a una soluc ión

respecto de la actitud del crítico. Podría concluirse, sin embargo, que la escritora

que pudiese evitar ser un sujeto atractivo, un objeto de deseo pa ra el hombre,

conseguiría un juicio crítico de su obra y no de su perso na. Otra estrategia para


231

evitar ser vista sin ser leída, sería entonces para Mistral, el borrar el atractivo

femeni no y relacionarse con los hombres en un plano intelectual de igualdad. Eso es

lo que ella hace por medio de esta carta a un joven escrito r; se separa de ese grupo

de mujeres 'histéricas' y hace gala de su conocimiento y capacidad intelectual

evitando cua lquier rasgo de coquetería o limitándose más bien a una coquetería

intelectual con el destinatario.

El cuerpo de Mistral, es en s í mismo, un elemento significativo en su

performance de género, y por ende en el lugar que ocupa en los esqu emas de poder

simbólico y cultural. Como se ñalé an teriormente no eran raros los textos que

relacionaban directamente rasgos fís icos con cualidades y defectos. La altura inusua l

de Mistral (1.80 cm.) y su tipo físico de rasgos duros, co mo fue descrito, fueron

asociados a un carácter imponente y a una autoridad 'natural.' Un ejemplo, es el

juicio del ministro chileno Enriqu e Gajardo quien se relacionó amistosamente con

Mistral en Europa: "Gabriela Mistral estaba mejor hecha para oírla que para

ad mirarl a por su belleza física. De alta estatura y de porte seve ro, estaba más bie n

hecha para mandar que para obedecer" (s/n). En el marco de un sistema cu ltu ral

patriarca l de estructuras binarias que la teoría feminista ha puesto en ev id enc ia en

tanto relega lo femenino como secund ario o no-ex istente (C ixous), se es: el qu e

habl a o el qu e escucha, el qu e mand a o obedece, el crea o el que reproduce, el sujeto

o el objeto. El cuerpo de Mistral parece no caber 'naturalmente' en la categoría del

subalterno. Sus excesos: altura, di scurso y sus carencias: belleza, sum isión,

desarticulan los arbitrarios parámetros que regulan lo masculin o y lo femeni no

tanto a nivel corporal como intelectual. Nuevamente su físico aparece como


232

favorable a su proyecto intelectual, al distinguirla o exclu ir la de la categoría

estereotípica 'femenina,' al negarla como objeto de deseo. Sin embargo, Mistral tiene

contro l y conciencia de esto, pues no hay evidencia de que ella buscara adornar ni

'remediar' este cuerpo. De manera háb il Mistral logra concil iar a nivel visual una

imagen que escapa las definicion es tradicionales de género sexual con la imagen

poderosa de la mad re de América y la 'santa maestra'. 27

Por otro lado, en cuanto a la relación del discurso con el cuerpo podemos

observar que la trayectoria profesional de Mistral así como su performance

inte lectual d etermina la man e ra que algunos leen su presencia. El cuerpo de Mistral

que pa ra quie nes veían solo su foto podría ser el de una muj er poco femenina en

términos culturales y tal vez sea a partir de los estándares de belleza de la época, es

para algunos de sus contemporáneos símbolo y prueba de profund id ad versus lo

que sería la liviandad de la mujer estereotípica. El poeta uruguayo Ca rlos Sabat

describe en estos térm inos la imagen de Mistral:

El cuerpo era la digna columna de aquella testa soberana . Alto, de


abierto contorno, trazado en mad e ra de cedro que no en duro ra nito,
cubierto de la rgos ropajes en donde la sobriedad del color denotaba la
seriedad y la honradez d el gusto" (20).

Gabriela Mistral, ya en 1916, seis años antes de publicar su prime r libro

Desolación parece entender que la imagen femenina estereotípica, en ta nto señal de

una posición social pasiva y vulnerable al deseo masculino, no es favo rable para el

éxito lite rario verdadero. El análisis d e sus retratos d e esta época da indicios de una

puesta en práctica en su imagen de estas ideas. Las fotografías de Mistral muestran a

Z7Ver la biografía de Virgilio Figueroa, La divina Gabriela y los ensayos de Benjamín Carri ón, Santa
Gabriela Mistral.
una mujer sin maquillaj e, sin adornos, ni joyas, que viste casi si empre ropas oscuras

y amplias, que esconden su fi gura. A partir de sus textos periodísticos y cartas se

sabe que juzgaba la moda como una debilidad femenina, sinónimo de lo mundano,

opuesto a lo profundo y lo intelectual, haciendo eco de un prejuicio que limitaba a la

muj er. 28

A la imagen de la que dan cuenta las fotografías debe agregarse el

performance que Mistral hace en tanto muje r intelectual, qu e puede reco nstruirse en

parte a partir de un interesantísimo co njunto de testimonios de terceros que se

relacionaron con ella durante este ti empo. Mistral participa en gru pos intelectuales

que funcionan a modo de 'fraternida des' en las que ella llega a se r considerad a,

aunqu e con ciertas excepciones, un 'hermano' más. A Eduardo Barrios le escribe en

casi toda su la rga correspondencia como "hermanito" y al poeta Magallan es Mau re

le esc ribe en un principio (antes del co mi enzo de su relació n plató nica amorosa)

como "Hermano-poeta" o "Poeta" y se despide "fraternalm ente". 29 Al anal izar el uso

que Mistra l da al concepto de herm andad con ciertos sujetos es posible concluir que

es la profesión de artista, la sensib il idad e id eales co mpartidos y no el gé nero que

permiten a Mistral entrar en una categoría trad icionalm ente asociada a una elite

masculina. Durante su estadía en Maga ll anes (1918-1919) Mistral le escribe una

ca rta al escritor uru guayo Emi lio Oribe en la que se despide: "Un abrazo para Parra

del Ri ego y para Ud. mi mejor, mi más lea l fraternidad a rtística" (Gu erra 22).

28 Al respecto le aconseja a Magallanes Maure acerca de su pequeña hija: "Forma la tuya en e l

desprecio de las ropas, lo más difíci l de formar e n una mujer, te lo aseguro. Hazla mirar las cosas en
sus profundidades; hazla que aprenda a mi rar y a descifra r el rostro de los seres ... entr e mis peores
defectos está el mío de ser extraordinariamente susceptib le a la belleza o fealdad de los sembl a ntes"
(Manue/153).
29 Ver cartas 2 y 3 (1914) (Manue/46-50) .
23-1-

Ganarse un lugar e n estas fraternidades, qu e en pa rte Mistral ayuda a crear al tejer

ella misma sus redes interpersonal es, es un tarea a la que se dedica particularmente

e n s u prim e ra etapa chilena. El trato fraternal se encue ntra temprano e n su carrera

en un conjunto de cartas entre Mi str al y c iertos integrantes de la herm a nda d

a rtística y teosófica d enom in a da Los Di ez.3° Eliza beth Ho ran da testimonio de estas

cartas y del nivel de relación entre Mistra l y a lguno de sus miembros:

The letters that Gabriela rece ived from theosophists suggest that men
in the movement rega rded he r as a "brother", that is, an hon orary
man. One lodge me mber too k frat e rnity to the point of address ing her
in the masculine when she wrote to request that she send poems for
publication: "Dear brother ... a lthough 1 don't remembe r having the
p leasure of knowing yo u on the Physical Plan e, 1 consider it m y duty
to put myself at your dis pos ition." ("Aiternative" 164) 3l

Mistra l desarrolló a mista d es muy durade ra s con hombres destacados de las letras y

la política que en varios mom e n tos jugaron un rol determinante en s u carrera

profesion a l. Es posible asumir que e l t rato fraternal contr ibuyó a la estabi lida d de

estas relaciones. La intel igencia, el talento poético y la visión única eran cua lidad es

frecuentemente a la badas por quienes han dejado testimonio de s u amistad co n

Mistra l. Sin embargo, hay evidencia que confi rm a que el alejar a la mujer (en ta nto

objeto sexual) d e la escritora resu lta e n una mayor recepción de Mis tra l como

inte lectua l. El escritor brasil e iio Mario d e Andrade, qu e conoció a Mistral e n 1927,

30 Los Diez (19 16-19 17), fue un grupo de pi ntores, escultores, músicos, arquitectos y poetas
interesados en e l arte, la cultu ra y poseedo res de una fina ironía que es perceptible en gestos tales
co mo la creació n de s u propio calendario donde juegan con los años y los nombres de los meses. En
palabras de Manuel Magalla nes Moure, miembro del grupo: "Nuestra un ió n tiene una más firme
atad ura: nos unen el a rte y la am istad. No te nemos obligaciones que ll enar ni compromisos que
cumplir; nos acerca e l place r de estar juntos" (citado en "Los Diez").
3! Carta de Ham ilton jones a Gabriela Mistra l, 1 7 de junio 19 15. Publicada originalmen te en el Boletín
del Museo Cabriela Mistral de Vicuiia S (1984): 21.
235

expone los prejuicios que negaban la idea de la mujer inte lectual y cómo Mistral es

una 'excepción':

Es la inteligencia femenina más exacta, más s incera que jamás conocí.


Algo me desagrad a siempre en todas las mujeres que t oman la fo rma
de 'inte lectuales': algún abuso de sí mismas, algún exceso, algún
olvido igualmente fals ificador. Fue por eso que me deslumbró
Gabriela Mistral. Desprovista ya de los encantos más visibles de una
joven, ¡cuánta profund idad, cuánta complejidad había en su encanto
de entonces! [... ] Pero envuelta siempre en una gracia delicada, que
sabía disfraza r su placer en los aires cómodos de la hermana. (citado
en Pizarra, El proyecto de Lucila 106)

Para Andrade la mujer intelectua l a b usa de sí misma, se falsea, es decir, vio lenta su

nat ura leza e identidad, pretend iendo ser algo que no es. Mistral, según Andrade, es

una inteligenc ia sincera, desp rovista de los encantos de la mujer joven, es decir, no

exhibe los rasgos feme ninos que la hacen atractiva a los hombres y revela por tanto

-sin obstáculos- una profundidad y una inteligencia encantadora. A ojos de Andrade,

Mistra l no vio lenta su identidad de género como otras porque su particular

performatividad de la 'feminidad' la aleja de ser un objeto sexual y, por lo tanto, se

transforma en una figura desexualizada como es la he rmana. Lo que le permite a

Andrade valida r la inteligenc ia de Mistral y relacionarse con ella en un plano

intelectual es el resultado de un proceso en que la imagen de la escritora juega un

rol clave. La performance de género de Mistral es interpretada por Andrade como

una asexualidad 'natura l' que viene por la edad y fa lta d e atractivo físico y, por lo

tanto, la relación entre la mujer intelectual y el hombre intelectual, resulta 'cómod a'

- para el hombre- quien es el que finalmente controla por medio de su d is curso los

límites del campo intelectual.


236

Si bien es pos ible establecer que antes del viaje de Mistral a México su figura

pública y su fama es positivamente reconocida en Chile hay grupos de poder e

individuos que reflejan incomodidad con esta fama y éxito. Ante e l hecho de su

partida de Temuco en 1920 se hacen discursos púb licos y en los periódicos

aparecen textos la u datorios, uno de los cuales se refiere a Mistr a l como: "eminente

cumbre del pensam iento ame r icano" (Recopilación 463). Estos textos que circularon

antes que Mist ral publicara su primer libro demuestran el éxito de Mistr al e n

consegui r que el aspecto que ella consideraba más constitutivo de su identidad, la

intelectualidad, se hiciera visible, fuera aceptado y contribuyera a pavimentar su

carrera. Sin emba rgo, recibió también críticas y ataques públicos, particu larmente

de quienes se o pus iero n al apoyo que Mistra l recib ió de sectores del gobierno y la

intelectua lidad ante lo cual la definieron como 'la intrusa.' 32 Estos indiv iduos,

po líticos conservadores y algunas mujeres e n a ltas posiciones del Ministerio de

Instrucción Pública, atacaron particularmente su falta de formación universitaria

con relación a su éxito profesional. Oldini, joven político, atacando e l nombramiento

de Mistra l en 1921, señala cómo la veneración a la poeta ciega a muchos: "La

admiración no de be llegar hasta el esclavizamiento de la voluntad ... " (Recopilación

481). Su comen tario es indicador del punto hasta el cual había llegado el éxito de

Mistral como poeta, educadora e inte lectual. ¿Po r qué medios se construye esta

imagen pública en Ch ile antes de su viaje a México? Por ejemplo, a través de los

medios de prensa que d ifundieron tempranamente la labor educativa de Mistral,

32 "La intrusa" es el título de un texto que Mistral publica en defensa propia ante la polémica que se

desató por su nombramiento como directora de un liceo de niñas en 1921. Sus detractores la
llamaron intrusa por querer desempeñars e en altos cargos educacionales sin co ntar co n los títul os
a decuados.
237

ampliamente reconocida como innovadora. Ej emplos de esto son las entrevistas que

se le hacen y también las noticias que se da n acerca de los eventos en que partic ipa,

por ejemplo, conferencias y los actos públi cos que organiza.33 Un ejemplo que

proviene de un diario regional es una entrevista que se publ icó en el perió dico El

Magal/anes en 1919 titulada "Lab or educacional en el te rritorio" y que inauguró una

serie de publicaciones acerca del tema edu cacio nal (Fig. 19). Este me parece que

constituye un ejemplo de la im age n de Mistral en el co ntexto de un proyecto

nacional que quería hacer vi sible la modernización de la educaci ón, en un a campaña

qu e buscaba el apoyo de la ciudadanía para expa ndir el s istema pú bl ico, que sobre

todo en Magall anes, tenía co mo uno de sus objetivos la chi lenización de la

provin cia.34

33 El rol de la Di rect ora de Escuela en la provincia s in duda trasce nd ía las labores de la escuela y
fun cio naba co mo un age nte cult ura l impo rtante e n la co munidad, esto no fue exclusivo de Mistra l,
aunque mu cho más co m ún en los d irecto res ho mbres qu e e n las m ujeres.
31 En pala bras de Mistral, s u mis ió n a l llegar a Punta Are nas fue : "reorgan izar un 'colegio dividido
contra sí mis mo'y ayudar e n la chile niza ció n de un te rri torio do nd e el extra njero supe ra bunda ba"
(Scarpa 376).
238

La fotografía que acom paña el reportaje muestra al grupo de maestras del Liceo y a

Mistral en el centro. En el texto Mist ral es desc rita como quien está tratando de

im pleme ntar ideas en beneficio del Liceo sin los recursos necesarios por parte del

Estado. Se le destaca como una directora que lucha contra el hacinamiento del

establecim ie n to al mismo tiempo que expresa públ icamente "una delicada crítica

para los poderes públicos." La imagen que construye el texto es de una funcionaria

pública que defi ende "las neces idades más apremiantes" del pueblo y que confronta

la real sincerid ad d el Estado en su proyecto por mejorar las condiciones de la

educación pública. Su imagen como alguien cercana al pueblo , se desprende a la vez

que nutre su imagen pública. Mistral visualmente se presenta como una mujer

sencilla, aunque con una estampa d igna de su cargo como d ire cto ra. Su pose en esta

foto es de líder del grupo de maestras, su mirada seria y fija en el espectador parece

querer confrontarlo, apelar a la comunidad que leerá este reportaje. Esta imagen de

Mistral como una fu ncionaria defensora de la comunidad se hace evidente ante las

expresiones de t risteza y desamparo que se expresan en la prensa cuando ella es

trasladada de una ciudad a otra.

Pe rformances y performatividades fundacionales

Mistral se in habilita, por medio de su performance -apariencia, modo de ser,

discurso- de roles subordinados, marcados genéricamente o lim itados- pa ra as í

redibujar una iden tidad que la perfile como un sujeto extraordinario y que le de

acceso a las esferas de producción intelectual. Si bien se p od r ía contra-argumentar

que Mistral no teme a identificarse con grupos minorita rios : las mujeres, los
239

indígenas, el pueblo, esto es siempre funciona l al modelo mayor que ell a construye.

El ser mujer, camp esina, maestra rural, el 'tener al indio adentro' son partes de un

todo que s uma un sujeto que escapa la esencialización y que en un constante

movim ien to p e rformat ivo se desencaja de identidades asignadas para así constru ir

una identidad única, móvil, atractiva; efectiva para su éxito como intelectual

transnacional. Su discurso auto-descript ivo refuerza una imagen que no responde al

deseo social ni a las normativas de género:

Empecé a trabaja r en una escue la de la aldea Compañía Baja ... A la


Directora no le caí bien. Parece que no tuve ni el carácter alegre y fácil
ni la fiso nomía grata que gana a las gentes. Mi jefa me padeció a mí y
yo la pad ecí a ell a. Debo haber llevado el aire d istraído de los que
guardan secreto, que tanto ofende a los demás ... (Prosa Escogida 43)

Mist ral compone una narrativa de sus inicios profesionales para exp licar su doble

profesión como maestra y escrito ra. Mediante una autocrítica afectada, Mistral

declara carecer de las características necesarias para el éxito interpersonal. No tiene

la belleza ni tampoco un carácter alegre ni fácil, rasgos que una sociedad patriarcal

exige a la mujer que aspira a ser el 'ángel del hogar'. Pero las líneas finales hace n

imposible pensar que Mistral aspiraba realmente a estas cosas de las que

'lamentablemente' carece. Su indiferencia, su 'aire distraído' y el gua rdar un sec reto

que los demás perciben pero no pueden entender componen una narrativa de sí

misma como una mujer diferente, un sujeto extraordinario que por su vida interior,

su conocimiento, al iena a 'las gentes', aunque no así a quienes ella en otros textos

identifica como sus 'igua les ' en térm inos de sensibilidad e intelecto. Muchos de sus

rela tos autob iográficos fundan su identidad en esa diferencia que para Mistral es
240

parte de su natu raleza, no pose, y que ella misma explica la ha determinado desde la

infancia.3s

Alberto Gerch unoff comienza su artículo y entrevista a Mistral para La

Nación de Buenos Ai res en 1925 así:

El que ha visto alguna vez un retrato de Gabriela Mistral la imagina


co mo una muje r de rasgos duros, que recuerda e n algo las líneas
abultadas de la másca ra de Rubén Daría. El retrato que más ha
popula rizado su fisonomía nos la presenta así, con Jos párpados
tristemente ca ídos y los labios apretados e n un pliegue doloroso. Pero
esa expres ió n ásperamente viril se bo r ra cuando se la ve.
Comprendemos en seguida que Ga b riela Mistral es dist inta y su
mirada y su voz nos dan una imagen diferente ... ¿Qué im p resión
confusa removía en mi memoria? No creá is que al contemplarla
evocaba los seres p oéticos, esti lizados por la trad ición literaria y que
conceb imos, en su prestancia magistral, con los atributos reales d el
esp lendo r y d e la belleza. Y a pesar d e alejarse ta nto de las figuras
femeninas que resume n en su apariencia un ideal de perfección,
pensé, al hallarme delante de ella, en los versos que el poeta
principesco, el ingenioso y galante Carlos de Orl eáns, consagra a
Bonne d ' Armagnac:
Dieu! Qu ' il fait bon la regarder.
Pensé más bien en las he roínas de las leyendas rurales y en las efigies
que exornan Jos viejos d evocionarios. Parecíame una campesina
venida a la ciudad( ... ) o una sa nta, como debían ser las santas e n la
realidad de su pi adosa militación ... (en García 169)

A diferencia de otras mujeres escritoras y artistas -Norah Lange, Delm ira

Agustin i, Juana Ba rre ro- que tuvieron qu e luchar o vivir con el lugar asignado de la

musa, Mistra l, al 'alejarse tanto de las fi guras fe men inas que resumen en s u

apariencia un id eal d e perfección' qu ed a e n un limbo qu e cada cual trata de reso lver

y que hasta hoy la mantiene en disputa. Alberto Gerch unoff, qu ien la compara con la

máscara mortuoria de Rubén Darío, confunde desde el com ienzo los límites e ntre el

35 "Yo e ra un a niña triste ... Y tú sufr ías de que tu niña no jugara como las otras y so lías decir que te nía
fieb re cuando en la viña de la casa la e ncontrabas conversa nd o con las ce pas r etorcidas y con un
a lme nd ro esbelto y fin o qu e parecía un nño embelesado" (Colombia 2 451).
241

'ver' y el 'imaginar' cuando sugiere que quien ve el retrato de Mistral'la imagina

como una mujer de rasgos duros '. Si la ve, ¿qué imagina?, ¿sus rasgos en el sentido

de su carácter?, ¿o el imaginar y el ver son una misma operación? El periodista al

verla descarta la primera impresión/imaginación de Mistral como viril pero también

confiesa q ue no la puede identificar con la bell eza femenina ideal: 'Gabri ela Mistral

es distinta'. Distinta sin dejar de ser atractiva, distinta sin ser mascu lina, hace bien

mirarla dice Gerchunoff, lo que respalda la necesidad de la pregunta inaugurada por

Fiol-Matta acerca de cómo expl icar la atracción general que Mistral provocaba.36

El valor de la performance fundaciona l de Mistral no se limita a su

subversión visua l de las definiciones de género sino que tamb ién de clase, ya que su

opción por encarnar la estética de maestra rural durante toda su vida se puede leer

como un acto político. Como he señalado en capítulos a nteri ores, el d iscurso de

Mistral reafirma su pertenenci a y lealtad a la clas e camp es ina y el pu e blo. A nivel

visual ese d iscurso se mantiene a través de su performance de clase, s u res istencia a

cambiar su forma de vest ir, a cambiar su tono cam pechano, en un ges to que

simbólicamente ll eva a la maestra rural a todos esos espacios d e poder a Jos que

Mistral va accediendo . Esto sin embargo no significa que Mist ral no tuvi e ra un

inte rés pe rs onal y estratégico en el cultivo d e esta imagen como he id e nt ificado

a nteriormente, simplemente me interesa r eco nocer uno d e los efectos cultu rales

ésta. Estos efectos políticos de la mujer, la campesina, la figura queer en Jos espacios

36"Fo r de cad es, criti cs an d readers alike ha ve assumed that Mistral-tha t is th e ico n we take to be
Mistral - emb odied a Catholic co nstruct io n offemini ni ty as a cel ibate a bstraction, or t hat she modeled
herself afte r an asexual mothe r figure who do es not evoke desire ... These interpretations, however,
can not account fo r her charis ma, her success as im age and the passions she provo ked nationally and
tran snationally" (Fiol- Matta 156).
2-+2

de poder como señalaba Nelly Richard no solo cuestionan el orden t radicional sino

que también, como quiero sugerir, fundan y abren nuevos espacios, aumentan la

diferencia agregando posibilidades.

En este sentido, propongo que la performatividad de Mistral es fundacional

porque no responde a ninguno de los mod elos disponibles tanto para la mujer en la

esfera privada ni en la pública, donde la mujer intelectual-con pocas excepciones -

sigue siendo presentada con relación a modelos de belleza, clase o no simplemente

no representada ni reconocida.37 Mistral no solo desestabiliza las categorías sino

que lo hace de manera efectiva, escapando esencializaciones e in augurando una

imagen de mujer escritora, de intelectual trasnacional. Una escena muy sugerente

con respecto a lo liminal de s u imagen con respecto a identi dades de gé nero y clase

y de sus efectos está en e l siguiente testimonio de la escultora Lau ra Rodig durante

la primera visita d e Mistral a México:

Asistíamos a un Congreso de Campesinos. En el anfiteatro del inmenso


salón de actos de la universidad, había unos mi l hombres, delegados
de tod a la tierra mexicana. Gabriela había id o a condición de
permanecer de incógnito, pero de pronto alguien la descubre y lo hace
saber a la asamblea, la que le pide pasar a presidir el acto. Aquello
provocó una conmoción. Gabriela inútilmente se excusó y trató de
co nve ncerlos que había acudido allí porque era la in teresada en sus
problemas, que la cam pesinería era su dicha y su costumb re y que sus
versos estaban d e más ... Nada pudo ella contra la mexicana euforia y el
vehemente d eseo de oírla. De pronto una voz sobrepasa a todo, con
una expresión que más o menos decía: 'Yo qui ero darle un abrazo a
esa linda señora .. .'. Gabriela se dirigió a lo alto de la galería desde
donde había venido el grito e hizo un además aceptando aquel
abrazo ... Mientras el 'peladito' al udid o empezó a desce nd e r intrépido y

37 Otras mujeres intelectuales y feminis tas d e la é poca co mo la chil ena Amand a La barca, maestra y

figura pública al igual que Mis tra l, buscan re fo rza r s u fe minidad a un nive l vis ual pa ra demostra r
como dice Lavrin que: "la madre tradi cion al de la madre devo ta y a mante y la de la fe minis ta
socialme nte comprometida podía caber e n el cue rp o de una mis ma persona"(Lav rin 1986 12).
243

feliz, la bataho la se hacía indescriptible: pull as, bromas, sombreretes


al aire, rechifla al aludido, etc. Gab riela y todos los de la mesa di rectiva
empezaron a sentirse incómodos. Finalmente el hombre llegó al plan,
pero al enfrentarse a Gabriela se anonadó.
El griterío amainaba y todo iba volviéndose expectación y silencio. De
pronto vimos que al hombre se le dobló una rodilla ... y Gabriela,
acercándose más, tomó entre las suyas, luminosas, las manos oscuras
y se las besó ... con una unción, una actitud tan reverente que nadie
dejó de sentir su profundo sentido simbólico y nadie quedó en la sala
sin los ojos húmedos. (puntuación y elipsis en el original México 32)

Lo primero que llama la atención es la 'conmoción' que la presencia de la

maestra provocó en ese evento y que hay que considera r a la luz del trabajo de

propagan da que Vasconcelos le venía haciendo a Mistral desde antes de su llegada.3B

Desde un punto de vista del performance en su sentido más teatral y corporal esta

escena y su posterior relato expone públicamente el compromiso y respeto de

3H A veces resulta difícil de explicar los numerosos testimonios tanto de Mistral co mo de otros que
hablan de las num erosas y masivas recepcio nes populares qu e Mistral tuvo durante su primera
estadía en México. La resp uesta puede esta r e n la forma en que se difunde cierta parte de su ob ra
poética y la fue rza que adq ui ere en co m binació n con su rol de educadora y 'obrera' intelectual. Esto
no es particular a México sino que explica también su relación co n otros naciones lat inoamericanas.
Mistra l llega al pueblo por vías de su poesía 'popular' : poemas sentimentales co mo "Sonetos de la
muerte", rondas infa ntiles musicalizadas y poemas dirigidos a nuevos sujetos de clase o brera como
"La oración de la maestra". En el caso de su primer viaje a México, Vasconcelos en su bie nvenida a
Mistral (1922} afirma que an tes de su ll egada ya se han musi caliza do sus rondas 'según sus deseos',
los niños mexicanos han memorizado sus versos, su breve texto a fa vo r de la uni ó n latinoa merica na
"El grito" ya ha sido publicado en la revista El Maestro (que ti e ne una circulación de 60.000
ejemplares gratuitos}(México 27}. A esto se agrega que tanto la pre nsa como probablemente la radio
(e l go bierno me xicano hacía uso estratégico d e los medios para promover sus ini ciativas, s iendo la
visita de Mistral una de e ll as} ya venían hablando de su lle gada. Esto son hechos que pued en ex plicar
el conocimiento que el público popular t iene de Mistral y no co nsidera los medios po r los cuales
Mistra l ya era co nocid a e n círculos intelectuales y literarios (revistas literarias, relacio nes
e pistolares}. A s u ll egada a México el te rre no estaba preparado, en gran parte por Vasconcelos, para
favo recer la ll egada de Mistral a los sectores en los que debía trasmiti r las nuevas idea s
edu cacionales y políticas. Vasconcelos es el ar tífice de las s ucesivas pe1jomances populares que
acompañan a Mistral desde s u llegada a México y en su visita a cada uno de los pueblos. Abi ertamente
declara que rer demostrar el am o r del puebl o por Mistral y a l mismo ti em po prese ntarla co mo una
promesa, una apóstol de la educación y el mejoramiento del pueblo mexicano: "Usted misma va a
mirar mu chas cosas que tal vez nosotros no hemos visto, y usted no se sentirá cohibida para decirnos
s u pe nsamiento, porque por encima de sus sentimie ntos de cortesía, están sus deberes de maestra
que dice la verdad ... y ya mi regreso podré saludarla con un dolo r igua l, con un a fecto idéntico al suyo
por estos pueblos que aho ra despi ertan a la a urora de una civilización más ge ne rosa y más bellas q ue
todas las qu e anteriormente han sido" (Vasconcelos en México 2 7} .
2-H

Mistral por el pueb lo al mismo ti em po que su insalvable distancia con él. Mistral,

con un tipo físico llamativo, intenta ir de 'incógnito' a una reun ión de campesinos y

al mom ento en que se le pide que suba a recitar ell a se niega. Sin embargo, por

medio de un gesto acepta la 'invitación' del hombre que la quie re abraza r en un acto

que vuelca toda la ate nción sobre ella y que inmediata mente se transform a en una

performance mesiánica del maestro besa ndo las manos de l 'discípulo'. Solo

podemos especular respecto a las razones por las cuales el hombre dobla sus

rodillas frente a ella, pero es muy posible que el cuerpo imponente y mirada

penetrante que otros han refer ido an te reacciones simila res haya motivado esta

respuesta. 39 La artista que relata la escena, contrasta las manos 'luminosas ' de

Mistra l con 'las manos oscuras' del campesino quien desde abajo mi ra a la maestra.

Mistra l encarna un sujeto que desde cierta dista ncia pu ede parecerse al pueblo y

ge nerar por lo tanto identificación y aceptación pero que al mirarse de cerca revela

su diferencia, su excepcionalidad. Hay que reco nocer por otro lado el doble filo de la

exce pcionalidad y la elevación de Mistral como una fig ura 'más all á de los sexos'

como decía la escritora Iri s. La insistencia en una imagen maternal, espiritual,

purame nte intelectu al y artista niega y si lencia el cuerpo y la sexualid ad de Mistral.

Fotografías personales y públicas

Mis tral no dejó muchas id eas co n respecto a la fotografía. Sabemos ahora, a la

luz de los cuatro nu evos álbum es de su legado reciente, que se fotografiaba más de

39 "C uando yo ll egué a su presencia quise como hin carme pero ell a me levantó rápidamente, me lo
proh ibió. ¿Por qué usted quiso hincarse frente a ella ? Fue un impulso irresistible. Como a un ser
s up erior, pero ella me levantó. ¿Usted había leído su obra? No. (Testim onio de lsoli na Barraza en
conversación con Luis Ve ra, documen ta lista de Mistra l).
245

lo esperado y que conservaba muchas fotografías de seres queridos, amigos y hasta

extraños. Sabemos asimismo que Mistral veía en las nuevas tecnologías visuales un

enorme potencial para la educación y la comun icación entre los pueblos (véase

"Im agen y palabra en la educación" Magisterio 195). A pesar de que Mistral seña la

reiteradamente que se considera una muj e r fea, "La belleza jamás la he ten id o" (En

los labios SO) se fotografía desde el comienzo de su carrera y elige compartir esos

retratos con no pocas pe rsonas. 40 Resulta inte resante cons iderar lo que ella ve como

los límites de la fotografía y su carácter intrín secamente 'infiel':

1 had to write yo u on receivin g your portrai t, which beca use of light


and machinery, unhappily differs from your physical form. Light and
machinery are, put more precisely, almost like people, so unfaithful
are they. Even so weak and faith less, it has accompanied me and
accompanies me in Ciudad Lineal, where 1 a m living now. (Thís
America 33)

En est a carta a Victoria Ocampo, fe chada e n ma rzo de 19 35 Mistral no ni ega s u id ea

qu e los rostros pu ed e n revelar información de las pe rsonas s ino qu e culpa a la luz y

la mecá nica de distorsionar el origin al. Si la foto grafía pu ede d istors ion a r, ta mbi é n

por lo tanto puede manipularse para da r una imagen que difie re d el or igin al.

Mi stra l conciente del poder de la foto grafía e n su imagen púb li ca revela un inte rés

por distorsionar alguno s asp ectos d e su realidad que prefiere no mostrar

40 En cartas personales a bo rrece e l a mor carn al e insiste en la idea de su 'fea ldad'. "La gr acia, eso
exq uisito que se llama la gracia, eso no existe en mí. La fe minid ad de q ue tú me has hablad o tiene en
mí este sello: un a mujer, sí, no un marimacho, pero una mo nja, una abadesa gorda y pacífi ca" (Manuel
78) le d ice en una ca rta a Maga ll anes Ma ure. Su insiste ncia po r ca ract erizarse como una muj er poco
atractiva y d ese able pa ra los hom bres, tem prana me nte vieja y e nfe rma fun cio na ta mbi én co mo
excusa públ ica pa ra s u soled ad / ind epen de ncia, margin á ndola del ma tri mo ni o o de las relaciones d e
pareja tra dicio nales. La ins is tencia en el te ma de su apa rie ncia, refo rzado po r s u particula r
perfo rmatividad de géne ro la insc rib e co mo una muj er q ue ha quedado fuera de las relac iones
hete rosexual es no rmativas y limitantes, sin que Mistra l a bie r tame nte las rechace o procl ame s u
opció n de muje r indepe ndie nte. Fre nte a l hecho de s u homosexualidad es tas pa labras se revela n
co mo efi caz estrategia.
246

visualmente. Un ejemplo es su soltería, un estado civil que en la época es visto como

una amenaza, especialmente al estar acompañado de una carrera profesional

exitosa. Al respecto Mistral d ice: "Siempre he pretendido que los fotógrafos no me

saquen como una solterona aventajada" (Moneda 54), idea que re itera luego con un

tono que considero de falsa autocompasión y autocrítica: "Yo d igo siempre que ya es

suficiente ser solterona en la vida y en los retratos trato de no estar so la" ("Ocho

minutos inéditos", 15 de diciembre 1988 La Época). En este caso ella prefiere

aparecer acompañada para suavizar el hecho -socialmente cuestionado- de ser

solterona y además, en muchos casos, exhibi r sus relaciones con sujetos

impo rtantes de la vida cultural y política.

Finalmente, deseo analizar brevemente dos fotogra fía s qu e son interesantes

no solo por su expresión de una identidad qu e desafía las norma s, sino

principalmente por lo fascinante de los eleme ntos que la componen sus efectos en

tanto fotografías pensativas y subversivas en el sentido de Roland Barthes. 41

Fig. 20

41 "Ultimately. photography is s ubve rsive not w hen it frightens, re pels, o r eve n st igmatizes, but w hen
it is pe nsive, when it thinks" (Barthes 38).Tes is
247

La primera fotografía (Fig. 20) ha sido identificada como de 1920 y muestra a

Mistra l con una de sus alumnas de Temuco. Es una fotografía única de entre el

corpus que corresponde a la etapa chilena de Mistral. No solamente la mirada de

ambas mujeres provoca e interpela sino que también da la sensación que no hubiera

fotógrafo, que ambas están solas frente a la cámara. El gesto de apoyar las cabezas,

que no es casual sino decidido y coordinado, envuelve la foto en un aura de

intimidad y que potencia el carácter seductor de las miradas fijas en el espectador.

Esta fotografía a diferencia de otras, en que aparece Mistral en su rol de maestra con

estudiantes, no expresa una jerarquía, ni una pose formal, sino más bien una

coordinación sin palabras. La fotografía de estas dos mujeres no funcionaría en los

términos en que Berger plantea la imagen de la mujer como siempre dirigida a

complacer a un espectador masculino ni tampoco es una fotografía institucional que

exprese autoridad y orden, es una fotografía ll e na de sile ncios.

Fig. 21

La siguiente fotografía (fig. 21), fechada a lreded or d e 1920, proba blemente

durante la estadía de Mistral en Magallanes, en su prim er cargo como directora de


248

un Liceo de niñas. Mistral está posando en un exterior, un jardín, con una estatua de

mujer blanca en un segundo plano. Por el contraste de la foto, Mistra l y la estatua,

son las únicas figuras que se destacan en la fotog rafía. Mistral, con los brazos

cru zados mirando en alto y en diagonal, bloquea cualquier contacto visual con el

espectador. El cruce de los brazos, en oposición a los brazos levantados que resaltan

el cuerpo femenino de la estatua, impide que el contorno del cuerpo de Mistral se

destaque. La pose de Mistral evoca control y firmeza, la estatua en cambio es una

representación clásica del cuerpo de la mujer exhibido para el placer de la mirada

mascu lina. El rostro de Mistral refleja seguridad, los labios juntos y las comisuras

caídas, común a muchos de sus retratos, reafirman la seriedad de la pose y evitan

una complicidad con el espectador (a diferencia de la fotografía anterior). En esta

fotografía la estatua en el segundo plano surge como lo que Barthes denomina el

punctum, un elemento que emerge de la escena "whi le remaining a detail, it fills the

whole p icture" ( 45) .

Estas fo tografías y otras de el corpus de Mistral no tienen un significado fijo

ni último, más bien nos acercan a un momento que aunque imposible de descifrar

agrega elementos que desestabilizan una imagen monótona y cerrada de la

escritora. Me parecen importantes porque aunque muy distintas entre si, son dos

fotos posadas, concientes de su fuerza y que hablan de una mujer cuya performance

de género, de clase y de raza está atravesada por fuerzas eróticas y políticas

tradicionalmente ignoradas y silenciadas.

A modo de conclusión, es posible afirmar a partir del análisis tanto de los

textos como de las imágenes y las prácticas visuales en las que Mistra l tiene algún
249

grado de agencia, que existe una co ncie ncia por p arte de Mistral acerca de la

importancia qu e tiene su propia image n, así como la ne ces idad de cons truir una

imagen pública, que le permita ganar un Jugar e n el mundo literari o a la v ez que

asegura r un ascenso en su ca r re ra ped agógica. Mistral, aunque en muchos niveles

s ujeta a las convenciones d e s u tiempo y defensora de un ideal femenino enfocado

e n la maternidad, se enfre nta -en e l plano vis ual y performativo de su propia

imagen- al disc urso imperante de la feminid a d que imponía un idea l d e belleza y

a pa riencia , cohere nte con una concepción de la mujer como un s ujeto pasivo, objeto

de la mira d a mascu lina y confinado al espacio doméstico. La no co nfo rmación d e

Mistral con este est ereotipo femenino de la época ha sido relacionado directam e nte

al tema de su id e ntidad sexual n egá nd ose d e esta forma el valor fu ndaciona l que

ti e ne e l que e lla, tanto en s u imagen como e n su vida, res istió un modelo estrecho y

opresivo de identidad fe menina para construir alternativame nte una imagen públ ica

que si n negar s u identidad de género, clas e y raza se abre paso e n una multiplicidad

d e espacios. Aun cua ndo su cuerp o de mujer no facilita su e ntrada en el ca mpo

poético e intelectual si no que más bien hace patente y visib le la irru p ción, la

desestabil ización d e l ord en pa triarcal que s u participació n impl icaba, su particu lar

performativid ad d e géne ro la difere ncia de las muje res de s u tiempo y resulta en

una imagen públ ica funcion al a su éxi to como escritora e inte lectual tra ns nacion a l.
250

Conclusión

La construcción de Gabriela Mistral como una intelectual transnacional que

he desarrollado en esta inves tigación me ha perm it ido contestar las preguntas y

poner a prueba las hipótesis iniciales. Fre nte a la pregunta central acerca d e cómo

llegó Lucil a Godoy Alcayaga a ser Gabriel a Mistral, intelectual tra nsnacional, la

respuesta fue gu iada por la hipótesis d e que la prosa publicada en la prensa te nía un

rol central en este proceso . Si bi e n m i trabajo ha demostrado esta idea inicial,

también ha establecido la estrecha relación de dependencia entre la prensa, la

poes ía y la ped agogía (como campo discursivo y como estrategia iconográfica de la

maestra). Tanto el nive l discu rsivo como la construcción de la imagen pública la

labo r de Mistral en cada uno de estos fre ntes resu lta fundamen tal y si rve para

val id a r su pensamiento y su lugar e n el cam po intelectual.

Con res pecto a las estrat egias qu e le perm iten a Mistra l transformarse e n una

intelectua l tran snacional, creo que este trabajo alca nza el objetivo de reconocer un

número importa nte de ellas, desde d istintos pun tos de vista y con relació n a sus

particulares contextos socio históricos. El objetivo no sólo fue revisar críticamente

las es trategias y negoci aciones que le permiten a Mistral alcanza r un lugar de poder

en el campo intelectu al, s ino que también los mecanismos por med io de los cuales

su discu rso logra un g rado de participación en la articulación de ideas sobre la

nación (Chile), la ide n t id ad latinoamericana, as í como de conceptos t ales como

mod ern idad, ciudadanía y cultura.

Por medio d el examen de su progresiva participación en el campo literario,

cultural y ed ucac ional chileno hasta 1922, a la q ue me he referido como su etapa


251

chilena o etapa de formación, he identificado un número de estrategias

fundamentales pa ra responder a la pregunta principal. En primer lugar es necesario

enfatizar e l hecho d e qu e Mistral comienza pub licand o en la prensa prosa y poesía, y

que e n una prim era etapa fu e reconocid a como poeta y como prosista. La prosa e n

esta p rim era etapa es un med io fundamenta l para construir su imagen pública.

Mistral hace un uso estratégico de su identidad femenina, de maestra y provinciana,

y a mi ju icio expone las diferencias e n las co ndi cio nes de producción co n otros

intelectuales o escritores (hombres, con educación formal, partícipes de los circuitos

cu lturales capitalinos) y contextualiza sus logros y limitaciones sin victim iza rse. Por

otro lado, e l discu rso de Mis tral res iste la categorización y los este reotipos,

especialm e nte cuando op e ran como med ios pa ra marg in a r o cuestion ar la validez o

cal id ad de s u obr a o pensamiento. La treta del débil d e Mistral consiste e n

desbordar el lugar asignado por medio de un discurso que escapa, d esde e l

comienzo, los á mbitos que e ll a misma reconoce como los suyos: la lite ratu ra y la

ed ucación. La identidad de poeta y de maestra, espacios auto r izados a la mujer

dentro de la sociedad patriarcal, aparecen e n estos ensayos y cartas ab iertas como

una base desde donde valid ar s u au toridad intelectual y s u discu rso, político, social y

de identidad naciona l.

La pregunta acerca de cómo y desde dónde articula un discurso político,

e nte ndido como aquel que participa de una lucha por la redistribución d e l poder

más a llá de lo estatal, me enfrentó a un corp us textual y a un anális is mu cho más

amplio y rico que lo anticipado . Frente a este corpus me in teresó ver más a llá del

punto de vista género (muj e r que ha bla de po lít ica previo a los derechos po líticos de
la mujer) para cons iderar el discurso polít ico d e Mistral en el contexto d e la relación

más a mplia del inte lectual con lo p olítico es ta ta l, o la relación de s uj etos de secto res

tra d ici onalme nte d esempode r a d os (mestizos, muj e res, s ujetos s in e duca ción form a l,

campesinos) con e l es pacio di scu rsivo d e la política en es pa cios p úb licos. Desd e esas

ó pti cas d iversas h e p ro p uesto leer a Mist ra l e n e l contexto de la ce ntra lid a d de l

discurso pe dagógico q u e va d es de fina les d el siglo XIX hasta las prim e ras décad as

d e l XX. Éste fue un es pa cio disc urs ivo desd e donde se deba t ió la identida d, se criticó

a l gobi e rno y se promovieron po líticas p úbl icas. Mistral ent ra e n es te te rre no dueña

d e una re tó rica nacio na lista, con un di scu rso de tono po p ul a r y libera l, y qu e por

med io d e un lenguaje accesible y a l mismo t ie mpo exaltado, ap e la a l lecto r de p re nsa

y no a l d e li b r os especia lizados d e edu cació n. Los e nsayos d e Mistral reco n ocen la

función política de l educa d or e n s u pos ición privilegia d a d e conocedor d e la realid ad

del pueblo, lo qu e le pe r m ite tra ducir esa ' realida d ' a l ca mpo p o lítico, e l que es

cuestionad o pública me nte por s u dista nc ia con esa 'realidad'. Al mis mo tie mpo el

intelectua l quiere toma r poses ió n de ciertos aspectos de l camp o d e la ed ucac ió n

p ública, unas veces e n dis pu ta co n los estad os y e n otras e n uni ó n co n e ll os

(Vasconcelos en Méx ico), pe ro s iem pre reco no cié n dolo com o una h e rra mi e nta de

pod er e n la tarea mode rna d e fo r mació n d e ciuda da nos, pa ra la conso lidación de la

d e mocr acia y pa ra d es perta r e n e l pue b lo un a concie ncia no solo d e s us d ebe res co n

la n ació n s ino ta mbié n d e s us de rech os (refo r ma agraria, leyes la bo ra les) .

La insist e nc ia co n que Mistra l rei tera s u a pa rt id is mo es cen tral a s u proyecto

intelectua l, e l que se a rt icula a partir d el e q u ilibrio e ntr e la participación e n

p royectos po líti cos y estatales (qu e son e n muchos cas os s us e mpleos) con la
253

reafirmación de su altu ra ética e independ encia de pensamiento. La fu erza con qu e

Mistral insiste en la idea de que a ella no le corresponde hablar de política expl ica la

tend encia de la crítica a leer su pensamiento fu era o 'más allá' (en el sentido de

pureza o inde pendencia al que Mistral as pira ba) de lo político tradiciona l (el ámb ito

reservado a los hombres que hab lan desd e lo estatal). Yo lo he co ns id erado, en

cambio, como un ejemplo más de la tendencia de Mistral a auto-definirse y auto-

interpretarse explícitamente en su prosa, aunque lu ego tanto sus palabras co mo su

acción o performance nieguen estas auto-d efinic ion es. Mistral declara que no qu iere

entra r en política pero sí siente el 'deber' y el derecho de discutir te mas tales como

la educa ción pública, la pobreza, las relacion es internacionales, entre otras.

Particul armen te con relaci ón a Chil e, al abord ar el conjunto de ensayos de

Mistral ace rca de su país queda claro qu e es ta muj er ejerció el llamado 'poder

inte rp re tativo', por medio de un discurso que imagina Chil e y su ge nte desde luga res

no hegemónicos. Mistral le asigna un alto va lor a su visión política que se sitú a, en

parte, en su identidad de gé nero, de clase y raza y, en mayor medi da, en su no-

ide ntifi cación con el luga r tradi ciona l de la po lítica o los suj eto s qu e hacen políti ca.

El discurso de Mistral acerca de la nación desestabili za los discursos de identi dad

nacionales masculin os, mili tares y de elite. La id ea que tie ne Mistral de la creación

de la his toria nac ional como un proceso co labo rativo y abierto transform a a la

historia y la identid ad nacional en un espacio de ca mbio y de participación política.

Otra de las estrategias de Mistral es su participación en un discurso de la

cris is cultu ral latinoam eri ca na y el planteam iento de la neces idad de vo lve r al orden

cultural autóctono, idea qu e según Ca rlos Alonso ha dominado la histo ria intelectual
254

latinoamericana y ha situado a sus voceros en una posición discursiva de liderazgo y

poder (56). Mistral se distancia del intelectual de 'cultura y refinamiento' y se

presenta como una intelectual al servicio del pueblo, aunque tanto eso como su

independencia de lo político estatal es usado en último término como un modo de

vali darse como sujeto in telectual y rearticu lar su rol en el contexto de la

modernidad. A partir de la valoración de lo latinoamericano, de su visión de la

'crisis' y las direcciones en que a su juicio debía avanzarse es que logra convertirse

en una intelectual profesional. Las necesidades de un discurso de identidad, de re-

interpretación de la realidad del momento, le permiten hacer de esto un modo de

gana rse la vida, trabajando para gobiernos, periódicos y organizaciones

internacionales. Mistral sin embargo, reorganizaba estratégicamente su

dependencia económ ica para resguardar (o al menos argumentar públicamente)

cierto grado de independencia política.

Finalmente, en cuanto a sus estrategias a nivel trans nacional, este trabajo

demostró qu e la creación de redes y la difus ión en medios de diverso pe rfil y con

llegada a un público amp lio, fueron claves en la internacionalización de Mistral. Por

otro lado, su discurso latinoamericanista y s u participación activa de esa utopía

contine ntal la insertan en una tradición intelectual qu e desde el siglo XIX ha

debatido y se ha disputado la interpretación de la identidad lati noame ricana. Su

presencia e n la a rticulación y la promoción del latinoame ri ca nis mo la hace parte de

un proyecto centra l a l campo intelectual de su tiempo y en ese sentido aumenta su

poder en el campo, la inserta e n mercados continentales y la transforman e n una

representante latinoa mericana más allá del continente.


Fre nte a la hipótes is de que Mistral redefine e l concepto de intel ectual

público desde su identid a d de mujer, de provinciana, mestiza y s in ed ucación

forma l, he concluido que e n ciertos aspectos Mistral tiene un rol fundacional y s in

dud a deses ta biliza e l concepto d e intelectual público d e su mome nto, pero por otro

pe rp etu a una tra dición intelectual que se adjudica e l derecho y la a utoridad de

interpretar la realidad y, e n e l contexto de Mistral, a hablar por e l pueblo, lo que en

última insta ncia resulta en la consolid ació n de s u posición de pod e r.

Si bie n Mistral, como señala Rama, pe rte nece a una ge n eració n intelectua l

nacionalista y populis ta q ue busca ampliar la base social pero mantener s u

autoridad y lugar pri vilegiado e n la 'ciudad le trada' creo que es p osi bl e profundizar

e n el mod o e n qu e Mistra l d esarticula los d isc ursos de las elites ya sean políticos o

estéticos. Mistral revis a junto con un conjunto de intelectuales de izquierda y

populistas conservad ores la categoría intelectua l s in embargo se auto-id e ntifi ca

como tal. Se puede argumentar n o obsta nte que s u discurso instala a cie rtos grup os

tra dicion a lme nte ignorados en los debates e inte rcambios de los que pa rticipa. Su

discurso acerca del ca mpesi no y la refo rma agraria, la infancia y la cali dad de la

ed ucac ión p rima ria, se p uede leer como una herramienta empoderadora e n tanto da

vis ibilid ad y pes o político a sectores antes invisibles a l poder.

Mistral se construye a veces dentro y otras veces en contra de la tradición, y

lo que la distingue es el hecho d e basar su autoridad e n su conocimiento

experie ncia ) de las region es, la cultura popular, los sect ores ignorados d e la

mod e rnizació n y e n menor medida, a unque d e forma esencial, en su conocimiento

d e lo clásico, d e l canon lite rario y filosófico occidenta l. En su eta pa chilena, por


2.56

medio de una voz que hace gala de un tono rural, arca ico con referencias a la Bib lia y

leyend as popu lares, la incorpo rac ión de saberes y discursos de sectores marginales,

revela lo que queda oculto a la mirada capitalina. Mezcla esa voz subalte rna con la

voz de la maestra y la intelectual, mezcla que como he ven ido señalando ell a

presenta en su discurso como un gran va lor dado por su altu ra ética, senti do comú n

y compromiso 'desinteresado' con el pu eblo y los proyectos nacionales de

modernidad y progreso. Al mismo tiempo re-signi fi ca los términos en que se plantea

la modernidad latinoamericana para vi ncularla a temas como la instrucción

primaria ob ligatoria, repartición de la tierra, equidad social y el progreso de las

provincias. Sin embargo, mantiene la auto ridad civilizadora del intelectual, el

intelectu al, hablando en beneficio del pueblo, se considera en último término, el

mejor dotad o para determinar la dirección en que debe ir la nación y el continente.

Desde un punto de vista de crítica feminista, más allá del discu rso

mistraliano acerca del feminismo y el lugar de la mujer en la sociedad, la

participación de Mistral y el poder que alcanza en el campo intelectual de la primera

mitad del siglo XX desestab iliza los límites que margi naban a la mujer del debate

intelectual público. Mistral cuestiona los límites que sepa raban lo público de lo

privado y que excluían ciertos temas marcados como femeninos o privados del

debate público y de ser co nsiderados temas políticos. Mistral interrumpe una

tradición ensayística en la cual las construcciones id entitarias latinoamericanas se

definían como homogéneamente masculinas. Por medio del ejercic io de su derecho

a interpretar y a intervenir en los temas cen trales de su momento, Mistral

reconfigura los espacios autorizados a la mujer. Si bi en en muchos sentidos se le


'257

considera un sujeto excepcional, quedarse en la explicación del talento genial, borra

la problemática de género que de todos modos le tocó enfrentar y que determinó

muchas de sus estrategias así como el manej o de su imagen. Su autod efin ición como

un sujeto excepcional la he propuesto leer como un arma de lucha, una estrategia

para escapar las normas que regulan a los sujetos 'normales' a las mujeres

tradicionales, las mismas qu e ella por otro lado exalta en muchos de sus textos. Así

como su imagen no se co nforma co n los pará metros de género de su época y se

convierte así en una performatividad fundacional de géne ro que abre otras opciones

de representación para la mujer, su discurso, con todas las contradicciones que

presenta es a su vez un discurso fund acional en su diferencia y particular creación

de una idea de mujer intelectual tra nsnacional.

En conclusión, si bi en Mistra l tensiona la categoría de intelectual, no es

excluida de ella, más aun, y como se ha demostrado co n la concesiones ' obl igadas'

que hace Henríquez Ureña y muchos de sus contem poráneos para defin irla como tal,

a Mistral se le reco noció como una intelectual de profund a influ encia en su tiempo.

La image n de Mistral como artesa na de sí misma representa el proceso conciente y

es tratégico de autoco nstrucción que le permite a Lu cila Godoy converti rse en

Ga briela Mistral. Si bien su condic ión de autodidacta es parte integral del mito

mistra liano, esto va mucho más allá de su educación. Su prosa, conferenc ias, cartas y

el manejo de su imagen, su relación con el esta do y el pod er, dan cue nta del delicado

tejido que Mistral compone a partir de su historia y circunstancias, en el contexto de

la modernidad, hasta ll ega r a ser el personaje, el artefacto cultural, que es Gabriela

Mistral hoy.
258

En cuanto a los aportes de esta investigación al campo de los estudios

mistralianos creo que el principal es la reevaluación de Mistral en tanto intelectual y

la invitación a un mayor diálogo e n torno a ese aspecto que considero de igual

importancia que su reconocida poesía. El corpus de ensayos, cartas y conferencias

de Mistral dan cuerpo a un discurso acerca de Chi le y Latinoamérica que tiene peso

histórico e importancia cultural, además de va lor litera rio, y que a mi juicio marcan

un hito en el lugar de una mujer en la historia intelectual latinoamericana. En

segundo lugar este trabajo ha querido llamar la atención sobre la vastedad e

importancia, desde una perspectiva del análisis de la cultura visual, de la iconografía

mistraliana. Si bien aquí me he enfocado en una pequeña parte que es la que a mi

juicio ilumina un aspecto fundamenta l del aspecto intelectual de Mistral, mi trabajo

de recopilación me permitió dimensionar e l corpus (representaciones a rtísticas

hasta instalaciones abstractas, monumentos e n centenares de localidades a lo la r go

del conti nente, productos comerciales, cuentos de niños, un billete rediseñado en e l

2009, entre otras cosas) y cómo este cuenta la historia de la recepción,

manipulación y re-lectura de la figura de Mistral a lo largo del siglo XX en Chil e y

Latinoamérica.

En términos más específicos en este trabajo he contribuido co n cie rtos

d escubrimientos de documentos tales como el conjunto de textos y cartas que dan

testimonio de la temprana relación de Mistral con los Estados Unidos,

particularmente su epistolario con las norteamericanas Frances Grant y Al ice

Blackwell, as í como el ep istolario e n tre Blackwell y Montenegro, aún inéditos .

Asimismo mi trabajo con las g rabacion es de aud io (transcripciones y más de veinte


259

discos) que no se refleja en esta tesis por no corresponder al período en que he

enfocado el presente trabajo me ha dado materia l que espero usar en un futuro

próximo para ilumin ar aspectos del proces o de escritura de Mistral así como de los

circuitos intelectuales que marcaron el fin al de su vida, sus opin ion es políticas y

literarias durante esos años y en especial su compleja y productiva relación con su

compañera Doris Dana.

A la luz de estos material es y de algunas de las preguntas que es ta

investigación me ha planteado me interesa en una segunda etapa pensar a partir de

Mistral y otras mujeres intelectuales ace rca de la historia intelectual de las mujeres

en Latinoamérica. Poner en cuestión el luga r de las mujeres en lo que hasta ahora se

cons id era la historia intelectual como tambi én los lugares alternativos de poder y

pensa miento que generaron. Me parece particularmente interesante para un estud io

futuro las estrechas colaborac iones entre muj eres intelectuales y escritoras

latin oamericanas y norteamericanas en la primera mitad del siglo. Tanto en el

contexto de la Pan-American Women's Association o po r redes particulares que

escritoras como Mistral crean, es pos ibl e ver una estrecha colaboración en temas de

difu sión y traducción de obras literarias, invitac iones a conferenc ias y encue ntros,

difu sión de problemas políticos de ciertos países y movilización de influ encias para

ayudar a cie rtos sujetos, entre otras cosas. Además de los intercamb ios entre Mistral

y Frances Grant existen tambi én coleccio nes de ca rtas en otras bibl iotecas

norteamerica nas que dan cuenta de relaciones si milares con otras mujeres (Mabel

Vernon, Erna Fergusson).


260

Quiero cerrar con una idea planteada en la introducción acerca del potencial

político del ejercicio de la memoria y unas palabras de Mistral: "Las patrias que

olvidan, más que olvidar d esaprenden y más que desaprender, desperdician"

(Gabriela piensa 253). Termino una etapa de esta investigación convencida de que

queda mucho por recordar de Mistral. Tanto las relecturas de materiales conocidos

así como el conjunto de textos, fotografías y grabaciones inéditas van componiendo

un puzzle que más allá de fijarse se disgrega, se multiplica y extiende, forzando a

quie n lo mira a interpretar por sí mismo, negando así las versiones monolíticas,

cerradas, simplistas y censuradoras de esta intelectual y su vasta y diversa obra.


261

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Curriculum Vita

Claudia Cabello Hutt

Education

May 2010 Doctor of Phi losophy. Grad uate Program in Spanish, Rutgers,
The State Univers ity of New Jersey. New Brunswick.

Octo ber 2004 Master of Arts. Graduate Program in Spanish, Rutgers, Th e


State Un ivers ity o f New Je rsey. New Brunswick.

2001 B.A. in Ed ucation (Sp a nish Language Teach er) . Program in


Education for Bachelors. Cathol ic Uni versity of Chile.

2 0 00 B.A. in Linguistics a nd Hispanic Li terat ure. Catho lic Unive rsity


of Chil e.

Teaching Experience

2 009-2010 Lecturer, Unive rs ity of North Carolina, Greens boro.

2008-2009 Lecturer, Rutgers Unive rsi ty.

2 002 -2 007 Teaching Assist a nt, Rutge rs Unive rsity.

2006-2 007 Lecturer, Univ ersidad Jesuita Albe r to Hurta d o, Chile.

Publications

200 7 "Gabr ie la Mistra l a rtesa na d e s í mi sma : multifun cionalidad d e la prosa


m istralian a en su co ns trucción como s uj e to inte lectual " Taller de Letras 41
(2007): 53 -67.

2007 "Inés Ech eve r ría Larraín" in Latín American Women Writers: An Encyclopedia,
ed ited by Ma ría Cl a ud ia André a nd Eva Pau lino Bu e no. New York: Routl edge,
200 7. 155-156.

2005 "Curación y Crea ción: e l do lor e n la poes ía de Gloria Fue rtes". La Jornad a
Literaria, Graduate stude nts ' Confe rence Rutge rs Unive rsity. New Brunswi ck,
October 2 5. Pu bli sh e d in Actas de la XI y XII Conferencia de Estudian tes
Gradua dos. Depa rtme nt of Spa nish a nd Por tuguese, Rutgers Un ive rsity, y ea r VIII,
NQ 1.

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