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Poemas de Héctor Piccoli y Raul Vera Ocampo Revista de cultura Afio 2, niamero 5 marzo de 1979 Director: Jorge Sevilla Colaboraron en este niimero: V. Diaz Arciniega, Rita Eder, Fer- nando Mateo, Alberto Perrone, Héctor_ Piccoli i Jaime Rest, Andrés Rivera, Jorge B. Rivera, Nicolés Rose, Raul Vera Ocampo. Diagramacién: Carlos Boccardo. Indice Ricardo Piglia: Ideologia y ficcién en Borges Héctor Piccoli: Poemas Rita Eder: El piblico de arte: una encuesta Andrés Rivera: La suerte de un hombre viejo Poesia no es verdad: Raul Vers Ocampo Libros Jaime Rest: La neurastenia de Franny y el budismo Zen de Zooey 18 Jorge 8. Rivera: “La inconmensurable tristeza urbana que cabe en un pocillo” 19 Nicolas Rosa: Traducir a Freud: 2domesticar a Freud? 22 Fernando Mateo: La cuestion de la crisis 24 V. Diaz Arciniega: Kafka y Felice Bauer: el vampiro yel tribunal 27 M.T.R.: Jornadas internacionales de la critica 1978 (Resefia critica) 32 Informes: Primer Congreso de la Asociacién Brasilera de Semidtica 36 Punto de Viste eligié frogmentos de dibujos de Georg Gros para ilurtrar este niimero 5y6 14 7 Punto de vista fue compuesta en el Taller de Com- posicién “Rolando J. Altuna”, Iguazd 420 - Capital Federal, ¢ impresa en los talleres gréficos Litodar, Brasil 3215, Buenos Aires. Es una publicacion pe- riédica que recibe toda su correspondencia en: Ca- zilla de Correo 5628, Correo Central, 1000 Buenos Aires, Argentina. Punto de vista. Registro de la propiedad intelectual en trémite. Hecho el depésito que marca la ley. Impreso en le Argentina. ‘Suscripciones: Argentina 6 nimeros 12.000$ _ (correo simple) Exterior 6 nimeros | 30 uSs (correo aéreo) Cheques y giros a Casilla de Correo 5628, Correo Central, 1000 Buenos Aires. Ricardo Piglia Ideologia y ficcién A los antepasados de mi sangre y @ los antepasados de mis suefios he exalitado y cantado. Jorge Luis Borges 1. Los dos ti jes Hay une ficcion que acompafia y sostiene la ficcion borgeana: se trata de un relato fracturado, disperso, en el que Borges cons. truye la historia de su escritura. Formado por una multitud de fragmentos, escrito en la obra, perdido en ella, este relato es un lugar de cruce y de condensa- cién. En un sentido pereciera que 00 €8 Ia nica historia que Bor- ‘ges ha querido narrar, sin termi- nar nunca de hacerlo, pero tam bién, habria que decir sin dejar nunca de hacerlo: la ha disimu- Jado y diseminado a lo largo de su obra, con esa astucia para fal- sificar que le es caracteristica y @ la que todos hemos convenido en llamar su estilo. Nucleo que ordena sus textos més alld de la variedad de registros y de temas que los diferencian, no es ante: rior a la obra sino su resultado, perova Ia vez es un modo de cet hi ilas condiciones que, segin Borges, le han hecho posible y la justifican. Ficcién del origen, se narra alli el acceso a las pro- piedades que hacen posible 1a es- Este trabajo o¢ un capitulo de un libro sobre Arit y Borges, en prepara: cién. en Borges ceritura: embargo no se trata (como en Arlt) de un relato de aprendizaje, sino mas bien de una especie particular 2 la que po driamos llamar narracién genee- logica. El rastreo de los ancestros tiene aqui un papel decisivo: la sucesion de antepasados y de cendientes constituye un indice ‘onoméstico que repite la estruc- tura de un érbol genealégico. La escritura de Borges se construye en el movimiento de reconocerse en un linaje doble. Por un lado los antepasados familieres, “los mayores”, los fundadores, los guerreros, el linaje de sangre. “Esta vana madeja de calles que repiten los pretéritos nombres de mi sangre: Laprida, Cabrera, So- ler, Suarez. Nombres en que re- tumban (ya secretas) las dianas, las repdblicas, los caballos y las mafianas, las fechas, las victorias, las muertes militares. Por otro * lado la investigacin de los ante- pasados literarios, los precurso- fes, los modelos, el reconoci- miento de los nombres que orga- nizan et lingje literario. "Todo lo que yo he escrito esté en Poe, Stevenson, Wells, Chesterton y algin oro”, La estritura de Bor- ges reconstruye su estirpe y esa Teconstruccion abre dos lineas conectadas formaimente sobre e! modelo de las relaciones. fami- liares. La coherencia de esa cons- truesion es tal que no debemos ver ahi un secreto que la critica tendria que descifrar, sino las marcas visibles de una interpre- tacion ideoldgica que el mismo Borges se da para definir a la vez lugar en la sociedad y su rela- cién con [a literatura. La cultura y la clase se vinculan con el naci- miento, y el origen es la clave de todas las determinaciones: en Borges as relaciones de paren- tesco son metaféricas de todas las demas, En definitiva, ese do- ble ‘que cruza y divide su ‘obra se ordena sobre la base de una felacion imaginaria con su néicleo familiar. La tradicion de los antepasados se encarna y la ideologia adquiere 12 forma de un mito personal. Asi esa fic- cion que intentamos reconstruir demuestra ser a la vez_ social {porque es una concepcion de clase la que se expresa ahi) e. individual (porque en su enunciacién no puede separar- se de la posicion del sujeto que reordena y da forma al material ideolégico). Los mayo- res, los modelos, los escritores y los héroes estén representados para Borges (literaimente y en to- dos los sentidos) en la relacion con sus padres. ““Mi madre, Leo- nor Azevedo, proviene de una vieja familia, de vieje ascenden cia argentina” escribe Borges en Autobiographical Essay que de prélogo a una edicion norte- americana de sus relatos y agre- ga: “Una tradicién literaria corre por la familia de mi padre”. Apo- yada enla diferencia de los se- xes, la familia se divide en dos linajes, habrie que decir que es forzada a encarnar los dos lina- 3 jos: Ia rama materna, de “buena familia argentina", descendiente de fundadores y de conquistado- res ('"Tengo ascendencia de los primeros espafioles que llegaron aqui. Soy descendiente de Juan de Garay y de lrala”), de guerre- ros y de héroes. La rama paterna, de tradicién intelectual, ligada a la literatura y a la cultura inglesa ("Todo el lado inglés de la fami- lia fueron pastores protestantes, doctores en letras, uno de ellos fue amigo personal de Keats”). Por supuesto esa construccién no tiene nada que ver con la verdad de una autobiografie,' es més jen la reelaboracién retrospec- fa de ciertos datos biograficos que son forzados a encarnar un sistema de diferencias y de opo siciones. Apoyéndose en Iss di- ferencias culturales y sociales en tre el padre y la madre, Borges ordena a partir de ellos una in terpretacién ideolégica. En el interior de esa relacion se sitoan, en cada caso, la riqueza y la po breza, el saber y la igorancie, al linaje y la cultura. Lo que esté en un lado, falta en el otro: la contradiccién, la diferencia y el desplazamiento son la clave de la construccion. Asi, si la familia materna aparece ornsmentada con los emblemas de la jerar quia social, la familia paterna queda asociada con la carencia de tadicién ("Nada sé de_mis antepasados portugueses, 10s Bor ges"). A su vez, si ls rama pater- hha sostiene los prestigios de! sa- ber y de la cultura, ia familia materna se verd ‘desposeida ("Cuando se es de familia crio- lla, 0 puramente espafioia, enton- ces, por lo general, no se es inte- lectual. Lo veo en la familia de madre, los Azevedo, son de una. ignorancia inconcebible”). ! Tampoco debe pensarse que esta ficcién estd construida como una no vwela familiar en el sentido que este concepto tiene en la obra de Freud Es la ideologies Ia que dicta aqui los desplazamientos que tienden a repre- entar en ise dos ramas una diferencia (que las excede, Hablamos por lo tanto de oto sistema de determinacion y de tun sujeto que no es el del psicoandlisis: frente a fa estuctura det inconsciente la critica solo puede ser tautolégica, esto 5, encuentra siempre es0 que st supone que esti. 4 interpretacion de Ia cultura ar- gentina: esas dos liness son les. dos lineas que, segin Borges, han definido nuestra cultura desde su origen. O mejor: esta ficcion fija en el origen y en el nucleo familiar un conjunto de contra dicciones que son histéricas y que han sido definidas como esenciales por una tradicién ideo- légica que se remonta a Sarmien to. Asi podemos registrar, antes de analizarlas en detalle, las con- tradicciones entre las armas y las letras, entre Io criollo y lo euro peo, entre el linaje y el mérito, entre el coraje y la cultura. En ltima instancia estas oposicio- nes no hacen mas que reproducir la formula basica con que esa tra- dicién ideolégica ha pensado la historia y la culture argentina bajo la mascara dramatica de la lucha entre civilizacién y barba- rie, Es esta oposicién ideoldgica la que es obligeds, en Borges, 3 tomar la forma de una tradicion familier. La ficcién de ese doble linaje le permite integrar todas las diferencias haciendo resaltar a la ver el cardcter antagonico’de las contradicciones pero también su armonia. El dnice punto de encuentro de ese sistema de opo- siciones es, por supuesto, el mis- mo Borges, 0 mejor. los textos de Borges. En “la discordia de sus des linajes"’ la obra se insori be en una doble filiacion que Borges resume al definirse (en el prologo_a uno de sus primeros libros, El idioma de los argenti- nos, 1928) como “enciclopédico y montonero”. El culto al coraje ¥ el culto a los libros que dividen su obra a la vez tematica y for- malmente no son otra cosa que la transcripcin de ese antago nismo. 2. Herdldica y herencia Esta ficcién es un mito de ori- gen: mito sobre el origen de la escritura, esto es, reflexion sobre las propiedades que la han hecho posible. Ese doble linaje segura, en verdad, un doble sistema de sucesién. En el pasado familiar se acumulan los bienes, los valo- res que la obra debe reproducir y conservar. Cruce de sucesiones ientos, de dons ciones y de deudas, Borges recibe de sus antepasados las posesiones que respaldan su escritura. Por un iado se abre paso una herdldica heroica que permite ubicarse a la vez en la historia y en la sociedad. Los antepase: dos, los mayores, son los heroes, los guerreros que han hecho 13 historia. Cadena de nombres glo- riosos, la familia que aparece co- mo productora de héroes, en realidad es la que hace Ia historia. El culto a los mayores define a la novela familiar como historia de la patria. “La historia de mi familia (dice Borges) finalmente tan vinculada con la historia de este pais”. La historia argentina € una historia familiar y esta proximidad asegura una herencia épica y da derechos sobre el pa- sado. Histeria de una familia de héroes que hicieron la patria, este pasado esti presente y $2 conserva en la memoria de la madre: “Tu memoria (le escribe en Ia dedicatoria de las Obras Completas) y en ella la memoria de tus mayores”. EI pasado na cional se conserva bajo la forma de una leyenda familiar. Lo que Borges llama “la tradicion oral de mi casa” atesora y transmite la historia de la gloria y de las hazafias de los mayores. En ult ma instancia, la leyenda familiar es un modo de apropiarse de Ia historia: en ese tradicién oral, en “esa técita voz que desde I antiguo de la sangre me llega la historia pertenece a la fa milia? En definitiva esta acumulacion ideal de propiedades heroicas en el nombre de los antepasados no es més que el complemento so- lemne de la apropiacion real de los bienes materiales que los han definido histéricamente como clase. Afirmada en el pasado épico, en el culto al corale, la 2 En esto Borges no hace més que repetir el sistema de legitimidsd de una tradicion historiografica que se inicia con V. F. Lépes. “La tradicign oral es fa fuente historica mas genui- pa”, sefialabe Lopez. Y J. L. Buseniche ‘cota: “De donde resultaria que todas las yeneraciones de argentinos amantes ‘de [a historia de su patria estarian ate Gos 2 12 tradicion oral de los deudos de coroneles y generates”. leyenda de los antepasados se descubre simulténeamente como una historia de sus valores mora- les y de sus propiedades mate- riales. “Una amistad hicieron mis abuelos con estas lejanias. Fue- ron soldados y estancieros”. Lo tradicién familiar se reconstruye y [a estirpe decide, sobre todo, la condicién social. “Como tanto argentino soy nieto y hasta bis- nieto de estancieros” escribe Bor ges ya en 1926 (El tamafio de mi esperanza). En ultima instan- cia para Boraes la leyenda fami liar es la historia argentina vivida como biografia de clase. Si por un lado Borges aparece como el Neredero de una memo- ria, de una leyenda, de una his- toria de clase, la ficcion familiar que podriamos llamar paterna abre otra genealogia fantéstica: a cadena de los héroes y los an: ios, “el censo heterogéneo de autores”, funde ‘otro lirigje y convierte a fa histo ria de la literatura en una saga familiar. Para ubicarse en ese tra- dicién el modelo sigue siendo el parentesco y el mismo Borges 3 ocupa de sefialar que su senti- mmiento. de. familiaridad con De Quincey en el plano espiritual es similer al que siente por |. Suérez en el linaje de sangre Esta consanguinidad “espiritual lo convierte en el descendiente de otra estirpe, ordenade esta ver sobre una alianza que tiene al idioma inglés como base de Is relacion: Wells, Chesterton, De Quincey, Conrad, Wilde, Steven: son, Kipling, esta serie se asi por ansiogis, con “todo el lado inglés de mi familia’. Esta estirpe supone al mismo tiempo una suerte de destierro. lingd la diferencia entre los dos I transforma en la oposicion Héctor Piccoli Por esta claraboya, permanece en el cuarto lo callado y siguiente. La castidad del muro. se deshoja en un lento fluir de agua suspensa, nadie demora la joya dispersa del ciclo que pasa. Derramarfa un alféizar este banda sin anega deseo que una sola frase en qué otra voluntad de agua mas que el actual azul de si. en que la frase puede, —Unica— encarnar toda su lengua? Qes, esposa, quizd del Vano hecho escollera para un gas que ingresa, ingresa marejada sin rumar y sin rompiente la exhaust sangria a la que vuelve, ¢! cielo el martirizado lema a qué espesor? Un efimero ganado pace ahora, y nade quarda ni forma obsta, a este moroso acontec' iento. Acierta uni oro vago a legitimar ia prescindencia devos, c intringir asi 1a tarde abstracte. (Qué serena insistencia, esposa, es estar muerta! Entreabierta en to alto, la claraboya es una anagogia perpleja en los batientes ante a ilegibilidad extensa, ardida: fa luz en la ventalla total, del cielo indehiscente. Héctor Aldo Piccoli sacié en Rosirio en Facultad de Filosotia y Letras de la UNR. "Permutaciones” eee 1951 Cursé ta carcera de Letras en ta Publicé, con Enrique Marcalo Olivay, (Poemas), editado por Ediciones La Cachimba, Rosia, 1975. entre dos lenguas, Pero a la vez o} bilingiiismo el _nécleo familiar. “Mi padre ejercio. mayor mi que mi madre porque fue 2 causa de é! que yo aprendi el coe Para que esta inscripcion ed- quiera toda su legalidad le seré preciso construir —también aqui, pero con mds detalle, 0 mejor, con una minuciosidad que delata su hechure— una fabula biogré fice. La literatura en realidad es vivida como una herencia trans- mitida por el padre. Para probar- to la ficcién del origen adquiere todo su extrafio dramatismo y se condensa en una escena que sin duda podemos Hamar origi nal, “Yo era todavia un chico pero sentis que mi destino era un destino literario. Mi padre siempre habia deseado ser un hombre de letras y 10 fue de ma- nera parcial. Y como mi padre habia querido ser un escritor, quedé més © menos sobreenten- dido que yo debia cumplir ese destino”. Se podria decir que en la ilusion de ese pacto con el pe- dre arranca la historia de la eseri- tura borgeana. Pacto sobreenten- dido, cumple la funcién de un ordculo; enlazada con la herencia y el destino la escritura aparece como una promesa, 0 mejor, como una deuda. Borges debe escribir por el padre y en su nom- bre. Escribir por el padie, esto es, en lugar de él, pero también gracias a él, a lo que le ha legado. El espacio simbdlico de esa dona- cién er Ia biblioteca paterna “de ilimitados libros ingleses”. Espa cio de acumulacién, le bibliotece paterna es la literatura como la memoria materna es el lugar de la historia. Ambitc del aprendi- zaje y de la iniciacion ("Mas que una escuela me ha educedo una biblioteca, la de mi padre”) en el espacio saturado de ia biblioteca, la cultura se convierte en heren: cie familiar. La cultura y la clase se vincu- lan con la herencia y el linaje: ese es el miicleo basico de la ideolo- gia en Borges. Esto es, ese niicleo Basico, que adquiere Ia forms de un mitovfamiliar, define los ras- gos permanentes de la concep- cién que tiene Borges de su posi- cidn en la sociedad y de las con- 5 diciones de produecién de su li teratura. La obra de Borges tra- baja y se desarrolia en el interi de esta ideologia; encuentra el Ambito para representar ¢ inte grar todes las contradicciones. Es fundamental, antes que nada, tener en cuenta que esta forma leologica no debe ser confun- dida con las opiniones politicas de Borges. Las determina, pero contradictoriamente, y mientras estas opiniones politicas cambian y Borges pasa del yrigoyenismo a cierta forma nativa del fascis mo, los elementos bisicos de esa construccion se mantienen y se los encuentra alo largo de toda su produccién. Fundada en el pa- sado de sangre y en a estirpe, en el origen y en el culto a los mayores, esta ideologia refleje, antes que nada, las contradiccio- nes de su insercion en la socie- dad; transcribe en un ienguaje especifico un contenido social particular y a la vez expresa una ‘oposicién central entre concien- cia de clase y situacién social. Sobre ese eje se abren las con- tradieciones que el mito familiar viene 2 ordenar; lo que debemos retener es el hecho clave y espe- cifico de que Borges nunca ex- ccluye los contrarios, sino que los mantiene y los integra como ele- mentos constitutivos de su escri ‘ture. Para decirlo de otro modo: veremos que Borges cambia de lugar los elementos que compo: nen ese material ideoldgico, va lorandolos de manera distinta en distintos momentos, pero con- servando siempre los términos y el contenido de la contradic cién, A partir de ahi se pueden analizar los cambios, 10s cortes y la evolucién de la obra de Bor- ges y también su insistencia en los _estructuras sspeculares, la equivalencia, la identificacion de los contrarios, el oximoron, el quiasmo, la doble negacién. “El desarrollo historico no suprime esas. contradicciones (escribia un fildsofo aleman que amaba a He- gel) 1o que hace es crear la forma en que pueden desenvoiverse. No existe otro procedimiento para Héctor Piccoli La manera del agua estuvo siempre ye en el contorno de este cantaro la del aire en al velamen fracto del sauzal: tu sed es el ventalle ue reitera, la coextensiva referencia de las cosas. Y el deshojado indice en la pantalla cinérea? Lamano gualda y maltiple, del pronombre rupestre? En la soflams del zécaio ung mano (o una venatoria) deviene yacimiento, No se escinden asi las geminadas alas, el palimpsesto de! cielo. Una cintura, —sin embargo hacia le estrella querellante. y ei denuedo de enfrenta et prim se quiebra en el brocal er peligro tel reflejo Pero el vortice, el vortice que la presa acosada ha galopado hasta ‘wera de sin NO Se ve, se conjetura; ma es ésta la muerte? —Una veharada de mundo florece en fa lisura del instante no significado resolver las verdaderas contradic- ciones”’. Digamos que vernos ahi una ley pars analizar las relacio- nes entre ideologie y literatura en Borges (y no solo en Borges). Esto supone, primero, determi nar el modo en que fa literatura construye una forma para tratar de resolverlas. Hemes dicho que en ese doble linaje Borges encuentra el ambito donde se integran todos los anta- gonismos; pero con esto el and + lisis no hace més que comenzer. Debemos estudiar qué forma ti- teraria hace posible integrar ese conjunte de contradicciones, 0 mejor, analizar de qué modo la transformacion de ese material ideolégico determina las particu laridades de su escritura de fic- cin, La memoria y la biblioteca representan las propiedades a partir de las cuales se escribe, pera esos dos espacio: de acu mulacién son, a la vez, el lugar mismo de la ficcion en Borges. Asi, ese herencia doble no solo convierte la diferencia entre los dos linajes en el condensador de todas las oposiciones ideolégicas, sino que también las define for. malmente. Son dos sistemas de relato, dos maneras de manejar la fiecién, Heredero contradic- torio de una doble estirpe, esas dos ramas dividen formalmente a la obra. Por un lado aparecen una serie de textos afirmados en la voz, en el relato oral en cierta ética del habla, en Ia historia, en la memoria, en el culto al coraie, en el no saber, y que tienen ai duelo (es decir en Borges, la relacién entre el nombre y la muerte) como estructura funda mental; por otro lado, otra serie de textos afirmados en la lectura, en la traduccién, en la biblio teca, en el culto 3 los libros, en el saber, en fa parodia, y que tienen al apécrifo (es decir, ta relacion entre nombre y propie- dad} como estructura fundamen- tal, Habra que estudiar ahora los cruces, las relaciones, los inter cambios, analizar como, en esa oposicion, Borges reescribe ia historia familiar y al mismo tiem- po la degrada, esto es, ver como la Bscritura de ficcién de Borges se constituye, justamente, en el proceso de transformar esa ideo logia basica Rita Eder El publico de arte: ia En mayo de 1976, presencia- mos en la ciudad de México un fenémeno poco comin: una mul- titud formaba largas colas tras las, puertas del Museo de Arte Mo- derno, con el fin de lograr acceso a la exposicion de pintura del museo de L'Hermitage. La prensa se ocupé de fotografiar a los asis: tentes, dando prucba fisica de un pblico heterogéneo. El rotogra- bado de importante diario capita lino mostraba a un obrero de la construccion con las ropas man: chadas de pintura frente a E/ lau- dista de Caravaggio. A su lado, ocupada en la misma tarea con: templativa, se encontraba una se- fiora con todos los sintomas ex- teriores de pertenencia a la co- minmente denominada clase al- ta; entre los dos aparecian cua: tro nifios de escuela primaria, El hecho, tan sugestivo, entre otras razones, por la composicién del publico, se comenté como caso curioso durante el tiempo que duré la exposicién y no pasd a ser objeto de mayor considera- ccién. En marzo de 1977, este hecho ins6lito volvié 2 darse, con algu- nas variantes. La coleccién Ar- mand Hammer se presento en la sala principal del Palacio de Be- les Artes, pero esta vez la aflu- Con la colaboracién de Etia Espino- 20, Christine Frorot, Araesli Pico, Patricia Rivadeneyre, Lourdes Roma: no, Guadalupe Carrean y 1a del doctor Juan Blejer de la Universidad Auto nome Metropolitana de México. una encuesta 2Qué sabemos sobre el piiblico de arte en América Latina? encia de publico fue mucho mas significativa, En veintian dias, 170 mil personas lograron en- frentarse a las famosas pinturas y dibujos. La presencia del perso. nal de la Cruz Roja se justificd ante la espera prolongada de mu: chos presuntos espectadores que con una voluntad admirable aguardaban, bajo el sol, la opor- tunidad de entrar, EI hecho de que un conjunto de obras cultas fuese capaz de atraer tan vasta cantidad de gen- te por encima de una seria inco- modidad, cuando los promotores y creadores de distintas activide- des de esta indole se quejan de la falta de interés y asistencia por parte del piiblico, es en si una se- fial importante en un ambiente donde mucho se habla del pueblo yelarte En México existe desde los afios veinte un fantasma denomi- nado arte piblico, que en algunas raras instancias, gracias al apoyo de Vasconcelos, pudo cobrar real existencia en manos del movi- miento muralista. El muralismo ha sido sin dudael momento mas brillante de las politicas cultura les auspiciadas por el gobierno; propuso un proyecto de la popu: lari n_ de la pintura e intento el encuentro de las masas con su historia. Si bien el Estado express hoy la intencion de impulser un arte para todos, es importante aclarar qué encierra este concepto, ya que escasas veces hay una estruc nes visitan museos, galerias, exposiciones? Una investigacion sobre el piiblico, el las instituciones y el consumo de cultura gusto turacién conereta de tan impor- Tante proyecto. Lo que seria fundamental afia- dir a las repetidas declaraciones que postulan la integracién a la cultura de los marginados, pala- bra que frecuentemente forma parte del vocabulerio del nuevo régimen, seria confrontar los pro- yectos acerca de una politica cul- tural con su espacio histérico-s0- cial concreto, Cabria preguntar, sobre todo en un momento en que Ia cultura occidental ha sido cuestionada a fondo, qué se en- tiende 0 qué deberia entenderse en los paises latinoemericanos por ese concepto. El fenomeno Hammer permi- tid comprender ciertos aspectos de la organizacion de la cultura ‘en México, pero més importante alin es que podria servir para co: focer al principal protagonista del arte contemporaneo: el es- pectador. Sin conocer sus actitu- des frente al arte, es dificil for- mular politicas culturales que as- piren a Ir mds alld de la buena re- tencién para convertirse en ac- cién viva. Disefto de la investigacion En las siguientes paginas pre- tendemos adelantar parte de los resultados y algunas interpreta- ciones de la investigacion — en proceso" de andlisis — realizada entre el pablico que asistio a la exposicién Hammer. Para ello el 7 ‘aoaees, HEARED ae us LIBROS DE HISPAMERICA Maria Luisa Bastos, Borges ante In.riion angenting: 25-1908, p. Heman Vidal, Literatura hispano- ‘americana e ideclogia liberal: Surgimiento y crisis. (Una pro- lemiatica sobre la dependencia ‘en tomo a la narrativa del boom), 120 p. Saul Sosnowski, Borges y la Ca bala: La bisqueds del Verbo, 1209. Oscar Hahn, Arie de morir (poe- mas), Proiogo de Enrique Linn, 0p. Queda un numero reducido de ejemplares de! Anejo 1 de Hispa- mérica, Literatura latinoamerica- na ¢ ideologia de Ia dependen- cia, que puede ser obtenido con la Suscripcion al ano IV (1975) de la revista Suseripciones a Hispamérica, 19- vista de Iteratura, tres numeros por ano: Individuales: uSs 12.00 Bibliotecas: uSs 18.00 Patrocinadores: uSs 25.00 (sus ‘nombres son *mencionados. en Ja revista) TENEMOS NUMEROS ATRASADOS Toda la correspondencia debe ser dingida a Saul Sosnowski / Hispa- mérica 1402 Erskine Steet / Ta- koma Park, Md. 20012 / U.S.A FiSPAMEICA Medio por los cuales el pablico se enterd de la muestra Televaién, Television y periédico Radio-television y periosico Periddico Radio y television Tolevieian y amietadee Radio y periocico método utilizado fue la encuesta por medio de la entrevista perso nal, aplicada a una muestra de 355. asistentes. seleccionados al azar de cinco en cinco; hubo al- unas respuestas negativas asi co- mo la necesidad de saltar por en- cima de la enorme cantidad de niflos de escuela primaria que vi sitaron la exposicin. La entre- vista contenia 32 preguntas que fueron estructuradas de acuerdo con los siguientes supuestos: 1) La observacion no partici. pante, tanto en la muestra de L’Hermitage como en la Ham- mer, permitio suponer que se trataba de un piblico heterogé- neo en cuanto a edad, escolar dad, ocupacién y nivel socioeco- 76 2) Ante el hecho de una publi cidad masiva y altamente elabo- rada (los anuncios por la televi sin mostraban buenas tomas de las pinturas acompafiadas de un sugerente fondo musical: la radio apelaba a los no iniciados en el arte 2 disfrutar por medio de los sentidos, para 10 cual no era ne- cesario ningun conocimiento pre- vio), era posible imaginar que la ‘gran afluencia de publico se de- bid @ une difusién sin preceden- tes en el caso de un suceso de es- ta naturale 3,4) Otro factor que favore- cid ia asistencia 2 la muestra fue el prestigio de los nombres in cluidos en la coleccién Hammer, entre otros, dibujos de Leonardo da Vinei y Miguel Angel, 12 Juno. de Rembrandt y finalmente Go- ya, celebridades que pasan a for- “Tabla I, Distribucian por frecuancias de lor medios por {os cuales el piiblico que integra la muestra se enterd de ia exporicign 29 mar parte de la cultura digerida y que son mencionadas en los Ii bros de texto del colegio secun- dario, sobre todo los pintores re- nacentistas. Este supuesto parte de la idea de que la mayoria de los asictentes no se oncontraba identificada con el arte contem: pordneo, entre otras razones por la falta de una difusion efectiva de estas manifestaciones en el medio. Ello permitiria una cuarta proposicién: a menor grado de escolaridad, mayor identificacion con la cultura del pasado y me nor conocimiento de las vanguar- dias. Esta hipotesis ha sido com- probada en un estudio realizado en 1962 por Robert Escarpit (“Le imagen historica de la lite- fatura en les jovenes, problemas de saleccidn y clasificaci6n”, Li- teratura y Sociedad, Ediciones Martinez Roca, 1969), quien en una encuesta realizada entre jove- nes del Centro de Seleccion Mi- litar de Limoges, pretendia deter- minar la actitud de los mismos frente a la lectura. Escarpit, des- pués de procesar los datos de 4.716 encuestas, tlego 3 la con: clusién de que una visién activa de la literatura contemporanea aparecia en los niveles de estu- dios superiores, mientras que conforme descendia el nivel edu- cacional habia desconocimiento de las manifestaciones actuales y una preferencia por autores de los siglos XVIII y XIX. 5) La accién del arte culto so- bre las mayorias, en la medida en que éstas no tienen prepara- cién, se realiza en forma verti- cal, es decir, no hay una transfor- macion del enfrentamiento con el arte en experiencia, lo cual produce una aceptacién pasiva no critica de la cultura estableci- da o tradicional. 6) Los movimientos de van- guardie, sobre todo aquéllos que pueden calificarse como arte de participacién, podrian despertar por lo menos el mismo interés que la coleccién Hammer si el publico tuviese conocimiento de que existen y que a través de es- tas formas de arte habria la posi- bilidad de establecer una relacion horizontal, es decir, no recibir bienes de cultura sin los instru: mentos cognoscitivos necesarios y sien cambio hacer del arte una experiencia que es gestada desde el espectador. Descripcién del cuestionario La encuesta se compone de dos partes centrales. La primera seccién esta desiinada a averiguar las estadisticas vitales (sexo, edad, estedo civil, lugar de ori gen). Continda con la ocupacion, grado de escolaridad e indicado- res de status socioecondmico. A ello siguen tres preguntas sobre el contacto del publico con los me. dios masivos y el papel que éstos, en forma de publicidad, desempefiaron_para atraer a los espectadores. Todas ellas son pre- guntas cerradas. La segunda seccion, que se ini cia a partir de la pregunta 16, se concentra en las actitudes frente al arte. En primera instancia, se intenta sober si se trata de un piblico de arte consuetudinario, es decir, si los asistentes concu rren por ser individuos interesa- dos en el arte de tiempo atras © si un mecanismo extraartis: tico ha influido en tal de sion (vg. la publicidad). Poste riormente, se hicieron cinco pre- guntas abiertas sobre la exposi- cién en si, en términos de un criterio basado en el gusto y en la justifieacién del mismo. La co: leccin Hammer se componia de ‘obras cuya periodizacion ebsrce ba desde el Renacimiento hasta Picasso. Estas cineo preguntas cum plian un doble propésito; por un lado, averiguar el grado de acer- camiento del espectedor al arte contemporaneo y, por el otro, pulser si, dada la oportunidad, habria frente a los movimientos actuales el mismo interés mostra- do frente al gran arte del pasado. Las preguntas se dirigian aver guar si el pablico tenia conoci- miento de lo que era el impresio- nismo (el impresionismo, a pesar de pertenecer al siglo XIX, es identificado como arte nuevo), el arte abstracto, el pop, e! arte conceptual y, finalmente, si habia oido de’ un concepto que inclufa como ingrediente funda- mental la participacion del publi- co. Las preguntas admitian en es te caso la respuesta afirmativa, siempre y cuando el entrevistado fuese capaz de especificar lo que entendia por estos conceptos artisticos. Si la especificacion del entrevistado resultaba suficiente- mente dudosa la respuesta ser registrada como negative. Si en efecto tos espectadores no sabian de qué se trataban estos movi- mientos, de acuerdo @ conceptos previamente definidos, las Ocho encuestadoras explicdbamos al publico de qué s¢ trataba tal o cual menifestacin. El sentido de ello era preguntar después a un piblico con el minimo de infor. macion si le interesaria alguna exposicion de cualquiera de las expresiones plésticas contempo- raneas. Obviamente es dificil cuantificar el interés; sin embar- go, la respuesta frente a las especificaciones desperté una actitud atenta y, en la mayoria de los casos, olvidaban haber de clarado que sdlo disponian de cinco minutos para contestar y querian profundizar en las expli cacion Por ultimo, importaba averi. ‘quar qué clase de experiencia ha- Bia generado la vision de las fa- mosas pinturas de la coleccion Hammer, y con ello obtener una idea de ‘como conceptualizar el arte culto y qué vivencia era capaz de producir. Descripcién de la muestra: y anélisis de datos 1) Lo primero que emerge de la descripcidn de los asistentes a la muestra es la predominancia de una poblacién joven: el 47% varia entre los 18 y los 24 afios. En cuanto a dimension ‘ocupacional, el sector que apare- ce como grupo mayoritario es e! de estudiantes (36,9). en sequn- do témino el de profesionales (222) y en grado decreciente le siguen empleados administrativos (isa) y amas de casa (10,42), comerciantes (2,2%) y obreros (0.95). En cuanto a escolaridad, un 45,9 ha hecho algin estudio universitario. Estos tres datos en conjunto muestran una pobla cion joven, con un alto grado de escolaridad y en su mayorie es tudiantes y profesionales, lo cual implica que existe un publico homogéneo en contraposicién & la supuesta heterogeneidad 2) La segunda proposicion, que sugiere como factor funda mental Ia afluencia de! publico la muestra en virtud de la in tensa publicidad a través de los medios masivos y no necesaria mente por tratase de un pibli- co de arte ya formaco, es visible a través de la informacion que nos proporcionan las. tablas | y Il, La primera muestra que el 85% de los asistentes se enterd a través de la radio, Ia televi sién 0 el periédico, ya sea por separado 0 en conjunto. Sélo el 15% se enterd de la muestra través de la escuela o las amista des. Las tablas |, 11! y IV, com puestas por tres variables, mues tran respuestas 2 la pregunts Desde cudndo le interesa el ar- te? Un significativo 67,53 afirma interesarse en el arte desde siempre. La segunda columne re- vela una asistencia a las exposi ciones que, en su mayoria, no pasa en promedio de una o dos veces al afio. El 17,7% afirma he- ber asistido més de seis veces. Sin embargo, el 33,12, no <2 acuerda de ninguna, el 51,8% de algunas y solo el 10,1 # de todas. El nivel de discrepancia entre l2s res tables hace aparecer dudo- sa la afirmacion de que el arte le interesa desde siempre al 67.5%, pues revela un bajo nivel_de asistencia a las expesiciones. Ello Tepercute sobre la table | y hace suponet, en primer término, que en efecto el promotor fundamen: tal que llevé 2 una enorme canti 9 Tabla tt ‘Tabla ttt Table V Distrbucion de frecuanciat eine respuestas ala pregunta: ""¢Desde cused le interesa of arte?” Free, Free Ab. Rel Desde slomare 21 670% Hace pace: 103 290% No leinteresa 10 288 No contests 1 038 35 10008 Tabla V. Distribucién de los entrevistados en relacion a preferenciaz ‘por determinado estilo pietonico dentro de la exposicién Hammer en ‘ndmeros absolutos y relatives Free. Free Estilo pietorico abe ral Impresionista 9 26.7% Barraco (Rambranat Rubens) 0 Retrato (Stegeant) 46 Imprationiume y otro O38 Simmbeliame (Moreoe, Vae Gon, Gauguin) a aoe Rocaxd (Goya, Tiépolo Froponar) 2 59% otro 1 5.1% Serrace e Imoreticnizme 18 51% No contests 16 Paisaje (Corot) dad de personas a la exposicion Hammer ha sido el de los medios masivos de comunicacion y no el habito de concurrir a estos even- tos. La segunda inferencia posi ble a partir de las tablas II, III y IV consiste en que, confrontados los entrevistados con la idea de la funcién del arte con mayascu- la en su vida cotidiana, muchos 32 ven presionados, sobre todo traténdose de una mayoria de es tudiantes y_profesionales con al to nivel de escolaridad, a presen. 10 Dixteibuosén de frecuencia de a cespecificacion de expoticiones alas que ha aitido Free. Abs Noha asistigo 100 Ha asistio de una res voces 7 Haatietdo de custo ‘aes veces es A mie ce sie 6 No contest 1 mae Boe 79% 38 100.0% Distrinucién da trnouenciar det ndimare de exsosicones alas que he asisico los imac tne ion Free. Free. Abs.” Rel No seecverdede ninguna 135 38,1% ‘Se acuerda de algun ted 518% Se acuerda de todas 36 10.1% 355 100008 ‘Tabla VI. Distribucion de los entrevistados en relacion a su gusto artistico fuera de la exposicion Hammer Estio que més gusto tuera Free. Free, Gelaexposicién Hammer abs rel. Reracimiento eo 194% Impredoniano, 1798 No contesté 52 1468 owe 998 Barroco (Rembrands Rubens) 2 91% Peasso 2 78 Barroco ¢ Impresionieme wm 728 ‘muraliamo 1% 5a% ontemporanon 0 28% José Maria Velasco 7 205 Barroco @ Impresioaismo 3 378 Focoed 6 18% 385 100.0% tar determinada imagen de si mismos. Como afirma Irving Goffman, en La presentacién def yo en Ia vide cotidians, hay una Recesidad de definirse frente a los otros a través del juego de los papeles que la misma socie- dad 0 cultura dominante deman- da de los individuos, por medio de la imposieién de determinados valores. 3 y 4) El piblico (tabla Vv) prefirié en su. mayorfa los cus- dros impresionistas (26,7), en segundo y tercer término, con tuna easi igualdad de porcenta- Jes, hubo_preferencia_por las obras de Rembrandt, Rubens y Sargeant, que en conjunto suman casi_ un 30%. Practicamente es posible alinear a estas tendencias, puesto que el contacto con ei piblico permitié afirmar que ta les obras han gustado no tanto por razones concientes de estilo {por ejemplo, el claroscuro de Rembrandt a diferencia del natu- ralismo de Sargeant), sino porque se trata de retratos sumamente expresivos, género que por otra parte ha sido la tipica expresion de las naciones en formacién y ligado al nacimiento de la bur guesia (los ejemplos sobran, ef retrato individual y de grupo en los paises bajos durante el siglo XVII, el retrato inglés durante 1 sigio XVIII, al igual que en los Estados Unidos durante esta 6po- ca). Cuando el piiblico se referia a la Juno de Rembrandt no veia la personificacipn mitolégica sino el de “una sefiora a la cual solo le falta hablar para ser un perso- je vivo". Similares comentarios 3¢ hicieron acerca de los cuadros, de Sargeant. Pintores mas cerca- fos a la época contemporanea, ‘como Moreau, Van Gogh, Gau- guin, Chagall ‘y Modigliani solo gustaron al 10% del publico. El caso de Moreau es interesante puesto que es desconocido para el gran publico. Aqui pudo haber influido el hecho de ser la prime- ra pintura con l2 cual el publico se enfrentaba y, en segundo tér- mino, el aspecto, podria decirse, un tanto de cuento ilustrado que caracteriza algunos cuadros de Moreau. Recordamos el caso par ticular de una entrevista a una sefiora que venia de provincia y que sélo habja Ilevado medio curso del primer afo de la excue a primaria; ante la pregunta de cudl obra le habia gustado més respondié literalmente: “un cua: dro pequefio donde se ve un se fior sembrando, esté al lado de un cuadro que se llama el hospi- tal, y me parece que dijeron que el sefior que lo pintd se lle: ma Vicente, yo también siembrd, ‘me gusto por los colores, se anto- ja bordarios”” El bajo porcentaje de interés en el arte de nuestro tiempo, me- TABLA Vil, DISTRIBUCION DE FRECUENCIAS DE ESCOLARIDAD EW RELACION A PREFERENCIAS ESTILISTICAS (DATOS PARCIALES) Numero de casos © por tenglén % por columna total Escolaridod Impresionisme Primaria no 90 termina oo 00 xs ___ op Primaria 3 completa 384 4 : 1 Secundaria no ? ‘erminaga 29 2 Jo seria) ee Seconda a completa 198 93 23 14 rerminaa 208 144 20. Preaaratona & Sree 938 82 23 Universidad ve zs fovminads 239 237 65 30 Tabla VIII. Distribucién de los ‘entrevistados on relacién 2 fa obra ‘que menos gusté de Ia coleccién Hammer, en nimeros absolutes y relativos. Fre Free Ober quemencsausio abs ta. Todo le gute 20 Otro 70 Bosaueos de Gauguin 60 No be 99 Impresioriomo 4 116% Cortantas independiente: {Chogal, Mesigiion «39-110 No content 16 48t 365 10008 Baroee Reveto Simbotine (eeeecerY —_(Sarpean) (Morea! 4 A 9 125 83 88 o os 1 1 21 4 33. 6 we 25 2 09 as oo bs 89 £ 83. 0 2 be as 208 Bi oa 2a 83 58 fies ets 2 6 és 33 188 23 20° z Nos conocido que el impresionis- ‘mo (salvo el caso de Van Gogh), pareciera contradecir la tesis de Escarpit, posiblemente vélida pa- ra la sociedad francesa. En Méxi- co no se da neceseriamente la relacion entre mayor escolaridad @ inclinacién por las expresiones culturales mds cercanas a nues- tro tiempo. Si bien el publico era funda mentalmente universitario, las ‘observaciones de campo denota- ron una precaria comprension y conocimiento de la pintura. Ello puede deberse @ varios © lice ciones que tienen que ver con la discutible relaciOn, en ta sociedad mexicana, entre el acceso a le universidad y el acceso a la cul- tura oficial o establecida. Esta aseveracion es dificil de cuanti- ficar, pero se podria arriesgar la observacién de que en México se ha producido un rapide proceso de movilidad social vertical, que ha posibilitado el acceso a cier- tos bienes y privilegios que ofre uN ce la sociedad, tales como Is edu- cacién universitarie, a sectores de poblacién que tradicionalmente estaban marginados de esta posi bilidad. Sin embargo, no olvi demos que la politica educacio nal en México se ha ceracteriza- do por la resolucin de proble- mas de las masas desprovistas de educacién, pasando a sequn: do término la calidad de la mis- ma. Ademés, es necesario tomar en cuenta que la familiarizacién con las expresiones artisticas cul- tas, por su mismo caracter poco abierto, reforzado por la particu lar manera de su distribucién, es un proceso que no sdlo depende de la escolaridad formal sino de una cierta tradicién que se trans mite via familia y medio social; condiciones que estarian ausen- tes en un proceso de movilidad ‘ascendente més 0 menos intensa. Esta afirmacién acerca del escaso conocimiento del arte contempo- réneo se veré reforzada por la tabla VI, puesto que la pregunta acerca de los estilos preferides, independientemente de los pre- sentes en Ia coleccion Hammer, arroj un 19.4% a favor de los maestros del Renacimiento y, nuevamente, una preferencia por los impresionistas (17,9). En cuanto @ manifestaciones con- temporéneas, el 7,5% se inclind por Picesso y el 2,8% por la pin: ture mexicana contemporénea. 4) Al realizar el cruce de Zz variables entre escolaridad y pre- ferencias estilfsticas, el 53% de universitarios se inclind por el impresionismo. Se podria pensar que Ia exposicién contenia pocas manifestaciones més contempo- réneas, pero al realizar un segun- do eruce de variables entre prefe- rencias, independientemente de la expasicidn y escolaridad, tos maestros del Renacimiento y el mayoria, el porcentaje de prefe- encia por el impresionismo lo dieron quienes habian realizado estudios universitarios, mientras que el de maestros ‘del rena: cimiento procedié del publi co, cuya escoleridad no fue més alld de lz preparatoria. EI conocimiento de la contempo- raneidad se objetiva en Picasso, preferido por aquéllos cuyo nivel era de secundaria y preparatoria, lo cual sugiere que Picasso ha pa- sado a formar parte de la cultura digorida. 5) La accion del arte cultoso- bre las mayorias, en Ie medida en que éstas carecen de preparacién, actiza en forma vertical, lo cual, entre otros efectos, es visible en la aceptacion no critica de ta cul: ura establecida, Tal afirmacion Puede corroborarse en la tabla Vill. En ella aparece un grupo que conforma el 22,5, que afir m@ que todo lo que vio en la ex posicion Hammer le gusia; si a ello afadimos un 4,5% que no produccion cultural y la literatura dedicada a los nifios. Serd registro y sistematizacion de informaci6n para padres, educadores, psicdlogos, artistas y escritores. contesté y un 13,8% que no sa- bia, cabria la interpretacién de que un 40% del piblico acepté pasivamente la exposicion y, por otro lado, estas cifras podrian indicar un desconcierto frente al prestigio que acompafia a las grandes obras, que les inhibe en la respuesta. Las dos posibilids- des apuntan a un mismo proble- ma que esté relacionado con el no cuestionamiento de la cultu- ra oficial. Este punto de vista se complementé con los datos que aparecen en la tabla IX: la mitad de! piblico hablé de una sensacién de transformacion de si mismos por haber estado en contacto con una actividad “’su- perior’’. Se hablé de “ilumina- cién interna”, de tener “mayor forteleza pare soportar la fealdad de la vida’. Todo ello no puede dejar de provocar una asociacion con el papel sustitutivo que el ar- te asumid con respecto a le rel gién en el siglo XIX. Sélo un es caso 15% se animo a realizar algtin tipo de critica a la exposi- cién, del cual un 7.7% (casi to- dos los interesados de aspecto modesto) tuvo la necesidad de confiar ¢ las encuestadoras que se daban cuenta de que todo esto era muy importante pero no en- tendian nada y hubiesen deseado una visita guiada con un vocabu: lario que pudiesen entender. 6) La idea de que los movi- mientos de vanguardia podrian EL LORO PELADO, revista trimestral con secciones fijas sobre literatura, mii teatro, titeres y libros para nifios, Suscribase 4 niimeros, en Argentina: 12.000 $ en América: uSs 12 y us 18 Por correo aéreo ‘en Europa: u$s 14 y uSs 20 por correo aéreo Cheques o giros a Pablo L. Medina, Venezuela 3029, 1211 Buenos Aires —_ despertar el mismo interés que la exposicién Hammer si los espec- tadores tuviesen conocimiento de ellos, y de una posible relacion horizontal con el arte (implici ta, por ejemplo, en el concepto Ge arte de participacion), integra parte de los resultados de la en: cuesta. Una actitud mas abierta, donde mejores relaciones se esta- blecieron con el espectador, em- pez 2 partir de les cinco pregun- tas dirigidas a ponderar los cono- cimientos del arte contempo- réneo, proceso ya descrito cuan- do se hablé del sentido y forma- to de la encuesta. La explicacién del significado de cada_movi- miento a los 355 casos despert6, por lo menos en el 90% de los mismos, una atencion seria. De- seaban prolongar la entrevista ¥ hacer preguntas con respecto a la exposicion. La razén de ello es comprensible: el arte culto, pero sobre todo la pintura, es estruc: turalmente complicado, necesita de una serie de conocimientos para ser descodificado. Tal como el arte y {a cultura son distri- buidos, ya sea en forma privada 0a través del Estado, pasan al conjunto de la sociedad como una experiencia inasible. El corto tiempo que permanecimos con la mayoria de los espectadores les proporcioné, momentaneamente y, Si se quiere, superficiaimente, algunos instrumentos de com- prension. Si bien después se les interro- 96 sobre qué tipo de exposicion Gesearian ver en un futuro cerca no, el 32,1. se pronuncié por el impresionismo, el segundo por- eentaje fue a favor de un arte de participacién, concepto que im- plica la integracién activa del espectador. Observacién final EI anédlisis de los datos par- ciales de esta investigacién repre- senta un intento por conocer al piblico de arte en México, sus actitudes y opiniones en rele- cion a distintos movimientos ar- tisticos, su conceptualizacion de! arte y su posible receptividad frente a movimientos de vanguar- dia que proponen un cambio en ta experiencia estética. TABLA 1X. DISTRIBUCION DE LAS PERSONAS ENTREVISTADAS EN RELACION A SU IMPRESION DESPUES DE HABER VISTO LA EXPOS! Impresion después de haber visto Ia exposicion rte como actividad superior ‘Arte como actividad superior y motivadora Arte como actividad superior y motivadora de inquietudes y ot10 Decepeian por la organizacion de a exposicion Decepcién por la falta de orientacion \Valoracién de fa asistencia de las capes populares La exposicién como muestra de inquietudes artisticas Arta como actividad superior y valoracion de la existencia de las capas populares Frecuencia relativa 77 19,95 7 105% 43 135" 2 77% 4 68" 18 50% 13 35% n 31% 355, 100,0% aa ee ee ee Daa UES ae aE RR we TABLA X, DISTRIBUCION DE LAS PERSONAS ENTREVISTADAS EN RELACION CON EXPOSICIONES DE ARTE CONTEMPORANEO UOTRAS A LAS CUALES LES GUSTARIA ASISTIR Exposicign ala que le gustaria asi impresionismo Arte de porticipacién Arte abstracto ‘Arte abstracto.e impresionismo Arte de participacion y otro Los grandes maestros (Rembrangt, Leonardo, etc.) No contest Arte pop Arte conceptual Arte pop y otto. Arte conceptual y otro Frecuencia Frecuencia absolute relativa 114 32,18 47 1335 30 83 19 sas 19 Sat 16 45% 13 are 10 28% 10 23% 8 23% 6 % 365, 100.0% Ste 8 eS ee Para conocer al espectador, ser que finalmente ha recobrado im- portancia, no sélo desde el punto de vista Social sino como parte integral del proceso artistico, es- te trabgjo intente desarrollar me todologias de investigacion que no son de uso comin en Ia histo del arte. Sin embargo, estos procedimientos resultan indis pensables para el estudio empi- fico del piiblico, del cual tanto se ha hablado, a nivel t26rico, en Ios dltimos tiempos. El interés en el publico, por parte de algunos artistas, provie- ne de una redefinicion de la fun- cidn del arte y la cultura, que por principio rechaza la relacion puramente contemplativa entre espectador y obra. Se trata en este caso de un proyecto mas am- Dicioso que intents franquear la separacién entre objeto y retina para dar lugar a una participacion activa y liberadora, Las necesidades de investiga cién que siguen a este primer tento, es la realizacion de estu- dios comparativos que permitan conocer en forma global al pi blico de arte en México, para con- cebir en forma realista proyectos colectivos respecto a las distintas manifestaciones culturales. Un piiblico que pueda hacer de su enfrentamiento con el arte una experiencia critica es factor fundamental en la integracion del viejo proyecto del Nuevo Hom- bre, idea que historicemente per- tenece ‘al nuevo mundo y objeti- va la conflictiva rélacion de América con Occidente. 13 Andrés Rivera La suerte de un hombre viejo Andrés Rivera, nacido en Buenos Aires en 1928, 5 uno de los narradores més importantes de su goneracién. Publicé dos novelas (E! precio; Los que no mueren) y cuatro volmenes de cuentos entre los que se destaca Ajuste de cuentas (1974). Ha terminado una novel: El verdugo estd en el umbral, y un libro de cuentos al que pertenece al ralato, adito, que aqui presentamos. EI hombre viejo seguia despierto, como tantas otras naches. Despierto y mas cansado de lo que es- tabe dispuesto admitir, Prendié la luz del velador, mir6 el reloj, se puso una bata y busc6, con la vista, un libro en'ta biblioteca. Al demonio, se dijo, los lei todos. Comenzé a vestirse. Saldria @ dar une vuelta. Unas cuantas cuadras, 2 buen paso, quiza le ayuda- ran a dormir un par de horas. Caminé por el pasillo iluminado rumbo a los as- censores, La puerta de uno de ellos se abrié y une mujer joven y alta lo observé sorprendida. —Buenas noches —dijo ella, ~-Buenas noches, seforita —respondié el hombre viejo, deteniéndose. ~Perdén, sefior: éva a salir? El sonrié cortésment: “Si... . Espero no molestar a nadie con eso. —Oh, no —la mujer no advirtié la mordacidad de Ja observaci6n. O prefirié no reparer en ella—. Creo que no, Pero esté lloviendo muy fuerte, —éLlovienda? La muchacha —porque la mujer joven y alta era, para el hombre viejo, una muchacha— se contem plé y largé una risita, —Claro, yo no me mojé: me trajeron en auto, ENo oy6 los truenos? —No. Feliz de usted, sefior: debe tener buen suefio. ilmente: —Ojalé lo tuviera, No... —Se detuve: no con vertiria su insomnio en tema de debate piblico- Eso si: no of los truenos. Adios. Y gracias. El hombre viejo entré al ascensor y cuando. se a cerrar la puerta, la muchacha lo llamo. “Si —dijo él —Lleve un impermeable. O un paraguas. ~Es cierto ~-dijo él—. Me olvidé, Buenas noches, sefiorita. Y gracias, una vez mas. E| hombre viejo se dirigié hacia la puerta de su departamento, pensativo. Oyé que la muchacha ce- rraba 12 puerta del ascensor y, luego, sus pasos en el pasillo. Usa tacos altos, se dijo. 4 —éMe aceptaria una taza de café? muchacha, EI hombre viejo se volvi6, la cara sin expresin, y la mir6. Es bonita pensé. —Té, sino es demasiado pedir. El desandé sus pasos e imaginé velozmente el de- partamento de la muchacha. Cortinas, sillones de color claro, cosas tiradas aqui y alli, el televisor, platos sucios en Ia pilets de la cocina, nada de bros, nada de cuadros. La muchacha prendié la luz ¥ el hombre viejo comprobé, con cierto asombro, que se habia equivocado a medias. El conjunto pa recia limpio y calido. Estaban los sillones de color claro y las cortinas, y el televisor, pero también un jarrén con flores, sillas solidas y nuevas y algunos posters inquietantes, y un tocadiscos y unos libros ~ después se entero que eran manuales de gimnasia yoga-- sobre una mesa baja Pongase comodo, sefior —dijo la muchacha~ Me cambio en un minuto y estoy con usted. El hombre viojo se quité el cobretodo, io colgé en un perchero, leyé el titulo de uno de los libros Y paso un dedo por la mesa. No encontro una gota de polvo. Entonces, confiado, se reclind en el divan, : La muchacha reaparecié con una bandeja, dos vasos y una botella. Vestia un pantalén vaquero, que le mercabe la curva de los muslos, y una blusa celeste y calada, de mangas cortas. Llevaba el pelo =rubio, lacio y fino— partido en dos bandas y ata- da, cada una de ellas, con una cinta roja, En Ja nuca le brillaba un vello dorado. No usaba corpifio y los. pechos, firmes y elésticos, oscilaban bajo la tela delgada y transparente. El’ hombre viejo no se it muto: ella estaba en su casa y no seria él quien le fijara normas de buen gusto. —éUn whisky? —le pregunté la muchacha, Por favor —exclamé el hombre viejo—, Slo tomo una copa los viernes, cuando abandono la oficina. ‘ La muchacha déposit6 1a bandoja en la mesa baja, se sento frente a él, y sus ojos, de un azul pélido, lo examinaron, pregunté ta 2Usted es banquero? —¢Banquero? —repitio él, dandose tiempo para . Banquero, pero también duefio de tierras, empresas inmobiliarias, ganado de raza, uns fabrica de fertilizantes, y un titulo de abogado —el primero de su promocion— que le ser via para organizer. con prudencia y exquisitez, la Tiquidacién de sus'impuestos. La lista, que incluia luna profusa cantidad de sociedades que se ocupa: ban de la salud y la moral de los desvalidos, era de- masiado extensa como para ser preciso, como para no incurrir en una laboriosa enumeracin que ter- minaria asemejandose a una obscena complacencia. —Digamos que si --acepté el hombre viejo, resig nado--, Digamos que soy banquero. No da esa impresion. —Caramba. éPor qué? El aspect Dios, se anticipé é1, ella cree que los banqueros son unos individuos gordos con un habano atorni Ilado a los tabios. La muchacha le parecié algo ton- tz. No, tonta no. Simple. El hombre viejo tendia a opinar’ de los demas, por principio, en términos condescendientes. Era répido para juzgar. Se vana. gloriaba intimamente de ello: sin esa virtud no se- Tia, hoy, un hombre rico, ni podria imponer su vo luntad a quienes lo rodeaban. Le producia un agra- do sensuel desconcertar a sus colaboradores con sus fulminantes aciertos. Y se deshacia con un gesto de fastidio de las alabanzes que le prodigaban, Ningu- no de ellos era capaz de sobrellevar, decorosamen te, una conversacién que durara mas de diez minu- tos. Por eso, iba solo al cine o al teatro, de pesca 0 de caza, 0 detestaba a Joyce en silencio. Y usted, sefiorita, y perdone mi indiscrecién, éde qué se ocupa? —pregunté el hombre viejo. —Hago strip El hombre viejo alz6 la cabeza y chocé con la mirada azul pélido, orgulloss y tal vez burlona. De- cidio que la muchacha no era del tipo que un ru: fin, embutido en ropas demasiado estrechas, pu: diera n anejar. O quiza se dijo~ los rufianes esta: ban fuera de circulacién o no se vestian de la mane- ra que él imaginaba. Quizd deberia revisar sus da tos. Quizé fueran penosamente anticuados. Suspi 6 levemente: le quedaba poco tiempo pare averi- ‘querlo, Para averiguar nada. La muchacha terminé su whisky y le pidié que Ja ayudara a poner la mesa. ‘Va a cenar? —pregunt6 el hombre viejo —Siempre ceno a esta hora --dijo la muchacha. Pero tengo suerte: como de todo y mantengo a si lueta Entre un vigje y otro a la cocina, 1a muchacha trajo_unos individuales de plastico, platos, .cubier tos, una fuente de carne fria, una ensalada de apio ¥ nueces, uns botolla de vino. =Me va a acompafiar, —afirmé la muchacha. —Lo siento. . —Puse a calentar ravioles: son de primera, se lo yuro. =No lo. dudo, pero yo cené a las ocho de la noche. —Pruebe unos ravioles: @ tuco es de la casa —in- sistio la muchacha, pasandole un plato. Usted es irresistible. Ella se =Ne es el primero que lo dice. isi? La muchacha sirvid vino en los vasos, y le conto ‘que su trabajo comenzaba cerca de medianoche. Se apagan las luces del local, dijo, salvo un foco que la sigue por el escenario, encerréndola en una capsula bianca y fria. Una bateria oculta lleva el ritmo y el sonido metilice de los platillos marca la caida de Jas gasas, el contoneo del cuerpo, la morosidad mi- nuciosamente calcuiada de los movimientos. Eso era todo, pero la dejaba exhausta. Y con hambre. Menos tal, agregé, que le daban franco los lunes. Dormia el dia entero, como una santa. Cuando concluia el espectéculo, alguno de los asistentes “sefiores muy series: jueces, funcionarios, ejecuti vos— la llevaba en auto hasta el departamento. A veces, ella lo invitaba a compartir su mesa. —Brindemos —propuso la muchacha. El hombre viejo, que la escucho con una avida pero, a la vez, recatada atencidn, levantd su vaso. Por la lluvia —dijo ella. =Y por los ravicles —completé él— que son ex- celentes. —Por la lluvia y los ravioles. éTiene familia? —pregunté la muchacha El hombre viejo contemplé cuidadosamente su vaso y dijo con voz queda: ~Soy viudo hace quince afios. —€Y sus hijos? ‘A algunas personas se les puede formular esa pre- gunta. Es lo que hizo la muchacha con el hombre viejo. : =A uno, el mayor, lo mataron —respondié seca: mente el hombre viejo. La muchacha escruto le cara flaca del hombre viejo, y esperd. No era uno de esos sujetos que gus: tan darle a la lengua por el solo placer de juntar sa liva en la boca. Ni tampoco uno de es0s aficiona- dos @ susurrar historias macabras, cuyas referen- jas se perdian en una vaga marafa de alusiones 2 informantes borrosos y a circunstancias dudosas, Entonces, ella esperd. YY el menor --continud él—, que es doctor en fi losofia, vive en Francia—. Trabaja en la Renault. La muchacha valvié a llenar los vasos y el hom bre viejo vaci6 el suyo de un trago, preguntandose si no habia ido demasiado lejos con esa desconoci: da. Frecuentaba I2 iglesia, desde hacia dos afios. Iba a la primera misa de la mafiana, antes de ini- ciar su labor en la oficina (el hijo menor Ilamaba bunker a la oficina en sus lentas cartas. Las disper: sas excentricidades que las recorrian 0 me inte- resa sucederte en el trono”, para citar la mas atroz— le provocaban. al padre. una ira helada y opaca). Y se confesaba una vez al mes. Declaraba aquello que consideraba imprescindible: podia aho- rrarle a Dios la fatigosa tarea de ocuparse de la ba: sura hedionda que Segrega un hombre a lo largo de su existencia. Por lo demés, estaba convencido que su vida era tan recta como una linea trazada con 5 regia T. Y que El amaba la geometria. Pero sabia (0 intuia) algo: lo heredarian un montén de initiles —primos, cufiados, sobrinos cuya mayor ambicién era jugar al polo con e! mi- nistro del Interior. La muchacha le sonri6. Brindo por usted —dijo—. Usted es un hombre fuerte. —Oh, muchas gracizs el hombre viejo también sonri. Sontefa feliz y despreocupadamente, como no lo habia hecho en afios, El mundo que habitaba pa recia tan distinto del mundo armonioco y estable que lo vio nacer como un perro rabioso de una ge lina de corral. No se rie 0 se rfe en escasas opor- tunidades— en un universo de perros rabiosos. Po- dia probario. Lo que no podia probar, en ese mo mento, con Ia misma firmeza, era que solamente el vino le proporcionara esa alegria petulante e indescifrable. —Le caliento el té —dijo la muchacha, —No —no —no. Si -si-si EI intenté levantarse y, para su sorpresa, las ro- dillas se le deshicieron y’ unos circulos luminosos le estallaron en los ojos, y se desplomé, nuevamen: te, en el divan. —Qué veraiienza —musit6 gravemente el hombre viejo—. El alcohol y el tabaco son vicios desprecia. bles. Discdlpeme. La muchacha se tap6 la boca con las manos y anogo una carcajada. El esfuerzo le hizo subir una oleada de sangre a la cara El hombre viejo agité un dedo: —Se lo digo yo: usted es bonita. La muchacha, delicadamente, pasé un brazo de él por sus hombres y lo tomé de la cintura, murmu- randole palabras consoladoras al ofdo, cuyo senti- do é! no logré captar. Era, se le antojé, el lejano ru- mor de un riacho serrano. La lengua le pesaba y una niebla blanda crecia en su cabeza. La mucha- cha lo condujo al dormitorio, lo senté en la came y fo desvistio. Las sébanas eran frescas y olian a sol, Ella lo tap6 con una frazada, El hombre viejo pens6i esta chica, sea lo que fuere, eso mas diver: tido que conoci nunca. Después de un rato, ella se aeosté a su lado. El sintié que el brazo redondo y perfumado de la muchacha le rodeaba el pecho y sospechd que habia encontrado el remedio ideal Bara us noches sin sueto, Cerrd los ojos y se jurmid. Cuando desperté, avanzada la mafana, su men te comenz6 a funcionar con |a lucidez implacable de siempre. Se deslizé de la cama y observé a la muchacha. Tenia las piemnas encogidas y emitia un suave ronquido al respirar. Supuso que en Ia oficina estarian alarmados por su ausencia, El llamaria por teléfono, pare tranqui- lizarlos, y soltarfa, negligentemente, dos o tres frases ambiguas. Se persuadirian de inmediato, que acababa de poner fin a una transaccion alte mente provechosa. El hombre viejo odiaba mentir. Se terminé de vestir. De su cartera extrajo dos billetes de un millén de pesos y los colocé ala vis ta, desplegados, en la mesa de luz, sujetos por el pie del velador. Se cercioré que no dejaba nada suyo en el cuarto y abandoné el departamento en puntas de pie. Novedades BRUGUERA El estilo de una editorial son sus libros. En esta oportuni dad, editorial BRUGUERA in- cluye en su coleccion de bolsi- Wo las retlexiones del peruano Mario Vargas Llosa sobre Gustave Flaubert. Pero tam bién LA ORGIA PERPETUA implica la actitud de Vargas ante su propia obra y la litera- tura en general. Por otro parte, LA LLAVE DE CRISTAL aparece eri nueva y cuidads traduccién. Y, LOS ULTIMOS CIEN DIAS incorpora, en dos importantes volimenes, una ‘obra clave en la historia’del nazismo. LIBRO AMIGO PARA LOS AMIGOS DEL LIBRO EDITORIAL BRUGUERA ARGENTINA SAFIC H Yrigoyen 646/650 - Buenos Aires CATALOGOS SRL Distribuidora de libros Importacién/ Exportacion Libros de Espaiia y América Latina Solicite por correo Listas de nuestro fondo en distribucién a: CATALOGOS S.R.L. Avenida Independencia 1860 - Tel: 38-5708 (1225) Buonos Aires, Argentina. CATALOGOS SRI POESIA NO ES VERDAD Raul Vera Ocampo Raul Vera Ocampo nacié en La Rioja, en 1935. Publicé Sisifo (cuentos) en 1963; El misterio y les formas (poesia) en 1968; Santuarios y otras conversiones (poesia) en 1975. “Mis anteriores poemas eran més cerebrales y elaborados que los actuales. Aquel mayor rigor en la forma dejé paso ‘a un lenguaje mas directo y coloquial, —dijo a Punto de Vista Vera Ocampo, definiendo su poesi que trata de aprovechar la infraestructura anterior, | constructivismo de mis primeros tiempos. Por otra parte, creo que actualmente en la Argentina existe una continuacion de linea surrealista, otra vertiente neorroméntica y por ultimo, una poesia vanguardista ‘con buceo en Io popular y un lenguaje que apela a la recuperacion urbana (© suburbial, segin los casos”. En el curso de 1979, las editoriales Sudamericana y Monte Avila respectivamente editaran dos libros de poemas de Vera Oca) Cancién natural y Profesion antigua. Radiogratia de la pampa Las penas son de nosotros Jas vaquitas son ajenas poder endilgar cualidades a al etazo lan0 que afioran literaturas, figuras salvajes ‘animales casi domésticos de maravillosos reflejos en un mundo colarida y 10}0, tefiido de rojo ‘por insgnificantes pérdids de hombres torpes, aferrados ‘asus chozas. animales torpes Tigadosa manadas de dos a cuatro fpatae que fueron carne, cvero. leche, corraies, sladeros, tamibos, tabricas, estancios, tindse, ‘emporigs del hambre, del consumo ‘monopolios, extétice el color pprimario del verde al rojo ene pijaro exdtico que dio supprimer grito flano fen eso plano que crearon pampa ‘que soné lado, que cri6 oro que vistié carne, que hurgd del plano al metafisico cielo del mai que no hace mal a nadie, s6lo a pocos ‘muchos que insisten traer, ser ‘obstinaciones, creencias raras ‘que no estén calculadas téenicemente probadas en el plano HNano del negocio hecho y qué torpes salvajes tratar de volver a insist sin saber que va la conquista pas6 y el orden no altera las muertes, los vientres, Jas cosechas obsequiadas por esas manos torpes a sabios técnicos que siguen -adoran— llamar al plano llano pempa Convierte esta tactoria motales, piedras, huesos ten cristales, joyas, picles. pparajes Giles de temperancia descansada para hui de la barbarie, lucha cruenta dela mata vida nabida por ignotos sores que pretenden, asic, beber, sentir. gozar idénticos placeres técnicos Creados por doctores, maquinistas, cientificos, ecnomos dela profesién dificil de producir piramidal, cesequilibradamente {el fruto unico de pocos la misaria plana de muchos que en el llano persisten vyuslven 3 llamar pampa, No quede remedio después {de creer consejos hondas vertir fen vacias odres que torpes: ‘consigan llegar a saber donde caer. dormir, morir ‘que es Gtil estar donde Dios resignarse manda apilar saNacion, oracion, consejo, destine febril que en el piano. ltano del desconsuelo vela la placa radiogrética, ves la tapa cruenta que cierra ‘esa mano ajena de pocos Yy eacala on vértigo miserias raidas de muy hondo para abrir lan plano, la desgracia intense, la despensa indigna que subleva los vientres hasta explotar'la pampa. 7 LIBROS La neurastenia de Franny el budismo Zen de Zooey Jaime Rest J.D. Salinger, Franny y Zooey. Traduccion de Pilar Giralt Barcelona, Editorial Brugue ra, 1978. 174 paginas. J.D. Salinger nacié en Nueva York en 1919. Se inicié en la na- rrativa escribiendo algunos cuen tos en la década de 1940. En 1981 alcanzé la fama con su dni ca novela, The Catcher in the Rye, que suscité amplio interés de la critica y muy favorable re- cepcién de los lectores, conver. tida en uno de los best sellers més vastamente elogiados y de mayor aceptacién en les Estados Unidos. La anécdota versaba so- bre ta experiencia de un mucha- chito que se fuga para descu- brir vida marginal de una gran ciudad y finalmente regre- $a a su existencia cotidiana. El impacto producido por este rela- to, que en virtud de su organiza: cién admite ser considerado “pi caresco” (es decir, itinerante, epi sédico), cred inmensas expectati vas acerca de la futura trayect ria del autor, A la larga, inclusi- ve sus admiradores se han sentido un tanto decepcionados: Salinger no eseribié una segunda novela —Io cual no constituye en modo alguno una limitacion artistica— y_gradualmente, lo que si es sig nificativo, se ha ido internando en una suerte de penumbra, cu- yos alcances manifiestos se acen- tuaron desde la segunda mitad de la década de 1960 en razén de 18 la escasa 0 nula difusion de nue- vos textos. En los medios acadé- micos norteamericanos, especi mente entre los egresados jovenes que buscan un tema novedoso de tesis doctoral o intentan escribir un paper para alguna revista uni: versitaria, se ha percibido un cre- ciente desencanto entre sus lecto- res més incondicionales y la con. clusi6n inevitable de los trabajos aparecidos sobre la obra de Salin: ger casi siempre consiste en que todavia es necesario esperar para formarse una opinion definitiva A todo esto, Salinger ha Ilegado a los sesenta afios, edad en que Faulkner y Hemingway ya ha bian publicado toda su produc: cién memorable y en que F. Scott Fitzgerald hacia més de quince afios que estaba muerto. Por cierto, durante unos diez afios, a partir aproximacamente de 1950, Salinger desarrollé una intensa labor como cuentista. En este aspecto, su actividad més sostenida y de mayor continui. dad ha sido ia llamada “Sage de los Glass”, una serie de piezas auténomas pero que se relacio- nan entre sf a través de persona. jes y episodios y que refiere las peripecias de un grupo familiar radicado en Nueva York, consti- tuido por los padres y siete hijos, entre los cuales dos de estos il timos han muerto, uno al cabo de la guerra con Japén y otro que se ha suicidado. La primera contribuci6n a este ciclo apare- ci en 1948 con el titulo de A Perfect Day for Bananatish: a és ta siguié un abundante conjun- 10 de narraciones protagonizado por los mismos personajes, que cabe mencionar principal: mente dos piezas aparecidas en 1955 (Franny y Raise High the Root Beer, Carpenters), una en 1957 (Zooey), otra en 1959 (Seymour: An’ Introduction) y una més en 1965 (Hapworth 16,1924). En su mayoria, estas composiciones se difundieron originalmente en la revista New Yorker y luego han sido colec cionadas en sucesivos vollimenes. Por la unidad que existe entre las dos narraciones que lo inte gran, se justificaria considerar que el volumen formado por Franny y Zooey es una sequnda novela, de extension tal vez ané- loga a’ The Catcher in the Rye. En general, Salinger ha sido considerado un tipico represen tante de la literatura de imaging ion que se vincula al New Yor ker, revista que no apunta a un sector minoritario intelectual (como los little magazines) sino que se dirige a un publico de alta clase media, vasto, con elevada capacidad consumidora y mani- fiesta rivalidad entre sus miem- bros en el afén de estar é /a page. El New Yorker ha tenido deste eades colaboradores y su seccién de critica literaria estuvo por mu- cho tiempo a cargo de Edmund Wilson, uno de los més ldcidos comentaristas de nuestro siglo; pero la condicién indispensable que tienen los materiales incor- porados @ esta publicacion es la inmaculada perfeccién formal. Esto es evidente en la obra de Salinger, en la que ninguna pala- bra se halla fuera de lugar, asi como tampoco Io esté ninguno de los atuendds que exhiben los modelos en los anuncios comer- ciales de la revista. Por supuesto, ee el piblico que lee el New Yorker es muy variado, pero prevalece esa especie —que también pade- ‘cemos nosotros— que se angustia por la “autenticidad” y que solo considera “‘espirituales’” ciertas religiones de Oriente (muy serias y respetables en si mismas, pero convertidas por los occidentales en meros aspectos de le moda, como las minifaldas, las maxifal- dzs y las comidas de restaurant chino que se consumen entre una y otra sesion de yoga o psicoand- lisis, entre uno y otro vaso de Whisky). La familia Glass respon- de @ les espectativas de quienes se inscriben en la categoria men- cionada: los hijos tratan de rehuir cuanto denominan phoney (“fal- so”, “artificial”) y tienen una notoria proclividad por el exo- tismo y la “versi6n exportable” del budismo zen 0 por tratados Feligiosos tan exquisitos como el Relato de un peregrino ruso {tal vez porque resultan mas pinto- rescos que la Filocalia, The Cloud ‘of Unknowing 0 el Pseudo Dio- nisio en persona). Ademis, su- fren neurosis y entan en crisis mientras sus parejas comen cara- coles en lugares elegantes de una localidad universitaria de le /vy League (‘Liga de ta hiedra”; es decir, las universidades vistosas y tradicionales cuyos muros la hie: dra ha cubierto con el transcurso del tiempo). Los admiradores de Salinger suelen exagerar estrepitosamente sus méritos compardndolo al ex: cepcional e incomparable Mark Twain y al mas modesto pero sin duda notable F. Scott Fitzgerald. eee ee eee “La inconmensurable tristeza urbana que cabe en un pocillo” Jorge B. Rivera Mishiadura, de Eduardo Roma- no, Bs. As., Colihue-Hachet- te, Coleccién Letras de Hoy, 1978, 137 pp. En aquellos afios iniciales de ta década del 60 la poesia tenia pa- Fe muchos de nosotros un enor- me prestigio “estético”, y con siderébamos —con cierta unani- midad— que sus |ineas mas vi tales pasaban por Neruda, Pound, Eluard, Huidobro, Char, Vallejo, Dylan Thomas, Pavese, Eliot, los surrealistas, algunos beatniks norteamericanos y unos pocos escritores argentinos como. Gi rondo, Olivari, Juan L. Ortiz, etc... 2 quienes sumdbamos, con cierta cautela, al Borges de la primera época, Creo que los muchachos del 60 nos propo. niamos, _esencialmente, como una gran “generacién de poetas”, Y que nos ligaban ciertas vagas admiraciones no demasiado siste- maticas, que habfamos espigado en dos o tres. revistas manosea- das, en las ediciones de lance y en las meses més 0 menos ardo: rosas y delirantes de ciertos ca- fs de la calle Corrientes, en las que se alacraneé beatificamente contra los féciles sonetistas de La Naciébn y se discutieron (e im: Pugnaron) los pocos numeros de media docena de revistas litera- rias, agobiadas con poemes que se parecian — también vagamen te~a los modelos reverenciados, Eran Ios afios de las ediciones de autor (aquellas delgadas p/a- quettes de tiraje reducido), de las Presentaciones de libros, ‘de las mesas redondas y de las frustra- das asociaciones de jévenes lectuales, que nunca pasaban del manifiesto inicial y de un par de discusiones eruditas sobre la res ponsabilidad del escritor y la es: Pecificided (0 no) del hecho lite abia también, y muy percep- tible, una tradicion popular vela da y “non sancta’” (por lo me- nos para los cendculos) que a mu- chos nos venia de la poesia de! tango, a través de Celedonio Flores, de Discépolo y de Home- to Manzi, con un trasfondo sen timental, una vision y una pro blemdtica de la realidad que —un Poco confusamente, quizéa— nos hacia mediter sobre el sentido y la forma de la poesia que pre- tendiamos escribir; aunque tal vez esta revaloracion vicaria de un campo cultural marginado y subestimedo elusive por mu- chos de nuestros compafieros) es- condiese en el fondo las claves de una bésqueda mis compleja en la entrafia misma de la reali ded, en una ctapa que para mu- chos de nosotros fue de pro funda crisis y de replanteo acu: ciante de no pocas categorias esenciales. Romano conocié y cultivé es tas dos tradiciones, que se re- velan con nitidez en su libro 18 poemas (1961), en el que to- davia la imagen “vanguardista” ‘opera como decisiva apoyatura 19 prosédica, si bien presté més atencién a ta segunda, una atencién mis conmovida, despre: juiciada y creadora, que le per- mitié reubicarse ante las cosas, las palabras y la vida y renovar su actitud poética, al mismo tiempo que su visin de Ia lite: ratura y del conjunto de los he chos culturales. La temprana recuperacion de cierto lenguaje y de cierta linea tematica que se verifica en poe: mas como “Marina”, significara —en esos afios liminares del 60— una_ruptura simultanea con la Teccion “venguardista”, con cier ta turbia subjetividad neo-romén- tica y con la idea de la poesi como “clave” e “iluminacién esotérica (heredada de los mo: mentos anteriores), y propondré, en cambio, una versién humans: ta y cargada de “mundo” en la que el poeta no seré un simple mediador "hablado”, sino una imaginacin estructurante que trabaja con tos materiales viven- ciales y linguisticos de su con. torno; version en la que la ex: presién podtica no serd subter fugio simbélico, “alcahueta pals: brera” enredada en el mero éxta- sis verbal, sino herramienta gno- seologica y seméntica capaz de contaminarse de “mundo” y de actuar sobre él, Esta ruptura sera profundiza da, con todas sus complejas me- diaciones, en Entrada prohibida (1963); de manera especial en los poemas que articulan “Olor 3 tango”, en la misma medida en que los textos que integran las series “‘La muerte, el ‘antepasados”, "Cartas" y “Los buenas mujeres”, nos _revelan, Parcialmente, el’ ahondamient de la novedosa linea “narrativa’ abierta y evocadora, que culmi ard en Algunas vidas, ciertos amores (1968) con “El vino amargo”, ““Mendigos del sur” y “Amores dificiles” Mishiadura (1978) nos entrega una oportuna seleccion “personal y corregida’’ de 18 poemas, En. trada prohibida y Algunes vides, ciertos amores —tibros practica: mente inencontrables—, a la que se agregan ahora la treintena de poemas que forman especifica- mente la seccién que brinda ti- tulo al volumen y los textos de "Radiopoemas 77”, una peculiar experiencia en la que el trabajo poético de Romano ensembia con la afieja, entrafiable y no muy reivindicada tradicion de la glosa tanguera, a la que replan- tea desde una perspectiva carga da de posibilidades inéditas, sin apartarse, sin embargo, de ciertas normas canonicas y de cierta especifiea adecuacién a los “tiempos” propios del medio y de la audiencia, Este nuevo libro ejemplifica y compendia con bastante claridad el proceso de afirmacion y las operaciones graduales de esta imaginacién estructurante y de este discurso poético construido a partir del mondlogo 0 de las os- cures y ambiguas introspecciones de unos personajes asediados por su precariedad existencial SUSCRIBASE A PUNTO DE VISTA Seis niimeros en Argentina: 12.000 $ ‘América Latina: uSs 25 (correo aéreo) Estados Unidos y Europa: uSs 30 (correo aéreo) Hay n&meros atrasados. Indique si su suscripcién debe incluirlos. Cheques y giros 2 Casilla de Correo 5628, Correo Central, 1000 Buenos Aires, Argentina Romano mostraré fundamen talmente en estos poemas el des- carte de los seres que confun den "un andén con tierra firme’ seres acongojados por su infimo destino, o esediados por el des- bande ‘trivial de las ilusiones, 0 quemados por sus contradiccio nes, 0 como empafiados y desiu: cidos, en fin, por esa dura faena que los lleva a recomponer tan- Xélicamente los contornos de un mundo signado por el escepticie mo, la ternura sin esperanzas y el fracaso sin reivindicacion posi ble. ¥ acaso las notas més tipi ‘cas de este mundo sean, precisa mente, el sentimiento de humilla cin de los personajes ante Is ibn amorosa y Ia hipocresia, la actitud muti bre elementos corroidos por ta duplicidad y los demonios de le rutina, En Mishiadura no se “narra”, or cierto, epopeyas ontolégicas ni metafisicas cargadas de tras. cendencia, En estos poemas, por el conirario, se habla apenas de la inestabilidad y de la quiebra de proyectos vitales muy simples, de esas rutinas cenicientas y de ese cansancio acongojado y antihe- roico de las vidas marginadas o acosadas por la fragilidad tempo: ral, y siese “mundo” adquiere en algun momento una gran densi dad dramética lo hard solo en ta medida en que los fragmentos que lo componen son apenas los restos de pequefios naufragios personales: apenas la inconmen- surable tristeza urbane que cabe en un pocillo, Por estos senderos y a partir de la construccién poco usual de instancias y secuencias narrati: vas tipicas, del examen poético, ilador y no imitativo del len- guaje coloquial (que es su mate- tia), de un trabajo de ahonda- miento circular que construye al personaje y a la situacion a tra vés de una exploracion semanti- a trastornadora y reveladora de profundas fisuras (no a través de la mera asimilacién mimétical, este poeta nos propone en su obra una indagacion de las “en fermedades”” de lo cotidiano. Su actividad poético-linguistica no reproduce un discurso “'sagrado y desasido”, sino que crea una nue va instancia significante que nos permite leer, por encima de la mall verbal e imaginaria, las “in- fracciones” de lo cotidiano, y que revierte sobre ello en un mo- vimiento que se propone como eminentemente critico y por to tanto transformador. Nos deja, también, una entra fable postica de le mishiadura, refinadisima y compleja, quiz la_més paradojalmente refinada ¥ compleja que se haya escrito entre nosotros en los dltimos afios. 2 Traducir a Freud: édomesticar a Freud? Nicolas Rosa “@Como se dice: “la capital de Francia es Paris’ en espariol? La capital de Espaiia es Madrid! La Leccién, E. lonesco El inconsciente es una lengua muerta” Hipotesis Es sabido: toda traduccion es salvajemente reductora con res- ecto al original, pero por el so- lo hecho de establecer un contac- to entre dos textos pone de ma- nifiesto una serie de operaciones que es forzoso incluir dentro del trabajo de la escritura: traducir i, en el sentido ejempler del término. Cuando el texto a traducir es la obra de Freud es entonces cuando se corre el telén sobre un voluptuoso escenario donde se traman todas las consta- taciones y equivocos posibles. Equivocos, decimos, en el senti do que le otorga la comedia clé- sica, Les traducciones de Freud forman parte del efecto-Freud, es decir se instalan por su sola pre- sencia dentro de la historia del psicoanilisis junto al trabajo de los exégetas, comentaristas 0 continuadores, no como elemen- tos reflejos sino como verdaderos generadores de la teoria y de la doctrine y sus _extensiones. A partir de esta premisa es impo- sible apoyarse en la mera ecus: cin erréneo/verdadero para de- terminar la legitimidad de este tipo de trabajos. €Cémo determi- 22 nar ahora fa influencia que du- ante afios ha ejercide le traduc- cidn de Lopez-Ballesteros en los ambientes psicoanaliticos latino- americanos? éO Ia ejercida por la Standard Edition en nuestro pais? éComo recuperar la red de conceptos y nociones generadas or estas traducciones en los de- sarrollos de la teoria y de la préc- tica psicoznaliticas? La aparicién de une nueva ver sion espafiola realizada por José Luis Etcheverry y la colabora: cin de Santiago Dubcovsky, Fernando Ulloa y Jorge Colapin to reactualiza el permanente pro- biema de Ia lectura de Freud, en todos los sentidos que quieran otorgérsele a esta operacién: lec- tura del original, lectura ‘“feno- menologica™, “estructuralista”, 0 una lectura “francesa” de Freud, © una “americana”; lectura de wn texto inasible, verdaderamente criptografica (étraduccion-desci- framiento?). Todo lector de Freud es también su traductor, todo “practicante” de Freud y en suma todo “freudiano” (y aqui caben tanto las ortodoxias como las disidencias) es un tra- ductor de la teoria y del texto de Freud: generalizacion de una vulgata. que ha originado, y esto lo saben bien estos “‘practican- ‘tes, no pocos conflictos. Una nueva versién de Freud es un “acto de libertad” que no puede dejar de medirse y cuyas conse- cuencias en este momento de la historia del_ movimiento psico analitico - por lo menos en Amé rica~ son imprevisibles. Traducir 2 Freud es escribirlo, inscribirlo, en una consiante “alteraci6n” de la teo ria y por ende de la doctrina. Pe- r0 1a doctrina, admitamos, 2 tra vis de sus mistagogos y adeptos, puede sostenerse sin textos escri tos (£0 no?), No puede decirse lo mismo de la teorfa. El texto de Freud es de alguna manera ilegible: voeacionando 2 demos. war lo inaudible, lo inescribible ‘el inconsciente- no puede me nos que proponerse como un fra- caso (una frustracion) de escri- tura que por lo mismo se vuelve paradigmatico de toda escritura posible: efecto de reposicién, realizada contra Ia comunicacién, incluso contra la significacion, en Uuna.lengua muerta (la lengua ma- tera), minada por la pulsion de muerte en figura de castracién, producto del inconsciente, Ia es critura aparece como la ejemplar que modela todas las jones previ sus, el Witz, la El texto de Freud es una “fic n-de escritura”” donde se figu- ra, por momentos francamente, por momentos tangencialmente, la complejidad de una discursivi dad cientifica radicalmente (y queremos.insistir en este térmi- no) arbitraria, _ incomparable, abiertamente desmedida y extra fia a los modelos de la ciencia clé sica. Que sus efectos _-y mas alla de jas barreras linguisticas— no hayan sido “‘ofdos’” es lo que per mite a W. Granoff decir que el texto de Freud es un texto que nunca ha sido leido. Texto que incluye, y solo ade lantamos algunos elementos,: ol discurso explicativo de Freud donde se manejan categorias des- criptivas y causativas; reflexiones sobre {a propia escritura, opera cin aparentemente meta-discur- siva que conforma un estrato del proceso de produccion tedrica, generalizaciones teOricas y exten sion de los conceptos y de los términos-claves creando catego rias epistémicas que conforman una verdadera pero inacabada ion de intracategorizacion, itando —en otro lugar dei la construccién de nocio- nes de valor epistemolégico en diversos niveles de generalidad (por ejemplo, la nocién de “fic cion tedrica”” 0 de “representa ion auxiliar”), A este conjunto de operaciones, que no queremos designar como “estructura”, hay que agregar un nivel insélito que constituye la especificidad del texto freudiano: el “relato de los suefios”. Podrd el traductor —los traductores, las _traducciones- empecinarse en dar cuenta de to- dos los niveles, pero como deter minar a priori la lengua —Ias len: guas que habrian de emplearse para “traducir” los suefios: si bien es cierto que cada uno suefia en su propio “idioma” (o mejor que cada lengua tiene su propio idioma onirico como to observa ba Freud citando a Ferenczi y acompajiando una luminosa duds Tespecto a la posible traduccién de la Traumdeutung), cual es la “lengua” (cddigo?) universal de los suefios? 0 mejor aun, ecudies son los “universales oniricos”? El traductor podra luchar contra las determinaciones de la lengua (en este caso el alemdn), pero écémo luchar contra las articulaciones de la lengua onirica? De aqui proviene lo esencial del discurso freudiano, su enigmético sesgo: propone un “referente’’ (un si: mulscro de referents) inasible, inestable, en continuo descentra miento, emergencia de una emer- gencia, ocasional e imprevisible texto —el inconseiente- en las instan- cias de la lengua lingUistica: una emergencia sorpresiva sobre le trama de una contingencia codifi cada, 0 al menos sitematica. El inconsciente no es lingiistico Pues no es topicalizable.

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