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Clérigos solicitantes, perversos de la confesion Jorge René Gonzalez M. Entre las principales tareas que desempeiié el Tribunal del Santo Oficio se encontraba la de vigilar la pureza de la fe y, sobre todo, el caracter sagrado de los sacramen- tos; de ahi que haya fijado su atencién, de manera espe- cial, en los clérigos solicitantes, pues al cometer este de- lito atentaron de manera directa contra el decoro del sacramento de la penitencia, uno de los fundamentos de _ la religion catodlica. El delito consistia en que algiin confesor, secular o re- gular, de cualquier grado, condicion o preminencia, so- i 0 provocara durante el acto de la confesién, an- tes 0 después de él, o bajo pretexto del mismo, a sus hi- Jos o hijas espirituales o terceras personas, por obra o de palabra, a cometer actos torpes y deshonestos; 0 que tu- _ viera con los penitentes conversaciones de cardcter ilicito 0 proposiciones deshonestas. Es decir, los confesores, valiéndose del sacramento de la penitencia y de su inves- tidura religiosa, desviaban el discurso original del sacra- Mento para tratar de seducir a sus penitentes y satisfacer Otro tipo de intereses. AF De acuerdo con la definicion antes planteada, pode- “Mos decir que, para el Santo Oficio, los solicitantes incurrian, en este delito por tres vias principales: ‘“‘actos ~ torpes’?, ‘‘conversaciones ilicitas”’ y “proposiciones des- 239 240 honestas”’. En efecto, cuando los confesores cometian al- guna de las tres faltas mencionadas, pasaban a ser reos de solicitacion y acreedores de la pena correspondiente, Segiin las autoridades inquisitoriales, los “‘actos tor- pes”? consistian en tocar, o intentarlo, las manos, los de- dos, la cabeza, la cara, las rodillas, los pies u otras par- tes mas intimas del cuerpo del penitente, en el caso de los hombres el pene y en el de las mujeres los senos 0 la vagina. Podemos citar al respecto algunas denuncias lo- calizadas en el Obispado de Puebla durante el siglo XVIII, Maria Cerrano, quien acudié de manera esponta- nea a exponer su queja, asegur6 ante el Santo Oficio que ~ Juan Miguela, de la orden de San Francisco, en una oca- sion, durante el acto de la confesién, le habia tomado las manos, para después colocarselas sobre sus hombros y cortejarla con palabras carifiosas.' Segin Josepha An- tonia de Andrades, natural del pueblo de San Agustin del Palmar, el cura Mariano Antonio Manive tenia por costumbre recostarse sobre las faldas de sus hijas de confesién y luego les tomaba las manos, aunque, en otras ocasiones, también las abrazaba.? En otros casos, los confesores se dieron a la tarea de acariciar a sus peni- tentes a través de los orificios que tenian los canceles del confesiorario, es decir, cuando el confesor se encontra- ba sentado en el interior del mueble y la penitente en la parte exterior del mismo, en posicién orante. Tal fue el caso de Maria Josepha Marziala, quien afirmé que el pesoltere José Ignacio Davalos, en no pocas ocasiones, co el rostro a través de los orificios de la rejilla” Hubo solicitantes que se contentaron con acariciar a f AGN, RI, 3 Puebla. '. vol. 1200, exp. 14, f. 15, denuncia contra Juan Miguela, AGN, RI, Vol. o mens vol. 1177, exp. 1, £, 20, denuncia contra Mariano Antonio Mu- AGN, RI, Vol. i Puebla,” 8!” Y°l: 1045, exp. 1, f. 2, denuncia contra José Ignacio Davalos, DELA SANTIDAD A LA PERVERSION 4 aaaees de SU visio, En sottraremos “ts de ma 95 SOLICITANTES RIGC m1 nitentes, quiz4 de una manera un tanto inocente,; , otros, mas atrevidos en sus manifestaciones, inten- yen muchas Ocasiones tocaron a sus hijas de con- gn de una manera mas audaz. El cura de San Andrés leo, Nicolas Mariano Ladron de Guevara, des- bs de haber confesado a Antonia Dominga, la invit6 a ‘ ‘0 para conversar, sin embargo, al llegar a su ha- , el clérigo intent6 desabrocharle la ropa; ante tal ce Ja mujer amenazé con gritar para pedir auxilio,« igo Miguel de Orpinel se autodenuncié ante las ides del Santo Oficio de la ciudad de Puebla, por # obligado a una indigena, de aproximadamente 18 os de edad a que lo masturbara.’ ‘Los documentos no mencionan el contenido de lo que inquisidores Mamaron “‘conversaciones ilicitas’’, es de suponerse que tales platicas giraban en tor- sexo. En efecto, si analizamos algunas denuncias, 10S que ciertas ‘‘conversaciones’’ estuvieron de matices de orden sexual. Tal fue el caso de o Rangel de Cespedes, cura de Tehuacan, quien sado por Gertrudis Maria de haberle inquerido el acto de la confesion _ Que si le benia su Regla y si era doncella y quienes eran sus _ Padres y adénde era donde vivia.° otra denuncia se dice que el presbitero Joseph Ca- acusado por una religiosa del convento de San Je- , porque el cura, durante el acto de la confesion, preguntado a 243 giao ‘an lenas de charidad y que te han de atender mucho, yo we esta » gracias al Altisimo(. ,».) mj bueno gra et0i que los inquisidore s no definieron lo que ellos sideraban ‘‘proposiciones deshonestas”’, es facil ad- fr su naturaleza a través de estos casos, ocurridos en sobispado de México, durante el siglo Xvill. El 9 de 9 de 1787, la espafiola Maria Antonia Huerta, natu- ide la ciudad de Puebla, vecina del barrio de Santa de la Soledad, acudi6 ante las autoridades inquisi- de la ciudad de México, para declarar que, du- ie el afio de 1786, por el tiempo de la Cuaresma y con motivo de efectuar el sacramento de la confesion, el fesbitero Vicente Garza por medio de su criado, la hizo ar a Su cuarto. Al llegar a la habitacién del citado Vi- fe, la mujer lo encontré atin en la cama; acto seguido vit6 para que se sentara junto a él, ocasién que el Siastico aproveché para ponerle sus manos sobre la y después empezo a decirle (.. .) que si queria casar con él, y diciendole que no, porque __los padres no se casaban, la dijo, que los padres también tenian sus mujeres.'° _ Otro caso —de los muchos que existen—, es el si- cisco, cuando ella pretendid entrar al convento de Regi- ‘Ra Coeli para convertirse en religiosa. Al enterarse la de- ciante de que Juan Antonio era confesor del conven- le Regina, se le acerc6 con Ia intencién de lograr una y poder entrar a la orden. Después de ae con atenci6n su peticion la cité al 244 pk LASANTIDAD ALA PERVERSION extenderle el papel que tanto deseaba, sin do se entrevist6 con el franciscano, el re- ligioso la hizo pasar al confesionario donde la empers a provocar con “cosas tof pes y deshonestas””, como to- carle los pechos de una manera sciva, ¢ incluso intentO tocarle sus part “yergonzosas aunque ella siempre se resistio. Después de lo ocurrido, Maria Josepha desistiO de lograr su proposito. Sin embargo, Juan Antonio. Jogro convencerla de que lo acompafiara al colegio de Santiago (probablemente el de Tlaltelolco), donde pro- metid entregarle la recomendacion que deseaba, pero nuevamente fue victima de un engafio y el religioso logr6 seducirla por medio de la violencia." En algunas ocasiones, aunque pocas, ciertos clérigos se prestaron para Servit como intermediarios 0 “al- cahuetes”’. En los casos de solicitacion, registrados en el Obispado de Puebla durante el siglo XVII, se encontro el caso de un confesor que sirvid de mensajero entre un hombre y una mujer que éste requeria. otro dia para embargo, cuand Las medidas preventivas ordenadas por el Santo Oficio Para controlar a los clérigos solicitantes, las autorida- des del Santo Oficio pusieron en practica varias ac- ciones, las que expondremos, sin entrar en detalle de su eficacia o ineficacia. Para conocer las disposiciones adepacas tomaremos como base un edicto que s¢ pro- ae ane marzo de 1783, y que ya antes habia sido aria eats ocasiones, la primera de ellas el 15 de ee . En el edicto, se ordend que las mujeres ea ser escuchadas en confesion en muebles con cillas cerradas, de tal modo que el confesor no tu- 474, "AGN, ‘Acs Rl, vol. 622, exp, 6, denuncia contra Juan Antonio Rid, México, adastro, COMO Ef fs, se establecid 4i00850! ICITANTES 245 pila menor oportunidad de tocar ni en forma acci- a penitente ae colocar las rejillas en la parte lateral del . ar y que sus orificios 0 tornos fueran tan pe- . que ni siquiera los dedos del confesor 0 de la mu- dieran penetrar por ellos. El Santo Oficio también § que las mujeres efectuaran la confesién dnica- por la parte lateral del mueble y bajo ninguna cir- stancia por delante, es decir, frente a frente. Por do, las autoridades dispusieron que sin ningin to los confesionarios fueran ubicados en lugares 0 apartados, para, de esa manera, evitar cual- de sospecha. Cuando las mujeres estuvieran © imposibilitadas fisicamente, se recomend donde se llevara a cabo la confesion deberia se a la vista de cualquier persona y en caso a un lugar cerrado, las puertas deberian de abiertas. 0 a los confesionarios que daban al interior de como en el caso de los conventos de reli- ibleci6. que todos aquellos que tuvieran 0 0 giratorias deberian suprimirlas, pues ir a sospechas 0 a conversaciones ajenas confesién. Fesidlistice’G ins E d faltaran confesionarios 0 los que exis- ai Masveficienres —sobre todo en la época de religiosas— se recomend6 utilizar tablas i s, para, de esta forma, aislar tanto al a Seba emitié disposiciones me- la confesion de los varones, Pues permi- el sacramento en cualquier parte de la unca se puso alguna objecion para que ‘ ichados en confesién en Ja fe de los conventos, el tnico Te- ree los Sega estuvieran transitados, de jue i i oo qi snanite, DOF otras personas. Bamisién se 1 i )LICITANTES ppucos SOL oa ps 27, procesos indican el estado eclesiastico de los sados. Diecisé¢is de los reos eran clérigos seculares; ngiro religiOSOS franciscanos; dos carmelitas, dos agus- Hos, dos jesuitas y dos dominicos, Esta distribucion de ¢ solicitantes podria estar relacionada con la propor- de la poblacidn eclesiastica del Obispado durante el jo XVIII. “Algunos de los acusados informaron sobre las cir- cunstancias de su familia de origen. Asi, Juan de Laris declaro que su padre habia sido platero de oficio;? dos delos reos eran hijos de labradores espafioles, y el padre Gabriel de la Encarnacién habia desempenado el ofi- de secretario publico en Sevilla." Otros expedientes contienen informacién sobre la ocu- mn de los hermanos y parientes cercanos a los reos. gunos de estos oficios fueron los de mercaderes, pana- deros, arrieros, plateros y repartidores de ropa, entre ‘otros. Algunos de los acusados mencionaron que entre ‘Sus familiares proximos habia otros eclesiasticos, como el _ dominico Miguel de Tablas, que tenia un primo dieguino Yun hermano que era clérigo secular. En la familia de Francisco de Echarco hubo un hermano y tres tios que se habian integrado al estado eclesidstico.'* Esta situacion, de uno 0 varios clérigos en la misma familia, parece haber _ Sido comin en la Nueva Espaiia, en el siglo XVII. La mayor parte de los procesados que aportaron da- _ l05 sobre sus ancestros, indicaron que sus padres ya habian fallecido, y algunos de ellos declararon que ni si- _ Muiera conocian el nombre de sus abuelos. m8 Ri, vol. 734, exp. 2, f. 206, proceso contra Juan de Laris, Puebla, se vu vol, $46, exp, 1, F. $9, prOceso contra Gabriel de la Encarna- _ti6n, Puebla, 1708. : F Paesf a, vol 1166, exp. 8, £- 302, proceso contra Miguel de Tablas, \, 1765, ¥ ot : AGN, RI, vol. 1174, exp. 8, fs 120, Puebla, 1775, proceso contra Francisco Echarco, pE LA SANTIDAD A LAPERVERSION 248 an informacion sobre la ins- os habian recibido, Casi eae sjaron su formacion educativa en el seno de ate etre proseguirla con maestros particular Ls a ie en Jos conventos 0 colegios religiDser ee par ciden en haber cursado los estudios eclesias' rene .omo filosofia, teologia, derecho, gramatic y dos enfocaron sus estudios a las Los documentos apor truceion que los re rios, tes; solo algunos procesa’ Jenguas indigenas. La informacion registrada en los documentos tam- datos sobre la condicién bién permite percibir algunos 0 econdmica de los delincuentes. Asi, puede verse que los clérigos seculares obtenian mejores ingresos de la admi- nistracion de sus parroquias y que algunos disfrutaban de fincas o haciendas. Los regulares, en cambio, por su condicién de religiosos, vivian en condiciones economi- cas mas estrictas. ‘Como los documentos consignan las vestimentas de los reos al ingresar a las carceles, puede observarse que la mayor parte ellos solo portaba las prendas comunes, como sotana, cefiidor, calzon (pantal6n), medias de hilo o seda, sombrero, camisa, capa y manga. En algunos ca- sos, como el de Francisco Escalante, se anota la pose- sion de objetos suntuosos, como charreteras de plata, hebillas de calamina, cigarrera y muestras de oro.'* Al- es de los ane portaban modestas cantidades de nero, que fluct i Signa om onde vestigacion sobre los Ace a oe a internation pene oat ne e los acusados. Esta tidianos de estos cléri cies De eee caracteristicas psicol6; a ; De como algunas ea nocimiento de que an s. De ciertos reos se tuvO CO- nisterio eclesiastico, Personas pace Ap ay Bala els » pues descuidaban sus deberes reli- % AGN, Ri, vol. Puebla, 1806, 1393, exp. 1, f. 36, proceso contra Francisco Escalante, at duct srtamientO qu alto y que Oct ties represiva Uma primera ‘frestablecer | ‘Su clérigos j Yommacion, F entes fei Te Sung, Dare pela pERIGOS SOLIC ITANTES sos, gustaban de fandangos y de bebidas alcohdlicas, sabian jugar a las cartas. De Francisco Echarco se cia que mostraba conducta poco recomendable, ade- s de alabarse constantemente.!’ También hubo casos Jos que la informacion favorecia al acusado, como el anuel Baez, de quien se aseguraba era un hombre yida ordenada, dedicado por completo a sus ocupa- nsideraciones sobre la solicitacién y los solicitantes expuesto en las paginas anteriores acerca de la soli- on y de los confesores que en ella incurrieron nos ce a formular algunas reflexiones sobre este com- ento que los inquisidores calificaron de grave que ocup6 un importante lugar entre las activi- represivas del Tribunal del Santo Oficio. mera reflexién versa sobre el hecho de no po- lecer una relacién precisa entre la conducta de slérigos y sus circunstancias sociales. En efecto, la cién examinada no justifica que el origen, los | entes familiares, la posicion econdmica y la | n relacionados con el hecho de la solicitacion. e e este comportamiento se explica por iduales y coyunturales, es decir, fue | jueza humana’’, como se decia en la clerical. Es de notar que Jos reos fue s6lo por solicitacion, y | mo era costumbre en el caso de tra el sacramento del matrimo- | lia

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