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Lo propio del andlisis El psicoanalista y el Ello Clinica del fantasma La matriz formal del fantasma El-cuerpo: foco de goce Los ojos del voyeur El pie del bailarin e\4 autaswna Jasio, Juan David, Cinco lecciones sobre la s teoyia de Jacques Lacan Close 15 Barcelona: Gediaa, (45, pp AF -17a La especificidad del andlisis Elanalista funciona enel andlisis como representante del objeto a. J. Lacan Retomemos el hilo de nuestro desarrollo sobre el objeto a situando su funcién en esa formacién psiquica denominada fantasma tan presente en Jaclinica. Pero previamente, se impone una pre- gunta: {por qué, me dirén, privilegiar el objeto a de este modo? E] objeto a nos interesa fundamen- talmente para tratar de circunscribir la funcién radical del psicoanalista en un andlisis. Quisiera mostrar el valor de la proposicién de Lacan cuan- do sitda al analista en el lugar del objeto a en la experiencia de lacuray, correlativamente, preci- sar con claridad qué es lo que particulariza la relacién analitica respecto de: cualquier otra rela- cién transferencial. En lo inmediato, podemos: decir que la experiencia analitica reside en la posicién singular del analista en tanto objeto a. En realidad, existen no uno sino dos rasgos especificos que caracterizan al andlisis ylo disti guen de los otros lazos sociales. Acabo deenunciar el primero: es el ol particular del psicoanalista; el segundo es la palabra particular del analizante. Cada uno de estos rasgos corresponde, respectiva- mente, alos dos pilares fundamentales del psicoa- ndlisis, el inconsciente y el goce: la palabra del analizante est en relacién con el inconsciente y él rol del analista estd en relacién con el goce. 7 En primer lugar, veamos cudil es la particulari- dad de la palabra analizante que distingue al andlisis respecto de las tras relaciones transferen- iales, Para ello, imaginemos un fiel quese confiesa ‘aun cura, y preguntémonos qué diferencia hay entre una palabra dirigida al confesor y una pala- bra dirigida al analista. Voy a dar, con Freud, la siguiente respuesta:elfielen el confesonarioconfia al cura todo lo que sabe, mientras que el paciente confia a su psicoanalista todo lo que sabe asi como también todo lo que no sabe. Esto me recuerda a una analizante que, con estas mismas palabras, anunciaba a su analista: “Bsta todo lo que sé y que espero poder decile; y luego, todolo que noséy que Tlegaré a decirse”. En efecto, recordemos que la especificidad de un andlisis reside en el aconteci- miento de un dicho enunciado por el paciente sin saber loquedice. Comoyalo hemos subrayado, este acontecimiento pone en acto el inconsciente, Ahora bien, para que se produzea tal acontecimiento sig- nificante, sin duda ha sido necesaria la premisa insoslayable de una escucha. De una escucha ala espera del acontecimiento y de la palabra del analizante que supusiera dicha escucha. Si bien esta respuesta me parece esclarecedora es, no obstante, insuficiente. Existe ademas un segundo rasgo esencial que particulariza la rela- cién analitica y la distingue de cualquier otro lazo transferencial establecido con un cura, un profesor oun lider. Este rasgo pertenece al campo del goce y consiste, precisamente, en el modo de accién del psicoanalista y en el lugar particular de objeto ¢ que debe ser el suyo a fin de escuchar con una escucha generadora de acontecimientos. Lo voy # explicar. El psicoanalista no es un partenaire que ‘me gobierna como un lider, que me ensefia como UP profesor o que me confiesa como un cura, sino Uw" otro, decididamente singular, quien a medida qs? 148 Elanalista, semblante del objeto a la cura se va desarrollando se ira convirtiendo en parte integrante de mi vida psiquica. Paradéjica- mente, la relacién analitica, de modo progresivo, dejaré de ser una relacién entre dos personas para convertirse en un tinico lugar psiquico que incluye conjuntamente a analista y analizante, mejor atin, el lugar del entre-dos que encierra y absorbe a los dospartenaires analiticos. En consecuencia, elané- lisis es un solo lugar que contiene la vida psiquica del analista y del analizante. Ahora bien, en ese lugar tinico, especie de aparato psiquico tnico en que se convirtié la relacién entre dos personas, el rol del analista puede ser comprendido como el de la pulsién en el funcionamiento mental. En otras palabras, una vezadmitidoqueel lazoentreanalistay analizante se organiza como un inmenso y nico aparato psfquico, el lugar del psicoanalista corresponderia entoncesal lugar reservado al objeto de la pulsi6n. Asi, Freud habria identificado el rol del psicoana- lista con el del objeto de la pulsién al servicio del Ello, nombre que, justamente, designa el reservo- rio pulsional.’ Lacan, por su parte, circunscribe Ello, Freud, curiosamente, toma el ejemplo del comporta- cl primero, para asegurar la transferencia, el segundo para aoe Berton ecomige nit sek eae ne a sete centred mor tee ant hoomeamee nc a os oo teca Nueva, pag. 2726). ” cate 149 Hacer silencio, es permanecer en consonan- cia con el silencio del goce este territorio pulsional con més precision al dis- tinguir los tres tipos de goce que ya conocemos: el goce del Otro, el goce filico y el plus-de-goce. Ahora bien, e! psicoanalista, o mejor, la funcién analitica, corresponde entre estas categorfas ala del plus-de-goce 0, para retomar los términos de esta leccién, a la del objeto a. Sin lugar a dudas, desde el momento en que el analista ocupa este lugar del objeto adopta, necesariamente, una es- cucha caracteristica. Pienso, por ejemplo, en una determinada manera que tiene el psicoanalista de hacer silencio, en momentos muy particulares de la cura. No cualquier silencio, sino un silencio compacto, que evoca la densidad del plus-de-goce, un silencio dinémico que causa y relanza el in- consciente. Volvemos a encontrar aqui la funcién misma del agujero que asegura la movilidad dela estructura, Esta forma de silencio, al igual que otros comportamientos del clinico, dan cuenta de que esté en posicién de objeto a. Hubiéramos podido formular esta misma idea empleando la expresi6n semblante de objetoa,y afirmar quehay andlisis cuando tal conducta del analista es un semblante dea, es decir que por sucomportamien- to representa el goce (plus-de-goce) en la cura. Yendo més lejos, se deberia decir incluso que, en unacura, el analista representa la energfa orificial, el flujo de goce permanente que surca el borde de los orificios erégenos. En suma, el analista en posicién de a representa la energia que hace tr bajar al inconsciente, o si se prefiere, lo heterogé neo que causa y hace consistir al conjunto. En suma, si tuviéramos que sintetizar el rasgo que particulariza al andlisis respecto de cualquier otra relacién transferencial, diriamos que, desde el punto de vista del analizante, lo propio del 150 Para encontrar el objeto aen la cura. aniilisis reside en el hecho de que el sujeto es superado por el significante que produce esto esti en relacién con el campo del inonselente—-sy desde el punto de vista del clinico, en el hecho de que el psicoanalista adopta la posicién de sem- blante del objeto a en la cura —esto esta en relacién con el campo del goce—, Vamos ahora la cuestién del fantasma, térmi- no que hemos mencionado en todas las ocasiones en que hablamos de la identificacion del sujeto al objeto a, Pero antes de exponer el aleance clinioo de las formaciones fantasmaticas yelmecanismo de su génesis, recordemos rapidamente nuestras formulaciones de la ultima leccién. Habiamos es- tablecido las tres condiciones de la separacion objetal (pregnancia imaginaria, bordes erégenosy doble demanda) para que determinada parte del cuerpo adquiera el estatuto de objeto del deseo, y luego mostramos cémo se creaba el objeto del deseo en tanto objeto alucinado. Es ahi, en el hecho mismo de la alucinacién, donde se produce el mecanismo formador de todo fantasma: el suje- to se vuelve objeto, Antes de precisar la légica que subyace al fantasma, me gustaria formularla pregunta: como se presenta concretamente un fantasma en la clinica? Supongamos que durante una sesin de supervisién un clinico me consulta: “Quisiera que me indicara dénde situar el objeto en el relato de mi paciente”. En principio, deberia responder: 151 busquen el fantasma inconsciente “Puesto que el objeto a representa un valor aby, tracto y formal, designado por una letra, es, por fuerza, inaprehensible y en consecuencia no ae podrfa indicar”. Pero la réplica correcta hubiers, sido otra: “Si quiere situar el objeto a en determi. nada secuencia del anélisis, comience por busca, el fantasma. Pregintese cul es el fantasma de sy paciente en esta fase de la cura, y habré circuns- crito el lugar del objeto a”. Ya que el objeto, mag alld desu estatuto formal, encuentra suexpresién clinica esencialmente en el fantasma. No obstan- te, ésta todavia no es una buena respuesta. Para responder de modo adecuado, hubiera sido preciso calificar al fantasma de inconsciente. Para Freud, el fantasma era tanto consciente como inconscien- te, a la manera de una formacién psiquica en constante movimiento. Lollamabael “negro-blan- co” para mostrar que el fantasma cambia sin cesar de registro en un vaivén entre el consciente y el inconsciente. Ahorabien, podemoscomprobar que, en general, el fantasma permanece inconsciente, Si retomamos la interrogacién de nuestro ana- lista en supervisién, la respuesta correcta final- mente hubiera sido: “Para situar el objetoa en una sesién de andlisis, comience por situar el fantas- ma inconsciente”, “Pero, me dirdn, eémo deseu- brir concretamente el fantasma inconsciente en una cura? {Cudles son los indices que permiten al clfnico situar un fantasma inconsciente?” ¥ ten- drian razén en referirse a indices no sélo para reconocer el fantasma inconsciente sino también parareconstruirlo, Sin embargo, antes de puntua- lizar los indices de la presencia del fantasma en una cura, quisiera recordarles que bajo el término general de fantasma se agrupan distintos tipos de producciones fantasmaticas, entre ellas los fan- tasmas originarios; otras, més circunstanciales, ligadas a determinada fase de la cura; y sobre 152 en tanto todo, una que raramente es meacionada en tant fantasma: la transferencia misma. as er Una ver aclarado este punto, jedimo recone ta expresién de un fantasma inconseionte SY cura, y al reconocerlo, reconstruirlot A Oo Tesponderles, les propongo los siguientes + Un fantasma comporta: una escena, persone” ces en general poco numerosos—, Una acti’. “afecto dominante y la presencia en escena parte definida del cuerpo. és del « F] fantasma no solo se expresa & seavée ds ‘i relato del analizante sino también, en ovacsone: fn sus acciones, sus suefios y sus ensona « El fantasma se expresa a través de un relato ode una accién que se repite ¥> generalmentey 7 i e sImareo de ut 5 jolvidable. Se repiteen el s snot eesiones de andlisis, incluso alo largo de la vida del sujeto. « Se trata de un argumento que el analizante considera enig- detalla minuciosamente pero que considera et: oeitico, Describe todos sus aspectos, sabe due es! Tntimamente concernido ¢ incluso reconoc® femocign que ese fantasma le suscita. A vcos, HY fantasma es la estimulacion necesaria, ¢] C60 ‘obtener el placer de wt jenante que le permite obtener el placer 2c 50 ore “A pesar de su imylicacion, el sujeto vive Fantasma como un elemento injertado que s21° Giagone y se repite por fuern de su voluntad im e repite « Se trata de un relato que describe una escent maginada con sus lugares, sus colores, su HemPoy imi su luz y sus sonidos. « Bs conveniente situar los personajes de Ie 153 ee escena en la que se desarrolla la accién: adulto- nifio, nifio-animales, terapeuta-nifio... y pregun- taral analizante si él se encuentraen dicha escena ycuél es su rol:el deser protagonista oespectador de 1a accién. + También conviene situar la accién princi- pal que se desarrolla, dirigiendo la atencién sobre todo al verbo que emplea el analizante en. su relato para describir esa accién. El fantasma estd siempre recubierto por una frase organiza- da.en torno de un verbo facilmente situable en el relato del paciente. Por ejemplo, el verbo “pega- do” en el conocido fantasma “pegan a un nifio”, ol verbo “morder” en “el niiio es mordido por el perro”, eteétera. Observemos ya desde ahora que, desde el punto de vista formal, el verbo de la frase que designa la accién fantasmética materializa al significante que ya hemos identi- ficado como siendo tanto el borde de los orificios erégenos como el trazado del corte de la doble demanda. El verbo en la frase del fantasma representa, en efecto, el corte entre el sujetoy el objeto, esel significante separador yreunificador del sujeto y del objeto. « Conviene, ademas, aislar el afecto, es decir, 1a emocién 0 la tensién que predomina en la accion principal y que atraviesa a los personajes. :De qué afecto est cargadalaaccién? Precisemos deinme- diato que este afecto no es el equivalente del goce (plus-de-goce) que, por lo general, no es sentido atin cuando sea el motor inconsciente de la acci6n fantasmética. A este respecto, no hay que confun- dir tres planos diferentes en los cuales es afectado cl sujeto: una cosa es el plus-de-goce que caus? inconscientemente el fantasma; otra distinta, él afecto ola emocién que es vivido por los personales y que domina la escena fantasmatica y una tere” 154, ra, el placer o el sufrimiento que la propia apari- cién del fantasma provoca en la persona del analizante. * Afin de situar el goce inconsciente en juego en la accién —diferente del afecto sentido por el protagonista—hay queconsiderar, entonces, cudl eslapartedelimitada del cuerpo que intervieneen la accién. Este goce tiene el estatuto del objeto a. Volveremos a encontrar mas adelante el lugar de este objeto cuando abordemos la légica del fantas- ma centrada alrededor de la identificacién del sujeto con el objeto. * La trama de la accién se desarrolla como un argumento perverso. Pero, més bien que de una intriga que se anuda y se desanuda, se trata de un cuadro viviente, de una suspensién de la imagen donde Ia accién se limita a algunos gestos de naturaleza perversa. Subrayemos que la perver- sién contenidaenel fantasma no esasimilableala perversién considerada en tanto una entidad elt- nica. * La aparicién del fantasma y su contenido perverso son vividos por el analizante como una practica vergongosa que hay que mantener en secreto, Esta es la raz6n por la cual, generalmen- te, los fantasmas s6lo son relatados muy tarde en el curso de un andlisis. Ensuma, los indices que permiten descubrirun fantasma ineonseiente en un momento dado de una cura son: la repeticién del relato; el cardcter, enigmético y sorprendente del argumento que se Je impone al sujeto; los personajes dela escena; la aceién desplegada; el afecto dominante; la parte 155 La logiea del analitica? fantasma del cuerpo comprometida y, finalmente, prometida : % e, el ay Ya que estos objetos, (..) el pecko, el excremento, el falo, el sujeto los ga © los pierde, sin duda, es destruido por ellos o los preserva, pero, sobre todo. éles estos objetos, segtin el lugar” donde funcionen en su fantasma fundamental (...) J. Lacan Vayamos ahora a la légi la légica que subyact fantasmay tratemos de responder ala egies Guat esl estructura, el mecanismo y la funcién fantasma inconsciente a lolargodeunacura slit primes ugar, subrayomos que la matris forma de wn fanaa et comput esencial- , por cuatro elementos: un sujeto, un obj : un sujeto, un objeto, um significante e imé eedeuecceel ‘ igenes. Ya hemos dicho: cijunt de estos lementos sedans de es a un argumento preciso, generalmente perver- 80, y que se expresa attr: soxyaueseon -avés de una frase del relato EI principal mecani ecanismo organizador de Ia es- poe sla identifieacién del su 0 objeto. Si retomamos nuestro coment s nuestro comenta- oie asaie donde Freud habla del nifio y del , situaremos al fantasma en el te reer mo- mento, aquel en que Freud nos dice que el nino, 156 Enel fantasma, aguello que perdemos habiendo perdido el pecho, se convierteen el pecho emo, Deeir que el nifio no sélo pierde el pecho Tine que se convierte en él, 0 que él voyellr, Por ejemplo, no s6lo mira sino que se hace mirada, es op nejor medio de comprender lo que significa al ot rrcitra, Cabe abservar quela distineién entre el ta entode separacién del objeto yel momento de Tn identifieacién del sujeto con el objeto, es wit ve auineién puramente tebrica. Bn la practica, de, Prats reconocer que la caida det objeto se produes bem amo movimiento que la identificacion de} sujeto con el abjeto del deseo. En realidad, pe hay se dora pérdida sin que el sujeto se dentifiqne Son lo que pierde. Desde el punto de vista psicot cortitico, somos, en el fantasma, lo que perdemos- Si retomamos el ejemplo del trayeeto de la doble demanda oral (figura 6) que, ala manett de sore te, separa el pecho, encontramos tres tier pos. En primer lugar, el primer ciremto de la Femanda del nifio a la madre: “Tengo hambre”. Lucgo, el segundo cireuito do la demands de la see ai niao: “Déjame alimentarte, mi mih0" Y finalmente, tereer tiempo: el de la identificacién. Tjaver separado el pechoe instituide como objeto el deseo, el sujeto se identifica con él, Entoner, etd constituido el fantasma. Bl sujeto se vuelve Sbjeto oral, o ms bien, el nisi se vuelve el pecho que, ahora, se ofrece a la devoracién del Otro. La Feige de este tercer tiempo se transforma © “Cémeme, madre”. Por lo tanto, la jdentificacion “Jel sujeto con el pecho eonstitaye la clave del Get act oral eanibalistica. Por supuesto, este fantasma oral, al igual que todas las otras var’ Ladinamiea (eel fantasma, anal, sadomasoguista, eet, de la trans ferencia es va, nos interesan para comprender no sélo la ra acion madre/niio, sino sobre todo la dint la dindmica es ee Tula transferencia considerada como la dingm'et fantasma Gfjema del fantasma. jCuantas veces vemos SUT- 157 een $oa el sujeto desaparece detras del objeto giren el analizante este: fantasm: por su analista o de devorarlo! dese dey Me acuerdo también de aquel paci que confiaha a su analista: Tene noes fil pero logue quer, eso ded iempo, es tenerlo en mi interior, dev hace eee mina cainicrat coe eit okices eae interpretado como la Fjacién de ese paces estado oral. Ahora bien, esta manera de rate problema no nos habria hecho avanzar, Enon bio, i volvemos «la eituacién de ese analint control refiriéndome tales palabras dc, analizant:“Quisieradevorar e abra = cado:“Mehabia pregunta nde situar el oj oa enel andlisis? Bueno, el objetoa en el andlis ceté en el centro del fantosma de devoracién toma aqui el nombre pecho”. ven Lacan formaliza este moment sujeto se funde con el objeto acs " aa eeoaalfantazma, con lanotacién $a. Afirmer que el sujeto es el objeto significa que el agente del fantasma, quiero decir, el elemento organizador de la estructura. fantasmatica, noes la propia persona del nifioo del analizante. El fantasma noes la obra e alguien sino el resultado aun tiempo dela accion ¢ || objeto y del corte del significante. El objetoa es ia causa motriz del fantasma y el significante (representado por el @ ) es su causa eficiente. En ee palabras, ee del fantasma es un nucleo zoce en torno del cual se organiza la representa- cién fantasmatica. Digdmoslo tambien de otra ‘manera: cuando un analizante deja transparenter, aa de surelato ode sus acciones, el ent 0 i un fantasma, no debemos dudar en concluir que el sujeto de ese fantasma no es él, el paciente, sin? el objeto del deseo y el significante (verbo) que marca el lugar de dicho objeto. 158 En consecuencia, podemos afirmar que el fan tasma es una manera de gozar, la construccion ‘aigida en torno del plus-de-goce, El pacients ae confia a su analista “Lo comeria”, es un ser ‘habi- (ado por un fantasma oral. Bs decir que 60 89c8 local se denomina pecho y que el sujeto de esta experiencia fantasmatica es, ¢ un tiempo, goce ¥ Sienificante que marea el goce. Hl sujeto en et tidn esel sujeto del inconsciente, €5 | decir el sujeto, ene es eee cee fantasma, y no la persona que manifiesta 5 sentimientos. Sin duda, la estructura del fantas- semper, conjuncién/disyuncién entre el stjet0 del jnconsciente ¥ el objeto a, es una ‘matriz formal aque podemos animar asignéndole & cada uno de sea cpoeecemenssog Pe Ede partenaires analiticos. Em eonsecuencify cuando elanalizante' enuncia “Lo: eomeria”, el objeto a del deseo, el pecho, esta representadoen estacircuns- taneia por el analista. En ese caso elanalista esté cars Tugar del goce local dorrinante. Inversamne™ te, puede suceder que sea el analizante quien Feague ol rol de objeto devorado Por 6 analista. Recordemos que Lacan elaboré especialmente la articulacién l6gica de los términos, del fantasma arel mareo dela topologia utilizandole superficie Capolégica denominada plaso proyective 0 eres cap.*Este objeto topol6gice se presta admirable- cat on para mostrar comolos dos terminos de tujeto del inconsciente(S)yde objeto) seretinen Jy se separan, se conjugan y se disocian PSP inter- 9 i resign de un significante que oficia de core. ‘Recordemos que situamos clinicamente ese signi- Peeve bajo la forma corereta de la frase due ee naam VOU ee través del verbo que indica la accion. 159 Las forma ciones det objeto a Sintesis de concepeiones sobre el objeto a éQué relacién existe entre pee la alucinacion Freud jamas distinguié netam turas del sue, del fantasmay delaaheaes Seema elem mes psfqui baba bajo la denominacon ae “peconis ae atorias del deseo”. A mi citero, esta de cin es extremadamente interesante, ya ee Gia a ella rompe Freud con Ta falsa intulcioe gar Ia psicosis a un mundo aparte, Esta an expresién, “psicosis del deseo”, nos sitia - Settor indelerminado en el cual ante un suet, una alucinacién o un fantasma, est press cnte la psicosis. Bauticé a estas producciones | —fantasma, alucinacién y suefio— “formasionss del objeto a” en resonancia con la ex; resid lacaniana “formaciones del ee ee Sener tae formaciones del objeto a? Tntento ajo una misma de inacién cere ica dferenen pero formadaede are docon un mecanismo comun: el sujeto: c tre for. ma en el objeto que pierde. "ner Bleverpo sel lugar _Plehietoacomo objeto del desnen fntasa ee adopta distintas formas corporales. ;Cudi es, en tonces, lanocién mds general decuerpoquest by esta visién del objeto? auecuoacs seit ado auisiora sitar on un primer ere ls ditrente nfs del objetoa. Enel fondo, el ‘a puede ser considerado desde el : oe yunto de vista formal como laguna catructure—2n avo cote frmaria une constelacién conceptual Juntoconel Uno elconjunt, Hien puede et i smbién desde el punto de vista ener- patie como el plus devgoce "en cuyo caso 18 160 constelacién conceptual requeriria de las ota dos Categorias del goce y del ineonsciente estructurado Como un lenguaje—- Ademés, puede ser considera- comgade el punto de vista de su estatuto de objeto del deseo, niicleo del fantasma, como siendo un, aranien de formas corporales (pecko, dolor, etecte- abaniien ese caso la constelacién de los concepts ra) Innecesidad,]a demanda, el eseoy el fantas- sm ¥ finalmente, desde el punto de vist dela prictica, el objeto puede ser considerado como el Tagar motor de acura, ocupado por el psicoanalis- ta_— formando una constelacion conceptual con el semblante y la interpretacion—- ‘Vayamnos ahora a su pregunta sobre el vert) en general. {Qué es el cuerpo para el psiconrl oF paral psicoanalista,eleuerponces el vernt se aaatomista, del fisiologista odel biologis'®, ni siquiera el del filésofo. Segtin Lacan, pars el psi- Sounalista el cucrpo es el lugar del gece, GRecha- ‘amos por es0 la coneepcidn biol6gica © filoséfica anes po? No. ignoramos, por ejemplo, €) ‘hecho de que en la psicosis maniaco-depresiy® existen lteraciones bioquimicas? No, pero noesesoloque ite preoeupa, Nuestras preguntas son otra Si, por ejemplo, tengo ante mi un pacienté maniaco- opresive mi interrogacion reeaerd en 8 relacién {que mantiene su psicosis con el dolor, con elduelo, a ypeluso con la pérdida. ¢Cémo trata 4 6 enfer- tad _“tratar” enel sentidode experimentay propio sufrimiento, de escuchar Tas voces Puperyoieas y los autorreproches duc dirige—? Sea cual fuere el sustrato organic de wns enfer- seedad mental, la dimension simbélica em lacual el paciente explique sus sufrimientos ¥ produzea us suefos se impone de modo insoslayable. El Sos Fy eon su. simbélica, permanecers siempre 161 ee como un llamado imperativo a. cuando un dia se descubraclorigen git” vida onfrica. No, el cuerpo que nos it ee ey aie espacio en el cual cireula una maltiph flujos do goces. plc Por lo tanto, nuestr: aquella demasiado general ae eae sino mas bien: “,Cémo se goza?” Lap 7 paicoanalista seria: “{Como sufre mi Te i*Como se satisface?”,y mas directomenteaad de est el zoe?” Fora a euestin ‘el muestr tica se definré de acuerdo con la mane interrogar al cuerpo en tanto lugar de aa Ye inex prof pata ue on ssn md levado a interesarme por los trastornos som: at eee presentarse eventualmente en a, aes No porque seamos psicoanalist je tener en cuenta los accidentes cor rales que, eventualment To: jente, padecen nuestros ps on la pregunta: “;Dénde esta el goce?”, respons oe que uno de los mejores ejemplos del cu ea el cuerpo expuesto a la prueba’ ee dolor intenso, Entendémonos: el std 2 es el placer sino el estado mas alla del. pl na o para retomar los términos de Freud, e8 una tensién, una tensién es 3 sxcesiva, un maximo dé tein, mientras quel lace contrapes cin, una deminacin dolas tensions, Siel placer sn en no perder, en no perder nada yengastarlo ‘menos posible, por su parte el goce: -ario, se sittia del lado de la pérdi : erdida Y oo del agotamiento del cuerpo Tlevado al xxismo de su esfuerzo. Es alli donde aparece ¢! 162 fl neurdtico juefia con. fer perverso cuerpo como sustrato del goce. Precisamente, la coerra analitica concibe el goce del cuerpo en este tatado de un cuerpo que se gasta- ‘Tomemos el caso del vayeur quer disimulado etras de los arboles, espia en plena noche & las parejas abrazadas y goza nat de la mirada. Como ear poyenr, no solo goza de la mirada Sino oma hace lo necesario como para que la Pare ade euenta desu presencia. indignads 10 cabra earneultos y Te arroje piedras. Este aspect © Feodamental. No hay voyeurs que no sean Rese quistas. Blintrusomira, ‘esperandoser desenmas dep y gorar tanto de la mirada como del dolor Geta humillacién. Sin la presencia de est humi- eo Mon que, por lo general, puntualiza el fracas Teh argumento perverso, podemos estar Soe de que el sujeto no puede ser calificado de pore” de axtria mas bien un neurético que juega 0 Ser perverso. ‘Aeste respecto, quisiera disipar un malentet dido bastante persistente, que identifica al per- Verso con un neurético que goza con fantasma. Yecontenido perverso. Yaque, en efecto, ‘todos los neurétieos suefian y fantasean ser perversos sin. nunca llegar @ serlo. Si el neurético vive fantas- mas perversos, €l perverso, Por St parte, pone en mas Poneretamente dichos fantssmes, Pero ¥ 0 poder realizarlos. Si el uno suetia, ol 70 pone en acto el suefio hasta el fracaso. Por lo tanto, el perverso eS aquel que realiza hasta el fracaso jumillanve el fantasma perverso del neurdtico. pam fracaso y 12 humillacign, el pervers angustia, se deprime y se siente ‘idiculo, el mas Shota del mundo. Sin duda, hay en Tos comporta- sietatos perversos algo delorosamente COW he Si Elneurdtico hace sonreir porgue succes impotente, ‘aser perverso, el perverso, Por st parte, también 163 ——=— | El perverso acorrala el goce del Otro mueve a risa cuando vemos cémo se desmon como un castillo de naipes toda la operacién habfa montadocuidadosamente. Esallidondeg™® de verse rebajadodemododegradante, yencue su satisfaccién en el dolor masoquista. mite Pero, ¢dénde localizar entonces el goce so? Cuando el voyeur goza de la mirada ung goce) o sufre la humillacién (plus-de-goce), « cuerpo est en la tensién maxima y se gasta hast, perder todo. Pierde la visién y toda sensacié orgénica, como si su cuerpo estuviera ausente: Cuando mira, pierde la vista, y cuando soporta ¢ fracaso mortificante, pierde la sensibilidad cenestésica de su cuerpo. Cuando propusimos la formula “el corte produce una separacién”, pensé. bamos en este ejemplo de la perversién en la cual el cuerpo atraviesa, a nivel de los ojos y de los miisculos, la prueba maxima del goce. Decir queel cuerpo “goza” equivale a decir que el cuerpo “pier- do”. Subrayemos que la zona erégena relativa ala mirada son los parpados, y la relativa al dolores 1 conjunto de las sensaciones corporales y, en particular, musculares, . Por otra parte, cabe observar que nuestro ejem- plo se presta perfectamente para ilustrar también esa categoria del goce constituida por el goce del Otro. El goce sin medida esta encarnado, en este mismoejemplodel voyeur, por el goce absoluto que el perverso quiere captar en la imagen dela pareja sorprendida haciendo el amor. Para el perverso.el Otro que goza es la pareja enlazada en un éxtasis delicioso. Justamente a este respecto, la diferen- cia entre el neurético y el perverso no es s6lo que el uno suefia gozar y el otro pone en acto el goce (plus-de-goce), sino principalmente que uno (el neurético) supone el goce del Otro como un goce imposible, mientras que el otro{el perverso) pien- 164 ‘Donde situar el ‘goce en un ‘cuerpo?, sa que es realizable. El neurético imagina el goce del Otro y Jo supone vagamente, segtin distintas figuras, tales como la muerte, la felicidad supre- maolalocura. Por su parte, el perverso es diferen- te, no imaginal goce sino que lo busca, lo acorrala y cree posible captarlo. Cuando el voyeur espia detrés de un drbol quiere captar el éxtasis de los amantes sin que por ello tuviera en mente una imagen previa. Queda claro, entonces, hasta qué punto se re~ duce el cuerpo para el analista fundamentalmen- tea goces parciales —en nuestro ejemplo, la mira- daoel dolor masoquista— polarizados en torno de sus zonas erégenas —los parpados y los miiscu- los—. Es por esto, justamente, que las preguntas que se plantea el psicoanalista frente al cuerpo son: “,Cual es la relacién del cuerpo con el goce””, © bien: “{Cémo goza el cuerpo?”, 0 con mayor exactitud: “;Qué parte del cuerpo goza?” Estas preguntas me recuerdan una anécdota personal en un momento en que ya trabajaba este tema del goce. Habia llegado a la conclusién de que la pregunta del analista debia ser formulada: “,Don- de situar entonces el goce en un cuerpo?” Enesa época habia asistido juntocon un amigo, también psicoanalista, a un magnifico ballet, L’Apris-Midi d’un faune [La siesta de un fauno] interpretado por una notable pareja de bailarines italianos, Paolo Bortoluzzi y Carla Frucci. En una seouencia de una intensa belleza, Bortoluzzi se toma de la barra y, con un lento batimiento pendular, levanta el pie izquierdo hacia adelante y hacia atrés rozando apenas el suelo. En la simplicidad de este movimiento, tuve la impresion de queel bailarin alcanzaba la plenitud de su arte. 165 .. en el pie del bailarin La pierna parecia trazar con la punta del pie tn, escritura deslumbrante de ligereza. Me parecig que esta figura era el momento culminante de} ballet. Al salir del teatro, le propuse a mi amigg que nos libréramos al juego de preguntarnos, en tanto analistas, dénde habia habido goce en el espectaculo. Nuestra primera reaccién fue decir. nos que el goce estaba, sin lugar a dudas, en la mirada de los espectadores, empezando por noso- tros mismos. Por otra parte, hubiera sido preciso discutir si la fascinacién de los espectadores per. tenecia a la dimensién del ver o del mirar, del placer de la visién o del goce de la mirada. A este respecto, observemos que el voyeur perverso del que les hablé recién, mira pero no ve. No podria decir si nosotros, espectadores, estabamos bajo el efecto del placer o del goce, si vefamos o si mirdba- ‘mos, pero en todo caso nuestra pregunta segula insistiendo: “;Dénde situar el goce en ese especta- culo de ballet?” Si no lo encontrébamos en los espectadores, entonces debia emanar del propio cuerpo de los bailarines. {Pero bajo qué aspecto del cuerpo? Nos separamos sin respuesta, pero al llegar a casa, me sorprendi retomando la cuestién otra vez. Finalmente, se me ocurrié una idea que escribi, esa misma noche, en unacartaa mi amigo. Creo, le decia, haber encontrado el lugar del goce enel ballet: es, curiosamente, el pie de Bortoluzzi. ¢Por qué el pie? Por dos razones. En primer lugar, porque en el momento de la secuencia, a mi crite- rio, culminante, el pie del bailarin concentraba toda la tensién del cuerpo en equilibrio. Y luego, porque Bortoluzzi habia trabajado tanto su cuer poy se habia servido tanto de él, tanta vida habia pasado sobre ese fragmento de cuerpo—imaginen ladisciplina y el rigor de este hombre quien, porlo demés, era ya un artista consagrado— que no dudaba en escribir que Bortoluzzi habia perdido ese pie, que desde el punto de vista del goce, 8¢ 166 separaba de él sin cesar. El pie se habia convertido enel lugar del cuerpo que ya no pertenecia verda- deramente al bailarin. Interrogarme acerca de la localizacién del goce en unespectéculo de danza me sirvié mucho para comprender lo que significa perder cuando se ha vivido, En nuestro ejemplo, la pérdida no se sitéia al nivel primario de la relacién bebé-madre, sino ‘en un orden relativo a la sublimacién y al arte. Para comprender el goce, utilizamos aqui el mis- ‘mo “dispositivo” conceptual, pero en un nivel dife- rente. En nuestro ejemplo, el corte significante esta representado, no por la demanda, sino por la disciplina del cuerpo del bailarin, por la extrema flexibilidad, por las mil y una veces que hubo de forzarse ese cuerpo a fin de alcanzar el punto exacto y armonioso en que el pie roza el suelo con arte, Gracias a este ejemplo del bailarin, se darén cuenta de que la incidencia significante en el ‘cuerpo no necesariamente adopta la forma de una palabra enunciada o de una demanda formulada, La incidencia significante esta representada aqui por la disciplina a la cual debe ser sometido el ‘cuerpo del artista. La repeticién significante resi- de en las horas incontables, los dias pasados, el trabajo incesante que produjeron la pérdida del pie del bailarin. ‘Nuestras reflexiones nos Tlevan a la siguiente ‘conclusion. La pregunlaadecuadanoseria:“jQuién goza?” sino: “,Qué goza en nosotros, qué parte del esté exeluido cuerpo goza?” Una vez que alcanzamos esta idea: ‘el cuerpo es el lugar del goce, planteémonos ahora la pregunta: “;Se da cuenta el sujeto de que goza?” El goce conmueve al sujeto sin que éste perciba donde es tocado, a la manera del inconsciente que 167 Iohace hablar a su pesar. Hay un suftimi cuerpo, propio de un bailarin como Bortalu no podria medirse bien y que se condensa gesto sublime del movimiento del pie. § podemos reconocer la sensacién de placer, Ia medida de lo que se pierde. Jamas sabree”™ reconocer mi medi el grado de la prucha ale esta sometido el cuerpo. Es decir, que se cs sentir placer pero no medir el goce. Y cate . permite recordar una proposicién de la primers leccién: el sujeto esté excluido del goce. * zi, en egy ‘em, A propésito siempre del i goce, scdmo se po pensar el goce en el suicidio? _ éQué clase de suicidio? Porque hay m tipos de suicidio:el suicidio histérico, melanie, esquizofrénico, o también otros. El sujeto melan- élico, por ejemplo, se mata de una manera total- mente: diferente del histérico. En general, el suici- aio de un histério no es un acto sino una acca que supera la intencién del sujeto, como si é hubiera ido demasiado lejos, més lejos We logue hubiera querido. En cambio, un suicidio-acto es unsuicidio en el que el sujeto da el paso y traspasa efectivamente el umbral del goce-Otro. Realiza un acto y atraviesa la Ultima frontera. Pero no nos engafiemos, no todo suicidio es un salto que tras- pasa un limite. El lugar del goce sera diferente de acuerdo con las variantes clinicas de la accién suicida. Por esta razén le preguntaba: gqué clase de suicidio? “ Aquel que usted considera un acto. Ante todo, recordemos que para saber de qué 168 Blacto suicida tipo de suicidio se trata, conviene examinar el modo particular que condujo a la muerte, Bs a partir de la manera de darse muerte, por ahorcamiento, por arma blanca, por arma de fuego oporintoxicacién, etestera, como podemos recono- cera posteriori el tipo de sufrimiento que convoca- ba ala muerte. No obstante, jamas podremos dar un sentido preciso a un acto tan radical como el suicidio. Para responder a su pregunta, la inica afirmacién que nos arriesgariamos a formular es que el suicidio de un escritor como Mishima, 0 Montherlant, por ejemplo, es un acto por medio del cual franquearon la frontera de un goce sin medida. Tocaron el limite de un goce diferente de aquel localizado en partes, en miradas, en el pecho, en el dolor, eteétera. Cuando de lo que se trata es del suicidio-acto, ya no estamos en la dimensién de lo local y Jo limitado sino en una dimensién radicalmente inconmensurable. Dicho esto, quisiera que tomaran estos comentarios sim- plemente como una aproximacién posible al fen6- meno del suicidio. Lo radical del acto suicida impone siempre una extrema reserva en nuestras reflexiones. El caso del suicidio-acto es tinicamen- te un ejemplo de la confrontacién del sujeto con el goce-Otro, un ejemplo entre otros que muestra al Sujeto abriendo la puerta de ese lugar del cual estamos obligatoriamente exiliados. El éxtasis del mistico es también otra figura del traspaso del umbral del goce-Otro, de un goce que implica el cuerpo todo en un supuesto encuentro divino con Dios. Recuerden nuestras reflexiones de la primera leccién. La denominacién més correcta para si- tuar la instancia del goce-Otro es designarlo como el lugar donde no hay significante. Es una defini- 169 cién por la negativa. Si queremo: nuestra elaboracién analitiea, conviene pon Fr, hr del sexo, Qué sexo? Cuando decimos sexo" no eg referimos al sexo genital. No, hablamos de it capacidad maxima del cuerpo de guzar. Bn oteet rr, mera del goce-Otro como siendo el lugar de un: ee innombrable, de un sexo que no podriamos cal car de femenino o de maseulino, Nos interesameg en el cuerpo en tanto goce pero ignoramos en a consiste exactamente la diferencia entreel ee la mujer y el del hombre, Ese es, justamente, el sentido de la formula ‘No hay relacion sexual” Sj, ensamos que el cuerpo aélo nos interesa como Tugar del goce, pero cuando se trata de saber qué significa un cuerpo llevado al extremo de su capa- cidad de goce —el goce del mistico, por ejemplo, ° aquel inherente al suicidio en tanto acto—, enton- ces, reconocemos la existencia del goce pero no sabemos ‘definir su naturaleza. Ahora bien, si bien el psicoandlisis reconoce lo insondable del goce, no porello se limita a una simple confesién de impo- tencia. Si el psicoandlisis se limitara a declarar inicamente “E] goce es un misterio”, s6lo seria ‘una mistica fascinada por el abismo. El trabajo de la teorfa no consiste en declarar tinicamento “Acs estdloreal desconocido”, sino en tratar de circuns- cribir, o mejor, de escribir los limites de lo real. La formula de Lacan “No hay relacién sexual” es justamente un intento de circunseribir loreal, de dlolimitar Ia falta del significante del sexo en el inconsciente. “No hay relacién sexual” significa que en nuestro inconsciente no hay significantes sexuales articulados entre si, ligados por una aa Recordemos también esto otro de Lacan: ‘De alli mi enunciacién: no hay relacién sexual, sobreentendido: formulable en la estructura”. 170 Cuando el anélisis propone como axioma quela relacién sexual no existe, esto no quiere decir que Fgnoramos el encuentro amoroso entre un hombre una mujer, 0 incluso la presencia entre ellos de toces parciales Hamados plus-de-goce yfélico, No, TE dicho lacaniano enuncia la no relacién para contraponerse a cierta idea que quisiera traducir Ta relacién sexual comoel momento culminante en el que dos cuerpos son tno solo. Lacan se rebel contra esto: el que la relacién sexual entre un Hombre y una mujer forme un solo ser. Ese era el mito de Aristéfanes en El Banquete, de Plat6n. ‘Ahora bien, no se requiere en absoluto la préc- tica clinica con nuestros pacientes para saber que, fn general, el encuentro entre un hombre y una mujer es inevitablemente discordante. {Como go" van el uno y el otro? No lo sabernos. Sabemos que ‘gna mujer goza de una manera diferente de la de Un hombre. Los dos cuerpos no pueden hacer uno Bnetacto Ya due hay una divergencis del goce sexual. Va- ea yyoe a aclararlo. En una relacién sexual efectiva, serual, Joque estd en juegoes la relacion de un were con Gartenaires una parte de otro cuerpo. ‘Tanto el hombre comola partenaires Tyujer gozan con una parte del cuerpo del oir Si % Traamente uno de los partenaires me contradijera explicando viinete que goza con el cuerpo entero del otro, le resPon woriae “Quizés ol cuerpo entero del otro, pero reducido a un objeto”. ‘Recuerden la “transaccién” propuesta por Sadeen Juliette:“Prestadme, sero- va parte de vuestro cuerpo que puede satisfa; vere un instante, y gozad, si os place, de la del mio que pueda seros ugradable”. En una relacién sexual conereta, no se trata entonces del goce del cuerpo entero del Otro, como Toseria en el caso del mistico que goza con Dios. En ffecto, cuando algunos misticos dicen haberse fbierto, en su éxtasis, corporalmente a Dios, 6 wm zan con el cuerpo entero. Pero en cambio, cuan, se trata de un acto sexual efectivo, con lo que gozaes conel cuerpo del Otro reducido a un obje, el Otro reducido al otro, Retornan nuestras pre” guntas:“;Quiénesel otro?” “;Quiéneselpartenay, reenuna relacién sexual?” “{Quién esel otro en] momento del orgasmo?” El otro es un objeto par. cial. En consecuencia, ambos partenaires se red, cen mutuamente, el uno parael otro, al estatuto de objeto. 172 Quinta leccién

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