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PRIMERA PARTE Introduccion 1N Los dos primeros capitulos repasamos la materia del curso introductorio de microeco- nomia. En el Capitulo 1 aplicamos los principios del andlisis coste-beneficio a toda juna variedad de decisiones que nos resultan familiares por la experiencia. Su objetivo es {que el lector entienda intuitivamente lo que significa «pensar como un economista>. En el Capitulo 2 desarrollamos el andlisis basico de oferta y demanda, que es nuestro ins- ‘trumento analitico para explicar los precios y las cantidades de bienes que se comercian en los mercados. Veremos que, aunque los mercados que no estén regulados pueden no generar siempre los resultados que nos gustaria, suelen producir los mejores resultados posibles en cada circunstancia y que Ios intentos de tos poderes piiblicos de ayudar a los pobres regulan- do los precios y las cantidades a menudo producen, por el contrario, efectos secundarios que no se deseaban, Veremos que es mejor ayudar a los pobres adoptando programas que aumen- ten su renta, CAP{TULO Pensar como un economista A MICKUECONOMIA es el estudio de Ia manera en que eligen los individuos en condiciones de escasez. Muchas personas, cuando oyen esta definicién por primera vez, reaccionan afirmando que esta disciplina es de escasa importancia para la mayorta de los ciudadanos de los paises desarrollados para quienes, después de todo, la escasez material es en buena me- ida una cosa del pasado. Sin embargo, esta reaccién se debe a que se adopta una visién muy limitada de Ta escasez. Incluso cuando los recursos materiales son abundantes, es seguro que otros recursos importan- tes no lo son, Arist6teles Onassis tenfa varios miles de millones de dolares cuando murié, Posefa ‘mis dinero del que posiblemente podia gastar y lo ulilizaba para adquirir cosas como travesafios cde marfil de ballena finamente trabajados para los taburetes del bar de su yate. Y, sin embargo, tenia un problema de escasez mucho mayor, en un importante sentido, que los que podamos te~ ner alguna vez la mayoria de nosotros. Onassis fue victima de una miastenia grave, una enfer- medad neurolégica degenerativa y progresiva. Para él, la escasez que contaba no era el dinero sino el tiempo, fa energfa y la capacidad fisica necesaria para realizar las actividades ordinarias. El tiempo es un recurso escaso para todo el mundo, no s6lo para los enfermos terminales. Por ejemplo, cuando vamos a ver una pelicula y hemos de elegir. no es el precio de las entradas el que nos impone limitaciones a la mayoria de nosotros, sino el tiempo. Si no disponemos mas que de inas cuantas noches libres al mes, ita ver una pelicnla significa no poder ira ver otra 0 no poder cenar con los amigos. El tiempo y el dinero no son los tinicos recursos escasos importantes, Pensemos en la deci. sign econdmica que tenemos que tomar cuando un amigo nos invita a desayunar a un bufet. Se trata de comer todo To que se quiera y hemos de elegir Io que vamos a tomar. Incluso aunque no fuéramos ricos, el dinero no seria lo importante, pues se puede comer gratis todo lo que se quie- ra, El ticmpo tampoco es un obstéculo, ya que tenemos toda Ia tarde y preferimos pasarla en compafifa de nuestro amigo que en cualquier otra parte, En este caso, recurso escaso impor- tante ¢s la capacidad de nuestro estémago. Hay un montén de comidas favoritas ante nosotros hemos de decidir qué vamos a comer y en qué cantidad. Comer otra «tostada» significa nece- siamente tenet menus sitio pata tras mids huevos revucltus. Aunque eu eMte vase ef dine1y my ‘cambie de manos, no por eso es menos econ6inica nuestra decisiGn. En toda decisién hay en mayor 0 menor medida un problema de escasez. Algunas veces la cescasez de recursos monetarios es la més importante, pero no lo es en muchas de las decisiones i ‘CAPETULO 1: PENSAR COMO UN ECONOMISTA mis acuciantes. Hacer frente a uno u otro tipo de escasez constituye la esencia de la condicion humana. De hecho, si no fuera por este problema, la vida perderia en gran parte su intensidad. Para una persona que viviera indefinidamente y que tuviera unos recursos ilimitados nunca ten- dria importancia casi ninguna decisién. En este capitulo examinamos algunos de los principios basicos de la teorfa microeconémi- cca y vemos cémo podria aplicarlos un economista a toda una variedad de decisiones en las que hay un problema de escasez. En capftulos posteriores presentamos el desarralla més formal de. la teorfa, De momento, nuestro tinico objetivo es entender intuitivamente lo que significa ‘pensar como un economista>. Y la mejor manera de hacerlo es analizar nna serie de peablemas que nos son familiares por la experiencia real. Enfoque de las decisiones basado en el andlisis coste-beneficio Evempto 1.1 ‘Muchas de las decisiones que estudian os economistas pueden formularse de la siguiente manera: {Debo hacer la actividad x? En el caso de la persona que est considerando la posibilidad de ir al cine, «;... hacer la ac- tividad x» podria ser, por ejemplo, «,.. ver Casablanca esta noche?». En el caso de la perso- na que va a desayunar a un bufet, podria ser «;... comer otra tostada?». Los economistas res- ponden a esas preguntas comparando los costes y beneficios de la actividad en cuesti6n. La regla que utilizan es cautivadoramente simple, pues si C(x) representa el coste de hacer x y B(x) los beneficios, tenemos que: Si B(x) > C(x), debe hacerse x; en caso contrario, no. Para aplicar esta regla, es necesario definir y medir de alguna manera los costes y Ios he- neficios, Los valores monetarios constituyen un stil comiin denominador para este fin, incluso cuando la actividad no tiene relacién alguna con el dinero, Definimos B(x) como la cantidad ‘monetaria maxima que estariamos dispuestos a pagar por hacer x. A menudo se trata de una magnitud hipotética, incluso aunque en realidad no cambie el dinero de manos. C(x), por otra parte, es el valor de todos los recursos a los que debemios renunciar para hacer x. En este caso, tampoco tiene que entrafiar una transferencia explicita de dinero. En la mayorfa de las decisiones, no es facil expresar algunos de los beneficios o de los cos- tes en términos monetarios. Para ver qué se hace en 30s €a308, cxaminemos la sencilla decision siguiente. Debemos bajar el volumen del tocadiscos? Nos hemos sentado eni tina eémoda silla y estamos escuchando un disco cuando nos da- ‘mos cuenta de que las dos canciones siguientes no nos gustan, Si tuviéramos un repro= ductor de discos compactos, 1o programarfanios para que se las saltara, pero como no lo tenemos, debemos decidir si nos levantamos y bajamtos la mifsica.o nos estamos quietos y espetamos a que acabe. El beneficio de bajar el volumen es no tener que aguantar las Canciones que no nos gustan. El coste es la molestia de tener qué levantamos de la silla. Si estamos muy c6- ‘modes y la musica s6lo es algo molesta, probablemente no nos moveremos, Pero si no lle- ‘vamos mucho tiempo sentados o si la misica es realmente molesta, es mas probable que ‘nos levantemos, ‘MICROECONOMIA Y CONDUCTA Precio de reserva de la actividad x Precio al que a una persona le daria igual hacer x que no hacerlo. Incluso cuando se irata Ge seficillas decisiones como ésta, es posible expresar los cos tes y los beneficios relevantes en términos monetarios. Consideremos, en priiner lugar, coste de levantarse de Ia silla, Si una persona nos offeciera { centavo por levantamos de una cémoda sillay si no hubiera ninguna otra razén para hacerlo, ,aceptatfamos la oferta? ‘Si somos como la mayorfa de las personas, no la aveptariamos. Pero si nos ofrecieraf. 21,0005, nos leyantariamos af instante, Nuestro previo de reserva, ¢8 deci, la cantidad mf- nim por la que nos Jevantariamos de la silla se encuentra entre 1 centavo y 1,0008. Para ver donde se encuentra esa cantidad minima, imaginemos que realizamos ima su basta mental con nosotros mismos en la que vamos subienda poco a poco la oferta co- enzando por 1 centavo hasta que llegamos a un punto-en el que apenas merece la pena Jevantarse. E} lugar en el que se encuentre ese punto.depender4, evidentemente, de las cit ccunstancias. Si somos ricos, tenderd a encontrarse en uf lugar mas alto que si somos po- bres, ya que en ese caso una cantidad dada de dineto parece menos importante; si nos en- contramos con fuerzas, se hallaré en un lugar mas bajo que si estamos cansados; y asi sucesivamente. Supongamos, para faclitar el andlisis, que nuestro precio de reserva por le= Vantarnos de la silla es de. 1S. Podemos realizar una subasta mental parecida para averiguar la cantidad maxima que estatiamos dispuestos a pagar a una persona para que bajara la” imvisioa. Petr provin de recerva mide las beneficiox de bajar La mitica, Supongamoo que son 75 centavos. Segtin nuestra regla formal de decisién, tenemos que x = «bajar el tocadiscos» y que B(x) = 0,758 Bux), de- bbemos quedamos y trabajar con nuestro profesor. Sin embaggo, una persona que no tuviera cut cuents el coste de, oportunidad de los ingresos perdidos, tomatia la decisi6n incorrecta -> de ir'a esquiar Obsérvese el papel que desempefian en el Ejemplo 1.2 nuestras ideas sobre el trabajo. El he- ccho de que éste nos guste lo suficiente para que estemos dispuestos a hacerlo gratuitamente no es sino otra forma de decir que no tiene costes psiquicos. Eso es importante, ya que significa que si no lo hiciéramos, no estariamos escapando de algo desagradable. Naturaimente, no todos los trabajos entran dentro de esta categoria, Supongamos, por el contrario, que el trabajo con- sistiera en limpiar platos en el comedor por el mismo dinero, 45S al dia, y que fuera tan des gradable que no estuvigramos dispuestos a hacerlo por menos de 30$ al dia Si el encargado del comeddor nos permitiora tamamos un dia libre cuando quisiéramor, revisariamoo nuestra deci siGn sobre la posibilidad de ir a esquiar. EJEMPLO 13 ;Debemos ir a esquiar hoy 0 limpiar platas (igual que el Ejemplo 1.2, salvo la alternativa)? Exinien dos manera equivalentes de cxansiint ésa decison Una c dav que uno Ue tos beneticios de ir a esquiar es no tener que timpiar platos. Dado que nica estarfamos dis- pucstos a hacer ese trabajo por menos dé 308 al dia, para nosolsus evitar esa rarea tene ese yalor. Por lo tanto, i a esquiar tiene el beneticio indirecto de no limpiar platos. Si lo su- ‘mamos al bencficio diteety de G08 Ue in x esyuia, (eueiiUs Yue Bx) = 90S. Desde este ‘punto de vista, C(x) tiene el mismo valot que antes, a saber, los 40$ que cuesta esquiar ° ins los 458 del coste de oportunidad de los ingresos perdidos, e8 decir, 85S. Por lo tanto, ahora B(x) > Cla), Io que significa que debemos itnos a esquiar. ‘Ora forma de Hegar al mismo resultado consistria en sopesit los aspecios desagra- Gables del trabajo de limpiar platos y el sueldo. Segtin este enfoque, restarfamos los 30S iarigs que valen para nosotros estos aspectos de los ingresos de 45§ que pereibiriamos si lohiciéramos y ditiamos que el coste de oportunidad de no trabajar en el comedor es de 153 diarios solamente. En ese caso, C(x) = 408 + 15$ = 55 < B(x) = 608, y la conclusion 5, de nuevo, que debemos imos a esquiar Da lo mismo la manera en que valoremos los aspectos desagradables de limpiar platos. Es extraordinariamente importante, sin embargo, que lo hagamos solamente de una de las. dos formas. jNo los contabilicemos dos veces! : Evempto 1.4 CAPITULO I: PENSAR COMO UN ECONOMISTA EL Ejemplo 1.3 muestra claramente que existe una relacién reciproca entre los costes y los beneficios. No incurrir en un coste es lo mismo que obtener un beneficio. Por la misma razén, zo obtener un beneficio es lo mismo que incurrir en un coste. Con todo lo evidente que parece, a menudo se pasa por alto. Consideremos, por ejemplo, el ‘caso de un estudiante extranjero de doctorado que ha recibido hace poco el titulo y que esté a punto de volver a casa. La legislacién de su pafs permite a las personas que regresan del ex- tranjero levarse un automévil nuevo sin tener que pagar el arancel normal de 50 por 100. El suegro del estudiante le pide que le Heve un Chevrolet nuevo de 10,000 y le envifa un tal6n por oa vautidad, lv que pouc ci apricion al estudiautc. Tenla pousaly Gousprat unt Chiovivlet cont el fin de venderlo en su pafs. Dado que, como hemos seftalado, normalmente hay que pagar por Jos auromdviles nuevos un impuesto de un 50 por 100 sobre las importaciones, un automévil de ese tipo se venderfa en un concesionario de su pais por 15.0005. El estudiante estima que €1 po- dria Venderlo fécilmente por 14,0008, lo que le reportaria un beneficio de 4.0008. Por lo tanto, el coste de oportunidad de llevar el automévil a su suegro por 10.0008 seria de 4.0008. No ob- tener este elevado beneficio seria un elevado coste, Al fina, es la decision que toma, ya que para 41 tiene més valor Hevarse bien con su familia. Incluso desde un punto de vista estrictamente econémico, la mejor decisién no siempre es la que nos reporta més dinero. {Qué debemos hacer primero? ;Trabajar o ir a la universidad? Los costes de ira 1a tiniversidad no Son meramiente-fos gastos de matricula, alojamiento, comida, libros, material, etc. También comprenden el coste de oportunidad de los ingresos. ‘que perdemos mientras estamos estadiando. La cantidad que ganamos aumenta conforme 8 mayor nuestra experiencia. Cuanto mayor es ésta, mas elevados son los ingresos a 10s ‘qué debemos renunciar para ir a la universidad. Por lo tanto, cuando menor es este coste de oportunidad es al terminar los estudios secundarios. Por lo que se refiere a los beneficios, una dé las grandes gunancias de los estudios uni- Versitarios es que permiten percibir unos ingresos much mayores. Cuanto antes vayamos 4 Ia universidad, durante més tiempo podremos obtener este beneficio, Otro beneficio lo constituyen los aspectos agradables de ira la universidad comparados con fos de trabajar. En general, Ios tipos de empleo que tiene 1a gente tienden a set menos desagradables (0 més agradables) cuanto mayor sea el nivel de studios y la experiencia que tenga. Por lo tanto, asistiendo a la universidad se evita tenet que realizar los trabajos menos agradables, Por consiguiente, para la mayorfa de las persons tiene sentido ir primero a la universidad y despugs trabajar, Ciertamente. tiene més sentido ir a los 20 afios que a los 50. ‘ Una excepcién frecuente.a esta regla general 1a constituyen las personas que son de- ‘masiaddo inmaduras cuando terminan los estudios secundarios para recager los heneficins de los estudios universitarios. En su caso, a menudo es més sensato trabajar un aiio o dos aones de ira ta universidad oo El ejemplo de la universidad constituye una ilustracién perfecta del argumento de Friedman sobre la manera en que debe evaluarse una teoria. Nadie pretende decir que las personas que es- ‘in a punto de terminar los estudios secundarios eligen el momento de ir a la universidad ha- ciendo complicados célculos sobre los costes de oportunidad. La mayoria de los estudiantes ‘van, por el contrario, a la universidad en cuanto terminan los estudios secundarios, simplemente porque es lo que hace la mayorfa de sus compaiieros. Es lo que hay que hacer. Pero eso no tiene en cuenta las causas por las cuales la mayoria de los compafieros optan por ira la universidad. Algunas costumbres, como la de ir a la universidad nada mds terminar los estudios secundarios. no surgen de la nada. Toda una multitud de sociedades diferentes han MICROECONOMIA Y CONDUCTA 9 Esempto 1.5 tenido siglos para realizar experiments con esta cuestién. Si hubiera una manera significati- vamente mejor de ordenar los perfodos de aprendizaje y de trabajo, ya lo habria descubierto al- guna hace tiempo. La costumbre actual probablemente ha sobrevivido porque es eficiente. ES posible que no calculemos explicitamente el coste de oportunidad de los ingresos perdidos, pero solemos comportamos como si Io hiciéraios'. Como quedard patente en el siguiente ejemplo, el hecho de no tener en cuenta los costes de ‘oportunidad suele Hevarnus u jucgur erméneamente 1 que exige de ciertas transacciones la justicia, 2Es justo cobrar intereses cuando se presta dinero aun amigo o a un familiar? ‘Supongamos que un amigo nos presta 10.0008 y que:lo-que mas le preocupa de la deci- sin de cobrar o no intereses es saber si cs «justo» hacerlo. Podifa depositar el dinero en et banco, donde obtendrfa, por ejemplo, un tipo de interés de un 5 por 100, es decir, 500$ al aio. Si nos cobra 5008 de intereses por cada ato que dure el préstamo, recuperara me- ramente el coste de oportunidad del dinero. Si no nos cobia intereses, ¢s 1 mismo que si nos hicieia un regalo de 5008 al ano. Ahora bien, podria muy. bien querer regalamos todos tos afios esa cantidad o, de hecho, una aun mayor. Pero nadie dirfa que es injusto que no dius haga udu Tos alos un gran regalo de dinero en etectivo, ¥ tampoco tiene més senti- do decir que es injusto que recupere el coste de oportunidad de prestartis el dinero, Sin embargo, en nuestra sociedad muchas personas tienen la impresién de que prestar di- nero con intereses es de alguna manera una préctica fea. Una muestra de ello es la siguiente car- ta que apareci6 en la columna de Ann Landers (Querida Ann Landers: ‘Tengo cua lijus que lian tenido exito en su matrimonio y en su carrera, Siempre he intentado tratarlos de una manera ecuanime en cuestiones como los gastos de matricula y los préstamos para ‘comprar una casa. Mi politica ha sido cobrarles un bajo tipo de interés por los prestamos para no avorecer a ninguno de ellos. Recientemente, mi hija mayor me pidi6 un préstamo a dos afios para ayudaile a comprar una casa més grande. Tanto ella como su marido tienen un buen trabajo, pero no querian tener que re- ceurir a activos no liquids... Le envié como siempre un cheque acompatiado de una nota pata que Ja firmara y me la devolviera, La nota era un acuerdo para pagar intereses.Incluf también un plan de je de.250 inillas en automévyil nos costaré.1255. Dado que esta cantidad es mayor que los 1008 que-cuesta el billele de autobis, decidimos jr en este dltimo medio de transpone.. Si decidimos de esta forma, cometemos el error de contabilizar los costes imecupera: bles. El seguro y los intereses no varian con el niimero dé millas que condacimos al af. ‘Son costes irecuperables y son los mismos, independientemente de que vayamos 0 n0 en aautomévil a Boston, De los costes enumerados, la gasolina, el aceite y el mantenimiento son tos dnicos costes que varian con el niimero de millas recorridas. Son 2.0008 por cada 10,000 millas, es decir, 0,208 por milla. A 0,205 la milla, slo nos cuesta 50S ir en auto- ‘mévil a Boston, y dado que esta cifia es mucho menor que el billete de autobtis, debemos -eirenautomévil. ae Nea ea awed Obsérvese el papel que desempetia en el Ejemplo 1.7 el supuesto segtin el cual, dejando ‘un lado los costes, nos da igual cualyuiera de los dos medios de transporte. Eso nos permite decir que la tinica comparacién importante es el coste real de los dos medios. Sin embargo, si picfiricranivs uny de lus dus, tunbién wendrtamos que sopesar esa preferencia. Ast, por ejempo, si estuviéramos dispuestos a pagar 608 por evitarnos la molestia de tener que con- ducir, el coste real de ir en automovil no seria de SUS sino de 1105, por lo que deberiamos ir en autobis. 12 Exempto 1.8 CAPITULO I: PENSAR COMO UN ECONOMISTA El lector encontraré a lo largo de todo el libro ejercicios como el que presentamos a conti- nuacién que lo ayudaréin a asegurarse de que comprende los concepios analiticos importantes. Dominaré mejor la microeconomta si los resuelve conforme vaya avanzando, Ezsercicio 1.1 ‘io qué variaria, en caso de que variara algo, su respuesta a la pregunta planieada én el Bjemplo 1.7 si la molestia de conducir tuviera un coste de 20S y si te pusieran, en pro- ‘medio, una multe de trafico de 288 por cada 200 millas que recorriera? ‘ Verifique el lector que su respuesta coincide con las que figuran al final de cada capitulo. ‘Naturalmente, los ejercicios seran mucho més titiles si los hace antes de consultar las res- puestas, El experimento de ta pizza En una pizzeria existe la postbiidad de tomar cuanta pizza Se qulera por 38. Se pags al» entrar y el camarero trae tantos troz0s de pizza coma se dese. Uno de mis colegas rea-- liz6 et siguiente experimento: puso a un ayudante 4 atender a un grupo de mesas®. El -ecamarero> seleccion6 al azar la mitad de las mesas y antes de tomar nota devolvié 3S a todas las personas que las ocupaban. A la otra mitad no le devolvio nada. A continuacion Itev6 cuidadosamente 1a cuenta del némero de trozos de pizza que tomaba cada co- mensal. ;Qué diferencia predice usted que habrfa entre las cantidades que tomaron estos dos grupos? ‘Seguramente, los comensales de cada grupo se preguntaron: «;Debo comer otro tro70, de pizza?» En este caso, la actividad x consista en comer otro trozo mds, C(x) era exac- tamente-cero para ambos grupos: incluso los miembros det grupo a los que no les devol- vieron 3S podian tomar tantos trozos como quisieran sin pagar mds, Dado que el grupo al que se le devolvid 38 se eligié al azar, no hay raz6n alguna para suponer que a sus © ‘miembros les gustaba la pizza ni mas ni menos que a los demés. La regla de decisicn era para todos seguir comiendo hasta que ya no reportara ningén placer adicional comer ‘aia raza, Por Io tanto, B(x) deherta ser ignal para tos das grupos y los miembros de los “dos grupos deberian seguir comiendo hasta que B(x) fuera cero. Be acuetdo con este razonamiento, los dos grupos deberfan comer, en promedio, Ia ‘misma cantidad de pizza. El precio de admisién de 3§ s un coste irrecuperable que no “debe influic en la cantidad de pizza que ke\cama. Sin ombarga, “volvieron los 38 comié, de hecho, mucha més pizza. 1 grupo al quo no se le de- ‘Aunque nuestra regla de decisién, basada cn cl anslisis coste-beneficio, no supere la pruc~ ba de la prediccién en este experimento, este resultado no pone en cuestién su mensaje para las, personas que toman racionalmente sus decisiones. Los dos grupos deber fan haberse compostado [6gicamente de la misma manera. Después de todo, la tinica diferencia que habfa entre ellos era que los clientes del grupo al que se le devolvieron 35 tentfan und renta a lo largo de toda su vida mayor en 3§ que la de los demés. Seguramente, nadie cree que una diferencia tan pequefia pue- da inftutr en el consumo de pizza. Parece que los mlembros det grupo al que no se le devol- » Véase Richard Thaler, «Toward Positive Theory of Consumer ‘ganization, 1, 1980. >, Journal of Economic Behavior and Or MICROECONOMIA Y CONDUCTA, 13 vieron 38 querfan asegurarse de que «reciian lo que valin su dinero». Sin embargo, es muy pro- bable que este motivo los llevara meramente a comer demasiado. {Qué hay de malo en pretender «eecihir lo que vale nuestro dinero»? Absolutamente nada, siempre y cuando lo que nos mueva a actuar de ese modo exista antes de realizar las transac- ciones. Asf, por ejemplo, es perfectamente razonable dejarse llevar por este motivo para clegir un restaurante frente a otro de las mismas caracteristicas que resulta que cuesta més. Sin em- bargo, una vez averiguado el precio del almucrzo, debe abandonarse este motivo. La satisfacién que nos reporta otro trozo de pizza debe depender, pues, vinicamente del hambre que tengamos ¥ de lo que nos guste la pizza, y no de lo que pagucmos por el privilegiv de wuuct (alu ly que podamos. Sin embargo, a menudo parece que la gente no se comporta de esa manera. Tal vez la dificultad esté en que no somos criaturas (taliente fexibles. Quizé los motivos que tlenen sen- tido en una situaci6n no son ficiles de abandonar en otra. Exercicio 1.2 Jim gana en una emisora de radio una enirada para ir a un-conciesta de jaz. al aire libre. Mike ha pagado 188 por una entrada para el ntismo concierto. La tarde en que va a cele- Iyrarse éste exialla una fremenda tormenta Si Tim y Mike tienen los mismo gustos, jeudl de ellos es mas probable que asista al concierto, suponiendo que cada uno decide asistir.o.no al concierto baséndose en al andlisis coste-beneficio? ‘TRAMPA 3. PARSE UNICAMENTE EN LOS COSTES RELEVANTES Esempio 1,9 La persona que al tomar una decision cae victima de la trampa de los costes irrecuperables tie- ne en cuenta un coste que no deberia tener en cuenta. En el caso de la trampa de los costes im- pliciws, ocurre 1o contrarto: se pasan por alto costes que deberian tenerse en cuenta. Hero, como ‘mostrard claramente el siguiente ejemplo, los costes implicitos no son los tinicos costes de los que tendemos a olvidamos. Si somos consumidores a los que nos preocupa la conservacién de la energia y no podemos al- quilar un automévil nuevo, ;debemos alquilar un Buick de hace 10 afios (1008 al afio, 10 litros por cada 100 kilémetros) 0 un Toyota de hace 10 afios (3008 al afo, 5 litros por cada 100 ki- lémetros)? El primer impulso de muchos consumidores a los que les preocupa la conservacién de la. energfa es elegir el Toyota porque consume menos gasolina. Pero la cantidad de Toyoias usados que hay es limitada. Supongamos que hay un total de’ 1.000 Buicks y 1.000 To- yotas, Si alquilamos un Toyota en lugar de un Buick, alguna'otra persona tendes que al- quilar un Buick en lugar de un Toyota, Si nuestro objetivo es shorrar energia, slo debe- ‘mos alquilar el Toyota si la persona que acabaré alquilando-el Buick adicional es una persona que conduce menos al afio que nosotros...) sf. * Uns altemativa esta explicacin es que 38 constituyen una proporci significativa dela cantidad de dinero en efecuv que tenen muchos comensales para gastar a corto pao. Ast, poe efempo, los miembros del grupo que fe cibié 38 podirianhaberse abstenido con el fin de que les quedara sto para toma el postre que ahora podian compra. Para veificar esta explicacin, mi cologa podria haber dado un regalo de 36 on ofectivo al comionzo del die & los membros del grupo al que no se le devolvievon 38 y ver si sega siendo diferente la cantidad de pizza que consumian Ios dos grupos. 14 FIGURA 1.2 ElBuick es mis barato si recoree ‘menos de 8.000 kilémetios al afo. En casa contraro, el Toyota es mis| barat. ‘CAPITULO I: PENSAR COMO UN ECONOMISTA Pero {c6émo puede saberse si ocurriré €s0? Si las tarifas de alquiler de los dos auio- ‘movies se determinan en el mercado y ia gente normalmente elige el tipo de automévil ‘que reduce los gastos totales que origina un automévil, podemos decir lo siguiente: si eli- ‘zimos el Toyota, slo dismiouita el consumo de energia de la sociedad si y s6lo si cl To- yota es mds barato para nosotros que el Buick. Para ver por qué, obsérvese, en primer la gar, que si Ia gasalina cnesia 0,508 el litro, el coste anual del Buick és? ‘e ‘ (by = 1008-10 A 0,5 Lely (uy 09 208 aay donde K es el niimerd de kilémetros que recorremos al aiio. El coste del Toyota es KS C(t) =3008+5 =" 0,508 (12) (t)= 3008 +5 70,508 Estos dos dostes serdn exactarnente iguales si resulta que cohducimos exactamente; 8,000 kiléinetros al aflo, como nuestra la Pigura 1.2 (para hallar ésta cifra, sc igualan los” primeros miembros de las Ecuaciones 1.1 y 1.2 y-se despeja K). Si recorremos més de 8.000, el Tuyuta serullard usds Laraly, oi sccousciuivs incinvs, of Duivk wesullard utés ba.a~ to. Por ejemplo, si recorremos 4.000 kilémetros al ato, debemos elegir el Buick, aunque Jo unico que nos preocupe sea la conservacion de 1a energfa. ero, como sabemos que ta persona que alquila ¢! Toyota que podriamos alquilar no- Sotros no Seré una persona que condace atin menos que nosotros? Si todo el mundo sigue’ “la regia de las compatiias aéreas deberian mejorar ta calidad de su comida siy soto si los beneficios fue- ran superiores a los costes. Para calcular fos beneficius de dar uta comida nnejor, probuble- ‘mente constituya un buen indicador lo que estarfan dispuestos a pagar por ello los pasajeros, eu fora de tis es tas, Si pudticra offeverse unia comida que tuviera la calidad de la que se ofrece en los restaurantes con un mero ineremento de los costes de SS, probablemente la smayorta de la gente estar encaniada de pugarlo, Sin embargo, 1a dificultad estniba en que se- | tia mucho ms costoso preparar sin apenas tiempo una comida significativamente mejor a 39.000 pies de altura en una cocina diminuta. Podria hacerse, por supuesto, Una compatiia, aérea podria suprimir 20 asientos en los aviones, instalar una cocina moderna y bien equi- ‘pada, Contratar mds personal, gastar mds en ingredientes, etc. Pend estos costes adicionales se ‘aproximarfan mis a los 50S por pasajero que a los 5$, Por mucho que nos quejemos de la es- casa calidad de'la comida que dan en los aviones, pocos estarfamos dispuestos a pagar este ‘coste adicional: El triste resultado es que ta comida de los aviones sexuird siendo inevita- blemente insulsa, ya que los costes de mejorarla son superiores.a los beneficios,.- : Muchos de nosotros respondemos con entusiasmo a la maxima «todo lo que merece la pena hacer, merece la pena hacerlo bien». Despierta, después de odo, un cieitv orgully por el trabajo bien hecho, que lamentablemente suele faltar. Sin embargo, el Ejemplo 1.13 muestra claramente 22 Esempio 1.14 Exemrvo 1.15 CAPITULO I: PENSAR COMO UN ECONOMISTA que esta maxima no tiene ningtin sentido si se interpreta literalmente, No tiene en cuenta la ne- cesidad de sopesar los costes y los beneficios. Para hacer una cosa bien, hay que dedicarle tiem- po, esfuerzo y gastos. Pero el tiempo, el esfuerzo y los gastos son escasos, Dedicarlos a una ac- tividad impide dedicarlos a otra. Mejorar la calidad de una de las cosas que hacemos significa, pues, reducir necesariamente la calidad de otras (otra aplicacién mds del concepto de coste de oportunidad). Toda decisién inteligente debe tener en cuenta esta disyuntiva. ‘Todo lo que vemos en la vida es el resultado de una solucién de compromiso de ese tipo. Fl hecho de que Steffi Graf juegue tan bien al tenis significa que no puede llegar a ser una con- certista de piano. Y. sin embargo. eso no significa. evidentemente, que no deha dedicar algiin tiempo a tocar el piano. Sélo significa que debe conformarse con alcanzar un nivel menor en ese campo que en el tenis, éPor qué los auromdviles manuales tienen cinco velocidades y los autométicos séle cuatro? ‘Ciiaitas ris Velocidades tenga la caja Ue caunbros de un autoni6vil, més gasolina ahorrard, Las Velocidades adicionales son como la «sobremarcha> que tenfan los automéviles de los afios 40; ahorran gasolina al permitir circular a mayor velocidad con un inimero menor de re- Voluciones del motor, La mayorfa de los automéviles que se fabrican actualmenie tienen cin: ‘co velocidades en la caja de cambios manual y sélo tes 0 Cuatro en la autiomstica. Dado que cevidentemente el ahorro de gasolina ¢s algo bueno, ;por qué fimitar et nimero de veloci- { daides de los automéviles automiticos? La raz6n se halla en que el shorro de gasolina no es * ‘nuestro Unico objetivo. También quereénios manténet el precio del automévil dentro de ‘udos limites, Las transmisiones automticas son mucho rns complejas que las manuales el coste de una velocidad més es, pues. mucho mayor én las primeras. En cambio, los be- neficios de introducir otra velocidad son Tos mismos en ambos casos. Si Jos fabricantes de utoméviles siguen la regla que dice «aikédase una Velocidad mas si lox heneficins son s1- Perioresalos costes», la transtnision atomic tnd menos velocidades que} mania El razonamiento del Ejemplo 1.14 también ayuda a aclarar por qué actualmente: muchas transmisiones manuales tienen cinco velocidades cuando hace cuarenta aiios la mayorfa sélo te- nfa tres (y muchas transmisiones automiticas dos). El beneficio que reporta Ia introdneeién de una velocidad més consiste, de nuevo, en que ahorra gasolina. Por lo tanto, el valor de este be- neficio, en téminos monetarins, depende directamente del precio de la gasolina. El precio de la gasolina en relaci6n con el de otros bienes se duplicé en los atios setenta lo cual ayuda a ex- plicar por qué las transmisiones tienen més velocidades que antes. aor qué s¢ han sustiuide tos secudores eléciricos de tos tavabos puibticos por toaltas de papel? iq los alos cincuenth j besenka OE Bldpensadares de téallas de pupStins RihOe UMAR, pblicos se sustituyeron por secadores eléctricos. Sin embargo, utimamente esta: oct” iriendo!1o contrativ. La explicaciou de estos cambios estd relacionada, naturalmemte, con los costes y los beneficios de los diferentes métodos que existen para secarse-las ma” ngs, Los secadores eléetticos hicieron su aparicién inmediatamente después de un des- ‘censo ininterrumpido del precio de ta eleciricidad. Cuando ésta se abarat6, como sucedié en fo8 anos cincuenta y sesenta, los secadores eléctricos comenzaron a resultar menos ca~ ros de instalar y mantener que los dispensadores tradicionales de toallas de papel. Sin em- argo, con el embargo arabe del petroleo de los altos setenta, el precio de Ia energia subi espetaculimente, fo que hizo qué se eigieran de nuevo las calls de papel como método ~ Para Secarse las manos: MICROECONOMEs Y CONDUCTA 23 Es posible que a algunos naturalistas econémicos también les resulte divertido hacer es- peculaciones sobre la causa por Ia que los dispensadores actuales de toallas de papel son tan dis- tintos de los antiguos. La mayorfa de los diserios actuales tienen dentro un rollo de papel que se extrae por medio de una manivela. Cuanto més se le da a ésta, mas papel sale. Los disenios mas antiguos también tenfan un rollo de papel, pero éste se extrafa tirando con la mano. En estos ‘modelos, slo salfa una determinada cantidad de papel de cada vez. Para sacar més, habia que darle a un botén, La ventaja del disefio més antiguo, desde el punto de vista del establecimiento, era que in- ucfa a utilizar menos papel. De hecho, si uno tenia las manos algo huimedas, era dificil sacar incluso un poco de papel, pues se humedecfa y se rompfa al tirar. Pero si os establecimientos ahorraban papel con el antiguo disefto, zpor qué se han pasado al nuevo? Porque el ahorro de papel no es su tnico objetivo. También quieren que sus clientes estén satisfechos. Actualmente, las rentas son més altas que hace 30 aiios y los clientes estén dispuestos a pagar mds por secarse las manos de una manera més cmoda. Es posible que con cel disefio sctal se gaste algo mas ce papel, perm el grado de fusteacidn disminuye tanto que los clientes parecen contentos de pagar més por la comida o por la gasolina para cubrir los costes adicionales. Es posible que algunas personas respondan que el antiguo disefio, con todo lo exasperante que revultaba, era mejor porque ahorraba papel, Estas personae piensan que no e¢ bueno desperdiciar papel y que debemos estar dispuestos a tolerar muchas incomodidades para no desperticiarlo. Es- tas mismas personas también suelen lamentarse de los miles de drboles que deben talarse para irn- primir todos los domingos el New York Times. Pero los Arboles constituyen un recurso renovable, To que significa que no hay raz6n alguna para darles un trato distinto al que damos a cualquier otro recurso escaso pero renovable. Cuando la demanda de papel es elevada, talamos, sin duda, any dibules, perv el mercado también ofrece poderosos incentives para plantar ottus. Lo para- djico del caso es que cuanto més papel utilizamos, mas érboles tenemos. Si dejaran de publicarse mafiana todos los peri6dicos, acabarfamos teniendo menos bosques, no ms. Eso no quiere decir, sin embargo, que los mercados privados siempre ofrezcan los incenti ‘vos correctos para conservar los recursos Importantes. Por ejemplo, en el norte de fa costa oc- cidental de Estados Unidos, las empresas madereras estén talando actualmente los pocos bos- «ques que quedan virgenes de secuoyas para prover de madera a los constructores de viviendas. ‘Muchos de estos rboles tienen mas de 2.000 afios y constituyen un tesoro nacional que jamais podremos recuperar. Sin embargo, para las empresas madereras tienen mas valor como made- ae Fa que como monumentos del pasado. ormativa igs __ Muchos de nosotros nos sentimos tan apenados cuando pensamas en que estén taldndose es- eure tos drboles que dariamos con gusto dinero al que pudiera impedilo, Y, sin embargo, probable- mecanismos ‘mente para las empresas madereras es inviable darse cuenta del verdadero valor que nosotros inetimcinnales que concedemos a estos érboles. Por ejemplo, no servirfa de nada cercarlos y cobrar una entrada por permiten obtener verlos. La mano invisible falla cuando los incentivos de los mercados privados no nos Hlevan a los mejores proteger los recursos que no pueden reproducirse y que la sociedad desea preservar. En esos ca- resultados. S08, es responsabilidad de los poderes piiblicos protegerlos. Pero en los casos en que los re- cursos son renovables, no existen las mismas dificultades, Cuestiones positivas y cuestiones normativas La conveniencia ono de proteger lor pocos bosques virgenes de cecuoyae que quedan ee, en Gl- tima instancia, una cuestién normativa, es decir, una cuestién en la que intervienen nuestros juicios de valor. Una cucstién normativa cs una cuestién relacionada con lo que debe ser. El anilisis econdmico no puede responder por si solo a esas cuestiones. Una sociedad que reve- 4 Cuestién positiva CCucstién sobre las consecuencias de medidas 0 mecanismos inetitucionales especificos. CAPITULO 1: PENSAR COMO UN ECONOMISTA rencie la naturaleza y la antigledad puede muy bien decidir la suerte de las secuoyas de forma distinta a una que tenga otros valores, incluso aunque los miembros de las dos sociedades estén totalmente de acuerdo en todos los hechos y teorias econdmicos relevantes. El andlisis econé- mico pisa un terreno mas firme cuando se trata de responder a cuestiones positivas, es decir, a ‘cuestiones relacionadas con las consecuencias de medidas o mecanismos institucionales espe- cificos. Si prohibimos la tala de secuoyas virgenes, ;qué ocurrird con el precio de la madera? Qué materiales de construccién es probable que se desarrollen en su sustitucién y con qué cos- te? {Cémo resultard afectado el empleo en el sector de la madera y la vivienda? Se trata de Ccuestiones econémicas todas ellas positivas: las respuestas son claramente relevantes para lo que pensemos sobre la cuestiGn normativa subyacente. Microeconomia y macroeconomia Resumen En este capitulo hemos centrado Ia atencién en las cuestiones a las que se entrenta el individuo que toma decisiones. A medida que avancemos, también examinaremos modelos econémicos de grupos de individuos, por ejemplo, del grupo que forman todos los compradores o todos los vendedores de un mercado. El estudio de las decisiones de los individuos y el estudio del com- ortamtento colectivo en cada mercado pertenecen ambos al smbito de la microeconomia, La ‘macroeconom(a, por el contrario, es el estudio de conjuntos més amplios de mercados. Por ejemplo, trata de explicar la tasa nacional de desempleo, el nivel global de precios y el valor to- tal de la produccién nacional Los economistas predicen y explican mucho mejor lo que ocurre en mercados especificos ue lo que ocurre en el conjunto de la economia. Cuanda destacados economistas discrepan en la prensa o en la televisin, es mucho més probable que el tema sea de macroeconomia que de ‘microeconomfa. Pero aun en el caso de que los economistas no respondan muy bien a las cues tiones macroeconémicas, no debe restarse importancia al andlisis macroeconémico. Después de todo, las recesiones y la inflacién permirhan Ia vida de millones de perconae. Los economistas modemos se muestran cada vez. mds convencidos de que la clave del pro- reso de la macroeconomia se encuentra en un anélisis mas minucioso de cada uno de los met- cados que constituyen los agregados més amplios. Como consecuencia, la distincién entre mi- ero y macro ha perdido nitidez en los tltimos afios. La formacién avanzada de todos los economistas, tanto de los que se especializan en microeconomia como de los que se especiali- zan en macroeconomia, se basa cada vez mds en el analisis mictoevunémico. La microeconomia es la ciencia de la eleccién en condiciones de escasez. La escasez siempre esté presente, incluso cuando los recursos materiales son abundantes. Siempre hay importantes limitaciones de tiempo. energia y demas casas que necesitamos para perseguir nuestros objctivos. La tarea del economista consiste, en gran parte, en tratar de responder a preguntas del tipo «zdebo hacer la actividad x?». La manera de responderlas es cautivadoramente sencilla. Debe hhacerse x si y s6lo si sus costes son menores que sus beneficios. No incurrir en un coste es lo mismo que obtener un beneficio, Hemos visto que el modelo basado en el andlisis coste-beneficio es incapaz a veces de pre- decir cémo nos comportamor cuando noo enfrentamos a las dcvisivutes Uiatias, El are del and lisis coste-beneticio reside en ser capaz de especificar y medir los costes y los beneficios rele- vantes, capacidad de la que carccen visiblemente muchas de las personas que toman decisiones. Algunos costes, como los costes irrecuperables, suelen parecer relevantes, pero no lo son, MICROECONOMIA ¥ CONDUCTA. 25 Otros, como los costes implicitos, se olvidan a veces, incluso aunque tengan una importancia capital. Los beneficios también son con frecuencia dificiles de conceptualizar y de medir. La ex- petiencia nos ha ensefiado que el tomar conciencia de las trampas més habituales nos ayuda a la mayoria a tomar mejores decisiones. ‘Los principios de la elecci6n racional no sélo se aplican a los mercados formales de bienes y de servicios. De hecho, detras de casi todos los actos, propésitos y comportamientos humanos hay algtin tipo de célculo implicito o explicito basado en el andlisis coste-beneficio. El cono- ‘cimiento de los principios subyacentes nos permite ver nuestro mundo con una nueva e intensa luz. no siempre halagadora, pero sf estimulante. Temas de repaso 1. sCuttesel cose de oportunidad de er una novela esta nde? 2. Distinga entre el crterio de la racionalidad basado en el objetivo inmediato y el erterio basado en el ‘egolsmo, 3. Cite tres eiemplos de actividades que tienen costes o beneticios externos. 4, {De qué manera nos ayuda el modelo del egofsmo a comprender por qué en las sociedades més de- ‘mocraticas se les ensefia a los nifios que tienen la obligaci6n de votar? 5. {Por qué no son relevantes los costes imtecuperables para las decisiones actuales? 66. {Qué utilidad puede tener el modelo del egofsmo para estudiar el comportanienty de les personas que no piensan explicitamente en funcién de los costes y los beneticios? Problemas 1 Jamal tiene este verano un trabajo muy flexible. Trabaja todo el dia pero puede tomarse uno libre cuando quiera. Su amigo Don le propone tomarse libre el martes ¢ i al parque de atraciones. La en- trada cuesta 138 por persona; la gasolinay el aparcamiento, 5S a cada uno. A Jutal le encantan los parques de atrcciones; para él pasar un dia en el parque tiene un valor de 45S. Sin embargo, también {isfruta en su trabajo tanto que estariadispuesto, de heel, x payat 105 al dia por haces. 1) Si Jmnal yan 105 si wabaja, zdebe ir al parque de atracciones? b) c¥ si gana 158? ) GY si gana 208? 2. ‘Tom cultiva champiiones. Invierte todos sus shorras en mas champifiones. que cultiva en un terreno aque tiene detris de su granero y que, de lo contrario, no tendria ninguna utilidad. El tamatio de las se- ts se cuplica durante el primer ailo. momento en que las recoge y las vende a un precio constante por libra. Su amigo Dick le pide que le preste 2008 y le promete que se los devolverd dentro de | afio. {Cuintos intereses tendré que pagar Dick a Tom para que éste no se encuentre en peor situacién que sino le hiciera el préstamo? 3. El plan de comidas de la universidad A permite a los estudiantes comer todo Jo que deseen por una cantidad fija semestral de 500S. El estudiante medio de esa universidad come 250 libras de alimentos por semestre. La universidad B cobfa a los estudiantes 9009 por una lbreta de vales de comida ye tes dda derecho a comer 250 libras semestales de alimentos. Si el estudiante come ms de 250 libras, paga luna cantiad adicional: si come menos, le devuelven dinero. Si los estudiantes son raciouales, gen qué universidad ser mayor el consumo medio de alimentos?

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