You are on page 1of 16
cppsmourpeyy 9p xqy [AP wwIAD Fo YIM FPP oxquEasoyUY Ty ~wSOpUBUqAN PeprTEat vy op oluouuyy ys9 oquouzeaoe opusttodiuos ‘oyeiSouro jap w] ‘wyoucsoud wx0 jorfns upiquiey tsoquo] #8] ap OTUEIp wuedso | 2p wiotiosaid ‘supo} owtoo ‘seyneucdiy so] ap orordsniuoy} [3 “opersor vy o| anb uproednsoaut “yssyour 9p otjoodsop w “woryafour: im 20030 2g +, 8m [9P [PUOUIDIED O19” UI D{snoUTpeyy 9p poru9pr2.0 ooyfiong pop soMBUOsuD So7 ap oroidstUOH, fe ap wosqayj uptodosur ¥] Uoo oTueEpeL oynsuyyn un op sope] soqure w ‘sysdyywoody Jp sopmuspox By X anquroy ou “oquordros vf & eag] “uypy usvorede opuop soc pp wurnyd e| ap meIOIG ‘ousoo uptqun & soAtpeu ome soo auoasrig SaNve seolppiZoujo peplioyne ke] e1qog v cientemente para no retratar “ot de Paulin Hountondji ientos por los cuales se ian arrojado dudas radicales sobre los procedi crucial que munca que los diferentes pueblos formen imagenes complejas y coneretas de los demés, y de las relaciones de conocimiento y poder que los, coneclan. Pero ningin método cientifico 0 instancia ética soberanos pueden garantizar la verdad de tales imagenes. El recomendads por Gilles Deleuze y Michel Fouca leoria a construirse no es un siste- mente ha de ser histérica en algunos de sus aspectos) acerca de -ault, 1980: 145; véase también 1977: 208). Poclemes con- préctica sobre la represent mejores, aunque imperfectas, estrategias actualmente a la trabajo de campo etnograico sigue siendo un mé Seg de las expectativas personales ‘campo. La experi to a partir de un compromiso conserva, un stalus cjemplar. Més aun, si el trabajo de campo se durante un tierypo con une diseiplina espectficamente accidental y embargo, he manteniclo el foco sobre Ia ant y crpcticn- mente en la etnografia a partir de 1950.’ La actual crisis —o mejor, disper- 2 No pretend revisar nuevos eaile de oscrtura ctogrifia que ee han originade sién— de la autoridad ctnogréfiea hace posible trazar un periodo aproximado, atravesado por relaciones de poder y desencuentros personales, puede ser ci adecuada de “otro mundo” mas 0 menos disereto, presente crsis de sutoridad, Ia cingra 3; y Boas, més bien tempranar ine qua non del discurso antropolégico se- embargo, antes de que Malinowski, Radeliffe-Brown y tario que com pretativa unificada, . Se conforma con generalizaciones tiempo éste fue reemplazado por Boas, un fisico en proceso de convertirse a la einografia profesional. George Stocking argumenté persuasivamente que el reemplazo de Wilson por Boas “marca el inicio de una importante fase en el desarrollo del método etnogréfico briténico: la recolec ficos naturales de formacién académiea que se defi ‘ropélogos, y que aclemés estaban involuerados en la forn de teoria antropolégica” (1983: 74). Con las investigaciones tempranas de Boas tada de 1890 de otros trabajadores dle campo pro- como A. C. Haddon y Baldwin Spencer, el in de datos por cient 1983: 72), El establecimiento de la observac profesional, sin embargo, cl porte malinowskiana. La “generacién intermedia” sole sitio durante un afio o més, domi “suscita problemas de verific pologia cientifiea construida sobre el mod curso de lenguaje comtin, canales de comunicacién re ias requerfa un dis por lo menos un percibir correctamente la confluencia ree ambos proyectos.) Malinowski nos ha dado la imagen del nuevo infiltrado junto al fuego de Ia aldea, observando, escuchando y h indesa. La carta de + capitulo de Los argonaut. fotografias prominentemente destacadas de la ticnda del etnégrafo en me- dio de las viviendas de Kiriwina. La justificacién metodoldgica més aguda de festa nueva modalidad se encuentra en Andaman Islanders (1922) de Radelif- fe-Brovn, Los dos libros se publicaron a menos de un afio de diferencia. Y ut I En primer lugar, se valorizé la figura del trabajador de campo, tanto pi bliea como profesionalmente. En el émbito popular, fi tal Malinowski, Mead y Marcel Griaule comuni ventaja sobre los aficionados en el répidamente al coraz6n intérpretes y con¢ hecho, aleanzar local para realizar preguntas, mantener el rap) ignci con las lenguas nativas, sino que pod reglt del lenguaje era ampliamente earacteristica de una ge izado un estu cuando, como sugeria Lowie, nadie prestarfa erédito a Proust que estuviera basada en un conocimiento equivalent 1 Ia nueva etnografia estaba marcada la observacién. La cultura se hallaba construida como un por parte de un observador entrenado. Mead ‘ertamente, sus propios poderes de andlisis vi Estas innovaci con la observacic .a participante, Su efecto com i force de la nueva etnogralia, uuna sospecha general giados” reflejé esta preferencia sistemitica por las observaciones (iet6dicas) del etndgrafo en detriment de las interpretaciones (interesadas) de las autori- dades indigenas. sans ejemplificaciones de me ha comprendido (1969: En Los Nuer Evans-Pri relérieaprevaler ica de la mucva etnografia, se asumia que las partes eran microcos- ‘mos 0 analogias de la totalidad. Esta disposicién de primeros planos cionales sobre un trasfondo cultural en el dibujo de un mundo cohere unente In posicién Es difeil encontrar una palabra inglesa que describa adecuda p diel en una teibu. Los hemos lamado ari no deses cial, Usted es un invoca euando (1969: 215) Las primeras tres frases se presentan como un argum aduecién evoea Ia escena por medio de metaforas cho frases del parrafo un ar 1920 y 1950. Esta peculiar (entendi rio) emergié como foclo simultdneamente como rito de pasaje y como étodlo: la observacién pauticipante. Au iscutido en muchos émbitos, este método sigue siendo el principal rasgo dis: i antropologia profesi ‘en la eserituray inte” sirve como tag} aera” de los sucesos: por de eventos y gestos especificos; por el otr serio si se la reformula en la experiencia y la interpretaci wresa en una cultura extrafa, Por ello, larga de tod iprension puede ceontenidos de todo con Growing up in New Guinea de Margaret Mead bporiuna evocacidn de ese modo —_———_—_ principales de u y de delinearlas en cuadros compactos de sorprer ios, puesto que indicios es lo que algunos de sus datos Sélo seis meses para aprender tna lengus y pe ‘una cultura, especializandose adem ib te hasta donde se puede factoria, as{ como es digna de admi ‘sus pinceladas descriptivas (pig Una formulacién diferente aparece en Do Kamo: Person and Myth in the Melanesian World (1937) de Maurice Leenhardt, un libro que en su modo de cxpnsicién a veces crfplico requiere de sus lectores la misma clase de en y gestiltica en la que tanto Mead como Leenhardt sobresalieron. ada El respaldo de Leonhardt a esta estrategia es muy impor Teeto” (pg. 2) de adivinacién no extéticos apr tanciales y especfficas y se basan cida, en las ciencias c para comprender rigt fiea nada fa recisamente porque fectiva de la autoricad etnogs genie, una tang cumulative, en profi suando se lo concibe como una tersubjetivo, El etndgra- to personal sobre el campo (la forma po: ioe mente hasta hace poco en cfrculos antropolégicos, pero sven efecto “mi experienc’). meee PS «que subrayar, sin embargo, que este “mundo”, 0 obj e antropélogos hermenéuticame : Elecgor. éetica de la experiencia y la interpretacién ha merecido ‘elaborac ‘etnogréficas. Contri- sreativos (y en un amplio sen- cuales se invenlan y se tratan como fford Geertz, en un adaptado tn in este corpus signifi mis 3s extable con un eonteros ya estamos familarizadon con los resultados proceso, a través de lo que se conoce como descripeién densa etnogrd~ fiea. Por ejemplo, decimos que una determinada insttuc i se Io infiere sobre la base de sus partes, y esas partes deben ser arrancadas conceptual y perceptualmente del flujo de la experiencia. De esta manera, la vl luna cosa o un suceso en la realidad que lo engloba representar mundos dis- cexetos, significativos. La etnografia Un segundo paso fundamental en de los procesos mediante los cuales un segin la clisiea discusién de Emile Ben jeacién en el cual Ia presencia del espectfica en I municarse dialégicamente. Ricoeur afirma que el discurso no Eltexto, a di- as) ialogicns, _ Los sucesos de ampo. Las experien- explicacién de un informante o la erp ‘exponerse en una forma que incluya el mensaj tual textualizado 0 un suceso ya no se encuentra e: la produceién de ese suceso por parte de actores espec textos se transforman en evidencia de un contexto envolvente, de una realidad lares que aparecen en las etnogralias. rifia de gallos textualizada dle Geertz. pu Dargo, tomar nota de lo que quedlado separado del ¥ como un portavor, Es mundo contextual de la construceién de la blando cara a cara con encima de sus hombros logica: el au jculares, mas que leyendo la cult = La antropologfa interpretativa, al mirar a las culturas como ensamblados: idos, vaga y a veces contradictoriai I subrayar la poiesis ” que, desde 1950, han rechazado culturales de otros pueblos sin poner su propia realidad en tela dé las criticas tempranas de Michel Leiris, y luego de Jacqu ficantes. Los paradigmas de la expe cl paso a los paradigmas diseursivos del tersubjetividad de toda elocuei El trabajo de Benveniste sobre de Ia deixis subraya precisa un ti, cada instancia de compartida espectfica: no hay context, La relevancia de este énfasis para la et cn palabras de Bajtin, “yace en el Ifmite Jey la mitad de la palabra es de agin o _guaje en términos de situaciones discurs palabras y formas ‘neutrales’, palabras y ‘gino’; el lenguaje ha sido poseico por completo por palabras de Ia escritura etnografica, por lo tanto, no se fucran monolégicas, como afirmaciones aul nes de una realidad abstracta y textualizada, El jido de relaciones intersubjetivas. No hay puntos neutrales en el campo de Fuerzas de las posiciones discursivas, en tna matriz de relaciones cambiantes ral de esos intercambios (1977, 1979, 1982). El segundo trabajo, més Tuhami: Portrait of « Morocean de Vincent Cra tun sujeto interpretante y un otro textualizado (1980; véase Tanto Dwyer como Crapanzano sian Ia etnografia en un proceso de didlogo en el que los interlocutores negocian activamente una visién compartida de la realidad. Ci contrapartes. De esta manera, por ejemplo, el etnégrafo de los islefios trobrian- deses no fragua abiertamente una versiGn de la realidad en colaboracién con subrayando las rupturas del trabajo de campo, la posicién dlividida y el imperfecto control del etnégrafo. Tanto Crapanzano como Dwyer buscan representar la experiencia de investigacién de manera que dejan al descubierto la textura textualizada del otro y también In del sujeto que inter- preta.* (Aquf las etimologias son evocativas: la palabra texto esté relacionada, 7 Bl libro de Favret-Saada ha sido traducido como Deadly Words (1961); véase eapecimente capitulo 2, Su experiencia ha sido reeserta en otro nivel Gocional en FavretSaada y Contreras, 1981, ® Secia erréneo pasar por encima de la diferencias entre las posiciouea teorétcas de Dwyer y Crapanzano. Dwyer, ciguiende « Coorg Lukics, raduce la dialégica on téminon de la dialéctica Ihegeliano-marsst, soateniendo asi la posbildad de una restaurncién del aujotohumano, una ex pecie de acabamicnto ny através del otro. Ceapanzano se rehiaa « sforraroe « cualquier teorfa 160 161 tnografia esta claramente retrs acién en un tinico trakajo de una realidad extrafia in- in en sf mismo: longot Headhunting de y aun determi- nuevas formas par cl juego interactivo y la contienda de dialectos regionales, lugares cornunes genéricos, el habla de diferentes grupos de rela poifnica no es un tour ee smer compara Muchona con tn rec Juye més que pasajeras i embargo, en 9 Para una extra 1978, Pata un 1996, ier son inusualmente construidas abiertamente sobre citas les. La puesta en escena del habla ndigena en una etnografia, el grado de traduc io son problemas préeticos y ret6r fa el efecto de segregar el problema cru ines entre los etnégrafos y sus colaboradores indjgenas. La dis« guifio en la historia referida por Firth sobre su mejor amigo e informante de Ti- Kopia: En otra oeasisn la conversacién giré hacia las redes para la pesca de truchas en el Ingo. Las redes se habfan vuelto negras, jue un espfritu andaba por la red, suavizdndal lard Ia encontré viscosa. El espirtu lo habia hecho. Le pregunt cho de que los capi ep El pleno impacto metodolégico in de Crane perm alterando afta es parte de lo que Roy Wag- w actividad es plural y se en- dros reveladores se esparcen por la obra de sus autores, formas en que puede ser leida Si la ct ner (1980) llama “Ia invencién de cuentra més alla del control de cualquier indivi idad etnografica, 4 ‘de todos low diseursos de su texto. Em este sentido la polifonia de . Los diseursos etnograficos no son, de ninguna manera, Los informantes son individuos espe cd sgiere una etategi fia que acuerda a los colaborador thancindores independents sino el de exeritores. Como forma de Merci tocavn wen por dow a 508 experimentos, fuerza instigador cribe y traduce, vernéculos de Gregor que son ellas mismas interpretadas y contextualizadas por coment dos de Bahr. El libro es inusual en su presentacién textual ‘manece ampliamente invisible para todos excepto para los papago calificados, ceapaces de ealibrar la adecuacién de los textos traducidos y el matiz vernécule c las interpretaciones ce Bahr. La autoridad ce Alvarez racica en el hecho de raducciones con tn ojo en el lo una ortografta que habia desa- ya no se dirijan més a un tini 168 EEE La corporizaci tual de la autoridad es un problems recurrente para los experimentos contemporsineos en etnografia."® El viejo modo realista —fi- revisado aqui —expe- 6 lisponibles para todos textos etnogrificos, occides Ahora que las reivin- han sido poesias bao "s procesos experienciales, interpreta ran discord im studio muy il y completo de la etogralia expe 962; véanse también Webster, 1982; Fahim, 1982 y Clifford y Marcus, 1986, Las etnograffas como textos* Grorce E. Marcus y Dick E. . (Departamento de Aniropel vesidad de Rice, Houston, Texas) Introduccién que tratan algunas nogréfica (Bruner, 1981; 1977 y 1979; Marcus, 1980; Thornton, 1980a y be les enestiones se han explorad

You might also like