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culo: Revista de Estudios Literarios, |
VII
LA LECTURA Y EL ESPANOL
Enilio Alejandro Niiiiez Cabezas
(Universidad de Méilaga)
Se habla mucho de crisis de la lectura y es curioso por-
que cada vez se publica més. Ya encontramos aqui la primera
contradiecidn. Pero, {crisis con respecto a qué 0 a cuando?
Al hablar de crisis damos por supuesto que ha habido tiem-
pos mejores. Dudo que antes, necesariamente, se leyera mas.
Hoy en dia es un tema recurrente hablar de la mala influencia
que ejercen la televisién, los videojuegos y otras opciones
multimedia sobre la poblacién infantil y juvenil. Probable-
mente sea asi si no se controla el uso de estos recursos, pero,Antonia M* Medina Guerra
Gowzautz. Cawvo, J. M. (1988): «El género, guna categoria morfold
cai?», Estudios de morfologia espanola, Caceres, Universidad de Ex-
‘tremadura, pigs, 51-73.
— (1998): «Genero, sexo e ignorancia gramatical», Variaciones en tore
no a la gramética espaiola, Caceres, Universidad de Extremadura,
pags. 278-392,
Gunnrero SaLazak, S. (2003): «Sexismo lingtistico: violencia verbal
is de un diccionario del insulto», en M.*T. Lopez Beltran, M*
“La imagen de Ia mujer a través del diccionario: duales apa-
ntes y definiciones disimétricas»n, en A. Martinez Gareia (coord,)
Cultura, lenguaje y traduccién desde una perspectiva de género,
Malaga, Universidad de Mélaga, pags. 115-134,
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culo; Revista de Estudios Literarios, |
VII
LA LECTURA Y EL ESPANOL
Enmilio Alejandro Niiiez Cabezas
(Universidad de Mélaga)
Se habla mucho de crisis de la lectura y es curioso por-
que cada vez se publica més. Ya encontramos aqui la primera
contradiecién. Peto, {crisis con respecto a qué 0 a cuando?
Al hablar de crisis damos por supuesto que ha habido tiem-
pos mejores. Dudo que antes, necesariamente, se leyera mas.
Hoy en dia es un tema recurrente hablar de la mala inffuencia
que ejercen la televisién, los videojuegos y otras opciones
multimedia sobre la poblacién infantil y juvenil. Probable-
mente sea asi si no se controla el uso de estos recursos, pero,tiva, de lo que se trata es de habitos adquiri-
En de
dos en la infancia y que, en consecuencia, usamos esponta-
neamente y sin ningin esfuerzo. Se nos ha educado en unos
determinados usos lingtiisticos y no en otros, aunque estos
los abstractos, a los que hemos
fos.
aludido en estas paginas, sean igualmente correctos*
i a esto le unimos que el masculino genérico —por
mas que pueda resultar ambiguo en algunos casos— sigue
siendo rentable y funcional, la resistencia a los procedimien-
tos igualitarios puede entenderse desde el émbito de la Lin-
giiistica (si bien, por supuesto, no esta justificada la chanza,
a facil), pero no asi desde el ambito de lo
la burla o Ia eri
politicamente correcto en el que, a pesar de los recientes es-
fuerzos de las administraciones piblicas, las diferencias de
“género” son ms dificiles de aceptar que las diferencias étni-
cas, culturales, religiosas, etc. (Gallego 2002: 418). Incluso,
como ya se ha apuntado, en el uso que hacemos del lenguaje,
somos capaces de no cuestionar perifrasis como persona de
color 0 la tercera edad, mientras que nos sonrojamos si deci-
mos alumnado o profesorado, por temor a que se nos vaya a
tachar de feminista.
especialmente esperanzador el “I Plan de
|gualdad entre Hombres y Mujeres en Educacion” (2005) de la Junta
de Andalucia, en el que se presta especial atencién al sexismo
tico, instndase a que desde Ia escuela se impulsen los habitos 0
rios del lenguaje,
wel
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1. pigs. 7-98
Igunas observaciones sobre el género gra
matical en el Diccionario de la RAE de 1992) . Espaiiol Acti ¥
pags. 69-70,Guerra
que resulta evidente es que, pesar del tiempo transcurrido,
estos procedimientos igualitarios no llegan a consolidarse. En
este sentido, afirma Angel Lépez (1999: 90-9
[.--] desterrardefinitivamente los términos
ofensivos, discriminatorios 0 patemalistas
aplicados a la mujer es una obligacién ética
[L.-J Hay que decir que la propia evolucién de
la sociedad, ayudada sin duda por la susodicha
accién institucional, esta arrinconando estos
términos con velocidad reciente, pues
‘muchos de
‘como reliquias tan s6lo en el diccionario.
1 parece, en cambio,
4e la duplicidad genérica. En realidad es un
problema que ha ocupado muchas veces alos
as: O. Jespersen, por ejemplo, propu-
serie pronominal his, himselfh
términos hom, hom
umano”) para un “
ble indistintamente a cualquiera de los dos
sexos. Sin embargo, este esfierzo no triunfo:
tampoco acaban de cuajar propucstas como
de A. Garcia Meseguer (Lenguaje y
i, 1988), segan la
‘vez que nos refiramos a un grupo de alu
debemos hablar del “alumnado” o de
de todos conocidos.
Pueden barajarse distintas argumentaciones para ex-
plicar el porqué se aprecia todavia una enorme resistencia a
ponerlos en practica, pero, a mi juicio, al margen de la rémora
150
y el principio de scomodkade
que supone una escasa estimacién social (de la que se hacen
eco en numerosas ocasiones los medios de comunicacién™),
hay que hacer hincapié en reconocer la dificultad que entraiia
familiarizarse con habitos lingilisticos nuevos y que el esfuerzo
que ello requiere exige adquirir primero un alto grado de con-
cienciacién de la importancia de utilizarlos. Por tanto, si estos
recursos no llegan a “triunfar” no se debe tanto a que sean 0
no normativos u econémicos (que, como hemos visto, silo son
en la mayoria de los casos), sino a que, al menos de momento,
no cumplen con /a ley del menor esfuerzo™, considerada, de
acuerdo con Ana M2 Vigara Tauste (1992: 45), mas que como
mera tendencia a la economia lingtifstica, como la caracterist
ca esencial del principio de comodidad. Este principio explica
que nos mostremos incapaces de prescindir, por ejemplo en
el lenguaje coloquial de expresiones redundantes y, en conse-
cuencia, innecesarias 0, lo que es lo mismo, nada econémicas
como paella de arroz, parpados de los ojos, subir p arriba, ba-
jar p'abajo, tonterias sin sentido..., 0 absolutamente incorrec-
tas 0 agramaticales, como las faltas de concordancia entre dos
mas miembros de la frase, el dequeismo o el
loismo, etc. (Vigara Tauste 1992: 191-320).
* Sirva a modo de ejemplo las numerosas criticas que ha recibido la
Presidenta del Parlamento de Andalucia, Maria del Mar Moreno por
‘mostrarse partidaria de la erradicacién del sexismo en el lenguaje en
su discurso ante la Cémara el Dia de Andalucia de 2006,
«{.-] el cor ido a la ley de! minimo
esfuerzo, seat hombre no gasta sus fuerzas mas que en la
‘medida en que puede alcanzar los fines que se ha fijado» (A. Marti-
net 1974; 219-220).Los nifios lloraban desesperadamente en sus cunas.
Las criaturas loraban desesperadamente en sus cunas.
Plano morfosintactico
1, Omitir el determinante ante sustan
‘inica:
Podran participar en el concurso de dibujo los estu-
diantes de todos los centros de la provincia.
Podrran participar en el concurso de dibujo estudian-
tes de todos los centros de la provincia.
2. Recurrir a pronombres sin marea de género:
Los que vengan a la excursién traerdn ropa y calzado
cémodos.
u
Quienes vengan a la excursi6n traeran ropa y calzado
cémodos.
Cuando uno lee las noticias.
Cuando alguien lee las noticias.
3. Elidir el sujeto:
El solicitante deberd cumplimentar el impreso con le-
tra clara,
Deberd cumplimentar el impreso con letra clara.
Cumplimente el impreso con letra clara.
Se cumplimentaré el impreso con letra clara.
De los ejemplos anteriores, puede dedueirse que, a
excepcién de los desdoblamientos 0 la arroba, los recursos
que se proponen en la mayoria de las guias 0 manuales igua-
Iitarios no solo no atentan contra la norma actual del espafiol,
sino que tampoco vulneran el principio de economia, enten-
diendo por tal comunicarse con el menor niimero de palabras
posibles. Obviamente sobra decir que la economia lingaistica
solo tiene sentido si se cumple el principio bisico de la co-
municacién, ya que, si la elocucién resulta ambigua, de nada
sirve la parquedad en palabras. Es decir, «el hablante no pue-
de permitirse el lujo de la economia si el sistema, la tradicién
de uso, la norma o la situacién general de comunicacién no se
lo pagan» (Vigara Tauste 1995).
En consecuencia, no existe razdn alguna que justifique
Ja ridiculizacién de las estrategias “antisexistas” aqui expues-
tas. Otra cosa bien distinta es que se consideren necesarias 0
no, para lo cual habria que valorar aspectos tan dispares como
la funcionalidad del masculino genérico o Ia importancia de
lo politicamente correcto. Sin entrar en estas cuestiones, lo
149Guerra
hombres, aunque hoy en dia sean muchas /as ingenieras, las
arquitectas, las politicas las juezas.
Las propuestas igualitarias han
das a ofrecer alternativas al uso del masculino genérico. De
ellas, la mas conocida —y también la mas criticada”—es, sin
duda, la de los desdoblamientos, que, como se sabe, consiste
en utilizar conjuntamente las formas masculinas y femeninas
de los sustantivos, y de todas las palabras que concuerden con
ellos (Jas maestras y los maestros, los alumnos y las alumnas,
io, pues, encamina-
Jas madres y los padres...). A este respecto, se afirma en el
Diccionario panhispénico de dudas (2005: 3
maset
aplicac
ino, posi
tencién diseriminatoria alguna, sino la
nde la economia expresiva [...]
Junto con los desdoblamientos, en la obra académica,
también se critica el empleo del simbolo de la arroba (@) por
Tneluso en muchas de las pul ‘encaminadas a erradicar el
‘sexismo linglistico se pone de mai inoperancia de este pro
1; véanse, por ejemplo, Ayala Castro, Guerrero Salazar y Me-
2002: 89, 2005: 48-49; 0 Calero Feméndez, 1999: 168),
también se ha buscado para ev
ivos, atendiendo, por ejemplo, a su raza,
mente podriamos encontrar en la prensa un
o en Barcelona,
146,
desde el punto de
Estos argumentos no pueden esgrimirse, sin embargo,
contra otros procedimientos lingiiisticos considerados “no
sexistas” como, por ejemplo, en el plano Iéxico, el uso de epi-
cenos, colectivos 0 abstractos, 0 en el plano morfosintictico,
} la elisién del sujeto, que ni atentan contra el principio de la
} economia lingtiistica ni transgreden las normas gramaticales,
Veamos algunos ejemplos:
* Plano léxico
1. Abstractos:
Los espatoles dijeron “si
u
Espana dijo “si” a Europa.
a Europa.
2. Colectivos:
Los alumnos deberén cumplir las normas estableci-
das en el escrito del pasado 20 de mayo.
u
Elalumnado deberd cumplir las normas establecidas
en el escrito del pasado 20 de mayo
No alude a ninguno de los otros procedimientos igualitarios, ni si
arroba y adi ‘« Angeles Calero
terés las propuestas de M= Angeles C
Femandez sobre cémo deberia ser la ensefanza del genero gram,
tical para erradicar la nefasta asociacién entre género y sexo (1999.
Aparecen en segundo lugar la tiltima de
‘marea con un asterisc
DRAE (2001),
Para Gomez Torrego, esta actitud, al margen de cuestiones feminis-
tas, ¢{...] evita una ciertadiseriminacién social, puesto que las pro-
{esiones no cualificadas (o poco cualificadas) no encontraban obsté-
culo para el desdoblamiento (panadero-a, lechero-a, etc.), mientras
ue las cualificadas se resistian, por ¢: de prestigio, a ese
desdoblamiento» (1996: 68),
creadas y se
ima edicién del
‘que no se recoge en |aM Med
el lenguaje, como producto social, no puede més que reflejar
la mentalidad de la sociedad que lo emplea y responder a sus
necesidades.
Desde finales de la década de los setenta hasta hoy,
han proliferado los estudios —muchos de ellos impulsados
desde distintas instituciones o administraciones piblicas™—,
en los que se denuncia el tratamiento discriminatorio que
tradicionalmente se le ha dado al sexo femenino en nuestra
lengua. Por ejemplo, se ha destacado la violencia y agresivi-
dad que esconden los refranes, los insultos, los tacos 0 se ha
puesto de manifiesto la asimetria de las formulas de tratami-
ento, de los duales aparentes, ete”.
Sin embargo, el caballo de batalla ha sido y sigue
siendo el género gramatical, que, con frecuencia, se tiende
a considerar una categoria motivada, esto es, no arbitraria ni
puramente formal, dotada de un valor seméntico relacionado
con la realidad de la diferencia sexual (Violi 1991): tal con-
cepeién implica concebir al espafiol como una lengua sexis-
ta,
Una postura bien diferente sostienen, por ejemplo,
Garcia Meseguer (1994; 1999) 0 Calero Fernandez (1999),
para quienes el sexismo linglistico no radica en la lengua es
pafiola como sistema, sino que se halla en algunos de los usos
Girvan como ejemplo las numerosas publicaciones del Instituto de la
Mujer.
\Véanse, entre otros muchos, por ejemplo, los trabajos de Ayala Cas-
troy Medina Guerra (2003), Calero Ferndndez (1991; 1992; 1999) 0
Guerrero Salazar (2003: 2004).
142
principio de wcomodkale
consolidados y aceptados como correctos por la comunidad
hablante. Mas ain,
Esta correlacién de género y sexo es
cerrada como la que establece el comiin de la
gente entre nombre colectivo y conjunto de
seres u objetos. Asi, de las palabras ejército,
rebaito, enjambre y familia, bosque, dentad
ra, sélo las tres primeras son gramaticalmente
eolectivos, por mucho que familia designe un
grupo de personas emparentadas por vin
‘consanguineos o por enlace matrimonial,
1 sea la reuniin de drboles, y dentadura
dos los dientes de la boca, No hay que pensar
en el objeto al que alude la palabra, sino en el
funcionamiento gramatical de ésta
Si, a pesar de todo, se insistiera en tener
fen cuenta el significado —pero siempre como
un aspecto mas-, habria que alertar de que es
un criterio que sirve a pocos sustantivos y se
eberian apuntar todos los matices de sent
do posibles: sexo (nifa/nitio, yegua/caballo),
centre fruto y arbol (cere
‘naranjo), distineién entre instramento y usua-
rio (la trompeta/el trompeta, la espadalel es-
paday; incluso tenemos palabras homénimas,
algunas de las cuales tienen étimos diferentes
(la corte/el corte la comevel coma, la orden/el
orden) (Calero Fernéndez 1999:
El género no es, pues, més que una categoria sintdcti-
ca que clasifica a los nombres en masculinos y en femeninos,
nos permite establecer concordancias”. De hecho, como es
En esto insisten muchos graméticos como, por ejemplo, Alarcos
143LOS PROCEDIMIENTOS
IGUALITARIOS Y EL PRINCIPIO
DE «COMODIDAD»
M.° Medina Guerra
‘idad de Mélaga)
ir en Espafia con la
ada de la democracia, Asi, una sociedad que aspira a al-
M41