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Gowzautz Cawvo, J. M. (1988); «El género, una categoria morfoldy cai?», Estudios de morfologia espanola, Caceres, Universidad de Ex- tremadura, pigs, 51-73. — (1998): «Genero, sexo e ignorancia gramatical», Variaciones en tore no a la gramética espaiola, Caceres, Universidad de Extremadura, pags. 278-392, Gunnrero SaLazak, S. (2003): «Sexismo lingtistico: violencia verbal Anilisis de un diccionario del insulto», en M.*T. Lopez Beltran, M# J. Jiménez Tomé y E. M.* Gil Benitez (eds.), Violencia y género, Il, Malaga, CEDMA, pigs. 103-114, — (2004): «La imagen de la mujer a través del diccionario: duales apa- y definiciones disimétricas», en A. Martinez Garcia (coord) Cultura, lenguaje y traduccion desde una perspectiva de género, Malaga, Universidad de Mélaga, pags. 115-134, Heanpez ALONSo, C. (1986): Gramatiea funcional del espaiiol, Madrid, Gredos. Lopez Garcia, A. (1999): «Las mujeres y el lenguaje», en M.* D. Fernan- dez de la Torre Maduefio, A. M.* Medina Guerra y L. Taillefer de Haya (eds.), El sexismo en el lenguaje, , pigs, 77-98, Marriner, A. (1974): Elementos de lingtistica general, Madrid, Gredos. Poxro Darena, J. A. (1999): «Género ‘arroba’, neutralizacién masculi- no/femenino y sindrome antimachista», Espanol Actual, 72, pigs S14, Rea Ac Espanoua (1999): Ortografia de la lengua espaiola, Ma- rid, Espasa Calpe. REAL ACADEMIA ESPASOLA ¥ ASOCIACION DE ACADEMIAS DE LA LENGUA ES= sa8ots (2005): Diccionario pankispeinico de dudas, Madrid, San- ‘i P. (1991): Et infinito singular, Madrid, Cétedra ua Tauste, A. M. (1992): Morfosintaxis del espaol cologuial, Max rid, Gredos. — (1995): «Economia y elipsis en el registro coloquial (espattol)», Espé= culo: Revista de Estudios Literarios, | VII LA LECTURA Y EL ESPANOL Enilio Alejandro Niiiiez Cabezas (Universidad de Méilaga) Se habla mucho de crisis de la lectura y es curioso por- que cada vez se publica més. Ya encontramos aqui la primera contradiecidn. Pero, {crisis con respecto a qué 0 a cuando? Al hablar de crisis damos por supuesto que ha habido tiem- pos mejores. Dudo que antes, necesariamente, se leyera mas. Hoy en dia es un tema recurrente hablar de la mala influencia que ejercen la televisién, los videojuegos y otras opciones multimedia sobre la poblacién infantil y juvenil. Probable- mente sea asi si no se controla el uso de estos recursos, pero, Antonia M* Medina Guerra Gowzautz. Cawvo, J. M. (1988): «El género, guna categoria morfold cai?», Estudios de morfologia espanola, Caceres, Universidad de Ex- ‘tremadura, pigs, 51-73. — (1998): «Genero, sexo e ignorancia gramatical», Variaciones en tore no a la gramética espaiola, Caceres, Universidad de Extremadura, pags. 278-392, Gunnrero SaLazak, S. (2003): «Sexismo lingtistico: violencia verbal is de un diccionario del insulto», en M.*T. Lopez Beltran, M* “La imagen de Ia mujer a través del diccionario: duales apa- ntes y definiciones disimétricas»n, en A. Martinez Gareia (coord,) Cultura, lenguaje y traduccién desde una perspectiva de género, Malaga, Universidad de Mélaga, pags. 115-134, Henanpez ALONSo, C. (1986): Gramatica funcional del espaiiol, Madrid, Gredos. Lopez Garcia, A. (1999): «Las mujeres y el lenguaje», en M.* D. Fernan- dez de la Torre Maduefio, A. M." Medina Guerra y L. Taillefer de Haya (eds.), El sexismo en el lenguaje, , pags. 77-98, Marriner, A. (1974): Elementos de lingtistica general, Madrid, Gredos. Posro Darena, J. A. (1999): «Género ‘arroba’, neutralizacién masculi- no/femenino y sindrome antimachista», Espanol Actual, 72, pigs 514, Rea Ac Espanoua (1999): Ortografia de la lengua espaiola, Ma rid, Espasa Calpe. REAL ACADEMIA EsPASOLA ¥ ASOCIACION DE ACADEMIAS DE LA LENGUA ES= a8ota (2005): Diccionario pankispeinico de dudas, Madrid, San- ‘i (1991): ET infinito singular, Madrid, Cétedra ua Tauste, A. M. (1992): Morfosintaxis del espaol cologuial, Ma- drid, Gredos. — (1995): «Economia y elipsis en el registro coloquial (espattol culo; Revista de Estudios Literarios, | VII LA LECTURA Y EL ESPANOL Enmilio Alejandro Niiiez Cabezas (Universidad de Mélaga) Se habla mucho de crisis de la lectura y es curioso por- que cada vez se publica més. Ya encontramos aqui la primera contradiecién. Peto, {crisis con respecto a qué 0 a cuando? Al hablar de crisis damos por supuesto que ha habido tiem- pos mejores. Dudo que antes, necesariamente, se leyera mas. Hoy en dia es un tema recurrente hablar de la mala inffuencia que ejercen la televisién, los videojuegos y otras opciones multimedia sobre la poblacién infantil y juvenil. Probable- mente sea asi si no se controla el uso de estos recursos, pero, tiva, de lo que se trata es de habitos adquiri- En de dos en la infancia y que, en consecuencia, usamos esponta- neamente y sin ningin esfuerzo. Se nos ha educado en unos determinados usos lingtiisticos y no en otros, aunque estos los abstractos, a los que hemos fos. aludido en estas paginas, sean igualmente correctos* i a esto le unimos que el masculino genérico —por mas que pueda resultar ambiguo en algunos casos— sigue siendo rentable y funcional, la resistencia a los procedimien- tos igualitarios puede entenderse desde el émbito de la Lin- giiistica (si bien, por supuesto, no esta justificada la chanza, a facil), pero no asi desde el ambito de lo la burla o Ia eri politicamente correcto en el que, a pesar de los recientes es- fuerzos de las administraciones piblicas, las diferencias de “género” son ms dificiles de aceptar que las diferencias étni- cas, culturales, religiosas, etc. (Gallego 2002: 418). Incluso, como ya se ha apuntado, en el uso que hacemos del lenguaje, somos capaces de no cuestionar perifrasis como persona de color 0 la tercera edad, mientras que nos sonrojamos si deci- mos alumnado o profesorado, por temor a que se nos vaya a tachar de feminista. especialmente esperanzador el “I Plan de |gualdad entre Hombres y Mujeres en Educacion” (2005) de la Junta de Andalucia, en el que se presta especial atencién al sexismo tico, instndase a que desde Ia escuela se impulsen los habitos 0 rios del lenguaje, wel REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS arco Loe spas ale Avan Ox Saauaey A.M? (2002): oe & Gurren 0 sexista, Malaga, para un wso fguaita de Caciz ‘Avata Castro, M. C. v A. M* Mroiva Guzen (2003): «Téem lentos. Su tratamiento lexicogrificon, en M.°T. Lopez Beltrén, Me nénez Tomé y E, M: Gil Benitez (eds), Violoncia y gonero, Il Malaga, CEDMA, pags. 63 A administrative, Cé- Catsxo Feanannez, M.A. (1991): Ls sexos y el sexo en los tacos 1a cuestién ica», en C. 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En este sentido, afirma Angel Lépez (1999: 90-9 [.--] desterrardefinitivamente los términos ofensivos, discriminatorios 0 patemalistas aplicados a la mujer es una obligacién ética [L.-J Hay que decir que la propia evolucién de la sociedad, ayudada sin duda por la susodicha accién institucional, esta arrinconando estos términos con velocidad reciente, pues ‘muchos de ‘como reliquias tan s6lo en el diccionario. 1 parece, en cambio, 4e la duplicidad genérica. En realidad es un problema que ha ocupado muchas veces alos as: O. Jespersen, por ejemplo, propu- serie pronominal his, himselfh términos hom, hom umano”) para un “ ble indistintamente a cualquiera de los dos sexos. Sin embargo, este esfierzo no triunfo: tampoco acaban de cuajar propucstas como de A. Garcia Meseguer (Lenguaje y i, 1988), segan la ‘vez que nos refiramos a un grupo de alu debemos hablar del “alumnado” o de de todos conocidos. Pueden barajarse distintas argumentaciones para ex- plicar el porqué se aprecia todavia una enorme resistencia a ponerlos en practica, pero, a mi juicio, al margen de la rémora 150 y el principio de scomodkade que supone una escasa estimacién social (de la que se hacen eco en numerosas ocasiones los medios de comunicacién™), hay que hacer hincapié en reconocer la dificultad que entraiia familiarizarse con habitos lingilisticos nuevos y que el esfuerzo que ello requiere exige adquirir primero un alto grado de con- cienciacién de la importancia de utilizarlos. Por tanto, si estos recursos no llegan a “triunfar” no se debe tanto a que sean 0 no normativos u econémicos (que, como hemos visto, silo son en la mayoria de los casos), sino a que, al menos de momento, no cumplen con /a ley del menor esfuerzo™, considerada, de acuerdo con Ana M2 Vigara Tauste (1992: 45), mas que como mera tendencia a la economia lingtifstica, como la caracterist ca esencial del principio de comodidad. Este principio explica que nos mostremos incapaces de prescindir, por ejemplo en el lenguaje coloquial de expresiones redundantes y, en conse- cuencia, innecesarias 0, lo que es lo mismo, nada econémicas como paella de arroz, parpados de los ojos, subir p arriba, ba- jar p'abajo, tonterias sin sentido..., 0 absolutamente incorrec- tas 0 agramaticales, como las faltas de concordancia entre dos mas miembros de la frase, el dequeismo o el loismo, etc. (Vigara Tauste 1992: 191-320). * Sirva a modo de ejemplo las numerosas criticas que ha recibido la Presidenta del Parlamento de Andalucia, Maria del Mar Moreno por ‘mostrarse partidaria de la erradicacién del sexismo en el lenguaje en su discurso ante la Cémara el Dia de Andalucia de 2006, «{.-] el cor ido a la ley de! minimo esfuerzo, seat hombre no gasta sus fuerzas mas que en la ‘medida en que puede alcanzar los fines que se ha fijado» (A. Marti- net 1974; 219-220). Los nifios lloraban desesperadamente en sus cunas. Las criaturas loraban desesperadamente en sus cunas. Plano morfosintactico 1, Omitir el determinante ante sustan ‘inica: Podran participar en el concurso de dibujo los estu- diantes de todos los centros de la provincia. Podrran participar en el concurso de dibujo estudian- tes de todos los centros de la provincia. 2. Recurrir a pronombres sin marea de género: Los que vengan a la excursién traerdn ropa y calzado cémodos. u Quienes vengan a la excursi6n traeran ropa y calzado cémodos. Cuando uno lee las noticias. Cuando alguien lee las noticias. 3. Elidir el sujeto: El solicitante deberd cumplimentar el impreso con le- tra clara, Deberd cumplimentar el impreso con letra clara. Cumplimente el impreso con letra clara. Se cumplimentaré el impreso con letra clara. De los ejemplos anteriores, puede dedueirse que, a excepcién de los desdoblamientos 0 la arroba, los recursos que se proponen en la mayoria de las guias 0 manuales igua- Iitarios no solo no atentan contra la norma actual del espafiol, sino que tampoco vulneran el principio de economia, enten- diendo por tal comunicarse con el menor niimero de palabras posibles. Obviamente sobra decir que la economia lingaistica solo tiene sentido si se cumple el principio bisico de la co- municacién, ya que, si la elocucién resulta ambigua, de nada sirve la parquedad en palabras. Es decir, «el hablante no pue- de permitirse el lujo de la economia si el sistema, la tradicién de uso, la norma o la situacién general de comunicacién no se lo pagan» (Vigara Tauste 1995). En consecuencia, no existe razdn alguna que justifique Ja ridiculizacién de las estrategias “antisexistas” aqui expues- tas. Otra cosa bien distinta es que se consideren necesarias 0 no, para lo cual habria que valorar aspectos tan dispares como la funcionalidad del masculino genérico o Ia importancia de lo politicamente correcto. Sin entrar en estas cuestiones, lo 149 Guerra hombres, aunque hoy en dia sean muchas /as ingenieras, las arquitectas, las politicas las juezas. Las propuestas igualitarias han das a ofrecer alternativas al uso del masculino genérico. De ellas, la mas conocida —y también la mas criticada”—es, sin duda, la de los desdoblamientos, que, como se sabe, consiste en utilizar conjuntamente las formas masculinas y femeninas de los sustantivos, y de todas las palabras que concuerden con ellos (Jas maestras y los maestros, los alumnos y las alumnas, io, pues, encamina- Jas madres y los padres...). A este respecto, se afirma en el Diccionario panhispénico de dudas (2005: 3 maset aplicac ino, posi tencién diseriminatoria alguna, sino la nde la economia expresiva [...] Junto con los desdoblamientos, en la obra académica, también se critica el empleo del simbolo de la arroba (@) por Tneluso en muchas de las pul ‘encaminadas a erradicar el ‘sexismo linglistico se pone de mai inoperancia de este pro 1; véanse, por ejemplo, Ayala Castro, Guerrero Salazar y Me- 2002: 89, 2005: 48-49; 0 Calero Feméndez, 1999: 168), también se ha buscado para ev ivos, atendiendo, por ejemplo, a su raza, mente podriamos encontrar en la prensa un o en Barcelona, 146, desde el punto de Estos argumentos no pueden esgrimirse, sin embargo, contra otros procedimientos lingiiisticos considerados “no sexistas” como, por ejemplo, en el plano Iéxico, el uso de epi- cenos, colectivos 0 abstractos, 0 en el plano morfosintictico, } la elisién del sujeto, que ni atentan contra el principio de la } economia lingtiistica ni transgreden las normas gramaticales, Veamos algunos ejemplos: * Plano léxico 1. Abstractos: Los espatoles dijeron “si u Espana dijo “si” a Europa. a Europa. 2. Colectivos: Los alumnos deberén cumplir las normas estableci- das en el escrito del pasado 20 de mayo. u Elalumnado deberd cumplir las normas establecidas en el escrito del pasado 20 de mayo No alude a ninguno de los otros procedimientos igualitarios, ni si arroba y adi ‘« Angeles Calero terés las propuestas de M= Angeles C Femandez sobre cémo deberia ser la ensefanza del genero gram, tical para erradicar la nefasta asociacién entre género y sexo (1999. Aparecen en segundo lugar la tiltima de ‘marea con un asterisc DRAE (2001), Para Gomez Torrego, esta actitud, al margen de cuestiones feminis- tas, ¢{...] evita una ciertadiseriminacién social, puesto que las pro- {esiones no cualificadas (o poco cualificadas) no encontraban obsté- culo para el desdoblamiento (panadero-a, lechero-a, etc.), mientras ue las cualificadas se resistian, por ¢: de prestigio, a ese desdoblamiento» (1996: 68), creadas y se ima edicién del ‘que no se recoge en | aM Med el lenguaje, como producto social, no puede més que reflejar la mentalidad de la sociedad que lo emplea y responder a sus necesidades. Desde finales de la década de los setenta hasta hoy, han proliferado los estudios —muchos de ellos impulsados desde distintas instituciones o administraciones piblicas™—, en los que se denuncia el tratamiento discriminatorio que tradicionalmente se le ha dado al sexo femenino en nuestra lengua. Por ejemplo, se ha destacado la violencia y agresivi- dad que esconden los refranes, los insultos, los tacos 0 se ha puesto de manifiesto la asimetria de las formulas de tratami- ento, de los duales aparentes, ete”. Sin embargo, el caballo de batalla ha sido y sigue siendo el género gramatical, que, con frecuencia, se tiende a considerar una categoria motivada, esto es, no arbitraria ni puramente formal, dotada de un valor seméntico relacionado con la realidad de la diferencia sexual (Violi 1991): tal con- cepeién implica concebir al espafiol como una lengua sexis- ta, Una postura bien diferente sostienen, por ejemplo, Garcia Meseguer (1994; 1999) 0 Calero Fernandez (1999), para quienes el sexismo linglistico no radica en la lengua es pafiola como sistema, sino que se halla en algunos de los usos Girvan como ejemplo las numerosas publicaciones del Instituto de la Mujer. \Véanse, entre otros muchos, por ejemplo, los trabajos de Ayala Cas- troy Medina Guerra (2003), Calero Ferndndez (1991; 1992; 1999) 0 Guerrero Salazar (2003: 2004). 142 principio de wcomodkale consolidados y aceptados como correctos por la comunidad hablante. Mas ain, Esta correlacién de género y sexo es cerrada como la que establece el comiin de la gente entre nombre colectivo y conjunto de seres u objetos. Asi, de las palabras ejército, rebaito, enjambre y familia, bosque, dentad ra, sélo las tres primeras son gramaticalmente eolectivos, por mucho que familia designe un grupo de personas emparentadas por vin ‘consanguineos o por enlace matrimonial, 1 sea la reuniin de drboles, y dentadura dos los dientes de la boca, No hay que pensar en el objeto al que alude la palabra, sino en el funcionamiento gramatical de ésta Si, a pesar de todo, se insistiera en tener fen cuenta el significado —pero siempre como un aspecto mas-, habria que alertar de que es un criterio que sirve a pocos sustantivos y se eberian apuntar todos los matices de sent do posibles: sexo (nifa/nitio, yegua/caballo), centre fruto y arbol (cere ‘naranjo), distineién entre instramento y usua- rio (la trompeta/el trompeta, la espadalel es- paday; incluso tenemos palabras homénimas, algunas de las cuales tienen étimos diferentes (la corte/el corte la comevel coma, la orden/el orden) (Calero Fernéndez 1999: El género no es, pues, més que una categoria sintdcti- ca que clasifica a los nombres en masculinos y en femeninos, nos permite establecer concordancias”. De hecho, como es En esto insisten muchos graméticos como, por ejemplo, Alarcos 143 LOS PROCEDIMIENTOS IGUALITARIOS Y EL PRINCIPIO DE «COMODIDAD» M.° Medina Guerra ‘idad de Mélaga) ir en Espafia con la ada de la democracia, Asi, una sociedad que aspira a al- M41

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