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Articulos Sobre la Idea de Dialéctica y sus figuras’ Gustavo Bueno Oviedo LTERMINO «DIALECTICA» SE ENTIENDE SEGON acepciones muy diversas. Reseftamos aqui Tas siguientes (que no se excluyen necesaria- mente entre si): 1. Dialéctica como concepcién no sélo de un ‘método sino de la realidad al que aque! habs de ajustarse. Se subraya aqu‘ la movilidad o caréeter dindmico de todo. La dialéctica podria definirse como «la ciencia del smo», y Se opondri a la «metafisica», entendida como peidn de la realidad (y ain dela realidad ima) de un ser inmdvil. Heréelito podria servir de emblema de! pensamiento dialéctico frente a Parménides, emblema del pensamiento meta- fisico (un historiador soviético de la filosoffa, M. A. Dinnik, llega a presentar a Zenén de Elea —a quien Plat6n considers como «fundador de la dialéctica»— como prototipo de pensa dor metafisico «por sus argumentos contra el movimiento»). Esta concepcién de la dialéctica (muy extendida en anti- guos circulos del Diamat) es, en cualquier caso, muy indeter- minada, Desde luego, ella tendria que dar cuenta de por qué Zenén —o Parménides—, pese a negar el movimiento en el plano de la realidad, han practicado el método dialéctico y aun lo han instaurado (circunstancia que. de paso, nos instruye acerca de 1a oscuridad de 1a «armonia» postulada entre el ‘método y la realidad); luego no es por los «argumentos contra (1) Este texto feta base dea ecién pruned e la 25 de ener de 1994, dentro 4 col de 10 lesciones que autor promis sabre Anis vio de a ea de ro fret, nel marco del sCurn acerca de nea de “Progres'» organza pref Dep tamento de Floss de a Universidad de Oviedo (ote 1993-mayo 194), EL BASILISCO el movimiento» por lo que un pensamiento deja de ser dialéc tico, como tampoco deja de ser metafisico un pensamiento que ropone como prototipo de sustancias etemas e inméviles cier- tos corpisculos materiales lamados étomos. IL, Dialéctica como concepcién que defiende ta «multitate- ralidad de relaciones» implicadas en cualquier proceso real (frente ala restriccidn esquemtica de un proceso cualquiera a una «tinica linea» de relaciones, restriccién en la que se haria consistir el modo de pensar metafisico). «El término dialéctica—leemos en tuna exposicién del ‘materialismo dialéctico’ (aunque ideas simi- lares podrian ser lefdas en exposiciones de la teoria de los siste~ mas de L. Bertalanffy)— significa que todo esta interconectado Y que hay un proceso continuo de cambio en esta interrelacién.» Muy emparentada con esta idea de dialéctica es la que subordina la dialéctica a la oralidad (G. Lukécs, L. Goldmann). La principal objecién que levantamos contra esta concep- cién de ta dialéctica procede del que solemos llamar principio de symploké, formulado por Plat6n, en tanto que establece (en tuna de sus partes) que «si todo estuviese cortelacionado con todo no podriamos conocer nada». HI. Dialéctica como concepcién que subraya la estructura de «retroalimentaci6n negativa» de ciertas totalidades o siste- mas, Hlamados, precisamente por este motivo, dialécticos (Klaus, M. Harri Esta concepcién de la dialéctica obedece, sin duda, a una voluntad de rigor en la determinacidn de «modelos dialécticos» precisos y no vagos (como ocurre en I y en II) Sin embargo con- sideramos gratuita tal propuesta reductora, puesto que, sin per- juicio de que los sistemas dotados de retroalimentacién negativa sean sistemas dialécticos, no todo lo que es dialéctico tiene por qué ajustarse (salvo por una estipulacidn arbitraria) a tal modelo. a (© 1985, EL BASILISCO, 2. Epo, 19, pig 41-50 Apdo. 36033080 Oviedo - Espa) TV. Concepciones de la dialéctica que se proponen det nirla en funcién de las contradicciones implicadas en los pro- cesos analizados (si bien los papeles que se atribuyen a estas contradicciones pueden ser muy distintos). Esta concepcién de la dialéctica es la que tiene mas ant gua tradicién académica y escolistica (Platén, Aristétele Kant, Hegel). Precisamente en funcidn de ella suele oponerse la dialéctica a a analitica; distincién procedente de Arist6te- les (silogismos analiticos y silogismos dialécticos) y cont nuada por Kant (Analitica/Dialéctica). Esta distinci6n const tuye un criterio importante para diferenciar las dos grandes corrientes de interpretacién filos6fica de la dialéctica, segiin que la dialéctica, precisamente por definirse en funcién de la contradiccién, sea circunscrita a la esfera del método (0 del «pensar», o simplemente del «hablar» —desde el punto de Vista gnoseol6gico: a los sectores autoldgicos y dial6gicos del eje pragmatico del espacio gnoseolégico—, y esta seria la posicidn de Aristételes y Kant), 0 bien sea considerada como extensible a la esfera de la realidad, del ser (y esta seria la posicién de Platén y de Hegel). Otra cosa es que dudemos de la profundidad de esa distincién dicotémica entre pensar y ser, sies que el mundo en el que realmente vivimos y actuamos — el mundus adspectabilis—es a la vez. «realidad pensada» y es una formula (que la- ‘mamos de «contradiccién absoluta» 0 «simple», sobre una sola variable) constituida en el marco del slgebra booleana de enun- ciados (con dos valores); en este marco la formula es (decimos, frente a Lukasiewicz) una contradiccién autol6gica material, puesto que, una vez puestas las definiciones de los functores «A», «=», &e., no cabe afirmar —acto psicolégico, asociado a la asercién «-»— p y p, tanto en el caso de que ambas variables booleanas se evaltien a 1, como a 0. Dicho de otro modo, las evaluaciones de p y =p no son independientes, sino que la evaluacién de una determina ya la de la otra, por via autolégica (0 coherencia con las definiciones de» y +). Por consiguiente, la definicién de referencia circunscribe la dia- Iéetica al caso en el que «un sujeto que ha propuesto + p pro- (2) M. Gard en Teorema, 1, 1971, p66, EL BASILISCO pone sp, es decir, al caso en el que ese sujeto «se contradice». Es obvio que esta definiciGn de dialéctica esta destinada (sofis- ticamente) a dejar en ridiculo a quien pretenda «aceptar la con- tradicciGn» basdndose en que, por cierto, algunos autores pre- tenden aceptar la contradiccién entre las leyes de la dialéctica. Ademids, estas férmulas de la contradiccién de p consigo ‘mismo se encuentran (desde el Poema de Parménides) a una distancia lo mas proxima posible para una interpretacion semintica de la variable booleana p (si p es «el ser es», 3p sera < H0)], O[Vx(Gx 4 9H), ED), al lado de la con- tariedad (A[Ax(Gx Hx), E[Ax(Gx 4 “Hx))), de la sub- contrariedad (I. O) y de ta subatternacién (A, i: E,O). ¥ mien tras las proposiciones contradictorias no pueden ser verdaderas ala vez, ni falsas a la vez (es la contradiccién que rige entre las proposiciones booleanas inanalizadas p, ~p), las contrarias pueden ser falsas a la vez, aunque no verdaderas a la vez, y las subcontrarias pueden ser «verdaderas a la vez» (cabria decir que en esta linea ya era posible la «doble verdatl») aunque no falsas a la vez. Kant, en su doctrina de las antinomias dialécti- cas, se movi6 desde luego en el marco del cuadrado de la. opo- sicién l6gica tradicional, si bien alterdndolo (como solia hacer con los esquemas escoldsticos) a su conveniencia. De este ‘modo construyé su concepto de «antinomias matematicas» (las que tienen lugar en las categorias de la cantidad y de la cuali- dad, pues en ellas la tesis y la anttesis no podrian ser verdade- ras a la vez —es decir, se comportarian como incompatibles para valores I— pero podrian ser falsas a la vez —por tanto, habria que decir que las proposiciones antinémicas matemiti- eas se comportan como contrarias—) y de las «antinom dinamicas» (las que tienen lugar en las categorias de la rela- cin y de la modalidad, cuyas proposiciones no podrian ser fal- sas a la vez —es decir, se comportan como incompatibles para valores 0— pero si verdaderas a la vez —por tanto, las propo- siciones de las antinomias dindmicas se comportaban como si fuesen subcontrarias—). Cabria decir, por tanto, que la dialéc- tica, en el uso que Kant hace de ella, pierde el contacto con la ccontradiccién simple, manteniéndose en contacto con la con- trariedad y subcontrariedad de la ligica escoldstica (la distin- cién, en el Diamar, entre «contradicciones antagénicas» y .p arp (4. Regla de la introduccién del conjuntor entre Jas proposiciones inscritas en las premisas) En esta derivacién la contradiccién aparece representada cen la premisa 1; esté ejercitada en la inscripcidn de 2 y 3; por cello negamos (segiin las reglas que precisamente prohiben introducir el conjuntor entre una proposicién y su negacién) la conclusién 4, que es una férmula del principio de no contra- diccidn. La derivacién formal es dialéctica puesto que parte de la representacién de la contradiccién para terminar declarén- dola inaceptable (o sea, negandola), en virtud de las mismas reglas internas de la I6gica (aqui, principalmente, las reglas de sustitucién de las variables); lo que demuestra, a su vez, que la contradiccién ha sido ejercitada dos veces en este proceso de derivacién: (3) Gustavo Ben, Emayor maeiaitas, Tau, Madrid 1972. Ensayo capitulo 1, eSobre ikesea, pgs. 371-389. 44 ‘También hay posibilidad de demostrar el principio de no contradiccién como un teorema a partir de sistemas de axiomas tales como el siguiente: D pag WD) prara MM) pq. pq 7p (axioma de reduccién al absurdo) procederemos ahora sustituyendo g por =p, obteniendo las siguientes premisa LeEpAtp. op 2EpAnp. 7p Sustituyendo en el axioma III los teoremas 1 y 2 3.EP Aap. > p> PAP >7pI>IPA>p) A Bocjoe 4.bA B.C (Advertimos que aqui hemos «introducido la contradic- i6n» algoritmicamente, como Formula derivada, por las reglas de sustitucién, de unos axiomas dados; lo que significa que la contradiccién no es aqui, por tanto una premisa.) De este tipo de anilisis, y de otros muchos muy variados ¥ prolijos que tenemos que omitir, obtenemos, como conclu- siGn, que e! proceder dialéctico de la légica formal hay que ponerlo fundamentalmente en sus «estrategias» para eliminar las contradicciones que en ella se construyen; por lo que, «aceptar la contradiccién», desde el punto de vista de una I6gica dialéctica, no es aceptar su validez (como norma) sino aceplarla como un «hecho I6gico» resultado de operaciones (como un autologismo, como un dialogismo y, en rigor, ni siquiera eso, pues bastaria con la aceptacién formal), como un hecho interno, y no como una simple errata que fuera preciso cconjurar, Lo que importa constatar es que con estos planteamientos relativos a la presencia de la contradiccién en la ldgica formal podemos, sin embargo, reexponer las mismas cuestiones filo- S6ficas que tradicionalmente se han venido suscitando en los debates relativos al alcance «ontolégico» de la dialéctica. Pues la cuestidn no estriba tanto en defender la «validez de la con- tradiccién» en Ontologfa («al modo de Heréclito de Hegel») sino en reconocer su «existencia», aunque sea agregando que esta «existencia», por inconsistente, pide su cancelacién, Y « y al vector b> («no hay contradiccién, simplemente ocurre que los cuerpos a y bchocan y se desintegran). Sin embargo, ;por qué si se man- tiene un gran recelo ante esa tendencia a llamar contradiccién a la incompatibilidad entre dos esquemas de identidad que han debido ponerse para ser destruidos 0 rectificados —puesto que fos esquemas se prolongaban virtualmente més alla del punto de colisién— no se mantiene también ante la interpretacin objetiva de los propios vectores? Pero la alternativa serd consi- derar a estas lineas inerciales virtuales como subjetivas, imagi- narias, conceptuales (M,) y entonces habria que considerar des- plomada la Mecénica, puesto que la fuerza, que determina la aceleracién de una masa inercial lo hace en relaci6n a su tra- yectoria virtual objetiva y no con relacién a una linea ficcién, Pero esa linea inercial virtual es un contenido material tercio- genérico. Si el término a no designa algo fijo (en una relacién fija con el b, por ejemplo, a ; por lo cual, si otro objeto intercepta esa trayectoria, podri decirse que la con- tradice, puesto que ese objeto interceptado es incompatible con el término a—> (pero no lo serfa si a se redujera a su posicién estética en t,). Por otra parte no deja de ser gratuito referir las férmulas 6gicas a la mera subjetividad, puesto que, ante todo, hay que referirlas a situaciones objetivo-materiales. :Por qué motivo las variables p, q y sus valores /, 0 han de interpretarse como expre- sidn de «pensamientos» (verdaderos 0 falsos) y no como estruc- turas objetivas tipogréficas coondinables con situaciones mate Tiales (Por ejemplo, con dispositivos de interruptores elgctricos)? En resolucién, la disyuntiva entre una dialéctica subjetiva y una dialéctica objetiva es la que debe ser removida. No dire~ mos que la contradiceién podria residir, a 1o sumo, en «mis representaciones de la Naturaleza» (y, por tanto, en una esfera puramente subjetiva, segundogenérica) y en modo alguno en la s

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