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1, FACTORBS QUE INTERVIENEN EN LA ELECCION DEL TRABAJO DE PSICOTERAPEUTA La sociedad reserva un lugar de honor especial para sus ‘euranderos", Como Henry (1966) sefals, estos individuos siempre han sido tratados como personas privilegiedas, a las que 6e les concede un acceso legitimo a lo oculta y lo miste- logo, dado que utilizan ‘herramientas” de curacion que son ‘més internas que externas, més privadas que publicas, cexcluidas del examen ajeao. Las “curae” cbtenidas dependen 1s a menudo de la fe y Ins creencias que de la evidencia 0 la légica. Ee una profesion rodeada de tn halo mistio, que deapierta 0 la ver el respeto y el temor del profano. Més que como una profesién deseable, se considera una “voeacién’” que procura grandes recompensas, como HqueraS Y presti= rae pres ‘competencia de los curanderos y chamenes aa sat ee ele di soe —tnlentras que Ta supervivencia o Ta victoria sobre sua “srg un ry autardad sobre Tox do Tos demds. eteretpo del “uray bard” pooor aC aE vernal. Son dignos de uns confianza y reapeto casi incues- tionables. Segin Bugental (1964), en todas las épocas los sores humanos han acudido a los chamanes en buses de ayuda en el eonfito con Toe aspectos desconocidos de la » {LAVIDA PERSONAL DEL PBICOTERAPEUTA, ovarialemente,scode a personas vests de una te errata sobrenstral. Se considera qe tos ‘sin fn Tyenan un papel qe es altermativamente maa pro gorencinn de oe Rea ea Tas taro que picolrapedts 6 Tut sno mae dun largo naj de curandere, que pode me dace psta pes prenniicos (Bugental, 1960 Ben ince mi ra, eso ser Eats rie dele fain. A esta personas oe lea ha ote aon la tarea dear lo utimie- SPRING eldain cme comentario. Acuniment ton tanto nd detrapeuta dave on mstaricn del Alor See ale para ns enfrmedades de o- amano Eee emeconal, como alganea formas de depre- $55, Pga poten tae pra enfermedades antan won 3 oe Par devune etiologts purament ic, como el Ee ln ns ere, a ene cfncet oe pre inrestigaconcspstcromatices #10 cre- Fre ded el mermintaa favor de neal inte nt Peed al iterate na onion desacada el Naulacontre ls aflccones de tode cae a aa anor acrtaen noe pioterapetas nate shngarprvegade en nuestra sociedad See cee cnsderan af terapevta un sno, digno {ipun pty orn yb, Ba le te en eres al palclerapeuta en busca de conto cee same tbn part obtener a cuacn del ole rina ponorain te pagan con agradecinnt, Y el me pate oben un clevada poscon de prestigio en Peerpead Secondo “Gade o expel 3 coma. ‘eyo ae eater dee Tein, Por otra pars algunos Ee ee ciropeata come Tmiembra de un gropa seal mrznal un portador ders nlica lg, re nla slo mo aio rrureo, 0 une persona 5 Sear an exrapenmariles que pede taypanar Sus Seebewss volunted Guy 7 Lnbee, 1086, pag. 118) En defen {eno la omuzaln verbal como el contacto ada eare, ye mira al pioerapeaa con det haa PACTORES QUE INTESVIENEN BN LA ELECCION DELTRABAO 21 confianza y temor. Dejando aparte las reacciones personales, casi todos consideran que el peicaterapeuta desempeta un rol necesario en nuestra sociedad. No obstante, eate papel rara ver es mirado oon envidia por los que respetan Importancia. Tampoce lo atacan los que desconfian de su utlided, Resulta interesante observar el modo en que se describe l rol del peicoterapeu:a en los medios populares de comuni- ‘eacién. Durante una entrevista telefinica informal con el director de una serie televisiva de la cadena ABC en Hally- ‘wood, se identifienroa tres fuentes de informacién para determinar qué imagen se da de los psicoterapeutas (Liaboe ¥y Guy, en prensa). Eran éstas: los conceptos personales del [productor 0 el escriter, las consideraciones de periédicos, ‘evistas y otras publicacones, y Ia observacién directa o las ‘entrevistas. Como desiacan Eber y O'Brien (1982), muchas peliculas han retratado al terapeuta y el proceso de la psi- coterapia de manera estereotipada. Peliculas como Ordinary People (1981), Lady in the Dark (1944), Spellbound (1945), ‘The Mark (1962), Bob & Carol & Ted & Alice (1969), Blume {in Love (1978), An Unmarried Woman (1978), David & Lisa (1963), 1 Never Promised You a Rose Garden (1979) y Equus (1977), ademés de las series televisivas como “Bob New- hart’, ‘Mash’, “St. Elsewhere", “Cheers y “Growing Pains", crean una cierta imagen publica del terapeuta y de In sesign, terapéutice. Casi siempre se presenta al terapeuta como el sabueso incansable qu? intenta, a menudo por medics nada convencionales, descutrir el inico acontecimiento trauméti- ‘£0 reprimido que aubysce bajo el conflcto emecional, lo que sigue una curacin aparentemente instanténea, Aunque tentretenido, este modo de presentar las cosas tiende a reeul- tar més bien ‘simplisia, sentimental y uuvelewo" (Eber y OBrien, 1982, pég. 121). Describe al peicoterapeuta como al hhéroe neurético, y a veces cdmico, que casi inadvertidamente eva a cabo una curacién repentina y efectiats, provoeando la comprension y desencadenando los recuerdos del paciente, Farber (1983a) sefiala que los medios de comunicacién tam: ‘ign earieaturizan al psicoterapeuta como a un individuo PTT rne Ear ete tee epee ene pre ete fone a |LAVIDA PERSONAL DEL PSICOTERAPEUTA carente de sentido del humor, controlado, impersonal y ‘ogoista, con patologias personales que superan las de sus pacientes, No obstante, no importa cuAl sea la cuestionable ‘tutanticidad de tales descripeiones, se transmite al ‘sociedad, amados y odiados a la ver, respeta- doa amis, creo, aunque sper ‘Como un chamén contemporineo, el psicoterapeuta ‘eumple una funcién necesaria y a menudo vital al aliviar ‘anualmenta ol dolor y la aficeén de millones de individuos. ‘Uncestudio del National Institute of Mental Health (NIMH) (Beliginann; 1964), rovelé.que.casi el 20% de-la poblacién norteamerieana habia recibido un diagn6stico psiquidtrico durante el periodo dal timo aio Sflo muy pocos ponfan en dude que Is formacién’y la experiencia de la mayoria de los peicoterapeutas eran adecundas para:procurar consuelo y ‘livo tales personas. ‘Muchos caminos conducen a emprender el ejercicio de la psicoterapia, Entre quienes la practican en Estados Unidos, hay aprosimadamente 29.000 psiquiatras, 26,000 psicdlogos internos, 31.000 asistentes sociales psiquidtricos, 10.000 ‘enfermeras psiquidtricas y mis de 10.000 consejeros diver- ‘20s, poneedores de gran variedad de ttule, entre ellos los de Doctor en Medicina, Doctor en Filosofia, Doctor en Psi cologia, Doctor en Eduescién, Licenciado en Trabajo Social, Livenciado on Ciencias y Licenciado en Filosofia y Letras (Goldberg, 1986), La formacién obligatoria 0 necesaria abar- ca desde dos afin hasta mis de ocho, ademas de varios miles Ge horas tras la Hoenciatura de experiencias supervisadas, ‘ecesarins para Is obtencién del titulo o el reconocimiento telatal: Los priccterapouten en active siguen une amplia ‘Yarledad de orientaciones o puntos de vista te6rieos, que tbarean deade el modelo cognoscitivo y breve al psicoanalst- 0 y prolongado, La préctica psicoterapéutica se desarrolla fen rauchos lugares de trabajo. Las sesiones pueden tener Tugar en un congultero'privado, una clinica, un centro con- sultor o un hospital. El programa de tratamiento se centra fn pacientes internos o externos, Las sesion ACTORES QUE INTEEVIENEN EN LA ELECCION DEL TRABAJO. 23 Puede dire ool paconts individual inci amin $l eényge la familia n grapo de pacentes El conta dela teria punde aon por solo pacts estar pare Gil totalmente eubarta por unsure, eu enpleador oun ‘alambre de Ia familia De modo tds indirect, ls pio. Tepeuta tambien aysan a lon patentee mediante ce- fina, Ia tlevii, Ia radio y libros o materiales impress Urs picoleapoutns epreen de muchas manera, en inuchos selon diferentes part diapenanr asistencia, conc alivio de a afcn. Loa rusts de los progrinas de ett Decssarion pare cbtanr una lcencabre o crtneacin fn + poeoterapett frontar as necesidades camblantes de una Qué tienen en comin estos diversos grupos de tera- peulas? Lo quo os mésimportante todavia: qué factores han {nfludo on su decision de ejercer Ia psicoterapia? El examen de In bibliografta al respecto sugiere que factores inherentes al olde puicoterapeuta interactian con una serie de eleme ‘tos personales para infuir en In eleccién de esta labor. En ‘este capitulo examinaremos los muchos beneficios ysatisfac- ciones asociados al hecho de ser psicoterapeuta. Asimismo, cexpondremos las motivaciones personales funcionales y dis funcionales para esceger esta especialidad. Finalmente, ‘examinaremos el papel que desempefia la propia fa para predisponer a uaa persona a convertirse en psico rapeuta. También exploraremos el modo en que estos di 808 factores influyen en la decisién de emprender esta actividad. {LAS SATISPACCIONES QUE PROCURA SER PSICOTERAPEUTA Hay vari factores irherentes al papel del psicoterapeuta {que pueden motivar que diversas personas se sientan atrai- das por esta profesién, Muchos de estos “beneficios margin les" y fuentes de satifaceiOn son ampliamente conocidos, y ‘suelen propiciar la elecién de este oficio. {UAVIDA PERSONAL DEL FSICOTERAPEUTA Independencia un nivel peetico,converties en picoterapeuta procura un ‘ahs gra de Indopedenca profesional (Tyan, 1988) ‘Ya decie el terapeutaeerer a lor en una cine, un hot ‘tale un grupo, oe dedique a una précica privad inde- Fondiente, ou trabajo ce deservlla de manera sslada © Tlepeadicnte de cualquier supervsin y evalutcin diree- thn De eat modo, el terapetta puede adoptar un estilo per- tonal de pric singular. ‘Lae pisternentan ormalment ren dita, sino que a menudo extén en posicién de decir eusntas titae desean programar en un mismo dia o semana, partieu- Tarmente en el eato del ejercicio privado. Ademés, la peicate- rapia es una de las poess profesiones que pueden eleroeree fon éxito sobre una base de dedicacién parcial (Norerose, Nash y Prochaska, 1985). También su formacén acadéniee ‘specifica procura oportunidades para una mayor diversidad, jpermitiendo que el terapeuta ae dedique a la ensefianza, 1a Fnvestigncitn, In supervisin y a consulta, ademés de ls ser- vicios médieos que presta de manera directa. ‘Los peicoterapeutas estén a menudo en situacién de ecidir qué pacientes aceptar, pudiendo asf especializarse en ‘cuanto a edad, sexo y diagnosis de pacientes considerados fdecuados o deseables para un terapeuta en particular (Bur- ton, 1975) El interno puede también decidir dedicarse a la terapia general, cambiar de eapecilidad en cualquier mo- mento con la formacién adicional requerida. En suma, 9 ‘menudo cl terapeuta pucde trabajar adlo con el tipo de por- Ssona que prefiera, Semejante independencia permite que pueda ejercer el control sobre efmo distribuye su tiempo en sus empresas profesionales, -PACTORES QUE ITTERVIENEN EN LAELECCIONDELTRARAIO 25 Compensaciones econémicas Segin Marston (1964), una de las recompensas del ejecicio do la psicoterapia es Ia oportunidad de ganar una suma con- siderable de dinero. Aunque tive de lao carreras profesionales, los psicote ingresos considerable media de la poblaciGn general, en particular de Tos que se Teonsagran a la préctica privade con dedicaciOn exclusiva “Chiyon, 1983). Ademés, los terapeutas pueden decidir, den- tro de'ciertos limites, qué ingresos perciben durante un perfodo determinado de tiempo, dadas la lexibilidad y la Aiversfcacién inherent a la profesién, Es también posible completar un sueldo fp con una préctica privada indepen- dente, sen cual fuere el lugar de trabajo principal, lo que permite al terapeuta interno cobrar henorarioe profesionals, Segin sus propias preferencias y necesidades profeionals, ssungue dentro de cierta limites aceptables. Pocos discuirén aque la compensacién exanémica de In prctica prioterapéu- tica no sea perfectamen:e razonable (Burton, 1975). Variedad Pocas profesiones brindan la infinita varieda jos que se dan en la préctica de pli ‘Brecido, hasta el extremadamente rico y famosa, Sei 'y Burton (1975), el pricoterapeuta adquiere un Ps primera fila” en la vida de los musicos, los cientificos, las estrellas de cine, los obrero, los politicos, los doctores, Jos vvendedores, los abogadcs y los vagubundos. Bugental (1964) afirma que el terapeuta tiene el privilegio de intervenir de * {AVIDA PERSONAL DEL PSICOTERAPEUTA ‘nmediato en los asuntes dela vida misma, participando en las cumbres dela euforiay a autoafirmacién, y también en lo sas profundo de la confusién y Ia locura. Sus pacientes re- ‘resentan todas las razas, las edades y los estilos de vida. Bn consecuencia, los terapeutas se relacionan con gente y ‘contecimientas que ordinariamente no encontrarfan en sit propia vida privada, ni en su esfera social. De este medo, no hay dos pacientes igual, y cada nuevo encuentro procura al tarapeuta un individuo exclusive eon quien “s-Hay tambiéa una ampli jariedad en los tipos de problemas que etda imo de los pacientes plantes al terapeu- ta‘Durante eb curso:de tina earrera profesional, el psicote- rapeuta se topard con casi todos los tipos de desorden ‘exocional quo poedan concabiree. Mientras que algunos pre- sentardn le sintomas de In depresién, otros presentarén los de Ta ansiedad."A causa de Ie interaccién que tiene lugar entre loa aintomas y los acontecimientos de la vida, eada uno 4e los pacientes trae consigo una forma absolutamente sin- ‘ular de psicopatologia o perturbacién emocional. De este modo, la variedad de s{ntomas y problemas que podemos ‘encontrar parecen casi infnitos. Reconocimiento y prestigio BI papel del peicoterapentay Informacion y educacién oquendan por ru vocaia procuran una seria aureala de prestigio y el reconocimiento de la familia, los amigos y toda [eomunlad (Faber y Hes, 1961; Tryon. 19830. Como fh deonito Marion 300, eine un eto prestigio asocie Ui ui carere de plnaropn, Machas personas rnpetan i din lr inp erp, enon We intivacion, le inteligenciay el compromino necasarion ‘para conseguirlos. Nuestra sociedad valora tradicionalment® Totocacin, yen ene aspct el terapouta ecb ol repeto cl Fly también una stucin especial para ls considers: doa “profeionte”,rango que el picterapeuta sin due "PACTORES QUE INTERVIENEN EN LA ELECCION DEL-TRABAO. 2 compart, Tanto Furber como Heifets (198), y también ‘Tryon (19880, sala qu el trapetagoza de una hora y respeto especiales gacas a que la comunidad renasee ra ostcin como protonal den sald mental, Son conadere: ‘et cuma pro a ormain sendin, prone. la profson mica, que ye de por af onup ena pon elovada ona sociodd ertamericana, nn ‘Adends del pretgio dela eduacion y la formacion scadémica, a prcten picterapouticaposce com cara teratca propa una cota istic, Mucheo persaas tenes €lsetimintantlve de que ‘una fratemidad Unica de ndividsosespecales,capeces de compartir y absorber gran pare del dor ye sutrimient e no puede cumplir nadie mds ebe Ta admiraeion del pro: ano, que asociacualdades, dones y capacidades especiales 0 los que son capaces de practcar la peicoterapia con éxito, 3 or definicin asumen esto roles dinicos en la comunidad Briste también una certa _ cot la préctica psictarapéutice. En general, Iss rove pensar que el ferapeuta intenta haar respuestas a” “Tas preguntas existerciales que atormenian a la hummaniéad.— ‘Puede existir Ia eréencia de que el psicoterapeuta eapuesas para oe mc yvaratayproblenas Serva “dela vids cotiiana Ast, pucs, los quo be lenten mucho ss ~confusosy desinformados sienten respeto y admiracién hacia profesional (Guy y Liaboe, 1986a). ‘Todos estos faciores se combinan para crear un prestigio social y una situacin profesional propia de la mayoria de lot psicoterapeutas; eato hace que la elecrion de esta profesion Tesulte sumamente atractiva para los que sienten incli- ‘acién por ella. Py {AVIDA PERSONAL DEL PSICOTERAPEUTA Estimulacién intelectual nla préctica dela inhay inherente un alto grado A etc tla 7 dear persona para e¥ que ‘Te ere (Golaberg, 1586) Hato ee consecuencia a Ta ver del pe dente qu ii un tratamiento polsterapétio como pacientey de los problemas que presenta, : deci de nia un tratamtentspisterptaic como paciente es a menudo verbal inteligente y motivada, Sogin son la persona, puede renutar también comprenaiva, oqimalante 7 prveative, Bn contends, ob psa gue el prcoterapeuta pase muchas horas en una interectuacia ‘fatima e intenea con personas intelectualmente eatimu- anton, La dons diacatidas, los problemas considerados a im fein paces sean as oper Lorie de conoeimlantoa.y-pareepsiones del terapeute, un feta secundario sumamente excitanta de loa jets da. ta profesin. 08 problemas, los sintomas y las dificultades del paciente eon los que debe enfrentarse el peicoterapeuta en ‘u préctica resultan, de por sf, intelectualmente estimu- lantes, Bl terapeuta va generando continuamente hipétesis sobre Jos sintomas expuestos, como lo ha indicado Burton, (21976), procede a poner a prueba Is hipétesisy la confirm ie evn el echo De ne model trap ava ‘abo un tipo de investiacion incesante sobre la conducta y el desarrollo fumanos (Kaht, 1077). Con una téonica saat tectivesca busca indicios, formula conjeturas y despues descubre hechos para obtener los detalles de tin aconte: ‘imiento dado. El psicoterapeuta trabaja para comprender la tiologia de cierta peicopatologi, faciiténdose de esa mane- a su curacién. La realidad de que el euftimiento inceaante (0 aun el suicidioo el homicidio) puede ser la coronacion de FACTORES QUE INTERVIENEN EN LA ELECCION DEL-TRARAIO. 29 tite de un sentimiento de urgencia e impor- tancia. Ya se considere este empetio una inveatigacin cient, fica, uns vocacin sagrada o una expresién artistica creativa, <1 descubrimiento de la etiologia de una constelacion detec, ‘minada de s{ntomas y/o su curacién tiene como reultado luna eatimulacin intelectual muy elevada, FRealmente pocas profesiones permiten el desafio, la va- edad y Ia estimulacién intelectual inherentes a la préetion Desarrolioy satisfaccién emocionales > > > ) > > > > > > > > > > > > {LAVIDA PERSONAL DEL PSICOTERAPEUTA ‘que pueda tener, en certs axpectos, més intuiciones y una tayor experiencia que el terapeuta. Los pocoterapeutas se onenocontacareguarments con pains gue dominan jblema en particular, han comprendido una ce Seca eile oea to que el terapeuta no ha eaptado. Por lo tanto, e produce tm cierto desarollo emocinal en el terapeuta, quien inad- ‘Yertidamenta ve boneicia de lo que ol pacient le ensesa de ‘5 propia vide. Sein Bugental (1964), le naturalecainter- activa do la elacidn torapéutica brinda a los trapeutas snelalea Ba Cuum de evo de dexervlo prone coo Yrenos $0 Scant en ent mismo capo, ln postldad de que em ry oes ma Sede le carrera ptstera Witaiment el pscterapeaia experiment satisfeccién emotinal come rented de elaconare aun nivel tio y e7eele con mache gente Farber y Hees, 1981). El hecho entar peveupaién po fun pacientes, y gente oa JT expermentan 8 To argo dT as, satisfactario para ol terapeute. Result lante encontrar en muchas personas Tashan Bnriquecimiento y realizacién personales ‘Aigunas personas oe sienten atraidas por In carrera psicote sarees por su deseo de ayudar le gente servi Ta Teedndy In humaniad,y mejorar In clad de vide de los ‘Dmun (Farber y Heifeta, 1961); Henry, Sis y Spray, 1973; PACTORES GUE DTTERVIENEN ES LA ELSCCION DEL TRABAJO at ‘Tryon, 1963). En realidad, en una encuesta reciente los ps ‘coterapeutas oe identificaron con este deseo de ction jaicoterapéutica (Guy, Stark y Poelstra, 1987). Seguin ‘Bugental (1964), la aensacién do éxito en esta noble tarea produce un profundo sentimiento de satisfaccién y rei lizaciGn personal. Participar en eolucionar la “emerges de un paciente puede resultar una experiencia profun mente conmovedore, Alivisr el surimiento humano y fomen- tar el desarrollo personal hacen que el terapeuta se sienta igno y util. De hecho, algunos terapeutas euentan que ‘qxperimentan un sentimienta de “vocaeién” que los impulsa ‘a abrazar esta profesion Burton, 1975). A través dela préc- ea dea pictarapi linen una snsaién de dgndad y ‘ealizacién que supers a las que proporcionan otros muchos trabajos. Fomentar con felicided el desarrollo de los demds, man- tener contacto formal o informal con pacientes durante aos permite a los peicoterapeatas la rara satisfacciOn de ver los frutos de su trabajo. Los sontactas prolongados de esta clase procuran la sensacin continua de realizacin, mientras el fterapeuta ea testigo del efecto de un tratamiento eficaz sobre la vida presente y futura, y las relaciones de los pacientes. El respeto, la preocupaciéa y el apego duraderoa que ve desa- rrollan en estos easos proporcionan una sensacién especial de enriquecimiento personal para el terapeuta. Resumen convierten en una pro le. Por ejemplo, durante la ultima décaéa, la Inbor en mutualidades y la ‘réctica médica independiente se han convertido en el medio 4e trabajo de més répido desarrollo y con mayor frecuencia ‘legido por los psicdlogee (Pion, 1986). Como eu notoriedad ha aumentado gracias a los medios de comunicacién y a la aceptacién social, ea posible que muchos profesionales oe 2 ‘LAVIDA PERSONAL DEL FSICOTERAPEUTA sientan motivados a iniciar la préctiea peicoterapéutica a causa de la independencia, 1a compensacién econémica, variedad, el reconocimiento y prestigio, la estimulacién, el desarrollo y Ia satisfaccin intelectuales, y el enriquecimien- toy la realizacién personales derivados de ella. ‘Debemos tener en cuenta que hay muchas posibilidades ‘asociadas con Ia carrera psicoterapéutica, ademés de los eneficios marginales ya mencionados. Factores como un ‘ingreso varia is Ia fatiga emocional, la frustracién derivada de ied Bumamente intehsas Con gente ada y eepona -legales, Ja ‘Péblica del campo de Ia salud mental, Ins dudas ae- i yin cee — In préctica peleoterapéutica a veces ‘Tyan en detrimento de ella. Aunque estos inconvenientes eue- Ten pesar negstivamente en muchos que desean abrazar esta profesién, para la mayoria Ia preponderancia de los benefi- ioa parece superar sus inconvenientes. En vista de cudn deseables resultan los rasgos positivos de la préctica peicoterapéutica, zpor qué su eleccién es tan relativamente escasa? Es evidente que no ea una préctica ‘adecuada para todo el mundo, y Is sociedad parece saberlo, ‘iQuién es, pues, el que mejor se adapta a esta profesién? O ‘quizd, con mayor precisién: qué motiva a los que eligen con- vertirse en terapeutas? ‘TACTORES PERSONALES QUE LLEVAN A CONVERTIRSE, [EN PSICOTERAPEUTA Parece razonable suponer que interviene un proceso de autoseleccén que leva a ciertas personas a esperializarse en peicoterapia. Estas motivaciones personales trascienden deseo de disfrutar de los benefcios de Ia profesion, como ys hemos subrayado antes. Hay a la ver motivaciones eons. lentes e inconscientes que, en algunos casos, promueven el buen éxito profesional y ln satisfaccién personal yen otros, sabotean los intentos de aleanzarlos. "PACTORES QUE INTERVIENEN NLA ELECCION DEL TRABAJO 39 ‘Motivaciones funciorales Curiosidlad y cardcter inquisitive cuados para esta profesiin. Quisé la més evidente sea un interés natural por Ia gente (Storr, 1979). Hay cierta curioeh, ducts humana inherente « su personaidet 3 murdo deo personal x er dee ee stan personas se nore “Se interesen por vida, y no por fete yuna cioidad aatral por a madden {uyen ventas evidenies para quien he do pence, ita pskoterapn, lamas con ena cine ee tn ri carder inqlivo gue Inia ga ‘mato eanb Itaones de la condaca humana ge siente phan rofeiénpsicoteraéutca, Marston (1989) deco {wpe oto ol en dt dvebrinint. am inp ee ue leva la mds pofandacomprensin dee nase serge a resin de evga (Capacidad de escuchar Za fente que ae sionteatraida por la psicoterapia es & menu- ‘do buen ‘Seguin Fromm-t vann (1960), la eapaci- “ibe anne nt ee aa “ {LA VIDA PERSONAL DEL PSICOTERAFEUTA _terapeuta. Aunque Rogers (1951) ha demostrado que la ca pacidad de escuchar con exactitud y asistencialmente puede mejorar con la préctica, los que se sienten atrafdes por esta profeeién a menudo poseen, al parecer, In capacidad natural fe hacerlo, Es més, esa gente parece gozar escuchando con ‘versar alos dems acerea de sf mismos, En ver de parecerles tedioeo y agotador, lo encuentran estimulante y aun placen- ‘tar CCapacidad de eonversar En contasta cna la capacidad de excuchar pro inexorable eate ie ‘apauidad de-ennversar rimervsescritos de Freud (1949), se considera que ‘conversar es el modo y el medio por el que ve desarrolla la peicoterapia, Es por tanto necesario que el terapeuta te aa end de reson verbal El pacterapesta doe et fen clerto modo una eapecie"de-conversador natural, si pre- ~Yende que aI Tratamiento sea eficaz y agradable. Sogn ~“Mfaraton (1984), el terapeuta ditruta al conversar, considera ‘una buena conversacién placentera y revitalizante, y a veces te meravilla de cobrar por hacer lo que més le gusta. ‘Aunque entre los diversos terapeutas hay diversos grados de inelinaciGn al didlogo, et improbable que alguien que con- re el hecho de conversar desagradable e incémodo se tienta atrafdo por la carrera psicoterapéutica, y mucho menos que resulte adecuado par Empatia y comprensisn La capacided de empatia y comprension constituye, otra c= silica personal deseable para los que se sienten atral- dos pores in, Estas personas son capaces de.entrar, a ol mundo dele de, no sl escuhando, ino per une rofunda comprenién y empatfa que les permite er ‘naa con les dems, u's menudo yesltan benefionns PACTORES QUE INTERVIENEN EN LA ELECCION DELTRABAJO. 36 para ambes partes del intracin (Str, 1979 Ea posible Aue saber que we pose eataeapacidad soa lo que atae a Algunos sent profesin. Le consideran fundamental pore Geserapetar eon ext a isbr. Aunque estédemestrade que In empatia puede fralecerse, aun 0 veces aprendevae (ogers, 1951, los gue yal posen antes deexcoger ete te: bajo gotanevidentamente de una ventje. Farber (19858) dere la empatia cro una ‘propensin peicliges", un > qUE COMET BU medutt eapacidad do lumina signbescidn a tbtvadin del conus Ts pease for dems Farber “Plan queens range o deta dot comple nterecion tire clerta dotacién genética y une serie de infuoncian SImblentales. Ea un don, un modo de serycomprender pre, tents por lo generale los que eslentenateldon po lap ‘etrapa como profes, Comprension emocional ‘También es convenierte estar fami do ante una amplia gama de emoe propias como tambiéa I liarizado y sentirsecémo- ines humans, tanto la, ndviduo 8 mas capa do extablecrlibremente con los demas una rlacin interac: tivay recipocs, come require la prctia pecoterepéutic Estar familirizado y sentirae cfmodo con los propios sen timientos promueve una naturalidad, una legitimidad que, segin se ha demostrado, a ou vex propicia el desarrll In ‘uracdn pricoterapéaticn do los deméa (Roger, 1961), Esta Permitirdw In persona sentirescomods ante ia expresin ‘motiva de los demds, una venta valioea en el trabajo pl ‘oteraptutico. A una persona que se sientaatraida por ¢l ejercicio de esta profssién le seré necesaro despleger una tolerancin nusitada ente Ie amplia gama de emociones que “prvbablomente os pacientes experimenten y expresen, coi lor, enfado, alegre, desilusifn, aturdimiento, abla, ete (Stor, 1979). No ada serénecesaio que tlre su expres, {AVIDA PERSONAL DEL PSICOTERAPEUTA sino gue tanbin puede ae: impstante facia esi “a “Ealorequiere una eoltura que es preciso ‘rola, tanto antes de ineiarae en la profesiin como después, Introspeccién chan personas qu decidenconvrtrse on terapeutas Dereren pore una tendon natal abr i Ext range no alo caret tpt $y touprender lon wentinisntos el pacient, sino qe lo a7 Jaen cntbter a relacgnintaratva com uaa ample, helped un omodd qo mentale ators tas del pacene Rogers, 1962), Como hemos menconsde Tits, Feber B80 tenn a capecidad do nto ecto cn la propensién pein presenta en le mayor Paste dice terepcta, Capacidad de autonegacién ae Los individuos que tienen eapacidad de autonegacién rehusar Ia gratifiencién personal estin bien pare “Come et iaterée del encuentro utes enn et Tin de deatacar jor Ta del ps 1979) Bl terapeute esd inerso en rlacones unilaterales las que ae entimule al paciente a autoerhbirse, mientras aque el terapeuta afl To hace de manera minima, si es que Tega a hacerlo (Greben, 1978). Si esto le parece a alguien Inooportble, no eats dated para ejerer esta profeidn 9 2 improbable que se sinta ata pr ela ‘olerancia de la ambiguedad Relacionada con la eapacidad de autonegacion estd la de to- 4 i "PACTORES QUE INTERVIENEN EN LA ELECCION DELTRABAIO 37 lerar la ambigtedad y resistiree a llegar a conclusiones pre- ‘maturas, Esto requiere que la persona sea reticente a dar respuestas répidas, hacerse cargo de Ia eituacién y eercer el control, y asumir una posicién autoritaria frente a la con- fosign de un paciente y sus crisis frecuentes (Storr, 1979) Dads Ia naturaleza sutjetiva e intuitiva del objetivo tera: plttico, las “respuestas” a los interrogantes existenciales y Jas soluciones a los problemas vitales son con frecuencia ‘lusorias y confusas, El terapeuta debe sentirse cémodo vi- viendo con lo desconocito, las respuestas parciales y las ex- plicaciones incompletas. Deberesistirae a la tentacién de dar ‘ospuestas y directrices files, y centrarse en cambio en e3- ‘imular al paciente para que él mismo encuentre gus propias foluciones. Evidentemente, esto requiere que el terapeuta p08 una persona muy paciente. No es probable que quienes ~~t-tienden a mostrarse impacientee, y a obtener resultados ri ‘ldos y espectaculares, consideren el rol de psicoterapeuta ‘compatible con su persoralidad. El proceso dela terapin et 2 ‘menudo lento y laborioso, y requiere que el terepeuta pueda sentirse satiafecho con resultadas limitados, que sélo Se ab tienen tras no pocos pencsos enfuerzos. (Capacidad de calor humano y atencién is dotadas para ejercer In psicoterapia son ‘apaces de albergar un calor humano y una atencién excep. ionales, La influencia curativa de estas cuslidades ya ha fido demostrada por investigadores como Carkhutf (1960), Estas personas parecen tener una actitud paciente y cuida: dosa hacia Tos demés, « menudo acompafade de una tole. ranciay una falta de prejuiios que les permiten aceptar a la Bente como es. Més que de una preocupacién ensayada y artifical, se trata de una actitud legitima y sincera. Aunque 120 desprovistas de prejuisios y opiniones propies, eatas per. ‘tonas gon eapaces de ceder ante los demés al intentar procs. Tar consuelo, apoyo y atencisn. En consecuencia, tienen la tendencia a entregarse por completo, on eapaces de identi. PESOS SSS SES SSSSSSSSSSESSSSSSSSSESSESESS = {A VIDA PERSONAL DEL FSICOTERAPEUTA ‘arse con una amplia gama de individuos, y les resulta fil tadaptar ou propio eatilo de vida a las necesidades y las pre- forencias de los demés (Stor, 1979). Parecen posoer un sen- tido de Ia identidad més bien laxo o, al menos, la expresién de au identidad es del todo flexible. Estas cualidades ae ‘adaptan bien a la tarea terapéutia, en la que el profesional debe relacionarse con Ia otra persona més mediante la {dentifcacién que por Ia mutua autoafirmacién en términos lation La stacy lina qu luego 4 extendas na ‘turalmente al paciente oo expresan dentro de Ia relajada de aceptacin y valoracién, la thirada incondictonal- mente positiva'de-le que con tanta elocuencia habla Rogers, (1961). Be posible que los que posean esta cualidad se sien- tan atra(doe por Ia profesién psicoterapéuticn, porque les permite expreeur y utilizar esta-capacidad de manera wil. ‘En otras palabras, las personas protectoras se sienten natu ralmente atraidas por las profesiones “protectoras", como la peicoterapia, que les permiten expresar esta caracteristca Tolerancia de ta intimidad Relacionada con esta eapacidad de calor humano y atencién, hhay el deseo de intimidad, contacto y proximidad, una cual dad que motiva a muchas personas a dedicarse a la préctica ‘dela peicoterapia (Marston, 1984), Aunque este rasgo tiene tlgunos aspectos potencialmente disfuncionales, como vere- moe més adelante en este mismo capitulo, normalmente esté presente en Ia mayoria de los terapeutas, y resulta vital al pésito terapéutic, Sin perjuieio dela orientacién tedrica, Terapeuta eficaz debe ser capaz de sisteuer y tolerar una intimidad y proximidad profundas con los pacientes, a veces durante un periodo de meees o incluso afos. Comodidad frente al poder Es posible que Ia gente que disfruta al ocupar una posicién PACTORES QUE INTEIVIENEN BX LA ELECCION DEL TRABAJO. 99 de poder ¢ influencia sea compatible con la profesin de poi- coterapeuta. Como sefala Guggenbuhl-Craig (1979), es casi indudable que a veces os terapeutas disponen de una situa: sin de gran influencia y poder en la vida de sus pacientes. ‘Muchos encuentran esta caracteristica mas bien gratit ante, ¥ a veces éste os uno de los aspectos atractivos del ejercicio de la psicoterapia para muchos, principiantes (Marston, 1984). De hecho, el terapeuta debe aprender a sentirse cfmodo al advertir que normalmente se verd en esta situacion, sn que intervengan su orientacién tebrica ni el pro: ~ Blema que ae le predente. Si esto puede aceptaree con el ade suado desapego, permitiendo al terapeuta evitar la trampa ‘sentirse omnipotente (Searles, 1979), el tratamiento pue- {i de avanzar de modo satisfactorio. Pero ai el terapeuta se ‘)» SianteincSmodo con esta idealizacién, e intenta enfrentaree a alla, eliminarla o expltarla, el avance del tratamiento entorpecerd (Kohut, 1977). Asi, segin Storr (1979), es probe ble que quienes se sienten naturalmente eémodos ocupando ‘una posicion de podor e influencia sean atra‘dos por el eerch- cio de la psicoterapia, y xe adapten bien ala situacién en la ‘que se manifiestan los aspectos del poder. Capacidad de rete Finalmente, es posible que consideren cbmodo el rl del psi- ‘oterapeuta los que tisnen sentido del humor y disfrutan riendo con los demas, Hay una cierta cuslidad alternativa- ‘mente tragicémica en muchos acontecimientos de la vida, y Jos encuentros intimos con otro ser humano casi siempre incluyen alguna dimeraién do humor, Los que encuentran placer en disfrutar de los demas, aus perspectives unieas fu sentido del abgurdo, encontrardn fascinante el trabajo del psicoterapeuta. El hunmor también tiene cierto aspecto curs tivo, cuando se expresa en el momento eportiine y de modo ‘gualmente oportuno, que puede ser compartido por el te- apeuta y el paciente de forma muy especial. Es improbable ‘que a persona que carezca de eate sentido del humor y goce ° LAVIDA PERSONAL DEL PSICOTERAPEUTA de la vida se sienta atraida por la intimidad y Ia eomuni- cacién inherentes al rol terapéutico. ‘Motivaciones disfuncionales Las caracteristicns mencionadas son motivaciones para ‘emprender la profeeén de la psicoterapia, que resultan fun- tionales porque aumentan Ia eapacidad de la persons para brindar un servicio médico competente y eficaz, y al mismo impo sev par eniqucer le propia vide personal del terapeuta, Por desgracia, algunas ivaciones para cescoger esta profesién pueden ser disfuncionales, entor- peciondo gradualmente la eficacia psicoterapéutica, y ‘minando también Ia satisfaccin y 1a personales. [No obstante, a veces motivan a Ins personas para-emprender lejercico de la psieoterapia, Perturbacion emocional Henry y otros investigadores (1971, 1973) comprebaron que tun niimero signifieativo de psicoterapeutas decidieron abrazar esta profesién por el deseo subyacente de obtener ‘una autocomprensin més profunda. Aunque esto tiene sen- td deade el punto de vista intultivo, y parece una expectat- vva razonable, puede combinarse con el deseo de resolver Aolorosos problemas personales o desentrafar traumas emo- ionales. Como sefiala Ford (1963), en su estudio de 25 estu- iantes de priquiatria, todos menos uno admitieron que 4querfan especalizarse en psicoterapia con el fin de resolver conflietos personales sobre los objetivos de Ia vida y los pro- Dlemas existenciles. Holt y Luborsky (1958) sostienen que cl campo de la psicoterapia generalmente atrae a gente que intenta resolver sus propios problemas. El deseo de “autocu- racién” puede ser una poderosa motivacién para estudiar psicoterapia (Goldberg, 1986). Las consecuencias sobre la ‘eficaca del terapeuta estén todavia por determinarse. Sin PACTORES QUE ITERVIENEN ENA ELECCION DELTRARAIO 41 embargo, basta un instante de reflexién para darse cuenta 4e ofmo centrarse cons'antemente sobre Ins necesidades no resueltas del terapeuta, o las presiones ejercidas por aqué- lias, pueden impedir centrarse de modo adecuado sobre las de los pacientes. Ast, el terapeuta puede —inconsciente 0 sun intencionalmente—, explotar la relacén terapéutica en ‘un intento de salir al encuentro de aus propias necesidades ‘emocionales en detrimento del paciente, ‘Por otra parte, In netéfors' del terapeuta como el cha- ‘ndn o el “curandero herido", que vimoe en la introduccién de ‘te ‘capftul, resulta agus pertinente. Segin Henry (1966), loechamanes de las ociedades primitivas eran cominmente Aescritos como propensos a los desérdenes nerviceos de di ‘rso grado patolégico. El peicoterapeuta, nuestro chamén ‘atemporineo, a menus es visto como alguien que padece “anu aficeién ermocional de tipo y gravedad diversos (Farber, 1065e), Reservar el rol de peicoterapeuta para loa que esti, libres de toda necesidad o perturbacién emocional resultaria ‘ngenuo, Aunque es posible que algunos hayan escogido In profesin sin padecer ningin tipo de psicopatologia, es razo- rable suponer que no et éste un caso que te dé con frecuen- cia. Aunque el deseo de obtener alivie para el propio dolor ‘emocional pueda haber motivado la elecrién profesional de ‘algunos psicoterapeutas, no es ésta necesariamente una mo- ‘ivacin totalmente disfuncional Por ejemplo, los continuos intentos de resolver proble- ‘mas y conflictos emocienales a través de Ia préctica y la ‘supervision hospitalaries pueden tener éxito en el caso de ‘algunas personas, quedando el psicoterapeuta recuperado ‘mejor capacitado para centrarse con eficacia sobre las nece- ‘idades de los pacientes, sin la interferencia interna de ‘ecesidades irresolubles. Como veremos mds extensamente ence capitulo 2, la naturaleza misma de la formacién reque- ae pare converte on peicterpeuta fren a intros- Peccién, 1a intuicién y la reorganizacién pafquics. Asl, pues, 8 probable que algunos psicoterapeutas que han escogido festa profesién para solucionar sus conflicts y alivier sus ‘alee, realmente experinenten diversos grados de desarro- eee sea ggg eee a [LA VIDA PEREONAL DEL FRICOTERAPEUTA lo y “curacién’. Estas personas se convierten con frecuencia ‘en terapeutas eficaces a causa de au propio avance personal {yun mejor funcionamiento, a pesar de los aspectos poten- ‘ialmente disfuncionales de tal motivacin. Los que inician las précticas obligatorias para conver- tree en psicoterapeutas a causa de sus necesidades emo- cioneles también pueden obtener un mayor autonocimiento ‘como resultado de la psicotorapia didéctic en la que partici- ‘pan como pacientes durante su propia formacién. Esto puede ‘er una exigeneia del programa, o una decsiGn libremente ‘tdoptade por el estdianta, Segin Greenberg y Staller (1981), durante los af de estudios es cuando la mayoria de los pei- ‘oterapoutas recibe si propia terapia personal. Como resul- tado de esta‘experienciay’el futuro psicoterapeuta puede ‘leanzar un nivel de aprendizaje més elevado, que lo vuelve ‘més efcar como terapeuta de otras personas. Finalmente, como ya hemos mencionado, en el terapeuta tiene lugar cierto grado de desarrollo y curacién emocional como eonsecuencia directa de hacerse cargo de la psicote- rapia de otros. La comprensién obtenida de los pacientes, como tambien la satisfaccién derivada de la intimidad con ellos, promueven al parecer el cambio y un desarrollo emo- ional signifcativo en el terapeuta durante el curso del ejer- cicio de la psicoterapia. ‘Segiin la tradicién del chamén, la *herida’, provocada por la perturbacién personal, puede volver al terapeuta més ‘empético, sensible y efcaz al tratar el dolor peiquico de los dems, aun cuando ng responds al poder “erative” dela ‘magia chaménica (Goldberg, 1986). La experiencia personal sigue siendo uno de los mejores maestros de la vida, dando ‘origen no solo a la sabiduris, sino tambien a la empatia. De ‘este modo, aun si la esperanza de lograralivio personal, que ‘ha sido el motivo para iniciarse en la profesin, se ve frus- trada, algunas personas pueden ser psicoterapeutas eficaces. ‘Sin embargo, éato adlo aucederé cuando su propia pertur- ‘bacién no eea tan significativa como para impedirlesatender Ins perturbaciones ajenas En algunos casos, el propio dolor del terapeuta st ACTORES QUE IVTERTIENEN ENA ELECCION DELTRABAIO. «0 servir para motivar la iniciacién en el campo de la salud ‘mental con Ta esperanza de encontrar alivio al dolor ajeno. Puede haber un deseo legitimo de “compartir” los aecretos del éxito con los necesitados. Su origen puede ser una pro- funda gratitud por la “euraciéa” lograda gracias otro tera- peuta/chamén. También puede originarse en el legitimo deseo de aliviar el dolor de los demas, que resuena por ‘empatia junto con las ccatrices pafquicasinternas, En el ca- 10 de los psicoterapeutes perturbados paiquicamente, puede cexintr el deseo de participar indirectamente en la euracién, de otras personas cuanco el alivio personal parece inaleanra- ble. En situaciones semejantes, la labor de la psicoterapia, puede adquirir una cualidad casi mesignica, como wi el alivio personal sso pudiera alcanzarse cuando los dioaes estén sa- liafechos con el autosacificioy la abnegacién del chamdn. ‘Aunque debamos eeperar que los motivos que impulsan 1 los *heridos” a volverse “curanderoe” sean profesional y Personalmente més furcioneles que disfuncionales, el peso verdadero de dichos metivos esté todavia por determinaree. En el mejor de los casos, su naturaleza chaménica no impide ‘que sigan siendo sospechosoe. Cuando el dolor original ha ‘sido bastante resuelto « través de la préctica, y de las sub- siguientes experiencias asociadas con la labor del psicote- rapeuta, el terapeuta puede volverse un médieo muy efieaz En estos casos, esta motivacién es del todo funcional. Sin ‘embargo, en los casos en que la perturbacién personal cen tral es demasiado grave, 0 no responde lo euficiente a los aspectos “curativos" inkerentes a la carrera psicoterapéuti- ca, es posible que su neso sobre el ejericio de ln profesién y 1 Tancionamiento personal reaulten negativos, Este aspecto 2rd tratado on mayor profundidad on los expitulos 2, 6 7. Enfrentamiento indirecto Bugental (1964) dice que algunos profesionales se especia- lizan en el campo de la psicoterapia como medio de afrontar indirectamente las eontingencias y las realidades de la vida. “ {LAVIDA PERSONAL DEL PSICOTERAPEUTA “A veces, los terapeutas dicen que han encontrado un perro lazarillo —el paciente— para avanzar por primera vez a través del campo minado de ciertas amenazas, con el fin de asegurarse de que el trayecto es negociable” (Bugental, 1964, Ag. 273). De este modo, la persona angustinda por tener {que afrontar los problemas desconocidos de la vida, elige la profesién de ayudar a los demés a afrontar problemas que provocan ansiedad al mismo terapeuta. Este puede llegar a Investir mucho el resultado de las luchas del paciente, como conseeuencia de Ia necesidad de resolucién de los suyos pro- pice, que han suplantado los dl paciente. El resultado suele ser un aspecto voyeurista de la relaién, que no siempre serd beneficioso para el paciente. Soledad y aislamiento Varios investigadores han sugerido que los psicoterapeutas se sienten motivados a elegir esta profesion en al intonto de superar una soledad muy profunda y un grave sislamiento social (Goldberg, 1986), Henry y otros autores (1978) com- probaron que més del 60% de los varios millares de psicote- apeutas encuestados confesé tener pocos amigos durante su adolescencia y juventud, y que se sentian algo aislados de lot demés. En un estudio anterior, comprobaron que los te- rapeutas tendian a proceder de un medio religiceo o social ‘que incrementaba su sentimiento de aislamiento y soledad (Henry, 1966). Segiin Greben (1975), a menudo estas per- sonas tienen dificultades para aproximarse a las demés, ¢ interactuar sobre una base que no sea aslo superficial. De ‘manera semejante, Menninger (1957) ha observado que los paieoterapeutas, mas que otros especialistas, “padecen en fexceso un sentimiento de soledad, inferioridad y rechazo" (pég. 104), Wheelis (1958) sefiala que esas personas se dedi- can a la profesién con la esperanza de encontrar Ia proxi dad y la intimidad de las que carecen, a pesar de conservar al mismo tiempo el anonimato y la invulnerabilided a las heridas. Asf, pues, a causa de la “unilateralidad” de la PACTORES QUE INTERVIENEN EN LA ELECCION DELTRABAIO 45 relacién psicoterapéutic, esperan satisfacer su necesidad de proximidad en un contaxto seguro, controlado y estructurado que les permite mantenerse desspegados, Segin Bugental (1964), “eata préctica se adecua a los que tienen un fuerte Ihambre de afeeto, un gran deseo de intimidad y un gran te- ‘mor al afecto en una situacin de proximidad” (pég. 272). Por desgracia, esta proximidad ¢ intimidad unilaterales tienen cierta cualidad de indefiniién, que no ayuda al tera- ‘puta en sus intentos de relacionaree con los demés dentro 0 fuera del trabajo, Si esta cualidad de “unilateralidad” tiene ‘algin efecto, 6s el de exacerbar los problemas del terapeuta ‘on Ia intimidad, Ia autoexpresién y las relaciones interper- ‘onales (Guy y Liaboe, 1986a). En eonsecuencia, es posible {que el terapeuta encuentre cada ver més diffell ser vulnera- ‘le en justa medida tanto con los pacientes como con los que estén fuera de eu trabajo. Los que emprenden Ia carrera pei taterapéutica a causa de Ia necesidad de una mayor inti dad interpersonal suelen comprobar que en realidad esta motivacién entorpece a eapacidad de partcipar efcazmente tanto en sus relaciones profesionales como personales. Este problema se expondré con més dtalle en el capitulo 3, Deseo de poder (Como ya hemos visto a préctica de Ia psicoterapia brinda al terapeute el sentimiento del poder personal. Para los que sntisfacen de otro modo sus necesidades de poder, se sienten, cfmodos con este aspecto de su trabajo y desapegados en relacién con él el atractivo del poder constituye una m ‘vacin funcional para escoger este trabajo. Pero la préctica 4e ia psicoterapia tambien puede resultar atractiva para lot {que ae sienten atemorizados e impotentes en su propia vida, por Ia oportunidad de ejercer considerable control « in- fluencia sobre la vida ce los pacientes (Bugental, 1964; Ham- ‘mer, 1972). La idealizacion que hace el paciente del poder del terapeuta fécilmente puede dar a éste una sensacién de om- nisciencia y omnipotencia (Guy y Liaboe, 1986a). Quizds el Over Onn ee reer eae PETE eTEE PETE EEE EEE « [LAVIDA PERSONAL DEL FSICOTERAPEUTA resultado sea la manifestacin de la tendencia ala agresin, In explotaién y el dominio en todas ns interaciones interper~ sonals. Esto crea una stuacién sumamente arieegada para ‘lterapeuta, tanto en términos profesionales como perso- ‘ales (Greben, 1975; Gugenbuhl-Craig, 1979; Searles, 1979) ‘Relacionado con el deseo de poder, est el deseo o la nocenidad de influr o “convert. Es posible que algunce se sientan atra(dos por la profesin a causa de una fuerte necesidad de controlar alos demés, Esto individuos utilizs- ‘én ol papel de pecoterapeuta para influir en aus pacientes, Y convertrios &'sua convicciones polticas, religoasso los6- {eas Ea lugar de reapatar la autonomia del paciente, y su defecho a tener opiniones propia, estos tarapeutas uilizan Ja terapia como uma plataforma para la diacusiéa, la con- ffontacién y In influencia. Los que tienen Ie neeasided de hacer prsalitimo, pueden sentiree atraidos por el eercicio dela psiecterapia, [Necesidad de amor [Aunque es verdad que la capacidad de brindar atencién y calor humano puede ser una motivacién funcional para la profesin de peicoterapeuta, los que sienten la necesidad de fexpresar ternura y amor también pueden sentirse atratdos por esta profesién. Bugental (1964) la describe como “una oportunidad de brindar ternura, compasién y amor... sin ddeepertar nuestras propias ansiedades”(pég. 274). Por ejem- plo, afirma que muchas personas de sexo masculino atraidas por esta profesién temen a sus propias emociones, creyendo (Que #on tn signo de debilidad y afeminamiento, De arte modo, el ejercicio de la psicoterapia procura una salida ‘ceptable para la expresién masculina de ternura. Aunque Bugental no ofrece una explicaci6n alternative para las mujeres, sugiere que las personas de ambos sexos pueden clog ser psicoterapeutas por lacreencia errénea de que son ‘eapaces de ofrecer un amor y una atenciGn con poderes casi rmagicos. Esta gente tiente que sdlo su amor y su aceptacién {PACTORES QUE DTERVIENEN EN LAELECCION DEL TRABAJO «7 son agentes curativos, x producen un cambio profundo en los eceptores, De este modo, pueden sentirse impulsados a ‘tbrazar la profesin de la psicoterapia con el fin de proveer In ayuda necesaria a los que padecen un dolor emocional Esta sensecién de vocacién puede empezar a adquirir una coualidad mesidnica que, si se desarrolla al maximo, puede Sabotear tanto las relaciones profesionales como las per80- nnales del psicoterapeuia. El narcisismo y el sentimiento de irandeza que subyacen bajo esta pauta pueden fomentar fine postura de autoservicio y explotacién. No s6lo pueden Tovar a una “necesided de necesitar” neurética (Hammer, 41972), sino incrementar el aentimiento de omnipotencia del terapoute. Rebelion indirecto Por sltimo, algunas yersonas pueden sentirse atraidas por Ta préctca de la psicaterapin porque parece un modo relati- ‘vamente seguro de expresar un sentimienta subyacente de ‘Tebelign, Segin Bugental (1964), las prerrogativas de 1a posicién social permitan al terapeuta atacar ala autoridad y Ta tradicién, Aquellos que, por su dinémica personal, encuen- tan atractiva eata idea, como consecuencia de conflictos sin {exolver eausedos por prohbieiones y tables destructivos del [propio sistema socal, pueden inconscientemente activar esta Fibelign latente alensando a sus pacientes a despreciar las ‘Dorma, las costumbres y las convenciones sociales. En estos ‘canoe, el regocijo indirecto que experimenta el terapeuta fuede no ser dtil pera los intereses del paciente, Si esta Fata se deserrolla en el subconsciente del terapeuta, es Pouible que también se tasiede a ou vida personal. En coe Bato, por ejemplo, el terapeuta puede brindar su apoyo & aurae sociales o polticas extremadamente liberales, no por us méritos, sino cimo una expresién més de ou propie Ffebeldia" contra las normas sociales. Los que tienen neces dad de exteriorizar esta rebelién pueden sentirse atraidos for la practica teraptutica, que les brinda una neve oporto- « {UA VIDA PERSONAL DEL PICOTERAPEUTA nidad de expresar su desaffo al alentarlo en otras personas, ‘También esto puede ser una motivacién disfuncional para abrazar esta profesién, ‘Aunque sin dude hay otras motivaciones disfuncionales para decidir ser psicoterapeuts, las que hemos mencionado on las que citan los investigadores con mayor frecuencia. En cada caso representan una distoraign o una mutacién de luna motivacién, que podrfan eer funcionales, pero que, vvadas al extreme, entorpecen las relaciones tanto prof rales como personales, Factores relacionados con la familia de origen Ademés de los factores personales, funcionales y disfun- ionales que levan a las personas a la préctica psicote- rapéutica, loa resultados de diversos estudios indian que Ia familia de origen y las primeraa experiencias familiares pueden predisponer a algunos a seguir esta vocacién. Estos resultados ae basan en las primeras experiencias emo cionales del futuro terapeuta, las caracterfsticas de sus padres y de su vida matrimonial, las relaciones interfam Hiares y la pauta de las interacciones entre el futuro psiote- rapeuta y otros miembros dela familia, Experiencias emocionales tempranas ‘Como ya hemos visto, muchos terapeutas cuentan que se ini- ciaron en la profesién con el fin de satisfacer algunas de sus profundas necesidades de proximidad e intimidad, provo- ‘adas por un sentimientn de ialamiento durante ou infencta (Henry, 1966; McCarley, 1976; Raeuain, Abramowite y Wine ter, 1981; Raskin, 1978). Para algunos investigadores, esto parecia eer el resultado de haber nacido en grupos sociales, socioeconémicos o religiosoa marginales, que acrecentaban ‘50 sentimiento de “separacién” (Henry, 1966). Un ejemplo ‘serian algunos de los descendientes judios de Buropa orien sbepetuee PACTORES QUE INTERYIENEN EN LA ELECION DELTRABAIO 48 tal, erecidos en una pequedia ciudad del Medio Oeste. Para otros, el sentimiento de aislamiento era el retultado de acon- tecimientas trauméticos en la primera infancia, relacionados con la vida familiar, como la muerte de los padres, una enfer- ‘edad de la madre, el divorcio y el nuevo matrimonio de los padres, enfermedades personales graves y un escaso contac: to con compateros (Farber, 1985a; Hafner y Fakouri, 1984), Ero condujo al sentimiento recurrente de eer “diferente” de Jos demés, tema presente con frecuencia entre los psicote- rapeutas que recuerdan su infancia (Henry, 1966). En ‘algunos casos, el sentimiento de scledad era el resultado de sentirse rechazado por Ia propia familis, incluso desde la més tierna infancia (Menninger, 1957), De manera seme- Jante, Burton (1970, 1912) afirma que a menudo ls terapeu- {tas reeuerdan haberse sentido sislados de otros miembros de 4a familia a causa de eonflictos y discordias. Harris (1976) ‘considera que estas carencias infantiles son el “ello” de los terepeutas. Como resultado de necesidades emocionales tem- Pranas insatisfechas, relacionadas con la vida familiar, algunos s¢ motivan a seguir una carrera psicoterapéutica ‘como un modo de conseguir lo que, segun sienten, falta en la propia vida (Holt y Lubersky, 1956), Caractertsticas de los padres ‘Se han realizado varios intentos de trazar un perfil de los padres de los psicoterapeutas, Aunque los resultadea ton en. ‘amplis medida anecdétices, y basados en autoinformaciones, dan algunos datos interesantes sobre cémo las relaciones centre padres e hijos pueden predisponer a algunas personas ‘convertirse en tarapetias, En los hogares de los padres de los peicoterapeutas ‘Yemos una amplia gama de variables socioecondmices, segin luna encuesta realizada por Schofield (1964). Sin embargo, casi sin excepeién, hay una pauta de movilidad socal ascen. dente entre los psicoterapeutas, con la abtenciGn de mayores ‘ngresos y una clase social superior a la dela familia pater- SOS SS SSS SVS VS SV ee eee eeeEVeeeL “ {LAVIDA PERSONAL DEL PSIOOTERAPEUTA a leny y otros autores, 197; Racusin y otros antares, 80D Shen (164 penas que esta mnie gers. iigeda en la identidad do clase social genera una certa homogeneidad de le valores do los paleoterapetas qu, probetlemente dileren un tanta dot de es padres Tas madre, pore general, costitayen a figura cntal det hogar "Bs la paronn efca, a que organize» una pe Sona tetuntariun, competitive, que damn a marae 7 fpbtern el hogar grandes rage (ord, 1968, peg. 478). Ferd contindsCicindo quo, benndoe an abundansentre- Winian con trapetia en procno de formacié, Ina madres {So ecuoci vo deecitn como dominantament agres- ‘an obienpecidafeeninasypoosivas Sin embargo, ese Tango no ltran a ra Ge cto encipal. Henry y ofr C1) etaan gue a ena i mere dee se fapoutasprvetan dveacs grado de pertarbiooes emo ‘Strate, que van desde el lea asa la depres, Sia arpa veredad de enfermedades picosmtics, Mi ier (1981) sntine qoe los petesanaitas siempre tenen Tindresnarcoitase insegores. La fami gira en torn & omploer tle mado, yen satire ous nocesidadesemo- ‘Sonates Se ha sugerido que la rlaién entre el faturo piste rapestay utmadrecontitaye a factor fundamental para Intec de eota protein. Algunee investigadores han Seco la copectelcercania © Sntimidad ue, al parece, se Doin nv mdr h Sharaf 960 bn ng oo gue casos, en particular eon los hijos varones, 108 SrddresUenden a revlarles In nauraeca ye aleance S608 desnvenencis ‘hacer dl now confident, lo crt solves problems emoconales cxnosctvoe sa de Ios adultos, Esto fomenta una mentalidad pai- igen que faverece una elccinprfeional probable dela Salesterapn (arber, 19851). Sein Ford (1969, el fataro ‘Eup eu wo madre como ua para compress Soma, genrose, qu co enferen por anisTacer Ia neces {dee 3 oe deméa sta einai erst a cambio, peer de los posbles prcbos en su conta, Ford también sheets orieteccme ACTORES QUE INTERVIENEN EN LA ELECCION DELTRABAJO 61 cuenta que muchos terapeutas recuerdan haber estado muy cetea emocionalmente de eu madre, y en contra de su padre, identificados con ella como ‘victima". Sin embargo, resulta interesante observar, que muchos terapeutas recuerdan haber tenido més confictos con 6u madre que eon su padre (Henry, 1966). Miller (1981) afade un giro interesante a la ralacién entre madre e hj, al explicar emo In madre narci- ista e insegura enseta a su hijo a estar profundamente atento a sus necesidades emocionales. El nifo aprende a cculdar a su madre y Geta, a eu ves, lo cuidaré a 61, Seguin ‘Miller, esta capacidad se perfecciona con el tiempo, y el nifo “finalmente desarrolla una sensibilidad especial a sefales ‘neonscientes que manifiestan las necesidades de los demés” (pégs. 8-9). Este proceso constituiré més tarde una ventaja ‘para la préctica de la psicoterapia, y puede predisponer a ‘estas personas a escoger esta profesién. Ford (1963) describe a los padres de los psioterapeutas ‘como hombres en general pasivos, que no interactian y ape- nas contribuyen a la fortaleza emocional de la familia o del futuro terapeuta. Afirma que los diversos caracteres van 4el quejumbroso el defensivoy el violento, al evidentemente pasivo, aunque por lo egular, no obstante, se subordinan a Ja madre. En una encuesta en la que participaron casi 400 Psicdlogos, psiquiatrasy asistentes sociale, Schofield (1964) comprobé que aproximadamente una cuarta parte de sus padres no habia completado los estudios bésicos, mientras fue casi Is mitad habia abandonado la escuela secundaria. ‘Aunque el 38% de los padres de los psiquiatras tenfa estu- dios universitario, esto aélo era aplicable al 15% de los de loa peicélogos. Mas de la mitad de los padres de cada grupo profesional ejerefa trabajos de tipo organizativo o tecnolégi- eo, Racusin y otros autores (1981) comnentan que todos los padres considerados en este estudio sobre peicoterapeutas se Aedicaban a tareas no humanisticas y a ocupaciones obreras. inguno habia estudiado carreras humanisticas que, nor- malmente, aumentan «l méximo la oportunidad de graificar Jas necesidades humaras, sein los autores. Esto los lev a pensar que era improbable que estas personas contribuyeran a ‘LA VIDA PERSONAL DEL PSICOTERAPEUTA, sami an pi me oni len at face arti an ane te ret Na Be fs ‘Tampoco disponemos de muchos datos sobre la relacién. ave Sa psy mn nema or wage mand ae ay ani pene il we irae SERS ag et cerns trident cya cones anne See apnea umes ee ori alan Sys en ae wegen nee De Eas eames ee tee cease canes Monae cacy re ae SES eu rine fe eee PRE pare el Sar en an crtneine go eeu ere sha ga zm ener pr I ein ieee Sse Fr cn a Sich em metre is ees Prone ns Hr 0, sont dmc 2 rm ocean So cd tu eee ei i a src vac hsm se Tata ne ren met Pe ie ae nl rr rs cracls Caractertsticas eanyugales de loo padres ‘Ves matrimonios de los padres de los psicoterapeutas son descritos por Racusin y otros autores (1981) como adlo de luna moderada unién, tanto emacional como fisieamente, Afirman que los padres sélo habfan tenido una eapacidad “Hii cineni mended insiontedeinss "PACTORES QUE INTERVIENEN EN LA ELECCION DELTRABAJO 59 limitada de expresion emocionsl conforme a su edad, La Pobreza de la comunicacién, las presiones relacionadas con 2] empleo y las tersiones econémicas contribulan al alto nivel de eatrés inherente a Ia relacién matrimonial. No obatante, la separacién o el divorcio eran sorprendentements ‘season en el grupo encuestado. El futuro terapeata solia desempedar un rol fundamen: {al en las relaciones matrimoniales de sus padres. Como ya hemos visto, Sharaf (1960) ha comprobado que Ia madre con, abs oon frecuencia en el hijo, particularmente en el verdn, introduciéndolo de ete modo en laa 8 afectivas y Peicol6gicas do la relacién matrimonial. Se daba con frecuer, cia una triangularidad en la que el nifo aervia de “amen, tiguador” entre los padree, ayudandolos a mantener on cierto grado de distanciamionto emocional al centecr 1a ‘arimonalformando una lane especie eon ads eat 0 contibua a preserar el equlions tere relcin. Ei nio también deb enumiy Iu Shee 0 Y mogociador entre tus progenivange De sete modo deade muy tomprann edad al nike rege g arama rl de “erapeuta” dea lacing oe $s padres, Lan capaciadeaadguirias por efi Sepstliad; pnden haber serido pata adopter eon ee fide. Adem, el aparenta “buen eat” dele take ey futuro terapeuta por mantener le armonta matrinseie pes ‘Renos pot impedi el divorcio, puede crear In satay Ser un competent “onsgjeo’, destnado s seeder low demds. Bs interesante obwarvar gues ogg eat {Reuss a nivel nacional sobre picotcropevtas east tad eran “orimoptaito”o“hijoa nico, lo que neseienna Probubildad de que seproduzc In pauia & tharos YY atencién (Guy, Stark Pelt, 106) CESSES SSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSS” o 1A VIDA PERSONAL DEL PSICOTERAPEUTA Relaciones familiares Se han observado varias caracteristicas interes relacin con las familias de los psicoterapeutas. Estos raagos {ncluyen una informacién demogréfice basica, como también descripciones de las relaciones entre varios miembros fami- Tinresy el futuro paioterapouta.. En cada una de las 14 familias de origen de puicoters- peutas, estudiadas por Racusin y otros, habia por lo mence {un miembro de la familia fisica 0 mentaimente incapacitado. En-cada caso, 1s incapecitacién tenia raagos psicogensticos identifeables, Entre estas disfunciones se inclufan ataques ‘al corazén, hipertensién arterial, diabetes, asma, neurosis, deadrdenes de cardctar y varias cases de abusoe infantilos. Resulta interesante observar que ninguno de los padres, y ‘so dos de los hermanos, habia recibido tratamiento pei~ toterapéutico. En cambio, al parecer se habia asignado al faturo psicoterapeuta (0 habta adoptado) el papel de tera- peut familiar “Tanto Henry (1966) como Racusin (1981) sefialan que los pricoterapeutas describian el papel fundamental que desem- pefiaban en su familia de origen como el de *euidador”, Bran Jos que procuraban atencién paternal, nutricién y cuidados ‘log miembros de la familia que experimentaban divereo frado de incapacitacin fisica o emocional, ya se tratara de {Uno de los padres o de los hermanos. De este modo, y con toda probebilidad, aprendian a desarrollar una elevada sen- tibilidad e intuiién ante Is necesidades del “pacienteiden- tificado", y reibfan el elogio necesario solo después de haber desemperiado adecuadamente estas funciones paternales. ‘Bvidentemente, consist en tna buena preparscién para el papel posterior de peicoterapeuta profesional. Sin embargo, fl papel de cuidador inclufa algo més que la necesidad de Gesempefiar funciones paternales para los miembros inc ‘pacitados de la familia, También era necesario asumir el rol {be mediador,negociador y terapeuta familiar en las disputes {amiliares (Henry, 1966; Racusin y otros autores, 1981). Esto exigia que el nifio deearrellara una conciencia eguda de la ACTORES QUE INTERVIENEN BN LA ELECCION DELTRABNO 88 ‘vida emocional de la familia, aconsejara y recibiera en con- sulta a sus diferentes miembros y fuera responsable de resolver las discusiones y disminuir las tensiones familiares. ‘Parece razonable suponer que el papel de “terapeuta familiar” ge excoge libremente. Quizés el nifio empiece a ayudar a los demés con Ia esperanza de que ellos, a su ver, por gratitud, le dieran amor y atencién. Ademés, si el futuro terapeuta fuera socialmente torpe ¢ ineficaz durante la {nfancia, como afirman Henry y otros autores (1973), habia intentado asumir el papel de cuidador familiar como medio para experimentar cierto nivel de proximidad e intimidad ‘on los miembrog de Ia femilis, La atencién pudo parecerle ‘un precio insignificente que pagar por la gratitud y los ‘euidados eeperados, Sin embargo, aunque esta reflexién pueda parecer ldgica, los rerultados de Ia investgacién su- fleren que el papel parece serle ampliamente atribuido. En Ta mayoria de lot estudio sobre el tema, los terapeutas han declarado que ae les atribuyé extraoficialmente el papel de “euidador” por sus familiares, a consecuencia de un precoz reeonocimiento de su capacidad para satisfacer importantes ‘necesidades emociorales. Segiin Racusin y otros autores (1961), “los terapeutas a veces han sido definidos por su familia como inelinadoe a la afectividad o la ‘capacidad tera péutica’, destacados por au eficacia en el trato con la vida ‘emocional, tildados por otros familiares de confidentes 0 consejeros”(pég. 276). De este modo, en reconocimiento de ‘sus capacidades empiticas y ou habilidad para cuidar de los ‘dems, fueron “apariados" para desempefar la importante fancién de cuidadores dela familia, ‘Bs difel determinar Ia influencia que tiene a atribucién do cate papsl. Aungse al principia at posible que parezca brindar importantes gratificaciones y recompensas, una mirada més atenta indica que también produce una aen- ‘sacign de alienacién y aislamiento. Como Racusin y otros ‘autores (1981) sefialan, ser identficado como el cuidador familiar pudo tener como consecuencia que el nifo se consi- derara “diferente”, y apartado del resto, Como el papel de ‘euidador y apaciguador implica la moderacién de los confic- 6 {UA VIDA PERSOWAL DEL FSICOTERAPEUTA tos emocionales, y la suavizacién de friciones potenciales entre los miembros de la familia, el futuro terapeuta pudo haber sido incapar de mantener con ellos relaciones recipro- cas satisfactorias (Liaboo y Guy, en prensa; McCarley, 1975) Esto es consecuencia del hecho de que el papel de euidador contiene una cierta cléusula, aogin la cual el nifo debe ser el fuerte’, el que deja de lado sus propins necesidades de recibir atencign para asf poder servir mejor a los demés. No puede ni ser *débil" ni buscar de forma activa y adecuada recibir euldados de otros miembros de la familia. Esta pauta ‘entorpece In intimidad legftima, alslando ain mds al no, ‘que queda privado de los cuidados y las atenciones que tanto necesita. En ver de permitirle la obtencién de un mayor trado de intimidad con los demés miembros de la familia, e] papel de cuidador acentéa ain més la alienacién dl nino, Los futuros terapeutas parecian dirigiree a otras per- ‘sonas en busea del apoyo emocional y Ias atenciones que no recibian de sus padres. Por ejemplo, Racusin y otros autores (1981) sefalan que se sentfan emocionalmente més cerca de ‘un hermano que de cualquiera de sus padres. Al resto le fue necesario buscar personas ajenas ala familia de origen. Nor- malmente eran parientes més lejanos, como tos, primos abuelos. Con frecuencia, las personas ‘Algunos investigadores, como Friedman (1971), sefalan ‘que este proceso de interiorizacién del papel de cuidador ha sido un primer paso importante en Ia eleccién de la profesiGn de peicoterapeuta. Aprendiendo a ser sens ‘dade de los deméo y absteniéndoge al siamo Gempo de los intentos abiertos de expresar y satisfacer las propias necesi- ddades emacionales, el nifo aprendia a adoptar un cierto eat- lo de relaci6n, que pudo favorecer hacer eu eleceién de la Dréctica psicoterapéutica, como algo logico, efmodo y fami- liar Friedman va atin més allé cuando sefiala que la familia de origen puede haber sugerido Ia elecién de la profeign 0 PACTORES QUE INTERVIENEN EN LA ELECCION DELTRABAJO 67 slentado al joven a seguitla, quizd con la esperanza de ase- _gurar que ei papel de “conseero familiar” continuara incluso Aespués de que el nid ebandonara el hogar. De este modo, ‘era posible depender del futuro terapeuta para que siempre resolviera las distintas necesidades familiares. EXPOSICION En altima instancia, no es fécil determinar qué es lo que ‘motive a las personas a decidir volverse psicaterapeutas, Por lo dems, siempre es dificil determinar las causas por las que alguien elige un empleo determinado, o sigue una deter- tminada vocacién. Segsir. Bolles (1977), la eleccién de una profesin es con frecuencia el resultado de acontecimientos ‘ccidentales, que parecen totalmente azarosoa, En el mejor de los casos, la eleccién de una profesién es el resultado de luna interaccin entre caracterfsticas personales, rasgos ade- ccuados 0 atractivos de un papel voeacional eapeciico, y una serie de acontecimientos casuales. Cada una de estas tr variables fundamentales desempefa un papel de distinta {mportancia, que llevan al resultado final de la eleecion de luna profesin. Este también es el caso de los que deciden volverse pricoterapeutas. ara aclarar este punto, resulta stil considerar cuatro ‘combinaciones posibles de variables relacionadas con la elec. cidn de la profesion de la practiea peicoterapéutica, Estas ‘combinaciones demostrarin la interaccién entre los dstintos factores personales y de aptitudes, que llevan a la decisn de inciarse en este camp 0 no hacerlo. Falta de aptitud y de interés Es indudable que muchas personas no son adecuadas ni estén interesadas en seguir una carrera psicoterapéutica, on frecuencia, esto es el resultado de varios factores per. sonales y ambientales. Para algunos, la naturaleza del papel eee agg eee TTT TUF U CBBC CUCU OR e URE U eee s a {AVIDA PERSONAL DEL PSICOTERAPEUTA de psicoterapeuta no resulta atractivo y carece de cualidades positivas. Los aspectos negativos asoriados con la préctica {nédica, como el aislamiento, la fatiga emocional las comple- jas responsoblidades éticasy legales, los ingrescs inseguros, la limitacion del buen éxito, et., son lo bastante graves como ‘era que estas personas resuncien a abrazar esta profesién. “También es posible que varias circunstancias ambien- ‘tales ge combinen para volver indeseable semejante opcién. er empl, quis ol ndvituo no aya coneido nunes tun pricoterapeuta profesional ni personalmente, y no ‘capes de apreciar su papel. Puede tener una informacién Timitada sobre la préctica peloterapéutica y, por lo tanto, no cnsideraria una opciéa viable. Por otra parte, es posible que ‘sus contactos previos con peicoterapeutas hayan sido insatis- factors por una amplia game de motives. Quins, més que el resultado de un contacto directa ciertas histori de terceros sobre psicoterapeutas puedan haberle dado una impresién regativa. Por lo demas, algunos aspectos del retrato de los paleoterapeutas que hacen los medios de comunicacin jeden causar que algunos consideren su préctiea como una Pesfesign marginal, Como resllado, quza decidan no Their esta profesin como tna posible opeién, debido a sus impresiones sobre la naturaleza indeseable de In préctica pasicoterapéutica. Parece razonable euponer que muchos deciden no cescoger esta profesin a eause de cirtos rasgos de su propia ‘personalidad. Algunos consideran el tremendo gasto y los ‘on de estudio y aprendizaje requerides lo bastante adver- foe como para descartar esta opcién voeacional. Ademés, es pouible que earezean de las cualidades funcionales de per- Tonalidad que @ menudo motivan a la gente a converte en peieoterapeutas, como empatia, paciencia y eapacidades Gociables destacadaa, Por dltimo, sus propios intereses pue- den diferi de Tos que encuentran atractivos los beneficios ‘ociados con 1a préctica psicoterapéutica. Como resultado, ‘estas personas saben por intuicion que no son adecuadas pa ra el gjericio de la psicoterapia. ‘Las personas de este grupo tienen diverss PACTORES QUE INTESVIENEN EN LA ELECCION DEL TRABAJO. 69 tanto In psicoterapia y los terapeutas en general. Algunos se sienten faacinados por la profesin, leen libros y ven pelicu- las *psicol6gicas” cada ver quo se les presenta la oportu- nidad, Hasta pueden seguir ellos mismos un tratamiento ‘como pacientes. Sin embargo, aunque tengan interés, siguen sintiendo que el pagel del psicoterapeute es ajeno a su propia personalidad. No se imaginan ejerciendo dicha profe- ‘60, e incluso ae maravillan de que slguien pueda hacerlo. ato conduce a una idealizacién excesiva de los terapeutas y la picoterapia, a menado irreal y tergiveraada. ‘Otros individuos de este mismo grupo parecen experi- ‘mentar la reaceién eantraria, Como el papel les parece tan ‘ajeno 0 indeseable, pcr los motives que sean, suelen menos- preciar a los psicoterapeutas y la terapia de tuna forma exce- fiva. Asf, pues, es pusible que consideren la psicoterapia peligrona o“extrafa". Quizés acusen a lo terapeutas de pro- mover tna dependenda enfermiza, centrarse demasiado en cl sexo, prosperar explotando el dolor ajeno y vender su ‘amistad, Be improbable que las personas con semejantes perspectivas inicien el estudio de la terapia o permanezean ‘en ella, y quizé no disfruten de los libros o las peliculas *psi- colégicas’ ‘No importa cudl sea la naturaleza de las reacciones per- sonales de eatoa individuos, de idealizacin excesiva o total- mente desvalorizantes; de cualquier modo, consideran el papel de peicoterapesta completamente ajeno e indeseable. Esta gente no es adecuada a Ia préctica de la psicoterapia ni se interesa por ejercer Ia profe Presencia de aptitud y falta de interés ‘Algunas personas pueden poseer las caracterist ‘arias para convertirse en psicoterapeutas eficaces, pero ‘arecen de interés, tivacién o deseo de inciarse en dich materia, Realmente, el hecho de que tengan empatia, sean comprensivos, intuitivos, introspectivos, tolerantes ante le ‘ambigedad, elidos,y se sientan a sus anchas cuando con- ‘versan y estén en intimidad eon los demés, noes garantie de o |LAVIDA PERSOWAL DEL FSICOTERAPEUTA ‘que estén interesados en convertirse en psicoterapeutas. A decir verdad, estas caracteristicas son importantes para triunfar en muchas otras profesiones, en particular aquellas meen le reine aru’ Loe mace, Jos médico, os aseaores, los clrigos, los asistentes sociales Y otros oficios de servicios humanos pueden evidenciar las ‘mismas cualidades requeridas para ejeroer con éxito la psi- coterapia. Con frecuencia, estas personas siguen una vocacién afin, es decir que poses evidentes aspactos “terapéuticos”. ‘Aunque no ejerzan la psicoterapia, no obstante pueden estar ‘promoviendo una vida més eficazy el alivio dl dolor pefgui- co, Exiaten las “personas inherentaments asistentee® do las «que Rogers (1961) habla con frecuencia, las que son terapéu- ticas por naturaleza en sus relaciones interpersonales, Por qué estos aspirantes tan adecuados deciden no ‘estudiar esta materia? Una ver més, es posible que ciertor factores ambientales les impidan emprender semejante empresa. El alto costo de lot estudios y au naturaleza alta. ‘mente competitiva pueden desalentar el intento de iniciarlos, Como ya hemos visto, quizés algunes tengan una impresién negativa de los psicoterapeutas y Ia paicoterapia, a conse. uencia de experiencias personales o los rumores eacucha os. También es posible que una gran variedad de factores Personales o ambientales les haya levado a emprender otros ‘studios, por motivos sin Ia menor relacin con la prdctica de In psicoterapi, Normalmente, este grupo de personas no idealiza en ‘xces0 ni menosprecia demasiado el papel del pricoterapeu ta. Es posible que sepan intuitivamente que tienen aptitudes para ejercer dich profesién, En consecuencia, existe una ‘preciacién realista tanto de los benefici como de las lim taciones de Ia psicoterapin. Rstos individuoe tuelen iniior ocasionalmente un tratamiento, teniendo éxito en el intento, ‘Aunque se interesan por los aspectoe.psicoldgicos del com: Portamiento y la experiencia humana, no sienten atraccién ‘eurética por la leetura de libros psicolégico, ni son “adic. tae" a las peliculas de orientacién paicolégia, Existe en ellos ‘une mayor comprensién intuitiva y una menor faseinacién sb abt “Sanaa tata: "PACTORES QUE DTTERVINEN EN LA ELECCION DELTRABAIO 61 Quizds el examen de las caracteriticas de los que cuen- tan con “presencia de aptitud y falta de interés” sirva para, recordar que los psicoterapeutas no son, en ultima instancia, Personas especiales o unicas. Hay muchos que podrfan esenvolverse bien en su papel, pero que deciden no dedi ‘arse a esta profesin Falta de aptitud y presencia de interés Un estudio reciente de Walfish, Polifka y Stenmark (1965) hha demostrado que casi la mitad de los psicslogos que ejr- en deade hace més de diez afoe, no volverian a elegir este profesién. Es evidente que muchos que la siguen terminan, ‘por deecubrir que no son aptos para au préctice. Para algu ‘nog, el motivo de semejante eleceién fueron los muchos be neficos y satisfacciones relacionados con ella. Sin embargo, s posible que estas personas nunca hayan poseido las caree, teristicas personales necesarias para ejercer une labor pel. coterapéuticaeficaz y prestigiosa. En estos catos empiezan a smanifestarse la desilusicn y la insatiafaccién, motivando fi. ralmente un cambio de profesién, o la resignacién a I desilusiones de la ya elogide Fiay otras motivaciores para dedicarse a esta profesién, ‘mas alld de los beneficis inherentes al papel de psicote. Fapeuta. Como ya hemos visto, varias motivaciones distin. cionales influyen en la elacién, El deseo de encontrar alivio bara los propios problemas, el aislamiento y la soledad, el deseo de poder o de amor, y una vida indirecta parecen ser ‘motives para que la gente escoja esta profesién, Mas que screcentar sus capacidades como terapeutas, entan enrne, teristcas sabotean las relaciones profesionalesy personales, En consecuencia, como pricoterapeutas estas personas suc. Jen resultar destructivas. Es posible que abandonen la profe. ‘ién por el fracaso repetido de sus tratamientos, 0 por el peso negativo de Ia préctica terapéutica sobre su vida perscnal Este problema se abordars con mayor detalleen los capita, tos 3, 4,697. a {A VIDA PERSONALDEL PSICOTERAPEUTA "PACTORES QUE ITERVIENEN ENLA BLECCION DELTRABAIO. 6 agravada, complicacionss seruales con los pacientes incluso lucid, Estos topicos se tratardn en un capitulo posterior. ‘Aunque no sea éste siempre el caso los que no son aptos para la profesién, pero que deciden no obstante volverse pi. ‘oteropeutas, xe arriesgan, a s{ mismos y a sus pacientes, @ suffi desilusiones,fracasos y aun una tragedia. Aunque sea lamentable que los que son aptoa para convertirse en psi oterapeutas decidan no hacerlo, es aterrador que los que no Joson emprendan esta carrera y permanezcan en ella, Algunos que no son apts para una pristic picte rapt, pot que in han inh, abandonan a prof Gaendo las motvacines diefuncioneleeeriginelce yu no an prvetee, Por ejemplo as necsiates de fan [ad intgrdad emocinel, poder etc, se ven stnfechas smociane ln prion In sper, i terapa pervoal ¢ ns ralacén personal siguifeativg, poutle gue yu ne “necnten® er pelcerapetas Aa, pcden perder interés y comprobr que los aspecioe nega de in ete son ly ‘tka advrace cto paru fo junifear fu permanenda tele Ene tambn puede oral avo de oe gue empren dan mn etaio por enn prdiputson por papsee@ expe ‘ends falifesinfenthen, Sl dovraley a madara Ju" heen tecuara funciona como el cuidador de lot {figice para sntrn valores y neconaion, putea com Probar depute de odo‘ aren teste dele lor Palearapeaticn, or desgracia, hay psicoterapeutas que no son aptos | para la profesién, pero que siguen ejerciendo. En algunos (ance caecen dle arses jermnals cect a inn pasos lnbrestnete assaiir’ © de frat Clény eperiniaindapeeaee art bindar una tein fdecuade Bn otros, ton motiaden por factors distr onal que contindanvigenesmcaueh de neesdade per ‘onan prota Finelmente guns contnian por los benefiienfnan- iron oils nalts propio do profi 8 el bach de gun sguen tendo en gan nei faces como terapeutas. Este caso ee poco benefiiogo tanto reel pasion emo pre el trapea, Pars el paces mary ee ce ro crm. pct raun lo expla, yen densa. Eat ha oiginado Iateccci de qu a lozn dl eaprta eta express trvingada, de a probablided de taparse eon Une ue | tenga mayoree neceeldaden emocinalen que lee pra mele atta vr re tusles eign de “stuncone”egietian, como inompe tenia, arpera de uo abu de droge, ana poptalopa Presencia de aptitud einterés ‘Afortunadamente, hay quien es a la vez apto para la précti: iy, sade la peicoterapia, por sus caracterfstcas de personalidad ~~ Fous-motivaciones funconales, y se interesa lo bastante por ‘ecoger esta especalidad como consecuencia de los beneficios que otorga la préctica psicoterapéutica y una gran variedad de influencias ambientales. Estos individuos disfratan de langas y frutiferas trayectorias como psicaterapeutas, ‘Dado que poseen lascaracteriticas de personalidad ade- cuadas al papel de psicoterapeuta, eate grupo de persons encuentra esta profesién altemente compatible y comple- mentaria con sus propio planteamientos y dindmica inter. ‘a, Intuitivamente experimentan la “facilidad de Ia aptitud® que lee permite desenvilverse eémoda y espontdneamente ‘an el papel de terapeuts. Como ae expone en el eapitulo 2, exta proceso, empezado durante los afte de estudioe, aunque {ntelectualmente exigente no es emocionalmente arteagada ‘i traumstico para estos individuos. Demuestran una habi ad natural, evidente con frecuencia pasa nus profesores la facultad, sus supervisores y aus compatieros de estudios. ‘Aunque necesitan aprenier “eémo pensar’, rara vez es pre- ‘lao ensefarles “cémo ser”. Su eapacidad intutiva pare Ia terapia los hace parecer a menudo més competentes que los ‘madurve veteranos menos aptos para esta profesién, ‘A-causa de su disposicion natural a la terapi, estas per- ‘onas siguen experimentando un desarrollo y realizacién o |LAVIDA PERSOWAL DEL PSICOTERAPEUTA personales a lo largo de toda una prolongada trayectoria psi- toterapéutica. Mantienen un cierto fresco, vitalidad y opti ‘mismo que ton evidentes a la vex para sus pacientes y sus colegas, Aunque no son invulnerables a los avatares inhe~ rentes a Ia préctica de Ia psicoterapia (como se examinard ‘con més detalle en los capitulos 3, 4 y 5), e6 mucho menos probable que sean inluidos negativamente por ellos que los ‘menos adecusdos « la profesién. Son sinceros cuando afi ‘man que disfratan con su trabajo y las pruebas disponibles indican que su vida personel ve enriquece con las horas que ‘conaagran a la préctica peicotarapéuticn, Ea probable que es- ‘toa palcoterapeutas dispensen una atencién y supervision ‘profesional de alta calidad a los que tienen la fortuna de haber contratado sus servicios. ‘Seria interesante saber si estas personas tienen el sen- timiento particular de vocacin del que habla Burton (1978), 6 si han Ilegado a In decisin esponténen de volverse psi- coterapeutas a consecuencia de Ia interaccién entre circuns- tanciaa azarosas y sus caracteristicas personales. Aunque las necesidades personales no les hayan Ilevado a esta profe- si6n, quizés estas personas experimenten cierto sentimiento e destino que los conduce, antes que los obliga, a conver- tirse en peicoterapeutes. En tal caso, es la “facilidad de Ia aptitud” lo que los motiva y los sostiene,y no las necesidades personales 0 las experiencias previns en su familia de origen. Esto motiva una sensacién persistente de satisfacciOn y gozo que sélo puede tenerse cuando uno participa en una profe- sidn para la que se es adecuado. Por otro lado, también saben que pueden abandonar In profesién cuando deje de renultargratificante, ‘Aunque debe admitiree que los peicoterapeutas en activo 1 encajan por completo en ningun de estos dos grupos, Joe ‘que son aptos para la préctica de la peicaterapiay los que no 1o son, es itil mantener esta dicotomia. Como veremos desde el capftulo 2 hasta el 7, In manera como los individuos expe- rimenten el peso del aprendizaje y Ia préctica clinica final, ‘en ous relaciones profesionales personales, vendré en parte Aeterminada por su adecuacién a la profesin. La naturaleza PACTORES QUE DTERVENEN EN LAELECCION DELTRABAIO 6s de ous caracteristicas de personalidad, sus motivaciones y ‘ecesidades, eu experieccin previa y sus expectativas deter. sminarén en gran parte el peso de la préctia psicaterapéuti- ‘en sobre su vida y ou funsionamiento interpersonal,

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