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El Cantar ds Roldén imagina woa Espasa, del atto 778, completamente en manos de Jos musulmanes, Este dato ‘uc choca con la existencia de unos reinos cristianos inci- [pieates) nos enftente de entrada con el problema del fondo histético de la obra literaria. Adelantaremos que toda obra dle ficeion selena y elabora determinados Angulos de la ‘calidad. Fn efecto: el autor del Cantar de Rolin tenia una tultura suficiente para saber que en los montes cénts- Inros se habia originado y se estaba desarrollando el reino ‘ristiano astar-leonés. Tampoco ignoraba que Abd alRah- nan 1 se habia proclamado emir independiente de Damas to y abla establecido su capital en Cérdoba (756), aun- {que le haba costado no pocos esfuerzos imponerse 2 105, ‘flores que velan con malos ojos esta independeneia y pre tpotencia. ¥, desde luego, sabfa que los wsatracenos», como «los Tama, habfan ateavesado incluso los Pirineos ¥ pe- netrado profandamente en Francia, hasta la posterior de- twosa sufrida ante Carlos Martel en el 732, entre Tours y Poitiers, ‘Todo esto, pues, es silenciado porque, como autor liters- vin, ao le interesay. Para lo que se propone, resulta mis prictico imapinar una Espatia enteramente islamica, con un «for, Mars, que Ia gobierna desde Zaragoza en ‘nombre ‘de un emir, Balignén, cuya capital esté situada en un lugar Nel Oriente muy conocido por Ix leyenda y Ia literatura religiosa ‘Mis fiel se muestra con la situacién en ta adulce Francia», pero sin dejar de inventar y alterar, Se imagisa que en 1 778 Caslomagno ha conseguido ya un imperio franco a bay costa de sus vecinos, y que sa venida a Espafia responde a ‘esa intencidn, todo To cual es rigurosamente cierto, pero Ie a el titalo de emperador prematuramente, ya que no fue coronado como tal hasta el afio 8001. : ‘Asi pues, Jo que se observa en el Cantar es Ia presentaciéa de dos grandes bloques antagénicos en todos los conceptos, encarnacios en dos personajes dotados de gran autoridad. Mis tarde se veri a qué es debida coda esta transforma. Las bechos histérivor ow expplican ef desastre de Ronceswalles® si tambiga, el autor se aleja de To que ocurriérealmen- te, alterando incluso To referente 2 sus protagonists. ‘Como la historiidad de éstos sera objeto de posteriores ‘noras aclarativas,fijémonos ahora solamente ea los hechos. ‘Como consecuencia de la declaracién de independencia por patte del omeya Abd al Kanhman 1 con respecto a los Enlifas absidas de Damasco, se produjo eo Espafia una situacién de enfrentamientos entre el eauevon emit y los sefiores que ain seguian obedeciendo a estos caifas, y que, como por casualidad, eran los mis alejados de Cordoba, tanto geogrifica como vasalliticamente “Pensaron aprovecharse de esta revuelta para emanciparse ellos mismos? To cierto es que Suleimtn iba Yakean iba al-Arabi, ‘gobernador de Barcelona y de Gerona, se Jevanté contra el mis, haciéndose fuerte en Zaragoza en compafia de otros notables, contra los cuales eavid Abd al-Rebmaa un ejército al mando de Thalaba, que fue derrotado y hecho prisionero {aio 774) T Dror hisios recog de Cc ehnker, Le Fd Mos Bacco am, Benen, 1978 Montgumey Wat Hwa a le Expo alii, Mideth Alsony 191% fA Gaede Costar, La dor made ito tide Bopat Stony Alan, 196 sities apotade por Mania de Rigs, La Chon ae Rel Cane ne yd Roads Noro Bucs, Th etn po 158. 03) Pero esta vietoria no debid de asegutar totalmente a al- Arabi y sus amigos, pues el mismo encabezd una embyjada a Paderborn (Westfalia), donde se encontraba Carlomagno, ‘que acababa de someter a los sajones (777), al cual peopu- Seton, muy légicamente, que viniera en su ayuda: ellos se considerarian a salvo de los atagues del sur, mientras que el rey de los francos conseguiria crear una bacrera a las posi- bles veleidades expansionistas del emir cordobés. 12Qué habia de sinceridad en estas negociaciones pot parte de los musulmanes? Ciertos detalles dejan pensativo.. lade- pendlientemente de que después hicieron traiciéa, es por lo ‘menos muy eurioso el hecho de que ea aquella embajada se encontrara Thalaba, en calidad de rehén segiin se cre. Sorprendente manera dle dar seguridades a Carlos, dejindole como aval a un enemigo. Fuera como fuere, Cazlos, ela cima de sa poder expansi vo, vio una ocasién magnifica, tanto como precipitada qui- vis, de extender atin mas sa froncera. Acepta, pues, y le omunica al papa Hadriano I su proyecto, el cual lo bendli- ce, dindole el carkcrer de cruzada En 778, Carlos se pone al frente de una de las dos columnas de su ejéreito, Llega al pals de los navarros, cristianos independientes, que le abren las pucrtas de su ‘capital, Pamplona, En su marcha a Zaragoza, los diferentes fsefioree musulmanes de la regién se apresuran a presentatle rehenes para asegurarle su fidelidad, se presents incluso el propio al-Ambi, Esta columna llega ante Zaragoza en Inayo de 778, en donde se reune con la segunda columea, ique habia seguido la ruta de los Pirineos occidentales y Garluia, ‘Mas no pueden entrar en Ja ciudad. ALAnsari, que cea tuno de los sublevados, se habia hecho vasallo de Abd al aman y se habia poten de Zanes, dnd op ms ral lugar a sus ex-cémplices, particularmente a Arabi, que {echo prisoner pot el ya secloso Calo, el eal a haber venido preparado para el asedio de una ciudad amura- Mada, emia agin stage en fest qu y ened 2 muy hostil, decide el regteso a Francia de las dos coluz- nes, ahora juntas. ts! Segin fuentes arabes, el ejército franco, que conta centre 3.000 F 10.000 hombres, sufse ya un ataque llevado a abo por 10s hijos de al-Arabf, quienes consiguen liberal, Carlos legado de nuevo a Pamplona, manda desteaic us mmurallas, no se eabe bien por qué motivo, ¥ contin hacia los Pirines. giahardo, en el ao 830, cuenta en su Vite Karoli lo ‘que le esperaba al desventurado crcito, que iba a conocer Th pesfidia de los waseos (Wasonicam perfeiam). El ejecito, obligado por la esteecher de los patos, caminaba en una estitada column, Los vaseos, emboscados en las alturas, se Tanzaron sobse la retaguardia, mazaron a todos sus compo- nentesy se Ilevaron Ja impedimenta, huyendo seguidamente ¢ peediendose por aquellos parses que tan bien conocan, Sin poder ser perseguidos por el resto de la tropa franca, Impedida por la pessdez de las armas y por encontsarse en ‘unlugar que en hada les era propicio. Era el 15 de agosto del abo 778. Entre las victimas se encuentra un prefecto de la marca de Brerada, al que sc ha querido identiicar con cl héroe de inugstzo cantar, y el desastre se produce en un lugar indeter~ Iminado de los alrededores de Roncesvalles, En cuanto a aus nator, padieran txatarse de los goscner (wuscones) 0 de oe hispani wantones of nabarras, quis aquellos mismos que Je Tnablaa acogido en un primer momento y @ quienes Carlo- rnagno habia derribado las murallas. Siguificade del Cantar de Rolain Nada de esto aparece en el Caréar de Rolié, salvo algunas Nise ms ca a ee nenae ak expedicidn de Carlos en Espaia. Tes sigios sepatan los schatecimientos hisreos de los eptdiosIeseio, mar in mis que suficiente para poder adulterar Jo que sea Retemrio ¢ poder preset neato cuyo sgnicado vt reteho ing ald del simple acontecimiento. Pues lo que se pretend es mostrar una sociedad, juzgada modélica porque fefleja una idcologia que se pretend ejemplar. bea} Esa sociedad y esa mentalidad son las feudales, y en ese adjetivo hay que incluir aspectos politicos aspectos tcli- josos, itimamente unidos. Un seior decide, dispone indi- idualisimamente lo que hay que hacer, por mucho que coiga a sus consejeros 0 a sus allegados, pues st ciencia y su fuerza le vienea de lo alto. Alrededor de él, y en un nivel rnctamente mis bajo, sus vasallos obeclecen cieyamente, din- dose en cuerpo y alma, Justamente, sus vidas csrecen de imporancia ante el ideal perseguido: servir la causa de aguel sefior, que no es otra que la causa del Sefiot. Por Jo tanto, quien major la sirve es quien mas ciegamente obede. ce; I fidelidad es Ia virtud mas destacable. Y Ia guerra, la guerra sana se enticnde, es la mejor ocasién para ponerla en prictiea. Y para consepuir el «mattirion, ‘Cazlomagno, tal como nos es presentado también por las artes plisticas de la época, es una imagen cabal del «Panto- rator», adornado con vina barba florida y blanca y rodeado de sus doce pares, que hacen pensar irsemisiblemente en los apéstoles. Y, para que no quepa duda, esti el traidos, jJudasjGanelén, causante del desastre, alterador del orden ¥, por lo mismo, victima de su fechoria. Ea todo ello y en el maniquelsmo empleado en Is presen- tacién de los musulmanes y cristianos se ve Ja pluma de in autor ecesiistico. Dejemos para despacs su identificacién y dctengémonos en aspectos que atafien muy directamente a In gestacion y a la propagacidn de este relato. ica enlta 0 popular Como es sabido, haa existido dos escuelas, los individua- listas y los neo-tradicionalistas, que han debatido, éspeta- mente en algunos casos, acerca de los origenes cultos 0 populares dela épica de tina y otra parte de Jos Pirincos. No fentraremos en el detale, pues ambas posturas son muy conocidas, El autor del Cantar que hoy pordemos leer es un clin, entenido este termino come hombre de iglesia Tl. Pero este hombre, segiin ha demostrado palmariamente bs Jules Horrent®, aprovechaba una materia anterior, como ‘evidencian las diferentes versiones que se han conservado fel Cantar, Mas dificil xesolta precisar de que tipo, si jugla- rescas 0 cronistcas4, puesto gue, si se ha de juzgar Por Ia deformacign histéirica va aludida, los cronistas no se qucda- ban atcis en esta labor. Del testimonio del Silense, de principios del siglo xtt, se deduce que los historiadores {ranspirenaicos habian tergiversado ya al mviximo, abulean- do In actividad del emperador, la accién de este personaje ca Espafa, Tos juglares, pues, no serian responsables del contenido, sino de la mera recitcidn, para Jo cual empleaban unos resus qu icin s tumor, de luego, es impensable que un juglat, ni por su colts ni pose cancer momalante del Cana, pdr set autor, Lo mis generoso que se puede decir en su favor, es ‘que fueran los iniciadores del geneto, los autores de aque- las cantileas 0 los ecantos noticierosy que caataban ciertos hhechos notables con carieter muy diferente sin duda alguna, 1a propageciéa ha sido tema menos debatida que la igestacidn, v gencralmente se esti de acuerdo en admitir que ‘cortié a cargo exclusivo de los juglares. Pero hay datos que merecen 0 olvidarse. Fijémonos un instante en las copias comservadas del Can- tor de Roldin, Ademis de In de Oxéord, la mis antigua y ‘conocids, y la que aqul se presenta, existen también la de Veneca TV, Vebecla VIL, Chatenuroux, Lyon, Cambridge, Jos Lamades wfragmentos lorrainsy y los de «Lavergnen, todos ellos en verso, de distinta medida y rima, a los que habria que afadir un Ronsasrals provenzal, un Rowcevales navarto, una Render Lietalemana, ¥ una Karlemagnis saga islandesa, que reflejan tres siglos de interés por cl tema. 3 a Ch ol Rela dans Uibliotheque de fx Face de Liege 1951 FEvdentemente, ol minino rpresentaat del nec-raichnaisme, Re cain Sender Pcl, cree que com glaescs, Vee 0 apnsceada obra ‘La Chora dt Relea (Vid. Bibliogatx) (6) anes retro me iesophte Tees abet oe ‘A cesta amplitud temporal corresponde Ia geogtifica, como se ve en las distintas versiones. Y_una pregunta surge: independientemente de la novelizacién progresiva que suftié, lo cual podeia ser explicado parcalmente, gcémo es posible que en Ingares tan diversos se extendiera Ja fama de un personaje que pertenecié a una época y a un pais diferentes? La respuesta es que, como hemos visto, el Canter no es el relato de una expedicidin guercera, sino el vehfculo ideo! co de unos contenidos geatos a ese otto «imperion, Ia Iplesia. Para que esta leyenda sagrada, pues lo es, tuviera su cficacin en reinos tan diferentes, eran imprescindibles las ‘operaciones ya citadas (alejamiento del dato historico rigu- oso, enriguecimiento con un significado simbélico). Pero sin liegar al extsemo de que puciera parecer una mera obra de ficeidn, pues perderia esa verosimilined (y por ende esa efieacia) que da la historia’. i Pero si el éxito que conocié fue «imperial, le ocurrié gp, como a ox eco enone un ncn quel puso luna resistencia feror. Este fue Castilla, que empezaba a encamar un espisita nacionalista espafiol. Y ocurrié que el Cantar de Roldén, que presentaba una situacién peninsular may denigratoria, se encontsé ademés enftentado a una tradicién épica muy caltivada, circunstancias que no encontné en otros lugares. De todo ello se dari cuenta mis tarde, Fecha, Autor, Forma. Como se acaba de decir, los hechos fundamentales de ‘nuestro cantar son conocidos en varias versiones literarias (f a las que se podrian afiadir documentos de caricter hist6rieo) De todas aquellas, as que los exticos consideran mis perfecta, y con seguridad la mas antigua, esti contenida en Vat ateulo de J. R, Roe Doménes, Ta contasnopa areca an a Chaco Robes, ats kl VIE Congas dL Sac Bice, Papa, 1978, pages 417-25, ba ‘el manuserito Digby 28 de la Biblioteca Bodleiana de Ox- ford, escrite ea anglo-snormando (dialecto del antiguo éan- és) y fechada en el siglo x1r, mis probable en su segunda mitad que en sa primera. Del estudio comparativo de las versiones aludidas, se deduce que se trata de una refundicién de un texto (0 de vyatios quizis) anterior (fechados a finales del siglo x2), refundicion mis artista que mecénice, es decir, obra de Imuucho mis que un mero copista®. Y, como se ha visto, ¢s debido 4 la pluma de un eclesiéstico, 0, como distamos en Espafia, del emester de clerecta» Seguin el dltimo verso «ci falt la geste que Turoldus declinet», seria obra de un tal Taroldas. Pero se plantea el problema del significado que se le dé a esa frase para conacer su verdaders labor Segtin el pormenorizado estudio de J. Horrent, Ia palabra agestan que aparece en este ‘ltimo verso tiene un aeance diferente al que offece en otros versos, en los que ese ‘vocablo hace feferencia a otras fuentes de diversa indole, La ‘egestay del verso 4,002 final parece hacer alustn al relato aque se acaba de oftecer, al poema que se nos ha presentado. “Mis problemitico es elsigniticado de adleinei, que Mat= tin de Riquer? traduce por adeclina», Si «gestan se refiere a Ja rersén que Yeemos, parece que seria 1égico que cl concep- to de ese verbo fuer el de eofrecen, 0 sea, Ja propia version. de Taroldo, Este verso serfa, pues, como una confesién y luna firma al mismo tiempo: él nance se presenta como €l autor original (a0 podea, por otra parte), sino de esa vvetsiOn, Pero no es tampoco, como se acaba de decir, un ‘mero copista, en cuyo caso’ hubiese empleado el verbo cnribir, que, ex la époea medieval, y a uno y otro lado de los Pirineos, desigaaba frecuentemente Ia Tabor de eclbujar las letras, copiadas», como lo atestigua el famoso explicit al final del Cantar de Mio Cid: «Pee Abbat le escrivio 7 Par fds exon detalles cies, costtese J. Home td ante PPR nique, Cano de Rolo, Contr de Rolie yo Rael noon, Bare, Flos de Esopy 1863 pal ‘Turoldo seria, pues, el responsable de esta versitin que ~ thoy podemos lec, de cote low diferentes eandatos con ese nombre, Ie critica se inclina por Turoldo de Féeamp, pues redine @ su favor fas circunstancias de ser nosmando y abad de las casas inglesas de Malnesbury y Peterborough (hadi en la que figuraron dos manuscritos sobre su betalla de Roncesvalies) se sabe, ln Chanson esti escrita en anglo-nomando, Peto antes de pasar a las isas, este Turol- do fue canénigo de Bayeux, cayas celebérrimas tapicerias tan estrechamente estin relacionadas con nuestro texto. Y, pot si foera poco, de una manera u otta partcipé en la no ‘menos famosa batalla de Hastings (1066), que permitio a Guillermo el Conquistador apoderarse de Inglaterra: para cnatdecer a los soldados, parcce scr que se canté, por un jyglar llamado, o apoddo, Teilefer, algo relacionado con Roldin, El pérsonaje, o ia empresa, de este Guillermo famoso no estarian muy lejos de la inspiracién de Turoldo, ‘muerto en 1098, cuando se imaginaba a Caslomagno. Queda, finalmente, escribir el metro del Canar, Cada vyerso consta de dicz'slabas, de rima asonantada y reparti- dos en trades de desigual longitud, Es decir, segiin nuestra clisica divisidn entre «mester de clerecfan’ y venester de jugletian, el Canter de Roldén participatia de ambos. Con ol primero coincide en el mtimero regular de versos (en varias de las otras versiones aludidas, los decasfiabos alternan con los alejandrinas feanceses) y también en a existencia de woa cesura interna, que divide el verso en dos partes, la primera de ellas de cuatso silabas y Ia segunda de seis ‘Con el emester de juglarian coincide en Ia agrupacién de los versos asonantados en Jaiser 0 «seties> de desigual longitud. El Cantar de Roldén en E:spuita Las noticias sobre este nsunto, y sobre otros temas épicos franceses, se conocieron en Fapafia, y desde edad muy ‘temprans, El medio de introduccién pudo haber sido el Camino de Santiago, sin olvidar el asentamiento de ciestas bel ccolonias de ftanceses, 0 el matrimonio entre miembros de tmbas monarguias (por ejemplo, las hijas de Alfonso VI, en pieno siglo xt, con nobles franceses) ¥, desde luego, la Implantacién en nuestro suelo de drdenes religiosss de allende los Pirineos, que lograron una expansiéa considera- ble, tanto cuantitativa como cualirativamente. Piénsese, por sjemplo, que sapusicron la ruina del rto livérgica auréeto- fo, al mozérabe. Hl siglo Xt e8, por asf lmarlo, al «siglo francés» en Espafa. “Algunas de esas noticias son. incluso contemporiness 0 anteriores 1 la fecha del Cantar de Rola de Turoldo, empe- zando por la llamada Nota Frulianene (de finales del siglo Xi) que offece un brevisimo resumen de Ia expedicién y derrota de Catlomagno, citando a algunos de los Doce Pares, entre ellos a Roldén, Oliveros y Turpin. ‘Otios testimonios: Ja Chranica Adiphonst Imperatoris, daciada, « partir de 1157, en honor de Alfonso VIL, contie fe el Tamado Poems de Ameria, en el que se cite expresa- fmonte a Roldin y Oliveros. La Grévica Najerene, cambién fen latin, datada hacia 1160, parece hacesse cco, como la anterior, de un Cantar de Roldén no conservado. En esta misma linea se encuentra la Vida de Sam Millan, que Berceo escribi6 casi un siglo mas tarde, en la que se cita dinects- ‘mente a la famosa pareja Roldia y Oliveros. Ba los Anales toledauas primiros, de os aleededores de 1219, se alude a los doce paies mucrtos en Roncesvalles. Y on pleno siglo uv, siguiendo en muchos aspectos a la erénica citada en primer Iugar, se escribe el lamado Poema de Alfonre Once, en el que s¢ cit no s6lo a Ia famosa pareja, sino también al arzobispo Turpin. YY, pot supuesto, una prueba evidente de cantares penin~ sulates con ese tema es cl fragmento conservado que cono- amos con el nombre de Rentals (inicios del siglo =) del que s6lo quedlan un centenar de versos, que narran el Blanfo de Carlomagno al desebrie los cavers des Eampeones, y que damos en Apéndlice; y para terminas, algunos ofmncs el ilo caroingion, ca el wotofio de 1a Edad) Media» Esta tradicidn tiene también huellas en otras Jenguas| (eo) peninsulates, exactamonte en catalin y en galsico-portugues. Fle muy pronto, Ast en ln segund iad dal sgl cl juglae Guizaut de Cabreira, en réplica a fa jpnorancia de tun colega y competidor, el juglar Cabra, da un resumen del conten del cana, cand a Carley os ms concen de los doce pares, pero también 2 los «enemigos» Ganelén Masi ef : Por lotro extremo, Alfonso Lopes de Buiso, de poco antes de mediados del siglo xu, alude a esta famosa leyenda, ‘Todos estos testimonios podrian incluirse en una «ines laudatoriay. Qué es lo que se alaba? Desde Iuego, la valenta, en lineas generles, de aquellos personajes, que dehieron convertise en paradigma del buen guerrero. Ea los textos castellanos eltados, bien los latinos bien Jos romances, la cita viene a cuento de una compara cidn con el protagonista respectivo. Y estos textos castella: fos se caracterizan, como se podia prever, porque de tal comparacidn se deduce que smuesttos» héroes no desmere- can de ningin modo al lado de aguéllos, lo que quiere sgn, define, gue los fans ean caso a petados. Qué otra cosa podsia resulta? Pues, a cuento de qué se iba @ car uaa materia no diré exttafa, sino més bien hostil, ‘como lo demuestra otra cortiente claramente francéfoba? “Hsta cuenta eon ilustees testimonios, juglarescos unos, ‘ronisticos otros. Enere estos tiltimos, quien inicia el recha- zo €s la Cronica Silense (principios del siglo xn), la cual se alza indignada contra la historiografla francesa, que asegura «que Carlomagao habia tomado muchas ciudades hispanas y abiesto cl camino de Santiago. El monje de Silos es tajante su desmentido: «Franc! falso asserant.» El avzobispo de Toledo, Jiménez de Rada, en su De rebis Hispaniae (1243) acusa por sa parte los juglares de set los, inventores de dicha fabulacién, en lo cual es seguido por la llamada Primera Crinice General, mandada cedactar por Al- fonso X el Sabio pocos afios después. Y, tras ésta, otras créoicas en ella inspirades. Pero, entre tanto, ya se habia creado, mejor seria decie inventado, un héroe nacional que habria tomado el papel de Marsil y sus sartacenos y venceris, te] 4 los franceses. en Roncesvalles. Me estoy tefitiendo al famoso Bemasdo del Carpio. De este personaje se puede decir que todo lo que le rodca cs confuso, cuando no contradictorio. Vamos a exponer solamente Y cambign en cl extaio que pracede ami edicn, en Kspasn Cape, xl, Cscos Castells, Mac, 1908, 1 Qusselenaa cannes Caos (0), sag asses aren ss obvine (asl arriesgado asegurar que estos dos textox deben su existencia, centre otros motivos, a aquella rivalidad politica, Epica france y pie espaola Es no menos tradicional, cuando se habla de este tema, la compazaciéa entre los dos monumentos de ambas literara- tus, el Cantar de Roldin y el Cantar de Mio Ci Como es bien conocido, don Ramén Menéndee Pidal, profundo conocedor de esta materia, es autor de las compa. raciones més femosas, en las cuales no puede evitar mostrar, de una forma muy clara, sus pzefeseacias. : fn primer ugat, en ess an apesonadas afmaciones ¢ le catacterizan tanto como su enorme crudicién, se tral uma inclinacdn muy raconalia (alo Berane dal Carpio casi) en favor del Cantar del Cid. En sa caso, es totalmente comprensible: «el de Bivary le dio no poca “Sy? camo considera que ol ecaimon, ola vero, fs la nota mas caracteristies de ese monumento literatio, resulta ser el rasero por el que se deben medit todos los textos épicos. Vistas asi las coxes, es obvio que la Chanson sale destavorecida Y tememos que Menéndey Pidal hubiese hecho la misma seloccicn en otras comparaciones, pues, a su jucio, el realis- imo ¢5 uta de las caraceristieas, de muestra litertura, Por aque lo es de nuestro carieter. Lamentemos no estar de acuerdo con dicho plantcamien- to. No s6lo ef realismo no es ela» peculiaridad de nuestra literatura, ni siquiera en Ia Fad Media, sino que, ademés, hay textos medievales de caricter épico, como el Poema db Fernin Gangeg, may acusadamente inspirados en el espirit 6 algunas ints) de exe texto fe . Asi pues, la comparaciéa entre esos dos monument ltraron acho tena explcon. pam verlicar st hbo intos de contacto entre ellos y, mis coneretamente, si I en castellana debe algo a la francesa. Es decir, sélo desde plano cientfico, no desde el afectivo. é Y quicncs conozean ambos textos saben las dificultades eal «que presenta establecer esa relacién, Jules Horrent, que los once amy bin, fim que el cance easel no neces 16 del francés para nada, Flay, claro esté, cierts coincidlen ins, derivadas de unas citcunstancias histoticas que tenfan algtin parecido, o de cierta fraseolopia ciestamente extendi. dla. Pero las diferencias entre ellos, y aquf es donde se da Ia comparacin afectiva, son muchisimo mis grandes, y sus peculiatidaces muy propias. Muchos mis puntos comunes presenta el Contar de Rolin con el Puema de Fernin Grngdlee. Ambos se ceatran en dos aspectos fandamentales: el espitiu y la técnica, En cuanto al primero, es obvia su religiosidad. La socie- dad vista en uno y otro es un reflejo del modelo que predica Jn iglesia: goberiante sacralizado, concordia perfects, Los milagtos, las conversaciones con la divinidad, ef esptiea de enuztda, visiones proféticas, desautorizacin ‘del eontrario, ft, se dan aqui y allé bastante profusamente, En la técnica narrativa, Ins coincidencias son tambicn abundances, Cabe seialar, «titulo de ejemplo, a esterentipa. cién en Ia narracién de batallas, en la descripeidn de lupates, aspectos ambos que recuerdan al atte rominieo: se abstias para simbolizar, para lo cual bastan los elementos mis constirutivos. Otro punto de contacto es el respeto del isosilabismo, Esto, que parece elemental, se olvida con frecuencia. Pero'no se agotan aqui las coincidences, En efecto, fruto de una preceptiva comin, podemos ver agai y alli la prescntacién de ejercitos maravillosos, forma. dlos por auténticas muchedumbres. En ellos se encuentsan lan08 campeones de ‘armas no abandonar», que se lanzan ciegamente en lo mis artiesgedo de Ja Iucha dejando una gstela de cadiveres, cual modemnas tiladoras, Y esta og lardian no se les niega, bien al contratio, a los enemigos ‘vuando nos son presentados, si nuestra ingenuidad es gran dle, nos asalta el temor de que jams pocinin ser vencidos Hin realidad, no son sus cualidades las que se nos presentan, sino In de los «nuestros», pues, como es sabidoy a mayor calidad (0 cantidad) del adversario, mis métito’cended la victoria que se obtenga sobre ellos, bs) ‘Asi, hay un recurso que se repite. El cjército cristiano pasa siempre apuros en los inicios de un combate, Se inicix el ususpense» para el no acostumbrado. Logicamente, los guerreros de la cruz empiezan a decaer (Fa caer), Ha Tiegado et momento en que el jefe lance ardientes exhorta- ciones a la lucha, recordandoles su condicién, para pasar a dar ejemplo de ‘arrojo, Es también el momento ea que «Dios esti con nosotros», y, para mayor comprobacién, se realiza el prodigio, la aparicidn (ali del angel San Gabriel, gui del Apostol Santiago), etc. ‘Se puede arpiiir que el Poema de Fernin Gongileg 00 tao ievadiacién de sa comparado. Desde luego. No solo porque cs de una calided bastante inferior, sino también porque el Pocma es de un nacionalismo castellano a ultranva, tanto, «que le hacfa irepresentable fuera de los limites de ese reino, ¥ quizis incluso dentro. Su monje compositor tuwo mis en ‘cuenta los intereses de un monasterio que los de la Iptesia Yao se despega tanto de ls historia, sino que ineide en ella contiouamente. Adulterindola, desde luego. Criteros de esta traducin, Feicones Partiendo del principio de que, al tratarse de wna traduc- cid, el texto original va a ser forzado, y doblemente, pues 10 se trata sélo «le un cambio de lengua, sino tambien de época, he intentado aproximarme a aguél en Ia medida que Jo permitia este doble obsticulo, Para empezar, se trate de dale al verso una de sus carnctesistcas bisicas, el ritmo. Para ello, he clegido un metzo, el alejandrino espafiol, con su disposicién acentual consecuente. Los versos del Cantar ponea dos acentos principales, situados siempre en las sllabas cuarta y décima, y ous secundarios, que oscilan entre la primera y la segunda, y la séptima y la octava, En mi versiGn, los acentos principales tela locdlzados ea las labon act teens, Coo en esperar, y los secundatios, en Ia segunda o teteera, y en la novena sabre todo, La cleccién del alejancino se debe a varias razones. Se 126] acaban de citar los puntos de contacto con el Paema de Hernia Gomedlex, que emplea ese verso, Podria aducir tam- bien que en el fragmento del Renceraler domina el hemisti- quio de siete slabas, Por otra parte, hay que tener en cuenta que, por las catactetsticss de ‘ambas lenguas, una traduccion espanola Tne siempre supone alyums sllabas mis, Yearos un ejemplo: ‘Las est li eis, carla peine est mult grand, (2519) (Laso es el 1e¥, pues la pena es may grande.) Parece, entonces, adecuada 1a eleccién de un metzo que proporcione cierta holpura a la traduccién, Se ha intentada realizar una traduecién al tiempo sespe- tuosa (Jo mas préxima posible a la literalidad) y gi. Peque- fas licencias y alteraciones han sido, por supuesto, necesa- tas a veces para lograr la forma métrica, Pos otra parte, una de las versiones castellanas que mis apoyo me ha dado, la del profesor Martin de Riquer, verdadero macstro en la materia, contiene en su prosa no ppocos «slejandrinos», que me han evitado ottos tantos es fuerzos. He aqut algunos: La parte del espinazo sin buscar las junturas (CIV) Donde esti vuestra espada, que Altadara se Ima? (CVT) Y¥ lo revuelea muerto en medio de wn barbecho (CVI) ‘Que nuestro cmperidor tuvo buenos vasallos (CXI), etc Existen tradueciones en prosa, como le de Benjamin Jainés, cuya tltima ediciin, la 4%, Madrid, Alianca, 1979, hee consultado; o las de Martin de Riquer, uaa de divulga: cin, Madrid, Austral, 1982, y ots critica, Barcelona, El Festin de Esopo, 1983. Ea verso estin tambin las de Luis Cortés Vézquea, Sala- ‘manea, 1975, y Angel Crespo, Barcelona, 1983, que apenas tye tiempo de consultar. En estos casos, se ha quctido dar ‘un paso mls, dindole también ima, lo’ cual es siempre a costa de una violentacién, es decir, un alejamiento del texto osiginal le

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