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BLLy nas filos6ficos euyo contenido epistémico hace mucho no guarda rela~ cin con la ciencia, Las grandes filosofias exponen el mundo en el orden de las ideas. Por regla general, los contornos eoneeptuales en. {que esto ocurria resultaron quebrados hace tiempo. No obstante, estos sistemas afirman su validez en cuanto proyeeto de una deseripeién del mundo, como Platén con le doctrina de las ideas, Leibniz con la monadologia o Hegel con la dialgetica. Es en eTeeto propio de todos ‘estos intentos seguir estableciendo su sentido, ya menudo desplegarlo potenciado, cuando son referidos, en ver de al mundo empirico, al mundo de las ideas. Pues estas construcciones intelectuales surgieron, como descripcién de un orden de las ideas. Cuanto més intensamente trataban los pensadores de trazar en ellas la imagen de lo real, tanto mas ricamente tenian que configurar un orden conceptual que a ojos de intérpretes posteriores debia ser relevante pa del mundo de las ideas como la que en el fondo se buseaba, Si su tarea es el cjercicio en la proyeccién descriptiva del mundo de las ideas, de modo que el mundo empirico se adentre por si mismo y se disuelva en 1 fildsofo ocupa en cansecuencia la posicién intermedia entre el restigador y el artista, El artista traza una pequefia imagen del mundo de las ideas y, como la traza como simil, ésta debe ser definitiva en cada momento presente. El investigador, por su parte, dispone el mundo para la dispersion en el ambito de las ideas al dividislo desde dentro en el concepto. A él lo vincula con el fildsofo el interés en la extineién de Jo que es mera empiria; al artista, en cambio, la tarea de la exposicion. Ha sido corriente colocar al filésofo demasiado cerca del investigad yadstea menudo en la que es su versién mas limitada. Ninguno parecia ser lugar, en la tarea propia del fildsofo, para atender a la exposicién. El concepto de estilo Filoséfico se encuentra libre de paradojas. Sus postulados son: el arte de seccionar en contraposicion con la cadena de a deduceién; Ia tenacidad del tratado en contraposicion con el gesto del fragmento; la repeticion de los motivos en contraposieién con el “universelismo superficial; la plenitud de la concisa positividad en con traposicién con la polémica refutadora W. Dewiarnd — 228 5. OMGEN oEL TRAUERSPEL ALEMAN In exposicion originaria Para que la verdad se exponga en tanto que unidad y unicidad, de ningin modo se exige una conexién deduetiva coherente a la manera de la cien- cia, Y, sin embargo, es esta coherencia la tinica forma en que la logiea del sistema se relaciona con la nocién de la verdad, Pero tal clausura sistema= ap? fees ea nia ces 229 liea no tiene mas en comdn con la verdad que cualquier otra exposicién syuc trate de cerciorarse de ella mediante meros conocimientos y cone siones de conocimientos. Cuanto mas escrupulosamente se aplica la tworia del conocimiento cientifico a las diferentes diseiplinas, tanto mas ‘mconfundiblemente se expone la ineoherencia metédica de éstas. Con uida ambito cientifico individual se introducen nuevos ¢ indeducibles presupuestos, mientras que en cada une los problemas de los presu- jnuestos precedentes a él se consideran resueltos con el mismo énfasis con que se afirma Ia inconchusividad de su solucién en otros contex- tus! Uno de los rasgos menos filosoficos de aquella teoria de la ciencia «je no parte en sus inwestigaciones de las disciplinas individuales sino de postulados supuestamente cientificos es considerar esta incoherencia como accidental. Sélo que esta discontinuidad que se da en el método rientifico esta tan lejos de determinar un estadio de menor valor, provi- sional, del conoeimiento, que més bien podria promover positivamente la teoria de éste si no se interpusiera la pretensién de apropierse de la verdad, la cual sigue siendo unidad sin grietas, mediante una integracién enciclopédica de los conocimientos. Unicamente donde en su esquema bisico se halla inspirado por la constitucién que es propia del mundo de las ideas, el sistema tiene valider. Las grandes articulaciones que no solo determinan los sistemas sino también la terminologia filoséfica las mas generales: l6gica, ética y estética~ no tienen tampoco signifieado como nombres de diseiplinas especializadas, sino como monumentos de una estructura discontinua caracteristica del mundo de las ideas. Pero los fenémenos no entran integralmente al interior del mundo de las ideas en lo que es su estado empirico bruto, con el que se mezela la aparien- cia, sino Gnicamente en sus elementos, en tanto que salvados. Asi se despojan de su unidad falsa para participar, divididos, de la auténtica uunidad de la verdad. En esta division, que es propia suya, los fendme- nos se subordinan a los conceptos, los cuales consuman la disolucion de las cosas en los elementos. La difereneiacién en conceptos queda & salvo de cualquier sospecha de puntillismo destructive exelusiva~ mente alli donde se haya propuesto ese rescate de los fendmenos en Tas ideas, el 1a dauiniuevee ovigetv* que Platon enunciara, Gracias a su 1 Ge, Emile Meyerson: Delpltion dnl snes Dela xiao de la cit, 2 ol Pars, 92, fos, © Sulrlos fensmenose [N.del.] 230 EL ORIGEN DEL TRAUERSPIEL ALEHAN papel de mediadores, los conceptos permiten a los fenémenos parti- cipar del ser de las ideas. Y justamente este papel de mediadores los hace aptos para aquella otra tarea, que resulta igualmente originaria, correspondiente a la filosofia, a saber, la exposicion de las ideas. Al consumarse la salvacion de los fenémenos por Ia mediacién de las iddeas se consuma la exposicién de las ideas en el medio de la empiria. Pues las ideas no se exponen en si mismas, sino dniea y exclusiva~ mente en la ordenacion de elementos césicos que se da en el con- cepto. Y en cuanto configuracién de dichos elementos es como lo hacen ciertamente. La panoplia de conceptos que sitve sin duda a la exposicién de una idea hace a ésta presente como configuracién de aquellos conceptos. Pues los fendmenos no estan incorporades como tales en ideas, ni estan tampoea en ellas contenidos. Las ideas son mas bien su virvual ordena- miento objetivo, su interpretacién objetiva. Si ni contienen en si por incorporacion los fendmenos, ni tampoco se evaporan en funciones, en la ley de los fenémenos, es decir, en la “hipdtesis’, surge la pregunta de en qué modo y manera se aleanzan los fenémenos. Y a ello ha de replicarse que se aleanzan en su representacién, En cuanto tal, la idea pertenece aun ambito radiealmente distinto del aprehendido por ella No se puede por tanto adoptar como criterio de su existencia silo apre~ hendido lo comprende bajo si como el concepto de género contiene a las especies. Una comparacion puede ilustrar su significado. Las ideas son allas cosas lo que las constelaciones a las estrellas, Esto quiere decir, ee a ee ven para el conocimiento de los fenémenos, y éstos no pueden ser cri- terios para Is existencia de las ideas. Mas bien, el significado de los fenémenos para las ideas se agota en sus elementos conceptuales. Mien- tras que los fendmenos, con su existencia, comunidad y diferencias, determinan la extensién y contenido de los conceptos que los abarcan, su relacién con las ideas es Ia inversa en la medida en que la idea, en cuanto interpretacién de los fendmenos -o, mas bien, de sus elemen- tor, determina primero su mutua pertenencia, Pues las ideas son constelaciones eternas, al eaptarse los elementos como puntos de tales constelaciones los fenomenos son al tiempo divididos y salvados. Y, ciertamente, es en los extremos donde esos elementos, euya separacién delos fendmenos es tarea del concepto, salen ala luz con mayor preci » LANDER cola CONFIGURACION /LA PALABRA COMO IDEA 2gr son, La idea se parafrasea como configuracién de la conexion de lo ‘stremo-Gnico con lo a él semejante, Por eso es falso entender las refe- ‘wneias mas generales del lenguaje en tanto que conceptor, en lugar de seconocerlas como ideas, Es un error, en efecto, presentar lo general como mediocre. Lo general es la idea. En cambio, en lo empiico se jienetra tanto més profundamente cuanto mas se lo puede ver como slgo extremo. Y el concepto parte de lo extremo. Asi como a la madre solo se la ve comenzar a vivir con todas sus fuerzas cuando el jos, al sentir su proximidad, se eierra sobre ela, asi las ‘ubran vida cuando se juntan los extremos a su alrededor. Las ideas 0, on terminologia de Goethe, mas bien: los ideales~ son las madres féus~ ‘icas, Permanecen oscuras en tanto los fenémenos no se les declaran agrupandose a su alrededor. Pero la recoleccion de los fenémenos es cosa de los conceptos, y el fraccionamiento que en ellos # consuma en virtud del entendimiento diferenciador es tanto mas significative por ‘uamto cumple dos cosas mediante una y a misma operacién: In salva~ cién de los fen6menos y la exposicién de las ideas. Las ideas no estan dadas en el mundo de los fenomenos. Surge enton~ ces por tanto la pregunta de en qué consiste su modo de ser dadas, del que mas arriba se ha hecho menei6n, y la de si es includible confiar la explicacién de la estructura del mundo de las ideas a la a menudo invo- cada intuicién intelectual. Si en alguna parte queda abrumadoramente clara Ia debilidad que todo esoterismo comunica a la filosofi vision’ que se prescribe a los adeptos de todas las doctrinas del paga- nismo platénico como actitud filosofica. El ser de las ideas no puede ser pensado en absoluto como objeto de una intuieién. Pues ni en la mas paradojiea de sus pardfrasis, como intlectu archeypus, penetra ésta en el peculiar darse de la verdad, por el cual se sustrae a toda clase de inten~ ci6n, incluido el hecho de aparecer como intencién ella misma. Y 5 que la verdad no entra nunea en ninguna relacién, y nunea especial ‘mente en una relaci6n intencional. Pues el objeto del conocimiento, en cuanto objeto determinado en la intencién conceptual, no es en modo alguno la verdad. La verdad es un ser desprovisto de intencién que s¢ forma a partir de las ideas. La actitud adecuada respecto a ella nunca puede ser por consiguiente una mira en el conocimiento, sino un penetrar en ella y desaparecer. La verdad es la muerte de la intencién. Mas atin, ése justamente puede ser el significado de la fibula de aquella esen la Th. Appar 88 ACTUALIDAD DE LA FILOSOFIA La ruptura en el Ser mismo prohibe toda jus- tificacion semejante de lo existente; ya pueden nuestras imagenes perceptivas ser figuras, que el mundo en que vivimos y que esta constituido de otro modo no lo es; el texto que la filosofia ha de leer es incompleto, contradictorio y fragmen- tario, y buena parte de él bien pudiera estar a mer- ced de ciegos demonios; si, quizds nuestra tarea es precisamente la lectura, para que precisamen- te leyendo aprendamos a conocer mejor y a des- terrar esos poderes demoniacos. Por otra parte, la idea de interpretacién no exige la aceptacién de un segundo mundo, un trasmundo que se ha- ria accesible mediante el andlisis del que apare- ce. El dualismo de lo inteligible y lo empirico tal como lo establecié Kant y como, segiin la pers- pectiva postkantiana, lo habria afirmado ya Pla- t6n, cuyo cielo de las ideas con todo atin perma- nece en el mismo sitio y abierto al pensamiento —ese dualismo hay que incluirlo en la cuenta del ideal de investigacién antes que en la del ideal de interpretaci6n, un ideal de investigacion que es- pera reducir la pregunta a elementos dados y co- nocidos, y en donde nada seria mas necesario que la sola respuesta—. Quien al interpretar busca tras el mundo de los fenémenos un mundo en si que le subyace y sustenta, se comporta como al- guien que quisiera buscar en el enigma la copia de un ser que se encontraria tras él, que el enig- ma reflejaria y en el que se sustentaria, mientras que la funcién del solucionar enigmas es ilumi- nar como un relampago la figura del enigma y ha- LA ACTUALIDAD DE LA FILOSOFIA 89 cerla emerger, no empefiarse en escarbar hacia el fondo y acabar por alisarla. La auténtica inter- pretacion filoséfica no acierta a dar con un senti- do que se encontrarfa ya listo y persistiria tras la pregunta, sino que la ilumina repentina e ins- tantaneamente, y al mismo tiempo la hace consu- mirse. Y asi como las soluciones de enigmas to- man forma poniendo los elementos singulares y dispersos de la cuestién en diferentes érdenes, hasta que cuajen en una figura de la que salta la solucién mientras se esfuma la pregunta, la filo- sofia ha de disponer sus elementos, los que reci- be de las ciencias, en constelaciones cambiantes 0, por decirlo con una expresién menos astrolé- gica y cientificamente mas actual, en diferentes ordenaciones tentativas, hasta que encajen en una figura legible como respuesta mientras la pregun- ta se esfuma. No es tarea de la filosofia investi- gar intenciones ocultas y preexistentes de la rea- lidad, sino interpretar una realidad carente de intenciones mediante la construccién de figuras, ‘de imagenes a partir de los elementos aislados de a realidad, én virtud de las cuales alza los perf, Tes de cuestiones qu rea de la ci Pi ‘sar exhaustivamente (véase Walter Benjamin, Ur- sprung des deutschen Trauerspiels, Berlin 1928, pag. 9-44, en particular pags. 21 y 33); una tarea ala que la filosofia sigue estando vinculada, por- que su chispa luminosa no sabria inflamarse en otra parte que no fuera contra esas duras cues: tiones. Aqui se podria buscar la afinidad, en apa- riencia tan asombrosa y chocante, que existe en- 90 ACTUALIDAD DE LA FILOSOFIA tre la filosofia interpretativa y ese tipo de pensa- miento que prohibe con el maximo rigor Ta idea de Io intencional, de lo significativo de la reali- ‘dad: el materialismo. Interpretacién de lo que ca- rece de intencién mediante composicién de los ele- mentos aislados por andlisis, e iluminacién de lo real mediante esa interpretacion: tal es el progra- ma de todo auténtico conocimiento materialista; un programa al que tanto mas se adecuaré la ma- nera materialista de proceder cuanto mas aleja- do permanezca del correspondiente «sentido» de sus objetos y menos se remita a algtin sentido im- plicito, pongamos por ejemplo religioso. Pues hace mucho que la interpretacién se ha separado de toda pregunta por el sentido, o lo que quiere de- cir lo mismo, los simbolos de la filosofia se han derrumbado. Si la filosofia ha de aprender a re- nunciar a la cuestién de la totalidad, esto signifi- ca de antemano que tiene que aprender a apafiar- selas sin la funcién simbélica en la que hasta ahora, al menos en el idealismo, lo particular pa- recia representar a lo general; y sacrificar los grandes problemas de cuya grandeza pretendia an- tes salir fiadora la totalidad, mientras que hoy la interpretacién se escapa entre las anchas mandi- bulas de los grandes problemas. Si la interpreta- cién solo llega a darse verdaderamente por com- posicién de elementos minimos, entonces ya no tiene parte alguna que tomar en los grandes pro- A blemas en sentido heredado, o sélo de manera tal que haga cristalizar en un hallazgo concreto la | cuestién total que antes ese hallazgo parecia re- LA ACTUALIDAD DE LA FILOSOFfA 91 presentar en forma simbélica. La desconstruccién en pequefios elementos carentes de toda intencién se cuenta segtin esto entre los presupuestos fun- damentales de la interpretacién filoséfica; el vi- raje hacia la «escoria del mundo de los fenéme- nos» que proclamara Freud tiene validez mas alla del ambito del psicoandlisis, asi como el giro de la filosofia social mds avanzada hacia la econo- mia proviene no sélo del predominio empirico de ésta, sino asimismo de la exigencia inmanente de interpretaci6n filoséfica. Si la filosofia quisiera preguntar hoy por la relacién en términos abso- jutos entre la cosa en si y los fenémenos o, por recurrir a una formulacién mas actual, pregun- tar por el sentido del ser sin més, se quedaria en una arbitrariedad formal o bien se escindiria en una multiplicidad de posibles visiones del mun- do a elegir; dando no obstante por sentado —voy a dar un ejemplo a titulo de experimento mental sin afirmar que sea posible su realizacion de he- cho—, dando, asi pues, por sentado que fuera po- sible agrupar los elementos de un andlisis social de modo que sus interrelaciones formaran una fi- gura en la que quedara superado cada elemento particular, una figura que sin duda no preexiste organicamente sino que tiene que ser producida: la forma mercancia. Entonces, no se habria re- suelto con ello el problema de la cosa en sf; tam- poco si, por ejemplo, se hubieran sefialado las con- diciones sociales en las que llega a producirse el problema de la cosa en si, algo que Lukacs pen- saba todavia como solucién; pues el contenido de 92 ACTUALIDAD DE LA FILOSOFIA verdad de un problema es diferente por princ! pio de las condiciones histéricas y psicolégicas a partir de las cuales se desarrolla. Pero si seria posible que, ante una construccién satisfactoria de la forma mercancia, el problema de la cosa en si se esfumara sin mas: que la figura historica de la forma mercancia y del valor de cambio, a ma- nera de fuente de luz, dejara al descubierto la con- figuracién de una realidad en pos de cuyo senti- do ulterior se esforzaba en vano el problema de la cosa en si, porque no hay ningiin sentido ulte- rior que fuera separable de su manifestacién his torica, primera y unica. No quisiera plantear aqui afirmaciones materiales, sino solo indicar la di- reccién en la que alcanzo a ver las tareas de la interpretacion filos6fica. Pero si esas tareas es- tuviesen correctamente formuladas, algo se habria arreglado, en todo caso, en cuanto a las cuestio- nes de principio filoséficas, algo cuyo plantea- miento explicito quisiera evitar aqui. Para ser pre- cisos, que la funcion que las cuestiones filoséficas heredadas esperaban ver cumplida por ideas su- prahistéricas, con un modo de significacién sim- bélico, seria cubierta por ideas constituidas in- trahistorica y asimbolicamente. Pero asi se habria planteado también de un modo fundamentalmen- te diferente la relacién entre ontologia e historia, sin que por ello se necesitara el asidero artificial de ontologizar la historia como totalidad en figu- ra de mera «historicidad», con lo que se perderia cualquier tension especifica entre interpretacioy yobjeto y quedaria exclusivamente un historicis- LA ACTUALIDAD DE LA FILOSOFIA 93 mo enmascarado. En vez de esto, mi concepcién ya no haria de la historia el lugar desde el que las ideas ascienden, se elevan de manera indepen- diente y vuelven a esfumarse, sino que las image- nes historicas serian en si mismas semejantes a ideas cuyas interrelaciones constituyen una!ver- \dad carente de toda intencionalidad, en lugar de la verdad sobreviniera como intencién en la historia. Es sdlo que interrumpo aqui esta Tinea ‘de pensamiento: pues las declaraciones generales no son en parte alguna tan cuestionables como ante una filosofia que quisiera excluir de si mis- ma toda declaracién abstracta y general, y que solo precisa de las suyas por la situacién de ne- cesidad de una transicién. Por lo bozar una segunda relacié fia interpret respuesta al enigma no es el ‘sentido» del enigma de modo tal que ambos pudiesen subsistir al mis- mo tiempo, que la respuesta estuviese contenida en el enigma, que el enigma lo constituyera ex- clusivamente su forma de aparicién y que ence- rrara la respuesta en si mismo como intencién. Mas bien, la respuesta esta en estricta antitesis con el enigma; necesita ser construida a partir de los elementos del enigma, que no es algo Ileno de sentido, sino insensato, y lo destruye tan pronto como le sea dada la respuesta convincente. El mo- vimiento que aqui se leva a cabo como jucgo lo lleva a cabo en serio el materialismo. Serio si fica ahi que la contestacién no se queda en el Ai bito cerrado del conocimiento, sino que es la p 94 ACTUALIDAD DE LA FILOSOFIA xis quien la da. La interpretacion de una realidad “con la que se fropieza y su superacién se remiten la una a la otra. Desde luego, la realidad no que- da superada en el concepto; pero de la construc- cion de la figura de lo real se sigue al punto, en todos los casos, la exigencia de su transformacién real. El gesto transformador del juego del enig- ma, y no la mera solucién como tal, da el prototi- po de las soluciones, de las que sélo dispone la praxis materialista. A esa relacién la ha denomi- nado el materialismo con un término filos6fica- \ mente acreditado: dialéctica. Sélo dialécticamen- \ te me parece posible la interpretacién filos6fica. Cuando Marx reprochaba a los filésofos que sélo habian interpretado el mundo de diferentes for- mas, y que se trataria de transformarlo, no legiti- maba esa frase tan sdlo la praxis politica, sino también la teorfa filoséfica. Sélo en la aniquila- cion de la pregunta se llega a verificar la autenti- cidad de la interpretaci6n filos6fica, y el puro pen- samiento no es capaz de llevarla a cabo partiendo de s{ mismo. Por eso trae consigo a la praxis for- zosamente. Es superfluo especificar de forma ex- plicita una concepcién del pragmatismo en la que teoria y praxis se ensamblan del mismo modo que en la dialéctica. Asi como soy consciente con toda claridad de la imposibilidad de desarrollar el programa que les presenté —una imposibilidad que no resulta s6lo de lo apretado del tiempo, sino que se da de forma general precisamente porque, en cuanto programa, no se puede desarrollar en toda su ple- LA ACTUALIDAD DE LA FILOSOFIA 95 nitud y generalidad—, también me siento en la obligacion de ofrecerles a ustedes algunas indi. caciones. Para empezar, la idea de interpretacion no retrocede ante esa liquidacién de la filosofia que, me parece, sefiala el desplome de las ultimas | pretensiones filos6ficas de totalidad. Pues excluir estrictamente todas las pregun- tas ontolégicas en el sentido tradicional, evitar conceptos generales invariables —incluyendo por ejemplo también el de ser humano—, suprimir toda idea de una totalidad autosuficiente del es- piritu, incluyendo la de una chistoria del espfri- | tu» cerrada en s{ misma, y concentrar las pregun- tas filos6ficas sobre complejos intrahistoricos , concretos de los que no deberian desprenderse, son todos postulados que desembocan en algo so- bremanera similar a una disolucién de lo que has- | ta ahora se llamaba la filosofia. Como el pensa- miento filoséfico del presente, y en cualquier caso el oficial, ha mantenido apartadas de si tales exi- gencias, o en todo caso contempla la posibilidad de asimilar algunas de ellas debidamente dulcifi- cadas, la critica del pensamiento filosofico impe-_ rante parece una de Jas tareas més serias y ac- | iuales, No temo el reproche de negativismo estéril —una expresién a la que Gottfried Keller carac- terizé una vez como «reposteria de pan de espe- cias»—. Si de hecho la interpretacién filosofica sélo puede prosperar dialécticamente, entonces el primer punto de ataque dialéctico se lo brinda una filosofia que cultiva precisamente aquellos problemas cuya supresién parece mas acuciante qu W. Awan S, one Waren, Derren En memoria de Benjamin (1940)* Walter Benjamin, cuya muerte publicé Aufbau et 11 de octubre le 1940}, era ampliamente conocido en Alemania tomo publicista, sobre tado como colaborador del Frank- Jurter Zeitung y ol Literariuhe Welt, Muchos conocian tam bién strnombre como el det magistral traductor de grandes partes de la obra novelistica de Proust, Peto su importancia ts de una dimension distinta, Si alguien, una vez. més, dio hhonor al desacreditado concepto del fildsofo; si alguien, una vez. mas, se percat6 de la posibilidad que habia en lo real mediante la Reraay la oniginalidad de su pensamien- {o, ese fie Walter Benjamin. Es fiel expresién, de la situa. ‘ion el qite se le negara el reconocimiento piblico al que el bnillo de sus dlotes parecia hacere acreedor. Siguié la pul {(s'incomparables y no bused un escon dijo cn lo existete, et las esctcls filos6ficas y en los hé bitos intelectuales reconocidos. Insistiéen contemplar to- dos los objetos tan de cerca como le fuera posible, hasta Gue se volvieran ajenos y como ajenos entregaran su secre to. Nose librd dela falta de aquiescencia, Se quité una vida sion de unay aptituc Bata nestolgienapareié en: Auf rrcan Joi Wrety in Ge ‘anand Engh Naevd Vouk), 18.10.1940 (Vol 619" 2), pig 7. Texto de ‘Sia edison: Adomo, Geom Sen, econ de Rolf Tedemann con Ip eolaboracion de Gretel Adomo ¥-otos, tind 20. Birr caro TFranefre 1986, pigs. 169s 7 enamin musi el 26 de septiembre de 1940 en PortBou. 70 que el mundo queria negarle desde que empez6 a pensar, ‘Sus trabajos filosdficos no aparecieron como sistema, ni como esbozos libres, sino que adoptaron la forma de co mentario y critica de textos. En ellos, la tradicién de la teo- Toga judia se abria paso en un pensamiento que se referia a materias profanas para atrapar el rast de la verdad cn sus capas més impenetrables. Del circulo de esas interpretacio nes, Jas muds importantes son las de Las ffnidades ehatcus de Goethe el libto El origen dela wagedia alemana, que intents interpretar el drama aleman del Barroco bajo el signo cle ba ssalvaciOne del alegria prohibida por toda esis oficial a filosofia de Benjamin estaba dominada por la tension entre la doctrina de la sirredlidad de la desesperacion»? y la de Ia naturaleza caida de! destino, la mitica «continuidad de culpa de lo vivo»'. En afios posterioes, esta tensién se ta dujo para Benjamin en una tensién social, sin sactficar nin: sguno de los impulsos originales. El libro de aforismos Dirre cidn nica dio entrada a esta fase. Su ultimo resultado es ef trabajo sobre Baudelaire publicaco en la Zits fir Soria! farstan ona de os mi ganiosos eat ios sii filoséficos de la época. Forma parte de los aledafis dle una ‘obra sobre Paris que se plateaba la tarea de escribir La Phe Historia flosifica dt sito wit. Usta obra, que ocupé 4 Benja ‘min durante quince anos y hubiera Hlevado a su eal todos los motivos de stt filosofia, no Ilegd a ser concluida, Es imposible dar en pocts palabras ni siquiera una idea de la rs) de i eee ier ao ‘estado protegida i ealasividad Se desplegarien el tiempo, porate i Eis su deseo mis secreto es el deseo de todos. Pero se ha rdido la mirada que veia el mundo desde la perspectiva de {es muertos, como'syaciera ante él en una penumbra sol: tal como puede aparecer a los ojos del redimido; tal, como es. De manera incansable, esta mirada mortalmente triste de- sramé toda clase de calor y esperanza sobre esta vida gélida. ® Ver anba, now 16 al capitulo -Caracteiacin. 2 Wer, 138 y I), 175, ver tambien nota 6 a lnwoducegn alos Brion "Ver Ia), 60548. n ficilmente pueden caber dudas de que este trabajo era total y enteramente producto de Benjamin’ ‘A estas producciones se afiadieron muchas mas cosas, en realidad el contacto ya no se interrumpié nunca. Nos ¥- mos una y otra vez, 2 intervalos, naturalmente mucho en Paris, durante la emigracién; antes en Konigstein en el aio 1929, cuando nos leyd los primeros textos del trabajo sobre los pasajes. Nos encontramos en todos los lugares sibles del mundo, pero sin pensar en planes o finalidades, simplemente bajo el signo del comtin filosofar, si puedo de: cirlo sin parecer pretencioso, Benjamin era de una productividad ni més ni menos que inagotable, que se renovaloa a partir de sf misma. Apenas se ppodia hablar con dy ni siquiera de las cosas aparentemente iis banales e indiferentes, sin que esa productividad apro- vechars y transforma todo fo que tocaba. Si antes he di cho que filesofabamos juntos, esto, no ha de entenderse como cuando los jovenes que se dedican a la Filosofia por ser su especialidad hablan entre sf de Filosofia. Lo incluso tedricamente significativo de Benjamin es que en él la fuer 1a filos6fica se extendia a objetos no filosdficos, a materia: les aparentemente descoloridos y carentes de intencién. asi se podria decir que se mostraba filoséficamente tanto mas brillante cuando aquello de lo que hablaba no era, por asi decitlo, objeto oficial de la filosofia. Por eso, es dificil clinitar temiticamente las conversaciones, Pero puedo re: cordar que, incluso cuando discutfamos sobre cosas filosé ficas en sentido estricto, menudo me hacia una impresion extraorinaria con sus frases eseuetas, un poco sentencio sas. En una dcasion, por ejemplo, acudia a él para desarro llas, en relacion con dleterminaclas consideraciones de teo- ria del conocimiento, una diferencia entre intenciones de fundamentar e intenciones de cumplir, y él lo rechazé de ‘manera cordial, pero al mismo tiempo muy eritica, dicien- do: bueno, estan las intenciones de fundamentar y las in- tenciones de cumplir. Entendi que con ello dejaba sin efec- to toda esa esfera que se deriva de ln Fenomenologia de * Ver IV{), 307316, B Husserl, de su forma concreta de pensar, de reventar los ob- jetos concretos, sin discutir o refutar argumentos, simple mente por su esencia un tanto académicamente rigida € inesencial “Apenas serd una fantasia « posteriori que diga que desde el primer momento tuve de Kenjamin la impresion de es tar ante una de las personas nuis importantes con las que nunca he tropezado, Yo tenia entonces 20 anos, estaba ya tun poquito maleado intelectualmente, pero me euesta trae bajo encontrar las palabras aclecuasas para reproducit la fuerza de mi impresiin sin caer en expresiones de cursi ex zeracion, Fue como si a través de esa Filosofia se me pusie ra por vez primera ante los ojos lo que tenia que ser la Fi: losofia si debfa cumplir aquello que prometfa, y lo que no cumple desde la subrepticia separacién kantiana entre aquello que se mantiene dentro de los limites de la expe riencia y aquello que supera los limites de la posibilidad de In experiencia, Lo he expretado una ver! diciendo que lo que Benjamin decia sonaba como si procediera del arcano, pero que él en modo alguno era un pensadlor esotérico en el peor de los sentidos, sino que incluso conocimientos mids chocantes para las opiniones razonables habitwales lle vaban en si mismos una evidencia muy peculiar que los sustraia por completo a la sospecha def arcano o incluso del bluff, aunque sin duda a Benjamin no le eran del todo ajenas algunas pecularidades del jugador de poker en la forma de hablar y de pensar. De que se trataba de una fuer za sin parangén tanto de contemplacién espititual como de consecuencias pense no podiacaberduda par un hombre con sentido de la calidad y no cegado por él reser timiento, Si he de reproducir lo exterior, tendria que decir que Benjamin tenia algo de mayo, pero en un sentido nada metaforico, muy liteal. Uno bien se lo podia imaginar con un alto cucurucho y una especie de varita magica, ‘Muy curiosos resultaban sus ojos, bastante hundidos, cor tos de vista, y que a veces parecian disparar las miradas, de 7 Verrrba, nota 2 win introduc who Estas 0 "Necvense” (1965 tuna forma al tiempo suave ¢ intensa. Muy particular tam- bién su pelo, que tenia algo de peculiarmente flamigero Su rostro tenia un corte muy regular, pero al mismo tiem? 1po tenia algo —una vez mas, es dificil hallar la palabra co- srecta— ds animal que acurularavivresen sus melas El punto de vista del anticuario y el coleccionista, que re presenta un papel destacado en su pensamiento, se habia marcado también en su aspecto fisionémico. Sin embargo, hhabia otra cosa muy esencial en la experiencia de él: que con él no habfa algo asi como inmediatez y calor humano en el sentido usual del término. Tampoco se trataba de la idea ordinaria de la llamada intelectualidad fria. Era més bien como si hubieta pagado a.un precio terrible Ia Fuerza ictafisca de aquello que vela y que intent6 expresar en palabras inclubless como si hablara por asi decislo como tun muery a canihig de poder ver eon serenidad y ealma cosas qute los vivos no pueden ver, Aunque no era en modo ailguno aseético ni escualido ni nada por el estilo, te ‘ia un punto de acorporalidad. Nunea he visto otro hom- bre en el que toda la existencia, incluso la empirica, estu viera tan plenamente marcada por la espiritualizacién. Y sin embargo, cada palabra que decia traia consigo una es pecie de felicidad sensorial a través del espiritu que probs- plement fe estaba vedada como fHlddad meramente sen Fiala época en que le conoci, sin duda Benjamin no te- nia en abyolute Fo que se suete Hamar fama, Pero a cambio ‘cia hyo que pepatia muy bien en su propio voeabulatio, tuna especte de nimbo, Le precedia an aura de lo extraordi nario. Recuerdo que entonces, cuando Kracauer y yo le co- nocimos —ocumi bajo el sigh cle Emst Bloch, al que yo auin no conocia en persona entonces, sito que lo ¥i por ‘vez primera cinco afios después, en Hielin—, hablébamos de trabajar el uno 0 el otro 0 Los dos juntos en el diseiio de tun sistema de mesianismo tedrico, Ahors, cuando se cono- cc la filosofia tardia de Benjamin, esio resulta muy invero: simil. Pero si se sabe cémo en su juventud las posturas ex tremadamente metafisicas, especulativas, se entrelazaban con motivos del kantianismo, se veri que aquella concep- 80 ci6n no le era en absoluto tan ajena como se podria pensar por las publicaciones del Benjamin tardio, del Benjamin ‘maduro, en resumidas cuentas, Pero dado que para enton- ces yo ya conocia con exactitud la filosofia de Bloch descu: bri muy pronto, a as pocas veces, que fuera como fuese la amistad intelectual de ambos no se podia hablar de algo asi como una dependencia o incluso afinidad espiritual, si: suiendo la hebra de su pensamiento; que la mirada filos6 fica de Benjamin tenia algo inconmensurable, unido a él como un drgano especial, sobre todo aquella fuerza primi- genia de sumergimiento ihterpretativo en la concrecién, Al Contrario que el de todos los demisfilésofos, al contrario también que el de Bloch, su pensamiento no se desarrolla ba, por paradéjico que suene, en el Ambito de los concep- tos. Arrancaba al contenido intelectual, espiritual, precisa ‘mente detalles aconceptuales, momentos concretos. Abria lo inaccesible como con una mégica llave, y se situaba asi, sin intencién y sin especial énfasis, en irreconciliable opo sicién a la esencia clasificatoria, abstracta, integralmente grandiosa, de toda la Filosofia oficial, Algo de esta fuerza Inconmensurable irradiaba tan lejos deel que casi se pen bia ya cuando se sabia algo de sti nombre, mucho antes de conocerle en persona, Desde el principio, ne prometé ko maximo y lo supremo de Benjamin. Cusnclo, por dltimo, concibié el trabajo so: bre los pasajcs no lo termind—, crei que de verdad se ha- bia acereado infinitamente a esa idea, esa Filosofia entera mente elaborada cn materia, a un tiempo concreta y tras- cendente. Nunca dudé de la fuerza de Benjamin para Ilevarlo a cabo, ni siquiera en una época en la que el traba jo en los panes se alargo tanto que se hubieran podido a- bergar dudas sobre la posibilidad misma de llevar a cabo el inmenso proyecto. Sin duda era manifiesto que aqui se tra taba de las cosas mds centrales y mis decisivas, y que él hu biera sido capaz de hacerlas. Cuando en el otofio de 1940 recibi en Nueva York la noticia de su muerte, tuve real y muy literalmente la sensacién de que con esta muerte, que interrumpia la conclusién de una gran obra, se le habia qui tado a la Filosofia lo mejor que lubiera podido desear. Des a

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