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Akal Arquitectura 14 Akal Arquitectura Director de la coleecion Delfin Rodrigue Ruiz Diseio inseriory cubierta Sergio Ramiréx 1 tuo orginal de esta obra era La progertagione urbana in Europa 1’ autor, en la Introduccidn, expica las razones de esta opcidn y de no haber rccurtido al mis habitual de «Historia del urbanismon. Pese a ello, dado lo poco sul del témino del prof. Gravagnolo, ha preferde titular como aHistora del urbanismo en Europa la presente ediciin Reservados todos los derechos. De acuerdo lo dispuesto en el ar. 270 del Cécigo Penal, podein ser eastgados con penas dle mula y privacin de libertad quienes reproduzcan sin la preceptiva autorizacidn o plagiea, en tio o en parte, una oba lteraria, artistca o cientifica fijada en cualquier tipo de soporte, ‘Titulo original Laprgetiagione nrbvana in Exropa, 1750-1960 (© Gius, Laterza e Figli, 1991 © Ediciones Akal, S. A., 1998 pata lengu espaola 1 reimpresién, 2009 C/ Sector Foresta, 1 28760 Tres Cantos Madi» Espaia ‘Tel: 918.061 996 Fax: 118 044 028 ‘www akealcom ISBN: 978-84-460-0627.5 Deperito legal: SE-2071-2009 Impreso en Publidisa Benedetto Gravagnuolo HisTORIA DEL URBANISMO EN EUROPA 1750-1960 Traduccién: Juan Calatrava ©) akeal Mn NUCD-TY2-ADDE A mi madre INTRODUCCION EI tema de este ensayo podria parecer excesivamente amplio en compara- ci6n con el actual predominio de las “microhistorias”. Me he visto impulsa- do a afrontarlo, sin embargo, por la conviccién de que, después de los nu- merosos estudios monograficos que, en los afios recientes, han indagado aspectos inexplorados poniendo de relieve datos inéditos de indudable in- terés, era ya el momento oportuno de intentar una revisién critica de la cues- tion en su conjunto. No hay ni que decir que es imposible escribir la “histo- ria” de esa inmensa cantidad de ideas, de proyectos y de realizaciones producida en el arco de dos siglos en torno a la cuesti6n urbana si no es reconduciendo tales avatares a una sintesis inevitablemente “reductiva”, susceptible, en suma, de “establecer una selecci6n” en la pluralidad de los acontecimientos a la luz de las que parecen ser las Iineas de fuerza culturalmente hegeménicas. Se po- dria objetar que ya han sido publicados discursos de sintesis sobre tal objeto, y ello es innegable; sin embargo, las 6pticas de andlisis de las bistorias de la arquitectura o del urbanismo contempordneos han sido diversas en finalidad y en métodos. La selecci6n critica operada en esta investigacién est4 fundada, sobre todo, en los “principios”, esto es, los sistemas de valores que han sosteni. do, de manera mas o menos explicita, las praxis operativas sobre lo urba- no orientando sus intenciones proyectuales. En la conciencia de que no siempre los logros alcanzados en las realizaciones concretas se han corres- pondido con los temas teéricos declarados, he tratado de documentar la dialéctica entre las “palabras” y las “cosas”, revelando, cuando era necesa- rio, la incongruencia entre teoria y praxis, incongruencia, por otra parte, en ocasiones no nociva para la calidad del resultado dltimo verificable. En cuanto al término “proyectaci6n urbana”, que he adoptado en lugar del mas convencional de “urbanismo”, vale la pena precisar que esta nueva expresi6n, a pesar de haberse impuesto en el debate internacional s6lo desde hace pocos decenios, denota una actitud proyectual mucho més antigua que la que viene implicita en la segunda expresiOn. Se trata, si nos detenemos a pensar en ello, de ese Ambito disciplinar que, desde BENEDETTO Gravacnuolto 5 Introduccsén tiempos remotos, ha marcado el disefio de la forma “fisica” del espacio urbano como desarrollo de las teorias arquitect6nicas. No hay que olvidar que, ya en el primer libro del De Architectura de Vitruvio, las indicaciones sobre los principios de asentamiento de las ciu- dades de fundaci6n siguen, a pocas paginas de distancia, a los relativos a los fundamentos de la arquitectura, sin forzadas barreras doctrinales. Y es también como cuestién eminentemente arquitect6nica como es trata- da la ciudad en el De Re Aedificatoria de Leon Battista Alberti y en casi toda la tratadistica histérica hasta el umbral del siglo x1X. Si quisiéramos, podriamos remontarnos a los celebérrimos criterios de planificacién atri- buidos a Hipodamo de Mileto (siglo v a.C.) 0, mucho mis atras, a las ciu- dades prehist6ricas del Préximo Oriente. Como han demostrado los estu- dios arqueolégicos, desde las remotas fundaciones de las primeras ciudades en los territorios llanos de la Baja Mesopotamia, que se remontan al 3500 a.C., es posible hallar la formulacion de planos rudimentarios que marcaban el suelo con trazados envueltos en una aureola mitica y prefigu- raban el espacio urbano tridimensional, indicando una jerarquia compositi- va entre sus partes. El mismo hecho de que en las leyendas arcaicas la fun- daci6n de las ciudades se atribuyese frecuentemente a una divinidad demuestra la importancia “sacral” atribuida por los antiguos a los princi- pios de asentamiento de los nticleos urbanos originarios. La ciudad es, en suma, la mds extraordinaria ideacién humana, y su origen y su desarrollo coinciden con la historia misma de la civilizaci6n: civitas y civilitas tienen una etimologia comin. Por tanto, la fenomenolo- gia urbana se presta a diversos enfoques de anilisis, antes incluso que a diversos métodos de proyecto, que van desde los mas estrictamente arqui- tect6nicos a los econémicos, politicos, legislativos, sociolégicos, simbéli- cos, filos6ficos, etc. Pero, sin negar su legitimidad a las diferentes técnicas de aproximacién a lo urbano, sigue siendo innegable que la conformaci6n tridimensional del ambiente construido representa un dato primario de evaluaci6n critica. Es en la forma urbis donde encuentran evidencia tangi- ble las soluciones tiltimas y verificables dadas a ese conjunto de cuestiones antes mencionadas. Aun teniendo en cuenta la ineludible imbricacion entre los aspectos formales del espacio construido y los aspectos ideolégicos, sociales y de cualquier otra naturaleza que lo sostienen y que en él se sedimentan, en las paginas que siguen resultara privilegiado como enfoque de anilisis el de la arquitectura de la ciudad. Por ello me ha parecido mas apropiado adoptar el término de “proyectaci6n urbana”. El urbanismo -cuyo “origen” en sentido cientifico (0, si se prefiere, “moderno”) se ha localizado en el siglo xix como tentativa ética, antes an que técnica, de corregir los males de la ciudad industrial- ha sufrido en el transcurso de nuestro siglo un progresivo deslizamiento desde la esfera de lo “visible” a la de lo “invisible”. Y por “invisible” ha de entenderse aqui la voluntad consciente de fundar las bases de la nueva disciplina a lo largo de la linea sutil de limite y de interrelacién entre el ciclo edilicio y el HisTORIA DEL URSANISMO EN EUROPA 6 Introduccién campo de la economia, de la legislacin, del cilculo estadistico de pre si6n y de otras disciplinas afines, presuntamente “cientificas”. Asi, gradual- mente, las propias técnicas de representaci6n (tanto graficas como verba- les) de la “planificacién urbanistica” se han visto aplanadas en la bidimensionalidad de las mallas del zoning y en la jerga algebraica de los standards, En esta adecuacién de la manera de “pensar el urbanismo” a los dispositivos abstractos de las ciencias nomotéticas, lo que involuntaria- mente se ha perdido de vista ha sido precisamente el fin dltimo de la disci- plina, 0 sea, el proyecto de la forma urbana. Sélo en los tiltimos decenios se ha comenzado a invocar con insistencia la necesidad de una recomposicién de la unidad entre arquitectura y urbanismo. Si este objetivo, anhelado desde el punto de vista teérico, hubiera de mostrarse provechoso también en el campo operativo, deberia- mos revisar entonces muchos juicios historiograficos. Lo que con frecuen- cia ha sido sefialado como el inicio de un giro técnico “progresivo” debe- ria ser redefinido como el comienzo de una crisis que ha llevado a la ruptura provisional de la secular conexién entre dos diversas escalas apli- cativas de una actitud proyectual unitaria. Ciertamente, sabemos que “una de las caracteristicas esenciales del espi- ritu europeo parece ser el modo en que destruye las cosas y después las reintegra sobre bases nuevas, rompiendo con la tradicién para después retornar a ella desde un punto de vista completamente nuevo” (E. Panofsky y F. Saxl). A la luz de esta consideracién es razonable suponer que es cuando menos improbable la hipotesis de una recomposicion de lo fracturado entendida como ingenuo retorno a los presupuestos teéricos idénticos del pasado. El tiempo no se repite, implica la dindmica incesante del devenir. Muy probablemente la arquitectura no podra ya prescindir de las auténticas adquisiciones de la planificacién urbana. Por otra parte, desde los origenes lejanos, podemos clasificar las fenome- nologias urbanas en dos categorias fundamentales: las “ciudades planifica- das”, surgidas y crecidas sobre la base de un disefio predeterminado, y las ciudades “espontineas”, derivadas de aldeas y evolucionadas de manera por asi decirlo “casual”, Esta distincién vale para todas las €pocas, incluida la medieval, a la que un reiterado habito simplificativo ha caracterizado con frecuencia como paradigma del espontaneismo en el terreno urbano. Es un hecho, en todo caso, que el ambito pertinente a las teorias y a las praxis de la proyectacién urbana es, por antonomasia, el de la construccién planifica- da del espacio antropizado, mientras que los fenémenos de degeneraci6n del desarrollo urbano que distinguen a la actual crisis de la ciudad ~desde el abusivismo a la fallida programacién de los servicios colectivos— derivan predominantemente de la ineficiencia de los planes y de las carencias (no raramente macrocéspicas) en la gestion y en el control de la expansion. La evidencia de la actual crisis de la ideologia del plan no debe, sin embar- go, inducimnos al pesimismo hasta el punto de llevarnos a considerar que, después de alrededor de cinco milenios de historia urbana, los fendmenos de BENEDETTO GRAVAGNUOLO 7 Introdwecién degeneracién patolégica que tenemos ante nuestros ojos deban interpretarse ‘como los sintomas de una incipiente y apocaliptica agonia de las grandes ciu- dades, No creo que estemos entrando en una era post-urbana (A. Toffler). Al menos en Europa, el armaz6n complejo y articulado que conecta con una red invisible de sedimentadas relaciones de equilibrio la dindmica entre ciu- dades grandes, pequefias y medias~ muestra atin, a pesar de algunas innega- bles disfunciones de gesti6n, todos los signos de una entusiasmante vitalidad. Seria, con todo, un error minusvalorar el alcance de la crisis o atribuir sus causas exclusivamente a factores politicos o heterénomos de cualquier tipo. Existen también razones internas a la propia disciplina, y es precisamente sobre éstas sobre las que merece la pena reflexionar mds atentamente. No tiene ningin sentido, en mi opinién, alinearse de manera abstracta a favor o en contra del instrumento del plan. El problema no es si adoptarlo © no, sino cémo entenderlo, cémo hacerlo eficiente, cémo reconducirlo a su sentido auténtico de proyecto del espacio urbano /fisico, sin dar por des- contados —como si fueran datos irreversibles y no conceptos histéricamen- te datables y criticamente evaluables- los principios y las técnicas hoy corrientemente adoptadas en la practica profesional. Deriva de ello la necesidad de un reconocimiento de los principales “teoremas” formulados en los dos tiltimos siglos en los campos disciplinares de la arquitectura y del urbanismo. Es desde la ventana del presente desde donde observamos el pasado, Por eso el trabajo de anilisis y de reescritura historica es inter- minable. La reflexi6n critica sobre todo lo relevante que haya sido pensado © practicado en el Ambito del fenémeno urbano a partir de la segunda mitad del siglo xvii se vuelve a plantear bajo el impulso de las preguntas que actualmente nos hacemos sobre el futuro de la ciudad. El historiador esta en el tiempo, no por encima de él. Ha perdido el pedestal de la eternidad |...]. Pasado, presente, futuro son un proceso indivisible. Sin embargo, noso- tros no vivimos vueltos hacia el pasado sino hacia el futuro [...]. Nos parece que hoy la tarea del historiador es precisamente |...) extraer de la enorme complejidad del pasado Jos elementos que se convierten en los estimulos del futuro. Asi se expresa Sigfried Giedion en una bella pagina introductoria a Bauen in Frankreich (1928), planteando a propésito de una cuestién nodal de metodologia una tesis que personalmente comparto. Al margen de met4foras, el sondeo analitico de las técnicas y las formas depositadas en el gran archivo de la herencia histrica europea tiene en este ensayo una implicita tension operativa. La misma eleccién de Europa como terreno de investigacién privilegia- do no viene dictada por obsoletas e inaceptables visiones “eurocéntricas”, sino, m4s simplemente, por una voluntad de evitar una dilatacion tematica tan amplia que habria de resultar genérica. En efecto, si por una parte es cierto que, como principio, no se pueden trazar fronteras geograficas para la validez de una metodologia proyectual y que el intercambio entre cultu- ras diversas ha sido desde siempre un indicio de civilizacién, por otra es HisTORIA DEL URBANISMO EN EUROPA 8 Introduccion innegable que el sector mas avisado de la inteligencia critica internacional reconoce hoy lo oportuno de calibrar los proyectos a la “cultura del habi- tar” del fugar en el que se va a construir. No existen -o, al menos, en mi opinién, no tiene sentido concebirlos— modelos proyectuales aprioristicos, vélidos en si mismos por encima de las especificas condiciones hist6ricas y geograficas en las que se va a interve- nir. Se sigue de ello que no tiene sentido proponer prescripciones de manual que dicten las reglas abstractas de la proyectacién urbana. Interrogarse sobre la historia reciente de la propia disciplina -valorando en ella la dialéctica entre la permanencia de algunos caracteres de “larga dura- cin” y la innovacién de los momentos de “ruptura”— implica una intima, en cuanto que indirecta, tensién proyectual. Es sin duda una gimnasia mental, saludable también para el fin de aprender a proyectar, el ejercicio del autoandlisis sobre los dispositivos que regulan el propio saber especi- fico, desde el mismo lenguaje hasta las técnicas. Ante un proyecto, siempre es oportuno plantearse interrogantes sobre las motivaciones que han llevado a esa forma dada y sobre los vinculos que han condicionado su ideograma. La profundizaci6n cognoscitiva sobre lo mejor que se haya ideado, planteado y verificado sobre un determinado problema puede evitarnos el riesgo de volver a comenzar siempre desde cero recorriendo senderos fallidos ya trillados, y, en cualquier caso, puede ayudarnos a encontrar las innovaciones que aportar a las lineas de investi- gaci6n a las que conscientemente pretendemos atenernos para retomar el camino hacia una nueva arquitectura a partir del punto en el que se detu- vo el trabajo intelectual de quien nos precedié. En este sentido, las paginas que siguen trataran de ofrecer un cuadro orientativo gil para quien se disponga a adentrarse en la selva de papel dedicada a la cuestin, enriquecida en los tltimos afios por el florecer de numerosas investigaciones monogrificas. Para obviar el inevitable esque- matismo que la intencién divulgativa de la obra ha comportado, he tratado de proporcionar a través de las notas las referencias bibliogrificas esencia- les para la profundizacion de los temas de mayor interés. Restan, sin embargo, lagunas inevitables, ciertas areas tematicas inexploradas. Pero, gsera necesario volver a decir que “esta investigacién no es exhaustiva"? (Sera necesario todavia precisar que las categorias evaluativas -y en cuanto tales también las adoptadas en este ensayo- no tienen un cardcter ontolé- gico sino, todo lo mis, un valor “ideal-tipico” (M. Weber) ? Se trata de inter- pretaciones de la historia que se asemejan un tanto a esos manejables mapas topogrificos de que se vale un viajero cuando pretende atravesar un territorio sin hacerse ilusiones sobre la exacta coincidencia entre las dimensiones de la realidad y los signos trazados en el mapa. La inevitable relatividad de la interpretacién no exime, sin embargo, a quien escribe de sus propias responsabilidades cientificas respecto a la cer- teza de los datos y lo adecuado del corte critico adoptado en relacién a la materia a tratar. Con perd6n de los nuevos sofistas y de su capcioso escep- BENEDETTO GRAVAGNUOLO 9 Introduccidn mo sobre la propia legitimidad del récit historiografico, la escritura critica implica necesariamente una estructura discursiva o, si se pre- fiere, una trama narrativa. Quisiera, por tanto, hacer explicito al lector el diserio histérico que subyace en este ensayo motivando su estructura. El libro esta articulado en cuatro capitulos. El primero afronta, en una sintesis extrema, el debate teérico en torno a la cuestién urbana a partir de la segunda mitad del siglo xvi y hasta finales del xIx 0, si se prefiere, desde las tesis de Laugier a las propuestas de Howard. Este “prélogo” representa un paso lgico indispensable para el desarrollo del discurso cri- tico sobre nuestro siglo, que recupera algunos hilos del mismo y constitu- ye el nticleo tematico mis complejo del ensayo. Para desenredar el ovillo de las ideas sobre la proyectacién urbana en el siglo xx he considerado oportuno dividir el examen hist6rico en tres capitulos distintos que indican otros tantos paradigmas teéricos, individualizados a partir de la actitud mental de fondo adoptada por los protagonistas frente al problema decisi- vo: la ciudad. Los cauces en que me ha parecido legitimo hacer confluir y comparar los “diversos” pensamientos proyectuales remiten a tres fundamen- tales principios-guia: la idea de la descentralizacién, la de la continuidad y la de la innovaci6n de la estructura urbana heredada del pasado. Se trata, pues, de asuntos tedricos orientativos, elegidos como estrellas polares de los itinerarios de investigacion, aun en la extrema variedad de salidas, acentos y declinaciones lingiiisticas de cada proyecto especifico. Semejante tripartici6n del discurso ha sido elegida no slo por una exi- gencia expositiva, tendente a facilitar mediante la claridad del esquema la valoraci6n de las tesis criticas, sino también y sobre todo por un decidido distanciamiento metodolégico con respecto a los esquemas evolucionistas y lineales de las “historias” canénicas de lo “moderno”, historias que mar- caban un ‘elos, un final feliz hacia el que tendia el “movimiento”: la plena afirmaci6n del funcionalismo como cumplimiento fatal del Zeitgeist epocal. La pura y simple sustitucin de una meta por otra, indicando una nueva tendencia como epifania del “espiritu” de nuestro tiempo, habria compor- tado una inevitable recaida en el evolucionismo historicista. Por ello he preferido narrar las vicisitudes alternas de tres recorridos te6ricos a lo largo de senderos sinuosos, y no reconducir toda la aventura de tales ideas a la unidireccional de una via maestra. Por supuesto, en la realidad los itinerarios de investigaci6n son innume- rables, hasta el extremo limite de la incomparable individualidad de cada autor singular y de cada obra, si se adoptan 6pticas de anilisis idealista- formal. Pero no es este el enfoque critico de la obra, orientada, por el con- trario, hacia un método “comparativo”, es deci dualizacién de ambitos de confrontabilidad entre las diversas ideas proyectuales. Es igualmente evidente que las tres lineas fundamentales de pensamiento sobre lo urbano indicadas en esta obra no se distinguen tan netamente como podria parecer a primer vista a partir del esquema, sino que muestran en ocasiones puntos de tangencia o incluso de imbricacién Historia DEL URBANISMO EN EUROPA 10 Introduccién que he tratado de poner en evidencia entre las lineas del recorrido discur- sivo. No debe sorprender, por tanto, el hecho de que en ocasiones obras diversas de un mismo autor aparezcan tratadas en distintos epigrafes, 0 una misma fase hist6rica vuelva a ser analizada desde otro punto de vista. Es el planteamiento mismo de este andlisis, centrado no en los autores sino en las obras y las ideas, lo que ha impuesto algunos ineludibles retornos légicos, en cuanto que insélitos y no convencionales. De los mismos pre- supuestos deriva la opcién de enfrentar, a propé: de un tema proyec- tual, experiencias arquitect6nicas distantes desde el punto de vista politico € ideolégico, y ello no para proponer apresuradas homologaciones sino més bien para analizar /o que aproxima y lo que separa soluciones andlo- gas surgidas de movimientos disimiles. Queda por aclarar un dltimo aspecto: los términos a quo y ad quem del periodo analizado. Como es sabido, el momento de mediados del siglo xvitt aparece indicado en muchas historias del “moderno” como el inicio de un nuevo curso cultural, por una serie de factores concatenados que, induda- blemente, “precipitan” en esa fase desde la revoluci6n industrial a la innova- ci6n filos6fica de la Iustraci6n. Pues bien, la eleccién del Essai de Laugier (1753) como incipit discursivo de este ensayo, aun replanteando como divi- soria hist6rica una fase ya convencional, halla sin embargo sus motivaciones en razones internas a las teorias de la arquitectura. A su vez, el umbral de los afios sesenta de nuestro siglo, elegido como limite terminal del analisis hist6rico, no viene dictado por un inconfesado desprecio hacia el presente —“el mis inaprehensible [...] de los tres tiempos en que hemos dividido el tiempo” (J. L. Borges)- sino, al contrario, precisamente por la conciencia del notable enriquecimiento te6rico que el debate sobre la “proyectacién urba- na” ha producido en los Giltimos decenios, hasta el punto de que un trata- miento sistemitico de las nuevas experiencias habria exigido otro volumen. Benedetto Gravagnuolo Post scriptum. Siento la exigencia de hacer patente mi agradecimiento de modo particular a dos personas, distintas por su prestigio y su papel pero que para mi han sido igualmente importantes en el curso de esta investigacion. Ante todo, a Renato de Fusco, que me sugiri6 afrontar este tema, ofreciéndome ademas un estimulante intercambio de opiniones a propésito de las cuestiones examinadas. Y después a Paola Cislaghi, que ha participado con inteligencia critica en todas las fases de la investigacin. Su paciente contribucién a la relectura y lima del texto ha sido preciosa para la culminacién de esta labor. BENEDETTO GRAVAGNUOLO u I. LA CIUDAD COMO CUESTION TEORICA ENTRE LOS SIGLOS XVIII Y XIX La TEORIA DE LAUGIER Y EL DISENO DE LOS PARQUES EN EL ORIGEN DE LA RENOVACION DE LA MORFOLOGIA URBANA. No es, pues, cuestiGn baladi la de definir el plano de una ciudad de modo que la magni- ficencia del conjunto se subdivida en una infinidad de bellezas particulares, todas distintas, que no se encuentren en ella casi nunca los mismos objetos, que se halle en cada barrio algo nuevo, singular, cautivador, que haya orden y, sin embargo, una suerte de confusion, que todo esté en linea recta pero sin monotonia, y que de una multitud de partes regulares resulte una cierta idea de irregularidad y de caos que se adapta bien a las grandes ciudades. Es necesario para ello poseer en grado eminente el arte de las combinaciones' Este trozo, célebre con raz6n, del Essai sur Architecture de Marc-Antoine Laugier puede servir como punto de partida para una reflexi6n critica sobre las teorias de la proyectacién urbana, y ello no ciertamente por tratarse de la primera tentativa de definicién de los principios de “idealizacion” y control del crecimiento de las ciudades, sino por su innegable contemporaneidad. Es bien cierto que en el De Architectura de Vitruvio -y, sobre todo, des- pués en el De Re Aedificatoria de Leon Battista Alberti y en gran parte de los tratados de arquitectura subsiguientes— las reglas de la edificacion urba- na estan dictadas con rigurosa precision. Pero en el ensayo de Laugier se enuncia por primera vez, con sorprendente claridad, la tesis de la asuncién de la pluralidad morfolégica como un dato cualitativo, antes atin que ine- vitable, en la ciudad de nuestro tiempo. Pluralidad que no implica una 1.1, M.A. Laugier, La cabane rushque, frontspicio de la segunda edicion del Kat sur VArchitecture, 1755, "MA Lauer, Bat sur FArchutecture, Pals, 1793, Nouvelle din reo, vomae et cmon, Pais, 1795 (eedhexdn, snegal en forma anastitica a cargo de G Bekacn, Bruselis, 1979) [edad castellana del texto de Lauer, de proxi ap ‘ncn en Eton! Akal, tauccdn iaana de V" Ugo, Sago sullArchuemea, Palermo, 1987, px 146, elt eitado se recone en la versn tradueda por P Sica, Auiobga di vebansica Daf Senecenty ad og Rowa-Ban, 1981, p_ 30 Sobre La obra de Laugier, nacido en Manoscque (Provenza) ef 22 de enero de 1713 y muerto en Paris el § de abl be 1769, val La fundamental monogafis de W Herrmann Lanier anud the Exghtenth Century French Theory, Landes, 1962 (24 ed 1986), que incluye uns amplu Inbbografs sobre el tema Ente: lis mis reoentes contnbuciones 4 ura interpretciin exc F Fichet, La tone archutccturale @ Tage clasyque Boa d anrhologe cnnque, Brusclas, 1979, A Gambuty, Ml dba sultan hutetura nel Setecento eupen, Flown, 1981, W Szambien, Symdine, Gait, Caracre, Parts 1986 lead cast Simetria, gut y canter, Madea, Akal 19941, V Ugo (ed, Lanqwer ela dense tera dean tet, Bar, 1990 BENEDETTO GRAVAGNUOLO 15 La ciudad como cuestion tedrica entre los seglos xviii y xix renuncia a la configuraci6n unitaria y coherente de los nuevos tejidos urba- nos, sino mas bien la idea de proyectar la ciudad por partes, circunscritas en limites razonables de homologia formal y relacionadas entre si por un plan articulado y compuesto. La célebre metéfora de la ciudad-bosque, més alla de la explicita referencia histérica a Le Natre y al arte de disefiar los par- ques, es rica en implicaciones decisivas para la concepci6n de la fenomeno- logia urbana, ya decantada de cualquier residuo de alegoria antropomérfica’. Publicado en Paris en 1753 -traducido al cabo de sélo tres afios en Inglaterra y en Alemania, asumido casi fielmente, al final del siglo, en Italia por Francesco Milizia en sus Principi di Arcbitettura Civile y en la propia Francia por Quatremére de Quincy en la voz “Ciudad” de su Encyclopédie Méthodique- , el Essai ejercié una amplia influencia sobre el debate euro- peo gracias, precisamente, a su clara individualizaci6n de algunas cuestio- nes nodales de la proyectacion urbana’. Los dos siglos (y mas) que nos separan de la redaccién del texto no permiten juicios apresurados sobre lo anacronistico de sus argumentaciones. Es evidente que en este lapso de tiempo se han verificado profundas transformaciones técnicas y sociales; pero, a la luz de las recientes investi- gaciones criticas, resulta igualmente claro que no se puede encontrar una congruencia estricta en los “tiempos” de cambio, en el interior de los diver- sos Ambitos hist6ricos (estructuras econémicas, politicas, culturales, socia- les, artisticas, psicol6gicas, religiosas, etc.). Como ha puesto de manifiesto Fernand Braudel, ademds de una “historia evenemencial’ (“ultrasensible 2 “Hay que considerar una cudad como un bosque Las calles de aquélla son ls wales de éste,y se deben trazat Laugier, a sur farchtecture, i, rad en Sica, Anolaga, ,pe 31 * Li actualdad problemitca de las tenicas de disefo urban tndumensional ha sido puesta en evidencis por el rrimero doble de li revista Casabell, 47/488, enero-febrero de 1983 El tema de la *Arqutectura del plan” ha sido ‘ademas desarrollado con notable axudeza ees por 8 Seccty, Un proget per Purbanshca, Turn, 198, volumen ‘que vuelve a retomarel filo de las consteraciones desarolladas por el autor como director de la revista Urbans como colaborador de la misma Casabella HisTORIA DEL URSANISMO EN EUROPA 18 La ciudad como cuestién tedrica entre los sighos xviit y xix positiva en la que el equilibrio visual del conjunto prevalezca sobre la forma- lizaci6n de cada edificio singular. En este sentido, el trazado se convierte en una especie de partitura dominante que condiciona no slo los voltimenes sino también la fisonomia de los inmuebles prospicientes. Como en toda teo- rizaci6n de esta guisa, el punto que roza los limites de lo indecible es la com- patibilidad de la implicita normativa arquitect6nica de fondo con calibrados momentos de excepcionalidad formal, con derogaciones que no anulan las reglas del conjunto. En la época de Laugier, tal cosa era algo que se confiaba a la sensibilidad y a la competencia del arquitecto, guiado por la estrella polar de un sistema de valores fundado sobre tacitos acuerdos colectivos. Si se quiere una ciudad bien construida -aclara a este respecto el mismo autor no hay que abandonar al capricho de los ciudadanos privados las fachadas de sus casas. Todo lo referente a la calle debe ser determinado y regulado por la autoridad pablica, siguiendo el disefio fijado para la via en su conjunto. Pero, para evitar equivocos, afiade: La excesiva uniformidad es el més grande de los defectos [..] El arte de variar los dise- fios depende de Ia diversidad de forma que se da a los edificios, de Ia mayor 0 menor omamentacion empleada y del modo de combinar las decoraciones” Disefio bien calibrado de las proporciones tridimensionales, normativa arquitectonica y jerarquia formal, son, en extrema sintesis, los tres princi- pios te6ricos nodales de la proyectacién de los barrios deducibles del Essai sur l’Architecture. Se trata de orientaciones de naturaleza estética que dejan en el fondo las cuestiones sociales que en poco tiempo se convertirin en problemas centrales en los proyectos de ampliacion de las ciudades debido a la agudizacién de las contradicciones urbanas. No hay que olvidar, por otra parte, las coordenadas temporales en las que se inscribe este discurso y que datan su sentido. Lo mas importante desde la Optica de una revision operativa es el hecho de que los principios de Laugier no quedaran relega- dos a la esfera de la enunciacién abstracta, sino que constituyeran, a su modo, un referente cultural para no pocas intervenciones urbanas concre- tas, ademas de para algunas propuestas de planificacion. EL PLAN DE PATTE Y LA EXPERIENCIA DE LAS “PLACES ROYALES” EN FRANCIA EI plan redactado para Paris por Pierre Patte en 1765 recompone como en un gran puzzle parte de los proyectos presentados con motivo del con- curso de 1749 para una plaza dedicada a Luis XV. Se trata de una aplica- cién a una ciudad real de los criterios de “variedad”, de policentrismo y de calculado sensualismo de los numerosos y alternos juegos prospécticos; cri- 7M A Lauper, Bayer trad en Sica, Antologi, cf PRS 30-31 BENEDETTO GravaGnuolto 19 La ciudad como cuestin tedrica entre Los sighos xvitt y xix terios en los que resuena el eco laugeriano y que, por otra parte, el mismo Patte reafirma por escrito en el ensayo Des embellissements de Paris (que acompajia a las laminas) y, algunos afios después, en las Mémoires". El hecho de que en aquellos afios se afirme entre las conciencias criticas mis sensibles e inquietas el gusto por la fragmentacién de la imagen urbana es algo que nos viene atestiguado por la propia reconstruccién imaginaria del Campo Marzio dell'antica Roma (1761-62) de Giovan Battista Piranesi, en la que gigantescos monumentos afloran de un polif6nico laberinto de signos como para visualizar la tesis de la irreductibilidad de la ciudad a una morfologia monocorde. En Patte se encuentra una significativa inversién de la imaginacién en proyecto. Sus laminas, aun mezclando realidad y fantasia, plazas y calles existentes con nuevos trazados a realizar, tienen el sentido inequivoco de un plan, dominado por el deseo de prefigurar una transfor- maci6n practicable de Paris. Mas alla de la analogia latente con la técnica de los “caprichos” pictoricos baste pensar en la célebre Vista de fantasia con el puente de Rialto y la basilica de Vicenza de Canaletto— , las laminas de Patte muestran con transparencia los elementos basicos que el planificador francés tiene entre sus dedos sobre el delicado teclado del disefio urbano. Mas ain que los objetos de ornato -fuentes, obeliscos, estatuas y otras piezas decorativas, enumeradas con apasionada precision en las Mémoires-, resaltan los largos boulevards arbolados y las amplias places royales, dos ele- mentos que tienen una larga génesis en el proceso de construccién hist6rica de las ciudades europeas, pero que asumen una inusitada validez y una par- ticular fisonomfa en la transformacién de Paris entre el siglo xvu y el xvi. Desde la segunda mitad del siglo xv (cuando el superintendente de las construcciones reales, Jean-Baptiste Colbert, y el ingeniero Vauban llevan a cabo, bajo los auspicios de Luis XIV, la demolicién de la muralla, ya inutil, sustituyéndola por el anillo de los grands boulevards), la red de recorridos arbolados, bien integrada en el sistema de los parques, disefiados en gran parte por Le Notre, se convierte no s6lo en el nuevo cauce de las relacio- nes entre la capital y el hinterland sino también, en muchos aspectos, en un simbolo de la nueva ciudad “solar”. Desde el anillo periférico, algunos ejes radiales se unen a los sistemas viarios ya existentes, penetrando en los tejidos medievales y abriendo a veces escorzos espectaculares sobre las presencias naturales: el Sena y los parques. Valga como ejemplo el eje Este- Oeste, flanqueado por los espléndidos jardines de los Campos Eliseos (1666). Sera el barén Haussmann, alrededor de dos siglos mis tarde, el encargado de llevar a término el disefio de transformacién contenido embrionariamente en la intervenci6n colbertiana. Por otro lado, la apertura de las grandes plazas, iniciada en el siglo xvi por Enrique IV con la realizaci6n de la Place Dauphine (1607-1614) y de la ° Chr P Patte, Des embellasements de Para, des réflerions générale, sur les moyens que fon pourrait employer ‘Pour embelircete eile dans sa toa, et la rendre ausst commode que agréable, en Monuments éngés en France @ la lore de tus XV, Pats, 176, mare sre obs spl umportants de arcecrure, Pts, 1909 HisTORIA DEL URBANISMO EN EUROPA 20 La ciudad como cwestion tedrica entre los sighos xviii y xix Place Royale (hoy Plaza de los Vosgos, 1605-1612), se convierte en el siglo XVII en una técnica determinante en los proyectos de intervencién urbana, tanto en lo que respecta a los programas de modificacion de lo existente como en lo referente a los planes de nueva expansi6n. Uno de los aspectos mis interesantes es el procedimiento ejecutivo que prevé la anticipacién de la construcci6n de las fachadas, segtin los dictamenes de un proyecto unita- rio impuesto por un edicto real, sobre las subsiguientes sistematizaciones internas de los edificios, confiadas a la iniciativa privada. Se pone asi en practica, en nombre de la publica magnificentia, un sistema de control de la imagen urbana que, aun limitandose a la epidermis de la envoltura exter- na de los edificios, hizo posible una calibrada composicion de las cortinas edilicias, que conservan intacta su fascinaci6n tras el tiempo transcurrido. ‘Como ya se ha sefialado, en el plan de Patte, junto a algunas plazas ya existentes ~entre ellas la Place des Victoires (1685) y la Place Vend6éme, proyectadas ambas por Jules Hardouin-Mansart, y la propia plaza de Luis XV (hoy Plaza de la Concordia), realizada en su singular conformacion abierta hacia los jardines de las Tullerias sobre proyecto de Jacques-Ange Gabriel (vencedor en el concurso de 1749)- aparecen otras ideadas con vistas a una renovacién mas compleja del aspecto de la ciudad, destacando entre ellas la propuesta no realizada de uni6n de la Isla de San Luis con la Ile de la Cité. Si lo analizamos de manera singular, el planteamiento de las plazas aparece atin anclado en los c4nones de la espacialidad barroca, pero el disefio urbano de conjunto muestra signos inequivocos de la profunda mutaci6n derivada del principio de la “variedad” polimorfa. Es sobre todo en las pequefias y medianas ciudades francesas donde se aprecia con toda claridad el papel asumido en la segunda mitad del siglo xv por las places royales como polos de incentivacion de los procesos de expansién urbana y, al mismo tiempo, de cualificacién de la unién entre viejos y nuevos tejidos. Ejemplo significativo de ello son los casos, por asi decir complementarios, de Nantes y Nancy. La secuencia de las tres plazas realizada en Nancy entre 1751 y 1755 es una demostraci6n espectacular de las potencialidades formales que la nueva concepcién urbana desarrolla en los programas de modifica- cién de los tejidos preexistentes. La intervencién puede considerarse una obra de estrecha colaboracién intelectual entre el arquitecto Emmanuel Héré de Corny y una de las figuras emblematicas de “principe ilustrado”, Stanislas Leszczynsky, en otro tiempo rey de Polonia, exiliado como conse- cuencia de la guerra de sucesién e instalado posteriormente como regente del ducado de Lorena, amigo de Montesquieu y de Voltaire y autor a su vez de un relato alegérico (Entretien d'un Européen avec un insulaire du royaume de Dumocla, 1752)". Una valoraciin entusiasta de Ia expenencia de Nancy es la de Gredion, Space, Time and Architecture, Cambedge (Mass), 1941 (trad at, Mikin, 1954), pgs 138-139, liad cast Fypacto, hempo y arquntectura, Made, Dost, 19801 BENEDETTO GRAVAGNUOLO 21 La ciudad como cuestidn sedrica entre los seglos xvitt y xIx La realizaci6n de una place royale dedicada a Luis XV se convierte en el pretexto para poner en practica un verdadero sistema de conexin espacial entre la ciudad medieval y la ville neuve renacentista, que hasta entonces se presentaban como dos partes netamente diferenciadas. El papel de pero central de la nueva promenade architecturale lo asume la gran Place de la Carriére, ya realizada en 1552 en los mrgenes entre la ciudad antigua y la nueva, con forma de rectangulo alargado. Exaltando la implicita axiali- dad de la sistematizaci6n ya existente, un arco de triunfo une la nueva plaza Stanislas con la preexistente Place de la Carriére, encuadrando en perspectiva un recorrido, subrayado por hileras de Arboles y por la alinea- ci6n de las cortinas edilicias, que encuentra su punto focal en el Hotel de Ville, que cierra el frente terminal de la Place Royale. En el extremo opuesto se encuentra el palacio de la Intendencia (1751- 1753), haciendo de fondo de la plaza Stanislas y unido al sistema de las plazas por los dos brazos de las elegantes exedras columnadas del Fer de Cheval, También estos dos edificios terminales de la cadena espacial eran preexistentes a la intervenci6n urbana, cuya extraordinaria marca cualitativa reside justamente en la capacidad de recomponer en una progresi6n ritmi- a unitaria lo ya construido, fundiéndolo en una amalgama formal median- te un sabio uso de algunos elementos canénicos de la arquitectura de la ciudad: pérticos, viales, alineaciones de calles y otros. Un paradigma de las técnicas y de las modalidades del crecimiento urba- no se puede hallar, por el contrario, en Nantes. También en este caso es la Place Royale la que hace de bisagra del eje de rue Crébillon, en torno al cual se desarrolla una decidida expansi6n occidental de la ciudad con la construc- cién de los nuevos barrios Graslin, Delorme y Gigant. Particular atenci6n merecen las vicisitudes constructivas del primero de los tres barrios, debido a la iniciativa privada del empresario J.J. Graslin". El proyecto del conjunto residencial es confiado, en un primer momento (1779), a Jean Baptiste Ceineray, que habia redactado ya el plan general de Nantes (en 1761, apro- bado en 1766), y, en un segundo, a Mathurin Crucy, que redacta la versién definitiva. La construccién del barrio se inicia en 1787, con la suscripcién de un acuerdo entre todos los propietarios de los terrenos. La imagen del conjunto queda marcada por una tendencial homogenei- dad de los caracteres de la edilicia residencial, sobre los médulos de un pacato neoclasicismo reducido a un tratamiento casi caligrafico de las superficies de fachada ¢ interrumpido s6lo por las emergencias monumen- tales del teatro y del gran bétel encastrado en el hemiciclo de la plaza Graslin, la cual representa un verdadero forum baricéntrico del nuevo asentamiento. 4 Cf J © Renoul, Gras et le quarter de Nantes qui ponte son nom, Nantes, 1860 Para una vision mis gencral de bs veestudes urbanisicas de Nantes en cl siglo XV veinse también G Martin, Nantes au XVM sicle Liadmnestra- tion de Gérard Meller, Toulouse-Nantes, 1928, P Lekovee, Ubanusme et arcbuecture a Nantes au XVille siete, Nantes, 1942 HisTORIA DEL URBANISMO EN EUROPA 22 La coudad como cuestiin tedrica entre los sighos xvser y xix Lo mis significativo de este episodio no es tanto la forma final cuanto el proceso de su realizacion, que pasa a través de una preliminar mediacién entre los intereses de los diversos entes propietarios, entre los cuales se encuentran también las érdenes religiosas, y, sucesivamente, a través de un acuerdo con la administracién ciudadana, que concede a Graslin el dere- cho a edificar el barrio a cambio de una cesi6n del suelo destinado a viario y de un compromiso a construir los inmuebles de su propiedad directa res- petando modalidades y tiempos bien definidos. Se dibuja asi una especie de convencién que avala el derecho colectivo del control sobre la imagen y sobre la estructura de los nuevos asentamientos residenciales, dejando sin embargo amplios mrgenes al Ambito privado en la inversi6n inmobiliaria, Con mecanismos no diferentes se realizan en Paris algunas parcelaciones casi contemporineas de barrios periféricos, debidas las mas de las veces a la iniciativa de los mismos propietarios del suelo. Al principe de Condé se debe Ia edificaci6n del barrio del Odéon, marcado por el tridente viario que converge en la espléndida plaza en hemiciclo dominada por el teatro homénimo (1765 en adelante); al duque de Choiseul el complejo de edifi- cios de alquiler que gravita en torno a las rues Grétry, Favart y Marivaux (1780 en adelante); al conde de Angulema, el sector conocido precisamente como Ville d’Angouléme, en torno a una gran plaza rectangular (1783 en adelante). El incremento de la actividad constructiva termina por asumir, hacia finales del siglo xvii, proporciones tales que inducen a la Déclaration du Roi concernant les alignements et ouvertures des rues de Paris (Versalles, 10 de abril de 1783), que representa uno de los primeros reglamentos que tienden a fijar, con criterios rigidos, la relacion entre altura de las casas y anchura de las calles. La aspiracién a la normativa, enunciada desde el terreno teérico por Laugier, encuentra en un cierto sentido su parcial res- puesta legislativa. LAS NORMAS Y LOS TIPOS DE LA COMPOSICION URBANA EN LA GRAN BRETANA DEL SIGLO XVIII Paralelamente a Francia, se dibujan también en Inglaterra algunos médulos bien reconocibles de conformacién del crecimiento de la ciudad. Se trata de los squares, de los circuses y de los crescents, tres patterns de la composicién urbana declinados en forma paradigmatica en la experiencia de los Wood, padre e hijo, en Bath. La aventura constructiva que conduce a la edificacién del monumental barrio dieciochesco se inicia en 1727, el 0 en que John Wood, tras haber Ilevado a cabo un significativo aprendi- zaje profesional en Londres y en el Yorkshire, retorna a su nativa Bath como arquitecto empresario. La primera obra alli realizada es un grupo de seis edificios encargados por el duque de Chandos. En su bagaje de ideas, Wood trae un proyecto urbano mas ambicioso, que tiene en mente desde 1725 y que tratara de BENEDETTO GRAVAGNUOLO 23 La ciudad como cuestion teérica entre los sighos xviii y xIx de plantear en diversas ocasiones profesionales en Bath, a partir del encar- go de intervenir sobre los terrenos propiedad del cirujano Robert Gay". Como é! mismo recuerda en un escrito autobiografico: En cada uno de los proyectos propuse construir un Gran Lugar de Reunién, llamado Royal forum of Bath; otra plaza no menos magnifica, llamada Grand Circus, y una tercera plaza, de tamafo igual a las precedentes, para la prictica de los ejercicios medicinales, Mamada Imperial Gymnasium de ta Ciudad, por una obra de ese tipo que fue edificada por primera vez en Bath en tiempo de los Emperadores romanos' Este pasaje arroja luz sobre un dato que no se puede olvidar en torno a este episodio: por encima de la aparente empiria, las “piezas” realiza- das en momentos diversos por los Wood siguen los cauces de un progra- ma mitopoyético en el que la transfiguraci6n fantasiosa, y en ocasiones claramente ingenua, de la antigiiedad romana se mezcla con el lticido cAlculo empresarial y con las aspiraciones estéticas del por entonces emergente “palladianismo” briténico. Hay, ciertamente, una adecuacion de la idea a las contingencias, pero es en la bien dosificada fusion de la clara voluntad de forma con los heterogéneos ingredientes del lugar y del tiempo donde tiene su origen una indiscutida obra maestra del urba- nismo. Queen Square, realizada en unos siete afios a partir de 1729, marca, incluso desde el punto de vista topol6gico, el inicio de la concatenada secuencia urbana que se cierra en el espléndido Crescent, pasando a través de Gay Street, King’s Circus y Brook Street. En cierto sentido, el disefio de esta plaza puede considerarse el preludio de una sinfonia espacial en la cual los motivos compositivos estén ligados en un continuum arménico que, sin embargo, deja percibir sus diferencias formales. ° -Tenla entre mancs, ademés del esquema de navegacin sobre el Avon, al menos cuatro proyectos diferentes {a propiedad Gay, las casas del duque de Chandos, una amplacyin dela casa de Ralph Allen y proyectos para un hos: pial, ademés de cos ediicos encargados por Humphry Thayer, un inspector de mpuestos amigo de Gay y Allen" J ‘Summerson, "John Wood ¢ ls trdizone ingles del progetto urbano", en Gasabell, n 513, mayo de 1985, pg 45. En ‘este ensayo fundamental John Summerson, sobre la base de una atenta reconsinietin de ls datos biogrifices,subra: ‘7 la imporanca de la expenencia londinense de Wood formulando la hipétess de que éste -ademés de rebar ext ‘mules culturaes del “plladansmo metropoltano de Lord Burlington” y del més genénco cla de renovacion arqui tectonics y urbanisica del Londres de los prmeros afc del siglo XVM sufn6 de manera especial una infliencia directa Je Edward Shepherd, al que estuvo hygado por relacones de estecha colaborscin a través de un comitente feomin el duque de Chandos M'y Wood, Esay towards a Description of Bath, Londres, 1749, ct en Summerson, ap ct, pg 42 “Queen Square ~afade Summerson~ era una extemponzacién cast reminiscent, como hemos visto, de fo que se habla hecho poco antes en Cavendish Square y en Grosvenor Square en Londres ‘Como ya he dicho, la wea del proyecto era la misma ‘que I de Edward Shepherd reagrupar casas normals de vivienda para obtener el efecto de un pala tnico. Wood reali6 esta wea en el lado Norte de la plaza y el refinado cucrpo de casas con frontones en el centro sobre los Pabeliones laterales, bs columnas y las pastas conntias, son datos que evocan ceramente un palace, o también Un {yuntamuento. Consiruy6 los lados Estey Sur de la plaza en un estilo mucho mis simple, mucntras que en el Lado ‘este copid casi de manera exaca lo que Shepherd habia hecho para el duque de Chandos en Cavendish Square, Iz eng, 2s, dos casas scparadassituadas en ls extremos del emplazamento, depindo vacio eb centro. Este espacio

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