H. R. TREVOR-ROPER
HISTORIA E IMAGINACION
Traduccitn de Aurelio Asiain
Hak. trevor-Roper (1914), Master of Pe-
techouse, Cambridge, no es s6lo el autor de The Last Days of Hitler, Hermit of Peking, The
Rise of Christian Europe, Renaissance Essayss, y el citico, tan implacable como elegante, de la
revista Encounter; sus célebres polémicas con historiadores como Arnold Toynbee, A. J. P.
Taylor y E. H. Care, verdaderas vindicaciones de la rez6n humana, tampoco agotan sucompleja
personalidad. Historiador preciso y fervoroso, es también, y quizd esencialmente, un filésofo
de la historia; un filésofo sin inclinaciones metafisicas y que descree, felizmente, de las grandes
explicaciones, las ceorfas absolutas y los determinismos histbricus. La existencia de la libertad y
la necesidad de Ia imaginacién son dos de sus convicciones fundamentales.
{es dic en un dicurs de dexpedidn, ademis de ls ceo, Se todos modes, que muchas hisnriadores samen
despedida final? Me despido ahora, no de mi materia ni, hoy a esta creencia. Es mucho lo que le debemos a los
ccspero, de Oxford o de ustedes sino de mi citedsa. Deberis, _tdcnicas de ls historia, de los filélogos del Renacimiento los
7 ,
copcivnes,
‘qieoes participa en le historia La funcign delhistriadot instromentos perfects, Bs initilsoponer que podremos
consist en discernir ess opciones; y éstes,indadablemen- coostruirlos en la quietud de un monasterio ven un comixt
ty, funibn de la imaginacién_ De abel lo demi (pot bndemis che mld sign de ua omit Las enny
discurso: "Historia ¢ imaginaciéa”, <1 conocimiento la influencia del muodo
Una expusicién como ésta es necesariamente algo subje- exterior, i ue vars de groersion cn gener,
tive Se me perder caters sobre edo enestms crane, de penne en perens,y ounce puede er exctamenee
eros des etre con experiencia yune ota son mds enifics de o que not pare; auras
personae. La objetividad de ln Circia ieee wa pare enel werd, y lejos deve origencs en aerators, el ity la
etnlio dela istoca, pero x uns parte eecondarin El possl en wa sistema reguac con eyes ferns Peroalctbo
Hay, desde ngs, pote que cre soe nisi misma es
wos cena objetiva. La ves, supongo, como une éenica de
10 Voeles 114 / Mayo de 1986‘Hisroria £ IMAGINACIOI
‘A veces pienso que se debid, en parte, una casualidad de mi
‘nacimiento, Me crié en una zona rural de Northumberland
del norte, entre los simbolos, 0 el sedimento, de sighs y
siglos de historia: no eeliquias muertas, que hubiers que
desenterrar cientificamente 0 reconstruir pacientemente,
sino visibles, todavia vivas para la imaginacion,
‘menos refinada. Hacia el sur estabe la muralla de Adriano,
‘auya gran extensién, que sube y baja siguicodo el contorno
de las colinas y los valles, tanto a Camden
‘cuando la visitd, hace cerca de cuatro siglos. Es, seguramen-
te, el monumenta mis grandioso de Is bretafla romana. Al
notte, las colinas de Cheviot, con sus fortines y sus torces
vighs que miran, por sus estrechas hendiduras y con bien
justificads suspicacia, hacia los. soplones escoceses: y la
siudad de Berwick, finalmente recuperada por Ricardo IIL
(recordémoslo en su honot) y resguardada tras esasesplén-
dss mmorallas construidas para la reine Isabel por dos
refugindos iralianos. En el ocste, deshabitados piraros
baldios nos eviraban tener que pensar en los galeses de
(Cumbria, an opuestos psicolégicamente 2 nosotros como
las antipodas. ¥ enleste,esa maravillosa costa de acantila-
dos de dolerita, rocas que lleva la marea y arena, con st
‘cordén de castilios roménticos: primero, ain sobre tierras
sajonas, las dos atalayas gemelas de Lindisfarne y Bam-
burgh, que se mican de frente como Sestos y Abidos, sobre el
bbeazo de mar que les separa; luego, mis 4! sur, lt cuinosa
fortaleza medieval de Duastanburgh, que segia Malory
pesca eer ln Joyons Garde de Artur, i de Warkworth,
{gue corresponde todavia a la descripciin de Shakespeare:
this worm-eaten bold of ragged stone
(carcomida prision de dipera roca)
En esa region —vna isla, mis bieo, limitada por lacolina,el
‘monte, la muralla, el péramo y el mar— descansan, visibles
para el ojo de la imaginacién, capa cras capa de historia
inglesa. Quiss no es una casualidad, pienso ahora, que esa
regién tan poco populosa haya sido, o legado a ser, la casa
de cantos historiadores: Trevelyans y Wallingwon, herede-
108 y continusdores conscientes de Maculay, io de uno y tho
abuelo del otro, respectivamente; los das Hodgkins, histo-
rladores de Italia y sos invasores y de la Inglaterra anglosa-
jons; Mandell Craighton, que excribié su historia de los
Paps ena viata de Embleton: mi predecesor, Si Maurice
Powicke, que nscié en Alnwick, y Dame Verénice We
Hood, de Newcastle; mi vecino, Sir Seven Runciman,
Pos [Por supuesto, soa ruzén muy intelectual para
‘studias historia. Quizé sea ademnés demasiado
Fer on igh ids boy qv comemet,9 ook tose
‘malo comenzar con la imaginaciba. E alge gue sempre
poode corregirse; por el contrario, si
Ereepinoscoreroes ol nage de wat excl Taio, Cor
ome. ‘Me gustaria decir que cuando le la historia
de a escuela de Oxford, pero no estoy muy segurode que sea
verdad. En el mejor de los casos, lo serd s6lo
‘Fue durante mi segundo afio €n Oxford, mientras lee el
tedioso¢ inexpresivo poema épico griegode Nonnius,cusn-