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BIBLIOTECA DE ESTUDIOS BIBLICOS MINOR DAVID ALVAREZ CINEIRA 15 Santiago Guijarro Oporto PABLO Y EL IMPERIO ROMANO EDICIONES SiGUEME SALAMANCA. 2009 ” Introduccion semtaban a las autoridades romanas a ni- pendientemente que su origen fuera roma- objetivo de esta coleccién, evitaremos, en la ¢ lo posible, tanto las discusiones técnicas en- t estudiosos como una acumulacién de argumentos, indo la claridad y Ja sencillez. 1 EL IMPERIO ROMANO CONTEXTO SOCIAL, POLITICO Y RELIGIOSO Pablo es un personaje importante dentro del mundo romano; de hecho, fue la figura mas influyente del cris- tivo. El mismo se presenta como cristiano judeo-helenista y el libro de los Hechos de los apéstoles lo describe como ciudadano romano originario de una ciudad griega. En su persona se conjugan tres elementos: ciudadano greco-romano, judio y cristiano. Las relacio- nes que de ahi se derivan constituyen el mundo paulino. Los escritos salidos de su pluma han conservado parte de esas interacciones, las cuales jugaron un papel rele- vante en la autocomprensién especifica del movimiento cristiano, Si deseamos obtener un cuadro satisfactorio de las interacciones complejas y tensas de Pablo con los po- deres politicos de su época, resulta de vital importancia la lectura de sus cartas y la interpretacién de esas rela nes en su propio contexto social, politico y religioso. Pa- ra ello se precisa conocer el mundo romano, imperial y provincial, que modelé las relaciones y el pensamiento paulino, configuré el ambito de expansién del cristianis- mo y determind la situacién de las comunidades judias de los territorios bajo influencia romana, comunidades que representaron la matriz principal del movimiento de seguidores de Jestis. 2 Pablo ye imperio roman 1. EL.NUEVO (DES)ORDEN MUNDIAL EN TIEMPOS DE AUGUSTO Las presentaciones mis recientes del mundo social del apéstol Pablo han perpetuado la visién comin de que la pax romana proporcioné un contexto positivo para el na- cimiento del cristianismo y la expansién de la misién pau- Jina: viajes relativamente seguros a través de adecuadas |, mares libres de piratas y adecuados acion de la cultura y la len- gua griegas facilité la difusién del evangelio y 1a comu nicacién entre las distintas comunidades a lo largo de la cuenca mediterrinea, El buen gobierno de Augusto habria creado un clima general de estabilidad y seguridad. Tal es el cuadro idilico que nos presentan las fuentes epigrificas y literarias, producto ldgicamente de la cla- se privilegiada. Las dos formas romanas de instaurar y mantener la conformidad de los pueblos conquistados eran el miedo a la espada y el arte de la retérica, Por es- te motivo, resultaba légico que el tema fundamental en la oratoria de los inicios del Principado versara sobre la paz, establecida y conservada por el emperador, con el beneficio de la seguridad y el bienestar para los habitan- tes del imperio. La retérica piblica ensalzaba también las relaciones de poder en el imperio!. Como testimonio imperial destacan los autores? que ensal- ‘poder imperial romano dentro de la tradici6n apoca ‘mas adelante, por ejemplo, que en la primera Cart ‘emplea formas greco-romanas junto & la retrica apoct 2. CF.N-POschl, Virgil und DT. Doblhofer, Hora= Comtesta social, polities B zaron la figura de Augusto y de la pax augusta median- te una poesia propagandistica, asi como los testimonios mudos, pero mas influyentes en la sociedad, de las mo- nedas, el arte y la arquitectura’, Los emperadores utilizaron habilmente los cargos, los hhonores y la administracién para producir cohesién me- diante una red de intercambio de relaciones personales basada en el sistema del patronazgo, el cual partia de ellos. mismos y alcanzaba todos los ambitos de la vida politica, social y religiosa. Se trataba de un elaborado sistema de relaciones, que estaba vinculado especialmente al valor del honor. Estas relaciones de patronazgo personal entre el emperador y la elite local constituian las lineas mas im- portantes y efectivas a través de las cuales fluia el poder entre el centro (Roma) y las autoridades regionales y lo- cales. Dicho sistema de poder jerarquizado representaba otra forma mas de mantener el orden puiblico y ejercer el control sobre los siibditos. Ademas, gracias a la estrecha relacién entre religién y Estado, esta situacién estaba san- cionada por los poderes divinos. Por tal razén, el sistema politico, econdmico y social del patronazgo interacciona- ‘ba constantemente con el sistema politico-religioso de los sacrificios y el culto al emperador. El sometimiento de las provincias a la dominacién romana fue una construccién ideolégica. Su realizacion dependia de que muchas personas compartieran un con- junto de creencias que sancionaban una nocién romana de orden social, La misma Roma aporté la arti 905-929. 3! Sobre este tema, P. Zanker, The Power of Images in the Age of ; University of Michigan Press, Ann Arbor 1988, ust M Pablo» el mperio romano taban su vida como miembros de la comunidad, y fue la creencia de que otros compartian esos mismos valores lo que legitim6 el orden social establecido por Roma, Dicho sistema social, basado en relaciones piramidales entre el, imperio, el emperador, las provincias, las ciudades y los, individuos, proporcionaba a sus miembros una idea colec- tiva de pertenencia a un ente superior que, al mismo tiem- po, requeria compromisos de los suibditos: asentimiento, aceptacion y lealtad a Roma La concesién de la ciudadania, las fiestas, la unidad monetaria, las imagenes imperiales, asi como los rituales politicos, jugaron un papel importante a la hora de aglu- tinar el mosaico de culturas y razas que componian el imperio. Las pretensiones romanas para legitimar el po- der no se limitaban a la autoridad carismatica del empe- rador, sino que Roma universaliz6 los beneficios de sus logros, es decir, present6 acuerdos institucionales que servian a los intereses de algunos individuos como si sir- vieran a los intereses de toda la poblacién. Asimismo, la ideologia subyacente idealizé el imperio como una co- lectividad que incluia a todos, minimizando las diferen- cias de cultura y clase, y enfatizando la similitud de las, relaciones personales hacia el emperador'. Roma se pre- sentaba, en este sentido, como garante de la estabilidad itica y economica. Con todo, los nuevos estudios histéricos reflejan que -a del imperio romano iinicamente be- neficiaba a las clases privilegiadas. Los romanos y las fa milias dirigentes de los pueblos y ciudades conquistados, cuyo dominio y poder fue ratificado e incrementado por Roma, perpetuaron un orden politico y econémico que 4. Sobre laid ‘eotogy in th CA 2000, Contest social, politico ¥ religioso 2s aseguraba su propio poder y sus privilegios. Por desgra- la inmensa mayoria de la poblacién sufria sus conse- cuencias opresoras*. No es de extrafiar que los pueblos sometidos no aceptaran amablemente el nuevo orden im- perial, y que algunas de las disposiciones impuestas por los romanos exacerbaran atin mas los conflictos locales. Las epistolas paulinas, los escritos del historiador jud Flavio Josefo y del filésofo Filén de Alejandria muestran que el «nuevo orden mundial» impuesto por los romanos desde Augusto, era sufride como un ades-orden» por mu- chas personas en las provincias. Esta situacién opresiva no se menciona normalmente en la historia romana, tal vez porque las fuentes literarias y epigrificas expresan el punto de vista de los opresores. Basta con reparar en la historia de Palestina durante Jos dos primeros siglos de nuestra era para afirmar que ja pax romana constituia una pesadilla de la que no re- sultaba posible librarse. Los movimientos de resistencia fueron reprimidos por los gobernantes con mano dura por amenazar el orden imperial y su propio starus. Tan- to los intentos faniticos por conservar las formas tradi- cionales de religiosidad, como los intentos oficiales por tomar medidas drasticas contra la resistencia, conduje- ron a conflictos sangrientos: dos guerras de liberacién contra los romanos que terminaron en represién y des- truccién. A dichas circunstancias de explotacién, agita- cién, subversién y represién aluden Pablo (Gal 1, 13; Flp 3, 4-6) y el libro de Hechos (4-5; 7, 54-8, 3) al presentar el movimiento de los seguidores de Jesis en Jerusalén y mis alla de las fronteras judias. También se encuentran duras criticas contra la dominacién romana dentro de las 26 Pablo. nperio romano corrientes apocalipticas judias, como puede verse en el comentario de Habacuc*, La estabilidad politica reinaba en otras ciudades en las que actué Pablo, pero tal estabilidad impuesta por el poder imperial romano significaba inseguridad para la mayor parte de los habitantes, como testimonian las de- portaciones de pueblos conquistados y colonizados, que experimentaron el yugo de la domina¢ romana. A ese yugo hay que afiadir la esclavitud, uno de los pilares sobre los que se basaba el orden socioecond- mico romano. Dicha situacién sociopolitica contaba, ade- mas, con el benepl 2. LAPOLITICA RELIGIOSA ROMANA EN TIEMPOS DE AUGUSTO Para entender el mundo religioso del imperio, es ne- cesario repensar el concepto de reli istente en la Antigiiedad. De hecho, la creencia o la fe de los indivi- duos no se configura a partir de la relacion personal con la divinidad, sino fundamentalmente de manera social, dado que no existe separacién entre politica y religion. La religién desarrolla un complejo entramado y un con- junto sutil de relaciones e interacciones que estructura la sociedad. El velo que distorsiona y encubre las duras realidades del imperialismo se tejié mediante una ideologia centra- dda en la paz y la seguridad, la cual se instaurd involu- crando a los dioses en y a través de Roma. Si la paz y la seguridad deben ser considerados logros de Augusto, el imperio los alcanza gracias a las victorias militares y los religioso » esto social, poli impone a los pueblos sometidos. Asi, la pax romana se basa en la guerra y en la conquista, pactando posterior- mente con el pueblo conquistado. El mensaje del «evan- gelio» de Augusto era claro: justicia y paz, en cuanto do- nes de los dioses, se han manifestado sobre la tierra en el orden y la seguridad impuestos por Roma. Los stibditos estin invitados a responder con gratitud, temor y lealtad Esta propaganda de Augusto utilizé los distintos medios ltura, cultura en general...-, ica y so- cial que impregnara los diversos ambitos de la existencia humana, De hecho, hasta el mismo Augusto fue incor- porado a una compleja red de ritos, instituciones y, even- tualmente, deidades. Este emperador renové la moral y los valores roma- nos tradicionales, las virtudes y los ideales’. De forma deliberada se propuso a si mismo como paradigma. En el centro de toda la reestructuracién del sistema religioso estaba Augusto, en ocasiones presentado como el nuevo Rémulo®. Se convirtié en miembro de todos los sacerdo- cios y sodalitia («cofradias»), proceso que culminé en el aho 12 a.C, cuando asumié el cargo de pontifex maximus, fusionando en su persona los poderes politicos y religio- sos. Pronto se consideré la época de Augusto como la rea- lizacién de la edad de oro 0 edad de Saturno. Los poetas ensalzaron su «piedad» (pietas, especialmente Horacio), Jo que conllevaba un cierto paternalismo, asi como una ‘and Roman Empi ‘Rome in the Earl atencidn a los cargos sacerdotales, alos templos ¥ alos juegos secul 28 Pabl nperio romano Vinculacion especial de su persona a los dioses. La pietas adquirié connotaciones del patronazgo imperial, a la que correspondia la lealtad (fides) de los sibditos. Ademis, como parte de esta nueva visién religiosa, el mismo Augusto ocupard un lugar central en la vida poli- tica, religiosa y social romana, Tras su muerte, incluso se cconvirtid en paradigma de actuacién para los emperado- res sucesivos, especialmente para Tiberio y Claudio. Inau- guré una dinastia y un nuevo sistema politico (el Princi- pado), por lo que fue ampliamente venerado. Aunque en Roma no existié un culto directo al emperador Augus- to mientras vivia, sin embargo, su numen o poder divi- no si que recibié honores piiblicos. El culto al emperador reinante no fue impuesto, ya que era extrafio a la men- talidad romana adorar a un emperador vivo como dios? Por eso, en la capital del imperio, los emperadores y los miembros de su familia sélo recibieron oficialmente ho- nores divinos después de la muerte y tras el reconoci- miento de sus méritos por el senado. 3, EL CULTO AL EMPERADOR Los estudios del Nuevo Testamento han considerado el culto al emperador como una de las religiones rivales del cristianismo". Dichas investigaciones se centraban, con frecuencia, en el objeto de la fe, especialmente si el ‘emperador era considerado un dios o si el culto expresa- 9. CF la carta que el emperador Claudio drigi a los alejandrinos ~ Cambridge University Pres, Cambridge 1984; F. Cra, Ketan Contest socal, 0 2” ba una relacin personal. Segin la interpretacién eri na dominante, las palabras y formulas usadas en el culto al emperador pronto se convirtieron en expresiones mani- das y frases estereotipadas, sin verdadero contenido. No obstante, los estudios modemnos consideran que los hono- res y las fiestas dedicadas al emperador no sélo estaban ampliamente extendidos, sino que dominaban la vida pu- blica de las ciudades de Grecia y Asia Menor. El culto imperial, en sus miltiples manifestaciones, cera un elemento religioso y politico constitutivo del am- biente donde Pablo desempefié su misién. Sin perder de vista la piedad personal que también produjo, fue sobre todo un medio usado por las naciones dominadas para con los poderes gobernantes. Religion im- peri ca, rituales y poderes eran totalmente inse- parables. Adem, el variado y dinamico culto imperial del siglo I supo adaptarse a las sociedades mas diversas, dependiendo de las tradiciones y situaciones locales, ya que se incorporaba frecuentemente a los cultos tradicio- nales de las comunidades provinciales. En este sentido, su amplia implantacién se convirtié en uno de los ele- ‘mentos integradores del imperio. Aunque el culto al «hombre divino» no fue una ca- racteristica exclusiva ni originaria del imperio romano, Augusto realiz6 su propia contribucién, pues lo convir- en el contrapeso ideolégico a la amplia presencia mi- itar de control y gobierno del extenso territorio impe- rial, Este culto pronto alcanzé importantes dimensiones religiosas, tanto en su terminologia como en sus formas {en DNP VI (1999) 143-145; M. Clauss, Kaiser und Gott Herrsch Bret cepts and Images of the age of Cipr 40 Pablo y el imperio re de expresién''. Los templos, las imagenes imperiales, los sacerdotes y los sacrificios fueron organizados y erigi- dos de acuerdo con los modelos de los dioses tradiciona- les. Aunque los emperadores normalmente eran divi y no dei, pronto fueron asociados e incorporados al culto de los dioses tradicionales". Los espacios publicos de las, ciudades se transformaron virtualmente en templos, ya que las estatuas y santuarios imperiales, con sus inscrip- ciones piblicas exaltando las grandezas del emperador, dominaban el 4gora. Un sibdito dificilmente podia sus- traerse al influjo de la ideologia imperial; la efigie del emperador acuitada en las monedas recordaba perfecta- mente quién era el seior del mundo (cf. Mt 22, 15-21). La imagen del emperador se convirtié en omnipresente. Se instituyeron festivales y juegos imperiales; ademas, las fiestas con motivo de su nacimiento subrayaban el inicio de una nueva era. De esta forma, el culto impe- rial estructuré el tiempo y la vida urbana, Laelite local y provincial estaba interesada en patro\ nar el culto imperial en las provincias y en estrechar las re- laciones con el emperador o la familia imperial median- te el patronazgo. Con ello conseguia consolidar su propio poder tanto en la capital como en la provincia, Las ciuda- des, agradecidas, recompensaban el «altruismo» de esta Press, Oxford - New York 2002, pres Oxtord 2002 2. P. Zanker, The Po and Empire, 72-86. Conteso social, poco religioso 4 elite provincial o local con a entrega de los oficios pabli- cos mas prestigiosos. De este modo, el culto al emperador favorecié una vida civica urbana basada en la lealtad al emperador y al imperio, pero que generaba beneficios po- iticos y econdmicos, y reconocimiento social y honor en el Ambito local. Este culto, en sus multiples manifestacio- i en un instrumento privilegiado para esta- blecer las relaciones con el poder imperial, y en la expre- ‘a mas importante de la cohesién social. Asi, la vinculacién entre el gobernante y los sibditos no sélo adquirié formas religiosas, sino que reclamé la participa- cién de los sibditos en dicho culto como muestra de leal- tad al imperio. Como es de suponer, no todos los siibditos participa- ban en ese culto. Los judios, a pesar del rechazo de las imagenes y de la devocién exclusiva a su dios, lograron minimizar el conflicto con el culto imperial’. Ello se de- bid a que los emperadores generalmente no les exigieron el culto a su persona y les permitieron vivir conforme a sus costumbres ancestrales. Es en este contexto politico- religioso donde tenemos que situar la actividad paulina, 4, EL JUDAISMO DE LA DIASPORA BAJO EL DOMINIO ROMANO Los emperadores Augusto, Tiberio y Claudio se es- forzaron por proteger la antigua religién romana. Los cultos extranjeros estaban sometidos a Roma y a la ideo- 32 Pablo mperio romano logia imperial; se trataba de conjugar la religion y el tado, la paz que los dioses conferian (pax deorum) y la seguridad que Roma imponia (pax romana). No obstan- te, la hora de incorporar nuevos pueblos al imperio tras haberlos conquistado, la costumbre romana solia reco- nocer el statu quo, los usos, estructuras y derechos esta- blecidos por los soberanos, siempre y cuando no fueran pueblos demasiado conflictivos. En cuestiones religiosas, maiorum) y el respeto a las pricticas atavicas (longa con-

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