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Rafael Aguirre Ensayo sobre los origenes del cristianismo De la religion politica de Jess a la religion doméstica de Pablo vigor del Exige robo da la fraternidad universal. Cuanto mis se le ama al Dios de un pueblo en exclusiva o cuanto mis en exclusiva se cree conocer su voluntad en la historia, mds se vuelve ese dios un {dolo peligroso. 8 El poder en la Iglesia segiin el Nuevo Testamento En este capftulo nos planteamos un reto fascinante, por- que el poder es una preocupacién central del Nuevo Testa- mento, pero también un problema clave de la Iglesia que en nuestros dias lee estos viejos y queridos libros. La “fusién de horizontes” entre el lector y el texto se da aqui de forma emi- rence. En toda sociedad y en cualquier grupo humano, las re- laciones no son puramente sim ‘como exigencia de la organizacién y de la insticucionalizacién de la vida aparecen telaciones de poder, entendido como la capacidad de unos de incervenir en la vida de otros y de obligar, incluso, a adoptar determinados comportamientos. El proyecto de Jestis dice una relacién directa e inmedia- ‘aa las relaciones humanas: la acepracién del Reino de Dios implica el surgimiento de posibilidades inéditas de vida y de convivencia y la superacién de toda relacién de dominacién. @Pero cémo se puede expresar un proyecto de relaciones hu ‘manas alternativas a las vigentes en el mundo en unas co- ‘munidades que inevitablemente se van institucionalizando? La compleja red de vinculaciones sociales y de relaciones. de poder que existian en las comunidades cristianas se refle- jan en los textos que compusieron. Por eso el poder exige tun estudio combinado de las afirmaciones explicitas del Nuevo Testamento y de las realidades sociales que imp! es decir, la articulacién de la exégesis de funcién sociolégica que desempefian. Demasiada tarca para eee 16 Bruay sobre os org ser realizada ahora de forma completa. Vamos a fijarnos, como hemos ido haciendo en los capitulos anteriores, en las dos grandes familias de textos del Nuevo Testamento, los evangelios y Pablo. Las comunidades paulinas son las que mejor conocemos y, ademés, la tradicién que reivindica el nombre de este apéstol es Ia que més ha configurado a la Iglesia posterior. Pero en ambos casos empezaré por el poder sagrado y tinico que se atribuye a Jes urale- za, tan excepcional, es el paradigma aucé fa comunidad cristiana. EI poder en la comunidad cristiana segiin los evangelios el gran punto de referencia de la fe y ‘muy superior al resto del Canon, porque nos tradiciones primigenias y fundantes. Lo carac- cevangelios es que descubren el poder sagrado fis en su vida hist6rica. Es obvio que este poder nos llega a través de la reaccidn tan especial que suscité en los primetos testigos. Dos palabras claves caracterizan a Jess, la autoridad (exousia) y los prodigios (dunamei). El poder de Jesis a ensefiar asombra a los oyentes, ferencia de los escribas, no presenta icin académica ni funda sus argumentos en la Es un poder carismatico, que se basa en su ia de Dios y encuentra un eco profundo en fa gente, Recurriendo a las categorias de la antropologia me- diserranca se ha dicho que el poder de Jests sel de un “ine termediario” privilegiado de El poder soberano de Jestis se manifesta también en la expulsién de espiritus inmundos que, segtin la concepcién del tiempo, deambulaban por el aire y tomaban posesién de la gente angustiando su vida (Me 1,27; 3,22). Se pone de ma- iesto que Jestis es el mas fuerte (Me 33,27) porque ha El poder en Ita bido de una forma excepcional el Espi 1), de modo que es su Hijo amado. Pero atin hay mds: Jesis trans- fede las normas de pureza, que eran el conjunto de normas, Kegiimadas religiosamente, con las que Israel procegi su iden- id como pueblo de Dios. Transgrede el sibado, toca a los impuros y come con los pecadores. Este poder y libertad de Jestis se manifiesta como misericordia, que se pone al servicio de los marginados. Tan grande es el poder sagrado que descubren en Jestis que llegan a decir que es capaz de perdonar los pecados (Mc 2,10) La admis snacidn se reflejan en la pregunta que ‘con poder en el templo de Jerusalén: aquién te ha dado aa auroridad para hact Jestis interprets sus indudables caracteristicas de tauma- urgo popular como signos de la liberacién y del amor de Dios. Segiin los evangelios, tuvo poderes (dunamneis) excepcio- nales puestos siempre al servicio de las necesidades humanas. Lindando ya con cierta mentalidad mégica gr afirmar que “de ls Mc 5,30). Pero Jes largos aftos de estudi conferido su pertenencia a una fa Jess rompe los exquemas humanos del poder 80 de Jestis atrae a los gentes (Me 3.7). El poder, de cual pero la vida suele poner a prueba los ent No pasa mucho tiempo y empieza a suscicarse inquiecud en el corazén de los discipulos, que deja paso después a una cre- contraposicién entre sus expectativas y el proyecto de La clave del conflicto es el poder: cul es el poder his- ico del Reino de Dios y de Jesis, su mensajer é poder van a gozar los que han dejado todo para 170 Encyo sobre los ovgees del ranma rimera parte de los evangelios sinépticos, -a (Mc 1-8,26), esti marcada por el conflicco con las autoridades judias. La segunda, el camino a Jerusalén (Mc 8,27-10,52), esté caracterizada por el conflicto de Jesis con sus propios discipulos. Se enfrentan “los pensamiento de los hombres contra los pensamientos de Dios” (8,33) pre- cisamente en el tema del poder. Es el choque entre la men- talidad judia de los discipulos, que esperaban un Mesias poderoso, y el Reino de Dios de Jests, que es la afirmacién de la soberania de Dios como amor puto y, por tanto, sin imposicién ninguna, sin poder histérico, como pura gracia y respeto absoluto a la libertad de los humanos. Pero este relato ¢s, al mismo tiempo, la contraposicién de la Iglesia de todos los tiempos, que sigue a Jestis, si, pero que nunca aca- ba de entender su camino de servicio y sin poder. El tema aparece en torno a los anuncios de la pasién que jalonan el cami a Jerusalén. Las ansias de poder de Pedro (Me 8,27-35) cuando responde a la Sin embargo, Jestis no aprueba explicitamente esta confesién e impone silencio. A renglin seguido, anuncia por vez primera la pasién: “El Hijo del Hombre debia suftir mucho...” Inmediatamente, Pedro “se puso a reprenderle, romindolo aparte”, Es la anticonfesién de Pedro, que no se atteve a res- ponder a Jestis en un debate abierto ance todos. Podemos pen- sar que sacaria a colacién los textos sagrados y las esperanzas mesidnicas del pueblo. Jess le reprende a su vez, “mirando a sus discipulos’, porque Pedro no es sino el representante de la mentalidad de los demds y de la Iglesia de todos los tiempos: “Ponte detrés de mi, Satands, porque no tienes los pensa- mientos de Dios, sno los de los hombres. Los dscfpuos ha- cen frente comtin con Satands, que quiere separar a Jest de su camino de servicio con la propuesta del poder. Jestis invita a Pedro y a sus compafieros a la conversién, a que “se transformen mediante la renovacién de su mente, a El poder on la Ile etinol Nuevo Tesamento que no se acomoden al mundo” (Rom 12,1-2), a que acepren el camino del servicio y de la solidaridad con los tkimos. Es importante observar que Jestis no mplemente a Pedro, sino que le vuelve a invitar a ponerse en su seguimiento™. Pero, eso si, en el camino de la cruz. Disputas por el poder en la Iglesia (Mec 9,30-50) EI segundo anuncio de la cruz y del servicio tampoco es entendido por los discipulos, que tenian miedo a preguntar, quizd porque vislumbraban las consecuencias peligrosas que aquello acarreaba para su grupo. dad cristiana, Jestis entabla un didlogo con los doce. La para- doja es brutal: por el camino, mientras seguian a Jests, iban discutiendo quien era el mayor entre ellos. No nos encon- ramos aqut con el vivo retrato de nuestra situacién eclesi Han interiorizado totalmente los valores hegeménicos sobre cl poder, el prestigio y el honor. Jesiis vuelve a a carga con el resumen de su doctrina: ser primero significa hacerse el ulti- mo y el servidor (diakonos) de todos. Después se levanta, trae un nifio y lo pone en medio. Téngase en cuenta que en la ‘mentalidad judia del tiempo no existia ninguna idealizaci moral o religiosa del nifio: el nifio era el no-val atin de cumplir la ley. El lugar central no corresponde ya ni a Pedro, ni a Juan, ni a Santiago, sino a un nifto cualquiera, a tun necesitado que ni siquiera pertenece al grupo. La comuni- dad de Jestis tiene que ser servidora y acogedora de quienes son como aquellos nifos, de los desvalidos y de los que no cuentan (9,37). Cuando en un grupo humano saltan las disputas por el poder y por los primeros puestos, inevitablemente surgen di- eaduce m nao tbe os origne del jiones y se rompe la hermandad. El deseo de poder genera actitudes sectarias, que se caracterizan por el celo por mono- polizar los bienes y por deslindar las fronteras con los otros. Es lo que vemos en el episodio siguiente (9,38-40). Antes, Pedro se oponia la de yora, Juan rechaza que podriamos Se ufana porque impedido expulsar demonios en nombre de Jestis a uno “que ‘no viene con nosotros” (Mc 9,38). Pero Jestis, que sustituye el ansia de poder por la entrega a los necesitados y por el servi- Cio, critica este concepto cerrado de comunidad, que preten- de monopolizar el espititu de Jestis, y promueve una comuni- dad abierta, consciente de que el Reino de Dios la desborda y de que se goza con ello, Servi .y no poder (Me 10,32-45) Los discipylos siguen soplando y dé tercer anuncio de la pasién es el Reto no imports, Los vemos a saber nada mis de ellos. Ahora, los dos hijos del Zebedeo, Santiago y Juan, se acer- can a Jestis para pedirle asientos a su derecha y a su izquier- da en su gloria. Siguen pensando en Jestis como en un rey mesiinico y triunfador y aspiran al poder terrenal inm. reaccionan airados contra Santiago y Juan, evidentemente porque todos aspiraban a los mismos lugares de poder y ho- nor. Volvemos a comprobar que el afin de poder es incom: patible con la hermandad. s palabras de Jess tienen ahora una contundencia es- “Sebi qu ge to tides como fede a san como whores aay lr res tories con nha deter ash ene vst, sna que equ quer legen ser ane entre aro serdeucrorervid,y elqe quieter primero on todo pore Tie del Hombre ‘sacra dt on vie como ches" (Me 1041-45) Aqui hay un imperativo constitucional para todos los tiempos: no ha de ser as entre vosotrs. En la comuni- dad cristiana no pueden existir unas relaciones de poder como las que se dan en cualquier otro grupo social. El mas grande tiene que ser quien mas sirva, y el primero debe ser el escla- vo de los demas. El poder puede ser necesario, pero es siem- pre expresién de unas relaciones humanas no transparentes, afectadas por la limitacién de nuestra nacuraleza y por el pecado. La comunidad cristiana, como lugar donde se acog soberania de Dios y su graci que superar la asimecria que introduce el poder y visibilizar la fraternidad y un nuevo estilo de relaciones humanas. Las estructuras de la comunidad wna tienen la obligacién de ser mucho més transparen- pativas y comunitarias que las de cualquier otra cién social. Se juega en para ser testimonio del Reino de Dios. Es ‘igencia eclesiolégica tiene su fundamento cristo- jeo: “El Eljo del Flombre no a venido a ser a servir y a entregar su vida’. La Iglesia nace del camino de Jestis, de su voluntad de hacer del servicio la expresiés ica del amor gratuito de Dios. El servicio/ diakoni tendido como la entrega completa de la propia vida, define a Jesis. A los ojos de un griego,“servt” es indigno de un hom- bie libre™. Es sorprendente que las responsabilidades ed se designen constantemente en el Nuevo cios"/diakonia. Segtin algunos, se debe a que la ende como una *contesocedad", pero ceo {ue es mejor decir que se entiende como la precursora de un nuevo tipo de sociedad humana. HL B. Beyer, Dishone, TWNT, I 81-94 m4 Ensayo sobre ls orignes del visianino Comunidad de hermanas y hermanos Los primeros grupos cristianos eran hermandades part cipativas en las que cada uno tenia rostro y nombre para los demés. Es muy claro en Pablo. Pero también aparece en los cevangelios, con la particularidad de que se vislumbra en ellos la polémica con una incipiente institucionalizacién que ame- nazaba con romper la hermandad, en ver de promoverla. Familia de hermanos y hermanas sin estructuras patriarcales (Me 3,20-35) Esta pericopa es la conclusién de un texto mas amplio (3,20-35), en el que se establece una contraposicién entre la familia natural de Jessy la nueva familia formada por quie- nes le sigueny cumple la voluntad de Dios. Ambo grupos mn pof conceptos muy diferentes dl poder Los paren: loco (3,21) y la casa” en 3,20 tes fot hermanos y la madre piensan que a quieren sacarle de la casa donde est4 reunido es la imagen de la comunidad cristiana) para reintegrarle al hogar patriarcal. Los nuevos valores del Reino, que invierten fas jerarquias y ponen en el centro a la persona humana (Me 3,3), significan una subversién y llevan a pensar que Jestis “esti fuera de s” (3,21). Los parientes de Jess y los escribas de Jerusalén (3,22), enviados por el centro judio, representan la ‘misma mentalidad. La comunidad de Jestis no consta simplemente de los doce, sino de los que estan sentados en corro alrededor de él y cumplen la voluntad de Dios (3,34-35). En el centro est jo Jestis, y todos se encuentran a la misma distancia de Al. Destaca la igualdad entre varones y mujeres. Vienen a buscarle los hermanos y la madre, pero en su respuesta Jestis introduce entre ambos a las hermanas: “Quien cumple la vo- Luntad de Dios, ée es mi hermano, mi hermana y mi madre”. En cambio, no se menciona al padre, porque la comunidad cs una hermandad radical. Se ha solido pensar que aqui Marcos, representante de una comunidad helenista y paganocristiana, polemiza con el El poder en a Ilia sepin ef Nuevo Texan 75 judeocristianismo de Jerusalén, de cardcter dindstico y jerar- quizado, en el que los familiares de Jestis ocupaban los pri- ‘meros puestos. Es posible. Pero lo que es mds seguro es que Me reivindica la fraternidad radical del proyecto de Jestis contra un proceso de institucionalizacién que introducfa en las comunidades las estructuras patriarcales de la sociedad™: La “jerarquia” es radicalmente antievangélica (Mr 23,8-12) Es bien sabido que las preocupaciones eclesiales se trans- parentan de forma especial en el evangelio de Mateo. De una manera explicita, habla del poder que ha recibido el Resuci- tado y que transfiere a su comunidad: “Me ha sido dado to- do poder... haced discipulos... bautizando... ensefiando... Yo estaré con vosotros..” (28,18-20). En efecto, en esta comuni rias (18,15-18) en nombre del Resucitado y con su poder (18,19-20). Es decir, hay una cierta institucional ivetsos ministerios. Mt acepta este proceso, pero a durfsima contra la introduc: formas mundanas de poder y jerarquia Varo, en cambio, no odes amar Rabb, porque uno sala es ‘wero Macro yvotros ws tedorhermanes. Ni lantiva nadie Padie ‘etna onl ter. porge no oo e vac padre del cio. Ni tam ‘poco os des lamar preepores, porque une solo e metro preceptor Crit. E mayor csr sevidar, Pac el que ena ce sed hui ile sed enue” (fr 238-12) ‘También aqui se empieza subrayando que el poder en la comunidad debe ejercerse de una manera radicalmente dis- mat bien, nopuden ence en mi ilracion de Die una iso, que Jee ann Techos. CFP: Homanny Dey Be fon liar sd der Races Maine 16 tinta, La diversidad de funciones no debe atentar contra el valor primero y més importante, q hermandad. Es antievangélico el uso de citulos y distinciones. Expresamente se dice que a ningin cargo en la comunidad se le puede Hla- mar “padre”: la confesi6n de Dios como tinico Padre, lejos de legiimar la concentracién de poder, es para Jess la garant igualdad radical, Esta claro que tam igro de la p: i es presentado como un servicio. Pero probablemente hay que decir atin més. Los versicu- los que estamos comentando estén incrustados en ec: 23, que es un durisimo ataque a los escribas y fariseos del ju- ddaismo, Se les reprocha precisamente que usen su poder para explotar al pyéblo y buscar su prop es bien, a la luz de los versiculos 8-12, Mt probablemente entiende el ca- lo entero como una critica a los lideres de la comunidad cristiana por la forma como ejercen el poder y por cémo se aprovechan de su situacién. Radicalidad antijerérquica de la comunidad jodnica (Juan 13) de fa escena del la ca de Jestis, de espe sar el sentido de toda ben existir en la com cra parte del idad y correspondia a los. jos a las mujeres. También, a veces, los dis 2Cémo es posible que un ios, lave los pies a quienes anftrién, que sale de Dios y va a llaman Maestro y Sefior? Simén Pedro no acepta el signo porque quiere a Jestis en el trono del Mesias. Para Pedro, defender el rango de Jestis es defender el propio. En el probablemente Pe- dro representa al cristianismo mayoritario en su tiempo y con el que su comunidad mantenia unas relaciones dificils. Jestis en Iglesia sgn el Nuevo Ts m7 hace més que un gesto de humildad: denuncia la vaciedad de Ia sociedad centrada en el honor y basada en el poder ls j= rarquias. El evangelio de Juan quiere una comunidad de di pulos iguales, sin ninguna jerarqufa humana, en el que todos “se laven los pies unos a otros”. Quiz’ por eso le costé tanto set admitido en el Canon a este evangelio. El poder en la comunidad segiin san Pablo El poder de Jesis ¢ de Jesucristo resucitado, que goza de la maxima cercanfa de Dios y, por tanto, detenta la ples el cosmos (Rom 1,43 ren la reinterpretaci evangelios, Jestis cuenta sobre los e Ja concepcién del tiempo, una serie de potencias demonta- cas, subordinadas a Satands y con nombres diversos (po- tencias, dominaciones, elementos...), pululaban por el aire, estaban decrés de los poderes politicos opresores (of Ap 13), actuaban en fos rebeldes a la fe (EF 2,2) y eran responsables de numerosos desquiciamientos psiquicos. Estos poderes maléficos angustiaban la vida de mucha gente y, con frecuencia, se recurria a ritos para stracrse. su. favor (Col Pero ahora el Sefior victorioso esti a la dere- cha de Dios, “por encima de los Principados, Porestades, 78 0" (EF 1,12; Fil 2,988; Col 2,15; ave, Pablo permanece ext de Jestis: su poder no se dominio sobre las conciencias, ni con violencia 0 coaccién, res. Este poder se expre- al valor més apreciado en 1 honor que correspondia al propio linaje: Sefiot Jesucristo, siendo rico, por vosotros se hizo pobre a fin de enriqueceros con su pobreza” (2 Cor 8,9). El poder de Jestis es sol érvima con la situacién humana de mayor ignominia, la de los crucificados. Se tra- ta del poder del amor, de forma nueva de enyénder co, tan contrario a los c Jestis es constituido Sefior y recibe de do lo creado. Lo procla porte como hombre: Us asi fo hasta la muerte, “ymuerte de cus. or lo cual Dios le exales _y le otorgé el Nombre (que ext sobre todo nombre Para gue al nombre de Jevis toda rodilla xe doble cen lo clos, em la terra yn ls abism 1p toda lengua confese ‘que Crs Jess es efor (para gloria de Dios Padre (Fil26-11). ‘Maclean Gewaen tm NT; Fburgo 1963; iy Riflesine sd 9.206 Nove Te poder onl gsi sein el Nuevo Tesamento 19 Un dato muy importante para nuestro tema: Pablo pre- senta este himno sobre el poder como servicio-hastacla-muerte- con-los-crucficados como paradigma de lo que deben ser las telaciones internas en la com El poder de Pablo en sus iglesias Pablo se e ciones con la colaboradores, su poder reque: desarrola su actividad. Me caracteristicas™. uuentra inmerso en una compleja red de rela- ‘con otros apéstoles, con sus Entender adecuadamente istema completo en que se co ahora a presentar unas pocas Pablo goza de una des que ha fundado. Usa la met 12,14; 1 Tes in ge mb ec gn de ere del radon nage 0 aye sobre ls ovgenes del eis Pero cuando se le enfrentan y agravian en Corinto, saca a relucir con gran energia este poder que tiene sobre sus iglesias, 13,10). Es evidente que el poder de Pablo en ides es tinico ¢ irrepetible, pero, sin embargo, es erviene con poder (1 Cor 7,17: 1), pero es consciente de que existe una del Sefior z Se siente muy obligado por la fidelidad a lo recibido 23; 15,3), pero cuando no hay un precepro del Seftor deja claro que lo que dice es su opinién (gnémé: 1 Cor 7,25.40; 2 Cor 8,10). Sabe dejar que la comunidad saque sus propias conclusiones: “Os hablo como a prudentes. Juzgad vosotros lo que digo” (Cor En dos casos se ve con claridad que es la comunidad la que debe tomar las decisiones. En 1 Cor 5,1-13 reprocha a la co- munidad que no haya tomado atin medidas en un caso es- candaloso de fornicacién. Es un asunto lleno de oscuridades, pero no hay duda de que para Pablo formalmente es la co- Imunidad quien dee adoprar una d xto tiene notables seme} Pablo exhorta a la comunidad a perdo- rar a quien le ofendié una vez que el castigo ha surtido efec- por la co- 1 poder en la Ilsa sein ol Nuevo Testament " cexhorta a la comunidad a tomar una decisién (turiod): “Os exhorto a tomar una deci un término juefdico, lo que procedimiento formal de de La organizacién en las iglesias paulinas ™ ecuencia, se ha exagerado la contraposici6n entre as judeocristianas, dirigidas por un colegio de pres- biteros al modo de las sinagogas,y las iglesias paulinas, pura- mente carismaticas en el sentido de carentes de toda institu- Cin. Esto no se corresponde con las datos del NT y, ademas, es un sin sentido sociolégico. , pide considera Entre vosottos, os presi- Seftor y 0s amonestan”, En 1 Cor 11,15-16, re- lama sumisién a “la casa de Estéfano, que se ha puesto al servicio de los santos”. En se da un nombre a estos di- “ ia de Cencreas ibn gue de Febe (Rom 16,1-2). Los dirigentes de nas concretas. En Rom 12,8-y 1 Cor ,28 se menciona ge- niéricamente a este carisma de gobierno. {Cémo se generé este ministerio? Pablo solfa hacer de una iho), entendida como lugar y grupo humano, la base de una iglesia local. La explicacién més plausible ¢s que el pa- terfamiliasoikodespotés que presidia esta casa, por una evolu- ww Bray sobre os ergenes dl ién muy natural, se convi pal responsable de su organizacién, Estos “patriarcas” solian ser normalmente gente emprendedora y de recursos econémicos. Parece que Estéfano asumié este papel en Corinto por propia iniciativa, ero, sin duda, conté con la aprobacién de Pablo, que h: c 1 Cor 1, 0 en esa lor coe rave que intervene recono- comunidad, ademés, por supuesto, del a te Pero el carisma de direccién es uno entre muchos y no el més importance. Concretamente, se distingue de los ministe- 3s de profeta y maestro, mas tradicionales y més importan- tes en este momento, encargados de ensefia, transmi sxponer las Escrituras y formular la vol casas y desea los suyos, pdrque seri zacién que un grupo de espe tareas. “No puede el ojo deci auin, Pablo subraya la importancia de los que son tenidos en menos (1 Cor 12,18-26). En Ia comunidad de Corinto hay un entusiasmo enorme cepcionales Pablo de nocer es carismas (jarismata)", ‘normal pero que rtamente no en primer lugar, el carisma de gobierno (1 Cor 12,28) tcrio en sus iglesias (es claro 10,17.28 son una Fccién lucana), pero acep- incipiente izacién del poder que se da ya en sus comunidades y establece que el criterio que debe presi la es la “edificaciSn’: que contribuya a la participacién de la B Holmberg, 120-121 EL pode en a Ilia sein el Nuevo Tetamento 183 comunidad (1 Cor expansi6n misionera » pero no le concede un papel decisive. Su presenci como padie-made de ls comunidades rl autoridad, pero hay algo mas. En sus cartas se dirige siempre 1 toda la comunidad y, en los graves conflictos, no dice nada a los ditigentes porque toda su preocupacién es que se solu- responsabilidad y participacién de todos los her- manos (en 1 Cor: en el caso del incestuoso, cap. 5; en la di e en los problemas en las reuniones La evolucién de las cor idadespaulinas No puedo hacer mas que una breve referencia a A través de las cartas de la caut senses, a las que se puede afiadi patriarcalizacién de las comunidades cristianas. Es decir, la Iglesia se va configurando tn el modelo patriarcal que caracterizaba a aquella sociedad. En las pastoral, las iglesias estan dirigidas por colegios de pres- biterosepiscopos, compuestos por paterfamilias prestigiosos y probados (1 Tm 3,1-6; 3,12) que han asumido y monopoli- zado también el poder de ensefiar. Y esto tiene varias consecuencias que simplemente sugiero: 1. La concentracién del poder en unos lideres va de Ja mano con una creciente pasividad de la comunidad; cartas van dirigidas a | rnidad, como las cartas paulinas auténticas. 84 Banayo sobre os evigenes del eisinsms 2. La patriarcalizacién de las iglesias va eliminando a las mujeres de las funciones dirigentes. 3. A medida que las relaciones de poder en la Iglesia se asimilan a las existentes en el mundo, nace el peligro de aspirar a determinados ministerios por las ventajas econdmicas que se podian obtener (1 Tin 5,17; Gal 6,6) y se establecen cautelas para evitarlo (1 Ton 3,35 Tit 1 Heh 20,33-35). Reflexiones finales En la medida en que la comunidad Reino ge Dios tiene que superar las rela cexpresidh siempre ~por necesario que sea- de limitacién y de pecado. Esta comunidad tiene que caracterizarse por una par- ticipacién, transparencia y hermandad en sus relaciones in- ternas mucho mayores que cualquier otro grupo social. En la medida en que se instieucionalicen tendran también que ins- titucionalizarse los mecanismos estructurales que garanticen la participacién, transparencia y hermandad. La Iglesia mis 1a, ante todo, con su “comunién’, manifestando una forma nueva de vida social y de amor. un poder paradéjico que tastca los valores dominantes en el mundo. Pero, con frecuenci n-nuestra Iglesia va acompafiado de titulos, honores y estilos que banalizan de forma inadmisible las palabras més claras de Jestis. 3. La Iglesia vive del poder tinico y sagrado del Sefior Re- sucitado. Desde el primer momento, las comunidades se iversas, y la ble distribucién del poder sélo se justifica en la medida en que es servicio a la presencia del Sefior, a la hermandad y a ién de todos. Los apéstoles del pasado van sien- do idealizados y se les reconoce un papel tinico e irrepetible a Jesis. Por es0 los escritos del Nuevo Tes- tamento reivindican su autoridad (escritos paulinos, jodni- poder en la iglesia rei el Nuevo Tenants 185 cos y petrino; los sindpticos reivindican, sobre todo, la au toridad de Pedro). 4, En la tradicién pospaulina del Nuevo Testamento se constata una concentracién del poder en los duccién dristica de la participacién de la cartas pastorales son una respuesta muy condicionada histéri- ‘camente ante una situacién conflictiva; no pueden conside- ratse la cumbre del Nuevo Testamento y deben releerse a la luz de las tradiciones més fundantes, originarias y numerosas del Nuevo Testamento. igen crit as al ee cio del poder por parte de los lideres de la comunidad cr hha en un momento en que ésta se esté institucionalizando, en buena medida, segtin el modelo de la sociedad patriarcal. Hay tuna tensién permanente no entre carisma ¢ inst i entre una institucién que refleja la novedad del Reino y es participativa y fraterna y otra que sigue la dindmica munda- pads concentracin del poder en unos ders por encima de

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