57- 18.
Coleecién de Andlisis y Critica
Michael Heinrich
Critica de la economia politica.
Una introduccién a El Capital de Mars.Captroro XT
ESTADO Y CAPrrar,
Cuando Marx conpreni a finales de la década de 1850 una critica
bajo asalariado, el NEatalo, el comercio exterior y el mereado mundial (ef.
vaciones ocasionzles al respecto. Algunos elementos generales de una
teorfa del Estado se encuentran en los escritos tardios de Engels: en el
Anti-Dithring (1878) y sobre todo en El origen
EL EStapo: UN INSTRUMENTO DE LA CLASE DOMINANTE?
Fueron sobre todo dos planteamientos de Marx y Engels los que
determinaron en gran medida las discusiones posteriores sobre el
‘Dela lltud de contibuciones sobre! tema, sefalaremos aqui slo unas
Gora), Paschukanis (1924), Gramsci (1929-35), Althusser (970),
Poulantzas (1977), Gerstenberger (1990); para una primer y breve introduccién
debate, vease Stile (2003).
203Crea de la economia politica
Estado, Uno fue la distinci6n entre y «superestructura>, ¥¢l otro
la concepcién del Estado como instrumento de la clase dominante.
En el Prélogo a la Contribucién a la critica de la economia politica
(4859), Marx resumié de forma muy breve (aproximadamente en una
hoja y media) su visién general de la sociedad. Designé aqui la estracta-
ra econémica de ésta como «la base real sobre la que se levanta ua
superestructura juridica y politica», y destacé que
«las relaciones juridieas y Tas formas de Estado no se pueden comprender a
partir de sf mismas, nia partir del denominado desarrollo general del espi-
itu humano, sino que més bien hunden sus rafces en las condiciones mate-
riales de vida (MEW 13, p. 8).
Con esto se introdujeron en el debate los términos «base» y «super
estructura», de los que tanto uso hicieron los marxistas posteriormente
(y que por lo demés rara recen en Mars). Iin el marxismo tradi-
cional y en el marxi smo, las escasas afirmaciones de este
Prologo fueron consi 19 uno de Tos documentos fumdamenta-
les del «materialismo hist6rico». A menudo se saeé la conclusién de que
la base» econémica determina esencialmente la «superestractura»
politica (Estado, derecto, ideologfa) y que para todo fendmeno de la
superestructura> tiene que haber una causa en le «base» econémica.
Esta reduceién simplista a causas e intereses econémicos se designa
‘como eeonomicismo.
‘Muchas de las discusiones entre marxistas giraban en torno alla pre-
gunta por el grado
por la «base». En el
vos en este Prélogo,
se trataba aqui de una dé
ante en su época, que
‘todas las relaciones econémicas. Frente a ello, Marx insistié en que no se
puede comprender el Estado y el derecho simplemente a partir de si mis-
‘mos, sino que hay que verlos siempre desde el trasfondo de las relacio-
nes econémieas. Pero con tal de ion no esté ni siquiera minima-
mente indicada la configuracién del anzlisis del Estado.
La interpretacién economicista apoyada en la distincién entre base y
superestructra encajaa muy ben con aearatrizacon del Estado que
todas ls sociedades humana: Sélo cuando en tna Sociedad se forman
clases con intereses contrapuestos y estas oposiciones de clase amena-
zan con desgarrar la sociedad, se hace necesario un «poder que aparen-
‘temente se sittia por encima de la sociedad». Este poder, que surge a
204
Estado y capital
partir de la sociedad misma, pero que se va haciendo cada vez més auté-
nome, es el Estado (MEW 2, p. 165). Sin embargo, el Estado s6lo se
sitia aparentemente por encima de las clases, en realidad es «el Estado
de la clase més poderosa, de Ia clase econémicamente dominante, que a
través suyo se convierte también en la clase politicamente dominante»
(MEW 21, p. 166 y ss.)
Engels considera al Estado como un poder que esti situado frente a
la sociedad. Esto se corresponde con el coneepto general, coloquial, del
Estado como una institucién que en una determinada sociedad dispone
‘del monopolio para el ejercicio legitimo de la fuerza (en suma, del mono-
polio de la fuerza); prescindiendo de la legitima defensa, nadie puede
caso en tna repiblica democratica con sufragio universal, algo que se
debe, sogtin Engels, a distintos mecanismos indirectos: por un lado, ala
- (quien
214
Estado y capital
considera que la democracia «verdadera» consiste en la realizacién del
mayor mémero posible de plebiscitos puede observar en Suiza, por ejem-
plo, si esto conduce a grandes transformaciones).
"EI Estado y la opinion pabliea representan, como se sefiala a menu
do, un campo de batalla de intereses distintos: en un sistema democré-
tico esto se puede ver con especial claridad. Pero este campo de batalla
no es un terreno neutral, sino que afecta a Ta estructura de las confron-
taciones y a la praxis polit que resulta de ellas. Ciertamente la politi
ca estatal no est determinada totalmente por Ia situaci6n econémica,
pero en la formulacién de esta politica tampoco se trata de un proceso
le. Por wna parte, desempefian un
;portante las confrontaciones tanto dentro de las clases como
la habilidad en los conflictos de determi-
siempre son posibles desarrollos distin-
ambién ha de tener en cuenta en todo
romento el interés glbel capitalist ea una scumulacion ereciente de
capital. Los partidos y los politicos puoden ser completamente distintos
‘en cuanto a su procedencia y a sus p 5; pero en su politica, espe-
ialmente cuando estén en el gobierno, se orientan por lo general hacia
este interés global capitalista. Esto no se debe a que estén
por el sector capitalista o dependan de él de alguna otra forma (aunque
esto también pueda ocurrir), sino que se debe a los procesos de consoli
dacién de los partidos y a las condiciones de trabajo del gobierno, proce-
508 y condiciones a los que tampoco pueden sustraerse los partidos de
izquierdas que aspiran a la participaciOn en el gobierno.
Para ser elegido presidente o para obtener la mayoria como partido
hhay que agradar a distintos intereses y posiciones. Para ser tomado en
serio por los medios (una condicién esencial para liegar a ser conocido)
hay que hacer propuestas «zealistas> y eposibles». Antes de que un par-
tido consiga acercarse siquiera a a participacién en el gobierno, recorre
rnotmalmente un proceso de disciplinamiento que dura muchos afios, en
el cual se va adaptando cada vez més a lo que es «necesarion, es decir, a
Ia observancia del interés global capi
s6lo asi puede lograr un mayor éxito electoral. Si un partido llega final-
mente al poder, tiene que ocuparse entonces de conservar la aprobacién
alcanzada. Aqui es especialmente relevante el hecho de que su «espacio
de movimiento politico» depende de manera decisiva de sus posibilida-
des financieras, as cuales estén determinadas, por um lado, por la cuan-
tf de las recaudaciones de impuestos y, por otro lado, por el importe de
los gastos, entre los que las prestaciones sociales constituyen la mayor
partida. En el caso de una acurmulacién de capital creciente, la reeanda-
ci6n fiscal es alta y los gastos sociales por desempleo son relativamente
bbajos. Por el contrario, en una fase de crisis, la recaudacion fiscal dismi-a través del endeudamiento, co
futuras y, ademas, un Estado of to sin problemas sélo mi
re80s fiscales futuros, en base a los euales tiene que reembol-
estén asegurados, lo que presupone a su vez una acunsula-
ion creciente de capital.
Pero el fomento de la ecurmilacién no es
totalmente obvio que «nuestra» economia tiene que ir bien par
nosotros» también nos pueda ir bien. Los «sacrificios», que sirve
camente para favorecer a las empresas capitalistas, se soportan més 0
menos de buena gana en espera de tiempos mejores para todos. Lo for
federal (socialdemécrata) Helmut
y 3s de trabajo de pasado maii
tia de la poblacién, la erftiea no se dirige por lo gene
de una politica fundamentalmente dirigida a promover ¢
‘2 que con ello no se han Jogrado los resultados esperados.
‘Aqui se hace patente la relevancia politica dl fetichismo que estrue-
tur lt pereepein espontines ds actore del produc capitals:
experiencias de desigualdad, explotacién y opresién no lievan necesaria~
mente a la critica del capitalismo, sino més bien a la erftica de situacio-
nes dentro del capitalismo: se critican las exigencias «excesivas>, una
distribucién «injusta», pero no el fundamento capitalista de esta distri-
bucién, Hl trabajo y el capital son considerados como las bases de la pro-
uecién de la riqueza social, tan necesarios el uno como el otro, por Io
que hay que tenerlos en cuenta en Ja misma medida. Justamente a par-
tir dela formula trinitaria se puede llegar a comprender por qué la con-
cepel6n del Estado como un tereero neutral, que se tiene que oeupar «de
la totalidad> y al que se apela para que establezca la «justicia social», es
tan plausible y esta tan ampliamente difundida.
Esta «totalidad» constituida por el capital y el trabajo, y por Ia que
tiene que velar el Estado, es designada —con un aleance distinto segan el
pais del que se trate~ como nacién: la presunta comunidad de destino de
un «pueblo» que esta constituido sobre una supuesta historia y cultura
«comin». Esta comunidad nacional se configura fundamentalmente a
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Estado y capital
través de una delimitacion frente a Ios enemigos «internos» y «exter=
nos». El Estado aparece como la forma politica de la naeién: tiene que
realizar su «bien comtin», tanto por medio de su politica interior como
a través de la defensa de los «intereses nacionales» frente al exterior. Y
eso es precisamente lo que hace el Estado cuando persigue el interés glo-
bal capitalist, pues en’ condiciones capitalistas no existe otto bien
comtin que este interés.
ILI Mrrcano MUNDIAL E IMPERIALISMO
en su impulso por alcanzar una valorizacién lo més alta,
1 Ia tendencia a sobrepasar todas las fronteras nacionzles,
Ta compra de elementos de capital constante (sobre todo mate~
venta de los productos fabricados. De ahi que
‘mereado mundial que «constituye la base y la
iodo de produecién eapitalista» (MEW 25, p. 120 /
196). El interés global capitalista que persigue el Estado burgués se refie~
re por ello no s6lo al plano nacional, sino también al internacional.
as corrientes marxistas analizan la politica internacional en la tra~
‘én de las teorfas del imperialismo de Lenin, por lo que tenemos que
comenzar ocupéndones brevemente de ellas.
Por imperialismo se entiende la tendencia de los Estados a ampliar
su Ambito de poder més all de sus fronteras, ya sea directamente por
medio del aumento del territorio del Estado, ya sea indirectamente a tra-
némica, politica o militar sobre otros
vés de uma dominacién
Estados. En el ditimo cuarto del siglo XIX, los patses eapitalistas de-
sarrollados de Europa Occidental, asi como Estados Unidos y Japén,
hicieron enormes esfuerzos por anexionar a su propio émbito de poder
tertitorios del resto del mundo (sobre todo de Africa, Asia y
tinosmériea) y utilizarios en su provecho, por lo que en un lapso de
tiempo relativamente breve surgieron imperios coloniales gigantescos,
que continuaron existiendo parcialmente hasta después de la Segunda
Guerra Mundial.
A comienzos del siglo XX, distintos autores marxistas estudiaron en
‘qué medida esta conducta imperialista tenia su causa en cambios
estructurales del capitalismo en el interior de los paises imperialistas
(ilferding 1910, Luxemburg 1913, Kautsky 1914, Lenin 1947). La con-
iribucién mAs influyente fue la de Lenin, que adopt6 en gran parte los
steamientos del autor inglés Hobson (1902) ~un liberal de orienta~
ci6n izquierdista— y los present6 con un ropaje marxista. Basindose en
los andlisis de Hobson, Lenin consideraba que Io esencial del eambio
estructural del capitalismo contemporéneo consistia en el trénsito del
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