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I La mentalidad del funcionario tras la escritura de El Principe Delfin Ignacio Grueso Departamento de Filosofia Universidad del Valle delfin.grueso@correounivalle.edu.co LA MENTALIDAD DEL FUNCIONARIO TRAS LA ESCRITURA DEE PRINCIPE 39 N cabe duda: la mirada sobre la dominacién politica que presenta Nicolas Maquiavelo en El Principe fue, en su momento, de ruptura. Ahora bien, las lecturas que la obra ha soportado a lo largo de estos cinco siglos discrepan sobre si tras esa mirada habia una concepcién coherente y acabada sobre la politica. No ha sido facil, cn todo caso, reconstruirla y hay quienes creen que ella, sencillamente, no existe. Estos ultimos observan que en Maquiavelo hay intuiciones que, aunque licidas, no se acomodarian facilmente en el seno de una misma tcoria sobre la politica. Pero atin éstos tienen que reconocer que en esa obra nuestro autor consigna afirmaciones que son tan inquietantes que han ameritado todo tipo de interpretaciones. De otra manera no se explica que sobre este libro, mas bien pequeiio, se hayan escrito muchos volimenes no ciertamente pequefios. Lo que esto prucba es que estamos en presencia de un texto que nos sigue inquietando, que no se deja ignorar, y que de hecho nos sigue interrogando. En fin, de un clasico del pensamiento politico occidental. Un clasico del pensamiento politico, si, pero .de qué naturaleza? {Qué es lo que, en esencia, hace ahi Maquiavelo? {Es esta ya una aproximacién a la politica que se separa del tradicional modo como la filosofia se aproximaba a ella, inaugurando ya cl modo propio de las Ciencias Sociales, o es un nuevo modo filoséfico? Y, ante todo, gcudl es el entendimiento que Maquiavelo tiene de la politica? (E ella un fenédmeno que ocurre con arreglo a teyes, de modo tal que cl conocimiento de éstas Ie permite a quien incursiona en la politica moderar sus acciones y asegurarse cl éxito 0, por cl contrario, en la DESAHOS, LEGADOSY SIGNIFIGADOS enrol DELFIN IGNACIO. 'GRUBS) 40 ntingente de forma tal que s6lo podemog politica prima el azar y lo co de todas maneras, nunca nos garantizars alcanzar un arte cn elatinar que, el éxito? Por supuesto, no voy preguntas. Sdlo voy @ resaltal detras de las escritura de El Principe (1 a dar respuesta en este corto escrito a esas la mentalidad del funcionario que est, uego explicaré mas en detalle por qué opto por ese camino) y para ello quisiera comenzar destacando las os plantea la primera de las preguntas que acabo de fiere a la naturaleza del texto. el tipo de empresa intelectual dificultades que ya ni formular, aquella que se re! Entender la naturaleza de E/ Principe, que en éste se propone Maquiavelo, es un primer desafio y, para ntarnos, no podemos evitar cierto anacronismo, cierta apelaci6n alos un tiempo posterior al de su escritura. A eso nos empuja casi no puede entender sin antes clasificar. orier desarrollos de nuestro afan taxondmico que Asi las cosas, y aunque no sca un texto que se caracterice por exhibir una argumentacién rigurosa, acumulativa y orientada a conclusiones generales, dispuesta toda ella al escrutinio minucioso por parte de un piblico universal, es valido que intentemos compararlo con textos que si cumplen esas caracteristicas; por ejemplo, obras de las futuras ciencias sociales como La riqueza de las naciones, de Smith, o Economia y Sociedad, de Weber. O con obras del canon filos6fico-politico como La Repiiblica, de Platén, 0 El Contrato Social, de Rousseau. Lo acerca a obras del primer tipo el hecho de que alli Maquiavelo parece ponet en suspenso el juicio moral, a fin de dar cuenta, como él mismo dice, de ‘la verdad cfectiva de las cosas’. Lo acerca a obras del segundo tip? el hecho de que, por siglos, fucron los fildsofos los que mantuvieron vigente a Maquiavelo, Ain asi, no son pocos los cientificos sociales Y los fildsofos que no Ie conceden a esta obra un lugar dentro de su propio canon disciplinar. Existe la posibilidad de una terceria, a saber: tomar E/ Princip? como una especie de manual, de esos que acompafian ciertos artefactos y que instruyen al operario sobre sw manejo adecuado. A favor de esta LAMENTALIDAD DEL FUNCIONARIO TRAS LA FSCRITURA DE £2. PRINCIPE 41 opcién esta cl hecho de que en la obra domine el tono de instructor ar cl poder 0, propio de quicn, sabiendo, enscfia a otro como conqui ya ejerciéndolo, cémo conservarlo. El instructor, suponiendo que su pupilo quiere conquistar y conservar el poder, le presenta maximas de eficacia politica. Lo que parecen imperativos categéricos, lo son solo hipotéticos (‘puesto que quieres esto, debes hacer esto otro’), pues ya se sabe cuales son los fines deseados. Es evidente que prestar atencién primaria a esta funcién pedagégica y al cardcter operativo del saber maquiaveliano: cs el camino que menos riesgos ofrece a quien quiera establecer la naturaleza de E/ Principe; aunque el libro excede en mucho el estrecho marco de un manual netamente operativo. Para mis propésitos en este articulo, la idea del manual me permite ademas conectar E! Principe con la mentalidad de funcionario propia de Maquiavelo. Resaltando el caracter discolo de la obra, su resistencia a ser clasificada siguicndo los estandares propios de los discursos académicos, quiero enfatizar que fue un funcionario, y no un académico, el que la escribi6. Parece evidente que Maquiavelo cultiv6 un tipo de escritura al lado de sus funciones burocraticas, 0 mejor, como parte de las mismas, una escritura rica en observaciones sobre cl curso de las cosas politicas, y que esa escritura desemboca en El Principe. Yo quisiera enfatizar que esa escritura sdlo es justificable en términos de su utilidad inmediata para Ia accién politica. Se podri propiamente valiosa de Maquiavelo se escril expulsado del cargo Seeretario de la Segunda Cancilleria de Florencia do en su casa de campo. Por eso intento mostrar y se hallaba confina que, aun cesante, nuestro autor no podia verse a si mismo, sino como un funcionario y que no dejaba de sofiar con vo n cual su conocimicnto pudicra ser correctamente ¢ de Ia escritura que practica durante ese rmes de su época de secrctario, ‘a argiiir, en contra de esto, que la obra bid cuando él habia sido Iver a csc cargo 0 a otro de similar perfil, c1 aprovechado. La mayor part tiempo es una reelaboracién de los info n Iecturas mds reposadas de los clisicos y, al mismo enriquecida cot ee DESAFIOS, LEGADOS ¥ SIGNIFICADOS DELFIN IGNACIO GRUESO 42 tiempo, pensada como una especie de carta de presentaci6n para volver 1C1 y sa al lugar donde cree que debe estar. No ignoro que sostener esto equivale un poco a erosionar la imagen de Maquiavelo como un precursor del abordaje de la politica propio de las Ciencias Sociales 0 co mentos contra la pretendida vocacion cientificista de mo un filésofo. Por cso avanzaré un par de argur Maquiavelo, sin intentar negar q y aperturas epistémicas necesarias para cl tratamiento que las futuras ciencias sociales harian de la politica. Igual haré con relacién a la figura de Maquiavelo como fildsofo, de nuevo, sin pretender negar la ue él haya contribuido a las rupturas significacién filos6fica de su obra. El Principe: jana aproximacion cientifico-politica? Lo que a menudo se invoca para ver en Maquiavelo, si no un cientifico politico en el sentido que ello fue posible en el futuro, si por lo menos un precursor de la ciencia politica, es esa actitud suya que parece orientarse de dos modos, a la hora de hablar de la politica: poniendo en suspenso el juicio moral y enfocdndose en el establecimiento de constantes, de relaciones causa-cfecto, relativas a la accion politica. Pero la idea de este Maquiavelo precursor de la ciencia politica, nos sugicre Diogo Pires Aurcélio (2012), es mas bien tardfa; emergié en el siglo XIX y lo hizo de dos modos: uno, hegeliano, y otro, mas propiamente cientificista. La lectura hegeliana de Maquiavelo habria sido sugerida pot Francesco de Sanctis,' quien ve en él un precursor de la ‘Ciencia del Estado’ cn sentido hegeliano; esto es, como auto-realizacién de su esencia como un ser que tiene en si mismo su propio fin, que no requiere ser analizado siguiendo patrones externos, * Dice literalmente Pir Aurélio: “Como di estado adquire consci ®, cm 1868, Frascesco de Sunetis, em Maquavel ‘© taivdies Sint lence ue se encontram em si mesmo o sou finn € 05 MeO, através a histéia sm pamtciocans coe cn és para 0 idealismo um saber que se fiz 's padres epistemologicos e com o te modo preferencialment matemitico de chunciarem a verdadle dos seres" ( 2012, p. 66). neias da naturaleza LAMENTALIDAD DEL FUNCIONARIO TRAS A ESCRITURA DE PRINCIPE 43 La lectura que ve en Maquiavelo un precursor de la ciencia politica, mas en el sentido que ella vino a tener después en el seno de las Ciencias Sociales, la habrian introducido, segin Pires Aurélio, Alexander Koyré y Ernest Cassirer. El primero, habria hablado de El Principe como una suerte de Discurso del método de \a politica; un modo de ligar la experiencia con la razon de un modo distinto al de Bacon. El segundo, habria sostenido que Maquiavelo anticipa la dinamica de Galileo,” abriendo cl camino para la ciencia politic: ; algo que, segiin Cassirer, no se habria notado antes por el afin de ver en Maquiavelo a un patriota exaltado (cfr. Pires, 2012, pp. 67-68). Para sostener una lectura como aquella sugerida por Cassirer, me parece, hay que establecer en Maquiavelo conexiones generales entre fenémenos, unos operando como causas y otros como efectos de esas causas. Si Maquiavelo no percibiera esas conexiones —s¢ puede sostener— él no podria acuiiar maximas que pretenden Ievar a la accion politica eficaz. Puesto que esas conexiones existen para Maquiavelo —se podria continuar-, es que él puede decir: ‘si quieres evitar A, haz B’, ‘si lo que buscas es C, no hagas D’, ‘a todo aquel que hace X le pasa Z’. Se pueden prever las consecuencias porque se conoce el modo en que se llega a ellas a través de las causas. {Pero es cierto esto de Maquiavelo? Dos dificultades afrontamos para responder afirmativamente esta pregunta. De una parte, Maquiavelo mismo no nos ha desarrollado su entendimiento de la politica de ese modo, quizés porque el talante sistematizador que suponc una teoria general de la politica no estaba entre sus virtudes intelectuales. De otra parte, la politica podria ser para él cualquier cosa, menos algo previsible, sujcto a las regularidades propias del mundo natural. Poco dispuesto el autor a axiomatizar su saber sobre la politica al modo de las ciencias y poco dispuesta la ame P = . ia alias Pires cita a Cassirer en El mito del Estado diciendo: “Maquiavelo estudié los movimientos Politicos con el mismo espiritu con que Galileo estudi6, un siglo después, el movimiento de s cucrpos. Fue el fundador de la ciencia de Ia estatica y dindmica politicas” (Pires, 2012, pp. -69).. Dt ESAFIOS, LEGADOS Y SIGNIFICADOS ns on™ DELFIN IGNACIO GRUES 44 politica a dejarse atrapar en Ieyes que pect ponianp aia de accién previsible, la idea de que en Maquiavelo =e las bases de una ciencia politica se nos escurre entre los dedos. Asi lo ven algunos, entre ellos Marcel Brion (2005).* ; Ahora bien, quienes suponen cn Maquiavelo un entendimiento de la politica como un universo atrapable en eonstane y variables, un saber que, si se tiene, permite alcanzar cierta eficacia en la accién politica, pueden declararse benevolentes con cl autor diciendo que, si bien no estaba entre sus tareas llevar ese entendimiento al plano de una teoria general de la politica, de todas maneras lo tenia. Lo que haria de Maquiavelo el precursor de la ciencia politica pues, no seria el hecho de haber formalizado esa teoria de la politica (en cuyo caso ya seria el fundador), sino el de haber avanzado las pistas para una teoria en tal sentido. Tan benevolentes intérpretes, sin embargo, nos quedan debiendo una explicaci n con respecto al impacto que, sobre tal entendimicnto, tendria el capitulo XXV de El Principe.’ En efecto, al hablar de los aleances de la virtit sobre la fortuna, Maquiavelo parece crosionar cualquier entendimiento de la politica como un campo en el cual, si uno conoce sus regularidades y acttia conforme a ellas, va a tener éxito. Lo que ms bien parece concluir €s algo asi como: ‘hagas lo que hagas, cl éxito finalmente no depende de ti y en este campo ningin comportamiento guiado por un conocimiento nos pone a salvo del fracaso’. Esto complica, incluso, la idea de manual operative que aqui he sugerido como mas proxima a lo que El Principe ¢: porque un * Literalmente: “[Maquiaveto] no tenia nada det Ia politica era algo vivo y. como tal debi * También Pires Aurdtio hace nota de la ciencisa politica, pasan por ale muio sugestva que seja qualquer das suas versder oe maquiaveliano, além de nio tomar em devian como aquela que se pode ler no combate entre a fortuna e viedo * (Brion, 2005, p. 334) ‘er a Maquiavelo como un precursor mente: “Semelhante interpretagi0, pot esgola, porém, a fecundidade do texto 4 conta algumas das suas teses mais insistentes. Pin AXV do Principe, sob a conhecida proposopeia 82 BL PRINCIPE DE MAQUIAVELO > LIDAD DFL-FUNCIONARIO TRAS privcire 45 LA ESCRITURA LAMENT! nual S610 puede prescribir sobre la base firme de un mundo causal mai - perfectame No obstante, nte controlable. tampoco podemos volver la espalda al hecho de que Maquiavelo si apela a figuras propias dé las ciencias de la naturaleza, otras que habjan sido largamente acreditadas en la tradicién on todas ellas, parece alejarse del modo como la de la politica. Me permito, amén de filosofica y que, © losofia habia abordado el fendmeno fil entonces, detenerme un poco mas en este asunto de la ruptura (ruptura con Ia tradicién filosdfica para aproximarse a un modo que pronto sera el cientifico) en Maquiavelo, tomando ahora en consideracién a dos fildsofos, uno anterior a Maquiavclo y otro que vendra un ticmpo después de él. Me refiero a Aristételes y Hobbes. El primero representa, en la época de Maquiavelo, lo mas clasico del tratamiento filosdfico de las cosas politicas; el segundo se apropia claramente de un método cientifico que esta en boga en su tiempo, el mecanicismo, para fundar la razén de ser de la politica de un modo abiertamente opuesto al de Arist6teles, sin hacerse por ello un cientifico de Ia politica. Maquiavelo y Aristételes podrian tener algo en comin: clasificar regimenes politicos. Pero Maquiavelo no se dedica tanto a clasificar formas de gobiernos y modelos institucionales; habla, en sentido amplio, de principados y repiiblicas. En los Discursos sobre la primera década de Tito Livio se ocupa de las replicas y s6lo marginalmente de los principados, mientras que en El Principe estos se vuelven el régimen materia de estudio. Ahora bien, no creo que, en sentido estricto, Maquiavelo esté hablando de regimenes politicos, en el sentido de modelos institucionales, de grupos sociales que dominan, de constituciones y de formas de transicin politica.’ Toda su clasificacién de los principados en El Principe (en donde éstos son /o otro de las ae s, en el segundo capitulo de los Discursas, donde habla de las ‘clases de Spies © introduce ta noeién ars de las tes elses do gobiemo {mondrmico, oy democritico) y las tres corrupciones dc los mismos (tirana, oligarquia y ‘el licencioso”) (Cfr. Maquiavelo, 201 1c, pp. 258-260). DSArios HOS. LEGADOS YSIGNIFICADOS —— aneneeneeneewe ae DELFIN IGNACTO GREG 46 ‘hereditarios’ y “nuevos”, de donde i artir de “hered ¢ organiza a Pp nder sub-clasificaciones : para conquistarlos o para conservarlos. Si en ‘oteles y Maquiavelo se diferencian atin republicas), comienza a despre! diferenciada dificultad ; eso no logran parecerse, Arist i : no ha} mas en su antropologia general: no ; humana como esencialmente socal o en Aristoteles, una vocacién dominantemente que atienden més bien a |g y en Maquiavelo una lectura de I Ie. Sobra decir que la naturaleza tampoco hay, com ; normativa en cl tratamiento de la politica. La comparacién de Maquiavelo con Hobbes nos podria parecer més natural. Ambos comparten eso que marca la diferencia de la modernidad politica con respecto a la mirada aristotélica de la politica: ambos comparten el entendimiento del conflicto, no como una patologia o excepcidn de la vida en comtin, sino como la condicién de origen que justifica, precisamente, la politica. De la antropologia general de ambos emerge un individuo altamente deficitario en materia de sociabilidad. Por eso su entendimiento de la politica viene mediado por el conflicto y, més radicalmente, por la guerra. Sus conclusiones, sin embargo, son distintas, casi opuestas, Para Maquiavelo la guerra va inevitablemente ligada a la politica, mientras que la politica (0 mas exactamente cl pacto fundante del campo politico) es en Hobbes el modo racional de ponerle fin a la guerra. Donde Hobbes sefiala las potencialidades destructivas del conflicto, Maquiavelo aboga por una legislacion sabia que sepa Be ea eee Conflicto que, bien entendido, mantiene activas |. ‘as cnergias civicas y creativas que dan grandeza a una sociedad dada.® “ Dice Maquiavelo en el capitulo 1V de los Diseursos auites entre fs noblezay el pueblo condenan lo que endo ms en cuenta los tumultos y desérdenes iderar que en toda repiiblica hay IS leyes que se hacen a favor de | rf partidos [..] Si los des6rdenes originaron la erenoy ademas de dar al pueblo ta participacion sae (ee (OS Hibunos, m ‘magistrades que velaran por lt libo Ja nacién romana hubi faltindole los recursos destruir las caus Sostengo que quienes censuran los fue primera causa de la libertad de para is de los, EL. PRINCIPE DE MAQUIAVELO See LAMINTALIDAD DEL-FUNCIONARIO TRASLAESCRITURA DEA lveine 47 En lo que toca al alcance del raciocinio yal uso de modelos cienti- ficos, los dos pensadores vuelven a diferir. En la narrativa hobbesiana, el conflicto es absolutizado a través de un experimento mental de esos que quiere rchuir Maquiavelo. Gracias a este experimento, Hobbes puede acceder al vacio de la no-politica, donde los hombres resultan ser iguales ¢ igualmente insociables y desde donde concurren, guiados por su raz6n, a crear el orden politico. Por el contrario, los hombres de Maquiavelo ni son hipotéticos ni son iguales ni concurren racionalmente a fundar el poder politico. Son hombres forjados bajo las cambiantes circunstancias dominadas por un poder que se construye, muta, se transfiere, se arrebata. En un mundo asi, algunos se juegan la vida en las dindmicas politicas y otros, los mas, se acogen adaptativamente a la sombra de quien les garantice mayor estabilidad. Los dos pensadores vuelven a diferir con relacién al entendimiento del poder. El poder que Maquiavelo tiene en mente, al menos cn El Principe, es coaccién, fuerza, ya intimidante, ya desatada, que un hombre de accion, posesionado en los puestos de mando politico o en camino hacia ellos, necesita para crear condiciones de estabilidad. Porque la comprensién de la politica que se intuye en Maquiavelo, es la de un juego de poder entre actores y el suyo, siendo poder politico, no es necesariamente el poder del Estado. Con Hobbes cambian las cosas. Esa contraposicién de poderes, de apetitos, de facciones, es mas bien lo que se debe superar para dar paso al poder del Estado; el tnico capaz de ponerle fin a la violencia, aunque descanse él mismo en su capacidad para ejercerla. En Maquiavelo, a menudo reputado como aquel que introdujo el moderno concepto de Estado, no hay en verdad una concepcién del Estado. La suya es més bien una preocupacién con las formas de adquisicién y retencién del poder, cn medio de un conflicto abierto 0, para decirlo en terminologia schmittiana, una preocupacién mis ligada a /o politico que a /a politica, entendida ésta como la estabilizacién que cancela el conflicto dentro de la unidad DESAFIOS, LEGADOS Y SIGNIFICADOS eo DELFIN IGNACIO GRUESo, 48 tido, creo, debemos entender la afirmacién de | “Maquiavelo no Aristoteles— descubre politica, Sélo cn este sen egiin la cual : él pone el fo Giovanni Sartor la politica” (2006, p- 209): propia de la lucha por el poder; dimensién que en cn su antipoda, Hobbes, seria mas bien lo pre-politico. Pero justamente en la medida en que Maquiavelo se concentra en el conflicto donde tiene lugar tando de entenderla con independencia de la potencial cientifico. Su agudeza para fin por sacar maximas para co en la dimensi6n conflictiva, Aristoteles y también esa dimension d la lucha por la conquista y reteneién del poder, tra moral y de la religién, agota su observar los hechos se transforma en un a nflicto. No cree mucho en la estabiliz 0 en la estabilidad institucional. Dinamica, triunfar en cl cor acion del éxito politico y no se detiene much inestable, su dimensién politica esté som: de la accién. Esto explica, en parte, que Maquiavelo no teorice tanto la politica como cl conflicto politico. Dicho todo eso, queda todavia por explicar Maquiavelo hace a cierta terminologia de la ciencia natural etida a los cambiantes efectos el recurso que I lo que para algunos es signo de una vocacién cientificista. Por ejemplo, presenta la lucha entre el pucblo y la nobleza como una tensién entre humores, y habla de los efectos nocivos de una paz prolongada apelando a la dindmica de los liquidos en términos de flujo y estancamicnto y su relacién con la putrefaccién, asi como parece presentar cl equilibrio de poderes y la conquista del poder como un proceso de transmision de fuerzas en lo que algunos Haman un ‘campo de fuerza suma cero’. Nada de eee sin embargo, esta al servicio de una teorizacién: son recursos retbricos, metéforas de que se sirve para expresar sus ideas. En es0 eee Hobbes es diferente aunque, en cuanto fildsofo de la politic Se las condiciones que hacen ra aa ee a pamie 7 sible la politica, pero no la politica mis™ que, cuando toca hablar de clla, en cl pensador inglé recurs? Is inglés el rec! ° x pricier pe MAQUE > LAMENTALIDAD DELFUNCIONARIO TRAS LA BSCRITURA DIAL PVE 49 a los modelos cientificos cesa (en un momento mas temprano que en Maquiavelo) y cl que comienza a hablar es el filésofo normativo.’ Pues bien, si no hay en Maquiavelo una aproximacién a la politica de modo que anuncie cso que luego sera propio de la ciencia politica, gsu aproximacion cs netamente filoséfica? El Principe: una aproximacién filosdfica a la politica? No es facil sostener que, frente a la politica, Maquiavelo se comporta como un fildsofo tradicional. El texto, E/ Principe, para comenzar, evidencia un nivel de ruptura con relacién al tratamiento normativo de la politica, tan largamente acreditado en la tradicién filos6fica, que suele apelar al recurso de la ‘replica perfecta’, de la ‘utopia’, de la situacién politica ideal, para tomar distancia de un presente que no es defendible en términos morales. Maquiavelo, de hecho, se siente honrado de tomar distancia de esos muchos que “han imaginado repiblicas y principados que nadie ha visto ni conocido jamds realmente”, porque lo que le importa no es el “cémo se deberia vivir”, sino el “cémo se vive” (Maquiavelo, 2011a, p. 51). En general, no prima en él la reflexion moral, la preocupacién por la justicia que debe presidir cl ordenamiento politico dela sociedad, la cuestién clasica del mejor régimen, la pregunta por el fundamento del poder politico, por el caracter racional o divino de la ley, etc. Se echa de menos, ademas, el rigor argumentativo, la coherencia interna, la definicién precisa de las categorias empleadas. Pero ademas, es evidente que hay en Maquiavelo poco o casi ningin didlogo con la tradicién filoséfica. Es cierto que, como dice 7 Como bien dice Sartori: “Hobbes tcoriza una politica todavia mas ‘pura’ que Maquiavelo [...] Si el principe de Maquiavelo gobernaba aceptando las reglas de la politica, el Leviatin de Hobbes gobernaba credndolas, estableciendo qué es la politica. (..] En realidad nadie ha teorizado una politizacién tan extrema como Hobbes. fil no plantcaba iinicamente la absoluta independencia y aularquia de la politica, sino que afirmaba un ‘pan-politicismo” que todo lo absorbe y lo genera a. $i Maquiavelo invocaba la virtud, Hobbes no invocaba nada, Hobbes no more eométrico {..| No observaba el ‘mundo real’ (2006, p. 211). DESAFIOS, LEGADOS'Y SIGNIFICADOS =e ee ————— a | ™" DELFIN IGNACIO GRUEse 50 Maric Gaillc, Maquiavelo comparte con Platon y peacwwieles “la Suerte de un escritor politico que, en razon de las Gonuicioues histéricas desfavorables, no han visto realizar sus ideas y han epide contentarse con escribirlas” (2007, pp. 13-14). Pero no es menos cierto que toma distancia frente a la explicacion que, por ejemplo, Aristteles da sobre la ruina de las tiranias. Y que, en general, no se refiere a Aristoteles, lo que en su momento equivale casi a una actitud anti-filos6fica. Se puede decir, sin temor a exagerar, que clude los modos en que los fildsofos se han ocupado de la politica. Hay que enfatizar la casi ausencia de los fildsofos entre los recursos bibliograficos a que apcla Maquiavelo. No hay que pasar por alto cl hecho de que, en su tiempo y en su entorno, los fildsofos estan en las universidades y se concentran en cuestiones relativas a la Metafisica, la Logica y la Filosofia Natural y, por consiguiente, a las ciencias de la naturaleza. Como hace notar Gaille: “La filosofia, como ha sido ensefiada en las universidades europeas a partir del siglo XIII, esta organizada alrededor de un programa de trabajo especifico: conciliar la ensefianza de la Biblia con las obras metafisicas y cientificas de Aristételes y los comentarios de Alfarabi, Avicena y Averroes” (Gaille, 2007, p. 15). Hasta donde Maquiavelo los percibe, ellos se ocupan poco de la politica y la moral, a diferencia de los humanistas. Maquiavelo, valga anotarlo de paso ( luego volveré en detalle sobre ello), tampoco tuvo una educacién formal que le permitiera lidiar con las sutilezas filos6ficas, Maquiavelo, de nifio, habia sido buen estudiante y voraz | ‘abia encerrado con los libros. lector, pero nunca se h: Habia preferido la vidg LAMENTALIDAD DBL FUNCIONARIO TRAS LA HSCRITURA DEA. hcaPE 51 Lo que esta a su mano, y lo que mas se aprecia en cl entorno en que se desenvuelve, es cl conocimiento de los humanis IS, Los humanistas tienen una libertad mas literaria para jugar con las fuentes, construir metafor: S y usar ejemplos. Y Maquiavelo acusa esta influencia cuando apela a leyendas y Pasajes literarios y cuando pone a Moisés en pic de igualdad, al menos como hombre de accién, con César Borgia y Aquiles con Ciro, asi como al Papa Julio II con Agatocles. En Filosofia (y en Historia también) estas mezclas cuando menos intrigarian; estas analogias cuando menos desconcertarian. En el ambiente en que escribe Maquiavclo, en cambio, estos recursos son licitos. Igual podria decirse de sus truncas argumentaciones inductivas 0, ensentido inverso, sus deducciones, asi como de sus clasificaciones, que a los lectores filoséficos no dejan de sorprender. Sus caracterizaciones son dicotémicas: en lugar de conceptualizar, anatemiza. Nada de esto encaja cn la mas ortodoxa tradicién filosofica. Dicho lo anterior, habria que dejar en claro que no estoy tratando de negar que en esta obra hay una serie de intuiciones propias de una ontologia de lo social y de lo politico, determinadas en buena parte Por una antropologia que, ademas, va a ser compartida por muchos de los filésofos de la futura modernidad politica, Esa es su significacion filosdfica; no cn vano a ella han vuelto, en sus reflexiones sobre la Politica, fildsofos que van de Spinoza a marxistas como Gramsci y Althusser, a post-estructuralistas como Foucault y Claude Lefort, Pasando por clasicos como Rousseau, Hegel y Nietzsche, entre otros. Pero aun con este reconocimiento, Maquiavelo sigue teniendo problemas para ser plenamente admitido cn la galeria de los filésofos; algunos echan de menos una teoria acabada que lo haga merecedor del titulo pleno de ‘filésofo”. Y en este punto llama la atencién aquella observacién de Marie Gaille, quien al revisar los manuales de Filosofia Rota que, si bien ellos no ignoran a Maquiavelo, todo lo que tienden a decir, cuando se ocupan de él, sc reduce a su experiencia de la politica ¥ a la forma como él reacciona a los desafios de su época; es decir, DPESATIOB, LEGADIOS Y SIGNIPICADOS nee | — Sees a TRUS de su biografia y ¢s de ella y del contexto en que a autor que derivan su presentacion det no van mas al desarrollé la vida de nuestro mismo, destacando ante todo que n ‘actor’, en su modesta medida y, por supuesto, tambigy, Ita de un sistema filos6fico, de una teoria m estamos en presencia de un “testiag? yalavez de ut de un comentarista. A fal menos acabada, de tna reflexion de largo aliento o de un par de categorizaciones claras y distintas, cuando lidiamos con Maquiavelo, el recurso a la biografia, que no cs tan necesario para Icer a Aristételes oa Heidegger, se hace inevitable. Sin ese recurso no podriamos hacer inteligible una prosa que, de suyo, es incipiente. En resumidas cuentas, no encontramos cn M aquiavelo un pensamiento filosdfico claborado ni una referencia directa a los clasicos de la Filosofia ni las huellas de una formacion disciplinar como aquella que se impartia cn las universidades de su época. Se puede percibir en su discurso, si, la huclla de figuras y lenguajes heredados de la tradici6n filoséfica, que muy seguramente los ha encontrado en el acervo compartido del humanismo renacentista, a donde todo eso pudo haber Ilegado a través de las mas variadas mediaciones. Jean-Frangoi Duvernoy, por ejemplo, identifica tres lenguajes de los que Maquiavelo se habria apropiado para hablar de ‘la instauracion politica’ y que proceden de sistemas conceptuales distintos; ninguno de los cuales parece ser del dominio tedrico de nuestro autor. El primero de esos lenguajes pertenece al universo aristotélico y habla de la instauracién politica como la irrupcién de la forma en la materia. Asi como para Aristételes la forma es la razon determinante de todo cambio en la materia, Maquiavelo, en cl capitulo XXVI de El Principe, habla de la creacién de las nuevas leyes y ordenanzas que cuando estan bicn fundadas, hacen maravillas. Crear nuevas leyes equivale a darle forma a la materia. Un principe listo, un sabio legislado" si Eee bien los tiempos, sabra que en Italia tiene claramente la oportunidad para ejercer ese acto creador. La frase textual de Maquiavel® es “y en Italia no falta materia a la que dar forma” (Maquiavelo, 20! la, utavel? —— EL PRINCIPE DEM “UNCIONARIO-TRAS LA ESCRITURA DE BL PRINCI 53 LA MBNTALIDAD DEI p. 261). ¥ afiade: “hay aqui mucha virtud en los miembros si no faltara en las cabezas” (p. 261). Duvernoy nos Hama la atencién sobre esta frase para mostrar que Maquiavelo no es un riguroso académico ni un a. “Aristoteles ha pucsto la forma de los buen discipulo del Estagir seres vivos en la cabeza, no cn los miembros” (Duvernoy, 1986, pp. 97- iquiera 98). Es verdad: Maquiavelo no esta siguiendo a Aristoteles, ni apropidndose de sus categorias. El comentarista francés dice que nuestro autor “‘usa cl sentido banal de la palabra y explota su carga semantica: por el acto instaurador del principe, lo ‘informe’ toma forma, la politica introduce la estructura” (p. 98). El segundo de esos lenguajes filos6ficos, se pone en evidencia en la forma en que Maquiavelo presenta al principe como un enviado de la fortuna. Aqui convergen las figuras del demiurgo, del profeta o del héroe. Duvernoy intuye en esto la influencia de Petrarca, de la tradicion mistica que enlaza a Italia con la antigtiedad, del Antiguo Testamento y del paganismo greco-latino. Moisés, Ciro, Teseo, son héroes que introducen orden en el caos primitive. “El principe que engendra un status civilis -un vivere civile como bien dice la filosofia politica italiana— engendra lo sagrado”. Pero, de nuevo, “Maquiavelo utiliza Ja mistica en un sentido del todo contrario a lo que diria la mistica cristiana del mundo politico” (Duvernoy, 1986, p. 101). La perspectiva agustiniana, por ejemplo, someteria la politica a lo sagrado, y el politico jamés seria un profeta. “Maquiavelo, en cambio, sacraliza la politica misma. El principe es cl constructor de un mundo: alli donde no habia sino caos, universo humano disperso, rivalidad entre los individuos, él construiria un universo regulado” (p. 101). Sin duda, observa Maquiavelo una divinizacién de los hombres de “Es en cse sentido tan preciso atributo tradicional de Dios Duvernoy, hay en accién y una heroizacién del politico. que el principe se encuentra investido del * En Ia traduccién de Helena Pu ¢ forma” (p. 261). En la tradhuccién de Antonio Hermosa (201 1b Ja que introducir cualquier forma” (p. 87). ): “Yen Italia no falta materia a la que dar en Italia no falta materia en DBSAFIOS, LEGADOS Y SIGNIFICADOS — seonenseinnneene—n os DELFIN IGNACIO GREsg s, 0 al menos de aquel propio del Demiurgo; ‘os local” (p. 102). La obra politica es |g ‘0 va ligado, segtin Duvernoy, a los tar la nocién de artificio: el de sy cn los sistemas creacionista: es el organizador de un cosm uracién de un artificio. Y est ndes problemas que debe afron de su coherencia interna, que sce traducen en los dos grandes preocupacion maquiaveliana: el de la adqu n del bilidad del poder. acion todavia un terccr ejemplo: la narrativa des a la manera platonica y usando el tan fecundamente explotada por las is, la usa Maquiavelo en los instal dos grai creacion y problemas de la poder y el de la dural Este lector trac a col: del nacimiento de las ciuda modelo contractual. Esa narrativa, futuras filosofias politicas contractualista: Discursos; en aquellos casos donde se contempla la posibilidad de una principado que no emerge del acto fundador de un Iegislador republica o creador ¢ intrépido, sino de la voluntad de hombres u hombre de accion en colectividad. En tanto ellos generan un movimiento convergente de voluntades, engendran un derecho. El derecho del soberano, en esta narrativa, deriva del derecho de los individuos. En este ejemplo de ‘instauracién politica’, como en los otros dos, se apela a lenguajes ya acreditados en el campo filos6fico pero, donde se esperaria un mayor rigor argumentativo y una clasificacion categorial, el autor sorprende con su uso libre y ligero de las expresiones. Creo que algo se ha ganado con esta apresurada implicaria leer El Principe como un libro pionero de la ful politica 0 como un tratado de Filosofia: ha ido quedando clat cualquiera de estas clasificaciones enfrenta problemas significati revision de lo que ura ciencia ro que vos. Propongo ahora ahondar en la determinaci6n de su naturaleza leyendo el r alguien We libro como un manual para uso de los politicos, escrito po ancilleria ha acumulado un conocimiento a partir de su trabajo en la Ci florentina y que, por ende, lo escribe desde la logica del funcionario- yavetd a peiycire EMAC LA MENTALIDAD DEL.FUNCIONARIO TRAS LA ESCRITURA DE £1 PRINCIPE 55 El Principe como un manual para el ejercicio de la politica Excusar los tratamicntos de la politica estrechamente ligados a la cuestién moral, a la del mejor régimen politico, al fundamento del poder ter racional o divino de la Iey, etc., y tratar de leer esta in que, politico, al ca obra como un manual para el ¢jercicio del poder es una dec necesariamente, tropezara también con obstaculos. Es evidente, claro, que El Principe parece una obra destinada al servicio exclusivo de un hombre de acci6n triunfante. Asi lo mucstran la dedicatoria y cl capitulo XXVI. El texto se abre con un offecimiento a quien ha terminado por hacerse al poder en Florencia y se cierra trazindole tareas a quien pretenda unificar Italia. Estas dos partes contrastan con el cuerpo de la obra, donde el autor emplea el tono categérico propio de quien sabe y usa un lenguaje directo, cortante y efectivo como un tajo de cuchillo, a menudo sin mayores andlisis pero con muchos ejemplos. El cuerpo central de la obra bien podria catalogarse ~y asi sc lo ha hecho muchas veces— como una sumatoria de maximas para la eficacia politica. Sin embargo, la idea de un texto dedicado a compilar maximas para la conquista y conservacién del poder politico, al margen de cualquier preocupacion moral, comienza pasajes. Me permito caer en el mas reiterad ie Maquiavelo parece avanzar sobre Agatocles, wu quello que Maquiavelo parecicra excusar en un cstiona la eficacia de los medios que a complicarse cuando leemos ciertos io. de los ejemplos: el juicio moral qu in gobernante que hizo casi todo a principe exitoso. El autor no cu empleé Agatocles, pero si la calidad mo ic Hamar virtud el asesinar a sus ciuda ni piedad, ni religion; estos medios Maquiavelo, 201 la, p. 81). Si uno ‘obre Agatocles con la la idea de un ral de los mismos, al decir que “no se pucd danos, traicionar a los amigos, no tener palabra, harian ganar poder pero no gloria” ( ‘a moral que parece lanzarse s arece merecer César Borgia, 1a cficacia se erosiona atin mas. compara la conden: apreciacion que, en cambio, pi texto enteramente dedicado al asunto de |: nl DESAFIOS, LEGADOS ¥ SIGNIFICADOS ===" SS 56 ie DELFIN IGNACIO Ruts, Los hechos de Agatocles mas bien palidecen al lado de los Perpetrados por Borgia y uno no puede evitar preguntarse en qué es éste superior a Agatocles, si fue, finalmente, un principe fracasado. {,Por qué en un caso se condena el éxito y en otro se excusa cl fracaso? Cuando se indaga mas de cerca Ia relacion entre éxito y fracaso, se revela otra de las razones por las que El Principe no puede ser Ieido como un simple manual. Me reficro al contraste entre el ya mencionado capitulo XXV y los capitulos que Ie anteceden. En este capitulo Maquiavelo parece decir que, finalmente, es la fortuna la que decide la suerte de las empresas politicas y que nadie puede navegar con tranquilidad en esas aguas inciertas, por lo que la idea de un saber practico sobre la politica también queda cuestionada y con ella la pretendida idea de que hay en Maquiavelo un conocimiento de la politica como fendmeno que obedece a principios regulativos tan exactos que uno puede obrar en ella con arreglo a maximas y asegurarse el éxito. Casi por la misma raz6n que no podemos afirmar que hay en Maquiavelo una simiente de teoria cientifica de la politica, como dimensién que se ajusta a leyes que permiten establecer regularidades y predecir consecuencias, también podemos afirmar que no tiene sentido un manual, en sentido estricto, sobre el accionar politico. Con todo, me parece que ese caracter pragmatico del libro, como una exposicion de un saber hacer, mas que un saber teérico y sistematizado, ¢s el que mejor define su naturaleza, y para ello me remito a la légica del hombre que lo escribié; a su mentalidad de funcionario al servicio del poder politico. La légica y el lenguaje del funcionario La idea de leer El Principe, no como la obra de un filésofo, sino, ante todo, de un funcionario, enfatiza el cardcter testimonial de su autor del que ya he hablado. Al tenor de esta mirada, E/ Principe ¢s, ante todo, cl testimonio de un movimiento inacabado de teorizacién sobre la snavelO FL PRINCIPE DEMAQUAVEL LA MENTALIDAD DEL FUNCIONARIO TRAS LA ESCRITURA DE L PRINCIPE 37 politica; un movimiento que se inicia en la atencién que ese funcionario Ie debe prestar a los asuntos piiblicos inmediatos y que, por mucho que coja vuclo, nunca se aleja lo suficiente de ellos, En nuestro autor, como: bien resalta Gaille: {E]n tanto que trabaja para la Cancilleria florentina, el tiempo de la escritura sucede al tiempo de la observacién; en tanto se le asigna una residencia, su experiencia de ‘las cosas modernas’ alimenta, a la par con la lectura de los antiguos, la escritura de sus obras ( 2007, pp.11-12). Por lo demas, mientras est activo, sus superiores le exigen que lea y éltrata de corregir las lecturas recomendadas con otras, preferiblemente de los clasicos, y con la conversacién."° En su cabafia de confinamiento, cuando ha sido cxpulsado del cargo en la Cancilleria, Maquiavelo no cs en modo alguno un fildsofo que por fin se ha alejado del ruido de la inmediatez politica. Al contrario, lo sigue cn la medida en que puede, se desespera por estar alld, sucfia con volver alla. Conviene detencrse en cl asunto de que nuestro autor ha sido un atento lector de las cosas antiguas. Sus lecturas son, como las de cualquier Iector, selectivas; y, cn su caso, no son ciertamente todos los escritores que hablan de la politica. No dialoga con los filésofos medievales que se ocupan de eso. Como humanista, prefiere a los antiguos. Pero preficre a los historiadores, no a los filésofos, y a los " Dice Sebastian de Grazi Nicolés tenia que leer mucho, pero eran lect Superiores a veces le daban instrucciones verbales, incluso para sus legaciones, por razones de seguridad, conveniencia y otras ...] Recoge informaciénes [...] sentado en los bancos de piedra delante de la fachada del palazzo Capponi o en los de frente a su quinta o a la hosteria cercana, “Hablo con los que pasan, les pregunto noticias de sus paises, entiendo cosas variadas y noto gustos y fantasias variados entre los hombres’[...] La lectura y la experiencia, cabe presumir, se corrigen una a otra [...| EI secretario florentino, hombre tan activo como el que mas, pedir que ‘mientras descmpefa una misidn le envien libros de autores antiguas [...] Digamos entonces que el clemento de utilidad e imitacién que insiste Nicokis es esencial en la lectura, suprime de esa, actividad los riesgos de ka contemplacién o la indolencia, Un lector debe leer en forma tal que Pueda saltar de la pagina a la experiencia activa” (1994, pp. 374-375), ‘Como parte de su diaria experiencia como secretario florentino, suladas a los actos de hombres vivos. Sus DESAFIOS.LEGADOS ¥SIGNIBICADOS, x_n me 58 De -LFIN IGN Ac NACIOGRUESg romanos, no a los griegos, y entre éstos a los del periodo republic we “ ‘ano, Y, al tracrlos a colaci6n, los mezcla con la Iliada y con la Biblia, J, i‘ - Todo esto puede ser licito, pues No escribe para la academia filosofic: para los politicos y lo hace un poco mas libremente, pero todavia =a tono de los informes de cancilleria. Esto me Ileva al asunto de un saber propio de un funcionario y al servicio de la unidad politica. No olvidemos la dedicatoria de fy Principe, pero no caigamos en cl facil expediente de reducir la obra a un optisculo que se escribe para congraciarse con un poderoso y obtener un puesto. Claro, es un poco necio negar tajantemente que esta légica pueda haber estado en la génesis de la escritura. Por las cartas de nuestro autor a su amigo Vettori, que todavia goza de las miceles del poder, y a quien un Maquiavelo en desgracia ruega permanentemente que interceda por él ante los nuevos amos de Florencia y del Vaticano, los Médici, sabemos que desde un comienzo la escritura de El Principe va ligada a la necesidad de que el libro sea conocido por estos sefiores. Sabemos, incluso, que no era Lorenzo de Médici el primer destinatario de la obra. En una carta a Vettori, la angustia por lograr w nuevo se expresa en forma tal vez poco digna: abriga la espera que “estos sefiores Médici se dediquen a emplearme”, a hacer “uso de mi’,'! incluso obligandolo, como a Sisifo, a empujar una piedra pendiente arriba. Y afirma que si no se los ganasc, S¢ despreciaria a si mismo. Esto no se puede negar: tal vez cl libro fue el eje de une estrategia (por lo demas fallida) de un funcionario cesante. Pero tiene cial un propésito mayor: cl de mostrar que es alguicn que tiene un poten do como debieran- n puesto de nza de que los nuevos amos de Florencia no estan emplean Y ese potencial es un saber practic. En este momento, para explicar la naturaleza de este saber Pp! acudo a Max Weber, quien identifica dos fendmenos que emergt parte, aquellos ractico, cron, prematuramente, en cl Renacimiento italiano. De una = A 81. P he questi signori Medici mi cominciassino adoperare” (Maquiavelo. 19 vet BL. PRINCIPE DEM Quin LA MENTALIDAD DEL FUNCIONARIO TRAS LA ESCRITURA DE Et PRINCIPE 59 que él describe como “scrvidores del principe”, como una suerte de “politicos profesionales (cn el sentido de) individuos que no deseaban gobernar por si, en calidad de caudillos carismaticos, sino actuar al servicio de jefes politicos” (Weber, 2000, p. 15). De otra parte, un género de escritura que se engendraba en las nacientes cancillerias, inspiradas en los informes de los embajadores venccianos, apreciados altamente por los humanistas como expresiones de un arte cultivado.'2 Ahora bien: si por su estilo, Maquiavelo parece encajar en este tipo de escritura; por su oficio, en cambio, no encaja entre esos ‘servidores del principe’. Mas bien comparte buena parte de lo que Weber caracteriza como el futuro burdcrata: esté obligado con ‘los deberes objetivos de su cargo’, esta dentro de una ‘jerarquia administrativa rigurosa’, con “competencias rigurosamente fijadas’, en virtud de un contrato, gracias a una ‘cualificacién profesional que fundamenta su nombramiento, es retribuido con sueldo fijo, ejerce el cargo como su tinica o principal profesidn, tiene ante si una ‘carrera’ o ‘perspectiva’ de ascensos, segiin el juicio de sus superiores (cfr. Weber, 1992, pp. 175-178). En efecto, se lo evaliia por lo que hace, no por lo que sabe. Y es inherente a su cargo el no cuestionar las decisiones y no ser responsable por ellas, sino por su correcta ejecucién. Atrapado en este oficio, que le brinda una excepcional oportunidad para obscrvar, Maquiavelo se hace docto cn las cosas politicas, sin compartir los riesgos inherentes a la accién. De hecho, en la transicién que se vivid con el retorno de los Médicis a Florencia, tan buen funcionario se creia Maquiavelo, y tan ligado al cargo y no a los jefes politicos, que habiendo sido hasta cl final leal a Soderini y la republica, se creia con derecho a seguir en su cargo bajo los nuevos Dice textualmente Weber: “en tiempos de Carlos V, quien coincide con la aparicién de Magquiavelo, y debido especialmente al influjo que ejercian los informes de los embajadores Venecianos, informes que eran leidos con irresistible pasién en los eirculos diploma cuando la diplomacia resulta la primera en convertirse en un arte eultivado de modo cons Sus adictos, por lo general humanistas, se tralaban entre ellos como profesionales in (2000, p. 15), Desa DELFIN IGNACIO g 0 GUE 5 P39) amos del poder politico. Esto parece una incoherencia ideolégica on un republicano, pues se trata de unos sefiores que han regresado a Florencia acabando con la vida republicana, apoyados en un poder extranjero y utilizando armas mercenarias. Pero no olvidemos que hablamos de un hombre que ha dicho que ama a su patria més que a su alma, Lg que cuenta es la unidad politica y él tiene un saber util para ella," Para que este auto-entendimiento de nuestro autor no nos parezea extrafio, conviene volver los ojos a su biografia, comenzando por su familia. Ella habia estado por generaciones consagrada a los cargos publicos; no se habia caracterizado por acumular riqueza (cn una ciudad de comerciantes, banqueros y aventureros), sino que habia optado por el unico oficio que, al tiempo que se desempeiia, permite cultivar cierto nivel de ilustracién que diferencia, a quien lo cultiva, del resto de los ciudadanos.'* Su moderacién se tomaba como patriotismo: no se comprometian con quien, politicamente, habia caido en desgracia, sino con el destino de Florencia." El rol de Maquiavelo en Ia diplomacia florentina, con todo lo brillante que fue, evidencia la modestia propia de un funcionario en el sentido descrito por Weber, Para comenzar, casi nunca es un diplomatico en cl sentido formal del término: usualmente no es el hombre mas importante de las legaciones diplomaticas en las que Participa. Lo conocen como ‘Secretario’, incluso cuando hace las zee ‘is Aris Stones para tratar de sostener esta hipStess, esti la observacién de hace Sephen M. Flo, sexin 'a cual hay una tensién entre el republicano que Maquiavelo ha choracterer en brivado interesado, ante todo, en su carrera. Textualmente: “conflict with the ation of cither astern republican or an ambitious careerist” (1992, p. 1185). on con estas palabras: “Esta familia de escribas no albergaba grandes cites de satistacer. Eran de esa clase de personas que se contentan COM 0 de seas unetador, siempre que su libertad de espiritu no se vea mermas e Led que aman la cultura y a kas que les gusta sentarse en un banco al hoy una éxloga de Vinglig you io, tele 1a logia, para recitar, ayer unos tercetos de Dante ¥ Dice de ellos Brion: “Cualquiers ane ree owctilad conn, cualanl ue fuese cl partido en el poder, seguian en su puesto, ©” distnas consttuciones aan lieando cifias Bastanteeseéptios, en suma, respon 0 BS Y 8 105 excesos do lng Renn seeetian, acostumbrados a la arbitrariedad de los venccdores 8 facciones, extremistas” (2005, , 25), 18S Machiavelli rechazaban comprometerse con los partidos un empleo modesto y también de ese tipo de salir del despacho fie sav EL PRINCIPE DE MAQUAYF! LA MENTALIDAD DBL FUNCIONARIO.TRAS LA ESCRITURA DE EI. PRINCIPE 61 veces reales de embajador de iltima hora. Se debe al cargo y es el cargo el que lo pone cerca de los politicos diplomaticos (cos: no es).'* Tampoco es el hombre que se Ileva (al menos oficialmente) el mérito por el éxito de las misiones. Es un hombre de oficio, al que se le paga por hacer (al fin y al cabo lo evaltian por sus logros, no por lo que sabe), pero no un hombre de accién (no tiene la osadia ni la experiencia de cambiar el mundo politico por su cuenta ni le esta que él permitido). No se ve a si mismo como un hombre que pudiera hacer politica, ni cree que todo ser humano esté en capacidad de hacerla). Su ética de funcionario es intachable: siempre cumple sus tareas, incluso cuando le nicgan el giro oportuno de los recursos personales. Caido en desgracia, y aunque escribe piezas teatrales y crénicas, al tiempo que cumple tareas militares, por lo demas desastrosas, no quiere sino volver al edificio de la cancilleria. Es alli donde se considera ut Su cualificacién, por otra parte, parece ajustarse al tema. Conoce el latin que se estila en las cancillerias, como una cualificacion para el cargo,"” pero escribe en lengua vernacula, con una libertad propia de su €poca. Pero, y esto es muy importante, tiene habilidad para analizar y buena capacidad para sintetizar; habilidades entonces muy estimadas cuando de informar a los superiores se trataba. Como hace notar Maric Gaille, escribe en una lengua mezclada, compuesta de palabras escuchadas en las boutiques y en las plazas, en los corredores de la cancilleria y las audiciones de las embajadas (2007, p. 8). '6 Jean-Frangois Duvemoy afirma que Maquiavelo se sabia ‘segundén’, no digno de acceder respectivas respetabilidad y forma de vida, Textualmen ne sera jamais autre chose que le Seerétaire, personage de second rang, chargé certes des missions les plus délicates dans les temps ot son exceptionnelle intelligence politique est reconnue ct ott les maitres qu'il a choisis sont au pouvoir, exclu cependant des premiers rdles, réguligrement couvert ou abandonné par les ‘Grands*, ‘coiffé’ toujours lors de ses négociations & l'extéricur par un ambassadeur en titre dont ilne peut prétendre ni a ’excellence ni au train de vie” (1986, p. 28) ”” Dice Sebastian Grazia: “Ser hombre de letras, es decir, leer y escribir tat equisitos del cargo. Se espera de los funcionarios de la cancilleria, y se les e a los primeros rol son extraction, il connait 2 . e8 uno de los imula a ello, que produzean, tarde 0 temprano, obras de calidad literaria, bien en su tiempo libre, bien tras su retiro” (1994, p. 50), a z DELFIN IGNACIO GRUESO, este estilo, esta funcién de su saber, se afirma en Este lenguaj la obra que escribe tras su retiro de la Cancilleria, y sigu iendo iatil para volver a ella. Su saber sigue sicndo un saber hacer, sin mayores mediaciones de parte de la categorizacién propia de los saberes al uso cn la Filosofia (0 en la futura ciencia politica): es un saber que tiene que revertirse, inmediatamente, cn un nucvo hacer. Es un saber en cl cual la reflexion reposada, sistematica y rigurosamente construida no tiene todavia cabida. Como recoge de sus criticos la misma Gaille, al hablar de Maquiavelo como de un “extranjero respetable de la filosofia”, ni siquiera responde a la exigencia de respetar el principio de la no- contradiccién. “Su escritura depende de la invencién de un lenguaje politico ante todo material y florentino, con cierto descuido de las investigaciones formales” (Gaille, 2007, p. 8). Su conocimiento también tiene caracteristicas especiales. No es uno que le sirva directamente para actuar, como politico, o para escribir por si mismo con los habitos propios de un fildsofo 0, en general, de un tratadista. Es s6lo util para los que luchan por el poder o luchan para retenerlo. Que Maquiavelo no se haya visto a si mismo como un filésofo, que no se haya aplicado a escribir tratados similares a los de ellos, en un Ienguaje docto y en dialogo critico con la tradicién, supone una forma particular de relacién con el conocimiento, Maquiavelo era, ciertamente, un hombre letrado (un hombre con suficientes lecturas como para referirse a los clasicos), pero no actia por si mismo, ni siquiera cuando escribe. La forma como Maquiavelo logra que le hagan cl encargo de escribir sus Historias Florentinas, una década después de la escritura de E/ Principe, refleja como ve el uso correcto de su saber y sus habilidades de escritor. No puede hacerlo sino por encargo, bajo sueldo y con una estipulacién general de cémo el texto debe ser escrito y de qué se le deja abierto a su decision. . Es su deber civico, antepuesto a sus Intereses personales, lo que guia su escritura y ella esta al servicio de la patria, EL PRINCIPE DE MAQUIAVELO LA MENTALIDAD DEL FUNCIONARIO TRAS LA FSCRITURA DIE EU. PRINCIPE 63 Referencias Brion, M. (2005). Maquiavelo, Barcelona: Byblos. Catalan, J. (2008). César Borgia. El principe del Renacimiento. Vida y leyenda de César Borgia. Bareclona: Debate. Duvernoy, J. F. (1986). Pour connaitre Machiavel. Paris: Bordas. Fallon, S. (1992). Hunting the fox. Equivation and authorial duplicity en The prince. PMLA, vol. 107, No 5. 1992. Fernandez, L. (1992). Maquiavelo y El principe, A propésito de Nicolas Maquiavelo y su obra, Bogota: Editorial Norma. Gaille, M. (2007). Machiavel et la tradition philosophique. Paris: Philosophies PUF. Garin, E. (2006). Machiavel entre politique et historie. Paris: éditions allia. Gelb, M. J. (1999). Inteligencia genial. Leonardo Da Vinci. Bogota: Editorial Norma. Hobbes, T. (1984). Leviatdn. México: FCE. Maquiavelo, N. 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