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6 LA LENGUA DE LOS ROMANOS Buen ejemplo es justamente Ia palabra iglesia, que se quedé bastante cer- cca del latin ecclesia, a pesar de su tendencia normal a convertirse en egri- ja, o siquiera en ilesia.* Estas palabras que se quedaron a medio camino se Haman “semicultismos”, y también podrian llamarse “semivulgaris- mos”. A diferencia de petra, que quedé convertida normalmente en pie- dra, el nombre Petrus se qued6 en Pedro o en Pero, sin alcanzar Negar a Piedro Piero; asi también ovicula y saéculum se conviztieror en cier- to momento en ovicla y sieclo, pero ovicla avanzé luego a oveja, mientras que sicelo se qued6 en sieglo (siglo), sin llegar a sicjo o sijo. Hay eultis mos que no son dobletes de vulgarismos, sino de semicultismos: asf téxi- co/tésigo, secular/seglar, capitulo/cabildo. Y hay también semicultismos que son dobletes de vulgarismos: temblar, por ejemplo, se romances de eno (tremulare > tremlar > tremblar > temblar), mientras que su doblete tremolar esté muy cerca de la forma latina. * La cifcaltad que two Ie palabra eclesia para inscrtarie oa Ia enna expan et, bien ateniguada por i vriodsd do formas sroaloas que de ella se eanocrn: por an ado eli, sles, elguesa, ghee y elgusj, por otto lado itv, egrije y avn srje. Ena ima foras te consla en documents antiguos, geo ela que se ve en el tpstimo Grjoa,romaner Teale de ecclesia alt donde Tamia cl sepunde clemento eal superevloconade: lia > fa ota (En ol sgl St la forma esrtn era ya iglei, oro Sante Teresa cela y ei fie fein) De tmaners pareida, los ‘oplaimos Almonaster ¥Almonarid ~etyo primer le Rent, Ai, co Sabo aoe movettran don formas vlgares de Ta plabra monatertan. Vv LA ESPANA VISIGOTICA La soberbia capital del imperio romano fue tomada y saqueada el afio 410 por Alarico, rey de los visigodos, el cual habia ocupado en afios an- teriores gran parte de los Balcanes y de la peninsula itélica, Esta humi- Tacién de los romanos no fue sino el remate de una larga época de gue- rras cada vex més desesperadas y de intentos de negociacién cada vex nfs dificiles entre ellos y los pueblos germénicos, que, después de defen- derse de los ejércitos romanos en los siglos anteriores, habian pasado a Ja ofensiva hasta acabar por ser duefios de la situacién. Los historiadores {que se ponen en el punto de vista de Roma Haman a esto “invasién de los birbaros”, visigodos y ostrogodos, francos y suevos, alanos y vandalos (invasién aterradora: en muchas lenguas de hoy subsiste la palabra van- dalismo, y el vandalismo no fue propio sélo de los vindalos). Los que se ponen en el otro punto de vista lo aman Vélkerwanderung, “migra: cin de los pueblos”, expansién de las tribus germénicas por el sur de Europa. La verdad es que desde comienzos del siglo mt las Iegiones romanas, aun reforzadas con un nimero cada vez mayor de mercenarios nérdicos —Estilicén, el general que se enfrents a Alarico, era hijo de un cabecilla yandalo al servicio de Roma—, se habian mostrado incapaces de frenar Ia acometida de esos pueblos “bérbaros”, que hablaban dialectos germé- nicos en diversos grados de diferenciacién. Los emperadores romanos no tuvieron mas remedio que hacer concesiones. Asi los visigodos, después de la toma y saqueo de Roma, pudieron establecer a lo largo del siglo v tun reino en Tolosa, al sur de Francia, aunque segufan siendo, nominal- mente, sibditos del emperador. Los primeros germanos que penetraron en Espaiia (por los mismos afios en que Estilicén trataba de rechazar en Italia a Alarico) fueron los vindalos. A ellos siguieron, poco tiempo después, los alanos y los suevos. Los vindalos Iegaron hasta Andalucia (en cuyo nombre drabe, Andalus, se transparenta la palabra Vandalus) y de alli se lanzaron sobre el norte de Africa, mientras que los alanos y los suevos se establecieron en diver- sas regiones de Ia peninsula. Finalmente, a comienzos del siglo vr, los 6 66 LA ESPARA VISIGOTICA, visigodos, expulsados de Tolosa por los francos, pasaron a lo que ahora es Cataluiia y de alli al resto de Espafia. Se calcula que el ntmero de invasores no pas6 de doscientos mil, pero Ia resistencia de las provincias hispanorromanas fue nula, Los visigodes oeuparon précticaments toda la peninsula a lo largo de dos siglos, fijaron su capital en Toledo y acaba- ron por romper todo lazo con Roma. El éimico intento de “reecnquista” no vino de Roma, sumida en Ia impotencia y en el caos, sino de Bizan- cio, Ia segunda capital del imperio romano, En 554 Justiniano mandé tropas y funcionarios bizantinos, que permanecieron en puntos del sur y del Mediterraneo hasta entrado el siglo vit, aunque sin mayores conse- ‘cuencias politicas. A fines del siglo m1, euando se hallaban en la zona del Danubio y en Jos Balcanes, los visigodos habjan abrazado el eristianismo, y a mediados del siglo siguiente su obispo Ulfilas tradujo la Biblia al idioma gético. (Subsisten algunos framentos de esta traduccién, que es el documento mis antiguo que se conoce de una lengua germénica.) Pero el cristianis- mo de los visigodos, como el de gran parte de los pobladores de la parte oriental del imperio, era un cristianismo “arriano”, 0 sea herético desde el punto de vista de la iglesia romana. (Arrio, griego alejandrino, précti- camente negaba Ia divinidad de Jesucristo; su herejia qued6 condenada el afio 325 en el concilio de Nicea.) Fue ésta la fuente principal de los conflictos que la aristocracia militar gobernante tavo en Espafia durante los primeros decenios, hesta que en 589, eon muy buen sentido politico, suscribi6 el credo romano. Puede decirse que a partir de ese momento 1a poblacidn hispanorromana acept6 el estado de cosas. Los espafioles de tiempos posteriores tuvieron uns visién muy idealizada de estos aconteci- mientes. He aqui cémo los cuenta el monje que en el siglo xu escribié el Poema de Fernéin Gonzélest Fueton de Sancti Spiritus los godas espirados: Jos malos argumentos todos fueron fullados; ‘conosgicron que eran los ydolos pecados: quantos crefan por ellos eran mal engafiados, Demandaron maestros por ser fer entender en la fe de Don Christo que avian de ereer; Jos maestros, sepades, fueron muy voluater, firiéronles la fe toda bien entender... (La visién del monje es, ademas, anacrénica: hacia siglos que los visi- godos habjan dejado de adorar a Thor y a otros “ydolos”.) Le verdad LA ESPANA VISIGOTICA o es que reyes como Recaredo y Recesvinto consiguieron algo muy impor- tante: la unidad politica y religiosa de Espafia. Se explica asi por qué, después de la invasién arabe, los caudillos de la reconquista tuvieron como meta politica la restauracién del reino visigodo. Por otra parte, la regién de Tolosa, donde los visigodos estuvieron asentaclos durante casi cien afios, era una de las zonas mis romanizadas, del imperio, de manera que muchos de ellos, al pasar a Espafia, habla- rian latin mis bien que la vieja lengua en que Ulfiles habfa traducido la Biblia. Esto debe haber atenuado el choque cultural y, mas concretamen- te, el choque lingiistico entre ellos y los hispanorromanos. Como parte del esfuerzo de concordia, los reyes Chindasvinto y Recesvinto emprendie- ron en la segunda mitad del siglo vi una gran recopilacién de leyes en que amalgamaron los uses germinicos con los romanos. (En el siglo ante- rior, entre 528 y 565, el longevo emperador Justiniano habia reunido los usos romanos en el vasto Corpus juris civilis, base, hasta hoy, del derecho civil de no pocas naciones.) La recopilacién visigétiea no se escri- bi6 en lengua de godos, sino en latin. Se imtitula Forum Jéidicum (‘Fue- ro de los Jueces’, normas a que han de atenerse los jueces) ; pero en el siglo vi, como se ha visto en el capitulo anterior, la promunciacién det la- tin no eoincidfa con su escritura: 1a gente decia fuoro o fuero en vex de forum, y en ver de jiddicum decia juzgo (pronunciado vunco). Por su- puesto, Jas palabras “‘fuero juzgo” nunca tuvieron sentido en espafiol: no son espafiol, sino latfn “mal” pronunciade. El Fuero Juzgo es un documento de enorme importancia para la histo- ria no sélo de Espafia, sino de Europa en general. En efecto, aparte de 1a funcién eivilizadora que desempefié més tarde en Tos reinos cristianos de la peninsula, y de su contribucién al mantenimiento del latin vulgar “romance” primitive (protorromance) entre los habitantes de la Espaiia frabe, esa recopilacién ha venido a ser una de las fuentes imprescindibles para el estudio de lus instituciones medievales, en particular Ia relacién entre sefior y vasallo, base del sistema feudal, caracteristico de la Edad Media europea. Si no alcanz6 a dar frutos durante la propia era visigé- fue porque muy pronto, a comienzos del siglo vit, sobrevino la inva- jn Grabe. Pero, en cambio, fue un poderoso factor de cohesién para la Espaiia medieval (salvo para los castellanos primitives, descondientes de los rudos eantabros que nunca se romanizaron ni reconocieron tampoco a Jos reyes visigodos). Hay que afiadir que, durante los primeros tiempos del dominio de los visigodos, éstos rehuyeron las alianzas matrimoniales con los hispanorro- « LA ESPARA VISIGOTICA manos, y aun después de la promulgacién del Fuero Juzgo siguisron sin- tiéndose una raza aparte. (En siglos posteriores, al lado de la distincién capital entre “‘cristianos” y “moros”, se mantuvo bastante viva la vieja diferencia entre “godos” y “romanos”.) El “tono” existencial y cultural de la peninsula en estos dos siglos fue roménico, no visigético. La mayor figura literaria de la época, San Isidoro (560-636), arzobispo de Sevilla, autor de obras de teologia, de historia y de polémica eristiana, y de dos importantisimas compilaciones enciclopédicas, una Sobre la naturaleza de las cosas y otra de interés lingiifstico-cultural Hamada Libro de las etimologias, es el fltimo eslabén de una cadena iniciada tres siglos antes por Osio de Cérdoba y proseguida por otros escritores previsigéticos, sobre todo Idacio, historiador de las incursiones de alanos, vindalos y suevos, y Paulo Orosio, autor del primer ensayo de historia general det cristianismo, muy leido durante la Edad Media. En suma, la huella de los visigodos en Ia cultura hispana fue mucho menos vigorosa que la de los francos en la cultura gala. Es, pues, natural que Galia acabara por Iamarse Francia, mientras que Hispania sigui6 siendo Hispania y no se convittié en Gotia o Visigotia. El latin de las Etimologias de San Isidoro no es el hablado a fines del siglo vi y comienzos del vi, sino el latin libresoo de siglos anteriores. Pero el autor recoge cierto nimero de voces usadas en Espafia que él no siente propias del latin literario, como cattus ‘gato’, cattare ‘catar’, ‘mirar’, colomellus ‘colmillo’, cama ‘cama’, camisia ‘camisa’, mantum ‘manto’, cuniculus ‘conejo’, avis tarda ‘avutarda’, capanna ‘cabsiia’, me- rendare ‘merendar’, tébanus ‘tibano? y catenaturn ‘candado’. Sus “etimo- logias”, por cierto, no tienen nada que ver con la ciencia modema de la etimologia. A semejanza de los Etimolégicos bizantinos, é1 se funda sélo en asociaciones psicolégicas. Por qué: el: gato se lama cattus? “Quia cattat”, ‘porque “cata” (porque tiene una mirada penetrante). {Por qué la abeja se Hama apes? Porque no tiene pies (a-pes). 2¥ la camisa? Por- gue Ia usamos en la cama. ZY el manto? Porque nos Tega hasta las manos... Son lo que la lingiifstica moderna Hama “etimologias popu- Taree”. ‘También la Tengua vulgar es continuacién de la de épocas anteriores. San Isidoro no dice nada acerea de la pronunciacién, pero, por docu- mentos escritos en un letin menos gramatical que el suyo y por otras fuentes, se puede asegurar que en el siglo vit el latin hispano kabfa He- LA ESPARA VISIGOTICA e gado a formas como éstas: eglesia (< ecclesia), buono (< bonum), fam- ne (< féminem ‘hambre’), ollo (< aclu ‘ojo'), nokte, pronunciado Noste (< noctem ‘noche’), fahtu, y luego faito (< factum ‘hecho"), potsone, que dio pozén, transformado més tarde en ponzofia (<_potionem ‘po- cién’), caltsa, que dio calza (< calcea), luna (< luna), lingua (

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