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tec! mundo ON REMPORZ PRBEUCLE op Cobarb ele Los resultados de los planes fueron sin duda favorables. Con unos breves frenos, en 1952-1953 y en 1957-1958, el ritmo de crecimiento fue alto, aunque ha ofrecido como contrapartida tasas fuertes de inflacion. En contraposicién a Francia la Alemania Federal, cuyas tasas de creci- miento han sido tan espectaculares que se ha llegado a hablar de «milagro aleman, ha rechazado cualquier planificacion, incluso indicativa, y ha pre- ferido permitir el juego libre de las leyes de mercado. Piloto de la resurrec- cidn econémica de Alemania fue el profesor Ludwig Erhard, ministro de Ha- cienda primero y canciller luego, en sustitucion de Adenauer. Erhard deno- mind el sistema germano como de seconomia social de mercado». En realidad no se reduce el papel del Estado al de un espectador pasivo, ya que dispone de medios de accién como el crédito y la politica fiscal. Erhard ofrecié créditos a las empresas mas dinamicas y a través de la ayuda pudo conseguir limitaciones en los repartos de dividendos, 0 reducir impuestos ara estimular las inversiones, o frenar el aumento de salarios para fomen- tar las exportaciones. Un pueblo disciplinado responde a estos estimulos y €l juego combinado del economista cientifico, el empresariado dinémico y el ansia nacional de alejarse de la hecatombe de la guerra convierten a Ale- Tania Federal en uno de los grandes del mundo de la posguerra. 4. EL PODERIO ECONOMICO NORTEAMERICANO Hacia 1950 los Estados Unidos se han convertido en un simbolo de ri- queza y su poderio alcanza cotas hasta entonces desconocidas. Sus méto- 8 y su estilo de vida se imponen en todos los continentes. Todas las cifras fe produccién nos hablan de un crecimiento econémico sin precedentes; en ™uchos capitulos ocupa el primer lugar mundial, y en el peor de los casos elsegundo» el tercera, Orillando tablas y nimeros que nos abrumarian, de- 0S fijar nuestra atencion en los posibles factores de este poder. Las grandes potencies poseen una in- contestable supremacia industrial y fi- nanciera. A la izquierda, la siderurgia de Mondeville, en Caen (Normandia), que ha desplazado con Ia utiizacion de mi- nerales llegados por via maritima a las acerias de Lorena, y a la derecha, la central del Dresdner Bank, uno de los bancos mas potentes de Alemania, en Frankfurt, ‘muestran unas dimensiones impensables en el siglo XIX. “a 23, Crecimientoeconsmico en ls paises desarrolados ycociedadde | La sociedad de consumo estadounidense Vivo, luego compro. En una sociedad de antiguos emigrantes {que saben, en el fondo de sus co- Fazones, que nada les une como el délar, y no tanto por espiritu de luero sino porque es un denomi- rnador comin tanto de hecho co- mo de lengua, la libertad consis- te en comprar, vender, cambiar, ‘aprovechar las rebajas, hipotecar, jugar a la Bolsa, pedir préstamos, invert, ganar, perder, calcular tan tos por ciento, recontar y juzgar le propia productividad.. La felicidad consiste en la cre- ‘acién ininterrumpida de nuevas necesidades y de nuevos pro- ductos para satisfacerlas. Si no se piensa en comprar, vender y ofertar, es que se esté cayendo fen una pasividad que el sistema americano reprueba. Pero quizé existe un pecado alin mas grave: sucumbir al dudoso atractivo de otras civilizaciones, en las que la soledad y la contemplacion (por ejemplo) ocupan un lugar mas destacado que el consumo. Sin publicidad, no hay adquisicién sana y, en un sistema de seguros minuciosos y eficaces, el sentido mismo de la adquisicion queda falseado. No se trata sdlo de po- seer -0 sea, poser cada ver mas- sino de guardar y hacer {ructificar lo que se pose. No basta con decir a los Srs. Brown que beban Coca-Cola, que se limpien los dientes con Colga- te y que circulen en un Ford: una mentalizacién y un lavado de co- ebro continuos les recuerdan ppor todas partes, en las vallas de las carreteras, en los cielos, en los periddicos y en las pantallas que estos productos son unos ‘amigos que les acompafan du rante todo el dia. |A, Bosauer: Les Américains sont ils adultes? Hachetto, Paris. Pags. 133-134 LN Contrastes de 1a sociedsd norteameri. cana, «E! mas alto nivel de vida de! mundo» es distrutado por las clases ‘medias; pero las minorlas, como los ne- ‘9r08 que guardan cola con sus bolsas, ho participan de la prosperidad. 470 _ ension de las empresas; los 400.000 obreros desbordan ampliamente las cifras de empleo jier empresa europea. La tendencia a la concentraci6n no pudo ser teaada por le Tegislacion ntitrust de la Nefauver-Celler Act (1950), come eras stra que los tres grandes del automévil, Ford, General Motors Ghiysler, controlaran hacia 1964 el 95,9 % del mercado, ¥ ve las doscien. Grrielpresas mayores poseyeron el 48 % del volumen financiefo de la in- i ein 1950, el 58,7 % en 1967, y el 60 % en 1970. El gigantismo de ia cestrese ha desembocado en la aparicion de las sociedades multinaciona les, que tienen negocios en varias naciones pero mantienen sus centros rec. tores y la mitad de su capital en los Estados Unidos Factor clave ha sido la dim que emplea la General Motors temente no interviene ~como en Alemania Federal, impasible el juego de fuerzas del mercado, olitica los intereses de las grandes empre | supuso convertir a Europa en un campo EI Estado aparent contemplando poco menos que i pero en realidad apoya con su p« sas; por ejemplo, el plan Marshal de inversiones para los empresarios nortemericanos. basado en un consumo sin freno y en la ofrece también sombras. El paro rea- jidad general ha hecho olvidar la insufi- 1963 el presidente Kennedy afirmé que in cenar y cuatro afios mas tarde El «modo de vida» americano, ostentacion de la opulencia material parece intermitentemente, la prosper ciencia de rentas de las minorias; en 10 millones de americanos se acostaban si el presidente Johnson declaré que 9 millones de ninos vivian en families Que no podian nutrirlos ni alojarlos decentemente. En otro orden el déficit de Ia balanza de pagos ha sido preocupacion para los gobiernos. A él han con tribuido el sobreconsumo de energia, con importaciones crecientes de pe- troleo, y las exportaciones de capitales privados y publicos (ayuda financie- ra a los gobiernos amigos, inversiones de las grandes empresas en Europa “a veces en busca de un régimen fiscal menos severo-, aumento exorbitan- te de los gastos militares). Los Estados Unidos de la posguerra ofrecen una realidad bifronte, por una parte una prosperidad sin precedentes, por otra contradicciones y fallas que hacen dudar de que sea un modelo exportable. = .= DARD OF LIV ERC EE autores diversos ¢ Unformes de instituciones internacionales hablon de deca- dencia de la industria americana, que ha sufrido profundas conmociones, erosionado su potencial por las dos crisis del petroleo y presionsds por la competencia japonesa. Prueba evidente de la degradacion de le competitivi- ded yanqui es el signo negativo de la balanza comercial, que en 1981 ec mo- via en la cifra aceptable de los 31 mil millones de dolares y en 1987 se alza- bala cira récord de los 171 mil millones, aunque al ano siguiente deter nadas medidas proteccionistas permitieran rebajarlo hasta 126 mil millones En muchos aspectos Estados Unidos ha dejado de ser el gigante por an- de algunos sectores industriales to- "mania Occidental, pero su indice en leclectronica se habia quedado por debajo de la mitad del de Japon, en la siderurgia se situaba en los dos tercios, y sélo en el automévil, un sector mi- tico en la historia americana, podian considerarse a la par la productivided de las cadenas japonesas y americanas. 5, EL MODELO SOVIETICO Elotro gigante de nuestro tiempo, la Unién Soviética, ofrecia hasta el ini co de la perestroika (1985), que es el periodo que vamos a considerar aho. ‘2, un tipo de economia diferente, fundada sobre la colectivizacién y la pla- rificacién. 2) Colectivizacion de la propiedad. Seguin la Constitucién soviética la pro- Piedad del Estado se extendia al conjunto de bienes de produccién in- dustrial. A partir de 1928 las tierras fueron colectivizadas, en koljoses, con organizacion de cooperativa, y en soujozes, grandes granjas estata. les. De la misma manera el comercio se nacionalizé y las cuatro quintas Partes de los circuitos se canalizaron por medio de almacenes del Esta- do. La propiedad individual qued6 reducida a mobiliario, vivienda propia Ybonos de instituciones de ahorro. FA BEN Dos estampas de la vida social en le Unién Soviética: ala izquierda, una gran- 8 estatal (sovjés), con sus inmensas extensiones de tierra trabajades por medios mecanicos, y a la derechs, una tienda en Moscu. El abastecimiento de la poblacian se erigié en el principal pro. bblema para los gobernantes sovieticos.

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