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antropologia americana Instituto panamericano de geografia ¢ historia rainer enrique hamel* maria teresa sierra diglosia y conflicto intercultural la lucha por un concepto o la danza 1. Introduccién Desde siempre el multilinguismo como realidad so- ciocultural le ha causado dolores de cabeza al hom- bre “moderno”, “civilizado” quien construyé su modelo del mundo y, por tanto, de las ciencias so- ciales a partir de una idea de uniformidad racional de pensamiento y lenguaje. Esto explica por qué el judeocristianismo, es decir, la corriente dominante de la cultura occidental, no ha cesado en denunciar el multilinguismo (y multiculturalismo) como ex- presin de las fuerzas del obscurantismo y del atraso ancestral (cf. Fishman, 1978, Prudent, 1981). Tanto en la revolucién francesa hace 200 afios (cf. Schlieben-Lange, 1981) como en los impulsos més fervientes de la modernizacién sociocultural en México eneste siglo (cf. Ramos Villarruel, 1982, etc.) la presencia de més de un idioma en el territo- rio de la naci6n fue concebido como obstéculo al progreso, un “handicap” para mantener la paz social, que fomenta el provincialismo y el Irracio- nalismo antimoderno (cf.. Prudent, 1981). . yaa fines del siglo XIX se llamé a antropélogos y lingUistas para que pacifi- caran a los indios.” Discurso inaugural del rector Antoni M. Badia i Magrit. Universidad de Barcelona, 1976. * Universidad Auténoma Metropolitana-Iztapalapa, ** Centro de Investigaciones y Estudios Superlores en An- tropologfa Social. de los significantes Desde Ia invasién turca de Europa sudoriental hasta la sobrevivencia de los indios en América Latina la molesta distincién lingtifstica y cultural fue interpretada como feroz amenaza asidtica, co- mo signo de “barbarie sarmientista”, expresién del atraso y confusién de las ideas claras y racionales; en fin, como un mal que la civilizacién occidental se vefa obligada a combatir a muerte. Esto explica que el monolinglismo, signo de uniformidad de Pensamiento y Jlenguaje, fue identificado, como importante We/tanschauung mitolégica, con el universalismo del pensamiento, el racionalismo y la libertad (cf. Fishman, 1978). No es por casualidad que la linglifstica, ya desde antes de su constitucién como ciencia por Saussu- re, haya contribuido al magno descrédito del mul- tilinglismo, acuséndolo de producir esas molestas “interferencias” que perturban la solemne preocu- pacion de los lingistas, esto es: construir un objeto puro y virgen, LA LENGUA, lejos del alcance de fos humildes hablantes comunes y corrientes. Se puede observar que los lingUistas de nuestro siglo mostraron hasta hace poco tiempo una gran inca- pacidad para dar cuenta del fendmeno del multi- linglismo y de la heterogeneidad del lenguaje, esa porfiada realidad centrifuga que se opone con gran vitalidad a los intentos de cautivar el lenguaje real en el camisén de fuerza de la reduccién y la forma- lizaci6n, realidad que demuestra en la practica que la comunicacién no puede funcionar sin ia coexis- tencia y superposicién de miltiples variedades; es decir, que la heterogeneidad, incluyendo las diver- sas formas del multilingdismo, constituye /a forma normal, basica y constitutiva del lenguaje humano. 90 BOLETIN DE ANTROPOLOGIA AMERICANA @ 8 El, reduccionismo del objeto en la lingUistica moderna obedece, sin embargo, a una tégica cien- tifica, Hagamos un poco de historia: No cabe duda alguna que la lingilistica gané su lugar como disci- plina auténoma entre tas ciencias con el desarrollo de sus métodos exactos y la formalizacién del objeto, tomando como punto de referencia ef nivel logrado. por las ciencias. naturales én aquel momento a comienzos del siglo. Pero.nd es menos cierto que pagd un alto precio: fa exclusion de lo-social. Desde los neogramaticos hasta Chomsky y Mon- tague, pasando por Saussure, Hielmslev y las diver- sas tamificaciones del estructuralismo, la teoria lingiiystica dominante ha ido reduciendo su objeto @n pasos sucesivos, Eliminé el aspecto histérico, la diferenciacién social, dialectal y-situacional, como. también .al sujeto. enunciador. La reconstruccién de estas reducciones, aunque quizé no por el mis-" mo camino, constituye la logica interna de tos estudios de! multilingiismo, entre otras areas de la sociolingii(stica. Observamos, sin embargo, un fe- némeno curioso: la sociotingiistica dominante, si bien critica el reduccionismo de la lingli(stica pura, siguié un camino muy similar al de la Jingiistica misma; fue tan s6lo por la construccién de un ob- jeto reducido, susceptible a un tratamiento formal, estadistico, que Ja sociolingiistica representada por Labov y Fishman logré ser aceptada.como ciencia “seria” (cf, Dittmar, 1982). Esta reduccién, sin embargo, encerré a sociolingliistica en el marco de una metodologia descriptiva con marcadas defi- ciencias sociolégicas y antropolégicas, cuyo princi- pal recurso técnico lo constituyen las correlaciones Et tratamiento de fa covariacién cuantitativa refleja una concepcién cartesiana del andlisis que presupone una ontologia social compuesta de uni- dades fijas y aisladas: por un lado, las categorias sociales de edad, sexo, ingreso, educacién, etcétera; por el otro, fas variantes fonoldgicas que se correla- cionan con las.primeras (Cf. Ehlich, 1982). Parece evidente que el contacto entre lenguas que se, produce de hecho tomo relacion, conflicto y so- breposicién de culturas, rio se puede aprisionar en los pardmetros estrechas de ta lingti(stica de sistemas 0 de la sociolingiiistica cuantitativa. Por esta razon el multilingiismo constituye un objeto por excelen- cia para poner a prueba las distintas concepciones cientificas de la lingUistica y sociolinguistica, sus construcciones de objeto y metodotogias; permite ademas, por sus implicaciones eminentemente polfticas, captar, por lo menos parcialmente, Jas DICIEMBRE 1983 condiciones sociohistéricas y Jos intereses de clase que envuelven los conceptos. Como pequefia contribucién a esta discusién OS Proponémos reconstruir ia trayectoria del con- cepto de diglosia a través de sus.etapas principales. En el ultimo punto invertiremos.e} procedimiento histérico y deductivo de la exposicién para tomar como punto de referencia las dudas e interrogantes que surgieron 2 Jo largo de una investigacién colec- tiva sobre el conflicto lingUistico entre el otomf y el espafiol en. una zona indigena de México (el Valle del Mezquitaf} ‘en que participamos entre 1980 y, 1983, Esta experiencia practica nos servira como punto de referencia para discutir algunos de los temas y problemas abiertos que a nuestro juicio no estan .tesueltos, y que permean la discusién del multitingitismo, discusién que ciertamente rebasa a la sociolingiistica misma. La conceptualizaci6n y Ja metodolog(a que se ‘adopte en esta lucha social por el campo cient {fico se relacionan directamente con la funcién social que cumplen el antropdlogo o el lingUista en su trabajo: acaso participa en la “pacificacion de los dios" como sostiene Badia i Magrit, eminente fingtiista catalan, quien conocid en carne propia la represion cultural y linglifstica, o si contribuye a desmistificar y destruir la ideologfa del moiolin- glismo como maxima expresién de la civiizgton racional, concepto tan atraigado en paises sBBlti-~ lingiies como México. E}. debate sobre !a funcidn social y las conse- cuencias del multilinglismo ciertamente existe en México. Creemos, sin embargo, que se encuentra muy fraccionado y encerrado entre (socio) lingbis- tas, por un lado, y antrapdlogos y sociélogos por el otro, Ademéas, no se dispone siempre de la infor- macion actualizada sobre otras experiencias de conflicto lingU(stico, por lo cual nos parecié util comenzar por este lado, para intervenir después en e} debate sabre {a realidad multilingiie en México. 2. Diglosia: del contacto a! conflicto 2.1. Diglosia entre varlantes lingliisticas de una Jenguo {Ferguson} Fue tan s6lo en la segunda mitad de este siglo que el multilingdismo como objeto de estudio socio- linguistic trastendié su posicién marginal. Hasta aquel entonces se hab/a reducido al aspecto indi- vidual del bilingilismo como problema de adquisi- cién y uso de dos o mas lenguas de manera alter- nante, En este contexto surgieron una multitud de ‘términos sobre las diversas posibilidades de un indi. viduo para combinar varias lenguas en su uso y adquisicién: En su mayoria estos estudios no inten- tan dar una definicién exhaustiva de los términos bésicos que utilizan. Trabajan mas bien en el marco. de tipologias establecidas ad hoc que recortan el objeto de acuerdo a las necesidades especificas de la investigacion.! El trabajo clasico de Weinreich (1953), Languages in Contact, marcé un ptimer hito, sobre todo por su impresionante recepcién en las décadas siguien- tes. De hecho, el t/tulo de la obra se transforméen un programa de trabajo, aunque controvertido, para toda una corriente sociolingiifstica. Weinreich rebasd -el enfoque éstrictamente individual y se. concentra. en los cambios’ experimentados por las lenguas al entrar en contacto, portadas por grupos. sociales y ‘no por los individuos (cf. Kremnitz, 1981:64). El andlisis dé Weinreich (1953) perma- nece, sin embargo, en el Ambito descriptivo y estre- chamente tingUifstico; se limita a investigar el tipo de interferencias que se producen entre dos siste- mas lingii{sticos “puros”’ a nivel lexical, fonolégico y-morfosintéctico, haciendo abstraccién de los su- jetos sociales, su produccién lingii(stica en contex- tos de interaccién y sus actitudes hacia las lenguas. Los tipos de bilingilismo se establecen segin la combinacién entre expresién y contenido de un ARABE Aes llamado clasico (= A) ‘al-fusha egipcio (= 8) fashih, ‘in-nahawi DIGLOSIA Y CONFLICTO INTERCULTURAL 91 signo lingU{stico: acaso el hablante dispone de dos sistemas de significado separados y, por tanto, de dos-conceptos para cada unidad; si dispone de un solo concepto con dos realizaciones distintas; © si fa expresin en la segunda lengua es una traduccion directa del significante de la primera, La idea mis- ma del contacto entre lenguas insinda la imagen de una suerte de traslape geogréfico entre sistemas queen principio son independientes (cf. Marcellesi, 1981a:5), cuando de hecho e] fendmens de la exis- tencia de dos lenguas en el mismo espacio afecta la Produccién discursiva en todos sus dmbitos. El objeto que Weinreich construye, corresponde a su interés en desarrollar una teoria del cambio lin- BUistico, donde. la tarea del lingilista se limita a demostrar la correlacién entre el contexto social y Jos cambios del- sistema. lingU(stico abstracto (Cf. Weinreich/Labov/Herzog, 1968). En 1959,-el'lingliista norteamericano Charles Ferguson publica un articuto en la influyente re- vista Word, cuyo nombre Diglossia dio origen a la polémica actual, La proposicién de Ferguson’ en- contré una inmediata aceptaci6n y fue ampliamen- te difundida, comentada y criticada. En su art/culo recoge las difusas proposiciones anteriores® y esta- blece una definicién explicita del término-diglosia a partir de los rasgos supuestamente comunes de cuatro situaciones lingiifsticas: la de Grecia, de la Suiza alemana, de diversos paises arabes y de Hait/: Bes llamado ’alammiyyah, GERMANO SUIZO ‘iLammiyya alemén esténdar Schriftsprache [Schweizer] Dialekt, (=A) Schwizerdeutsch suizo (= B) Hoochtiititsch Schwyzertiiitsch CRIOLLO HAITIANO Francés (= A) frangais créole GRIEGO AyB katharévusa dhimotiké 1 Ya es practicamente Imposible dar cuenta de la mul- titud de clasificaclones y creaciones conceptuales; aparecié una diversidad de términos como pluri y multilingismos horizontal, vertical, diagonal, primarlo y secundario, ambi y semilingufstico, coordinado y compuesto, etcétera. En lo que sigue, no volveremos sobre el aspecto Individual de la adquisicl6n de dos o més lenguas. Para resiimenes con una extensa bibliografia consdltese Baetens Beardsmore (1982), Swaln/Lapkin, (1982), Hamel (1983c), 2 No se trata, por tanto, de una teorfa de la recons- trucclén de significaciones sociales, producidas y trans- formadas por suletos histéricos, lo que serfa de hecho la tarea de una teorra sociolingUfstica del camblo histérico. Mis adelante retomaremos este aspecto. 3 Retoma este con-epto del helenista francés Jean Psi- chari (1885, 1928, citado en Prudent, 1981) quien lo apli- © al ‘griego moderno. Existieron otros usos previos al término que no contaron, sin. embargo, con una acepta- ci6n y divulgacién amplia, Todos estos trabalos coincidie- ron en una postcién més o menos'racista’ hocialas lenguas minoritarias, considerando las situaclones de diglosla o. billnghismo ‘nocivas’ para el proceso de modernizacién capitatista, 92 BOLETIN DE ANTROPOLOGIA AMERICANA @ 8 Ferguson explica el concepto de diglosia de ta si- guiente manera: La diglosia es una situacién lingiifstica relativa- mente estable en la cual, ademas de los dialectos primarios de la lengua (que puede incluir una lengua estandar o estandares regionales), hay una variedad superpuesta, muy divergente, am- pliamente codificada (a menudo gramaticalmen- te mds compleja), vehfculo de una considerable parte de |a literatura escrita, ya sea de un perio- do anterior o perteneciente a otra comunidad lingufstica que se usa en forma oral o escrita para muchos fines formales, pero que no es em- DICIEMBRE 1983 pleada por ningin sector de la comunidad para la conversacién ordinaria (Ferguson, 1959). Segdn Ferguson existen mucho mas casos de lo que comtnmente se piensa de esta situacién espe- cial que no se confunde ni con la vatiacién socia- lectal ni con, los casos de bilinguismo social, Los rasgos sociolingiisticos por los que se dis- tinguen las variantes A(alta) y B(baja), incluyen el prestigio, la herencia literaria, los mados de adqui- sici6n, la estandarizacién y laestabilidad. Bierbach/ Neu-Altenheimer (1982) han propuesto un esque- ma del modelo fergusoniano que modificaros ligeramen Modelo de Diglosta (Ferguson, 1959) _ _— Funciones A (émbitos pUblicos, formales) + Prestigio (consideraciones de los hablantes: A superior a B, mds légica, hermo- a, mds apta para la expresién de contenidos importantes) + Herencla literarta (tradicién \iteraria escrita de alta estima) Ad | + Aprendizaje forme! (como 1.2 en la educaclén formal, normalmente dominio ‘menor y menos natural que en B) + Estandarizacién (existe fuerte tradicién de estudios gramaticales, normas esta- blecidas de pronunclacién y escritura) Gramétlca compleja Dicclonario Fonologla morfofonemdtica, diferencias de uso y | rasgos fonolégicos A muchas categor(as significado, forma, | sub o parasistema obligatorias expresiones, eB (morfemas, concordancia) | Iéxico alto, técnico Interferencias y alsernancias AyB4 | comparten muchas ‘Ay Bcompartenel | de A y B segin ‘estructuras gramaticales | grueso del Iéxico situaci6n (formal, etc.) Estructuras Formas rixtas Lingu sticas Gramdtica simple Dleclonarlo Fonologla menos categorfas que \éxico diferenciador | sistema de base ‘A, menos complejas dea paraAyB expresiones familiares, populares, diferencias de uso, significado y forma — Estandarizaci6n (casi no existen descripclones y normallzaciones, oon recien- tes y hechas por investigadores fordneos, no existe ortograffa o no tiene uso soclal; hay mucha variacién) + Adguisicién Informal (como L1 en la familia, normalmente dominio mayor y més natural que en A) Bd | — Herencia Iiteraria (no existe herencia literarla escrita, s6lo tradici6n oral) = Prestigio (Consideraciones de los hablantes: B inferior a menos valor comunl- B (4mbitos. (Figura 1) 4 Por comodidad, cltamos la traduccién autorizada en fa Antologfa de Garvin y Lastra de Suarez (1974:260). El esquema muestra que existe una distribucién complementaria de furciones y factores socio- lingid/sticos (prestigio, herencia, literaria, etc.) y de las variantes que sefialan su modo de existencia social. Esto no es el caso de la estructura lingUistica misma que A y B comparten en la mayor parte de sus elementos, puesto que se trata de variables de una misma lengua. En el caso del léxico, por ejemplo, existen muchos pares de lexemas con mas ‘© menos el. mismo significado conceptual; el uso de una u otra forma marca de inmediato la variante {alta 0 baja) que se escoge.’ La caracter(stica principal que define la diglosia consiste en la definicién funcional estrictamente complementaria de las variantes segtin los diversos Ambitos de comunicacién (familia, lugares publicos, oficiales, religiosos, etc.). El uso de la variante apropiada se regula por una norma estricta que preserva la diglosia durante sigtos, a veces por mas de un milenio, Esta estabilidad persiste mientras no se altere la distribucién funcional de los usos, es decir, mientras ninguna clase o sector social utilice la lengua A en dmbitos de conversacién cotidiana y la lengua B no penetre en las situaciones oficiales, reservadas a la lengua de prestigio, La clara deli- mitacion de los Ambitos que Ferguson establece explica la ausencia de conflictos lingiisticos y reproduce a la vez la estabilidad de las relaciones al interior del sistema lingiifstico.6 Para que se produzca una situacién de diglosia, es necesario que exista un cuerpo importante de literatura relaciona- do con un elemento central de la cultura (Ia religion, por ejemplo) y que las habilidades de la lecto-escri- tura estén reducidas a una pequefia élite (Ferguson 1959/74:262). La diglosia, como situacién estable, entra en crisis cuando cambian sus condiciones hist6rico-sociales de existencia, es decir, cuando aumenta la comunicacion entre clases sociales y regiones dialectales, cuando se masifica la educacion 5 En el griego, donde la varlante A es el Katharévusa y la varlante B el dhimotikf, el “vino” se llama /nos en A y Rrasf en 8, En el menG estard escrito /nos, pero el clien- te le pedird kras/ al mesero; es decir, la palabra en la forma culta (A) estd estrictamente dellmitada al cédigo escrito (Cf. Ferguson, 1959), 6 Ferguson advlerte, sin embargo, que pueden surgir formas intermedlas de las lenguas que son poco estables y codificadas (como el ‘‘créole de salén” en Hait(), para atenuar las tensiones que surgen en la comuntcacién, Estas formas (desatendidas en las Investigaciones clésicas de la diglosia) se transformaron en un importante foco de Inte- r6s en los estudlos més recientes, tanto a nivel social (inter- lecto, Cf. Prudent, 1978, 1981, etc.) como a nivel Indivi- dual (Interlenguale, Cf. Selinker, 1972, en la adquisicién de segundas lenguas). DIGLOSIA Y CONFLICTO INTERCULTURAL 93 y cuando surgen tendencias de autonomfa regional @ nacional, 2.2, Diglosia y bilingiiismo A pocos afios de estas definiciones, Fishman (1967), uno de los fundadores de la sociolinglistica mo- derna, retoma el concepto y lo concretiza en dos aspectos: por un lado, amplia la nocién de diglosia todos los casos de una dualidad funcional estable, socialmente determinada que puedan existir en una comunidad de habla; de esta manera quedan inclufdas todas las situaciones de relaci6n asimétrica entre dos tenguas o variantes, emparentadas o no. En segundo lugar, establece una delimitacién analitica entre la perspectiva individual que define como bi- lingilismo, y 'a perspectiva social para la cual reserva el término de dglosia.” La relacién entre diglosia y bilinglismo genera cuatro situaciones basicas segin Fishman:® Dighosia a Bilingitsmo + 1. Diglosia y bilinguismo 2. Bilingismo sin diglosia “4, Ni dighosia ni bilinguismo 3. Diglosia sin bilinguismo Para cada caso Fishman cita unos ejemplos ya clasicos: 1, Diglosia y bilingtismo: La Suiza alemana (Hochdeutsch-Schwyzerthiit sch); Paraguay (espafiol-guaran{), donde casi to 7 En el primer campo se estudian, desde un enfoque pslcolingifstico, los problemas de adquisicién y uso de dos o més lenguas por un individuo; la segunda érea cubre os aspectos sociales, como los relativos a la funcién soclal de las variantes en una comunidad de habla, desde una Perspectiva soclol6gica (Cf. Haarmann, 1980a:91). ® De nuevo cltamos la traduccién af espafol (Fishman, 1979), Este artfcule clésfco aparecié sin mayores modifi- caclanes en un buen ndmero de obras publicadas por Fishman, 94 BOLETIN DE ANTROPOLOGIA AMERICANA @ 8 dos los hablantes son bilinglies o bidialectales y existe una distribucién funcional diglésica. 2. Bilingliismo sin diglosia: Los trabajadores migrantes en el mundo occi- dental: mexicanos en EE.UU., turcos en Alema- nia Federal, etcétera, 3. Diglosias sin bilingilismo: La aristocracia Tusa anterior a la primera guerra mundial; entre si hablaba francés, mientras que el pueblo hablaba solamente el ruso. 4. Ni diglosla ni bilingitismo: ‘Aqui Fishman no cita casos espec(ficos, habla vagamente de ciertas bandas o grupos que ‘son més faciles de imaginar que de encontrar” (Fishman 1979-133). Menciona también cere- moniias religiosas con acceso restringido, Fishman (1967, etc.) hace suyos los criterios de estabilidad y ausencia de conflictos mientras la situacién de diglosia permanezca. La ampliacién del concepto a casos de lenguas no emparentadas se justifica por dos razones: en primer lugar, porque las mismas condiciones sociales de existencia, de estatus y funcién, producen efectos similares tanto en variantes de una lengua como en lenguas no emparentadas; y en segundo lugar, porque no hay una delimitacion clara entre lo que puede llamarse variantes de una sola lengua 0 formas de dos fen- guas distintas. La distinci6n no se basa en criterios lingfsticos sino histérico y politicos.? La amplia- cidn elimina, sin embargo, dos premisas importan- tes en la conceptualizacion de Ferguson, sin expli- car sus consecuencias: primero, pierden relevancia y especificidad las complejas relaciones entre las estructuras lingU(sticas de las variantes A y B, Ha- bria que investigar (Cf. Prudent, 1978, 1981, 1982; Bierbach/New-Altenheimer, 1982) los efectos de la relacién diglésica para cada una de las lenguas."° El segundo cambio se refiere al hecho que, segiin la, definicion de Ferguson, no hay interseccién de funciones, es decir, ningtin grupo usa la lengua Aen contextos de conversacién cotidiana, lo que le con- fiere estabilidad a la diglosia. En los casos que 9 Et noruego, el danés y el sueco, por ejemplo, forma- ron una familia de varlantes muy cercanas que permiten una mutua intelegibilidad; sin embargo, se consideran como lenguas propias. Por otro lado, se habla cominmen- te “del chino”, a pesar de tratarse de varias lenguas lin- siifsticamente muy distantes. 10 Los préstamos mutuos del léxico y quizé las interfe- rencias fonologicas son féciles de detectar, mientras que los efectos sintécticos y pragmatics obedecen probable- mente 2 ana (6gica mucho més compleja (Cf. Hamel/ Mufioz, 1983a, b). DICTEMBRE 1983 incluye Fishman, sin embargo, se contemplan si- tuaciones sin bilingiiismo masivo, de manera que fos hablantes monolingties se ven obligados a usar su lengua en todos los mbitos de la sociedad. En estos casos la diglosia s6lo puede operar como esta- ble y no conflictiva, si no hay practicamente con- tacto entre los grupos, lo que es dificil deimaginar, por lo menos en los tiempos madernos."! La aceptacién del concepto de diglosia, mas an en la formula de Fishman, fue realmente impre- sionante, lo que merecerfa un estudio aparte. Por un lado, coincidié con el boom de la sociolingiiistica de los afios sesenta y setenta y la toma de cons- ciencia sobre la problemdtica de fas minor{as étni- cas.en Estados Unidos.!? Por el otro, sobre todo la version fishmaniana ofrecia una. salida practica, funcional y aparentemente manejable para explicar. las complicadas relaciones entre fas lenguas en so- ciedades multilingties, un campo que manifestaba su virulencia. politica, Ademds, estas visiones fun- cionalistas surgian en estrecha relacin con la posi- cidn progresista y liberal de sus autores, especial- mente Fishman, quienes abogaban por los derechos de las minorias étnicas, Las principales criticas a la conceptualizacin de Ferguson y Fishman se nutrieron de dos fuentes relacionadas: el cuestionamiento tedrico de |a socio- lingiiistica funcionalista subyacente a la definicién de la diglosia y, sobre todo, un buen ntimero de investigaciones empiricas, especiaimente del créole en el Caribe (Cf. el resumen de Prudent, 1981), que demostraron: muy pronto las limitaciones y los errores de! concepto, Las objeciones van desde una invalidaci6n total de} andlisis hecho por Ferguson en Haiti (Dejeau, 1979), hasta criticas parciales respecto a la esquematizacion propuesta por las cuatro categorias de Fishman y su dificil ajuste a casos concretos. Fue sobre todo la “vision idilica de estabilidad, homogeneidad y armonia del esquema candnico” (Prudent, 1981:23) que sirvié como blanco de ataque a los sociolingiiistas {catalanes, occitanos, caribefios. ..) comprometidos politicamente con 11 Schlieben-Lange (1982) analiza la masificacién del conflicto lingiifstico en la Revolucién Francesa: fue preci- samente 2 partir de {a introduccién masiva de la escuela primaria ¥ la imposicién de un esténdar nacional del fran- cfs, por lo que estallé ablertamente el conflicto lingli/st- co latente. 12 Fishman (1966) mismo contribué a esta concienti- zacién con un trabajo monumental sobre las minorias lingifsticas de los Estados Unidos: en los mismos afios aparecieron los trabajos clésicos de Labov (1970, etc.) en defensa del habla de los negros narteamericanos, las luchas reivindicativas de las minorias lingiifsticas a Jas que pertenecfan en muchos casos. La polariza- cién en dos (y sélo dos) variantes estables camufla muchas veces el conflicto social subyacente a ta distribucién funcional de Jas lenguas, lo que pone en duda la supuesta estabilidad de la relaci6n diglésica ¥ de las variantes mismas; ademds, opaca la comple- jidad lingii(stica real y le resta importancia a la amplia gama de formas intermedias, poco codifica- das y estables (interlectos) que constituyen el ele- mento més dindmico y quizd més interesante de la diglosia. La subestimacién del cardcter conflictivo de la mayorfa de los casos —sino es que de todos— estd {ntimamente ligada al aspecto histérico de cambio que se expresa en las relaciones diglésicas, lo que permitirfa “estudiar la diglosia como motor de la historia de fa fengua, con la posibilidad de superar la segregacién estéril entre historia ‘interna’ y ‘exter- na’, y de captar, por el contrario, la interpenetracion de hechos sociales y hechos estructurales-lingiifsti- cos”. (Bierbach/Neu-Altenheimer, 1982: 113). 2.3. La diglosia como conflicto lingitistico En los afios sesenta, el termino de-dig/osia conocid una amplia proliferacién; al mismo tiempo, su significado se diluyé cada vez més, de manera que un buen ndmero de autores (Aracil, Prudent, Wald, yy. muchos otros) decidieron abandonarlo por completo, para no contribuir més a la confusién generalizada, En lo que sigue, analizaremos las principales contribuciones a la tematica que tomaron como punto de partida, por lo menos parcialmente, las proposiciones ya tlésicas de Ferguson y Fishman. Mencionaremos tres grupos de investigadores: #9 tos catalanes, occitanos y cariberios quienes com- parten a nuestro juicio algunas caracteristicas importantes en la configuracion de sus intereses cientificos y elaboraciones tedricas: se trata de sociolinglistas “‘nativos” o por lo menos lo su- ficiente arraigados en sus campos de estudio para detectar las incoherencias y falacias de la aplica- cién demasiado generalizada de los conceptos. 13 No hay espacio para siquiera mencionar los aportes de otras reglones de conflicto lingii/stico, como Quebec (Chantefort, 1976, etc.), Gales (Williams/Roberts, 1980, etc.) y los movimientos hispanos en Estados Unidos (Pe- * Para terminar enunciaremos simplemente algu- nos de los temas probleméticos que surgieron en torno al concepto de diglosia. 3.1, Lengua y discurso/prdctica discursiva El concepto de la lengua o lenguaje que implicita- mente circula al interior de la sociolingtifstica hizo crisis muy répidamente en nuestro proyecto. Si dudabamos de una sociolingiiistica contextualista, cuya funcién es la de establecer una relacién (cova- riacién, etc.) entre estructura social y estructura lingufstica (0 de uso lingiistico) como unidades independientes, entonces nos vefamos obligados a repensar el concepto mismo de lenguaje que nos heredé la linglifstica “pura”.>§ Nosotros partimos, por lo tanto, de un concepto de interaccién verbal como practica discursiva que constituye una parte indisociable de la praxis social y no un simple re- flejo, ni medio de transmisién, ni correlato estadis- tico de la estructura social. Nuestros instrumentos de andlisis provienen en buena parte (aunque no exclusivamente) de la cho violar un tabG: el de la construccién Ideol6gica de una aparente congruencla entre los fendmenos evidentes del desplazamiento frente a los que funcionan como bloqueo: los estereotlpos y discursos pdblicos que prociaman la eternizaclén de la lengua indfgena ("‘el otomf no se va a perder nunca porque slempre lo hemos hablado aqui”) (Cf. Mufioz, 1984). Observamos, sin embargo, que nuestras proposiclones encuentran una cada vez mayor aceptacién en la discuslén mexicana, aun cuando no todos los autores explicaron sus camblos de posicién nl citan sus fuentes de Inspiracion, 34 No es el lugar aquf para Informar de todo el proce- 30 de Investigacién que por lo demés an no ha concluido. 38 5] blen esto se ha dicho ya muchas veces, nos parece que estamos adn lelos de haber comprendido las conse- cuenclas de este postulado en todasu radlcalldad y también en sus Ilmitaciones, En la mayorfa de los trabajos que conocemos sobre la diglosla y el confllcto lingUfstico, sin embargo (con excepcién de Lafont, 1979b, Gumperz, 1982, Schileben-Lange, 1977, 1980, etc.), se utiliza un concepto de lengua poco o nada cuestionado, 102 BOLETIN DE ANTROPOLOGIA AMERICANA @ 8 pragmatica moderna; tratan de reconstruir la pro- duccién e interpretacién de las significaciones sociales en los contextos de enunciacién.** En lo que se Tefiere al aspecto més sociolingiiistico y cultural, hemos conservado, sin embargo, los can- Ceptos tradicionales, lo que nos Ilev6 objetivamente a una serie de contradicciones: Si operamos con la definicién de diglosia como conflicto lingUrstico entre una lengua dominante y otra dominada, tenemos que definir con dad Jo que aqui significa fo “lingiifstic practicas discursivas concretas de fos otom(es hemos observada que {a relacién de dominacién se manifiesta a través de multiples expresiones bas- tante complejas. De ninguna manera corresponde a un esquema simple que vincula al espanol con la sociedad nacional y el discurso dominante, y al otom/ conta etnia indigena y el discurso dominado. Aunque exista una relativa distribucion de {as lenguas, tanto el espafal como ef atomi participan del discurso dominante y dominado; en cada situa- cién comunicativa la relacién diglésica de poder y tensién se manifiesta como practica social que re- produce y transforma las significaciones y las rela- ciones de poder. Cada lengua aparece interviene en relacién a {a otra, aunque ésta esté o no presen- te. En este sentido seria quiz preferible hablar de discurso dominante y dominado, y de conflicto discursivo e interdiscursivo.>7 Se impone un cambio en el enfoque y una rede- finicién del objeto; ya no se trata de analizar el uso de una w otra lengua en relacion a una sit cidn determinada, sino de estudiar la produccién discursiva de significaciones sociales a través de practicas discursivas en espafiol y/o otomi. 36 Consiltese fas definiciones bisicas en Hamel (1980, 1982, 1983b), Hamel/Mufioz (1983b) y algunas ap! clones en Hamel (1981) y Flores (1983). El andlisis se concentra, més concretamente, en los procesos de consti- tuciin, repraduecién y transformaciéa de significaciones sociales y patrones comunicativos en los contextos de interaccién (Hamel 1983a). Este planteamiento comparte algunos puntos con ta proxemética de Lafont (1978, etc.), donde fa unidad bésica, 1 praxema, produce sentido una vez que se inserta en el discurso (19796) y que para La- font tiene consecuencias en los demas conceptos utilizar dos en el contlicta lingiitstico. 37 Las telaciones de dominacién se expresan, por ejem- plo, en reuniones formales de las comunidades otomies donde el uso de fa lengua indigena se excluye por el tipo de evento mismo (ver andlisis en Hamel, 1981, Sierra, 1984). DICIEMBRE 1983 3.2, La relacion entre practicas y sus representaciones digiésicas La redefinicién de objeto de estudia como practi- cas discursivas en relacién de conflicto nos lleva necesariamente a replantear la rel ticas y representaciones,?® Un estudio aislado, tanto de las practicas discursivas (descripcion de situacio- nes digiésicas) como de las representaciones, con- Heva ef peligro de ocultar la tensién entre ambos aspectos; relacién que nos parece central para des- cribir la diglosia misma, asf como para captar su dindmica histérica y sus condiciones de produc: cién, reproduccién y-transformacién, La importan- cia de los dos campos ha estado presente desde un inicio en nuestro proyecto (cf. Mufioz/Hamel et af, 1980}. Pero sélo recién hemos planteado su vincula- cién, tanto a nivel més global entre situacianes comunicativas y los coritenidos de la conciencia Jingii(stica (Hamel/Mufioz, 1983, b), como tam- bién, a nivel comunitario, entre la accién sociopol - tica y discursiva y las representaciones (estructuras de creencias, interpretaciones) de determinados Videres en tas localidades ind(genas (Sierra, 1981b, 1984). 3.3. Desplazomiento, resistencia y vitalidad de fa lengua minocitaria El cambio histérico de la relacién diglésica (su surgimiento, transformacién y desaparicién) no se podria captar sin ef estudio de la tensién entre prdcticas discursivas y representaciones. Este tema ha recuperada gran interés, ya sea desde la perspec- tiva psicosocial sobre la vitalidad etnolinguistica y el “renacimiento” de las lenguas minoritarias (cf. Giles/Bourhis/Taylor, 1977, etc., Lowy/Fishman et al, 1983 etc.), 0 bien desde el contexto mas general de la perspectiva pragmética (Schlieben- Lange/Weydt, 1979, Schlieben-Lange/Gessinger, 1982} y de fa problematica que tradicionalmente se investigaba en el contexto de una teorfa del cambio lingliistico (Weinreich /Labov/Herzog, 1968, etc.). 38 Para no fomentar la mistificacién de esta relaci6n, La~ font sustituye el concepto de diglosia (que institucionaliza la dualidad de sistemas autonomos) por el de funciona nrienta digldstea en cada acta verbal, coma expresion de una estructura profunda subyacente que Institucionaliza el conflicto (Cf. Gardy/Lafont, 1981:76), No .es el caso resumir aqui el controvertido debate (cf. Hamel/Murioz, 19836); basta sefialar que la ubicacién histérica de la diglosia como pro- eso no se puede limitar a la enumeracién de facto- res que afectan la conservacién o el desplazamiento de la lengua (Fishman, 1967/74, Liebe-Hartkort, 1980, etc,), 0 que sehala los polos (substitucion-nor- malizacién}.. Nos parece necesario plantear el pro- blema en términos de un estudio de las condiciones histéricas.de produccién de significaciones sociales en relacion a las lenguas (entendidas como discur- sos) en conflicto.5? 3.4. Confilcto linglistico, poder y hegemonia La definicién misma de diglosia como confficto re- quiere de“una mayor precision. El debate ya no gira ert tomo a la existencia o no del conflicto, sino de la posibilidad de distinguir situaciones de con- tacto sin conflicto. Ninyoles (1975) afirma que en Ja definicién de conflicto lingUfstico deben incluirse las situaciones manifiestas y las latentes, no abiertas, de conflicto, Por su parte, Valiverdé (1979) distingue entre ef concepto de diglosia conflictiva y neutra. Este ulti- ‘mo caso implica que el conflicto haya sido neutra- lizado a nivel ideologico, sin que por ello exista una real enajenacién, puesto que en la actualidad no corresponde a tensiones sociales objetivas. Krem- nitz (1981), por el contrario, sostiene que el esque- ma de conflicto engloba todas las situaciones; en ciertos casos, ef conflicto no se expresa en forma abierta, sino como relacién de fuerzas (provisional- mente) estabilizada que puede ser nuevamente cuestionada a partir de tensiones sociales o eventos externos. En esta discusin, e! debate tiende a empanta- narse en ocasiones por simples diferencias fenome- nolégicas. Ademés, opera en ella la dindmica de la objetivacién discursiva, de manera que pareciera olvidarse que el concepto mismo de conflicto o contacto Jingiifstico no surgié sino como una me- téfora que peligra transformarse en: un concepto muerto; no se trata de distinguir una lucha entre 39 parece interesante sefialar que el debate sobre el tema tomé un viraje en los dltimos afos, desde un enfo- gue centrado en el aspecto de desplazamlento/dominacién y Ia muerte de lenguas minoritarias (Cf. Dressler/Wodak- Leodolter, 1977, etc,), hacia un enfoque que parte de las condiciones de resistencia y vitalidad de las lenguas mino- ritarias (Cf. diversos articulos en el Journal of Multilingual and Multicultural Development). DIGLOSIA Y CONFLICTO INTERCULTURAL 103 lenguas sino entre grupos diferenciados por factores socioecondémicos, étnicos y/o sociocufturates, Para ellos sus lenguas respectivas pueden transformarse, como objsto e instrumento, en el punto de cristali- zacién mas evidente de! conflicto. Detras de estos conflictos abiertos se ubica siempre la cuestién del poder (cf, Sierra, 1984). La diglosia, por tanto, se refiere a una relacin de poder entre grupos socia- les; la institucionalizacién y legitimacién de una fengua (y un discurso) en un dmbito determinado se_da en virtud del poder del que dispone el grupo lingiiistico en cuestién. La normalizacién de la lengua dominada como extension social no refleja sino el intento de relegitimizar y reinstitucionalizar la relacién entre lengua y dmbito social (cf. Wi- Niams/Roberts, 1980), como expresi6n e instrumen- to de un cambio en la correlacion de fuerzas, En general, estos hechos son aceptados por fos sociolingiiistas modernos. Relegan, sin embargo, el estudio de! poder y del conflicto JingUfstico al campo de los socidlogos y antropdlogos como problema “extra-sociolingiiistico”. Esta ruptura, fo obstante, coarta la posibilidad de estudiar et conflicto diglésico como forma especifica de con- flicto en las relaciones de poder al interior de un grupo o Estado,*® No es nuestro propésito esbozar aqui una teoria de! poder; nos importa explicar tan s6lo por qué el anilisis del conflicto lingU/stico no puede conce- birse de manera independiente de las definiciones sociolégicas que se establecen para entender ef fendmeno del poder.*? ‘Adelantemos algunos elementos de explicacién: ‘en la modalidad de la dominacién directa, es decir, en la dictadura a ultranza (e! poder a secas, en el sentido weberiano), el discurso/lenguaje como ‘medio de comunicacién,*? como instrument y 40 En nuestro proyecto se perfilé la necesidad de vin- cular més estrechamente las relaciones de poder con él conflicto lingi(stico. E1 estudio de las relaciones de poder y prdcticas discursivas al interior de las comunidades (Sie- tra, 1981b, 1984) rectificé nuestra Idea inicial de retacio- nar un tanto mecdnicamente al espafiol con la dominacién y al otomf con lo dominado (y la resistencia). Nos dimos. ‘cuenta posterformente que fas relaciones de dominacién se expresan tanto en otom{ como en espafiol. 41 No pensamos aue al interior de la sociolingi(stica sea necesario (ai posible) desarroitar una teorfe completa del poder, Se trata més bien de un cambio en el enfoque teérico para superar o contrarrestar el acercamiento mera mente fenomenolégico. Nos parece que el andlisis de los discursos en situaciones de conflicto intercultural puede contribuir a precisar las concepciones sociolégicas del poder. 42 Y desde luego de muchas otras cosas: en su acepta- cién dialégica, como medio y sustancia de la construccién 104 BOLETIN DE ANTROPOLOGIA AMERICANA @ 8 sustancia dialégica para la interpretacién argumen- tativa, colectiva del mundo, se vuelve innecesario, La dictadura del T(o Ubu (0 del tfo Pinochet), cuya maxima es la de “matar a todo el mundo y luego marcharse”,4? puede prescindir del lenguaje. Pero si estamos de acuerdo con la idea que en las sociedades modernas las modalidades de direc- cién y autoridad (o fa relacién entre hegemonia y subalternidad) ocupan un papel central y a la vez cotidiano en,la reproduccién y transformacién de los sistemas sociales, entonces el lugar primordial del discurso/lenguaje (como elemento medular de la cultura) se vuelve evidente. A diferencia de la dictadura arcaica, en la sociedad moderna se re- quiere de una amplia comunicacién entre las ctases sociales (0 entre la sociedad nacional y los grupos étnicos minoritarios); es necesario disponer de un vasto campo social que permite [a circulacién de informacién, el desarrollo de una argumentacion que lleve al convencimiento y al concenso, aunque esta relacién sea asimétrica. A este mismo hecho se refiere la observacién que el conflicto lingiiisti- co recién estalla como conflicto social abierto en una fase post-diglésica (en el sentido de Ferguson), cuando surge un bilingbismo de masas y la distri- bucién complementaria, estabilizante de las lenguas entra en crisis, Hacia el mismo punto converge también la reciente tendencia de los crealistas (cf. Prudent, 1981 y el punto 2.3.) de preocuparse ya no tanto de los polos de la relacién digidsica, sino de las Zonas intermedias, de las miltiples formas de interlecto (del ‘‘créole de salén”, los complejos tipos de code-switching y marcacién estilistica de una identidad étnica, etc.), Nos parece posible reinterpretar esta nueva focalizacién y sus descu- brimientos en el contexto de un concepto diferen- ciado de las modalidades del poder. Para entender esta relacién es necesario esbozar, aunque sea de manera muy general, los términos utilizadas: el de las modalidades del poder, de hege- monia y subalternidad, y de refuncionalizaci6n. El aspecto que nos interesa en primer lugar es la idea que el poder se entiende, no como sustancia 0 bloque monol/tico, sino como concepto relacional, histéricamente determinado y diferenciado en instancias (econémicas, polfticas, culturales, que no és el caso explicar aquf) y en diversas modalida- de fos mundos sociales dad, ete, (Cf, Habermas, 1981), 43 Encontramos esta clta reveladora de Baechler sobre el Tfo Ubu en Giménez (1981a:15). como teorfa consensual de la ver+ DICIEMBRE 1983 des: la modalidad de la dominacion, deta autoridad y de la direccién.* La modalidad (0 conjunto de modalidades) mas efectiva en las sociedades modetnas y que se sus- tenta en el consenso y la autoridad, corresponde a to que Gramsci (1975, etc.) llamé hegemonia, desde un punto de vista det poder politico: se trata de la capacidad de una clase social de ejercer la direccién politica y moral sobre el conjunto de la sociedad y de definir sus intereses de clase como interés gene- ral, logrando as/ un consenso social en e! que par- ticipan las clases subalternas. Para Gramsci la cultura constituye el principal campo y a la vez veh(culo para la imposicion de la hegemonia.*® La cultura de la clase hegeménica penetra toda otra forma de expresin e impone de manera arbitraria sus formas culturales como normas de referencia.*® De este modo, la cultura participa en la reproduc- cién y transformacidn del sistema social para ela- borar la hegemonja de la clase dominante (Cf. Gar- cia Canclini, 1982:17). Este proceso implica una fhomologacidn y estandarizacion de la cultura y con ello una fragmentacién de la cultura subalterna, tradicional. Impone una serie de creencias, valores y practicas que rompen la I6gica interna de las cul- ‘44 Es Weber quien propone la conceptualizacién del poder en términos de tres modalidades: 1. La dominacién pura, sustentada en la fuerza y la vlolencla fisica; constituye el caso tfplco de las dic- taduras. 2, La qutoridad, apoyada en un sistema de creanclas compartidas, representa la forma més econémica de organlzacién del poder. 3. La direccién, basada en el poder delegado, el reco- nocimlento y la aceptaclén racional de ia compe- tencla técnica. (Para un andlisis sistemético de las distintas concepclones sobre ef poder, consditese Giménez (1981) ). 45 Las formas directas de a dominaci6n s610 se manl- flestan ablertamente cuando se rompe el cortsenso, es decir, cuando se disoclan dominaclén y direcclén (CY, Gruppl, 1974). 46 Desde otra perspectiva y sin utlllzar el concepto de hegemon(a, Bourdieu (1979) ha demostrado et poder ho- mologizante y referenclal de las précticas culturales doml- antes sobre las representaciones y pricticas de los grupos Populares, Desarrolla un modelo sugerente para la Inter- retacién del funclonamiento internalizado de la domi- naclén en las prdcticas y representaciones cotidianss. Hay que sefialar, sin embargo, que exisien diferencias Importantes entre la concepcién de cultura propuesta por Bourdieu y la de la antropolog/a cultural posgramsclana de {os (tallanas (Cf. Cirese, 1979, etc,), Mientras Bourdieu enfatiza en los mecanismos que reproducen él orden de dominacién existente, Cirese privilegia el estudio de la relaci6n entre hegemon(a y subalternidad y le reconoce un espaclo de relativa autonom(a a la cultura subalterna. DIGLOSIA Y CONFLICTO INTERCULTURAL 105 La diglosia como relacién y proceso histérico Espacio social A hegemonia reniste Pricticas discursivas Pticticas sociales y Culturales desplaza- miento ~e Expacio social B momento 1 momento 2 + ++momento n pe = constitucén de ls diglonia por las fuerzas A y B en cada momento eee = tendencia principal —~ == me = tendencia subordinada == Ng espacio dixcursivo A Mk tempo espacio discursivo B 106 BOLETIN DE ANTROPOLOGIA AMERICANA @ 8 turas subordinadas, La reaccién a la presién homo- Jogante va desde Ja desaparicion hasta Ja resistencia y refuncionalizacién de las practicas subalternas, Una respuesta de crucial impartancia a ta impo- sicién hegeménica se manifiesta en la refuncionali- zacién, es decir,’ {a reefaboracién y readaptacién de las practicas tradicionales para fines politicos, sociales, econdmicos y culturales.*7 La refuncio- nalizacién puede operar en dos direcciones: por un lado, la clase hegeménica se apropia y redefine en sus términos los valores de Ja cultura subalterna, tal como lo ha analizado Garcia Canclini (1982) en el caso de las artesanias en México. Por otro lado, existe también una cierta refuncionalizacién de elementos de {a cultura hegeménica en ef contexto de la cultura subalterna, como lo demuestra Gimé- nez (1978) para la relacion entre la religién oficial y popular.® ‘A nuestro juicio, estas proposiciones invitan a repensar Jos conceptos que surgieron en Ja discu- sin sociolingiistica acerca del conflicto lingiifs- tica y ladiglosia.*? En nuestro proyecto de estudio hemos encontrado situaciones que sugieren una reinterpretacion a fa luz de estos conceptos: por ejemplo, el uso del otom{ por parte de diputados y otros dirigentes del partido oficial en las campa- fias electorales, con el fin de creat confianza y lograr apoyo. O la organizacién del poder en las comunidades indigenas (cf. Sierra, 1984): en Ja funcién del juez y su identificacién cultural y lin- gitistica con la comunidad se refleja esta doble tefuncionalizacién. Por un lado, se trata de un Puesto politico que forma parte det sistema nacio- nal, externo a las comunidades indigenas. Por esta raz6n, los mismos campesinos indigenas consideran muy importante que el juez hable bien el espafiol y 45 EI término en sus dos sentidas implica, sin embargo, relaciones de fuerza y de conflicto y lleva a una fragmenta~ cién y en muthos casos el empobrecimiento de] contenido riginal de tas précticas subalternas. En la antropologia y 47 En otro trabajo del equipo de investigaci6n (CF. Sle- rra, 1981a) ya hemos explicado el espacio que la refuncio- nalizacin de a economia campesina le abre al desarrollo de las comunidades indfgenas. sociolog(a de la cultura en México, esta conceptualizacién estd ganando terreno en los ditimos afos (CF. Giménez, 1978, 1981a, 1981b, Gonzilez Sanchez, 1981, Garcfa anctini, 1982, etc.), 49 Marcellesi (1979, 1981a, c, etc.) utiliza el concepto de hegemonfa en relacidn a fas diferencias sociolectates entre las clases sociales de Francia. Williams/Roberts (1980) refieren a la hegemonia y tz contrahegemonia en él caso Balés, Sin embargo no canocemos ningiin estudio empirico de Ja diglosia que se base en Jos conceptos de hegemonia Y subalternidad. DICIEMBRE 1983 que sea “letrado”, por lo cual los maestros de la escuela primaria ocupan muchas veces estos pues- tos (cf, Hamel, 1983c, 1984). Estas habilidades, sin embargo, no bastan para que un ciudadano se convierta en candidato idéneo para el puesto de juez; ademas de tener que hablar bien ef otoms y saber argumentar y convencer de acuerdo a la logi~ ca cultural indigena, debe participar del circuito de confianza comunitaria que se expresa preferente- mente en otomi. De hecho, la funcién “moderna” de} juez es refuncionalizada y homologizada con los antiguos cargos de la cultura subalterna, en lo que se refiere a loscriterios de eleccién que estable- ce la misma comunidad. De esta manera surge un panorama bastante més complejo que el insinuado por el concepto ori- ginal de diglosia (Ferguson, 1959). Como ya habia- mos dicho (en e| punto 3,1,), Ja delimitacion entre discurso dominante y dominado en relacion a la construccion de la hegemonia y subalternidad no coincide con las fronteras entre el espafiol y el ‘otomi, es decir, con el tradicional concepto entre lengua dominante y dominada, Para terminar, intentaremos ampliar fos esquemas graficos de la diglosia (figuras 1 y 2) para incorporar algunos elementos de estas Ultimas reflexiones.5° El esquema se refiere a la situacién de diglosia ob- servada en nuestro proyecto de investigacién donde predomina, 2 nuestro modo de ver, la tendencia hist6rica al desplazamiento de la lengua indigena. Explicacién def esquema (pagina 105} De los esquemas anteriores (Cf. figuras 1 y 2) re- cogemos los elementos que le asignan un lugar determinado a cada una de las Jenguas, (estatuas, prestigio, estandar, etc.), con la diferencia que aqui 50 Advertimos de inmediato uno de los peligros: el de ceder a Jas presiones inflacionarias y retiquetar la mercan- cfa con nuevos conceptos sin modificar sus contenidos. De nada sirven los nuevos términos si no contlevan un cambio cualitativo en la percepcién ¢ interpretacién de los hechos. Nos parece inapropiado utilizar estos nuevos referentes haberlos estudiado en su contexto cientifico y sin haber revisado el conjunto de concepciones que sustentan fa investigacién propia, Seflatamos ademds que en ta diti- ma seccién, hemos utilizado términas y conceptos que provienen de diferentes tradiciones cientfficas, en parte contradictorios y excluyentes. Para evitar todo malenten- dido, insistimos en que en este escrito no hemos tratado de construir un esquema o marco te6rico consistente ensf. se refieren a la relacién entre discurso dominante y dominado. Estas practicas discursivas forman parte integrante, constitutiva de las practicas sociales y culturales; se desarrollan en los espacios discursivos Ay B que se traslapan en las franjas conflictivas, En el caso de nuestra investigacién, la tendencia princi- pal hacia el desplazamiento va ampliando el espacio discursivo A, mientras que la tendencia subordina- da de la resistencia intenta conquistarle nuevos espacios (0 espacios perdidos) al discurso B. El eje jografia Aracil, Lluis V.: “Conflit linguistique et normalisa- 1965 tion linguistique dans |’Europe nouvelle”, Nancy, ms. (reimpreso en Perpignan, 1976). Badia i Margarit, Antoni Maria: La lengua dels 1969 Barcelonins. Resultats d’una enquesta socioldgico-linguistica, vol. |: “'La enques- ta. 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