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LIBROS DE HISTORIA Capitulo 1 DESCUBRIENDO A GENTE DE OTROS MUNDOS {SE CREO LA HUMANIDAD MAS DE UNA VEZ? Ena época del Renacimiento, aproximadamente entre mediados del siglo xiv y principios del siglo xvi, los europeos occidentales redescubrieron as- pectos del pasado clasico que inspiraron nuevas ideas respecto al lugar del hombre en el universo y transformaron las artes y las letras en Italia y al fiorte de Ios Alpes. Durante este tiempo aumentaron asimismo los cono- cimientos que se tenfan acerca de la forma fisica del mundo, no porque los primeros exploradores fueran hombres ‘del Renacimiento comprometidos en la biisqueda pura del saber, sino porque perseguian metas mds tradi- cionales: descubrir fuentes de oro y especias ‘y derrotar al enemigo musul- man, un proceso que culminarfa en la apertura de nuevas rutas mariti- mas alrededor de Africa hacia las Indias Orientales, por los portugueses, y através del Atlantico hacia las Indias Occidentales, por los espafioles. Esta ampliaci6n de los conocimientos geogrdficos ha sido muy bien descrita en numerosas ocasiones, mientras que el descubrimiento de personas y pue- blos, y no de tierras, ha sido tratado como un tema més secundario. Aquél fue el momento en el que los europeos se relacionaron por vez primera con pueblos atlanticos de quienes antes habfan estado completamente ais- lados, pueblos que, ante su alarma y perplejidad, nunca habjan ofdo el nom- bre de Jesucristo (0 el de Moisés, 0 el de Mahoma), pueblos que vivian en Jo que luego se darfa en Ilamar culturas en la «Edad de Piedra», que des- conocian los metales, carecian de ciudades, a menudo de ropa y que, a ve- ces, segtin se informé, disfrutaban del perverso placer de comerse los unos alos otros. Algunos de estos pueblos fueron descubiertos en la cadena de islas de las Bahamas a la llegada de Colén en octubre del afio 1492, y las investigaciones posteriores sacaron a la luz muchos ms en las islas cari- befias mas grandes y més al sur, en especial en La Espafiola (ahora dividi- 30 EL DESCUBRIMIENTO DE LA HUMANIDAD da entre Haitf y la Reptiblica Dominicana). De hecho, ya se habfan dado contactos anteriores con «gentes primitivas» en islas mucho mis pr6ximas a Europa, las Canarias, visitadas a partir de la década de 1340, pero que los conquistadores espafioles no conseguirian subyugar hasta el afio 1496, Mas tarde, en 1520, los conquistadores del continente americano podrian con. templar por primera vez la gran metrépolis de Tenochtitlan, donde ahora se alza la moderna Ciudad de México, con sus templos-pirdmide, sus san- grientos sacrificios y muy rica en oro, momento en el cual supieron que ha- bian Ilegado a un mundo diferente al de los pueblos sencillos que vivian en las costas del Caribe o de Brasil, mds al sur. Habian encontrado por fin una gran civilizaci6n rica en el oro que habjfan ido a buscar; sin embargo, se trataba de la civilizacién equivocada en el lugar equivocado. Estos hombres y mujeres «primitivos» {eran realmente humanos?, jo acaso eran animales de aspecto humano, creados de forma muy conveniente, como subordinados que podian ser puestos a trabajar al servicio de los con- quistadores? La definicién de estos seres como humanos tal vez dependiera de su apariencia fisica, y en este punto, la experiencia no acababa de en- cajar del todo con las historias de gentes con cabeza de perro de la litera- tura medieval. Estos parecian totalmente humanos, pero quizé fuera su con- ducta la que los definiera como menos que humanos: su permisividad sexual, la naturaleza de sus creencias y prdcticas religiosas y su negativa a reco- nocer las verdades de la Fe Verdadera, aunque es cierto que los europeos tampoco se esforzaron demasiado en hacérsela comprender; {,Por qué la pa- labra de Cristo no habia Iegado hasta ellos? ¢ Acaso la Espafia de los «Re- yes Catélicos», Isabel y Femando, habia recibido la gloriosa misi6n de evan- gelizar a estos pueblos? Si era asf, parecia un cruel retraso en asegurar la salvacién de muchos millones de almas, asi pues, tal vez si que habfan sido visitados por santo Tomas, el apdstol de Cristo en las Indias, pero quiza habjan sido demasiado obstinados o estupidos para cefiirse a sus ensefianzas; o tal vez se trataba de los descendientes de las Diez Tribus Perdidas de Is- rael, una filiacién que demostraria ser de escasa ayuda en una época en la que los judios padecian persecuciones en Espaifia. Elencuentro con estos pueblos abrié los ojos de los europeos a una am- plia variedad de prdcticas y de creencias que nadie, hasta aquel momen- to, habia sospechado que pudieran existir, y tuvo una inmensa repercusion sobre quienes habfan sido descubiertos: fueron puestos a trabajar en las mi- nas de oro, incluso esclavizados, y la mayoria murieron por exceso de tra- bajo y a causa de las enfermedades Ilevadas por los europeos; en la actualidad existen muy pocos descendientes de aquellos primeros pobladores. Resulta dificil argumentar que se tratara de un acto deliberado de «genocidio», pues- DESCUBRIENDO A GENTE DE OTROS MUNDOS 31 to que no se planeé aquella enorme mortandad, sin duda, una complica- ci6n afiadida para los invasores, necesitados de mano de obra para extra- er el oro y, mas tarde, el azticar, en los nuevos territorios conquistados. Se ha dicho a menudo que, tras esta terrible pérdida de vidas humanas, lo que hubo fue la estupidez mds absoluta de los conquistadores. La escasez de mano de obra, consecuencia de la desaparicién de los pueblos nativos de las Indias Occidentales tendria otra tragica consecuencia: la importacion a gran escala de mano de obra africana desde los centros de comercio por- tugueses en las costas de Africa Occidental, aunque, en el perfodo que tra- tamos en este libro, este trafico apenas se hallaba en sus inicios. El descubrimiento de nuevos pueblos constituyé una sorpresa por di- versas razones. Los europeos, por supuesto, habfan ofdo las leyendas de extrafias razas en los confines del mundo, pero éstas se encontraban en Asia oen Africa, en regiones contiguas a Europa a las que, sin duda, habia lle- gado la palabra de Cristo. El enigma de los pueblos atl4nticos, empezan- do por los canarios, se amplificé a medida que la magnitud del continen- te americano se hacfa evidente. Es cierto que Col6n, de algtin modo, vio en los pueblos que encontré en el Caribe a stibditos del emperador chino 0 japonés, y entendié que se trataba de habitantes de islas situadas frente ala costa oriental de Asia acerca de los cuales habfa lefdo en los libros de viajes de Marco Polo, y, sin embargo, segufan aislados y eran gentes sim- ples que vivian una vida sencilla y sin adornos, algo mas parecido a los ca- narios que vivian en la «Edad de Piedra» que a los habitantes vestidos de seda de los imperios del Remoto Oriente. No en vano, las primeras créni- cas impresas del primer viaje de Col6n al Caribe se refieren a sus descu- brimientos como las «Nuevas Canarias». Tal vez el mejor modo de intentar comprender qué sintieron quienes se encontraron con los nuevos pueblos recién descubiertos de las islas del Atléntico consista en imaginar que en algtin lugar de las montafias de Mon- golia se descubrieran ejemplares vivos de humanos premodemos, por ejem- plo, neandertales; o imaginar igualmente que los cientfficos identificaran los sonidos procedentes del espacio exterior como sefiales de vida inteli- gente mds alld de este planeta. Se ha informado en diversas ocasiones del avistamiento de «hombres» grandes y peludos en las profundidades de las selvas del suroeste asiatico, o incluso en las zonas altas del Himalaya y de las Montafias Rocosas; y aunque muchos de estos informes hagan referencia aavistamientos de osos 0 de simios, no queda claro por qué los humanos sobreviven en una tinica especie mientras que la tendencia de las otras cria- turas es sobrevivir en muchas. Si en la actualidad se descubrieran nean- dertales, o gentes similares, empezarfamos de inmediato a sopesar los de- 32 EL DESCUBRIMIENTO DE LA HUMANIDAD Techos humanos de los pueblos menos avanzados que el Homo sapiens. Aun- que ya nadie insintia que los neandertales eran individuos torpes que an- daban encorvados y arrastraban los nudillos por el suelo cuando intenta- ban caminar, estd claro que tenfan un aspecto diferente al del Homo sapiens, con su arcada ciliar prominente, su torso voluminoso y sus cortas y robustas Piernas.' Esto, en cuanto a su aspecto fisico, pero queda la cuestién de su comportamiento. Suponiendo que estos pueblos carecieran de muchas de las habilidades que asociamos a la sociedad humana, que posiblemente ca- recieran de la capacidad de habla y de la habilidad artistica, podriamos de- batir hasta qué punto podrian ocupar un lugar igual en la sociedad civil, por ejemplo, si deberfan tener el derecho al voto. Hoy en dia, nos gustaria ga- rantizar que esta gente no permaneciera en cautividad, esclavizados, o como objetos de curiosidad en un zoo 0 exhibiciones circenses, ni relegados a tra- bajos forzados. Y aun asi, a mediados del siglo xx, Carleton Coon todavia postulaba teorfas segtin las cuales las grandes «razas» de la humanidad des- cendfan de diferentes especies de los primeros humanos, entre ellas, el «hom- bre de Pekin», el «hombre de Java» y el «hombre de Rodesia».” En deter- minadas manos, esta teorfa condujo a peligrosas presunciones que establecian diferencias en la capacidad mental y en las habilidades fisicas. Esta argumentaci6n, ahora ya muy desacreditada, muestra puntos de com- paraci6n interesantes con los argumentos postulados por los escritores de la Espafia del siglo xvi, hostiles a los indios americanos, y que, en ocasio- nes, plantearon la cuestién de si éstos descendfan realmente de Adan, o si formaban parte de otra creacién, una creaci6n diferente de un tipo inferior de humanidad. Si no, {de qué otro modo hubieran podido propagarse tan numerosos, por espacios tan extensos, desde la época del Arca de Noé, mo- mento en el que sus hijos plantaron las semillas de la poblacién mundial, Sem en Asia, Cam en Africa y Jafet en Europa? Por suerte para quienes de- fendjan su condicién de humanos, Agustin de Hipona, mil cien afios antes, ya habia adoptado el punto de vista segtin el cual incluso las «razas mons- truosas» eran hijos de Adén que compartian una «naturaleza humana comin». En la mente humana, las barreras entre la identidad humana y el mun- do animal no han sido siempre muy nitidas.* En ocasiones, los grandes si- mios han sido dignificados por aquellos que han vivido entre ellos y que les han conferido la condicién de humanos, puesto que han podido ver que po- seen algunas de las habilidades que se dan asimismo entre los humanos, como por ejemplo el uso de herramientas (aunque también los pajaros tie- ne esa habilidad). Los chimpancés parecen ensefiar a sus pequefios (pero incluso los loros, que pasarén al vuelo mas adelante en este libro, tienen conocimientos bdsicos de aritmética y Son capaces de mantener una con- DESCUBRIENDO A GENTE DE OTROS MUNDOS 33 versacién). En Europa, los intentos de adjudicarles la condici6n de humanos a los orangutanes empezaron en el siglo xvm, si bien los habitantes del sureste asidtico ya los conocfan como los «hombres del bosque», el sig- nificado de su nombre en malayo. Lo que demuestra este interés de los eu- ropeos por los grandes simios es que el gran debate sobre quién es huma- no, y en qué consiste ser humano, que adquirié tanta importancia en la época de Colén, permanecié muy activo a partir de aque! momento. Los obser- vadores medievales, sin duda, deseaban saber si aquellos seres que en- contraron podian hablar, si eran conscientes de la existencia de Dios y si podian aplicar la raz6n, por ejemplo, sumando ntimeros, criterios que se consideraban més significativos que el vello, el color de la piel, 0 1a forma y el tamajio del craneo. El dilema del observador bajomedieval o de princi- pios de la era moderna no diferia demasiado del que se le podria plantear a un moderno descubridor de neandertales. A los canarios, y mds particular- mente a los habitantes tafnos del Caribe, se les traté como una fuente de mano de obra barata, y fueron obligados a trabajar en condiciones degradantes, lo que result6 en una atroz pérdida de vidas y desencadené las duras criti- cas de Bartolomé de Las Casas en el siglo xvi. La reina Isabel de Castilla, antes de su muerte en 1504, exigié enérgicamente que no fueran esclavi- zados, puesto que, aunque no fueran cristianos, eran stibditos suyos; po- dian ser vistos como humanos débiles, infantiles (segtin observaria el mis- mo de Las Casas), necesitados de proteccién e inacabados, y se lograria completar su humanidad haciendo que se convirtieran al cristianismo, trans- formdndose de ese modo en seres humanos completos, capaces de parti- cipar en la vida civilizada. Pese a los espantosos maltratos que recibieron los indios americanos, en la corte espafiola, y en presencia de los monar- cas espafioles Carlos V y Felipe II, su sufrimiento suscité un fiero y du- radero debate acerca de sus derechos.’ La triste verdad es que, para entonces, ya era demasiado tarde para salvar a los canarios 0 a los indios america- nos.° Tampoco la desaparicién de los guanches de Tenerife dio pie a de- masiado debate, no hasta que Alonso de Espinosa, admirador e imitador de de Las Casas, escribiera una defensa vigorosa de los guanches, pasa- dos ms de cien afios de la conquista de la isla por los matones espajioles. Ya bien entrado el siglo xvu, una vez casi extinguidos, los guanches se con- virtieron en un tema que fasciné a diversos escritores.’ {SE CREO LA VIDA INTELIGENTE MAS DE UNA VEZ? Ya hemos visto que se puede establecer una analogia entre el descubrimiento de pueblos «primitivos» en la época de Colén y el descubrimiento de otros 34 EL DESCUBRIMIENTO DE LA HUMANIDAD Upos de seres humanos. Otra analogia podria consistir en el descubrimiento de vida avanzada en algiin otro lugar del universo, en cuyo caso estaria- Mos tratando con una cultura mds avanzada, y no menos; aun asi, la com- Paraci6n resulta muy instructiva, en especial desde una perspectiva teolé- 8ica, de gran importancia para aquellos primeros hombres que tuvieron que enfrentarse a pueblos «primitivos» en el siglo xv. El astrofisico Paul Da- Vies ha escrito: «Seguramente constituirfa el mayor descubrimiento de to- dos los tiempos, y eclipsarfa los hallazgos de Newton, Darwin y Einstein unidos. Saber que no estamos solos afectarfa la psique de las personas y transformaria por completo nuestra cosmovisi6n. El simple hecho en sf mis- mo ya plantearia un problema».® En ese caso, suponemos que deberfamos ajustarnos a unos tipos de asociaciones civiles y religiosas, cédigos mo- rales y de creencias construidos sobre cimientos diferentes y en un entor- no fisico muy diferente. La pregunta «jestamos solos?» no es una pregunta restringida a los ffsicos, sino que marca un punto en el cual convergen la ciencia y la religion, «parte de una larga busqueda religiosa, ademas de un Proyecto cientifico», puesto que todos los cientificos, incluso aquellos hos- tiles a Ja religién, «aceptan una visién del mundo esencialmente teolégica» y buscan un patrén y un sentido en todo el universo.? Ademés de la cien- cia y la religi6n, la historia, la historia humana converge en este punto: la apertura de nuevos mundos a finales del siglo xv proporciona un precedente importante. Sin duda, uno de los problemas fundamentales de los cristia- nos europeos de la era de los descubrimientos tuvo que ser si la Palabra de Cristo habia llegado hasta esos pueblos que parecfan tan numerosos, tan re- motos y tan ignorantes de las creencias cristianas. ;Acaso era posible que millones de humanos a lo largo de docenas de generaciones hubieran sido abandonados en las costas del pecado original sin esperanza de alcanzar la salvaci6n gracias al bautismo y al perdén? {No se suponfa acaso que el men- saje cristiano habia llegado a todos los pueblos de la Tierra? San Marcos habja insistido en que Cristo habia ordenado que su «buena nueva» fuera levada a todas las criaturas vivientes a lo largo y ancho del mundo, y san Agustin habfa afirmado que «la palabra de Dios habfa sido difundida por todo el universo». Marcos lo habja atestiguado: «Y les dijo: Id al mundo en- tero predicando el Evangelio a toda criatura. El que crea y sea bautizado, sera salvado; pero el que no crea seré condenado».!° En la actualidad, el Vaticano ha empezado a interesarse en la posibilidad de la existencia de otros mundos habitados en el universo."' ;Les habré visitado Jesucristo? ;Comprenderan el concepto de la Santisima Trinidad? Los judios tal vez se preguntarén si conocen el Torah, y los musulmanes, si cO- nocen el Cordn, y asi sucesivamente. Las revoluciones de Copémico y de DESCUBRIENDO A GENTE DE OTROS MUNDOS 35 Galileo socavaron de forma gradual la visién de un universo geocéntrico. pero sigue existiendo una escuela de pensamiento, teologica y biol6gica, Aovcted eae: hie ioetieasa la evolucién de la vida basada en el imposible, que uno podrta an lo improbable hasta el punto de ser casi fet aparbcin eh unk deg P fectamente argumentar que 7 ida tan sdlo Algunos teélogos modern s heard fondle latdeataee ” golaxias I 6 os han defendido la idea de que un universo de miles de millones de galaxias debe de contener miles de millones de lu- gares en los que exista vida inteligente (o mejor: ha existido, a veces hace muchos millones de afios), y que también estos lugares forman parte del plan divino. Uno de los argumentos aduce que, al establecer contacto con mundos asf, el conocimiento tardio de Cristo puede extenderse, no sélo al continente americano en el siglo xvi, sino a las galaxias més alld en los si- glos venideros, mientras que otros han sugerido que en un planeta habita- do por «lagartos del fango» Cristo necesitaria encarnarse en la forma de un lagarto del fango.'* (Igual que las especulaciones medievales sobre las tierras mas alld de los confines de la civilizaci6n habian creado criaturas fantdsticas, los imaginativos cientificos modernos han creado imagenes del tipo de monstruos que podriamos esperar encontrar en otros mundos: una ballena celeste con alas estructuradas en celdillas y un «lagarto del fango» de seis patas con ojos montados sobre tallos que podrian haber salido di- rectamente de los bestiarios medievales. )*"* La cuestion de otros mundos ha generado una gran variedad de respuestas, del mismo modo que, en las décadas posteriores a la llegada de Colén a América, existfa una amplia variedad de opiniones sobre los pueblos in- digenas. Este no es un libro que trate de una tinica «tradici6n intelectual», aunque en época de Col6n, se podfan encontrar numerosas lineas directrices. en la obra de Arist6teles que identificaban a los barbaros como «esclavos naturales» apropiados a las taréas domésticas, 0 en la de Tomas de Aqui- no en el siglo xm, quien identificé aquellas caracteristicas de la «ley natu- fal» que podian dar legitimidad inclus ini d pagana. Las ideas * El alagarto del fango» y la «ballena celeste» hacen referencia al «mudpod> (su nom- bre inglés), y a la ballena voladora, dos de los «seres vivos extraterrestres» del planeta Au- relia y de su Luna Azul, un proyecto patrocinado por National Geographic y que culmi- né en la serie de reportajes «Extraterrestre». Los reportajes fueron emitidos con el nombre Alien Worlds, en el Channel 4 del Reino Unido, y con el nombre Extraterrestrial en el Na- tional Geographic Channel. La versién castellana de los reportajes puede encontrarse en http://www portal-cifi.com/scifi/content/view/1470/71/ y en http://www.portal-cifi.com /scifi/content/view/1461/1/. (N. de la t.) 36 EL DESCUBRIMIENTO DE LA HUMANIDAD de ambos pensadores se hallan en el centro de los debates que aparecieron en el siglo xvi sobre los derechos de los pueblos indfgenas. Este libro re- trocede atin ms en el tiempo y observa la experiencia en el momento del con- tacto, y examina c6mo los que estuvieron presentes describieron lo que cre- fan que estaban viendo, o al menos, cémo otros en Europa recibieron Sus informes e intentaron crear orden a partir de lo que a veces parecia informacién sin sentido sobre pueblos cuyo estilo de vida resultaba dificil de imaginar. Para ello, los escritores tuvieron que regresar a las imagenes antiguas yme- dievales de razas extrafias, y asf, en ocasiones, injertaron las Presunciones extrafdas de los antiguos libros, ricos en ficcién, sobre la informacién que llegaba del Nuevo Mundo. Toda esta informacién no cre6 una imagen Gni- cay estable de la humanidad primitiva, y algunos de los escritos mas expresivos no gozaron més que de una escasa difusi6n, el caso, por ejemplo, de la pri- mera crnica portuguesa de Brasil, enviada al rey en Lisboa en el afio 1500, Por otra parte, la crénica tendenciosa de las zonas més cercanas escrita por Américo Vespucio se Ilevé precipitadamente a la imprenta, se convirtié en una de las obras mas vendidas y contribuy6 a ampliar las opiniones sobre los habitantes del Nuevo Mundo, sin duda porque describié a algunos de los in- dios como avidos canfbales de apariencia bestial y que andaban desnudos, '* Un historiador que escriba hoy en dia puede ir diversos grados més allé de las fantasias de Vespucio 0 de los serios debates de la corte espafiola. All, en el Atlantico, habfa un Nuevo Mundo real y habitado y no se tra- taba de una simple «construccién» Posmodernista, sino de una serie de so- ciedades de cuya existencia tenemos sélidas pruebas, a través de sus hue- Sos y de los objetos e fdolos descubiertos Por los arquedlogos. testimonios proporcionan una imagen fascinante de las socied. y de la transformacién radical que sufrieron a consecuencia con los exploradores y los conquistadores europeos. No existia maestra de cémo tratar con los pueblos recién descubiertos, ideas que competfan entre si, ni tampoco existia algin acuei ala condicion humana 0 a los derechos de estos pueblos; Todos estos lades nativas, del contacto ninguna idea sino muchas rdo en cuanto aun asi, se die- Capitulo 2 SALVAJES Y NOMADAS COLON MARCA SU RUMBO, AGOSTO DE 1492 Cristébal Colén zarpé del pequefio Puerto de Palos, frente a Huelva, en el sur de Espafia, rumbo a Japon, China y las Indias, el 3 de » agosto de1499> «Asf que», escribi6, «después de haber echado fuera todos los judfos de Vuestros reinos y sefiorfos, en el mismo mes de enero mandaron vuestras Altezas 4 mi que con armada suficiente me fuese a las dichas partidas de India»,' una frase que evoca deliberadamente la imagen de una gran armada. De hecho, Colén zarpé con la pequefia Santa Maria, y las todavia mas pe- quefias Nifia y Pinta. Castilla, donde tres reli giones habfan vivido hasta en- tonces, las unas junto a las otras, en la fragil pero productiva armonfa que los historiadores denominan convivencia, habia proclamado su identidad cristiana el 2 de junio de 1492, cuando recibio la rendicién de Granada, el Ultimo reino musulmén del territorio ibérico, tras setecientos ochenta afios de gobierno musulmén sobre parte, o incluso la mayor parte, de la penin- sula Ibérica, una rendici6n de la que Colén afirmaba haber sido testigo. Unos Pocos meses més tarde, en los palacios de la Alhambra, situados sobre la ciudad de Granada, Isabel y Fernando promulgaron unos decretos en los que ordenaban a todos los judios de sus reinos de Castilla, Aragén, Sicilia y Cer- defia que abandonaran sus dominios, o bien, que se convirtieran al cristia- nismo. El papa Alejandro VI Borgia, él mismo un espafiol, no tardarfa en recompensar a Isabel y Fernando con el titulo de «Reyes Catélicos», en re- conocimiento por el servicio prestado a la fe cristiana al conquistar Gra- nada, y por sus planes de continuar sus conquistas en el norte de Africa y llegar, por supuesto, y si Dios asf lo querfa, hasta el Santo Sepulcro en Je- tusalén,? Col6n y sus patrocinadores, Isabel y Fernando, entendieron que la Conquista de Granada formaba parte de la misma gran empresa en la que Co- 16n estaba a punto de embarcarse: 38 EL DESCUBRIMIENTO DE LA HUMANIDAD ---Vuestras Altezas, como catélicos cristianos y Principes amadores de la santa fe cristiana y acrecentadores della, y enemigos de la secta de Maho- ma y de todas idolatrias y herejfas, pensaron de enviarme 4 mi, Cristobal Co- 16n, 4 las dichas partidas de India para ver a los dichos principes, y los Pue- blos y tierras, y la disposicién dellas y de todo, y 1a manera que se pudiera tener para la conversién dellas 4 nuestra santa fe; y ordenaron que yo no fue- se por tierra al Oriente, por donde se costumbra de andar salvo por el cami- no de Occidente, por donde hoy no sabemos por cierta fe que haya pasado nadie.’ A Fernando no le bastaba Ilevar la guerra contra el islam hasta el otro lado del estrecho de Gibraltar y Marruecos, sino que debfa convertirse en una lucha global que debja llevar el cristianismo a todo el mundo. En oca- siones, un fervor mesidnico dominaba a Fernando, en otras, parecia obs- tinado, implacable y pragmitico. cS 0 am 0 CAINS ee eee CIPANGO ( fe > \ Y \ J o8 ANQUANA, JAVA NENOR Mapa 2. Globo terréqueo de Martin Behaim, c, 149; 2, Superpuesto sobre un mapa actual del Océano Atléntico (Segtin Ferndndez-Armesto, Co. 16n). SALVAJES Y NOMADAS 39 En el afio 1492, Espafia fue «purgada» de sus judfos, y todos sus musul- manes quedaron subyugados. También fue, no obstante, el momento en el que Isabel y Fernando empezarian a adquirir y a ejercer su dominio sobre stibditos no cristianos en unas cantidades que superaban con creces a la po- blacién musulmana de Granada o las poblaciones judfas de sus numero- sos reinos en Espaifia, Sicilia y Cerdefia. Juntos, todos estos judfos y mu- sulmanes no podfan haber superado el medio mill6n. Colén incorporaria La Espafiola a los dominios de los Reyes Cat6licos, el hogar de, quiz4, dos millones de indios tafnos, y reivindicarfa la hegemonfa sobre una mirfada de otras islas y, si Col6n no se equivocaba, ademas sobre un gran territo- rio en tierra firme asidtica. Los Reyes Catélicos estaban adquiriendo asi- mismo miles de nuevos stibditos «paganos» en otros lugares. La conquis- ta de Gran Canaria habia sido por fin completada, y la de Tenerife, que se completaria en el afio 1496, se aproximaba a su punto dlgido. En las Ca- narias, igual que en el Caribe, vivian pueblos que, hasta que conocieron.a los europeos, desconocfan el hierro, no posefan libros ni sabfan nada de Moi- sés, de Jesucristo, ni tampoco, por supuesto, de Mahoma. Los misioneros en- viados a las tierras mongoles ya habian conocido antes a otros «paganos», chamanistas y budistas, y también los caballeros teuténicos, quienes has- ta finales del siglo xiv libraron desagradables guerras contra los grandes duques paganos de Lituania, pero se trataba de pueblos que tenian acceso a la Palabra de Cristo, pueblos entre cuyos habitantes circulaban los mi- sioneros cristianos y entre quienes vivian pueblos cristianos, aun cuando muchos de ellos fueran herejes y cismiticos, nestorianos y cristianos or- todoxos. En Africa Occidental, es cierto, existfan zonas donde habia pe- netrado el islam, aunque no el cristianismo; y més al sur vivian los animistas, que rechazaban el islam o que lo desconocian; ahora bien, estas tierras tam- bién formaban parte de un continuo geogréfico. Colén gra un ferviente lector de literatura de viajes y un navegante ha- bilytiguroso y, combinaba, por lo tanto, el conocimiento teérico y el prac- tico; ahi, sin duda, radicaba el problema. Al igual que sus coetdneos, te- nia tendencia a darlé prioridad a la palabra escrita, santificada en algunos casos por siglos de aceptacin (en especial en el seno de la Iglesia), y a su- poner que las respuestas a las preguntas fundamentales sobre la identidad de las tierras que él pretendia descubrir, y que descubrié, estaban revela- das en una serie de libros, empezando por el Génesis y continuando con las obras de Marco Polo, de Pierre d’ Ailly (el cardenal del siglo xv) y de Aeneas Sylvius Piccolomini (el papa Pio II del siglo xv).* Habja profun- dizado en la obra cientifica de Aristételes, pero sus lecturas eran eclécti- cas, y buscaba en ellas la informacién que apoyara sus teorfas sobre la ex- 40 EL DESCUBRIMIENTO DE LA HUMANIDAD tensién del globo.’ Tenfa un cardcter obstinado, determinado e inflexible, €ra consciente de su propia importancia y no aceptaba ninguna contradic. ién. Vivia obsesionado por la certidumbre de que descubriria la ruta ha- Cia Asia y, una vez que hubo alcanzado el Nuevo Mundo, su insistencia €n que lo que habia descubierto era Asia y sus islas exteriores no flaques ni un instante.° En un momento dado, les hizo jurar a todos los miembros de su tripulacién que Cuba formaba parte del continente asidtico, y el cas- tigo por negar posteriormente esta afirmaci6n consistirfa en a multa de diez mil maravedfes y la amputacién de la lengua del culpable, un episo- dio que, por su propia naturaleza, ya revelaba sus propias dudas ocultas. Col6n era un hombre instruido, aunque un autodidacta; podemos des- cartar que hubiera estudiado en la Universidad de Pavia, y también las leyendas acerca de su noble cuna;' por otra parte, se puede facilmente de- mostrar que era el hijo de un tejedor genovés” y que no era judio. Es im- portante subrayar este tiltimo punto porque han sido numerosas las afir- maciones segiin las cuales era judfo, o corso, o mallorquin, o portugués,'° Su pensamiento exhibfa un fervor mesidnico, visible asimismo en los es- critos judios de la misma época: la expectacién ante la liberacién inminente. Para los judios, el liberador seria, sin duda, el Mesfas, hijo de David. Los escritores cristianos, entre los que se incluian algunos judfos conversos, re- ‘omaron este tema, pero, en su versién, el liberador seria Fernando, rey de Castilla y Aragén, que recuperarfa Jerusalén, aplastaria el poder del islam y de los turcos, convertirfa a los judios restantes y anunciarfa los tiltimos dfas de la humanidad que culminarian en la Segunda Venida de Cristo. A medida que avanzaba su carrera, Cristobal Colén, el «portador de Cristo» (Christophoros) y paloma de Dios, o Espiritu Santo (colomba), se veia a si mismo cada yez més como alguien a quien Dios habia enviado a fin de contribuir a liberar al mundo. El descubri miento y la conversi6n de los ha- bitantes del Nuevo Mundo formaban. parte del plan de Dios para la hu- manidad. Col6n era un Personaje carismatico y que imponia, alto y rubicundo."! Incluso antes de su primer viaje en 1492, Colén ya habfa viajado mucho. El tradicional término «Primer Viaje» sugiere una experiencia menor que Ja que en realidad tenfa; conocia bien las islas del Atléntico, en especial el archipiélago de Madeira, habia navegado por la costa de Guinea y cons- tantemente establecia comparaciones entre lo que veia en el Nuevo Mun- do y en Africa Occidental, siempre en detrimento de Africa, Al parecer, vi- sité Bristol e Irlanda y navegé hacia el norte rumbo a «Thule», un posible término literario que hacfa referencia a Islandia." Es posible que hubiera recogido leyendas de boca de los marineros de Bristol, o incluso de los is- SALVAJES Y NOMADAS 41 landeses, que hablaban de tierras situadas al oeste que habian sido visita- das por flotas pesqueras en busca de bacalao, 0 por los vikingos, medio mi- lenio antes, cuando los hombres del Norte colonizaron Terranova por un breve tiempo. Afios més tarde, Colén quedaria impresionado por lo que pa- recian ser las palabras proféticas del sabio romano Séneca (al que se con- sideraba, en general, un cristiano secreto): Vernan los tardos afios del mundo ciertos tiempos en los cuales el mar Ocgéano afloxera los atamentos de las cosas, y se abrir una grande tierra, y um nuebo marinero como aquel que fue guia de Jasén, que obe nombre Ti- phi, descobrir4 nuevo mundo, y estonces no seré la isla Tille la postrera de las tierras [Vendrd un tiempo en el curso de los siglos / en que el Océano abriré las barreras que cierran el mundo / y hard descubrir un inmenso con- tinente. / Entonces Tetis, reina de las ondas revelard nuevos mundos [novos detegat orbes] / y sobre la tierra no existird ya més una tltima Tule]."? Al parecer, Colén habjfa leido algunos documentos pertenecientes a la familia Perestrello, de Porto Santo, cerca de Madeira, que aportaban mas testimonios de la existencia de tierra al oeste. No obstante, a Colén le ob- sesionaba su ascenso social y, a lo largo de su vida, trabajé duro a fin de mejorar el estatus de su familia. Primero, se cas6 con una joven pertene- ciente a la familia Perestrello, de origen italiano y vinculada a la nobleza Portuguesa, y mis tarde, les asignaria un alto cargo en el Nuevo Mundo a sus hermanos Bartolomé y Diego. Tras haber recibido de los reyes gene- Tosas concesiones de derechos y de titulos, Cristébal se asegur6 de que su hijo legitimo, también llamado Diego, contrafa un matrimonio en verdad ex- celente, apropiado a una persona de noble condicién."* Sin embargo, las mur- muraciones de «los cristianos viejos» se alzaban en voz cada vez ms alta contra los Exitos de los judfos conversos admitidos en los rangos mds al- tos de la corte, y también contra el éxito de este arribista genovés, y con- tra el de todos los genoveses que gestionaban con tanto éxito el comercio en Andalucia en aquellos afios. PUEBLOS EXTRANOS Es necesario establecer la diferencia entre el hecho de caer en la cuenta de la existencia de nuevos mundos habitados por seres humanos mis allé de los limites de Europa, de Asia Occidental y del norte de Africa, y los nu- Merosos mitos y rumores que hablaban de personas con cabeza de perro, incluso de personas sin cabeza, o de gigantes y pigmeos, mitos y leyendas 42 EL DESCUBRIMIENTO DE LA HUMANIDAD profundamente enraizados en las tradiciones, cldsicas y otras. A partir de 1492, o de antes, si uno considera un hito importante, como deberia ser_ lo, el descubrimiento de los islefios canarios, los europeos cristianos vie. ron, realmente, en carne y hueso a gente procedente de nuevos mundos que ni tenfan cabezas de perro ni carecfan de cabeza, un detalle de extrema im. portancia. En 1493, los documentos italianos que informan de las prime- ras llegadas a Europa de indios taino del Caribe observan que algunos de ellos, de cabeza redonda y «ojos orientales», se parecian bastante a los tar. taros.'5 Los rumores que hablaban de pueblos con fisonomfas extrafias no dejaron de circular durante muchos siglos pero no tard6 en alcanzarse un consenso segtin el cual la forma del cuerpo de estos nuevos pobladores que habjan conocido en carne y hueso, y no s6lo de ofdas, era humana. {Sig- nificaba eso que su tipo de alma también era humana? Tal vez las razas mons- truosas no fueran descendientes de Adan y, por lo tanto, no formaran par- te del plan divino para la humanidad. La Biblia hablaba en tono misterioso de gigantes que habjan vivido antes del diluvio universal, aunque se suponfa que estos gigantes habfan desaparecido, barridos por el gran diluvio. Las grandes hordas de Gog y de Magog mencionadas en La Biblia (segiin re- lataba Mandavila) descendian de las diez tribus perdidas de Israel, que ha- bian sido acorraladas entre impenetrables montafias de la remota Asia, es- perando la Ilegada del Anticristo, cuando se desatarfan sobre la humanidad como un terrible azote.'® Por otra parte, hubo quien ya habia adoptado el punto de vista segtin el cual las sucias hordas mongoles, que avanzaban ha- cia el este arrasando cuanto se les ponia por delante, y que, en el afio 1241, llegaron hasta Hungria, formaban parte del mismo ejército de Gog y de Ma- gog, un punto de vista que parecian confirmar su extrafio aspecto y sus cos- tumbres salvajes, entre otras, las de no cambiarse nunca de ropa, beber le- che de yegua fermentada y cocinar trozos de carne colocdndolos entre la silla de montar y la ijada sudorosa de sus pequefios pero robustos caballos mientras galopaban a gran velocidad cruzando las estepas. La reaccién europea a los mongoles demuestra que existfan dos tipos basicos de criterios para evaluar la condici6n humana. El primero se ba- saba en la apariencia fisica, la forma, la zoologia: lo que podriamos denominar testimonios de la antropologia fisica 0 bioldgica; el otro, se fundamenta- ba en el comportamiento, la conducta y la tecnologia: lo que podrfamos de- nominar testimonios de la antropologia social. Colén, como veremos més adelante, defendié desde el primer momento de contacto su opinién de que los pueblos encontrados eran fisicamente humanos, una afirmaci6n repe- tida por otros observadores, por ejemplo, el primer portugués que lleg6 a Brasil en el afio 1500. Eso no les impidié a Colén y a otros seguir especu- SALVAJES Y NOMADAS 43 lando acerca de la existencia de razas todavia més extrafias justo al otro lado del horizonte. Es mds, tenfan muy cerca la demostracién de la existencia de pueblos que, por su conducta diaria, no parecian ser del todo humanos. Los judfos vivian en las ciudades europeas, segregados, 0 no, en guetos, vestian ropas similares (no olvidemos que fueron las autoridades cristianas quienes intentaron marcarlos exigiéndoles a muchos de ellos lucir un signo distinti- vo especial) y su dieta, aunque ms limitada por la ley religiosa, no inclufa nada extraordinario, del estilo, por ejemplo, de la carne de reptil que se con- sumfa en el Caribe. A los judfos se les habfa acusado, es cierto, de consu- mir ritualmente la sangre de nifios cristianos, y no cabe duda de que estas acusaciones, tenebrosas fantasfas que presentaban a los judfos como canfbales sedientos de sangre, se reavivaron en Espaiia, Italia y Alemania a finales del siglo xv y pusieron en duda su condicién de humanos. En el siglo x1v, Heinrich von Hesler no dejaba de insistir en que los judfos eran una raza maldita cuya tnica oportunidad de humanizarse se hallaba en su conver- si6n al cristianismo."” Los judfos vivian en sociedad, en familia y en comunidades, a menu- do en zonas diferenciadas. A veces deambulaban de una tierra a otra, algo que ya habia ocurrido en 1492 tras su expulsién de Espafia, pero sus des- plazamientos siempre tenfan por objeto la buisqueda de un lugar donde vi- vir y asentarse. Sin embargo, otro tipo de personas no se ajustaba a esta nor- ma bésica, por ejemplo los auténticos némadas, fueran lapones en el norte, © gitanos en el este. En el siglo xn, los némadas magiares que vivian en tien- das, a quienes se describfa como feos «monstruos humanos», constitufan objeto de mofa.'* La llegada del pueblo romanf a Europa en el siglo xv cau- s6 una gran perplejidad. Afirmaban ser cristianos expulsados del «Egipto meno», en algtin lugar del este, lo que dio pie a su nombre «gitano», 0 «egip- cianos», aunque no cabe duda de que eran originarios de la India. A su lle- gada a Alemania, Austria, Italia y Francia, los sefiores locales intentaron tratar con ellos igual que harian con cualquier otra sociedad, dirigiéndose asus «duques» con el debido respeto y suponiendo que posefan una estructura social similar a la de la cristiandad aristocratica. Al llegar el afio 1425, habfan empezado a entrar poco a poco en Espafia, legados, al parecer, des- de Africa y desde Francia; en la década de 1480 Hegé una segunda olea- da cuyos miembros afirmaban ser griegos que hujfan de los turcos. Lo que les protegié fue la propia afirmacién de su identidad cristiana,"” no obstante lo cual, Isabel y Fernando les ordenaron marcharse si no se asentaban y tomaban empleo al servicio de algtin sefior, y les acusaron de deshonesti- dad y vagabundeo.” La falta de rafces sugerfa una carencia de costumbres civilizadas. 44 EL DESCUBRIMIENTO DE LA HUMANIDAD Un mejor ejemplo de némada lo proporciona alguien que vivia apar. te, entre los animales, y que incluso tenfa un aspecto que parecfa mas ani. mal que humano: el hombre salvaje de los bosques. Eloella Constituyeron un tema constante del arte bajomedieval inspirado en referencias biblicas: el demente rey Nabucodonosor, condenado a vivir en el ‘campo como un buey: Elfas o Juan el Bautista, que se vestian con pieles y vivian en el desierto; san Juan Criséstomo, que hacia penitencia desnudo y solo.” Una Pintura de] siglo xvi, obra de un discipulo de Pedro Brueghel el Viejo, muestra un dra- ma habitual: un hombre salvaje capturado y asesinado, un tema frecuente de los espectéculos populares a finales de la Edad Media, por ejemplo el de una representaci6n en Bruselas en el afio 1496 en honor de la infanta espafiola Juana («la Loca»), donde catorce actores disfrazados de hombres salvajes formaban parte del elenco.” Los ogros femeninos canibales 0 los gigantes vestidos de pieles tenfan su lugar en las obras literarias clasicas de la Edad Media de autores como Chrétien de Troyes en el siglo xn, y también en las coloristas leyendas populares del sur de Alemania. Lo habitual era que el hombre (0 la mujer) salvaje estuviera cubierto de vello, o escamas, 0 tuviera un espeso pelaje, 0 que, al menos, se vistiera con pieles de animal, se ali- mentara de bayas y raices, igual que un cazador-recolector primitivo, co- miera came cruda (en algunas versiones, came humana) y tuviera que uti- lizar su propia fuerza y astucia para sobrevivir, pero sin las ventajas de la tecnologia bajomedieval. A menudo, solfa circular a cuatro patas, igual que cualquier otro animal. Quiz4 blandiera un pesado garrote, y evitara a cual- quiera de su propia especie, salvo algiin ocasional encuentro fugaz con al- giin individuo salvaje del sexo opuesto, lo que significaba perpetuar la raza. Carente de la capacidad del habla, y expresando slo «palabras sin sentido que le ensefiaba la naturaleza» (por citar a Edmund Spenser), se le hacia di- ficil razonar.”* ;Podia entonces conocer a Dios? No lo parecia. Von Hes- ler, que sentia una cierta compasién hacia los hombres salvajes y que los veia como criaturas de Dios, observé que «tienen forma humana, pero son tan rudimentarios y tan salvajes que nunca han ofdo la palabra de Dios». No todo el mundo compartia esa opinion. Geiler von Kayserberg, un tedlogo del siglo xvm establecido en Estrasburgo, postulaba la existencia de diver- sas categorias de «hombres salvajes», entre ellos diaboli, satiros 0 demo- nios, sin duda creados por Satands; otros, claramente, pertenecfan a la hu- manidad: santos del desierto, pigmeos y los hispani, un término que podia significar lunaticos 0 gitanos, o que tal vez no fuera més que una pulla poco sutil contra todos los espaiioles.”* El sureste europeo constitufa una reser- va especial de hombres salvajes del bosque, una tradicién conservada en el nombre de una de sus regiones més misteriosas, Transilvania > SALVAJES Y NOMADAS 45 En la Europa de finales de la Edad Media y del Renacimiento no im- peraba una imagen tinica y dominante del hombre o de la mujer salvaje, sino que esta imagen era una fantasia que podfa expresarse de muchas y diferentes maneras; basta observar la gran cantidad de dibujos de salva- jesde Durero para ver c6mo los temas clésicos podfan combinarse con las tradiciones literarias y folcléricas alemanas y producir toda una Arca de Noé de personajes fabulosos.”* Sin embargo, los atributos animales de la mayorfa de los hombres salvajes de la literatura y del arte bajomedieval, en general, no se consideraban innatos, el resultado de haber sido creado por Dios en una categoria que no era ni totalmente humana ni totalmente animal, sino que se solfa entender que el hombre salvaje habia caido de su lugar en la sociedad y se habia convertido en un exiliado, a consecuencia de algtin tipo de desgracia que tenfa su origen en la primera infancia; al fin yal cabo, los fundadores de Roma, Rémulo y Remo, habian sido criados en los bosques por una loba. Por lo tanto, era posible recuperar la condi- cién humana y regresar a la civilizacién, y el camino més directo hacia esa recuperacién pasaba por la fe cristiana. En este sentido, la imagen negati- va del hombre salvaje siempre cont con su imagen opuesta, la esperan- za de la redenci6n. Existia otra imagen del salvaje, cuya influencia encontrarfa campo abo- nado en aquellos que descubrieron nuevos pueblos a finales de la Edad Me- dia: la imagen de una humanidad primitiva que vivia en una Edad de Oro o de Plata, segtin la represent6, por ejemplo, en las décadas de 1520 y de 1530, Lucas Cranach en pinturas que ahora cuelgan en Londres, Dublin, Weimar y otros lugares.’ La Edad de Oro descrita por los poetas clasicos (en especial, Hesfodo y Ovidio) habfa sido una edad de paz, aunque tam- bién, una era de simplicidad tecnol6gica; en la Edad de Plata, la humani- dad aprendié a construir, a cultivar la tierra y empez6 a comprender la di- ferencia entre el bien y el mal, pero en sus tiltimas fases legaron los heraldos de la Edad de Bronce que introdujeron la disensién. Esta edad primitiva de la humanidad se caracterizaba por una pureza pristina que se fue deterio- rando de forma gradual, puesto que la «civilizacién» conlleva tentaciones y corrupciones. Por tanto, las gentes sencillas de la primera edad de la hu- manidad no se relacionaban mediante gruftidos con individuos salvajes cu- biertos de pelo y poco habituados a las relaciones sociales; su desnudez era la desnudez de la inocencia, y no la de la permisividad sexual. Esta ima- ginerfa clésica dominé las primeras descripciones del Nuevo Mundo que hicieron los escritores de la corte real espafiola y se fundié con la imagi- nerfa del Jardin del Edén, un tema favorito de Colén, un lector de la Bi- blia, aun cuando a los telogos les resultara muy dificil aceptar la idea de 46 EL DESCUBRIMIENTO DE LA HUMANIDAD una parte de la humanidad sobreviviendo en pristina pureza desde los alg anteriores a la Cafda del Hombre.” En primer lugar, en el Jardin dey Edé sdlo vivian un hombre y una mujer, y en segundo Jugar, incluso Colén, en sus momentos de maximo fervor, tuvo que admitir que el Jardin era inac. cesible a los seres humanos. Aun asi, la imagen de una humanidad Viviendo en un estado anterior al del pecado original constituy6 un tema Tecurren. te, y que no dejé de serlo, gracias a la imaginerfa clasica. Los SALVAJES DEL OESTE Otro lugar donde buscar a pueblos que, por su conducta, no Ilevaban yj. das del todo humanas eran los confines de Europa. Los pueblos no con- vertidos de la regién més septentrional que rodeaba las costas del Baltico Constitufan una fuente de fascinacién morbosa, Eran «ignorantes y pare- cian animales», y se les acusaba de practicar una idolatria salvaje yuna fe- toz crueldad que desembocaban en el barbaro Tito del sacrificio humano, Ahora bien, también a los irlandeses se les consideraba como Poco mas que Paganos: «Cristianos de nombre, pero paganos de hecho», en palabras de san Bemardo.” Gerardo de Gale dejé una descripcién de Irlanda en la década de 1180 que anticipa en mu- chos aspectos las descripciones del Nuevo Mundo de tres siglos més tar- de. Cualesquiera que fueran sus reservas acerca de los irlandeses, Gerar- do alabé la frescura, el aire saludable (aunque Iluvioso), los verdes campos y la ausencia de serpientes de la isla; todo ello significaba que muy poca gente caerfa enferma en ese lugar y que Irlanda conservaba al: gunas de las pristinas cualidades del mundo en el momento de su creacién, antes que a corrupcién lo invadiera casi todo.” Era asimismo un pais de milagros (ete afios a consecuencia de una mal- q lobo, conservaban su condicién hu- mana: «El lobo dijo entonces alguna: zonables»; «el lobo daba una Tespue: ; Vivia un h forme que se crefa que era medio buey; o una mujer en comatee Cee el be tocon una magnifica cabra blanca, un acto que, en opinién de Gerardo, era menos abominable Para el animal, Puesto que un humano racional no de- beria rebajarse al nivel de las bestias.? En €S0, en esencia, se resumfa el problema que tenfa Gerardo de Gales con los irlandeses en general en que era incapaz de considerar] i ‘OS Sus iguales. B] Caso es que, en términos ge- SALVAJES Y NOMADAS 47 nerales, su aspecto fisico era humano; era su cultura la que era barbara: «Pero, aunque estén dotados de cualidades naturales, sus caracteristicas externas, la barba y la manera de vestir, y el modo en el que cultivan su mente son tan barbaros que no se puede decir que posean alguna cultura». Opinaba que sus sencillos mantos y leotardos eran burdos. Se lanzaban a la batalla «desnudos», es decir, sin armaduras ni armamento propiamente dicho, y utilizaban lanzas, dardos, hachas y piedras. En fin, y hablando con franqueza, «son un pueblo salvaje y poco hos- pitalario. Se alimentan s6lo de animales, y viven como animales. No han progresado nada desde las costumbres primitivas de la vida pastoral». Lo que Gerardo queria dejar claro era que la humanidad empieza en los bos- ques, se traslada a los campos y, a continuacién, a los pueblos y ciudades, una evoluci6n que, en su opinién, representaba el progreso humano. No obs- tante, los irlandeses eran tan perezosos que ni siquiera se molestaban en sa- carle provecho al campo, ni en extraer el oro de las minas que existian en laisla, a pesar del valor que le daban. Evitaban, en la medida de lo posible, las artes de tejer el hilo y la lana: «Opinan que el mayor de los placeres con- siste en no trabajar, y que la mayor de las fortunas es gozar de la libertad». En gran medida, segufan siendo un pueblo de los bosques: «Todos sus h4- bitos son los habitos de los barbaros».** Vivian tan alejados del mundo de los hombres, que no conocfan (por utilizar un término moderno) la civili- zaciOn. Vivir juntos les proporcionaba su cultura a los pueblos, y estas gen- tes eran salvajes que vivian en el limite salvaje del mundo, redimidos tni- camente por su excelente musica, su unica cualidad.** Su cultura material era primitiva, y en el aspecto moral, también eran deplorables, «unas gen- tes sucias que se deleitan en el vicio». No conocfan el matrimonio como tal, e ignoraban las leyes contra el incesto.*” Demostraban su falta de fe de dos maneras: hacfan trampa en sus negociaciones entre ellos y no les costaba ningun trabajo romper los pactos solemnes; y apenas eran cristianos, ya que muchos de ellos todavia no habian recibido el bautismo. Gerardo habia ha- blado con algunos tripulantes de un gran buque, que en una ocasi6n, atra- pado en una tormenta frente a la costa de Connacht, se refugié en una isla frente a una costa que nunca habfan visto antes. Le explicaron que enton- ces vieron a dos hombres remando en un sencillo bote construido en mim- bre y pieles de animales; iban desnudos, aunque Ilevaban trozos de pieles de animales alrededor de la cintura, y su cabello rubio era tan largo que les cubrfa buena parte del cuerpo. Todo lo que les ensefiaron los marineros pa- Tecia ser nuevo para ellos; les ofrecieron pan y queso, que se negaron a co- mer, diciendo que no sabfan lo que era. Sus alimentos habituales consis- tfan en carne, pescado y leche, y quedaron muy decepcionados después que 48 EL DESCUBRIMIENTO DE LA HUMANIDAD. los marineros se negaran a servirles came, argumentando que estaban en ¢, ca de Cuaresma. La Cuaresma en sj no tenfa ningin sentido Para ellos, nj tampoco el cristianismo, ni el calendario de meses, semanas y dfas, Solian pasearse desnudos, pero se cubrian con pieles cuando necesitaban impe- tiosamente protegerse de la intemperie. Los marineros, al despedirse de ellos, les entregaron muestras de pan y queso para ensefiarles a su gente,* Ignoramos si Colén ley6 el libro de Gerardo de Gales, ni siquiera sa. bemos si habia ofdo hablar de él, aunque sf sabemos que visité Galway, al oeste de Irlanda, y resulta dificil demostrar que la crénica de Irlanda es- crita por Gerardo hubiera podido Ilegar a lectores ajenos a las bibliotecas de Oxford y Cambridge. Lo que sus palabras revelan, no obstante, es una extraordinaria coherencia en el modo en el que los europeos medievales juzgaban a los pueblos a los que consideraban menos avanzados que ellos, Se preguntaban por su aspecto fisico, que inclufa la utilizacion de vestiduras; Por su tecnologia, en cuanto a fabricacién de armas, tejidos y construccién de casas (una cuestién planteada por otros autores); por sus costumbres se- xuales y comportamiento moral, que inclu‘a, algo muy importante, su co- nocimiento del cristianismo; y por su capacidad de asociarse entre ellos y de forjar una auténtica «sociedad». En cualquier caso, aquellos marineros que explicaban su encuentro con los barbaros irlandeses frente a la costa de Connacht actuaron de una forma extraordinariamente similar a la de aque- llos otros que, en el afio 1341, conocieron a los canarios en Gran Canaria; en el afio 1492, a los indios tafnos en las Bahamas, 0 a los indios tupfs en Brasil en el afio 1500: les mostraron sus alimentos, y observaron sus re- acciones a los barcos y aparejos. LOS SALVAJES DEL ESTE Los informantes de Coldén, de hecho, eran mucho més antiguos que Ge- rardo de Gales. Una fuente de informacién directa de Colén y de sus coetaneos era Plinio el Viejo, fallecido en la erupcién del volcan Vesubio en el afio 79 d. C., quien explicé que Etiopfa era el hogar de muchos pue- blos extrafios, desde los pigmeos de la tradicién cldsica hasta los desnu- dos gymnetas y pueblos sin boca; en algtin otro lugar de Africa vivian los blemias, que tenfan los ojos y la boca en la parte alta del torso y carecian de cabeza, y los antropéfagos que comfan hombres; y en la India habfa gen- te que tenja los pies colocados al revés. Sin olvidar que los términos «In- dia» y «Etiopfa» se interpretaban de una forma muy amplia que abarcaba los territorios costeros al sur y al oeste del océano Indico, se tenfa la es- peranza razonable de que los barcos de Colén se tropezaran con estos pue- SALVAJES Y NOMADAS 49 blos extrafios. Las historias, a medida que se repetian, se iban amplificando, y pasaron Por escritores como Agustin de Hipona en el Africa del siglo v, Isidoro de Sevilla en la Espafia del siglo vi y vu, el autor de la leyenda de san Brandan en el siglo x, los gacetilleros medievales como Gervasio de Til- bury, en el siglo xu, y el cardenal Pierre d’Ailly, cuyos escritos fueron es- tudiados en todo detalle por Colén, a principios del siglo xv.” Marco Polo dedics mucho espacio en su libro a los pueblos sin cabeza 0 a gentes que utilizaban su tnico e inmenso pie para protegerse de la Iluvia 0 del sol. Le gustaba insistir en el valor de sus testimonios presenciales y si describia algin lugar que no hubiera visitado realmente, intentaba conferirle a su cré- nica una autoridad similar. En ‘Consecuencia, escribié acerca de una isla Ila- mada Andaman, en el océano Indico, poblada de salvajes que no tenfan rey, «id6latras» que «viven igual que animales», nada sorprendente, habida cuen- ta que tenfan cabeza de perro, y que, si alguna vez se cruzaba en su cami- no algtin humano normal, lo capturaban y se comian su carne. Col6n también conocfa el muy popular libro de viajes de Juan de Man- davila, escrito a finales del siglo xiv. En realidad, y pese a que afirmaba haber navegado alrededor del globo, es muy posible que Mandavila nun- ca hubiera viajado mucho mas alld de Flandes.* Mandavila se mostr6 atin mas elocuente que Marco Polo al hablar de los islefios de Andaman. Un gru- po se comia los cuerpos de sus familiares muertos, los hijos a sus padres, los padres a sus hijos, en un acto que ahora denominariamos «endocani- balismo»: canibalismo en el seno de la propia tribu, un sustituto del entierro que, explicaba Mandavila, se basaba en el principio segtin el cual resulta- ba mucho més doloroso que a uno se lo comieran los gusanos bajo tierra.*! Sin embargo, en Nicobar,* las gentes de cabeza de perro «son razonables e de buen entendimiento», una caracterfstica opuesta a la de la vecina Ta- corde, donde «la gente son como animales y carecen de raz6n» y «no fa- blan nada, mas silvan empés de otros como sierpes»: viven en cavernas por- que les falta la inteligencia para construir casas.” La cr6nica de Mandavila de pueblos monstruosos en el océano Indico suscita, por lo tanto, una pre- gunta, la misma a la que regresarian una y otra vez los observadores de los pueblos recién descubiertos: estos pueblos, racionales ¢ inteligentes, y ca- paces de vivir igual que los seres humanos conocidos en Europa, {Son aca- so capaces de comprender la verdad cristiana?, {0 se parecen més a los ani- males, y carecen, como ocurre en algunos casos, de reyes, casa y lenguaje, * Mandavila, en la version castellana citada en la bibliografia y en las notas, Hama Bacemerén a la isla cuyos habitantes tienen cabeza de perro. (N. de /a 1.) 50 EL DESCUBRIMIENTO DE LA HUMANIDAD ademés de seguir extrafias dietas que tal vez podrian incluir carne huma. na? Si ése era el caso, argumentarian diversos escritores espajioles de| Six glo xvi, entonces, aquellos pueblos estaban més preparados para Servir que para mandar. HomprES SIN RAZON Si existia un criterio que parecia definir de la forma mas concisa posible el derecho a gozar de la condicién de ser humano, éste era la identidad re. ligiosa. No queremos decir con eso que los musulmanes (por ejemplo) fue- ran tratados como menos que humanos en su ser fisico; a mediados del si- glo xm algunos teGlogos y expertos en ley religiosa argumentaron que se podfa aceptar la legitimidad de sus instituciones polfticas, siempre y cuan- do se atuvieran a «la ley natural» y no amenazaran al cristianismo. Aho- ra bien, se consideraba que el bautismo constitufa el sacramento que, en un sentido muy real, completaba el proceso de humanizacién. Todos los nifios nacian con el estigma del pecado original, del que se podfan lavar y asf empezar a vivir de nuevo, o més bien, iniciar la auténtica vida espiri- tual en lugar de vivir la mera vida carnal en la que cada nifio nacia. El bau- tismo convertia al individuo recién bautizado en una «nueva persona», un novus homo, capaz de subsistir no s6lo en un plano fisico, sino ademas en el plano espiritual, y capaz de alcanzar la gracia de Cristo. A fin de cuen- tas, la sociedad, para cualquier pensador 0 tedlogo del siglo xv en la Eu- ropa cat6lica, consistia en la cristiandad, y tinicamente un cristiano podia ser ciudadano del mundo. En Espafia y en Portugal, por supuesto, la con- fluencia de las fes, con los judfos insertados confortable o inconfortable- mente en el medio, proporcionaba a estas cuestiones una fuerza afiadida. En términos generales, los judfos se convirtieron en el objetivo de cam- paiias teol6gicas que culminarfan en su segregacién, expulsion, extermi- naci6n y (en especial en Espafia) en su conversion; los musulmanes se con- virtieron en el objetivo de campaiias militares que culminarfan en la pérdida de soberanfa sobre cualquier parte del al-Andalus espafiol. La cuesti6n de la falta de fe de los judios centralizé los debates, cada vez mas. intensos, entre los te6logos de la Europa medieval y, a partir del siglo xu, los fild- sofos y tedlogos cristianos argumentaban que cualquiera que aplicara la ra- z6n, «la cualidad que, segtin ellos, diferenciaba al hombre del animal», s610 podia concluir que el cristianismo estaba en lo cierto; «de este modo», ha observado un erudito moderno, «se empez6 a hablar de los judfos como si fueran menos que humanos», carentes de «esa cualidad que, creian ellos, separaba al hombre del animal». «Igual que se percibfa que los judios no SALVAJES Y NOMADAS 51 pertenecian al reino de la razon humana, del mismo modo, en este contexto, se entendia que los judfos se distanciaban de forma deliberada del resto de la humanidad»: «En efecto, ser humano significaba ser cristiano». Los ju- dios no sabfan aplicar la raz6n, algo que les acercaba peligrosamente al rei- no de los animales no humanos. Cicerén ya habfa observado, en una obra muy lefda en la Edad Media, que la humanidad es tnica entre los ani- males porque posee esta facultad de la raz6n: «Pues él es el tinico entre to- das las especies y variedades de seres animados que tenga acceso a la ra- z6n y aun pensamiento de los que carecen las otras». Concluy6: «Si se ob- serva que no hay nada superior a la raz6n y que ésta se encuentra tanto en el hombre como en Dios, resulta que la raz6n es el vinculo de la primera sociedad que se establece entre el hombre y Dios». Aplicada a los judfos, esta degradacién de la condicién de ser huma- no completo acarre6 consecuencias tragicas. (La conversi6n tal vez los ele- vara a la condici6n de seres humanos completos, puesto que, al someter- se ala conversi6n, con el apoyo de la gracia divina, habfan adquirido la razon y habfan conseguido limpiarse, no slo del estigma del pecado original, sino del pecado afiadido de deicidio.) Esta «deshumanizacién» de los judfos, un concepto que circulaba entre los intelectuales medievales, empezé a adquirir una aplicaci6n practica cuando las misiones en tierras como Catalufia no lograron el efecto deseado. A partir del siglo xm, los frailes dominicos y franciscanos lanzaron enérgicas campafias de conversién muy bien plani- ficadas contra los judfos y los musulmanes que vivian bajo el gobierno de los cristianos y, cuando se les presents la oportunidad, también contra los infieles en las tierras musulmanas del norte de Africa. Su estrategia con- sistfa en sumergirse en los textos sagrados del judafsmo y del islam, en sus versiones originales hebreas, arameas 0 drabes, a fin que los frailes pudieran debatir en publico con rabinos ¢ imanes; si podfan convertir a sus Ifderes, argumentaban, entonces las masas no tardarfan en seguirles. Incluso el bon- dadoso y tolerante misionero mallorquin Ramén Llull (muerto en 1316) su- puso, sencillamente, que una vez que los judfos, los musulmanes 0 los pa- ganos hubieran comprendido los complicados argumentos que explicaban cémo la Santisima Trinidad se reflejaba en toda Ja creaci6n, no podrfan ha- cer otra cosa mAs que convertirse al cristianismo; escribié més de trescien- tos libros sobre el tema, pero no convirtié a nadie. Al menos, parecia acep- tar que los judfos sf tenfan alguna capacidad de raciocinio, y que judfos y musulmanes adoraban al mismo dios que Jos cristianos, una visi6n que mu- chos de sus coetneos no parecian compartir.** Los frailes empezaron a ex- tenderse todavia mds lejos, y enviaron misiones a Asia Oriental, a las cor- tes de los khanes mongoles donde, a finales del siglo xm, tuvieron lugar los 52 EL DESCUBRIMIENTO DE LA HUMANIDAD udistas. Col6n, al intentar averiguar lag creencias religiosas de los indios tainos en el Caribe, revitalizaria este en. foque. Pese al profundo convencimiento que tenlan los frai les de la verdag del cristianismo, sus intentos de ganar conversos entre judfos y musulma- nes no obtuvieron més que un modesto éxito. La violencia, notablemente los pogromos espajioles de 1391, tendia a consegulr mas Conversos, y asi ocurrié con ocasién de la expulsién de los judios no convertidos en 1492, aunque es cierto que en aquel momento reinaba el temor que los conver- sos, en el mejor de los casos, no estuvieran demasiado convencidos. Todo ello parecia demostrar que los judfos eran obstinados y carecian de razén, En la Espaiia del siglo xv, el argumento que defendfa que la sangre de los judios y sus descendientes se; estigmatizada aun después de su conversion empezé a tomar fuerza, una linea de razonamiento que condyjo a la exclu- sidn de todos los personajes de ascendencia judia de los altos cargos de la Iglesia y del Estado a mediados del siglo siguiente. De este modo, inclu- so en el interior de las fronteras de Europa, se habfa asentado un debate que ponfa en duda que todos aquellos que posefan una forma humana poseye- ran capacidad mental, un debate cuya vigencia se mantendria a lo largo de todo el perfodo de los descubrimientos de los nuevos pueblos en el Atlan- tico. primeros debates publicos con los bi Capitulo 3 IMAGENES DE ASIA RUMORES DE JAPON Colén esperaba llegar a Japén y después a China. Su fuente de informa- cién sobre Japén, y la de todos los demés, consistia en las memorias dic- tadas de Marco Polo, el viajero veneciano del siglo xm que visité el Leja- no Oriente. Polo no se habia limitado a visitar la corte de Kublai Khan, el emperador mongol de China, sino que ademis afirmaba haber trabajado para él ejerciendo un cargo de funcionario del gobierno. La referencia al oro japonés que hacfa Polo en su crénica no era la primera en Ilegar a oidos del publico en Europa. Alrededor del afio 1154, el gedgrafo Idrisi, que escribia en la corte de Roger II de Sicilia, comentaba que el oro abun- daba tanto en Jap6n que los perros Ilevaban collares de oro macizo.! Sin embargo, Idrisi escribia en arabe, y no existe ninguna prueba que demuestre que los autores cristianos leyeran 0 utilizaran su extraordinaria crénica del mundo. Por otra parte, ha llegado hasta nosotros la copia de Los viajes de Marco Polo propiedad de Col6n, con anotaciones al margen del almiran- te y de su hijo y biégrafo Fernando, que se conserva en la Biblioteca Co- lombina de Sevilla, un ejemplar adquirido, procedente de Inglaterra, des- pués de 1493, lo que ha inducido a algunos escépticos a argumentar que Colén, en realidad, no habia lefdo el libro antes de zarpar en su primer y segundo viajes. No obstante, ya posefa una pardfrasis latina, la escrita por fray Francisco de Pépuris de Bolonia, De condicionibus et consuetudini- bus orientalium regionibum (Sobre las condiciones y costumbres de las re- giones orientales), en la que anoté sus propios comentarios sobre Japon y otros lugares,” una obra que goz6 de gran difusién, y de la que todavia so- breviven alrededor de cincuenta manuscritos, anteriores a la primera edi- cién impresa de 1482.° El cuadero de bitécora de Colén y las cartas del primer viaje dejan claro que conocia los informes de Polo, asi que debe- 34 EL DESCUBRIMIENTO DE LA HUMANIDAD mos concluir que, si no habfa lefdo la obra completa, al menos habia leido partes de ella, o algtin resumen de lo que Polo dejo escrito. Es evidente que No es necesario poseer un libro para haberlo lefdo.* También tenia a sy dis. Posicién la crénica de Mandavila, pero ésta relataba leyendas, cada Vez més fantasticas, de rfos que rebosaban piedras preciosas en los limites del Pa. taiso, y de las tierras del cristiano Preste Juan, cuyo imperio indio, extremo- oriental o etfope habia sido objeto de especulaciones ya desde el Siglo xu5 Si algo quedaba claro a partir de los escritos de Marco Polo era que uno podfa, posiblemente, llegar a Jap6n mucho antes de Ilegar a China si na- vegaba rumbo al oeste. En los mapamundis medievales se solia Tepresen- tar el océano Atlantico como un anillo bastante estrecho alrededor de los tres continentes de Europa, Asia y Africa, pero, de hecho, un gran ntime- ro de obras hablaban de islas habitadas y vacias al este, en el Atlantico, y al este, en lo que més tarde se Ilamaria océano Pacifico. Los escritores medievales que escribjan sobre el Atl4ntico solfan suponer la existencia de grandes islas habitadas, como la isla de las Siete Ciudades, o Antilia, al oes- te de Portugal, supuestamente colonizada Por cristianos exiliados de la Es- pafia del siglo vin que Ilegaron en barcos, bajo la direccién de siete obis- pos, huyendo de los conquistadores musulmanes que habian invadido su tierra natal. Por lo tanto, suponer que estas islas formaban parte de las is- las de las Especias, la cadena de miles de islas que se sospechaba, con una telativa exactitud, que se hallaban frente a las costas de Asia, no consti- tufa un gran salto de la imaginacién. Colén no fue de ningtin modo el pri- mero que buscé estas islas; en 1487, por ejemplo, el flamenco Ferdinand von Olmen zarpé de las Azores con dos buques en una misi6n similar, y con la intenci6n de informar a su regreso al tey de Portugal; parece ser que cometi6 un error de juicio al evaluar los vientos dominantes, se adentr6 en Jas brumas y no se supo nada més de 61.” Polo abria su cronica de Japén, 0 «Cipango», ubicando este reino algo més alejado de la costa asidtica de Jo que en realidad est: «Cipango es una isla a Levante que esté a 1.500 millas apartada de la tierra en alta mar. Es una isla muy grande». * Més alld de Japén se hallaba Catay, con su gran puerto de Quinsay (Hangchow), donde el fraile italiano Andrea di Perugia habia ocupado el arzobispado apenas un siglo y medio antes, y mas alld todavia, Malaca, el mayor mercado de especias del mundo; mercaderes de diversos orfgenes abarrotaban su puer- to y se decfa que alli, hasta los loros hablaban varios idiomas, Corria asi- mismo la voz de que en los alrededores de todos esos lugares existia un sin- numero de islas. * Marco Polo, Viajes. (N. de lat.) IMAGENES DE ASIA 55 Los barcos de Colén recalaron en las islas Canarias en septiembre de 1492, momento a partir del cual, los vientos, las oraciones de la tripulacién y la habilidad de su almirante les levarian hasta una tierra de la cual él te- nia la certeza que se trataba de la costa asidtica. En primer lugar, espera- ba llegar a Jap6n. Si las noticias que salfan del puerto de Fukoaka se di- fundian por los puertos de China, desde donde pasaban a Malaca, viajando tal vez por la ruta de las especias que pasaba por Calicut y Adén hasta Ale- jandria, y de allf a Venecia, Génova 0 Barcelona, hubieran conseguido le- gar hasta Espafia sin metamorfosearse en una secuencia de susurros chi- nos, * hubieran podido informar a Colén del descalabro del gobierno central y de un monarca, Yoshimasha, quien, por comparaci6n, hubiera podido ha- cer parecer un genio de la politica a Enrique IV de Castilla, el hermanas- tro y desafortunado predecesor de Isabel, si bien es cierto que en aquel mo- mento, Yoshimasha habia ingresado en un monasterio budista dejandoles a otros la tarea de intentar solucionar el caos.* En el preciso momento en el que los monarcas espajioles empezaban a conseguir poner bajo control la rivalidad de sus stibditos demasiado poderosos, en Japén, los shoguns ce- dian el poder local a los violentos sefiores de la guerra. Las noticias de Ja- pon podrian haber informado asimismo de un imperio que en medio de ese caos constituia un vibrante centro de cultura (muy influenciado por Chi- na) y un animado centro de comercio en seda, papel y otros articulos pre- ciosos.° Sin embargo, estas noticias no llegaban a Europa, y Colén emprendié el viaje armado de la informacién mis reciente que tenfa, la que procedia del viajero veneciano Marco Polo. Polo habia odo decir que Japé6n era fa- bulosamente rico en oro y en perlas, habia vivido doscientos afios atrés y nunca habia visitado Japén. Segtin Polo, Japén estaba no s6lo geogrdficamente alejado de China, sino también aislado de ese pais: Los indfgenas son blancos, de buenas maneras y hermosos. Son id6latras {por id6latras tal vez Polo hubiera querido decir budistas] y libres y no estan bajo la sefioria de nadie." Y os puedo decir que la cantidad de oro que pose- en es inacabable, puesto que la encuentran en sus propias islas, y el rey no * Doble sentido intraducible que hace referencia al juego infantil también conocido con el nombre espafiol de «teléfono (descompuesto/estropeado)», chinese whispers en in- alés, en el cual un primer participante susurra una frase o mensaje al participante que tie- ne junto a él, quien repite el mensaje seguin lo ha ofdo o ha entendido al siguiente, y asi Sucesivamente hasta completar la ronda. La gracia esté en ver la diferencia entre el men- saje inicial y el final, que suele estar muy distorsionado. (N. de lat.) 56 EL DESCUBRIMIENTO DE LA HUMANIDAD permite su exportaci6n. Por aiiadidura, muy pocos mercaderes vii porque estd muy lejos del continente, y asi, su oro es tan abund: brepasa cualquier medida. [El pasaje en cursiva: solamente en nuscritos]. sitan e| Pais ante que So. algunos ma. Que Japén era rico en oro, y que el comercio entre el Conti tio y Jap6n sufria algunas restricciones, constituyen afirmacio; nen un cierto fundamento en la realidad. No cabe duda de que fue la refe. Tencia al oro lo que encendié el entusiasmo de Colén por descubrir una Tuta directa a Japon y a China; no menos atrayente, Polo pasaba a hablar a con- tinuacién de perlas y piedras preciosas.'' Afirmaba que el emperador de Japén tenfa un palacio cuyos tejados eran de oro, «tal como Nosotros cy- brimos nuestras casas e iglesias de plomo», y con suelos de grandes losas fabricadas en oro, «es de una riqueza tan deslumbrante, que no sabria exac- tamente cémo explicaros el efecto asombroso que produce el verlo».!? Est fortuna no se utilizaria sélo para enriquecer a Colén y a su familia, sino, Sobre todo, para financiar las necesidades de los monarcas castellanos y sus planes de grandes guerras de Conquista en el Mediterraneo contra el islam, que culminarfan con la Tecuperacion de Jerusalén y el inicio de la era de la redencién de la humanidad, nente asig. MES Que tie. » quien afiadio més Picante, de eso no cabe duda; por otra parte, estas Memorias sobreviven en varias versiones dife- rentes.'° Pese a todo, lo que importa, desde una Perspectiva del siglo xv, no es la veracidad de la cr6nica de Marco Polo, sino las interpretaciones que se hicieron de ella, y el crédito que le dieron Personajes como Colén. Lo que parecié aumentar la autenticidad de la obra de Polo fue la prontitud con la que el autor Parecia rechazar los mitos tradicionales y cuentos de vie- Jas acerca de Oriente, Podemos encontrar un buen ejemplo de esta desva- lorizacion de mitos medievales en ¢] argumento de Polo que explicaba que la salamandra no era un lagarto que Podia vivir entre el fuego, sino que se trataba de un mineral Bris y fibroso que no se quemaba, en trad palabras, amianto. Eso no le impidié re: ; i mpl Spaldar los rumores que hablaban de la exis- tencia de pueblos asiaticos con cabeza de perro y canfbales en el oriente IMAGENES DE ASIA 57 mas remoto. Dos siglos més tarde, las palabras de Polo, combinadas con Jos auténticos testimonios de canibalismo entre los caribes de las Peque- fas Antillas, no hicieron mds que reforzar la conviccién de los exploradores espaiioles: habjan encontrado la ruta a las tierras asidticas que Polo habia descrito. Es muy probable que Polo viajara y se adentrara profundamen- te en tierras de Asia, seguido por un pujiado de mercaderes venecianos y genoveses, pioneros que vivieron y murieron en el gran puerto de Zaytun (Quanzhou); si bien es cierto que, por otra parte, muy pocos creyeron que hubiera logrado alcanzar la influencia y ocupar los altos cargos que se atri- bufa a si mismo. CARTAS A LOS MONARCAS DE ORIENTE Colén esperaba, él también, llegar hasta las cortes de los monarcas de Oriente. En 1492, en su primer viaje a través del Atlantico, llevaba consi- go cartas dirigidas al Gran Khan de los mongoles y a otros potentados orien- tales. (La informacién sobre China era tan escasa que los europeos occi- dentales ignoraban que en 1368 los emperadores Ming habian derrocado ala dinastia mongol.) Las cartas contenfan la peticién de salvoconducto seguro para Col6n, ademas de una recomendacién de su buen caracter di- rigida a cualquier rey de Oriente que Colén encontrara. El texto de su pe- ticién de salvoconducto, conservado en los Archivos de la Corona de Ara- gon en Barcelona, se publicé en 1985, pero es muy poco conocido. En esta carta, Fernando e Isabel le piden a cualquier monarca, principe, sefior, ca- pitdn u oficial, o cualquier otro, que provean todo lo necesario a Cristébal Coldn, que esta viajando «a través del mar Océano a lugares de la India» (un término que abarcaba casi toda Asia y Africa Oriental).'* Una segun- da carta estaba dirigida, no sin una cierta hipocresfa «al mas sereno de los principes [espacio en blanco], nuestro muy estimado amigo»; se prepara- ron tres copias, dos con un espacio en blanco que se podia rellenar con el nombre de un monarca, por ejemplo, el del emperador de Japén, y una ter- cera dirigida especfficamente al Gran Khan, es decir, al emperador de Chi- na.'5 La carta anunciaba que los Reyes Catélicos habfan recibido noticias, de sus propios stbditos y de algunas crénicas (suponemos que Jas de Mar- co Polo), que hablaban de Ja buena disposicién del principe anénimo ha- cia ellos, y que deseaban asegurarle al principe que se encontraban bien y prosperaban. La carta es toda ella bastante imprecisa, y la referencia a in- formacién obtenida de los stibditos de los monarcas espajioles resulta un tanto insdlita, aunque tiempo atras, el tio de Fernando, el rey Alfonso de Aragén, hubiera recibido noticias de 1a India procedentes de Portugal y 58 EL DESCUBRIMIENTO DE LA HUMANIDAD de los embajadores de Etiopia;'® se suponfa sin duda que Colén se encon, trarfa con personajes surgidos de los libros de viajes de Marco Polo, sy 7 rio de a bordo sugiere que los documentos que Hevaba con él incluian in invitacién a profundizar en el estudio de la fe cristiana, siguiendo e| al delo de las cartas enviadas a Oriente en el siglo xm por medio de los frgi Jes destinados a la corte mongol. En las primeras Lineas de su diario, ce 1én insiste en que el rey y la reina le han pedido que estudie el mejor mody de convertir (0 de hacer regresar) a los nativos de Oriente a la fe cristia. na, y que el principal motivo de enviarlo a través del Atlantico es el de dj. fundir la Palabra de Cristo; al hablar del Gran Khan, afirma _.cémo muchas vezes ély sus antecessores avian embiado a Roma ape- anta fe por que le ensefiasen en ella y que nunca e| dir doctores en nuestra s santo padre le avia proveido y se perdian tantos pueblos cayendo en idola- trias recibiendo en sf sectas de perdicién ..."” En octubre de 1492, mientras se encontraba en las Bahamas, decidié continuar su viaje més alld de Cipango y llegar hasta «tierra firme», a Quin- say, el puerto chino visitado en el siglo xrv por los italianos, y «dar las car- tas de vuestras altezas al Gran Can y pedir respuesta y venir con ella»."* No obstante, en otros pasajes del diario de Colon se pueden distinguir s6lidos indicios que apuntan a que las cartas de los monarcas espaifioles no mostraban demasiada preocupacién por que se predicara el cristianismo; en los barcos de Colén tampoco viajaba ningtin fraile 0 sacerdote, de he- cho no lo harian hasta el segundo viaje, en 1493. Las Ifneas que abren el diario de a bordo (que, en cualquier caso, sobrevive en versiones muy al- teradas) posiblemente fueran afiadidas tras el regreso de Col6n, con el pro- posito de halagar al rey Fernando y a la reina Isabel. La alianza estratégi- ca con el Gran Khan contra el islam, un tema recurrente en la literatura europea sobre los mongoles y sus sucesores a partir del siglo xi, tampo- co constitufa la tinica preocupacién de estas cartas. Coldn crefa haber al- canzado los limites mds exteriores de una red de comercio en la que pres- taban servicio los grandes buques del Gran Khan, que venian a buscar oro y perlas, y tenfa la conviccién de que Japén (y en eso, por cierto, habia dado en el clavo) estaba conectado a China por medio de Ifneas maritimas re- gulares.'° Al observar, sin embargo, que el algod6n crecfa en abundancia en las islas que habia descubierto, observ6: que se venderia Y también aqui se avria grande suma de algod6n y creo ran muy bien acd sin le llevar a Espafia, salvo a las grandes ciudades del G IMAGENES DE ASIA 359 Can que se descubriran sin duda i ‘ y otras muchas de otros sefiores en dicha servir a vuestras altezas, que avrén ie i y adonde se les dardn de otras cosas de Es- pafia y de las tierras de Oriente, puestas son a nos en Poniente.”” Y asi, Colén asumia ahora, de nuevo, el papel de marino y mercader genovés y Sugeria, como si se tratara de la cosa mas natural del mundo, que los espafioles podrian inmiscuirse con éxito en el comercio de algodén en- tre las islas que habia descubierto y comerciar, en calidad de intermedia- rios, no con Europa, sino con Asia. De hecho, Col6n y los Reyes Catélicos eran conscientes de la necesi- dad de mantener abiertas todas sus opciones. Al llegar a San Salvador, la panera isla que descubrié, Col6n se atribuy6 con gran seguridad la he- gemonfa sobre el territorio en nombre de Isabel y Fernando, algo que se Ievé a cabo sin mayores problemas ante la presencia de nativos amisto- sos, que no comprendian lo que estaba ocurriendo, y que Ilevaban una vida sencilla en una pequefia isla. Ahora bien, sabia que si hubiera llegado real- mente al continente asidtico, a una gran ciudad comercial como Hangchow, cualquier intento de afirmar la soberania de Castilla no le hubiera servido de nada, ni a él, ni a sus reyes. En dichas circunstancias, hubiera hecho apa- recer de inmediato las cartas de recomendacién e intentado localizar al fun- cionario de mayor rango posible que pudiera encontrar (asi procedié Vas- co de Gama a su llegada a Calicut en el transcurso de su épico viaje alrededor de Africa hasta las Indias en 1498). Estaba claro qué hubiera solicitado en ese caso. La otra opcidén que se planteé a lo largo de la planificacién del viaje fue sin duda la creacién de una estacién de comercio, lo que los por- tugueses llamaban una feitoria («factoria»), o lo que los genoveses, y Co- J6n era uno de ellos, conocfan con el nombre de fondaco: una zona reser- vada que contenfa todas las instalaciones que pudieran necesitar los mercaderes y comerciantes extranjeros, por ejemplo, una posada, un almacén, una capilla, una panaderfa y una casa de bafios. Colén habia visto el buen servicio que prestaba este tipo de instituci6n, desarrollada en el Mediterraneo, en los centros de comercio portugueses en Africa Occidental; los portugueses habfan mostrado escaso interés en reivindicar el gobierno directo sobre los vibrantes reinos africanos, y se habfan limitado a reservarle al rey de Por- tugal el sonoro titulo de «Sefior de Guinea».”' La creacién de factorfas co- merciales constituirfa una consecuencia mucho mds modesta de lo que su- gerfan los privilegios que los reyes le concedieron a Colén: generosos derechos comerciales y econémicos, incluyendo la décima parte de todo el oro, perlas y otros cargamentos preciosos, el titulo de Almirante Mayor del mar Océano, y el cargo de «viso Rey e Governador de las yslas € tie- 60 EL DESCUBRIMIENTO DE LA HUMANIDAD, rra firme descubiertas e por descubrir en el mar ogeano», sik cuales le resultarfa de alguna utilidad si se extraviaba en el corg NO de ie gran imperio que poseyera su propia flota, ejércitos, Sistema fs dey bernadores provinciales.” Todas estas promesas abiertas y re, al aly 9. 16n reflejaban, por lo tanto, la profunda incertidumbre acerca delo 8aCy, dria descubrir, a la que se sumaba el indudable optimismo de que, ali Ue po, enel Atlantico, habia algo accesible. > alld after, Aquel algo no era ni Japon ni China, sino una cadena de islas hap das por gentes cuya apariencia fisica y estilo de vida les acercaba ina ita. pueblos de la «Edad de Piedra» de Canarias que a los stibditos, ata los de seda, de los emperadores del Lejano Oriente. Se trataba de una i tecnolégicamente més sencilla que las sociedades complejas del fies gra construidas alrededor de las ciudades, que ya conocfan a través de . exploradores y comerciantes portugueses. Col6n estaba convencido de ae los pueblos que habia descubierto eran asidticos, pese a lo cual, la compa, racién més inmediata que venia a la mente era que se trataba sin duda de canarios: «...y ellos son de la color de los canarios, ni negros ni blancos ,, y ellos ninguno prieto, salvo de la color de los canarios. Ni se debe espe. rar otra cosa, pues esta Lestegiieste con la isla del Fierro, en Canaria, 50 una linea [pues se encuentra en la misma latitud que la isla del Hierro en Canarias]».” Sélo podfa pensar en las categorfas que ya lé eran conocidas y reaccioné a la conmocién que le caus6 la novedad afirmando todo el tiem- Po que no se trataba de ninguna novedad. : ~ il funn EL b * DESCUBRIMIENTO pe tA HUMANIDAD La ea pe GoLdx VID ABULAFIA 163

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