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Antonio Ribera UT eet -ie MV Lae od Taken Coo) Claro aaa Cole ore oe Ue muh tel) Ceres ee AR RCE CRs eS eM Mee Ma Uellon See aero ect ie aa aod eee eta au eeme ue mco ecuectcl emma UE Cicer Me une Mela tct) CMT elu U eRe aera a aR ermal se Ul cma SY Coun eeu Matas eee Rt ee SN eee re ee a il cattle PoE Re eee een C eee wert as Rue eae uN eR on al Reoteec Gkeec Ue a era ema oe Prete rem Or NCCU car rae lacey CO er rar Om Naa Ma ce CRC a es ge CME eC Sone RRC me ea WRU RAE RR) Oe MC en lea Rees Oe eu a visto a estos seres recogiendo muestras de vegetacion eee er etn Rea eee ee Create Piece eRe cae ee tec oa) incomprensibles? ¢Son “buenos” 0 son “‘malos", caso de existir realmente? ,Qué pretenden? CON etna se te MRO CE ee MR EE ie a Saeco | Rene CRM et Kum e EAR See Uhene) Ribera, investigador entregado desde hace muchos anos Eee elk i est ain Rea Maurer Coe ue MONON rem ar ele) Pee is AO ee Ce mC) todo un serio intento por “concienciar” al publico de Ce CR CR Geek mercies Ree Urea a ON Te Coleccion Documento ne Re UO r iy (oer ner ei eet cy eaecek Meet eon Pee See nC eC MCE) eee ase un ecm CRE RMR Nm cane) rere Mean ere on mac Neer ece ua ere Re iro aer comer Cort ies empero, se vieron truncados por la guerra RAMU iC RU OR) Peer MEO On eed maltiples ocupaciones para subsistir, se Ce ean eects Pe Ose weet ers vee ture lace mr) En 1953 se intereso por el mundo submarino, eeu Rene Rec crue mares tr renee nunc CRIS) de Barcelona, entidad decana en su PUN Ne aN ee gio Maelo RO Reese eur ane RCN enya canes eRe Ran ask SIMU eg Peer acon) Pes re Cae Tc erac Pe Ramee ace COM ie Mecteun crue ane any catalan, era ye muy abundante, y en pocos Peete Rue Rar Oa) imc RMR a eRe ESAS CUE Rue ee acerca RG im een unl Farriols), zDe veras los OVNIS nos vigilan?, COUN NOC eA as RMAC Eee) Ce a Nett I Fees We rN Cr Neue Oa Mua Te cen ee uC Eaten Te RCI de la Camara de los Lores de Inglaterra, ieee mum ease Eire eu eae etd Re Cetem ace! Pree MMC aay Seu ee ea age CCE Rae OCU eC Cem Ca RCN kere ct eRe eres ema Ce ferret ae Eee} COLECCION DOCUMENTO Direccidn: Rafael Borrds Betriu Consejo de Redaccién: Maria Teresa Atb6, Marcel Plans, Carlos Pujol y Xavier Vilaré © Antonio Ribera, 1982 Bainpal Pane, 8 A. Cem, 27927, Edici6n al euidedo de Xavier Vilaré Disefio colecciSn y cubicrta de Hlans ‘Romberg (realizacién de Jordi Royo) Tlustracién cubierta: reconstrucci6a del encuentro de Viljo y Hieinonen cerca de Inj in el GICOFF de Goteborg (Gibsje” publicado ca Ia sevista «PSRo, rim. 5, 1970) Procedensia de las ilustraciones: Autor Primera edicidn: setiembre de 1982 Depésito legal: B. 26580 - 1982 ISBN 84.320.36382 Printed in Spain - Impreso en Espafia Talleres Grificos «Duplex, 8. Ax, Giudad de'la Asunciéo, 26:D, Barcelona-30. Indice Notas proliminares importantes. . . . - - Introduccién . Seager Tas nucnewrros eubeiaesues J lereies Humanoid dele ebele qd at 7a el silo. 3x, 25, Un, buen susto” para mister Bilas, 29! Una vownicn de bumanandon, 2: Varios Easps mandates, of De Vallée Meheust: Ciciosay m= frobaclones, 38, Bonde e hao ta ineiso para hablar Beaemoptends, 2. El ovni «milagroso» (I)... 2On6 pach om. Fatima? Fxamen de los hi 0 ‘prism ufologic, 37; Ss, on, op gro del Sol, 35. 3, Elovni «milagroson (I)... Bl humanoids de Imi, #; Bl informe Fredrikeon, 52; Hechos eorroborativas, 34; Diez anos después, 58; Aarn0 Heinonen: gun predestinado?, 6); Segundo encuentro ‘con la entidad, 62 La nave, 64. 4, Dela Mancha al Guaporé. e Bi hombres de la Mancha, 7; Tocventro ca el frente de Guadalajara, 70; Vamonos al Brasil, 71; Bl caso de Guaporé, 75, El ovni de Lago Argentino, 79; ‘Ovnis eMdade tn Germany», 80 5, Las oleadas de 1950 y 1954. . . Ta cleada de 1950, 83; La oleada francesa de 1954, 88; El ‘caso de Marius Dewilde, revistiado, 9. 6. Extrafias compaiiias. . . . . Fncuentro, nocturng en, Le, Vézenay. 97; Copclusios Fae ang oS weiodear ae Maes Negea TO u 15 24 49 or Aparecen los humanoides, 102: Lo que no se dijo sobre ‘caso de Julio 108; Encuentro en Rio Piedras, 107; El Testimento del Senor Rivera (no es broma). TH? Mis comentarios, 773, El inuieible too det sebor Freddy Willer, 117: inesperado encuentro del sefior Virgilio Gomez Contreras, 119; Descripeion del ser, 123; Las pre- dicciones, 724; La perrita eproteticas, 126. 7. g 0 «malosx? (I). . 2... Un rayo de luz verde, 132; Indcio es Hevado a Golania pazg cramen Imédico,'153‘Muerte de Indeio, Tas, FY" st bldsemos tamabien de Joko Prestes Filho?, 13¢; Un. in- tento de Interpretacién, /41; Recordemos el caso del dee- Isr X45; EP ovni de’ tos’ Monceros, 145; Los tidieur ¢xBuenos» 0 «malos»? (I). . S Bi alucinante acedio de Clsco Grove, /#7; Bxpicaciones ‘ofctales, 155 Esta ver np om ol geetal Casters sino 4155 Un humanoige af volun, 19% Las lumanolies hi qictoness Toe" Comentarios tal ea ae eects SEPM No Ouien tach Gunn? eS" He ue frustraao de Olan, Nes "Vilin Cation, ast pre 3. Olvacria, 190, Reconochmicnto' médico, TAS Mie’y mas ooo Hs 9. Mis humanoides favoritos a Bate as te gs no identificado. Y punto. Compilaciones tan rigurosas y ex- celentes como lo fueron en su dia The UFO Evidence (1967) del NICAP, climinaban cuidadosamente de la casuistica presentada la menor alusién, ni que fuera indirecta, a po- sibles «tripulantes> de los ovnis. Y ello a pesar de que, en 1954, el fenémeno ehumanoide» ya habia hecho su irrup- cidn masiva en el campo de la ufologia, como mas adelante veremos. Pero una Logica elemental nos dice que si el ovni es una superméquina 0 una navecilla de exploracién (todo apunta hacia la posibilidad de que asi sea), entonces, junto a tipos idos> de ovni, pucde haber tipos stripulados» por seres vivientes, o por robots biolégicos, si se quiere. Pongamos un ejemplo, burdo, pero en el fondo valido. Un avién reactor visto en el cielo, a gran altura, aparece como una agujita plateada. Cuando este mismo reactor aterriza en un aeropuerto, sc convierte en un aparato gigan- tesco, provisto de docenas de ventanillas. Pero luego, de 41 descienden unos seres vivientes, cuya presencia no se sospechaba cuando el objeto atin estaba en el cielo. Algo parecido puede estar ocurriendo con los ovnis. Segun la clasificacién propuesta por el doctor J. Allen Hynek, que 15 durante més de veinte afios fue consultor en la cuestién ovni para la Aviacién norteamericana, tenemos en primer lugar al «disco diurno», Iuego Ia «luz nocturna». Con un criterio muy sensato, Hynek dice que ambos fenémenos pucden ser uno solo, dependiendo de las circunstancias en que se rea- liza la observacion. Luego vienen los tres tipos de «encuen- tro cercano»: Close Encounter of the First Kind, 0 CE I (Encuentro Cereano del Primer Tipo), no «en Ja primera, segunda 0 tercera fase», como se escribe equivocadamente por ahf: fase presupone una intencionalidad, ausente en esta clasificacién, puramente metodoldgica. El CE I es un ‘ovni visto a tn centenar de metros del testigo, en el aire. Después viene el CE II (Close Encounter of the Second Kind), en que el ovni ejerce una accién fisica sobre el en- tomo 0 en los testigos (huellas en el suelo, paralizacién, et- cétera) y, por tiltimo, Hegamos al famoso CE III (Ciose Encounter of the Third Kind), los encuentros cercanos del tercer tipo (no en Ia tercera fase, repito). En el CE III es- tan ya presentes «ocupantes», junto al objeto posado en el suelo. Es evidente —al menos para mi— que existe una gran unidad interna y una absoluta coherencia entre los cinco tipos citados. Cuando el «disco diurno» (que de noche es una sluz nocturna») se acerca al suelo 0 aterriza, da 0 pue- de dar lugar a los tres tipos de Encuentro Cercano rese- fiados. Y es mas que natural que uno de ellos (el terce- ro) consista en la salida al exterior de los ocupantes del ovni = nave de observacién, para investigar, recoger mues- tras de flora y/o fauna, € incluso para efectuar una manio- bra de «abduccién» (véase mi libro al respecto) de seres humanos 0 animales. Para algunos investigadores, esto constituiria ya un CE IV, 0 Encuentro Cercano del «cuar- to» tip Pese a la presencia esporddica de humanoides en casos de los afios cuarenta e incluso antes, tal ver hizo falta que ocurriese Ia oleada francesa de 1954, servida en bandeja a un pais densamente poblado y altamente civilizado de la Europa occidental, para que los ufdlogos més recaleitran- tes aceptasen, aunque fuese a regafiadientes, el fenémeno se caracteriza por dos pa- TAmetros principales: nocturnidad —sin alevosfa— y cardc- ter rural, parametros descubiertos por Vallée, estudiando los doscientos aterrizajes francescs.’ Es como si los ocu- pantes de los ovnis Io desearan todo menos ponerse en Contacto con nosotros. Parecen contestar asi a la insistente pregunta, que todos nos hemos formulado, de: «¢Por qué no establecen contacto con nosotros?» Si su deseo fuese éste, las dos leyes formuladas por Vallée (la . Un sencuentro cercano del tercer tipo> puede encerrar potencialmente un caso de abduccién, Esto también puede ser valido para un encuentro del segundo tipo. En tal caso, hay que buscar si existe un «tiempo perdido». ‘Hay casos en que el ehumanoides es claramente una teleproyeccién inmaterial o un «holograma» (caso de Tala- vera la Real, por ejemplo). En estos casos, nos enfrentamos a un aspecio particular de lo que yo llamo «tecnologia césmica, o galactica». Mediante esta técnica, hay intrusio- 18 nes de humanoides en casas habitadas por seres humanos. (© técnicas de materializacién-desmaterializacién que se nos escapan.) El hard UFO (ovni «sélido», material), opuesto al soft UFO (ovni eblando», inmaterial), se resuelven asi, arméni. ‘camente, en una unidad superior, dependiente de un nivel tecnolégico capaz de realizar esto que, en otros tiempos, se hubiera interpretado como algo «magico» o «milagroso», La visién simplista de pioneros como el mayor Keyhoe, por ejemplo, se armonizaria con las tendencias modernas, pa- rapsicol6gicas y ultradimensionales, de un Vallée o un Keel, La «transmogrificacién» de este ultimo no seria més que tun logro tecnolégico y «normal». Podria extenderme mu. cho mas sobre el particular. No deseo terminar esta introduccién sin insistir en Jo que manifiesto en Ja nota preliminar: sospecho vivamente que Ia verdadera historia de nuestra época no es la que publican a diario los periédicos ni la que creen recoger los historiadores en sus libros. La verdadera historia de nues- tra época es casi invisible; es subterranea; transcurre en la sombra y el silencio. Yo y otros como yo, somos los que Ia estamos escribien- do, Los politicos vocingleros, con su chachara vacfa, apenas si rascan la superficie de la realidad. Lo cierto es que no se enteran de casi nada. Viven en la Babia permanente de su desmesurado protagonismo, sus utopias, sus demagogias ¥ sus estrechos intereses de partido. Nosotros, no. Nosotros seguimos la corriente profunda de la verdadera historia, Porque no hay alternativa: o se admite la realidad de estos hechos «condenados», 0 no se admite. En este titimo caso, se considera que todo son simples lucubraciones sin nin. guna base real, hijas de espiritus fantisticos y —por qué no?— desquiciados. Pero si se admite que todo esto es real, la consecuencia inmediata de tal admisi6n es la de que estamos siendo yi. sitados, de manera discreta pero asidua, por seres altarnen- te inteligentes y evolucionados que proceden de otros mun. dos, de otras dimensiones, 0 de ambas cosas a la vez. ZNo dejarfa tal suceso, de ser cierto como yo creo, pequeiios e insignificantes los hechos mayores de nuestra historia, desde el descubrimiento de América hasta la de- claracién de los Derechos del hombre? 19 Porque —repito— no existe término medio: o se admi- te, 0 no se admite. Aqui no vale el «si, pero...». Y antes de poner punto final a esta introduceién, otra pregunta: gPor qué chumanoides»? ¢Por qué estos seres hhan de tener forma mas 0 menos humana? ¢Qué se ha he- cho de los monstruos de a cienciaficcién? Preguntas sin respuesta, de momento (aunque yo podria decir que los monstruos de la ciencie-ficcién sélo existen... en la ciencia- ficcién). ‘Como la respuesta no sea la de suponer que la forma humana responde a un patron césmico, en el que se encar- nna la Inteligencia... Nuestro pragmatismo, empero, como notarios que somos de lo insélito, nos lleva a comprobar {que las cosas son asf. No como quizd deseariamos que fue- sen, Lo que, por otra parte, da un sello de veracidad a las declaraciones de los testigos. Si los El verdadero «abuelo de todos los humanoides» serfa sin duda, y con todos los honores, el famoso Springhee! Jack vietoriano. Este Superman avant Ia lettre, que pegaba unos brincos increfbles (de ahi que el vulgo lo bautizara con el nombre de «Juanito el de muelles en los taconess, que eso es lo que viene a significar Springheel Jack), asust6 a la gente, por los oscuros y angostos callejones londinenses, en los afios 1837 y 1838, en los albores de la época vic. toriana. ‘Su aspecto cra impresionante. Alto y huesudo, de fuer- tes manos que parecfan garras, iba envuelto en una amp capa, se tocaba con un caseo metilico y Mevaba el cuerpo enfundado en un traje de aspecto metélico y brillante. En mitad del pecho lucia una lampara, seatin declaraciones de los asustados testigos. Tenfa unas orejas grandes y pun- tiagudas, como las del «sefior Spock» en Ia serie televisiva Star Trek. En 1877, Jack —o un hermano gemelo suyo— fue vuelto a ver en Inglaterra, concretamente en Aldershot. Esta ver pas6 volando, en uno de sus saltos increfbles, sobre dos asustados centinelas, que le dispararon sin resultado al- guno.! Con esto Hegamos a la Belle époque propiamente di- cha... ya la famosa , Col, Rotatva, Para & Janés, S.A Eadtotes, 199, pp. S421. B con sus centenares de observaciones del o de los airships © «naves aéreas» misteriosas. Muchas de estas observacio- nes —especialmente cuando Ia nave aérea estaba posada en tierra— van acompaiiadas de la observacién simultdnea de ‘sus «ocupantes» que, salvo raras excepciones (una de ellas es la del granjero Alexander Hamilton y su «ternera arre batada»), son seres humanos corrientes y molientes. El as- pecto del airship era muy juliovernesco, y recuerda extra- Bamente al de la nave Albatros, inventada por Robur, uno de los personajes de Verne. Cuando, hace unos afios, estu- dié la cuestién, Io primero que me pregunté es qué habia sido antes, si el huevo o la gallina (si el Albatros de ficcién © el airship real). Efectuada la correspondiente investiga- cién, comprobé que ambas eran casi coeténeas, con una ligera ventaja para el Albatros. Esto derrumbé una teoria que habia esbozado, seguin 12 cual Verne pudo inspirarse en la «oleada» norteamericana para describir «su» nave. Por lo visto fue al revés. ¢Se trataba de otra de las fabu: Josas premoniciones de Verne? ¢O bien tanto el escritor francés como los desconocidos constructores del airship se inspiraron en los tiltimos adelantos aeroniuticos de la época? Esto es precisamente lo que apuntan dos, suponemos ‘que jévenes, investigadores belgas, Josiane y Jan d’Aigure, en una serie de articulos publicados en Ia revista Injores- ace. Afirman que el airship norteamericano de 1897 no era extraterrestre, sino que su origen era terrestre y bien te- rrestre, Segiin su documentadisimo trabajo —que casi me hha convencido—, la tecnologia de la época tenia muchas realizaciones similares, por sus caracteristicas, al enigmé- tico airship, y los vuelos en acréstato eran entonces mucho més corrientes de lo que hoy suponemos. Es mas: fue uno de estos artilugios —un globo aerostdtico— lo que vio pre- cisamente el campesino John Martin desde Denison, en 1878, dando al objeto observado el flamante nombre de saucer (platillo), antecediendo asf, en casi setenta afios, a Kenneth Arnold. De ser cierta esta tesis, significarfa un golpe mortal para la teoria de Vallée (compartida por John Keel y otros), se- gin la cual los ovnis se camuflan de acuerdo con la tecno- logia mas avanzada de cada época, (No veo que la de la actual se caracterice precisamente por «discos volantes> y naves que dominan la antigravedad, sino por horrisonos mu proyectiles cohete y pesadisimos Saturnos, que se levantan trabajosamente del suelo, consumienco miles de toneladas de propergoles.) Pero hay autores capaces de todo, antes que reconocer que nos hallamos en presencia de una tecnologia superior y de una civilizacién més avanzada, que no es terrestre... sin hablar de unos seres con mayor capacidad cerebral ¢ inteligencia que nosotros (mejor dicho, que ellos). Empieca el siglo XX El caso mas antiguo que conocemos en este siglo, de en- cuentro con humanoide, se remonta a 1901. Es un caso en que, ademés del ser, el testigo vio una «mdquina>. Esto ¢s importante, porque para algunos investigadores muy ri- gurosos —por ejemplo, para nuestro Vicente-Juan Ballester Olmos—, un caso de humanoide sin ovni «no vales: en ta- les casos —siempre seguin el investigador valenciano— puc- de tratarse de una (el entre- comillado es nuestro) vestidos con ropas marrén claro y madscaras cuadradas que les bajaban hasta los hombros. Al ver a los testigos, volvieron a entrar en el aparato, a excep: cién de un enano, que calzaba unos zapatos de extremo curvo y puntiagudo, que se quedé fuera, mientras el apa- rato se elevaba a 3'm sobre el agua, para, después, salir disparado hacia arriba, dejando una breve estela. 3 En Ia literatura mundial hay unos cuantos casos més, parecidisimos al que hemos relatado, y que no vamos a ex- poner aqui para no aburrir al lector. Estos casos parecen indicar un evivo interés» de los humanoides por el agua. Imaginemos —sdlo imaginemos— que éstos proceden de un planeta donde el agua escasea o es muy rara, En tal caso, su superabundancia en nuestro mundo debe de resul- tarles embriagadora: sin duda cogerén verdadcras borra- cheras de agua. La asociacién ovnis-extensiones liquidas es frecuente: los lagos y los embalses son zonas abundante- mente visitadas por ellos. Aqui hay algo mas que mera cu- riosidad 0 coincidencia. De Vallée a Méheus!: curiosas comprobaciones ‘Aunque el propio Jacques Vallée recoge catorce casos en su catélogo Magonia, entre los afios 1915 y 1945 (ambos incluidos), ello no le impide afirmar que dicho perfodo es un periodo «muerto» para la actividad ovni.! En cambio —son sus palabras—, para los fntimos), el hombre viviente que més sabe sobre cultura 1. eAgudpienor, evidentemente, da ademéa cepnoptenclogia» (afolegia 1a) Snghoptsioges, ete. (en sgnoptoiogs Neurouco habla por telefono con Un Hetiace sobre su, ielescopior, aa ncaboromos todr hablandlo en griego sin SE Mor tat como el burgess de Melize hablaba em prosa sin saberlo tampeco) 4 megalitica de las Baleares. Un dia, con gran asombro por su Parte, dos payeses menorquines vieron pasar por un ‘campo, cerca de Alayor, a dos sabios alemanes que perse- guian 4 las mariposas (a los lepidépteros) con sendos ca- zamariposas de tul. «¢Sabes qué son éstos? —dijo un payés al otro—. Pues son odontdlogos, para que te enteres.» («iCuénto sabe mi amigo!», debis de pensar el otro.) Qué hacemos, pues, amigo lector? zY si dejasemos «ovnis? Por mi, de acuerdo, Aun a riesgo de pecar de an- ticuados... i 35 2. EL OVNI «MILAGROSO» (1) Qué paso en Fétima? Examen de los hechos bajo un prisma ufolégico Algtin dfa pienso escribir un libro sobre las apariciones marianas en general y sobre Fatima en particular. Hoy me limitaré a exponer sucintamente Io que pasé en Fétima en 1917, visto a través de un prisma ufolégico, ovnilégico © agnoptenolégico, como se quiera. Muy oportunamente ha legado a mis manos —zo debiera decir «providencialmen- te»?—, en el momento de iniciar este libro, el de Ia inves- tigadora portuguesa Fina d’Armada: Fatima: 0 que se pas- sow em 1917 (Fatima: to que pasé en 1917), publicado en 1980. Sin embargo, para la redaccién de este estudio me basaré principalmente en un articulo mio, aparecido en el numero de marzo-abril de 1964 de la Flying Saucer Review inglesa, y cuyo titulo (que parece anticipar el del libro de Fina d’Armada) era What happened at Fétima? (cQué as6 en Fatima?) La aportaciGn de Fina d’Armada es importante porque investigé «de primera manos, y sobre todo en los Archivos Formigao, dejados por el canénigo José Formigéo (mas conocido por su seudénimo de Vizconde de Montelo), en los que desenterré documentos inéditos que le permitiéron trazar un retrato robot de la «Sefiora», el «ser> o la «Ura- hiana» (como ella Ia lama) que se aparecié reiteradamente a los pastorcillos. Pero, como me gusta siempre decir, «vayamos a Ios hechos». 7 Pocos aris después del comienzo del siglo —en 1917, para ser exactos— cuando la «gran guerra» —en la que Participaban tropas portuguesas— atin se hallaba en su. apogeo, ocurrié en Fatima, un lugarejo del distrito de Lei- ria, a unos cien kilmetros al norte de Lisboa, una serie de extrahos eventos que entonces fueron interpretados como «milagros», pero que hoy pueden recibir una inter- pretacién totalmente nueva y altamente significativa Hace sesenta y cinco afos, Portugal era un pais muy atrasado, con un altisimo indice de analfabetismo, y los inexplicables sucesos que se desarrollaron en una remota zona rural del pais, entre campesinos iletrados, era natural que recibiesen una explicacién «religiosa», y atin mas en aquella época de supersticin y de beateria. Las ocurrencias se interpretaron como la aparicién de la Virgen Maria, aunque dos mil afios antes hubieran podido interpretarse como el descenso de los dioses a la tierra, y en ambos ca- sos se hubicra tratado de visitas de seres «extraterrestres», completamente reales de hecho y sin nada de «divino» ni «milagroso>. Lo que ocurrié en Fatima seria una corrobo- racién més de la ley que podriamos enunciar como sigue: os mismos hechos son susceptibles de recibir distintas i terpretaciones 0 sexplicacioness, de acuerdo no sélo con la época en que tuvieron lugar, sino también respecto al tras- fondo cultural sobre el cual tuvieron lugar. «Muy bien —es posible que se diga al legar aqui, el lec- tor “enteradillo"—. En principio, estoy de acuerdo con que el “prodigio solar” de Fatima fuese un “platillo volante”, tal como nos dice Paul Misraki. Pero este libro, sefior Ri. bera, es un libro sobre humanoides; si, sobre hu-ma-noi- des, y ya me diré usted dénde estén los humanoides, en Fétima.» iPero, hombre de Dios!, podria contestarle yo. Tenga usted paciencia, que ya legaremos a ellos. El «humanoider no falta, en Fatima, ¥ es precisamente —o podria ser, sea- mos prudentes— la «Sefiora» misma, la «Uraniana» de Fina d’Armada. Cuando Heguemos a ella —o a cello», 0.2 «él>—, creo que el lector de marras comprendera que tengo pleno derecho a incluirla en un libro sobre humanoides. Pero sigamos. 38 ‘oshermanos Jacinta Francisco Marto yauprima Uitea de Jeaue, de nuove, Site yon hoe to pestorcilos que vitor repatidamente ata — conté con una cifra que se estima entre cincuenta mil y setenta mil personas. ;Fue el ovni que mds testigos ha te- nido hasta el presente! Pero mds que «encuentros cercanos del tercer tipo», hoy considerariamos el encuentro de los pastorcillos con la (movimien- to caracteristico de los ovnis), y el bardn de Alvaiazere dice gue descendié y luego subié «en espiral». Paul Misraki pre- senta en su obra (véase Bibliografia) un detallado cuadro comparativo del fendmeno solar de Fatima con diversos eventos ufolégicos. Cuando el supuesto disco solar, que no cesaba de girar sobre su eje, descendié hacia la multitud, fueron muchas las personas que sintieron una sensacién de hormigueo y calor. A algunos se les secaron completamente los vestidos, gue tenian empapados. A oiros, no. Desde lugares situados en un radio de varios kilémetros en torno a Fatima, se ob- servé también la «danza del Sol». Pero los obscrvatorios astronémicos del hemisferio iluminado no observaron aquel dia nada anormal, ni en los cielos ni en el Sol. Esto signi- fica que se traté de cun fenémeno local»; un fenémeno que se desarrollé a muy baja altura (probablemente a unos cientos de metros), y que estaba dirigido tinicamente a «la gente reunida en Cova da Iria», con objeto de impresio- narla, Quizd fuese uno de los tiltimas intentos realizado por ellos para establecer contacto con la humanidad a gran es- cala; una de las mayores demostraciones césmicas que han realizado en nuestro planeta. Sea por lo que fulere, no pa- rece haber conseguido el resultado propuesto. 48 3. EL OVNI «MILAGROSO» (II) El humanoide de Imjtirvi Dos rudos esquiadores finlandeses tuvieron un encuentro, cn un bosque nevado de su pafs, que de haber ocurrido en otro lugar, época y a cuenta de otras personas mas crédu- las y sencillas (niftos, tal vez), hubiera originado una «apa- ricion mariana» mas que afadir al catdlogo donde figuran La Salette, Lourdes, Fatima, Garabandal, La Codosera e, incluso, El Palmar de Troya. Pero el encuentro de los fin: landeses con un extrafio ser «que descendié del cielo en un rayo de luz» es interesante, porque nos permite ver lo que pasé en Fatima desde una nueva éptica y comparar ambos casos. Vamos a relatarlo sucintamente. El extrafio incidente salt6 por primera vez a la luz pu- blica en la seccién «World round-up» (De todo el mundo) de la revista inglesa Flying Saucer Review, en su nimero de mayo-junio de 1970, Se trataba de un informe enviado a la FSR por el investigador sueco Sven-Olof Fredrikson, miembro de un grupo llamado GICOFF, de Gotenburgo. Por aguel entonces, el sefior Fredrikson era un estudiante de fisica en aquella universidad. En su informe se referia al extrafio encuentro que tuvieron dos obreros finlandeses, los sefiores Aarno Heinonen y Esko Viljo, de treinta y seis y treinta y ocho afios de edad, respectivamente, en un bos- que nevado situado a 16 km al norte de la poblacién de Heinola. Fredrikson describe a ambos hombres con estas 49 palabras: «Los dos son hombres muy prosaicos y, en su vida de operarios, jamés habfan experimentado nada pa- recido.s! En el nimero de julioagosto del mismo afio, la revista itada publicaba un nuevo articulo de Sven-Olof Fredrik- son, con mas informacién sobre el caso. En este artfculo se referfa a los trastornos fisiolégicos experimentados por los dos testigos, con mayor detalle que en el informe ante- rior. Pero hay que esperar al niimero de setiembre-octubre de 1970 de la FSR para obtener una vision més completa y de conjunto del caso, debida también a Sven-Olof Fre- drikson. Este texto es el que nos va a servir de base para la exposicin del Hamado «caso de Imjarvi> (después ve- remos por qué) Fredrikson empieza diciendo que, en las cartas que le escribieron, ni Heinonen ni Viljo contaron toda Ia histo- ria. ¥ ello’por dos razones: en primer lugar, Heinonen, que fue quien facilité casi toda la informacion, parece que sufrié una amnesia pareial. (Este detalle es importantisimo, porque no puede descartarse totalmente que el incidente ho encerrase una abduccién.) Este inconveniente, segin Fredrikson, se obvié casi totalmente cuando pudo entrevis- tarse en persona al testigo. En segundo lugar, resulta que, después del incidente, jo y Heinonen «no lo comentaron en absoluto» en sus conversaciones, lo que no deja de resultar raro, incluso para dos flematicos hijos del Norte. Por lo visto, a ello con- tribuyé «el creciente temor que Heinonen sentia por su ca- marada» Viljo, que le impedia ir a visitarlo. Este temor surgia de la créencia —equivocada, segtin se comprobaria— de que habia visto una imagen grotescamente distorsiona- da y disminuida (hasta poco mas de 1 m) de Viljo, duran te el episodio, en medio de la nicbla. Por su parte, Viljo consideraba que habia visto salgo inexistente», y prefirié no hablar de ello, porque no querfa que la gente se riese de él A principios de junio de 1970, un reportero enviado por una revista sueca se desplazé a Finlandia para investigar el caso de primera mano y escribir un reportaje sobre el mismo, Fredrikson y el reportero en cuestién estuvieron 1, También hay un excelente estudio sobre el eato, cargo de Alberto ‘Adcit Satates, en et ndmero 42 (oekembre de 1980) de ia revista Stendek 50 Nave «adamekionas, mostrando la re -bolae~ oquidiatantes, (Foto George Acamsk’} Plano det ovniceimjar, visto por au parte inferior. Obsérvense las tes bolas © hamisfrios que lo convecton Los dos esquisdares finlancioses, Hoinonen (acuierda)y Vito, en contacto durante seis meses; en este tiempo, el interés del periodista por el tema se avivé enormemente. Gracias a las preguntas que el enviado del semanario sueco formulé a Viljo y Heinonen, ambos fueron relatando toda la histo- ria a retazos no sdlo al reportero, sino uno a otro por pri mera vez. Del estudio de estas entrevistas y de la compa- racién de Jas mismas con lo que declararon ambos testigos en sus cartas a Fredrikson, después de estudiar los infor- mes médicos sobre los efectos fisiolégicos producidos al parecer a consecuencia del encuentro, he aqui lo que Fre- drikson expuso como resumen del caso. El informe Fredrikson El incidente tuvo lugar el miércoles 7 de enero de 1970, a las 4.45 de la tarde, hora local, en un bosque de las afueras de Imjirvi, poblado situado 16 km al nomordeste de la ciudad de Heinola, en la Finlandia meridional. A su vez, Heinola se encuentra a 130 km al nordeste de Helsinki. Los dos testigos, el guardabosques Aarno Heinonen, de treinta y seis afios, y Esko Viljo, labrador, de ireinta y ocho, se- gin queda dicho, habfan salido a esquiar. Ambos eran es- quiadores de fondo, habiendo tomado parte en muchas carreras; también practicaban el atletismo, participando en competiciones locales. Los dos son abstemios y no fuman. ‘Ambos descendian por la ladera de una pequena colina, cuando se detuvieron en un calvero para hacer una breve pausa. El Sol iba a la puesta y empezaban a verse algunas estrellas, Hacia mucho Frio: 17°C bajo cero, y no soplaba un hilito de viento. Llevaban unos cinco minutos de pie en el calvero, cuan- do oyeron un zumbido. Distinguieron entonces una luz que se movia por el cielo. La luz se aproximaba a cllos desde el norte, describiendo una amplia curva, lo que dio por resultado que se acercase entonces desde el sur. Al mismo tiempo descendi6, mientras el zumbido, debil al principio, se hacia més fuerte. La luz era muy intensa cuando se de- tuvo. Ambos vieron entonces que una nube luminosa giraba a su alrededor. Era como una niebla, entre gris y rojiza, que pulsaba con una luminosidad fantasmal. Ai mismo tiempo, de la parte superior de la nube salfan vaharadas 2 de humo. Los dos hombres permanecian inméviles, miran- do hacia lo alto y sin pronunciar palabra. La nube descendié hasta unos 15 metros de altura, y fue entonces cuando, en su interior, pudieron ver un obje- io redondo, plano por abajo y de aspecto metélico. Les parecid que medfa unos tres metros de didmetro. En su parte inferior se observaban tres hemisferios y, en el cen- tro, un tubo de unos 25 cm de dimetro, que salfa unos 20 centimetros. El objeto permanccié suspendido en el aire unos mo- mentos, mientras seguia oyéndoss el zumbido. Este fue au- mentando de intensidad, paulatinamente, mientras el obje- to descendia con lentitud. Simult4neamente, Ia niebla gris rojiza comenz6 a esfumarse. El objeto detuvo su descenso ‘cuando se encontraba a tres 0 cuatro metros del suelo; al mismo tiempo ces6 el zumbido. Heinonen manifests que lo tenia tan cerca que podria haberlo tocado con su bas- tén de esquiar. De pronto, del tubo inferior broté un brillante rayo de luz que desctibié un par de cfrculos antes de detenerse, creando un circulo, brillantemente iluminado, sobre la nie- ve. Este media cosa de un metro de didmetro y estaba rodeado por un borde negro, de 1 cm de ancho. Los dos hombres sezuian muy quietos, mientras una niebla rojo grisécea empez6 a descender sobre el lugar. ‘Cedamos la palabra a Heinonen: «De pronto senti como si alguien me hubiese agarrado por la cintura y tirase de mi hacia atrés. Creo que di un paso hacia atris y en aquel mismo instante vi al ser. Estaba de pie, dentro del rayo de luz, con una caja negra en las manos. Por una abertura redonda de Ia caja surgia una luz amarillenta y pulsante. EI ser media unos 90 cm de alto; sus brazos y piernas eran muy delgados. Su rostro era palido, certileo. No reparé en sus ojos, pero si en la nariz, que era muy extrafia. Mas que una nariz parecfa un pico ganchudo. Las orejas eran muy pequelias y se estrechaban hacia la parte superior. Aquel ser levaba una especie de mono de un material verde cla- ro, Calzaba unas botas de un color verde mas oscuro, que le Hegaban hasta mds arriba de las rodillas. Vi también que llevaba unos guanteletes blancos que Ie subjan hasta los codos, y los dedos con que sostenfa la caja negra pare- cfan unas garras curvas.» Veamos cémo Esko Viljo, por su parte, describe a esta 3 extrafia criatura: «Yo también Jo vi. El ser estaba en el centro de la luz brillante y despedia una luminosidad fos- forescente, pero su cara era muy palida. Tenia los hombros muy delgados y cafdos, con unos brazos finos como los de un nifio, No pensé en ‘sus ropas, sélo observé que tenfan una coloracién verdosa. Sobre la cabeza Tlevaba un casco cénico que brillaba como si fuese de metal. El ser media menos de un metro y era muy delgado» “Mientras Jos dos esquiadores permanecian de pie, com templando al humanoide, éste se volvid ligeramente y, con Ja abertura de la caja, apunté hacia Heinonen, La luz pul- sante era muy brillante, casi cegadora. Mientras el pequefio. ser permanecia en el interior del rayo luminoso, una espesa, niebla, entre gris y rojiza, descendié del ovni, y del circulo luminoso trazado sobre la nieve brotaron enormes chispas. Las chispas eran muy grandes, pues median casi 10 em de longitud. Su coloracién era roja, verde y lila. Surgieron flo- tando en amplias curvas, para aleanzar a los dos hom: bres, pero éstos no notaron nada. La nicbla se fue espe- sando cada vez mis, hasta el punto que Heinonen y Viljo no podian verse. Por tltimo, incluso el ser del rayo de luz dej6 de ser visible. Para entonces, caleulan que lo es- tuvieron viendo durante unos 15 0 20 segundos. «Subitamente —sigue relatando Esko Viljo—, el circulo sobre la nieve se fue encogiendo y el rayo luminoso ascen- di6, flotando como una lama temblorosa, hasta desapare- cer en el interior del tubo que el objeto tenia en su parte inferior. Entonces parecié como si algo “apartase” la nic- bla, y sobre nuestras cabezas vimos el cielo estrellado y ‘Ambos continuaron allf, sin moverse, quiz4 durante tres minutos mas. «No teniamos miedo —dijo Heinonen— y permanecimos alli, sin hablar y sin hacer nada.» Pero unos dos minutos después de haberse disipado la niebla, Aarno Heinonen noté que su costado derecho estaba insensible, y cuando traté de dar un paso adelante con sus esquis, cayé al suelo. «Habia tenido el lado derecho de mi cuerpo —dijo— vuelto hacia la luz: me dolia la pierna derecha y la tenfa completamente insensible desde el pie hacia arriba. No con- seguf levantarme por mi mismo, aunque lo intenté varias veces.» Tuvo que dejar sus esquis en el lugar; Viljo le ayudé a st Desaroito delinciderte de tnarv, ‘one! que consta elmerger, la sprabacién de los estiges.[Seguno| ICO} levantarse y a recorrer Ios 2 km que los separatan del po- blado. Invirtieron aproximadamente uma hora en recorrer esta distancia. Cuando finalmente legaron a casa de los padres de Heinonen, éste no se encontraba nada bien. Le dolfa la espalda y tenfa las extremidades entumecidas y do- loridas. Por si fuese poco, sufria una fuerte jaqueca y no tardé en sentir vomitos. Cuando mas tarde fue al lavabo, observé que tenfa la orina negra como café. (Este sintoma se mantuvo durante cosa de un mes.) También le costaba respirar. ‘A las ocho de aquella misma tarde fue a ver al doctor Pauli Kajanoja, de Heinola. El médico le tom6 la presién arterial y Ia encontré mucho més baja de Jo normal, lo cual. era indicio de shock. Receté a Heinonen un somnife- ro. El dia 8 de enero volvié a visitar al mismo facultativo, quien esta vez le prescribié un sedante. Los sintomas no remitian, le dolian brazos y piernas y a veces sentia vér- tigos. Tenia frio, pero no mostraba temperatura clevada. El 14 de enero fue por tercera vez al médico; éste le administré un medicamento destinado a regular la circu- lacién. Pero su cuadro clinico continuaba y le impedia tra- bajar. A mediados de mayo escribié a Fredrikson lo si guiente: «Adin sigo enfermo. Tengo jaqueca y dolores en la rnuca, asf como eh el estémago y Ia espalda. Me siento la mano derecha pesadisima, No puedo trabajar. Mi estado apenas ha experimentado mejoria desde el invierno. Los médicos de Heinola ya no saben qué recetarme. ¢Es tan pobre el Gobierno que no puede ayudaros? He tratado de obtener algiin subsidio de las autoridades, pero no he con- seguido nada, Creo que tendrian que pagarme, pues yo no sé por qué estoy enfermo. Estuve en el sitio donde vimos el objeto y después mi estado ha empeorado.» Heinonen sufria también una amnesia parcial. Tardé algan tiempo en recordar plenamente el incidente. A prin- cipios de junio atin seguia muy débil. Apenas probé bocado desde enero. Antes del 7 de enero se hallaba en-una es- pléndida forma fisica, pero después del incidente cl menor trabajo le dejaba exhausto. En cuanto a su compafiero Esko Viljo, éste no not nada anormal inmediatamente después del encuentro, pero una hora después se Ie puso la cara hinchada y rojiza, y su andar se hizo titubeante. El doctor Kajanoja le receté dos pildoras somniferas. A la mafiana siguiente, a Viljo le cos- 56 taba mantener el equilibrio y notaba como una falta de peso, especialmente en las piernas. Las manos y el pecho también se le enrojecieron. E19 de enero de 1970, el mé- dico le prescribié un sedante. Durante un par de dias tuvo dolor de cabeza. EI 12 de enero visit6 un oftalmélogo de Lahtis, porque le dolian los ojos, que tenia hinchados y enrojecidos. EL facultativo le recets un colirio. Dos dias después, un mé- dico de Heinola le aconsejé que tomase un producto para la circulacién, El 17 volvio al mismo médico, quien To en- contré normal. Pero en la sauna, su cuerpo adquirié una rojez desacostumbrada. En una carta que escribié a Fredrikson, a mediados de mayo, comenta: «Algunas personas que visitaron el lugar de los hechos, se sintieron mal un par de dias después. ePodria esto ser algin tipo de infeccién?» El doctor Kajanoja, tras un detenido reconocimiento de ambos, declard: «Creo que estos dos hombres han experi- mentado un tremendo shock. La cara de Esko Viljo estaba muy colorada y presentaba cierta tumefaccién. Ambos pa- recian como ausentes, distraidos. Hablaban muy aprisa y de modo incoherente. No encontré nada anormal, clinica- mente, en Heinonen. No se sentia bien, pero podia ser una reaccién de su estémago ante la impresién suftida, Los sintomas que me describié son iguales a los que presentan las personas sometidas a una dosis de radiactividad. Por desgracia, yo no disponia de instrumental para medirla. En cuanto a la orina negra, me parece algo inexplicable. Posiblemente debia de contener una elevada proporcién de sangre, pero una situacién asi no puede prolongarse du- rante meses. (Solamente le duré un mes.) En consecuencia, no puedo prescribir ninguna medicacién determinada» Sin embargo, en las muestras de tierra analizadas no habia radiactividad. Cuando Bo Ablqvist, reportero enviado por la revista succa Fib-Aktuellt, visit6 cl lugar de la aparicién, con un fotdgrafo, a comienzos de junio y en compaaia de Viljo y Heinonen, ocurrié el siguiente fenémeno: al cabo de un rato de permanccer en él sitio, las manos de Viljo, Heino- nen y un intérprete que los acompaiiaba, enrojecieron Heinonen se vio obligado a abandonar ¢l lugar a causa de un repentino dolor de cabeza. 37 Hechos corroborativos En primer lugar, sefialemos que tanto Viljo como Heino- nen gozaban de una excelente reputacién en la comunidad, donde se los consideraba personas serias e incapaces de urdir una historia tan extrafia. Por otra parte, varias per- sonas vieron una luz inexplicable en el cielo, el dia 7 de enero, coincidiendo con el supuesto encuentro de los dos esquiadores, y no s6lo desde Imjéirvi, sino también desde Paaso, localidad situada a 10 km al norte de Imjarvi. Pero hay mas: un afio antes, un muchacho de dicciséis afios, Mamado Matti Kontulainen, habfa visto una luz extrafia, en un lugar a sdlo cien metros del calvero donde Viljo y Hei- nonen vieron el ovni, Diez aitos después En setiembre de 1980, la FSR publicé lo que pudiéramos Hamar un post-scriptum al caso de Imjérvi. Su autor cra Anders Liljegren, director de la publicacién ufolégica sue- ca AFUs Uyhetsblad, de Sédertalje. En realidad, el articulo de la FSR era la traduccion al inglés del publicado por Liljegren en el mimero 18 (enero-marzo de 1980) de la pu- blicacion citada. A su vez, el articulo sueco se basaba en una serie de articulos aparecidos en la revista finesa Ufoa ka, en 1972 y 1973, por una parte, y por otra en la corres- pondencia sostenida entre Aarno Heinonen y un investi- gador colega de Liljegren, llamado, curiosamente, Jorma Heinonen. Segan aclara Liljegren, esta coincidencia de ape- lidos es puramente casual. Asimismo, Liljegren mantuvo estrecha relacién con Sven-Olof Fredrikson, de Goteborg (Gotenburgo) y con el periodista Bo Ahlqvist, que se man- tenia asiduamente en contacto con los testigos. La informacién recogida a través de estas diversas fuen- tes por Liljegren es desconcertante y nos ofrece un cua- dro muy complejo. En efecto: ademés de un encuentro con un humanoide y su nave, seguido de efectos fisiolgi- cos, la cosa se complica y tenemos un contacto de tipo mesidnico de Heinonen, ¢ incluso una posible abduccién del mismo. Aparecen en escena més humanoides —uno de ellos femenino y que recuerda extrafiamente a la «Sefiora> de Fatima—; por todo ello, este caso adquiere unas dimen- 58 ‘demir El pareci entre ambos sucesos es sorprendente CGoorge Ademeki con eu telescopio de atletonad, al que tenia ‘acoplads una camara totogratic. Con este equine obtuva —asequra— ‘alguns de sus sensaclorales folos Ge snaves venusianes: siones mayores y se coloca a caballo de un simple CE III, un contacto mesiénico y una abduccién. Por desgracia, es. tas noticias, que se remontan a 1973, es lo Ultimo que sa- bemos sobre el caso y sus extrafias secuelas. Después de esa fecha, Heinonen ¥ Viljo parecen esfumarse. Liljegren afirma que ha rebuscado en yano en la literatura ufolégica mundial, pero no ha hallado més informacion sobre el caso de Imjirvi con posterioridad a 1973. Aarno Heinonen: ¢un predestinado? Por lo que pudo averiguar Liljegren, el encuentro de 1970 quiza tendria que considerarse como un eslabén més en una continuada cadena de acontecimientos: jHeinonen ase- guraba que ya en 1964 habia visto un ovnil En su nime- ro 10 (1972) Ufoaika informaba que hasta el 15 de agosto de 1972, Aarno Heinonen habia efectuado nada menos que veintitrés observaciones de ovnis. ¥ también se habia con- vertido en un contaciee. En una carta a Jorma, fechada el 8 de noviembre de 1972, Heinonen afirmaba haber visto unos treinta fenémenos Iuminosos (discoidales en cuatro ocasiones), y humanoides en cinco ocasiones distintas, el 7 de enero de 1970 inclusive, ¥ en tres ocasiones se habia encontrado con una mujer humanoide, con la que sostuvo una conversacién... jen finés! Por su interés documental, voy a transeribir el relato que hizo el propio Heinonen de su supuesto primer encuen- tro con la emujers: «E15 de mayo de 1972 of tres “seftales sonoras” y luego una voz femenina, desconocida, que me pedia que fuese a encontrarme con ella en un lugar situa- do a Jas espaldas de un granero rojo, situado cerca de la encrucijada de Jaala y Voikoski. Yo tenia que ir solo, y no debja levar mi cdmara fotogréfica ni mi grabadora. La vor era aguda y parecfa “cansada”. Me dirigf al lugar indicado, en mi Vespa. Eran las diez y cuarto de la noche, Cuando Ilegué a Ia parte posterior del granero vi a una mujer vestida con un traje y panta- Jones amarillo vivo y con largos cabellos rubios, de puntas levantadas, que le cafan sobre los hombros. Su traje era muy ajustado y relucia cuando ella se movia. Vi que cal zaba zapatos plateados con rosetas rojas. En su mano iz- quierda sostenia algo que me parecié una bola plateada, 0 conectada a una varilla que empufiaba con la diestra. De Ja bola salfan tres antenas, de unos 30 cm de largo. Las tres estaban apuntadas hacia mi. »Yo no tenia miedo y me dirigf hacia ella. La mujer vino a mi encuentro y me tendié la mano, diciendo: “Hyvaii Paivaa” ({Como esta usted?, en finés.) Yo le estreché la mano, que me parecié suave y fria. Ella dio entonces dos pasos atrés, y entonces reparé en la presencia de otra per- sona, un hombre, de pie € inmévil, a unos 70 m de noso- tros. El vestido del hombre también era amarillo, algo mas claro quiza, y se tocaba con una especie de sombrero. En aquella oscuridad no pude verlo con demasiado detalle. »Pregunté a la mujer que de dénde venian (la amé “sefiorita” porque no vi que Hevase ningén anillo en sus dedos). Ella me contesté: “Venimos del otro lado de la galaxia, de un agradable pais verde.” Luego me dijo que ites especies distintas de “humanoides” habian visitado Im- jiirvi. Primeramente seres pequeitos, luego gente como clla (media 140 m) y, por wltimo, una especie mas alta, de casi dos metros de estatura. Me cont6 que la visita efectuada por el pequefio humanoide, en 1970, habla durado tres minutes, aunque nosotros creimos que sdlo habia dura- do unos segundos. La mujer también me dijo que tenia 180 anos,' aunque sélo aparentaba veinte.» Este «contacto» casa en muchos de sus detalles con otros incidentes similares. La «bola luminosa» aparece en numerosos casos de encuentro, desde Carlos Villa Paz a Olavarria (ambos en la Argentina, y que examinaremos més adelante). La conversacién en la lengua del testigo también es un detalle clasico: aparece desde el caso de Gary Wilcox (inglés) hasta el de Pere Ribalta Puig (catalin) y Fatima (portugués). El aspecto de la «mujer», repito, recuerda el de la eUraniana» de Fatima, con su «traje resplandeciente», su pequefia estatura y sus facciones juveniles, cast anifia- das, Si en vez de un rudo guardabosques finlandés, el tes- tigo hubiese sido un pastorcillo de un pafs catélico del sur de Europa, hubiéramos tenido una «aparicién maria na» mas, 4. Se supone que €) cOmputo del tiempo era en afiov terrestres 61 Segundo encuentro con Ia entidad En este segundo encuentro, que paso a transcribir, Aarno vio el evehiculo» de la «sefiorita» césmica, (Aqui, en efecto, se trataba de una En ambas ocasiones hablé con la mujer durante unos cinco minutos. Ella hablaba muy aprisa, con voz que pa- recfa “tensa”; sus palabras, sin embargo, le salfan de la boca. Le pude ver los dientes, que tenfan una anchura doble a la de los nuestros. Tenia la cara y las manos muy blancas y cra extraordinariamente hermosa. Parecia tener Ja nariz respingona. Ya he dicho que media aproximada- mente un metro cuarenta, y levaba un traje de dos piezas con un cuello muy alto, tipo cuello de cisne. Sus zapatos no estaban unidos al pantalén. Tenia unos ojos muy gran- des, de un azul maravilloso. »Durante ambos encuentros, ella sostuvo constantemen- te Ia bola plateada en sus manos (como la “Uraniana” de Fatima). De la bola no brotaba el menor sonido, Su método de partida era muy singular: parecia irse “flotando” hasta ‘que desaparecfa. (También como en Fatima.) Andaba muy envarada, sin doblar las rodillas.» ‘Aarno Heinonen conté a los investigadores finlandeses CH Arbo, bu hecho poe elnino ingies ‘que iapelicula Auoee veloc, ‘Aaj. eroquis| delingeniero Leonard Gre, ‘onque se comperan Tos -platilos» de ‘Agamsil y Darbishire. ‘Segun el doctor Cramp, 2 ratabo Jelrriemo objto, Este tue el objeto fotografindo casuaimente por Stophen Darbichire on Coniston (nglatorra}, eusndo eo haba fotografianéo ‘dos de pojaros.en compatia de su primo Adan Myers. otros detalles mas bien de corte ekeeliano»: un ser de ros- tro indiscernible que se materializé un dia en la cocina de Viljo; algin fenémeno de tipo poltergeist, un encuentro en Heinola con otro humanoide que media’ mas de dos me. ‘ros, y que entregé 2 Aarno una pluma o boligrafo rojo..., coteétera, Dijo, ademas, que los sextraterrestres» le habian im- plantado en Ia espalda (sic) un pequefio aparato por medio del cual le controlaban y Ie impartian drdenes. También afirmé que aquellos seres —que nos levaban un adelanto técnoldgico de 5000 a 7000 aiios— estaban entregados a la tarea de slimpiar» la atmésfera de nuestro planeta. y otras cosas igualmente increfbles. ZQué debemos pensar del extrafio giro que toms la vida de Aarno Heinonen —de su compafiero Viljo no se nos dice nada— después del encuentro en Ia nieve, de 1970? Mani- fiesta muy a las claras el «sindrome del contactado», puesto de manifiesto en otros casos que conocemos. ¢Fay que to- mar sus declaraciones al pie de Ia letra, 0 bien con ellas nos adentramos en el terreno de la psicopatologia? Nada hace presumir que sea asf: Heinonen era un hombre sano, robusto y sin complicaciones, a sus treinta y ocho afios, edad en que ocurrié el encuentro con el humanoide. Solte- ro, vivia con sus padres en una casita sin electricidad. Sus principales aficiones eran la pesca y el deporte. El tema de los ovnis y los extraterrestres no le interesaba en abso- luto; sus conocimientos al respecto eran précticamente nu- los. De ser todo ello una fabulacién, por qué la historia presenta tantos puntos de contacto’ con otros relatos de supuestos contactados, ocurridos en lugares situados a mi- les de kilémetros de Finlandia? ¢¥ qué podemos decir de los rasgos «marianos» de la «mujer extraterrestres? Pero hay otro detalle que, curiosamente, ningtin comen- tarista del caso menciona... 0 no quiere mencionar. Y es el siguiente. La nave En efecto: ni Fredikson ni Liljegren —ni tampoco Adell— hacen el menor comentario acerca de Ja «nave» vista por Heinonen y Viljo en el calvero del bosque de Imjéirvi, aquel dia, 7 de enero de 1970. Sin embargo, es una nave famosa 6 “acontacto mesidnico», una posible —i en la historia y Ia leyenda de los ovnis. {Es nada menos que el Venusian scout ship (la nave de reconocimiento venu- siana) de George Adamski! Si, la misma, con sus tres he- misferios en la parte inferior, su forma discoidal acampana- da y su cipula (solamente entrevista por Viljo y Heinonen desde su posicién inferior). Pero la parte baja de la nave ¢s idéntica a la que aparece en las famosas fotografias de Adamski, que datan de 1952 (compérese la nave que apa- rece en Ia reconstruccién del incidente, con la de una nave adamskiana). De aceptarse el episodio del bosque de Imjiirvi, ello si nifica un serio respaldo a la autenticidad de las fotos de Adamski. Pero hay mds: volvemos a encontrar la nave dis. coidal, con las tres bolas inferiores, en un caso de abduc- cion muy sélido: el del sargento Moody, de la aviacién norteamericana. Charles L. Moody fue supuestamente ab- ducido la noche del 12 de agosto de 1975, en Alamogordo (Nuevo México). EI herciileo sargento fue levado por sus captores al interior de la navecilla, donde le mostraron su «sala de maquinas». En ella vio... Ia parte interior, 0 he misferios, de las tres semicsferas que antes habia visto por fuera de la nave. En un préximo libro pienso ocuparme con detalle del caso del sargento Moody, y de paso, esta- blecer unas interesantes comparaciones. ‘Terminemos este capitulo citando de nuevo la «ley Ri- bera» (enunciada ya en 1964): sLos mismos hechos son susceptibles de recibir distintas interpretaciones de acuer- do no s6lo con la época en que tuvieron lugar, sino tam. bién respecto al trasfondo cultural sobre el cual tuvieron lugar.» Ley que explicarfa muchas aparentes incongruen- cias. En resumen: el caso de Imjirvi y sus extrafias secuelas constituye un verdadero compendio de eventos ufoldgicos. En é1 tenemos desde Ia «nave tipo Adamski» hasta el pe- quefio humanoide, el haz de luz compacta, los efectos fisio- logicos, psicologicos y parapsicol6gicos en los testigos, el \demostrada— abduc- cién, y para que no falte nada, un paralelo con una de las mds famosas apariciones marianas. Pero las piczas de la «aparicién marianar se nos dan por separado, en Imjérvi. Si Ia figurilla que descendié por el rayo de luz, desde el ovni (la enubes en Fatima; pero es que el ovni de Imjiirvi también aparecié como una «nube>), 6 SENCUENTROS CON LOS HUNANOIDES hubiese sido la «mujercita» con que Heinonen se entrevists dos 0 tres afios después, el parecido hubiera sido perfecto. Sin embargo, en Finlandia la «uraniana> prefirié apare- cerse al testigo de otra forma, acaso mas «normaly. Y el didlogo que ambos entablaron brevemente no tuvo nada de religioso, por supuesto. Qué 0 «quign» se oculta tras esa tramoya? Aarno Hei- nonen est en la Iinea de los hombres sencillos, jévenes y sanos, que «ellos» parecen preferir para sus contactos, sus abducciones o como depositarios de sus «mensajes». ;Para ir creando «ciudadanos césmicos», como postula el doctor Leo Sprinkle, el hombre que mds supuestos abducidos ha estudiado y, por tanto, el hombre que mas sabe sobre este Aspecto Smperttrisima del problema? al vez. 4, DE LA MANCHA AL GUAPORE El ehombrecillox de la Mancha Este libro no se propone ser un catélogo exhaustivo de ca. sos de aterrizaje de ovnis y de encucntros con humanoides. De publicar todos cuantos figuran en mis archivos, alean- zaria una extensién de varios miles de paginas y resultaria Ue lectura imposible. Unicamente me propongo efectuar una‘aproximacién al fenémeno humanoide y entresacar los casos mas reveladores e importantes, 0 los menos conoci: dos en Espafia, y de paso concienciar al puiblico. ‘A prineipios de enero de 1968 recibi una carta sin fir- mar, matasellada en un pueblo de Toledo, que a continua: cidn’ transcribo literalmente: ? Mis- terio. Pero sea verdad 0 no el extrafio encuentro, en una cosa deseo insistir. No estamos solos. Ni en el universo, ni en este planeta que nos ha tocado en suerte habitar. Digan Io que digan los «sabios», y por mas que el elemento ilustra- do, los «letraheridos» (vierto aqui literalmente el término cataldn Pasados unos segundos, una de ellas volvidse hacia el interior del aparato y me parecié que hablaba con alguien. Inmediatamente of ruido en el interior del mismo y se abrié una puerta por debajo del reborde, dando paso a tres personas, enfundadas en una especie de thono transparen- te, que Tas envolvia por completo, cabeza y todo, y que estaba hinchado como un neumitico de automévil. A la espalda Mevaban una mochila metdlica, que me parecié formar parte integrante de la vestimenta, A través de ese mono, veta perfectamente a las personas vestidas con ca- miseta (sic), pantalones y sandalias, no de tela, creo, sino de papel brillante. Noté también que su apariencia extrafia se debia a los ojos, muy redondos y grandes, sin cejas, pero sf con pestaiias. La cabeza era calva. No tenfan barba, la cabeza era grande y redonda y las piernas mas largas que las proporciones qite conocemos. En cuanto a la altura, te: nian unos treinta centimetros mas que yo, que mido’ un metro ochenta. »Lo més interesante es que parecian hermanos gemelos, tanto los que Tevaban mono como los que no lo usaban y que estaban en la ventana, mirando a través de los vidrios, Uno de ellos evaba en la’ mano un tubo del mismo metal que el aparato, y me apuntaba con ese tubito, Noté que ha- blaban entre ellos. Ofa perfectamente las palabras, mas nada entendia. Hablaban en una lengua que yo nunca habia ofdo, pero que era bonita y sonora. A pesar de su aventa- jado porte, movianse con increible agilidad y ligereza, for- mando un triéngulo a mi alrededor. El qué empufiaba el tubo me invité con gestos a entrar en el aparato. Me apro- ximé a Ia puerta y solo pude ver un pequefo cubfculo, li- mitado por otra puerta interior y la punta de un tubo que venfa de dentro. Observé también diversas vigas redondas, en la base del saliente 0 reborde. »Comencé a hablar, preguntando adénde me querian 1 var, con muchos gestos. Ellos comprendieron la gesticu- lacién y el que me parecié el jefe dibujé en el suelo un punto redondo rodeado de siete circulos. Sefialando el Sol n Reconstruccién del encuentto de José C. Higgs con inos gigantea sjuguetones en Baur (Bras), en jlo de 1047, unrmee ‘antes dal oneuaniro de Johannsen Carma sta esa nave que vo el cazado de patos Pedro Serato en una clénaga ce! ro Guapore (Gras), ennoviebre de 1953, en el espacio, me indicd el séptimo circulo, sefalando luego | alternativamente a ese circulo y al aparato. Quedé mudo de espanto. ¢Salir vivo del mundo? jNo! {Eso no iba con- | migo! Ante esta perspectiva, reflexioné, Me resultaba im- Posible luchar, pues ellos eran mas fuerte fisicamente y_ | en niimero. Entonces tuve una idea. Habia observado que ellos evitaban ponerse al Sol. Asi es que me dirigi hacia 'a sombra y, sacando del bolsillo mi cartera, les mostré el. | retrato de mi esposa, diciéndoles por medio’ de gestos que queria ir a buscarla. | >No me detuvieron. Salf y, dando gracias a Dios, me in- | terné en Ia espesura, desde donde me dediqué a observar | los. Saltaban y jugaban como nifios, brincande y lanzando a lo lejos picdras de tamafio descomunal. Pasada mas 0 menos media hora, después de mirar detenidamente los alrededores, entraron en el aparato, que se eleva en el aire con el mismo zumbido. Subiendo, se dirigié hacia el norte, perdiéndose entre las nubes. »Jamés sabré si cran hombres o mujeres. Sin embargo, puedo sefialar que, a pesar de las caracteristicas que he apuntado, son bellos y aparentan una salud espléndida. Por otra parté, me resulta dificil tradueir con letras su lengua- je. Sin embargo, recuerdo dos palabras: “Alamo” y “Or- que”, aquélla para designar al Sol y ésta el séptimo circulo del dibujo. {Si pudiese estar seguro de que habria vuelto, sabe Dios por dénde andaria yo a estas horas! »¢Habri sido un suefio? Fue realidad? A veces dudo de ‘que esto haya acontecido realmente, pues bien pudiera ser que todo elo no haya pasado de ser un suefio extrafio, pero bello» in embargo, si José Higgins se hubiera limitado a con- tar una historia fantéstica 0 inventada, se habria anticipa- do con clla a muchas historias similares, procedentes de los més distintos lugares del globo. Este caso, por otra parte, se sittia a caballo del «contacto» y el simple lanzada ‘por el extinto CEONT de Valencia, y sus fundadores Vicente-Juan Ballester Olmos, Carlos Orlando y Miguel Guasp, elevé esta cifra a un cen- tenar, aproximadamente, de casos." Ahora bien: Jo curioso es que el flap espaiiol coincidia mateméticamente con una oposicién de Marte, (Digo «cu- Larmitres das ta But (EDEN), publi, en cl mero 211-212 de dicha publ frospectives (enerofebrero de 1942) en el que fope ircinta y-aueve cbscrvuciones desde fines de enero asia medindos, do Aisiombre de i880, procedentes de. 20nas tan disperses. del globo como son Franela, Extremo Oriewe, Talla, Afcka, Tnglatsra, Estonia y América, con Estados Usidoe, Mlsteo, Bolivia, Guyana’ e incluso ei C{reulo Polar Artico. No fy ninguna observecion espaol, pose ave a Peninsula Hoeica tayo, ella ‘ole, mds obssrvaciones que las rcogieas por Lagsrde para el reso del mundo. CConiestapdo a une carta ania, ep Ig que fe manilestaba ml asombro por ests ‘alsin, Lagarde prometis aladir las observaciones capafolas en un préaimo Srila. Devas trintn ¥ noeve observaciones recoplagas Bar Lagarde, vente te sition en cl perfodo de primavera de aquel lo 1980.) 0 ea, coincidiendo fen lat expafolae 7 con Ta eposicisn de Marte. Nuevo aviso para navezantes. ‘Mis det’ en primavera. El resto son las wsalpkeadurass. 8 rioso» y no deberfa decirlo: lo verdaderamente curioso | seria que no hubiese coincidido...) Esta minioleada no dio précticamente ningtin caso de aterrizaje: en su estudio so-_ bre el fenémeno aterrizaje, Ballester Olmos sélo recoge dos CE I; es decir, dos encuentros cercanos del primer tipo, sin acompafiamiento de ocupantes 0 humanoides. Para Francia, seguin la compilacin de Figuet-Ruchon, tan s6lo tenemos un caso, que para mi resulta extremada- mente dudoso. Tan dudoso que Vallée no lo recoge en stu catélogo Magonia, aunque le concede gran espacio en el texto de Pasaporte a idem, lo cual parece dar a entender que lo considera mas bien una manifestacin demoniaca © algo parecido. Antes de pasar a exponerlo sucintamente, quiero observar aqut que la oleada de 1950, en cualquier lugar del mundo que se manifests, se caracterizé por su ausencia de aterrizajes y, en consecuencia, de humanoides. La gran mayoria de casos se encuadran en la clasificacién CE Ty CE II, segun la metodologia propuesta por Hynek. No hay CE Ii (encuentros cercanos del tercer tipo). Di- riase que se traté principalmente de una operacién de «reconocimiento aéreo». Por ello —y por sus caracterfsti- cas intrinsecas—, el caso francés de Coursles-Barres no encaja con estas coordenadas, ‘Vamos a ver qué ocurrid, y luego daré mi interpreta- cin de los hechos (no tan extrafios como pretende Vallée). Los hechos se desarrollaron el 20 de mayo de 1950, a las cuatro de la tarde, en un lugar llamado Givry, del munici- pio de Cours-les-Barres, en el departamento del Cher (Bord- deLoire), en las cercanias de Fourchambault. El tinico tes- tigo fue una joven, la sefiorita Micheline G. (manifesté su deseo de mantener el anonimato). La protagonista del suceso (digno de figurar en El Caso, fo en su sucediineo actual, Interviu) sali de su pueblo para e a pie a Fourchambault (Nievre), siguiendo el borde del Loira. De pronto —segiin sus deciaraciones— se vio ro- deada por una luz blanquisima, brillante como un destello de magnesio. Oyé un gran soplo, un violento torbellino, como una réfaga de tempestad, que hizo temblar a Micheli- ne y le puso la piel de gallina. Escuché entonces un aullido feroz y agudo, y vio inclinarse la copa de los arboles, mien- tras las ramas y la hierba se agitaban violentamente. Esto dur6 poco; Iego noté un sabor acre, dcido, desconocido, en el aire; luego todo se normaliz6. 4 Sigulendo su camino, la joven vio aparecer de pronto ante Si dos enormes manos que bajaban hacia ella, apli- Gindose sobre su cara y su cuello. Sintié el contacto de \ina piel» fria y lisa y de un pecho extraordinariamente dluro y frf0, como si fuese de hierro! Medio muerta de nicdo, Micheline se vio entonces arrastrada por la cabeza, desde ‘atras, en direccién a un camino que desembocaba en un prado. La muchacha se puso a rezar. Casi inmedia- (mente, aquellos horribles dedos la soltaron y las manos dlesaparecieron por encima de ella. Acto seguido oyé un Jeve rumor, como el que causarfa un cuerpo al arrastrar- Y esperé a ver a alguien, persona o animal. No vio a nadie, pero las hierbas y las ortigas se inclinaban como bajo los pasos de alguien que las pisara. Las zarzas y las amas de las acacias se agitan, como para dejar paso a un cuerpo invisible, para volver después a su sitio. Micheline, presa de un gran shock, se dirige hacia la asa donde habitan los escluseros de Givry, Al atravesar el camino, se produce de nuevo una réfaga tan violenta que casi la hizo caer, quedando al mismo tiempo destumbrada por una luz blanca, brillantisima, mientras sentia como una descarga eléctrica en su cuerpo, seguida de una breve pa- ralizacién, Vuelve a flotar un olor nauseabundo e indefini- ble en el aire, pero esto dura poco: de nuevo vuelve a rei- nar la calma. Los escluseros atienden a la victima de esta supuesta stentativa de abduccién», que esta ensangrentada y con el cuerpo recubierto de magulladuras y morados. En el cuello muestra las huellas de unos dedos, Conviene sefialar que los escluseros, pese a encontrarse dentro de la casa, a aque- Ila hora, quedaron destumbrados por un gran resplandor: blanco poco antes de la legada de Micheline. La gendarmeria, avisada por el padre y el hermano de Micheline (que sospechaban que su hija y hermana habia sido objeto de un intento de violacién), investigs en el lu- gar de los hechos, descubriendo que las zarzas estaban caleinadas y ennegrecidas en unos puntos, y en otros sola- mente amontonadas y aplastadas. Las acacias mostraban 1, EL 12 de setlembre de 193, més de tres aos despuss del caso de Givty, n la localidad dancea do Brovst ce produje tn intento. do rapto de una joven por dos humanoldes que éespecian Ua lur dorada, Sus manos eran 4sperss Yeiar como la piel de wn pescado. (Case ndmmere 1IB do Megonia, citando a Gales 5 | diversas quemaduras; algunas aparecian rotas y dobladas. La valla del prado, hecha con estacas y alambre de pias, aparecfa derribada y rota. Las estacas mostraban sefales de quemaduras y algunas habian sido arrancadas. Las ho- jas de las acacias aparccian marchitas y chamuscadas. La gendarmeria de Fourchambault abrié una encuesta sobre aiista. La evauesta eccial np Jiees a nisgin resultado dl se dio carpetazo al astmto. Las autoridades lo considera ron como un intento no consumado de secuestro 0 viola. Gin, cuyos autores quedaron impunes. (Debfa de ser muy urgente, en verdad, el ansia sexual del presunto violador, para causar tal estropicio a su alrededor e incendiarlo toda €on su ardor. Aunque el atacante también podia haber sido el hombre invisible, eseapado de la novela de Wells 0 del filme protagonizado por Claude Rains.) Bromas aparte, el prestigioso y serio investigador de | campo Charles Garreau, que fue el primero en conocer Ta | historia por una larga carta que le escribié Micheline G.,, | cuenta Io siguiente en un libro suyo de 197 ‘A consecuencia de esta carta, cuyo estilo sencillo tenia | un acento de sinceridad, me fui'a ver a Micheline G. La | interrogué detalladamente, sin tener necesidad de hacerle precisar ningtin pormenor. Ella conservaba un vivo recuer- | do desu aventura. Volvi en su compaiia al lugar de In agresion. Una ver alli ella me precisé las diferentes escenas J me las situo. Habian pasado veinte afos, pero ella ain ienia una mirada angustiada al evocar aquellos instantes de terror.» «Nunca lo podré olvidar —confié 2 Garreau—. He per | sado con frecuencia en 10 que me sticedié, y me he pre- guntado muchas veces por qué me encontré libre de pron- fo. Ahora estoy casi persuadida de que si mi agresor me abandond alli y no se me ev, fue porque creyé haberme matado. En estas condiciones, yo no tenia sin duda nin- gun interés para él.» Micheline --precisa Garreau— es una campesina, que frisa hoy cn la cincuentena (esto se eseribié en 1970). «Es una persona sencilla, muy estimada, trabajadora ¢ incapaz de inventar esa historias, le dijeron los habitantes del pue- blo que entrevists. Soltera, vivia con su. padre en una casita a orillas del Loira. «Por aquel entonces —precisé al fnvestigador— yo no crefa cn los platillos volantes, por Ia sencilla razon de que nunca habia ofdo hablar de ellos.» 86 PAE oot i ie te 5 fee . Marlus Dewi observa el aterizale del 10 de setiombxe de 1854. ‘Exactamonto un mes despues 0 produ 0 segundo atorrzaj Marius Dewie se dirge hacia el ebjto, acompanado de Suri. {Qué hemos de pensar a Ja vista de todos estos datos, algunos contradictorios? ¢Que la joven Micheline urdio toda esta historia? ¢Para qué? ¢Para adquirir fama de ex- | céntrica entre sus paisanos? ¢Para desprestigiarse? ¢¥ como explicar las lesiones fisicas que presentaba? Hay que ad- mitir que algo bastante grave le sucedi6. ¢Intento de vio- | lacién 0 de rapto? ¢Cémo explicar entonces las sansa fisicas encontradas en el lugar de los hechos, el resplandor —visto por los escluseros—, los Arboles tronchados, la hier- ba pisoteada, cl furioso vendaval, etc.? Por mas que esto pueda escandalizar a algunos, el episodio parece mas bien una «accin saténicay, Si sélo se hubiese tratado de una agresion a la joven —sin otros efectos fisicos—, Ia tesis También tenfan el cuerpo como cubierto de escamas © unas pequeiias protuberancias (como cl acné) de color ‘oscuro (marrén) que cubrfan éste a excepcidn de las manos y Ia cara; como los grandes, también tenfan las orejas lar- | gas y en punta, | vA éstos pude verles la cara cuando uno de ellos parecié darse cuenta de que José y yo los estabamos mirando y se fijé en nosotros. La cara era de color gris y alargada, con quijada en punta; la cabeza tenia forma de pera, con ojos y parpados grandes; los ojos parecian brillar como Jos de los perros cn Ia oscuridad. En cuanto a nariz y boca, no pude fijarme bien, pues sus ojos me lamaron mas la atencién. También tenfan un casco, con una cresta en la parte central. Las manos eran iguales a las de los grandes y los pies parecian como los de los patos. »Ninguno de los cinco seres caminaba, sino que pare- cian moverse a base de pequefios saltos, como flotando cerca del suelo.» 108 Portada doa revit ‘conunarecensiruecion ace de Ro Prodras (Puen Rico} eprera TN ICTR Basindose en ciertos detalles que ambos hermanos pu- Gieron observar, sacaron la conclusién de que los dos sc- res mas altos y esbeltos parecian mandar sobre los pe- quefios José declaré que estaba de acuerdo con todo Io sei lado por su hermana, pero que él realmente observé a los | seres por poco tiempo, pues «sentia como un gran cansan- | cio 0 Sueno», hasta el punto de que tuvo que recostarse | nuevamente, quedndose dormido. ‘ parecian emitir ‘pequefios destellos de luz roja. Rivera indicé ademAs que las narices de los seres le pa- m2 recicron grandes. En cuanto a los labios, dijo que los te- nian gruesos, Tnsistié en que uno de los seres altos le parecié ser femenino, pues le observ que tenia ciertos detalles fisicos que asi parecian indicarlo. i Posee un clevado valor probatorio el hecho de que exis- tan ados» grupos de testigos independientes, cuyas decla- raciones se confirman entre si. Mis comentarios Encontramos en este caso varias «pautas de comportamien- to» o de di- cen los ummitas en sus comunicaciones) a los otros; estos

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