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Emilce Dio Bleichmar Temores y Fobias a ee OR CARS wad cra 1 INTRODUCCION Dificilmente existan fenémenos mis frecuentes en la infancia que los relativos a la esfera de les miedcs, fobias y tecrores. Mucho se ha escrito en Ja literatura psiquidtrica y psicoana- litica sobre este tema. Sin embargo, cuando se intenta un estudio sistemitico de las fobias infantiles se comprueba que quedan atin no pecos aspectes sin investicar en este dominio, que, al decir de Perrier,' “es demasiado conocido en superti- cie para despertar Ja inquietud de exarsinarlo de ntevo" Una revision de Ia literatura no€ enfrents con una seri de problemas no resueltos que abarean diferentes planos: se- miolégico, nosolégico y explicative, Un recorrido de las categorias diagnésticas conduce a una gran confusién. Para algunos autores existen ciaras diferen- cias entre miedos infantiles y fobias proriamente dichas,? pa! otros®. estas diferencias carecen de importancia y son solo fachadas encubridoras de una idéntica esencia. A st vez, Anna Freud* propone distinguir muy rigurosarsente —y como paso previo para sanear el confuso campo de las fobias— entre miedo y angustia, utilizando miedo para Ja activad hacia un 1 F, Perrier, “Fobias e histerias de angustia”, en J, Saurt (comp), Za: fobias, Nueva Visidn, Buenos Aires, 1976, 2 A. Froud, “Normality and Patzology in Childhood”, I. U, P., N. ¥.. 16 2M, Klein, Ef Psicoandlisis de Nios, Ed, Asoc. Peicoanal. Arg., Bs. A: 1948, 4A, Freud, “Fears, Auxieties and Phobie Phenomena”, Psychoanaly:ic Study of the Child, vol. XXXIL, Yale Universities Press, 1977. peligro que amenaza desde Jo real y angustia para las reac- ciones ante amenazas que surgen del mundo interno, Y agre- ga que mientras los miedos, por mas intensos que sean, no se transforman en fobias, Ia angustia toma frecuentemente este camino. Por otro lado, entre los que diferencian los miedos de las fobias, algunos lo hacen también en su valor psicopato- lézico, distinguiendo los miedos, como fenémenos evolutivos normales, de las fobias como sintomas, mientras que Marta Harris y col.* si bien recurren a esta doble denominacién, atribuyen tanto a los miedos como a las fobias el mismo me- canismo de produccién. Fobia se ha convertido en una pala- bra espuria, es cualquier miedo exagerado. Es clisico deno- iden- minar fobia al temor irracional a las polillas, pero equi tidad guarda este fenémeno con un nifio timido al que se lo sindica de fobico? La diversidad de criterios empleados en las clasificaciones aumenta el desconcierto. Se habla de fobias tempranas y fo- bias de la segunda infencia teniendo en cuenta un patrén cronolégico. A su vez, este orden de aparicién pareciera tam- bién incluir diferencias en la produccién y organizacién del sintoma, ya que para Mallet las fobias tempranas son pre- fobias. Otras veces se recurre al mecanismo de produccién como criterio delimitador, as{ encontramos las fobias traumaticas, pero este elemento calificador que en tal caso da cuenta de su especial génesis, en otras oportunidades es sélo una pre- cisién descriptiva del contexto en que surge: las fobias esco- lares. : En todo el campo psicoanalitico, sin embargo, la fobia contiene, en su misma semntica, la explicacién que da cuenta de su existencia como significante. Implica un conflicto que pone en marcha ciertes mecanismos psicoldgicos especificos: represién, proyeccién y desplazamiento. O sea, que siempre 5 M, Harris y col., Su kijo aio a afio, Paidés, Buenos Aires, 1973. © J, Mallet, “Contribucién al estudio de las fobias”, en J. Sauri (Comp) Las fobias, Nueva Visién, Buenos Aires, 1976. 16 que se trate de fobias estamos hablando, psicoanaliticament del complejo dinamico descripto por Freud en Juanito” si embargo, este sélido edificio no resiste un examen cuidadoso si et r si se Preende dasle un cardcter abarcativo para cualgue: 4 Freud fue el primero en sostener que junto a las fobias le 1a fase falica ligadas con el conflicto edipico y con Isa gustia de castracién existia otro grupo de fendmenos de ana. Tiencia similar (miedo a Ja oscuridad, a la soledad, a los trafios) que no encontraban explicacién. Spree Anna Freud® parece responder al interrogante paterno distinguiendo una categoria que denomina miedos arcaice: los cuales no entrarian dentro del dominio de lo que a tapsicolégicamente se entiende por fobias, pues no ce bas nan ni en el conflicto, ni en defensas especificas—¢ incline dentro de la misma los miedos tempranos que en la deserie cién de Freud quedaban sin explicacién. . La solucién encontrada es considerar tales fendmenos como otros y mantener el concepto de fobia fiel a su descts bridor, es decir, como un producto nfurctico que implica un desarrollo no completo pero importante del aparato psiquico, Sin embargo, la existencia de verdaderos sintomas fobico. —un objeto inofensivo amenazant le el exterior y de pro- fe desde el ] exteric las fobias con una problemética falica, Melanie Klein resuelve 1a impasse tedrica sosteniendo gue las foblas tempranas se hallan ligadas con el incremento del sadismo oral canfbalstico de Ia fase depresiva, y que © iindmica descansa en una violenta proyeccién del superve temprano sobre un objeto exterior. es __Es decir, que si bien se resuelve el problema del reduccio- nismo —un solo tipo de conflicto, el félico, en la produccién 7S Ered, andliss de ta fobie de un nifo, St. Ed, vel. X, reud, Inhibicion, sintoma y angustia, St. Ed.. vol. X3 f& Fre, inhibit ¥ angustia, St. Ed., vol. XX, 10M. Klein, Obra cit. de la fobia— pluralizondo el tipo de angustias presentes y ampliando ef mimero de etapas del desarrollo en que pueden aparecer, lo que persiste como interrogante es que para Me- lanie Klein el equipo semidtico responsable de los mecanis- mos que presiden 2 eleccidn del objeto fobigeno es similar a los seis meses y a los seis afios. Por su parte, otros autores psicoanaliticos, como Mellita Sperling,” consideran que la fobia esta relacionada con la fase anal del desarrollo instintivo. Los conflictos de separacién que aparecen pertenecerian a la fase anal (aproximadamente en- tre un afio 0 afio y medio y tres afios) y enfatiza la importan- cia de los impulsos pregenitales en la produccién del sintoma. Pero al mismo tiempo que Sperling sostiene la idea clasica sobre las fobias, aunque variando la etapa de fijacién (v, por lo tanto, el tipo de conflicto implicado),, al describir las fobias escolares propone cuadros fdbicos estructurados mediante identificaciones del nifio con los padres y también fobias in- ducidas por los padres por medio de complejos mecanismos de manipulacion del nifio. Pareceria que la autora no conce- diera a esa propuesta toda la importancia que ésta requiere, pues sostiene otros modelos tedricos de produccién sintomal que no tiene en cuenta en la formulacién general del tema. Finalmente, Lacan ™ y otros autores poslacanianos* fie- les a Freud, siguen considerando que la fobia est4 ligada con la angustia de castracién y el conflicto edipico, aunque debe- mos destacar que tanto la angustio de castracién como el Edipo han sido ampliamente reformulades por la doctrina Jacaniana. De manera que un lector poco precavido puede en- conirar coherencia donde no la hay. Pues si para Freud “el caballo” objeto fobigeno contenfa una serie de sentimientos e imagos referidos al padre y el terror al caballo en ultima instancia era su temor a la castracién, @ partir de Lacan el caballo sera un objeto que desde lo imaginario intentaré cu- 41 M, Sperling, “Fobias escolares: Clasificacién, dinémica y tratamient Rev, de fa ASAPPIA, abo 2, Nt 1, Buenos Aires, 1971. 42 J. Lacan, Seminario de las Relaciones de Odjeto. Transcripcién de J.B. Pontalis, Imago, N* 6, Letra Viva, Buenos Aires, 1978. 18 F. Perrier, Obra cit. brir la falta de un agente castrador, y con ese caracter sera invocado, a falta de un padre real que cumpla su funcion. Lo que para Freud es el terror de Juanito a ser separado del objeto incestuoso por la presencia del padre, en Lacan es, a la inversa, el terror de Juanito de quedar preso en la dupla narcisista-incestuosa con su madre, por inoperancia de la ley paterna. Resumiendo, el campo psicoanalitico de explicaciones no se presenta homogéneo en lo atinente a la especificidad del sonflicto y a las ansiedades que ponen en marcha ia sucesién de mecanismos tipicos de las fobias. Ademids, tanto Ia clinica de adultos como de nifios nos en- frenta hasta el cansancio con Ia presencia de sintomas fobi- cos aislados 0 que forman parte de otros cuadros psicopato- légicos, lo que acreciersta el numero de interrogantes. El sin- toma parece ser, en suc génesis y estructura, independiente de la constelacin dindmica especijica de una neurosis determi- nada. Asi es como Perrier distingue el sintoma Fébico, suscep- tible de germinar en terrenos neuréticos diversos, de ia neu- rosis fobica, que encontrari una ubic&cién mas precisa enten- dida como histeria de angustia. Pero inmediatamente surgen problemas de legitirnidad: gsi la fobia hace su aparicién en una neurosis que comprende elementos de regresién preedipi- ca se la denomina seudofobia, reservindose el término fobia al sintoma dentro de una neurosis histérica caracterizada por el acceso al estadio genital, corolario de la entrada a la situacién edipica? En conclusién, a apelaciéa a la concepcién psicoanalitica sobre las condiciones de produccién como criterio clasific: torio y unificador de las fobias nos enfrenta con un panorama oscuro, poco preciso, pero tleno de sugerencias. Si la fobia no es un sintoma patognoménico de una entidad determinada, gcudles son las caracteristicas que definen al sintoma fobico y le confieren unidad? ¢Cudl es la naturaleza de esta especi- ficidad? Ya vimos que no parece ser el tipo de angustia sub- 44 F, Perrier, Obra cit, 19 yacente ni la constelacién dindmica. ¢Debiera postularse en- onces que constituye un procedimiento particular de manejo ide la angustig, siendo por Jo tanto el sintoma fobico similar ‘acu mecanismo psicoldgico elemental? En este caso, ¢se entenderé como un epifendmeno de la angustia, como un tipo de enlace entre el afecto y la representacién, es decir, como un tipo de simbolizacién? ¢Cudles serfan las leyes que 20" biernan esta asociacién entre la angustia y su representante? Son fijas y uniformes o presentan variaciones y diferencias 2 lo largo del desarrollo? ; La clésica diferencia entre defensa primaria y secundaria nos parece titil en la-delimitacién de una problematica. La defensa secundaria, que se constituye por una serie de evita ciones, precauciones y prohibiciones ante determinadas oon ciones y objetos cuya proximidad despierta angustia, de la que el sujeto no logra escapar, no es dificil de interpretar Pero lo que permanece como micleo incomprensible es el sin toma fébico, su construccién y la conviccién de Ja peligrosi 3 del objeto y la justificacién consiguiente. éEl cuadro. ae como cardcter Fébico o personalidad evitativa, conglomerado de defensas, responde a la misma causa, es decir, se organiza del mismo modo que un terror irracional a las tazas verdes, yr ejemplo? ; i vecastlavers qué es lo que ha acontecido con las fobias en el campo del conductismo. Desde el célebre trabajo i Watson y Raynor™ sobre la génesis experimental de ma fo bia en un nifio (Albert) de once meses, hasta los desarrollos actuales de la terapia de la conducta, han transcurrido casi sesenta aios. . Si bien han abandonado el enfoque traumatico de la con- cepeién de las fobias para introducir el papel de la imitacion y el reforzamiento permanente que ejerce el medio familiar sobre la conducta del nifio, recién en Jos iltimos afios los autores de esta corriente comienzan a pensar en términos de procesos cognitivos y a atreverse a sostener que el conflicto ions”, J. Exp. Psychol., 38 Watson y Raynor, “Conditioned emotional react 190, 3414, on desempefia algun rol en la conducta humana, Aun as, el re- duccionismo de que hacen gala al considerar la problematic de cualquier cuadro, corre parejo con los esfuerzos que reali zan para otorgar a la psicopatologia un caracter cuantificable. En lo que concierne a la génesis de los temores y fobias, se presentan como un blocue monolitico, sin diidas ni incerti, dumbres; las fobias de toda clase conducen al mismo modo de produtcién: se aprenden. A esto se reduce la explicacién que se postula, Por lo tanto, nos enfrentamos con el siguiente panora. ma: clinicamente se describen diversas categorias nosoldzi- cas: 1) miedos arcaicos o temores del desarrollo; 2) fobias tempranas;, 3) sintoma fébico aislado 0 formando parte de cualquier otra combinacién sintomal; 4) neurosis fobica o his- teria de angustia; 5) cardcter fobico; 6) fobias traumaticas. Sin embargo, a esta pluralidad clinica no se le hace co. rresponder una pluralidad explicativa. Todo lo contrario, tan- to el psicoandlisis, como el conductismo sostienen la existen- cia de causales tinicas, aunque el edificio psicoanalitico ofre- ce, muestra y hasta diria que se cpmpiace en exponer las grietas tedricas por las que se filtran la serie de interrogantes ya mencionados, como para invitar a su reconsideracién. En el marco de esta orientacién intentaremos un repian- teo basado en el siguiente punto: el miedo es un homogenei- zador clinico y es esta unidad expresiva la responsable de un efecto engafioso que ha comprometido a la teoria en el esfuer- zo de responder con una explicacién unitaria. Pensamos cue €s posible, y hasta con cierta rigurosidad, delimitar la inde- pendencia clinica de una serie de categorias descriptas en la literatura y hacer corresponder a esta diversidad de cuadros en forma simétrica una pluralidad causal. Psicogénesis multiple Creemos que la aceptacién de un campo heterogéneo de cat salidad de un fendmeno que en su apariencia perceptible re- sulta homogéneo puede contribuir a un ordenamiento de ia asi como a una redistribucién de las aportacones dia doctrina ha realizado a este tema. Persamos que te sesos temores como Jas fobias, pueden responder a distintas Cendiciones de produccién, que son Jas siguientes: nosok 1) Por trasposicién de Ja angustia. 2) Por identificacién. ae 3) Por insuficiencia ¢ por progreso cognoscitive, Tem del desarrollo. 4) Por insufic‘encia de funciones del yo. Trastornos en la sublimacién. 5) Traumdticas. 6) Formas mixias o articuladas 2 FOBIAS POR TRASPOSICION DE LA ANGUSTIA La explicacién psicoanalitica de las fobias siempre ha estado estrechamente ligada cen la concepcién de la angustia del hombre. Freud ubicé en un contexto cientifico el estudio de la angustia al'tonsiderar Ia naturaleza’ profundamente conflic- tiva del sujeto. Un recorrido de las distintas Propuestas ted- ticas sobre la angustia nos conduce a diferentes explicaciones de la formacién y el sentido de las fobias. En la primera teoria sobre Ja angustia? Freud sostiené que su produccién obedece a un estancamiento de la libido. La libido estancada por un proceso de~transformacién (no espetificado) es liberada directamente como angustia, El es- tancamiento podria responder a dos tipos de causas: 1) por falta o inadecuacién de la satisfaccién sexual, lo que consti- tufa en 1895 la neurosis de angustia, neurosis actual, que no obedecia a causa psiquica alguna. La mayoria de las Hamadas fobias tipicas en las que predominan ia angustia y los com- ponentes somaticos pertenecfan a este grupo; 2) por defensa psiquica, la represién ocasionaba el mismo resultado que la abstencién, una retencién de la libido que al no conseguir descargarse se transformaba en angustia, Estas constituian las neuropsicosis de defensa y las fobias de la neurosis obse- siva pertenecian a esta categoria. Lo fundamental de esta primera idea consistié en que la Froud, Neuropsicosis de defensa (1894), St. Ed., vol. II. Freud, Obsesiones y fobias (1995), St. Ed., vol. IIT. oo io de la sexualidad y Ja terapéutica ngustia era un derivad ; a Srecaneaba en operer sobre la causa del estancamiento, regularizando la vida sexual, 20. eliminando la barrera psi- coldgica que la mantenia reprimida. ee Posteriormente, en Inhibicién, sintoma » angustion 3% tesis de Ia segunda teorla sobre la angustia, Freud sostiche que la misma es una sefial del yo y para el yo 7 eas de peligro pulsional que conlleva Ta emenaza de castraci’’. La angustia de castracién es el punto de partida de los pr cesos defensivos a los que el yo recurrira pa ién de peligro. eientens on tes fobias wuelven ser consideradas como productos de transformacton, no ya de la libido simvoms fébico ee soar re VO | arte aL 1 falica (Freud-Lacan) eConflicto anté iia iden] FS*TMCtHramesy Confieto actuat Detenstvos: Objeto o situscisn (Freud, 1895-1896) : sobre el que se oralcanibalistca: - scr traspore [a (Melanie Klein) Crores) ansiedad. (Resresisn- Contito de ta'edapa Desplazamiento) ental previ, ; (Arminda Aberastury) Aura Frey: anal. pri Real. | ime 4, nea (Melanie Kiein- or a Hana Sea Metanie Klein: anal (Melita Sperlis Disociacién) sees (Proyeccién) cacién estrpeturante de cual-| Lacan: uier etapa.o sélo histérica?| —(Localizacion) is (Perrier) | (Simbolizacién) De cualquier modo, a pesar de las diferencias en la na- turaleza del sintoma, todas las fobias de este, grupo pueden ser consideradas unitariamente. Su comprensién debe pasar por el analisis de las operaciones semiéticas responsables de la trasposicién del afecto de una representacién a otra. Pero no se trata de una sola operacién sino de varias operaciones, Pues tanto puede tratarse de un simple enlace sobre un te- mor ya constituido, un proceso de simbolizacién que guarde la unidad significante/significado, o un juego del significante en su coitcatenacién lingiiistica. Esta conclusién no deriva de una suerte de eclecticismo heterodoxo en’ virtud del cual almacenamos teorias, encon- 47 trandolas todas vélidas y utiles. Lo que resulta sorprendente ce que las tres formas de enlace que surgen del andlisis de Jas propuestas tedricas sobre la produccién del sintoma fébico se corresponden con tres operaciones posibles de cualquier produccién semiética, a saber: la interpretacién por indicio, por simbolo o por significante.* No es que un procedimiento Prcluya al otro, sino que los tres son formas habituales de produccién simbélica. En la operacién por simbolo, caballo representa a papa, | es decir, Ja cosa denotada por el primer término tiene una Similitud de hecho con la cosa denotada por el segundo tér- tino (el papé de Juanito). La similitud de hecho residiria fen que el caballo propone un modelo o simil del padre por sus propiedades reales de tamaio, funcién, movimiento, etc. La similitud se halla establecida entre los referentes que las palabras designan. No existe ninguna semejanza entre Ia pa- Jabra caballo y su referente, pero s{ entre los referentes, 0 sea, las cosas 0 entes ert el mundo. Lo cual confiere a cada tuna de les palabras una mera existencia de “etiqueta”. Este es el modelo de enlace descripto por F. de Saussure como simbolo ¥ que en psicoandlisis se denomina simbolismo. En la operacién por significante, caballo pasa a ser algo para estar enganchado y esta significacién se produce por medio de una similitud 0 contigiiidad puramente convencio- vpal, es decir, en y por el lenguaje. La conexién entre caballo y estar enganchado se halla estrictamente al nivel lingiifstico: hhomofonia en aleman entre Wagen (vehfculo) y wegen (a cau- sa de). Une tercera posibilidad es la operacién por indicio, in- dice o sefal. En este caso la relacin entre los términos se halla sostenida por una conti Para ejemplificar el indicio o la sefial, siempre es necesario reconstruir una historia que describa la conexién efectiva pos- tulada. En tal caso las palabras son meras etiquetas. 26 J, Jndart, Porque (por qué) una “taza” es el “pecho” (2), Rev. Cero, Ne 1, Buenos Aires, 1975. - En nuestro caso, un ejemy ignificaci i dicioes la relacion que pode estbleer ef nfo nue suse cia y oscuridad, en que siendo la oscuridad una parte de la experiencia global, es sislada como significante de la ausencia Lo mismo sucede en la relacién, que establecemos para la fobia a la ama, a los 10m, de Katy (véase cap. 7) In aspecto importante que debemos e = ae Por si simbolo, indicio 0 Mesfnoae: ted ee 2 : i clase o Uno de rlasiones que lo a deerminado como fe En el simbolo y el indicio a similitud y contig ponen al referente; es decir, el objeto que ie palabe ¢ aes Neaxe en cs significante, en que si:bien también se suponen ea itud y la contigitidad, éstas son de otro tipo. Pero como los simbélog, las palabras también pueden considerarse ‘Cosas entre las cosas del mundo”, y pueden ser tomadas co- mo modelo de otra cosa, de modo que a su existencia como significante se le sobreimpone una modalidad simbélica (¢).: onomatopeya quiquiriqui). a Ahora bieh, al psiquismo capaz de producir wx Ase ee pe rf ney cognitiva'fuerte. Debe poder abstraer un modelo dela cose ¥ aprehender ou analoga con el movlo que ha abstraido de ra cose. Debemos adjudicar al psiqusmo no so la capa- cidad de establecer relaciones de parte a todo sino la capaci dad de aprehender relaciones de causa a efecto, al menos en el grado en que se puede intuir en la experiencia. “De nada le valdria a Robinson Crusoe la huella si no captara peso desplaza las particulas de arena” an Pero una puntualizacién este wm man on ie Pranos, aun cuando se sie esta complejdad semistca desde el caso més simple de la percepcién de una cualidad comin. La capacidad semiética es una funcién consttuyente de la inteligencin que sufze una evolucié alo largo del desarolo como nos resulta sorprendente que las diferentes hipote. 3 J, Indart, Obra cit,, p. 1. sis que se sostienen para la explicacion de 1s rode a tin sintoma fébico correspondan. a su vez, a diversss Pt ddades de produccién simbélica, también hemos hallago core Jaciones exolutivas de estas distintas formas y, por 16 ‘alto: te posible concebiz que un mismo producto final —Js Wa posicién de la angustia— se efectia con arreglo a 13s Poss lidades semidticas del aparato psiquico disponibles de a tr ae oie Freud (1896,* 1900, 1915 *) describié tres tipos de inscripciones en ea ‘aparato Ee En la carta n? 52 a Fliess, del 6 de diciembre d= » escribe: Como sabes estoy trabajando en Ia idea de gue nucs tro aparato psiquico se ha organizado por medio ei sistema de estratificacion; el material presente en TO=t® de huellas mnémicas queda suet [selernselerienoes jenamiento de acuer r : Esto S esencialmente nuevo acerca de mi teoria y °5 i tesis de que la memoria no esté presente de una ver, S10 muchas veces repetidamente, que descansa en varias €% ses de inscripciones. No puedo decir cuéntas inscripc} nnes hay, al menos tres, probablemente més". : W2 (registro de percepeién): Es el primer resistre de percepciones. Es incapaz de conciencia y s\ ‘ordenamiento se establece de acuerdo com aso- ciaciones de simultaneidad. s sciente): Es el segundo registro, se orde- i Se aie de acuerdo con relaciones causes. Podria corresponder a la memoria conceptual. Tgualmente inaccesible a la conciencia. consciente): Es la tercera inscripcién: con: * dae Tas representaciones de palabras y corres: ponde a nuestro yo oficial (p. 234). 28 St. Ed, vol. I. 2 St. Ed, vol. V. St Ed. vol. XIV. ..Me gustaria enfatizer el hecho de que las inscripcio- nes sucesivas representan el logro psiquico de sucesivas épocas de la vida.” * En La interpretacidw de los suefios, en el capitulo sobre Ja regresién* escribe: “Sabido es que de las percepciones que actiian sobre el sistema P perdura algo ms que su contenido. Nues- tras percepciones demuestran hallarse enlazadas entre st en la memoria, primero ante todo, a su primitiva coin- cidencia en el tiempo. Este hecho es el que conocemos con el nombre de asociacién.” Mas adelante agrega: “Un examen detenido nos muestra, pues, Ia necesidad de aceptar la existencia de mas de uno de estos sistemas mnémicos, ert.cada uno de los cuales es objeto de una distinta inscripcién Ja excitacién’ propagada por los ele- mentos perceptivos. El primero de estos sistemas mné- micos contendrd, naturaimer:te, la inscripcion de la aso- ciacién por simultaneidad en el tiempo, mientras que los mismo$ ¢lementos perceptivos s# ordenardn en los siste- mas posteriores de acuerdo con otros érdenes de coi cidericia, por ejemplo, las relaciones de semejanca”® Queda bien claro que Freud establece un criterio evolu- ; las inscripciones son sucesivas y su logro es una adquisi- n del desarrollo. Nos parece sumamente importante recal- car la total coincidencia de este planteo con’ lo que Piazet sostierie acerca del progreso de Ja funcién semiética en el nifio. En sus comienzos ésta se halla estructurada basican.en- te en tomo a percepciones, y los juicios causales, es decir, el razonamiento elemental del nifio, se ordenan alrededor de las relaciones de exterioridad que puede aprehender. Por supues- to que en sus comienzos Ja palabra puede funcionar como sim- tive ci 3 St. Ed,, vol. I (bastardillas agregadas), p. 225. 8 St. Ed,, vol. V (bastardillas agregadas). 89 St. Ed, vol. V (bastardillas agregadas), p. 539. SL ple materialidad fénica, susceptible de enlazarse por simul- taneidad a cualquier suceso que la acompafie. Pero en la atribucién de relaciones estos significantes f6nicos se ordenan sobre Ja base de una causalidad que no sobrepasa la légica de la magia y del deseo del otro (entendiéndose en este caso por magia la adjudicacién de alguna intencionalidad causal a la coincidencia temporal). Por lo tanto, las fobias tempra- nas del primer y segundo afio de vida deben examinarse con cuidado; al interpretar el simbolismo alli presente, éste puede regirse por leyes mds acotadas que el simbolismo de las fo- dias mas tardias. Con el advenimiento de una légica preoperatoria y ope- ratoria, en que las vinculaciones establecidas entre el yo y el mundo incluyen ya relaciones preconceptuales y conceptua- les, el simbolismo se volveré més complejo y podré intentar dar cuenta con su propia legalidad imaginaria de las leyes de Ja estructura en que se halla inmerso el sujeto. Nuestra posicién coincide totalmente con Jo sustentado por D, Maldavsky, quien también se basa en la idea freudia- na de que el enlace de representaciones sigue una progresién. En la explicacién de la regresién en las fobias dice lo siguiente: “Bl primer tipo de inscripcién se basa en la simul- taneidad, cuando el sujeto logra articular las diferentes zonas erégenas a partir de un enlace libidinoso que las unifica, pero no concibe que distintas inscripciones por simultaneidad tengan un miicleo comun. Se trata de una concepcién contextual del objeto, el cual sélo tiene sen- tido en el encuadre (Bleger, 1967). El segundo tino de inscripcién (Ics.) se basa en la analogia, cuando logra detectar lo comin (el nticleo) en varias inscripciones por simultaneidad, y ademas, lo comin (los predicados) entre la representacién del otro, del semejante y la representa- cidn del sujeto. La inscripcién preconsciente, por fin, se atiene a criterios racionales, propios del proceso secun- 5 “Transformacién de las representaciones y los lugares psiquicos en las fobias", Imago N° 7, Letra Viva, Buenos Aires, 1978, dario y culmina en el pensamiento abstracto de la ado: lescencia, Cada nuevo nivel de organizacién formal de las representaciones, que es mas complejo y reordena a los anteriores, implica un tipo diferente de dolor psiquico y una distinta relacién con el cero. Freud postula que la constitucién del aparato-psiquico avanza desde los crite- rigs de enlaces basados en la simultaneidad, a los de analogia hasta alcanzar los correspondientes al precons- ciente, ligado, en principio, a operaciones concretas y !ue- go a-operacicnes abstractas y cada uno de estos criterios implica un modo de concebir la causalidad,” En tesumen, nuestra conclusién es que lo que Lacan ha privilegiado como procedimiento de enlace, la concatenacién esirictamente gignificante, es uno entre varios de los ‘mecanis- mos posibles de simbolizacién a disposicin de la psique, asi como Freud lo propuso. A su vez, “el juego de palabras” es un lugar vacante en la obra kleiniana, en Ja cual hallamos un exceso de enlaces simbdlicos de cierta simpleza icénica (taza- pecho, choque de autitos-relacién gexual) que han contribuido a una suerte de descrédito sobre sus hallazgos, Llamativa- mente la lectura del historial del pequefio Hans nos ubica -ante un Freud que parecié estar atento a la complejidad de lo que estaba en juego, y en ningtin momento redujo la diver- sidad a lo unico. Asi como propuso el enlace Wiigen-wegen, también consideré ia jirafa como pene. Las fobias, cuyo mecanismo de produccién es la traspo- sicién de la angustia mediante cualquiera de los procedimien- tos de simbolizacién descriptos, tienen un rasgo clinico dis- tintivo: se presentan generalmente en nifios que no sufren de otros temores. Un buen dia, como Juanito, el nifio comien- za a temer a un objeto o situacién que hasta ese momento habia resultado inofensivo o indiferente, y el objeto o situa- cion pose, generalmente, una dimension de algo insélito, original: temor a la cafia de bambi, a los globos, al caballo, a las tazas verdes. No consisten en miedos universales y es 38 D. Maldavsky, Obra cit, p. 93. como si uno sintiera —sugerido por la misma naturaleza del sintoma— el sello de la fantasia que se hace ofr. ‘Aunque parezca paradéjico, pues este tipo de fobias cons- tituye el paradigma de cualquiera que estudie, trate o se inte- rese en las fobias infantiles, éstasno son las fobias més frecuentes. Mpy por el Gontrario, un sintoma fdbico aislado, sin una histofia previa, sorda e insidiosa, de temores a lo lar- 20 del desarrollo, 0 de fobias compartidas con el medio fami- iar, o de timidex pertinaz, constituye un cuadro atipico en le clinica infantil.

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