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nos Aires, Losada. Diario metafisico, Madtid, Gvadarrama, 1969. Incredalidad 9 fe, Madrid, Guadarrama, 1971 Filosofia pare un tiempo de crisis, Madrid, Guadarrama, 1971. Beloral | Yeven (ec) History dee filacfie tom 10, da fit aK nitxion 9 ls xXi, 199 ra pel FOTOCOPIADORA. 46 _CEHCE Ms Beasts (Rae) Folio SI 190 yee oP IX Team Poul Sorter La obra filoséfica’ de Jean-Paul Sartre va acompafiada de tuna ebra Iiteraria y una obra politica. En una época en js que para muchos sélo subsisten algunos de los proble ‘mas filosdficos —el problema epistemol6gico, por ejem- plo—, su obra flosdfica es un intento de devolver a la Blosofia su cualidad de pensamiento universal. «Método de investigacién y explicacidn», pero también «arma so- Gal y politica», la Glosofia realiza ela unifcacién de todos Jos conocimientos». Es, pues, antes que nada, un métédo fheuristico y una empresa de luces. Es una praxis cuya ambici6n es forjar los instrumentos intelectuales que pre- ise el hombre del siglo 32 para conquistar su autono- tnia individual, colective e histérica. Esta empresa est tanimada por una conviceién esencial: bay una verdad hu fhana cuyo sentido, aun en la impotencia, sigue siendo Ja libertad, Ast Sartre pods4 responder a cualquier flo- sofia determinista que, si el hombre es libre, toda em presa te6rica debe de comenzar por esa evidencia. Sartre Gpondré a la polulacién de ideas y doctrinas un penss tuento totalizador que trascenderd la dispersién de las informaciones heteréclitas para devolver a la conciencia copnoscente su unidad original. He aquf en términos sin ddeda demasiado simples el programa de una flosofia que debe mucho al Siglo de las Luces y que, por medio de la dialécica, sumerge la clara razén analitica en las come plejidades y ambigiiedades modernas. ‘Cuando el existencialismo sartriano entré en Liza a par. tir de los afios treinta, chocé con la oposicién de le casi totalidad de las filosofias oficiales. Marzistas, cristianos, 191 hhumanistas tradicionales, neopositivistas, todos estaben de acuerdo en ver en ella bien un cripto-idealiamo, bien tan materialismo, bien un itracionalismo que corzia el ties, 80 de comprometer custro siglos de resultados cientifens Positives. Perseguido por una sombra de apocalipss, el existencalismo pasaba por un pesimismo, Tanto @ uncs como a otros respondia Sartre que su filosofia era un optimismo pero riguroso, un idealismo pero contestats. rio, un racionalismo pero ctitico. Se trataba de una cons, truccién, no de una demoliciin. Mientras tanto, el pri mer momento de toda ctitic situada era necesariamente negative, Aun hoy, el pensamicnto de Sartre sigue ac. |, tuando sobre ciertas mentes como un revulsivo, Desde. fando una cierta setenidad flosética que considers de | mala ley, Sartre lege a su lector en el malestar de la conciencia vivida y, mediante una reflexién purifcadora, ke invita a interzogar su ignorancia cémplice. Procedents |, dena toma de conciencia dle la tragedia humana, la flo. | solla de Sartre se clabora neturalnente em modo impe. tativo. Sus descripciones ontolégicas son llamamientos, | Sus andlisis politicos y sociales requerimientos y su moral ‘una intimacién. Lo que no impide que en buena parte ~ 81 obra sige siendo, como dice el mismo Sartre de la de Marx, la insuperable filosotie de nuesto tiempo», Pero toda obra es necesatiamente superable y tal vez uno de los aspectos més originales del existencialismo sea ol de arse como tal. Al hablar de Marx, Sartre habla de sf mismo: : ‘Tan pronto como hays pare todo ef mundo un margen de libertad ted, mis ald de x produccién de le vida, cf marcomo. deed Ge ivi una Gosia de la Hbertd ocupard su puesto, Bero'no {enemos ningin medio, ningin inserumento intelecnal, ninguna GiRerenca concrete que nos pemntan conceit esa libertad p crt festa Podemos descubrir hoy en Ja flosofia de Sartre cuatro ‘momentos: en un primer movimiento, que es el de sus € 192 ‘ a imeros ensayos, Sartre funda su propia teoria de Ja EEockeoda ican; ea un eopundo movitlcan, a del Liétre et le néant, capta el problema de la naturaleza humana a través de una teorfa del ser; en un tercer mo- inl, ld I Clg de arson dete, dena bases de una antropologia existencialista, y en titre miei el sgl ei tke bert, L'idiot de la famille, Sartre elabora, sobre la base de uaa Slovls rd dee bernd human, wat toi de la pasividad. De un movimiento a otro hay progresin, feccionamiento ‘del sistema, descubrimiento. Idealista [ principio, discfpulo de la fenomenologia alemana —pero discipulo contestatsrio—, se ha vuelto hoy ma terialsta. Sin eimbargo, su materialismo no es ni el de la céencia positivista ni el de los marxistas. Es, una vez més, tuna forma de idealismo. Sartre lo llama realismo. Pero hhemos de decir que esa terminologia de la flosotia tradi- iow jel a np led qu fade mentalmente una que confiere una especie de aturaleza a la conciencia —natureleza que es enters: mente libertad— es, tal vez, uno de los aspectos de Ia filosofia de Sartre més incomprendidos. La conciencia enfoca el mundo de dos mancras dist tas: mediante la pecepcién se hace tesis realizante; me- dliante Ia imaginacién tesisirrelizante. Estas son las dos srandles actitudes isreductibles de la conciencia. «De ello se desprende que se exclayen mutuamente» En la per 196 cepcién, la conciencia se da un objeto real, trascendente. Sin embargo, la imagen es una pura produccidn del espt- rity. No puede, pues, tratarse de una percepeién rena céente; se rata de una creacién, La percepcién renaciente proviene de un error: es la ilusién de inmanencia, Ea cieztos casos patolégicos, en el fenémeno del espejismo —y habrfa que afiadir, en el mando del determinismo psi- coldgico— Ia conciencia se encuentra en un atolladero, Entonces, la conciencia se equivoca y las teorias la si- gwen. «La ilusién de inmanencia consiste en transferit la espacialidad y todas las cualidades sensibles de 1a cosa al contenido psiquico que trasciende la exterioridad. El'cod- tenido psiquico no tiene estas cualidades: se las Jmaging, pero @ su manera.» La imaginacién no es, pues, una facil tad que nos permita hacer imégenes, sino la libertad que nos permite «{...] considerar el mundo como una nada con relacién a la imagen [...]», Es su serenel-mundo lo que constituye para Ia conciencia la posibilidad de imagi- nar. Es el hecho de una conciencia «situadan, que puede determinarse como no libre, es decir, como todavia libre. «Pera que el centauro surja como irreal es preciso, jus: tamente, que el mundo sea aprehendido como mundoen clque-l-centauro-no-éxiste [...]». «De este modo —con- cluye Sartre— Ia tesis de la irrealidad nos proporeiciia Ia posibilidad de la negacién como condicién suya; shots biea, éta no es posible sino por el ‘anonadamiento” del mundo como totalidad y este anonadamiento se ‘nof 1& vela como el reverso de la libertad misma de‘Ia-coa EL estudio de Ja imaginaciéa proporcionsba a, sistem sartriano un elemento indispensable: no hay peroeptio- res; n0 hay imdgenes. Hay conciencia imaginante y con ciencia perceptiva. Hay conciencia realizante y conciencia inrealizante. Nunca se dan separadamente. De este modo, Sartre expulsabe Ia imagen-cosa de 1a conciencia, como 197 habfa expulsado el Ego-cosa, pero sin sactficar la prima ia de lo real. El problema de la emocién que Sartre trata en su Esquisse d'une théorie des émotions, publicado en 1939, ‘es un desarrollo de las tesis de L’imaginaire: «{...] Esta sfntesis afectivo-cognoscitiva [...] no es més que la es- ‘tructura profunda de la conciencia de imagen.» Este nue- vo plantesmiento del problema levaba a Sartre a oponerse una larga tzadicién que pretendia que Ja pesién fuese experimentada por un sujeto actuado més que actuante, y que, por consiguicnte, legitimaba un riguroso determi- rismo psicolégico. Sartre sefialaba, pues, en su extudio de la emocién, ese importante hecho que muy pronto iba ‘2 oponerle a Freud: la conciencia irreflexiva, esponténea, que no hay que confundir con una conciencia inconscien- te, mantiene relaciones de orden existencial con el mundo, espacio chodolégico» de utensilidad, Este mundo es un mundo «dificil» y las tareas humanas se realizan en él segin un coeficiente de adversidad que las determina. Cuando este coeficiente de adversidad sobrepasa las fuer vas humanes, «[...] tratamos de vivir (el mundo] como si las relaciones de las cosas con su potencialidad no testuviesen reguladas por procesos deterministas, sino por Ja magiav. Es decir, tratamos de cambiar el mundo. El miedo se convierte én efingido desvanecimicaton; la tris teza pasiva es exigencia de no-exigencia; la crisis emocio- nal se convierte en abandono de responsabilidedes. En el mundo de Ia afectividad —que no ¢s el de la efectivi dad—In-conciencia «no tiene como fin ef actuar realmente sobre el objeton. Se puede decir que esta conciencia es cexperimentada y actuada, cuando, mediante una reflexién cémplice, se capta a sf misma como motivada por su ob- jeto. «{...] La pasién se constituye a partir de esta re flexién [...]» La pasién no remite, pues, a la pulsién de una libido cualquiera, sino que ella misma es concien- cia, Esti gobemada por el cogito. Una.teflexién purif- 198 | bie 79 82 cadora revelaré que la concienciaemociéa no dispone sino de una autonomia secundaria con relacién a la mis- ‘ma conciencia, puesto que depende de su funcién inrea- fizante. Con la disolucién del estado emocional, se res: tableceré Ia soberania de la conciencia y lo isracional que dard reducido a las dimensiones més normales de una ‘onducta humana comprensible: Ja magia. ‘Con el Esquisse vermina el primer perfodo de la em- presa Sloséfice de Sartre. Se halla en poresién del gran Instrumento de su futura filosofis: una teotia de Ja com iencia, Esta conciencia es constituyente; es una nada, tun no-er, Pero se plantea una cuestin: si esta conciencia ‘onstitayente es una conciencia primera, ¢no nos vere- fnos, 23:0, proyectados en el mundo de Ia representacién universal, del idealismo absoluto? Dicho de otra forma, tun problema de ser surge naturalmente de esas dos pri- imeras investigaciones: ¢funda la conciencia al ser, 0 hay tun ser que fanda la conciencia? Una investigacin orien tada por Ia psicologia fenomenolégica habia acabado por desembocar en un problema de flosofia primera, Era preciso: realizar nuevas investigaciones. Durante el perioro que va de 1938 a 1943, Sartre da ejemplo de una actividad intelectual Gnica en el mundo dde las letras: una obra considerable, tanto en literatura ‘como en filosofie, seré el fruto de estos aos de trabajo. Publicars Le nausée en 1938; Le mur, algunos de cayos relatos habian aparecido aparte, seré publicado en 1939; scribisd los primeros ensayos de Situations I; en 1943 publicaré Les mouches, y, también en 1943, L’étre et le néant, 2. an’BoRE wT LE NEAND> En ocasiones, cuando habla del existencialismo sartriano, dl pensamiento cientifco se asombra de que un filésofo 199 del siglo 20¢ haya escogido abordar el problema del hom- bre y del mundo a través del singular intermedio de la retafisca y particularmente de la ontologfa, que no pro- porciona més que enunciados circulares. Quizés basta con responder que, como hipétesis de trabajo, la teoria del ser proporciona concepts # un nivel de genetalizacién ape pete om plamlenin ttimente torvo de Je 2 . En este contexto es donde se puede apreciar ee Tie cine oa ee gacién que se propone aprehender formalmente la reali- dad'humana en su generalidad tltime. L’étre ct le néant ¢s tin tratado de Ja naturaleza humana, ¢ incluso de la natiraleza humana universal, pero en un dispasén mo- demo. El objeto de su reflexién podrie ser formulado de Ma sets maner: pte tna uma olen en un mundo en el que se ha vuelto imposible poste: ler prior la exstencia de una natureleza humane uni versal? En sltimo andlisis se trata de una larga meditacién sobre-la materia y el espiritu, Su tesis esencial es que el hhombre es esa materia que es contestacién perpetua de le materia asf como nostalgia de la materia. Sin embargo, antes de llegar a ese punto, ban sido precisas largas inves- tigaciones de una ontologla fenomenolégica que formula tuna interrogacién del ser por el ser. Para Sartre, existe desde. el comienzo una evidencia ~ concreta y una prueba del ser que hacen que el probleme “>: el ser pucda see considerdo como un fas proble ma, Hay una insttucién que revela al ser en la andusea> yy hay una prueba ontolégica. «El ser nos sera revelado por algin medio de acceso inmediato, el hastio, la néu- sea, ete, la ontologia seré In descripcién del fendmeno de srt y como ae mais de sn interme ios.» Esta evidencia plenaria del ser en toda vida, onde concrete de lo ctduno oe da gost presencia en la conciencia de su: propia materialidad. ES, el gusto que le viene a la conciencia de su cuerpo::«Uiia | néusea discreta e imposible de superar revela perpetua- mente mi cuerpo 4 mi conciencia.» Sin duda, eto es sul Gente para plantear el problema a nivel concreto, pero para plantesrio a nivel conceptual se precisa una demos Praciéa, Sartre esctibe: «la conciencia es conciencia de flgo: eso significa que la transcendencia es estructura tonstitativa de la conciencis; es decis, que Ia conciencia pace referida a un ser que no ¢s ella. Eso es lo que llama: thos 1a prueba ontoldgica». Dicho de otra manera, la fe- fhomenologia le permite salir del cireulo vicioso de la epresentecin universal y plantear, por medio del fené- meno del ser, el ser del fenémeno. El objeto real, imagi- fnario o conceptual, es «para» la concicncia, El ser de la Conciencia implica un ser distinto de 41, un ser trans- endente que no es reabsorbido por la conciencia, un ser transfenomenal «en sip. Asi pues, no es cierto que el ser fea una simple tepresentacién nj un falso problema, ai jque todo enunciado que conciesaa al ser sex circular. «Bl Ser estd en todas partes a mi alrededor, —escribe Sar- tre} tengo la impresién de poder tocarlo, eprehenderlo; la representaciém como suceso psiquico es una invencion de les flésofos.» Este punto de pertide plantea, dentro de tna teorla gesieral del ser, la diferenciacién de los modos ‘ede la conciencia y el de la cosa. La cose e& Ta conciencia es parasf. Y, sin embargo, hay una tinidad: reeme, pun yao o mimo twp igrmodo ox et Bettas el prt pr ol mee Sc de acme, 2 be denon es sone new il co Soe ie oe oe ee eh Mes a pn de coon ear ee Sn SP tage so ent roca « cece eee ay, co nao qu tame ee soy ol are ceria, yoo como revs + cee a et Secon fra fy (nl Brace bo es Gntolégicamente ‘eanteriors al pasado o al futuroy eth BS eee re a late lr fdious ee cl waco dl no set indi ie co et Hndpeamble pa forma sini tude Si hemos citado un poco extensamente este pasaje de Létre et le néant es porque encicrra en un espacio limi- tado lo eseiicial del método sintético de Sartre y nos prov porciona un insigne ejemplo del valor explicativo del sis- tema. Aqut, y en pocas palabras, volvemos a encontrar, ‘ecidos ls limiter de un slo pensaieato totalizedor, as nociones de en-si, para-sf, nada, libertad, valor y posi. bilidad, ranscendencia y yo; por lo demés, todo ello es _ planteado dentro de una teorla unifcada del ser. Las di. ‘Remions tempore 20 on ses, sino modes dese le el punto de vista de una concicacia temporaliza. dora, del paras, el pasado ha sido, el presente no es, el futuro tiene que ser. Lanzéndose hacia su posible es como el para-sf se descubre en cuanto dimensin de ser futuro; ante el pasado, el paras se encuentra ante un set —el suyo— desprovisto de posiblidades, pero que todavia tiene que ser segiin el modo del presente; en cuanto al presente, es «{...] ese quiasma en el seno del parasf que es la presencia ante el ser», No se puede decir més clara ment gl emp o cunt forna i un dato del cspitity, sino una acciés, una construccién, La espont Pe pe ein ian ee ¥ la duracién, puesto que es surgimiento y anonedamiento, Pezo cqué decir del tiempo tal y como lo concebimos pot medio de la ciencia, el tiempo de la fisica, el tiempo st deral? Sin duda, hay un fluido intramundano, responderfa Sartre, pero qué podemos decir de lal margen de una refe ‘enc humans sino que es ef... una vst continidad ¢ transcurso, a la que de ninguna manera se le pueden asignar elementos primeros que existan en si. ‘La teotia del conocimiento sartiano, esbozada en ls primeras péginas de L’stre et le néant, recibe una elabo- racién més exhaustiva a medida que progress la investiga: 206. vue y se lumina con la uz dela dialéctica erst y pate-si. Digamos, para clarificar la cuestidn, que no se trata de ra- zonamiento ni de Iégica en el sentido propio de ex0s términos. Se trata de un problema ontolégico que funda- rmenta el conocimiento cientifico igual que fundamenta la investigacién filoséfica. «No existe un conocimiento que po sea intuitivor, escribe Sartre. Entiende por ello la ‘pura presencia del espiritu ante su objeto; que los instru- rmentos pueden ayudar a obtener, pero qe n0 debe con- fandirse con ellos, y que supone por parte de Ja concien- cia la posibilidad de darse un objeto. De ello se deduce que la conciencia, vista desde ese dngulo, forma parte del probleme general de Ja transcendencia. En efecto, Sartre plantea el problema preguntindose oémo un objeto en general puede existir para Ia conciencia, La teorfa sartria- fa de la transcendencia es al mismo tiempo obra de un objeto que sélo existe en cuanto es pensado, y que, sin ‘embargo, existe ensi independientemente del pensamien- to. Mediante una afirmacién intencional, es decir, me- diante una «negacién afirmativan, el pare-st decreta que haya east. Esta afirmacién, totalmente humana, leva al ens a exist El ser que resulta de ello y-que no es el de Ja conciencia esponténea es un conocimiento. «Es que el ‘conocimiento desempeiia el papel de intermediario entre cl ser y el no ser [...].» Esta conciencia cognoscente, ‘que no ¢s todavia la de la cognicién, es sin embargo su posibilidad. Esta fundada por la conciencia y difiere de ‘lla: «{...] Puesto que el ser mismo de la conciencia ts independiente del conocimiento, preexiste a su ver dad [..]», escribe Sartre refiriéndose a los otros. Este conocimiento, convertido en abstracciée. y cognicién me- iante una reflexidn més detenida, hard que Sartre pueda tbordar la naturaleza del objeto transcendente en sus and- lisis de la determinacién, de la calidad, de la cantidad, de la utensilided y de la sbstraccién misma, de la que Sartre diré: aEn lugar de abstraer certas culidades a partir de 207- | Jas cosas, por el contrario, hemos de ver que la abstrac. 25 E cién como forma original de ser del para-s{ es necesaria ~ F para que en general existan unas cosas y un mundo.» t | “Esta teora, plagada de dificultdes, pero genial, no se entiende més que como un esfuerzo para resolver las con- | tradiciones de la tesis de la representacién universal y =} fandamenta te6ticamente un objeto universal conereto —como habia hecho el empirismo—, pero sin perder, | como el empirismo, el beneficio de una conciencia consti- ‘tuyente y libre. Al ser en este-estadio un idealismo, era preciso que el existencialismo, en la recuperacién de lo real por la conciencia filosofante, reconquistase el dominio de lo real absoluto. Con su teoria del ser, Sartre explicaba las estructuras de Ja conciencia humana, pero hasta ahora se referia sélo a la conciencia individual. Su teorfa del ser le servird tam- bién para explicar la conciencia intersubjetiva y el adve- nimiento del otro, De ello resultaré una profunda modifi- > cacién del ser del pars-si EI otro surge en el mundo del para-s{ no como un ob- jeto, sino como otro pare-s{. Revela su transcendencia al ‘para-si mediante su mirada. El conflicto que de ello resulta tiene como émbito predilecto Ja inmanencia misma de la ‘subjetividad. Ante el objeto la conciencia se determinaba como no-objeto y fundementsba sa conocimiento, Arte otro que es paresi y no ensf, es dei, que es segin-el modo de ser, el para-sf se niega como otro en el interior del circuito de la ipseidad y descubre, mediante un cho- que ontoldgico, su dimensién para-otro. Como este anona- damiento es reciproco, somos testigos del nacimiento del conflcto de las conciencias que hari que Sartre dige,al final de su investigacién: «La esencia de las relaciomes ‘entre conciencias no ¢s el Mitsein, es el conflicto.» ¢Qué sucede cuando dos seres se miran? °™! La mirada é¢ uit fenémeno curidso que se parece aun’ fenémetio ‘cai mégico de poréién: Le nieve sintesis'd2- . ser que resulta de ello es un perperuo desafio ala libertad. | <{...] una sfatesis dada de la que soy estructura esen Ei dunes pose ina spo a coin Stitiea y el cardctet de en-sfo. El pare-s{ mirado se cone ‘ieree en esclavo. En otras palabras, el otro sigue siendo tse sujero para el que soy objeto. El ser del ser-para-otro se manifiesta a la concienciareflexiva como el ser-pars-st- parzoto, Si bien nos permite afirmar Ia existencia del Duro en lugar de conjeturarla, hay que subrayar también ln idealidad de esa realidad concreta. Sin duds, también hay que subrayar que la mirada es esencialmente agresiva. ‘La primera relacién con el otro a través de su mirada es una relaciSn expirtual; pero la relacién secundaria que fl parssl mantiene con el otro a través de su cuerpo n0 Jo es menos. Una large tradicidn pretende que el cuerpo sea cosa y que el alma sea espiritu, Sartre escribind a este Tespecto: «El cuerpo es el objeto psiquico por excelencis, tl iinico objeto psiquico.» Esta espirisalizaciéa de la carne hhace que el existencilismo dé un gran paso hacia adelante. ‘A partir de ahora seré posible recuperar todos los recursos morales y afectivos del expiritu en beneficio de la materia Conzcbide, siempre de forma rigurosamente materialist, dei sn fans eprint. Un veg mls cont famos el poder explicativo de una teoria del ser en un tiptoe al que desde hace sglos se le han venido dando nil vueltas: si el alma es cuerpo, como afirma Sartre, es ten cutto el prea 8 ro inion i hemos de comprender al cuerpo, habremos de establecer Sey a toc reflexions un orden confome al orden del ser (on Exo aire decir gue vamos «fener gu comprender el cuerpo en cuanto serparesf y en cuan setaraotro, gQué entiende Sartre por tener un cuerpo? “Tener vin’ cuerpo es al misnio tiempo vn fenémeno de ‘onciencia'y un principio de situacién en el mundo. El ‘cuerpo, vivido subjetivamente por el para-si, depende del pareaf 78 ltimo término, de le iberead humana, «Te- 209: ner un cuerpo es ser el fundamento de Ja propia nada, per re ere ‘cuerpo en la medida en que es; «{...] el cuerpo pertenece, pues, a as estructuras de la conciencia no-tétca (de) si». Sin embatgo, el para-sf no funda su ser. Hay, pues, otto ser, soporte dal ser-para-si, que es en-s, ser contingente que hace que el pars-si sea presencia en el mundo, En cuanto ser contingente, «{...] el cuerpo no se dist Gen vitactn dl pared (1; por ota pte, ve ent fe con el mando entero encanto el mundo el ese cién total del para-sf y Ia medida de su existencia». Esta idealidad del cuerpo concreto es una precioss adquisicién para Ia filosofia. Es un principio de materia inmaterial de materia aligerada— que permite plantear, dentro de un tnico y mismo concepto, un espirita absolutemente libre y un cuerpo rigurosamente determinado. «Mi cuerpo cs coextensive al mundo, esté expandido a través de las cosas, y al mismo tiempo esté recogido en un solo punto indicado por todas ellas que yo soy sin poder conocerlo.» ‘Tal es el cuerpo en la facticidad del ser-parast,condi- cién de finitud en cuyo interior se dibuja el proyecto ori- ginal del paras. Sin embargo, todavia no conovemos e3€ cuerpo; para ello seré preciso el cuerpo-paractro. El cuerpo-pata-otro es al «objeto magico por excelencian Cuando el cuerpo-para-si, objeto ps{quico, se encuentra con el cuerpo-para-tzo, objeto magico resulta de elo un fenémeno de cuasi percepcién que remite al para-sf antes a Ia percepeiéa imaginante que a la percepcién realiza- dora. El objeto que aprehende el paras es al misino tiem ‘po el cuerpo del otro y su propio cuerpo, pero tanto en la percepcién de uno camo de otro no puede tratarse de una cosa. Fl lector tiene presentes los ejemplos de L’magi- naire. Como una sinfonia que no se cscucha més que «en Jo imaginarion, el cuerpo del otro, idéntico al mio, s¢ revela en,la totalidad.de su vida y de, su acciéa como un 49, cuerpo, un,cuerpo-més-que-cuek: 82 por se convierte para mi en algo cinssible y aliensdo>. Flay, pues, un fenémeno de conocimiento, es decir, pre- sencia del espiritu ante un objeto, pero ante un objeto ndgico investido de la subjetividad del parasf, Sélo a este fhivel se produce Ia analogia: cuando nuestro cuerpo es fpercibido por otro, «{...] entonces nos parece que el otro Fealiza para nosotros una funcién de la que nosotros somos incapaces y que, sin embargo, nos incumbe: vernos como somos. Asi, mediante una inversién del pensamiento, lo calto se revela, lo revelado remite a una pura condiciéa Gel sez y se conoce lo isreal convertido en zeal. De objeti- ‘vided alcanzada por una mirada, el paras{ se vuelve casi objetivo. No por ello se converte en uns cosa, pero «al insertarse este esfera conceptual [...] entre el cuast objeto y la conciencia reflexiva dard término a la objetivacién del Zuasi cuerpo psfquicor. El mando filosético de Sartre em fa estar habitado, Resultaban posibles la intersub- Fexivided y la sociabilidad. Esta serd la parte més discutida de Létre et le néant. ‘La intersubjetividad sartriana se anuncia bajo el signo del secuestro. «Asi, mis relaciones con el otro no son dis- Iéeteas, sino circalares [...]}» Sin embargo, Sartre aiiade de inmediato: {...] aun cuando cada intento se enri- iquezca con el fracaso del otto. Hay, pues, una especie de intersubjetividad, pero no hay un ser intersubjetivo; no hay un Mitsein, La experiencia del «nosotros», escribe Sartre, «{.».] 20 puede constituir una estructura ontol6- pica de la realidad humana [...}». Ast pues, en L'tre et Te néant cl ser social se funda de forma abstracta y s° queda a nivel de epifenémeno. En esa época el «nosotros» : para Sartre una conciencia lateral, y 10 posicional, de ‘estar solamente rodeado por los otros. Ast pues, ni el ‘cnosotros-objeto», constituido por la mirada-de un ter: Geto, nivel cnosotros-sujeto», mirada del tercero,_podrén fondameatar un verdadero «nosotros» reciprdeD., Tanto tio como: otro: no hacen més que seflejar una. las.dos primitivas actitudes del para-s{ ante el otro, que podrfamos denominar, simplificando mucho, la actitud masoquista 0 la actitad sédica. En el limite extremo, el paresf, bambo- leado por las exigencias de la buena y la mala fe, es con- sagrado a Dios, «{...] el ser que mira y nunca puede ser mirado [...]». El tercero, condicién del «nosotros», es sitrealizable». No ¢s sino «[...] el objeto del concepto- limite de alteridad». Asi, la clase oprimida existe porque i Sin duda, confiesa Sartre, existe sn de todos los demés, pero este proyecto es abstracto e irrealizable. Y Sartre concluye: «En vano hariamos votos por un nosotros humano en el ‘que Ie totalidad intersubjetiva tomase conciencia de st misma como subjetividad unificada.» Estas perspectivas, tun tanto limitadas, serdn rectficadas en le Critique de la raison dialectique. 3, DE aL/ETRE ET LE NEANT> A LA «CRITIQUE DE LA RAISON DIALECTIQUED ‘A partir de 1943, la fama de Sartre se extiende por todo cl mundo, Dé shora en adelante seré considersdo como la cabeza del existencialismo ateo de la escuela de Paris. como el éxito que obtuvo su obra maestra teatral, clos, consagré la reputacin literaria que le habia va- lido La nausée, a aparicién de L’éire et le néant bar uno de los filésofos més importantes del siglo. En 1945 Sartre funda con Merleau-Ponty Les Temps Modernés. en Ie creacién de un movimiento polt tico, el Rassemblement Démocratique Révolutionnaire, ‘ondenado al fracaso en breve plazo: En 1946 escribe el prélogo para una edicién de los Ecrits intines de Bandle- Insite, ea el que por primera ver estudia el problema del acto literario y de su compromiso. En el mismo fio con- testa al neomarxismo estalinista en un largo ensayo, Ma 212) ee: Lerilisme et révolution, y publica L’existentialisme est wn | umanisme, boy en dia convertido en un césico, en el que cl existencialsmo sala la palestra, En 1946 hace un vsie alos Estados Unidos; daré comienzo «una serie de viajes ue le conducirin a Africa, los pases escandinavos, Rusia y, en 1959, Cuba, En 1947 vuelve « ocuparse del proble- | sma de la accién literaia en los enseyos titalados Qu’est-ce (que la littérature? Estos ensayos, meditaciones en tono ¢o- {rico del poeta-filésofo, exigirén el compromiso de la I | teratura de significacién, Puesta a punto magistrl que | Ihace époce y de la que no seria exagerado deciz que pro- viene toda la literatura francesa recente. Ea 1952 Sartre publica Saint Genet, comédien et martyr. Es un watado de moral con motivo de un psicoandisis existencial. Se bbemos pot Simone de Beauvoir que fue hacia este perfodo cuando Sartre renuncié escribir la moral sistemética que habia anunciado al final de L’étre et Je nant, Escribe en tuna nota inédita: «{...] La actimid moral aparece cuando las condiciones téenicas y sociales imposibilitan las con- ductas positivasn, Es interesante comparar este texto eon otto de Saint Genet: er uc] bien la morel et una puperrcha, 0 bien es una tcalidd Conreta que reaiza Ia sintese del Bien y del Mal (..J. Poe 10 dls, en Ia stwacén Bietric seta, eta sintess 20 steals ble, Por eso, toda moral que n0 se presente explictamente como Inmposble hoy contsibuye a la mistdcacén y 1 x alienacién del hombre. En los importantes ensayos sobre el contenido eventual de la Critique de la raison didlectique, Sartre publica entre 1952 y 1954 Les communists ot la paix y, en 1956, Le colonilisme est un systeme. Si pensamos ca que este Pe odo es ‘también el de las revelaciones sobre los campos de concentracién en Rusia, el de Ie intervencién soviética fen Hangria, el de un nuevo imperialismo americano con la americanizacién de Europa;el de las guerras.de Corea, 23 ‘Angelia y poco tiempo después Vietnam, el de las dife- rencias que se interpondrin entre Sartre, Camus y Mer- leau-Ponty, entonces nos ser4 posible entender que Sartre se haya sentido desgarrado por unas contradicciones mun- diales que ningin optimismo ni pesimismo podian solu- cionar. Erea al tiempo la prueba y la refutacién de las teorfas elaboradas en L’étre ct le méant. Sartre escribe en Ia Critique de la raison dialectique: Fae Ia guerra la que hizo que estallaran los anticuados marcos cde nuestro. pensumiento, La guerrs, la ocupscién, la resistencia, Jos sfos que, siguieon, Quetiames luchar’al lado de ls case brera, entendiamos, pot fn, que lo eoocreto es la historia, y la cca dialéctica. Sartre es modesto en este pasaje, ya que en realidad su sistema se preocupaba desde el comienzo por poner los fundamentos teéricos de una filosofia de la accién. Los “ltimos andlisis de L'étre et le néant, que trataban de las ‘ecategotias cardinales» dela realidad humana (tener, hacer y sex), babian puesto a Sartre ante este resultado positive: Si el hombre es ontolégicamente libre, ha de poder legar f ser duefo de su destino. El ser, en lugar de oponerse al hacer, se fundia con él. Es preciso sedialar también esta prefiguracién de las investigaciones de la Critique: las ideas embrionarias de lo «préctico-inerte> y de la «seria lidad>. La matetialidad pone 2 sello en nuestra comunidad slidaia Y navoias aparecemos ante nogotee isms como una disposiin ate rege neem ge gar asignado mediante un fn. [Y mis adelante:] Ms Ses mis Dronimes ton los fines del aco, ¥ me veo como intercambiable fon cunlguiers de mis vecnos {1}. En este palo de Meto fo bay mds que un solo proyecto, incito desde hace tempo ea I materia, en la que se ba introduido wna tensendencia Viva © indiferenciada. Hay, pues, por parte de Sartre una bisqueda de una nueva sintesis, quizd imposible de hallar: desde esta pers 214 pectiva ha de ser comprendida la Critique. Este giro de- Eisivo y dramético del pensamiento de Sartre inaugurard Gl tercer momento de su investigacién filoséfica. 4. LA «CRITIQUE DE LA RAISON DIALECTIQUE® La Critigue de la raison diclectique cx el froto de una larga nneditacién sobre Marx, sobre ef marxismo contemporéneo y sobre un problema histérico. Desde el comienzo, Sartre Jinia el existencialismo con relacién al marxismo en té tninos categéricos: «[...] Considero al marxismo como la insuperable filosofia de muestro tiempo [...] ¥ 4 la ideologia de le existencia y su método ‘comprehensivo! como un enclave en el propio marxismo, que al mismo tempo la engendra y Ia rechaza». En evanto al papel del ‘existencalismo en el interior del marxismo, Sartre se e- prese en los siguientes términos: ‘Bn a actalidad, la experiencia, socal e hissrica cae fuera del Het [oo}, Lar wdguisiciones reales de la sociologia americans 20 sjeo omiltar su inceridumbre tetica; tas un eomienzo folgo- cee el prcoandliss se ha inmovlizdo (...]. En ceanto al mar Ere idee fundamentos tedcicot, engloba toda le actividad bur Zep’ feo yt no sebe nada ro conceptos son imposiciones; wt Shjetve ya no es adguiir copocimientos, sino constitute a prior! cewtnber abroluto, Frente a esta doble ignorancis el exstencia {iam pada renacer y manteneree porgue reaimabs Is realidad de Jes hombees [o-): Pero equé es lo que el existencialismo aporta al mar wismo? La Critique entera es la respuesta « esa pregunta, que sin embargo puede resumirse asi: «... Llevar a buen ‘émino un andlisis de la ‘realidad humana’, que podré servir de base a una antropologia». Estas palabras, que Sartre escribe en 1939, en. Esquisse d'une théorie des émotions, corren parejas con la cuestién ‘esencial que Sartre lantea ea la Critique en 1960: «¥ para terminarformulo 215 ume pregunta, Una sola: ¢tenemos actuelmente los medios ‘para constituir una antropologia estructural e histérica?» El objetivo de la Critique serd, pues, superar el materia lismo dialéctico por medio del existencalismo. Este era para Sartre, desde el comienzo de sus investigaciones filo- séficas, el punto débil del marxismo, En 1936 decia: ‘Siempre me ha parecido que una hipdtesis de trabajo tan fecunda como el materialismo histético en modo alguno cexigla como base el absurdo que constituye el materia- lismo metafisico.» Y hacia 1960 respondia a Royer Ga- randy: «Entiendo por marxismo el materialismo histé- rico [1] y no el maverialismo dialético, si se entiende por ello ese ensuedo metafisico que cree descubris una dialéctica de la naturalesa.» La postura de Sartre habia sido, desde el comienzo, Ia de un antropocentrismo que cen L’éire et le néont le permitia establecer los inaliena- bles derechos de la libertad, Ahora le correspond{a explicat por qué esa libertad se convertia en impotencia, Podefamos decir, parafraseando lo que Sartre habie dicho de Ia feno- menologia husserlians, que todos los resultados del exis- tencialismo podfan venirse ebajo si la tesis de la libertad zo fuera la base de la esclavitud humana. El método de la Critique tendré como dificil empresa le de examinar ésta ccuestién, «Pero Ia alienacién no existe més que si el hots- bre es em primer térmrino accin; In libertad es la base de la esclavitud, el nexo directo de interioridad como tipo al de relaciones humanas que fundementa Ia relacién Jhumana de exterioridad.» Si el existencialismo es un rea- lismo, si uno de sus sentidos es Ia idealidad de Ia realidad Jnumana, gn0 podria haber otto que fuese su materia: lided? 2Qué €6, pues, Ia materia? «{...] No aparece en parte alguna en la experiencia humana», contesta Sartre. La ma- teria en sf es pura inercia inorgénica, y lamazla energia seria utilizar una vez més una signficaciéa humana. ¢Qué cs una erupcin voleénica en s{nisma sino <[...] un pro- 216 ceso sin limites precisos y sin significado [...]2» «La ma- teria no podria ser materia mis que para Dios o para la pura materia, lo que seria absurdo.» Sin embargo, si ben fs imposible aprehender la materia ea sf misma, toda la fxperiencia humana nos remite a un fenémeno de mate~ fia, As{ como en su investigacién ontolégice Sartre habla encontrado Ia pareja indisoluble del ensf y el parast, est también eocontrard ahora en una investigacién hist6r ln pazeja indisoluble de la materis-cmpresa. La materia. lidad humana espiritual marca con el selo de su autono- mmia la materialidad de Ja navuraleza: Luc] Los proyectos de los hombres se griban en el ser, de tans [icidos ve eonvierea ca opuce, de tenues en densos, de igerot Go permanente; ie contiertn en ser al perder su caticter de ostecimizno vivid {.), Se niegin inclu [...] a diolvese Soc coocineatn [Por medio de i tassonanccin ol topect inerito en In cosa por auesto cuerpo adguere los cars Pee csencaies de esa coms sia perder por completo sus cull ades erginales [-]. Asi, la materia, de la que no sabemos nade, adquiere por medio de Ia realidad humana el sentido de fuerza. EL iaterialismo dialéctico es un mito, puesto que precisa del tmaterialismo histérico para hacerse comprensible, Lo que equivale a decir: cl hombre es el ser por medio del cual le idea de naturaleza hace irrupcién en el mundo. Hey, pues, una superacién del materialismo disléctico, y no una Fefutacidn. Pero gno estamos revistiendo a la materia de los prestigios del espiritu con la intencién idealista —y tal ‘yer inconsciente— de hacer que sea inoperante? ¢¥ qué pasa con la primacia de la materia que admite Sartre? ¢No fe tata acaso de una materia desmaterializeda que supone otra metafisica de Ja naturaleza? Esta dificuliad no puede tentorpecer a Sartre, ya que su sistema le permite respon der que para romper el régimen de violencia de la materia ts preciso que Is flosofia se proponga una doble finali: dad: ¢{..-] Resolver las ‘contradicciones médiante una 2i7 totalizacién més amplia y disminuir la influencia de la ‘materialidad sustituyendo lo opaco por lo tenue y lo denso por lo ligero, es decir, crear una materia inmateril», Evi- dentemente, estamos més cerca de lo que se podria peasar de las posturas de L’étre et le néant, donde toda le teotia sartriana se orientaba hacia una posible accién del paras sobre el ent ero si éste es el planteamiento del problema y si los smétodos de las ciencias actuales son insuficientes, gqué solucién podemos esperar? Serre concluye que las inves- tigaciones cientifcas exigen una «nueva racionalidad». La -erazin dialécticay serd la que aporte esta nueva racio- nalidad. La razén dialéctica se opone « la raz6n analitica 0 posi- tivista, en el sentido de gue es razén humana que tiene cen cuenta la subjetividad humana, es decir, la libertad del hombre histérico, asi como del investigador mismo. Es sintética y-a priori en la medida en que depende directa- mente de la unidad de la conciencia. Permite, pues, apre los problemes desde el interior y pensar los con- juntos: Al plantear un objeto pare la conciencia, reintegra al experimentador en el sistema de la experiencia; apre- hende los fendmenos que explican las informaciones dis- cretas y opone @ Ia inestabilidad del juicio de hecho, que s6lo la opinién sostiene, Ia verdad sigaificante de un fe- némeno de ser que constituird un desafio al dogmatismo cientiico. La propia raz6n analitca se aclara a la luz de la razén dialéctica: no es més que «un determinado mo- mento de la razén disléctica {...}». En ottas palabras, se tata de la creatividad del pensador, formada y controlada ppor una cultura filossfica que se ha hecho consciente de sf misma y eapaz de unificar los diversos conocimientos ientificos. También quiz veamos que se trata de la in- tuicién de las esencias que, desde Husserl, opone a las ciencias constituidas Ia filosofa como ciencia rigurose. Esta intuicién estf en Sartre corregida y disciplinada por Ia dia- 218 Iéetica hegeliana y por el materslisino marxista, Partiendo de Husser!y de Heidegger en sus primeras investigaciones, Sartre se habla encontzado con Freud; en la Critique cho- ‘ca con Marx. Se trata en Jos dos casos de! mismo escollo: ni Freud nj Marx ravieron en cuenta un fenémeno bo- ‘mano que determina tanto el sentido de la necesidad como cl de la patologia: «[...] El pensamiento de Freud y el de Marx son ambos teorfas del condicionamiento exte- tor», afirmaba Sartre en una reciente entrevista. Habla, pues, razones para superar tanto el psicoanilisis como el ‘marvismo y Ia ciencia positivista mediante una teorfa uni- ficante que devolviera al conocimiento ese vinculo de terioridad, ‘nico capaz de hacer comprensible la exteio- ridad, Sartre dice actualmente que «todo es abjetivon. Claro que al nivel del pensamiento en el que se coloce aunque sélo a exe nivel— es Jo mismo que decir que todo es subjetivo. Dicho de otra forme, se produce la su- petacién de una.seudodicotomia ‘La razén dialética, para ser aceptade, ha de poder pre- sentar nuevos datos, nuevos conocinientos. Efectivamente, mediante la teoria de lo «prictico-inerte» se hace posible tuna definicién del hombre por la materia y toma forma tun determinismo existencialista que contesta todo deter rminismo cientifico 0 teolégico: «Pero el hombre es juste ‘mente esa realidad material por Ja que Ia'meteria recibe sus funciones humenas.» Este nuevo materialism estaré fen condiciones de conferir un sentido al economicismo fmarxista: «Un hombre es un organismo préctico que vive con una multiplicidad de semejentes en tun émbito de re era» No se trate, pues, de metafisic ni de teologa, sino de un monismo, es decit, de un principio dominante. Lo ‘que es un dogma para el marxista es para el existencalista ‘una hipétesis de trabejo: ein ‘aan ave pre del mando uma ye «x Braise cit nmol cr elon de ln ated. Bx 219, Sinico que es un real Imente teoldgies de contemplar la naturaleza «sin afacidos exta- Bom; eel tino que 20 hace del hombre ni una dspersin mo- Ieadas ni un set abate, el unica que lo define primero por sa! pace ea el taedio general de la vida animal, el nico capaz de) Ziperar evtas dos afrmaciones igualmente verdaderas y contradic fonas: en el univeno todo es material, en el mundo del hombre todo es humano. Dicho en otras palabras, el marxismo segrega un sen- tido y el existencilismo lo extrac: si hay a fin de cuentas tun materialismo dialéctico a pesar de todo —es decir, una aventura de la naturaleza—, su sentido es libertad. Guo] La Hore subjetnidad descubre primero on sf misma su obje- tivided como la necesided ineligible que tiene de ponerse en per Dectiva dentco de las totalizaciones qoe la totalizan (..). La sub, JRvided aparece entoness, en toda su sbstracciéa, como Ia con- ‘Seoa que nos oblige a realizar Mbremente y por nosotros ismos In seatenca que una sociedad aen cursos ha fallado en contra nves tea y que nos deine @ priori en nvesto set. A este nivel encos- traremos lo pricicodnere ‘Algunos han visto un animismo en la teorfa de lo préc- tico-inerte; lo que quiere decir que n0 hen entendido la naturaleza de la doctrina. Lo pricticoinerte es, en primer lugar, una relacién humana, pero es tambiéa, en esa:re- Iaciéa, la «indizoluble unidad de lo inerte y la finalidad>. En otras palabras, es el hombre en cuanto ser material. Por s{ misma la materia inerte no puede exigir nada; sin ‘es exigeacia en todas partes. . La «familiay convierte a Flaubert en vasallo con | todas sus consecuencias: «f...] la propiedad feudal, es | decir, el lazo que une a dos personas a través de la cota | dada se convierte para Gustave [...] en una estructura fundamental de su derecho « Ia vida [ser4] siempre incapaz de distinguir Ia propiedad del don [...]o; esta propiedad crea en él la insufciencia» con el resultado de convertir la insuficencia de ser en su cleecién funda mental; hard de esa insuficiencia una verdadera inferio ridad>, inyectando en el pequefo Flaubert un cgootro, pero un egoFlaubert a pesar de todo, que el nifo vivird como la condena de un fiat prenatal, provenience del Pa- dee, que le conferiré para siempre un «ser-relativon; final- mente la «familia», «organismo vivo y fuertemente estrac- turado mientras el padke lo gobiema y esté aliensdo en >, se convierte en el Fetum, epresentimiento completo de su vidao. El stress que resulta de ello, «unidad de su tal intetiorizado como sufrimiento y de la ordenacién intencional de ésten, se traduce en Flaubert por una «in- tencién de suftir». Flaubert seguird siendo por ello obe- dente y sumiso. De abora en adelante vivied con resenti- nniento y envidia. = op Ee ‘Los andliss del aresentimienton y de la . ‘Un sistema de impertivosvampiros, que se nutre de sy vida Nibjecve, le aliena a la praxis de oto (J. La ica slide que teas Ia ipteidad es vampitizar « sa propio ocupante {.}, forma Eerste de le procs [que] define la acted fondamental de Ftnabert, oe tuvo que adoptar después de su eafda y conserva shasta el in de su vid. " Esta conducta proveeni al joven Flaubert no de un «0, sino de un alter €40, puesio que en Al ls sctvidad proviene del oxo. El eg, por et zai, le es negido: slo podiia acer de su ebelén, que Ie (rimperble. Pero gpor qué no podelaalojase Ia ipsedad secre ‘Roc un go omc. ae fa asta con aceptar [a allenaci, con deat, mediante une pecfecta 7 sincera somisigo, que empresa del oto se desaole baa fos objetivos que se ha propuest, falsiGcando al mismo tiempo st sgafcado la eitacalando, Este ardid de la mala fe de Flaubert es lo que Sartre lama De este modo se hace buena literatura con mala filo sofia, Flaubert no se habrfa equivocado —afirma Sartre— si no hubiera sustituido Ia necesided por el deseo. Pero Flaubert no desea, envidia No se trata de afirmar tefxcemente Ia primaca de la sada sobre cl'ser que ex Io nico que da a Gustave el derecho a poseer cl mundo: tiene que hacerie & samo ese 20 ser implacable, s0- prema y vacio doliéndose de € como si pedeiere-so intencién foralitaria de descalifear lo que esen-nombre de Io: que no B2 PE espe cs [or], Esta devcaifcacién de toda Ia realidad [do] origen fo opelda imealizante: Gustave (exti} atoomentado por lo magi {Resentimiento, envidia, pasividad, vasallsj, insuficien- cia, inferiorided, sumisiGn, caida! Catioso y siniestro mun- do éste del genio! gDénde esté, al menos, le generosidad de la que habia hecho Sartre, en Qu’estce que Ia litté- rature?, el caréctetesencial del escrtor? Es que Flaubert a a cambiar de ser. «El Muchacho nace de un malenten- ido memorable, prefiguraciSn de aquel al que deberd su éxito Madame Bovery.» El Muchacho es un personaje de ficcién, obra colectiva de los colegiales de Rouen y de Flaubert, obra sobre todo de Flaubert, que considera al Muchacho como «propiedad saye>, sigue siendo su animador y lo prolonga hasta los avatares de Paris. Ha sido posible por un «rasgo genials; Flaubert va a «bacer reir, De él». Este es cl regalo que, en su generosidad, Flaubert hard a sus j6venes amigos, «can regalo de principe», precisa Sartre, hecho para que el donador se imponga, pero que desencadena entre ls eole- gales de Rouen un fenémeno de «agradecimiento», pues- to que se pelean para «representar sw personaje, es de- cit, pata ser Flaubert», Pero en este caso, equién es Flau- bert? EI Muchacho representa pare Flaubest un paso'hacia la ‘onquista de su yo, «un estadio mis clevado de su irre lidad y una nueva espiral del movimiento que lo persona liza». Al elegir ser el Muchacho, Flaubert elige su futuro de esctitor: «{...] Opta por lo que seré hasta el final [..] tse ‘€P cuyo reflejo han de devolverle los oti0s como su ser més intimo si da con los gestos més apropiados para convencerlos.» Pero Flaubert ha encontrado six persona. je, no su propia persona. Sin embargo, esa persona real, conciencia reflexiva, existe. Existe como «reflexién real de Gustave sobre s{ mismo», pero, de momento, no sirve mis que de andogon a una cintuicién teratolégies» (el 25 ‘Muchacho, que es puramente imeginaria. Ast pues, lo que se proyecta no es un verdadero ego (polo activo de In ipseidad), sino un yo (polo pasivo de ls ipseidad) al que Flaubert asigna una alteridad; «tiene el carécter cons- tituido del ‘yo que es otto'>. En realidad dos yos se unen para aplastar la refexién de Flaubert. [Ast se comprende que ese ego Je pateacs un yo: Jo aprehende en su sspecto pricicn de transcendencia proyeciva pare que sos hhumildes actividades sean aplstada, negadss,pasivizades por una itanscedencia superior, expresamente convocods para hacer de ese yo una trantcencencia crenicendid: la mizada gigante ptrifcads, Be ausente metamorfosea al agente en piciene, al sujto en ob- jeco (.-] desealifcando de antemano sus seo: y sus plabres C.J Todo te cocina al nivel de la reflexin de primers instancia, Ie Sinica reall comremo, pero a la que Gustave 50 dada en falsear para hacer de ella cl analogon de Ie ote. En resumen, Flaubert inventa; surge el genio, después finge (escrbe); su publico, convencido, se quedard petri- ficado; de ello resultaré una adesmoralizacidne que quizés sea, también, una toma de conciencia; pero en el camino Flaubert se pierde: al asumir su pasividad pare transcen- derla (cs la nueva espral), tropiezs con la, eltetidad que vwelve a encontrar en si mismo y que le asigna uns nueva pasividad. Lo que explica el fracaso del Muchacho.. El Muchacho es un monstruo; su ego es cinico y pro- pone a los jévenes colegiales que se rfan de su propia necedad riéndose de le necedad universal. Pero con ello quedan reducidos al nivel de necios..Extrata verdad. El mundo de Flaubert es un mundo falso, malo, leno de emboscadas, en el que incluso la generosidad exe en st propia tampa; es en potencia el mundo del arte del Se- gundo Imperio, mundo engafioso escogido «para_conju- rar la angustia de estar-en-el-mundo [...], especiicacién de una angustia fundamental que:no es sino la libertad». El Muchacho es un «personaje que combate», un «anives- sal singular», centro inestable de irzealizacién (puesto que wei inet cs puramente oral) que conduciré a menudo Ia pluma de Flaubert cuando escriba, «centro real de itrealizacién» (obra de arte), Madame Bovary. Por medio del Mucha- cho, Flaubert crearé en el interior del mundo cerrado del colegio «un grupo en fusiéno y 2 través de la risa devol- verd a sus jévenes compaficros «una dimensién colecti- va». Lo que produciré en ellos, «animales enfermos de la historia», lo mismo que en el propio Flaubert, una ple- nitad de set de la que éste tendré nostalgia durante toda su vida, «{...] Interiorizaban el dl de Flaubert como su set fcticio més intimo [...]. Sefialemos, sin embargo, due [e:0] s6lo duré cierto tiempo.» Comienza a despuntar el sentido del término «agente de ln historia», que no excluge el engafo. La conclusién de Sartre es magnifica y verdaderamente rigurosa: eQviéa nos dice que [el Muchicho] 0 apereci6 en el preciso ‘momento en que los earudiante de Roven lo nécestaban? Es posible que cos jSvenes, condiconados por la totalidad de su ison, se encatnatan baci el final en un personae imaginario pea llevar a cabo por medio de lo ieal una cma se eopciencia imposible y neces Cuando en enero de 1944 Flaubert cae alos pies de sa hermano en el cabriolé qie les trac de Deauville, la historia del mundo y Ie de Flaubert se unen cn un solo instante: el joven Flaubert se mata y mata al «padre»; se construye una vida de sislamiento voluntario que le permitiré renacer como «Gustave Flaubert» respondien- do a une Hamada de su tiempo: hay una literatura, un arte «por hacer»; el «idiora de la familian se integrard de una vez por todas en la «families; caerd «de cabeza en la propiedad»; «el romantcismo ha muertos; la ge- neracién posroméatica ha sleanzado su mayoria de edads; cl paciente de Ia enfermedad y de ln vida se convertxé, mediante ina radicalizicién de su actividad pasiva, en scagente"de Ia historia> gracias a in propésito irreversible 237 que marcaré ade veras> su acto con el sello de un com- Dromiso histético;y el carretero, después de desencadenar proceso en un encuentro que era una cia, se sumergiré fen la noche de los tiempos. ‘Se puede expresar de otra forma lo que Sartre se ve foraado a decir con un lengua literario (L'idiot es una no- vela autéatica): Ponel’Evéque es el momento exacto de tn impacto en el que Flaubert vive su pasado como us imperativo absoluto del fururo y se hace agente mediante Ja total sumisién a su cuerpo que es también su espititm. Es el momento de una sintesis totalizadora: la neurosis 5 fandamentalmente histGrica y social; en ningén caso Podbia abolir le Ubertad butana; se hace Uberad y le Tberad se hace neurosis. Lo que significa pare el Sésofo aque si ia histsia es «universeln, si tiene un «sentido», hay que tener en cuenta el hecho de que, para hacerse, se amolda 2 los acontecimientos de esos seres singulares y tunversales que son los individuos. En resumen, todos Jos hombres son, a su manera, agentes de la historia. “Es sabido que desde 1838 Flaubert se vio avejado por aisteriosos wastomos que casi siempre se atsibuyen a in fluencias romantica y literarias © a decepciones de cole Gil Sarue ve en clo «(J un io « fle pe fes0 que no cesa de organizarse, enriquecerse, profund)- teed same een ieae Este malestar no sélo es pedcido et cel objeto de un opei6n pasiva {...]. Flaubert se hace en Ja medida en gue Te hacen Ie situacién y los acontecimientos». Sartre disingue ds prods Ie euros de Faber ws primer perfodo (1837-1840), , Aaf pues, cts lite: fia, csis de personalidad: es Ia extistrofe intima. Fa Siesta en 1841 Flaubert habla de una «enfermedad, fponl intermiventer que exige azemedios» que le . Dero este yo, como el ego del Muchacho,esté rodeado de trampas, Mediante el yo, Flaubert invita al lector a en- tar en su «anomaliay, a hacerse cargo de ella y a trans. formarla en «condicién humanay. «Para su despracia, las cosas estin hechas de tel manera que va a caer de cabeza cen la trampa que tiende a su piblico.» En resumen, Flau- bert no sabe Io que ha hecho. El piblico le devolvers ese yo como un él y e30 es lo que en realidad es. ‘En los andlisis siguientes nunca se ha expresado mejor To que un hombre puede y no puede saber, querer, pensar © hacer en una época determinada de Ja historia. En tctubre de 1838 Flaubert emprende la tarea de conocerse a sf mismo, cuyo objetivo es bre de accién.> Ahora bien, «para él Ia accién no silo sla difeltad suprems, es el mal». $ Caando Flaubert sale pera Roven tras sospender en el examen de Derecho, se ha convertido en un «caso deses- perado». Las condiciones abstracts, pero rigurosa, dels falda han sido preparadss por la larga ascesis en que ba = onsstdo la pasivizaién de Flevbect. La verdadera cada! fe eshoza deste su slide de Paris como ela tinica solucién bjetva del problemam. Es posible ver que el eonjunto de los argumentos de Sarite lleva a la conclusién de po- net ¢ un «agente paivor ante un ineludible problema de tecién. La solucion de Flaubert responde a dos condicio- tes sine gua non de la sicuacién de su ser: padecer y hacer. La sintesis solo puede venir dada por le ereencia: Una idea que se degrada en necesided fisca sin por dllo afirmarse como verdad: ésta es Ie ereencia al desnu- do» Es un principio de somatzacién, Flaubert, agente pesivo, epadece su ser y su viden, Ast cree padecer hasta fos ins que se jaa af nimo: af...] Sus proyectos Cou) al perder su transoendencia, ‘descienden a su cuerpo’ y te hacen vivir en In inmanencia como espere de un acon- tecimiento, cuando en realidad lo preparan al convertirse cen creencia La verdadera cafda serd cuna somatizaciéne radical, es dect, una totalizacign radial pero «patégens> fn al sentido de que Flaubert «no puede vivirla sin que Geta le presente la wnidad comeraditoria de todas sus intenciones, de lo imposible y de lo necesaro, de la praxis 49 de la inerciay. Esta somatizaciéa no es ni inconsciente Ti'no intencona. «[...] Todo sucede on medio de la = © ignorancia de lo pitiético; pero entendémonos: es unt 25. ignoranca que no se ignore, una ignorainca intenciona, aque es manejada como condici,necesaia del. proceso.» Gaaado aparece el carretero, ln, pasividad. pasa a, 18 sccién: Flaubert «se dersumba 2 1a ordens é 2 = Sin duda es preciso reconocer el cardcter naturalmente conjetural de la demosteacién de Sartre. Después de todo, fi Sartre ni el lector estuvieron con Flaubert y su her mano en el cabriolé esa noche de enero de 1644. Pero ahf estd precisamente Ia paradoja: si por milagro Sartre hnubiera podido estar alli, nada habrie cambiado, ya que sa demostracién se habria vuelto imposible por su misme presencia. El pensamiento de Sartre era una imposibilidad bjetiva en el siglo xx; requiere la stmésfera intelecual del siglo xx al igual que el método de Flaubert la del xxx Pero ea su manera, el artista es un hombre de actin»; ano seria posible, se pregunta Sartre, estudiando esa «me era», descubrir algo de nuestra propia praxis humana? ‘As{ pues, mediante una teorfa de la naturaleza humana, fu meterilismo «intmaterial», un método dialéctico y una documentacién exhaustiva, nos porta este resultado po- sitio e interesante: la pasividad humana s6lo es compren- sible en el seno de una teoria radical de Ia libertad bu- Pero hemos de detenernos. El Flaubert de Sartre toda- via no estd terminado; el silimo volumen ain no ba sido publicado. Y ha sido anunciado un segundo volumen de la Critique de le raison didectique 2Es posible llegar « una conclusiéa? Hemos dicho que la filosotia de Sartre es fundamen- talmente un , en Situations I, Gallimard, Pais, 1947. 245

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