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VPabio OR CapfruLo 1 DELIMITACION Y AMBITO DE LA PSICOLOG{A JURIDICA SUMARIO:1 Delimitacin jnico forense. I. La picologi juries coma respuesti Jegislador. 1 Binal idlogo con otras disciplinas. IIL C. 111. Puesta en ccuestiGn de los términos de la misma demanda D. La ciencia y el segrega- cionismo concentracionario. I. DELIMIACION JURIDICO-FORENSE La psicologia juridica corresponde al &mbito de trabajo del psicélogo los propios de abordaje, se encuentra con esce- iscurso del derecho. Es por eso que también se la suele denominar psicologfa legal, en tanto atiende a una praxis signa- da por situaciones que estén en relacién en el orden de la respuesta y la Este campo de trabajo, en tanto incumbencia reconocida de Educacién de la Naci6n, lo cual es muy reciente, del lo hizo como psicologia forense, al igual que la nominacién de la materia de grado que comenz6 a incorporarse a la carrera de psico- logfa a mediados de la década del *80 y en nuestra facultad comenzamos a dictarla, en 19922, 1. Casares J. Diccionario ideolbgico de la lengua espaficla. Gustavo Gil, Barcelona. 1985. “Legal 2 Bn la Universidad Catdlica Argentina, cuando abrimos la cétedra, comenaé lamén- dose Pricologfa Forense y con el cambio de plan de estudio desde el aio 2008 pasa a lamarse Psicologia Juridica y Forense. a J. Manuet Rumio | Prcovoola Juntorca-FORENGE ¥ PsicoaNduists La diferencia antes sefialada, es que la psicologia forense, o judicial de se dirimfan los conflictos. De allf deriva la condicién del fuero-juzgado como un espacio simbélico, creado por la misma sociedad, lo que le otor- ga la validez por poseer poder y autoridad; es donde el juez hace historia al generar jurisprudencia con los fallos que dicta, al momento en que ope- aquellos momentos donde el espacio simbélico cotidiano del intercam- bio ha fracasado. Entonces aparece este nuevo lugar para hacerse cargo de la falla y lo hace en suplencia. En este dmbito, las pericias solicitadas son de distintas disciplinas u ofi- cios. Yendo en concreto a la pericia psicol6gica, segin la clésica defini- nas o hechos de una causa judicial a pedido de una parte o de autoridad judicial. El psic6logo, segin la tarea pericial especifica, serd perito oficial si pertenece al cuerpo oficial de justica, al que podré ingresar previo con- ccurso, 0 perito de oficio si luego de cinco afios de recibido se anota en una lista de cémara y es llamado en forma especial para un juicio concreto, Podré también ser perito de parte o consultor técnico sobre los temas de 2 (Cartrovo 1| Datunracion ¥ AacnrTo DE LA Psicotocta yuntsca, x su especialidad asesorando en la presentacién de demandas, la lecturas de pericias u otras tareas pertinentes? Lapsicologia juridica incluye estas tareas forenses en el émbito judicial, fico de cane general, de psicologia del desarrollo, dela estructura y dindmica del hombre sano en sus distintas conceptualizaciones - —acentua- Riders ‘ negligencia, o si falta al secreto profesional. Hay planteos que exceden lo técnico y ya implica una concepcién del hombre, muy importante a tener en cuenta, porque si bien lo que se le pide S Ver Cap. 1, punto I. Tecopilacién de antecedentes y datos ambiental pila edentes ientales de los pacient Te ninlcamente por indicacin y bajo control de medics specialista y dictomen 208 Mimites de su autorizacién’: Esto lo ponta en partied de see F Sekeon otros Profesionales como: obstétricas, kinesidlogos, enferne. Para precisar su ambito de trabajo, a esta altura del texto nos demora- remos en realizar la sigui liente propuesta: la de precisar las diferencias de 4a psicologia jurfdica consideréndola como respuesta a una demands so, cial y como pregunta a la sociedad, 4. Veren el capitulo 22 las incumbencias, sponsabi les, les yen el Anexo Ide dicho Capitulo la ley 25.277, babe ———— 24 (Cartruo 1| DeuariaciOn ¥ AuniTo Bx LA rsicoLoata yunfoxca IL. La PSICOLOGEA JURIDICA COMO RESPUESTA La psicologta juridica en tanto res recibe, diferenciane sta lo es a una demanda social que f de lo que sucede en la psicologia clinica en don- de la persona que consulta*. En este sentido, ‘ugar para poder realizar la operatoria que le ica. Es importante tenerlo en cuenta, al menos ‘en primer lugar, porque a veces, cuando, por ejemplo, ‘rselo como un testigo calificado, Io cual es, val- calificar su trabajo, pues su tarea es muy clara: la de ser un asesor desde su disciplina especifica y no la de ser un testigo @ pos- teriori del hecho en cuestién —llamarlo auxiliar de la justicia, aunque es una terminologfa en uso, también puede ser problematico por los resabios de la ley N° como entonces habfa una subordinacién al psiquiatra, aho- habrfa al jurista—. En segundo lugar, al atender a una persona que es trafda, debe generar la situacion para que ésta sea artffice de su acto, sino el psicélogo se convierte simplemente en un gestor de un aparato, actuan- doenes ica o mayéutica’, Es desde ese to desde donde elegiré las herramientas que su frece, para poder cumplir su labor con ay las condiciones éti- los escritos en el caso de pr iles, los cuales deben Por el psie6logo, del mismo modo que la manera en que se destinatarios, sea en forma oral o escrita, debe ser tal -como curTe en otros dmbitos psicolégicos, como lo es el educacional Por ejemplo~ que, con el rigor discursivo pertinente, permita que el desti- natario entienda lo que esté escuchando o leyendo. A riesgo de hacer una lista incompleta, enumeremos las posibles de- ‘mandas sociales que se le presentan y a partir de las cuales realizaré sus intervenciones, con las advertencias del caso que acabamos de hacer y que en el préximo acépite profundizaremos: ‘5. Rubio, JM. "El amor en a demanda” en VVAA Re(a)toriea, N’5, Versiones del amor. Publicacién de Mayéutica—Institucién Psicoanaliica, 2005, Pégs. 81:94 6. Verlos caphuslos 3 y 9. J. Mantua Rusio | Picouocta Justorca-Fonanse ¥ PsiconNéuisie Recibiré demandas del fuero civil cuando esté en cuesti6n la capacidad 0 incapacidad civil, por inhabilitaci6n, declaraci6n de demencia 0 condi- ciones para testar por ejemplo. En otros casos de internacién y egreso de establecimientos de salud mental. Ante situaciones en que se cuestione la capacidad para la donaci6n de Srganos. Una temética que viene cobran- Como en lo civil, en el fuero laboral se realizan planteos por dafio psi- quico, por indemnizacién debida a enfermedad profesional, sinistrosis, 0 bien jubilaciones por invalidez de causa ps{quica o psicopatolégica. ‘Aunque menos conocido en general, pero también es demandado en el Ambito propio del fuero candnico, en aquellos casos que se tramitan por nulidad matrimonial o cuando un sacerdote pide la reducciGn al estado tfcipes del mismo. Constituye una situaci6n delicada en sus fundamento: pero también aparece como demanda de respuesta, las situaciones impli- cadas en el concepto jurfdico de peligrosidad. Un capftulo propio lo for- ma la victimologfa. ‘Hagamos un alto en esta lista para dar un elemento importante por el uso en estos Ambitos. Me refiero al ordenamiento del informe que se le pide en estos casos al psic6logo. Si bien hay distintos modos y tiene formas articulares, sirva como muestra por el despliegue de los datos: 1) Eneabezamiento: autoridad a quien se dirige. 2) Proemio: antecedentes del firmante, fecha de juramento y ante quien acept6 el cargo. 3) Antecedentes de autos de interés psicolégico legal: tomados como referencia por si necesita hacer un pedido de estudios posteriores y para las respuestas a los puntos de pericia. 4) Estudio psicol6gico legal del caso. Descripci6n semiol6gica y psico- patol6gica. Andlisis de la estructura y dinémica de la personalidad, Modalidad discursiva. Modalidades vinculares. Modalidades de las operaciones inconscientes. Resultado de los test psicométricos y pro- yectivos administrados. (Carfruto1| DELnerAciSN ¥ ABtTO DE LA PEICOLOGIA JURIDIC 5) Consideraciones psicol6gico legales. Diagnéstico respecto 2 las in- ferencias sobre el estado en el momento del hecho y al tiempo del examen; aptitud para discernir o capacidad para dirigir sus actos (no es diagnéstico de imputabilidad que corresponde solo al juez); si hay simulaci6n, 6) Conclusiones: en el fuero penal: Apreciaciones generales: inferencias sobre el es- tado al momento del hecho, capacidad para delinquir en el momen- to del hecho (comprender la criminalidad del acto y dirigir sus ac- ciones), necesidad 0 no de ser internado, o de su permanencia en hay necesidad de internaci6n. Apreciaciones especiales: contestar los puntos de pericia. Ya en el dmbito penitenciario, también demandaré respuesta tanto el viejo concepto de locura durante la condena, como los distintos informes a lo largo de la progresividad qi En el émbito policial, tanto integren en esos cuadros, como la tarea concreta ante munidad por situaciones de violencia doméstica -! mas en funcionamiento-, como también en casos de secuestros 0 tomas de rehenes, que genéricamente podrfamos nominar dmbito institucional, la de la salud mental, en \a participacién de los departamen- tos forenses de las instituciones o ante casos que por su marco legal asf lo tos o inducciones al sui {también dentro del dmbito legislativo, en el asesoramiento para el dictado y reglamentaciGn de leyes en que el discurso psicol6gico tiene un lugar importante. au J. Manu: Rumo | Psicovocta Juntoica-Fonsnss ¥ PeICOANKLss Quede mencionado el tema de la mediacién, donde ante la impositil- dad de negociar se recurre a un tercero, en una instancia prejudicial, pana que ambas partes pasen a una situacién de negociaci6n’”. En estos cat, el psicélogo habrfa quedado fuera de la posibilidad de ser mediador al mo- mento en que se dictara la norma jurfdica que regula las mediaciones. Es muy interesante, al respecto, sefialar la diferencia de criterios dependiex- te de los discursos en juego al momento de implementarias, ya que desde el discurso jurfdico generalmente se apunta a leer la situacién como car- flicto —una litis~ donde se ubica un objeto en disputa, donde puede haber tun ganador y un perdedor, con un criterio utilitarista y de equidad disti- butiva que se apoya en una opinién de consenso. Si otro fuera el estatuto del objeto, al considerarse la posibilidad de leer el deseo incor juego, la I6gica de la operatoria serfa otra’. Por mostratlo con un didéctico, si se plantea el problema a partir de una naranja en con criterio de equidad la soluci6n podrfa ser la mitad para lo cual se considera como un conflicto en un espacio de ne que. parte del goce en juego estd en el castigo que se infige alo ssufrimiento por la parte de goce que se presume arrebatada Ante la posibilidad de leer esta situacién desde un espacio puede establecer, en cambio, el surgimiento de una palabra que, al ser es- cuchada en la singularidad de su demande, dé lugar, por ejemplo ~y t6me- selo como metéfora~ a descubrir que una de las partes querfa el jugo y la otra hacer jalea con la céscara, de lo que resulta un acuerdo muy distinto yla rivalidad imaginaria se tramita de una manera diferente. Valga el ejem- plo anterior para dejar en claro, entonces, que la posicién que propiciaré el mediador seré muy distinta segtin el discurso desde el cual trabaje. ara finalizar con estas notas, Slo sefialo que, yendo al psicélogo que responde a estas demandas, es de destacar que en la tarea va a hacerse car- 0 de personas en situaciones por momentos muy ag6nicas, y buena parte de su actividad habré de desarrollarse por espacios de tiempo muy cortos. Ser fundamental, entonces, el modo en que é{ mismo realice sus duelos, asf como aquel por el cual consiga tramitar sublimaciones. IIL La PSICOLOGfA JURLDICA COMO PREGUNTA Si observamos a la psicologfa juridica en estrictos términos técnicos, parece que su realizaci6n s6lo requiere de la adquisicién de los conoci- 1 VerCap. 11, punto I.B.3.d. 8. El siguiente ejemplo se lo escuché al Lic, Eduardo Lavagnino. 28 nt (Cartruvo | Dairmci6w ¥ Asnito 08 1A ricouoctaJURIDICA rmientos que sustenten las habilidades que reclama su desenvolvimento. ‘Sin embargo, si atendemos a la praxis y su contexto, lo que muestra la re- flexién de profesionales proc de orientaciones muy distintas del pensamiento psicol6gico, permite plantear la situaci6n de la disciplina no s6lo en términos de respuesta sino también en términos de pregunta. Esto nos conduciré a interesamos, en capftulos siguientes, por los supuestos {mplfcitos que estén operando en su ejercicio, as como por los modos de aprehensién que se ponen en juego en las operatorias concretas y las no- disciplina juridica. Daremos ahora algunas de las nota y que serén tema de varios de los capftulos del texto. IL. A. Preguntas al legislador Comencemos por el modo como la concibe Garrido Martf. La cues- ti6n que en este momento nos interesa es su planteo sobre la autonomia y relaci6n entre la psicologta ~como ciencia emmpirica— y lo que este au- tor lama “ta ley” ~el discurso juridico-. En cuanto a la ayuda que la psi- cologfa proporciona serfa lo que en este texto liamamos las respuestas—, como ejemplos incluye: en el momento del esclarecimiento de los hechos, sea como experto o perito; en el procedimiento para llegar a tal esclareci- rrogatotio policial oju- dicial y, en tercer lugar al “predecir cientificamente” las conduetas, como casos de entrega en custodia de los hijos,o ante los pedidos de per- la psicologfa jurfica, como men- ial para el cambio de legislacién ~que pertenece a Toque lamamas pregunta menciona, de 1954 {..] la sentencia del Tibunal Supremo de los Estados Unidos de Améx- caenla que se prohibe la educacin discriminada entre negros y Blancos En ella se afirma explicitamente que las ciencias sociales han demostrado que la educacién separada promueve la segregacin’. Se revierte asf un fallo de 1896 que habla sentado la doctrina de "se- parados pero iguales’, y ello ocurti6 a partir de estudios de las disciplinas sociales. Es por eso que afirma, “cuando el legislador quiera ir més alld de 3. Garido Mart, “Relaciones entre la pricologh yn ley, en Sobel: Arce Piet, Mie nual de psicologi jurdic.Paidés, Barcelona, 1994, Pig 19. 2» J. Manus. Rumio | Psicovoata Junibica-FORENSE Y PSICOANALEI6 1a interpretaci6n seméntica de las palabras debe recalar en las ciencias so- ciales”, lo cual podrfa entrar en disputa de campos si se tiene en cuenta el axioma jurfdico que reza: donde el legislador no distingue, no es Iicito ha- cerlo al intérprete'®, Establece entonces su tesis: {sobre la relactn) entre la psicologiay la ley positiva: en que muchas le ‘yes positivas tienen au raz6n de ser, su ustficacin te6rica en los supues- tos de eémo funciona la naturaleza humana y asf aparece formalmente en los prolegémenos de cada ley" Es por esto que la tarea de una psic ica no queda, si avan- zamos en lo presentado por este autor, planteada s6lo como respuesta a las demandas explicitas que alguno de los tres poderes del estado le rea- lice, sino que debe estar atento a preguntarse y preguntar en fui lo planteado en los sucesos de su campo. Citemos un fragmento suyo, un tanto taxativo, al respecto: la sociologfa juridica se utilizara solamente para confirmar, hoy en bien que ha sido acogida la ley del aborto®. Segtin Garrido y dada su orient ‘erica —participa del para cepci6n de la conducta humana”, que en su ori de “lo que es’, de la naturaleza —aunque entendién ta sino como lo descubierto empiricamente, modificable y con pos dad de un reaprendizaje-. Basten dos ejemplos para mostrar c6mo inci ici causalidad que esté a una psicologfa del refuerzo contingente, y esta idea es algo que el psicdlogo puede poner en consideraci6n desde otras teorfas cientificas de la motivaci6n huma- na. Del mismo modo, dice este autor que, se puede poner en critica des- 10. Agradezco el eporte de tal axioma al Dr. Felipe Rilova Salazar. 11. Garrido Mart, E. “Relaciones... Pigs. 25,26. 12 Garrido Mart, E. “Relaciones... Pig. 32. 13, Garrido Mart, B, “Relaciones... Pég, 38, 30 CCartruto 1| DELntraciOn ¥ AusiTo BELA PSICOLOGtA JURIDICA de los estudios empiticos actuales lo que llama el “modelo médico de la conducta”, aplicado también en el émbito penal, al que describe del si- guiente modo: {Dada} la cadena de consecuencias que se engarzan una vez que el sujeto ha cometido un éelito: es culpable intrinseco, lo que supone atribuirle la rmaldad, la anormalidad como entidad personal. La mejor manera de pre~ is sociedad de sus peligros es la prevencién especial: el encarce- lamiento y mejor si fuera de por vida, y mejor silo descubriéramos al na- ‘cer, 0 mejor ain (en l6gica psicol6gica de atribucién a la entidad intrinse- ca) sino naciera. El tratamiento que se le puede dar es el de la vigilancia estrecha, el de la contencién, no el de la rehabilitaciOn" Dejemos a Garrido mencionando otra de sus preocupaciones: podrfa preguntar a los psicélogos por las razones de su ausencia en ros de la ley, para terminar defendiendo a la psicologia de los juris- , que a fe que son muchos."* IIL, B, En el didlogo con otras disciplinas mos a mencionar breves situaciones que se repiten ren ser pensadas. Ya son varios los casos en que la justicia le otorga un cambio de iden- tidad a personas transexuales en base a lo que suelen considerar como. irreversible de la situaci6n, con el consiguiente cambio de nombre en el documento, tomando como criterio que por medio de la cirugia adopts la morfologfa externa a su “sexo psicol antes de ello, autorizar tal ci- rugfa. Esto es considerado una cont terminar con la discriminaci6n, Varias voces del campo psicol6gico aplau- den la medida en base a que no hablan de sexo sino de “teorfa del géne- ro” y en funcién de ello postulan un “derecho a la diferencia”. Se destaca- 14, Garrido Marti, E. “Relaciones... Pég. 57-57 15. Garrido Mart, B.“Relaciones...Pég. 41. 16, Paras diferencias entre multidsciplinariedad, interdsciplinariedad ytransdinciplina- riedad ver Consonancias N°2 y N°, publicacin del Instituto par la Integracin del Saber, UCA, se puede consular en la pfgina Web. wwrwaca.eduar. 3 J Maweves Ruato | PricoLocta Juntoica-Fonsien ¥ PsiconnAussis ron como pioneros, en especial, los estudios samérica. Tal vez, se pens6 con tal orie ferto en Ia Ciudad de Buenos Aires, aung cas publicadas, son més las parejas heterosexuales las parejas homosexuales El tema no es la tolerancia sino el asunto intelectual y estético més difundido a Ci6n te6rica internacional y a través del arte, el reconocimiento de la diferencia. Es éste Partir de la dltima produc- en este final del milenio®, {J Ja instalacién en el sujeto de una posicién inconsciente sin la cual no ientificarse con el tipo ideal de su sexo, ni siquiera responder sin cisitudes alas necesidades de su partenaire en la relacidn sexual, “* _eincluso acoger con justeza la del nifio que es procreado en ella’® Escriba hace unos afios en un artfculo sobre Psiquiatrfa Forense: Asf como las salas de internacién de emergencias psiquidtricas han disml- nuido su poblacién de pacientes psicéticos endégenos desde hi afios las figuras legales tipicas relativas a la peligrosidad social (s 7 EspafiaC. en La Nacién, 4 seci6n, Espectéculos, pg, 1, 9 de julio de 1998. 18. Lacan, J. Escrtos 2 Siglo veintiuno. Argentina. 1987. Pég. 665. 32 (Cartruto 1| Dexinraacion ¥ Ausiro DE LA PaicoLocta uRsoica fomando como ideal los métodos de las ciencias “duras” de fines del siglo XIX. Esto trae el riesgo de descalificar de entrada las posibles conclusiones a las que se pueda artibar. No es ocioso por tanto recordar algunos datos que pueden ayudar a despejar este problema cuando las orientaciones psi- col6gicas no responden a lo que marca la vismo. Las mismas conclusiones de las ciencias lista, con raigambre galileico-newt excepciones en sus hipétesis mecanici ; arribando por ejemplo Max Planck al planteo de la teorfa cusintica, dando asf pie a pensar que exis- ten diferentes niveles de estructuraci6n fisica. Einstein extendié estos esti dios al postular de otra manera la relacién entre materia y energfe, profun- dizéndose estas formulaciones més atin a partir de los planteos de Heisen- berg en tomo a la indeterminacién. Otro tanto ocurri6 con los modelos ei- bernéticos y fue un clésico de mediados del siglo XX el libro de N. Wierner al respecto, con sus aplicaciones en la formalizacién del comportamiento humano, no s6lo con uso en la biologfa. De més esté decir laimportancia del observador condicionando al fenémeno fisico y sus implicancias por ejem- plo en las consideraciones del electron. Las actuales teorfas del caos mues- tran tna relacin diferente entre orden y desorden al que estaban acostum- brados los fisicos clésicos. También el ambito de la logicayy de ls mateméti- cas se ha transformado y basta citar en el campo de la axiomética al teore- ma de Gédel para conocer los limites dela formalizacin, asi como los de- sarrollos de las geometrfas no euclidianas, Basten estos datos para dejar de Jado las supuestas inferioridades metodol6icas de la psicologfa y ponerse a trabajar en ese diélogo, enriquecedor para todas las disciplinas. 19, Rubio J.M. “Psiqulatrfa forense’, en Vidal G. Enciclopedia Hberoamericana de Priquia- \wla, Panamericana. Buenos Aires. 1995. Tomo IIL Pég. 1510. 3 més impostergable. Tambi te de conceptos con defi mas palabras tienen una ticulacién interna en su relaci6n con otros conceptos de las jporta tener en cuenta que 168 propias, que a veces ut esto es necesario entonces realizar una lenta tarea de justificacién de lo que se dice para poder asf no caer en supuestos acuerdos solo superficia- les o incluso en confusiones y prejuicios cruzados que descalificarfan po- sibles encuentros tan importantes en el momento operativo. IIL C. Puesta en cuestién de los términos de la misma demanda teos que hace Pierre Legendre, el puntdan bien su posicién ante el tema que nos ocupa. éc6mo, en el estado actual de las cosas ~estado de incertidumbre a pro- de la justicia? Sabemos lo que se le pide, a través de esos andlisis cientt- ficos que se suponen objetivos y exactos? éLo sabe el propio experto? En definitiva, ca partir de qué posicién puede uno tratar de esclarecer, con precisin y sin jactancia, esas cuestiones?™. (Habia afirmado unas paginas antes:] Sin duda alguna, en la realidad de los procesos, estos expertos estén en posibilidad de abrir o de cerrar con candado la evoluci6n de un procedi- miento, ya que la sociedad de hoy dfa parece en trance de delegar en ellos, idad de decidir sobre todo su estatuto sobre el terreno hist6rico y politico de la legitimidad”. (¥ agrega més adelante:) 20, Legendre, P. El crimen del cabo Lortie. Siglo veintiuno. México. 1994, Pég, 152. 21. Legendre, P. El crimen... Pag. 42. Cursiva en el original 4 iplinas que deben participar en una labor de este tipo 1, por lo que estas Ifneas son sélo una manera de abordar el tema que intenta colaborar en una tarea que cada vez se hace Continuando con este decurso, sirvémonos ahora de uno de los plan- al estd atravesado tanto por el discur- icoanalftico. Las preguntas que recorta- cuesti6n de la posicién misma del “ex- dido de respuesta social, acorde a cémo ésta se efecti- viza en la situaci6n actual. Transcribo tres largas citas porque, me parece, t cet Carfrovo 2 | DELIMEACION ¥ AbentTO DB LA FSICOLOGLA JURIDICA Me parece indispensable que el saber psi vuelva sobre ese pasado, no para apropiarse de anécdotas decorativas sobre la historia dogmtica de las no- pperspectiva operatoria: c6mo volver a cent de la justicia. 2Se trata de una figuraci6n, de una actividad consejera? La multip! en nombre, esta vez, de la Ciencia? De dénde expertos en el s Jentifico y no en el de jueces?= Elproblema con el que enfenta Legendre es de ls bases epistémicas i esté bien diferenciada de la del juez. En Garrido, el lugar de las ciencias est4 muy claro, sin embargo Legendre se pregunta: 2qué sig- nifica que lo hace en nombre de la ciencia, qué lugar ocupa tal Ciencia en Jas relaciones humanas? Desde el operartécnico parecen preguntas ociosas, pues a tarea del uez je la norma jurfdica y la smplo, evaluar si era cons igi sus acciones al momer iadas®. En cierta medida, Legen- el mito tiene su participacién en las preguntas por la instituci i6n del sujeto, en el orden del origen, tema que retomaremos en jece sucesiones temporales que permiten marcar perfodos ntecimientos recortados. Se conocen asf anécdo- jento de conocimientos y biografias de los persona- de las épocas. Tal enfoque es itil en un primer mo- mento de recoleccién de informaci6n. Pero, si queremos comprender, por ejemplo, el descubrimiento freudiano, es més importante estudiarlo como maestro de la sospecha junto con Marx y Nietzsche, que saber que fue dis- cfpulo de Briicke, Helmholtz, Meynert o Charcot, pues la mera relacién cronolégica no aporta demasiado. Para el caso, coincidieron en el tiempo Kraepelin y Freud, siendo que el primero coroné la psiquiatrfa naturalista 22. Legendre, P-El crimen... Pg, 155. 25. Ver el punto IIT del captulo 2 3s y J. MaNuBL RuBto | PstcoLoota Juntbica-FORENES ¥ PRICOANALISIS y el segundo senté las bases de su sup sirve saber que ante la histeria se hablo de podemos ubicar a esa metéfora en la vida expresi6n, poniéndola en relacién con las se por un problema este autor considera que, tanto su surgimiento como la explicaciOn que se dé, estén en relaci6n a las circunstancias imperantes todo texto siempre es un intertexto, aun en esta tarea de desocultamiento de esa textura ‘con que se entreteje la existencia define un concepto al que dedicaremos el préximo capftulo, me refiero al de urdimbre creencial, que permitird reconocer los campos de aprehensi6n y las lecturas del texto, propios de un abordaje. texto en que lo dice es en el de una pregunta que considera hoy da de lado y que sin embargo la piensa como necesaria a ser respor queremos saber sobre los fundamentos: équé sabemos de la pro! del homicidio? Afirma que el hombre de nuestra época no se plantea tal el tema del parricidio, al cual propone como la base de toda la poll 1a filiaci6n, fundamental en todo sistema institucional ya que su normati- vva organiza tanto la reproduccién como el modo de gobi Para abordar tal proposicién, pone en correlacién: el origen de la nor- ‘matividad occidental ~que ubica al principio de nuestra era de cristian- dad con el nazismo y su programa cientifico de exterminio. Comenzan- do por éste ditimo, destaca en su andlisis dos notas centrales: lo que llama la “concepcién camnicera de la filiaci6n” y el “cientismo”” Llega asf a la si- ‘guiente conclusién: [.-] el escndalo nazi indica al hombre del siglo XX que el Occidente ha ‘agotado sus recursos en cuanto a la politica de filiaciGn, es decir, en cuan- 10 a la interpretacién institucional de la cuestiGn del Padre y del Hijo™ 24, Legendre, Pl crimen... Pg, 25. Cursiva en el original. 56 (Cartravo 1 | DatinrACION ¥ AuenFTO DE LA FSICOLOGLA TUREDICA ‘Veamos brevemente su afirmacién, donde la diferencia pasa por pensar dos posibles situaciones ante lo que el nazismo puso en escena: que fue el acto aislado de un loco —Hitler— 0 de un Estado enloquecido ~que ocu- 16 por tinica vez en la historia— y sin efectos posteriores ms allé de los estragos causados para sus victimas-, 0 sino, que fue un acto al que se le puede encontrar sus fundamentos ~por mAs que no se los comparta~ y que, en la actualidad, en su estructura, tal vez ses cidn, si bien es terrible, es mAs tranquilizadora que la otra. Su pregunta rectora versa sobre si la verdad del humano es s6lo una cuestién de Yearne’, con lo cual, ubiea en un lugar central la relacign en- se tratarfa? La cuestiOn que esté en juego es, si la carne ~circuncisin fisica— 0 una nueva ligadura geneal6gica -simb6li- ca-, apartir de la ley nueva, dada por el bautismo* Segtin este autor, con la respuesta a la que llegan, se romaniza el judafsmo, déndose otra repre- sentaci6n de la Raz6n, a partir del desplazamiento realizado de la carne al Espiritu, en un proceso de metaforizacién. Tal metafora se acentia al se- cularizarse, en el simple trdmite de inscripcién del estado civil para mar- car la genealogfa. El acto hitleriano, segiin Legendre, retrotrae el problema hasta aquel origen, volviendo la filiacién a la pura corporalidad, pues desde el postu- lado de un biologismo racial establece la no hibridacién y el exterminio de quienes podfan contaminar a lo ario. Con tal legislacién lo que gene 17a e8 una desmetaforizacin y, de ese modo, invierte os términos pasan- do ahora de la palabra —el espfritu- a la carne. La tremenda importancia de tal operacién, més que por la efectuacién de los asesinatos legalizados, cree encontrarla en las consecuencias de la redaccién de una legistacién, 25, Se trata del primer concilio, alrededor del afo 50, donde esin presentes Pedro, Pa: ‘blo, Bernabe y os cristianos de Jerusaén,y el planteo era silos getiles debian cireun- cidarse segan el ito, la costumbre, la ley ~segin las traducciones del libro Heechos de los Apéstoles en el captulo 15, del Nuevo Testamento- de Moisés, ante lo que afirma San Pedro: “Dios, ue conoce los corazones, les dio testimonio, déndoles el Espirita Santo lo mismo que a nosotros" Hech. 15,8 De esa manera queda zanjada la cuestin ‘Ver el punto III del capftulo 4, La ley vw |. MANUEL Runio | PsicoLocta JURIDICA-FORENEE ¥ PSICOANALIBIS que presenta las caracterfsticas de un texto funcional, que ya no requie- re de un intérprete el juez— para ser aplicado y que, por una concepci6n, que la ve operando en la actuali cepci6n “contabilista del derecho", Adviene asf, para la idea de fl * —por la crudeza de que garantiza desde un lugar simb6lico, naba en occidente desde el momento en que se habia realizado la metéfo- ra de la carne a la palabra. Decfa, entonces, que tal legislacién racista tuvo su fundamento cien- tor afirma que Hitler “apela a vas leyes raciales son lo que son””, cambiando el pase de registro. Insis- tamos en el planteo, tal pase ahora es d trario de lo ocurrido con i smo, pasa a ocupar el lugar reservado —en la tradicion occidental a los mitos, ubicando ahora el espacio de la ver- dad en la corporalidad bruta, observable cientfficamente ~el llamado re- ferente empirico-, generando de esa manera una desubjetivaci6n. En este autor se puede observar, como tel6n de fondo, lo trabajado por Lacan en relaciOn a que la ciencia moderna forcluye al sujeto. Es en este contexto actual, ya que este lugar otorgado a la ciencia no ha cesado, donde no es cociosa la pregunta por el experto psi como representante de tal Ciencia y en una funcién en la que Legendre advierte el peligro de poder convertir- se en una tecnocracia psi, objetivista, gestionaria, contable, administrati- va, cientista, segtin los distintos calificativos que emplea. Hace esta adver tencia en un tiempo al que describe como dominado por el ideal de un su- jeto-Rey autofundado y autosuficiente, en el que se ha privatizado la Re- ferencia absoluta, propio de una época de hiperindustrialismo y del impe- rio del mercado. III. D. La ciencia y el segregacionismo concentracionario Antes de describir el lugar para el experto psi que propone Legendre, para continuar estas reflexiones sobre la ciencia, tomo un pérrafo de unos 26, Legendre, P. El crimen... Pg, 22. 21. Legendre, P. El crimen... Pég. 23. 38 (Cartruno 1 | DELIMITACION ¥ AMBITU Db La PSICOLOGLA JuRtEcK dichos de Lacan y aprovecho para su lectura de algunos de los postulados trabajados por Harari al respecto. Comenzando con una afirmacién muy fuerte, la temética de la ciencia, desde el nazismo, estarfa mostrando un real ~en el sentido lacaniano-, que se evidencié a través del ejemplo de los campos de concentracion, de los que, segiin Lacan, aquellos fueron s6lo unos precursores, teniendo hoy otras modalidades pero la misma ideologfa segregacionista concentracionaria. Si atendemos a lo dicho por Legendre ya éstas formulaciones que ahora analizaremos, se convierte en una situa- Ci6n en la que una psicologfa jurfdica no puede dejar de preguntarse. La tercera facticidad, real, demasiado real, suficientemente real como para que lo real sea mas mojigato al promoverlo que la lengua, es lo que se puede hablar gracias al término de: campo de concentracién, sobre el ‘cual parece que nuestros pensadores, al vagar del humanismo al terror, no se concentraron lo suficiente. Abreviemos diciendo que lo que vimos emerger, para nuestro horror, re- to de las agrupaciones so- ciales por la ciencia y, principalmente, de la universalizaci6n que intro- duce en ellas**, tudiado por Heidegger al ubicarlo como propio de la en tanto Dasein, no como una simple factualidad transitoria —propia de la contingencia de los objetos de la experiencia. Por lo tanto, ante ta de si fue una ocasiGn tinica en la historia de la humanidad o la mostra- cin de algo propio de lo humano, Lacan toma partido directamente por como el acento de Legendre estaba en el modo funcional en que fue es- crito el texto normativo nazi, el punto que rescata Lacan es el de “campo de concentracién” ~Lager— y su relacién con el ‘reordenamiento de las agrupaciones sociales por la ciencia”, dada la universalizaci6n que intro- como tal. Pasemos entonces Al afirmar que fue s6lo pos siguen vigentes? se tratara de la efectivizacién de genocidios desde las précticas de los Estados, Harari recuerda que basta nombrar, por 28, Lacan, J. Proposicién del 9 de octubre de 1967 Sobre el Psicuandlisis de la Escuela. 39 yy J. Mascux Rumio | PstcoLocta JURfDICA-FORENSE Y PSICOANALISIE ejemplo, a Camboya, Ruanda, Bosnia-Herzegovina para captarlo, pero su planteo es otro, traci6n de los cuerpos de los hablantes’, a partir de los nados por la ciencia*. Y, citando a Agamben, destaca que el “campo” ~en un sentido més amplio que ya abordamos— se convierte asf en “el nuevo regulador oculto de la inscripcién de la vida en el orden jurfdico, © més bien” ~{éase con atencién lo sigulente— [..]e signo de la imposibil- dad de que el sistema funcione sin transformarse en una méquina letal™. Una muestra de ello son, por ejemplo, los intentos fallidos de inmigran- tes africanos para entrar en Europa y a inmediata exigencia de crear “cam- pos de refugiados” en los lugares de origen, pero también: {..] las salas de espera de los acropuertos de los pafses altamente desarro- liados cuando legan extranjeros con documentacién dudoss, y son man- tenidos aislados, sin ningtin derecho. [..] Cabe pensar, por otro cierta tipicidad reconocible en los suburbios de muchas ciudades dustriales, donde las viviendas y las ‘regulaciones' referentes a ciales allf vigentes conforman, de modo précticamente general, un mun- do ajeno a los derechos de los ciudadanos*, Basten estos ejemplos sobre los campos, pero écul es el fundamento para tales précticas? Agamben considera que los Lager actualizan una f- gura del derecho romano, el homo sacer, por la cual este hombre consa- grado a JGpiter era separado de la polis, no pudiendo ser sacrificado en un ritual, “porque est4 fuera de la ley”. Pero sf era posible que sea “asesinado sin que ese asesinato constituya delito”, lo cual implica que “queda reduci- do, por la pérdida de todos sus derechos, como sucede con aquel que en- tra en el campo, a la nuda vida’*, éCual es el fundamento?, esta reduc- ci6n ala nuda vida, Encontramos la “concepci6n carnicera” a que hacfa referencia Legen- dre, un mero cuerpo, abandonado al arbitrio del biopoder®. Basta un es- tado de excepcién para que esto se haga efectivo; recojamos una posible enumeraci6n de ello: 25. Hara, Falain, oleae, snpepacion yrs inprcxptspelooenltcos. Calor 532. Agamben G, Homo Sacer. El poder soberano y a nuda vida, Pre-Textos. Valencia, 1998. bg, 129, ‘33. Foucault ha trabajado extensamente el tema, 40 ; (Carfruto 1 | DELIMITACION ¥ AACBITO DE LA PSICOLOGEA JURIDICA estado de sitio, 0 suma del poder pablico, o plenos poderes, o superpo- deres, 0 facultades extraordinarias, o decretos de necesidad y urgencia, 0 decretos-ley'. De allf que Agamben lance la arriesgada hip6tesis de que el paradigma biopolitico hoy no es la ciudad, sino el campo de concentracién, por eso los genocidios modernos no son al modo colonialista, sino que se ubican en el adentro, con el otro doméstico al que se lo observa desde una légi- ca degenerativa, Harari sintetiza la l6gica de tal paradigma del siguiente modo: [el no encuentro, el desanudamiento del centro de significacién ~el nnudo respectivo es relevado por un nuevo signo, de aparente remisién in- caso testigo: la de la llamada ‘raza aria’, el anti-pluralismo como conse- cuencia de una creencialidad fijista y mesignica, omada con tintes neo- paganos®. Més alla a otras justificaciones atendibles, la bisqueda de seguridad consideraci6n de nuda vida les permiti6 a los nazis traba- wrogreso de la ciencia al experimentar con humanos llevados a in de meros “cuerpos’, por eso, en distintos estudios so péuticas o la bdsqueda de vacunas, por nombrar s6lo algunos. Pero, en la cita de Lacan que estamos tomando como gufa, la condi- ci6n marcada es la de “precursores’, por lo tanto, esta marcando que serfa tuna ideologa en funcionamiento, que continuarfa vigente. éCémo enten- derlo? En principio, digamos que es cientismo, pero vayamos a su basam: equién, hoy dfa, no cree en la cie maci6n “cientfficamente comprobada’, sin el riesgo de ser considerado un loco? Con lo cual, la Ciencia esté ubicada en un lugar distinto al que, des- 34, Harari, R Palabra, violencia... Pig. 208. 35, Harari, P. Palabra, violencia... Pég. 209. a J. Manet Runio | Psicoroota Junioica-KURENER ¥ PSICOANALISIS giosa incluso. Por ende, la ciencia, en tanto cientismo, y su Ideologia con- Secuente, ocupa un lugar social que es necesario dilucidar™. Cabe volver al encuentro de Legendre y su pregunta por la cuestién del Padre. Lacan advirti6 sobre su decadencia desde muy temprano en sus desarrollos, lo que no suele destacarse es su insistencia en los efectos que esto trae més allé de la clinica —donde sf se lo considera~. Teniéndolo presente, es precisamente la segrega - zo distintivo que, puede llevar incluso no sélo al rechazo sino a la aniqui- laci6n del que no es portador de tal marca distintiva. Y aqu{ se puede ha- cer una afirmaci6n que requiere ser considerada en todas sus aristas: para cubrir ese lugar vacante dejado por el padre primordial suelen ser llama- dos Ifderes carisméticos pero, también, ese lugar puede ocuparlo desde su trabajo segregacionista de anémalos —con un ideal eugenésico—, la Cien- cia misma. Harari lo sintetiza diciendo que: se trata de poder hacerle a la muda vida cualquier cosa que le viniere en gana al protopadre, [...] y todo ello en nombre del progreso de la huma- nidad, de acuerdo con los cénones con-sagrados por la ciencia y su dis- curso”, En cuanto al lugar que Legendre propone para el experto psi, segin el tercer fragmento que de él tomamos en el pardgrafo anterior. Propone la necesidad de volver sobre el pasado para “ubicarse en una perspectiva ope- ratoria” 2A qué se refiere? Recuerda que en occidente la responsabilidad se dio en el encuentro de dos discursos, que en su momento llevaba a una division de dos condenas, la del derecho y la de la penitencia, represen- tando el primero a la sociedad y el segundo a la Referencia fundadora de lo social, vigentes ain aunque siendo reinterpretadas*. Por esto es que le importa diferenciar: el contenido del discurso, del lugar desde donde ac- tda tal discurso, déndole prioridad a este tiltimo. Segin su planteo: 136. La nociGn de ideologis la tratamos en el préximo capitulo sobre los supuestos implt- tos. ‘31 Harari, R Palabra, violencia... Pig. 232. 38, Legendre, P. Bl crimen... Pg. 41, 55. 42 Ccartruto 1 | DetanreaciGw ¥ AMBITO OF LA PEICOLOGIA JURKOIEA iscurso fundador del sujeto. Esta interven- ig0 de la del experto cientifico habitual con jueces™. la intervencién psi maneja cién no puede situarse: el que suclen tener que ‘oma pars Ge el peso de una halabra, a jo por el Otro seré abordada en el capitulo 6 al Tanto lo dicho desde Garrido como desde Legendre seré puesto en con- sideracién nuevamente al trabajar la noci6n de ley. Para finalizar este ca interesante la frescura con que son realizadas determinadas afir- que cuando se las lee en un contexto como el que venimos de- | sarrollando toman otro sentido, terminemos con lo dicho por una investi- gadora en psicologfa juridica experimental: Hemos visto como desde el principio los jueces han tenido que recurrir a expertos para que los asesoren a la hora de decidir sobre la verdad o fal- sedad de los testimonios. Si hace 3.000 afios, el papel de experto foren- se correspondia a los dioses, hoy esta responsabilidad recae en los psic6- logos. 39. Legendre, P. El crimen... Pég, 155. 40. Legendre, P. Elcrimen... Pég 57 41, Alonso-Quecuty M. L. “Psicologia forense experimental: e testigo deshonesta”, en So- bral-Arce-Prieto, Manual de... Pég, 151. “6

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