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CAPITULO 4 La Ley SUMARIO: Introduccién, 1. En el discurso juridico, Il, En el discurso psi- col6gico. II1. En el discurso antropol6gico. IV. En el discurso psicoanalf- tico. V. Conclusién INTRODUCCIGN Desde lo trabajado en los capftulos previos queda claro que para poder dialogar debemos diferenciar muy bien los supuestos desde los que se est sostenido, sino, lo que puede suceder es desechar o tomar afirmaciones de otros en forma automética, segtin sea la concepcién desde la que partamos, haciéndolo en forma acritica. Del mismo modo, para no caer en la mencio- nada trampa de la homonimia, por la cual creemos que estamos hablando de lo mismo por estar utilizando las mismas palabras, no los mismos con- ceptos. Por esto, vamos a trabajar algunas notas sobre términos de uso ju- que, en los discursos psicol6gicos, no tienen la misma significacion. Elegimos s6lo algunos de ellos: ley, sujeto, persona y acto, de los cuales da- remos -en los respectivos capftulos- una breve mencién jurfdica y su lec- tura psicolégica adjuntando, segtin los temas, algunos otros discursos, Comenzando en este capfiulo por la primera de tales nociones, la de ley, siendo que, la norma y la regla podrian ser consideradas como sinéni- mos. Tan es asf que, la definicién de ley que aparece en el diccionario de Julio Casares es: “regia y norma constante e invariable, nacida de la causa primera”; con lo que une los tres términos. Pero sabemos, ademas, que la 1 Casares, J. Diccionario ideolégico de la lengua espafiola, Gustavo Gil. Barcelona. 85 J, Manuet. Rusio | Psicouocta Juntbica-FORENSE ¥ PSICOANALISIS _ley a que remiten distintas disciplinas —jurfdicas, morales, teolégicas, an- tropoldgicas, psicolégicas, etc.— no tiene el mismo significado en cada una de elias. Para nuestro uso los vamos a adjetivar —de un modo un tanto ar- bitrario—, buscando asf una ubicacién en lugares distintos, nos referiremos ala norma juridica, a la regla antropologica y a la Ley del padre. Tal op- cién quedard explicitada en el avance en nuestro decurso. La idea de ley, en principio, conduce a la practica ética. Recordemos que el ethos griego tiene una doble acepcion; la de comportamiiento —que conduce a la moral como tratado de las costumbres, éthos, escrito con €p- silon~ y también la de cardcter ~en el sentido fuerte del término, como algo que se imprime y conduce a una ética, éthos, escrito con eta—. Tal acepci6n, cuando fue traducida del griego al latin se presté a equivocos que atin contintian, ya que, los latinos tenfan una sola palabra -mos— para ambos sentidos. Ethos, en su significado més antiguo, también era residen- cia, morada, empleandose para la poesia, para e! lugar donde se crian los animales, tanto traténdose de los pastos como de las guaridas, luego se la emple6 con los pueblos y en referencia al pafs de los hombres Sin embargo, es la acepcién més usual del vocablo éthas Ia que, segtin toda la tradici6n flosofica a partir de Arist6teles, atafie directamente a la Ftica, Segiin ella, significa ‘modo de ser’ o ‘carter’ El pensamiento mo- demo, sobre todo la reflexiGn filosdfica de Heidegger, ha dado mucha imm- portancia al significado de éthos como ' ser’ o como ‘estilo hu- mano de morar o habitar”?, A partir de tal vocablo quedan delimitados dos dmbitos, de los que nos vamos a servir: el del comportamiento y el llamado aqu{ del cardcter, en un sentido fuerte, o modo de habitar -mas cercano de la nocién de per- sonalizaci6n. 1. EN EL DISCURSO JURIDICO Cuando Benveniste esiudia a las instituciones indoeuropeas desde el vocabulario, encuentra distintos términos para “derecho” propios de cada lengua, que pueden ayudar en nuestro derrotero. El concepto que consi- dera destacable es el de orden, 2. Vidal M. Moral de actitudes. Tl. Moral fundamental, PS editorial. Madrid. 1977, Pag 516-507, Carfruto 4 | La Ley y [..] que regula tanto la disposicién del universo, el movimiento de los as tros, la periodicidad de las estaciones y de los afios como las relaciones entre los hombres y de los dioses, y, por iitimo, las relaciones de los hom- bres entre sf, Nada de lo que afecta al hombre en el mundo escapa al im- perio del ‘Orden’, ‘Tal noci6n engloba no s6lo aspectos juridicos, sino también religiosos y técnicos, tomando, en cada una de las esferas, expresiones que le son pro- pias. Veamos algunas de ellas. ; En sdnscrito védi¢o dharma-equivale a “ley”, con el sentido de “man- tenimiento, estatuto” y, segtin su aplicacién puede ser, “costumbre, regla, uso”, Desde la “rafz indoirania dhar-, ‘sostener fuertemente’, le corresponde probablemente la del latin firmus, que tiene una formaci6n en -m- como dharman. La ‘Ley’ es aqui ‘lo que sostiene firmemente, Jo que esta esta- blecido s6lidamente’*. Benveniste aclara que, como este establecer esta en relacién a la sede y al colocar, lo es en su sentido creador; no s6lo in- dica el colocar un objeto en un lugar sino que implica el establecer en la _existencia, En griego a “la nocién de thémis hace pareja la de diké. La primera in- dica la justicia que se ejerce en el interior del grupo familiar; la otra regu- la las relaciones entre las fe "5, se destaca entonces el campo de apli- cacién de cada una: en el interior del grupo y en el entre. Mencionemos s6lo una nota més, ejemplificada con los cfclépes y el por qué considerar- Jos salvajes en su organizaci6n social: [..] son athémistes; entre ellos no hay asambleas de deliberacin, ni thé- mistes; cada cual dicta su ley (themistedei) a su mujer y a sus hijos, y na- die se preocupa de los demés (Od,, 9, 106-115)... Allf donde no hay génos ni rey, no hay thémis, ni asamblea; cada familia vive bajo su propia ley’. Con lo cual queda bien destacado algo muy importante. El origen de esta ley viene de otro lado, de un lugar divino en este caso, no es el resul- tado del capricho del que la dicta, de su legislador. Si bien en el derecho actual hay distintas maneras de entender el con- cepto de ley, es posible referirse a la norma juridica como \a formaliza- 3, Benveniste E. Vocabulario de las instituciones indocuropeas, Taurus ediciones. Ma- drid. 1983. Pag. 297. Benveniste E. Vocabulario de... Pég. 298. Benveniste E. Vocabulario de... Pag. 301. Benveniste E. Vocabulario de... Pag. 300 oun J. Maxven Ruaio ! Pstcovocfa Junipica-FoRENse ¥ PSICOANALISIS cidn positivd que ordena las conductas sociales, a partir de un precepto y_ una sancign. Esté implicado el Estado, que debe velar por su cumplimien- to a través de sus organismos competentes, para aplicar la sanci6n en caso que el precepto no se cumpla, restableciendo asf el orden alterado por esa conducta antijurfdica. Se destacan entonces dos momentos, un momento prescriptivo, que marca una permisién y una prohibicidn y, un momento de sanci6n, que expresa la observancia o Ja infraccion ala norma’. Al ser propias de un determinado grupo en un momento historico con- creto, las modificaciones que van teniendo tales normas, deben mantener coherencia con los supuestos implfcitos de los que son portadoras. Una clara muestra de la importancia de tal coherencia esté ejemplificada en la reacci6n tormentosa que generaron las declaraciones de Rowan Williams, arzobispo de la Iglesia Anglicana briténica, “que considers ‘inevitable’ la incorporaci6n de la sharia (ley islémica) en Gran Bretafia’, asf, desde el gobierno de la isla, el secretario de Cultura Andy Burnham, le respondi6 que “no se pueden ejecutar dos sistemas de leyes uno al lado del otro. Eso serfa una receta para el caos”s. II. EN EL DISCURSO PSICOLGGICO Al abordar a la psicologfa juridica como pregunta trabajamos un texto de Garrido, en el cual, plantea que la relacin entre la psicologta y la le se da en forma reciproca. Asf, cuando la psicologfa influye sobre la ley es porque hizo cambiar algunas maneras de ver la naturaleza humana, que la ley las incorporard como supuestos y las hard aplicar. En un momento posterior, serd la psicologia la encargada de confirmar los datos que sur- jan de su cumplimiento, Esta relaci6n entre psicologfa y ley es tal que, de- pendiendo de] momento donde se realice el corte temporal, seré.una u otra la que influya més en ese momento. Este autor sostiene que tal situa- ci6n es asf porque [..] ambas, Jey y psicologfa, tienen una misma concepci6n de la conduc- ta y sus causas. La psicologfa cescubre estas leyes, el legislador las supo- ne y dictamina en consecuencia’. 7. Dejo de lado en la nominacién la problemética penal entre norma y ley con las dife- renciaciones que algunos autores hacen al respecto. Ver. Soler 8. Derecho penal argen~ tino. Tea. 1987, Pag, 141s. Jiménez de Asti, L. La ley y el delito. Sudamericana, Bue- nos Aires. 1979. Cap. Vil. 8. Diario La Naci6n, 9 de febrero de 2008, Pég. 4. 9. Garrido Marti, E, “Relaciones entre le psicologia y la ley’, en Sobral-Arce-Pricto, Ma- 88 Carinuto 4 La Ley En relacion a la notas que tomamos de la incidencia ética, es posible afirmar que el estudio de Garrido parte del éthos, recordemos que escrito asf toma la acepcién de comportamiento. Puede hacer esta analogia psi- cologfa-derecho porque establece que su objeto de estudio es la conducia, entendida ésta como _accién; quedan homologados en su texto tres con- ceptos: comportamiento, conducta y accidn’®. Postula, por lo tanto, que son las leyes de la conducta las que el legislador tiene en cuenta, en un marco donde el psicdlogo atiende a “lo que es” —el fundamento empirico, al que llama, por momentos, la naturaleza humana-, en tal conducta y, el egislador atiende a “lo que debe ser’, la conducta esperada. Por lo tanto, _este autor no se plantearla el problema de diferenciar los discursos, del que nos vamos a ocupar més abajo, porque considera que ambos ~el psicdlogo y el legislador— se interesan, en Ultima instancia, en c6mo regular las con- ductas. Desde su concepeién se ubica en una situacion binaria, donde se recorta el individuo y la sociedad, por eso sus preguntas estén inmersas en la relaci6n recfproca entre conducta, personalidad y ambiente —entendido éte tiltimo como: los estimulos que recibe el individuo. Es de destacar una advertencia que este autor cree necesario hacer: [..] la ley, impuesta por el poderoso, determina lo que las ciencias sociales, deben descubrir. Bs decir, que es la sociedad tal como esté establecida, y, més en conereto, ine crea Jas leyes, el que determina la psicolo- gfa que se hace, la ‘naturaleza’ que se descubre. Aunque, se considera a sf mismo un cultivador ut6pico y, por lo dicho antes sobre Ja influencia recfproca, estima que el psic6logo no necesaria- mente estd sometido al poder, también puede imponer sus temas, para ello es condici6n que, el profesional, esté dispuesto a hacerlo. También dimos lugar, en el primer capftulo, a las propuestas de P_Le-_ gendre, el cual tiene una nocién de Jey distinta a la recién expuesta, Par- tiendo ya, no de un duelo individuo-sociedad donde la preocupacion esta centrada en el control social y la seguridad individual sino, desde un plan- teo que versa sobre la institucién en el sujeto, incluso, sobre la institucio- nalizacién del sujeto. En esta versién, mas cercana al significado de éthos_ como “cardcter” —en el sentido antes descripto—, laLey se convierte en “el Tercero social garante.de la humanizaciGn de cada quien”. En su nove- a s rhual de psicologia juridica. Paidés, Barcelona, 1994. Pag, 37 10, Ver el capitulo 8 sobre el acto, 11, Garrido Marti, E. “Relaciones... Pég, 30. 12. Legendre, P. El crimen del cabo Lortie. Siglo veinstiuno. México, 1994. Pég. 110. En J. MaNveL Rusto * PSiCOLOGIA JUMIDICA-FURENSE ¥ PSICOANALISIS dosa formulacién, este autor establece una continuidad entre el discurso— _del derecho y los fundamentos del sujeto, tomando para ello estudios psi- coanaliticos, préximos a la investigacién de Lacan. Vamos a exponer bre- vemente su planteo sefialando que, su busqueda cercana a la de lograr un discurso Unico, presenta dificultades de realizacién por los forzamientos que requiere para poder sostenerlo, dada la heterogeneidad entre estos dos discursos —el psicoanalitico y el del derecho. Le interesa, al respecto, la condicién institucional de la subjetividad, _ [..] es decit, su lazo vital con ese espacio tercero del que proceden los jes jurfdicos de lo prohibido, los cuales tienen por funcién primera hablar los actos humanos por adelantado™. ‘Tal Tercero es la Referencia absoluta, al que Legendre ubica como ho-__ sizonte del derecho en tanto sistema de normas que lo refleja, por lo cual, este Ultimo se convierte en garantia de aquel. De este modo, el hombre entra en una vida ya instituida, ya es hablado por adelantado, por eso, cuando un padre opera con sti hijo lo hace segiin la imagen instituciona- lizada de Padre, acorde al Tercero social como garante'’. La importancia de tal legalidad la muestra en dos tiempos, postulados para la légica de la diferenciacién: uno primero, de la puesta en escena del Jercero social ins- tituyente que plantea el principio de paternidad y, uno segundo, familiar donde se despliegan los lugares segiin lo edipico. Siendo la familia el mar- co institucional, concluye que, “nada se engendra ni se funda por sf mis- mo, ij iveles: hij R ia ¢ hijo dres”"®, El trabajo que realiza sobre la paternidad a lo largo de todo el texto que estamos citando alcanza al subtitulo, “tratado sobre el padre”; si bien el autor hace puntuaciones muy claras, s6lo tomamos algunas notas en fun- cién de nuestro tema. Se sirve del trabajo de Freud sobre el padre de la horda primitiva, con la nocién de Padre mitico, en una doble vertiente: en tanto Padre en el dis- curso del mito —lo llama Sujeto monumental— y, en tanto su representa- cién para cada familia a nivel edfpico”. Es asf que, cada uno puede, forzo- samente, acceder a la identidad y diferenciacién, debiendo conquistar lo que le es dado, para poder pasar de la original opacidad del mundo ma- ccursiva en el original. 15. Legendre, P. El crimen... Pég, 39. 14, Legendre, P. El crimen... Pég. 36. 15, Legendre, B. El crimen... Pag. 67 16. Legendre P. El crimen... Pag. 73. 17 Legendre, P. El crimen... Pig. 133 terno a la dimensién de la palabra. Son Jas construcciones institu: las que simbolizan ese primer vacto, y los sistemas nonnativos o: tal pasaje, en el cual se moviliza todo el andamiaje institucional’. En sintesis, para entender su nocién de ley, diferenciada en tanto Ley -la Ley del sujeto es la ley del lenguaje— Legendre apelé principalmente a Jas nociones de Referencia, de Padre, y con el acento puesto en la institu- cionalizaci6n, donde cobran un lugar importante los marcos normativos, las leyes que, en este texto, elegimos llamar las normes juridicas. ILL. EN BL DISCURSO ANTROPOLOGICO En la primera nocién psicolégica que tomamos -la de Garrido-, el abordaje estaba hecho desde un binarismo, en cambio, elsiguiente enfoque —de Legendre— consider6 a un garante externo como Tercero. Teniendo en cuenta esto, hagamos una breve mencién a un texto que marca a una palabra que, por ser pronunciada, transforma la situaci6n: Si yo no hubiera venido y no hubiera hablado, no tendrfan pecado; pero ahora no tienen excusa de su pecado”. Es la situaciGn de personas que vivian en sociedad de una determinada manera y, por la venida de alguien que habl6, ya nada es igual pare ellos. Tal palabra opera como una terceridad, siendo incluso que, el texto no dice que fuera “escuchada” por ellos y atin asf los transforma; de ahora en més son responsables de su pecado —que antes no tendrfan—. El efecto de la ‘a ya esté dado por el hecho de haber sido pronunciad. insisto, les fue hablada y ya tiene consecuencias, que en el texto est dicho como elno. % ”. Tomemos brevemente algunas notas. Cuan- do Jestis, que es de quien se trata, Jes hablé, no faltaba una legislacién que marcara condiciones éticas a quienes lo escuchaban, y esto era asf en fun- cién de la Alianza marcada en el Antiguo Testamento. Como muestra de ello se enumera por ejemplo: ~ Decélogo (Ex. 20,2-17; Deum. 5,6-18) ~ Cédigo de la Alianza (Ex. 20,22-23) = Decélogo ritual (Ex. 34,11-16) ~ Cédigo Deuterondmico (Deum. 12-26) ~ C6digo de Santidad (Lev. 17-26) _—— Ta Legendre, P. El crimen... Pag. 168. 19, Evangeliv de San Juan. 15. 22. 91 Estas codificaciones generales, lo misino que otras de cardcter mas parti- cular (ley del trabajo y de la fecundidad: Gén.1,28; el respeto de la vida Gen. 9,1-7; la circuncision: Gén. 179-14; la Pascua: Ex.12,1-20; ley de pu- reza: Lev.11-16,etc) estan intimamente relacionadas con el tema de la Alianza”, Cuando Vidal marca el efecto de la venida de Jestis, con su muestra en la ley en el Nuevo Testamento, lo sintetiza diciendo que: + para el cristiano no tiene ya sentido la ley verotestamentaria: en cuan- to economia de salvacién (...); en cuanto forma de cumplir la moral: de tipo legalista y exterior; en cuanto ordenamiento determinado para un pueblo (leyes rituales y civiles) + para un cristiano permanece valida la ‘ley natural’ en cuanto orden de la creaci6n y en cuanto ha sido asumida por la ley verotestamentaria. Pero la forma de vivirla debe ser a partir de la ‘ley nueva’ + para un cristiano tiene sentido el ‘espfritu’ de la ley del Antiguo Testa- mento, en cuanto que ha sido asumido por el Nuevo Testamento. + para el cristiano la Gnica ley que existe es la ley del Espiritu?! Con lo cual, para lo que por el momento nos importa, estd marcando un pasaje, a partir de una palabra, en el orden de la operatoria de otra ley —Gnica”—, mencionada a veces como de la Nueva Alianza, desde la cual, lo recibido —“ley natural”— ahora es tomado de una manera totalmente. nueva, entra en otro orden —del “Espiritu”. Es para estudiar este pasaje, desde la naturaleza ~salvando las distancias de las homonimias, mencionado como “ley natural”— a otro orden, que va- mos a recurrir a un autor que desde las ciencias abord6 el tema. Apelamos para ello al clasico texto en que Claude Lévi-Strauss se pregunta: “¢Dén- de termina la naturaleza? éDénde comienza la cultura?”®, Para responderlas, describe tanto a animales domésticos como a insec- tos 0 a monos antropoides, en los cuales no encuentra [..] siquiera un esbozo de lo que podria denominarse el modelo cultural universal: lenguaje, herramientas, instituciones sociales y sistema de va- lores estéticos, morales 0 religiosos®. 20. Vidal joral de ... Pag. 264, 21: Vidal, M. Moral de... Pag. 269. 22. Lévi-Strauss, C. Las estructuras elementales del parentes ¥ ini 1995, Pag. 36. P sco. Planeta-Agostini, Espafia. 23. Lévi-Strauss, C. Las estructuras... Pag. 38, 92 Cavirvio 4 La Ley Del mismo modo, cuando describe a los lamados “nifios salvajes” ta poco encuentra datos que le den respuestas, pues no presentan las conduc- tas de los animales ni una regresién a algo anterior como sf sucede con los animales domésticos dejados en libertad, Pero el hecho de no encontrar reglas estables en los animales, adn como resultado negativo, es lo que le permite formaular la diferencia que buscaba: Sostenemos, pues, que todo lo que es universal en el hombre correspon- de al orden de la naturaleza y se caracteriza por su espontaneidad, mien- tras que todo Jo que est sujeto a una norma pertenece a la cultura y pre- senta los atributos de lo relativo y de lo particular® Pero, llegado a este punto, se encuentra, en los humanos, con un con- junto de hechos que contradice el hallazgo anterior: [un] conjunto complejo de creencias, costumbres, estipulaciones e institu- ciones que se designa brevemente con el nombre de prohibicién del inces- to, La prohibicién del incesto presenta, sin el menor equivoco y reunidos de modo indisoluble los dos caracteres en los que reconocimos los atribu- tos contradictorios de dos 6rdenes excluyentes: constituye una regla, pero la Winica regla social que posee, a la vez, un cardcter de universalidad’* La.prohibicin del incesto la encuentra en todas las culturas, pot lo tanto posee un cardcter universal, /o que varla es que, en cada una de ellas, posee formas propias, lo que hace que, en la comparaci6n, unos per- mitan matrimonios que otros no, o que las sanciones sean més 0 menos graves. “La prohibicién del incesto posee, a la vez, la universalidad de las tendencias y de los instintos y el cardcter coercitivo de las leyes y de las instituciones””. Es por esto mismo que presenta una situaci6n tinica en cuanto a las reglas, pues: 24. Bl tema tiene su importancia en concepciones que si bien hoy parecen lejanas, no lo son tanto en las publicaciones de los medios de difusi6n, como muestra cebe citar a su paradigma: “La antropologfa criminal ha reconocido, pues, en el hombre delincuente, maéxime en su tipo més caracteristico, una multitud de caracteres anormales, muchos de los cuales tienen significacién atavica, por cuanto reproducen las formas propias de los antepasados del hombre, atin de los prehumanos,... Y como quiera que a estos ca- racteres atdvicos se asocian manifestaciones y tendencias criminosas, y éstas son, se: gin hemos visto, normales y frecuentisimas en los animales y en los pueblos primit vos y salvajes, es Iieito concluir que también en los criminales son naturales estas ten- dencias”. Lombroso. Ltiomo delinquente, Torino. 1896 Sta ed. Ver capftulo 7. 25. Lévi-Strauss, C. Las estructuras... Pag. 41. 26. Lévi-Strauss, C. Las estructuras... Pag, 42. 27. Lévi-Strauss, C. Las estructuras... Pag, 43. la prohjbicign del incesto se encuentra, a la vez, en el umbral de la cul- tura, en la cultura y, en cierto sentido, como trataremos de mostrarlo, es Ja cultura misma™. Al ser una regla es cultural, pero por el cardcter de universalidad es pre-cultural, por eso la ubica en el umbral y, a su vez, concierne a la vida sexual, que lo vuelve acercar a la naturaleza animal, aunque destaca al respecto dos cuestiones, una primera es que los deseos sexuales en el hom- bre no siempre respetan las convenciones sociales, y una segunda que, atin en los animales, requiere de el estfmulo del otro, con lo cual lo convierte en el terreno propicio para el trdnsito entre los dos rdenes. Luego de recorrer los estudios realizados para dar cuenta de tal fend- meno, afirma: La prohibiciGn del incesto no tiene origen puramente cultural, ni pura- mente natural, y tampoco es un compuesto de elementos tomados en par- te de la naturaleza y en parte de la cultura. Constituye el movimiento fun-__ damental gracias al cual, por el cual, pero sobre todo en el cual, se cumn- ple elpasaje de la naturaleza a la cultura”. Insistamos, por presentar la condici6n de universalidad pertenece a la naturaleza, pero como condicién de cultura, pues sus reglas no dependen de aquella y se las impone. En consecuencia, la prohibicién del incesto no pertenece ni a una ni a otra, por lo cual es lo que permite establecer el nexo entre ambas. Reconocida esta situacién, nuestro autor hace, al res- pecto, una afirmacién muy importante, se trata del advenimiento de un nuevo orden en el ser humano. Sin embargo, esta unién no es est4tica ni arbitraria, y en el momento en que se establece modifica por completo la situacién total. En efecto, es menos una unién que una transformacién o un _pasaje; antes de ella, la cultura atin no existe; con ella, la naturaleza deja de existir, en el hom- bre, como reino soberano. La prohibicién del incesto es e} proceso por el cual la naturaleza se supera a sf misma; enciende la chispa'bajo cuya ac- cién una estructura nueva y més compleja se forma y se superpone —in- tegréndolas- a las estructuras més simples de la vida psfquica, asi como estas tiltimas se superponen —integréndolas~ a las estructuras mas sim- ples de la vida animal. Opera, y por sf misma constituye el advenimiento de un nuevo orden” 28, Lévi-Strauss, C. Las estructuras... Pag, 45. 29, Lévi-Strauss, C. Las estructuras... Pag, 58-59. 30. Lévi-Strauss, C. Las estructuras... Pag. 59. 94 Recapitulando lo trabajado hasta aqui. Desde la noci6n de ley en re cién al comportamiento —éthos-, 0 al cardcter, modo de habitar —éthos—, pasando por la norma juridica como un ordenamiento que establece un precepto y una sancién y la designacién de la misma en el indoeuropeo, seguimos por el estudio de la ley en psicologia, entendida como la btisque- da de constantes para explicar y manipular el comportamiento, que sir- van de fundamento a las normas jurfdicas. Nos referimos luego a la for- mulacién de la Ley como un Referente tercero que sostiene las relaciones sociales a partir de la garantfa que permiten los sistemas normativos que institucionalizan al sujeto. Puesta en evidencia, por esta segunda posibili- dad, el valor de la palabra, incursionamos brevemente en una Palabra que genera un cambio de orden, de un orden regulado por la “ley natural” a uno regulado por la “ley nueva” del Espfritu. Qued6 planteada entonces la pregunta por el paso de uno a otro orden. La btisqueda de respuesta ya fue desde una disciplina cientifica como lo es la antropologfa estructural, donde se evidencié una regla antropoldgica, que lo posibilita; se trata de la prohibicién del incesto, a través de la cual, sin explicacién sélo natu- ral ni sdlo cultural, quedo postulada como la que permite el “advenimien- to de un orden nuevo” el del ser humano. Con lo cual no sélo reglamen- ta la relacin entre los sexos y asegura el poder de la cultura sobre la na- turaleza sino, que, ubica en un tiempo que es inhistérico, pues es un pun- to de origen pero que est a la vez a ambos lados del umbral, a partir del cual se puede pensar que la cultura se convierte en la verdadera naturale- za del hombre. Al comentar este paso, Joél Dor afirma: {..] para que esta distincién (lo cultural y lo natural] pueda ser aceptada, hay que suponer légicamente la posibilidad de que exista un invariante natural y universal especifico para todos los homibres*!. IV. EN EL DISCURSO PSICOANALfTICO Ante tal cuestin, es posible encontrar un camino de solucién a través de los postulados de un mito. Tom&ndolo como opcién, Lacan propone leer de esa manera lo formulado en el clésico Tétem y tabi. Freud, en su texto, advierte que estd partiendo de una hipétesis que parece fantéstica y que el comienzo de lo que va a enunciar no se basa en una observaci6n. Para el presente desarrollo no interesa buscar en él una verdad empfrica ni tampoco el contexto de la produccién de tal texto ~ya que fue construi- 31. Dor, J. EJ pedre y su funcién en psicoanilisis. Nueva Vision. 1991, Pég 25. yon do en el cruce entre los estudios del totemismo, los datos de la clinica de la fobia y la hipétesis darwiniana del estado primitivo-, sino que, lo que rescataremos serdn elementos para ¢l problema de la Ley, que analizamos en este capitulo. Recortamos del mismo lo que, segtin lo dicho, considera- mos esencial y lo analizamos brevemente: (..] un padre violento, celoso, que se reserva todas las hembras para sf y expulsa a los hijos varones cuando crecen... Un dfa los hermanos expulsa- dos se aliaron, mataron y devoraron al padre, y asf pusieron fin a la hor- da paterna... El violento padre primordial era por cierto el arquetipo en- vidiado y temido de cada uno de los miembros de la banda de hermanos. Y ahora, en el acto de la devoraci6n, forzaban la identificacién con 1... E] muerto se volvi6 atin més fuerte de lo que fuera en vida; todo esto, tal como seguimos viéndolo hoy en Jos destinos humanos. Lo que antes é! ha- bfa impedido con su existencia, ellos mismos se lo prohibieron ahora en la situacién psiquica de la «obediencia de efecto retardado {nachtrdglich]»... coincidieron con los dos deseos reprimidos del complejo de Edipo.” _ El relato estd centrado en un “padre primordial’ el cual cobra efecto una_vez muerto, generando en ese estado, un_nuevo orden de conviven- ia_a partir del momento en que queda en una situacién de exterioridad al grupo. Su consecuencia es que lo que era una banda de hermanos en la horda paterna, toma otra organizacion: se instituye la exogamia, vfa pro- hibici6n del acceso a las mujeres del padre —no de la madre, pues las otras mujeres no lo eran de cada uno de los que luego se las prohfben®—, yasf, operan las leyes de alianza y filiacin estudias por Lévi-Strauss como es- tructuras elementales del parentesco™. Presenta un paso desde un tiempo primordial que s6lo es recordado en los ritos, enunciado en Freud como horda paterna, donde se puede recono- cer que el goce estaba localizado en éste padre violento, “gloton de goce”, hasta que opera la muerte y, a partir de ella, con la figura del padre muer- _to-el cual fue is imbdli i Se instituye entonces la Ley que, al privar, instaura una falta, la cual opera 32, Freud, 8. Totem y Tabi. Obras Completes. Amorrortu, Buenos Aires, 1980. T. XIII. Pags. 143-145. 33. Lacan, J. Seminario De un discurso que no serfe del semblante, Inédito. Cl. 9 junio 1971. 34. El nexo entre parricidio y Ley simbélica parece que importa en la literatura, tres auto- tes de obras maestras toman el tema: S6focles en Edipo Rey, Shakespeare en Hamlet y Dostoievski en Los hermanos Karamazov. {El crimen es un retorno ala naturaleza ~bestial- 0 una ruptura simbélica en su dimensi6n inconsciente? Origen del hombre, Ley y crimen aparecen asociados, 96 Cariruto 4. La Ley como un mandato v funda al deseo. Afios después, en la carta que Freud le envia a Einstein en septiembre de 1932, como respuesta a una suya, escrita a instancia de la Liga de las Naciones, con relacién a la violencia propia del hombre -la cual no desaparece- , insiste en este iitimo punto: La violencia es quebrantada por la unin, y ahora el poder de estos uni- dos constituye el derecho en oposici6n a la violencia del tinico. Vemos que el derecho es el poder de una comunidad, Sigue siendo una violen- cia pronta a dirigitse contra cualquier individuo que le haga frente; tra- baja con los mismos medios, persigue los mismos fines; la diferencia s6lo reside, real y efectivamente, en que ya no ¢s la violencia de un individuo la que se impone, sino la de Ja comunidad. El maestro vienés dice que tales prohibiciones coinciden con los deseos del complejo de Edipo. Esta afirmacién presenta un riesgo, consistente en Ja posibilidad de deslizar que son equivalentes los dos mitos, el de Edipo y cl de la horda primitiva, siendo que, es posible diferenciarlos y, para ello, se debe tener en cuenta como operan los tiempos del goce y de la muerte. Ya describimos a un padre gozador —primero— que luego es muerto y allf se instaura la Ley. En el de Edipo, en cambio, lo primero que ocurre en la encrucijada del camino_es que lo mata, estd el padre muerto, luego llega el momento del acceso al goce -de la Madre por parte de Edipo- y’pos-_ teriormente ocurre el operar de la Ley. Al respecto, Lacan sefiala que, en su lectura clinica, el mito que toma de Sfocles se encuentra en la vertien- te de la histeria, en cambio el de Téter y tabi lo esté en la vertiente de la neurosis obsesiva ~fantasmaticamente préximo a la perversién-, toman- dolos a ambos como resultados. Como decfamos antes, no nos centra- mos en su modo de producci6n, por eso, que surja de la clinica de la neu- rosis no invalida su aporte al orden de la verdad, como relatos que permi- ten captar la estructuracion. Pero, en la obra de Freud ya habfa una nocién previa de padre. Se trata del padre de la seducci6n, el cual generaba una situacién traumé- tica, en una versién que ocupé a nuestro autor en las primeras investi- gaciones a fines del s. XIX*. Tal nocién suele surgir, de distintos modos, tanto en teorfas de psicoprofilaxis como en las noticias de los medios de difusi6n, aunque adoptando maneras a veces muy ingenuas y con gran peso ideoldgico —en el sentido definido en el capitulo 2. Lo que el trauma 35, Freud. “Por qué la guerra?” Ob. Comp. Tomo XXII, 188-189. 36. Lacan, J. El reverso del psicoanilisis. Paid6s. Buenos Aires. 1992. 37. Sobre el concepto de seduccién y primer teoria del trauma. Rubio ].M. 1 M. ¢Por qué Fr no curd a Dora? Educa. Buenos Aires. 2002. Pégs. 109-115. , roe J. Manvet Rusto | PsicoLocta Jun{o1cA-FORENSE Y PSICUANAM S12 conlleva es la irrupcién de un real del goce al que cs imposible metabo- lizar en ese momento por el sujeto, irrupcién que Freud descubre siem- pre como origen de la sexualidad en el humane, tal como queda ejempli- ficado con valor de paradigma en el caso Emma que analiza en el Pro- yecto de psicologia. Avanzando en [a teorfa de la cura, tal como se muestra en el caso Dora, cuando no pone en cuestién “la realidad” de la denuncia de la mucha- cha, sino que pone el acento en cémo esté ella jugada en su deseo en eso que denuncia. Por lo tanto, de un primer planteo desde el deseo vinien-_ do del Otro -con la modalidad de padre “perverso” en su seducci6n-, llega a postular el fantasma que esté en juego, con el compromiso del su- jeto. El cambio de concepcién es muy grande, ya que la escucha del re- lato fantasmético le hace posible captar cual es el deseo que esté ope- rando, escenificado en lo que le permite elaborar desde el mito de Edi- po.-El problema que se plantea con la narracién de tal mito es que que- da la posibilidad de creer que es posible la satisfaccién por encontrar al objeto que colmarfa la falta. Este objeto estarfa encarnado en la madre como esposa del padre- y, no se accederfa a ella s6lo porque esté p icidn_paterna, pero que, de no ser asf, la falta quedarfa iguiendo esta formulacién, si el sujeto no lo logra es s6lo por una cuestién de impotencia -no de imposibilidad-. Bs el otro mito, el de la horda primitiva, el que permite plantear la imposibilidad de tal acce~ 0, y por lo tanto el de una falta radical y constitutiva, atin con la nece- sidad del planteo de un goce del Otro que queda por fuera de tal legali- dad, pero que, aunque no exista, es necesario para que tal legalidad fun- cione. Cémo opera Lacan con estos elementos, valorando la nocién de falo -que en 1923 Freud la recorta conceptualmente-, es algo que re- quiere otro capitulo. V. CONCLUSION Podemos apuntar, a partir de los desarrollos previos, que el discurso psi- colégico no explica la Ley, pero sf habla del modo como se inscribe con- _cretamente en la historia personal y cuales son los efectos singulares que ello genera, Ocurre en el seno de las relaciones familiares, con sus dinémi- cas caracterfsticas, que excede a la realidad psicoldgica, pero que es donde se forma el psiquismo, con el modo diferenciado que le otorga cada cul- tura. Es necesario no olvidar que esto se realiza con una base estructural que le es propia y que lo observamos en sus efectos fallidos cuando no es respetada, aunque ese “saber” no le viene —al nifio que se esté formando— OR desde su “psiquismo””*. El chico “ya sal ; callf-que la falla muestra qué es lo que no ocurti6, Si el planico auc mos desarrollando tiene algo de verdad, es muy problematico (oma por ejemplo, que hay una elecci6n voluntaria y consciente de! sexo, pace lo distinto no implica la diferencia. En nuestro 4mbito no es infrecuente la confusi6n que se presenta al no diferenciar la norma juridica de lo que se llama Ley —en el sentido de Ley del padre—. Suele no tenerse en cuenta que para que la ley, como norma jurtdica, refuerce el campo creado por el ordenamiento pautado por un gru- Po, es n ic sada miembre i6n_de la Ley en su proceso __ Ge personalizacién, que operé en la constitucién del sujeto, pues sin este requisito la norma grupal no encontrard basamento donde asentarse. Es- tudiar los modos en que sé realiza la inscripci6n de esta Ley, en cada per- sona, posibilita entender las posiciones subjetivas que asume, la cual mar- card las conductas ante la norma jurfdica. Su conocimiento pone frente a los diversos tipos de cumplimiento de tales prescripciones, asf como de las infracciones y transgresiones desde sus posiciones subjetivas concretas”. Dicho en forma sintética: para que haya un deseo es necesaria una Ley -paterna- que lo instituya y ordene y, ésta se debe inscribir en for- ma singular, respetando modalidades estructurales. Dicho de otro modo, el. deseo surge de la Ley. TMA", de z gen Podemos retomar la tripe designacién que se mencionara al comienzo, ahora ya con el desarrollo realizado: + regla antropol6gica, en el paso de la naturaleza a la cultura posibi- litado por la regla de prohibicién del incesto; + Ley del padre, que se la puede leer como Ley de castraci6n —en su sentido simbélico—, que permite la constitucié " h describir los vocablos, tomamos Jo que ocurrfa con los cfclopes, los ales no tienen una ley al modo de Ja nocién de thémis, que tal ve pue- da ser homologada tanto con Jo que ocurre con el padre de la hor re mitiva del mito, como con lo que mencionamos en el primer vente 0 bre el lugar de la ideologia de la ciencia cuando se la toma desde un ci Fa Se retoma el tema en el capitulo 6 sobre el sueto yen el 10 sobre les posiciones sub- i icbtica. jetivas, en especial al tratar le psic . 39. Ver ‘el capftulo 10 sobre las posiciones subjetivas. 99 J. MaxvEn Ruaio : Pstcouosia Junipica-FORENSE ¥ PSICOANALISIS tismo, que ocupa el lugar de un padre fetichizado. Una nominacién po- sible para estas modalidades puede ser la de bando, en tanto emitida por un poder sin cuestionamiento ni consenso, qué genera no slo obediencia sino, también, que arma los grupos, pues marca quienes estén por fuera, asf los band-idos, los a-bando-nados, y la lista sigue en su efecto de segre- gacionismo concentracionario. en cambio, en sus distintas versiones, permite una operatoria metaforica que, en lo que nos interesa, se inscribird a través de la metafo- ra paterna, posibilitando otro. tipo de intercamt los. Para pasar a su desa- rollo en el préximo capitulo, finalicemos con una cita de Lacan que sir- va de sintesis de lo dicho: 40. Lacan, J. “Del Trie Meso. 1964, pag ase TOUEY del deseo det Psi 100

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