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N o Fe OMAR AL MARGEN EL LENGUAJE INSTRUMENTO DE DOMINIO CUANDc el hispani a tain es (como si a ae Hearn trata de justificar la conquista de América ari 7 °cho histéric hastens j sario 9 simpler t6rico no le bastara con haber sido nece- aspectos positives sada iar sao eas recuerda, entre sus continente redujo la div Ste oF los escubridores a nuestro colombinas a la Rin ersidad de los dialectos de las tribus pre- ae as a la unidad del idioma castellano. Pero el hispanismo no se detiene a especificar cuantos y quié- nes fueron los beneficiarios del don que nos vino “de la mar salobre” y qué uso hicieron de él, cémo lo aplicaron, a qué obje- tos, Con qué intenciones, con cuales resultados. Y después de esto atin habria que discernir entre el valor del castellano en zonas densamente pobladas Coane ees Saattee tradicion cultural propia y aun eee a sahabea Gedics su llano en lugares en los que la naturaleza at turno a la histori OTT fee a Ja raza— constituye un privilegio que, parad6;;_ Feligion, como la raza— constituye un privilesin due, parado camente (o allmenos en apariencia), tiende a dejar de serlo aj ivulearse, al comunicarse, al extenderse Los esfuerzos de los frailes misioneros para incorporar lag grandes masas de la poblacién autoctona a la cultura europe, Son memorables, entre otras cosas, por su ineficacia. Pasado ¢| primer impetu apostolico, las cosas, que habfan ido col en la jerarquia debida, tendicron a hacerla perseverar: el indio ¢ la sumisi6n, el mestizo en la tierra de nadie del conflicto, el cric ello en el ocio, el peninsular en el poder Lo importante entonces era ostentar signos de distinciér evidenciaran, a primera vista y a los ojos de cualquier exiranc el rango que se ocupaba en la sociedad. Fl color de la piel dec mucho pero no todo; habia que afadir la pureza-y fa antigueda: de la fe y algo mas: la propiedad de los medios orales d | expresion. is / “La propiedad quiza se entendié, en un principio, come Correccion lingiiistica; pero muy pronto este concepto fue cam biado por el de la posesidn; este corsé cay en desuso para deja paso libre a Ja abundancia. Hablariera una ocasion para ewhibi los tesoros de los que se era propietario, para hacer osteniacién del uj; para suscitar envidia, aplauso, deseo de competir y de emular, Pero se hablaba ¢a quién? ¢O con quién? Se hablaba al sien para dictarle una orden que al ser mal comprendida era pec ejecutada con lo que se daba pabulo al desprecio; al neofito para predicar un dogma que no solicitaba su comprension sino si total aquiescencia; al vasallo para que obedeciera una ley que n Por ser impenetrable dejara de ser obligatoria; al publico que asistia a los espectaculos en los que se dirimian asuntos de honor tiguis miquis amorosos, problemas doctrinales y que agradecis ese momento de éxtasis, aunque de ninguna manera, entrar en otro nivel de realidad de ningun tipo. Extasiarse era simplemente ausentarse, No estar acosado en Ja pista de la fuerza, perseguido en el coto del terror, sujet0 & el feudo del castigo. A esos largos, floridos, enfaticos mondlogos correspond (0? respondia nunca, no podia responder) esa larga costumbre 4 eaten auue, segtn L arra, entorpece la lengua, ¥ el indio la (en! timides, Por si, por su ignorancia, Y el mestizo por Los que hablaban, h: al criollo la oportunit 978 ir de si mismo no implicar®. blaban con sus iguales, El ocio regalab idad de refinarse, de pulirse, de embelle- on todas las galas qu fesse 0 galas que peura el i Mra gala del idioma. Agiles torner al. Se practica el virtuosis de los" sma ait ELC ects0s se multiplican lax fee @ alambica, se quiebra de suutil. fs ef [a palabra aqui no es ni el instrugy depisito de la memoria sino la gpacigua el horror al vacfo, el talisman ea oes feustia, Por es0 la palabra va a wagnen eh gatrados de las damas para ira los cals residente encierra a SUS enemigos. © *Hablen, sigan hablando, no se calle enel mundo, que el silencio me came nds quieran figura que una mano alargada en la sombra va gto 8 me culo par estranguarnos a cogernos del La mano que se alarga con el propésito de estrangular cisa de la complicidad de la tinicbla. Opera a plons BaP de muchos modos: Opresicn, Miseria, Injusticia, Denenieage Se llama, no la laman. Los parlanchines estan. demasiado absortos en el juego de palabras que, para que no se lee lle a vienio, se clavan, como a las mariposas, con el alfiler de la escritura, Helos aqui, amanuenses atareados en el menester de construir un soneto que sea legible de arriba para abajo y vice- versa, de izquierda a derecha y al revés; un acréstico acrobitico: una silva en que la selva se petrifique en marmoles helénicos. No importa que la selva estalle y la piedra se pudra. La palabra no ha sido vulnerada porque estaba aparte, y més alla de la pie- dray de la selva. Se desgranaba eternamente en el reino de los sonidos puros. » eSetima yer la multiph Sia iDlicidad a vencey APoBeO del barraces 38" lento de | ramen la inteligencia ni Mosa coberturs* con ue se conta ls fas puertas de los 1 los que pr Seftor EL LENGUASE, POSIBILIDAD DE LIBERACION Y mientras tanto este mundo, que no acaba nunca de ser ee etto, aguarda su bautismo. A las cosas, come una ae quez que acontecfa en Macondo, se les seiala-s Tocon el nombre que las define, las ilumina, lassi. tres, 08 usufFuctuarios del lenguaje lo malversaron SSG. resi- Gi2t© siglos, lo despilfarraron. No vale apelar ah} dencig, rable. Porque el caudal, ese caudi ee ee otro puto, Rear keris hi ar la perla dentro de cada concha, la at co ro tes nor dela corteza- Porque ta Conch a guard 0 ee ole SUSTATICIA. I ie ee ie CNCar. @ei6n de la verdad, porque cl lenguaje tiene significado Anie este hecho, gqué importa que las princesas estén tristes El hada Armonia ha cesado en sus funciones de engai. lar penas y mecer congojas Ahora la palabra anda de boca en boca, de mano en mano como una moneda que sirve para cambiar ideas, para troca, opiniones, para comprar voluntades. Pero lo mismo que pasa con las monedas, que a fuerza de uso se desgastan y pierden la nitidez del perfil que les da valor, jay palabras van tornandose equivocas, multivocas. Manose escupidas tienen que someterse a un bafio de pureza para recu perar su pristinidad. 2 Yesa pristinidad consiste en la exactitud. La palabra es la fle. cha que da en “su” blanco. Sustituirla por otra es traicionar a la © cosa que aspiraba a ser representada plena y fielmente, con niti ~ dez, con precision y no a que se le esbozara a grandes rasgos confusos, con la brocha gorda del pintor de burlas. La palabra, que es tinica, es, al mismo tiempo y por eso mismo : gregaria. Al surgir convoca la presencia de todas las otras que le ; son afines, con las que la atan lazos de sangre, asociaciones licitas bobos, \ ¥ Constituye familias, constelaciones, estructuras. _ Pueden ser complejas, pueden regirse por un orden que pro- duzca placer en el contemplador. Lo que ya no les esta permi- ido volver a ser nunca es gratuitas. Las palabras han sido dot: las de séntidd y el que las maneja profesionalmente no esta acultado para despojarlas de ese sentido sino al contrario, com prometido a evidenciarlo, a hacerlo patente en cada instante, en cada instancia Ef El detaous Ja palabra es su destinatario: el otro que escucha que entiende y que, cuando responde, convierte a su interlocutor en el que escucha y el que entiende, estableciendo asi la relacion _ del dialogo que solo es posible entre quienes se consideran Y se tratan como iguales y que sélo es fructifero entre quienes s¢ ee riereniibres, a —— 2 EE eee ESCRITURAS TEMPRANAS* ae ee, ee el descubrimiento de una vocacion literaria como © la inteligencia a la que se le revela un hecho que hasta entonces habia permanecido oculto y que, a partir de entonces, queda expuesto a la evidencia, sujeto a las leyes de desarrollo, tendiendo siempre a la consecuci6n de la plenitud. No, yo entiendo el descubrimiento de una vocacion literaria como un fendémeno que se sittia en estratos mucho mas profun- * Tomado de Mujer que sabe latin 993 re Gos, mucho més elementales del ser humano: en los niveles en la respuesta, ciega pero eficay Jos que el instinto encuentra I: una situaci6n de emergencia stibita, de peligro extremo. Cuanac pe trata de un asunto de vida o muerte en que una personne juega todoa una carta... yacier(a No estoy hablando de mi, todavia. Estoy recordande al nattador de En busca del tiempo perdido que, en su infanci “asiste, curioso y maravillado, a los preparativos familiares pay, tuna cena formal a la que, desde luego, le prohiben asistir por. que éstas no son todavia ceremonias apropiadas a sus anos.” La prohibicion, naturalmente, lo decepciona. Pero lo q angustia, hasta un punto intolerable, es la certidumbre de ou su madré no abandonara su puesto en la mesa del convite pie subir, como siempre, a darle ¢l beso de buenas noches. Sin embargo, contra todas las previsiones de la logica y de la costumbre, el narrador aguarda con impaciencia que ocurra lo que no podria ser mas que un milagro. Para hacer que se pro- duzca redacta un pequefo recado, un “;Ven!” perentorio que un sirviente leva a su destinataria y que no recibe respuesta ni mucho menos satisfaccidn a su pedido. Sin embargo, el narrador —por el mero hecho de haber escrito ese papel— siente que disminuye la tensién en la que se debatia como si la escritura hubiera operado sobre él (no sobre las cir cunstancias exteriores) a la manera de un balsamo. Algo misterio so ha ocurrido: una modificacion liberadora,

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