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VERDAD, LIBERTAD Y EL PARADIGMA, ETICO CONTEMPORANE( ‘CONSIDERACIONES 4 PARTIR DEUN TEXTO DE JOSEPH RATZINGER 1. ELTEXTOESCOGIDO E] tema de las relaciones entre verdad y libertad reviste una amplitud y una com plejidad desmesuradas, que hacen muy dificil su abordaje con cierta acribia en los es tcechos limites de una simple comunicacién'. Por ello, necesita ser circunscripto de algin modo, de manera de hacer posible un tratamiento que, siendo relativamente breve, no pierda el atractivo de las cuestiones fundamentales, ni se diluya en la consi deracién de algtin aspecto periférico de la problemitica. Con esta finalidad de ajustar el tratamiento del tema propuesto para los debates de esta Semana, hemos elegido co: ‘mo punto de partida un interesante texto de Joseph Ratzinger’, en el que el tedlogo a Jemén efectia una penetrante critica de la concepcién de la libertad mis difundida en nuestros dias, a la que vincula genéticamente con la Ilustraci6n, para proponer luego Jas vias del necesario reencuentro de la libertad humana con la verdad acerca del hombre, de las cosas humanas y, mas radicalmente, de Dios. Ratzinger comienza su tratamiento del tema con una comprobacidn fenomenolé. gica: Ia libertad es, para el hombre contemporineo, el bien o valor supremo, al cual se subordinan todos los demas. Por otra parte, la opinién comiin tiende a reaccionar con suspicacia ante el concepto de verdad, suspicacia que tiene su raiz, segin Ratzinger, en sel escepticismo, alimentado por las eiencias de la naturaleza, en celacién con todo quello que no se puede explicar exactamente o no se puede demostrar mediante mé todos exactos: todo eso parece ser en definitiva sélo una asignacién subjetiva de un valor, que no puede aspirar « un cardcter universalmente vinculante’. Esta primacia absoluta dela libertad adoptads por la opinién comin del hombre contemporéneo, leva necesariamente, en el orden de la ordenacién moral de las pra- xis humanas, ala afiemacién de ala libertad como el derecho y la oportunidad de he " Comunicacén lida ante Ia Sociedad Tomista Argentina durant el transcurso de a XXIV Semana ‘Temisaclebrada en Buenos Aites entre el 6 y o 10 de septiembre de 1999. ° Gi J. RATZINGER, “Verdad y libertad Huranata (Santiago de Chile) 14 (1999) 199-222. En a delante Vi, "VL 199, 428 (Cantos ToNacio Massn CORREAS cer simplemente lo que queramos y no tener que hacer cosa alguna que no deseemos llevar a eabo. Dicho en otros términos —concluye el teslogo alemin— la libertad sig. nificaria que nuestra propia voluntad es la Ginica norma de nuestra accién y que no 86 Jo podemos desearlo todo, sino ademas tenemos la posibilidad (moral) de realizar los deseos de esa voluntad»*, En un trabajo anterior al que estamos resefiando, el carde- nal alemén afirma, acerca de este mismo tema, que «bajo la influencia de algunas co- trientes de pensamiento, se concibe a la libertad como un absoluto, como la posibili- dad o, incluso, la necesidad para el ser humano de elegirse en cada momento y, por lo tanto, de crear continuamente los valores que gufun su comportamientow’. ero sucede que este movimiento de exaltacién dela libertad que prevalece en la segunda mitad de nuestro siglo, genera cada vez mas dudas y perplejidades en la con- ciencis de nuestros contemporineos. En efecto, apunta Ratzinger, el marxismo, que pretendié ser el camino cientificamente garantizado hacia la libertad y la ereacién de tun nuevo mundo liberado de todo dominio, «no funcioné en la forma peometida. Na- dle puede seguir negando seriamente —contimta el cardenal— que este presunto mo- vimiento de liberacin ha sido [el mayor sistema de esclavitud de la historia moder- sno®, Por su parte, lt aparente superioridud socal del sistense liberal respeetw del co munismo, no puede ser tampoco motivo de entusiasmo: los fenémenos de Ia exclu sin social, del desempleo masivo, de la explotacién humana en el eampo laboral, de Ja extensi6n del erimen organizado, de la generalizacién del aborto, y tantos otros de tun sentido y aleance similares, han significado una pérdida de la esperanza para una gran cantidad de seres humanos y han dado lugar a lo que Ratzinger denomina, si- guiendo al flésofo polaco Andrej Szizypiorski wl dilema de la libertad. Para intentar una resolucién de ese dilema, el pensador alemén se remite a los fun- ". Por todo lo anterior, queda claro que cada ver que existe una tentativa de liberamos de ese patr6n establecido por la realidad del hombre y por la realidad divina, «no estamos en camino hacia la di- vinidad, sino hacia la deshumanizacién, hacia la destruccién del propio ser mediante a destruccién de la verdad [...}; la libertad —afiema Ratzinger— esté asociada a una medida, a la medida de la realidad, que es a verdad. La libertad de destouirse a si mismo 0 destruir a otro no es libertad, sino parodia demoniaca>”. Por el contrario, lavinculacidn de la libertad con la realidad del hombre y de Dios, ‘nos conduce a vineular intrinsecamente esa libertad con la responsabilidad, con la vinculacién del obrar humano con el bien total. «La mayor libertad —sostiene el car. enal— implica mayor responsabilidad, y eso incluye la aceptacién de los vinculos ca dda ver mayores requeridos por las exigencias de la existencia en comin de la humani dad y por la conformidad con la esencia del hombres". Y cuando se trata de llenar de contenido esa responsabilidad, Ratzinger critica la propuesta de [Tans Kiing de bus: carlo en el ethos connin a todas las rligiones, asf como los ensayos meramente conse: cuencialistas y, sobre todo, los intentos de recurrir al consenso en la busqueda de los contenidos de la moralidad. En oposicién a esto, el tedlogo alemén afirma que «nues- tra respuesta a la pregunta anterior es que existe le verdad comin de una humanidad Sinica presente en todos los hombres; la tradicién ha llamado a esa verdad “naturele- za” humana [existe —eoncluye este autor— una idea divina, el “hombre”, «Ia cual debemos responder. En esta idea, la libertad y la comunidad, el orden y Ia preo- cupacién por el fituro constituyen una totalidad tinica»”. ‘Ratzinger concluye su trabajo sosteniendo que la nocién ilustrada de libertad debe ser corregida al menos en tres puntos fundamentales: i) ante todo, con la afirmacién de quela libertad no es mera emancipacién, sino que debe ser orientada, para no con: ducir al engaiio y ala autodestruccién, por la verdad de lo que somos: un ser a partir de, con y pars la realidad de Dios y de los hombres; i) con la conviccién de que nun- ca se alcanzaré, aquende la muerte, un estado de cosas ideal de le existencia humana y jamés se logrard un orden definitivo de la libertad; en otras palabras, el mito del mundo liberado de! futuro, donde todo seré diferente y bueno, es falso,y la Gnica.ta rea posible es Ia de «preservar el bien ya obtenido, superar los males existentes y re sist la ireupcién de las fuerzas destructivas; y il) aceptando que es preciso descar tar de una vez y para siempre el suefio de la autonomia absoluta y de la autosuficien- cia dela rxz6n; por el contrario, es preciso recordar que «no se puede renunciar a la i- dea de Dios, ni a la idea de una verdad del ser de cardcter ético, Si no existe una ver dad acerca del hombre, &te carece de libertad. Sélo la verdad hace libre al hombre»”. tid vezi “yas. Py 2i7ais, yL221 L222, ‘VERDAD, LIDERTAD Y EL FARADICALA ETICO CONTENFORANEO 41 2, EL PARADIGMA ETICO CONTEMPORANEO. No caben dudas hoy en di acerea de que la teoria ética contempornea es hija de In Mustracién y de su concepto de libertad; en efecto, los ilustrados rompieron con las tres fuentes consagradas de la objetividad y de la fundame Is Revelacidn y Is naturaleza humana, abriendo asi la pendiente hacia el subjetivismo y del autonomismo individual Por otra parte, la idea de liberacién 0 emancipacién, ‘de origen cristiano, fue radicalmente secularizada, considerindose que el hombre de bia iberarse, ya en este mundo, de toda sujecién que no se impusiera a si mismo. Esta idea de liberacién, por otra parte, fue extendiéndose paulatinamente a todos los dmb tos de la vida humana y, de exe modo, alcanzé al imbito religioso, econdmico, polit 0, cientifico y, finalmente, ético. 1n este timo caso, la pretensién ilustrada se coneret6 en la afirmacién radical de que el hombre debia emanciparse de toda regla heterénoma, es decir, de toda regia queno lo tuviers como autor integral y originario. En especial, quedaban privadas de todo valor las normas que recibian su fundamento de una apelacién a la naturaleza humana, Hue fue expecisinente explicio en este veitid, sosteniendo que resultabs ilegitimo cualquier pretensién de derivar proposiciones normativas a partic de propo- siciones descriptivas de las notas de la nsturaleza humans, en una afirmacién que rec bid posteriormente el merecido titulo de «Ley de Humes. Hay que recordar aqui, a- demas, que la naruraleza a la que hactan referencia los ilustrados era slo la naturaleza infrahumana, entendida de modo mecanicista 5, finalmente, deterministe. Era bien claro que de la naturaleza asi concebida, observada ademés con la mediacién del pre juicio empirista, no podta extraerse ninguna indicacién normative acerca de las Kineas fundamentales de Ia perfeccién humana y de los medios para alesnzarla; esta actitud con posterioridad fue correctamente denominada con el expresivo nombre de wantiper. feccionismon, Ademis, Hume proscribié toda posiblidd de una étice racional, ya que las dos tinicas fuentes del conocimiento cierto eran para él la percepeidn empirica y las tautologias matemsticas; a razén sélo podia cumplir,en el ambito de la conducta hhumana, la funcién de una eselava de las pasiones y de los sentimientos” Por su parte, Kant decidié centrarla ética en Ja nocidn de autonomia entendida e- simolégicamente, es decir, como la capacidad de la raz6n de otorgarse a si misma las reglas del obrar humano. «La autonomia de la voluntad —escribié el fildsofo de Ké nigsberg— es la propiedad gue tiene esta facultad de tener en si misma su ley [.] El principio de la autonomia —concluye— es el Gnico de la moral". Ahora bien, Kant cera bien consciente de que la aplicacién absoluta de ese principio era el comienzo de una pendiente que lo levaria al relativismo subjetivista y, en definitiva, a a extincién de toda moral objetiva; por ello, para evitar esta consecuencia, recurtié la elaboraci6n de varios expedientes, uno de Jos cuales consistia en Ja aplicacién a los principios de la moral del cest de la universslizacién, segiin el cual todo principio de la conducta scibn ética: la tadicién, Sobre Ia doctrina étca ce Home, vide C, 1. MASSISICORREAS, La faci del flac naturals, Mendoas, Argentina, 995 "1 KANT, Fundementacin dels metaficca dele contambres, trad, J. Masdomingo, Avie, Barcelona 1996, p. 173, 82 ‘Cantos Ionacto Massint ComEAS humana sélo revestiria caricter moral si podia ser pensado al mismo tiempo como principio de una legislacién universal, «Obra de tal modo —afiemaba el prineipio— que la maxma de tu conducta pueda ser principio de una legislaci6n universals". Y «ste principio, aplicado a le conducta social y juridica, recibia a su vez la siguiente for mulacién: «Obra externamente de tal modo que el uso libre de tu arbitrio pueda coe. xistir con la libertad de los demés segtin una ley universal-” ‘Ahora bien, sucede que estos dos autores —Hume y Kant—son las fuentes princi- pales de lo que podemos llamar el paradigena ético contemporiineo, es deci, la matriz septin la cual se construyen en la actuslidad la gran mayoria de las teorias éticas. Este paradigma, que ha sido desarrollado y criticado por Henry Veatch en un trabajo de- nominado «Es Kant la eminencia gris de Ia teoria moral contemporinea?s", puede expresarse, iguiendo a este autor, dela siguiente manera: cada individuo es un ente fundamentalmente apetitivo, auténomo para buscar su gratifieacién como mejor le parezea, con la Ginica condiciéni de que, en esa prosecusidn, no impida o perjudique la misma bisqueds de los demas hombres. Es bien claro que la férmula central de este paradigma es muy similar @ la kentiana, con la Gnica diferencia de que el individuo trascendental kantiano ha sido sustituido, por mediacién de la concepeién pos analitica heredera de Hume, por el individuo empirico concreto, tal como aparece a In observacidn sensible, con todas sus pulsiones, apetitos y deseos. Se trata, por lo tanto, de un paradigma estrictamente antiperfeccionista, es deci, claborado sobre la negacin radical de la posibilidad de conocer los elementos bisicos de la perfeccién humana y, por lo tanto, también de la posibilidad de orientar hacia e- sa perfeccién la conducta de los hombres. ¥ el principal argumento que se esgrime en Ia filosofia moral contempordnes en defensa de ese modelo antiperfeccionista, es el de la pluralidad de las concepciones acerca del bien o perfeccién humana que coexisten cn Ia sociedades de nuestros dias, pluralidad que haria imposible, segGn este argu- mento, el establecimiento de un ideal Ginico del bien humano y, en consecuencia, de un etbos general con efectiva vigencia en esas sociedades. Desde esta perspectiva, un ethos Ginico, comunitario, con pretensiones de universalidad, es propio de las socieda- des premodernas, hoy en dia felizmente superadas por las sociedades pluralistas y to- Jerantes en las que nos toca vivir. ero sucede que atin los mis recalcteantes defensores del pluralismo ético deben aceptar que una sociedad totalmente desprovista de reglas comunes abocaria necesa- riamente al caos y la anarquia, transformando a la vida social en Ia lucha de todos contea todos que Habbes reservaba para su deplorable estado de naturaleza. Por ello, los constructores del paradigm ético contemporiineo han debido aceptar por lo me: ‘nos un principio ético comin destinado a salvar la convivencia: el que John Stuart Mill ams «principio de daiior y Kant simperativo juridicor, es decir, la regla segiin la cual cada uno, en el desplicgue de su autonomia, debe al menos no causar daiios a sus semejantes y respetae el ejercicio de la misma autonomia por parte de los demas. Se- 2 Did p. 211 2 1 KANT, Metafsca dels costumbres, tra A. Contin y J. Conll, Teenos, Madi 1994, p. 40. 2% Cha H. VEATCH, ols Kant the Grey Eminence of Contemporary Etheal Theory?s: shies 90:92 (4990) 218. ‘VERDAD, LIBEETADY EL PARADIGMA ETICO CONTEMPORANEO 433 siin esos autores, este principio es el nico en el que pueden convenir hombres con culturas, rligiones y ethos diferentes, configurindose de ese modo la étics social mi rnima que preside las sociedades pluralistas de nuestros dias. Todo lo dems, lo refe rente ala realizacién personal en el trabajo, ala vida familia, a la plenitud del conoci- rmiento, ala riqueza de le cultura ala amistad, ya todas las restantes diniensiones de Ia perfeccin humana, queda librado al «plan de vida» que cada individuo ha de ela borar aurénomamente y que no puede ser sujeto a valoracién conforme a crterios aje nos al mismo «proyecto vital, ya que, siempre segin este padadigma, i) no existe un criterio objetivo y universal de perfeccién humana, y i) los eritetios elaborados por cada individuo valen sélo para los sujetos que los formulan y sus baremos no pueden ser extendidos a los demis sujetos”. ‘Ahora bien, este modelo ético, acerca de cuya generalizacién en nuestros dias no pueden quedar dudas, aboea necesariamente a una serie de consecuencias negativas, para la misma existencia de la moral En efecto, en primer lugar, el paradigms contem- pocdneo supone una dristica reduccién de los contenidas éticos a sélo una de las di mensiones de la ética social: la que cegula las acciones que implican davio directo a o- ‘tras personas, Todo el resto, es decir, tanto la ériea personal como la ética social refe rida a bienes comunes, queedaria, en esta perspectiva, fuera del smbito de la ica. Di. cho de otro modo, se excluiria del campo moral todo lo que pucde llamarse la ética dela excelencia, es decir, aquella ordenada a la prosecucién de la perfeccién o pleni- tud propiamente humana”, De esa manera, el paradigma ético que estudiamos sélo darfa cuenta de una minima porcién de la experiencia moral, dejando fuera de su consideracidn los aspectos de mayor celevancia de ordenacién de la praxis humana, Todo se resuelve entonces, en el més absolute permisivismo moral, en el que todo quello que no cause un dato directo a otro individuo, queda fuera dela cegulacién & tica y remitido al amplisimo ambito de la autonomia personal Deeste mode, y tal como lo ha puesto de relieve Ratzinger en el texto que resefia ‘mos, quedan sin solucién adecuada los mis acuciantes problemas ético-sociales con- tempordneos. En efecto, ni la exclusién social, ni Ia corcupcidn gubernamental y pei- vada, nila degradacién del ambiente, ni los abusos de la biogenétiea, pueden resover seen términos del dao causado por un individuo @ otro, Por supuesto que menos & in pueden abordarse eon éxito los problemas vinculados a las dimensiones més per sonales del hombre, como los que se cefieren a las relaciones intrafamiliares, al eobijo nos, ala extensién cada vez mayor de ls adicciones,« la soledad y péedi da de sentido de la vida de un ntimero cada vez mayor de personas y a tantos proble- mas més de cardeter constitutivae innegablemente étic. Pero donde mis se pone de manifiesto la deficiencia del paradigma ético contem- poréneo, es en la imposibilidad de Fandamentar la edueacién moral, ya que si todo el simbito de la condueta humana que no cause daiio directo a otto queda libeado a la autonomia de cada individuo, no se aleanza a ver cui podria ser el fundamento ra cional de la formacién moral de los nigos conforme a parimetcos objetives asumidos de los an Sobee ete paradigms vide C. 1. Marin Corres, +a concepcin dedntaigica de la justice pa ‘adigma kantianos, por parecer en masta de Derecho, Universidad de Lt Cora, 19. Vide L. FULLER, The Moray of Lue, Yale U. 2, New Haven & Landon 1969, pp 9s. 34 ‘Cantos Ienacto Massint COmRESS porlos padres o el Estado; en rigor, habria que dejarlos que construyeran aurénoma- ‘mente su propio «plan de vidae, sin interferie en su libertad para formularlo y llevarlo 4 cabo, ya que hacerlo significaria, en términos de Dworkin tratarlos «con desigual consideracién y respetor””. Por supuesto que, también, y tal como lo ha denunciado “Maclaryre*, el paradigma contemporaneo hace definitivamente ieresolubles los dese cuerdos y controversias morales entre los hombres, toda vez que la ausencia de un punto de referencia objetivo —como lo era en la ética clisis la naturaleza humane— conforme al cual medir la adecuacién o inadecuacién de las propuestas éticas, torna i realizable esa imprecindible tarea. Finalmente, es oportuno consignar que el paradigma ético contemporiineo esté es- tructuredo sobre el supuesto de uns antropologia-psicologfa fucrtemente cuestion- ble, cual es la que concibe a la operacién moral del hombre como desvinculada de su afectividad, de sus habitos operativos y, en general, del conjunto finalizado y tempo ral desu vide. En efecto, para la concepeién moral que tiene su origen en la Aufbli- rung, la ética tiene como objeto exclusive la accién humana considerada individual. mente, con abstraccién de su significado para el conjunto de le vida, de su desarrollo en el tiempo” y de su contribucién o impedimento al logro de la perfeccién humana como un todo, Es por ello que este paradigms ha excluido expresemente del marco de la ética la nocién de vireud”, y ha considerado posible —y a veces hasta aconsej- bble— Ia realizacién de una vida pablica altamente moral en el contexto de una vide privada decididamente viciosa. Esta ruptura de la unidad operativa del hombre, que ha recluido a la moral en el ambito de lo piblico, proponiendo una moral minima y empobrecida, ha resultado finalmente inviable, ya que la realidad de Ia vide humana hha mostrado la imposibilidad real de una actividad piblica proba, coexistente con w- nna aceptada inmoralidad personal; el difundido fenémeno de la coreupcién piiblica, no ¢s sino una de las manifestaciones mas definidas de esta imposibilided. 3. CONCLUSION: ETICA, VERADAD Y LIBERTAD Al llegar el momento de sintetizar las correspondientes conclusiones, es conve- niente volver ala problemiticsinicial, ya que en realidad el fracaso del paradigma éti co contemporineo se debe principalmente a su propésito estructural de desvincular la libertad humana de la verdad de las cosas y de la verdad de Dios. Efectivamente, al concebir le sutonomis humane como absoluta, al desvincular ala libertad de su natu raleza propia y negar a a rez6n préctica la posibilidad de conocer y perseguir le per: feccién humana, ese modelo ha destruido los fundamentos racionales de le normativi- dad ética y ha cegado las posibilidades de alcar un baremo estrictamente objetivo de la moralidad. La minimizacion de la ética, el permisivismo extremo, la imposibilided ” R, DWORKIN, Lar derechos en sero, ead, M. Guartavino, Axel, Bareelona 1995, pain, Cle A. MACINTYRE, Apres lr vers sad. L. Buy, UF, Pais 1997, pp. 2555. * Vide G. ABBA, eli vita buonde vr, LAS, Roma 1989; y N, J. H. DENT, The Moral Prcbo logy ofthe Virtues, Cambridge University Press, Cambridge 1984 Vide A. VIGO, Zet und Praxis bes Aritoteles, Kal Alber, Freiburg im Breisgau 1996. de R Cals? & M. SLOTS (Fd), Vite Eebis, Oxford University Pres, Oxford 1997 ‘VERDAD, LIDERTADY EL PARADIOMA ETICO CONTEMPORANEO Bs dela educacién moral y de la resolucidn de las controversias éticas, asi como la pérdi da de la nocién de virtud, no son sino algunas de las consecuencias mas directas de e- se punto de partida. Por todo esto, no parece quedar otra alternativa, para evitar el desconcierto y la csterlidad de la ética contemporinea predominante, que abandonar el supuestoilus- trado de la desvinculacién radical entre la libertad humana y la verdad de las cosas, y reinicar la tarea de refundamentacin de la moralidad a partir de un rescate y revalo racién de la verdad como punto de partida de la consideracién érica. En esa tarea, que hoy en dia se presenta como ardua, extensa y trabajosa, resulta especialmente conveniente recurrir alas ensefianzas de Tomas de Aquino, recientemente revaloriza- das por la enciclica Fides et Ratio de Juan Pablo 1”, que constituyen un venero de enseianzas de una especial objetividad y perennidad y que han revelado siempre una especial aptitud para contribuir al develamiento de la verdad”. Todo esto recordan- do, una vez més, que s6lo la verdad hace libres a los hombres. (CARLOS IGNACIO MASSINI CORREAS Universidad de Mendoza. Universidad Nacional de Cuyo. CONICET, Cfe Fides et ratio, n. 78 Sobre extaenciclica, wése A. LLANO, -Avdacia de la raxén y obediencia dela fr, en]. ANTONEZ ALDUNATE (Ed), Comentarios a Fides et ratio, Coadernos de Humanitas, San ‘ago de Chile 1999, pp. 28-40. Como ejemplo de ls actualdad de ese pensamiento, me remito a das libres publicados reciente mente en la Argentine: M. C.D. M.de GANDOLA, Amor y Bien. Los problems del amor en Santo To Inds de Aquino, EDUCA, Buenos Aires 1999; ]. MARTINEZ BARRERA, Reconsideractne sobre el pense ‘iento politico de Santo Toms de Aquino, EF, Mendova, Argentina, 1999.

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