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Autores

John A. A n d ro u lakis, M D , FACS N iall T. M . G a llo w a y , M D, FRCS


Professor and Chairman of Surgery Associate Professor, Department of Urology
University of Patras Medical School Emory University School of Medicine
Greece Medical Director, Emory Continence Center
Atlanta, Georgia
Robert A. B ad alam en t, M D, FACS
Rochester Urology, PC. G eorg e F. Hatch III, MD
Rochester Hills, Michigan Resident, Department of Orthopedic Surgery
Emory University School of Medicine
G ene D. B ranum , MD, FACS Atlanta, Georgia
Harrisonburg Surgical Associates
Harrisonburg, Virginia K ath ryn F. Hatch, MD
Resident, Department of Surgery
G ra n t W . Carlson, MD, FACS University of Utah
Wadley Glenn Professor of Surgery Salt Lake City, Utah
Professor of Surgery/Oncology/Plastics
Emory University School of Medicine Ian N . Jacobs, MD, FAAP
Atlanta, Georgia Assistant Professor of Otolaryngology
University of Pennsylvania School of Medicine
G ene L. C olborn, MS, PhD Philadelphia, Pennsylvania
Clinical Professor of Surgical Anatomy
and Technique, Atlanta, Georgia A n d re w N . Kingsnorth^ BSc (Hons), MBBS, MS,
Director (Emeritus), Center for Clinical Anatomy FRCS, FACS
Professor Emeritus, Department of Cellular Biology Professor of Surgery
and Anatomy Derriford Hospital, Postgraduate Medical School
Professor Emeritus, Department of Surgery University of Plymouth
Medical College of Georgia, Augusta, Georgia Devon, U.K.
Chairman of Anatomy (Retired),
Ross University, School of Medicine Richard C. Lauer, MD, FACP
Commonwealth of Dominica, West Indies Attending Physician,
Professor and Director of Clinical Anatomy Piedmont Hospital,
American University of the Caribbean Atlanta, Georgia
School of Medicine
St. Maarten, Netherlands Antilles D orothea Lieberm an n -M effert, MD,
Professor Dr, FACS
John M . D elG audio, M D, FACS Professor of Surgery, Surgical Clinic
Assistant Professor of Otolaryngology-Head and Policlinic r.d. Isar
and Neck Surgery Technical University
Emory University School of Medicine Munich, Germany
Atlanta, Georgia
D avid A . M cClusky III, MD
Roger S. Foster, Jr., MD, FACS Resident, Department of Surgery
Professor Emeritus, Surgery Emory University School of Medicine
University of Vermont, Burlington, Vermont Atlanta, Georgia
Wadley Glenn Professor of Surgery (Retired)
Emory University School of Medicine,
Atlanta, Georgia
Autores
Petros M irila s , MD, MSurg John E. S k a n d a la k is , MD, PhD, FACS
Clinical Associate Professor of Surgical Anatomy Chris Carlos Distinguished Professor of Surgical
and Technique Anatomy and Technique
Emory University School of Medicine, Director, Centers for Surgical Anatomy
Atlanta, Georgia and Technique
Lecturer in Anatomy, Department Professor of Surgery
of Anatomy - Embryology Emory University School of Medicine,
University of Crete Medical School Atlanta, Georgia
Heraklion, Crete, Greece Senior Attending Surgeon (Retired)
Piedmont Hospital, Atlanta, Georgia
Thomas S. Parrott, MD, FAAP, FACS' Clinical Professor of Surgery
Assistant Professor of Urology Medical College of Georgia, Augusta, Georgia,
Emory University School of Medicine and Mercer University School of Medicine
Atlanta, Georgia Macon, Georgia

D im itry R ab kin , FAAP, FACS P a n a jio tis N . S k a n d a la k is , MD, MS


Attending Otolaryngologist Clinical Professor of Surgical Anatomy
Lenox Hill Hospital and Technique
Manhattan Eye, Ear & Throat Hospital Emory University School of Medicine
New York, New York Atlanta, Georgia
Assistant Professor of Surgery
Daniel D. Richardson, MD, FACS University of Athens School of Medicine
Clinical Associate Professor of Surgical Anatomy Athens, Greece
and Technique
Emory University School of Medicine C. D a n ie l S m ith , MD, FACS
Atlanta, Georgia Clinical Associate Professor of Surgical Anatomy
Attending Physician, Highlands-Cashier Hospital and Technique
Highlands, North Carolina Associate Professor of Surgery/General
Chief, General and Gastrointestinal Surgery
Robert M . Rogers, Jr., MD, FACOG Emory University School of Medicine
Attending Gynecologist, Atlanta, Georgia
Reading Hospital and Medical Center,
Reading, Pennsylvania P a n a g io tis S y m b a s , MD, FACS
Professor of Cardiothoracic Surgery
W illia m M . Scaljon, MD, FACS Emory University School of Medicine
Clinical Associate Professor of Surgical Director of Cardiothoracic Surgery
Anatomy and Technique Grady Memorial Hospital
Emory University School of Medicine Atlanta, Georgia
Atlanta, Georgia
Chief, Section of Urology T h o m as A . W e id m a n , PhD*
Piedmont Hospital, Atlanta, Georgia Associate Professor of Anatomy (Retired)
Department of Cellular Biology and Anatomy
A hm ed S h afik, MD, PhD Medical College of Georgia,
Professor and Chairman, Department of Surgery Augusta, Georgia
and Experimental Research
Faculty of Medicine, Cairo University, Egypt O d y s s e a s Z o ra s , MD
Associate Professor of Surgery
Lee J. S kan d a lak is, MD, FACS University of Crete Medical School Heraklion,
Clinical Professor of Surgical Anatomy Crete, Greece
and Technique
Emory University School of Medicine, Atlanta, Georgia
Attending Surgeon and Director
of Surgical Education
Piedmont Hospital, Atlanta, Georgia

VIII
D e d ic a d o a:

Dr. W illia m M cC Ia tch e y.


G ra cia s, W illiam , p o r e l p re c o z d ia g n ó s tic o
d e m i c á n c e r d e p ró s ta ta .

Dr. S a m A m b ro s e ,
G ra cia s, h e rm a n o , p o r m a n te n e rm e vivo.

A l Dr. J o h n A k in , y a fa llecido,
C on p ro fu n d a g ra titu d p o r s u a y u d a p a ra q u e lle g a ra a s e r Je fe d e R e s id e n te s .

A l fa lle c id o Dr. S te p h e n W. Gray,


G ra c ia s p o r s e r m í am ig o , p r o fe s o r y m entor.

JOHN E. SKANDALAKIS
Prólogo

Es todo un placer y un privilegio escribir el prólogo del libro del Dr. John E. Skandalakis. Conocido
por la mayoría como “Dr. Skan”, fue mi profesor e ídolo, y este libro es otra de sus muchas obras
de arte. Descubrí su personalidad única y contagiosa en Chicago, en una reunión en el American
College of Surgeons a finales de los años 70. Todavía era residente de cirugía en Johns Hopkins,
atravesaba la exposición de carteles que estaban expuestos, cuando me topé con unos de anato­
mía quirúrgica. El contenido reflejaba la fama de su autor, Skandalakis, reconocido embriólogo, a
pesar de estar en su 3er año de residencia en Cirugía General. Por supuesto, me paré tratando de
absorber todo su contenido. Cuando comencé a leer, sentí una mano amable y cálida sobre mi
hombro, y una voz con un marcado acento me preguntó mi nombre. Me giré para identificarlo y
encontré una cara que reflejaba verdadero interés en mí y en mi fascinación hacia esos carteles.
En aquel momento no fui consciente de que ese sería el comienzo de una amistad que duraría
décadas y mi oportunidad de contar con un mentor en anatomía quirúrgica, y en los últimos años,
con un padre adoptivo (el mío falleció en 1983).

Los últimos 20 años han demostrado la importancia de aquel primer encuentro con este
gran anatomista americano de origen griego. A pesar de encontrarse en la novena década de su
vida, el Dr. Skan continúa siendo un profesor de anatomía que guía y enseña a sus discípulos.
Resulta extraño encontrar en el mundo de la cirugía a alguien tan dispuesto a ayudar a cualquiera
que lo necesite. Ha sido embriólogo/anatomista durante más de 50 años y seguramente sea el
más importante de nuestro tiempo. Los numerosos libros, artículos y capítulos que ha escrito
ponen de manifiesto un particular enfoque de la anatomía quirúrgica (de la superior a la inferior,
de la anterior a la posterior, de la cubital a la radial, de la plantar a la palmar). Al leer alguno de
sus trabajos uno se da cuenta de su habilidad con el pensamiento y las palabras; por ejemplo, si
alguien leyera únicamente los capítulos sobre peritoneo/omento o sobre el hígado, inmediatamen­
te percibiría esa sensación.

El prefacio del Dr. Skan trata de sus 50 años de experiencia como profesor de cirugía y anatomía
quirúrgica. La magia de la claridad de su presentación junto con su medio siglo de experiencia
como cirujano le ha permitido identificar y seleccionar los puntos importantes de la embriología y
la anatomía dentro de este libro. Precisamente es eso lo que atrae de igual manera a los cirujanos
jóvenes como a los más experimentados. El Dr. Skan sigue recordándonos la importancia del
conocimiento de la embriología, no sólo para tratar anomalías en cirugía pediátrica, sino también
en los ensayos para la búsqueda de glándulas paratiroideas no orientadas típicamente o para
apreciar los caprichos de los vasos sanguíneos que se dirigen al hígado o a la vesícula, o en la
prevención de lesiones de los conductos biliares extrahepáticos anómalos durante una coledocec-
tomía. Además, con la llegada de la cirugía laparoscópica se demanda una visión diferente de la
anatomía, ampliando su ámbito de actuación. Mientras nosotros evolucionamos en este sentido,
la propia anatomía se queda estancada.

Uno de los métodos únicos y más efectivos del Dr. Skandalakis consiste en exponer históricamen­
te algunos aspectos del pensamiento anatómico. Nos permite conocer cómo se ha desarrollado el
conocimiento de la anatomía y fusionar su historia con el concepto actual de fisiología. Podremos
comprobar cómo cada uno de ellos lleva a evolucionar al otro.
Prólogo

Permítanme contarles algo acerca del Dr. Skan como persona. Nació en Grecia, y siempre le
interesó la anatomía, tal vez por la influencia de sus antepasados, su herencia o la localiza­
ción geográfica del país que le vio nacer. Vino a los Estados Unidos en 1951 para continuar
sus estudios. Tuvo la posibilidad de prosperar gracias al ambiente académico de Atlanta y a
sus mentores, privilegio y libertad que jamás olvidaría. Se tomó esta oportunidad en serio y
con responsabilidad, empleando tiempo, esfuerzo y devoción para avanzar en el estudio y
conocimiento de la anatomía. Además, este griego americano decidió quedarse en Atlanta
para participar de forma activa en el mundo académico y médico y en sus comunidades socia­
les y religiosas. El Dr. Skan es conocido en Atlanta como un experto e ilustre cirujano, educa­
dor consumado, filántropo social y todo un padre de familia. Su encantadora esposa Mimi ha
sido su apoyo en los últimos 50 años.

Incluso ahora a sus 83 años, la lucidez mental y verbal reflejada en el libro continúa guiándo­
nos a través de la anatomía. Con su devoción y disciplina, fundó y dirigió el Thalia and Michael
Carlos Center for Surgical Anatomy and Technique y el Alfred A. Davis Research Center for
Surgical Anatomy en la Emory University School of Medicine. De estos centros han surgido
muchos cirujanos anatomistas, que seguirán manteniendo viva su voz, devoción y amor a la
anatomía. Este libro puede considerarse la Biblia actual del cirujano anatomista e indudable­
mente permanecerá muchos años. Gracias, Dr. Skan.

De su amigo e hijo adoptivo


Michael G. Sarr, MD
Professor of Surgery
Chair, División of General and Gastroenterologic Surgery
Mayo Clinic
Rochester, Minnesota


Prefacio

Para escrib ir esta obra cuento con la s vidas del re y A le ja n d ro y de César, e l c o n q u ista d o r de
Pom peya. H a y tanto m a te ria l d e lante de m í que com o pre fa cio ú n icam ente p e d iré a m is lectores que
no se lam enten si no relato su s h a za ñ a s m á s célebres o inclu so no h ablo de n in g u n a de ellas en
detalle, en la m ayoría de los ca so s seré breve.

Plutarco1 (46-120 d.C.)

No p o d é is culparm e p o r m i o sa d ía - n o dudo en a d m itirla - cuando re c o rd á is la p re su n ció n


con la que a ntes luchaba p o r c o n s e g u ir más. S iem pre que la opinión d e l G o bierno hacia m í sea
benévola, la s e xpectativas de m is a lu m n o s e xageren m i m e d io cre talento y el fuego de m i ju v e n tu d
siga intacto, tendré ánim o p a ra s e g u ir con m is a ctividades e incluso p a ra c o n tin u a r con esa
am bición de la que no m e avergüenzo.

Hermann Boerhaave: Oración de 17292

Este libro es el resultado de medio siglo de experiencia enseñando cirugía y técnicas


anatómicas en la Emory University School of Medicine y en el Piedmont Hospital, ambos en
Atlanta, Georgia. No hubiera podido llevarse a cabo tampoco sin la amplia y variada experiencia
de mis ayudantes y las colaboraciones de expertos en otras especialidades. Espero que
hayamos articulado una serie de “perlas” anatómicas que configuren toda una “joya” para el
estudiante, el residente y el cirujano en ejercicio.

Las tablas históricas no son completas, nuestro objetivo es tan sólo alentar al lector a
aprender con el esplendor del pasado.

Se han incluido algunos datos sobre embriogenia, ya que la embriología nos lleva a un
entendimiento más riguroso de la anatomía humana. Aplicamos la anatomía orientada
quirúrgicamente haciendo hincapié tanto en las aplicaciones quirúrgicas como en las formas de
evitar las complicaciones anatómicas. Estudiamos las entidades anatóm icas “sobre las
circunstancias de la práctica” , según dijo Treves. Presentamos aquellas con las que el cirujano
debería estar familiarizado. Puesto que la cirugía robótica y no invasiva es la que impera en la
actualidad y será la del futuro, el cirujano moderno debe conocer otro tipo de anatomía, la de “no
tocar” y “no ver”. En otras palabras, ha de conocerla COMPLETAMENTE.

La publicación de este libro nunca hubiera sido posible sin las personas que han
participado desde diversos ámbitos. Quisiera expresar mi gratitud más profunda a mis ayudantes
y a los colaboradores que aceptaron realizar este libro. La admiración que despiertan en mí me
hizo querer contar con ellos. Las “perlas quirúrgicas” del Dr. Roger. S. Foster, Jr. son un valioso
complemento al texto. El Dr. Gary Bernstein, antiguo alumno y asociado, ha revisado y mejorado
algunos capítulos. Ha sido un placer contar con un joven y prometedor residente, el Dr. David A.
McCIusky III, en la recopilación de datos para las tablas históricas.

1. Plutarco. Selected Lives and Essays (trans. Loomis LR), vol. 2 Roslyn, NY: Walter J. Black, 1951
2. Lindeboom GA. Herman Boerhaave: The Man and his Work. London: Methuen, 1968
$-4
Prefacio

%
Estoy profundamente agradecido a mis dos asistentes editoriales, Phyllis H. Bazinet y

I
Carol R. Froman, por su excelente trabajo. También doy las gracias a mi secretaria, Cyntia
Painter, por su ayuda incondicional.

Las excelentes ilustraciones de Eric Grafman aparecen en casi todos los capítulos. Su
talento y habilidades, así como las de su equipo: Susan Brust, Robin Jensen, Barbara Cousins,
Paul Chason, Andrew Matlock y Mary Beth Clough han potenciado la utilidad del libro.

El apoyo profesional de Paschadilis Medical Publications ha estado presente en todo el


proceso de producción del libro. El Dr. John Louis-Ugbo ha revisado meticulosamente las
ilustraciones, mejorando significativamente el libro, algo por lo que le estoy agradecido.

En último lugar me gustaría mencionar a dos personas que han fallecido. Uno de nuestros
editores asociados fue el Dr. Thomas A. Weidman, gran embriólogo y compañero. Mi antiguo
alumno y colega, el Dr. Thomas S. Parrott, contribuyó a la redacción de muchos capítulos. Fue
un excelente urólogo pediátrico.

J o h n E. S ka n d a la k is , M D , P hD , F A C S

X IV
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Cuello
John E. Skandalakis; G ra n t W. Carlson; G e n e L. C olborn; Petros Mirilas;
Lee J. Skandalakis; A n dre w N. Kingsnorth; Panajlotis N. Skandalakis; Thomas A. W eidm an

(...) Corté hacia abajo hasta la arteria [carótida común] guiado por el borde interno del músculo esternocleidomastoideo; cuando
encontré la arteria estaba completamente flácida y vacía y, por supuesto, sin pulsación. La aguja de aneurisma se introdujo con
suavidad por debajo de ella desde el exterior; se elevó ligeramente el vaso para comprobar con seguridad que el nervio vago no es­
taba en la aguja; entonces se ató la ligadura, y la herida que se había hecho con la operación se cosió con suturas. Yo diría que, o
se lesionó la artería carótida común inmediatamente antes de su bifurcación, o una o ambas arterias carótidas justo después de su
división; es indudable que la arteria tiroidea superior estaba seccionada, y tal vez la arteria lingual y posiblemente la facial corrie­
ron la misma suerte, porque en algunos casos se originan muy cerca unas de otras.
Augusto Eves (1849)1

em briogénesis de los cu atro arcos com ienza en la cuarta y


Historia q u in ta semanas. Están marcadas e xte rnam ente p or las cua­
La historia de la anatom ía y la cirugía del cue­ tro hendiduras branquiales o faríngeas ectodérmicas a cada
llo en general, el tiroides, las paratiroides, la tráquea y las uno de los lados. Al m ism o tie m p o , las bolsas faríngeas se
glándulas salivales se muestra en la Tabla 1.1. desarrollan inte rn a m e n te . C aracterísticam ente, no se co ­
m unican con las hendiduras.
Los puentes que hay entre los arcos son las mem branas
branquiales, o placas de cierre, que están form adas p o r el
Embriogénesis d ei cuello e c to d e rm o y el e n d o d e rm o (Figs. 1.2 y 1.3).

D e s a r r o llo normal
Re c o r d a r :

El cuello, tal y c o m o se ve en el ser h u m a n o a d u lto , no • Todos los surcos (hendiduras) faríngeos desaparecen, ex­
existe en el e m b rió n . La embriogénesis de esta región es la ce p to el prim e ro , que persiste c o m o el c o n d u c to a u d iti­
de los órganos que contie n e en su interior: p rin c ip a lm e n ­ vo e xterno (m e ato a u d itiv o externo).
te, la farin g e y sus derivados, el tiroides, las paratiroides y • Todas las m em branas faríngeas (placas de cierre) desapa­
la glándula tim o (tam bién se considera que esta ú ltim a fo r­ recen, excepto la primera, que persiste c o m o la m e m b ra ­
ma parte del m ediastino superior). Además, los vasos que na tim p á n ica (tím pa n o ).
atraviesan el cuello desde la cabeza hacia el tó ra x se alar­ • Arcos faríngeos:
gan y se m o difican d u rante el transcurso del desarrollo. - El p rim e r arco faríngeo (m a n d ib u la r) es responsable de
La faringe se alarga a las 5 semanas, y el esófago se alar­ la em briogénesis de los músculos de la masticación, el
ga más tarde. Después de que haya descendido el d ia fra g ­ m axilar y la m andíbula, y la mejilla y los párpados infe­
ma, estas tres estructuras separan la cabeza del e m b rió n riores. Recibe inervación de la rama m and ib u la r del ner­
en desarrollo del corazón, que es bastante grande. Hacia las vio trig é m in o (V), y su vascularización procede de la ar­
siete semanas se puede ver un cuello (Fig. 1.1). Se analiza­ teria facial.
rán más detalles sobre la diferenciación y la m ig ra c ió n en - El segundo arco faríngeo (h io id e o ) es responsable de la
los capítulos dedicados a los órganos específicos. em briogénesis de los músculos de expresión facial y de
Presentamos una descripción m u y breve del aparato fa­ la apófisis estiloides, el m úsculo e stilohioideo, el liga­
ríngeo para que el estudiante conozca descripciones clínica­ m e n to estilohioideo, parte del hueso hioides, el estribo
m ente aplicables sobre el origen autógeno de las muchas es­ y el m úsculo del estribo, y el vientre posterior del m ús­
tru c tu ra s anatóm icas del cuello, así c o m o su sign ifica d o culo digàstrico. Su nervio es el facial (VII), y su arteria la
filo g e n é tic o . La faringe em b rio n a ria está fo rm a d a p o r un carótida externa.
aparato branquial lateral a cada uno de los lados y un sue­ - El único m úsculo que se piensa p rocede del tercer arco
lo ventral im p a r entre ellos. Cada uno de los aparatos bran­ faríngeo (tiro h io id e o o glosofaríngeo) es el estilofarín-
quiales está fo rm a d o por bolsas endodérmicas, hendiduras geo. Está inervado p o r el nervio glosofaríngeo. Su arte­
branquiales ectodérmicas, arcos branquiales mesodérmicos ria es la carótida co m ú n .
y m em branas branquiales (placas de cierre). - El cuarto arco faríngeo no tiene nom bre. Es responsable
El suelo im p a r tiene un origen e n d o d é rm ico , y da lugar de la embriogénesis del músculo cricotiroideo de la larin­
a la lengua, la glándula tiroides, la laringe y la tráquea. La ge. Su nervio es la rama laríngea superior del nervio vago.

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* Skandalakis

Cuello

T a b l a 1 .1 . Historia de la anatomía y la cirugía del cuello, el tiroides, las paratiroides,


la tráquea y las glándulas salivales
Anatomía quirúrgica

Egipto 2780-2280 a.C. Estatuas que m uestran signos de la enferm edad de Graves
India 2000-1000 a.C. El Rig Veda h in d ú m enciona la canulación traqueal
China 1600 a.C. Utilización de esponja quem ada y algas para tratar el bocio
Sushruta 600 a.C. Introdujo el colgajo nasolabial
India 400 a.C. El Ayur Veda analiza el tratam iento y el diagnóstico de los bocios
Egipto 69-30 a.C. Un grabado de la pared de un tem plo muestra a Cleopatra con bocio
Celso 50-30 a.C. Describió el aspecto y la cirugía de los bocios quísticos
Galeno (aprox. 130-200 d.C.) Consideró que el tiroides era un am ortiguador entre el corazón y el cerebro. Llamó al
cartílago tiroides thyreos, que significa «escudo alargado»
Pablo de Egina (625-690) Trató quirúrgicamente u n broncocele. Atribuyó la parotiditis al desequilibrio h u m oral
en la cabeza (que se acumula en la glándula parótida durante la fiebre, por ejemplo)
Ali-ibn-Abbas aprox. 990 Describió el tratam iento quirúrgico de los bocios
Abul Casen 1050 Trató quirúrgicamente la «elefantiasis» de la garganta (bocios) y detuvo la hemorragia
Ebn Abbas utilizando cauterio de Khalaf y ligaduras
(Albucasis)
Wang Hei 1475 Describió la glándula tiroides a la vez que recomendaba utilizar tiroides seco para tratar
el bocio
Da Vinci (1452-1519) Dibujó ilustraciones de las glándulas tiroides
Paré (1510-1590) Describió las glándulas parótidas com o «emuntorios del cerebro»
Vesalio 1543 Escribió e ilustró las «Glandes laryngis radici adnatae» (glándulas tiroides) en su Fabrica
Eustaquio 1563 Descubrió el p u n to de conexión de los dos lóbulos tiroideos com o u n «istmo»
Severino (1580-1659) Realizó una traqueotom ía para abrir una vía aérea obstruida. Construyó un trocar para
m a n ten e r la vía aérea después de la intervención
Casserio 1601 Describió las glándulas tiroides llamándolas «las glándulas de la laringe»
Fabricio 1620 Pensó que el bocio era u n au m en to del ta m añ o de las glándulas tiroides
Feyens 1649 Realizó una traqueotomía, llamándola «broncotomía»
W harton 1656 Utilizó el térm ino «tiroides» correctam ente en su Adenographia. Pensaba que su función
era lubricar, drenar y calentar la laringe
Hesiter (1683-1758) Estableció el térm ino «traqueotomía» y realizó la primera descripción de la resección
quirúrgica del bocio
Von Haller 1743 Primero en describir un tu m o r del cuerpo carotídeo
D uphenix 1757 Escribió sobre la sudoración gustativa en Memoirs de UAcademie Royale de Chirurgie
Gooch 1773 Refirió haber realizado dos tiroidectomías
Von Haller 1776 Clasificó el tiroides, el tim o y el bazo com o glándulas sin conductos que liberan sus
líquidos hacia el torrente sanguíneo
Parry 1786 D ocum entó por primera vez el bocio exoftálmico
Desault 1791 Describió la resección con éxito de parte del tiroides
Blizzard 1811 Ligó con éxito las arterias tiroideas superiores, ofreciendo otra forma de tiroidectomía
Coindet 1820 Recomendó el yodo com o tratam iento del bocio
Parry 1825 En u n artículo que se publicó p o stu m am en te (murió en 1822) describió por primera vez
los efectos de la «tirotoxicosis», que en la actualidad se conoce como enfermedad de
Graves (en Inglaterra) y enfermedad de Basedow (en Europa)
Graves 1835 Observó y describió los efectos de u n tiroides hiperactivo
Owen 1852 Describió la glándula paratiroides de u n rinoceronte
Buck 1853 Realizó una laringectomía parcial
Lushka 1862 Describió con gran detalle los tum ores del cuerpo carotídeo
Czerny 1870 Realizó laringectomías en 5 perros (4 murieron)
Gull 1873 Describió el m ixedem a primario
Billroth 1873 Según señaló Gussenbauer en 1874, realizó u n a laringectomía
P. Von Brus 1878 Señaló: «La extirpación radical del cáncer de laringe por medio de una tirotom ía
ha resultado ser com pletam ente insatisfactorio e inútil»
Reigner 1880 Intentó la resección de u n tum or del cuerpo carotídeo

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Cuello 1

F igu ra 1.1. Desarrollo embriológico del cuello. A, Arcos branquiales que delim itan el cuello. B, Séptima semana. Se produce
una constricción de los arcos y se delimita la separación entre cabeza y tórax. C, Duodécima semana. En este estadio ya está pre­
sente verdadero cuello desarrollado. [sk4\

- C on fines p rá ctico s, d ire m o s q u e el q u in t o arco no músculos laríngeos. Su nervio es la rama recurrente del
existe. nervio vago.
- El sexto arco se fusiona con el cuarto para fo rm a r los • Las bolsas faríngeas:
cartílagos laríngeos, el cartílago tiroides y tal vez el ca­ - La prim era bolsa faríngea es responsable de la e m b rio ­
ya d o aórtico, la arteria subclavia derecha, las arterias génesis de la tr o m p a de E ustaquio, la ca vid a d t i m ­
pulm onares y el c o n d u c to arterial. El m e so d e rm o del pánica, el a n tro m a s to id e o ( a p ro x im a d a m e n te en el
sexto arco es responsable de la em briogénesis de los n o v e n o mes de la gestación) y las celdillas aéreas mas-
constrictores de la faringe, los músculos faríngeos y los toideas (a p ro x im a d a m e n te a los dos años de edad).

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Surgery. New York: Churchill Livingstone, 1995, p. 1483.
5
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* Skandalakis

Cuello

Arco hioldeo Segunda hendidura branquial Plano de sección I


Plano del sector H Orificio
Placa ótica
Anatomía quirúrgica

Esbozo de la
extremidad
A. 23 ± 1 día cardíaca B. 24 ± 1 día superior C. 26 ± 1 día
Estomodeo

Plano de sección J ¡

Membrana

Apófisis maxilar

E. 22 ± 1 día
F. 26 ± 1 día

Localización originarla
Cierre del surco de la membrana orofaríngea
neural Apófisis maxilar (linea discontinua)
Prosencéfalo

Placa ótica
Notocorda
Primera
bolsa Primer arco
Faringe faríngea faríngeo
Primera
Primera
membrana
hendidura .■^/Hendidura
branquial ^ faríngea
faríngea
Primer
Segundo arco faríngeo
cayado arterial con nervio, arteria y
aórtico cartílago
Apófisis Tercer arco
mandibular Membrana Bolsa
faríngea Corazón
orofaríngea Primera bolsa faríngea
Tejido mesenquimal Cuarto arco J.
del cuarto arco

F ig u r a 1.2. Dibujos que ilustran el aparato branquial. A, Vista dorsal de la porción craneal en el em brión precoz. B a D , Vis­
tas laterales que m uestran el desarrollo de los arcos branquiales. E a G, Vistas faciales, que ilustran la relación entre el prim er
arco y el estomodeo o boca primitiva. H, Sección transversa a través de la región craneal del em brión, que ilustra los co m p o ­
n entes de los arcos branquiales y el suelo de la faringe primitiva. I, Sección horizontal a través de la región craneal del em brión,
que ilustra los com ponentes de los arcos branquiales y el suelo de la faringe. Cada arco contiene u n co m p o n en te de cartílago,
nervio, arteria y músculo. J, Sección sagital del embrión, que ilustra la abertura de las bolsas faríngeas en la faringe primitiva.
[mo3]

6
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Cuello

- Tercera bolsa faríngea: La parte dorsal es responsable


-A rc o branquial de la génesis de las paratiroides inferiores (paratiroides
(ectodermo-mesodermo, III); la parte ventral, del tim o . En la faringe adulta el seno
vasos sanguíneos y
p irifo rm e es la localización de la tercera bolsa.
endodermo)
- Cuarta bolsa faríngea: La parte dorsal es responsable de
- Bolsa faríngea
la génesis de las paratiro id e s superiores (paratiroides
(endodermo)
IV); la parte central puede p a rticipar en una pequeña
ca n tid a d de te jid o tím ic o y en el c u e rp o u ltim o b ra n -
quial.
- C o n fines prácticos, la q u in ta bolsa faríngea, al igual
-Placa de cierre
(ectodermo y que el q u in to arco faríngeo, no existe.
endodermo)

A n o m a l ía s c o n g é n it a s

Las fístulas, los senos externos e internos y los quistes


se deben a una oblite ra ció n de las hendiduras y bolsas fa­
ríngeas. Las deficiencias rímicas y paratiroideas (c o m o el
síndrom e de D iC e org e ) son secundarias a la agenesia par­
cial o to ta l de las glándulas paratiroides y del tim o .
Los higrom as cervicales son m alform aciones c o n g é n i­
tas del sistema linfático del cuello. Gidvani y B h o w m ick3 in­
d ica ro n qu e los h ig ro m a s quísticos son masas cervicales
congénitas frecuentes que tienden a aparecer en el triá n ­
g u lo posterior izquierdo y que se manifiestan en las p rim e ­
ras fases de la vida. Los autores describieron el caso de un
h igro m a quístico cervical en la línea media posterior.

Re c o r d a r :

• La m ayor parte de las fístulas y quistes faríngeos se o rig i­


nan en la segunda bolsa y hendidura branquiales.
• Las fístulas de la segunda bolsa se abren en el tercio in ­
ferior del borde medial del músculo esternocleidomastoi-
deo (SCM).
• Las malformaciones de la primera hendidura se relacionan
con el nervio facial.
• Un seno faríngeo o una fístula faríngea n o rm a lm e n te va
F ig u ra 1.3. Hendiduras branquiales, arcos branquiales, bol­
desde la pared faríngea, entre las arterias carótidas inte r­
sas faríngeas y placas de cierre. [sM]
na y externa, hasta la piel. En 1993, M ille r y C o h n 6 pre­
sentaron el tr ig e s im o p rim e r in fo rm e de un seno de la
cuarta bolsa branquial.

Se dice que aparecen pequeñas form a cio n e s benignas


d e n o m in a d a s c o le s te a to m a s 2 en fo r m a de e n g ra s a ­ A n a t o m ía q u ir ú r g ic a
m ie n to s de la cubierta e n d o d é rm ica del oído m edio,
y que frecuentem ente producen pérdida auditiva. A u n ­ A n a t o m ía de superficie
qu e no se conoce c o m p le ta m e n te su o rig e n , se cree
qu e se fo rm a n n o rm a lm e n te en to d o s los em briones, Referencias anatómicas
pero, de manera ocasional, algunas persisten y prolife-
ran para fo rm a r estas estructuras. Las marcas anatóm icas más pro m in e n te s de la a n ato­
- La segunda bolsa faríngea da lugar a las amígdalas pa­ mía superficial del cuello, especialm ente en los varones,
latinas y a la fosa am igdalina. Nota: La persistencia de son las siguientes:
la segunda abertura de la segunda placa puede apare­ • El m úsculo esternocleidom astoideo separa la parte a n te ­
cer c o m o un seno de una h e n d id u ra bra n q u ia l, m u y rio r del cuello (triá n g u lo an te rio r) de la parte posterior
a b ierto en la fosa am igdalina. (triá n g u lo posterior).

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• Skandalakis

Cuello

• En varones con una musculatura bien desarrollada, la p o r­ pografía de las estructuras subyacentes en relación con
ción lateral del m úsculo trapecio prod u ce la m a yo r par­ la piel.
te de la p le n itu d de la suave curva que une la parte pos­ El cirujano selecciona la incisión más apropiada y su
Anatomía quirúrgica

te ro la te ra l del c u e llo co n la re g ió n del h o m b ro . La localización en relación con la patología subyacente. La


tuberosidad a n te rio r de la apófisis transversa de la sexta o rie n ta ció n de los tejidos conectivos de la derm is crea lí­
vértebra cervical (tu b é rcu lo carotídeo de Chassaignac) se neas de tensión en la piel, conocidas c o m o líneas de Lan-
localiza en el b o rd e medial del esternocleidom astoideo y ger, que se asocian a los pliegues cutáneos del cuerpo. En
al nivel del cartílago cricoides. La presión en este p u n to general, la incisión transversal es estéticam ente superior
c o m p rim irá la arteria carótida c o m ú n . a la vertical, p o rq u e la sección transversal de las líneas
• En la línea m edia, desde arriba hacia abajo, se observan normales da lugar a una cicatriz más p ro m in e n te .
las siguientes marcas anatómicas: Sin em ba rg o , las líneas verticales p e rm ite n una exce­
- La característica más p ro m in e n te de la línea m edia y la lente exposición para la cirugía de las arterias. En las Fi­
que se palpa con más facilidad es el cartílago tiroides, guras 1.8 y 1.9 se presentan la mayoría de las incisiones
la «nuez», que es especialmente p ro m in e n te en varo­ más utilizadas en el cuello. Se pueden utilizar c o m b in a ­
nes pospuberales. Se localiza entre la tercera y la q u in ­ ciones de incisiones verticales y transversales si es nece­
ta vértebras cervicales. La bifurcación de la arteria caró­ sario. Recuérdese que se debe utilizar un co lgajo en de­
tida co m ú n se localiza en el plano horizontal al m ism o lantal de base superior para la disección del cuello. Cierre
nivel. Las variaciones del p u n to de división de la arte­ con cuidado los bordes del m úsculo cutáneo del cuello
ria carótida siempre estarán situadas p o r encima de este seccionado, y vuelva a a p ro x im a r los bordes de la inci­
p u n to . sión cutánea m eticulosam ente para re ducir la p ro b a b ili­
- El cuerpo del hueso hioides se puede palpar ap ro x im a ­ dad de cicatrices antiestéticas por tensión en la piel.
d am ente 1,5 cm p o r encim a del cartílago tiroides a la • Roon y Christensen5 subdividieron las áreas del cuello en
altura de la tercera vértebra cervical. (N ota: En el p u n ­ tres regiones de acuerdo con las lesiones:
to m edio de una línea entre la apófisis mastoides y la - Altas (p o r encim a del áng u lo de la m a n díbula).
prom in e n cia del tiroides se puede palpar lateralm ente - Medias (entre el á n g u lo y la parte infe rio r del cartílago
el asta m a yo r del hueso hioides.) cricoides).
- Se puede palpar el arco del cartílago cricoides justo de­ - Bajas (p o r debajo del cartílago cricoides).
bajo del cartílago tiroides. El cartílago cricoides fo rm a Los cirujanos siguen utilizando la clasificación de Roon
el único anillo cartilaginoso com p le to que rodea las vías y C hristensen, pero ellos hablan de zonas (F ig. 1 .10): la
aéreas, algo que no se observa en los otros cartílagos del
aparato respiratorio.
- El cartílago cricoides se localiza a la altura de la sexta
vértebra cervical.
• Un plano horizontal situado aproxim adam ente en la unión
de la sexta y la séptima vértebras cervicales se puede aso­
ciar con las siguientes estructuras anatóm icas (Figs. 1.4
a 1.7):
- U nión faringoesofágica.
- U nión laringotraqueal.
- Arteria tiroidea infe rio r (ventral al g a n g lio cervical m e ­
dio), y después (en orden), la vaina carotídea y el m ús­
culo o m o h io id e o .
- La entrada del nervio laríngeo inferior (nervio recurren­
te) en la laringe.
- La entrada de la arteria vertebral en el agujero trans­
verso de la sexta vértebra cervical y, algo más inferior,
el ga n g lio estrellado.
- El istm o tiro id e o y la m áxim a altura del c o n d u c to to rá ­
cico, localizados a la altura de la séptima vértebra cer­
vical.

Aplicaciones quirúrgicas
F ig u r a 1.4. El hueso hioides se en c u en tra a la altura de la
• La consistencia de la piel cervical cambia con la edad. La tercera vértebra cervical, y el cartílago tiroides a la altura de
hiperextensión del cuello perm itirá apreciar m e jo r la t o ­ la tercera o cuarta vértebras cervicales, [brl].

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Cuello

Nervio recurrente
penetrando en la laringe i ¡ Terminación de la faringe
e inicio del esófago
Arteria vertebral entrando
por el agujero transverso
Terminación de la laringe
Ganglio cervical medio, por
jjM n icio de la tráquea
encima o por debajo de la
arteria tiroidea inferior

Cartílago cricoides

F ig u r a 1.5. Sexta vértebra cervical, [bri]

zona I es la zona q u e Roon y C hristensen d e n o m in a ro n afectar a vasos en los que es difícil el c o n tro l p roxim al y dis­
«baja», la zona II es la media, y la zona III la alta. tal. Recom endaron la exploración inm ediata.
En el m is m o e s tu d io c ita d o a n te rio rm e n te , Roon y • Roden y P o m e ra n tz6 ta m b ié n re co m e n d a ro n la o p e ra ­
Christensen afirm aron acertadam ente, desde un p u n to de ción te m p ra n a (exploración cervical) en las heridas pe­
vista anatóm ico, que las lesiones altas y las bajas pueden netrantes del cuello. Sin em bargo, A tte b e rry y cois.7 con-

Vena yugular

Fascia pretraqueal Compartimento visceral

Fascia a|ar\ ^ ^ g j g | ^ ^ ^ ^ ^ - ' T r á q u e a

Esófago

Fascia
superficial

Fascia
prevertebral

Fascia

F ig u ra 1.7. Sección esquemática del cuello por debajo del


hueso hioides que muestra las capas de la fascia cervical pro­
funda y las estructuras que envuelve. [sk7\

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• Skandalakis

Cuello

quea (50% ), laringe (31% ) y esófago (38%). Estas lesio­


nes se asocian a una m ortalidad significativa(...) y muchos
de los pacientes tienen secuelas a largo plazo, como dis-
Anatomía quirúrgica

fagia, ronquera y una traqueostomía prolongada.

Para evaluar las lesiones cervicales penetrantes, De-


metriades y cois.10 conclu ye ro n que la exploración física
y el D o p p le r de flu jo en c o lo r son las herram ientas de
elección para el m éd ico . Presentaron un a lg o ritm o de la
evaluación de estas lesiones (Fig. 1.11).
B ritty Colé11 recom endaron seguir un paradigma para
tra ta r las lesiones cervicales penetrantes (Fig. 1.12).

A n a t o m ía t o p o g r á f ic a del c u e l l o

La topog ra fía del cuello se presta a descripción al pre­


sentar una serie de zonas triangulares naturales, c o m e n ­
zando p o r la división del cuello en los triángulos cervicales
ante rio r y posterior, y después con la división de éstos en
regiones triangulares más pequeñas.
F ig u ra 1.8. Localización de las incisiones cervicales parale­
las a las líneas de tensión de la piel. A, Escisión de un sinus
congènito, m ovilización parcial superior e inferior hasta B1. B,
Escisión de un tum or carotideo o de un quiste branquial. C, Di- Triángulo cervical anterior
vertículo esofágico. D, Sección del escaleno o del nervio fré­
nico. E, Drenado de un absceso subm entoniano. F, Escisión
Límites
de un quiste tirogloso o de un sinus. G, Cricotirotomía. H, Tra-
queotomía. I, Tiroidectomía. J, Drenado de u n absceso cervi­ Los límites son:
cal o del ángulo de la mandíbula. K, Exposición de la carótida • Lateral: M úsculo esternocleidom astoideo.
externa o interna. L, Exposición de la arteria carótida común. • Superior: Borde infe rio r de la m andíbula.
M, Exposición del plexo braquial o de la arteria subclavia. [an3\ • M edial: Línea m edia ante rio r del cuello.

Este gran triá n g u lo se puede su b d ivid ir en otros cuatro:


s u b m a n d ib u la r, c a ro tíd e o , m u s c u la r y s u b m e n to n ia n o
(Fig. 1.13).

Triángulo subm andibular


sideraron que la exploración física sola era segura y exac­ El triá n g u lo su b m a n d ib u la r está d e lim ita d o por el b o r­
ta en la evaluación de las lesiones vasculares penetrantes de infe rio r de la m a n d íb u la p o r arriba y los vientres a nte­
de la zona II del cuello, pero Biffl y cois.8 afirm aron que rio r y p o sterior del m úsculo digàstrico p o r debajo. Sarik-
el tra ta m ie n to selectivo de las lesiones cervicales p e n e ­ cioglu y cois.12 describieron un músculo digàstrico anóm alo
trantes es seguro y no precisa pruebas diagnósticas sis­ con tres vientres accesorios y una banda fibrosa (Fig. 1.14).
tem áticas en los pacientes asintom áticos que tienen le­ La m a yo r estructura del triá n g u lo , y el o b je to más fre­
siones en las zonas II y III. cue n te de la ate n ció n del cirujano, es la g lá n d u la salival
Citam os de B um pous y cois.9 sobre las lesiones p e ­ subm andibular. Se o rigina a p a rtir del e c to d e rm o oral cer­
netrantes del c o m p a rtim e n to visceral del cuello: ca del final de la sexta semana (algo después que la g lá n ­
La zona II de la parte anterior del cuello fue la zona dula pa ró tid a ); se fo rm a c o m o un p rim o rd io sólido, que
que se lesionó con más frecuencia, y las estructuras que después se canaliza.
más se lesionaron fueron la tráquea (69% ), el esófago En el triá n g u lo ta m b ié n hay varios vasos, nervios y mús­
(38% ) y la laringe (3 1%). Aunque se les realizaron angio- culo. Para el cirujano, el co n te n id o del triá n g u lo se descri­
gramas al 31%, sólo el 13% mostraron lesiones vascula­ be m e jo r en cu a tro capas, o planos q u irú rg ico s, que c o ­
res. El 81% de los pacientes tenían lesiones que afectaban mienzan desde la piel. Hay que señalar que la inflam ación
a más de una estructura im portante del cuello. Se realizó grave de la glándula su b m a n d ib u la r puede destruir todos
una exploración del cuello en el 81% de los pacientes, y los restos de la anatom ía normal. En estos casos es m u y d i­
traqueostomía en el 75%, además de reparación de la trá- fícil identificar y preservar los nervios esenciales.

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Cuello

F ig u r a 1.9. Incisiones empleadas en la disección radical del cuello. A, Attie. B, Eckers y Byer. C, MacFee. D, Morestin. E, Con-
ley. F, Latyshevsky y Freund. G, Martin. H, Incisión en Z. I, Barbosa.[sf3]

P r im e r plan o q u ir ú r g ic o : T echo de la g lánd ula sub­ Re c o r d a r :

m a n d ib u l a r . El te ch o de la g lá n d u la s u b m a n d ib u la r está • La incisión de la piel se debe hacer de 4 cm a 5 cm p o r


fo rm a d o p o r piel, fascia superficial q u e recubre el m ú s­ debajo del á n g u lo de la m andíbula.
culo cu tá n e o del cuello y grasa, y las ramas m a n d ib u la r y • El m úsculo cu táneo del cuello y la grasa fo rm a n la fascia
cervical subyacentes del n e rvio facial (VII) (Fig. 1.15). superficial.
Las ramas m a n d ib u la r y cervical del nervio facial se o ri­ • La rama m a n d ib u la r (o m a n d ib u la r m a rginal) del nervio
g inan en la división cervicofacial del n e rvio facial. Esta d i­ facial (VII) está justo debajo del ángulo, superficial a la ar­
visión in fe rio r del nervio facial pasa lateral a la vena retro- teria facial. Savary y cois.14, después de estudiar 10 cadá­
m a n d ib u la r (facial p o s te rio r) en el in te rio r de la sustancia veres en fresco y un cadáver em balsam ado, observaron
de la g lá n d u la p a ró tid a en más del 9 0 % de los casos13; que varias ramas marginales, p a rticularm ente el ram o in ­
en otros, pasa m edial a la vena. Una línea q u e se traza term e d io , pueden fo rm a r un plexo neural alrededor de la
desde la escotadura inte rtrá g ica de la oreja y qu e estable­ arteria facial. Basar y cois.15 señalaron que la rama m a n ­
ce la intersección con el p u n to m e d io de una línea que dibular m arginal del nervio facial era única en 14 mitades
va del á n g u lo de la m a n d íb u la a la parte in fe rio r del oído faciales, estaba fo rm a d a por dos ramas principales en 24
estará cerca de la p osición de la división cervicofacial del mitades faciales, y tenía m ú ltiples ramas principales en
nervio facial. dos mitades.

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* Skandalakis

Cuello

1 Exploración física
> Rx anteroposterior de tórax jodas las zonas
' Rx anteroposterior y lateral del cuello I
Anatomía quirúrgica

[ Shock I Zona I Estabilidad hemodinámica 'I


[refractario ± signos/síntomas clínicos J

Exploración ratam iento selectivo


• Lesión de grandes vasos/aortografía,
• Traqueobroncoscopia
Zona III • Esofagograma/esofagoscopia
Á ngulo de la

(Negativo)
Zona II
Cartílago cricoides Exploración Observación

I Zona II f-
Zona I
Í HAB 1 / \ í sw Ì
- © Signos/síntomas I / \ - © Signos/síntomas

HAF HAF HAB o HAF


-Transcervicales -Transcervicales - Sin hallazgos importantes
- © Signos/síntomas - © Signos/síntomas sospechosos de lesión
vascular
- © Signos/síntomas
LAV
F ig u r a 1.10. Zonas del cuello. La u n ió n de la zona I y la II
Exploración Tratamiento selectivo ’ Tratamiento expectante
se describe de forma variable desde el cartílago cricoides o des­ ’ • Lesión de grandes (Sólo observación)
de la parte superior de las clavículas. En la zona I se pueden I vasos /aortografía,
• Traqueobroncoscopia
producir lesiones potenciales de grandes vasos intratorácicos. 1• Esofagograma/esofagoscopia
[ju]
Estabilidad hemodinámica
± signos, síntomas clínicos

División cervicofacial del nervio facial. La nom encla tu ra Exploración Tratamiento selectivo
i • Examen orofaríngeo
y la topografía de las ramas del nervio facial son confusas • Laringoscopia
I • Aortografía de 4 vasos
y variables. El nervio m a n d ib u la r (m a n d ib u la r m arginal) es
h a b itu a lm e n te la prim era rama de la división cervicofacial
del nervio facial. En todas las personas, esta rama cruza
F ig u r a 1.12. Guía para el tratam iento de las lesiones pene­
trantes del cuello. HAF, herida por arma de fuego; HAB, he­
superficialm ente a la vena facial a menos de 2 cm p o r d e ­
ridas por arma blanca; LAE, lesión de alta energía; *, trata­
bajo de la escotadura a n gular de la m andíbula, en la que
m ie n to controvertido. [br2]
se pueden palpar los vasos faciales. Desde esta posición

asciende hacia el áng u lo de los labios, de m o d o que por


d elante de la posición de la arteria facial cruza el b o rd e in ­
Examen clínico de acuerdo con el protocolo
+ fe rio r de la m andíbula para inervar los músculos del á n g u ­
¿Lesiones significativas obvias? lo de la boca y del labio inferior.
Hemorragia activa intensa El trayecto curvo de este nervio y los trayectos sim ila­
Shock que no responde a la fluidopterapia
Ausencia de pulso radial res de otros nervios de esta región han d a d o lugar al té r­
Aire a través de la herida
m in o «hamacas neurales». El nervio m a n d ib u la r fo rm a la
prim e ra de estas hamacas del triá n g u lo s u b m a n d ib u la r.
Skandalakis y cois, vieron esta hamaca co lg a n d o en una
posición tan infe rio r p o r debajo de la m a n d íb u la que una
Operación
¿Hemoptisis? incisión transversal alta podría haberla seccionado16.
¿Mediastino ensanchado? ¿Estridor?
¿Odinofagia? La rama m a n d ib u la r del nervio facial siem pre pasa p o r
No ¿Enfisema subcutáneo?
+ ¿Hematemesis?
detrás del ángulo de la m andíbula. Está entre el m úsculo
¿Hematoma? ¿Proximidad en un paciente cutáneo del cuello y la fascia cervical p ro fu n d a (capa de
¿Disminución del pulso periférico? embotado?
¿Responde el shocka fluidos? revestim iento general), y co ntinúa para inervar el m ú scu ­
¿Herida por arma de fuego? lo cuadrado del labio inferior.
La rama cervical del nervio facial se divid e y fo rm a las
No Sí
V x" t ramas descendente y anterior. La rama descendente iner­
Doppler color Observación Esofagoscopia va el músculo cutáneo del cuello, y se c o m u n ica con los
(Angiografia si no disponible) (Doppler opcional) Endoscopia
nervios cutáneos cervical transverso (C2, C 3) y auricular
F igu ra 1.11. A lgoritm o para la evaluación de las lesiones pe­ m a yo r (C2, C 3) del cuello. La rama anterior, el ram o del
netrantes de cuello. [cfe3] cuello de la m andíbula, cruza la m andíbula superficial a la

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Cuello

Músculo digàstrico Músculo


(vientre posterior) digàstrico
(vientre anterior)
Rama

Submentoniano

Submandibular Rama cervical


del ram o ant.
Músculo/bmohioideo Músculo omohioideo
(vieptre posterior o (vientre anterior o
inferior) superior) M. cutáneo

F igu ra 1.15. Primer plano quirúrgico del triángulo su b m an ­


Esternón dibular. El cutáneo se encuentra sobre las ramas cervicales y
m andibulares del nervio facial. [sk5\
F ig u ra 1.13. Triángulo anterior del cuello, que se divide en
cuatro triángulos por el músculo digàstrico y el om ohioideo.
SCM, músculo esternocleidomastoideo. [sír5]
La lesión de la rama m a n d ib u la r del nervio facial da lu­
g a r a un descenso m u y ligero del á n g u lo de la boca. Este
descenso no se puede ver cuando la boca está en reposo,
sino sólo cuando está en m o v im ie n to (so n rie n d o ). D ep e n ­
arteria y la vena faciales, y se une con la rama m a n d ib u la r
d ie n d o de la naturaleza de la lesión, este descenso puede
para c o n trib u ir a la inervación de los músculos del labio in ­
ser por neuropraxia o puede ser perm anente. Recuérdese
ferior. Esta rama a n te rio r fo rm a la segunda hamaca neural
q ue el orbicular de los labios y los músculos que son iner­
del triá n g u lo . Con frecuencia se c o n fu n d e con la hamaca
vados por las ramas bucales realmente elevan la comisura del
m andibular.
lado afectado. La lesión de la rama cervical ante rio r p ro d u ­
ce un descenso m ín im o que desaparecerá en 4 a 6 meses.
Skandalakis y cois.16 m id ie ro n la distancia entre estas
dos hamacas neurales y el b orde infe rio r de la m a ndíbula
en 4 0 cadáveres (80 disecciones cervicofaciales). Estas m e ­
diciones se muestran en la Figura 1.16. En el 5 0 % de las
piezas, la rama m a n d ib u la r estaba p o r e ncim a del borde
de la mandíbula y, por lo tanto, fuera de los límites del trián­
g u lo s u b m a n d ib u la r. En un estu d io sim ilar, D in g m a n y
G rabb17 observaron que la rama estaba p o r encim a del b o r­
de en el 8 1 % de sus piezas. Si la incisión cutánea se hace
al menos 4 cm p o r debajo del b orde de la m a n d íb u la , no
se cortará a ccid e n ta lm e n te ni siquiera una ram a cervical
exce p cionalm ente baja.
Un estudio con adultos chinos m o stró que en el 6 7 % la
rama m a n d ib u la r m arginal estaba p o r e n cim a del b o rde
inferior de la m andíbula, lo que indica la existencia de va­
riaciones étnicas en la topografía de las ramas nerviosas18.

F igu ra 1.14. Esquema de la anatom ía normal. 1, vientre an- Segundo plano q u ir ú r g ic o : C o n t e n id o d e l t r iá n g u l o

terior del m úsculo digàstrico; 2, vientre posterior del múscu- Las estru ctu ras del s e g u n d o p lan o quírúr-
s u b m a n d ib u l a r .
lo digàstrico; 3, músculo accesorio; 4, band a fibrosa. [sq3J] gico, d e s d e la z o n a superficial a la p ro fu n d a , son la vena

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Cuello

rragia después de la retracción. Además, es im p o rta n te re­


co rd a r que los g a nglios linfáticos están en el in te rio r de la
cubierta de la fascia subm andibular, en íntim a relación con
Anatomía quirúrgica

la glándula, y que hay ganglios a lo largo de los vasos fa­


ciales (esto es im p o rta n te cuando se tratan cánceres cu tá ­
neos metastásicos). Puede ser difícil d iferenciar e n tre las
glándulas y los ganglios linfáticos.
La vena facial y la división anterior de la vena retro m a n ­
dibular cruzan el triángulo por delante de la glándula subman­
dibular, y se unen cerca del ángulo de la mandíbula para fo r­
mar la vena facial com ún. La vena facial com ún drena la vena
yu g u la r interna, cerca del asta m ayor del hueso hioides. Se
aconseja identificar, aislar, pinzar y ligar ta n to la vena facial
c o m o la división anterior de la vena retromandibular.
La arteria facial, que es una rama de la arteria carótida
externa, entra en el triá n g u lo su b m a n d ib u la r p o r d e bajo
del vientre posterior del músculo digàstrico y p or debajo del
!
m úsculo estilohioideo. En su entrada en el triá n g u lo se en­
cuentra debajo de la g lándula subm andibular. Después de
cruzar la glándula p o r detrás, la arteria pasa p o r encim a de
la m andíbula, siem pre p o r debajo del músculo cutáneo del
F ig u ra 1.16. Asas nerviosas formadas por la rama m a n d ib u ­ cuello. Se puede ligar con facilidad.
lar (superior) y la rama anterior de la rama cervical (inferior)
del nervio facial. La distancia entre la m andíbula se muestra en
T ercer p l a n o q u ir ú r g ic o : S uelo d e l t r iá n g u l o s u b m a n d i­
centímetros. [skS\
bular. Las estructuras del tercer plano quirúrgico, de la zona
superficial a la profunda, incluyen el músculo milohioideo con
su nervio, el m úsculo hiogloso, el m úsculo co n strictor m e ­
d io que recubre la parte inferior del músculo co n strictor su­
facial (facial anterior), la vena re tro m a n d ib u la r (facial pos­ perior, y parte del m úsculo estilogloso (Fig. 1.18).
terior), parte de la arteria facial (m a xila r externa), la rama
su b m entoniana de la arteria facial, la capa superficial de la
fascia submaxilar (fascia cervical profunda), los ganglios lin­
fáticos, la capa pro fu n d a de la fascia subm axilar (fascia cer­
vical p ro fu n d a ) y el nervio h ip ogloso (XII) (Fig. 1.1 7).
La vena retrom andibular, que está fo rm ada p or la unión
de las venas te m p o ra l superficial y maxilar, se divide cerca
del á n gulo de la m andíbula en las divisiones anterior y pos­
terior. La división posterior se une con la vena auricular pos­
te rio r para fo rm a r la vena yu g u la r externa. La división an­
te rio r pasa hacia delante y se une a la vena facial, que es
Nervio XII
inferior a la escotadura m andibular, fo rm a n d o de esta m a ­ (hipogloso)
nera la vena facial c o m ú n 13.
Es necesario recordar que la arteria facial perfora el liga­
m e n to estilom andibular. Este lig am ento, que la mayoría de
las veces es grueso pero a veces es d e lg a d o , se e xtiende
desde la apófisis estiloides hasta el á n g u lo de la m a n d íb u ­
la, con extensiones ocasionales hacia el m úsculo estilohioi-
deo y el vien tre poste rio r del m ú sculo digàstrico. El liga­
m e n to es una p o rc ió n p a rtic u la rm e n te engrosada de la
capa profu n d a de la cápsula fasciai de la parótida que p ro ­
cede de la lámina de revestim iento superficial de la fascia
p ro fu n d a del cuello; separa las glándulas parótida y sub­
m a n d ibular. Jovanovic19 describió este lig a m e n to , subra­
ya n d o su im p o rta n cia en la anatom ía clínica y quirúrgica. F ig u r a 1 .17. Segundo pla n o del triángulo submandibular.
Se debe ligar antes de seccionarlo para prevenir la h e m o ­ Se expone la parte superficial de la glándula. [5^5]
14

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Cuello

El nervio del m úsculo m ilo h io id e o , que ta m b ié n inerva


el vientre a n te rio r del digástrico, se o rigina en la rama al­
veolar inferior de la división m a n d ib u la r del nervio trig é m i­
no. El nervio m ilo h io id e o está en la superficie inferior del
m úsculo, entre éste y el digástrico. Se puede pensar que el
espacio su b m a n d ib u la r es la co m b in a ció n de los espacios
s ublingual y submaxilar.
Músculo constrictor medio. El co n stric to r m edio se o rig i­
na en el áng u lo que hay entre las astas m e n o r y m ayor del
hueso hioides y en el lig a m e n to estilohioideo. Su inserción
es el rafe m edio. Sus fibras se d irigen hacia atrás, de m o d o
que las superiores ascienden y se superponen al constric­
to r superior, y las inferiores se d irig e n hacia abajo, p o r d e ­
bajo del co n s tricto r inferior.
Músculo estilogloso. El músculo estilogloso tiene dos orí­
F igu ra 1.18. Tercer plano quirúrgico del triángulo su b m an ­ genes y dos inserciones. Los orígenes son la zona anterior de
dibular. La porción superficial de la glándula se ha extirpado la apófisis estiloides y el lig a m e n to estilom andibular. Las in ­
y la porción profunda se encuentra visible p or debajo del bor­
serciones son la zona lateral de la lengua y su zona inferior.
de del músculo m ilohioideo. [s¿5]
Espacio subm andibular y angina de Ludwig. Los espacios
sublingual y subm a n d ib u la r, por encim a y p o r debajo del
m úsculo m ilo h io id e o , respectivam ente, se c o n tin ú a n e n ­
tre sí en el b o rd e p o sterior del m ilo h io id e o . Estos espacios
pueden estar afectados en la inflamación difusa (celulitis) de
la angina de Ludw ig, que con frecuencia se debe a infe c­
Músculo milohioideo. Según DuPlessis20, se considera que ciones de los molares inferiores, la mayoría de las veces p o r
los músculos m ilo h io id e o s fo rm a n un ve rdadero d ia fra g ­ Streptococcus hemolyticus. C om o señaló L indner22, to d o el
ma para el suelo de la boca, con el m úsculo g e n io h io id e o espacio s u b m a n d ib u la r está rode a d o firm e m e n te p o r las
y los músculos de la lengua p o r encim a y los vientres an­ uniones de la fascia de revestim iento cervical a la m a n d íb u ­
teriores de los músculos digástricos y una p orción im p o r­ la, la m em bra n a mucosa del suelo de la boca, la unió n de
ta n te de la glá n d u la s u b m a n d ib u la r p o r debajo. El m ilo ­ la fascia cervical al hueso hioides, el p ro p io hueso hioides
h ioideo se origina en la línea m ilo h io id e a de la superficie y el revestim iento fascial del vientre posterior del digástrico.
interna de la m andíbula; su parte más p o sterior se inserta El edem a en esta localización, y la tu m e fa cció n y el despla­
en el cuerpo del hueso hioides, y su parte más a n te rio r se zam iento de la lengua, pueden producir asfixia. La infección
inserta con el m ilo h io id e o contralateral en el rafe de la lí­ del espacio s u b m a n d ib u la r se puede e x te n d e r p o s te rio r­
nea media entre el hueso hioides y la m andíbula. La super­ m ente a lo largo del músculo estilogloso hacia el espacio fa-
ficie superior del m ilohioideo se relaciona con los nervios lin­ ringom axilar. Desde esta región, el proceso infeccioso p u e ­
gual e hipogloso. de pasar al espacio re tro fa rín g e o y después hacia abajo,
Sehirli y £ a v d a r21 p u b lic a ro n un caso de un m úsculo hacia el m ediastino superior.
m ilo h io id e o accesorio iz q u ie rd o q u e se localiza e n tre el Recuérdese que en la angina de L udw ig (co m o señaló
vientre ante rio r del digástrico y los músculos m ilohioideos L indner22):
normales. El m úsculo m ilo h io id e o accesorio izqu ie rd o se
extendía desde la línea m ilo h io id e a de la m a ndíbula hasta • N o se debe realizar una incisión en las zonas de celulitis.
la parte inferior del rafe m ilo h io id e o y el hueso hioides. Las incisiones invitan a que más gérm enes extraños e n ­
Músculo hiogloso. El m ú sculo h io g lo so , qu e es fin o y tren en una zona que, con frecuencia (y m u y rá p id a m e n ­
cuad rilá te ro , se o rig in a en el asta m a y o r y en el cu e rp o te) se hace gangrenosa.
del hueso hioides. Asciende casi v e rtic a lm e n te hacia la • La celulitis debe recibir un tra ta m ie n to sistèmico con an­
zona lateral de la lengua entre el m ú scu lo estilogloso la­ tibióticos específicos y un tra ta m ie n to local con c o m p re ­
te ra lm e n te y la m usculatura lo n g itu d in a l inferior de la len­ sas calientes masivas y lavados con suero salino cada hora
gua. El nervio h ip o g lo s o y sus venas a co m p a ñ a n te s e n ­ de la cavidad oral. Se debe utilizar un tra ta m ie n to intra ­
tran en el suelo de la boca por encim a del b orde posterior venoso para m ante n e r el e q u ilibrio líquido y electrolítico.
del m ilo h io id e o , laterales al m ú sculo h io g lo so . Desde su ° Para evitar la asfixia es fu n d a m e n ta l m a n te n e r una vía
origen en el cuello, la arteria lingual pasa p rofunda al mús­ aérea adecuada. Es o b lig a to rio hacer una traque o to m ía si
c u lo h iogloso. Entra en el suelo de la boca entre el m ú s ­ la respiración se vuelve superficial y rápida.
cu lo h io g lo s o la te ra lm e n te y el m ú s c u lo g e n io g lo s o m e ­ 8 Sólo se realiza la sección quirú rg ica de la fascia y del m i­
d ia lm e n te . lohioideo cuando hay complicaciones, c o m o d re nado de

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Cuello

ción de la g lándula s u b m a n d ib u la r (subm axilar), su reves­


N. lingual tim ie n to y los ganglios linfáticos que c o n tie n e , y la de la
cápsula y de to d o el te jid o circu n d a n te que está en su ex­
Anatomía quirúrgica

Ganglio submandibular
terior.

Glándula
sublingual Triángulo subm entoniano
L í m i t e s . Los límites de este triá n g u lo son:
• Lateral: Vientre ante rio r del m úsculo digàstrico.
• Inferior: Hueso hioides.
Nervio XII
(hipogloso) • M edial: Línea media.
• Suelo: M úsculo m ilo h io id e o .
• Techo: Piel y fascia superficial.

C o n t e n id o . El triá n g u lo su b m e n to n ia n o co ntiene g a n ­
V. y a. lingual glios linfáticos. El c o n te n id o de este triá n g u lo se debe sa­
crificar en la disección radical del cuello23.
D r e n a d o l i n f á t i c o . Los ganglios linfáticos del triá n g u lo
s u b m e n to n ia n o reciben linfa de la piel del m e n tó n , del la­
bio inferior, del suelo de la boca y de la p u n ta de la len­
gua. Envían linfa a las cadenas ganglionares s u b m a n d ib u ­
F igu ra 1.19. Cuarto plano quirúrgico del triángulo su b m an­
lar y yugular.
dibular. La parte profunda de la glándula se encuentra expues­
ta. [skS\
Triángulo carotideo
L ím ite s . Los límites son:
• Posterior: M úsculo esternocleidom astoideo.
pus a tensión, erosión de los vasos cervicales por el p ro ­ • Anterior: Vientre anterior (superior) del músculo o m o h io i-
ceso infeccioso y trom bosis de la vena y u g u la r interna. deo.
• Superior: Vientre posterior del m úsculo digàstrico.
C u a r t o p l a n o q u ir ú r g ic o : B ase d e l t r iá n g u l o s u b m a n d i­ • Suelo: M úsculo hiogloso, co n s tric to r inferior de la fa rin ­
bular. Las estructuras del cuarto plano q u irú rg ico , o base ge, m ú scu lo tiro id e o , c o n s tric to r m e d io de la farin g e ,
del triá n g u lo , incluyen la porción p ro fu n d a de la glándula m úsculo largo de la cabeza.
subm andibular, el c o n d u c to su b m a n d ib u la r (de W h a rto n ), • Techo: Capa de re vestim iento de la fascia cervical p ro ­
el nervio lingual, la vena sublingual, la glándula sublingual, funda.
el n e rv io h ip o g lo s o (X II) y el g a n g lio s u b m a n d ib u la r
(Fig. 1.19). La parte unciform e de la glándula su b m a n d ib u ­ C o n t e n id o . El triá n g u lo carotideo contiene:
lar rodea el b o rd e posterior del m ilo h io id e o y se sitúa en el • Bifurcación de la arteria carótida.
tejido conectivo que está por encima del mismo. Aquí se ori­ • Arteria carótida interna (sin ramas en el cuello).
gina el co n d u c to su bm andibular, y atraviesa el suelo de la • Ramas de la arteria carótida externa.
boca para te rm in a r en la carúncula sublingual, al lado del - Arteria tiroidea superior (p oco frecuente).
fre n illo de la lengua p o r delante. - Arteria auricular posterior.
El c o n d u c to su b m a n d ib u la r está debajo del nervio lin ­ - A r t e r ia te m p o ra l superficial.
gual (e xcepto cu a n d o el nervio pasa p o r debajo del m is­ - Arteria m axilar interna.
m o ) y encim a del nervio hipogloso. - Arteria occipital.
- Arteria faríngea ascendente.
D ganglios linfáticos su b m andibu-
r e n a d o l in f á t ic o . Lo s - Arteria del m úsculo esternocleidom astoideo.
lares reciben con d u cto s aferentes de los ganglios linfáticos - A r t e r ia lingual (ocasional).
subm entonianos, de la cavidad oral y de las partes a n te rio ­ - Arteria m axilar externa (ocasional).
res de la cara. Los con d u cto s eferentes drenan p rin c ip a l­ - A r t e r ia facial (ocasional).
m ente los ganglios yugulodigástrico, yugulocarotídeo y yu- • Tributarias de la vena yu g u la r interna.
g u lo o m o h io id e o de la cadena que a co m p a ñ a a la vena - Vena tiroidea superior.
y u g u la r interna (cadena cervical profu n d a ). Algunos c o n ­ - Vena faríngea.
ductos pasan a través de los ganglios subparotídeos hacia • N ervio vago.
la cadena accesoria espinal. • N ervio accesorio espinal.
Los contenidos del triá n g u lo subm an d ib u la r se extirpan • N ervio hipogloso.
dura n te la disección radical del cuello m ediante la extirpa- • Asa del hipogloso.

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• Troncos simpáticos cervicales (parcial). Recuérdese que de manera ocasional hay que seccio­
Es esencial p ro te g e r los nervios y los vasos y resecar el nar los músculos pretiroideos para facilita r la cirugía del ti­
te jid o linfático. roides. Se deben seccionar transversalm ente en el tercio
El v ien tre p o s te rio r del m ú sculo d ig à s tric o (e n tre los superior de su lo n g itu d para evitar sacrificar su inervación.
triángulos su b m a n d ib u la r y carotideo) es una marca ana­ D r e n a d o l i n f á t i c o . El d re n a d o lin fá tic o del triá n g u lo
tóm ica fiable de una zona peligrosa. En p rofundidad respec­ m uscular se analizará con la glándula tiroides.
to del vientre p o sterior se pueden e n co n tra r las siguientes
estructuras anatóm icas:
Triángulo cervical posterior
• Arterias carótidas interna y externa.
• Vena yu g u la r interna. A veces se considera que el triá n g u lo cervical posterior
• Nervio glosofaríngeo (noveno nervio craneal). son dos triángulos, el triá n g u lo occipital y el subclavio, que
• Nervio accesorio espinal (u n d é c im o nervio craneal). están divid id o s p o r el vientre posterior (in fe rio r) del mús­
• N ervio hip o g lo so (d u o d é c im o nervio craneal). cu lo o m o h io id e o (Fig. 1.20). A q u í se considerará que sólo
• Tronco sim pático. es una estructura.

D renado l in f á t ic o . La linfa llega a los ganglios yu g u lo - Límites


digástrico, yug u lo ca ro tíde o y yu g u lo o m o h io id e o , y a g a n ­ Los límites son:
glios situados a lo largo de la vena yu g u la r interna, p roce­
• A n te rio r: M úsculo esternocleidom astoideo.
dente de los ganglios submandibulares y subm entonianos,
• Posterior: Borde anterior del músculo trapecio (Fig. 1.21).
de los ganglios parotídeos profundos y de los ganglios cer­
• Inferior: Clavícula.
vicales pro fu n d o s posteriores. La linfa pasa a los ganglios
• Techo: Capa de revestim iento superficial de la fascia cer­
supraclaviculares.
vical profu n d a .
• Suelo: Fascia y músculos prevertebrales, m úsculo esplenio
Triángulo muscular
de la cabeza, m úsculo elevador de la escápula y los tres
L ím ite s . L o s límites son:
músculos escalenos.
• Lateral superior: V ientre a n te rio r del m úsculo o m o h io i-
deo.
• Lateral inferior: M úsculo esternocleidom astoideo.
• M edial: Línea m edia del cuello.
• Suelo: Fascia p re v e rte b ra l y m úsculos p re vertebrales;
músculos e sternohioideo y esternotiroideo.
• Techo: C apa de re v e s tim ie n to de la fascia p ro fu n d a ;
músculos pretiroideos, esternohioideo y cricotiroideo.

C o n t e n id o . El triá n g u lo m uscular co ntiene las g lá n d u ­


las tiroides y paratiroides, la tráquea, el esófago y el tr o n ­
co nervioso sim pático. Según Beahrs23, este triá n g u lo es el
menos im p o rta n te .

Clavícula
Perlas clínico-quirúrgicas
Mi m é to d o h a sido seccionar sistem áticam en te los
m úsculos p retiroideos en la cirugía tiroidea, se cc io n an ­
d o en tre el tercio superior y los dos tercios inferiores;
Músculo omohioideo
esto p ro p o rc io n a u n a excelen te exposición, y creo que
(vientre posterior)
m ejora la seguridad de la técnica. C u a n d o se seccionan
los m ú sc u lo s pretiroideos n o es necesario le v an tar col­
T riá n g u lo su b cla vio
gajos de los m ú sc u lo s p ro fu n d o s al m ú sc u lo c u tá n e o
Esternón
del cuello. Es u n a in cisión q u e el p ac ie n te tolera bien,
y p ro p o rc io n a u n a ex posición y visualización excelen ­
F igu ra 1.20. Triángulo posterior del cuello. Puede estar di­
tes para el ciru ja n o y su ay u d a n te . (RSF Jr)
vidido en dos triángulos por el m úsculo om ohioideo. [sk4\

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• Tenga c u id a d o con el c o n te n id o del triá n g u lo : la vena


subclavia, porciones de los vasos cervicales transversos y
ganglios linfáticos.
Anatomía quirúrgica

Aplicaciones quirúrgicas
M. esternodeidomastoideo
M. esplenio de de los triángulos cervicales
la cabeza
M. trapecio Triángulo anterior
M. elevador • En el pasado, los procesos inflam atorios del cuello, c o m o
de la escápula la ang in a d e L u d w ig , se asociaban a una m o rta lid a d y
M. una m o rbilid a d elevadas. A unque estos procesos inflam a­
medio
torios siguen produciéndose, son m u c h o menos fre cu e n ­
tes y tienen una m o rta lid a d menor, p o rque los a n tib ió ti­
cos eficaces d e tienen y curan la inflam ación.
Vientre
inferior • N o c o n fu n d ir el seno carotídeo con el cuerpo carotídeo.
(posterior) A n a tó m ic a m e n te , el seno carotídeo es una zona dilatada
ael m.
omohioideo que h a b itu a lm e n te está localizada al co m ie n zo de la ar­
teria carótida interna. Aquí, la m edia es delgada y tiene
M. escaleno
posterior poco m úsculo, pero la adventicia es gruesa; es rica en te ­
anterior
jid o elástico, receptores y fibras nerviosas sensitivas que
proceden del nervio glosofaríngeo.
F ig u ra 1.21. Suelo del triángulo posterior.
El seno carotídeo (Fig. 1.22) actúa c o m o b a ro rreceptor
y responde de manera refleja a m odificaciones en la te n ­
sión arterial. La elevación de la tensión o la co m p re sió n
del seno carotídeo pueden p ro d u c ir una ralentización de
Contenido la frecuencia cardíaca, una dism inución súbita de la tensión
arterial, una isquem ia cerebral y un síncope ipsilateral y
Entre la fascia de revestim iento y la fascia prevertebral
secundario.
están el nervio accesorio (XI) y una p orción de la vena y u ­
El cuerpo carotídeo (Fig. 1.22) es una estructura ana­
gular externa. A una p ro fu n d id a d variable en el inte rio r del
tó m ic a lobulada bilateral y pequeña de 2 m m a 7 m m de
triá n g u lo están la arteria subclavia, la vena subclavia, los
ta m año. Está localizado en la bifurcación carotídea o en la
nervios cervicales, el plexo braquial, el nervio fré n ico , el
cara medial posterior de la arteria carótida c o m ú n 24. Pue­
nervio frénico accesorio, el nervio accesorio espinal y g a n ­
de estar p a rcialm ente in c lu id o en la adventicia carotídea
glios linfáticos.
en la que se o rig in ó e m b rio ló g ic a m e n te . Está fo rm a d o p o r
Drenado linfático una cápsula fibrosa con tabiques que lo dividen en lóbulos
formados por células glómicas epitelioides, células de sopor­
Los ganglios linfáticos occipitales superficiales reciben
te y sinusoides. Pueden aparecer tum o re s del cuerpo caro­
linfa de la región occipital del cuero ca b elludo y de la par­
tídeo, los cuales plantean im po rta n te s problem as q u irú rg i­
te posterior del cuello. Los vasos eferentes pasan a un g a n ­
cos, particularm ente en relación con la hemorragia durante
glio linfático occipital p ro fu n d o (o, de manera ocasional, a
la operación.
más de un g a n g lio ) que drena hacia los ganglios cervica­
El c u e rp o ca ro tíd e o es un q u im io rre c e p to r sensible a
les p rofundos situados a lo largo del nervio accesorio espi­
concentraciones bajas de oxígeno, a concentraciones ele­
nal.
vadas de d ió x id o de ca rbono y a la co n centración de iones
Notas quirúrgicas de hidrógeno. Responde a esas alteraciones aum entando de
manera refleja la ventilación respiratoria a través de sus c o ­
A c o n tin u a ció n se presentan consejos quirúrgicos que
nexiones con el tr o n c o cerebral. Su in e rva ció n p ro ce d e
se deben recordar sobre la parte su p e rio r u o ccipital del
p rin cip a lm e n te del nervio glosofaríngeo, a unque ta m b ié n
triá n g u lo posterior:
parece recibir fibras del vago.
• Extirpe con m u ch o cuidado los ganglios linfáticos que ro­
dean el nervio accesorio espinal. Triángulo posterior
• Sacrifique el nervio si es a b solutam ente necesario. • La arteria subclavia se puede c o m p rim ir contra la p rim e ­
Consejos quirúrgicos para la parte inferior o subclavia del ra costilla m edia n te la presión del p u lg a r colocado en la
triá n g u lo posterior: fosa supraclavicular cu a n d o la m ano agarra el cuello.

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terna cruza el borde posterior del ECM, señala la salida del


nervio auricular m a yo r ju n to con el nervio craneal XI.
• C itam os de Kierner y cois.26 sobre la anatom ía del nervio
accesorio espinal (NAE) y las ramas del trapecio del p le ­
xo braquial cervical:

1) El NAE se puede encontrar medial además de late­


ral a la vena yugular interna, dependiendo de en qué zona
del cuello (más o menos craneal) se identifique. El cruce
entre estas dos importantes estructuras sólo puede p rodu­
cirse dorsal mente (44% ) o ventralmente (56% ) a la vena
yugular interna.
2) Cuando el NAE atraviesa el músculo esternocleido­
mastoideo sigue un trayecto tridimensional en forma de S
en lugar de seguir un trayecto recto a través del músculo.
Si se siguiera el nervio a través del músculo, es evidente que
se cortarían las ramas comunicantes con el plexo cervical.
3) Las ram as de plexo cervical que pasan hacia el
músculo trapecio siempre son subfasciales, porque otra re­
lación con las fascias del cuello (superficial o profunda) es
anatóm icam ente imposible.
4) El NAE se puede confundir fácilmente con el nervio
occipital menor, porque este últim o a veces sigue un tra ­
yecto similar, girando hacia arriba ligeramente medial al
borde anterior del músculo trapecio. Por lo tanto, se debe
seguir el supuesto NAE en el borde anterior del músculo
trapecio p a ra com probar que sigue su dirección craneo-
caudal. Además, hemos observado que la medición en el
borde posterior del músculo esternocleidomastoideo des­
F igu ra 1.22. Esquema del seno carotídeo, cuerpo carotídeo de la clavícula proporciona los resultados más fiables, y
y su inervación. La función que la rama carotídea del vago tie­ que siempre se puede identificar el nervio. Las otras m a r­
ne en la inervación se desconoce. Se aprecia que el cuerpo ca­ cas anatóm icas que se citan en la bibliografía, como el
rotídeo se encuentra ligeramente m edial a la bifurcación de la nervio auricular m ayor o el propio músculo esternocleido­
carótida. mastoideo, muestran mucha más variabilidad.
En algunos ensayos, las ramas cutáneas de los nervios
espinales posteriores atravesaban el plano tendinoso en­
• Una de las fracturas más frecuentes es la de la clavícula,
tre las apófisis espinosas de la columna vertebral y el mús­
tal vez d e b id o en parte al hecho de que el tercio m edio
culo trapecio p ara lle g a ra la piel. Sin embargo, al contra­
de la clavícula no está p ro te g id o p o r uniones m uscula­
rio que en otros trabajos anteriores, nunca se encontró que
res. El m úsculo subclavio no tiene potencia para p ro te ­
se ramificaran en el interior del músculo, lo que habría in­
ger la clavícula.
dicado una inervación adicional.
• El nervio accesorio (XI) d ivide el triá n g u lo poste rio r en
dos partes a p ro x im a d a m e n te ¡guales. T o m a n d o presta­ • A c o n tin u a ció n se presentan las descripciones de las es­
da la te rm in o lo g ía de C r a n ty Basmajian25, nos referimos tructuras anatómicas (desde arriba hacia abajo) que están
a la zona superior c o m o la zona «peligrosa», y a la zona en las zonas «peligrosas», así co m o algunas indicaciones
inferior c o m o la zona «sin peligro». Se puede d e te rm in a r sobre su propensión a la lesión.
la posición del nervio accesorio en el triá n g u lo posterior - El nervio accesorio espinal está ín tim a m e n te relaciona­
co m o se señala a continuación: Primero, coloque un dedo d o con los ganglios cervicales posteriores profundos. Si
en el b o rde ante rio r del trapecio a un tercio de la distan­ hay un absceso en esta zona, haga una incisión direc­
cia entre el a cro m io n y la parte p o sterior del cráneo. En ta m e n te a través de la piel. Utilice un hem o sta to para
segundo lugar, señale un p u n to en el b orde posterior del entrar en el absceso y drenarlo. Este m é to d o evita lesio­
esternocleidom astoideo, a dos tercios de la distancia des­ nar el nervio, con la consiguiente emaciación del tra p e ­
de la clavícula a la apófisis mastoides. Una línea trazada cio y la caída del h o m b ro .
entre estos dos puntos estará encima del trayecto del ner­ - Se puede lesionar el plexo braquial en la parte inferior
vio accesorio, p ro fu n d o con respecto a la fascia de reves­ del triá n g u lo p o r mecanismos tan diversos co m o heri­
tim ie n to . El p u n to de Erb, en el que la vena yu g u la r ex­ das p o r arma blanca, balas, una tracción anóm ala ex­

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* Skandalakis

Cuello

cesiva en el parto, caídas sobre el h o m b ro u otras cau­ vena. D urante la inspiración se puede p ro d u cir una em ­
sas de tra u m a tis m o contuso. bolia gaseosa m ortal.
- La arteria subclavia y el plexo braquial se pueden c o m ­ • Recuérdese que hay tres características top o g rá fica s en
Anatomía quirúrgica

p rim ir cu a n d o cruzan la prim era costilla p o r detrás del la vecindad de la región del triá n g u lo supraclavicular de
m úsculo escaleno anterior. la parte «peligrosa» del triá n g u lo posterior. El surco inte-
- El nervio fré n ico pasa por debajo de la superficie ve n ­ rescalénico y la fosa supraclavicular están en el inte rio r
tral del m úsculo escaleno anterior, p o r debajo de la co ­ del triá n g u lo ; la fosa infraclavicular está justo debajo del
bertura de la fascia prevertebral. C o m o esta fascia se te rcio m edio de la clavícula, fuera del triá n g u lo posterior
d irige distalm ente, co m o la vaina axilar que recubre el (Figs. 1.23 y 1.24).
plexo braquial y la arteria axilar, los anestésicos qu e se - Surco interescalénico: Si se gira m u ch o la cabeza hacia el
inyectan en la vaina pueden afectar al nervio frénico, lado opuesto, se forma un triángulo delim itado por la cla­
dando lug a r a una parálisis del h em idiafragm a. vícula por abajo, el músculo esternocleidomastoideo me­
• Trayecto y relaciones topográficas del nervio frénico con dialm ente y el borde anterior del músculo trapecio late­
otras estructuras anatóm icas del cuello: ralmente. Los escalenos anterior y m edio están en el suelo
- Posterior al vien tre inferior del m úsculo o m o h io id e o , de este triángulo. En otras personas se puede palpar el
m u y cerca de su te n d ó n inte rm e d io . surco que hay entre ellos con una facilidad variable.
- Posterior a la vena yu g u la r interna y a las arterias cervi­ Se puede utilizar la posición del cartílago cricoides
cal transversa y supraescapular. para d e te rm in a r de manera a p ro x im a d a el nivel de la
- Posterior al c o n d u c to torácico en el lado izquierdo del sexta v é rte b ra cervical. Ig u a lm e n te , el tu b é r c u lo de
cuello. Chassaignac de la apófisis transversa de C6 se puede
- A n t e r io r a la arteria subclavia. palpar justo detrás del borde p o sterior del esternoclei­
- Posterior a la vena subclavia. d o m astoideo. Un p u n to que se localice de esta m a n e ­
Citam os de Kline y cois.27: ra en el centro del triá n g u lo señalará a p ro x im a d a m e n ­
te el p u n to de paso de la arteria subclavia y de salida del
El cirujano puede notar el borde anterior redondeado ca­
plexo braquial de entre los escalenos a n te rio r y m edio.
racterístico del escaleno anterior cuando palpa a través de
La segunda parte de la arteria subclavia está detrás del
la grasa y del tejido linfático. Este es un dato importante,
m úsculo escaleno anterior. In tro d u c ie n d o un d e d o ha­
porque la persona que tiene poca experiencia tiende a ope­
cia abajo p a lp a n d o el surco interescalénico se notará
rar demasiado lateralmente y superiormente, olvidando de
p o r lo general el pulso de la arteria subclavia sin d ifi­
esta manera todo el plexo braquial. El cirujano puede llegar
c u lta d 28.
fácilmente hasta el borde anterior del escaleno anterior sa­
- Fosa supraclavicular: La fosa supraclavicular está fo rm a ­
biendo que el nervio frénico está profundo a la fascia prever­
da p o r el b o rde lateral (posterior) del m úsculo esterno­
tebral en este punto. Una vez que se ha disecado el nervio
cleidom astoideo, el b o rde ante rio r del trapecio y la m i­
frénico y se ha preservado, se puede seccionar el escaleno an­
tad o el tercio pro xim a l de la clavícula. Éste es el p u n to
terior después de que el cirujano haya visto que la artería
de presión de la arteria subclavia, q u e se puede palpar
subclavia se ha liberado de su superficie posterior.
entre el d e d o y la primera costilla.
N o ta: En ese punto, el nervio frénico entra en la cavidad - Fosa infraclavicular: La fosa infraclavicular es la conca­
torácica, a n te rio rm e n te a la arteria torácica interna y al hi- vida d blanda y palpable localizada d e b a jo de la p o r­
lio pulm onar, y entre la pleura mediastínica y el pericardio. ción media de la clavícula. Está d e lim ita da p o r el pec­
Aquí, los vasos pericardiofrénicos son com pañeros de via­ toral mayor, el d eltoides y la clavícula. La vena axilar
je del nervio frénico. está p rofunda con respecto a la piel, la fascia superficial
• La pleura cervical y las partes apicales de los pulm ones se y la fascia clavipectoral. La arteria axilar, rodeada por
extienden hacia arriba por encima de la clavícula, hacia elem entos del plexo braquial, se localiza p ro fu n d a a la
la raíz del cuello. La biopsia de los ganglios linfáticos es­ vena axilar. En esta fosa ta m b ié n están los ganglios lin­
calenos puede p ro d u cir neum o to ra x yatro g é n ico o lesión fáticos apicales e infraclaviculares.
del vértice pulm onar, así c o m o lesión de la parte más alta • El m úsculo escaleno ante rio r se o rig in a en los tubérculos
del c o n d u c to torácico izquierdo. centrales de las apófisis transversas de la cuarta a la sex­
• La vena y u g u la r externa pasa hacia abajo desde la zona ta vértebras cervicales. Desciende casi ve rtica lm e n te has­
del á n g u lo de la m and íb u la hasta la parte m edia de la ta insertarse en el tu b é rcu lo escaleno de la p rim era cos­
clavícula. Justo encim a de la clavícula, la vena perfora la tilla, a n te rio rm e n te al surco de la arte ria subclavia. El
fascia de revestim iento y drena la vena subclavia. En esta m úsculo escaleno m edio, que es el m a yo r de los tres es­
zona, una herida cervical p e n e trante con sección de la calenos, se o rig in a en los tu b é rcu lo s posteriores de las
vena puede p e rm itir que entre aire hacia la vena, p o rque apófisis transversas de las vértebras C2-C7. Se inserta en
la fascia p ro fu n d a está firm e m e n te fijada a la pared ve­ la prim era costilla, entre su tu b é rcu lo y el surco de la ar­
nosa, m a n te n ie n d o de esta manera abierta la luz de la teria subclavia. El escaleno p o sterior se o rig in a en los tu-

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Cuello

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F ig u ra 1.23. Fosas supraclavicular, infraclavicular y yugular.

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* Skandalakis

Cuello
Anatomía quirúrgica

Músculo escaleno anterior

Costilla cervical

Plexo braquial

Arteria subclavia

Primera costilla

Músculo escaleno
a nterior

Costilla cervical

Compresión del
plexo y arteria

B. Músculo contraído C. Músculo seccionado

F ig u ra 1.24. Com presión de la arteria subclavia y del plexo braquial. A, El músculo se encuentra relajado; B, C ontracción del
músculo escaleno anterior en presencia de u n a costilla cervical que puede producir la com presión de la arteria subclavia y
del plexo braquial; C, Sección del escaleno que puede resolver esta com presión vascular y nerviosa.

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Cuello

bérculos posteriores de las vértebras C4-C6. Se inserta en vio torácico, pasa entre los músculos escalenos a nterior y
la segunda costilla. m edio. Aquí, la arteria y los nervios cruzan la primera cos­
Harry y cois.29 afirmaron que la relación anatómica que tilla, y pueden estar sometidos a com presión.
se describe con más frecuencia, en la q u e el plexo bra- El síndrom e del desfiladero to rácico superior se refie­
quial está entre los músculos escalenos a n te rio r y m edio, re realmente a la compresión en la abertura superior (zona
se observó sólo en el 6 0 % de los casos. Los mismos a u to ­ de entrada, abertura superior). Tal vez sea incorrecta la uti­
res encontraron las siguientes variaciones: lización de la palabra «desfiladero», p o rq u e el verdade­
- Había un músculo escaleno m ínim o en el 4 6 % de los ca­ ro «desfiladero» es la abertura inferior del tórax.
sos (Fig. 1.25). Las relaciones topográficas de la entrada del tó ra x son:
- En el 15% de los casos, el m ú sculo escaleno a n te rio r
Posterior: C uerpo de la prim era vértebra torácica.
era perforado p o r las raíces C 5-C6 fusionadas. Anterior. Borde superior del m a n u b rio del esternón.
La vena subclavia cruza la prim era costilla ventral al
Lateral: Primera costilla.
escaleno anterior, d o n d e se asocia ín tim a m e n te con el
Citam os de O b u ch o w ski y O rtiz 31 sobre la resonancia
m úsculo subclavio, y con frecuencia está c o m p rim id a
m agnética (RM) del desfiladero torácico superior:
por el m ism o. A m e n u d o los pacientes que están afec­
tados de esta m anera tienen tro m b o sis venosa axilar y Los bordes del desfiladero torácico superior definen un
subclavia espontánea o relacionada con el esfuerzo de plano oblicuo que tiene una angulación hacia abajo des­
la extre m id a d superior (síndrom e de Paget-Von Schro- de la columna vertebral, en dirección anterior h a d a las p ri­
etter), sin relación con enferm edades asociadas ni con meras costillas. Por lo tanto, es m ejor considerar que el
m anipulaciones yatrogénicas. Se puede tra ta r a los pa­ desfiladero torácico superior es una región o «zona» que
cientes que tie n e n este p ro b le m a con una c o m b in a ­ se extiende a una pequeña distancia p o r encima y p o r de­
ción de trom b o lítico s y anticoagulación, resección de la bajo de este plano, de modo que incluye la porción inferior
prim era costilla y angioplastia con b a ló n 30. del cuello infrahioideo y la porción superior del mediastino
• Síndrome del desfiladero torácico superior: La arteria sub­ superior. La capacidad de la RM m ultip la n a r permite sub-
clavia, acom pañada p o r el plexo braquial y con c o n tri­ dividir el desfiladero torácico superior en cuatro zonas di­
buciones de los nervios cervicales C5-C8 y del prim er ner­ ferenciadas: visceral, neurovascular, pulm o n a r y vertebral.

F igu ra 1.25. Variaciones en las relaciones de los músculos escalenos con el plexo braquial. A, Arteria subclavia atravesando el
vientre muscular. B, Raíces C5 y C6 atravesando el vientre muscular. [ha3]

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• Skandalakis

Cuello

La dila ta ción postestenótica de la arteria subclavia se El síndrome de Paget-Von Schroetter se asocia con fre­
puede asociar con la aparición de trom bos. Estos trom bos, cuencia a una trom bosis de la vena axilar-subclavia causada
que se liberan hacia zonas distales de la arteria, pueden p ro ­ p o r el ejercicio, dando lugar a la frase «trombosis venosa de
Anatomía quirúrgica

d ucir síntomas confusos similares al a trapam iento del ner­ esfuerzo». Esta enferm e d a d aparece c o m o una tu m e fa c ­
vio m ediano en el túnel carpiano. Sanders y Pearce32 obser­ ción súbita de la e xtre m id a d superior. Según Flye35, inclu­
varon que el 8 6 % de los pacientes que tenían síndrom e del so con tra ta m ie n to m é d ico te m p ra n o la resolución c o m ­
desfiladero torácico superior tenían antecedentes de a lg u ­ pleta se p ro duce sólo en el 1 5% al 3 0 % de los pacientes.
na form a de tra u m a tism o cervical, especialmente de lesio­
nes p o r latigazo cervical. En estos pacientes es preferible la Fa s c ia s del c u e l l o
escalenectomía a la resección de la primera costilla.
La m usculatura escalena accesoria, las bandas fasciales La siguiente clasificación de los planos fasciales del cue­
o una séptim a costilla cervical atípica pueden c o m p rim ir llo, que son bastante com plicados, sigue el trabajo de va­
de manera variable la arteria, los nervios o ambos. Esta c o m ­ rios investigadores:
presión da lugar al síndrom e del escaleno anterior, con d o ­ • Fascia superficial.
lor, parestesias o pulsos débiles. D ura n te el desarrollo se • Fascia profunda.
fo rm a la séptim a costilla cervical, y después, n o rm a lm e n ­ - Capa de revestim iento (capa superficial).
te, regresa hacia su apófisis transversa. Las variaciones de - Capa media o pretraqueal (rodea la laringe, la tráquea
este destino varían desde una costilla to ta lm e n te fo rm ada y la faringe).
a form as ru dim entarias que se asocian a una banda fib ro - - Capa prevertebral (capa p ro fu n d a o posterior).
cartilaginosa.
En un estudio de 390 resecciones transaxilares de la p ri­ Fascia superficial
mera costilla p o r com presión arterial, venosa o del plexo La fascia superficial del cuello está debajo de la piel. Está
b ra q u ia l en el d e s fila d e ro to rá c ic o su perior, M a k h o u l y fo rm a d a p o r te jid o co n ectivo laxo, grasa, el m úsculo cu tá ­
M ach le d e r33 observaron que el 6 6 % de 1 75 pacientes te ­ neo del cuello, ramas cutáneas del plexo cervical, la división
nían m alform aciones únicas o m últiples que representaban cervicofacial del nervio facial y pequeños vasos sanguíne­
variaciones del desarrollo: 86 músculos escalenos y 39 sub­ os cutáneos (Fig. 1.26). El cirujano debe recordar que los
clavios eran atípicos en cuanto a su form a o sus uniones; 20 nervios cutáneos del cuello y las venas yugulares ante rio r y
músculos escalenos eran supernumerarios, y 7 costillas mos­ externa están entre m úsculo cutáneo del cuello y la fascia
traban alteraciones (séptima costilla cervical o primera cos­ cervical profunda. Si se van a seccionar las venas, p rim e ro
tilla torácica atípica). se deben ligar. D ebido a su unión con el m úsculo cutáneo
En o tro estudio de pacientes con síndrom e del desfila­ del cuello p o r arriba y la fascia p o r deb a jo no se retraen;
dero torácico superior, M ach le d e r y cois.34 m ostraron que pueden p ro d u c ir una hem orragia grave, y el cirujano debe
había transformaciones morfológicas demostrables de las fi­ prevenir la posibilidad de que produzca una em b o lia ga­
bras del m úsculo escaleno ante rio r que reflejaban cambios seosa. Con fines prácticos, se considera qu e no hay espa­
m etabólicos y enzim áticos característicos de diversos p ro ­ cio entre esta capa y la fascia p ro funda.
cesos adaptativos y patológicos. En esas alteraciones, que
se podían a trib u ir a la tensión tra u m á tica y a la lesión p o r Fascia profunda
estiramiento, las fibras musculares cam bian desde una fibra
de tip o 2 de contra cció n rápida a una fibra de tip o 1 de
C a pa de revestimiento
co n tra cció n lenta h ip e rtrofiada. Estas alteraciones apare­ La capa superficial (de revestim iento) d e la fascia cervi­
cen prin cip a lm e n te en personas jóvenes co m o respuesta al cal profunda (Figs. 1.26 y 1.27) se une por arriba a los hue­
ejercicio. sos occipital y te m p o ra l y a la m andíbula, posterio rm e n te
C on frecuencia se m ostró que la presencia de una cos­ a las apófisis espinosas y a los ligam entos supraespinosos de
tilla cervical (q u e se enco n tró en a p ro xim a d a m e n te el 1% las vértebras cervicales, y p o r debajo a la clavícula, a la es­
de los casos) era indicativa de una variación de la m uscu­ cápula y al m a n u b rio del esternón. Recubre dos músculos,
latura escalénica o del plexo braquial, do n d e el p rim e r ner­ el tra pecio y el e sternocleidom astoideo, y dos glándulas,
vio torácico aportaba pocas aferencias y era sustituido p o r la parótida y la subm andibular. Forma dos espacios, el su­
una c o n trib u c ió n im p o rta n te de C4. C uando la costilla C7 praclavicular y el supraesternal, y form a el techo de los triá n ­
era incom p le ta , la parte de la costilla que había regresado gulos cervicales a n te rio r y posterior.
había sido sustituida con frecuencia p o r una banda fib ro ­
sa. A p ro x im a d a m e n te el 6 7 % de las costillas cervicales son C apa pretraqueal
bilaterales. En el estudio de M a kh o u l y M a ch le d e r33 de pa­ A veces se afirm a que la capa m edia (pretraqueal) de la
cientes con síndrom e de Paget-Von Schroetter, el 5 5 % te ­ fascia profu n d a (Fig. 1.28) recubre p o r delante los m ú scu ­
nían hipertrofia del te n d ó n del m úsculo subclavio, además los pretiroideos y se fusiona con la capa de revestim iento
de un a u m e n to del ta m a ñ o del tu b é rcu lo de inserción. superficial. Por el contra rio , ta m b ié n se dice que es una lá-

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1
engrosada para fo rm a r el ligam ento suspensorio de la glá n ­
dula tiroides (lig a m e n to de Berry).
Posteriormente, la fascia cervical m edia está mal d e fi­
Grasa
nida y p erm ite que una glándula tiroides aum entada de ta ­
M. cutáneo
m a ñ o se extienda hacia atrás. Se puede considerar que esta
del cuello
porción posterior o p ro fu n d a de la fascia pretraqueal es la
Venas y tejido
celular p orción visceral de la capa fascial. C o n tin ú a p o ste rio rm e n ­
subcutáneo te con las fascias bucofaríngea y esofágica, co m o señala­
Capa superficial de la
fascia cervical profunda
ron hace tie m p o C rodinsky y Holyoke37. D ebido a esta co n ­
tin u id a d , a lg u n o s a utores p re fie re n el té r m in o «capa
visceral» a «capa pretraqueal» c o m o n o m b re más adecua­
F ig u ra 1.26. La fascia superficial se encuentra en el cuello,
do para la capa media de la fascia cerebral profunda.
entre la piel y la fascia cervical profunda. TC, tejido celular
Por delante, la capa m edia se une p o r arriba al m úscu­
subcutáneo. [sk4\
lo hioides y p o r abajo al pericardio fibroso. Lateralm ente
c o n trib u y e a la vaina carotídea. La capa fascial c o n tin ú a
p o s te rio rm e n te con la fascia bucofaríngea, hasta la base
mina q u e es p ro fu n d a a los músculos pretiroideos, que se del cráneo; te rm in a in fe rio rm e n te a p ro x im a d a m e n te al n i­
une con la capa de revestim ie n to superficial lateral a los vel de la b ifurcación traqueal, fu sio n á n d o se con la parte
m ism os36. De manera similar al p rim e r p u n to de vista, se alar de la fascia prevertebral.
dice que una capa posterior de la fascia pretraqueal envuel­
ve la glándula tiroides, fo rm a n d o la cápsula falsa de la g lá n ­ C apa prevertebral
dula (Fig. 1.29). Esta capa está fija a los cartílagos tiroides La capa prevertebral (posterior) (Fig. 1.27) está d e lan­
y cricoides p o r arriba. La u n ión a los cartílagos puede estar te de los músculos prevertebrales. Se o rig in a en las apófi-

F ig u ra 1.27. Capas superficiales de los espacios por encima del hueso hioides, en un corte sagital. Se aprecia el «espacio p e­
ligroso» y la continuación con el espacio retrofaríngeo; se establece u n a contin u id ad entre el espacio peligroso y el espacio re-
trovisceral, respectivamente, por debajo del nivel del hueso hioides. Se trata de espacios virtuales, más que reales. [ho4\
25

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• Skandatakis

Cuello

Fascia pretraqueal

Fascia superficial
Anatomía quirúrgica

Vaina carotidea M. cutáneo del cuello

Esófago

Vena yugular interna

Carótida común

simpática

Fascia prevertebral

Arteria vertebral

Porción alar
Fascia prevertebral Parte
prevertebral (j j J Capa pretraqueal

Capa superficial

Espacio supraesternal
de Burns
F ig u ra 1.28. Fascias del cuello. A, Corte transver­
sal. D, «espacio peligroso» con la fascia prevertebral;
RV, espacio retrovisceral y retrofaríngeo entre el es­
pacio la fascia prevertebral y pretraqueal (visceral)
B l co-*]■ B, Principales capas de las fascias posteriores
al hueso hioides. [col]

sis espinosas y el lig a m e n to nucal p o r detrás, y recubre los y 1.30), debajo del m úsculo esternocleidom astoideo. En el
músculos de la co lu m n a cervical, incluyendo los músculos inte rio r de este tu b o está la arteria carótida co m ú n , la vena
escalenos y la co lu m n a vertebral p o r delante. En su unión y u g u la r interna, el nervio vago y ganglios linfáticos cervi­
con las apófisis transversas de las vértebras cervicales, la cales p ro fu n d o s. En la parte superior del cuello, el te jid o
fascia prevertebral se divide para fo rm a r un espacio p o r de­ conectivo de la vaina se fusiona con los revestim ientos fas-
lante de los cuerpos vertebrales, de m o d o que la capa an­ dales del m úsculo estilohioideo y del vientre poste rio r del
te rio r se d e n o m in a fascial y la posterior conserva la d e n o ­ digàstrico. Por encim a, la vaina se adhiere más a los re cu ­
m inación de fascia prevertebral. brim ientos adventiciales de los vasos carotídeos y de la vena
y u g u la r interna.
Vaina carotídea Por debajo, la vaina carotídea se adhiere a la cara pos­
Tres fascias (de revestim iento, pretraqueal y preverte­ te rio r del esternón y de la clavícula y es lateral al orig e n de
bral) fo rm a n un tu b o fascial, la vaina carotídea (Figs. 1.28 los m úsculos e ste rn o cle id o m a sto id e o y pretiroideos. Por

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Cuello

Fascia axilar
La fascia axilar se o rig in a en la fascia prevertebral. Se
com e n ta en el ca p ítu lo dedicado a la m am a en el epígrafe
«Anatom ía to p o g rá fica y relaciones: fascia profunda».

Cartílago tiroides

Es p a c io s del c u e l l o
Cartílago cricoides
En el cuello hay muchos espacios que están definidos por
Ligamento de Berry las fascias (Figs. 1.27 y 1.28). C o m o este libro está d irig i­
d o al ciru ja n o general, sólo se describirán aquellos espa-

Falsa cápsula

Verdadera cápsula

Glándula tiroides

F ig u ra 1.29. Glándula tiroides y relación con las fascia. Li­


gam ento de Berry.

detrás se fusiona con la prim era costilla y con la fascia de


Sibson. En la raíz del cuello, la fascia visceral pasa sobre la
fascia alar de la vaina carotídea, y c o n tin ú a hada el in te ­
rior del tórax con el pericardio fibroso del corazón y de los
grandes vasos. A m edida que la vaina pasa hacia el inte rio r
del tórax, el te jid o conectivo de la misma envuelve p o r se­
parado cada una de las estructuras de su in te rio r según se
separan unas de otras.
Detrás de la vaina carotídea, la fascia prevertebral recu­
bre los músculos escalenos y el nervio frénico, y da origen
a la vaina axilar. El espacio virtual peligroso de G rodinsky y
Holyoke37 (Figs. 1.27 y 1.28) está entre el c o m p o n e n te alar Hueso occipital
y la parte más profu n d a , muscular, de la fascia preverte­ Tubérculo faríngeo
bral; este espacio propo rcio n a un p lano para la extensión
de líquidos o de procesos patológicos desde la base del crá­
neo hasta el d iafragm a torácico.

Fascia bucofaríngea
Fascia prevertebral Mandíbula
La fascia bucofaríngea (Fig. 1 .27) c o n tin ú a p o r abajo
con el re cu b rim ie n to fascial visceral del esófago. Por arriba Hueso hioides
Fascia cervical
cubre las superficies posterior y lateral de la faringe, y c o n ­
Esófago profunda
tinúa h a d a delante sobre la superficie externa del m úscu­
lo b u c in a d o r de la mejilla. Está unida de manera bastante
Tráquea
laxa a la capa alar de la fascia prevertebral p o r un te jid o Fascia pretraqueal
areolar delicado. El intervalo entre las dos capas fasciales
es el espacio retrofaríngeo (Fig. 1.27), que se extiende ha­
cia arriba hasta la base del cráneo y term ina inferio rm e n te Pericardio
Espacio de
en la parte superior del tórax. Este espacio se puede infec­
tar p o r infecciones descendentes, p o r perforaciones dire c­
tas del esófago o p o r infecciones de los ganglios linfáticos F ig u ra 1.30. Dos esquemas del com p artim ento visceral del
cervicales p ro fundos que están adyacentes al m is m o 36. cuello.

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■ Skandalakis

Cuello

d o s que precisan un tra ta m ie n to especial. A lgunos otros,


c o m o los espacios p a ro tíd e o y subm axilar, se analizarán
con los órganos con los que se relacionan. Las obras fu n ­
Anatomía quirúrgica

dam entales sobre los espacios cervicales son las de G ro-


dinsky y H olyoke37 y Coller e Yglesias38.
Glándula
parótida

Espacios superiores al hueso hioides Espacio


Am ígdala faríngeo
• Los espacios intrafasciales están fo rm a d o s p o r la separa­ palatina lateral
ción de las diferentes capas fasciales del cuello. Estos es­
pacios son los q u e se re la cio n a n co n el c u e rp o d e la Vientre posterior
m a n d íb u la y con los espacios subm axilar, p a ro tíd e o y del músculo
digàstrico y
masticador.
músculo
• Los espacios perifaríngeos incluyen los espacios retrofarín- estilohioideo
geo, faríngeo lateral y subm andibular. Buser y Bart39 es­
tu d ia ro n la anatom ía no rm a l del espacio re tro fa rín g e o Cuerno mayor
M úsculo esterno-
deidom astoideo
(Fig. 1.27), que incluye: la parte posterior del cuello en del hioides
c o n ju n to , desde la base del cráneo hasta el nivel de T I , Arteria carótida interna y
T2 en el m ediastino superior por delante de la fascia pre- vena yugular interna
vertebral y p o r detrás de la fascia bucofaríngea o visceral.
F ig u ra 1.31. Sección semifrontal a la altura de la parte an ­
El espacio faríngeo lateral (Fig. 1.31) es una extensión la­ terior de la mandíbula, para m ostrar las relaciones de la fascia
teral del espacio retrofaríngeo que rodea la faringe. El es­ superficial con la glándula parótida.
pacio su b m a n d ib u la r (Fig. 1.27) se relaciona con los ele­
m entos anteriores de los diversos espacios perifaríngeos;
es m u y co m plejo.

visceral (retroesofágico) posterior. Estos espacios están se­


Espacios inferiores al hueso hioides
parados por las uniones laterales del esófago a la fascia pre­
Los siguientes son los espacios que se encuentran deba­ vertebral. Los espacios confluyen p o r a rrib a 37.
jo de hueso hioides (Figs. 1.28 A y B y 1.30): Estos espacios del c o m p a rtim e n to visceral, ju n to con la
vaina carotídea, son las principales vías de infección. Pear-
• C o m p a rtim e n to visceral (de Stiles).
se40 afirm ó que, de las infecciones cervicales que se e x tie n ­
• Vaina carotídea (véase «Vaina carotídea» en «Fascia p ro ­
den hasta el m ediastino, el 7 1% se e x tie n d e a través del
funda», en este m ism o capítulo).
espacio retrovisceral, el 21 % a través de la vaina carotídea,
• Espacio entre las fascias prevertebral y alar, el espacio pe­
y el 8 % a través del espacio pretraqueal.
ligroso de C rodinsky y H olyoke37 (véase «Capa p reverte­
bral» en «Fascia profunda», en este capítulo).
Espacio supraesternal
• Espacio supraesternal, o espacio de Burns.
El espacio supraesternal (espacio de Burns) está fo rm a ­
do por una separación de la capa de reve stim ie n to super­
C om partim ento visceral
ficial de la fascia cervical p ro fu n d a . La lám ina a n te rio r está
Los límites del c o m p a rtim e n to visceral del cuello (espa­ unida a la superficie ante rio r del esternón; la lámina poste­
cio de Stiles) (Fig. 1.30) son los siguientes: rior está unida a la cara posterior del m a n u b rio . En el in te ­
• A nterior: Fascia pretraqueal. rio r de este espacio están los extrem os inferiores de las ve­
• Posterior: Fascia prevertebral. nas yugulares anteriores y un arco venoso intercomunicante.
• Lateral: Vaina carotídea. Con frecuencia, ta m b ié n hay algo de te jid o linfático y te ji­
• Superior: Hueso hioides y cartílago tiroides. do graso.
• Posteroinferior: M ediastino posterior.
• Anteroinferior: Bifurcación traqueal, a la altura de la q u in ­ Aplicaciones quirúrgicas de las fascias
ta vértebra torácica.
y espacios cervicales
El c o n te n id o del c o m p a rtim e n to visceral incluye la larin­
ge, la tráquea, el tiroides, las glándulas paratiroides y par­ • Dos abscesos se relacionan con la fascia prevertebral: Uno
te del esófago. es ante rio r a la misma, entre ella y la pared posterior de
La parte inferior del c o m p a rtim e n to visceral se subdivi- la farin g e ; éste es el absceso re tro fa rín g e o a g u d o (Fig.
de en un espacio pretraqueal a nterior y un espacio retro- 1.32). El o tro está localizado detrás de la fascia preverte-

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Cuello

T o p o g r a f ía g e n e r a l . La arteria carótida c o m ú n se pue­


de d iv id ir arbitra ria m e n te en tres partes: inferior, media y
superior. La parte inferior está detrás de la articulación es-
ternoclavicular a la derecha, y es intratoràcica a la izquier­
da. La p orción media se localiza en el cuello. La parte su­
Fascia p erior se bifurca en las arterias carótidas interna y externa.
prevertebral
En la mayoría de los casos, la arteria carótida co m ú n no
tiene ramas en el cuello. Sin e m b a rg o , con frecuencia he­
mos visto que la arteria tiro id e a superior surge en la parte
Absceso crónico superior de la arteria carótida c o m ú n justo debajo de la b i­
furcación y cerca de la misma, la localización más frecuen­
Vértebra cervical te del cu e rp o carotideo (Fig. 1.35).

Absceso agudo Re c o r d a r :

• Las arterias carótidas com unes están envueltas p o r la vai­


na carotídea ju n to a la vena yu g u la r interna y el nervio
vago,
° En su e xtre m o craneal, la vena y u g u la r interna es v e n tro ­
lateral a la arteria carótida c o m ú n . Más inferiorm ente, se
Músculos
prevertebrales hace dorsolateral a la arteria.
F ig u ra 1.32. Abscesos retrofaríngeos agudos y crónicos. • El nervio vago está entre los dos vasos, en una posición
posterom edial.
• La arteria vertebral n o rm a lm e n te se o rig in a en la p rim e ­
ra parte de la arteria subclavia, y desde ahí pasa p o r el
agujero transverso de la sexta vértebra cervical. En a pro­
x im a d a m e n te el 4% de los casos, la arteria vertebral iz­
quierda se o rigina d ire cta m e n te en el cayado aórtico. En
a p ro x im a d a m e n te el 6 % de los casos la arteria vertebral
bral, es secundario a tuberculosis o a otra osteom ielitis
puede en tra r en el séptim o o en el q u in to agujero trans­
de una vértebra cervical, y es crónico.
verso; en algunas raras ocasiones, entra a niveles incluso
• El c o m p a rtim e n to pretraqueal de Stiles está lim ita d o por
más altos. La im p o rta n c ia quirú rg ica de una entrada alta
arriba p o r el hueso hioides, y se in tro d u c e por deb a jo en
es que en estos casos la arteria tiroidea inferior puede ser
el m ediastino anterior. Se puede abordar q u irú rg ic a m e n ­
p ro fu n d a a la arteria vertebral aberrante; esto hace que
te con cualquier tip o de incisión medial al esternocleido-
exista la posibilidad de una hem orragia letal o de una le­
m a stoideo y a la vaina carotídea.
sión de otras estructuras si se desgarra la arteria cuando
• Las acum ulaciones de líquido profundas con respecto a
se intenta m ovilizar la arteria tiroidea inferior.
la fascia prevertebral pueden abrirse trayecto d istalm en-
• Johnson y cois.42 señalaron que la estenosis recurrente
te hacia abajo a lo largo de la extre m id a d superior hasta
te m p ra n a de la arteria carótida se producía con menos
el cod o , pasando por la vaina axilar.
frecuencia después de la e n darterectom ía u tilizando an-
gioplastia con parche de p o litetrafluoroetileno (PTFE) que
V a s c u l a r iz a c ió n del c u e llo con cierre p rim a rio o con la angioplastia con un parche
de dacron.
A pesar de que explicarem os la vascularización de cada
uno de los órganos del cuello, ahora se presentará la vas­ R e l a c i o n e s . Topográficamente, el origen de la arteria ca­
cularización g lobal del cuello de manera resumida. La ana­ rótida co m ú n está localizado detrás de la articulación ester-
tom ía to p o g rá fic a que se incluye aquí se basa en M o n tg o - noclavicular. El origen de la arteria carótida co m ú n izquier­
m ery‘n . da es intratoràcico; al entrar en la raíz del cuello pasa por
detrás de la articulación esternoclavicular izquierda. A ese
A rterias nivel, las dos arterias carótidas com unes distan entre sí de
2,5 cm a 3,5 cm , y están separadas p o r la tráquea. Desde
Arterias carótidas comunes este punto, las dos arterias carótidas tienen una lo n g itu d de
El cuello está vascularizado p o r las arterias carótidas c o ­ 8 cm a 12 cm , y te rm inan a la altura de la cuarta vértebra
munes. La arteria carótida co m ú n derecha se o rigina en la cervical y al nivel superior del cartílago tiroides. A h í se b i­
bifurcación del tro n co braquiocefálico, y la carótida com ú n furcan en las arterias carótidas externa e interna. La laringe
izquierda en el cayado a ó rtico (Figs. 1.33 y 1.34). las separa entre sí unos 5,5 cm a 6,5 cm . La anatom ía su-

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• Skandalakis

Cuello
Anatomía quirúrgica

Arteria carótida común

Arteria tiroidea superior

Nervio recurrente
laríngeo derecho
Glándula tiroides

Glándula paratiroides
Nervio recurrente laríngeo izquierdo
superior

Aprox.
Glándula paratiroides inferior 10 cm

Arteria tiroidea inferior

Tronco tirocervical

Nervio recurrente laríngeo


Arteria subclavia derecho

Tráquea
)
Aprox. 3 cm

F ig u ra 1.33. Representación esquemática de las arterias carótidas com unes (vista posterior), [m ol]

pe rfidal de la carótida c o m ú n se puede señalar m ediante • Espacio retrofaríngeo.


una línea que se traza desde la articulación esternoclavicu- • Fascia prevertebral.
lar hasta el cuello de la m andíbula p o r detrás. En cada uno • Nervios y ganglios simpáticos cervicales.
de los triángulos, el trayecto de las carótidas comunes es d i­ • M úsculo largo del cuello.
ferente. • M úsculo largo de la cabeza.
En la región del triá n g u lo muscular, una glándula tiro i­ • Tubérculos anteriores de las apófisis transversas de la cuar­
des hipertrófica cubre la arteria carótida c o m ú n ; la vena t i ­ ta, quin ta , sexta y séptima vértebras cervicales.
roidea m edia cruza p o r d e lante de la arteria. Para explorar • Arteria y vena vertebrales.
la arteria en esta zona, se d ebe seccionar el m úsculo cu tá ­ Mediales a la carótida co m ú n se encuentran las siguien­
neo del cuello y la capa de revestim iento superficial de la tes estructuras anatómicas:
fascia cervical p ro fu n d a , se debe retraer m e d ia lm e n te el • Parte infe rio r de la faríngea.
músculo esternocleidom astoideo y se deben seccionar los • C artílago tiroides.
músculos infrahioideos y sus fascias. • C artílago cricoides.
En el triá n g u lo carotídeo, la arteria tiene relaciones im ­ • Cara lateral del lóbulo tiro id e o .
portantes anteriores, posteriores y mediales. Por delante, • Ramas de la arteria tiroidea inferior.
el músculo cutáneo del cuello y la capa de revestimiento su­ • N ervio laríngeo recurrente.
perficial de la fascia cervical p ro fu n d a cu b re n la arteria; • Esófago.
aquí, encim a del m úsculo o m o h io id e o , la arteria se cruza • Tráquea.
con la arteria y la vena tiroideas superiores y su rama del es­ En la articu la ció n esternoclavicular derecha, la arteria
ternocle id o m a sto id e o . carótida c o m ú n es m edial a la vena yu g u la r interna. La ca­
Las relaciones posteriores son las siguientes: rótida izquierda está detrás de la vena y u g u la r interna. El

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c o n d u c to torá cico es dorsal a la arteria a la izquierda. El funda respecto de los mismos. La arteria carótida interna no
nervio laríngeo recurrente derecho cruza el lado dorsal de da orig e n a n in g u n a rama en el cuello, p o rq u e su vascula­
la prim era parte de la arteria carótida c o m ú n derecha. rización está lim ita d a a las estructuras intracraneales. La
Lu c e v y cois.43 estudiaron las variaciones de las grandes cruza lateralm ente el nervio hipogloso.
arterias del triá n g u lo caro tid e o en un brillante artículo que Colé y M a y44 describieron una arteria carótida interna
recom endam os al lector interesado. aberrante co m o una m alform ación vascular del oído medio.
Estos autores recogieron 45 casos. Papón y cois.45 analiza­
C ir c u l a c ió n co lateral. Según M o n tg o m e ry 41, la circu ­ ron la existencia de anastomosis entre las arterias carótida
lación colateral de la arteria carótida com ú n (Fig. 1.36) está interna y vertebral en el cuello. Estos hallazgos indican la p o ­
transportada p rin c ip a lm e n te por: sible necesidad de m o d ifica r la técnica quirú rg ica d u ra n te
• Anastomosis de la carótida interna de un lado con la ca­ una e n d a rterectom ía. M e d e r y cois.46 describieron seis ca­
rótida interna del lado opuesto, y con las dos arterias ver­ sos de agenesia segm entaria de la arteria carótida interna.
tebrales a través del círculo arterial cerebral. Carsten y cois.47 recom endaron el estudio D o p p le r de
• Anastomosis de la arteria tiroidea inferior con la superior. cribado para d e tectar estenosis carotídeas asintomáticas.
• Anastomosis de la rama cervical p rofunda del tro n co cos-
tocervical con la rama descendente de la arteria occipital. Arteria carótida externa
• Anastomosis de las arterias tiro id e a superior, lingual, fa ­ T o p o g r a f í a g e n e r a l . La arteria carótida externa c o m ie n ­
cial, occipital y te m p o ra l con las arterias c o rresp o n d ie n ­ za en la b ifu rca ció n de la arteria ca rótida c o m ú n en T4,
tes del lado opuesto. C on tin ú a hacia arriba hasta un p u n to posterior al cuello de
• Anastomosis de la arteria o ftálm ica con la arteria angular. la m and íb u la (a p ro x im a d a m e n te 1,5 cm debajo del arco
c ig o m á tico ), d o n d e se bifurca para fo rm a r las arterias m a ­
Arteria carótida interna xilar y te m p o ra l superficial. Las arterias tiro id e a superior,
La arteria carótida interna (Fig. 1.37) se localiza en el lingual y facial surgen la cara ventral, cerca del orig e n de
in te rio r del triá n g u lo carotideo, debajo del m úsculo estilo- la carótida externa; las ramas faríngea ascendente, o c c ip i­
hioideo y del vientre posterior del músculo digàstrico y p ro ­ tal y auricular p o sterior surgen en el lado dorsal de la caró-

Carótida interna — Vientre anterior del digàstrico

Carótida externa
— Hioides
Seno carotideo

— Omohioideos
Músculo escaleno — Cartílago tiroides

— Glándula tiroides
— Carótida común

— Esternohioideo
Vertebral
— Esternotiroideo
Subclavia derecha

— Tronco braquiocefálico

F ig u ra 1.3 4. Arteria carótida com ún, externa e interna, [m ol]

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* Skandalakis

Cuello

EM B R IO LO G IA

C u e rp o c a r o tid e o : M esodermo del 3.° arco branquial (7.a semana)


Neuroblastos que migran desde el ganglio del IX par
Anatomía quirúrgica

Seno c a r o tid e o : Neuroblastos que migran desde el ganglio del IX y


del X pares

A N A T O M IA FISIOLOGIA

Nervio glosofaríngeo (IX)

Fibras aferentes a la médula


Seno carotideo: a centros vasomotores
y cardíacos
Ganglio inferior del vago (X)
Cuerpo carotideo: al centro respiratorio

Carótida interna

Barorreceptores

Ganglio cervical superior Responden a la elevación de la presión


con vasodilatación y dism inución de la
(simpático)
frecuencia cardíaca

Seno carotideo

Ouimiorreceptores

Cuerpo carotideo (posteromedial La reducción de la presión de 0 2 produce una


a la arteria por encima de respiración más profunda y más frecuente
la adventicia)

PATOLOGÍA TU M O R A L

A. carótida común
1 .Tres tipos:
A. Reproducción de la estructura normal
B. Aspecto epitelial con apariencia de células principales
(«seudoadenoma»)
C. Células principales fusiformes sim ulando células endoteliales
F ig u r a 1.35. Esquema de la embriología, an a to m ía y fisiología del («seudoangiomas»)
cuerpo de la carótida y del seno carotideo, [sil] 2. M alignidad
«Ocasional» hasta un 50%

A rte r ia ,
temporal
superficial

Arteria vertebral
Arterias labiales
cervical
profunda
Arterias tiroideas
Arteria cervical
ascendente

cervical transversa
Figura 1.36. Algunas de las anastomosis después
de la ligadura de la arteria carótida com ún. A la
derecha del cuerpo se observan las anastom osis
principales en tre am bos lados; a la izquierda se
aprecian las anastomosis longitudinales.

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Cuello

A rteria temporal superficial

Arteria maxilar
Arteria auricular posterior

Arteria occipital
M úsculo estilohioideo

Vientre posterior del músculo digàstrico

Porción cervical de la arteria facial


Arteria carótida Interna
Arteria lingual
Arteria faríngea ascendente
Arteria tiroidea superior
Cuarta vértebra cervical
Arteria carótida externa

M úsculo om ohioideo

Arteria vertebral

Arteria carótida común

F ig u ra 1.37. Arterias carótidas externa e interna, [m ol]

tida externa. Las o ch o ramas variables de la arteria ca ró ti­ • Varios nervios del cuello se relacionan con la arteria caró­
da externa son las arterias maxilar, te m p o ra l superficial, ti­ tida interna. Es im p o rta n te ser consciente de la p o sibili­
roidea superior, lingual, facial, faríngea ascendente, o c c i­ dad de lesionar los pares craneales XII y X, especialmen­
pital y auricular posterior. te d u ra n te la cirugía carotídea.
• Se puede realizar la ligadura de la arteria carótida exte r­
El nervio h ip ogloso pasa lateral y a n te rio r­
R e l a c io n e s .
na sin m ie d o si la arteria carótida interna no está lesiona­
m e n te a la arteria carótida externa, justo p o r encim a del
da (Fig. 1.38). La ligadura se puede hacer p o r encim a o
nivel del hueso hioides. La carótida externa se localiza su­
p o r debajo del origen de la arteria tiroidea superior si es
p e rficialm ente y algo a nterior y m edial a la arteria carótida
necesario.
interna. Interpuestas entre las arterias carótidas interna y
• A pesar de la a b u n d a n te circulación colateral de la arte­
externa hay varias estructuras anatómicas:
ria carótida com ún, nunca se debe realizar la ligadura uni­
• M úsculo estilofaríngeo. lateral de la arteria salvo que sea absolu ta m e n te necesa­
• M úsculo estilogloso. rio, según H ollinshead36 (véase Fig. 1.36). Se ha d ich o
• Apófisis estiloides.
que la ligadura de la arteria carótida co m ú n reduce el flu ­
• N ervio glosofaríngeo. jo sanguíneo de la arteria carótida interna y, p o r lo ta n ­
• Ramas faríngeas del nervio vago. to, la vascularización del cerebro en a p ro x im a d a m e n te
La anatom ía de las ramas de la arteria carótida externa un 5 0 % 36. Según Roberts y cois.49, la arteria carótida ex­
se analizará con los órganos relacionados. terna ta m b ié n aporta sangre a la carótida interna (a tra ­
vés de las anastomosis entre ambas), pero, incluso si no
hay enferm edad vascular, es suficiente sólo en el 5 0 % de
Aplicaciones quirúrgicas de la anatom ía los casos; esto es así p o rque el flu jo tiende a dirigirse des­
arterial de la carótida interna hasta la carótida externa (lo opues­
• De manera ocasional, puede haber una ausencia u n ilate­ to de lo previsto), derivando de esta manera todavía más
ral o bilateral de la arteria carótida externa. flu jo sanguíneo desde el cerebro.
• Las ramas de los vasos ausentes se o riginan en la arteria • Se debe evitar c o m o se pueda ligar la arteria carótida in ­
carótida externa o co m ú n del o tro lado. terna (Fig. 1.38). Según D a n d y50-51, h u b o un índice de
• En raras ocasiones puede no haber arteria carótida interna. m o rta lid a d del 4 % después de la ligadura de la carótida
• La carótida com ún se puede bifurcar en una situación alta interna p o r aneurismas intracraneales. P em berton y Li­
al nivel de hueso hioides, o más abajo, al nivel del cartí­ v e rm ore52 obtuvie ro n un índice de m ortalidad del 1 5,7%
lago cricoides48. en un estudio de ligaduras de la carótida interna en 51 ca-

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* Skandalakis

Cuello

3. Se utiliza heparinización y derivación y se com pleta la an­


giografía.
Anatomía quirúrgica

En la sección de co m e n ta rio del artículo de Kuehne y


cois.54 se puso en duda la posibilidad de reparar la arteria
carótida interna d e b id o a la elevada inaccesibilidad de dos
tercios de su lo n g itu d . Los autores respondieron que habí­
an p o d id o reparar la mayoría de las lesiones utiliza n d o té c ­
nicas convencionales.
• El paciente con una lesión de la arteria carótida interna
puede presentar infarto hem orrágico en el cerebro isqué­
m ic o re p e rfu n d id o 55, o lesiones cerebrovasculares c o m o
edem a cerebral y herniación54.
• C o m o ha señalado O k a m o to 56, el único tra ta m ie n to que
ofrece una posible cura o paliación en el cáncer avanzado
de cabeza y cuello con afectación de la arteria carótida es
la resección de la arteria carótida.
Marlen y T h o m p s o n 57 han descrito un caso de una ar­
teria occipital anómala que se originaba en la arteria caró­
tida interna cervical y no en la pared p o sterior de la arteria
carótida externa.
Ballotta y cois.58 afirmaron que la lesión nerviosa craneal
y cervical después de la endarterectom ía carotídea es una
co m p lica ció n grave o leve frecuente.
G u te rm a n y cois.59 señalaron que la e n d a rte re c to m ía
F ig u ra 1 .38. Posibles ligaduras.
carotídea para revascularizar la bifurcación carotídea cer­
vical es una buena alternativa a la cirugía abierta en p a ­
sos p o r m otivos diferentes a aneurismas intracraneales. cientes que tienen riesgo de una m o rb ilid a d y m o rta lid a d
También p u b licaron que el 30% de los pacientes que te ­ excesivas.
nían tum ores del cu erpo carotideo m u rieron c o m o c o n ­
secuencia de la ligadura de la carótida interna. Drake y
Venas
cois.53 publicaron 1 33 casos de aneurisma o rig in a n d o en
la arteria carótida interna. Utilizaron oclusión de la caró­ Vena yugular interna
tida interna en 131 casos, y oclusión de la carótida co­
La vena yugular interna (Fig.1.39) es la principal vena de
m ú n en dos, y afirm aro n que se puede realizar la o c lu ­
la cabeza y el cuello; es la continuación inferior del seno sig­
sión arterial p roxim al de H unter de manera segura .
m oideo. La vena sale del cráneo, jun to con los pares cranea­
Kuehne y cois.54 observaron que la evolución n e u ro lò ­ les IX, X y XI, a través del agujero yugular. Hasta que llega al
gica después de la lesión de la arteria carótida interna m e ­ nivel del borde superior del cartílago tiroides, la vena y u g u ­
jora con un a lg o ritm o basado en la utilización liberal de an- lar interna está sobre el lado externo de la arteria carótida
giografía, un abordaje qu irú rg ico predefinido y observación interna. Después se coloca a lo largo de la cara lateral de la
selectiva. Además, estos autores ta m p o c o p ro p o n e n la li­ arteria carótida com ún, en el interior de la vaina carotídea.
gadura de la arteria carótida interna. El a lg o ritm o es el si­ Finalmente, cerca de su term inación se localiza delante de
guiente: la arteria. Está situada debajo del músculo esternocleidomas-
1. Pacientes h e m o d in á m ica m e n te estables en los que se toideo. Las venas que drenan la vena yu g u la r interna se des­
sospechan lesiones de la arteria carótida interna (ACI): cribirán con sus órganos relacionados.
Se realiza una angiografía diagnóstica.
2. Reconstrucción qu irú rg ica de las lesiones accesibles in­ Vena yugular externa
d e p e n d ie n te m e n te del estado neurològico, con dos ex­ La vena yu g u la r externa pasa o b lic u a m e n te y superfi­
cepciones: cial al m úsculo esternocleidom astoideo, p ro fu n d a con res­
a. Pacientes n e u ro lò g ic a m e n te intactos con oclusión pecto al m úsculo cutáneo del cuello. La vena y u g u la r ex­
de la ACI: T rata m ie n to con anticoagulación e hip e r­ terna com ienza cerca del á n g u lo de la m a n d íb u la , en la
tensión farm acológica leve. unión de la división posterolateral de la vena re tro m a n d i­
b. Las lesiones no oclusivas mínimas se tratan de m ane­ bular con la vena auricular posterior.
ra conservadora, y se siguen con angiografía o eco- El p u n to de Erb es donde la yugular externa cruza el b or­
grafía d ú p le x seriada. de p o sterior del esternocleidom astoideo; aquí, la vena se

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Cuello

Ven a auricular posterior

Bulbo superior de la vena yugular interna

Vena occipital

Rama com unicante


Vena facial
Vena yugular interna
Vena lingual

Vena laríngea superior

Vena tiroidea superior

Vena yugular externa

Vena subclavia Bulbo inferior

F ig u r a 1.39. Vena yugular interna, [m ol]

relaciona m u y de cerca con varios nervios cutáneos cervica­ señala que el cuerpo de un a d u lto contiene sólo 4 0 0 -4 5 0
les. El nervio auricular m ayo r y el nervio cutáneo transver­ g anglios linfáticos, con 60-7 0 en la región de la cabeza y
so tienen particular im portancia debido a que realizan la in­ del cuello.
ervación sensitiva de la parte inferior de la oreja y de la parte Carlson afirm ó (com unicación personal entre C.W. Cari-
inferior de la cara en la región del ángulo de la m andíbula. son y J.E. Skandalakis, 22 de abril de 1996) que «hay m u ­
Éste es tam bién el p u n to de salida del par craneal XI. chos ganglios linfáticos en el p rim e r escalón de dre n a d o
En su trayecto, la vena y u g u la r externa se com unica con de la cavidad oral y de la faringe que nunca se extirpan q u i­
la y u g u la r interna y recibe diversas tributarias en el cuello, rúrgica m e n te , p or lo que (...) el nú m e ro to ta l de ganglios
que incluyen las venas cervical transversa y supraescapu- linfáticos podría ser a p ro x im a d a m e n te de 150 a 300».
lar. H abitualm ente, te rm in a perfo ra n d o la capa de revesti­ D rinker y Yoffey62 escribieron que to d o el te jid o lin fá ti­
m ie n to superficial de la fascia p ro fu n d a y uniéndose a la co del cuerpo h u m a n o (in clu ye n d o los linfocitos de la m é ­
vena subclavia, aunque ta m b ié n puede te rm in a r en la y u ­ dula ósea) p robablem ente corresponde a a p ro x im a d a m e n ­
gular interna. te el 1 % del peso corporal total; esto puede ser igual a una
masa de la m ita d del peso del hígado.
Re c o r d a r :
La vena y u g u la r externa se puede ligar sin m ie d o si la Niveles de los ganglios
vena y u g u la r interna está intacta. M ancuso y cois. 63,64 han evaluado la a n atom ía y la pa­
tología de los ganglios linfáticos cervicales y retrofaríngeos
Linfáticos con to m o g ra fía c o m p u ta riz a d a . Sin e m b a rg o , desde un
p u n to de vista q u irú rg ico , los ganglios linfáticos del cuello
Número de ganglios linfáticos se divid e n en cinco grupos o niveles. N o hay a cuerdo g e ­
Hay muchas opin io n e s diferentes sobre el n ú m e ro de neralizado sobre la nom e n cla tu ra de los gang lio s linfáticos
ganglios linfáticos que se piensa hay en el cuello. El texto y su división en grupos. C onsideramos que el sistema de
Bailey & Love's60 señala que existen a p ro xim a d a m e n te 800 Healey65 es el mejor y el más fácil de recordar; las «cadenas»
ganglios linfáticos en el cuerpo hum a n o , de los cuales 300 de ganglios se muestran en la Figura 1.40. Los gru p o s que
están en el cuello. Por el contrario, el libro Cray's Anatomy60 fo rm a n estas cadenas se e num eran en la Tabla 1.2. A lg u ­

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* Skandalakis

Cuello

nos de los ganglios de la cadena vertical intermedia se mues­ En el te c h o de la nasofaringe, en la cara su perior del
tran en la Figura 1.41. anillo de Waldeyer, está la amígdala faríngea (adenoides).
Las amígdalas linguales están en la cara inferior del anillo,
Anatomía quirúrgica

N iv e l I ( g a n g l io s s u b m e n t o n ia n o s y s u b m a n d ib u l a r e s ) .
a los lados de la base de la lengua. Lateralmente, las a m íg ­
El nivel I está fo rm a d o p o r to d o s los ganglios linfáticos que
dalas palatinas p ro te g e n la entrada a la faringe. Puede ha­
están en el in te rio r de los triángulos s u b m e n to n ia n o y sub-
ber una banda de n o dulos linfáticos superficiales, la banda
m andibular, es decir, entre la línea media a n te rio r y el b o r­
lateral, entre las amígdalas faríngeas y las palatinas. Estos ór­
de a n terior del vientre p o sterior del m úsculo digàstrico.
ganos am igdalinos difieren de los ganglios linfáticos en que
N i v e l II ( c a d e n a y u g u l a r s u p e r io r ) . Este nivel incluye to ­ dan origen a vasos linfáticos, pero no los reciben; la Figura
dos los ganglios linfáticos yugulares p ro fu n d o s del tercio 1.42 muestra los ganglios linfáticos hacia los que drenan.
superior del cuello. A rbitra ria m e n te , esta zona está lim ita ­
da p o r el tercio superior del bord e posterior del músculo Masas cervicales
esternocleidom astoideo y p or el borde m edial del vientre El cuello h u m a n o está diseñado de tal manera que se
posterior del digàstrico. Este lím ite se extiende p o r arriba puede ver fácilm ente la tum efacción de una estructura nor­
hasta la zona occipital, y p o r debajo hasta una línea que mal o la presencia de una estructura anómala. Las neopla­
corresponde al trayecto del nervio auricular mayor, en el sias y las infecciones pueden afectar a cualquiera de los 60-
p u n to p or el que cruza la parte superior del esternocleido­ 70 ganglios linfáticos, o a una docena o más de espacios
m astoideo oblicuam ente. El g a nglio yugulo d ig á strico (sub- fasciales del cuello. Estructuras em brionarias persistentes
d igástrico) ta m b ié n pertenece a este nivel. pueden ocu p a r espacios de los que ya no disponen. Las es­
tructuras del cuello están tan ín tim a m e n te agrupadas que
N iv e l III ( c a d e n a Es a p ro xim a d a m e n te
y u g u l a r m e d ia ).
casi cualquier lesión se manifiesta c o m o una tum efacción
un triá n g u lo , fo rm a d o p o r d ebajo p o r el vien tre a n te rio r
visible o palpable. En la mayoría de los casos, incluso la ex­
del m úsculo o m o h io id e o , late ra lm e n te (p o s te rio rm e n te )
ploración física más superficial mostrará la tum efacción.
p o r el borde posterior del tercio m edio del m úsculo ester­
Skandalakis y cois.67 han estudiado los informes de 7.748
n o cleidom astoideo, y m e d ia lm e n te p or el hueso hioides.
masas cervicales que se en co n tra ro n en 2 3 2 .2 5 6 ingresos
N iv e l IV ( c a d e n a Los límites del nivel
y u g u la r in fe r io r ) .

IV son el borde posterior o lateral del tercio inferior del es­


ternocleidom astoideo, por arriba el músculo o m o h io id e o , y
p o r debajo la clavícula. Los ganglios y u g u lo o m o h io id e o y
y u g u la r inferior p ro fu n d o se encuentran en este espacio.

N i v e l V ( t r i á n g u l o c e r v i c a l p o s t e r i o r ) . Éste es el triá n ­
g u lo posterior del cuello, que incluye los ganglios linfáti­
cos cervicales posteriores en co n ju n to (ganglios accesorios
espinales, cadena horizontal inferior y ganglios escalenos).
Kraus y cois.66 describieron una baja incidencia de m e ­
tástasis en los ganglios linfáticos supraespinales en pacien­
tes con carcinoma e p id e rm o id e de la cavidad oral y de la
oro faringe y ganglios linfáticos negativos.

Ganglios linfáticos especiales


• El g a n g lio de Virchow, ta m b ié n llam ado g a n g lio c e n ti­
nela, se localiza justo p or encim a del tercio m e d io de la
clavícula izquierda. C uando está lo su ficientem ente au­
m e n ta d o de ta m año y firm e para p o derlo palpar, es ha­
b itu a lm e n te un dato indica tivo de una neoplasia m a lig ­
na p o r debajo del diafragm a.
• El g a n g lio de D elpho se encuentra p o r encim a del istmo
del tim o .
• El cuello ta m b ié n contiene otras estructuras linfáticas su-
bepiteliales, las amígdalas.

A m íg d a l a s . La abertura entre las cavidades nasal y oral F ig u ra 1.40. Ganglios linfáticos del cuello según la clasifica­
y la farin g e está pro te g id a p or un g ru p o de estructuras lin­ ción de Healey. SH, cadena superior horizontal; IH, cadena in ­
fáticas que se d e n o m in a n co le ctivam ente anillo de Walde- ferior horizontal. PV, cadena cervical posterior. IV, cadena in ­
yer (Fig. 1.42). termedia lateral. AV, cadena vertical anterior. [sk4\

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Cuello

T a b la 1 .2 . Ganglios linfáticos y drenado linfático de la cabeza y del cuello


L infáticos
Localización Desde Hasta
Cadena horizontal superior:
Ganglios subm entonianos Triángulo subm en to n ian o Piel del m entón, labio, suelo Ganglios submandibulares
de la boca, p u nta de la o cadena yugular
lengua
Ganglios submandibulares Triángulo subm andibular Ganglios subm entonianos, Ganglios yugulares intermedios,
cavidad oral, cara excepto ganglios cervicales profundos
la frente y parte del labio posteriores
inferior
Ganglios preauriculares D elante del trago Superficie lateral de la oreja, Ganglios cervicales profundos
(parotídeos) parte lateral del cuero
cabelludo
Ganglios postauriculares Apófisis mastoides Parte tem poral del cuero Ganglios cervicales profundos
(mastoideos) cabelludo, superficie medial
de la oreja, orificio auditivo
externo
Ganglios occipitales Entre la apófisis mastoides Parte posterior del cuero Ganglios cervicales profundos
y la protuberancia cabelludo
occipital externa

Cadena vertical:
Ganglios cervicales Ganglios subparotídeos, Ganglios supraclaviculares
posteriores (triángulo cadena yugular, zona y cervicales profundos
posterior) occipital y mastoidea
Superficiales A lo largo de la vena
yugular externa
Profundos A lo largo del nervio
accesorio espinal
Ganglios intermedios Todos los demás ganglios Troncos linfáticos hacia los
(yugulares) del cuello conductos torácicos izquierdo
y derecho
Ganglios yuguloparotídeos Ángulo de la mandíbula,
(subparotídeos) cerca de los ganglios
parotídeos
Ganglios yugulodigástricos U nión de las venas facial Amígdalas palatinas
(subdigástricos) co m ú n y yugular interna

Ganglios yugulocarotídeos Bifurcación de la arteria Lengua, excepto la p unta


(de la bifurcación) carótida co m ú n cerca
del cuerpo carotideo
Ganglios Cruce del om ohioideo Punta de la lengua
yuguloom ohioideos con la vena yugular
(omohioideos) interna
Ganglios anteriores
(viscerales)
Ganglios parafaríngeos Pared lateral y posterior Parte profunda de la cara y Ganglios intermedios
de la faringe esófago
Ganglios paralaríngeos Pared lateral de la laringe Laringe y glándula tiroides Ganglios cervicales profundos

Ganglios paratraqueales Pared lateral de la tráquea Glándula tiroides, tráquea, Ganglios cervicales profundos
esófago y mediastínicos
Ganglios prelaríngeos Ligamento cricotiroideo Glándula tiroides, faringe Ganglios cervicales profundos
(de Delpho)
Ganglios pretraqueales Pared anterior de la tráquea Glándula tiroides, tráquea, Ganglios cervicales profundos
por debajo del istmo de la esófago y mediastínicos
glándula tiroides
Cadena inferior horizontal:
Ganglios supraclaviculares Triángulo subclavio Axila, tórax, cadena vertical Troncos yugular o subclavio
y escalenos hacia el conducto linfático
derecho y el conducto torácico
Fílente: S kandalakis JE, G ray SW, Rowe JS Jr. A n a to m ic a l C o m p l i c a t i o n s in G en eral Surgery. N u ev a York: M cGraw-H ill, 1983; c o n au to riz a c ió n .

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* Skandalakis

Cuello

Amígdala lingual bulatorios), los autores piensan que ambas reglas siguen
siendo útiles, y merece la pena recordarlas.
El m e jo r diag n ó stico de masas primarias o metastásicas
Anatomía quirúrgica

Amígdala palatina
de la cabeza en el cuello es una evaluación clínica c o m p le ­
Vientre posterior ta con biopsia o biopsias. Lyles y cois.68 y Feldman y cois.69
del digàstrico
observaron que la aspiración con aguja fina es fia b le y se­
Ganglio yugulodigástrico g ura en el tra ta m ie n to del carcinom a e p id e rm o id e de la
cabeza y del cuello. Lee y cois.70 estudiaron a pacientes que
tenían carcinom a e p id e rm o id e metastásico del cuello con
Vena facial común anterior
del digàstrico
una lesión prim aria oculta. Recom endaron una evaluación
Ganglio yugulocarotídeo exhaustiva antes de la operación para localizar los tu m o ­
Ganglios
Arteria carótida común submentonianos res prim arios, y señalaron que la cirugía, la irra d iació n o
Vena yugular interna om ohioideo ambas pueden curar a a p ro xim adam ente el 5 0 % de los pa­
cientes que tienen un tu m o r p rim a rio desconocido.
Ganglio
M. estemohloideo El ensayo clonal de los tum ores de la cabeza en el cue­
llo fue el tem a de varios artículos desde principios de la dé­
cada de 1980. C itam os de Johns71:

F ig u r a 1.41. Algunos de los ganglios linfáticos de drenado (...) El ensayo clonógeno en agar blando de las células
de la cadena vertical intermedia (yugular). [sk4\ tumorales de la cabeza y del cuello es una herram ienta
útil para estudiar su biología y las características de su cre­
cimiento. Los estudios ultraestructurales son p a rtic u la r­
mente útiles p ara determinar las características de las cé­
quirú rg ico s desde 1 95 4 hasta 1972. De ellas, 3.625 se o ri­ lulas troncales tumorales y para conocer la histogénesis de
gina b a n en el tiroides (4 6 ,8 % ) y 4 .1 2 3 tenían un origen las neoplasias. Una baja eficiencia de la clonación (m enor
no tiro id e o (5 3 ,2 % ). que 0,005% ) se asoció a una buena p ro b abilidad de su­
Con un p equeño redo n d e o de las cifras del estudio se­ pervivencia, mientras que una eficiencia elevada (0,005% )
ñalado se p u dieron observar dos reglas. Las reglas ofrecen se asoció con una recurrencia tem prana del cáncer o con
un m é to d o m u y claro para diagnosticar las masas cervica­ muerte p o r la propia enfermedad.
les no tiroideas.

Re g la del 80. La regla del 80 de las masas cervicales es Linfa a los gan g lio s de la p arte su pe rior de los
la siguiente: el 8 0 % de:
• Las masas no tiroideas son neoplásicas.
• Las masas neoplásicas aparecen en varones.
• Las masas neoplásicas son malignas.
• Las masas neoplásicas son metastásicas.
• Las masas metastásicas proceden de localizaciones p ri­
marias p o r encim a de la clavícula.

Reg la del 7. La regla del siete proporcio n a un diagnós­


tico probable de la masa cervical que se basa en la duración
m edia de los síntomas del paciente.
• 7 días: Inflam ación.
• 7 meses: Neoplasia.
• 7 años: M a lfo rm a ció n congènita.
El sida (síndrom e de inm unodeficiencia adquirida) pue­
de m o d ifica r estas cifras, p o rque la m ayor parte de los pa­
cientes tendrá afectados otros grupos de ganglios lin fá ti­
cos, c o m o los ganglios axilares y los ganglios inguinales.
La regla del 80 y la regla del 7 se basaron en pacientes hos­
pitalizados que tenían linfadenopatías cervicales. A pesar
de la im p o sib ilid a d de p o d e r repetir este análisis estadísti­ p rofun d o s (accesorio espinal)

co en la actualidad (a la mayoría de los pacientes que tie ­ F ig u r a 1.42 . Estructuras linfáticas alrededor del a n illo de
nen linfadenopatía cervical se les trata co m o pacientes a m ­ Waldeyer. [sk4\

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Cuello

Johns y Mills72 trabajaron sobre la relación de las p o b la ­ rax. Puede haber ganglios linfáticos en el e x tre m o caudal,
ciones de células troncales vigorosas, que se m id e n p o r la pero n o hay n in g u n o a lo largo de su tra ye cto ascenden­
eficiencia de la clonación, con la aparición de recurrencias te. La lesión del c o n d u c to en las secciones de los ganglios
y metástasis en los carcinomas epiderm oides de la cabeza linfáticos supraclaviculares da lugar a una linforrea c o p io ­
y del cuello. Johns y cois.73 señalaron que la prueba del en­ sa, depleción de líquidos corporales y pérdida de proteínas
sayo de fo rm a c ió n de colonias humanas ayudó a conocer y electrólitos. La solución es la ligadura.
el origen celular de las lesiones de las glándulas salivales y W echselberger y cois.75 p ro p o n e n el tra ta m ie n to de la
la sensibilidad a los quim iote rá p ico s de los carcinomas de fístula crónica del c o n d u c to torácico u tiliza n d o un colgajo
las glándulas salivales. del m úsculo esternocleidom astoideo.

Conducto torácico C onducto torá cico derecho


El co n d u c to torácico se origina en la cisterna del qu ilo y El con d u cto torácico derecho (una estructura variable de
term ina en la vena subclavia izquierda. M id e de 38 cm a a p ro x im a d a m e n te 1 cm de largo) se fo rm a a p a rtir de los
45 cm de longitud. El con d u cto se origina a p ro xim adam en­ troncos linfáticos yu g u la r derecho, cervical transverso, m a­
te a la altura de la segunda vértebra lum b a r en la cisterna m ario inte rn o y mediastínicos (Fig. 1.44). Si estos troncos
del quilo, o, si no hay cisterna (aproxim adam ente el 5 0% de entran p o r separado en las venas no hay c o n d u c to lin fá ti­
los casos), en la u n ión de los troncos linfáticos lumbares d e ­ co derecho. C uando sí lo hay, entra en la superficie supe­
recho e izquierdo con el tro n c o linfático intestinal74. Ascien­ rior de la vena subclavia derecha en su u n ió n con la vena
de a la derecha de la línea media sobre la superficie anterior y u g u la r interna derecha. Drena el lado derecho de la ca­
de los cuerpos de las vértebras torácicas. Cruza la línea m e ­ beza, la e xtre m id a d superior derecha, la m a y o r parte del
dia entre la séptima y la quinta vértebras torácicas para si­ lado derecho del tórax y los dos tercios inferiores del p u l­
tuarse en el lado izquierdo, a la izquierda del esófago. m ó n izquierdo. Es el residuo del sistema e m b rio n a rio o rig i­
El c o n d u cto pasa p o r detrás de los grandes vasos a la al­ nal de los conductos torácicos derecho e izquierdo sim étri­
tura de la séptima vértebra cervical, cruzando ventral a la cos b ila te ra lm e n te , y representa la p a rte te rm in a l del
arteria vertebral, y desciende ligeramente durante su trayec­ c o n d u c to torácico derecho.
to p o r detrás de la arteria carótida c o m ú n , para entrar en
la vena subclavia izquierda (Fig. 1.43) en su unión con la
vena y u g u la r interna izquierda. El c o n d u c to puede te n e r I n e r v a c ió n del c u e l l o
m últiples entradas en la vena, y un o o más de los troncos
linfáticos tributarios pueden entrar ind e pendientem ente en A u n q u e la inervación de algunas estructuras a n a tó m i­
la vena subclavia o yugular. Se puede ligar sin m iedo. cas del cuello se describe con detalle en este capítulo, pen­
El c o n d u c to torácico recoge linfa de to d o el cuerpo por samos que a quí es adecuado presentar un breve resumen
debajo del diafragm a, y m ucha del lado izquierdo del t ó ­ de los nervios en general.

Vena yugular interna Tronco yugular interno

Tronco transverso Tronco cervical


cervical transverso
Conducto Vena yugular interna
Tronco paratraqueal
torácico derecha

Conducto linfático derecho


Vena subclavia Tronco m ediastinico
Vena subclavia
izquierda derecha
Vena braquiocefá­
Tronco subclavio Tronco subclavio lica derecha

Tronco mam ario interno


Tronco intercostal

Tronco mediastinico anterior


Tronco mam ario interno Tronco
Vena braquiocefálica izquierda paratraqueal

F ig u ra 1.43. C onducto torácico derecho y conductos iin fá - F ig u r a 1.44. El conducto lin fá tico derecho se forma por la
ticos principales. Los troncos linfáticos son variables y pueden u n ió n de diferentes troncos; si entran separadamente, puede
entrar en la venas de form a separada o conjunta.[s/c4] que no se forme el conducto torácico. [sk4\

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Cuello

Los nervios del cuello siguen un trayecto peculiar des­ carótida interna se co m u n ica con los nervios vago, gloso-
de arriba hacia abajo, viajando a lo largo de to d o el cuello, faríngeo e hipogloso.
pero con un destino a n a tó m ic o d e fin id o para inervar los T o p o g ráficam ente, el gan g lio cervical m edio, que es el
vasos de la cabeza, la zona intracraneal, el cuello y las ex­ m e n o r de los tres (a p ro x im a d a m e n te 3 m m de d iá m etro),
trem idades superiores. Los nervios responsables de la iner­ se localiza a la altura de la sexta vértebra cervical y del car­
vación de algunas estructuras anatóm icas del cuello o de tílago tiroides. La arteria tiroidea inferior es una excelente
otros territorios, pero que se o rig in a n en el cuello, son los marca a n a tó m ica para la top o g ra fía de este g a n g lio que
siguientes: está situado delante o detrás de la arteria. Estamos de acuer­
• C inco pares craneales (VII, IX, X, XI y XII). d o con M c G re g o r y DuPlessis en que este gan g lio siem pre
• Nervios sim páticos cervicales. existe.
• Plexo cervical (superficial y p ro fu n d o ). El g a n g lio cervical m e d io da ramos grises c o m u n ic a n ­
• Plexo braquial. tes con los nervios cervicales q u in to y sexto, un plexo que
rodea la arteria tiro id e a inferior, y el nervio cardíaco m e ­
dio. Se c o m u n ica con el g a n g lio cervical inferior.
Cinco pares craneales El ga n g lio cervical inferior (cervicotorácico o estrellado)
está situado detrás de la arteria vertebral, y entre la a p ó fi­
Los pares craneales (VII, IX, X, XI y XII) se tratan con de­
sis transversa de la séptim a vértebra cervical y el cuello de
talle en varias partes de este libro, c o m o en el apartado de
la primera costilla, medial a la rama descendente de la rama
la glándula parótida de este capítulo (n ervio facial) y el del
costocervical de la arteria subclavia. Es m ayor que el g a n ­
tiroides de este capítulo y del capítulo del estóm ago (ner­
g lio m edio, pero m e n o r que el g a n g lio cervical superior.
vio vago), y algunos otros nervios se explican en el análisis
Da ramos grises co m u n ica n te s con los nervios cervicales
de las com plicaciones anatóm icas de la cirugía de la enfer­
C7-C8; rodea en fo rm a de plexo a la arteria subclavia y a
m edad metastásica del cuello en el apartado de disección
sus ramas, y da o rigen al nervio cardíaco inferior. El p rim e r
radical del cuello. A q u í se p o ndrá énfasis en la topografía
g anglio torácico y el ganglio simpático inferior con frecuen­
de los ganglios de la cadena sim pática y de sus ramas, y
cia están unidos y fo rm a n el g a n g lio estrellado.
no en detalles de la acción de este sistema. Aun cuando se
sabe más sobre el sistema, todavía se desconoce mucho. Tal
vez tenía razón Sir W illiam Turner cu a n d o d ijo que «el sim ­ Simpático craneal
Ganglio superior
pático comienza en n in g ú n lugar»76.
los nervios craneales IX, X y
XII y al bulbo yugular
Nervios simpáticos cervicales
Plexo a la arteria carótida
El tro n co sim pático del cuello está en la fascia preverte- interna y externa
bral, entre la vaina carotídea p o r d elante y los músculos
largos del cuello y de la cabeza p o r detrás. Se extiende po r
arriba hacia el cráneo c o m o un plexo que rodea la arteria al plexo faríngeo
carótida interna. C on tin ú a hacia abajo con el tro n co sim ­ y al cuerpo
pático del tórax. carotídeo

La cadena simpática cervical está fo rm ada po r tres g a n ­ Simpático cervical


glios (superior, m ed io e inferior) (Fig. 1.45). Cada uno de
Plexo a la arteria tiroidea
ellos ofrece ramos grises com unicantes con los nervios cer­
Ganglio medio inferior
vicales, un nervio cardíaco y un plexo para una arteria.
Nervio cardíaco superior
El g a n g lio más superior, el g a n g lio cervical superior, es
una estructura rojiza, plana y elipsoidea; es el m a yo r de los Nervio cardíaco medio
tres ganglios, y se localiza justo detrás de la vaina de la ar­
teria carótida interna. El g a n g lio descansa sobre la fascia Nervio cardíaco inferior
prevertebral en la zona de la apófisis transversa de la se­ Ganglio inferior
gu n d a y tercera vértebras cervicales. La fascia recubre el (estrellado)

músculo largo de la cabeza.


Plexo a la arteria subclavia
El g a n g lio sim pático superior del cuello da ramos co ­
m unicantes grises a los primeros nervios cervicales (1 a 4),
fo rm a un plexo que rodea a la arteria carótida externa, da
una rama para el plexo faríngeo y fin a lm e n te da origen al
nervio cardíaco superior y al nervio carotídeo. M cG re g o r y
DuPlessis76 afirm aro n que el p lexo que rodea a la arteria F ig u ra 1 .45. Cadena simpática cervical, [del]

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Cuello

Kline y cois.27 han analizado la anatomía topográfica del lla entre el m úsculo escaleno m e d io y el elevador de la es­
g anglio estrellado: cápula. Está recubierto p o r el m úsculo ECM. Las ramas del
Algunas asas o pequeñas raicillas entran y salen de TI plexo cervical están form adas p o r dos grupos: superficial y
y pueden llevar al cirujano al ganglio estrellado, y después pro fu n d o .
a la porción caudal de la cadena simpática torácica. Otra El g ru p o superficial (Fig. 1.47) está fo rm a d o por las d i­

marca anatóm ica es la arteria v e rte b ra lq u e se puede en­ visiones primarias anteriores de los nervios cervicales C2,
C3 y C4. El destino fisiológico de este g ru p o es sensitivo.
contrar en su origen en la porción proxim al de la subcla­
Los siguientes nervios pertenecen al g ru p o superficial, y to ­
via y dirigiéndose hacia arriba y medialmente hacia la apó­
dos ellos se verán en la vecindad de la parte media del b o r­
fisis transversa de C6. Elevando la porción proxim al de la
arteria vertebral habitualmente se puede encontrar el ga n ­ de posterolateral del m úsculo ECM, en cuyo p u n to sale el
glio estrellado posterior a la misma; el resto de la cadena plexo superficial:
simpática torácica se halla inferior al mismo, debajo de los • O ccipital m e n o r (C2).
vasos subclavios y del mediastino superior. • A u ricular m a yo r (C2, C3).
• Cervical transverso (C2, C3).
Aplicación quirúrgica • Supraclavicular (C3, C4).

Re c o r d a r : El g ru p o p ro fu n d o (Figs. 1.46 y 1.48) es m o to r e iner­


• El ga n g lio nodoso (g a n g lio inferior del nervio vago) está va los músculos pretiroideos del cuello y la piel y el d iafrag­
cerca del g a n g lio cervical superior. Anson y M cVay77 afir­ ma. Las ramas están form adas p o r las divisiones anteriores
m a ron que no se debe resecar el g a n g lio salvo que su de los nervios C1-C4. El g ru p o p ro fu n d o está fo rm a d o por
banda co m u n ica n te sim pática lleve hasta el g a n g lio cer­ los siguientes nervios:
vical m edio; esto im p id e c o n fu n d irlo con el g a n g lio infe­
• Frénico (C3-C5).
rior del nervio vago.
• Ramas musculares para los músculos pretiroideos: o m o -
• C uando se extirpa el g a n g lio estrellado (g a n g lio cervico-
h io id e o , e s te rn o h io id e o , e s te rn o tiro id e o , tiro h io id e o a
torácico) se produce el síndrome de Horner (véase «C om ­
través del asa cervical ( C l, C2 y C3).
plicaciones anatóm icas de la tiroide cto m ía » ). Para evitar
- C en io h io id e o (C 1 ).
este síndrome se debe disecar cuidadosamente la parte in­
- Recto lateral de la cabeza (C1).
ferio r del ga n g lio estrellado77.
- Recto ante rio r de la cabeza (C1).
• A veces se realiza la e xtirpación del g a n g lio estrellado y
- Largo de la cabeza (C1-C4).
de los ganglios torácicos prim ero, segundo, tercero y tal
- Largo del cuello (C 3-08).
vez cua rto (sim p a te cto m ía cervicodorsal) p o r un fe n ó ­
- Escaleno ante rio r (C4-C6).
m eno de Raynaud grave (enferm edad vasoespástica de
- Intertransverso (C1 -08).
la e xtre m id a d superior e hiperhidrosis pa lm a r grave) con
• Esternom astoideo (C2, C3, o ambos).
la esperanza de que se alivie el d o lo r secundario al espas­
• Elevador de la escápula (C3-C4).
m o vascular.
• Trapecio (C3-C4, probablem ente propioceptivo, con iner­
• Para la sim patectom ía cervicodorsal se puede utilizar un
vación m o to ra desde el par craneal XI).
abordaje cervical a nterior bajo, transaxilar o toracoscópi-
• Escaleno m e d io (C3-C7).
co transpleural.
• El trayecto superior del nervio frén ico es una marca ana­
tó m ica para localizar el q u in to y sexto nervios cervicales Plexo braquial
dura n te la exploración del cuello. El plexo braquial está fo rm a d o por las divisiones anterio­
• La cadena sim pática cervical se localiza lateralm ente al li­ res de los cuatro nervios cervicales inferiores (C5-C8), con la
g a m e n to vertebral anterior. De manera ocasional, el to- participación del nervio torácico superior (T1) (Fig. 1.49).
racoscopista co n fu n d e el lig a m e n to con la cadena y no Además, tam bién puede haber comunicaciones desde C4 y
realiza una sim patectom ía cervical. El nervio de Kuntz es T2. Es un plexo nervioso que está form ado, p o r lo tanto, por
una estructura anatóm ica m u y variable que está en el in ­ raíces, troncos, divisiones, cordones y ramas nerviosas te r­
te rior de la parte superior del tórax. Está situado entre la minales. El plexo braquial surge entre los músculos escalenos
raíz del p rim e r y segundo nervios intercostales torácicos. anterior y medio, y se apoya en el escaleno medio. Las raí­
La acción fisiológica de este ramo se puede relacionar con ces y troncos se localizan en el cuello y se relacionan con la
la cadena sim pática78,79. arteria subclavia. Para ser más específicos, el plexo se halla en
el triángulo posterior del cuello: está adyacente a la clavícu­
la, al músculo esternocleidomastoideo y al músculo escale­
Plexo cervical
no anterior; descansa sobre el músculo escaleno medio.
El plexo cervical (Fig. 1.46) está fo rm a d o p o r las d iv i­ A medida que los nervios del plexo salen entre los múscu­
siones anteriores de los nervios raquídeos C1-C4, y se ha­ los escalenos anterior y m edio, quedan envueltos por una

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• Skandalakis

Cuello
Anatomía quirúrgica

Tronco simpático
Nervio occipital menor

Nervio auricular mayor Nervio hipogloso

Nervio geniohioideo

Nervio esternodeidom astoideo Nervio tirohioideo

Hipogloso descendente
Nervio cervical transverso

Nervio om ohioideo (vientre anterior)

Nervio espinal accesorio

Nervio cervical descendente


Nervio del trapecio

Nervio esternohioideo

Nervio supraclavicular Nervio esternotiroideo

Asa del hipogloso


ctüos plexo cervical superior
= Plexo cervical profundo Nervio frénico N. om ohioideo (vientre post.)

F ig u ra 1.46. Plexo superficial y profundo. [he2]

M. cutáneo del cuello

Nervio occipital menor

Nervio auricular mayor

Nervio cervical transverso

Venas yugulares anteriores


Vena yugular externa

Músculo trapecio
Vena de Kocher

Nervio supraclavicular,
rama posterior

Nervio

Nervio supraclavicular, rama anterior


M. cutáneo del cuello

F ig u r a 1.47. Plexo cervical, grupo superficial. [he2]


42
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Cuello

tem poral superficial


A. auricular posterior
A. m axilar interna

N. espinal accesorio A. m axilar externa

A. y v. lingual
A. occipital

A. ECM Rama int., n. laríngeo sup.

A. carótida externa A. y v. tiroidea sup.

V. facial común Rama ext., n. laríngeo sup.

V. yugular interna
Asa del hipogloso y vena tiroidea medía

A. carótida interna
A. carótida común

F igu ra 1.48. Plexo cervical profundo. [he2]

vaina de la fasda prevertebral que cubre los músculos. Este Arteria supraescapular.
revestimiento conectivo de tejido conectivo se convierte en Clavícula.
la vaina axilar, que se puede inyectar con un anestésico en - Posterior.
las intervenciones quirúrgicas de la e xtre m id a d superior. M úsculo escaleno m edio.
N ervio torácico largo.
Aplicaciones quirúrgicas - Inferior.
• El plexo braquial en el cuello se puede palpar en un án­ El tro n c o inferior está apoyado sobre la p rim era costi­
gulo que fo rm a n la clavícula y el borde lateral inferior del lla, haciendo una marca en ella, y se in te rp o n e entre
músculo ECM. la arteria subclavia p o r delante y el escaleno m edio
• El plexo braquial en el cuello se relaciona con las siguien­ p o r detrás.
tes estructuras anatóm icas de la zona superficial a la p ro ­ • Con frecuencia (5 0 % ) la arteria escapular dorsal pasa en­
funda: tre los troncos del plexo.
- Anterior. • Platzer80 clasifica las lesiones del plexo braquial en las d i­
Piel. visiones superior e inferior. La lesión del ple xo superior
Fascia superficial y m úsculo cutáneo del cuello. puede p ro d u cir una parálisis de Duchenne-Erb, que afec­
Ramas de los nervios supraclaviculares. ta a los m ovim ie nto s de la articulación del co d o d e b id o a
Fascia p ro fu n d a (raíz del triá n g u lo posterior). lesiones de las raíces de C5 y C6, con afectación secun­
Vena y u g u la r externa y algunas de sus tributarias. daria de los aductores, rotadores laterales d e la articula­
O m o h io id e o : Vientre posterior. ción del h o m b ro , flexores de la articu la ció n del c o d o y
Arteria cervical transversa. músculo supinador. Puede haber algún trastorno de la sen­
N ervio del músculo subclavio. sibilidad en el h o m b ro y en el lado radial del antebrazo.
Tercera parte de la arteria subclavia delante del tro n co • El p u nto de Erb (Figs. 1.50 y 1.51) es la unión de varios ner­
inferior. vios. A quí se form a el tro n c o superior del plexo braquial

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* Skandalakis

Cuello

C5 C6 C7 C8 T1
Anatomía quirúrgica

Nervio escapular dorsal

Punto de Erb

Nervio subclavio

Nervio escapular a
Tronco
Divisiones superior
anteriores
C8
Cordón
Tronco
lateral
medio
Cordón
posterior

Cordón
medial
Divisiones
Nervio torácico posteriores

F ig u ra 1 .50. Esquema de la formación del plexo braquial y


sus ramas en el cuello. Las ramas al músculo largo y escaleno
n o se muestran.

los dedos y de los músculos cortos de la mano, y p é rd i­


F ig u ra 1.49. Esquema del plexo braquial. da de sensibilidad del lado cubital de la m ano y del an­
tebrazo (parálisis de Dejerine-Klum pke).

por la unión de la q u inta y sexta raíces del plexo braquial.


Este tronco superior, que es m u y corto, se bifurca para fo r­
mar las divisiones anterior y posterior. Los nervios supraes-
capular y subclavio son ramas directas del tronco superior
nada más pasar el p u n to de Erb.
• Si el tronco superior en el p u n to de Erb se distiende o se
desgarra durante el parto, se puede p roducir una parálisis
de Erb de la parte superior del brazo del recién nacido.
• El p u n to de Erb se localiza justo detrás del borde poste­
rior del m úsculo ECM, a p ro x im a d a m e n te 2 cm o 3 cm
p o r encim a de la clavícula, en la vecindad de la apófisis
transversa de la sexta vértebra cervical.
• En una persona delgada que tiene un tejido adiposo m í­
n im o en el cuello se puede palpar el nervio supraclavicu­
lar del plexo cervical.
• Las lesiones aisladas del tro n c o m e d io de C 7 son poco
habituales, pero cuando se prod u ce n hay una debilidad
de la aducción y la rotación m edial de la extre m id a d su­
perior, y se puede perder la extensión del co d o y de la
F ig u ra 1 .51. El círculo enmarca el p u n to de Erb. Se u n e n los
articulación m etacarpofalángica. Desaparece el reflejo tri­ siguientes nervios: A y B, raíces 5.a y 6.a del plexo braquial para
cipital. formar C, el tronco superior del plexo; D y E, divisiones ante­
• En el plexo inferior, el tra u m a tis m o de las raíces de C8 y rior y posterior del tronco superior; F, nervio supraescapular;
T1 puede producir una alteración de los flexores largos de G, nervio del m úsculo subclavio.

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Cuello

Glándula tiroides

tiroides. Otras células productoras de sustancias e n d o c ri­


|J E m b rio g é n e s is nas de la pared del tu b o digestivo y de la tráquea, del p á n ­
creas y de las glándulas suprarrenales pertenecen al siste­
D e s a r r o llo normal ma APUD. Los tu m o re s del sistema APUD se d e n o m in a n
de manera colectiva «apudomas».
La glándula tiroides aparece hacia el final de la tercera
semana en fo rm a de e n g ro sa m ie n to epitelial del suelo de
la fa ringe al nivel de la p rim era bolsa faríngea. Esta estruc­
A n o m a l ía s c o n g é n it a s
tura, el gran esbozo tiro id e o m edio, puede ser un divertí-
culo o un esbozo sólido. El c re cim ie nto craneal de la len­ N o es un o b je tiv o de este lib ro presentar las m a lfo r­
gua, jun to con la elongación del em brión, desplaza el origen m aciones o variaciones detalladas de la glá n d u la tiroides.
de la g lándula tiroides hasta una posición m u c h o más cra­ El e stu d ia n te de la anato m ía del tiroides e n co n tra rá una
neal q u e la propia glándula. La localización de este origen c o b ertura co m p le ta en Embryology for Surgeons*3. Sin e m ­
es el agujero ciego de la lengua adulta. En algunas perso­ bargo, se m e n cio n a n algunas m alform aciones frecuentes,
nas no se ve a simple vista. y se analizará con m a y o r detalle el tiroides a b e rrante la­
La glándula tiroides sigue conectada al agujero ciego teral.
por un co n d u c to tiro g lo so sólido d im in u to que pasa a tra ­ La anatom ía de las m alform aciones se muestra en la Ta­
vés del hueso hioides o p o r dela n te del m ism o. Hacia la bla 1.3.
quinta semana de gestación, este c o n d u c to h a b itu a lm e n ­
te se fragm e n ta ; no es infrecuente la persistencia de cual­
quier porción. En a p ro x im a d a m e n te el 5 0 % de la p o b la ­
ción se puede seguir el con d u cto distalmente hasta el lóbulo Agujero ciego (ausente en el 34%)
piram idal de la glándula tiroides (Fig. 1.52).
La glándula en desarrollo, que al p rin cip io es una placa
irregular, presenta dos alas laterales conectadas por el istmo.
Aparecen folículos durante el segundo mes de la gestación,
y a u m entan hasta el cuarto mes. La fo rm ación de coloide
y la captación de y o d o radiactivo com ienzan a p ro x im a d a ­
m ente en la undécim a semana.
Conducto tirogloso inte­
Las estructuras epiteliales, los esbozos laterales pares,
rrumpido en la zona media
se fo rm a n a p a rtir de las porciones centrales de la cuarta y
quinta bolsas branquiales. Esta estructura, el conocido cuer­
po u ltlm o b ra n q u ia l (co m ple jo de la bolsa faríngea caudal), Lóbulo diferente (7%)
se pierde en la glándula tiroides en desarrollo, y sus célu­
las se dispersan en fo rm a de células C (calcitonina) entre Lóbulo piramidal
los folículos tiroideos. ausente (50%)
Los datos actuales indican que el origen p rim arlo de las
células productoras de calcitonina de la glándula tiroides
es la cresta neural del e m b rió n . Desde la cresta neural, es­
tas células m igran hacia el cuerpo u ltim o b ra n q u ia l81, y pos­ Istmo ausente (10%)
te rio rm e n te se in c o r p o ra n ^ la glándula tiroides. Las célu­
las C pertenecen a un g rupo de derivados de la cresta neural
conocidos c o m o células APUD (captación y descarboxila-
ción de precursores de aminas). W e lb o u rn 82 pensaba que F ig u ra 1.52. Vestigios normales del desarrollo de la glán d u ­
los tu m ores de estas células, los carcinomas medulares, su­ la tiroides. No tienen significado clínico, pero debe conocer­
ponen del 6% al 8 % de todas las neoplasias malignas del los el cirujano. [sk4]

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* Skandalakis

Cuello

Tiroides lingual rizada p o r las arterias linguales. En una serie86, 2 de 12 ti­


roides linguales eran malignos. Si no se encuentra m a lig n i­
De manera ocasional, la glándula tiroides no está en su dad en los cortes congelados, el te jid o resecado se puede
Anatomía quirúrgica

posición cervical norm al, sino debajo del e p itelio de la len­ im p la n ta re n la pared a b d o m in a l anterior.
gua, en la localización del agujero ciego. LiVoIsi84 a firm ó
que el tiroides lingual (Fig. 1.53) se debe al fallo del descen­
so del esbozo m edio desde la faringe. Restos persistentes del conducto
La glándula tiroides lingual habitualm ente es pequeña, tirogloso
pero normal, y es el único tejido tiroideo presente. La gam -
magrafía con y o d o radiactivo facilitará el diagnóstico y d e ­ El agujero ciego de la lengua y el ló b u lo piram idal de la
terminará la presencia de o tro tejido tiroideo en el paciente. glándula tiroides son restos normales del c o n d u c to tiro g lo ­
Se puede e n co n tra r una glándula tiroides en cualq u ie r so. Los quistes del co n d u c to tiro g lo s o suponen el 6 2 ,8 %
lugar a lo largo del trayecto desde el agujero ciego hasta la de todas las masas congénitas del cuello. De ellas, según Li­
localización norm al. Estas glándulas «descendidas parcial­ VoIsi88, hasta el 6 2 % co ntiene te jid o tiro id e o ectó p ico . El
mente» son poco frecuentes85. carcinoma p rim ario del co n d u c to tirogloso aparece en m e­
Es necesaria la resección total de un tiroides lingual. Se nos del 1% de los casos89-90. W alton y Koch91 presentaron
debe te n e r cuidado, p o rq u e la g lándula está m u y vascula- un caso de quiste del c o n d u c to tiro g lo s o con carcinom a

T a b la 1 .3 . Clasificación de las anomalías congénitas de la glándula tiroides®


Esbozo m e d io N in g ú n
y la tera l Esbozo m edio Esbozo lateral esbozo

A. Forma y peso variables A. Agenesia A. Ausencia de fusión A. Vasos


B. Simetría 1. Istmo: grueso, delgado, con el esbozo medio 1. Arteria
C. Agenesia tiroidea total ausente B. Quistes con revestimiento 2. Vena
D. Ausencia de un lóbulo 2. Bilobulación parcial epitelial escamoso 3. Linfáticos
E. Lóbulo piramidal 3. Unilateral C. Restos celulares sólidos: B. Músculos
1. Ausente 4. Lóbulo piram idal células C C. Nervios
2. Del lóbulo derecho 5. Corto D. Agenesia: síndrome
3. Del lóbulo izquierdo 6. Largo de Lobdell-DiGeorge
4. Del istmo 7 . Derecho o izquierdo E. Restos de las bolsas faríngeas
8. C onducto tirogloso 1. Tímicos
B. Malformaciones del descenso 2. Paratiroideos
a lo largo de la línea tiroidea 3. Cuerpo ultim obranquial
1. Lingual F. Tejido tiroideo tópico en
2. Sublingual grasa, músculos
3. Prelaríngeo G. Grasa, músculo, cartílago
C. Ectópico accesorio (es decir, en el interior de la glándula
fuera del trayecto tiroides
de descenso) H. Tiroides aberrante lateral que
1. Mediastínico no está en el interior de la
2. Intratraqueal cápsula de ganglios linfáticos
3. Lateral a la yugular localizados m edialm ente
4. Oválico
5. De la silla turca
6. Retrotraqueal
7. Preaórtico
8. Pericárdico
9. Cardíaco
10. Del h ilio hepático
11. De la vesícula biliar
12. De la ingle
13. Intralaríngeo
14. Intraesofágico
15. Del in te rio r del ganglio
linfático

a Esta c l a s ific a c ió n se b a s a e n los e s b o z o s tiro id e o s , si es q u e h a y a l g u n o , a los q u e a f e c ta la a n o m a l í a .


Fuente: S k an d alak is JE, G ray SW (eds). E m b rio lo gy for Su rg eo n s, 2.a ed. Baltim ore: W illiam s & Wilkins, 1994; c o n a u to r iz a c ió n . [sJcJ]
46
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Cuello

Perlas clínico-quirúrgicas
]
Sólo raras veces es necesaria la resección quirúrgica de tutivo con horm ona tiroidea, que suprimirá la TSH y hará
un tiroides lingual; la evolución natural del tiroides lingual, que regrese el tiroides lingual. Como la evolución natural del
al igual que la de otro tejido tiroideo no descendido, es la tiroides lingual es la aparición de hipotiroidismo, dudo m u ­
aparición de hipotiroidismo a medida que el niño crece y au­ cho que el tiroides lingual trasplantado aporte hormona ti­
menta la demanda fisiológica de hormona tiroidea. El trata­ roidea suficiente para evitar la necesidad de un tratamiento
m iento habitual del tiroides lingual es el tratam iento susti- hormonal sustitutivo. (RSF Jr)

papilar, e indicaron que se han publica d o m enos de 150 man quistes. El drenado o la aspiración de estos quistes es
casos. La Tabla 1.4 muestra la co m p o s ic ió n histo ló g ica y ineficaz y con frecuencia da lugar a la fo rm a c ió n de una
otras características del carcinom a asociado al c o n d u c to ti- fístula, que h a b itu a lm e n te se infecta.
rogloso en 109 casos. N o se ha descrito cáncer m e d u la r de Se d eben resecar to d o s los fra g m e n to s del c o n d u cto ,
tiroides po rq u e no hay células C en el lób u lo p iram idal (las del agujero ciego y de la p o rción media de hueso hioides
células C o parafoliculares se orig in a n en el esbozo tiro id e o (técnica de Sistrunk). La recurrencia del quiste se debe a
lateral). A q u í hay concordancia co m p le ta entre la e m b rio ­ no haber resecado to d o el c o n d u c to . El fallo de la resec­
logía y la anatom ía patológica. ción de la porción central del hueso hioides d io lugar a un
Con frecuencia, los pacientes que tie n e n tiroides ectó- índice de recurrencias del 17 % en una serie de o p e racio­
p ico ta m b ié n tienen ausencia de tiroides n o rm a l. Por lo nes94. Q u igley y cois.94 advirtie ro n co n tra la resección in ­
ta n to , antes de resecar el tiroides e ctó p ico es im p o rta n te advertida de una glándula tiroides parcialm ente descendi­
averiguar si es el único te jid o tiro id e o del c u e rp o 92. da que se c o n fu n d e con un quiste del co n d u c to tirogloso.
Entre el agujero ciego y el lób u lo piram idal hay un tu b o
epitelial m u y pequ e ñ o que h a b itu a lm e n te está in te rru m ­ Tejido tiroideo ectópico accesorio
p id o en varios p u n tos. De m anera ocasional, estos fra g ­
m entos epiteliales se h ip e rtro fia n , secretan líq u id o y for- La Figura 1.54 muestra no sólo las posibles localizacio­
nes de te jid o ectópico, sino ta m b ié n los tejidos de otras es­
tructuras anatóm icas que pued e n estar en el in te rio r del
paré n q u im a tiroideo.
B h a tn a g a ry cois.95 describieron un lób u lo accesorio de
la glándula tiroides localizado inte rio rm e n te a ambos ló b u ­
los laterales y al istmo. Su vascularización arterial procedía
de la arteria tiroidea inferior derecha, y su vena drenaba a
1. Tiroides lingual
través del plexo tiro id e o impar.
2. Tiroides sublingual M o n c h ik y M aterazzi96 señalaron que las masas tiro i­
deas mediastínicas posteriores o aberrantes pueden preci­
Epiglotis
sar un abordaje q u irú rg ic o torácico.
Cartílago tiroides

Tiroides prelaríngeo o
pretraqueal
Casos publicados de carcinoma
T a b la 1 .4 .
asociado al conducto tirogloso0
Normal
Histología: Carcinoma papilar 99
Tráquea Adenocarcinoma 2
Esófago Bocio maligno 1
5. Tiroides intracraneal Carcinoma epidermoide 7
Total (casos publicados) 109
Esternón 6. Tiroides intratoràcico
Mujer/Varón 66:42 (uno desconocido)
Edad 6 a 81 años
Antecedentes de 3
F ig u ra 1.53. Camino de descenso del tiroides durante el des­ radiación del cuello
arrollo embrionario. El tiroides ectópico puede encontrarse en
la lengua, o en cualquier zona del cam ino de descenso hasta a A d a p t a d o d e L iV olsi VA. S u rg ic al P a t h o l o g y o f t h e T h y r o i d . Fila­
su localización habitual. También es posible u n descenso ex­ d elfia: W B S a u n d e r s , 1990.
cesivo y la localización del tiroides en el tórax a nivel retroes- Fuente: S k a n d a l a k i s JE, G r a y S W (eds). E m b r y o l o g y for S u rg e o n s,
ternal. [g¡:4\ 2 . a ed. B a ltim o r e : W i l l i a m s a n d W i l k i n s , 1 9 9 4 ; c o n a u t o r i z a c i ó n .

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* Skandalakis

Cuello

Lengua
Laringe te jid o tiro id e o , de acuerdo con todos los datos, era el teji­
Tráauea Silla Q
Esófago do tiro id e o aberrante lateral.
Turca Conducto tirogloso
Ganglios linfáticos Siempre se debe considerar la posibilidad de un cáncer
Anatomía quirúrgica

Músculos del cuello


tiro id e o metastásico de los nodulos tiroideos aberrantes la­
Paratiroides terales.
Glándulas
salivales Bocio ovárico (estroma ovárico)
(remanentes)
Tejido tímico El bocio ovárico, o tiroides ovárico, es una ectopia tiro i­
Grasa
Cartílago dea m u y p o co frecu e n te , a u nque no se relaciona c o n la
Músculo glándula tiroides anatóm ica y no es una m alform ación con­
Tiroides lateral Nidos de
aberrante células gènita verdadera. El tejido tiroideo ovárico es c o m p a ñ e ro
sólidas de viaje de los quistes dermoides y del teratom a. De acuer­

0 do con las estimaciones de W o o d ru ff y cois.101, puede ha­


ber bocio ovárico en el 0,2% al 1,3% de todos los tu m o re s
ováricos. De ellos del 5 % al 6 % es bilateral, y a p ro x im a d a ­
m ente el 5 % tiene tejido tiroideo fu n cionante. Kempers y
cois.102 encontraron hipertiroidismo en el bocio ovárico. Pue­
de haber m a lig n id a d en hasta el 5 % de to d o s los bocios
ováricos103, y se han observado metástasis en el carcinoma
Mediastino Ingle
papilar 98-10\
Área preaórtica Músculos del cuello
Pericardio Grasa
Corazón Ovarios
Hilo hepático Vagina
Vesícula biliar
[ © A n ato m ía quirúrgica
F ig u r a 1.54. En el esquema se ilustran a la izquierda las di­
ferentes localizaciones de tejido tiroideo ectópico. En el lado To p o g r a f ía general
derecho se indican diferentes tejidos que pu eden presentar te­
jido tiroideo. [s&3] La glándula tiroides está form ada generalm ente p o r dos
lóbulos, un istm o de c o n e xió n y un ló b u lo p ira m id a l as­
cendente. Un lóbulo, habitu a lm e n te el derecho, puede ser
Kumar y cois.97 describieron el caso de un adolescente
m e n o r que el o tro (7 % ), o incluso puede estar to ta lm e n te
que tenía glándulas tiroideas ectópicas duales localizadas en
ausente (1 ,7 % ). El istm o está ausente en a p ro x im a d a m e n ­
las regiones sublingual y subhioidea, el séptim o caso p u b li­
te el 1 0 % de las glándulas tiroides, y el lóbulo p iram idal en
cado en la bibliografía médica.
a p ro x im a d a m e n te el 5 0 % (véase Fig. 1.52). Un tu b o epi­
Tiroides aberrante lateral telial o co rd ó n fibroso d im in u to , el c o n d u c to tirogloso, casi
siem pre se extiende entre la glándula tiroides y el agujero
Tiene p a rticular interés (y supone un pro b le m a ta n to
ciego de la lengua.
para el cirujano c o m o para el a n a to m o p a tó lo g o y el p a ­
La g lá ndula tiroides n o rm a lm e n te se e xtie n d e desde el
ciente) el tejid o tiro id e o aberrante lateral, es decir, el te ji­
nivel de la q u in ta vértebra cervical hasta el cu e rp o de la
d o localizado lateralm ente a la vena y u g u la r98. Tiene tres
prim era vértebra torácica. Puede estar más arriba (tiroides
manifestaciones m orfológicas.
lingual), pero raras veces más ab a jo 105.
Se puede enco n tra r c o m o un n o d u lo u n id o p o r tejid o
La glándula tiroides normal pesa aproxim adam ente 30 g
c o nectivo a la glándula o riginal. Estas «islas» de te jid o ti­
en el a d u lto (algo más en mujeres que en varones). Cada
roideo, que se separan del cuerpo de la viscera d u rante el
u n o de los lóbulos m ide a p ro x im a d a m e n te 5 cm de lo n g i­
desarrollo, son p o r lo demás normales.
tu d , 3 cm de anchura m áxim a y 2 cm a 3 cm de g ro s o r106.
La segunda localización del tejid o tiro id e o lateral es el
El istm o que conecta los dos lóbulos m ide a p ro xim a d a m e n ­
inte rio r de los ganglios linfáticos o de sus restos. Se debe
te 1,3 cm de ancho. Los lóbulos tienen una p o rción in fe ­
considerar que un g a n g lio linfático cervical que contiene
rior ancha y una pu n ta bastante cónica.
folículos tiroid e o s es clín ica m e n te un carcinom a tiro id e o
metastásico. Sin em bargo, se ha descrito la existencia de te­
jid o tiro id e o h e te ro tó p ic o en el inte rio r de glándulas cervi­
CÁPSULA DE LA GLÁNDULA TIROIDES
cales. Sawicki y cois.99 describieron seis casos de glándula
tiroidea norm al de este tip o en cortes de 5 |iim. Al igual que otros m uchos órganos, la glán d u la tiroides
La ú ltim a e x p re sió n m o r fo ló g ic a del te jid o tiro id e o tiene una cápsula de tejido conectivo que c o n tin ú a con los
a berrante lateral se debe d e n o m in a r congènita. Rubenfeld tabiques y que form a el estroma del órgano. Esta es la cáp­
y cois.100 describieron el caso de un paciente cuyo único sula verdadera del tiroides.
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Cuello

Por fuera de la cápsula verdadera, hay una capa bien En el po lo superior, la arteria tiroidea superior se divide
desarrollada (en m ayo r o m e n o r g rado) de fascia que p ro ­ en las ramas a n te rio r y posterior. La rama a n te rio r se anas-
cede de la fascia pretraqueal. Ésta es la cápsula falsa, ta m ­ tom o sa con la arteria co n tralateral108; la rama posterior se
bién den o m in a d a vaina peritiroidea o capsula quirúrgica. anastomosa con ramas de la arteria tiroidea inferior. Desde
Por delante y lateralm ente, esta fascia está bien desarrolla­ la rama posterior, una pequeña arteria paratiroidea se d iri­
da; p or detrás es fina y laxa, y p e rm ite el a u m e n to del ta ­ ge hacia la glándula paratiroides superior.
m año de la glándula tiroides hacia atrás. Hay un engrasa­ En un estudio de glándulas tiroideas extirpadas en la
m ie n to de la fascia que fija la parte posterior de cada uno autopsia de pacientes japoneses, N obori y cois.109 observa­
de los lóbulos al cartílago cricoides; este en g ra sa m ie n to es ron que un vaso a n a stom ótico desde la rama posterior de
el lig a m e n to de Berry. La cápsula falsa, o fascia, no se ex­ la arteria tiroidea superior vascularizaba la paratiroides su­
tirpa con la glándula d u ra n te la tiroid e cto m ía . p e rior en el 4 5 % de los casos. La mayoría de las 92 g lá n ­
Las glándulas paratiroides superiores n o rm a lm e n te es­ dulas (6 7 % ) tenía una única arteria nutricia; la tercera par­
tán entre la cápsula verdadera del tiroides y la cápsula falsa te tenían dos o más vasos pequeños que e n tra b a n en la
fascial. Las paratiroides inferiores pueden estar entre las cáp­ g lá ndula. En las fotografías de las piezas, el patrón de ra­
sulas verdadera y falsa, en el inte rio r del parénquim a tiro i­ m ifica ció n del vaso principal que vascularizaba la g lá n d u ­
deo, o sobre la superficie externa de la fascia. El m úsculo la parecía indicar que se o riginaba en la arteria tiroidea su­
elevador del tiroides es una o más bandas musculares que perior.
ocasionalmente conectan el hueso hioides con la glándula W eigle in 10 describió una infrecuente variación de la vas­
tiroides. Estos músculos rudim entarios son inconstantes en cularización sanguínea de la glándula tiroides. En este caso,
cuanto a su aparición, localización e inervación. Se han d i­ la arteria tiroidea inferior derecha había sido sustituida p o r
vidido en elevadores anteriores, laterales y posteriores. una arteria que se originaba en la arteria torácica interna de­
recha. La arteria tiroidea inferior izquierda estaba sustitui­
da p o r una arteria que se o riginaba en la arteria vertebral.
V a s c u l a r iz a c ió n
Arteria tiroidea inferior
La glándula tiroides co m p ite con las glándulas suprarre­ La arteria tiroidea inferior se origina h a b itu a lm e n te en
nales p or tener la m ayor vascularización sanguínea p or g ra­ el tro n c o tirocervical, pero en a p ro x im a d a m e n te el 1 5 %
m o de te jid o 107. Una consecuencia es que la hemostasia es de las personas parte directam ente de la arteria subclavia111.
un problem a im p o rta n te de la cirugía del tiroides, especial­ La arteria tiroidea superior asciende p o r detrás de la arte ­
m ente en pacientes que tienen un bocio tóxico. ria carótida y de la vena y u g u la r interna, y sigue un trayec-

A rterias

Dos arterias pares, las arterias tiroideas superior e infe­


rior, y un vaso inconstante de la línea m edia, la arteria t i ­
roidea ima, vascularizan el tiroides (Fig. 1.55).
A. carótida externa
Arteria tiroidea superior A. tiro id e a superior
La arteria tiroidea superior se origina en la arteria caró­
tida externa justo por encim a de la bifurcación de la arte­
ria carótida co m ú n , al m ism o nivel de la misma o debajo A. carótida común

de ella. Se dirige hacia abajo y hacia delante para llegar al


polo superior de la glándula tiroides. En parte de su trayec­
A. tiro id e a inferior
to, la arteria es paralela a la rama externa del nervio larín­
geo superior que inerva el m úsculo c rico tiro ide o y el m ús­
Tronco tirocervical
culo cricofaríngeo, que es la parte voluntaria más baja de
la m usculatura faríngea.
La arteria tiroidea superior da seis ramas (Fig. 1.56): in- A. subclavia

frahioidea, esternocleidomastoidea, laríngea superior, crico-


Aorta A. tiroidea innom inada
tiroidea, del con stricto r inferior de la faringe, y ramas te r­
minales de la arteria para la vascularización de las glándulas
tiroides y paratiroides. H ab itu a lm e n te hay dos ramas para
el tiroides (anterior y posterior), pero, ocasionalmente, pue­
de hab e r una tercera ram a, la d e n o m in a d a rama lateral F ig u r a 1.55. Vascularización del tiroides. O casionalm ente
(Fig. 1.56). se encuentra una arteria tiroidea media, [tz]

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■ Skandalakis

Cuello

Músculo omohioideo
Arteria lingual

Arteria carótida interna


Anatomía quirúrgica

Músculo esternohioideo
Rama interna superior del nervio laríngeo superior
Rama infrahioidea
Arteria carótida externa
Arteria laríngea superior

Rama del esternodeidom astoideo M em brana tirohioidea


Constrictor inferior de la faringe
Músculo tirohioideo
Rama externa del nervio laríngeo superior
Arteria tiroidea superior
Lámina del cartílago tiroides
Rama posterior de la arteria tiroidea superior Línea oblicua del cartílago tiroides
Músculo esternodeidom astoideo
Rama externa del nervio laríngeo superior
Rama lateral de la arteria tiroidea superior

Rama anterior de la arteria tiroidea superior Músculo cricotiroideo

Arteria carótida común

Glándula tiroides

Tráquea
Nervio recurrente laríngeo

F ig u ra 1.56. Ramas de la arteria tiroidea superior, [m ol]

to m edial y posterior sobre la superficie anterior del m úscu­ Venas


lo largo del cuello. Después de perforar la fascia preverte-
bral, la arteria se divide en dos o más ramas cua n d o cruza Las venas de la glándula tiroides fo rm a n un plexo vas­
el nervio laríngeo recurrente ascendente. cular que está en la sustancia y en la superficie de la glá n ­
El nervio laríngeo recurrente puede pasar p or delante dula. El plexo drena hacia tres pares de venas: las venas ti­
o p o r detrás de la arteria, o entre sus ramas (Fig. 1.57). La roideas superiores, las medias y las inferiores (Fig. 1.58).
rama inferior envía una rama para la glándula paratiroidea
inferior y vasculariza el polo superior de la glándula tiroides. Vena tiroidea superior
La rama superior vasculariza la superficie p o s te rio r de la La vena tiroidea superior acompaña a la arteria tiroidea
g lá n d u la , y h a b itu a lm e n te se anastom osa con una rama superior. Después de surgir del polo superior del tiroides, la
descendente de la arteria tiroidea superior. A la derecha, la vena pasa hacia arriba y lateralmente a través del músculo
arteria tiroidea inferior está ausente en a p ro x im a d a m e n te o m o h io id e o y la arteria carótida com ún, y entra en la vena
el 2 % de las personas. A la izquierda está ausente en a p ro ­ yu g ular interna sola o con la vena facial com ún.
x im a d a m e n te el 5 % (H u n t y cois.)112. De m anera ocasio­
nal, la arteria es d o b le 113. Vena tiroidea m edia
La vena tiroidea m edia se origina en la superficie late­
Arteria tiroidea ima ral de la glándula, a a p ro x im a d a m e n te dos tercios de su
La arteria tiroidea ima es im p a r e inconstante. Se o rig i­ extensión anteroposterior. N o va a co m pañada de n in g u ­
na en la arteria braquiocefálica, en la arteria ca rótida co­ na arteria. Se cruza con la arteria carótida co m ú n para abrir­
m ú n derecha o en el cayado aórtico. Aparece en el 10% se en la vena y u g u la r interna, la cual puede estar ausente
de las personas, según M o n tg o m e ry ''1. Puede ser tan g ra n ­ o en ocasiones puede ser do b le . La vena adicional es infe­
de c o m o una arteria tiroidea inferior, o puede s im p le m e n ­ rior a la norm al; se ha d e n o m in a d o «cuarta» vena tiroidea.
te ser una rama pequeña. Su posición a n te rio r a la tráquea La im p o rta n cia de estas venas tiroideas medias radica en
hace que sea im p o rta n te en la traqueostom ía. su vulnerabilidad du ra n te la tiroid e cto m ía .
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Cuello

diales de los lóbulos laterales. Estos vasos se d irig e n hacia


arriba p o r d e la n te de la larin g e y finalizan en los ganglios
linfáticos digástricos. A lgunos vasos pueden en tra r en uno
o más ga n g lio s prelaríngeos («de D elp h o » ) justo p o r e n ­
cim a del is tm o . El d re n a d o se cu n d a rio se p u e d e d ir ig ir
hacia los g a n g lio s yu g ulares superiores a am bos lados o
hacia los ga n g lio s p retraqueales p o r deb a jo del tiroides,
m e d ia n te un vaso que pasa desde los g a nglios de D elpho
hacia abajo p o r e n cim a de la parte a n te rio r del tiroides.
Se ha sugerido que hay una co nexión entre el drenado
linfático de la arteria tiroidea superior y la órbita p o r m edio
de la cadena yu g u la r de ganglios linfáticos cervicales114. No
se han d e m o stra d o vasos linfáticos ni en la ó rb ita ni en el
p ro p io o jo 115. La causa in m e d ia ta del e xo fta lm o s que se
asocia a las enfermedades tiroideas es el a um ento del tam a­
ño de los músculos oculares, especialmente el recto inferior
y el o b lic u o inferior. El a n tíg e n o tiro id e o o los com plejos
a n tíg e n o -a n ticu e rp o q u e llegan al ojo desde la glándula t i ­
roides producen una respuesta a utoinm unitaria en los m ús­
culos extraoculares.

E
D r e n a d o i n f e r i o r m e d io . Varios ganglios linfáticos d re ­
nan la parte inferior del istm o y las porciones mediales in ­
F ig u ra 1.57. Relaciones entre el nervio recurrente y la arte­
feriores de los lóbulos laterales. Siguen a las venas tiro id e ­
ria tiroidea inferior. A-C, Variaciones frecuentes. Las frecuen­
as inferiores y te rm in a n en los g a n g lio s p retraqueales y
cias se describen el la Tabla 1-9. D, Nervio n o recurrente que
n o se relaciona con la arteria tiroidea. E, Nervio form ando un braquiocefálicos.
asa por debajo de la arteria tiroidea. [íz]

Vena tiroidea inferior


La vena tiroidea inferior es la más gra n d e y variable de
las venas tiroideas; hab itu a lm e n te , los lados derecho e iz­
quie rd o son asimétricos. La vena derecha sale del borde in­
fe rio r de la glándula tiroides, pasa p o r delante de la arteria
braquiocefálica y entra en la vena braquiocefálica derecha.
La vena izquierda cruza la tráquea y entra en la vena bra­
quiocefálica izquierda. En raras ocasiones, la vena derecha
cruza la tráquea y entra en la vena braquiocefálica izquier­
da, fo rm a n d o a veces un tronco co m ú n con la vena izquier­
da. Este tro n c o co m ú n se d e n o m in a vena tiroidea ima.

Linfáticos

Se han p ropuesto varios patrones generales del d rena­


do linfático de la glándula tiroides (Fig. 1.59). Todos se ba­
san en los mismos hechos, y todos son correctos. A q u í pre­
sentaremos el de Hollinshead36 (Fig. 1 .59C). El drenado real
se muestra en la Figura 1.60.

Patrones de drenado
D r e n a d o s u p e r i o r m e d i o . De tres a seis vasos se o rig i­ F ig u ra 1.58. Drenado venoso de la glándula tiroides. Las ve­
nan en el b o rd e su perior del is tm o y en los bordes me- nas tiroideas presentan m uchas variaciones, [tz]

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■ Skandalakis

Cuello
Anatomía quirúrgica

F ig u ra 1.59. Los tres com ponentes del drenado de la glándula tiroides. A, Edis y cois352. B, McGregor y DuPlessis76. C, Ho-
llinshead36. Los tres sistemas de drenado tienen u n fun d am e n to com ún, [fcz]

D r e n a d o l a t e r a l d e r e c h o e i z q u i e r d o . Se originan troncos glios yugulares inferiores eran positivos. Los ganglios sub-
linfáticos en el b o rd e lateral de cada uno de los lóbulos. En mandibulares y mediastínicos raras veces se vieron afecta­
la parte superior se d irigen hacia arriba con la arteria y la dos.
vena tiroideas superiores. Por debajo siguen el trayecto de La Tabla 1.5, que se basa en más de 1.000 pacientes de
la arteria tiroidea inferior. Entre estos dos grupos, algunos Shaha y cois.119, resume la incidencia de metástasis g a n ­
vasos se dirigen lateral, a n te rio r o poste rio rm e n te a la vai­ glionares y de metástasis a distancia en el carcinom a d ife ­
na carotídea para llegar a los ganglios linfáticos de la ca­ renciado de tiroides. Shaha y cois, concluyeron q u e el ries­
dena yugular interna. D e manera ocasional, estos vasos dre­ go de metástasis ganglionares y a distancia varía m u c h o
nan hacia la vena subclavia derecha, la vena y u g u la r o el de acuerdo con la variedad histológica individual.
c o n d u c to torácico sin pasar por un ga n g lio lin fá tico 116.

D r e n a d o p o s t e r i o r . En las superficies inferomediales de


los lóbulos laterales surgen vasos linfáticos posteriores que
drenan hacia ganglios qu e están a lo largo del nervio larín­
geo recurrente. En ocasiones un tro n c o ascendente poste­
rior pro ce d e n te de la parte superior del ló b u lo drena los
ganglios retrofaríngeos.

Extensión metastásica
En la Figura 1.61 se muestra una im agen de las reg io ­
nes ganglionares linfáticas más im portantes en el tratam ien­
to del carcinom a de tiroides. En la Figura 1.62 se muestran
los gru p o s de ganglios linfáticos que tienen el m a yo r ries­
g o de metástasis regionales por un carcinom a diferenciado
de tiroides.
Un estudio de Gem senjáger y cois.117 de pacientes con
carcinom a diferenciado de tiroides concluyó que el carci­
noma papilar pTI -3 NO MO y el carcinoma folicular m ínim a­
m ente invasor sin metástasis ganglionares ni a distancia se
pueden tratar adecuadam ente con una hem itiroidectom ía
o con una tiroid e cto m ía total sólo y sin radioyodo, m ie n ­
tras que todos los demás tum ores, c o m o el cáncer folicular
invasor, se tratan adecuadam ente con una lobectom ía bila­
teral total y radioyodo.
Feind118 encontró afectación metastásica de los ganglios
linfáticos yugulares m edios en 85 de 111 piezas de pacien­ F ig u r a 1.60. Los ganglios linfáticos reciben el d renado de la
tes que tenían carcinoma de tiroides. En 67 de ellas, los gan­ glándula tiroides. Según la descripción de Rouviere356. [tz]

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Cuello

M. digàstrico (vientre posterior)

M. digàstrico (vientre anterior)


Borde posterior del músculo
IA esternodeidomastoideo
Hueso hioides

N. auricular mayor
N. espinal accesorio

M. omohioideo (vientre anterior)


Trapecio
M. esternodeidomastoideo

M. omohioideo (vientre post.)

V. yugular

A. carótida

F ig u ra 1.61. Ganglios linfáticos im portantes en el tratam iento del carcinoma de tiroides, [cal]

Ganglio
prelaríngeo
(delfiano)

Ganglios
Ganglios recurrentes
pretraqueales
laríngeos izquierdos

Ganglio mediastínico
derecho anterior

F ig u r a 1 .6 2 . Esquema que ilustra los grupos ganglionares


con alto riesgo de presentar metástasis regionales de diferen­
tes tipos de cáncer de tiroides, [gol]

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* Skandalakis

Cuello

En una versión anterior de esta investigación los autores


Tabla 1.5.Incidencia de metástasis concluyeron perspicazm ente que «las ramas extralaríngeas
en carcinoma de tiroides del nervio laríngeo recurrente no son una rareza a n a tó m i­
Anatomía quirúrgica

Metástasis Metástasis ca. Por lo ta nto, la cirugía del tiroides debe incluir la id e n ti­
ganglionares a d istancia ficación y la conservación del nervio laríngeo recurrente y de
todas sus divisiones»121.
Papilar 61% 10%
En a p ro xim a d a m e n te el 1% de los pacientes, el nervio
Folicular 30% 22%
re cu rre n te d e re c h o se o rig in a n o rm a lm e n te en el vago,
De células de Hurthle 21% 33%
pero pasa m ed ia lm e n te , casi d irectam ente desde su origen
Fuente: Datos d e S h a h a AR, S h a h JP, Loree TR. P attern s o f n o d a l a n d hacia la laringe sin fo rm a r un bucle debajo de la arteria sub­
d i s t a n t m etástasis b ased o n h isto lo g ic varieties in d ifferen tiated carci­
clavia (Fig. 1 .63C). En estos casos, la arteria subclavia de­
n o m a o f th e th y ro id . A m J Surg 172:692-694, 1996.
recha se o rig in a en la aorta descendente y pasa hacia la
derecha por detrás del esófago. Esta m alfo rm a ció n es asin-
I n e r v a c ió n tom ática, y el cirujano de tiroides rara vez es consciente de
ella antes de la o p e ración. Es incluso m enos fre cu e n te la
La glándula tiroides está inervada p o r el sistema simpá­ presencia de un nervio izquierdo no recurrente si hay un ca­
tico que procede de los ganglios superior, m edio e inferior yado aórtico d e recho y una arteria subclavia izquierda re-
de la cadena cervical, pero en la cirugía del tiroides, los ner­ troesofágica (Fig. 1 .63D).
vios laríngeos recurrente y superior del sistema parasimpáti- En el tercio infe rio r de su trayecto, el nervio laríngeo re­
co (vago), que no participan en la inervación de la glá n d u ­ currente asciende p o r detrás de la fascia pretraqueal con
la, tienen la máxima importancia, por lo que los describiremos un ligero ángulo con respecto al surco traqueoesofágico. En
aquí. el tercio m e d io de su trayecto, el nervio puede estar en el
surco, m edial al lig a m e n to suspensorio de la glándula ti­
Nervios la rín g e o s recu rren tes
roides (lig a m e n to de Berry), en el inte rio r del lig a m e n to o
(la rín g e o s inferiores) en el inte rio r de la sustancia de la glándula tiroides.
Skandalakis y cois.122 analizaron el trayecto del nervio
Anatomía normal
laríngeo recurrente en 102 cadáveres (2 0 4 lados). En a p ro ­
Los nervios laríngeos recurrentes derecho e izquierdo es­ x im a d a m e n te la m ita d de las piezas, el nervio estaba en el
tán íntimamente relacionados con la glándula tiroides. El ner­ surco traqueoesofágico. En la otra m itad, la mayoría esta­
vio recurrente derecho se ramifica desde el vago cuando cru­ ba anterior al surco (paratraqueales); algunos eran poste­
za p o r d e la n te de la arteria subclavia derecha. El nervio riores (paraesofágicos). En 8 de los 2 0 4 lados, el nervio es­
recurrente derecho (Fig. 1 .63B) fo rm a un bucle alrededor taba en el in te rio r de la glándula (Fig. 1.64). Otros autores
de la arteria subclavia desde atrás hacia delante, cruza por de­ han o b te n id o un porcentaje ligeram ente m ayor de nervios
trás de la carótida co m ú n derecha y asciende por el surco intraglandulares123.
traqueoesofágico o cerca del mismo. Pasa por detrás del ló­
bulo derecho de la glándula tiroides y entra en la laringe p or
detrás de la articulación cricotiroidea y del asta inferior de
cartílago tiroides.
El nervio laríngeo recurrente izquierdo se orig in a en el Perlas clínico-quirúrgicas
p u n to en el que el nervio vago se cruza con el cayado aór­
tico, inm e d ia ta m e n te distal al origen de la arteria subclavia
izquierda en el cayado aórtico. Forma un bucle debajo del La asociación de los carcinomas foliculares verdaderos
ligam ento arterial y de la aorta, y asciende de la misma ma­ del tiroides con las metástasis ganglionares es poco fre­
nera que el nervio derecho. A m b o s nervios se cruzan con cuente según mi experiencia y según la experiencia de la
las arterias tiroideas inferiores cerca del borde inferior del ter­ mayor parte de los anatomopatólogos quirúrgicos actuales.
cio m edio de la glándula. Los datos de Shaha y cois.119 son datos de un registro re­
trospectivo que incluye muchos pacientes de una época
Variaciones anterior en la que muchos anatom opatólogos no distin­
guían entre los carcinomas foliculares verdaderos y la varian­
Se pueden p ro d u c ir diversas variaciones en el trayecto
te del carcinoma papilar del tiroides. La distinción se basa
de los nervios recurrentes; todas ellas aum e n ta n la p ro b a ­
en criterios otológicos, y no histológicos. Cuando se hace
bilidad de lesión del nervio d u ra n te la cirugía del tiroides.
esta distinción, las metástasis ganglionares son m uy fre­
Katz y N e m iro ff120 hallaron 1.1 1 7 nervios faríngeos re­
cuentes en el carcinoma papilar de tiroides, y poco frecuen­
currentes. Señalaron que 747 (6 3 % ) se bifurcaban o trifu r­
tes en el carcinoma folicular (incluyendo la variante oxífila).
caban a más de 0,5 cm del cartílago cricoides. Se observó
(RSF jr)
una bifurcación bilateral del nervio en 1 70 pacientes.
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Cuello

Kreyer y P om aroli127 describieron una anastomosis e n ­


Perlas clínico-quirúrgicas tre la rama externa del nervio laríngeo superior y el nervio
laríngeo recurrente.
Esta descripción de una incidencia del 4% de nervios
S tu rniolo y cois.128 señalaron que el secreto para evitar
recurrentes intraglandulares122 me resulta sorprendente. En
la lesión del nervio laríngeo recurrente d u ra n te la cirugía
el proceso de disecar muchos más de 1.000 lóbulos tiroi­
del tiroides es el siguiente: 1) co nocer p ro fu n d a m e n te la
deos con una técnica que identificaba sistemáticamente el
anatom ía q u irú rg ic a de la región del tiroides, 2) realizar ti-
nervio laríngeo inferior (recurrente), no recuerdo un nervio
roid e cto m ía extracapsular total, 3) búsqueda exhaustiva,
intraglandular verdadero en un lóbulo benigno. A veces,
ide n tifica ció n y exposición del p ro p io nervio, y 4 ) seguir
el nervio estaba envuelto por las lobulaciones de un bocio
con cu idado el tra ye cto del nervio.
adenomatoso, pero siempre se liberaba fácilmente median­
Según P rocacciante y cois.119, después de ha b e r te n ­
te una disección en el plano adecuado. Es esencial que la
sado el n e rvio laríngeo recu rre n te m e d ia n te una tra c c ió n
disección se realice en el plano adecuado para rotar de ma­
hacia arriba y m e d ia l del tiroides se puede p a lp a r ca u d a l­
nera fácil y segura el lóbulo tiroideo hacia arriba y sacarlo
m e n te el p o lo in fe rio r de la glá n d u la . Esta m a n io b ra fa c i­
del surco traqueoesofágico. (RSF Jr)
lita una disección segura en la región de la arteria tiroidea
inferior.

El p rim e r a u to r de este ca pítulo (JES) opina que el «ner­


vio laríngeo recurrente» se debería rebautizar c o m o nervio
laríngeo inferior.
Citam os de Schweizer y D ó rfl124:
Resulta particularmente interesante para los cirujanos
de la laringe observar la pequeña variabilidad de la rami­
ficación del nervio laríngeo inferior y de su forma de entrar
en la hipofaringe. Incluso en el caso de un único tronco uni­
lateral, el nervio pasa justo p o r detrás de la articulación
cricotiroidea y se puede identificar fácilmente. Las varia-
ciones(...) se lim itaron principalmente al nivel de la divi­
sión extralaríngea del nervio laríngeo inferior. Por ello, el ci­
ru jano puede fiarse de marcas anatóm icas precisas y
constantes en esta parte del cuerpo, al igual que en otras
localizaciones anatómicas.
El nervio laríngeo recurrente está más seguro y es menos
visible cuando está en el surco traqueoesofágico. Es más vul­
nerable cuando atraviesa el p a rénquim a tiroideo. C uando
está en el lig a m e n to suspensorio del tiroides, se debe iden­
tificar y p ro te g e r antes de seccionar el ligam ento.
El nervio laríngeo recurrente cruza la arteria tiroidea in ­
ferior p o r el tercio m e d io de la glándula. Puede ser anterior
o posterior a las ramas de la arteria, o estar entre las mis­
mas125. Lekacos y cois.126 señalaron que la m ayor parte de F ig u ra 1 .63. Cayados aórticos durante el desarrollo em b rio ­
los nervios laríngeos recurrentes (aproxim adam ente el 80% ) nario y «recurrencia» del nervio laríngeo inferior. A, Embrión
son posteriores a las ramas de la arteria tiroidea inferior o normal; se en c u en tran representados el tercer, cuarto y sexto
están entre las mismas. Los tres tipos principales de cruce cayados aórticos. El nervio laríngeo se origina en el vago y pasa
se han señalado previamente en las Figuras 1.57 A a C. Una posterior al sexto cayado aórtico. B, Adulto normal. En el lado
derecho, el nervio laríngeo pasa por debajo de la arteria sub­
serie de Skandalakis y cois.122 m o stró que el nervio dere­
clavia; en el lado izquierdo, discurre por debajo del ligam en­
cho está con más frecuencia entre las ramas arteriales (48%);
to arterioso. C, En presencia de u n a arteria subclavia derecha
el nervio izquierdo está h a b itu a lm e n te detrás de la arteria retroesofágica, el nervio pasa sin ser «recurrente». D, En pre­
(64%). La Tabla 1.6 muestra la incidencia de los tipos de cru­ sencia de un cayado aórtico derecho, el nervio forma un asa por
zam iento. No se puede considerar que n in g ú n patrón ú n i­ debajo del arco; el nervio izquierdo pasa directam ente a la la­
co sea « n o rm a l» ; el ciru ja n o de b e estar p re p a ra d o para ringe. C, y D se en c uen tran en m enos de u n 1% de las piezas.
cualquier config u ra ció n de arteria y nervio. [sk2]

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Cuello

Glándula tiroidea

Tráquea

Esófago

C olumna vertebral

Tronco simpático

F ig u ra 1.64. Trayecto del nervio recurrente laríngeo con respecto a la glándula tiroides en 102 cadáveres. En el 50% de los
casos se en cuentra en la corredera traqueoesofágica. A, Vista lateral. B, Sección transversal. [sk2\

Marchesi y cois.130 describieron un índice de aparición Sanders y cois.132, que e n co n tra ro n siete casos de ner­
del nervio laríngeo inferior no recurrente en el lado d ere­ vios laríngeos no recurrentes en 1 .0 0 0 tiroidectom ías, in­
cho del 0 ,3 4 % , y señalaron que constituye una gran rare­ dicaron lo siguiente:
za en el lado izquierdo. Describieron siete casos de nervio
laríngeo no recurrente, y subrayaron la e xactitud diag n ó s­ En dos de estos siete casos había en el lado derecho
tica de la angiografía m edia n te RM para la identificación tanto un nervio no recurrente como una ram a recurrente
anatóm ica de la m a lform ación vascular que se asocia siem­ adicional. Esta manifestación de nervio doble no se ha des­
pre a esta m a lfo rm a ció n nerviosa. crito antes. Si no se tiene en cuenta esta posibilidad, se
El nervio no recurrente (izq u ie rd o o derecho, cu a n d o puede lesionar inadvertidamente el tronco no recurrente
esté presente) puede pasar d ire cta m e n te hacia la laringe principal, después de haber identificado sólo una pequeña
sin relacionarse con la arteria tiroidea inferior (Fig. 1 .57D), ram a recurrente. Insistimos en la necesidad de una técni­
o puede form a r un bucle alrededor de la arteria (Fig. 1 .57E). ca de identificación completa del nervio.
Avisse y cois.131 describieron 17 casos de nervio larín­
M iyauchi y cois.133 publicaron buenos resultados con la
geo infe rio r no recurrente derecho. En dos de estos casos,
neurorrafia o con un injerto (nervio vago-asa cervical) del
una arteria subclavia derecha aberrante coexistía con un
nervio recurrente lesionado. Los o ch o pacientes se recupe­
nervio laríngeo inferior no recurrente.

Tabla 1.6. Relación del nervio laríngeo recurrente con la arteria tiroidea inferior
Frecuencia porcentual
1.246 casos de
102 cadáveres la b ib lio g ra fía
Relación Derecha Izquierda Ambos lados Ambos lados

Nervio anterior a la arteria 31,4 9,8 20,6 21,1


Nervio posterior a la arteria 19,6 63,7 41,6 50,4
Nervio entre las ramas de la arteria 48 26,5 37,3 24,8
Nervio n o recurrente y otros 1 - 0,5 3,6
100 100 100 100
(Fuente: S kan d alak is JE, D roulias C, Harlaftis N, T zin as S, G ray SW, Akin JT Jr. T h e r e c u r re n t lary n g eal nerve. A m Surg 4 2 (9):629-634, 1976; c o n
au to rizació n .)

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Cuello

raron de la disfonía, y la fo nación m á xim a m ejoró. Stein­ El nervio se puede ide n tifica r en su entrada en la laringe
berg y cois.134 afirm aron que las ramas del nervio laríngeo justo detrás del asta inferior del cartílago tiro id e s139. Si no
recurrente (ta n to motoras c o m o sensitivas), ju n to con los se encuentra el nervio, se debe sospechar un nervio no re­
nervios simpáticos, inervan la laringe por debajo de las cuer­ currente, especialmente a la derecha.
das, la faringe, el esófago cervical y la tráquea cervical. Pelizzo y cois.140 recom endaron c o m o m e jo r fo rm a de
localizar el nervio laríngeo recurrente d u ra n te la tiro id e c to ­
Exposición mía el tu b é rc u lo de Z u ckerkandl, q u e está situado en la
p orción lateral de cada uno de los lóbulos del tiroides, y
Exponer el nervio recurrente dura n te cualquier o p e ra ­
según estos autores es una marca a n a tó m ic a co n sta n te
ción del tiroides es un prin cip io q u irú rg ic o establecido y se
cuando está presente (Fig. 1.65).
debe llevar a cabo siempre que sea posible. Si no se p u e ­
El tu b é rcu lo de Zuckerkandl es la extensión más poste­
de e n co n tra r fácilm e n te el nervio, el cirujano debe evitar
rior de los lóbulos laterales de la g lándula tiroides al nivel
las zonas en las que pueda estar oculto. La fibrosis, una m a­
del lig a m e n to de Berry141'142 (Fig. 1.66).
yor h e m orragia y la ausencia de relaciones anatóm icas cla­
Para apartarm e un m o m e n to del tem a, yo (JES), c o o r­
ras son causas de la m a yo r parte de las lesiones nerviosas.
d in a d o r de este capítulo, quisiera señalar que nunca, en
La e xp loración postoperatoria p o r hem orragia ta m b ié n se
mis 50 años de trabajo en el lab o ra to rio de anatom ía y en
asocia con un m a yo r riesgo de lesión nerviosa135.
el q u iró fa n o , he observado el tu b é rc u lo de Zuckerkandl.
En otra época se consideraba que el nervio recurrente Para mi vergüenza y frustración, no había oído de esta p ro ­
es tan delicado que «si se ve un nervio laríngeo recurrente tuberancia específica del lóbulo tiro id e o hasta que leí la ex­
durante la tiro id e cto m ía , se lesiona»136. En el o tro e x tre m o celente publicación de Pelizzo y cois.140 antes m encionada.
están aquellos autores que precisan la d e m o s tra c ió n del En la po rció n in fe rio r del tra ye cto del nervio laríngeo
nervio m edia n te la estim ulación directa dura n te la obser­ recurrente se puede palpar el nervio c o m o una banda te n ­
vación laringoscópica de las cuerdas vocales137. Pensamos sa sobre la superficie traqueal. Hay más te jid o co n e ctivo
que sólo es necesaria la id e n tific a c ió n visual, e v ita n d o la entre el nervio y la tráquea a la derecha que a la izquierda.
tracción, com p re sió n o d e n u d a ció n del te jid o co nectivo.
N o es necesaria la disección anatóm ica com pleta, pero la
N e rv io la rín g e o superior
exposición sim ple no lo destruirá. De su investigación so­
bre 803 operaciones por bocio y de una búsqueda en la El nervio laríngeo superior se orig in a en el nervio vago,
bibliografía médica, Jatzko y cois.138 ded u je ro n un índice justo debajo del agujero y u g u la r del cráneo. El nervio pasa
significativam ente m a yo r de lesión del nervio laríngeo re­ hada abajo, m e d ia lm e n te a la arteria carótida. Al nivel del
currente cu a n d o no se identificaba (5 ,2 % ) que cu a n d o se asta superior del hueso hioides se d ivide en una rama larín­
exponía (1 ,2 % ). gea interna sensitiva g rande y una rama laríngea externa
El nervio laríngeo recurrente form a el borde m edial de m otora más pequeña que inerva el músculo cricotiroideo143
un triá n g u lo que está lim ita d o p o r arriba p o r la arteria t i ­ y el cricofaríngeo. El p u n to de división h a b itu a lm e n te está
roidea inferior y lateralmente por la arteria carótida co m ún. en la bifurcación de la arteria carótida c o m ú n (Fig. 1.67).

F ig u ra 1.65. Tubérculo de Zuckerlandl y su tam año. 0, No identificable; 1, sólo u n ligero engrosam iento del borde lateral del
lóbulo tiroideo; 2, Menor de 1 cm; 3, Mayor de 1 cm. [pe]

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* Skandalakis

Cuello

ron la localización anatóm ica del nervio en el á n g u lo visce-


rovertebral, su Identificación funcional y su análisis p o sto ­
peratorio.
Anatomía quirúrgica

Nivel de la resección del tiroides, dejando


un remanente del tubérculo de Zuckerlandl
Nervio laríngeo interno
La rama laríngea interna perfora la m e m brana tiroidea
ju n to con la rama laríngea superior de la arteria tiroidea su­
perior para e n tra r e Inervar la laringe. El cirujano raras ve­
ces Identifica la rama Interna; la identificación sólo se p ro ­
duce en aquellos casos en los que un polo superior de la
g lándula tiroides m u y a u m e n ta d o de ta m año se eleva por
encim a del borde superior del cartílago tiroides (Fig. 1.70).
El nervio laríngeo in te rn o pro p o rcio n a fibras sensitivas ge-

Punto hemostático profundo


que puede ligar el NRL

A. carótida int. A. carótida ext.

Punto h e m o s tá tic o --------------------


superficial en la cápsula tiroidea
y fascia pretraqueal

F ig u ra 1.66. Tubérculo de Zuckerlandl (parte posterior y ex­


terna del lóbulo tiroideo) y trayecto distal del nervio recurren­
te laríngeo (NRL). Se aprecia la relación del NRL y el tiroides y
su posible m ecanism o de lesión, [th] A (22 casos)

Sun y D o n g 144 disecaron 60 cadáveres de adultos (120


nervios laríngeos superiores) y describieron la m o rfología y
k'Á ! 1y
1
la to p o g ra fía del nervio laríngeo superior, sus ramas, sus
anastomosis con el sim pático cervical y sus relaciones con
iPW
II"
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II
la glándula tiroides. Había un bucle anastom ótlco que co­
nectaba la cadena simpática cervical con la porción distal
del nervio laríngeo en 1.11 de los 120 casos. La m o rfología
de este bucle hacía que fuera posible d e finir cinco tipos d i­ B (2 casos) C (1 caso)
ferentes. Las Figuras 1.68 y 1.69 proceden de su interesan­
te artículo, y recom endam os su lectura a todos los ciruja­ F ig u ra 1 .6 7 . Ramas del nervio laríngeo superior y arterias
nos que realizan cirugía tiroidea. carótidas. A, La rama interna cruza la arteria carótida externa
Para im p e d ir la lesión yatró g e n a del nervio laríngeo su­ por encima del origen de la arteria lingual. B, La rama interna
p erior d u ra n te la disección quirú rg ica cerca del vértice del cruza por debajo del origen de la arteria lingual. C, El nervio
tiroides en el cuello, El-Guindy y Abdel-Aziz145 recom enda- se divide m edialm ente a la arteria carótida externa, [dr]

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Cuello

M. tiroideo

Cartílago tiroides
Tronco nervioso
A. tiroidea superior Constrictor inferior de la faringe
V. tiroidea superior
M. cricotiroideo
M. esternotiroideo
Cápsula del tiroides Cartílago cricoides
Tipo I Tipo II
Polo superior del tiroides

F ig u r a 1 .6 9 . Variantes de los nervios laríngeos. T ip o I, For­


ma de V en 94 nervios (78±3,8%). Tipo II, Forma de U en 8 ner­
vios (6,7+2,3%). Tipo III, Mixta en 4 nervios (11,7±2,9%). T ipo
IV, Yuxtapuesto doble en 1 nervio (0,8±0,8%). T ipo V, Yuxta­
puesto triple en 1 nervio (0,8+0,8%). NLS, nervio laríngeo su­
perior; NLI, nervio laríngeo interno; GCS, ganglio cervical su­
perior; RC, rama com unicante; NLE, rama externa del nervio
laríngeo; RMC, rama del músculo cricoides; RT, rama del tiroi­
des. [su]

Nervio laríngeo externo


La rama laríngea externa, ju n to con la arteria y vena t i ­
roideas superiores, pasa p o r debajo del m úsculo este rn o ti­
roideo, en situación posterior y medial a los vasos. El ner­
vio pasa entonces por debajo del borde inferior del músculo
tiro h io id e o y continúa Interiormente hasta inervar el m úscu­
lo c ric o tiro id e o . Además de in te rv e n ir en la fo n a c ió n , el
m úsculo c ric o tiro id e o tiene una fu n c ió n im p o rta n te en la
regulación global de la respiración d e b id o a su co n tro l de
la resistencia y del flu jo espiratorios146.

N. laríngeo superior
F igu ra 1.68. Cortes coronales de la laringe que m uestran los
troncos del nervio laríngeo superior en el triángulo esternoti- - A. Rama interna
roideo-laríngeo, que está lim itado lateralmente por el m úscu ­
lo esternotiroideo, m edialm ente por el músculo constrictor in­ B. Rama externa
ferior de la faringe y el m úsculo cricotiroideo, y en la parte
inferior por el polo superior del tiroides. A, Tronco único, 89
casos (74,2%); B, Tronco único, 1 caso (0,8%); C, Tronco d o ­ A. tiroidea
superior
ble, 24 casos (20%); D, Tronco doble, 4 casos (3,3%); E, Tron­
co triple, 1 caso (0,8%); F, Tronco con cuatro ramas, 1 caso
(0,8%). [su] M. cricotiroideo

nerales a la laringe y a la zona del seno p irifo rm e de la la-


ringofaringe. También aporta fibras parasimpáticas para los F ig u r a 1 .7 0 . Relaciones entre la rama interna (A) y la exter­
elementos glandulares, y algunas fibras gustativas que iner­ na (B) del nervio laríngeo superior con la arteria tiroidea supe­
van las papilas gustativas de la zona que rodea la epiglotls. rior y la glándula tiroides. [sk2]

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* Skandalakis

Cuello

Rama externa del nervio


laríngeo superior
Anatomía quirúrgica

F ig u ra 1.71. Clasificación de los tipos de rama externa del nervio laríngeo superior, de acuerdo con el potencial riesgo de le­
sión durante una hipotética tiroidectomía. T ipo 1, El nervio cruza los vasos tiroideos superiores 1 cm o más por encima de un
plano horizontal que pasa por encima del polo superior del tiroides. T ipo 2a, El nervio cruza los vasos a m enos de 1 cm de este
plano. T ipo 2b, El nervio cruza los vasos por debajo del plano referido, [ce]

Una Investigación de W u y cois.147 indicó que, en alg u ­


Histología
nas personas, una rama del nervio laríngeo exte rn o ta m ­
bién puede participar la inervación del m úsculo tiroarite- La g lándula tiroides está rodeada p o r la cápsula tiro i­
n oid e o y en la inervación sensitiva del pliegue vocal de la dea, que es una delgada capa de te jid o conectivo. Desde
laringe. Propusieron que la rama com u n ica n te de este ner­ la cápsula, varios tabiques se e xtienden hacia el inte rior del
vio podría ser el nervio del q u in to arco branquial e m b rio ­ parénquim a tiroideo, que está su b dividido en diferentes ló­
nario. bulos. Las células epiteliales (cuboideas o escamosas) fo r­
Cernea y cois.148 afirm aron que la lesión de la rama ex­ man los folículos tiroideos; están separadas por un estroma
terna del nervio laríngeo superior será con m ucha p ro b a ­ c o n e c tivo fin o rico en vasos linfáticos y sanguíneos. Hay
bilida d duradera, p ro d u c ie n d o una m o d ific a c ió n p e rm a ­ pequeños haces de nervios.

n e n te de la voz de los vocalistas profesionales. La fa tiga Hay una acumulación de un material gelatinoso coloidal
en el centro del folículo. Todos los folículos tienen dos tipos
ta m b ié n es frecuente después de una lesión de esta rama.
de células: células foliculares y parafoliculares, o células C.
Cernea y cois, recom endaron identificar el nervio en el q u i­
Según Ross y Reith152, las células foliculares son respon­
rófano, especialmente en los pacientes que tenían bocios
sables de las siguientes acciones: síntesis de tiro g lo b u lin a ,
grandes. En la Figura 1.71 se muestra la anatom ía to p o ­
yodación, alm acenam iento de la tiro g lo b u lin a , reabsorción
gráfica y las relaciones de los nervios y de los vasos tiro id e ­
de la tiroglo b u lin a , hidrólisis de la tiro g lo b u lin a y liberación
os. Cernea y cois, han presentado ta m b ié n otros hallazgos
de la h o rm o n a tiroidea hacia la sangre y los linfáticos.
sobre la a n a to m ía q u irú rg ic a del ne rvio larín g e o supe­
Las células parafoliculares, o células C, se pueden en­
rio r149'150. co n tra r en el estroma co n ectivo entre los folículos o en el
En la mayoría de los pacientes, los vasos sanguíneos se epitelio folicular. Característicamente, contienen varios gra­
e n cuentran en el in te rio r del c o m p a rtim e n to visceral del nulos secretores.
cuello p o r debajo de la fascia pretraqueal, mientras que el
nervio laríngeo e x te rn o está entre la fascia y el m úsculo
c o n stric to r inferior de la faringe. Por lo ta n to , hay un pla­
Fisiología
no de disección entre los vasos y el nervio. En a p ro x im a d a ­
m e n te el 2 5 % de las personas, el nervio está debajo de la Las células foliculares de la g lándula tiroides producen
fascia, ju n to a los vasos151. las horm onas tiroideas tiro x in a (T,) y triy o d o tiro n in a (T3).

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Cuello

Las células foliculares captan y conce n tra n el y o d u ro des­ cirugía del tiroides. Aun así, co n o ce r la anatom ía q u irú rg i­
de el suero. El p ro d u c to final, la tiro g lo b u lin a , se acum ula ca de la g lá ndula tiroides y sus posibles variaciones tiene
en el coloide. una im p o rta n cia fu n d a m e n ta l para realizar una cirugía se­
Las Figuras 1.72 y 1.73 ¡lustran la síntesis de las h o rm o ­ gura y eficaz».
nas de la glándula tiroides y la regulación de su secreción. Presentamos el útil d iagram a de flu jo de Johns155 para
Otra fu n c ió n de la glándula tiroides es la secreción de tiro- el tra ta m ie n to de los nodulos tiroideos solitarios (Fig. 1.74).
calcitonina, que es el p ro d u c to de las células parafolicula- D elbridge y cois.156 señalaron que la operación de elección
res o células C. en el b o cio m u ltin o d u la r b e n ig n o bilateral es la tiro id e c to ­
mía total, p o rq u e evita el b o cio recurrente y la necesidad
de una tiro id e c to m ía secundaria.
O tro dilem a q u irú rg ic o es el tra ta m ie n to del hiperpara-

i* Cirugía d el tiroides tiro id is m o , que se explica en el apartado siguiente dedica­


do a la glándula paratiroides.
Las intervenciones q u irúrgicas de la pa to lo g ía tiroidea Según C oo p e r157, el tra ta m ie n to del h ip e rtiro id is m o si­
son la lobectomía bilateral total, la lobectom ía unilateral to ­ gue siendo c o n tro v e rtid o . Los e n d o crin ó lo g o s e stadouni­
tal con lo b e c to m ía co n tralateral parcial, y la lo b e c to m ía denses recom iendan los antitiroideos en los pacientes jóve­
parcial o subtotal (unilateral o bilateral). Hay m u ch a c o n ­ nes y el y o d o -1 31 en adultos. Los endocrinólogos europeos
troversia sobre cuál es la elección más adecuada para cada y japoneses tienden más a recom e n d a r antitiro id e o s inde­
paciente y cada enfe rm e d a d . La profesión q u irú rg ic a no p e n d ie n te m e n te de la edad del paciente. En to d o el m u n ­
logra ponerse de acuerdo sobre todas estas in te rv e n c io ­ do, la cirugía se utiliza con poca frecuencia.
nes. Ron y co is.158 señalaron q u e el yodo-1 31 parece ser
Recientem ente se ha realizado con é xito la cirugía m í­ un tr a ta m ie n to seguro en el h ip e rtiro id is m o sin que au­
n im a m e n te agresiva del tiroides. Ferzli y cois.153 describie­ m e n te s ig n ific a tiv a m e n te el riesgo de m o r ta lid a d to ta l
ron una m in itiro id e c to m ía viable y segura en glándulas no p o r cáncer.
mayores de 7 cm. En un estudio de 124 casos de tum ores m alignos del ti­
Estamos de acuerdo con el consejo de Bliss y co is.154: roides, Skandalakis y cois.159 observaron que el carcinoma
«la tiro id e c to m ía m ín im a m e n te agresiva u tiliza n d o té cn i­ papilar constituye el m a y o r g ru p o y supone el 39,5% . Se­
cas endoscópicas ta m b ié n puede afectar a la práctica de la ñalaron que este tip o de tu m o r es el menos m aligno.

] Perlas clínico-quirúrgicas
En general, estoy de acuerdo con el diagrama de flujo los nodulos autónomos es que aproximadamente un tercio
sobre el tratamiento de johns1S5, pero recomendaría una m o­ permanece estable, un tercio regresa espontáneamente y un
dificación de los siguientes recuadros: tercio progresa. Las únicas indicaciones del tratamiento de los
En el segundo recuadro después de la anamnesis y la ex­ nodulos autónomos hiperfuncionantes son que produzcan
ploración física recomendaría utilizar una prueba de TSH, hipertiroidismo, que sean tan grandes como para producir un
que es sensible, como única prueba de cribado de la función problema estético, o que produzcan síntomas debido a su
tiroidea. La moderna prueba de TSH en un buen laboratorio tamaño.
es eficaz para distinguir el hipertiroidismo (aparecerá una tsh El seguimiento de los pacientes que tienen un probable
baja incluso antes de la elevación de T4 o T3) del hipotiroi- nodulo solitario benigno después de administrarles trata­
dismo (habrá una elevación de TSH antes de que bajen las m iento con T4 es una práctica que he realizado durante m u ­
concentraciones de T4 y T3) y el eutiroidismo. chos años, y con frecuencia el observador tiene la impresión
En el recuadro del patrón folicular, el térm ino debería ser de que se produce la regresión del nodulo. Sin embargo, es­
patrón neoplásico folicular. Es evidente que las células ti­ tudios ecográficos secuenciales exhaustivos no han docu­
roideas normales son foliculares. mentado una verdadera regresión a una velocidad mayor de
Entre el recuadro del nodulo autónomo y el recuadro que la que se produce espontáneamente a lo largo del tiempo
indica la cirugía o el tratamiento con I131 debe haber infor­ sin recibir T4. Sospecho que con el tratamiento con T4 hay
mación sobre el tamaño del nodulo autónom o y sobre si el una reducción del tamaño de las porciones normales de la
nodulo autónom o produce hipertiroidismo. Los nodulos au­ glándula tiroides que permite que la glándula disminuya ha­
tónomos menores de 3 cm de diámetro raras veces (o tal vez cia el cuello y que el nodulo solitario se pueda palpar con
nunca) producen hipertiroidismo. La evolución natural de menos facilidad. (RSF Jr)

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* Skandalakis

Cuello

PLASMA CELULA COLOIDE


Anatomía quirúrgica

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Tiroglobulina y,;
s-J•*r almacenada £■' * V
’í/
> v i '/ ’■ J'.V s’ -:.<s

F ig u ra 1.72. Síntesis y secrección de tirosina (T4) y triyodotirosina T3 TSH, h o rm o n a estim ulante del tiroides; MIT, m onoyo-
dotirosina; DIT, diyodotirosina. [po]

Captación radioactiva de
Perclorato estimulación
del tiroides
Linfocito Bíoensay°

Radioínmunoanálisis

Supresión TRH
Estimulación TREk

T4,T 3, ITL (T7)


TBG

T4 yT3 libre

Cerebro
BMR

Reflejo aquíleo

F ig u ra 1.73. Regulación fisiológica de la secrección de ho rm o n a tiroidea y pruebas que m iden estos parámetros. TRH, h o r­
m o n a reguladora de la liberación de h o rm o na tiroidea; TSH, h o rm o n a estim ulante de la liberación de h o rm o n a tiroidea; TSI,
inm unoglobulinas estimulantes del tiroides; LATS, estimulante de acción prolongada; TBG; globulina transportadora de tirosi­
na; ITL, índice de tirosina libre, [pó\

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Cuello

F ig u ra 1.74. Organigrama del tratam iento del paciente con n o dulo pulm o nar solitario. TSH, h o rm o n a estim ulante del tiroi­
des; PAAF, p u n ció n con aguja fina; RAD, dosis absorbida de radiación, [/o]

En el carcinom a papilar de tiroides, N o g u ch i y cois.160 daciones: 1) el cirujano debe buscar ganglios en la parte
afirm aron que la afectación microscópica de los ganglios central del cuello; si están presentes, se deben resecar; 2)
linfáticos cervicales es del 80% . Mirallié y cois.161 presen­ se debe realizar una disección radical del cuello m o d ific a ­
tan tablas que m uestran la localización de la lesión en el da funcio n a l terapéutica, conservando los ganglios m o to ­
carcinom a p a pilar de tiroides (Tablas 1.7 y 1.8). Clark162, res en bloque; 3) no se debe realizar la disección cervical
en un c o m e n ta rio solicitado, hizo las siguientes re co m e n ­ profiláctica po rq u e , p ro p o rc io n a lm e n te , pocos pacientes

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• Skandalakis

Cuello

palpables los ganglios de m e n o r ta m a ñ o tam b ié n pueden


Localización de la afectación
Tabla 1.7. te n e r micrometástasis.
ganglionar Chen y cois.163 p u b lica ro n que, aunque poco fre cu e n ­
Anatomía quirúrgica

N.° en pacientes con ganglios te, se ha observado enferm edad metastásica aislada en la
p ositivo s g lándula tiroides de tum o re s prim arios no tiroideos, que
L ocalización Ip sila te ra l C o n tra la te ra l incluyen los siguientes:
g a n g lio n a r (n = 71) (n = 30)
C arcinom a de células renales 5 casos
Paratraqueal 60 (83,3%) 25 (34,7%)
A deno ca rcin o m a esofágico 1 caso
Yugular medio 44 (61,1%) 12(16,7%)
C arcinom a e p id e rm o id e de p u lm ó n 1 caso
Supraclavicular 26 (36,1%) 5 (6,9%)
Subdigàstrico 20 (27,8%) 2 (2,8%) Leiom iosarcom a gástrico 1 caso
C arcinom a e p id e rm o id e lingual 1 caso
Fuente: Mirallié E, Visset J, S ag an C, H a m y A, Le Bodic MF, P ain eau J. C arcinom a de la g lándula parótida 1 caso
Localization o f cervical n o d e m etastasis of papilary th y r o id carcinom a.
W orld J Surg 19 9 9 ;2 3 : 970-974; c o n a u to rizació n .
Boyd y cois.164 recom e n d a ro n la aspiración con aguja
que reciben tra ta m ie n to con irradiación presentan recu­ fina preoperatoria de los tum ores tiroideos co m o una po­
rrencia ganglio n a r de las metástasis; 4 ) la «recogida de fru ­ derosa he rra m ie n ta d ia gnóstica en el cáncer de tiroides.
tos» es inútil, p o rq u e con ganglios linfáticos metastásicos Tarantino y cois.165 a firm aron que todavía no se ha defini-

Tabla 1.8. Afectación ganglionar según la localización del tumor en el lóbulo tiroideo
N.° según la lo c a liz a c ió n en el ló b u lo tiro id e o
Ganglios Tercio s u p e rio r Tercio m e d io Tercio in fe r io r D ifu s o Desconocido ís tm ic o

Paratraqueales ipsi 9 6 10 18 14 3
Yugulares ipsi 6 5 6 15 11 1
Supraclaviculares ipsi 3 3 2 13 5 0
Subdigástricos ipsi 7 1 1 5 5 1
Paratraqueales contra 2 4 1 10 8 0
Yugulares contra 1 2 0 7 2 0
Supraclaviculares contra 0 2 1 2 0 0
Subdigástricos contra 0 0 0 1 1 0

P a r a t r a q u e a l e s ipsi: g a n g l i o s p a r a t r a q u e a l e s ip sila te ra le s ; Y u g u lares ipsi: g a n g l i o s y u g u l a r e s ip sila te ra ie s ; S u p r a d a v i c u l a r e s ipsi: g a n g l i o s


s u p r a c l a v i c u la r e s ip s ila te r a le s ; S u b d i g á s t r i c o s ip si: g a n g l i o s s u b d i g á s t r ic o s ip sila te ra le s ; P a r a t r a q u e a l e s c o n t r a : g a n g l i o s p a r a t r a q u e a l e s
c o n t r a l a t e r a l e s ; Y u g ulares c o n t r a : g a n g l i o s y u g u l a r e s c o n t r a l a t e r a l e s ; S u p r a c l a v i c u l a r e s c o n t r a : g a n g l i o s s u p r a c l a v i c u la r e s c o n t r a l a t e r a -
les; S u b d i g á s t r i c o s c o n t r a : g a n g l i o s s u b d i g á s t r ic o s c o n t r a l a t e r a l e s .
Fuente: Mirallié E, Visset], Sagan C, H a m y A, Le Bodic MF, P ain eau J. Localization o f cervical n o d e m etástasis o f p ailary th y r o id ca rc in o m a . World
J Surg 1 9 99;23:970-974; c o n au to rizació n .

Perlas clínico-quirúrgicas

En general, estoy de acuerdo con la mayor parte de las ganglios estén unidos entre sí. Con frecuencia los ganglios
recomendaciones de Clark162 y sospecho que nuestro abor­ son m uy pequeños, y un cirujano que no estuviera fa m i­
daje de la resección de las metástasis ganglionares clínica­ liarizado con su aspecto y su tacto podría pasarlos por alto.
mente identificables del carcinoma papilar de tiroides es si­ Además, puede ser necesario seguir realizando la denuda­
milar. El té rm in o «recogida de frutos» significa cosas ción o la «recogida» hacia abajo, hacia el m ediastino, si
diferentes para cada cirujano diferente. Particularmente, hay datos clínicos de metástasis ganglionares adicionales.
a lo largo de los nervios recurrentes, los ganglios se deben Estoy de acuerdo en que no se debe realizar la disección
«recoger» de una manera que respete el nervio. Los gan­ cervical profiláctica. Según mi experiencia después de la
glios no se resecan co m o ganglios individuales, sino que inspección intraoperatoria meticulosa para detectar m e­
se «recogen» o denudan en grupo. La denudación o reco­ tástasis ganglionares y de la resección de los ganglios clí­
gida de los ganglios metastásicos se facilita algo por la ten­ nicam ente evidentes, la recurrencia ganglionar del carci­
dencia de las metástasis de carcinoma papilar a provocar noma papilar de tiroides es muy poco frecuente, incluso sin
una reacción ligeramente fibrótica que contribuye a que los radioterapia. (RSF Jr)

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Cuello

do la im p o rta n c ia de la biopsia m e d ia n te aspiración con quirúrgica inicial, y es preferible a la lobectom ía unilateral


aguja fina ni la de la citom e tría de flu jo para la evaluación (LU) p o rq u e los índices de recurrencia local y de metástasis
de las adenopatías cervicales, pero que la aspiración es fia ­ ganglionares con la LU son del 14% y el 19%, respectiva­
ble para el diagnóstico de enferm edad metastásica. mente, en comparación con el 2 % y el 6 % después de la LTB.
M a tsu zu ka y cois.166 describieron que el infrecuente lin- El carcin o m a m e d u la r de tiroides here d ita rio se debe
fo m a tiro id e o se p u e d e d e te cta r m e d ia n te la prueba de tratar con tiro id e c to m ía total profiláctica d u ra n te la infan­
Southern-blot (sondas IgH-JH o lgL-JK) en a p ro x im a d a m e n ­ cia; si hay una elevación de la co n centración de calcitoni-
te el 8 5 % de los casos. na, o si los niños son mayores de 10 años, se debe incluir
Smith y cois.16' describieron la e n fe rm e d a d de H od g - una linfadenectom ía, según Dralle y cois.176.
kin prim aria de la glándula tiroides y e n c o n tra ro n 19 casos C itam os de K ebebew y cois.177 sobre la reintervención
similares en la bibliografía médica. p or carcinom a m e d u la r de tiroides (C M T ) residual:
Herm ann y cois.168 recom e n d a ro n la re intervención en Aunque la reintervención de los pacientes con CMT re­
el h ip e rtiro id ism o recurrente en ausencia de co n tra in d ic a ­ sidual raras veces consigue la curación bioquímica, la re­
ciones, porque esta operación es segura y eficaz. exploración cervical es segura, y en algunos pacientes pue­
Lo y cois.169 señalaron lo siguiente: «Los pacientes que de lim ita r la progresión del CMT. La disección ganglionar
tienen carcinoma anaplásico de tiroides tienen un pro n ó s­ cervical bilateral podría ser beneficiosa en el mom ento del
tico desfavorable que precede a la m u e rte in m in e n te . La tratam iento quirúrgico inicial debido a la elevada frecuen­
extirpación quirúrgica seguida de tra ta m ie n to co m p le m e n ­ cia de CMT residual en los ganglios cervicales laterales. Los
tario puede p ro p o rcio n a r paliación sólo a pacientes selec­ estudios de im agen no agresivos fueron útiles, pero en
cionados». El p rim e r a u to r de este ca p ítu lo (JES) sólo ha m odo alguno perfectos, para g u ia r la reexploración del
visto un caso de este tipo, y aunque cauterizó y resecó a dia­ CMT residual locorregionai.
rio el tejid o tiro id e o anaplásico que p rotruía y realizó una
La parte co rrespondiente al desarrollo de este artículo
traqueostom ía, y a pesar de la irradiación, el paciente m u ­
incluyó com entarios sobre el tejido tiro id e o aberrante late­
rió pocos meses de la operación.
ral, el bocio metastatizante b e n ig n o y los esbozos laterales;
Dhar y cois.170 señalaron que la densidad microvascular
la m onitoriza ció n de la concentración sérica de calcitonina
tu m o ra l puede ser un nuevo ind ic a d o r pro n ó stico del car­
y CEA; y la im p o rta n cia de una operación te m prana para la
c ino m a d ife re n cia d o de tiroides. Estos autores ind icaron
curación. Recomendamos al lector interesado que consul­
que los pacientes que tienen carcinom a tiro id e o con e x­
te este artículo en su totalidad.
presión de la tim id in a fosforilasa y una elevada vasculari­
M ientras q u e Voutilainen y cois.178 a firm aron que, ac­
zación tum oral probablem ente precisarán radioterapia c o m ­
tu a lm e n te , no existe n in g ú n tra ta m ie n to curativo para los
plem entaria.
pacientes con carcinom a anaplásico de tiroides, Nilsson y
Sanders y Silverman171 afirm aron que el carcinom a fo li­
cois.179 indicaron que una com binación de radioterapia ace­
cular y el carcinoma de células de Hürthle de la glándula ti­
lerada h iperfraccionada preoperatoria, d o xo rru b ic in a a n ­
roides con una invasión capsular m ínim a se c o m p o rta n de
tes y después de la operación, y cirugía de reducción de
manera benigna, y que estos dos tipos tienen un pron ó sti­
v o lu m e n (siem pre que sea posible), p e rm ite conseguir un
co similar.
m e jo r c o n tro l local y, posiblem ente, ta m b ié n un m a yo r ín­
Gauger y cois.172 afirm aron lo siguiente: «N o se puede
dice de supervivencia.
utilizar el tam a ñ o de una lesión folicu la r para predecir un
Para el tra ta m ie n to de la tirotoxicosis asociada a am io-
diagnóstico final de carcinom a folicular, y ta m p o c o tiene
darona, un estudio de H am oir y cois.180 indicó que la tiro i­
valor cuando se to m a n decisiones intraoperatorias sobre la
dectom ía es más eficaz que el tra ta m ie n to m édico con ve n ­
extensión de la resección del tiroides».
cional.
La invasión del eje cervicovisceral (la rin ge , tráquea y
esófago) p o r un carcinom a de tiroides es un hecho infre­
cuente. Según M a c h e n s y cois.173, la extensión neoplásica
en esta zona está prod u cid a más veces p o r crecim iento ex- Perlas clínico-quirúrgicas
tratiroideo que por metástasis ganglionares. Recomendaron
la extirpación de los ganglios linfáticos paratraqueales y pa- El trabajo de Hermann y cois.168 se basa en una expe­
raesofágicos en la operación primaria. riencia quirúrgica con 19 pacientes. En el pasado, las inter­
En un estudio de pacientes a los que se les había reali­ venciones quirúrgicas secundarias, con distorsión de los
zado cirugía prim aria y una reintervención p o r carcinom a planos tisulares y de la anatomía por la operación previa, han
m edular de tiroides esporádico, G im m y cois.174 recom en­ tenido mayores índices de complicaciones que la cirugía ti­
daron la disección g a n glionar mediastínica transesternal en roidea primaria en manos de muchos cirujanos. Por este
los que tenían metástasis ganglionares. motivo, habitualmente se considera que la técnica ablati-
Hay y cois.175 afirm aron que la lobectom ía tiroidea bila­ va secundaria de elección es el radioyodo. (RSF Jr)
teral (LTB) p or carcinom a papilar de tiroides es la técnica

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■ Skandalakis

Cuello

C hao y cois.181 señalaron que la mayoría de los pacien­ La vena tiroidea media es corta y se desgarra co n faci­
tes que tienen carcinom a de tiroides e h ip e rtiro id is m o aso­ lidad. Si se secciona de manera accidental se retraerá, lo
ciado tienen carcinomas pequeños. que hará que la hemostasia sea difícil. C uando se ejerce de­
Anatomía quirúrgica

Shimizu y cois.182 describieron la resección endoscópi- masiada tracción sobre la glándula tiroides, la vena se apla­
ca de tu m ores tiroideos en cinco pacientes. na y queda exangüe, haciendo que no se pueda reconocer
En los carcinom as tiroideos bien diferenciados que in ­ hasta que se lesiona. Con frecuencia el desgarro se p ro d u ­
vaden la tráquea, Yang y cois.183 re com iendan la resección ce en la u nión entre la vena tiroidea m edia y la vena y u g u ­
quirúrgica seguida de reconstrucción prim aria. lar, y presenta riesgo de em bolia gaseosa. Esta lesión de la
vena precisa una reparación inm ediata.
La hem orragia d u ra n te la cirugía de los quistes del c o n ­
d u c to tirogloso, la resección del lób u lo piram idal o la sec­
C o m p lica cio n e s a n a tó m ica s
ción de un istm o tiro id e o grueso d u ra n te la cirugía del ti­
d e la tiroidectom ía roides o la tra q u e o to m ía se debe la mayoría de las veces a
una lesión de la arteria cricotiroidea. Esta arteria se o rigina
Le s ió n vascular en la arteria tiroidea superior o en su rama anterior, y sigue
el borde superior del m úsculo c ric o tiro id e o y de la m e m ­
Las arterias tiroideas se deben ligar con cuidado; la ar­ brana cricotiroidea (Fig. 1.76).
teria tiroidea superior tiende a retraerse, llenando de esta El co n d u c to to rá cico raras veces se lesiona d u ra n te la
manera el c a m p o de sangre. tiro id e cto m ía , aunque no es desconocida la lesión d u ra n ­
N o se debe pinzar la arteria tiroidea superior p o r enci­ te la disección radical del cuello. El c o n d u c to se puede li­
ma del p o lo superior del tiroides, po rq u e se puede lesio­ g a r sin m iedo.
nar el nervio laríngeo e xterno. Si la arteria se pinza en el
p olo puede escapar una rama, con la consiguiente h e m o ­
rragia. Se debe pinzar y ligar el polo superior ju n to con la Le s ió n o r g á n ic a
arteria (Fig. 1.75).
La separación de la arteria tiroidea inferior del nervio la­ La pleura no suele lesionarse, pero tenem os los regis­
ríngeo recurrente ha de realizarse con cuid a d o . C uando el tros de dos pacientes en los que se p ro d u jo n e u m o to ra x;
nervio pasa e ntre ramas de la arteria, se deben ligar y sec­ en uno, un inm enso b ocio tó x ic o se extendía m u y lateral­
cionar por separado las ramas individuales. La retracción m ente, y en el o tro el tiroides era retroesternal.
de la arteria puede resultar un in te n to p re cipitado de he­ Las dos pleuras se acercan a la línea media, y p o r lo ta n ­
mostasia que lesionará el nervio recurrente. to entre sí, ta n to por delante c o m o por detrás. Un bocio in-
Avisse y cois.131 revisaron 1 7 casos de nervio laríngeo tratorácico puede descender hacia el m ediastino a n terior o
inferior derecho no recurrente. Había una arteria subclavia
derecha aberrante en tres casos. Teniendo en cuenta sus
casos y una revisión de la bibliografía los autores c o n clu ­
yen que esta alteración siem pre está presente cuando hay
un nervio laríngeo infe rio r derecho no recurrente. Los au­
tores recogen las bases anatóm icas y e m briológicas y ana­
lizan las im plicaciones diagnósticas y terapéuticas de esta
Superficie de
d o b le m a lfo rm ación. corte del
pedículo vascular
tiroideo
superior

Perlas clínico-quirúrgicas
]
Todo este asunto sobre utilizar pinzas alrededor del polo
superior del tiroides me molesta. Siempre he preferido una
técnica de ligadura en continuidad de los vasos del polo
superior (o de sus ramas) utilizando ligaduras finas. Esta
técnica permite visualizar el nervio laríngeo externo y tirar
de él para sacarlo de la zona peligrosa si es necesario. Se con­
sigue una resección más completa de la glándula, y hay
menos probabilidad de que se deslice una pinza o de que F ig u ra 1.75. Los vasos tiroideos superiores deben ligarse en
la arteria se desgarre por una tracción excesiva. (RSF Jr) el tejido del polo superior. La ligadura incorrecta puede pro d u ­
cir un a hemorragia masiva, [ak]

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Cuello

Rama interna del nervio laríngeo superior Se pueden lesionar la tráquea y el esófago cu a n d o hay
tiroiditis, adenom a calcificado o neoplasia m aligna. La cáp­
Arteria tiroidea
sula verdadera del tiroides, la fascia pretraqueal, la tráquea
superior
Arteria laríngea superior y el esófago pueden estar tan fijados entre sí qu e los in te n ­
tos enérgicos de separación pu e d e n p e rfo ra r la tráquea.
Una perforación traqueal puede precisar una traqueosto-
mía inm ediata.
Las glándulas paratiroides están cerca de la capsular ti­
Membrana roidea posterior. En la tiro id e c to m ía conservadora total se
Rama externa del tirohioidea
nervio recurrente
p ro d u c e h ip o ca lce m ia en el 2 0 % al 2 5 % de los p a c ie n ­
laríngeo tes185,186. En la mayoría de los casos, la d is m in u ció n de la
conce n tra ció n de calcio (tal vez d e b id o al tra u m a tis m o de
las glándulas) es pequeña y transitoria; persiste en el 1 % al
Constrictor inferior 4 % de los casos. En la tiro id e cto m ía radical la incidencia es
mayor. La conservación de sólo una glá n d u la paratiroides
evitará los síntomas de h ip o p a ra tiro id is m o .

Músculo
cricotiroideo Le s ió n n e r v io s a
Arteria y nervios
laríngeos inferiores Lesión d e l v a g o

Fernando y Lord187 presentaron datos q u e indican que


la sección inadvertida de la vascularización del nervio vago
podría ser una causa hasta ahora no sospechada de varios
problem as neurológicos que se p ro d u ce n después de la ti­
F ig u ra 1.76. Nervios y arterias de la laringe, vista lateral. roidectom ía, la endarterectom ía c a ro tíd e a y la cirugía para
la corrección de los aneurismas del cayado a ó rtico. Es p o ­
sible que algunos problem as neurológicos postoperatorios
que se han a trib u id o a la lesión accidental del nervio larín­
posterior, llevando la glándula tiroides cerca de la pleura geo recurrente se hayan d e b id o realm ente a la isquemia o
(Fig. 1.77). el edema del nervio vago, con consecuencias similares (Figs.
Pandya y Sanders184 describieron un m é to d o en el que 1.78 a 1.81).
se colocaba un catéter de Foley más allá del c o m p o n e n te
supraesternal del bocio. Se tiraba c u id a d o sa m e nte hacia
arriba del catéter y de su balón inflado, llevando el bocio
subesternal al cuello. Esta técnica se u tilizó de manera se­
gura y eficaz en dos pacientes, im p id ie n d o de esta m a n e ­
ra la necesidad de una esternotom ía. A u n q u e se han des­
crito pocos casos de la utilización de esta técnica, tal vez sea
segura. Cúpula pleural

Perlas clínico-quirúrgicas

El hipoparatiroidismo crónico es una enfermedad muy


difícil para el paciente. Pienso que los índices del 1% al 4%
de hipoparatiroidismo permanente son bastante elevados, V ?. /
Á 1 -
pero probablemente sean mejores en manos sólo de los ci­ \ 1 Pleura mediastínica
rujanos que tienen más experiencia y habilidad. Por este
m otivo recomiendo un abordaje conservador para selec­ w f
1 \
cionar a los pacientes para una tiroidectomía total (aproxi­
madamente el 20% de los pacientes que tienen una neo­
plasia maligna de tiroides). (RSF Jr) F ig u ra 1.77. Bocio intratoràcico y su relación con la pleura
(línea discontinua). [ha2]

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* Skandalakis

Cuello

te se o rigina a 2 cm o 3 cm del origen de la arteria tiroidea


inferior). La ligadura del d re nado venoso del nervio da lu­
gar a cam bios edematosos y parálisis nerviosa.
Anatomía quirúrgica

N e rv io la rín g e o re c u rre n te

En una serie de operaciones de tiroides en la que p a rti­


ciparon 21 7 nervios laríngeos recurrentes, H olt y cois.188
e n co n tra ro n nueve lesiones nerviosas, de las que cu a tro
fueron perm anentes. En la misma serie se p ro d u je ro n tres
lesiones de los nervios laríngeos superiores; una fu e per­
m anente.
La m a yo r parte de las lesiones del nervio laríngeo recu­
rrente se p ro d u c e n «justo debajo del p u n to en el q u e el
nervio pasa p o r debajo de las fibras inferiores del m úsculo

F igu ra 1.78. Disección de la parte derecha del cuello. La ar­


teria larga del vago (A) recibe ramas de refuerzo (R) de la arte­
ria carótida co m ú n (B) y de la in tern a (I). El d añ o inadvertido
a los vasos en la endarterectom ía carotídea puede lesionar el
vago (N) y consecuentemente producir una parálisis vagal. [fe?]

Según los mismos autores, las partes cervical y torácica


del nervio vago tienen una única arteria vagal grande, la
mayoría de las veces en el lado anterolateral del nervio, que
está fo rm a d a p o r con trib u cio n e s a varios niveles. Por arri­
ba del vago recibe la rama de la arteria cerebelosa inferior
posterior. Por debajo, está vascularizado por una rama de
la arteria tiroidea inferior (el tro n co principal de la arteria va­
gal). Entre medias, el vago recibe ramos de refuerzo direc­
ta m e n te de las arterias carótidas c o m ú n e interna a inte r­
valos de 1,5 cm . Las venas vagales drenan hacia las venas
tiroideas superior e inferior. Se p ro d u ce parálisis vagal des­
pués de a p ro xim a d a m e n te el 2 7 % de las endarterectomías
carotídeas. El tip o de lesión del nervio vago es com parable
al de la m édula espinal cuando se prod u ce una in te rru p ­ F ig u r a 1 .7 9 . Disección del cuello en h u m a n o s. U na gran
ción de las ramas radiculares. vena del vago drena en las venas tiroideas superior (S) e infe­
Fernando y Lord187 ta m b ié n escribieron que la ligadura rior (I). La in terrupción de los vasos en la tiroidectomía p u e­
de la arteria tiroidea inferior cerca de su origen in te rru m ­ de producir cambios en la voz. El nervio vago está indicado
pirá la principal vascularización del vago (que n o rm a lm e n ­ con una N. [fe3]
68
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Cuello

F ig u ra 1.80. Disección del cuello en hum anos. La vena va-


gal principal (V) drena la vena tiroidea inferior. La arteria del
vago rama de la arteria tiroidea inferior se sitúa junto a la vena.
Las suturas distales a este pu n to pueden producir edema o cam­
bios degenerativos del vago, con la consiguiente parálisis. El
F ig u r a 1 .8 1 . Disección del lado izquierdo del cuello y del
nervio vago está indicado con una N. [feJ] tórax. La arteria del vago (A) es rama de la arteria tiroidea in ­
ferior. Este vaso se bifurca en las ramas ascendente y descen­
dente. La ram a descendente recibe otras ramas de la aorta, ar­
terias bronquiales y esofágicas. El daño de estos pequeños vasos
en las tiroidectomías y en las intervenciones de aneurismas de
la aorta pueden contribuir al daño vagal y producir cambios en
c o n stricto r inferior para hacerse intra laríngeo»189. La causa la voz por la parálisis vagal. (N, nervio vago; B, arteria aorta.)
habitual es una grapa hem ostática137. O tro origen de la le­ m
sión es la ligadura en masa de los vasos del p o lo inferior
del tiroides; esta ligadura puede inclu ir un nervio recurren­
te más ante rio r de lo habitual. Se debe ide n tificar el nervio
antes de ligar la vena tiroidea inferior. C ha n g -C h ie n 190 ha
evaluado las causas específicas de la lesión del nervio larín­
geo recurrente (Tabla 1.9). Vulnerabilidad del nervio
Tabla 1.9.
Esmeraldo y cois.191 resumieron los resultados de la le­ laríngeo recurrente
sión del nervio laríngeo recurrente y de la rama externa del
nervio laríngeo superior. Porcentaje
Causa de la v u ln e ra b ilid a d encontrado
• En la lesión unilateral del nervio recurrente la cuerda vo ­
cal afectada tiene una posición param ediana d e b id o a la Localización lateral y anterior 1,5-3
tensión del lig a m e n to vocal p o r el m úsculo cricotiroideo. Tunelización a través del tejido tiroideo 2,5-15
La voz se conserva (con m odificaciones). Fijación fascial 2-3
• En la lesión unilateral del nervio laríngeo recurrente y del Fijación arterial 5-12,5
nervio laríngeo superior, la cuerda afectada está en una Gran proxim idad a la vena tiroidea inferior 1,5-2+
posición interm edia, lo que prod u ce disfonía e im p o s ib i­ D ato s d e las series de C h a n g - C h i e n Y. Surgical a n a t o m y a n d v u l n e r a ­
lidad de toser. La cuerda afectada se mueve hacia la línea bility of t h e r e c u r r e n t lary n g eal n erve. I n t Surg 65:23, 1980.
m edia con el paso del tie m p o . La voz mejora, pero apa­ Fuente: S k an d alak is JE, G ray SW, Rowe JS Jr. A n a t o m i c a l C o m p l i c a ­
rece una estenosis de las vías aéreas. La pérdida del ner­ tio n s in G e n e ra l Surgery. N u ev a York McGraw -H ill, 1983; c o n a u t o r i ­
vio laríngeo superior deja insensibles los tejidos de la la- zación.

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Cuello

ringe y de los senos piriformes, lo que da lugar a la pér­ recurrente y superior). La lesión del nervio laríngeo supe­
dida del reflejo de la tos y a dificultades con la aspiración rior sólo se puede ide n tificar p o r la rotación de la parte su­
y la limpieza de las vías aéreas. En la lesión bilateral del ner­ perior de la glotis hacia el lado afectado y el arqueam ien-
Anatomía quirúrgica

vio recurrente, debido al estrechamiento de las vías aéreas to de la cuerda vocal afectada.
que prod u ce n los músculos cricotiroideos que no tienen C oin cid im o s con la a firm ación de Johns y Rood:
oposición, es necesaria la traqueostom ía. (,..)Un conocimiento exhaustivo de la anatom ía de la
Scanlon y cois.186 presentaron una serie en la que 6 de laringe y de las relaciones de su inervación con los múscu­
los 145 pacientes a los que se les había realizado una tiroi- los intrínsecos de la laringe es un prerrequisito para la lo­
d ectom ía to ta l presentaron una parálisis del nervio larín­ calización adecuada del p u n to de lesión en la lesión de los
geo recurrente. Todos menos uno se recuperaron en el pla­ nervios laríngeos. El tratam iento con éxito del paciente se
zo de un año. basa en un diagnóstico etiológico exacto™6.
La disfonia postoperatoria no siempre se debe a la lesión
q u irúrgica de los nervios laríngeos. Entre el 1 % y el 2 % de
C a d e n a s im p á tic a c e rv ic a l
los pacientes tienen una cuerda vocal paralizada antes de
la o p e ra c ió n del tiro id e s 188. Neel y cois., en la C línica Un ga n g lio sim pático se puede co n fu n d ir con un gan­
M a y o 192, estudiaron 202 casos de parálisis de una cuerda glio linfático, y se puede resecar cuando el cirujano opera un
vocal, de los q u e 153 (7 6 % ) se pro d u je ro n después de una carcinoma papilar de tiroides metastásico. En uno de nues­
tiro id e cto m ía , 36 (1 8 % ) tenían una etiología conocida va­ tros pacientes, el ganglio cervical inferior y el prim e r ganglio
riada y 1 3 (6 % ) tenían un origen idio p à tico . R ecom enda­ torácico estaban fusionados y fo rm a b a n una estructura si­
mos que el cirujano general realice una laringoscopia in d i­ milar a un ga n g lio que se e x tirp ó 197. El cirujano debe iden­
recta antes de la tiroidectom ía. tificar todos los aparentes ganglios linfáticos que se relacio­
M iyauchi y cois.133 realizaron anastomosis entre el asa nan con la arteria vertebral y que están fijados delante de la
cervical y el nervio laríngeo recurrente en el cuello p o r pa­ apófisis transversa de la séptima vértebra cervical.
rálisis de la cuerda vocal debidas a lesiones mediastínicas. La lesión del nervio sim pático cervical p ro d u ce el sín­
Presentaron una excelente mejoría de la fonación sin m o ­ d ro m e de H orner: 1) c o n stricció n de la pupila , 2) ptosis
v im ie n to de las cuerdas vocales. parcial del párpado superior, 3) enoftalm os aparente, 4) di­
Pensamos que se debe adve rtir al paciente de que, a latación de los vasos retinianos y 5) e n ro je c im ie n to y se­
pesar de tod a s las precauciones, existe la p o sib ilid a d de quedad de la piel facial del lado afectado.
que pueda haber alguna discapacidad vocal después de la La tiro id e cto m ía de bocios de gran ta m a ñ o es más sen­
tiro id e cto m ía . Se puede p ro d u cir disfagia p o r la lesión de cilla con la sección (alta, media o baja) de los músculos in-
las primeras ramas que se o riginan en los nervios laríngeos frahioideos. Cabe esperar que así se evite la lesión del asa
recurrentes qu e inervan el esófago193.

Rama para la duramadre


N e rv io la rín g e o superior Ganglio vagai inferior

Rama
Lekacos y cois.194 observaron tres casos de lesión del del simpático
hipogloso
nervio laríngeo superior después de 54 ligaduras altas clá­
Rama cervical Comunicación a la primera
sicas de la arteria tiro id e a superior. O bse rva ro n q u e los ventral
ventral
pacientes en los que se p roducía una pérd id a del nervio
laríngeo e x te rn o referían in e sta b ilid a d de la voz, fa tig a Rama a los

vocal rápida e im posibilidad para generar sonidos de to n o Raíz inferior del asa cervical
a g u d o , con d ific u lta d para cantar. N o se reg istra ro n le­ (cervical descendente)
Rama al geniohioideo
siones en otros casos en los que las ramas de la arteria t i ­ Rama al tirohioideo
Raíz inferior del asa cervic '
roidea su p e rio r se ligaron en el p o lo superior. Según Dur- al vientre
ham y H arrison195, el nervio laríngeo exte rn o está paralelo superior del
otnohioideo
y p ró x im o a los vasos tiroideos superiores en a p ro x im a d a ­
m e n te el 2 0 % de los casos, e incluso pasa entre las ramas Rama al vientre
inferior del
de la arteria tiro id e a su p erior cerca del po lo su p e rio r en homohioldeo
el 6 % al 1 4 % de los casos. Rama al esternotiroideo

En su excelente m onografía, Johns y Rood196 analizaron


la clasificación de la cuerda vocal paralizada. Una cuerda
vocal paralizada puede ser paramediana (in te rru p ció n sólo
del n e rv io laríngeo recu rre n te [teoría de W agner-G ross- F ig u ra 1.82. Esquema del nervio hipogloso derecho y su asa
m a n n ]) o interm edia (in terrupción de los nervios laríngeos cervical.

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nervio h ipogloso (Fig. 1.83). N o rm a lm e n te , los músculos


se deben seccionar en una zona alta para prote g e r su iner­
vación. C oincidim os to ta lm e n te con Beahrs y cois.23 en que
se debe m a n te n e r la integridad de estos cuatro músculos.
En nuestra práctica, oca sio n a lm e n te seccionam os los
músculos; el p u n to de división varía depen d ie n d o del tam a­
ño del m egatiroides. A u n q u e nuestras observaciones pos­
toperatorias podrían haber sido superficiales, nunca hemos
observado m odificaciones de la voz, de la d e g lu ció n ni de
la masticación. C uando estos cu atro músculos están para­
lizados se pro d u ce una alteración de la fu n c ió n del hueso
hioides y del aparato laríngeo, con alteraciones de la d e ­
g lución.
Recom endamos al estudiante interesado que lea cu id a ­
dosam ente los trabajos de Yerzingatsian202,203.
Chao y cois.204 señalaron q u e la técnica p oco fre cu e n ­
te de cirugía tiro id e a de reinterve n ció n se puede realizar
con seguridad y con poca m o rb ilid a d para el paciente. Las
com plicaciones postoperatorias fu e ro n las siguientes:

F ig u ra 1.83. Esquema del asa cervical, sus raíces y sus ramas H ip o p a ra tiro id ism o transitorio 5 ,2 %
para los músculos infrahioideos. H ip o p a ra tiro id ism o perm a n e n te 1,7%
Parálisis transitoria del nervio laríngeo recurrente 2 ,6 %
Parálisis p e rm anente del nervio laríngeo recurrente 1,7%

cervical. Farquharson y R intoul198 y Paparella y S hum rick199 Citam os de Profanter y cois.205 sobre el hiperparatiroi-
re com endaron la sección alta, W ilson200 la sección m edia, dism o p rim a rio (HPTP):
y Stell y M a ran 201 la sección baja.
La ecografía tuvo una exactitud global del 80% para
La fo rm a c ió n y la localización del asa cervical son varia­
localizar correctamente las glándulas paratiroides aumen­
bles. Hemos visto una raíz única en un caso, que es un fe­
tadas de tam año, y la gam m agrafía tuvo una exactitud
n ó m e n o p oco frecuente. En la mayoría de los casos, hay
global del 78,6%. La exactitud de la localización aumen­
dos raíces que se unen; de esta unión surgen ramas seg­
tó hasta el 8 4 ,6% si se aplicaban ambas técnicas dia g ­
mentarias. El trayecto de estas ramas es bastante variable;
nósticas. En pacientes que tenían restos tiroideos n o rm a­
por lo tanto, no hay una inervación segmentaria «típica» de
les, la exactitud de la ecografía fue del 85,7% , y era del
los músculos infrahioideos. Los músculos e sternohioideo y
700% si se utilizaba la gammagrafía. Las técnicas preope­
e sternotiroideo están ¡nervados p or ramas que surgen des­
ratorias de localización en pacientes con HPTP y cirugía ti­
pués de la u n ió n de la raíz descendente superior (C1) con
roidea previa tienen una elevada exactitud; esto permite
la raíz descendente inferior (C2, C3) del asa cervical (Fig.
concebir una estrategia quirúrgica dirigida p o r las técni­
1.82). De m anera característica, la entrada de la rama m o ­
cas de imagen, evitando de esta manera exploraciones cer­
tora de estos dos músculos está cerca del cartílago tiroides
vicales bilaterales innecesarias, que se asocian con un ele­
y justo p o r encim a de la escotadura yugular, o, más bien,
vado riesgo de lesión del nervio laríngeo recurrente.
bisecciona el á n g u lo entre el segm ento inferior del m úscu­
lo e sternohioideo y la clavícula. C itam os de M ene g a u x y cois.206 sobre la tiro id e cto m ía
Desde el p u n to de vista q u irú rg ic o no cono ce m o s la secundaria:
to pografía de la un ió n ni el tra ye cto de las ramas del asa El índice de complicaciones permanentes es m ayor en
cervical en cada paciente concreto. Por lo ta nto, debem os las reintervenciones tiroideas que en las operaciones tiroi­
prepararnos cuidadosam ente para hacer más sencilla la t¡- deas primarías; sin embargo, pensamos que este índice del
roidectom ía m ediante la sección unilateral o bilateral de los 2% es lo suficientemente bajo como pa ra pe rm itir la rein­
cuatro músculos infrahioideos o pretiroideos que son iner­ tervención cuando sea necesaria, siempre que se respeten
vados p o r los ramos centrales de C1, C2 y C3 a través del unas reglas quirúrgicas dadas.

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* Skandalakis

Cuello
Anatomía quirúrgica

Glándula paratiroides

i ‘» m m m m m m
paratiroides superiores (paratiroides IV) (Fig. 1.84). A m bos
primordios descienden desde su nivel de origen, pero las pa­
ratiroides III están ín tim am ente asociadas a la glándula tim o
D esa rr o llo normal que deriva de la p o rción ventral de la tercera bolsa. Esta
asociación te rm in a h a b itu a lm e n te en la octava semana, y
En la q u in ta y sexta semanas de gestación, la farin g e
deja a la glán d u la paratiroides cerca del nivel del bo rd e in­
e m brionaria está señalada e xte rn a m e n te por cu atro hen­
fe rio r de la glándula tiroides. De manera ocasional, las pa­
diduras branquiales de e cto d e rm o . In te rn a m e n te hay cin ­
ratiroides III quedan encapsuladas con el tim o y se pueden
co bolsas branquiales de e n d o d e rm o . Estas hendiduras y
desplazar hacia el m ediastino; h a b itualm ente esto no tiene
bolsas, ju n to con los arcos branquiales situados entre ellos,
im portancia para el paciente, pero puede ser frustrante para
fo rm a n el aparato branquial. A u n q u e es transitorio, el apa­
el cirujano.
rato da lugar a algunos derivados normales: las glándulas
Es im p o rta n te considerar los puntos siguientes:
tiroides y paratiroides, el tim o , el cu e rp o u ltim o b ra n q u ia l,
la tro m p a de Eustaquio, el oído m e d io y el c o n d u c to audi­ • ¿Son las glándulas paratiroides de o rigen e c to d é rm ic o , y
tivo externo. Tam bién existe la p o sibilidad de que algunas p o r lo ta n to , proceden de las hendiduras faríngeas 3 y 4?
estructuras que n o rm alm ente son transitorias persistan has­ Tal vez.
ta la edad adulta. • ¿Las glándulas paratiroides se originan en la cresta neu-
Las glándulas paratiroides se o rig in a n co m o engrosa- ral (lo que significa que pertenecen al sistema APUD)? Tal
m ientos epiteliales del e n d o d e rm o dorsal de la tercera y vez.
cuarta bolsas branquiales. C o m o consecuencia de su pos­ • Lundgren y cois.207 m ostraron que el te jid o paratiro id e o
te rior m igración, los derivados de la tercera bolsa se c o n ­ anó m a lo del h ip e rp a ra tiro id is m o p rim a rio n o rm ocalcé-
vierten en las paratiroides inferiores (paratiroides III), m ie n ­ m ico se caracteriza p o r trastornos m orfo ló g ico s y fu n c io ­
tras qu e los de la cuarta bolsa se co n v ie rte n en las nales, que se ven de manera constante en los pacientes
con h ip e rp a ra tiro id is m o p rim a rio e hipercalcemia.

A n o m a l ía s c o n g é n it a s

El desarrollo anóm alo de las glándulas paratiroides in ­


cluye variaciones de localización, n ú m ero, fo rm a , ta m a ñ o ,
peso y color. Los quistes paratiroideos pueden ser congé-
nitos. El síndrom e de Lobd e ll-D iG e o rg e (agenesia de las
paratiroides y del tim o ) es una m a lfo rm a ció n que afecta a
los arcos y bolsas branquiales caudales, y que se m anifies­
ta en a p ro x im a d a m e n te 38 com binaciones.
La Figura 1.85 ¡lustra las localizaciones anatóm icas de
las glándulas paratiroides ectópicas halladas en un estu­
d io de Shen y cois.208. La técnica para localizar estas g lá n ­
dulas se presenta en «Estrategia para e n contrar las g lá n d u ­
las paratiroides», más a d e lante en este m ism o c a p ítu lo .
Casas y cois.209, M a lh o tra y cois.210 y M a rtin y cois.211 re­
c o m e n d a ro n la localización p reoperatoria de las p a ra tiro i­
F igu ra 1.84. Vías de migración de las paratiroides. Estas glán­ des con una gam m agrafía con sestamibi m arcado con tec-
dulas se pueden encontrar en cualquier zona de esta vía de m i­ n e c io -9 9 m . Esto no sólo puede re d u c ir el tie m p o
gración, generalm ente en los niveles indicados por las flechas. q u irú rg ic o , sino que ta m b ié n puede c o n tr ib u ir a q u e la
Lgr4j o peración tenga éxito.
72

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Cuello

Localización
Tabla 1.10.Localización de las paratiroides
en 50 cadáveres
Localización
en la g lá n d u la P aratiroides P aratiroides
Vaina carotidea tiroides superiores, % inferiores, %
Intratiroidea Tercio superior 8 2
Tercio medio 80 12
Paraesofágica Tercio inferior o 12 86
debajo del
polo inferior
Intratimica
100 100
M ediastino
anterior Fuente: S kandalakis JE, Gray SW, RoweJS Jr. A n ato m ical C o m p lic a tio n s
(no timica) In G e n e ra l Surgery. N u ev a York: McGraw-H ill, 1983; c o n au to rizació n .

Mediastino
posterior
Las localizaciones extremas son m u y poco frecuentes,
aunque se han e n c o n tra d o glándulas tan altas c o m o en la
Ventana bifu rca ció n de la arteria ca rótida y tan bajas c o m o en el
aortopulm onar
m e d ia stin o 139. En la práctica, el cirujano debe em pezar en
F ig u ra 1.85. Localizaciones anatóm icas de las glándulas pa- el p u n to en el qu e la arteria tiro id e a in fe rio r entra en la
ratiroides, con la frecuencia de cada localización (n=54). [shl] glándula tiroides. Las glándulas paratiroides superiores p ro ­
ba b lem ente estarán a p ro xim a d a m e n te 2,5 cm p o r encim a
de la misma, y las glándulas inferiores 1,25 cm d e bajo de
la m ism a. Si no se e n cuentra la g lá n d u la in fe rio r es más
probable qu e sea más baja que más alta.
N o rm a lm e n te hay cuatro glándulas paratiroides, pero es
bastante fre cu e n te ten e r más o menos. C uando hay m e­
A n ato m ía quirúrgica nos de cuatro glándulas, es difícil descartar la posibilidad de
i glándulas ectópicas. Dos glándulas paratiroides pueden es­
tar fusionadas entre sí; esta pareja se puede diferenciar de
A n a t o m ía t o p o g r á f ic a g e n e r a l
una glándula bilobulada por la presencia de un plano de se­
Las glándulas paratiroides se encuentran h a b itu a lm e n ­ paración entre ellas139.
te en la superficie poste rio r de la g lá n d u la tiroides, cada H ooghe y cois.218 señalaron que en 4 1 6 paratiro id e cto -
una de ellas con su propia cápsula de tejido conectivo. Oca­ mías el 1 9 % de los órganos se encontraba en localizacio­
sionalm ente están incluidas en la cápsula tiroidea, o una nes ectópicas, c o m o distales a los lóbulos tiroideos, a lo lar­
de ellas incluso puede seguir a un vaso sanguíneo p ro fu n ­ go del esófago o en el m e d ia s tin o a n te ro s u p e rio r en el
do en el in te rio r de un surco del tiroides. inte rio r de restos tímicos. De los pacientes de Hooghe, el
Se desconoce la frecuencia de estas glándulas ocultas. 5 % tenía paratiroides supernumerarias. Wei y cois.219 des­
Farr y cois.212 encon tra ro n 10 ejem plos en 100 pacientes cribieron te jid o paratiroideo en el inte rio r del tim o con hi-
que tenían tum ores paratiroideos. Se descubren pocas glán­ p e rp a ra tiro id ism o prim ario.
dulas paratiroides intratiroideas en ausencia de e n fe rm e ­ M c H e n ry y cois.220 estudiaron la localización de las pa ­
dad. Se han desarrollado varias técnicas para localizar las ratiroides con sestamibi m arcado con te cn e cio -9 9 m , y se­
glándulas paratiroides ocultas213-214. ñalaron que la sensibilidad y el valor predictivo p o sitivo de
M c ln ty re y cois.215 describieron que 18 de 309 pacien­ esta técnica g a m m agráfica son comparables a los de otras
tes (6 % ) a los que se les había realizado una paratiroidec- técnicas de localización o incluso mejores. Los mismos au ­
tom ía tenían glándulas paratiroides intratiroideas. Libutti y tores describieron que la ausencia de sensibilidad de la prue­
cois.216 describieron una glándula paratiroides intratiroidea ba para la d etección de la enferm edad m u ltig la n d u la r im ­
en el 7% de los casos, y recom iendan la ecografía para la pide su utilización en la exploración sistemática bilateral de
selección de los pacientes para resección tiroidea. pacientes con h iperparatiroidism o.
Gray y cois.217 tabularon la posición adulta de 200 g lá n ­ A u nque se ha utilizado la TC, la RM y la gam m agrafía
dulas paratiroides de 50 cadáveres. La Tabla 1.10 muestra con tecnecio-99m /talio-201 para identificar las glándulas en
la localización de estas glándulas, todas las cuales se podrían el hiperparatiroidism o primario, se siguen buscando m ejo­
considerar «normales». res m odalidades de imagen. Bonjer y cois.221 evaluaron la

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Cuello

C om o se ha señalado previamente, N ob o ri y cois.109 ad­


Perlas clínico-quirúrgicas
virtieron que una rama de la arteria tiroidea superior que se
anastomosaba con la arteria tiroidea infe rio r vascularizaba
Anatomía quirúrgica

La gammagrafía tridimensional de alta resolución con la glán d u la paratiroides sup e rio r en a p ro x im a d a m e n te el


sestamibi marcado con tecnecio-99m está empezando a 4 5 % de los casos. La m ayo r frecuencia de vascularización
usarse, y los primeros datos indican que es útil para locali­ p o r parte de la arteria tiroidea superior que se vio en el tra­
zar una glándula solitaria y que permite una exploración bajo de N ob o ri y cois, en c o n tra p o sició n con la de otros
paratiroidea limitada para la resección de la glándula úni­ autores se podría a trib u ir a las técnicas que utilizaron, o tal
ca en más de dos tercios de los pacientes con un hiperpa- vez a diferencias genéticas de la anatom ía.
ratiroidismo primario. (RSF Jr) Delattre y cois.226 observaron que la vascularización de las
paratiroides parece originarse de la siguiente forma:
• Paratiroides superiores:
posibilidad de utilizar la gammagrafía con 2 -m etoxiisobuti-
77,1% : arteria tiroidea inferior.
lisonitrilo (M IBI) marcado con tecnec¡o-99m c o m o técnica
15,3% : anastomosis de las arterias tiroideas inferior y su­
preoperatoria e intraoperatoria utilizando una sonda gam -
perior.
magráfica de mano. A pesar de que Bonjer y cois, concluye­
• Paratiroides inferiores:
ron que en su estudio la sonda de MIBI no m ejoraba la evo­
9 0,3 % : arteria tiroidea inferior.
lución de la cirugía de las paratiroides, coincidim os con el
c o m entario solicitado de Linos22' de que sigue habiendo si­ A n d e r y cois.227 estudiaron la vascularización y la secre­
tio para la mejoría de esta técnica y que se debe seguir u ti­ ción de horm o n a paratiroidea en pacientes que tenían ade­
lizando la sonda. De hecho, Purcell y cois.222 han descrito noma paratiroideo o hiperplasia secundaria. Señalaron que,
un elevado grado de éxito utilizando una com b in a ció n de a pesar de la desvascularización, la m a yo r secreción de h or­
ecografía de alta resolución y gam m agrafía con sestamibi m ona paratiroidea permanecía sin m odificar.
m arcado con tecnecio-99 para localizar las paratiroides an­
tes de la cirugía en pacientes que tienen hiperparatiroidismo. I n e r v a c ió n
Szabo y cois.223 observaron en un estudio re trospecti­
vo de 659 pacientes con hip e rp a ra tiro id ism o p rim a rio es­ La inervación de las glándulas paratiroides es directa des­
porádico que la incidencia de adenom a paratiroideo en dos de los ganglios cervicales superior o m edio, o tiene lugar a
glándulas paratiroides aumentadas de ta m año era de ap ro ­ través de un plexo que está en la fascia de las caras lobula­
x im a d a m e n te el 12%. res posteriores.
La localización preoperatoria de los adenomas parati-
roideos es incluso más difícil cuando hay nodulos tiroideos.
Krauszy cois.224 recom iendan que, cuando no hay p a to lo ­ Histología y fisiología
gía tiroidea, la ecografía de alta resolución debe ser el pri­
m er paso para localizar un adenom a paratiroideo antes de La m a yo r parte del p a ré n q u im a p a ra tiro id e o está fo r­
la cirugía. Señalaron que en los pacientes que tienen h ip e r­ mada p o r las células principales, y una pequeña parte está
pa ra tiro id ism o prim a rio sólo, la gam m agrafía con sestami­
bi m arcado con tecnecio-99m es una herramienta diagnós­
tica eficaz. Es necesario realizar gam m agrafías y ecografías
cua n d o el paciente tiene alteraciones tiroideas además del Perlas clínico-quirúrgicas
h ip e rp a ratiroidism o.

Este informe de un índice elevado de adenomas «do­


V a s c u l a r iz a c ió n bles» aparentes223 es compatible con otros. Sin embargo,
no está del todo claro que el índice de adenomas dobles fun­
A lveryd225 estudió la vascularización arterial de las para- cionantes sea en m odo alguno tan elevado. Si la primera
tiroides en 354 piezas de autopsia. Se observó que las pa­
glándula que está aumentada de tam año es realmente un
ratiroides superiores e inferiores habitu a lm e n te están vas-
adenoma, en lugar de ser hiperplásica, las segundas glán­
cularizadas p o r la arteria tiro id e a inferior: el 8 6 ,1 % en el dulas aumentadas de tamaño pero más pequeñas pueden
lado derecho y el 7 6 ,8% en el izquierdo. C uando no hay no ser funcionantes. En algunos pacientes los índices de
arteria tiroidea inferior, las glándulas paratiroides superiores curación que se han descrito después de la exploración uni­
e inferiores están vascularizadas p or la arteria tiroidea supe­ lateral con resección de los adenomas han sido m uy eleva­
rior en la mayoría de los casos225 (Fig. 1.86 y Tabla 1.11).
dos. La reciente aparición de un análisis rápido de PTH para
Después de un estudio de 160 piezas de autopsia, W a n g 139 su utilización intraoperatoria puede ayudar a determinar la
afirm ó que se podría utilizar el pedículo vascular para loca­ importancia fisiológica de los adenomas «dobles». (RSF Jr)
lizar una paratiroides IV de localización baja (Fig. 1.87).

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N.° de casos
N.° de casos
Porcentaje
Porcentaje

N.° de casos
Porcentaje

F ig u r a 1.86. A; Esquemas de la localización de las glándulas paratiroides y su vascularización en 12 casos con 5 paratiroides
sin adenom a. Se indican en cada caso las paratiroides derechas e izquierdas. B, Variaciones en la localización de las glándulas
paratiroides en relación con la arteria tiroidea inferior en ambos lados en 354 casos con 2-5 glándulas. Los dibujos m uestran
una visión lateral de la laringe y la tráquea movilizando el tiroides y separándolo ventral y medialm ente. Las líneas horizo n ta­
les indican los niveles de entrada de las ramas más superiores y más inferiores de la arteria tiroidea inferior en el parénquim a
tiroideo. Las áreas rayadas indican la localización de las paratiroides. Los casos sin arteria tiroidea inferior se en cu en tran en es­
quemas separados, pero en esta localización n o se aprecian las paratiroides. [al\

form a d a p o r células oxífilas. Tal vez todas las células para- Para m a n te n e r norm al la con ce n tra ció n de calcio en la
tiroideas participan en la secreción de la h o rm o n a parati- sangre se form a un sistema de retroalimentación entre el cal­
roidea y de parathorm ona (PTH), y en la regulación del m e­ cio circulante y la secreción de PTH. D em asiado calcio sé­
tabolism o del calcio y del fosfato. Recom endamos al lector rico inhibe la produ cció n de PTH, y dem asiado po co esti­
interesado en las paratiroides que lea el excelente trabajo mula su secreción.
de W eber y cois.228, que indica que el c o n te n id o en PTH Cisneros y cois.229 afirmaron que en los pacientes que tie­
del te jid o paratiro id e o puede ser útil para difere n cia r los nen carcinom a e p id e rm o id e no metastásico de la piel se
órganos normales de los anómalos. puede p ro d u c ir una hipercalcemia h u m oral de la neopla-

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* Skandalakis

Cuello

Variaciones de la vascularización de 1.405 paratiroides que se identificaron


Tabla 1.11.
en 354 autopsias0,13
Anatomía quirúrgica

Lado derecho Lado izquierdo


1 2-3 1 2-3
Paratiroides Paratiroides Total Paratiroides Paratiroides Total

Arteria tiroidea inferior 12,4e 86,4 98,8 20,1e 76,8 96,9


Arteria tiroidea superior 8.7 0,6 9,3 15,0 2,8 17,8
Arteria tiroidea ima 0,6 0,6 0,6 0,6
Arterias de la laringe, tráquea, esófago 1.7 1,7 2,0 2
o mediastino

a T o m a d o d e Alveryd A. P a r a th y ro id g la n d in t h y r o id surgery. Acta C h ir Scand 1 96 8 ;3 8 9 (su p l):l-1 2 0 .


b Los n ú m e r o s i n d i c a n la fre c u e n c ia en p o r c e n ta je del n ú m e r o to tal de casos.
c I n clu y e 10 casos (lado d e re c h o ) y 13 casos (lado izquierdo) e n los q u e só lo se id e n tific ó u n a g lán d u la.

Fuente: S kandalakis JE, G ray SW, Rowe JS Jr. A n a to m ic a l C o m p l i c a t i o n s in G e n e r a l Surgery. N u ev a York: McGraw -H ill, 1983; c o n au to r iz a c ió n .

sia m aligna (secreción de una h o rm o n a p o r el tu m o r hacia La ausencia de elevación de la concentración de PTH


la circulación sistèmica distante al esqueleto, con la consi­ en presencia de hipercalcemia debe excluir un hiperparati-
guiente reabsorción ósea) p o r una proteína relacionada con roidismo prim ario como causa. Raras veces(...) se conside­
la h o rm o n a paratiroidea (PTHrP). ra que la concentración de PTH, aunque está en el interva­
Citam os de Perez y Pazianos230: lo normal, es tan elevada como para causar hipercalcemia

Parte superior
casos

M e d iastin ica s
A. Tiroides inferior B. Intratímicas
A. Cricotiroideas y B. Posterior al polo 6 casos ...2 %
S uperficies a n te rio r y poste rio r
yuxtacricoideas superior del tiroides 131 casos ...42%
241 casos ...77 % 6 8 casos ...22%

C. Y u x ta tir o id e a s
C. Retrofaríngeas y retroesofágicas 4 7 ca s o s 15%... 6 casos ...2 %
3 casos ... /%
F ig u ra 1.87. A. A-C, Distribución anatómica de 312 glándulas paratiroides superiores (paratiroides IV). B. A-D, Distribución
anatóm ica de 312 glándulas paratiroides inferiores (paratiroides III). [wá\

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Cuello

no mediada p or horm ona paratiroidea distinta a un hiper-


paratiroidismo primario. Que nosotros sepamos, se desco­
Perlas clínico-quirúrgicas
noce el mediador que participa en las glándulas paratiroi-
des de estos pacientes. Los quistes contienen un líquido cristalino, y ésa es la
clave del diagnóstico cuando se aspira una masa cervical,
Sin em bargo, estamos de acuerdo con LiVoIsi231, quien
porque los quistes tiroideos no son cristalinos. La h o rm o­
afirm ó que «nuestro c o n o c im ie n to de la fisiopatología de
na paratiroidea está elevada en el líquido del quiste, pero
las paratiroides dista m u c h o de ser co m p le to . C o m o in d i­
no en la sangre. (RSF Jr)
caron los autores de este estudio, aún se debe d e fin ir la in­
fo rm a ció n de estudios de biología m ole cu la r de re cepto­
res que d e tectan el calcio y de los genes q u e regulan la Paso 2. Disecar el m ediastino superior ta n to c o m o sea
sensibilidad al calcio en el te jid o paratiroideo (en co n d ic io ­ posible, prestando especial atención al tim o o a su resto
nes ta n to normales c o m o normales)». detrás del m anu b rio .
Paso 3. Explorar la región que está p o r encim a del po lo

LJs u
superior de la glándula tiroides, hasta el hueso hioides.
Cirugía d e las paratiroides Paso 4. Explorar los espacios retroesofágico y retrofa-
ríngeo.
La indicación más fre cu e n te de cirugía de las para tiro i­ Paso 5. Realizar una tiro id e c to m ía subtotal.
des es el h ip e rp a ra tiro id ism o . En m u y raras ocasiones se Paso 6. Explorar más a fo n d o el m ediastino en una se­
asocian quistes paratiroideos al hip e rp a ra tiro id ism o , pero g u n d a operación. Esto se debe hacer sólo después de ha­
nunca se ha observado que sean malignos. ber re cib id o el info rm e de anatom ía p a to lógica del tim o y
Safran232 presentó un caso de un quiste p a ra tiro id e o del te jid o tiro id e o y no se ha descrito n in g ú n te jid o para­
fu n cio n a n te ; su revisión a firm ó que M itm a k e r había des­ tiro id e o 236.
crito sólo 162 casos de quistes paratiroideos de la bibliogra­ El orden de estos pasos es c o n tro v e rtid o , especialm en­
fía m édica en 1991, con una m e n o r incidencia de quistes te los pasos 5 y 6. En una serie de 4 0 0 operaciones que
funcionantes. Safran re co m endaba la aspiración de estos presentaron Nathaniels y cois.238 había 84 tu m o re s p a rati­
quistes, que se m anifiestan c o m o masas en la parte lateral roideos mediastínicos. Fue necesaria una m e d ia stin o to m ía
o inferior del cuello. Casi siem pre hay hipercalcemia, hipo- en 19. Sesenta y siete estaban en el m e d iastino anterior, y
fosfatemia y elevación de la parathorm ona sérica, pero des­ 1 7 en el m ediastino posterior. El resto se e x tirp ó a través
aparecen después de la resección del quiste. de una incisión cervical. Pensamos que la explo ra ció n me-
La degeneración m aligna de las paratiroides es poco fre­ diastínica debe ser la técnica de ú ltim o recurso.
cuente, pero p or supuesto puede afectar a una o más para-
tiroides. Los cirujanos deben d ecidir en el quiró fa n o có m o
debe ser de radical la técnica que utilicen, y si es necesaria A p l ic a c io n e s q u ir ú r g ic a s
la resección de las estructuras anatómicas adyacentes.
• La localización preoperatoria de las glándulas p a ra tiro i­
des es una gran ayuda ta n to para el paciente co m o para
Es tr a te g ia p a r a e n c o n t r a r las el ciru ja n o . C up ta y cois.239 señalan que la localización
GLÁNDULAS PARATIROIDES p reoperatoria con sestamibi m arcado con te c n e c io -9 9 m
(M IBI) de los adenomas paratiroideos simples que cursan
Se ha descrito la localización norm al de las glándulas con h ip e rp a ra tiro id ism o perm ite reducir no sólo el tie m ­
paratiroides superiores e inferiores. T ra y n o ry cois.233 advir­ po q u irú rg ic o , sino ta m b ié n la extensión de la disección
tieron que la captación rápida de azul de m etile n o p o r las q u irú rg ic a y el riesgo.
glándulas paratiroides indica que cua n d o es difícil localizar • Farnebo y cois.240 afirm aron que el antígeno Ki-67 (antíge-
las glándulas durante la operación es posible su uso intrao- no asociado al ciclo celular) puede propo rcio n a r inform a­
peratorio selectivo, en lug a r de una infusión preoperatoria ción útil sobre el potencial m a ligno de los tum ores parati­
sistemática, sin un retraso significativo de la operación. Sin roideos, m ientras que no se ha d e m o s tra d o que la
em bargo, los cirujanos generales deben seguir pasos espe­ inm unorreactividad de la proteína del retinoblastom a sea
cíficos para localizar las glándulas, porque no pueden ex­ útil para distinguir entre los tum ores paratiroideos be n ig ­
plorar to d o el cuello. Los pasos siguientes son esencialmen­ nos y los malignos.
te los q u e han in d ic a d o A d a m s 234, C a d y 235, M c C a rity y • Ryan y cois.24' afirm aron que, después de la localización
Bostwick236 y Edis237: del adenom a paratiroideo, una exploración unilateral del
Paso 7. Explorar la superficie superior de la glándula ti­ cuello ofrece un resultado similar a la explo ra ció n bilate­
roides. Ligar las venas tiroideas medias, retraer el lób u lo ral, y precisa menos tie m p o q u irúrgico.
medial y a n te rio rm e n te y e xp o n e r el nervio laríngeo recu­ • Angelos y cois.242 describieron un caso m u y poco frecuen­
rrente. te de un paciente con hip e rp a ra tiro id ism o que tenía pa-

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• Skandalakis

Cuello

rálisis espontánea del nervio laríngeo recurrente izquier­ marcada se p ro d u ce en los prim eros días después de la
d o después de la cual se resolvía la hipercalcemia. Después operación.
de la resección de un adenom a p a ratiroideo con fo rm a ­ • Ryan and Lee250 resaltaron la eficacia y la seguridad de
Anatomía quirúrgica

ción de un absceso, la fu n ció n de la cuerda vocal volvió 100 paratiroidectom ías consecutivas en la norm alización
a la n orm alidad. de la conce n tra ció n sérica de calcio.
• Richards y cois.243 publicaron el noveno caso de infarto • Angelos251 estudió a pacientes con hiperparatiroidismo pri­
espontáneo de un adenom a p a ra tiroideo en el hiperpa- mario a los que se evaluó con gammagrafía preoperatoria.
ratiroidism o prim ario. La anatom ía del infarto es e n ig m á ­ Después de excluir a varios pacientes por sus antecedentes,
tica. Los autores señalados a n te rio rm e n te sugieren que al resto de los pacientes que tenían gammagrafías positivas
tal vez el infarto sea secundario al crecimiento excesivo del se les realizaron operaciones con éxito guiadas por estudio
tu m o r con respecto a su vascularización. D o w la ta b a d i244 radiológico, mientras que a los que tenían gammagrafías
ha descrito la trom bosis de la vascularización de las pa- negativas se les realizaron paratiroidectomías convencio­
ratiroides. nales con éxito. Angelos concluyó que «aunque la cirugía
• Billingsley y cois.245 utilizaron el térm ino «paratímica» para de las paratiroides guiada p or gammagrafía es un procedi­
referirse a una glándula paratiroides no descendida loca­ m ie n to quirú rg ico eficaz, muchos pacientes seguirán pre­
lizada en la parte superior del cuello, justo p o r encim a o cisando la exploración estándar de las cuatro glándulas».
p or debajo de la bifurcación carotídea. Em briológicam en­ • M iccoli y cois.252 re com endaron la para tiro id e cto m ía en-
te, el té rm in o es correcto p o rq u e las paratiroides inferio­ doscópica después de la localización preoperatoria de las
res y el tim o se orig in a n en la tercera bolsa faríngea; sin lesiones paratiroideas y el análisis in tra o p e ra to rio de la
em b a rg o , co n fu n d irá al cirujano que n o esté fam iliariza­ h o rm o n a paratiroidea. Tuvieron buenos resultados en 39
d o con la localización o n to g é n ic a de las glándulas para- pacientes.
tiroides y que pueda pensar que se refiere a una localiza­ • Starr y cois.253 señalaron que la m e d ició n intraoperatoria
ción «tímica» de la paratiroides. de la h o rm o n a paratiroidea intacta para m e d ir la adecua­
• Barry y cois.246 re com endaron la paratiro id e cto m ía sub­ ción de la resección del te jid o h ip e rfu n c io n a n te durante
total con tim e cto m ía transcervical sistemática para el tra ­ la paratiroidectom ía redujo la obte n ció n de cortes conge­
ta m ie n to del hip e rp a ra tiro id ism o familiar. lados, pero no m e jo ró el índice de n o rm alización de la
• Proye y cois.247 a firm aron que a los pacientes que tienen c o n centración sérica de calcio.
h ip e rp a ra tiro id is m o p rim a rio con a u m e n to del ta m a ñ o • Zaraca y cois.254 señalaron que la para tiro id e cto m ía total
de múltiples glándulas se les puede tratar con cirugía con­ con autotrasplante en 19 pacientes que tenían h ip e rp a ­
servadora, resecando sólo las glándulas q u e tienen un ratiroid ism o secundario (renal) grave alivia los síntomas
claro a u m e n to de tam año, sin biopsiar las glándulas de de h ip erparatiroidism o, y que el índice de recurrencia del
aspecto norm al. h ip e rp a ra tiro id ism o es bajo.
• Chen y cois.248 ind icaron que se puede realizar la parati­ • M o lle ru p y Lind e w a ld 255 afirm aro n que el h ip e rp a ra tiro i­
roidectom ía en pacientes ancianos (más de 70 años) con d ism o prim a rio y la litiasis renal son frecuentes, pero que
elevados índices de curación, con baja m o rta lid a d , sin algunos pacientes e xp e rim e n ta n recurrencia de la litiasis
m o rta lid a d , con una duración breve de la estancia y con si hay co n ce n tra cio n e s norm ales de calcio después de
una elevada satisfacción del paciente. una p a ra tiroidectom ía con éxito.
• Pasieka and Parsons249 señalaron que la p a ra tiro id e c to ­ • Caccitolo y cois.256 piensan que la corrección de la hipo-
mía reduce la sintom atología preoperatoria en los pacien­ calcemia postexploración utilizando criopreservación y au­
tes con h ip e rp a ra tiro id is m o p rim a rio , y la m ejoría más totrasplante es fiable en teoría, pero difícil en la práctica.

Tabla 1.12. Éxito de la cirugía del hiperparatiroidismo primario


In te rv e n c ió n ín d ic e de é x ito In v e s tig a d o r

Operación inicial 95% Clark y cois.351


Edis y cois.352
M a rtin y cois.353
Granberg y cois.354
Reintervención sin localización previa a la cirugía 60% Satava y cois.355
Reintervención con localización previa a la cirugía mediante técnicas no agresivas 89% Grant y cois.356

Nota: S eg ú n C h e u n g y cois.357 y Sugg y cols.3SS, las técnicas agresivas c o m o la arteriografía y la e x tr a c c ió n selectiva d e sa n g re v e n o s a n o locali­
z a n la g lá n d u la p aratiroides a n ó m a la .
78

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Cuello

C o m o puede aparecer h ip e rp a ra tiro id is m o después de lizado previamente en este capítulo) y a la cirugía radical del
un autotrasplante de te jid o paratiroideo h isto ló g ica m e n ­ cuello (que se presentará más adelante)261,262.
te norm al, o después de un período de h ip oparatiroidis- La im p o sib ilid a d de e n co n tra r una glándula adenom a-
m o posquirúrgico, D'Avanzo y cois.257 ponen de relieve la tosa c u a n d o hay h ip e rp a ra tiro id is m o indica una técnica
im porta n cia de señalar la localización del trasplante pa­ inadecuada. Hellstróm e Ivem ark263 describieron la im posi­
ratiroideo. bilidad de e n co n tra r la glán d u la enferm a en el 10 % de 92
U tilizando tecnología de láser e n doscópico, Stojadinovic pacientes.
y cois.258 resecaron un adenom a p a ra tiro id e o que se lo­ Para evitar la repetición de la paratiroidectom ía, Shen y
calizaba en el seno p iriform e. cois.208 recom e n d a ro n la e xploración cervical bilateral y la
A u nque son posibles períodos p ro lo n g a d os de remisión localización preoperatoria.
después de la paratiroidectomía subtotal, Burgess y cois.259 Lo y Lam 264 re co m e n d a ro n el autotrasplante inm e d ia to
señalaron que, fin a lm e n te , se pro d u ce h ip e rp a ra tiro id is­ de las glándulas paratiroides para evitar el hipoparatiroidis-
m o recurrente en la mayoría de los pacientes que tienen m o. A m bos autores a d virtieron que el autotrasplante siste­
neoplasia endocrina m ú ltip le de tip o I (M E N I). m á tico se asociaba con una elevada incidencia de hipocal-
En la Tabla 1.12 se muestran los índices de cirugía satis­ cemia posq u irú rg ica 265.
factoria p or hip e rp a ra tiro id ism o prim a rio .
Berger y cois.266 afirm aro n lo siguiente:
Kikum ori y cois.260 describieron que el inje rto de las pa-
ratiroides en la tiroidectom ía total es eficaz, y que las glán­
Hay una marcada heterogeneidad del tam año glandu­
dulas fu n cio n a n du ra n te m u c h o tie m p o .
lar en los pacientes que tienen hiperplasia esporádica de
múltiples glándulas, similar a la que se encuentra en la ne­
oplasia endocrina múltiple de tipo I. Esta heterogeneidad
C o m p licacio n es a n a tó m ica s puede llevar a no reconocer la enfermedad multiglandular
si se realiza una exploración cervical bilateral. El análisis in-
v\ d e la p ara tiro id e cto m ía
traoperatorio de horm ona paratiroideo puede ser un com­
Las com plicaciones de la p a ra tiroidectom ía son las mis­ plemento im portante en esta población de pacientes en los
mas que se asocian a la tiro id e c to m ía (que ya se han ana­ que no se sospecha enfermedad multiglandular.

Tráquea cervical
fálica. La tráquea (anterior) y el esófago (posterior) se sepa­
ran caudalm ente; en la cuarta semana aparecen los esbo­
zos pulm onares en la punta del p rim o rd io traqueal. Al p rin ­
D e s a r r o llo normal cipio la bifurcación traqueal está en la parte alta de la región
cervical; en el m o m e n to del parto está a la altura de la cuar­
Existe discrepancia en la bib lio g ra fía m éd ica sobre la
ta o q u in ta vértebra torácica.
utilización de los térm inos pared ventral del intestino ante­
El ca rtílago aparece en la tráquea y en los b ro n q u io s
rior y pared dorsal del intestino anterior. Recuérdese que el
primarios la décim a semana, y las glándulas aparecen una
divertículo respiratorio aparece en la pared ventral del in ­
semana después267,268.
testino anterior, pero p or separación más tarde y p o r la fo r­
mación del bord e esofagofaríngeo, el inte stin o a n terior se
divide en dos porciones: ventral, que es responsable de la A n o m a l ía s c o n g é n it a s
génesis del sistema respiratorio, y dorsal, que es responsa­
ble de la génesis del esófago. M u y pocas veces la tráquea presenta m alform aciones.
Al final de la tercera semana de gestación, aparece el La fístula traqueoesofágica es la única m a lfo rm a c ió n que
surco laringotraqueal en la superficie ventral del extrem o su­ se encuentra con frecuencia. Su reparación no pertenece a
perior del intestino a n terior e m b rio n a rio . El e x tre m o distal la práctica del cirujano general.
del surco crece en dirección caudal, m ientras que el extre­ Burch y cois.269 han descrito la com presión vascular de
m o proxim al y el intestino a n terior crecen en dirección ce­ la tráquea.

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* Skandalakis

Cuello

A n ato m ía quirúrgica
Anatomía quirúrgica

Estructura general

La tráquea, ju n to con el esófago y la glándula tiroides,


está en el c o m p a rtim e n to visceral del cuello. La pared a n ­
te rio r del c o m p a rtim e n to está fo rm a d a p o r los músculos
esternotiroideo y esternohioideo. Está cubierta p o r delan­
te p o r la capa de revestim iento de la fascia cervical p ro fu n ­
ALTURA
da, y por detrás p o r la fascia pretraqueal (véase Fig. 1.26). Mujeres
La tráquea com ienza a la altura de la sexta vértebra cervi­ 7.5-10,5 (9,5)

cal. Su bifurcación está al nivel de la sexta vértebra to rá ci­ Hombre s


10-13 (10,9)
ca en posición erguida, o al de la cuarta a q u in ta vértebras
Total
torácicas en d e c ú b ito supino. 7.5 -1 3 (10,4)

Hay de 16 a 2 0 cartílagos traqueales. La parte cervical


de la tráquea está fo rm a d a p o r cua tro o cinco anillos in ­
co m pletos de cartílago y sus'm em branas de conexión, fi­
bras musculares lisas y el te jido fibroelástico que com pleta
los arcos p o r detrás. Las fibras de m úsculo liso están dis­
puestas horizon ta lm e n te y se unen al pericondrio del extre­
m o de cartílago; así, la contracción del músculo estrecha la F ig u r a 1 .8 9 . Dimensiones de la membrana cricotiroidea. Se
describe el margen en m m y la media, [do]
luz de la tráquea. Por lo tanto, la superficie posterior de la
tráquea, que está fo rm a d a p o r la m e m bra n a fibra m uscu­
lar, es plana.
Los cartílagos m id e n a p ro xim a d a m e n te 4 m m de a ltu ­
ra y a p ro x im a d a m e n te 1 m m de grosor. En algunos casos,

los cartílagos de dos o más anillos se fusio n a n , h a b itu a l­


m e n te sólo de manera parcial. En algunos casos, los extre­
mos del cartílago se pueden bifurcan El anillo traqueal más
alto está u n id o al cartílago cricoides p o r la m e m bra n a cri-
cotraqueal; este es el más ancho de los cartílagos tra q u e a ­
les. El d iá m e tro de la tráquea es m a yo r en varones que en
mujeres, y es bastante pe q u e ñ o en la prim era infancia.
Desde el cartílago cricoides hasta el cartílago tiroides y
hasta las apófisis vocales de los cartílagos aritenoides se ex­
tiende una banda subcutánea dura que recubre la mucosa
laríngea. Se trata de la m em brana cricotiroidea o lig a m e n ­
to cricotiroideo, que es la localización de la cricotiroidosto-
mía de urgencia.
D over y cois.270 estudiaron la anatom ía q u irú rg ica de la
m e m bra n a cricotiroidea y resaltaron la im p o rta n c ia de c o ­
nocer el trayecto de la arteria cricotiroidea (Fig. 1.88). A fir­
m aron que en el 9 3 % de las personas esta arteria se o rig i­
na en la arteria tiroidea superior; cruza la m ita d superior
de la m em bra n a cricotiroidea en 14 de cada 15 cadáveres.
En la cricotiroidostom ía, la arteria cricotiroidea seccionada,
o ramas anastomóticas de la misma, puede sangrar de m a­
nera inadvertida d ire cta m e n te a la tráquea, con la posible
aspiración y muerte. Los autores ta m b ié n iden tifica ro n va­
rias venas que cruzan la m em brana. Sus hallazgos sobre las
F ig u ra 1.88. La arteria cricotiroidea (flecha) atraviesa la par­ dim ensiones de la m em bra n a cricotiroidea se m uestran en
te superior de la membrana cricotiroidea. [do] la Figura 1.89.

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V a s c u l a r iz a c ió n • T ra ta m ie n to de las fístulas traqueoesofágicas (m ú ltip les


técnicas, véase el capítulo d e d icado al esófago).
Arterias
Los principales orígenes de la sangre arterial de la trá ­ R e fe r e n c ia s a n a t ó m ic a s y r e l a c io n e s
quea son las arterias tiroideas inferiores. En la bifurcación tra­
La localización habitual de una traq u e o sto m ía está en­
queal, estas ramas descendentes se anastom osan con ra­
tre el segundo y el cuarto o el tercer y el q u in to anillos tra ­
mas ascendentes de las arterias bronquiales.
queales. Se encuentran varias estructuras.
Por debajo de la piel, el músculo cutáneo del cuello está
Venas en la fascia superficial y está ausente en la línea m edia. Las
venas yugulares anteriores pueden estar cerca de la línea
Pequeñas venas traqueales se unen a la vena laríngea o m edia; lo que es más im p o rta n te , pueden estar unidas por
drenan directa m e n te la vena tiroidea inferior izquierda. Las un arco venoso yugu la r a la altura del sé ptim o a octavo ani­
venas tiroideas inferiores surgen c o m o un plexo venoso en llos traqueales, en el espacio supraesternal de Burns.
la superficie a n te rio r del istm o de la glándula tiroides. Las La capa de revestim iento de la fascia cervical p ro funda
venas descendentes izquierda y derecha entran en las res­ se encuentra cuando se retrae la fascia superficial. Los m ús­
pectivas venas braquiocefálicas (véase Fig. 1.58). Las dos culos esternohioideo y esternotiroideo están profundos con
venas pued e n fo r m a r un tro n c o c o m ú n q u e entra en la respécto a la fascia de revestim iento. Estos músculos están
vena cava superior o en la vena braquiocefálica izquierda. entre la capa de revestim iento y la fascia pretraqueal a a m ­
bos lados de la línea media. Se retraen lateralm ente.
Hay varias estructuras en el in te rio r del c o m p a rtim e n to
Linfáticos visceral situado debajo de la fascia pretraqueal. El istm o de
la glándula tiroides h a b itu a lm e n te está al nivel del segun­
Los ganglios linfáticos pretraqueales y paratraqueales
d o y tercer anillos traqueales; con frecuencia está más cra­
reciben los vasos linfáticos de la tráquea.
neal y en menos ocasiones más caudal. El istm o se puede
retraer hacia arriba o hacia abajo para acceder a la tráquea;
si es necesario, se puede ligar y seccionar. En a p ro x im a d a ­
I n e r v a c ió n m e n te el 10% de las personas los dos lóbulos del tiroides
no están conectados p o r un istmo.
El m úsculo traqueal y la mucosa traqueal reciben fibras
N o se debe olvid a r la posibilidad de que haya una ar­
del nervio vago, de los nervios laríngeos recurrentes y de
teria tiroidea ima. También puede haber un lig a m e n to sus­
los troncos sim páticos. Existen numerosos ganglios a u tó ­
pensorio del tiroides (véase «Fascia p ro fu n d a : capa pretra­
nom os pequeños en la pared traqueal.
queal», que describe las fascias del cuello, a n te rio rm e n te
en este capítulo), y ta m b ié n un m úsculo elevador del tiro i­
des, en la línea media o cerca de la misma.

Histología y fisiología
I n d ic a c io n e s de l a t r a q u e o s t o m ía
La histología y la fisiología de la tráquea se presentan
b re ve m e n te en el c a p ítu lo d e d ic a d o al sistema respira­ La traqueostom ía se realiza después de intervenciones
to rio . quirúrgicas extensas en el cuello cuando hay edem a larín­
geo p ostoperatorio, co m o técnica asociada cua n d o se rea­
liza una laringectom ía total, o después de un tra u m a tis m o
facial grave. También se puede realizar c o m o técnica de ur­
Cirugía d e la trá q u e a gencia para establecer una vía aérea cuando haya una obs­
tru cció n p o r un cuerpo extraño, un edem a laríngeo o una
A c o n tin u a ció n se presentan las técnicas más fre cu e n ­ parálisis postope ra to ria de las cuerdas vocales. Se puede
tes que se realizan en la tráquea: realizar por encim a o p o r debajo del istm o de la glándula
• Traqueostomía. tiroides, aunque h a b itu a lm e n te se prefiere el abordaje in­
• Resección de tum ores malignos (primarios o secundarios) ferior. El istm o se puede retraer hacia arriba o se puede sec­
o de tum ores benignos. cionar entre pinzas de hemostasia.
• C om presión traqueal benigna o m aligna asociada a t u ­ H ab itu a lm e n te se coloca un gan ch o de b a jo del cartíla­
mores que están cerca de las estructuras anatóm icas que g o cricoides, en la línea media, para estabilizar la tráquea
se relacionan con la tráquea. y tira r de ella hacia d elante. La incisión de la trá q u e a se
• T ratam iento de la estenosis traqueal. puede realizar en dirección vertical u h o rizo n ta l; sin e m ­

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• Skandalakis

Cuello

bargo, generalm ente se seccionan ve rtica lm e n te los cartí­ cuello, justo p or encima del m anubrio; en los adultos está
lagos traqueales tercero, cuarto y q u in to desde arriba ha­ detrás del esternón, en la m ita d superior del m a n u b rio .
cia abajo. En la actualidad la mayoría de los cirujanos ex­ • Las venas tiroideas inferiores y la arteria tiroidea im a es­
Anatomía quirúrgica

trae una ventana del segundo o del tercer anillo. La incisión tán situadas en la pared a n te rio r de la tráquea. Se deben
se m antiene abierta para la inserción del tu b o de traqueos- ligar para evitar la hem orragia.
tom ía. Es im p o rta n te seleccionar un tu b o del ta m a ñ o ade­ • La sección del is tm o del tiroides es una buena técnica
cuado para que la presión no produzca una necrosis de la para evitar com plicaciones.
pared traqueal posterior. • Las lesiones com binadas de la tráquea y el esófago se de­
Después de evaluar la traq u e o sto m ía en 76 pacientes ben reparar de m anera primaria. Se puede in te rp o n e r el
pediátricos quemados (desde recién nacidos hasta tres años m úsculo e ste rn ocleidom astoideo entre los dos órganos
de edad), Coln y cois.271 co n c lu y e ro n que la tra q u e o s to ­ reparados277.
mía pediátrica puede realizarse de fo rm a segura sin c o m ­ • Upadhyay y cois.278 señalaron que se puede realizar la tra­
plicaciones y con una m o rb ilid a d crónica aceptable. queostom ía con seguridad sin tra n sp o rta r al paciente al
Cuando está indicada una traqueostom ía de urgencia, q uirófano. Su estudio con 470 pacientes no m o s tró d ife ­
la técnica de elección es la crico tiro ido sto m ía . La técnica rencias significativas en cuanto a las com plicaciones en­
es m u y sencilla. Después de estabilizar la laringe se realiza tre los 311 pacientes (8 ,7 % ) a los que se les realizó una
una incisión en la piel y en el te jid o subcutáneo con un cor­ tra queostom ía a pie de cama y los 159 pacientes (9 ,4 % )
te vertical co rto. Se palpa la m e m b ra n a y se realiza una in­ a los que se realizó la traqueostom ía en el quiró fa n o .
cisión transversal, que después se dilata. Se inserta el tu b o • Si se utiliza un tu b o de drenado, se debe sacar a través de
de traqueostom ía. una herida quirú rg ica del lado opuesto del cuello.
M aipang y cois.272 realizaron traqueostom ías mediastí-
nicas en 12 pacientes con carcinom a avanzado de la par­ Lesión vascular
te infe rio r del cuello y del m ediastino superior.
Los siguientes puntos le guiarán sobre los diversos va­
sos que pueden sangrar d u rante la tra q u e o sto m ía 279.
O *
• Las venas yugulares anteriores se pueden encontrar cuan­
.4« C o m p lica c io n e s a n a tó m ica s
d o se secciona la fascia de revestim iento.
• El plexo venoso tiro id e o que está p o r encim a de la g lá n ­
Tr a q u e o s t o m ía
dula tiroides drena hacia las venas tiroideas. Las venas t i ­
Precauciones generales roideas inferiores dre n a n en dirección infe rio r hacia las
venas braquiocefálicas, fo rm a n d o un único tro n c o o dre­
Ger y Evans273 relacionaron las com plicaciones a n a tó ­ n a n d o p o r separado. La vena tiro id e a in fe rio r con fre ­
micas de la traqueostom ía con la edad del paciente y la lo ­ cuencia es asimétrica, y p o r lo ta n to es más propensa a
calización del estoma. Los recién nacidos y los lactantes tie­ la lesión.
nen más c o m p lic a c io n e s . Estos autores d e s c rib ie ro n las • Las ramas de las arterias tiroideas superiores e inferiores
com plicaciones que se p roducen cua n d o la traqueostom ía se pueden anastom osar a través de la línea m edia.
se realiza p o r encim a o p o r debajo del m ism o. La marca
anatóm ica es el p rim e r anillo traqueal, que se identifica por
debajo del bord e inferior del cartílago cricoides y p or en­
cima del bord e superior del m ism o. Por supuesto, esto d e ­
pende del grosor y de la anchura del m ism o.
El espacio que hay entre el istmo y la escotadura supraes-
ternal está a la altura del segundo o tercer anillos traqueales
por encima y del cuarto o q u in to anillos traqueales por de­
] Perlas clínico-quirúrgicas
bajo. La traqueostom ía alta puede p ro d u c ir estenosis tra ­ En realidad la traqueostomía quirúrgica tradicional se
queal; la traqueostomía inferior tam bién puede producir m ul­ puede realizar a pie de cama, y puede no ser más difícil
titu d de complicaciones anatómicas en adultos y niños. para el paciente, pero sí más incómoda para el cirujano: el
campo quirúrgico está más alejado y exige una postura in­
Re c o r d a r : cómoda. Puede que la iluminación no sea la mejor.
• La arteria braquiocefálica en los adultos está a n terolate­ Este problema se puede evitar utilizando una técnica
ral y a la derecha de la tráquea, y m u y cerca del estoma de traqueostomía percutánea endoscópica o guiada con
traqueal. Silen y Spieker274, Yang y cois.275 y Takano276 han ecografía. La traqueostomía percutánea debe ser una téc­
descrito hem orragia letal p o r lesión. nica de cabecera más sencilla que la traqueostomía quirúr­
• Conozca la localización de la vena braquiocefálica izquier­ gica abierta. (RSF Jr)
da. En los niños la vena se localiza en la parte inferior del

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Cuello

F ig u ra 1.90. Tubos de traqueostomía. A, Tubo demasiado curvo. Se puede lesionar la pared de la tráquea y com prim ir la ar­
teria subclavia. B, Tubo colocado dem asiado interiorm ente. Puede ocluir la arteria subclavia. C, Tubo correctam ente colocado.
[sk4\

• De manera m u y ocasional, hay una arteria tiroidea ima, Nervios laríngeos recurrentes
y se debe ligar si se encuentra. Se puede p ro d u c ir la lesión de estos nervios d u rante la
• Se pueden lesionar la arteria braquiocefálica y la vena bra- traqueostom ía, así c o m o d u ra n te la tiro id e c to m ía (véase
quiocefálica izquierda si la disección p ro fu n d a se lleva de­ «Com plicaciones anatóm icas de la tiro idectom ía»).
masiado hacia abajo. La arteria se puede erosionar por
un tu b o de traqueostom ía, d a n d o lugar a una fístula tra- Laringe
queoarterial. Una traqueostom ía demasiado alta puede p ro d u c ir una
• La arteria y la vena subclavias pueden estar c o m p ro m e ­ lesión directa de las cuerdas vocales. La colocación del tu b o
tidas p o r un tu b o de traqueostom ía que tiene una incur- a través de la m e m bra n a tiroidea ta m b ié n puede p ro d u c ir
vación incorrecta o que se inserta en una posición d e m a ­ su lesión279. El estom a se debe fo rm a r d e bajo del p rim e r
siado baja (Fig. 1.90). anillo.
• La arteria ca rótida c o m ú n se puede lesionar cu a n d o se
intenta realizar una traqueostom ía en un recién nacido. Disfunción deglutoria postraqueostomía
Además, se ha c o n fu n d id o con la tráquea. La arteria ca­ Bonanno281 estudió el efecto adverso que un tu b o de
ró tid a c o m ú n izquierda se puede o rig in a r en el tro n c o
traqueostom ía con m a n g u ito tu v o en el m ecanism o de la
braquiocefálico, después de lo cual cruza la parte inferior
deglución. La evaluación de los nervios maxilar, glosofarín-
de la tráquea cervical. geo, recurrente y laríngeo externo m ostró que no influía la
lesión nerviosa. B onanno conclu yó que la disfunción esta­
ba produ cid a p o r la inh ib ició n de la elevación y la rotación
Lesión orgánica a n te rio r de la laringe y p o r la im posib ilid a d de que el esfín­
te r h ip o faríngeo se abra co m p le ta m e n te .
Esófago
La lesión del esófago h a b itu a lm e n te se p roduce no por
errores de percepción de la anatom ía, sino p o r errores en Técnicas inadecuadas
la utilización del tu b o de traqueostom ía. Sin e m b argo, es
posible crear una fístula traqueoesofágica yatrogénica por Es im p o rta n te d e te rm in a r el á ngulo de la tráquea con
una m anip u la ció n po co cuidadosa280. respecto a la superficie del cuello para seleccionar un tu b o
con la curva tu ra adecuada. Si el e x tre m o distal del tu b o
Neumotorax y neum om ediastino tiene demasiada curvatura, producirá una erosión de la pa­
Tam bién se han descrito n e u m o to ra x y ne u m o m e d ia s­ red traqueal a n te rio r185. Roe282 re co m e n d ó una curvatura
tino. de 60° (Fig. 1.90).

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* Skandalakis

C u e llo

C r ic o t ir o id o s t o m Ía • Enfisema subcutáneo.
• M o d ifica ció n de la voz.
Las com plicaciones anatómicas de la cricotiroidostom ía • Paresia del pliegue vocal.
Anatomía quirúrgica

son las siguientes: • Fractura laríngea.


• H em orragia. • Disfonía.
• N eu m o m e d ia stin o . • Estenosis subglótica.

Glándulas salivales
Las glándulas salivales principales (parótida, s u b m a n d i­ hacia delante entre los dos músculos p te rigoideos (« ló b u ­
bular y su b lingual) se m uestran en la Figura 1.91. lo pterig o id e o ») y sobre el m úsculo masetero (« lób u lo ac­
Los coristomas, ham artom as y restos em brionarios sa­ cesorio»), y de manera ocasional se fo rm a incluso más m e ­
livales y las glándulas superficiales desplazadas que están dia lm e n te sobre el m úsculo bucinador.
en el inte rio r de hueso alveolar se pueden co n ve rtir en ne­ C oincidim os con Anson y McVay28é en que el te jid o ac­
oplasias salivales intraóseas283. cesorio es frecuente (20 % ). El más frecu e n te es una agre­
Ha y cois.2 describieron un coristom a poco habitual de gación local de te jid o g la n d u la r (parte parotídea o «socia
la glándula salival en el espacio del o ído m e d io q u e pare­ parotidis») a lo largo del c o n d u c to p a ro tíd e o , en el que
cía ser una m alform a ció n co n génita asociada a m a lfo rm a ­
drenan los pequeños co nductos del te jid o accesorio. Estos
ciones de las estructuras adyacentes.
tejidos parotídeos accesorios tienen su propia vasculariza­
ción procedente de la arteria facial transversa.

Glándulas parótidas
A n ato m ía quirúrgica

R e l a c io n e s g e n er a les
Embriogénesis
La g lándula p a rótida está deb a jo de la piel, d elante y
D e s a r r o llo normal debajo del oído. Está en el in te rio r de la fascia de revesti­
m ie n to de la fascia p rofunda del cuello, d e n o m in a d a fascia
Al p rin cip io de la sexta semana de desarrollo aparece el
parotídea. Está separada de la glándula s u b m a n d ib u la r por
co n d u c to parotídeo c o m o una excrecencia sólida del e p i­
telio oral. Crece en dirección posterior, hacia el oído, recu­ un engra sa m ie n to fascial, el lig a m e n to estilom andibular.
brie n d o el nervio facial (VII) con sus ramas. Posteriorm en­ La glándula parótida ocupa el espacio parotídeo, cuyos
te los cordones sólidos se canalizan, y las células de la punta límites son:
de las ramas se diferencian en ácinos secretores. • A n te rio r: M ú s cu lo m asetero, ram a de la m a n d íb u la y
m úsculo p te rig o id e o medial.
• Posterior: Apófisis mastoides, m úsculo esternocleidomas-
A n o m a l ía s c o n g é n it a s
to id e o y vientre posterior del m úsculo digàstrico y ner­
La ausencia co n génita de las glándulas salivales p rin c i­ vio facial.
pales es p o co frecuente. M artínez Subías y cois.285 descri­ • Superior: C o n d u cto auditivo e xte rn o y articulación te m ­
bieron la agenesia total de la glándula parótida. p o rom andibular.
No es raro ver te jido glandular accesorio separado de la • Inferior: M úsculo esternocleidom astoideo y vientre pos­
glándula principal. El tejido parotídeo se puede e xtender terio r del m úsculo digàstrico.
84
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Cuello

Conducto parotídeo

A rte ria facial transversa

Glándula p aró tid a accesoria

Arteria y vena te m p ora l


superficial

Nervio a uriculotem poral

Rama cigom ática


del n. facial
Labio separado

lin fá tico

Glándula parótida

Arteria facial
Carúncula sublingual
Músculo digàstrico

M úsculo estilohioideo
Conductos sublinguales
m ayor y m enor Vena y u gu la r interna

Glándula sublingual

Pliegue sublingual

Conducto subm andibular


A rteria carótida común
Porción p rofunda de la glándula s ubm andibular

Nervio lingual

M úsculo m ilohioideo

Parte principal de la glándula subm andibular

F ig u ra 1 .9 1 . Glándulas salivales y sus conductos. Disección que muestra las glándulas sublingual, subm andibular (submaxi-
lar) y parótida. Se aprecia una visión lateral de la lengua; se ha extirpado la ram a m andibular para exponer las glándulas y es­
tructuras relacionadas. [an2\

• Lateral: Fascia de revestim iento de la fascia cervical p ro ­ lo largo del c o n d u c to paro tíd e o . Un c o n d u c to accesorio
funda, piel y m úsculo cutáneo del cuello. corto puede e ntrar en el c o n d u c to p rin cip a l286,287.
• M edial: Capa de revestim iento de la fascia cervical p ro ­ Algunos autores41,77 han descrito tres superficies (lateral,
funda, apófisis estiloides, vena yu g u la r interna, arteria ca­ anterior y posterior), tres bordes (anterior, medial y superior)
rótida interna y pared faríngea. y dos extremidades (superior o base e inferior o vértice).
Desde el b orde anterolateral de la glándula, el c o n d u c ­ D urante m u ch o tie m p o ha h a b id o controversia sobre
to parotídeo (de Stensen) pasa lateralmente al músculo ma- los lóbulos de la glándula parótida. Dos estudios im p o rta n ­
setero. Gira en dirección medial en el b orde a n te rio r del tes, que aparecieron en 1956, ilustran este p ro blem a. Da-
músculo, d o n d e se relaciona con la alm ohadilla grasa de vis y cois.288 co n clu ye ro n que hay un ló b u lo superficial y
la mejilla o «bola de Bichat» (Fig. 1 -92). La alm ohadilla g ra ­ un lóbulo p ro fu n d o de la glándula; las ramas del nervio fa­
sa se localiza medial al conducto parotídeo, entre los múscu­ cial tra n s cu rre n e n tre ellos. Por el c o n tra rio , W in s te n y
los masetero y bucinador287. El conducto perfora el músculo W ard289 consideran que la g lándula es esencialm ente uni-
bucin a d o r. Entra en la cavidad oral al nivel del se g u n d o lobular; las ramas del nervio facial están « ín tim a m e n te im ­
m olar superior. Puede haber te jido parotídeo accesorio a bricadas en el interior del tejido glandular», sin que haya un

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Cuello

Lecho de la glándula parótida


La resección co m p le ta de la glándula p arótida muestra
las estructuras siguientes (el a cró n im o VANE puede ser útil
para recordarla):
• Una Vena: y u g u la r interna.
• Dos Arterias: carótidas externa e interna.
• C uatro Nervios: glosofaríngeo (IX), vago (X), accesorio
espinal (XI) e h ip o g lo so (XII).
• C u a tro estructuras anatóm icas que em piezan con «E»:
apófisis estiloides y músculos estilogloso, estilofaríngeo y
estilohioideo.
La to pografía de VANE es la siguiente:
• La vena y u g u la r interna está medial a la apófisis estiloi­
des, que está situada posteriorm ente.
• De manera ocasional, la arteria carótida externa está in­
cluida en el in te rio r del lób u lo p ro fu n d o , pero h a b itu a l­
m e n te es superficial.
[to]
• La arteria ca rótida interna se puede e n c o n tra r an te rio r a
la vena y u g u la r interna.
• La apófisis estiloides de los adultos m ide a p ro xim a d a m e n ­
plano de separación entre el nervio y la glándula. Beahrs23 te 2,5 cm de lo n g itu d , y su punta se localiza entre las ar­
estaba de acuerdo con el co n c e p to unilobular, al igual que terias carótidas externa e interna, in m e d ia ta m e n te lateral
H ollinshead36. Sea cual sea el p u n to de vista que se acep­ a la fosa a m igdalina. Una apófisis estiloides alargada (de­
te, no m odifica la técnica q u irú rg ica de la paro tid e cto m ía n o m in a d a síndrom e de Eagle p o rq u e él lo describió en
superficial. 193 7 ) puede p ro d u c ir d o lo r de garganta, cervical o fa ­
Poncet y cois.290 afirm aron que la sección q uirúrgica de cial.
la glándula parótida en tres partes, o «lóbulos», en relación • El nervio glosofaríngeo (IX) serpentea alrededor del m ús­
con el nervio facial, es una costum bre de la práctica. Hemos culo estilofaríngeo, fo rm a n d o una espiral alrededor de su
visto un lóbulo, o dos lóbulos (superficial y pro fu n d o ). Pen­ superficie posterior d u ra n te su tra ye cto en dirección in ­
samos que los deno m in a d os tercer o cuarto lóbulos no son fe rio r y medial hacia la pared de la faringe.
sino segm entos parotídeos e m b riológicos. • El nervio vago (X) se localiza debajo de la vena y u g u la r in­
terna y de la arteria carótida interna, y ocasionalm ente
e ntre ambas. En su vecindad se encuentra el o rigen de la
Fa s c ia p a r o t Íd e a rama laríngea superior.
• El nervio accesorio espinal (XI) es superficial y lateral a la
La fascia parotÍdea es la división de la capa de revesti­
vaina carotídea.
m ie n to general que recubre las glándulas p arótida y sub­
• El nervio hipo g lo so (XII) es superficial y medial a la vaina
m a n d ib u la r (subm axilar), y que fo rm a las capas superficial
carotídea.
y pro fu n d a . La capa superficial es densa y rígida en c o m ­
• Además de la apófisis estiloides, están los músculos que
paración con la p rofunda, que es delgada y débil. Sin e m ­
com ienzan con «E»: el estilogloso y el estilofaríngeo, que
bargo, el liga m e n to estilom andibular que está entre la apó­
están debajo de la arteria carótida externa, y el estilo h io i­
fisis estiloides y el á n g u lo de la m andíbula procede de la
deo, que está encim a de la misma.
capa p rofunda. Es d uro y separa la glándula p arótida de la
subm andibular.
El espacio parotídeo se co m unica m e d ia lm e n te con el
V a s c u l a r iz a c ió n
espacio faríngeo lateral y con la zona posterior del espacio
masticador. La zona posterior del espacio m asticador c o n ­ Arterias
tiene el m úsculo masetero, los músculos pterigoideos, el
pequ e ñ o espacio p te rig o m a n d ib u la ry el espacio del cuer­ La arteria carótida externa (Fig. 1.93) entra en la super­
po de la m andíbula. ficie infe rio r de la glándula y se d ivid e al nivel del cuello de
C o m o m uchas estructuras intraparotídeas se irradian la m a n díbula en las arterias m axilar y te m p o ra l superficial;
desde la glándula, el cirujano debe estar fam iliarizado con esta ú ltim a da lugar a la arteria facial transversa. Cada una
todas ellas, especialm ente con las que no se deben sacri­ de estas ramas sale p or separado de la superficie superior
ficar. o a n te rio r de la glándula parótida.

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Cuello

ganglios de las cadenas de la vena y u g u la r interna y del


nervio accesorio espinal (véase Tabla 1.2).
A. temporal superficial M arks291 analizó el n ú m e ro de ganglios linfáticos de la
zona parotídea. Refirió haber e n co n tra d o de 1 a 11 g a n ­
A. maxilar
glios linfáticos en 17 piezas de paro tid e cto m ía radical. Su
o p in ió n es que tal vez puede que d a r un n ú m e ro significa­
A. transversa facial tivo en los colgajos cutáneos.

Conducto parotídeo
I n e r v a c ió n

Sistema nervioso autónomo


A. auricular
posterior La glándula parótida está ¡nervada p o r las divisiones pa-
rasimpática y simpática del sistema nervioso a u tó n o m o .
La inervación parasimpática de la glándula paró tid a se
origina en el nervio glosofaríngeo. Su rama tim p á n ica (el
nervio de Jacobson) asciende hacia el in te rio r del cráneo a
A. carótida externa través de un p e q u e ñ o canalículo tim p á n ic o hasta llegar al
oído m e d io , d o n d e participa en la fo rm a c ió n de un plexo
nervioso que está sobre el p ro m o n to rio de la pared m edial
de la cavidad del oído m edio. Este plexo está fo rm a d o p o r
F igu ra 1.93. Esquema que muestra las relaciones entre la pa­
una mezcla de fibra sensitivas (d o lo r) y a utónom as. El n er­
rótida y las ramas de la carótida externa. [sk4\
vio petroso m e n o r (superficial) (Fig. 1.95), que está fo rm a ­
do p o r neuronas parasimpáticas presinápticas, em erge de
este plexo, sale de la cavidad del oíd o m edio, viaja a través
del suelo de la fosa craneal media y después desciende a tra­
N ota: Una arteria que no tiene nada que ver con la pa­
vés del a g ujero oval para llegar al g a n g lio ótico. El g a n g lio
rótida es la arteria m eníngea m edia: es una rama de la ar­
ó tic o está su spendido del nervio m a n d ib u la r, in m e d ia ta ­
teria m axila r que se o rig in a lig e ra m e n te p o r d e la n te del
m ente inferior al agujero oval. Las fibras parasimpáticas pre­
cuello de la m andíbula en la fosa infratem poral. Entra en la
sinápticas del nervio petroso m e n o r establecen sinapsis con
cavidad craneal a través del agujero espinoso y vasculariza
la d u ram adre del in te rio r del cráneo.

Venas
La vena te m p o ra l superficial (Fig. 1.94) entra en la su­
perficie sup e rio r de la g lá n d u la p a ró tid a . Recibe la vena
m axilar y se convierte en la vena re trom andibular. Todavía
en el inte rio r de la glándula, esta vena se divide. La rama
posterior se une con la vena auricular posterior y fo rm a la
vena yu g u la r externa. La rama a n terior sale de la glándula
y se une a la vena facial, fo rm a n d o de esta manera la vena
facial com ún, que es una tributaria de la yugular interna. Re­
cuérdese que el nervio facial es superficial, la arteria es p ro ­
fu n d a y la vena re tro m a n d ib u la r está entre ellos.

Linfáticos
Los ganglios linfáticos preauriculares de la fascia super­
ficial drenan la zona te m p o ra l del cuero cabelludo, la par­
te superior de la cara, las porciones laterales de los párpa­
dos y la parte a n terior del pabellón auricular. Los ganglios
parotídeos del interior de la glándula drenan la propia glán­
dula, así com o la nasofaringe, la nariz, el paladar, el oído m e­ F ig u ra 1 .9 4. Representación de las relaciones entre la glán­
dio y el co n d u cto auditivo externo. Estos ganglios, a su vez, dula parótida y las venas tributarias de las venas yugular in ­
envían linfa a los ganglios subparotídeos, y fin alm ente a los terna y externa. [sk4\

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* Skandalakis

Cuello

La inervación sim pática de la p a rótida se origina en los


segmentos de la médula espinal T I -T3 (Fig. 1.97). Las fibras
siguen las raíces vertebrales de los tres nervios torácicos su­
Anatomía quirúrgica

periores, después viajan a través de los ramos blancos co­


m unicantes hasta el tro n c o to rácico sim p á tico superior y
hacia arriba hasta el sim pático cervical, llegando al g a n g lio
cervical superior. Desde aquí, las ramas viajan hacia la ar­
teria carótida externa fo rm a n d o un plexo sim pático, cuyas
fibras siguen las ramas de la carótida externa hasta llegar a
la g lándula parótida. La fu n c ió n p rim aria de este sistema
sim pático puede ser la vasoconstricción.

Nervio auriculotemporal
El nervio auricu lo te m p o ra l, qu e es una rama de la d iv i­
sión m andibular del nervio craneal trigém ino, lleva fibras pa­
rasimpáticas posganglionares hasta la g lándula parótida.
Las fibras parasimpáticas preganglionares que van a la ca­
rótida son transportadas ¡n id a lm e n te p o r el nervio gloso-
F ig u r a 1.95. Esquema de la inervación parasimpàtica de la
faríngeo y su rama petrosa m e n o r; las fibras po sg a n g lion a ­
glándula parótida. La línea continua es la preganglionar y la in ­
res se o rig in a n en el g a n g lio ó tico, inm e d ia ta m e n te fuera
terrumpida la posganglionar.
del cráneo, profundas con respecto a la raíz principal de la
división m a n d ib u la r del nervio trig é m in o . Además, el ner­
las neuronas del in te rio r del g a n g lio ó tico. Las fibras para- vio au ricu lo te m p o ra l es sensitivo y transporta info rm a ció n
simpáticas postsinápticas salen del ganglio, fo rm a n d o una sensitiva del oído exte rn o y del c o n d u c to a u d itivo , de la
de las dos raíces del nervio auricu lo te m p o ra l, que pasa a artic u la c ió n te m p o ro m a n d ib u la r y de la piel de la parte
am bos lados de la arteria meníngea media, cerca del a g u ­ te m p o ra l de la cara. Atraviesa la parte superior de la g lá n ­
jero espinoso. Varias ramas del nervio a u riculotem poral pa­ dula parótida y sale con los vasos tem porales superficiales
san hacia la parótida, tra n s p o rta n d o fibras parasimpáticas p o r la superficie superior de la g lándula (Fig. 1.98).
postsinápticas hacia las unidades glandulares. Algunas de
estas fibras llegan a las unidades secretoras a través de ra­
mas del nervio facial en su trayecto a través de la g lá n d u ­
la. Las fibras parasimpáticas son secretom otoras; cu a n d o
son estimuladas p o r estímulos sensitivos (o psíquicos), p ro ­
vocan una secreción acuosa profusa de la g lá n d u la (Fig.
1.96). Last292 utilizó una curiosa y práctica expresión en la Ganglio cervical
que a firm ó que las fibras secretom otoras llegan a la g lá n ­ superior Glándula
dula «haciendo autostop». parótida

Tronco simpático Arteria carótida externa


Nervio petroso menor (superficial) cervical y plexo simpático
N. facial

Ganglio ótico
Glándula parótida Ganglio cervical medio

Ganglio estrellado

Tronco simpático
torácico
Mastoides Trompa

Nervio timpánico

N ervi

F ig u r a 1 .9 6 . Nervio secretor m o to r de la glándula parótida. F ig u ra 1.97. Inervación simpática de la glándula parótida.


[bal] RCB, ramos comunicantes blancos.
88

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Cuello

V. y a. temporal superficial

N. auriculotemporal

facial, rama cigomática

parótida accesoria

N. facial, rama auricular


posterior V. y a. facial transversa

A. y v. auricular post. Conducto parotídeo

facial, rama bucal

facial, rama mandibular

N. auricular mayor

V. yugular externa

N. facial, rama cervical

F ig u ra 1.98. Esquema de las relaciones de la glándula parótida con el nervio facial. [sk4]

En el in te rio r de la glándula, el nervio a u ricu lo te m p o ra l la, el nervio facial n o rm a lm e n te se d ivid e para fo rm a r cin­
se comunica con el nervio facial. Desde el p u nto de vista qui­ co ramas: te m p o ra l, cig o m á tic a , bucal, m a n d ib u la r y cer­
rúrgico, el nervio a u ricu lo te m p o ra l es sensitivo y secretor. vical. En la mayoría de las personas, una bifu rca ció n ini­
H abitualm ente, el orden de las estructuras desde el tra ­ cial, d e n o m in a d a «pie de ganso» (p le xo in tra p a ro tíd e o ),
go hacia delante es: nervio auriculotem poral, arteria y vena fo rm a una división te m p o ro fa cia l su perior y una división
tem porales superficiales, y rama tem poral del nervio facial. cervicofacial inferior, p ero se han d is tin g u id o seis p a tro ­
nes principales de ram ificación, que se basan en una serie
Nervios relacionados de disposiciones que pueden ser desde sencillas a c o m p le ­
jas288.
Dos nervios que están relacionados con la g lándula pa­ En general, el nervio y sus ramas están en un plano que
rótida, pero que no la inervan, son el nervio facial y el ner­ divide las porciones pro fu n d a y superficial de la glándula,
vio auricular mayor. pero no existe un plano fascial ve rdadero entre estas p o r­
ciones.
Nervio facial Beahrs23 prop u so el siguiente m é to d o para ide n tificar
El nervio facial no participa en la inervación de la p a ró ­ el nervio facial: se palpa la punta inferior de la apófisis mas­
tida, pero lo presentamos a quí d e b id o a su estrecha rela­ toides y se coloca la punta de un d e d o en la superficie la­
ción con las glándulas parótidas y salivales. teral, a p u n ta n d o hacia delante. El tro n c o del nervio facial
El tro n c o principal del nervio facial (Fig. 1.9 8 ) entra en estará p ro fu n d o y anterior con respecto al centro de la p u n ­
la superficie posterior de la glándula parótida a p ro xim a d a ­ ta del dedo.
m e n te 1 cm después de su origen en el cráneo a través del El m é to d o más sencillo de identificación utiliza un a bor­
agujero estilom astoideo, a p ro xim a d a m e n te a m e d io ca m i­ daje lateral. Se identifica la inserción del vientre posterior del
no entre el áng u lo de la m andíbula y el c o n d u c to a u d itivo m úsculo digàstrico. El nervio está in m e d ia ta m e n te medial
cartilaginoso. al p u n to de inserción.
Es im p o rta n te recordar que en el m o m e n to del n aci­ La apófisis estiloides es una referencia anatóm ica poco
m ie n to el niño no tiene apófisis mastoides; el agujero esti­ fiable d e b id o a las variaciones de su fo rm a y ta m a ñ o . Se
lo m a sto id e o es subcutáneo. Por lo ta n to , la posición del han p ro p u e sto otras marcas anatóm icas para localizar el
nervio facial hace que sea p a rticularm ente vulnerable. nervio facial, c o m o el c o n d u c to a u d itivo e x te rn o 293 y la su­
A a p ro x im a d a m e n te 1 cm de su entrada en la g lá n d u ­ tura tim p a n o m a sto id e a 294'295.

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* Skandalakis

Cuello

Nervio auricular m ayor • M a n d ib u la r m arginal: Desde la escotadura hasta un p u n ­


El nervio auricular m a yor se origina en el segundo y te r­ to que está a p ro x im a d a m e n te 1 cm p o r debajo de la es­
co ta d u ra vascular de la m andíbula.
Anatomía quirúrgica

cer nervios del plexo braquial. Llega al borde posterior del


m úsculo esternocleidom astoideo cerca de la un ió n del te r­ El n e rvio auricular m a yo r se puede utilizar c o m o injer­
cio superior con los dos tercios inferiores del músculo (p u n ­ to nervioso.
to de Erb). Desde aquí, pasa oblicuam ente hacia arriba y ha­
cia delante hasta el inte rva lo que hay entre el lóbulo de la
oreja y el án g u lo de la m a n díbula, siguiendo a p ro xim a d a ­
Cirugía d e la g lán du la
m ente el trayecto de la vena y u g u la r externa (Fig. 1.98).
H abitu a lm e n te se sacrifica en la p a ro tidectom ía. La lesión p arótida
de este nervio p roduce el aco rch a m ie n to de la región pre-
Un proceso infla m a to rio de la parótida p ro d u ce un d o lo r
auricular, la parte infe rio r de la oreja y el lób u lo de la o re­
intenso d e b id o a la fascia parotídea superficial dura y no
ja, pero desaparece después de 4 a 6 meses.
distensible, que estim ula las fibras del d o lo r que tra n s­
En resumen, las ramas del nervio facial se pueden loca­
po rta el nervio auricu lo te m p o ra l. C o m o el tejid o parotí-
lizar de manera aproxim a d a p o r una serie de líneas irradia­
deo se extiende hacia la zona retro m a n d ib u la r, cualquier
das, cada una de las cuales com ienza en la escotadura in ­
m o v im ie n to de la m andíbula producirá un d o lo r in te n ­
tertrágica del oído e xte rn o (Fig. 1.99):
so. Recuérdese que la probable causa de la p arotiditis son
• Rama te m p o ra l: Desde la escotadura hasta el p u n to «A», las cuatro D: debilidad, deshidratación, dism in u ció n de la
a m itad de camino entre la oreja y el ángulo lateral del ojo. salivación y boca sucia.
• Roma cigom ática: Desde la escotadura hasta el á n g u lo Se pued e n fo rm a r abscesos secundarios a una p e rfo ra ­
lateral del ojo. ción faríngea o a infecciones transportadas p o r la sangre.
• Rama bucal: Desde la escotadura hasta 0,5 cm p o r enci­ La fo rm a c ió n de cálculos en el inte rio r del c o n d u c to , con
ma del tu b é rcu lo radial del labio superior. su co n siguiente obstrucción, es otra etiología de la fo r­
• Rama cervical: Desde la escotadura hasta un p u n to («B») m ació n de abscesos. El cálculo se puede palpar d e n tro
que está a m edio ca m in o entre el lóbulo de la oreja y el de la boca si es lo suficientem ente grande. La fascia pa­
án g u lo de la m andíbula. rotídea p ro fu n d a , que es distensible, se puede ro m pe r;

Temporal

Trago

A n titra g o
Cigomático

Tubérculo labial
Escotadura intertrágica
Bucal

M arginal
Cervical

Escotadura m andibular

F ig u ra 1.99. Distribución superficial del nervio facial. Representación esquemática de las localizaciones habituales del ner­
vio facial en relación con las referencias palpables de la cara. A indica el p u n to m edio de una línea que se encuentra entre el
ángulo del ojo y la parte anterior del pabellón auricular. Una línea trazada desde la escotadura intertrágica se solapa con la tra­
yectoria de la rama temporal. B indica el p u n to medio de una línea trazada entre el ángulo de la m andíbula inm ed iatam en te
inferior al lóbulo auricular. Una línea trazada desde la escotadura intertrágica traza la trayectoria habitual de la rama cervical.

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Cuello

el pus viajará hasta el espacio retro m a n d ib u la r, la a rticu­ una p a ro tid e cto m ía , una herida penetrante o una infec­
lación te m p o ro m a n b id u la r o el c o n d u c to au d itivo e xte r­ ción de la parótida. Esta enferm edad puede estar p ro d u ­
no. Este absceso puede ser drenado a través de la cavidad cida p o r la estim ulación de las glándulas sudoríparas pre-
oral, u ocasionalm ente m e d ia n te una incisión vertical de auriculares. La regeneración irregular en la d is trib u c ió n
la piel con elevación de la glándula. de las fibras del nervio au ricu lo te m p o ra l pro d u ce enroje­
La sialoadenitis esclerosante crónica, gue es una enfer­ c im ie n to y sudoración cua n d o se com e, se degusta o se
m edad inflam atoria crónica de las glándulas salivales (es­ huele. El tra ta m ie n to del síndrom e de Frey es la sección
pecialm ente de la g lá ndula subm a n d ib u la r), y que no se del nervio glosofaríngeo, que inerva las fibras preganglio-
puede distin g u ir clínicam ente de una neoplasia verdade­ nares de la glándula parótida.
ra, ta m b ié n se conoce c o m o tu m o r de Kuttner. Williams • El tra u m a tis m o de la zona parotídea puede p ro d u c ir la
y cois.296 describieron un caso de tu m o r de Kuttner de las lesión del nervio facial o la sección del c o n d u c to parotí-
glándulas su b m a n d ib u la r y p arótida que m ostraba una deo. La m icrocirugía es la técnica de elección en am bos
tu m efacción generalizada. casos. C u a n d o no es posible realizarla en el co n d u c to , es
Tunkel y cois.297 afirm aron que la infección por el VIH tie­ aceptable la ligadura proxim a l y distal. C uando hay una
ne manifestaciones extensas que afectan a la cabeza y al fístula salival puede estar indicada la ra d io te ra p ia para
cuello, y presentaron cinco pacientes seropositivos que pre­ p ro d u c ir la atrofia de la glándula.
sentaban a u m e n to bilateral del ta m a ñ o de la parótida. Se puede utilizar un injerto para el nervio facial em plean­
Los tum ores parotídeos pueden ser benignos o malignos. d o los siguientes nervios co m o segmentos tisulares d o n a n ­
La m a yor parte de los tu m o re s benignos se localizan en tes: auricular mayor, ilio in g u in a l, cutáneo fem oral lateral y
el lóbulo superficial, y se deben resecar no m ediante enu­ sural. El nervio auricular m a yo r es el m e jo r p o rq u e se loca­
cleación, sino m e diante lobectom ía. Los tum ores m a lig ­ liza en la misma zona y p o rq u e su calibre es casi el m ism o
nos se deben tratar m e d ia n te p arotidectom ía total; sacri­ que el del nervio facial.
fiq u e el nervio facial si participa en el proceso.
• Recuérdese que el nervio facial es superficial, debajo del
Citam os de James and Sharma298 sobre la sarcoidosis de
nervio hay una vena y la arteria es la más p ro fu n d a .
la glándula parótida:
• La m a yo r parte de los tum ores de la parótida es benigna;
La sarcoidosis de la glán d u la paró tid a aparece en el la m a yor parte de los tum ores de las glándulas salivales
6% de los pacientes que tienen sarcoidosis. Fue bilateral m enores es m a lig n a 302. Se desconoce p o r gué es así.
en 24 (73%), ligeramente más frecuente en mujeres, y se • La inte rvención más habitual para tra ta r un tu m o r b e n ig ­
manifestó en la mayoría de los casos en el grupo de edad no es la resección del lób u lo parotídeo. La enucleación
de 20 a 40 años. Había una afectación generalizada de del tu m o r es m u y tentadora, pero es una técnica errónea
otros sistemas, particularm ente intratorácicos, y linfade- d e b id o al elevado índice de recurrencia. La p a ro tid e c to ­
nopatía periférica, uveítis, aumento del tamaño de las glán­ mía to ta l p o r tum ores m alignos es el tra ta m ie n to de elec­
dulas lagrimales y enfermedad cutánea. Los patrones de ción a pesar del posible sacrificio del nervio facial. En los
afectación pueden ser patognomónicos, como en la enfer­ procesos inflam atorios y en la fo rm a ció n de abscesos se
m edad de Heerfordt. recom ienda una incisión anatóm ica para el drenado.
• N o rth y cois.303 d e m ostraron la eficacia de la ra d io te ra ­
En pacientes con carcinom a de la glándula parótida, Ke­
pia postoperatoria para m ejorar la supervivencia y el c o n ­
lley y cois.299 recom iendan la disección cervical sólo en los
tro l local en pacientes con carcinomas de las glándulas
diagnósticos histológicos asociados a un m ayor riesgo de
parótidas y subm andibulares.
metástasis ganglionares y en aquellos pacientes en los que
• En una revisión de neoplasias pediátricas de las g lá n d u ­
sería más fácil si se hiciera una linfadenectomía. En otras
las salivales mayores, Shikhani y Johns304 re co m e n d a ro n
palabras, la disección cervical sólo se debe realizar cuan­
la resección co m p le ta del tu m o r en la o peración inicial
d o hay ganglios clínicam ente aum entados de ta m a ñ o o
(Tablas 1.13 a 1.15).
cuando la TC aporta datos de afectación ganglionar.
• R ecom endam os al cirujano interesado en el tra ta m ie n to
Renehan y cois.300 analizaron el tra tam iento de los pacien­
de los cánceres de parótida y salivales que estudie los tra ­
tes con adenoma p le o m o rfo recurrente de la glándula pa­
bajos de Johns y cois.305'308.
rótida. Los que tienen recurrencias m ultinodulares presen­
tan un riesgo elevado de recaída; se benefician de la cirugía
con radioterapia. A los pacientes con recurrencias unino-
dulares se les puede tra ta r adecuadam ente sólo con ciru ­
gía. Forty y Wake301 describieron un adenoma salival pleo­
m o rfo poco frecuente en un adolescente. Le s ió n vascular
El síndrom e de Frey (síndrom e del nervio a u ric u lo te m p o ­
ral) se caracteriza por una sudoración gustativa y un en­ Se deben ligar y seccionar los vasos principales que c ru ­
ro je cim ie n to de la parte ipsilateral de la cara después de zan la paró tid a durante la p a ro tidectom ía. La hem orragia

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Cuello

Fournier y cois.311 señalaron que la d istribución m o to ­


Tabla 1.13.Neoplasias benignas de las ra del nervio m a n d ib u la r le co n v ie rte en una p o sibilidad
glángulas salivales en niños (229 de la para realizar una anastom osis masetérico-facial para res­
bibliografía y 18 del hospital Johns Hopkins) ta urar la fu n ció n del facial. Escribieron: «Los escasos resul­
H istología N ú m ero P o rcen taje tados y los efectos adversos de la anastomosis entre el fa­
cial y el hipo g lo so utilizada para la rehabilitación facial nos
Adenoma pleomorfo 214 86,6
ha llevado a considerar una anastomosis entre una rama
Neurofibroma plexiforme 8 3,2
m o to ra del nervio trig é m in o y el nervio facial. La disección
Tumor de W arthin 5 2
nos ha p e rm itid o dem ostra r que el nervio masetérico ofre­
Cistoadenoma 5 2
ce las características y las relaciones apropiadas para que
Lesión linfoepitelial 3 1,2
esta anastomosis sea posible».
Neurilenoma 3 1,2
La lesión del nervio au ricu lo te m p o ra l puede p ro d u c ir el
Embrioma 3 1,2
síndrom e de Frey, en el que la piel a n te rio r a la oreja suda
X antom a 2 0,8
Adenoma 1 0,4 cuando se com e («sudoración gustativa»; ya se ha conside­
rado previam ente en «Aplicaciones quirúrgicas»).
Total 247 100%
Fuente: S h ik h a n i AH, J o h n s ME. T u m o rs o f t h e m a j o r salivary g lan d s
in c h ild ren . H ead N eck Surg 1 9 88;10:257-263; c o n au to riz a c ió n .
Glándulas submandibulares

procedente de vasos pequeños puede p ro d u c ir un h e m a ­


tom a.
if Embriogénesis
Las glándulas subm andibulares aparecen a p ro x im a d a ­
Le s ió n n e r v io s a m ente al final de la sexta semana. El e n d o d e rm o y el e pi­
telio oral del suelo de la cavidad oral p rim itiv a son respon­
Las ramas del nervio facial que se lesionan con más fre ­ sables de la génesis de estas glándulas. Están situadas en
cuencia son la bucal y la m andib u la r; ta m b ié n tienen p o ­
posición lateral con respecto a la lengua prim itiva. Los áci-
cas in te rco n e xio n es con otras ramas. Es e vid e n te que el
nos se fo rm a n a p ro x im a d a m e n te en la d u o d é cim a sema­
nervio facial y sus ramas corren p eligro d u ra n te la paroti- na. Según Sperber312, las glándulas ta m b ié n com ienzan a
dectom ía. Se pueden conservar sólo con una observación
secretar en este m o m e n to . El c o n d u c to su b m a n d ib u la r se
cuidadosa y conocie n d o la anatom ía previam ente descrita.
fo rm a más adelante p o r el cierre de un surco lineal.
Se puede utilizar un e le ctrodo de estim ulación para verifi­
car las ramas m otoras del nervio facial, que p roduce espas­
mos musculares cua n d o entra en c o n ta c to con un nervio. Tabla 1.14.Neoplasias malignas de las
El tro n c o facial es lo suficientem ente grande para realizar la glándulas salivales en niños (243 de la
anastomosis del e x tre m o co rta d o si fuera necesario. Con bibliografía y 3 del hospital Johns Hopkins)
frecuencia en esta técnica se utiliza un nervio cutáneo gran­
de de la pantorrilla (nervio sural) para realizar el injerto con H istología N ú m ero P orcentaje
el nervio contralateral intacto. Las ramas menores se lesio­ Carcinoma m ucoepiderm oide 122 49,6
nan con más frecuencia y se suturan con m ucha m enos fa­ Carcinoma de células acinares 30 12,2
cilidad. N inguna reparación restaura co m pletam ente la fu n ­ Carcinoma indiferenciado 22 8,9
ción. Una lesión p or tracción puede p ro d u c ir una paresia Carcinoma quístico adenoide 16 6,5
te m p o ra l o una lesión perm anente. Adenocarcinoma 19 7,7
Brenner y Schoeller309 señalaron que el nervio maseté- Tumor mixto maligno 10 4,1
rico, que es una rama del nervio m a n d ib u la r (Fig. 1.100), Rabdomiosarcoma 6 2,4
es un posible d o n a n te para una anastomosis del nervio fa­ Sarcoma indiferenciado 5 2
cial para restaurar la función (cierre de la boca y del ojo) des­ Sarcoma m esenquim atoso 5 2
pués de la parálisis del nervio facial. Spira310 fue tal vez el Carcinoma no clasificado 4 1,6
p rim e ro que anastomosó el nervio masetérico con el ner­ Carcinoma epidermoide 3 1,2
Linfomas 3 1,2
vio facial. Se desnerva el músculo masetero, pero su función,
Ganglioneuroblastoma 1 0,4
según Brenner y Schoeller309, puede asumirla el m úsculo
te m p o ra l. Otros nervios que se utilizan para restaurar la Total 246 100%
fu n c ió n del nervio facial son los nervios h ipogloso, acceso­ Fuente: S h ik h a n i AH, J o h n s ME. T u m o r s of t h e m a j o r salivary g lan d s
rio espinal y glosofaríngeo. i n ch ild re n . H ead Neck Surg 1 9 88;10:257-263; c o n a u to riz a c ió n .

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Cuello 1
1.15. Resumen del tratamiento y la evolución de 272 casos de neoplasias
T a b la
de las glándulas salivales durante la infancia
T ra ta m ie n to N.° de
H istología in ic ia l casos R ecurrencia NED (%) DOD S eguim iento

Adenoma pleomorfo Parotidectomía superior 41 8 (19,5) 23/25 (92) 0 1-29 años


(parótida) Parotidectomía total 14 1 (7,1) 14/14 (100) 0 4-22 años
Resección 56 22 (39,3) 45/50 (90) 1 1-49 años
Adenoma pleomorfo Resección 21 4 (1 9 ) 21/21 (100) 0 3-25 años
(submandibular)
Carcinoma Parotidectomía superior 13 4 (30,7) 11/11 (100) 0 2-17 años
mucoepidermoide Parotidectomía total 7 0 (0 ) 7/7 (100) 0 0,5-22 años
(parótida) Resección 41 20 (48,8) 16/17 (94,1) 1 1-14 años
Resección + RT 5 0 (0 ) 5/5 (100) 0 1-5 años
Carcinoma Resección + RT 2 1(50) 2/2 (100) 0 5,5 y 7 años
mucoepidermoide
(submandibular)
Carcinoma de células Parotidectomía superior 1 0 (0 ) 1/1 (100) 4 años
acinares (parótida) Parotidectomía total 2 0 (0 ) 2/2 (100) 0 2 y 3 años
Resección 19 5 (26) 6/7 (85,7) 0 2-16 años
Carcinoma adenoide Parotidectomía superior 2 0 (0 ) 2/2 (100) 0 0,5 y 10 años
quístico (parótida) Parotidectomía total 4 2 (5 0 ) 2/4 (50) 2/4 0,5-18 años
Escisión 9 5 (55,5) 3/7 (42,8) 4/7 10-51 años
Otros carcinomas* Parotidectomía total 2 1(50) 1 (50) 1/2 2 meses-7 años
Parotidectomía total + RT 3 1 (33,3) 2/3 (66,6) 1/3 2-14 años
Resección 10 8 (80) 1/8 (12,5) 7/9 9 meses-8 años
Resección + RT 8 7 (87,5) 1/6 (16,6) 5/6 3-9 meses
RT sola 2 2 (100) 0 (0 ) 2/2 4-12 meses
Sarcoma (parótida) Parotidectomía total 3 1 (33,3) 2/3 (66,6) 1/3 7-22 años
Parotidectomía total + RT 3 3 (100) 0 3 0,3-3 años
Resección + RT 3 3 (100) 0 3 6-8 meses
RT sola 1 1(100) 0 1 15 meses

* O tro s carcin o m as: in d ife ren c ia d o , a d e n o c a r c i n o m a , c a r c i n o m a m i x t o m a l i g n o y c a r c in o m a n o clasificado.


NED, sin d a to s de e n f e r m e d a d ; D OD, m u e r t o p o r la e n f e r m e d a d ; RT, rad ioterap ia.

Fuente: S h i k h a n i AH, J o h n s ME. T u m o r s o f t h e m a j o r saliv ary g lan d s in ch ild re n . H ead N eck Surg 1988;1 0 :2 5 7 -2 6 3; c o n a u to riz a c ió n .

Temporal profundo post.


Petroso menor Masetérico
Temporal profundo ant.
N. al tim pánico tensor
Pterigoideo lat.

Bucal
Auriculotem poral
Pterigoideo medial
Cuerda tim pánica

F ig u ra 1 .1 0 0 . Esquema del nervio m a n d i­


Alveolar inferior bular en la región profunda de la rama m an­
dibular. En esta visión lateral se aprecia el gan­
glio ótico, situado en la parte media del nervio
mandibular. N o se muestra la rama del nervio
M ilohioideo m andibular para el músculo tensor del pala­
dar, que pasa m edialmente a través del gan­
glio ótico, [hol]
Ganalio submandibular
93

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* Skandalakis

Cuello

pogloso. En los procesos inflam atorios, en la fo rm a c ió n de


A n a to m ía quirúrgica abscesos y en la litiasis, se recom ienda una incisión m u y
anatóm ica.
Anatomía quirúrgica

La p o rc ió n superficia l de la g lá n d u la s u b m a n d ib u la r
m ide aproxim adam ente 4 cm de lon g itu d y está en el triá n ­
a *
g u lo subm andibular, superficialm ente al músculo m ilo h io i-
deo. Una lengüeta de te jid o g la n d u la r pasa p ro fu n d a con
respecto al músculo, re cu rriendo su borde posterior para
Al C o m p licacio n es a n a tó m ic a s

fo rm a r la porción p ro fu n d a de la glándula, que es m u c h o Le s ió n vasc ular


más pequeña (véase Fig. 1.18).
Las relaciones más im p o rta n te s de la p orción superfi­ Los vasos que se lesionan con más frecuencia d u ra n te
cial son: 1) la superficie infe rio r se relaciona con la vena fa­ la resección de las glándulas subm andibulares son la arte­
cial y con las ramas cervicofaciales del nervio facial, inclu­ ria y la vena faciales (maxilares externas). M a r tin 314 señaló
y e n d o los ram os m a n d ib u la r m a rg in a l y cervical; 2) la que se debe e xp oner la arteria o la vena facial, se debe sec­
superficie lateral se relaciona con la arteria facial; 3) la su­ cionar y se debe ligar m u y po r debajo del borde de la m a n ­
perficie medial se relaciona con los nervios glosofaríngeo, díbula. Entonces se diseca la unión distal del vaso hacia arri­
lingual e hipogloso. ba, co n tra c c ió n hacia a rriba, de m o d o q u e el n e rv io
La porción profunda de la glándula subm andibular se re­ m a n d ib u la r m arginal sea desplazado hacia esta dirección
laciona con el nervio lingual y el ganglio subm andibular por p o r el bucle del vaso. La arteria y la vena se pueden sutu ­
rar a la parte inferior del colgajo cutáneo; esta técnica ga­
arriba, y con el nervio hipogloso por abajo (véase Fig. 1.19).
El con d u cto subm a n d ib u la r (de W harto n ) sale de la par­ rantizará la ligadura de los vasos antes de que se seccionen
de manera inadvertida.
te central de la porción p ro fu n d a de la glándula, cruza el
espacio sublingual y se abre en la boca al lado del frenillo
lingual. P ro xim alm ente está entre los músculos m ilo h io i-
L e s ió n n e r v io s a
deo e hiogloso; dista lm e n te se encuentra entre el m úscu­
lo g eniogloso y la glá n d u la sublingual. Nervio m andibular marginal: La técnica señalada an te ­
El nervio lingual, que es una rama de la división m a n ­ rio rm e n te para evitar la lesión vascular p ro te g e c o m p le ta ­
d ib u la r del nervio trig é m in o (V), tiene una relación especial m en te el nervio m a n d ib u la r de una posible lesión.
con el c o n d u c to 25; el nervio está en p rim e r lugar p o r enci­ Si se lesiona la rama m andib u la r del nervio facial p ro d u ­
ma, y después lateral al c o n d u cto , cruzando p or debajo y ce un a p la n a m ie n to del labio inferior en el lado afectado.
después medial al m ism o (véase Fig. 1.19). Es evidente el Si se utiliza un estim u la d o r nervioso para ide n tifica r el n er­
riesgo de lesionar el nervio cuando se secciona el c o n d u c ­ vio, se puede contraer la porción ante ro su p erio r del m ús­
to. También se debe p ro te g e r el nervio hipogloso, que está culo cutáneo del cuello. También se puede observar un des­
inferior al co n d u cto . censo del á n g u lo de la boca. D in g m a n and G r a b b 17
estudiaron esta respuesta.
Nervio hipogloso: Véase «Disección radical del cuello»,
N e r v io m a n d ib u l a r m a r g in a l
más adelante en este capítulo.
En a p ro x im a d a m e n te el 5 0 % de las personas la rama Nervio lingual: Véase «Disección radical del cuello».
m a n d ib u la r del nervio facial (nervio m a n d ib u la r m arginal)
está debajo del borde infe rio r de la m andíbula. En el resto,
está debajo de la m andíbula, posterior al cruce de la arte­
ria facial16 (véase Fig. 1.15). Después de disecar 110 m ita ­
des faciales, Ziarah y Atkin so n 313 tam b ié n señalaron que en Glándulas sublinguales
más de la m itad de sus piezas la rama m a n d ib u la r era infe­
rior a la m andíbula y distal a los vasos faciales.
y otras glándulas salivales
Es im portante señalar que el nervio m andibular es m ú lti­
ple en aproximadamente el 80% de las personas17.

A
Embriogénesis
Cirugía d e las glándulas Las glándulas sublinguales aparecen aproxim adam ente
subm andibulares en la octava semana. Se originan en varios esbozos e p ite ­
liales de origen e n d o d é rm ico localizados en el surco para-
En los tum ores m alignos es oblig a to ria la resección t o ­ lingual. Los esbozos fo rm a n m últiples co n d u cto s p o r cana­
tal. En ocasiones se deben sacrificar los nervios lingual e hi­ lización.

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Cuello

í A n ato m ía quirúrgica Histología y fisiología


La glándula sublingual par (Figs. 1.101 y 1.102) es una d e las glándulas salivales
glándula a m ig d a lo id e (con fo rm a de a lm endra), plana y
La histología de las glándulas parótidas, s u b m a n d ib u la r
estrecha, m e n o r que las otras glándulas salivales mayores
y sublingual es la misma. Cada una de estas glándulas está
(p a rótida y sub m a n d ib u la r). La glándula sublingual está si­
fo rm a d a p o r elem entos parenqu im a to so s (lo b u lillo s qu e
tuada debajo de la m ucosa del suelo de la boca. Sus lím i­
fo rm a n lóbulos), y te jid o conectivo.
tes son:
La u n id a d anatóm ica y fisiológica básica es la salivona,
• Superior: Mucosa del suelo de la cavidad oral. que está fo rm a d a p o r células acinares, células fibro e p itelia -
• Inferior: M úsculo m ilo h io id e o . les qu e recubren las células acinares y un c o n d u c to qu e
• A nterior: Glándula sublingual del o tro lado. p ro p o rcio n a el trayecto de salida de la saliva.
• Posterior: Extrem o p ro fu n d o (p ro lo n g a c ió n ante rio r) de Johns y cois.316 y Paulino y Huvos317 han analizado la
la glándula s u b m a n d ib u la r (subm axilar); en raras ocasio­ h istoquím ica y la m o rfo lo g ía de los tu m ores oncocíticos y
nes puede estar superpuesta a un proceso in fla m a to rio o n co citoides de las glándulas salivales.
secundario.
• M edial: Nervio lingual, co n d u c to s u b m a n d ib u la r y mús­
culo geniogloso. Frenillo
• Lateral: Superficie m edial de la parte inferior de la m a n ­ lingual

díbula.
Esta glándula mucosa tiene m últiples conductos: de 10 Músculo
a 30 según O 'R ahilly315, y de 8 a 20 según el te x to Gray's hiogloso

Anatom y54. Los co n d u c to s drenan d ire cta m e n te la cavidad


oral en el pliegue sublingual, y algunos de ellos entran en Fosa sublingual
Músculo
el c o n d u c to subm andibular. longitudinal
inferior

Glándula
sublingual
Carúncula
Cirugía d e las glándulas sublingual
Conducto

sublinguales y d e otras
glándulas salivales
Se puede fo rm a r un cálculo en el inte rio r de la sustan­
cia de la glándula (sialolito). El cálculo se puede resecar a Músculo
través de una incisión en la mucosa, o puede resecarse la geniogloso
glándula en bloque. La zona peligrosa es el límite medial, en Nervio lingual
Glándula
el que están el c o n d u c to subm a n d ib u la r y el nervio lingual.
lingual Vena lingual
O tro caso p a to ló g ic o es la fo rm a c ió n de un q u iste o anterior
mucocele, la conocida ránula. La ránula se origina habitual­
m ente en las glándulas sublinguales o en las glándulas sa­ Músculo
livales m enores, a u n q u e puede aparecer en el c o n d u c to hiogloso Arteria lingual
profunda
subm a n d ib u la r. Se reco m ie n d a la resección del quiste, o
del quiste más la glándula sublingual, si no tiene éxito la re­
Múscuiu Glándula
sección parcial del te ch o de la ránula.
lingual sublingual
N o vamos a hablar aquí de todas las glándulas salivales,
inferior Conducto
especialmente no las menores (lingual, labial, bucal, pala­
subm andibular
tina, etc.). Están situadas en la mucosa o en la submucosa
de la cavidad oral. N o tienen co n d uctos o tienen c o n d u c ­
F ig u r a 1.1 0 1 . Estructuras superficiales y profundas de la re­
tos m u y cortos y d im in u to s .
g ión sublingual. (Derecha e izquierda ind ic a n el lado del d i­
C o m o la m a yo r parte de los tum ores que aparecen en bujo.) A, Estructuras superficiales. La mucosa está íntegra en el
las glándulas sublinguales y en otras glándulas salivales son lado izquierdo; en el lado derecho, se exponen los vasos y ner­
malignos, se recom ienda la resección en bloque. Johns y vios. B, Estructuras profundas. Se han e lim inado los vasos y
cois.73 consideraron que el carcinoma de las glándulas sa­ los nervios en el lado izquierdo; en el lado derecho los vasos
livales es «infrecuente en la cirugía de un solo cirujano». y nervios se encuentran in situ.

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* Skandalakis

Cuello
Anatomía quirúrgica

Lengua

M úsculo m asetero

Ramas del nervio lin gual

M úsculo p te rig o id e o m edial la lingual

Rama de la m andíbula
M andíbula

G anglio subm a n d ib u la r

Nervio lingual
G lándula sublingual
Conducto subm a n d ib u la r
(de W ha rto n) M úsculo digàstrico

G lándula subm a n d ib u la r

M úsculo e stilohioideo
M úsculo m ilo h io ide o
A rte ria s u bm entoniana

Vena s u bm entoniana

Vena facial
A rte ria facial

F ig u r a 1 .102. Vista lateral de la región sublingual. Se ha extirpado la rama de la mandíbula.

Restos branquiales
de este ca p ítu lo hem os analizado estructuras adaptadas a
Embriogénesis fu n cio n e s nuevas: las g lá ndulas tiro id e s y p a ra tiroides y
Entre la cuarta y la sexta semanas de gestación, el in ­ los cuerpos u ltim o b ra n q u ia le s. A q u í vam os a tra ta r las es­
te s tin o a n te rio r e m b rio n a rio pasa de ser un tu b o aplana­ tru ctu ra s q u e n o rm a lm e n te desaparecen d u ra n te la vida
d o a c o n fo rm a r una serie co m p lic a d a de estructuras, al­ e m b rio n a ria : las h e n diduras e ctodérm icas y las bolsas en-
gunas de las cuales representan los prim o rd io s del aparato d o d é rm ic a s de la fa rin g e . De estos ó rg a n o s sim ilares a
respira to rio de nuestros antepasados ve rte b ra d o s a c u á ti­ b ra n q u ia s sólo persiste la p o rc ió n dorsal de la p rim e ra
cos. En los m am íferos, estas estructuras se reorganizan y h e n d id u ra y la p rim e ra bolsa, c o m o c o n d u c to a u d itiv o
se a d a p ta n a fu n ciones nuevas, o desaparecen, deja n d o e x te rn o la prim e ra y c o m o o íd o m e d io y tro m p a de Eus­
sólo vestigios ocasionales (Tabla 1.16). En otras secciones ta q u io la segunda.

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Cuello

Tabla 1.16. Derivados de los arcos y bolsas branquiales 1

B ra n q u ia l Derivados
Bolsa y Cayado N e rvio Estructuras Estructuras Restos
Arco h e n d id u ra a ó rtic o craneal blandas esqueléticas anóm alos

I (maxilar y 1.° (transitorio) V Dos tercios Dorsal: yunque


mandibular) anteriores de Ventral: m artillo,
la lengua cartílago de Meckel
I (hiom andibular) Dorsal: conducto Ventral: fístula
auditivo, cervicoauricular
membrana
timpánica, oído
medio, trompa
de Eustaquio
II (hioides) 2.° (transitorio) V II Dorsal: estribo
Ventral: apófisis
estiloides, ligamento
estilohioideo, asta
m enor del hueso
hioides
II Amígdalas faríngeas Quistes, senos
y palatinas y fístulas
III 3.° IX Tercio posterior de Ventral: asta mayor
la lengua, amígdala del hueso hioides
lingual
III Dorsal: paratiroides Quistes, senos
inferiores (raros)
Ventral: tim o
IV 4.° (cayado X Epiglotis, base de Ventral: cartílago
aórtico izquierdo, la lengua tiroides
braquiocefálica
derecha)
IV Dorsal: paratiroides ¿Quistes?
superiores
Ventral: tim o
V 5.° (transitorio) X (poco frecuente) Ventral: cartílagos
cricoides y aritenoides
Cuerpo u ltim o - ¿Quistes?
branquial (células
parafoliculares del
tiroides)
VI 6.° (arteria Cartílago traqueal
p ulm onar
proxim al,
conducto
arterial distal)

Fuente: S kandalakis JE, G ray SW, Rowe JS Jr. A n a to m ic a l C o m p l i c a t i o n s in G e n e ra l Surgery. N u ev a York: McG raw -H ill, 1983; c o n au to rizació n .

Las fístulas cervicoauriculares se extienden desde la piel


A n ato m ía quirúrgica del á n g u lo de la m andíbula, y se pueden a b rir en el c o n ­
d u cto auditivo externo. Estas fístulas son anteriores al ner­
F ístulas
vio facial. Son restos de la po rció n ventral de la prim era
Las fístu la s son e s tru c tu ra s s im ila re s a c o n d u c to s hendidura branquial (Fig. 1.103).
perm e a b le s que tie n e n ta n to o rific io e x te rn o c o m o in ­ Las fístulas cervicales laterales casi siempre aparecen en
te rn o . la porción ventral de la hendidura y bolsa branquiales se-

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* Skandalakis

Cuello

gundas. Se originan en el tercio inferior del cuello, en el bor­


Conducto auditivo externo
de a n terior del m úsculo esternocleidom astoideo. El orificio
puede estar p ig m e n ta d o . Siguen un trayecto hacia arriba a
Anatomía quirúrgica

través del m úsculo cutáneo del cuello y la fascia p rofunda.


Por encim a de hueso hioides, el trayecto gira en dirección
medial para pasar p o r debajo del m úsculo estilohioideo y
del vientre posterior del músculo digàstrico, p or delante del
nervio hipogloso y entre las arterias carótidas externa e in­
terna. Entra en la faringe en la superficie a n terior de la m i­
tad superior del pilar posterior de las fauces (Fig. 1 .104A).
Las fístulas se pueden abrir en la fosa supraam igdalina o in­
cluso en la propia amígdala.

S enos
Los senos internos son espacios con un e x tre m o ciego
que se extienden hacia fuera desde aberturas en la fa rin ­
ge; los senos externos son espacios con un e x tre m o ciego
F ig u ra 1.103. Fístula o quiste cervicoauricular congènito. Es que se e xtienden hacia d e n tro desde aberturas en la piel.
u n resto em brionario de la porción ventral de la primera h e n ­ Los senos internos h a b itualm ente son asintom áticos y,
didura branquial. El tracto puede abrirse o n o en el conducto p o r lo ta nto, no se d e te cta n 318. Los externos h a b itu a lm e n ­
auditivo externo.
te se o riginan en el borde anterior del m úsculo esternoclei­
d om a sto id e o , y te rm ina n en una dilatación quística. M u ­
chos de estos senos se deben a un quiste infectado o a la
resección incom pleta previa de un quiste (Fig. 1 .1 04B).

B
Amígdala facial Sinus de la segunda
Agujero ciego h e n d id u ra .

Amígdala facial

Quiste de la segunda
hendidura

Conducto tirogloso Fístula de la


segunda bolsa y
hendidura
Laringe

Sinus de la
segunda bolsa

Glándula tiroides

A. carótida común

A. carótida común
Tráquea

Esternón
F ig u r a 1.104. Resto de la segunda bolsa y h en didura farín­
gea que discurre a través de la fosa palatina del cuello. A, Fís­
tula completa. B, Sinus externo (cervical) e in tern o (faríngeo).
C, Quiste de la hendidura branquial que se origina entre las
carótidas. \sk4\

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Cuello

Quiste

Quiste Faringe
Faringe
Tipo Tipo III

V A

Quiste

Quiste
Faringe
Faringe
Tipo II Tipo IV

F ig u ra 1 .1 0 5 . Cierre incom pleto de la segunda h endidura y bolsa branquiales que puede formar quistes. T ipo I, Superficial,
en el borde del m úsculo esternocleidomastoideo. T ipo II, Entre el m úsculo y la vena yugular. Tipo III, En la bifurcación de la
arteria carótida. T ipo IV, En la pared de la faringe. Los tipo 1, II y III tienen su origen en la segunda hendidura; el tipo IV deri­
va de la segunda bolsa. M, músculo esternocleidomastoideo; V, vena yugular; A, arteria carótida. fsic4]

Q uistes

Los quistes son espacios esféricos o alargados situados


en el trayecto de una bolsa o de una hen d id u ra branquial
que no tienen co m u n ica ció n con la fa ringe ni con la piel. Le s ió n vascular
Los quistes superficiales están en el b o rd e del m úsculo
Las arterias carótidas externa e interna que pasan justo
esternocleidom astoideo. Los quistes más pro fu n d o s están
por encima de la bifurcación de la arteria carótida com ún son
sobre la vena y u g u la r o en la bifurcación de la arteria caró­
especialmente propensas a sufrir lesiones cuando se realiza la
tida (Fig. 1.104C .); éstos se originan en la h e n didura b ra n ­
resección de los restos branquiales, porque un quiste de la
quial, y están tapizados p o r e pitelio escamoso estratifica­
segunda hendidura branquial o el trayecto de una fístula de
do. Los quistes de la pared faríngea profundos a las arterias
la segunda hendidura están en la horquilla de la bifurcación.
carótidas se o rig in a n h a b itu a lm e n te en la h e n didura b ra n ­
Se deben evitar o ligar las venas siguientes durante la re­
quial. Están tapizados p o r un epitelio ciliado, salvo que se
sección de los restos branquiales: y u g u la r externa, y u g u la r
hayan pro d u cid o cambios inflamatorios o cambios por pre­
anterior, facial c o m ú n , lingual y y u g u la r interna.
sión (Fig. 1.105). Skandalakis y Gray83 analizan estas estruc­
turas em brionarias con más detalle.

Le s ió n n e r v io s a

Cirugía d e los restos Un seno o un quiste de la prim era h e n d id u ra pasa p o r


encim a o por debajo del nervio facial, p o r debajo y por d e ­
branquiales lante del oído. El quiste puede desplazar el ne rvio hacia
La cirugía es el tra ta m ie n to de elección de to dos los arriba o hacia abajo. C uando se reseque el quiste, el c iru ­
quistes, senos y fístulas q u e se relacionan con los restos jano deberá te n e r cuid a d o para p ro te g e r el nervio.
branquiales. Se pueden e n c o n tra r algunos nervios p o r e n cim a del
Los restos branquiales que se originan en el seno p irifor­ tra y e c to de una fístula de la segunda h e n d id u ra o bolsa
m e pueden p ro d u c ir fístulas o abscesos recurrentes en el branquial:
cuello. Kim y cois.319 recom iendan la q u im io cauterización • Rama m a n d ib u la r del nervio facial (se ha considerado la
de la abertura interna para evitar la recurrencia de una re­ p rotección de este nervio en «Glándulas subm an d ib u la -
sección inadecuada del tra cto de la fístula. res: com plicaciones anatómicas»).

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* Skandalakis

Cuello

• Rama cervical del nervio facial (se debe realizar una inci­ Le s ió n o r g á n ic a
sión cutánea 4 cm o 5 cm d ebajo del á n g u lo de la m a n ­
díbula). La abertu ra faríngea de una fístula o de un seno in te r­
Anatomía quirúrgica

• Nervio accesorio espinal (se puede lesionar cu a n d o se in­ no se debe cerrar sin p ro d u c ir un defecto ya tró g e n o g ra n ­
tenta liberar un quiste o un tra ye cto fistuloso del m úscu­ de; recuérdese q u e está en la fosa a m ig d a lin a o cerca de
lo esternocleidom astoideo). ella. La h e m o rra g ia no c o n tro la d a p uede ser un p ro b le ­
• Rama descendente del h ip o g lo so (raíz sup e rio r del asa ma.
cervical) (se puede cortar si es necesario).
• N ervio hipogloso (la fístula cruza el nervio p o r encim a de
la bifurcación de la arteria carótida co m ú n ).
Té c n ic a s in a d e c u a d a s
• Nervios laríngeos superiores (véase «Complicaciones ana­
tóm icas de la tiro id e cto m ía : lesión nerviosa» para ver el El drenado y la aspiración de los quistes branquiales son
análisis de los efectos de la lesión). inútiles, y antes o después producirán una infección. La úni­
• N ervio vago (es paralelo a la arteria carótida [la fístula cru­ ca fo rm a de curación es la resección de to d o el tejid o e p i­
za el nervio cerca del nivel de la bifurcación carotídea]). telial.

Disección radical del cuello


Una disección radical del cu ello su p o n e la resección c o m o tra ta m ie n to de elección estándar de los carcinomas
co m pleta de la lesión prim aria ju n to con todas las estruc­ epiderm oides orales T2-T4.
turas no esenciales y sus ganglios linfáticos, los troncos lin­
fáticos colectores, la fascia y la grasa. Por de fin ició n , la d i­
sección radical del cuello incluye los niveles de ganglios
A n ato m ía quirúrgica
linfáticos I a V, el m úsculo ECM, el nervio craneal XI y la
vena y u g u la r interna. El lecho de una disección radical de
cuello está lim ita d o p or arriba p o r el bord e infe rio r de la
Fa s c ia
mandíbula, p o r debajo p o r la clavícula, posteriorm ente por Fascia cervical superficial
el borde a n terior del músculo trapecio y anterio rm e n te p or
la línea media. Se deben sacrificar el nervio cervical transverso, el n er­
Adem ás del te jid o lin fá tic o , q u e se debe resecar tan vio auricular mayor, el nervio occipital m e n o r y los nervios
c o m p le ta m e n te c o m o sea posible, el te jid o no linfático se supraclaviculares. La consecuencia es la anestesia de la p ar­
clasifica en tres categorías: te posterior del cuero cabelludo, del cuello y del h o m b ro 321.
1) Estructuras que se pueden sacrificar sin riesgo. N o hay acuerdo sobre la necesidad de sacrificar el múscu­
2) Estructuras cuyo sacrificio es c o n tro v e rtid o , especial­ lo cutáneo del cuello. Algunos autores sacrifican el músculo
m ente p o r m o tivos estéticos. de manera sistemática; otros piensan q u e su conservación
3) Estructuras que se deben conservar salvo que estén in ­ reduce al m ín im o las cicatrices y que «una vez que están
vadidas dire cta m e n te p o r el cáncer. Las estructuras de afectados los linfáticos superficiales, el carcinom a está tan
estas categorías se presentan en la Tabla 1.1 7. d isem inado que no se o b tie n e nada con técnicas q u irú rg i­
cas adicionales»23.
La disección radical del cuello se debe considerar una in­
te rvención curativa. D eb id o a la m o rb ilid a d del sacrificio
del nervio craneal XI, cuando los ganglios de esta zona no Fascia cervical profunda
están aum entados de tam año se intenta una disección cer­ La fascia cervical p ro fu n d a se debe resecar tan c o m p le ­
vical modificada. ta m e n te c o m o sea posible, porq u e los ganglios linfáticos y
El Brazilian Head a n d Neck Cancer Study Group320 p re ­ los vasos linfáticos están d istribuidos p rin c ip a lm e n te en el
sentó los resultados de un ensayo que co m paraba el tra ta ­ te jid o co n e ctivo situado e n tre las dos capas de la fascia.
m ie n to del carcinom a e p id e rm o id e oral u tilizando una d i­ También se deben sacrificar la vaina carotídea y la vena y u ­
sección radical clásica del cuello con una disección cervical g ular interna.
supraom ohioidea. El trabajo indicó que los índices de recu­ El m úsculo esternocleidom astoideo se utiliza para la re­
rrencia y de supervivencia eran similares con ambas té c n i­ construcción de las intervenciones radicales del cuello, y,
cas. Se reco m e n d ó la disección cervical supraom ohioidea p or lo tanto, co nocer la vascularización del m úsculo tal vez
100
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Cuello

Tabla 1.17. Sinopsis de las intervenciones radicales del cuello

Estructuras Se pueden sacrificar C o n tro ve rtid a s Se deben conservar0

Órganos Glándula submandibular, polo N inguno Glándula tiroides, glándulas paratiroides


infe rio r de la glándula parótida
Músculos Om ohioideo, Cutáneo del cuello, Todos los demás músculos
esternocleidomastoideo digàstrico, estilohioideo
Vasos Vena yugular externa, arteria Vena yugular interna Arteria carótida externa, arteria carótida
y vena faciales, arteria tiroidea interna, arteria y vena subclavias, conducto
superior, arteria lingual torácico
Nervios Cutáneo anterior C2-C3, N ervio accesorio espinal Rama m andibular del nervio facial, nervio
supraclavicular C3-C4, asa laríngeo superior, nervio laríngeo recurrente,
del hipogloso, nervio nervio facial, nervio lingual, nervio hipogloso,
auricular mayor nervio frénico, nervio vago, nervio simpático
cervical, nervios del seno carotídeo, plexo
braquial, nervios de los músculos romboides
y serrato

a Salvo q u e e s té n i n v a d id a s p o r el cáncer.

Fuente: S kandalakis JE, G ray SW, R o w eJS Jr. A n a to m ic a l C o m p l i c a t i o n s in G e n e r a l Surgery. N u ev a York: M cGraw-Hill, 1983; c o n a u to rizació n .

reduzca al m ín im o el riesgo de necrosis muscular. Kierner c o m p le ta m e n te las cadenas cervical transversa (h o rizontal
y cois.322 señalaron que «la vascularización arterial del te r­ inferior) y accesoria espinal de ganglios linfáticos.
cio infe rio r del m úsculo e sternocleidom astoideo procede El c o n d u c to to rá c ico a la izqu ie rd a y el c o n d u c to lin ­
siem pre de una rama de la arteria supraescapular». fá tic o a la d e recha están en una masa de te jid o c o n e c ti­
vo areolar, p ro fu n d o s con respecto al m ú s c u lo esterno-
c le id o m a s to id e o y p o s te ro la te ra le s a la vena y u g u la r
Tr iá n g u l o s
in te rn a . A lg u n o s tro n co s linfá tico s p u e d e n abrirse in d e ­
Triá n g u lo a n te rio r p e n d ie n te m e n te en las venas subclavia o y u g u la r. Se d e ­
ben co n servar si es posible, pero, si se han lesionado, se
• Triángulo su b m e n to n ia n o : Resecar to d o su co n te n id o .
d eben ligar.
• Triángulo su b m a ndibular: Resecar la glándula su b m a n d i­
Entre la vena y u g u la r interna y la arteria c a ró tid a c o ­
bular y los ganglios linfáticos.
m ú n se encuentra el asa cervical, que inerva los músculos
• T riángulo carotídeo: Resecar la vena y u g u la r interna. La
pretiroideos del cuello. Este nervio está sobre la vaina ca-
ligadura alta de la vena resulta más fácil m ediante la re­
rotídea o en el inte rio r de la misma, m edial a la vena y u g u ­
sección del p olo inferior de la glándula parótida. Se debe
lar interna. Se puede cortar sin m iedo.
co rta r el nervio auricular m ayor y todas las ramas super­
ficiales de los nervios cervicales. Se deben resecar todos
N e r v io s
los ganglios linfáticos situados a lo largo de la vena y u g u ­
lar interna. El resultado final se muestra en la Figura 1.106. N e rv io m a n d ib u la r m a rg in a l
El nervio m an d ib u la r marginal tiene una orientación h o ­
Triángulo posterior
rizontal (transversal). Se encuentra in m e d ia ta m e n te supe­
Se debe resecar to d o el te jido que está p o r encim a del rior y superficial a la arteria y la vena faciales, justo debajo
nervio accesorio espinal, sin lesionar el nervio. Con una d i­ del m úsculo cutáneo del cuello y encim a de la fascia cervi­
sección roma, se debe liberar el nervio del te jido subyacen­ cal profunda.
te. Se liga la vena y u g u la r externa cerca de la vena subcla­ N ota;
via, y se seccionan los músculos esternocleidom astoideo y • La rama cervical del nervio facial se puede c o rta r sin ries­
o m o h io id e o . go p o rq u e inerva sólo el m úsculo cutáneo del cuello.
La zona que está debajo del nervio accesorio espinal es • La rama m arginal inerva los músculos del labio inferior
la «zona peligrosa»23 de Beahrs. C ontiene varias estructu­ (cuadrado del labio inferior y m e n to r llano). Por lo tanto,
ras que se deben id e n tifica r y conservar si es posible: los se debe p ro te g e r no sólo por m otivos funcionales, sino
nervios que llegan a los músculos rom boides y serrato an­ ta m b ié n por m otivos estéticos, para evitar una expresión
terior, el plexo braquial, la arteria y vena subclavias y el ner­ facial anóm ala y un á n g u lo de la boca m u y asim étrico.
vio frénico con el nervio músculo escaleno ante rio r entre • Una incisión en la piel 4 cm o 5 cm p o r deb a jo del á n g u ­
medias. El o b je to de la disección de esta zona es resecar lo m a n d ib u la r protegerá los nervios.

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* Skandalakis

Cuello

Glándula parótida

M. eaíiíohioideo Rama m arginal mandibular del nervio facial


Anatomía quirúrgica

M. digàstrico
V. yugular interna

V. yugular externa N. lingual


A. facial
N. auricular mayor Conducto submandibular

M. esternocleidomastoldeo M. digàstrico

N.accesorio

M. m ilohioideo
N. hipogloso M J .— M. estilohioideo

- ------M. omohioideo

J&kgg .— \ \ ,------- m------ Hueso hioides


A. lingual

M. escaleno anterior
A. tiroidea superior
N .vago
V. tiroidea superior
N. frénico

M. om ohioldeo A. carótida común

V. yugular externa

V. yugular interna M. esternocleidomastoideo

F ig u ra 1 .10 6 . Disección radical del cuello. Las estructuras representadas restantes pueden ser extirpadas si es necesario por
in filtra c ió n del tejido m aligno. [sk4\

N e rv io lin g u al N e rv io h ip o g lo so

El nervio lingual, el nervio hipo g lo so y el c o n d u c to de El nervio hipo g lo so es e xterno al m úsculo hiogloso, in ­


la g lá n d u la s u b m a n d ib u la r viajan ju n to s p o r encim a del fe rio r a la glándula s u b m a n d ib u la r y p ro fu n d o a la misma
m úsculo m ilo h io id e o (p rofu n d o s respecto del m ism o). Se en su trayecto hacia la lengua, p o r debajo del vientre pos­
puede ver este trío después de retraer el b o rd e posterior te rio r del m úsculo digàstrico. Este nervio tiene varios c o m ­
del m úsculo m ilo h io id e o . El nervio lingual se ve en p rim e r pañeros de viaje, c o m o la vena hipoglosa a c o m p a ñ a n te y
lugar a un nivel más alto que el co n d u c to subm andibular; la arteria lingual. La arteria lingual pasa p ro fu n d a Con res­
sin e m b argo, p o r delante pasa p ro fu n d o al co n d u c to , has­ p ecto al m úsculo h ip o g lo s o y entra en la sustancia de la
ta llegar a la lengua. El nervio hipogloso, que es el m ie m ­ lengua. En su trayecto al lado del nervio hipogloso, la ar­
bro más infe rio r del trío, pasa h o riz o n ta lm e n te hacia d e ­ teria lingual puede estar p o r encim a o p o r debajo del ner­
lante en la parte superior del cuello, y entra en el suelo de vio. Beahrs23 a firm ó que el nervio h ip o g lo so se puede le­
la boca, dirigiéndose en p ro fu n d id a d hasta el m úsculo m i­ sionar en esta localización. La consecuencia es que cuando
lohioideo; desde aquí, el nervio hipogloso pasa hacia la sus­ p rotruye, la lengua se desvía hacia el g ra d o paralizado, lo
tancia de la lengua, y d istribuye ramas para su m uscula­ cual se debe a la parálisis de todos los músculos intrínsecos
tura. y extrínsecos de la lengua excepto el palatogloso.
El nervio lingual aporta fibras sensitivas generales y gus­ Es posible la reparación prim aria del nervio hipogloso
tativas a la lengua; el nervio hipo g lo so p ro p o rcio n a iner­ m e d ia n te una técnica m icro q u irú rg ic a si se reconoce la le­
vación m o to ra a toda la musculatura de la lengua, excep­ sión d u rante la operación. C uando se utiliza el nervio h i­
to al palatogloso, que es ¡nervado p o r el vago. pogloso para sustituir al nervio facial lesionado, se le reco-

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Cuello 1
m ienda al paciente que m ueva la lengua hacia el lado le­ hacer la incisión cutánea. En cam bio, se deben separar cu i­
sionado cuando inte n te sonreír. Carney y A n d e rs o n 323 des­ da dosam ente los tejidos del trayecto del nervio del borde
cribieron el a tra p a m ie n to del nervio hip o g lo so y de la ar­ poste rio r del m ú sculo estern o cle id o m a sto id e o u tilizando
teria carótida interna p o r un proceso in fla m a to rio de los un hemostato, y avanzando oblicuamente hacia el borde an­
ganglios linfáticos circundantes en la zona en la que el ner­ te rior del m úsculo trapecio, d o n d e el nervio accesorio es­
vio está m u y cerca de la arteria. pinal desaparece p o r deb a jo del trapecio.
Hemos visto que el nervio accesorio espinal se bifurca
N e rv io v a g o y se trifurca antes de desaparerecer p o r debajo del tra p e ­
cio, o se bifurca y se trifurca m u y cerca del b o rde posterior
Es m u y raro que el nervio vago se lesione durante la d i­
del m úsculo esternocleidom astoideo. También hemos vis­
sección radical del cuello; aun cuando el nervio es posterior
to el e xtre m o del nervio en el b o rde posterior del m úscu­
a la arteria carótida co m ú n y a la vena yu g u la r interna y no
lo esternocleidom astoideo. El nervio accesorio espinal reci­
se ve fácilmente, la tríada carotídea, de la que form a parte
be c o n trib u c io n e s del se g u n d o , te rce r y c u a rto nervios
el vago, se reconoce con facilidad. Sin em bargo, si el nervio
espinales; p ro b a b le m e n te , esas co n tribuciones tienen una
vago está afectado por el tu m o r es necesario su sacrificio.
fu n c ió n sensitiva. Sin e m b a rg o , d e b id o a las c o n trib u c io ­
nes procedentes de C3-C5, algunos pacientes tienen fu n ­
N e rv io fré n ic o ción del trapecio aun cu a n d o se sacrifique el nervio crane­
al XI. Las c o n trib u cio n e s más bajas pueden producirse en
El nervio frén ico está situado en la superficie ventral del
el triá n g u lo posterior.
m úsculo escaleno anterior, p ro fu n d o respecto de la fascia
S o o y cois.331 a firm aron que la inervación m o to ra exac­
prevertebral. Las ramas laterales del tro n c o tirocervical, es
ta del m úsculo tra pecio es c o n tro ve rtid a . El nervio acceso­
decir, las arterias cervical transversa y supraescapular, cru­
rio espinal inerva p rá cticam ente todos los segmentos (re­
zan superficialm ente al nervio. La parálisis unilateral del he-
giones) del músculo; sin embargo, cuando el nervio accesorio
midiafragmas después de la sección del cardiofrénico se to ­
espinal te rm ina en el m úsculo ECM, la inervación del tra ­
lera bien.
pecio se realiza a través de C3. De acuerdo con nuestra ex­
periencia, la rama del nervio accesorio espinal para el trape­
N e rv io a c c e s o rio e s p in a l
cio puede divergir del ECM, uniéndose a la rama procedente
El trayecto de este nervio en el triá n g u lo poste rio r es de C3 y descendiendo después hacia el trapecio.
e n ig m á tic o y peculiar. G o rd o n y cois.324 observaron que el Brown y cois.332 recom e n d a ro n cam b ia r el n o m b re del
nervio accesorio es vulnerable a la lesión a pesar de que se nervio accesorio espinal p o r plexo nervioso accesorio espi­
tenga cuidado para conservarlo durante la disección q u irú r­ nal, p ro b a b le m e n te d e b id o a la co m p le jid a d de sus c o n tri­
gica; es bastante vulnerable en el triá n g u lo posterior. Otros buciones y de sus patrones de ram ifica ción . O bservaron
autores325'327 ta m b ié n pusieron de relieve la vulnerabilidad que cu a n d o se pierde el nervio se p ro d u ce la parálisis del
del nervio a la lesión, y citaron la aparición de parálisis m us­ trapecio, con descenso y rotación interna del h o m b ro . Zi-
cular «sin una causa evidente». O 'B rie n 328 revisó las indica­ bo rd i y cois.333 presentaron una descripción m u y buena de
ciones de la disección radical m o dificada en los m étodos las consecuencias de la lesión del nervio accesorio.
para conservar el nervio accesorio espinal y otros nervios M u y cerca del n e rv io espinal en el tr iá n g u lo p o ste rio r
regionales im portantes. hay tres o cu a tro ganglios linfáticos. En la linfadenitis g ra ­
Se dice que el nervio accesorio espinal se localiza entre ve, el n e rv io p u e d e estar fija d o a un g a n g lio lin fá tic o , y
dos capas de fascia y que está separado del elevador de la se puede lesionar a ccid e n ta lm e n te d u ra n te la biopsia m e ­
escápula p o r una fascia densa y gruesa. Hemos c o m p ro b a ­ d ia n te resección de los g a n g lio s lin fá tico s en el tr iá n g u ­
do esto de manera ocasional. Hemos visto el nervio m u y lo posterior. Según King y M o t ta 334, la biopsia de los g a n ­
cerca de la piel (0, 5 c m -1 ,5 cm), en el te jid o subcutáneo glios linfáticos fu e el prin cip a l m o tiv o de lesión del nervio
del triá n g u lo posterior; éste es el m o tiv o p o r el que el ner­ accesorio en 37 casos. B ro w n y c o is.332 ta m b ié n o b s e r­
vio es tan vulnerable en esta zona. Se puede d e te rm in a r su va ron que el nervio accesorio se resecaba fá c ilm e n te con
localización a p roxim ada con una línea q u e se traza desde un g a n g lio lin fá tic o al q u e estaba m u y a d h e rid o . D on -
un p u n to que está a dos tercios de la distancia del borde ner y K lin e 33S a d v irtie ro n q u e el ne rvio accesorio espinal
posterior del esternocleidom astoideo y p o r o tro p u n to que era el n e rv io que se lesionaba con más fre cu e n cia en los
está a un tercio de la distancia hacia arriba del b o rd e a nte­ accidentes.
rior del tra p e cio 27. Se debe p roteger el n e rv io 329,330. Decker y DuPlessis336 señalaron que la arteria occipital
La dob le capa (superficial y p ro fu n d a ) de fascia en esta que cruza el nervio h ip ogloso da una rama esternom astoi-
zona tam b ié n es peculiar. La capa p ro fu n d a (fascia prever­ dea que sigue el trayecto del nervio accesorio espinal. La ar­
tebral) es densa, pero la capa superficial (capa de revesti­ teria occipital cruza de manera m u y constante p o r encima
m ie n to ) es m u y fina, y en ocasiones pasa inadvertida. Por del nervio hipogloso, desde la zona a n terom edial hasta la
lo ta n to , re co m endam os no utilizar el bisturí después de posterolateral. C uando lo hace, da la rama del esternoclei-
103

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* Skandalakis

Cuello

d om astoideo. Esta arteria llega al m úsculo paralela al p u n ­ costilla y recibe la vena y u g u la r externa en la zona que está
to de entrada del nervio accesorio espinal en el ECM, pero enfrente de la porción media de la clavícula. Es o b lig a to ria
inte rio rm e n te al m ism o; p o r lo ta nto, este vaso puede ser la sutura in m e d ia ta de las venas. Se desconoce el índice
Anatomía quirúrgica

útil para localizar el nervio. real de m o rta lid a d p o r em bolia gaseosa. Tam bién se han
descrito n e u m o to ra x y neum o m e d ia stin o .

* A\C o m p lic a c io n e s a n ató m ic as


Conducto torácico
Los que la realizan [la disección radical de cuello] deben
La fístula quilosa cervical postoperatoria puede c o m p li­
ser conscientes de la extrema im portancia de un conocim ien­
car la disección del cuello. Nussenbaum y cois.340 recom en­
to anatóm ico exacto del campo antes de aceptar la respon­
daron la intervención quirúrgica tem prana si el drenado má­
sa b ilid a d del tra ta m ie n to de un paciente con una enferme­
x im o d u ra n te 24 horas es m a y o r de 1 .0 0 0 m i sin una
dad metastásica que afecta a la zona del cuello.
respuesta rápida al tra ta m ie n to m édico. Indican que el dre­
Southwick y Slaughter337 nado persistente de bajo d é b ito después de 10 días se aso­
cia con un ciclo de tra ta m ie n to p ro lo n g a d o y con c o m p li­
caciones relacionadas con el tratam iento. G regor341 defiende
Le s ió n vasc ular la n u trición parenteral total para c o n tro la r la pérdida de lí­
q u id o y de proteínas mientras se evita el flu jo de quilo. Si la
Kerth y cois.321 afirm aron que los vasos que se lesionan
fístula no se resuelve, habitualm ente se tiene éxito en la con­
en una disección radical del cuello son (en orden de fre ­
secución del cierre con cola de fibrina con malla y colgajos
cuencia) las venas yugulares internas y externas, la vena
musculares.
subclavia, el c o n d u c to torácico y la arteria carótida.

Arteria carótida
Venas yugulares interna y externa
Muchas personas pueden tolerar la obstrucción u nilate­
La vena y u g u la r inte rn a se debe ligar tan cerca de la
ral de la arteria carótida, pero esta tolerancia no siem pre
vena subclavia c o m o sea posible. El reto rn o venoso se rea­
se puede d e te rm in a r antes de la operación. La o b strucción
lizará entonces a través de los plexos venosos vertebral, fa­
unilateral co m p le ta de la arteria carótida interna se asocia
ríngeo, p te rig o id e o , esofágico, cervical p ro fu n d o y o c cip i­
con un elevado índice de m o rta lid a d . M o o re y cois.342 afir­
tal. El más im p o rta n te de ellos es el plexo ve rtebral338.
m aron que el 2 3 % de los pacientes a los q u e se les realizó
La ligadura unilateral de las venas yugulares externa e
ligadura electiva de la arteria carótida tu vie ro n accidentes
interna produce una cianosis transitoria y un edema de la
cerebrovasculares, y el 17 % m urie ro n . De los pacientes a
cabeza. La ligadura o resección bilateral se debe realizar
los que se realizó una ligadura oblig a to ria , el 5 0 % tuvieron
con precaución. M a rtin 314 consideró que la ligadura bila­
accidentes cerebrovasculares y el 3 8 % m u rie ro n . Dos pa­
teral sim ultánea es «la inte rvención habitual en casos se­
cientes de cuatro a los que se realizó ligadura bilateral de
leccionados». Sin e m b a rg o , a pa rtir del tra b a jo de varios
la arteria carótida sobrevivieron sin com plicaciones. M e re ­
autores, Z a re m 339 calculó que hay un índice de m o rtalidad
ce la pena re p ro d u cir aq u í el consejo de M o o re y cois.:
del 2 0 % si se realiza sim ultáneam ente la ligadura de a m ­
(...) se debe inte n ta r p o r todos los medios conservar la
bos lados. Zarem dejaría al menos un mes entre las lig a d u ­
integridad de este vaso [arteria carótida], y si se conside­
ras para p e rm itir que las venas vertebrales com pensaran el
ra que su rotura es inevitable, es preferible la ligadura elec­
a u m e n to del flu jo venoso.
tiva a la ligadura después de una hemorragia grave.
Demasiada tracción en la vena y u g u la r interna puede
p ro d u c ir un desgarro en su extre m o inferior; en ese caso, Schmeidek y cois.343 señalaron que todos los pacientes
la vena se retraerá p o r d ebajo de la clavícula, y será nece­ con oclusión unilateral de la arteria carótida inte rn a tu vie ­
saria la resección de la p o rción m edia del hueso para al­ ron episodios recurrentes de isquem ia cerebral focal. La
canzar y ligar la vena. evolución postoperatoria de la anastomosis entre la arteria
te m p o ra l superficial y la arteria cerebral m edia transcurrió
sin com plicaciones en 23 pacientes (8 2 % ).
Vena subclavia Puttini y cois.344 señalaron que la m o rb ilid a d y la m o r­
talidad operatorias fueron del 4 ,1 % en casos de estenosis
Varios autores321,337,339 han advertido del peligro de e m ­ carotídea clínica con estenosis contralateral.
bolia gaseosa a través de las venas yugulares interna o e x­ Southwick y Slaughter337 mencionaron un caso en el que
terna o de la vena subclavia. La vena subclavia es la c o n ti­ la arteria carótida com ún y el nervio vago se incluyeron ac­
nuación directa de la vena axilar. Se relaciona con la primera cide ntalm ente en una ligadura de la vena y u g u la r interna.
104
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Cuello

La presión p o r la m an ip u la ció n del seno ca rotideo en á n g u lo de la m andíbula (lo cual ta m b ié n p ro teg e la rama
la bifurcación de la arteria carótida puede p ro d u c ir una hi­ cervical). La identificación será más fácil si se recuerda que
potensión grave; si n o se puede evitar esta presión, se ha el nervio siem pre está p o r encim a de los vasos faciales.
p ropuesto la infiltra ció n de esta zona con xilocaina339. Se deben evitar otras ramas del nervio facial, y el p ro ­
p io nervio facial salvo que su sección sea necesaria por un
tu m o r de la glándula parótida.
C itam os de Saffold y cois.348:
Le s ió n n e r v io s a La disección cervical selectiva que se realiza de mane­
ra que preserva las ramas de las raíces cervicales tiene una
Nervio accesorio espinal influencia pequeña y predecible sobre la sensibilidad de la
La sección del n e rvio accesorio espinal (XI) desnerva el cara y del cuello. La parte anterosuperior del cuello entre
m úsculo trapecio, lim ita n d o la a b d u cc ió n del brazo y la ambas escotaduras faciales de la m andíbula es la región
elevación del h o m b ro . La c o n s ig u ie n te e m a c ia c ió n del que suele quedar anestesiada. El sacrificio de las ramas de
m úsculo da lugar a un « h o m b ro caído». Se puede p ro d u ­ la raíz cervical da lu g a r a un defecto sensitivo extenso
cir un «ángulo sup e rio r de la escápula alado». Si se consi­ y significativo que afecta a toda la p a rte ipsilateral del
dera que la resección del n ervio es innecesaria, se debe cuello.
p ro te g e r de la lesión. G o rd o n y cois.324 p u b lic a ro n 1 7 ca­ Brown y cois.349 señalaron que el d o lo r y la disfunción
sos de operaciones en el triá n g u lo p o sterior en las q u e se postoperatorios im predecibles que pueden aparecer des­
p ro d u jo una lesión nerviosa a pesar del c u id a d o q u e se pués de la cirugía radical del cuello p ro b a b le m e n te sean
tu v o para evitarla. secundarios a la violación de la vascularización de los n er­
Si la lesión se reconoce en el q u iró fa n o , la anastomosis vios craneales IX, X, XI y XII, y resaltaron la im p o rta n cia de
m icroquirúrgica té rm in o -te rm in a l es la técnica de elección; respetar tantos nervios y vasos co m o sea posible.
con frecuencia se utiliza un injerto del nervio auricular m a ­
yor. Si la lesión se reconoce en el p o stoperatorio, entonces
la reparación se debe realizar tan p ro n to c o m o sea posible.
Plexo braquial
La reparación después del tercer o cuarto mes tras la lesión
no te n d rá éxito. Se puede utilizar el nervio sural co m o in ­ El cordón superior del plexo braquial se lesiona con más
jerto si no es posible una anastomosis té rm in o -te rm in a l. En frecuencia cua n d o se reseca el te jid o con e ctivo del espa­
sus com entarios a D o n n e r y Kline, Hans-Peter Richter345 es­ cio retroclavicular337.
taba de acuerdo con Gabel y N un le y346 en que los resulta­ Recuerde conservar las siguientes estructuras:
dos de la reparación nerviosa son m u ch o peores si la repa­
• Rama m a n d ib u la r m arginal del nervio facial.
ración se retrasa más de cuatro meses desde la lesión inicial.
• N ervio lingual.
Acerca de lo m ism o, T in d a ll347 observó además que el n er­
vio era m u y superficial, a tan sólo 1 cm a 1,5 cm desde la • N ervio hipogloso.
superficie de la piel, y p o r lo ta n to se lesionaba con fa cili­ • N ervio vago.
dad. A firm ó que si se podía reparar p ro n to , se podía p re­ • N ervio frénico.
ver un p ro nóstico excelente. • N ervio accesorio espinal.
Sin e m b a rg o , si hay fijación con el tu m o r, se deben sa­
Nervios laríngeo externo y laríngeo crificar las estructuras a n te rio rm e n te señaladas.
recurrente
De form a ocasional, estos nervios se pueden lesionar en L e s ió n o r g á n ic a
la disección radical del cuello. La lesión del nervio laríngeo
externo causa la im p o sib ilid a d de tensar la cuerda vocal. Se puede ligar de manera segura el c o n d u c to torácico si
La lesión del nervio laríngeo recurrente da lugar a una p o ­ está lesionado. Algunos cirujanos339 p ro p o n e n la ligadura
sición paramediana de la cuerda, con problem as de las vías sistemática. El núm e ro de troncos linfáticos y su anatomía
aéreas. inconstante hacen que sea difícil evitar la fuga linfática.

D e f o r m id a d del c u e l l o
Ramo mandibular del nervio facial
D u c ic y H ilger350 recom iendan la disección cervical u n i­
No se tiene p o r qué lesionar el ram o m a n d ib u la r del lateral en el plano p ro fu n d o para co nseguir una m ejo r si­
nervio facial si se identifica y se protege. Para p ro te g e r el metría y redu cir la d e fo rm id a d cervical después de la d i­
nervio, la incisión se debe hacer 4 cm o 5 cm por debajo del sección radical del cuello.

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Pared torácica y pleura


G e n e L. C o lb o rn ; Thom as A, W e id m a n ; Petros Minias; P a n a g io tis Sym bas; Jo h n E. Skandalakis

En ocasiones, en la pleuresía crónica se forma una escara gangrenosa sobre la pleura que permite que el líquido producido sal­
ga a través de los músculos intercostales, de manera que puede evacuarse, ya sea de forma natural o artificial, y el empiema se
cura.
Laennec1

Debemos a d m irar la sabiduría del Creador Supremo del m undo cuando construyó el tórax, pues no es ni del todo óseo ni
tampoco de carne, sino musculoso y óseo alternativamente, a diferencia del cráneo (enteramente óseo) y del abdomen (p rin­
cipalmente musculoso). Este im portante aspecto no debe tomarse a la ligera, sino que debe recordarse y tenerse en cuenta.
Vesalio2

m Los músculos intercostales se o riginan a partir de la p o r­


Historia ción hip ó m e ra de los m io to m a s (Fig. 2.2), en la región t o ­
■ ¡ 5
rácica. Los tendones y el tejid o co nectivo in te rn o de estos
La historia anatóm ica y quirú rg ica de la pared torácica
músculos se o rig in a n a p a re ntem ente a p a rtir del disco m e ­
y la pleura se exp o n e en la Tabla 2.1.
sodérm ico som atopleural lateral.
El m esod e rm o de la pared torácica lateral da lug a r a las
tres capas musculares de la pared torácica, que ya están d i­
1 4
Embriogénesis ferenciadas en la séptim a semana. La capa interna está fo r­
mada p or músculos subcostales, intercostales internos y to ­
D e s a r r o llo normal
rácicos transversos. La capa m edia la fo rm a n los músculos
intercostales internos. Los músculos intercostales externos
Pared torácica
c onstituyen la capa más externa.
Las pequeñas apófisis costales de las vértebras torácicas
Re c o r d a r :
prim itivas desarrollan extensiones que fo rm a n las costillas
• Las costillas p ro b a b le m e n te se desarrollen a p a rtir de es-
(Fig. 2.1 A). Al llegar a la q u in ta semana, las apófisis costa­ clerotom as torácicos.
les de las vértebras en la región torácica empiezan a alongar­ • El esternón y los cartílagos costales quizá se desarrollen a
se, se fo rm a n las articulaciones costovertebrales y al final de
p a rtir del m esénquim a som atopleural.
la sexta semana las costillas se separan de las vértebras.
• Los m úsculos intercostales quizá se desarrollen a p a rtir
Al p rin cip io las futuras costillas son cartilaginosas. A lre­
del bord e ventrolateral del disco epitelial de los somitas.
d ed o r de la novena semana de la vida embrionaria, co m ie n ­
za la osificación. La cabeza y el tu bérculo de cada costilla al­
Pleura y cavidad pleural
bergan los centros secundarios de osificación. La form ación
com pleta del hueso se alcanza con una edad de 20-25 años. La pleura deriva del celom a p rim itiv o . El celo m a está
El esternón tiene una génesis peculiar. Su origen es, m uy fo rm a d o p or la división del m esoderm o lateral derecho e iz­
probablem ente, mesodérm ico. Al finalizar la sexta semana, quierdo en las capas esplácnicas y somáticas; de este m o d o ,
d e n tro de la pared ventral del tro n c o se fo rm a n unas c o n ­ se fo rm a n dos grandes cavidades. Más tarde, dichas cavi­
densaciones pareadas (Fig. 2.1 B). Las piezas preesternales dades se separan en cuatro más pequeñas (pericárdica, pe­
y un par de barras paralelas laterales se fusionan para cons­ ritoneal, y dos pleurales) p o r las estructuras em briogénicas
titu ir un cartílago único; estas barras esternales se fusionan responsables de la form a ció n del diafragma. Estas estructu­
con rapidez entre sí en sus extrem os craneales. Los perfiles ras son el septo transverso y los pliegues pareados pleuro-
laterales de las barras esternales conectan con los extremos pericárdicos y pleuroperitoneales.
distales de las costillas en crecim iento. Las barras esternales En to rn o a la cuarta semana, el surco larin g o tra q u e a l
se «cierran» entonces entre sí en dirección craneocaudal. (d ivertículo respiratorio) surge desde el suelo de la faringe
Ya a los 60 días se aprecian en el esternón los centros de co m o parte del tracto respiratorio inferior. La parte más cra­
osificación, los cuales son responsables de la génesis del neal fo rm a la laringe, desde d o n d e la tráquea se extiende
m a n u b rio y del cuerpo del esternón (Fig. 2.1 B). La apófisis caudalm ente. En la q u in ta semana, las dos yemas p u lm o ­
xifoides no se osifica hasta el n a cim ie n to 3. nares em piezan su crecim ie nto en los canales pleurales iz-

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Pared torácica y pleura 2


Tabla 2.1. Historia de la anatomía y la cirugía de la pared torácica y la pleura
Homero (siglo vm a.C.) En la litada, él llamó «tórax» al cuero y cobre que se utilizaba com o armadura
para proteger a los soldados
Epaminondas (362 a.C.) Atravesado su tórax por una flecha, la extrajo solam ente después de conocer la victoria
sobre los tebanos, sabiendo que podía ser letal (neum otorax abierto)
Hipócrates (460-377 a.C.) Intervenciones frecuentes de tórax para la evacuación de colecciones líquidas
(«paracentesis pulmonis»); se le considera h abitualm ente el primero en tratar
el em piem a pulmonar. Fue el primero en sugerir la intubación laríngea y traqueal
Celso (aprox. 14 a.C.-37 d.C.) Escribió en relación con la utilización del tu b o pleural y los trocares para tratar
la patología torácica
Areteo de Capadocia Aporta una descripción extensa de la pleuresía
(81-138 d.C.)
Galeno Escribió que «a aquella cavidad relacionada con las costillas en ambos lados, que
(130-aprox. 200 d.C.) se extiende hasta el esternón y diafragma por delante y se curva hacia abajo hacia
la colum na por detrás, los médicos la d en o m in an tórax»
Rasis Utiliza cauterización con hierro para tratar el empiema, permitiendo que salgan
(850- aprox. 923 d.C.) pequeñas cantidades de líquido al exterior. Utiliza una mezcla de miel y agua
para drenar cuando los líquidos son demasiado espesos
Boneto 1650 Recomendó la broncotom ía en los niños que aspiraban una pieza de hueso
Verduc 1717 Extrajo fragmentos de hueso a través de una incisión traqueal
Boerhaave 1724 Identificó un neum otorax espontáneo
Auenbrugger 1753 Descrubrió la percusión torácica
Louis 1759 Recogió 28 casos de cuerpo extraño
J. F. Meckel 1759 Aportó una descripción posm órtem del n eum otorax a tensión
(«El mayor de los Meckel»)
Auenbrugger 1761 Publicó Inventum Novum, donde describió su nuevo m étodo diagnóstico que él mismo
d en o m in ó «percusión torácica»
Etard 1803 Introdujo el térm ino «neumotorax»
Laennec 1816 Inventó el estetoscopio y descubrió la auscultación
1819 Proporcionó una extensa descripción de los signos y síntomas del neum otorax
Jameson 1822 Refirió más casos de cuerpos extraños en la vía aérea
Skoda 1839 Realizó nuevas investigaciones relacionadas con la percusión torácica
Goodall 1844 Reconoció el papel de la carina en el paso de los cuerpos extraños a los bronquios
W ym an y 1852 Introdujeron la toracocentesis
Bowditch
S.D. Gross 1854 Refirió más de 200 casos de cuerpos extraños en la vía aérea, siendo el primer estudio
de este tema escrito en lengua inglesa
Playfair 1875 Describió la toracostomía con tubo cerrado
Bülau 1875 Recomendó el drenado pleural cerrado en sifón para el empiema
Estländer 1879 Describió la toracoplastia para el tratam iento del em piem a
Weist 1882 Recomendó la broncotom ía solamente con síntomas graves. En 1.000 casos,
la mortalidad sin broncotom ía era del 23,2%; con broncotom ía fue del 27,4%
Forlanini 1882 Inventó el n eum otorax artificial
De Cerenville 1885 Resecó pequeños segmentos de costillas para colapsar la pared torácica sobre zonas
de tuberculosis cavitaria apical
Schede 1890 Describió su toracoplastia, que incluía múltiples resecciones costales y la extracción
del periostio, músculos intercostales y nervios y pleura parietal
Tuffier 1891 Introdujo la toracoplastia de empaste
Delmore 1892 Introdujo la pleurectomía como tratam iento del empiema
Fowler 1893 Realizó la pleurectomía para obliterar la cavidad torácica com o tratam iento del
em piem a
Delorme 1894 Realizó la primera pleurectomía programada
Beck 1897 Sugirió la pleurectomía visceral en la realización de un tratam iento radical del empiema
Brauer 1906 Sugirió una extracción costal más extensa en la toracoplastia
Friedrich 1907 Realizó una toracoplastia resecando en toda su extensión las costillas segunda a novena
Jacobeus 1910 Introdujo la toracoplastia realizada mientras se cortaban las adherencias pleurales
(neumólisis)
107

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• Skandalakis

Pared torácica y pleura

T a b l a 2 .1 . Historia de la anatomía y la cirugía de la pared torácica y la pleura (Continuación.)


Anatomía quirúrgica

Wilms 1913 Realizó una toracoplastia paravertebral resecando las secciones posteriores
de las primeras once costillas
Tuffier 1914 Utilizó epiplón para m a n ten e r el pulm ón colapsado después de la toracoplastia
Robinson 1915 Describió el drenaje abierto y la obliteración parcial de la cavidad del em piem a
utilizando el músculo dorsal ancho
Lilienthal 1922 Refirió el uso de tubos torácicos en el tratam iento postoperatorio de la cirugía torácica
Sauerbruch 1925 Desarrollo ulterior de la toracoplastia paravertebral
U.S. Army 1925 Recomendaron el drenado cerrado frente al abierto en el com ienzo precoz del em piem a
Empyema
Commission
(presidida por Graham)
Gudger 1926 Recopiló 31 casos de peces vivos en conducciones de aire y alimentos
Semb 1934 Añadió apicolosis extrafascial a la toracoplastia
Eloesser 1935 Describió la técnica de drenado abierto utilizando el colgajo de piel con perfil en U
(colgajo de Eloesser) com o válvula en un solo sentido. Se aplica al extraer un segmento
de costilla sobre un em piem a y suturar el colgajo de piel a la pleura. Una vez
completado, se cose el resto de los bordes junto con la piel
Bigger 1937 Realizó la toracotomía para resecar ampollas pulm onares
Sattler 1937 Trató el n eum otorax espontáneo m ediante toracoscopia
Alexander 1937 Introdujo la toracoplastia en tres etapas con resección de los segmentos posteriores
de las costillas y dejando el periostio intacto
Churchill 1941 Utilizó abrasión con gasa com o tratam iento del neum otorax
Gaensler 1956 Describió la pleurectomía parietal en la prevención del neum otorax recurrente
Clagett y Geraci 1963 Describieron la toracostomía de campo abierto en el tratam iento del em piem a
posneum onectom ía. Reinstauraron el drenado abierto com o m étodo viable
en el tratam iento del em piem a
Deslauriers 1980 Recomendó la toracotom ía axilar, la resección de la burbuja y la pleurectomía apical
en el neum otorax recurrente
Hansell y Strickland 1989 Describieron el em pleo de la TC para determ inar la extensión de la enfermedad
y la afectación pleural

Tabla recopilada por David A. McClusky III y John E. Skandalakis.

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108
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Pared torácica y pleura 2

Clavícula M anubrio „ Clavícula


Clavícula

Costilla

Costillas
Barras esternales (empiezan a Centros de Apófisis xifoides
Condensaciones condrificar y se fusionan cuando osificación
mesenquimatosas conectan las costillas)

B 43 días 45 días Nacimiento

F ig u ra 2.1. A, Desarrollo de las costillas. B, Esternón. [Ia2]

q uierdo y derecho. Los espacios pleurales acogen los p u l­ • La parte parietal de las pleuras se desarrolla a p a rtir del
mones en expansión. El m esoderm o esplácnico cubre el ár­ e p itelio del celom a de la som atopleura (m e sod e rm o so­
bol b ro n c o p u lm o n a r (pleura visceral). El m eso d e rm o so­ m ático).
m ático fo rm a la pleura parietal. • La parte visceral de las pleuras se desarrolla a p a rtir del
Las pleuras son unas m em branas mesoteliales finas y se­ m esénquim a esplácnico (m e sod e rm o que cu bre los p u l­
rosas. La pleura parietal cubre la pared torácica, el medias­ mones).
tino, el diafragm a y la cúpula. Los reflejos de la pleura me-
diastínica cubren la superficie de los pulmones y se extienden A n o m a l ía s c o n g é n it a s
por las cisuras pulm onares (pleura visceral). Entre la pleura
visceral y la parietal existe un espacio virtual que contiene una
P a re d to r á c ic a
mínima cantidad de líquido para lubricar las superficies pleu­
rales y facilitar el deslizamiento de las pleuras. Esternón
Re c o r d a r :
Las anomalías congénitas del esternón son:
• La fo rm a c ió n em brionaria de la cavidad pleural es nece­
saria para p e rm itir la acción fisiológica norm al de los p u l­ • Depresión (pectus excavatum o tóra x en e m b u d o ) (Figs.
mones. 2.3A y 2.3B).
109

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* Skandalakis

Pared torácica y pleura

Músculo extensor de la columna


Epímero
dorsal primaria
Anatomía quirúrgica

Septo intermuscular

Ganglio espinal

Hipómero
Capas musculares
externa, intermedia
Rama ventral e interna del hipómero
primaria según se observa
en la pared del tórax
y el abdomen

Cavidad celómica

Columna rectal

F ig u r a 2.2. D iferenciación de los m io to m a s y fo rm a ció n del p rim o rd io del m ú sc u lo p rin cip al del ab d o m e n . Izquierda-.
Sección transversa en la regió n torácica de u n e m b rió n de cinco sem anas. P orció n dorsal de la m u sc u la tu ra de la pared
del cuerp o (epím ero) y p o rc ió n v en tra l (h ip ó m ero ) in e rv a d o p o r la ram a dorsal p rim aria y la v en tra l prim aria, resp ecti­
v a m e n te . Derecha: Sección sim ilar a la de la izquierda, e n u n estadio m á s a v a n z a d o del desarrollo. El h ip ó m e ro h a fo rm a ­
d o tres capas m usculares separadas y el m ú sc u lo ventral lo n g itu d in a l, [sal]

» Protrusión (pectus ca rin a tu m o tó ra x de p ic h ó n ) (Figs. - D efecto d ia frag m ático ventral (crescente).


2.3C a 2.3F). - O nfalocele o d e fe c to ventral d e la línea m edia.
• Deform idades mixtas (Fig. 2.3F). - D efecto p ericárdico apical q u e c o m u n ic a con la cavi­
• D eform idades p o r ausencia (Figs. 2.4A y 2.4C). d a d pericárdica.
• D eform idades p o r fu s ió n /n o u n ió n (Fig. 2.4B). - A n o m a lía s cardíacas.

Sadler'* constató que las deform idades en la m o rfo g é n e ­ Dos casos d e tra ta m ie n to quirúrgico n eon atal d e un es­
sis de las costillas y su c re cim ie nto son las causas más ha­ te rn ó n bifido realizados p o r Dòmini y cois.9 co n firm a ro n
bituales de anomalías esternales, co m o el pectus excavatum q u e el e s te rn ó n bifido d e b e repararse p r e c o z m e n te cuan-
y el pectus carinatum.
Wu y cois.5 recom endaron una corrección m ín im a m e n ­
te invasiva del pectus excavatum.
Robicsek6 observó que la reparación del pectus excava­
tum incluía una corrección postural, con a co rta m ie n to del
esternón y el m a n te n im ie n to de la posición corregida m e ­
diante la acción del recto abdo m in a l y de los músculos pec­
torales.
W ada y A d e 7 refirieron resultados positivos con el re­
cam bio esternal (trasplante óseo o rto tó p ic o en posición in­
A B C
vertida).
Ravitch y Steichen8 clasificaron los defectos esternales
en tres categorías:
• Esternón h e n d id o sin anomalías asociadas.
- Esternón h e n d id o superior.
- Esternón h e n d id o inferior.
D E F
- Esternón h e n d id o en su to ta lid a d .
• Ectopia cordis (n o rm alm ente es una m alform ación cardía­ Figura 2.3. Variantes de las deform idades torácicas (sección
ca fuera de la pared torácica). transversal). A y B, D eform idades p o r depresión. C y D, D e­
• Pentalogía de Cantrell con las siguientes anomalías: form idades p or protrusión. E, P rotrusión bilateral. F, P rotru­
- Esternón distal ausente o h e n dido. sión c o n d r o m a n u b ria l co n d ep re sió n del m a n g o . [sa2]
110

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Pared torácica y pleura

F ig u ra 2.4. Problemas esternales, m ostrados p o r su grave­


dad creciente de A a C. A, Ausencia de elem entos esterna­
les co n separación entre el m a n u b rio y el resto del ester­
n ó n . B, Fallo en la fu s ió n del esternón. En este paciente el
esternón y las costillas parece que hub ie ra n d etenido su m i ­
gración, que se produce a p ro xim a d a m e n te a las seis sema­
nas del desarrollo y se habrían osificado en esta posició n .
La pie l estaba in ta c ta sobre el defecto óseo. C, Ausencia de
to d o el esternón. El defecto estaba c u b ie rto p o r piel, grasa
y serosa. U na hernia diafragmática ve ntral se abrió a la cavi­
dad pericárdica, de form a que los defectos pericárdicos dia-
fragmáticos y esternales precisaban reparación, [ma]

van en trastornos generales tales como las anomalías cro-


do el tó ra x es más elástico y el cierre p rim a rio es general­ mosómicas o el hipotiroidismo.
m ente seguro y relativam ente fácil.
Tam bién son anomalías la c o m b in a c ió n de d e fo rm id a ­
des de esternón y costillas.
Costillas C uando existen anomalías en la pared torácica anterior,
Las anomalías costales son: pueden asociarse otras m u y diversas alteraciones:

• Ausencia com pleta. • Escoliosis11.

• Ausencia unilateral de pared torácica. • H e m a n g io m a craneofacial y onfalocele12.


• M ic ro tó ra x (distrofia torácica). • Defecto del ta b iq u e v e n tric u la r13.
• Ausencia de cartílago costal. El síndrom e de Poland se caracteriza por:
• Fusión inco m p le ta de cartílago y costillas (ocasionando
• Ausencia de cartílagos costales y una p orción de las cos­
su separación).
tillas tercera, o tercera y cuarta.
C itam os a Hannam y cois.10: • Ausencia de pezón o m am a hipoplásica.
Se cree que durante el período neonatal las anomalías • Ausencia de grasa subcutánea.
costales forman parte habitualm ente de trastornos del es­ • Ausencia de pelo axilar.
queleto; sin embargo, también pueden deberse a otras cau­ • Ausencia del m úsculo pectoral menor.
sas, como alteraciones metabólicas, enfermedades óseas • Ausencia de la porción costoesternal del m úsculo p e c to ­
y traumatismos. Las anomalías costales también se obser­ ral mayor.

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* Skandalakis

Pared torácica y pleura

Slovis y cois.14 refirieron que deberá sospecharse la fu ­ con lo qu e resultará más fácil auscultar sonidos con el es­
sión h e p a to p u lm o n a r en neonatos en los casos de hernia tetoscopio.
diafragm ática aparente que curse con un desplazam iento
Anatomía quirúrgica

mediastínico en la dirección del pulm ó n hipoplásico o cuan­ Superficie posterolateral


do el m ediastino n o se desplace en dirección contralateral Huesos: Costillas.
a la masa. Músculos: Serrato mayor, dorsal ancho.
N o es p ro pósito de este texto detallar la em briogénesis
ni los defectos congénitos detalladam ente. Para dicha info r­
mación remitimos al lector al texto Embriology for Surgeons'5.
Esqueleto
Esternón
Pleura T o p o g ra fía . El esternón (Fig. 2.6) es un hueso plano fo r­
m ado p o r tres partes: el m a n u b rio , el cuerpo o estoque y
N o parecen existir anomalías congénitas de la pleura
la apófisis xifoides. Estas tres partes deben su n o m b re a su
im portantes. La c o n tin u id a d ocasional entre el pericardio
parecido con el m ango, cuerpo y p u n ta de la espada c o r­
y la pleura izquierda no ocasiona problem as clínicos, a pa­
ta de los rom anos.
sar de tratarse de una patología interesante.
Manubrio. El m a n u b rio tiene un perfil lig e ra m e n te o n ­
dulado. Es más ancho por arriba que p o r abajo, estrechán­
dose bruscam ente al llegar a la articulación con el cuerpo
A n ato m ía quirúrgica
del esternón. El extre m o superior del m a n u b rio se caracte­
riza por una gran concavidad central, la escotadura y u g u ­
Pa r e d t o r á c ic a
lar (Fig. 2.6). Dos escotaduras laterales superolaterales para
la articulación clavicular fo rm a n las articulaciones esterno-
Anatomía de superficie
claviculares derecha e izquierda.
La anatom ía de superficie de la pared torácica puede Los bordes laterales del m a n u b rio tienen dos caras, una
apreciarse y ser recordada con m ayor claridad a partir de las superior y otra inferior. La cara superior se articula con el
descripciones separadas de las superficies anterior, a n te ro ­ p rim e r cartílago costal (una sincondrosis), justo p o r deb a ­
lateral, posterior y posterolateral. jo de las articulaciones esternoclaviculares. La cara inferior,
que se sitúa entre los bordes laterales del m a n u b rio y la p ri­
Superficie anterior mera esternebra, se articula con el seg u n d o cartílago cos­
tal (que fo rm a una articulación sinovial).
Piel: El pezón se localiza h a b itu a lm e n te en el cu arto es­
La a rtic u la c ió n del m a n u b rio y la p rim e ra esternebra
pacio intercostal.
resulta evidente po rq u e se puede palpar una cresta p ro d u ­
Huesos: Esternón, clavícula, cartílagos y costillas, borde
cida p o r la a n g u la c ió n que existe a ese nivel. Se conoce
inferior de la caja torácica.
c o m o á n gulo esternal (o á n g u lo de Louis o á n g u lo de Lud-
Músculos: Pectoral mayor, pectoral menor.
w ig ) (Figs. 2.6 y 2.7). La naturaleza lig eram ente en bisagra
de esta articulación p e rm ite el m o v im ie n to de esta a rticu ­
Superficie anterolateral lación d u rante la respiración. El á n g u lo de Louis se corres­
Huesos: Costillas. ponde, grosso modo, con el nivel del disco intervertebral de
Músculos: Serrato mayor, inserciones superiores del o ri­ T4 y T5 o con el cuerpo de T5.
gen del o b licu o externo. El á n g u lo de Louis (á ngulo esternal) es una referencia
anatóm ica m u y im p o rta n te p o r las siguientes razones:
Superficie posterior o Se trata de una referencia para contar las costillas (Fig. 2.8).
Huesos: Escápula, c o lu m n a torácica. • La línea que une el á n gulo esternal con el disco interver-
Músculos: Trapecio, elevador de la escápula, ro m boides tebral entre las vértebras T4 y T5 divid e el m ediastino en
m ayor y menor, redondo mayor, dorsal ancho, serrato pos­ los c o m p a rtim e n to s superior e infe rio r (Figs. 2.7).
te rio r (su perior e inferior), músculos intrínsecos de la c o ­ • Es la parte final de la aorta ascendente y el com ienzo del
lum na. cayado aórtico. Por ello, ta m b ié n es el final del cayado
El «triángulo de la auscultación» (Fig. 2.5) es la zona en­ aórtico y el com ie n zo de la aorta torácica.
tre el b o rd e medial de la escápula, el borde lateral del tra ­ • Es el área de bifurcación de la arteria p u lm o n a r en las ar­
pecio y el bo rd e superior del dorsal ancho. El ro m bo id e s terias pulm onares izquierda y derecha, justo p o r debajo
m ayor fo rm a la base del triángulo. Existe, en realidad, poco del com ie n zo del cayado aórtico.
te jid o entre la piel y la caja torácica, m o tiv o por el cual es • En la línea media, justo por debajo del ángulo esternal, las
un buen p u n to para la auscultación. Si el paciente e xtie n ­ pleuras derecha e izquierda están en estrecho c o n ta cto
de la escápula (aduce), el triá n g u lo aum enta de tam año, entre sí.

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Pared torácica y pleura 2


Elevador de la escápula

Romboides menor
Romboides mayor

Deltoides

Triángulo
de la auscultación

Nervio accesorio
Ramas cutáneas
del dorsal

Trapecio

Dorsal ancho
Ramas posteriores
del m. lateral cutáneo

Oblicuo externo
Ramas del cutáneo lateral
o n. iliohipogástrico
Triángulo lumbar (rama ventral de L1)

F ig u r a 2.5. M úsculos superficiales de la espalda y « triángulo de la auscultación». El m ú sc u lo trap ecio d iv id id o y refle­


jado en el lado izquierdo para m o stra r las estructuras subyacentes. LgrJ?]

• La vena b raquiocefálica izquierda (in n o m in a d a ) se e n ­ nón (Fig. 2.8). La clasificación en típicas y atípicas se debe
cuentra con la vena braquiocefálica derecha para fo rm a r más bien a características individuales de cada costilla.
la vena cava superior, p o r detrás del extre m o derecho del
C o s t i l l a s v e r d a d e r a s y f a l s a s . Esta clasificación divide
á n g u lo esternal y, ligeram ente p o r debajo, el arco v e n o ­
los doce pares de costillas en costillas verdaderas (las p rim e­
so de la ácigos se une a la vana cava superior.
ras siete) y falsas (las cinco últimas).
• Es la ubicación de la bifurcación de la tráquea.
Las costillas verdaderas se articulan con el b o rde ester­
• A esa altura, el c o n d u c to torácico cruza p o r delante de
nal m ediante su cartílago costal. De los ú ltim o s cinco pa­
la co lu m n a vertebral de derecha a izquierda.
res, las costillas falsas, las costillas octava a décim a se arti­
Cuerpo. El cuerpo (Fig. 2.6 ) del esternón del a d u lto tie ­ culan in d ire c ta m e n te con el e s te rn ó n , a través del
ne una lo n g itu d que duplica a la del m a n u b rio esternal. Se consiguiente cartílago costal. Las costillas 11 y 12 (Fig. 2.9)
com p o n e de cuatro segmentos o esternebras. Finaliza apro­ no se articulan con el esternón. Sus extrem os te rm ina n en
x im a d a m e n te a la altura del disco intervertebral, entre las la musculatura de la pared a bdom inal; p o r ello, se d e n o m i­
vértebras T8 y T9. Lateralmente, los cartílagos costales de nan costillas «flotantes».
las costillas tercera a la séptima se articulan directamente con En ocasiones no existe la costilla n úm ero 12. En algunos
la cara lateral del esternón. casos, las costillas adyacentes están fusionadas, o son bífi-
Apófisis xifoides. La apófisis xifoides tie n e un ta m a ñ o , das. N o son raras las costillas supernumerarias. En un 1%
perfil, g rosor y consistencia m u y variables. de los casos16 existe una costilla cervical asociada a la sép­
tim a vértebra cervical. H ollinshead16 observó que el 10%
Costillas y cartílagos costales de los pacientes con costilla cervical presentan síntomas, y
T o p o g r a f í a . Más adelante se m encionan dos distintos que tales costillas cervicales se aprecian con el doble de fre­
esquemas para clasificar las costillas: 1) costillas verd a d e ­ cuencia en mujeres que en hom bres.
ras y falsas, y 2) costillas típicas y atípicas. La clasificación
de las costillas en verdaderas y falsas se basa en si las cos­ C o s t i l l a s t í p i c a s . L o s pares tercero a noveno se conocen

tillas tienen o no una articulación ind e p e n d ie n te del ester­ co m o costillas «típicas». Una costilla típica (Fig. 2.1 0 ) está

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• Skandalakis

Pared torácica y pleura

Escotadura yugular

Escotadura clavicular
Anatomía quirúrgica

M . esternohioideo
M. esterno-
Escotadura costal I cleidom astoideo
Escotadura costal I

M. esternotiroideo

M anubrio

Escotadura costal II Ángulo de Louis


Escotadura costal II

M. pectoral m ayor

Escotadura costal III


Escotadura costal III

Cuerpo

Escotadura costal IV Escotadura costal IV

M. transverso torácico
Escotadura costal V
Escotadura costal V

Escotadura costal VI
Escotadura costal VI
Escotadura costal VII
Escotadura costal VII
M. recto abdom inal

Línea alba, aponeurosis


Agujero xifoideo
de los músculos abdom inales
Apófisis xifoides Diafragma
A

F ig u ra 2 .6 . E sternón. A, Vista anterior. B, Vista posterior. [an2]

co m p u e sta p o r las siguientes partes: cuello, tu b é rc u lo y de la vértebra con la que la costilla com parte el núm ero, fo r­
cuerpo. m a n d o la articulación costotransversa. Una cápsula sino-
La cabeza de las costillas tiene una superficie articular vial reforzada p o r los ligam entos radiales cubre las a rticu ­
que se divide en la cresta interarticular y la cara inferior m a ­ laciones.
yor. La cara superior se articula con la parte inferior de la si­ El cu e rp o de las costillas es típ ica m e n te p lano y d e lg a ­
g u ie n te vértebra supraadyacente. La cara inferior se articu ­ do. Tiene una lo n g itu d media de unos 6 cm , m edidos des­
la con la cara s u p e rio r del c u e rp o de la vé rte b ra , que de el tu b é rc u lo hasta el ángulo. La distancia se hace cada
c o m p a rte la num eración con la costilla, y fo rm a n las a rti­ vez m a y o r desde la segunda a la séptima costillas, d is m in u ­
culaciones vertebrocostales. La cresta interarticular está fi­ ye n d o poste rio rm e n te de nuevo. La ubicación del á n g u lo
jada al disco intervertebral correspondiente p o r fibras liga­ se indica p o r la zona rugosa de la fijación del m úsculo ¡lio-
mentosas. costal sobre la superficie posterior de la costilla. Las fra c tu ­
El cuello de la costilla m id e a p ro x im a d a m e n te 2,5 cm ras p o r una lesión indirecta h a b itu a lm e n te se pro d u ce n en
de largo. El cuello es una parte relativamente plana de la cos­ la costilla media, justo por delante del ángulo.
tilla entre la cabeza y el tu b é rcu lo . La superficie interna de la costilla se caracteriza por el sur­
El tu b é rcu lo (Figs. 2 .1 0 y 2.1 1 ) es una prom in e n cia en co costal, qu e c o n tie n e el haz intercostal neurovascular.
la superficie posterior de la costilla, en la u nión de cuello y D orsalm ente, el surco se aprecia c o m o un rasgo en el b o r­
cuerpo; tiene un co m p o n e n te articular y o tro no articular. de infe rio r de la costilla. En el á n gulo de la costilla, el sur­
La parte articular del tu b é rc u lo tiene una carilla oval que co se hace más p ro fu n d o y parece más bien una caracte­
se articula con la cara del e x tre m o de la apófisis transversa rística de la superficie interna de la costilla.

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Pared torácica y pleura

Cayado aórtico

A. p ulm o na r derecha

Cuerpo del esternón


Aurícula izquierda

Válvula aórtica

Ventrículo derecho
Aurícula derecha

Diafragma

Aorta

Esófago

M e dia stino inferior :

M ediastino superior | M ediastino ante rio r

] M ediastino m edio

| M ediastino posterior

F igu ra 2.7. Relaciones vertebrales y viscerales del estern ón . [fr2]

La curvatura del cuerpo después de su extensión dorso- pared a b d o m in a l (para más info rm a ció n , véase la sección
lateral es hacia adelante, lateral y hacia abajo. A lo largo de sobre el diafragm a pediátrico en el capítulo «D iafragm a»),
este recorrido el cu e rp o se incurva parcialm ente, de form a
q ue la superficie externa se o rie n ta late ra lm e n te y hacia C o s t i l l a s a típ ic a s . Entre los doce pares de costillas, las
arriba. Desde los cartílagos costales tercero a séptim o, exis­ costillas primera, segunda, décima, undécim a y duodécim a
te un incre m e n to gradual en la lo n g itu d , una dism in u ció n presentan unas características individuales que son de algún
en el diám etro, y una form a medial fusiforme a medida que m o d o distintas a las de los pares tercero al noveno.
el cartílago asciende desde las costillas hasta su fijación con Primera costilla: En co m paración con las otras costillas,
el esternón (Fig. 2.8). La cavidad torácica tiene un perfil de la prim e ra es m u y corta, plana, ancha y m u y curva (Fig.
riñón en la sección transversal, d e b id o a las curvaturas de 2.11). Sus dos superficies se orientan craneal y ca u d a lm e n ­
los cuerpos costales y a la fo rm a en que sus articulaciones te, con un borde interno y otro externo. Su cabeza tiene una
ventrales se unen con el esternón. cara para su articulación con la prim era vértebra torácica.
A diferencia de la o rientación de las costillas del adulto, La orie n ta ció n es hacia abajo y hacia adelante desde el ex­
las costillas del recién nacido se orientan a un plano casi trem o vertebral hasta el esternal. El ángulo de la primera cos­
horizontal, de form a que dura n te la respiración se p ro d u ­ tilla co in cid e con un tu b é rcu lo m uy p ro m in e n te .
ce un m o v im ie n to escaso de las costillas; p o r ello, en los Existen dos surcos poco p rofundos p ró xim o s al p u n to
recién nacidos, las principales fuerzas mecánicas de la res­ m e d io de la superficie craneal o superior de la prim era cos­
piración se deben a los m ovim ie nto s diafragm áticos y de la tilla; estos surcos están separados por una elevación peque-

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* Skandalakis

Pared torácica y pleura

Cara articular
A b e rtu ra to rá cica s u pe rior

Cuello
Anatomía quirúrgica

1 ,0r cartílago
C ostilla 2
costal
Surco costal
Á n g u lo esternal
Superficie a rticula r
de la cabeza

M. intercostal
e xterno
7.a costilla
Músculos
infrae ste rn a l intercostales
12.a costilla
interno y p rofun d o

1 ,a vé rte bra Cuerpo


10.a costilla
lum b a r
A p ófis is
A b e rtu ra to rá cica
costal
in fe rio r Extremo esternal
costal derecho para el cartílago costal

F ig u r a 2.8. Tórax (vista anterior). [frZ\


F ig u ra 2 .1 0 . Costilla «típica». Hallazgos de la superficie
de la sé p tim a costilla (vista inferior). [an2]

ña y rugosa en la parte medial de la costilla (tu b é rcu lo es­ Posterior al surco de la arteria subclavia existe una zona
caleno) para la Inserción del m úsculo escaleno (Fig. 2.11). am plia para la inserción del m úsculo escaleno m edio, que
El surco más anterior se relaciona con el trayecto de la vena n o rm a lm e n te es poco evidente. En el b o rd e lateral de la
subclavia (Fig. 2.12). El surco posterior al tu b é rc u lo escale­ costilla, justo p o r detrás del surco de la arteria subclavia,
no se debe al curso de la arteria subclavia y, p o r detrás del está el p u n to d o n d e se o rig in a la prim e ra d ig ita c ió n del
m ism o, al del tro n c o del plexo braquial. músculo serrato mayor. El e xtre m o distal de la primera cos-

Apófisis articular superior, T1


Cara articular del
Apófisis transversa
Cuello
Apófisis espinosa

1.a costilla Cabeza


M. escaleno
Tubérculo posterior
M.
intercostal
externo
M. escaleno
Ángulo costal Tuberosidad
Surco de la arteria subclavia

Tubérculo escaleno anterior


Serrato mayor
Surco de la
vena subclavia

M. intercostal externo
11.a costilla

12.a costilla M. subclavio


Apófisis
espinosa, T12

Arco costal

F ig u ra 2.1 1. Rasgos principales y an a to m ía topográfica de


F ig u r a 2.9. T órax (vista dorsal). [fr2 ] las dos prim eras costillas izquierdas. [an2]
116

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Pared torácica y pleura

tilla es bastante grueso y p e rm ite el o rig e n del m ú sculo superficie articular de su cabeza tiene solam ente una cara.
subclavio (Fig. 2 .1 2A). La décim a costilla se articula con el c u e rp o de la décim a
Segunda costilla. La segunda costilla (Fig. 2 .1 1 ) casi d o ­ vértebra torácica m e d ia n te esta cara articular.
bla en lon g itu d a la primera. Está bastante curvada, pero no Undécima y duodécima costillas. Las cabezas de las costillas
torsionada, de fo rm a que la costilla aislada tie n d e a q u e ­ undécim a y duodécim a tienen solamente una cara articular.
dar plana p o r encim a la superficie. Las caras de la cabeza Casi no tienen ángulo o surco costal. Estas costillas no siem­
se articulan con las caras adyacentes de los cuerpos de las pre tienen tubérculos. La longitud de las costillas undécima y
vértebras torácicas prim era y segunda. d uodécim a es variable, aunque la duodécim a es más corta.
La característica especial de la segunda costilla es su tu ­ En ocasiones existe una costilla lum bar, que puede ar­
berosidad rugosa en el b orde lateral para recibir parte de ticularse con la prim era vértebra lum bar. El algunos casos,
la inserción del serrato mayor, además de la segunda in ­ la octava costilla puede fijarse al esternón a am bos lados o
serción de su origen. Puede producirse una fusión de la pri­ solam ente en uno ellos; nosotros hem os observado este
mera costilla y la segunda, te n ie n d o lugar tal u n ión a la al­ peculiar fe n ó m e n o en una ocasión.
tura del tubérculo. Spain y cois.17 observaron que la resección de la d u o d é ­
Décima costilla. La décim a costilla puede ser m u y pare­ cima costilla era un p ro c e d im ie n to útil para drenar absce­
cida a una costilla típica, pero en la mayoría de los casos la sos subfrénicos.

A. tir. inf. V. yug.


A. cer. ase.
N.vago

V. vertebral

A. vertebral

A. suprascap. A. com. car.

Tronco tirocervical
Plexo braq.
A. torac. int.

M. fren, accesorio

M. subclavio cut.

M. ut. escal. ant.

A. cerv. profunda

Ganglio estrellado
1.a costilla

A. intercostal
Tronco costocervical

Tronco tirocervical

Plexo braquial

Asa subclavia

F ig u r a 2.1 2 . Salida torácica. A, Relaciones de los elem entos neurovasculares con el escaleno anterior. B, M ú sc u lo esca­
le n o a n te rio r extraído para m ostrar la arteria subclavia y el plexo braquial. [edl]
117

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• Skandalakis

Pared torácica y pleura

Abertura torácica superior N. frénico V. braquiocefálica d.


T o p o g r a f í a : Lo s límites de la abertura torácica superior A. & v. tor. int.
A. braquiocefálica
Anatomía quirúrgica

son:
Asa subclavia
Anterior. Borde superior del m a n u b rio (escotadura y u ­
Tráquea
gular). M. escal. ant.
N. vago
Posterior. Borde superior de T I .
N. laríngeo ree.
A. subclav.
Lados (anterior, lateral, posterior): Primeras costillas y
Esófago
sus cartílagos.
Tronco
Descansando sobre la zona ventrolateral de la cabeza costocervical Gang, estrellado
de la primera costilla están la cadena sim pática y su g a n ­
N. intercostal
g lio estrellado (c e rv ic o to rá c ic o ) (Fig. 2 .1 2B), o diversas
supremo
co m b in a cio n e s de los ga n g lio s cervical inferior, to rá cico
p rim e ro y vertebral.
La arteria vertebral (Fig. 2 .1 2A) está estrecham ente re­ 1. n. to r

lacionada con el g a n g lio estrellado. La arteria se origina en


la zona posterosuperior de la arteria subclavia, frente al ex­
tre m o m edial del cuello de la p rim era costilla. La arteria F ig u r a 2 .1 3 . Relaciones de las estru ctu ras n erv io sa s y vas­
vertebral pasa hacia arriba en dirección al agujero transver­ culares e n la región apical del h e m o tó r a x d ere ch o , [edl]
so de la sexta vértebra cervical.
El cuello de la prim e ra costilla está u b ica d o justo por
detrás de la cúpula (el ápex de la pleura y el p u lm ó n ). En
dirección al e x tre m o distal del cuello de la prim era costilla,
el tro n c o costocervical se origina a partir de la zona poste­
rior de la arteria subclavia, p o r detrás de la porción medial
del m úsculo escaleno a n te rio r (Fig. 2.1 3). La arteria inter­
costal más alta (suprem a) se origina a partir del tro n c o cos­ En algunas personas, el nervio to rá cico m e d u la r e in ­
tocervical; la arteria desciende suavemente para p ro p o rc io ­ cluso parte del tro n c o inferior del plexo (Fig. 2 .1 5 ) pueden
nar ramas intercostales posteriores q u e irrig u e n los dos situarse entre la arteria y la costilla. En d ic h o caso la pre­
prim eros espacios intercostales. sión de la arteria subclavia evita el paso fácil de la aneste­
Los músculos escalenos (Fig. 2.1 4 ) son especialmente sia a lre d e d o r de los nervios, lo cual puede hacer que resul­
im p o rta n te s d e b id o a su relación con la a n a to m ía de la te más difícil la infiltración adecuada y la anestesia de las
abertura del tóra x superior. Son unos músculos im p o rta n ­ raíces nerviosas de C8 y T I .
tes c o m o músculos accesorios de la respiración, y actúan En un 1% a un 2 % de los casos se observa una costilla
para fle xio n a r el cuello y para elevar la caja torácica en la cervical que se o rigina en la apófisis transversa de la sépti­
inspiración. ma vértebra cervical, bien uni- o bilateral18, lo cual puede
El músculo escaleno se origina a partir del tubérculo an­ asociarse a la com presión de la arteria subclavia o del ple­
te rio r de las apófisis trasversas de C3 a C6. Este m úsculo se x o braquial. La costilla puede estar representada sim p le ­
inserta en el tu b é rc u lo escaleno de la primera costilla (Fig. m e n te p o r una epífisis que se articula con C 7, aunque, con
2.12), ventral al surco de la arteria subclavia. más frecuencia, fo rm a una cabeza, cuello y tu b é rcu lo . Es­
El m úsculo escaleno m e d io (Fig. 2.1 4 ) es el más largo tas estructuras se extienden lateralm ente al triá n g u lo cer­
de los escalenos. Nace en el tu b é rc u lo posterior de C1 o vical posterior. Así, la costilla term ina lib re m e n te o e n cu e n ­
C2 a C7, y se inserta por encim a de la primera costilla, d o r­ tra una fijación en cualquier punto. Según Healey y H o d g e 18
sal al surco de la arteria subclavia. la fijació n puede producirse a la superficie su p e rio r de la
El m úsculo escaleno posterior ta m b ié n se origina a par­ prim era costilla, en tales casos, la arteria subclavia y el ple­
tir del tu b é rcu lo posterior de las apófisis transversas de C4 xo tienen que cruzar la costilla, lo cual co n d u ce con facili­
a C8 y desciende para insertarse en la segunda costilla. dad a la com presión de estas estructuras.
La arteria subclavia (Fig 2 .1 4 ) y el plexo braquial están Se observa un m úsculo escaleno m ín im o (Fig. 2 .1 6 ) o
relacionados con la superficie m edia superior del cuerpo unas densas bandas de te jid o co n e ctivo con más fre cu e n ­
de la prim era costilla. Se localizan detrás del tu b é rcu lo es­ cia qu e una costilla cervical. H a b itu a lm e n te estas bandas
caleno, en un espacio m u y estrecho y tria n g u la r entre los pasan entre la arteria subclavia y el plexo braquial, o entre
m úsculos escaleno a n te rio r y escaleno m e d io . La arteria elem entos del plexo. Parece razonable pensar que pueden
subclavia con frecuencia descansa d ire cta m e n te sobre la ejercer una acción constrictiva a lo largo de las largas estruc­
prim era costilla, con el tro n c o inferior del plexo braquial turas neurovasculares que pasan a través del p e q u e ñ o es­
entre la arteria y la superficie del m úsculo escaleno. pacio interescaleno.

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Pared torácica y pleura 2


Esternomastoídeo Plexo braquial
Escaleno:
Arteria subclavia
Posterior Vena subclavia

Medio
A nterior
Vena subclavia

Esternotiroideo 1
Esternohioideo (

1 .c' nervio intercostal

Vena y arteria torácica interna


(mamaria interna)

Pectoral mayor

intercostal externo
y bíceps

Intercostal interno Pectoral menor

Pectoral mayor

Transverso torácico
Serrato mayor

Oblicuo externo

8.° cartílago costal

F ig u r a 2 .1 4 . Vasos torácicos in te rn o s e intercostales; visión v e n tra l de la pared torácica, [gi'2]

La vena subclavia, ju n to con el nervio frénico, queda


más p ro fu n d a que la fascia prevertebral. Se ubica en la su­ M. escaleno a nte rio r
perficie anterior del m úsculo escaleno anterior, y anterior al
M. escaleno
tu b é rc u lo de la p rim era costilla (Fig. 2.11). La vena subcla­ m edio
via queda a la misma altura o un poco por debajo de la co­
A. subclavia
rrespondiente arteria.
Plexo b raquial
Re c o r d a r :

• Una aguja insertada p o r debajo de la clavícula alcanzará


la vena (o arteria) subclavia. La vena subclavia está ubica­
da p ro fu n d a en la clavícula y ante rio r al m úsculo escale­
no. El trayecto para un cateterismo percutáneo es infra-
clavicular, a p ro x im a d a m e n te 2 cm lateral a la u n ión de
la clavícula con la p rim era costilla.
Primera costilla
• Un tra u m a tism o exte rn o o un catéter desechable d e n tro
Tronco in fe rio r del p lexo b raquial
de la vena subclavia pueden ocasionar una trombosis. Roy
y cois.19 refirieron una trom bosis prim aria de la vena sub­ F ig u r a 2 .1 5 . Salida torácica. Relaciones de la arteria sub ­
clavia con un e m b o lis m o p u lm o n a r secundario a la ac­ clavia y el p lex o braq u ial c o n los m ú scu lo s escaleno y p ri­
ción repetitiva de la e xtre m id a d superior. m e ra costilla.

119

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* Skandalakis

Pared torácica y pleura

dos con ellas, siendo actualmente considerados todos ellos


subtipos del síndrome de la salida torácica. N i siquiera se
Escaleno m e d io
han puesto de acuerdo los anatomistas y los clínicos en la
Anatomía quirúrgica

Tronco infe rio r


del plexo definición de la salida torácica. Se ha propuesto que los
A p ó fis is transversa de C7
anatomistas no utilicen el término «entrada torácica» como
Escaleno m e n o r un sinónimo de abertura torácica superior, ni tampoco «sa­
Escaleno a n te rio r
lida torácica» en relación con la abertura inferior. Lo que
muchos clínicos llam an salida torácica debería llamarse
A. y v. subclavias triángulo del escaleno, ta n to p o r los anatomistas como
p o r los clínicos, y se podría dividir en parte inferior — de­
nom inada salida torácica (para los vasos subclavios y las
Primera raíces nerviosas C8 y T I) — y la porción superior, la salida
costilla cervical (para las raíces C5, C6 y habitualmente C7). Lo que
actualmente se llam a síndrome de la salida torácica de­
bería redenominarse síndrome cervicoaxilar (SCA), que se
subdividiría en tres categorías: síndrome de la salida torá­
F ig u r a 2 .1 6 . M úsculo escaleno m en o r. En este caso sepa­
cica, costoclavicular y del pectoral menor. La compresión
ra al tro n c o inferior del plexo b raq u ia l del resto del plexo
(no m o stra d o ) y de la arteria subclavia. [ho2] de las raíces superiores del plexo braquial entre los múscu­
los escalenos anterior y medio deberá reconocerse como el
síndrome cervical de salida, y todos los términos que con­
tengan la palabra escaleno deberán descartarse.
Desde el p u n to de vista q u irú rg ic o , se puede conside­
rar q ue las clavículas proporcio n a n una aportación extrato- En el te x to de Skandalakis y M i rilas21 puede e n c o n tra r­
rácica a la abertura torácica ventral y anterolateral. La aber­ se una explicación detallada de la te rm in o lo g ía relaciona­
tura torácica superior es de a p ro x im a d a m e n te 5 cm en su da con el síndrom e de la salida torácica.
d iá m e tro anteroposterior, desde el m a n u b rio hasta T I , y Se han co m u n ica d o diversos p rocedim ientos q u irú rg i­
de unos 10 cm de anchura de costilla a costilla. cos. Para la descompresión del aparato neurovascular de las
La abertura superior puede subdividirse en dos áreas la­ extremidades superiores, M a n s b e rg e ry Linberg22 recom en­
terales (derecha e izquierda) y una región medial. Por las zo­ d a ro n la e x tra c ció n de la p rim e ra costilla intra to rá c ica .
nas laterales pasan el ápex del p u lm ó n y la pleura (cúpula) Brodsky y Gol23 extrajeron la parte medial de la primera cos­
y el aparato neurovascular de las extrem idades superiores. tilla m ediante un abordaje infraclavicular. Roos24 recom en­
En la zona medial existen vasos de la cabeza y del cuello, d ó extracción a través de la axila. Edwards25 aconsejaba la
así co m o diversos órganos que fo rm a n las visceras de la lí­ extracción de la costilla cervical a través de un abordaje es­
nea media. caleno supraclavicular. Lindgren y Oksala26 propusieron un
tra ta m ie n to conservador, recurriendo a la cirugía solam en­
S ín d ro m e de l a s a lid a t o r á c ic a . Es posible que la p a to ­ te cuando dich o tra ta m ie n to conservador fallase.
logía clínica de la abertura torácica superior más conocida
sea el síndrome de la salida torácica. Existe una gran co n tro ­ Abertura torácica inferior
versia en relación a su origen y tra ta m ie n to . El cuadro ha­ De acuerdo con O 'Rahilly27, la apertura torácica inferior
bitual es el de una com presión de las estructuras nerviosas está relacionada con la d e cim osegunda vértebra torácica,
o vasculares; dicha com presión se atribuye de fo rm a varia­ la decim osegunda pareja de costillas y los bordes libres de
ble a la musculatura, te jid o conectivo, costillas desviadas o los seis cartílagos costales inferiores y la unió n xifoesternal;
costillas atípicas a la altura de la abertura torácica superior. la salida es grande y con un perfil no unifo rm e . Desde el
Existe cierta confusión en la bibliografía médica en re­ p u n to de vista práctico, y de cara a la cirugía, la abertura
lación con la definición de la salida torácica. Nosotros es­ torácica inferior está cerrada p o r el diafragm a.
tamos de acuerdo con Ranney20, y presentamos su descrip­
ción de hallazgos c o m o definición:
Músculos
El diagnóstico de síndrome de salida torácica (SST) es
Músculos extrínsecos de la pared
intrínsecamente difícil, y los textos en ¡os que se describe
están repletos de términos confusos. Los síntomas pueden torácica
originarse como consecuencia de la compresión nerviosa y/o Existen diversos grupos musculares relacionados con la
vascular en uno o más de tres puntos distintos. Se han de­ pared torácica, y son los músculos de las extrem idades su­
sarrollado diversas pruebas durante la prim era parte de periores, de la espalda y de la pared a b d o m in a l. Desde el
este siglo, y se han descrito diversos síndromes relaciona­ p u n to de vista q u irú rg ic o , presentaremos los músculos de
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Pared torácica y pleura

la pared torácica ante rio r y los músculos de la pared to rá ­ A p a rtir de esta asa se o rig in a n m ú ltiples ramas pequeñas
cica posterior. que entran e irrigan al pectoral menor. Dos de las tres ra­
mas c o n tin ú a n a través del pectoral m e n o r para irrigar las
P a r e d t o r á c i c a a n t e r i o r . Los m úsculos extrínsecos de partes esternal y costal del pectoral mayor. El nervio pec­
la pared torácica a nterior son el pectoral m a yo r (Fig. 2.1 7), toral m edial (C8, T1) se o rig in a a partir del cordón medial
el pectoral m enor, el subclavio y el serrato anterior. del plexo braquial.
Pectoral mayor. El m úsculo pectoral m a y o r (Fig. 2.1 7) La inserción tendinosa del pectoral m a yo r es aquella en
se origina a p a rtir del tercio m edio de la clavícula, el ester­ la que las fibras claviculares pasan más superficialm ente y
nón, los cartílagos costales de las seis costillas superiores y se insertan más d ista lm e n te en el h ú m e ro que las po rcio ­
la lám ina anterior de la vaina del recto anterior. Se inserta nes esternocostales y abdom in a le s. La cabeza clavicular,
en el b orde lateral del surco bicipital del h ú m e ro . p or ello, ayuda en la fle xió n del brazo en el h o m b ro . El res­
La inervación del pectoral mayor, en general, procede to del pectoral m a yo r actúa con fuerza para aducir el bra­
de los nervios pectorales lateral y medial. De fo rm a más es­ zo. También interviene en la rotación medial del brazo c o n ­
pecífica, el nervio pectoral lateral (C5, C6, C7), después de tra resistencia. El músculo puede asistir de form a im portante
surgir a partir del co rd ó n lateral del plexo braquial, se d i­ en la respiración forzada, elevando las costillas superiores
vide enseguida en las ramas superior e inferior. La rama su­ cu a n d o la cintura escapular está fija.
perior pasa p ró xim a a la superficie p ro fu n d a de la clavícu­ Pectoral menor. El pectoral m e n o r (Fig. 2 .1 7 ) está p o r
la; atraviesa la fascia claviculopectoral y penetra en la cabeza debajo del pectoral m ayor; se origina a partir del borde su­
clavicular del pectoral mayor. En caso de que el nervio pec­ p e rior y la superficie externa de la tercera (variable: a veces
toral lateral sufra una lesión, la cabeza clavicular se atro fia ­ a p a rtir de la segunda costilla) hasta la q u in ta costillas. Se
rá, con la consecuencia de una d e fo rm id a d evidente. inserta en la apófisis coracoides de la escápula.
La rama inferior del nervio pectoral lateral se une con el C o m o se ind icó a n te rio rm e n te , el pectoral m ayor reci­
nervio pectoral m e d io en un asa nerviosa ventral a la arte­ be su inervación de los nervios pectorales m edial y lateral.
ria axilar, justo distal al origen de la arteria toracoacrom ial. El pectoral m e n o r c o n trib u y e a la extensión de la escápu­

M. subclavio la. esternocleidom astoideo

M. deltoides M. trapecio

Acrom ion
M. pectoral m enor

M. pectoral mayor
M. pectoral m enor

M. subescapular

M. coracobraquial

M. dorsal ancho

Apófisis xifoides
M. cabeza corta del bíceps braquial

M. serrato m ayor
Línea alba
M. recto a nte rio r
M. oblicuo externo

M. oblicuo interno

Espina ilíaca anterosuperior

F ig u r a 2 .1 7 . M u sculatura de la pared anterior. M úsculos superficiales y p rofundos. [fr2]

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* Skandalakis

Pared torácica y pleura

la y en la rotación hacia abajo del á n g u lo lateral de la es­ teral de la clavícula. La inervación del tra pecio tie n e lugar
cápula. También puede elevar las costillas superiores en ins­ p rin c ip a lm e n te a p a rtir del nervio espinal accesorio (par
piración forzada. craneal XI), con participación, p ro b a b le m e n te p ro p io ce p -
Anatomía quirúrgica

Músculo subclavio. El subclavio (Fig. 2 .11) es un m úscu­ tiva, de los nervios cervicales C3 y C4.
lo más corto, de fo rm a cilindrica, que se o rig in a m e d ia l­ La acción más im p o rta n te del músculo trapecio es la ro­
m en te a p a rtir de la prim era costilla y su cartílago. Pasa la­ ta ció n de la escápula, de fo rm a que la fosa gle n o id e a se
te ralm ente p o r d e bajo de la clavícula para insertarse en el eleva (al ad u cir el h o m b ro ) o se d e prim e. El m úsculo ta m ­
surco en la superficie p ro fu n d a del tercio m edio. El subcla­ bién eleva el h o m b ro o retrae la escápula.
vio está ¡nervado p o r una rama pequeña (C5, C6) que sur­ N o t a : Hemos co m e n ta d o el trapecio d e b id o a su ubica­

ge del tro n c o del plexo braquial. Este m úsculo co n trib u y e ción en la parte posterior del tórax, au n q u e no p a rticipe
a estabilizar la clavícula en los m o v im ie n to s del h o m b ro , en n in g ú n m o v im ie n to de las costillas.
llevándola hacia adelante y atrás. Músculo dorsal ancho. El dorsal acho (Figs. 2.5 y 2.1 7)
Músculo serrato mayor. El serrato m a yo r (Fig. 2.1 7) se se o rig in a fu n d a m e n ta lm e n te en la p arte p o s te rio r de la
o rigina en las o c h o o nueve costillas superiores, con inser­ fascia to ra colum bar. Se fija m ediante una am plia a p o n e u ­
ciones que arrancan desde las proxim idades de la línea axi­ rosis a las apófisis espinosas de las vé rte b ra s to rácicas
lar anterior. A isladam ente, el serrato es un m úsculo plano, inferiores y de las vértebras lumbares y a los ligam entos su­
que se adapta estrecham ente a la pared torácica entre las praespinosos. Además, el m úsculo se o rig in a más lateral­
costillas y la escápula. El m úsculo se inserta a lo largo de la m e n te en la cresta ilíaca y a p artir de las tres o c u a tro cos­
superficie p ro fu n d a del borde medial de la escápula. tillas inferiores. Desde el áng u lo infe rio r de la escápula se
La primera inserción, que se o rigina desde las primeras o rig in a n o rm a lm e n te un haz pequeño.
dos vértebras superiores, tiene lugar en la cara ventral del El dorsal ancho gira sobre sí m ism o cu a n d o pasa m e ­
á n g u lo superior de la escápula. Las siguientes dos insercio­ dial al húm e ro , de tal m o d o que su b o rd e in fe rio r se inser­
nes se extienden a lo largo del borde medial de la escápu­ ta más cranealm ente, y después caudalm ente, en el suelo
la. Las cinco o seis inserciones inferiores co nvergen en la del surco inte rtu b e rcu la r del húm ero.
superficie ventral del á n g u lo inferior. El nervio toracodorsal (o subescapular m e d io ) p ro p o r­
El serrato m a y o r recibe la inervación del nervio to rá c i­ ciona la inervación del m úsculo dorsal ancho. D icho nervio
co largo (C5, C6, C7). Este nervio se o rigina a p a rtir de las es una rama del co rdón posterior del plexo braquial con fi­
raíces del plexo braquial y pasa p o r la superficie externa bras de C6, C7 y C8.
del músculo, p ró x im o a la línea medioaxilar. El dorsal ancho aduce, extiende y rota m e d ia lm e n te el
El serrato m a yo r e xtiende la escápula. El m úsculo lleva h ú m e ro . C o n trib u y e de fo rm a significativa a acciones tales
la escápula hacia adelante de tal m o d o que se conoce, de c o m o flexiones, cam inar con muletas y nadar. Ayuda a ex­
fo rm a variable, c o m o el m úsculo de los que practican es­ te n d e r la co lu m n a y a elevar la pelvis y puede c o n trib u ir
grim a o ta m b ié n de los boxeadores. D ebido a sus distintas en la tos, e stornudo e inspiración p ro fu n d a .
partes, el serrato a n te rio r puede ayudar en la rotación de Músculos del serrato posterior
la escápula ta n to hacia arriba c o m o hacia abajo. El m úscu­ Superior. El serrato posterosuperior se o rigina a p artir
lo puede actuar para descender las costillas hacia abajo en del lig a m e n to de la nuca y de la apófisis espinosa de las
la inspiración forzada. vértebras de C 7 a T3. Desciende lateralm ente y se inserta
En la parálisis del serrato mayor, el á n g u lo inferior de la en los bordes superiores de las primeras tres costillas (oca­
escápula sobresale, un fe n ó m e n o c o n o c id o c o m o «aleteo sionalm ente, las primeras cinco). La inervación corre a car­
escapular», aleteo que se magnifica cuando el paciente e m ­ go de las ramas ventrales de los tres prim eros nervios inte r­
puja contra resistencia. costales. La fu n c ió n del serrato p o sterior es la de elevar las
costillas superiores en la inspiración.
P a r e d t o r á c i c a p o s t e r i o r . L o s músculos de la pared t o ­ Inferior. El serrato p o ste roinferior se o rig in a a p a rtir de
rácica p o ste rio r (Fig. 2 .5 ) son el tra p e cio , dorsal ancho, la apófisis espinosa de las vértebras T 1 1 a L2 m e d ia n te un
rom boides m a yo r y menor, elevador de la escápula, serra­ origen a p o n e u ró tic o c o m ú n con el dorsal an ch o en la fas­
to posterosuperior, serrato p o steroinferior y elevador cos­ cia to ra co lu m b a r. Las inserciones de este m ú scu lo pasan
tal (el ro m boides y el elevador de la escápula son m úscu­ superior y lateralmente, para insertarse p o r encim a de las
los de la e xtre m id a d superior, que no precisan com en ta rio tres o cuatro primeras costillas. Su inervación procede de
en este capítulo). las ramas ventrales de los nervios segm entarios espinales.
Trapecio. El tra pecio (Figs. 2.5 y 2.1 7) se o rigina a par­ El m úsculo serrato p o steroinferior lleva las costillas infe rio ­
tir de la línea nucal superior del hueso occipital, lig a m e n ­ res hacia abajo y hacia afuera en la inspiración, contrarres­
to de la nuca, co lu m n a de C7 y todas las apófisis espino­ ta n d o la tracción hacia d e n tro del diafragm a.
sas de las v é rte b ra s torácicas y de los lig a m e n to s Músculos elevadores costales. Los elevadores de las cos­
supraespinosos im plicados. Se inserta en la apófisis espino­ tillas son músculos planos y delgados que se originan a par­
sa y en la apófisis acrom ial de la escápula y en el tercio la­ tir de las apófisis transversas de las vértebras C7 a T 1 1. Cada

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Pared torácica y pleura 2


músculo pasa ¡nferolateralmente, insertándose en la super­ m úsculo intercostal externo, el intercostal in te rn o es acti­
ficie externa de la costilla que queda uno o dos niveles por vo ta n to en la inspiración c o m o en la espiración, aunque al­
debajo. Están inervados p o r las ramas ventrales primarias gunos autores asocian su acción sobre to d o a la espiración.
segmentarias. Estos músculos participan en la elevación de
M ú s c u l o s i n t e r c o s t a l e s p r o f u n d o s . La capa intercostal
las costillas durante la inspiración. De acuerdo con Gardner
más p ro fu n d a es h o m o lo g a del m úsculo transverso a b d o ­
y cois.28, los elevadores costales pertenecen fisiológicam en­
m inal. Está fo rm a d a p o r tres grupos de músculos.
te a los intercostales.
El prim er subgrupo es el transverso torácico (músculo es-
te rn ocostal) (Fig. 2 .18). Tiene su orig e n en el tercio infe ­
Músculos intrínsecos de la pared torácica
rior del cuerpo de las dos esternebras inferiores del ester­
Los doce pares de costillas tienen 11 espacios intercos­ nón, desde la apófisis xifoides y desde los cartílagos tercero
tales que son más amplios p o r delante y p o r abajo. Entre a sexto del esternón. El m úsculo transverso torá cico se in ­
los espacios intercostales están los músculos torácicos in ­ serta en los bordes inferiores y en las superficies internas
trínsecos y las arterias, venas y nervios intercostales. de los cartílagos de las costillas tercera a sexta. Por su orien­
Los músculos intrínsecos (ta m b ié n d e n o m in a d os m ús­ tación, el m úsculo asciende con una d irección lateral des­
culos intercostales) (Fig. 2.1 4 ) se distribuyen en tres capas: de su origen a la inserción. El m úsculo transverso torácico
externa, media e interna. Desde un p u n to de vista q u irú r­ tira de las costillas hacia abajo en la espiración.
gico, los músculos se conocen c o m o externos, internos y La segunda porción de los músculos intercostales p ro ­
profundos. fu n d o s en m uchos pacientes es m u y sim ilar a las otras ca­
La capa muscular in­
M ú s c u lo s in te rc o s ta le s e x te rn o s . pas intercostales. C o m o estructura, esta capa es m u y dis­
tercostal externa es h o m o lo g a de la capa muscular externa tin ta en los espacios intercostales y se inicia p ró xim a a la
del m úsculo o b lic u o exte rn o de la pared a b d o m in a l. Los línea axilar ante rio r y se e xtiende a la región del á n g u lo de
músculos intercostales externos se originan posteriorm ente la costilla. Las fibras se o riginan a p a rtir del b o rd e superior
en el tubérculo de la costilla, y se extienden a las uniones cos­ del surco intercostal, descienden lateralm ente hasta el b o r­
tales con el cartílago costal. Se originan en el borde inferior de superior de la siguiente costilla y sus haces pasan para­
de cada costilla, y descienden en dirección inferomedial para lelos al intercostal interno. El nervio y la arteria y la vena in ­
insertarse en el b orde superior de la siguiente costilla infe­ tercostales siguen entre el músculo intercostal in te rn o y el
rior. C om enzando en las uniones costocondrales y e x te n ­ intercostal p ro fu n d o . Esta capa es con frecuencia deficita ­
diéndose al b o rde lateral del esternón, la capa muscular in­ ria en los cuatro o cinco prim eros espacios intercostales.
tercostal externa se transforma en aponeurosis y es sustituida Se cree que el m úsculo subcostal (Fig. 2 .1 9 ) es el tercer
por la m em brana intercostal anterior. representante de la capa m uscular más p ro fu n d a de la pa­
D ebido a su dirección inferior y medial hacia el frente red torácica. Se aprecia m e jo r en la parte poste rio r de la
en la parte a nterior de la pared torácica, los músculos inter­ pared torácica, com enzando en los ángulos de las costillas.
costales externos (c o m o el m úsculo o b lic u o e xterno) pue­ Los haces de este m úsculo siguen un curso paralelo con la
den considerarse músculos con una o rientación c o m o las capa intercostal interna. Se o riginan a p a rtir de la superfi­
«manos-en-el-bolsillo-de-delante». Algunos autores opinan cie interna de una costilla, y pasan infe ro m e d ia lm e n te para
que la acción de los intercostales externos es la de elevar insertarse en la cara interna de una costilla de dos o tres ni­
las costillas d u ra n te la inspiración, aunque ta m b ié n son ac­ veles p o r debajo.
tivos d u ra n te la espiración. Es p ro b a b le que su p rincipal Todos los músculos intercostales están inervados por los
fu n ció n sea la de m a n te n e r la tensión de los espacios in ­ nervios intercostales, que son ramas ventrales primarias de
tercostales. los nervios torácicos T1 a T 1 1.

M ú s c u l o s i n t e r c o s t a l e s i n t e r n o s . La capa media de la

m usculatura está fo rm a d a p o r los músculos intercostales Irrigación sanguínea


internos (Fig. 2 .18). C om ienzan en el b o rde lateral del es­
te rn ó n y c o n tin ú a n co m o capa m uscular hasta el áng u lo
Arterias
de la costilla. Están constituidos p o r una capa apon e u ró ti-
ca, la m em bra n a intercostal posterior, en el á n g u lo de la Tres arterias im p o rta n te s irrigan la pared torácica: La
costilla. El m úsculo intercostal interno se origina a partir del prim era es la arteria subclavia (Fig. 2 .18), que da origen a
b o rde infe rio r del surco intercostal, y desciende al borde la torácica interna (m am aria interna), la cual desemboca
superior de la siguiente costilla. en las arterias intercostales anteriores. La arteria subclavia
El intercostal in te rn o se considera h o m ó lo g o del m ús­ ta m b ié n da el tro n c o costocervical, que p ro d u c e la rama
culo oblicuo interno abdom inal de la pared abdom inal; ello intercostal más alta. La segunda, la aorta torácica, da o ri­
se debe a la orie n ta ció n hacia abajo y lateral, o posterior, gen a las arterias intercostales posteriores y a dos arterias
de este m úsculo desde su origen hasta la inserción. Es un subcostales. La tercera, la arteria axilar, p ro p o rc io n a el o ri­
m úsculo «manos-en-el-bolsillo-de-delante». Al igual que el gen de la arteria torácica suprema.
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■ Skandalakis

Pared torácica y pleura

Venas braquiocefálicas

Tronco yugular
Anatomía quirúrgica

Conducto torácico Izquierdo

Tronco linfático subclavio

Vena y arteria torácicas Internas Conducto linfático derecho

2.“ nervio Intercostal

Esternón

3.“ nervio Intercostal

Ganglios paraesternales

Músculo transverso torácico

Músculo intercostal Interno

Ganglio linfático frénico superior

Arteria y vena musculofrénicas

Recto anterior

Arteria y vena epigástricas superiores Músculo transverso abdominal

F ig u r a 2.1 8 . Pared torácica anterior. Relaciones de las estructuras vasculares y linfáticas (vista posterior). Músculo transverso
torácico extraído en el lado izquierdo para ilustrar los vasos con m ayor claridad.

A r t e r ia s u b c l a v ia entre las ATI derechas e izquierdas; sin em bargo, se enco n ­


Artería torácica interna. La arteria torácica interna (Fig. traron algunas diferencias entre los grupos raciales, co m o
2 .18) se origina en el borde inferior de la prim era parte de eran las diferencias entre los diám etros a am bos lados.
la arteria subclavia, justo po r debajo del e xtre m o esternal Vorster y cois.30 refirieron un origen a n ó m a lo de la ar­
de la clavícula. Desciende po r debajo de los cartílagos de teria torácica interna en los estudios de disección. La arte­
las seis primeras costillas, algo más de 1 cm lateral al b o r­ ria torácica interna se originaba en la tercera parte de la ar­
de del esternón. En el sexto espacio intercostal, se bifurca teria subclavia.
en una rama m e dial (arteria epigá strica su p e rio r) y una Antes de su bifurcación, la arteria torácica interna p re­
rama lateral (arteria musculofrénica). senta el origen de varias ramas de diversos nom bres. Tam ­
Lachman y Satyapal29 refirieron la m orfom etría de las ar­ bién tiene relaciones topográficas características con la cara
terias torácicas internas (ATI) (derecha e izquierda) en un interna de la pared torácica.
estudio sobre 62 cadáveres adultos; la Tabla 2.2 está basa­ Pasando p or debajo de sus orígenes en la arteria subcla­
da en estos datos. En este estudio realizado en Sudáfrica via, las arterias torácicas internas siguen un tra yecto p or
que incluía a individuos de raza negra, blanca e hindú en­ detrás de los seis cartílagos costales superiores, a un d edo
tre otras, no m ostró diferencias significativas en la lon g itu d de distancia de cada b o rd e esternal lateral, a n te rio r a la
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Pared torácica y pleura 2

Conducto torácico

Ganglios pretraqueales
V. braquiocefálica derecha

A. braquiocefálica

Vena cava superior

Aorta torácica

Ganglios linfáticos intercostales V. hemiácigos accesoria

Conducto torácico

A. y v. intercostales

V. ácigos V. hemiácigos

M. subcostal

Cisterna quilosa

Tronco intestinal
Tronco lumbar

F ig u ra 2.1 9 . Relaciones linfáticas de la región torácica posterior. Obsérvense los músculos subcostales. [fr2\

pleura. Sin em b a rg o , p o r detrás de los dos prim eros espa­ teral (torácica interna lateral) en aproxim adam ente un cuar­
cios intercostales, cada arteria torácica interna se separa de to de los casos, h abitualm ente lim itada al nivel de las cua­
la pleura p o r una fina capa de la parte retroesternal de la tro costillas superiores (más o menos), descendiendo d e fo r ­
fascia endotorácica. Más caudalm ente, el segm ento distal ma oblicua a cierta distancia lateral a la línea paraesternal.
se separa de la pleura p o r el transverso torácico. La arteria pericardiofrénica sigue un tra ye cto o b licu o y
Las ramas de la arteria torácica interna son: hacia abajo y lig eram ente posterior entre la pleura y el pe ­
ricardio; esta arteria a co m paña al nervio fré n ico hacia el
• Ramas intercostales anteriores.
diafragm a hasta que se anastomosa con una rama ascen­
• Arteria pericardiofrénica.
d ente de la arteria frénica superior.
• Ramas pequeñas mediastínicas al te jid o conectivo y ga n ­
Las ramas arteriales perforantes en los seis espacios in ­
glios linfáticos.
tercostales superiores pasan a través de la musculatura in ­
• Rama tímica al tim o o su rem anente y ganglios linfáticos.
tercostal y del pectoral mayor, co n tribuyendo a su irrigación
• Ramas esternales.
y a la de la fascia superficial y la piel adyacente. Las ramas
• Ramas pericárdicas.
perforantes segunda y tercera son im po rta n te s en la irriga­
En ocasiones, la arteria bronquial o traqueal puede na­ ción tisular de la mama; en general, descienden lateralmen­
cer en la arteria torácica interna. Existe una rama costal la­ te hacia la areola.
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* Skandalakis

Pared torácica y pleura

torácica superior (suprema). La arteria torácica superior nor­


Arterias torácicas internas derecha
T a b la 2 .2 .
m a lm e n te irriga el p rim e r o los dos prim eros espacios inte r­
e izquierda: longitudes promedio
costales superiores, aunque nosotros hemos observado en
Anatomía quirúrgica

y diámetro medio en el origen, nivel


ocasiones una distrib u ció n más am plia, en especial cu a n ­
del cartílago costal y terminación
d o la rama torácica lateral de la arteria torácica lateral de
Derecha Izquierda la arteria axilar era de un tam a ñ o d e sa co stum bradam ente
Longitud 18,05 ± 0,6 cm 18,085 ± 0,6 cm pequeño. Existen dos ramas en cada espacio, una superior
y otra inferior, aunque ambas pueden originarse en un tro n ­
Diámetro
Origen co c o m ú n . La rama superior es, h a b itu a lm e n te a u n q u e no
3,24 ± 0,5 mm 3,05 ± 0,4 mm
l . er cartílago costal 2,85 ± 0,4 mm 2,67 ± 0,3 mm siempre, la más larga de las dos. Por ello, la paracentesis,
4." cartílago costal 2,33 ± 0,6 mm 2,22 ± 0,3 mm las incisiones u otros accesos a los espacios intercostales
Terminación 1,98 ± 0,2 mm 1,92 ± 0,2 mm p ró xim o s al esternón deben realizarse en la m itad del es­
pacio intercostal en lugar de po r encim a del borde superior
D a to s ob tenidos de: L a c h m a n N. S a ty a p a l I<S. M o r p h o m e t r y o f t h e de la costilla, c o m o se haría h a b itu a lm e n te en las zonas
i n t e r n a l t h o r a c i c a r te rie s. S u rg R a d io l A n a t 1 9 9 8 ; 2 0 :2 4 3 - 2 4 7 .
más laterales de la pared torácica.
En ocasiones, con la esternotom ía medial u otros a b o r­
dajes esternales relacionados para la cirugía de by-pass, la
irrigación del esternal queda com prom etida. Rigaud y cois.31
Rigaud y cois.31 re com endaron el uso sistemático de la
presentaron una sistematización precisa de la vasculariza­
arteria torácica interna para el by-pass a o rto co ro n a rio , al
ción esternal.
m argen de la devascularización parcial y te m p o ra l del es­
te rnón y la p o sibilidad de infecciones. Está basada en la artería torácica interna y sus colate­
rales, que forman múltiples anastomosis. Esta base a n a tó ­
Pietrasik y cois.32 estudiaron el núm e ro , ta m a ñ o y fo r­
mica ayuda a entender los problemas de devascularízación
ma del origen de las ramas de las arterias torácicas internas,
(parcial y temporal) y las infecciones que pueden surgir a
y revisaron la ¡dea extendida de la extracción de la arteria
p a rtir del uso de una o ambas arterias torácicas internas
torácica interna para el by-pass aortoco ro n a rio . Las v e n ta ­
jas del uso de la arteria torácica interna en lugar de la vena durante las intervenciones coronarias de by-pass.
safena son bien conocidas, aunque en general las infeccio­ La arteria intercostal superior se anastom osa en el in te ­
nes postoperatorias, la m ediastinitis y la isquemia del es­ respacio de la arteria intercostal p o ste rio r y la intercostal
ternón inferior sean reconocidas c o m o riesgos graves cuan­ inferior. Su rama colateral (ta m b ié n p a rticipa en la circula­
do dicha arteria se utiliza para el by-pass, en especial cuando ción colateral) se anastomosa con la rama colateral de la
se utilizan ambas arterias torácicas. arteria intercostal posterior.
En un estudio de Pietrasik y cois.32 las ramas esternales La arteria m usculofrénica (que pasa p o r detrás de las fi­
solitarias, perforantes, mediastínicas e intercostales repre­ jaciones d ia fragm áticas) (Fig. 2 .2 1 ) p erfora el d ia fra g m a
sentaban a p ro xim a d a m e n te el 8 2 % de los vasos que se o ri­ p o r detrás del octavo cartílago costal. Termina en la p ro x i­
ginan dé la torácica interna; los troncos com unes de dos o m id a d del d é cim o espacio intercostal. La arteria se anasto­
tres ramas se observan además de los vasos únicos y dan mosa con las dos últim as intercostales, así c o m o con la ar­
cuenta del resto de las ramas. Los autores concluyen que teria ilíaca circunfleja profunda. A p a rtir de ella, surgen una
todas las ramas deben ligarse tan cerca c o m o sea posible o dos arterias intercostales anteriores de los interespacios
de sus orígenes para conseguir una vía anatóm ica para el séptim o, octavo y décim o. El d ia fragm a y músculos de la
flu jo retró g ra d o y para p roteger la irrigación sanguínea del pared abdo m in a l ante rio r están irrigados parcialm ente por
esternón y re ducir la m o rb ilid a d postoperatoria. Esta idea la arteria musculofrénica.
se ve reforzada además p o r la disposición de la anatom ía S iguiendo su origen a p a rtir de la arteria torácica in te r­
de las arterias intercostales ante rio r y posterior y sus anas­ na, la arteria epigástrica superior (Fig 2 .1 8 ) pasa entre las
tomosis. inserciones esternales y costales del d ia fragm a, laterales a
Lachman y Satyapal33 describieron la trifurcación de la la apófisis xifoides. Penetra en la vaina del recto entre el
arteria torácica interna. Las dos primeras ramas son las c o ­ m úsculo recto anterior y la lámina posterior de la vaina, pe­
nocidas m usculofrénica y epigástrica superiores. Los a u to ­ n etra n d o poste rio rm e n te poco después en el in te rio r de la
res llaman a la tercera rama la rama xifoidea. Descubrieron estructura muscular.
que la rama xifoidea c o n trib u ye a la irrigación de la región La arteria epigástrica superior se anastom osa con la in­
esternal inferior. fe rior d e n tro de la m atriz muscular del recto (Fig. 2.18); es­
A rte ria s intercostales anteriores. La rama intercostal tas anastomosis no siempre son visibles m acroscópicam en­
anterior se origina en los seis espacios intercostales superio­ te. Este tra y e c to a n a s to m ó tic o p ro p o rc io n a la única
res (Figs. 2 .1 4 y 2.20), con la a p ortación suplem entaria de c o m u n ica ció n verdadera entre la vascularización de las ex­
una rama pequeña, variable, de la arteria axilar, la arteria trem idades superiores e inferiores. La arteria epigástrica su-

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Pared torácica y pleura 2


A. y v. toracic. int.
fu n d a ) se o riginan en una rama del tro n c o costocervical;
M. pectoral mayor
desde la tercera hasta la decim o p rim e ra y la arteria subcos­
tal se o rig in a n en la aorta (Fig. 2.22).
La po rció n posterior de la aorta torácica descendente
da las tercera a d e c im o p rim e ra arterias intercostales poste­
riores (Fig. 2.23) y la arteria subcostal. C o m o ya se dijo pre­
N. intercostales v iam ente, las dos primeras intercostales nacen en la in te r­
costal s u p re m a . La te rcera arteria in te rc o sta l p o s te rio r
Pulmón
asciende p o r el orig e n de la aorta torácica descendente,
hasta alcanzar su respectivo espacio intercostal. En el ca­
Pleura
m in o , la tercera intercostal derecha p o sterior p ro p o rcio n a
con regularidad ramas al esófago, y desem boca en la arte­
ria b ro n q u ia l derecha.

Re c o r d a r : D eb id o a que la aorta descansa sobre el lado iz­


q u ie rd o de la co lu m n a vertebral, las arterias intercostales
derechas posteriores son necesariamente más largas que
las del lado izquierdo.
• El recorrido de las intercostales posteriores derechas es el
siguiente:
A. y v. perforantes mamarias Ganglios linfáticos
- Por delante de las vértebras torácicas.
paraesternales - Por detrás del esófago.
- Por detrás del c o n d u c to torácico.
F ig u ra 2.20. Relaciones de las estructuras intercostales ner­ - Por detrás de la vena ácigos.
viosas y vasculares a la altura del esternón, [edl] - Por detrás de la pleura.
• La ruta de las intercostales izquierdas posteriores es la si­
g uiente:
- Por detrás de la hemiácigos o hem iácigos accesoria.
- Por detrás de la pleura.

perior irriga el d ia fra g m a y la pared a b d o m in a l p roxim al


anterior.
Tronco costocervical. El tro n co costocervical nace en la se­
gunda p orción de la arteria subclavia en el lado derecho, Tronco tirocervical
A. vertebral
pero en el izquierdo nace a partir de su primera porción.
A. transversa A. espinal
Arteria intercostal más alta (suprem a). La arteria in ­
A. escapular Tronco costocervical
tercostal más alta (suprema) (Figs. 2.12 y 2.1 3) es una rama
transversa
intercostal sup.
del tro n c o costocervical que se origina a partir de la segun­
da poció n de la arteria subclavia, p o r debajo del músculo
2.a art. intercostal
escaleno anterior. La otra rama habitual del tro n c o costo- a art. intercostal
Aorta
cervical es la arteria cervical profunda, que asciende p o r el A. torácica lat.
cuello p o r detrás de la apófisis transversa de las vértebras
cervicales. La arteria intercostal suprema surge entre los pri­
meros nervios torácicos lateralm ente y el tro n c o sim pático
(ganglios cervicotorácicos) m edialm ente. A. mamaria interna
La arteria intercostal suprema (Fig. 2.22) desciende en­
tre la pleura y la superficie a nterior de los cuellos de las cos­
tillas primera y segunda, dando origen a las arterias intercos­
A. subescapular
tales posteriores primera y segunda y anastomosándose con
la tercera arteria intercostal posterior. El vaso anastomosado
lo n g itu d in a lm e n te que se une con la intercostal suprema y A. iliaca ext.
la tercera intercostal posterior representa un vestigio de la A. epigástica ¡nf.
parte craneal de la aorta dorsal derecha em brionaria.
A o r t a t o r á c ic a

Arterías intercostales posteriores. Las dos primeras arterias F ig u r a 2 .2 1 . Canales arteriales colaterales en la coartación
intercostales (intercostal más alta o suprema y cervical p ro ­ aórtica, [edl]
127
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* Skandalakis

Pared torácica y pleura

dorsal (Fig. 2.24), que pasa d ire cta m e n te p o r detrás de la


dirección de un agujero intervertebral. La arteria dorsal da
o rigen a la rama m e d u la r (Fig. 2 .21) para las m eninges y
Anatomía quirúrgica

el nervio espinal, y c o n tin ú a d o rsalm ente con la pared t o ­


rácica que queda p o r encim a.
Las arterias espinales son de gran im p o rtan cia en la irri­
gación colateral de la m édula espinal; p o r ello, la lesión de
una de las arterias intercostales posteriores, que queda cer­
ca de su rama dorsal, puede suponer la isquemia de la m é ­
dula espinal. Las arterias espinales más largas e im p o rta n ­
tes se originan en una de las arterias intercostales izquierdas
posteriores, especialm ente la novena intercostal torácica
posterior izquierda, la «gran arteria radicular de A dam kie-
wicz». Con frecuencia ésta es la única fu e n te de irrigación
de la arteria espinal a n te rio r a la m édula espinal p o r d e b a ­
jo del nivel de T I 0.
Las arterias intercostales posteriores alcanzan el surco
intercostal cerca del á n g u lo costal. Poco después, dan o ri­
gen a sus ramas colaterales pequeñas, que descienden al
F ig u ra 2.2 2 . Orígenes y trayectos de las arterias intercosta­ b orde superior de la costilla inferior con tig u a . También se
les. [edl] o rigina una rama cutánea, pró xim a a la línea axilar media,
que pasa por fuera y entre las dos costillas, en com pañía de
ramas similares del nervio intercostal. Al pasar hacia adelan­
te, la vena, arteria y n e rvio intercostales pasan e ntre los
músculos intercostales internos y profundos.
El origen de las arterias intercostales posteriores (Fig. En general, las arterias intercostales posteriores se anas-
2 .2 4 ) es aquella en la que en su trayecto inicial tiene que tom osan con las intercostales anteriores; sin e m b argo, las
ascender a través del espacio intercostal p o r el b o rd e infe­ intercostales posteriores décim a y d e cim o p rim e ra se anas-
rior de la costilla; p o r ello, es inferior ta n to a la vena c o m o tom osan d e n tro de la pared a b d om inal con las arterias que
al nervio acom pañante. Después de atravesar el nervio in­ se o riginan en la arteria epigástrica, subcostal y lumbar. Las
tercostal, alcanza su posición con la vena p o r encim a y el ramas de estas arterias irrigan los músculos de la piel y la
nervio intercostal por debajo. espalda y participan en la irrigación arterial del cordón es-
C uando empieza a atravesar el espacio intercostal, cada permático. Otras ramas pequeñas participan en la irrigación
arteria intercostal posterior aporta el origen de una rama arterial de la mama.

Músculo intercostal externo


Rama dorsal

Músculo intercostal interno


Arteria intercostal

Rama colateral
Ligamento radiado

Músculo subcostal Tronco simpático

Rama comunicante

Nervio intercostal

F ig u r a 2 .2 3 . Ramas viscerales y parietales de u n a arteria intercostal, [edl]

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Arterías subcostales. Las arterias subcostales nacen en teria axilar que está más p ró xim a a la pared torácica. Su
cada lado bajo las costillas duodécim as; quedan ventrales origen c o m o p u n to co n c re to queda h a b itu a lm e n te ligera­
a la duodécim a vértebra torácica. Estas arterias son poste­ m ente distal al paso de la arteria axilar por debajo de la cla­
riores a la vena ácigos (la izquierda es posterior a la vena he- vícula, d o n d e la arteria está relacionada con el p rim e r es­
m iácigos), el c o n d u c to torácico, la pleura y el diafragm a. pacio intercostal, el m úsculo intercostal externo, la porción
Cada arteria subcostal penetra en la pared a b d o m in a l superior del serrato anterior, el nervio torácico largo y par­
posterior en compañía del nervio torácico duodécim o. El tra­ tes del plexo braquial.
yecto es lateral al lig a m e n to arcuato medial (arco lu m b o ­ Desde su orig e n , la arteria torácica sup e rio r sigue un
costal), entre el riñón a n te rio rm e n te y el cu a d ra d o lum b a r trayecto m edial p o r detrás de la vena axilar hacia el p rim er
p o s te rio rm e n te . Después de pene tra r la aponeurosis del espacio intercostal, d o n d e da sus ramas al pectoral m ayor
transverso a b d o m in a l, la arteria subcostal pasa hacia d e ­ y m enor, a la m usculatura intercostal del p rim e ro o a los
lante entre el transverso ab d o m in a l y el o b licu o interno. Se dos prim eros espacios intercostales, y se anastomosa con la
anasotomosa con la epigástrica superior, intercostal infe- arteria torácica interna y las arterias intercostales en el pri­
ro p o s te rio ry arterias lumbares. mero o en los dos prim eros espacios intercostales. La arte­
ria torácica superior puede originarse a pa rtir de la arteria
A r t e r ia a x il a r toracoacrom ial o de una rama aberrante de la arteria su-
Artería torácica superior (suprema). La arteria axilar se d i­ bescapular, o puede estar ausente; su región de d istrib u ­
vide top o g rá fica m e n te en tres partes de acuerdo con su re­ ción está irrigada p o r otros vasos de dicha zona. Puede te­
lación con el m úsculo pectoral menor. La prim era porción ner una lo n g itu d grande, y su distrib u ció n puede ser más
de la arteria es proxim al al pectoral m enor; la segunda p o r­ extensa cua n d o la arteria torácica lateral es pequeña.
ción queda p o r debajo del m úsculo, y la tercera es la que
C i r c u l a c i ó n a r t e r i a l c o l a t e r a l . De acuerdo con Edwards
queda distalm ente p o r debajo de la cobertura de este m ús­
y cois.34 en casos de co a rta ció n de la aorta distal al liga­
culo. Una rama, la arteria torácica sup e rio r (suprem a) se
m e n to arterioso (desarrollo del c o n d u c to arterioso), puede
origina en la primera porción de la arteria axilar; dos ramas
desarrollarse una im p o rta n te circulación colateral para re­
se o riginan en la segunda porción, y otras tres nacen en la
llenar la aorta torácica descendente. La sangre es transpor­
tercera porción de la arteria. Los últim o s vasos no se des­
tada a través de las arterias torácicas internas, y después
criben en este capítulo.
por sus ramas intercostales anteriores. El flu jo colateral, por
La arteria torácica su p e rio r se o rig in a en el lado más
ello, rellena las arterias intercostales posteriores y la aorta
p ro fu n d o de la arteria axilar, esto es, la superficie de la ar-
descendente (Fig. 2 .21). El flu jo a través de este trayecto
puede ser tan a b u n d a n te c o m o para que resulte llam ativo
y ra diográficam ente visible en la form a de la «escotadura»
de las costillas, d e b id o al latid o de las arterias intercostales
contra ellas. El flu jo potencial a n a stom ótico puede p ro d u ­
cirse ta m b ié n desde la epigástrica superior e inferior hacia
las ramas ilíacas de la aorta a b d om inal.

Venas
V e n a s t o r á c ic a in t e r n a , i n t e r c o s t a l p o s t e r io r

Y SUBCOSTAL
N o t a : L o s adjetivos («más alta», «superior» y «suprema»
se utilizan casi de m o d o intercam biable en diversos textos,
aunque con frecuencia describen vasos que son claram en­
te distintos. La N om ina Anatómica15 utiliza el té rm in o «supe­
rior», sin una designación co m o aplicación. En nuestro co ­
m entario, queremos pa rtir de que los térm inos «suprema»
o «más alta» son conceptualm ente sinónimos, mientras que
«superior» puede no ser necesariamente el vaso más alto.
Las venas intercostales anteriores fo rm a n las venas to rá ­
cicas internas (Fig. 2.20), uniéndose estrechamente al te r­
cer cartílago costal. La vena torácica interna asciende para
unirse con las venas braquiocefálicas derecha e izquierda
F igura 2.24. Relaciones de los vasos intercostales y sus ramas (o, rara vez, con la vena cava superior en el lado derecho).
en las term inaciones nerviosas de los espacios intercostales. La parte inferior de las venas intercostales drena en la
[edl] vena hem iácigos (Fig. 2 .19), que h a b itu a lm e n te cruza la
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* Skandalakis

Pared torácica y pleura

co lum na vertebral a p ro xim a d a m e n te a la altura de T8 o T7 En su trayecto, la ácigos recibe a la lu m b a r derecha as­


para unirse a la vena ácigos. La vena intercostal posterior cendente, a la subcostal derecha y a todas las intercostales
izquierda suprema, que drena el p rim e r espacio, n o rm a l­ de ese lado derecho, a excepción de la prim era intercos­
Anatomía quirúrgica

m en te se une a la vena braquiocefálica, aunque resulta ex­ tal, que drena d ire cta m e n te la VCS.
tre m a d a m e n te variable. La ruta superior de la ácigos está relacionada con el lado
Desde la se gunda hasta la cuarta venas intercostales dere ch o de la aorta; se arquea p o r e ncim a de la raíz del
posteriores en el lado izquierdo drenan la vena intercostal p u lm ó n derecho y te rm in a en la VCS. El nervio esplácnico
izquierda superior, una trib u ta ria de la vena b raquiocefáli­ m a yo r derecho está localizado en su parte lateral derecha.
ca izquierda. Las venas intercostales interm edias posterio­ En su parte lateral izquierda están el esófago, el va g o de­
res se unen h a b itu a lm e n te para fo rm a r la vena hemiácigos recho y la tráguea.
accesoria (Fig, 2.19), una vena m u y variable en cuanto a ta­ Vena hemiácigos. La vena hem iácigos (Fig. 2 .26B ) está
m año. La hem iácigos accesoria te rm ina d re n a n d o con la fo rm a d a po r la u nión de la lu m b a r ascendente izquierda y
hemiácigos en la vena ácigos. las venas subcostales izquierdas. En la mayoría de los casos
Cuando pasa la vena braquiocefálica izquierda, la vena se com unica con la vena renal izquierda. En su tra yecto ha­
intercostal superior izquierda pasa a la izquierda del cayado cia arriba recibe a las tres venas intercostales inferiores pos­
aórtico. Debido a su proxim idad con el cayado aórtico, cuan­ teriores y drena la vena ácigos (Fig. 2.19).
do la vena intercostal superior izquierda tiene un tam año im ­ Vena hemiácigos accesoria. Grzybiak y cois.38 consideran
portante puede adoptar radiográficamente el aspecto de una que la vena hemiácigos (Fig. 2.26B) es la más variable de las
expansión con form a de botón del perfil aórtico. Esto lleva en venas ácigos. En la mayoría de los casos, recibe desde la cuar­
ocasiones a un dia g n ó stico erróneo de aneurisma aórtico. ta hasta la octava venas intercostales posteriores, y ocasio­
La primera vena intercostal posterior derecha (intercos­ nalmente las venas bronquiales izquierdas. En la región d e T 7
tal suprema derecha) es ta m b ié n variable en su te rm in a ­ a T8 drena en la vena ácigos o puede, con la hemiácigos,
ción, d re n a n d o la braquiocefálica, subclavia derecha, etc. fo rm a r el tronco com ú n que se vacía en la vena ácigos.
Las venas intercostales derechas segunda, tercera y cuarta Ó z b e k y cois.39 refirieron las múltiples variaciones del sis­
drenan la vena intercostal superior derecha, que a su vez tem a venoso de la ácigos, c o m o la ausencia de la hem iáci­
drena la ácigos. La vena subcostal derecha, ju n to con la gos, con unificación de las venas intercostales octava, nove­
vena lum b a r ascendente derecha, fo rm a la vena ácigos. La na y décim a que drenan m ediante un canal c o m ú n en la
vena subclavia izquierda se une con la vena lum b a r izquier­ vena ácigos.
da ascendente para fo rm a r la vena hemiácigos. Para otra exposición del sistema de la ácigos, re c o m e n ­
Por detrás de las uniones esternoclaviculares,
R e co rd a r: damos que se lea el capítulo del m ediastino.
la yugular interna de ambos lados se une para fo rm a r las ve­
nas braquiocefálicas izquierdas (innom inadas). C i r c u l a c i ó n v e n o s a c o l a t e r a l . La circulación venosa co­

lateral puede ir acompañada de comunicaciones de la ácigos,


S i s t e m a á c i g o s . Es p rá cticam ente im posible una e x p o ­ hemiácigos y venas intercostales, las cavas inferior y superior
sición com p le ta del sistema de la ácigos (ácigos, hem iáci­ y el sistema vertebral venoso. Además, existen unos canales
gos y hem iácigos accesoria). Según se describe en Card- abundantes en los tejidos superficiales, com o aquellos que in­
ner-G ra y-O 'R a h iily A n a to m y 27, «el sistema ácigos es tan tercom unicados p or la toracoepigástrica tributaria a la vena
variable que ning u n a referencia breve del m ism o puede in­ axilar por encima y a la vena femoral po r debajo.
cluir todas sus variaciones».
Nosotros hemos observado tantas variaciones en el de­
Linfáticos
p a rta m e n to de disección que no sabemos cuál es la más
frecuente. La Figura 2.25, basada en la inform ación de la tri­ Los ganglios linfáticos torácicos están divid id o s a n a tó ­
gésimo octava edición del Gray's A natom y36, muestra el tra­ m ica m e n te en dos grupos: parietal y visceral. El g ru p o pa­
yecto del sistema ácigos que Gray d e n o m in ó «quizá el más rietal incluye a su vez el paraesternal, el d ia fra g m á tic o y el
frecuente». intercostal.
C oincidim os con Gabella37 en que «los esquemas in d u ­ Los ganglios parietales paraesternales (torácicos in te r­
cen al error»; sin em b a rg o , exponem os la Figura 2.26 para nos) (Figs. 2.18, 2.20 y 2.27) son pequeños de ta m a ñ o y
ofrecer al e studiante una representación de este sistema escasos en número, y están ubicados a lo largo de los vasos
c o m p le jo , nada o rto d o x o y e xtre m a d a m e n te atípico. torácicos internos, a p ro xim adam ente a 0,5 cm a 1,5 cm de
Vena ácigos. La vena ácigos (Fig. 2.26B) puede orig in a r­ la línea esternal lateral en los cuatro o cinco espacios inter­
se en la pared p o sterior de la vena cava inferior (VCI), jus­ costales superiores, en el fino tejido areolar bajo la fascia en-
to p o r encim a de las venas renales, y te rm ina en la vena dotorácica. Existen uno, dos o tres en cada lado. Los hallaz­
cava superior (VCS). Asciende p or la parte a n te rio r dere­ gos de diversos investigadores se exponen en la Tabla 2.3.
cha de las vértebras torácicas. Pocas veces, sin e m bargo, Los ganglios diafragm áticos (frénicos) (Fig. 2 .2 7 ) se tra­
se o rigina p o r debajo de las venas renales. tan en el capítulo del diafragm a.
130

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Pared torácica y pleura 2


lado derecho de la cabeza y el cuello, la e x tre m id a d supe­
rior derecha, el h e m itó ra x derecho y el p u lm ó n derecho
parecen drenar la región de la un ió n de la y u g u la r interna
derecha y la vena subclavia derecha. En estudios con a ni­
Vena intercostal
Vena
males se ha dem ostrado que la linfa de las dos terceras par­
suprema (a la vena
intercostal braquiocefálica tes del p u lm ó n izquierdo drenan el sistema linfático de d re­
superior
izquierda) nado del lado derecho.
La American Thoracic Society, para e xponer en su conjun­
to los ganglios linfáticos de la cavidad torácica, presentó
Vena ácigos un mapa de los ganglios linfáticos que re p ro d u c im o s en la
Pulmón Tabla 2.4.
derecho:
contorno La biopsia de los ganglios linfáticos se muestra en la Ta­
Vena hemiácigos
de la raíz
accesoria bla 2.5.

In e rv a c ió n
Los nervios espinales, doce en n ú m e ro , son m ixtos. Se
Vena hemiácigos o rig in a n a pa rtir de la m édula espinal m e d ia n te dos raíces:
sensitiva (dorsal) y m o to ra (ventral). Existe un g a n g lio es­
pinal a cada lado de la raíz nerviosa, d o n d e la raíz c o m ie n ­
Aorta torácica za su paso a través del fo ra m e n in te rve rte b ra l. En d ic h o
descendente
p u n to , las raíces ventral y dorsal se unen entre sí estrecha­
m e n te p o r sus cubiertas meníngeas. Las raíces unidas a la
altura del fo ra m e n nervioso orig in a n el tro n c o del nervio
espinal, que se subdivide en cuatro ramas: meníngea, rama
dorsal p rim a ria , ram a ventra l p rim a ria y ramas c o m u n i­
cantes.
F igu ra 2.25. Trayecto frecuente (quizá el más frecuente) que La rama meníngea surge p ro n to del tro n c o nervioso es­
siguen la vena ácigos intratorácica, la hemiácigos y la hem iá- pinal, y vuelve a entrar p o r el foram en para inervar las m e ­
cigos accesoria. Se m uestran el contorno de la raíz del pulm ó n ninges y la colu m n a vertebral. Después, el tro n c o nervio­
derecho y la aorta torácica descendente. [wí\ so se divide con rapidez en sus dos ramas principales.
La rama dorsal prim aria (Fig. 2 .28) p ro p o rc io n a fibras
motoras esqueléticas, motoras simpáticas, sensoriales y otras
fibras para los músculos y la piel de la espalda.
Los ganglios intercostales linfáticos (Fig. 2 .1 9 ) incluyen La rama ventral prim aria (Fig. 2 .2 8 ) en el tó ra x es res­
uno o dos ganglios linfáticos p ró xim o s a la cabeza de cada ponsable de la fo rm a c ió n de los nervios intercostales; sin
costilla, en la parte posterior de to d o s los espacios in te r­ e m b a rg o , el p rim e r nervio torácico pasa p o r encim a para
costales. cruzar el borde superior de la primera costilla, uniéndose al
Los ganglios linfáticos viscerales se relacionan con las octavo nervio cervical para fo rm a r el tro n c o inferior del ple­
estructuras anatóm icas intratorácicas (n o dulos p u lm o n a ­ xo braquial. El d u o d é c im o nervio torácico espinal, siendo
res en las raíces e hilio, ganglios paratraqueales y ganglios un nervio subcostal, da o rigen a la rama que participa en
mediastínicos). Trataremos los ganglios linfáticos viscera­ la fo rm a ció n del plexo lum bar. Los ú ltim o s cinco nervios
les en los capítulos de los órganos individuales. espinales se extienden m edialm ente y hacia abajo para iner­
Con todo, se debe mencionar en este punto que parte del var la pared abd o m in a l.
drenaje linfático desemboca en el co n d u cto torácico; otras Los nervios cutáneos anterior y lateral (Fig. 2 .2 8 ) ta m ­
rutas im portantes term inan en el tronco braquiomediastíni- bién pertenecen a la rama ventral prim aria. La rama c u tá ­
co derecho. El tro n co broncom ediastínico derecho puede nea a n te rio r em erge en la línea paraesternal y se d ivide en
unirse al co n d u c to linfático derecho; con m ayor frecuencia, ramas para la grasa subcutánea y piel. La rama cutánea la­
sin em bargo, parece drenar por separado en el comienzo de teral abandona el espacio intercostal en la línea axilar m e ­
la vena braquiocefálica derecha. Hay que recordar que el dia, y se d ivide de nuevo en ramas a n terior y posterior.
c o n d u cto linfático (Fig. 2.18), que recibe los troncos y u g u ­ R e c o r d a r : Las ramas cutáneas laterales del segu n d o nervio
lar y subclavio derecho, pasa n o rm a lm e n te a la unión de la torácico se e xtienden a la zona braquial para la inervación
y u g u la r interna derecha y las venas subclavia derecha. de la piel de esta región (superior y media).
Al m argen de los vasos específicos, ya sean b ro n c o m e ­ Las ramas blancas y grises a b andonan las ramas p rim a ­
diastínico derecho o c o n d u c to linfático derecho, la linfa del rias ventrales y pasan p o r delante para alcanzar los gan-

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Pared torácica y pleura

Senos de Senos de
la dura la dura V. braquiocefálica d. V. braquiocefálica
(innominada) izda. (innominada)
Anatomía quirúrgica

V. intercostal
V. intercostal superior
superior
V. hemiácigos
accesoria

- V. intercostales
posteriores

V. hemiácigos

V. subcostal V. subcostal

Vena lumbar V. lum bar


ascendente ascendente

V. renal i.
Vena cava
inferior

Femoral Femoral

F ig u ra 2 .2 6 . A, Principales com unicaciones venosas de la ácigos, cava y sistema vertebral. B, Principales venas del tórax. Lí­
nea discontinua en los senos coronarios que indica el trayecto de la vena cava superior izquierda (anomalía rara). [orj

Ganglios
retromanubriales

Ganglios de
la mamarla interna

Lateral Lateral
\ / F igura 2.27. Ganglios retroma-
Ganglios diafragmátlcos anteriores nubriales. [h a i]

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Pared torácica y pleura 2


T a b la 2 .3 . Linfáticos torácicos: ganglios mamarios internos 1
P ro m e d io to ta l
A uto r Año - GL p o r sujeto L ocalización en los in teresp acio s e n tre cartílago s costales
Stibbe 1918 8,5 Cuatro en u n lado, cinco en el otro; cada u n o de los tres interespacios superiores
y el 6.° interespacio; un o extra en un o de los espacios superiores en un o de los lados
Soerensen 1931 7 Promedio de 3,5 pequeños ganglios en cada lado
Ju * 6,2 La mayoría en los tres espacios superiores, raro en espacios inferiores
Putti 1953 7,7 La mayoría en los tres superiores, alguno en los inferiores
Arào & 1954 16,2 Un prom edio de 8,9 en el lado derecho, 7,3 en el izquierdo. En algunos sujetos,
Abrâo ganglios retromandibulares entre los troncos linfáticos derecho e izquierdo
a la altura del prim er espacio intercostal. Se aprecia u n promedio de 6,6 ganglios
cu ando los ganglios retrom andibulares están presentes.

‘ I n v e s t i g a c i ó n n o p u b l i c a d a r e c o g i d a p o r H a a g e n s e n (re f e r e n c ia s m á s a b a jo ) .

D a to s obtenidos de:
B l a n d KI, C o p e l a n d EM I I I . T h e Breast, 2 . a ed . F iladelfia; VVb S a u n d e r s , 1 9 9 8 , p á g s , 3 3 -3 4 .
H a a g e n s e n C D . D ise ases o f t h e Breast, 3 .a ed . Filadelfia; W b S a u n d e r s , 19 8 6 , p á g s , 3 6 -39 .

glios de la cadena simpática. Las ramas com unicantes bla n ­ En ocasiones, la pleura parietal es gruesa y está fu e rte ­
cas constan de fibras simpáticas preganglionares con mie- m e n te fijada a la pleura visceral p o r los pulm ones; cu ando
lina y fibras viscerales generales aferentes. Las ramas grises esto sucede, la expansión y aireación del p arénquim a p u l­
com unicantes son fibras sin m ielina posganglionares que m o n a r es m ínim a. El p ro c e d im ie n to para liberar al p u lm ó n
van desde los ganglios sim páticos hasta las ramas ven tra ­ se d e n o m in a pleurectom ía, y se explica en «C om plicacio ­
les primarias; estas fibras siguen un tra ye cto entre las ra­ nes anatómicas».
mas dorsal y ventral prim aria, y después se d istribuyen por A la altura de los hilios pulm onares, la pleura parietal
la pared torácica. Los dos prim eros lum bares ta m b ié n tie ­ (Fig. 2.2 9 ) co n tin ú a con la pleura visceral. De form a carac­
nen ramas com unicantes blancas. Junto con los nervios t o ­ terística, el m a n g u ito de la pleura se proyecta alrededor de
rácicos, fo rm a n la eferencia lu m b a r simpática. la raíz pulm onar, pero sobresale. Cuelga con la form a del
En s í n t e s is : g o rro de un obispo, y fo rm a el lig a m e n to pulm onar. C o in ­
• El p rim e r espacio intercostal recibe inervación sensorial cidim os con Last40 en que no se trata de un verdadero li­
m ediante los nervios supraclavicular C3 y C4 desde el ple­ g a m e n to , sino más bien de un espacio q u e acoge a la raíz
xo cervical. del p u lm ó n descendente cuando baja el diafragm a.
• La pared torácica está inervada p o r T2 a T6. Este ligam ento avascular está fijado al diafragma. Se sec­
• La pared abdo m in a l por encim a del o m b lig o está inerva­ ciona en la lobectom ía inferior, en la m ovilización esofági­
da p o r T 7 a T9. ca inferior y en la v a g o to m ía transtorácica.
• La región um bilical está ¡nervada p o rT IO . La pleura visceral (Fig. 2.2 9 ) cubre la superficie de los
• Dos tercios de la región infraum bilical superior están iner­ pulm ones y se e xtiende d e n tro de las cisuras pulm onares
vados p o r T I 0 a T 1 2. (pleura p u lm o n a r).
R e c o r d a r : La pleura visceral está to ta lm e n te adherida al

paré n q u im a p u lm o n a r subyacente. El d e sp e g a m ie nto de


la pleura visceral del p a ré n q u im a p u lm o n a r tie n e c o m o
P leura
consecuencia fugas de aire y sangrado desde la superficie
del p u lm ó n .
C a ra c te rís tic a s estructurales

Cada pleura y sus subdivisiones tiene diversas caracte­


Irrig a c ió n s a n g u ín e a
rísticas. La parte diafragm ática de la pleura parietal está fir­
m e m en te unida al diafragm a, siendo im posible su despe­
Irrigación sanguínea y drenaje venoso
g a m ie n to . Una situación sim ilar puede producirse entre el
pericardio y la pleura mediastínica. La pleura costal puede La pleura parietal recibe su irrigación sanguínea a p a r­
despegarse con facilidad: algunas veces puede despegarse tir de las arterias intercostal posterior, torácica interna, in ­
a lo largo ju n to con la fascia endotorácica subyacente, y al­ tercostal superior, pericardiofrénica y frénica superior. La
gunas veces estas dos capas pueden disecarse desde la pa­ perfusión se sigue p o r su correspondiente drenado v e n o ­
red torácica interna. so aparejado.

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• Skandalakis

Pared torácica y pleura

Tabla 2.4. Mapa de los ganglios linfáticos de la A m erica n Thoracic Society de la cavidad
torácica
Anatomía quirúrgica

Estaciones
ganglionares D efiniciones/E stadio ganglionar

1 D /I Supraclavicular
Supraclavicular de los ganglios escalenos (siempre N3)
2 D /I Ganglios paratraqueales superiores derecho/izquierdo
Ganglios a la derecha/izquierda de la línea media de la tráquea. Entre el ápex p u lm o n ar y el borde superior
del cayado aórtico (N2 si ipsilateral al tumor, en los dem ás casos N3)
4D Ganglios paratraqueales superiores derechos
Ganglios a la derecha de la línea media, entre el borde superior del cayado aórtico y el borde superior
de la vena ácigos (N2 si el tu m o r es ipsilateral, el resto de casos N3)
4I Ganglios paratraqueales inferiores izquierdos
G anglios a la izquierda de la línea m edia de la tráq u ea en tre el te ch o del cayado aórtico y el nivel
de la carina, medial al ligam ento arterioso (N2 si ipsilatreral, si no, N3)
5 Ganglios aortopulm onares
Ganglios subaórticos y paraaórticos laterales al ligam ento arterioso o la aorta o arteria p u lm o n ar izquierda
proximal a la primera rama de la arteria p u lm o n ar izquierda (N2 si ipsilateral, si no, N3)
6 Ganglios m ediastínicos anteriores
Ganglios anteriores a la aorta ascendente o a la arteria in n o m in ad a (N2 si ipsilateral, si no, N3)
7 Ganglios subcarinales
G anglios originados caudales a la carina de la tráquea, pero n o asociados con el b ro n q u io del lóbulo
inferior o a las arterías d entro del p u lm ó n (siempre N2)
8 Ganglios paraesofágicos
G anglios ro d ea n d o el esófago dorsal a la pared p o sterior de la tráquea, in c lu y e n d o los ganglios
relacionados con la aorta descendente + ganglios dentro del ligamento pulm o n ar derecho o izquierdo
(N2 si ipsilateral, en los demás casos N3).
10 D Ganglios traqueo/bronquiales derechos
Ganglios a la derecha de la línea media de la tráquea, desde un nivel del borde cefálico de la vena ácigos
hasta el origen del bronquio del lóbulo superior derecho (NI si ipsilateral, si no, N3)
10 I Ganglios traqueo/bronquiales izquierdos
N odulos a la izquierda de la tráquea entre la carina y el b ronquio del lóbulo superior izquierdo, medial
al ligamento arterioso (N2 si tu m o r ipsilateral, si no, N3)
11 D /I Ganglios intrapulm onares
Los ganglios que quedan en el pulmón distales al bronquio del lóbulo superior (NI si tum or ipsilateral, si no, N3)
14 Ganglios diafragm áticos superior
Ganglios adyacentes al pericardio d en tro de los 2 cm del diafragma (N2 si tum o r ipsilateral, si no, N3)

Fuente: Seg ú n m o d ific a c ió n d e M u rra y JG, B r e a tn a c h É. T h e A m e ric a n T h o ra c ic Society L y m p h N o d e M ap: a CT d e m o n s t r a t i o n . Eur J Radiol
17:61-68, 1993; c o n au to rizació n .)

La pleura visceral recibe su irrigación arterial de las ar­ El dren a d o linfático de las partes más posteriores de los
terias bronquiales; su d re n a d o venoso desem boca en las espacios intercostales se dirigen hacia los ganglios intercos­
venas pulm onares. tales posteriores (Fig. 2.19) y los troncos mediastínicos pos­
teriores. Los vasos linfáticos de la pleura mediastínica dre ­
Linfáticos nan los troncos mediastínicos a n te rio r y posterior.
Los vasos lin fá tico s de cada espacio intercostal de la Los linfáticos de los cuatro a siete espacios intercostales
pleura costal d renan los vasos que ta m b ié n recogen la lin ­ inferiores drenan los troncos torácicos linfáticos descenden­
fa de los m úsculos intercostales y del periostio costal; si­ tes, que pasan a través del pilar del d ia fragm a para acabar
guen un tra ye cto ventral. Los seis troncos superiores d re ­ en el inicio del co n d u cto torácico. Los espacios más supe­
nan los g a n g lio s paraesternales y sus vasos, d re n a n d o riores drenan el co n d u c to torácico p o r la izquierda y en el
p o s te rio rm e n te los tro n co s m ediastínicos anteriores. Los tro n c o broncom ediastínico derecho p o r la derecha. Los va­
vasos de los espacios in fe rio re s fo r m a n un tr o n c o que sos de la pleura diafragm ática pasan a los canales linfáticos
te rm in a en los ganglios paraesternales más bajos. Resulta en la superficie torácica del diafragm a.
de interés destacar que los linfáticos de la pleura costal ha. El drenado linfático de la pleura visceral abarca los ple­
cen posible una suerte de dren a d o del líq u id o del espacio xos superficiales y profundos. Los vasos superficiales siguen
pleural. un trayecto p o r la superficie del p u lm ó n , justo p o r deba-
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Pared torácica y pleura 2

F igu ra 2.28. A natom ía del espacio intercostal: relaciones y ramas de los nervios y vasos intercostales. Los nervios se m ues­
tran a la izquierda; las arterias a la derecha, [agj

jo de la pleura. Existen pocas anastomosis con el sistema


T a b la 2 .5 . Reglas de la biopsia de ganglio p ro fu n d o , salvo los vasos superficiales, q u e te rm in a n en
linfático los ganglios broncopulm onares en el hilio. Los linfáticos más
profundos acom pañan ta n to a las arterias centrales c o m o a
M étodo
de la muestra las venas periféricas en su entrada a los nodulos p u lm o n a ­
Situaciones de los ganglios
res (dentro del parénquima pulm onar) y a los ganglios b ro n ­
Mediastinoscopia 2R, 4R, 4L, 10R co p u lm onares, ju n to con los vasos más superficiales. No
Ganglios 2L adyacentes a la tráquea existe un drenado linfático directo del saco alveolar.
Ganglios 7 en la zona subcarinal anterior En la Tabla 2.6 se exponen los niveles costales a p ro x i­
mados de la pleura en su relación con el h ígado y p u lm ó n .
Aspiración m e­ Mismos grupos de ganglios que la m e­
diante aguja diastinoscopia, pero ganglios 7 más
transbronquial fácilmente accesibles In e rv a c ió n
También pueden alcanzarse 10L y 11
La pleura parietal recibe su inervación de los nervios in­
Toracotomía paraes- Ganglios 5, 6 y 2L anteriores a los gran-
ternal anterior des vasos tercostales, frénicos y vagos. La pleura parietal es extra o r­
d in a riam ente sensible. Las fibras simpáticas a co m pañan a
Biopsia percutánea Bajo control con TC se pueden alcanzar las fibras sensitivas.
m ediante aguja potencialmente todos los grupos gan- La pleura visceral está inervada p o r el p le xo nervioso
percutánea glionares
p ulm onar, que recibe aferencias del nervio va g o y de las
ramas torácicas viscerales de la parte más craneal de las ca­
Fuente: G la z e r HS, A r o n b e r g D], Sagel SS, F r i e d m a n PJ. CT d e m o n s ­
t r a t i o n o f c a lcified m e d i a s t i n a l l y m p h n o d e s : a g u i d e t o t h e n e w denas torácicas simpáticas. La pleura visceral carece de sen­
c la s s if ic a tio n . AJR 1 4 7 ;1 7 -2 5 , 1986; c o n a u t o r i z a c i ó n . sibilidad.
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* Skandalakis

Pared torácica y pleura

COLAPSADO INFLADO tales. D eb id o a la acción de éstos y otros músculos, las d i­


mensiones torácicas se increm entan y las presiones intra- y
Pleura e xtrapulm onares dism inuyen.
Anatomía quirúrgica

cervical La espiración se p roduce fu n d a m e n ta lm e n te p o r el re­


Cavidad
pleural troceso elástico del te jid o p u lm o n a r y p or la relajación del
dia fra g m a . La co n tra c ció n de los músculos abdom in a le s
Pleura
Pleura impulsa de nuevo las visceras y el diafragm a hacia arriba.
costal
visceral
H a b itu a lm e n te , la m a y o r pa rte del proceso e s p ira to rio
es rela tiva m e n te pasiva. C on una elasticidad p u lm o n a r y
una presión de los c o m p o n e n tes abdom inales adecuadas,
la relajación diafragm ática se acom paña de la expulsión de
aire.
diafragmática
Raíz del pulmón Los músculos secundarios pueden intervenir en la res­
piración. La co n tra cció n del esternocleidom astoideo p u e ­
Pleura
de palparse en la fase más tardía de la inspiración p ro fu n ­
F ig u ra 2 .2 9 . Pleura y cavidad pleural, [ag¡ da. Los músculos escalenos son im portantes en la elevación
de la caja torácica. Los serratos postero su p erio r y p o s te ­
roinferior y los elevadores de las costillas tienen un papel im-
predecible en el m o v im ie n to de las costillas.
Los músculos de la cintura escapular que tienen sus fi­
jaciones a la estructura ósea torácica actúan más c o m o ac­
cesorios verdaderos de la respiración; entre ellos destacan
los músculos pectorales, el serrato mayor, el dorsal ancho,
Las pleuras visceral y parietal están integradas p o r un
el trapecio, el elevador de la escápula, etc. Con las e xtre ­
estroma mesotelial sim ple con m icrovellosidades que n o r­
m idades superiores fijas, dichos músculos invierten sus orí­
m alm ente reaccionan negativam ente a la vim entina, al an-
genes funcionales e inserciones, co n trib u y e n d o a la e x p a n ­
tígeno carcin o e m b rio n a rio (CEA), al antígeno relacionado
sión del tórax. La colu m n a tam bién puede flexionarse hacia
con el fa cto r VIII y al a n tígeno de la m em bra n a epitelial.
adelante para ayudar en la espiración, y d u rante la inspira­
Los entramados vasculares y nerviosos de las pleuras se u bi­
ción justo lo co n trario, en especial en situaciones de d ifi­
can bajo la m em bra n a basal de las células mesoteliales.
cultad respiratoria.
En resumen, los distintos objetivos que c u m p le la caja
torácica son:
• Protección de las visceras intratorácicas.
• Ventilación de los pulm ones m ediante m ovim ientos espe­
Al nacer el tórax es circular, pero se vuelve ovalado en la
cíficos de in fla d o y desinflado.
edad adulta. Por ello, d e b id o a la posición horizontal y no
• Ayuda a las extrem idades superiores p ro p o rcio n a n d o una
dinám ica de las costillas durante el p rim e r o segundo año
base mecánica sólida para m o ve r con fuerza las e x tre m i­
de vida, resulta im posible la respiración torácica; la respira­
dades.
ción requiere la utilización del diafragma. Cuando el niño cre­
• El proceso de la respiración y la capacidad para realizar
ce, las term inaciones anteriores de las costillas descienden,
una m aniobra de Valsalva (realizar una respiración p ro fu n ­
d e b id o a su articulación vertebral posterior. Las partes late­
da, cerrando las cuerdas vocales y au m e n ta n do la presión
rales de las costillas ta m bién descienden, en relación con las
interna mediante la contracción de la musculatura de la pa-
term inaciones vertebrales y esternales de las costillas.
D urante la inspiración; las partes laterales y las te rm i­
naciones anteriores de las costillas y el esternón se despla­ Niveles costales aproximados
T a b la 2 .6 .
zan hacia arriba p o r la acción muscular. El diafragm a des­ de hígado, pulmones y pleura
cien d e , lle v a n d o los ó rg a n o s y pared a b d o m in a l hacia
En la línea En la
adelante. El e x tre m o inferior de la caja torácica se estabili­
esternal En la línea colum na
za p or el cuadrado lu m b a r y el serrato posteroinferior; por lateral m ed io axilar vertebral
ello, las dim ensiones del tórax aum entan en todas las direc­
Hígado 5 6 8
ciones, produciéndose la entrada de aire. Los músculos in­
tercostales son importantes con respecto a esta acción, pues Pulmón 6 8 10
a um enta las dim ensiones verticales y transversas de la ca­ Pleura 7 10 12
vidad torácica. Los intercostales co n trib u ye n de form a m u y Fuente: L o c h h a rt RD, H a m i l t o n GF, Fyfe FW. A n a t o m y o f t h e H u m a n
im p o rta n te a conservar la tensión en los espacios intercos­ Body, Filadelfia: L ip p in c o tt, 1959; c o n au to rizació n .)
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Pared torácica y pleura 2


red) son críticos en el parto, defecación, diuresis y lim p ie ­ - Las relaciones anteriores de la cú pula y ápex del p u l­
za de la vía aérea, además de en la capacidad de habla. m ó n son las siguientes: arteria subclavia, m úsculo es­
En cu a n to a la fo rm a del diafra g m a y sus efectos en la caleno a n terior (Fig. 2.12), vena subclavia, nervio fré n i­
config u ra ció n de la cavidad torácica y fijaciones pleurales, co y nervio vago.
penetración de los vasos, nervios etc., re co m e n d a m o s al - Las relaciones posteriores son: tro n co simpático, p rim e r
lector el capítulo dedicado al diafragm a. nervio torácico (Fig. 2.1 3) y arteria intercostal suprema.
Para más detalles respecto a la fisiología de la pleura, • La pleura apical está cubierta p o r una fascia que es una
recom endam os la lectura de la sección de los pulm ones en c o m b in a ció n de pleura cervical y fascia endotorácica, y
el capítulo d e d ica d o al aparato respiratorio. q u e es la fascia de Sibson, el diafragm a más craneal del
dorso. La fascia de Sibson está fijada p o r el perfil m edial
c o m p le to de la prim era costilla, que se extiende desde
C7 a T I .
• La p rim era costilla y los músculos escalenos tienen una
relación especial (Fig. 2.1 2 ): El m úsculo escaleno a n te ­
rio r se inserta en la m ita d de la prim era costilla. La vena
• Los p ro ce d im ie n to s q u irúrgicos más frecuentes de la pa­ subclavia está en la parte anterior. En la parte posterior
red torácica son: están la arteria subclavia y los troncos del plexo braquial,
- Toracocentesis para el drenado de líquido o para el tra­ que descansan p rá cticam ente sobre el m úsculo escaleno
ta m ie n to de un neum otorax espontáneo o yatrogénico. (que ta m b ié n se inserta en la prim era costilla).
- T u b o de toracostom ía. • Los músculos esternohioideos y esternotiroideos separan
- Toracoscopia. la vena braquiocefálica (in n o m in a d a ) del e x tre m o in te ­
- Pleurectomía. rio r de la clavícula.
• Toracotom ía para cualquier patología d e n tro del tórax. • Recuérdese qu e la u n ió n esternoclavicular izquierda c u ­
• Fabrizio y C le m e n te 41 recom endaron preservarla in te g ri­ bre la vena braquiocefálica izquierda (in n o m in a d a ).
dad de las regiones pectoral y axilar cuando se diseque la • La pleura derecha queda p o r delante de la vena b ra q u io ­
pared torácica a n te rio r y se penetre en la cavidad torá ci­ cefálica izquierda d u ra n te su trayecto hacia la VCI. T a m ­
ca. Puesto que este te x to no se ocupa de las técnicas, re­ b ién estarán relacionadas co n la vena in n o m in a d a iz­
m itim o s al estudiante interesado a los estudios de Fabri­ q u ie rd a el b o c io re tro e ste rn a l y la p a rte in fe rio r de la
zio y C lem ente en relación con dicha inform a ció n . tráquea.
• Karmy-Jones y cois.42 refirieron que el riesgo de muerte au­ • Las venas braquiocefálicas se fo rm a n a p a rtir de la u nión
m enta de fo rm a lineal con la hem o rra g ia torácica total de las subclavias y la yugular interna a la altura de la unión
después de una lesión torácica. Recom endaron la to ra ­ esternoclavicular. La vena subclavia y, por delante, la arte­
c o tom ía cuando se observe un dre n a d o total a través del ria subclavia, guardan una estrecha relación por encima del
tu b o de toracostom ía m ayor de 1.500 c m 3 en un perío­ pu n to don d e el músculo escaleno anterior las separa.
d o de 24 horas. • El m úsculo subclavio y su fascia están relacionados p o r
• Okada y cois.43 refirieron que en el tra ta m ie n to quirúrgico delante con el trayecto externo de la vena subclavia (Fig.
del em piem a crónico los cirujanos deben seleccionar para 2.14), y en cierto m o d o p rotegen el aparato neurovas­
cada paciente los tra ta m ie n to s iniciales y sucesivos más cular. En caso de fractura, la com presión puede lacerar la
apropiados. En una situación crítica, la toracotom ía será el vena, y en caso de que el brazo y la clavícula estén ele­
p rim e r pro ce d im ie n to . Deberán restringirse la pexia del vados la laceración sería más amplia.
epiplón (om entopexia) o la toracoplastia para casos selec­ • En el lado derecho, la arteria subclavia se origina en la ar­
cionados. La resección p u lm o n a r debe ser mínima. teria braquiocefálica (innom inada), por detrás de la unión
• La cúpula pleural se proyecta hacia la raíz del cuello, apro­ esternoclavicular. En el lado izquierdo se o rigina a p a rtir
x im a d a m e n te 3 cm p o r encim a del te rcio m e d io de la del cayado aórtico en la m itad posterosuperior del m a n u ­
clavícula. La cúpula se relaciona a n te rio r y lateralm ente b rio esternal en el m ediastino anterosuperior. Su p rim e ­
con los músculos escalenos, y posteriorm ente con el mús­ ra porció n queda p o r detrás de la parte p ro x im a l de la
culo largo del cuello y el g a n g lio estrellado (Fig. 2.1 3). vena braquiocefálica y del c o n d u c to torácico, y a n te rio r
Lateralmente, se relaciona con el m úsculo escaleno m e ­ a la cúpula. La segunda porción está ubicada e ntre los
dio. Las relaciones mediales a la derecha son el tro n c o músculos escalenos anterior y m edio.
braquiocefálico, la vena braquiocefálica derecha y la trá­ • Puede realizarse una incisión parcial en el escaleno a n te ­
quea. Las relaciones mediales p o r la izquierda son la ar­ rior para liberar la arteria subclavia, pero deberá p ro te ­
teria subclavia izquierda y la vena subclavia izquierda. gerse el nervio frénico que discurre a lo largo de su b o r­
• Recordar ta m b ié n que la cúpula y el ápex de los p u lm o ­ de medial.
nes están localizados bajo el m úsculo esternocleidomas- • La fractura de las costillas es una lesión habitual en el trau­
toideo. matism o cerrado, y norm alm ente afecta a la pleura. Cuan­
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• Skandalakis

Pared torácica y pleura

do las costillas están fagm entadas d e b id o a un im p a cto tra ta m ie n to s selectivos. Samuel y cois.50 re firie ro n una
directo, p o d rá n afectarse las siguientes estructuras: exitosa resección com p le ta de un lipobla sto m a intra- y
- El aparato neurovascular intercostal, ocasionando san­ extratorácico de pared torácica ante rio r que evitó una es­
Anatomía quirúrgica

grado y /o dolor. cisión radical m u tila n te . De acuerdo con jaklitsch y cois.51


- La pleura, ocasionando n e u m o to ra x con o sin enfise­ el tra ta m ie n to del m esoteliom a pleural m a lig n o en pa­
ma subcutáneo. cientes con límites negativos para la resección y sin m e ­
C oincidim os con Collins44: tástasis en ganglios linfáticos extrapleurales debe incluir
la cirugía c ito rred u cto ra (p le u ro n e u m o n e c to m ía ), segui­
Las costillas fracturadas pueden lacerar la pleura, el da de q u im io te ra p ia y radioterapia secuencial.
pulm ón o los órganos abdominales. Las fracturas de las C oincidim os con Incarbone y Pastorino52:
costillas superiores, clavícula y esternón superior pueden
orientar respecto a lesiones del plexo braquial o vascula­ La resección extensa de la pared torácica en tumores
res. Los movimientos paradójicos del tórax inestable pue­ primarios y secundarios, seguida de reconstrucción, cons­
den dificultar la mecánica respiratoria, favoreciendo la ate- tituye un tratam iento seguro y efectivo. Pueden utilizarse
lectasia y reduciendo el drenado pulmonar. La mejor forma distintas combinaciones de colgajos miocutáneos y m ate­
de apreciar fracturas esternales asociadas a una contusión riales protésicos, y la elección de la técnica dependerá del
miocàrdica es mediante la tom ografia computarizada. El tam año y la posición del defecto y de las preferencias del
traum atism o grave sobre la pared torácica se asocia con cirujano. Las resecciones amplias de la pared torácica en
grandes hematomas de pared torácica o con depósitos de bloque con pulm ón o, en pacientes seleccionados, con co­
aire dentro de la pared torácica, que pueden comunicarse lumna, puede realizarse con una m ortalidad escasa o nula
con el espacio intratoràcico. y una estancia hospitalaria de duración razonable. En p a ­
cientes con recurrencia de cáncer de m am a que afecta a
1Para evitar estructuras neurovasculares d u ra n te la tora- la pared torácica, la resección no sólo supone un tra ta ­
cocentesis, habrá que insertar la aguja del trocar m u y p ró ­ miento paliativo eficaz y permanente, sino que también
xim a al b o rd e superior de la costilla inferior. Recordar la conlleva una mejoría en la supervivencia a largo plazo. En
frase: Aguja arriba, vasos abajo. tumores primarios, así como en cánceres de pulm ón que in­
<De Haan y cois.45 re co m e n d a ro n el a bordaje p o s te rio r vaden la pared torácica, la resección radical puede apor­
para la sim patectom ía toracoscoscópica bilateral. C on el ta r la curación permanente de la enfermedad y unas bue­
abordaje posterior, los pulm ones se m ueven hacia la par­ nas perspectivas de cara a la supervivencia a largo plazo.
te a n te rio r del tórax y la cadena sim pática se hace visible En tumores secundarios de la pared torácica, la cirugía des­
sin que sea necesaria la m a n ipulación del p u lm ó n . empeña un papel de tipo p a lia tivo y puede proponerse
’ D ebido a su localización subcutánea accesible, el ester­ cuando fracasa el tratam iento conservador.
nón pue d e utilizarse para la aspiración con p ropósitos
diagnósticos.
1 Solamente desde un p u n to de vista histórico m e n c io n a ­
/I C o m p li c a c i o n e s a n a t ó m i c a s
mos que la sangre y los fármacos pueden transfundirse a
través de la capa esponjosa del esternón (transfusión es­ Los cuatro proced im ie n to s habituales que pueden aca­
ternal) co m o refirió Leont'ev46 en 1965. Este procedim ien­ rrear complicaciones anatómicas de la pared torácica y pleu­
to no se utiliza h abitualm ente. ral son la toracocentesis, el tu b o de toracostom ía, la tora-
1 Fonkalsrud y Bustorff-Silva47 refirieron que los pecti exca- coscopia y la esternotom ía media. La pleurectom ía es un
v a tu m y carinatum sintom áticos del adu lto pueden corre­ p ro c e d im ie n to in fre c u e n te con posibles co m p lic a c io n e s
girse con una m o rb ilid a d baja y una alta frecuencia de anatómicas.
mejoría de los síntomas.
> Choi y c o is / 8 observaron que la esternotom ía que pre ­
To r a c o c e n t e s is
servaba el m a n u b rio resultaba un p ro ce d im ie n to seguro
y útil para la mayoría de las intervenciones cardíacas, efec­ La lesión del p u lm ó n acom pañada de n e u m o to ra x pue­
tivo en la reducción del tra u m a tis m o q u irú rg ic o y en las de producirse cuando la aguja de la toracocentesis lesiona
molestias postoperatorias de la herida quirúrgica. el p u lm ó n . El n e u m o to ra x se p ro d u ce ta n to p o r escape de
• La e sternotom ía media se utiliza para una urgencia, así aire que entra a través del p u lm ó n lesionado c o m o p o r aire
co m o en procedim ientos electivos. Recomendamos al es­ que penetra a través de la toracocentesis. El h e m o tó ra x
tu d ia n te interesado la lectura del excelente te x to de Dal­ puede producirse p or una lesión de los vasos intercostales
to n y Connally, Median Sternotomy: Historical Perspective o p o r una fisura del p u lm ó n .
and Current Application49. El drenado del espacio pleural es el tra ta m ie n to inicial.
> Los tum o re s de la pared torácica y la pleura responden a Cuando no se produce mejoría, será necesaria la toracotomía.

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Pared torácica y pleura

Tu b o de t o r a c o t o m ía parietal del p u lm ó n . La electrocoagulación es de gran ayu­


da para conseguir una buena hemostasia.
Las com plicaciones del tu b o de tora co to m ía son: La fu g a aérea del p u lm ó n debe controlarse m e d ia n te
• Sangrado secundario a una lesión vascular intercostal. sutura. La succión m ediante el tu b o de toracostomía es par­
• D o lo r secundario a una lesión del nervio intercostal. te esencial del tra ta m ie n to postop e ra to rio .
• Penetración en el p u lm ó n . Kim y cois.57 refirieron resultados positivos con un a b o r­
• Enfisema subcutáneo. daje en la unión to ra c o lu m b a r extrapleural-retroperitoneal
• Inserción baja con lesión del hígado, diafragm a, bazo e a la altura de la d e cim o p rim e ra costilla.
incluso corazón. Los derrames m alignos se asocian con el síndrom e del
p u lm ó n a tra p a d o que aparece después de la d e rivación
Al igual que en la toracocentesis, se intentará p rim e ro
p leuroperitoneal. Gene y cois.58 recuerdan que las c o m p li­
un tra ta m ie n to conservador, y si es insuficiente se realiza­
caciones co m o la oclusión de la derivación, rotura o su ero­
rá to ra co to m ía y reparación.
sión pueden precisar su revisión o su retirada. N o e n co n ­
To r a c o s c o p ia traron pruebas de que los depósitos peritoneales se debieran
a la derivación p leuroperitoneal.
Las com plicaciones de la toracoscopia son la lesión del C ita m o s a S c h ru m p y N g u y e n 59 en re lación con los
p u lm ó n y otros órganos, la fuga de aire persistente y el san­ derrames pleurales m alignos (DPM):
grado. El tra ta m ie n to inicial es el dre n a d o pleural. C ua n d o El pronóstico de los pacientes con DPM varía con el tipo
no se consigan buenos resultados se realizará una to ra c o ­ histológico del tum or prim ario; en general, el 65% de los
tom ía abierta. pacientes con DPM han fallecido a los 3 meses, y el 80%
W e a therford y cois.53 refirieron que un 73% de sus pa­ antes de los 6 meses. Por lo tanto, el tratam iento del DPM
cientes con enfermedades intratorácicas fueron adecuada­ debe enfocarse como un tratam iento paliativo resolutivo y
m ente tratados m e diante toracoscopia aislada, sin to ra c o ­ rentable. Nuestro procedim iento p a ra los pacientes con
tom ía reglada. El p ro ce d im ie n to cerrado tiene unos índices DPM con una buena calidad de vida es la pleurodesis con
de m o rb im o rta lid a d menores. talco. Se ha recurrido con frecuencia a los catéteres pleu­
Hsu y cois.54 refirieron buenos resultados con la cirugía rales desechables para el drenado interm itente de los de­
con toracoscopia asistida por video (VATS) en el h em oneu- rrames en pacientes con pulm ón atrapado o que tengan
m o tó ra x espontáneo. A g u ila r y cois.55 re c o m e n d a ro n un unas expectativas de vida limitadas, así como en los ind i­
drenado precoz del e m p ie m a m e d ia n te VATS para evitar viduos que participan en protocolos que precisan un a n á ­
una to ra c o to m ía innecesaria. lisis secuencial o molecular de los criterios de valoración de
M o o d le y y cois.55 refirieron que la esplacnicectom ía to - las células tumorales obtenidos a p a rtir de los derrames
racoscópica podía suponer el alivio del d o lo r en pacientes malignos.
con pancreatitis crónica. Al tie m p o de la publicación de d i­
cho e studio, el paciente con el m a y o r p e ríodo de segui­
m ie n to había p e rm anecido sin d o lo r 30 meses.
Es t e r n o t o m ía m e d ia

P l e u r e c t o m Ía del p u l m ó n a t r a p a d o La inestabilidad esternal se asocia ocasionalm ente con


Y EMPIEMA CRÓNICO una esternotom ía media. Robicsek y cois.60 re com iendan
la reparación m e diante sutura esternal, que se cubre con
Para liberar el p u lm ó n y retirar la pleura, se entra en la músculo pectoral.
cavidad torácica a través del q u in to espacio intercostal m e ­ La esternom ediastinitis postope ra to ria es una c o m p li­
d iante una incisión posterolateral izquierda o derecha lar­ cación p o te n cia lm e n te letal que se p roduce en a p ro x im a ­
ga. La pleurectom ía se acompaña de la extracción de la cu­ d a m e n te el 0 ,7 5 % -1 ,4 % 61 de todos los p ro ce d im ie n to s de
bierta fib ro sa del p u lm ó n y de la pleura parietal con o, cirugía cardíaca abierta.
p referiblem ente, sin la extracción de la pleura visceral. En Byhahn y cois.62 estudiaron la c o n ta m in a ció n m icro b ia ­
el em piem a crónico se extraerán todos los tejidos intrapleu- na del ca m p o en la esternotom ía m edia después de la tra-
rales infectados. queostom ía percutánea, y constataron que la c o n ta m in a ­
El s a n g ra d o se p ro d u c e h a b itu a lm e n te c o m o co nse­ c ió n cruzada de la h erida q u irú rg ic a p o r m ic ro b io s
cuencia de la extracción de la cubierta fibrosa de la pleura traqueales no era la causa.

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C A P Í T U L O

Mama
Jo h n E. S kandalakis; G e n e L. C o lb o rn ; Panajiotis N. Skandalakis; T hom as A. W e id m a n ; Lee J. S kandalakis

El número, el tam año y el desarrollo de las mamas es m uy variable. Las mam as se encuentran más desarrolladas en mujeres
que en hombres, debido a que deben generar la leche. Se localizan en el tórax; la localización y características de la m a m a
no se encuentran afectadas p o r haber en los miembros superiores presencia de pelo o dientes como en animales mamíferos;
tienen una am plia extensión y no tienen cubierta; en el tórax se sitúan en una zona que no produce molestias. Las mam as
se encuentran en conexión con el cerebro por nervios, con el corazón p o r arterias, y con el hígado y con el útero p o r venas.

jacob Berengario de Carpí (1 5 3 1 )'

zón se evierte (Fig. 3.2E). La areola se aprecia desde el q u in ­


to mes del desarrollo. La presencia de un pezón in v e rtid o
La historia de la anatomía y la cirugía de la glándula m a­ puede deberse a una anomalía del desarrollo, más q u e ser
maria se encuentra en la Tabla 3.1. una verdadera patología de la m am a.
Las glándulas mamarias se desarrollan de fo rm a sim ilar
a las g lá ndulas sudoríparas; a m e n u d o se considera que

i* Embriogénesis e m b rio ló g ic a m e n te son glándulas sudoríparas m o d ific a ­


das. Las glándulas areolares (de M o n tg o m e ry ) se sitúan en
D e s a r r o llo normal la periferia de la areola; son glándulas transicionales entre
las verdaderas mam as y las glándulas sudoríparas. Su f u n ­
La mam a es un g ru p o bien desarrollado de glándulas
ción es lu b rica r el pezón d u ra n te el período de lactancia
derivado de la epiderm is. Se sitúa sobre una estructura fas-
(p ro d u c ció n y secreción láctea). El te jid o co n e ctivo de la
cial que se fo rm a a partir de la derm is y sobre la fascia su­
m am a es un d erivado que se fo rm a a partir del te jid o me-
perficial de la superficie ventral del tórax. El pezón se fo r­
sodérm ico, el cual además da origen a la derm is y a la fas­
ma p o r sí m is m o a p a rtir de la p ro life ra c ió n del estrato
cia subcutánea superficial (tela subcutánea). Las fibras que
espinoso de la epidermis.
fo rm a n el lig a m e n to suspensorio de C ooper proceden de
D urante el segundo mes de gestación, se fo rm a n dos
ambas capas. Este desarrollo de la m am a y una a c u m u ­
bandas d e b id o al e n g ro s a m ie n to del e c to d e rm o situado
lación de grasa en la fascia superficial tienen lu g a r en la
en la cara ventral del e m b rió n , desde la axila en la parte
superior, hasta la ingle en la parte inferior. Estas bandas de m ujer en la edad puberal (Fig. 3.3).
te jid o e c to d é rm ic o fo rm a n la cresta láctea, q u e p o te n ­ A u n q u e d u ra n te el ciclo m enstrual se p ro d u ce n c a m ­
c ia lm e n te p u e d e dar lu g a r a te jid o m a m a rio g la n d u la r bios m enores en la m am a, el e m b arazo y el p e río d o de
(Fig. 3.1). En los seres hum anos, sólo la porción pectoral lactancia suponen los últim os estadios de su desarrollo. La
de la cresta láctea de estas bandas persiste y se desarrolla progesterona, la prolactina y el lactógeno placentario son
para fo rm a r la m am a d efinitiva del adulto. O casionalm en­ las horm onas que estimulan y desarrollan los ácinos del epi­
te puede surgir tejido m am ario rem anente o incluso fu n c io ­ telio secretor para p ro d u c ir la secreción láctea. Los alveo­
nal en otras áreas de la cresta láctea. los se e n cuentran en los extrem os de los c o n d u cto s lactí­
La porción glan d u la r de la m am a es un derivado que se feros. A m e d id a que se desarrollan las estructuras celulares
desarrolla a partir del te jido ecto d é rm ico . Surge p o r un en­ del e p ite lio secretor, fo rm a n los o rg ánulos relacionados,
gro sa m ie n to local de la epiderm is (Fig. 3.2A). Desde este que adquieren la capacidad de sintetizar las proteínas y la
e ngrosam iento, se fo rm a n de 16 a 24 cordones de células secreción láctea.
ectodérmicas que proliferan sobre el m esoderm o de la d e r­ D ura n te el perío d o de lactancia, la p ro la ctin a fo r m a ­
mis d u ra n te la d u o d é cim a semana de desarrollo e m b rio ­ da en la hipófisis a n te rio r estim ula la secreción de leche,
nario (Fig. 3.2B). Los cordones son sólidos al principio, para proteínas y lípidos en la glándula mamaria. La eyección de la
canalizarse poste rio rm e n te y fo rm a r los con d u cto s lactífe­ leche tiene lugar bajo influjos neurales que se producen por
ros al final del desarrollo e m b rio n a rio (Fig. 3.2C). En los ex­ el estímulo de la succión. Estos estímulos dan lugar a una li­
tremos de los conductos se form arán los ácinos encargados beración de o xitocina p o r parte del núcleo paraventricular
de la secreción láctea durante el período de lactancia. La su­ del h ip o tá la m o a través de la hipófisis posterior; ta m b ié n
perficie epidérm ica que form ará el fu tu ro pezón se desarro­ dism inuyen la liberación de h o rm ona luteinizante.
lla a p a rtir de un hoyo poco p ro fu n d o (Fig. 3.2D ). Se ha C uando se interrum pe la lactancia, dism inuye la secre­
descrito que cerca del final de desarrollo intrauterino el p e ­ ción de prolactina. La presencia de leche en los ácinos inhi-

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Mama

Tabla 3.1. Historia de la anatomía y la cirugía de la mama


Nota: N o es o b je tiv o de esta v is ta g e n e ra l in c lu ir la te ra p ia h o rm o n a l, la q u im io te ra p ia n i la in m u n o te ra p ia

Egipto 1600 a.C. Diagnóstico y tratam iento de tum ores de mama. Los tratam ientos incluyen
(Papiro de Ebers) la cauterización y la extirpación de tum ores con cuchillo
Demócedes aprox. 525 a.C. Siguiendo a Herodoto, trató con éxito a u n a tnujer con un tum or mamario
Hipócrates (460-337 a.C.) Hizo referencia al cáncer de m am a y describió con detalle sus consecuencias
Celso (aprox. 14-37 a.C.) Recomendó el tratam iento quirúrgico debido a la diseminación del cáncer de mama.
Si se realiza la cirugía recomienda la extirpación de los músculos pectorales
Galeno (aprox. 130-200 a.C.) Explicó el cáncer de m am a por la producción excesiva de bilis negra (melancolía).
El tratam iento se basa en la nutrición y las purgas. La escisión quirúrgica sólo la
recom endó en los tum ores extirpables
Leónidas de Siglo i De acuerdo con Aétius de Amida (siglo vi), em pleó la cauterización extensiva
Alejandría con un cuchillo en mamas am putadas
Lanfrank 1296 Publicó Chirurgica Parva. Empleó los m étodos de Leónidas en la cirugía de la m am a
De Mondeville (1269-aprox. 1320) Propuso la incisión profunda, la escisión y la cauterización de tumores de mama.
En tum ores grandes em pleó cloruro de zinc como ácido
DeChauliac 1363 En su obra Chirurgica Magna, propuso las purgas y el tratam iento mediante dieta del cáncer
de mama. Para un tu m o r operable, recom endó la extirpación de los restos
Arees 1493 Propuso la extirpación de la m am a y la eliminación del tu m o r con ligadura
Fuchs (1501-1566) Com prim ió cánceres de m am a con placas de plom o
Vesalio (1514-1564) Trató los tum ores con escisión y realizó ligaduras para completar la hemostasia
Paré (1510-1590) Halló relación entre los tum ores de m am a y la extensión a la axila con afectación
de los ganglios. Los tum ores pequeños los trata m ediante extirpación. Los tum ores
grandes los trata con leche dulce, vinagre y otras sustancias. Emplea tam bién placas
de plom o para com prim ir el tejido tum oral
Fabricio y Aquapendente Realizaron la cirugía radical sólo en determ inados pacientes. Pensaban
(1537-1619) que la extirpación parcial empeora el pronóstico
Von Hilden (1560-1624) Diseñó un instrum ento que constreñía y fijaba la base de la mama
para una am putación más rápida
Cabrol 1570 Publicó la extirpación del pectoral mayor para el tratam iento del cáncer de m am a
Severinus 1632 Extirpó ganglios axilares al operar los tum ores de mama
Tulp 1652 Pensaba que el cáncer de m ama es una enfermedad contagiosa, argum entando
que u na criada lo había contraído a través de su señora
Clowes (1560-1634) Empleó un exorcismo para tratar el cáncer de mama. El médico de Isabel II, creyó que se pueden
tratar los tumores de mama realizando una imposición de manos sobre el tejido tumoral
De Houppeville 1693 Recomendó la extirpación de la m am a realizando tam bién la escisión de parte
de los músculos pectorales
Le Dran (1685-1770) Identificó el crecimiento del cáncer de mama a través de los linfáticos regionales; recomendó
extirpar los ganglios cuando sea posible. Reconoció la necesidad de intervenir quirúrgicamente
Sharp Siglo XVIII Realizó una incisión oval para extirpar la m am a y los nodulos de la axila
Bidloo 1715 Diseñó un bisturí especial para realizar la mastectomía
Tabor 1721 Diseñó un tipo de guillotina para realizar mastectomías
Petit 1774 F’ublicó Traite des Operations, do n d e explica la disem inación del cáncer en los ganglios
linfáticos. Propuso la ex tirpación de los ganglios, la fascia pectoral y algunas fibras
musculares
Bell 1784 Extirpó los tumores de forma temprana. Realizó la linfadenectomía axilar
y la mastectomía con colgajos cutáneos y preservó el músculo pectoral
Cruikshank 1786 Describió los linfáticos de la m am a en h um anos
Young 1818 Realizó una versión actualizada de la compresión de Paré

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• Skandalakis

Mama

T a b l a 3 .1 . Historia de la anatomía y la cirugía de la mama (Continuación.) I


Cooper 1845 Describió los ligamentos suspensorios de la mama
Anatomía quirúrgica

Paget 1853 Escribió: «Debemos preguntarnos si la operación mejora la supervivencia y la calidad


de vida para justificar los riesgos que conlleva y sus consecuencias.»
Velpeau 1856 Su Treatise on the Diseases ofthe Breast propone la extirpación del tu m o r y la piel
que lo recubre —no la mastectomía com pleta— preservando el pezón si es posible
Moore 1867 Argumentó que la recurrencia del cáncer se debe a restos que se dejan d u rante la
intervención. Recomendó la extirpación del tum or y del tejido circundante (piel,
ganglios, grasa, tejido linfático y músculo pectoral)
Sweeting 1869 Publicó la extirpación del pectoral m enor durante la mastectomía. Escribió en su obra On
a New Operation for Cáncer ofthe Breast. «El anatomista quirúrgico puede apreciar cóm o a
través de estas incisiones se pueden evitar los posibles daños de la intervención.»
Lister 1870 Perfeccionó la técnica de Moore de extirpación de los ganglios axilares y resección
de los músculos pectorales
Volkmann 1875 Propuso la extirpación de la mayor cantidad de tejido, incluyendo los pectorales,
durante la escisión del tu m o r de m am a
Gross 1880 En la obra Tumors o fthe Mammary Gland, am plió los procedimientos de Moore,
e incluyó la escisión
Halsted 1882-1907 Trabajó en el procedim iento de la mastectomía radical: «Hace ocho años (1882)
comencé a limpiar la axila com o en el tratam iento típico de todos los casos de cáncer
de mama, pero tam bién extirpó el pectoral mayor, o al menos gran parte de él, dándole
al tu m or una gran cantidad de espacio por todos sus lados.»
Sappey 1885 Describió el plexo linfático subareolar donde drena el tejido linfático, afirm ando que la
mayor parte del drenado se dirige hacia la axila
Heidenhain 1888 Investigó el crecimiento de los tum ores mamarios a través de los linfáticos en el tejido
retromamario, la fascia pectoral y el músculo pectoral mayor. A rgumentó
que los linfáticos siguen la fascia pectoral y llegan al músculo. Encontró cáncer
con frecuencia en este plano profundo
Welch 1891 Empleó secciones congeladas para el diagnóstico del cáncer de m am a
Stiles 1892 Estudió a 100 especímenes quirúrgicos de cáncer de mama, encon tran d o focos de cáncer
en el tejido graso de la mama por fuera del tumor, en el parénquima, en los tabiques que
separan los lóbulos de la grasa circummamaria y en el ligamento suspensorio de Cooper
Meyer 1894 Publicó su experiencia con la mastectomía radical similar a la de Halsted (se diferencia
solamente en la incisión)
Czerny 1895 Sustituyó una m am a extirpada por un lipoma gigante (reconstrucción mamaria)
Grossman 1896 Inyectó mercurio en cadáveres para estudiar el drenado linfático. Describió los troncos
linfáticos y su distribución entre los músculos pectorales
Tansini 1896 Realizó una reconstrucción inm ediata em pleando un colgajo de m usculocutáneo
de dorsal ancho después de una mastectomía radical
Gocht 1897 Trató con radiaciones un caso de cáncer de m am a inoperable (los rayos X se descubriron
en 1895)
Rotter 1899 Describió metástasis del cáncer de m am a en los ganglios interpectorales
Bloodgood 1914 Propuso la biopsia seguida de mastectomía inmediata
Janeway 1917 Empleó la radiación intersticial en lugar de la mastectomía
Stibbe 1918 Publicó sus estudios sobre los ganglios de la mamaria interna
Keynes 1922-1931 Com enzó sus trabajos con Gask en 1922, y propuso argum entos en contra
de la mastectomía. Trató el cáncer de m am a em pleando radioterapia (con agujas de
radio) com binada con mastectomía simple
W.S. Handley 1927 Propuso la mastectom ía radical ampliada a los ganglios de la m am aria interna. También
empleó im plantes de radio paraesternales para realizar profilaxis
Patey y Dyson 1943 Desarrollaron la mastectomía radical modificada. Realizaron la escisión de la piel,
la glándula y la axila, preservando el pectoral
142
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Mama 3
Tabla 3.1. Historia de la anatomía y la cirugía de la mama (Continuación.)

McWhirter 1948 Propuso el tratam ien to mediante mastectomía simple y radioterapia de alto voltaje
Wangensteen 1949 Para el tratam iento del cáncer de m am a propuso la mastectomía radical intrapleural
ampliada incluso hasta el mediastino. La cirugía suprarradical incluye una esternotomía
media y una disección axilar, una disección mediastínica alta y una extirpación
de la cadena de los ganglios linfáticos de la mamaria interna
Pack 1951 Propuso la mastectomía bilateral profiláctica incluso si el cáncer es de una mama
Margottini 1952 Propusieron la extirpación extrapleural de los ganglios paraesternales al realizar
y Bucalossi la mastectomía
Urban 1952 Realizó la extirpación extrapleural de los ganglios paraesternales en la mastectomía
radical. Incluyó la resección en bloque de la mama y la axila, laextirpación del pectoral
menor, la escisión amplia de la axila con dos colgajos y la extirpación en bloque de los
ganglios de la mamaria interna (separando el esternón y las costillas 2.a-5.a)
G ershon-Cohen 1953 Publicaron curaciones con radioterapia
y cois.
Bauclesse, Ennuyer 1960 Realizaron lobectomía (tumorectomía) seguida de radioterapia
y Cheguillaume
Egan 1962 Realizó una interpretación correcta de las mamografías en 501 de 518 mujeres
con carcinoma (96,7%) y reconoció 351 de 383 lesiones benignas (91,6%)
Gros 1963 Propuso la senología como la especialidad de la patología mamaria
Dodd y cois. 1963 Realizaron un diagnóstico m ediante punción. Lo publicaron en 1965
W itten 1964 Afirmó que del 80% al 90 % de los cánceres de m am a que se diagnostican con biopsia
pueden diagnosticarse con la mamografía
Funderburk 1964 Localizó papilomas intraductales con la inyección de una solución al 50% de diatrizoato
de sodio en el conducto sangrante, y posteriormente realizó una mamografía
Berger y cois. 1966 Describieron la detección de lesiones no palpables m ediante mamografía
Olivari 1974 Realizó colgajos m iocutáneos de dorsal ancho
1976 Colocó u na prótesis de silicona bajo un colgajo
Frank y cois. 1976 Emplearon una aguja autoguiada
Dreaver 1977 Pionero en la reconstrucción mamaria con colgajos miocutáneos. Lo publicó
en im portantes revistas en 1981 y 1986
Bostwick 1978 Sistematizó el procedim iento del colgajo de dorsal ancho
Veronesi y cois. 1981 Primeros en m ostrar la misma supervivencia de la cirugía conservadora
que el procedim iento de Halstead de mastectomía radical
Hartramp y cois. 1982 Realizó un colgajo m iocutáneo de transverso
Lagios y cois. 1982, 1989 Desarrollaron los criterios para extirpar el carcinoma in situ
Laing 1984 El primero en emplear los ultrasonidos para punción con aguja
Sarhadi y cois, 1997 Estudiaron la inervación de la areola y el pezón
March y cois. 1997 Revisiones nacionales sobre el empleo de la biopsia con aguja gruesa
Servicios de la
Tasl< Forcé

Tabla elaborada por David A. McClusky III y lohn E. Skandalakis

Bibliografía:
Alien JG. Breast. In: Moyer CA, Rhoads JE, Alien JG, Harkins HN (eds). Surgery: Principies and Practice (3rd ed). Philadelphia:
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Salvador-Silva HM, Novais-Dias, Barros ACDS (eds). Mastology: Breast Diseases. New York: Elsevier, 1995, pp. 367-374.
143

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• Skandalakis

Mama

nes supernumerarios en un extenso artículo, que re c o m e n ­


dam os para su lectura.
Anatomía quirúrgica

Amastia, atelia, am acia


La amastia es la ausencia de desarrollo de la m a m a; la
ausencia de desarrollo del c o m p le jo areola-pezón se d e n o ­
mina atelia, y am bos son poco frecuentes. Estos trastornos
pueden ser unilaterales o bilaterales. Además, pued e n aso­
ciarse con ausencia de desarrollo de los músculos p e c to ra ­
les correspondientes. Existen pruebas para pensar q u e es
un tra n s to rn o h e re d ita rio 3. La ausencia de te jid o g la n d u la r
en presencia del pezón se d e n o m in a amacia.

Glándulas y pezones supernumerarios


F ig u ra 3.1. A, Crestas lácteas en u n em brión mamífero. Las Las mam as y pezones supernum erarios se d e n o m in a n
glándulas se desarrollan sobre estas líneas. B, Localizaciones accesorios si se desarrollan en la cresta láctea em b rio n a ria
habituales de las glándulas y pezones supernumerarios en la
cresta láctea en hum anos. [ca3]

-Epidermis
-M esénqm m a

be la secreción láctea. Los alveolos involucionan, y el sistema


ductal regresa a su situación previa en la m ujer no gestante.

A n o m a l ía s c o n g é n it a s

Se pueden p ro d u c ir m ú ltip le s y diferentes anomalías,


que son p oco frecuentes y q u e se pueden asociar a d is tin ­
tos síndromes. N o es o b je tiv o de este capítulo tra ta r con
p ro fu n d id a d estos síndromes ni sus anomalías asociadas.
V e lanovich2 revisó la e m b rio lo g ía del te jid o m a m ario
ectópico, de las glándulas supernumerarias y de los pezo-

Pezón

] Perlas clínico-quirúrgicas

C om o ya hem os dicho, se produce un mecanismo de Conductos


lactíferos
retroalimentación humoral que provoca un fallo en la secre­
ción láctea y que, debido a la interrupción de la lactancia
o a la obstrucción de los conductos del sistema ductal, in­ F ig u ra 3.2 . Desarrollo de la m am a. A-D, Estadios en la for­
hibe la secreción y producción de leche. Ocasionalmente m ación del sistema ductal y del tejido glandular potencial. El
este mecanismo falla y se forman «quistes de leche» o ga- tejido conectivo forma tabiques que derivan del m esénquim a
lactoceles. (RSF Jr) y de la dermis. E, Eversión del pezón en el nacim iento. [sl<4\

Fisher BF. The revolution in breast cancer surgery: science or anecdotalism? World J Surg 1985;9:655-666.
Forest APM. Lister Oration: Breast cancer: 121 years on. J R Coll Surg Edinb 1989;24:239-248.
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Mama

Hipotálamo
Estimulación del
desarrollo de los conductos Estimulación de la función
por los estrógenos secretora de los ácinos por
la progesterona
Inhibición de
la secreción
de prolactina

Hipófisis
anterior

Estímulo neural
Hipófisis
m ediante la succión
iposterior
. / Liberación de
prolactina

Liberación
de oxitocina
Síntesis de
proteínas y lipidos

Secreción
\ C/Sf ^rtea
\ ^ ■

D
F ig u ra 3 .3 . Desarrollo de los conductos mamarios y control horm onal de la función mamaria. A, Recién nacida. B, Joven. C, Adul­
ta. D, Adulta lactante. E, Poslactancia. [ca3]

y ectópicos s¡ se fo rm a n en otras localizaciones. Estos ú lti­ Anomalías del tam año de la m am a


mos son excepcionales4.
Entre las glándulas accesorias podem os distin g u ir: 1 ) la El desarrollo excesivo de la m am a se d e n o m in a gig a n -
polimastia, en la que se encuentra te jido glan d u la r acceso­ tomastia. De acuerdo con Anastassiades y cois.7, la g ig a n to -
rio con o sin areola y pezón, y 2) la politelia, en la que se mastia unilateral es e xtre m a d a m e n te infrecuente. Por otra
encuentra el c o m p le jo areola-pezón, pero en ausencia de parte, N etscher y cois.8 han p u b licado un caso de g ig a n to -
te jid o glandular, c o m o ocurre en la am ada. N o siem pre es mastia unilateral en un caso de hipe rtro fia masiva m a m a ­
sencillo co n firm a r la presencia de te jid o glandular. La c o n ­ ria virginal en una paciente de 1 3 años. La m icrom astia es
fusión puede producirse p o r la presencia de te jid o a d ip o ­ el desarrollo insuficiente p ro d u cid o p o r un fallo en el cre­
so subcutáneo (seudom am a). c im ie n to y desarrollo de la m am a, que se tienen que in i­
Entre los m ie m b ro s de la raza caucasiana, las glándulas ciar en la pubertad.
supernumerarias tienen una localización torácica en el 9 0%
de los casos, axilar en el 5 % y abdo m in a l en el 5% . La in ­ Ginecomastia
cidencia en la población es del 1% al 5%, dependiendo de la
La ginecom astia es el cre cim iento de la m am a en el va­
procedencia de los ind ivid u o s de la región e xp lorada4.
rón. Guvenc y cois.9 publican una serie de 6 4 6 varones jó ­
La presencia de molestias locales, el riesgo de neopla­
venes turcos en Ankara con ginecom astia pube-
sia o consideraciones estéticas son razones para estirpar
qu irú rg ic a m e n te las glándulas mamarias supernumerarias.
Yerra5 ha d o c u m e n ta d o un cáncer p rim ario de m am a so­
bre te jid o m a m ario axilar aberrante. - ] Perlas clínico-quirúrgicas
Bailey y cois.6 han p u b lica d o la presencia de mamas su­ Los estudios de ginecomastia con los que contamos son
pernumerarias en la vulva y el desarrollo de un carcinom a muy parecidos a los realizados en reclutas del ejército de Es­
de m am a p rim a rio de vulva. tados Unidos hace aproximadamente medio siglo. En los
hombres jóvenes, el desarrollo y la posterior regresión es­
Pezón invertido congènito pontánea son frecuentes y generalmente asintomáticos. La
ginecomastia es frecuente también en varones mayores,
Es un tran sto rn o en el desarrollo de la evaginación del normalmente idiopàtica y de involución espontánea. (RSF ]r)
pezón dura n te el desarrollo e m b rio n a rio de la mama.

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* Skandalakis

Mama

ral. La incidencia más alta se produce a los 14 años (61,1 %). Fascia cervical
La incidencia de ginecom astia en las distintas fases del des­
Clavícula
arrollo en la adolescencia es del 34,6% . La incidencia de
Anatomía quirúrgica

ginecom astia unilateral es del 1 9 ,6% . En un estudio en va­ Músculo


subclavio
rones sanos con edades co m p re n d id a s entre los 18 y los
Fascia
26 años, la incidencia de ginecom astia es del 4 0 ,5 % '°. En
cleidopectoral
un estudio en 115 hom bres atendidos en una clínica d e r­
m a to ló g ica , Seibel y cois.11 describen una incidencia del
Músculo pectoral
27,8% , con un nod u lo que supera los 2 cm o los 3 cm y una
mayor
areola m ayor de 3 cm .

Músculo intercostal Capa reticular


de la dermis

A n ato m ía quirúrgica Fascia cleidopectoral

A n a t o m ía t o p o g r á f ic a y r e l a c io n e s
Músculo pectoral
m e n o r ---------------
A u n q u e los té rm in o s « g lándula m am aria» y «m am a»
no son sinónimos, este ú ltim o té rm in o será e m p le a d o con
el fin de sim plificar para referirnos a la g lándula mam aria, Fascia pectoral
la piel que la recubre, la grasa y el te jid o c o n ju n tiv o , los
cuales son descritos a contin u a ció n .
En la m u je r adulta la m am a se sitúa con su fascia en la
superficie ante rio r del tórax. La base de la m am a se extie n ­
de desde la segunda hasta la sexta o séptima costillas en la
parte inferior, y desde el b o rde esternal hasta la línea me-
d io axilar lateralm ente. Dos tercios de la m am a se e ncuen­
Espacio
tran sobre la parte a nterior del m úsculo pectoral el resto se
submamario
sitúa sobre la superficie del m úsculo serrato. Una pequeña
p orción se encuentra sobre la superficie de la aponeurosis
del m úsculo o b lic u o e xte rn o 12.
En el 9 5% de las mujeres hay una prolongación del cua­
dra n te superoexterno de la m am a hacia el espacio axilar.
Esta p ro lo n g a c ió n o cola de Spence se sitúa p o r fuera del F ig u r a 3.4. Sección sagital de la m am a y de la pared toráci­
cuadrante superoexterno, y llega al hiato (de Langer) de la ca en una mujer n o lactante.
fascia profu n d a de la pared axilar medial. Es el único te ji­
d o m a m ario que se encuentra p o r debajo de la fascia p ro ­
funda.
Fascia profunda
Piel
La fascia profu n d a envuelve el m úsculo pectoral m a yo r
La epiderm is de la areola y el pezón se diferencian de la y continúa con la fascia abdom inal profunda por debajo. Se
piel circundante p o r el co lo r rosado deb id o a los vasos que inserta m edia lm e n te en el esternón y en la clavícula, y en
la irrigan y que se encuentran m u y p róxim os de la dermis la fascia axilar p o r la parte superior y lateral. La lám ina an­
papilar. D urante la pubertad, y dura n te cada em barazo, se terio r de la fascia pectoral p ro fu n d a se une, a lo largo del
produce un increm ento del co n tenido de la melanina en las borde lateral del m úsculo pectoral mayor, con la fascia del
células basales, p ig m e n ta n d o de coloración más oscura esta pectoral menor, y más interiormente con la fascia del múscu­
región. La dermis de la piel co n tin ú a con el lig a m e n to sus­ lo serrato anterior. Una extensión posterior de dicha fascia
pensorio, que envuelve el parénquim a m am ario. co n tin ú a en la aponeurosis del dorsal ancho y fo rm a el li­
g a m e n to suspensorio de la axila.
Fascia superficial En la parte p rofunda del m úsculo pectoral m ayor la fas­
cia c le id o p e cto ra l recubre el p e ctoral m e n o r y parte del
La fascia superficial (Fig. 3.4) envuelve la m am a y c o n ­ m úsculo subclavio, y se inserta en el b orde inferior de la
tin ú a con la fascia superficial a b d o m in a l (de C am per) por clavícula, dividiéndose en dos láminas, una ante rio r y otra
debajo y con la fascia cervical superficial p o r encim a. En la p o sterior al subclavio (Fig. 3.5). La lámina posterior se fu ­
parte a n te rio r se ancla en la dermis cutánea. siona con la fascia de anclaje en la porción media del múscu-

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Mama
__________________________________________ _

del pectoral m ayor y del dorsal ancho (Fig. 3.6A), y c o n ti­


núa con la aponeurosis del m úsculo dorsal ancho, fo rm a n ­
d o la cúpula o vértice de la axila. C o m o hemos dich o an­
tes, la lá m in a de la fascia q u e c o n e c ta la m u s c u la tu ra
pectoral con el borde a n te rio r del dorsal ancho se d e n o m i­
na lig a m e n to suspensorio de la axila. Ocasionalm ente, hay
una in te rco n e xió n m uscular con esta fascia, que se d e n o ­
mina m úsculo suspensorio de la axila.
La fascia prevertebral se p ro lo n g a para fo rm a r el suelo
del triá n g u lo p o sterior del cuello. C uando los vasos y ner­
vios se sitúan en la axila, pasan a través de la fascia y se en­
cuentran envueltos en la vaina axilar. Los vasos y nervios
axilares del brazo pasan a través de la base de la axila y se
e ncuentran envueltos en una vaina tu b u la r de la fascia, la
vaina axilar.
La fascia cleidopectoral se puede describir co m o c o m ­
puesta por cinco partes o porciones (Fig. 3.6A):
• La inserción en la clavícula y la p orción que envuelve el
m úsculo subclavio.
• La parte que se encuentra entre los músculos subclavio y
el m úsculo pectoral m enor, llamada p o r algunos autores
« m em brana costocoracoidea».
• El engrasam iento lateral entre la primera costilla y la a p ó ­
fisis coracoides que fo rm a el « lig a m e n to co stocoracoi-
deo».
• La fascia que recubre el pectoral menor.
• El lig a m e n to suspensorio de la axila que se inserta en la
fascia axilar.

F ig u ra 3.5. Corte parasagital a través de la región del pecto­


ral menor. 1, m úsculo trapecio. 2, fascia cervical superficial. Axila
3, clavícula. 4, músculo subclavio. 5, fascia pectoral. 6, pecto­
La axila se define co m o un espacio piram idal, que tie ­
ral mayor. 7, vaina axilar. 8; nervio pectoral lateral. 9, nervio
pectoral medio entrando en el músculo pectoral menor. 10, li­ ne una base y cuatro paredes. El vértice es un espacio tria n ­
g am ento suspensorio de la axila. 11, m úsculo dorsal ancho. g u la r lim ita d o p o r la clavícula, el b o rd e s u p e rio r de la
12, escápula, [col] escápula y la prim era costilla, que se d e n o m in a en ocasio­
nes canal cervicoaxilar. La base está fo rm a d a p o r la a p o ­
neurosis o fascia axilar, que se encuentra entre la piel y la
fosa axilar. La pared ante rio r se c o m p o n e de tres músculos
lo o m o h io id e o y se conecta en la parte p rofunda con la fas­ (el pectoral mayor, el pectoral m e n o r y el subclavio) y la fas­
cia axilar. Se extiende desde la fascia axilar o aponeurosis cia cleidopectoral que envuelve los músculos y los espacios
axilar, la clavícula y la apófisis coracoides. En la parte late­ que se form an entre ellos (Fig. 3.6A). La pared posterior está
ral se une con la superficie ante rio r de la fascia pectoral. form ada p o r la escápula y tres músculos: el subescapular,
En la parte lateral de esta fascia se fo rm a un engrasa­ el re d o n d o m a yo r y el dorsal ancho (Fig. 3.6B). La pared
m ie n to que se extiende desde la prim era costilla a la a p ó ­ medial está fo rm ada p o r la pared lateral del tórax, desde la
fisis coracoides, y que se d e n o m in a lig a m e n to costocora- segunda hasta la sexta costillas, y p o r el serrato a n te rio r
coideo. La p orción de la fascia que se encuentra entre el
m úsculo subclavio y el b o rde superior del m úsculo p e cto ­
ral m e n o r se d e n o m in a m em bra n a costocoracoidea. Entre
la clavícula y el b o rde superior del m úsculo pectoral m e ­ Perlas clínico-quirúrgicas
nor se encuentra la porción de la fascia cleidopectoral per­
forada p o r la vena cefálica, la arteria y vena toracoacromial, El músculo suspensorio de la axila puede confundir al in­
los vasos linfáticos y la rama del pectoral m e n o r que iner­ experto, especialmente cuando se está practicando una ci­
va la p orción clavicular del músculo pectoral mayor. rugía axilar en una paciente que no se está sometiendo a
La aponeurosis o fascia axilar fo rm a la base del espacio una mastectomía radical. (RSF Jr)
piram idal de la axila; tiene c o n tin u id a d con la aponeurosis

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* Skandalakis

Mama

Subclavio
Anatomía quirúrgica

Fascia
deidopectoral

M. pectoral A. axilar
mayor

M. pectoral
Piel menor

Ligamento Serrato
suspensorio anterior

Fascia axilar profunda

A Pared anterior C Pared medial

Escápula

Subescapular Húmero
Serrato anterior
Bíceps

M. coracobraquial
Redondo mayor
3.a costilla

M. pectoral Esternón
Dorsal ancho
mayor

B Pared posterior D Pared lateral

F ig u ra 3.6 . Esquemas de las paredes de la axila. [sk8] [b a l]

(Fig. 3.6C). La externa es la pared más estrecha, y está fo r­ ficial, que está en ín tim o co n ta c to con la fascia p ro fu n d a .
m ada p o r la corredera bicipital del h ú m e ro (Fig. 3.6 D). Estos lóbulos, ju n to con los cond u cto s, fo rm a n unidades
La axila co ntiene ganglios linfáticos (éstos serán descri­ anatóm icas, pero no quirúrgicas. Una biopsia m a m aria no
tos más adelante en este capítulo); la vaina axilar (que en­ es una lob u le cto m ía ; en cada p ro c e d im ie n to se e x tirp a n
vuelve los vasos y nervios); y los tend o n e s de la p orción uno o varios lóbulos.
corta y larga del bíceps braquial y del m úsculo coracobra­ Entre la fascia superficial y la profu n d a se e n cuentra el
quial (Fig. 3.7). espacio re tro m a m a rio (subm am ario), que es rico en vasos

M úsculos

Los músculos y los nervios con los que el cirujano debe


estar fa m ilia riza d o se presentan en la Tabla 3.2. Por otra
parte, el cirujano debería conocer con p ro fu n d id a d las de­
« Perlas clínico-quirúrgicas

más las fascias y la anatom ía top o g rá fica de los vasos san­ En la Figura 3.7 el nervio medial del pectoral penetra
guíneos. en el músculo pectoral menor, lo que es una variante m e ­
nos frecuente y en mi opinión carente de interés q u irú r­
gico. Es más frecuente que el nervio medial del pectoral
M o r f o l o g ía discurra por el borde lateral del músculo pectoral m enor
en su trayectoria hacia el músculo pectoral mayor, y es aquí
Cada m am a presenta en su com posición entre 15 y 20
donde existe riesgo de lesionar en la disección axilar. (RSF Jr)
lóbulos, algunos más grandes que otros, en la fascia super-
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Mama 3

A. axilar
(la vena no se muestra)

N. pectoral lateral

M. bíceps

M. coracobraquial
Pectoral menor

A. torácica lateral Pectoral mayor

M. subescapular
N. pectoral medio

N. toracodorsal

M. dorsal ancho

M. serrato anterior

N. torácico largo

F ig u ra 3 .7. Anatomía topográfica de la axila. Vista anterior. [sk4]

linfáticos (Figs. 3.8 y 3.4). Este espacio fue utilizado para d e te rm in a r el origen de una secreción sa n g uinolenta o se­
la a d m inistración de líquidos cuando no se em pleaban los rosa c o m p rim ie n d o digitalm ente determinadas zonas del te ­
accesos venosos. jid o m am ario, com enzando en la periferia y te rm in a n d o en
Los ló b u lo s del p a ré n q u im a y sus c o n d u c to s se dis­ la areola.
trib u y e n radialm ente con respecto a la localización del pe­ El lig a m e n to suspensorio de C ooper fo rm a una estruc­
zón; p o r ta n to , se d irig e n desde la periferia en dirección tura densa, una red de bandas densas de te jid o co nectivo
central hacia el pezón y finalizan en orificios in d e p e n d ie n ­ distribuidas de fo rm a irregular desde la piel hasta la capa
tes del pezón. El s e g m e n to de c o n d u c to que se encuentra p ro fu n d a de la fascia superficial, que pasan p o r entre los
más p ró x im o al pezón es la porción más estrecha. Así, las lóbulos del parénquim a y se insertan en los elem entos pa-
secreciones elim inadas p o r las células tie n d e n a a c u m u ­ renquimatosos y en los ductos. Ocasionalmente, la fascia su­
larse en la parte distal, justo p o r debajo del pezón, dila tá n ­ perficial se fija a la piel de tal fo rm a que no p e rm ite una
dose el c o n d u c to al acumularse la secreción celular. En la m astectom ía subcutánea satisfactoria.
zona p ró xim a al o rificio distal se fo rm a n dilataciones de los
condu cto s que se d e n o m in a n senos lactíferos (Fig. 3.9).
En la zona libre de grasa que se encuentra p o r debajo
de la areola, d o n d e se hallan las porciones de los c o n d u c ­
tos de los senos lactíferos, es d onde se almacena la leche.
Los papilom as intraductales pueden desarrollarse en esta
] Perlas clínico-quirúrgicas
misma localización. Los conductos están rodeados p o r vai­ La retracción de la piel no debe confundirse con la in­
nas de te jid o c o n ju n tiv o laxo, que deriva de la dermis. En­ vasión tumoral directa de la piel por el tumor. La retracción
tre ellos hay un te jid o c o n ju n tiv o más denso que procede del ligamento no implica la extensión del tu m o r ni la aso­
de la capa reticular de la dermis. D ebido a la d istribución ciación con un peor pronóstico. (RSF Jr)
radial de los condu cto s con respecto a la areola, se puede
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* Skandalakis

Mama

Tabla 3.2. Músculos y nervios que intervienen en la mastectomia


Anatomía quirúrgica

M ú scu lo O rigen Presentación in ic ia l In e rv a c ió n C om en ta rio s


Pectoral mayor M ita d m edial de la Labio lateral de la corre­ Nervios pectorales me­ La porción clavicular del pec­
clavícula y mitad late­ dera bicipital dial y lateral toral forma el límite superior
ral del esternón, 2.° a de la mastectomia; el borde
6.° cartílagos costales, lateral forma el lím ite de la
aponeurosis del o b li­ mastectomia radical m o d ifi­
cuo externo cada; ambos nervios deben
ser preservados
Pectoral menor 2.a a 5.a costillas Apófisis coracoides de la Nervios pectorales me­
escápula dial y lateral
Deltoides M ita d lateral de la cla­ Tuberosidad deltoidea N ervio axilar
vícula, borde lateral del húmero
del acrom ion, espina
de la escápula

Serrato ante rio r 1. 1.a y 2.a costillas Superficie costal de la N ervio torácico largo La lesión produce la escápula
(tres partes) escápula hasta el án­ alada
gulo superior
2. 2.a a 4.a costillas Borde vertebral de la es­
cápula
3. 5.a a 8.a costillas Superficie costal de la
escápula hasta el án­
gulo inferior

Dorsal ancho En la espalda en la cres­ Cresta del tubérculo N ervio toracodorsal El lím ite anterior forma la ex­
ta ilíaca menor y corredera del tensión lateral de la mastec­
húm ero tom ia radical; su lesión pro­
duce una pérdida de fuerza
en la rotación y abducción
de la extremidad superior
Subclavio U n ió n de la 1.a costilla Corredera de la superfi­ N ervio subclavio
y su cartílago cie inferior de la claví­
cula
Subescapular Superficie costal de la Tubérculo m e n o r del Nervios subescapulares Los nervios subescapulares de­
escápula húmero superior e inferior ben preservarse

Aponeurosis del Músculo oblicuo exter­ Vaina del recto y línea Recordar la interdigitación del
oblicuo externo no alba, cresta ilíaca serrato y el pectoral

Recto del abdo­ Superficie ventral de los Cresta y rama superior Ramas de los 7.°-12." La vaina del recto es el lím ite
men cartílagos costales 5.° del pubis nervios torácicos inferior de la mastectomia ra­
a 7." y apéndice x ifo i­ dical
des

Fuente: S kandalakis JE, G ray SW, Rowe JS Jr. A n a to m ic a l C o m p lic a tio n s in G en eral Surgery. N ueva York: McGraw -Hill, 1983; c o n au to rizació n .

Al producirse una invasión m aligna, las diferentes par­ En la mam a en reposo (no lactante), se encuentra pre­
tes del lig a m e n to de C ooper pueden contactar, d a n d o lu­ sente el sistema ductal principal, pero no los ácinos secreto­
gar al característico aspecto de la piel retraída fija y con h o ­ res. D urante la gestación, se produce una proliferación de
yuelos (Fig. 3.10). Esta retracción no debe confundirse con los conductos, y los ácinos secretores se desarrollan en los
el aspecto de la piel d e n o m in a d o piel de naranja, que se extremos de cada una de las pequeñas ramas. El tejido c o n ­
p ro d u ce d e b id o a la obstrucción de los vasos linfáticos cu­ ju n tiv o in tra lo b u la r se hace más denso, y se fo rm a n ta b i­
táneos po r células tumorales. En la piel de naranja las inser­ ques m uy bien vascularizados en do n d e finalizan ramas vas­
ciones subdérmicas de los folículos pilosos y la piel edem a­ culares, que separan los ácinos de tejido secretor adyacentes.
tosa dan lugar al típico aspecto p u n te a d o de la piel. A unque se produce una considerable dism inución de la can-
150

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Mama 3
salen ramas perforantes, que pasan a través de los m úscu­
los intercostales de los seis prim eros espacios y del p e c to ­
ral m a yo r para irrigar la m ita d interna de la m am a y la piel
que la recubre. Las ramas más grandes son las dos p rim e ­
ras perforantes, aunque en algunos casos las ramas principa­
les son la prim era y la tercera o la cuarta ramas p e rforan­
tes. N orm alm ente, estas arterias se dirigen en la mama hacia
el c o m p le jo areola-pezón para vascularizarlo, y llegan fu n ­
d a m e n ta lm e n te p o r la parte superior del pezón (Fig. 3.12).
Por ta n to , es menos p robable que las incisiones radiales de
la parte su p e rio r de la m a m a lesionen la vascularización
que el q u e lo hagan las incisiones transversas. Estamos de
F ig u ra 3.8. Espacio retromamario. 1, Capa membranosa de
acuerdo con Morehead13 en que la parte inferior de la mama
la fascia superficial. 2, Espacio retromamario. 3, Fascia muscu­
lar. [col] por debajo de la areola carece de vasos im portantes.

Ramas de la arteria axilar


tidad de tejido graso, el tam año de la mam a aum enta d e b i­ De la arteria axilar parten cuatro ramas que vascularizan
do al increm ento del vo lum en del epitelio secretor y ductal. la m am a. Estas ramas son, p o r o rden de aparición: 1) la ar­
teria torácica suprema, 2) las ramas pectorales de la arte­
ria toracoacrom ial, 3) las arterias torácicas laterales, y 4) las
I r r ig a c ió n s a n g u ín e a ramas mamarias innom inadas. La más im p o rta n te de éstas
es la arteria torácica lateral. La vascularización que proce­
A rterias de de la axilar irriga la m ita d lateral de la mam a.

Con muchas variantes anatómicas, la vascularización de


Arterias intercostales
la m am a procede de tres vasos: la arteria torácica interna,
La m ita d lateral de la m am a puede recibir ta m b ié n ra­
ramas de la arteria axilar y arterias intercostales (Figs. 3.7
y 3.11). mas de las arterias intercostales tercera, cuarta y q u in ta .
Sólo el 18% de las mam as están vascularizádas p o r estas
Arteria torácica interna tres ramas14. Las únicas ramas que se encuentran presen­
tes p rá cticam ente de fo rm a constante son las de la toráci-
Las ramas de la arteria torácica interna aportan la m a ­
y o r parte de la sangre a la m am a. La arteria torácica inte r­
na (o mam aria interna) es una rama de la arteria subclavia;
discurre paralela al b o rde lateral del esternón, p o r debajo
del m úsculo torácico transverso. Desde la torácica interna

F ig u r a 3 .9 . Anatomía topográfica de la mama, a p a rtir de


una disección. 1, capa reticular de la dermis. 2, capa membrano­
sa. 3, fascia del serrato anterior. 4, m. serrato anterior. 5, fas­ F ig u ra 3 .1 0 . Retracción de la mama comprobando la afec­
cia pectoral. 6, m. pectoral mayor. 7, ligamento suspensorio tación del ligam ento de Cooper por enfermedad invasiva. La
de la axila. 8, lóbulo del parénquima mamario. 9, conductos compresión con la mano del examinador facilita la retracción
lactíferos. 10, ampolla (seno lactífero), [col] [col]
151

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* Skandalakis

Mama

Arteria axilar Venas

La sangre venosa de la m am a circula p o r la vena axilar,


Anatomía quirúrgica

la torácica interna y las primeras tres a cinco venas intercos­


tales. Las venas discurren paralelas al trayecto de las arte­
rias (Fig. 3.12).
Arteria torácica Las venas tributarias perforantes de la m itad m edial de
interna la m am a llevan la m a yo r parte de la sangre venosa. Dre­
nan la vena torácica interna y ésta se une al tro n c o bra-
quiocefálico.
La vena axilar está fo rm a d a p o r la unión de la basílica y
de la braquial. Se encuentra en la parte medial o superficial
a la arteria axilar y recibe una o dos ramas pectorales p ro ­
cedentes de la m am a. Cruza el b o rde lateral de la prim era
B 31 Arterias intercostales
Arterias intercostales costilla y se transform a en la vena subclavia.
Las venas intercostales se co m u n ica n en la parte poste­
rio r con el sistema venoso vertebral, que incluye la vena
ácigos, la vena hemiácigos y la vena hem iácigos accesoria,
que a su vez drenan la cava superior. En la parte anterior co­
m u n ica n con la vena braquiocefálica a través de las venas
Ramas de
Ramas de la arteria
la arteria torácicas internas.
toracica i nt er na— „ , , . „ , ,, . r
A través de las dos primeras vías pueden llegar de fo r ­
ma prim aria metástasis a los pulm ones desde la m am a. La
tercera vía de metástasis es al esqueleto y al sistema ner­
vioso central (Fig. 3.1 3).

C 50% Arterias intercostales

Arteria
axilar

de la
torácica interna

F ig u ra 3 .1 1 . A, La mama está vascularizada por ramas de la


arteria torácica interna, de la arteria axilar y, en el 18% de los
casos, de las arterias intercostales. B, En el 30% de los casos la
contribución de la arteria axilar es insignificante. C, En el 50%,
las arterias intercostales contribuyen m u y poco a la vasculari­
zación de la mama. En u n 2% pueden encontrarse otras va­
riantes. [sk4\

F igu ra 3 .1 2 . Vascularización de la mama dibujada a partir de


una fotografía de una disección. La vascularización arterial se
ha d iv id id o en: (A) ramas directas de la arteria mamaria in te r­
ca interna (Fig. 3.11). En la mayoría de las mamas se fo r­ na o de la arteria axilar; (B) ramas de la arteria torácica lateral;
man anastomosis libres entre las arterias que irrigan la glán­ (C) ramas perforantes de la arteria torácica interna. El drena­
dula; ocasionalmente, las ramas de los tres vasos de los que do venoso se ilustra en el lado derecho del dibujo. Los niveles
proceden no se anastom osan14. de las costillas están indicados con números, [coi]

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Mama

circulación venosa sistèmica no entre en el sistema portal.


Esternón
Una de las zonas de conexión entre am bos sistemas es el
esófago inferior. El esófago drena la sangre venosa p o r tr i­
butarias de la vena ácigos (circulación sistèmica) y trib u ta ­
A. Torácica
rias de la vena gástrica izquierda (portal). O tra zona de co­
interna al Ramas de la m u n ic a c ió n es la re g ió n u m b ilic a l, d o n d e se p ro d u c e n
corazón derecho axilar al
y pulmones
anastomosis entre pequeñas venas del sistema portal, que
corazón
derecho y I04 . drenan a través del lig a m e n to re d o n d o al hígado, y venas
pulmones epigástricas, que drenan las venas torácicas internas. A tra ­
Disco entre vés de una o más anastomosis portocavas, las células m e-
t3-t, C. Venas
intercostales y
tastásicas pueden llegar al hígado.
epigástricas
superiores al
hígado (en el '
ombligo) Lin f á t ic o s

Los ganglios linfáticos de la mama fo rm a n g ru p o s in ­


B. Venas
vertebrales
constantes y de n úm ero variable. Esta variabilidad se incre­
m enta e incluso se m agnifica porque existen term inologías
diferentes correspondientes a distintos autores. N osotros
F ig u ra 3.13. Esquema de una sección fron ta l a través de la e m pleam os la term ino lo g ía de Haagensen'5, que es la más
mama derecha que muestra el drenado venoso. A, Drenado útil. Hay que te n e r en cuenta q u e los g a n g lio s linfáticos
medial a través de la vena torácica interna al corazón derecho. pueden ser de pequeño ta m a ñ o y no encontrarse realm en­
B, Drenado posterior a las venas vertebrales. C, Drenado late­ te agrupados (Fig. 3.14). La búsqueda sistemática en la pie­
ral a las venas intercostales, venas epigástricas superiores y al za q u irú rg ica revelará los ganglios presentes en la axila.
hígado. D, Drenado lateral superior a través de la vena axilar
Los grupos principales que p ro p o n e Haagensen15 son:
al corazón derecho. [sk4\
1) axilar y 2) mam aria interna (torácica). La distrib u ció n de
ganglios en cada g ru p o se describe a c o n tin u a ció n .

D re n a d o a x ila r (3 5 ,3 g a n g lio s )

Grupo 7. Ganglios de la mamaria externa (1,7 ganglios),


En el o rganism o se establecen com unicaciones entre el ta m b ié n llam ados g a nglios pectorales anteriores. Se e n ­
sistema venoso portal y el sistema venoso sistèmico a dife ­ cue n tra n a lo largo del b o rd e lateral del pectoral m e n o r
rentes niveles. Si se obstruye la vena porta, estas c o m u n i­ p o r deb a jo del pectoral mayor, en el lado medial de la axi­
caciones pueden p e rm itir que la sangre venosa del te rrito ­ la siguiendo el trayecto de la arteria torácica lateral en la
rio portal llegue a la circulación venosa sistèmica. Incluso en pared costal, desde la segunda hasta la sexta costillas (Fig.
ausencia de o b strucción porta, no hay razones para que la 3.15). Por debajo de la areola se fo rm a un plexo de vasos

Perlas clínico-quirúrgicas

La ruta de las células cancerosas desde la mama hasta el cualquier área del cuerpo a través de la circulación sistèmica.
hígado a través de la vía portosistémica es una descripción Mediante estudios de reacción de polimerasa en cadena (PCR)
clásica de potencial ruta de metástasis. Aún así, hay datos se ha demostrado que se encuentran en la circulación un gran
experimentales que sugieren que el desarrollo de la metás­ número de células malignas. La posibilidad de metástasis es
tasis tiene que ver con la relación entre el tejido huésped y baja teniendo en cuenta el volumen de células malignas que
la afinidad de las células metastásicas por determinados te­ pueden entrar en circulación. La formación de una metásta­
jidos. Las células cancerosas se pueden diseminar a través del sis dependede una compleja serie de fenómenos que interac-
sistema venoso o linfático. No todas las células que llegan al túan entre la célula maligna y el tejido donde anida: anclaje
sistema linfático son atrapadas en los ganglios; algunas pue­ déla célula maligna en el endotelio, migración de la célula
den pasar por vasos transversos o por el conducto torácico través del endotelio, proliferación y desarrollo celular y an-
al sistema venoso sistèmico. Una vez aquí, pueden alcanzar giogénesis tumoral y posterior proliferación celular. (RSF Jr)

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* Skandalakis

Mama

Ganglios g ru p o de ganglios más pequeño, y se aprecia c u a n d o se


Ganglios de la
subclaviculares extirp a el pectoral mayor.
vena axilar Grupo 5. Ganglios de la vena axilar (10,7 ganglios). Es
Anatomía quirúrgica

el segundo g ru p o en im p o rta n cia de la axila. Se encuentra


en la superficie caudal y ventral de la porción lateral de la
Ganglios de la mamaria vena axilar.
interna Grupo 6. Ganglios supraclaviculares (3,5 ganglios). Se
encuentran sobre la superficie caudal y ventral de la parte
m edia de la vena axilar. H aagensen15 considera que son
inaccesibles a m enos q u e se e x tirp e el m úsculo pectoral
menor.

D re n a d o d e la m a m a r ia in te rn a
(to r á c ic a ) (8 ,5 g a n g lio s )
Ganglios
escapulares Los vasos m am arios linfáticos parten del bord e medial
de la glándula en la fascia pectoral. A com pañan a los vasos
perforantes, term ina n en los espacios intercostales, p e rfo ­
Ganglios ran el pectoral m ayor y los músculos intercostales y drenan
centrales
los ganglios de la m am aria interna. Estos ganglios ta m bién
reciben linfa de la piel de la m am a del lado contrario, del
hígado, del diafragm a, de la vaina de los rectos y de la par-
Ganglios
Ganglios de la mamaria
interpectorales
externa

F ig u r a 3 .1 4 . Ganglios linfáticos de la axila. Clasificación de


Haagensen. [sk4\

linfáticos llam ado plexo subareolar (plexo de Sappey). En


el te jid o d rcum areolar, se fo rm a n gruesos c o n d u cto s linfá­
ticos laterales y mediales que reciben la m a y o r parte de la
linfa del tejido g la n d u la r de la mam a. El tro n c o lateral re­
cibe colaterales de la parte superior de la m am a, y el tr o n ­
co inte rn o drena la parte inferior de la glándula. Estos va­
sos discurren cerca del b o rd e lateral del pecto ra l m a yor
hasta los ganglios mam arios externos.
Grupo 2. G anglios escapulares (5 ,8 g a n g lio s ). Se e n ­
cuentran sobre los vasos subescapulares y sus ramas tora-
codorsales. Los linfáticos de esta zona se inte rco m u n ica n
con los vasos linfáticos intercostales.
Grupo 3. Ganglios centrales (12,1 ganglios). Éste es el
g ru p o más grande de ganglios linfáticos; son los ganglios
que se palpan con más facilidad en la axila, d e b id o a que
se encuentran más accesibles. Están rodeados de tejido gra­
F ig u r a 3 .1 5 . Drenado lin fá tic o de la mama. La dirección
so en el centro de la axila. Si estos ganglios crecen pueden
de la lin fa se indica mediante flechas en la mama derecha y
c o m p rim ir el nervio intercostobraquial, las ramas laterales
en la parte medial de la izquierda. 1, Vasos del plexo areolar,
cutáneas del segundo y tercer nervios torácicos, p roducien­ que drenan la areola, el pezón y una porción de parénquima.
d o un d o lo r acom pañante. 2, Ganglios pectorales anteriores. 3, Ganglios centrales de la
Grupo 4. Ganglios interpectorales o ganglios de Rotter axila. 4, Ganglios interpectorales (por esta vía pueden sobre­
(1,4 ganglios). Se encuentran entre los músculos pectoral pasar a los axilares centrales). 5, Ganglios apicales, infraclavi-
m a y o r y menor. Muchas veces es un único g a nglio. Es el culares. 6, Ganglios retroesternales. [col]
154

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Mama

Nota: Los ganglios intramamarios son clasificados como


] Perlas clínico-quirúrgicas ganglios linfáticos axilares.
2. Ganglios de la mamaria interna (homolateral): Los gan­
La disección de los ganglios de la mamaria interna se glios se sitúan en los espacios intercostales a lo largo del
ha abandonado como procedimiento terapéutico después borde del esternón, en la fascia endotorácica.
de que varios ensayos aletorios no hayan mostrado ningún Cualquier ganglio metastásico diferente se codifica como
beneficio en la supervivencia. Por otra parte, se realizan en metástasis a distancia ( M I) , Incluyendo los ganglios su­
la actualidad biopsias de ganglios de la mamaria interna praclaviculares, los cervicales o los de la m am aria interna
como método de estadificación. Empleando radionúclidos contralateral.
para identificar las vías de drenado linfático en un cáncer de
mama, en ocasiones un ganglio de la mamaria interna es
identificado com o el primer ganglio de drenado (ganglio D is e m in a c ió n d e las m etástasis
centinela). Nuestro grupo y otros hemos realizado biopsias linfáticas
de este ganglio disecando los músculos intercostales (vé­
anse más adelante comentarios sobre el procedimiento del La disem inación de la enferm edad maligna de la mam a
ganglio centinela). (RSF Jr) se produce p o r vía hem a tó g e na , por vía linfática o a través
de la infiltra ció n local.
Desde un p u n to de vista puram ente quirúrgico, los gan­
glios axilares se d ividen en tres niveles:

te superior de los músculos rectos del a b d o m e n 15. El n ú ­ Nivel I: Lateral al b o rd e m edial del m úsculo pectoral
m ero de ganglios es a p ro xim a d a m e n te 4 ó 5 en cada lado; menor.
son pequeños, y gene ra lm e n te se e n cuentran en la grasa Nivel II: Entre los bordes del m úsculo pectoral menor.
y tejido conectivo de los espacios intercostales. Los vasos lin­ Nivel III: Por encima del borde medial del músculo pec­
fáticos de la m am aria interna drenan el c o n d u c to torácico toral menor.
o el tro n c o linfático derecho; esta ruta al sistema venoso A lgunos autores a firm an que la afectación de los ga n ­
sistèmico es más corta que la ruta axilar. glios linfáticos es un in d ica d o r p rim ario de extensión de la
En la actualidad, la disección de los ganglios de la m a ­ enferm edad, pero q u e no favorece esta extensión. La d i­
maria interna ya no se realiza. Scatarige y cois.16 re co m ie n ­ sección de la parte in fe rio r de la axila es, según algunos,
dan el estudio m e d ia n te radiografía de tó ra x lateral, TC, su ficie n te para e s ta d ific a r la e n fe rm e d a d . Estos autores
ecografía, RM y estudios linfográficos con isótopos. creen que m ediante la e xtirpación de algunos ganglios lin-
W in e r y cois.17 p ro p o n e n a m pliar la te rm in o lo g ía in c lu ­
y e n d o una ruta transpectoral del g ru p o de ganglios axilar.
Presentamos su clasificación.
Los vasos linfáticos de la mam a drenan a través de tres
rutas principales: axilar, transpectoral y m am aría interna.
Los ganglios intramamarios se consideran, a efectos de es­
tadificación, ganglios axilares; las metástasis en cualquie­ Perlas clínico-quirúrgicas
ra de estos ganglios se consideran a distancia ( M 1), Inclu­
yendo los ganglios supraclaviculares, cervicales, o de la
El procedimiento del ganglio linfático centinela ha sido
mamaria interna contralateral. Los ganglios regionales son
posible gracias a la identificación de la variabilidad del dre­
descritos a continuación:
nado linfático del cáncer de mama en diferentes pacientes.
1. Axilar (homolateral): Ganglios interpectorales de Rotter Empleando un radionúclido y/o el colorante azul vital inyec­
y ganglios de la vena axilar y sus tributarías, que pue­ tados en el tumor, es posible determinar la primera esta­
den dividirse en los siguientes niveles: ción de drenado linfático, formada generalmente por uno
a. Nivel I (axila inferior): Ganglios linfáticos que se en­ a tres ganglios. Este procedimiento, realizado por cirujanos
cuentran p o r debajo del borde inferior del pectoral expertos, es seguro. Si no hay evidencia de metástasis en
menor. el ganglio centinela, la probabilidad de metástasis en otros
b. Nivel II (axila media): Ganglios linfáticos situados ganglios regionales es muy baja. El procedimiento también
entre los bordes medial y lateral del músculo pec­ ha identificado la variabilidad del drenado linfático de la
toral menor y el ganglio interpectoral de Rotter. mama. La mayoría de los cánceres drenan primero los gan­
c. Nivel III (axila superior): Ganglios linfáticos situa­ glios axilares centrales, pero algunos la estación de drena­
dos por encima del borde superior del músculo pec­ do está en los ganglios subclaviculares, ganglios de la ma­
toral menor, incluyendo los subclaviculares, infra- maria interna o ganglios intramamarios. (RSF Jr)
claviculares o apicales.

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* Skandalakis

Mama

fáticos se puede realizar una estadificación segura de los gan­ Ganglios subclaviculares
glios axilares (positivos o negativos) del cáncer de mam a. (apicales)

De acuerdo con Brand y cois.18:


Anatomía quirúrgica

G anglios axilares

El fallo del tratam iento en las pacientes con cáncer de


m am a con o sin afectación de los ganglios sugiere que las
G anglios centrales G anglios ¡nterpectorales
metástasis de las pacientes con ganglios no afectados se
(de Rotter) G anglios de la
producen p o r un mecanismo similar. El tiempo de recurren­
m a m aria intern a
cia más corto y los tumores más grandes sólo suponen que (paraesternales,
la presencia de ganglios positivos con tumores grandes fa­ m ediastínicos)
cilita la identificación po r parte de los patólogos de las me­ G anglios escapulares - 25%
tástasis presentes.
G anglios de la m am aria
La vía de p ropagación de los tum ores sigue la dirección externa (pectorales)
de los niveles ganglionares (del I al II y al III).
Por otra parte, Veronesi y cois.19 p u b licaron que los tu ­
mores que m id e n más de 2 cm presentan metástasis en el F ig u r a 3 .1 6 . Esquema del drenado lin fá tic o de la mama.
nivel I en el 6 9 ,9 % , en los niveles I y II en el 1 3,2% , y en [sk4\
todos los niveles en el 1 1,3% . Robinson y cois.20 p ublica­
ron metástasis en los niveles II y III sin afectar al I en el 5,6%
de los casos. N e rv io to ra c o d o rs a l
En general, el d re n a d o linfático de la m am a a c o m p a ­
ña a la anatom ía de las estructuras vasculares. H u ltb o rn y El nervio toracodorsal (subescapular m e d io ) sale de la
cois.21 concluyen que el d re nado de cualquier cuadrante parte posterior de los cordones del plexo braquial, v e n tra l­
de la m am a pasa p o r los g a nglios de la axila en el 75% m e n te al m úsculo subescapular (Fig. 3.19); discurre hacia
de los casos y p o r los ganglios de la m am aria interna en abajo y m edialm ente para inervar el m úsculo dorsal ancho.
el 25% . Feller y W o o d b u rn e 24 afirm an que el nervio y los vasos aso­
Haagensen15 establece el flu jo linfático superior y late­ ciados pueden estar cerca del borde m edial del dorsal an­
ral a través de la cola de la m am a hacia los ganglios axi­ cho a p ro xim a d a m e n te 5 cm p o r encim a de un plano que
lares centrales (Fig. 3.16). Es en esta zona d o n d e se e n ­ pasa a través de la articulación condroesternal. Una vez lo­
cuentran con más frecuencia las metástasis. Otra de las vías calizado se marca para evitar su lesión y prote g e rlo . Si exis­
es a través de los ganglios linfáticos que atraviesan el mús­ ten ganglios linfáticos invadidos po r tu m o r en su periferia,
culo pectoral m a yo r y suben pasando entre los músculos debe ser seccionado.
pectorales m a yo r y m e n o r para drenar en los ganglios axi­
lares y subclavios. Entre los dos músculos pectorales se en­
cuentra el gan g lio interpectoral de Rotter. Los ganglios lin­
fáticos de esta zona pueden evitar los ganglios axilares y
drenar dire ctam ente los ganglios linfáticos subclaviculares.
El g ru p o de ganglios subclaviculares tiene im p ortancia, se­
gún las afirm aciones de Haagensen15, d e b id o a que el tra ­
tam iento quirúrgico con intención curativa de estos ganglios
no es posible.

In e r v a c ió n (Figs. 3 .17 y 3 .18)


Sarhadi y cois.22 afirm an que los hallazgos de su g ru p o
«(...) tienen un parecido sorprendente con la descripción de
las ramas nerviosas realizada p o r C oo p e r23, quien describe
los nervios que inervan las mamas que salen de los nervios
intercostales del segundo al sexto, y se interconexionan y
com u n ica n con las ramas mamarias que pasan sobre la su­
perficie de la glá n d u la mam aria. C oo p e r ta m b ié n descri­
bió las dos ramas mamarias del cuarto nervio cutáneo la­
teral y m e n cio n ó que el pezón recibe inervación del plexo F ig u ra 3.17. Representación esquemática de los nervios peri­
que se encuentra p o r debajo». féricos que se relacionan con la mastectomia, [ai]
156

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Mama 3
Nervio dorsal escapular
Desde C4
Al nervio frénico
C5
Nervio supraescapular
Al escaleno
Nervio subclavio
C6

Nervio pectoral lateral Al escaleno

C7

Cordón lateral Al escaleno

Cordón posterior Nervio torácico largo

C8

Nervio musculocutáneo Al escaleno

T1
Nervio axilar
Desde T2
Nervio radial
Primer nervio intercostal

Nervio mediano Nervio pectoral medio

Nervio subescapular superior

Nervio cubital Cordón


medial
Nervio subescapular
inferior

Nervio cutáneo Nervio cutáneo


medial del antebrazo medio del brazo

F ig u ra 3 .1 8 . Esquema del plexo braquial. Los troncos posteriores están sombreados. Las fibras de C7 que se unen al nervio
cubital se indican en negro. Las letras y los números C4-C8 y T1-T2 indican las ramas ventrales de los nervios espinales cervi­
cales y torácicos, [m ]

N e rv io to r á c ic o la rg o Caprini25, M o osm an26y Scanlon27. El nervio pectoral medial


se encuentra superficial a la vena axilar y lateral al m ú scu­
El nervio torácico largo inerva el m úsculo serrato ante­ lo pectoral menor. El nervio pectoral lateral, de m a yo r ta ­
rior y se encuentra sobre él (Fig. 3.19). Si se separa la fas- m a ñ o que el pectoral medial, inerva la p o rción clavicular y
d a superficial, pueden separarse ta m b ié n las ramas nervio­ esternal del m úsculo pectoral mayor. Se sitúa en una posi­
sas, y la ide n tific a c ió n del n e rvio es más difícil. El nervio ción superficial con respecto a la vena axilar, y medial al
debe ser respetado en la cirugía a menos que se encuen­ bord e del pectoral m enor. La rama lateral del nervio pec­
tre afectado p o r el cáncer, pues la lesión del nervio p ro d u ­ toral para la región clavicular del m úsculo pectoral m a yor
ciría una deform idad denom inada «escápula alada». El p u n ­ em erge en un p u n to proxim a l o in m e d ia ta m e n te inferior a
to de referencia para localizar el n ervio se localiza en el la clavícula.
cruce de la vena axilar con la segunda costilla. Se debe d i­ La rama medial del nervio pectoral parte del tro n c o m e ­
secar esta zona con cu id a d o para e n co n tra r el nervio des­ dial del plexo braquial, cerca del origen de la arteria tora-
c e n d ie n d o a la parte posterior de la vena axilar a nivel de coacrom ial de la arteria axilar. La parte inferior del nervio
la segunda costilla.24 pectoral lateral cruza la arteria axilar justo distal al origen
de la arteria toracoacrom ial, y se une al m úsculo pectoral
Nervios to rá c ic o s an terio res medial, fo rm a n d o un asa nerviosa de tam año variable. Des­
de esta asa salen varias ramas para inervar el pectoral m e ­
(p e c to ra le s )
nor, y algunas penetran en el músculo para llegar al pec­
La im p o rta n cia de los nervios pectorales m edial y late­ toral m ayor; estas ramas inervan las porciones esternal y
ral (torácicos anteriores) ha sido subrayada p o r Scanlon y costal del m úsculo pectoral mayor.
157

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* Skandalakis

Mama

Nervio subescapular superior M amas (glándulas m a m a r ia s )

V. Axilar En cada m am a hay unos 20 elem entos lobulares, que


Anatomía quirúrgica

fo rm a n co n d u cto s independientes que desembocan en la


Nervio Torácico
areola a nivel del pezón. En el m o m e n to del nacim iento,
largo
la glándula m am aria está fo rm ada p o r un ru d im e n ta rio sis­
tem a de co n d u cto s que perm anece sin desarrollarse hasta
Pectoral mayor
que se inicia el desarrollo de la m am a en la pubertad en las
N.Tóracodorsal y menor
mujeres.
seccionados
En la pub e rta d la m am a crece y se redondea. Los pezo­
nes se vuelven más p rom inentes. El ta m a ñ o se hace m a yo r
M. subescapular M. serrato al acumularse te jid o graso entre los elem entos lobulares.
anterior El sistema ductal ta m b ié n se desarrolla, pero los ácinos se­
Borde medial
cretores no lo hacen hasta la gestación.
del dorsal ancho En un 5 0 % de los adolescentes varones se produce un
discreto desarrollo de la m am a, pero regresa en su m a yo ­
ría antes de un año. Este desarrollo se produce con la mis­
ma incidencia en varones ancianos.
Los estrógenos afectan al desarrollo de la mam a en sus
F ig u r a 3 .1 9 . Lecho tria n g u la r de la disección de la axila. aspectos fis io ló g ic o y p a to ló g ic o en h o m bres y mujeres.
[ski] D ura n te el em barazo, además, se segrega progesterona,
que incre m e n ta el desarrollo de los ácinos secretores. La
prolactina y la horm ona som atom am otrofina coriónica c o m ­
pletan el desarrollo del e pitelio secretor. D urante el e m b a ­
razo ta m b ié n actúan otras horm onas, c o m o la h o rm o n a
N e rv io in te rc o s to b ra q u ia l del cre cim iento, la h o rm o n a tiroidea, los glucocorticoides
El nervio intercostobraquial es la rama cutánea lateral y la insulina.
del segundo y tercer nervios intercostales, o una c o m b in a ­
ción de ambos nervios intercostales. Después de cruzar la
grasa y el te jid o linfático de la axila poste ro m e d ia lm e n te ,
P e zo n es (Fig. 3.20)
inerva la cara m edial del brazo. G e neralm ente esta rama
nerviosa es sacrificada. El pezón está inervado p o r el nervio intercostal cuarto
y rodeado po r la areola. La p ig m e n ta ció n de estas estruc­
turas se increm enta d u ra n te el embarazo. En la areola y el
Histología y fisiología pezón se encuentran algunas papilas dérmicas y un e p ite ­
lio m u y delgado.
La m a yo r parte del c o n te n id o presentado en este capí­ Se abren a p ro x im a d a m e n te 20 c o n d u c to s en la su­
tu lo se basa en Harm's Histology28 y el de G ra y 's A n atom y29. perficie de cada pezón. Los principales se d e n o m in a n c o n ­
ductos lactíferos. Cerca de la superficie los co n ductos lac­
tíferos se encuentran cubiertos de un e pitelio estratificado
escamoso queratinizante.

] Perlas clínico-quirúrgicas En la parte más p ro fu n d a tienen un e pitelio c o lu m n a r


en d o b le capa. Rodeando a los co n ductos hay te jid o co n ­
La sección de los nervios intercostobraquiales produce ju n tiv o y fibras musculares lisas que sustentan el tejid o pa-
una disestesia de la cara interna de la parte superior del re n quim atoso. Las fibras pueden orientarse circularm ente
brazo. Se puede realizar la disección de la axila respetando alrededor de los conductos; otras siguen una dirección lon ­
este nervio en su recorrido, a menos que esté afectado por g itu d in a l paralela a ellos. Las porciones distales de los c o n ­
metástasis ganglionares que engloben las ramas nerviosas. ductos se encuentran dilatadas, fo rm a n d o los senos lactí­
Si es necesario, se divide el espécimen de la disección axi­ feros, que tienen c o m o fu n c ió n alm acenar leche durante
lar para respetar los nervios, debiendo palpar cuidadosa­ el período de lactancia.
mente los ganglios para intentar diagnosticar los que es­ D eb id o a la pérdida de la placenta en el parto, las m a ­
tán afectados por metástasis y evitar así seccionarlos. (RSF mas sufren una deficiencia de estrògeno dura n te un perío­
do transitorio, que se resuelve al incre m e n ta r los ovarios la
JO
pro d u cció n de la h o rm o n a de nuevo.
158

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Mama

Conductos proliferativa. El e p ite lio secretor alveolar se desarrolla en el


e x tre m o de los co n d u cto s más finos y co m pleta el desarro­
Epidermis
llo de los lóbulos. Cada alveolo secretor fo rm a una especie
de estructura sacular (ló b u lo secretor) cubierta p o r un e p i­
telio colum nar. Las células mioepiteliales se relacionan con
la porción basal de los lobulillos secretores.
La fase secretora se inicia al elevarse los niveles de pro-
gesterona, horm onas lactogénicas (m a te rn a y placentaria)
y estrógenos. El calostro se segrega d u ra n te el tercer tr i­
mestre, y la secreción láctea se inicia después del nacim ien­
to. N o todos los lóbulos segregan con la misma intensidad.
Por otra parte, la visión m icroscópica ofrece unos lobulillos
Senos distendidos y otros no.
lactíferos El te jid o cone ctivo que se encuentra entre los lóbulos
adelgaza m ed id a que se desarrollan las partes del te jid o
epitelial secretor. Las células secretoras producen m o lé c u ­
Músculo liso las lipídicas de diferentes tam años. Los lípidos, cuando se
encuentran en el m edio intracelular, no están rodeados p or
F ig u ra 3.20. Microfotografía de la sección perpendicular a la mem branas, pero d u ra n te la exocitosis se rodean de m e m ­
piel de un pezón (bajo aum ento). [co3]
brana celular. Se pueden apreciar con el m icro sco p io elec­
tró n ic o granulos secretores, electrodensos que contienen
proteínas lácteas y se e n cuentran en las células secretoras.
Estas moléculas siguen ta m b ié n un proceso de exocitosis.
O tro c o m p o n e n te de los lóbulos secretores son células que
fo rm a n un epitelio c o lu m n a r que co n stituye extensas m¡-
crovellosidades.
M a m a en r e p o s o (Fig. 3.21)
La m am a en reposo hace referencia a la m am a pospu-
beral en estado inactivo, que no está bajo la acción de los
niveles adecuados de horm onas que estim ulan la secreción
Epidermis
láctea. Los senos lactíferos form a n parte de un lóbulo; cada
lóbulo tiene numerosos lobulillos. Se desarrolla a pa rtir de
un engro sa m ie n to epitelial, que se p ro longa hacia la der­ Capa capilar
mis papilar y reticular al form arse el sistema ductal. de la dermis

La dermis papilar localizada entre el sistema ductal tie ­


ne más celularidad que la dermis típica habitual y form ará Capa reticular
de la dermis
el te jid o conectivo que se encuentra entre los lobulillos. La
dermis con menos celularidad fo rm ará un te jid o más g ru e ­
Tejido conectivo
so que separa los lóbulos; es el te jid o cone ctivo in te rlo b u ­
derivado de la
lar, que contiene además regiones con te jid o adiposo. Al­ capa
gunas de estas estructuras conectivas interlobulares form an reticular de la

unas prolongaciones de la derm is reticular que dan lugar dermis

a la form a ció n del liga m e n to suspensorio (de C ooper) y los


tabiques.
-Tejido conectivo
Los conductos intralobulares tienen un epitelio cuboideo; interlobular que
los cond u cto s más finos tienen un epitelio cu b o id e o sim ­ contiene el tejido
adiposo
ple, y los más gruesos presentan una d o b le capa de e p ite ­
lio cu boideo.
Conductos

F ig u r a 3 .2 1 . Representación esquemática de la estructura


L a c ta n c ia (Fig. 3.22) de la mama, que ilustra el tejido conectivo intralobular que se
corresponde con la dermis papilar. Las prolongaciones de la
Durante la gestación, el sistema ductal co m p le ta su de­ dermis reticular form an a nivel interlobular el ligamento sus­
sarrollo. Se desarrollan m uchos condu cto s d u ra n te la fase pensorio de la mama. [co3]

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* Skandalakis

Mama

Tabique interlobulillar (fibroso)


Anatomía quirúrgica

Alveolos llenos
de secreción

C onducto interlobulillar

Iveolos

F ig u ra 3 .2 2 . Fotografía electrónica de la m am a desarrollada por completo. Este espécimen ha sido ob tenido en el q u in to mes
de gestación, cuando los cambios secretores asociados a la lactancia se hacen patentes. Los alveolos de la parte superior dere­
cha se en cu en tran distendidos por el calostro m uchos de los alveolos de la parte inferior derecha n o h a n com enzado la función
secretora, [co.3]

Ey e c c i ó n láctea
A p licacio n es quirúrgicas
La eyección de la leche tiene lugar d u ra n te la lactancia.
Existen diferentes tipos de m astectom ía, que se d is tin ­
El estím ulo de la succión envía impulsos neurales al hipo-
guen p o r la extensión de la disección axilar. En la mastec­
tá la m o . El h ip o tá la m o estimula la secreción de o xito cin a to m ía radical se extirpa la glándula m am aria, los ganglios
a través de las células de los núcleos paraventriculares, e
axilares y los músculos pectoral m ayo r y pectoral m e n o r y
in te rru m p e la secreción de h o rm o n a in h ib id o ra de la
la fascia. En la mastectomía radical modificada se extirpan la
prolactina (HIP). La oxitocina estimula las células mioepitelia- m am a y los ganglios axilares, y se preservan los músculos
les de los alveolos secretores de la m am a, e fe ctu a n d o el pectorales. En la m a stectom ía sim ple o to ta l se e xtirp a n
paso de la leche a los senos lactíferos. La secreción de p ro ­ sólo la glándula mamaria. La tum orectom ía es la extirpación
lactina se m a ntiene cuando se suprim e la HIP y la lactan­ de una lesión mam aria con o sin los ganglios axilares. La
cia continúa. biopsia escisional extirpa un pequeño tu m o r, en ocasiones
no palpable, con un m argen de te jid o m a m a rio sano alre­
d e d o r de la lesión.
R e g r e s ió n del t e j id o m a m a r i o
Peralta y cois.30 afirm an que la m astectom ía p ro filá cti­
ca contralateral previene el cáncer en la m am a contraíate-
D ura n te el p e río d o de regresión del te jid o m a m ario ,
ral, y p ro lo n g a el intervalo libre de en fe rm e d a d y la super­
desaparecen los alveolos y se reduce el ta m a ñ o de los ló­
vivencia total.
bulos. Los elem entos que fo rm a n el tejido conectivo se ha­
Nuestro a m ig o John Bostwick31 afirm a:
cen más gruesos.
Durante la m enopausia se pro d u ce un descenso de los En la actualidad, las mujeres con cáncer de m am a tie­
niveles de estrógenos, d ando lugar a una atrofia del estro- nen mejores opciones de tratamiento, preservación y re­
ma y de los elem entos del parénquim a m am ario. Los ca m ­ construcción de la glándula mamaria. El equipo que trata
bios incluyen un crecim iento y una fu n ció n secretora irre­ el cáncer de m a m a en la mujer puede o p tim izar las opcio­
gulares; algunos conductos proliferan, m ientras que otros nes y plantear la reconstrucción inmediata. La educación
fo rm a n quistes al acumularse las secreciones. de las pacientes favorece el tratam iento del cáncer así más
160
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Mama

pacientes tratadas de cáncer pueden conservar la m am a


Tabla 3.3.Localización del tumor
al finalizar el tratam iento correcto aplicado.
de acuerdo con los datos histológicos,
todos los pacientes
O tro p ro c e d im ie n to q u irú rg ic o para tra ta r m últiples tu ­
mores pequeños d e tectados m e d ia n te m a m og ra fía es la L o b u la r D ucta l C o m b in a c ió n
mastectomía subcutánea, en la que se extirpa el tejido gla n ­ L o ca liza ció n (%) (%) (%)
dular y se preserva la piel que recubre la mama. Por otra par­
Pezón 2,2 1,7 1,9
te, este planteam iento es controvertido. En muchas pacien­
Centro 6 5,3 6,1
tes p u e d e q u e d a r te jid o g la n d u la r p e rifé ric o q u e no se
In te rio r sup. 7,3 9,2 8,3
e x tirp a 32. La fascia pectoral debe ser e xtirpada con el te ji­
do m am ario p ro fu n d o . En estas pacientes es preciso reali­ In terior inf. 3,8 4,7 3,9
zar un segu im ie n to periódico e stricto 33. Exterior sup. 37 36,9 37,1
Park y cois.34 p ro p o n e n el diagn ó stico de lesiones sos­ Exterior inf, 5,8 6,4 5,7
pechosas con biopsia esterotáxica con aguja gruesa de te ­ Apéndice axilar 0,8 0,8 0,6
jid o g la n d u la r m am ario. D 'A n g e lo y cois.35 ta m b ié n reali­ Solapamiento* 18,6 18,2 19,9
zan biopsias escisionales e sterotáxicas de lesiones SW 18,6 16,8 16,5
m am ográficas no palpables. Lanstberg y cois.36, que c o n ­
sideran que la prueba ideal para el diagn ó stico precoz de *Las lesiones se solapan en dos cuadrantes de la mama.
^E, sin especificar.
lesiones malignas de la m am a es la m am ografía, ta m b ié n
a firm an que la biopsia d irig id a con aguja es un p ro c e d i­ Fuente: Winchester DJ, Chang HR, Graves TA, Menck HR, Bland KI,
m ie n to diagn ó stico seguro, que evita proce d im ie n to s más Winchester DP. A comparative analysis of lobular and ductal
carcinoma of the breast: presentation, treatment, and outcomes.
agresivos. La dete cció n precoz del cáncer m ejora el p ro ­
J Am Coll Surg 186:41-422, 1998; con autorización.
nóstico, increm enta la supervivencia y evita trata m ie n to s
más m utilantes.
W e llm a n y co is.37 p ro p o n e n el e m p le o de otras m o ­ El tratam iento local del cáncer de m am a se ha basa­
dalidades de diag n ó stico p o r im agen con tra ta m ie n to in ­ do en los planteamientos anatómicos de Halstead desde
fo r m á tic o d ig ita l para ca lcu la r el ta m a ñ o de los t u m o ­ hace un siglo. A medida que han avanzado los conoci­
res mam arios, con seguim ientos específicos en pacientes mientos sobre la biología celular y genética de la enferme­
con mastopatías benignas y cicatrices mamarias. dad, se le ha concedido menos im portancia a los aspectos
M e y e ry cois.38 afirm an que la biopsia radioguiada con anatómicos y embriológicos, y los factores ambientales se
aguja gruesa de lesiones sospechosas no palpables es un han considerado menos importantes, quizás incluso de for­
p ro c e d im ie n to alternativo a la biopsia escisional q u irú rg i­ m a anacrónica. Las nuevas técnicas desarrolladas para el
ca. Smith y cois.39 em plean la ecografía c o m o técnica efi­ diagnóstico, la prevención y el tratam iento local han cam­
caz para detectar e in te rve n ir q u irú rg ic a m e n te las lesiones biado estas ideas. El correcto conocimiento del drenado
sospechosas no palpables. linfático de la m a m a ha perm itido desarrollar la técnica
Por otra parte, D e n t40, en una revisión de lifadenecto- del ganglio centinela, realizando la linfadenectomía axi­
mías axilares, afirm a: «El criterio estándar para estudiar el lar pa ra extirpar las metástasis axilares sólo en las pacien­
estado de los ganglios axilares es todavía la valoración his­ tes en las que realmente que es necesario y en las que pue­
tológica.» Y co n cluye: «D urante el curso de la m a ste cto ­ den obtener un beneficio demostrado. La comprensión de
mía, si la lesión es palpable (o los ganglios son positivos en la anatom ía ductal de la m am a no segmentaría es esen­
un estudio histológico p o r congelación o una extensión ci- cial para realizar un correcto tratam iento del carcinoma
tológica), se realiza la linfadenectom ía.» ductal in situ (CDIS). La posibilidad de identificar una pre­
W inchester y cois.41 publican en estudios anatóm icos la disposición genética a padecer cáncer de m a m a ha de­
d istribución lobular y ductal del carcinom a de m am a en la mostrado que la m ita d de las mujeres con m utación fam i­
Tabla 3.3. liar no presentan alteraciones genéticas. En las pacientes
Foster y W o o d 42 estudian los posibles avances en el tra ­ que presentan mutaciones en los genes BRCA 1 y BRCA 2
ta m ie n to fu tu ro del cáncer de mama. Piensan que los ca m ­ se debe pla n te a r la ooforectomía profiláctica. Aunque en
bios en el tra ta m ie n to se deberán a los sucesivos avances la mayoría de los casos no es así, en algunos se puede con­
en b io lo g ía m o le c u la r y a o tro s avances te c n o ló g i­ siderar la mastectomía profiláctica, pudiéndose realizar
cos. Proponem os al lector la consulta de esta excelente re­ una mastectomía con preservación cutánea y una recons­
visión. trucción inmediata, para lo cual es necesario un exacto co­
En una c o m u n ic a c ió n personal al a u to r p rin cip a l del nocimiento anatómico por parte de los cirujanos para ofre­
presente capítulo JES (2000), W illiam C. W ood subraya que cer el mejor servicio. Hoy, como ayer, la frase de joh n Hunter
el é x ito del tra ta m ie n to del cáncer de m am a depende de de que el mejor anatom ista hace al mejor cirujano sigue
un correcto e n te n d im ie n to de la anatom ía de la mam a: siendo cierta.

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Mama

El diccionario define centinela, c o m o «aquel que vigila blem a co n tro ve rtid o no resuelto p o r c o m p le to en la actua­
o perm anece observando». En térm inos q uirúrgicos y ana­ lidad. Finalmente, la «radicalidad» de la cirugía es un c o n ­
tóm icos, ga n g lio centinela es aquel que se encuentra en el c e p to que puede plantear diferentes opiniones desde un
Anatomía quirúrgica

p rim e r escalón de disem inación linfática de la enfermedad. p u n to de vista q u irú rg ico , y con el que diferentes grupos
Estamos de acuerdo con Borgstein y M e ije r43 en que «el de cirujanos p o d e m o s estar de acuerdo o no.
papel de la disección regional de los ganglios linfáticos en El estudio de A lb e rtin i y cois.47 indica que el m apeo lin­
el tra ta m ie n to de tum ores sólidos es co n tro v e rtid o y to d a ­ fá tico es posible en las pacientes con cáncer de m am a, y
vía provoca discrepancias». que el estadio h isto ló g ico del g a n g lio o ganglios linfáticos
Desde un p u n to de vista a n a tó m ico , el g a n g lio c e n ti­ refleja el estado de los ganglios axilares en riesgo. C o n fir­
nela recibe en p rim e r lugar a las posibles células tum orales m a n d o sus resultados con los de otros investigadores, c o n ­
que se disem inan desde el tu m o r prim a rio . La localización cluye n q u e la c o m b in a c ió n del m a p e o lin fá tic o y la lin ­
to p ográfica del g a n g lio no se conoce, pero con la inyec­ fadenectom ía selectiva puede p e rm itir un tra ta m ie n to más
ción de azul vital o m edia n te marcadores isotópicos p o d e ­ conservador.
mos localizar el g a n g lio en la axila hom olateral. C o m o afir­ O'Hea y cois.48 afirm an que la detección del mapa lin ­
ma S in g le ta ry 44, « d e b id o a la alta fre cu e n c ia de falsos fá tico en la cirugía de la m am a es té cn icam ente posible in ­
negativos en la d e te cció n del g a n g lio centinela, y a que y e c ta n d o 0,3 m C i de sulfuro coloide de te cn e cio -9 9 m en
depende de la experiencia del cirujano, se debe decidir cau­ fo rm a de 4 mi de solución salina a las 12, 3, 6 y 9 de las p o ­
telosam ente cu á n d o se realiza la lin fa d e n e cto m ía en pa­ siciones horarias en la periferia del tu m o r antes de la c iru ­
cientes con un g a n g lio centinela n e gativo (biopsia selecti­ gía. Esta técnica identifica el gan g lio centinela en la m a y o ­
va del ga n g lio centinela)». ría de los casos, y es una técnica más segura en tum ores
En 1977, Cabanas45 sugirió la existencia de un prim e r T I que en lesiones de m a yo r tam año.
g a n g lio m u y p ró x im o a un tu m o r p rim a rio que se puede Kern49 publica e ilustra un estudio con la esperanza de
detectar m ediante técnicas isotópicas, lugar de la primera que «las ilustraciones (...) perm itirán a los cirujanos realizar
metástasis. La im p o rta n cia de este tra b a jo en el carcinom a inyecciones subareolares de radiocoloide y azul vital de fo r­
de pene no fue co m p le ta m e n te apreciado en su m o m e n ­ ma segura y eficaz. A u n q u e e m p le a n d o la técnica de loca­
to. En 1992, M o rto n y cois.46 plan te a ro n de fo rm a in d e ­ lización del g anglio centinela m ediante la inyección de azul
pe n d ie n te la hipótesis del g a n g lio centinela. Recogemos vital subareolar para realizar el m apeo linfático se obtie n e
parte de su trabajo sobre el m e lanom a cutáneo prim ario: un é xito aceptable, aña d ir la detección con un radionúcli-
d o o radiocoloide increm enta la eficiencia de la técnica, y
Se ha desarrollado un nuevo procedimiento para de­
la m o rb ilid a d a um enta m ínim am ente».
tectar el ganglio centinela con un colorante vital que per­
De acuerdo con Sm ith y cois.50:
mite la detección intraoperatoria del ganglio centinela, que
es el ganglio más próxim o al melanoma y con la probabi­ La inyección subareolar fue más segura, incluso más
lidad más alta de albergar la primera metástasis. Éste se que la inyección peritum oral para la localización del g a n ­
puede extirpar para un estudio intraoperatorío inmediato glio centinela. Esta técnica es más simple que la inyección
que perm ita identificar clínicamente células cancerígenas peritumoral, y no precisa una inyección radioguiada en las
ocultas. Hemos identificado con éxito 794 ganglios centi­ lesiones no palpables.
nelas de 2 3 7 casos, y hemos detectado metástasis en 40
Foster51 afirma lo siguiente: «Si los datos iniciales52 in d i­
(21% ) (...) Las metástasis las detectamos en 4 7 (18% ) de
can que no hay evidencia de metástasis en el g a n g lio cen­
2 5 9 ganglios centinelas, mientras que detectamos metás­
tinela, la p ro b a b ilid a d de detectar metástasis en otros g a n ­
tasis en ganglios no centinelas en sólo 2 de 3.079 g a n ­
glios es m u y baja (< 2 % ). Si esto se dem uestra con otros
glios procedentes de 194 linfadenectomías en las que se ha­
estudios confirmatorios, la disección axilar com pleta se pue­
bía identificado el ganglio centinela, lo cual representa una
de evitar entre la m ita d y las dos terceras partes de las pa­
tasa de falsos negativos del 1%. Por tanto, esta técnica
cientes con carcinom a de mam a invasivo».
identifica, con un alto grado de seguridad, a los pacientes
Snider y cois.53 p u b lica n que en la e sta dificación del
con estadios precoces de enfermedad que presentan ade-
cáncer de m am a, la biopsia del g a n g lio centinela realizan­
nopatías y que pueden beneficiarse de una linfadenecto­
do cortes seriados y el estudio ¡n m u n o h is to q u ím ic o p re d i­
mía radical.
cen el estado de los ganglios axilares, y es posible que sus­
tituyan y eviten la linfadenectom ía axilar com pleta, con sus
Para el a u to r principal (JES), los aspectos de anatomía, consiguientes secuelas.
biología y cirugía hacen que el c o n ce p to de ga n g lio c e n ti­ Linehan y cois.54 prop o n e n para localizar el ganglio cen­
nela sea quizás difícil de aceptar. C iertam ente, son necesa­ tinela la utilización de azul vital y la técnica isotópica e m ­
rios más estudios sobre la anatom ía to p o g rá fica del g a n ­ pleando sulfuro coloide de Tc99m.
g lio ce n tin e la para d o ta r de más e n tid a d fisio ló g ica y Velanovich y Szymanski55 estudiaron 827 pacientes con
anatóm ica a la técnica. La biología del cáncer es un p ro ­ carcinom a de la glándula mam aria en las que se había rea­

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lizado la llnfadenectom ía axilar, y observaron que el 8 ,3 % W in e r y cois.17 afirm an: «Los resultados iniciales del m a ­
desarrollaron llnfedem a, que reduce su calidad de vida. Ar­ peo linfático y de la biopsia del g a n g lio centinela son m u y
g u m e n ta n que el em p le o de la blopsia selectiva del g a n ­ prom etedores. De todas formas, es necesario realizar una
glio centinela, con la disección selectiva de la axila, es útil correcta valoración de la técnica y de la selección de las pa­
para d ism in u ir la incidencia de linfedem a. cientes y evitar la realización de la técnica en centros no
Nwariaku y cois.56 a firm an que la biopsia del g a n g lio acreditados y en poblaciones no seleccionadas. Todavía es
centinela predice con seguridad el estado de los ganglios necesario determ inar si la técnica del ganglio centinela pue­
axilares en el cáncer de m am a y tiene gran valo r en el tra ­ de reemplazar la linfadenectom ía axilar y si se podría trans­
tam ie n to q u irúrgico de este cáncer. Rubio y cois.57 tam bién fo rm a r en un p ro c e d im ie n to estándar para el tra ta m ie n to
afirm an que la biopsia selectiva del g a n g lio es un p ro ce d i­ de las pacientes diagnosticadas de cáncer de mam a con
m ie n to de estadificación m u y seguro en el tra ta m ie n to de ganglios positivos o negativos.»
las enfermedades malignas de la m am a. Bas y cois.58 p ro ­ Lucci y cois.62 escriben:
ponen que el m apeo linfático y la biopsia del g a n g lio cen­
La biopsia selectiva del ganglio centinela ha supuesto
tinela son procedim ientos indispensables para el tra ta m ie n ­
un gran avance en el tratamiento quirúrgico del cáncer de
to del cáncer de mam a.
mama, pero aún hay cuestiones p o r determinar, incluyen­
Tanis y cois.59 co m e n ta n sobre el m ap e o linfático:
do el empleo sistemático de técnicas de inmunohistoquí-
La elección del tratam iento más adecuado del cáncer mica fuera de centros en los que se realizan ensayos clíni­
de mam a incluye la realización de un mapeo linfático para cos y sin tener en cuenta la experiencia del equipo quirúrgico.
detectar el ganglio centinela. La técnica de inyección super­ Proponemos que los cirujanos con un número alto de p a ­
ficial es eficaz cuando el propósito es evitar linfadenecto- cientes con cáncer de m am a realicen linfadenectomía axi­
mías axilares innecesarias en pacientes sin metástasis axi­ lar para confirmar la idoneidad del procedimiento, y des­
lares. La técnica de inyección intraparenquim atosa debe pués incluyendo estas pacientes en ensayos clínicos que se
emplearse cuando el propósito adicional es identificar el estén desarrollando en ese momento. Estos ensayos pueden
estadio con exactitud y la localización de otros ganglios responder a las cuestiones planteadas en la práctica del
centinelas. ganglio centinela, protegiendo los intereses de las pacien­
tes con la información y el consentimientos adecuados.
Feldman y cois.60 afirman que la técnica del ganglio cen­
tinela es segura para predecir el estado de los ganglios axi­
lares, pero que no debe realizarse en pacientes sometidas
a escisiones amplias de tejidos antes de la radiolocalización
del gan g lio centinela. Sus trabajos concluyen que la b io p ­
sia escisional debe evitarse antes de la detección del g a n ­
glio centinela (Figs. 3.23 y 3.24).
C iu lia n o 61 afirma: «No hay duda de que la técnica del 4 sitios de inyección
g a n g lio centinela predice con seguridad el estadio p a to ló ­
gico de las pacientes del cáncer de mam a.»

3 Perlas clínico-quirúrgicas
Ganglio centinela
Muchos investigadores no han encontrado problemas
relacionados con la precisión del procedim iento del gan­
glio centinela después de una biopsia escisional. Yo prefie­
Vía del drenado
ro practicar esta técnica en el m om ento de la escisión, des­ linfático
pués de haber establecido un diagnóstico por biopsia de
aguja, pero no excluyo a un paciente porque se le haya
practicado anteriormente la biopsia escisional. Se ha suge­ Cavidad de una biopsia amplia

rido que los seromas grandes, después de la escisión del


tumor, sean los primeros en ser aspirados, para concentrar F ig u r a 3 .23. Las inyecciones en el tejido peritumoral de la
el material que se ha inyectado en el procedim iento del zona de la biopsia escisional p ueden impedir la localización
ganglio centinela en un menor volumen de tejido. (RSF Jr) del ganglio. Las incisiones amplias previas a la técnica incre­
m e n ta n el núm ero de falsos negativos, [fel]

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• Skandalakis

Mama

W inchester y cois.69 proponen que si el ganglio cen tin e ­


Localización de las inyecciones
la está libre de enferm edad metastásica, en pacientes con
cáncer de mama no se debe practicar la linfadenectomía axi­
Anatomía quirúrgica

lar. Por de finición, el gan g lio centinela es el p rim e r ga n g lio


que recibe la linfa procedente del tu m o r p rim ario. Hsueh
y cois.70 p ro p o n e n la biopsia del g a n g lio centinela co m o
un m é to d o para d e te rm in a r el estado p a to ló g ic o de la a xi­
la tan seguro c o m o la disección axilar y m enos invasivo.
De todas formas, previenen sobre la variabilidad de la té c­
nica d e p e n d ie n d o de la capacidad del cirujano para id e n ­
tifica r el g a n g lio centinela, y advierten de que no debe evi­
tarse la lin fa d e n e c to m ía hasta q u e el c iru ja n o no esté
Ganglio centinela acreditado en la práctica de la técnica.
Kern71 dem uestra que «el estudio de los ganglios con
Vía de la in y e c c ió n de c o lo ra n te en el p le x o s u b a re o la r tie n e
drenado
una frecuencia de éxito alta, ausencia de falsos negativos
linfático
y una curva de aprendizaje rápida». M o r r o w y cois.72 cues­
Cavidad residual
de la lesión tio n a n en su estu d io las ventajas de realizar una técnica
que es más costosa y difícil de em ple a r (el colo ra n te y el
isótopo), frente al em p le o sólo del azul vital, aunque el ci­
Fig. 3 .24. La ilustración muestra las inyecciones alrededor de rujano deba cono ce r ambas técnicas. M o rto n y O llila73 ar­
la biopsia y el drenado linfático al ganglio centinela. Las in ­
g u m e n ta n lo siguiente sobre la «teoría del g a n g lio ce n ti­
yecciones múltiples p ueden mejorar la seguridad del m apeo
nela»:
linfático, [fe l]
El mapeo linfático intraoperatorio y la linfadenecto­
mía del ganglio centinela (ML/LC) tienen un valor diag­
nóstico potencial para el tratam iento del cáncer de m am a
y otros tumores sólidos que m etastatizan en los ganglios
regionales antes de hacerlo en otras localizaciones, pero
no se ha podido demostrar un beneficio en la superviven­
cia p o r la escisión precoz de tumores con ganglios afecta­
dos; p o r tanto, la ML/LC no tendría relevancia clínica. En
Tafra y cois.63 p ro p o n e n unos criterios para acreditar la
otras palabras, a menos que el tu m o r metastatice en los
aceptación institucional de la técnica del g a n g lio ce n tin e ­
ganglios antes que en otras localizaciones, los tumores
la en lugar de la linfadenectom ía axilar, ya que las biopsias
con GC positivo se considerarán simplemente un m arca­
mal realizadas pueden pueden acarrear un nú m e ro exce­
dor del fenotipo metastásico. Es esperanzadora la posibi­
sivo de falsos negativos.
lidad de desarrollar pruebas sanguíneas y de tejidos em­
Bland64 a firm ó que el estado de los ganglios linfáticos
p leando técnicas específicas moleculares y marcadores
axilares es el factor pronóstico más im porta n te sobre la evo­
inmunológicos pa ra diagnosticar el estadio de la enfer­
lu c ió n del c á n ce r de m am a. Bland y cois.65 obse rva ro n
medad, es decir, el paso secuenciaI de las metástasis des­
que la supervivencia a los 10 años de las pacientes en es­
de el tu m o r a los ganglios axilares, y desde a q u í a las me­
tadios I y II es peor en las que no se realiza la linfadenec­
tástasis ganglionares distales. Así, se p o dría establecer
tom ía axilar. Pack y T hom as66 afirm aron que la positividad
una opción terapéutica para realizar linfadenectomía mien­
de los g a n g lio s axilares en estadios precoces de la e n ­
tras el tu m o r se encuentra confinado al g a n g lio centine­
ferm edad es una indicación para realizar linfadenectom ía
la. Por muy llam ativa que sea la teoría del gan g lio centi­
axilar.
nela, hasta que no se realicen ensayos multicéntricos con
Mustafa y cois.67 dem uestran que los tu m ores de pe­
linfadenectomía selectiva que demuestren el beneficio p ro­
qu e ñ o ta m a ñ o no afectan a la supervivencia, y que el es­
nóstico, la teoría se m antendría como hipótesis con esca­
ta d o de los ganglios es el fa cto r p ro nóstico más im p o rta n ­
so soporte científico.
te.
Desde un p u n to de vista a n atóm ico, nosotros c o in c id i­ V e tto y c o is .75 c o n c lu y e n que para realizar un d ia g ­
mos con Bale y cois.58: «En los cuadrantes superiores o en nóstico seguro de una tu m o ra c ió n m am aria en hom bres
los tu m o re s profu n d o s, los ganglios interpectorales p u e ­ es fu n d a m e n ta l la exploración y la p u n ció n con aguja fina.
den ser la localización de las metástasis más precoces; esto Estos a u to re s76 a firm a n que los fa cto re s p ro n ó s tic o s en
puede dar lugar a resultados falsos negativos en las b io p ­ el cáncer de m a m a en el va ró n son similares a los de la
sia selectivas de g a n g lio centinela.» mujer.
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Mama 3
Al con tra rio de lo que ocurre con la evidencia a n a tó m i­
ca, en la m o rta lid a d existen marcadas diferencias entre le­
siones de diferente localización en la mam a. En una serie de
142 pacientes publicada p o r Skandalakis y cois.77, el cua­
drante inferior in te rn o es el que se ve afectado con menos
frecuencia, pero es el que presenta una m ortalidad más alta
(Fig. 3.25).
C ady78 plantea el cáncer de m am a c o m o una e n fe rm e ­
dad progresiva de evolución larga; no la considera sólo una
enferm e d a d sistèmica, y plantea unos prin cip io s básicos Incidencia
sobre cirugía o n cológica. de 3 2 8 casos

• La extensión de la radicalidad al e x tirp a r la lesión local


puede afectar a la recurrencia, pero no a la supervivencia
de las pacientes.
Lat. M ed.
• Los ganglios afectados son indicadores del estadio de la
enfermedad, pero no son controladores de los resultados.
• Las células metastásicas que anidan y crecen en los g a n ­
glios linfáticos pueden no tener esta capacidad para ha­
cerlo en otras localizaciones.
Desde una perspectiva más reflexiva, Cady concluye:
Cuando miro hacia atrás en el tratam iento del cáncer
de m am a desde m i formación en los años sesenta, en los
que se realizaba la mastectomia radical, a las pacientes
tratadas en el año 2000, sólo me puedo im aginar lo ridícu­
los que les parecerán nuestros procedimientos terapéuti­
cos a nuestros sucesores en el año 2015.
M o r to n 79 plantea en el m ism o sentido:
Una lesión mamográfica que un experto radiólogo p ro ­
pone revisaren tres meses, una lesión extirpada mediante
biopsia escisional que no muestra signos macroscópicos de
malignidad, una pieza de mastectomia con dos ganglios lin­ F ig u ra 3 .2 5 . A. Localización de los tumores en 328 pacien­
fáticos afectados, una paciente que vive sana 75 años des­ tes. El cuadrante superoexterno es el que se ve afectado con
pués de recibir quimioterapia. ¿Cuál de estas circunstan­ más frecuencia. B. M ortalidad de los tumores a los cinco años
cias representa un triunfo en el tra tam iento y cuál en el según su localización. Los tumores del cuadrante inferointer-
seguimiento adecuado? ¿ 0 sólo representan diferentes fa ­ no son los que tienen peor evolución. [sk4\
ses de la historia natural de una enfermedad en una pacien­
te en particular? Yo todavía me lo pregunto.
C oincidiendo con Cady (citado previam ente), Cervasi y
cois.80 observan que «las metástasis linfáticas son in d ic a d o ­
res pronósticos, pero no controladores de la enferm edad». anatóm icos, biológicos y quirúrgicos de los ganglios linfá­
El au to r principal de este capítulo opina que deben rea­ ticos en general y del ga n g lio centinela en particular.
lizarse más trabajos de investigación para estudiar aspectos N o es nuestra inte n ció n entrar en la controversia sobre
las ventajas de la técnica del ga n g lio centinela, ni c o m e n ­
tar las ventajas del tra ta m ie n to radioterápico o q u im io te rá -

* ] Perlas clínico-quirúrgicas pico o la c o m b in a ció n de varios tra tam ientos. La biología


del cáncer todavía no se conoce p o r c o m p le to . DeCosse81
afirm a que el a b a n d o n o de la m astectom ía radical ha sido
Los datos recogidos en estudios prospectivos en un gran prem aturo. Las aguas están turbias, debem os esperar a que
número de pacientes en el ensayo NSABP (Nacional Surgi- se aclaren.
cal Adjuvant Breast Project) no han demostrado una asocia­ O rr y cois.82 p ro p o n e n la disección axilar en todas las
ción entre la localización del tu m or de la glándula mama­ pacientes con cáncer de m am a. La disección axilar sólo
ria y el pronóstico74. (RSF Jr) puede omitirse en las mujeres en las que se realiza una biop-
sia selectiva del ga n g lio centinela precisa.

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• Skandalakis

Mama

Perlas clínico-quirúrgicas
Anatomía quirúrgica

Muchos cirujanos no extirpan un borde de tejido «sano» tejido sano, y el resultado estético suele ser peor. El térm ino
al realizar una biopsia escisional, y en lesiones benignas no es mastectomía total se emplea para indicar la extirpación de
necesario. En una tumorectomía por cáncer de mama invasi­ todo el tejido glandular (como en una mastectomía radical
vo, es suficiente tener un margen sano de al menos 1 mm en modificada), ya que en el pasado se han realizado muchas
las pacientes que van a recibir tratamiento con radioterapia. mastectomías simples con extirpación incompleta del tejido
Los términos empleados para describir los diferentes tipos glandular. Para mejorar los resultados estéticos de la cirugía
de mastectomía pueden crear confusión al ser empleados de de reconstrucción se ha desarrollado la mastectomía subcu­
forma diferente por distintos autores. Tumorectomía se em­ tánea y la mastectomía con preservación cutánea. El térm i­
pleó al principio com o un término peyorativo, pero se acep­ no mastectomía subcutánea se refiere a la extirpación de
ta en la actualidad para indicar la extirpación de un tum or con prácticamente toda la glándula, preservando sólo la zona
margen de tejido sano. Otros términos que suelen utilizarse posterior al complejo areola-pezón. La mastectomía con pre­
en lugar de tum orectom ía, con el mismo significado, son servación cutánea preserva la mayor cantidad posible de te­
mastectomía parcial, segmentectomía o tilectomía. La cua- jido cutáneo, extirpando la mayor parte del tejido ganglio­
drantectomía precisa la escisión de una mayor cantidad de nar y el com plejo areola-pezón. (RSF Jr)

A n a t o m ía del l e c h o t r ia n g u l a r
DE LA MASTECTOMÍA

El lecho tria n g u la r de la m astectom ía se fo rm a m edial­


m ente por el borde del pectoral m ayor y m e nor (Fig. 3.19),
lateralm ente p o r el bord e medial del dorsal ancho, y en la
Retractores
parte superior p o r la vena axilar. El m úsculo serrato ante­
rior y el subescapular fo rm a n el suelo del triá n g u lo . El ner­
vio torácico largo (de Bell) se encuentra sobre la superficie
externa del m úsculo serrato an te rio r al nivel de la línea axi­
lar; el nervio toracodorsal y subescapular se encuentran so­
bre el m úsculo subescapular.
El lecho tria n g u la r en una m astectom ía radical m o d ifi­
cada, descrita por Pickren y cois.83, es similar, pero consi­ M a rge n a x ila r
deran el bord e m edial el m argen axilar del m úsculo p e c to ­ retraído
(pectoral es
ral m ayor separado m edia lm e n te (Fig. 3.26). Esto da lugar
m a y o r y m enor)
a un triá n g u lo más pequ e ñ o pero suficiente para realizar
la disección axilar correctam ente.
Después de extirpar la mama y la fascia subyacente, una
correcta disección consiste en: 1) e x tirp a r todos los restos
de fascia pectoral hasta el borde axilar; 2) entrar en la axi­
la a b riendo la fascia axilar; 3) realizar la disección de la fas­
cia del pectoral m e n o r (fascia cleidopectoral); 4) exponer
la vena axilar; 5) disecar la grasa y ganglios axilares hacia
abajo, después de ligar las tributarias de la vena a la pared
torácica; 6) c o n tin u a r la disección hacia abajo extirp a n d o
la aponeurosis del serrato a n terior y el m úsculo subesca­
pular, llegando al bord e medial del dorsal ancho. C uando
se han realizado los pasos anteriores, el triá n g u lo está lim ­ F ig u ra 3 .2 6. Lecho triangular de la mastectom ía radical m o ­
pio. M a d d e n 84 ofrece una descripción m u y detallada que dificada. El triángulo es ligeramente más peq ueño que el de la
merece la pena leer. Fig. 3.19. [ski]
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Mama 3
vena axilar fue considerada una causa im p o rta n te de la fo r­
C o m p lic ac io n e s a n a tó m ica s m ación del edem a. Estudios posteriores88,89 han d e m o stra ­
d e la m astecto m ia d o que ésta no es la causa; la causa del edema es la obstruc­
ción y la destrucción de los conductos linfáticos, que aparece
de fo rm a transitoria en la m ita d de las pacientes sometidas
a m astectom ía radical.
P iel

Los colgajos de piel deben ser finos, asegurando la e x­


tirpación de to d o el te jid o g la n d u la r y de la grasa para evi­ Le s io n e s de ó r g a n o s
tar la recurrencia de cáncer. Si se realizan los colgajos con
Se puede p ro d u c ir un n e u m o to ra x dura n te la ligadura
bisturí frío o eléctrico es algo que de p e n d e de las preferen­
de los vasos perforantes. El cirujano debe emplear pinzas he­
cias del cirujano. En la m astectom ía la c o m p lica ció n más
mostáticas curvas y n o pinzas de á n g u lo recto. El n e u m o ­
frecuente de la piel es la necrosis cutánea.
to ra x se resuelve de fo rm a sencilla, pero una posible c o n ­
Una incisión incorrecta en la axila puede dejar una ci­
ta m in a ció n con células tum orales de la cavidad pleural es
catriz que lim ite los m o v im ie n to s del brazo. También p u e ­
una c o m p lic a c ió n grave. Z in te l y N a y 86 han d e scrito un
de p ro d u c ir recurrencia local. La escisión debe ser lo sufi­
caso de n e u m o to ra x en 249 mastectomías radicales conse­
cientem ente am plia c o m o para e x tirp a r un m argen de piel
cutivas.
y tejido glandular no afectados por el tu m o r m aligno alrede­
dor de la lesión de al menos 3 anchos de dedo (unos 5 cm).

Le s io n e s n e r v io s a s

Le s io n e s vasculares
Nervio toracodorsal
Las causas más frecuentes de h e m orragia en las mas-
Si se lesiona el nervio toracodorsal (subescapular m e ­
tectomías son:
dio), se d e bilita la rotación y la ab d u cció n del brazo, au n ­
• Lesión de las arterias y venas perforantes, especialmente que no se p ro d u ce d e fo rm id a d .
las del p rim ero y segundo espacios intercostales.
• Lesión de la vena axilar y sus tributarias.
Nervio torácico largo
• Lesión de la arteria axilar y sus ramas.
La sección del nervio produce una d e fo rm id a d c o n o c i­
La pérdida sanguínea dura n te una m astectom ía radical
da c o m o en escápula alada.
se ha estim ado en unos 732 m i85.
Los vasos perforantes deben ser ligados; los tres p rim e ­
ros son dem asiado gruesos para cauterizarlos. La vena axi­ Nervios pectorales
lar, si se rom pe, se debe ligar. La arteria axilar raram ente se (torácicos anteriores)
lesiona86, pero si lo hace se debe reparar clam pando con dos
La lesión desapercibida del nervio pectoral lateral p ro ­
pinzas Bulldog.
duce una atrofia de la región clavicular del músculo, p ro d u ­
El edema p o stoperatorio del brazo es una secuela h a b i­
cien d o una d e fo rm id a d antiestética justo debajo de la cla­
tual de la m astectom ía radical y de la linfadenectom ía axi­
vícula.
lar extensa. De acuerdo con Horsley87, a p ro xim a d a m e n te
Si se lesionan las ramas de uno o am bos pectorales, el
un 10% de las pacientes sometidas a mastectomía radical
resultado es la atrofia del pectoral m a yo r y menor.
experim entan linfedema. Hace tie m p o , la obstrucción de la

Plexo braquial
] Perlas clínico-quirúrgicas Es posible la lesión directa del plexo, pero la m ayor par­
te de las lesiones se producen por una elongación excesi­
La mayoría de los desgarros de la vena axilar se deben va de los nervios durante la intervención quirúrgica. En una
a la avulsión de la entrada de una rama; esto es más pro- serie de 2 4 9 mastectomías, Z intel y N ay86 describen una
blable si se colocan pinzas grandes en la vena antes de re­ lesión del plexo con repercusión transitoria.
alizar la división. La técnica que yo realizo habitualmente
consiste en ligar las tributarias de la vena axilar antes de la
división para evitar poblemas; si una vena axilar lesionada C o m p l ic a c io n e s de l o s c o l g a j o s
se puede ligar, debería ser posible reparar la lesión en casi
Stevenson90 e studió las com plica cio n e s de los pro p io s
todos los casos. (RSF Jr)
colgajos y de la cirugía, y c o n clu yó que se debe te n e r un
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• Skandalakis

Mama

Perlas clínico-quirúrgicas
Anatomía quirúrgica

No puedo creer que el últim o apartado de este capítulo razones que no excluyen totalm ente la posibilidad de que
refleje la o pinión de Fisher y cois.93. Aunque ellos afirman los ganglios afectados sean «instigadores» de la enfermedad
que las metástasis ganglionares regionales son indicadores a distancia. Desde metástasis ganglionares se han demostra­
primarios de riesgo de enfermedad a distancia más que fa­ do metástasis a distancia en modelos animales. La radiotera­
vorecedores de la enfermedad, recomiendan algo más que pia regional reduce las recidivas y mejora el pronóstico del
una disección axilar inferior. Sus datos han demostrado que cáncer de mama. En un metaanálisis realizado con 35 ensa­
tiene im portancia pronostica el núm ero total de ganglios yos aleatorios sobre radioterapia regional no se ha demostra­
afectados por metástasis, y también que menos de 9 gan­ do una reducción de las muertes totales, pero sí disminuye­
glios analizados no permiten una estadificación segura de la ron las muertes asociadas al cáncer de mama e incrementaron
axila. La disección debe incluir los niveles II y III. las producidas por causas cardiovasculares91. El mejor factor
Mi punto de vista es que las metástasis ganglionares axi­ pronóstico e indicador de evolución de la enfermedad a dis­
lares tienen un valor tanto pronóstico com o biológico. El va­ tancia y muerte en pacientes con cáncer de mama es el es­
lor biológico reside en que, en prim er lugar, si no son extir­ tado de los ganglios axilares. La posibilidad de diagnosticar
pados, los ganglios afectados puede hacer progresar la mediante la biopsia selectiva del ganglio centinela el estado
enfermedad y dar lugar a morbilidad asociada. En segundo de la axila es la esperanza actual. En pacientes con una pro­
lugar, la posibilidad de que un pequeño porcentaje de pacien­ babilidad baja de tener ganglios afectados, la m orbilidad de
tes tenga más ganglios afectados es un dato que está por la cirugía axilar y /o la radioterapia no son aceptables. Estas
determinar. No se han demostrado diferencias con ensayos pacientes deben ser seguidas clínicamente de manera con­
aleatorios entre la disección axilar profiláctica y la observación trolada, de forma que si aparecen metástasis ganglionares
y disección sólo en los casos positivos, aunque estos ensa­ reciban el tratam iento adecuado antes de que progrese la
yos no han sido lo suficientemente extensos. Existen otras enfermedad. (RSF Jr)

c o n o c im ie n to a n a tó m ic o c o m p le to de la a n a to m ía vas­ dos p o r el p a tó lo g o . En el segundo g ru p o , el 7 ,7 % no fu e ­


cular de estos colgajos para realizar una cirugía satisfac­ ron encontrados en el p rim e r exam en. En un paciente, un
toria. n o d u lo exam in a d o en el se gundo estudio d e m o s tró m a­
lignidad.
La m ayor parte de los ganglios no detectados al p rin ­
P r o c e d im ie n t o in a d e c u a d o
c ip io eran m u y pequeños y no palpables en el te jid o en
Para algunos cirujanos, el único p ro ce d im ie n to adecua­ fresco extirpado. Estos ganglios son difíciles de ver después
d o es realizar una m astectom ia radical. Este m é to d o , en el de semanas fijados en fo rm o l. Para d e te ctarlos, el p a tó ­
que se extirpa la glándula mamaria com pleta y los ganglios lo g o debe realizar cortes cinco veces más finos y to m a r
axilares, está cuestionado actualmente po r un gran núm ero muestras.
de cirujanos. Nosotros no entrarem os en esta cuestión. ¿Cuál es el p u n to de vista actual sobre la disección axi­
O tra m edida para valorar la aplicabilidad de una mas­ lar? Hace 20 años Fisher y cois.93 afirm aron que los ganglios
te cto m ia es el nú m e ro de ganglios que se han e x tirp a d o y regionales son indicadores pronósticos pero que no favore­
que han sido estudiados po r el patólo g o . cen la aparición de enferm edad a distancia. A firm aron que
Skandalakis y cois.92 reexaminaron los especímenes q u i­ la disección de la parte inferior de la axila es suficiente para
rúrgicos procedentes de 24 m astectom ías radicales y 20 estadiar la enferm edad. Según ellos, la e xtirpación de un
mastectomías modificadas. En el p rim e r grupo, el 19 ,5 % de n ú m e ro suficiente de ganglios p e rm ite realizar un análisis
los ganglios extirpados en la operación no fueron dete cta ­ cualitativo correcto del estado de los ganglios axilares.

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C A P 1 r *U L o

Mediastino
G e n e L. C o lb o rn ; Jo h n E. Skandalakis; Petros Mirilas; Thom as A. W e id m a n ; P a n a g io tis Sym bas

Una prueba sólida de que el corazón ocupa la región media del tórax es la pequeña mem brana denominada mediastino; del
mismo modo que esta mem brana divide todo el tórax en dos partes iguales, también divide igual el corazón. Esto no sería así
si el corazón no ocupara el centro exacto del tórax. No voy a decir más sobre este tema porque pienso que usted estará sobra­
damente convencido p o r la evidencia de sus propios ojos y de su razón. Porque yo sé que hay dos instrumentos mediante los
cuales siempre buscamos la verdad: uno es la razón, el otro es la experiencia. Cualquiera que se rebele contra ellos, especial­
mente cuando coinciden sus resultados, debería ser proscrito, en m i opinión, como un enemigo acerbo del conocimiento.

Andrés de Laguna (1535)'

El térm ino «mediastino» significa «estar en el medio». En te rio r del tórax). El mesoesófago ventral es una c o n tin u a ­
su sentido anató m ico esta palabra se refiere a la región que ción del mesoesófago dorsal; su destino e m b rio ló g ico ta m ­
está a p ro x im a d a m e n te en la línea media entre los dos p u l­ bién es p ro p o rc io n a r apoyo al esófago.
mones y sus cubiertas pleurales. Es la región que ocupan Durante la vida em brionaria el mesoesófago dorsal c o n ­
p rin cip a lm e n te el corazón, los grandes vasos, la tráquea y tiene diversos órganos, co m o el esófago, la aorta dorsal y
los bronquios, el esófago y el tim o . las venas cardinales. Después co n tie n e los linfáticos, a lg u ­
nos nervios y los dos troncos sim páticos. El mesoesófago
ventral co n tiene los pulm ones, el p ericardio y el corazón.
Historia El mesoesófago es una de las entidades e m b riológicas que
c o n trib u y e n a la fo rm a ció n del diafragm a.
En la Tabla 4.1 se muestra la historia anatóm ica y q u i­ Si es cierto, c o m o d ijo Langerbartel, que el m ediastino
rúrgica del mediastino. es sólo la zona form a d a p o r el mesoesófago dorsal y v e n ­
tral, entonces la relación entre los órganos mediastínicos
no es sólo de p ro x im id a d anatóm ica, sino ta m b ié n de o ri­
gen e m b rio ló g ic o ; p o r lo ta n to , el cirujano que está en el
q uiró fa n o debe recordar estas relaciones anatóm icas y e m ­
D esarrollo normal briológicas.

Según M o ore y Persaud2, el mediastino del em b rió n es


una masa mesenquimatosa (tejido conectivo em brionario) A n o m a l ía s c o n g é n it a s
que se extiende desde el esternón hasta los cuerpos vertebra­
Las anomalías congénitas del m e diastino son las de los
les y que separa los pulmones en desarrollo. El esófago tiene
órganos que están en su interior, y p o r lo ta n to se analizan
dos mesenterios, el dorsal y el ventral, que m u y probable­
en los capítulos que tratan esos órganos específicos.
mente permanecen de alguna forma en la vida adulta. Son res­
ponsables de la form ación del mediastino, una génesis que
produce confusión y diferencias de opiniones (Fig. 4.1).
Errores sobre el espacio m ediastínico, o la pared me-
diastínica, aparecen en varios libros. Este espacio e n ig m á ­
tico, el m ediastino, está fo rm a d o to ta lm e n te p o r los m e ­ Los límites del m ediastino están señalados p o r estruc­
senterios esofágicos, por lo tanto por el mesoesófago adulto turas ta n to óseas co m o viscerales, que incluyen el esternón,
c o m p le to (Fig. 4.2). Langerbartel3 pensaba que la pleura los elem entos costales, las vértebras torácicas, el pericar­
visceral de los pulm ones era la co n tin u a ció n de la pleura dio, la pleura mediastínica y el diafragm a. Estos límites son
mediastínica. los siguientes:
El mesoesófago dorsal es un mesenterio inicial que da • Anterior (esternal): Desde la escotadura y u g u la r del ester­
soporte al esófago desde la línea media dorsal (pared pos­ nón hasta la apófisis xifoides.

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Mediastino

Tabla 4.1. Historia de la anatomía y la cirugía del mediastino


Galeno (130-200 d.C.) Afirmó que la palabra timo proviene de la palabra griega eufxós, que significa alma
o corazón, y tal vez en griego m oderno, ira
Berengario da Carpi Hizo la primera descripción adecuada de la glándula timo
(1470-1550)
Felix Platter 1614 Describió la muerte por asfixia debida a la hipertrofia del timo
Von Haller 1776 Clasificó el tiroides, el tim o y el bazo com o glándulas sin conductos que liberan
sus líquidos hacia el torrente sanguíneo
Sir Astley Cooper 1832 Proporcionó la descripción anatóm ica del tim o y la descripción de un tum or en él
Rastelli 1845 Realizó timectomías experimentales
Arthur Hill Hassall 1849 Describió la histología del tim o (corpúsculos de Hassall) y el asma tímico
Friedleben 1858 Después de las timectomías mostró que la glándula tim o no es esencial para la vida
Paltauf 1889 Afirmó que la muerte súbita es secundaria a un «estado linfático» o un «estado timolinfático!
Bastianelli 1893 Extirpó un quiste dermoide del mediastino anterior después de resecar el m anubrio
Milton 1897 Utilizo la sección esternal para resecar dos ganglios linfáticos tuberculosos. La herida
se cerró con éxito después de 24 horas
Hermann 1899, 1901 Describió la asociación de enfermedades del tim o con la miastenia grave, e identificó
Oppenheim un tum or tímico en un paciente que tenía miastenia grave
Laquer y Weigert 1901 Observó un tu m o r tímico nodular en un paciente que m urió por miastenia grave,
e identificó la relación entre el timo y esta enfermedad
Pollosson y Piery 1901 Cirugía de un quiste tímico cervical; el paciente murió
Veau 1910 Realizó una timectomía transcervical subescapular subtotal para el alivio de la presión
tímica
Sauerbruch 1911 Realizó una timectomía transcervical en u n paciente que tenía miastenia. La glándula
estaba hipertrófica, pero n o había tum or
Von Haberer 1917 Realizó una timectomía transcervical parcial en un paciente que tenía miastenia grave
sin aum en to de tam añ o del timo
Crotti 1918 Utilizó radiaciones para tratar la hiperplasia tímica. Afirmó que el nom bre timo procede
de la hierba d enom inada en griego (hi^os y «tomillo» en español m oderno
DuBois 1926 Resecó un adenom a paratiroideo que encontró en el mediastino de un paciente
que tenía osteítis fibrosa quística secundaria a hiperparatiroidismo
Harrington 1929 Realizó u n a operación transpleural del m ediastino
Boyd 1932 Afirmó que no se acepta la atribución de Paltauf de «estado linfático» o «estado
timolinfático» com o causa de la muerte súbita
Blalock y cols. 1936 Utilizando una esternotomía media, resecó un tim om a de una m ujer de 19 años que
tenía miastenia grave, lo que dio lugar a una reducción de los síntomas de miastenia
Hyde y cols. 1944 Resección con éxito de u n quiste tímico cervical
Bradford y cols. 1944 Resección con éxito de un quiste tímico mediastínico
Keynes 1946 Resecó la glándula timo m ediante una sección esternal, poniendo énfasis
en la vascularización del timo
Allison 1946 Describió una operación que incluía una neum onía periférica con disección del tejido
mediastínico y de los ganglios linfáticos (neum onectom ía radical)
Smart 1947 Resección con éxito de un quiste tímico mediastínico
Wagensteen 1949 Describió su mastectomía superradical para tratar el cáncer de mama. Esta operación
incluía un abordaje cervicotorácico y una esternotom ía media con disección
supraclavicular, disección mediastínica superior y resección de la cadena mamaria
interna de ganglios linfáticos
Carlens 1950 Describió y desarrolló el mediastinoscopio
Harken 1954 Utilizó la mediastinoscopia para obtener muestras de ganglios linfáticos del mediastino
superior y de las regiones paratraqueales
Carlens 1959 C on un mediastinoscopio diseñado de manera específica exploró el mediastino a través
de una incisión en la escotadura supraesternal
Lodbell 1959 Describió el caso de un recién nacido que tenía agenesia de las glándulas paratiroides y time

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Mediastino 4
Tabla 4.1. Historia de la anatomía y la cirugía del mediastino (Continuación.)

Kaplan 1960 Utilizó radiaciones de megavoltaje para tratar diversos tumores malignos del interior
del mediastino
DiGeorge 1965 Asoció la hipocalcemia congènita, la aplasia del tim o y los defectos de la inm unidad
celular
Grillo 1966 Desarrolló la traqueostom ía mediastínica con u n colgajo en mandil torácico superior
bipediculado
Naigaishi 1972 Clasificó los ganglios linfáticos broncopulm onares
Heitzman 1977 Utilizó la aorta y la ácigos com o límites para clasificar la anatom ía mediastínica
Chasen y LaMasters 1981 Realizaron u n atlas de tomografia mediastínica
Krespi y cols. 1985 Realizaron la disección mediastínica utilizando u n colgajo m iocutáneo del pectoral
mayor en una etapa
Davis y cols. 1987 Tabularon las frecuencias de diversos tum ores y quistes mediastínicos primarios
Joyce y McGrath 1990 Reinfundieron con éxito la sangre mediastínica vertida durante la operación
Vilm ann y cols. 1993 a 1995 Fueron los pioneros de la ecografía endoscópica y de la biopsia m ediante aspiración
con aguja fina de las lesiones mediastínicas
Trenin 1994 a 1997 Estudiaron los nervios cardíacos cervicales
Langen y cols. 1995 Realizaron la dilatación artificial del mediastino para la biopsia de cadáveres
Gieger y cols. 1995 Estudiaron la anatom ía quirúrgica de la u n ión cervicotorácica

La Tabla ha sido elaborada por David A. McCItisky IH y John E. Skandalakis.

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171

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* Skandalakis

Mediastino

Mesoesófago Aortas dorsales


dorsal temprano Mesoesófago
Anatomía quirúrgica

ventral tem prano

Vena cardinal
Pulmón
izquierda

Los esbozos
pulmonares están
. , ventrales al esófaqo
4 .a s e m a n a 3

LAS DOS PAREDES MEDIALES


DE LOS TUBOS PLEURALES DAN 4 sem anas
SOPORTE AL ESÓFAGO
Corazón

Saco perlcárdico Mesoesófago


dorsal

Nervio frénico

El mesoesófago ventral Incluye los


esbozos pulmonares, así como su
parte del esófago

A medida que crecen los esbozos pulmonares,


la pleura visceral que los recubre protruye en
consecuencia, distorsionando así el aspecto
del mesoesófago ventral

Conducto linfático
principal

Los dos tubos pleurales comienzan a envolver el


saco pericárdlco y el corazón en el transcurso de
la expansión ventral natural de los tubos; es así
como se extiende el mesoesófago ventral

EN ESTE ESQUEMA FETAL, LAS SEROSAS PLEURALES MEDIALES


SIGUEN FORMANDO UN MESENTERIO COMPLETO PARA EL
ESÓFAGO, PERO ADEMÁS SE INCLUYEN OTRAS ESTRUCTURAS Mesoesófago
IMPORTANTES (TAMBIÉN LOS PULMONES), Y SE PUEDE dorsal
CONSIDERAR QUE EL CORAZÓN Y SU SACO PERICÁRDICO
ESTÁN CONTENIDOS EN EL MESOESÓFAGO VENTRAL
Mesoesófago ventral expandido

F ig u ra 4 .1 . Mesenterios del esófago, [la i]

• Posterior (vertebral): Desde la p rim era vértebra torácica esto ayuda a la localización y descripción precisas de las es­
hasta la decim osegunda. tructuras que están en su interior.
• Pleural (lateral): Las pleuras mediastínicas derecha e iz­ La m ayor parte de las veces se dice que el m ediastino
quierda. se s u b d iv id e en los c o m p a rtim e n to s s u p e rio r e in fe rio r
• Superior (cervical): Abertura torácica superior, raíz del cue­ (Fig. 4.3 ) por m e d io de una línea im aginaria que va desde
llo. el áng u lo de Louis (unión del m a n u b rio con la prim era es-
• Inferior (diafragm ático): Tendón central del dia fra g m a y ternebra) al disco intervertebral que está entre la cuarta y
parte de la porción muscular del diafragm a respiratorio. la quinta vértebras torácicas. Además, el m ediastino inferior
se subdivide c o n ve n cio n a lm e n te en las regiones anterior,
Es una práctica aceptada pensar en el mediastino co m o media y posterior, de m o d o que el saco pericárdico es el úni­
una región general que está fo rm a d a p o r varias subpartes; co ocup a n te del m ediastino m edio.

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Mediastino 4
Pleura mediastínica dorsal... Conducto lin fá tic o principal
OBSÉRVESE QUE LAS DOS MEMBRANAS
PLEURALES MEDIASTÍNICAS PERMANECEN
...continúa sobre el pulm ón ¡\orta torácica
BÁSICAMENTE EN LA FORMA EMBRIONARIA,
Y DE ESTA FORMA COMPONEN EL en fo rm a de ple ura visceral...
Esófago
MESENTERIO COMPLETO DEL ESÓFAGO

... que, a su vez, continúa Pulmón


ve ntralm ente como
Nervio frénico
pleura mediastínica
de nuevo
Saco pericárdico

M ediastino
Corazón
superior

M ediastino ante rio r

M ediastino
posterior ESQUEMA DEL MEDIASTINO,
0 MESENTERIO COMPLETO
DEL ESÓFAGO, INCLUYENDO
M ediastino
SU CONTENIDO PRINCIPAL
medio
Tronco sim pático

ESTAS REGIONES SE Cuerpos de las


Vena cava
DENOMINAN SEGÚN
superior vértebras torácicas
SU POSICIÓN
( MEDIASTINOS ADULTOS Nervio vago
A rteria carótida
com ún izquierda

A rte ria subclavia


izquierda
Mesoesófago
Cayado de la aorta
ventral
Mesoesófago Vasos bronquiales
dorsal y pulmonares

A o rta torácica
Nervio frénico

Esófago

VISTA DESDE EL LADO IZQUIERDO DE UN MEDIASTI­


NO DISECADO PARCIALMENTE QUE MUESTRA SU
CONTENIDO, INCLUYENDO EL ESÓFAGO OCULTO
MESENTERIOS DEL ESÓFAGO PARCIALMENTE (SE HA EXTRAIDO EL PULMÓN)

F ig u ra 4 .2 . Mesoesófago adulto com pleto o mediastino, [¡a l]

Aun así, hay algunas variaciones de inte rpretación. Por Nosotros preferimos la división tradicional del mediasti­
ejem plo, Burkell y cois.4 subdividieron el mediastino en tres no en sus partes superior e inferior a la altura del ángulo es­
partes (Fig. 4 .4): el m ediastino a nterior y superior, m edio ternal, y el m ediastino inferior se subdivide en las porciones
y posterior. Con este abordaje, el mediastino anterior/supe­ anterior, m edia y posterior, c o m o se ha descrito ante rio r­
rior está fo rm a d o por la parte ante rio r superior ju n to a la m ente, aunque con frecuencia ta m b ié n e n contram os útil
anterior inferior. C om o es habitual, el m ediastino m e d io es subdividir el mediastino superior (Fig. 4.5) en las partes an­
el pericardio y su conte n id o . El m ediastino posterior está terior (retrom anubrial), media y posterior (prevertebral), de
fo rm a d o p o r las porciones posterior superior y posterior in­ m o d o que los grandes vasos representan el co m p a rtim e n to
ferior. En lu g a r de trazar una línea im aginaria que se e x­ medio. Esto perm ite ser más preciso cuando se localizan en­
tiende entre el á n g u lo esternal y el disco T4-T5, algunos tidades anatomopatológicas com o el tim om a (en posición an­
autores utilizan el borde superior del saco pericárdico co m o terior) y los tum ores del tro n co sim pático (posteriorm ente).
línea de separación entre el m ediastino superior y el infe­ Es im p o rta n te no ser dem asiado restrictivo en la en u ­
rior. meración de las estructuras que residen en las regiones an-

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* Skandalakis

Mediastino

Mediastino superior
Anatomía quirúrgica

Manubrio

Cuerpo
del esternón

Mediastino
anterior

M ediastino
medio

F ig u ra 4 .4 . Divisiones anatómicas deJ m ediastino propues­


tas por Burkell y cois.4, que se m uestran com o u n a extensión
cefálica del com partim en to posterior y u n a com binación de
los com partim entos anterior y superior (A-S). Superior = S; An­
terior = A; Medio = M; Posterior = P. [bu]

F ig u r a 4 .3 . Subdivisiones del mediastino.

terior, m edia y p o sterior del m e d iastino superior, porque


algunas porciones de varias de las entidades del m ediasti­
Á ngulo de Louis
no superior atraviesan dos o las tres regiones.

M e d ia s t in o s u p e r io r

Límites

• Superior: Un plano que sigue un trayecto o b lic u o hacia


arriba desde la escotadura supraesternal (yugular) hasta
el b o rde superior de la p rim era vértebra torácica.
• Anterior: M a n u b rio .
• Posterior: Primera a cuarta vértebras torácicas.
• Lateral: Pleuras cervicales derecha e izquierda, desde la
cúpula cervical hasta el pericardio.
• Inferior: Línea que se traza desde el ángulo de Louis para
d is tin g u ir entre las vértebras C4 y C5.

C o n te n id o d e l m e d ia s tin o superior

El c o n te n id o del m ediastino superior se puede resumir


co m o se indica a co n tin u a c ió n , d ivid ie n d o el m e diastino F ig u r a 4 .5 . Divisiones anatóm icas del m ediastino. Supe­
superior en las regiones anterior, media y posterior. rior = S, Inferior = 1, Anterior = A, Medio = M, Posterior = P.
174

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Mediastino

Superior anterior Recordar: Los tum o re s más frecuentes del m ediastino a n ­


te rio r superior se o rig in a n en el tiroides o en el tim o o son
T i m o . La parte superior del tim o o de sus restos y los va­
te ra to m a s de o rig e n c o n g è n ito . Por lo ta n to , re cuerde
sos tím icos están localizados en la posición más anterior.
las «3 T».
Según Neville5, el tim o m a es el segundo tu m o r en frecuen­
cia de los tum ores mediastínicos y la variedad más frecuen­
V a s o s t o r á c i c o s i n t e r n o s . Las arterias y venas torácicas
te en el m ediastino anterior, y supone del 2 0 % al 2 5 % de
internas pasan p o r detrás de las articulaciones esternocla-
todos los tum ores mediastínicos.
viculares a ambos lados, y después se d irigen hacia abajo
El tim o se puede e xte n d e r desde la cara inferior de las
a través del mediastino superior, justamente laterales al b o r­
glándulas tiroides hasta el nivel del cu arto cartílago costal
de del esternón. Las arterias torácicas internas se originan
o más abajo. Además, puede haber te jid o tím ic o extracap-
en la arteria subclavia. Las venas torácicas internas son tr i­
sular o ectópico en una localización p rofunda a la vena bra-
butarias de las venas braquiocefálicas.
quiocefálica izquierda o en otra localización del m ediasti­
En a p ro x im a d a m e n te el 10% de los casos hay una ar­
no; p o r lo ta n to , la e ste rn o to m ía m e d ia vue lve a ser el
teria tiroidea IMA, que se o rigina en el cayado aórtico o en
a b o rd a je de e le cció n para la resección del tim o , m e jo r
una de sus ramas principales y se dirig e hacia arriba a lo
que la incisión cervical, c o m o señalaron S c o tt-C o n n e r y
largo de la tráquea hasta el p o lo inferior de la glándula t i ­
D aw son6.
roides. La vena tiroidea infe rio r puede ser única o doble.
El lector e ncontrará una presentación c o m p le ta de la
glándula tim o después de la sección «Com plicaciones ana­
tómicas». Superior m edio
V e n a s b r a q u i o c e f á l i c a s y v e n a c a v a s u p e r i o r . La vena
Bocio. Los bocios retroesternales pue d e n estar en las braquiocefálica izquierda cruza el m ediastino superior en
regiones anterior o posterior del m ediastino superior. La re­ dirección oblicua, desde un p u n to p ro fu n d o a la articula­
gión media ta m b ié n puede estar afectada p o r la extensión ción esternoclavicular izquierda hasta el lado derecho del
del b o cio anterior o posterior. esternón, detrás del á n gulo esternal, fo rm a n d o la vena cava
superior po r su confluencia con la vena braquiocefálica de­
G lándulas Las glándulas parati-
p a r a t ir o id e s e c t ó p ic a s .
recha. La vena braquiocefálica derecha desciende a través
roides ectópicas y los adenomas paratiroideos aparecen en del m ediastino superior, profu n d a al borde derecho del es­
la región ante rio r del m ediastino superior. En algo más del ternón, desde la articulación esternoclavicular derecha has­
10% de los casos, c o m o señaló H ollinshead7, aparecen en ta el á n g u lo esternal.
la región posterior del m ediastino superior. Durante la cirugía, la vena braquiocefálica izquierda y sus
trib utarias (tiro id e a inferior, torácica interna e intercostal
superior) con frecuencia están inicialmente bien ocultas por
te jid o conectivo laxo, grasa y tim o , y pueden peligrar p or
causa de la instrum entación quirúrgica. La lesión de la vena

] Perlas clínico-quirúrgicas braquiocefálica izquierda y de sus tributarias o de su parte


distal puede p ro d u c ir grandes hemorragias. Se puede p ro ­
d u c ir una hem orragia sim ilar p or la lesión de la arteria bra­
Hay un acuerdo general respecto a que la resección de
quiocefálica.
un timom a precisa una esternotomía para poder realizar una
resección completa con un menor riesgo de diseminación
V e n a á c i g o s . El cayado de la vena ácigos term ina unién­
tumoral. Sin embargo, no hay acuerdo completo de que una
dose a la vena cava superior, p ro fu n d a al b o rd e derecho
esternotomía sea la mejor operación para la resección de un
del esternón y a la altura del ángulo esternal.
tim o de tamaño normal en pacientes que tienen miastenia
grave. La co m p le titu d de la extirpación del tejido tímico,
C a y a d o a ó r t i c o . Profundas a las venas braquiocefálicas
tanto del componente mediastínico como del cervical, pa­
están la aorta ascendente y la parte inicial del cayado aór­
rece ser importante para obtener elevados índices de remi­
tico con sus ramas: la arteria braquiocefálica, la carótida
sión. Se han descrito buenos resultados clínicos después de
c o m ú n izquierda y la arteria subclavia izquierda.
la timectomía extendida a través de un abordaje transcervi-
cal cuando la operación la realizan médicos experimentados
A r t e r ia s p u l m o n a r e s , n e r v io v a c o iz q u ie r d o , l ig a m e n t o
utilizando una retracción adecuada y una buena visualiza-
En el inte rio r de la curvatura del cayado aórtico
a r t e r io s o .
ción.
está la arteria p u lm o n a r y su división en las arterias p u lm o ­
Los cirujanos endocrinos experimentados habitualmen­
nares derecha e izquierda. Además, está el lig a m e n to arte­
te resecan adenomas paratiroideos incluidos en el tim o a tra­
rioso, que conecta la arteria p u lm o n a r izquierda con el lado
vés de una incisión transcervical. (RSF Jr.)
cóncavo del cayado a órtico, inm e d ia ta m e n te distai al ori-
175

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* Skandalakis

Mediastino

gen de la arteria subclavia izquierda. El nervio vago pasa al da a la escotadura supraesternal y a los m úsculos planos
lado del cayado aórtico, y crea el origen del nervio larín­ cervicales que se o riginan en el lado p o sterior del m a n u ­
geo recurrente izquierdo, que asciende hasta colocarse al brio. Después pasa hacia la parte posterior del m ediastino
Anatomía quirúrgica

lado de la tráquea. superior, e ntre los grandes vasos que o cupan la zona m e ­
dia. Se dice que la bifurcación de la tráquea, que está se­
ñalada in te rn a m e n te p o r la carina traqueal, o quilla, está
Superior posterior
h a b itu a lm e n te a la altura del ángulo esternal; sin e m b a r­
En el lím ite superior del m ediastino superior (para ser go, en inspiración c o m p le ta el á n gulo esternal asciende, y
más exactos, en el desfiladero torácico superior) se locali­ la tráquea desciende 2 cm , de m o d o que se puede obser­
zan las siguientes e n tid a d e s a n a tó m ic a s , de d e la n te a var la bifurcación a nivel de la q u inta y sexta vértebras to ­
atrás: escotadura supraesternal, nervios frénico y vago, trá ­ rácicas.
quea, esófago, prim era vértebra torácica y troncos sim pá­
Raider y cois.8 describieron el triá n g u lo re tro tra q u e a l
ticos. La escotadura supraesternal p o r delante y la primera
del m ediastino superior posterior. Según estos autores, es
vértebra torácica p o r detrás no precisan n in g u n a descrip­
la localización de muchas estructuras anóm alos que apa­
ción ni explicación; las demás estructuras se analizan a co n ­
recen en el 2 % de todas las radiografías de tórax.
tinuación.

N e r v i o s f r é n i c o s d e r e c h o e i z q u i e r d o . C uando dejan la Esófago. El esófago com ienza en el cuello a la altura


superficie ventral del m úsculo escaleno ante rio r del cuello, del ca rtíla g o cricoides, p o r dela n te de la sexta vé rte b ra
los nervios frénicos cruzan la arteria subclavia, laterales al cervical. Se desvía lig e ra m e n te c u a n d o e n tra en el m e ­
o rigen del tro n c o tirocervical y p ro fundos a las ramas cer­ d ia s tin o su perior, y q u e d a d e la n te del lad o iz q u ie rd o
vical transversa y supraescapular del tro n c o tirocervical. (El de la prim era vértebra torácica. Vuelve a o cu p a r una p o ­
nervio frénico izquierdo ta m b ié n sigue un trayecto p ro fu n ­ sición en la línea m e d ia a la altura del á n g u lo esternal,
d o al co n d u c to to rácico.) C uando entran en la parte ante­ y después vue lve de n u e v o d e la n te del lad o iz q u ie rd o
rior del m ediastino superior, los nervios frénicos pasan p ro ­ de la co lu m n a vertebral a m edida que desciende hacia el
fundos a la vena braquiocefálica y cruzan la arteria torácica m ediastino inferior. La luz del esófago está constreñida en
interna para situarse en su lado medial. Después se hacen cu atro puntos a lo largo de su lo n g itu d : en su o rigen en el
más p ro fundos y descienden p o r delante del hilio p u lm o ­ cuello, d o n d e pasa detrás de 1) el cayado a ó rtic o , 2) el
nar hacia el m ediastino inferior, entre el pericardio y la pleu­ b ro n q u io p rincipal iz qu ie rd o y 3) la aurícula izquierda; y
ra mediastínica. después 4 ) cu a n d o atraviesa el h iato esofágico en el d ia ­
fragm a.
N e r v io s v a g o s d e r e c h o e i z q u i e r d o . El nervio vago dere­ La acalasia esofágica se caracteriza p o r la alteración o
cho pasa a través de la abertura torácica superior cruzan­ la ausencia de relajación del esfínter esofágico infe rio r y el
d o la arteria subclavia, in m e d ia ta m e n te lateral a la bifurca­ fallo de la peristalsis en el cuerpo del esófago. De Paula y
c ión de la arteria b ra q u io c e fá lic a y p ro fu n d o a la vena cois.9 describieron los resultados positivos de la esofaguec-
y u g u la r interna derecha. A q u í da origen al nervio laríngeo to m ía tra n sh ia ta l laparo scó p ica con e so fa g o g a s tro p la s -
recurrente derecho, que pasa p ro fu n d o a la arteria subcla­ tia en una pequeña serie de pacientes que tenían acalasia
via derecha y asciende m e d ia lm e n te hacia el polo inferior esofágica o ca rcin o m a de esófago. Se realizó la a n a sto ­
de la glá n d u la tiroides. El nervio va g o d e re ch o se dirig e mosis del esófago cervical con el e stóm ago sin abrir el tó ­
después p ro fu n d o a la vena braquiocefálica izquierda, y co­ rax ni el a b d o m e n . De m anera similar, M o n s o n y cois.10
mienza su descenso hacia la parte posterior del m ediastino d e scribieron los resultados con é x ito de la m io to m ía to-
superior, pasando ¡n id a lm e n te p o r to d o el lado lateral de racoscópica po r acalasia esofágica, evita n d o de esta m ane­
la tráquea y después p o r el surco traqueoesofágico. A nivel ra el tra u m a tis m o q u irú rg ic o y los malos resultados esté­
del disco intervertebral T4 pasa a la izquierda del arco de tico s de la ciru g ía abie rta , que sería necesaria c o m o
la vena ácigos, y después posterior a la raíz del p u lm ó n iz­ alternativa.
quierdo.
El nervio va g o izqu ie rd o entra en el tó ra x in m e d ia ta ­
m e n te lateral a la arteria carótida c o m ú n izquierda y po r T r o n c o s s i m p á t i c o s . L o s tro n c o s sim p á tico s d e re ch o

detrás de la vena braquiocefálica izquierda, y después cru ­ e izquierdo entran en el m ediastino superior pasando p ro ­
za el cayado aórtico, dan d o lugar al nervio laríngeo recu­ fu n d o s a la prim era parte de la arteria subclavia, mediales
rrente izquierdo y pasando pro fu n d o a los elementos del hi­ al origen de la arteria vertebral, en cuyo p u n to está locali­
lio del p u lm ó n izquierdo. zado el g a n g lio estrellado. En su descenso hacia la parte
p o sterior del m ediastino superior, la cadena sim pática si­
T r á q u e a . La trá q u e a c o m ie n za su tra y e c to to rá c ic o g ue un trayecto intratoràcico in m e d ia ta m e n te ventral a la
en la parte ante rio r del m ediastino superior, justo p ro fu n ­ cabeza de las costillas, p ro fu n d o a la pleura costal.
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Mediastino 4
M e d ia s t in o in f e r io r • Aurícula derecha.
• Vena cava inferior.
Lím ites • Vena cava superior.
• N ervio frénico derecho.
El m ediastino inferior se puede d istin g u ir del m ediasti­ • Vasos pericardiofrénicos derechos.
no superior a la altura de la extensión superior del saco pe-
Las estructuras localizadas por detrás de la raíz del p u l­
ricárdico, así co m o en un plano que se extiende desde el
m ó n izquierdo incluyen:
ángulo de Louis hasta el borde inferior de T4, y en el disco
intervertebral adyacente a T4. El pericardio fibroso subdi- • Vena ácigos (el cayado de la vena ácigos pasa v e n tra l­
vide el m ediastino inferior en tres partes: anterior, m e d io y m e n te por encim a del hilio del p u lm ó n derecho, para lle­
posterior. g ar a la vena cava superior).
Los elem entos anatóm icos de los hilios de los p u lm o ­ • Esófago.
nes pe rm ite n la co n tin u id a d de ciertas estructuras en el in ­ • N ervio vago derecho.
terior del m ediastino inferior con los co n tenidos de los sa­
Las Figuras 4 .10 A y B muestran ta m b ié n las entidades
cos pleurales. Las relaciones entre las estructuras hiliares y
anatóm icas del lado izquierdo del m ediastino inferior. Las
mediastínicas son im portantes, y difieren en un grado co n ­
estructuras que se localizan delante de la raíz del p u lm ó n
siderable entre los lados derecho e izquierdo del m ediasti­
izquierdo incluyen:
no (Figs. 4.6 y 4.7). Hay estructuras anteriores y posterio­
res a la raíz del p u lm ó n d e re ch o (Figs. 4 .8 y 4 .9 ). Las • Saco pericárdico izquierdo.
estructuras localizadas p o r delante de la raíz del p u lm ó n • V entrículo izquierdo.
derecho son las siguientes: • N ervio frénico izquierdo.
• Área epicárdica derecha. • Vasos pericardiofrénicos izquierdos.

N ervio frénico

Vena intercostal superior

Tronco sim pático

Arteria braquiocefálica

Vena braquiocefálica izquierda

Aorta

Vena cava superior

Arte ria p u lm o n a r derecha

Venas pulm onares derechas

Nervio frénico

Ventrículo derecho

Vena cava inferior

Plexo esofágico

Vena ácigos

Aorta

Nervio esplácnico m ayor

N ervio esplácnico m enor

F ig u ra 4 .6 . M ediastino desde el lado derecho. Las aurículas y las venas sistémicas y pulm onares se m uestran en azul. Son pro ­
m inentes en este lado del mediastino. El nervio frénico está sobre estructuras venosas. El nervio vago toca la tráquea. El vérti­
ce pulm o n ar está en contacto con la tráquea. [Ia3]
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* Skandalakis

Mediastino

Arteria carótida
común ¡zqu1“ " 1’ Nervio vago

Nervio frénico
Anatomía quirúrgica

Vena yugular interna Tronco simpático

Arteria braquiocefálica
Vena intercostal superior
Vena braquiocefálica

Vena cava superior

Tronco pulmonar

Venas pulmonares

Nervio frénico

Plexo esofágico

Nervio esplácnico mayor


Nervio esplácnico menor

Tronco simpático

F igu ra 4 .7 . Mediastino desde el lado izquierdo. Los ventrículos y las arterias sistémicas y pulm onares se m uestran en rojo; son
prom inentes en este lado del mediastino. El nervio frénico está sobre estructuras arteriales. El nervio vago y el vértice p u lm o ­
nar están separados de la tráquea por el cayado de la aorta y sus ramas. [Ia3]

Las estructuras localizadas p or detrás de la raíz del p u l­ Re c o r d a r : El tu m o r más fre cu e n te del m e d iastino inferior
m ó n izquierdo Incluyen: a n te rio r es el linfom a.
• Aorta torácica descendente.
• Arteria carótida c o m ú n izquierda. Inferior m edio
• Arteria subclavia izquierda. De m anera general, el c o m p a rtim e n to infe rio r m e d io
• N ervio vago izquierdo. del m ediastino incluye to d o lo que está en el inte rio r del
• Vena intercostal superior izquierda. pericardio fibroso (corazón y raíz de los grandes vasos). De­
• Esófago. b id o a su localización entre las pleuras mediastínicas y el
saco pericárdlco, los nervios frénicos y la arteria y vena pe-
ricardiofrénicas ta m b ié n se consideran ocupantes n o rm a ­
C o n te n id o d e l m e d ia s tin o inferior les del m ediastino infe rio r m edio.

Inferior anterior Inferior posterior


El c o m p a rtim e n to in fe rio r a n te rio r del m e d ia stin o es El m ediastino inferior posterior es la región situada en­
el espacio situado entre la cuarta esternebra p o r delante y tre la superficie poste rio r del saco pericárdico por delante
el pericardio p or detrás. El mediastino inferior anterior se co­ y las vértebras torácicas 5 a 12 p or detrás. C on tin ú a cra­
munica con el espacio pretraqueal del cuello, y contiene: nealm ente con la parte p ro fu n d a o posterior del m ediasti­
• Las partes caudales o restos de la g lá ndula tim o . no superior, con el espacio retrofaríngeo y con otros espa­
• Tejido graso, ligam entos esternopericárdicos. cios cervicales. Está lim ita d o la te ra lm e n te p o r la pleura
• Ganglios linfáticos y vasos linfáticos. mediastínica, e inte rio rm e n te p o r el diafragm a.
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Mediastino 4
4 s?^\ ^ - N . frén. d. son más largas que las del lado izquierdo; pasan a través de
5 los cuerpos vertebrales del m ediastino posterior antes de
llegar a los espacios intercostales. Las arterias intercostales
posteriores pasan p o r detrás de los sistemas venosos ácigos
y hemiácigos y de los troncos simpáticos de los dos lados.
O casionalm ente la tercera arteria intercostal posterior
derecha da origen a una rama aberrante que representa la
retención de la p orción craneal de la aorta dorsal derecha
p rim itiv a ; este vaso aberrante pasa dorsal al esófago y a la
tráquea, trayecto similar al de una arteria subclavia d ere­
cha retroesofágica (Fig. 4.11).
Si esa parte de la aorta dorsal derecha prim itiva, craneal
al origen de la arteria subclavia derecha, e xperim enta re­
gresión, la arteria subclavia derecha se origina en el cayado
aórtico por detrás del p u n to de origen de la arteria subcla­
via izquierda. En este caso, la arteria subclavia derecha sigue
un trayecto retroesofágico o un trayecto entre la tráquea y
el esófago. En los casos en los que aparece una arteria sub­
clavia derecha retroesofágica tam bién puede haber un ner­
vio laríngeo izquierdo derecho no recurrente. El nervio la­
ríngeo inferior derecho no recurrente con frecuencia pasa
directam ente desde el vago hasta el po lo inferior de la glá n ­
F ig u ra 4.8. El nervio frénico sigue u n trayecto subpleural a dula tiroides, y está en situación de riesgo en inte rve n cio ­
lo largo de u n gran conducto venoso. N. frén. d., nervio fréni­ nes quirúrgicas de las glándulas tiroides y paratiroides.
co derecho; V. yug. i., vena yugular interna; V. inn., vena in n o ­ Las arterias intercostales posteriores dan origen a las ra­
m in ad a (braquiocefálica); VCS, v en a cava superior; VCI, mas dorsales cu ando llegan a la vecindad de la cabeza de
vena cava inferior, [g rl]

El co n te n id o del m ediastino inferior posterior incluye la


aorta descendente y sus ramas, el esófago torácico, el co n ­
Nervio vago derecho
d u cto torácico y otros vasos y ganglios linfáticos, las cade­
nas simpáticas, los nervios vagos derecho e izquierdo y el
A. carótida c. d.
sistema venoso ácigos. (C o m o los nervios vagos derecho
e izquierdo ya se han analizado en este capítulo, no inclui­ Esófago
mos nada más aquí.)
Tráquea
A. sub. d
A o r ta t o r á c ic a d e s c e n d e n t e . La aorta torácica descen­ Tronco braquiocefálico
dente (Fig. 4.1 OA) se o rigina en el cayado aórtico, en el
lado izquierdo de la co lu m n a vertebral y a nivel de la par­
te superior del cuerpo de T5. Desde esta posición la aor­
ta se inclina g ra d u a lm e n te en dirección m edial y anterior, Bronquio derecho
para pasar a través del hiato aórtico del diafragm a en la lí­
nea media a nivel de T I 2. En su tra yecto la aorta da ra­ Raíz
mas b ronquiales, intercostales posteriores y esofágicas,
además de otras ramas parietales y viscerales. Las arterias
intercostales posteriores que van al p rim e r o a los dos p ri­
Lig. pulmonar
meros espacios intercostales se o riginan c o m o ramas del
tro n c o costocervical de la arteria subclavia. Las arterias in ­
tercostales posteriores que van desde la aorta hasta los es­
pacios intercostales tercero a q u in to ascienden de m ane­
ra marcada desde su origen en la parte proxim al de la aorta
to rá cica d e s c e n d e n te , y parte n de tro n c o s separados
( 8 3 % ) " o en com binaciones de troncos com partidos. Tronco vagal posterior
D ebido a la posición en el lado izqu ie rd o de la aorta F ig u ra 4 .9 . El nervio vago derecho está superpuesto a la trá­
descendente, las arterias intercostales posteriores derechas quea y al esófago, [grí]
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* Skandalakis

Mediastino

V. inn. i
Anatomía quirúrgica

Conducto torácico

N. laríngeo rec. I.

Vago I.

A. pulmonar

Bronquio
Venas pulm.

Tronco vagai anterior

Mesoesófago

F ig u ra 4 .1 0 . A, Aorta torácica, [b a l] B, Tráquea y esófago, lado izquierdo, [gi'l]

A. intercostal superior

2.aT
A rte ria aberrante

AORTA

1 .3 a. intercostal
a órtica
F igu ra 4 .1 1 . Arterias intercostales, [edl]
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Mediastino 4
las costillas. Estos ramos dorsales vascularizan los cuerpos
vertebrales y las ramas medulares que entran en los orificios Esófago
intervertebrales, para dar vascularización adicional a las vér­
tebras y abastecer a las arterias vertebrales de la médula. Los
ramos dorsales co n tin ú a n a través de la m usculatura de la Tráquea

colu m n a vertebral con nervios dorsales segmentarios, vas-


cularizando los músculos y los tejidos blandos que los re­
cubren y la piel de la espalda.
La «arteria radicular m ayo r de A dam kiew icz» se origina
la mayoría de las veces en el lado izquierdo, en los niveles
vertebrales T9 a L2, desde las arterias intercostales poste­
riores o lumbares; puede ser critica en su contribución al sis­
tem a a n a stom ótico lo n g itu d in a l del lado ventral de la m é ­
dula espinal. Se ha p ro d u c id o paraplejia p o r aneurismas Aorta
aórticos, cirugía de la aorta torácica y a b d o m in a l y simpa-
tectomías que dan lug a r a oclusión o sección de arterias
radiculares significativas.
La tercera arteria intercostal posterior derecha con fre ­
cuencia da o rigen a una arteria bronq u ia l. H abitu a lm e n te
dos arterias bronquiales izquierdas surgen directam ente en
la parte más p ro xim a l de la aorta descendente.
Las arterias bronquiales derechas e izquierdas h a b itu a l­
m ente dan ramas para el esófago. La tercera o cuarta arte ­
Estómago
ria intercostal derecha y otras arterias intercostales de re ­
chas inferiores ta m b ié n p u e d e n vascularizar el esófago.
Además, de m anera ocasional se o rig in a n en la aorta dos Pilar
o tres ramas directas no pareadas que entran en la cadena del diafragma

lo n g itu d in a l de vasos que vascularizan el seg m e n to to rá ci­


co del esófago12,13. F ig u ra 4 .1 2 . I m a g e n a n t e r i o r d e las p o r c i o n e s t o r á c ic a y a b ­

Otras ramas viscerales de la aorta torácica descenden­ d o m i n a l d e l e s ófa go .

te son ram itas pequeñas para los tejidos mediastínicos y


para el pericardio. Los ramos parietales distales incluyen las
arterias frénicas superiores, que vascularizan la superficie
dorsal del dia fra g m a , y la arteria subcostal pareada, que estudios radiográficos después de la ingestión de bario.
pasa ju n to al nervio subcostal a lo largo de la superficie in­ El tercer se g m e n to está en la parte in fe rio r del tórax,
ferior de la d e cim osegunda costilla, p or detrás del riñón y d o n d e el esófago pasa p o r delante de la aorta cuando vuel­
p o r delante del m úsculo cuadrado lum bar. ve a la línea m edia de la c o lu m n a verte b ra l. Después, el
cuarto segm ento del esófago está a la izquierda de la aor­
Es ó fa g o . El trayecto largo y sinuoso del esófago (Fig. ta, en co n ta cto con la pleura mediastínica que recubre el
4 .12) a través del m ediastino posterior se puede d iv id ir en ló b u lo infe rio r del p u lm ó n izquierdo; después el esófago
cuatro segmentos. El p rim e r segm ento, d e n o m in a d o «pars atraviesa el hiato esofágico del dia fra g m a , de m o d o que
bifurcalis» p o r su p ro x im id a d a la bifurcación traqueal, está tiene un trayecto a b dom inal co rto (2,5 cm ) antes de a brir­
a la derecha de la aorta y p roduce un surco en la superfi­ se en el e x tre m o cardíaco del estóm ago.
cie mediastínica del lóbulo superior del p u lm ó n derecho. Los nervios vagos derecho e izquierdo llegan al esófago
D ebido a esta localización, la perforación del esófago pue­ cuando pasan p o r detrás de la bifurcación traqueal, en la
de dar lugar a n e u m o to ra x o derram e pleural. que los vagos tam bién dan grandes ramas para los plexos
Debajo de la bifurcación traqueal, el segundo segm en­ nerviosos pulm onares derecho e izquierdo. C ua n d o llegan
to se incurva hacia la izquierda, y puede estar ind e n ta d o al esófago, los nervios vagos dan ramas que se entremezclan
por el b ro n q u io principal izquierdo o p or el cayado aórtico. en el plexo nervioso esofágico. Este plexo ta m b ié n recibe
En esta posición, el esófago puede ser co m p rim id o y despla­ aferencias simpáticas posganglionares procedentes de los
zado hacia la derecha por un aneurisma del cayado aórtico. nervios viscerales torácicos desde los cuatro segmentos to ­
Por debajo de la bifurcación traqueal el esófago pasa p o r rácicos de la cadena simpática, y ramas similares que p ro ­
detrás de la aurícula izquierda y del saco pericárdico. Su p o ­ ceden de los nervios esplácnicos torácicos que se originan
sición detrás de una aurícula izquierda dilatada puede p ro ­ en las partes inferiores de la cadena simpática torácica. Gran
d u cir la com presión de la luz del esófago, c o m o se ve en parte del nervio vago izquierdo se desplaza a una posición
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Mediastino

vena ácigos y la aorta, al prin cip io a la derecha de la línea


media. Después com ienza a dirigirse hacia la izquierda al
nivel aproxim ado de la séptima vértebra torácica (Fig. 4.14),
Anatomía quirúrgica

Conducto torácico
y llega al lado izquierdo del esófago a nivel de la q u inta vér­
tebra torácica. De aquí en adelante contin ú a hacia arriba a
lo largo del esófago. El co n d u cto se dirige después hacia la
izquierda, siguiendo un trayecto a n terior a los vasos v e rte ­
brales, al nervio fré n ico y al m úsculo escaleno anterior, y
posterior a las estructuras de la vaina carotídea. En la m ayor
parte de los casos finaliza en la unión entre las venas y u g u ­
Tronco intercostal lar interna izquierda y subclavia izquierda. Las Figuras 14.15
Cisterna del y 14.16 m uestran la unión más habitual y sus variaciones.

C a d e n a s s i m p á t i c a s . Las cadenas simpáticas (Figs. 4.6

y 4.7) están posteriores a la pleura costal, y representan las


prolongaciones más laterales del m ediastino posterior. Ini­
cialm ente la parte torácica de las dos cadenas simpáticas
Tronco intestinal
está in m e d ia ta m e n te medial a las cabezas de las costillas.

Tronco lumbar

F ig u ra 4 .1 3 . Cisterna del quilo recibiendo varios troncos y


comienzo del con d u cto torácico.

m edioventral sobre el segm ento torácico inferior del esófa­


go, mientras que el vago derecho alcanza su posición en la
superficie posterolateral derecha; así, se convierten en los
troncos vagales anterior y posterior, respectivamente.

C o n d u c t o t o r á c i c o . El c o n d u c to to rá cico (F ig . 4.1 3)

com ienza en el a b d o m e n en fo rm a de cisterna del q u ilo


sobre el cuerpo de la prim era o segunda vértebra lumbar,
entre la aorta y el pilar derecho del diafragm a. En a p ro x i­
m a d a m e n te la m ita d de los casos la cisterna es una dila ta ­
ción diferenciada que se estrecha hasta llegar al d iá m e tro
del c o n d u c to torácico (3-5 m m ). La cisterna está form ada
de manera variable p o r la coalescencia de los troncos lu m ­
bares derecho e izquierdo y del tro n c o intestinal único. Los
troncos lumbares drenan las extremidades inferiores, la pel­
vis, los riñones, las suprarrenales y la pared a b d o m in a l; el
tro n c o intestinal recibe linfa de los órganos vascularizados
p o r las arterias celíaca y mesentérica.
El e x tre m o inferior del c o n d u c to torácico recibe vasos
linfáticos intercostales posteriores, descendentes y parea­
dos, que drenan los seis o siete espacios intercostales infe­
riores. C uando el c o n d u c to to rácico se dirige hacia arriba
en el in te rio r del tórax recibe tributarias adicionales proce­ F ig u ra 4 .1 4 . Trayecto torácico oblicuo del conducto toráci­
dentes de ganglios mediastínicos posteriores y de los es­ co definitivo, que se origina por la anastomosis de los co n du c­
pacios intercostales superiores. tos torácicos derecho e izquierdo. El conducto definitivo repre­
El co n d u c to torácico m ide habitualm ente 45 cm de lon ­ senta la retención de la parte proximal del conducto torácico
g itu d . Se dirige hacia arriba en el inte rio r del tórax, entre la derecho y del segmento distal del conducto torácico izquierdo.
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Mediastino 4
Estos ramos ta m b ié n contie n e n fibras aferentes viscerales,
p rin cip a lm e n te para el dolor, procedentes de los órganos
torácicos y abdom inales. El ram o gris está fo rm a d o p or fi­
bras simpáticas posganglionares no mielinizadas que pa­
san hasta los nervios espinales para distribuirse a la extre­
m id a d s u p e rio r o a la pared del c u e rp o . Los g a n g lio s
torácicos inferiores con frecuencia están conectados al si­
gu iente n ervio espinal Inferior p o r un ram o gris, además
de p o r su co n e xió n con el nervio espinal asociado.
Pasando en dirección medial desde los cuatro o cinco
ganglios superiores de las cadenas simpáticas torácicas es­
tán los nervios viscerales torácicos, que están form ados p or
fibras simpáticas posganglionares que entran en los plexos
Conducto torácico nerviosos cardíaco, pulm onares y esofágico. En el inte rio r
de estos nervios ta m b ié n hay fibras sensitivas, p ro b a b le ­
m ente para el dolor, que proceden de los mismos órganos.
C om e n za n d o en la q u in ta vértebra torácica, las ramas m e ­
diales de las cadenas simpáticas fo rm a n los nervios esplác-
Cisterna del quilo
nicos torácicos mayor, m e n o r y m ín im o ; descienden hacia
el abdom en, donde sus fibras preganglionares form an sinap-
sis con los ganglios colaterales (paravertebrales) que se aso­
cian a las principales ramas viscerales de la aorta a b d o m i­
nal. Estos n e rvio s ta m b ié n tr a n s p o rta n m uchas fibras
aferentes viscerales para el dolor.
El g a n g lio estrellado puede estar co n e ctado con el sép­
tim o y o ctavo nervios cervicales y con el p rim e r nervio t o ­
rácico p o r más ramos grises de lo previsto. El p rim e r ner­
vio torácico ta m b ié n puede estar conectado con el g a n g lio
cervical inferior y con el segundo o incluso el tercer ga nglio
torácico, lo que hace que una slm patectom ía sea inú til si
sólo se reseca el g a n g lio estrellado.
F igura 4 .1 5 . Disposición habitual del conducto torácico, que Simpatectomía torácica. La resección de los ganglios sim ­
cruza la colum na vertebral en T5 o T6. páticos torácicos superiores puede estar indicada en el caso
de m u ñ ó n p o sta m p u ta ción , d o lo r fantasma del m ie m b ro ,
En su trayecto hacia abajo en el in te rio r del tó ra x las cade­ causalgia o problem as vasom otores de la e x tre m id a d su­
nas llegan a estar en una posición más m edial sobre los perior. G e n eralm ente se hace una incisión vertical poste­
cuerpos de las vértebras. Finalmente salen del tórax; el tra ­ rior, paralela a las apófisis espinosas vertebrales y separada
yecto más habitual pasa detrás del lig a m e n to arcuato m e ­ 5 cm de las mismas en dirección lateral sobre las costillas
dio, ventral al o rigen del m úsculo psoas, y c o n tin ú a n con que se van a resecar. Después de la retracción de los m úscu­
la parte lu m b a r de la cadena. los y de la resección de la costilla, se retrae la pleura y se lo­
El p rim e r ganglio torácico se une habitu a lm e n te al g a n ­ calizan y resecan los elementos de la cadena simpática. Sha-
glio cervical inferior para fo rm a r el g a n g lio estrellado (cer- c h o ry cois.1'’ describieron un estudio de 290 simpatectomías
v icotorácico), en una localización p ro fu n d a y m edial a la endoscópicas p o r hiperhidrosis, en las que seccionaron el
arteria vertebral entre la apófisis transversa de C7 y la ca­ segundo, tercer y cuarto ganglios torácicos, lo que d io lu­
beza de la prim era costilla. El segundo g a n g lio torácico o gar a un índice de é xito del tra ta m ie n to del 98% , aunq u e
incluso el g a n g lio torácico m edio ta m b ié n pueden fo rm a r la m ita d presentó sudoración com pensadora en otras par­
parte de este c o m p le jo neural. N o rm a lm e n te hay 11 g a n ­ tes del cuerpo. Se observó que este p ro c e d im ie n to q u irú r­
glios torácicos, inclu ye n d o el p rim ero, que están dispues­ g ico no producía lesiones neurológicas, infecciones, in g re ­
tos de manera segm entaria con los espacios intercostales. so hospitalario p ro lo n g a d o ni necesidad de fisioterapia, al
Cada g a nglio está conectado a su p ro p io nervio espinal por c o n tra rio que la intervención abierta típica.
dos o más ramos com unicantes, grises y blancos, aunque
se pueden c o m b in a r en un ram o único. Se dice que el más Re c o r d a r : Los tum ores más frecuentes del m ediastino pos­
lateral de los ramos com unicantes es el ram o blanco, que te rio r son los de origen neurogénlco. Los que se encuen­
contiene fibras simpáticas preganglionares mielinizadas que tran con más frecuencia son los neurilem om as, de los cua­
pasan desde el nervio espinal hasta la cadena simpática. les el 70 % son benignos y el 3 0 % malignos.
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* Skandalakis

Mediastino
Anatomía quirúrgica

F ig u ra 4 .1 6 . Variaciones de la entrada del conducto to rá­


cico en el sistema venoso. A, Conducto torácico único y unión
única. B, Ramificación plexiforme del segm ento final de u n
conducto torácico, con una u n ió n única. C, Entrada con for­
ma de delta del conducto torácico. D, Duplicación del seg­
m en to final del conducto torácico con dos uniones separa­
das. E, Dilatación ampular del conducto torácico con múltiples
ramas terminales. [he3]

S is t e m a v e n o s o á c ig o s . La vena ácigos en el lado dere­ detrás de la aorta torácica descendente, p o r delante de las
cho y las venas hem iácigos y h e m iá d g o s accesoria en el arterias intercostales posteriores izquierdas y medial a la ca­
lado izquierdo form an conductos longitudinales en el tórax dena simpática izquierda. Después de recibir las cuatro o cin­
que reciben la sangre procedente de las venas intercosta­ co venas intercostales posteriores inferiores, la vena ácigos
les posteriores, y constituyen rutas venosas colaterales sig­ sigue un trayecto transversal u o b lic u o al nivel a p ro x im a ­
nificativas qu e unen las venas cavas superior e inferior. d o de la octava vértebra torácica, para unirse a la vena áci­
La vena ácigos comienza a nivel de la prim era o segun­ gos. La hem iácigos con frecuencia se c o m u n ica con la he­
da vértebra lu m b a r p o r la u nión de la vena lu m b a r ascen­ miácigos accesoria; estos dos vasos reciben tributarias del
dente m ayo r y la vena subcostal derecha; ta m b ié n se co ­ esófago y de los tejidos mediastínicos.
m unica con la vena renal derecha o izquierda y con la vena Celík y cois.15 describieron un trayecto a n ó m a lo de la
cava inferior. Entra en el tórax a través del hiato a ó rtico o vena hemiácigos por delante de la aorta y p o r detrás del esó­
detrás del pilar derecho del diafragm a, y se d irige craneal­ fago, que cruzaba la línea m edia en s e n tid o transversal.
m ente a lo largo del lado derecho de los cuerpos vertebra­ Este segm ento transversal se d e n o m in a vena interácigos.
les torácicos inferiores detrás del esófago, don d e recibe las La vena hem iácigos accesoria recibe, no siem pre de la
venas intercostales posteriores d e c im o p rim e ra a qu in ta . misma manera, las venas intercostales posteriores cuarta a
En su trayecto hacia arriba a través del tórax la vena áci­ octava, y tiene un ta m a ñ o bastante variable; es pequeña
gos está a la derecha de la aorta y del c o n d u c to torácico, cu a n d o hay una vena intercostal su perior grande, con la
y pasa ventral a las arterias intercostales posteriores dere­ que con frecuencia continúa. Por debajo la vena hem iáci­
chas. En su lado izquierdo recibe una o más tributarias p ro ­ gos accesoria tiene una o más conexiones con la vena he­
cedentes de los sistemas venosos hemiácigos y hemiácigos miácigos, con la vena ácigos o con ambas. A veces falta la
accesorio, así c o m o numerosas co n trib u c io n e s de venas vena hemiácigos accesoria, y es sustituida p o r una vena in ­
medlastínicas y esofágicas. tercostal superior izquierda más grande.
A la altura de la cuarta vértebra torácica la vena ácigos En m uchos sentidos la vena intercostal superior izquier­
se arquea sobre las estructuras hiliares del p u lm ó n derecho da es equivalente al cayado de la vena ácigos, y está p re ­
para entra r en la vena cava superior. Al co m ienzo del caya­ sente en aproxim adam ente el 6 5 % de los casos16. Recibe las
do de la ácigos, la vena intercostal superior derecha se une venas intercostales posteriores segunda a cuarta o quinta,
a ella, después de haber recibido las venas intercostales su­ y después se d irige hacia adelante a través del cayado aór­
periores segunda, tercera y cuarta. tico, cruzando el origen de las arterias subclavia izquierda
El co m ienzo de la vena hemiácigos es com parable al de y carótida c o m ú n izquierda antes de entrar en el lado p ro ­
la vena ácigos, aunque es m u ch o más variable. Com ienza fu n d o de la vena braqulocefálica izquierda. D ebido a esta
en el lado izq u ie rd o de la c o lu m n a ve rtebral al nivel de p ro x im id a d con el lado izq u ie rd o del cayado aórtico, su
a p ro xim a d a m en te la primera vértebra lum b a r o la d e cim o- som bra se superpone a la del cayado en una radiografía
segunda vértebra torácica, y asciende ju n to a la c o lu m n a p osteroanterior en el d e n o m in a d o « b o tó n aórtico», y tiene
vertebral, al prin cip io p o r detrás del esófago y después p o r un aspecto similar a un pequ e ñ o aneurisma del cayado.
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Mediastino 4

F igura 4 .1 7 . 1, mediastino superior derecho; 2, mediastino


superior izquierdo; 3, mediastino inferior derecho; 4, m edias­
tino inferior izquierdo; E, esófago. [ca2]

F igu ra 4 .18. A, plano mediastínico anterior o previsceral (su­


perior e inferior); M, plano mediastínico m edio o visceral (pla­
Para otra presentación del sistema ácigos, consultar el n o superior o traqueoesofágico y plano inferior o esofágico);
capítulo sobre la pared torácica y las pleuras. P, plano mediastínico posterior o retrovisceral (superior e in ­
ferior). [ca2]

D renado l in f á t ic o

C aplan17 estudió la anatom ía de los ganglios linfáticos


mediastínicos en 984 casos durante un período de 1 7 años.
Dividió sus casos en dos grandes grupos: intratorácicos (432
casos) y extratorácicos (552 casos). También sub d ivid ió el
mediastino u tilizando dos ejes anatóm icos, un eje transver­
sal (la línea habitual desde el á n g u lo de Louis hasta T4, en
la que se localiza la bifurcación traqueal) y un eje esofági­
co lo n g itu d in a l que d ivide la cavidad torácica en dos he-
m itó ra x y en cu a tro cuadrantes m ediastínicos (Figs. 4.1 7
a 4 .22). Es una división to p o g rá fica m u y respetada, pero
es m u y com p lica d a y tal vez no m u y útil desde el p u n to de
vista q u irú rg ic o .
Presentamos la clasificación bien conocida y aceptada de
los linfáticos torácicos, no p o r desacuerdo con la de Ca­
plan, sino p o rq u e es más sencilla.
Los linfáticos del tóra x se pueden d iv id ir en dos grupos
principales de ganglios, parietales y viscerales, y sus vasos
linfáticos aferentes y eferentes.

Linfáticos p a rie ta le s

El sistema linfático parietal está fo rm a d o p o r dos g ru ­


pos de ganglios: paraesternales e intercostales.

Ganglios paraesternales F igu ra 4 .1 9 . Cadenas mediastínicas anteriores derechas. Su­


periores: 1, grupo superior interno; 2, cadena frénica superior
Los ganglios linfáticos paraesternales o torácicos in te r­ o precava superior; 3, ganglio del cayado de la ácigos princi­
nos fo rm a n dos cadenas que acom pañan a los vasos to rá ­ pal; 4, cadena braquiocefálica derecha. Inferiores: 5, cadena
cicos internos. Hay entre 4 y 10 ganglios en los extrem os clínica inferior o precava inferior. [ca2]

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* Skandalakis

Mediastino

bilaterales q u e te rm in a n en el c o n d u c to torácico después


de pasar a través del hiato aórtico del diafragm a.
Anatomía quirúrgica

Linfáticos v is c e ra le s

Los ganglios linfáticos del m ediastino son los g anglios


linfáticos de los órganos que están en su interior; tal vez
ta m b ié n deberíam os incluir aquí co m o entidades m edias-
tínicas los ganglios linfáticos de la raíz del p u lm ó n . Sin e m ­
bargo, sólo consideraremos los linfáticos de la cavidad t o ­
rácica. Los g a n g lio s linfáticos del m e d ia stin o se p u e d e n
d ivid ir en tres grupos principales: mediastínicos anteriores,
mediastínicos posteriores y traqueobronquiales.

Ganglios linfáticos mediastínicos


anteriores
Los ganglios linfáticos mediastínicos anteriores incluyen
los gan g lio s frénicos superiores anteriores y los g a n g lio s
cardíacos anteriores. Hay tres o cuatro ganglios frénicos su­
periores en la superficie superior del diafragm a, detrás de
la apófisis xifoides; estos ganglios reciben linfa del d ia fra g ­
F ig u r a 4 .2 0 . Cadenas mediastínicas anteriores izquierdas.
Superiores: 1, grupo torácico interno superior; 2, cadena clíni­ ma y del hígado. Los ganglios frénicos laterales están situa-
ca superior o preaórtica; 3, cadena vagai superior o preaórtica
subclavia carotidea; 4, cadena braquiocefálica izquierda; 5, ca­
dena del cayado aórtico. Inferiores: 6, cadena frénica inferior
o prepericárdica. [ca2]

anteriores de los tres o cuatro espacios intercostales supe­


riores, in m e d ia ta m e n te p ro fu n d o s al m úsculo intercostal
interno. Los ganglios paraesternales reciben aferentes p ro ­
cedentes de los ganglios frénicos superiores, de la pared
torácica a n te rio r y de los espacios intercostales anteriores.
Los ganglios paraesternales ta m b ié n reciben algunos linfá­
ticos de las mamas. Sus vasos eferentes se unen con los del
mediastino a n terior para fo rm a r los troncos broncom edias-
tínicos. Antes de su finalización, los vasos esternales pasan
hacia el g a n g lio escaleno anterior, ta m b ié n d e n o m in a d o
g a n g lio de Virchow, g a n g lio de Evald, g a nglio de Troisier18
o, sim plem ente, ganglio escaleno; este ganglio tam bién re­
cibe linfáticos procedentes de las visceras mediastínicas.
Con frecuencia es la localización de metástasis de cáncer
de m am a o de p u lm ó n y de c a rcin o m a de estóm a g o , y
puede ser visible o palpable en la fosa supraclavicular.
F ig u r a 4 .2 1 . Cadenas mediastínicas medias o viscerales (su­
Ganglios intercostales perior e inferior). Superiores: 1, cadena bronquial superior d e­
recha; 2, cadena vagal superior o traqueal anterolateral dere­
Algunos ganglios pequeños están asociados a los vasos
cha; 3, caden a b ro n q u ia l superior izquierda; 4, cadena
intercostales, y la m a yor parte se localizan en las e x tre m i­ traqueoesofágica torácica izquierda. Inferiores: 5, cadena bron­
dades posteriores de los espacios intercostales. Puede ha­ quial inferior derecha e izquierda; 6, cadena esofágica lateral
ber algunos ganglios inconstantes lateralm ente en el o ri­ derecha e izquierda; 7, cadena del ligamento pu lm o n ar o de la
gen de los vasos perforantes laterales. Las eferentes de los vena p u lm o n ar inferior derecha e izquierda; 8, grupo subcarí-
vasos intercostales inferiores fo rm a n troncos descendentes nico o de la bifurcación traqueal. [ca2]
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Mediastino

C ua n d o aparece la enfe rm e d a d de Castleman (h iper-


plasia b e n ig n a de los ganglios linfáticos que simula un ti-
m om a c o m o masa solitaria) en el m ediastino posterior, lyo-
da y c o is .19 re c o m ie n d a n la co n v e rs ió n de la cirugía
toracoscópica asistida p o r vídeo en una to ra c o to m ía p o r la
posibilidad de adherencias firmes y de hem orragia profusa.

Ganglios linfáticos traaueobronquiales


Los ganglios linfáticos mediastínicos más im p o rta n te s
en cu a n to a ta m a ñ o y n ú m e ro son con diferencia los que
se asocian a los b ro n q u io s y a la tráquea (Fig. 4 .2 3 ). Los
ganglios paratraqueales incluyen de 7 a 10 ganglios situa­
dos a am bos lados de la tráquea. Los del lado derecho son
n o rm a lm e n te mayores y más numerosos que los de la iz­
quierda. Hay de 10 a 12 ganglios traqueo b ro n q u ia le s su­
periores e inferiores (clínicamente, los ganglios carínicos) en
los ángulos que hay entre la tráquea y los bronquios; estos
ganglios drenan los ganglios bro n co p u lm o n a re s (hiliares)
de los pulm ones y de los bronquios, de la parte torácica de
la tráquea, del corazón y de algunos vasos mediastínicos
posteriores. Los ganglios pulm onares están localizados en
el inte rio r de la sustancia del p u lm ó n , en los ángulos de las
F igura 4 .22. 1, cadena traqueoesofágica cervical derecha e iz­ ramificaciones de los bronquios. Los ganglios tra q u e o b ro n ­
quierda; 2, cadena traqueoesofágica torácica derecha e izquier­ quiales drenan de manera variable el c o n d u c to torácico, el
da; 3, cadena esofágica lateral derecha e izquierda. [ca2]
conducto linfático derecho, los troncos linfáticos b ro n c o m e ­
diastínicos o d ire cta m e n te a las venas subclavias. Se p u e ­
de considerar qu e el tro n c o bro n co m e d ia stín ico d e recho
es el resto de la parte te rm inal del c o n d u c to torácico dere­
cho e m b rio n a rio ; recibe linfa procedente del p u lm ó n de ­
recho, de parte del p u lm ó n izquierdo, del diafragm a dere­
dos sobre el diafragm a, en la vena cava inferior y en el esó­ cho, la m a y o r p arte del drenaje del co razón y p arte del
fago. Reciben linfa del hígado, del esófago, de la parte pro- drenaje del hígado.
ximal del estóm ago y del plexo subseroso de la superficie En la Figura 4 .2 4 se muestra un esquema para clasificar
peritoneal del diafragm a. Los vasos eferentes ta m b ié n d re ­ los ganglios regionales en la m edida en que la info rm a ció n
nan líquido seroso de la cavidad eplcárdica. se relaciona con la estadificación. Esta clasificación, que se
H ab itu a lm e n te hay de 8 a 10 ganglios cardíacos a n te ­ p u b lic ó en 1 9 9 7 , representa la re c o n c ilia ció n de las re­
riores sobre el cayado de la aorta, sobre la arteria carótida co m e n d a c io n e s previas del American jo in t Com mittee on
c o m ú n izquierda y sobre la vena braquiocefálica izquierda. Cáncer y de la American Thoracic Society. Las clasificacio­
Existen de dos a cinco ganglios a lo largo de la vena cava nes ganglionares son adecuadas si los ganglios linfáticos
superior y de la vena braquiocefálica derecha. Los lin fá ti­ son ipsilaterales; si son contralaterales se deben clasificar
cos del tim o , del pericardio, el esternón y los b ro n q u io s c o m o N 3.
se unen a los ganglios cardíacos anteriores. Sus eferentes se
unen a los vasos paraesternales para fo rm a r los tro n co s
broncom ediastínicos.
Histología
Ganglios linfáticos mediastínicos
La mstología del m ediastino es la histología de las e n ti­
posteriores
dades qu e están contenidas en el inte rio r del m ediastino.
Hay de 8 a 12 ganglios a lo largo de la aorta torácica des­
cendente en el m ediastino posterior. Reciben aferentes del
pericardio posterior, del esófago y de la superficie superior
del hígado; sus eferentes drenan hacia el c o n d u c to to rá c i­ Fisiología
co y hacia los ganglios bronquiales. Este g ru p o incluye los
ganglios frénicos superiores posteriores que drenan el d ia ­ La tisiologia del m ediastino es la fisiología de la respira­
fragm a y los vasos superficiales superiores del hígado. ción, así co m o la fisiología directa o indirecta de las visee-

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* Skandalakis

Mediastino

Nervio laríngeo recurrente derecho


Nervio laríngeo recurrente
izquierdo Nervio vago derecho
Anatomía quirúrgica

Nervio vago izquierdo


Bifurcación de la arteria
braquiocefálica
Esófago

Ganglios paratraqueales Ganglios paratraqueales


izquierdos derechos

Aorta Tráquea

Ganglios traqueobronquiales
Ganglios traqueobronqula-
derechos
les izquierdos

Ganglios broncopulm ona-


res derechos

Ganglios esofágicos
Ganglios
izquierdos

Plexo nervioso
esofágico F ig u ra 4 .2 3 . Ganglios linfáticos de la trá­
quea, de los bronquios y de los pulm ones.

ras mediastínicas. La respiración altera la caja torácica p ro ­ cu enca de patología primaria de los órganos que contiene.
d u cie n d o la ventilación pulm onar. Clarke22 escribió: «Todos los cirujanos torácicos han oído his­
torias de una biopsia inadvertida del cayado de la aorta, aun
cuando no hayan tenido experiencia personal de esta catás­

It * C irugía del m ediastino trofe». Conocer la anatomía permitirá evitar este desastre.
De acuerdo con Krespi y cois.23, se podría conseguir ac­
La cirugía del m e diastino es la cirugía de los órganos ceder al m ediastino superior m e d ia n te un abordaje trans-
que están contenidos en su interior. El cirujano debe c o n o ­ cervical a través de una incisión que se realiza de 1 cm a
cer los detalles de la anatom ía y de la to pografía de d iv e r­ 1,5 cm p o r encim a del m a n u b rio .
sas entidades anatóm icas cuando realiza una m ediastinos- N arim atsu y cois.24 p u b lic a ro n buenos resultados con
copia, una e ste rn o to m ía m edia o una to ra c o to m ía para la esternotomía media utilizando un colgajo de e p iplón pe-
explorar el mediastino. Si se desea inform a ció n sobre la es­ diculado para el tra ta m ie n to de la m ediastinitis necrosan-
ternotom ía media, recomendamos el libro de Dalton y Con- te descendente.
nally Median Sternotomy: Historical Perspective a n d Current L o ré y cois.25 recom endaron la esternotom ía media con
Application20. Otras operaciones se realizan para e x tirp a r resección del m anu b rio o la resección de entre el tercio m e­
quistes broncogénicos, tum ores neurogénicos, quistes pe- dial y la m ita d medial de la clavícula; según estos autores
ricárdicos, terato m a s, tim o m a s, bocios retroesternales y la m o rb ilid a d era m ínim a y no se p ro d u jo nin g u n a incapa­
adenom as paratiroideos, así c o m o para tra ta r el n e u m o - cidad significativa.
m ediastino. M a rtin o d y cois.26 propusieron la resección toracoscópi-
Zylak y cois.21 estudiaron la utilidad de la radiografía d i­ ca de quistes broncogénicos mediastínicos en pacientes que
gital m e d ia n te to m ografía co m p u ta riza d a (TC) y la de la no tenían adherencias im portantes a estructuras vitales.
TC co n ve n cio n a l para diagno stica r el n e u m o m e d ia s tin o . La patología que hay en el inte rio r de los distintos c o m ­
Los signos radiográficos de n e u m o m e d ia stin o incluyen el p a rtim e n to s del m ediastino es variada, e incluye n e o p la ­
signo de la vela tímica, el signo del «anillo alrededor de la sias benignas y malignas, además de quistes congénitos de
arteria», el signo de la arteria tubular, el signo de la doble o rigen no neoplásico. Estas patologías se asocian con d i­
pared b ro n q u ia l, el signo del diafragm a co n tin u o y el sig­ versos síndromes, aunque la presentación de los mismos
no extrapleural. excede el propó sito de este capítulo.
Otras enfermedades, co m o la mediastinitis, son la conse- Citam os de W rig h t y M ath ise n 27:
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Ligamento pulmonar

Ligamento
arterioso

A. pulm onar izq.

F ig u ra 4 .2 4 . Esquema para clasificar los ganglios lin fá ti­


cos regionales en la medida en que la info rm a ció n se re­
fiere a la estadificación. Esta clasificación (M o u n ta in /m o -
dificaciones de Dresler a p a rtir de N aruke/M apa de la
ATS-LCSG) presenta una reconciliación de las recomenda­
ciones previas del American Joint Committee on Cáncer y de
la American Thoracic Society. Las clasificaciones gangliona-
res son adecuadas si los ganglios linfáticos son ipsilatera-
les; si son contralaterales se deben clasificar como N3. Ao,
aorta; AP, arteria pulmonar, [a/]

Los tumores mediastínicos son poco frecuentes y con los tu m ores en cuatro c o m p a rtim e n to s mediastínicos, de
frecuencia son asintomáticos si son benignos. Estos tu m o ­ la fo rm a s igu ie n te (nosotros presentam os seis c o m p a rti­
res tienden a la originarse en uno de tres compartimentos mentos):
mediastínicos: anterior, medio o posterior. Si hay síntomas,
habitualm ente son de origen compresivo. La tom ografía Mediastino anterior
computarizada casi siempre es la m odalidad de elección.
Las lesiones de aspecto benigno normalmente se resecan T im o m a
para su curación. Las lesiones de aspecto m aligno preci­ Teratoma
san generalmente una biopsia mediante el procedimiento C arcinom a
menos invasor adecuado para el tipo tum oral que se sos­ Linfangiom a
pecha. H em angiom a
la n n e tto n i y O rrin g e r28 presentan las localizaciones de Lipom a
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* Skandalakis

Mediastino

Mediastino superior izqu ie rd o y la cúpula están laterales a estos vasos. En el


T im om a lado derecho, el nervio vago derecho y la cúpula están
ín tim a m e n te relacionados con la tráquea.
Anatomía quirúrgica

Linfoma
A denom a tiro id e o • Las venas braquiocefálicas derecha e izquierda están de­
A denom a paratiroideo lante de las arterias.
• El nervio fré n ic o derecho está cerca de las venas; el iz­
Mediastino posterior q u ie rd o , cerca de las arterias. Setina y cois.31 describie­
ron que el nervio frénico derecho pasa entre la vena y la
T um o r n e urogénico
arteria subclavias, y después se localiza medial a la arte­
Quiste entérico
ria m am aria. Después de entra r en el m ediastino supe­
rior, el nervio frénico derecho está a la derecha de la vena
Mediastino m edio
braquiocefálica derecha y de la vena cava superior. Des­
Quiste pericárdico pués de cruzar p o r delante de la arteria torácica interna
Quiste b ro n co g é n ico izquierda, el nervio frénico cruza el origen aórtico de la ar­
Linfoma. teria subclavia izquierda para situarse en el surco que hay
e ntre las arterias subclavia y carótida c o m ú n izquierda.
En el caso de los tu m o re s mediastínicos hay que recor­ Después cruza el nervio vago izquierdo a la altura del ca­
dar inclu ir en su dia g n ó stico diferencial la lipomatosis me- ya d o aórtico, p o r detrás de la vena braquiocefálica. Des­
diastínica, que es una acum u la ció n benigna de grasa. Q uy de este p u n to , el nervio frénico pasa superficial al caya­
N guyen y cois.29 recom iendan la TC ta m b ié n co m o parte d o a ó rtico y al hilio del p u lm ó n izquierdo.
del estudio del síndrom e de Cushing, p o rq u e todos los ca­ • La cuarta vértebra es una marca anatóm ica (Fig. 4.2 6 ).
sos descritos tenían datos de síndrom e de Cushing. El e s tu d ia n te de anatom ía debe recordar lo que se e n ­
cuentra en esta zona:
Re c o r d a r : - El á n g u lo de Louis.
• C uando se ve una desviación evidente de la tráquea en - El plano que hay entre el m ediastino superior y el infe­
la radiografía, el m ediastino puede estar desplazado la­ rior.
tera lm e n te hacia la derecha o hacia la izquierda. - La aposición de las pleuras mediastínicas derecha e iz­
• Puede haber una situación similar cuando hay un despla­ quierda.
z a m ie n to de la posición del latido de la p u n ta del cora­ - La u n ió n de las venas braquiocefálicas izquierda y d e ­
zón desde su localización norm al. recha para fo rm a r la vena cava superior.
• Todas las divisiones y subdivisiones del m ediastino, ex­
cepto el m ediastino m e d io inferior (el pericardio), se co­
m unican entre sí y con el m ediastino superior.
• Hay varios abordajes del m ediastino: transcervical, a tra ­
vés de la pared torácica derecha o izquierda y de la cavi­
Glándula tiroides
dad pleural, o a través del hiato esofágico del diafragm a;
u tilizando m ediastinoscopia, esternotom ía m edia o c iru ­
Arteria
subclavia
gía toracoscópica asistida p o r vídeo. braquiocefálica
izquierda
• La glándula tim o (Fig. 4 .2 5 ) es la entidad anatóm ica más
anterior del m ediastino superior; está delante de la vena Vena
Vena
braquiocefálica
braquiocefálica izquierda y delante de la fascia pretraqueal. braquiocefálica
derecha
izquierda
• D eb id o a la posibilidad de que las venas del m ediastino
Nervio frénico
derecho se puedan e x p a n d ir m u cho, el cirujano y el en- Vena o venas
doscopista deben te ner m u c h o cuidado durante la disec­ Vena cava
laterales

ción m ediastínica derecha. Hay más espacio en el m e ­ superior


Vena tímica
diastino izquierdo p o rq u e las arterias no se expanden. Vena o (gran vena de
• La disección digital delante de la tráquea facilita la e n tra ­ laterales Keynes)

da del escopio. Timo


• Según Degiannis y cois.30, se debe evaluar la aorta to rá ­
retraído ascendente
cica y el esófago en casos de heridas transmediastínicas
p or arma de fuego, aunque la angiografía debe preceder
a la exploración del esófago.
• El lado izquierdo de la tráquea es la localización de la vena
braquiocefálica izquierda, de la arteria carótida c o m ú n F ig u ra 4 .2 5 . Anatomía quirúrgica del timo, incluyendo las
izquierda y de la arteria subclavia izquierda. El nervio vago venas, [d]
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Mediastino

Pleura

E scotadura y u g u la r Finaliza la a orta


ascendente,
c o m ie n z a el ca yad o

C om ie nza la a o rta
descendente,
fin a liz a el cayado

2.° ca rtíla g o
costal Finaliza la trá q u e a ,
c o m ie n zan los b ro n q u io s

Á n g u lo de Louis
(a lg u n o e sternal)

F ig u r a 4 .2 6 . E n tid a d es a n a tó -
m icas de la re g ió n d e la c u a r ta
vérteb ra, [ b r i ]

- El final de la aorta ascendente. la capa muscular en las apófisis transversas. El espacio p o ­


- El co m ie n zo y el final del cayado aórtico. tencial que hay entre estas dos capas es c o n tin u o desde
- La bifurcación de la arteria pulm onar. la base del cráneo hasta el diafragm a, y se extiende c o m ­
- La bifurcación de la tráquea. p le ta m e n te a lo largo del m ediastino superior y posterior
- El paso del c o n d u c to torácico desde la derecha hacia (Figs. 4 .2 8 y 4.29).
la izquierda. Entre la capa alar de la fascia prevertebral y la fascia
Davis y cois.32 recopilaron de la bibliografía médica info r­ visceral que recubre la tráquea y el esófago hay un se­
mes sobre 2.431 quistes y tum ores del mediastino. En las g u n d o espacio virtual d e n o m in a d o espacio retrovisceral;
Tablas 4.2 y 4.3 se resume una clasificación y el po rce n ­ este espacio tam bién se extiende hacia arriba hasta el crá­
taje de la incidencia de los mismos. En la Tabla 4.4 se e n ­ neo, d o n d e queda detrás de la fascia bucofaríngea que re­
cuentra la localización a n atóm ica de los tum ores p rim a ­ cu bre la superficie posterior de la faringe. Sin e m b a rg o ,
rios y de los quistes del mediastino. La incidencia en niños p o r deb a jo el espacio retrovisceral finaliza a p ro x im a d a ­
se puede ver en la Tabla 4.5. La Tabla 4 .6 presenta las al­ m e n te a la altura de la bifurcación de la tráquea, d o n d e
te raciones cardiovasculares que se p u e d e n m anife sta r la fascia visceral se fusiona con la parte alar de la fascia pre­
c o m o masas mediastínicas. vertebral. Según Pearse34, el 71 % de las infecciones se d i­
Fradet y cois.33 presentaron esquema del diagnóstico y tra­ seminan p o r esta ruta, desde el cuello hacia el m ediasti­
tam ie n to de las masas mediastínicas anteriores (Fig. 4.27). no. Es bastante probable que las infecciones puedan pasar
A un q u e la te rm in o lo g ía y las definiciones difieren de una desde el espacio retrovisceral hacia el espacio « p e lig ro ­
fu e n te a otra, no hay duda de que hay c o n tin u id a d e n ­ so» a la altura de la bifurcación traqueal p o r una rotura
tre los espacios del in te rio r del cuello y los del in te rio r del de la capa fascial alar.
m ediastino, y puede te n e r un gran significado clínico en • Diaine y cois.35 describieron la co n tinuidad anatóm ica en­
la disem inación de procesos patológicos. La capa fascial tre el espacio retrofaríngeo y el espacio m ediastínico re-
p revertebral del cuello es una capa b ila m in a r de te jid o tro e s o fá g ic o . T rataron un in fre cu e n te absceso re tro fa ­
conectivo con un espacio virtual entre las dos capas que ríngeo.
ha sido denom inado «espacio peligroso» por Hollinshead7. Entre la fascia que recubre la superficie p ro fu n d a de
Una capa de ese te jid o conectivo recubre ín tim a m e n te los músculos planos de la parte anterior del cuello y la trá­
los músculos prevertebrales, incluyendo los escalenos. La quea hay un tercer espacio virtual que se extiende desde
capa más anterior, denom inada capa «alar», continúa con el hueso hioides por arriba hasta el cayado de la aorta en

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* Skandalakis

Mediastino

Clasificación de los tumores


T a b la 4 .2 . Tumores y quistes mediastínicos
T a b la 4 .3 .
y quistes mediastínicos primarios primarios en 2.431 pacientes
Anatomía quirúrgica

T u m o r e s n e u r o g é n ic o s T u m o re s T ip o de t u m o r Total In c id e n c ia (%)
N e u ro ñ b ro m a m esen q u im ato so s
Tumor neurogénico 500 21
N eu rile m o m a F ibrom a/fib ro sarco m a
Timom a 458 19
N eu ro sarco m a L ip o m a/lip o sarco m a
Linfoma 314 13
G a n g lio n e u ro m a L eio m io m a/
Neoplasia de células germinales 241 10
N eu ro b la sto m a le io m io sarco m a
Carcinoma primario 114 5
Q u e m o d e c to m a Rabdosarcom a
Tumor m esenquim atoso 144 6
P aragangliom a X a n to g ra n u lo m a
Tumor endocrino 151 6
T im o m a M ix o m a
Otros 65 3
Benigno M esoteliom a
Quistes 444 18
M aligno H e m a n g io e n d o te lio m a
Pericárdico 145 6
L in f o m a H e m a n g io p e ric ito m a
Broncogénico 151 6
Enfermedad de Hodgkin L infangiom a
Entéricos 55 2
Linfoblástico L in fan g io m io m a
Otros 93 4
P a tró n de crecim ien to L in fan g io p ericito m a
difuso de células T um ores e n d o c rin o s Total 2.431 100
grandes Tiroides in tra to rà cico
Fuente: D a v is R D J r, O l d h a m H N J r , S a b i s t o n D C Jr. T h e m e d i a s t i ­
Sarcoma A d e n o m a /c a rc in o m a n u m . En S a b i s t o n D C Jr, S p e n c e r FC. S u rg e ry o f t h e C h e s t , 6.a ed.
in m u n o b lá s tic o T p ara tiro id eo F iladelfia, W B S a u n d e r s , 19 9 5; c o n a u t o r i z a c i ó n .
Sarcoma C arcinoide
in m u n o b lá stic o B Q u istes
De células foliculares B roncogénico
esclerosantes Pericárdico
T u m o r e s d e cé lu la s Entérico
Localización anatómica de los
T a b la 4 .4 .
g e r m i n a le s Tímico tumores y quistes primarios del mediastino
T erato d erm o id e Del c o n d u c to torácico
T ipo de tu m o r o quiste P orcentaje
Benigno Inespecífico
M aligno H ip e r p la s ia g ig a n te d e Mediastino anterosuperior (n = 245)
S em in o m a los g a n g lio s lin fá tic o s Neoplasias tímicas 31
N o se m in o m a to so s E nferm ed ad de Linfomas 23
E m brio n ario C a stlem a n Tumores de células germinales 17
C o rio carcin o m a C ondrom a Benignos 9
E n d od érm ico H e m a to p o y e s is Malignos 8
C a r c in o m a s p r im a r io s ex tra m e d u la r Carcinoma 13
Quistes 6
Fuente: D a v is R D Jr, O l d h a m H N J r , S a b i s t o n D C Jr. T h e m e d i a s t i ­ M esenquimatosos 4
n u m . En S a b i s t o n D C Jr, S p e n c e r FC. S u rg e ry o f t h e C h e s t , 6.a ed.
Endocrinos 5
F iladelfia, W B S a u n d e r s , 199 5 ; c o n a u t o r i z a c i ó n .
Otros 1

Mediastino medio (n = 83)


Quistes 61
la parte baja del mediastino superior, d o n d e la fascia pre-
Linfomas 20
traqueal se fusiona con el te jido conectivo asociado al ca­
Mesenquimatosos 8
ya d o aórtico, al pericardio y a la superficie posterior del Carcinoma 6
esternón. Las perforaciones anteriores del esófago y otras Otros 5
infecciones purulentas del cuello se pueden extender ha­
Mediastino posterior (n = 113)
cia este espacio, aunque con una frecuencia más baja.
Neurogénicos 52
• Hay que tener en cuenta tam b ié n que las metástasis me-
Benignos 40
diastínicas de órganos infradiafragmáticos no son tan poco
Malignos 12
frecuentes. Goldstein y cois.36 describieron metástasis de Quistes 32
un ra b d o m io s a rc o m a u te rin o a los g a n g lio s linfá tico s Mesenquimatosos 10
mediastínicos. Endocrinos 2
• B hu ta n i37 publicó inform es favorables sobre la aspiración Otros 4
transesofágica con aguja fina guiada con ecografía en- Fuente: Davis RDJr, O l d h a m H N Jr, S ab iston D C Jr. T h e m e d i a s t in u m .
doscópica en pacientes en los que se sospechaba cáncer E n Sab isto n D C Jr, S p en cer FC. S urgery o f t h e C hest, 6.a ed. Filadelfia,
de p u lm ó n o con cáncer de p u lm ó n d e m o stra d o que te- WB S aunders, 1995; c o n a u to rizació n .
192

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Mediastino

nían g a nglios linfáticos m ediastínicos, así c o m o en pa­


Tumores y quistes mediastínicos
T a b la 4 .5 . cientes que tenían linfadenopatías mediastínicas de e tio ­
primarios en niños logía desconocida.

In cid e n cia
T ipo de tu m o r Total (%)
Tumor neurogénico 250 35 C o m p lic ac io n e s an ató m icas
Linfoma 180 25 ■ - A\ d e la cirugía del m ediastino
Neoplasia de células germinales 75 10
Carcinoma primario 17 2 Las co m p lica cio n e s anatóm icas de la cirugía del m e ­
Tumor m esenquim atoso 69 10 diastino son las de las intervenciones quirúrgicas de los ó r­
Otros 16 2 ganos que están en el in te rio r del m ediastino. Solamente
Quistes 116 16 consideraremos las com plicaciones de la mediastinoscopia,
Pericárdicos 5 1 que es una técnica para la evaluación y la biopsia de las le­
Broncogénicos 54 7
siones mediastínicas, especialm ente del m ediastino ante-
Entéricos 42 6
rosuperior.
Otros 15 2
Es fundam ental que el mediastinoscopista recuerde la to ­
Total 723 100 pografía y el trayecto to rtu o s o de las arterias braquiocefá-
lica (in n o m in a d a ), subclavia y carótida y de sus ramas para
Fuente: Davis RD Jr, O l d h a m H N Jr, S ab isto n D C Jr. T h e m e d ia s tin u m .
En Sab isto n DC Jr, S p en cer FC. Surgery o f t h e C hest, 6 .a ed. Filadelfia, evitar su lesión d u ra n te la intervención. La aorta y la arte-
WB S aunders, 1995; c o n a u to riz a c ió n .

T a b la 4 .6 . Alteraciones vasculares que ponen manifestarse com o una masa mediastínica 1


Localización S istem a v en o so S istem a arterial Sistem a v en o so Sistem a arte rial
m e d ia s tín ic a sistèm ico p u lm o n a r p u lm o n a r sistèm ico

Anterior Estenosis aórtica (dilata­


ción postestenótica)
Aneurisma de la aorta as­
cendente

Medio A neurism a de la vena Estenosis valvular pulm o­ Varices de las venas pul­ Estenosis aórtica
cava superior nar monares Cayado aórtico derecho
Retorno v enoso p u lm o ­ Dilatación idiopàtica del Confluencia venosa pu l­ Aneurisma aórtico del ca­
nar anóm alo parcial a la tronco pulm o nar m onar yado transverso
vena cava superior Ausencia congènita de la A neurism a/fístula de la
A um en to de ta m a ñ o de válvula pulm onar arteria coronaria
la vena ácigos Embolia pulm o n ar
H ipertensión pulm onar
Arteria pulm onar izquier­
da anóm ala

Posterior Coartación y seudocoar-


tación
A neurism a de la aorta
descendente
Arteria in n o m in ad a to r­
tuosa
Superior Aneurismas de las venas Aneurisma del conducto Retorno v enoso p u lm o ­ Cayado aórtico cervical
in nom inadas arterioso nar anóm alo parcial a la Coartación de la aorta
Vena cava superior iz­ vena inno m in ad a Aneurisma aórtico del ca­
quierda persistente R etorno venoso p u lm o ­ yado transverso
A um en to de ta m a ñ o de n ar an ó m alo to tal (su-
la vena hemiácigos pracardíaco)

Fuente: Da vis RD Jr, O l d h a m H N Jr, S abiston DC Jr. T h e m e d i a s t in u m . En S ab isto n DC Jr, S pen cer FC. Surgery o f t h e C h e st, 6.a ed. Filadelfia,
WB S aunders, 1995; c o n au to rizació n .

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* Skandalakis

Mediastino

Masa mediastínica anterior


I
Radiografía de tórax
Anatomía quirúrgica

I
Tomografía computarizada

Encapsulada Infiltrativa
(tiroides-timo)

B
Resección quirúrgica
I---------- ----------1
Mujer Varón < 50 años
Varón >50 años

Biopsia-«--------- - ---------- AFP


GCH-p

Tratamiento I
Espacio
retrovisceral

Espacio peligroso
(espacio 4)
Quimio (s) Radio (s) Resección-------Quimio-radio Espacio
quirúrgica pretraqueal

F ig u ra 4 .2 7 . Algoritmo para el diagnóstico y tratam iento de


las m asas m ed iastín icas anteriores. AFP = ce-fetoproteína;
GCH-|3 = subunidad |3 de la gonadotropina coriónica h u m a ­
na; - = negativo; + = positivo; s = sensible, [f r l]

ria p u lm o n a r ta m b ié n deben evitarse. En caso de una le­


sión de este tip o es esencial realizar inm ediatam ente una to-
racotom ía. Para evitar esta catástrofe la exploración inicial F igu ra 4 .2 9 . Com partim ento visceral (relleno con líneas h o ­
se debe realizar con el dedo, siguiendo el espacio que hay rizontales) en u n corte sagital del cuello. También se indica el
entre la fascia pretraqueal y la cara posterior de la arteria bra-
espacio peligroso.
quiocefálica (in n o m in a d a ).

F igu ra 4 .2 8 . C om partim ento visceral


del cuello. División del co m p artim en ­
to visceral en las porciones pretraqueal
(relleno horizontal) y retrovisceral (relle­
n o vertical) por tejido conectivo que se
une lateralmente al esófago.
194

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Mediastino

Antes de biopsiar cualquier estructura ta m b ié n se debe El te jido co n ectivo laxo y la grasa q u e rodean y dan so­
aspirar a través de una aguja larga y fina para asegurarse de p o rte a las entidades anatóm icas que están en el in te rio r
que la estructura cuya biopsia se ha planificado no es un del m ediastino pueden p a rtic ip a re n la p atología de d ive r­
vaso im p o rta n te . El falso aneurism a m e d iastínico q u e se sos órganos del in te rio r del m ediastino, y con frecuencia
origina en la aorta torácica pro xim a l es una com plica ció n se deben considerar durante la m ediastinoscopia. La entra ­
poco frecuente pero p o te n cia lm e n te m ortal de las opera­ da no reconocida en el esófago o en el árbol tra q u e o b ro n -
ciones de la aorta torácica, y precisa tra ta m ie n to q u irú r­ quial puede p ro d u c ir un proceso in fla m a to rio grave aso­
g ic o 38. ciado a una elevada m o rta lid a d y m o rb ilid a d .

Timo

Los estudios definitivos sobre el desarrollo de los de ri­


vados de las bolsas faríngeas son los de W eller42 y N orris43.
El tim o ha despertado más el interés de los em briólogos A un q u e se ha m o d ific a d o su co n ce p to del cu e rp o u ltim o -
branquial c o m o el «tiroides lateral», su descripción del d e ­
que la mayor parte de los demás órganos. Después de la p u ­
blicación en 1 8 6 6 del libro de Haeckel Generelle Morpholo- sarrollo del tim o no ha sido superada.
gie7,9, que fue in flu id o p o r D arw in, se vio la región faríngea
del e m b rió n c o m o un eje m p lo n otable de recapitulación
D esa r r o llo normal
em brionaria de la filogénesis del organism o.
Las hendiduras y bolsas bronquiales se c o n vie rte n en En los mam íferos la glándula tim o se desarrolla a partir
branquias fun cio n a le s sólo en los verteb ra d o s inferiores, de la porción ventral de la tercera bolsa branquial, con una
a u n q u e las etapas tem pra n a s del desarrollo de las b ra n ­ c o n trib u c ió n incon sta n te de la cuarta bolsa44. C ua n d o el
quias se dan en mamíferos, inclu ye n d o los seres humanos.
En los vertebrados ciertas estructuras epiteliales que se aso­
cian a las hendiduras y bolsas em brionarias se convertirán
en la glándula tiroides, las glándulas paratiroides, el tim o y
los cuerpos u ltim o branquiales. Su fo rm a c ió n y sus h o m o ­
logías de unos organism os a otros ocuparon buena parte
de la bibliografía sobre em brio lo g ía del ú ltim o cuarto del
siglo xix y del p rim e r cuarto del siglo xx.
A u n q u e se pueden reconocer cuerpos tím icos tan aba­
jo en la escala c o m o en los elasm obranquios, el tim o y las
glándulas paratiroides están traspuestos en mamíferos. En
los vertebrados submamíferos el tim o se o rigina en la p o r­
ción dorsal de la bolsa faríngea, y la paratiroides en la re­
g ión ventral. G o d w in 40 revisó la bibliografía sobre la a n ato­
mía com parativa de estas estructuras.
C ua n d o se había co m p le ta d o la búsqueda de las h o ­
m ologías, o al m enos ya se buscaba con menos celo, se
observó q u e sólo el tim o , de todos los derivados fa rín g e ­
os, no tenía n in g u n a fu n c ió n d em ostrada. Parecía inade­
cuado considerar que esta gran estructura linfática era sim ­
p le m e n te una p a rte del a n illo de W a ld e y e r de te jid o F ig u r a 4 .3 0 . Faringe con la tercera y cuarta bolsas bronquia­
lin fá tico 41. les derechas en la sexta semana de gestación. [gr5]
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* Skandalakis

Mediastino

a partir de la porción dorsal de la bolsa. Al contrario qu e las


paratiroides, que son sólidas desde su prim era aparición,
el p rim o rd io del tim o conserva una luz, el co n d u c to tim o -
Anatomía quirúrgica

faríngeo, que es traccionado desde la tercera bolsa branquial


Paratiroides III (Figs. 4.31 y 4.32). El epitelio de este co n d u c to es endodér-
mico, y p o s ib le m e n te hay una c o n trib u c ió n ectodérm ica
desde la cuarta hendidura.
D urante la séptim a y octava semanas de gestación los
tim os se alargan en dirección caudal y anterom edial. Hacia
el final de la octava semana los extrem os distales de los pri­
m ordios, que están avanzando, se encuentran y se fusio­
nan a la altura del b o rde superior de cayado aórtico (Fig.
4 .3 3 )42. Esta fusión en la línea m edia afecta sólo al te jid o
conectivo; el p a rénquim a no se fusiona45. Después de la fu ­
F ig u ra 4.3 1 . Sección de corte largo a través de los derivados sión los extrem os distales de los tim os aum entan de ta m a ­
de la tercera bolsa branquial. La porción ventral (tímica) co n ­ ño. Las porciones cefálicas pierden su co nexión con la fa­
serva una luz. La flecha indica el p u n to de desinserción de la ringe y desaparecen durante la octava semana de gestación,
faringe. [gr5] dejando el tim o d e fin itivo en el m ediastino. Se pueden fo r­
m a r quistes tím icos cervicales a p a rtir de restos persisten­
tes del e x tre m o superior tu b u la r del ó rg a n o p rim itiv o .
em brión mide aproxim adam ente 10 m m de long itu d y está El tim o es el p rim e r órg a n o linfático que se desarrolla.
en la sexta semana de gestación la tercera bolsa se separa Aparece esencialmente m a d u ro hacia la d e c im o q u in ta 46 o
de la faringe y entra en co n ta cto con la cuarta hendidura, vigésima47 semana de gestación. Los ganglios linfáticos peri­
que en sí m ism a ha p e rd id o su con e xió n con el ectoder- féricos normales d e penden de la siembra p o r parte de pe­
m o de la superficie. (Figs. 4 .34 y 4 .31). Las paratiroides III queños linfocitos procedentes del tim o . En pacientes que
(las paratiroides inferiores) han co m e n za d o a diferenciarse tie n e n el s ín d ro m e de D iG e o rg e (aplasia tím ic a ) se e n ­
cuentran ganglios linfáticos con centros germinales, pero

Glándula tiroides

Paratiroides
V. yugular

Paratiroides IV

Paratiroides III

Canal tim ofaríngeo

F igu ra 4 .3 3 . Descenso del timo al final del segundo mes. Los


extremos craneales del tim o desaparecerán; los extremos cau­
dales que están descendiendo formarán el timo definitivo. Ob­
F ig u ra 4 .3 2 . Elongación de la porción tímica del tercer de­ sérvese que la glándula paratiroides III, que está unida al timo,
rivado de la tercera bolsa. Está desapareciendo el canal timo- ha descendido a u n lugar más bajo que la glándula paratiroi­
faríngeo. [gr5] des IV. VCS = vena cava superior. [gr5]
196

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Mediastino 4
se encuentran pocos linfocitos. En la enfe rm e d a d p o r ¡n- de origen e n d o d é rm ic o , y que eran restos de los cordones
m u n o d eficiencia grave co m b in a d a los ganglios linfáticos epiteliales alrededor de los cuales se desarrolla la porción me-
sólo contienen células reticulares. senquim atosa. Von G a u d e k ke ry Schmale53 señalaron sim i­
Hasta la séptim a semana de gestación sólo hay células litudes entre los corpúsculos de Hassall y los queratinoci-
epiteliales indiferenciadas. Esta masa celulares invadida por tos de la e p id e rm is u tiliz a n d o m é to d o s de m icroscopía
m esénquim a que co n tiene las células troncales linfocíticas. electrónica e histoquím icos. B onnefoy y cois.54 m ostraron
Durante la octava a décim a semanas de gestación los p re­ que las células epiteliales de la m édula tím ica y los corpús­
cursores de las células hem atopoyéticas llegan al tim o des­ culos de Hassall c o m p a rte n una especificidad antigénica
de la m édula ósea y el hígado46'48. Hay datos tom a d o s de c o m ú n a las células de la granulosa epidérm ica.
em briones de p ollo de que la cresta neural puede actuar El tim o alcanza su m á x im o tam año en la pubertad. Des­
co m o organizador de la interacción entre el p rim o rd io e pi­ pués exp e rim e n ta una involución lenta, aunque porciones
telial y el m esénquim a invasor49. Los lóbulos del tim o apa­ no atróficas pueden c o n tin u a r fu n c io n a n d o n o rm a lm e n te
recen en la novena semana de gestación, y hay corpúscu­ d u ra n te años. Hay una pérdida de la masa linfática total y
los de Hassall hacia la d e cim oprim era semana de gestación. una reducción ta n to de los linfocitos corticales co m o de los
Entre la decim osegunda y d e cim ocuarta semanas de ges­ linfocitos T de la sangre periférica. Gran parte del tim o está
tación están definidas la corteza y la m édula, y hay lo que sustituido p o r grasa. La Tabla 4.7 resume el desarrollo del
se supone son linfocitos T (células form adoras de rosetas)50. tim o .
Von G audeckery M üller-Herm elink51 han propuesto que
las células reticulares pueden tener un origen dual. Entre
A n o m a l ía s c o n g é n it a s
la décim a y decim osegunda semanas de gestación las cé­
lulas reticulares de la corteza se diferencian a pa rtir de las En ocasiones el tim o no desciende hacia el m ediastino.
células epiteliales del p rim o rd io del tim o . Otras células si­ El fallo del descenso puede ser bilateral, aunque h a b itu a l­
milares a las células reticulares de los ganglios linfáticos pe­ m e n te es unilateral, en el lado izquierdo. Afecta al d o b le
riféricos entran en la m édula con los tabiques del m esén­ de mujeres que de varones. La m a yo r parte de los casos se
q u im a . Según estos inve stig a d o re s, la d ife re n c ia en el desarrolla d u ra n te la lactancia o la infancia.
estroma se puede co rrelacionar con diferencias entre los H abitu a lm e n te el cuerpo principal del tim o desciende y
linfocitos corticales y medulares. deja una banda de te jid o tím ico o un resto fibroso a lo lar­
No está claro c ó m o llegan al tim o los linfocitos T p re­ go de la línea del descenso e m b rio n a rio 55. Esta banda per­
cursores. O w en y Jenkinson52 señalaron que el tim o del e m ­ sistente puede separarse en nodulos de tim o accesorio. Los
brión de pollo no está vascularizado en la etapa en la que cuerpos de tim o accesorio ta m b ié n se pueden o rig in a r en
se p roduce la e m igración celular. Las células troncales de­ la cuarta bolsa faríngea56; pueden estar unidos a las parati-
ben salir de los vasos sanguíneos y deben atravesar el m e ­ roides superiores, p u e d e n estar inclu id o s en la g lá n d u la
sénquim a para llegar al tim o epitelial p rim itivo . tiroides o pueden estar sobre su superficie posterior44,57. Se
Tam poco está claro el o rigen y el significado de los cor­ ha descrito la presencia ta n to del tim o c o m o de la g lá n d u ­
púsculos de Hassall; no están presentes en las primeras eta­ la paratiroides en la localización de la am ígdala (segunda
pas del desarrollo del tim o . Shier41 consideraba que eran bolsa)58. N in g u n o de estos cuerpos tím icos accesorios tie ­
ne significado clínico.
A u nque la tum e fa cció n del cuello h a b itu a lm e n te es el
Tabla 4.7. Cronología del timo en desarrollo único síntom a de tim o cervical, Epstein y Loeb59 describie­
ron un tu m o r tím ico pedunculado en un lactante de tres se­
S e m a n a de
manas que tenía una masa en la boca. Se diagnosticó co m o
E pisodio del desarro llo gestación
h a m a rto m a , y se e x tirp ó q u irú rg ic a m e n te sin secuelas. Se
Formación de la bolsa III 5.a ha descrito un descenso excesivo del tim o , de m o d o que
Elongación de los primordios epiteliales 7.a-8.a crecía un ló b u lo a n ó m a lo en el m e d ia s tin o p o s te rio r iz­
Invasión del m esénquim a (células troncales) 7.a q u ie rd o y bloqueaba la expansión del p u lm ó n izqu ie rd o 60.
Desaparición de la porción cefálica, descenso
del tim o 8.a
8.''-10.a
Q uistes d e la te r c e r a b o lsa b ra n q u ia l
Células troncales en el tim o
Lóbulos visibles 9.a (quistes tím ico s)
Corpúsculos de Hassall presentes 11.a
Los quistes cervicales del tim o lo suficientem ente g ra n ­
Corteza y m édula definidas 12.a-14.a
Madurez del timo 15.a-20.a des c o m o para atraer la atención del paciente o del m é d i­
Máximo tam añ o del timo Pubertad co son m u y p o co frecuentes. Hasta 1982 habían sido des­
Fuente: G r a y SW, S k a n d a l a k i s JE. E m b r i o l o g y a n d c o n g e n i t a l a n o ­
critos un total de 38 casos, 35 p or Al-Shihabi y Jackson61 y
m alies. En G iv el J C (ed.): S u rg e ry o f t h e T h y m u s . Berlin: S p rin g e r- 3 p o r Baroudi y cois.62. Se vieron afectados a p ro x im a d a ­
V erlag , 1990; c o n a u t o r i z a c i ó n . m ente el doble de varones que de mujeres, y más de la m i-
197

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* Skandalakis

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Tabla 4.8. Agenesia, aplasia e hipoplasia del timo


Anatomía quirúrgica

M alform aciones Posible trata­ Pronóstico (sin


Síndrome Timo Linfocitos asociadas Etiología m ien to eficaz tratar)

A plasia tí m i c a ( s í n ­ A u s e n c ia to t a l o p a r ­ D ism in u ció n , A u sen cia d e p ara- Posible recesiva T rasplan te del M uerte te m p ra n a
drom e de Di- cial; gang lios lin fá ti­ cifra n o r m a l tiro id e s; facies a u to s ó m ic a t i m o y de por infección o
George) cos c o n c e n tr o s g er­ o a u m e n t o de c a ra cterística ; p a ra tiro id e s m alfo rm ació n
m inales pero con lin fo c ito s B m alfo rm acio n e s cardíaca
po co s lin fo cito s cardíacas
C o n d r o d is p la s ia m e- Au sen cia d e tim o, D is m in u c ió n E n a n ism o con Recesiva N inguno M uerte te m p ra n a
ta fisa ria c o n t i m o - am íg d a la s y g a n ­ d e lin fo citos m a lf o rm a c io n e s a u to s ó m ic a p o r in fe c c ió n
lin fo p e n ia glios linfáticos Ty B esqu eléticas

I n m u n o d e f ¡cien cia 1. T im o p e q u e ñ o pero D ism inución N inguna Recesiva T rasplan te d e ti ­ M uerte te m p r a n a


c o m b in a d a grave p arcialm en te n o r­ d e lin fo cito s a u t o s ó m i c a 1; m o y de p o r in fe c c ió n
( a g a m m a g lo b u lin e ­ mal; déficit d e ADA T defecto de las h íg a d o
m ia suiza, a u t o s ó - 2. Vestigio tím ico; a u ­ células
mica) sencia d e lin fo c ito s tro n cales
y de cuerpos de Has-
sall; a u s e n c i a de
c en tro s g erm inales
e n los g a n g lio s l i n ­
fáticos; ADA n o rm al

ADA = a d e n o s i n a d es a m in a sa .
a H ay u n a fo rm a de este s í n d r o m e ligada al c r o m o s o m a X sólo e n v aro n es.
Fuente: G ray SW, Sk and alak is JE. E m b rio lo g y a n d c o n g e n i t a l a n o m a lie s . En Givel JC (ed.): S urgery of t h e T h y m u s . Berlín: Springer-Verlag ,
1990; c o n au to riz a c ió n .

tad de los pacientes tenían menos de 10 años. En dos pa­ ños66. Ruiz Santiago y cois, diagnosticaron un quiste tím ico
cientes de m a yo r edad se e n co n tró el quiste de manera ca­ que se manifestó co m o una masa cervical lateral67. S ustery
sual en una operación quirúrgica del tiroides; en un pacien­ Rosai68 describieron 18 casos de quistes tímicos mediastíni­
te de 74 años se e n c o n tró en la necropsia. En un caso el cos múltiples, tal vez por un proceso reactivo adquirido.
quiste estaba presente en el m o m e n to del n acim iento; en
la m ayo r parte de los demás casos había sido evidente sólo A g e n e s ia , a p la s ia e h ip o p la s ia tím ic a
d u rante unos días a unas pocas semanas.
Los quistes tímicos cervicales que se han descrito eran fir­ Todas las clasificaciones de las enfermedades por defec­
mes, inmóviles y raras veces dolorosos a la palpación. Su diá­ tos del tim o son difíciles de establecer, y se debe conside­
m etro variaba desde 2 cm hasta 1 7 cm. H abitualm ente es­ rar que son sólo una tentativa. La disposición de Bergsma69
taban tapizados p o r un epitelio escamoso simple, aunque se en tres síndromes principales es tal vez la más co n ve n ie n ­
han descrito recubrim ientos cuboideos o incluso seudoes- te en este m o m e n to (Tabla 4.8). La m a y o r parte de los ca­
tratificados. El c o n te n id o del líquido era de claro a marrón, sos parecen ser familiares, con genes recesivos autosómicos.
y habitualm ente contenían cristales de colesterol. A m bos sexos se ven afectados p o r igual.
Sería fácil a trib u ir a los quistes tím icos un o rigen en la La agenesia tím ica to ta l se asocia c o n frecuencia a la
tercera bolsa faríngea, pero con frecuencia no hay datos agenesia de las glán d u la s para tiro id e s (s ín d ro m e de D¡-
que apoyen esta atrib u ció n . El tejid o tím ic o en la pared de George), lo que indica el fallo del desarrollo de to d a la te r­
un quiste es la excepción, aunque C raw ford y cois.63 lo en­ cera bolsa. En otros casos las paratiroides son normales.
con tra ro n en la pared de un quiste tím ico que resecaron Una variedad poco frecuente de inm unodeficiencia c o m b i­
del cuello de un niñ o de seis años. Raras veces se han fo r­ nada grave está ligada al crom oso m a X y aparece sólo en
m a d o quistes tímicos en el m ediastino64; la m ayor parte de lactantes varones70. Todos estos síndromes dan lugar a una
los quistes mediastínicos son de origen pericárdico, bron- m uerte te m p ra n a por infecciones oportunistas.
cogénico o esofágico. H aynes46 p ro p u s o que el s ín d ro m e de D iC e o rg e se
Cure y cois, describieron dos casos de tim o cervical quís- d e b e a un fa llo te m p ra n o de la e n tra d a de las células
tico aberrante65. Estos quistes tímicos estaban localizados en tro n c a le s en el p r im o r d io e p ite lia l (1 -7 s e m a n a s); el
la profundidad de la pared faríngea posterior, cerca del seno síndrom e de inm u nodeficiencia c o m b in a d a grave se debe
piriforme. Spigland y cois, describieron casos similares en ni­ a un fa llo de la in d u c c ió n de la p ro life ra c ió n e p ite lia l p o r

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o
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Q.

25 50 75 100

Younq & Turnbull (1931) Edad (años)

F ig u ra 4 .3 4 . Cambios con la edad del peso del tim o h u m a n o norm al. Círculos = peso en h ú m ed o de la glándula tim o h u m a ­
na de 574 necropsias legales. Están superpuestas las medias. Las desviaciones típicas variaron desde 6,4 g a 9,9 g. Cuadrados =
peso del tim o en 464 personas que tenían una salud «normal» en el m o m e n to de la muerte, [ice]

parte de los Iinfocitos T. El tim o aplásico es peq u e ñ o ; ha ­ tu d ia n te interesado leerá los trabajos de H ofm ann y cois.72
b itu a lm e n te hay células reticulares y tim o c ito s grandes, y Z airat'ia n ts73.
aunq u e no suele haber linfocitos pequeños ni cuerpos de Savino y cois.74 afirm aron que, c o m o el tim o es un ó r­
Hassall. O tro s ó rganos linfáticos tie n e n pocos lin fo cito s, gano linfático, m u y p ro b a b le m e n te es diana de en fe rm e ­
y p o r sí m ism o s p u e d e n ser aplásicos. La re c o n s titu c ió n dades infecciosas. Papiernik y cois.75 propusieron qu e la fe-
de la fu n c ió n de los lin fo c ito s T m e d ia n te im p la n te s de topatía tím ica podría ser secundaria al sida. Prevot y cois.76
tim o y de la fu n c ió n de los lin fo cito s B y T m e d ia n te im ­ observaron un a u m e n to del ta m a ñ o del tim o que sim ula­
plantes d e h íg a d o fe ta l ha te n id o c ie rto é x ito . Los p a ­ ba un tu m o r secundario a sida. M e rcado-D eane y cois.77
cientes con sín d ro m e de D iG eo rg e (ausencia de tim o y describieron la hiperplasia quística del tim o secundaria a la
de para tiro id e s) asociado a otras m a lfo rm a cio n e s c o n g é - infección por el VIH en un niño. Leónidas y cois.78 tam bién
nitas han so b re v iv id o con im p la n te s de tim o y de para- encontraron quistes tímicos multiloculares, tal vez secunda­
tiro id e s 71. rios al sida.
Los tim o m as intrapulm onares prim arios se origin a n en
una localización intra p u lm o n a r sin un co m p o n e n te medias-
O tras a n o m a lía s
tínico asociado. Terashima y cois.79 re com iendan la disec­
La hiperplasia tímica, verdadera o linfofolicular, con toda ción sistemática de los ganglios linfáticos mediastínicos si­
p robabilidad no es una anomalía em briológica. Sin e m b a r­ g u ie n d o las rutas de disem inación del cáncer prim a rio de
go, m encio n a m o s este problem a confia n d o en que el es­ p u lm ó n en los casos malignos.
199

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* Skandalakis

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• Arterias tiroideas inferiores.


A n ato m ía quirúrgica • Arterias torácicas (m am arias) internas.
• Arterias tiroideas superiores.
Anatomía quirúrgica

La glándula tim o es un ó rg a n o linfático b ilo b u la d o de


• Ramas de las subclavias.
la línea media localizado en el m ediastino superior. El peso
• Ramas de las carótidas.
m e d io del tim o en los n iñ o s es de a p ro x im a d a m e n te
11,8 g 80; este valor dism in u ye con la edad (Fig. 4.34). Las dos p rim e ra s son las arterias principales; el resto
aportan una pequeña cantidad de sangre arterial al tim o .
Todas estas arterias dan pequeñas ramas que no causan
R e l a c io n e s
n in g ú n p ro b le m a d u rante la tim e cto m ía . Por el contrario,
• Anteriores: Superficie esternal posterior, cuatro cartílagos las venas pueden p ro d u c ir una gran hem orragia.
costales superiores, y los músculos e sternotiroideo y es- Deaver81 afirm ó que la arteria mamaria interna es respon­
te rn o h io id e o de la parte a n te rio r e inferior del cuello. sable de la vascularización del tim o . El te x to Gray's Ana-
• Posteriores: Pericardio, cayado aórtico, vena braquiocefá- tomy82 su girió que ta m b ié n son responsables ramas de las
lica izquierda (in n o m in a d a ) y b o cio retroesternal (si está arterias torácica interna, tiroidea inferior y (de manera oca­
presente). sional) tiroidea superior. D aw son83 incluyó además la a rte­
ria tiroidea superior.
• Superiores: Polos inferiores del tiroides.
Cahill8'’ ha descrito una arteria tímica anómala que se ori­
• Inferiores: Pericardio, cuatro cartílagos costales.
ginaba en la cara a n terior de la arteria carótida c o m ú n d e ­
recha a p ro x im a d a m e n te 1 cm p o r encim a de la b ifu rc a ­
V a s c u la r iz a c ió n ( F i g . 4 . 3 5 ) ción de la arteria braquiocefálica.

Venas
Arterias
La anatom ía venosa del tim o (Fig. 4 .2 5 ) es m u y varia­
Las siguientes arterias son responsables de la vasculari­ ble. Los patrones más frecuentes de fo rm a c ió n del d re n a ­
zación del tim o : do venoso son los siguientes:

Vena yugular interna

Vena subclavia derecha Vena subclavia izquierda

Arteria torácica interna

Vena braquiocefálica Vena braquiocefálica


(innominada) derecha (innominada) izquierda

Vena cava superior

Arteria torácica interna


(arteria mamaria
interna) izquierda
Vasos tímicos

Nervio frénico izquierdo y


arteria pericardiofrénica

Saco pericárdico

F ig u ra 4 .3 5 . Sistema vascular del timo. La gran vena de Keynes, que es la principal vena del timo, no es visible porque está
detrás del órgano.
200

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Mediastino

• Una o dos venas se originan en el lado medial de cada uno que fo rm a n parte del sistema in m u n ita rio . Las células ep i­
de los lóbulos del tim o . Después se unen y form an la gran teliales del tim o tienen una fu n c ió n esencial en la m a d u ra ­
vena de Keynes (según Kendall8S, una venda ancha y co r­ ción de los linfocitos T. D urante la vida fetal las células he-
ta), la cual se dirige hacia arriba hasta la superficie ante- m atopoyéticas fo rm a n e ritrocitos y leucocitos.
rior-in fe rio r de la vena braquiocefálica izquierda.
• Desde cada uno de los laterales de la glándula, una vena
drena la vena cava superior a la derecha y la vena bra ­ Fisiología
quiocefálica izquierda a la izquierda.
C om o se conocía bien la función endocrina de las glán­
• Pequeñas venas inn o m in a d a s de to p o g ra fía in c o n s ta n ­
dulas tiroides y paratiroides, generalm ente se asumió que el
te drenan otras distintas venas, c o m o la vena torácica in ­
tim o tam bién producía una horm ona. En los textos médicos
terna, la vena tiroidea I M A y la vena tiroidea inferior.
antiguos aparecieron muchos trabajos de hormonas tímicas,
aunque eran equívocos o no se pudieron confirmar. Sólo en
Linfáticos 1961, cuando Archer y Pierce95 resecaron el tim o en anim a­
les recién nacidos, la reducción secundaria de la capacidad
Diversos autores, com o Goldstein y MacKay86, Hwang y
inm unitaria mostró la acción hum oral de la glándula.
cois.87, Bloodw orth y cois.88, Arya y cois.89 y W illiams82, han
H uston96 presentó una brillante y amena revisión de la
estudiado los linfáticos del tim o. El tim o no tiene linfáticos afe­
biología del sistema in m u n ita rio en el jo u rn a l o fth e Ameri­
rentes; sus linfáticos aferentes se originan en la médula y en
can Medical Association. Recom endamos este excelente ar­
la unión corticomedular, y drenan los ganglios linfáticos bra-
tíc u lo y re p ro d u c im o s , no sin m o stra r nuestro a g ra d e ci­
quiocefálicos, traqueobronquiales y torácicos internos.
m ie n to , la Figura 4.36, que ¡lustra la diferenciación de las
células troncales hem atopoyéticas.
I n e r v a c ió n A c tu a lm e n te se sabe que el tim o es una glándula e n ­
docrina, y ta m b ié n la g lándula de diferenciación de los lin­
Los siguientes autores han estudiado la inervación tím i- focitos. Las horm onas tímicas son la tim u lin a , las timosinas
ca: Sergeeva90, Bulloch y M o o re 91, W illiams y Felten92 y Fel- y la tim o p o y e tin a . El tim o tiene una im p o rta n te fu n ció n en
ten y Felten93. A firm aron que el tim o está ¡nervado p o r una la in m u n id a d p o rq u e p ro d u c e linfocitos T, que m a duran
c o m b in a c ió n del sistema a u tó n o m o , del nervio fré n ico y p o r la acción del epitelio tím ico.
del asa cervical. Los trabajos de Savino97, Berrih y cois.98, Schmitt y cois.99,
Sin em b a rg o , a pesar del hecho de que en animales la Savino y D a rd e n n e 100 y C oh é n y cois.101 d e m o s tra ro n la
inervación de esta glándula se conoce bien, es un ca m p o pro d u c c ió n de tim u lin a p o r parte de algunas células e p ite ­
desconocido en el ser hum ano. La inervación simpática del liales tímicas. La tim u lin a está presente en el suero d u ra n ­
tim o procede del gan g lio estrellado. El nervio vago aporta te la infancia; después de los 60 años es indetectables102.
una rica inervación a la glándula a través de la vasculatura La fluorescencia del tim o finaliza en la pubertad, y c o ­
tímica. mienza la degeneración grasa. Sin e m bargo, muchos a u to ­
res han afirm ad o que el tim o está presente y que es activo
dura n te to d a la vida, y se debe considerar una entidad fi­
Histología siológica útil a pesar de su involución grasa.
El estudiante que esté interesado en el tem a podrá e n ­
E xternam ente, cada uno de los dos lób u lo s del tim o contrar inform ación útil sobre la histología y la fisiología de
está encapsulado po r te jid o conectivo. En la cápsula se o ri­ la glándula tim o en el lib ro Surgery o f the Thymus, e d ita d o ;
ginan varias trabéculas que tienen un trayecto en el inte ­ p o r Jean-Claude Givel102, del que se ha extraído el siguien­
rior de la sustancia tímica, fo rm a n d o lobulillos. En el tejido te párrafo:
con ectivo se encuentran células plasmáticas, granulocitos,
mastocitos, macrófagos, adipocitos, nervios, vasos lin fá ti­ El hecho de que el tim o sea una glándula diferencia-
cos eferentes y vasos sanguíneos. dora de los linfocitos y una glándula endocrina está bien
En el inte rio r de cada lobu lillo hay una corteza (porción documentado. Las células epiteliales tímicas desempeñan
externa) y una médula (p o rción interna). la función principal. Influyen sobre los diferentes estadios
En la corteza hay células epiteliales ju n to a vasos san­ de la maduración intratím ica y presentan los productos
guíneos y linfocitos. En la m édula hay menos células e p ite ­ del CPH (complejo principal de histocompatibilidad) a los
liales, ju n to al corpúsculo tím ico (de Hassall). Los peculia­ linfocitos. También producen factores quimiotácticos, que
res corpúsculos de Hassall son, a efectos prácticos, masas permiten que la glándula sea colonizada p or linfocitos pre-T
aisladas de células epiteliales m u y agrupadas entre sí y dis­ y hormonas tímicas, cuyas actividades biológicas se han de­
puestas concéntricam ente, según Rossy Reith94. La g lá n d u ­ mostrado in vivo e in v itro en los diferentes estadios de la
la tim o libera muchos linfocitos; éstos son los linfocitos T, diferenciación de los linfocitos T.

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* Skandalakis

Mediastino

La fusión de los dos lóbulos está m u y relacionada c o n la


C ir u g ía d e l tim o vena braquiocefálica izquierda.
Los nervios frénicos tienen una asociación posterolateral Según C larke22, el m e jo r p ro c e d im ie n to para la cirugía
Anatomía quirúrgica

con los lóbulos tímicos. del tim o es una esternotom ía media de la m ita d superior.
La vena cava superior y la vena braquiocefálica izqu ie r­ Jaretzki y cois.103 re com endaron un abordaje c o m b in a d o
da pueden estar afectadas en los tumores tímicos malignos. cervical y transesternal.

Timo
L in fo c ito T

L in fo c ito NK

C élula tro n c a l lin fo id e

C élula p la s m á tic a

M a c r ò fa g o

C élula tro n c a l m ie lo id e o

M e g a c a rio c ito

M a s to c ito

UFC-M C

F igu ra 4 .3 6 . Diferenciación de las células troncales hematopoyéticas. Las células troncales pluripotenciales se diferencian en
células troncales linfoides o células troncales mieloides. Los linfocitos T, NK (citolíticos naturales) y B proceden de células tro n ­
cales linfoides. Las células troncales mieloides se diferencian en precursores específicos de linaje que son unidades formadoras
de colonias (UFC). Los neutrófilos, los monocitos y los macrófagos proceden por diferenciación de una UFC co m ú n de granu-
locitos y m onocitos (UFC-GM). Los eosinófilos (Eo), los basófilos (Baso) y los mastocitos (MC) se diferencian a partir de UFC
diferentes, al igual que las células hem atopoyéticas n o leucocíticas, los megacariocitos (Meg) y los eritrocitos (E). [hu]
202

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Mediastino 4
• Sólo hay una in te rv e n c ió n q u irú rg ic a para la g lá n d u la
C o m p li c a c i o n e s a n a t ó m i c a s
tim o : la resección total (tim e cto m ía ), c o m o en la mias­
tenia grave o en el tim o m a b e n ig n o o m aligno. d e la c ir u g ía d e l tim o
• El resultado de la tim e cto m ía , un ele m e n to habitual del
tra ta m ie n to de la miastenia grave, no se ve alterado por
La gran vena de Keynes es corta pero ancha. Se debe
una m ayo r edad, según un estudio de pacientes de 55
ligar con sum o cu id a d o para evitar una hem orragia
años o más de A b t y cois.104.
catastrófica.

3 Perlas clínico-quirúrgicas

Se puede recurrir a los cirujanos para que traten masas me- traste o la resonancia magnética son particularmente útiles
diastínicas, mediastinitis, traumatismos mediastínicos o enfer­ y esenciales para excluir una lesión vascular antes de realizar
medades de alguno de los órganos que están contenidos en una técnica agresiva. Los timom as tienden a manifestarse
el interior del mediastino. Las distintas definiciones de las sub­ como un aum ento de tamaño predom inantem ente en un
divisiones anatómicas del mediastino han llevado a confusión. lado del mediastino, mientras que los linfomas son norm al­
Las subdivisiones que se muestran en la Figura 4.5 son las que mente más difusos y bilaterales. Un teratoma benigno es un
utilizan tradicionalmente los anatomistas. Muchos cirujanos tu m o r frecuente del mediastino anterior en lactantes.
creen que una división en tres compartimentos, como la que Se puede producir una mediastinitis aguda después de
se muestra en la Figura 4.4, es particularmente útil para la eva­ operaciones en el mediastino o de traumatismos del mismo.
luación clínica: compartim ento anterior (prevascular), com ­ Una causa frecuente de mediastinitis aguda es la perforación
partimento medio (visceral/vascular) y compartimento poste­ esofágica. Los principios del tratamiento quirúrgico de la me­
rior (surcos costovertebrales). Con esta definición de los diastinitis son antibióticos y reanimación, control rápido de
compartimentos, el compartim ento anterior (mediastino an- cualquier fuga que produzca contaminación, drenado y des-
terosuperior) incluye la zona localizada entre la superficie in­ bridam iento de todo el tejido necròtico, y trasposición de
terna del esternón y el pericardio, y normalmente contiene la colgajos musculares o de colgajos de epiplón cuando sea ne­
glándula timo, tejido linfático y grasa. cesario para proporcionar cobertura con un tejido bien vas-
El com partim ento medio/visceral normalmente contie­ cularizado.
ne el corazón y los grandes vasos, el árbol traqueobronquial, El tratam iento de los traumatismos mediastínicos se re­
el esófago, el conducto torácico y el tejido linfático. El com ­ laciona principalmente con cualquier lesión de los órganos
partim ento posterior/paravertebral normalmente contiene del com partim ento visceral del mediastino. Puede aparecer
la cadena simpática y los nervios intercostales. enfisema mediastínico como consecuencia de un traumatis­
Las masas frecuentes del mediastino anterior son timomas, mo cerrado o penetrante, o puede ser secundario a un ba­
linfomas y tumores de células germinales, así como lesiones rotraumatismo. De manera ocasional se puede producir en­
tiroideas y paratiroideas ectópicas. Las masas frecuentes del fisema mediastínico espontáneo en el asma o después de un
com partim ento medio/visceral son ganglios linfáticos me- estornudo forzado. La entrada de aire en el mediastino pue­
tastásicos, linfomas, quistes enterogénicos y quistes pericár- de proceder del árbol traqueobronquial, del cuello o del ab­
dicos. Las masas del co m partim ento posterior/surco para­ domen. El enfisema mediastínico puede tener una presen­
vertebral son habitualmente tumores neurogénicos o quistes tación alarmante, pero habitualm ente no es en sí m ism o
neuroentéricos. potencialmente mortal. Un neumomediastino a tensión su­
En el caso de las masas mediastínicas anteriores, la d ifi­ ficiente com o para dificultar el retorno venoso hacia el cora­
cultad más frecuente es la distinción entre los timomas y los zón es poco frecuente; los pacientes que tienen neum om e­
linfomas. Los timomas habitualmente precisan una resección diastino con frecuencia refieren molestia retroesterna I. En la
quirúrgica; los linfomas pueden precisar una intervención auscultación sobre la parte anterior del tórax se oye habi­
quirúrgica para el diagnóstico, pero el tratamiento principal tualmente un crujido precordial durante la sístole (signo de
es la quim ioterapia y /o la radioterapia. Muchos de los linfo­ Hamman). Generalmente hay una amplia disección del aire
mas del mediastino anterior forman parte del linfoma sistè­ hacia otros planos tisulares comunicantes bien descritos en
mico de Hodgkin o no hodgkiniano. Los síntomas «B» del este capítulo; la disección aérea puede inclu ir
linfom a como fiebre, pérdida de peso, anorexia y sudores el cuello, la cara, el tórax, la pleura y la parte superior
nocturnos pueden ser útiles para indicar un linfoma sistèmi­ del abdomen. El volumen del aire subcutáneo puede pro d u­
co más que un tim om a. Los síntomas de miastenia grave, cir la distensión masiva del tejido subcutáneo, y en
com o cansancio generalizado, debilidad muscular o sínto­ ocasiones puede impedir que los pacientes abran los ojos.
mas oculares, señalarían un timoma. La TC de tórax con con­ (RSF jr.)

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Laringe
Ian N. Jacobs; John D elG audio; G e n e L. Colborn; Thomas A, W eidm an; John E, Skandalakis

Desde la nasofaringe el aire avanza en su camino, en prim er lugar, a la orofaringe ju n to con el tracto digestivo, y después nor­
malmente a la laringofaringe. Por otra parte, los órganos fundamentales de la vía aérea, que son la laringe, la tráquea y los
pulmones, no forman parte, sin embargo, de otros sistemas del organismo.

David LangebarteP

Historia A n o m a l ía s c o n g é n it a s

Determinadas anomalías congénitas laringotraqueales se


La historia de la anatom ía y la cirugía de la laringe se
deben a alteraciones de la embriogénesis. Estas m a lfo rm a ­
describe en la Tabla 5.1.
ciones incluyen la atresia laríngea, las m em branas larínge­
as, la estenosis subglótica y las fisuras o hendiduras laringo­
traqueales.
I *
Embriogénesis
• La atresia laríngea se p ro d u ce cu a n d o falla la recanaliza­
D e s a r r o llo normal ción de la laringe. Es im p re scind ib le una tra q u e o to m ía
inm ediata para evitar la m uerte.
El p rim o rd io del aparato respiratorio se fo rm a en el sue­ • Las m em branas laríngeas se fo rm a n p o r alteraciones en
lo del intestino p rim itiv o en la cuarta semana de vida ges- la reabsorción del epitelio. Se fo rm a una estructura m e m ­
tacional. La laringe com ienza a form arse c o m o una h e n d i­ branosa a la altura de la glotis, la cual puede tener una ex­
dura d iverticular en la faringe prim itiva (Fig. 5.1 A). tensión subglótica.
Entre la quin ta y la sexta semanas de gestación se fo r­ • La estenosis subglótica es una d e fo rm id a d que se p ro d u ­
m an tres engrosam ientos en el vestíbulo de la laringe p ri­ ce p o r una anomalía en el desarrollo del cartílago cricoi-
m itiva. Un e ngrasam iento anterior, que p ro b a b le m e n te es des (sexto arco branquial).
un derivado de la em inencia hipobranquial del cuarto arco, • La fisura laringotraqueal se produce p or un fallo en la fo r­
fo rm a la fu tu ra epiglotis. Posteriorm ente se fo rm a n los fu ­ m ación del tab iq u e traqueoesofágico.
turos cartílagos aritenoides (Fig. 5.1 B). Los engro sa m ie n ­ • Los teratomas de la laringe son m u y raros. Están form ados
tos aritenoideos, que derivan del sexto arco branquial, se por diferentes tipos de tejidos extraños a la región del or­
desplazan m e d ia lm e n te y fo rm a n una abertura en fo rm a ganismo en la que se desarrollan. Deben extirparse qu irú r­
de T (Fig. 5.1 C)2'3. gicam ente de form a com pleta d e b id o a la posibilidad de
La luz de la laringe se encuentra ocluida en la octava se­ que degeneren en tum ores m alignos7.
mana del desarrollo debido a la proliferación celular epitelial.
De acuerdo con Sichel y cois.8:
La recanalización tiene lugar en la décima semana (Fig. 5.1 D).
La fo rm a c ió n de los pliegues vocal y vestibular se rela­ Las malformaciones congénitas de la laringe son muy
ciona con una condensación del m esénquim a. Los cartíla­ raras, pero pueden poner en peligro la vida. Las causas más
gos laríngeos se desarrollan a p artir del m esénquim a de los frecuentes son la laringomalacia, la parálisis de las cuerdas
arcos branquiales. El cartílago tiroides deriva del cuarto arco vocales y la estenosis subglótica(...) Los procedimientos qui-
en fo rm a de dos placas laterales que se encuentran en la lí­ rúrgicos(...) incluyen la plastia supraglótica para casos de la­
nea media. Los músculos intrínsecos de la laringe se desarro­ ringomalacia grave, aunque los síntomas respiratorios se
llan a p a rtir del m esoderm o del cuarto y sexto arcos bra n ­ dan en el 80% de los casos. La frecuencia de complicacio­
quiales2,4. nes es baja, pero se han descrito casos de muerte en el pos­
C oin cid im o s con O Rahilly y M ü lle r5 en que la relación toperatorio. El fallo en el tratamiento suele producirse en pa­
que se establece entre el desarrollo de la laringe y los arcos cientes que muestran otras anomalías asociadas, como
branquiales sigue sin aclarar. faringomalacia. La lateralización de las cuerdas vocales se­
Para o b te n e r más inform ación acerca de la em briología cundaria a una parálisis de las cuerdas se puede tra ta r me­
de la laringe, se puede consultar Embriology for Surgeons, de diante una pexia de aritenoides o una aritenoidectomía, em­
Skandalakis y Gray6. pleando un abordaje lateral. La aritenoidectomía se puede

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Laringe

Tabla 5.1. Historia de la anatomía y la cirugía de la laringe


Areteo aprox. 100 a.C. Primera referencia al cáncer de laringe
Galeno aprox. 200 a.C. Describió úlceras malignas de la garganta. Describió la laringe con tres cartílagos: tiroides
(escudo), aritenoides (cacillo) y cricoides (anillo). Describió los músculos pretiroideos
Leonardo da Vinci (1451-1519) Esquematizó y describió la laringe
Fabricio de Padua 1600 Describió las acciones de los músculos intrínsecos y extrínsecos de la laringe h um ana
y de diferentes animales
Casserio 1601 Describió los músculos cricoaritenoides posteriores y consideró que su función
es realizar la apertura de la glotis
Boherhaave 1688 Describió la «angina cancerosa»
Morgagni 1732 Describió carcinomas de laringe en dos autopsias
Dodart 1709-1719 Com paró la acción de la glotis con un oboe
Santorini 1724 Descubrió los cartílagos corniculados (de Santorini)
Winslow 1732 Describió las acciones de los músculos laríngeos
Ferrein 1741 Empleó por primera vez el térm ino «cuerdas vocales»
Leverett 1743 Examinó la garganta em pleando un espejo; utilizó una pinza para extirpar pólipos
Bertin 1745 En desacuerdo con Ferrein, llamó a las estructuras «fosas»
Camper 1767 Describió los cartílagos cuneiformes
Pelletan 1778 Seccionó la laringe para extraer u n trozo de carne
Wrisberg 1780 Publicó el descubrimiento de los cartílagos cuneiformes (de Wrisberg)
Astley Cooper Principios Extirpó un tu m o r grande de glotis (laringuectomía parcial supraglótica)
del siglo xix
Bozzini 1807 Describió la visualización de la laringe em pleando una cánula doble y un espejo
angulado, u na fuente de luz y un reflector
Caron 1808 Realizó u na traqueostomía con éxito en un niño
Desault 1810 Realizó una tirotom ía seccionando la línea media de la laringe de dentro a fuera
Magendie 1822 Estudió la fisiología de la laringe
Babington 1829 Presentó la primera laringoscopia eficaz
Albers 1829 Experimentó con laringuectomías totales
Lauth 1835 Identificó el cuerno elástico y diversos ligamentos
Trousseau 1837 Describieron cuatro tipos de tisis laríngea (alteraciones laríngeas crónicas)
y Belloc
Trousseau 1837 Primero en realizar una traqueostomía en el cáncer de laringe
Green 1846 Escribió A Treatise on Diseases ofthe A ir Passages. Aconsejó la aplicación de una solución
de nitrato de plata para tratar las enfermedades de la laringe
Pratt Mitad Resección con éxito de un tum or epiglótico
del siglo xix
Kronlein Mitad Realizó la faringotomía lateral subhioidea o suprahioidea
del siglo xix
Buck 1851 Realizó la primera laringofisura en EE.UU.
García 1855 Visualizó su propia glotis; se le ha den o m in ad o «el padre de la laringología»
Krackowizer 1858 Introdujo el laringoscopio en EE.UU.
Van Türck, Czermak 1860 Introdujo el laringoscopio de espejo
Lewin 1861-1862 Publicó la extirpación de u n tum o r con laringoscopia indirecta
Avery 1862 Empleó u n tipo especial de laringoscopio durante 18 años
DeSilva Solis-Cohen 1867 Publicó la curación de u n tum or de laringe mediante laringofisura
Czerny 1870 Probó laringuectomías en perros
Luschka 1871 Describió con m ucha precisión la anatom ía de la laringe

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• Skandalakis

Laringe

Tabla 5.1. Historia de la anatomía y la cirugía de la laringe (Continuación.)


Anatomía quirúrgica

Mackenzie 1871 Desarrolló la m anipulación quirúrgica de la laringe utilizando pinzas especiales curvas
con visión de la laringe m ediante un espejo
Billroth 1873 Realizó la primera laringuectomía por cáncer en humanos
Bottini 1875 Realizó la primera laringuectomía con éxito
Isambert 1876 Clasificó el carcinoma de laringe en intrínseco, extrínseco y subglótico
Cornil, Ranvier 1876 Describieron el cáncer de laringe com o una enfermedad extrem adam ente rara
Billroth 1878 Publicó la primera hem ilaringuectom ía vertical
Krishaber 1879 Clasificó los tumores laríngeos en intrínsecos y extrínsecos; describió los intrínsecos como
de crecimiento lento y los extrínsecos con una evolución más invasiva de tejido linfático
Störk 1880 «El carcinoma de laringe en pocas ocasiones se encuentra limitado, y con frecuencia
invade las fosas mucosas entre la epiglotis y la lengua, o entre la epiglotis y el esófago»
Butlin 1883 El carcinoma intrínseco es más frecuente que el extrínseco, y es el que tiene con más
frecuencia su origen en las cuerdas vocales. La prevalencia del cáncer intrínseco fue
confirmada por Semon (136 de 212 casos), Chevalier Jackson (98 de 141),
Tucker (144 de 200) y Schmiegelow (36 de 48)
Kobler 1884 Empleó cocaína com o anestésico local
Eisberg 1886 Primero en describir la endoscopia com o procedim iento para extirpar un carcinoma de
cuerdas vocales
Kirstein 1895 Empleó la laringoscopia directa
Foderi 1899 Realizó la primera traqueohioidoepiglotopexia
Semon 1903 Publicó la primera extirpación parcial de la laringe
Cole 1906 Describió la cirugía radical del cuello para extirpar el tejido linfático
Gluck y Sorenson 1911 Adoptaron la técnica de Crile
1922 Realizaron 160 laringuectomías totales
Trotter 1913 Describió la faringolaringuectomía parcial
Jackson 1915-1939 Creó un instrum ento que permite explorar la laringe por completo. Afirmó
que los niños no desarrollan estenosis laríngeas crónicas
Masson y Berger 1924 Primera descripción de los tum ores mucoepidermoides
Suchanek 1925 Primera descripción de un schw anom a laríngeo
Abrikossoff 1926 Primera descripción de un tu m o r de células granulares de laringe
Lynch 1929 Primera descripción de un ad enom a pleomórfico
Colledge 1930 Primera descripción de un neurofibroma de laringe
Mackenty 1934 Primera descripción de u n linfoma de laringe
Looper 1938 Describió el empleo del hueso hioides en lugar del cricoides para tratar la estenosis
subglótica
Watson 1942 Realizó u na disección del mediastino
Alonso 1947 Realizó una laringuectomía supraglótica en dos tiempos
H ofm ann Saguez 1950 Describió la laringuectomía parcial horizontal intravestibular
Lapido y cols. 1968 Describió el uso con éxito de la tirocondroplastia en animales
G oldm an y cols. 1969 Publicó el primer carcinoide de laringe
Laitman 1971-1982 Realizó estudios comparativos de la anatom ía de la vía aérea de primates, h o m ínidos
y Lieberman y hom bre m oderno
Grahne 1971 Describió el procedimiento de Réthi (división vertical y posterior de la lámina cricoides)
Jako 1972 Describió la cirugía con láser de las cuerdas vocales en perros
Fearon y Cotton 1972 Emplearon injertos libres y pediculados de cartílago tiroides para ampliar la luz del arco
anterior
Mozolewski 1975 Creó una derivación vocal con los aritenoides
Montgom ery 1975 Suturó las cuerdas vocales para evitar la aspiración (procedimiento de cierre glótico)
206
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Laringe

Tabla 5.1. Historia de la anatomía y la cirugía de la laringe (Continuación.)

Singer y Blom 1980, 1981 Desarrollaron una técnica para restaurar la voz después de una laringuectomía
Hirano 1981, 1991 Estudió los músculos intrínsecos de la laringe
Holinger y cois. 1987, 1989 Estudiaron las estenosis congénitas de laringe y la laringomalacia
Quiney y cois. 1989 Estudiaron la papilomatosis laríngea
Kantor y cois. 1991 Propusieron la videomicrolaringoscopia
Andrea y Dias 1994 Introdujeron la microendoscopia

Tabla elaborada por David A. McClusky l i l y John E. Skandalakis.

Bibliografia:
Andrea M, Dias O. Atlas of Rigid and Contact Endoscopy in Microlaryngeal Surgery. Philadelphia: Lippincott-Raven, 1995.
Fink BR. A brief history of ideas about the larynx. In: Fink BR. The H u m an Larynx: A Functional Study. New York: Raven, 1975,
pp. 1-15.
Kleinsasser O. Tumors of the Larynx an d H ypopharynx. New York: Thieme, 1988.
Myer CM III, C otton RT. Historical developm ent of surgery for pediatric laryngeal stenosis. ENT Ear Nose Throat J 1995;74:560-
562.
Silver CE. Historical aspects. In: Silver CE, Ferlito A. Surgery for Cancer of the Larynx and Related Structures (2nd ed). New York:
Churchill Livingstone, 1996, pp. 3-12.
Whicker JH, Devine KD. The com m em oration of great m en in laryngology. Arch Otolaryngol 1972;95:522-525.
Yanagisawa E, DAgostino. The larynx. In: Lee KJ (ed). Essential Otolaryngology (7th ed). Stamford CT: Appleton & Lange, 1999,
pp. 791-858.

realizar mediante una laríngofisura o una escisión endoscó- noepiglóticas y las fosas interaritenoideas p o r la parte su­
pica con láser. La estenosis subglótica es la tercera causa perior, hasta el p rim e r anillo traqueal p o r debajo. La cavi­
más frecuente de anomalía congènita. Se puede realizar una dad interna de la laringe se divide en tres espacios: supra-
interposición con cartílago cricoides en casos de hendiduras g ló tic o , g ló tic o y su b g ló tico (Fig. 5.3).
anteriores o múltiples del cricoides. El éxito de estos proce­ La entrada a la laringe d e n o m in a d a aditus laryngis se
dimientos puede llegar a ser de aproximadamente el 90%. abre en el vestíbulo laríngeo o espacio supraglótico. Este es­
pacio se inicia en el borde libre de la epiglotis y de las fosas
En la Tabla 5.2 se especifican datos adicionales sobre
aritenoepiglóticas. La parte inferior se extiende desde el es­
las anomalías congénitas de la laringe. Más detalles se pue­
pacio supraglótico hasta el margen inferior de las falsas cuer­
den enco n tra r en Embriology for Surgeons6.
das vocales (fosas vestibulares). Justo p or debajo de éstas se
W iatrak9 presentó una excelente revisión de las a n o m a ­
encuentra un divertículo par de mucosa laríngea d e n o m in a ­
lías congénitas de la laringe y la tráquea.
d o ventrículo laríngeo. Este ensancham iento se localiza cra­
nealm ente a las verdaderas cuerdas vocales, fo rm a n d o unas
bandas blancas, las cuerdas vocales (ligam entos vocales).
A n ato m ía quirúrgica El espacio entre las cuerdas vocales se d e n o m in a espa­
cio g ló tic o o rima glotidis. Las cuerdas vocales, ju n to con
La r in g e del a d u l t o el espacio g ló tico , fo rm a n la glotis.
El espacio su b g ló tico se extiende desde la glotis hasta
Uno de los órganos más complejos del cuerpo hum ano
el p rim e r anillo traqueal.
desde el pun to de vista em briológico, anatómico, fisiológico
y quirúrgico es la laringe (Fig. 5.2). Los numerosos cartílagos,
membranas y músculos de este órgano y el singular hueso Relaciones topográficas
hioides se encuentran cubiertos por mucosa y tejido conec­
tivo, fo rm ando un órgano que a primera vista puede parecer La laringe se sitúa en la parte anterior de la tercera, cuar­
simple. Todas estas estructuras form an una unidad integral ta, q u in ta y sexta vértebras cervicales. Se e xtie n d e desde
que coopera estrechamente con ambos hemisferios cerebra­ la base de la lengua hasta la p o rció n p ro xim a l de la trá ­
les en la fu n d ó n del habla, la respiración y la deglución. quea. El espacio potencial de la faringe se encuentra en ín­
tim a relación con la laringe.
Las principales estructuras cartilaginosas son el cartíla­
Principales características internas
go tiroides y el cricoides (Fig. 5.4). El esqueleto de la larin ­
de la laringe ge está suspendido del hueso hioides por la m e m bra n a ti-
La cavidad que fo rm a la laringe se e xtie n d e desde la rohioidea medial y lateral. Los lóbulos laterales del tiroides
parte superior de la epiglotis, pasando p o r las fosas arite- se encuentran sobre la parte lateral de los cartílagos ti roí-

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• Skandalakis

Laringe

P ro m in e n c ia
e p ig ló tic a
Anatomía quirúrgica

E m ine n cia h ip o b ra n q u ia l

E ntrada a la
la rin g e
4.° arco fa rín g e o

H e n d id u ra la rin g o tra q u e a l
P ro m in e ncia s
a rite n o id e s

A g u je ro ciego Surco
de la len g u a te r m in a l

Fosa
Ep ig lotis
p a la tin a

Raíz de la
len g u a

C artílag o s
laríng e o s

F ig u r a 5.1. Desarrollo de la laringe. A, En la cuarta semana del desarrollo fetal la laringe com ienza a formarse en el extremo
proximal de la h endidura laringotraqueal. B, En la quinta semana se form an dos protuberancias aritenoideas en la parte lateral
y superior de la laringe. La protuberancia media anterior (la futura epiglotis) es u n derivado de la em inencia hipobranquial. C,
En la sexta semana, las protuberancias aritenoides m igran m edialm ente hacia la lengua, y la boca de la laringe tom a u na for­
ma en T. La luz laríngea es sólo u n esbozo. D, En la décima semana, se h a n formado estructuras cartilaginosas y musculares en
la laringe derivadas de los arcos branquiales cuarto a sexto. [mo2 ]

des y cricoides. El istm o del tiroides se encuentra po r de­ neo. C uando estos músculos se separan, las estructuras de
lante del cartílago cricoides y cubre el p rim e ro o los dos la línea media, c o m o el tu b é rcu lo tiroides y la m em brana
prim eros anillos traqueales. cricotiroidea, son visibles.
Los músculos e sternotiroideo y e sternohioideo cubren La vaina carotídea y su c o n te n id o se encuentran justo
el cartílago tiroides, justo p o r debajo del te jid o s u b cu tá ­ en la parte posterolateral de la laringe. El nervio recurren-

I Tabla 5.2. Anomalías de la laringe


Edad prenatal Primera Sexo
Anom alía y desarrollo m anifestación afectado Frecuencia Observaciones

Atresia de laringe 6.‘'-10.a semanas En el nacim iento Igual Muy rara Evolución letal si no se realiza
traqueostomía inm ediata
M embranas laríngeas 10.a semana ? En el n ac im ie n to si Igual Poco
im portante; asinto- frecuentes
mática si pequeña
Estenosis subglótica 10.a semana En el nacim iento Niños Rara Los síntomas generalmente de­
(cricoides) saparecen después del 2." año
Laringomalacia ? En el nacim iento Niños Frecuente Se ha sugerido tendencia fami­
liar
H endidura laringotra- 6.a semana En el nacim iento Igual Muy rara
queoesofágica

Fuente: Skandalakis JE, Gray SW (eds). Embryology for Surgeons, 2.a ed. Baltimore: Williams & Wilkins, 1994; con autorización.
208

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Laringe

Hueso hioides Fosa aritenoepiglotica

Cartílago Abertura laringea


epiglotis superior

Fosa ventricular
Hendidura vocal

Cartílago tiroides Cartilago cricoides


Esofago

Cartílago F ig u ra 5 .2 . Laringe del


cricoides Trac<uea adulto. [m o l]

Espacio
supraglótico

Membrana
cuadrangular

Y
Vestíbulo
Ligamento
vestibular

Espacio de Reinke

Ventrículos

Ligamento vocal
Espacio
paraglótico Músculos intrínsecos

Cono elástico

Membrana
cricotiroidea

Espacio
subglótico

F igu ra 5.3. Cavidad interna de la laringe (sección


coronal semiesquemática). [t u l]

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* Skandalakis

Laringe
Anatomía quirúrgica

M. digàstrico
M. m ilohioideo

M. geniohioideo

M. hipogloso

M. estilohioideo

Mucosa faríngea

M. geniogloso
Cartílago tiroides

---;'nides

F igu ra 5.4. A natom ía topográfica de la laringe proximal y distal. [sc2]

te laríngeo asciende p o r la corredera traqueoesofágica y tó m icas con el aparato laríngeo. El hueso hioides sirve de
entra en la laringe justo p o r la parte posterior de la a rticu ­ inserción a la vía laríngea, la m e m bra n a tiro h io id e a y los
lación cricotiroidea. El extre m o palpable del cuerno infe ­ músculos de la laringe. Se encuentra suspendido de la base
rior del cartílago tiroides sirve de referencia para la en tra ­ del cráneo (hueso te m p o ra l) p o r los lig a m e n to s estilohioi-
da del n e rvio 10. La tercera y la sexta vértebras cervicales, deos.
los músculos prevertebrales y la fascia se encuentran en la El hueso hioides es la prim era estructura laríngea que
parte posterior de la laringe. se osifica; se encuentra total o parcialmente calcificado des­
de los dos años de e d a d 11. Es un hueso con fo rm a de U,
Dimensiones de la laringe con un cuerpo (Fig. 5.6), dos cuernos menores y dos cuer­
nos mayores (Fig. 5.5). Se localiza a la altura de la tercera
Las medidas de la laringe se encuentran en la Tabla 5.3.
Con el in c re m e n to de la edad, estos diám etros cambian.
La laringe se alarga más en hom bres que en mujeres; una Tabla 5.3. Medidas de la laringe
diferencia especialm ente im p o rta n te es el ta m a ñ o del car­
tílago tiroides, que fo rm a la p ro m inencia conocida co m o Hombres Mujeres
«nuez».
Longitud 44 m m 36 m m
Diámetro transverso 43 m m 41 m m
Anatomía ósea
Diámetro sagital 36 m m 26 m m
Hueso hioides
Fuente: Bannister L.Respiratory system. En: Williams PL. Gray s
A efectos prácticos, el hueso hiodes (Fig. 5.5) se descri­ Anatomy, 38.a ed. Nueva York: Churchill Livingstone, 1995; con
be c o m o parte de la laringe d e b id o a sus relaciones ana­ autorización.
210

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Laringe

geas superiores al p e n e tra r en la m e m b ra n a tiro h io id e a


para entra r en la laringe10.

I n s e r c io n e s del hueso h io id e s

• Se insertan en el cuerno m e n o r el borde m edial del cons­


tric to r m e d io y el lig a m e n to estilohioideo.
• El constrictor m edio y el músculo hipogloso se insertan en
el cuerno mayor.
• La musculatura de la lengua (g e n io h io id e o y geniogloso)
se insertan en la superficie superior e infe rio r del cuerpo
del hioides. El m ilo h io id e o se inserta en la superficie an­
te rio r del hioides. El te n d ó n del m úsculo digástrico se in ­
serta en la parte anterolateral del c u e rp o del hioides.
• El g ru p o infrahioideo (esternohioideo, o m o h io id e o y tiro-
hio id e o ) se insertan en la superficie infe rio r del cuerpo.
F ig u ra 5.5. Hueso hioides. Cada m úsculo actúa para d e p rim ir el hueso hioides12.

vértebra cervical, aunque puede moverse en un plano ver­ C o n s id e r a c io n e s q u ir ú r g ic a s

tical. El cuerno m a y o r del hioides se encuentra m u y p ró x i­ • El hueso hioides tiene c o m o fu n ció n elevar la laringe. Es
m o al nervio laríngeo inte rn o y a la arteria y la vena larín­ esencial realizar un cierre sin tensión distal de la vía aérea

Hueso hioides

Cuerno m enor
Cuerno m ayor

Cuerpo
C artílago tritíce o
Epiglotls
Cuerno superior

Tubérculo superior
del tiro id e s

Cartílago cornícula d o

Cartílago arítenoídes

C artílago tiro id e s

Línea oblicua Tubérculo superior

Cuerno in fe rio r Tubérculo inferio r


del tiro id e s
C arilla a rtic u la r
para el arítenoídes

C arilla a rtic u la r
para el tiro id e s Cartílago cricoides

B
Hueso hioides

C artílago t r i t í c e o -----------------------O

Cartílago cornículado Epiglotis

Cartílago arítenoídes
Ligam ento
C artílago tiro e p ig ló tic o

cricoa rite no id eo
C artílago tiro id e s
F ig u ra 5.6. Laringe. A, Desarticulada. B,
C artílago cricoides
Articu la ción cricotiro ide a Normal. [/r5]

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• Skandalakis

Laringe

al realizar una resección y una anastomosis traqueal. La • D urante la escisión de un quiste del c o n d u c to tirogloso,
laringe puede ser liberada y descendida desde el hueso la escisión de la superficie co m pleta situada por encim a
hioides para reducir la tensión en la línea de sutura dis­ del cuerpo del hioides reduce la frecuencia de recurren­
Anatomía quirúrgica

tal; esto se consigue separando los m úsculos infrahioi- cias (p ro c e d im ie n to de Sistrunk)14.


deos de la superficie inferior del cuerpo del hueso hioides
justo lateral al cuerno m e n o r (Fig. 5.7A), lo cual libera el Cartílagos de la laringe
cuerpo central del hioides de la laringe. Se puede o b te ­ C a r t í l a g o t i r o i d e s . El cartílago tiroides (Figs. 5.6 y 5.8)
ner más relajación a d icional seccio n a n d o el lig a m e n to se localiza en la parte an te rio r de la cuarta y q u inta v é rte ­
suspensorio del cuerno superior del cartílago tiroides (Figs. bras cervicales. Está fo rm a d o p o r dos láminas que se fu sio ­
5.7 B y C). Esta m a n io b ra puede descender la laringe un nan en la línea an te rio r del cuello, fo rm a n d o una p ro tu b e ­
m á x im o de 4,5 c m 13. rancia, la p ro m in e n cia laríngea o «nuez», que es visible y
• El hueso hioides sirve de acceso a la región supraglótica palpable. C u a n d o se encue n tra n las dos láminas fo rm a n
de la laringe y la faringe. Para llegar a la mucosa de la fa ­ un ángulo de 90° en los hom bres y de 120° en las mujeres;
ringe el cirujano p u ede disecar d ire c ta m e n te p or en ci­ esta angulación hace que sea más prom in e n te en hombres.
ma de la p o rción su perior o p o r de b a jo del hueso h io i­ La parte superior de la p ro m in e n cia se den o m in a tu b é rc u ­
des. lo tiro id e o superior (Fig. 5.6).

Superficie anterior
de la epiglotis

Venas de la mucosa
vallecular
Ligamento tiroideo

Cuerno superior
del cartílago
tiroides

Pinza de
retracción
preepiglótico
traqueal

Línea de corte

F ig u ra 5.7. Disección de la laringe. A, Se corta el hueso hioi­


des justo lateral al cuerno menor. B, Realizando una incisión
en el músculo constrictor inferior, se expone el cuerno supe­
rior del cartílago tiroides. C, Sección del cuerno superior del
tiroides para liberar la laringe de su ligam ento superior. [de4\
212

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Laringe 5
Epiglotis se encuentran anclados a los cuernos mayores del hioides;
los Inferiores se articulan con el cartílago cricoides.
Cuernos En la parte lateral, la superficie externa de cada lám ina
mayor y del cartílago tiroides presenta una m ínim a cresta entre los
Hueso hioides menor del
tubérculos superior e inferior (Figs. 5.6 y 5.8). Esta cresta se
hioides
d e n o m in a línea oblicua, y sirve de inserción a tres m úscu­
los: e ste rnotiroideo, tiro h io id e o y cricofaríngeo (una p o r­
Cuerno
Membrana ción del co n s tric to r infe rio r de la faringe). La m em brana ti-
superior
tiroidea
rohioidea y el lig a m e n to tiro h io id e o m e d io se insertan en
Tubérculo
Ligamento el b o rd e superior del cartílago tiroides. Los ligam entos ti-
superior
tirohioideo rohioideos laterales se insertan en el cuerno m ayor del car­
medio
tíla g o tiroides. Los lig a m e n to s crico tiro ide o s (m e m b ra n a
Cartílago Línea oblicua cricotiroidea) se insertan en el b orde infe rio r del cartílago
tiroides tiroides10.
Se insertan cinco ligam entos co m o si fueran uno único
Tubérculo en la cara p o sterior de la lámina tiroidea (con la superficie
Cuerno
Inferior
inferior interna cubierta p o r mucosa), cerca de la u n ión de ambas
Cápsula láminas (án g u lo ): el lig a m e n to tiro e p ig ló tic o m edio (F ig.
articular
Lámina 5.9), los dos lig am entos vestibulares y los dos ligam entos
cricotiroidea
cricoides
vocales.
Ligamento cricotiroideo
Arco del cricoides
y cono elástico Consideraciones quirúrgicas
• D ebido a que el cartílago tiroides es tan p ro m in e n te y sir­
F ig u r a 5 .8 . Cartílagos y ligamentos de la laringe desde el ve de anclaje a numerosas estructuras de la laringe, un
frente. [ho6\ abordaje fu n d a m e n ta l en la cirugía de la laringe es la té c ­
nica de la laringofisura. En esta técnica se abre el cartíla­
go tiroides en la línea media para e xp o n e r la e n d olarin-
ge y p o d e r realizar d ife re n te s p ro c e d im ie n to s (p. ej.,
El borde posterior de cada lámina se extiende hacia arri­ laringuectom ía parcial, laringotraqueoplastia y aritenoi-
ba y hacia abajo fo rm a n d o dos proyecciones corniform es, dectom ía).
los cuernos superior e inferior (Figs. 5 .6 y 5.8). Los cuernos • El m úsculo y los ligam entos vocales se insertan en la cara
son el origen de la lám ina tiroides. Los cuernos superiores interna del cartílago tiroides en una zona d e n o m in a d a

C uerno m a y o r del hioides

Epiglotis

C artílag o tritíc eo
C uerpo del hioides

C uerno su p e rio r del L ig a m en to h io e p ig ló tic o


ca rtíla g o tiro id e s
L ig a m en to tiro h io id e o m e dio

Espacio p re e p ig ló tic o
C artílag o c o rnicu la d o y a c ú m u lo de grasa

Extrem o de la e p ig lo tis
L ig a m en to ve s tib u la r L ig a m en to tiro e p ig ló tic o

Com isura a n te rio r


C artílag o ariten o id e s
C artílag o tiro id e s
L ig a m en to p oste rio r
cric o a rite n o id e o
L ig a m en to vocal y
cono elástico
Tubérculo vocal y
a riten o id e s L ig a m en to cric o tiro id e o

F ig u r a 5 .9 . Cartílagos y
Lám ina cricoides A rco del cricoides
ligamentos de la laringe en
sección sagital. [ho6\

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• Skandalakis

Laringe

comisura a n te rio r (Fig. 5.9). La superficie laríngea e x te r­ los lig a m e n to s c ric o a rite n o id e o s poste rio re s (Figs. 5.9
na en hom bres adultos se encuentra a m ed io cam ino e n ­ y 5.10). Las dos carillas articulares inferiores de la lámina
tre el tu b é rcu lo tiroides y el borde infe rio r del tiroides. Es se articulan con los cuernos inferiores del tiroides. El borde
Anatomía quirúrgica

ligeram ente más alto (2 m m a 3 m m ) en mujeres adultas. infe rio r del cricoides se une al p rim e r anillo traqueal a tra ­
Puede ser beneficioso, en el abordaje p o r laringofisura, vés del lig a m e n to cricotraqueal (m e m b ra n a cricofaríngea);
iniciar el abordaje q u irú rg ico p o r debajo de la línea m e ­ este p u n to es el final de la faringolaringe y el inicio de la trá­
dia para facilita r el acceso a la parte inferior realizando la quea. La lám ina se une en la línea m edia al esófago m e­
división de la com isura anterior. d ia n te un lig a m e n to de fibras long itu d in a le s. En la parte
• El c a rtíla g o tiro id e s en el a d u lto p u e d e s u frir d e s p la ­ lateral del anillo se encuentra el origen de los músculos cri­
za m ie n to s o fracturas p o r tra u m a tis m o s d irectos (más coaritenoideos, que se insertan en la parte superior en los
p ro m in e n te en la zona del tu b é rcu lo tiro id e o en la u nión tubérculos musculares de cada cartílago aritenoides.
de ambas láminas). Se pueden p ro d u c ir fracturas simila­ Partiendo del arco del cricoides en la parte a n te rio r y
res o desplazam ientos en los otros cartílagos laríngeos, externa se encuentran los músculos cricotiroideos: éstos se
pero son m enos frecuentes. insertan a lo largo del borde inferior de la lám ina del tiro i­
des, y están separados en la línea m edia p o r el lig a m e n to
Cartílago cricoides. El cartílago cricoides (Figs. 5.6, 5.8, crico tiro ide o m edio.
5.9 y 5 .10) tiene fo rm a de anillo de sello. La porción más
ancha del anillo se localiza posteriorm ente, y la más estre­ Consideraciones quirúrgicas
cha en la parte anterior, d o n d e generalm ente se palpa con • La lesión del cartílago cricoides secundaria a tra u m a tis ­
facilidad. El cartílago cricoides se localiza a la altura de la sex­ mos o a in tu b a c ió n puede p ro d u c ir una pe rico n d ritis y
ta vértebra cervical C6 (a veces, hasta la m ita d de C6), jus­ co n d u c ir a una estenosis s u b g ló tica 15.
to p or debajo del cartílago tiroides. El tra ta m ie n to q u irú rg ic o de las estenosis subglóticas
La lámina del cricoides presenta en su superficie dos ca­ de larga evolución precisa el e nsancham iento de la circ u n ­
rillas articulares, que se articulan con los cartílagos aritenoi- ferencia del anillo cricoides con injertos a u tólogos de car­
des (Figs. 5.6 y 5.9) y se encuentran unidos al cricoides p or tíla g o 16.

Epiglotis

Cuerno m ayor del hioides

Cartílago tritíceo en el
c artílago tiro h io id e o lateral

Cuerno superior del ca rtíla go tiro id e s


Ligam ento tiro h io id e o

C artílago co rniculado

Ligam ento vocal


C artílago aritenoides

Cápsula a rticula r cricoaritenoidea Tubérculo m uscular

Cuerno inferio r del c artílago tiroides


L igam ento cricoaritenoideo posterior

Cápsula a rticula r cricotiroidea


Lámina del cartílago cricoides

F ig u r a 5 .1 0 . Cartílagos y ligamentos de la laringe, vista posterior. [hoó\


214

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Laringe 5
• Las tra q u e o to m ía s se realizan g e n e ra lm e n te al m enos
un a n illo p o r d e b a jo del ca rtílago cricoides (s e g u n d o o
tercer anillos traqueales) para evitar la estenosis su b g ló -
tica. De todas formas, durante la c rico tiro ido to m ía de ur­
gencia, el tu b o de tra q u e o s to m ía se in tro d u c e a través
de la m e m b ra n a c ric o tiro id e a . Este es el acceso más rá­
p id o , sencillo y seguro a la vía aérea. Para e vita r una
estenosis laríngea perm anente, la c ric o tiro id o to m ía p u e ­
de transform arse en unos días en una tra q u e o to m ía es­
tándar.

C a r t í l a g o s a r i t e n o i d e s . Los cartílagos aritenoides (Figs.

5.6, 5.9 y 5.10) tienen form a piramidal, con tres superficies,


una base y un vértice. Cada base tria n g u la r se articula con
el cartílago cricoides por m e d io de una articulación de tip o
F ig u ra 5 .1 1 . M o vim ie n to de la articulación cricoaritenoidea
artrodial. La base tiene dos tubérculos o apófisis: de desplazamiento y de giro. [dl\

• El tu b é rc u lo anterom edial vocal directo, d o n d e se inser­


ta el lig a m e n to vocal.
• Un tu b é rc u lo lateral, muscular pequeño, do n d e se inser­ de la glotis: un movimiento de giro, un desplazamiento an te ­
tan los músculos cricoaritenoideos lateral y posterior. rolateral del aritenoides sobre el cricoides, y un movimiento
menos marcado de rotación axial.
El cartílago aritenoides tiene una superficie posterior li­
geram ente cóncava, una superficie medial y una superficie Consideraciones quirúrgicas
anterolateral. Los músculos aritenoideos (transverso y o b li­ • La fijación de la articulación cricoaritenoidea puede deber­
cuo) se insertan en superficies posteriores de am bos cartí­ se a una artritis de la articulación o una p ericondritis (p o r
lagos aritenoides. La cara central se recubre de mucosa la­ una in tu b a ció n tra u m a to ló g ic a ) y lim ita r la m o vilid a d de
ríngea secretora. La superficie anterolateral es la zona de las cuerdas vocales.
inserción del m úsculo tiro a rite n o id e o , de parte del m úscu­ • D ebo y cois.21 han descrito la su bluxación de la articula­
lo vocal y del lig a m e n to vestibular. El vértice del cartílago ción cricoaritenoidea dura n te la in tu b a c ió n con el larin­
aritenoides soporta el cartílago corniculado. goscopio.
Se ha descrito en m uchos textos el m o v im ie n to del ari­ • La ariteno id e cto m ía a través de un abordaje endoscópi-
tenoides en se ntido de rotación sobre la carilla a rticu la r17; co puede aliviar la fijación y la parálisis de las aritenoides.
p o r el co n tra rio , Fink y Demerest han dem o stra d o que los • D anino y cois.22 prop o n e n la a rite n o id e cto m ía subm uco-
m o vim ie nto s principales del cartílago aritenoides se reali­ sa preservando la m em brana mucosa laríngea. Se debe
zan en sentido inferior, medial y lateral18. Esto va a c o m p a ­ evitar la o b strucción de la luz p o r te jid o de granulación
ñado ta m b ié n de un ligero m o v im ie n to en sentido a n te ro ­ de una cicatriz radial.
posterior (Fig. 5 .1 1).19
De acuerdo con Prades y cois.20: C a r t í l a g o s c o r n i c u l a d o s . Los cartílagos co rn iculados

(de Santorini) (Figs. 5.6, 5.9, 5 .1 0 y 5 .1 2 ) son pequeños


La anatom ía descriptiva de la articulación crícoaritenoidea
n odulos co rn iculados que se sitúan en la parte p o sterior
sienta la base del conocimiento de los trastornos de la motili-
del vértice de los aritenoides. N o tiene excesiva im p o rta n ­
dad de la larin g e (...) La articulación de las superficies articu­
cia la capacidad funcional de estos cartílagos en los seres hu­
lares de la aritenoides y cricoides muestra variaciones indivi­
manos.
duales que causan asimetrías a la altura de la glotis. Están
unidas por una cápsula articular de tejido conectivo elástico que C a r t í l a g o s c u n e i f o r m e s . L o s cartílagos cuneiform es (de
rodea la cavidad, que presenta de forma característica una si- W risberg) (Fig. 5.12) tienen form a de barra (c o m o las letras
novial seudomeniscal y un receso periférico profundo, los cua­ del alfabeto cuneiform e). Se sitúan en las fosas aritenoepi-
les indican una gran m ovilidad articular. El ligamento cricoa- glóticas en la parte ante rio r de los cartílagos corniculados,
ritenoideo contribuye a estabilizar la articulación. El músculo y pueden no existir en algunos casos.
cricoaritenoideo posterior (abductor) y el crícoaritenoideo la­
teral (aductor) tienen una inervación que procede del nervio C a r t íl a g o t r it íc e o . El cartílago tritíc e o o tritia to (Figs.
laríngeo inferior, que forma un arco laríngeo de concavidad 5.6, 5.9 y 5.10), se sitúa bilateralm ente fo rm a n d o una es­
ventral en contacto con el receso articular lateral. La articula­ tru ctu ra de pequeño tam a ñ o , y es ocasionalm ente de d i­
ción crícoaritenoidea es una diartrosis que posee tres grados m in u to tam a ñ o . Puede localizarse en el b orde posterior de
de libertad de movimiento durante la aducción y la abducción la m em bra n a tirohioidea.
215

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* Skandalakis

Laringe

Nòdulo Membranas y ligamentos laríngeos


Cartílago epiglótico
Se fo rm a n diferentes mem branas, pliegues y lig a m e n ­
Anatomía quirúrgica

tos laríngeos, que incluyen:

• M e m bra n a tiro hioidea.


• M e m bra n a cuadrangular.
M embrana cuadrangular
• L igam ento vestibular (fosas vestibulares o falsas cuerdas
Cartílago cuneiforme vocales).
Cartílago corniculado • Fosa aritenoe p ig ló tica .
• L igam ento cric o tiro id e o o cuerno elástico.
Cuerpo y tubérculo
• Ligam entos vocales.
muscular del cartílago
aritenoides • Ligam entos epiglóticos.

Receso piriforme
M em brana tirohioidea
Articulación cricotiroidea La m e m bra n a tiro h io id e a (Figs. 5.8 y 5.1 3) p ro p o rc io ­
na una co n e xió n entre el cartílago tiroides y el hueso h io i­
Lámina del cartílago
cricoides des b ila teralm ente y en la parte anterior. Forma una vaina
co ntinua de te jid o que se extiende desde el borde superior
de los cuernos mayores del hioides hasta los cuernos supe­
riores del cartílago tiroides y su lámina.
La m e m bra n a tiroh io id e a se engruesa en la parte más
anterior, fo rm a n d o el ligamento tirohioideo medial (Figs. 5.9
y 5.1 3). El m argen engrosado de cada lado fo rm a el liga­
F ig u ra 5 .12. M embrana cuadrangular y laringe desde la par­
te posterior. [ho6¡ m e n to tiro h io id e o . El cartílago tritíce o (Figs. 5.9 y 5 .1 0 )
con frecuencia suele unirse y reforzar este lig a m e n to . El
nervio laríngeo superior, la arteria y la vena (Fig. 5.1 3) y el
e p i g l ó t i c o . El cartílago e p ig ló tic o (Fig. 5 .12) tie ­
C a r t íl a g o nervio laríngeo in te rn o penetran en la m e m brana tiro h io -
ne fo rm a de raqueta, es un cartílago elástico y m óvil, y se dea 4 m m o 5 m m p or delante del cuerno superior del car­
sitúa en la parte posterior de la base o raíz de la lengua y tílago tiroides.
del hueso hioides y p o r delante de la entrada a la laringe C o n s i d e r a c i o n e s q u i r ú r g i c a s . En p ro c e d im ie n to s q u i­

(vestíbulo o áditus laríngeo). El b o rd e superior del cartíla­ rúrgicos de la fa ringe se puede lesionar el pedículo neuro-
go es ancho. La parte más inferior se estrecha considerable­
m ente y adquiere una fo rm a de pétalo o tallo (Fig. 5.9).
El cartílago ep ig lo tis se inserta en el cu erpo posterior
Ligamento tirohioideo
del hueso hioides p o r m ed io del lig a m e n to h io e p ig ló tic o
Nervio laríngeo
(Fig. 5.9). Por ta n to , se sitúa en una localización dorsal al interno
cartílago tiroides y la m e m brana cricotiroidea, d e lim ita n ­
do la entrada en la laringe. Nervio laríngeo
externo
El espacio entre la superficie a n te rio r de la epiglotis, la
m em brana tirohioidea y el cartílago tiroides se d e n o m in a
espacio p re g ló tic o (Fig. 5.9). La e p iglotis se inserta en el
cartílago tiroides m ediante el lig a m e n to tiro e p ig ló tic o . Las neurovascular
superior
hendiduras aritenoepiglóticas y la m e m brana c u a d ra n g u ­
lar (Fig. 5 .1 2 ) se insertan en los márgenes inferiores y late­
Arteria y vena laríngeas
rales de la epiglotis. tirohioideo superiores
Consideraciones quirúrgicas. La ep ig lo titis aguda es una medio

enfermedad adquirida, que en niños puede cursar con obs­ Membrana tirohioidea

trucción de la vía aérea. Para diagnosticar la presencia de Cartílago


tiroides
cuerpos extraños se puede realizar una radiografía si las
condiciones generales de los pacientes lo p erm iten.
La visualización de la laringe se debe realizar en el q u i­
rófano para evitar la obstrucción de la vía aérea, la aspira­
ción y la parada cardíaca. Los proced im ie n to s de elección F ig u ra 5 .1 3 . Membrana tirohioidea, ligam ento y pedículo
son la in tu b a ció n y la traqueostom ía. neurovascular superior. [tu2]
216

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Laringe 5
vascular laríngeo superior (Fig. 5.1 3). Se debe te n e r m u ­ lagos aritenoides. Los ligam e n to s vestibulares se localizan
cho cuidado al realizar la disección del cuerno m ayo r del justo encim a de las cuerdas vocales, separados p o r dos es­
hueso hioides y el cuerno superior del cartílago tiroides al pacios elíp tico s llam ados ve ntrículos laríngeos. Los lig a ­
realizar los abordajes de las faringotom ías. m entos vestibulares se d e n o m in a n ta m b ié n falsas cuerdas
vocales, y están cu b iertos p o r una gruesa m e m bra n a m u ­
Membrana cuadrangular cosa.
La m em brana cuadrangular (Fig. 5 .12) se extiende des­ Al igual q ue las fosas vocales verdaderas, las fosas ves­
de ambos lados del cartílago epiglotis, en la parte a n terior tibulares se a p ro xim a n d u rante la m a niobra de Valsalva y
hasta las superficies anterolaterales del cartílago arite n o i- co n trib u y e n a p revenir la aspiración. La u nión de las cuer­
des y posterior e in te rio rm e n te hasta el cartílago corn icu - das vocales verdaderas justo antes de la tos o el estornudo
lado. La m e m b ra n a c u a d ra n g u la r fo rm a con su re c u b ri­ refuerza la resistencia ante las presiones internas de la es­
m iento mucoso la fosa aritenoepiglótica superior (Fig. 5.14) piración forza d a . Este m ecan ism o ta m b ié n c o n trib u y e a
y la pared medial del seno p iriform e de la faringolaringe. En evitar la aspiración de cuerpos extraños d u rante la d e g lu ­
la parte posterior, entre los cartílagos corniculados, se e n ­ ción. Además, las fosas vestibulares pueden cerrarse c o m o
cuentra una c o n e xió n mucosa qu e fo rm a una depresión m ecanism o c o m p e n s a d o r de una parálisis de los a d u c to ­
llamada fosa o cisura aritenoides (Fig. 5.12). La m e m brana res de las cuerdas.
cuadrangular es gruesa en la parte infe rio r y se hace más El espacio que se encuentra entre las cuerdas (fosas ves­
delgada en la superior; está cubierta en la parte interna por tibulares) se d e n o m in a rim a vestibularis.
mucosa laríngea, y p o sterolateram ente por una fina capa
de m úsculo y p o r la mucosa faríngea. Fosas aritenoepiglóticas
Las fosas a ritenoepiglóticas (Figs. 5.2, 5.14 y 4 .1 5 ) se
Fosas vestibulares encuentran una a cada lado, y contienen los músculos ari-
(falsas cuerdas vocales) te n o e piglóticos, músculos que se relacionan con el borde
Las fosas o ligam entos vestibulares (Figs. 5.9 y 5 .1 4 ) se superior de la m e m bra n a cuadrangular. La contracción de
encuentran en el b o rd e in fe rio r de la m e m bra n a cu a d ra n ­ los músculos a rite noepiglóticos eleva la fosa vestibular (fal­
gular. Estas hendiduras se fo rm a n en la parte a n te rio r del sas cuerdas vocales) al tensar las fosas aritenoepiglóticas.
cartílago tiroides, justo p o r d e b a jo de la inserción del car­ Las fosas a ritenoepiglóticas p rotegen la entrada a la larin­
tílago de la epiglotis. Se en cu e n tra n conectadas en la p a r­ ge y la tráquea y actúan evitando la entrada en la vía aé­
te posterior p o r las superficies anterolaterales de los cartí­ rea de co m id a , líquidos y cuerpos extraños.

Pliegue lateral glo soepiglótico


Hendidura superior del tiroides
Vallécula epiglótica
Borde superior del cartílago tiroides Base de la lengua
Pliegue g losoepiglótico m ediano
L igam ento vocal Epiglotis
Glotis Tubérculo epiglótico
Arco del cartílago cricoides
Pliegue vocal
Cono elástico
A rticu la ción cricotiroidea Pliegue vestibular

Cartílago í Tubérculo vocal Pliegue a riten o e pig ló tico

aritenoides | Tubérculo muscular Tubérculo cuneiform e


Tubérculo corniculado
Cuerno superior del cartílago tiroides
ABIERTA Rimaglotidis
Rimaglotidis Faringolaringe
Cartílago corniculado
Seno p iriform e
Borde superior de la lámina
del cartílago tiroides

CERRADA

F ig u ra 5 .1 4 . Interior de la laringe, pliegues vocales, [m o l]


217

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* Skandalakis

Laringe
Anatomía quirúrgica

Pliegue g lo s o e p ig ló tic o m e dio

Epiglotis

Vallécula

Fosa a rite n o e p ig ló tic a

Fosa ve stib u la r

Cuerda vocal

Tubérculo cu ne ifo rm e
Rimaglotidis
Tubérculo c o rnicu la d o

F ig u ra 5 .1 5 . Laringe, vista superior. [ho6\

Ligamento cricotiroideo (cono elástico) • De acuerdo con D over y cois.26, la arteria cricotiroidea es
El lig a m e n to cricotiroideo (Figs. 5.8 y 5.9) tiene diferen­ una rama de la arteria tiroidea superior (carótida externa)
tes n o m bres alternativos, c o m o m e m bra n a cricotiroidea, y cruza o b licu a m e n te la parte m edia del lig a m e n to cri­
m em brana cricovocal y cono elástico. La variada nom encla­ c o tiro id e o . Una rama asciende en relación con la parte
tura es el resultado de la localización y el trayecto que pre­ p ro fu n d a de la lám ina tiroidea, irrig a n d o los músculos y
senta, y puede dar lugar, en algunas ocasiones, a confusión. el tejido conju n tivo . Se producen im po rta n te s anastom o­
El lig a m e n to cricotiro ide o se extiende hacia la parte su­ sis a lo largo de su recorrido entre las arterias crico tiro i-
perior del arco del cartílago cricoides, d o n d e term ina com o deas de ambos lados. Al realizar una c ric o tiro id o to m ía se
un borde libre y fo rm a los ligam entos vocales. La parte an­ puede lesionar algún vaso, sangrar la vía aérea y p ro d u ­
te rio r de la m em brana cricotiroidea se engruesa para fo r­ cir un in c re m e n to en el riesgo de aspiración. La arteria
m ar en la parte media el lig a m e n to crico tiro ide o , que se cricotiro ide a g e n e ra lm e n te cruza p o r la m ita d superior
puede e m plear para establecer una vía aérea de urgencia. del lig a m e n to vocal. Por ta n to , es preferible acceder a la
El lig a m e n to crico tiro ide o une el arco del cartílago crico i­ vía aérea a través de la parte infe rio r del lig a m e n to e m ­
des con el cartílago tiroides, y los cartílagos aritenoides por pleando una incisión transversa.
m e d io de sus apófisis vocales. R ecom endam os la lectura
de la histología de la m e m brana cuadrangular y del cono Ligamentos, cuerdas y fosas vocales
elástico, que ha sido descrita e ilustrada de fo rm a brillante A efectos prácticos, los ligam entos vocales (Fig. 5.9) es­
po r Reidenbach23,24. tán fo rm a d o s p o r el b o rd e su p e rio r del co n o elástico. El
cono elástico form a en la parte inferior una capa de subm u-
C o n s id e r a c io n e s q u ir ú r g ic a s cosa elástica, bien diferenciada de la parte superior, en la
• Little y cois.25 realizaron la disección de 24 cadáveres y es­ m e m bra n a cuadrangular. En la parte inferior, el cono elás­
tu d ia ro n la vasculatura del área anterior de la m e m brana tico se inserta en el m argen superior del arco del cartílago
cricotiroidea. Observaron que el 79% de los cadáveres te ­ cricoides (Figs. 5.8 y 5.9).
nían estructuras vasculares en esta área, y el 6 2 % tenían El té rm in o «cono» se emplea p o r la fo rm a que presen­
las arterias y las venas en una orientación vertical, p o r lo ta esta estructura desde una visión fro n ta l. Desde esta pers­
que podían lesionarse al realizar una crico tiro ido to m ía . pectiva, se aprecia c o m o un co n o in v e rtid o con el vértice
218

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Laringe 5
cortado y el b o rde posterior abierto vertica lm e n te . Una vi­ traqueales y, fin a lm e n te , los ganglios mediastínicos supe­
sión superior y posterior ofrece una fo rm a de herradura, riores.
con la parte abierta hacia atrás. En la parte anterior, los dos
lados del co n o fo rm a n el lig a m e n to c rico tiro id e o m e d io . Ligamentos y fosas epiglóticas
Por e n cim a de esta zona, se inserta el b o rd e in fe rio r del Los ligam entos y fosas epiglóticas son:
cartílago tiroides, en una zona llamada comisura ante rio r • L igam ento h io e p ig ló tic o (Fig. 5.9).
(Fig. 5.9). • L igam ento tiro e p ig ló tic o (Figs. 5 .6 y 5.9).
C o m o se ha exp licado previam ente, los bordes supe­ • Fosa glosoepiglótica media (Figs. 5 .14 y 5.15), que se en­
riores e n g rosados y lig a m e n to so s del te jid o elástico del cuentra en la línea media de la base de la lengua.
cono fo rm a n los ligam entos o cuerdas vocales. Se e x tie n ­ • Fosa gloso e p ig ló tica lateral (Fig. 5.1 4 ) o fosa fa rin g o e p i-
den desde los extrem os mediales de las láminas del cartí­ glótica, que se sitúa entre la base del cartílago epiglotis
lago tiroides en la línea media (fo rm a n d o la com isura a n ­ y la pared de la raíz de la lengua.
te rio r) hasta los vértices de las apófisis vocales de los • Vallécula (Figs. 5 .14 y 5.15).
cartílagos aritenoides en la parte posterior, a cada lado.
La vallécula epiglótica es una depresión («pequeño va­
Las cuerdas vocales están recubiertas p o r una capa de
lle») que se encuentra entre la epiglotis y la lengua en cada
mucosa. La ausencia de capa submucosa y vasos sanguí­
lado del plano m edio. Está lim ita d a p o r las fosas glosoepi-
neos hace que las cuerdas ten g a n un aspecto blanco per­
glóticas m edia y lateral. La vallécula, ju n to con el receso
lado y brillante.
del seno p irifo rm e (Figs. 5 .1 4 y 5 .16), son con frecuencia
Las cuerdas vocales fo rm a n el lím ite superior y m edial
los sitios d o n d e se alojan los cuerpos extraños. La presen­
de una zona llamada fosa vocal, que tiene una anchura ver­
cia o a tra p a m ie n to de cuerpos e xtraños al ser ing e rid o s
tical a p ro xim a d a de 1 cm y es más ancha en la parte supe­
puede o b s tru ir to ta l o parcialm ente la vía aérea.
rior que en la inferior. El espacio entre las verdaderas cuer­
das vocales (espacio in te rm e m b ra n o s o ) se d e n o m in a rima
glotidis (Fig. 5.15).
Mucosa laríngea
En la parte posterior de las inserciones de los ligamentos La mucosa laríngea se encuentra cubierta p o r epitelio
vocales y del espacio entre los cartílagos aritenoides se fo r­ de tip o respiratorio, tam b ié n d e n o m in a d o epitelio ciliado y
ma un espacio triangular más pequeño; este espacio in te r­ colum nar, del m ism o tip o que el traqueal. Por otra parte,
cartilaginoso, o «espacio respiratorio», de la rim a glotidis, determinadas áreas de la laringe están cubiertas p o r ep ite ­
form a las dos quintas partes de la rima, y se encuentra lim i­ lio escamoso estratificado; esto incluye la parte superior de
tado en la parte posterior p o r el pliegue interaritenoideo. la superficie epiglótica dorsal, la m itad ventral de los pliegues
La rima glotidis m ide alrededor de 15 m m a 20 m m des­ aritenoepiglóticos y las cuerdas vocales10. La mem brana m u ­
de la parte a n te rio r hasta la parte posterior. A p ro x im a d a ­ cosa de la laringe supraglótica es la contin u a ció n de la m u ­
m ente las tres quintas partes de su lo n g itu d son atribuibles
a las cuerdas vocales. La lo n g itu d de las cuerdas vocales se
puede in c re m e n ta r un tercio dura n te la emisión de los so­
nidos con to nos altos27.
Por deb a jo de la periferia de la rim a glotidis, el espacio Extremo de la epiglotis
entre las cuerdas vocales es el área que fo rm a la glotis. Por y comisura anterior
ú ltim o , la parte inferior de la cavidad laríngea p o r debajo
del pliegue vocal fo rm a el espacio subglótico. Es, n o rm a l­ Falsa cuerda vocal
Introito ventricular)
mente, la parte más estrecha de la laringe. laríngeo
Las verdaderas cuerdas vocales se encuentran paralelas
entre ellas sólo cuando están próximas (Fig. 5.14 inferior de­
Glotis
recha); en caso co n tra rio , se encuentran fo rm a n d o los la­
dos de un triá n g u lo cuyo vértice se localiza en la inserción
vocal
del cartílago tiroides. La lo n g itu d de la base del triá n g u lo
aritenoides
que form an, así com o la sección de paso de la vía aérea, de­
penden del g rado en el que las apófisis vocales de los car­
piriforme
tílagos aritenoides se separan una de la otra. Si se deslizan
lateralm ente, aum enta la sección de la vía aérea.
Fosa
aritenoepiglótica
C o n s id e r a c io n e s q u ir ú r g ic a s . El epitelio de las verdade­
ras cuerdas vocales no tiene vasos linfáticos. Por ta n to , la Comisura posterior

enferm edad metastásica es m u y rara. La vía de las metás­


tasis del cáncer de glotis es el g a nglio delfiano, los ganglios F ig u ra 5.1 6 . Vista superior de la laringe, con espéculo. [tu2]
219

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* Skandalakis

Laringe

cosa faríngea. La región ¡nfraglótica de la laringe se encuen­ cer p o r fuera de la m em brana tirohioidea (laringocele e xte r­
tra cubierta p o r mucosa respiratoria. Hay glándulas m u c o ­ no). Pueden encontrarse d e fo rm a simultánea un laringoce­
sas en la superficie posterior de la epiglotis, en el pliegue le interno y externo o (laringocele c o m b in a d o ) (Fig. 5.1 7).
Anatomía quirúrgica

aritenoepiglótico y en los apéndices laríngeos. En el borde Los laringoceles internos pequeños son tratados g e n e ­
de las cuerdas vocales no hay glándulas mucosas. ra lm e n te m e d ia n te un abordaje e n d o scó p ico lle v a n d o a
cabo una marsupialización. El tra ta m ie n to de los laringoce­

Espacios laríngeos les com binados o de los laringoceles externos se realiza m e ­


diante la e xtirpación quirúrgica con abordaje externo, e m ­
Los ligam entos y estructuras de la laringe fo rm a n dife­ pleando c o m o vía de abordaje una tiro to m ía .
rentes espacios en la fa ringe y laringe (Fig. 5.3). Estos es­
E s p a c i o s u b g l ó t i c o ( i n f r a g l ó t i c o ) . El espacio s u b g ló ti­
pacios son los espacios laríngeos internos (vestíbulo, ven­
co (Fig. 5 .3 ) es la parte distal de la cavidad laríngea. Se ex­
trículos y espacio su b g ló tico o espacio in fra g ló tico ) y los
tiende desde la glotis hasta el borde inferior del cartílago cri-
espacios laríngeos externos (p a ra g ló tico y preg ló tico ).
coides.
Espacios laríngeos internos El espacio s u b g ló tico se inicia a la altura de la curva fo r­
m ada p o r el pliegue vocal, do n d e las paredes del c o n d u c ­
(cavidad laríngea)
to com ienzan a ser paralelas, hasta la parte inferior del car­
V Es un espado con fo rm a piramidal que se ex­
e s t íb u l o .
tíla g o cricoides, d o n d e se localiza el espacio su b g ló tic o .
tiende desde la parte superior de la entrada a la laringe o
Ferlito y R inaldo29 plantean controversia sobre los límites
aditus laríngeo y llega hasta las fosas vestibulares (falsas
anatóm icos de la región subglótica en la estadificación de
cuerdas vocales). Está lim ita d o v e n tra lm e n te p o r la super­
los tu m o re s laríngeos. El espacio s u b g ló tic o se inicia por
ficie posteroinferior de la epiglotis, en la parte dorsal por los
debajo de la curva fo rm a d a p o r el pliegue vocal, d o n d e las
cartílagos corniculados y los vértices de la aritenoides, y la­
paredes de la luz com ienzan a ser paralelas, hasta el b o rd e
teralm ente p o r los pliegues a rite noepiglóticos y los senos
inferior del cartílago cricoides.
o recesos piriform es.

V e n t r íc u l o s l a r ín g e o s . Los ventrículos laríngeos, o senos


de M o rg a g n i, son divertículos fo rm a d o s entre las cuerdas
vocales falsas y las verdaderas. Se encuentran lim itados en
la parte interna por mucosa, y en la parte externa p o r una
fina capa de tejido elástico y el fin o músculo tiroaritenoideo.
La contracción del m úsculo tiro a rite n o id e o facilita la secre­
ción de las glándulas mucosas locales.
El e xtre m o ante rio r del ven trícu lo puede presentar una
expansión adicional externa, el sáculo, apéndice laríngeo o Verdadera
Laringocele
seno laríngeo. Se e x tie n d e p o r la parte superior hasta la cuerda vocal
interno
cara interna del cartílago tiroides. Existe una gran variabi­
lidad en el ta m a ñ o de los sáculos10. Freedman28 los d e n o ­
m ina la «lata de aceite» de las cuerdas vocales. Laringocele

Glotis y rima glotidis. Por definición, la glotis se encuentra interno

form ada por los pliegues vocales y la rima glotidis, en el es­


pacio que se encuentra entre las verdaderas cuerdas vocales.
La rima glotidis (Figs. 5 .1 4 y 5.15), o abertura de la la­
ringe, tiene fo rm a elíptica. En la parte dorsal se encuentra
entre la base y los tu bérculos vocales de los cartílagos ari­
tenoides. En la parte ventral se halla entre las cuerdas v o ­
cales. La rim a glotidis es la parte más estrecha de la cavi­ Ventrículo
dad laríngea, con una anchura en hom bres de 23 m m , de laríngeo Laringocele
externo
18 m m en mujeres y de 8 m m a 15 m m en niños. D ebido
a este ta m a ñ o puede albergar cuerpos extraños.
Consideraciones quirúrgicas. El a um ento de tam año del
sáculo de la laringe se d e nom ina habitualm ente laringoce- Verdadera

le. Cualquier obstrucción del ventrículo laríngeo, com o un car­ cuerda vocal

cinom a de laringe, puede p ro ducir un laringocele. Un larin- F ig u ra 5 .1 7 . Laringocele combinado externo-interno. No es


gocele puede p ro truir a través del pliegue aritenoepiglótico suficiente extirpar el componente cervical externo de la lesión,
y obstruir la endolaringe (laringocele interno). Puede apare­ ya que el componente interno puede crecer. [tu2]
220

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Laringe 5
De acuerdo con R eidenbach30: cios paraglóticos, un carcinoma no encuentra nin g ú n obs­

La definición precisa de las regiones laríngeas clínica­ táculo para crecer más allá de la laringe. Por otra parte, la
mente importantes es todavía motivo de controversia(...) laringuectom ía supraglótica puede estar contraindicada.
El límite superior de la región subglótica se define p o r la
transición entre el epitelio escamoso estratificado que cu­ Articulaciones laríngeas
bre las cuerdas vocales a l epitelio respiratorio de la vía aé­
Existen dos pares de articulaciones sinoviales entre los
rea. Se encuentra en el margen inferior del pliegue vocal a
cartílagos mayores de la laringe: cricotiroidea y cricoarite-
una distancia variable de las cuerdas vocales, y tiene un alto
noidea.
riesgo de carcinogénesis. El borde anterior de la región sub­
glótica es el espacio crícoideo entre el cartílago tiroides y Articulación cricotiroidea
el arco del cricoides. La parte medial está lim itada p o r el
La articulación cricotiroidea (Fig. 5.12) se fo rm a entre
ligamento cricotiroideo. En la parte lateral se encuentra el
el lateral del cartílago cricoides y el cuerno inferior del ca r­
espacio entre el cartílago tiroides y el cricoides, ocupado
tílago tiroides. El cartílago tiroides puede rotar sobre un eje
p o r tejido adiposo en la mayoría de los casos; este tejido
axial que une ambas articulaciones cricotiroideas. El m o v i­
es continuación del tejido conectivo intra- y extralaríngeo.
m ie n to principal de esta articulación es la rotación. El m ú s­
Por esta zona se puede extender el cáncer de laringe. El
culo c ric o tiro id e o p u e d e p ro d u c ir una su b lu xa ció n si se
cono elástico forma una m em brana fibroelástica en la re­
m ueve la lám ina del cartílago cricoides hacia abajo cu a n ­
gión subglótica, pero es una estructura que puede estar
d o el cartílago tiroides se encuentra fijo y el m úsculo cri-
perforada p o r estructuras vasculares o p or cambios relacio­
cofaríngeo relajado.
nados con la edad, facilitando la invasión de un cáncer.
La lám ina del cricoides es el borde dorsal del espacio sub- Articulación cricoarltenoidea
giótico, y se encuentra osificada parcialmente en la parte
La articu la ció n crico a rite n o id e a se encue n tra en tre el
superior; esta zona se puede ver afectada p o r la invasión
b o rd e s u p e rio r de la lám ina del ca rtílago cricoides (Fig.
tumoral. El borde inferior de la región subglótica está lim i­
5 .1 0 ) y la base del cartílago aritenoides. Es una articulación
tado por el borde inferior del cricoides. A este nivel, el teji­
bilateral que perm ite m o v im ie n to s de ascenso, descenso,
do submucoso endocricoideo contiene fibras de tejido co­
g iro y deslizam iento entre el aritenoides y el cricoides18,19
lágeno, que p ro b a b le m e n te no actú a n como barrera
(Fig. 5.11). C ua n d o el cartílago aritenoides se desplaza la­
anatómica.
te ralm ente, el tu b é rc u lo vocal gira m e d ia lm e n te y p ro d u ­
Espacios externos ce una a p ro x im a c ió n de las cuerdas vocales.
C ua n d o la articulación cricoaritenoidea p o sterior p ro ­
El área laríngea supraglótica se divide en tres espacios
duce un m o v im ie n to o desplazam iento posterior de la a p ó ­
laríngeos (Fig. 5.3):
fisis m uscular hacia la parte posterior y m edial, el tu b é rc u ­
• Los dos espacios laterales paraglóticos.
lo vocal se desplaza lateralm ente y se separan las cuerdas
• En la línea m edia, el espacio pre e p ig ló tico (Fig. 5.9).
vocales. El cartílago aritenoides se desplaza inferior y late­
ralmente sobre la lámina cricoides. La distancia entre el vér­
E p a c i o s p a r a g l ó t i c o s . L o s espacios p a ra g ló tico s (Fig.
tice del cartílago aritenoides y la lám ina tiroides se puede
5.3) se encuentran lim itados lateralm ente p o r el cartílago
in c re m e n ta r d e b id o al m o v im ie n to de g ir o 19 (Fig. 5 .1 1 );
tiroides, en la parte inferior y m edial por el cono elástico,
este m o v im ie n to tensa las cuerdas vocales. El cartílago ari­
y en la parte medial p o r el ventrículo y la lámina cuadran­
tenoides se desliza en sentido a n terom edial sobre la cara
g l a r 12.
superior de la lám ina cricoides.
Es p a c io El espado p reepiglótico (Fig. 5.9)
p r e e p ig l ó t ic o .
Un estudio de R eidenbach31 describe:
es un espacio único que está lim ita d o en la parte superior Al contrarío de lo que indican algunas descripciones de
p o r el lig a m e n to h io e p ig ló tico , en la parte a n te rio r por el la bibliografía médica, no hay fibras del ligamento cricoa-
lig a m e n to y la m e m brana tirohioideos, y en la parte pos­ ritenoideo que se unan a las cuerdas vocales. La parte me­
te rio r p o r la epiglotis y el lig a m e n to tiro e p ig ló tic o . El espa­ dia del ligamento es especialmente im portante pa ra con­
cio p re e p ig ló tic o tiene fo rm a de pirám ide invertida. C on ­ trolar la aproximación y separación de las cuerdas vocales.
tin ú a con la parte sup e rio r del espacio p a ra g ló tico . Este Se puede alterar la voz si existe una asimetría estructural
espacio c o n tie n e a b u n d a n te grasa, vasos sanguíneos, lin­ del ligam ento crícoaritenoideo.
fáticos y glándulas mucosas.
Músculos laríngeos
C o n s id e r a c io n e s q u ir ú r g ic a s . El carcinom a e p ig ló tico
(supraglótico) puede crecer a través de las perforaciones de Los músculos laríngeos incluyen los músculos extrínse­
la epiglotis hacia el espacio preepiglótico. Debido a que el cos, que m ueven p o r c o m p le to la laringe, y los músculos
espacio p reepiglótico co m unica lateralmente con los espa­ intrínsecos, que movilizan las cuerdas vocales.
221

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• Skandalakis

Laringe

M ilohioideo Digástrico • Estilohioideo.


• M ilo h io id e o .
• Digástrico.
Anatomía quirúrgica

• Estilofaríngeo.
• Palatofaríngeo.
Estilohioideo Los músculos extrínsecos que descienden la laringe son:
Esternohioideo
• O m o h io id e o .
• Esternohioideo.
Tirohioideo
• Esternotiroideo.
Omohioideo
Cricotiroideo La laringe se eleva d u ra n te la espiración y la d e g lución.
Desciende d u ra n te la inspiración y después de la d e g lu ­
ción.

Músculos intrínsecos
Los músculos intrínsecos (Figs. 5.19 A y B) son:
• C ricotiro id e o .
• C ricoaritenoideo posterior.
• C ricoaritenoideo lateral.
• Aritenoides con fibras transversas y oblicuas.
Esternotiroideo
• C om p o n e n te s vocales tiro a rite n o id e o y tiro e p ig ló tic o .

F ig u r a 5 .18. Músculos extrínsecos de la laringe o pretiroi- M ú s c u l o c r i c o t i r o i d e o . El m úsculo crico tiro ide o se in ­


deos. [tu2] serta en las caras laterales del arco del cartílago cricoides.
Se inserta en el borde a n te rio r del cuerno inferior y en la
parte p o sterior del borde infe rio r de la lám ina del cartílago
tiroides.
El estím ulo del m úsculo c ric o tiro id e o p o r el nervio la­
Músculos extrínsecos
ríngeo e x te rn o p ro d u c e un d e s p la z a m ie n to a n te rio r del
Los músculos extrínsecos se d e n o m in a n h a b itu a lm e n te c a rtílago tiro id e s o da lu g a r a un descenso de la lám ina
músculos pretiroideos (Fig. 5.18). del cartílago cricoides. Este m o v im ie n to crea una tensión
Los músculos extrínsecos elevadores de la laringe son: y la separación de las cuerdas vocales. Durante la fonación,
• T irohioideo. el cartílago cricoides se m a n tie n e en su posición fre n te a la

T iro e p ig ló tic o

A rite n o e p ig ló tic o T iro a rite n o id e o

A p ó fis is m u sc ula r del


A rite n o id e s o b licu o y c a rtíla g o a riten o id e s
transverso
C ric o a rite n o id e o lateral

C ric o a riten o id e o C ric o a rite n o id e o p o ste rio r


p oste rio r

C om p o n e n te
C arilla a rtic u la r para
vocal el c a rtíla g o tiro id e s

C ric o tiro id e o

A
F ig u ra 5 .1 9 . Músculos internos de la laringe. A, Desde la parte posterior, después de separar la faringe y el esófago. B, Vista
lateral, después de la extirpación parcial del cartílago tiroides. [ho6\
222

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Laringe 5
colum na vertebral gracias al m úsculo cricofaríngeo. El car­ Las fibras oblicuas del tiro a rite n o id e o , al discurrir p o r la
tílago tiroides se desliza hacia la parte a n terior e infe rio r en parte posterior, ascienden hasta el pliegue a rite n o e p ig ló ti-
un plano sagital al contraerse el músculo cricotiroideo. D u ­ co. Algunas co n tin ú a n hacia la parte superior del cartílago
rante la d e g lución, el cartílago cricoides se desplaza hacia e p ig ló tic o y fo rm a n el m úsculo tiro e p ig ló tic o . Este m úscu­
la parte a n te rio r al relajarse el m úsculo cricofaríngeo. lo p roduce un ensancham iento de la entrada de la laringe
y separa los pliegues a rite n o e p ig ló tic o s . Una fina lám ina
M úsculo c r ic o a r it e n o id e o p o s t e r io r . El m úsculo crico- del tiro a rite n o id e o pasa lateral a la m e m bra n a cuadrangu-
a ritenoideo es el único m úsculo verdadero a b d u c to r de las lar que lim ita el sáculo laríngeo.
cuerdas vocales; este m úsculo se inserta en la superficie
posterior de la lám ina del cricoides. Se fo rm a un rafe m e ­ Suspensión de ia laringe
d io e ntre los dos músculos cricoaritenoideos. Las fibras se
d irigen hacia la parte anterior y superior para insertarse en Los aspectos más im po rta n te s de la suspensión de la la­
la apófisis muscular del cartílago aritenoides. Se desplaza ringe son:
la apófisis muscular del cartílago aritenoides p o s te rio ry m e ­ • Los ligam entos estilohioideos se insertan entre los h u e ­
d ialm ente, y además se p roduce una rotación de la a p ó fi­ sos tem porales y los cuernos menores del hioides.
sis vocal lateralm ente con el e x tre m o final del lig a m e n to • Varios músculos, incluidos el digàstrico, el estilohioideo
vocal. Este m o v im ie n to amplía los espacios inte rm e m b ra - y el m iloh io id e o , realizan una fu n c ió n de soporte y eleva­
noso e intercartilaginoso. D eb id o a la o rientación de las fi­ ción de la laringe y del hueso hioides.
bras, los músculos crico a ritenoideos posteriores ta m b ié n • Las partes lateral y media de la m e m brana tirohioidea co ­
desplazan los cartílagos aritenoides hacia la parte posterior, nectan el borde superior de la lám ina tiroides y los cuer­
a y u d a n d o al crico tiro ide o a tensar las cuerdas. nos superiores del cartílago tiroides con el cuerpo y los
cuernos mayores del hueso hioides.
M ú s c u l o c r ic o a r it e n o id e o lateral. El m úsculo cricoari­ • El lig a m e n to cricotiroideo (cono elástico o m em brana cri-
te n o id e o lateral se origina en la parte superior de la cara covocal) suspende el cartílago cricoides.
externa del cartílago cricoides; se inserta en la superficie • La m e m bra n a cuad ra n g u lar suspende el lig a m e n to ves­
an te rio r de la apófisis m uscular del aritenoides y da lugar tib u la r de la e p ig lo tis y del cartílago aritenoides.
a una rotación m edial de la apófisis vocal, separando los li­ • El lig a m e n to cricotraqueal conecta la laringe con la trá ­
gam entos vocales. quea.

M ú s c u l o a r it e n o id e o . El cartílago aritenoides se encuen­ Movimientos de la glotis y entonación


tra in te rc o n e c ta n d o las superficies posteriores de los dos
cartílagos aritenoides. Las fibras transversas que fo rm a n la El m o v im ie n to de la glotis d u ra n te el habla y la respira­
parte p ro fu n d a del m úsculo ap ro xim a n los dos cartílagos; ción es un proceso m uy c o m p le jo que im plica la co o rd in a ­
este m o v im ie n to junta las cuerdas vocales y cierra la parte ción de los m o vim ie nto s de los músculos laríngeos e x trín ­
posterior de la rim a glotidis, la parte intercartilaginosa. secos e intrínsecos. El m úsculo crico a rite n o id e o posterior
Las fibras oblicuas pasan desde la parte p o sterior de la es el único m úsculo a b d u c to r de la laringe, que actúa des­
apófisis muscular de uno de los cartílagos aritenoides al vér­ lizando el cartílago aritenoides lateralmente y girá n d o lo ha­
tice de o tro y a la fosa ariteno e p ig ló tica opuesta. Los mús­ cia la parte posterior. La fu n c ió n del cricoaritenoideo pos­
culos aritenoides co n trib u ye n a estrechar el espacio in te r­ terior se produce fun d a m e n ta lm e n te durante la inspiración,
cartilaginoso. Junto con las fibras musculares de los músculos y está regulada p o r el c e n tro respiratorio a nivel de la m é ­
a rite noepiglóticos en el m argen libre de los pliegues arite- dula. Por otra parte, la acción del cricoaritenoideo poste­
n oepiglóticos, tienen un efecto esfinteriano q ue estrecha rior puede contra e r los músculos abductores durante la fo ­
la entrada de la laringe cua n d o se contraen. nación. Se han descrito tres vientres musculares del músculo
crico a rite n o id e o 32. El vientre medial, que está com p u e sto
M ú s c u l o s t ir o a r it e n o id e o y v o c a l . El m úsculo tiroarite- p o r fibras que se contraen más len tam ente, puede te ner
noideo es un m úsculo plano, ancho y de lg a d o que se in ­ im p o rta n cia en las funciones tónicas d u ra n te la fonación.
serta en la superficie interna del lig a m e n to c ric o tiro id e o Además, el m úsculo crico tiro ide o puede desplazar la lám i­
m ed io y en la m itad inferior del cartílago tiroides en la par­ na del cartílago cricoides hacia la parte posterior y tensar
te anterior. Las fibras del m úsculo se d irigen hacia la parte las cuerdas vocales. Además, la acción del m úsculo vocal
posterior para insertarse en la superficie anterolateral del puede p ro d u c ir cam bios en la tensión de las cuerdas v o ­
cartílago aritenoides, en su base y en la superficie lateral cales33.
del tu b é rc u lo vocal. Las fibras profundas e inferiores dis­ El tim b re y el to n o de la voz están regulados p o r los
curren en la parte lateral adyacentes a la apófisis vocal, fo r­ músculos extrínsecos e intrínsecos. Los músculos suprahioi-
m a n d o el m úsculo vocal. M uchas de las fibras más poste­ deos e infrahioideos pueden ca m biar las características de
riores se insertan d ire ctam ente en el lig a m e n to vocal. la voz cam b ia n d o la posición del cartílago tiroides. La ele-
223

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• Skandalakis

Laringe

Cartílago tiroides
Anatomía quirúrgica

Ligamento
vocal
Hueso
hioides
Cartílagos cricoides
y aritenoides
Pliegue
vocal

F ig u ra 5 .2 1 . Esquema que indica el mecanism o para formar


una cuerda vocal más larga y fina m ediante el desplazam ien­
to del cartílago cricoides. El ligam ento vocal se aprecia en n e ­
gro. [hoó]
F ig u r a 5 .2 0 . Esquema que indica los cambios de la posición
de la laringe durante: A, Emisión de u n to n o bajo; B, Emisión
de u n tono alto. Nótese el m ovim iento superior e inferior de Venas
la faringe y la laringe y la elongación de las cuerdas vocales en La sangre venosa pasa a la vena laríngea superior (Fig.
B. Rojo, faringe; azul, laringe; verde, cavidades supraglótica e
5 .23), y ésta es trib u ta ria de la vena tiro id e a superior. El
infraglótica. [ho6\
dre n a d o se d irig e hacia la vena y u g u la r interna en la parte
superior, y en la parte inferior la vena tiroidea infe rio r d re­
na las venas del tro n c o braquiocefálico.

va ció n de la laringe e lo n g a el espacio s u b g ló tic o c o n si­ Linfáticos


g u ie n d o tonos más altos, m ientras que el descenso p ro d u ­
Los linfáticos de la laringe drenan los gang lio s supra-
ce to n o s más graves27 (F ig . 5 .20). Además, los músculos
glóticos (superior) e infraglóticos (inferior) (Fig. 5.24), ade-
laríngeos extrínsecos alteran las características de la voz
m o d ific a n d o la lo n g itu d y la tensión de las cuerdas voca­
les (Fig. 5.21).

Vascularización
Arterias
Carótida
La arteria laríngea superior (Fig. 5.22) es una rama de interna
la arteria tiroidea superior, rama ésta del p rim e r segm ento Laríngea
de la arteria carótida externa. Junto con las venas, los c o n ­ Carótida superior
d uctos linfáticos y el nervio laríngeo interno, la arteria la­ externa

ríngea superior penetra en la parte lateral de la m e m brana


tirohioidea. Tiroidea
superior Músculo
La arteria laríngea infe rio r se origina en la arteria tiro i­ cricotiroideo
dea inferior, una rama del tro n c o tirocervical de la arteria
Carótida común
subclavia. La arteria tiroidea infe rio r penetra ju n to con su
vena y el nervio recurrente laríngeo, a través de la m e m bra ­
na cricotiroidea, en la parte profunda del borde inferior del
Tronco
m úsculo co n strictor inferior.
tirocervical Laríngea inferior
La arteria cricotiroidea es una rama de la arteria tiro i­
dea superior. Distribuye ramas a la zona subglótica a través
del lig a m e n to c rico tiro ide o y los tejidos situados en la par­
te p ro fu n d a del tiroides. Aquí, anastomosa con las arterias
laríngeas superiores. Tam bién se fo rm a n anastomosis libres
entre las arterias superior e inferior y las zonas su p ra g ló ti­
ca e infraglótica. La arteria cricoidea generalm ente atravie­
sa la m e m bra n a crico tiro ide a cerca del cartílago tiroides; Subdavia
debe evitarse, si es posible, al realizar un acceso q u irú rg i­
co u rgente de la vía aérea. F ig u r a 5 .2 2 . Vascularización arterial de la laringe. [tu2]
224

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Laringe 5
m ente, presenta una invasión más lenta que afecta al te ­
jid o circun d a n te a las cuerdas vocales.

C o n s id e r a c io n e s q u ir ú r g ic a s

• El dre n a d o lin fático escaso de la glotis p ro d u ce una in ­


Vena cidencia bastante baja de crecim iento cervical de un car­
tiroidea cino m a de glotis. Por otra parte, la linfadenectom ía cer­
superior
vical rara vez está indicada en el carcinom a de g lo tis36.
Vena El g a n g lio delfiano es el que tiene más p ro b a b ilid a d de
laríngea afectación en el carcinom a de glotis.
superior • De acuerdo con Kaplan y cois.37, el carcinom a de glotis
sin afectación de la m o vilid a d de las cuerdas vocales se
Vena trata con radioterapia. C uando se ve afectada la m o v ili­
yugular dad de las cuerdas vocales, el tra ta m ie n to de elección
interna
es cirugía y radioterapia. El tra ta m ie n to del cáncer avan­
zado con afectación sistèmica precisa una valoración in­
Vena Vena dividualizada.
tiroidea tiroidea
• El dre n a d o lin fático regional, que se basa en el sistema
media inferior
de los arcos branquiales, justifica un tra ta m ie n to conser­
v a d o r de la cirugía laríngea.
• Buckley y M acL e n n a n 38 p ro p o n e n la disección selectiva
F igu ra 5.23. Drenado venoso de la laringe. [ tu2]
de los ganglios de los niveles II a IV para carcinomas la­
ríngeos e hipofaríngeos NO, con la inclusión de los g a n ­
glios del nivel VI si el tu m o r invade la subglotis, el v é rti­
ce del seno piriform e o la región poscricoidea. La disección
más de las cadenas linfáticas cervicales derecha e izquier­
selectiva lateral está justificada p o r la presencia de m e ­
da. Los linfáticos superiores drenan a través de la m e m b ra ­
tástasis bilaterales en tu m o re s bilaterales de la línea m e ­
na tirohioidea los ganglios cervicales profundos superiores,
dia. Pendiente de c o n firm a r con estudios, la disección se­
localizados a la altura de la bifurcación de la carótida. Par­
lectiva del cuello puede ser suficiente para tratar pequeñas
te del d renado linfático se d irig e hacia los ganglios prela-
metástasis palpables.
ríngeos. Los linfáticos inferiores drenan los ganglios pretra-
queales de la trá q u e a p ro x im a l a n te rio r y los g a n g lio s
paratraqueales lateralm ente, y desde esta zona, los g a n ­
glios cervicales profu n d o s y mediastínicos.
C itam os de Sergei y C h ilin g a rid i34, de sus investigacio­
nes realizadas en cadáveres:
Los ganglios linfáticos del vestíbulo de la laringe emer­
gen a lo largo de la arteria laríngea superior en el 66% de
los casos; en el 29 % se sitúan en la arteria lingual, y en el
4,5% a lo largo de las ramas faríngeas del eje tirocervical;
Grupo
los linfáticos de la cavidad infraglótica emergen en el 2,3%
yugular
a través de la membrana tirohioidea. Los linfáticos de la la­ superior
ringe y de la lengua drenan el ganglio superior de la yu ­
g ular interna, localizado en la confluencia de la vena fa­ Ganglio(s)
cial con la vena yugular interna; el ganglio prelaríngeo se tirohioideos

localiza sobre la placa del cartílago tiroides en relación con Grupo yugular
la arteria tiroidea superior; el ganglio del grupo medio de medio
la cadena yugular interna se sitúa en la confluencia de la
vena tiroidea media y la vena yugular interna.
Ganglio(s)
Pressman y cois.35 afirm an que las cuerdas vocales están delfianos
bastante libres de condu cto s linfáticos. El espacio p ro fu n ­
do de la fina mucosa de las cuerdas vocales se den o m in a Grupo yugular
inferior
espacio de Ranke, y no tiene un dre n a d o linfático directo.
Por ta n to , las colecciones fluidas d ism in u ye n lentam ente
por difusión. El crecim iento de un carcinom a, a fo rtu n a d a ­ F ig u ra 5 .2 4. Drenado lin fá tic o de la laringe. [ tu2]
225

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* Skandalakis

Laringe

Nervio laríngeo superior


Inervación vagai de la laringe
La m a yo r parte de la laringe recibe inervación sensiti­
Anatomía quirúrgica

va, parasimpàtica y m o to ra de ramas del nervio vago (Fig.


Rama interna
5.25). El nervio laríngeo superior parte del vago, justo por
Rama externa debajo del g a n g lio sensitivo inferior de éste. Se localiza en
la parte inferior del cráneo en el agujero yugular, a través
del cual el vago abandona el cráneo. Próxim o al cuerno su­
Músculo constrictor
pe rior del hioides en la bifurcación de la carótida interna,
inferior
el nervio laríngeo superior se d ivide en una rama interna y
otra externa.
El nervio laríngeo externo es en su m a yo r parte un ner­
vio m otor, excepto quizá algunas fibras propioceptivas de
Asa de Galeno
las fibras musculares. Inerva el m úsculo crico tiro id e o y el
c o n s tric to r inferior de la faringe (la p o rc ió n cricofaríngea
del c o n stric to r inferior). El m úsculo cricofaríngeo es la par­
te más infe rio r de la m usculatura faríngea, con co n tro l vo ­
Nervio recurrente laríngeo luntario. Las fibras m otoras del nervio laríngeo externo par­
ten del mesencèfalo del núcleo a m b ig u o .
El nervio laríngeo in te rn o es un nervio m ix to que iner­
va la mucosa laríngea de las cuerdas vocales. Este nervio
F ig u ra 5.25. Inervación de la laringe. También se represen­ pasa a través de la m e m bra n a tiro h io id e a , y e m ite ramas
ta la inervación del músculo constrictor inferior. [tu2] para la mucosa del seno p iriform e y para la parte inferior de
la laringe hasta las cuerdas vocales. Algunas fibras sensiti­
vas inervan la parte superior de la laringe. Las fibras sensi­
tivas y las fibras parasimpáticas preganglionares de la m u ­
cosa inervan el vestíbulo y la región del ventrículo. Las fibras
sensitivas tienen sus cuerpos celulares en el g a n g lio sensi­
• La mucosa que recubre la laringe se encue n tra ín tim a ­
tiv o del vago. Las fibras parasim páticas posganglionares
m ente adherida a las cuerdas vocales; esto evita la apari­
parten del núcleo m o to r dorsal del vago. Los cuerpos ce­
ción tem prana de edema en la p ro xim idad de las cuerdas
lulares de las fibras parasimpáticas preganglionares se-en­
vocales. Las agresiones repetidas sobre las cuerdas voca­
cu e ntran en los ganglios terminales asociados a la mucosa
les pueden p ro d u c ir un edema de Reinke.
de la laringe.
• El paquete neurovascular puede lesionarse d u ra n te el ac­
Los nervios recurrentes laríngeos inervan los músculos
ceso q u irú rg ic o m e d ia n te una fa rin g o to m ia lateral de la
intrínsecos de la laringe, e xcepto el cricoides. Sus ramas
laringe.
inervan el esqueleto m otor, y proporcionan sensibilidad ge­
• Las ramas de la arteria cricoidea pueden lesionarse acci­
d e n ta lm e n te d u ra n te la c ric o tiro id o to m ía de urgencia.
La lesión puede causar problem as hem orrágicos.

Inervación
La ine rva ció n de la larin g e puede resumirse de la si­
gu iente fo rm a (Figs. 5.25 y 5.26): Aritenoideo
• Inervación general sensitiva:
Tiroaritenoideo
- N ervio glosofaríngeo (C9). Cricoaritenoideo Vocal
- N ervio vago (C 1 0). posterior
Cricoaritenoideo
• Inervación parasimpàtica:
lateral
- Rama laríngea interna de la rama laríngea superior del
Articulación
vago.
Rama posterior cricotiroidea
- Rama recurrente del vago (laríngeo inferior).
(«abductora»
Rama anterior
• Inervación simpática.
«aductora»)
• Inervación m oto ra :
- Rama laríngea superior del nervio laríngeo superior del
vago. F ig u ra 5 .2 6 . Ejemplo de distribución del nervio recurrente
- Rama recurrente del vago. laríngeo. [ho3]
226
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Laringe

neral e inervación parasimpática de la mucosa laríngea y a conocer mejor el reflejo deglutorio y a tra ta r mediante rei­
la parte inferior de las cuerdas vocales. La localización de los nervación de la faringe los trastornos neurogénicos de dis-
cuerpos celulares de estas fibras es similar a la descrita en fagia y aspiración.
el nervio laríngeo superior. C om e n za n d o cerca de la sub-
glotis y c o n tin u a n d o hada abajo hacia la tráquea, el nervio
C o n s id e r a c io n e s q u ir ú r g ic a s
vago p ro p o rcio n a inervación visceral (fibras que recogen
sensibilidad mal localizada) y ramas parasimpáticas para las • El nervio laríngeo in te rn o es ide n tifica d o p o r el cirujano
fibras m otoras de la m usculatura traqueal. en raras ocasiones; sólo se observa cua n d o existe un gran
El nervio recurrente laríngeo discurre p or la corredera fo r­ crecim iento de la glándula tiroides que supera el nivel del
mada p o r la tráquea y el esófago, a p o rta n d o ramas a estas bord e superior del cartílago tiroides.
estructuras. El nervio se encuentra p ró x im o a la arteria ti­ El n e rvio laríngeo e xterno, ju n to c o n la vena y a rte ­
roidea inferior, y entra en la laringe justo p o r debajo de la ria tiroideas superiores, pasa p o r d e b a jo de los m ú scu ­
articulación crico tiro ide a , d ivid ié n d o se en dos ramas. La los esternotiroideos. El nervio pasa p o r de b a jo de los va­
rama a n terior inerva los músculos abductores, y la poste­ sos sanguíneos y se d ivid e en una ram a a n te rio r para el
rior el m úsculo crico a ritenoideo posterior (Fig. 5.26). m úsculo c ric o tiro id e o y otra p o ste rio r para el cricofarín-
De acuerdo con Yoshida y cois.39: geo.
En la mayoría de los pacientes, los vasos sanguíneos
La mucosa faríngea desde la trompa de Eustaquio has­
se e n cuentran en el c o m p a rtim e n to visceral del cuello,
ta la m ita d del nivel de la fosa aritenoepiglótica, excep­
p o r debajo de la fascia pretraqueal. El n e rvio laríngeo ex­
tuando la superficie de la epiglotis, se encuentra ¡nervada
te rn o se halla entre la fascia y el m úsculo c o n stricto r fa ­
p o r ramas sensoriales del nervio glosofaríngeo, mientras
ríngeo inferior. Hay un plano de disección entre los va­
que la zona situada entre el vértice de la epiglotis y el n i­
sos y el nervio. Se debe recordar la p ro x im id a d del nervio
vel del prim er cartílago traqueal en la laringe, entre la p a r­
laríngeo externo cua n d o se van a ligar los tiroideos supe­
te media del pliegue aritenoeplglótico y la parte caudal del
riores. En un 2 5 % de los casos, el nervio se encuentra por
seno piriforme, está inervada p o r fibras sensitivas larínge­
debajo de la fascia, ju n to con los vasos41, y puede resul­
as. La m ayo r parte de la mucosa, excepto la subglotis, tie­
ta r difícil su exposición.
ne una inervación unilateral. La subglotis, incluyendo la
• La exposición del nervio recurrente laríngeo durante cual­
parte caudal del pliegue vocal y la glotis posterior, tiene
q u ie r p ro ce d im ie n to q u irú rg ico de la glándula tiroides es
una inervación bilateral, con predominio ipsilateral. La den­
un p rin c ip io q u irú rg ic o fu n d a m e n ta l, y debería ser prac­
sidad de las fibras sensitivas del vestíbulo de la laringe que
ticado en los proce d im ie n to s relacionados con la fascia
se encuentran en la parte posterior de la eminencia arite­
cervical visceral, c o m o los de laringe y tiroides. Si no se
noides es m ayor que en otras zonas. Las fibras nerviosas
p uede e n c o n tra r el nervio , el c iru ja n o d e b e e v ita r las
sensitivas que se encuentran alrededor de la amígdala p a ­
áreas d o n d e pueda ser lesionado.
latina, y en la raíz de la lengua y de la pared de la hipo-
El nervio recurrente laríngeo ha sido considerado por
faringe, son también más densas.
algunos tan delicado que, «si el nervio recurrente laríngeo
M u y Sanders40 aportan sus conocim ientos sobre la iner­ es visto du ra n te la tiro id e cto m ía , se lesiona»42. En el otro
vación sensorial de la faringe: extrem o se encuentran los que consideran que debe mos­
La inervación sensorial de la faringe h um ana se en­ trarse la presencia del nervio mediante estimulación direc­
cuentra orga n iza d a en ramas individuales que inervan ta d u ra n te la exploración laringoscópica de las cuerdas
áreas específicas, aunque estas áreas están conectadas vocales43. Pensamos que la iden tifica ció n visual, e vita n ­
p o r pequeñas anastomosis neurales. La densidad de la in ­ do la tracción, com presión, o lesión del te jid o conectivo,
ervación es variable, con algunas zonas que no presentan es siem pre necesaria. La disección a n a tóm ica co m pleta
terminaciones nerviosas identificables (p. ej., la parte pos­ no es precisa, pero la sim ple exposición no produce n in ­
terior de la hipofarínge), y ciertas áreas que contienen una guna lesión del nervio.
gran cantidad de fibras nerviosas: los pilares posteriores Hay que te n e r en cuenta que el n e rvio vago recibe
de las amígdalas, la superficie laríngea de la epiglotis y las vascularización arterial de vasos subsegm entarios de las
regiones poscrícoidea y aritenoides. El p ila r posterior amig- arterias adyacentes, desde su o rig e n en la base del crá­
dalino está inervado p or un plexo denso formado p o r r a ­ neo y a través de la arteria carótida hasta pequeñas ra­
mas faríngeas de los pares craneales IX y X. La epiglotis mas de la arteria tiroidea inferior. La m a n ip u la c ió n inn e ­
se encuentra densamente ¡nervada p o r ramas internas de cesaria del nervio v a g o p u ede p ro d u c ir la avulsión de
los nervios laríngeo superior y del p a r IX. Por último, las estas ramas arteriales, sim u la n d o una lesión del nervio
regiones aritenoides y poscrícoidea están ¡nervadas por ra ­ vago o de sus ramas, in clu y e n d o las ramas m otoras del
mas del nervio laríngeo superior. La región poscrícoidea nervio recurrente laríngeo. La lesión sim ple del nervio la­
tiene una densidad de inervación más alta que el área ari- ríngeo no siem pre predice la parálisis de los músculos
tenoides(...) Estos datos sobre la inervación contribuyen laríngeos.

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* Skandalakis

Laringe

El nervio recurrente laríngeo fo rm a el b o rd e medial • La lesión bilateral del nervio recurrente produce g e neral­
de un triá n g u lo que se encuentra lim ita d o en la parte su­ m ente una obstru cció n de la vía aérea y distrés respirato­
perior p or la arteria tiroidea infe rio r y lateralm ente p or la rio grave, especialm ente si ambas cuerdas vocales se si­
Anatomía quirúrgica

arteria carótida. En el lado izquierdo, el nervio discurre túan en posición param edial. Es preciso, habitualm ente,
p o r la parte superior de la corredera que se fo rm a entre realizar una tra q u e o to m ía . Para restaurar la vía aérea es
la tráquea y el esófago; puede ser ide n tifica d o en la p ar­ necesario realizar una a ritenoidectom ía o algún p ro ce d i­
te q u e entra en la laringe in m e d ia ta m e n te p o ste rio r al m ie n to de lateralización de las cuerdas vocales, pero la
cuerno inferior del cartílago tiroides44. En el trayecto in­ voz perm anece entrecortada.
ferior, el nervio puede palparse c o m o una cuerda sobre • Después de la lesión unilateral de la rama externa del ner­
la superficie de la tráquea. Hay más te jid o co nectivo en­ vio laríngeo superior, se paraliza el cric o tiro id e o del lado
tre el nervio y la tráquea en el lado derecho que en el iz­ afectado; esto pro d u ce una paresia del segm ento poste­
quierdo. rior de la verdadera cuerda vocal, ronquera y voz e n tre ­
• Si no se encuentra el nervio recurrente, debe sospechar­ cortada. La comisura an te rio r gira hacia la parte inferior
se la presencia de un nervio laríngeo inferior no recurren­ y a n te rio r del lado lesionado.
te, especialmente en el lado derecho. Hay que recordar • La lesión del tro n c o principal del nervio laríngeo superior
que la presencia de un nervio laríngeo no recurrente es p roduce los siguientes efectos:
más frecuente en pacientes que tienen una arteria subcla­ - Parálisis crico tiro ide a con ronquera transitoria al reali­
via derecha retroesofágica, d e b id o a las relaciones e m ­ zar la fo n ación.
brionarias del desarrollo de la arteria subclavia y el nervio - C am bios sensitivos en la mucosa laríngea que causan
recurrente laríngeo. C uando se presenta, el nervio larín­ una a cu m ulación de secreciones en la vía aérea y en el
geo no recurrente puede te n e r una trayectoria práctica­ seno pirifo rm e .
m ente transversal desde su o rigen en el nervio vago has­ - Pérdida de sensibilidad del seno p irifo rm e e incapaci­
ta el polo inferior de la glándula tiroides. dad para p e rcib ir la presencia de cuerpos extraños.
• La mucosa laríngea superior posee una a b u n dante iner­ • La lesión bilateral del tro n c o principal de ambas ramas
vación y es m u y sensible; p o r ta n to , su irritación puede del nervio laríngeo superior pro d u ce una parálisis bilate­
p ro d u cir tos. ral de los músculos cricotiroideos (con una reducción de
la tensión de las cuerdas vocales), y una p é rdida de la
Inervación sim pática de la laringe sensibilidad de la parte superior de la mucosa de la larin­
ge. El p ro b le m a de la pérdida de sensibilidad en las lesio­
Los nervios laríngeos superior e inferior contienen fibras
nes bilaterales es m u y im p o rta n te ; c o m o se ha explicado
posganglionares simpáticas, la mayoría de las cuales parten
previam ente, se acum ulan las secreciones, y la presencia
del g a n g lio cervical superior y p ro b a b le m e n te ta m b ié n de
de cuerpos extraños en el seno piriforme no se detecta con
la cadena simpática cervical m edia. N o está m u y claro en
facilidad, p o r lo que el paciente tiene tendencia a aspirar
qué m o m e n to algunas fibras simpáticas entran en la larin­
cuerpos extraños.
ge a co m p a ñ a n d o a los vasos que irrigan esta región. Las
fibras preganglionares simpáticas tienen los cuerpos celu­
lares en los cu atro prim eros segm entos de la c o lu m n a in ­
Signos y síntomas de la lesión
Tabla 5.4.
del nervio laríngeo*
term edia lateral de la m édula espinal.
Cierre de
Cambios funcionales asociados Voz la glotis Vía aérea
a la inervación
Recurrente
• La lesión to ta l unilateral del nervio recurrente laríngeo Unilateral Débil Débil Buena
p ro d u c e la parálisis u n ila te ra l de la cuerda del m ism o Bilateral Normal Adecuada Regular
lado. La única excepción es el cricoides, que está ¡nerva­
Rama superior externa
d o p o r el nervio laríngeo superior (rama externa). La pa­
Unilateral Más baja Debilitada Buena
rálisis de una sola cuerda vocal puede p ro d u c ir ro n q u e ­
Bilateral Más baja Pérdida de Buena
ra, la cual puede desaparecer con el tie m p o d e b id o al
reflejo
d e sp lazam iento c o m p e n s a d o r de la cuerda contra la te -
ral, q u e cruza la línea m edia. En la Tabla 5.4 y en la Fi­ Lesion combinada
gura 5 .2 7 se describen e ilustran las consecuencias de la Unilateral Débil Regular Buena
lesión nerviosa. Bilateral Débil Débil Adecuada
• El m úsculo cricotiroideo, si tiene la inervación intacta y * A n tes de q u e t e n g a n lu g ar los c a m b io s c o m p e n s a to rio s .
ejerce su fu n c ió n , puede tensar las cuerdas vocales. Da Fuente: N e w s o m e H H Jr. C o m p l i c a t i o n s o f t h y r o i d surg ery. En:
lugar a un m o v im ie n to de las cuerdas hasta la línea m e­ G reen field LJ (ed). C o m p l i c a t i o n s in Surgery a n d T rau m a. Filadelfia:
dia o paramedia y produce voz ronca. JB L ip p in c o tt, 1984, págs. 601-611; c o n au to rizació n .
228

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Laringe 5
Izquierda normal Recurrente Superior (rama ext.) Combinada

Derecha normal

Recurrente

Superior (rama ext.)

< & ( §

Combinada

F ig u ra 5 .2 7 . Diferentes tipos de lesiones del nervio recurrente laríngeo y visión en el laringoscopio, [ne]

La r in g e p e d iá t r ic a Consideraciones quirúrgicas

Diferencias anatómicas • El pequeño ta m a ñ o de la vía aérea en el niñ o im plica que


la glotis y la subglotis deben protegerse de traumatismos.
La laringe del niño presenta muchas diferencias con res­
pecto a la del in d iv id u o adulto. Existen diferencias signifi­
cativas en cuanto a tam año, form a, localización y consisten­
cia de la laringe infantil.
La larin g e del n iñ o es, c o m p a ra tiv a m e n te co n la del
adulto, m u c h o más pequeña45. Además, la vía aérea sub-
glótica del n iño m id e sólo de 5 m m a 6 m m com parada
con los 12 m m a 14 m m del a d ulto. Por otra parte, la vía Vi
aérea se reduce en un 3 2% si la mucosa se engruesa 1 m m 11
por ede m a 3,46. N Í.Í
La laringe del n iñ o se diferencia tam b ié n p o r la form a;
tiene fo rm a de e m b u d o de m anera más marcada que la
del a d u lto (Fig. 5.28). La p orción subglótica es la porción
más pequeña de la laringe en el niño. En el adulto, la par­
te más estrecha de la vía aérea es la glotis. T' !
I f

/

La laringe en el niñ o tie n e una situación más craneal V


com parada con la del adulto; el b o rde libre de la epiglotis J
se encuentra a la altura de la primera vértebra cervical (C1).
En el adolescente desciende hasta el nivel de la tercera vér­
Niño A dulto
tebra cervical (C 3)45,47. D ebido a su localización favorece la
respiración nasal, y facilita la respiración durante la lactan­ F ig u ra 5 .2 8 . Laringe en el n iñ o (izquierda) com parada con
cia por las fosas nasales al mamar. el adulto. La laringe infantil tiene forma de embudo; por ello,
La laringe pediátrica es c o m p le ta m e n te cartilaginosa. tiene la porción subglótica más estrecha, que m ide en el re­
D eb id o a su consistencia y localización, no es susceptible cién nacido 5,7 mm . La laringe del adulto tiene u n a base más
de sufrir lesiones en los traum atism os cervicales cerrados. amplia; la glotis es la parte más estrecha de la vía aérea. [co4]
229

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• Skandalakis

Laringe

Los tra u m a tis m o s p u e d e n p ro d u c ir un ede m a im p o r ­ región de las cuerdas vocales detiene el crecim iento de tu ­
tante y una obstrucción de la vía aérea. Se han desarrolla­ mores localizados adyacentes a las cuerdas.
d o in s tru m e n to s adecuados para realizar endoscopias
Anatomía quirúrgica

en niños.
• D ebido a la alta localización y a la estructura c a rtila g in o ­
Fisiología
sa de la laringe en el n iño no se p ro d u ce n fracturas en
los tra u m a tism o s cervicales cerrados. La laringe se e n ­ N o es o b je tivo de los autores realizar una revisión ex­
cuentra p ro te g id a p o r la m andíbula. haustiva de la fisiolo g ía y a n a to m ía de la laringe. Reco­
• Los avances desarrollados en neonatología han increm en­ m endam os al lector interesado la lectura de la e d ición tri-
ta d o la supervivencia de los recién nacidos. Aun así, de ­ gesimoctava de Cray's Anatomy50, que es una obra abreviada
b id o al calibre de la vía aérea en los niños, la incidencia pero realiza una excelente sinopsis de anatom ía. Por otra
de estenosis postintubación es más frecuente en ellos que parte, algunas notas sobre la laringe pueden ser útiles.
en los adultos48. La laringe tiene seis funciones esenciales:
• Es difícil localizar el espacio crico tiro ide o en el n iño. Por • Forma parte de la vía aérea. D u ra n te la inspiración, se
otra parte, en caso de urgencia puede ser necesario rea­ p ro d u c e una a b d u cció n rítm ica de la glotis, d a n d o lu­
lizar una c ric o tiro id o to m ía . La vía aérea debe establecer­ g a r a un ensa n ch a m ie nto de la vía aérea. D ura n te la es­
se con visión endoscópica si es preciso. pira c ió n , se p ro d u c e una a d u c c ió n de las cuerdas v o ­
cales.
• Protege a la vía aérea inferior de la entrada y aspiración
Histología de líquidos, sólidos y cuerpos extraños, y favorece la ex­
pulsión de los mismos m edia n te la tos. La p rotección de
El ep ite lio de la mucosa de la laringe es p rim a ria m e n te la laringe tiene lugar a diferentes niveles. D urante la de­
ciliado y de tip o columnar, el m ism o que tiene la faringe por g lu ció n , la epiglotis se sitúa sobre la glotis. Las verdade­
e ncim a y la tráquea p o r la parte inferior. El epite lio esca­ ras cuerdas vocales se a p ro xim a n . La mucosa laríngea es
moso se encuentra en la m itad superior de la superficie pos­ m u y sensible deb id o a la gran cantidad de receptores que
te rio r de la epiglotis, los bordes superiores de las fosas ves­ presenta para p ro d u c ir el reflejo tusígeno. La e stim u la ­
tibulares, y las cuerdas vocales. ción de estos receptores cierra la g lotis y el espacio su-
A to dos los efectos prácticos, las secreciones de las n u ­ pragló tico . Posteriormente, se p ro d u c e tos.
merosas glándulas del e p itelio respiratorio (especialmente • La laringe em ite sonidos debido a las vibraciones que pro­
las superficies anteriores de los cartílagos aritenoides y los duce la salida de la co lu m n a de aire p o r la vía aérea des­
ventrículos laríngeos) pro te g e n la laringe infe rio r y la su­ de los pulm ones, b ronquios y tráquea; esto es el resulta­
perficie de las cuerdas vocales, evita n d o la sequedad y la do de un sinergismo entre las estructuras anatómicas que
ronquera. estrechan o ensanchan la vía aérea y su coordinación con
De acuerdo con M o n tg o m e ry 49, hay tres grupos de glán­ los m o vim ie nto s de la glotis (fonación).
dulas mucosas: anterior, m edio y posterior. El g ru p o a nte­ • Variando la tensión de las cuerdas vocales, cam bia las ca­
rior se localiza en la parte de las superficies ante rio r y pos­ racterísticas de la voz.
te rio r del cartílago e p ig ló tico . El g ru p o m e d io se localiza • C o m o un agente principal, acom paña a la m anio b ra de
en la vecindad de la fosa vestibular. El posterior se localiza Valsalva, que facilita la m icción, la defecación, el parto y
en la parte a n te rio r del m ú scu lo a rite n o id e o transverso. los esfuerzos físicos: cerrando la vía aérea c o m p le ta m e n ­
M o n tg o m e ry afirm a que no existen glándulas cerca de las te después de la inspiración, la laringe se encuentra en
cuerdas vocales. situación de c o n trib u ir en las funciones que precisan un
esfuerzo. La apertura forzada después de la inspiración
m ed ia n te la tos favorece la expulsión de sólidos o líqui­
dos de la vía aérea.
C o n s id e r a c io n e s q u ir ú r g ic a s

• La mucosa laríngea se encuentra ín tim a m e n te unida a los


ligam entos vocales. El o b je tivo es evitar la aparición de C o m p lica c io n e s a n a tó m ic a s
edem a en la vecindad de las cuerdas.
• La mucosa de la parte superior de la laringe tiene una rica C o m p l ic a c io n e s a s o c ia d a s
inervación sensitiva. C ualquier estím ulo irrita n te puede
A LA INTUBACIÓN
p ro d u c ir tos.
• La presencia de edema laríngeo es a tribuible a la p é rd i­ • Entre los problem as asociados a la in tu b a ció n se e ncuen­
da del estrato submucoso. tran las abrasiones y contusiones de la mucosa laríngea
• La ausencia de estructuras linfáticas en la mucosa de la con ede m a se cundario, quizá la o b s tru c c ió n de la vía
230
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Laringe

aérea, o ulceraciones crónicas sobre la mucosa de los car­ C o m p l ic a c io n e s de la t r a q u e o t o m ía


tílagos aritenoides. La excesiva presión de un tu b o end o -
traqueal sobre la vía aérea puede p ro d u cir una ulceración • Si se realiza una excesiva disección traqueal se puede p ro ­
grave de la mucosa. Puede d a r lug a r a una e xp osición d u c ir un n e u m o m e d ia stin o o un n e u m o to ra x . Es im p o r­
del cartílago y a una pericondritis del cartílago tiroides, que tante m a n te n e r la disección en la línea m edia para evitar
es el único cartílago traqueal que form a un anillo cerra­ las cúpulas de los pulm ones, especialm ente en niños.
do. La cicatrización puede causar d e fo rm id a d e s p o r la • Se puede p ro d u cir una lesión esofágica si no se id e n tifi­
fo rm a c ió n de excesivo te jid o fibroso. Se pueden p ro d u ­ ca co rrecta m e n te la línea m edia. La inserción incorrecta
cir estenosis glóticas o subglóticas48. Se debe evitar el uso del tu b o de traqueostom ía puede dar lugar a una fístula
de tu b o s dem asiado anchos, y el tie m p o lím ite de in tu ­ traqueoesofágica. La fístula se puede p ro d u c ir p o r la ne­
b ación e n d o tra q u e a l en adultos es de 2 semanas. Hay crosis asociada a la presión de un g lo b o dem asiado infla­
q u e e v ita r ta m b ié n los tra u m a tis m o s d u ra n te la in t u ­ do en la vía aérea.
bación. • La lesión del cricoides y la estenosis subglótica se pueden
• Se puede p ro d u c ir la luxación del cartílago aritenoides al p ro d u c ir p o r un desplazam iento del tu b o de tra q u e o sto ­
realizar una in tu b a c ió n o una endoscopia. El a rtite n o i- mía. Es necesario colocar el tu b o al menos un anillo tra ­
des se desplaza a n te rio r y m e d ia lm e n te en la vía aérea. queal p o r debajo del cartílago cricoides.
Es necesario realizar la reducción endoscópica de la lu­
xación.
C o m p l ic a c io n e s de la c ir u g ía
CONSERVADORA DE LARINGE
C o m p l ic a c io n e s de la l a r in g o s c o p ia
L a rin g u e c to m ía s u p ra g ló tic a (p a rc ia l
( d ia g n ó s t ic a d ir e c t a , ter a péutica
h o rizo n tal)
o de Láser )
Si se anulan los mecanismos protectores de las estruc­
• La lesión directa de la comisura a n te rio r puede d a r lugar turas supraglóticas, se puede p ro d u cir la aspiración de c o n ­
a la fo rm a c ió n de una m e m brana g lótica anterior. Para te n id o líq u id o o a lim entario después de realizar una larin­
evitar esta com plica ció n se debe prescindir del láser en guectom ía. Por este m o tiv o , se debe realizar una correcta
la com isura anterior, p o r e je m p lo al e xtirp a r papilom as selección de los pacientes: hay que co m p ro b a r que se cuen­
laríngeos. ta con una adecuada capacidad p u lm o n a r para expulsar el
• Se debe evitar la lesión de las piezas dentarias superiores m aterial aspirado antes de som eter al paciente a este tip o
al in tro d u c ir el laringoscopio. de intervenciones.
• Se puede p roducir edema al realizar una técnica incorrec­ La gravedad de la aspiración aum enta con la extensión
ta de acceso de la vía aérea. de la laringuectom ía supraglótica al inclu ir la escisión de la
base de la lengua, la h ipofaringe y el aritenoides. Johnson51
• Evitar la lesión de las cuerdas vocales al elim inar la m u c o ­
considera que son candidatos a la larin g u e cto m ía supra­
sa que las recubre. Se pueden preservar realizando una ex­
glótica los pacientes con cáncer localizado en la laringe su­
tirp a c ió n superficial de la mucosa. La disección se debe
praglótica, sin afectación de n in g ú n cartílago aritenoides,
realizar en el espacio de Reinke.
o con afectación de un cartílago aritenoides y /o la vallécu-
• El e m p le o excesivo del láser en el espacio s u b g ló tic o
la y la base de la lengua. O gura y T ha w le y52 publican que
puede c o n d u c ir a estenosis subglóticas; si se em plea lá­
la estenosis glótica o la incompetencia glótica se pueden evi­
ser, se d e b e e v ita r el área s u b g ló tic a y la p ro x im id a d
ta r redu cie n d o u o b v ia n d o la escisión de los cartílagos ari­
de la trá q u e a . Esto reduce el riesgo de estenosis s u b ­
tenoides o la base de la lengua.
glóticas.
Hay que recordar que la fu n c ió n respiratoria se puede
dañar en casos de estenosis subglótica, pero la deglución
y la fonación pueden conservar una fu n c ió n norm al en la
C o m p l ic a c io n e s
mayoría de los casos. Por otra parte, la incom p e te n cia g ló ­
de la c r ic o t ir o id o t o m ia tica se asocia con problemas de fonación y deglución, m ien­
tras que la fu n c ió n respiratoria no se ve afectada en la m a ­
• Realizar una incisión en la línea media para evitar lesionar yoría de los casos.
los músculos cricotiroideos y los vasos. La rehabilitación d e g lu to ria después de la larin g u e cto ­
• Evitar lesionar las cuerdas vocales y los pequeños vasos mía supraglótica es necesaria para reducir la posibilidad de
cricotiroideos evitando la incisión p ró xim a al cricoides. aspiración y m e jorar el c o n tro l de la aclaración traqueal.
• Realizar una traqueotomía para evitar las estenosis subgló­ Las medidas paliativas incluyen la técnica de deg lu ció n su­
ticas. praglótica, a d m in is tra n d o a lim entos tritu ra d o s, evitando

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* Skandalakis

Laringe

los líquidos y m e jo ra n d o la fu n c ió n p u lm o n a r. Retirar el las paredes faríngeas lateral y posterior, se c o m p ro m e te el


tu b o de traqueostom ía es esencial para iniciar la d e glución cierre de la mucosa; esto conduce a la form ación de fístu­
en estos pacientes. las d e b id o a la excesiva tensión de la línea de sutura52.
Anatomía quirúrgica

Algunos pacientes, especialm ente aquellos que van a D eb id o a q u e la mayoría de las fístulas cierran esp o n tá ­
recibir tra ta m ie n to radioterápico, pueden precisar a lim e n ­ neam ente, el tra ta m ie n to conservador precisa d re n a d o y
tación enteral a través de una sonda enteral o una gastros- derivación externa m ediante colgajos de piel y estructuras
tom ía de a lim entación. En casos raros puede ser necesario vitales (p. ej., grandes vasos). Si la fístula es persistente se
em plear un tu b o doble. Si persisten las aspiraciones, hay p uede precisar un colgajo m io cu tá n e o de pectoral mayor.
que considerar una laringuectom ía total o un p ro ce d im ie n ­ Si se pro d u ce una estenosis hipofaríngea, puede ser nece­
to de Lindem ann (separación laringotraqueal). saria una reconstrucción de la faringe con un colgajo m io ­
cu táneo ped icu la d o de te jid o yeyunal; esta técnica re q u ie ­
Hemilaringuectomía vertical re m icrocirugía.
Las fístulas faringocutáneas que se producen p o r una ex­
Las com plicaciones de la h e m ila rin g u e c to m ía vertical cesiva tensión del cierre de la mucosa se form an en el pos­
(lateral, fro n tolateral y fro n to la te ra l e xtendida) aum entan toperatorio enseguida. Otras causas son la mala cicatrización
con resecciones más amplias. Las com plicaciones incluyen de los tejidos asociados a enfermedades sistémicas (diabe­
las estenosis subglóticas con im posibilidad de canular la vía tes, desnutrición), obstrucción distal (com o la estenosis, cuer­
aérea con un tu b o de traqueostom ía y el desplazam iento pos extraños), infecciones, o recurrencias de tum ores.
pa to ló g ico de la glotis.
Estenosis neofaríngeas
Estenosis glótica
Se puede p ro d u cir estenosis glótica p o r diferentes m o ­ Las estenosis neofaríngeas o neoesofágicas son el resul­
tivos. En p rim e r lugar, es preciso asegurar que la cuerda tado de escisiones amplias de mucosa faríngea d u ra n te una
contralateral tiene una fu n c ió n norm al para evitar la este­ laringuectom ía total, o el p ro d u c to de cicatrices circu n fe ­
nosis. Además, los colgajos reconstructivos no deben ser renciales c o m o las que se fo rm a n después de radioterapia.
excesivam ente gruesos para evitar la estenosis de la entra­ La d e g lu ció n se encuentra alterada d e b id o a la afectación
da a la glotis; esto es especialm ente im p o rta n te cuando se de tres funciones fisiológicas (cierre de la glotis, aposición
emplean colgajos unipediculados o bipediculados de m ús­ laríngea en el suelo de la lengua y fu n c ió n fa ringoesofági-
culos pretiroideos para la reconstrucción de las cuerdas v o ­ ca). Los tra ta m ie n to s incluyen dilataciones y colgajos m io -
cales. Si se pro d u ce la estenosis es preciso resolverla m e ­ cutáneos libres para realizar reconstrucciones.
d iante cirugía con láser o abierta.
Estenosis del orificio traqueal
Desplazamiento de la glotis
El desplazam iento (escorzo) de la glotis es un p ro b le ­ De acuerdo con O gura y Thawley52, la estenosis del ori­
ma específico de los p ro ce d im ie n to s de la comisura ante­ ficio traqueal se puede prevenir «biselando la tráquea rema­
rior. Puede resolverse m e d ia n te la reinserción de las cu e r­ nente en la parte superior de form a que se incre m e n te el
das vocales m em branosas en la parte a n terior del cartílago área de sección de este órgano». La estenosis traqueal pos­
tiroides restante, o reconstruyendo la lám ina a n terior del toperatoria se puede solucionar mediante colgajos de avan­
tiroides y las cuerdas vocales con un colgajo de epiglotis. ce en Y o en V.

Hemorragia
C o m p l ic a c io n e s d e la l a r in g u e c t o m ía
Los responsables de la hem orragia son los vasos larín­
to ta l
geos superiores y los de la base de la lengua. Es im p o rta n ­
Formación de fístulas te identifica r el pedículo laríngeo superior d u ra n te el tra ta ­
m ie n to q u irú rg ic o de la faringe y la laringe. Por otra parte,
De acuerdo con Ogura y ThawleyS2, la form ación de una se puede lesionar la arteria carótida d u ra n te la disección
fístula depende del tip o de cirugía, de la radioterapia pre­ radical del cuello y en p ro c e d im ie n to s fa rin g o la rín g e o s .
via y de la técnica quirúrgica empleada. Las fístulas pueden C uando la faringe se encuentra en la disección radical m o ­
aparecer no sólo en la laringuectom ía total, sino ta m bién dificada del cuello que está en c o n ta cto con la arteria ca­
en otros procedimientos com o la laringofaringuectomía par­ rótida, se puede enco n tra r desprotegida frente a la erosión
cial y la escisión de tum ores del seno piriforme. Es im p ro b a ­ por una fístula salival. Es esencial p ro te g e r la arteria c a ró ti­
ble que la cantidad de mucosa restante sea la responsable da con un colgajo m usculocutáneo. Una hem orragia a b u n ­
de la form a ció n de la fístula. Si es posible, se debe preser­ dante de la carótida puede precisar la ligadura del vaso, con
var la pared lateral del seno piriform e. Si se han e xtirpado las potenciales secuelas neurológicas que se producirán.
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Laringe

P é rd id a d e la vo z D e h is c e n c ia d e h e rid as

En la laringuectom ía to ta l, la pérdida de la fona ció n no El cierre a tensión de una anastomosis puede co n d u c ir


es una consecuencia a n a tóm ica im p o rta n te , pero sí lo es a su dehiscencia. Puede p ro d u c ir el paso de aire al te jid o
desde el p u n to de vista fu n cional. subcutáneo y un distrés respiratorio grave. Esta c o m p lic a ­
La técnica de Singer-Blom para la restauración de la fo ­ ción requiere la intervención inm ediata, que puede preci­
nación53 en el paciente laringuectom izado to talm ente, m e ­ sar endoscopia, reparación del tejido vascular, dism in u ció n
diante una derivación de aire desde la tráquea a la hipofarin- de la tensión, d renado y posible canulación con un tu b o
ge sin aspiración, ha conseguido m uy buenos resultados54-55. e n d otraqueal. Se puede p ro d u c ir una estenosis en la línea
Affleck y cois.56 afirm an que la resección de la laringe, de sutura.
la hipofa rin g e y del esófago cervical con una anastomosis Es m e jo r evitar esta co m p lica ció n realizando la anasto­
faringogástrica puede co nseguir un nivel aceptable de re­ mosis sin tensión. La liberación de la laringe puede p ro p o r­
habilitación de la fonación. cion a r 4,5 cm de zona libre de tensión. La m ovilización de
la tráquea mediastínica puede p ro p o rcio n a r una relajación
ad icio n a l13. Además, la inm ovilización de la línea de s u tu ­
C o m p l i c a c i o n e s d e l a r e c o n s t r u c c ió n
ra se puede realizar fijan d o la m andíbula al cuello d u ra n te
l a r in g o t r a q u e a l la fase de cicatrización (1 0 -1 4 días).

Tejido d e g ra n u la c ió n

La fo rm a ció n de te jid o de granulación es la c o m p lic a ­ Traum atism o laríngeo


ción más frecuente después de la resección y la anasto m o ­
Los tra u m a tism o s abiertos o cerrados de la laringe son
sis traq u e a l13. El te jid o de granu la ció n se fo rm a d e b id o a
lesiones p oco frecuentes pero que ponen en peligro la vida.
un cre cim ie nto excesivo tisular en la zona de la a n a sto m o ­
Estamos de acuerdo con O Mara y H ebert57:
sis., La causa puede ser una infección local o la reacción a
la absorción de la sutura. El te jid o de granu la ció n puede Las lesiones pueden variar desde pequeños h e m a to ­
o b stru ir la vía aérea; puede eliminarse endoscópicam ente mas endotraqueales a una disrupción completa de la larin­
con láser o m e d ia n te pinzas ópticas de corte. Es preciso ge. La parte fundam ental y; además, sujeta a controver­
evitar las suturas que p ro d u ce n una reacción absortiva im ­ sia, del tratamiento del traumatismo laríngeo, es m antener
portante. permeable la vía aérea. Para realizar una evaluación co­
rrecta de los traumatismos de la laringe son importantes
Lesión n erviosa la fibrolaringoscopia de alta resolución y la to m ografía
computarizada. El tratam iento varía desde la observación
La lesión accidental de los nervios se p uede p ro d u c ir hasta la intervención quirúrgica y la revisión de la lesión.
d u rante la disección de los troncos nerviosos mayores. Por D urante la intervención quirúrgica puede ser necesario re­
e je m p lo , d u ra n te la resección y la anastom osis crico tra- alizar una endoscopia, una exploración quirúrgica abier­
queal, se debe identificar el nervio recurrente laríngeo para ta e incluso la canulación de la laringe. Los objetivos a la r­
evitar su lesión. La lesión de u n o o ambos nervios recurren­ g o plazo son mantener la fonación, la permeabilidad de la
tes puede dañar la vía aérea. vía aérea y la capacidad funcional deglutoria.

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i r o

Aparato respiratorio
John E. Skandalakis ;G en e L, C olborn; Thomas A. W eidm an; Panagiotis Symbas

Habiendo mirado la laringe miles de veces se despertó el anhelo de cruzar la frontera hacia las misteriosas y apenas visibles
vías aéreas profundas.
Chevalier Jackson1

pulm onares (Fig. 6.2). Los esbozos bronquiales aum entan


Historia
de ta m a ñ o para fo rm a r los p rim o rd io s de los bronquios de­
La historia anatóm ica y q u irúrgica del aparato respira­ recho e izquierdo. El p rim e ro tiene un trayecto caudal y el
to rio se resume en la Tabla 6.1. segundo es oblicuo.
El segundo fe n ó m e n o asim étrico es la p ro d u cció n d u ­
rante la qu in ta semana de dos esbozos laterales en el bron-
Embriogénesis q uio derecho y sólo un o en el izquierdo. El árbol bronquial
se subdivide en el interior del esbozo p u lm o n a r para form a r
D esarrollo normal varios extremos ciegos (los d e nom inados infundíbulos).

Durante la cuarta semana de desarrollo comienza a apa­ Génesis de los lóbulos


recer el p rim o rd io del aparato respiratorio inferior, con una La génesis de los ló b u lo s se p ro d u c e de la sig u ie n te
abertura en la pared faríngea ventral del intestino anterior; form a:
esta abertura es el surco laringotraqueal. El surco laringo-
traqueal dará lug a r después a una evaginación, el diver- • A la derecha:
tículo respiratorio, que a su vez originará el ep ite lio respi­ - El esbozo lateral superior da lugar al b ro n q u io lateral y
ratorio. al ló b u lo superior.
El d ive rtícu lo respiratorio crece, llevando con él el me- - El b ro n q u io lateral inferior da lugar al lóbu lo m edio.
sénquim a. Finalm ente se separa de la fa rin g e (que repre­ - El b ro n q u io principal (in fe rio r) da lugar al b ro n q u io y
senta la parte craneal del in te s tin o a n te rio r) p o r las dos lóbulo inferiores.
crestas esofagotraqueales, las cuales se unen y fo rm a n el • A la izquierda:
ta b iq u e esofagotraqueal. El ta b iq u e esofagotraqueal d iv i­ - El b ro n q u io lateral (ú nico) da lugar al b ro n q u io y ló b u ­
de el inte stin o a n te rio r en una parte a n te rio r (ve n tra l) (el lo superiores izquierdos.
tu b o laringotraqueal) y una parte posterior (dorsal) (el esó­ - El b ro n q u io principal izquierdo original da lugar al b ro n ­
fa g o ) (F ig. 6.1). El m esénquim a da lugar al te jid o co n e c­ q u io y lób u lo inferiores izquierdos.
tiv o , el m úsculo y el cartílago de la laringe, la tráquea y La segm entación de los lóbulos (segm entos b ro n c o p u l-
los pulm ones. m onares) co n tin ú a hasta que hay 10 segm entos a la dere­
Recordar: cha y 8 a la izquierda (Fig. 6.3). La fo rm a c ió n p u lm o n a r
• El p rim o rd io respiratorio sigue co m u nicándose con la fa ­ cesa a p ro x im a d a m e n te al final de la q u in ta semana3.
ringe a través de su abertura, que se convertirá en el o ri­ En este m o m e n to em piezan de manera secuencial tres
ficio laríngeo o entrada de la laringe. Por lo ta n to , el ex­ períodos o fases prenatales de ram ificación de los sistemas
tre m o pro xim a l del d ivertículo dará lugar a la laringe. pulm onares. Son las fases g la n d u la r o seudoglandular, ca­
• El e p itelio y las glándulas de la tráquea y de los pulm ones nalicular, y alveolar o de los sacos terminales.
tienen un origen en d o d é rm ico . Los cartílagos y los m ús­
Fase glandular o seudoglandular
culos de la tráquea tienen un origen m esenquim atoso es-
plácnico. Esta fase com ienza al final de la q u in ta semana y fin a li­
za tal vez alrededor de la decim osexta semana. Esta fase se
Pulm ón p re n a ta l d e n o m in ó g la n d u la r o seudoglandular p o rque las a c u m u ­
laciones de células cuboideas epiteliales sólidas que rodean
D urante la cuarta y quinta semanas se producen dos fe­ a cada in fu n d íb u lo del árbol b ronquial confieren al parén-
n óm e n o s asimétricos: Primero, 26 días después de la fe rti­ q u im a p u lm o n a r el aspecto h isto ló g ic o de una glá n d u la
lización2, el extrem o traqueal del divertículo, que sigue sien­ exocrina. No es posible el inte rca m b io gaseoso; por lo ta n ­
d o el d iv e rtícu lo respiratorio, da lugar a los dos esbozos to , el feto que nace en esta fase no puede sobrevivir.

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Aparato respiratorio 6
T a b la 6 .1 . Historia de la anatomía y la cirugía del aparato respiratorio ¡
Asiria-Babilonia 3000 a Describieron los roncas sibilantes de la tuberculosis pulmonar: «Su respiración
1000 a.C. suena como una flauta»
China 1100 a.C. El Nei Ching clasificó los pulmones como uno de los cinco órganos formativos sólidos. También
se decía que los pulmones contenían la emoción del pesar
Egipcios 663 a 520 a.C. El Amuleto Sema representó la tráquea y los pulmones. Cuando se representaba en color,
el pulmón era claro, de color rojo brillante, o «color pulmón»
Galeno Describió los pulmones, el corazón y el tórax como partes necesarias para la respiración.
(aprox. 130-200 d.C.) Señaló que la vascularización de los pulmones procede de la aorta, aunque no le dio nombre.
Llamó a la tráquea «arteria áspera» e identificó las divisiones del pulmón. También observó
la presencia de la pleura
Rolando 1499 Resecó parte de un pulmón visible en una hernia de la pared torácica
Leonardo da Vinci Disecó los vasos bronquiales. Un dibujo muestra el aumento de la circulación bronquial
(1452-1519) como respuesta a (a inflamación
Andrés Vesalio Siglo XVI Utilizó la intubación endotraqueal para la anestesia en cirugía animal
De Pozze 1673 Primera descripción de la agenesia pulmonar
Ruysch 1696 Reivindicó el descubrimiento de la circulación bronquial: «Indudablemente afirmo
que este vaso no ha sido visto antes»
Von Sömmering 1808 Describieron la circulación bronquial como los «vasos nutricios» del pulmón
y Reisseissen
Antony 1823 Resecó una parte de un pulmón unida a una gran masa de pus en el tórax de un paciente
Virchow 1847 Afirmó que la circulación bronquial mantiene la función pulmonar en zonas de obstrucción arterial
Macewen 1878 Inició el uso de la intubación traqueal para la cirugía oral y el edema de glotis
Block 1881 Resecó parcialmente los pulmones de conejos. Estudió sus métodos en un paciente que padecía
tuberculosis, resecando el vértice de los dos pulmones. Cuando la operación fracasó, Block se suicidó
Weinlechner 1882 Resecó sin éxito un mixocondroma de la pared torácica y de lóbulo medio. También resecó
parte del lóbulo superior, eliminando varios depósitos metastásicos
Kroenlein 1883 Realizó una resección en dos etapas de la parte inferior del pulmón izquierdo después
de la recurrencia y extensión de un sarcoma osteogénico que se había resecado previamente.
El paciente se recuperó de la operación, pero murió posteriormente debido a una neumonía
Tuffier 1891 Realizó la primera resección pulmonar con éxito para tratar la tuberculosis pulmonar resecando
el vértice del pulmón derecho
1896 Desarrolló un tubo intratraqueal con un manguito inflable
Matas 1899 Desarrolló la respiración artificial mediante insuflación intralaríngea
Garré y Quincke 1901 Propusieron la adición de neumólisis intrapleural o extrapleural a la toracoplastia
Sauerbruch 1904 Intentó utilizar la respiración de presión positiva, utilizando una máscara facial muy ajustada,
mientras empleaba su cámara de presión negativa o «cámara neumática»
Meitzer y Auer 1909 Propusieron el uso de la intubación oral para facilitar la anestesia con presión positiva
Eisberg y Lilienthal 1910 Realizaron la primera toracotomía bajo anestesia intratraqueal
Kummel 1910 Realizó una neumonectomía sin éxito pinzando el pedículo y dejando las pinzas colocadas.
F,1 paciente murió seis días después
Stuerz 1911 Cortó el nervio frénico para conseguir la relajación del lóbulo inferior con adherencias
tuberculosas
Davies 1913 Realizó una lobectomía con disección mediante la ligadura de disección individual y la sutura
de las estructuras hiliares
Lilienthal 1914 Realizó una lobectomía en una etapa
Bull 1920 Publicó que había realizado una apicólisis hasta la cuarta costilla en 116 pacientes
Brun 1929 Público «Surgical Principles Underlying One-Stage Lobectomy», que ofrecía una descripción
detallada de la lobectomía en una etapa. Su primer caso del estudio se remontaba a 1918

235

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* Skandalakis

Aparato respiratorio

T a b la 6 .1 . Historia de la anatomía y la cirugía del aparato respiratorio (Continuación.)


Anatomía quirúrgica

Shenstone y Janes 1929 Utilizaron un torniquete hiliar para la lobectomía. Describieron su uso en 1932
Sauerbach Década Desarrollaron la toracoplastia apical selectiva
y Brunner de 1930
Churchill 1931 Realizó una lobectomía con disección, restableciendo su eficacia después de la operación de 1913
de Davies
Nissen 1931 Tuvo éxito en la realización de una neumonectomía total en tres etapas para tratar bronquiectasias
difusas del pulmón izquierdo. Esta operación incluyó ligar el hilio con tubuladuras de goma y algunas
ligaduras de seda, y después esperar a que el pulmón necròtico se desprendiera dos semanas después
Kramer y Glass 1932 Crearon el término «segmentos broncopulmonares» para describir la anatomía pulmonar
Haight 1932 Realizó una neumonectomía total con éxito llevando a cabo una operación similar a la de Nissen
Bigger 1932 Realizó una broncotomía para extraer un tumor del bronquio izquierdo
Graham y Singer 1933 Realizaron una neumonectomía total en una etapa cuando de manera inesperada se vieron
forzados a resecar todo el pulmón al tratar un carcinoma broncogénico demasiado próximo
al punto de bifurcación lobular
Rienhoff 1933 Introdujo la técnica moderna de sutura bronquial cortando el cartílago en varios puntos
y utilizando suturas sueltas de seda para suturar el bronquio
Freedlander 1935 Describió un caso sin éxito de lobectomía pulmonar
Belsey y Churchill 1939 Realizaron una lingulectomía, que con frecuencia se considera la primera resección segmentaria.
Escribieron: «Se propone que el segmento broncopulmonar puede sustituir al lóbulo como unidad
quirúrgica del pulmón»
Eloesser 1939 Extirpó un adenoma que se originaba en el bronquio lobular inferior izquierdo
Kent y Blades 1942 Publicaron un artículo que durante mucho tiempo se ha considerado la base de las técnicas
de ligadura hiliar individual
Belsey 1944 Repararon un bronquio utilizando fascia después de extirpar un adenoma bronquial
Allison 1946 Describió una técnica que suponía la neumonectomía intrapericárdica con disección del tejido
mediastínico y de los ganglios linfáticos (neumonectomía radical)
Thomas 1947 Realizó una lobectomía con manguito bronquial
Sellors 1947 Realizó una valvotomía pulmonar
Juvenelle 1947 Publicó un trabajo de investigación sobre la denervación pulmonar que concluyó que los animales
podrían sobrevivir al autotrasplante pulmonar
Gebauer 1948 Realizó la primera operación de resección-reconstrucción bronquial utilizando un injerto dérmico
apoyado sobre un alambre
Overholt y Langer 1949 Sistematizaron las técnicas quirúrgicas de la resección segmentaria
Metras 1951 Describió el trasplante pulmonar canino, en el que los perros sobrevivieron hasta 29 días
Overholt 1952 Realizó una resección bilateral simultánea por bronquiectasias
Neptune 1953 Público la realización de intentos de trasplante cardiopulmonar en bloque en perros
Björk y Bagger 1954 Realizaron una resección pulmonar con valvulotomía pulmonar en un paciente que tenía estenosis
pulmonar y tuberculosis pulmonar
Price-Thomas 1955 Realizó una resección en manguito del bronquio, extirpando un adenoma del bronquio principal
derecho
Gaensler 1956 Propuso la lobectomía parietal para tratar el neumotorax recurrente
Brantigan 1959 Fue el primero que propuso que la fuerza necesaria para mantener abiertas las vías aéreas está
ausente en el enfisema; la resección pulmonar parcial podría mejorar la situación del paciente
restaurando esta fuerza
Hardy y Webb 1963 Trasplantaron un pulmón humano. El paciente sobrevivió 17 días
Jensik 1966 Propuso la irradiación antes de la resección broncopulmonar en manguito por cáncer de pulmón
Lower y Shumway 1980 Explicaron el trasplante cardiopulmonar en bloque en primates
Reitz 1981 Describió el trasplante cardiopulmonar con éxito en seres humanos
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Aparato respiratorio 6
T a b la 6 .1 . Historia de la anatomía y la cirugía del aparato respiratorio (Continuación.)
Perelman 1983 Desarrolló y realizó la resección pulmonar limitada (menor que la segmentaria)
Swanson y cois. 1997 Primera descripción de una técnica mínimamente agresiva para la cirugía de reducción
del volumen pulmonar (CRVP) sin cortar la pleura visceral, reduciendo de esta manera
la morbilidad/mortalidad debida a fugas aéreas, mejorando la mecánica de la respiración
y reduciendo el traumatismo que sufría el paciente
Cooper 1997 Describió la mejoría de la resección pulmonar parcial por enfisema grave que desarrolló por
primera vez Brantigan en 1959. Se realizó una resección parcial de los dos pulmones a la vez con
una esternotomía media
La Tabla ha sido elaborada por David A. McClusky III y John E. Skandalakis.

Bibliografía:
Brantigan O, Mueller E, Kress MB. A surgical approach to pulmonary emphysema. Ann Rev Respir Dis 1959;80:194-202.
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New York: Churchill Livingstone, 1995, p. 844.

Fase canalicular
Este período comienza apro xim a d a m e n te en la d e c im o ­
sexta semana y finaliza alrededor de la vigesim o q u in ta . El
aparato respiratorio de los pulm ones se fo rm a du ra n te este
período m ediante la ram ificación de los vasos sanguíneos
alrededor de los infundíbulos y alrededor de los prim o rd io s
de los alveolos pulmonares. Los tejidos pulmonares se hacen
m u y vasculares, y los m últiples bronquiolos tienen láminas
engrosadas. Es posible la respiración en la vigesim ocuarta o
vigesim oquinta semana, y el feto nacido puede sobrevivir.

Fase alveolar o de los sacos terminales


Este período se extiende desde la vigesim ocuarta o vi-
gesim osexta semana hasta el nacim ie n to . Al com ienzo, la
fo rm a c ió n de sacos term inales (alveolares) se solapa con el
final del período anterior. El desarrollo de sacos term inales
se m u ltip lic a d u rante la fase de los sacos term inales. El e p i­
F igu ra 6.1 . División del intestino anterior en la tráquea y el telio de los sacos se vuelve de lg a d o y plano.
esófago. La zona punteada muestra la futura porción traqueal. Esta fase se asocia a una a b u n d a n te p ro liferación vas­
Las flechas in dican los m o v im iento s m orfogénicos locales. cular de capilares sanguíneos y linfáticos; éstos son las cé­
[sl<3] lulas epiteliales alveolares (neum ocitos de tip o I). Posterior-
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* Skandalakis

Aparato respiratorio

Bolsas faríngeas

1 2 3 Cuerpo ultim o b ran q u ia l


Anatomía quirúrgica

Esófago

Pulmón

Estómago

Surco para el seno venoso

Epitelio hepático

dorsal
Vesícula b iliar

F ig u ra 6.2. Desarrollo de la tráquea y de los bro nq u io s. A, C u atro im ágenes anteriores e im ag en lateral del esbozo p u lm o ­
n ar al final de la q u in ta sem ana (ho rizo n te XIII). B, Im agen lateral a m ediados de la sexta sem ana (h o rizon te XV). C, Im a­
gen lateral cerca del final de la sexta sem ana (horizonte XVI). [sfJ]

m ente se convertirán en células epiteliales secretoras (neu- surfa cta n te p ro m u e v e la m a d u re z de los p u lm o n e s p re ­


m ocitos de tip o II) y p ro ducirán surfactante. El surfactante natales.
tapiza los sacos terminales de manera similar a una cu b ie r­
ta, reduce la tensión superficial e im p id e el colapso alveo­ P ulm ón p o s n a ta l
lar d u ra n te la espiración.
El lactante p re m a tu ro sólo sobrevivirá si hay una vas­ Durante la primera semana el aire infla los alveolos. Los ca­
c u la riz a c ió n p u lm o n a r y un s u rfa c ta n te a decuados. Un pilares sanguíneos y linfáticos absorben el líquido que ocupa
fe to p re m a tu ro de siete meses p u ede sobre vivir p o rq u e el 5 0 % del pulm ón. Desde la sexta a la octava semanas hay
el a p a ra to re spiratorio en este m o m e n to tiene una buena un rápido desarrollo de los alveolos. Cormack4 afirm ó que el
fu n c ió n , los pulm o n e s tienen cierta fu n c ió n secretora y el 9 5 % de ellos se desarrollan después del nacimiento.
238

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Aparato respiratorio

Tres c u rio s id a d e s as im é tric a s p u lm o n a re s


d e la a n a to m ía e m b rio ló g ic a

Se ha d ic h o que:
• El b ro n q u io prin cip a l derecho tiene un trayecto caudal y
el izquierdo un tra yecto oblicu o . Así, un cuerpo extraño
traqueal se d irig irá con más frecuencia hacia abajo, ha ­
cia el b ro n q u io derecho.
• El b ro n q u io principal derecho e m b rio n a rio da lugar a dos
esbozos prim arios: el superior para el ló b u lo superior y el
infe rio r para el ló b u lo m edio. Después, el e xtre m o ciego
del b ro n q u io principal fo rm a el lób u lo inferior derecho. El
b ro n q u io p rincipal izqu ie rd o da lug a r sólo a un esbozo
p rim a rio que fo rm a el ló b u lo superior izquierdo. El ló b u ­
lo inferior izquierdo procede del e xtre m o ciego del b ro n ­
q u io principal izquierdo.
• Teóricam ente se fo rm a n 10 b ro n q u io s segmentarios en
el p u lm ó n derecho y 8 en el izquierdo.
F igu ra 6.3. D esarrollo de la trá q u e a y d e los b ro n q u io s.
Im ágenes a n te rio r y lateral al co m ie n z o de la sé p tim a se­
m a n a (h o riz o n te XVII). La tráq u e a y el esófago se h a n alar­ A n o m a l ía s c o n g é n it a s
gad o y so n visibles cin co ó rd e n e s de ra m ific a c ió n b r o n ­
quial. [sfi] Las anomalías congénitas de la tráquea y los pulm ones
se m uestran en la Tabla 6.2 y en la Figura 6.4.

Lóbulos a c c e s o rio s
Según Shields5, los lóbulos accesorios frecuentes son el
N ota: Se fo rm a n más alveolos d u ra n te los prim eros años ló b u lo accesorio posterior, el accesorio inferior, el ló b u lo
posnatales. Se dice que el recién nacido tiene 20 millones de m edio del p u lm ó n izqu ie rd o y el «ló b u lo de la ácigos» del
alveolos; el ad u lto tiene a p ro xim a d a m e n te 300 millones. ló b u lo superior derecho (Figs. 6.5 y 6.6).

T a b la 6.2. Anomalías congénitas de la tráquea y de los pulmones


1.a manifestación
Edad prenatal (u otros datos Sexo principalm ente
Anomalía de inicio diagnósticos) afectado Frecuencia Comentarios
Atresia traqueal Semana 3-4 Al nacimiento ? Muy rara Mortal al nacimiento
Estenosis traqueal Semana 3-4 Al nacimiento 7 Rara Habitualmente mortal poco
congènita después del nacimiento
Traqueobroncomegalia Mes 5 Infancia tardía ? Rara
o después
Agenesia bilateral Semana 4 Al nacimiento ? Muy rara Mortal al nacimiento
de los pulmones
Agenesia unilateral e Semana 4 Lactancia Mujer Poco El 50% muere en los
hipoplasia de los pulmones tardía e infancia frecuente primeros cinco días
Anomalías de la tabulación Semana 10 Ninguna Varón? Frecuente Asintomáticas
Isomerismo pulmonar Desconocida Ninguna ? Poco Se asocia a heterotaxia,
frecuente asplenia y venas
pulmonares anómalas
Quistes congénitos del
aparato respiratorio
Quistes broncogénicos Semana 6-7 Lactancia, ? Poco La compresión de la
o ninguna frecuente tráquea puede ser mortal
Quistes pulmonares Semana 24 Lactancia Varón Poco Finalmente mortal si
e infancia frecuente no se trata

Fuente: S k an d alak is JE, G ray SW. E m b ry o lo g y for S urgeons, 2.a ed. Baltim ore: W illiam s & W ilkins, 1994; c o n a u to rizació n .

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* Skandaiakis

Aparato respiratorio

Atresias la vena segmentarías se comunicaban con otros segmen­


tos en 7 casos (37% ) (4 arterias y 3 venas, 6 en el lado
derecho y 1 en el izquierdo) en los LPP. Estos resultados
Anatomía quirúrgica

muestran que el LPP no siempre corresponde al S(6), y que


con frecuencia tiene un vaso anómalo procedente de otros
segmentos.

A g e n e s ia u n ila te ra l, a p la s ia e h ip o p la s ia
d e l p u lm ó n

R affensperger7 o freció defin icio n e s prag m á tica s de la


agenesia p u lm o n a r unilateral (ausencia com p le ta del b ro n ­
quio, parénquim a y vasos) y de la hipoplasia p u lm o n a r (gra­
dos variables de desarrollo insuficiente).
Schechter8 clasificó el defecto c o n g è n ito del te jid o p u l­
m o n a r c o m o se señala a contin u a ció n :

F ig u r a 6.4. A no m alías co n g é n ita s de la tráq u e a y de los • Aplasia b ro n c o p u lm o n a r de clase I (Fig. 6.7B):


p u lm o n es. [sfJ?] Ausencia unilateral o bilateral de to d o el p u lm ó n y del ár­
bol bronquial, d e n o m in a d a «agenesia p u lm o n a r» en cla­
sificaciones anteriores.
• Displasia b ro n c o p u lm o n a r de clase II (Figs. 6.7 C y D).
Existe discrepancia en la b ib lio g ra fía m édica sobre la Interru p ció n de la fo rm a c ió n del árbol b ro n q u ia l con au­
term inología de estos «lóbulos accesorios». Los lóbulos pos­ sencia de alveolos, d e n o m in a d a «aplasia p u lm o n a r» en
terior, inferior y m ed io del p u lm ó n izquierdo son lóbulos clasificaciones anteriores.
accesorios verdaderos. En realidad, el lób u lo de la ácigos • Hipoplasia b ro n c o p u lm o n a r de clase (Figs. 6.8A, B y C).
no es un lóbulo accesorio; es una separación parcial de una Reducción del ta m a ñ o de to d o el p u lm ó n o ausencia de
porción del se g m e n to apical del ló b u lo superior derecho un lób u lo del p u lm ó n .
debida al cayado de la vena ácigos. • Ectoplasia b ro n c o p u lm o n a r de clase IV (Figs. 6.8 D, E y F).
El lób u lo de la ácigos es variable en cua n to a ta m a ñ o y D esplazam iento parcial o total de un p u lm ó n , con fístu­
extensión. Está fo rm a d o po r una indentación p rofunda por la broncoesofágica.
una trib u ta ria aberrante de la vena ácigos y su c o m p o n e n ­
te mesoácigos en la región de los segm entos apical y pos­ Peragallo y Swenson9 presentaron un caso de agenesia
te rio r del lób u lo superior derecho. p u lm o n a r unilateral derecha sin desplazam iento m ediasti­
M ataw ari y cois.6 estudiaron la anatom ía segmentaria y n i« ). Había un ascenso cervical del hígado y del hem idia-
vascular del ló b u lo p u lm o n a r posterior. Citam os de su ex­ fra g m a derecho.
celente trabajo:
El bronquio traqueal es una anomalía congènita en la
El lóbulo p u lm o n a r posterior (LPP) se caracteriza po r que el lóbulo bronquial superior derecho tiene su origen en
una cisura aberrante que sigue un trayecto horizontal so­ la pared traqueal. Esta variante anatóm ica está documen­
bre la superficie costal del lóbulo inferior... Se encontraron tada en la broncoscopia de 1 de 2 5 0 pacientes. Aunque
19 casos de LPP (15 en el lado derecho y 4 en el izquier­ no suele ser clínicamente relevante, este origen atipico pue­
do) en 2 7 3 piezas de pulm ón hum ano (1 1 6 de pulm ón de complicar la ventilación unipulm onar durante la ciru­
derecho y 157 del izquierdo). La incidencia de LPP fue del gía torácica.
13% en el lado derecho y del 3% en el lado izquierdo. El
LPP con frecuencia (derecha 87%, izquierda 50% ) corres­ Roque y cois.10 presentaron un caso de agenesia u nila­
pondía al S(6) (segmento superior). El análisis de la ra m i­ teral derecha sin d e splazam iento m e d iastínico; había un
ficación de los bronquios mostró que el B(7) (bronquio b a ­ ascenso cervical del hígado y del d ia fragm a derecho.
saI medial) tendía a form a r un tronco común con el B* C itam os a Evrard y cois.11 acerca de las m alform aciones
(bronquio subsuperior) o con el B(8) (bronquio basal a n ­ parenquim atosas congénitas:
terior). El análisis de la ramificación de las venas mostró
que las tributarias de la V(6) (vena superior) con frecuen­ Cualquier lesión quística torácica que aum enta de vo­
cia eran dobles, y que la V(6) tendía a estar m uy disper­ lumen en la radiografía de tórax debe considerarse una in­
sa. Se encontraron malformaciones en las que la artería y dicación de resección quirúrgica incluso si es asintomáti-
240

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Aparato respiratorio

de la ácigos

Lóbulo m edio del


pulm ón izquierdo

Lóbulo accesorio
posterior izquierdo

Lóbulo accesorio
posterior derecho

Lóbulo accesorio
inferior izquierdo

Lóbulo accesorio
inferior derecho

F ig u ra 6.5 . Lóbulos p ulm onares accesorios.

co, debido al riesgo de compresión pulm onar, infección o


degeneración cancerígena. En los pocos casos de masa fe­
A n ato m ía quirúrgica
tal intratoràcica puede estar indicado el diagnóstico prena­
tal y la intervención intrauterína(...) Tráquea

La o b strucción venosa p u lm o n a r congènita p ro d u ­ Desde un p u n to de vista g u ir ú rg ic o - a n a tó m ic o la trá ­


ce hipertensión pulm onar, la cual, según Endo y cois.12, quea se p u e d e d iv id ir en dos partes: s u p e rio r (o c e rv i­
parece ser reversible y susceptible de operación. cal) e in fe rio r (o to rá cica ), in c lu y e n d o la b ifu rc a c ió n tr a ­
queal. La lo n g itu d de la trá q u e a en p o s ic ió n supina es
Para más detalles sobre las anomalías congénitas del apa­ de 1 0 cm a 1 3 cm desde la u n ió n la rin g o tra q u e a l en C6
rato respiratorio, se recomienda leer Embríology forSurgeons'3. (ca rtíla g o c rico id e s) hasta T4, d o n d e se localiza la b ifu r-

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• Skandalakis

Aparato respiratorio

Clavícula
Anatomía quirúrgica

1.a costilla

Lóbulo de la
ácigos
V. innominada i.

V. ácigos

Pericardio

Lóbulo de
la ácigos

-Vena
ácigos

Lóbulo
superior

4 .a costilla

Lóbulo de la ácigos

Lóbulo de la ácigos

F ig u ra 6.6. L ó b u lo de la ácigos. A, Estructuras torácicas posteriores vistas en una im agen anterolateral; se muestra la vena
ácigos, los grandes vasos asociados y (en * ) la c o n e x ió n transversal entre las venas ácigos y hemiácigos. B, C o n te n id o de
la cavidad pleural derecha; se ha retraído el ló b u lo p u lm o n a r superior para e xponer el ló b u lo accesorio y la vena ácigos
anómala. Aparte: Vena ácigos anóm ala con parte de su re fle x ió n de la pleura parietal. C, Corte transversal a través del p u l­
m ó n derecho y de sus estructuras relacionadas a la altura del bucle de la vena ácigos anómala. D a F, P orción superior del
p u lm ó n derecho que muestra las relaciones pulm onares de la vena ácigos anó m a la y sus conexiones; tres caras. In c id e n ­
cia del ló b u lo anóm alo, en el la b o ra to rio del a u to r65, 0,4% (8 casos de 2.000 piezas). V.i.d., vena in n o m in a d a derecha
(NA, braquiocefálica); V.i.i., vena in n o m in a d a izquierda; V.y.i., vena y u g u la r inte rn a ; V.y.a., vena y u g u la r a n terior; V.s.,
vena subclavia; V.c.s., vena cava superior; S.m., superficie m ediastínica; S.v.c., superficie vertebrocostal. [an4\

c a ció n . En p o s ic ió n e rg u id a la trá q u e a está localiza d a M u lllk e n y G r illo 15 a firm a ro n q u e la trá q u e a se p u e ­


e n tre C6 y T6 (Fig. 6 .9 ). Según K ubik y H ealey14, la lo n ­ de localizar to ta lm e n te d e n tro del m e d ia s tin o c u a n d o
g itu d de la trá q u e a p uede a u m e n ta r a p ro x im a d a m e n te el c u e llo está fle x io n a d o , p o rq u e el ca rtíla g o cricoides
de 1,5 cm a 2 ,5 cm d u ra n te los procesos de d e g lu c ió n d e s c ie n d e a la a ltu ra del d e s fila d e ro to r á c ic o
y re spiración. superior.

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Aparato respiratorio

D F ig u ra 6 .8 . A a C, H ipoplasia p u lm o n a r. Tres situaciones


de em briogénesis dife re n te que hacen que el p u lm ó n sea
F ig u ra 6.7. A, P ulm ones norm ales. B, Aplasia p u lm o n a r m e n o r de lo n o rm a l. A, El te jid o alveolar n o es fu n c io n a l.
con ausencia co m p le ta del te jid o b ro n q u ia l y alveolar. C y B, Reducción del ta m a ñ o de u n p u lm ó n . C, H ipoplasia de­
D, Displasia pulm onar. Hay algunos elementos bronquiales, bida a displasia lobular. N o se muestra el desplazam iento
aunque n o h a y alveolos. N o se muestra el a u m e n to de ta­ m e d ia s tín ic o a c o m p a ñ a n te . D a E, Ectoplasia p u lm o n a r.
m a ñ o del p u lm ó n sano con el consiguiente desplazam ien­ H ay u n ió n de parte de u n p u lm ó n o de to d o u n p u lm ó n al
to del corazón y del m e d iastino, [sel] esófago, y h a b itu a lm e n te está vascularizado p o r una arte­
ria sistèmica. D, Fístula broncoesofágica. E, Secuestro del
ló b u lo in fe rio r derecho. F, Secuestro del ló b u lo in fe rio r y
displasia del ló b u lo superior. [ 5 C Í ]

Cartílago crícoides

El nervio recurrente
entra en la laringe
I Final de la laringe, comienzo
del esófago
La arteria vertebral entra
en el agujero transverso

El ganglio cervical medio Final de la laringe, comienzo


está sobre la arteria tiroidea | de la tráquea
inferior o debajo de ella

F ig u ra 6 .9 . O rigen de la tráquea a la altura de la sexta vértebra cervical, [b r i]

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* Skandalakis

Aparato respiratorio

La posición de la tráquea no es fija; se puede desviar ha­ • M úsculos esternohioideo y esternotiroideo.


cia la derecha o hacia la izquierda p o rq u e está rodeada p o r • Fascia pretraqueal.
un estroma de te jido conectivo laxo que ta m b ié n se rela­ • Venas tiro id e a inferior y tiroidea IMA. De manera ocasio­
Anatomía quirúrgica

ciona con el esófago. La tráquea tiene de 15 a 20 anillos de nal la arteria tiroidea IM A está localizada justo debajo del
cartílago hialino en form a de U que son responsables de la istm o; estos vasos y el istm o están cubiertos p o r un del­
rigidez lateral del órgano; estos anillos están unidos p o r una gado estroma de te jido conectivo.
delgada m em brana elástica. Por detrás, los anillos están uni­ • El istm o tiro id e o ésta delante del segundo, tercer y cuar­
dos por el delgado músculo liso traqueal (músculo traqueal). to cartílagos traqueales.

Lateral
T o p o g ra fía y re la c io n e s
• Piel, fascia superficial y m úsculo cutáneo del cuello.
Tráquea cervical • Músculo esternocleidom astoideo y fascia de recubrim ien­
Según K u b ik y Healey14, el origen de la tráquea cervical to cervical.
se localiza 1,5 cm a 2 cm p o r debajo de la piel. A nivel de • Vaina carotidea con la arteria carótida c o m ú n , la vena y u ­
la escotadura esternal está 4,5 cm a 5 cm por debajo de la gu la r interna y el nervio vago.
piel, y en la bifurcación la p ro fu n d id a d es a p ro x im a d a m e n ­ • M úsculos o m o h io id e o , este rn o h io id eo y esternotiroideo.
te de 7 cm. • Vena tiroidea media.
A c o n tin u a c ió n se presenta un resumen de las relacio­ • Lóbulo tiroideo.
nes topográficas de la tráquea cervical (F ig. 6.10). • Arteria tiroidea inferior y nervio laríngeo recurrente.
• Ganglios linfáticos paratraqueales.
Anterior
• Piel. Posterior
• Fascia subcutánea con el m úsculo cutáneo del cuello. • Tejido alveolar delgado.
• Capa de re cu b rim ie n to de la fascia cervical profunda. • Esófago.

Fascia
Fascia visceral (pretraqueal)
Tráquea
alar
C o m p a rtim e n to visceral
Esófago
G lándula tiro id e s
Vaina carotidea
Fascia su perficial

Fascia de revestim iento M úsculo cu tá n e o del cuello

Nervio vago Espacio re tro fa rín g eo

Vena yu gu la r externa Vena y u g u la r interna

Cadena sim pática


A rte ria ca rótid a com ún

Nervio accesorio espinal


A rte ria vertebral

F ig u ra 6 .1 0 . Corte transversal del cu e llo que m uestra las capas fasciales. P, «espacio peligroso» en el in te r io r de la fas­
cia prevertebral. RV, espacio retrovisceral o re tro faríngeo, entre la fascia prevertebral y las capas fasciales pretraqueales
(viscerales), [col]
244
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Aparato respiratorio

Anterior
• Ganglios linfáticos tra q u eobronquiales superiores e infe ­
riores, arteria p u lm o n a r derecha.
Posterior
Arteria torácica
interna • Plexo p u lm onar, arterias bronquiales.

La carina es una cresta interna situada en la bifurcación


Nervio frénico de la tráquea a nivel del ú ltim o cartílago traqueal. Schus­
tímicos
y arteria te r y cois.16 p ropusieron la carina c o m o marca anatóm ica
pericardiofrénica para la colocación de un catéter venoso central:

La localización de la p u n ta de un catéter venoso cen­


tral en el interior del pericardio se ha asociado a un tapo­
nam iento cardíaco potencialm ente mortal. Como el pe ri­
cardio no se puede ver en la ra d io g ra fía de tórax, es
necesario un marcador radiográfico alternativo para colo­
car correctamente los catéteres venosos centrales(...) La ca­
rina estaba a una distancia media de 0,4 (0 ,1 ) cm p o r en­
cima del saco pericárdico cuando cruzaba la vena cava
superior. En ningún caso la carina estaba localizada deba­
F ig u ra 6 .1 1 . Vasos tím icos. jo del saco pericárdico. La carina es una marca anatóm ica
sencilla y fiable para la colocación correcta de los catéteres
venosos centrales; en casi todos los casos se ve en la radio­
grafía, incluso en el caso de radiografías de tórax p o rtá ti­
• Espacio prevertebral («peligroso») del cuello. les de m ala calidad. La p u n ta del catéter venoso central
• C olum na vertebral y musculatura. debe estar localizada en la vena cava superior, p o r encima
del nivel de la carina, a fin de evitar el taponam iento car­
Tráquea torácica díaco.
La tráquea torácica es el co m p o n e n te a n a tó m ico más
p ro fu n d o del m ediastino superior. Las relaciones to p o g r á ­
ficas en la parte torácica de la tráquea son las siguientes:

Anterior
• Piel, fascia superficial, m a n u b rio del esternón.
• T im o y grasa tímica, vasos tímicos (Fig. 6.11).
Tráquea
• Vena braguiocefálica izquierda.
• Arteria braquiocefálica y arteria carótida c o m ú n izquier­ Esófago

da, cayado aórtico.


• Plexo cardíaco (Fig. 6.12). Plexo cardiaco
profundo A orta
Lateral
Vena ácigos
Arteria pulm onar Izquierda
o A la derecha: nervio vago derecho, ganglios linfáticos pa-
Bronquio
ratragueales, pleura mediastínica, cayado de la vena áci-
lobular
gos (Figs. 6 .1 2 y 6.1 3). superior
• A la izquierda: ganglios paratraqueales, nervio laríngeo Bronquio
derecho
lobular
recurrente izquierdo, arteria carótida c o m ú n izquierda.
superior
Posterior Arteria izquierdo

pulm onar
• Esófago.
derecha

Bifurcación traqueal Tronco pulm onar

A la altura del áng u lo esternal p o r delante y de la q u in ­


ta vértebra torácica p o r detrás, justo p o r encim a de la au ­
rícula izquierda, la tráquea se bifurca en los bronquios p rin ­
cipales derecho e izquierdo. La topografía y las relaciones F ig u ra 6 .1 2 . E xtrem o in fe rio r de la tráquea, que muestra
de la bifurcación traqueal son: el ple xo cardíaco p ro fu n d o .

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’ Skandalakis

Aparato respiratorio
Anatomía quirúrgica

Arteria carótida común

Arteria subclavia
Nervios vago y recurrente derechos

Cayado de la aorta

Nervios cardíacos

Cayado de la v e ra ácigos

Nervios vago y recurrente izquierdos

Vasos pulmonares derechos

Vasos pulmonares izquierdos

F ig u ra 6 .1 3 . N e rv io vago derecho.

Irrig a c ió n s a n g u ín e a p o rta n fibras posganglíonares hacia el m ú sculo tra q u e a l


para la b ro n co d ila ta ció n . Las fibras parasimpáticas se o ri­
ginan en los nervios vagos y en los nervios laríngeos recu­
Arterias rrentes, y se d irig e n hacia la mucosa y el m úsculo traqueal.
La vascularización arterial de la tráquea procede de las Estas fibras producen broncoconstricción. Hay m uchos g ru ­
arterias tiroideas inferiores y de ramas que se originan en las pos pequeños de células ganglionares en los plexos a u tó ­
arterias tiroideas superiores, arterias bronquiales y arterias nom os de la pared de la tráquea y de los bronquios.
torácicas internas.

Venas B r o n q u io s (Hg. 6 . 14)


Las venas tiroideas inferiores drenan la tráquea, y d re ­
nan u n o o los dos troncos braqulocefálicos. Cada b ro n q u io prin cip a l se e x tie n d e desde la b ifu rc a ­
ción traqueal hasta el hilio del p u lm ó n c o rre sp o n d ie n te .
Linfáticos El b ro n q u io d e recho, que es más c o rto y de m a y o r d iá ­
Los vasos linfáticos traqueales drenan hacia los ganglios m e tro (2,5 c m ), gira sólo lig e ra m e n te desde la o rie n ta ­
linfáticos cervicales, traqueales y traqueobronquiales. ción vertical de la tráquea a través del m e d ia stin o . La lo n ­
g itu d del b ro n q u io prin cip a l izqu ie rd o , a u n q u e es casi el
In e rv a c ió n d o b le de la del b ro n q u io prin cip a l d e recho, sigue un tra ­
y e c to más o b lic u o y lateral hacia la izquierda. El b ro n q u io
Las fibras simpáticas de las ramas cardíacas del tro n c o iz q u ie rd o cruza p o r de la n te del esófago para llegar al h i­
sim pático cervical y de los nervios viscerales torácicos trans­ lio iz q u ie rd o p o r detrás del tercer cartíla g o costal iz q u ie r­
246
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Aparato respiratorio

Bronquio Bronquio principal izquierdo Arteria pulm onar Arteria pulm onar
principal derecho derecha izquierda

Bronquio
Bronquio lobular superior
lobular superior

B
Cayado
de la aorta

Vena cava Venas pulmonares


superior izquierdas

Venas pulm ona­


res derechas

Aurícula izquierda
Aurícula derecha
F igura 6.14. Bronquios principales (A) y algunas de sus re­
laciones vasculares anteriores (B y C). En C se muestra la re­

c fle x ió n del saco pericárdico sobre los grandes vasos.

do. Los bronq u io s tienen una m ovilid a d y elasticidad c o m ­ R e la c io n e s to p o g rá fic a s


parables a las de la trá q u e a , a u n q u e la irre g u la rid a d de
las placas cartilaginosas a u m e n ta en d ire c c ió n distal. La A c o n tin u a c ió n se presentan las relaciones to p o gráficas
im p o rta n c ia de las placas de ca rtílago d is m in u ye en el in ­ de los b ro nquios.
te rio r del p u lm ó n , y llegan a desaparecer a la a ltura de
los b ro n q u io lo s.
Estamos de a cuerdo con las siguientes observaciones
anatóm icas de Ashour y cois.17:

El pulm ón izquierdo es más vulnerable a las bronquiecta-


sias que el derecho, una observación clínica que se podría
explicar por las peculiaridades anatómicas del bronquio p rin ­
cipal izquierdo. Este último, comparado con el bronquio de­
recho, tiene un trayecto mediastínico más largo, un menor diá­
metro y un espacio peribronquial pequeño en su trayecto a
través del túnel subaórtico (Figura 6 . 15)(...) Cuando se com­
para con el pulm ón derecho, el pulm ón izquierdo es más vul­
nerable a los procesos bronquiectásicos tanto en frecuencia
como en gravedad. Las características anatómicas del bron­
quio principal izquierdo hacen que sea más propenso a la
obstrucción que el derecho.

Según T rotter y cois.18, la torsión de to d o el p u lm ó n o


de un lóbulo puede ser espontánea o puede producirse des­
pués de un traum atism o. Felson19 afirm ó que las siguientes
situaciones anatómicas pueden ser responsables de esta si­
tuación patológica poco frecuente y peculiar:

• L o n g itu d anómala del b ro n q u io principal o lobular con


un pedículo libre.
• Cisura com pleta. F ig u ra 6 .1 5 . A n a to m ía del b ro n q u io p rin c ip a l iz q u ie rd o
• Ausencia del lig a m e n to p u lm o n a r inferior. en su tra ye cto a través del tú n e l subaórtico. [asi]

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* Skandalakis

Aparato respiratorio

Bronquio principal derecho «pequeña, pero crucial» de la circulación b ronquial en los


Anterior estados de salud y de enferm edad.
Después de que Caries y cois.24 disecaran 40 cadáveres
Anatomía quirúrgica

• Arteria p u lm o n a r derecha, aorta ascendente, vena cava


recientes, publicaron que la vascularización bro n q u ia l está
superior (VCS).
d o m in a d a p o r el tro n c o in te rc o s to b ro n q u ia l y p o r redes
Posterior anastom óticas de diferentes te rritorios del árbol b ronquial.
• El cayado de la ácigos se curva sobre el b ro n q u io y d re ­ Sus hallazgos sobre la viabilidad de la revascularización de
na hacia la VCS. las arterias bronquiales se pueden aplicar al trasplante p u l­
• El nervio vago derecho pasa entre el cayado de la ácigos monar.
y la parte proxim al del bro n q u io , d a ndo origen a su rama
p u lm o n a r para el p u lm ó n izquierdo derecho. Venas
Las venas bronquiales derechas (habitualm ente dos) dre­
Bronquio principal izquierdo nan hacia la parte term ina l de la vena ácigos, y las b ro n ­
'Anterior quiales izquierdas finalizan en la vena intercostal superior iz­
• Cayado aórtico, arteria p u lm o n a r principal, arteria y vena q u ie rd a o en la vena h e m iá c ig o s accesoria (Figs. 6 .1 9 y
pulm onares izquierdas. 6 .20 ).
N ota : La arteria p u lm o n a r está localizada entre el b ro n ­ Linfáticos
q u io del ló b u lo superior izquierdo y el b ro n q u io p rin ci­
Los vasos linfáticos procedentes de los bronquios pasan
pal izquierdo.
hacia los ganglios linfáticos b ro n c o p u lm o n a re s y traq u e o -
Posterior
bronquiales (Fig. 6.21 ).
• A orta descendente, esófago y ple xo pulm onar.
• El nervio vago izquierdo cruza por detrás del b ro n q u io iz­
q u ie rd o , d a n d o una rama p u lm o n a r q u e pasa hacia el
In e rv a c ió n
p u lm ó n izquierdo. La inervación simpática y parasimpàtica se realiza a tra­
vés de los plexos p u lm o n a r y cardíaco. Los bronq u io s son
Irrig a c ió n s a n g u ín e a relativam ente poco sensibles al dolor, y la estim ulación de
su cubierta mucosa p roduce tos.
La cir c u la c ió n b r o n q u ia l es c o m o u n a m a d r e o c o m o la
Cruz Roja: n o rm a lm e n te se la acepta y no se le da im p o r ­
tancia, aunque es capaz de salvar la vida cu a n do es nece­ Pu lm o n e s
sario.

Deffebach y cois.20 T o p o g rafía y re la c io n e s

La vascularización b ronquial ha sido estudiada en de ta ­ Los pulm ones son órganos móviles situados en el interior
lle p o r C auldw ell y cois.21, Olson y A thanasoulis22, Deffe­ de la cavidad torácica; sin e m b argo, los dos están anclados
bach y cois.20, M ille r y Nelems23 y otros investigadores. Los al corazón y a la tráquea. El p u lm ó n derecho está fo rm a d o
orígenes de las arterias bronquiales y el patrón de drenado p o r tres lóbulos, y el p u lm ó n izquierdo p o r dos.
venoso b ronquial son m u y variables. Tanto el hígado c o m o el corazón m o d ifica n el c o n to r­
no externo de los dos pulmones. El p u lm ó n derecho es más
Arterias (Fig. 6.16, Tabla 6.3) corto debido al lóbulo hepático derecho; el pulm ó n izquier­
El o rig e n de las arterias bronquiales derecha e izquier­ d o es más estrecho p o r la localización hacia la izquierda del
da es m u y variable. Pueden surgir en la arteria torácica in ­ corazón y del pericardio. A m bos aceptan los bronquios, así
terna, en la arteria subclavia o en las arterias tiroideas infe­ c o m o los vasos pulm onares.
riores. En la m a yo r parte de los casos, la arteria bro n q u ia l Los dos pulm ones muestran las siguientes características:
derecha única se origina en la aorta o en la tercera arteria vértice, base, tres superficies, tres bordes y cisuras (Figs.
intercostal posterior derecha. El p u lm ó n izquierdo es vascu- 6.22 A y B).
larizado p o r dos arterias bronquiales que parten d ire c ta ­
m ente del com ienzo de la aorta torácica descendente. Las Vértice
variaciones del origen de las arterias bronquiales se mues­ El vértice está cu b ie rto por pleura. Se proyecta p o r e n ­
tran en las Figuras 6.1 7 A y B. cim a de la clavícula hacia la base (raíz) del cuello. La e x te n ­
Según Deffebach y cois.20, la red sanguínea arterial b ro n ­ sión del p u lm ó n p o r encim a de la clavícula varía con la res­
quial sistèmica «parece ser poco im p o rta n te » al p rincipio, piración, la postura, la c o m p le x ió n corporal y el án g u lo de
p o rq u e es posible su abolición d u ra n te el trasplante p u l­ visión. El vértice del p u lm ó n izquierdo es algo m ayor que
m o n a r (Fig. 6.18). Su excelente artículo explora la fu n ció n el del p u lm ó n derecho.
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Aparato respiratorio

F ig u ra 6 .1 6 . Los cuatro p u n to s de origen más frecuentes y n ú m e ro de las arterias b ro nquiales de los p u lm o n e s derecho
e izquie rd o . Véase la Tabla 6.3 para conocer el porcentaje de ap a rició n de cada u no de ellos. [ca4]

Tabla 6.3. Origen y número de las arterias bronquiales en 150 piezas de autopsia disecadas
Núm ero de arterias Núm ero de arterias
Variación anatóm ica bronquiales derechas bronquiales izquierdas Incidencia porcentual

I 1 2 40,8
11 1 1 21,3
III 2 2 20,8
IV 2 1 9,7
V 1 3 4,0
VI 2 3 2,0
VII 3 2 0,6
V III 1 4 0,6
IX 4* 1 0,6

* U n a ra m a d e la arteria b r o n q u ia l izquierda an terio r al esófago pasa h acia el b r o n q u i o derecho, m ás dos arterias b ro n q u iales d erechas pro ced entes
de la ao r ta y u n a arteria b r o n q u i a l d e r e c h a p r o c e d e n te d e la arteria subclavia.
Fuente: C a u ld w e ll EW, Siekert RG, L in in g e r RE, A n s o n BJ. T h e b r o n c h i a l arteries: a n a n a t o m i c s tu d y o f ISO h u m a n cadavers. Surg G y n e c o l
O b s te t 1948;86:395-412; c o n au to rizació n .

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■ Skandalakis

Aparato respiratorio

Esófago Arteria carótida com ún izquierda


Arteria subclavia izquierda
Tráquea
Arteria carótida común Arteria subclavia izquierda Tráquea
Anatomía quirúrgica

izquierda
Arteria
Segunda arteria Arteria carótida
braquiocefálica
intercostal posterior común derecha
Arteria bronquial
Izquierda superior
Bronquio
Arterias
izquierdo Arteria esofágica Cayado aórtico
esofágicas

Arteria bronquial
izquierda inferior
Bronquio derecho
Ramos segmentarios de
la aorta al esófago Arteria esofágica
Arteria bronquial
derecha

Quinta arteria
Arteria esofágica intercostal posterior
Principal vasculariza­ Esófago
ción en la región entre
el séptimo y el noveno
Aorta torácica
espacios intercostales
Arteria esofágica

Arteria esofágica

Esófago Arteria

Vena ácigos esofágica

Diafragma

Diafragma

A orta torácica

B
F ig u r a 6 .1 7 . Variaciones en el origen de las arterias bronq u ia le s y esofágicas. A, Vista desde la izquierda. B, Vista desde
la derecha.

F ig u r a 6 .1 8 . R epresentación es­
quemática de la vascularización sis­
tèm ica del p u lm ó n . Obsérvese que
el flu jo procedente de las vías aére­
as extrapulm onares y de sus estruc­
turas de soporte vuelve al corazón
derecho, mientras que el flu jo in tra ­
p u lm o n a r se anastomosa con la cir­
c u la ció n p u lm o n a r y vue lve al co­
razón izquierdo. [de2]
250
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Aparato respiratorio

Plexo braquial Músculo escaleno anterior

Nervio frénico derecho

Nervios viscerales torácicos


Arteria carótida común derecha

Vena ácigos
Arteria subclavia derecha

Vena subclavia derecha


Tronco simpático torácico

Primera costilla
Bronquio epiarterial
Arteria torácica interna

Plexo pulmonar posterior


Borde cortado de la parte costal
Surco terminal de de la pleura parietal
la aurícula derecha

Nervio vago derecho


Bronquio hipoarterial
Nervio frénico derecho

Vena, arteria y nervio intercostales Rama de la arteria pulm onar

Borde cortado de la parte


pericárdica de la pleura parietal

Plexo esofágico Aurícula derecha

Borde cortado del pericardio


Nervio esplácnico torácico mayor

Nervio esplácnico torácico menor Vena pulm onar derecha inferior

Vena cava inferior

Borde cortado de la parte costal


de la pleura parietal

Pleura

Diafragma

F ig u ra 6 .1 9. Venas bronquiales derechas.

Las relaciones del vértice son las siguientes: braquiocefálica izquierda a la izquierda.
• Lateral: m úsculo escaleno m edio, prim era costilla.
• Anterior: arteria subclavia, músculo escaleno anterior, vena
subclavia, nervio frénico, nervio vago.
• Posterior: tro n co sim pático, p rim e r nervio torácico, arte­ Base
ria intercostal superior. La base se relaciona con la superficie superior del diafrag­
• Medial: tro n co braquiocefálico, vena braquiocefálica d e ­ ma y con varios órganos subdiafragmáticos. El lóbulo inferior
recha y tráquea a la derecha, y arteria subclavia y vena derecho se relaciona con la pleura, el diafragma, el peritoneo

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* Skandalakis

Aparato respiratorio

V. braquiocefálica d. V. braquiocefálica i y el lóbulo derecho del hígado. El lóbulo izquierdo inferior iz­
quierdo se relaciona con la pleura, el diafragma, el peritoneo,
el lóbulo izquierdo del hígado, el fo n d o gástrico y el bazo.
Anatomía quirúrgica

'V . Intercostal
superior Tres superficies pulmonares
V. intercostal - La superficie costal de los dos p u lm o n e s se relaciona
superior
con la pared torácica. Finaliza en los bordes p u lm onares
-V. hemiácigos
accesoria
anterior, p o sterior e inferior.
7
Seno coronario La superficie medial o mediastínica del p u lm ó n está en
'•1 c o ntacto con los órganos del m ediastino (Fig. 6.23). La par­
8 T7f
9 í — V. intercostales te poste rio r de la superficie m edial se relaciona con la co­
—1

posteriores lum n a vertebral. Su parte mediastínica medial se relaciona


co
O

V. ácigos con el m ediastino superior, m edio y posterior. El hilio (p o r­


11
ta p u lm o n a r) es la zona anatóm ica más im p o rta n te para la

V. subcostal-
12 ) 12
-V. hemiácigos

-V. subcostal
entrada y salida de b ronquios, vasos y nervios.
La superficie d iafragm ática derecha se relaciona con el
V. lum b a r- h e m id ia fra g m a derecho y con el lób u lo derecho del híga­
-V. lum bar
ascendente ascendente do. La superficie diafragm ática izquierda se relaciona con el
fo n d o gástrico, el bazo y, de manera ocasional, con la fle­
-V. renal i. xura esplénica del colon y el lób u lo izquierdo del hígado.
Vena cava -
inferior
Frija y cois.25 describieron la anatomía radiológica del bor­
de pulm onar inferior utilizando la radiografía computarizada:

El borde pulm o n a r inferior (BPI) posterior derecho fue


visible siempre y habitualm ente apareció cóncavo hacia
arriba (94%). Su altura fue de 8,7 + 1,6 cm. Su parte más
inferior estaba al nivel de L1 o L2 en el 92% de los casos.
Se continuaba medialmente p o r el inte rio r con el receso
F ig u ra 6.2 0. Principales venas del tórax. U na línea discon­ acigoesofágico en el 96% de los casos. El BPI izquierdo no
tin u a indica el trayecto de una vena cava superior izquierda era visible en la proyección lateral en el 34% de los casos
(una m a lfo rm a ció n poco frecuente) en su trayecto hacia el y medialmente en el 60% de los casos. La mayoría de las
seno coronario. [or2] veces era cóncavo hacia arriba (82% de los casos). Su al­
tura era de 6,9 ± 1,5 cm. Su parte más inferior estaba al
nivel de L1 o L2. Continuaba medialmente con la línea pa-

Ganglios paratraqueales i.
Ganglio de la ácigos

Ganglio del conducto arterioso


V. ácigos
A. pulm onar

Ganglios traqueobronquiales inf. Ganglio hiliar

Ganglio hiliar

Ganglio intrapulm onar Ganglio intrapulm onar

F igura 6.21. Linfáticos pulmonares: perspectiva del drenado regional, [ro l]


252

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Aparato respiratorio 6
Esófago

Tráquea

Lóbulo superior-pulmón
derecho Lóbulo superior-
pulm ón izquierdo

Cisura horizontal

Cayado aórtico
Bronquio principal derecho
Carina traqueal

Arteria pulm onar


Lóbulo medio
izquierda

Pleura costal
Bronquio principal
izquierdo
Cisura oblicua
Cisura oblicua

Aurícula izquierda con


los orificios de las
Lóbulo inferior
venas pulmonares

Esófago Cavidad pericárdica

Diafragma Lóbulo inferior-pulm ón


izquierdo

Fondo gástrico
Lóbulo derecho del hígado

F ig u ra 6 .2 2 . Proyecciones de las visceras torácicas. A, im a g e n a n te rio r de u n varó n . [ñ 3 ]

raespinal izquierda o con la línea paraórtica. El BPI ante­ Tres bordes pulmonares
rior derecho era visible en el 76% de los casos. La mayor
p arte de las veces era oblicuo hacia arriba y medialmente Los tres bordes pulmonares (anterior, inferior y posterior)
(4 6% ) o cóncavo hacia arriba (33%), y con frecuencia te­ co rresponden a las líneas de reflexión pleural (Figs. 6 .2 4
nía escotaduras (38%). El BPI anterior izquierdo era visible y 6.25).
en el 64% de los casos, y la m ayor parte de las veces era Los bordes derecho e izquierdo son atípicos; y n o siem­
oblicuo h a d a adentro y hacia arriba (58%). Continuaba pre son constantes; la respiración p ro fu n d a o su perficial
medialmente con el receso precardíaco inferior izquierdo. m o d ific a la to p o g ra fía . El c iru ja n o siem pre d e b e re co rd a r
Los BPI anteriores eran más variables que los posteriores. la p ro y e c c ió n cervical hacia arriba del p u lm ó n y su p r o ­
Los BPI posteriores eran m uy similares, y su profundidad ye cc ió n y relaciones hacia abajo (receso c o s to d ia fra g m á -
difería sólo p o r la diferencia de altura de las cúpulas dia- tic o ) con los ó rg anos del in te rio r de la cavid a d p e rito n e -
fragmáticas. al, c o m o el híg a d o a la derecha y el bazo a la izquierda.
253

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* Skandalakis

Aparato respiratorio

M anubrio
Cayado aórtico
Anatomía quirúrgica

Tronco pulm onar

Arteria y vena
torácicas internas
Aurícula izquierda

Lóbulo superior-pulmón
Lóbulo superior-pulmón
derecho
izquierdo

Pericardio
Pleura costal

Cavidad pleural

Cisura horizontal
Ventrículo izquierdo

Cisura oblicua

Lóbulo inferior-pulmón
izquierdo
Aurícula derecha

Ventrículo derecho Flexura cólica izquierda

Lóbulo derecho del hígado Diafragma

Lóbulo izquierdo dedicado


Cavidad peritoneal-receso
subfrénico derecho

Cuerpo gástrico
Receso
costodíafragmático

F ig u ra 6 .2 2 ( c o n t in u a c i ó n ) . B, Im ag e n p o ste rio r de u n varó n, [fi-3]

Cisuras (Fig. 6.26) el tr a y e c to de la cisura o b lic u a . El e x tr e m o m e d ia l


de la cisura h o riz o n ta l se localiza en el c u a rto ca rtíla g o
La cisura oblicua izquierda com ienza p o r detrás en la
costal o en el c u a rto espacio inte rco sta l, adyacente al es­
cuarta costilla, o de manera ocasional en la tercera o q u in ­
te rn ó n .
ta. Finaliza en la zona de la sexta o séptim a costilla con un
trayecto hacia abajo y hacia adelante, llegando casi siem­
pre al hilio.
Segmentación de los pulmones
La cisura oblicua derecha com ienza p o r detrás, a p ro x i­
m adam ente a nivel de la quinta costilla. Con un trayecto ha­ Los tres lóbulos del p u lm ó n derecho y los dos lóbulos del
cia abajo y hacia adelante finaliza en la sexta unión costo- p u lm ó n izquierdo están fo rm a d o s p or segm entos bronco-
condral. Las cisuras oblicuas izquierda y derecha cruzan la pulm onares. El p u lm ó n derecho tiene 10 segmentos, y el
línea media axilar en sus lados respectivos a nivel de la q u in ­ izqu ie rd o 8 (Tabla 6.4, Fig. 6.27). Sin e m b a rg o , algunos
ta o sexta costilla. autores cuentan p o r separado las dos ramas terminales del
La cisura h o riz o n ta l c o m ie n z a a n iv e l de la sexta s egm ento anterom edial, y consideran que el segm ento ba-
costilla, cerca de la línea m edia axilar, d o n d e se localiza sal anteromedial del lóbulo inferior se divide en los segmen-
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Aparato respiratorio

Vena cava superior Vena pulm onar

A. pulm onar derecha Aorta

División
A. pulm onar izquierda
División inferior

Arterias
A. pulmonar
segmentarias
Arterias
segmentarias

ant.

Lig. pulm onar


Derecha
- Izquierda

Relaciones de los hilios

Pericardio, borde cortado

V. pulm onar superior derecha

V. del lóbulo superior

V. pulm onar superior izquierda

Primera arteria intercostal


V. del lóbulo superior
aórtica derecha
V. del lóbulo medio Vena pulm onar
inferior izquierda
V. pulmonar
inferior derecha
Lingular

V. del lóbulo V. del lóbulo


in fp rin r

A. bronquial superior
izquierda
A. bronquial derecha bronquial inferior izquierda
Pericardio, borde cortado

Vena cava inferior


4 Aorta - vista desde delante y la izquierda

F ig u ra 6 .2 3 . Relaciones entre los p u lm o n es y los órganos del m ediastino. V.sup., v en a p u lm o n a r superior; V.inf., vena p u l­
m o n a r inferior. [h e l\

tos basal medial y basal anterior, lo que daría al p u lm ó n iz­ Los segmentos broncop u lm o n a re s de los pulm ones tie ­
qu ie rd o ta m b ié n 10 segm entos bron co p u lm o n a re s, pero, nen localizaciones to p o g rá fica s específicas. Sus n o m bres
p o r d e finición, un se gm ento b ro n c o p u lm o n a r es una p o r­ indican sus posiciones respecto de la pared torácica y el
ción de te jid o p u lm o n a r tribu ta ria de un b ro n q u io de te r­ m ediastino.
cer orden.
Los segmentos se caracterizan por la localización central Pulmón derecho
de un b ro n q u io y de una rama de la arteria pulm onar. Las Los tres lóbulos del p u lm ó n derecho (superior, m edio e
tributarias venosas pulm onares siguen su trayecto entre los inferior) están definidos por una cisura m ayor oblicua que se­
segmentos. para el lób u lo inferior del lób u lo m e d io y p o r una m e n o r

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Aparato respiratorio

PROYECCIÓN ANTERIOR PROYECCIÓN POSTERIOR

Lóbulo superior
Anatomía quirúrgica

derecho
Lóbulo superior

Lóbulo
inferior
izquierdo

Senos de
reserva
pleurales

F ig u ra 6 .24. Límites d e la pleura y de los p u lm o n e s e n las p ro yeccio nes a n te rio r y posterior, [me]

que separa el lób u lo superior del lób u lo medio. El lóbulo su­ de los segm entos b ro n co p u lm o n a re s d ifiere de la del p u l­
perior del p u lm ó n derecho tiene tres segmentos bron co p u l- m ó n d e re ch o . De m anera característica, los se g m e n to s
monares: apical, posterior y anterior. El lóbulo m edio se carac­ apical y p o ste rio r del ló b u lo su p erior iz q u ie rd o fo rm a n el
teriza p o r dos segmentos, medial y lateral. El lóbulo inferior « se g m e n to apicopo ste rio r» del ló b u lo su p e rio r izqu ie rd o .
tiene un segm ento superior y cuatro segmentos basales: ba­ Los segm entos basal m edial y basal a n te rio r tienen un o ri­
sal anterior, basal medial, basal p o s te rio ry basal lateral. g en c o m ú n desde el s e g m e n to a n te ro m e d ia l del ló b u lo
inferior.
Pulmón izquierdo La parte infe rio r del lób u lo superior izqu ie rd o se d e n o ­
Los dos lóbulos del p u lm ó n izq u ie rd o (su p e rio r e in fe ­ mina língula d e bido a una delgada prolongación p or delan­
rior) están separados p o r la cisura oblicua. La d is trib u c ió n te del lado izquierdo del corazón. La língula co n tie n e los

PROYECCIÓN LATERAL DERECHA PROYECCIÓN LATERAL IZQUIERDA

Lóbulo superior
izquierdo

Lóbulo medio
derecho

Lóbulo inferior
izquierdo
Lóbulo inferior
derecho

Senos de reserva
pleurales

F ig u ra 6 .2 5 . Límites de la pleura y de los p u lm o n e s e n las pro y eccio n es laterales. [mc|


256

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Aparato respiratorio

F ig u ra 6 .2 6 . Cisuras ex tern as de los p u lm o n e s y frecuencia de su aparición. La au sen cia de u n a cisura n o im p lica la al­
teració n del p a tr ó n b ro n q u ia l su byacente. Las cisuras m e n o s frecu entes d a n lugar a lób u los dorsales y cardíacos. [s¿3]

segmentos b ro n c o p u lm o n a re s superior e inferior, que co­ Según W ozniak26, a pesar de que los segm entos super­
rresponden a la posición ante ro in fe rio r de la lingula. T o p o ­ num erarios son frecuentes, los b ronquios supernum erarios
gráficam ente, la lingula se relaciona con la sexta costilla y casi nunca se o riginan en la tráquea.
con el ventrículo izquierdo; es el h o m ó lo g o de lób u lo m e­
dio derecho.

T a b la 6 .4 . Segmentos bronquiales
P u lm ó n d ere ch o P u lm ó n iz q u ierd o

Lóbulo superior
Apical 1 [1] División superior
Anterior 2 [3] Apicoposterior 1 + 3 [1 + 2]
Posterior 3 [2] Anterior 2 [3]
División inferior: lingula
Lingular superior 4 [4]
Lingular inferior 5 [5]
Lóbulo medio
Lateral 4 [4]
Medial 5[5]
Lóbulo inferior
Superior 6 [6] Superior 6 [6]
Basal medial (cardíaco) 7 [7] Anteromedial [7 + 8]
Basal anterior 8 [8] [basal medial-cardíaco]
Basal lateral 9 [9] [Basal anterior] [8]
Basal posterior 10 [10] Basal lateral 9 [9]
Basal posterior 10 [10]

Nota: Los términos y números entre corchetes son los de Nomina Anatomica, 1989.
Fuente: Shields TW. Surgical anatomy of the lungs. En: Shields TW (ed.). General Thoracic Surgery, 4a ed. Baltimore, Williams & Wilkins,
1994, págs. 80-90; con autorización.

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Aparato respiratorio

Proyección lateral Proyección medial Proyección interior


o costal o mediastínica o diafragm ática
Anatomía quirúrgica

Pulmón derecho

F igu ra 6.27. Segmentos broncopul-


monares. BA, basal anterior; BAM, ba-
sal anterom edial; An, seg m ento a n ­
terior (del lóbulo superior); Ap, apical;
ApP, apical-posterior; LI, Ungular in ­
ferior; BL, basal lateral; LM, segm en­
to lateral del lóbulo m edio; BM, m e ­
dial basal; MM, segm ento m edial del
lóbulo m edio; P, segm ento posterior
(del lóbulo superior); BP, basal poste­
rior; S, segm ento superior del lóbulo
inferior; LS, lingular superior, [/ios]
Pulmón izquierdo

Raíces e hilios pulmonares A b o r d a j e i n t e r l o b u l a r (Fig. 6.28.2). El abordaje inte rlo ­


bular del hilio p u lm o n a r derecho se realiza a través de la
El hilio es la zona de la superficie mediastínica que per­ cisura oblicua. La arteria p u lm o n a r y sus ramas son las es­
m ite el paso de los b ronquios y los vasos pulm onares. La tructuras más superficiales.
raíz p u lm o n a r está fo rm a d a p o r un g ru p o de estructuras
que entran y salen del hilio. A b o rd a je p o s te rio r (Fig. 6.28.3). La vena pulm o n a r infe­
Los dos pulm ones difieren no sólo p o r el n ú m e ro de ló­ rior y sus ramas están justo al lado del b ronquio interm edia­
bulos y la disposición de los segmentos, sino tam b ié n por rio. Se pueden ver el esófago, el nervio vago y la vena ácigos.
sus relaciones topográficas con las estructuras circu n d a n ­
tes. Es esencial que el ciru ja n o conozca estas diferencias
Hilio pulm onar izquierdo
c uando aborde los hilios derecho e izquierdo. A b o r d a i e a n t e r i o r (Figs. 6.29.1 y 2). La vena p u lm o n a r
superior con sus tres tributarias es adyacente al segm ento
b ro n c o p u lm o n a r del ló b u lo superior izquierdo y a la arte­
Hilio pulm onar derecho ria p u lm o n a r izquierda. Cerca de la vena y un poco poste­
A b o rd a je a n t e r io r (Fig. 6 .28.1). La en tid a d anatóm ica riorm ente se puede ver el bro n q u io del lóbulo inferior. Tam­
más ante rio r del hilio es la vena p u lm o n a r superior, la cual bién se puede ob se rva r el cayado a ó rtic o , el lig a m e n to
cubre parcialm ente la arteria p u lm o n a r derecha. Detrás de arterioso y el nervio recurrente izquierdo. Si se retrae el p u l­
la arteria pulm onar está el bronquio. La vena ácigos y los ner­ m ón en dirección lateral y posterior se pueden ver los ner­
vios vago y frénico están próximas. vios vago y frénico.

258
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Aparato respiratorio

V. pulmonar superior
A. pulmonar superior
Lóbulo superior, a. segmentaria post.
V. ácigos N. frénico

Vena cava superior A. lobular media

N. vago

Hllio derecho, 2
proyección ant.
Hillo derecho,

División superior vista a través de


de la a. pul. dcha. la fisura oblicua

Bronquio
lobular superior
A. pul. dcha.,
división Inf.
Bronquio lobular medio
Ramas segmentarias sup.

Ramas segmentarias inf.


Bronquio y vena V. intersegmentaria
Plano intersegmentario
Bronquio Intermediarlo

V. basal principal

LSD V. pulm onar Inf.


Bronquio lobular superior

Corazón
A. bronquial

Hilio derecho,
V. ácigos
vista post.

Esófago y n. vago

F igu ra 6 .2 8 . A bordajes del hilio p u lm o n a r d erecho. 1, A bordaje anterior. 2, A bordaje interlobar. 3, A bordaje posterior.
LSD, ló b u lo superior derecho; LMD, ló b u lo m e d io derecho; LID, ló b u lo inferior d erecho , [hel]

A b o r d a j e i n t e r l o b u l a r (Fig. 6 .2 9.2). La arteria p u lm o ­ cayado aórtico, con el lig a m e n to arterioso fijad o a la de ­


nar izguierda es el c o m p o n e n te a n a tó m ico d o m in a n te en recha. El nervio vago izquierdo y sus ramas y el nervio la­
el abordaje in te rlo b u la r del hilio p u lm o n a r izguierdo. ríngeo recurrente izgu ie rd o ta m b ié n están asociados a la
raíz del p u lm ó n izquierdo. La aurícula izquierda y la a rte­
A b o r d a j e p o s t e r i o r (Fig. 6.29.3). Las estructuras más su­
ria p u lm o n a r prin cip a l se relacionan p o r delante con el
perficiales son la vena p u lm o n a r infe rio r y la arteria p u lm o ­ hilio p u lm o n a r izquierdo; la aorta descendente está en si­
nar izquierda, que son adyacentes. El b ro n q u io principal iz­ tu a c ió n p o sterior y lateral. El esófago se relaciona más
quierdo está anterior a la vena y a la arterias, y situado entre m ed ia lm e n te con el hilio p u lm o n a r izquierdo.
ellas. • En la superficie mediastínica izquierda (hilio del pulm ón iz­
quierdo) la arteria pu lm o n a r está por encim a del bronquio.
Re c o r d a r : • En la superficie m ediastínica derecha (h ilio del p u lm ó n
• La raíz del p u lm ó n está envuelta p o r la pleura mediastí- derecho) el b ro n q u io epiarterial está encim a de la arteria
nica, que en su parte inferior fo rm a el lig a m e n to p u lm o ­ pulm onar.
nar. • Para ser más correctos desde el p u n to de vista a n a tó m i­
• La raíz del p u lm ó n d e re c h o está d e b a jo del cayado de co, la arteria p u lm o n a r cruza el b ro n q u io p o r delante a
la vena ácigos, de la VCS y de las dos aurículas. El n e r­ la izquierda, pero a la derecha pasa lateralm ente a él.
vio fré n ic o está en posición p o sterior, y el esófago y el • Los b ro nquios no tienen una vaina de te jid o conectivo.
n e rvio v a g o de re ch o están en p o sició n anterior. Las venas están rodeadas p o r una vaina tisular fina. Las
• La raíz p u lm o n a r izquierda está localizada p o r debajo del arterias tienen una vaina bien form ada.

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Aparato respiratorio

V. pulm. sup. A. seg. ant.


A. pulm onar i. A. y bronquio Ungulares
V. pulm. inf.

Bronquio lobular inferior A. y bronquio seg. apicales post.


Nervio frénico izquierdo
Anatomía quirúrgica

Ligamento

Nervio laríngeo
recurrente izquierdo
Hilio izquierdo,
Hilio izdo.,
vista a través de
vista anterior
la cisura oblicua
aórtico

N .vago

V. segmentaria apical post. A. p ulm onar i.

V. seg. anterior
A. y b ronquio segmentarios sup.

A. y bronquio basal medial

V., bronquio y a. segmentarios sup.

A. pulm onar i.
V. y bronquio basales principales
A. segmentaria apical post.

Hilio izquierdo,
vista post.

Bronquio principal izquierdo

V. pulm onar inf.

Esófago y n. vago

F ig u ra 6 .2 9 . Abordajes del h ilio p u lm o n a r izquierdo. 1, Abordaje anterior. 2, Abordaje in te rlo b u la r. 3, Abordaje poste­
rior. LII, ló b u lo in fe rio r izquierdo; LSI, ló b u lo superior izqu ie rd o , [hel]

F ig u ra 6 .3 0 . Á rb o l b ro n q u ia l derecho. A, Vista
anterior. B, Vista lateral. Se u tiliz a la m o d ific a ­
c ió n de B oyden de la n o m e n c la tu ra n u m é rica .
[sh2]

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Aparato respiratorio

F ig u ra 6 .3 1 . B ro n q u io traqueal que se abre al segmento F ig u ra 6 .3 3 . Á rb o l b ro n q u ia l izquie rd o . A, Vista anterior.


apical del ló b u lo superior derecho. A, Vista anterior. B, Vis­ B, Vista lateral. Se u tiliz a la m o d ific a c ió n de Boyden de la
ta lateral. [sh2] n o m e n c la tu ra num érica. [sh2]

Árboles bronquiales
El b ro n q u io del lób u lo m e d io derecho se orig in a tal vez
Árbol bronquial derecho (Figs. 6.30, 6.31 y 6.32) 1 cm p o r debajo del o rificio del ló b u lo superior. Los seg­
El b ro n q u io del lób u lo superior derecho tiene una lo n ­ m en to s lateral y m edial se fo rm a n p o r bifurcación.
g itu d de 1 cm a 1,5 cm. Se o rigina en la pared lateral del El b ro n q u io del ló b u lo in fe rio r d e re c h o tie n e una lo ­
b ro n q u io principal derecho, p o r debajo de la carina, y da calización in fe rio r y p o ste rio r; para fines práctico s, se le
tres bronquios segm entarios (apical, posterior y anterior). considera el e x tre m o caudal del b ro n q u io p rin c ip a l d e re ­
La génesis de los bronquios segmentarios es bastante varia­ ch o . Da o rig e n a cin c o b ro n q u io s s e g m e n ta rio s (s u p e ­
ble; es probable que se fo rm e n p o r la trifurcación del b ro n ­ rior, basal m edial, basal anterior, basal lateral y basal pos­
q u io del lóbulo superior derecho. te rio r).

- Apical

Posterior
A n te rio r

Apical posterior

A n te rio r
Superior Superior

Lateral (del lóbulo medio)


Lingular superior
M edial (del lóbulo medio)
Lingular inferior
Basal m e d ia l-------------
Basal anterom edial
Basal anterior
Basal posterior
Basal lateral -
Basal posterior Basal lateral

B
F ig u ra 6 .3 2 . Esquema de los b ro n q u io s segmentarios del F ig u r a 6 .3 4 . Esquema de los b ro n q u io s segmentarios del
p u lm ó n derecho. A, Vista anterior. B, Vista lateral. [M 5 ] p u lm ó n izquierdo. A, Vista anterior. B, Vista lateral. [hoS]

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Aparato respiratorio

El tro n c o p u lm o n a r se bifurca en la concavidad del ca­


y a d o a ó rtico p o r d e b a jo de la tráquea y p o r d e la n te del
b ro n q u io p rincipal izquierdo; esta bifurcación fo rm a la ar­
Anatomía quirúrgica

teria p u lm o n a r derecha (q u e se asocia m u y de cerca con la


aorta ascendente) y una arteria p u lm o n a r izquierda corta
(que está localizada p o r encim a del b ro n q u io izquierdo).
Arteria pulm onar derecha. La arteria pulm o n a r derecha es
más larga y de m a yo r calibre que la izquierda (Fig. 6 3 7 A).
Está localizada p o r d e b a jo de la carina y p o r de la n te del
bro n q u io principal derecho. Sus relaciones anteriores son las
siguientes: aorta ascendente, VCS y nervio fré n ico . En la
raíz p u lm onar, el b ro n q u io derecho está p o r encim a y las
venas pulm onares p o r debajo.
Arteria pu lm o n a r izquierda. La arteria p u lm o n a r izquier­
da está unida a la concavidad del cayado aórtico p o r el li­
F ig u r a 6 .3 5 . Ram ificaciones típicas de los b ro n q u io s m ás g a m e n to arterioso (Fig. 6.37B). La arteria cruza por encima
im p o rta n te s del p u lm ó n izquierdo, v ista anterior. Para la del b ro n q u io principal izquierdo y p o r detrás del b ro n q u io
id en tificació n de los b ro n q u io s segm entarios, véase la Fig. del ló b u lo su p erior izqu ie rd o , y está situada en la región
6.34. [hoS\ dorsolateral del tro n c o b ro nquial, con las venas lobular su­
p e rio r y apical delante.

Venas (Fig. 6.38)


Las venas pulmonares son m uy variables, y no contienen
Árbol bronquial izquierdo (Figs. 6.33 y 6.34) válvulas. H a b itu a lm e n te hay dos venas pulm onares a cada
El b ro n q u io del lób u lo superior iz q u ie rd o se o rigina a lado, la superior y la inferior. Están form adas p o r tributarias
p a rtir del b ro n q u io principal en localización anterolateral, intersegmentarias y no siguen m u y de cerca el tra yecto de
a p ro xim a d a m e n te a 5 cm de la carina. Se divide en dos ra­ los bronquios.
V e n a s p u l m o n a r e s d e r e c h a s . La vena p u lm o n a r superior
mas: la superior ascendente y la infe rio r descendente. La
división superior se bifurca en: 1) los bro n q u io s apicopos- derecha está situada delante y de manera ocasional deba­
te rio r y anterior, y 2) el inferior, la ya con o cid a língula (Fig. jo de la arteria p u lm o n a r derecha. Está fo rm a d a p o r cuatro
6.35), que se d ivide en los b ro nquios lingulares superior e
inferior.
El b ro n q u io del lób u lo inferior izquierdo es el extrem o
caudal del bro n q u io principal izquierdo. A p roxim adam ente
0,5 cm por debajo del orificio del b ro n q u io superior da ori­
gen al bronquio segmentario superior. Los otros cuatro bron­
quios basales se form an por bifurcación y trifurcación. Hay
múltiples variaciones, de las que la presencia de un segmen­
to basal anteromedial co m b in a d o es la más frecuente.

Irrigación sanguínea
Los pulm ones tienen una vascularización dual: una para
el intercam bio de gases (arterias y venas pulm onares) y otra
para el aporte n u tritiv o del p a rénquim a p u lm o n a r (arterias
y venas bronquiales [véase la sección sobre los bronquios]).

Arterias (Fig. 6.36)


T r o n c o p u l m o n a r . Las arterias pulm o n a re s derecha e
izquierda se originan en el tro n c o p u lm onar, que a su vez
parte del ve n trículo derecho. Se puede considerar que el
F ig u r a 6 .3 6 . Arterias p u lm o n a re s, arterias segm entarias.
tro n c o p u lm o n a r tiene dos partes: intrapericárdica (de 3,75 1, arteria p u lm o n a r derecha (porción m ediastínica); 2, tr o n ­
cm de lo n g itu d ) y extrapericárdica (de 1,25 cm de lo n g i­ co p u lm o n a r; 3, arteria p u lm o n a r izquierda (p o rció n m e ­
tud). La porción extrapericárdica está a la izquierda de la aor­ diastínica); 4, arteria lingular; 5, po rció n in te rlo b u la r de la
ta ascendente. arteria p u lm o n a r; 6, arteria lo bu lar m edia, [/cu]
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Aparato respiratorio

!Arteria recurrente posterior


^A rteria apical
, Arteria anterior
Arteria apical
. Tronco anterior

Arterias posteriores

Arteria anterior

Arteria segmentaria
Arteria ascendente posterior superior

Arteria segmentaria
Arteria lingular
superior

Arteria basal común Arteria subsuperior

F ig u ra 6 .3 7 . P atró n h a b itu a l de ram ificació n . A, Arteria p u lm o n a r derecha. B, Arteria p u lm o n a r izquierda. [sh2]

F ig u r a 6 .3 8 . Venas p u lm o n a re s, v e n a s segm entarias. 1,


vena apical; 2, v en a posterior; 3, v en a anterior; 4, v en a Un­ Zona hiliar Zona lobular
gular; 5, v en a basal apical; 6, vena basal superior; 7, v en a ba-
sal inferior; 8, v en a basal anterior; 9, v e n a basal lateral; 10, F ig u ra 6 .3 9 . R epresentación esqu em ática m u y sim plifica­
v ena basal posterior; 11, v en a in terseg m e n ta ria superficial da del sistem a lin fático respiratorio. 1 y 2 = grupos su per­
e n tre el se g m e n to 7 y el se g m en to 10; 12, v en a p u lm o n a r ficiales de linfáticos. 3 y 4 = grupos p r o fu n d o s de lin fá ti­
inferior izquierda; 13, v e n a p u lm o n a r su p erio r izquierda; cos. H ay a b u n d a n te s c o m u n ic a c io n e s e n tr e los g ru p o s
14, v en a p u lm o n a r su p erio r d erech a; 15, v e n a p u lm o n a r superficiales y los p ro fu n d o s, in c lu y e n d o las zonas hiliares,
inferior derecha; 16, v e n a lobular m edia, [ku] lobulares y b ro n c o p u lm o n a re s.
263

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Aparato respiratorio

Tabla 6.5. Distribución de los ganglios linfáticos broncopulmonares


Anatomía quirúrgica

Pulm ón derecho Pulm ón izquierdo

Entre los bro nq u ios lobulares superior y m edio Ángulo entre los bronquios lobulares superior e inferior izquierdo
Debajo del bro n qu io lobular medio El encim a del bro n qu io lobular superior
Mediales al bro n qu io lobular superior Mediales al b ron q u io principal izquierdo
Encima del bro n qu io lobular superior Mediales al b ron q u io segmentario superior
U nión de las cisuras oblicua y transversa sobre la arteria Mediales bro nq u io lobular superior
p u lm o n ar derecha Encima del bro n qu io segmentario superior
Mediales al bro n qu io segmentario superior Anteriores al bro n q uio principal izquierdo
Posteriores al bron q u io lobular superior Detrás del bro nq u io principal izquierdo
Mediales al bro n qu io lobular medio Mediales al b ron q u io lobular inferior
Entre el bronquio segmentario superior y el bronquio Detrás del bronquio lobular superior
lobular inferior Laterales al bro nq u io principal izquierdo
Mediales a los bronquios del lóbulo inferior Laterales al bro nq u io lobular inferior
Encima del bron q uio segmentario superior Laterales al bro nq u io lobular superior
Entre los bronquios basales anterior y medial Entre los bronquios segmentarios del lóbulo superior izquierdo
Laterales al b ron q uio lobular inferior Entre el bronquio segmentario superior y los bronquios basales

Nota: Se enumeran en orden decreciente con respecto al número de veces que se identificaron ganglios linfáticos en cada localización.
Fuente: Borrie J. Lung Cáncer. Surgery and Survival. Nueva York: Appleton-Century-Crofts, 1965; con autorización.

tributarias que drenan los lóbulos superior y m edio del p u l­ • Los ganglios linfáticos hiliares están localizados a lo largo
m ó n derecho, tres del superior y una del inferior m edio. La de la región infe rio r de los bro n q u io s principales o p ró x i­
vena p u lm o n a r infe rio r derecha está debajo y detrás de la mos a los vasos pulm onares derechos e izquierdos, cerca
vena superior derecha. de la reflexión de la pleura visceral.
• Los ganglios linfáticos lobulares están situados en el origen
V e n a s p u l m o n a r e s i z q u i e r d a s . La vena p u lm o n a r supe­
de los bronquios lobulares, cerca de los vasos pulmonares.
rior izquierda está form ada po r tres o cuatro ramas que dre­ • Los tu m ores tienen una extensa fo rm a c ió n de plexos lin ­
nan el ló b u lo su p erior en su to ta lid a d . Su localización es fáticos con intercom unicaciones entre ellos, y m últiples
a p ro xim a d a m e n te a nterior a la arteria p u lm o n a r izquierda. ganglios que ta m b ié n se com u n ica n entre sí.
La vena p u lm o n a r inferior izquierda está fo rm a d a p o r dos • El tra yecto de los linfáticos pulm onares desde la periferia
ramas, y está localizada en posición inferior y posterior a la (pleura visceral) hacia el hilio y más allá de éste es el si­
vena superior. guiente:
- Pleura visceral.
Linfáticos (Figs. 6.39, 6.21 y Tabla 6.5)
-T a b iq u e s lobulillares.
Con fines prácticos, los linfáticos pulm onares pertenecen
- Vasos bronquiales.
al grupo m ayor de linfáticos del tórax; esto se debe a su ex­
- Ganglios linfáticos b ro n copulm onares.
tensa intercomunicación entre sí, así com o a sus grupos es­
- Ganglios linfáticos traqueobronquiales.
peciales de ganglios linfáticos que también se intercomunican.
- Ganglios linfáticos paratraqueales.
Existen varias clasificaciones, que son confusas no sólo para
- Ganglios linfáticos mediastínicos.
los estudiantes, sino tam bién para los cirujanos en ejercicio.
-T ro n c o s linfáticos broncom ediastínicos.
La red linfática p u lm o n a r se puede d iv id ir en dos g ru ­
- C o n d u c to torácico.
pos: superficial y p ro fu n d o . El g ru p o superficial está fo rm a ­
- C o n d u c to linfático derecho.
do p o r los linfáticos que están debajo de la pleura visceral
y p o r los de los tabiques interlobul¡llares. El g ru p o p ro fu n ­
do está fo rm a d o po r linfáticos que están localizados alrede­
Inervación
d o r de los vasos y de los bronquios. En la región hiliar hay
una extensa com u n ica ció n entre las dos redes.
El p u lm ó n está inervado p o r los sistemas s im p á tic o y
Re c o r d a r : parasim pático. Las dos divisiones c o n trib u ye n a fo rm a r los
• Los ganglios linfáticos intrapulm onares son escasos. plexos pulm onares, localizados en la raíz del p u lm ó n , p or
• Los ganglios linfáticos broncopulmonares son abundantes. delante y p o r detrás.
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Aparato respiratorio

Simpático 1 b. Lámina propia.


El sistema nervioso sim pático participa en la fo rm a ció n 2. Submucosa con glándulas seromucosas mixtas.
de los plexos m edia n te fibras posganglionares; estas fibras 3. Capa lisa cartilaginosa. De m anera característica, esta
se o rig in a n en los cinco prim eros ganglios simpáticos t o ­ capa está form a d a por cartílago hialino de anillos in c o m ­
rácicos, e inervan los vasos sanguíneos, las glándulas y el pletos unidos entre sí por músculo liso y algunos elem en­
m úsculo liso de los bronquios. Su fu n c ió n no está clara; tal tos fibrosos.
vez inhiben la acción de los músculos lisos. 4. Adventicia.
Según Rosse y Gaddum-Rosse27, los eferentes viscerales La fisiología del aparato respiratorio es el tran sp o rte e
simpáticos son m otores para las glándulas bronquiales, y inte rca m b io del oxígeno y del a n h íd rid o ca rbónico. N o es
tam bién causan la vasoconstricción de los vasos sanguíneos pro p ó sito de este libro analizar los mecanismos respirato­
pulm onares. Los mismos autores pusieron en d u d a si esas rios, la ve n tila ció n con el tran sp o rte y el in te rca m b io g a ­
fibras te rm ina n en los músculos bronquiolares aun cuando seosos ni el flu jo sanguíneo pulm onar, au n q u e a c o n tin u a ­
está bien establecido que los fármacos sim p aticom im éticos ción se presenta una descripción m u y breve de la fisiología
prod u ce n la dilatación bronquial. de la tráquea y de los bronquios, ju n to con la fisiología res­
piratoria.
Parasimpàtico (nervio vago) • La fo rm a c ió n del flu jo aéreo de p e n d e de la acción sinèr­
La c o n trib u c ió n del nervio vago a los plexos se realiza gica de las presiones atm osférica, alveolar e in tra p le u ­
m e d ia n te fibras q u e establecen sinapsis con células gan- ral.
glionares intrap u lm o n a re s y sus axones. Las glándulas y el • Las siguientes entidades anatóm icas se relacionan con las
músculo liso de los b ro nquios pueden o no estar ¡nervados presiones:
p o r una acción a n tiin h ib id o ra . M u y proba b le m e n te , las fi­ - Atm osférica (nariz y boca).
bras sensitivas que transporta el nervio vago afectan a los - Alveolar (co n d u cto s alveolares y alveolos).
vasos pulm onares, lo que puede p ro d u c ir una hipotensión C uando la presión atm osférica es m a yo r que la presión
grave, y hay m odificaciones de la frecuencia cardíaca. Es­ alveolar, el aire (que contiene o xígeno) entra en los p u l­
tas fibras sensitivas vagales tam bién inervan la mucosa b ro n ­ mones.
quial y participan en el reflejo de la tos. C uando la presión atm osférica es m e n o r q u e la presión
En relación con la inervación de la pleura, la pleura parie­ alveolar, el aire (que contiene a n h íd rid o carbónico) sale
tal es una estructura som ática y, p o r lo ta n to , recibe una de los pulm ones.
abundante inervación sensitiva somática general a través de - Intrapleural (cavidad torácica).
los nervios frénicos e intercostales, que participan en las m o ­ Por su propia presión intrapleural, la cavidad torácica
dalidades del ta cto y del dolor. En algunos casos, cuando se se relaciona con la presión ta n to atm osférica c o m o al­
irritan las regiones mediastínica y diafragmática medial de la veolar.
pleura parietal, el d o lo r está referido a la raíz del cuello y a la • Los músculos inspiratorios son:
región del h o m b ro deb id o al solapamiento de los segmen­ - Diafragm a (el m úsculo respiratorio más eficaz).
tos de la médula espinal, en los que se originan el nervio fré­ - Intercostales externos.
nico (C3, C4 y C5) y los nervios supraclaviculares (C3 y C4). - Músculos esternocleidom astoideos.
La inervación de la pleura visceral m ediante fibras vagales no - Escalenos.
participa en las sensaciones dolorosas, sino que, según se ha - Músculos serratos posteriores (superior e inferior).
descrito, contrib u ye m ediante mecanismos com plejos a la El diafragm a y los músculos intercostales externos son
función de la respiración. ¡nervados p o r los nervios frénicos e intercostales, res­
Rosse y Gaddum-Rosse27 ta m b ié n afirm aron que el ner­ p ectivam ente. Los músculos esternocleidom astoideos y
vio vago es m o to r para el músculo liso bronquial y bronquio- escalenos (los m úsculos superiores de las vías aéreas)
lar, y que prod u ce broncoconstricción. M u y p ro b a b le m e n ­ son ¡nervados p o r los nervios cervicales.
te el nervio vago no inerva el m úsculo liso de la pared de • Los músculos espiratorios son:
los vasos pulm onares. - Tres músculos planos (o b licu o externo, o b lic u o interno
y transverso del abd o m e n ).
- Recto del a b d o m e n .
Histología y fisiología - Intercostales internos.
• Todo el gasto del ventrículo derecho entra en los p u lm o ­
Las características histológicas de la tráquea y de los
nes. La circulación p u lm o n a r de baja presión y baja resis­
bro nquios son prácticam ente las mismas. Las cuatro capas
tencia da lugar al interca m b io gaseoso.
desde el in te rio r hasta el exterior son:
• Los centros m edulares respiratorios de la re g ió n p o n to ­
1a. M e m bra n a mucosa con epitelio co lu m n a r seudoestra- b u lb a r del e n c é fa lo son re s p o n sa b le s de la re s p ira ­
tificado ciliado. ción.

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* Skandalakis

Aparato respiratorio

que se e n cuentran son la piel y la fascia superficial, la capa


A p licacio n es quirúrgicas de reve stim ie n to de la fascia cervical p ro fu n d a y el c o m ­
p a rtim e n to visceral, que está d e b a jo de la fascia pre tra -
Anatomía quirúrgica

queal. El m úscu lo cu táneo del cuello está en la fascia su­


perficial, aunq u e está ausente en la línea media. Las venas
Algunas de las intervenciones quirúrgicas más fre cu e n ­
yugulares anteriores pueden estar cerca de la línea m edia
tes de la trá q u e a son la tra q u e o s to m ía , la resección tra ­
y, lo que es más im p o rta n te , pueden estar unidas e n tre sí
queal, el tr a ta m ie n to de la estenosis traqueal y el tra ta ­
p o r un arco venoso y u g u la r a nivel del sé ptim o u o cta vo
m ie n to de las fístulas tra q u e o e s o fá g ic a s . Este ú l­
anillo traqueal.
tim o tra s to rn o se analiza en el c a p ítu lo d e d ic a d o al esó­
Los músculos esternohioideo y esternotiroideo están en­
fago.
tre la capa de re vestim iento de la fascia y la fascia pretra-
En su com ienzo, el cayado de la aorta se localiza de la n ­
queal a am bos lados de la línea media.
te de la tráquea; después, está encim a del b ro n q u io p rin ­
Las venas tiroideas inferiores se o rig in a n en fo rm a de
cipal izquierdo. La arteria braquiocefálica está delante de
plexo venoso en la superficie a n te rio r del istmo de la g lá n ­
la tráquea y después a su derecha. La arteria carótida com ún
d ula tiroides. Las venas descendentes izquierda y derecha
izquierda está al p rin cip io delante de la tráquea, y después
entran en sus venas braquiocefálicas respectivas (Fig. 6.40);
pasa a su izquierda.
ambas pueden fo rm a r un tro n c o c o m ú n que entra en la
La desviación de la tráquea hacia la derecha o hacia la iz­
vena cava o en la vena braquiocefálica izquierda.
quierda se debe a su compresión en el cuello y en el medias­
El istm o de la g lá ndula tiroides está h a b itu a lm e n te a ni­
tino. La superficie interna de la bifurcación traqueal es una
vel del segundo y tercer anillos traqueales; con frecuencia
cresta afilada (membranosa o cartilaginosa) denominada qui­
es más craneal, y menos veces más caudal. En a p ro xim a d a ­
lla o carina traqueal. Separa los extremos proximales de los
m ente el 1 0 % de las personas, los dos lóbulos del tiroides
dos bronquios y es una marca anatóm ica broncoscópica.
no están conectados p o r un is tm o 28. El istm o se puede re­
Las heridas penetrantes del cuello en el tórax pueden
traer hacia arriba o hacia abajo para llegar a la tráquea; si
afectar a la tráquea cervical o torácica, o incluso a uno o a
es necesario, se puede ligar y seccionar. N o hay que olvidar
los dos bron q u io s principales. Los traum atism os torácicos
la posibilidad de que haya una arteria tiroidea IM A (1 0 %
cerrados pueden p ro d u c ir lesiones graves de la tráquea o
de las personas)29. También puede haber un ligam ento sus­
de los b ro n q u io s d e b id o a las diversas fuerzas generadas
pensorio del tiroides y un m úsculo elevador del tiroides en
durante el im p a cto .
la línea m edia o cerca de ella.
La localización habitual de una traqueostom ía es entre
el segundo y el c u a rto anillos traqueales. Las estructuras Re c o r d a r : La traqueostomía en niños sigue siendo co n tro ­
vertida de b id o a la posibilidad de complicaciones. Rocha y
cois.30 consideraron que los riesgos que se deben a la tra ­
queostomía y a la intubación son aceptables en niños co m a ­
tosos que precisan un soporte ve ntilatorio prolo n g a d o. En
un C om entario del autor sobre el trabajo de Rocha, Tepas31
puso en duda la necesidad de la traqueostomía tem prana.

B r o n q u io s

Para ayudar a la curación del b ro n q u io es p ru d e n te re­


cu b rir el m u ñ ó n b ronquial con tejid o (c o m o pleura, m ús­
culo o e p ip ló n ); esto evita la aparición de fugas aéreas y de
fístula b ro n copleural.
La cirugía de los bronquios, así c o m o sus co m p lic a c io ­
nes quirúrgicas, se describen más adelante, en el apartado
dedicado a los pulm ones.
Fernando y cois.32 recom iendan la em bolización de las
arterias bronquiales para tratar la hemoptisis, redu cie n d o
de esta manera la necesidad de resección pulm onar.

Pu lm o n e s

La broncoscopia, la biopsia, la segmentectomía, la lobec-


v enas tiroid eas inferiores so n b a s ta n te variables, [tz] tom ía, la lob ectom ía parcial, la n e u m o n e ctom ía total y el
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Aparato respiratorio

trasplante se realizan de acuerdo con la patología subya­ D urante la ligadura de las venas pulm onares se p ro d u ­
cente. ce un c o rto c irc u ito de la sangre y no se produce distensión
p u lm o n a r37. Si es necesario, se debe e ntrar en el pericardio
Segmentos para te n e r espacio suficiente para una ligadura correcta de
las venas pulm onares.
Cada segm ento p u lm o n a r es una unid a d in d e p e n d ie n ­ Para prevenir la herniación cardíaca se debe abrir am plia­
te y separada desde el p u n to de vista g u irú rg ic o . Se pue­ m ente el defecto pericárdico, o se debe reparar con pericar­
den resecar en su to talidad, p o rg u e hay anastomosis m ín i­ d io bovino o con una prótesis, o bien de manera primaria.
mas entre segm entos adyacentes. Las venas pulm onares Se debe cerrar el b ro n g u io principal cerca de la carina;
están situadas entre los segmentos; son buenas marcas ana­ esto im p id e que haya un bolsillo ciego, con la co n siguien­
tóm icas para la separación intersegm entaria y la resección te rotura del m u ñ ó n b ro n q u ia l o hemoptisis.
segmentaria. R othenberg38 describió la resección p u lm o n a r toracos-
Los segmentos apicoposteriores de los lóbulos superio­ cópica asistida p o r vídeo con éxito en lactantes y niños.
res y los segmentos superiores de los lóbulos inferiores son H ubo que tra n sfo rm a r la operación en una tora co to m ía es­
localizaciones frecuentes de tuberculosis. tá n d a r en dos pacientes que tenían enferm edad metastá-
sica que precisaban resecciones extensas.
Cisuras
Las m alform aciones y variaciones congénitas, así co m o R e s e c c ió n s e g m e n t a r ia y l o b u l a r
diversas enfermedades, pueden distorsionar el trayecto de
las cisuras. Sin em bargo, hay que tener en cuenta que p u e ­ Las características quirúrgico-anatóm icas de la resección
de no haber cisuras o que p ueden estar poco desarrolla­ segmentaria y lobular son las mismas que las de la n e um o-
das, especialmente la horizontal. nectomía. Sin em bargo, se deben tratar las fugas aéreas m e­
diante la ligadura cuidadosa de los bro n g u io s pequeños.

To r a c o s c o p ia

McFadden y Robbins33 a firm aron que se puede utilizar v \C o m p lic a c io n e s a n ató m ica s
la toracoscopia asistida p o r vídeo en pacientes selecciona­ ¡ é
dos. Yim y cois.34 com pro b a ro n que es segura y eficaz co m o
Tr a q u e o s t o m Ía
m o d a lid a d te rapéutica y diagnóstica para la tuberculosis
p u lm o n a r cu a n d o no hay respuesta inflam atoria crónica ni La tra queostom ía se puede realizar u tilizando una té c­
distorsión de la anatom ía. Liu y cois.35 recom endaron la to ­ nica abierta, percutánea o translaríngea. MacCallum y cois.39
racoscopia co m o tra ta m ie n to de elección de pacientes con describieron qu e las traqueostom ías percutánea y transla­
n e u m o to ra x que precisan tra ta m ie n to quirú rg ico . ríngea tienen m enos com plicaciones que la traqueostom ía
abierta.
To r a c o t o m Ía Escarment y cois.40, a la vez que m encionaban la co n ­
veniencia de la traqueostom ía percutánea m edia n te la d i­
El p u lm ó n se puede abordar m ediante una toracotom ía
latación en una sola etapa, indicaron la necesidad de rea­
posterior o ante rio r o una esternotom ía media. La to ra c o ­
lizar más estudios para evaluar las secuelas a largo plazo.
to m ía posterior se realiza a través del q u in to espacio in te r­
costal y la ante rio r a través del tercero. Asaph y cois.36 de ­
fienden la esternotom ía media en lugar de la tora co to m ía Lesión vascular
en el tra ta m ie n to del carcinom a p u lm o n a r prim ario, c ita n ­
do que se puede realizar una estadificación c o m p le ta de Arterias
los ganglios linfáticos con índices favorables de infección Las ramas de las arterias tiroideas superior e inferior se
de la herida y de m ortalidad. pueden anastomosar a través de la línea media, especialmen­
te las ramas cricotiroideas. De manera ocasional, hay una ar­
teria tiroidea IMA, la cual hay que ligar si se encuentra.
R e s e c c ió n p u l m o n a r to ta l Una disección aguda m u y agresiva puede lesionar la ar­
( n e u m o n e c t o m ia ) teria braquiocefálica. La erosión que p ro d u ce la colocación
del tu b o de tra queostom ía puede p ro d u cir una fístula tra-
La arteria pulmonar, de paredes finas, se debe disecar con queoarterial o traqueoesofágica. La arteria subclavia pue­
extrem o cuidado m ediante una disección aguda y roma y de estar co m p ro m e tid a por un tu b o de traqueostom ía que
movilización digital. Téngase en cuenta que el nervio larín­ tenga una incurvación incorrecta o gue esté colocado d e ­
geo recurrente izquierdo pasa debajo del cayado aórtico. masiado bajo (Figs. 6.41 A y B).

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• Skandalakis

Aparato respiratorio
Anatomía quirúrgica

F igu ra 6 .4 1 . Tubos de traq u eo sto m ía. A, Tubo d em asiad o curvado: se p u ed e ero sio n ar la pared traq u e al y se p u ed e ocluir
la arteria subclavia. B, T ubo colocado d em asiad o bajo: se p u e d e ocluir el vaso subclavio. C, T ubo c o n la cu rv a tu ra correc­
ta colocado de m a n e ra correcta. [sk4\

En recién nacidos, la arteria carótida co m ú n se puede le­ la utilización del tu b o de traqueostom ía; un uso y una m a­
sionar o se puede c o n fu n d ir con la tráquea. En aproxim ada­ nipulación irresponsables pueden p ro d u c ir una fístula tra-
m ente el 2 0 % de las personas la arteria carótida co m ú n iz­ queoesofágica41.
quierda se origina en la arteria braquiocefálica, y no en el
Neumomediastino y neumotorax
cayado de la aorta. Esta arteria tiene un trayecto ventral a la
parte inferior de la tráquea, p or encima del esternón; su lo­ Las siguientes observaciones pueden ap o rta r explicacio­
calización hace que corra riesgo de una lesión devastadora. nes sobre la génesis del neu m o m e d ia stin o y el neu m o to ra x
espontáneos.
Venas 1. La tensión mecánica es más intensa en los vértices.
El plexo venoso tiroideo que recubre la glándula tiroides 2. Esta tensión prod u ce la dilatación de los alveolos apica­
drena hacia las venas tiroideas. Con frecuencia la vena ti­ les y la com presión de los alveolos basales.
roidea infe rio r es asimétrica, y p o r lo ta n to más propensa 3. Debido a la elevada presión, los alveolos apicales se ro m ­
a la lesión. pen y p roducen n e u m o m e d ia stin o p ro vo ca d o p o r la ro­
Las venas yugulares anteriores se pueden encontrar cuan­ tura de una vesícula en el interior del parénquim a p u lm o ­
d o se hace una incisión en la fascia de re ve stim iento. Se nar, lo q u e da lu g a r a un enfisem a in te rs tic ia l. El aire
puede lesionar la vena braquiocefálica si se realiza la disec­ diseca los planos peribronquiales o perivasculares hacia
ción aguda dem asiado hacia abajo. el hilio y, finalm e n te , hacia el m e d ia stin o 42. C ua n d o se
La vena braquiocefálica izquierda (in n o m in a d a ) cruza rom pen las vesículas que están debajo de la pleura vis­
la parte alta de la tráquea; esta vena se puede encontrar in­ ceral, se prod u ce un neum o to ra x.
m e d ia ta m e n te superior a la escotadura supraesternal. Por
Se puede e n co n tra r más in fo rm a c ió n sobre el n e u m o ­
lo tanto, es particularm ente vulnerable durante la traqueos­
m ediastino y el n e u m o to ra x en el capítulo sobre el cuello
tomía. en «Disección radical de cuello».
También se puede c o m p ro m e te r la vena subclavia po r
un tu b o de traqueostom ía que tenga una incurvación inco­ Nervios laríngeos recurrentes
rrecta o que esté colocado demasiado abajo. Se puede p ro d u c ir una lesión de los nervios laríngeos
recurrentes dura n te la traqueostom ía, así c o m o dura n te la
Lesiones o rg á n ic a s tiro id e cto m ía (véase «Tiroidectom ía» en el ca p ítulo d e d i­
cado al tiroides para más detalles).
Esófago
La lesión del esófago habitu a lm e n te no se prod u ce po r Cuerdas vocales
un error de percepción de la anatomía, sino p or errores en Una traqueostom ía dem asiado alta puede p ro d u c ir la
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Aparato respiratorio 6
lesión directa de las cuerdas vocales. La colocación del tu b o R e s e c c ió n
a través de la m e m brana tiro hioidea ta m b ié n puede causar
lesiones43. El estom a se debería realizar debajo del p rim e r R e s e c c ió n tra q u e o b ro n q u ia l
anillo.
Se recom ienda la resección tra q u e o b ro n q u ia l con o sin
resección p u lm o n a r para las lesiones benignas y malignas
Disfunción deglutoria postraqueostomía
que afectan a la tráquea o a la tráquea y a los bronquios.
El efecto adverso de un tu b o de traqueostomía con m an­ Se debe inte n ta r realizar técnicas broncoplásticas para per­
g u ito sobre el m ecanism o de la d e g lu ció n fue descrito p o r m itir la conservación pulm onar. Fahimi y cois.47 recom en­
B onanno44. La evaluación de los nervios trig é m in o , gloso- daron la resección en cuña de la carina con una a p ro x im a ­
faríngeo, recurrente y laríngeo externo mostró que no se de­ ción en rotación para garantizar el difícil cierre del m u ñ ó n
bía a una lesión nerviosa. B onanno co n clu yó que la d isfu n ­ b ronquial.
ción estaba p ro d u cid a p or la in h ib ic ió n de la elevación y la La resección y la re im p lan ta ció n de una rama lobular
rotación anterior de la laringe y por la ausencia de una aber­ lesionada son viables incluso en el c o n te x to de cirugía d i­
tura co m p le ta del esfínter hipofaríngeo. ferida. Pilcher y cois.48 describieron la co rrecció n de una
avulsión del b ro n q u io lobular superior izquierdo secunda­
T é c n ic a in a d e c u a d a ria a un tra u m a tis m o torácico no penetrante.
W o o d y Va11¡eres49 señalaron q u e en 50 pacientes a
Es im p o rta n te calcular adecuadam ente el á n g u lo de la los q u e se les realizó una resección tr a q u e o b ro n q u ia l con
tráquea en relación con la superficie del cuello para selec­ re c o n s tru cc ió n no h u b o m uertes, y el ín d ice de m o r b ili­
cionar un tu b o con la curvatura correcta. El e xtre m o distal dad fue del 3 2% .
de un tu b o que tiene una curvatura excesiva erosionará la C ua n d o co m p a ró el cierre bro n q u ia l m e d ia n te sutura
pared traqueal a n terior45. Roe46 reco m e n d ó una curvatura m anual y m e d ia n te cierre con grapadoras convencionales
de 60° (Fig. 6.41 C). y endograpadoras, Asam ura50 registró índices aceptables

] Perlas clínico-quirúrgicas
La cirugía torácica n o cardíaca ha exp e rim e n ta d o una tratar las com plicaciones de las enfermedades infecciosas,
e vo lu c ió n notable du ra n te el siglo xx. Los avances de las aunque la in cid e n c ia cada vez m a y o r del tabaq u ism o ha
técnicas n o quirúrgicas han e vitado la necesidad de ope­ te n id o el efecto c o n tra rio d ebido a la e p id e m ia de cáncer
rar en algunas enfermedades, aunque los patrones cam ­ de p u lm ó n .
biantes de las enfermedades y las nuevas tecnologías han Después de la p rim era n e u m o n e c to m ía con é xito rea­
hecho posible la realización de intervenciones quirúrgicas lizada p o r Evarts G raham en 1932, se asistió al desarrollo
adecuadas para otras muchas enfermedades. de técnicas quirúrgicas para la disección, sutura y lig a d u ­
Antes el siglo xx la m a yo r parte de la cirugía torácica ra seguras de las estructuras pulm o n a re s que p e rm itie ro n
se relacionaba con el tra ta m ie n to de los traum atism os. La realizar neum onectom ías, lobectomías y segmentectomí-
a p a ric ió n de la cirugía torácica program ada en el siglo xx as cada vez más seguras. El siglo xx ta m b ié n v io el des­
se v io fa cilita d a p or la m ejoría de las tecnologías de in t u ­ a rro llo de sofisticadas técnicas q u irúrgicas para la m o v i­
bación traqueal y ve n tila c ió n mecánica, por el desarrollo liz a c ió n de la tráquea, que fa c ilita r o n la resección y
de los a n tib ió tico s, p or las unidades de cuidados in te n s i­ reparación de la tráquea con seguridad.
vos y p o r la m ejo ría del tra ta m ie n to de la fisiología car- Los avances en la inm u n o d e p re sió n , así co m o las m e­
d io p u lm o n a r, así com o p o r la aparición de la tecnología jorías de la técnica quirúrgica, han llevado al desarrollo del
de fibra óptica para la broncoscopia flexible y la cirugía to- trasplante p u lm o n a r para tra ta r la in s u fic ie n c ia p u lm o ­
racoscópica asistida p or vídeo. nar. El reciente desarrollo de técnicas de cirugía de reduc­
La a p a rició n de los antibacterianos y la regresión de ción del v o lu m e n p u lm o n a r parece haber p ro p o rcio n a d o
la e p idem ia de tuberculosis han causado una gran reduc­ una m e jo r fu n c ió n p u lm o n a r a pacientes c o n enfisema
ción en la necesidad de técnicas quirúrgicas torácicas para grave seleccionados. (RSF jr)

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* Skandalakis

Aparato respiratorio

de fallo, incluyendo fístula b ro ncopleural, con las recientes el c o n d u c to to rá cico d e b id o a la expansión gradual de los
endograpadoras. vasos linfáticos colaterales.
Se puede p ro d u c ir una ro tu ra tra q u e o b ro n q u ia l des­
Anatomía quirúrgica

pués de la in tu b a c ió n . Jougon y cois.51 a firm aron q u e «no T o r s ió n lobular . Una ro ta c ió n de 180° p u e d e p ro ­


siem p re es o b lig a to ria la rep a ra ció n q u irú rg ic a agresiva d u c ir una to rs ió n lo b a r d erecha o iz q u ie rd a en el q u ir ó ­
después del d iagnóstico tardío de una rotura tra q u e o b ro n ­ fa n o o en el p o s to p e ra to rio , c o m o han señalado W o n g
quial ya trogénica. C on frecuencia se debe considerar un y G o ld s tra w 57. De m anera ocasional es necesaria una lo-
tratam iento conservador, excepto después de una resección b o p e x ia .
pulm onar».
L e s ió n n e r v io s a . La lesión del nervio frénico derecho o iz­
quierdo es un fenóm eno poco frecuente. Puede ser acciden­
Resección pulmonar tal o puede tener co m o objetivo la parálisis del hemidiafrag-
ma para la reducción del volum en del hemitórax ipsilateral,
Lesión vascular una técnica que no se recomienda. Bollen y cois.58 describie­
ron la lesión del nervio recurrente izquierdo después de la di­
Puede producirse una hem o rra g ia masiva proce d e n te sección de los ganglios linfáticos mediastínicos.
de los vasos pulm onares principales, al igual que una he­
m orragia procedente de una arteria bronquial o intercostal.
Peterffy y Henze52 describieron una m o rta lid a d del 0 ,1 %
en 1.428 resecciones. Estos autores observaron 11 3 episo­ T r a s p la n te p u lm o n a r
dios de hem orragia: el 30 % después de una n e u m o n e cto-
En 1963 H a r d y y cois, describieron el p rim e r trasplante
mía, el 66 % después de una lobectom ía, y el 4 % después
p u lm o n a r en seres h u m anos59; desde entonces, varios cen­
de una segm entectom ía.
tros de Estados Unidos y del resto del m u n d o han hecho
Se puede evitar la lesión de la m éd u la espinal con pa-
avanzar los aspectos técnicos del trasplante p u lm o n a r ú ni­
raplejia m e d ia n te una hemostasia cuidadosa de una arte­
co y secuencial do b le .
ria intercostal sangrante en el á n g u lo p o sterior de la inci­
M cFadden y E m ory (1 9 9 8 )60 p u b lic a ro n que la infe c­
sión intercostal, y evitando el cauterio y la com presión con
ción es la principal causa de m o rb ilid a d y m o rta lid a d en el
gasas. Recuérdese que las ramas dorsales de las arterias in ­
trasplante de p u lm ó n . La b ro n q u io litis o b lite ra n te es la se­
tercostales, e s p e cia lm e n te de las más caudales, pued e n
gunda com plica ció n en frecuencia. Estos autores afirm aron
c o n trib u ir con ramas radiculares críticas para la m édula es­
que el rechazo pulm onar, la infección bacteriana y la infec­
pinal.
ción por cito m e g a lo viru s p ro d u ce n una disfunción p u lm o ­
nar. En un estudio de trasplante p u lm o n a r único y bila te ­
ral, G arfein y co is .51 e n c o n tra ro n una in c id e n c ia de
Lesiones orgánicas
com plicaciones anastom óticas y de neum onía postopera­
Es ó f a g o . Shama y O d e ll53 han descrito un índice de le­ toria con anastomosis bronquiales telescopadas m a yo r que
sión esofágica de hasta un 0,5 % . Si se reconoce la lesión con anastomosis te rm inoterm inales.
en el quiró fa n o , es esencial la reparación del esófago para Meyers y Patterson (1 9 9 9 )62 citaron una tasa de super­
evitar una m ediastinitis m ortal. vivencia al cabo de un año de más del 75%, y un resulta­
do fun cio n a l excelente para los pacientes som etidos a un
N eumotorax y q u il o t ó r a x . Según V o g t-M o y k o p f54, la trasplante de p u lm ó n que tenían diversos diagnósticos.
aparición de n e u m o to ra x contralateral es del 0 ,0 8 % . M u y Faughnan y cois.63 advierten contra el trasp la n te p u l­
p ro b a b le m e n te es secundario a una vesícula contralateral. m o n a r en pacientes con m a lfo rm a c io n e s arteriovenosas
El q u ilo tó ra x p o r lesión del c o n d u c to torácico es m u y pulm onares difusas.
p oco frecuente. La incidencia es del 0 ,0 5 % según Sim p­ Recom endamos al lector interesado el artículo de Gro-
son55 y del 0 ,3 % según Brie56. Se puede ligar sin problemas ver y cois.64 sobre trasplante pulm onar.

270

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Pericardio, corazón
y grandes vasos del tórax
G e ne L, C olborn; Thomas A. W eidm an; Panagiotis N, Symbas; John E. Skandalakis

Comencé a preguntarme si no podría tener un movimiento circular, lo que después resultó ser cierto, y si la sangre era propul­
sada y expulsada del corazón p o r las arterias hacia el hábito del cuerpo y todas las partes del mismo p o r el latido del ventrí­
culo izquierdo del corazón, al igual que es dirigida hacia los pulmones a través de la vena arteriosa p o r el latido del derecho,
y si vuelve a través de las pequeñas venas hacia la vena cava y hacia la aurícula derecha del corazón, del mismo modo que
sale de los pulmones p o r la ya mencionada artería venosa hacia el ventrículo izquierdo...

William Harvey, 1628 1

• Ventrículo.
Historia • Aurícula.
En la Tabla 7.1 se muestra la historia de la anatom ía y • Seno venoso.
la cirugía del corazón. El estudiante no debe confundir el uso del té rm ino «tubo
bulbove n tricu la r» , el cual incluye el saco a órtico (a p a rtir

14 Embriogénesis del cual se desarrollan los cayados aórticos) y el ventrículo


p rim itiv o (que se desarrolla p o r la expansión del tu b o ).
A c o n tin u a c ió n tie n e lu g a r la fo rm a c ió n de un bucle
D esa rr o llo n o r m a l del c o r a z ó n ,
d e x tró g iro . El corazón tiene casi fo rm a de S. La aurícula
p e r ic a r d io y g r a n d e s v a s o s está situada dorsal al tracto de salida (b u lb o cardíaco), que
representa la e x tre m id a d superior de la S. El ve n trículo es
D ura n te los prim eros 20 días el e m b rió n h u m a n o so­
representado p o r la e xtre m id a d media de la S, y la aurícu­
brevive m e diante difusión. Después, se p roduce la génesis
la p o r su e xtre m id a d inferior.
del corazón p o r la proliferación de células m e senquim ato-
Excede el p ro p ó sito de este capítulo presentar los m e­
sas. Estas células, que están localizadas en el m esoderm o es-
canismos de tabicación y la form a ció n de los siete tabiques
plácnico, se conocen co m o cúm ulos angiógenos, y form an
(ta b iq u e auricular prim um , ta bique auricular secundum, ta ­
una red de pequeños vasos sanguíneos. La parte central y
bique ventricular, ta b iq u e a o rto p u lm o n a r, ta b iq u e del ca­
a n terior de esta red es la zona cardiógena, responsable de
nal auriculoventricular, tabique del canal y tabique del tro n ­
la fo rm a ció n del corazón y de las aortas dorsales.
co), qu e son responsables de la c o m p a rtim e n ta c ió n del
Al final de la tercera semana el corazón prim itivo está fo r­
corazón. La cavitación comienza a p ro xim a d a m e n te a m e ­
m ado p o r los tubos cardíacos endocárdicos. Estos tubos se
diados de la cuarta semana, y finaliza al final de la q u inta.
unen para fo rm a r un único tu b o cardíaco. En el m o m e n to
Las «partes del corazón en desarrollo no se deben iden­
de la u n ió n aparece la gelatina cardíaca, que rodea los tu ­
tifica r de m anera sim plista con los co m p o n e n te s del c o ­
bos. El m a n to m ioepicárdico, que es de o rigen m esenqui-
razón a té r m in o » 2. Para em pezar, el co razón tie n e una
matoso, rodea la gelatina cardíaca.
aurícula y un ve n tríc u lo . Esas estructuras se ta b ica n a p ro ­
En este m o m e n to tiene lugar la génesis progresiva de
x im a d a m e n te a finales de la q u in ta semana. La separa­
partes específicas del corazón:
ción del canal a u ric u lo v e n tric u la r en los canales a u ricu lo -
• El endocardio, que es la cubierta endotelial del corazón,
ventriculares derecho e izquierdo se consigue m e d ia n te la
procede del tu b o endocàrdico.
fusió n de los cojines e n d o cá rd ico s q u e aparecen en las
• La pared m uscular del corazón (m io c a rd io ) se fo rm a a
paredes dorsal y ven tra l del corazón.
p a rtir del m a n to m iocàrdico.
El ta b iq u e prim u m y el ta b iq u e secundum son responsa­
• El pericardio visceral, o epicardio, tam bién se form a a par­
bles de la división de la aurícula prim itiva . La aurícula de ­
tir del m a n to m ioepicárdico.
recha original, ju n to con el seno venoso y su asta derecha,
Por lo tanto, la pared cardíaca está form ada desde de n ­ es responsable de la fo rm a ció n final de la aurícula derecha.
tro hacia fuera por el endocardio, el miocardio y el epicardio. La aurícula izquierda original, con la particip a ció n de las
A proxim adam ente al final de la tercera semana aparecen porciones term inales de las venas pulm onares, es respon­
varias entidades embriológicas. Desde arriba hacia abajo son: sable de la fo rm a ció n final de la aurícula izquierda.
• Tronco arterioso. Al final de la cuarta semana com ienzan a form arse los
• Bulbo cardíaco. ventrículos cardíacos. El ventrículo izquierdo se o rigina en

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• Skandalakis

Pericardio, corazón y grandes vasos del tórax

Tabla 7.1. Historia de la anatomía y la cirugía del pericardio, corazón y grandes vasos
del tórax
Anatomía quirúrgica

Desconocido 3000 a.C. Se describe el corazón com o el centro de un sistema de vasos sanguíneos; el pulso
(¿Imhotep de y el corazón se correlacionan directam ente
Egipto?)
Hipócrates (460-377 a.C.) Describió las válvulas y las cavidades del corazón. Describió el pericardio com o «una túnica
lisa que envuelve el corazón y que contiene una pequeña cantidad de líquido similar a la
orina». Demostró que el flujo puede fluir sólo en una dirección a través
de la válvula aórtica
Herófilo (335-280 a.C.) Describió la arteria p ulm on ar
Galeno (130-aprox. 200) Observó que el corazón puede latir in d ependientem ente del control del sistema nervioso
central
M ondino de Luzzi (1270-1326) Describió con exactitud la anatom ía del corazón; cuestionó la o p in ió n de Galeno
de la existencia de poros en el tabique interventricular
Leonardo Da Vinci (1452-1519) Realizó disecciones e ilustró cuidadosam ente la anatom ía cardíaca; observó que el aire no
pasa a través del corazón
Malpighi 1661 Descubrió los capilares. Descubrió la u n ió n entre las arterias y las venas
Scarpa (1747-1832) Ilustró con exactitud los nervios de corazón
Romero 1819 Abrió con éxito el pericardio
Schuch 1840 Realizó una pericardiocentesis sin incisión
Fick 1870 Describió un cálculo del gasto cardíaco
Matas 1888 Describió la oclusión con éxito de u n aneurisma arterial
DelVecchio 1895 Sutura de una herida en u n corazón de perro
Rehn 1896 Sutura con éxito de una herida por arma blanca en el ventrículo derecho h u m a n o
Einthoven 1903 Realizó el primer electrocardiograma que obtuvo buenos trazados
Korotkoff 1905 Describió su m étodo de medición de la presión arterial, que ahora es una práctica estándar
Carrel y G uthrie 1905 Realizaron el primer trasplante biterminal con éxito de una vena en un perro
Rehn, Sauerbruch 1913 Introdujeron, por separado, la pericardiectomía
Berberich y Hirsch 1923 Publicaron reproducciones de angiografías de seres h um anos vivos
Cutler, Levine 1924 Operaron válvulas mitrales estenosadas
y Beck
A bbott y Dawson 1924 Publicaron un artículo sobre la clasificación de las malformaciones congénitas
Abbott 1936 Publicó el Atlas o f Congenital Cardiac Disease
Forssman 1929 Se realizó un cateterismo del corazón derecho a sí mismo
Dos Santos 1929 Describió el desarrollo de la aortografía translum bar
Claude Beck década de Realizó descripciones clínicas y experimentales im portantes que m ejoraron m ucho
1930 el conocim iento de la pericarditis constrictiva: «tríada de Beck» (corazón pequeño
e inm óvil con elevación de la presión venosa)
Hyman 1932 Describió el desarrollo del marcapasos cardíaco artificial
Gross 1939 Primer cierre con éxito de u n conducto arterioso
C ournand 1941 Describió el cateterismo cardíaco y su significado clínico
Blalock y Taussig 1944 Realizaron la derivación subclavia de u n pulm onar en la tetralogía de Fallot
para aum entar el flujo sanguíneo pulm onar
Crafoord y Cross 1945 Resección aórtica por coartación
Harken 1946 Describió la extracción de cuerpos extraños del corazón
Sellors 1947 Realizó la primera valvotomía pulm onar
Harken y cols. 1948 Descripción de una valvuloplastia mitral por estenosis mitral
Murray 1948 Cierre de una com unicación interauricular
Baiiey 1948 Realizó con éxito una valvulotom ía mitral
Gross 1949 Demostró que se podían utilizar hom oinjertos arteriales conservados en las arterias
principales
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Pericardio, corazón y grandes vasos del tórax 7


T a b la 7 .1 . Historia de la anatomía y la cirugía del pericardio, corazón y grandes vasos del tórax
(Continuación.)

Bigelow 1949 Demostró el uso de hipotermia profunda y parada cardíaca en la cirugía cardíaca en un perro
Hufnagel 1951 Demostró que la insuficiencia aórtica se podía controlar en parte con un dispositivo
con una bola de plástico encerrada colocado en la aorta descendente
Zoll 1952 Desarrolló un marcapasos cardíaco para su uso clínico
Gibbon 1953 Cerró con éxito una com unicación interauricular; utilizó derivación cardiopulm onar
(m áquina corazón-pulm ón)
Voorhees 1953 Utilizó con éxito un injerto arterial sintético en un ser h u m a n o
DeBakey y Cooley 1953 Resecó aneurismas de la aorta abdom inal y cubrió el defecto con hom oinjertos
Lillehei 1955 Corrigió malformaciones cardíacas congénitas con circulación cruzada
Lewis y Vareo 1956 Corrigieron el reto m o venoso p u lm o nar anóm alo total
Mustard 1957
Akutsu y Kolff 1958 Im plantaron un corazón artificial en u n perro
Senning 1959 Corrección de la trasposición de las grandes arterias
Lower y Shumway 1960 Primeros trasplantes cardíacos ortotópicos caninos
Sones y Shirey 1962 Publicaron un artículo fundam ental sobre la arteríografía coronaría selectiva
Kolesov 1964 Realizó la primera derivación arterial coronaria con arteria m amaria interna
Rashkind 1966 Introdujo la septostom ía auricular con balón para la corrección de la trasposición
de las grandes arterias
Barnard 1967 Realizó el primer trasplante cardíaco en un ser h u m an o
Stinson, Dong, 1969 Descripción de 13 trasplantes cardíacos en seres hum anos
Schroeder, Shumway
Favaloro 1969 Realizó u na derivación arterial coronaria utilizando la safena
Cooley 1969 Fue el primero en im plantar un corazón artificial en un ser hu m an o
DeVries 1982 Primer in ten to de la im plantación p erm anente de un corazón artificial en un ser
h u m ano
Bolman y cois. 1985 Describieron los resultados de una com binación inm unodepresora de ciclosporina,
prednisona y azatioprina
Ochsner y 1988 Describieron u na tasa de supervivencia al cabo de un año del 91% después
Eiswirth Jr. del trasplante cardíaco en seres hu m an o s (experiencia de Louisiana)
Battista y cois. 1997 Realizó la primera ventriculectomía izquierda parcial

La Tabla ha sido elaborada por David A. McCIusky II I y John E. Skandalakis.

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• Skandalakis

Pericardio, corazón y grandes vasos del tórax

la porción ve n tricular del corazón prim itivo . D urante el de­ del collar renal no ha desaparecido todavía. Probablemen­
sarrollo, el pliegue b u lb o v e n tricu la r desaparece to ta lm e n ­ te es el últim o de los antiguos conductos que desaparece,
te. Es im p o rta n te saber esto para evitar pensar que da lu­ porque persiste la mayor parte de las veces como una VCI
Anatomía quirúrgica

gar al ta bique interventricular. A m edida que se desarrolla izquierda anómala.


el ta b iq u e inte rve n tricu la r muscular, va separando el ven­
El sistema de cond u cció n del corazón está fo rm a d o por
trícu lo del tu b o cardíaco (supuesto ve n trícu lo izquie rd o )
los n o dulos sinoauricular (SA) y a u ricu loventricular (AV) y
del bu lb o cardíaco (supuesto ventrícu lo derecho). C o m o
por el haz auriculoventricular. C om o han descrito O'Rahilly
la aurícula prim itiva , y en ú ltim o té rm in o las aurículas de­
y M ü lle r4, el sistema de co n d u cc ió n aparece a p ro x im a d a ­
recha e izquierda definitivas, se desplazan hacia la derecha,
m ente a las cinco semanas. Está bien desarrollado a la oc­
el tabique interventricular se form a de tal manera que se fu ­
tava semana más o menos.
siona con los cojines endocárdicos, y la aurícula derecha se
abre hacia el ventrículo derecho y la izquierda hacia el ven­ A n o m a l ía s c o n g é n it a s
trículo izquierdo. Si no se da este desplazam iento se p ro ­
La clasificación patogénica de las m alform aciones car­
duce la m a lfo rm a ció n de d o b le tracto de entrada. Un des­
diovasculares congénitas se resume en la Tabla 7.2. En la Ta­
p la z a m ie n to exagerado hacia la derecha da lug a r a una
bla 7.3 se presentan los síndromes que presentan c a rd ió ­
m alfo rm a ció n de doble tra c to de salida.
pa ta s congénitas.
El orificio interventricular está rodeado por el rodete mus­
Clark (co m u n ica ció n personal, 1992) a firm ó co rrecta ­
cular ventricular, los cojines endocárdicos y un derivado de
m ente que es im posible clasificar todos los efectos cardíacos
la cresta neural, el ta b iq u e a o rto pulm onar. El cierre de este
d ebido a su heterogeneidad etiológica y a su variabilidad fe-
orificio al final de la séptim a semana se realiza con el des­
notípica. No es objetivo de este libro presentar todas las mal­
arrollo de la porción membranosa del tabique interventricular
formaciones congénitas del pericardio, corazón y grandes va­
gracias a la co n trib u c ió n de las tres estructuras arriba m e n ­
sos; presentaremos algunas aquí, y recom endam os al lector
cionadas. Así, el ta bique a o rto p u lm o n a r participa en la fo r­
interesado que consulte Embríology for Surgeons3.
m ación de los tractos de salida de los ventrículos izquierdo
y derecho, así c o m o del tro n c o p u lm o n a r y de la aorta.
M a lfo rm a c io n e s p e ric á rd ic a s
La fusión de las crestas b u lb a r y troncal d u ra n te ap ro ­
xim a d a m e n te la q u inta semana es responsable de la d ivi­ Las m alform aciones del pericardio se muestran en la Ta­
sión del b u lb o cardíaco y del tro n c o arterioso y, p o r lo ta n ­ bla 7.4.
to, de la fo rm a c ió n de la espiral recíproca hacia arriba de
Defectos pericárdicos
la aorta ascendente y del tro n c o pulm onar. La arteria p u l­
m o n a r izquierda y el s e g m e n to distal del cayado aórtico se Los defectos pericárdicos habitualm ente son asintom áti-
co m u n ica n p o r m edio del c o n d u c to arterioso, que es un cos. Sin em bargo, se ha descrito m uerte súbita secundaria a
c o n d u c to de lon g itu d y d iá m e tro variables. El c o n d u c to ar­ herniación y estrangulación del corazón. La pericardiotom ía
terioso procede e m b rio ló g ic a m e n te del sexto cayado aór­ es el tra ta m ie n to de elección en los pacientes sintomáticos,
tico izquierdo. En el m o m e n to del nacim iento hay una cons­ especialmente cuando hay una herniación cardíaca.
tricció n del c o n d u c to , que rá p id a m e n te se hace atrésico y Catzoulis y cois.5 estudiaron la ausencia congènita aislada
poste rio rm e n te persiste co m o lig a m e n to arterioso. del pericardio. El d o lo r torácico en puñalada periódico era
La vena cardinal co m ú n derecha y la parte p ro xim a l de una característica inicial, y la pericardioplastia beneficiaba
la vena cardinal anterior derecha (precardinal derecha) son a los pacientes sintomáticos. Es necesaria la radiografía de
responsables del desarrollo de las venas cavas su perior e tórax y la resonancia m agnética para el diagnóstico.
inferior. M u y p ro b a b le m e n te , las tres redes em brionarias Citam os a Bennett6 sobre el o rificio c o n g è n ito del p e ri­
siguientes fo rm a n partes de la vena cava inferior (VCI): cardio izquierdo:
El agujero congènito del pericardio parietal izquierdo es
• La p o rción hepática procede de la vena onfalom esenté-
poco frecuente. Esta situación puede producir a n g in a de
rica (vena vitelina derecha).
pecho, infarto de miocardio o incluso la muerte. [En 43 ca­
• La porción renal procede de la vena cardinal derecha.
sos confirmados de la bibliografía médica en inglés] el diag­
• La parte sacrocardinal (subcardinal) o posrenal procede
nóstico, que se hizo a una edad media de 2 0 años (inter­
de la vena sacrocardinal derecha.
valo de 2 a 48), fue cinco veces más frecuente en varones.
Citam os a Skandalakis y C ray3 sobre el desarrollo de las 1En cinco casos mortales el corazón se había incarcerado.
venas cavas inferior y superior: De los demás casos, un tercio estaba asintomático y dos
Los conductos que formarán la VCS ya están presentes tercios tenían una molestia torácica que decidió el dia g ­
hacia la séptima semana, y el conducto definitivo ya es m a ­ nóstico. La molestia torácica, la disnea y el síncope fueron
yor que las rutas alternativas. Hacia el final de la octava los síntomas más habituales. El hallazgo más frecuente du­
semana se han completado casi todos los cambios, aun­ rante la operación(...) era un orificio en la base del cora­
que la vena supracardinal izquierda localizada p o r debajo zón a través del cual se había herniado la orejuela auricu-
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Pericardio, corazón y grandes vasos del tórax 7


revascularización miocàrdica. La cirugía es adecuada en la
Clasificación patogénica
T a b la 7 .2 .
mayoría de los pacientes sintomáticos y en todos los que
de las malformaciones cardiovasculares
se encuentran en riesgo de herniación ventricular.
congénitas
I. A lteraciones de la m ig ra c ió n del tejido Quistes y divertículos pericárdicos
ec to m e se n q u im a to so Los quistes p e ricárdicos, que son bastante p o c o fr e ­
Defectos de la tabicación del troncocono cuentes, varían en ta m a ñ o desde 1 cm hasta 15 cm . Casi
A um ento de la separación m itroaórtica (forma siempre son asintom áticos. De manera ocasional se c o m u ­
frustrada clínicam ente silente) nican con la cavidad pericárdica; en estos casos, es más
Com unicación interventricular de tipo 1, subarterial adecuado el té rm in o divertículo. Es necesaria la operación
Ventrículo derecho con doble tracto de salida
para la co n firm a c ió n diagnóstica.
Tetralogía de Fallot
Atresia pulm onar con comunicación interventricular
Ventana ao rtopulm onar M a lfo rm a c io n e s d e l c o ra z ó n
Tronco arterioso co m ú n y d e los g ra n d e s vasos
Alteraciones de la posición de los cojines del
troncocono La incidencia de malformaciones cardíacas y de los gran­
Trasposición de las grandes arterias (dextro-) des vasos es de 3 a 5 p o r cada 1.000 recién nacidos vivos.
Defectos de los arcos branquiales Esta fuera del á m b ito de este libro analizar la am plia varie­
Interrupción del cayado aórtico de tipo B dad de trastornos del desarrollo que dan lug a r al a m p lio
Doble cayado aórtico espectro de fis io p a to lo g ia circula to ria . La e tio lo g ía de la
Cayado aórtico derecho con ramificación especular m a yo r parte de estos defectos se desconoce. La cirugía es
II. Flujo sa n g u ín eo in tra c a rd ía c o a n ó m a lo
el único tra ta m ie n to adecuado.
Com unicación interventricular perim embranosa
Se utilizan varias clasificaciones para las m alform aciones
Defectos del corazón izquierdo
del corazón y de los grandes vasos. Es m u y im p o rta n te gue
Válvula aórtica bicúspide
Estenosis valvular aórtica los pediatras y los cirujanos cardíacos conozcan la anatom ía
Coartación de la aorta de la situación anómala ju n to con la fisiopatologia de estas
Interrupción del cayado aórtico de tipo A m alfo rm a cio n e s. Enum erarem os los tres g ru p o s más fr e ­
Corazón izquierdo hipoplásico, atresia aórtica: cuentes de m alform aciones y sus defectos asociados:
atresia mitral
• C o rto c irc u ito de izquierda a derecha (g ru p o acianótico).
Defectos del corazón derecho
Válvula p u lm on ar bicúspide - Defectos interventriculares o interauriculares no c o m ­
C om unicación interauricular (ostium secundum) plicados.
Estenosis valvular pulm onar - C o n d u c to arterioso permeable.
Atresia valvular p u lm o n ar con tabique ventricular • C o rto c irc u ito de derecha a izquierda (g ru p o cian ò tico ).
intacto - Tetralogía de Fallot.
III. A lteraciones p o r m u e rte celu lar - Tronco arterioso.
C om unicación interventricular muscular - Trasposición de las grandes arterias.
Malformación de Ebstein de la válvula tricúspide - C on e xió n venosa p u lm o n a r anóm ala total.
IV. A lteraciones de la m a tr iz e x tra ce lu la r
- Atresia tricuspídea.
Defectos de los cojines endocárdicos
• O b stru cció n del tra cto de salida ventricular.
Com unicación interauricular (ostium primum)
- C oartación de la aorta.
Com unicación interventricular del tracto
de entrada, de tipo III - Estenosis aórtica.
Canal atrioventricular - Estenosis de la válvula p u lm o n a r
Displasia de la válvula p u lm o nar o aórtica Un cuarto g ru p o de m alform aciones incluiría la ectopia
cardíaca, la d extrocardia y otras m alform aciones p o co fre ­
Fuente: Clark EB. Growth, m orphogenesis and function: the
cuentes.
dynamics of cardiovascular development. En: Miller JM, Neal
WA, Lock JA (eds.). Fetal, Neonatal and Infant Heart Disease. Las m alform aciones congénitas de la aorta se enum eran
Nueva York: Appleton-Century-Crofts. 1989, págs. 1-14, con en la Tabla 7.5.
autorización.
M a lfo rm a c io n e s d e la v e n a c a v a superior
lar. En ocho casos el borde del defecto estaba sobre la cir­
culación coronaría y la comprimía. Las medidas para co­ Las m alform aciones de la vena cava superior (VCS) son
rregir este trastorno han incluido diversas operaciones, al­ la vena cava superior persistente izquierda y la vena cava su­
gunas para agrandar el defecto, otras para cerrarlo, otras p e rior persistente izquierda con ausencia de desarrollo del
era amputación de la orejuela auricular y, en dos casos, la seno coronario. Es esencial conocer la posible presencia de
275

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* Skandalakis

Pericardio, corazón y grandes vasos del tórax

T a b la 7 .3 . Síndromes caracterizados por cardiopatia congènita


Anatomía quirúrgica

Factores e tiológi-
Nom bre del cos: alteraciones
síndrome Características clínicas Lesión cardíaca cromosómicas

Cara asimétrica Cara asimétrica durante el llanto (habitualm ente del Defecto septal u otra malfor­
durante el lado derecho), debido a agenesia del músculo del mación
llanto ángulo de la boca(?) Tam bién puede haber otras
malformaciones congénitas
Bonnevie-Ullrich H abitualm ente se aplica al síndrom e de Turner que Véase el síndrom e de Turner Véase Turner
tiene características especiales en la recién nacida.
Prominencia de piel red u nd an te en la parte poste­
rior del cuello; edema migratorio y linfangiectasia
de las m anos y de los pies. Uñas de im plantación
profunda
Grito de gato Retraso físico y mental. Grito parecido al de un gato. Variable Deleción parcial del
Microcefalia. Hipertelorismo. Pliegues epicánücos. brazo corto del cro­
Inclinación hacia abajo de las fisuras palpebrales. m osom a 5
Paladar hendido
De Lange Retraso físico y mental. Manos y pies pequeños. Ce­ Variable. C o m u n ica ció n in ­ Esporádico. Gen mu-
jas pobladas. Labios delgados, con grieta en la línea terventricular tante(?)
media en el superior y escotadura en el inferior
Di George 3 ° y 4.° La aplasia de la glándula tim o causa una alteración Defectos septales. Tronco ar­ Esporádico. Varones/
de la inm unidad celular, que produce susceptibili­ terioso. Malformaciones de mujeres: 2/1. Fallo
dad a las infecciones. La hipoplasia paratiroidea los grandes vasos; doble ca­ del desarrollo del
produce hipocalcemia con tetania y convulsiones. yado aórtico; in terru p c ió n 3.er y 4.° arcos bran­
Retraso físico y mental. Atresia de coanas del cayado quiales
Down Facies mongoloide. Retraso mental. Hipotonía. Me- Canal auriculoventricular. De­ Trisomía 21 (94%)
tacarpianos y falanges cortos fecto septal. C onducto arte­ Trisomía 2 1 /n o rm a l
rioso permeable. Tetralogía (2,4%)
de Fallot Traslocación (3,3%)
Ebstein Disnea excesiva, cianosis, síncope, aunque muchos Desplazamiento de la válvula Esporádico
están asintom áticos. M uerte súbita o por insufi­ tricúspide hacia el ventrícu­
ciencia cardíaca congestiva lo derecho. Aurícula derecha
grande. Arritmia. Lesiones
cardíacas congénitas asocia­
das en u n tercio de los pa­
cientes
Ehlers-Danlos Hipermovilidad de las articulaciones, hiperelastici- Com unicación interauricular, Autosómico
dad de la piel defecto septal auriculoven­ do m inante
tricular, tetralogía de Fallot
Condroectodér- Retraso del crecimiento. Extremidades cortas. Rodi­ C om unicación interauricular Autosómico
mico de Ellis- lla valga. Polidactilia, tórax pequeño, hipoplasia de (50%) recesivo
Van Creveld los dientes y de las uñas. Muerte cardíaca o respi­
ratoria precoz en algunos pacientes
Holt-Oram Hipoplasia del pulgar, del radio y de las clavículas Variable. Comunicación inter­ Autosómico
con hombros estrechos. Puede haber focomelia. Es­ auricular o interventricular. d om in an te
coliosis Arritmia (frecuente)
Hurler Facies característica con hipertelorismo y protrusión La infiltración de las arterias Autosómico
Gargolismo de la lengua. Retraso físico y mental posteriormente coronarias (estrechamiento) recesivo
M u c o p o lisa c a ri- en el prim er año. Cifosis. O pacidades corneales. y de las válvulas (insuficien­
dosis Hepatoesplenomegalia cia m itral) p roduce in su fi­
ciencia cardíaca
Hipercalcemia in­ Retraso mental y físico. Facies característica: pliegues Estenosis aórtica supravalvu- Esporádico. D ietéti­
fantil (véase sín­ epicánticos, hipertelorism o, nariz chata, boca de lar. Estenosis de las ramas de co. Exceso de inges­
d ro m e de Wi­ carpa. Vómitos. Diarrea, hipercalcemia in con stan ­ la arteria pulmonar. Coarta­ ta m aterna de vita­
lliams) te (importancia incierta) ción de la aorta. H ip erten­ m ina D(?)
276 sión sistèmica

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Pericardio, corazón y grandes; vasos del tórax 7


T a b la 7.3. Síndromes caracterizados por cardiopatia congènita ( C o n tin u a c ió n .) 1

Factores etiológi-
N o m bre del cos: a ltera cio n e s
sin d ro m e C aracterísticas clínicas Lesión card íaca cro m o só m ica s

Ivemark Un síndrom e que se asocia a isomerismo Malformaciones del drenado Esporádico


venoso. Defectos de los co­
jines endocárdicos. Malfor­
maciones del troncocono
Kartagener Situs inversus. Ausencia del seno frontal en algunos M alform aciones del reto rn o Autosómico
pacientes. Bronquiectasias. Frecuentes infecciones venoso, de los cojines endo­ recesivo
de las vías aéreas altas y bajas: pansinusitis, otitis,
cárdicos, de la tabicación y
neum onía de los grandes vasos. Dex­
trocardia
L au rence-M oon- Retraso mental, obesidad, hipogenitalismo, retinitis Tetralogía de Fallot ?
Biedl-Bardet pigm entaria
Leopard, de lenti­ Múltiples m anchas negras en la piel presentes en el Estenosis pulm onar. P rolon­ Autosómico
gos multiples m o m en to del nacim iento. Retraso físico y m ental gación del in tervalo P-R y do m inan te
(leve). Hipogonadismo del complejo QRS. Estenosis
aórtica
Delecion del bra- Retraso físico y mental. Conducto auditivo estrecho Variable Deleción del brazo
zo largo del cro- o atrésico. Paladar hendido. Manos largas; dedos largo del cro m oso­
m osom a 18 afilados. Testículos no descendidos ma 18
Marfan Defecto del tejido conectivo que da lugar a talla alta, Dilatación o aneurisma de la Autosómico
miembros delgados, hipotonía, escoliosis, paladar aorta o de la arteria pu lm o ­ d om in an te
estrecho, subluxación del cristalino y m alform a­ nar. Insuficiencia valvular
ción pulm onar aórtica y valvular mitral
(50%)
N oo n an , Turner Retraso físico y cierto grado de retraso m ental. Fa­ Estenosis pulmonar. Defectos Esporádico. No hay
masculino cies característica con pliegues epicánticos, ptosis septales. Obstrucción ventri­ alteraciones crom o­
palpebrai, orejas de im plantación baja. Pliegue cer­ cular izquierda o miopatía no sómicas
vical. Cùbito valgo. Tórax infundibuliforme. Pene obstructiva
pequeño. Testículos no descendidos. Aparece en
varones y mujeres
Osteogenesis Huesos frágiles, esclerótica azul Debilidad de la media de las Autosómico
arterias, aneurismas, insufi­ d o m in an te
ciencia valvular
Seudo-Hurler, po- Retraso físico y m ental. Similar al síndrom e de Hur- Estenosis e insuficiencia aór­ Autosómico
lidistrofia, m u ­ 1er, pero más leve ticas recesivo
colipidosis III
Aplasia radial con Radio ausente o hipoplásico, y a veces otros efectos Variable; 25% Autosómico
trombocitopenia de las extremidades. Trombocitopenia. Eosinofilia recesivo
Rubeola Retraso físico y mental. Sordera, catarata, anem ia, C o nd u cto arterioso perm ea­ El virus de la rubéola
trom bocitopenia. Hepatoesplenomegalia. Ictericia ble. Estenosis de las ramas de se tran sm ite desde
obstructiva. Trabeculación osteolítica en las metá- la arteria pulmonar. Defecto la m adre. Puede
fisis con rarefacción subperióstica. N eum onía in ­ septal. Carditis. Las lesiones persistir en las se­
tersticial pueden producir insuficien­ creciones del lac­
cia cardíaca tante durante meses
Trisomia 13 Retraso mental llamativo. Microcefalia. Labio y pa­ Com unicaciones interventri- Trisomía de gran par­
ladar hendidos. M alformaciones esqueléticas ge­ culares e interauriculares. te de los cro m o so ­
neralizadas. Arteria umbilical única. Muerte te m ­ C o n d u c to arterioso persis­ m as del g ru p o D
prana tente. Otras malformaciones (13 a 15)
im portantes 80%
Trisomia 18 Retraso físico y m ental. Boca y fisuras palpebrales Com unicaciones interventri- C rom o so m a 18 adi­
pequeñas. Esternón corto. Malformaciones de los culares e interauriculares. cional
miem bros. H irsutism o. Arteria um bilical única. C o n d u c to arterioso persis­
Muerte tem prana tente y otras lesiones 277
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■ Skandalakis

Pericardio, corazón y grandes vasos del tórax

T a b la 7 .3 . Síndromes caracterizados por cardiopatia congènita (Continuación.)


Factores e c o ló g i­
Anatomía quirúrgica

Nom bre del cos: alteraciones


síndrome Características clínicas Lesión cardíaca cromosómicas

Turner Mujer de talla baja. Disgenesia ovárica. Linfedema Defecto cardíaco en más del Esporádico. Patrón
Disgenesia g o n a ­ de manos y pies. Orejas prom inentes. M em brana 20%, y de éstos el 70% tiene cromosómico
dal cervical. Tórax ancho. Pezones m uy separados. Cú- coartación de la aorta 45,X0 (o mosaicos
bito valgo. Riñón en herradura. El frotis bucal no XX/XO, XY/XO o
m uestra crom atin a sexual fem enina (cuerpos de ausencia de parte
Barr) del cromosom a X
VATER VATER describe las principales malformaciones: mal­ Com unicación interventricu­ Esporádico
formaciones vertebrales; malformaciones vascula­ lar y otras lesiones
res, incluyendo comunicación interventricular y ar­
teria umbilical única; atresia anal; fístula y atresia
traqueoesofágica; displasia radial; polidactilia; sin-
dactilia; malformaciones renales; arteria umbilical
única. Retraso físico y m ental (pero no en todos)
Williams (véase el Retraso físico y m ental. Pelo ralo. Uñas hipoplásicas. Estenosis aórtica supravalvular. Esporádico
síndrom e de hi- De manera ocasional se encuentra hipercalcemia Estenosis arterial pulm onar
percalcem ia i n ­ periférica. Estenosis valvular
fantil) pulmonar. Comunicación in­
terventricular
W olff-Parkinson- Taquicardia paroxística que puede producir insufi­ Habitualmente corazón por lo Nodulo auriculoven-
W hite ciencia cardíaca. ECG: entre los episodios se p u e­ demás norm al tñcular accesorio y
de enco n trar intervalo P-R corto y ascenso «em­ haz de conducción
pastado» del com plejo QRS de Kent. Esporádico

Fuente: Arnold R. Heart disease in the neonate. En: Lister J, Irving IM (eds.): Neonatal Surgery, 3.a ed. Londres: Butterworth, 1990; con
autorización.

una vena cava superior izquierda anóm ala para evitar su li­ • Se d irig e hacia abajo delante del cayado a ó rtico y delan­
gadura durante la cirugía a corazón abierto. te de la arteria p u lm o n a r izquierda y de la vena p u lm o ­
La vena cava superior persistente izquierda es un d e ­ nar Izquierda.
fecto frecuente que se origina en la q u in ta semana y que • Después de entrar en el pericardio se relaciona con la pa­
afecta a ambos sexos p o r igual. Los síntomas se relacionan red posterior de la aurícula Izquierda y con el surco auri-
sólo con los defectos cardíacos asociados. Una vena cava su­ culo ve n tricu la r posterior.
p e rio r izquierda persistente no es a n óm ala en el situs in - • Forma el seno co ro n a rlo después de recibir la vena car­
versus co m p le to . díaca mayor.
El trayecto de la vena cava superior persistente Izquier­ El trayecto a n a tó m ico de la vena cava superior izquier­
da es el siguiente: da con ausencia de desarrollo del seno co ronario es sim i­
• Se fo rm a p o r la unió n de las venas subclavia Izquierda y lar al de la vena cava superior izquierda persistente. En el
y u g u la r interna Izquierda. p rim e r caso, la vena drena en la parte superior de la aurí­
• Recibe la vena intercostal superior y la vena hemiácigos cula izquierda entre la vena p u lm o n a r superior izquierda y
accesoria. la orejuela auricular. Evita el seno coronarlo, que n o está

T a b la 7 .4 . Malformaciones del pericardio


Edad de m anifesta­ Sexo p rin c i­
Edad prenatal ción in ic ia l (u otros palm ente
M alform ación al in ic io datos diagnósticos) afectado Frecuencia Comentarios

Defectos congéni- 5.a-6.a semanas A cualquier edad, si Masculino Poco frecuente H ab itu alm en te asintom áticos;
tos del pericardio se manifiesta más frecuentes a la izquierda
Quistes y divertí- 4.a semana Adolescencia o más Masculino Poco frecuente Raras veces sintomáticos
culos pericárdicos tarde
Fuente: Skandalakis JE, Gray SW. Embriology for Surgeons, 2.a ed. Baltimore: Williams & Wilkins, 1994; con autorización.

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Pericardio, corazón y grandes vasos del tórax 7


T a b la 7 .5 . Malformaciones de la aorta
E dad de Sexo p r in c i­
E dad p r e n a ta l m a n ife sta c ió n p a lm e n te
M alfo rm ació n al inicio inicial a fe cta d o F recuencia C o m en ta rio s

Torsión aórtica 7.a semana? Ninguna Por igual Poco frecuente Asintomática
Hipoplasia aórtica 7 Adultos jóvenes Masculino Poco frecuente
Doble cayado aórtico 7.a semana Lactancia Por igual Infrecuente
Cayado aórtico derecho 7.a semana Edad adulta Masculino Infrecuente
Arteria subclavia 7.a semana A cualquier Fem enino Frecuente H abitualm ente
retroesofágica edad asintomáticos
Tercer arco persistente 7.a semana Infancia ? Muy poco frecuente
Fístula y aneurisma cardioaór- 6.a semana Edad adulta Masculino Poco frecuente Algunos casos son
tico adquiridos
Coartación de la aorta 18.a semana o más f Infancia Masculino Frecuente
Interrupción del cayado aórtico ¡ tarde | Lactancia Masculino Poco frecuente
Coartación de la aorta ab d o ­ ? Adolescencia o Por igual Poco frecuente
m inal edad adulta
Conducto arterioso permeable En el m o m e n to Infancia Femenino Frecuente
del nacim iento
Tronco arterioso persistente 4.a a 7.a semana Infancia Masculino Poco frecuente

Fuente: Skandalakis JE, Gray SW. Embriology for Surgeons, 2.a ed. Baltimore: Williams & Wilkins, 1994; con autorización.

desarrollado y que no se ha fo rm a d o (seno coro n a rio no ración de las m alform aciones asociadas, y no con el tra ­
cubierto). ta m ie n to q u irú rg ic o de esta infrecuente situación».
• Las dos operaciones para la vena cava superior persistente
Re c o r d a r : son:
• Las venas pulm onares anómalas pueden entrar en la vena - Ligadura simple.
cava superior. Estas venas se deben reconocer y evitar d u ­ - «Recubrim iento» del seno coronario u tilizando pericar­
rante la operación. d io o parte de la aurícula izquierda. Esto dirig e la san­
9 La ausencia de vena braquiocefálica izquierda puede in­ gre hacia la aurícula derecha.
dicar una vena cava superior izquierda. Se puede d etec­ • Todavía no está fijada la norm alización te rm in o ló g ica de
tar m e diante la palpación de un seno c o ro n a rio d ilatado las cardiopatías congénitas y de las enfermedades del pe­
o p o r la entrada de la vena cava superior izquierda en el ricardio y de los grandes vasos. M avroudis y Jacobs9 han
seno c o ro n a rio lig e ra m e n te p o r e n cim a de la orejuela p ro p o rc io n a d o una in tro d u c c ió n al tra b a jo del Interna­
auricular izquierda. tional Congenital Heart Surgery Nomenclature an d Data-
• Curtil y cois.7 describieron 27 casos de vena b ra quioce­ base Project; y reco m e n d a m o s al estudiante interesado
fálica retroaórtica izquierda de la siguiente manera: que estudie el n ú m e ro de abril de 2002 de Annals o f Tho-
Se hizo un estudio retrospectivo de 5 .2 1 8 cardiopatías racic Surgery.
congénitas [pediátricas](...) Se demostró una vena bra­
quiocefálica retroaórtica izquierda en 2 7 pacientes, es de­
cir, una incidencia del 0,5%. La principal cardiopatía de A n ato m ía quirúrgica
estos pacientes era una tetralogía de Fallot en 25 casos
(93%). En estos 25 casos de tetralogía de Fallot, el caya­ El conocimiento de la anatomía cardíaca detallada es un pre-
rrequisito para una cirugía con éxito. En ninguna parte es más
do aórtico era derecho en 19 casos (7 0 % )(...) El origen importante que en el contexto de las malfonnaciones cardía­
embriológico de la vena braquiocefálica retroaórtica iz­ cas congénitas.
quierda (...) procede de los plexos transversales inferiores R.H. Anderson y B.R. Wilcox10
(pero no superiores), que conectan las dos venas cardina­
les anteriores. En este capítulo se revisa con cierto d e tenim iento la ana­
• En relación con la vena cava superior persistente izquier­ tom ía del pericardio, del corazón y de los grandes vasos. Los
da, H a m m o n y Bender8 escribieron: «Las com plicaciones avances de la instru m e n ta ció n quirúrgica, de las técnicas y
h a b itu a lm e n te se relacionan con la m a g n itu d de la o p e ­ de la m edicación han fa cilitado el desarrollo de interven-
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* Skandalakis

Pericardio, corazón y grandes vasos del tórax

sos (aorta, tro n co pu lm o n a r, venas cavas superior e infe­


rio r y cuatro venas pulm onares).
Delante del pericardio están las estructuras del m edias­
Anatomía quirúrgica

tin o anterior, que incluyen las cuatro primeras esternebras,


la parte in fe rio r del tim o y tejidos conectivos. Detrás del
pericardio está el c o n te n id o principal del m e d iastin o pos­
terior: la aorta, el esófago, el sistema ácigos y la q u in ta a oc­
tava vértebras torácicas. Por encim a está el m e d ia stin o su­
perior; p o r debajo, el diafragm a constituye el lím ite inferior
del m ediastino m edio.

Saco pericárdico
El saco pericárdico, o pericardio parietal, está fo rm ado por
dos capas: una capa fibrosa externa y una capa serosa in­
terna, responsable de la secreción de la película líquida del
inte rio r del saco pericárdico (Fig. 7.3). El epitelio escamoso
simple (m esotelio) que fo rm a la capa serosa de la cavidad

□ pericárdica es una porción del celoma e m b rio n a rio p rim iti­


vo. Por lo tanto, es similar al re cu brim iento de las cavida­
des pleural y peritoneal. En los puntos de salida de los va­
F ig u ra 7.1. Representación esquemática del tórax, que in d i­ sos desde el saco pericárdico, la capa fibrosa co n tin ú a con
ca las divisiones del mediastino. Una línea arbitraria que for­ la adventicia de los vasos y la fascia pretraqueal. En estos
ma el límite inferior del mediastino superior tam bién señala la puntos el re cu brim iento seroso tam b ié n se refleja sobre la
división entre la aorta ascendente y el cayado aórtico por de­ superficie del corazón, y constituye el pericardio visceral o
lante, y la división entre el cayado aórtico y la aorta descen­
epicardio. Profunda en relación a esta capa hay una lámina
dente por detrás. [sk6\
de grosor variable de te jido conectivo, que se puede consi­
derar representa la capa fibrosa del saco pericárdico.

Cavidad pericárdica
Las capas parietal y visceral del p e rica rd io fo rm a n un
dones quirúrgicas cardíacas para la reparación de defectos
saco cerrado, la cavidad pericárdica. Dos zonas topográficas
cardíacos congénitos, la corrección de la insuficiencia vas­
del interior del saco tienen una im portancia especial. Una de
cular cardíaca, la sustitución de las válvulas cardíacas e n ­
fermas, im p la n ta c ió n de dispositivos electrónicos para la
regulación de la actividad marcapasos y la sustitución del
p ro p io corazón. El lector que busque aspectos particulares
de las intervenciones quirúrgicas relativas a la corrección
de las m alform aciones congénitas o de otros procesos pa­
tológicos debe consultar textos especializados que traten en
p ro fu n d id a d la cirugía torácica o cardíaca.

P e r ic a r d io
Re la c io n e s to p o g rá fic a s

El saco pericárdico y el corazón que está en su inte rio r


residen en el m ediastino, una región que se encuentra e n ­
tre los sacos pleurales. Está lim ita d o por delante por el es­
te rn ó n y por detrás p o r las vértebras torácicas.
El m ediastino se divide arbitrariam ente en las porciones
superior e inferior por m e d io de un plano transversal que
pasa a través del ángulo esternal de Louis y por el disco in ­
tervertebral T4 (Fig. 7.1). El m ediastino inferior se divide
además en las secciones anterior, media y posterior. El m e ­
diastino m edio está d e fin id o por el pericardio y su co n te ­ F ig u r a 7.2. Representación esquemática del pericardio y su
nido: el corazón (Fig. 7.2) y la raíz de los o ch o grandes va­ relación con el corazón. [sl<6\
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Pericardio, corazón y grandes vasos del tórax

En cadáver, la cavidad pericárdica contie n e entre 40 mi


y 60 mi de líquido. Puede adaptarse a una cantidad m ucho
m a yo r si el a u m e n to de la cantidad es gradual.

Relaciones del pericardio parietal


El saco pericárdico tiene una form a a p ro x im a d a m e n te
cónica. Está fusionado en su base con el diafragm a, y en su
punta con la adventicia de los grandes vasos y la fascia pre-
traqueal. Otros dos puntos de fijación menos im po rta n te s
son los ligam entos esternopericárdicos superior e inferior.
Las relaciones del pericardio son las siguientes:
• Anterior: El pericardio fibroso se relaciona con el esternón
y con los cartílagos costales, aunque está separado de ellos
en su m a yor parte por las reflexiones mediales anteriores
de las pleuras izquierda y derecha (reflexiones costom e-
diastínicas). De esta manera, el pericardio está cu bierto
p o r las pleuras excepto en una pequeña zona desnuda a
la izquierda y a nivel del cuarto a sexto cartílagos. Esta
zona se conoce co m o «zona desnuda de Edwards» o «es­
pacio mate cardíaco». Este ú ltim o té rm in o se puede atri­
b u ir a la ausencia de resonancia a la percusión en este
p u n to .
• Posterior. Los bronquios derecho e izquierdo, los ganglios
linfáticos, el esófago y su plexo nervioso, la aorta to rá c i­
ca descendente y la reflexión vertebral de la pleura se re­
lacionan con la porción posterior del pericardio (Figs. 7.4
y 7.5).
• Lateral: Pleuras mediastínicas, nervios frénicos y vasos pe-
ricardiofrénicos.

F ig u ra 7.3. Capas del pericardio.

ellas es una parte de la cavidad pericárdica d e n o m in a d a


seno oblicuo. Se encuentra detrás de corazón y está lim ita ­
do p or arriba y p o r ambos lados p or la aurícula izquierda,
por las venas pulm onares y por la vena cava inferior. El esó­
fa g o se relaciona posteriorm ente con este espacio.
El segundo espacio que se debe m encionar d entro del
saco pericárdico es el seno transversal. Es un espacio virtual
que está detrás de la arteria pu lm o n a r y de la aorta ascen­
dente. Está lim ita d o p or detrás por la parte delantera de las
aurículas y de la vena cava superior. El cirujano puede colocar
un dedo o dos, o una ligadura, en este espacio sin disec­
ción, y puede pinzar rápidam ente las grandes arterias.
El seno transversal está separado del seno oblicu o p o r
la reflexión mesocárdica venosa. La reflexión mesocárdica
venosa se d irig e desde el saco pericárdico hasta el dorso
de la aurícula izquierda, entre las venas pulm onares supe­
riores derecha e izquierda. Desde el p u n to de vista clínico
se debe considerar que el pericardio es una e n tidad única, F ig u ra 7.4. Representación esquemática de las relaciones su­
un saco fibroseroso cerrado (véase Fig. 7.3). periores y posteriores del pericardio. \sl<6\

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* Skandalakis

Pericardio, corazón y grandes vasos del tórax

Linfáticos
El p e ricardio drena su linfa hacia tres grupos de g a n ­
Anatomía quirúrgica

glios linfáticos:
• Ganglios mediastínicos anteriores.
Fibrosa
• Ganglios diafragm áticos.
Vena cava superior
• Ganglios tra q u e o b ro n q u ia le s inferiores.
Serosa
W a rre n 11 escribió sobre las neoplasias m alignas peri-
Aorta
cárdicas:
Rama de la a.
Sonda en el
pulmonar principal Las neoplasias malignas raras veces se originan en el
seno transverso
Vena cava superior pericardio. El mesotelioma, que es la más frecuente, es h a ­
Vena pulmonar bitualm ente irresecable y casi siempre incurable. Las neo­
superior derecha
Sonda en el seno plasias malignas pueden afectar de manera secundaria al
Vena pulmonar oblicuo
pericardio m ediante extensión directa(...) Con más fre­
inferior derecha
Fibrosa cuencia, las neoplasias malignas pueden afectar al p eri­
Serosa
Serosa
cardio debido a un proceso de diseminación linfangítica
retrógrada o de diseminación hematógena; éstos pacien­
Vena cava inferior tes tienen un derrame pericárdico sintomático, y de m a ­
nera ocasional taponam iento pericárdico. La pericardios-
F ig u ra 7.5. Anatomía del lecho cardíaco posterior del peri­ tomía subxifoidea con drenado es una intervención segura
cardio. Los senos pericárdicos principales se m uestran con son­ que proporciona un alivio sintomático eficaz y duradero
das en su interior. El receso superior (seno transverso) es u n
en estos pacientes que tienen una enfermedad terminal.
intervalo palpable entre las grandes arterias (aorta, pulm onar)
y las aurículas, a través del cual se p ued en pinzar de m anera
electiva las arterias, [sp] In e rv a c ió n

Fibras nerviosas procedentes de los nervios vagos, de


los nervios frénicos y de las ramas cardíacas de los nervios
laríngeos recurrentes inervan el pericardio parietal. Las fi­
bras simpáticas se o rig in a n en las partes cervical y torácica
• Inferior: Diafragma, peritoneo y vena cava inferior. superior de las cadenas simpáticas y en los ganglios estre­
• Superior: Raíz de los grandes vasos, vena braquiocefálica llados. Estas fibras llegan al pericardio a través de los ple­
izquierda, nervio laríngeo recurrente izquierdo y vena in­ xos aórtico y cardíaco.
tercostal superior izquierda.
W illiam Osler visualizó una «zona abdo m in a l en la que
la cabeza del páncreas está plegada en los brazos del d u o ­
deno». Nos gusta pensar que en el interior de la cavidad t o ­
rácica tam b ié n los pulm ones abrazan al saco pericárdico y
al corazón.

V a s c u la riz a c ió n

Arterias
A p ro x im a d a m e n te el 8 0 % de la sangre que llega al pe­
ricardio procede de las arterias torácicas internas derecha
e izquierda p o r m edio de sus ramas pericardiofrénicas (Fig.
7.6). Además, la parte inferior del pericardio está vascula-
rizada p o r ramas de las arterias frénicas superiores. La p o r­
ción p o s te rio r recibe ramas de las arterias b ronquiales y
esofágicas y ramas mediastínicas de la aorta descendente
torácica. Todos estos vasos se anastom osan librem ente.

Venas
Las venas siguen el trayecto de las arterias. Drenan las
venas ácigos y hemiácigos, las venas torácicas internas y F ig u ra 7.6. Vascularización del pericardio vista desde el lado
las venas frénicas superiores. izquierdo. [sl<6]
282
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Pericardio, corazón y grandes vasos del tórax 7


A p lic a c io n e s q u irú rg icas fisis y el arco costal izquierdo, en dirección al h o m b ro iz­
q uierdo. Esta es la ruta preferida porq u e la aguja no atra­
Pericardiocentesis vesará la cavidad pleural ni la cavidad peritoneal; así, es m e ­
La aspiración del c o n te n id o líq u id o del pericardio pue­ nos probable que produzca lesiones de una arteria coronaria.
de ser necesaria para el d iagnóstico o para el tra ta m ie n to Olsen y cois.14 recom e n d a ro n una ventana pericárdica-
de un derram e pericárdico p ro d u c id o p o r un tra u m a tism o p e rito n e a l para los pacientes con derram es pericárdicos
o co m o manifestación secundaria de una cardiopatía, de m alignos y benignos no infecciosos, incluyendo los que te ­
una infección o de una neoplasia. El ta p o n a m ie n to cardíaco nían ta p o n a m ie n to .
tam bién puede estar p ro d u cid o p o r catéteres venosos cen­
Pericardiotomía y pericardiectom ía
trales. La hipotensión no explicada, la tirantez torácica y la
Sus indicaciones incluyen pericarditis constrictiva y d e ­
disnea son los síntomas y signos de ta p o n a m ie n to cardía­
rrame constrictivo m a lig n o o benigno.
co. Collier y cois.12 recom endaron la realización de un eco-
cardiogram a de urgencia para su diagnóstico, aunque, p o r A b o r d a j e s . Para el dre n a d o del espacio pericárdico y /o

prevención, re com endaron que la punta del catéter quede para la pericardiectomía parcial se pueden utilizar dos abor­
fuera de la silueta cardíaca en la radiografía de tórax. Es dajes, el s u b xifo id e o y el anterolateral.
evidente que cuanto m a yor sea la cantidad de líquido acu­ Para el abordaje su bxifoideo se hace una incisión en la
m ula d o más fácil será la aspiración, aunq u e más desespe­ línea m edia desde a p ro x im a d a m e n te la apófisis xifoides
rada será la situación del paciente. hasta más o menos la m ita d de la distancia hasta el o m b li­
Recuérdese la tríada de Beck del tap o n a m ie n to cardíaco: go. Después, se reseca la apófisis xifoides. Con tracción ha­
• Corazón pequeño e inm óvil. cia abajo del d iafragm a se exp o n e y se reseca el pericardio
• D ism inución de la presión auricular. anterior.
• A u m e n to de la presión venosa. En el abordaje anterolateral se realiza una tora co to m ía
anterolateral en el q u in to espacio intercostal izquierdo, y
Sobre el d e rra m e p e ric á rd ic o m a lig n o , c ita m o s a
se reseca de m anera parcial o to ta l el pericardio a nterola­
Schrum p y N g u y e n 13:
teral izquierdo.
El derrame pericárdico m aligno es, con frecuencia, una
Para la pericardiectom ía total la esternotom ía media es
indicación de neoplasia maligna avanzada e incurable. Por
el m ejor abordaje, aunque en casos especiales se puede u ti­
lo tanto, los objetivos de la intervención incluyen el alivio de
lizar una incisión subm am aria bilateral («clamshell»). Se re­
los síntomas y la prevención de la recurrencia(...) Las in­
seca el pericardio desde la aorta y la arteria p u lm o n a r p or
tervenciones quirúrgicas (pericardiostomía subxifoidea) o
arriba hasta el diafragm a p or debajo, y desde las venas p ul­
las intervenciones médicas (pericardiostomía percutánea
monares izquierdas hasta las derechas.
con tubo guiada con ecografía y escleroterapia) tienen ries­
gos aceptables y proporcionan resultados excelentes. Pro­ R e s p u e s ta i n f l a m a t o r i a a l t r a u m a t i s m o p e r i c á r d i c o . En
ponemos el drenado quirúrgico como abordaje primario de algunos pacientes, la apertura del pericardio se puede acom ­
los pacientes que tienen derrame pericárdico maligno debido pañar p or fiebre, derram e pericárdico y pleural y /o dolor.
a su sencillez y a su elevada tasa de éxito sin necesidad de Estas manifestaciones se han d e n o m in a d o «síndrome pos-
instilación pericárdico de agentes esclerosantes ni de m a ­ p ericardiotom ía». Parece que la causa es la lesión del peri­
nipulaciones del tubo que se pueden asociar a malestar del cardio y la presencia de sangre en la cavidad pericárdica.
paciente. El derrame pericárdico maligno recurrente se pue­ Los salicilatos y los corticoides alivian los síntomas. H abi­
de tra ta r mediante la repetición de la pericardiostomía o tu a lm e n te la enferm edad es auto lim ita d a .
con la inserción de una derivación. Los pacientes que res­
ponden al tratamiento con el control completo del derrame C o razó n
deben tener una supervivencia significativa y una expecta­ C a ra c te rís tic a s to p o g rá fic a s e x te rn a s
tiva de vida (promedio de 9 meses) compatible con la his­
tología de la neoplasia maligna subyacente. Proyección del corazón sobre la pared torácica
anterior
A b o r d a j e p a r a e s t e r n a l . Se inserta la aguja en el q u in to La proyección del corazón vivo sobre la pared torácica
o sexto espacio intercostal, 2 cm lateral al im pulso apical o (Fig. 7.7) es m u y variable. Depende de la posición del cuer­
in m e d ia ta m e n te medial al borde izquierdo de la m atidez po y de otros factores, c o m o la edad y la obesidad. Hay
cardíaca. Después se dirige la aguja hacia el h o m b ro dere­ cu a tro marcas anatóm icas, que se ide n tifica n en la Figu­
cho. Se debe recordar la posición paraesternal de la arte­ ra 7.7 con los núm eros rom anos l-IV:
ria y vena torácicas internas para evitar el h e m o tó ra x por
I, vena cava superior: S egundo espacio intercostal de re ­
su laceración.
ch o o tercer ca rtílago costal de re ­
A b o r d a j e a b d o m i n a l ( p a r a x i f o i d e o ) . Se inserta la aguja 1 cm cho, 1,2 cm lateral al bord e ester­
por debajo y 1 cm a la izquierda del xifoides, entre esta apó­ nal derecho.
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* Skandalakis

Pericardio, corazón y grandes vasos del tórax

• A, válvula aórtica: Línea esternal izquierda en el tercer es­


pacio intercostal izquierdo, justo debajo y medial a la p ro ­
yección de la válvula pulm onar.
Anatomía quirúrgica

• M , válvula m itral: Cuarta unión esternocondral izquierda.


• T, válvula tricúspide: Línea esternal derecha en el cuarto
espacio intercostal izquierdo.
La localización de los puntos de m e jo r auscultación de
estas válvulas difiere de sus proyecciones reales. Los ruidos
de las válvulas se oyen m e jo r en los sig u ie n te s p u n to s
(Fig. 7.8):
• P, válvula p u lm o n a r: S e g u n d o espacio in te rc o s ta l iz­
q uierdo, adyacente al esternón.
ni • A, válvula aórtica: Segundo espacio intercostal derecho,
adyacente al esternón.
• M , válvula m itral: C uarto o q u in to espacio intercostal iz­
q u ie rd o , cerca de la línea m e d io c la v ic u la r (la tid o de la
punta ).
• T, válvula tricúspide: Cuarta o q u in ta u n ió n esternocon­
dral izquierda, cerca del e xtre m o del esternón (línea es­
ternal inferior derecha).
Según W aller y S chlant15, el peso y el ta m a ñ o del cora­
zón varían d e p e n d ie n d o de factores c o m o la edad, el sexo,
la lo n g itu d corporal, la grasa epicárdica y la n u trició n ge­
F ig u ra 7.7. Proyección del corazón sobre la pared torácica neral. Edwards16 afirm ó que el corazón h u m a no a d ulto pesa
anterior. I, v ena cava superior; II, vena cava inferior; III, p u n ­ en p ro m e d io « 325 g ± 75 g en varones y 275 g ± 75 g en
ta; IV, p un ta de la aurícula izquierda. Véase el texto para una mujeres.
identificación adicional.
S u p e r fic ie a n t e r i o r o e s te rn o c o s ta l. La aurícula y o re­
juela derechas, el surco auriculoventricular y el ventrículo de­
II. vena cava inferior: Sexto cartílago costal dere ch o ,1 cm recho y el tra cto de salida pulm onar, o c o n o arterioso, fo r­
lateral a la línea esternal derecha. man la superficie anterior del corazón. El ventrículo derecho
punta: Q u in to espacio intercostal, 6 cm la­ a n terior está n o rm a lm e n te en c o n ta cto d ire c to con el es­
teral a la línea esternal izquierda o ternón. De manera ocasional una pequeña porción del ven­
9 cm lateral a la línea media. trículo izquierdo participa en la fo rm a c ió n de la superficie
IV, punta de la S e g u n d o c a rtíla g o costal iz q u ie r­ a n te rio r (Figs. 7.9 y 7.10).
aurícula izquierda: d o ,1,2 cm lateral al borde esternal Recordar:
izquierdo. • En la esternotom ía media, en la m a yo r parte de los casos
Si se conectan los cuatro numerales rom anos c o m o se las orejuelas auriculares de un corazón norm a l se locali­
indica más adelante, el espacio d e lim ita d o (Fig. 7.7) p ro ­ zan asiendo el pedículo arterial (Figs. 7.11).
porciona una estimación aproxim a d a de la proyección del • Si las orejuelas auriculares están en el m ism o lado del pe­
corazón. N unca se puede asum ir que se da esta pro ye c­ dículo, producen una anomalía que se conoce com o y u x ­
ción, po rq u e el corazón no está fijo de manera rígida en el taposición de las orejuelas. Esta m a lfo rm a c ió n ta m b ié n
tórax: se puede asociar a cardiopatías congénitas.

• I y II con una línea convexa (desde la VCS a la VCI). S u p e r f i c i e p o s t e r i o r . La superficie poste rio r del corazón

• II y III con una línea recta (desde la VCI hasta la punta). está fo rm a d a por el ve n trículo izquierdo, los surcos auricu­
• III y IV con una línea convexa (desde la punta del corazón loventricular e interventricular posterior, la aurícula izquierda
hasta la pu n ta de la aurícula izquierda). y sus cuatro (o cinco) venas pulm onares, y una p o rción de
• IV y I con una línea recta (desde la p u n ta de la aurícula la aurícula derecha (Figs. 7.12 y 7.1 3).
izquierda hasta la VCS).
S u p e r fic ie d i a f r a c m á t i c a o i n f e r i o r . La superficie inferior
La proyección de las cuatro válvulas cardíacas (Fig. 7.8) (o dia fra g m á tica ) del corazón está fo rm a d a p o r el tercio
es a p ro x im a d a m e n te la siguiente: d e re ch o del v e n tríc u lo derecho, el surco in te rv e n tric u la r
• P, válvula p u lm o n a r: Tercera u n ió n e s te rn o co n dra l iz­ posterior, los dos tercios izquierdos de ventrícu lo izquierdo
quierda. y una pequeña porción de la aurícula derecha en la en tra ­
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Pericardio, corazón y grandes vasos del tórax

A P
2

/ 'n
A P
2

F igu ra 7.8. Tonos cardíacos normales. El cierre de la válvula m itral (M), seguido por el cierre de la válvula tricúspide (T), pro­
duce el primer to n o cardíaco (1). El cierre de la válvula aórtica (A), seguido por el cierre de la válvula p u lm o n ar (P), produce el
segundo to n o cardíaco (2). Obsérvese que 2 es más intenso que 1 en el segundo espacio intercostal adyacente al esternón de­
bido a la intensidad de A. P es más intenso en el segundo espacio intercostal adyacente al esternón que en la p u n ta cardíaca.
En personas normales, el cierre p ulm on ar n o se oye en la pun ta, o se oye m uy levemente, Los círculos y el rectángulo que está
cerca del borde esternal izquierdo indican las zonas en las que los médicos auscultan para detectar los tonos y soplos cardíacos.
Los círculos elípticos indican la localización aproxim ada de las válvulas.

da de la vena cava inferior. Al contra rio de la form a conve­ hasta el se gundo cartílago costal izq u ie rd o , y fo rm a el
xa y redondeada de los lados a nterior e izquierdo del co ­ borde superior. Se dice que una línea trazada a través del
razón, esta superficie está claramente aplanada por su c o n ­ esternón a la altura del segundo espacio intercostal está
ta c to con el diafragm a. p róxim a a la «base clínica» del corazón, lo que indica el
nivel general de la inserción cardíaca de los grandes va­
Relaciones de los bordes del corazón sos.
• Derecha: El b orde derecho está fo rm a d o p o r la parte te r­
• Superior. La raíz de los grandes vasos se extiende en d i­ minal de la vena cava superior, la aurícula derecha y la
rección oblicua desde el tercer cartílago costal derecho vena cava in fe rio r suprahepática. Se e x tie n d e desde el
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* Skandalakis

Pericardio, corazón y grandes vasos del tórax

Vena yugular Vena yugular Vena braquiocefálica


in te rn a - interna zquierda
Anatomía quirúrgica

Vena Vena
Vena
braquiocefálica subclavia subclavia
derecha Vena cava
Vena cava superior - I
superior

Aurícula izquierda

Aurícula —
A u ríc u la .
derecha
derecha
— Ventrículo
izquierdo

Vena cava —i Vena cava inferior —


inferior
Apófisis
xifoides

F ig u ra 7.9. Superficie esternocostal del corazón y de las grandes las venas, construida sobre líneas de proyección, [b a l]

tercer cartílago costal derecho, a 1,3 cm desde el borde m e nzando a la derecha del infu n d íb u lo , el surco descien­
esternal derecho, hasta el sexto cartílago costal derecho. de hacia el lado derecho del b o rd e d ia fragm ático, pasan­
• Izquierdo (oblicuo o pulmonar): El borde izquierdo está fo r­ do hacia la izquierda de la entrada de la vena cava inferior.
m ado por la convexidad del tro n c o pulm onar, la punta de C on tin ú a en p ro fu n d id a d p o r debajo del seno venoso co ­
la aurícula ¡zquierda y el ven trícu lo izquierdo. Se extie n ­ ronario y de la aurícula izquierda, y asciende de nuevo has­
de desde el segundo cartílago costal izquierdo, a 1,3 cm ta el lado izqu ie rd o del infun d íb u lo .
del b o rde esternal izquierdo, hasta la p u nta del corazón. Por delante, el surco auriculove n tricu la r separa la aurí­
Esta h a b itu a lm e n te está localizada justo debajo del pe­ cula derecha del ventrículo derecho, y contiene la arteria co-
zón izquierdo y ligeram ente medial a la línea m ediocla-
vicula r en el q u in to espacio intercostal, a a p ro x im a d a ­
m e n te 9 cm de la línea media.
• Inferior. El b o rde inferior está fo rm a d o por los dos ve n trí­
culos. Se extie n d e desde el sexto cartílago costal d ere­
cho, a 1 cm de la línea esternal derecha, hasta la p u nta Ligamento arterioso

del corazón. Arteria pulm onar izqda.


• Punta: La p u n ta del corazón está fo rm a d a p o r la unió n
de los bordes izquierdo e infe rio r en el q u in to espacio in ­ Tronco pulm onar
Vena cava superior
tercostal izquierdo, a 6,5 cm del b orde esternal izquier­ Aurícula izqda.
do. H abitu a lm e n te está fo rm a d a p o r la p u nta del v e n trí­
culo izquierdo. R. circunfleja de la
a. coronaria izqda.

Surcos
Tan p ro n to c o m o se abre el pericardio se pueden ver
dos líneas irregulares de depósitos de grasa sobre la su­
perficie externa del corazón. Estas líneas indican el surco
Surco
q ue separa las aurículas de los ventrículos y el surco que Punta
auriculoventricular
separa los ventrículos izquierdo y derecho. A. coronaria dcha.
®°rde inferior
Surco interventricular ant.
Surco auriculoventricular (coronario) A. interventricular ant.
V. cardíaca mayor
El surco auriculoventricular rodea casi to ta lm e n te el co­
razón. Está in te rru m p id o sólo por el cono o infu n d íb u lo del F ig u ra 7.10. Vista anterior de u n corazón h u m a n o intacto.
v e n tríc u lo d e re ch o (tro n c o p u lm o n a r) p o r d e lante. C o ­ [sk6]
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Pericardio, corazón y grandes vasos del tórax 7

V. braquiocefálica izqda.

pulm onar

auricular izquierda
Orejuela auricular dcha.

A. del

A. coronaria dcha. A. interventricular ant.

Ventrículo drcho.

Pericardio

Diafragma

Grasa preperitoneal

M. recto dcho.

F igu ra 7.11. Esternotomía media. Recuadro inferior, arteria costal lateral anómala. [ed2\

roñaría derecha y la vena cardíaca menor. Por detrás sepa­ Surco interventricular
ra la aurícula izquierda del ve ntrículo izquierdo y contiene El surco inte rv e n tric u la r indica la posición del ta b iq u e
el seno c o ro n a rio , la vena cardíaca m a yo r y la ram a c ir­ interventricular, subyacente entre los ventrículos derecho e
cunfleja de la arteria coronaria izquierda. izquierdo. En la superficie ante rio r sale del surco corona-

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* Skandalakis

Pericardio, corazón y grandes vasos del tórax

Vena cava válvulas, que rodean los orificios m itral, tricuspídeo, a ó rti­
superior co y p u lm o n a r, y que están interco n e cta do s p o r agre g a ­
dos densos de te jid o conectivo. Estos elem entos fibrosos
Anatomía quirúrgica

p ro porcionan puntos de origen y de inserción para las ban­


das musculares que fo rm a n las paredes de las cavidades,
Arteria pulmonar Arteria pulm onar para el ta b iq u e interve n tricu la r y para los músculos papila­
izquierda derecha res (Figs. 7.14, 7.15 y 7.16).
Vena pulmonar i/ena pulmonar Los cuatro anillos se soportan recíprocam ente y se m a n ­
superior izquierda superior derecha tienen juntos m ediante los trígonos fibrosos izquierdo y de­
recho y el te n d ó n cónico. Desde el lado derecho del anillo
Vena pulmonar
inferior izquierda aórtico, la porción mem branosa del ta b iq u e in te rve n tricu ­
lar se extiende hacia abajo para unirse con la porción m us­
cular del tabique. El tríg o n o fibroso derecho, que con fre­
Vena pulm onar cuencia tam bién se denom ina cuerpo fibroso central, se une
Aurícula
inferior
izquierda con los anillos de las válvulas aórtica, m itral y tricúspide.
derecha
El trígono fibroso izquierdo, m u ch o menos evidente que
Aurícula
derecha el tríg o n o derecho, une el anillo m itral con el anillo a ó rti­
co. Los anillos de las válvulas aórtica y p u lm o n a r están u n i­
izquierdo dos entre sí p o r una banda densa de te jid o fibroso, el te n ­
dó n del cono.
Vena cava
Hay una separación entre el m io c a rd io de las aurículas
inferior
y el de los ventrículos, y ta m b ié n están aislados eléctrica­
m ente entre sí p o r los anillos m itral y tricuspídeo y p o r el
Surco coronario Seno oblicuo
tríg o n o fib ro so derecho. N o rm a lm e n te , la única in te rc o ­
nexión funcio n a l del m io ca rd io se realiza a través del haz
F igura 7.12. Cara posterior del corazón. La estrella es el p u n ­ auricu lo ve n tricu la r (de His), que perfora el tríg o n o fibroso
to de contacto del bronquio izquierdo con la aurícula izquierda.
derecho para llegar a la parte superior del ta b iq u e m uscu­
lar. Después se d ivide en la ancha rama izquierda del haz y
la estrecha rama derecha del haz.
rio, justo a la izquierda del ¡nfundíbulo (el tronco pulm onar),
y se curva to m a n d o una form a sigm oidea invertida hacia la
superficie diafragmática, a la derecha de la punta. C ontinúa
con la superficie posterior, y asciende para unirse al surco
coronario en la «cruz», una pequeña región posterior en la Ligamento arterioso

q ue las cu a tro cavidades principales están más p róxim as


Vena cava superior
entre sí. A. pulm onar izqda.

La p orción ante rio r del surco interve n tricu la r co ntiene


A. pulm onar dcha.
la rama inte rv e n tric u la r ante rio r (descendente a n te rio r iz­
quierda) de la arteria coronaria izquierda y la vena cardía­ Vena cava inf.
ca m ayor de Galeno. En la mayoría de las personas, la p o r­
ción p o sterior co ntiene la rama inte rve n tricu la r p o sterior
(descendente posterior) de la arteria coronaria derecha (que
a veces se puede o rig in a r en la arteria circunfleja izquier­
da) y la vena cardíaca media.

Surco interauricular
Surco auriculoventricular
El surco interauricular separa las aurículas. Por delante - A . coronaria dcha.
- V. cardíaca mayor
está c u b ie rto p o r el tro n co p u lm o n a r y la aorta; p o r detrás
es m u y tenue. El surco interauricular no es una marca ana­
tóm ica útil.
Surco interventricular post.
- A . interventricular post.
Esqueleto fibroso cardíaco - V. cardíaca media

H a b itu a lm e n te se describe el esq u e le to del c o ra zó n F igu ra 7.13. Imagen posterior del corazón h u m a n o intacto,
c o m o un arm azón de «anillos» fibrosos, los anillos de las [sk6]
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Pericardio, corazón y grandes vasos del tórax 7


mostrar. En las descripciones del esqueleto se han repeti­
do referencias a la presencia de un tendón (o ligamento)
entre las raíces aórtica y pulmonar. Este tendón raras ve­
ces, p o r no decir ninguna, se analiza en el contexto de las
intervenciones quirúrgicas que se realizan en los tractos
de salida ventriculares. Nuestro estudio se realizó para in­
vestigar la existencia y naturaleza de ese tendón o lig a ­
mento. Se hicieron cortes transversales seriados a través
de las raíces de la aorta y del tronco pu lm o n a r en un co­
razón fetal intacto. Además, se disecaron 10 corazones
adultos normales p ara m ostrar los componentes del es­
queleto fibroso del corazón. No se pudo detectar ninguna
estructura fibrosa o elástica diferenciada entre el plano ti-
sular y el infundíbulo muscular subpulmonar, aunque se
observó una tira de fascia en un corazón. Aparte de esta
pieza, el espacio entre el infundíbulo subpulm onar muscu­
lar libre y los senos de la aorta que daban origen a las ar­
terías coronarias estaban ocupados sólo p o r tejido fibroa-
reolar laxo. La presencia inicial del ligamento se describió
después de estudios de corazones de animales y de cora­
F igura 7.14. Esponjosa muscular primitiva de los ventrículos.
zones humanos más cerrados. Así, podría parecer que su
existencia se ha transmitido de generación a generación de
Para una d e s c rip c ió n más deta lla d a del esqueleto f i ­ morfólogos y cirujanos sin que se haya vuelto a confirmar
broso, se recomienda consultar Zim m e rm a n 17 y Z im m erm an su presencia. No hemos podido demostrar ninguna estruc­
y Bailey18. tura que se aproxime a las ilustraciones iniciales.
Lal y cois.19 cuestionaron la existencia del te n d ó n (o li­
Los d e n o m in a d os «haces accesorios» (de Kent) son fi­
g a m e n to ) del infu n d íb u lo . Presentamos su resumen de sus
bras musculares atípicas que, evitando el n o d u lo auriculo-
hallazgos:
ve n tric u la r y el esqueleto fib ro so in te rp u e s to norm a l, in-
El esqueleto fibroso del corazón se ha presentado p rin ­ terconectan el m úsculo a u ricular con el ventricular. Estas
cipalmente en descripciones anatómicas y quirúrgicas, aun­ fibras musculares cardíacas pueden fo rm a r una ruta de co n ­
que todos sus supuestos componentes son difíciles de de­ ducción alternativa que, al no estar som etida al retraso nor­
mal del im pulso de estim ulación que p ro p o rcio n a el nódu-
Raíz aórtica
Raíz pulm onar

Trígono fibroso

Tendón
del cono

Trígono fibroso
derecho

Tendón deTodaro

F ig u ra 7.16. Posiciones de las válvulas cardíacas, del esque­


Tabique membranoso leto fibroso, del haz de conducción auriculoventricular (AV) y
del origen de las arterias coronarias. I, izquierdo; A, anterior;
F ig u ra 7 .1 5 . Esqueleto del corazón. D, derecho; P, posterior. [sk6]

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* Skandalakis

Pericardio, corazón y grandes vasos del tórax

fo rm a d a p or una parte inte rve n tricu la r situada detrás del rresponde al surco term ina l que se ve en la parte externa
velo septal de la válvula tricúspide, y una parte auriculo- (véase a n te rio rm e n te ). Esta cresta separa la zona posterior,
ventricular in m e d ia ta m e n te superior a la inserción del velo lisa, de la aurícula (seno de las venas cavas) de la zona an­
Anatomía quirúrgica

septal, que fo rm a parte del suelo de la aurícula izquierda. terior, rugosa (re gió n trabeculada), la aurícula p ro p ia m e n ­
Los defectos del ta b iq u e m e m bra n o so producen h a b itu a l­ te dicha, y su orejuela. Las trabeculaciones se e x tie n d e n
m ente una com unicación interventricular a través de la par­ hacia afuera hasta el bord e de la aurícula (Fig. 7.1 7). Tam ­
te interventricular, aunque algunas veces pueden p ro d u c ir bién se d e n o m in a n músculos pectíneos, p o r su supuesta
una co m u n ica ció n entre el v e n trícu lo izquierdo y la aurí­ sim ilitu d con los dientes de un peine.
cula derecha a través de la parte auriculoventricular. La fosa oval de la pared del tabique interauricular es una
depresión que señala el p u n to de la co m u n ic a c ió n inte r-
auricular prenatal, el agujero oval. El bo rd e de la fosa, el
Cavidades del corazón
lim b o de la fosa oval, está fo rm a d o p or el borde del septum
Aurícula derecha secundum. El suelo está fo rm a d o por el septum prim u m del
corazón fetal. El lim b o está ausente en la parte inferior, y
La aurícula derecha se sitúa entre
R e la c io n e s g e n e ra le s .
c o n tin ú a con el velo izquierdo de la vena cava inferior. En
las aberturas de las venas cavas superior e inferior. La san­
a p ro x im a d a m e n te el 15 % de las personas el suelo d e la
gre entra en la aurícula derecha desde las venas cavas, y
fosa oval no está sellado to ta lm e n te . H ab itu a lm e n te esto
sale a de ella para entrar en el ventrículo derecho. En c o n ­
no tiene consecuencias fisiológicas p o rq u e la m a yo r pre­
jun to , la aurícula derecha y el ventrículo derecho fo rm a n el
sión del in te rio r de la aurícula izquierda m antiene el suelo
«corazón derecho» fisiológico.
de la fosa presionado y cerrado contra el lim bo.
Las relaciones de la aurícula derecha son:
Taylor y T aylor20 defienden la hipótesis de que la o re­
• Superior: Vena cava superior.
juela auricular derecha, los músculos pectíneos y la cresta
• Anterior: Pericardio, p u lm ó n derecho, pleura medlastíni-
term ina l e vo lu cio n a ro n para vascularizar el m io c a rd io de
ca derecha.
co n d u c c ió n de la parte sinusal de la aurícula derecha. Al
• Posterior: Venas pulm onares derechas, aurícula izquierda.
igual que el ventrículo derecho, la aurícula derecha está es­
• Lateral: Pericardio, nervio fré n ico derecho y vasos peri-
tru ctu ra d a c o m o una unidad única y c o m p le ta m e n te aca­
ca rd io fré n ico s derechos, p u lm ó n dere ch o , pleura me-
bada. Los espacios interpectíneos y los sinusoides de Te-
diastínica derecha.
besio aportan indicaciones sobre la topografía del sistema
• Medial: Aorta ascendente, aurícula izquierda; la aurícula
de co n d u c c ió n y del n o d u lo sinusal.
derecha se relaciona con la pared derecha y a n terior de
la aorta ascendente.
A berturas. Las aberturas de la aurícula derecha in c lu ­
• inferior: Vena cava inferior.
yen los siguientes co m p o n e n tes anatóm icos:
• Orificios de la vena cava superior y de la vena cava inferior.
C a ra c te rís tic a s e x te rn a s . Las principales características
• Seno coronario.
externas en la aurícula derecha son las siguientes, desde
arriba hacia abajo:
• Vena cava superior.
• Aurícula derecha sobre la raíz de la aorta.
• Surco coronario, que separa la aurícula derecha del ven­ Aorta ascendente
Vena cava superior Tronco pulm onar
trículo derecho.
• Surco term inal. Tubérculo
• Vena cava inferior. Arteria pulm onar

El surco te rm ina l es un surco p oco p ro fu n d o y no siem­


pre es detectable. Com ienza en el lado derecho de la vena Anillo
cava superior y acaba en el e x tre m o derecho de la vena
Vena pulm onar Músculos
cava inferior. El surco corresponde a una cresta interna en­ superior derecha
tre la aurícula derecha y el ventrículo derecho, la cresta te r­
Vena pulm onar
m inal. El surco y la cresta separan la porción posterior lisa inferior derecha
de la aurícula (el seno de las venas cavas) de la aurícula an­ Fosa oval
te rio r trabeculada (la m itad derecha de la aurícula p rim iti­ Válvula de la VCI
va). El seno de las venas cavas procede del asta derecha Válvula del seno
e m brionaria del seno venoso. coronario
Vena cava inferior
C a r a c t e r ís t ic a s in t e r n a s . La principal característica del
interior de la aurícula derecha es la cresta term inal, que co- F ig u ra 7.17. In te rio r de la aurícula derecha.
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Pericardio, corazón y grandes vasos del tórax

• Varios orificios d im in u to s de pequeñas venas. cede de la m usculatura de la cavidad. Estas aberturas es­
• Varias aberturas pequeñas e irregulares en cada una de tán presentes en las cuatro cavidades del corazón. C om o su
las cuatro cavidades del corazón. n ú m e ro es inversam ente p roporcional a la presión del in ­
• O rificio auriculoventricular. te rio r de la cavidad, son más numerosas en la aurícula d e ­
El o rificio de la vena cava su perior está en la p o rció n recha y m enos numerosas en el ve ntrículo izquierdo.
más alta del seno de las venas cavas. El orificio de la vena El o rificio interventricular, que ocupa to d a la pared an­
cava inferior está en la porció n p o steroinferior del seno de te rior izquierda de la aurícula, está rodeado p o r un anillo fi­
las venas cavas. Está c u b ie rto p o r la válvula propia (de Eus­ broso, y está c u b ie rto p or los velos de la válvula tricú sp i­
taquio) de la vena cava inferior. de. En el corazón adulto, el orificio p e rm ite la in tro d u c c ió n
El seno coron a rio se encuentra en la pared m edial de la de tres dedos.
aurícula, entre el orificio de la vena cava inferior y la inser­
ción de la cúspide septal de la válvula tricúspide. Está cu­ Re c o r d a r :

bierto p o r la válvula de Tebesio. Se dice que esta abertura • El n o d u lo sinusal se localiza detrás de la superficie epi-
es lo suficientem ente g rande c o m o para in tro d u c ir la p u n ­ cárdica del surco te rm inal, en la base de la vena cava su­
ta del m e ñ iq u e del cirujano. De manera ocasional, el seno perior. El surco te rm ina l se sitúa entre la orejuela tr ia n ­
puede estar c u b ie rto p o r una malla m u ltip e rfo ra d a de te ­ g u lar y el seno de las venas cavas.
jido, la red de Chiari. • Hay cu atro entidades epónim as asociadas a la superficie
C itam os de Ortale y cois.21 de sus estudios en cadáve­ interna de la aurícula derecha:
res del seno coronario y sus tributarias: - Surco de Waterston: El lim b o superior es un pliegue del
surco in te ra u ric u la r, que se d e n o m in a surco de W a ­
Conocer las tributarias y las relaciones del seno coro­
terston. Está localizado entre la fosa oval y la abertura
nario es im portante en la cirugía cardíaca, especialmente
de la vena cava superior. N o hay lim b o inferior.
cuando se disecan las arterias coronarías, así como la zona
- Tendón de Todaro: El te n d ó n de Todaro es un c o rd ó n fi­
del trígono arteriovenoso(...) Se observó una anastomosis
broso de 1 m m de d iá m e tro que está debajo del e n ­
de aproximadamente 1 m m de diámetro entre las venas in-
d o c a rd io (véase Fig. 7.15). Se e xtiende desde el tr íg o ­
terventrículares anterior y posterior en el 19% de las pie­
no fib ro so derecho del corazón (masa elíptica que está
zas. Se detectaron puentes miocárdicos p o r encima de la
e ntre las aberturas aórtica, m itral y tricuspídea) hasta
vena interventricular anterior o de sus tributarias en el 8%
la válvula de la vena cava inferior. Para ser a n a tó m ic a ­
de las piezas. La vena cardíaca m ayor formaba la base del
m e n te más correctos, su trayecto se dirig e desde la pa­
trígono arterlovenoso de Brocq y Mouchet con las ramas
red auricular derecha hasta el e xtre m o medial de la vál­
que se bifurcan de la arteria coronaria izquierda en el 89%
vula de la vena cava inferior.
de las piezas, y formaban un ángulo que acompañaba a
Kozlowski y cois.22 estudiaron la m orfo lo g ía del te n ­
estas ramas arteriales en el 11 %. En el trígono, las venas
d ó n de Todaro en cortes histológicos de corazones h u ­
interventricular anterior y cardíaca m ayor eran superficia­
manos desde el estadio fetal hasta la senectud, y des­
les a las arterias en el 73% de las piezas. La vena m a rgi­
cribieron lo siguiente:
n al izquierda estaba presente en el 27% de las piezas, y dre­
naba la vena cardíaca m ayor en el 81% de los casos y el
El tendón de Todaro, que se encuentra en la aurí­
seno coronario en el 19% restante. La vena cardíaca me­
cula derecha del corazón, tiene una im portancia clíni­
nor estaba presente en el 54% de las piezas. En el surco co­
ca considerable en los campos tanto de la cirugía car­
ronario, la vena coronaría m ayor era adyacente a la rama
díaca como de la cardiología invaso ra (...) En los
circunfleja de la arteria coronaria izquierda en el 76% de corazones fetales(...) se observó una estructura b la n ­
las piezas y a la arteria coronaría derecha en el 5%; en el ca y m uy bien desarrollada que era convexa hacia la luz
19% no había relación con ninguna de las dos arterias. El de la aurícula(...) En el grupo de corazones de adultos
seno coronario mantenía una relación con la arteria coro­ jóvenes también era posible seguir el trayecto del ten­
naria derecha en el 46% de las piezas, y con la arteria co­
dón de Todaro macroscópicamente; sin embargo, cuan­
ronaria izquierda en el 32% ; en el 22% no tenía ninguna
to más viejo era el corazón, menos visible era la con­
relación con estos vasos. vexidad, y en los ancianos era completamente invisible.
Hay varios orificios d im in u to s de venas pequeñas. Éstas En los corazones de ancianos el tendón de Todaro for­
son las venas cardíacas anteriores. Se originan en la super­ m aba tiras muy pequeñas de tejido conectivo. En el co­
ficie a n te rio r del ventrículo derecho y cruzan la arteria co­ razón adulto el tendón que se examinó estaba locali­
ronaria derecha para llegar al b o rd e de la aurícula. zado en la porción más profunda, y no se conectaba con
Las pequeñas aberturas irregulares y variables que se el endocardio(...) [E]l tendón de Todaro es una estruc­
observan en la pared medial de la aurícula derecha seña­ tura estable que apareció en todos los corazones que
lan los p u n to s de entrada de las venas cardíacas mínim as se examinaron, aun cuando no fuera visible macros­
(venas de Tebesio), que drenan la sangre venosa que p ro ­ cópicamente.

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* Skandalakis

Pericardio, corazón y grandes vasos del tórax

Ho y A n d e rso n 23 declararon que el te n d ó n de To- claridad; en otras, su grado de d e finición es variable. El té r­


daro o su im agen indirecta (una línea que se proyecta m in o «banda m oderadora» procede del hecho de que la
entre la válvula de Eustaquio y el cuerpo fib ro s o cen­ rama del fascículo derecho del sistema de conducción pasa
Anatomía quirúrgica

tral) es una marca anatóm ica que ayuda a localizar los en posición subendocárdica a lo largo de la superficie de la
com p o n e n tes auriculares del eje de co n d u cció n AV, y banda, y con frecuencia es visible c o m o una tira estrecha
un límite fiable del triá n g u lo de Koch. y clara de tejido.
- Triángulo de Koch: El triá n g u lo de Koch es la localiza­ Se pueden ver tiras delgadas de te jid o pálido, los seu-
ción del n o d u lo a uriculoventricular. Su bord e infe rio r d o te n d o n e s cardíacos, pasando hacia las paredes de la ca­
es el tendón de Todaro; el borde superior es el velo sep­ vidad cerca de la base del músculo papilar anterior. Los seu-
tal de la válvula tricúspide. La base es el seno post-Eus- do te n d o n e s se pueden ver p a rticu la rm e n te bien cerca de
taquio. la pu n ta de la cavidad. C on tie n e n de fo rm a característica
- Seno de Keith: El seno de Keith es un bolsillo que está e n ­ tiras delgadas de músculo cardíaco especializado para co n ­
cim a del orificio del seno coronario. Se relaciona con la d u cir el im p u lso contráctil hasta el m io ca rd io activo.
válvula tricúspide y con la extensión de la cresta te r m i­ En las trabéculas carnosas se originan proyecciones mus­
nal. culares p iram idales o cilindricas, los m úsculos papilares.
• La superficie auricular derecha de la fosa oval está locali­ A u nque se d e n o m in a n anterior, posterior y septal de b id o
zada entre el triá n g u lo de Koch y la abertura de la vena a su posición en la cavidad, la fo rm a y el n ú m e ro de los
cava superior. músculos papilares son bastante variables, especialmente
• Un aneurisma en el seno aórtico de Valsalva se puede ro m ­ los de los músculos papilares septales. Con frecuencia el
per hacia la aurícula derecha d e b id o a su proxim ida d . músculo papilar anterior p ro p o rcio n a anclaje para cuerdas
tendinosas delgadas que se d irig e n a los velos a n te rio r y
Ventrículo derecho posterior de la válvula tricúspide. El m úsculo papilar, que
R e l a c i o n e s g e n e r a l e s . El ventrículo derecho está detrás está situado en una posición más posterior, está u n id o a las
del esternón y a la izquierda de la aurícula derecha. Recibe cúspides posterior y septal.
sangre de la aurícula derecha, y la envía a través de la ar­ Un p e q u e ñ o m úsculo papilar, el m ú scu lo p a p ila r del
teria pulm onar. El m io ca rd io del ventrículo derecho es más cono, tiene más im p o rta n cia de lo que podría ind ica r su
grueso que el de las aurículas, y más d e lg a d o que el del d im in u to tam año. El m úsculo papilar del co n o se localiza
ventrículo izquierdo. en el e x tre m o m edial de la cresta extraventricular, la unión
Las relaciones del ventrícu lo derecho son: de las porciones lisa y rugosa de la cavidad; en este lugar
• Superior. Aurícula derecha y tro n c o pulm onar. la rama del fascículo derecho alcanza h a b itu a lm e n te una
• Anterior: Pericardio, pleura izquierda, borde a n te rio r del posición subendocárdica en el ve n trícu lo derecho, d o n d e
p u lm ó n izquierdo, esternón y pared costal del tórax. se p u e d e d is tin g u ir con frecu e n cia . En a lg u n o s casos el
• Posterior: Tabique interventricular. m úsculo papilar del cono está representado sólo p o r a lg u ­
• Inferior: Pericardio, te n d ó n central del diafragm a. nas cuerdas tendinosas que se o rig in a n en el borde de la

C a r a c t e r í s t i c a s e x t e r n a s . El ventrículo izquierdo form a


Aorta ascendente
la m ayo r parte de la superficie esternocostal del corazón. El
surco a u ricu loventricular en su bo rd e derecho señala el lí­ Tronco pulm onar
m ite entre las dos cavidades, y contie n e la arteria c o ro n a ­ Vena cava superior

ria derecha. Su bo rd e derecho, el bord e agudo, fo rm a un


á n g u lo bastante a g u d o entre la superficie esternocostal y
la superficie diafragm ática. Arteria
pulm onar
derecha
C a r a c t e r í s t i c a s i n t e r n a s . La cresta e xtra ventricular d i­
Vena
vide el ventrículo en el tra cto de entrada (una región infe ­
superior
rior, rugosa y trabeculada) y el in fu n d íb u lo (un tra c to de derecha
salida superior y liso) (Fig. 7.18). Vena pulm onar
Las trabéculas carnosas del tra c to de entrada rugoso inferior derecha
son crestas o fascículos musculares del m iocardio. Un fas­
cículo fo rm a un puente muscular que va desde el ta b iq u e
inte rve n tricu la r y la pared anterior del ventrículo derecho
Vena cava inferior
hasta la base del m úsculo papilar anterior. Se ha d e n o m i­
nado trabécula septom arginal o, con más frecuencia, b a n ­
da m o d eradora. En a p ro xim a d a m e n te la m ita d de las per­ F igu ra 7.18. Interior del ventrículo derecho, que muestra la
sonas la banda m o d e ra d o ra se p u ede id e n tific a r con posición de los orificios.
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Pericardio, corazón y grandes vasos del tórax 7


Válvula C a r a c te r ís tic a s e x te rn a s . Las características más s o r­
tricúspide p re ndentes de la aurícula izqu ie rd a son las cu a tro venas
pulm onares, dos a cada lado. Estas venas están envueltas,
ju n to con las venas cavas superior e inferior, p o r un m a n ­
Cúspide —
g u ito de pericardio seroso.
En algunos corazones se puede ver una vena pequeña
(la vena oblicua de la aurícula izquierda) en la extre m id a d
izquierda de la cavidad, cerca de la entrada de la vena p u l­
m o n a r in fe rio r izquierda. Este p e q u e ñ o vaso drena n o r ­
Cuerdas m a lm e n te hacia el seno venoso coro n a rio . Representa la
te rm in a c ió n de la vena cardinal c o m ú n izquierda e m b rio ­
naria. En un p e queño porcentaje de personas tiene un ta ­
m a ñ o m u ch o mayor, c o m o si fuera una vena cava superior
izquierda; en estos casos, el seno venoso coron a rio puede
Músculo
ten e r un d iá m e tro m u y grande.
papilar

C a r a c t e r í s t i c a s i n t e r n a s . Al igual que en la aurícula d e ­


recha, la orejuela de la aurícula izquierda está trabeculada;
F ig u ra 7.19. Válvula auriculoventricular derecha extendida. sin e m bargo, es m u c h o más pequeña. Pero la aurícula iz­
quierda no posee una cresta term inal, co m o la aurícula d e ­
cresta s u p ra ve n tricu la r y que se d irigen hacia la cúspide recha. Los músculos pectíneos de la aurícula derecha se o ri­
septal de la válvula tricúspide. ginan en la cresta terminal. El resto del interior de la aurícula
izquierda es bastante liso y poco llam ativo, aunque se p u e ­
A b e r tu r a a u r ic u lo v e n t r ic u la r d e re ch a . La abertura au­ den ver algunas pequeñas aberturas de las venas cardíacas
ricu lo ve n tricu la r derecha es ovalada, m ide 4 cm en su eje mínimas (venas de Tebesio).
m a y o r y p e rm ite in tro d u c ir la p u n ta de tres dedos. Esta Las dos venas pulm onares derechas se abren, una e n ­
abertura está cubierta p o r los tres velos (anterior, posterior
cima de la otra, en la pared derecha de la aurícula. En al­
y septal [m e d ia l]) de la válvula tricúspide. Los velos se o ri­ g u n o s casos, tres venas pulm o n a re s derechas p ueden f i ­
ginan en la periferia, desde el anillo auriculoventricular (tri- nalizar por separado, de m o d o que las venas de cada uno
cuspídeo) fibroso del esqueleto cardíaco. Sus bordes libres de los tres lóbulos del p u lm ó n derecho m a n tie n e n su in ­
están u n id o s a los m úsculos papilares p o r varios pilares
de p e n d e n cia . Las dos venas pulm o n a re s izquierdas, que
com plejos de cuerdas tendinosas (F ig . 7.19). están dispuestas de manera similar, se abren en la pared
O r i f i c i o p u l m o n a r . El tro n c o p u lm o n a r sale de la parte posterior. En otras palabras, los orificios de las cuatro ve­
más superior del tra cto de salida de paredes lisas (el infun- nas pulm onares están localizados cerca de las esquinas de
d íb u lo ) a través del anillo p u lm o n a r fibroso. Está cu b ie rto la aurícula izquierda. La válvula bicúspide (m itral) y su aber­
por tres cúspides semilunares (anterior, derecha e izquier­ tura ocupan toda la pared a n te rio r de la aurícula.
da). Cada cúspide está fo rm a d a p o r una semiluna que tie ­
ne un n o d u lo engrosado en la parte media de su trayecto. Ventrículo Izquierdo
Las cúspides adyacentes están interconectadas p o r las c o ­ C a r a c t e r í s t ic a s g e n e ra le s . El ventrículo izquierdo form a
misuras de la válvula. la p u n ta y la superficie izquierda del corazón, y participa
en la fo rm a c ió n de las superficies esternocostal y diafrag-
Aurícula izquierda mática. Su m io ca rd io es tres veces más grueso que el del
R e la c io n e s g e n e r a le s . La aurícula izquierda fo rm a dos ve n trícu lo derecho, y p ro d u c e una presión a p ro x im a d a ­
tercios de la base del corazón. Recibe la sangre q u e trans­ m ente tres veces mayor. Recibe sangre de la aurícula d e ­
po rtan las venas pulm onares, y envía la suya hacia el v e n ­ recha y la expulsa a través de la aorta ascendente.
trículo izquierdo. Se relaciona con otras estructuras de la Las relaciones del v e n tríc u lo iz q u ie rd o con otras es­
siguiente manera: tructuras son:
• Superior: Bronquio izquierdo y arteria p u lm o n a r derecha. • Superior: Aurícula izquierda.
• Anterior: Aorta ascendente proxim al y tro n c o p u lm o n a r • Anterior: Pericardio, pared esternocostal izquierda del tó ­
pro xim a l. rax, língula del p u lm ó n izquierdo.
• Posterior: Pared a n te rio r del seno o b licu o de la cavidad • Lateral: Pericardio, pleura mediastínica izquierda, pu lm ó n
perlcárdica, esófago, venas pulm onares derechas. izquierdo, nervio frénico izquierdo y vasos pericardiofré-
• Derecha: Aurícula derecha y ta b iq u e interauricular. nicos.
• Izquierda: Pericardio y venas pulm onares izquierdas. • Medial: Tabique interventricular.
• Inferior: Ventrículo izquierdo. • Inferior: Diafragma.
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Pericardio, corazón y grandes vasos del tórax

C a r a c t e r í s t i c a s e x t e r n a s . El ventrículo izquierdo es m a ­

y o r que el derecho, y fo rm a la punta del corazón. La sepa­


ración de los dos ventrículos está señalada p o r delante por
Anatomía quirúrgica

la rama descendente a n te rio r (arteria descendente anterior


izquierda [D A I]) de la arteria coronaria izquierda y p o r la
vena m ayor de Galeno. Por detrás, la separación la indican
la arteria descendente posterior (que habitual m ente es una
rama de la coronaria derecha) y la vena cardíaca m edia. El
b o rd e izquierdo re d o n d e a d o (o b licu o ) se asocia a la rama
m a rginal izquierda de la arteria circunfleja izquierda. Por
arriba el ve n trículo está rodeado p o r la vena cardíaca m a­
y o r y p o r la arteria circunfleja, que está en el surco auricu-
love n tricular; justo e n cim a del surco están la aurícula iz­
q u ie rd a , el seno venoso c o ro n a rio y la vena p u lm o n a r
inferior izquierda.

F ig u ra 7.20. Los cuatro orificios que están cubiertos por vál­


C a r a c t e r ís t ic a s in t e r n a s . La cavidad del ventrícu lo iz­
vulas, m ostrando las cúspides y la capa muscular superficial
q u ie rd o está separada p o r el velo anterior de la válvula m i­ del ventrículo. Las abreviaturas de las cúspides, o velos, de las
tral en un tra cto de entrada y un tracto de salida a la de­ válvulas son las siguientes: A, anterior; I, izquierda; P, poste­
recha. La porción lisa del tra cto de salida, justo debajo de rior; D, derecha; S, septal.
la válvula aórtica, es el vestíbulo aórtico.
A q u í las trabéculas carnosas son más numerosas y es­
tán más entrelazadas q u e las del ventrículo derecho. Están
m ejor desarrolladas en la p u nta y en la pared posterior. Es­
tán ausentes en la región del vestíbulo aórtico. b in o ) en su b o rd e libre, cerca del p u n to central de aposi­
Hay dos músculos papilares: el ante rio r desde la pared ción de los velos. Hay nodulos similares en los velos de la
esternocostal y el p o sterior desde la pared diafragm ática. válvula tricúspide.
Cada uno de ellos está u n id o a los dos velos de la válvula El o rificio aórtico está en la pared superior del v e n trí­
m itral p o r pilares de cuerdas tendinosas. La p orción supe­ culo, a la derecha de la abertura auricu lo ve n tricu la r y pos­
rior del ta b iq u e in te rv e n tric u la r es bastante lisa, con una te rio r al o rificio del tro n c o p u lm onar. Tres cúspides sem i­
coloración más clara; esto se debe a la cascada hacia aba­ lunares (derecha, izquierda y posterior) fo rm a n la válvula
jo de la rama izquierda del haz del sistema de con d u cció n aórtica (Fig. 7.21). Detrás de las tres cúspides hay una zona
cardíaco, justo debajo del endocardio, y a una delgada lá­ expandida de la base aórtica d e n om inada seno a ó rtico (de
m ina de te jid o conectivo. Valsalva).
Los seudotendones son una característica prom inente de La arteria coronaria derecha se origina en el seno a ó rti­
esta cavidad. Hay numerosas tiras cerca de la región apical. co derecho, y la izquierda en el izquierdo. El seno poste ­
De manera ocasional hay tiras bastante gruesas que salen rio r con frecuencia se d e n o m in a seno no c o ro n a rio . Está
de la superficie septal y que fo rm a n puentes en la cavidad localizado in m e d ia ta m e n te craneal a la parte m e m b ra n o ­
para llegar a la pared libre o a la musculatura papilar. Estas sa del ta b iq u e interventricular, y en el p u n to de entrada de
estructuras similares a te n d o n e s co n tie n e n de fo rm a ca­ la rama izquierda del haz del sistema de c o n d u c c ió n hacia
racterística un núcleo de músculo cardíaco, especializado en el ventrículo izquierdo. En aproxim a d a m e n te el 4 0 % de las
la co n d u cció n . personas la rama derecha del co n o de la arteria coronaria
El o rificio a u ricu loventricular izquierdo es oval, y es li­ izquierda sale del seno co ro n a rio derecho p o r separado,
geram e n te más p e queño que la abertura derecha. Permi­ con la consecuencia de que quedan dos orificios detrás de
te in tro d u c ir la punta de dos dedos. la cúspide valvular aórtica derecha.
Dos velos cubren la abertura que form a la válvula mitral Cada una de las cúspides de la válvula se m ilunar aór­
(Fig. 7.20). El velo ante rio r (septal) es grande y tiene form a tica tiene un b o rde libre en fo rm a de cuarto creciente de ­
semicircular o triangular. El velo posterior, que es más pe­ nom inado lúnula. Esta lúnula tiene un nodulo engrosado pe­
queño, se conoce c o m o velo de Merklin. Los velos se in­ queño en su p u n to m edio, el n o d u lo de Arancio. La válvula
sertan en el anillo fibroso auriculoventricular izquierdo. Sus sem ilunar p u lm o n a r tiene nodulos que a d o p ta n el m ism o
bordes libres están u n id o s p o r cuerdas te n dinosas a los n om b re , y que fortalecen el p u n to central de aposición de
músculos papilares. El b o rd e festoneado del velo posterior las cúspides en diástole. Las lúnulas adyacentes están in-
da la im p re s ió n de velos p e q ueños in d istin to s , con fre ­ terconectadas p o r una com isura interpuesta q u e p ro p o r­
cuencia en lados opuestos de la válvula. Cada u n o de los ciona el arm azón fibroso que soporta el b o rd e de la cús­
velos valvulares tiene nodulos engrosados (nodulos de Al- pide.
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Pericardio, corazón y grandes vasos del tórax 7


[de necropsia], encima de la unión sinotubular en S (22%),
y a la altura de la unión en 2 (9%). La distancia entre el ori­
ficio izquierdo y la zona de aposición entre los velos poste­
rior izquierdo y anterior estaba entre el 13% y el 61 % de la
anchura del seno aórtico en la unión sinotubular. La artería
coronaria derecha se originaba en el interior del seno aórti­
co en 18 (78% ) piezas, encima de la unión en 3 (13%), y
a la altura de la unión en 2 (9%). La distancia entre el ori­
ficio y la zona de aposición entre los velos que oscilaban en­
tre los senos aórticos anterior y posterior derecho estaba en­
tre el 5% y el 62% de la anchura del seno aórtico en la unión
sinotubular. Se encontró un orificio coronario accesorio en
el seno aórtico anterior en 17 (74%) piezas, mientras que
se encontró un tercer orificio en este seno en 5 corazones. Los
orificios arteriales coronarios habitualmente estaban locali­
zados en el interior de los senos aórticos debajo de la unión
sinotubular, aunque raras veces tienen una localización cen­
tral. Se encontraron orificios arteriales coronarios accesorios
en la mayoría de los senos aórticos anteriores.

A r t e r ia c o r o n a r ia iz q u ie r d a . La arteria c o ro n a ria iz­


quierda se o rigina en un único orificio en el seno c o ro n a ­
N ód u lo
rio izq u ie rd o detrás de la cúspide izquierda de la válvula
aórtica. Se d ivid e bastante rá p id a m e n te para fo rm a r la ar­
teria descendente a n te rio r (in te rv e n tric u la r a n te rio r) y la
Lúnula arteria coronaria circunfleja izquierda (Figs. 7.26 y 7.27).
Reich y cois.27 presentaron el caso de una niña de 14
meses de edad en la que la arteria coronaria p rincipal iz­
q uierda y la arteria coronaria derecha se o rig in a b a n en o ri­
F igu ra 7.21. Válvula aórtica (sección sagital, abierta). ficios distintos en el seno de Valsalva derecho.
K oizum i y cois.28 describieron una arteria coronaria iz­
quierda única con un único o rificio en el seno a ó rtico iz­
Unión auriculoventricular
q u ie rd o . La arteria se bifurcaba en las arterias ve n tric u la r
Se pueden ver los siguientes c o m p o n e n tes anatóm icos
a n te rio r y circunfleja.
desde la cara auricular: la válvula aórtica, la válvula mitral,
Arteria descendente a nterior izquierda (DAI). La arteria
la válvula tricúspide y las arterias coronarias derecha e iz­
descendente ante rio r izquierda sigue su tra ye cto en el sur­
quierda (Fig. 7.22).
co inte rve n tricu la r hacia el b o rde a g u d o cerca de la p unta.
A h í se anastom osa con la arteria coronaria desce n d e n te
Vascularización posterior, que h a b itu a lm e n te es una rama de la arteria co ­
ronaria derecha. Un n úm ero variable de ramas septales per­
Arterias coronarias
forantes en profundidad pasa desde la DAI hacia la parte an­
N o existe una única te rm in o lo g ía para describir las p o ­ te rio r del ta b iq u e in te rve n tric u la r (Fig. 7 .27). La p rim era
siciones de los orificios de las arterias coronarias en relación de estas ramas es h a b itu a lm e n te la más larga, y se origina
con la válvula aórtica. Nom ina Anatómica24 presenta los té r­ adyacente a la válvula pulm onar. Esta rama suele vasculari-
minos derecha, izquierda y posterior. Estamos de acuerdo zar la región de la bifurcación del haz a u ric u lo v e n tric u la r
con Turner y N ava ra tn a m 25 en que esta nom encla tu ra es c o m ú n y, p o r lo ta nto, tiene una im portancia crítica.
más adecuada para la disposición e m b rio ló g ica del cora­ La DAI da generalm ente varias ramas «diagonales», d e ­
zón fetal. Para describir las correspondientes posiciones en nominadas así por su trayecto oblicuo hacia el lado izquierdo
el adulto proponen los términos anterior, posterior izquierda y la p u n ta , paralelas a la capa superficial su b yacente de
y p o sterior derecha. m úsculo cardíaco.
M u ria g o y cois.26 describieron la localización de los o ri­ Arteria circunfleja izquierda. La arteria coronaria c irc u n ­
ficios arteriales coronarios del corazón norm al c o m o se se­ fleja izquierda pasa por el surco coronario izquierdo para lle­
ñala a c o n tin u a ció n (Figs. 7.23, 7.24 y 7.25): g a r a la superficie p o sterior del ventrículo izquierdo. En su
La arteria coronaría izquierda se originaba en el seno trayecto, da una o más ramas diagonales para el ve n tríc u ­
aórtico posterior izquierdo (de Valsalva) en 16 (69%) piezas lo izquierdo anterior y anterolateral, una rama obtusa mar-
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■ Skandalakis

Pericardio, corazón y grandes vasos del tórax

Arteria coronaria derecha


Anatomía quirúrgica

Arteria coronaria izquierda

Orificio tricúspide

Orificio mitral Nodo AV sobre el tabique AV muscular

F ig u r a 7.22. Disección anatómica de la u n ió n auriculoventricular (cara auricular) después de la extracción de las cavidades
auriculares y de los troncos arteriales. Obsérvese la disposición de las arterias coronarias y la localización del nodo auriculo-
ventricular. [a n l]

ginal (arteria del borde obtuso) que con frecuencia es g ran­ im p o rta n te entre las arterias coronarias derecha e izquierda
de, y se ramifica para vascularizar la superficie posterior del en el inte rio r del tabique interventricular. C uando hay una
ven trícu lo izquierdo y de la aurícula izquierda. oclusión gradual de la arteria coronaria descendente ante­
La arteria coronaria izquierda circunfleja puede dar lugar rior o de la arteria coronaria principal izquierda, ramas de la
a la arteria interventricular posterior (descendente posterior) arteria coronaria descendente posterior pueden p ro p o rcio ­
y a la arteria del nod u lo auriculoventricular; esto ocurre con nar vascularización colateral para el tabique. Por supuesto,
más frecuencia en varones. Este patrón de distribución co­ la vascularización del ta b iq u e interventricular puede, por lo
ronaria se denom ina dom inancia coronaria izquierda. tanto, estar co m p ro m e tid a en el caso de que las arterias co­
El té rm in o «dom inancia coronaria» se refiere a la vas­ ronarias descendentes a n te rio r y posterior se o rig in e n en
cularización del ta b iq u e interventricular. En casi to dos los una arteria coronaria izquierda enferma.
casos, la rama DAI de la arteria coronaria izquierda irriga
los dos tercios anteriores del ta b iq u e interventricular. A r t e r ia c o r o n a r ia derecha. Después de su origen en el
Si la arteria coronaria derecha da lugar a la rama des­ seno coronario derecho de Valsalva, la arteria coronaria de­
cend e n te posterior que vasculariza el tercio posterior del recha n o rm a lm e n te vasculariza to d a la aurícula izquierda
ta b iq u e , cabe la posibilidad de que se desarrollen interco­ (ju n to con el nodulo sinoauricular) y el ventrículo derecho.
nexiones anastomóticas abundantes en el in te rio r del ta b i­ Se produce una dominancia arterial coronaria derecha cuan­
q u e entre las arterias coronarias izquierda y derecha. Estas do la arteria coronaria derecha da lugar a la arteria descen­
interconexiones pueden p ro p o rc io n a r una irrigación cola­ dente posterior; cuando esto ocurre, también vasculariza par­
teral p o te n cia lm e n te crítica en el caso de que haya una ar- te de la aurícula izquierda p o r detrás, parte de la superficie
teriopatía coronaria. Esta form a de distribución coronaria se posterior del ventrículo izquierdo, el músculo papilar poste­
d e n o m in a dom in a n cia coronaria derecha. rior del ventrículo izquierdo y el n o d u lo auriculoventricular.
C uando la arteria coronaria izquierda circunfleja da lugar La prim era rama significativa de la arteria coronaria de ­
a la vascularización descendente posterior del tabique (d o ­ recha, la arteria del cono, se d irig e h a b itu a lm e n te en d i­
m inio coronario izquierdo) no hay una posible comunicación rección contraria a las agujas del reloj a lrededor del cono
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Pericardio, corazón y grandes vasos del tórax

Arteria circunfleja Arteria interventricular anterior

Arteria Tronco Seno aórtico Seno aórtico no Seno aórtico


I coronaria p r i n c i p a l ^ ‘ pulmonar coronario coronario coronario izquierdo
izquierda derecho (anterior) (posterior derecho) (posterior izquierdo)

¡Seno r f j
F ig u r a 7.2 4. Localización de los orificios coronarios (p u n­
aórtico
p o s te rio rB j
tos) en relación con la u n ió n sinotubular y las zonas de apo­
izquierdo sición en tre velos adyacentes. Im agen an terio r de la aorta,
Seno
Arteria coronaria abierta y extendida después de u n a incisión vertical en la p a­
aórtico
derecha red anterior; cortada ap roxim adam ente a través de la com isu­
anterior
ra entre los velos anterior (coronaria derecha) y posterior iz­
quierdo (coronaria izquierda). La orientación de los velos es
com parable d irectam en te co n la Figura 7.25. La línea h o ri­
zontal pasa por la u n ió n sinotubular, y las líneas verticales pa­
Rama san por la porción más inferior de cada un o de los velos, divi­
infundibular didos en décimos, [mu]
Seno aórtico posterior)
derecho

Válvula tricúspide

Seno no coro­
jo nario ■

I Orificio |
coronario
derecho ¡

F ig u ra 7.23. Pieza que muestra el origen de las arterias co­


ronarias en los senos más próximos al tronco pulm onar. Ob­
sérvese que las coordenadas anatómicas que describen los se­ H H Orificio H I
coronario izquierdo
nos son cuando m enos imperfectas, debido al p u n to de vista
oblicuo derecho. Se h a n extirpado los tejidos fibrosos y grasos '¡Orificio I
Orificio y O rific io }
extravasculares para mostrar las porciones proximales de las accesorio coronario coronario izquierdo
arterias coronarias principales, [mu] derecho I

o in fu n d íb u lo . Ahí se anastomosa con frecuencia con una


rama de la DAI, fo rm a n d o el d e n o m in a d o círculo arterial
de Vieussens (Fig. 7.26).
La arteria del cono con frecuencia se o rig in a en un ori­
ficio separado detrás de la cúspide coronaria derecha. Este
fe n ó m e n o , que se observa con m a yo r frecuencia en per­
sonas de más edad, se puede atribuir p robablem ente al cre­
cim iento y expansión de la región del seno aórtico, en la cual
F ig u ra 7.25. A, Orificio de la arteria coronaria derecha de­
el origen de la arteria del cono se incorpora g ra d u a lm e n te
bajo de la u n ió n sinotubular (línea discontinua) y cerca de la
a la base de la válvula aórtica. Es poco frecuente la circula­ zona de aposición (flecha abierta) entre los velos aórtico ante­
ción coronaria que se origina en un único orificio co ro n a ­ rior y posterior derecho. B, Orificio coronario izquierdo a la
rio. Neil y cois.29 describieron el trayecto a n a tó m ico de la izquierda de la u n ió n sinotubular (línea discontinua). Se ven
arteria coronaria derecha que se o rig in a b a en un o rificio dos orificios coronarios en el seno anterior; el orificio acceso­
co ronario solitario en el seno coronario derecho. rio es el origen de la arteria infundibular, [mu]

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* Skandalakis

Pericardio, corazón y grandes vasos del tórax

Vena braquiocefálica Izquierda


Vena braquiocefállca derecha
Cayado aórtico
Anatomía quirúrgica

Arteria pulm onar izquierda

Vena cava superior

Tronco pulm onar

Arteria coronaria izquierda


Aorta ascendente
Círculo arterial de Vieussens

Arteria coronaria derecha

Arteria coronaria circunfleja izquierda

Cúspide no coronaria

Arteria interventricular anterior


Arteria del cono

Arteria Interventricular posterior


Arteria marginal derecha

Vena cava Inferior


Arteria transversa

F ig u r a 7.26. Arterias coronarias.

Es esencial cono ce r la anatom ía exacta del origen aór­ mica-geográfica exacta de la angiografía fue crucial para re­
tico de las arterias coronarias anómalas para las interven­ alizar con éxito de recanalización y revascuiarízadón de ur­
ciones quirúrgicas. Felmeden y cois.30 afirm aron que la más gencia de la artería coronaría derecha verdadera con an-
frecuente de esas alteraciones es un origen aberrante de la gio p ia stia con láser y con balón. Una vez que se hubo
arteria coronaria principal izquierda o derecha en el seno de restaurado el flujo anterógrado, se descubrió otra variante
Valsalva equivocado. coronaria poco frecuente, es decir, una arteria del nodulo si-
Topaz y cois.31 describieron la aparición de una arteria co­ noauricular que se originaba en la porción media de la ar­
ronaria interventricular posterior (descendente posterior) va­ tería coronaria derecha, que de nuevo era permeable.
riante y su relación con la arteria coronaria derecha: Nerantzis y cois.32 describieron q u e ; en algo m enos del
Con frecuencia se encuentra una oclusión trombótica 1 0 % de los casos, la arteria coronaria derecha no sólo per-
aguda de una arteria relacionada con un infarto en p a ­ fundía el ventrículo derecho, sino que ta m b ié n vasculari-
cientes que tienen infarto de miocardio. En un paciente que zaba a p ro x im a d a m e n te la m itad del v e n trícu lo izqu ie rd o
tenía un infarto agudo de la pared miocàrdica inferior com­ m e d ia n te ramas extensas.
plicado p o r un dolor torácico continuo e inestabilidad he- Nerantzis y Koutsaftis33 describieron un caso en el que
modinámica, la arteriografía coronaria diagnóstica de ur­ la arteria coronaria izquierda se originaba en un tro n c o co­
gencia mostró una «seudo» arteria coronaria derecha m ú n con la arteria coronaria derecha en el seno aórtico de­
relacionada con el infarto permeable, mientras que, de he­ recho y se dirigía a través del tabique ventricular hacia el co­
cho, este vaso era una variante anatómica infrecuente de razón izquierdo.
la ram a interventricular posterior que tenía un origen muy
temprano en la arteria coronaria derecha, y la arteria co­ A r t e r i a s i n o a u r i c u l a r . La siguiente rama de la arteria co­
ronaria derecha verdadera estaba completamente ocluida ronaria derecha se origina habitualm ente en la cara más pro­
p o r una obstrucción trombótica. La interpretación anató- funda de la arteria coronaria derecha. Asciende por la pared

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O • A' ' A i i , /
Pericardio, corazon y grandes vasos del tórax

Arteria coronaria
arterias perforantes c o n tin ú a n sin ramificarse más, y te r­
m in a n en un gran plexo su b e n d o cá rd ico (vasos d e clase
B). Por lo tanto, los músculos papilares están vascularizados
p o r vasos de clase B. Las anastomosis hom ocoronarias e in-
tercoronarias entre ramas de las arterias coronarias dere­
cha e izquierda pueden te n e r im p o rta n te s repercusiones
en la fu n c ió n cardíaca y en la vasculopatía coronaria.
Las anastomosis intercoronarias (Fig. 7.26) se localizan
h a b itu a lm e n te en los siguientes puntos:
• A lre d e d o r de la base del cono p ulm onar, entre la rama
descendente a n terior de la coronaria izquierda y la rama
del cono de la arteria coronaria derecha.
• En el surco interventricular, entre las arterias d e scenden­
tes an te rio r y posterior.
• En la superficie d ia fra g m á tic a del v e n tríc u lo izquie rd o ,
F ig u ra 7.27. Corte transversal de los ventrículos. Las ramas entre las ramas terminales de la arteria coronaria derecha
de las arterias coronarias se in troducen en la sustancia del co­ y la arteria circunfleja coronaria izquierda.
razón, VI, ventrículo izquierdo; VD, ventrículo derecho, [g r l] • En el interior del tabique interventricular, entre ramas sep-
tales perforantes de las arterias descendentes a n te rio r y
posterior.

Venas coronarias
anterior de la aurícula derecha, a la que vasculariza; después En su m ayo r parte, las venas coronarias siguen el mis­
entra en el n o d u lo sinoauricular. En a p ro x im a d a m e n te el m o tra ye cto de las arterias coronarias, y suelen ser superfi­
4 0 % de las personas esta arteria procede de una rama auri­ ciales a las mismas (Fig. 7.28).
cular izquierda anterior de la arteria coronaria izquierda. La vena cardíaca m a yo r (de Caleño) se orig in a cerca de
La arteria coronaria derecha sigue un trayecto en el sur­ la pun ta en el surco interventricular. Asciende hasta el sur­
co a u ricu loventricular derecho. Da varias ramas para la su­ co auriculoventricular, d o n d e gira hacia la izquierda ju n to
perficie a n terior del ventrículo derecho y una rama m a rg i­ a la arteria coronaria circunfleja izquierda. En el b o rd e o b ­
nal derecha (arteria del borde a g u d o ) antes de llegar a la tuso la vena cardíaca m ayo r se une con la vena oblicua de
superficie d iafragm ática del ventrículo derecho, al que ha­ la aurícula izquierda (en este lugar tiene su inicio e m b rio ­
b itu a lm e n te vasculariza. C om o se ha señalado antes, en la lógico el seno venoso coronario). El seno venoso co ronario
m a yo r parte de las personas la arteria coronaria derecha drena la aurícula derecha, a la izquierda de la abertura de
cruza la cruz. Cerca de la cruz se orig in a la arteria descen­ la vena cava inferior.
dente posterior. En esta misma localización da la arteria del La vena oblicua (de Marshall) de la aurícula izquierda
n o d u lo auricu lo ve n tricu la r y una rama te rm ina l para la su­ drena la pared posterior de la aurícula izquierda. Es un res­
perficie d iafragm ática del ventrículo izquierdo. to de la vena cardinal co m ú n izquierda. Su u n ió n con la
Sow y cois.34 utilizaron la disección de 45 piezas para vena cardíaca m a yor señala el inicio del seno venoso c o ro ­
estudiar la arteria del n o d u lo sinoauricular. Encontraron una n ario . Si persiste la vena card in a l c o m ú n iz q u ie rd a e m ­
arteria solitaria en el 88,89% , y arterias dobles en el 11,11 %. brionaria habrá venas cavas superiores bilaterales, con un
En el 6 4 ,4 5 % la arteria se originaba en la arteria coronaria gran aum ento de tam año del seno coronario debido a la fo r­
derecha, en el 2 4 ,4 4 % se originaba en la arteria coronaria m ación de la vena cava superior izquierda.
izquierda, y en el 1 1 ,1 1 % se o riginaba en ambas. El tra ­ La vena posterior o vena marginal del ventrículo izquier­
yecto de la arteria cuando se originaba en la arteria c o ro ­ d o asciende por la superficie diafragmática del ventrículo iz­
naria derecha era variable, m ientras que desde la arteria quierdo, hacia la cual drena. Termina en el seno coronario.
coronaria izquierda era bastante uniform e. Sow y cois, p ro­ La vena coronaria media pasa hacia arriba en el surco
pusieron que algunas arritmias que se pro d u ce n durante interventricular posterior, superficial a la arteria. Recibe tr i­
la cirugía cardíaca podrían ser secundarias al tra storno de butarias de ambos ventrículos y del ta bique interventricular.
la vascularización arterial del n o d u lo sinoauricular. Finaliza en el seno coronario, cerca de su finalización.
La vena cardíaca m enor se origina en el borde a g u d o del
D i s t r i b u c i ó n c o r o n a r i a y a n a s t o m o s i s . Desde las arterias ventrículo derecho. Pasa por el surco coronario derecho y se
que se pueden ver en el epicardio entran en el m iocardio une con el extrem o más derecho del seno venoso coronario.
ramas perforantes. Pequeñas ramas de las arterias p e rfo ­ Las venas cardíacas anteriores, tres o cu a tro venas de
rantes se ram ifican in m e d ia ta m e n te para vascularizar los ta m a ñ o variable, se o riginan en la superficie esternocostal
dos tercios externos del m io ca rd io (vasos de clase A). Las del ventrículo derecho. Cruzan superficiales a la arteria co-
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* Skandalakis

Pericardio, corazón y grandes vasos del tórax

Vena braquiocefálica
las aurículas. Sin embargo, mantiene que hay rutas eléc­
Vena izquierda tricas preferenciales en el interior de las aurículas, seña­
braquiocefálica
lando que la aurícula derecha es una «bolsa de agujeros»39.
Anatomía quirúrgica

derecha Cayado aórtico


Hay cinco agujeros de esos, creados p o r las aberturas de
Vena cava las venas cavas superior e Inferior, la abertura del seno co­
superior Arteria pulm onar ronario, la fosa oval y la abertura de la válvula tricúspi­
izquierda de39. También hay cinco «agujeros» en la aurícula izquierda:
Vena mayor o
son las aberturas de las cuatro venas pulmonares y la de
interventricular la válvula mitrai. En comparación, cada uno de los ventrí­
Cardíaca anterior culos tiene sólo dos «agujeros». Becker también señala que
Vena oblicua parte del tejido que rodea algunos de los orificios de las
aurículas es tejido fibroso, y no músculo39. El resto del te­
Cardíaca
jido auricular, formado po r células auriculares apiña­
Seno coronario
das, forma las vías eléctricas preferenciales. Estas vías
eléctricas preferenciales se denominan tractos internodu­
Cardiaca
lares. Se denominan tractos anterior, medio y posterior. El
tracto anterior fue descrito p o r primera vez p o r el fisiólo­
go jean Bachmann40,41, de la Emory University School of
Vena cava
Medicine. Sigue un trayecto anterior desde el nodulo si-
F ig u ra 7.28. Venas cardíacas. nusal hasta el nodulo auriculoventricular, y sim ultánea­
mente se dirige hacia la aurícula izquierda41. El tracto me­
dio se dirige desde el nodulo sinusal, pasando p o r detrás
roñaría derecha y perforan el borde de la aurícula derecha alrededor de la vena cava superior y hacia abajo, hasta el
para drenar d ire cta m e n te hacia la m ism a. Algunas venas tabique auricular, para llegar al nodulo auriculoventricular.
cardíacas anteriores se unen a la vena cardíaca menor. El tracto posterior viaja p o r detrás a través de la cresta ter­
m inal y hacia abajo p o r la porción posterior del tabique
Linfáticos auricular hasta el nodulo auriculoventricular4’ . james41 ha
representado los tractos internodulares.
El flu jo linfático pasa desde los capilares linfáticos hacia
los vasos epicárdicos, que siguen el trayecto de las arterias
coronarias. En los troncos colectores derecho e izquierdo el Inervación extrínseca
flu jo lin fá tic o d iverge: desde el tro n c o c o le c to r derecho
La inervación del corazón se origina en las ramas cardía­
pasa hacia los ganglios mediastínicos; desde el tro n c o co ­
cas de los nervios vagos (parasimpàtico) y en fibras del tro n ­
lector izquierdo pasa hacia el g a n g lio cava del g ru p o tra-
co sim pá tico (Fig. 7.31). C on fines prácticos, ésta es la in­
q u e o b ro n q u ia l, localizado entre la aorta y la vena cava su­
ervación extrínseca. Con el trasplante de órganos (hígado,
perior.
corazón, etc.) se ha c o m p ro b a d o que la e ntidad a n a tó m i­
ca trasplantada puede fu n c io n a r bien sin n in g u n a inerva­
Inervación
ción extrínseca.
Inervación intrínseca S i m p á t i c o . El sistema sim pático incluye ramas cardíacas

La inervación intrínseca del corazón procede del sistema cervicales, ramas cervicotorácicas procedentes del ga n g lio
de co n d u cció n cardíaco. Las partes del sistema son el n o ­ estrellado y ramas nerviosas viscerales torácicas p ro ce d e n ­
d u lo sinoauricular, el n o d u lo a u ricu lo ve n tricu la r, las tres tes de los cuatro prim eros niveles torácicos de las cadenas
vías internodales, el haz auriculove n tricu la r (haz de His), el simpáticas. Estas fibras son cardioaceleradoras, vasodilata­
fascículo izquierdo y sus ramas, el fascículo derecho y el sis­ doras y sensitivas (para el dolor).
tem a ventricu la r de fibras de Purkinje (Figs. 7.29 y 7.30). Las Figuras 7.32 y 7.33 m uestran una representación
Algunos investigadores piensan que hay células especia­ m u y esquemática de los sistemas sim pático y parasim pàti­
lizadas que conducen las fuerzas eléctricas en las aurículas, co de inervación del corazón.
mientras que otros crean que sólo hay vías preferenciales.
P a r a s i m p à t i c o ( n e r v i o s v a c o s ) . El sistema parasim pàti­
Agradecemos a nuestro estimado colega J. Willis Hurst la au­
co incluye una rama cervical, una o dos ramas ce rvico to ­
torización para citar su libro Ventricular Electrocardiography*5
rácicas en el estrecho to rácico superior (a través del nervio
sobre las diferentes teorías de la conducción cardíaca:
vago principal o del nervio laríngeo recurrente derecho), y
Anton Becker, una de las autoridades modernas sobre de dos a c u a tro ramas torácicas proce d e n tes del nervio
el sistema de conducción del corazón36'39, no cree que haya vago principal y de su rama recurrente izquierda. Las fibras
ningún tejido de conducción especializado en el interior de parasim páticas del n e rvio va g o son p rin c ip a lm e n te car-
300

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Pericardio, corazón y grandes vasos del tórax

Parte membranosa Aorta

Vena pulm onar superior izquierda

Vena cava superior Vena pulm onar inferior izquierda

Válvula aórtica:
Nodulo sinoauricular
Izquierda
Haz auriculoventricular
Derecha

Posterior
Nodulo auriculoventricular (His)

Rama izquierda del haz

Seno coronario

Cruz izquierda

Cruz derecha
Rama superior anterior izquierda

Rama derecha del haz


Rama inferior posterior izquierda

Vena cava inferior

Tabique interventricular
Músculo papilar anterior

F igu ra 7.29. Sistema de conducción del corazón.

Haz de His

Nodulo AV
Comunicación interventricular membranosa

Abertura del seno coronario

Comunicación interventricular muscular


Aurícula derecha

Válvula

Ventrículo

F igu ra 7.30. Relación del sistema de conducción cardíaco con la válvula tricúspide y la parte m em branosa del sistema inter­
ventricular. Se m uestran dos tipos de comunicaciones interventriculares.

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• Skandalakis

Pericardio, corazón y grandes vasos del tórax


Anatomía quirúrgica

Aorta y su plexo

Arteria pulmonar
derecha y su plexo Arteria pulm onar izquierda y su plexo

Vena cava superior

Plexo auricular derecho


Plexo auricular Izquierdo

Plexo coronario derecho Plexo coronario izquierdo

F ig u ra 7.31 . Nervios y plexos cardíacos, [b a l]

dio inhibidoras, de m o d o que las fibras colinérgicas llevan bre una red sináptica neuronal cardíaca intrínseca de gran
a cabo la reducción de la frecuencia de despolarización de c o m p le jid a d . La presencia de neuronas unipolares y b ip o ­
las fibras musculares del marcapasos cardíaco. La m a yo r lares (que h a b itu a lm e n te se consideran neuronas sensiti­
parte de las fibras nerviosas que viajan con el vago son sen­ vas), además de células m ultipolares (¿parasimpáticas?), es
sitivas, ju n to con las que proceden del corazón y que trans­ intrig a n te . Pone de relieve nuestra falta de c o n o c im ie n to
p ortan info rm a ció n de barorreceptores, receptores de dis­ sobre la posible red n e u ronal visceral cardíaca, e n o rm e ­
tensión, q uim iorreceptores, etc. m ente com pleja. En particular, el c o m p o n e n te auricular de
Según O'R ahilly42, la anatom ía topog rá fica y el trayec­ esta red puede te n e r im plicaciones aplicables a la m e to ­
to de estos nervios cardíacos son m u y variables. Estamos dología em pleada en el trasplante cardíaco.
de acuerdo. El ciru ja n o to rá cico debe estar fam ilia riza d o
con las variaciones de los nervios cardíacos cervicales, cer- Recordar:

vicotorácicos y torácicos superiores. Estos nervios term inan • Los nervios vagos transm iten sus fibras sensitivas g e n e ­
de manera variable en el tejid o co nectivo del corazón y en rales desde las visceras hacia arriba, a los ganglios sensi­
el in te rio r de la adventicia de los vasos. tivos superiores e inferiores de la base del cráneo, y pos­
En un estudio de corazones hum anos, A rm o u r y cois.43 te rio rm e n te hacia el cerebro. Las fibras del dolor, que son
observaron la presencia de m uchas más células g a n g lio - transportadas p o r los antiguos nervios cardíacos sim pá­
nares en las aurículas y en los ventrículos de lo que se ha­ ticos, son transm itidas a través de ramos com unicantes
bía descrito previam ente, con una estimación de más de desde las cadenas simpáticas hasta los nervios espinales
14.000 neuronas. Este hallazgo aporta algunos datos so­ torácicos superiores, y desde aquí hacia la m édula espi-
302

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Pericardio, corazón y grandes vasos del tórax

• El ple xo cardíaco está fo rm a d o por la reunión de las f i ­


bras simpáticas y parasimpáticas en la base del corazón
(Fig. 7.34). Se fo rm a delante de la bifurcación de la trá ­
quea, p o r encim a de la bifurcación del tro n co p u lm o n a r
(m u y cerca de su pared adventicial), y en la cara poste­
rom edial del cayado. Un estudio de Mizeres44 puso de re­
lieve que el plexo cardíaco es una entidad anatóm ica ú n i­
ca: N o consta de una parte superficial (debajo del cayado
a órtico y delante de la arteria p u lm o n a r derecha) y otra

Ganglio superior

N. ca rd ía co
to rá c ic o A n t.

Tronco s im p á tic o

F ig u ra 7.32. Representación esquemática de las fibras sim ­


páticas (líneas continuas) y sensitivas (líneas discontinuas) del
corazón, [or]

nal. Por supuesto, decir esto es sim plificar m u ch o , p o r­


que sabemos que hay com unicaciones entre los nervios
cardíacos vagales y simpáticos.
• D istribución anatóm ica del d o lo r cardíaco:
- Región a n te rio r del tórax (retroesternal).
- Cuello.
- M andíbula.
- H o m b ro izquierdo.
- Brazo izquierdo, cara medial.
- M a n o izquierda.
- Brazo derecho (de manera ocasional).
• Las fibras simpáticas preganglionares establecen sinapsis
con ganglios cervicales y torácicos; las posganglionares
viajan juntas en el interior de las ramas cardíacas del tro n ­
co sim pático. ¿Hay sinapsis con ciertas células g a n g lio -
nares cardíacas? N o lo sabemos.
• Las fibras vagales preganglionares se distribuyen hacia los
ganglios cardíacos a través del vago; las posganglionares
pro p o rcio n a n una rica inervación a los nodulos sinoauri-
c u la ry auriculoventricular, d a n d o lugar prin cip a lm e n te a
un efecto c ro n o tró p ic o negativo, es decir, actúan re d u ­
F ig u ra 7.33. C om ponentes funcionales del nervio vago. En
cien d o la frecuencia de la contracción. aras de la simplificación se m uestra cada com p o n en te com o
• ¿En q u é g ra d o se d is trib u ye n las fibras parasim páticas una única fibra. No se muestra la distinción entre co m p o n e n ­
posganglionares en el músculo ventricular? Si se produce tes accesorios y co m p o n en te s vagales. Líneas sólidas, fibras
esta distribución, ¿cuáles son sus efectos? No estamos se­ motoras; líneas finas, fibras parasimpáticas; líneas d isconti­
guros. nuos, fibras sensitivas, [or]
303

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* Skandalakis

Pericardio, corazón y grandes vasos del tórax

De hecho, se podría decir que el te jid o co n ectivo del


Plexo nervioso carotideo
n o d u lo sinoauricular fo rm a una aparente adventicia en o r­
Ganglio cervical me de la arteria del n o d u lo sinusal. Las células marcapasos
Anatomía quirúrgica

superior
Nervio vago (X) especializadas están localizadas en el in te rio r del te jid o co­
Ganglio cervical
nectivo del n o d u lo sinoauricular.
medio
La arteria del n o d u lo sinusal es una rama que se origina
Ganglio cervical Nervio torácico
inferior visceral
m uy p ro n to en la arteria coronaria derecha en la m ayor par­
te de las personas, y que llega al n o d u lo después de subir
Ramos
Plexo cardíaco po r la pared ante rio r de la aurícula derecha. En otras per­
comunicantes
(grises y blancos) sonas, la arteria se origina en la parte pro xim a l de la arteria
coronaria izquierda o de la arteria circunfleja izquierda. En
Ganglio celíaco
estos casos la arteria pasa en p rim e r lugar hacia arriba has­
Plexo mesentérico ta la pared anterior de la aurícula izquierda. Después se di­
superior
rige en sentido co ntrario a las agujas del reloj alrededor de
la base de la vena cava superior para entra r en el nodulo.
Plexo aortorrenal
En el n o d u lo sinusal se originan las vías internodulares
Plexo renal anterior, medial y posterior (véase el análisis anterior). Per­
m ite n la transm isión rápida del im p u lso eléctrico e stim u ­
Plexo mesentérico inferior lante hacia el n o d u lo auriculoventricular. El im pulso co n ­
tráctil se disemina de manera radial a través del m iocardio
Esplácnicos lumbares auricular. Se pueden encontrar numerosas células ganglio-
nares parasimpáticas en la p ro xim id a d del n o d u lo sinoau­
Plexo pélvico ricular en el tejido conectivo que está deb a jo del epicardio.

Ganglio simpático:

Cervical

Cervical medio

Cervical

Nervio vago derecho (X)


Ganglio impar

F ig u r a 7 .34. Sistema nervioso a u tó n o m o , que m uestra el


plexo cardíaco. Ramas:

Vagales
profunda (posterior al cayado aórtico y anterior a la b ifu r­
cación trá q u e a l), c o m o se ha d e s c rito con fre c u e n c ia
Simpáticas
(Fig. 7.35).
• El nervio vago derecho actúa especialmente sobre el n o ­
d u lo sinoauricular; el izqu ie rd o lo hace p rin c ip a lm e n te Plexo cardíaco
superficial
sobre el auriculoventricular. Esto refleja la asociación e m ­
brionaria del nervio vago derecho con el asta derecha del
seno venoso, y la del nervio vago izquierdo con el asta Plexo cardíaco

izquierda, cada uno de los cuales contenía células m a r­ profundo

capasos especializadas.

Nervios viscerales
Consideraciones anatóm icas torácicos
N o d u l o s i n o a u r i c u l a r . El n o d u lo sinoauricular, o n o ­

d u lo sinusal, que es el principal marcapasos del corazón


(Fig. 7.36), es una masa de te jid o elipsoidea y alargada.
Está situada en la u nión entre la vena cava superior y la au­
rícula derecha en el extrem o craneal del surco te rm inal. La
lo n g itu d del n o d u lo varía desde a p ro xim a d a m e n te 0,5 cm
a 1,5 cm , y su grosor de 1 m m a 5 m m . F ig u ra 7.35. Plexos cardíacos.
304

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Pericardio, corazón y grandes vasos del tórax 7


Nodulo SA cruz p o r detrás. Ésta es la región en la que las cuatro cavi­
dades principales están más próxim as e ntre sí. La arteria
que atraviesa la cruz, ya sea la parte te rm ina l de la arteria
coronaria derecha o de la arteria circunfleja izquierda, mues­
tra una curva en fo rm a de herradura hacia la región de la
cruz. Desde este p u n to se o rig in a la arteria del n o d u lo a u ­
riculoventricular. La vascularización arterial colateral para
el n o d u lo procede de una rama auricular ante rio r de la ar­
teria coronaria izquierda, p o r m e d io de un p equeño vaso
que atraviesa la parte inferior del ta b iq u e interauricular, la
d e n o m in a d a «arteria anastom ótica auricular magna» (de
Kugel).
James45 presentó una breve descripción de la e ntidad
a natóm ica que lleva su nom b re , el g iro en U de James:
Aurícula dcha.

En la cruz, la artería coronaria que cruza hace un giro


profundo en «U» p o r debajo de la vena interventrícular
posterior, y emerge hacia el epicardio de nuevo po r el otro
lado (Figs. 7.37, 7.38 y 7.39); esto es así tanto si la arte­
Banda ¡ntercava
ria que cruza procede del lado derecho como del izquier­
F ig u ra 7.36. Representación esquemática del n o d u lo sino- do. El plano de este giro habitualm ente es perpendicular
auricular (SA) y de sus inmediaciones. Se ha extirpado el epi­ (aunque puede estar sesgado) a los tabiques interauricu­
cardio. VCS, vena cava superior. [go2\ lar e interventrícular, y el propio giro atraviesa su unión. La
arteria del nodulo auriculoventricular se origina en este
giro en «U», y su p u n to de origen norm alm ente está cer­
ca de la zona de m áxim a penetración del giro.
La principal vía in te rn o d u la r en los seres hum anos pasa No es sorprendente que este giro en «U» haya escapa­
a lo largo de la cresta te rm ina l y por debajo del o rificio de do a la atención de la m ayor parte de los anatomistas, de­
la vena cava inferior para llegar al n o d u lo a u ricu lo ve n tri- bido a su aspecto superficial. La inspección superficial indi­
cular. Los otros dos trayectos se d irigen, en un ca m in o c u r­ ca que las arterias circunfleja izquierda y coronaría derecha
vo, a n te rio r a la vena cava superior (vía a n terior) y poste­ generalmente se unen en la cruz y forman arterias descen­
rior a la vena cava su p e rio r (tra y e c to m e d io ), y después dentes paralelas (Fig. 7.40). Realmente esto es tan poco
hacia abajo a través del ta b iq u e interauricular para llegar frecuente que se puede considerar una rara excepción. Como
al n o d u lo auriculoventricular. El tra ye cto a n te rio r da una regla general, la artería coronaria izquierda o derecha sola
rama q u e pasa sobre una banda delgada de m úsculo (fas­ (con más frecuencia esta últim a) hace su giro en «U» y da
cículo de Bachmann) y llega a la aurícula izquierda para ac­ origen a todas las arterías descendentes posteriores que se
tivar su musculatura. visualizan cerca del surco interventricular(...) El aspecto en­
N òdulo a u r ic u l o v e n t r ic u l a r . El n o d u lo a u ric u lo v e n tri­ gañoso de la anatomía de superficie de estas arterias en la
cular es un pequeño nodulo de tejido que está debajo del cruz ha originado algunas clasificaciones erróneas de la dis­
m iocardio de recubrim iento de la pared medial de la aurí­ tribución arterial coronaria.
cula derecha. El nod u lo AV se localiza en el trígono fibroso El triá n g u lo de Koch es otra estructura que se asocia al
derecho, en una región triangular que está bordeada p o r el trayecto de la arteria de la zona auriculoventricular. Fergu-
orificio del seno coronario, la cúspide septal de la válvula tri­ son y Cox46 describen que está «rodeado p o r el anillo de la
cúspide y la parte membranosa del tabique interventricular. válvula tricúspide por debajo, p o r el te n d ó n de Todaro p o r
Se p ueden d e tectar células ganglionares parasim páti- arriba, y p o r una línea que une el seno co ronario y el ani­
cas en el te jid o conectivo laxo adyacente al n o d u lo . Las f i ­ llo tricúspide p o r detrás» (Fig. 7.41).
bras del n o d u lo auriculoventricular están especializadas, en Sow y cois.47 estudiaron la arteria del n o d u lo auricu lo ­
cuanto a su estructura (estrechas y de form a serpiginosa, con ventricular m ediante la disección de 38 piezas anatómicas,
escasez de discos intercalares), en p ro p o rcio n a r un retraso con los siguientes hallazgos:
tem poral del estímulo de im pulso de estimulación, aunque • En la m ayor parte de los casos la arteria es solitaria.
tam b ié n pueden actuar co m o un marcapasos cardíaco se­ • En casos poco frecuentes la arteria es doble.
cundario; en este caso, las fibras se despolarizan a una fre ­ • En la m ayor parte de los casos la arteria se orig in a a nivel
cuencia m enor (aproximadamente 4 0 /m in frente a 70/m in). del g iro en U de James, en el lado derecho. En el lado iz­
La vascularización arterial del n o d u lo AV procede h a b i­ q u ie rd o la arteria se orig in a en la parte te rm ina l de la ar­
tu a lm e n te de la arteria coronaria derecha cu a n d o cruza la teria circunfleja.
305

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* Skandalakis

Pericardio, corazón y grandes vasos del tórax


Anatomía quirúrgica

F ig u ra 7.38. Corazón hum ano norm al disecado que mues­


tra el giro en «U» de la arteria coronaria derecha y la pared pos­
terior del corazón. La arteria coronaria derecha (flecha) se cur­
va sobre el borde agudo y cruza la cruz por debajo de las venas
interventriculares posteriores vacías y aplanadas para penetrar
en la cruz. Véase Fig. 7.39. [ja]

F ig u ra 7 .3 7 . Dos imágenes diferentes del m ism o corazón


que muestran el giro en «U» de la arteria coronaria derecha de­
bajo de la vena interventricular posterior en la cruz. La aurícula
y el ventrículo izquierdos se han vaciado de color blanco. A,
La arteria coronaria derecha (flecha), vista desde una posición
oblicua posterior alta, sigue su trayecto en el surco auriculo-
ventricular en la porción superior derecha de la fotografía, y gira
en la cruz (cerca del centro). B, Imagen inm ediatamente su­
perior. Aurícula izquierda vaciada a la izquierda y aurícula de­
recha no vaciada a la derecha. Se ve bien el giro en «U» en el
centro de la porción inferior de la fotografía, penetrando en
la cruz, [ja]

• Se podrá evitar la lesión de la arteria del n o d u lo auricu-


lo v e n tric u la r si se respeta el triá n g u lo de Koch, la base
del ta b iq u e inte rauricular y la región de la intersección
de los surcos cardíacos.

H az a u r ic u l o v e n t r ic u l a r . El haz auriculove n tricu la r se


origina en la parte profunda del no d u lo auricu lo ve n tricu ­
lar. Penetra en el tríg o n o fib ro so derecho para llegar a la
F ig u r a 7.39. Primer plano de la disección de la Figura 7.38.
parte superior del ta bique inte rve n tricu la r muscular, p ro ­
Imagen detallada del bucle de la arteria (giro en «U») en la gra­
fu n d o a la parte m em branosa del tabique. A q u í da origen sa de la cruz. Flecha inferior, arteria descendente posterior (una
in m e d ia ta m e n te a una ancha rama izquierda del haz. En­ rama term ina l de la arteria circunfleja izquierda). Flecha su­
v u e lto p o r te jid o colágeno aislante (la «vaina de Curran»), perior (cerca de la punta del giro en «U»), arteria del nodo au­
después se dirig e a lo largo de la parte superior del tab i- riculoventricular (que se ha cortado), [ja]
306

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Pericardio, corazón y grandes vasos del tórax

• Skandalakis
B

Anatomia quirúrgica
Interpretación habitual
no disecada

F ig u ra 7.40. Interpretación errónea de la topografía coronaria. A, Aspecto real de las arterias. Recuadro, interpretación erró­
nea del origen arterial. B, Orígenes verdaderos de las arterias. Recuadro, giro en «U». [ja]

que m uscular antes de aparecer en una posición subendo- R a m a s d e l h a z . La rama derecha es c o m p a cta y estre-

cárdica en el ventrículo derecho. Aquí emerge com o la rama cha en su tra yecto a lo largo de la banda m od e ra d o ra (tra-
derecha del haz, adyacente al m úsculo p a pilar del cono, bécula septom arginal) hasta el músculo papilar anterior del
p ró x im o a la cresta supraventricular. ve n trículo derecho. Más allá de este p u n to , fascículos me-

Tabique membranoso Velo septal de la válvula tricúspide

Haz de His

Nodo AV
Triángulo de Koch

Tendón deTodaro
Orificio del seno coronario

Fosa oval

F ig u ra 7.41. Anatomía quirúrgica del tabique auricular derecho, incluyendo el triángulo de Koch. [feZ]
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■ Skandalakis

Pericardio, corazón y grandes vasos del tórax

ñores pasan en todas las direcciones hasta el m io ca rd io del ral o de la vena yu g u la r interna derecha bajo fluoroscopia,
ventrículo derecho; algunas fibras retroceden hasta el ta­ y m e d ia n te la posible e x tra cc ió n del tr o m b o por aspira­
b iq u e interventricular, y otras entran en el m io c a rd io de la ción. La intervención abierta se realiza a través de una es-
Anatomía quirúrgica

pared ventricular. te rn o to m ía m edia, con incisión de la arteria p u lm o n a r y


La rama izquierda del haz, co m o se ha señalado antes, extracción de los tro m b o s de las arterias pulm onares d e ­
aparece en el ventrículo izquierdo justo debajo de la cúspi­ recha e izquierda y de sus ramas, con la ayuda de un caté­
de no coronaria de la aorta. Rápidamente se divide en un te r de Fogarty.
fascículo anterior (la rama superior anterior izquierda) y un
fascículo posterior (la rama inferior posterior izquierda) (Fig. Aorta torácica
7.29); estas ramas tienen un trayecto subendocárdico hacia La aorta torácica sale del corazón casi ve rtica lm e n te ,
abajo por el tabique interventricular, y están cubiertas por una detrás del tro n c o p u lm o n a r y de la p u nta medial de la au­
lámina de te jido colagenoso. Cerca de la punta, numerosas rícula derecha. Da la arteria coronaria derecha desde el seno
tiras de fibras (algunas de las cuales son independientes y lo a ó rtico derecho, y la arteria coronaria izquierda desde el
suficientemente grandes com o para ser denom inadas seu- seno a ó rtico izquierdo.
dotendones) transportan las células especializadas (de Pur- La aorta ascendente está to ta lm e n te d e n tro del p eri­
kinje) a todas las partes del ventrículo. C uando entran en la cardio, cuyo límite superior está a nivel del plano del ángulo
sustancia ventricular, los tipos celulares se hacen casi indis­ esternal y del disco intervertebral T 4/T 5. Este plano señala
tinguibles del m iocardio activo normal. el final de la aorta ascendente, el co m ie n zo y el final del
Pequeños fascículos procedentes del haz c o m ú n o de la cayado aórtico y el com ienzo de la aorta descendente. Tam­
p orción proxim al de las ramas principales llegan a las fibras bién coincide con:
musculares adyacentes del tabique interventricular. Estas fi­
• La división de los mediastinos superior e inferior.
bras se denom inan fibras paraespecíficas de M ahaim . Se o b ­
• La unión de las venas braquiocefálicas izquierda y dere­
servan en corazones de lactantes con más frecuencia que
cha para fo rm a r la vena cava superior.
en corazones adultos. Durante las reparaciones de m a lfo r­
• La zona de m áxim a a p ro xim a ció n de las pleuras medias-
maciones congénitas c o m o las com unicaciones interventri-
tínicas derecha e izquierda.
culares, el haz auriculoventricular es vulnerable a la lesión
• La bifurcación de la tráquea.
en la región del tabique interventricular m em branoso.
C oady y cois.48 afirm aron que su estudio apoya la im ­
portancia de los factores genéticos que influyen sobre la
G r a n d e s v a s o s in t r a t o r á c ic o s agregación fa m ilia r de los aneurismas de la aorta torácica
(AAT). El AAT asociado a m últiples antecedentes represen­
Grandes arterias ta un nuevo factor de riesgo para el crecimiento de un aneu­
risma. El análisis fa m ilia r indica una h e te rogeneidad gené­
Tronco pulm onar tica. El principal m o d o de herencia parece ser autosóm ico
El tro n c o p u lm o n a r com ienza en el o rificio p u lm o n a r d o m in a n te , aunque ta m b ié n son evidentes m odos d o m i­
del ve n trículo derecho. Por fuera se origina suavem ente en nantes ligados al cro m oso m a X y m odos recesivos.
el infu n d íb u lo . Los primeros 4 cm del tro n c o están en el in­
te rio r del pericardio, que envuelve al tro n c o p u lm o n a r y a Grandes venas
la aorta en un m a n g u ito c o m ú n de pericardio seroso.
Vena cava superior
En su origen el tro n c o p u lm o n a r es anterior. El extrem o
proxim al del tro n co está entre las puntas anteromediales de La vena cava superior está fo rm a d a p o r la unió n de las
las dos aurículas. El tro n c o p u lm o n a r sigue un trayecto ha­ venas braquiocefálicas (inno m in a d a s) derecha e izquierda.
cia atrás y hacia la izquierda, situándose en la concavidad del La vena cava superior recibe el cayado de la vena ácigos, y
cayado aórtico. A q u í se bifurca: la arteria p u lm o n a r izquier­ entra en el pericardio a la derecha de la aorta ascendente.
da pasa p o r delante de la aorta descendente; la arteria pul­ N o hay nin g u n a válvula que cubra su entrada hacia la au­
m onar derecha pasa por detrás de la aorta ascendente y de rícula izquierda.
la vena cava superior. Una porción persistente del co n d u c ­ Toda la lo n g itu d del vaso es de 7 cm, y la m itad del mis­
to arterioso (que a veces no está ocluido) conecta el borde m o está en el in te rio r del pericardio. Las relaciones de la
superior del tro n co con la parte inferior del cayado aórtico. p orción extrapericárdica son:
Un é m b o lo , que m u y p ro b a b le m e n te se orig in a en la • Anterior: Unión esternocostal, pleura derecha.
red venosa de la extrem idad inferior, puede obstruir el tro n ­ • Posterior: N ervio vago derecho, arteria p u lm o n a r d e re ­
co p u lm o n a r o sus ramas, lo que con frecuencia causa la cha, em bocadura del cayado de la ácigos, pleura.
m u e rte del paciente. La e m b o le c to m ía p o r e m b o lia p u l­ • Derecha: N ervio frénico derecho, cayado de la vena áci­
m o n a r utiliza una de dos técnicas. La inte rve n ció n cerrada gos, pleura.
se puede realizar m ediante la canulación de la vena fe m o ­ • Izquierda: A orta ascendente.
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Pericardio, corazón y grandes vasos del tórax

Recordar: El nervio vago derecho desciende a la izquierda caras más superiores y laterales. Junto con sus uniones me-
del cayado de la vena ácigos. socárdicas, la vena cava inferior y la cara posterior de la au­
rícula izquierda, las venas pulm onares form a n los límites su­
En el inte rio r de la cavidad pericárdica las relaciones de
perior y lateral del seno pericárdico oblicuo.
la vena cava superior son:
De las cuatro venas, la vena inferior izquierda es la más
• Anterior: Libre en la cavidad pericárdica. visible, y la inferior derecha es la menos visible. En el 2 5 %
• Posterior: Aurícula izquierda, arteria p u lm o n a r derecha, de las personas, las venas pulmonares izquierdas se unen en
pericardio posterior y lateral. el in te rio r del pericardio para fo rm a r una vena p u lm o n a r
El pericardio está fijado con firmeza a la pared de la vena izquierda c o m ú n . En sólo el 3% hay una vena p u lm o n a r
cava superior. Es posible la movilización intrapericárdica des­ derecha c o m ú n fo rm a d a de esta manera.
pués de la sección cuidadosa de estas uniones pericárdicas. D urante la cirugía es aconsejable identifica r la localiza­
Según lanne tto n i y O rrin g e r49, el síndrom e de la vena ción de todas las venas pulm onares en los defectos del ta­
cava superior (obstrucción de la VCS) es secundario a una bique, p o rq u e puede haber un drenado anóm a lo parcial53.
neoplasia m aligna mediastínica en el 75% de los casos, y se
debe a procesos benignos en el 2 5 % de los casos. Las m a ­
nifestaciones clínicas del síndrome incluyen «edema facial y
Histología d el corazón
de la extrem idad superior, distensión de las venas de la ca­
beza, del cuello, de los brazos y de la parte superior del tó ­ La pared del corazón está fo rm a d a p o r tres capas: el
rax, y un rubor oscuro de estas zonas que indica cianosis». epicardio, el m io ca rd io y el e ndocardio. La pared contiene
S ch in d le ry Vogelzang50 indican que en el paciente que el esqueleto fibroso, que se encarga de la unión y soporte
tiene un síndrome de vena cava superior (SVCS) secunda­ de las válvulas, nervios (sistema de co n d u c c ió n interno),
rio a un proceso m aligno, la radioterapia y la a nticoagula­ arterias, venas y linfáticos.
ción p roporcionan un alivio inadecuado de los síntomas, y El epicardio está fo rm a d o p o r tejido conectivo que so­
que se puede conseguir la mejor paliación con técnicas com o porta el re c u b rim ie n to de células mesoteliales. En el m io ­
trombólisis, angioplastia y prótesis endovasculares. Estos au­ cardio hay fibras musculares especiales que contienen m ito -
tores encuentran que el SVCS secundario a un proceso be­ condrias grandes y re tícu lo sarcoplásm ico. N o hay
n ig n o es más p roblem ático, y señalan que todavía se des­ regeneración ni sustitución de las células cardíacas. T am po­
conocen los resultados a largo plazo de la im p la n ta ció n de co se dividen; son sustituidas por tejido conectivo fibroso. El
prótesis endovasculares. Proponen que, en estos pacientes, endocardio está fo rm a d o p o r células endoteliales lisas. El es­
se evalúen los riesgos y los beneficios de la im p la n ta ció n de queleto fibroso está fo rm a d o p or tejido conectivo denso.
prótesis endovasculares frente a la derivación quirúrgica. N o se abordará aq u í la histología del pericardio y de los
Según D ow ns y cois.51, con frecuencia se p ro d u c e la grandes vasos.
perforación en la un ió n entre la VCS y la aurícula derecha
d u ra n te el cateterism o venoso central.
, Fisiología d el pericardio, del
Vena cava inferior
corazón y d e los grandes vasos
La vena cava infe rio r perfora el diafragm a a la altura de
la octava vértebra torácica, y entra en la aurícula derecha Resulta una tarea inmensa presentar la fisiología del co­
a nivel de la un ió n xifoesternal. Su entrada está cubierta razón, del pericardio y de los grandes vasos en un libro de
p o r un pliegue de te jido, la válvula de Eustaquio. Esta par­ anatom ía. Este tem a es dem asiado co m p le jo para el á m b i­
te de la vena cava inferior intrapericárdica m ide a p ro x im a ­ to de este capítulo.
d a m e n te 1 cm de lo n g itu d . La porción extrapericárdica es Se puede e n contrar un e jem plo sorprendente de estas
casi o to ta lm e n te inexistente; cuando está, se relaciona con maravillas en la descripción de Severs54 de la célula m us­
la pleura derecha y con el nervio frénico derecho. En un cular cardíaca:
sentido práctico, las porciones «torácica» e in tra p e ricá rd i­ El miocito cardíaco es la célula físicamente más enér­
ca son idénticas. gica del cuerpo, en la duración media de una vida h u m a ­
Para más info rm a ció n sobre la vena cava inferior, insis­ na. Coordinando la actividad de latido con la de sus tres
tim o s en la consulta Surgery o f the Chest, de Sabiston y mil millones de vecinas en la principal bom ba del corazón
Spencer52, y Embriology for Surgeons, de Skandalakisy Gray3. humano, se bombean más de 7 .0 0 0 1de sangre al día, sin
ningún esfuerzo consciente, a lo largo de 165.000 km de
Venas pulmonares vasos sanguíneos.
Las venas pulm onares están fijas al pericardio. En el in­ El estudiante interesado encontrará a b u n d a n te in fo r­
te rio r del pericardio son apenas visibles, sólo en una parte m ación en la edición más reciente de Hurst's The Heart?s.
de su circunferencia; el mesocardio dorsal oculta del to d o sus En este te x to se explica en p ro fu n d id a d la cuádruple
309

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* Skandalakis

Pericardio, corazón y grandes vasos del tórax

mecánica fu n d a m e n ta l del m úsculo cardíaco (precarga, vena cava superior. Repetimos que esta ligadura arriba m e n ­
poscarga, co n tra ctilid a d y frecuencia cardíaca), el co n tro l cionada SÓLO se debe realizar si es absolutamente necesa­
nervioso y la regulación del flu jo sanguíneo. rio. Los sistemas venosos ácigos y hemiácigos son bastante
Anatomía quirúrgica

variables; recuérdese que ésta es la red colateral del d re n a ­


d o venoso entre la vena cava superior y la vena cava inferior.
La entrada de la vena cava superior en la cavidad peri-
cárdica está situada a la derecha de la aorta. Por detrás está
unida a la aurícula izquierda y a la arteria p u lm o n a r d e re ­
La com pleja anatom ía del corazón, su localización y sus cha. Las cuatro venas pulm onares entran en la aurícula iz­
m últiples posibles problem as (ta n to co n g é n ito s co m o a d ­ q uierda a través de su pared lateral.
q u iridos) no p e rm ite n una explicación detallada de la ci­ Bouchard y cois.60 señalaron que la sustitución de la vál­
rugía cardíaca en este lib ro . Por lo ta n to , presentaremos vula aórtica se puede realizar a través de una m in ie ste rn o -
sólo algunas aplicaciones seleccionadas. tom ía. Los resultados perioperatorios son similares a los que
Las excelentes obras de K ubik y Healey56, Edwards y se o b tie n e n m edia n te una esternotom ía convencional.
cois.57 y W ilcox y Anderson58 proporcionan inform ación so­
bre este tem a. A b o r d a j e s del l a d o iz q u ie r d o
La era de la cirugía m ín im a m e n te agresiva está frente a
nosotros. Hay que d e c ir que a c tu a lm e n te esta tarea está
DEL CORAZÓN
en un estado fu n d a m e n ta lm e n te e m b rio n a rio . In d e fe cti­ La incisión utilizada habitualm ente para este abordaje es
blem ente, el estudiante de cirugía cardíaca debe estar fa­ la esternotom ía media; raras veces se utiliza una to ra c o to ­
miliarizado con el p ro m e te d o r horizonte que tal vez tenga mía posterolateral. Con cualquiera de estas dos incisiones
una gran im porta n cia en el tra ta m ie n to de la arteriopatía se pueden e xp o n e r el lado izquierdo del corazón, las g ra n ­
coronaria y de otras cardiopatías. Fishman y cois.59 afirm a­ des arterias y las venas pulm onares. Ali y cois.61 d escribie­
ron q u e la d e riva ció n arterial coron a ria directa m ín im a ­ ron un m a y o r coste-eficacia y una m a y o r satisfacción de
m ente invasora (D A C D M I) evita la esternotom ía media, lo los pacientes con la esternotom ía m edia subtotal que con
que reduce el tra u m a tis m o q u irú rg ic o cardíaco. la esternotom ía estándar.
Se deben p ro te g e r el nervio frénico izquierdo y la a rte ­
A b o r d a je s del l a d o d e r e c h o ria y vena pericardiofrénicas; estas estructuras están unidas
al lado izqu ie rd o del pericardio. W ilcox y A nd e rso n 58 m e n ­
DEL CORAZÓN
cionan un abordaje anterior en relación con el paquete neu­
Dos incisiones p e rm ite n este acceso: la e sternotom ía rovascular.
media y la to ra co to m ía anterolateral derecha. La aorta descendente se expone m ediante la retracción
Los com po n e n tes anatóm icos im plicados son: a n te rio r del p u lm ó n izqu ie rd o y la sección de las pleuras
m ediastínicas detrás del nervio vago izqu ie rd o . Se de b e
• Pericardio.
p ro te g e r el nervio laríngeo recurrente en su tra yecto alre­
• Vena cava superior.
d e d o r del borde inferior del lig a m e n to arterioso; hay que
• Aorta.
ser m u y cuidadoso y evitar la tracción del nervio vago.
• Aurícula izquierda.
• Arteria p u lm o n a r derecha.
• Vena ácigos.
A p l ic a c io n e s q u ir ú r g ic a s
• Venas pulm onares derechas. DE LA CIRCULACIÓN CORONARIA
La lo n g itu d de la vena cava superior es de a p ro x im a ­ Dada la elevada incidencia de la ateroesclerosis arterial
dam ente 7 cm . Su m itad proxim al está fuera del pericardio; coronaria y su m orta lid a d asociada se co m p re n d e con fa ­
su m ita d distal o caudal está en el inte rio r de éste y drena cilidad que la derivación arterial coronaria sea una de las
la aurícula derecha. La vena ácigos drena la pared posterior intervenciones quirúrgicas más frecuentes. La cirugía se re­
de la vena cava superior, justo encima del pericardio. aliza para prevenir un probable infarto de m io cardio o para
Es necesario conocer la topografía de la co m u n ica ció n aliviar los síntomas isquémicos, la angina persistente y /o la
entre la vena ácigos y la vena cava superior si hay que lle­ insuficiencia cardíaca congestiva por enferm edad oclusiva
var a cabo una ligadura de la VCS. Se puede p ro d u c ir ede­ grave de las arterias coronarias.
ma cerebral y m u erte después de una ligadura súbita de la Las arterias torácicas internas y los segm entos de la ar­
vena cava superior en caso de obstrucción de la vena áci­ teria radial o las venas safenas son los injertos utilizados con
gos; sin embargo, la ligadura que se realiza entre la vena áci­ más frecuencia para realizar la derivación de segm entos ar­
gos y la aurícula derecha n o pone en p e lig ro la su p e rvi­ teriales ocluidos o casi ocluidos. Un e xtre m o del inje rto ve­
vencia si el sistema ácigos está inta cto y no está obstruido. noso se anastomosa a la aorta ascendente, y el o tro a la ar­
Se debe recordar la lógica anatómica de la ligadura de la teria coronaria distal a la estenosis u oclusión. El inje rto se
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Pericardio, corazón y grandes vasos del tórax 7


debe o rientar de manera adecuada en relación con las vál­ 5. Exposición cuidadosa de la vena p u lm o n a r superior d e ­
vulas de su inte rio r para que no haya dificultades en el flu ­ recha.
jo arterial. La arteria torácica interna se libera de su posi­ 6. Ligadura de la vena cava superior derecha.
ción paraesternal, se secciona (h a b itu a lm e n te en el sexto 7. Incisión de la vena cava superior y de la vena cava p u l­
espacio intercostal), y se anastomosa su e xtre m o a una ar­ m o n a r superior derecha para la descompresión del c o ­
teria coronaria distai al proceso oclusivo. razón.
Jones y cois.62 describieron que la revascularización m io ­ 8. Pinzado de la aorta ascendente distal.
càrdica quirúrgica utilizando la arteria torácica interna, la ar­ 9. Resección del corazón m e diante la sección de la vena
teria gastroepiploica, la arteria radial, la arteria epigástrica cava inferior, de todas las venas pulm onares, de la a o r­
inferior y otros injertos arteriales y venosos, ha beneficiado ta ascendente distal y de las arterias p ulm onares de re ­
a cientos de miles de pacientes. cha e izquierda.
La angioplastia coronaria transluminal percutánea es una
técnica menos agresiva para m ejorar el flujo arterial corona­ Anatomía del trasplante cardíaco
rio; la compresión de la placa arterial expande el tam a ñ o del ortotópico (receptor)
conducto arterial funcional. Se introduce el catéter con un ba­
lón en la punta a través de la arteria femoral o braquial. Con 1. Pinzado de la aorta.
la ayuda de una fluoroscopia directa se introduce el catéter 2. Incisión de la aurícula derecha hacia abajo hasta el seno
hasta la aorta y el orificio coronario seleccionado. coronario.
3. Sección de la aorta y de la arteria p u lm o n a r cerca de las
Recordar: válvulas.
• La vena intercostal superior situada entre los nervios fré­ 4. Incisión de la aurícula izquierda en su cú p u la con e x­
nico y vago se puede ligar sin problem a. tensión de la incisión hasta el ta b iq u e auricular.
• El c o n d u c to torácico in te rn o se dirige hacia la vena sub­ 5. Resección de la aurícula derecha.
clavia izquierda. Este c o n d u c to ta m b ié n se puede ligar 6. Se seccionan los restos de la aurícula, te n ie n d o e x tre ­
sin peligro. Pérez y cois.63 presentaron un caso de quilo- m o cu id a d o para conservar una cantidad adecuada de
tórax izquierdo c o m o co m p lica ció n de un inje rto de de­ te jid o alrededor de las venas pulm onares.
rivación arterial coronaria. 7. Extracción del corazón.
• En la mayor parte de los casos, la sección de las cinco raíces 8. Anastomosis:
dorsales torácicas superiores pondrá fin al d olor cardíaco. a. Aurícula izquierda.
• Se pueden o b te n e r resultados similares co rta n d o los ra­ b. Aurícula derecha.
mos com unicantes de los cinco nervios espinales supe­ c. A rteria pulm onar.
riores. Sin e m b argo, hay que tener en cuenta la variabi­ d. Aorta.
lidad del núm e ro y del trayecto de los ramos cua n d o se
realiza la sección de estos nervios.
• M a n d 'a k y cois.64 han descrito una fístula esternobron- T r a u m a tis m o c a r d í a c o c o n tu s o
quial c o m o co m p licación de la cirugía coronaria.
El tr a u m a tis m o cardíaco c o n tu s o p u e d e ser s im p le ­
m ente una contusión o una rotura de la pared cardíaca. Se­
A n a t o m ía del t r a s p l a n t e c a r d í a c o g ú n M ayfield y H urley66, el tra u m a tis m o to rá cico co n tu s o
es responsable del 5 % de las muertes al año en a c c id e n ­
N o vamos aquí a explicar la técnica. S im plem ente pre­
tes de trá fic o en Estados Unidos. En una revisión de au­
sentamos las entidades anatómicas que están implicadas en
topsias después de un traum atism o torácico contuso, Parm-
la cardiectomía del d o n a n te y en el trasplante del receptor.
ley y cois.67 describieron una incidencia de ro tura cardíaca
Spann y Van M e te r65 afirm aron que el trasplante cardí­
del 6 4 % , c o n una supervivencia d u ra n te más de 30 m i­
aco es una o pción eficaz y que p e rm ite salvar las vidas de
n u to s de sólo el 7% . Tassiopoulos y co is .68 y Symbas y
los pacientes con insuficiencia cardíaca congestiva que no
cois.69 presentaron un análisis de rotura cardíaca d e b id a a
responden al tra ta m ie n to m édico.
tra u m a tis m o contuso.

Anatomía de la cardiectomía (donante)


1. Incisión vertical en la línea media del esternón y de la pa­ C o m p lic a c io n e s a n a t ó m i c a s
red a b d om inal.
J/ - ' v\ d e la c ir u g ía c a r d í a c a
2. Sección del pericardio.
3. Disección minuciosa de la vena cava superior. Se pueden p roducir diversas com plicaciones durante las
4. Disección minuciosa y separación de la aorta desde la ar­ operaciones cardíacas o después de las mismas. Muchas de
teria p u lm o n a r principal. ellas se pueden reducir al m ín im o o se pueden evitar cuan-

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* Skandalakis

Pericardio, corazón y grandes vasos del tórax

do el cirujano conoce bien la anatomía del corazón y de los a factores predisponentes previos. La esternotomía media
grandes vasos, cuando ha diagnosticado con e xa ctitud la cuando hay un ventrículo derecho m u y dilatado o un aneu­
lesión cardíaca y cuando ha planificado su reparación. risma gue se adhiere a la placa posterior del esternón pue­
Anatomía quirúrgica

Roe70 afirm ó: de p ro d u c ir el tra u m a tism o de estas estructuras y una he­


Cuando se contempla la realización de una operación m orragia grave, ta n to si la operación se realiza por primera
de cirugía cardíaca se debe establecer la alteración funcio­ vez com o, especialmente, si es una reintervención.
nal y el plan quirúrgico a partir de los estudios diagnósticos. Un estudio de D em etriades y cois.71 conclu yó que las
La evaluación y la decisión basadas en los hallazgos qui­ lesiones de los vasos subclavios y axilares se asocian a una
rúrgicos han resultado erróneas. La exposición quirúrgica elevada tasa de m ortalidad. Para la exposición quirúrgica re­
es restringida, y la visualización del corazón colapsado y co m e n d a ro n la incisión clavicular, y para las lesiones pro-
vacío puede confundir con facilidad al cirujano sobre la pre­ ximales añadieron una esternotom ía media para p e rm itir
sencia y la gravedad de las alteraciones funcionales. Las el acceso a los vasos subclavios derechos e izquierdos (Figs.
comunicaciones interventriculares pueden ser múltiples y 7.42, 7.43 y 7.44).
oscuras; puede ser difícil identificar las vías anómalas o fis­ Una hem orragia de un g ra d o m u c h o menos letal pue­
tulosas. La anatom ía patológica de una válvula con fre­ de estar produ cid a p o r la lesión de otros órganos c o m o el
cuencia se correlaciona m al con el rendimiento funcional(...) tim o (p a rticu la rm e n te sus venas), la arteria torácica in te r­
La localización externa de lesiones críticamente obstructivas na o tiroidea inferior, y los pulm ones.
de las arterias coronarias es difícil debido al carácter difu­ Se p u e d e p ro d u c ir la lesión unila te ra l (o, de m anera
so del proceso ateroesclerótico. m u y poco frecuente, bilateral) del nervio vago o del nervio
Por lo tanto, es evidente que no se puede realizar una ci­ frénico, lo que da lugar a la parálisis de una cuerda vocal o
rugía torácica segura y eficaz sin estudios diagnósticos exac­ del h e m id ia fra g m a . La separación excesiva del tercio su­
tos, fiables y claros. El cirujano somete a su paciente a un ries­ perior de la esternotom ía puede p ro d u c ir la lesión del ple­
go injustificable si no se asegura personalmente de que los xo braquial d e b id o a su distensión o com presión contra la
estudios tienen la calidad y validez suficientes para eliminar prim era costilla.
cualquier duda sobre la intervención adecuada, o si cree que C onocer la presencia de factores predisponentes y rea­
se pueden adoptar decisiones fiables teniendo en cuenta sólo lizar técnica q u irú rg ic a m eticulosa ayudan a p re ve n ir las
los hallazgos quirúrgicos. Debe asegurarse también de que c om plicaciones. La infección es la co m p lica ció n más ta r­
no existen asociadas que pudieran poner en peligro el re­ día, y da lugar a m ediastinitis.
sultado o que hicieran necesaria una atención simultánea. A los lectores interesados les recom endam os el libro Me­
dian Sternotomy: Historical Perspective a n d Current Applica­
C o m p lic a c io n e s p e r ic á r d ic a s tion, de D alton y C o n n a lly 72.

Pericardiocentesis
Toracotomía lateral a través del cuarto,
Los grandes vasos, los vasos torácicos internos y los p ul­ quinto o sexto espacio intercostal
m ones se pueden lesionar p o r una pericardiocentesis des­
cuidada. Los posibles resultados incluyen la perforación del Las com plicaciones inm ediatas de la to ra co to m ía late­
estómago, la perforación del colon, el n eum otorax y el neu- ral son m u y poco frecuentes. Se puede p ro d u c ir una he­
m opericardio. m orragia p o r una lesión de los vasos intercostales o de la
Se puede p ro d u c ir una hem orragia secundaria a la la­ arteria torácica interna, o p o r el p u lm ó n cuando está a d ­

ceración de la arteria coronaria, del ventrículo derecho y /o herido a la pared torácica. Complicaciones extremadamente
de la aurícula derecha. Otras posibles com plicaciones son raras pero p o te n cia lm e n te mortales son la fuga de líquido
el ta p o n a m ie n to cardíaco, el hem ope rica rd io y (raras ve­ cefalorraquídeo (con o sin neum ocefalia) y paraplejia des­
ces) el hem otórax. pués de la cobertura de la incisión en la u n ió n entre la pa­
rrilla costal y la colum na vertebral con Gelfoam .
El d o lo r torácico postoracotom ía es una secuela tardía
Pericardiotomía y pericardiectomía
frecuente de la toracotom ía lateral. El d o lo r se debe ocasio­
Se puede evitar la co n ta m in a ció n de la cavidad pleural nalm ente a la fo rm a ció n de un neuro m a del nervio in te r­
con el abordaje subxifoideo. costal. En la mayoría de los casos se desconoce la causa del
La hem orragia es una posible com plica ció n de la peri­ dolor.
cardiectom ía.

C o m p lic a c io n e s d e l a b o r d a j e C o m p l ic a c io n e s c a r d ía c a s

Esternotomía media Las lesiones isquémicas y estructurales del corazón son


Muchas de las complicaciones de esta incisión se deben com plicaciones frecuentes de las operaciones cardíacas. La
312

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Pericardio, corazón y grandes vasos del tórax

loventricular. Según B o llin g 73, avanza p o r el lado izquier­


Vena subclavia
Arteria subclavia dcha. do del tabique ventricular en el 8 0 % de los casos. Después
Vena yugular dcha. de pasar entre los velos septal y a n te rio r de la válvula tr i­
cúspide, se bifurca fin a lm e n te p o r debajo de la comisura
de las cúspides derecha y no coronaria de la válvula aór­
tica en las ramas izquierda y derecha.
Clavícula • N o hay vías de co n d u cc ió n accesoria supraventricular en
la zona que está entre los trígonos fibrosos izquierdo y
derecho, porque no hay m úsculo auricular cerca del ven­
trículo. Según Titus74, otra zona en la que no hay vías ac­
cesorias supraventriculares es el espacio piram idal, que
está fo rm a d o p o r el tríg o n o fibroso, el epicardio y la p ro ­
longación superior y p o sterior del v e n trícu lo izquierdo.
Este espacio co ntiene alm ohadillas grasas, senos c o ro n a ­
M. pectoral menor rios, la arteria del n o d u lo a u ricu lo ve n tricu la r y, posible­
m e n te , vías septales posteriores73. En la Figura 7.45 se
F ig u r a 7.42. Exposición de los vasos subclavios y axilares
m uestran las cuatro zonas anatóm icas en las que puede
después de la resección de la m itad medial de la clavícula o de
haber vías de co n d u c c ió n accesoria.
la sección y retracción de la clavícula (aparte). Se secciona el
pectoral mayor. Se puede seccionar el pectoral m e n o r si es n e ­
cesario. [as2] C o m p l ic a c io n e s de lo s g r a n d e s v a s o s

Tronco pulmonar
Las com plicaciones anatóm icas de la cirugía del tro n c o
lesión isquémica del m ioca rd io se puede reducir al m ín im o
(arteria) p u lm o n a r son las que se producen después de una
o se puede prevenir p ro te g ie n d o el corazón dura n te el pin-
em bolectom ía p o r em bolia pulm onar, em pleando una téc­
zado de la aorta; esto se consigue m edia n te la perfusión
nica cerrada o abierta. La hem orragia es una com plica ció n
anterógrada y retrógrada de las arterias coronarias con so­
a n a tó m ic a de las dos técnicas. En la técnica a bierta, las
lución cardioplégica. Se consigue la h ip o te rm ia local su­
com plicaciones se asocian con más frecuencia a las de la
plem entaria co locando hielo picado de suero salino sobre
tora co to m ía . La m o rta lid a d es m u y elevada.
el corazón.
El conocim ie n to preciso de la anatomía del corazón y de
las lesiones congénitas o adquiridas, ju n to con una té c n i­ Aorta torácica
ca q u irúrgica precisa, ayudará a reducir al m ín im o o a evi­
Se van a presentar las com plicaciones de sólo las dos
ta r otras com plicaciones anatóm icas de la cirugía cardía­
técnicas quirúrgicas siguientes: corrección de un conduc-
ca. A q u í p u e d e ser útil m e n c io n a r una vez más algunas
estructuras cardíacas im portantes:
• El n o d u lo sinoauricular está localizado debajo de la unión
anterolateral de la vena cava superior y de la orejuela de
la aurícula derecha. Según B o lling73, su vascularización M. esternocleidomastoideo Nervio frénico
procede de la arteria del n o d u lo sinusal que se origina en
M. escaleno ant.
la arteria coronaria derecha (6 0 % ) o en la circunfleja, que
puede pasar delante o detrás de la vena cava superior.
• El n o d u lo auriculoventricular se localiza en el inte rio r del
triá n g u lo de Koch (que está fo rm a d o p o r el anillo de la
válvula tricúspide, el orificio del seno coronario y el tendón
de Todaro). Se encuentra en el tabique auriculoventricu­
lar muscular, en el lado auricular derecho del te n d ó n fi­ Arteria
broso central. En la m ayor parte de los casos está situado carótida
común V. subclavia izquierda
justo encima del seno coronario. El n o d u lo auriculoven­
izquierda
tricular se puede lesionar durante operaciones mitrales de­ izquierda izquierda
b id o a la estrecha relación entre su parte izquierda y el
anillo de la válvula mitral. El n o d u lo recibe su vasculariza­ F ig u r a 7.43. Exposición de la arteria subclavia a través de
ción princip a lm e n te de la arteria descendente posterior. una incisión clavicular con resección de la m itad medial de la
• El tra yecto del haz de His comienza en el n o d u lo auricu- clavícula. [as2]

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• Skandalakis

Pericardio, corazón y grandes vasos del tórax


Anatomía quirúrgica

A. carótida común izquierda

A. subclavia izquierda

Tronco braquiocefálico

Clavícula izquierda

Nervio vago izquierdo

F ig u ra 7.44. Exposición del cayado aórtico y de la arteria subclavia izquierda proximal a través de una esternotom ía com bi­
n ada con una incisión clavicular izquierda. [as2\

to arterioso perm eable y corrección de una coartación de Para más info rm a ció n , recom endam os el excelente li­
la aorta. b ro Surgery o f the Chest, de Sabiston y Spencer52.

Reparación de un conducto arterioso Reparación de la coartación de la aorta


perm eable Las com plicaciones incluyen:
Las com plicaciones incluyen: • Hem orragia secundaria al deslizamiento de una pinza lisa,
• Hemorragia secundaria a un desgarro de la pared del con­ o al desgarro de una arteria intercostal aneurismática.
d u cto , o p or colocación errónea y deslizam iento de una 9 Lesión del c o n d u c to torácico con q u ilo tó ra x.
pinza, con hem orragia desde la aorta o desde la arteria • Lesión del nervio recurrente izquierdo.
pulm onar. • Paraplejia secundaria a escasez de colaterales, e h ip o te n ­
• H em orragia desde la incisión de la pared torácica, con sión distal secundaria a pinzado de la aorta.
h em o tó ra x. • Vasculitis mesentérica, que puede p ro d u c ir isquem ia o
• Lesión del nervio recurrente izquierdo. gangrena del segm ento del intestino afectado.
• Lesión del nervio fré n ico izquierdo. • Hipertensión tardía grave.
314

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Pericardio, corazón y grandes vasos del tórax

ANTERIOR
Válvulas pulmonares
Válvulas aórticas

Trígono fibroso izquierdo


Espacio septal anterior

Cuerpo fibroso central

Tabique membranoso

Espacio de la pared libre izquierda


Espacio de la pared libre derecha

A nillo de la válvula tricúspide


Reflexión epicárdica del
ventrículo izquierdo
Reflexión epicárdica del ventrículo
derecho

A nillo de la válvula mitral


POSTERIOR Espacio septal posterior

F ig u ra 7.45. Las cuatro zonas anatómicas en las que pueden aparecer las vías de conducción accesorias. Espacio de la pared
libre izquierda, espacio septal posterior y espacio de la pared libre derecha definidos por las estructuras valvulares y ventricula-
res adyacentes.

1 ] Perlas clínico-quirúrgicas
A finales del siglo xix se consideraba generalmente que la los oxigenadores mediante derivación cardiopulmonar, téc­
cirugía del corazón era un territorio prohibido. Billroth ha­ nicas de protección miocàrdica, operaciones a corazón abier­
bía dicho que cualquier cirujano que se atreviera a operar el to para corregir cardiopatías congénitas y valvulopatías ad­
corazón (sutura de heridas cardíacas) perdería la estima de quiridas, marcapasos cardíacos, angiografía coronaria, cirugía
sus colegas cirujanos75. Tal vez se pueda com prender esta de derivación arterial coronaria, cirugía de las arritmias, dis­
afirmación si se piensa que aún no se habían desarrollado las positivos de asistencia cardíaca (bomba con balón) y cora­
técnicas anestésicas que permitirían operar fácilmente el tó ­ zones artificiales, y trasplante cardíaco y cardiopulmonar.
rax abierto y que no se disponía de transfusiones sanguíne­ La investigación y desarrollo actuales en el tratamiento
as. Sin embargo, poco después de esa afirmación, Rehn des­ de las cardiopatías implican a médicos, ingenieros y científi­
cribió en 189676 la primera de muchas reparaciones con éxito cos; son extensos y apasionantes, e indudablemente propi­
de heridas por arma blanca del corazón. No era posible que ciarán nuevas operaciones cardíacas más seguras. Sin em ­
los cirujanos del siglo pasado pudieran ver una era en la que bargo, es posible que el gran volumen de operaciones de
en todo el mundo se realizarían más de medio millón de ope­ cirugía cardíaca actual esté cerca de su máximo. M uy pro­
raciones cardíacas al año. bablemente se asista a la sustitución de muchas de las in­
Una serie de avances permitió el fenomenal desarrollo de tervenciones quirúrgicas actuales por tecnologías alternativas,
la cirugía cardíaca en el siglo xx. Cualquier lista de los avan­ muchas de las cuales podrán ser realizadas por médicos que
ces más importantes sería incompleta, aunque mi enumera­ no sean cirujanos. Además, la epidemia actual de vasculo­
ción en un orden cronológico aproximado sería la siguien­ patia coronaria en Estados Unidos parece estar relacionada
te: sutura de las heridas cardíacas, resección del pericardio, en gran parte con el estilo de vida y con patrones dietéticos.
electrocardiografía, transfusión sanguínea, técnicas anesté­ Si una gran parte de la población modifica estos patrones
sicas, técnicas de sutura de los vasos sanguíneos, cateterismo y /o los tratamientos farmacológicos controlan o incluso re­
cardíaco, cirugía valvular a corazón cerrado, cirugía cardía­ vierten la arteriopatía coronaria, habrá reducciones im p o r­
ca congènita con precursores de máquinas corazón-pulmón, tantes de la necesidad de correcciones mecánicas de las oclu­
resección e implantación de injertos de la aorta torácica, an­ siones vasculares. (RSF Jr)
ticoagulantes, masaje cardíaco y desfibrilación, desarrollo de

315

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A I T U L O

Diafragma
John E. Skandalakis; G e n e L, C olborn; Thomas A. W eidm an; Panajiotis N, Skandalakis

DIAFRAGMA, n. Separación muscular que divide los trastornos del tórax de los digestivos.
Ambrose Bierce (1 8 4 2 -1 9 1 4 ? f

Historia Membranas pleuroperitoneales

La historia de la anatom ía y la cirugía del d ia fragm a se A lred e d o r de la octava semana e m b rio n a ria las m e m ­
muestra en la Tabla 8.1. branas pleuroperitoneales cierran las com unicaciones dere­
cha e izquierda entre las cavidades pleurales y peritoneales.
Inicialm ente, las m em branas son una parte im p o rta n te del
Embriogénesis desarrollo del d ia fragm a (Fig. 8.1 A), pero el m a yo r creci­
m ie n to posterior del resto de elem entos reducirá su c o n tri­
D e s a r r o llo normal bución a una p ro p o rc ió n más modesta (Fig. 8.1 B). Es po ­
sible q u e las m e m b ra n a s p le u ro p e rito n e a le s fo rm e n las
El diafragm a de los mam íferos es una estructura fo rm a ­ partes laterales del diafragm a.
da a partir de cuatro orígenes em brionarios (Fig. 8.1 A): La m em brana pleuropericárdica puede estar relaciona­
• Septo transverso. da con las m em branas pleuroperitoneales. La m em brana
• M ediastino (m esentéreo dorsal). pleuropericárdica es un pliegue único entre el septo trans­
• M em branas pleuroperitoneales. verso y la apófisis xifoidea.
• Músculos de la pared a b d o m in a l.
Con los datos disponibles a ctualm ente, no es posible
d e te rm in a r los límites precisos de los cuatro com po n e n tes Músculos de la pared abdominal
e m b rionarios del d ia fragm a del adulto.
M e d ia n te su incursión de la pared torácica, los m io to -
mas de los segm e n to s s é p tim o a d u o d é c im o a p o rta n el
Septo transverso c o m p o n e n te lateral del diafragm a y fo rm a n el receso cos-
D urante la tercera semana del cre c im ie n to e m b rio n a ­ to d ia fra g m á tic o . Este receso co n stitu ye la parte final del
rio, el extre m o de la capa en c re cim ie nto del e m b rió n des­ perfil de la cúpula d iafragm ática.
plaza la pared del m esoderm o hasta una posición craneal Las fibras del nervio frénico están presentes en el diafrag­
al intestino m edio y caudal al corazón (Fig. 8.2). D icho m e­ ma desde la séptima semana; las fibras musculares pueden
so d e rm o representa el c o m p o n e n te ventral del fu tu ro d ia­ aparecer una semana después. Antes del n a c im ie n to exis­
fragm a, que constituye su m a yo r parte. te un p re d o m in io de fibras blancas de contra cció n rápida
La superficie craneal del septo tam bién contribuye a fo r­ y una escasa capacidad de oxidación. Después, se p ro d u ­
m a r el te jid o co n ectivo del pericardio. La superficie caudal ce un incre m e n to de fibras rojas, de c o n tra c c ió n lenta y
pro p o rcio n a el te jid o conectivo de la cápsula y el estroma alta capacidad oxidativa, hasta que a lrededor del octavo
del hígado. mes de vida a p ro x im a d a m e n te el 5 5 % de las fibras son ro­
El septo transverso es responsable de la fo rm a c ió n de jas y del tip o de contra cció n lenta. Estas fibras se fatigan
la parte tendinosa del diafragm a (te n d ó n central). menos que las blancas.
N o se sabe si todas las fibras musculares se o rig in a n a
p artir de la pared torácica y em ig ra n c e n tra lm e n te o sur­
Mediastino (mesentéreo dorsal)
gen en el septo transverso y em igran periféricamente, pero
El m ediastino es el grueso mesentéreo dorsal del intes­ puesto que las fibras musculares diafragm áticas son iner­
tin o anterior, que co ntiene el fu tu ro esófago y la cava infe­ vadas p o r C2, C3, C4 (n e rvio frénico ), y la c o n trib u c ió n
rio r (Fig. 8.1 A). Es bilateral, y co n tin ú a a n te rio rm e n te con de los nervios torácicos a la inervación dia fra g m á tica se li­
el se pto transverso y p o s te rio rm e n te con el m e s o d e rm o m ita a fibras sensitivas de la parte periférica, parece más
axial. En su extensión p o s te rio ry caudal, se d ivide para fo r­ pro b a b le qu e las fibras musculares se o rig in e n a partir del
m a r el pilar diafragm ático. septo transverso.

316

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Diafragma 8
T a b l a 8 .1 . Historia de la anatomía y la cirugía del diafragma
Homero (Siglo 9 a.C.) Probablem ente conocía el diafragma com o u n elem entos anatóm ico por las precisas
descripciones de las heridas de guerra en la Guerra de Troya
Empédocles de Agrigento U no de los primeros en estudiar la fisiología de la respiración
(500-430 a.C.)
Hipócrates (460-359 a.C.) «Por ello digo que la cabeza representa el conocim iento, pero el diafragma debe
su nom bre [(ppgvsa; {(ppsv = mentej] al accidente y utilización, y n o a la realidad
y naturaleza, ya que n o conozco que posea poder, ni en forma de sentido ni tam poco
com o entendim iento, excepto cuando el hom bre se ve afectado por u n a alegría
o u n pesar inesperado, d ando punzadas y p roduciendo palpitaciones; debido
a su delgadez y al n o tener capacidad para acoger nada bu eno o malo en su interior,
sufrirá conm oción a causa de ambos, por su naturaleza débil»
Platón (427-327 a.C.) El diafragma n o se ve afectado por los m ovim ientos respiratorios, pero separa partes
del cuerpo
Aristóteles (384-322 a.C.) El diafragma «separando la parte superior, mejor, de la parte inferior, que únicam ente
ayuda a la superior», no tiene n in g ú n papel en la respiración; «las heridas de guerra en
la región del diafragma ocasionan risa debido al calor que se origina en la lesión»
Praxágoras de Cos (335 a.C.) Se creía que el objetivo de la respiración n o era enfriar el calor interior, sino más bien
proporcionar alim ento al medio psíquico (espíritu anim al o principio aéreo)
Erasístrato (siglo m a.C.) El diafragma es el principal músculo de la respiración
Galeno (129-200 a.C.) Estudió el diafragma a través de tórax y abdom en. Describió las acciones del diafragma
y cóm o la caja torácica se movía por él en las secciones de la médula espinal;
el diafragma puede moverse hacia arriba con una m aniobra isovolumétrica durante
el período de expansión de la caja torácica
Oribasius (siglo iv) Estudió la interacción entre el ab d o m en y la caja torácica para m antener la posición
del diafragma
Paré 1610 Describió las hernias diafragmáticas
Riverius (comienzo del siglo xvu) Primera descripción de las hernias diafragmáticas congénitas
Morgagni 1761 Primera descripción clara de la hernia hiatal. Primer caso de hernia paraesternal a través
del foram en de Morgagni (espacio de Larrea)
Petit 1774 Primera descripción de una eventración del diafragma
Percy 1812 Una «risa sardònica» es una indicación m uy sensible de lesión diafragmática
Bright 1836 Describió una masa hiatal masiva
Bochdalek 1848 Hernia a través del canal pleuroperitoneal. (El nom bre «foramen de Bochdalek»
antecede al conocim iento del desarrollo de los canales pleuroperitoneales; quizá
el térm ino hernia de Bochdalek sea impreciso)
March 1867 Primer caso clínico de eventración
Aue 1902 Primera reparación exitosa de u na hernia diafragmática (publicación del año 1920)
Grenier de Cardenal 1903 El caso referido más antiguo de defecto del te n d ó n central
& Bourderou
Broman 1905 Presentó u n diagrama esquemático del diafragma del adulto, indicando las zonas
derivadas de los diversos com ponentes embrionarios
Morison 1923 Primera reparación de una eventración
Akerlund 1926 U no de los primeros en clasificar las hernias hiatales del esófago; pudo ser el primero
en utilizar el térm ino «hernia hiatal».
Bremer 1943 Estudió el diafragma y sus hernias
Allison 1951 Estudió la anatom ía de la reparación de la hernia hiatal
Sweet 1952 Describió las características anatómicas y la reparación de la hernia de hiato
y del esófago corto congènito
Wells 1954 Estudió el desarrollo del diafragma h u m a n o y sacos pleurales
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* Skandalakis

Diafragma

T a b la 8 .1 . Historia de la anatomía y la cirugía del diafragma (Continuación.)


Anatomía quirúrgica

Adzick y cois. 1985 Utilizó la ecografía prenatal para diagnosticar las hernias diafragmáticas congénitas
en 88 de 94 niños.
Krzyzaniak y Gray 1986 Primera publicación sobre el septo transverso accesorio
C onnors y cois. 1990 Utilizó el OMEC (oxigenador de m em brana extracorpóreo)
Harrison y cois. 1990 Trató seis casos cuidadosam ente seleccionados de fetos con hernias diafragmáticas
congénitas graves, utilizando cirugía fetal abierta (todos fallecieron)

Tabla elaborada por David A. McClusky II I y John E. Skandalakis.

Bibliografia:
Perenne JP, Debru A, Grassino, W hitelaw WA, The earliest history of diaphragm physiology. Eur Respir J;7:2234-2240.
P erenne JP, Debru A, Grassino, W hitelaw WA, History of d ia p h ra g m physiology: th e achievem ents of Galen. Eur Respir J
1995;8:154-160.
LongriggJ. Medicine and the Lyceum. In: van del Eijk PJ, H orstm anhoff HFJ, Schrievers PH (eds). Ancient Medicine in its Socio­
cultural Context. Amsterdam: Rodopi, 1995, pp. 331-334.
Proctor DF (ed). A History of Breathing Physiology. New York: Dekker, 1995.
Skandalakis JE, Gray SW. Embriology for Surgeons (2nd ed). Baltimore: Williams & Wilkins, 1994.

Membrana
pleuroperitoneal

Músculos de la pared

Mesentéreo dorsal
(mediastino)

F ig u ra 8 .1 . Com paración de los diafragmas em brio­


nario y del adulto. A, Com ponentes em brionarios del
diafragma. B, Diafragma adulto. Las zonas de los ca­
nales pleuroperitoneales ocupan una zona bastante pe­
queña del diafragma del adulto. E, esófago, VCI, vena
B cava inferior, A, Aorta. [s£9]
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Diafragma 8
Amnios

Posible cavidad
Posiblemente
cardíaca
septo transverso

Amnios

Intestino anterior

Cavidad
pericárdica

F ig u r a 8.2. Formación del septo transverso. A, Tercera semana. Corazón y pericardio desde la cabeza del embrión. B, Cuarta
semana. El crecimiento rápido de la cabeza hace rotar el corazón y el mesodermo, que se convertirán en septo transverso. Las
flechas indican la dirección del crecimiento del septo transverso. [57<"P]

Descenso del diafragma desplaza c a u d a le m e n te co n el descenso del d ia fra g m a


(Fig. 8.4).
En la tercera semana, el septo transverso suele estar
a p ro x im a d a m e n te al nivel de la tercera vérte b ra cervical.
A n o m a l ía s c o n g é n it a s
Al llegar a la octava semana, el d ia fra g m a en desarrollo
d esciende hasta su posición final al nivel de la p rim e ra El origen no establecido de las anomalías diafra g m á ti-
vérte b ra lum b a r. Es p ro b a b le q ue el descenso se deba al cas congénitas puede resumirse en dos cuestiones: ¿Están
c re c im ie n to rá p id o de la c o lu m n a ve rte b ra l (p a rte d o r ­ los c o m p o n e n tes e m b rio ló g ico s que fo rm a n el diafragm a
sal del e m b rió n ) (Fig. 8.3). El n e rvio fré n ic o qu e se o r i­ pero sin fusionarse? ¿O dichas entidades se pierden, de m a­
gina a p a rtir de los niveles cervicales tercero a q u in to se nera que la fo rm a ció n del diafragm a no llega a realizarse?
319

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* Skandalakis

Diafragma

la cavidad inferior. Un h ia to en la m e m b ra n a p e rm ite el


paso de los vasos pulm onares y los bronquios. Con frecuen­
cia se asocia a un d re n a d o venoso p u lm o n a r anóm alo en
Anatomía quirúrgica

la vena cava inferior.


Un diafragm a a n ó m a lo se localiza h a b itu a lm e n te en el
lado derecho, situación que se produce p o r igual entre a m ­
bos sexos. La p rim e ra referencia a esta anom alía la hizo

% C1
8o
a
a
o
o
a
3 semanas

-C1

\
F ig u r a 8.3. Descenso del diafragma. Los números de la de­
recha ind ica n los niveles vertebrales. Los números de la iz ­
quierda ind ica n la lon g itu d del em brión desde 2 m m hasta 24
r o
o

mm. La orientación del septo transverso con una longitud em­


brionaria determinada se muestra a la izquierda. Las flechas
ind ica n las fases de crecimiento m u y rápido y el descenso del
septo. O, región occipital; C, cervical; T, torácico; L, lumbar; Co,
/
o°°
6 semanas
celoma. [ma4\

Esta sección tratará las anomalías congénitas del dia fra g ­


ma y sus posibles causas.

Agenesia diafragmática
La agenesia diafragm ática puede deberse al fallo en la
fo rm a ció n de los com ponentes del diafragm a o al fallo de
una fusión apropiada. La agenesia unilateral es rara, pero
la agenesia bilateral lo es aún más. Pelizzoy cois.2 refirieron
15 casos de agenesia d ia fra g m á tica que fu e ro n tratados
con una trasposición de colgajos de músculo.

Diafragma accesorio y duplicación


En raras ocasiones, el h e m itó ra x se d ivide en dos espa­
8 semanas
cios m ediante una vaina accesoria que puede ser fibrosa,
m uscular o de ambos tipos. H abitualm ente, la m em brana F ig u r a 8.4. Descenso del diafragma durante el desarrollo. El
se origina en el receso pericárdico. Su fijación se encuen­ nervio frénico se origina a partir de los segmentos cervicales ter­
tra a p a rtir de la séptima costilla y hasta el ápex de la pleu­ cero a quinto, y sigue al diafragma caudalmente hasta su p o ­
ra. N o rm a lm e n te existe tejid o de p u lm ó n hipoplásico en sición final. [sK9\
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Diafragma

Haeberlin3 y data del año 1945. Becmeur y cois.4 revisaron reparación inm e d ia ta de la HDC cu a n d o no se disp o n g a
31 casos de d iafragm a accesorio a lo largo del año 1995. de la MOEC.
Bruce y cois.5, y Doi y cois.6 refirieron casos de diafragm a Harris y c o is ." refirieron casos m u y raros de hernia dia-
accesorio asociados a problem as pulm onares. fra g m á tica en gem elos idénticos. Dichos casos ilustran la
Caso d istin to al diafragm a accesorio es la duplica ció n posibilidad de que la hernia diafragmática sean una anom a­
aparente del septo transverso, el c o m p o n e n te ventral del lía hereditaria.
diafragma, referido p o r Krzyzaniak y G ray7. A m bos defec­ En el Fetal T reatm e n t Center de la Universidad de Cali­
tos son adecuados para la reparación q u irú rg ic a cua n d o fornia-San Francisco se ha realizado la reparación in tra u te ­
no existen otros defectos graves asociados. rina de las hernias congénitas12'15. Aunque Nyhus expresó su
preocupación acerca de la técnica, nunca pensó que ofre­
Hernias diafragmáticas congénitas ciera unas «visión te rapéutica verd a d e ra m e n te interesan­
te».16 Skandalakis y Gray17 describieron esta situación com o
y adquiridas
el triu n fo de la cirugía sobre las anomalías congénitas.
D urante los dos prim eros meses de vida fetal no exis­ Se describen las hernias específicas en la Tabla 8.2.
te presión sobre el diafragm a en desarrollo ni p o r encim a La hernia hiatal p o r d e slizam iento se describe bre ve ­
ni p o r debajo. Por encim a los p ulm ones no está inflados, y m ente d e n tro de las anomalías congénitas. Las hernias N a ­
p o r debajo el c re cim ie n to del inte stin o se p roduce fuera tales fijas se m e n cio n a n en el apartado del esófago co rto
del ab d o m e n , en el co rd ó n um bilical. La prim era presión c o n g è n ito . Diversas hernias hiatales (incluida la c o m b in a ­
mecánica sobre el diafragm a se p roduce d u rante la décim a ción de las hernias p o r deslizam iento y paraesofágicas) se
semana, cuando el intestino retrocede desde el cordón u m ­ presentan d e n tro de la sección «Anatomía quirúrgica».
bilical hacia el a b d o m e n . A esas alturas del desarrollo to ­
dos los co m p o n e n tes del diafragm a están en su em plaza­
Anomalías paraesternales (M orgagni)
m ie n to n o rm a l y tie n e n su fic ie n te fu erza c o m o para
Existe un pequ e ñ o hiato en la m usculatura en uno de
m a n te n e r las visceras abdom inales, lo cual no sería el caso
los lados de la apófisis xifoides (foram en de M o rga g n i), en­
si la cronología del desarrollo norm al estuviera alterada.
tre las fijaciones del diafragm a a la apófisis xifoides y al sép­
Ciertas zonas del diafragm a pueden ceder a la presión
tim o cartílago costal. De acuerdo con Van T rig t,18 las her-
de las visceras abdom inales. La mayoría de las hernias d ia ­
niaclones en estos puntos representan solamente alrededor
fra g m á tic a s se inician en pequeñas zonas d e b ilita d a s y
del 3% de las hernias diafragm áticas tratadas q u irú rg ic a ­
aum entan con la edad.
mente. Los huecos se rellenan con grasa, y las arterias y ve­
Kluth y cois.8 refirieron el desarrollo del e n tram ado dia-
nas epigástricas superiores pasan a su través (Figs. 8.5 y 8.6).
fra gm ático. Observaron la aparición de una hernia diafrag-
La herniación del e p ip ló n a través del agujero de M o r­
mática c o n g è n ita (H DC ) en em briones con una edad en­
g a g n i fue referida p o r Gossios y cois.19, S chm id y cois.20 y
tre los 1 3 y los 14 días. Establecieron que tal anomalía de
Kuster y cois.21. Kuster y cois, repararon la hernia de un pa­
la parte dorsal del diafragm a perm itiría la penetración pre­
ciente de 67 años mediante una técnica laparoscópica. Lima
coz del hígado, pero el e m p la z a m ie n to in tra to rà c ico del
y cois.22 realizaron una corrección laparoscópica con é xito
intestino se vería en estadios más tardíos (a p ro xim a d a m e n ­
en un niño sin la ayuda de prótesis. N ew m a n y cois.23 ta m ­
te en los días 21 ó 22). Kluth y cois, disienten con la teoría
bién refirieron la reparación laparoscópica de las hernias
de que los canales pleuroperitoneales fallan en el cierre al
de M o rg a g n i. Además, d o c u m e n ta ro n la u tilidad del d ia g ­
final del período e m b rionario.
nóstico laparoscópico.
Beaudoin y cois9 examinaron la relación entre la posición
Lin y M a g in o t24 refirieron un caso poco habitual de una
del hígado y el ca m in o del c o n d u cto venoso y la vena u m ­
mujer en el segundo día del posparto con una incarceración
bilical. El o b je tiv o era la evaluación del p ro n ó s tic o de la
intestinal y obstru cció n por una hernia de M o rga g n i.
HDC izquierda en el examen prenatal m e diante ecografía.
Veinte fetos m uertos (12 con HDC y 8 sin HDC) fueron eva­
luados m e d ia n te valoración radiológica, disección an a tó ­ Anomalías posterolaterales (Bochdalek)
mica y estudio transversal cruzado. Estos autores observa­ Esta anomalía se orig in a en el tríg o n o vertebrocostal,
ron que cuanto más hígado estuviera d e n tro del tórax, el p or debajo y lateral al lig a m e n to arcuato lateral izquierdo
á n g u lo entre el c o n d u c to venoso y el p la n o sagital sería (Fig. 8.5). En el m o m e n to en el que el inte stin o retrocede
mayor, y entre el c o n d u c to venoso y la vena um bilical m e ­ d e n tro del abd o m e n , este tríg o n o es m em branoso, con es­
nor. Puesto que estos ángulos pueden medirse con facilidad casas fibras musculares. Incluso en la m adurez, su ta m a ñ o
m e diante ecografía prenatal, podrá determ inarse el p ro ­ y grado de desarrollo m uscular es variable. La distribución
nóstico en este período. de las fibras musculares p e rm ite que se fo rm e una a n o m a ­
W eber y cois.10 refirieron una mejoría im p o rta n te en la lía (el foram en de Bochdalek) y que se distribuya hacia arri­
supervivencia de casos con HDC con la m em brana de o x i­ ba y hacia abajo en la cúpula del diafragm a, incluyendo el
genación extracorpórea (MOEC). Recom endaron evitar la lugar del canal e m b rio n a rio pleuroperitoneal.

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• Skandalakis

Diafragma

] Perlas clínico-quirúrgicas
Anatomía quirúrgica

Como se indica en el texto acompañante, existe una pa­ sia pulmonar y también ha servido para demostrar que la co­
tología asociada más compleja en la hernia diafragmática que rrección fetal quirúrgica conduce al desarrollo normal del
los defectos diafragmáticos simples, con herniaciones de di­ pulm ón. Los intentos de reparación intraútero en fetos hu­
versas proporciones de los órganos abdominales en el tórax. manos, en quienes se han detectado hernias diafragmáticas
También se asociará una hipoplasia pulmonar en proporción importantes mediante ecografía, han tenido solamente un
variable con las hernias diafragmáticas congénitas. Las eco- éxito limitado. Un abordaje alternativo parece ofrecer ma­
grafías fetales seriadas han mostrado que el m om ento y pro­ yores posibilidades de éxito. En los modelos experimentales
porción de la herniación de las visceras abdominales en la ca­ de hernias diafragmáticas, la obstrucción traqueal parece au­
vidad pleural es m uy variable. Los desplazamientos más mentar el volumen de líquido dentro del sistema traqueo-
precoces e importantes se asocian con la hipoplasia pulm o­ bronquial y asociarse con un desarrollo pulm onar normal y
nar más grave. Las hernias más importantes conducen a la de­ revertir gran parte de la hipoplasia pulmonar. Esto ha hecho
tención en la maduración del parénquima pulmonar, que pue­ posible una cirugía intraútero más simple cuando se ha apli­
de llevar a que el pulm ón tenga el tamaño, así com o las cado a un reducido número de fetos humanos. La técnica
características anatómicas y funcionales, de un pulmón de un incluye la colocación de un tapón traqueal transitorio, que se
feto de 14 a 16 semanas de gestación. La simulación experi­ retira al nacer. La hernia diafragmática podrá repararse des­
mental de las hernias diafragmáticas en fetos de cordero y la pués del nacimiento en un niño con pulmones relativamen­
consiguiente corrección intraútero ha reproducido la hipopla­ te normales (RSF jr).

El d e fe cto pue d e ser tan p e q u e ñ o c o m o de 1 cm de Se prod u ce con m a yo r frecuencia en el lado derecho. Los
diám e tro , o puede abarcar casi to d o el h e m idiafragm a. En órganos herniados son con m ayor frecuencia el e p lp ló n , el
el parto puede haber intestino delgado, estóm ago, colon colon y ocasionalm ente el estóm ago. Puede estar presen­
o bazo intrarácico. D urante la intervención, n o rm a lm e n te te el saco, o puede estar ro to o haber desaparecido. Pue­
n o se e n cu e n tra saco h e m ia rio . La anom alía es más fre ­ de existir una predisposición a la hern ia ció n en personas
cuente en el lado izquierdo. El p u lm ó n del lado afectado con agujeros grandes o en aquellos que presentan más gra­
suele ser hipoplásico (Fig. 8.7). sa entre las fibras musculares, aunque esto no está d e m o s­
La incidencia de la hernia de Bochdalek es de 1 de cada trado.
2 .5 0 0 nacidos vivos25. Es unilateral en el 9 7 % de los casos, La rotura diafragmática y la fracturas costales c o m o con­
de los cuales, entre el 75% y el 9 0 % se producen en el lado secuencia de la tos paroxística fueron ya referidas por Geor­
izquierdo, lo cual se debe, aparentem ente, al cierre precoz ge y cois.30. La causa puede ser la oscilación de la presión
de la abertura p leuroperitoneal derecha. intratoràcica o las fuerzas musculares contrapuestas.
La hernia bilateral posterolateral co n gènita es e xtre m a ­
d a m e n te rara y difícil de diagnosticar. Z a m lr y cois.26 refi­ Hernia peritoneopericárdica
rieron un caso de n a cim ie n to de una hem bra con este d e ­ Esta rara hernia es e m b rio ló g ica m e n te inexplicable. Se
fecto que no fu e co rrectam ente d ia g nosticado hasta que ha observado en recién nacidos y en adultos. En ocasiones
se reparó el hem id ia fra g m a izquierdo. Estos autores c ita ­ se ha d e te cta d o un saco he m ia rio o un vestig io del m is­
ron otros ocho casos. En estas publicaciones, solamente so­ m o 31'33. Puesto que el defecto se produce en el te n d ó n cen­
brevivieron dos pacientes, y sólo uno fue diagnosticado co­ tral y en el pericardio supradyecente, se o rig in a en la par­
rrectam ente antes de la operación. te del diafragm a fo rm a d a po r el septo transverso.
Ildstad y cois.27 refirieron el caso de un recién nacido Se ha d o c u m e n ta d o la herniación del h ígado en el pe­
con una hernia derecha de Bochdalek que afectaba a la in­ ricardio a través del te n d ó n ce ntral34'36. Los autores obser­
serción apical alta del h em idiafragm a derecho a nivel de la varon que los síntomas de herniación diafragm ática podían
segunda costilla. O tra publicación refería dos casos de in­ no aparecer hasta que la incarceración visceral se producía
serción diafragm ática derecha28. años después de la lesión causal.
Ehren y cois.29 establecieron que a pesar de la reparación
precoz exitosa de una hernia diafragmática congènita a tra­ Eventración del diafragm a
vés del agujero de Bochdalek, la mortalidad sigue siendo ele­ La eventración c o n g è n ita (Fig. 8 .8 ) describe la eleva­
vada. Quizá se deba a la hipoplasia pulm onar. ción anómala de una hoja del diafragm a. La hoja entera se
abom ba hacia arriba, a diferencia del defecto localizado del
Hernia traum atològica agujero de la hernia de Bochdalek. El lado izqu ie rd o se ve
La h e rn ia c ió n a través de los hiatos m usculares es afectado con m ayor frecuencia que el derecho, y los h o m ­
casi siempre la consecuencia de una tra um atism o posnatal. bres más veces que las mujeres. El n e rvio fré n ic o parece
322
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Diafragma

Tabla 8.2. Características de las hernias diafragmáticas

H ernia Anatom ía Saco y órganos herniados Hallazgos

Hernia a través del agujero de Hernia p o te n cia lm e n te co n ­ Al principio está presente el Raro en párvulos y niños
Morgagni, (hernia retroester- gènita a través del h ia to saco. Puede romperse poste­
nal, hernia diafragmática an­ m uscular a cada lado de la riormente, sin quedar restos
terior) apófisis xifoides Contenido:
N o rm alm ente en el lado de­ Niños: hígado.
recho, pero descritas las bi­ Adultos: epiplón. Tanto en
laterales. La herniación es la n iñ o s co m o en adultos
consecuencia de un trau m a­ p ued e acom pañarse pos­
tismo posnatal teriorm ente de estómago
o colon
Hernia a través del agujero de Hernia congènita a través del Saco presente en el 10% al 15% Corazón y m ediastino despla­
Bochdalek (hernia posterola­ trígono lumbocostal de los casos zados al lado contralateral
teral del diafragma) Puede crecer afectando a casi C ontenido: intestino delgado P ulm ó n ipsilateral colapsado
todo el hemidiafragma. Más h a b itu a lm e n te ; estóm ago, pero n o hipoplásico
frecuente en el lado izquierdo colon y bazo con frecuencia. La m alrotación secundaria es
Raro páncreas e hígado. Hí­ frecuente
gado so lam en te en las h e r­ Craniorraquisquisis, fístula tra-
nias del lado derecho queoesofágica y an o m alías
cardíacas
Hernia traumatològica Hernia adquirida. Fisura, n o r ­ No hay saco
m alm ente desde el hiato eso­ Órganos herniados; n in g u n o
fágico a través de la cúpula al principio; bazo, ángulo es-
de la fijación costal izquier­ plénico del colon, estómago
da del diafragma y lóbulo izquierdo hepático
después
Hernia pleuropericárdica (ano­ Hernia congènita a través del Saco presente rara vez Se ha visto en recién nacidos
malía del tendón central, ano­ te n d ó n central y del pericar­ C ontenido: estómago, colon y adultos
malía del septo transverso) dio Quizá traumatológica en adul­
tos
Rara
Eventración del diafragma Hernia congènita «Saco» formado por el diafrag­ Corazón y m ediastino despla­
Diafragma delgado co n unas ma atenuado zados al lado contralateral
fibras musculares d istrib u i­ C ontenido: órganos abd o m i­ P ulm ón ipsilateral colapsado
das anárquicamente, que sin nales normales bajo u n a cú­ pero norm al. M alrotación e
embargo son normales pula elevada del hemidiafrag­ inversión de las visceras ab­
Pueden afectarse un o o los dos ma dom inales frecuente
lados
El nervio frénico parece normal
Adquirida: parálisis del múscu­ Sin saco Com o arriba, sin malrotación
lo, que es norm al, a co n s e­ e inversión
cuencia de una lesión

Hernia hiatal Hernia p o te n cia lm e n te c o n ­ El saco descansa anterior y la­ U n h ia to a u m e n ta d o (en el


H ernia hiatal por desliza­ gènita. Un hiato esofágico au­ teralm ente al estómago h er­ que caben tres dedos) puede
m iento m entado permite que el car­ niado ser u n factor predisponente;
Hernia hiatal fija dias del estómago penetre en Contenido: cardias gástrico la hernia se produce norm al­
el mediastino por encima del m en te en la edad adulta
diafragma. El ligamento fre- Se ha observado en recién n a­
noesofágico está adelgazado cidos
y estirado. La un ió n gastroe-
sofágica puede moverse libre­
m ente o estar fijada al tórax

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* Skandalakis

Diafragma

Tabla 8.2. Características de las hernias diafragmáticas (Continuación.)


Anatomía quirúrgica

Hernia A natom ía Saco y órganos herniados Hallazgos

Hernia paraesofágica Hernia congènita potencial. El saco queda anterior al esó­ Un hiato esofágico más g ran ­
El cardias está en la posición fago y posterior al pericar­ de de lo norm al podría ser el
norm al. El fundus se hernia dio factor predisponente
a través del hiato, al interior C o n ten id o : p u e d e n entrar La herniación se produce en
del tórax después en el saco el fundus la etapa adulta de la vida
o en el cuerpo estómago, en
el co lon transverso, en el
epiplón y en el bazo
D eslizam iento c o m b in a d o y Hernia congènita potencial, La El saco queda anterior al esó­ H iato ya a u m e n ta d o p o r la
hernia paraesofágica u n ió n gastroesofàgica, el car­ fago y posterior al pericardio h ern ia de hiato. Progresa
dias y gran parte de la curva­ en el m e d ia s tin o d erecho hasta completar el estómago
tura m ayor se h ern ian d e n ­ posteroinferior. El saco p u e­ torácico con vólvulo
tro del tórax de c o n te n e r al fu n d u s y el
cuerpo del estómago, el epi­
plón, el colon transverso o el
bazo
Esófago corto Hernia congènita. Sin saco La lesión es rara. Parece ser la
El cardias del estómago está fi­ con secu en cia del fallo del
jado al mediastino esófago em b rio n ario hasta
alargarse lo suficiente para
llevar la u n ió n gastroesofági-
ca hasta dentro del abdom en

Fuente: M o d ificad o d e S kandalakis LJ, C o l b o r n GL, Skandalakis JE: Surgical a n a t o m y o f t h e d i a p h r a g m . En: N y h u s LM, Baker RJ, Fischer JE, eds.
M a stery of Surgery, 3.” ed. Boston; Little, Brown, 1997; c o n a u to riz a c ió n .

Agujero de
Morgagni

Agujero de
Bochdalek

F ig u r a 8.5. Diafragma desde abajo, m ostrando el agujero de


Bochdalek y el agujero de Morgagni. Ambas son zonas débiles F igu ra 8 .6 . Diafragma visto desde abajo. Se indica la super­
y propensas a la herniación. Las flechas indican la dirección de ficie en contacto con el pericardio. El tejido fibroso co ntin úa
la dilatación después de que se hubiera producido la herniación. con el del diafragma. E; esófago; VCI, vena cava inferior; A,
[sk9] Aorta. [5Á'J]
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Diafragma 8
trico p e rfo ra d o . M c ln ty re y cois.41 p u b lica ro n el caso de
nueve pacientes pediátricos con eventración y vólvu lo gás­
trico a g u d o , siete de ellos con eventración del diafragm a.
El vó lv u lo s ig m o id e o asociado con la eventración del d ia ­
fragm a fue d o c u m e n ta d o p o r Tsunoda y cois.42.
El ascenso del estóm ago hasta el tórax a través del hia­
to esofágico del diafragm a es una lesión frecuente y poco
conocida. Fue observado en fetos nacidos muertos, pero
su origen c o n g è n ito no está claro.

Hernia hiatal por deslizamiento


Los dos requisitos para que se produzca la hernia hiatal
son un h iato a u m e n ta d o de ta m a ñ o y un lig a m e n to freno-
esofágico. Puesto que ambas situaciones se potencian con
la hernia, la abertura aum entará aún más y el lig a m e n to
ta m b ié n se distenderá más. C uando se produzca la hernia,
habrá un saco h e m ia rio vacío en el lado izquierdo del es­
tó m a g o . En el lado derecho, la pequeña zona desnuda del
estóm ago no te ndrá co bertura peritoneal (Fig. 8.9A).

Hernia hiatal paraesofágica


C ua n d o la u n ió n gastroesofágica permanece en su e m ­
plazam iento habitual, el fu ndus gástrico puede herniarse a
F igu ra 8.7 . Herniación del intestino a través del agujero de
Bochdalek com prim iendo el p u lm ó n izquierdo. El mediastino
está desplazado a la derecha, reduciendo tam bién el volum en
del p u lm ó n derecho. [sK9] Hoja del

normal, pero la hoja eventrada puede estar integrada p o r


una capa de fascia con pocas o n in g u n a fibra muscular en­
tre la pleura y el peritoneo. El fallo radica en la musculari-
zación más que en la fusión de los co m p o n e n tes e m b rio ­
narios. C on fre c u e n c ia se asocia a una mala ro ta c ió n
intestinal. El p u lm ó n suele estar parcialm ente colapsado,
pero no es hipoplásico. El m e diastino se desplaza al lado
c o n tra s te ra i, reduciendo aún más la ventilación.
Por el c o n tra rio , una e ve n tración adq u irid a es conse­
cuencia de una lesión del nervio fré n ico con una m uscula­
tura norm a l. La lesión adquirida puede ser te m p o ra l. La le­
sión c o n g è n ita será perm anente si no se repara.
Kaplan y cois.37 describieron un caso poco frecuente de
eventración, c o m b in a d o con una hernia hiatal, resaltando
la im p o rta n cia de abordaje q u irú rg ic o transtoràcico para
corregir la hernia, lo cual evita la afectación del nervio fré­
nico inta cto y único.
La eventración puede ser uni- o bilateral38, y la rotura F igu ra 8 .8 . Eventración diafragmática (izquierda). Los órga­
puede producirse en la edad adulta, c o m o en el caso que nos abdom inales herniados se m a n tie n en debajo de la hoja
presentaron M itch e ll y cois.39, de un varón de 51 años. Oh del diafragma, que está atenuada pero intacta. Ambos p u lm o ­
y cois.40 d o c u m e n ta ro n el caso de un n iño con una hernia nes están com prim idos y el m ediastino desplazado a la dere­
diafragmática bilateral que se co m p lic ó con un vólvulo gás­ cha. Compárese con la Fig. 8.7. [5A"9]
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* Skandalakis

Diafragma
Anatomía quirúrgica

Pleura

-rv — ----------------- n¡nPilar izquierdo


Vista lateral izquierda f § | _______________

F ig u ra 8 .9 . Hernias hiatales A, Hernia por deslizamiento vista desde la izquierda. U nión gastroesofágica intratoràcica. B; Her­
nia paraesofágica vista desde la izquierda. U nión gastroesofágica en su localización normal; fundus h erniado al tórax a través
del hiato anterior al esófago. [sK9]

través de un hiato ante rio r al esófago que está a u m e n ta d o En el esófago m acroscópicam ente norm al, la parte in ­
de ta m a ñ o ; esto puede ocasionar una hernia d ia fra g m á ti- ferio r del esófago está fo rm a d a p o r mucosa gástrica (esó­
ca hiatal (Fig. 8.9B). Existe un saco peritoneal a n te rio r al fa g o de Barrett)43.Esta e ntidad ta m b ié n se describe co m o
esófago que contiene estóm ago y, en situaciones extremas, mucosa gástrica heterogénea. Lejos de tratarse de una ano­
c olon transverso y epip ló n . La obstrucción del esófago dis­ malía benigna, co m o muchos autores consideran44, puede
tai o del e stóm ago es la consecuencia habitual. ser el precursor de un aden o ca rcin om a 45'46. Esta m e ta p la ­
sia con frecuencia se asocia a un reflujo gastroesofágico47-48.
En la variedad irreductible del estóm ago verdadero par­
Esófago corto congènito
cialm ente supradiafragm ático, el e stó m a g o se ha hernia­
El esófago c o rto c o n g e n ito puede sim ular una hernia d o al tó ra x a través de un hiato d ia fra g m á tico aum e n ta d o,
hiatal. Está presente en niños, aunque puede cursar sin sín­ y se ha hecho fijo. Se trata de una hernia hiatal fija. En oca­
tom as. El lig a m e n to frenoeso fá g ico es n orm al, no existe siones, la hernia fija no es congènita, sino adquirida, con ad­
saco he m ia rio y la arteria gástrica izquierda está desplaza­ herencias tisulares.
da hacia abajo. Este trastorno es con frecuencia fam iliar, y Se requiere el hallazgo de un estóm ago verdadero, par­
se asocia en ocasiones a una estenosis pilórica, m alrotación cialm ente irre d u ctib le y su p ra d iafragm ático al nacer, para
y síndrom e de Marfan. Se supone que, aunque rara, el esó­ diagnosticar un verdadero «esófago co rto co n gènito» (Fig.
fago c o rto es una m a lform ación con g è n ita verdadera. 8.10). Es m u y raro.
El esófago corto congènito ha sido durante m ucho tie m ­ N yhus49 afirm ó que el esófago c o rto no es co n g è n ito ,
po o b je to de debate. A p o rta m o s tres posibles presenta­ sino que el a co rta m ie n to está ocasionado p o r causas se­
ciones: cundarias en un esófago de lo n g itu d n o rm al. Se creía que
• Esófago m acroscópicam ente norm al. los niños con acalasia desarrollaban esofagitis péptica, se­
• Estómago verdadero, parcialm ente supradiafragm ático e g uida del a co rta m ie n to esofágico.
irreductible. Barrett50 m anifestó que el esófago c o rto c o n g è n ito p o ­
• Estóm ago verdadero, parcialm ente s u p ra d ia fra g m á tico día observarse en ausencia de un saco h em iario. Las ramas
ya existente al nacer. de la arteria gástrica izquierda no pasan hacia arriba a tra-
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Diafragma 8
En el a d ulto, la angulación de las costillas hacia abajo,
de detrás hacia alante, supone el llam ado « m o v im ie n to de
b o m b e o » de las costillas para a u m e n ta r las dim ensiones
anteroposteriores de la caja torácica. En el a d ulto, la mis­
ma angulación hacia abajo desde la parte m edial hacia la
lateral supone un « m o v im ie n to en asa de cubo» de las ca­
ras laterales de las costillas para a u m e n ta r el v o lu m e n in te ­
rior transversal del tórax.
D eb id o a la o rientación horizontal de las costillas en el
recién nacido, su recorrido no es relevante en la mecánica
respiratoria. El niñ o respira en su m a yo r parte m e d ia n te la
respiración diafragm ática, y la mayoría de los cam bios del
v o lu m e n torácico tienen lugar en el plano vertical.

vés del hiato. Solamente un pequeño porcentaje de las her­


nias hiatales pertenecen a este g ru p o 17.
Gozzetti y cois.51 m anifestaron que el esófago corto a d ­
q u irid o era la consecuencia de un reflujo esofágico o bilio-
pancreático.

Otros defectos asociados


a las anomalías diafragmáticas
Se sabe que las anomalías diafragm áticas pueden aso­
ciarse a otras anomalías congénitas co m o la pentalogía de
Cantrell, la agenesia traqueal, síndromes de onfalocele, gas-
trosquisis, atresia y estenosis intestinal y uropatía ob stru c­
tiva.

A n ato m ía quirúrgica

D ia f r a g m a p e d iá t r ic o

D evlieger y cois.52 d o c u m e n ta ro n las siguientes obser­


vaciones basadas en la observación anatóm ica y ecográfi-
ca de recién nacidos.
• El d ia fragm a se inserta solam ente en el b o rde costodia-
fra g m á tic o ante rio r de la caja torácica.
• De delante a atrás, las inserciones diafragmáticas presen­
tan una distancia progresivam ente m ayor desde la caja
torácica. F ig u r a 8 .1 1 . Cambios en el desarrollo en la inserción a n te ­
• El diafragm a p o sterior finaliza su curso libre a la altura de rior y lateral en la caja torácica desde el nacim ien to (arriba) a
la undécim a costilla y co ntinúa caudalm ente, finalizando la edad adulta (abajo). La zona sombreada representa la proyec­
entre la d u o d é cim a costilla y la cresta ilíaca. ción anterior del diafragma.
327

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• Skandalakis

Diafragma

Devlieger y cois.52 llegaron a la co n clusión de que el Porción esternal (anterior)


diafragm a del recién nacido actuaba c o m o un fuelle, con Desde la apófisis xifoides y la aponeurosis del m úsculo
el m o v im ie n to principal en la parte posterior. En el a d u lto
Anatomía quirúrgica

transverso a b d o m in a l se orig in a n tiras pareadas de m úscu­


actúa básicamente c o m o un pistón (Fig. 8 .1 1 ). D e te rm i­ los. Un espacio tria n g u la r pequeño (agujero de M o rg a g n i)
naron por ello que el diafragm a del recién nacido, que tie ­ separa estas tiras de las fibras costales y de las otras (Figs.
ne una curva plana d e b id o al gran á n g u lo de la inserción 8.5 y 8.12).
de la caja torácica y a la pequeña zona de superposición, Kleinman y R aptopoulos53 constataron que en su parte
tiene solamente una misión fisiológica: «succionar aire d e n ­ a n terior el diafra g m a se fija a las seis costillas inferiores y al
tro de la caja torácica». Es esta acción de la caja torácica la esternón, desde la línea axilar a n terior a la apófisis xifoides.
que reduce la superficie de superp o sició n y causa el au­ C oncluyeron que el c o n o c im ie n to de la anatom ía ayudaría
m e n to del v o lu m e n torácico. a valorar las colecciones paradiafragm áticas anteriores de
aire.

D ia f r a g m a del A dulto
Porción costal (anterolateral)
Orígenes e inserciones de la musculatura
Las fibras musculares se originan en los cartílagos de las
diafragmática costillas séptim a y octava, en las partes de cartílago y hue­
El diafragm a se c o m p o n e de una zona tendinosa cen­ so de la novena costilla y en las partes distales de los hue­
tral desde d o n d e se irradian los músculos en todas las d i­ sos de las costillas décim a a d uodécim a. En su parte ante­
recciones hasta sus fijaciones periféricas (Fig. 8.12). rio r estos orígenes se relacionan con los del transverso del

Tendón ce ntral

Fijación V
Brazos m u s c u la ­
p o s te rio r V
res del p ila r
de los arcos '

Lig. a rcu a to lu m b o co sta le s

m e d ia n o , . \ s , \ xv

a bd o m in a l

M . cu a d ra d o lu m b a r
Trígono lum b o sacro

M . psoas m a y o r

F ig u r a 8 .1 2 . Fijaciones de los músculos del diafragma vistos desde abajo. [sK9\


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Diafragma

ab d om en. En la costilla d u o décim a, se relacionan con la fi­


jación de la fascia toracolum bar.

Porción lumbar (posterior)


En su parte posterior, el m úsculo d ia fra g m á tic o se o ri­
gina a partir del pilar y de los ligam entos arcuatos latera­
les (arcos lumbocostales).

9 casos
Pilar
El pilar se orig in a en la superficie a n te rio r de las vérte­ M uscular

bras lumbares prim era a cuarta del lado derecho y las dos 1 caso
Tendinoso
o tres primeras vértebras lumbares del lado izqu ie rd o y en
los discos intervertebrales y el lig a m e n to lo n g itu d in a l. Las
fibras del pilar pasan p o r encim a y an te rio rm e n te , consti­
tuye n d o los brazos musculares que rodean las aberturas de F ig u r a 8 .1 3 . El pilar está compuesto tan to por tejido te n d i­
la aorta y del esófago. Después, se insertan en el te n d ó n noso como por tejido muscular; solamente la parte tendinosa
central. m antiene las suturas. En 9 de 10 personas, el perfil medial del
En sus orígenes a partir de las vértebras, el pilar es te n ­ pilar es tendinoso. [gr7\
dinoso, convirtiéndose en progresivam ente muscular a m e­
dida que asciende hasta el p ro p io dia fra g m a (Fig. 8.13).
En estudios sobre cadáveres realizados p o r C ray y cois.44
observaron que el pilar era te n dinoso en el 9 0 % de los ca­
Las fibras musculares de la parte p o sterior del d iafrag­
dáveres, posterior y m edialm e n te , desde sus orígenes ver­
ma parten de estos dos pares de ligam entos arcuatos en
tebrales a nivel de la décim a vértebra torácica. Las suturas
cada lado (Fig. 8.12). Sin em ba rg o , en las disecciones de
de aproxim a ció n del pilar siempre deben colocarse sobre
15 cadáveres de D eviri y cois.55, se m o s tra b a n am b o s
las porciones tendinosas.
ligamentos arcuatos fijados a las apófisis transversas de la L2
El patrón de los brazos del pilar en el hiato esofágico es
en 10 casos, y a las apófisis transversas de L3 en 5 casos.
variable. En el 5 0 % o más de la p o blación, ta n to el dere­
cho co m o el izquierdo se originan a partir del pilar derecho
Tendón central
(Figs. 8 .14 A -1, A-2, A-3). En o tro tercio o más de la p o b la ­
ción el brazo izquierdo se origina desde el pilar derecho, y Toda la m usculatura descrita hasta el m o m e n to se in ­
el brazo derecho desde am bos pilares (Figs. 8 .1 4 B-1, B-2, serta en el te n d ó n fibroso central del d iafragm a. La parte
B-3). El resto de in d ivid u o s presentan diversos patrones engrosada, a n te rio r al hiato d ia fra g m á tico y a la izquierda
poco habituales. La hernia hiatal n o se asocia con n in g ú n de la abertura de la cava, se d e n o m in a en ocasiones liga­
patrón hiatal específico. m e n to crucifo rm e (transverso). Las fibras en la parte supe­
Delattre y cois.54 consideraban que el pilar d ia fra g m á ­ rior del te n d ó n central se entrem ezclan con las fibrosas del
tico era un esfínter extrínseco verdadero; sin em bargo, se pericardio. Con frecuencia existen parches de m úsculo e n ­
necesitan más estudios fisiológicos que definan las acciones tre las fibras del te n d ó n central.
del pilar y sus aplicaciones quirúrgicas.
Aberturas del diafragma
Ligamentos arcuatos
Los ligam entos arcuatos laterales (arcos lumbocostales) Hiato de la vena cava inferior
fo rm a n un te jid o apone u ró tico grueso que cubre los extre­ El hiato de la vena cava inferior está en la cúpula dere­
mos craneales de los músculos cuadrados lumbares. Estas cha del te n d ó n central, alrededor de 2,5 cm a la derecha
bandas tendinosas se fijan a las duodécim as costillas late­ de la línea m edia y a nivel de la octava vértebra torácica.
ralm ente y a las apófisis transversas de la prim era vértebra Los límites del hiato están fijos a la vena cava, que se aco m ­
lum b a r m e dialm ente. paña de ramas del nervio frénico (véase Fig. 8.6).
Los ligamentos arcuatos mediales (arcos mediales) cons­ Los haces de fibras de colágeno que fo rm a n el borde
tituyen la fascia de un grosor similar del m úsculo psoas. Se derecho del hiato de la cava cruzan p o r debajo de los ha­
fijan lateralm ente a la apófisis transversa de la primera vér­ ces para fo rm a r los límites medial y posterior, y en c o n ju n ­
tebra lum b a r, y m e d ia lm e n te al c u e rp o de las vértebras to constituyen una rama fibrosa que se puede trazar por el
lumbares prim era y segunda. Los ligam entos arcuatos m e­ b orde del te n d ó n central.
diales están separados de cada uno p o r el pilar y el lig a ­ Las fibras tendinosas qu e fo rm a n el b o rd e medial del
m e n to arcuato medial (descrito p o steriorm ente). hiato se fijan a las fibras musculares del pilar derecho; esta

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* Skandalakis

Diafragma
Anatomía quirúrgica

(41,6%) (16,6%)

A-2 A-3

F ig u r a 8 .1 4 . Patrones más
frecuentes de p ilar diafragmá­
(31,5%)
tico. A - l y B - l vistos desde aba­
jo. A-2, A-3 y B-2, B-3 vistos
desde arriba. E, Esófago; A, Aor­
B-2 ta. [s.K9]

disposición se o m ite con frecuencia en las ilustraciones de p ilar d ia fragm ático. Los límites posteriores están form a d o s
los libros de te x to del hiato de la cava. El hecho de que la p o r el lig a m e n to arcuato (véase Fig. 8.12).
disposición de las fibras constriñan o dilaten el hiato de la Los troncos vagales a n te rio r y p o sterior y las arterias y
cava dura n te la inspiración ha sido m o tiv o de controversia venas esofágicas de los vasos gástricos izquierdos pasan a
d u ra n te bastante tie m p o . A u n q u e no puede encontrarse través del hiato con el esófago. Esta es una región en la que
n in g ú n paralelismo entre otras especies y el ser hum ano, se la circulación portal (vena gástrica izquierda) se co m u n ica
sabe que entre mam íferos marinos co m o la foca se p ro d u ­ con la circulación sistèmica (ramas esofágicas de la vena
ce la constricción de la vena cava d u ra n te la inspiración. ácigos).
En estos mamíferos, un esfínter m uscular sustituye los ha­ Botros y cois.56, después de estudiar 50 diafragm as h u ­
ces fibrosos que se localizan en el diafragm a hum ano. manos, establecieron cinco variantes de la fo rm a c ió n del
hiato esofágico:
Hiato esofágico • En el 6 2 % de los casos el hiato está fo rm a d o p o r el pilar.
El hiato esofágico elíptico es una porción muscular del El pilar derecho fo rm a la m ayor parte del borde. El pilar
diafragm a de una pulgada o menos (2 cm a 2,5 cm ) a la izquierdo co n trib u ye solam ente a la fo rm a c ió n del borde
izquierda de la línea media a nivel de la décim a vértebra posterior.
torácica (Figs. 8.15 y 8.16). Los márgenes ante rio r y late­ • En el 10% , el hiato está fo rm a d o p o r igual p o r las partes
ral del hiato están form ados p o r los brazos musculares del mediales de ambos pilares.
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Diafragma 8
Hiato esofágico

A g u je ro de M o rga g n i • Esófago
• A. y v. epigástricas • Tronco vagal
superiores • Rama esofágica de la a.

H iato cavo gástrica izquierda


• Vena cava inferio r • Tributarias esofágicas de
• Ramas del n. frénico v. gástrica izquierda

H iato a órtico Aberturas m enores (a través


• Aorta del pilar)
• V. ácigos (variable)
• Conducto torácico
• N. esplácnico m ayor
• V. ácigos (variable) • N. esplácnico m enor
• V. hem iácigos (variable) • N. esplácnico m ínim o
• V. hem iácigos (variable)

F ig u ra 8 .1 5 . Aberturas del diafragma vistas desde abajo con las estructuras que lo atraviesan. E, esófago; VCI, vena cava in ­
ferior; A, Aorta. [5/<9]

• En el 10% de los casos el h iato está fo rm a d o solam ente


p o r el pilar derecho.
• En el 2 % el pilar izquierdo es quien fo rm a exclusivam en­
te el hiato. E só fa g o
• En el 16% am bos pilares se localizan p o ste riorm ente. El
hiato estaba separado p o r el lig a m e n to arcuato m e d io
por una banda con fo rm a de V.
N o t a : El hiato esofágico es de gran im portancia quirúrgica y
se considera con más detalle más adelante en este capítulo.

H e r n i a h i a t a l . La hernia hiatal puede definirse com o una

protrusión de una parte del estóm ago u o tro órgano en el


mediastino torácico a través del hiato esofágico del diafrag­
ma. Existe saco.
Á kerlund57 fue el p rim ero en clasificar las hernias en esta
zona y en utilizar el té rm in o «hernia hiatal». («Nosotros es­
tam os utiliza n d o el té rm in o hernia hiatal».) Reconoció tres
tipos de hernias Natales; por deslizamiento, paraesofágicas
y congénitas p or esófago corto. A ctualm ente se reconocen
otros dos tipos: com b in a d a por deslizam iento y paraesofá-
gica, y fija. La siguiente es una descripción de cada tip o de
hernia hiatal.
La anatom ía del hiato esofágico norm al se muestra en F igu ra 8 .1 6 . Aberturas diafragmáticas de la vena cava infe­
la Figura 8.1 7A. rio r (VCI), esófago y aorta vistos desde la izquierda. [sK9]

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Diafragma

Hernia hia ta i p o r deslizamiento (Fig. 8.1 7 B). En la her­ El hiato esofágico se separa del hiato a órtico p o r una
nia hiatal p o r deslizamiento, el esófago se mueve librem en­ fusión de los brazos de los pilares izquierdo y derecho. Si
te a través del hiato. En diferentes tiem pos, la unión gastro- las porciones tendinosas del pilar están fusionadas, el lig a ­
esofágica podrá estar ta n to en el tórax co m o en su posición m e n to arcuato estará presente c o m o un arco fibroso que
norm al. N o rm a lm e n te se encuentra en su posición norm al pasa sobre la aorta, c o m u n ic a n d o los pilares izqu ie rd o y
en la autopsia. Las hernias p o r deslizam iento dan cuenta derecho. C ua n d o la fusión es solam ente muscular, el liga­
del 9 0 % de las hernias hiatales. A u n g u e estas hernias se m e n to estará mal d e fin id o o ausente.
deslizan hacia atrás a través del hiato, se d e n o m in a n p or El lig a m e n to arcuato m e d ia n o pasa p o r delante de la
deslizamiento d e b id o sobre to d o a que el estóm ago form a aorta a nivel de la prim era vértebra lum bar, justo por e nci­
parte de la pared del saco h e m iario. Así, son similares a las ma del tro n c o celíaco (Fig. 8.12). El g a nglio celíaco queda
hernias inguinales gue, d e fo rm a característica, incluyen en justo p or debajo y lateral al tronco celíaco. El ligamento y ori­
parte estructuras retroperitoneales. gen de la arteria celíaca desciende ligeram ente con la edad.
Una hernia hiatal p o r deslizam iento puede convertirse En el 1 6 % de los pacientes, un lig a m e n to m e d ia n o in ­
de fo rm a secundaria en fija p o r adhesión al tórax. En tales fe rio r cubre la arteria celíaca y puede c o m p rim irla . En la
casos, el esófago parece ser dem asiado co rto para alcan­ angiografía dicha com presión puede sim ular placas de ate-
zar el diafragma de b id o a la contracción de la cubierta m us­ rom a. Existe una circulación colateral, ya que dichos pa­
cular lo n g itu d in a l. Esta variedad no es frecuente. cientes n o rm a lm e n te no presentan síntomas.
Bozzuto58 refirió una hernia hiatal p or deslizam iento in­ El lig a m e n to arcuato m ediano se ha relacionado con la
carcerada con la to ta lid a d del e s tó m a g o intrato rà cico . El angina a b dom inal en los casos en los que se observaba que
paciente m ostraba síntomas de o b stru cció n in te rm ite n te una cantidad im p o rta n te de tejid o fibrom uscular ejercía un
cuando el estóm ago estaba p o r encim a del diafragm a. efecto co n strictivo sobre el tro n c o celíaco o la aorta.62
Hernia h ia ta l paraesofágica (Fig. 8.1 7C). En las hernias C uando no existe un verdadero lig a m e n to y los v ie n ­
hiatales paraesofágicas, la un ió n gastroesofágica se m a n ­ tres musculares de los pilares adelgazan p o r la extensión
tiene d o n d e está. El fu n d u s gástrico y la curvatura m ayor posterior del hiato esofágico, las aberturas esofágica y aór­
a b o m b a n el hiato a n te rio r al esófago. Una co m p lica ció n tica llegan práctica m e n te a confluir, aunque siem pre exis­
im p o rta n te es la herniación del estóm ago. ta te jid o co nectivo entre ellas.
Hernia combinada p or deslizamiento y paraesofágica (Fig. En casi la m ita d de los cadáveres con hernia hiatal e n ­
8.1 7 D). Las hernias combinadas p or deslizamiento y parae­ tre los observados p o r Gray y cois.44, el lig a m e n to era sufi­
sofágicas fueron descritas p o r Peters y DeMeester59 y otros ciente para la reparación q u irúrgica del hiato esofágico. En
muchos cirujanos. La unión gastroesofágica se desplaza como el resto, existía suficiente fascia preaórtica lateral al tro n c o
en la hernia p or deslizamiento. El fundus y la curvatura m a­ celíaco para poder realizar una fijación posterior de la unión
y or están herniadas co m o en la hernia paraesofágica. gastroesofágica. Deberá evitarse el g a n g lio celíaco, justo
Peters y D eM eester59 creían que la mayoría de las her­ debajo del lig a m e n to arcuato.
nias paraesofágicas eran de la fo rm a com binada. Posterior­ W a g n e ry cois.63 presentaron el caso raro de un pacien­
m ente W alter y cois.60 prop o rcio n a ro n pruebas que lo a p o ­ te con herniación del co lo n transverso a través del hiato
yaban, al observar que más de la m ita d de sus pacientes aórtico. A este paciente se le había realizado previam ente
con hernias paraesofágicas presentaban un reflujo esofági­ una fu n d u p lic a tu ra laparoscópica de Nissen.
co anóm alo.
R ahry col.61 refirieron un caso de perforación intra to rà ­ Otras aberturas del diafragm a
cica de una úlcera gástrica en una hernia hiatal masiva.
Por delante, los vasos epigástricos superiores pasan a
través de los espacios paraesternales (agujero de M o rg a g -
Es ó f a g o corto c o n g è n it o (Fig. 8 .1 7E). El esófago cor­
ni). En la cúpula diafragm ática, los nervios frénicos atravie­
to cong è n ito fue descrito previamente en este capítulo den­
san la superficie superior para distribuirse por la superficie
tro de la sección «Embriogénesis (Anomalías congénitas)»
infe rio r entre el m úsculo y el peritoneo.
Abertura aórtica y ligam ento arcuato m edial La vena ácigos pasa entre el d iafragm a y la aorta (a la
derecha del pilar derecho), o puede atravesar el pilar de re ­
El trayecto o b licuo de la aorta sigue un curso p o r de­
cho. Tam bién pasan a través del pilar los nervios mayores,
trás del diafragm a más que a su través (Fig. 8.16). El co n ­
menores y m ínim os (véase Fig. 8.15).
d u c to to rá cico y (n o rm a lm e n te ) la vena ácigos a c o m p a ­
ñan a la aorta a través de la «abertu ra » . A nivel de la
duodécim a vértebra torácica, el borde anterior de la abertu­ H ia t o e s o f á g ic o y e s ó f a g o a b d o m in a l
ra se puentea por el lig a m e n to arcuato. En su parte lateral,
el pilar del diafragm a fo rm a los bordes de la abertura. El li­ Desde el p u n to de vista anatóm ico, los últim os 0,5 cm
g a m e n to a rcuato m e d ia n o p u e d e parecer e n te ra m e n te a 4 ,0 cm del esófago quedan p o r d e b a jo del diafragm a,
muscular o c o m o una banda tendinosa de grosor variable. fo rm a n d o el esófago a b d om inal.

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Diafragma 8

ANTERIOR POSTERIOR

Saco hem iario

Unión gastroesofágica
Peritoneo

Epiplón gastrocólico

Pilar del diafragma


c

F ig u ra 8 .1 7 . Hiato esofágico (sección sagital) A, Anatomía normal, B, Hernia hiatal por deslizamiento, C, Hernia hiatal pa-
raesofágica. D, Hernia com binada por deslizamiento y paraesofágica. E, Esófago corto congènito. [gr6\
333

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• Skandalakis

Diafragma

DeM eester y cois.64 afirm aron que con la reducción en La hoja superior del lig a m e n to frenoesofágico se inser­
el tam año del esófago abdom inal, la presión necesaria para ta d e n tro del esófago en un p ro m e d io de 3,35 cm p o r en­
m antener la co m petencia del esfínter esofágico infe rio r se cima de la unión del epitelio escam ocolum nar. En 2 2 7 pa­
Anatomía quirúrgica

increm entaba e xp o n encialm ente. Según W inans65, la p re­ cientes con esofagitis, la inserción estaba solam ente unos
sión esofágica inferior normal varía entre 14,5 y 34 m m Hg. 0,5 cm p o r encim a de la u nión epitelial69.
K ra e m e ry cois.66, en su co m e n ta rio sobre la técnica de Botros y cois.70 estudiaron el desarrollo de la m e m b ra ­
Hill para el reflujo gastroesofágico, constataron que la te n ­ na frenoesofágica. C oncluyeron, de acuerdo con Carey y
sión de la sutura debe ajustarse para pro p o rcio n a r una pre­ Hollinshead71, que en ambas superficies del diafragma se ori­
sión in tra lu m in a l de 35 a 45 m m Hg. Indicaron que una gina un tejido conectivo laxo con fibras de colágeno y elás­
presión por encima de 50 m m Hg provocaba disfagia, m ien­ tico y se fija al esófago. Se observa una capa de m úsculo es­
tras que una presión p o r debajo de 25 m m Hg perm itiría tria d o entre estos co m p o n e n tes de fascia en el fe to de 10
el reflujo. semanas. Con la edad, las fibras musculares sufren una re­
C uando la presión del esfínter esofágico inferior cae por gresión gradual y son sustituidas p o r fibras de colágeno.
debajo de 5 m m Hg, existirá reflujo en el 9 0 % de los pa­ Las fibras musculares de la m e m bra n a frenoesofágica del
cientes, in d e p e n d ie n te m e n te del ta m a ñ o del esófago ab­ a d u lto pueden considerarse remanentes.
do m in a l. Del m ism o m o d o , el reflujo se produce en el 9 0 % Botros y cois.70 observaron que el c o m p o n e n te supe­
de los casos cuando la lo n g itu d del esófago abd o m in a l sea rior de la m em brana de la fascia diafragmática superior apa­
m e n o r de 1 c m 67. Así, la in co m p e te n cia del esfínter es la rece al princip io . Constituye a p ro x im a d a m e n te los dos ter­
consecuencia de una presión del esfínter inferior baja, un cios del g ro s o r to ta l a las 16 semanas de la edad
esófago a b d o m in a l c o rto o ambas. em brionaria. A las 20 semanas, las fascias diafragm ática su­
M a h e r y Rogers68 observaron que cu a n d o el esófago perior e inferior co n trib u y e n p o r igual a la m em bra n a . La
abd o m in a l era el único fa c to r que influía en el reflujo, t o ­ prim era consecuencia de la vida posnatal es la fusión de las
dos los pacientes con hernia hiatal tendrían esofagitis, pero capas com pactas internas de las superficies superiores e in­
éste no es el caso. Establecieron que el saco hemiario, arras­ feriores de la fascia diafragm ática. C u a n d o alcanzan el esó­
tra d o hasta el m ediastino, podía tra n s m itir la presión in- fago, se extienden para finalizar en la adventicia esofágica.
tra a b d o m in a l hasta el esófago distal y así m ante n e r el es­ C oin cid im o s con Botros y cois, en que después del parto
fínter. Parece claro que el esófago a b d o m in a l colabora en co n tin ú a el desarrollo de la m em brana.
la prevención del reflujo; lo que no queda claro es có m o . Las descripciones del lig a m e n to frenoesofágico varían
Para una in fo rm a c ió n u lte rio r sobre el esófago y con d e b id o a que los tejidos cam bian con la edad. En el feto,
respecto a aspectos de im portancia clínica y quirúrgica, de­ el esófago y el diafragm a están estrecham ente adheridos al
berá consultarse el capítulo del esófago. h iato p o r m e d io de te jid o conectivo. C on el co m ie n zo de
los m o v im ie n to s respiratorios y de la d e g lu c ió n en la vida
Ligamento frenoesofágico (membrana) posnatal, las dos estructuras quedan firm e m e n te adheridas
y el espacio entre ambas se rellena de te jid o conectivo laxo
En el hiato esofágico del diafragm a es preciso un sella­ y grasa.
do herm ético fuerte y a la vez flexible. D icho sellado se co n ­ El desarrollo del lig a m e n to paraesofágico puede resu­
sigue con la pleura p o r encim a y el perito n e o p o r debajo. mirse del m o d o siguiente, c o m o d e te rm in a ro n A ndro u la -
La fuerza y fle xib ilid a d las prop o rcio n a el lig a m e n to freno- kis y cois.72:
esofágico.
Los co m p o n e n tes mayores del lig a m e n to frenoesofági­ • En recién nacidos, el lig a m e n to frenoesofágico está pre­
co son fibras de colágeno y elásticas que se originan c o m o sente.
una c o n tin u a c ió n de la fascia transversal in tra a b d o m in a l • En adultos, el lig a m e n to está aten u a d o y la grasa subpe-
p or deb a jo del diafragm a. Una hoja de dicha fascia pasa ritoneal se acum ula en el hiato.
p or encim a a través del hiato, fo rm a n d o un co n o tru n c a ­ • A efectos prácticos, el lig am ento no existe en adultos con
do. Se inserta en el te jid o co n ju n tiv o de la adventicia y del hernia hiatal.
tejido inte rm uscular del esófago 1 cm o 2 cm p o r encim a
del diafragm a. Una segunda hoja de la fascia se vuelve ha­
cia abajo y se inserta en la adventicia del esófago a b d o m i­ Unión gastroesofágico
nal y del estóm ago. Un c o m p o n e n te más ligero y menos
constante (se encuentra en a p roxim adam ente el 2 5 % de lo S h a c ke lfo rd 73 obse rvó que la u n ió n gastro e sofá g ica
casos, según Bombeck y cois.69) puede originarse en la fas­ (Fig. 8 .19) es un c o m p le jo de estructuras que se definirá
cia e n d o torácica, pasando p o r encim a hasta encontrarse de form a distinta de acuerdo con una perspectiva a n a tó m i­
con las fibras de la fascia in tra a b d o m in a l. Las relaciones de ca, quirúrgica, radiológica o endoscópica. La Figura 8.2 0
estos c o m p o n e n tes del ligam ento frenoesofágico se mues­ muestra la u nión gastroesofágica desde d istintos p u n to s
tran en la Figura 8.18. de vista:
334
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Diafragma 8

Fascia
endoabdom inal

Peritoneo

Muscularis F ig u ra 8 .1 8 . Estructuras a nive l de


M ucosa gástrica la u n ió n gastroesofágica y del h ia to
verdadera (e pitelio colum nar) diafragmático. [sk4\

• Anatomía macroscópica: «la te rm ina ció n del tu b o (esófa­ Las uniones gastroesofágicas interna y externa no co in ­
go), en el inicio de una bolsa (estó m a g o )» 74. ciden. Además, el te jid o con e ctivo laxo p e rm ite un consi­
• A natom ía microscópica: la u nión escam ocolum nar. derable m o v im ie n to entre la mucosa y la m uscular exte r­
• Cirugía: justo p o r debajo del diafragm a en el lím ite supe­ na, ca m b ia n d o la relación entre ellas cua n d o el estóm ago
rior de la reflexión del perito n e o desde el estó m a g o so­ se rellena de com ida.
bre el esófago distal. Para más detalles acerca de la u n ió n gastroesofágica,
• Radiología: una línea im aginaria desde el á n g u lo de His a véase el capítulo d e d icado al esófago.
la m ita d de la mucosa de la u nión de la curvatura menor.
Los pliegues longitudinales del esófago sustituyen a los
pliegues y transversos del estóm ago.
Esfínter esofágico inferior
• Endoscopio: la u nión de la mucosa esofágica, pálida y ro ­
Para una m a yo r in fo rm a ció n sobre el esfínter esofágico
sada, con la mucosa gástrica roja brillante (línea Z).
inferior, véase el capítulo d e d ica d o al esófago.
La u n ió n g a stroesofágica e xte rn a p u e d e describirse
c o m o el p u n to del tu b o esofágico en el que se convierte
en la cámara gástrica. Una parte del tu b o esofágico que va D ia g n ó s t ic o de h e r n ia de h ia t o
desde los 0,5 cm a los 4 cm queda d e n tro del a b d o m e n .
La unión externa está a nivel de la vértebra torácica u n d é ­ Puesto q ue resulta p rá ctic a m e n te im p o s ib le la d e fin i­
cima o d u o d écim a. ción de una hernia de hiato en pacientes vivos, en el sen­
En su parte interna, la u nión está definida p o r unos lí­ tid o de si tienen o no una hernia p o r deslizam iento, resul­
mites irregulares entre el epitelio esofágico estratificado y tará difícil relacionar los síntomas específicos con las diversas
el e p ite lio gástrico colum nar. El lím ite puede estar hasta estructuras anatóm icas específicas y sus funciones. Sola­
1 cm p o r encim a de la u nión externa. La muestra para una m e n te la línea e sc a m o c o lu m n a r Z po d rá localizarse con
biopsia deberá tom arse al menos 2 cm p o r encim a de la precisión bajo visión directa76, pero incluso esta línea es ex­
u nión externa. tre m a d a m e n te m óvil en relación con otros tejidos.
El epitelio co lum nar por debajo de la unión interna co n ­
tiene glándulas secretoras de m oco (las glándulas cardíacas Radiología
de los histólogos). Esta ausencia de células principales o pa­
Los co m ponentes anatóm icos que no siempre se mues­
rietales caracteriza a las células glandulares verdaderas del
cuerpo gástrico. Hayward propuso el té rm in o epitelio de la tran m e diante radiología son los siguientes:
unión para esta zona.75 • U nión epitelial e scam ocolum nar (línea Z).
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’ Skandalakis

Diafragma

pradiafra g m á tica contrayéndose de fo rm a concéntrica se


diagnosticará hernia de hiato.
Las hernias paraesofágicas pueden reconocerse fá c il­
Anatomía quirúrgica

m en te en la radiografía sim ple cuando se aprecie la posi­


ción del d ia fragm a: el estóm ago está en parte p o r encim a
del nivel del diafragm a, y la u n ió n gastroesofágica está a la
misma altura o p o r debajo de él.

Endoscopio
La abertura cardíaca n orm al parece una roseta co n tra í­
da de mucosa esofágica pálida, que desciende d u ra n te la
inspiración y se eleva d u ra n te la espiración. En la hernia
hiatal, la abertura cardíaca no desciende dura n te la inspi­
ración; p o r el c o n tra rio se abre am p lia m e n te , m o stra n d o
la m ucosa rosada gástrica en p liegues lo n g itu d in a le s
(Figs. 8.21 A y B).
N o rm a lm e n te , la u nión epitelial (línea Z) bajo visión d i­
recta cu a n d o el paciente inspira dos o tres veces, el o rificio
esofágico se contrae u oblitera, p ro b a b le m e n te p o r c o n ­
tracción del d ia fragm a. Si existe una hernia hiatal, la en-
doscopia m ostrará una línea Z p o r encim a del nivel de la
obliteración luminal cuando el paciente realice la inspiración
nasal (Fig. 8.21 C). El endoscopista puede cuantificar la her­
Mucosa nia hiatal m id ie n d o la distancia entre la línea Z y la zona
gástrica
de la luz contraída dura n te la inspiración nasal.
La u n ió n epitelial (línea Z) puede apreciarse fá cilm e n te
F ig u ra 8 .19. U n ió n gastresofágica. E, U n ió n gastroesofági-
ca endoscópica; R, U n ió n anatómica gastroesofágica;. \gr6\ en la endoscopia, y de esta fo rm a se definen clara m e n te
los elementos de la unión gastroesofágica. Estas observacio­
nes pueden aplicarse a las hernias hiatales p or deslizam ien­
to. La endoscopia en pacientes con hernias hiatales parae­
sofágicas no suelen facilitar esta inform ación.

• Esfínter esofágico inferior (EEI).


• Deslizam iento gástrico (excepciones raras) .
Las estructuras anatómicas visibles m ediante radiología
son las siguientes:
• Á n g u lo de His.
• A m p o lla frénica, que es la parte distai del esófago que se
abo m b a ligeram ente a nivel intratoràcico. Probablem en­
te sea la parte del esófago que abarca el ligam ento freno-
esofágico. Las ondas peristálticas cesan a nivel de la región
pro xim a l de la am polla.
• «S egm ento sum ergido», esófago a bdom inal.
• Cardias, m ostra n d o fla c id e z y contracciones no co n cé n ­
tricas debidas al deslizam iento gástrico oblicuo.
Las contracciones concéntricas, que se observan en la
ampolla y en el segmento sum ergido del esófago distal bajo
fluoroscopia, se aprecian habitu a lm e n te en la radiografía.
C o m o ya se com e n tó , la u n ió n gastroesofágica del ra­
d ió lo g o es una línea im aginaria del deslizam iento gástrico
que va desde el áng u lo de His hasta la curvatura menor. F ig u ra 8 .2 0 . U n ió n gastroesofágica. Puntos de vista: 1) A na­
C ua n d o el m é d ic o puede ide n tifica r la bolsa gástrica su- tómico, 2) Quirúrgico, 3) Radiológico y 4) Endoscópico. [sk4\

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Diafragma 8

F ig u r a 8 .2 1 . Endoscopia. A, Normal. Aspecto con


perfil en H del esófago distal colapsado. B, U n ió n es-
cam ocolum nar (línea Z). C, Hernia hiatal por desliza­
m iento. Relación de la línea Z con el diafragma. [gr6\

R e l a c io n e s d ia f r a g m á t ic o - pleu r o - El m ediastino izquierdo (Fig. 8.23) contiene:


• Pericardio.
m e d ia s t in ic a s
• N ervio frén ico izquierdo y vasos pericardiofrénicos.
El te jid o fibroso del te n d ó n central co n tin ú a con el pe­ • Esófago.
ricardio fibroso a lo largo de la mayoría de la superficie an- • Tronco vagal izquierdo.
terosuperior del diafragm a (véase Fig. 8.6). • Aorta descendente.
El m ediastino derecho (Fig. 8.2 2 ) contiene: • Cuerpos vertebrales.
• Pericardio. • Vena hem iácigos, vena hem iácigos izquierda, vena in te r­
• Vena cava inferior. costal superior.
• Nervio frénico y vasos pericardiofrénicos. • Nervios esplácnicos torácicos mayores y menores.
• Liga m e n to p u lm o n a r derecho. • Tronco so m á tico izquierdo.
• Esófago con el tro n c o vagal derecho. El triá n g u lo (de Truesdale) fo rm a d o por el pericardio,
• C o n d u c to torácico. la aorta y el diafragm a contiene el lig a m e n to p u lm o n a r iz­
• Vena ácigos y arco de la ácigos. q u ie rd o y el esófago distal. En la hernia hiatal por desliza­
• Cuerpos vertebrales. m ie n to , el estóm ago estará d e n tro de este triá n g u lo .
• Nervios esplácnicos torácicos derechos mayores y m e ­ El resto de la superficie superior del diafragm a está cu ­
nores. b ierto p o r la pleura parietal. La aproxim a ció n de la pleura
• Tronco sim pático derecho. derecha e izquierda entre el esófago y la aorta fo rm a el lla­
• Arterias intercostales derechas posteriores. m ado mesoesófago.
337

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* Skandalakis

Diafragma

V e na p u lm o n a r in fe r io r
Anatomía quirúrgica

F ig u ra 8 .2 2 . Estructuras de la parte inferior del m ediastino derecho. [si9]

La pleura derecha está en c o n ta cto con el tercio infe­ bargo, existe una variada circulación colateral. La vena fré­
rior del esófago, y llega casi hasta el hiato esofágico (Fig. nica in fe rio r derecha drena la vena cava inferior. La vena
8 .2 4 ); esta p ro x im id a d es causa de riesgo de penetración frénica izquierda drena la vena cava inferior y la vena supra­
accidental d e n tro de la cavidad pleural dura n te las opera­ rrenal izquierda. Las venas discurren paralelas a los nervios
ciones a b dom inales sobre el h iato esofágico. Incluso así, frénicos y te rm in a n en las venas torácicas internas derecha
puesto que los cirujanos trabajan en el lado derecho de la e izquierda.
mesa, es más probable que se produzca un n e u m o to ra x o
un h e m o n e u m o tó ra x en el lado izquierdo.
La pleura diafragm ática es parte de la pleura parietal, y Re c e s o s perito neales de l a superficie
cubre todas las partes del diafragma a excepción de la zona INFERIOR DEL DIAFRAGMA Y DE LA UNIÓN
del te n d ó n central, que está en co n ta cto con el pericardio.
GASTROESOFÁGICA
Está fijado fu ertem ente al diafragma a través de la fascia fre-
nopleural de la fascia endotorácica, de tal m o d o que la se­ Los mesentéreos p rim itivo s dorsal y ventral del a b d o ­
paración del diafragm a es prácticam ente im posible. Con la m en fo rm a n diversos ligam entos relacionados con el dia­
pleural costal sucede lo contrario, ya que puede separarse fra g m a y la u n ió n gastroesofágica (Fig. 8.25). Estos ligá-
ju n to con la fascia endotorácica. El receso costodiafragm á- m entos son los siguientes:
tico se muestra com o una reflexión de la pleura parietal des­
• Falciforme, coronario y triangular.
de las costillas al diafragma. El receso frenom ediastínico está
• Hepatogástrico (gastrohepático).
entre el m ediastino y el diafragm a.
• Gastroesplénico (gastroileal).
La irrigación sanguínea de la pleura diafragm ática surge
• Gastrofrénico.
de la arteria torácica interna, la aorta torácica y la aorta ab­
d om inal y la arteria celíaca. En la superficie inferior del dia­
fragma, estas arterias form an ramas internas y externas, que Ligamentos falciforme, coronario
se anastomosan con el plexo vascular de la pleura costal. y triangular
Según Testut y Jacob77 y Testut78 (según Bernaudin y
Fleury79), las venas frénicas inferiores drenan la vena cava El lig a m e n to fa lc ifo rm e (u n re m a n e n te del m esenté-
y las venas frénicas superiores (pericardiofrénicas). Sin e m ­ reo p rim itiv o ventral) (Fig. 8 .25) se o rig in a en la pared a b ­
338

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Diafragma 8
V. p u lm o n a r su pe rior

N. frénico izquierdo

c
I L - - - N. vaqo izquierdo

ñ — Tronco sim p á tico

Liga m en to p u lm o n a r izquierdo
I
/
\
Plexo vagal esofágico
Pericardio

A o rta

F ig u r a 8 .2 3 . Estructuras de la parte inferior del m ediastino izquierdo. [5ic9]

dom inal anterior y se extiende a las superficies anteriores del


C onducto torácico
hígado y el diafragm a. Su borde libre abarca el lig a m e n to Aorta
Nn. vagos
re d o n d o hepático, la vena u m b ilical izquierda obliterada. Esófago
Las hojas del lig a m e n to falcifo rm e se separan p o r enci­
ma del hígado para fo rm a r las capas superior e infe rio r del
lig a m e n to coronario. En el lado izquierdo, la hojas están
superpuestas una encim a de la otra, fo rm a n d o el lig a m e n ­
to tria n g u la r izquierdo.
Un abordaje de la u nión gastroesofágica es la sección
del lig a m e n to tria n g u la r izqu ie rd o y la p o rción izquierda
de la capa poste rio r del lig a m e n to coronario. D u ra n te la
operación, se tendrá cuidado cuando se movilice el hígado,
especialm ente el lób u lo izquierdo, para no lesionar la vena
hepática izquierda o la vena cava inferior.

Ligamento gastrohepático
(hepatogástrico)
Cavidad pleural
El esófago abd o m in a l queda entre las dos capas del li­
gam ento gastrohepático (Fig. 8.26), que es la parte superior Cavidad pericárdica

del e p ip ló n m e n o r y deriva del mesentéreo ventral p rim iti­


vo. La parte inferior es el lig a m e n to he p a to d u o d e n a l (Fig. F ig u r a 8 .2 4 . Corte transversal del tórax a nivel de TIO. Re­
8 .2 6 ). El lig a m e n to g a s tro h e p á tic o se e x tie n d e desde la lación de la pleura distal al esófago. VCI, vena cava inferior.
p orta hepática hasta la cu rvatura m e n o r del e stó m a g o y \wA

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* Skandalakis

Diafragma

Lig. fa lciform e

Lig. tria n g u la r izquierdo

Lig. coronario derecho


Anatomía quirúrgica

Lig. gastrofrénico

Lig. hepatoesplénico
(epiplón menor)
Lig. esplenorrenal

Lig. hepatoduodenal ' ' jjjlw ^

!§r%t i C ^ íw ÌW ' L'9- gastroesplénico

Epiplón m ayor

F ig u ra 8 .2 5 . Recesos peritoneales del estómago, u n ió n gastroesofágica y área desnuda del diafragma. VCI, vena cava inferior.
[s¡<4]

del esófago abdom in a l. El lig a m e n to contiene la arteria y Ligamento gastrofrénico


la vena gástricas izquierdas, la rama hepática del nervio
vago izquierdo y los nodulos linfáticos. También puede con­ El lig a m e n to gastrofrénico (parte superior del mesen­
tener ambos troncos del vago, ramas de la arteria y vena téreo dorsal) (Fig. 8 .26) se o rigina a p a rtir de la curvatura
gástricas y la arteria hepática izquierda cuando se o rigine m a yo r del fu n d u s y se e xtiende hacia arriba hacia el d ia ­
en la arteria gástrica izquierda (en el 2 6 % de los casos). fragma. La parte superior es transparente y avascular, y con­
tinúa con la cara posterior del lig a m e n to c o ro n a rio en el
Ligamento gastroesplénico lado izquierdo. La parte inferior co n tin ú a con el lig a m e n ­
to gastroesplénico y contiene algunos vasos gástricos y n o ­
En el lado derecho, el lig a m e n to gastrohepático se d i­ dulos linfáticos.
vide para arropar el estóm ago. Las hojas del perito n e o se El c iru ja n o pue d e a b rir la su p e rficie avascular s u p e ­
reagrupan en el lado izqu ie rd o para fo rm a r el lig a m e n to rior con los dedos para insertar un d re nado Penrose alre­
gastroesplénico (Fig. 8.26), que es parte del mesentéreo d e d o r del cardias. T a m b ié n p u e d e a p lica r una ligera
p rim itiv o . El lig a m e n to hepatogástrico separa la transcavi­ tracción del esófago, una m aniobra útil en el caso de una
dad de los epiplones del resto de la cavidad peritoneal. A vagoto m ía .
la altura del esófago a b d o m in a l, el lig a m e n to gastrohepá­
tico se fo rm a po r la hoja anterior; ésta no alcanza la unión
gastroesofágica. Así, queda una pequeña zona desnuda en I r r ig a c ió n s a n g u ín e a
la pared poste rio r del e stó m a g o p o r encim a del pila r iz­
q u ie rd o del diafragm a, que el cirujano podrá separar con Arterias
facilidad con dedos.
La porción superior del lig a m e n to gastroesplénico co n ­ La irrig a ció n arterial de la superficie su p e rio r del d ia ­
tiene los vasos gástricos cortos y los ganglios linfáticos pan- fragm a se co m p o n e de dos ramas de las arterias torácicas
creatoesplénicos. La parte inferior contiene los vasos gas- internas (pericardiofrénica y musculofrénica) y dos ramas de
troe p ip lo ico s izquierdos, los nodulos linfáticos y las ramas la aorta torácica (frénica superior). Todas estas ramas son
term inales de la arteria esplénica. pequeñas.
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Diafragma

El m a yo r a p o rte sanguíneo del dia fra g m a tie n e lug a r anastom osan con ramas de las arterias intercostales, fo r ­
p or la superficie inferior y procede de las arterias frénicas in­ m a n d o la arcada costofrénica a lo largo del d ia fra g m a
feriores (Fig. 8.27), pro ce d e n te de la aorta o del eje celía- costal.
co justo por debajo del lig am ento arcuato m ediano del dia­ • Las anastomosis de una arteria intercostal con o tra d e n ­
fra g m a . En un bajo p o rc e n ta je de in d iv id u o s , la arteria tro del m úsculo del diafragm a constituyen o tro anillo ar­
frénica infe rio r derecha parte de la arteria renal derecha. terial en la zona del origen del diafragm a en las costillas.
Las arterias frénicas inferiores ta m b ié n aportan ramas a las
glándulas suprarrenales.
Arteria frénica inferior izquierda
C om tois y cois.80 estudiaron la circulación d ia fra g m á ti­
y arteria gástrica izquierda
ca en 4 8 perros callejeros y concluyeron lo siguiente:
• Anastomosis entre las arterias frénicas y las arterias to rá ­ El esófago a bdom inal y el estóm ago p roxim al están irri­
cicas internas que fo rm a n un círculo arterial alrededor de gados por las ramas esofágicas de la arteria gástrica izquier­
la hoja medial del d ia fragm a tendinoso. da. Estas ramas habitualm ente, aunque no siempre, se anas­
• A p a rtir del círculo arterial descrito an te rio rm e n te , ramas to m o s a n p o r e n c im a del d ia fra g m a c o n las arterias
vasculares hacia la periferia del diafragm a. Estas ramas se esofágicas que proceden de la aorta (Fig. 8.28A ). En algu-

Ligam ento hepa to g ástrico

, Ligam ento hepatoesofágico

Ligam ento tria n g u la r derecho


Pliegue g astropancreático

Ligam ento fa lciform e Ligam ento g astrofrénico

Ligam ento redondo del hígado


Cara gástrica del bazo

Lóbulo caudado hepático 1__ Vestíbulo de la bolsa om en ta l


Cuerpo del páncreas.
Ligam ento hepatoduodenal
Pliegue de la vena cava inferio r

Cola del páncreas.


Porción superior del duodeno.
Ligam ento gastroesplénico
Ligam ento duodenocólico
Mesocolon transverso
Ligam ento coiicorrena
Ligam ento frenicocólico
Flexura cólica derecha.
Ligam ento gastrocólico Ligam ento g astrocólico
(línea de corte)
O m ento m ayor
Colon transverso.
Tenia om ental M esenterio

Apéndices epiploicos Pliegue paracólico

Colon ascendente Colon descendiente.

Pliegue ileocecal superior Tenia libre

Recto
Ileon. Pliegue ileocecal inferió
M esorrecto
Apéndice verm iform e
M esosígm oideo
Ciego

Ovario

Trompa uterina

Ligam ento redondo del útero

F igu ra 8 .2 6 . Ligamentos gastrohepático, hepatoduodenal, gastroesplénico y gastrofrénico. [fe4]

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* Skandalakis

Diafragma

Rama anterior de la a. frénica inf. izda.


Anatomía quirúrgica

Rama lateral de la a. frénica inferior

Ramas suprarrenales
de la a. frénica inf. izda.

Rama post. de la a. frénica inf. izda.

Tronco celíaco

Aorta

F ig u ra 8 .2 7 . Irrigación arterial del diafragma visto desde abajo. Las arterias frénicas inferiores p u ed en originarse a partir del
tronco celíaco o directam ente desde la aorta. E, Esófago; VCI, vena cava inferior. [sk9]

ñas personas, el esófago inferior ta m b ié n recibe ramas pe­ rias, y que las válvulas d e n tro de las venas intervienen en
queñas procedentes de la arteria frénica inferior izquierda la dirección del flu jo sanguíneo.
(Fig. 8.28B). En otros, ramas de la arteria frénica inferior En la superficie inferior, la vena frénica infe rio r derecha
irrigan el esófago inferior con ramas de la arteria gástrica iz­ sigue un trayecto ju n to con la arteria y drena en la cava in­
quierda reducidas al cardias y al fundus gástrico (Fig. 8.28C). ferior. La vena frénica infe rio r izquierda puede e n tra r d e n ­
El lím ite del hiato siempre se nu tre a pa rtir de una rama de tro de la vena cava inferior, pero n o rm a lm e n te tiene una
la arteria frénica inferior izquierda. rama posterior que sigue un re corrido posterior para e n ­
trar en la vena suprarrenal izquierda (Fig. 8.29).
Arteria hepática izquierda aberrante
Vena frénica inferior izquierda
En alrededor de un 2 6 % de las personas la arteria he­
pática aberrante p rocedente de la arteria gástrica izquier­ La vena frénica infe rio r izquierda puede d re n a r la vena
da discurre p or el ligam ento gastrohepático. Debe conside­ suprarrenal izquierda, la vena cava in fe rio r o ambas. La
rarse la posibilidad de tal arteria antes de dividir el ligamento rama que drena la vena cava para p o r delante del esófa­
para alcanzar la unión gastrohepática. go, lo suficie n te m e n te p ró x im a c o m o para que se pueda
lesionar.

Venas Vena gástrica (coronaria) izquierda


En la superficie superior del diafragm a, pequeñas trib u ­ Las vena gástrica izquierda pasa p or encim a a lo largo
tarias fo rm a n las venas cardiofrénicas y m usculofrénicas. de la curvatura m e n o r a unos 2 cm o 3 cm del hiato eso­
Estas venas siguen su curso ju n to con las correspondientes fágico, d o n d e recibe entre una y tres tributarias. Desde este
arterias, y drenan d e n tro de las venas torácicas internas. p u n to , sigue un curso hacia abajo y o b licu o hacia la vena
Posteriormente, existe cierto drenado local en las vanas áci- porta o hacia atrás para e n trar en la vena esplénica.
gos y hemiácigos. En las disecciones de 22 cadáveres, Skandalakis y cois.81
En sus estudios, C om tois y cois.80 observaron que la dis­ observaron que la vena gástrica izquierda desembocaba en
trib u c ió n de las venas en perros era similar a la de las arte­ la vena porta en 16 de ellos y en la vena esplénica en los 6

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Diafragma 8

F ig u r a 8 .2 8 . Variaciones en la irrigación sanguínea del esófago distal y del hiato esofágico. A, La arteria frénica inferior irri­
ga los márgenes del hiato. Una rama esofágica de la arteria gástrica izquierda irriga al esófago y se anastom osa con las arterias
del esófago torácico. Éste es el p atrón más frecuente. B, El esófago está irrigado por ramas esofágicas de las arterias gástrica iz­
quierda y frénicas inferiores sin anastomosis craneal. C, El esófago está irrigado en su totalidad por u n a rama de la arteria fré­
nica inferior, que se anastom osa con arterias esofágicas torácicas. Se trata de un p atrón raro. [sk4\

restantes. Es im p o rta n te recordar que las ramas tributarias nos y patológicos. En los nodulos NLDA hipertrofiados se
distales de la vena gástrica izquierda sangran por las anasto­ en co n tra ro n en los siguientes porcentajes:
mosis con las venas esofágica y hemiácigos en el tórax. Linfom a 41%
Cáncer de m am a 12%
Otros vasos Cáncer de colon 10%
El tro n c o celíaco, la aorta y la vena cava in fe rio r están Cáncer de p u lm ó n 6%
lo suficientem ente próxim as al hiato esofágico c o m o para Otras enfermedades m alignas 30%
estar en situación de riesgo d u ra n te la cirugía del hiato. C om pro b a ro n que los nodulos linfáticos del lado dere­
cho eran más frecuentes que los del lado izquierdo. Llegaron
Linfáticos a la conclusión de que un buen co nocim iento anatóm ico de
ambos nodulos cardiofrénicos, derecho e izquierdo, ayuda­
Todos los nodulos linfáticos quedan en la superficie su­
ría al m édico que practica radioterapia en el tra tam iento de
perior del diafragm a. Estos nodulos pueden dividirse en los
la enfermedad de H odgkin y otras enfermedades malignas.
grupos anterior, m e d io y posterior (Fig. 8 .30). Reciben el
El lig a m e n to tria n g u la r izquierdo y el derecho y el liga­
dren a d o de la superficie superior del hígado, la u n ió n gas-
m e n to fa lciform e llevan los vasos linfáticos desde el híga­
troesofágica y la superficie a b d o m in a l del diafragm a.
do. Estos vasos llegan a los nodulos linfáticos precardíacos,
Los vasos linfáticos eferentes drenan hacia arriba, en los
frénicos superiores y yuxtaesofágicos, o pasan a los n o d u ­
nodulos paraesternales y mediastínicos a n te rio rm e n te y en
los celíacos85.
el m ediastino posterior y en los nodulos braquiocefálicos
En la Tabla 8.5 se e xp o n e n los nod u lo s linfáticos res­
posteriorm ente.
ponsables del drenado de las estructuras pleurales en el ser
Las dos superficies serosas del diafragm a, torácica y ab­
h u m ano.
d o m in a l, son activas en la e lim inación del líquido y células
de las cavidades pleural y peritoneal. Existen poros entre C onducto torácico
las células mesoteliales que van desde 4 m m a 12 m m de La cisterna quilosa (c u a n d o esté presente) está a la al­
d iám etro y se abren directam ente en los vasos linfáticos del tura de los cuerpos de las vértebras prim era y segunda, en­
diafragm a. Fueron apreciadas p o r primera vez en 1863 por tre el pilar derecho del diafragm a y la aorta. La sección del
Von Recklinghausen82, y su existencia fue co n firm a d a m e­ c o n d u c to torácico u otros vasos linfáticos grandes en esta
diante microscopía electrónica. región puede ocasionar una ascitis quilosa.
En un estudio realizado con to m ografía co m putarizada
p o r Kullnig y cois.83 en 1 32 pacientes con un lin fo m a m a­
I n e r v a c ió n
ligno, el 1 1 ,3 % m ostraron afectación de los nodulos linfá­
ticos del diafragm a. El nervio frénico derecho entra en el diafragm a a través
En la TC de 125 pacientes, Libshitz y H o lb e rt84 observa­ del te n d ó n central, justo a un lado de la abertura de la vena
ron nodulos linfáticos diafragmáticos anteriores (NLDA) sa­ cava inferior. En ocasiones pasa a través de dicha abertura
343

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* Skandalakis

Diafragma
Anatomía quirúrgica

frénica inferior derecha

V. frénica inf. Izquierda

V. suprarrenal izquierda

V. renal izquierda

F ig u r a 8 .2 9 . Drenado venoso del diafragma desde abajo. La arteria frénica inferior izquierda puede desem bocar en (A), la
vena cava inferior; (B), en la vena suprarrenal izquierda o en ambas. VCI, vena cava inferior. [5/c9]

con la cava. El nervio fré n ico izquierdo atraviesa la superfi­


cie superior de la po rció n muscular del diafragm a, justo a
un lado del borde izqu ie rd o cardíaco.
A los ganglios
A m bos nervios se d ividen en dos o tres a la altura o jus­ esternales y
De la superficie
to por encima del diafragm a; estas ramas viajan juntas den­ m ediastínicos Desde el hígado p or debajo
inferio r del diafragm a
tro de la musculatura. Salen pequeñas ramas sensitivas para
la pleura y el pericardio y para el p e ritoneo sobre la parte Ganglios
central del diafragm a. Las largas ramas motoras se separan ■anteriores
d e n tro del d ia fra g m a en tres o cu a tro tro n co s nerviosos
principales. Los cu a tro son los siguientes: esternal, ante ro ­
lateral, posterolateral y crural (Fig. 8.31). Los troncos pos­ Ganglios
medios
terolateral y crural presentan n o rm a lm e n te un tro n c o co­
m ú n . Estos troncos nerviosos siguen un curso d e n tro de la
musculatura diafragm ática, y en parte tam b ié n en la super­
ficie inferior. Están cubiertos únicam ente por peritoneo. Las
ramas esternales de las dos partes pueden anastomosarse Ganglios

por detrás del esternón. posteriores

Las porciones periféricas de la pleura y el perito n e o tie ­


nen una inervación sensorial indep e n d ie n te que se origina
a partir de los nervios intercostales séptim o a duo d é cim o . F ig u r a 8 .3 0 . Drenado linfático del diafragm a visto desde
Además de los nervios frénicos e intercostales, existen abajo. El diafragma recibe linfa desde el hígado por debajo,
unas fibras que van a la superficie inferior del diafragma des­ que drena ascendiendo por los ganglios esternales, mediastíni-
de la parte posterior de la porción posteriory derecha del dia­ cos anteriores y posteriores. E, esófago, VCI, vena cava infe­
fragm a, que se originan en el ganglio celíaco, con frecuen- rior; A, aorta. [sk9]
344
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Diafragma 8
Fuera de la zona desnuda, la superficie serosa (p erito-
Tabla 8.3. Nodulos linfáticos que drenan las neal) del diafragm a e hígado quedan superpuestas, con un
estructuras pleurales en el hombre espacio virtual entre ellas. Este espacio se d ivide p o r el liga­
Grupos de nodu lo s Estructuras pleurales m ento falciforme en los com partim entos subfrénicos (supra-
lin fá tic o s drenadas hepáticos) derecho e izquierdo (véase Fig. 8 .25), los cua­
les p ueden convertirse en los espacios de las colecciones
Esternal Pleura parietal: pared torácica ante­ peritoneales de líquido y abscesos subfrénicos.
rior
Los c o m p a rtim e n to s iz q u ie rd o y d e re c h o se d e fin e n
Pleura diafragmática: porción ante­
c o m o sigue:
rior
El espacio subfrénico derecho está d e lim ita d o p o r enci­
Intercostal Pleural parietal
Mediastino medio Pleura diafragmática: parte media ma p o r la superficie inferior de la hoja derecha del d ia fra g ­
Pleura visceral ma. Por debajo está d e lim ita d o p o r la hoja antero su p erio r
Mediastino anterior Pleura diafragmática: parte anterior del d iafragm a, la superficie anterosuperior del ló b u lo d e ­
Pleura diafragmática: parte posterior recho hepático y el se gm ento medial del ló b u lo izquierdo.
Mediastino posterior Pleura visceral: lóbulos inferiores M e d ialm ente queda d e lim itado por el lig am ento falciforme,
y p o ste riorm ente p o r los ligam entos coronario ante rio r de­
Fuente: De JF B e m a ud in , J Fleury, A n a to m y o f th e b lo o d a n d ly m p h a tic
recho y tria n g u la r derecho. A n te rio r e in te rio rm e n te el es­
c i r c u l a t i o n o f t h e p le u r a l serosa. En J C h r e t i e n , J B ig n o n , A H irsch
(eds.) T h e Pleura i n H e a lth a n d Disease. N u e v a York: M arcel Dekker, pacio se abre a la cavidad peritoneal mayor.
1985. R e p ro d u c id o c o n au to rizació n .) El espacio subfrénico izquierdo está d e lim ita d o p o r en­
cim a p o r la superficie infe rio r de la hoja izquierda del dia­
fragm a. Por debajo, sus límites son la cara superior del seg­
da fo rm a n d o el ga n g lio frénico antes de su distribución. Se m e n to lateral del ló b u lo iz q u ie rd o h e p á tic o y el fu n d u s
ha p ro p u e sto una c o m u n ic a c ió n e ntre estas fibras y una gástrico. M edia lm e n te está delim ita d o por el lig a m e n to fal­
rama posterior del nervio frénico derecho. Uno de los a u to ­ c ifo rm e, y p o s te rio rm e n te p o r los lig a m e n to s coronarios
res (GLC) ha realizado su disección en varias ocasiones.' a n te rio r izquierdo y tria n g u la r izquierdo. A n te rio r y lateral­
m e n te el espacio se co m u n ica con el espacio infrahepáti-
Tronco vagal co y la cavidad peritoneal. En la izquierda, las hojas a n te ­
rior y posterior del lig am ento coronario están superpuestas.
En los 100 cadáveres disecados p o r Skandalakis y cois.86
los troncos vagales anterior y posterior pasaban ju n to con el
esófago a través del hiato en 8 individuos (Fig. 8.32). En otros
tres, el plexo esofágico estaba presente en el hiato, y el tro n ­
co estaba por co m p le to dentro del a bdom en (Fig. 8.33). En
otros nueve, los troncos se dividieron por encima del hiato
y sus principales divisiones pasaban a través del mismo.
Para más detalles sobre el tro n c o vagal véase el ca p ítu ­
lo ded ica d o al estóm ago.

Ganglio celíaco
El g a n g lio celíaco está adh e rid o a la arteria celíaca en
su orig e n a nivel de la aorta y estrechamente relacionado
con el pilar del diafragm a a am bos lados. La suturas para
a p ro xim a r ambos pilares deberán realizarse p o r encim a del
g a n g lio y p o r debajo de la división celíaca del tro n c o vagal
posterior.

Es p a c io s s u b f r é n ic o s

Una porción de la superficie inferior del diafragm a, que


se conoce co m o la zona desnuda del diafragm a (o híga­
do), está fijada d ire cta m e n te al hígado sin cubierta serosa. F ig u r a 8 .3 1 . Ramas principales de los nervios frénicos, vis­
Los límites de la zona desnuda son los recesos peritoneales tos desde abajo. Cada nervio frénico se divide justo antes de en­
que fo rm a n los ligam entos falciform e, coronario y tria n g u ­ trar en el diafragma desde arriba. E; esófago; VCI, vena cava
lar hepáticos (véase Fig. 8.25). inferior; A, Aorta. [sk9]
345

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* Skandalakis

Diafragma

En ausencia de patología, no existe diferencia entre las


partes ante rio r y p o sterior del espacio derecho. Sin e m b a r­
Nervio vago dercho Nervio vago izquierdo
go, el líqu id o puede coleccionarse o se puede fo rm a r un
Anatomía quirúrgica

absceso a n te rio rm e n te , e ntre el híg a d o y el dia fra g m a y


p o r detrás del esternón (absceso subfrénico a nterior dere­
cho) (Fig. 8.34A); d ic h o absceso ta m b ié n puede formarse
en el receso de la hoja a nterior del lig a m e n to coronario en­
tre el hígado y el d ia fragm a (absceso subfrénico derecho
Plexo esofágico
posterior) (Fig. 834B). Así, un espacio n o rm a lm e n te único
puede c o m p a rtim e n ta rs e , y m e d ia n te se u d om em branas
c o n stitu ir los espacios anterior o posterior, situación que se
observa en m e dicina clínica.
Tronco vagai posterior Tronco vagai anterior En el lado izquierdo, el espacio subfrénico puede estar
igu a lm e n te c o m p a rtim e n ta d o por seudom em branas entre
el hígado y el d ia fragm a y la pared a b d o m in a l (Fig. 8.35).
Diafragma
C ua n d o la co le cció n líquida sea cuantiosa, puede llegar
desde el espacio subfrénico izquierdo hasta el espacio sub-
hepático com unicado. Allí, ta n to el estóm ago com o el bazo
o el hígado participan c o m o barreras frente a la infección.
N o rm a lm e n te el d ia fra g m a está elevado sobre el espacio
ocu p a d o p o r la colección líquida.
El tra ta m ie n to q u irú rg ic o de las colecciones líquidas en
F ig u r a 8.3 2 . Terminología de las estructuras vagales del tó­ los espacios subfrénicos se establece después de la locali­
rax y abdom en. En este ejemplo, dos troncos vagales pasan a zación y d e te rm in a c ió n del ta m a ñ o y el g ra d o de e xte n ­
través del hiato al abdom en. 1 = división hepática; 2 = divi­
sión del absceso. Hay qu e evaluar los cam bios anatóm icos
sión gástrica anterior; 3 = división celíaca; 4 = división gástri­
ocasionados p o r la fo rm a c ió n de m em branas biogénicas y
ca posterior, [ski 0]
la presión del absceso. Es necesaria una estrecha colabora­
ción entre cirujano y el radiólogo.

N. vago dcho. N. vago izq.

Plexo esofágico

Tronco vagal post. Tronco vagal ant.

D iafragm a esofágico
3
1

F ig u ra 8 .3 3 . Punto en el que emergen cuatro estructuras vagales a través del hiato; a saber: A, Divisiones que se separan jus­
to por encim a del diafragma; B, Divisiones y ramas que se originan por encima del diafragma; o C, Elementos del plexo esofá­
gico que se extienden por debajo del diafragma, Los troncos vagales están en su totalidad dentro del abdomen. 1 = división hepáti­
ca; 2 = división gástrica anterior; 3 = división celíaca; 4 = división gástrica posterior. [sklO]
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Diafragma 8
Capa superior Seudomembranas
Seudomembranas
del lig. Pared anterior Pared anterior
! corona

Capa sup. del


lig. coronario

Ant. Post.

Seudomembranas B

F ig u r a 8.34. Secciones parasagitales derechas. A, Acumulación de líquido en la parte anterior del espacio subfrénico derecho. B,
Acumulación de líquido en la parte posterior del espacio subfrénico derecho. Espacio relleno de líquido norm alm ente recubierto
por seudomembranas. Diafragma anorm alm ente elevado en la zona de la acumulación del líquido. [sk4\

H abitu a lm e n te no existen com plicaciones anatómicas que el diafragm a es el segu n d o c o m p o n e n te en im p o rta n ­


relacionadas con el abordaje anterior p o r debajo del rebor­ cia, después del corazón, para m a n te n e r la vida.
de costal. El abordaje posterior (Fig. 8.36) requiere una in­ Citam os de Boczkowski y cois.91:
cisión a la altura de la apófisis espinosa de la prim era vér­ Desde un p u n to de vista general, las características
tebra lu m b a r para evitar entrar en la pleura. Spain y cois.87 funcionales y bioquímicas del diafragm a son similares a
propusieron la resección de la d u o d é c im a costilla. las de otros músculos esqueléticos con una composición si­
m ila r en los tipos de fibras musculares. Sin embargo, el
diafragma presenta algunas características específicas, per­
Histología mitiendo un elevado aporte de sustratos metabólicos. Ello
podría servir para preservar la función contráctil en diver­
Se muestra un esquema h istológico del diafragm a con sas situaciones fisiológicas y fisiopatológicas. Tales carac­
el p e ritoneo p o r debajo, la pleura diafragm ática p o r enci­ terísticas específicas se refieren a la vascularización mus­
ma y el estroma del m úsculo a p o n e u ró tic o entre ambos. cular, el e n tra m a d o m icrovascular y el contenido en
Estas entidades se tratan en otros capítulos. mitocondrias y mioglobina.

Fisiología
- ■ / C irugía del d ia fra g m a
No fo rm a parte del pro p ó sito de este capítulo c o m e n ­
La cirugía del diafra g m a es la cirugía de la anomalías
tar la fisiología del diafragm a, pero la siguiente in fo rm a ­
congénitas y de los problem as adquiridos, c o m o el tra u ­
ción es necesaria.
m atism o, etc.
Los hallazgos radiológicos de Reddy y cois.88 apoyan la
hipótesis de que la masa cardíaca es responsable del des­ • Zierold y cois.92 desarrollaron un m odelo porcino de lesión
plaza m ie n to caudal del h e m id ia fra g m a co rrespondiente. diafragmática penetrante y com unicaron lo siguiente:
Los mismos investigadores disienten con la convención uni­ La ecografía demostró ser de gran ayuda diagnóstica
versalmente aceptada de que es el hígado el que eleva el en la evaluación de lesiones diafragmáticas con o sin her-
correspondiente hem idiafragm a. niación. Además, puesto que las lesiones «protegidas» del
La fu nción del diafragma, que está com puesto por mús­ diafragma en nuestro modelo curaron espontáneamente, se
culo esquelético voluntario, es tan autom ática c o m o la fu n ­ atribuye cierta importancia al tratamiento no quirúrgico de
ción cardíaca. Sharp89 y M a c kle m 90 a firm a ro n con razón dichas lesiones diafragmáticas en la práctica clínica.
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* Skandalakis

Diafragma

Pared anterior Pared anterior

Seudomembranas
Anatomía quirúrgica

Lig. coronario
izquierdo
Pseudomembranas

Ant. Post. Post.

Páncreas Páncreas

F ig u ra 8 .3 5 . Secciones parasagitales izquierdas. A, Acumulación de líquido en la porción anterior del espacio subfrénico iz­
quierdo. B, Acumulación de líquido en la parte posterior del espacio subfrénico izquierdo. Las seudom em branas lim itan el es­
pacio ocupado por la acum ulación de líquido. [sk4]

• El tendon central del diafragma está parcialmente fusiona­


d o con el pericardio. Por ello, cuando se repara el defec­
to peritoneopericárdico, el anillo hem iario debe cerrarse
para transformar ambas entidades anatómicas en una sola.
• Un h e m id ia fra g m a p a ralizado y p a rc ia lm e n te elevado
c o m p rim e el lób u lo p u lm o n a r ipsilateral inferior. La pre­
sión intraperitoneal tam bién es responsable de dicha c o m ­
presión lobular. Undécima
• Bedini y cois.93 realizaron una reconstrucción del diafrag­ Costilla costilla

ma después de una n e u m o n e ctom ía extrapleural a par­ duodécima


Receso
corta
tir de un colgajo de músculo, en lugar de utilizar m ate­ pleural

rial protésico. Refirieron que: «El dorsal ancho distal puede


utilizarse para la reconstrucción de una hem idiafragm a,
Incisión
asegurando una separación estanca entre la pleura y la
cavidad peritoneal y evitando el m o v im ie n to de la respi­ Borde
externo del
ración paradójica.»
sacroespinal
• La utilización de sutura no reabsorbible en el pilar (que in­
cluye la fijación de la pleura) es absolutamente necesaria
para estrechar el hiato en la reparación de la hernia hiatal.
El cirujano debe estar seguro de que las suturas están en la
porción tendinosa del pilar y no solamente en la parte mus­
cular. El tip o de cierre, vertical u horizontal, es elección del
cirujano y depende de la situación anatóm ica local.
• C uando el cirujano elige cerrar el hiato a n te rio r al esófa­
go, las suturas no reabsorbibles deben incorp o ra r parcial­
m ente el lig a m e n to transverso, así c o m o los brazos dere­
cho e izquierdo del pilar.
• Debe recordarse la topografía del liga m e n to arcuato m e ­ F ig u ra 8 .3 6 . Riesgo potencial durante el abordaje posterior.
diano en relación con el celíaco. Recordar ta m b ié n que La pleura puede abrirse ac cid en talm en te cu a n d o la costilla
este ligam ento está presente en aproxim adam ente el 50 % duodécim a n o se proyecta por debajo del borde externo del
de los casos. sacroespinal.
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Diafragma

• La unión gastroesofágica se m oviliza separando la m e m ­ nias recurrentes podrán fijarse de form a similar a la primera
brana frenoesofágica (lig a m e n to ) cuando está presente. operación, pero se deberá prestar una especial atención res­
• En un estudio realizado con 22 cadáveres, Skandalakis y pecto a la posibilidad de que el esófago sea corto. Las c o m ­
cois.77 explican que: plicaciones en relación con la reparación laparoscópica son
- una pinza de Kocher curvo aplicada a la curvatura m e ­ escasas, y están más relacionadas con el ta m a ñ o de la her­
nor en el e p ip ló n g a strohepático incluía siem pre las si­ nia y la edad del paciente que con cualquier otra circunstan­
guientes estructuras: cia. En cualquier caso, este revolucionario avance en la re­
♦ Arteria gástrica izguierda. paración de la hernia hiatal ha p e rm itido una calidad de vida
♦ N ervios a n te rio r y p o ste rio r de la curva tu ra m e n o r m u y mejorada para cientos de miles de individuos con reflu­
(nervios de Latarjet). jo gastroesofágico sintom ático e historia de grandes hernias.
♦ División hepática del nervio vago. K rahenbiihl y cois.94 a d virtieron que la reparación lapa­
♦ Arteria hepática izquierda aberrante (presente en cua­ roscópica de las hernias paraesofágicas incluía la reducción
tro casos). del estóm ago, la escisión co m p le ta del saco he m ia rio , el
♦ Vena gástrica izquierda (presente en todos los casos cierre del defecto hiatal, la fu n d u p lic a tu ra laxa de Nissen y
con d re n a d o de la vena porta y tres casos con dre n a ­ la gastropexia anterior.
do de la vena esplénica).
• Perdikis y cois95 re com endaron el tra ta m ie n to laparoscó-
- una pinza norm al curva o recta de Kocher aplicada so­
pico de la hernia paraesofágica.
bre el e p ip ló n gastrohepático con un ángulo de 4 5 a en
• S chauery cois.96 refirieron que la reparación laparoscópi­
el m ism o cadáver incluía:
ca de la hernia paraesofágica sería el p ro c e d im ie n to pre­
♦ Todas las estructuras expuestas ante rio rm e n te .
ferido.
♦ Vena gástrica izquierda (al m argen de su drenado).
• John G. H unter (com un ica ció n personal a John E. Skan­ • Existe cierta controversia en relación con el tra ta m ie n to
dalakis, febrero del 2000), a portó la siguiente inform ación quirúrgico de la hernia paraesofágica gigante. Geha y cois97
en relación con la cirugía laparoscópica de las hernias dia- advirtieron que el defecto deberá repararse precozm ente
fragmáticas: Las hernias hiatales quizá sean los tipos más una vez que haya sido diagnosticado, con la evaluación
habituales de hernias abdominales, pero con frecuencia del reflujo después de la reparación. Si se precisa la correc­
son asintomáticas. C uando la hernia hiatal presenta sín­ ción antirreflujo, se realizará funduplicatura, reducción, ex­
tomas, dichos síntomas serán los propios del reflujo gas- cisión del saco, gastropexia y cierre del pilar. Buenaventu­
troesofágico (co m o la pirosis retroesternal) o los síntomas ra y cois.98 afirm aron que la reparación laparoscópica de
ocasionados por el estómago herniado, que serán dolor to ­ las hernias paraesofágicas gigantes se asocia con m e n o r
rácico posprandial, náuseas, vó m itos y sangrado gastroin­ m orbilidad, una m e n o r estancia hospitalaria, una recupe­
testinal evidente. Las hernias pequeñas y asintom áticas ración más rápida y excelentes resultados clínicos.
pueden dejarse, pero las de gran tam a ñ o necesitan una • Citam os de Watson y cois.99:
reparación quirúrgica. Actualm ente, en la mayoría de los Las hernias hiatales voluminosas pueden tratarse de
pacientes se prefiere la reparación laparoscópica. forma eficaz mediante laparoscopia. Separar el saco del
mediastino completamente antes de disecar el esófago per­
La técnica laparoscópica se inicia con la colocación de
mite m ovilizar eficazmente el esófago.
cinco trocares abdom inales y con la elevación del lób u lo
hepático izquierdo, lo cual p e rm ite acceder a la hernia hia­ • Swanstrom y cois.100 refirieron que la reparación laparos­
tal. El e stó m a g o en su to ta lid a d y el esófago se reducen cópica de la hernia paraesofágica en c o m b in a c ió n con la
d e n tro del a b d o m e n , y el pilar d ia fra g m á tico se diseca en fu n d u p lic a tu ra se tolera bien. Horgan y cois.101 c o m u n i­
su perímetro. C uando el esófago se ha acortado p o r una es­ caron que la reparación laparoscópica de la hernia parae­
trechez o un reflujo gastroesofágico p ro lo n g a d o, se pro ce ­ sofágica, incluyendo el p ro c e d im ie n to a n tirreflujo, m e jo ­
de a un procedim iento de alargamiento, co m o la gastroplas- raba los síntomas, resolvía la anem ia y en casi todos los
tia de Collis antes de la reparación de la hernia hiatal. La pacientes evitaba las incarceraciones.
hernia se reparará posterior al esófago con suturas gruesas • Carlson y cois.102 recom endaron el uso de mallas protési­
discontinuas. N o se recom ienda la utilización de una m a ­ cas en el tra ta m ie n to de grandes hernias de hiato con es­
lla protésica para cu b rir la hernia hiatal. El h iato se cerrará tó m a g o intratoràcico. En la misma p u blicación de la Jour­
hasta el diám etro de cierre del esófago. N orm alm ente es útil nal o f the American College o f Surgery, D eM eester103 refirió
realizar una funduplicatura laxa después de la reparación de que los cirujanos que realizaban ocasionalm ente cirugía
la hernia hiatal; dicha fu n d u p lica tu ra no solam ente ayuda esofágica encontrarían un hiato amplio, y que la recomen­
a evitar el reflujo, sino que además co n trib u ye a fijar la que dación de Carlson y cois, era « pertinente y valiosa».
se ha realizado d e n tro del a bdom en. • S chneidery cois.104 com unicaron que el tra ta m ie n to lapa-
El grado de recurrencia de la hernia hiatal después de la roscópico de la rotura diafragmática aguda tra u m a to lò g i­
reparación laparoscópica no debe ser mayor del 5%. Las her­ ca ofrecía una alternativa válida a la cirugía convencional.

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• Skandalakis

Diafragma

A p ó fis is xifo id e s

C a rtíla g o cosí '


Anatomía quirúrgica

Esófago

L ig a m e n to F ig u ra 8 .3 7 . Hernias diafragmáticas.
a rc u a to A, Hernia posterolateral a través del agu­
(a usente) jero de Bochdalek. B, Hernia anterior a
través del agujero de Morgagni. C, Her­
nia a través del hiato esofágico. D, C o n ­
Pilar d ere ch o fluencia del hiato esofágico con el aórti­
Pilar izq u ie rd o
co en ausencia del lig am en to arcuato.
A o rta
VCI, vena cava inferior. [s k l l ]

• Citam os de C ougard y cois.105. rregir la recurrencia. Salzberg y Ducey106 recom iendan un


El abordaje laparoscópico en posición lateral propor­ abordaje transtorácico a través del sexto o sé ptim o in te ­
ciona una buena visibilidad de las lesiones diafragmáticas, respacio para evitar estas com plicaciones.
permite una reducción fácil de los órganos herniados, la • La lesión del nervio frénico debe evitarse du ra n te la pli-
exploración completa del tórax y una fácil reparación dia- cación del d ia fra g m a a través de a b d o m e n o del tó ra x
fragmática. Esta técnica solamente será posible en pacien­ (Fig. 8.38).
tes con una situación hemodinámica estable, y no perm i­ • Puede encontrarse inform ación adicional sobre el diafrag­
te una exploración abdom inal completa. ma en los capítulos del esófago y del estóm ago.

C o m p lica c io n e s a n a tó m ic as
d e la cirugía d ia fra g m á tic a Fijadón

Las co m p lic a c io n e s a n atóm icas de la cirugía del d ia ­


fra g m a pueden dividirse (de fo rm a m u y p oco o rto d o x a )
en dos grup o s. El p rim e r g ru p o abarca las c o m p lic a c io ­
nes q u e surgen de la re p aración de las hernias d ia fra g ­
m áticas c o n g é n ita s específicas (B o ch d a le k, M o rg a g n i,
e v e n tra c ió n , p e ricá rd ica ) (Fig. 8 .3 7 ). El s e g u n d o g ru p o
e n globa las com plicaciones que se deben a la reparación
de las hernias hiatales y paraesofágicas. Las c o m p lic a c io ­
nes del segundo g ru p o se presentan en el capítulo del esó­
fago.
Las com plicaciones anatóm icas del p rim e r g ru p o son
los problem as habituales secundarios a las incisiones a b d o ­
minales y torácicas utilizadas en la reparación de las ano­
F ig u r a 8 .3 8 . D istribución de las ramas del nervio frénico
malías.
(desde arriba). Ubicación de las incisiones (líneas discontinuas)
que no afectarán gravemente a las funciones diafragmáticas.
Re c o r d a r : A, C o m ponente diafragmático de la incisión abdominotoráci-
ca combinada que se extiende hasta del hiato esofágico. B, In­
• La mayoría de las com plicaciones asociadas con la repa­ cisión circunferencial. C, D. Incisiones que se extienden des­
ración de la hernia de Bochdalek se p roducen en el híga­ de la región costal lateral (medioaxilar) y posterior hasta el
d o o en el bazo d u rante la segunda intervención para co- te n d ó n central (desde arriba). VCI, vena cava inferior, [m el]
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I T U L O

Pared abdominal y hernias


Panajiotis N. Skandalakis; John E. Skandalakis; G e ne L. C olborn; A n d re w N, Kingsnorth;
Thomas A. W eidm an; Lee J, Skandalakis

Tienen ante ustedes una detallada descripción del abdomen completo. No tiene hueso alguno, pues en ocasiones debe m en­
guar, como cuando no alberga alimentos; m u y a menudo, en cambio, se hincha con g ran cantidad de comida, o debido a la
concepción del feto en las mujeres embarazadas. En tales casos, los huesos constituirían un g ran obstáculo (...) Asimismo,
en el coito entre el hombre y la m ujer se produciría una colisión m u tu a si el estómago de ambos sexos fuera óseo; así, todos
evitarían el acto de la copulación cuanto les fuese posible, y la especie hum ana perecería en poco tiempo.
Andrés de Laguna (1535f

briológica. Dos gigantes de la historia emplearon esta pala­


Historia bra: Aristóteles y John Hunter. H unter m encionó el estímulo
de la «necesidad» en sus textos sobre circulación colateral.
La historia de la anatom ía y la cirugía de la pared a b d o ­
A continuación, presentamos el resumen de la posible em ­
m inal se presenta en la Tabla 9.1.
briología de la región inguinofem oral de Skandalakis y cois.5:
El fenómeno embriológico de la formación de los espa­
I4 Embriogénesis cios superiores e inferiores al ligam ento inguinal es el re­
sultado de dos desarrollos necesarios. La Primera Necesi­

D e s a r r o llo normal dad, el espacio superior a l lig a m e n to inguinal, es bien


conocida p o r el nom bre de conducto inguinal, que cons­
Durante la sexta semana de gestadón, el m esoderm o de tituye el trayecto testicular desde el espacio retroperito­
los m ioto m a s localizados a ambos lados de la co lum na ver­ neal hasta el escroto. La Segunda Necesidad consiste en
tebral invade la som atopleura (pared p rim itiva del a b d o ­ espacios inferiores al ligam ento inguinal que perm iten el
m en). Esta área está ocupada p o r el pedículo e m b rio n a rio éxodo de los músculos, nervios y vasos destinados a rea­
y el intestino m e d io abierto. El m esoderm o fo rm a una es­ lizar su aporte a la extrem idad inferior. La pregunta es:
tru ctu ra e m b rio ló g ic a sem ejante a una capa. Tras m ig ra r ¿A qué se debe la form ación del enigmático conducto fe­
lateral y ventralm ente, se diferencia para fo rm a r los m úscu­ moral? (...)
los rectos derecho e izquierdo. En to rn o a la d u o d é cim a se­ La embriología del conducto inguinal es peculiar. De
m ana éstos se apro xim a n a la línea media, cerrando la pa­ manera altamente sinèrgica, la piel, el peritoneo parietal
red corporal. y las estructuras embriológicas y anatómicas entre ambos
La mayoría de los em brió lo g o s (entre ellos, W o lff2 y Du- producen la futura vía p ara los testículos. La piel formará
h a m e l3) afirm an que este proceso de cierre avanza sim ul­ el escroto (pliegues escrotales) en el hombre y los labios
táneam ente desde las direcciones craneal, caudal y lateral. (pliegues labiales) en la mujer. El peritoneo parietal p ro ­
Sin em ba rg o , Klippel4 sostiene que el cierre se realiza del ducirá el proceso vaginal. Aunque está presente en ambos
cen tro a la periferia. sexos, el divertículo peritoneal es más im portante para el
Hacia la m itad de la séptima semana, el cu erpo p rin c i­ feto masculino, porque propiciará el descenso de los testí­
pal de la capa m esodérm ica se d ivid e en tres capas, fo r ­ culos. Las estructuras embriológicas situadas entre la piel
m an d o los tres músculos planos ventralm ente y el g ru p o del y el peritoneo admiten la penetración del proceso vaginal
músculo serrato dorsalmente. Así pues, to dos los músculos para form ar el conducto inguinal, haciendo posible así el
de la pared abdom inal pueden reconocerse ya alrededor de descenso de los testículos hasta el escroto. El descenso del
la séptim a semana. ovario exterior a la cavidad peritoneal queda, en cambio,
La pared a bdom inal inferior está fo rm a d a por una capa impedido. El proceso vaginal se ocluye finalm ente para
m eso d é rm ica , el lla m a d o « m e so d e rm o secundario». En­ obstruir la salida ovárica, si bien deja in situ la formación
vuelve e invade la cloaca, separando así el e c to d e rm o del del conducto inguinal.
e n d o d e rm o craneal respecto de la cloaca. Ogilvie6 señaló acertadamente que el descenso testi­
El lector debe tener presente que la em briología es una cular al escroto desorganiza la pared abdom inal de tres
ciencia teórica, en la que abundan los «quizá», los «tal vez» capas.
y los «m uy probablemente». El térm ino «necesidad» se em ­ Existen dos aberturas laterales a la espina del pubis:
plea en este capítulo para indicar una posible explicación em ­ una es la fascia de Scarpa, que es inferolateral a la espina

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■ Skandalakis

Pared abdominal y hernias

T a b la 9 .1 . Historia de la anatomía y la cirugía de la pared abdominal y sus hernias


Anatomía quirúrgica

Papiro de Ebers Primera referencia escrita a las hernias: «Cuando aprecies una hinchazón
(aprox. 1552 a.C.) en la superficie del vientre... lo que sale... [es] causado por la tos»
Herófilo de Calcedonia «Fundador de la anatomía.» Ligó vasos sanguíneos para la hemostasia
(aprox. 300 a.C.)
Erasistrato de Keos «Padre de la fisiología.» Realizó operaciones de hernia en Alejandría, Egipto
(aprox. 330-250 a.C.)
Celso (?-50 d.C.) Autor de De Medicina. Escribió detalladas descripciones de operaciones de hernia,
y creyó en la preservación del testículo en la cirugía. Fue el primero en emplear
el térm ino «hidrocele», que definió com o «un líquido (humor) que se acumula bien
en la túnica escrotal (hidrocele vaginal), bien entre las m em branas que recubren
las arterias y venas (hidrocele del cordón)»
Heliodoro (n. 98-117) Médico y cirujano de la época grecorromana. Puede que fuera el primero en realizar
una celiotomía
Galeno (129-199) El médico más destacado del período grecorromano. Introdujo el concepto de hernia
causada por rotura del peritoneo y la pared abdom inal. Aconsejó la ligadura de saco y
cordón con orquidectomía. Fue el primero en definir el proceso vaginal, «un co nducto
descendente hasta el testículo com o u n a pequeña ramificación del gran saco peritoneal
en el abdom en inferior». Fue el primero en recomendar el uso de sedal para el d renado
de hidrocele
Pablo de Aegina (625-690) Proporcionó una descripción meticulosa y precisa de la herniorrafia. Para el tratam iento
de hidrocele, sugirió seccionar la pared escrotal con un bisturí, destruyendo la túnica
vaginal m ediante cauterización, y suturar parcialmente los bordes
Albucasis (936-1013) Gran cirujano y escritor árabe, cuya obra De la cirugía y los instrumentos contiene
originales técnicas quirúrgicas realizadas con instrum ental diseñado por él mismo.
El propósito de este libro era «revivir el arte de la cirugía com o nos lo enseñaron
los "antiguos"». Empleó sedal y cauterización para la reparación de hidroceles
Avicena (980-1037) Empleó cauterización para drenar el líquido del hidrocele
Guillermo de Saliceto (1210-1277) Innovador de la cirugía. Primer autor, después de Celso, que propuso el redescenso
del testículo (en lugar de su mutilación) en la herniorrafia: «Y si estuvieres confiado
en esta técnica de apertura, permite entonces que el testículo descienda de nuevo
a su lugar, y no sueñes en m odo alguno con extirparlo, com o hacen algunos doctores
estúpidos e ignorantes que nada saben...». Seccionó el hidrocele con lanceta, y drenó
el líquido mediante una cánula
Borgognoni de Lucca (t 1252) Propuso seccionar el saco de hidrocele, taponar la cavidad con «hilas», y tratar la herida
con polvo de arsénico
Guy de Chauliac 1363 Realizó una clasificación más completa de las hernias
Marcel C um anus (t 1423) Recomendó la orquidectomía para el tratam iento de hidrocele
Paré (1510-1590) Propuso la ligadura de ¡os vasos y el cordón (a m en u d o con hilo de oro, como hizo
originalmente Gualdo de Metz), y el uso de bragueros para controlar las hernias.
Aconsejó el uso de sedal para el tratar el hidrocele
Falopio (1523-1562) Rechazó la intervención quirúrgica para la reparación de hidrocele. Propuso
la aplicación tópica de escayola secante para el tratam iento
Franco 1556 Describió la técnica de cirugía abierta, consistente en cortar entre la hernia estrangulada
y el anillo externo. En Traité des Hemies, desaconsejó seccionar el cordón espermático
y extirpar el testículo
Stromayr 1559 En Practica Copiosa, distinguió por primera vez entre hernias directas e indirectas.
Aconsejó la orquidectomía sólo en casos de hernia indirecta
Lusitanus 1571 Defendió la acupuntura para la reparación de hidrocele; realizó punciones en el saco
con numerosas agujas, propiciando la dispersión del líquido en los tejidos escrotales
Hildanus 1610 Suturó el saco, ligó el cordón y el saco
Cheselden (1688-1752) Creía que el hidrocele era una enfermedad generalizada, que se origina en el abdom en
y se extiende hasta el escroto
Heister 1724 Extirpó con éxito el intestino de un paciente con hernia estrangulada

352

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Pared abdominal y hernias 9


Tabla 9.1. Historia de la anatomía y la cirugía de la pared abdominal y sus hernias (Cont.)

Ruysch 1729 Afirmó que los vasos espermáticos dilatados eran la causa del hidrocele
Richter 1778-1779 Describió el estrangulam iento parcial de la pared intestinal en el saco hem iario
Morgagni 1761 Atribuyó el hidrocele a la rotura de los quistes hidatídicos
Gimbernat 1793 Recomendó la escisión del ligam ento lagunar (que hoy lleva su nombre) en casos
de hernia femoral estrangulada
Camper 1801 Describió la capa superior de la fascia superficial de la pared abdom inal anterior inferior
y el conducto inguinal
Cooper 1804 Descubrió la com posición bilaminar de la fascia transversal, la aponeurosis
del transverso, y el ligamento que lleva su nom bre
Hesselbach 1806,1814 Describió el triángulo y el ligam ento que hoy llevan su nom bre
Monteggia 1816 Describió con exactitud los tipos y causas de hidrocele
Scarpa (1752-1832) Describió con exactitud la hernia deslizante y la capa profunda de la fascia superficial
de la pared abdom inal inferior y el ligamento inguinal
Wood 1863 Introdujo la ligadura subcutánea del saco en la herniorrafia
Demarquay 1863 Encontró microfilarias en el líquido de hidrocele
Bancroft 1876 Encontró gusanos vivos en el hidrocele del cordón espermático
Annandale 1876 A m en ud o se le ha considerado erróneam ente el primero en usar el ligamento
de Cooper en una herniorrafia. Puede que fuera el primero en introducir la vía
de acceso preperitoneal
Marcy 1878 Fue el primero en subrayar la im portancia de una ligadura alta del saco hem iario
y el cierre del anillo inguinal dilatado en la herniorrafia inguinal. Fue el primero
en describir la vía de acceso transabdom inal
Warren 1884 Propuso el concepto de tratam iento con inyección
MacEwen 1886 Plegó el saco peritoneal y lo fijó alrededor del anillo interno para que funcionase
com o u n tapón
Bassini 1887-1890 Desarrolló una operación de reparación de hernia que constituye la base de la
herniorrafia moderna. La reparación de Bassini consiste en ligadura alta y resección
del saco. Los músculos oblicuo interno y transverso abdominal, así com o la fascia
transversal, se suturan al ligamento de Poupart. Según Bassini, su técnica estaba
diseñada para «restaurar en el área del orificio de la hernia las condiciones existentes
en circunstancias normales»
Halsted 1889,1903 Realizó la herniorrafia colocando el cordón espermático por encima de la aponeurosis
del oblicuo externo (Halsted I). Colocó el cordón subyacente al pun to de reparación
(Halsted II). Fue el primero en describir la incisión de relajación en la aponeurosis
del músculo recto
Lucas- 1892 Fue el primero en realizar u n a herniorrafia con el cordón en la posición interm edia e
C ham pionniere imbricación de las capas de la aponeurosis del oblicuo externo
Socin 1893 Recuperó la técnica de ligadura y escisión del saco tras la introducción de la antisepsia
por Lister, haciendo posible la operación de las hernias que n o com portan un riesgo
de muerte inm ediato
Andrews 1895 Incorporó el cordón a la imbricación de la aponeurosis del oblicuo externo
Von Mikulicz 1896 Empleó un colgajo osteocartilaginoso extrapleural en la resección
Lotheissen 1898 Empleó el ligamento de Cooper para la herniorrafia inguinal
Ferguson 1899 Suturó el músculo oblicuo interno y su aponeurosis por encima del cordón espermático.
En 1899, escribió: «Dejen al cordón en paz, pues es la vía sagrada por la que pasan
elementos vitales, indispensables para la perpetuación de nuestra especie»
Horwitz 1901 Trató el hidrocele m ediante escisión y eversión de la túnica vaginal
Marwedel 1903 Practicó la incisión en la estenosis m ediante la técnica de separación del borde costal
Sauerbruch 1905 Propuso, au nque no lo llevó a la práctica, el acceso quirúrgico mediante doble incisión
(laparotomía y toracotomía)
Wendel 1909 Empleó la técnica de doble incisión (esofagotomía y gastrotomía)
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* Skandalakis

Pared abdominal y hernias

T a b la 9 .1 . Historia anatómica y quirúrgica de la pared abdominal y sus hernias (Cont.)


Anatomía quirúrgica

Janeway y Green 1910 Fueron los primeros en plantear la incisión única, pero sólo em plearon la técnica
de doble incisión
Cheatle 1920-1921 Describió el uso quirúrgico de la sección abdom inal m ediana sin penetrar en la cavidad
peritoneal (vía de acceso preperitoneal)
Huggins y Entz, 1931,1951 Descubrieron la etiología del hidrocele realizando estudios anatómicos
Rinker y Allan
Henry 1936 Revitalizó la técnica preperitoneal
Brock 1942 Primera esofagogastrotomía con éxito en Europa
McVay 1942-1949 Popularizó el uso del ligamento de Cooper en la herniorrafia publicando numerosos
artículos al respecto
Shouldice, 1950-1953 Realizaron la reparación en varias capas de la pared inguinal posterior em pleando
Obney, Ryan anestesia local (técnica de Shouldice)
Solomon, Lord 1955, 1964 Desarrollaron la cura radical de hidrocele m ediante plicatura de la túnica vaginal
sin movilización del saco del hidrocele
Nyhus 1959 Describió la reparación de la cintilla iliopúbica en la hernia femoral y la inguinal directa
m ediante el acceso quirúrgico preperitoneal. En 1989, escribió: «Estoy convencido
de que todas las hernias inguinales recurrentes deben abordarse posteriormente,
y que la reparación fascial debe reforzarse con material protésico»
Fasana 1973, 1982 Modificó la cura radical del hidrocele, prescindiendo de considerar el tam año del saco y
la afectación de la túnica vaginal
Ger 1982 Describió el «acceso intraabdominal» para la reparación de hernias en la pared
abdom inal. Se considera el primero en realizar una herniorrafia inguinal laparoscópica
en un ser h u m a n o
Stoppa 1984 Diseñó una técnica para reforzar el peritoneo em pleando grandes prótesis sólidas
Lichtenstein 1986 Introdujo la reparación libre de tensión reconstruyendo el suelo del conducto inguinal
con material protésico
Gilbert 1989 Diseñó una técnica de herniorrafia inguinal sin suturas m ediante u na prótesis a través
del anillo inguinal interno, que utilizó tam bién para reparar la pared inguinal posterior
Condon 1989 Estudió la anatom ía de la cintilla iliopúbica, sirviéndose de ella para la herniorrafia
Rutkow 1993 Modificó la herniorrafia con malla-tapón.
Tabla elaborada por David A. McClusky III y John E. Skandalakis.

Bibliografía:
Bendavid R. Prostheses and Abdominal Wall Hernias. Austin: RG Landes, 1994.
Fasana R Hydrocele in the Temperate and Tropical Countries. Boca Raton: CRC Press, 1983.
Nyhus LM, Harkins HN (eds). Hernia. Philadelphia: JB Lippincott, 1964.
Nyhus LM, C o n do n RE (eds). Hernia (3rd ed). Philadelphia: JB Lippincott, 1989.
Nyhus LM, C ondon RE (eds). Hernia (4th ed). Philadelphia: JB Lippincott, 1995.
Robbins AW, Rutkow IM. The mesh-plug hernioplasty. Surg Clin N orth Am 1993;73:501-512.
Warren R. Surgery. Philadelphia: WB Saunders, 1963.
pùbica; la otra (el anillo superficial), localizada en la apo­ m iento descendente de diversas estructuras anatómicas
neurosis del oblicuo externo, es superolateral a la espina del desde el espacio retroperitoneal bajo el ligamento inguinal
pubis. En el adulto, ambas aberturas se encuentran sepa­ hasta las extremidades inferiores. Lytle7 está en lo cierto al
radas a una distancia de 4 cm (...) afirmar que los músculos planos de la pared abdominal an­
La formación del escroto resulta de la fusión de los plie­ terior que pasan ante el ligamento de Cooper proporcio­
gues labioescrotales izquierdo y derecho. Un tabique escro­ nan el espacio donde se localizarán el cordón espermático
toI divide el escroto en dos mitades; esta separación es p a ­ y los vasos mayores de la extremidad inferior.
tente externamente p o r el rafe que hay entre las mitades Las estructuras embriológicas y anatómicas que pro ­
escrotales derecha e izquierda. En la mujer, los pliegues labioes­ ducen el conducto femoral, y algunas que simplemente
crotales forman los labios mayores derecho e izquierdo(...) acompañan, son:
La formación del conducto femoral, misteriosa y oscu­ • Aponeurosis del transverso abdominal.
ra, tiene lugar tras la formación de los tres músculos planos • Fascia transversal y su engrosamiento.
de la pared abdominal anterior, la formación de la fascia • Ligamento de Cooper (pectíneo).
transversal y sus diferentes engrasamientos, y el desplaza­ • Ligamento de Poupart (inguinal).
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Pared abdominal y hernias 9


• Ligamento de Gimbernat (lagunar). aponeurosis del transverso abdom inal; sin embargo, en
• Vena femoral. cadáveres recientes, puede observarse en el suelo del con­
• Músculo pectíneo y fascia. ducto femoral que la fascia pectínea se fusiona con la vai­
• Vasos y ganglios linfáticos. na femoral suprayacente. A nuestro juicio, tanto la cinti­
llo iliopúbica como la vaina femoral son especializaciones
Conviene subrayar la repetida afirmación de Condon8
principalmente del transverso y la fascia transversal. La fi­
de que los ligamentos inguinal y lagunar simplemente se
jación de la vaina femoral a la cintilla iliopúbica anterior
encuentran próximos al conducto femoral, pero no desem­
y medialmente nos indica que la vaina constituye una es­
peñan función alguna en la delim itación del orificio del
tructura anatóm ica y em briológica independiente, o tal
conducto femoral normal.
vez que es simplemente una parte de la cintilla iliopúbica
N i el extremo medial del ligamento inguinal, cercano
en su trayecto hacia el muslo.
a su inserción en la espina del pubis, ni el ligamento lagu­
n a r de Gimbernat al insertarse en el ligam ento pectíneo y Existe una abertura de am plitud variable en la fascia
fusionarse con la fascia pectínea, contribuyen a cerrar este lata, el hiato safeno, que permite a la gran vena safena
espacio más medial bajo el ligamento inguinal, el conduc­ penetrar en la vaina femoral y, simultáneamente, desem­
to femoral. Su proceso de formación sigue generando n u ­ bocar en la vena fem oral fusionándose con ella. Es a tra ­
merosas dudas, pero sí sabemos que la entrada al conduc­ vés de esta abertura de la fascia lata p o r donde algunas
to femoral se localiza entre la pared inguinal posterior y el hernias femorales pueden sobresalir hasta la fascia super­
ligamento de Cooper. ficial del muslo.

¿Cómo es de fuerte — embriológica y anatóm icam en­ El conducto femoral es la pequeña abertura localiza­
te— esta región de la pared inguinal posterior? Aquí, los da entre la inserción del ligam ento pectíneo y la fascia
engrasamientos de la fascia transversal y la presencia de transversal en la cintilla iliopúbica y la vena ilíaca exter­
fibras aponeuróticas del transverso empiezan a desempe­ na. Esta abertura elíptica alberga de forma característica
ña r un papel fundamental. La vaina femoral está form a­ tejido linfático, tejido adiposo, y uno o dos pequeños va­
da embriológicamente p o r la evaginación de elementos de sos — o menos que una arteria o vena obturatriz aberran­
la pared abdom inal debida al crecimiento de los vasos fe­ te atraviese también la abertura desde su origen en la ar­
morales. El revestimiento fascial parietal de la cavidad ab­ teria y/o vena epigástrica inferior— . Con una cuidadosa
dom inal que se extiende desde el transverso abdom inal disección, puede abrirse el conducto femoral a lo largo de
hasta el ¡Hopsoas, resulta casi en su to ta lid a d desplazado su paso bajo el ligam ento inguinal, y se puede observar la
al muslo proxim al p o r los elementos vasculares primitivos. convergencia y el paso de vasos linfáticos revestidos de
Puede apreciarse que la cintillo iliopúbica form a un arco grasa p o r la pared del conducto, así como su delicada capa
sobre los vasos para insertarse en el ligamento pectíneo, for­ interna. ¿Cuál es el objeto del conducto femoral? Tiene dos
mando así la extremidad medial del inicio de la vaina fe­ funciones importantes: pe rm itir el paso de vasos linfáticos
m oral con forma de embudo. La porción intermedia de la eferentes desde los ganglios linfáticos inguinales p ro fu n ­
cintillo, que se arquea sobre la arteria y la vena, queda dos hasta el abdomen, y perm itir la dilatación de la vena
desplazada hacia los vasos femorales ju n to con la fascia femoral cuando se eleva la presión venosa de la extremi­
transversal. Esta capa se fusiona sin interrupción con la dad inferior9. Como explicaremos más adelante, esta dila­
fascia del músculo ¡Hopsoas, subyacente a dichos vasos. tación no evita la hernia femoral.
La capa más interior de la vaina está form ada po r tejido La pregunta desde el p u n to de vista embriológico es:
conectivo preperítoneal. ¿Están las paredes posterior y lateral de la vaina femoral
Otra estructura anatóm ica que debe mencionarse es formadas po r las fascias del pectíneo y el psoas, así como
la fascia del iliopsoas, que puede considerarse continua in­ p o r la del ilíaco (lateralm ente)? Nuestras observaciones
teriormente a la fascia lata del muslo. En su trayecto h a ­ nos inclinan a pensar que sí. Pero no enturbiaremos más
cia éste, presenta interconexiones con la fascia transver­ las aguas; retengamos simplemente que la vaina femoral
sal, lo cual da lugar a la formación de tabiques entre la es una prolongación de la fascia transversal hasta el mus­
arteria y la vena ilíacas internas, y entre la vena ilíaca ex­ lo, posiblemente originada en su m ayor parte a p a rtir de
terna y el conducto femoral. En su avance hacia el muslo, la cintilla iliopúbica y la fascia transversal, o bien que pue­
proporciona una pared posterior pa ra la vaina femoral. de tratarse de una formación independiente.
Según Lytle,7 el trayecto de la fascia lata se interrumpe en McVayi0 sostiene que la abertura de una hernia femo­
la porción m edial del ligam ento inguinal, retrocediendo ral consiste en un estrechamiento de la inserción de la apo­
desde el borde posterior del ligamento inguinal para formar neurosis del transverso abdom inal en el ligamento de Coo­
el ligamento lagunar. per; afirm a tam bién11 que «una hernia femoral nunca es
La cintillo iliopúbica y la vaina femoral están estrecha­ de origen congènito, ya que no existe nunca un saco pe­
mente relacionadas con el conducto femoral. Embriológi­ r ii oneal previamente formado, como sucede con la hernia
camente, ambas pertenecen a la fascia transversal y a la inguinal indirecta».
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* Skandalakis

Pared abdominal y hernias

El argumento principal para rebatir el origen congèni­ tabique femoral — que, p o r supuesto, no impide la form a­
to de la hernia fem oral ha sido su escasa incidencia en re­ ción de una hernia femoral.
cién nacidos y niños. Sólo hemos p odido encontrar tres Wilson20 afirmó que la conclusión de Hahn-Pedersen y
Anatomía quirúrgica

descripciones de hernia femoral en fefos12,13,14, las tres en­ cois.2' de que la hernia femoral se evita mediante la dilata­
tre los dos y los tres meses de edad. N o hemos encontra­ ción venosa periódica de la vena femoral y la oclusión del con­
do ningún caso sim ilar en la bibliografía reciente. ducto carece de fundamento; nosotros estamos de acuerdo.
Por su parte, M o n ro 15 afirm a que «una hernia femoral
no es nunca congènita», formulando la hipótesis de que
«una anomalía congènita consistente en una inserción es­ A n o m a l í a s c o n g é n it a s
trecha de la cintillo iliopùbica en la cresta pectínea del p u ­
Las anomalías de la pared corporal a n terior se e n u m e ­
bis que produce un ancho "hoyito fem oral" constituye un
ran en la Tabla 9.2.
factor etiológico». Tal vez. En todo caso, los factores em­
Kluth y L a m b re ch t22 presentan un resumen de las te o ­
briológicos, anatómicos y etiológicos están en general pla ­
rías actuales del desarrollo e m b rio ló g ic o norm al y anorm al
gados de infinitas ambigüedades. La cuestión de si la her­
de la pared a b d o m in a l anterior. Nielsen y cois.23 estudia­
nia femoral puede tener un origen congènito no es fácil de
ron los efectos del d ia g n ó stico prenatal de las anomalías
resolver. En la bibliografía médica, han aparecido varias
de la pared abdom inal en la vía del parto y el resultado q u i­
descripciones de hernia femoral en recién nacidos, cuyos au­
rúrgico. A u n q u e tra ta r estas im p ortantes cuestiones exce­
tores le atribuyen un origen congènito.
de el pro p ó sito de este capítulo, re co m endam os al lector
La debilidad de las estructuras en torno al conducto fe­
interesado la consulta de los dos trabajos citados.
m oral no es fácil de visualizar en recién nacidos. Zim m er­
Las hernias umbilicales congénitas y adquiridas se tra­
m an y A nson'6 han observado que el m ayor debilitamien­
tan más adelante en este capítulo, en la sección «Hernias
to de estas estructuras comienza a los veinte años de edad.
de la pared a b d o m in a l anterior».
Se han dado varías explicaciones acerca de la forma­
ción congènita de un saco hemiario femoral.

7. La adherencia de la arteria femoral en desarrollo al pe­


A n ato m ía quirúrgica
ritoneo arrastra a éste a l interior del conducto femoral,
formándose así un saco peritoneal.
2. La inserción anóm ala del gubernáculo testicular ejerce
Pa r e d a b d o m i n a l a n t e r io r

una tracción sobre la pared abdom inal que forma un


Los térm ino s «aponeurosis» y «fascia» pueden d a r lu­
hoyito peritoneal, precursor de un saco hemiario.
gar a confusiones, p o rq u e ambas estructuras pueden pre­
3. La tracción sobre el peritoneo resulta de una adheren­
sentarse c o m o capas de tejid o conectivo. Una aponeurosis
cia de tejido adiposo en el conducto femoral a grasa
consiste en te jid o c o n e ctivo colagenoso, denso y u n ifo r­
peritoneal de esta región.
me, que liga un m úsculo a su origen o inserción. Para ex­
Por atractivas que puedan resultar estas teorías, siguen presarlo tal vez más claramente, una aponeurosis es un te n ­
siendo posibilidades sin confirmación ocular. Aunque se co­ dón aplanado; esto contrasta con la naturaleza de la mayoría
nocen sacos hemiarios femorales vacíos en adultos, Tas­ de los tendones del cuerpo, que tienen más bien aparien­
che17 examinó a 64 recién nacidos sin encontrar uno solo. cia de co rdón.
Si bien su muestra era demasiado pequeña teniendo en A lre d e d o r de cada m úscu lo , el e p im is io — una vaina
cuenta la incidencia de la hernia femoral, el hecho es que o fascia de te jid o conectivo de difusa a densa— c o n tin ú a
sigue sin demostrarse la existencia de una anomalía pre­ sobre am bas caras de la aponeurosis con el n o m b re de
disponente congènita. N o obstante, MitchelP* describió e p ite n d ó n . Puede ser o no lo bastante grueso c o m o para
un pequeño divertículo femoral peritoneal. resultar apreciable en una inspección general. N o es tan
Que no existan pruebas de que sea una anomalía con­ resistente c o m o una aponeurosis. Una capa fascial puede
gènita, no debe hacernos pasar p o r alto el hecho de que hacerse ap o n e u ró tica secundariam ente, p ro p o rc io n a n d o
las hernias femorales se dan efectivamente en niños, pu- parte del origen o la inserción de un m úsculo. En la prác­
diendo estrangularse. Debe subrayarse que, al menos en tica, la fascia que recubre un músculo d e te rm in a d o suele
un caso19, se diagnosticó la hernia como inguinal, penetran­ n o m b ra rse c o m o el m úsculo, c o m o , p o r e je m p lo , fascia
do en el escroto antes de que se apreciara la verdadera psoas.
naturaleza de la afección. Puede considerarse que la pared a b dom inal anterior tie­
El conducto fem oral permanece predom inantem ente ne dos partes: anterolateral y media (o línea media). La p or­
abierto (Last9 lo denominó el «espado muerto»), pero está ción anterolateral se c o m p o n e de los músculos o b licu o ex­
parcialmente relleno de grasa y vasos linfáticos, y en su terno, o b lic u o inte rn o y transverso a b d o m in a l. La porción
salida se localiza el ganglio linfático de Cloquet o Rosen- m edia se c o m p o n e de los músculos recto a b d o m in a l y pi­
müller. Todas las estructuras precedentes juntas forman el ram idal (Tabla 9.3).
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Tabla 9.2. Anomalías de la pared corporal anterior
Sexo p r i n ­
Edad p re n a ta l P rim era c ip a lm e n te
A n om alía d e inicio m a n ife sta c ió n afe cta d o Frecuencia O bservaciones

Deformidades En edad fetal Al nacer o en la Masculino Frecuente Tendencia familiar


del tórax avanzada infancia
Aplasia unilateral de la 6.a a 7.a semana Al nacer Masculino Muy rara
pared torácica
Anomalías esternales:
Anomalías simples 7.a semana A cualquier edad Masculino Rara
Ectopia del cordón 3.a semana Al nacer Masculino Rara Pocos individuos afectados alcan­
zan la edad adulta; es co m ú n en
m onstruos fetales inviables
Amastia 6.a semana Al nacer Fem enino Muy rara Tendencia familiar
Polimastia 6.a semana A cualquier edad ¿Indistinto? Frecuente Tendencia familiar
Hernia umbilical 10.a semana Al nacer Indistinto Frecuente Suele desaparecer espontáneamente
Onfalocele 10.a semana Al nacer Indistinto Poco Insuficiencia de retorno intestinal
frecuente norm al
Gastrosquisis 6.a a 7.a semana Al nacer Masculino Poco Hernia por u n a abertura en la pa­
frecuente red abdom inal
Cierre incom pleto del Alrededor del En la infancia Masculino Frecuente Causa hernia inguinal o hidrocele
proceso vaginal nacim iento
Epispadias 4.a semana Al nacer Masculino Poco
frecuente
Extraña de vejiga 6.a semana Al nacer Masculino Poco Los pacientes sin tratar acaban m u­
frecuente riendo de pielonefritis
Extrofia de cloaca 5.a semana Al nacer Indistinto Muy rara Todos los p acientes d eb erían ser
criados com o mujeres
Ausencia de muscula- 7.a semana En la infancia Masculino Rara
tura ab d o m in al con
anomalías en el con ­
ducto urinario
Aplasia de musculatura 7.a semana En la infancia ¿Masculino? Muy rara
a b d o m in al sin a n o ­
malías en el co n d u c­
to urinario
Fuente: S k an d a la k is , JE, Gray, S W (eds). E m b r y o l o g y for S u rg e o n s, 2.a ed . W i l l i a m s & W ilk in s, B a ltim o re , 1994, p ág . 54 6 ; c o n a u t o r i z a c i ó n .

Conviene recordar la sentencia de McVay y A nson24,25: a p roxim an a su inserción en la vaina del recto. En este p u n ­
n in g ú n m úsculo se orig in a ni se inserta en el lig a m e n to in ­ to, una incisión para dividir los músculos revelará que las d i­
guinal. Estamos de acuerdo. N o obstante, en Cray's Anatomy recciones de fibras musculares no difieren demasiado. Más
(3 8 .a e d .)26 se afirm a que existe cierto desacuerdo respec­ lateralmente, hacia el flanco, las fibras de los distintos mús­
to a si las fibras del transverso a b d o m in a l em ergen d ire c­ culos son más divergentes. Para descubrir el aparato uro-
ta m e n te del lig a m e n to inguinal (es decir, del borde infe­ g e n ita rio m e diante incisiones laterales, se plantea a m e n u ­
rior de la aponeurosis del o b licu o e x te rn o ) o de la fascia d o la disyuntiva entre la escisión m uscular o una sección
ilíaca adyacente. transversal del músculo.
Inicialmente, se pensaba que las aponeurosis de los tres
músculos planos de la pared abdom inal a n terior se c o m p o ­
Porción anterolateral
nían sólo de una lám ina, y que cada una de ellas c o n tri­
Los músculos oblicuos inte rn o y e xte rn o (Fig. 9.1) y el buía unilateralm ente a las láminas anterior y p o sterior de la
músculo transverso abdominal están dispuestos de tal m odo vaina rectal. Sin e m b argo, nuestro c o n o c im ie n to de la pa­
que sus fibras son más o menos paralelas a m ed id a que se red estructural a p oneurótica es hoy más c o m p le to gracias
357

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• Skandalakis

Pared abdominal y hernias

T a b la 9 .3 . Músculos de la pared abdominal


Anatomía quirúrgica

N o m b re O rigen In serció n Acción N ervio O bservaciones

Oblicuo Borde inferior de las 8 Aponeurosis de la • Compresión del Seis nervios ra­
externo costillas inferiores línea alba, desde la abdom en quídeos torá­
apófisis xifoides • Flexión y rotación cicos inferio­
hasta la sínfisis lateral de la colum ­ res
púbica, cresta ilíaca, na
espina ilíaca antero- • Depresión de las
superior costillas
Oblicuo • Fascia ilíaca • Borde inferior de las Las mismas que el • Seis nervios En contacto con mitad
interno • Cresta ilíaca anterior costillas 9.a a 12.a oblicuo externo raquídeos to ­ lateral del ligamento
• Aponeurosis lumbar • Junto con su aponeu­ rácicos infe­ inguinal (aproxim a­
rosis, en la línea alba riores damente), pero no se
• Pecten del pubis • Primer n e r­ origina en el liga­
vio raquídeo m e n to
lum bar

Transverso • Cresta ilíaca • En la línea alba a tra­ • Com presión del ab­ Los mismos En contacto con el ter­
abdom i­ • Fascia dorsolumbar vés de la aponeurosis d o m en que el cio lateral del liga­
nal • Cartílagos de las costi­ • Pecten del pubis • D epresión de las oblicuo m en to inguinal, pero
llas inferiores costillas interno no se origina en el li­
g am ento

Recto Cresta y sínfisis del pubis • Cartílagos de las cos­ • Com presión del ab­ Intercostales 6-
abd o m i­ tillas 5.a-7.a d om en 12
nal • Apófisis xifoides • Elevación del tórax
• Flexión de la colum­
na
Cuadrado • Ligamento iliolumbar • 12.a costilla • Fijación de la última • T12
lumbar • Cresta ilíaca posterior • Puntas de las apófisis costilla • L1-L3
transversas de L1-4 • Flexión de la colum­
na en el mismo lado

Psoas • Apófisis transversas de T rocánter m e n o r del • Flexión y rotación Ll-3


mayor Ll-5 fémur lateral del muslo
• Lados de los cuerpos y • Flexión e in c lin a ­
fibrocartílagos T12-L5 ción lateral de la co­
lum na

Ilíaco • Dos tercios superiores Con te n d ó n del psoas Flexión, y rotación la­ Femoral (L2-3)
de la fosa ilíaca m ayor in sertán d ose teral del muslo
• Labio interno de la cres­ en el trocánter menor
ta ilíaca
• Ligam ento sacroilíaco
anterior
• Base del sacro
Piramidal Pubis y ligamento púbico Línea alba Tensión de la línea T12
anterior alba
Cremáster • Músculo oblicuo Espina y cresta Ascensión Rama genital
interno del pubis del testículo del nervio ge­
• Aponeurosis del nitofemoral
transverso abdom inal

358 M o d ificad o de Pan sk y B, y H o u se EL. Review o f Gross A n a to m y : A D y n a m ic A p p ro ach . M a cm illa n , N u e v a York, 1964, pág. 272; c o n a u to rizació n .

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Pared abdominal y hernias 9


a co m p a ñ a n d o al c o rd ó n esperm ático, la fascia in n o m in a ­
da de G allaudet fo rm a la fascia espermática externa. Re­
cuérdese que la aponeurosis del ob licu o exte rn o no suele
Músculo
extenderse in te rio rm e n te hacia el escroto c o m o revesti­
oblicuo externo
Músculo
m ie n to del c o rd ó n esperm ático.
oblicuo interno
A p o n e u r o s i s d e l o b l i c u o e x t e r n o . Según Rizk28, la a p o ­

Músculo neurosis del o b lic u o e x te rn o (Fig. 9.3 ) está fo rm a d a por


transverso Músculo dos capas: superficial y p ro fu n d a . Éstas, ju n to con las a p o ­
abdominal cremáster neurosis bilaminares del o b lic u o inte rn o y el transverso a b ­
Fascia (borde distal
d o m in a l, fo rm a n (p o r decusación lineal) la vaina del recto
espermática seccionado)
y, fin a lm e n te , la línea alba. Si Rizk está en lo cierto, lo si­
interna
g u ie n te ta m b ié n lo es: la lám ina a n te rio r de la vaina del
recto en la pared a b d o m in a l inferior podría estar form ada,
Músculo en teoría, por seis capas aponeuróticas (dos de cada múscu­
cremáster lo plano) fusionadas. La lám ina posterior no existe en ta n ­
(borde proximal
to que estructura sustancial, consistiendo por lo general en
seccionado)
bandas aponeuróticas casi transparentes y en la fascia trans­
versal.
F ig u r a 9 .1 . Músculo transverso abdo m inal y aponeurosis;
se h a n retirado los músculos oblicuos in tern o y externo y sus
aponeurosis, [sfcf]
Línea alba

Recto del abdomen


Oblicuo externo
a los trabajos de Askar27 y Rizk28 (Fig. 9.2). En diversas p u ­
blicaciones, am b o s autores de scrib ie ro n in d e p e n d ie n te ­
m e n te hallazgos que cam biaron ra d icalm ente la c o n c e p ­
ción tradicional de la fo rm a c ió n de las láminas ante rio r y interno
posterior de la vaina rectal y de la línea alba27-28-29,30"31.
Oblicuo externo

Músculo oblicuo externo

El músculo o b licuo externo se origina en las costillas o c­


tavas inferiores, localizándose su inserción más inferior en Transverso
la p u nta de la d u o d é cim a costilla. En ese p u n to , las fibras
de las costillas undécim a y duod é cim a pasan casi vertical­
m ente para insertarse en la m itad a n te rio r del reborde ex­
terno de la cresta ilíaca, fo rm a n d o así el b o rde p o sterior li­
bre del m úsculo. Superiormente,, los brotes del origen de
las costillas superiores se entrem ezclan con fibras o rig in a ­
das en los músculos pectoral m ayor y serrato anterior. La
m uscu la tu ra o b licu a interna está o rie n ta d a de tal m o d o
que la mayoría de sus fibras discurren inferior y m edialm en­
te, co m o «manos en los bolsillos delanteros». El m úsculo se
vuelve a p o n e u ró tic o a lo largo de una línea que desciende
ve rticalm ente desde el noveno cartílago costal, fo rm a n d o
la línea semilunar. Por debajo de la espina ilíaca anterosu-
perior, el m úsculo ob licu o externo es c o m p le ta m e n te a p o ­
neurótico.
F ig u r a 9.2. A y B, Secciones transversales de la pared ab do ­
m inal anterior, vista tradicional: A, in m ediatam ente superior
Fa s c i a o b l ic u a e x te r n a ( f a s c ia i n n o m i n a d a o d e G allau -
al ombligo. B, inferior a la línea arqueada. C-E, Esquema de sec­
det). La fascia oblicua externa es una fina m em brana tisu- ciones transversales de la pared abdom inal ventral que m ues­
lar que recubre el m úsculo ob licu o exte rn o y su a p o n e u ro ­ tra las aponeurosis bilaminares, el oblicuo externo, el oblicuo
sis. En el a n illo superficia l fo rm a las fibras intercrurales interno, el transverso abdom inal y los pu n to s de decusación
situadas entre los pilares. En su descenso hacia el escroto de líneas com primidas desde la línea alba. [wi2\
359

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* Skandalakis

Pared abdominal y hernias

Músculo oblicuo externo Borde lateral derecho El «anillo» inguinal superficial es una abertura tria n g u ­
del recto del abdomen la re n la aponeurosis oblicua externa localizada entre 1 cm
y 1,5 cm superior y lateralm ente a la espina del pubis. Esta
Anatomía quirúrgica

abertura se fo rm a por la división de la aponeurosis del o b li­


Vaina del recto cuo externo, y p e rm ite el paso del c o rd ó n esperm ático o
lig a m e n to re d o n d o y co n fo rm a los pilares del anillo sub­
cutáneo.
Aponeurosis El pilar infe rio r (lateral) se inserta en la espina y el pec-
Espina del oblicuo
ten del pubis. El pilar superior (m edial) se inserta en la cara
ilíaca externo
anterosuperior a n te rio r de la espina, en la sínfisis y el hueso del pubis. La
inserción del pilar inferior se produce, en parte, a través del
Línea alba
Lig. inguinal
lig a m e n to lagunar. Las fibras del pilar superior cruzan la lí­
Anillo inguinal nea m edia para insertarse en la espina opuesta.
externo
Acetábulo Deben retenerse tres hechos im p o rta n te s acerca de la
Espina
aponeurosis del o b licu o externo.
del pubis
Cordón espermático • En la región inguinal, existen tres m odificaciones re g io ­
Ligamento
nales de la aponeurosis del ob licu o e xterno: el lig a m e n ­
suspensorio
del pene
to inguinal, el lig a m e n to lagunar y el lig a m e n to inguinal
plegado.
• Sólo las inserciones fasciales (y no los músculos) penetran
F ig u r a 9.3. Músculo oblicuo externo y su aponeurosis (se en o dan origen al lig a m e n to inguinal.
h an retirado la piel y las capas de fascia superficial). [sk4\
• El lig am ento de C ooper es, p robablem ente, y sólo p ro b a ­
blem ente, una continuación lateral del lig am ento lagunar
de G im b e rn a t. Si esta afirm ación es cierta, entonces el li­
g a m e n to de C oo p e r pertenece a la lám ina a n te rio r de la
El p u n to de «co n ta cto inferior» (inserción, fusión) de la pared ab d o m in a l. Más específicamente, el lig a m e n to de
aponeurosis b ila m in a r del o b lic u o e xte rn o con la lámina Cooper, ju n to con el lig a m e n to de G im b e rn a t, son p ro ­
ante rio r de la vaina rectal (Fig. 9.4) no se localiza nunca en d u c to de la aponeurosis del músculo o b licu o externo. So­
la línea alba ni en el b o rde lateral de la vaina rectal. Antes mos conscientes de que asumir este e x tre m o supondría
bien, se encuentra siem pre en algún p u n to entre la línea echar abajo la m u y aceptada clasificación de las láminas
alba y el borde lateral. La aponeurosis del o b licuo externo a n te rio r y posterior. ¿Qué es el lig a m e n to de C ooper?
tiende a perm anecer separada de las del o b lic u o inte rn o y Con toda sinceridad, no lo sabemos. A m b o s ligam entos
el transverso a b d o m in a l; de este m o d o , apenas c o n trib u ­ -e l de C ooper y el de G im b e rn a t- son buenos vecinos.
ye a la estructura verdadera de la lám ina ante rio r de la vai­ Es posible que su p u n to de u n ión sea de hecho el p u n to
na rectal, lim itándose sólo a recubrirla su perficialm ente32. de e n cuentro de las láminas ante rio r y posterior. Por otra
El borde infe rio r de la aponeurosis del o b lic u o externo parte, el lig a m e n to de C oo p e r puede co n s titu ir el origen
es convexo, lo cual se debe a los siguientes factores: te n d in o s o del lig a m e n to pectíneo, el cual, secundaria­
m ente, p roporciona un relevante p u n to de inserción in-
• La inserción de la aponeurosis in fe rio r en la fascia del
ferom e d ia l para la musculatura de la pared a b d o m in a l.
ilíaco.
• La presión interna de las visceras, que ejercen presión ha­ El lig a m e n to ing u in a l, el lig a m e n to la g u n a r (de G im ­
cia el e xterior sobre la aponeurosis, dando lugar a la c o n ­ bernat) y el ligam ento de C ooper se tratan más adelante en
vexidad. este capítulo en la sección «Anatomía quirú rg ica de la re­
g ió n ing u inofem oral».
La c o n ve xid a d se aprecia con m a y o r claridad lateral­
m ente, y es menos patente m edialm e n te , d o n d e la a p o ­
neurosis se arquea sobre la arteria y vena femorales salien­
Línea alba
tes para alcanzar la espina del p u bis. Esta aponeurosis Ext. obl.
co n fo rm a asim ism o el lig a m e n to lagunar (de G im b e rn a t) Int. obl.
Transv. abd.
y el lig a m e n to inguinal plegado.
R. abd.
El borde inferior de la aponeurosis del ob licu o externo,
suspendido entre la espina ilíaca anterosuperior y la espi­
Figura 9.4. El «punto de contacto inferior» (triángulo) de la
na púbica, se d e n o m in a lig a m e n to inguinal. El p u n to de
aponeurosis del oblicuo externo se encuentra siempre entre la
vista clásico sostiene que el lig a m e n to inguinal es, por ta n ­ línea alba y Ja línea semilunar, como muestra este diagrama
to, sim plem ente el borde inferior de la aponeurosis del o b li­ de u na incisión de relajación. X, p u n to de la incisión de rela­
cuo externo. jación en la lámina anterior de la vaina del recto. [s&9]
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Pared abdominal y hernias

Músculo oblicuo interno verso avanzan m edialm ente. Las más superiores se vuelven
El m úsculo o b lic u o inte rn o (Fig. 9.5) nace en parte de aponeuróticas bastante cerca de la línea m edia y, p o r ta n ­
la fascia to ra c o lu m b a r y la cresta ilíaca. Estas fibras se in ­ to, p o ste rio rm e n te al recto a b d om inal. A la altura del o m ­
sertan en los rebordes inferiores de las tres o cuatro costi­ blig o , las fibras aponeuróticas em ergen en cierta m edida
llas inferiores. El más superior de estos haces musculares es lateralm ente al recto. Las fibras inferiores preservan el ca­
esencialmente c o n tin u o a la capa muscular intercostal in­ rácter muscular hasta el borde lateral del anillo inguinal su­
terna. Las fibras que em ergen de los dos tercios anteriores perficial.
de la cresta ilíaca discurren superior y m e d ia lm e n te (c o m o En la mayoría de los casos, el borde infe rio r arqueado
«manos en el bolsillo trasero»). Las fibras de o rigen más in­ del transverso se localiza a una altura levem ente superior al
ferior, que nacen de la fascia del iliopsoas, discurren casi a nillo inguinal p ro fu n d o y, p o r ta n to , no fo rm a parte del
h o rizontalm ente, o bien se curvan medial e inte riorm ente. revestimiento muscular del cordón espermático. En algunos
Las fibras más inferiores describen un arco sobre el co rd ó n casos, sin e m b a rg o , el transverso puede realizar una a p o r­
espermático o lig a m e n to red o n d o , fo rm a n d o su capa cre- ta c ió n sustancial al m ú sc u lo c re m á s te r q u e re c u b re el
mastérica. c o rd ó n .
Sigue h a b ie n d o desacuerdo acerca de la relación del Por su naturaleza aponeurótica, las fibras de origen más
m úsculo o b licu o in te rn o con otras estructuras localizadas infe rio r del transverso a b d o m in a l co n trib u y e n a la fo rm a ­
en la región inguinal. M c V a y " considera que el origen del ción de la cintilla iliopúbica. Esta banda m uscu lo a p o n eu -
músculo es la fascia del músculo iliopsoas. Nosotros hemos rótica recibe una sustancia adicional de la fascia transver­
observado este hecho en cadáveres recientes de individuos sal. C o m o puede observarse en el laparoscopio, la cintilla
delgados. Esta disposición puede apreciarse cuando el mús­ iliopúbica parece ta m b ié n recibir un a porte n o ta b le del te ­
culo oblicu o in te rn o puede separarse fá c ilm e n te del liga­ jid o conectivo extraperitoneal; este te jid o potencia aparen­
m e n to inguinal e m p le a n d o un bisturí. Según McVay24'25, te m e n te la brillante reflectividad de la cintilla bajo ilu m in a ­
c o m o hemos m e n c io n a d o anterio rm e n te , n in g ú n m úscu­ ción laparoscópica.
lo nace del ligam ento inguinal o se inserta en él; se trata úni­ La cintilla iliopúbica suele presentarse diferenciada en
cam ente de inserciones fasciales. un p u n to varios centím etros medial a la espina ilíaca ante-
La te rm ina c ió n m edial del m úsculo o b lic u o in te rn o es rosuperior. Cerca de su origen, las fibras de la cintilla pare­
ta m b ié n o b jeto de debate. M uchos cirujanos y anatom is­ cen divergir. Esta banda de fibras claram ente muscular se
tas concuerdan en que fo rm a parte de la lám ina rectal an­ arquea m ed ia lm e n te , pasando su p e rio rm e n te al anillo in-
terior. N o obstante, en ambos grupos de especialistas exis­
te discrepancia acerca de la form ación del te n d ó n conjunto.
A bordarem os esta cuestión más adelante.
Nervio iliohipogástrico
Las fibras del m úsculo oblicu o interno no refuerzan sus­
tancialm ente la porción inferior de la pared inguinal poste­
rior, pues carecen de inserción ancha en el lig a m e n to de
C o o p e r33. La aponeurosis del o b licu o in te rn o está form ada
p or dos capas, a n te rio r y posterior. Estas capas se fusionan
y, ju n to con las otras dos aponeurosis bilaminares, c o n tri­
buyen p rin c ip a lm e n te a c o n fo rm a r la lám ina a n terior de la
vaina del recto. En la línea alba se p roduce una decusación
de las fibras, que a pa rtir de este p u n to presentan c o n ti­
nuidad con las aponeurosis contralaterales.

Músculo transverso abdom inal


El m úsculo transverso del a b d o m e n , el más p ro fu n d o
de los tres músculos planos abdom inales anteriores, se o ri­
gina en cuatro puntos:

• Cara interna de los seis cartílagos costales inferiores.


• Fascia to ra colum bar.
• Cresta ilíaca.
• Fascia del iliopsoas.

Las fibras más superiores del m úsculo transverso a b d o ­ F ig u ra 9.5. Músculo oblicuo interno y su arco (se ha retira­
m inal se entrem ezclan con las del diafragm a respiratorio. do la aponeurosis del externo oblicuo, sin retracción del cor­
Desde sus diversos puntos de origen, las fibras del trans­ d ó n espermático). [sk4\

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* Skandalakis

Pared abdominal y hernias

guinal p ro fu n d o . Otras fibras, de naturaleza aponeurótica, que, en este sentido, el transverso abdo m in a l co n stituye la
discurren en p ro fu n d id a d al anillo inguinal p ro fu n d o y se capa más im p o rta n te de la pared a bdom inal. Si aceptamos
insertan en el lig a m e n to pectíneo de Cooper, c o n fo rm a n ­ con Askar27 y Rizk28 que la aponeurosis de este m úsculo es
Anatomía quirúrgica

d o el borde medial del anillo fem oral. bilam inar, aceptam os ig u a lm e n te que ambas láminas (an­
Conviene subrayar que una p orción más fina de la ban­ te rio r y posterior) se fusionan, o que existe cierta atenua­
da a p o neurótica puede pasar s u p e rio rm e n te al anillo in ­ ción de la capa posterior, c o m o ha descrito Rizk. El p ro p io
guinal pro fu n d o ; en tales casos, los bordes del anillo in g u i­ Rizk28 señala asim ism o que cada aponeurosis a b d o m in a l es
nal p ro fu n d o están fo rm a d o s , ta n to s u p e rio r c o m o bilaminar, y cada pared de la vaina rectal, trila m in ar (co m o
interiorm ente, por la cintilla iliopúbica. el contra ch a p ad o ).
El lig a m e n to inguinal no puede verse desde el interior Para un tra ta m ie n to más a m p lio del área co njunta (te n ­
de la cavidad a b d o m in a l, puesto q u e queda o c u lto p o r fi­ d ó n ) (F ig. 9.6), véase «Área co n ju n ta (te n d ó n )» más ade­
bras musculares y aponeuróticas de los elem entos situados lante en este capítulo, en la sección «Anatomía q u irúrgica
a m ayor p ro fu n d id a d en la pared a b d o m in a l anterior; esto de la región ing u in o fe m o ra l» .
sucede ta m b ié n en la región del c o n d u c to fem oral, que es
la zona de «co n ta cto inferior» o inserción de los e lem en­
tos aponeuróticos y fasciales en el lig a m e n to pectíneo m e ­ Porción m edia
dial a la vena y arteria ilíacas externas. En localización jus­
to distal a este p u n to , dich o s vasos sanguíneos, a q u í Músculos recto abd om inal y piram idal
renom brados vena y arteria femorales, acceden a la extre­ El recto es el músculo c a p ita l de la p ared
m idad inferior en el in te rio r de un c o n d u c to de te jid o co ­ abdominal.
nectivo d e n o m in a d o vaina fem oral. Dr. O rnar A skar (co m un ica ción personal a
El c o n d u c to fem oral es un declive elipsoidal con fo rm a J. E. Skandalakis, 1990).
de e m b u d o medial a la vena ilíaca (fem o ra l) externa, a tra ­
vés del cual los vasos linfáticos de la p o rc ió n infe rio r del El m úsculo recto a b d o m in a l se inserta s u p e rio rm e n te
cuerpo penetran en la cavidad a b d o m in a l. El borde medial en los cartílagos costales q u in to , sexto y séptim o, y en la
del anillo fem oral, que co n stituye la entrada al co n d u c to apófisis xifoides. In te rio rm e n te se inserta en la cresta del
fem oral, está claram ente fo rm a d o p o r fibras aponeuróticas pubis, en el te jid o ligam entoso de la sínfisis púbica y en la
de la cintilla iliopúbica y la fascia transversal. Además, este rama superior del pubis. Es más ancho y más fin o superior­
lím ite se ve reforzado más p ro fu n d a m e n te p o r la inserción mente.
de las fibras musculares del arco m uscular transverso, tras Cada m ú sculo recto es atravesado p o r tres líneas te n ­
pasar superio rm e n te al anillo inguinal p ro fu n d o . dinosas (las intersecciones o inscripciones te ndinosas) a
C uando la cintilla iliopúbica pasa bajo el anillo inguinal la altura de la apófisis xifoides, en el o m b lig o , y a m edia
profundo y frente a los vasos ilíacos externos, contribuye sus­ d istancia e n tre a m b o s p u n to s. Pueden darse una o dos
tancia lm e n te a la capa ante rio r de la vaina fem oral. Poste­ intersecciones fibrosas adicionales inferiores al o m b lig o .
riormente, esta vaina está formada por la fascia del iliopsoas, Estas bandas tendinosas irregulares, curvas o en zigzag, ha­
con aportes más pro fu n d o s de la fascia del m úsculo pectí­ b itu a lm e n te están fijadas con firm eza a la lám ina a n te rio r
neo. de la vaina rectal. En ocasiones se insertan ta m b ié n en la
Las discrepancias respecto al origen del músculo oblicuo lám ina posterior, a u n q u e las fibras tendinosas no suelen
inte rn o en la región inguinal se e xtienden tam b ié n al m ús­ recorrer más de la m ita d del m úsculo. Los estudios de M i-
culo transverso abd o m in a l. De nuevo, estamos de acuerdo lloy y cois.34 dem uestran q u e el p a trón más frecuente p re ­
con McVay11 en que este m úsculo nace en la región in g u i­ senta tres in te rs e c c io n e s (5 8 % ) , y el s ig u ie n te , c u a tro
nal de la fascia del iliopsoas, y no en el lig a m e n to inguinal. (3 5 % ).
El arco transverso abdo m in a l es útil para la herniorrafia Algunos autores han conjeturado gue las intersecciones
inguinal. Esta estructura anatómica está form ada por el b o r­ tendinosas co rresp o n d e n a la se g m entación em brio n a ria
de inferior muscular y a p o n e u ró tico libre del músculo. M e ­ original o a los tabiques que delimitan los m iotomas que fo r­
dialm ente, sin em bargo, el arco es prin cip a lm e n te aponeu­ man el músculo. La prueba concluyente del origen de las
ró tic o . Hacia el a n illo in te rn o es ta n to m u s cu la r c o m o bandas sigue escapando a los investigadores. Es posible
a p o n e u ró tico . Cerca de él, el o b lic u o in te rn o es muscular, que las intersecciones fibrosas cu m p la n una fu n c ió n espe­
y el transverso abdo m in a l apo n e u ró tico . El m úsculo trans­ cífica, en lugar de c o n s titu ir «restos» em brionarios. Estas
verso a bdom inal se inserta en el lig a m e n to de Cooper. Ade­ bandas fibrosas ligan firm e m e n te los músculos rectos a la
más, m e dialm ente, en la región ing uinal, todas las capas lámina anterior de la vaina rectal, así c o m o a la inserción su­
aponeuróticas de los tres músculos planos son anteriores perior en la pared torácica semirrígida. De este m o d o , al
al m úsculo recto, y fo rm a n la lámina a n te rio r de la vaina. contraerse la porción supraum bilical del recto, esta porción
La inte g rid a d del músculo transverso abdo m in a l evita de la vaina rectal se tensa, c o n trib u y e n d o tal vez a m eca­
la fo rm a c ió n de una hernia. C oin cid im o s con McVay11 en nismos fisiológicos respiratorios (o de o tro tip o ).
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Pared abdominal y hernias 9


Fascia transversal
Músculo recto abdominal

Músculo piramidal

1. Aponeurosis del transverso abdominal


2. Fibras inferiores del oblicuo interno,
musculares o aponeuróticas
3. Borde lateral de la vaina del recto
Ligamento inguinal 4. Ligamento inguinal plegado
5. Ligamento de Henle

Pared posterior del conducto


(aponeurosis del transverso
abdominal más fascia
transversal)

Sínfisis pubica
F ig u ra 9.6. «Área conjunta».

El m úsculo recto (Fig. 9.7 ) está re cubierto de una sóli­ se; así, el m úsculo recto a b d o m in a l m a n tie n e fijo el tóra x
da vaina fo rm a d a p o r las aponeurosis bilam inares de los para p e rm itir que los m úsculos e ste rnocleidom astoideos
tres músculos planos q u e dividen y rodean el m úsculo an­ fle x io n e n efica zm e n te el cuello. A u n q u e el recto es m u y
terio r y p osteriorm ente. C o m o se ha señalado, el espacio im p o rta n te en la flexió n del tro n co , no interviene apenas,
entre el m úsculo y la vaina p erm ite al m úsculo contraerse o en absoluto, en su rotación. Los músculos oblicuos par­
librem ente sin apenas restricción, excepto en la porción su- ticipa n significativam ente en la flexió n del tro n co . El o b li­
praum bilical. Desde el borde de la costilla hasta un p u n to cuo in te rn o es ta m b ié n m u y activo en el m a n te n im ie n to
a m edia distancia entre el o m b lig o y el pubis (línea sem i­ de la postura erecta del torso, mientras que los músculos
circular de Douglas), la vaina posterior está fo rm a d a p o r la ob lic u o exte rn o y recto perm anecen inactivos35.
lámina posterior de la aponeurosis del o b lic u o interno, la Los músculos o b licuo interno y transverso abdom inal se
aponeurosis del transverso a b d o m in a l y la fascia transver­ extienden superiorm ente sólo hasta el reborde costal, m ien­
sal. In teriorm ente a esta altura, la pared posterior está fo r­ tras que el músculo recto pasa ventralm ente al reborde cos­
mada solam ente por la fascia transversal, con aportaciones tal en su inserción superior. En esta región, p o r lo tanto, los
variables de bandas aponeuróticas del transverso a b d o m i­ cartílagos esternales y costales constituyen la pared poste­
nal. Las arterias y venas epigástricas profundas recorren la rior de la vaina del recto. No existe la lámina aponeurótica.
cara posterior del m úsculo recto, de m o d o que, p o r deba­ En el cuarto inferior de la pared abd o m in a l, las ap o n e u ­
jo de la línea semicircular, están separadas del p e rito n e o rosis pasan a n te rio rm e n te al m úsculo recto, c o n fo rm a n d o
sólo por la fascia transversal. la lámina a n te rio r de la vaina del recto. La lám ina posterior
Los dos rectos están separados por la línea alba, una lí­ está fo rm ada aquí básicam ente sólo p o r la fascia transver­
nea tendinosa en la que los tres músculos planos se fusio­ sal, ju n to con una cantidad m u y variable de haces aponeu-
nan y atraviesan la línea media en decusación. La decusa- róticos del transverso; esto perm ite el paso de los vasos san­
ción de las fibras aponeuróticas pe rm ite que los músculos guíneos epigástricos inferiores que irrigan la vaina.
planos contralaterales sean co n tin u o s entre sí. Por e je m ­ La línea sem icircular de Douglas marca el límite inferior
plo, las fibras aponeuróticas del músculo oblicuo externo en de la lám ina p o sterior aponeurótica. Esta concavidad de la
un lado son continuas con las del o b lic u o inte rn o del lado línea arqueada suele presentar una dirección descenden­
o p u e s to 27,28; esta disposición es de e vidente im p o rta n c ia te, o bien descendente y lateral. Si el tránsito de la aponeu­
para las propiedades contráctiles de la pared abd o m in a l. rosis a la fascia transversal es gradual, la línea aparece es­
La línea alba es considerablem ente más ancha en su p o r­ casamente definida. Si el tránsito es abrupto, la línea aparece
ción superior al o m b lig o que en la inferior. Así, una in c i­ bien d elim itada.
sión en la línea m edia inferior al o m b lig o tenderá a atrave­ El m úsculo pira m ida l se adhiere a la cresta del pubis y
sar las láminas de la vaina rectal. los tejidos ligam entosos de la sínfisis, y se inserta en la lí­
C u a n d o un in d iv id u o en posición supina com ienza a nea alba. La ausencia del m úsculo p ira m ida l a u n o o a m ­
elevar la cabeza, el músculo recto a b d o m in a l se pone en bos lados se da en el 1 0 % al 2 0% de los individuos36. Cuan­
fu n c io n a m ie n to antes de que el tro n c o em piece a m o v e r­ d o el m úsculo está presente, su inserción en la línea alba
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• Skandalakis

Pared abdominal y hernias

A rteria m am aria interna


Anatomía quirúrgica

Músculo recto
Fascia transversal
Peritoneo

A. y vv. epigástricas Epigástrica superior


p rofundas

Línea alba

Transverso a bdom inal

M. o blicuo externo

M. o blicuo Interno M úsculo o blicuo interno

M. transverso abdom inal


Músculo oblicuo externo

Fascia trans.
Línea sem icircular (de Douglas)
Arteria y venas Peritoneo

epigástricas Fascia transversal

Línea alba
A rteria y venas epigástricas
inferiores

A rteria y vena fem orales

M. o blicuo externo

M. oblicuo interno

M. transverso abdom inal

F ig u ra 9.7. Músculo recto abdom inal y su vaina. [scJ]

es una referencia visual para una incisión precisa en la lí­ nal es la vertical en la línea media. La m enos destructiva es
nea m edia. la incisión subcostal.
Las arterias epigástricas superior e inferior irrigan el mús­ La investigación de Askar27 revela que la línea alba está
culo recto. Los vasos epigástricos superiores son ramas te r­ fo rm a d a p or la decusación de las fibras aponeuróticas de la
minales de la arteria torácica interna. Los vasos epigástricos vaina del recto. Según este autor, existe una única decusa­
inferiores, de m a y o r tam año, nacen de los ilíacos externos. ción de las fibras de las láminas anterior y posterior de la vai­
Las arterias serpentean p o ste riorm ente al músculo, p o r el na del recto en el 3 0 % de los casos. Una única decusación
in te rio r de su vaina. Los vasos epigástricos superiores e in­ de las láminas de la vaina a n te rio r del recto, y una trip le
feriores se unen en anastomosis a p ro x im a d a m e n te en el decusación de las láminas de la vaina posterior, se encuen­
tercio m e d io del músculo. tran en el 1 0 % de los casos. En el 6 0 % se da una trip le de­
El fe n ó m e n o más característico de las arterias epigástri­ cusación de las fibras aponeuróticas de las láminas an te rio r
cas superior e inferior tiene lugar cuando el músculo se c o n ­ y posterior de la vaina del recto. Los ind iv id u o s p e rte n e ­
trae: los vasos epigástricos se deslizan con sus revestim ien­ cientes al g ru p o que presenta un ú n ic o cruce de fibras de
tos fasciales, lo que evita lesiones, hemorragias y la formación las láminas a n terior y posterior de la vaina del recto, p u e ­
de hem atom as en la vaina del recto. den ser más propensos a la hernia de la línea alba.
Dos venas, las venas satélites epigástricas superior e in­ La línea alba (Figs. 9.2, 9.3 y 9 .4 ) está bien fo rm a d a
ferior, a com pañan a cada arteria epigástrica. desde la apófisis xifoides del esternón hasta el o m b lig o . Sin
em b a rg o , in fe rio rm e n te al o m b lig o la fo rm a c ió n es m u y
Línea alba difusa y, en la mayoría de los casos, im p erceptible. Inferior­
Rizk28 cree que la línea alba debería considerarse no ta n ­ m ente, las fibras superficiales de la línea alba discurren an­
to una inserción para los músculos abdom inales c o m o el teriores al recto para insertarse en la sínfisis pùbica. Las fi­
área com ún de decusación de sus aponeurosis intermedias. bras profundas avanzan lateralm ente posteriores al recto
Según él, la incisión más destructiva en la pared a b d o m i­ para insertarse en la cara posterior de la cresta del pubis, fo r­
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Pared abdominal y hernias 9


m a n d o las llamadas líneas de a d m in ícu lo de la línea alba. e x tre m o infe rio r de la línea alba superior bien fo rm a d a y
La línea alba es una de las vías de acceso más hab itu a ­ el inicio de la línea alba inferior escasamente definida.
les en la cirugía a b d o m in a l, y ta m b ié n el p u n to más fre ­ A n i l l o u m b i l i c a l . L o s ligam entos um bilicales mediales

cuente de hernia quirúrgica. Rath y cois.37 acom etieron un (arterias umbilicales obliteradas) y el uraco (c o n d u c to alan-
estudio de su m orfología y otros factores. Constataron que to id e o o b lite ra d o ) c o n trib u y e n a la fo rm a c ió n del anillo
los resultados m orfológicos perm itían defin ir la diástasis de u m b ilica l fib ro so . El lig a m e n to re d o n d o (vena u m b ilic a l
los músculos del recto de acuerdo con la edad del in d ivi­ ob literada) se o rigina en el borde infe rio r del anillo y pasa
duo. En aquellos menores de 45 años, se consideraba diás­ superio rm e n te al lig a m e n to falciform e. Según Orda y N a­
tasis una separación superior a 10 m m entre los dos m úscu­ th a n ,38 el anillo u m bilical (Fig. 9 .1 0 ) y sus cuatro c o n d u c ­
los rectos superiores al o m b lig o , a 27 m m en el a n illo tos básicam ente sólidos (dos arterias um bilicales o b lite ra ­
umbilical, y a 9 m m inferiorm ente al o m b lig o . En los m ayo­ das, el uraco y el lig a m e n to re d o n d o ) se re lacionan del
res de 45 años, los valores correspondientes eran de 15 m m , siguiente m o d o :
27 m m y 14 m m , respectivamente. C itando directam ente • Ligam entos umbilicales:
de su descripción: «En el estudio b io m e cánico, la región - En el 7 4 % de los casos, el lig a m e n to cuadrado del hí­
subumbilical presentaba un coeficiente de elasticidad supe­ g ado atraviesa el a n illo u m b ilica l, insertándose en su
rior al de la supraum bilical, si bien no se encontraron dife­ borde inferior.
rencias significativas de resistencia entre las distintas partes - En el 24% , el ligam ento cuadrado se bifurca e inserta en
estudiadas». el borde superior del anillo, fo rm a n d o un triá n g u lo . El
uraco se bifurca asimismo para fo rm a r un triá n g u lo li­
Región um blilical
gado al b o rd e inferior del anillo. Es posible que la es­
La mayoría de los manuales de anatom ía describen el tru ctu ra y fo rm a c ió n peculiares de estos triá n g u lo s in­
o m b lig o en una o dos frases. D ebem os nuestro c o n o c i­ tervengan en la fo rm a c ió n de hernias supraumbilicales
m ie n to de la a n a to m ía del o m b lig o a O rda y N a th a n 38, e infraumbilicales.
quienes describieron con detalle las estructuras inte g ra n ­ • Fascia um bilical:
tes y sus variaciones. - En el 36% de los individuos, un eng ra sa m ie n to locali­
E m b riológicam ente, el o m b lig o (Figs. 9.8 y 9.9) es una zado de la fascia transversal en esta región, d e n o m in a ­
fusión en la línea media de los bordes aponeuróticos m e ­ d o fascia um bilical, recubre el anillo u m bilical en su to ­
diales de ambas aponeurosis del recto abdom inal alrededor talidad. Este «amortiguador» fascial puede constituir una
del c o rd ó n u m bilical. La fusión puede producirse en to rn o protección frente a la form a ció n de hernias umbilicales.
a la décim a semana, una vez que el intestino m edio hernia­ - En el 38% de los individuos, la fascia um bilica l recubre
do se reubica en el in te rio r de la cavidad peritoneal. D u ­ sólo la porción superior del anillo u m bilical.
rante el período de circulación fetal, pueden encontrarse - En el 6 % de los individuos, la fascia um bilica l recubre
en el o m b lig o las siguientes estructuras em briológicas: sólo la porción inferior del anillo u m bilical.
• Vena u m bilical izquierda.
• C o n d u c to vitelointestinal.
• Arteria y vena vitelinas.
• Uraco.
• Dos arterias umbilicales.
Las estructuras em brio ló g ica s que integran el co rd ó n
um bilical y el o m b lig o se m uestran en la Tabla 9.4.
Recuérdense las siguientes cuatro estructuras a n a tó m i­
cas, que atraviesan el anillo um bilical en el recién nacido:
• Vena umbilical izquierda (ligam ento redondo del hígado).
• Uraco (lig a m e n to um bilical m edio).
• Dos arterias u m b ilica le s (lig a m e n to s u m b ilica le s m e ­
diales).
El o m b lig o se localiza en el centro de la región u m b ili­
cal. A efectos prácticos, el o m b lig o es una cicatriz. N o es
idéntico en to d o s los individuos. Sus límites son la región
epigástrica superiorm ente, la región hipogástrica inferior-
mente, y las regiones lumbares derecha e izquierda lateral­
mente.
El o m b lig o se ubica esencialmente en el p u n to m edio F ig u ra 9.8. Estructuras del cordón umbilical. V-I, vitelinoin-
vertical de la línea alba, señala el p u n to de unión entre el testinal. [b a l]
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* Skandalakis

Pared abdominal y hernias

Vena umbilical

Pedículo alantoides Cordón umbilical


Anatomía quirúrgica

Arterias umbilicales

Línea alba

Ligamento falciforme

Piel

Lámina anterior de la vaina rectal


Ligamento redondo (vena
Lámina posterior de la vaina rectal
umbilical obliterada)

Peritoneo
Tejido subcutáneo
y fascia transversal

A n illo umbilical Músculo recto abdominal

Ligamento umbilical medio


(uraco obliterado)
Ligamentos umbilicales mediales
A (arterias umbilicales obliteradas)
f.'B oynsg '8 S

Piel

Grasa

Peritoneo
Grasa

Grasa Línea Fascia


Anillo umbilical
transversal
Peritoneo

Línea alba
Fascia transversal

Peritoneo
Ligamento
Fascia Ligamentos redondo
umbilical medio
umbilical y falciforme

F ig u ra 9 .9 . A, Cara posterior de la pared abdom inal anterior en u n neonato, vista desde el interior del abdom en; el cordón
umbilical sigue inserto. B, Diagrama de sección sagital del ombligo norm al que muestra la relación del anillo umbilical con la
linea alba, el ligamento redondo, el ligam ento umbilical medio (uraco) y las fascias umbilical y transversal. Nótese la ausencia
de grasa subcutánea superior al anillo umbilical. C, Diagrama de sección sagital de u n a hernia umbilical pequeña; el saco her-
niario está recubierto solamente de piel. [sl<12]

- En el 4 % de los individuos, la fascia um bilical es de lo­ transverso a b d o m in a l, pue d e aplicarse de m anera g e n e ­


calización superior al o m b lig o . ral a to d a la capa de te jid o c o n e ctivo qu e recubre la m us­
- En el 16% de los individuos, no se da la fascia umbilical. cu latura p a rietal de la cavidad a b d o m in a l. Recubre m ú s ­
cu lo s, a p o n e u ro s is , huesos y lig a m e n to s . La fascia
transversal puede adherirse firm e m e n te , c o m o en la p o r­
Fascia transversal ción que re cubre la aponeurosis del transverso a b d o m i­
El té rm in o fascia transversal, a ntaño aplicado a la fas­ nal. En otras porciones puede presentarse separada, ya sea
cia p ro fu n d a qu e re c u b re la cara in te rn a del m ú s c u lo gruesa o fina.
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Pared abdominal y hernias

T a b la 9.4. Estructuras relacionadas con el cordón umbilical y el ombligo


En el pedículo em brionario
p rim itiv o En el o m b lig o a té rm in o En el abdom en neonatal Patología

C onducto umbilical (conduc­ Ausente o residual Ausente Divertículo de Meckel, o seno o fís­
to vitelino) tula umbilical
Celoma extraembrionario Ausente N inguno
Intestino herniado Reubicado en el abdom en Reubicado en el abdom en Defecto de reubicación: onfalocele
Arterias vitelinas Ausentes Arterias m esentéricas su p e­
riores e inferiores y celíacas
Venas vitelinas Ausentes Parte de la vena portal
Atlantoides Ausente o residual Uraco (ligamento umbilical Uraco persistente; descenso defec­
medio) tuoso de la vejiga
Arterias umbilicales Ambas presentes Ligamentos umbilicales m e­ Una sola arteria umbilical (1%)
diales
Venas umbilicales Vena izquierda p resente Ligamento redondo en el li­
ú n icam ente g am ento falciforme
M esénquima indiferenciado Tejido conectivo em briona­ N inguno
rio en el cordón

Fuente: Sk an d alak is LJ, G a d ac zT R , M a n s b e r g e r ARJr, M itch ell W E Jr, C o lb o r n GL y S k an d alak is JE: M o d e r n H e rn ia Repair: T h e E m b ry o log ical
a n d A n ato m ic a l Basis o f Surgery. N u ev a York: P a r t h e n o n , 1996, pág. 6; c o n a u to riz a c ió n .

A lgunos anatom istas consideran que la fascia transver­ culo peritoneal, se relaciona e m b rio ló g ica m e n te con el ani­
sal es una capa lam inada de te jid o localizada entre el pe­ llo inguinal p ro fu n d o (para más detalles, véase el ca pítulo
rito n e o y la pared posterior del m úsculo transverso a b d o ­ d ed ica d o al perito n e o ).
m in a l a n te r io rm e n te . Su c o n tin u a c ió n a s c e n d e n te se En la Tabla 9.5 se presentan algunas comparaciones e n ­
mezcla con la fascia diafra g m á tica inferior. Inferio rm e n te , tre las estructuras de los tres cuartos superiores de la pa­
es continua con las fascias ilíacas y pélvicas, y a diversos en­ red a b d o m in a l y las del cu arto inferior.
grasam ientos de la región In g u in o fe m o ra l, d o n d e se cree
que se d ivid e en las láminas a n te rio r y posterior. En la p o r­ Irrigación sanguínea de la pared
ción de su tra ye cto p o sterior hacia la pared lu m b a r poste­
abdominal anterior
rior, se fusiona con la lám ina a n te rio r de la fascia tora co -
lum bar. Si no han existido laparotomías previas, la irrigación de
Una pared p o s te rio r anóm ala, e n c o n tra d a en el 2 3 % la pared ab d o m in a l no plantea problem a alguno. Si existen
al 2 5 % d e los pacientes, carece de so p o rte de la a p o n e u ­ cicatrices, el cirujano debería conocer bien los detalles del
rosis del m ú scu lo transverso a b d o m in a l39. La fascia tra n s­ a porte sanguíneo para evitar una necrosis p o r isquem ia en
versal, p o r lo ta n to , es la única e structura a n a tó m ic a que determ inadas áreas; si es posible, el cirujano debería p ro ­
c o n trib u y e a la c o n tin u id a d del su e lo 39. La d e b ilid a d es­ ceder; p or la cicatriz existente. Si se somete a múltiples o p e ­
tructural puede producirse cuando el arco se encuentra en raciones, la pared a b d o m in a l puede llegar a un estado de
una posición elevada, o c u a n d o éste in te g ra escasamen­ d e b ilidad q u e dé lugar a hernia aguda y dehiscencia o a
te las paredes posteriores y el suelo (Fig. 9 .11). En unos eventración; éstas derivan de una mala técnica quirú rg ica
pocos pacientes, los pilares de la fascia transversal p u e ­ o de la afectación del aporte vascular a la pared.
den ser difíciles de localizar, d e b id o a su subdesarrollo. A
falta de datos estadísticos, sólo p o d e m o s p ro p o n e r que Arterias
se trata de una anomalía o variación congènita. Los tejidos superficiales de la pared a b d o m in a l antera-
lateral infe rio r son irrigados p or tres ramas de la arteria fe­
Peritoneo m oral. Estas ramas, de lateral a medial, son la arteria ilíaca
El p e rito n e o es la capa más inte rio r de la pared a b d o ­ circunfleja superficial (Fig. 9.12), la arteria epigástrica super­
minal anterior, lateral y posteriorm ente. Presenta una cone­ ficial y la arteria p u d e n d a externa superficial. Algunas ra­
xión laxa con la fascia transversal en la mayoría de las re­ mas de estas arterias discurren hacia el o m b lig o en los te ­
giones, excepto en el anillo interno, d o n d e la unión es más jidos conectivos subcutáneos.
resistente. Tam bién puede fusionarse con considerable in­ La arteria epigástrica superficial presenta anastomosis
tensidad con la lám ina posterior de la vaina del recto, ha­ con la arteria contralateral, y las tres arterias con las arterias
ciendo difícil su separación. El proceso vaginal, un divertí- profundas. Desde su origen en la arteria fem oral, la arteria
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• Skandalakis

Pared abdominal y hernias


Anatomía quirúrgica

LUM

F ig u ra 9 .1 0 . Variaciones en el anillo y la fascia umbilicales vistos desde la cara posterior (peritoneal) de la pared corporal. A-C,
Variaciones en la disposición de los ligamentos umbilicales. Las flechas indican: A, Relaciones habituales (74%) del anillo umbili­
cal (AU), el ligamento redondo (LR), el uraco (U) y los ligamentos umbilicales mediales (LUM). El ligamento redondo atraviesa el
anillo umbilical para insertarse en su borde inferior. B, Configuración menos co m ún (24%). El ligamento redondo se bifurca e in ­
serta en el borde superior del anillo umbilical. C, Configuración rara (menos del 1%). El ligamento redondo se ramifica antes de
llegar al anillo umbilical. Cada rama avanza con el ligamento umbilical medial sin insertarse en el anillo umbilical. D-G, Variacio­
nes en la presencia y forma de inserción de la fascia umbilical. D, La fascia transversal engrosada forma la fascia umbilical que re­
cubre el anillo umbilical (36%). Las flechas indican: E, La fascia umbilical reviste sólo la porción superior del anillo umbilical (38%).
F, La fascia umbilical reviste sólo la porción inferior del anillo umbilical (6%). G, Aunque presente, la fascia umbilical no subyace
al anillo umbilical (4%). (No mostrado en la figura: La fascia umbilical está com pletamente ausente en el 16% de los casos). [or3\

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Pared abdominal y hernias 9


ca anterosuperior, asciende v e rtica lm e n te en el inte rio r de
la pared abdom inal, entre el transverso abdom inal y el o b li­
cuo interno. Esta rama es, aparentem ente, la principal fu e n ­
te arterial del m úsculo o b lic u o inte rn o . Su existencia p ro ­
picia que este músculo pueda emplearse c o m o colgajo libre
o pediculado, o bien, ju n to con una po rció n de la cresta
ilíaca, c o m o colgajo óseo y m uscular c o m b in a d o 41.
La vaina del recto es irrigada p o r dos arterias. La arteria
epigástrica superior se origina en la arteria torácica interna.
La arteria epigástrica inferior nace de la arteria ilíaca exter­
na, en localización justo superior al lig a m e n to inguinal. La
arteria epigástrica inferior es n o ta b le m e n te más gruesa que
la superior. El d iá m e tro m e d io de la p rim era es de 3,4 m m ,
mientras que el de la segunda es de 1,6 m m .
Generalm ente, la arteria epigástrica infe rio r se bifurca
en dos grandes ramas in te rio rm e n te al o m b lig o ; estos va­
sos co m u n ica n con la arteria epigástrica superior p o r enci­
ma de la altura del o m b lig o 42. Existe anastomosis entre a m ­
bas arterias e p ig ástricas en el 4 0 % d e los in d iv id u o s
F ig u ra 9 .1 1 . Sección transversal de u n a pared débil del co n ­
a p ro xim adam ente34, aunque las ramas derivadas de la anas­
ducto posterior. [la 4]
tom osis suelen presentar menos de 0,5 m m de d iá m e tro 42.
La arteria epigástrica superior penetra en el extre m o su­
perior de la vaina del recto, en p ro fu n d id a d al m úsculo rec­
epigástrica superficial asciende atravesando la región in g u i­
to. Las ramas musculocutáneas perforan la vaina rectal a n ­
nal, a media distancia entre la espina del pubis y la espina
te rio r para irrig a r la piel s u p ra y a c e n te 43. Las arterias
ilíaca anterosuperior. A continuación, se dirige al o m b lig o 40.
perforantes (Fig. 9.1 3) están más próxim as al borde lateral
Las arterias profundas se localizan entre los músculos
del recto que a la línea alba. El n ú m e ro y ta m a ñ o de las ar­
transverso a b d o m in a l y ob licu o interno. Se trata de las ar­
terias perforantes de los vasos epigástricos inferiores, en
terias intercostales posteriores 10 y 11, la rama a n te rio r de
particular, se increm enta a la altura del o m b lig o o en loca­
la arteria subcostal, las ramas anteriores de las cuatro a rte­
lización inferolateral a éste. Se da escasa presencia de va­
rias lum bares y la arteria ilíaca circunfleja profunda.
sos perforantes en el q u in to infe rio r de la región del recto
La arteria ilíaca circunfleja p rofunda nace de la ilíaca ex­
(Fig. 9 .1 4 )42.
terna, varios centím etros más arriba del lig a m e n to in g u i­
Si se practica una incisión en un p u n to excesivam ente
nal. El vaso penetra lateralm ente en la fosa ilíaca, irrig a nd o
lateral, se producirá hem orragia en varias arterias perforan-
el ilion y el m úsculo ilíaco. Una gran rama ascendente de
la ilíaca circunfleja profunda discurre en profundidad a la cin-
tilla iliopúbica. A contin u a ció n , adyacente a la espina ilía­

T a b la 9 .5

Línea m edia superior Línea m edia in fe rio r

Línea alba bien desarrollada Línea alba escasam ente d e­


sarrollada
Rectos izquierdo y derecho Rectos izquierdo y d erech o Arteria ilíaca
Arteria
bien separados juntos circunfleja
epigástrica
superficial
Capas anterior y posterior de Presencia de la capa anterior superficial

la vaina presentes de la vaina solamente


Arteria
Aponeurosis del oblicuo ex­ Aponeurosis del oblicuo ex­ 1 pudenda
terno débil o ausente terno resistente y bien de­ externa
sarrollada
Arteria
Fuente: Sk and alakis LJ, G ad ac zT R , M a n sb erg er ARJr, M itc h e ll W E Jr, femoral
C o l b o r n GL y S k a n d a la k is JE: M o d e r n H e r n i a R epair: T h e
E m b r y o l o g i c a l a n d A n a t o m i c a l Basis o f S urgery. N u e v a York:
P a r t h e n o n , 1996, pág. 4; c o n au to rizació n . F igu ra 9.12. Arterias superficiales de la región inguinal. [sk4\
369

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Pared abdominal y hernias

tes, así c o m o parálisis muscular debida al corte de los ner­


vios musculocutáneos. Para evitar lesiones en los vasos m a­
yores al realizar intervenciones quirúrgicas abdom inales la-
Anatomía quirúrgica

paroscópicas, deberían colocarse trocares lateralm ente, a,


SE
al menos, 8 cm de la línea m edia, y a 5 cm co m o m ín im o
su p e rio rm e n te al pubis44. Si se produjese una lesión vascu­
lar, debería considerarse a m p lia r la incisión y reparar dire c­
ta m e n te el vaso lesionado. El vaso debe ocluirse m e d ia n te
electrocauterización, ligadura o grapa vascular para evitar
la fo rm a c ió n de un hem a to m a gra n d e o una hem orragia
postoperatoria grave. Puede producirse una lesión p o r m o ­
v im ie n to s del tro n c o realizados p o r el paciente consciente
o inconsciente, lo cual puede dar lugar a la tracción sobre
SIEA el vaso lesionado y su consiguiente reapertura45.
La arteria epigástrica infe rio r se origina en el te jid o co­
n ectivo p reperitoneal. Penetra en la vaina a la altura de la
línea semicircular de Douglas, o interiormente a ésta, pasan­
do entre el m úsculo recto y la capa posterior de la vaina.

Venas
F ig u ra 9 .1 3 . Vasos que irrigan la pared abdom inal anterior. Las venas acom pañan a las arterias.
EOP, perforantes del oblicuo externo; SCI, arteria ilíaca circun­ En este m ism o capítulo, en «Irrigación de la región in­
fleja superficial; SE, arteria epigástrica superior; DC1, arteria guinal», se ofrece más info rm a ció n acerca de la circulación
ilíaca circunfleja profunda; IE, arteria epigástrica inferior pro­ a b d o m in a l anterior.
funda; SIEA, arteria epigástrica inferior superficial. [he4]
Drenado linfático de la pared
abdom inal anterior
El d re nado linfático de la piel de la pared abdo m in a l an­
terior se presenta en la Figura 9.15. El sistema linfático pue-
I de dividirse en las redes supraumbilical e infraumbilical, con

Zona cutánea de los vasos perforantes


del oblicuo externo (EOP)

Zonas cutáneas de los colgajos


orientados vertical y horizontalm ente
del sistema epigástrico profundo

F ig u r a 9 .1 4 . Zonas principales de
los vasos que irrigan la pared ab d o ­
minal anterior. Arriba, izquierda: Zona
cutánea de la arteria epigástrica infe­
rior superficial (SIEA). Arriba, derecha:
Zona cutánea de los vasos perforan­
Zona cutánea del sistema ilíaco Zona cutánea del
tes del oblicuo externo (EOP). Centro:
circunflejo superficial (SCI) sistema ilíaco circunfle­
Zona cutánea del sistema epigástrico
jo profundo (DCI)
profundo. Abajo, izquierda: Zona cu­
tánea del sistema ilíaco circunflejo
superficial (SCI). Abajo, derecha: Zona
cutánea del sistema ilíaco circunflejo
profundo (DCI). [he4]

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Pared abdominal y hernias

La com unicación cruzada entre los nervios segmentarios del


Perlas clínico-quirúrgicas músculo recto abdom inal es escasa, si es que se produce. La
La descripción de las vías de drenado linfáti­ rama a n te rio r no debe confundirse con la rama del nervio
co es válida como generalización, pero existe gran variabi­ subcutáneo, que discurre en la misma dirección que el m ús­
lidad. La linfangiografía en el pasado, y el tratamiento del culo o b lic u o externo pero superficialm ente al m ism o. La le­
ganglio de Troisier actualmente, han demostrado reiterada­ sión en el a porte m o to r a un segm ento del m úsculo recto
mente las excepciones a las vías de drenado comunes. To­ resultará en la fibrosis de dicho segm ento.
dos los vasos linfáticos están interconectados, existiendo Lee y D ellon46 afirm an que el d o lo r inguinal de origen
diversos factores que pueden alterar la dirección del flujo neural puede tratarse con resultados positivos si se tiene pre­
linfático, como las cicatrices, la oclusión de los vasos linfá­ sente que los síntomas pueden reflejarse en regiones distin­
ticos por metástasis previas, y las posiciones corporales en tas de la inguinal. Describieron d olor referido en la rodilla re­
las que la presión puede ocluir transitoriamente los vasos lacionado con el nervio cutáneo lateral femoral, en las visceras
linfáticos. Los ganglios infraumbilicales superficiales pue­ pélvicas p o r el nervio iliohipogástrico, y en el testículo por el
den drenar en ocasiones hacia la axila, y los supraumbilica- nervio genitofem oral. La cuarta fuente de d o lo r es el nervio
les superficiales hacia la ingle. El drenado puede cruzar la ilioinguinal. El d o lo r referido puede proceder de más de uno
línea media hacia los ganglios contralaterales. (RSF Jr) de estos nervios. Se procedió a la descompresión del nervio
cutáneo fem oral lateral y a la resección de los demás nervios.

ulteriores agrup a cio n es para las estructuras superficial y


profunda.
Consideraciones quirúrgicas acerca
La red supraumbilical superficial drena los ganglios lin­ de la pared abdominal anterior
fáticos axilares, pectorales e infraclaviculares. La red
supraumbilical p rofunda lo hace en los ganglios axilares y (N ota : En este m ism o capítulo, en las secciones «Lapa­
mamarios internos, dirigiéndose algunos vasos linfáticos ha­ ro tom ía a n terior» y «Hernias de la pared a b d o m in a l» , se
cia los ganglios localizados en el hilio hepático. La red in- incluyen consideraciones quirúrgicas adicionales.)
fraum bilical superficial drena hacia los ganglios linfáticos in­ • Los h em atom as (arteriales o venosos) de la vaina del rec­
guinales superficiales. La red infraum bilical profunda drena to se p roducen sin que exista tra um atism o o enferm edad
hacia los ganglios linfáticos aórticos y femorales profundos. en la mayoría de los casos (véase Fig. 9.7). Puede existir,
o no, una masa palpable en la región derecha o iz q u ie r­
Inervación de la pared abdominal da del recto. C uando el paciente tensa el m úsculo recto,
anterior puede palparse la masa dolorosa, lo cual constituye el sig­
no de Fothergill47. En ocasiones, el hem atom a puede c o n ­
Tanto la p o rció n anterolateral de la pared a b d o m in a l fundirse con una hernia de Spiegel o con un proceso a b ­
c o m o el m úsculo recto del a b d o m e n , son ¡nervados p o r d o m in a l a g u d o . El uso de ecografía, TC o RM para el
las ramas anteriores de los nervios torácicos séptima a d u o ­ d ia g n ó stic o p e rm ite evitar una inte rv e n c ió n q u irú rg ic a
décim a, así c o m o p or el p rim e r nervio lumbar. Una rama innecesaria. Si los síntomas persisten, el p ro c e d im ie n to
(rama cutánea lateral) nace de cada rama a n terior y p e rfo ­ idó n e o consiste en incisión y evacuación.
ra los dos músculos planos externos. Inerva el músculo o b li­ • Los tu m o re s desmoides son tum ores benignos de origen
cuo externo y form a el nervio cutáneo lateral. a p o n e u ró tico . Estos tum ores se alojan en la pared a b d o ­
Las ramas anteriores de los últim o s seis nervios to rá ci­ minal anterolateral fo rm a d a por los tres músculos planos.
cos p e n e tra n en la capa p o s te rio r de la vaina del recto, Se desconoce su etiología. El tra ta m ie n to p re dilecto es la
in e rva n d o el m úsculo recto. De ellas nacen ramas p e rfo ­ escisión amplia.
rantes que atraviesan la capa a n te rio r de la vaina para fo r­ • La fascia superficial de la pared ab d o m in a l a n terior in c lu ­
m ar los nervios cutáneos anteriores. El p rim e r nervio lu m ­ ye la capa adiposa de C am per y la m em branosa de Scar­
bar fo rm a un nervio cutáneo anterior sin pasar p or la vaina pa. La fascia de Scarpa de la pared a b d o m in a l a n te rio r
del recto. Estas relaciones se muestran en un diagram a en inferior presenta peculiaridades regionales. Se inserta en
la Figura 9.16. la cresta ilíaca y en la sínfisis púbica, pero no en el bord e
Según M onkhouse y cois.32, las variaciones en la disp o ­ superior de la cresta del pubis. Más lateralm ente, la fas­
sición de los nervios segmentarios de la pared abdom inal cia de Scarpa se une a la fascia lata del muslo.
anterior son considerablem ente mayores que las que seña­ El líquido extravasado de la región perineal puede pa­
lan la mayoría de los libros de texto. Por ejem plo, no pue­ sar superiormente en profundidad a esta capa fascial, pero
de d e te rm inarse con certeza que la región u m b ilic a l sea no puede acceder a la extre m id a d ; por la misma razón,
¡nervada p or el décim o nervio raquídeo torácico. La sección p o r ta n to , cu a lquier acum ulación de líquido en el in te ­
de uno o más de estos nervios dará lugar a la parálisis del rior del escroto puede drenarse fá cilm ente m e diante una
m úsculo recto, con d e b ilita m ie n to de la pared abdom inal. pequeña incisión suprapúbica y una disección d igital.

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Pared abdominal y hernias

D re n a d o D re n a d o
p r o fu n d o s u p e rfic ia l
Ganglios linfáticos
supraclavlculares
Ganglios linfáticos mamarios internos

Ganglios linfáticos
infraclaviculares

Ganglios linfáticos axilares


Músculo
pectoral menor

Ganglios
Ganglios linfáticos linfáticos axilares
del hilio hepático
Ganglios
linfáticos pectorales

Ganglios linfáticos
subescapulares

Ganglios linfáticos aórticos


Ganglios linfáticos
Inguinales superficiales
Ganglios linfáticos
femorales profundos

F ig u ra 9.15. Probable drenado linfático de la pared


abdom inal anterior. El drenado profundo se presen­
ta a la izquierda, y el superficial a la derecha. Las fle­
chas indican la dirección del flujo.

F igura 9.16. Trayecto de la rama anterior de los ner­


vios segmentarios en la pared corporal anterior. A,
7.°-12.° nervios torácicos. B, 1.° nervio lumbar. [sk4\

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Pared abdominal y hernias

] Perlas clínico-quirúrgicas En el recién n a c id o con hern ia in g u in a l in d ire c ta , la


pared p o s te rio r del c o n d u c to in g u in a l n o resulta afecta­
da. La extirpación del saco, p o r ta n to , es la única in te rv e n ­
Existe discrepancia sobre si los tumores desmoides de­ c ió n ju stific a b le . N o o b s ta n te , resulta e x tre m a d a m e n te
ben clasificarse como benignos (fibromatosis agresiva) o difícil e stim a r la d e b ilid a d de la pared in g u in a l p o ste rio r
como fibrosarcomas de baja malignidad (Grado I). Los tu ­ del recién nacido m e d ia n te p a lp a ció n . Si se sospecha la
mores desmoides no desarrollan metástasis casi nunca, pero presencia de una a b e rtu ra a n ó m a la , pu e d e n em plearse
se presentan y com portan como sarcomas del tejido blan­ unas pocas suturas perm anentes co n tinuas para realizar la
do de baja malignidad. Los tumores desmoides de la pared re p a ra ció n 51.
abdominal pueden norm alm ente tratarse m ediante inci­
sión amplia; una incisión inadecuada provocará una recidi­ Anatomía del conducto inguinal del adulto
va local. Los fallecimientos por tum or desmoide en la pa­
El co n d u c to inguinal en el adulto es una hendidura o b li­
red abdominal no son frecuentes, pero en determinadas
cua en la p orción inferior de la pared a b d o m in a l anterior.
regiones críticas, como el a b d o m e n la pelvis o el cuello,
Tiene a p ro x im a d a m e n te 4 cm de lo n g itu d . Se localiza e n ­
pueden ser inicialmente imposibles de extirpar, o pueden
tre 2 cm y 4 cm superiorm ente al ligam ento inguinal, entre
producir la muerte debido a una recidiva local imposible
las aberturas de los anillos inguinales exte rn o (superficial)
de extirpar. (RSF jr)
e inte rn o (p ro fu n d o ).
Los límites del co n d u c to inguinal (Fig. 9.1 7) son los si­
guientes:
• N ic o d e m o 48 describió un acceso qu irú rg ico al espacio ex­ • Anterior: El lím ite ante rio r es la aponeurosis del m úsculo
trape rito n e a l pélvico p o r vía suprapúbica. Éste se log ró o b licu o externo y, más lateralm ente, el m úsculo o b licu o
m edia n te pun ció n en la línea m edia, en un p u n to 1 cm interno. Recuérdese que no hay fibras musculares del ob li­
superior al pubis, entre la línea alba y la fascia vesicoum ­ cuo externo en la región inguinal, sólo fibras a p o neuró-
bilical. ticas.
• El m úsculo recto del a b d o m e n y los colgajos epiploicos • Posterior: En a p ro x im a d a m e n te tres cuartos de los in d iv i­
pueden emplearse para reconstruir aberturas mayores de duos, la pared posterior (suelo) está fo rm a d a lateralm en­
la pared torácica, ya sea en form a de colgajos libres o con te p o r la aponeurosis del m úsculo transverso a b d o m in a l
base en un pedículo vascular. y p o r la fascia transversal; en el resto, la pared posterior
• Si las fascias periumbilicales n o se fusionan en la base del es sólo la fascia transversal. M e d ia lm e n te , la aponeurosis
co rd ó n um bilical, se producirá una hernia u m bilical (en del o b licu o inte rn o refuerza la pared posterior.
el ce n tro del o m b lig o ). En la mayoría de los casos, la her­ • Superior: El te ch o del c o n d u c to lo fo rm a n las fibras ar­
nia se cerrará espontáneam ente al cabo de pocos años. queadas del borde inferior (te ch o ) del m úsculo o b lic u o
• Se recom ienda la intervención quirú rg ica urg e n te en ca­ interno, y el m úsculo transverso a b d o m in a l y su a p o n e u ­
sos de encarcelación de viscera. rosis.
• Si se diagnostican hernias supraumbilicales o in fra u m b i- • Inferior: La pared del c o n d u c to está fo rm ada p o r el liga­
licales, se aconseja la intervención quirúrgica. m e n to inguinal (de P oupart) y el lig a m e n to lagunar (de
G im bernat).
Los límites de los anillos son los siguientes:
R e g ió n in g u in o f e m o r a l
• Anillo externo (Fig. 9 .1 8 ); Existe una abertura tria n g u la r
Conducto inguinal en la aponeurosis del o b lic u o externo, cuya base es par­
te de la cresta púbica y cuyos lados están fo rm a d o s p o r
Anatomía del conducto inguinal dos pilares, superior (m edia l) e infe rio r (lateral). El pilar
en recién nacidos y niños superior está fo rm a d o p o r la propia aponeurosis del o b li­
Existen diferencias patentes entre el c o n d u c to inguinal cuo externo; el inferior lo conform a el ligam ento inguinal.
infantil y el del adu lto 49. En el recién nacido, el c o n d u c to es Más concretam ente, el pilar m edial se inserta en el b o r­
corto (1 cm a 1,5 cm), y los anillos inte rn o y exte rn o están de lateral de la vaina del recto y en el ten d ó n del recto ab­
casi superpuestos. La fascia de Scarpa está tan desarrollada d o m in a l siguiendo un trayecto m u y peculiar. El pilar la­
que el cirujano puede confu n d irla con la aponeurosis del teral se inserta en la espina del pubis.
m úsculo o b licu o e xterno, lo que puede p ro v o c a r que se • Anillo interno (Fig. 9 .1 9 ): Los límites de este anillo, que es
trate un testículo e ctópico superficial c o m o c rip to rq u id ia una abertura norm al en fo rm a de «U» o «V» invertida en
inguinal. Puede ta m b ié n existir una capa adiposa entre la la fascia transversal, no son fáciles de definir. Los brazos
fascia y la aponeurosis. Recordamos a los cirujanos la afir­ de la a , a n te rio r y posterior, son un engra sa m ie n to es­
m ación de W h ite 50 de que no se habrá alcanzado la fascia pecífico de la fascia transversal, fo rm a n d o un asa. El b o r­
del o b licu o externo en ta n to se siga e n c o n tra n d o grasa. de infe rio r está fo rm a d o p o r o tro e n g ra s a m ie n to de la

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* Skandalakis

Pared abdominal y hernias

Arco del transverso abdom inal Borde lateral de la vaina rectal


y tendón del músculo recto abdom inal

t
Anatomía quirúrgica

Brazo a nte rio r largo del asa Pilar m edial superior

Cintilla iliopùbica Espina del pubis externo, [s k i3]

fascia transversal — la cintilla ilio p ú b ic a — que no siem ­ • Superior: C intilla iliopúbica (q u e se inserta en el lig a m e n ­
pre es m u y apon e u ró tico . to de C ooper).
El a n illo ing u in a l in te rn o es una a bertura en la fascia • Inferior: Borde estratificado del lig a m e n to inguinal.
transversal co rrespondiente al p u n to m edio del lig a m e n to • Lateral: Pared m edial de la vaina fem oral.
inguinal (véase la sección sobre la acción del esfínter en la • Medial: L ig a m ento de G im bernat.
fisiología del c o n d u c to ing uinal). • «Suelo»: L ig a m ento de G im bernat.
El c o n d u c to in g u in a l co n tie n e , en el h o m b re , el c o r­ W antz54 señaló que Fruchaud55 no caracterizaba las h er­
d ó n esperm ático y, en la mujer, el lig a m e n to re d o n d o del nias p o r su presentación clínica; antes bien, consideraba
útero. que todas las hernias inguinales se orig in a n en la ingle, en
La pared a n terior del c o n d u c to inguinal (Fig. 9 .2 0 ) está un área que d e n o m in ó orificio m io p e ctín e o (Fig. 9.23B).
fo rm a d a p o r la aponeurosis del m úsculo oblicu o e xte rn o y
parte del músculo oblicu o interno más lateralmente. C om o
p u n to de referencia, el m úsculo o b lic u o inte rn o en la re­
g ió n inguinal es muscular, no apon e u ró tico . La pared su­
p e rior («techo») del c o n d u c to inguinal está fo rm a d a p or
los bordes inferiores arqueados de los músculos oblicu o in­
te rn o y transverso a b d o m in a l y sus aponeurosis. La pared
in fe rio r del co n d u c to in g u in a l está fo rm a d a p o r los liga­
m entos inguinal y lagunar.
La pared posterior (Figs. 9.2 0 y 9.21) está form ada p rin ­
c ip a lm e n te p o r la fu sió n de la aponeurosis del m úscu lo
transverso a b d o m in a l y la fascia transversal en tres cuartas
partes de los individuos, y sólo p o r la fascia transversal en
el cuarto restante52.
Tanto desde un p u n to de vista a n a tó m ic o c o m o q u i­
rú rg ic o , la pared p o s te rio r («suelo») es la pared más
im p o rta n te del c o n d u c to inguinal. M ed ia lm e n te , la pared
po sterior está reforzada p or la aponeurosis del o b licu o in­
terno.
Según M a d d e n 53, la «fosa piriform e» fo rm a parte de la
pared poste rio r («suelo») del c o n d u c to inguinal; esta re­
g ió n es un espacio sem iovoide relleno de te jid o fibro a d i-
poso, localizado en la porción medial del suelo. La fosa p i­ F ig u ra 9 .1 8 . Representación m uy esquemática del anillo in ­
riform e presenta los siguientes límites53 (Figs. 9.22 y 9.23A): guinal externo. [s k l3 ]
374
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Pared abdominal y hernias

Engrasamiento de la dam ente a las fascias de Camper y Scarpa. Los com po­
fascia transversal
nentes del cordón se enumeran en la Tabla 9.6. El núm e­
ro clave a recordar es «tres»: tres capas de fascia, tres a r­
terías, tres venas; también numerosos vasos linfáticos y un
conducto.

F as cia s u p e rfic ia l

La fascia superficial (Figs. 9.24 y 9.2 5 ) está d iv id id a en


una p orción superficial adiposa (fascia de C am per) y o tra
m em branosa p ro fu n d a (fascia de Scarpa). La capa a d ip o ­
sa co ntinúa inferior y lateralmente hasta el interior del m us­
lo, la región glútea y el periné, y su p e rio rm e n te sobre la
pared abdom inal anterior y la región torácica. La capa m e m ­
branosa de Scarpa es c o n tin u a s u p e rio rm e n te a la fascia
adiposa de la región pectoral, fo rm a n d o el lím ite a n te rio r
F ig u ra 9.1 9 . Anatom ía quirúrgica del anillo inguinal inter­
del espacio re tro m a m a rio . Interiorm ente, se inserta en la
no. [sk i 3]
fascia lata del m uslo bajo el pliegue inguinal. Asim ism o, se
inserta su p e ro la te ra lm e n te en la cresta del pubis. Según
B ra n tig a n ,57 la fascia de Scarpa no se adhiere a la sínfisis
púbica (Fig. 9.26).
Las capas adiposa y m em branosa se fusionan en la re­
gió n púbica, perdiéndose buena parte del c o n te n id o g ra ­
so. Unidas, c o n fo rm a n el lig a m e n to fu n d ifo rm e , una es­
Esta región inguinal presenta los siguientes límites:
tru ctu ra fibrosa bastante laxa que se inserta en la base del
• Superior: Arco del m ú s c u lo o b lic u o in te rn o y m ú scu lo
pene (o del clítoris). En este p u n to , recibiendo el apo rte de
transverso abd o m in a l.
fibras de m úsculo liso, la fascia superficial se convie rte en
• Lateral: M úsculo iliopsoas.
la túnica dartos del pene y el escroto (o bien en el clítoris),
• Medial: Borde lateral del m úsculo recto y su lámina a nte­
en calidad de capa fascial superficial.
rior.
En el periné, la capa m em branosa recibe la d e n o m in a -
• Inferior: Pecten del pubis.
El lig a m e n to inguinal se extiende sobre esta región de ­
limitada, dividiéndola. La atraviesan el co rd ó n espermático Transverso abdominal
y los vasos femorales, y está recubierta en su cara interior
solam ente por la fascia transversal54. Fascia transversal
Oblicuo externo

Cordón esperm ático


El c o rd ó n esperm ático se aborda en p ro fu n d id a d en el
capítulo ded ica d o al aparato genital m asculino. Aquí, in ­
A n illo interno
cluim os un breve repaso de la anatom ía q u irúrgica de esta Oblicuo internu

im p o rta n te estructura en el c o n d u c to in g u in a l56.


El cordón espermático se compone de una m atriz de
tejido conectivo continua proximalm ente con el tejido co­
nectivo extraperitoneal. Contiene el conducto deferente, Cintilla iliopùbica
Conducto
tres arterías, tres venas, el plexo pam piniform e y dos ner­
inguinal
vios, revestidos concéntricamente por tres capas de tejido.
Otro nervio, el ilioinguinal, suele ser lateral a las tres p rin ­
cipales capas del cordón dentro del conducto inguinal.
Los elementos del cordón espermático se relacionan
entre sí del siguiente modo: 1) el plexo pam piniform e es Ligamento
de Poupart
anterior, y 2) el conducto deferente y los restos del proce­
so vaginal o el saco hemiario son posteriores. Estas estruc­
turas anatómicas, así como otras en ellas contenidas, es­ F ig u ra 9 .2 0 . Sección parasagital de la región inguinal media
tán recubiertas p o r la fascia espermática. El cordón derecha que ilustra la división de la lámina m usculoaponeu-
espermático, en su trayecto hacia el escroto, yace pro fu n ­ rótica en las paredes inguinales anterior y posterior. [ny2]
375

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> Skandalakis

Pared abdominal y hernias

Fascia transversal
Anatomía quirúrgica

Músculo transverso abdominal

M úsculo oblicuo interno

Músculo oblicuo externo

Fascia transversal

Aponeurosis del transverso abdominal

Ligamento inguinal

■noneurosis del oblicuo externo

Ligamento inguinal

Espina ilíaca anterosuperior

femoral

Cordón espermático

Cintilla iliopúbica Borde falciforme

Anillo interno

Fascia transversal

Conducto deferente

Hernia inguinal
directa Gran vena
safena

Ligamento inguinal

lagunar
Sínfisis pùbica
B
F ig u ra 9 .2 1 . A, Anatomía norm al de la pared posterior del conducto inguinal. Círculo inserto: Vaina femoral y su contenido.
B, Hernia inguinal directa. Obsérvese la cintilla iliopúbica. [s.k9]

ción de fascia de Colles (Figs. 9.24, 9.25 y 9.26). Se inser­ sando anterosuperiorm ente alrededor de los genitales has­
ta lateralm ente en las ramas isquiopúbicas y, p o steriorm en­ ta alcanzar la pared a b d o m in a l anterior.
te, en la base del diafragm a urogenital. Así, el espacio lla­
m a d o h e n d id u ra perineal superficial (Figs. 9 .2 4 y 9 .2 5 ) F as cia p ro fu n d a
queda lim ita d o posterior y lateralm ente. Esta h e n d id u ra li­
m ita en p ro fu n d id a d con la fascia muscular (de Gallaudet) La fascia muscular p ro fu n d a de la pared anterior (c o n o ­
del fo n d o de saco perineal superficial. La extravasación de cida c o m o fascia in n o m in a d a o de G allaudet) (Figs. 9.24,
líquido en esta área se p roduce en dirección anterior, pa­ 9.25 y 9.26) contin ú a sobre el cuerpo del pene o el clíto-
376

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Pared abdominal y hernias 9


Cinti Ila il ¡opúbica Extensión fascial del
ligamento de Gimbernat Tabla 9.6.Cordón espermático
y revestimiento
Pared Tres fascias:
medial de' Ligamento de
Gimbernat Espermática externa (de la fascia del oblicuo externo)
la vaina
femoral Cremastérica (del m úsculo oblicuo in tern o y su fascia)
Espermática interna (de la fascia transversal)
Borde estratificado Tres arterias:
del ligamento inguinal Arteria testicular
Arteria cremastérica
F ig u ra 9 .2 2 . Fosa piriforme de Fruchaud, popularizada por Arteria deferente
Madden. Tres venas:
Plexo pam piniform e y vena testicular
Vena cremastérica
Vena deferente
Tres nervios:
ris, fo rm a n d o su revestim iento fascial p ro fu n d o , que aquí
Rama genital del nervio genitofemoral
se d e n o m in a fascia de Buck. En el periné, esta dura capa
Nervio ilioinguinal
fascial co n tin ú a sobre la m usculatura superficial, d e n o m i­
Nervios simpáticos (plexo testicular)
nándose de nuevo fascia de Gallaudet o fascia perineal in ­
Vasos linfáticos
ferior (externa).
H ollin sh e a d 58 considera q u e la fascia de Buck es una Fuente: Skandalakis JE, Colborn GL, Pemberton LB, Skandalakis LJ y
capa indepe n d ie n te . Esta capa fascial, ju n to con el te jid o Gray SW. The surgical Anatomy of the inguinofemoral area: Part 2.
Contemp Surg, 38(2):28-38, 1991; con autorización.
conectivo resistente del extre m o inferior de la vaina del rec­
to y la cara ante rio r del pubis, fo rm a el lig a m e n to suspen­
sorio del pene o el clitoris. A contin u a ció n , avanza más dis-
ta lm e n te en ca lid a d de fascia p ro fu n d a de dichas
estructuras. espina del pubis; éste es el lig a m e n to inguinal (lig a m e n to
de P oupart). El lig a m e n to está en c o n ta c to lateralm ente
L ig a m e n to in g u in al con el m úsculo iliopsoas y su fascia, y m e d ia lm e n te con los
vasos sanguíneos femorales. Guarda asimismo una relación
El b o rd e inferior de la aponeurosis del o b lic u o externo indirecta con el anillo inguinal, la cintilla iliopúbica y otros
se extie n d e desde la espina ilíaca antero su p erio r hasta la engrasam ientos de la fascia transversal.

Fosa piriforme

F ig u ra 9 .2 3 .
A, Pared posterior («suelo») y fosa piriforme (flecha) del conducto inguinal. En esta ilustración, se ha reconstrui­
do la fascia de la pared posterior suturando el segmento superior al inferior (cintilla iliopúbica). B, Vista anterior del orificio mio-
pectíneo de Fruchaud. [ma2]
377

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■ Skandalakis

Pared abdominal y hernias

Fascia de C am per Fascia (p rofun d a ) de G a lla u d e t

\
Vaina rectal (línea alba)
Anatomía quirúrgica

Espacio p ote ncia l de la pared a b d o m in a l (c o ntin u o


Fascia de Scarpa con la h e n d id u ra superficial del periné)

L ig a m en to fu n d ifo rm e

L ig a m en to suspensorio

D artos (fascia superficial)

H endidura perineal superficial


(p u n to de e xtravasación) Cuerpo esponjoso

M ú s c ulo b ulb o esp o njo so


Fascia (p rofun d a ) de Buck
Fascia de G a lla u d e t (fascia
perineal externa)

Fascia de Colies

Fascia de Cam per

Túnica d artos del escroto

F ig u ra 9 .2 4 . Fascia superficial (dartos): compuesta por la fascia de Scarpa (membranosa) y músculo, y por la fascia de Cam-
per, que es adiposa. La fascia de Gallaudet es la co ntinuación de la fascia de Buck.

Doyle59 advirtió acerca de la posibilidad de que fuera Fa- R e la c ió n d e la fa s c ia y la ap o n eu ro sis


lopio, y no Poupart, quien describiera por vez primera esta d e l m ú s c u lo o b lic u o e x te rn o
banda aponeurótica c o m o un ligam ento, habiendo cons­ c o n la in g le
ta ta d o que n in g u n o de los biógrafos de Poupart le había
a trib u id o d ic h o de scu b rim ie n to . A ñadió que Poupart era En la región inguinal, no hay presencia del músculo o b li­
m u ch o más conocido por sus escritos sobre apariciones fan­ cuo exte rn o . Sólo su aponeurosis (Fig. 9 .2 7 ) se extie n d e
tasmales, libélulas e insectos hermafroditas. inferior y m e d ia lm e n te para pasar en localización a n terior
El lig a m e n to de G im b e rn a t y el lig a m e n to in g u in a l al m úsculo recto. En este p u n to , se une a las aponeurosis
p legado se fo rm a n antes de que el lig a m e n to inguinal al­ de los m úsculos o b lic u o in te rn o y transverso a b d o m in a l
cance la espina del pubis (véase más a d e lante la sec­ para fo rm a r la capa anterior de la vaina del recto. Entre esta
ción dedicada al lig a m e n to de G im b e rn a t [lig a m e n to la­ inserción y otra inferior en el pubis se localiza un hiato trian­
gunar]). g ular (a nillo inguinal superficial) a través del cual pasa el
378

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Pared abdominal y hernias 9


Fascia de Camper Fascia (profunda) de Gallaudet

\
Fascia de Scarpa Músculo recto abdom inal

Dartos (fascia superficial))

Cuerpo esponjoso
Hendidura superficial

Fascia de Gallaudet
(fascia perineal externa)

Fascia (profunda) de Buck


Fascia de Colles

Fascia de Camper

F ig u ra 9 .2 5 . Fascias superficial y profunda del pene. Obsérvese la contin u id ad entre los elem entos de la fascia superficial (que
form an la fascia superficial del pene), así com o la continuidad de la fascia de Gallaudet de la pared abdom inal con la fascia p ro­
funda (de Buck) del pene. Se muestra asimismo la h en didura entre la fascia superficial (de Colles) del periné y la fascia p ro fu n ­
da (de Gallaudet) del periné.

co rd ó n esperm ático o el lig a m e n to red o n d o . La fascia in­ y de nuevo en 1 9 8 5 65, los autores de N óm in a anatóm ica
n om inada que reviste el m úsculo oblicuo externo continúa ad m itie ro n que el uso m édico sancionaba «tendón c o n ju n ­
interiorm ente para fo rm a r la fascia espermática externa del to» antes que «hoz inguinal». Acordaron que «te n d ó n c o n ­
cord ó n espermático. ju n tiv o » podía considerarse una «alternativa oficial».
El te n d ó n co n ju n to es, p o r definición, la fusión de fibras
Á re a c o n ju n ta (te n d ó n ) inferiores de la aponeurosis del o b licu o in te rn o con fibras
similares de la aponeurosis del transverso a b d o m in a l en su
El té r m in o « te n d ó n c o n ju n to » está eclipsado p o r los inserción en la espina y la rama superior del pubis.
n om bres de las estructuras reales o im aginarias de la re­ Esta descripción es sencilla y clara. El problem a reside en
g ión ingu in a l. Si se consulta un diccionario m édico, puede que la config u ra ció n anatóm ica así descrita se encuentra
constatarse que los anatomistas decidieron en 18 9 5 60 que m u y rara vez. H ollinshead58 calcula su presencia en sólo el
debía llamarse «hoz inguinal»; cuando se to m ó esta deci­ 5 % de los casos; C o n d o n 66 a d m ite hasta un 3%; McVay61
sión, la a n atom ía ing u in a l se encon tra b a aún en fase de piensa que sólo se da secundaria a disección.
desarrollo. Con to d o , los cirujanos y anatomistas seguimos actuan­
En to rn o a 1900, el té rm in o tendón c o n ju n to apareció d o c o m o si la presencia del te n d ó n c o n ju n to fuera h a b i­
en la bibliografía61; no se ha determ inado cuándo se em pleó tual. Skandalakis y cois.52 revisaron 100 estudios de her-
por prim era vez. Aparece en la edición de Gerrish de Text- n io rra fia (in c lu y e n d o siete casos p ro p io s ) en los q u e se
book o f A natom y by American Authors62. En 1 9 5 0 63, 19 6 0 64, afirm ab a so le m n e m e n te q u e «se ha s u tu ra d o el te n d ó n
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• Skandalakis

Pared abdominal y hernias

Pared abdominal
Anatomía quirúrgica

co n ju n to al borde estratificado del ligam ento inguinal» o «al • El té rm in o «área conjunta» puede aplicarse correctam en­
lig a m e n to de Cooper». te a la región que contiene el lig a m e n to de Henle, la apo­
Para una herniorrafia inguinal, se usan en el q u iró fa n o neurosis del transverso a b d o m in a l, las fibras inferomedia-
la aponeurosis del transverso abd o m in a l, la fascia transver­ les del m ú s c u lo o b lic u o in te rn o o su apon e u ro sis, el
sal y el b o rde lateral de la vaina del recto. O ca sionalm en­ lig a m e n to inguinal pleg a d o y el borde lateral de la vaina
te, se em plean el m úsculo o b lic u o interno, la aponeurosis del recto.
del ob licu o interno, la hoz inguinal (en su sentido original),
el lig a m e n to inte rfo ve o la r o el lig a m e n to inguinal plega­
do. N in g u n a de estas estructuras es «conjunta», pero exis­
te una tendencia entre los cirujanos a em plear este té rm i­
no para c u a lq u ie r masa de fascia o a p o n e u ro sis de los
músculos o b licu o in te rn o y transverso a b d o m in a l.
Puesto que en esta región se encuentran yuxtapuestas
diversas estructuras y el té rm in o «conjunto» está m u y ex­
te n d id o , Gray y Skandalakis67 propusieron que el área del
te n d ó n c o n ju n to debería renombrarse co m o «área co n ju n ­
ta» (véase Fig. 9.6). Esta área puede identificarla fá c ilm e n ­
te el ciru ja n o in e x p e rim e n ta d o que sabe que ocasional­
m e n te es tendinosa; d ich o de o tro m o d o , se trata del área Ligamento

en la que se localizaría el ten d ó n conjunto, si existiese. Cree­ Músculo ot licuó Aponeurosis del
mos que nuestra sugerencia se ajusta ta n to al m ito co m o oblicuo externo
Nervio ilioinguinal
a la realidad. Aponeurosis
Músculo
Hemos tratado de evitar esta controversia, pero los m u ­ del transverso
Cordón abdominal
chos años de enseñanza de la anatom ía y práctica q u irú r­
gica nos exigen adoptar una postura, basada en las siguien­
tes afirmaciones:
• «El te n d ó n c o n ju n to no existe.» (M cVay)61.
• «La d istin ció n entre hoz inguinal y te n d ó n c o n ju n to es F ig u ra 9 .2 7 . Se ha practicado una incisión en la ap o n eu ro ­
de gran sutileza ana tó m ica , pero hemos de re conocer sis del oblicuo externo, con retracción superior y medial. Se
que tiene escasa relevancia práctica en el quiró fa n o , su­ ha movilizado y retraído el cordón espermático en el conduc­
p o n ie n d o que se entienda tal distinción.» (C o n d o n )66. to inguinal. [s£4]
380

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Pared abdominal y hernias 9


L ig a m e n to d e G im b e rn a t lig a m e n to indepe n d ie n te , sino sim p le m en te de una parte
de la aponeurosis del o b lic u o e xterno que se inserta en la
(lig a m e n to la g u n a r)
fascia del pectíneo fo rm a n d o un ángulo respecto de la cres­
El lig am ento de G im b e rn a t (Fig. 9.28) es una extensión ta pectínea. Asim ismo, señaló que esta estructura no exis­
tria n g u la r del lig a m e n to inguinal antes de su inserción en te en recién nacidos.
la espina del pubis. Se inserta en el pecten del pubis, y su
e xtre m o lateral se fusiona con el e xtre m o p ro x im a l del li­ L ig a m e n to d e C o o p e r
g a m e n to de Cooper. C o n d o n 68 afirm ó que «[el lig a m e n to
(lig a m e n to p e c tín e o )
de G im b e rn a t] nunca fo rm a el b o rde m edial del co n d u cto
fem oral normal». A nálogam ente, D oyle59 subrayó que el li­ Hace casi 200 años, Sir Astley C ooper70 describió este «li­
g a m e n to lagunar es m edial en 4 m m a 15 m m al anillo fe ­ gam ento». Uno de los autores de este capítulo (JES) ha afir­
moral, y no co n trib u ye p o r ta n to a la fo rm a c ió n de su b o r­ m a d o reite ra d a m e n te que la anatom ía del lig a m e n to de
de m e d ia l. El re su lta d o de los cie n to s de disecciones Cooper continúa siendo una incógnita. Cada vez que disec­
practicadas p o r el e x p e rim e n ta d o a u to r de este capítulo, ciona un cadáver reciente, debe cam biar su ¡dea de la ana­
ta n to sobre m aterial fijo o m ó vil, le llevan a no a lb ergar to m ía de este liga m e n to . Con to d o , presentamos a c o n ti­
du d a alguna respecto a la validez de este p u n to de vista. nuación los datos más verosímiles, sin p o d e r avalarlos con
Otros investigadores, en cambio, sostienen que el ligam en­ demasiada convicción.
to lagunar form a el b orde medial del co n d u cto . Según Nyhus y Bom beck71, el «periostio de la pelvis(...)
El lig a m e n to lagunar fue descrito p o r vez prim era por se fusiona estrecham ente con otra condensación de la fas-
A n to n io de G im b e rn a t en 1 7 9 3 69. Según M a d d e n 53, el liga­ cía transversal y la cintilla iliopúbica para fo rm a r el ligam en­
m e n to puede apreciarse «sólo cuando la fosa p iriform e está to de Cooper».
c o m p le ta m e n te descubierta», ya que c o n fo rm a práctica­ Según H ollinshead58, «[el lig a m e n to de C ooper] se des­
m ente el suelo de dicha fosa. cribe en ocasiones s im p le m e n te co m o la co n tin u a c ió n del
Doyle59 a rg u m e n tó que debe abandonarse el té rm in o lig a m e n to lagunar».
«lig a m e n to lagunar», pues no se trata de una estructura o C o n d o n 66 afirma que el lig a m e n to de C oo p e r es el pe­

F ig u ra 9 .2 8 . Ligamento inguinal, ligam ento lagunar (de Gimbernat), ligam ento pectíneo (de Cooper), com p artim en to n eu ­
romuscular, com partim ento vascular, co m partim ento del conducto femoral. [s k l2 ]
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• Skandalakis

Pared abdominal y hernias

riostio de la rama superior del pubis, firm e m e n te reforza­ Está reforzado p o r las fibras plegadas p o ste rio rm e n te de la
do p o r la fascia e n d o a b d o m in a l (fascia transversal), y ta m ­ cintilla iliopúbica de la fascia transversal.
bién p o r la aponeurosis del transverso a b d o m in a l y la cin- M a d d e n 53 describe el ligam ento de Cooper co m o una lí­
Anatomía quirúrgica

tilla iliopúbica m ed ia lm e n te . nea conjunta de inserción para la cintilla iliopúbica superior­


Según McVay61, el lig a m e n to es el periostio de la rama mente y la porción fascial del ligamento de G im benat inferior-
superior del pubis, lateral a la espina del m ism o, d o n d e se mente, así com o el origen del músculo pectíneo y su fascia.
inserta la aponeurosis inferior del transverso abdo m in a l. N uestra e x p e rie n cia d e m u e stra que el lig a m e n to de
F. W ood Jones72 afirm a que una extensión lateral de las C ooper incluye elementos de las siguientes estructuras ana­
densas fibras tendinosas de la base del lig a m e n to lagunar, tóm icas:
que recorre la cresta pectínea, fo rm a el lig a m e n to pectí- • Periostio.
neo (lig a m e n to de Astley C ooper). • Porción lateral del lig a m e n to lagunar (fusionada con el
Harold Ellis73 describió el lig a m e n to pectíneo (de C oo­ periostio).
per) co m o un periostio engrosado a lo largo del borde pec­ • Fibras con origen en la porción superior de la fascia pec­
tíneo de la rama superior del pubis, que co n tin ú a m e dial­ tínea, de tal m o d o que la fascia es subyacente al perios­
m ente con la porción pectínea del lig a m e n to inguinal (de tio y el lig a m e n to lagunar. Tal vez pueda afirmarse que
G im b e rn a t o lagunar). es una región de origen de un m úsculo (pe ctín e o ) ade­
N e id h a rd t74 sostiene que el lig a m e n to inguinal está fo r­ más de una región de inserción.
m ado p or tres capas: • Fibras aponeuróticas de la inserción del transverso a b d o ­
• La capa profunda, que presenta continuidad con el perios­ m inal y la cintilla iliopúbica.
tio de la rama superior del pubis. • Inserción de la fascia transversal.
• La capa media, muscular, fo rm ada p o r el m úsculo pectí­ • (O ca sio n a lm e n te ) fibras de la inserción del te n d ó n del
neo. recto.
• La capa aponeurótica superficial, fo rm a d a p or el solapa- • (O casionalm ente) fibras de la inserción del m ú sculo o b li­
m ie n to de fibras verticales de la aponeurosis del pectíneo cuo interno.
y fibras horizontales que discurren a lo largo de la línea • Fusión de la lámina e xterior del tejido co n ectivo extrape-
arqueada de la pelvis. ritoneal.
G a rd n e r y cois.75 d e fin ie ro n el lig a m e n to de C o o p e r A efectos prácticos, el lig a m e n to de C o o p e r se c o m p o ­
c o m o una « (...)extensión perióstica lateral del lig a m e n to ne de:
lagunar a lo largo de la cresta pectínea, que recubre dicha • Periostio de la cresta pectínea.
cresta y la porción superior de la fascia del pectíneo». • Inserción superior de la cintilla iliopúbica en el periostio.
Según Lockhart76, «una extensión lateral desde el liga­ • Inserción inferior del lig a m e n to lagunar en el periostio.
m e n to lagunar a lo largo de la cresta pectínea, se d e n o m i­ • O rigen del te n d ó n del pectíneo interiorm ente (Fiqs. 9.29,
na lig a m e n to pectíneo (de Astley Cooper)». 9.30 y 9.31).
Last9 ind icó que la cresta pectínea de la rama h o rizo n ­
¿Debemos los anatom istas y cirujanos p e d ir la m a y o r
tal del pubis, recubierta de una extensión del te n d ó n c o n ­
precisión que pueda determ inarse razonablem ente? ¿Es la
ju n to que se fusiona con el periostio, se denom ina ligam en­
palabra «ligam ento» la correcta? Si el lig a m e n to es el pe­
to pectíneo (o lig a m e n to de Astley C ooper).
riostio, este «ligam ento» es entonces el refuerzo a p o rta d o
Basmajian y S lo n ecker77 a firm a ro n que el lig a m e n to
p o r un grueso te jid o fibroso de diversas estructuras a n a tó ­
pectíneo es una resistente banda fibrocartilaginosa de pe­
micas. ¿Y qué decir del c o n ce p to de que el lig a m e n to de
riostio.
C o o p e r está in te g ra d o en el c o m p le jo de la aponeurosis
Decker y Du Plessis78 afirm an que el a g u d o b o rd e la­
del o blicuo externo? ¿Deben cambiar las concepciones m o ­
teral del lig a m e n to lag u n a r p ro d u ce una extensión fascial
dernas sobre las láminas a n te rio r y p o ste rio r de la pared
en d irección posterior que recorre 12 m m de la cresta ilio-
a b dom inal y el co n d u cto inguinal y, por ta n to , sobre la her-
pectínea (re b o rd e de la pelvis). En este p u n to , se fusiona
niorrafia inguinal (véase Fig. 9.21)? Lo dudam os.
con el p eriostio, d e n o m in á n d o s e lig a m e n to de Cooper.
En to d o caso, una cosa es segura: el lig a m e n to de
Los autores a ñ a dieron que a c tu a lm e n te (1 9 8 6 ) se piensa
C oo p e r está a disposición del cirujano que decida u tilizar­
que las fibras aponeu ró tica s del transverso a b d o m in a l, o
lo, con ind e p e n d e n cia de que se tra te o no de un « liga­
de la p ro p ia fascia transversal, se insertan en el lig a m e n ­
m ento».
to pe ctín e o en localización e ntre 4 m m y 8 m m lateral al
lig a m e n to lagunar.
Lin d n e r79 considera el lig a m e n to pectíneo (de C ooper) Re c o r d a r :

una extensión lateral de ias fibras inferiores del ligam ento • La cintilla iliopúbica se inserta superio rm e n te en el liga­
lagunar a lo largo de 3 cm p or la cresta pectínea del pubis. m e n to de Cooper.

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Pared abdominal y hernias

Fascia transversal verso) a m edida que se apro xim a a la vaina del recto (véa­
se Fig. 9.1). Cerca del anillo interno, está recu b ie rto p o r el
arco m u c h o más m u scu la r del m ú scu lo o b lic u o in te rn o
(véase Fig. 9.5), si bien aparece raras veces revestido en la
po rció n medial infe rio r de la región inguinal. Recuérdese
que, en la región del c o n d u c to inguinal, el o b lic u o inte rn o
es muscular. El transverso a b d o m in a l es a p o n e u ró tic o .

Ligamento de Henle (hoz inguinal)


El lig a m e n to de Henle se d e n o m in ó o rig in a lm e n te hoz
inguinal. Preferimos el p rim e r té rm in o p o rq u e la hoz se ha
venido co n fu n d ie n d o con el ten d ó n c o n ju n to (descrito pre­
v ia m e n te en este capítulo). El lig a m e n to de Henle es la ex­
Ligamento lagunar
(ligam ento de Gimbernat)
tensión vertical lateral de la vaina del recto qu e se inserta
en el pecten del pubis. Dado que el lig a m e n to está presen­
F ig u ra 9 .2 9 . Algunas estructuras anatómicas que intervie­ te en un te rcio de los pacientes, y que se fu sio n a con la
n en en la formación del ligamento pectíneo (de Cooper) (muy aponeurosis y la fascia del transverso, puede visualizarse en
esquemáticamente). [co5] ocasiones en el ca m p o q u irú rg ico , de fo rm a que la aguja
del cirujano puede perforarlo una o dos veces en el curso
de una herniorrafia.
° El lig a m e n to de G im b e rn a t se inserta en parte en el liga­
m e n to de C oo p e r inferiorm ente. Ligamento interfoveolar
• El te n d ó n del pectíneo se origina inferiorm ente en el liga­ (ligamento de Hesselbach)
m e n to de Cooper. Su p orción m edial está recubierta por
el lig a m e n to de G im bernat. El ligam ento interfoveolar es un engrasam iento de la fas­
cia transversal en la cara medial del anillo inguinal interno.
Arco del transverso abdominal Se localiza frente a los vasos epigástricos inferiores en form a
de tela de araña. N o es un ligam ento verdadero, y, cuando
El arco del m úsculo transverso a b d o m in a l se hace m e­ está bien desarrollado, da la impresión de que se trata sólo
nos m uscular y más a p o n e u ró tico (aponeurosis del trans­ de una condensación lateral del ligam ento de Henle.

Fascia transversal

Cintilla
iliopùbica
Aponeurosis
pectínea
Cresta
pectínea

pectíneo
Músculo pectíneo

F ig u ra 9.3 0 . Inserción de la cintilla iliopúbica en el ligamen­ F ig u r a 9 .3 1 . El ligamento lagunar (de Gimbernat) recubre
to de Cooper y posible origen de la aponeurosis pectínea (muy parcialmente la aponeurosis pectínea (muy esq uem áticam en­
esquemáticamente). [co5] te). [co5]

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* Skandalakis

Pared abdominal y hernias

Ligamento inguinal plegado m e n te en una hernia in g u in a l indirecta, pero no en una


clásica hernia supravesical externa.
(ligamento de Colles)
El cirujano que opere accediendo a esta región, debe
Anatomía quirúrgica

El lig a m e n to Inguinal p le g a d o se c o m p o n e de fibras estar fa m iliarizado con la anatom ía topográfica, te ner pre­
aponeuróticas del pilar infe rio r del anillo inguinal externo sente la fisiología quirú rg ica , y estar seguro de la técnica
que se extienden hasta la línea alba. Los anatom istas fra n ­ de acceso a los pilares.
ceses lo d e n o m in a n pilar posterior.
Pilares de la fascia transversal
Cintillo iliopúbica
Los pilares de la fascia transversal son un e ngrasam ien­
A le xander T h o m s o n d escribió la c in tilla ilio pú b ica to de esta fascia. Forman un anillo in c o m p le to con form a
en 183680. Algunos historiadores creen que Hasselbach81 pro­ de «V» o «U» invertida en el anillo inguinal p ro fu n d o (véa­
porcionó una descripción ya en 1814. La cintilla se conoce se Fig. 9.19). Los pilares son dos. El largo pilar a n te rio r (su­
po r diversos nombres: ligam ento de T hom son, arco crural perior) se inserta en el m úsculo transverso a b d o m ina l o en
profundo, arco femoral profundo, vaina femoral anterior y (en su aponeurosis. El co rto pilar posterior (inferior) se inserta
francés) bandelette iliopubienne [cintilla Iliopúbica]. en la cintilla iliopúbica.
La c in tilla ilio p ú b ic a es una ban d a a p o n e u ró tic a
que nace p ró xim a a la espina ilíaca anterosuperior. Se ex­ Recordar:

tiende m e dialm ente para insertarse en el lig a m e n to de Co- Los vasos sanguíneos del crem áster (Figs. 9.32 y 9.33)
oper. Forma el borde infe rio r de la capa m usculoaponeu- y la rama genital del nervio g e n itofem oral se localizan m uy
rótica p ro fu n d a , in te g ra d a p o r el m ú s c u lo transverso cerca de la cintilla iliopúbica, en la pared posterior del ca­
abd o m in a l y su aponeurosis y la fascia transversal (véanse nal inguinal.
Figs. 9.21 A y B). Según C o n d o n 82, la cintilla iliopúbica es visible a lo lar­
Lateralmente, la cintilla se inserta en las fascias del ilía­ go del borde infe rio r del anillo inguinal p ro fu n d o , si bien
co y el psoas. C on tin ú a más lateralm ente a la espina ilíaca está parcialm ente recubierta p o r el lig a m e n to inguinal.
anterosuperior. Discurre m e d ia lm e n te para fo rm a r el b o r­ Para m ostrar la cintilla iliopúbica a nuestros estudian­
de infe rio r del a nillo inguinal inte rn o . Junto con la fascia tes, señalamos las siguientes regiones (Fig. 9.32):
transversal, la cintilla cruza los vasos fem orales para fo rm a r
• Proximal: En el b o rd e infe rio r del anillo inguinal p ro fu n ­
el borde anterior de la vaina fem oral. La cintilla se curva en
do, se eleva el lig a m e n to inguinal, se lim pia el te jid o lo­
to rn o a la cara medial de la vaina fem oral para insertarse en
calizado inferior y p o ste riorm ente, y se agarra el área de
el lig a m e n to pectíneo. C on fo rm a el borde medial del ani­
co lo r plateado con un hem ostato. Éste es el origen q u i­
llo fem oral y el c o n d u c to fem oral. Su borde inferior se une
rú rgico de la cintilla iliopúbica.
al borde inferior del lig a m e n to inguinal a lo largo de una
• Distal: Tras lim p ia r la fosa p iriform e, los tejidos supraya-
línea de fusión de densidad variable en la región del c o n ­
centes se agarran con o tro hem ostato. Éste es el té rm in o
d u c to inguinal.
q u irú rg ic o de la cintilla iliopúbica. El m o v im ie n to de un
C o n d o n 66 e n c o n tró la presencia de la c in tilla ilio p ú b i-
h e m ostato generará el m o v im ie n to del otro.
ca en el 9 8 % de sus disecciones. Señaló que se ha c o n fu n ­ • Medial: Una cuidadosa separación y elevación de la fu ­
d id o a m e n u d o con el lig a m e n to in g u in a l, el cual, a u n ­
sión entre el lig a m e n to inguinal y los tejidos localizados
q u e cercano, pertenece a la capa m u scu lo a p o n e u ró tica inferior y poste rio rm e n te revelará un eng ra sa m ie n to de
superficia l. La c in tilla ilio p ú b ic a fo rm a p a rte de la capa
la fascia transversal. Ésta es la cintilla iliopúbica.
p ro fu n d a .
El borde estratificado del lig a m e n to inguinal tiene una Arco iliopectíneo
localización ante rio r al arco ilio púbico; po r lo ta n to , puede
visualizarse el arco ilio pú b ico m ed ia n te una disección an­ El arco iliopectíneo es una banda de fascia y fibras apo­
te rio r especial. Con el c o rd ó n esperm ático elevado, pue­ neuróticas que marca la inserción de la aponeurosis
de, en cierta m edida verse la inserción m u tu a del borde es­ del o b licu o externo en las fascias de los músculos ilíaco y
tratificado del o blicuo externo y la cintilla iliopúbica, o bien psoas. Se inserta lateralmente en la espina ilíaca anterosupe­
su co n tin u id a d . rior y m edialm ente en la eminencia iliopúbica (iliopectínea).
C o m o se ha señalado ante rio rm e n te , M a d d e n 53 asume El arco iliopectíneo (Fig. 9 .34) divid e el espacio bajo el
que la cintilla iliopúbica es el segm ento inferior de la pared lig a m e n to inguinal en dos espacios separados: la laguna
posterior del c o n d u c to inguinal. Dejó escrito que la clave m uscular del m úsculo iliopsoas lateralm ente, y la laguna
para c o m p re n d e r la cintilla iliopúbica está en la fosa piri­ vascular de los vasos ilíacos externos m e d ia lm e n te . En la
form e, cuyos límites se han descrito previam ente en la sec­ región de la em inencia iliopectínea, la banda fascial se ve
ción titulada «Anatomía del c o n d u c to inguinal del adulto». reforzada por las profusas aportaciones de la fascia del mús­
La cintilla iliopúbica, p o r ta n to , está im plicada inferior- culo pectíneo y otras estructuras, c o n fo rm a n d o un c o m -
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Pared abdominal y hernias

Pared inguinal posterior: Aponeurosis del transverso abdominal


Fascia transversal

Aponeurosis del
oblicuo externo
Arco del músculo
oblicuo interno

Cordón espermático

Área conjunta

Inicio quirúrgico de la cintilla


iliopùbica (proximal)

Aponeurosis del
Terminación quirúrgica
oblicuo externo
de la cintilla iliopùbica (distai)

Ligamento lagunar

Vasos cremastéricos y rama genital


Ligamento inguinal con borde del nervio genitofem oral
estratificado elevado y retraído

F ig u ra 9 .32. Cintilla iliopubica y relaciones con la rama genital del nervio genitofemoral. [co5]

piejo fascial d e n o m in a d o fascia ¡llopectínea. El cirujano no La inserción de las fibras del lig a m e n to inguinal.
emplea nunca directam ente esta fascia, pero es una im p o r­ El o rigen de parte del m úsculo o b lic u o interno.
tante u nión c o m ú n a muchas estructuras inguinales late­ El o rigen de parte del m úsculo a b d o m in a l transversal.
rales. Estas estructuras son: Parte de la inserción lateral de la cintilla ilio pú b ica . For­
ma p arte asim ism o de la pared lateral de la vaina fe m o ­
• La inserción de las fibras de la aponeurosis del oblicuo ex­
ral.
terno.

F ig u r a 9 .3 3 . Trayecto de la rama genital del


nervio genitofemoral desde el anillo inguinal
p rofundo hasta el lado medial del cordón es­
permático (muy esquemáticamente). AF, Arte­
ria femoral; VF, Vena femoral. [co5]

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• Skandalakis

Pared abdominal y hernias

del transverso abdom inal, pero en otras regiones es gruesa


y bien diferenciada70. En sí misma, en to d o caso, la fascia
transversal es una capa débil, inútil para la herniorrafia; sin
Anatomía quirúrgica

em bargo, fusionada con la aponeurosis del transverso a b d o ­


minal, constituye un «buen material» para la reparación.

Lámina posterior de Cooper


de la fascia transversal
Uno de los autores de este capítulo, el Dr. John E. Skan­
Cintilla dalakis, ad m ite que, a pesar de su fam ilia rid a d con las p u ­
Vaina femoral iliopùbica
blicaciones de C o o p e r70,83, él y sus colegas nunca pensa­
Ligamento
ron en la p o s ib ilid a d de la existencia de una fo rm a c ió n
de Cooper
Ligamento inguinal
b ila m in a r de la fascia transversal en la región inguinal (Fig.
9 .3 5 ) hasta que conocieron el trabajo de Read84.
En sus52 innu m e ra b le s disecciones (con cadáveres re­
cientes y conge la d o s) y experiencia en el q u iró fa n o , e n ­
co n tra ro n una fina m em bra n a que recubría la grasa p e rito ­
neal. Le prestaron escasa aten ció n , pues la presencia de
F ig u r a 9 .3 4 . Arco iliopectíneo. [uy3\ m ás grasa preperitoneal les in d u jo a pensar q u e se trataba
sim p le m e n te de una m em bra n a de te jid o papiráceo que

Fascia transversal en la región inguinal


Sir Astley C o o p e r70 describió la fascia transversal del si­ Cordon espermâtico Músculo psoas
g uie n te m odo:
Ligamento inguinal Vaina fem oral posterior
«Cuando las porciones inferiores de los músculos trans­
Vaina femoral anterior
versal y oblicuo interno se desprenden de sus inserciones Arteria femoral

subyacentes, se encuentra una capa fascial interpuesta en­


Fosa oval Capas fasciales
tre éstos y el peritoneo, a través de la cual emergen los va­
1. Oblicua externa
sos espermáticos desde el abdomen. Esta fascia, que me he 2. Fascia lata
3. Fascia transversal
aventurado a denom inar fascia transversal, presenta una
4. Fascia iliaca
densidad variable, y es resistente e inflexible hacia el ilion,
pero débil y más celular h a d a el pubis.»

El c o n d u c to inguinal se asemeja a una h e ndidura entre


dos grandes capas aponeuróticas: la capa ante rio r está fo r­ Arteria epigástrica
Músculo psoas
m ada p o r la aponeurosis del ob licu o exte rn o y la fascia in­ inferior

no m in a d a (de G allaudet); la capa posterior está fo rm ada Arteria ilíaca externa


Cordón espermático
por la aponeurosis del ob licu o interno, por la del transver­
Ligamento inguinal Vaina femoral posterior
so a b d o m in a l, y p o r la fascia transversal (véanse Figs. 9.19
Vaina femoral anterior
y 9.35). Esta ú ltim a capa es de vital im porta n cia para el ci­
rujano que repara el suelo del c o n d u c to inguinal. Arteria femoral

El té rm in o «fascia transversal» se aplicaba tra d ic io n a l­ Fosa oval


Capas fasciales
m e n te a la fascia profu n d a que recubre la cara interna del 1. Oblicua externa
m úsculo a b d o m in a l transverso. A ctu a lm e n te , el té rm in o 2. Fascia lata
3. Fascia transversal
indica la to ta lid a d de la capa de te jid o co n ectivo que re­ a. Lámina anterior
viste la musculatura de la cavidad abd o m in a l. En algunas b. Lámina posterior
4. Fascia ilíaca
áreas, esta capa fascial recibe nombres específicos, com o fas­
cia «ilíaca» o «psoas», cuando recubre estos músculos en F ig u r a 9 .3 5 . A, Fascia transversal y vaina fem oral (concep­
concreto. ción antigua). B, Fascia transversal y vaina femoral (concepción
La fascia transversal es de naturaleza variada. Es fina y actual), con énfasis en la naturaleza bilaminar de la fascia trans­
m u y adherente en la porción que recubre la aponeurosis versal en la región inguinal (m uy esquemáticamente). [sk4\
386

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Pared abdominal y hernias

recubría la grasa. N unca consideraron d ich o tejid o la lá m i­ Espacios y fosas


na posterior de C oo p e r de la fascia transversal.
Espacio de Bogros
Observaron «la fascia transversal» (a p a re n te m e n te , la
lám ina anterior), pero consideraron que esta lám ina sola El te jid o adiposo y otros tejidos conectivos, sean g ru e ­
constituía la to ta lid a d de la fascia transversal. En cuanto al sos o finos, se localizan en un espacio situado entre el pe­
revestimiento de la grasa preperitoneal, no llegaron a inves­ rito n e o y la lám ina posterior de la fascia transversal, d e n o ­
tigar nunca su o rigen ni su term ina ció n . Asim ismo, a dvir­ m in a d o espacio de Bogros (Fig. 9 .3 7 ). Presenta bandas
tieron la presencia de los vasos epigástricos inferiores bajo fibrosas, y ocasionalm ente, se encuentran liposomas sim i­
la «fascia transversal». De nuevo, no prestaron atención a lares a los del co rd ó n esperm ático. El espacio p re p e rito n e ­
su fijación anterior, ni a su presencia más p ro fu n d a en la al q ueda al descubierto p le gando la p o rció n del perito n e o
grasa preperitoneal. parietal hacia la fosa ilíaca antes de alcanzar el pu b is11.
Es posible q u e la capa fascial que estamos d e n o m in a n ­ Según Stoppa (c o m un ica ció n personal de René Stop-
do «capa posterior» de la fascia transversal sea s im p le m en ­ pa a John E. Skandalakis, 1992), Bogros era un anatom ista
te una capa extraperitoneal de tejido conectivo. Parece que y cirujano francés que, en 1823, escribió una tesis sobre la
se trata de la misma capa tisular que p ro p o rcio n a el reves­ anatom ía q u irú rg ica de la región ilíaca. Bogros describió
tim ie n to fascial perirrenal. Si la «capa posterior» de la fas­ un espacio tria n g u la r con los siguientes límites:
cia transversal es ve rdaderam ente a trib u ib le al transverso • Lateral: Fascia ilíaca.
abdominal, o si es sim plem ente una lámina de tejido conec­ • Anterior: Fascia transversal.
tivo extraperitoneal, sigue siendo, tal vez, o b je to de d e b a ­ • Medial: Peritoneo parietal.
te. C iertam ente, es preciso seguir investigando.
Stoppa a firm ó acertadam ente que este espacio h e n d i­
ble c o m p re n d id o entre la pared y el p e rito n e o se conside­
Capas de la pared abdominal ra la p ro lo n g a c ió n infe rio r del gran espacio para u rin a rio
en la región inguinal posterior.
Hureau y cois.86-87, tras realizar estudios radiológicos y
De acuerdo con la a p roxim ación de Read84 de 1992 a la anatóm icos de esta región, consideraron que la c o m p o s i­
naturaleza de la fascia transversal, las capas de la pared ab­ ción de la región paraurinaria posterior es la siguiente:
do m in a l en la región inguinal son las siguientes (Fig. 9.36):
• Anterior: Grasa de Gerota conte n id a en la fascia.
1. Piel. • Posterior: Un espacio posterior, que m u y p ro b a b le m e n te
2. Fascias subcutáneas (de C am per y Scarpa) de c o n te n i­ incorpora el espacio de Bogros, en la fosa ilíaca interna.
do adiposo (fascia superficial).
Según Bendavid88, el espacio de Bogros es una e x te n ­
3. Fascia innom inada (de Gallaudet). Esta fascia puede no
sión lateral del espacio retropúbico de Retzius. Puede explo­
reconocerse siempre com o estructura específica. Su pre­
rarse practica n d o una incisión en la fascia transversal des­
sencia o ausencia carece de relevancia quirúrgica. Da lu­
de el a n illo in te rn o hasta la cresta del p u b is. B endavid
gar a la form ación de la fascia espermática externa.
describió ta m b ié n que existe m u y p ro b a b le m e n te una red
4. Aponeurosis del o b licu o externo, inclu ye n d o los liga­
venosa localizada en la porción inferior y a n te rio r del espa­
m entos ingu in a l, lagunar e inguinal plegado (véanse
cio de Bogros, fijada a la pared anterior. El «círculo ve n o ­
Figs. 9.3, 9.5 y 9.27).
so» de Bendavid, localizado en el espacio su b inguinal de
5. C ord ó n esperm ático.
Bogros, es una red venosa circular variable com puesta por
6. M ú s c u lo transverso a b d o m in a l y su a p oneurosis,
las venas epigástrica inferior profunda, iliopúbica, rectusial,
m úsculo o b lic u o interno, hoz ing u in a l (de Henle), y
re tropúbica y rectusioepigástrica co m u n ic a n te (Figs. 9.38
te n d ó n co n ju n to (cuando está presente)85. Estamos de
y 9.39). Bendavid aconsejó familiarizarse con este círculo ve­
acuerdo con McVay61 en que la p o rción inguinal del
noso, particularm ente a los cirujanos que em pleen material
músculo transverso abdominal se origina en la fascia del
protésico.
iliopsoas, y no en el lig a m e n to inguinal. El m úsculo se
inserta en el lig a m e n to pectíneo (de C ooper) (véase Citam os a C olborn y Skandalakis89:
Fig. 9.1).
El fascinante e instructivo ensayo de Bogros sobre la
7. Lámina a n te rio r de la fascia transversal.
anatom ía quirúrgica de la región inguinal estimula enor­
8. Lámina p o sterior de la fascia transversal.
memente la reflexión, más allá de las observaciones que es­
9. Tejido cone ctivo preperitoneal con grasa.
timamos interpretaciones erróneas comprensibles de a n a ­
10. Peritoneo.
tomía regional. Entre las descripciones ilustrativas de Bogros
C o n d o n 66 señaló que existen dos grupos de e stru ctu ­ se encuentra la que detalla el origen, trayecto y patrón de
ras, el uno reflejo del otro: el de la piel a la aponeurosis (1- ramificación de la arteria ilíaca circunfleja profunda (de­
4 precedentes), y el de la aponeurosis al p e ritoneo (6-10). nom inada ilíaca anterior en su tesis), vaso sanguíneo que

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* Skandalakis

Pared abdominal y hernias

Arteria ilíaca externa Músculo oblicuo interno


Arteria epigástrica inferior
Anatomía quirúrgica

Músculo recto abdominal


Arteria femoral
Anillo inguinal interno
Aponeurosis del oblicuo externo
Triángulo de Hesselbach

A Arteria
epigástrica
inferior Saco hemiario con intestino
Ligamento inguin„.

Saco hemiario con intestino


Anillo inguinal externo
Anillo
inguinal
interno

Peritoneo Anillo inguinal interno

Grasa preperitoneal Músculo recto


Fascia transversal abdominal Anillo inguinal interno
con encarcelación
Músculo transverso abdominal
Músculo oblicuo interno
Músculo oblicuo externo Anillo
Fascia de Scarpa inguinal
Fascia de Camper externo con
encarcelación
Saco hemiario

F igu ra 9 .3 6 . Las capas de la pared abdom inal en la región inguinal se m uestran en B y D. Se muestra asimismo el trayecto de
la hernia inguinal indirecta. Las líneas discontinuas indican los pu n to s de incisión. A y B, Encarcelación en el anillo externo.
C y D, Encarcelación en el anillo interno. E, Hernia inguinal lateral inusual. Puede producirse la hernia a través de fibras del
músculo oblicuo interno, superior y lateralm ente al anillo inguinal interno, [ski 1]

suele pasar desapercibido en las descripciones convencio­ cos inferiores, señala, están desprovistos de revestimiento
nales de la anatom ía de la región inguinal en el contexto seroso, siendo accesibles para una ligadura sin necesidad
de la herniorrafia inguinal. La m ayor parte de esta arteria de separar el peritoneo.
es subyacente a la cintilla iliopúbica, y es atravesada por Presumimos que el espacio extraperitoneal descrito p o r
varios nervios de importancia. Bogros, en el cual pueden ligarse y sujetarse los vasos ilía­
Bogros menciona el espacio extraperitoneal localizado cos externos y epigástricos inferiores, es la extensión con­
interiormente en la cavidad abdominal, donde el perito­ ju n ta del espacio que hoy se denom ina «espacio de Bo­
neo forma un pliegue desde la pared abdom inal anterior gros». Como ha a p u n ta d o el Dr. Bendavid, el espacio
hacia la fosa ilíaca. Allí, en un espado de unos 12 m m a preperitoneal de Bogros continúa con el espacio retropúbi-
14 m m de anchura, los vasos ilíacos externos y epigástri­ co de Retzius, y se accede a él en las herniorrafias externas
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Pared abdominal y hernias 9


una lám in a que pasa anteriorm ente a la arteria y vena
epigástricas inferiores, y otra posteriormente a dichos va­
sos. Es posible que Bogros estuviera fam iliarizado con el
trabajo de Cooper acerca de la fascia transversal bilaminar
en esta región.
A nuestro entender, la lám ina más anterior de tejido
conectivo extraperitonealpresenta una densidad conside­
rablemente variable, como tam bién es variable la ca n ti­
dad de tejido adiposo con el que puede estar unida. Sec­
cionando esta capa de tejido, puede penetrarse en el
espacio retropúbico de Retzius. La lám ina profunda es más
compleja. Medialmente a los vasos epigástricos inferiores,
parece fo rm a r el borde lateral de la fascia vesicoumbilical,
que contiene la arteria um bilical y el uraco. Parece que
esta lám ina forma, más o menos claramente, una estruc­
tura sim ilar a l mesenterio p a ra el ligam ento redondo o
conducto deferente. La manifestación inguinal de estas ca­
pas extraperitoneales de tejido conectivo no es sino una
expresión de las complejas especializaciones regionales de
esta matriz, ilustrada también p o r las fascias renales. Fu­
sionándose con el origen aponeurótico del transverso a b ­
dom inal en la fascia ilíaca, el tejido conectivo extraperito­
neal contribuye tam bién decisivamente a la apariencia de
la cintillo iliopúbica.
Bogros describe claramente el trayecto de la arteria epi­
gástrica inferior, observando que primero avanza interior­
F ig u ra 9 .3 7. Representación m u y esquemática de las capas mente y a continuación se curva abruptam ente en direc­
de la pared abdominal y la región inguinal. 1, fascia oblicua ex­ ción ascendente para alcanzar la pared abdominal anterior
terna (fascia de Gallaudet); 2, aponeurosis del oblicuo externo; y ascender p o r ella. Si, como afirm a Bogros, la arteria epi­
3, músculo oblicuo interno; 4, músculo transverso abdominal
gástrica inferior puede nacer de la arteria ilíaca externa
y su aponeurosis; 5, lám ina anterior de la fascia transversal
entre 0 cm y 5 cm proximalm ente al origen de la ilíaca cir­
(tercera capa); 6, fascia espermática externa; 7, ligamento de Co­
cunfleja profunda y el paso de la arteria principal bajo el
oper; 8, pubis; 9, músculo pectíneo; 10, posible u n ió n de las
láminas de la fascia transversal; 11, lám ina posterior de la fas­ ligamento inguinal, ¿afecta el punto de origen de la epigás­
cia transversal (segunda capa); 12, vasos (segundo espacio); trica inferior en la ilíaca externa a la longitud del espacio
13, peritoneo (primera capa); 14, espacio de Bogros (prim er mencionado, donde la arteria está desprovista de revesti­
espacio); 15, grasa preperitoneal; 16, aponeurosis del transver­ miento peritoneal? Bogros no esclarece esta interesante y
so abdom inal y lám ina anterior de la fascia transversal. 17, ar­ pertinente cuestión.
teria femoral; 18, vena femoral, [s k i 4] Es m u y probable que Bogros conociese el trabajo de
François Poupart (1 6 1 6 -1 7 0 8 ), que publicó su trabajo so­
bre el ligamento inguinal en 170S. Los investigadores no
saben si Bogros quería decir que parte de la arteria ilíaca
externa se localiza entre la fascia ilíaca y la fascia muscu­
lar intrínseca o el músculo ilíaco.
cuando se separa la lám ina posterior de la fascia transver­ La descripción de las ramificaciones y la distribución de
sal y se descubren los vasos epigástricos inferiores, recu­ los vasos epigástricos inferiores realizada p o r Bogros pre­
biertos de tejido adiposo. senta detalles enigmáticos. El autor observa que la prim e­
Bogros afirmó que existe una «capa de tejido celular» ra rama discurre medialmente para irrigar los tejidos del
entre la fascia transversal y los vasos epigástricos y, ade­ conducto femoral, de naturaleza notablemente linfática, y
más, que existe posteriormente una capa más gruesa de continúa luego para form ar anastomosis con la arteria ob-
tejido similar que separa los vasos del peritoneo. La capa turatriz, o bien pa ra reemplazarla. Estas importantes ob­
más anterior de fascia extraperitoneal ha sido detectada por servaciones, y el hecho de que dichos vasos pueden resul­
otros autores, como p o r ejemplo Read recientemente. Nos­ ta r fácilm ente lesionados en las herniorrafias, se han
otros hemos observado que la capa extraperitoneal de te­ mencionado a menudo en la bibliografía reciente. Bogros
jido conectivo se divide a menudo, m u y definidamente en señala que la segunda rama de la epigástrica inferior, la ar­
localización lateral a los vasos epigástricos inferiores, con teria retropúbica, puede asimismo constituir el origen de
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* Skandalakis

Pared abdominal y hernias


Anatomía quirúrgica

Vena ilíaca
circunfleja
profunda

Vena epigástrica Ligam ento Inguinal

inferio r

Vena iliopùbica

Vena fem oral

C ordón esperm ático

Vena o btu ra triz

F ig u r a 9 .3 8 . V asculatura ing u in al
profunda en el espacio de Bogros. [bel]

una arteria obturatriz aberrante. En una herniorrafia, a l­ das a la región inguinal, serían inaceptables p ara muchos
gunos autores recomiendan la escisión del ligam ento de investigadores contemporáneos. Entre otras cosas, consi­
Gimbernat (ligam ento lagunar), pero esto puede lesionar deraba que la fascia lata del muslo da origen a la fascia que
la arteria obturatriz aberrante («el enemigo inferior»), p ro ­ recubre la cavidad abdom inal y las paredes del abdomen
duciendo una hernia o una hemorragia abundante. externamente, lo cual es como decir que las manos y los
Al pensar en el llam ado «ligamento de Gimbernat», dedos son extensiones y derivados del pulgar.
suele asumirse que se trata de la porción lagunar del liga­
mento inguinal, el cual, tras su inserción en la espina del
pubis, se inserta a lo largo del ligamento pectíneo de Coo-
per. Resulta interesante señalar que Bogros se refiere a la
fascia transversal y a la aponeurosis del transverso (¿el ex­
tremo medial de la cintillo iliopúbica?) como ligamento de
Gimbernat, evidentemente en consonancia con la termino­
logía acepada en la época.
La descripción del origen, trayecto y relaciones de los va­
sos ilíacos externos y comunes es clara e interesante. Bo­
gros observa que puede trazarse una línea comenzando
más o menos a 1 cm por debajo del ombligo en la línea me­
dia, hasta el p u nto medio del ligamento inguinal, definien­
do así la posición subyacente de la artería ilíaca y su dis­
p o n ib ilid a d p a ra la palpación. Asimismo, señala que el
nervio femoral parte de la depresión existente entre el psoas
y el ilíaco, lateral a la arteria ilíaca externa, a cierta dis­
tancia cranealmente del ligamento inguinal. Ésta es una ob­
servación im portante actualmente, debido a la frecuente
colocación de grapas lateralmente al anillo inguinal inter­
no en la herniorrafia laparoscópica.
Algunas de las explicaciones sobre las disposiciones fas- F ig u r a 9 .3 9 . A-D, Variaciones en la vasculatura del sistema
cíales presentadas p o r Bogros, particularmente las referi­ venoso inguinal profundo, [bel]
390

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Pared abdominal y hernias

Por supuesto, el principal objetivo de la tesis es elabo­ pas fijas de las ocho del escroto51. La tú n ic a vaginal es una
rar una vía de acceso segura y bien definida para descu­ m e m bra n a serosa del peritoneo.
brir las arterias epigástricas inferiores e ilíacas externas en Las arterias pudendas externas (superficial y p ro fu n d a )
una intervención quirúrgica, que no las lesione ni invada y las internas, así c o m o algunas pequeñas ramas de las ar­
la cavidad abdominal. Su lúcida descripción del acceso y terias testicular y cremastérica, son los principales vasos que
su argumentación proporcionan una placentera lectura, irrigan el escroto y los vasos mayores. Las ramas te rm in a ­
además de sorprendente, considerando la época en que les de los vasos que irrigan la piel del escroto yacen trans­
la escribió el autor. versalmente; p or ta n to , la exploración escrotal debe reali­
En su tesis, Bogros dedica tres párrafos a detallar un zarse m e d ia n te una incisión transversa para m in im iz a r la
espacio que se ha denominado acertadamente «espacio hem orragia.
de Bogros», ta l vez para homenajear su excelente trabajo El d re n a d o linfático del escroto, los labios mayores y la
anatómico. La información descriptiva sustenta implícita­ piel de la región inguinal se realiza a través de los ganglios
mente las opiniones de Hureau y cois., la de Bendavid y la linfáticos inguinales superficiales; el de los testículos pasa cra­
nuestra, de que Bogros definió adecuadamente el espacio nealm ente con los vasos gonadales hasta alcanzar los g a n ­
que lleva su nombre, localizado entre el peritoneo y la fas­ glios localizados a la altura del riñón.
cia transversal. En prim er lugar, Bogros afirm a que «el pe­
ritoneo, al plegarse desde la porción ilíaca de la pared a b ­ Triángulo de Hesselbach
dom inal anterior hacia la fosa ilíaca, abre anteriormente
El triá n g u lo de Hesselbach (Fig. 9 .4 0 ) presenta los va­
un espacio de 72 m m a 14 m m de anchura, donde term i­
sos epigástricos inferiores (p ro fu n d o s) c o m o bord e lateral
na la arteria ilíaca externa y comienza la arteria epigástri­
o inferior, el bord e lateral del m úsculo recto del a b d o m e n
ca inferior». En segundo lugar, afirm a que «la arteria ilía­
co m o borde medial, y el ligam ento inguinal c o m o borde ín-
ca externa y la porción inicial de la a rte ria epigástrica
ferolateral.
inferior recorren la porción ilíaca de la pared abdominal. Es­
La mayoría de las hernias inguinales directas y las in g u i­
tos vasos están dispuestos de ta l modo que están separa­
nales supravesicales externas se pro d u ce n en esta zona. La
dos de la cavidad abdom inal inferior sólo p o r el peritoneo
vaina del recto, sin e m b a rg o , es la única estructura de p re­
y una capa celular más o menos gruesa». En tercer lugar,
sencia natural disponible para una herniorrafia. Por supues­
Bogros señala en su tesis que «una capa laxa de tejido ce­
to, no pueden emplearse los vasos epigástricos superiores
lular la separa (a la arteria epigástrica inferior) de la fas­
al triá n g u lo . Es preferible recurrir a la cintilla iliopúbica o al
cia transversal anteriormente. Posteriormente, una capa
lig a m e n to pectíneo antes que al lig a m e n to ingu in a l. Ac­
más gruesa del mismo tejido la separa del peritoneo, poco
tu a lm e n te , las prótesis de malla libres de tensión se u tili­
más allá de su origen».
zan cada vez más en las herniorrafias de la pared a b d o m i­
Estamos en desacuerdo con muchas de las afirmacio­
nal. Estas prótesis proporcionan un soporte fiable, duradero
nes de Bogros, pero el objeto de este capítulo no es pre­
y bastante económ ico para la región con una abertura anó­
sentar nuestras objeciones a diversas cuestiones irrelevan-
mala.
tes. Lo que deseamos es incluir el nombre de Bogros en los
anales de la Anatomía, ju n to con los de Hureau, Stoppa y Fosas de la pared abdom inal
Bendavid y cois., y los de tantos otros científicos franceses. anterior inferior
Estamos seguros de que Bogros nunca pensó que el espa­
La cara posterior de la pared a b d o m in a l anterior, supe­
cio que describió albergaría prótesis pa ra el tratam iento
rior al lig a m e n to inguinal, se d ivide en tres fosas de escasa
moderno de la hernia de la pared abdominal; pero Stop­
p ro fu n d id a d (Fig. 9.41). Localizadas a a m b o s lados de la
pa; en su excelente trabajo, mantiene las prótesis confina­
línea media, estas fosas están delim itadas p o r el uraco e m ­
das al espacio de Bogros.
b rio n a rio o b literado, y se extienden desde la cúpula de la
Hendidura perineal superficial vejiga hasta el o m b lig o (lig a m e n to u m b ilica l m e dio). Late­
ralm ente, las fosas están separadas p o r los ligam entos u m ­
Este espacio potencial se localiza entre la fascia m e m bra ­
bilicales mediales (arterias umbilicales obliteradas) y late­
nosa de Colles del periné y la fascia m uscular del saco pe­
rales (arterias epigástricas inferiores o profundas).
rineal superficial. El saco superficial contiene los músculos
Las fosas son las siguientes:
isquiocavernoso y bulboesponjoso, y los cuerpos eréctiles,
etc. Este saco superficial recubre el diafragma urogenital, si­ • Las fosas inguinales laterales (Fig. 9.41), laterales a las ar­
tu a d o a m a yo r p ro fu n d id a d . terias epigástricas inferiores, contienen los anillos in g u i­
A efectos prácticos, la hendidura perineal superficial está nales internos. Las hernias inguinales indirectas se p ro d u ­
presente en el escroto o los labios mayores y es continua con cen aquí.
el espacio potencial localizado en profundidad a la fascia de • Las fosas inguinales mediales, situadas en tre las arterias
Scarpa de la pared a b d o m in a l anterior. Los testículos se epigástricas inferiores y los liga m e n to s um bilicales m e ­
mueven librem ente, siendo la piel y el dartos las únicas ca­ diales, son el lugar de una hernia ing u in a l directa.

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• Skandalakis

Pared abdominal y hernias

Triángulo de Hesselbach co. En la disección bilateral de 68 cadáveres, S p ra tty cois.94


Músculo
en la a ctualidad
recto
describen tres casos en los que el nervio femoral aparece d i­
Triángulo de
v id id o p o r variantes de deslizam iento de los músculos ilía­
Anatomía quirúrgica

\ ^ Hesselbach
Ligam ento co y psoas mayor.
inguinal Mediales a la región que contie n e el músculo ilipsoas,
M úsculo el nervio fem oral y el cutáneo fem oral lateral constituyen el
iliopsoas c o m p a rtim e n to vascular que alberga la arteria y vena fe ­
A rteria fe m o ral morales.
Vena fe m o ral

Ligam ento pectíneo


Conducto y vaina femorales
(de Cooper)
En localización aún más medial al com p a rtim e n to vascu­
Ligam ento lagunar lar que co n tie n e la arteria y vena fem orales, se encuentra
el c o m p a rtim e n to del c o n d u c to fe m o ra l. La vaina fe m o ­
ral, una extensión de la fascia transversal del a b d o m e n , re­
F igu ra 9 .4 0 . Triángulo de Hesselbach tal y como fue descri­
to inicialm ente (izquierda), y como se acepta hoy en día (de­ viste la arteria fe m o ra l, la vena fe m oral y el c o n d u c to fe ­
recha). Obsérvese que paite de la fosa supravesical se localiza moral.
en el inte rio r del triángulo, [ski 5]

• Las fosas supravesicales, situadas entre los ligamentos u m ­


bilicales medial y m edio, acogen hernias supravesicales
externas.

La fosa supravesical es p a rc ia lm e n te suprayacente al


triá n g u lo de Hesselbach, de m o d o que el lig a m e n to u m b i­
lical medial yace en su interior. Por ta nto, una hernia a tra ­
vés de la fosa supravesical o m edial, es una hernia inguinal
indirecta. D e p e n d ie n d o de la localización, una hernia d i­
recta puede ser inguinal (en la fosa m edial) o supravesical
(en la fosa supravesical).
La te rm in a c ió n de la aponeurosis del m úsculo oblicu o
interno y la del músculo transverso abdom inal se unen para
fo rm a r el « te n d ó n co n ju n to » en un porcentaje m u y bajo
de individuos, si es que se unen en alguno. Puesto que la
presencia de esta estructura es m u y rara, preferim os el b o r­
de lateral de la vaina del recto c o m o p u n to de referencia
para la hernia supravesical51.

Espacios entre el ligam ento inguinal


y la cresta iliopectínea
Entre el ligam ento inguinal y la rama superior del pubis,
existe un espacio organizado en tres com partim ientos: neu­
romuscular, vascular y c o n d u c to fe m oral (véase Fig. 9.28).
El más lateral es el neuromuscular. Esta reglón alberga el
m úsculo iliopsoas, el nervio fem oral y el nervio cutáneo fe­
F ig u ra 9 .4 1 . Fosas de la pared abdom inal anterior y su rela­
moral lateral.
ción con los puntos de hernia inguinal. A, Ombligo; B, Liga­
Las localizaciones y variaciones del nervio fem oral han
m ento um bilical medio (uraco obliterado); C, Ligamento u m ­
sido descritas p o r Leggett y Lintz90, O e rtel91, Ferner92 y Gi-
bilical medial (arterias umbilicales obliteradas). D, Ligamento
sel93. El n e rvio fe m oral puede pe rfo ra r el m úsculo ilíaco. um bilical lateral que alberga las arterias epigástricas inferiores
Puede localizarse entre la arteria y la vena femorales. Una (profundas). E, Ligam ento falciforme. Puntos de posibles her­
porción del nervio puede a c o m p a ñ a r al nervio g lú te o su­ nias: 1, fosa lateral (hernia inguinal indirecta); 2, fosa medial
perior para inervar el recto fem oral y el vasto lateral. Asimis­ (hernia inguinal directa); 3, fosa supravesical (hernia suprave­
mo, el nervio fem oral puede ser subyacente al músculo Nía- sical); 4, an illo femoral (hernia femoral). [ro2\
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Pared abdominal y hernias 9


El conducto femoral es el más medial de los tres co m par­ McVay61 localiza el lig a m e n to lagunar en el b o rde m e ­
tim entos de la vaina, y es el p u n to p o r d o n d e puede pasar dial del anillo fe m o ra l en sólo 8 de 362 individuos estudia­
una hernia femoral. El conducto es cónico, de 1,25 cm a 2,0 dos, ind ica n d o que la aponeurosis del transverso a b d o m i­
cm de lo n g itu d a p ro xim a d a m e n te (Fig. 9.42). La fosa oval, nal es el lím ite h a b itu a l. C o n d o n 68 a firm a que el b o rd e
que es la abertura en la fascia lata para la gran vena safe- medial lo fo rm a n o bien la aponeurosis, o bien las «fibras
na, se encuentra en su ápice. Así, una hernia fem oral pu e ­ recurvadas» de la cintilla iliopúbica.
de presentarse c o m o una p ro tu berancia de la piel superior El c o n d u c to suele c o n te n e r te jid o co n e c tiv o areolar,
a la fosa oval. ganglios y vasos linfáticos. Con frecuencia, existe un g a n ­
B erliner95 a p o rtó una e x p lic a c ió n a n a tó m ic a del o r i­ g lio gra n d e en el e x tre m o superior del c o n d u c to 96. A este
gen de la hernia fem oral, a firm a n d o que si las fibras del g a n g lio lo d e n o m in a n los franceses g a n g lio de C lo quet, y
transverso abdom inal se insertan en la rama superior del p u ­ los alemanes g a n g lio de Rosenmüller. El e xtre m o distal del
bis en fo rm a de banda estrecha, se desarrollará una aber­ c o n d u c to está cerrado p o r un tenue te jid o adiposo, el ta ­
tura cónica que constituye la causa prim aria de hernia fe ­ b iq u e fem oral.
moral. ¿Dónde se encuentra el p u n to de o b strucción en una
El anillo fe m o ra l es inflexible. Su d iá m e tro transverso hernia fem o ra l estrangulada o encarcelada: en el anillo fe ­
oscila entre 8 m m y 27 m m , y el d iá m e tro a n te roposterior moral, o en un p u n to inferior en 1,5 cm al anillo? Lytle97 se
entre 9 m m y 19 m m . Sin e m b a rg o , en el 7 0 % de los pa­ inclina p o r lo segundo, aconsejando la sección transversal
cientes, estos diá m e tro s son de 10-14 m m y 1 2-16 m m , parcial del lig a m e n to de G im bernat. Nosotros preferim os
respectivam ente61. Sus límites son los siguientes: la sección transversal parcial del ligam ento inguinal, para evi­
• Lateral: Un tabique de tejido conectivo que conecta las lá­ ta r lesiones en la arteria o b tu ra triz aberrante que pasa m e ­
minas anterior y posterior de la vaina fem oral y la vena fe­ dia lm ente al saco he m ia rio (Fig. 9.43).
moral.
• Posterior: La fascia ilíaca y el ligam ento pectíneo de Cooper. Elementos óseos
• Anterior: La cintilla iliopúbica (más inte rn a m e n te ) y el li­ en la región inguinal
g a m e n to inguinal (más e xte rnam ente).
Las porciones de la pelvis y el reborde pélvico presen­
• Medial: La fascia transversal, la inserción aponeurótica del
tes en las partes blandas de la región ing u in o fe m o ra l, son:
m ú scu lo transverso a b d o m in a l y el lig a m e n to lag u n a r
(más m edia lm e n te ). Una evaginación de te jid o co n e c ti­ • Cresta iliopectínea.
vo preperitoneal form a una fina capa interior para el co n ­ • Espina del pubis.
d u c to fem oral. • Sínfisis púbica.

Vasos fe m o rale s

A n illo fe m o ra l

\ \
\
\
Cresta ilio pe ctín ea

L ig a m e n to de G im b e rn a t
A p on e u rosis del
o b lic u o e x te rn o

-Espina del
pubis
Fascia lata
A b e rtu ra h e m ia ria fe m o ral

Saco hemiario F ig u ra 9 .4 2 . Límites del anillo femo-


ral y la abertura femoral. \pa]
393

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* Skandalakis

Pared abdominal y hernias

La cresta ¡liopectínea y la línea arqueada fo rm a n la lí­ y un sistema más p ro fu n d o para los c o m p o n e n tes múscu-
nea term inal de la pelvis. La cresta ¡liopectínea del pubis y loaponeuróticos.
la cresta púbica c o n fo rm a n la porción anterior; la línea ar­ Tres ramas superficiales de la arteria fem o ra l c o n trib u ­
Anatomía quirúrgica

queada del ilion con stitu ye la porció n posterior. La línea yen a irrigar la pared a b d o m in a l inferior al o m b lig o , a p o r­
term inal se e xtiende desde el p ro m o n to rio del sacro hasta ta n d o ramas que ascienden p o r el te jid o conectivo subcu­
la sínfisis púbica (Fig. 9.44). táneo. De lateral a medial, éstas son:
La cresta ¡liopectínea es más relevante que la línea ar­ • Arteria ilíaca circunfleja superficial (p ró x im a a la cresta
queada en la anatom ía de las hernias, d e b id o a las siguien­ ilíaca).
tes razones: • Arteria epigástrica superficial (en la región inguinal m e ­
• Las fibras tendinosas del m úsculo pectíneo se insertan en dia, con una orientación vertical ascendente).
su tota lid a d en la cresta ¡liopectínea. • Arteria p udenda externa superficial (in fe rio r al lig a m e n to
• El lig a m e n to pectíneo de C ooper se inserta en la porción inguinal en la fosa oval).
medial de la cresta ¡liopectínea.
Existe anastomosis entre la arteria epigástrica superfi­
• La cintilla ¡liopúbica se inserta asimismo en la cresta.
cial y la arteria contralateral, así co m o e ntre todas ellas y
La espina del pubis se localiza en el e xtre m o m edial de las arterias profundas.
la cresta ¡liopectínea. Las porciones mediales del lig a m e n ­ Las arterias profundas se localizan e n tre los músculos
to lagunar y el «ten d ó n con ju n to » , cuando está presente, ob lic u o in te rn o y transverso a b d o m in a l. Son:
se insertan en la espina del pubis.
• Décima y undécim a arterias intercostales posteriores.
• Rama a n te rio r de la arteria subcostal.
Irrigación sanguínea de la región inguinal
• Ramas anteriores de las cuatro arterias lumbares.
Arterias • Rama asce n d e n te de la arteria ilíaca c irc u n fle ja
p rofunda.
El aporte vascular a la región inguinal es m u y rico. N o
pretendemos presentar aquí una descripción completa, sino El aporte vascular a la vaina del recto procede de las ar­
algunos de sus aspectos. A efectos de descripción, puede terias epigástricas superior e inferior, que a m e n u d o pre­
dividirse en un sistema superficial para la grasa subcutánea sentan anastomosis. La arteria epigástrica infe rio r penetra

M úsculo Iliopsoas

Arte ria epigástrica inferio r

Nervio fem oral

Arte ria fem oral

Vena fem oral

Ligam ento de Cooper

Saco h em ia rio

Ligam ento lagunar

F ig u ra 9 .4 3 . Hernia femoral. A, Una arteria obturatriz aberrante pasa medialmente al saco h e m iario (es peligroso seccionar
el ligam ento lagunar). B, Una arteria obturatriz aberrante pasa lateralmente al saco h e m iario (no existe riesgo al seccionar el l i ­
gamento lagunar), [ s k l l ]
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Pared abdominal y hernias 9


Espina ilíaca anterosuperior Espina de la cresta
Espina ilíaca anterosuperior

Espina ilíaca anteroinferior

Eminencia iliopectínea
postero- Eminencia
superior iliopectínea

Espina del pubis

Espina del pubis

Agujero del obturador

Músculo ilíaco Músculo psoas

Laguna

Línea arqueada

Tendón del iliopsoas Ligamento iliopectíneo

Peden del pubis

Arteria y vena femorales


Ligamento pectíneo

Ligamento inguinal
Ligamento lagunar

F ig u ra 9 .4 4 . Algunos elementos óseos y porciones ligamentosas de la región femoral inguinal. ASIS, espina ilíaca anterosu-
perior; PT, espina del pubis, [s ki 6]

en la vaina del recto p o r la línea semicircular de Douglas La arteria ilíaca circunfleja p ro fu n d a se localiza fuera
(línea arqueada), o cerca de ésta, entre el m úsculo recto y del espacio preperitoneal, profunda con respecto a la fascia
la lámina posterior de la vaina. La red arterial p ro fu n d a de del iliopsoas, próxim a al arco iliopectíneo. Desde su origen,
la pared a b d o m in a l se c o m p o n e de las arterias epigástrica la arteria ilíaca circunfleja profunda discurre lateralmente, pri­
inferior e ilíaca circunfleja p rofunda. Ambas se orig in a n en m ero en p ro fundidad a la fascia ilíaca y después bajo la cin-
la porción distal de la arteria ilíaca externa. tilla iliopúbica. Su rama ascendente avanza verticalm ente,
De la arteria epigástrica inferior nacen dos ramas: en localización medial a la espina ilíaca anterosuperior y en­
• Espermática externa (cremastérica), que se convierte en tre los músculos transverso y oblicuo interno. En la hernio-
parte del co rd ó n espermático. rrafia laparoscópica, la arteria ilíaca circunfleja profunda es
• Púbica, q u e atraviesa el lig a m e n to de C o o p e r y fo rm a susceptible de lesión debido a la colocación de grapas o su­
anastomosis con la arteria obturatriz, convirtiéndose oca­ turas en las prótesis de malla-empleadas para la fijación, dan­
siona lm e n te en arteria o b tu ra triz aberrante. do lugar a la form ación ocasional de hematomas.
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* Skandalakis

Pared abdominal y hernias

Venas superficiales de las cinco zonas se incluirán en el área deli­


mitada.
Las venas acompañan a las arterias. Las venas epigástricas
Anatomía quirúrgica

inferiores y las ilíacas circunflejas profundas, dos por cada ar­ Ganglios inguinales profundos
teria, desembocan en la vena ilíaca externa. Atención: recuér­
Existen dos o tres pequeños ganglios subyacentes a la
dese el círculo venoso de Bendavid88, m e ncionado previa­
fascia lata, a lo largo de la vena fem oral. El m ayor de ellos
mente en la presentación del espacio de Bogros.
(g a n g lio de C loq u e t), localizado en el anillo fem oral entre
la vena y el lig a m e n to lagunar, está casi siempre presente.
Drenado linfático de la región inguinal La metástasis al g a n g lio de C loquet, c o m o la metástasis a
los ganglios apicales de la axila, co m p o rta un mal p ro n ó s­
Los ganglios linfáticos pueden dividirse en: tico. Todos estos ganglios están contenidos en el área de es­
• Ganglios superficiales entre la fascia superficial y la fascia cisión radical (Fig. 9.46).
lata.
• Ganglios inguinales profundos subyacentes a la fascia lata. Ganglios aberrantes
• Ganglios inguinales aberrantes en el in te rio r del c o n d u c ­ En los ganglios aberrantes se incluyen algunos ganglios
to inguinal. pequeños localizados en el c o n d u c to in g u in a l, su p e rio r­
m ente a la sínfisis púbica, y en la base del pene.

Ganglios inguinales superficiales Vías linfáticas


Los ganglios inguinales superficiales se han d istrib u id o Los ganglios inguinales superficiales reciben la linfa de
durante más de 100 años en cinco zonas arbitrarias96-98. Es­ to d a la e x tre m id a d inferior, la pared a b d o m in a l in fra u m b i-
tas zonas, centradas en la te rm in a c ió n de la gran vena sa- lical, la nalga, el periné, el con d u cto anal, el pene y el escro­
fena, se muestran en la Figura 9.45. Recubren un área de­ to o los labios y la porción de la vagina externa al him en.
lim itada en la Figura 9.46. Suele afirmarse que el drenado linfático del glande del pene
En 450 disecciones, Daseler y cois.98 describieron que o el clítoris lo realizan los ganglios inguinales profundos.
el n ú m e ro de ganglios linfáticos oscilaba entre 0 y 8 en la
zona 1, entre 0 y 7 en la zona 2, entre 0 y 3 en la zona 3, R e c o r d a r : El dren a d o linfático de los testículos pasa su­
entre 0 y 9 en la zona 4, y entre 0 y 3 en la zona 5. periorm ente con los vasos testiculares y term ina en los gan­
Aunque el nú m e ro de ganglios es bajo (Daseler y cois.98 glios renales y preaórticos. N o desemboca en los ganglios
o b tu vie ro n una media de sólo 8,25 ganglios p o r pierna d i­ inguinales.
seccionada), éstos constituyen tal vez el m ayor g ru p o in d i­
vidual de ganglios linfáticos del cuerpo. El n ú m e ro de g a n ­
glios oscila entre 4 y 25, siendo inversamente proporcional
al ta m a ñ o de los ganglios individuales.
D en tro de cada zona, los ganglios discurren ju n to con
los vasos sanguíneos (véase Fig. 9 .4 5 ). Los nodu lo s supe-
rolaterales (zona 1) se extienden a lo largo de los vasos ilía­
cos circunflejos superficiales, inferiores al lig a m e n to in ­
g u in a l. H aagensen y c o is .96 e n c o n tr a ro n unos pocos
superiores al lig a m e n to en la apone u ro sis del m ú scu lo
o b lic u o e xte rn o . Los g a n g lio s su p e ro m e d ia le s (zona 2)
están asociados con los vasos epigástricos superficiales y
pudendos externos hasta 1 cm superio rm e n te al lig a m e n ­
to in g u in a l.
Los ganglios infram ediales (zona 3) no existían en el
2 0 % de las piezas anatóm icas diseccionadas p or Daseler y
cois.98; en el 37% se encontró un único ganglio. En el cuar­
to inferolateral (zona 4), existe una cadena de ganglios la­
teral a la gran vena safena. La presencia de un g a n g lio en
la unión de la gran vena safena y la accesoria es relativamen­
te constante. La zona central (zona 5) no presenta g a n ­
glios en el 8 4 % de las piezas anatóm icas diseccionadas, y la te ra l a c ceso ria
hay un único g a n g lio en el 15%.
El área que debe incluirse en una linfadenectom ía in ­ F ig u ra 9 .4 5 . D istribución de los vasos linfáticos alrededor
guinal radical se muestra en la Figura 9.46. Los ganglios de la gran vena safena y sus tributarias. [sk4]
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Pared abdominal y hernias 9


Tras salir del anillo inguinal superficial, el nervio ilioin­
g u in a l se subdivide en: 1) grandes ramas escrotales o la ­
biales anteriores; 2) una pequeña ram a púbica que iner­
va la región inferior del pubis y la base del pene o el clitoris;
3) ramas femorales que inervan el muslo interno superior
y el pliegue inguinaP00.
De los 2 0 0 cadáveres estudiados p o r Z alu ska '°\ el ner­
vio ilioinguinal estaba presente en el 97,5%. En el 72,5%,
se originaba independientemente en el plexo lumbar, en
el 2 5 % se fusionaba con el iliohipogástríco, y no se encon­
tró en el 2,5%. En el 92,5%, el nervio ilioinguinal estaba
formado p o r una raíz (por lo general, L 1; excepcionalmen­
te, L2), y en el 5% po r dos raíces. Según Bardeen"12, el ner­
vio ilioinguinal está compuesto p o r fibras de L1 en el 89,8%
de los casos, naciendo sólo de L1 en el 51,5%, y de L l y
L2 en el 38,3%. En el 6,6%, el nervio ilioinguinal era reem­
plazado p o r la ram a genital del nervio genitofemoral. Bar­
deen102 observó asimismo que los nervios ilio in g u in a l e
iliohipogástríco se presentaban combinados en aproxim a­
damente el 15% de los casos.
Según la mayoría de los manuales de anatom ía (p. ej.,
en Gray's A n a to m y 1m), el nervio ilioinguinal penetra en
la pared abdominal, superiormente a la cresta ilíaca y en
profundidad con respecto al oblicuo interno, hasta un p u n ­
to exactamente medial a la espina ilíaca anterosuperíor,
donde se hace visible entre los oblicuos externo e interno,
penetrando a continuación en el conducto inguinal. En
nuestra investigación, el nervio ilioinguinal atravesaba la
fosa ilíaca en el 2 5 ,5 % de los casos.
Característicamente, el nervio genitofemoral se bifurca
F igu ra 9 .4 6 . Límites del área que debe incluirse en una es­
cisión radical de ganglios linfáticos inguinales. Las medidas en una ram a femoral (lumboinguinal) y otra g enital (es-
son aproximadas. [sk4\ permática externa). La ram a femoral penetra en la vaina
femoral bajo el ligam ento inguinal, ventral o lateralm en­
te a la arteria femoral, inervando la piel del muslo en las
Los vasos linfáticos eferentes de los ganglios superficia­ inmediaciones del triángulo de Scarpa (femoral). Hemos
les, especialm ente de los g a nglios inferiores, pasan a los observado que la ram a femoral puede comunicarse con,
ganglios p rofundos. Los de los gru p o s inferiores (zonas 3, o ser reemplazada por, un nervio cutáneo femoral inter­
4 y 5) pasan a los ganglios superiores (zonas 1 y 2), y a medio con origen en la fosa ilíaca. La ram a femoral a b a n ­
co n tin u a ció n ascienden hasta los ganglios ilíacos más infe­ dona el abdomen p o r el ángulo inferomedial del anillo p ro ­
riores ju n to con los vasos ilíacos externos. fundo, ju n to con las ram as cremastéricas de los vasos
Pueden existir cantidades significativas de te jid o linfáti­ epigástricos inferiores. Subyacente al cremáster, inerva este
co entre los ganglios linfáticos en el anillo fem oral y el te ­ músculo y parte de la piel del escroto. En este estudio, la
jid o linfático intrapélvico p ró x im o al co n d u c to obturador. ram a genital se combinaba frecuentemente con el nervio
Estos ganglios y te jid o pueden o cu lta r fá cilm ente una arte­ ilioinguinal (7,7%).
ria y /o vena o b tu ra triz aberrante de gran tam año. La lesión La ram a genital yace en profundidad lateralmente en
en estos vasos aberrantes puede p ro vocar una profusa pér­ el anillo inguinal profundo, ju n to con los vasos cremasté-
dida de sangre, especialm ente si existe un «círculo de la ricos; es decir, medial en el sentido de que una sutura de
m uerte»99 fo rm a d o p o r las anastomosis entre la arteria o b ­ los pilares del anillo interno se localiza superior y superfi­
tu ratriz norm al y la aberrante. cialmente respecto del nervio. Así pues, la compresión de
la ram a genital del nervio genitofemoral en el anillo p ro ­
Inervación de la región inguinal fundo debería producirse m uy rara vez — tal vez en los in ­
sólitos casos en los que la ram a genital y los nervios ilioin-
C itam os a Skandalakis y cois.56: guinales se presentan combinados, localizándose p o r tanto
Los nervios ilioinguinal y genitofemoral son susceptibles más superficialmente— . Tras salir del anillo inguinal p ro ­
de lesión en las intervenciones laparoscópicas (Fig. 9.47). fundo, la ram a genital se localiza en el borde inferior de la
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• Skandalakis

Pared abdominal y hernias

Nervio g en ito fe m o ral (L1-L2)


Anatomía quirúrgica

M usculo psoas m ayor

N ervio cutaneo fem oral lateral del m uslo (L2, L3)

Rama fem oral del nervio g en ito fe m o ral

M úsculo psoas m enor

Rama gen ita l del nervio


g en ito fe m o ral

M úsculo ilíaco

Espina ilíaca anterosuperior

Arco iliopectíneo

L igam ento inguinal Vasos ilíacos

Ligam ento de Cooper


M úsculo iliopsoas

Ilioin gu in al (L1)

Ramas fem orales del


nervio g enitofem oral L igam ento lagunar

Espina del pubis

Rama genital del Cordón esperm ático


n ervio g en ito fe m o ral

Vasos fem orales

F igu ra 9 .4 7 . Nervios de la región inguinal. [gv8]

cintillo iliopúbica, ju n to con los vasos cramastéricos. La Sürücü y cois.104 han descrito el tra ye cto del nervio cu ­
compresión y lesión del nervio puede producirse sólo en táneo fem oral lateral. Se exam inó bilate ra lm e n te el nervio
casos de sutura profunda de la cintilla iliopúbica ( véanse en 22 cadáveres (44 nervios): veintitrés discurrían c o m o un
Figs. 9.32 y 9.33). único tro n co bajo el lig a m e n to ingu in a l; catorce atravesa­
Los cirujanos deben además ser cautelosos para no da ­ ban el ligam ento en un punto de cruce localizado a 1,52 cm
ñ a r los siguientes tres nervios: cutáneo femoral lateral, fe­ ± 0,84 cm de la espina ilíaca anterosuperior.
m oral y cutáneo femoral anterior (una variante frecuente). En la Figura 9.48 se muestran tres trayectos de la rama
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Pared abdominal y hernias 9


genital de los nervios genitofemorales en el co n d u cto ing u i­ cuo externo, está recubierta en ambas caras po r una capa
nal descritos p o r Akita y cois.105. fascial, la externa, que es la más gruesa y a la que C allau-
det llamó fascia innominada. Las fibras intercrurales sue­
Resumen de la región genitofemoral len estar localizadas en el interior de la sustancia del p la ­
no fascial, en la cara externa de la aponeurosis del oblicuo
No cabe duda de que el Dr. Chester McVay ha sido uno de externo, pero, en algunos casos, algunas de estas fibras
los grandes estudiosos de la anatomía inguinal. Su revisión pasan entre las fibras aponeuróticas y continúan su tra ­
general de esta región61, así co m o otras publicaciones, lo yecto p o r el plano fascial en la cara interna de la aponeu­
han convertido en una autoridad. Antes que parafrasear sus rosis. El anillo inguinal subcutáneo es una abertura tria n ­
enseñanzas, hemos preferido reproducir su resumen de la gular, con la base en la cresta del pubis y el vértice dirigido
anatomía inguinal con sus propias palabras. superolateralmente. N inguna de las fibras aponeuróticas
Las tres láminas musculoaponeuróticas de la región in­ forma parte de la fascia espermática externa, integrada
g u in a l están recubiertas de capas fasciales en cada una en su totalidad p o r las fascias que revisten la aponeurosis
de sus dos superficies planas. La más interna de estas seis y se fusionan en el anillo con las fibras aponeuróticas di­
láminas fasciales se denomina fascia transversal, y la más vergentes. Las fibras intercrurales pueden form ar parte de
externa, fascia innom inada; las cuatro láminas fasciales la fascia espermática externa.
restantes no han recibido denominación alguna. La porción inguinal del músculo oblicuo interno, que
Los tres cuartos mediales del ligamento inguinal cons­ incluye el músculo cremáster, se origina en la fascia del
tituyen un borde Ubre cuando están desprovistos de sus iliopsoas, profunda con respecto a l ligam ento inguinal, y
fascias; no se trata de una sólida estructura cordonai, sien­ no en éste; las fibras más inferiores del músculo oblicuo in­
do sólo ligeramente más gruesa que la aponeurosis del terno se insertan en el pecten del pubis. Las fibras muscu­
oblicuo externo. Está fijado a su posición por fascias de las lares del cremáster suelen descender bien agrupadas p or
que puede ser fácilmente desplazado. El ligamento lagu­ la cara posterolateral del cordón, dispersándose en el tes­
n a r no es una lám ina tria n g u la r específica entre el lig a ­ tículo; rara vez, pueden encontrarse algunas fibras muscu­
mento inguinal y el peden del pubis, sino simplemente una lares ascendiendo p o r la cara medial del cordón hasta in ­
porción de la inserción pùbica de fibras aponeuróticas del sertarse en el pubis.
oblicuo externo recíprocamente paralelas. No conforma el La porción inguinal del músculo transverso abdom inal
borde medial del anillo femoral, y no puede observarse des­ se origina en la fascia del iliopsoas, profunda con respec­
de el lado abdominal de la región inguinal intacta. La apo­ to al ligamento inguinal y ju n to con la porción correspon­
neurosis del oblicuo externo, como el propio músculo obli- diente del oblicuo interno, y no en el ligam ento inguinal.

F ig u ra 9 .4 8 . Tres trayectos de la rama genital del nervio genitofemoral en el conducto inguinal. A, Tipo I: Las ramas discu­
rren sobre la cara superior del ligam ento inguinal en el anillo inguinal profundo. B, Tipo II: El nervio genitofem oral recorre la
cara infe rio r del ligamento inguinal, mientras que una rama recurrente del nervio perfora el ligam ento para penetrar en el con­
ducto. C, T ipo III: Una rama de la rama genital atraviesa el músculo transverso abdominal, discurre por la cara interior del mús­
culo oblicuo interno y, a una altura inferior, perfora el músculo oblicuo in te rn o para acceder al conducto. CR, cremáster; Fa, ar­
teria femoral; fb, rama femoral del nervio genitofemoral; gb, rama genital del nervio genitofemoral; gf, rama genital del nervio
femoral; IEa, arteria epigástrica inferior; LI, ligamento inguinal; OE, oblicuo externo; OI, oblicuo interno; PB, pubis; SC, cordón
espermático; TA, transverso abdominal. [al<2]

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■ Skandalakis

Pared abdominal y hernias

La inserción pùbica de la porción más inferior del múscu­ N uestro estim ado a m ig o Réné Stoppa y cois, han pre­
lo transverso abdom inal se produce principalmente en la sentado recientemente nueva inform ación acerca de la ana­
porción de la cresta iliopectínea llamada pecten. En el 93% tom ía in g u in o fe m o ra l. Presentamos dos extractos literales
Anatomía quirúrgica

de las 362 regiones inguinales estudiadas, el músculo trans­ de sus trabajos, acom pañados de ilustraciones.
verso y su aponeurosis formaban un estrato inguinal com­
Intraoperatoriamente, los autores han observado que
pleto. Las fascias de ambas caras de la aponeurosis del
los componentes retroparietales del cordón espermático
transverso abdom inal avanzan p o r el cordón espermático
están contenidos en la vaina espermática, cuya perm ea­
en calidad de fascia espermática interna, y se prolongan
bilidad y morfología han sido determinadas. En las disec­
inferiormente sobre los vasos femorales como componen­
ciones anatómicas, se han identificado sus relaciones con
te anterior de la vaina femoral. Cuando las fibras muscu­
las estructuras fibrosas localizadas entre la pared y el pe­
lares de la capa del transverso abdom inal se prolongan in­
ritoneo y con los vasos ilíacos externos. Se recomienda la
feriorm ente revistiendo el cordón, se localizan en los
cautelosa preservación de esta «vaina espermática» en
confines de la fascia espermática interna, sin form ar p a r­
una movilización dei cordón, p ara evitar la esclerosis pe­
te de la capa del cremáster.
rivascular debida al contacto con las voluminosas prótesis
Bajo la línea semicircular, la continuación medial de la
de m alla empleadas en las herniorrafias inguinales. Es im ­
fascia transversal se bifurca p a ra revestir el músculo recto.
portante, pues, preservar la m ayor porción de vaina posi­
Las ilustraciones que muestran la fascia transversal pasan­
ble, que además es potencialmente útil si se requiere una
do del todo posteriorm ente al músculo recto, e interior­
nueva intervención de cirugía vascular, transplante de ór­
mente al pliegue de Douglas, son incorrectas; en el 1% de
ganos o linfadenectomía (Figs. 9.49, 9.50 y 9.51 ) 106.
las piezas estudiadas, la porción de la aponeurosis del
transverso inferior a la línea semicircular no contribuye a Un se gundo trabajo aporta la siguiente info rm a ció n :
f la vaina del recto, sino que se inserta directamente en la
Tras el estudio anatóm ico de la vaina espermática, y a
cara lateral del músculo recto, entremezclándose las fibras.
la luz de las disecciones anatómicas y las secciones trans­
La vaina femoral es una prolongación al muslo de las
versales de cadáveres congelados, los autores definen las
fascias abdominales parietales que recubre los vasos fe­
extensiones inferior y lateral de la fascia visceral descritas
morales. Es un tubo perfecto, siendo el componente ante­
p o r Couinaud y Mathis, especialmente a los espacios de
rior continuación directa de los revestimientos fasciales de
Bogros (vaina espermática), Retzius (fascial umbilico-pre-
los músculos transverso y oblicuo interno, si bien está in ­
tegrada principalmente p o r la fascia transversal; el compo­
nente posterior es un deslizamiento de la fascia del iliop­
soas, no la propia fascia de éste. En el interior de la propia
fascia femoral, existe una vaina visceral, que continúa con
el tejido conectivo preperitoneal.
El límite medial del anillo femoral lo forma el borde la­
teral de la aponeurosis de inserción del músculo transver­
so abdom inal en el pecten del pubis, y no el ligamento la­
gunar.
La hoz inguinal es la extensión lateral del tendón de
inserción del recto abdominal en el pecten del pubis. No se
ha encontrado el tendón conjunto tras realizar detalladas
disecciones, siendo su borde falciforme, habitualm ente,
producto de la disección. El ligamento interfoveolar es un
engrosamiento de la fascia transversal en el lado medial del
anillo inguinal abdominal, producido p o r la reduplicación
de esta capa fasciai p o r la fascia espermática Interna eva-
ginada.
En la reparación de una hernia ing u in a l directa, las F igu ra 9 .4 9 . Vista intraoperatoria esquemática desde el lado
izquierdo hacia el derecho del paciente durante una herniorra­
aponeurosis de los músculos transverso y oblicuo interno
fia ing u in a l de acceso preperitoneal en la línea media. Puede
deberían suturarse a la cresta fibrosa que recubre el pec­
apreciarse el aspecto intraoperatorio de la vaina espermática de­
ten del pubis, el ligamento de Cooper y el ligamento p ù b i­
recha tras su separación del peritoneo. La vaina tiene forma
co superior, con extensión lateral hasta la vena femoral, y triangular con su contenido, el conducto deferente (d) en su
no hasta el ligamento inguinal; esto propiciará una her- borde medial y el/los vaso(s) espermático(s) (s) localizados la­
niorrafia firme e inflexible y, además, evitará que se produz­ teralmente. Obsérvese que los vasos ilíacos externos (a, v) son
ca una hernia femoral. La aponeurosis, y no la fascia, debe inm ediatam ente subyacentes a la vaina, y serán protegidos
ser el componente principal en toda herniorrafia. por ésta tras su «parietalización». [st4¡
400

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Pared abdominal y hernias 9


no para establecer un e q u ilib rio constante entre la síntesis
de colágeno y la lisis enzimàtica. Es preciso practicar una in­
cisión en la pared p o sterior del co n d u c to inguinal cerrado
y sin tensión para estim ular la fibroplasia d o n d e se consi­
dere útil. Las suturas bajo tensión estim ulan una respuesta
fibroblástica inadecuada.

Fisiología de la región inguinofemoral


La in te g rid a d del co n d u c to ing u in a l no rm a l depende
de las siguientes acciones:
• Acción esfintérica de los músculos transverso a b d om inal
y o b licu o in te rn o en el anillo interno.
• Acción oclusiva de la aponeurosis del transverso a b d o m i­
nal, que fo rm a el arco transverso a b d o m in a l.

Acción esfintérica
La fascia transversal (Fig. 9 .55) fo rm a un anillo in c o m ­
pleto, en fo rm a de asa, en to rn o al anillo interno. Se trata
de un e n g ra sa m ie n to que fo rm a dos pilares: un pilar ante­
rior largo y o tro p o sterior corto. El pilar a n te rio r está fijado
superio rm e n te al m úsculo transverso a b d o m in a l o su a p o ­
neurosis, y m e d ia lm e n te al anillo interno. El pilar posterior
F igura 9 .5 0 . Vista anatómica esquemática del segmento re- está co n ectado a la cintilla iliopùbica. La co n fig u ra ció n re­
troparietal de la vaina espermática, que envuelve el conducto
sultante es un asa invertida en fo rm a de U. El asa ocluye el
deferente (d) y el/los vaso(s) espermático(s) (s). La capa supe­
anillo in te rn o bajo el bo rd e m uscular del m úsculo oblicuo
rior de la vaina es más gruesa que la inferior. Obsérvense las re­
interno m ediante la contracción del m úsculo transverso ab­
laciones entre la vaina espermática y los vasos ilíacos externos
(a, v). [st4\ dom in a l.

Acción oclusiva
C ua n d o los músculos transverso a b d o m in a l y oblicu o
in te rn o se contraen sim ultáneam ente, el arco fo rm a d o por
vesical) y retrorrectal (fascial retrorrectal). Estos puntos son la aponeurosis del músculo transverso abdom inal (Fig. 9.56)
importantes en la cirugía de las hernias cuando se emplea se desplaza lateralm ente hacia la cintilla iliopùbica y el li­
una prótesis retroparietal voluminosa, en la cirugía uroló­ g a m e n to in g u in a l. Esta a cción refuerza la pared p o s te ­
gica y en la cirugía colorrectal carcinológica (Figs. 9.52, rior del c o n d u c to . C ua n d o el arco no alcanza la región del
9.53 y 9 .5 4 )107. lig a m e n to in g u in a l, el p a cie n te es susceptible de p a d e ­
cer hernia en cualquier p u n to de las regiones inguinal o fe­
Histología de la región inguinofemoral moral.

En 1972, W augh y Read108 fueron los primeros, o de los


primeros, en estudiar la relación entre la síntesis del colá­
geno y la hernia inguinal. En dos estudios posteriores, Pe-
acock109-110 ab o rd ó la biología quirúrgica local de pacientes
con hernia, subrayando anomalías metabólicas en el te ji­
do conectivo. El a u to r a firm ó que la hernia es el resultado
de un d esequilibrio entre la síntesis y la degradación n o r­
males de colágeno.
Berliner111 llevó a cabo biopsias de la fascia transversal
próximas al anillo interno, en el p u n to de hernias directas,
así co m o de la aponeurosis norm al del transverso a b d o m i­
nal, en localización superior a la protub e ra n cia de una her­ F ig u ra 9 .5 1 . Dos vistas esquemáticas del segmento retropa­
nia directa. El a u to r concluyó que la cicatrización requiere rietal de la vaina espermática. Izquierda, Vaina estrecha (in ­
una respuesta fibroblástica y un aporte adecuado de oxíge­ usual). Derecha, Extensión lateral habitual de la vaina. [st4\
401

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* Skandalakis

Pared abdominal y hernias

Consideraciones quirúrgicas acerca - Técnica del ta p ó n de Gilbert.

de la región inguinofemoral • M é to d o s laparoscópicos:


- Transabdom inal preperitoneal (TAPP).
Anatomía quirúrgica

En 1890, Bassini112 afirm ó: «Considerando to d o lo que - Sobreposición (onlay) intraperitoneal de malla (IPOM).
se ha escrito hasta la fecha sobre el tra ta m ie n to radical de - Extraperitoneal total (EXTRA).
la hernia inguinal, sería bastante osado p re te n d e r aporta r
El cirujano debe em plear la técnica que m e jo r conozca.
algo al respecto.» Cien años después, B endavid113 llegó a
Las estructuras que, a nuestro juicio, contie n e n «buen
co n ta b iliza r 81 técnicas de herniorrafia ing u in a l y 79 de
material», útil para la herniorrafia in g u in o fe m o ra l, son:
herniorrafia fem oral.
Los m éto d o s más conocidos para la reparación p rim a ­ • L ig a m ento inguinal.
ria de hernias inguinales son114: • L ig a m ento lagunar (de G im bernat).
• M étodos abiertos: • L ig a m ento pectíneo (de Cooper).
- Técnica de Lotheissen-McVay o del lig a m e n to de C o o ­ • Fascia transversal y apon e u ro sis del tra nsverso a b d o ­
per: Se sutura el arco al lig a m e n to de Cooper. m in a l.
-T é c n ic a de Shouldice: Im bricación de varias capas de • C intilla iliopúbica.
la región inguinal. • Vaina fem oral anterior.
- Técnica de Nyhus: Acceso q u irú rg ico peritoneal y repa­ • Fascia transversal crural.
ración de la cintilla iliopúbica con o sin malla protésica. • Area conjunta.
-T é c n ic a de Lichtenstein: Se coloca la prótesis a n te rio r­ • A rc o del o b lic u o in te rn o y m ú s c u lo tra nsverso a b d o ­
m ente para evitar la tensión. m inal.

F ig u ra 9 .5 2 . Vista lateral izquierda anterior de los espacios de Retzius y Bogros en una disección cadavérica (izquierda) y tra­
zado (derecha), que muestra la porción pélvica de la fascia urogenital, su expansión lateral, su continuidad en la vaina espermá-
tica y la fascia umbilicoprevesical. 1, saco peritoneal; 2, fascia umbilicoprevesical; 3, arteria umbilical; 4, conducto deferente;
5, vasos ilíacos externos; 6, extensión lateral amplia de la fascia urogenital; 7, vasos espermáticos; 8, pared abdominal; 9, espi­
na ilíaca anterosuperior derecha; 10, región del pubis. [st4]

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Pared abdominal y hernias 9

F ig u ra 9 .5 3 . Vista anterior del espacio de Bogros derecho y la fosa ilíaca en una disección cadavérica (izquierda) y trazado fo ­
tográfico (derecha). Se ha retraído medialmente la fascia urogenital para mostrar sus relaciones con el peritoneo y los vasos ilí­
acos externos. La fascia urogenital, que recubre el riñ ó n derecho, se prolonga inferiorm ente hasta el in te rio r de la vaina esper-
mática y la fascia umbilicoprevesical, 1, saco peritoneal; 2, fascia umbilicoprevesical; 3, arteria umbilical; 4, fascia umbilicoprevesical,
retraída medialmente; 5, vasos espermáticos; 6, vasos ilíacos externos; 7, músculo iliopsoas; 8, nervio femorocutáneo lateral; 9,
riñ ó n derecho en su vaina; 10, espina ilíaca anterosuperior derecha; 11, pared abdominal; 12, región del pubis. [st4¡

F ig u ra 9 .5 4 . Vista posterior esquemática de la pared abdominal


anterolateral y la vaina espermática en la región inguinal. [diZ]

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* Skandalakis

Pared abdominal y hernias

M ú s c u lo o b lic u o e x te rn o y fascia las fibras, lo cual nos orientaba en la identificación del arco
M ú s c u lo o b lic u o in te rn o y fascia muscular del transverso abdom inal y de la cintillo iliopú-
bica. El tejido adiposo preperítoneal y el tejido m em bra­
Anatomía quirúrgica

M ú s c u lo tra n s v ers o a b d o m in a l y fascia


noso pueden plegarse o retirarse de estas estructuras para
Fascia transversal
descubrir el anillo interno, los vasos gonadales (en el ho m ­
bre) y el conducto deferente o el ligamento redondo.
Al plegar el peritoneo desde el triángulo inguinal, he­
Grasa y fascia in n o m in a d a
mos observado algunos cadáveres en los que el pliegue u m ­
Peritoneo
bilical medial se encontraba próximo al pliegue umbilical
lateral, o incluso se superponía a éste, haciendo difícil en
Fascia ilíaca
cierta medida identificar y descubrir claramente los vasos epi­
gástricos inferiores. En tales casos, la cara lateral de la ve­
jig a se encontraba a menudo más próxima de lo esperado
Rama ilio pù b ica s u pe rior al anillo inguinal interno. Esta dificultad era m ayor en las
piezas con abundante grasa extraperitoneal, en las que no
se podía observarla vejiga directamente. En algunos cadá­
veres, la vejiga estaba bastante dilatada, extendiéndose
M ú sculo s o b tu ra d o re s
una distancia considerable superiormente al pubis, aun es­
in te rn o y e xte rno
tando vacía. Debe recordarse que el borde lateral de la ve­
jig a puede ser medial al ligamento umbilical medial, y lo­
calizarse próximo al p u nto en el que la porción persistente
de la arteria um bilical desemboca en las ramas vesicales
superiores que irrigan la vejiga. Si el ligamento umbilical
medial se presenta en una localización más lateral de lo es­
M ú s c u lo e le va d or del ano perado, conviene proceder con cautela para evitar toparse
inesperadamente con la vejiga urinaria y causar su consi­
guiente lesión.
En la mayoría de los casos, resulta posible identificar y
proteger la ram a g enital del nervio genitofemoral, puesto
F i g u r a 9 .5 5 . Fascia transversal en las porciones infe rio r y la­
que es paralela y suprayacente a la arteria ilíaca externa;
teral de la cavidad abdominal. [Ia4\
el nervio puede visualizarse a menudo m uy pronto, tras
separar el peritoneo y el tejido fibroso de los vasos testicu-

Anatomía laparoscópica Fascia transversal

de la región inguinal Piel

La anatom ía laparoscópica de la región inguinal, desde De Camper


el p e ritoneo hasta la cara posterior del orificio m iopectíneo
De Scarpa
de Fruchaud, ha sido detallada p o r Brick y cois.115. A c o n ­
tinuación, presentamos un extracto de los resultados o b te ­ Aponeurosis del transverso
Conducto inguinal
abdom inal
nidos tras la disección abierta y laparoscópica de diversos
cadáveres (Figs. 9 .5 7 y 9.58). Cordón espermático
Cintilla iliopùbica
En la mayoría de nuestras disecciones laparoscópicas fue
Borde estratificado Ligamento de Cooper
necesario optar p o r la vía de acceso transperitoneal, al me­
del ligam ento inguinal
nos inicialmente, pues el peritoneo y la fascia transversal
estaban a menudo fusionados en localización posterior al
recto, siendo inseparables incluso empleando la cánula de
Hassan o la insuflación con globo. Esta fusión de tejidos
puede atribuirse en parte a la avanzada edad (media de
74 años) y a operaciones previas asociadas en este grupo Músculo pectíneo

de población. Excepto en los casos en que el cadáver pre­


sentaba abundante grasa extraperitoneal, resultaba ge- F ig u r a 9 .5 6 . Sección transversal de una resistente pared pos-
neralmente m u y fácil apreciar el color y la disposición de terior del conducto. [Ia4\

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Pared abdominal y hernias 9

F ig u ra 9 .5 7 . Anatomía ing u in o fe ­
moral (vía de acceso preperitoneal).
Se ha trazado el nervio cutáneo fe­
moral anterior aberrante (A) a través
de la cin tilla iliopúbica, revelándose
artificia lm en te el ligam ento in g u i­
nal (IL). D, conducto deferente; EIA,
arteria ilíaca externa; EIV, vena ilía­
ca externa; F, nervio femoral; FR, bor­
de medial del a n illo femoral, form a­
do p or el «contacto infe rio r» del
transverso abdominal; G, vasos go-
nadales; IE, vasos epigástricos infe ­
riores; IV, c in tilla iliopúbica; L, ner­
vio cutáneo femoral lateral; TA, arco
muscular del transverso abdominal.
[br3]

lares e ilíacos externos. En un caso, en el que la ram a ge­ el músculo ilíaco o localizados entre éstas, entre la rama
n ital del nervio genitofem oral presentaba un diámetro de genital del genitofemoral y la posición habitual del nervio
más de 2 cm, resultó ser una fusión de las ramas ilioingui­ cutáneo femoral lateral, de localización justo medial a la
nal y genital que, tras atravesar el cordón espermático, sa­ espina ilíaca anterosuperior (Fig. 9.59). Describimos aquí
lía del conducto inguinal p o r el anillo inguinal externo, si­ brevemente estos nervios para subrayar el carácter impre-
guiendo después el trayecto n o rm a l de distribución del decible de los nervios que atraviesan la región.
nervio ilioinguinal. En los manuales y atlas de anatom ía o cirugía, el ú n i­
En todos los cadáveres diseccionados hasta la fecha he­ co nervio descrito característicamente en localización la­
mos encontrado uno o más nervios adicionales de diverso teral al anillo inguinal interno es la ram a femoral del ner­
tamaño, superficiales a las láminas fasciales que revisten vio genitofemoral. El nervio descubierto era en varios casos

F ig u ra 9 .5 8 . Estructuras inguinofe-
morales vistas con laparosopio en un
acceso transperitoneal. La flecha in d i­
ca la luz de una vena o b tu ratriz abe­
rrante, avulsionada en su u n ió n con la
vena ilíaca externa. Debido a que fue
com prim ida mediante presión de insu­
flación, el vaso aberrante no se apreció
hasta que resultó lesionado. Puede ver­
se la rama genital del nervio genitofe­
m oral suprayacente a la arteria ilíaca
externa, entre los vasos gonadales y el
conducto deferente. D, conducto defe­
rente; G, vasos gonadales; IE, vasos epi­
gástricos inferiores; IP, c in tilla fliopú-
bica; PL, ligamento pectíneo; TA, arco
m uscular del transverso a b d om inal.
[br3]
405

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Pared abdominal y hernias

m ayor de lo esperado para la ram a femoral del nervio g e ­ ma altura que lo hacen la arteria y vena epigástricas infe­
nitofemoral, que suele ser un nervio cutáneo bastante p e ­ riores, o bien varios centímetros distalmente a dicho ori­
queño que inerva sólo la piel que recubre la región del trián­ gen. Dado que, inicialmente, los vasos epigástricos inferio­
Anatomía quirúrgica

gulo femoral del muslo. Tras la disección del nervio de dos res se curvan abruptamente desde su origen en dirección
cadáveres, se constató que era un nervio cutáneo femoral inferior antes de ascender por la pared abdominal anterior,
anterior. En cuatro cadáveres, se trataba de una fusión de es fácil no percibir cuán proxim al es su origen en compara­
la rama femoral del genitofemoral con el nervio cutáneo fe­ ción con los vasos ilíacos circunflejos profundos.
m oral lateral. En estos casos, en el p u n to donde el nervio M edialm ente a los vasos epigástricos inferiores, p u e ­
cutáneo femoral lateral iniciaba su trayecto subyacente a de identificarse habitualm ente sin d ificultad el ligamento
la cintilla iliopúbica, el nervio se localizaba al menos 2 cm pectíneo y, a continuación, el borde medial del anillo fe­
medial a la espina ilíaca anterosuperior. m oral (Fig. 9.59). Al retirar el tejido conectivo adiposo y
Con frecuencia, pudo observarse un nervio innominado mem branoso de esta zona, hemos encontrado siempre
de tamaño pequeño o mediano (0,5 m m a 2,5 m m ) perfo­ venas iliopúbicas de lo n g itu d variable y, en la m ita d de
rando la cintilla a 7 cm o más lateralmente al anillo ingui­ los cadáveres, hemos advertido la presencia de una arte­
nal interno, aportando a continuación pequeñas ramifica­ ria obturatriz aberrante pasando a través del anillo femo­
ciones a la porción inferior de la musculatura de la pared ra l antes de cru za r el lig a m e n to pectíneo. Esta arte ria
abdominal anterior; en otros cadáveres, en cambio, los ner­ aporta p o r lo general una o más ramas a los tejidos con­
vios visualizados en esta posición inervaban cutáneamente tenidos en el conducto femoral. La presencia de estos va­
la cara anterior del muslo. En dos casos, el nervio resultó ser sos sanguíneos, tan to los normales como los aberrantes,
el origen de un nervio ilioinguinal aberrante, o bien del ner­ era habitualm ente inesperada, pues basta una pequeña
vio cutáneo femoral lateral. En otros dos casos, un nervio cantidad de tejido conectivo p a ra ocultarlos a la vista. En
observado inicialmente en profundidad con respecto a la un caso encontramos una gruesa trib u ta ria suprapúbica
posición de la ram a femoral del nervio genitofemoral, resul­ de la vena ilíaca externa, pero sólo tras visualizar la a m ­
tó ser un nervio de aparición temprana que inervaba el mús­ plia abertura vacía donde la trib u ta ria term inaba antes
culo pectíneo del muslo. En dos tipos de excepciones, los ner­ de avulsionar.
vios identificados lateralmente a la arteria ilíaca externa Los grandes ganglios linfáticos ilíacos externos pueden
atravesaban la cintilla iliopúbica, en localización lateral al ani­ ocultar la presencia de nervios laterales a los vasos ilíacos
llo inguinal interno. Las excepciones eran el nervio cutáneo externos. Los vasos y ganglios linfáticos mediales a la vena
femoral lateral normal y aberrante, y el nervio motor de apa­ ilíaca externa pueden ocultar la presencia de vasos supra-
rición temprana que inerva el pectíneo. púbicos u obturadores aberrantes. Estos elementos lin fáti­
Lateralmente a la artería ilíaca externa, a media distan­ cos presentan continuidad con los contenidos en el con­
cia entre la espina ilíaca anterosuperior y la espina del p u ­ ducto femoral y, en la abertura a bdom inal del conducto,
bis, el nervio femoral se localiza en el surco que hay entre a menudo ocultan por completo una arteria obturatriz abe­
el psoas m ayor y el ilíaco (Fig.9.59); este nervio no puede rrante, una vena obturatriz aberrante, o ambas, de d iá ­
visualizarse a menos que se retire la fascia que recubre el metro considerable.
ilíaco, aunque aparece subyacente al psoas m ayor en lo­
calización aproximadamente 6 cm superior (craneal) a la Topografía
cintilla iliopúbica. El nervio femoral, como el cutáneo fe­ La anatom ía laparoscópica to p o g rá fica de la región in ­
m oral lateral, sale del abdomen y pasa profundo respecto guinal (capas, fosas y espacios q u irúrgicos, así c o m o otras
de los vasos ilíacos circunflejos profundos, la cintilla iliopú­ estructuras anatóm icas interpuestas), se in tro d u c e a c o n ti­
bica y el ligamento inguinal. Un nervio cutáneo femoral nuación.
anterior de aparición tem prana es ventral al nervio femo­
ral; puede atravesar la cintilla iliopúbica, o pasar en p ro ­ C apas. El o r d e n d e la s c a p a s q u i r ú r g i c a s e s el s i g u i e n t e :

fundidad a ésta. En dos casos, hemos encontrado el ner­ 1. Peritoneo.


vio del pectíneo en localización superficial al nervio femoral; 2. Lámina p o sterior de la fascia transversal.
tras pasar bajo el ligamento inguinal, este nervio discurría 3. Lámina a n te rio r de la fascia transversal y aponeurosis
en profundidad con respecto a los vasos femorales hasta del transverso abd o m in a l.
el músculo pectíneo.
La arteria y vena ilíacas circunflejas profundas se ale­ Es p a c io s . El orden de los espacios q u irú rg icos es el si­
jan de la cara lateral de los vasos ilíacos externos en p ro ­ guiente:
fundidad, o en localización ligeramente craneal, al borde in­ 1. Espacio de Bogros (espacio entre el p e rito n e o y la lám i­
ferior de la cintilla iliopúbica (Fig. 9.59). En algunos casos, na posterior de la fascia transversal).
por lo tanto, los vasos ilíacos circunflejos profundos son sub­ 2. Espacio vascular (espacio entre las láminas posterior y an­
yacentes al tercio inferior (posterior) de la cintilla iliopúbi­ terio r de la fascia transversal). Está incluida la a p o n e u ­
ca. Estos vasos se originan en los ilíacos externos a la mis­ rosis del m úsculo transverso a b d o m in a l.
406

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Pared abdominal y hernias 9


Anillo inguinal interno

Arco transverso abdominal Arteria y vena epigástricas inferiores

L v
f'Ira S k .
Ganglio de Cloquet

C intilla ¡liopúbica
Borde medial del anillo femoral

Ligamento pectíneo
Rama cutánea atipica
Arteria obturatriz
aberrante
Arteria y vena ilíacas

Nervio cutáneo
P e rito n e o
femoral lateral Rama retropùbica

Vena iliaca externa


Nervio femoral
Vasos gonadales, conducto deferente

Nervio genitofem oral Arteria ilíaca externa

Nervio cutáneo
fem oral anterior

F ig u ra 9 .5 9 . Estructuras anatóm icas descubiertas en un a herniorrafia iaparoscópica preperitoneal en el lado izquierdo, que
incluye un nervio cutáneo femoral atípico y una arteria obturatriz aberrante. Puede apreciarse cóm o de la arteria aberrante nace
una pequeña rama que se dirige a los tejidos del anillo femoral antes de descender atravesando el ligamento pectíneo. Se ha sec­
cionado parcialmente la cintilla iliopúbica para descubrir los vasos ilíacos circunflejos profundos. [br3]

F o s a s . El orden de las fosas, de la línea m edia a la peri­ tejido circundante al anillo interno, en el que es más p ro ­
feria, es el siguiente: bable insertar suturas o grapas. El ángulo (media ± SD)
formado p o r el conducto deferente y los vasos testiculares
1. Supravesical.
era de 38,6 ° ± 4,4° en el lado derecho, y de 4 8 ,6 ° + 7,2g
2. M edial.
en el izquierdo (P < 0 ,0 5 ) (las medidas de los lados iz ­
3. Lateral.
quierdo y derecho corresponden a cadáveres distintos). El
Cada una de estas fosas es un p u n to potencial de hernia. grosor del tejido alrededor del anillo (peritoneo, fascia trans­
El orificio m iop e ctín e o de Fruchaud se localiza en la f u ­ versal y tejido conectivo interpuesto) varía en diferentes
sión de la lámina anterior de la fascia transversal con la apo­ puntos, siendo m ayor en localización lateral a los vasos
neurosis del transverso a b d om inal. Constituye el p u n to p o ­ testiculares (2,2 m m ± 0,4 m m ) y m enor superiormente
tencial de una sola hernia, o de una com binación de hernias al conducto (0,2 m m ± 0,1 mm). El ángulo medido cons­
inguinofem orales. tituye el vértice del «triángulo m ald ito »117, cuya utilización
O 'M a lle y y cois.116 estudiaron la anatomía de la cara pe­ permite predecir la posición del conducto deferente y evi­
ritoneal del anillo inguinal p ro fu n d o desde un p u n to de vis­ ta rlo s vasos ilíacos externos subyacentes en la colocación
ta laparoscópico (Figs. 9.60 y 9.61). Los autores resum ie­ de grapas durante una herniorrafia.
ron sus hallazgos del siguiente m o do:
Resumen de la anatom ía Iaparoscópica
Hay una serie de estructuras importantes que deben
evitarse al suturar o gra p a r en una herniorrafia inguinal A c o n tin u a c ió n , presentam os un e xtra cto del estudio
Iaparoscópica, no siendo todas ellas fácilmente identifica- de la anatom ía cadavérica Iaparoscópica de la región in ­
bles en el laparoscopio, en particular, el conducto deferen­ guinal realizada p or Skandalakis y cois.118.
te. Se tom aron las medidas del ángulo que forma el con­ Las Figuras 9.37, 9.62 y 9.63 servirán de orientación
ducto deferente con los vasos testiculares y del grosor del para el estudio de las estructuras, pliegues y espacios ana-

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• Skandalakis

Pared abdominal y hernias

que está relleno de una cantidad variable de grasa prepe-


Sup
ritoneal. Esta es la región en la que el laparoscopista debe
insertar la prótesis (véase Fig. 9.37).
Anatomía quirúrgica

Otro espacio lo constituye el área formada entre las lá ­


minas a nterior y posterior de la fascia transversal; a q u í se
localizan los vasos epigástricos inferiores. Ocasionalmen­
te, la lám ina posterior es muy fina e irreconocible; en ta ­
les casos, el espacio de Bogros se extiende hacia la lám ina
anterior de la fascia transversal, que es la conocida gene­
ralmente como «fascia transversal». En la porción inferior
del espacio de Bogros se encuentra el círculo venoso ingui­
nal, descrito recientemente por Bendavid,ss que form a una
red venosa para numerosas tributarias (véanse Figs. 9.35,
9.37, 9.38 y 9.39).

F igura 9.60. Vista intraabdominal del anillo inguinal profun­ R e c o r d a r ; Las venas colapsan con insuflación de gas
do derecho y estructuras asociadas en u n varón delgado. CT, en la región inguinal. El laparoscopista debe proceder, por
tejido del área conjunta; DD, conducto deferente (posición se­
tanto, con sumo cuidado.
ñalada por la flecha blanca discontinua); IEV, tejido que recu­
Tras retirar los tejidos fibroadiposos, el laparoscopista
bre los vasos epigástricos inferiores; MUL, ligam ento um bili­
cal m edial (arteria um bilical obliterada); *, ángulo m aldito visualizará la estructura anatómica más superficial, los va­
entre el c o n d u c to deferente y los vasos testiculares; Flecha sos epigástricos inferiores. Despejando aún más la zona,
blanca, vértice del triángulo; Sup, superior; Inf, inferior; Med, podrán verse el arco muscular del transverso abdom inal y
medial; Lat, lateral, [era] la cintillo iliopúbica. Ambos están en estrecho contacto con
el anillo interno: el arco conforma el borde superior, y la
cintillo iliopúbica el borde inferior del anillo (Fig. 9.65). N i
el ligam ento inguinal (de Poupart) ni el lagunar (de Cim-
bernat) pueden visualizarse en una laparoscopia. El liga­
m ento de Cooper, en cambio, podrá apreciarse en el re-

tómicos con los que deben fam iliarizarse los laparosco-


pistas.
En el peritoneo, se form an tres fosas, separadas p o r
pliegues o ligamentos; éstos están formados po r estructu­
ras anatómicas que elevan el peritoneo. Las fosas, de la lí­
nea media a la periferia, son las siguientes:
• Fosa supravesical (A en Fig. 9.64), situada entre el liga­
mento o pliegue umbilical medio (el uraco, obliterado o
no) y el ligamento o pliegue umbilical medial (el segmen­
to obliterado de la arteria umbilical). Éste es el p u n to
donde se produce la hernia supravesical externa.
• Fosa medial (B en Fig. 9.64), entre el ligamento o plie­
gue umbilical medial y el ligamento o pliegue umbilical
lateral (arteria y vena epigástricas inferiores o p ro fu n ­
das). En esta zona se produce la hernia inguinal directa.
• Fosa lateral (C en Fig. 9.64), lateral al ligamento u m b i­ F igu ra 9 .61. Vista intraabdominal del anillo inguinal profun­
lical lateral. En la fosa se encuentra el anillo inguinal pro­ do derecho y estructuras asociadas en un varón obeso con her­
fundo, a través del cual pasa la hernia indirecta. En m u ­ nia inguinal indirecta. En esta pieza de autopsia, la cintilla ilio­
chos casos, con el peritoneo en su lugar, el laparoscopista púbica es patente en la boca del saco hem iario. H, abertura de
observará además dos estructuras anatómicas subya­ una hernia inguinal indirecta grande; DD, co n ducto deferen­
centes en el hombre: los vasos gonadales (estructuras
te; IPT, cintilla iliopúbica (posición señalada por la flecha blan­
ca discontinua); TV, vasos testiculares (posición señalada por
cordonales azuladas) y el conducto deferente (similar a
la flecha blanca discontinua); *, ángulo m aldito entre el co n ­
un cordón plateado).
ducto deferente y los vasos testiculares; Flecha negra, vértice
Inferior al peritoneo, y entre éste y la lám ina posterior del triángulo; Sup, superior; Inf, inferior; Med, medial; Lat, la­
de la fascia transversal, se localiza el espacio de Bogros, teral. [om]
408

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Pared abdominal y hernias

Lámina posterior de la fascia transversal recha del vértice del triángulo, pero, proximalm ente, en
Peritoneo Lámina anterior de la Aponeurosis del
nuestras disecciones, se encontraban siempre en el inte ­
fascia transversal transverso abdominal rior del triángulo. En esta área se localizan asimismo los orí­
genes de los vasos epigástricos inferiores e ilíacos circunfle­
jos profundos.
Otro im p o rta n te triángulo es el orificio miopectíneo
de Fruchaud (véase Fig.9.23B). Sus límites son los siguien­
tes:

Orificio de • Superior: Arco del músculo oblicuo interno y del múscu­


Espacio Fruchaud + lo abdo m in a l transverso.
vascular las 4 hernias
• Lateral: Músculo iliopsoas.
femorales
inguinales • Medial: Borde lateral del músculo recto del abdomen.
• Inferior: Peden dei pubis.
El tracto iliopùbico divide el orificio de Fruchaud en dos
partes claras:
• Superior: Cordón espermático.
• Subyacente: Vasos ilíacos externos, recubiertos p o r la lá­
m ina anterior de la vaina femoral (Figs. 9.66 y 9.67).
Nueva concepción del
espacio de Bogros La lámina anterior de la fascia transversal se fusiona con
la aponeurosis del transverso abdominal, formando el sue­
lo o p ared posterior del conducto inguinal. La anatom ía
Espacio de Bogros original
general de esta región puede verse en la Fig. 9.68.
F ig u r a 9 .6 2 . Anatomía laparoscópica de la región inguinal Característicamente, los nervios de esta región (Fig.
que muestra las capas, fosas y espacios (m uy esquemática). TF, 9.69) son laterales al anillo inguinal profundo. Los vasos
fascia transversal; Tr Abd Apon, aponeurosis del transverso ab­ son inferiores y mediales al anillo.
dom inal; Ing Fem, inguinofem oral; Post, posterior; Ant, ante­ El nervio más lateral es el nervio cutáneo femoral late­
rior. [coó]
ral. En la mayoría de los casos, sale de la fosa ilíaca justo
medialmente a la espina ilíaca anterosuperior. La ram a ge­
n ital del nervio genitofemoral es superficial a la arteria ilía­
ca externa. La ram a femoral del nervio genitofem oral es
borde del pubis como una formación cordonai blanca bri­ lateral a la arteria ilíaca externa. Más alejado, si bien no
llante. lo suficiente para evitar una lesión, se encuentra el nervio
La artería y vena ilíacas externas se localizan en un femoral (véase Fig. 9.59), en la hendidura entre los m ús­
plano más profundo, en el triángulo formado p o r los va­ culos ilíaco y psoas.
sos espermáticos y el conducto deferente. Distalmente, en Varios vasos sanguíneos importantes son mediales al
el anillo interno, estos vasos se localizan a izquierda y a de- anillo inguinal profundo:

Ligamento
umbilical medio
Ligamento umbilical lateral
Hernia supravesical externa

Vasos epigástricos inferiores


Hernia directa

Cordón
espermático
Hernia indirecta F igu ra 9.63. Anatomía topográ­
fica laparoscópica de la región in ­
guinal. En el hombre, los vasos es­
permáticos se unen al conducto
deferente para form ar el cordón
espermático. Al contrario que la
hernia directa, la hernia indirecta
presenta la abertura fascial lateral
Vena y arteria o medialmente a los vasos epigás­
Conducto
ilíacas externas tricos inferiores. [pe2]
409

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* Skandalakis

Pared abdominal y hernias


Anatomía quirúrgica

F ig u r a 9 .6 4 . Vejiga y pared ab­


d om inal anterior (vista posterior).
Los posibles trayectos de las h e r­
nias supravesicales externas se
m uestran a la izquierda; los de las
hernias supravesicales in ternas se
m u e stran a la derecha. A, fosa su­
pravesical co n boca de hernia su­
pravesical. B, fosa medial. C, fosa
lateral. D, lig am en to inguinal. E,
om bligo. F, lig am e n to um bilical
m edio (uraco obliterado). G, liga­
m ento umbilical lateral (arteria u m ­
bilical obliterada). H, arteria ep i­
gástrica inferior (profunda). [skl5\

• Círculo venoso (red venosa de la vena epigástrica inferior, conoce quién acuñó el término círculo de la muerte, razón
la vena iliopúbica, la vena rectusial, la vena retropúbica p o r la cual no se cita a u to r alguno). A continuación, pre­
y la vena rectusioepigástrica comunicante)*8. sentamos estas tres áreas de riesgo.
• Arteria y vena epigástricas inferiores.
• El triángulo m aldito (Fig. 9.70) está formado p o r los va­
• Arteria y vena ilíacas internas y externas.
sos gonadales lateralmente y el conducto deferente me­
• Vasos del recto.
dialmente. Estas estructuras anatóm icas se unen en el
• Vasos suprapúbicos y retropúbicos.
anillo inguinal profundo. En el interior de este triángulo,
• Artería y/o vena obturatriz aberrante (presente en el 30%
se encuentran los vasos ilíacos externos, la vena ilíaca
al 40% de los casos).
circunfleja profunda, la ram a g e nital del nervio genito­
Recuérdense los nervios laterales al anillo profundo:
femoral y el nervio femoral (profundo).
• Nervio cutáneo femoral lateral.
• El triángulo del dolor (Fig. 9.71) está formado p o r la cin­
• Rama genital del nervio genitofemoral.
tillo iliopúbica inferolateralmente y los vasos gonadales
• Rama femoral del nervio genitofemoral.
superomedialmente. Este triángulo im aginario contiene
• Nervio femoral.
varios nervios, como el cutáneo femoral lateral, el cu tá ­
Recuérdense los vasos sanguíneos mediales e inferio­ neo femoral anterior, la ram a femoral del genitofem o­
res al anillo profundo: ral, y el nervio femoral.
• Círculo venoso. • La red arterial del círculo de la muerte (Fig. 9.72) está
• Arteria y vena epigástricas inferiores. formada p o r la arteria ilíaca común, las arterías ilíacas
• Arteria y vena ilíacas internas y externas. externa e interna, la artería obturatriz, la artería o b tu ­
• Vasos musculares (del recto). ratriz aberrante y la arteria epigástrica inferior. Sus equi­
• Vasos suprapúbicos. valentes venosos reciben el mismo nombre y presentan
• Vasos retropúbicos. el mismo trayecto y localización.
• Artería y/o vena obturatriz aberrante (presente en el 30% Para evitar complicaciones anatómicas en los nervios,
al 40% de los casos). conviene recordar que la mayoría tienen una localización
El triángulo m a ld ito u?, el triángulo del do/or119 y el lateral al anillo inguinal profundo. Evítense suturas y g ra ­
círculo de la muerte constituyen tres áreas de peligro (se des­ pas laterales inferiores a la altura del anillo.
410

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Pared abdominal y hernias 9


Grasa
Vasos epigástricos inferiores Arco A n illo ing u in a l p rofun d o

A rc o transverso
a bd o m in a l

C in tilla ilio p ù b ica

Peritoneo

Vejiga urinaria

-V a so s gonadales

U réter derecho
C onducto defe re n te

F ig u ra 9 .6 5 . Tras seccionar y retraer el peritoneo, son visibles los vasos epigástricos inferiores (las estructuras anatómicas más
superficiales). El arco muscular transverso abdom inal y la cintilla iliopúbica pueden o no ser visibles. [co6\

Vasos epigástricos inferiores

Grasa Arco

Recto del a bdom en

A n illo ing u in a l p rofun d o

Arco transverso abd o m in a l


A n illo fe m o ra l con
ganglios linfáticos

' C in tilla iliopúbica

Vasos gonadales

L igam ento de Cooper

Vejiga urinaria

Borde in fe rio r del p eritoneo

C onducto deferente
Uréter derecho

F ig u ra 9 .6 6 . Tras una limpieza más profunda, resultan visibles el arco muscular del transverso abdominal, la c in tilla ilio p ú ­
bica y el ligamento de Cooper. [coó]
411

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* Skandalakis

Pared abdominal y hernias

Vasos epigástricos inferiores

Grasa ^
Anatomía quirúrgica

Anillo Inguinal profundo

Recto del abdomen

Anillo femoral con Arco transverso


ganglios linfáticos abdominal

Cintilla Iliopúbica

Vasos gonadales

Ligamento de Cooper

Vejiga urinaria
Borde inferior del peritoneo

Arteria ilíaca externa

Vena ilíaca externa

Uréter derecho / í \ . , t , ,
N Conducto deferente

F igu ra 9 .6 7 . Tras una limpieza aún más profunda, se hacen visibles el cordón espermático y los vasos ilíacos. [co6\

Músculo recto abdominal Ligamento umbilical medio (uraco)

Arteria y vena epigástricas inferiores Pliegue umbilical medial (arteria umbilical obliterada)
Anillo inguinal interno
Pliegue umbilical lateral (arteria y
Arco transverso abdominal vena epigástricas inferiores)

Fascia ilíaca

Cintilla iliopúbica Fosa 1


supra^' Eos^ in g u in a l
M úsculo ilíaco y e s ic a l_ la te ra l

jt r f e d ia ìi

Nervio cutáneo
femoral lateral
Nervio cutáneo
femoral anterior Vena ilíaca externa

Nervio fem oral


Músculo psoas

Rama femoral del


nervio genitofemoral

Vasos gonadales

Rama genital del


Colon sigmoide (retraído)
nervio genitofemoral

Arteria y vena ilíacas externas

Conducto deferente Arteria obturatriz


Ganglio linfático en el conducto femoral
aberrante
Arteria umbilical (seccionada)
Ligamento de Cooper

F ig u ra 9.68. Vista panorámica laparoscópica de las estructuras anatómicas de la región inguinal. [co6]
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Pared abdominal y hernias 9


A rc o tra n s v e rs o
A n illo in g u in a l p ro fu n d o

L ado s in fe rio r
Lado la te ra l
y m e d ia l

N e r v io s
1. C u ta n e o fe m o ra l la te ra l
Vasos
2. C u ta n e o fe m o ra l a n te rio r u o tra s
1. A rte ria y v ena ilíacas e xte rna s
ra m as v a ria b le s
2. A rte ria y vena e p ig á s tric a s inferio res C in tilla ilio p ú b ic a
3. R am a fe m o ra l del g e n ito fe m o r a l
3. A rte ria y /o v ena o b tu ra tr iz a b e rra n te
4. R am a g e n ita l del g e n ito fe m o r a l
4. Zona de a n a s to m o s is e n tre la a rte ria
5. Femoral
o b tu ra tr iz y la o b t u r a t r iz a be rra n te
5. Vasos s u p ra p ú b ic o s y re tro p ú b ic o s

F ig u ra 9 .6 9 . Vasos y nervios en la cintilla iliopùbica. [co6]

El nervio cutáneo femoral lateral tiene una localización Pa r e d po sterio r ( lum bar)
lateral y subyacente a la cintilla iliopúbica. La ram a fe­
m oral del nervio genitofem oral es lateral y paralela a la A n a to m ía y re la c io n e s to p o g rá fic a s
arteria iliaca externa. Para evitar lesiones en el nervio fe­
moral, no debe seccionarse la fascia del ilíaco en localiza­ A natóm icam ente, la pared abdom inal posterior está fo r­
ción lateral a los vasos espermáticos y a la arteria ilíaca m ada por un músculo, el cuadrado lumbar. En el á m b ito del
externa. tra ta m ie n to de p a to lo g ía re tro p e rito n e a l y h e rn iorrafias
Para evitar complicaciones en los vasos sanguíneos, pue­ lum bares (Figs. 9.73 A y C), puede hablarse ta m b ié n de
den usarse como referencia los vasos epigástricos inferiores una pared lum b a r posterior «quirúrgica». Del in te rio r al ex­
para llegar hasta los vasos mayores, localizados inferior y te rio r (del perito n e o a la piel) (Fig. 9.73B), la pared lu m ­
medialmente al anillo profundo. Es preciso evi­ bar poste rio r quirú rg ica incluye las siguientes estructuras
tar cautelosamente los vasos mayores, pues su lesión po-dría anatóm icas:
provocar una hemorragia letal. Para evitar la orquitis isqué­ 1. Peritoneo.
mica, es preciso asegurarse de que no se lesionan los vasos 2. Tejido conectivo m em branoso y grasa extraperitoneales.
gonadales, que avanzan hacia el anillo inguinal profundo. 3. Fascia transversal.
Los vasos circunflejos profundos se localizan en paralelo, pero 4. Capa muscular profu n d a (músculos cuadrado lu m b a r y
en profundidad, respecto de la cintilla iliopúbica. psoas).
Para evitar complicaciones en los órganos, puede pro­ 5. Capa m uscular m edia (erector de la colu m n a , o b lic u o
tegerse la vejiga urinaria una vez identificada. Para loca­ in te rn o y serrato posteroinferior).
lizarla, debe encontrarse y seguirse el trayecto del ligamen­ 6. Fascia to ra c o lu m b a r (posterior, media y anterior).
to umbilical medial. Se debe evitar toda disección medial 7. Capa superficial (com puesta posterolateralm ente por el
al ligamento, así como toda lesión en el conducto deferen­ m úsculo dorsal ancho y anterolateralm ente por el mús­
te en su trayecto hacia el anillo interno; esto es sumamen­ culo o b lic u o externo).
te im portante en la herniorrafia bilateral, ya que puede 8. Fascia superficial (form ada por dos capas de te jid o fi­
producir esterilidad. broso con tejido adiposo entre ambas, grueso o fin o ).
9. Capa dura de piel.
R e c o r d a r : En aproxim adam ente el 30% de los casos, la
Re c o r d a r :
anatom ía laparoscópica de un lado no es un reflejo exac­
to del lado contrario. • Las capas media y posterior revisten el m úsculo erector de
413

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* Skandalakis

Pared abdominal y hernias

• Anterior (abdom inal): Borde posterior del m úsculo o b li­


cuo interno.
Anillo profundo
• Posterior (lum bar): Borde a n te rio r del m úsculo erector de
Anatomía quirúrgica

la c o lu m n a .
• Base: D uodécim a costilla y músculo serrato posteroinfe-
Borde medial rior.
conducto Borde lateral:
• Techo: Músculos o b lic u o exte rn o y dorsal ancho.
deferente vasos gonadales
• Suelo: Aponeurosis del transverso abdominal, form ada por
Arteria ilíaca la unión de las capas de la aponeurosis toracolum bar.
Rama genital
del nervio Triángulo lum bar inferior (de Petit)
Vena ilíaca genitofemoral
El triá n g u lo inferior, de m e n o r tam año, es derecho (el
vértice apunta hacia arriba). Es menos constante y más vas­
cular. Sus límites son:

Borde posterior: • A nterior (abdom inal): Borde posterior del m úsculo o b li­
borde peritoneal cuo externo.
• Posterior (lum bar): Borde a n te rio r (lateral) del m úsculo
F ig u ra 9 .7 0 . Triángulo maldito. [coó] dorsal ancho.
• Base: Cresta ilíaca.
• Techo: Fascia superficial.
• Suelo: M úsculo o b lic u o inte rn o , con c o n trib u cio n e s del
la colum na. Las capas m edia y ante rio r recubren el cua­ m úsculo transverso a b d o m in a l y la lám ina posterior de la
d ra d o lumbar. fascia to ra c o lu m b a r y del m úsculo o b licu o interno.
• La capa media se e xtiende lateralm ente hasta la a p o n e u ­ Los dos triá n g u lo s p u e d e n com pararse del siguiente
rosis del m úsculo transverso a b d o m in a l p o r la fusión de modo:
las tres capas.
• ¿La aponeurosis del transverso a b d o m in a l es parte de la Triángulo superior Triángulo in ferio r
fascia to racolum bar? M u y proba b le m e n te . Triángulo inve rtid o Triángulo derecho
(vértice hacia abajo) (vértice hacia arriba)
Triángulo lum bar superior M ayor M enor
(de Grynfeltt) Más constante Menos constante
Punto más frecuente de Punto menos fre cuente de
El triá n g u lo superior, de m ayor tam a ñ o , es in ve rtid o (el
hernia lum b a r hernia lum ba r
vértice apunta hacia abajo) y más constante. Se relaciona
Relacionado con el duodécim o N o alberga nervios
con el d u o d é c im o nervio torácico y los prim eros lumbares.
nervio to rácico y el
A efectos prácticos, es avascular. Los límites del triángulo su­
p rim e r lum bar
p e rior son:
Avascular Vascular
Recubierto p o r el m úsculo Recubierto p o r la fascia
dorsal ancho superficial y la piel

Arteria y vena iliacas Borde ínferolateral:


cintilla ilíopúbíca Arteria ilíaca externa
circunflejas profundas

Borde lateral:
peritoneo plegado

Nervio cutáneo femoral Arteria Arteria ilíaca


lateral epigástrica común
inferior
Nervio cutáneo femoral anterior
ilíaca
u otras ramas variables Arteria
interna
obturatriz
Rama femoral del nervio aberrante
Borde superomedial:
genitofemoral
vasos gonadales

Nervio femoral Arteria

F ig u r a 9 .7 1 . Triángulo del dolor, [coó] F ig u ra 9 .7 2 . Círculo de la muerte, [coó]


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Pared abdominal y hernias 9


Músculo dorsal ancho Músculo erector de la colum na M úsculo externo oblicuo
M úsculo interno oblicuo
M úsculo serrato
M úsculo transverso abdom inal
poste ro in fe rio r
, H t SCh ° M úsculo Fascia
cuadrado lum bar
12a costilla
M úsculo
oblicuo M úsculo externo oblicuo
externo
M úsculo intern o oblicuo
Cresta y su aponeurosis

ilíaca Cresta ilíaca


Músculo dorsal
ancho Fascia
Borde ante rio r
subcutánea
del músculo
sacroespinoso Músculos erectores de la columna

Fascia d orsolum bar posterior


Parte de la fascia dorso lum b a r
Fascia dorsolum bar ante rio r

F ig u ra 9 .7 3 . A, Izquierda, Hernia inferior a través del triángulo de Petit; la base del triángulo está formada por la cresta ilíaca;
Derecha, Hernia superior a través del triángulo de Grynfeltt; la base del triángulo invertido está formada por la duodécim a cos­
tilla. B, Sección transversal esquemática de la pared corporal posterior en la región lumbar. El trayecto de la hernia lumbar su­
perior viene indicado por la flecha. C -l, Hernia a través del triángulo lum bar inferior. C-2, Relaciones normales del colon des­
cendente y la pared abdom inal posterior izquierda en una sección transversal. C-3, Hernia del colon descendente a través del
triángulo lum bar inferior. 1, músculo oblicuo externo; 2, músculo oblicuo interno; 3, m úsculo transverso abdominal; 4, m ús­
culo psoas; 5, músculo cuadrado lumbar; 6, músculo dorsal ancho; 7, músculo sacroespinoso; 8, capa posterior de la fascia to-
racolumbar; 9, capa anterior de la fascia toracolumbar; 10, aponeurosis del transverso abdom inal, [ s k l l ] [sk!2]
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• Skandalakis

Pared abdominal y hernias

Suelo: union de capas de Suelo: fascia to ra colum bar, Teniendo presentes estas consideraciones a la hora de
la fascia to ra c o lu m b a r m úsculo o b lic u o interno elegir un tip o de incisión, existen una serie de factores que
para form ar la aponeurosis y, en parte, transverso deben tenerse en cuenta. C uando proceda, deben obser­
Anatomía quirúrgica

del transverso a b d o m in a l a b d o m in a l varse las siguientes reglas:


• La incisión debe ser la adecuada: lo bastante larga co m o
Consideraciones quirúrgicas acerca para p ro p o rc io n a r una buena exposición y espacio para
de la pared posterior m aniobrar, pero lo bastante corta c o m o para evitar c o m ­
plicaciones innecesarias.
Debe realizarse un diag n ó stico diferencial entre lipom a • Las incisiones en la piel deberían seguir las líneas de Lan-
y hernia lumbar. ger, cuando sea posible.
• Deben evitarse las incisiones paralelas a cicatrices previas.
Debería extirparse toda cicatriz preexistente antes de p ro ­
Fisiología d e la p a re d ceder.
• Los músculos deben seccionarse en la dirección de sus fi­
a b d o m in a l bras, en vez de transversalmente. El m úsculo recto cons­
titu y e una excepción, p u d ie n d o realizarse un corte trans­
Los cuatro músculos pares planos de la pared a b d o m i­
versal debido a su aporte nervioso segmentario. N o existe,
nal intervienen en muchas acciones fisiológicas. Las fu n c io ­
pues, riesgo de denervación.
nes más evidentes son la flexión, la extensión y la rotación
• Las aberturas practicadas en las distintas capas de la pa­
del tro n c o y la pelvis. Estos músculos intervienen asimismo
red a b d o m in a l no deben superponerse.
en la respiración, la defecación, la micción, el parto y los me­
• C ua n d o sea posible, debe evitarse la sección de nervios.
canismos del c o n d u c to inguinal. En 1535, Andrés de La­
• La re tra c ció n de los m úsculos y ó rg a n o s a b d o m in a le s
g u n a 1 observó que «esta parte del cuerpo presenta ocho
debe realizarse hacia su aporte neurovascular, y no aleján­
[sic] músculos p o r m e d io de los cuales se puede atraer, re­
dolos de éste.
tener, producir, expulsar y realizar otras muchas funciones
• Los tubos de dren a d o (Penrose u o tro tip o ) deben inser­
naturales».
tarse en pequeñas incisiones aparte, y no en la incisión
principal. Pueden d e b ilita r la herida.
• Deben tenerse m u y en cuenta las cuestiones estéticas, pero
Laparotom ía
no hasta el p u n to de sacrificar los principios de M a in g o t120.
Las variedades de laparotom ía son innum erables (Fig.
P r in c ip io s
9.74). Algunas tienen nom bres descriptivos; otras son epó-
M a in g o t120 fijó tres requisitos para una laparotomía ade­ nim os. Pocos cirujanos negarán desear en secreto que una
cuada: incisión, instru m e n to o técnica lleven su n o m b re .
Nos complace la posición de W. Robert Rout122 en su ca­
• Accesibilidad.
pítulo sobre laparotomía. El autor afirma que ciertas descrip­
• Extensibilidad.
ciones de incisiones «se han o m itid o p o r ignorancia, por ser
• Seguridad.
obsoletas o escasamente empleadas, o bien porque son sim­
Los avances en la anestesia que p ro p o rcio n a n una m a­ ples modificaciones de las ya descritas». Entre las que hemos
y o r relajación, el desarrollo de materiales de sutura más re­ o m itid o nosotros, se encuentran las llamadas incisiones alfa­
sistentes y la mejora de las técnicas quirúrgicas, han p e rm i­ béticas, que presentan una semejanza distorsionada con cier­
tid o al c iru ja n o c u m p lir con dichos requisitos y causarle tos caracteres alfabéticos. La única incisión de este tip o que
menos traum atism os al paciente. se emplea c o m ú n m e n te es la incisión en T.
Antes de practicar la incisión, es preciso planificarla. He
aquí algunas consideraciones generales:
La p a r o t o m ía a n t e r io r
• Posible e xa ctitu d del diagnóstico.
• Necesidad de intervención inm ediata.
Es im portante realizar una minuciosa escisión de la cica­
• C on stitu ció n del paciente.
triz al acceder a la cavidad peritoneal a través de una incisión
Somos conscientes de que las preferencias personales quirúrgica preexistente. La escisión de cicatrices inestéticas,
del cirujano y, lo que es más im p o rta n te , su tip o de fo rm a ­ con el subsiguiente cierre meticuloso de la piel m ediante sutu­
ción, son factores de peso en el m o m e n to de d e cid ir qué ras subcutáneas, garantiza una mejor apariencia estética de
tip o de incisión debe acometerse. Conviene además recor­ la cicatriz. Debería considerarse la realización de la nueva in ­
dar la sentencia de Keeney121: «Reza antes de la operación, cisión lejos de la cicatriz de la operación previa cuando exis­
pero recuerda: Dios no cambiará una incisión defectuosa». tan motivos para suponer la presencia de intestino adherido
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Pared abdominal y hernias

subyacente. Sin embargo, reabrir una incisión previa puede sección transversal del m úsculo recto. C o m o en las e x­
ser apropiado si el objetivo es descubrir adecuadamente un tensiones torácicas, es preciso em plear esta técnica cuan­
punto p ara el tratam iento de un diagnóstico anticipado, o si do se encuentran lesiones imprevistas de localización la­
se encuentra debilitada p o r una hernia postoperatoria, que teral. De haberse a n ticip a d o la existencia de las lesiones,
debe ser reparada. la incisión transversa habría sido suficiente.
Robert M. Zollinger123 • Una co n tin u a ció n descendente de la incisión en la línea
m edia es siem pre una o p ció n posible.
Incisiones verticales
Incisión en la línea m edia inferior y extensiones
Incisión en la línea m edia superior
Las técnicas de incisión en la línea m edia infe rio r son li­
y extensiones
g e ra m e n te distintas a las de incisión en la línea media su­
Las incisiones en la línea media superior de la línea alba perior. El cirujano encontrará algunas diferencias a n a tó m i­
y la fascia transversal (Fig. 9.75) pueden revelar la presen­ cas entre la línea media superior al o m b lig o y la inferior. La
cia de grasa a b u n d a n te y bien vascularizada en la línea m e­ línea alba es estrecha y más difícil de localizar in te rio rm e n ­
dia superior. Sugerim os realizar las incisiones en el p e rito ­ te. Recuérdese que la vejiga debe descom prim irse siempre
neo, ligeramente a la izquierda de la línea media, para evitar m e d ia n te una sonda antes de la in te rve n c ió n quirú rg ica .
el lig am ento cuadrado, localizado en el borde del liga m e n ­ Deberían emplearse suturas de señalización para m antener
to falciform e; si nos e n contram os con él, p odem os ligarlo la alineación apropiada al realizar el cierre.
y diseccionarlo. Las extensiones viables son las siguientes:
Practicada la incisión en la línea alba, deben señalarse • Una extensión superior de una incisión en la línea media
los lados opuestos a ésta con sutura irreabsorbible de cali­ inferior es siempre posible para el cirujano. La incisión d e ­
bre 0, lo que garantiza una realineación precisa en el cierre. bería rodear el o m b lig o p o r la izquierda para evitar el li­
Ciérrese la línea alba de arriba a abajo, o tal vez de caudal g a m e n to re dondo.
a craneal. Es preciso asegurarse de suturar la línea alba, y • Las extensiones laterales son iguales a las extensiones de
no la fascia del o b lic u o externo (de Gallaudet); esto p e rm i­ la línea media superior previam ente descritas.
te evitar una hernia yatrogénica. • Es im posible realizar una extensión infe rio r de la incisión.
Las extensiones viables son las siguientes: O casionalm ente, la anatom ía del o m b lig o p e rm ite una
• Una incisión en la línea media superior puede ampliarse extensión tra n su m b ilica l. El ciru ja n o debe asegurarse de
en dirección ascendente e x tirp a n d o la apófisis xifoides y que los pliegues umbilicales están limpios.
la extensión ascendente de la abertura peritoneal; esto
Incisión rectal (param ediana) y extensiones
ensancha el ca m p o q u irú rg ic o a p ro x im a d a m e n te entre
6 cm y 10 cm o más124 (Fig. 9.76). W angensteen125 e m ­ La incisión rectal (param ediana) (Fig. 9.75B) es la pre­
pleó una extensión sim ilar con e xtirpación de la apófisis ferida p o r el cirujano que desea cerrar la pared a b d o m in a l
xifoides y escisión extrapleural del esternón para p ro p o r­ en capas. N o d e struye el te jid o m uscu la r ni los nervios.
cion a r un acceso al b o rd e superior del hígado, la vena Debe retraerse el m úsculo recto late ra lm e n te para evitar
cava y las venas hepáticas, así c o m o a la u n ió n gastroe- que la tensión recaiga en los vasos sanguíneos y en los ner­
sofágica (véase Fig. 9.74G ). vios (Fig. 9.77). Pueden encontrarse inscripciones te n d in o ­
• La incisión en la línea m edia puede continuarse lateral­ sas, sobre to d o en el a b d o m e n superior, que deben seccio­
m e n te a través de los cartílagos costales inferiores, que narse. Los drenados deben colocarse a través de una incisión
pueden rasparse y seccionarse a co n tin u a ció n . La pleura aparte.
no resulta perforada. N ota: Entre los 70 casos de dehiscencia de suturas descri­
• Puede realizarse una extensión torácica de la incisión de tas p o r Haddad y M a c ó n 127, el 16% podía a tribuirse a la
la línea media a b d o m in a l a través del octavo espacio in ­ presencia de drenados en la incisión principal.
tercostal hasta el o m o p la to 126. En esta intervención, la in­ Las extensiones viables son similares a las descritas pre­
cisión de la línea media es exploradora. La necesidad de v iam e n te en las incisiones de la línea media.
una extensión torácica depende de la patología revelada
en la exploración. Incisión pararrectal (de Kammerer-Battle)
• Puede emplearse la escisión esternal para c o n tin u a r su­ La incisión pararrectal (de Kammerer-Battle) (Fig. 9.75C)
p e rio rm e n te la incisión en la línea media. El anestesista se practica a lo largo del borde lateral de la vaina del recto.
debe estar p re parado para una abertura, intencionada o No es aconsejable, pues secciona transversalmente la iner­
no, de la cavidad pleural. vación del músculo recto, pudiendo tam bién afectar al apor­
• Una extensión lateral hacia un lado, o incluso hacia a m ­ te sanguíneo procedente de la arteria epigástrica inferior.
bos lados, puede te n e r fo rm a de L o de T, e im plica la La incisión pararrectal no ofrece extensiones viables,

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* Skandalakis

Pared abdominal y hernias


Anatomía quirúrgica

F ig u ra 9.7 4 . Variedades de laparotomía. A, Incisión en la línea m edia (línea alba). B, Incisión param ediana (rectal) co n re­
tracción del músculo. C, Incisión subcostal. D, Incisión de McBurney. E, Incisión transversa abdom inal. F y G, Dos tipos de in ­
cisión toracoabdom inal. H, Incisión param ediana (rectal) con escisión del músculo. I, Incisión pararrectal. J, Incisión en palo
de jockey (toracoabdominal). [si<4] [sj<8]

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Pared abdominal y hernias 9


Incisión transversal del abdom en superior
En una incisión transversal en la p o rción superior del
a b d o m e n , se secciona transversalm ente el músculo recto.
Si la incisión afecta sólo a una pequeña porción de los m ús­
culos oblicuos, pueden separarse; si la incisión se extiende
más lateralm ente, pueden seccionarse los músculos planos
a lo largo de la línea de la incisión cutánea. Esto no d e b ili­
tará el a b d o m e n .

Incisión transversal del abd om e n inferior


Se seccionan am bos músculos rectos del a b d o m e n , y
quizá ta m b ié n los músculos planos izquierdos o derechos.
La incisión transversal del a b d o m e n inferior no es aconse­
jable, porque no descubre bien la cavidad abdom inal y pue­
de p ro d u cir una eventración postoperatoria.

Incisión de Rockey-Davis
F ig u ra 9 .7 5 . Incisiones verticales. A, Incisión a lo largo de La incisión de Rockey-Davis es una incisión transversal
la línea alba. B, Incisión a través del músculo recto (parame- desde la espina ilíaca anterosuperior hasta el borde lateral del
diana), escindiendo el músculo. C, Incisión lateral a la vaina músculo recto derecho. Se emplea con m ucha frecuencia.
del recto (pararrectal). Los nervios segmentarios del músculo
recto (línea disco n tin u a ) se seccionarán. 1, piel; 2, los tres Incisión de Pfannenstiel
músculos planos y sus aponeurosis; 3, fascia transversal; 4, pe­ La incisión a b d o m in a l transversal de Pfannenstiel (Fig.
ritoneo; 5, músculo recto abdominal; 6, línea alba. [sk4\
9 .7 8 ) se realiza h o rizo n ta lm e n te , en un p u n to superior al
pubis. Las vainas rectales anteriores y la línea alba se sec­
cionan transversalm ente y se pliegan superio rm e n te entre
8 cm y 10 cm. Los músculos rectos se retraen lateralm en­
te, y pueden seccionarse la fascia transversal y el peritoneo
en la línea m edia. Debe identificarse y protegerse el nervio
ilio h ip o g á s tric o 129.
La excelente incisión de Pfannenstiel descubre de form a
porque se producirían lesiones adicionales en nervios y va­
lim itada las cavidades pélvica y peritoneal inferior, lo cual
sos sanguíneos.
dificu lta m u c h o la reparación de lesiones en los uréteres,
la vejiga urinaria y el inte stin o grueso y delgado; sin e m ­
Incisión mesorrectal (transrectal)
bargo, tales com plicaciones son raras.
La mesorrectal (transrectal) derecha o izquierda es una Salgado y cois.130 señalan que la incisión de Pfannens­
incisión vertical que disecciona el músculo recto. No se acon­ tiel perm ite una recolección co m pleta y eficaz del músculo
seja d ebido a que afecta a la inervación y a la irrigación. recto del a b d o m e n a efectos de reconstrucción de tejido.

C om paración de las incisiones verticales M odificaciones


Guillou y cois.128 com pararon las com plicaciones de los Existen diversas m odificaciones, c o m o la incisión trans­
tres tipos de incisión vertical: sobre la línea media, a través versal lateral del a b d o m e n superior (de S ingleton), la inci­
del m úsculo recto ab d o m in a l (param ediana m edial) y late­ sión transversal en el a b d o m e n m edio, y la incisión trans­
ral al m úsculo (param ediana lateral). La incisión parame- versal izquierda para una intervención a b d o m in o p erin e a l
diana lateral requirió más tie m p o y acarreó más infecciones, (de Coller).
pero p ro vo có menos hernias quirúrgicas que los otros dos
tipos. Tras un estudio de 207 operaciones, C illou y cois.128 Extensiones viables
concluyeron que la incisión param ediana lateral es la m e ­ Todas las incisiones trasversales pueden extenderse so­
jo r de las tres incisiones verticales. bre la línea m edia. La incisión a b d o m in a l in fe rio r puede
prolongarse lateralm ente desinsertando la inserción te n d i­
Incisiones transversales nosa del m úsculo recto en el pubis. La exte n sió n lateral
puede lograrse asimismo preservando la inserción del m ús­
En la incisión transversal, se seccionan ta n to la vaina del culo recto, pero re trayéndolo m edia lm e n te y escindiendo
recto c o m o el p ro p io músculo. los músculos de la pared anterolateral, lo cual suele exig ir

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* Skandalakis

Pared abdominal y hernias


Anatomía quirúrgica

F ig u ra 9 .7 6. Abdom en más descubierto m ediante escisión de la apófisis xifoides. Izquierda, Incisión abdom inal en la línea m e­
dia superior. Derecha, Espacio h abitu alm en te descubierto, de unos 6 cm (líneas discontinuas), y espacio descubierto de 10-11
cm tras extirpar la apófisis xifoides (líneas continuas). [sk4\

la ligadura de los vasos epigástricos inferiores. Una e x te n ­ Lipton y cois.131 exam inaron las ventajas de una incisión
sión lateral excesiva puede d a ñar los nervios (Fig. 9 .79). costal «superior a dos dedos de distancia y paralela al b o r­
Las incisiones transversales que se extienden demasiado la­ de costal derecho», desde la línea media hasta la línea axi­
teralm ente pueden seccionar el nervio ¡liohipogástrico. Las lar derecha. Describieron una m ejor exposición para las in ­
incisiones inguinales pueden lesionar directa m e n te el ner­ tervenciones en las vías biliares, sin dehiscencia de suturas
vio ilio inguinal, o bien pueden quedar incluidas in v o lu n ta ­ postoperatoria ni hernia quirúrgica, en 181 pacientes a los
riam ente en una sutura al cerrar la incisión. q ue se les hizo un seguim iento de dos años. N o obstante,
la incisión costal inferior a dos dedos de distancia y paralela
Incisiones oblicuas al b o rde costal derecho es la más empleada.
Una incisión oblicua puede extenderse lateralm ente ha­
Incisión subcostal y extensiones cia el lado contralateral del cuerpo o hacia el m is m o lado
En una incisión subcostal, la vaina del recto se secciona siguiendo el b o rde costal y e vitando los nervios. Puede ex­
transversalm ente. Se corta el músculo recto y se realiza la tenderse superior o inte rio rm e n te sobre la línea alba. Pue­
escisión y la retracción del músculo o b licu o externo. La in­ de extenderse o b licuam ente hacia arriba a través del borde
cisión no debería extenderse lateralm ente más de lo nece­ costal y si es preciso convertirla en una incisión toracoab-
sario, para evitar así seccionar los nervios intercostales. El ci­ do m in a l.
rujano suele ver el pequeño nervio octavo y el nervio noveno
mayor. Es preciso retraer y preservar éste ú ltim o .
Incisión de McBurney (de Gridiron)
N o rm a lm e n te , puede realizarse la escisión de los m ús­
y extensiones
culos o b lic u o externo, ob licu o inte rn o y transverso a b d o ­ La incisión de M cB urney (de G rid iro n ) exige seccionar
minal. En ocasiones, las fibras del ob licu o externo deben la piel a lo largo de unos 8 cm, c o m e n za n d o 4 cm m edial­
cortarse lateral e inferiorm ente. m ente respecto de la espina a n terosuperior derecha y si-
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Pared abdominal y hernias

Oblicua lateral (de Kocher) derecha


o izquierda
Se trata de una incisión oblicua desde la punta de la dé­
cima costilla derecha o izquierda hasta la cresta del pubis.

Incisiones e n la reg ió n g e n ito fe m o ra l


Incisiones superiores al ligam ento inguinal
Las incisiones superiores al lig a m e n to ing u in a l incluyen
la inguinal oblicua, de 2 cm a 3 cm superior y paralela al
lig a m e n to , y la ing u in a l transversal, levem ente curva (si­
g u ie n d o las líneas de Langer, si es posible), a p ro x im a d a ­
m en te 3 cm superior al lig a m e n to inguinal.

Incisiones inferiores al ligam ento inguinal


F ig u ra 9 .7 7 . Incisión en la vaina del recto sin escisión del Las incisiones transversales y verticales inferiores al liga­
músculo. A, Retracción lateral del músculo recto tras incisión m en to inguinal, se realizan justo encima de la eminencia fe­
en la capa anterior de la vaina. B, La supresión de la tracción moral.
perm ite al músculo in tacto puentear la incisión en la vaina
(compárese con Fig. 9.75B). [sk4\ Otras incisiones
Se em plean muchas otras incisiones, c o m o una en la lí­
nea media inferior sin p e n e tra re n la cavidad peritoneal, un
surco inguinal inferior para la hernia inguinal indirecta en
g u ie n d o inte riorm ente sobre una línea desde la espina has­ niñas132, y diversas m odificaciones de incisiones verticales
ta el o m b lig o . La aponeurosis del m úsculo o b licu o externo o transversales.
y los músculos o b licu o inte rn o y transverso a b d o m in a l se
seccionan en la dirección de sus fibras. El nervio iliohipogás- La p a r o t o m ía posterio r ( lum bar)
trico, subyacente al m úsculo o b licu o interno, debe id e n ti­
ficarse y preservarse. Existen distintos tip o s de laparotom ía e xp lo ra d o ra de
Una incisión de M cBurney puede extenderse varios cen­
tím etros superior y lateralm ente sin seccionar los m úscu­
los. La extensión m edial exige la sección transversal de la
vaina del recto y el p ro p io músculo. En algunos casos, re­
sulta más fácil cerrar la incisión y realizar una nueva.
A p o n e u ro s is del o b lic u o e xte rno

N ervio ¡lio h ip o g á s trico

■ Vaina del
' recto
M úsculo ■V NV Y "K- c
t\ \ ‘V / * V
recto Espina ' '' AW"
ilíaca a n te ro -
Nervio ¡liohipogástrico s u p e rio r

M úsculo oblicuo intern o N ervio


c u tá n eo
Zona sensible fe m o ra l lateral
N ervio ilio in g u in a l

Lig a m e n to in g u in a l

C ordón espe rm á tico


F ig u ra 9 .7 8 . La incisión abdom inal transversa de Pfannens-
tiel revela el nervio iliohipogástrico entre el músculo oblicuo
interno y la aponeurosis del oblicuo externo, en localización F igura 9.79. Trayectos de los nervios iliohipogástrico e ilioin­
justo lateral al borde del músculo recto. [gr9] guinal. [sk4]
421

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Pared abdominal y hernias

la pared abdo m in a l posterior (lu m b a r), así c o m o diversas co m o posibles p roblem as la inestabilidad de la pared to rá ­
m odificaciones. Por otra parte, no hay acuerdo en la b i­ cica y un m a yo r d o lo r tras la sección transversal del re b o r­
bliografía médica respecto a la te rm ino lo g ía y anatom ía to ­ de costal.
Anatomía quirúrgica

pográfica de las incisiones lum bares. El cirujano debe estar Hoy en día, m uchos cirujanos se esfuerzan innecesaria­
fa m ilia riza d o con la anato m ía local to p o g rá fic a , escoger m ente para em plear técnicas transabdominales difíciles que
una incisión que conozca bien, y ajustarla a la patología podrían realizarse más fácilm ente m ediante una incisión to -
subyacente. racolumbar, técnica que p ro b a b le m e n te se debería haber
Las incisiones lum bares deberían ser extraperitoneales, llevado a cabo en más ocasiones. Por otra parte, la incisión
extrapleurales y subdiafragm áticas. Deben tener una lon­ toracoabdom inal se realiza a m en u d o erróneam ente en in­
g itu d suficiente y ser tan altas c o m o sea posible. Rolnick133 tervenciones en el hiato o el fo n d o esofágico, a los que se
nos da un consejo razonable: «Las incisiones pequeñas son accede m ejor transtorácicamente, sin extensión abdom inal.
inadecuadas y peligrosas; sin em bargo, tam b ié n es un error Sin em bargo, cuando está indicada, la incisión to racoabdo­
practicar una incisión tan grande que casi descuartice" al minal descubre excelentem ente el abdom en superior a tra­
paciente». vés del diafragma ampliamente abierto, permitiendo la retrac­
Se han descrito diversas incisiones en la bibliografía: ción de la caja costal. D ependiendo del lado elegido, esta
• Incisión oblicua de Bergman-lsrael. vía de acceso puede tam bién emplearse para resecciones del
• Incisión vertical de Simon-Czerny. lóbulo hepático derecho, del esófago distal y el estóm ago
• Incisión transversal de Pean. proxim al, y en intervenciones en la aorta descendente.
• Incisión en cobertera de Bardenheuer. En el acceso to ra c o a b d o m in a l izqu ie rd o , de uso más
• Incisión para costectom ía. habitual, la incisión se extiende desde un p u n to en la línea
• Incisión de Israel-Mayo. axilar posterior cerca del ángulo del om o p la to , hasta el sép­
• Incisión interespacial de Presman. tim o u octavo espacio intercostal (Fig. 9.86). A c o n tin u a ­
• Incisión de Nagam atsu. ción, cruza el re b o rd e costal y el m ú sculo recto o b lic u a ­
m ente en una línea hacia el o m bligo. La incisión se continúa
La presentación detallada de todas las incisiones e n u ­
descendiendo a lo largo de la línea alba hacia el pubis. Si se
meradas excede el o b je to de este capítulo, si bien descri­
necesita una m a yo r exposición posterosuperior, la incisión
biremos b revem ente algunas de ellas.
puede atravesar los músculos serrato anterior y dorsal ancho.
Las porciones torácica y a bdom inal de la incisión pueden
Incisión oblicua moldearse para ajustarse a una técnica determ inada.
Para proceder al cierre, debe comenzarse por la reapro­
La incisión o b licua (Figs. 9.80B y 9 .8 1 ) es una de las
xim ación del diafragm a, em pleando suturas irreabsorbibles
más empleadas p o r los urólogos. Se realiza desde el á n g u ­
discontinuas. Debe tenerse especial cuidado para incluir las
lo del riñón (bo rd e lateral del m úsculo erector de la c o lu m ­
tres capas (pleura, diafragm a y p eritoneo). Las suturas pe-
na y undécim a costilla) hasta la espina anterosuperior. Se
ricostales en form a de ocho se colocan alrededor de las cos­
seccionan las siguientes estructuras anatómicas: piel, g ra ­
tillas, en sus rebordes superiores, pero se dejan sin atar. Tras
sa y fascia subcutáneas, músculo dorsal ancho, serrato pos­
insertar una sonda pleural, se atan las suturas pericostales
te rio r inferior, m úsculo o b licu o externo, m úsculo o b licuo
y se sutura el b o rd e costal. Se colocan de nuevo las visce­
interno, m úsculo transverso a b d o m in a l, fascia transversal
ras en sus localizaciones adecuadas, y se cierra el abdom en.
y grasa preperitoneal.

Incisión vertical
La incisión vertical (Figs. 9.80A, 9.82, 9.83, 9.84 y 9.85)
se realiza a lo largo del b orde lateral del erector de la co ­
lum n a , desde la d u o d é cim a costilla hasta la cresta ilíaca
con orientación perpendicular. Se seccionan las siguientes
C o m p l ic a c io n e s a n a t ó m ic a s

estructuras anatóm icas: piel, grasa y fascia subcutáneas, DE LA LAPAROTOMÍA ANTERIOR


dorsal ancho, serrato posterior inferior, fascia to ra c o lu m -
bar (3 capas), fascia transversal y grasa preperitoneal. C ualquier incisión quirúrgica puede provocar h e m orra­
gia, hematomas, isquemia, seroma, infección, hernia y otras
complicaciones. En el abdom en, además, las incisiones pue­
I n c is io n e s t o r a c o a b d o m in a l e s den dar lugar a dehiscencia y evisceración o hernia q u irú r­
gica, co m o se muestra en la Tabla 9.7.
La incisión to ra co a b d om in a l ha te n id o numerosos par­ Existen numerosas descripciones de hernia a través de
tidarios y detractores desde su in tro d u c c ió n hace a p ro x i­ una pequeña incisión en la pared a b d o m in a l para la inser­
m ad a m e n te 100 años134'138. Los detractores han señalado ción de un drenado tip o Penrose, un laparoscopio o un tró -
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Pared abdominal y hernias 9


O b lic u o interno^

Transverso a b d o m in a l,

Fascia d o rs o lu m b a r

Oblicuo e x te rn o

Cuadrado-^XJB D orsal ancho


lu m b a r
Serrato p o s te ro in fe rio r
Sacroespinoso
Fascia d o rs o lu m b a r

F ig u r a 9 .8 2 . Estructuras anatóm icas que se en cuen tran al


descubrir el riñó n m ediante una incisión vertical a lo largo del
borde exterior del sacroespinoso (no se m uestran las cápsulas
renales), [del]
F ig u ra 9.80. Vías de acceso posteriores al riñón. A, Incisión
vertical. B, Incisión oblicua, [del]

car. M u n k y Kjer139 han descrito hernia epiploica tras una la- culos oblicuos. Se ha descrito que el d o lo r es m e n o r en las
paroscopia. La fo rm a ció n de fístulas secundaria a g ra n u lo ­ incisiones transversales u oblicuas. Sin em bargo, si persiste
ma por sutura reviste m e n o r im portancia; tan p ro n to co m o el dolor, la causa más p robable es la com presión del nervio
se retire la sutura, la fístula curará espontáneam ente. y el neuroma.
Un fe n ó m e n o raro es la atrofia muscular secundaria a le­
Lesión n erviosa sión de los nervios qu e inervan los tres músculos planos y
el m úsculo recto del abd o m e n .
Ciertas incisiones pueden lesionar el nervio, p ro d u c ie n ­ Stulz y Pfeiffer141 observaron que dos nervios de la pa-
do una parálisis m uscular o la fo rm a ció n de una neurom a
doloroso. M cG uire140 señala que el d o lo r es m ayor en las in­
cisiones paramedianas y verticales de la línea media; esto se
debe a la tracción ejercida desde am bos lados de los mús­

11.a costilla

Pliegue pleural

Incisión

Oblicuo externo
Borde exterior del
sacroespinoso

F ig u ra 9 .8 1 . Riesgo que conlleva abrir la pleura m ediante


una incisión oblicua en el riñón cuando la 12.a costilla no ofre­ F ig u ra 9 .8 3 . Primera capa muscular a seccionar en un acce­
ce protección más allá del borde exterior del sacroespinoso. so lum bar al riñón. La incisión se representa en azul. [ro.3]

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Pared abdominal y hernias


Anatomía quirúrgica

Dorsal ancho

Fascia transversal

Fascia transversal
Oblicuo externo
Borde seccionado del
oblicuo externo
Oblicuo interno
Oblicuo interno

F ig u ra 9 .8 4 . Segunda capa, donde se m uestra la relación de


la incisión (en azul) en el acceso lum bar con el riñ ón y con la
escisión del m úsculo oblicuo interno. [ra3] F ig u r a 9 .8 5 . Tercera capa, d onde se m uestra la relación de
la incisión (en azul) con el riñ ó n y el m úsculo transverso y la
fascia transversal en el acceso lumbar. [ro3}

red abdominal inferior, el iliohipogástricoy el ilioinguinal (vé­ D e h is c e n c ia


ase Fig. 9.79), sufrían con m a yo r frecuencia una lesión q u i­
rúrgica. A c o n tin u a ció n , se co m e n ta n estos nervios y sus Haddad y M a có n 127 revisaron los inform es de más de
lesiones. 18.000 intervenciones quirúrgicas abdominales, constatan­
El nervio ilio hip o g á strico presenta una rama cutánea, d o 70 casos de d e hiscencia p o s to p e ra to ria de suturas
que parte del m úsculo ob licu o inte rn o y pasa m e d ia lm e n ­
te bajo la aponeurosis del o b licu o externo, su p eriorm ente
al anillo inguinal interno. Inerva la piel de la ingle y la sín-
fisis púbica. Este nervio puede resultar lesionado dura n te
una apendicectom ía o una incisión de Pfannenstiel p o r re­
tracción de los bordes de los músculos o b lic u o in te rn o y
transverso a b d o m in a l seccionados129.
El nervio ilioinguinal tiene una localización paralela e in ­
ferior al nervio iliohipogástrico, y paralela y superior al liga­
m e n to inguinal. Perfora con frecuencia las estructuras o b li­
cuas internas (m úsculo, fascia o aponeurosis) en un p u n to
justo medial a la espina ilíaca anterosuperior. A continuación,
pasa entre el m úsculo ob licu o inte rn o y la aponeurosis del
oblicuo externo, hasta llegar al anillo inguinal superficial. Sus
ramas cutáneas inervan una estrecha banda de piel de la re­
gión inguinal, el escroto o el labio anterior, la raíz del pene,
y una pequeña área de la piel anterom edial de la p orción
superior del muslo. La lesión del nervio ilioinguinal puede
derivarse de la escisión y retracción de la aponeurosis del F ig u r a 9 .8 6 . La incisión en el séptim o u octavo espacio in ­
o b licu o e xte rn o o de las suturas colocadas a través de la tercostal atraviesa oblicuam ente el reborde costal y desciende
aponeurosis al cerrar la incisión. a lo largo de la línea media hasta el pubis, [lu]
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Pared abdominal y hernias 9


(0,4% ). El principal fa ctor predisponente aislado era la o b e ­ ca. Pueden colocarse las suturas en el cierre inicial, pero no
sidad del paciente (4 0 % ). La ob stru cció n p ro lo n g a d a de deben atarse hasta más adelante.
íleon o intestino (3 5 % ) y la infección de la herida (3 3 % ) Tras a n alizar 281 o p e ra cio n e s de hern ia , G reenall y
constituían otros factores relevantes. cois.143 en Gran Bretaña afirm aron que, a pesar de que las
S andersy D iC le m e n ti142 han analizado la relación entre incisiones transversales requerían más tie m p o y causaban
la técnica em pleada para el cierre de la herida y la dehis­ más hem orragias, no se p ro d u jo dehiscencia, y sólo dos
cencia, co n clu ye n d o que la causa de la dehiscencia no es hernias quirúrgicas. En un g ru p o co m p a ra b le de 276 inci­
la mala calidad de! te jido, sino el uso in a p ro p ia d o de las siones en la línea media, se presentaron 2 casos de dehis­
suturas. La dehiscencia puede producirse al escoger s u tu ­ cencia y 9 hernias quirúrgicas.
ras dem asiado pequeñas para la oclusión, p o r colocarlas Estudiando la fuerza mecánica del m úsculo recto, Nils-
demasiado separadas, o bien p o r atarlas con excesiva fu e r­ son y cois.144 constataron que, transcurridas 8 semanas des­
za. En p rin c ip io , estamos de acu e rd o con estos autores, de la operación, el m úsculo recuperaba su fuerza norm al
pero la con d ició n de los tejidos ta m b ié n es im p o rta n te . La preoperatoria. Los autores co n cluyeron que, de p ro d u c ir­
hipoproteinem ia no ayuda a la cicatrización de la herida; en se una rotura p o r incisión, ésta tiene lugar p oco después
los pacientes en los que la ingesta de proteínas sea d u d o ­ de la operación.
sa, se recom ienda la sobrealim entación. Según M cG u ire 140, la dehiscencia y evisceración se dan
En los casos de infección, un cierre secundario de la piel en un 0 ,5 % de los casos en las principales incisiones lapa-
pasados 4 ó 5 días constituye una sabia decisión q u irú rg i­ rotómicas. Recomendó las incisiones paramedianas y trans-

Tabla 9.7. Resumen de las complicaciones anatómicas de la laparotomía

Lesión orgánica
Técnica Lesión vascular Lesión nerviosa p o r perforación Técnica inadecuada

Todas las incisiones Hemorragia Parálisis muscular Viscera abdom inal Evisceración
abdom inales Hematoma Formación de neurom a Dehiscencia
Isquemia Hernia quirúrgica
Incisión en la línea N inguna N inguna Viscera abdom inal Una incisión demasiado
media superior corta puede extenderse
superior e inferiormente
Incisión en la línea Ninguna Ninguna Vejiga Una incisión dem asiado
media inferior corta puede extenderse
superiorm ente
Incisión rectal Ninguna, con retrae- N inguna, con retrac­ Viscera abdom inal Una incisión dem asiado
ción lateral ción lateral corta puede extenderse su­
perior e inferiorm ente
Incisión pararrectal Isquemia de la porción Lesión en el aporte n er­ Viscera abdom inal Una incisión demasiado
medial del recto vioso del músculo recto corta puede extenderse
Incisión transversal Arteria epigástrica Lesión en más de un Viscera abdom inal U na incisión dem asiado
superior superior nervio corta puede extenderse
Incisión transversa] Arteria epigástrica Nervio iliohipogástrico Vejiga Extensión lateral limitada
inferior inferior Nervio ilioinguinal posible
Incisión subcostal Hemorragia 8." y 9.° nervios inter­ Viscera abdom inal Puede extenderse en la línea
costales media abdom inal o la
Hemorragia pared torácica
Incisión de McBurney Hemorragia Nervio iliohipogástrico Viscera abdom inal Puede ser dem asiado peque­
Incisión toracoabdo- Isquemia del colgajo Nervios intercostales Viscera abdom inal ña
minal cutáneo con incisio­
nes en T

Fuente: S k andalakis JE, Gray SW, Rowe JS, Jr: A n a to m ic a l C o m p lic a tio n s in G e n e ra l Surgery. N u ev a York: M cGraw -H ill, 1983; c o n au to rizació n .
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■ Skandalakis

Pared abdominal y hernias

versales en varias capas en lugar de las de la línea media. ampliación de la hernia produce: insuficiencia respirato­
Aunque los datos estadísticos pueden indicar una m ayor fre­ ria, atrofia y úlceras isquémicas infectadas de la piel su-
cuencia de evisceración en las incisiones en la línea media, prayacente a l saco hemiario, retracción y atrofia de los
Anatomía quirúrgica

no existen indicios concretos de que este tip o de incisión músculos abdom inales laterales que co ntribuyen así a
pueda dar lugar a dehiscencia o evisceración en un adulto. agrandar la abertura parietal, y atrofia de la porción vis­
Los autores de este c a p ítu lo consideran qu e factores ceral derecha de la cavidad abdominal. Un neumoperito-
predisponentes co m o la obesidad, la caquexia crónica, o neo preoperatorio puede ser m uy beneficioso, pues extien­
la distensión abdom inal postoperatoria, influyen más a m e ­ de el abdomen y las adhesiones intraabdominales, fortalece
n u d o en este trá g ico fe n ó m e n o que una técnica d e fe c tu o ­ el diafragm a y permite reducir el contenido del saco her­
sa de cierre de la pared a b d o m in a l145,146. niado sin provocar el síndrome del compartim iento abdo­
Para evitar la dehiscencia y la evisceración, re c o m e n ­ minal, a menudo letal.
damos: Los objetivos de la hernioplastia incisional son cerrar
• Usar suturas irreabsorbibles. la comunicación parietal y reinsertar en la línea media los
• Emplear una buena técnica. El acceso anatóm ico a las fas- tendones de los músculos abdominales laterales retraídos.
das debe llevarse a cabo sin tensión. En Francia se han desarrollado dos técnicas que permiten
• De acuerdo con nuestra experiencia, el m ejor m é to d o es alcanzar estos objetivos; sus resultados son excelentes y
em plear una co m b in a ció n de suturas continuas y discon­ de larga duración, de modo que merecen un uso genera­
tinuas. lizado. En la técnica más conocida, se im planta una m a ­
• Usar suturas de retención para evitar la evisceración. lla de gran tam año tras los músculos del abdomen. La m a­
• Con una fascia intacta, realizar un ta p o n a m ie n to . lla más empleada es la de Mersilene (dacrón), ya que es
• O perar al paciente inm e d ia ta m e n te cuando la reparación suave, flexible, se integra rápidamente y conforma las cur­
esté indicada. vaturas del abdomen y la pelvis. El elástico y suave dacrón
• Emplear succión nasogástrica. requiere tracción-fijación con suturas reabsorbibles que
• Evitar atar las suturas con excesiva fuerza; las suturas d e ­ fu n cionan excelentemente p a ra el e stiram iento de los
masiado apretadas pueden causar isquemia local.

En el diagnóstico diferencial de la hernia quirúrgica, té n ­


ganse presentes la hernia verdadera y la hinchazón secun­
darias a una parálisis m uscular parcial. El cirujano debe evi­
ta r c o rta r el a p o rte ne rvio so del m ú s cu lo a fe c ta d o . Es
im p o rta n te asegurarse lo más posible de que los nervios
no se encuentran en la línea de sutura. Para evitar un neu- Perlas clínico-quirúrgícas
rom a doloroso, to d o nervio que deba seccionarse debería Tengo la impresión de que la gran mayoría de
q u edar sepultado lejos del p u n to de fo rm a ció n de la fu t u ­ los cirujanos en Estados Unidos utilizan hoy en día la línea
ra cicatriz. media para practicar las incisiones verticales. Mis primeras
Las hernias quirúrgicas deberían repararse tan p ro n to prácticas como asistente de cirujanos especialistas consistió
c o m o sea posible, una vez que rem ita la inflam ación inicial en practicar incisiones paramedianas centradas en el mús­
«normal». Toda dem ora de la intervención quirúrgica c o m ­ culo recto (no tan laterales como las descritas por Guillou y
porta un peligroso ensancham iento de la hernia q u irú rg i­ cois.’ 28, las cuales seccionaban al menos dos tercios del rec­
ca y su anillo. El cirujano debe evitar suturar la cicatriz del to a lo ancho desde la línea media) que se cerraban poste­
anillo h em iario. Deben extraerse to d o el te jid o de la cica­ riormente en varias capas. Adquirí una experiencia consi­
triz, el material de sutura (si existe) o el te jid o de granula­ derable com o residente en el diagnóstico y cierre de
ción. En el cierre debe emplearse te jid o fresco, y no de la abdómenes reventados. Muchos de nosotros supimos que
cicatriz. Puede emplearse una malla protésica siempre que los cirujanos de una institución vecina estaban cerrando las
sea necesario. incisiones en la línea media mediante un cierre en masa147'
A co n tinuación, reproducim os una síntesis de los aspec­ H8. Esta incisión y su cierre se realizaban más rápidamente.
tos más im po rta n te s de las hernias quirúrgicas, presentada También supimos que un abdomen reventado era un he­
por el Dr. George W antz152 en un simposio sobre esta m a ­ cho inusual en la institución vecina. Cuando optamos por
teria. la incisión en la línea media con cierre en masa, el proble­
ma del abdomen reventado desapareció prácticamente. El
(.. ,)Las hernias quirúrgicas gigantes de la pared abdo­
material de alambre de aquella época se sustituyó poste­
m inal son las hernias con una abertura parietal reparable
riormente por material sintético m onofilam ento149. La su­
m ayor de 10 cm; estas hernias están asociadas a m enu­
perioridad del cierre en masa en una sola capa está ta m ­
do con obesidad, hipertensión y diabetes, siendo habitual­
bién avalada por datos experimentales142'150'151. (RSF |r)
mente complicaciones quirúrgicas graves e imponentes. La

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Pared abdominal y hernias

músculos laterales y el aplanam iento del peritoneo. Las h erniorrafia laparoscópica es sólo de 2-3 años, pero que
grapas no son un sustituto adecuado de las suturas de esta técnica puede reducir la tasa de recaída en la hernia
tracción-fijación. El polipropileno puede sustituirse p o r po- en un 1 0 % a un 15% . El a u to r subraya la necesidad de una
liéster cuando la malla es pequeña y la superficie a bdom i­ vía de acceso seguro y de la im p la n ta ció n de un trocar.
na l plana. A menudo, no precisa fijación. Las piezas g ra n ­ Los factores que c o n trib u y e n a una buena cicatrización
des de malla de polipropileno semirrígido deteriorarán la sin dehiscencia de suturas, hernia qu irú rg ica p o sto p e ra to ­
flexibilidad de la pared abdominal. Para evitar el contac­ ria, ni cicatriz desfigurante, son:
to de las visceras abdominales con la m alla permanente,
• Ausencia de tensión, presión y espacios muertos.
se interpone epiplón y/o m alla reabsorbible. Las incisiones
• Presencia de una buena hemostasia.
de relajación de Cibson y Clotteau-Prémont se emplean
• Desbridación.
para facilitar el cierre aponeurótico en la línea media.
• Irrigación.
En la reparación protésica premuscuiar, la malla debe ser
• Buena vía de acceso a la piel.
de polipropileno, porque la m alla de poliéster en esta loca­
lización no es lo bastante fuerte para resistir al desgarro. La H odgson y cois.162, que a d m ite n que aún no se ha de­
cola de fibrina se emplea para fijar la malla a la pared ab­ te rm in a d o el tip o de sutura ideal para cerrar la fascia a b d o ­
dominal, mejorando el resultado. En la reparación premus­ minal, recom iendan material de sutura irreabsorbible y una
cuiar, la línea media debe cerrarse con incisiones de rela­ técnica c o n tin u a para d is m in u ir la frecuencia de hernias
ja c ió n de Cibson y suturas superpuestas en los dos quirúrgicas.
segmentos mediales de la vaina del recto. A n th o n y y cois.163 señalan que los siguientes factores
El d re n a d o cerrado de succión es esencial para evitar inciden en los índices de recaída en la reparación de una her­
seromas y hem atom as en el espacio que co n tie n e la malla. nia q u irúrgica:
Chrysos y cois.153 señalan que la reparación libre de te n ­ 1. Las hernias quirúrgicas reparadas con m aterial protési­
sión de la hernia ventral quirúrgica con un parche de PTFEe co son menos recurrentes que las reparadas m ediante
(p o lite tra flu o ro e tile n o e x p a n d id o ) es una técnica segura y re a p roxim ación del te jid o autógeno.
sencilla sin com plicaciones ni recaídas im po rta n te s 2. La obesidad está asociada a un n otable a u m e n to de la
M a ta p u rk a ry cois.154 presentaron la posibilidad de elim i­ incidencia de recaída.
nar la posible causa de recaída tardía en la hernia q u irú rg i­ 3. La mayoría de las hernias quirúrgicas recurrentes se p ro ­
ca mediante la reparación peritoneal con Marlex intercalado, ducen en los tres prim eros años postoperatorios.
que propició la regeneración de la aponeurosis de la pared Los autores han descrito ta m b ié n un índice general de
abdom inal en los experim entos realizados con 7 perros cru­ recaída del 4 5 % en la reparación inicial de la hernia q u i­
zados. Carlson y cois.155 propusieron la expansión tisular para rúrgica, y de un 2 9 % en los pacientes tratados con m a te ­
restaurar el d o m in io abdom inal y hacer posible el cierre del rial protésico.
tejido blando en aberturas complicadas de hernia ventral. Los datos de A n th o n y y cois.163 se reflejan en la aseve­
La técnica de «separación de com ponentes» para repa­ ración de L u ije n d ijk y cois.164: «Entre los pacientes con her­
rar la pared a b d o m in a l consiste en el avance medial de un nias quirúrgicas en la línea m edia a b d o m in a l, la hern io rra ­
com puesto ¡nervado de m úsculo y tejidos fasciales para re­ fia con malla es m e jo r que la realizada con sutura p o r lo
co n struir las aberturas extensas y gruesas en la línea media que se refiere a la recaída, con independencia del ta m a ñ o
y las heridas a b dom inales156. Shestak y cois.157 señalan que de la hernia».
la «separación de com po n e n tes» evita la m o rb ilid a d ad i­
cional en el área d o nante, pero advierten que sólo puede
llevarse a cabo si el músculo recto del ab d o m e n se encuen­ C o m p l ic a c io n e s a n a t ó m ic a s
tra inervado e intacto. DE LA LAPAROTOMÍA POSTERIOR (LUMBAR)
Sanders y cois.158 afirm an que el acceso laparoscópico
es una alternativa segura a la cirugía abierta para la repa­ Incisión o b lic u a
ración de la hernia quirúrgica.
Según Szymanski y cois.159, la herniorrafia laparoscópi- La invasión de la pleura p ro d u c e una c o n ta m in a c ió n
ca con malla arroja un bajo índice de recaída precoz, y pue­ p o r la infección subyacente o el desplazam iento superior
de llevarse a cabo con seguridad en un tra ta m ie n to a m b u ­ de las células malignas. Para p ro te g e r la pleura, el cirujano
latorio del paciente. debe recordar que ésta atraviesa la m itad interior de la d u o ­
Heniford y cois.160 han descrito una tasa de finalización décim a costilla. En ocasiones, esta costilla es m u y corta. Si
del 98,1 % en sus herniorrafias laparoscópicas con malla de se da el caso, puede usarse la undécim a, pero recuérdese
hernias quirúrgicas y eventraciones, con índices de c o m ­ q ue la pleura corre m u ch o peligro en esta parte de la ope­
plicación y recaída aceptables. ración.
Larson161 señala que el período de seguim iento para una Es im prescindible p ro te g e r los nervios en cualquier in-

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• Skandalakis

Pared abdominal y hernias

cisión, especialm ente en la oblicua. Deberían protegerse


los siguientes:
Hernias d e la p are d a b d o m in a l
y tratam iento quirúrgico
Anatomía quirúrgica

• Intercostales.
• lliohipogástrico.
En esta sección, presentamos muchas hernias de la pa­
• Ilioinguinal.
red a b d o m in a l a n te rio r y posterior. Las hernias a b d o m in a ­
Si fuera absolu ta m e n te necesario seccionar un o de es­ les internas se tratan en el capítulo d e d icado al p e rito n e o
tos nervios, secciónese sólo el iliohipogástrico. y los epiplones.
Las hernias de la pared abd o m in a l a n te rio r que tra ta re ­
Incisión v e rtic a l mos, son:
• Hernia epigástrica (ventral).
• La invasión de la cavidad peritoneal a través de una aber­
• Hernia um bilical.
tura involuntaria en el p e ritoneo propicia la expansión de
- Hernias congénitas y adquiridas:
la infección o la neoplasia desde el espacio re tro p e rito ­
Hernia um bilical infantil.
neal a la cavidad peritoneal.
Hernia um bilical a d q uirida en adultos.
• Puede producirse la dehiscencia de suturas en incisiones
• O nfalocele (exónfalo).
oblicuas y en las de la pared a b d om inal anterior. La inci­
• Gastrosquisis.
sión debe cerrarse in m e d ia ta m e n te para evitar una her­
• Prolapso ileal en el o m b lig o .
nia quirú rg ica posterior, en ocasiones difícil de reparar.
• Hernia ventral lateral (de Spiegel).
• Las incisiones lumbares muy próximas a la línea media no sec­
• Hernias ing u inofem orales (de la ingle).
cionan los nervios, ya que tienen una localización lateral.
- Hernia inguinal indirecta:
• Si la intervención se diseña para tra ta r una patología ex­
Hernia inguinal indirecta deslizante.
terna a la fascia transversal, es preciso recordar las locali­
- Hernias inguinales directas.
zaciones y relaciones de las glándulas suprarrenales, los ri­
- Hernias supravesicales.
ñones y los uréteres superiores. Para más detalles, - Hernias inguinales m últiples.
consúltese el ca pítulo dedicado al riñón. - Hernias interparietales.
- Hernias femorales.
- Hernias infantiles.
I n c is o n e s TORACOABDOMINALES
Las hernias de la pared a b d o m in a l p o sterior q u e p re ­
D ado que las incisiones to racoabdom inales repercuten sentamos, a co n tinuación de las de la pared a b d o m in a l an­
en com binaciones de estructuras torácicas y abdom inales, terior, son las del triá n g u lo lu m b a r superior (de G ry n fe ltt)
el lector encontrará más info rm a ció n en los capítulos dedi­ y el triá n g u lo lu m b a r inferior (de Petit).
cados al tó ra x y al a b d o m e n .
Re c o r d a r :
H e r n ia s de l a pared a b d o m in a l a n t e r io r
• Debe evitarse toda lesión en la red neurovascular de los
espacios intercostales. Dicha red se localiza en los re bor­
H e rn ia e p ig á s tric a (v e n tra l)
des inferiores de las costillas.
• Si fuera necesario, debe seccionarse una costilla. El anillo de la hernia epigástrica (Fig. 9.87) se localiza en
• M e rendino165 señala que la lesión en el nervio frénico pue­ la línea alba, y se extie n d e desde la apófisis xifoides hasta
de evitarse e m p le a n d o incisiones circunferenciales en la 1 cm a 2 cm superiorm ente al o m b lig o . Se co m p o n e en su
periferia del diafragm a, o bien incisiones a través del te n ­ to ta lid a d de fibras procedentes de la línea alba. A d ife re n ­
dó n central, llegando m e d ialm ente hasta la inserción del cia del anillo de la hernia um bilical, el de una hernia ve n ­
nervio frénico. El a u to r reco m e n d ó ta m b ié n evitar las in­ tral es c o m p le ta m e n te fibroso. El único p eligro lo c o n s titu ­
cisiones laterales y transversales. ye la perforación del intestino.
• La inserción del diafragm a en la pared torácica debe pre­
servarse en su lugar para facilitar el cierre diafragm ático. H ernias u m b ilic a le s
• Una movilización cuidadosa evitará lesiones en el bazo, el
hígado, los riñones, los uréteres, el estóm ago y el colon. Congènita y adquirida
• El d iafragm a debe cerrarse em ple a n d o suturas irreabsor- Las hernias um bilicales se clasifican en superior, media
bibles discontinuas. Deben incluirse la pleura, el diafrag­ e infe rio r (véanse Figs. 9.10 A a G).
ma y el peritoneo. La abertura de la hernia superior es tria n g u la r. Se lo ­
• Debe evitarse la hem orragia prote g ie n d o la primera vena caliza en el in te rio r del lig a m e n to re d o n d o b ifu rc a d o , su-
lum b a r (localizada justo detrás de la vena renal izquierda) p ra y a c e n te al b o rd e s u p e rio r del a n illo u m b ilic a l (Fig.
du rante la m ovilización del riñón izquierdo. 9.1 OB).
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Pared abdominal y hernias 9


La abertura de la hernia media es un anillo fibroso en los una extensión directa de la metástasis secundaria a una ex­
bordes aponeuróticos mediales de los dos músculos rectos del tensión directa de un adenocarcinom a pancreático a tra­
a b d om e n . La abertura p e rm ite la procidencia del co rd ó n vés de la red linfática o vascular. Este n o d u lo es el llam ado
umbilical. Se localiza en el m edio de las líneas albas inferior signo de Sor M ary Joseph166, que fue asistente quirúrgica del
y superior. El anillo está en contacto con cuatro conductos Dr. W illia m M ayo de la Clínica Mayo.
(dos arterias umbilicales obliteradas, el uraco y el ligam ento
redondo) y la fascia umbilical (véanse Figs. 9.9 y 9.1 OB). O n fa lo c e le (e x ó n fa lo )
La abertura de la hernia inferior es el área tria n g u la r del
uraco bifurcado, subyacente al borde inferior del anillo (Fig. Un onfalocele (Fig. 9.8 9 ) es la hernia de estructuras in-
9.1 OC). tra p e rito n e a le s a través del anillo u m b ilic a l a la base del
co rd ó n u m b ilical. N o hay piel suprayacente a la abertura,
H e r n i a u m b i l i c a l i n f a n t i l . En la form a infantil de la her­ sino una d o b le capa de am nios en el e xte rio r y periton e o
nia u m b ilical, el a b d o m e n sobresale entre los rectos y el en el interior.
om bligo. El anillo umbilical es ligeramente m ayor de lo nor­ El onfalocele es una insuficiencia prim aria de los intes­
mal. La encarcelación no es frecuente. La anomalía suele tinos en desarrollo para reubicarse en la cavidad a b d o m i­
curarse sola sin necesidad de intervención q u irúrgica. nal en la décim a semana. En el m o m e n to del parto , el ani­
llo u m bilical es m u y grande, y las visceras herniadas están
H e r n ia u m b il ic a l a d q u ir id a en a d u lt o s . La p ro tu b e ra n ­ contenidas en un fin o saco avascular. En el ápice del saco
cia de una hernia umbilical adquirida en el adulto (Fig. 9.88) o sus restos se inserta un co rd ó n um bilical norm al.
se p roduce h a b itu a lm e n te a través de la línea alba, en el C o m o en la gastrosquisis, la cavidad a b d o m in a l suele
borde superior del anillo. El p ro p io anillo está fo rm a d o por ser d em asiado pequeña para albergar la masa intestinal.
la fusión de todas las capas de la pared a b d o m in a l. El asa Incluso si los intestinos pueden colocarse en el a b d o m e n ,
intestinal encarcelada puede liberarse m e d ia n te una inci­ la presión sobre el diafragm a puede provo ca r una v e n tila ­
sión circular a lrededor del saco hem iario, y no superior a ción insuficiente, y consecuentem ente la m uerte.
éste. Una m a n ip u la ció n poco delicada de los intestinos pu e ­
La perforación del asa encarcelada es un peligro eviden­ de p ro d u c ir vólvulo, isquemia, necrosis y perforación. Son
te. Para evitar la hem orragia, debe ligarse el lig a m e n to fal- com unes la rotación p a tológica y una fijación inco m p le ta
ciform e. del c o lo n a la pared a b d o m in a l. Debe evitarse la o b s tru c ­
Es preciso asegurarse de que d is tin g u im o s e n tre una ción al reubicar las visceras. Para el tra ta m ie n to de un exó n ­
hernia y un n o d u lo u m b ilical. Un n o d u lo paraum bilical es falo grande, Wakhlu y W akh lu 167 han descrito la reparación

Piel

Grasa

Músculo recto abdominal

Piel

Grasa
Porción anterior de la vaina del recto
Músculo recto abdominal
Porción posterior de la vaina del recto

Fascia transversal

Hernia de la línea alba Peritoneo

F igu ra 9 .8 7 . H e r n ia e p ig á s trica . A, S e cc ió n tra n s v e rs a l e n la lín e a a lb a n o r m a l. B, S e c c ió n tra n s v e rs a l de la h e r n ia d e la lín e a


alba, [ s k l l ]
429

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* Skandalakis

Pared abdominal y hernias

con é xito de una hernia ventral tardía m e d ia n te un doble Existe un saco peritoneal, que contiene grasa preperitoneal
refuerzo de la vaina de te jid o fibroso subyacente a la piel. o una viscera.
D un n y Fonkalsrud168 afirm an que, a pesar de las m e jo ­ Del in te rio r al exterio r, las capas que recubre el saco
Anatomía quirúrgica

ras, la m orta lid a d de la reparación qu irú rg ica del onfaloce- son:


le es superior al 10% . N o obstante, los autores han cons­ • Fascia transversal.
ta tado que la calidad de vida a largo plazo de estos niños • Aponeurosis del m úsculo o b lic u o externo.
es buena. • Grasa subcutánea.
• Piel.
Gastrosquisis La línea de tra n sició n e n tre las fibras musculares y la
aponeurosis del m úsculo transverso a b d o m in a l d e lim ita la
La gastrosquisis es una h e n didura o abertura en el o m ­
zona sem ilunar, o de Spiegel. Una hernia ve n tra l lateral
b ligo con hernia del c o n te n id o peritoneal (Fig. 9.90). En la
puede producirse en cualquier p u n to de la zona semilunar,
mayoría de los casos, se p ro duce en el lado derecho. Exis­
desde un p u n to superior a la altura del o m b lig o hasta la
te una anomalía en el desarrollo de la m usculatura de la
sínfisis p ú b ica 173 (Fig. 9.91 A). Muchas de estas hernias se
pared a b dom inal. El retorno norm al de los intestinos al ab­
prod u ce n en la u n ió n de la línea sem ilunar de Spiegel y la
d o m e n perfora la pared corporal, p ro p ic ia n d o la p ro tu b e ­
línea semicircular de Douglas (véase Fig. 9.7). En este lugar,
rancia de intestino a través de la abertura. N o existe saco
el a n illo h e m ia rio está fo r m a d o p o r la a p o n e u ro sis del
hem iario, y la cavidad a b d o m in a l está subdesarrollada169.
músculo oblicuo interno y la aponeurosis del músculo trans­
En el parto, la hernia tiene una localización lateral al
verso a b d o m in a l (Fig. 9.91 B).
o m b lig o norm al. El intestino herniado suele incrustarse en
Si la hernia se localiza superior al o m b lig o , la abertura
una matriz gelatinosa. Ocasionalm ente, el intestino y el co­
está fo rm ada po r un desgarro en el m úsculo transverso ab­
lon sigm oide resultan asim ism o herniados.
dom in a l y una abertura en la aponeurosis del músculo o b li­
Que nosotros sepamos, no se ha descrito n in g ú n caso
cuo interno. El cuello de la hernia puede ser d u ro y rígido.
de gastrosquisis con hernia hepática p ro p ia m e n te dicha.
El saco se presenta a m e n u d o recubierto de grasa subcutá­
Grosfeld y W eber170 describieron que una p orción del b o r­
nea.
de h e pático puede sobresalir p o r la abertura. M e n c io n a ­
Debe realizarse cuidadosam ente una incisión en la a p o ­
ron ta m b ié n evisceración del intestino d e lg a d o y el colon,
neurosis del m úsculo o b lic u o externo. El saco se localiza
el estóm ago, la vesícula biliar, las trom pas uterinas de Fa-
bajo la aponeurosis. El principal riesgo es la perforación del
lopio, la vejiga urinaria y los testículos crip torquídicos.
asa intestinal.
Kluth y L a m brecht22 han escrito que las aberturas her-
niarias en la pared abdom inal se deben a un desarrollo anó­
malo del o m b lig o urinario. Los autores son de la o pinión de
que la gastrosquisis «es más probablemente un pequeño on-
falocele herniado que una patología co n gènita específica». Piel

En el tra ta m ie n to de la gastrosquisis, deben separarse y Grasa

analizarse las asas intestinales en busca de posibles p erfo­ ■ Línea alba


■ Fascia transversal
raciones o atresias.
■ Peritoneo
■ Piel
Prolapso ¡lea l e n el o m b lig o Grasa
Peritoneo
En una hernia de íleon en el o m b lig o , el anillo u m b ili­ ■ Piel
cal se m antiene norm al, pero existe un d ivertículo persis­ Grasa
te n te de Meckel. En recién nacidos y niños de corta edad, Línea alba
Fascia transversal
el íleon puede sobresalir a través del o m b lig o . Se presen­
tará en eversión, con la superficie mucosa orientada hacia
el exte rio r171. N o existe, claro está, saco hem iario. N o debe
confundirse con un p ó lipo u m b ilic a l160.
j Hernia J
H e rn ia v e n tra l la te ra l (d e S p ie g e l)
La hernia ventral lateral (Fig. 9 .91) es una abertura en
c Incisión

la zona de Spiegel (fasciai), en cualquier p u n to a lo largo F ig u r a 9 .8 8 . Hernia um bilical. A, Sección del om bligo n o r­
de la misma. Esta zona está lim itada lateralm ente p or las mal. B, Sección a través de la hernia um bilical. C, Vista late­
fibras musculares del interno oblicuo, y m e d ia lm e n te por ral de la hernia. La línea discontinua representa la línea de in ­
el borde lateral de la lámina ante rio r de la vaina del recto. cisión. [ s k l l ]

430
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Pared abdominal y hernias 9


Cordón umbilical

Peritoneo

Saco hemiario (amnios fuera,


Asas de intestino delgado
peritoneo dentro)

Lámina anterior de la vaina del Lámina posterior de la vaina del recto

Músculo oblicuo interno


Músculo recto

Gr?c=
Músculo oblicuo externo
Piel

Músculo transverso abdominal


Peritoneo
Fascia transversal

F ig u ra 9 .8 9 . Sección sagital a través de u n peq ueñ o onfalocele. [sl<12]

Matriz gelatinosa

Piel

Porción anterior de la vaina del recto Músculo oblicuo externo

Músculo recto abdominal Músculo oblicuo interno

Porción posterior de la vaina del recto Músculo transverso abdominal


Fascia transversal
Peritoneo

F ig u ra 9 .9 0 . Gastrosquisis. La hernia es lateral al ombligo, y pasa a través de una abertura muscular congènita. Una matriz
gelatinosa, no u n saco, envuelve los intestinos herniados. Aunque la gastrosquisis se da en el lado derecho en la mayoría de los
casos, aquí se muestra en el lado izquierdo del paciente, [ s k l l ]
431

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• Skandalakis

Pared abdominal y hernias

Hernias inguinofemorales (de la ingle) te» hacia el anillo externo. N o presenta saco h e m iario. La
hernia em puja la fascia transversal hacia delante en su avan­
El anillo inguinal profundo es una abertura normal en fo r­ ce. La arteria epigástrica inferior es lateral a la hernia direc­
Anatomía quirúrgica

ma de V localizada en la fascia transversal, y está d e lim ita ­ ta y medial a la indirecta. El anillo es p o co más que p e rito ­
d o p o r los pilares posterior y anterior. Las hernias suprave- neo y te jid o c o n e c tiv o p re p e rito n e a l, p o r lo q u e el
sicales directas y externas no presentan anillo; sin em bargo, e s tra n g u la m ie nto es poco habitual.
la pared posterior del c o n d u c to inguinal puede estar ate­ Las hernias inguinales directas suelen originarse en la
nuada parcial o to ta lm e n te , ca reciendo de la capacidad fosa m ediana. Se orig in a n ta m bién en la fosa supravesical,
para preservar la n o rm a lid a d en esa región. El anillo fe m o ­ m e d ia lm e n te al lig a m e n to um bilical lateral118, y dan lugar
ral se localiza bajo el ligam ento inguinal, y constituye la en­ a las hernias supravesicales externas.
trada al c o n d u c to fem oral.
Hernia supravesical
Hernia inguinal indirecta
Algunas hernias inguinales (Fig. 9.93) guardan una estre­
La hernia ing u in a l indirecta rara vez se da en la mujer,
cha relación con los ó rganos pélvicos del re b o rd e de la
pero es, con diferencia, la hernia más frecuente en el h o m ­
pelvis. La cara p o s te rio r de la pared a b d o m in a l a n te rio r
bre. C uando se em plea la palabra «hernia» sin adjetivar,
presenta tres fosas pares poco profundas a cada lado de la
suele hacerse referencia a una hernia in g u in a l indire cta
línea m edia (véase Fig. 9.41). Las hernias supravesicales se
(véanse Figs. 9.3 6 C y D).
dan en el suelo del par m edial de dichas fosas, separadas
Una hernia inguinal indirecta penetra en la pared c o r­
p o r el lig a m e n to um bilical medial, los restos del uraco e m ­
poral a través del anillo inguinal interno, una abertura en
b rionario (véase «Fosas de la pared a b d o m in a l anterior»).
form a de V en la fascia transversal. Su existencia en el na­
c im ie n to del saco h e m ia rio d e te rm in a el tip o . Si el saco Las variaciones en su p u n to de o rigen y re co rrid o ha­
h e m ia rio es la p o rc ió n fu n ic u la r sin o c lu ir del proceso cen de las hernias supravesicales un g ru p o confuso. Propo­
nemos la siguiente clasificación de estas hernias174:
vaginal, se dice que la hernia es «congènita» (Fig. 9.92A),
incluso si se pro d u ce a edades más avanzadas. Si el saco • Hernia supravesical externa.
no fo rm a parte de la túnica vaginal y está separado, en pa­ • Hernia supravesical interna:
ralelo, a un proceso vaginal n o rm a lm e n te cerrado, la her­ - Anterior.
nia se d e n o m in a «adquirida» (Fig. 9.92B). En am bos tipos, • Retropúbica.
la hernia pasa p o r el anillo inguinal in te rn o y el cuello del • Invaginada.
saco hem iario. El saco es lateral a la arteria epigástrica in­ - Lateral derecha o izquierda (paravesical).
ferior. - Posterior (retrovesical).
La hernia ing u in a l indirecta desciende p o r el c o n d u c to
Por su origen en la fosa supravesical, una hernia puede
ing u in a l, a n te rio r y late ralm ente al c o rd ó n esperm ático,
parecer exte rnam ente inguinal externa o fe m oral, fo rm a n ­
para em erger a través del anillo inguinal externo y penetrar
d o una masa palpable en la ingle (Fig. 9 .93). Casi la m ita d
en el escroto. Si la hernia llega hasta el escroto, se localiza
de las hernias inguinales directas se o rig in a n en las fosas
en la cavidad de la túnica vaginal («congènita»), o ju n to a
supravesicales175. En los estudios más antiguos, las hernias
ésta («adquirida»). La Figura 9.92 presenta los diversos ti­
inguinales directas constituían en to rn o al 7 ,5 % de todas
pos posibles de abertura con cierre in c o m p le to del proce­
las hernias176; las estimaciones actuales se sitúan en más del
so vaginal.
d o b le de dicha frecuencia.
Las hernias supravesicales externas no presentan sínto­
H e r n ia i n g u i n a l d e s l iz a n t e in d ir e c t a . La hernia inguinal mas particulares ni dificultades diagnósticas. Estas hernias
deslizante indirecta (Fig. 9.92F) difiere de la hernia in g u i­ son siem pre palpables, y deben tratarse c o m o las demás
nal indirecta en que la pared de la viscera contenida es par­ hernias inguinales. Las com plicaciones son las mismas que
cial o to ta lm e n te la pared posterior del saco. En el lado de­ las de las hernias inguinales.
recho, es m u y probable que el ciego resulte afectado. En
el lado izquierdo, es el colon sigm oide el que resultará afec­
Hernias inguinales múltiples
tado. Otras estructuras anatómicas afectadas son los ova­
rios y las trom pas. Las hernias inguinales bilaterales son frecuentes, a m e­
nudo se describen hasta tres hernias distintas en un lado en
un mismo paciente. Rowe y cois.177 describieron el caso de
Hernia inguinal directa
un paciente con ocho hernias distintas: una hernia inguinal
Una hernia inguinal directa (Fig. 9 .9 3 ) pasa p o r el c o n ­ directa, una inguinal indirecta, una fem oral y una suprave­
d u c to in g u in a l, pe ro no p o r el c o rd ó n e sp e rm ático. N o sical externa se daban sim ultáneam ente a cada lado (Fig.
atraviesa el anillo inguinal interno y, p o r lo tanto, no está 9.94). Una hernia inguinal directa e indirecta com binada en
recubierta p o r la vaina espermática. Avanza « d irectam en­ el m ism o lado da lugar a una hernia «en pantalón».
432

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Pared abdominal y hernias 9

Músculo oblicuo externo


Músculo oblicuo interno
Músculo transverso abdominal
Fascia transversal
recto abdominal
Peritoneo
Aponeurosis del oblicuo externo
Músculo oblicuo externo
Músculo oblicuo interno
Fascia transversal
Peritoneo «Zona» semilunar

Línea semilunar
Línea semicircular (pliegue de Douglas)

Hernia Aponeurosis del músculo oblicuo externo

Arteria epigástrica inferior Piel


Grasa
Porción anterior de la vaina del recto
Arteria ilíaca externa Músculo recto abdominal
Ligamento inguinal Fascia transversal
Peritoneo
Arteria femoral

Músculo oblicuo interno

Cordón espermático Músculo transverso abdominal

F igu ra 9 .9 1 . Hernia de Spiegel. A, Localizaciones de la hernia de Spiegel. Las secciones a través de la pared corporal normal,
superiores e inferiores al ombligo, revelan la zona semilunar de Spiegel. B, Relación de la hernia de Spiegel con las estructuras
inguinales. C, Disección de la hernia de Spiegel. [ s k l l ]

Keynes178 s u g irió q u e la presencia de una hernia in ­ En la hernia interparietal la constricción se prod u ce en


guinal o fem oral puede hacer más p ro fu n d o el fo n d o de el anillo interno. La reparación es la misma que la e m p le a ­
saco prevesical, p ro v o c a n d o una hernia supravesical e x­ da en las com plicaciones de una hernia inguinal indirecta.
terna. El cirujano debe tener presente que el saco puede ser m ul-
tilocular. Debe procederse lentam ente para evitar lesiones
Hernia interparietal en el intestino.

En una hernia interparietal (Fig. 9.95), el saco hem iario Hernia femoral
penetra en el anillo inguinal inte rn o de fo rm a similar a una Las hernias femorales (Figs. 9.42, 9.43 y 9 .9 4 ) pueden
hernia inguinal indirecta: en lug a r de descender hasta el considerarse «adquiridas», ya que no existe un saco her-
escroto atravesando el anillo externo (o además de presen­ niario pre via m e n te fo rm a d o . K in g 179 presentó el caso de
tar dicho trayecto), el saco pasa anteriorm ente entre dos ca­ una hernia fem oral deslizante estrangulada q u e contenía
pas cualesquiera de la pared abdominal. Pueden existir m ú l­ la tro m p a de Falopio y el ovario en una niña de seis meses.
tiples sacos. La denom inó «anomalía congènita antes que adquirida». Oh
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* Skandalakis

Pared abdominal y hernias


Anatomía quirúrgica

F ig u ra 9 .9 2 . Defectos de cierre del proceso vaginal. Nota: Los dibujos A, B y F ilustran dos vistas: la vista de la m itad derecha
de cada diagrama representa una sección transversal del área indicada con su conexión con la línea diagonal. X, proceso vagi­
nal. A, Proceso completamente abierto; u n asa intestinal o epiplón pueden seguir al testículo en su descenso al escroto (hernia
indirecta congènita). B, La porción craneal (funicular) del proceso permanece abierta; la hernia puede producirse más adelan­
te (hernia indirecta adquirida). C, Todas las porciones, excepto la craneal, permanecen abiertas; el líquido seroso se acumula
form ando un hidrocele in fa n til. D, La porción media del proceso permanece abierta, form ando un quiste (hidrocele quístico).
E, Cierre no rm a l del proceso; puede acumularse líquido en la túnica vaginal (hidrocele adulto). F, Hernia inguinal indirecta
deslizante. La viscera descendente, habitualmente el colon, permanece en localización retroperitoneal; el saco (proceso vaginal)
puede permanecer abierto, o bien cerrarse. [sk4]

y cois.180 describieron un caso similar en una niña de dos m oral, para salir p o r el o rificio del safeno (fosa oval). En
años, h a b ie n d o e m p le a d o p e rito n e o g ra fía con contraste este p u n to , el d ia g n ó stico de hernia fem o ra l puede c o n ­
positivo para d iagnosticar hernia inguinal indirecta bilate­ fundirse con la presencia de una hernia inguinal, un absce­
ral y hernia fem oral en cuatro individuos. Los autores afir­ so del psoas, un g a n g lio linfático h ip e rtro fia d o (g a n g lio de
m aron que estas hernias eran congénltas. Gray y Skanda­ C loquet), una variz de la vena safena o un lip o m a 182.
lakis181 describieron el caso de una recién nacida de 40 días A efectos de diferenciación, recuérdese que una hernia
con hernia fem oral que contenía Intestino delgado, ovarlo fem oral pasa bajo el lig a m e n to inguinal, mientras que una
y tro m p a . hernia inguinal lo hace su p e rio rm e n te a éste (Flg. 9.94).
Una hernia fem oral avanza desde el anillo fem oral bajo N o obstante, la obesidad del paciente o la o rientación de
el lig a m e n to Inguinal (Flg. 9.43), a través del co n d u c to fe­ la hernia pueden hacer la distinción menos evidente.

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Pared abdominal y hernias

Peritoneo Hernias inguinal indirecta y


hernia intersticial
Fascia transversal Hernia inguinal indirecta
Músculo transverso abdominal Hernia supravesical externa
Músculo oblicuo interno

Aponeurosis del
: ?— Ligamento umbilical medio
oblicuo externo

Músculo recto

1. Arteria epigástrica inferior


2. Ligamento umbilical lateral

F ig u r a 9 .9 3 . Hernia indirecta con divertícu lo


interparietal, hernia directa y hernia supravesi­
cal externa que se dan sim ultáneam ente en u n
paciente. Se m uestran los d is tin to s p u n to s de
origen de cada hernia y sus relaciones. [sk!7\

H e r n ia s infantiles como el punto de la hernia, la edad o el sexo del paciente?


• Manejo de la situación completa en la mujer fenotípica-
No existe nada más interesante que una hernia inguinal. hombre cariotípico, cuando el saco hem iario contiene
gónadas que son testículos.
Robert Gross183
• Las complicaciones paraquirúrgicas derivadas de la ciru­
M yers184 p ro p o rc io n ó en su e d itorial sucinta in fo rm a ­ gía en el bebé exprematuro — particularmente p o r lo que
ción acerca de las hernias infantiles: se refiere a las glucemias y el control de temperatura. En
[ . . . ] es im portante reflexionar acerca de la propia her­ estos casos, la edad posconcepcional es de g ran im por­
nia inguinal -q u e no es la afección común que los estu­ tancia para decidir si la intervención quirúrgica debe ser
diantes de medicina y los residentes médicos consideran a «ambulatoria». Todos los ambulatorios deben tener re­
veces «una simple hernia», sino la piedra angular de una glas estrictas a este respecto. En el Royal's Children Hos­
trabajosa práctica quirúrgica pediátrica. Uno podría pre­ p ita l (Melbourne, Australia), la política actual es no ad­
guntarse p o r qué. m itir bebés p ara «cirugía ambulatoria» a menos que su
Las respuestas pueden enumerarse del siguiente modo: edad posconceptual sea de al menos 44 semanas.
• El papel de la anestesia intradural, especialmente en be­
• Dificultades operatorias — específicamente, las relacio­ bes prematuros y exprematuros.
nadas con el fino saco transparente presente en muchos ( ...) Insisto en la necesidad de mantener historiales per­
bebés prematuros. sonales detallados de todos los pacientes, con indepen­
• La asociación con críptorquidia y las distintas opiniones dencia de la frecuencia de la enfermedad que presentan.
sobre el momento de la operación cuando coexisten a m ­
bas afecciones. W rig h t escribió una serie de artículos sobre el trata m ie n ­
• Dificultades diagnósticas: el padre describe inflamación to de las hernias infantiles. A c o n tin u a ció n , re p ro d u cim o s
en la región inguinal, pero el cirujano no logra confirmar algunas de sus conclusiones:
su presencia. • Hernia inguinal directa1“ : «La reparación de lafascia trans­
• El m om ento de la operación una vez que el diagnóstico versal parece ser el tra ta m ie n to q u irú rg ico más eficaz, sin
es definitivo. Una buena regla para la herniorrafia ingui­ recaída conocida en estas series.»
nal en bebés — al menos, para los menores de 72 me­ • Hernia inguinal recurrente186: «Cuando se opera una her­
ses— es que la operación es urgente, debiendo realizar­ nia inguinal indirecta, es esencial buscar y evaluar la d e ­
se «para ayer». bilidad directa si el saco ind ire cto es demasiado peque­
• ¿Debe llevarse a cabo una exploración contralateral? Y en ño para reflejar las características clínicas.»
caso de que así sea, ¿debe basarse la decisión en factores • Hernia fe m o ra l187: «La vía de acceso fem oral con repara-

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* Skandalakis

Pared abdominal y hernias

detalles de esta técnica excede el á m b ito de este capítulo;


así pues, presentam os sólo la vía de tres herniorrafias la-
paroscópicas, q u e son las vías de acceso al espacio pre-
Anatomía quirúrgica

p e rito n e a l desde el p e rito n e o al o rific io m io p e c tín e o de


Fruchaud.
La herniorrafia laparoscópica suele llevarse a cabo e m ­
pleando una de las siguientes técnicas:

• TAPP (transabdom inal preperitoneal).


• IPOM (sólo malla intraperitoneal).
• M o d ifica ció n de TAPP (elevación preperitoneal infra u m -
bilical de ambas regiones inguinales sin penetrar en la ca­
vidad peritoneal).

En un C o m e n ta rio del a u to r acerca de un estu d io de


Ferzli y cois.190 d o n d e se concluía que no es necesario e m ­
plear grapas en una hernioplastia inguinal preperitoneal la­
paroscópica, W a n tz 191 a firm ó que «evitar grapas y ta chue­
las para fija r una m alla p re p e rito n e a l de p o lip ro p ile n o
constituye un paso adelante en la evolución de la h e rn io ­
plastia laparoscópica». R osenbergery cois.192 advierten de
que la disección y la colocación de grapas, craneales a la cin-
tilla iliopúbica o laterales a la espina ilíaca anterosuperior,
pueden causar una lesión en los nervios.
Un estudio de Balzery cois.193 incluye la siguiente reco­
m end a ció n acerca de la colocación de trocares: «Aun re­
co n o cie n d o que la elección de los p u n to s de incisión para
F igura 9.94. Cuatro tipos de hernia inguinal con sus referen­
una cirugía laparoscópica pue d e v e n ir d e te rm in a d a po r
cias visuales. A, hernia inguinal indirecta. B, hernia inguinal
m últiples factores, para m in im iz a r el riesgo de lesiones en
directa. C, hernia femoral. D, hernia supravesical externa que
emerge bajo el músculo recto abdominal. 1, ligamento in g u i­ los vasos abdominales mayores recom endam os los siguien­
nal; 2, arteria ilíaca externa; 3, arteria epigástrica inferior; 4, li­ tes puntos de colocación del tro ca r (Fig. 9.96): 1) en la lí­
gamento u m bilical medial; 5, testículo. [ro2\ nea m edia ventral; 2) en una zona de 5 cm de anchura la­
teral al borde lateral de la vaina del recto».
Chandler y cois.194 estudiaron un a m p lio espectro de ci­
rugías laparoscópicas para recoger datos sobre las lesiones
p o r penetración en la vía de acceso. C itam os un pasaje de
su estudio:
ción m e d ia n te sutura del lig a m e n to inguinal al lig a m e n ­
La distancia desde la superficie cutánea abdom inal in­
to pectíneo y la fascia del pectíneo no da lugar a recaída,
m ediatamente inferior al ombligo hasta el plano ventral
siendo innecesarias una vía de acceso alta o com plejas
de la aorta, superior a la cuarta vértebra lumbar, puede
técnicas de reparación. En las hernias unilaterales, no es
ser menor de 5 cm en una m ujer delgada, y el abdomen
necesario e xp lorar el lado contralateral.»
de un individuo m uy delgado no podrá albergar una bur­
• Hernia de Spiegel188: «La herniorrafia sigue principios ge­
buja grande de C 0 2. El ombligo se encuentra en la bifur­
nerales con cierre estratificado o plicado de la abertura
cación aórtica, o cranealmente respecto de ésta, en el 50%
con suturas irreabsorbibles. La recaída es poco probable.»
de las mujeres no obesas en posición supina, siendo p o r
Redman189 afirm ó que, si el saco h e m iario infantil es es­
consiguiente craneal al pu n to de cruce de la línea media
trecho, la disección desde el cordón espermático puede re­
de la vena ilíaca común izquierda.
sultar sencilla. Sin em bargo, si el saco es ancho y se e n ro ­
lla p rá c tic a m e n te a lre d e d o r del c o rd ó n e s p e rm á tico , la Los autores discuten el uso de ciertos mecanismos para
disección se hace compleja. Nosotros estamos de acuerdo. co n tro la r la fuerza axial de penetración.

H e r n io r r a f ia l a p a r o s c ó p ic a H e r n ia s de l a pared a b d o m in a l posterior

( lu m bar )
La h e rn io rra fia in g u in o fe m o ra l laparo scó p ica se ha
desarrollado a lo largo de los últim os 10 años. Presentar los En la región de la pared a b d o m in a l p o sterior (lu m b a r)
436

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Pared abdominal y hernias 9

Peritoneo

Grasa preperitoneal
Fascia transversal

Músculo transverso abdominal


Anillo inguinal interno
Músculo oblicuo interno

Músculo oblicuo externo


Fascia de Scarpa Músculo recto abdominal

Fascia de Camper
Anillo inguinal externo
Piel

Saco de hernia indirecta con intestino

F ig u ra 9 .9 5 . Hernia interparietal. El saco penetra en el a n illo interno, pudiendo introducirse en uno o más espacios entre las
capas de la pared abdominal. Puede tam bién darse una hernia indirecta. 1, preperitoneal; 2 y 3, intersticial; 4, superficial, [sk i 1\

se localizan dos triángulos: el triá n g u lo lum b a r superior de


G ryn fe ltt y el triá n g u lo lum b a r inferior de Petit. (Para c o n o ­
C o m p licacio n es a n ató m ic as
cer los límites de estos triángulos, véase «Anatomía y rela­ d e la herniorrafia
ciones topográficas» de la pared posterior [lu m b a r] en la
sección dedicada a la anatom ía q u irú rg ica .) La hernia pue­ C o m p l ic a c io n e s a n a t ó m ic a s de la
de producirse en cualquiera de estos triángulos (véase Fig.
HERNIA DE LA PARED ABDOMINAL ANTERIOR
9.73C).
La hernia lum b a r congènita es una anomalía rara. Wakh-
lu y W a k h lu 195 reco m ie n d a n una in te rve n ció n q u irú rg ic a Hernia epigástrica
inm ediata y reparación con tejidos locales.
El cirujano debe poner cuidado para evitar la perforación
Las hernias lumbares postraum atológicas pueden p ro ­
del intestino.
ducirse a través de los triángulos o, si las fuerzas son lo bas­
tante violentas, la abertura puede no estar necesariamen­
te c o n fin a d a a lím ites a n a tó m ic o s d e fin id o s . Barden y Hernias umbilicales
M a u ll196 describieron un caso de hernia lum b a r en un p a ­
ciente aplastado entre dos vagones de tren que precisó una C om o en el caso de la hernia epigástrica, la perforación
reconstrucción extensiva. intestinal co nstituye una p re o cupación. Para evitar la he­
Arca y cois.197 aseveran que la técnica laparoscópica es morragia del ligam ento falciforme, debe ligarse. Si existe un
segura y eficaz para la herniorrafia lumbar. uraco persistente, tam bién debería ligarse, p o r precaución.
437

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• Skandalakis

Pared abdominal y hernias

serie de 765 intervenciones quirúrgicas p o r hernia in g u i­


nal, Slattery y cois.198 e n co ntraron hem atom as en 8 casos
(1 ,0 5 % ), sólo superados en frecuencia de com plicaciones
Anatomía quirúrgica

inm ediatas p o r la infección de la herida (1 ,5 7 % ).


Los vasos sanguíneos afectados suelen ser los epig á stri­
cos inferiores, los ilíacos externos o los vasos del c o rd ó n es-
perm ático. O tros vasos que resultan lesionados con m e n o r
frecuencia son la arteria y vena epigástricas superficiales,
los vasos ilíacos circunflejos superficiales y p ro fundos, y la
arteria o vena o b tu ra triz aberrante.
C onviene recordar que una sutura profunda puede per­
forar la vena femoral. Si se ata la sutura, se provocará un des­
garro en la vena. La vena puede resultar dañada incluso si
la pared no se perfora p o r c o m p le to , d a n d o lugar a la p o ­
F igu ra 9.96. Para reducir el riesgo de lesiones en los vasos ab­
dominales mayores, deben colocarse trocares en la línea m e­ sible generación de tro m b o e m b o lia . Si el vaso resulta per­
dia ventral, o bien en u n área de 5 cm de ancho lateral al bor­ fo ra d o y existe hem orragia, debe retirarse la sutura sin atar
de lateral de la vaina del recto. [ba3] y aplicar presión d igital, que d etendrá la hem orragia. Si se
p ro d u ce desgarro, hay que reparar la vena m edia n te una
Onfalocele sutura vascular fina.
La isquem ia no co nstituye un prob le m a relevante en la
La m a nipulación brusca de los intestinos puede p ro d u ­ herniorrafia inguinal. Prácticamente todos los vasos de la
cir vólvulo, isquemia, necrosis y perforación. Son fre cu e n ­ región inguinal (e xcepto la arteria ilíaca externa) pueden
tes la rotación p a tológica y una fijación inco m p le ta del co ­ ligarse sin riesgos. Estos vasos son:
lon a la pared ab d o m in a l. Debe evitarse la o b strucción al • La arteria epigástrica p ro fu n d a con sus ramas cremasté-
reubicar las visceras. rica y púbica.
• La rama ascendente de la arteria ilíaca circunfleja p ro fu n ­
da, localizada entre los músculos o b licu o interno y trans­
Gastrosquisis verso a b d o m in a l, lateral al anillo inguinal p ro fu n d o .
Es preciso separar e inspeccionar las asas intestinales en • La arteria epigástrica superficial en su tra yecto hacia el
busca de posibles perforaciones o atresias. N o existe saco o m b lig o .
h e m ia rio , y la cavidad perito n e a l presenta un estado de • La arteria ilíaca circunfleja superficial infe rio r a la m itad
subdesarrollo. lateral del lig a m e n to inguinal.
• La arteria p u denda externa frente al cordón espermático.

Prolapso ileal en el ombligo


El ciru ja n o debe te n e r c u id a d o para no c o n fu n d ir un
prolapso del íleon en el o m b lig o con un pó lip o u m bilical. Perlas clínico-quirúrgicas

La herniorrafia inguinal es una operación muy com ún


Hernia ventral lateral (de Spiegel) que necesita ensayos clínicos mejor realizados para contra­
rrestar las afirmaciones de superioridad de otras técnicas.
La incisión en la aponeurosis del e xterno o b licu o debe
El ensayo aleatorio mencionado en el te xto 199 se limitaba a
practicarse con sum o cuidado, ya que el saco y su co n te ­
las hernias inguinales indirectas, y comparaba técnicas que
n id o subyacen a la aponeurosis. El principal riesgo lo cons­
yo consideraría «de baja tensión»: ligadura del saco, anu-
titu y e una perforación del asa intestinal.
lorrafia (oclusión del anillo interno mediante una o dos su­
turas), y una reparación de Lichtenstein modificada con
C o m p l ic a c io n e s a n a t ó m ic a s malla libre de tensión. Sospecho que las herniorrafias que
producen mayor tensión (p. ej., de Bassini o McVay) pue­
DE LA HERNIORRAFIA INGUINAL den muy bien haber provocado más dolor. Ésta es al m e ­
nos mi impresión, basada en la observación de pacientes
Hernias inguinales tras reparaciones con tapón de malla, en los que el nivel
de dolor parecía ser bajo. (RSF Jr)
Pueden producirse hemorragias o equimosis en el p u n ­
to de reparación, el escroto o la pared abd o m in a l. En una
438

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Pared abdominal y hernias

Caliesen y cois.199 llegaron a la conclusión de que la téc­ vena cremastérica fluye hacia las venas epigástricas infe­
nica q u irúrgica escogida para la reparación abierta de una riores; la vena deferente drena hacia el plexo pam p in ifo r­
hernia inguinal indirecta primaria, no repercute en el d o lo r me y el plexo vesical, drenado éste p o r el plexo venoso
postoperatorio. prostático hacia la vena ilíaca interna.
La lesión en los nervios ilio hipogástrico, ilio in g u in a l o Wantz202 argumenta convincentemente que la atrofia
g e n ito fe m o ra l puede p ro ducirse p o r co n stricción cicatri­ testicular no se debe a la escisión o compresión de nin g u ­
cial, p ro vocando, m u y raras veces, un neurom a. El o b je ti­ na de las arterias mencionadas; antes bien: la orquitis is­
vo es evitar la lesión. Si, a pesar de todas las precauciones, quémica debe atribuirse a una trombosis de las delicadas
se p roduce la lesión y el paciente sigue padeciendo dolor, venas pampiniformes, derivada de estiramiento u otros trau­
la intervención idónea es la resección del nervio afectado matismos en dichos vasos sanguíneos. Wantz202 observó
y la m ovilización distante del segm e n to p ro xim al. que la atrofia testicular se produce más frecuentemente en
Para pacientes con d o lo r posto p e ra to rio tras una her- la herniorrafia clásica que en las intervenciones laparoscó-
niorrafia inguinal con im p la n ta c ió n de malla, H eisey Star­ picas, debido a la necesaria manipulación de los elementos
lin g 200 recom iendan retirar la malla y practicar una neuro- del cordón en la técnica abierta. Dicha atrofia puede ser
tomía. una secuela de la disección de todo el saco hemiario indi­
Citam os a Skandalakis y cois.56: recto desde el cordón espermático (Fig. 9.98). El aporte ar­
Se cree que la atrofia testicular y la orquitis isquémica terial colateral al testículo es tan rico, que puede seccionar­
se el cordón sin que se produzca atrofia testicular203.
se deben a la lesión en uno o más de los siguientes vasos
sanguíneos: arteria testicular, arteria deferente, arteria cre-
La lesión en el c o n d u c to deferente debe repararse m e ­
mastérica y arterias escrotales anterior y posterior.
diante anastomosis té rm in o -te rm in a l con suturas finas irre-
Las arterias del testículo y el epidídimo se muestran en
absorbibles.
las Figs. 9.9 7 A y B. La arteria espermática interna, o tes­
La lesión en el co rd ó n esperm ático suele deberse a la
ticular, se origina en la aorta, aproximadamente en L2. La
constricción secundaria a un cierre excesivamente entusias­
arteria del conducto deferente (arteria deferente) nace de
ta de los anillos inte rn o o externo. La constricción causa in­
la arteria vesicular inferior. La arteria espermática exter­
suficiencia vascular y una dolorosa h in ch a zó n testicular,
na, o cremastérica, tiene su origen en la arteria epigástri­
con la atrofia subsiguiente. El anillo no debe cerrarse d e ­
ca inferior.
masiado; debe que d a r espacio suficiente para que el c iru ­
Existe buena anastomosis entre las arterias gonadales
jano pueda in tro d u c ir su dedo m eñique.
y deferentes en todos los pacientes201. También hay anas­
W a ntz204 afirm a que la mayoría de las atrofias testicula-
tomosis entre éstas y las arterias cremastéricas en aproxi­
res o bedecen a la disección co m p le ta de un saco h e m ia rio
madamente dos tercios de los pacientes. Tras la disección
ing u in a l in d ire c to desde el co rd ó n esperm ático. El a u to r
del cordón, la circulación colateral es suficiente para evitar
aconseja dejar en su lugar la porción distal del saco.
la gangrena en el 98% de los pacientes. Se producirá atro­
Tras estudiar una serie de 6.454 herniorrafias inguinales,
fia testicular en el 80% si se realiza la escisión del cordón.
Fong y W antz205 destacaron la posibilidad de que se pro d u z­
Recomendamos encarecidamente no llevar a cabo esta es­
can las com plicaciones de orquitis isquém ica y atrofia tes­
cisión en ningún caso; si es necesaria la escisión del cordón,
ticular, aconsejando la disección lim itada del co rd ó n esper­
es aconsejable m a ntener el testículo en el escroto, y no
m á tic o d ista l, así c o m o el uso de prótesis para re p a ra r
trasladarlo al campo quirúrgico. De esta forma, la circula­
hernias recurrentes.
ción colateral resultará probablemente menos afectada.
N ahabedian y D ellon206 analizaron a 1 3 pacientes con
Entre los tercios superior y medio del testículo, la arte­
d o lo r d e rivado de lesiones nerviosas en la región ilio in g u i­
ria testicular se bifurca en las ramas testicular principal y
nal. Entre las causas de las lesiones, se encontraban la apen-
epididimaria. La disección del epidídimo en una epididimec-
dicectom ía, la herniorrafia inguinal, la linfadenectom ía in­
tomía debe comenzar en el polo inferior del testículo, para
g u in a l, la o rq u id e c to m ía , la h iste re cto m ía a b d o m in a l
continuar en dirección ascendente (2,5 cm aproxim ada­
co m pleta, la a b d o m inoplastia, el inje rto óseo de la cresta
mente). Desde este punto, el cirujano encontrará la bifur­
del pubis, y la colocación de un catéter fem oral. La satisfac­
cación, debiendo ligar solamente la rama epididimaria.
ción postoperatoria de los pacientes era elevada, llegando
El plexo venoso pam piniform e del cordón espermático
a recuperar to d o s ellos un nivel de actividad norm al.
está formado por 10-12 venas que se dividen en los g ru ­
Los órganos que pueden resultar dañados (especialmen­
pos anterior y posterior. Cada grupo está drenado po r 3 ó
te en la hernia deslizante) son el intestino grueso, el intes­
4 venas que se unen para form ar dos venas proximales al
tin o d e lg a d o y la vejiga urinaria. Las siguientes reglas p u e ­
anillo inguinal interno. Estas venas recorren el espacio ex-
den resultar útiles:
traperítoneal a ambos lados de la arteria testicular. La vena
testicular derecha desemboca en la vena cava inferior; la • El saco debe abrirse superior y a n teriorm ente.
testicular izquierda lo hace en la vena renal izquierda. La • N o debe seccionarse una adhesión hasta que el cirujano

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* Skandalakis

Pared abdominal y hernias

• En una hernia deslizante, el colon es p o s te rio ry la vejiga


medial y anterior.
Anatomía quirúrgica

En cualquier hernia estrangulada, el principal problem a


es la viabilidad del intestino. Los mejores indicadores de tal
viabilidad son la recuperación del color, la peristalsis y una
buena pulsación vascular. Si existen dudas, la resección es
adecuada. El cirujano debe asegurarse de que el asa encar­
celada no se deslice de nuevo al a b d o m e n y se pierda tras
su liberación del anillo h em iario. Si esto ocurre, debe rea­
lizarse in m e d ia ta m e n te una laparoscopia de exploración.
Lavonius y Ovaska207 señalan que, en la laparoscopia, la
valoración de la viabilidad del c o n te n id o de la hernia in­
guinal encarcelada es similar a la realizada en una laparo­
tom ía. Así pues, recom iendan el uso te m p ra n o de la lapa­
roscopia para evitar muchas laparotom ías innecesarias.
La tensión sobre la aponeurosis del transverso a b d o m i­
nal cu a n d o se inserta en el lig a m e n to pectíneo (de C oo ­
per), puede aliviarse m e d ia n te una incisión de relajación
Arteria testicular
en la vaina del recto. La incisión suele te n e r una lo n g itu d
de entre 5 cm y 7 cm, con una localización exactam ente
Arteria deferente superior a la cresta del pubis, y exactam ente lateral a la lí­
Arteria cremastérica
nea alba. D ebe elevarse la vaina. El recto a b d o m in a l sub­
yacente debe presionarse con suavidad en dirección m e ­
dial para separar la vaina del m úsculo.
E xcepcionalm ente, la vaina rectal ante rio r está escasa­
Conducto deferente m e n te desarrollada, insertándose el transverso a b d o m in a l
Vasos colaterales en su b o rde lateral. En estos pacientes, la incisión de rela­
(próstata, vejiga) jación no p ro p o rc io n a la relajación del te jid o . Si algunas
Vasos colaterales (escroto) fibras del transverso a b d o m in a l pasan p o s te rio rm e n te al
m úsculo piram idal, deben cortarse.

Hernia femoral
F ig u r a 9 .9 7 . Arterias del testículo y el epidídim o. A, La ar­ Las com plicaciones de la hernia fem oral son casi id é n ­
teria testicular (1) es la principal fuente de aporte sanguíneo ticas a las de la hernia inguinal. El cirujano ha de recordar
al testículo, si bien otras cuatro arterias forman anastomosis con
que deben evitarse lesiones en la vena fem oral. En los ca­
la arteria testicular y entre sí para form ar un sistema de circu­
sos de hernia estrangulada, no debe cortarse el lig a m e n to
lación colateral. 2, arteria deferente; 3, arteria cremastérica; 4,
arteria escrotal posterior; 5, arteria escrotal anterior. B, El p rin ­ lagunar (de G im bernat), pues el corte puede lesionar una
cipal aporte vascular al testículo procede de la arteria testicu­
lar, que nace de la aorta o de la arteria renal. El testículo tam ­
bién recibe sangre de la arteria del conducto deferente, que
nace de la arteria ilíaca interna, así como de la arteria cremas­
térica, que tiene su origen en la arteria ilíaca externa. La arte­
ria cremastérica irriga el músculo cremáster y la túnica del tes­
tículo. Existe una nutrida circulación colateral entre el testículo
y las arterias de las estructuras adyacentes, como la próstata,
el escroto, etc. [sk4\

co m p ru e b e que tal «adhesión» no es el m esenterio del


intestino.
• El saco debería cerrarse bajo visión directa. F ig u r a 9 .9 8 . Tras abrir y seccionar el saco de la hernia in d i­
• N o d e b e abrirse el saco de una hernia inguinal directa, recta, puede dejarse en su lugar en el cordón espermático.
ya que la vejiga puede resultar dañada. [wa2\

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Pared abdominal y hernias

arteria o b tu ra triz aberrante (véase F¡g. 9.43). Resulta más aprendizaje aceptable, las com plicaciones anatóm icas de
seguro practicar el corte en un p u n to ventral a la hernia la herniorrafia laparoscópica serán cada vez menores.
encarcelada, seccionando parcialm ente el lig a m e n to in g u i­ Tras revisar la bibliografía existente entre 1993 y 1996,
nal (cintilla iliopúbica). H ernandez-Richter y cois.208 cons­ hemos encontrado complicaciones anatómicas de la hernio­
tataron que la reparación laparoscópica era m u y eficaz en rrafia laparoscópica que afectan a la cavidad a b d o m in a l,
la herniorrafia fem oral sin carácter de urgencia, al tie m p o las paredes abdom inales, el escroto, los aparatos g e n ito u ­
que a d virtieron que las técnicas quirúrgicas actuales nece­ rinario y d igestivo (con o sin sus vasos sanguíneos y n e r­
sitan perfeccionarse para evitar com plicaciones c o m o le­ vios correspondientes), y otras estructuras.
sión de vejiga, infección en el p u n to de entrada, h e m a to ­
ma, íleo y síndrom e de irritación nerviosa.
A u n q u e las hernias fem orales son raras en niños y re­ Cavidad abdominal, paredes
cién nacidos, sí se p ro d u ce n , y representan el 4 % de los y escroto
casos. La mayoría se prod u ce n en el lado derecho, y pre­
d o m in a n en mujeres169. Las com plicaciones descritas son:

• H em orragia Intraperitoneal.
Hernia interparietal • Enfisema su b cutáneo masivo secundario a insuficiencia
de C 0 2.
Las complicaciones de la hernia interparietal son las mis­ • H em orragia en el p u n to de ubicación del trocar.
mas que las de la hernia ing u in a l. El cirujano debe ten e r • Hernia en el p u n to de ubicación del trocar, que afecta a:
presente que el saco hemiario es multilocular. Una disección - Peritoneo.
cuidadosa evitará la perforación del intestino delgado. - Asa intestinal.
- Hernia de Richter.
Hernia supravesical externa - Petequia.
- Equimosis.
Las com plicaciones son las mismas que las de la hernia - Serosas.
inguinal. - Hem atomas.
• A cum u la ció n linfática subcutánea.
• Adhesiones epiploicas.
C o m p l ic a c io n e s a n a t ó m ic a s Para re d u cir la hernia en el p u n to de p e n e tración, Ir-
DE LA HERNIORRAFIA INGUINAL ving y cois.209 recom iendan el uso de un p u n to de penetra­
ción u m bilical de 12 m m y un laparoscopio de 5 m m .
LAPAROSCÓPICA

La herniorrafia laparoscópica es una técnica q u e se ha Aparato genitourinario


sum ado al arsenal te rapéutico hace poco tie m p o . A todos
los efectos prácticos, las com plicaciones anatóm icas de la Aparato genital
herniorrafia inguinal laparoscópica son las mismas que las Se han descrito las siguientes com plicaciones del apa­
que se presentan en las intervenciones abiertas. rato genital: hem a to m a del co rd ó n espermático, atrofia y
En general, se desconocen las relaciones de las estruc­ «asimetría» testiculares, orquitis, e p id id im itis y lesión del
turas p róxim as al anillo ing uinal, que p re dispone a la le­ c o n d u cto deferente.
sión, c o m o lo atestiguan las diversas publicaciones y la ex­ Athanasakis y cois.210 consideran la hernioplastia libre
perie n cia . C olo ca r grapas o suturas en esta re g ió n es de tensión una técnica qu irú rg ica aceptable para la repa­
p o ten cia lm e n te peligroso, puesto que existe una variabili­ ración de hernia, con índices de recaída y m o rta lid a d m u y
dad considerable en los nervios qu e atraviesan o subyacen
a la cintilla iliopúbica, lateral al anillo inguinal in te rn o . En
la p orción medial, el cirujano debe to m a r las precauciones
necesarias para evitar fuentes inesperadas de hem orragia,
c o m o , p o r ejem plo, perm anecer alerta ante la posible pre­ Perlas clínico-quirúrgicas
sencia de una arteria o vena o b tu ra triz aberrante, así c o m o
de vasos iliopúbicos inesperados. Una tracción excesiva so­
Desconozco si se han registrado en la bibliografía mé­
bre la vena o b tu ra triz aberrante mientras se lim pia el área
dica, pero lo cierto es que me constan complicaciones ana­
del ligam ento de Cooper puede provocar un desgarro nota­
tómicas de la herniorrafia laparoscópica, como desgarros
ble en la vena ilíaca externa de consecuencias desastrosas.
de la arteria y vena ilíacas, que serían harto inusuales em­
Con un m ejor co n o c im ie n to de la anatom ía to p o g rá fi­
pleando otras técnicas de herniorrafia. (RSF Jr)
ca de las estructuras anatóm icas implicadas y una curva de

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■ Skandalakis

Pared abdominal y hernias

bajos. «No obstante», señalan los autores, «el cirujano debe nervio cu táneo fe m oral lateral, rama genital del nervio g e ­
ser meticuloso en la disección, d e jando intactos los nervios n ito fe m o ra l, rama fe m oral del nervio g e n ito fe m o ra l y ner­
del cordón y e m p le a n d o a p ro p ia d a m e n te la malla p ro té ­ vio fe m oral.
Anatomía quirúrgica

sica.» El nervio de localización más lateral es el cutáneo fe m o ­


La lesión en el conducto deferente puede evitarse siguien­ ral lateral. La rama genital del nervio g e n ito fe m o ra l es su­
do cuidadosamente su trayecto hacia el anillo interno, espe­ perficial a la arteria ilíaca externa. La rama fem oral del ner­
cialmente cuando se realiza una herniorrafia bilateral. v io g e n ito fe m o ra l es lateral a la arteria ilíaca e xte rn a . El
nervio fe m oral se localiza m u y p ró x im o al g e n ito fe m o ra l.
Aparato urinario La co locación de grapas en el anillo inguinal p ro fu n d o a
Las com plicaciones del aparato urinario descritas son la través de la cintilla iliopú b ica lateral puede lesionar cual­
perforación de la vejiga urinaria, la disuria secundaria a ad­ quiera de los nervios m encionados, p o rq u e todos ellos es­
hesión de la masa a la pared de la vejiga, y la retención uri­ tán sujetos a variaciones im predecibles de posición y c o m ­
naria. posición.
Para p ro te g e r la vejiga urinaria, debe localizarse y se­ En nuestros estudios, el nervio ilio in g u in a l estaba fo r ­
guirse el lig a m e n to u m b ilical medial, e vita n d o to d a disec­ m a d o fre c u e n te m e n te por diversas com binaciones con el
ción medial al ligam ento. Se debe evitar la adhesión de la g e n ito fe m o ra l o, incluso con m a y o r frecuencia, con el cu ­
masa a la pared de la vejiga urinaria. táneo fe m oral lateral. Se constató que este nervio estaba
Kobayashi y cois.211 han descrito un caso de lesión de la fo rm a d o en ocasiones p o r hasta tres haces musculares d i­
vejiga urinaria en una herniorrafia inguinal en un paciente ferenciados, que perforaban la cintilla iliopúbica p o r sepa­
de trasplante renal, cuya vejiga p ro tu b e ra n te en el lado in­ rado entre la espina ilíaca a n terosuperior y la arteria ilíaca
je rta d o se id e n tific ó erróneam ente c o m o una hernia in g u i­ externa.
nal interna.

Sistema neurovascular Aparato digestivo


En las páginas anteriores hemos m e n cio n a d o la inves­ Entre las com p lica cio n e s, destacan la o b s tru c c ió n , la
tig a ció n de Brick y cois.115 sobre la anatom ía de la h e rn io ­ p e rforación y las adhesiones del intestino delgado.
rrafia laparoscópica, subrayando la im p o rta n cia de la loca­
lización de nervios y vasos sanguíneos. El triá n g u lo m aldito,
Otras complicaciones
el triá n g u lo del d o lo r y el círculo de la m uerte son especial­
m e n te relevantes. La osteítis púbica y el d o lo r torácico constitu ye n otras
posibles com plicaciones. Se ha descrito endom etriosis u m ­
Vasos sanguíneos bilical tras histerectom ía parcial con asistencia laparoscó­
El vaso sanguíneo de la región inguinofem oral más m en­ pica a través de la incisión um bilical. Koninckx y cois.213 se­
cionado en la bibliografía médica es la arteria epigástrica in­ ñalan q u e la im p la n ta c ió n y el d e sa rro llo p o te n c ia l de
ferior. La mayoría de las siguientes redes vasculares v u ln e ­ e n d o m e trio menstrual aum enta tras la intervención q u irú r­
rables son de localización medial e inferior al anillo profundo: gica, y que las técnicas que exponen células e n d o m e tria -
arteria y vena epigástricas inferiores, arterias y venas ilíacas les menstruales a regiones sin epitelio podrían c o m p o rta r
internas y externas, arteria y /o vena o b tu ra triz aberrante, un m a y o r riesgo de endometriosis.
y algunas otras venas, c o m o el «círculo venoso» de Benda-
v id 88, descrito previam ente.
C o m p l ic a c io n e s a n a t ó m ic a s
Nervios
DE LA HERNIORRAFIA LUMBAR
El nervio m en cio n a d o con m ayo r frecuencia en el c o n ­
texto de las lesiones nerviosas laparoscópicas es el nervio cu­ En una herniorrafia lu m b a r pueden producirse lesiones
táneo fe m oral lateral. Las com plicaciones incluyen pares­ orgánicas (sobre to d o en el co lo n ) si la hernia está encar­
tesias y meralgia parestésica. Davis212 ha descrito lesiones celada o es deslizante. La lesión se p roduce al abrir el saco
del nervio cutáneo fem oral lateral, pero n inguna en el ner­ o al practicar secciones profundas para extraer porciones de
v io ilioinguinal. la grasa sobresaliente. En una herniorrafia a través del triá n ­
Los siguientes nervios, de los cuales procede el d o lo r g u lo lu m b a r superior, existe riesgo de lesión en los nervios
postoperatorio, se localizan lateralmente al anillo p rofundo: T 1 2 y L1. La recaída es poco frecuente.

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P I T U L O

Peritoneo, epiplón
y hernias internas ,J
John E. Skandalakis; G e ne L. C olborn; Thomas A. W eidm an; A n dre w N. Kingsnorth;
Lee J. Skandalakis; Panajiotis N. Skandalakis

Realizar la apertura de la cavidad abdom inal es bastante sencillo. De manera similar, el cierre de la cavidad abdominal, ta m ­
poco suele ser especialmente complicado desde el pu n to de vista técnico. Pero los procedimientos que se llevan a cabo entre
la apertura y el cierre del abdomen deben realizarse de forma correcta en beneficio del paciente (...) Y es un asunto que está
lejos de ser simple, que después de que el espacio peritoneal se ha abierto y cerrado posteriormente, existe un espacio de
tiempo operatorio crítico en el que cualquier m aniobra quirúrgica debe realizarse de forma cuidadosa con el fin de conseguir
el m ayor beneficio terapéutico pa ra el paciente. Es obvio que el cirujano que accede a la cavidad abdom inal debe estar pre­
parado para cualquier circunstancia que pueda darse.»

EM Livingstone, 1 9 3 2 1

sal, sino que se desarrolla de fo rm a ind e p e n d ie n te en ín ti­


Historia
ma relación con el bazo; los órganos no rotan. De acuerdo
La historia sobre la anatom ía y la cirugía del perito n e o con Krutsiak y Voitiv5, el saco peritoneal m e n o r se desarro­
y el e p ip ló n se describe en la Tabla 10.1. lla en tres com p o n e n tes: el vestíbulo de la bolsa epiploica,
la bolsa epiploica p ro p ia m e n te dicha, y la cavidad e p ip lo i­
ca o peritoneal mayor.
El mesenterio dorsal es el responsable del origen del e pi­

I| Embriogénesis p lón m a yo r (Fig. 10.3), una evaginación con estructura de


d o b le capa que fo rm a parte del m esogastrio dorsal loca­
D esarro llo normal lizado entre la arteria gástrica izquierda y la arteria h e p á ti­
ca c o m ú n . En la q u in ta semana de desarrollo, el m esente­
El tra cto gastrointestinal es, en su origen, una estru ctu ­ rio dorsal se e lo n g a hacia la pa rte in fe rio r después de
ra cerrada, que se encuentra unida al mesenterio ventral y form arse la bolsa epiploica (saco m e nor). Así se fo rm a la
dorsal. Se puede representar de fo rm a imaginaria c o m o las c a vid a d infe rio r. Una e s tru c tu ra a n a tó m ic a con 4 capas
tapas de un libro abierto (Fig. 10.1). se form a p o r la aposición de grasa en el e p ip ló n m a yor (Ta­
El p e rito n e o tiene un o rig e n e m b rio n a rio m esodérm i- bla 10.2).
co. A lred e d o r de la tercera semana del desarrollo e m b rio ­ El m esenterio ventral se localiza p o r encim a del o m b li­
nario, el m esoderm o se diferencia para dar el m esoderm o go. El desarrollo del hígado d ivid e el m esenterio ventral en
lateral, el m esoderm o inte rm e d io y el m esoderm o paraxial dos zonas: el epip ló n m e n o r y los tres liga m e n to s p e rito ­
(Fig. 10.2). A m edida que se p roduce el proceso de d ife ­ neales del hígado (ligam entos falciforme, coronario y tria n ­
renciación, la región lateral se divide en un m esoderm o so­ gular).
m ático y o tro esplácnico. A cada lado de la línea media del El e stóm ago crece, se dobla, rota o aum enta alre d e d o r
e m b rió n se fo rm a el celom a. Posteriormente, los celomas de la curvatura mayor, y fin a lm e n te fo rm a gran parte de la
intraem brionarios derecho e izquierdo se unen para fo rm a r pared a n te rio r del saco m enor. Por d e fin ic ió n , el e p ip ló n
una única cavidad. Esta cavidad única se subdivide de nue­ m ayor se inserta en la curvatura m ayor del estóm ago. En un
vo en otros espacios o cavidades, en una cavidad pleural, p rin cip io , representa la superficie dorsal del estóm ago.
una cavidad pericárdica y una cavidad peritoneal, y en la tú ­ Al c o n tin u a r el cre cim iento, el epiplón fo rm a una cavi­
nica va g in a l. La d ife re n c ia c ió n c o n tin ú a , d a n d o lug a r la dad cubierta de una do b le capa. El saco o cavidad del e p i­
m em brana peritoneal a una capa parietal y otra visceral, y plón m a yor se encuentra en íntim a relación con el meso-
a la fo rm a c ió n del e p ip ló n , mesenterio, ligam entos y espa­ colon transverso (Fig. 10.4). El m esocolon transverso del
cios o fosas peritoneales. in d iv id u o a d u lto se fo rm a p o r la fusión entre el m esocolon
El desarrollo del e p ip ló n es c o n tro v e rtid o . A principios transverso e m b rio n a rio y la porción del m esogastrio dorsal
de siglo se desarrolló la teoría de que una cavidad in d e ­ que se encuentra fija a la pared a b d o m in a l posterior.
p e n d ie n te es el o rig e n del saco m e n o r o transca vid a d A efectos prácticos, el desarrollo e m b rio n a rio finaliza
de los epip lo n e s2,3. L ie b e rm a n n -M e ffe rt y W h ite 4 afirm an aquí. Por otra parte, las estructuras anatóm icas que d e ri­
que el epiplón no se desarrolla a partir del mesogastrio dor- van del p e rito n e o subdividen la cavidad peritoneal en dife-

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* Skandalakis

Peritoneo, epiplón y hernias internas

T a b la 1 0 .1 . Historia de la anatomía y la cirugía del peritoneo y el epiplón


Anatomía quirúrgica

Egipto 1500 a.C. Se describe p o r primera v ez el p e r ito n e o e n el papiro de Ebers

H omero M e n c io n a el e p ip ló n e n La Odisea («Dertron»)


(activo siglo viii a.C.)

Hipócrates de Cos Publica caso s de heridas a b d o m in a les , e n las q u e se eviscera el e p ip ló n y se necrosa


(460-370 a.C.)

Aristóteles Describe el e p ip ló n c o m o u n a estructura caliente, q u e se e n c u e n tr a insertada


(384-322 a.C.) en el e s t ó m a g o y favo rece la d ig e stió n c o n su «calor»

Erístratos (304-250 a.C.) A firm ó q u e el e p ip ló n n o t ie n e u n a f u n c ió n especial

Celso (activo aprox. 25 d.C.) D escrib ió la cirugía del e p ip ló n eviscerad o y diversas hernia s

G aleno (128-199) D escrib ió la a n a t o m ía d e los e sp a c io s p eriton eales. El e p i p l ó n tie n e c o m o f u n c ió n


calentar el in te stin o , lubricar el p e r ito n e o y a lm a ce n a r grasa

Pablo de Egina D escrib ió el tr a ta m ie n to de las heridas a b d o m in a le s q u e a fe cta n al e p ip ló n


(625-690)

Avicena (980-1037) Realizó u n a d e sc r ip ció n a n a tó m ic a del e p ip ló n

Frugardi (siglo xn) Subrayó la im p o r ta n c ia d el e p ip ló n para realizar la rep aración de las hernias

Guillermo de Saliceto Realizó el d ia g n ó stic o d iferencial del e p ip ló n (lla m a d o «red») y la hernias in te stin a les
(siglo XII)

Teodorico 1267 Describió la anatom ía del epiplón y su vasculatura

De M ondeville El e piplón contribuye a la digestión


(1260-1320)

M o n d in o da Luzzi El e piplón se origina e n una reflexión peritoneal del diafragma, y se inserta en el estóm ago
(1275-1326) el co lo n y el bazo

Brunschwig (1450-1533) Realizó una descripción detallada de las heridas abdom inales

Da Vinci 1504 Realizó dibujos y anotaciones sobre el e piplón que fueron publicados en el siglo xvm

Da Carpi 1523 Afirmó haber realizado resecciones sin ligaduras ni cauterio; sugirió que la exp osició n al aire
causa gangrena

Vesalio 1543 Describió la inervación, vasculatura y capas profundas del epiplón

Franco (1500-1561) Reparó las hernias co n tejidos próxim os

Paré (1510-1590) D escrib ió la rotura d el p e r ito n e o y la e v isceración del e p ip ló n , y r e c o m e n d ó el e m p le o


de m e d id a s d e su jec ió n c o m o los «bragueros»

Fabricio Describió el e pipló n c o m o receptor de restos del estóm ago, bazo e hígado
de Aquapendente
(1537-1590)

Riolano (1580-1657) El e piplón es un c o m p o n e n te del abd om en , pero no es un órgano regulador

Sennert 1628 Investigó las enferm edades del epiplón

Van den Spiegel 1632 Describió el peritoneo y una estructura que más tarde se llam ó lóbulo de Spiegel

Ruysch (1638-1731) El epiplón no es una red perforada entre vasos

W harton 1659 C onfirm ó la existencia de vasos linfáticos e n el epiplón

Dionis (siglo XVIII) Primero en diagnosticar y resecar epiplón incarcerado en una hernia

Douglas 1730 Realizó la primera descripción detallada del peritoneo

W inslow 1732 Describió el e piplón mayor y menor, la transcavidad y el hiato de W inslow

Von Haller 1743 Describió el epiplón cólico

Meckel (1781-1833) Embriología del epiplón

Froriep 1812 Anatomía del peritoneo y epiplón

Jobert de Lamballe 1829 El epiplón forma adherencias en el in testin o perforado

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Peritoneo, epiplón y hernias internas 10


T a b la 1 0 .1 . Historia de la anatomía y la cirugía del peritoneo y el epiplón (Continuación.)
Cruveilhier 1829 Publicó un atlas de patología; describió la afectación tuberculosa peritoneal

H ennecke 1836 Anatomía, em briología y fun ción del epiplón

Ranvier 1874 Describió «puntos lácteos» e n el epiplón que actúan c o m o m eca n ism o de defensa

Wegner 18 77 Primeras experiencias de lavado peritoneal

Von Leyden 1879 Primera descripción del absceso subfrénico

Oberst 1882 Publicó una torsión de epiplón

Senn 1888 Recomendó los colgajos libres de epiplón para proteger las líneas de sutura de la cirugía
intestinal y renal

Morrison 1894 Describió el espacio infrahepático derecho (subhepático, espacio hepatorrenal)


y la capacidad de regeneración vascular del epiplón

Starling y Tubby 1894 Estudiaron la transferencia de sustancias de la cavidad peritoneal a la sangre y viceversa

Milian 1899 Material extraño inyectado en la cavidad peritoneal se absorbe en el epiplón

Putnam 1922 Estudió las propiedades de la m em brana peritoneal

Ganter 1923 Evaluó la diálisis peritoneal e n el tratamiento de la uremia

Seligman 1946 Trató co n éxito perros nefrectom izados con diálisis de flujo c o n tin u o

D o ola n y Lewis 1960 Realizaron tratamiento co n diálisis peritoneal continua ambulatoria

Kiricuta 1963 Emplearon epiplón pediculado para reparar la pared en el tratamiento del cáncer de mam a

Tenckhoff y cols. 1964, 1972 Desarrollaron avances en la diálisis peritoneal continua ambulatoria

Turner-Walker y cols. 1967 Emplearon el epiplón en cirugía urogenital

McLean, Buncke 1972 Realizaron un autotransplante de e piplón en cuero cabelludo

G oldsm ith 1973 Emplearon e pipló n pediculado c o m o su plem ento vascular en el cerebro

Lichtenstein y cols. 1989 Inició la reparación de las hernias introduciendo el c o n c ep to «sin tensión»

Arregui 1991 D o c u m e n tó la reparación transabdominal preperitoneal de las hernias (TAPP)

Phillips y cols. 1993 Realizaron la reparación preperitoneal laparoscópica de las hernias tipo Stoppa

McKernan y Laws 1993 Realizaron la reparación preperitoneal sin peritoneoscopia, evitan do totalm ente la cavidad
abdom inal

Robbins y Rutkow 1993 Docum entaron la reparación de las hernias inguinales co n una malla en el orificio inguinal
profundo tipo «paraguas»

Fitzgibbons y cols. 1995 Compararon la reparación transabdominal preperitoneal, la intraperitoneal co n malla,


y la totalm en te extraperitoneal, y encontraron resultados similares

Tabla recopilada por David A. M c C lu s k y llly John E. Skandalakis.

B ibliografía:
Arregui ME. Laparoscopic preperitoneal herniorrhaphy. Presented at the Society o f American Endoscopic Surgeons Annual Meeting,
M onterrey CA, April 1991.
Blumenkrantz MJ, Roberts M. Progress in peritoneal dialysis: a historical perspective. Contr Nephrol 1979;17:101-110.
Fitzgibbons R], C a m p s], Cornet DA, N gu gen NX, Litke BS, Annibali R, Salerno GM. Laparoscopic inguinal herniorrhaphy: results of a
m ulticenter trial. Ann Surg 1995;221:3-13.
Halliday P. The surgical m an agem en t of subphrenic abscess: a historical study. Aust NZJ Surg 1975;45:235-244.
Lichtenstein IL, Shulm an AG, Amid PK, M ontllor MM. The tension-free hernioplasty. Am J Surg 1989;157:188-93.
Liebermann-Meffert D, W hite H (eds). The Greater O m en tum . N ew York: Springer-Verlag, 1983.
Mattocks AM, El-Bassiouni EA. Peritoneal dialysis: a review. J Pharmaceut Sei 1971;60:1761-1782.
McKernan JB, Laws HL. Laparoscopic repair o f inguinal hernias using a totally extraperitoneal prosthetic approach. Surg Endose 1993;
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Meyers MA. M orison pou ch (letter; c om m en t). Radiology 1995;195:578.
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Robbins AW, Rutkow IM. The m esh-plug hernioplasty. Surg Clin North Am 1993;73:501.
Skandalakis JE, Gray SW. Embryology for Surgeons (2nd ed). Baltimore: Williams & Wilkins, 1994.
445
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• Skandalakis

Peritoneo, epiplón y hernias internas

Bazo Páncreas en la mujer, las pequeñas aberturas de las tro m p a s d e Fa-


lop io co m u n ica n la cavidad peritoneal con el exterior.
Anatomía quirúrgica

A n o m a l ía s c o n g é n it a s

Ep ip ló n m a y o r

Las anomalías congénitas de esta estructura son poco


Mesenterio frecuentes, y se publican c o m o casos esporádicos. Su esca­
ventral sa frecuencia d ificulta la com presión anatóm ica y e m b rio ­
lógica de estas m alform aciones.
Se han descrito pocos casos en la b ibliografía m édica
de ausencia de to d o o parte del epip ló n m a yor y de los li­
Mesenterio Mesenterio
ventral
gam entos y espacios que lo acom pañan. Kiuchi y cois.6 pu­
dorsal
blican un caso de «hipoplasia del e p ip ló n mayor», agene-
Figura 10.1. Relaciones de algu n o s órganos c o n el m esenterio sia del bazo y otras anomalías viscerales.
em brionario ventral y dorsal, [bri] El e p ip ló n m ayor puede fallar en la fo rm a c ió n del liga­
m e n to gastrocólico, o no insertarse en la curvatura mayor.
Estas alteraciones pueden ser totales o parciales. Los deri­
vados e p ip lo ico s ta m b ié n pueden no te n e r inserciones o
insertarse en regiones poco habituales.
La m a yo r parte de estos defectos c o n g é n ito s del e pi­
rentes c o m p a rtim e n to s . La cavidad peritoneal está fo rm a ­ plón no p ro d u ce n síntomas. En algunos casos, se pueden
da p o r dos espacios principales, el saco m a yo r o cavidad p ro d u c ir hernias internas al intro d u cirse el in te s tin o d el­
peritoneal general, y el saco m e n o r o bolsa epiploica (trans­ g a d o a través del e p ip ló n . El a u to r prin cip a l del presente
cavidad de los epiplones) (Fig.10.4). Se encuentran c o m u ­ capítu lo , John Skandalakis, ha descrito los defectos s in to ­
nicadas a través del hiato de W inslow. En el h o m b re , la ca­ m áticos y asintom áticos del e p ip ló n m a y o r y del e p ip ló n
vidad peritoneal es realm ente una estructura cerrada, pero menor.
Puede fo rm a rse un e p ip ló n d iv id id o en dos o b ífido,
a u n q u e Skandalakis no ha e n c o n tra d o referencias b ib lio ­
M esoderm o in tra e m b rio n a rio (3a semana) gráficas sobre esta m a lfo rm a ció n . Tam bién son p o co fre ­
cuentes la presencia de adherencias o bridas e n tre el e pi­
pló n y la pared a b d o m in a l (ante rio r o posterior), o e n tre el
e p ip ló n y otros órganos.
Placa lateral M esod e rm o inte rm e d io M e sod e rm o paraaxial
Skandalakis7 p u b lic ó un caso de in fa rto s e g m e n ta rio
id io p á tic o en el que la lesión afectaba sólo al b o rd e in fe ­
M esod e rm o som ático y esplácnico
rio r d e re c h o del e p ip ló n . La e tio lo g ía p u e d e d e berse a
altera cio n e s e m b rio n a ria s , y la p a togénesis no se p u d o
aclarar.
C avidad celóm ica derecha e izquierda A u n q u e se han d e scrito m u ch o s tu m o re s sólidos be­
nignos en niños, su origen c o n g é n ito es difícil de explicar.
Los quistes b e n ig n o s p u e d e n ser c o n g é n ito s o a d q u ir i­
U nión de las cavidades celóm lcas
dos. Los verdaderos quistes se e n cu e n tra n c u b ie rto s por
una capa celular epitelial o endotelial; los seudoquistes ca­
C avidad pleural, cavidad p eritoneal, cavidad pericárdica, apófisis vaginal recen de esta capa. Spurney y M cC o rm a ck 8 describen un
caso raro de te ra to m a in m a d u ro del e p ip ló n . B o e h n e r9
describe un teratom a sólido de ovario con metástasis en el
Peritoneo p arie ta l Peritoneo visceral
e p iplón.
Se han descrito bazos accesorios y embarazos e x tra u te ­
rinos localizados en el e p ip ló n 10. El epip ló n puede p ro d u ­
cir hernias congénitas incarceradas (hernias inguinales in­
Epiplón, mesenterios, ligam entos, espacios
directas, diafragm áticas, etc.), que pueden observarse en
F ig u ra 10.2. Em briología del e p ip ló n , m ese n ter io , lig a m e n ­ recién nacidos y en niños. Haider11 d o c u m e n tó una hernia
tos y espacios. de e p ip ló n en la cavidad pericárdica.

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Peritoneo, epiplón y hernias internas

Transcavidad de los e piplones

Hígado

Epiplón m e n o r

4 capas

Prim era fu s ió n y fo rm a c ió n
del m esoco lon tra n sverso
2 capas

Bolsa e plploica p rim itiv a

Futuro e pip ló n m a yor

M esoco lon M e soco lon transverso


7 \ transverso
2 capas

L igam ento g a strocó lico


6 capas
P eritoneo parie ta l
2.a fusión o inserción
L ig a m en to
gastrocó lico

4 capas

Epiplón E piplón m a yor


m a y or

F ig u r a 10 .3 . F o rm a c ió n del e p ip ló n m en o r. A, R ota c ión del e s t ó m a g o y fo r m a c ió n de la transcavidad de lo s e p ip lo n e s . B, Fu­


s i ó n de la pared p osterior d e la transcavidad d e los e p ip lo n e s y d el m e s o c o l o n del c o lo n transverso. C y D, F u sión de la pared
anterior y posterior d e la bolsa ep ip loica para form ar el e p ip ló n e n el ad u lto. E, e stó m a g o ; P, páncreas; C, c o lo n .

Epiplón m e n o r M e s e n te rio

Las anomalías del epiplón m enor son m uy poco frecuen­ La raíz del m esenterio se extiende desde el cuadrante
tes; su variabilidad hace que sean difíciles de clasificar. Skan- superior derecho (prim era o segunda vértebra lum b a r) has­
dalakis ha e n c o n tra d o diferentes alteraciones del desarro­ ta la articulación sacroilíaca derecha, y se fusiona con el es­
llo del e p ip ló n m enor. H o d a c h 12 describe un caso de un pacio retrop e rito n e a l. Los defectos en la fusión, o la p re ­
varón joven con ausencia de epiplón m enor asociado a otras sencia de orificios en el mesenterio pueden p roducir hernias
m alform aciones. del intestino delgado (sintomáticas o asintomáticas). La her-

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448
Anatomía quirúrgica * Skandalakis

T a b la 1 0 .2 . Desarrollo del epiplón mayor desde el nacimiento hasta la edad adulta


Edad Recién nacido prem aturo Recién nacido a té rm in o 3-4 meses 1-5 años 5-10 años A d ulto
Inserciones Se inserta en el co lo n Inserción más extensa sin Distal al co lo n Se extiende entre los Parecido al epiplón Anchura de 20
transverso pero no llega a llegar a los ángulos transverso ángulos del colon, adulto; se inserta e n el a 46 cm
los ángulos se inserta en el c o lo n ascendente y a
colon ascendente veces en el ciego
y descendente

Longitud Justo por debajo del colon Cubre aproxim adam ente la Cubre la mitad del La mayor parte del Se extiend e más hacia 7-10 cm ó 14-35 cm

Peritoneo, epiplón y hernias internas


m itad del intestino intestino delgado intestino se abajo
delgado encuentra cubierto
por epiplón

C om p osición M embrana vascular fina sin Fina m embrana vascular Grasa alrededor de Presenta mayor Presenta m ayor cantidad El vo lu m e n depende
grasa sin grasa los vasos cantidad de grasa; de grasa del peso corporal;
en ocasiones puede presentar una
algunos ganglios cantidad variable de
linfáticos grasa

Vascularización Se aprecia el patrón vascular Se aprecia el patrón Se aprecia el patrón El patrón vascular El patrón vascular es Muy variable; no tiene
vascular vascular puede ser perfectamente un patrón estándar;
apreciado mejor identificable impredecible

Observaciones Es un epiplón rudimentario, Ligamentos esplénicos Ligamentos El epiplón y el El e piplón y derivado Estructura típica del
que se extiende hasta el desarrollados; el epiplón esplénicos, m esenterio tienen epiploico muestra unos epiplón; graso o no;
bazo. Sus dos capas se cubre el diafragma especialm ente el sus límites límites casi normales v o lu m in o s o o no, en
fusionan en el co lo n esplenorrenal y el normales relación con el peso;
transverso y m eso coion gastroesplénico, todas las partes bien
mejor diferenciadas; se
desarrollados; pueden apreciar
mayor desarrollo arterias, venas y
del epiplón ganglios linfáticos

Esquema

. ^ ' 2 ^2

Datos tornados de Liebermann-Meffert D, White H, eds. Diseases of the Omentum: Congenital Abnormalities and Pediatric Disease. Nueva York: Springer-Verlag, 1983.

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Peritoneo, epiplón y hernias internas

Capa anterior del


ligamento coronario
Capa posterior del
ligamento coronario
Hígado

Hiato de W inslow

Páncreas

Estómago
Transcavidad de los epiplones

Mesocolon transverso
Cavidad peritoneal

Duodeno
Colon transverso

Mesenterio del intestino delgado


Ombligo

Intestino delgado

Epiplón mayor

Cavidad peritoneal

Útero

Colon rectosigmoideo

Vejiga urinaria

F ig u ra 10.4. Disposición vertical del peritoneo (cavidad abdominopélvica).

nia de Waldeyer se produce por la ausencia de fusión del me­ terio que produzca un espacio puede te n e r similares resul­
senterio; esta anomalía puede asociarse a la ausencia de fu ­ tados. La fosa intersigm oidea puede acoger hernias in te r­
sión del m esocolon. La atresia yeyunal con agenesia del nas, así c o m o el m esocolon sigm oide.
mesenterio dorsal es conocida c o m o «síndrome de la m an­ Los quistes mesentéricos congénitos pueden clasificar­
zana pelada»13, «deformidad en árbol de Navidad»14 o «atre­ se según su origen (Fig. 10.5):
sia de m ayo»15. • Endodérmicos: Quistes entéricos, duplicaciones quísticas
Se pueden p ro d u c ir hernias internas si se p ro duce un intestinales.
fallo en la inserción del mesocolon transverso en la segun­ • M últiples: Teratomas retroperitoneales.
da p orción del duod e n o , el borde del páncreas, o el polo • Mesodérm icos: Quistes linfáticos, quistes re tro p e rito n e a ­
inferior del riñón izquierdo. Cualquier d efecto del mesen- les o de origen urogenital.

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* Skandalakis

Peritoneo, epiplón y hernias internas


Anatomía quirúrgica

Epiplón m enor (lig. gastrohepático)

Páncreas
Estómago

Mesocolon transverso 3.a porción del duodeno

Colon transverso

Mesenterio del intestino delgado

Epiplón mayor

Mesocolon sigmoideo

F ig u ra 10.5. Anatom ía topográfica que m uestra 5 tipos de quistes mesentéricos. [sic3]

Los quistes mesentéricos se describen con m ayo r de ta ­ espacio, o una hernia adquirida en fases más tardías. C uan­
lle en el capítulo acerca del intestino delgado, en el epígra­ d o se produce una hernia interna, el saco se d irig e a dere­
fe «Intervenciones quirúrgicas del ye yu n o e íleon». cha o iz q u ie rd a ; p o r ta n to , p u e d e n p ro d u c irs e hernias
derechas o izquierdas.
Ligamentos Hay un n ú m e ro variable de espacios intraperitoneales y
aberturas en los que se pueden p ro d u c ir hernias. Las her­
El defecto de la fusión del lig a m e n to fa lcifo rm e con la nias internas producen menos del 1% de las obstrucciones
pared abdom inal anterior da lugar a un defecto que se pue­ intestinales21; de éstas, las hernias paraduodenales son más
de asociar con hernias internas16. El lig a m e n to ancho, que del 5 0% .
es en su m ayor parte delgado y avascular, es una posible lo­ Los sacos hem iarios de las hernias c o n g é n ita s p ro tru -
calización de hernias internas. yen a través de los espacios, pero no hay pruebas de que
una hernia c o n g è n ita fo rm e un saco h e m ia rio en la vida
adulta. El espacio paraduodenal no es una localización p o ­
Espacios
tencial para p ro d u c ir hernias adquiridas, a u n q u e puede ser
M o y n ih a n 17 describió nueve espacios paraduodenales, la localización de una hernia congènita.
que según su teoría están form ados p or fusiones entre las La hernia paraduodenal izquierda se fo rm a al in tro d u ­
distintas fosas que pueden fo rm a r adherencias fisiológicas. cirse un asa intestinal a través del m esocolon descendente
N osotros consideramos que son cinco (cada uno d e n o m i­ d u ra n te el proceso de rotación del intestino en la décim a
nado con el n o m b re del a u to r o investigador que lo descri­ semana del desarrollo. Durante la fusión del m esocolon se
bió) los que tienen im portancia clínica suficiente para ser es­ form a el saco hemiario. El mismo proceso en el colon ascen­
tudiados (Tabla 10.3 y Fig. 10 .6 )18-19'20. de n te da lugar a una hernia paraduodenal derecha.
Estos espacios son de origen co n g è n ito . El espacio pa­ Laslie y cois.22 sugieren que el saco h e m ia rio no se fo r­
raduodenal se form a durante la décim a semana, cuando el ma en el m esocolon, sino que se fo rm a a p a rtir de la cavi­
mesenterio del colon ascendente y descendente se fusiona dad celóm ica extraem brionaria, la cual fo rm a un asa intes­
al p e ritoneo parietal de la pared a b dom inal posterior. En­ tinal al desarrollarse el co rd ó n um bilical, y p o ste rio rm e n te
tre el perito n e o y la unión d uodenoyeyunal, se puede p ro ­ se in tro d u ce en el a b d o m e n . Este saco de la cavidad celó-
ducir una hernia congènita en el m o m e n to de formación del mica es avascular y se fusiona secundariam ente con el me-
450

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Peritoneo, epiplón y hernias internas

T a b la 1 0 .3 . Espacios paraduodenales
Espacio y eponim o Lím ites anatóm icos Incidencia (%) Im portancia q uirú rgica
1. Fosa superior de Treitz En la parte posterior del espacio duodenal a la 30-50 Puede contener una hernia
izquierda de la cuarta porción del duodeno; la paraduodenal derecha
cavidad se extiende hacia arriba; el saco hemiario
se sitúa hacia la derecha
2. Fosa inferior de Treitz En la parte posterior del duodeno a la izquierda de 50-70 Puede contener una hernia
la cuarta porción; una cavidad se extiende hacia paraduodenal derecha
abajo, paralela al duodeno; el saco hemiario se
dirige hacia la derecha
3. Fosa mesentericoparietal Se localiza en la base del mesenterio en la primera 1 (Parsons, 1953) Puede contener una hernia
de Waldeyer porción del yeyuno, detrás de la arteria paraduodenal derecha
mesentérica superior y debajo del duodeno; es
más habitual en fetos que en individuos adultos;
el saco hemiario se sitúa a la derecha
4. Fosa intermesenterico- En la base del mesocolon transverso, donde junto Raro Puede contener una hernia
colica de Brosike con el páncreas forma la pared superior del paraduodenal derecha
espacio; la pared inferior está formada por la
unión duodenoyeyunal y la cuarta porción del
duodeno; la pared anterior está formada por el
peritoneo, que se encuentra entre el mesocolon
transverso y el mesenterio del yeyuno superior; la
arteria cólica media se encuentra a la derecha del
orificio; el saco hemiario se sitúa justo a la
derecha
5. Fosa paraduodenal En la parte inferior del espacio, uniendo la parte 2 (Parsons, 1953) Puede contener una hernia
de Landzert superior e inferior del espacio (Treitz); el espacio paraduodenal izquierda
contiene la vena mesentérica inferior y la arteria
cólica izquierda; el músculo psoas y el hilio renal
yacen posteriormente; el saco hemiario se dirige
a la izquierda

Fuente: Skandalakis JE, Gray SW (eds). Embriology for Surgeons, 2.a ed. Baltimore: Williams & Wilkins, 1994; con autorización.

socolon ascendente o descendente; puede fo rm a r una her­ está fo rm a d o por una capa fibrosa (la tú nica subserosa) y
nia paraduodenal derecha o izquierda. En algunos casos no una capa mesotelial (la túnica serosa).
se p roduce la fusión, y se fo rm a un saco h em iario m u y evi­ La cavidad peritoneal es un espacio potencial. N o rm a l­
dente. Esta anomalía se d e n o m in a onfalocele interno. m e n te sólo contiene una pequeña cantidad de líq u id o pe­
ritoneal, que lubrica las superficies y perm ite los m o v im ie n ­
tos del tracto gastrointestinal. En determinadas condiciones
patológicas se puede a c u m u la r gran cantid a d de líq u id o
A n ato m ía quirúrgica
en la cavidad peritoneal.
d el peritoneo El p e ritoneo no recubre p or co m p le to to d a la cavidad
peritoneal; algunas áreas se encuentran en c o n ta c to d ire c ­
El p e rito n e o es la m e m b ra n a serosa más extensa del to con las visceras, fu n d a m e n ta lm e n te a nivel posterior. Es­
organismo, con una superficie aproxim ada de 2 2 .0 0 0 c m 2. tas áreas desnudas en la pared posterior se fo rm a n al de­
Se d ivid e en una p o rció n p a rie ta l y otra visceral. La p o r­ sarrollarse el espacio re tro peritoneal, la pared p o sterior y
ción parietal recubre las cavidades a b d o m in a l y pélvica y los órganos situados a este nivel. Los órganos cubiertos sólo
la superficie a b d o m in a l del diafragm a. La capa visceral re­ parcialmente por peritoneo se denom inan órganos retrope-
cubre las visceras abdo m in a le s y pélvicas, in clu id o el m e ­ ritoneales. Los órganos que están cubiertos p o r c o m p le to
senterio. p o r peritoneo, e xcepto en el p u n to de entrada de los pe­
El perito n e o parietal se encuentra separado de la pared dículos vasculares, son de n o m in a d os órganos in tra p e rito -
a b d o m in a l p o r una capa de te jid o adiposo llam ada capa neales.
subserosa, mientras que el p e ritoneo visceral está íntim a- El o b je tiv o de este capítulo es recordar a los cirujanos
m entente adherido a los órganos que recubre. El peritoneo la anatom ía de los espacios peritoneales (Fig. 10.7) y resal­

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• Skandalakis

Peritoneo, epiplón y hernias internas


Anatomía quirúrgica

Vena mesentérica inferior

F ig u ra 1 0 .6 . Espacio paraduodenal mayor (el co­


lon transverso se ha desplazado superiorm ente; el
du o d en o se h a retraído hacia la derecha). Los n ú ­
m eros se e n c u e n tra n reflejados en la Tabla 10.3.
[s k i 9]

tar algunos nuevos conceptos que pueden c o n trib u ir a m e ­ Desde este origen, el p e rito n e o parietal se d irig e hacia la
jorar el tra ta m ie n to de las colecciones peritoneales. Se p u e ­ parte superior para fo rm a r el lig a m e n to falciform e, un liga­
den utilizar diferentes m étodos diagnósticos c o m o TC, eco- m e n to con fo rm a triangular, con una estructura bilaminar,
grafía, RM o laparoscopia, para m ejorar el c o n o c im ie n to que se dirige desde la cara poste rio r de la pared a b d o m i­
de los espacios peritoneales y reducir la m o rb ilid a d . Estas nal hasta la superficie inferior del diafragm a, sobre la su­
pruebas de im agen son m u y útiles para el estudio an a tó ­ perficie hepática. El lig a m e n to no está orie n ta d o de form a
m ico de los espacios y para evitar la m o rb ilid a d asociada a estricta en sentido anteroposterior puro; en los cortes trans­
la cirugía. versales se aprecia una inclinación hacia la derecha en un
El cirujano general a b d o m in a l debe conocer el desarro­ plano p ró x im o al coronal, que se sitúa p o r encim a del o m ­
llo del p e rito n e o y sus particulares inserciones. Estudiar la bligo.
fo rm a c ió n de la anatom ía del m esenterio y sus espacios El lig a m e n to falcifo rm e es una m em bra n a fina, con una
es necesario para evitar las com plicaciones quirúrgicas (Ta­ capa de tejid o co nectivo escaso entre ambas láminas, que
bla 10.4). se prolonga en su borde libre con el liga m e n to redondo. En
el hígado, las dos capas del ligam ento co n tin ú a n con el pe­
rito n e o visceral que recubre el hígado. A nivel de la inser­
D e s c r ip c ió n de la a n a t o m ía del per ito n e o
ción diafragm ática, las dos capas se separan. La m e m b ra ­
Disposición vertical del peritoneo na derecha cruza la su p e rfic ie a n te rio r del h íg a d o para
fo rm a r la lám ina a n terior (superior) del lig a m e n to co ro n a ­
en la cavidad abdominopélvica
rio (Fig. 10.8); la capa izquierda cruza p o r encim a del seg­
En la m ayor parte de los textos anatóm icos, se descri­ m e n to lateral del lóbulo izquierdo, fo rm a n d o la lám ina an­
be la inserción del peritoneo en el área umbilical (Fig. 10.4). te rio r del lig a m e n to triangular.
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Peritoneo, epiplón y hernias internas

p e rficie de la g lá n d u la suprarrenal derecha y la parte su­


p e rio r del riñ ó n derecho, fo rm a n d o el lig a m e n to hepato-
rrenal. Desde esta re g ió n se d irig e hacia la lám in a p o ste ­
rio r (in fe rio r) del lig a m e n to c o ro n a rio h e p á tic o .
El peritoneo continúa hacia la parte inferior, d onde se lo­
caliza en la p ro x im id a d del riñ ó n derecho, y recubre la p ri­
mera p o rción del d u o d e n o , el á n g u lo hepático del colon y
la vena cava inferior q u e fo rm a el borde posterior del hia­
to de Winslow. Este re c u b rim ie n to peritoneal continúa para
fo rm a r el suelo de la transcavidad de los epiplones.
En el m argen derecho del hígado, la reflexión del liga­
m e n to c o ro n a rio c o n tin ú a c o n el b o rd e d e re c h o del li­
g a m e n to tria n g u la r (Fig. 10.8), que fija el hígado a la cara
inferior del diafragm a. Este lig a m e n to fo rm a el límite supe­
rior del área desnuda del hígado. A la altura del área des­
nuda de la superficie del hígado, el perito n e o se retrae ha­
cia la cara inferior del diafragma, y deja la superficie superior
del diafra g m a sin re c u b rim ie n to , separada del diafragm a
únicam ente p or tejido areolar. La base del triángulo del área
desnuda se sitúa a la izquierda, en la incisura de la vena
cava.
La vesícula biliar se encuentra recubierta p o r peritoneo
F ig u ra 10.7. C om partim entos arbitrarios de la cavidad ab­ en el fo n d o , la superficie in fe rio r y las partes laterales. El
dom inal. [sM| p e rito n e o desde esta región c o n tin ú a con la superficie vis­
ceral del ló b u lo hepá tico derecho, el lób u lo cuadrado, la
porta hepatis y la superficie visceral del s e g m e n to lateral
del lóbulo hepático izquierdo. A nivel del borde izquierdo del
hígado, la inserción peritoneal del lób u lo izquierdo al d ia­
fragm a fo rm a el lig a m e n to tria n g u la r izquierdo (Fig. 10.8).
El borde inferior libre del lig a m e n to fa lcifo rm e es firm e, Desde esta región, el p e rito n e o se dirige lateralm ente, re­
y se caracteriza p or que se hace progresivamente más grue­ cubre la cavidad peritoneal y c o n tin ú a con los ligam entos
so d e b id o a la presencia del lig a m e n to re d o n d o del híga­ gastrofrénico y esplenofrénico. La parte caudal del ligam en­
do. Esta estructura es un resto de la vena u m bilical izquier­ to esplenofrénico c o n tin ú a en la parte inferior sobre el ri­
da; la vena um bilical derecha desaparece de fo rm a precoz
ñón izquierdo con el lig a m e n to esplenorrenal y la flexura
en el desarrollo in tra u tre rin o . El lig a m e n to re d o n d o se d i­
esplénica del colo n , fo r m a n d o el lig a m e n to fre n o c ó lic o .
rige desde el o m b lig o hasta el borde infe rio r y la cara in ­ La parte caudal del liga m e n to esplenofrénico continúa en la
ferior del hígado, y finaliza en el segm ento u m bilical de la parte inferior sobre el riñón izquierdo co m o el ligam ento es-
vena porta izquierda. Además, a través del lig a m e n to falci­
forme, las venas paraumbilicales (de Sappey) discurren des­
de el hígado hasta el te jid o co nectivo p e rium bilical.
C o n tin u a n d o hacia la parte superior, desde la vena por­
ta izquierda hasta la vena cava inferior, justo p o r debajo del T a b l a 10.4. Partes del peritoneo j
diafragm a se sitúa el lig a m e n to venoso, un co rd ó n fibroso
Epiplón Epiplón mayor
que es el resto e m b rio n a rio de la vena u m bilical izquierda. Epiplón menor
D urante la vida intrauterina, la sangre venosa m aterna cir­ Mesenterios Mesenterio del intestino delgado
cula p o r la vena um bilical izquierda hacia el hígado; parte Mesoapéndice
de la sangre establece una derivación en el hígado con el Mesocolon transverso
Mesocolon pélvico
sistema venoso portal, y el resto continúa hacia la vena cava
Ligamentos Hepáticos
a través del c o n d u cto venoso. Los tres ligam entos (falcifor­ De la vejiga urinaria
me, re d o n d o y venoso) dividen el ló b u lo hepático izquier­ Del útero
d o en dos segmentos, lateral y medial. Espacios Duodenal
El p e rito n e o visceral c o n tin ú a en el b o rd e in fe rio r del Cecal
Intersigmoideo
h íg ado, desde la su perficie d ia fra g m á tic a hasta la super­
ficie visceral del hígado en ambos lóbulos. En el lóbulo de­ Fuente: Skandalakis JE, Gray SW (eds). Embriology for Surgeons, 2.a ed.
recho, el p e rito n e o visceral se p ro lo n g a para c u b rir la su­ Baltimore: Williams & Wilkins, 1994; con autorización.

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* Skandalakis

Peritoneo, epiplón y hernias internas

Ligamento falciform e
Anatomía quirúrgica

Ligamento coronario
(lámina anterior)

Vena cava inferior


Ligamento coronario
Ligamento (lámina posterior)
tria ng u la r derecho

F ig u r a 10.8. Reflexiones del peritoneo que m uestran el área libre de inserciones del diafragma, o «área desnuda», los ligam en­
tos coronario, triangular y falciforme. La flecha representa el paso en la parte posterior del esófago abdom inal a través del cual
se puede introducir u n dedo hacia la parte posterior del ligam ento coronario. [gr7\

plenorrenal, y se dirig e hacia el án g u lo esplénico del colon go, re cu b rie n d o los vasos gástricos izquierdos y los nervios
para fo rm a r el lig a m e n to frenocólico. de esta región. Esta zona del e p iplón m e n o r se d e n o m in a
Desde la parte izquierda del borde inferior de la super­ lig a m e n to gastrohepático. Después de incorporarse al es­
ficie diafragmátlca del hígado, el peritoneo se dirige craneal­ tó m a g o y la prim era p o rción del d u o d e n o , las capas ante­
m ente recubriendo la superficie visceral inferior. Alcanza el rior y p o sterior del perito n e o gástrico recubren el estóm a­
borde a n terior de la porta hepatis y el lado izquierdo de la g o y la prim era porción del d u o d e n o , y desde la curvatura
fisura del lig a m e n to venoso. C ontinúa libre hacia la parte m a yor y el d u o d e n o se extienden hacia la capa a n te rio r del
inferior para cubrir el d u o d e n o y la curvatura m e n o r del es­ e p ip ló n mayor.
tó m a g o , fo rm a n d o la capa a n terior del e p ip ló n m e n o r y la La d o b le capa del p e rito n e o fo rm a la lám ina a n te rio r
parte inferior del m esenterio ventral prim itivo . El peritoneo del e p ip ló n mayor, desciende a lo largo del colon transver­
co n tinúa con la capa posterior del liga m e n to coronario, re­ so y se p ro longa hacia la parte inferior en una distancia va­
cubre el ló b u lo y el proceso caudados, y se d irig e hacia la riable. La lámina posterior del epiplón m a y o r asciende des­
parte infe rio r desde el borde posterior de la porta hasta el de el b o rd e s u p e rio r del c o lo n tra nsverso y re c u b re la
lado derecho de la fisura del lig a m e n to venoso, fo rm a n d o superficie superior del m esocolon transverso, con la que se
la capa posterior del e p iplón menor. fusiona en grado variable; desde aquí recubre la cara ante­
El m argen Izquierdo de las dos capas del epiplón m e nor rior del cuerpo y la cola del páncreas. La lám ina más infe­
c o n tin ú a con el esófago; el borde libre derecho form a el lí­ rior del p e rito n e o desciende para fo rm a r la cara superior
m ite anterior del foram en de Winslow. El borde libre se p ro­ del p e rito n e o que recubre el colon transverso, y la parte
longa con la vaina que envuelve las arterias hepáticas, los más superior se p ro longa para fo rm a r el suelo de la trans­
c o n d u cto s biliares extrahepáticos, la vena porta y el plexo cavidad de los epiplones.
nervioso hepático. En la parte posterior de este lig a m e n to El cirujano emplea estas especiales relaciones anatómicas
se encuentra el agujero epip lo ico , que co m u n ica la cavi­ para conseguir un acceso seguro a la transcavidad y al p á n ­
dad peritoneal p ro p ia m e n te dicha con la transcavidad de creas. El epiplón m ayo r se levanta para exp o n e r su superfi­
los epiplones. cie posterior, se seccionan un núm ero variable de adheren­
Las láminas a n te rio r y posterior de la transcavidad de cias del colon transverso, y se encuentra un plano entre la
los epiplones se separan en la curvatura m e nor del estóm a­ cara posterior de las láminas fusionadas del e p ip ló n mayor
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Peritoneo, epiplón y hernias internas

y la cara anterior del peritoneo del mesocolon. La separa­ sacro y la pared lateral de la pelvis hacia los órganos u ro ­
ción de estas dos capas p e rm ite entrar en la transcavidad genitales. El p e rito n e o de la plica rectovesical asciende so­
de los epiplones. El epiplón m ayor y el estóm ago se separan bre la parte superior de las vesículas seminales, y no se pone
hacia arriba para conseguir una amplia exposición del p á n ­ en c o n ta c to con la g lá n d u la prostática. C o n tin ú a con la
creas. base y la cara superior de la vejiga urinaria y alcanza la pa­
La parte del e p ip ló n m ayo r que se encuentra entre la red a b d o m in a l anterior.
curvatura m a y o r del estóm ago y el m esocolon transverso En la región lateral de la vejiga urinaria, el p e rito n e o
fo rm a el ligam ento gastrocólico. Este liga m e n to incluye ge­ pélvico form a el suelo de las fosas paravesicales derecha e iz­
neralm ente las láminas a n terior y posterior del epiplón m a ­ quierda. En la parte lateral, en cada fosa pararrectal, el c o n ­
yor, que se e n cu e n tra n fusionadas. Puede estar fo rm a d o d u c to deferente se dirige hacia la parte a n terior de la pelvis
p rim a ria m e n te p o r la lám ina a n terior del e p ip ló n m a yor si para alcanzar el anillo inguinal p ro fu n d o . C uando la vejiga
la transcavidad de los e piplones co n tin ú a desde la parte urinaria se encuentra vacía, se puede apreciar la fosa vesical
posterior del estó m a g o hasta la curvatura mayor, fo rm a n ­ transversa entre ambos laterales de la pared de la pelvis. Este
do un nicho in fe rio r en la transcavidad entre las láminas espacio se encuentra entre ambas fosas paravesicales, cru­
a n te rio r y posterior del epip ló n mayor, c o m o el nicho infe­ zando la vejiga urinaria p o r la parte superior hasta el espa­
rior de la transcavidad de los epiplones. cio que ocupan am bos conductos deferentes.
La lámina peritoneal a n terior del m esocolon transverso En la parte superior de la vejiga urinaria, el p e ritoneo de
se prolonga en la parte inferior, recubriendo esta región del la pared a b d o m in a l c o n tin ú a con un resto e m b rio n a rio
colon transverso, y en la parte superior form a la lám ina pe­ que fo rm a un c o rd ó n fib ro so en la línea m edia: el uraco,
ritoneal posterior. Después de cu b rir la cabeza y la cola del o rem anente del saco alantoideo e m b rio n a rio . Se sitúa p or
páncreas, esta lám ina peritoneal se p ro longa para recubrir encim a del vértice de la vejiga hasta el o m b lig o , y en la
desde el páncreas hasta la tercera y la cuarta porciones del parte lateral se fo rm a n las fosas um bilicales medias. En la
du o d e n o . Hacia la derecha, el pe rito n e o deja el d u o d e n o re g ió n lateral a ambas fosas, el p e rito n e o o b lite ra los seg­
para llegar a la cara posterior de la pared abd o m in a l. C er­ m e n to s de las arterias um b ilica le s. Más la te ra lm e n te se
ca de la línea media, el perito n e o acom paña a la arteria y e n c u e n tra n los vasos, la arte ria y la vena e p ig á s tric o s ,
vena mesentéricas superiores, y recubre la cara derecha del re c u b ie rto s p o r p e rito n e o , lim ita n d o las fosas u m b ilic a ­
mesenterio del intestino delgado. les laterales, q u e se sitúan sobre los m úsculos rectos, y no
C ontinúa con el yeyu n o y el íleon, para re cubrir de la en re la ció n con el o m b lig o , p o r lo q u e p ro b a b le m e n te
misma form a la cara izquierda del m esenterio del intestino la d e n o m in a c ió n de fosas um bilicales no sea la más a p ro ­
delgado. El p e rito n e o contin ú a hacia la izquierda sobre el piada.
co lo n descendente re tro p e rito n e a l y la pared a b d o m in a l Entre las fosas umbilicales media y lateral se encuentra
lateral. Desde la parte inferior e izquierda el pe rito n e o re­ el espacio supravesical, cuya p ro fu n d id a d depe n d e del gra­
cubre la pared a b d o m in a l p o s te rio ry lateral y la cara a n te ­ d o de repleción de la vejiga. En la parte infe rio r de este es­
rior del mesocolon del sigma. Después recubre el colon sig­ pacio, la vejiga se encuentra en c o n ta c to con el pubis y la
m oideo y la pared lateral de la pelvis y la fosa ilíaca izquierda. parte inferior de la pared a b d o m in a l, separados p o r tejid o
Entonces, desde la parte inferior, el perito n e o del mesente­ conectivo que form a el espacio de Retzius y su prolongación
rio del intestino d e lg a d o se p ro lo n g a para re cubrir los seg­ a n te rio r o espacio de Bogros23. El pe rito n e o a cierta d istan­
mentos inferiores de la aorta, la vena cava inferior y sus res­ cia p o r encim a de la espina del pubis no se encue n tra m u y
pectivas ramas y tributarias. a d h e rid o a la pared a b d o m in a l, y al replecionarse la vejiga
El p e rito n e o c o n tin ú a hacia la pa rte in fe rio r para re­ se separa el perito n e o de la pared.
c u b rir la pelvis. Recubre los laterales y la re g ió n ventra l En la parte lateral del liga m e n to u m b ilical se encuentra
del recto, y form a el suelo de la plica rectovesical en el h o m ­ la fosa inguinal media. Justo lateral al lig a m e n to um bilical
bre, y el fo n d o de saco recto u te rin o de Douglas en la m u ­ se encuentra la fosa inguinal lateral. La fosa ing u in a l lateral
jer. Se fo rm a n a am bos lados del recto las fosas pararrecta- es la región que aloja el anillo inguinal p ro fu n d o o interno,
les d e recha e izqu ie rd a , q u e tie n e n una p ro fu n d id a d d o n d e convergen de fo rm a más o menos diferenciada el
variable, y el espacio depende de la distensión que presen­ c o n d u c to deferente y los vasos espermáticos. Por debajo y
te el recto. medial al origen del ligam ento umbilical lateral se sitúa una
fosa relativam ente independiante, la fosa fe m o ra l, sobre la
superficie a b d o m in a l del anillo fem oral.
Pelvis masculina
En la pelvis masculina, los límites laterales de la fosa pa-
rarrectal co n tin ú a n con la vejiga urinaria y con los espacios Pelvis femenina
sacrogenitales. Estos espacios se form a n con el recubrim ien­ En la pelvis de la mujer, el p e ritoneo del fo n d o de saco
to del perito n e o sobre un tejido co nectivo denso, el uréter, recto u te rin o (D ouglas) co n tin ú a sobre el c u e rp o y el vér­
y los nervios y vasos que discurren ce n tra lm e n te desde el tice de la vagina y recubre el cuello del útero. En la parte

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* Skandalakis

Peritoneo, epiplón y hernias internas

lateral, en la fosa pararrectal y rectouterlna, se aprecian los la pelvis, en la fosa paraovárica, y asciende p o r la parte la­
ligamentos uterosacros prom inentes. Los ligamentos utero- teral de la pelvis para dirigirse hacia el anillo inguinal p ro ­
Anatomía quirúrgica

sacros están fo rm a d o s p o r te jid o co n e c tiv o , el p e rito n e o fu n d o .


que lo recubre, fibras musculares lisas y elem entos del p le­ Después de retraerse hacia la parte superior, desde la
xo nervioso de la pelvis, que pasa desde el sacro hasta el vejiga se d irig e a la pared ab d o m in a l anterior, y la parte su­
cuerpo y el cuello del útero. perior finaliza en la región um bilical. Con esta finalización
Después de recubrir el fo n d o y la superficie ventral del se co m pleta la cavidad peritoneal mayor.
cu e rp o del ú te ro , el p e rito n e o del ú te ro se retrae hasta
la u n ió n del cu e rp o con el cérvix, la zona de u n ió n del Disposición transversa (horizontal)
cuerpo con el cuello del útero, por encima de la vejiga. Entre de la cavidad abdominal
el útero y la vejiga urinaria se encuentra, en la zona p ro fu n ­
da, la plica vesicouterina. La parte anterior del peritoneo tie ­ El perito n e o es bastante diferente en cu a n to a c o m p le ­
ne una disposición similar a la de la pelvis masculina. jidad anatóm ica en el a b d o m e n superior, el a b d o m e n infe­
El p e ritoneo se p ro lo n g a lateralm ente desde el cuerpo rior o la pelvis.
y el fo n d o uterino. Las capas a n te ro in fe rio r y posterosupe- El perito n e o a nivel del bazo en una sección transversal
rior del p e ritoneo envuelven las trom pas, y en sus superfi­ se encuentra de la siguiente manera (Fig. 10.9): desde la
cies anterior, superior y posterior las suspenden de los liga­ línea alba en la parte anterior, el perito n e o se extiende la­
m entos anchos. teral y p o ste rio rm e n te , para re cubrir el riñón derecho, la
El peritoneo localizado in m e d ia ta m e n te adyacente a las glándula suprarrenal derecha, la vena cava y la aorta. En­
trom pas se den o m in a mesosalpinge. La unión al ovario, va­ tonces, desde esta zona, se dirige hacia la cara ventral del
sos y nervios ováricos fo rm a el mesoovario. El ovario no se páncreas, d u o d e n o y riñón izquierdo, fo rm a n d o la pared
e ncue n tra re c u b ie rto p o r p e rito n e o p ro p ia m e n te d ic h o ; posterior de la transcavidad de los epiplones. Se fo rm a una
éste contin ú a en el ovario con la capa g e rm in a l del e p ite ­ reflexión hacia la parte superior, que fo rm a en el lado de­
lio del ovario. recho el lig a m e n to esplenorrenal y gastroesplénico, para
En la parte lateral, el peritoneo recubre las alas de la pel­ recubrir la parte poste rio r de la pared del estóm ago. Des­
vis, sobre los vasos y nervios ováricos, y el lig a m e n to infun- de aquí, se d irig e hacia la derecha, recubre el hilio hepá­
dibulopélvico, o lig a m e n to suspensorio del ovario. En la re­ tic o y fo rm a la pared poste rio r de la transcavidad de los
gió n anterolateral, a am bos lados, el lig a m e n to re d o n d o epiplones. Desde esta zona medial se extie n d e p o r la cara
del útero asciende, fo rm a n d o un pliegue hacia las alas de a n terior del estóm ago, y continúa con el lig a m e n to gastro-

Epiplón menor Estómago

Ligamento gastroesplénico
Tríada hepática

Ligamento esplenorrenal

Bazo

Riñón derecho Riñón izquierdo

Vena cava inferior Aorta

F ig u ra 1 0 .9. Sección transversal en el bazo.


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Peritoneo, epiplón y hernias internas

esplénico. Después de fo rm a r el lig a m e n to gastroesplénico, Las dos fosas supravesicales, derecha e izquierda (Fig.
el peritoneo recubre el bazo. En el lado izquierdo recubre el 10.10), se localizan entre la fosa um bilical central o m edia­
liga m e n to esplenorrenal y el riñón izqu ie rd o y se dirig e ha­ na y las fosas um bilicales mediales. La p ro fu n d id a d y ex­
cia la pared a b d o m in a l posterolateral y an te rio r hasta la lí­ tensión de estas fosas depe n d e de la repleción de la vejiga
nea alba. urinaria. La fosa inguinal medial se sitúa entre las fosas u m ­
En el abdom en inferior, el peritoneo fo rm a una fosa m e ­ bilicales mediales y laterales. La fosa um bilical lateral se d i­
dia y dos laterales. Estos cinco espacios se e n cuentran li­ ferencia de la fosa supravesical y um bilical lateral, e inclu ­
m itados por pliegues peritoneales, ta m b ié n llamados liga­ ye el anillo ing u in a l p ro fu n d o , a través del cual discurre el
m entos (Fig. 10.10): una fosa um bilical central, dos fosas proceso vaginal, p o r el que m ig ra el testículo d u ra n te el
umbilicales medias y dos fosas laterales. Estos ligam entos desarrollo e m b rio n a rio a través del c o n d u c to inguinal.
convergen en la región um bilical. En la región del c o m p a rtim e n to infram esocólico, el pe­
La fosa umbilical central presenta el peritoneo recubrien­ rito n e o se puede e xte n d e r desde la parte lateral derecha
do el uraco, que se extiende desde el vértice de la vejiga en la línea alba hasta la vecindad del borde lateral del múscu­
hasta el o m b lig o en la parte superior. lo cu adrado lum bar. Aquí, el p e ritoneo se retrae para fo r ­
En la parte lateral, medial a la fosa fe m oral (p o r debajo m ar en el lado derecho del colon ascendente la gotiera pa-
de la cual se encuentra el anillo fe m o ra l) y la cara lateral de racólica derecha. Cruza hacia la parte izquierda sobre la
la vejiga, se hallan las fosas umbilicales derecha e izquier­ superficie ventral y recubre el colon ascendente, el ciego y
da, que se encuentran elevadas p o r las arterias umbilicales el apéndice, y se localiza m e d ia lm e n te sobre el m úsculo
obliteradas. Llegan hasta el o m b lig o , recubiertas p or la fas­ psoas, el d u o d e n o y la vena cava inferior.
cia vesicoum bilical. Desde la pared a b d o m in a l posterior, el p e ritoneo c o n ­
En cada lado, a nivel de la salida de la arteria y vena ilía­ tin ú a p o r la raíz del m e s e n te rio , re cu b re los vasos m e-
cas externas del a b d o m e n , la arteria y vena epigástricas in­ sentéricos superiores, los c o n d u cto s linfáticos, los nervios,
feriores se sitúan p o r encim a y en ocasiones m e d ialm ente el íleon y el y e y u n o . Entonces, desde estos órganos, re­
para penetrar en el m úsculo recto del a b d o m e n . Estos va­ c u b re la c o lu m n a v e rte b ra l. Desde la p a rte iz q u ie rd a
sos g e n e ralm ente producen una elevación del peritoneo, cruza hacia la aorta, el m úsculo psoas izquierdo y la parte
fo rm a n d o las fosas umbilicales laterales. El trayecto de los izquierda de la superficie retroperitoneal situada en el c o ­
vasos epigástricos form a el lím ite in te rn o del anillo inguinal lon descendente. Después de recubrir la parte izquierda del
p ro fu n d o . colon descendente, fo rm a el suelo de la gotie ra paracólica

F ig u r a 10.1 0. Vejiga urinaria y pa­


red a b d o m in a l a n terior (vista poste­
rior). Se aprecian las vías de las posi­
bles hernias supravesicales externas
que se enumeran en el lado izquierdo;
la hernias supravesicales internas se
enumeran en el lado derecho. A, Fosa
supravesical con a n illo h e m ia rio . B,
Fosa media. C, Fosa lateral. D, Liga­
m ento inguinal. E, Om bligo. F, Liga­
m ento umbilical (uraco obliterado). G,
Ligamento u m b ilica l (arteria u m b ili­
cal obliterada). H, Arteria epigástrica
inferior. [s£25]

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• Skandalakis

Peritoneo, epiplón y hernias internas

izquierda y co n tin ú a p o r la pared ab d o m in a l hasta la línea posterior con el ovario y el ligam ento ovárico form an el me-
alba. soovario, que se extiende lateralm ente hasta la pared de la
Anatomía quirúrgica

pelvis y recubre los vasos pélvicos, los c o n d u cto s linfáticos


y los nervios, fo rm a n d o el lig a m e n to in fu n d ib u lo p é lv ic o , o
Pelvis masculina ligam ento suspensorio del ovario. Entre este pliegue del pe­
En la verdadera pelvis m e n o r masculina el p e ritoneo re­ rito n e o y la pro m in e n cia fo rm a d a p o r el u réter recubierto
cubre el mesenterio del colon sigm oideo, y se extiende des­ de p e rito n e o se encuentra la fosa ovárica. Esta fosa es el
de la articulación sacroilíaca izquierda d ia g o n a lm e n te has­ p u n to d o n d e se d ivide la arteria ilíaca en arteria ilíaca in ­
ta la parte a n te rio r del sacro. El p e rito n e o re c u b re los terna (hipogástrica) y arteria ilíaca externa.
laterales derecho e izquierdo del recto en su parte superior, El resto del lig a m e n to ancho recubre la m ayor parte del
pero sólo la superficie ventral en su segunda porción, a n ­ útero y lo suspende de la pared lateral de la pelvis desde un
tes de retraerse sobre la superficie superior de la vejiga. A lado al o tro m e diante el lig a m e n to u te rin o . Desde la cara
cada lado del recto, el perito n e o lim ita las fosas pararrec- lateral de cada lado del cuerpo del útero, el lig a m e n to re­
tales y se eleva lateralm ente para fo rm a r las fosas sacroge- d o n d o eleva el p e rito n e o en un g ra d o variable, y se dirig e
nitales. C ruzando hacia la parte a n te rio r desde la fosa pa- hacia la parte a n terior para alcanzar el anillo inguinal p ro ­
rarrectal y a través de la fosa rectovesical hacia la vejiga, el fu n d o .
uréter produce una discreta elevación sobre el peritoneo. La Entre el útero y la vejiga urinaria, el p e rito n e o fo rm a la
p ro fu n d id a d de la fosa pararrectal es variable, d e p e n d ie n ­ plica vesicouterina. La disposición del p e ritoneo sobre la ve­
d o del gra d o de distensión de la vejiga. jiga es similar en el h o m b re y la mujer, con la fosa parave­
Un poco más adelante, el p e rito n e o sigue la bolsa rec­ sical que lim ita en la parte posterior p o r la elevación de los
tovesical entre la vejiga y el recto. Desde esta zona se dirige lig am entos redondos del útero. La fosa transversa vesical
hacia la parte superior de las vesículas seminales y el fo n d o del perito n e o puede apreciarse en la pelvis fe m enina si la
y la parte superior de la vejiga. El fo n d o de saco rectovesi­ vejiga no se encuentra distendida. En la parte lateral, en el
cal se encuentra dispuesto de tal fo rm a que no entra en inicio de la pared de la pelvis en la fosa paravesical, las ar­
c o n ta c to con la glándula prostática. terias umbilicales obliteradas cruzan medial y a n te rio rm e n ­
A cada lado de la vejiga hay una fosa paravesical, d o n ­ te por encim a del o m b lig o , discurren próxim as a la vejiga
de el p e rito n e o la lim ita en la parte p o sterior a nivel del y fo rm a n una p ro m in e n cia lateral del perito n e o , las fosas
c o n d u c to deferente, y desde aq u í se dirige hacia la parte umbilicales mediales y los ligam entos um bilicales.
posterior de la vejiga y llega hasta la glándula prostática.
Al igual que la fosa supravesical, la p ro fu n d id a d de la fosa
paravesical d e p e n d e del gra d o de repleción de la vejiga.
I r r ig a c ió n s a n g u ín e a
C uando la vejiga contiene escasa o nula cantidad de orina,
la fosa transversa puede apreciarse cruzando la superficie su­ La vascularización del peritoneo parietal se realiza a tra ­
perior. vés de arterias de la pared a b d o m in a l. La vascularización
del perito n e o pélvico se realiza a través de vasos de la pa­
red de la pelvis. El peritoneo visceral está irrigado p o r ramas
Pelvis femenina del tro n c o celíaco y ramas de las arterias mesentéricas su­
La disposición del perito n e o en la parte posterior de la perior e inferior, y p or vasos viscerales pélvicos.
pelvis verdadera en las mujeres es com p a ra b le o sim ilar a
la de los hom bres, excepto en que las fosas uterosacras son D renado l in f á t ic o
más pro m in e n te s que las fosas sacrogenitales en las partes
laterales de las fosas pararrectales. Las fosas uterosacras se Los vasos linfáticos del perito n e o parietal se unen a los
fo rm a n p o r la coalescencia de la fascia de W aldeyer desde de la pared a b d o m in a l, y todos drenan los ganglios lin fá ti­
la superficie ventral del sacro y de la fascia del m úsculo pi­ cos parietales. Además, los vasos linfáticos viscerales d re­
riform e, ju n to con los elem entos nerviosos pélvicos subya­ nan con los ganglios linfáticos de los órganos co rrespon­
centes que cruzan lateralm ente al recto hasta el fo n d o de dientes.
saco vaginal y el cuello uterino. Allen y W e a th e rfo rd 24 describen c ó m o se elim inan par­
Entre el recto y el útero, el perito n e o se extiende recu­ tículas de 10-20 mieras desde la cavidad peritoneal a través
b rie n d o el fo n d o de saco rectouterino, o fo n d o de saco de de orificios localizados en la m e m brana basal, con la c o n ­
Douglas, que recubre la parte posterior del cuerpo del ú te­ trib u c ió n de los condu cto s linfáticos. Estos peculiares c o n ­
ro y la parte posterior del fo n d o de saco vaginal. ductos se han descrito en el peritoneo que recubre la super­
Más a n te rio rm e n te en la pelvis, el perito n e o recubre el ficie diafragm ática del abdom en.
útero y sus anejos para fo rm a r los ligam entos anchos. La En 1863 Von R ecklinhausen25 fue el p rim e ro en a fir­
parte superior de los ligamentos anchos que se eleva p o r en­ m ar que existen linfáticos m odificados que pueden e lim i­
cima de las trompas se denom ina mesosalpinge; la inserción nar partículas desde el flu id o peritoneal d u rante el proceso
458

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Peritoneo, epiplón y hernias internas

de la respiración. El m o v im ie n to de relajación del d iafrag­ Es p a c io s y c a v id a d e s peritoneales


ma p erm ite la apertura de los orificios de los vasos linfáti­
cos, y el flu id o entra en la circulación linfática. H iggins y
E s p acio p a r a d u o d e n a l
cois.26 señalan que los m o vim ientos del diafragm a facilitan
la progresión de la linfa y su c o n te n id o (partículas o m o lé ­ Los espacios o fosas paraduodenal o p e riduodenal (Fig.
culas), y que la conducción se produce en un solo sentido 10.6 y Tabla 10.3) son espacios fo rm a d o s p o r el p e ritoneo
debido a la presencia de válvulas en el área retroesternal. de la pared a b d o m in a l p o s te rio r a d y a c e n te a la u n ió n
d u o d e noyeyunal, especialmente en la u n ió n con el lado iz­
quierdo. Estos espacios tienen un origen e m b rio ló g ico des­
cono cid o , y unas características anatóm icas y clínicas c o m ­
I n e r v a c ió n
plejas. Son in c o n s ta n te s : es decir, p u e d e n e n c o n tra rse
El p e rito n e o parietal contiene nervios aferentes s o m á ti­ algunos, to dos o n in g u n o en diferentes individuos. Los lí­
cos. El p e rito n e o co ntiene fibras sensoriales que recogen la mites de estos espacios son variables; el ta m a ñ o , la lo n g i­
sensibilidad dolorosa; la p orción ante rio r del p e rito n e o pa­ tu d , la p ro fu n d id a d y la dirección d e p e n d e n de las estruc­
rietal es especialm ente sensible. Por otra parte, el p e rito ­ turas anatómicas relacionadas con las fosas. Se debe recordar
neo parietal tiene una sensibilidad sim ilar a la pleura parie­ que el espacio paraduodenal se encuentra ín tim a m e n te re­
tal del tórax. lacionado con la vena mesentérica inferior.
Por el contrario, el peritoneo visceral posee fibras no so­
máticas aferentes y es más insensible al dolor. Los estím u­ H iato d e W inslow
los que recibe son percibidos de form a débil, y no son cla­
ramente localizados en el cerebro. Los nervios recogen fibras El foram en epiploico de W inslow (Fig. 10.4) es una aber­
autonóm icas viscerales en general. El principal estímulo que tura que presenta los siguientes lím ites16:
p ro d u c e d o lo r p ro c e d e n te del p e rito n e o parie ta l es la
• Superior: Proceso c a u d a d o del h íg a d o y cara in fe rio r
tensión de los tejidos y la isquemia. La perforación de una
del lig a m e n to c o ro n a rio (son raras las hernias de esta
viscera hueca prod u ce un estím ulo que conduce a rigidez
zona).
o defensa de la pared a b d o m in a l; el líq u id o in tra p e rito -
• Anterior: L ig a m e n to h e p a to d u o d e n a l y tríada hepática
neal prod u ce un estím ulo doloroso sim ilar al que prod u ce
(vena porta, arteria hepática, c o n d u c to biliar c o m ú n ; el
la tensión o la tracción del mesenterio en el espacio re tro ­
c o n d u c to cístico ta m b ié n se e n cuentra en el b o rd e del
peritoneal, pero no d o lo r localizado. Se aprecia una sensi­
epiplón m enor).
bilidad sim ilar entre el p e ritoneo visceral y la pleura visce­
• Posterior: Vena cava inferior.
ral que recubre los pulm ones y que es bastante insensible
• Inferior: Primera porción del d u o d e n o y parte transversa
al dolor.
de la arteria hepática.

Recordar:
La inervación del peritoneo parietal, desde la parte su­ Fosa ile o c e c a l
perior hasta la inferior, es c o m o sigue:
La fosa ileocecal se encuentra fo rm a d a p o r la fosa Íleo-
• El p e rito n e o q u e re cu b re la s u p e rficie a b d o m in a l del cecal superior y la infe rio r (Fig. 1 0 .11). Una tercera fosa,
d ia fra g m a está in e rva d o en la periferia p o r los ú ltim o s conocida c o m o fosa subcecal o retrocecal, puede descri­
seis pares de nervios intercostales y los nervios subcos­ birse ocasionalmente.
tales. La fosa ileocecal superior tiene los siguientes límites:
• El nervio fré n ic o recoge fibras sensitivas del p e rito n e o
• Anterior: Pliegue y arteria ileocecales.
de la parte central del d ia fra g m a . Los procesos p a to ló ­
• Posterior: M esenterio del íleon te rm ina l y lateral derecho
gicos q u e p ro d u c e n estím ulos en la p a rte ce n tra l del
del colo n ascendente.
d ia fra g m a son referidos c o m o d o lo r a través de los n e r­
• Medial: Parte inferior del íleon term inal.
vios frénicos que estimulan las raíces C3, C4 y C5, y pue­
den m anifestarse c o m o d o lo r en los h o m b ro s. La fosa ileocecal inferior tiene los siguientes límites:
• Los últim os seis nervios intercostales y los nervios lumbares • Anterior: Pliegue ileocecal.
inervan el peritoneo parietal de la cavidad abdom inal. • Posterior: Mesoapéndice.
• El p e rito n e o p é lvico está ¡nervado p o r el ne rvio o b tu ­ • Inferior: Prolongación medial del pliegue ileocecal.
rador. • Superior: Ileon term inal y mesenterio.
La inervación del peritoneo visceral es incierta, pero los La fosa retrocecal o subcecal, cuando está presente, tie ­
nervios esplácnicos torácicos y lumbares recogen fibras sen­ ne unos límites inconstantes, que de p e n d e n de la e xte n ­
sitivas dolorosas. sión o p ro fu n d id a d y de una localización m edial o lateral.

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* Skandalakis

Peritoneo, epiplón y hernias internas


Anatomía quirúrgica

Pliegue y fosa ileocecal superiores

Pliegue y fosa
ileocecal inferiores

F ig u ra 1 0 .1 1 . Hernia en la fosa ileocecal superior. A, Los pliegues ileocecales superior e inferior form an la fosa. B, El asa in ­
testinal se ha introducido a través del mesocolon durante la fusión del peritoneo con la pared abdom inal. [sklZ]

Se encuentra entre la gotiera cólica derecha y la superficie Las variaciones en la p rofundidad y lon g itu d del mesenterio
posterior del ciego a nivel de la gotiera ileocecal. En pre­ dependen de factores individuales co m o la raza o la dieta.
sencia de un ciego m óvil no hay fosa ileocecal. El autor que El uréter izqu ie rd o pasa a través de la base del mesosig­
coordina este capítulo (JES) ha descrito una hernia del íleon ma y discurre en el receso inte rsig m o id e o (Fig. 1 0 .1 2B). La
te rm ina l en la parte posterior del ciego. cavidad que fo rm a la fosa se d irige hacia la parte infe rio r e
izquierda. Las estructuras anatómicas que se relacionan con
la cavidad inte rsig m o id e a son el u ré te r izquierdo y, en la
Fosa intersigmoidea
parte exterior, los vasos ilíacos externos.
La fosa intersigm oidea (Figs. 10.12 A y B) se localiza en
el m esocolon pélvico, que ocupa el espacio co m p re n d id o
entre la pared de la pelvis y S3. El m esocolon pélvico tiene Fosa supravesical
fo rm a de letra lambda (A).
Las inserciones del mesosigma a la pared abdom inal se La fosa supravesical (Fig. 10.10) se encuentra entre el
inician en la fosa ilíaca izquierda, y se extienden hacia la par­ lig a m e n to u m bilical m e d io (resto del uraco, o b lite ra d o o
te inferior y derecha en sentido diagonal. La inserción pue­ no) y el lig a m e n to medial (arterias umbilicales obliteradas).
de ser sinuosa, o to m a r fo rm a de «C», «S» o «U» invertida. Se encuentra en parte sobre la zona que ocupa el actual-
460
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Peritoneo, epiplón y hernias internas 10


m e n te d e n o m in a d o triá n g u lo de Hesselbach, cu b rié n d o lo
parcialm ente (Fig. 10.1 3).
El suelo de cada fosa supravesical está fo rm a d o parcial­
m e n te p o r las estructuras de la fascia endopélvica, la fascia
transversal, y el te jido co n e ctivo preperitoneal. En presen­
cia de una vejiga vacía, la parte proxim al de la fosa supra­
vesical está fo rm a d a por la fascia transversal. La fascia vesi­
cal y la vesicoum bilical que co n tin ú a n en la parte superior
p o r el o m b lig o , se fo rm a n a partir del te jido co n e ctivo pre-
peritoneal. Este te jid o co n tin ú a en la pelvis, desde d o n d e
se p ro lo n g a con la fascia endopélvica y los pilares de la ve­
jiga.
La p ro lo n g a c ió n superior de la fascia se p ro lo n g a g ra ­
du a lm e n te con la fascia transversal entre el o m b lig o y la lí­
nea semicircular de Douglas. Keynes27 considera q u e la fosa
transversa es el lím ite infe rio r de la fosa supravesical; noso­
tros coincidim os con esta o p in ió n . A unque el pliegue trans­
verso de la vejiga se encuentra más m arcado en algunos
individuos, ir más allá del lím ite típ ic o no hace necesario
a m p lia r más el c o n ce p to de fosa supravesical.

Fo s a s p e r it o n e a l e s a n ó m a l a s

e in f r e c u e n t e s

O casionalm ente se fo rm a n adherencias, bandas y plie­


gues en la cavidad peritoneal (incluso en ausencia de p ro ­
cesos inflam atorios o cirugías previas). En la mayoría de los
casos su presencia no genera problemas. En otras ocasio­
F ig u ra 1 0 .1 2 . A, Medidas del mesocolon sigmoideo. B, Re­
nes, pueden p ro d u cir obstrucciones parciales o com pletas
lación de la base del m esocolon sigm oideo con el uréter iz­
quierdo. [sk4\ del intestino.
El origen e m b rio ló g ic o de estas form aciones es incierto.
La localización, tam año, profundidad, anchura, etc., no son
constantes. Se han descrito las siguientes bandas o pliegues
peritoneales de la parte superior a la inferior.

Triángulo de Hesselbach
en la actualidad

Lig. Inguinal

M. iliopsoas

A. femoral

V. femoral

Lig. pectíneo (Cooper)


F ig u ra 10.13. Parte de la fosa supravesical
se encuentra sobre el triángulo de Hesselbach.
El triángulo se aprecia en la parte izquierda
Lig. lacunar
del diagrama com o fue descrito; en la parte
derecha como se admite en la actualidad en el
lado derecho, [ s k i5]
461

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• Skandalakis

Peritoneo, epiplón y hernias internas

• Entre el cua d ra n te superior dere ch o y la vesícula billar: Compartimento supramesocólico


Realizando intervenciones quirúrgicas y disección, Skan­
Mesogastrio
Anatomía quirúrgica

dalakis ha observado diferentes anomalías del p e rito n e o


(e p ip ló n m e n o r) fo rm a n d o pliegues o bridas. Por orden M e s o g a s t r i o v e n t r a l . Desde un p u n to de vista técnico,
de frecuencia son los pliegues colecistoduodenales, d u o ­ no hay duda de que el c o m p a rtim e n to supram esocólico es
denales, colecistocólicos y colecistogástricos (Fig. 10.4). el más c o m p lic a d o de la cavidad peritoneal desde el p u n ­
• En la parte izquierda: Una banda que se relaciona con el to de vista quirúrgico. Nuestra descripción se basa en los tra­
lig a m e n to de Treitz o con la fosa paraduodenal, puede bajos de L ivingstone1, O chsner y Graves29, M itc h e ll30, Au-
ocasionalm ente fo rm a r un p u e n te entre la u n ió n d u o d e - tio 31, Boyd32, W h a le n 33, Harley34 y M eyers35.
noyeyunal y el m esocolon transverso28. El desarrollo precoz e m b rio n a rio fo rm a un mesenterio
• En el cuadrante infe rio r derecho: La m em brana de Jack­ ventral y o tro dorsal. El mesenterio ventral desaparece, excep­
son es una lám ina de p e rito n e o que puede c o n te n e r pe­ to el que se encuentra en el intestino proximal; este segm en­
queños vasos sanguíneos. Se extie n d e desde la g o tiera to que permanece se extiende desde el o m b lig o hasta el esó­
derecha hasta el borde derecho del epiplón mayor, u oca­ fago abdom inal. El hígado divide el mesenterio ventral en el
sionalm ente desde el m esenterio hasta el intestino d e lga­ ligam ento falciform e en la parte anterior y el epiplón m enor
do, c u b rie n d o parcialm ente el co lon ascendente, el cie­ en la posterior. El lig am ento falciforme, el coronario, y el he-
g o y el apéndice. Puede ser delgada o gruesa. patogástrico son derivados del mesogastrio ventral prim itivo.
• Una banda fina se puede e xte n d e r entre el íleon y el es­ El epiplón m ayor y el ligam ento gastrofrénico son derivados
pacio retro p e rito n e a l28. del mesogastrio ventral. El epiplón mayor y el ligam ento gas­
• El llam ado sustentáculo del hígado es una banda que se trofrénico se fo rm a n a partir del mesogastrio dorsal.
e x tie n d e desde la pared derecha del colon ascendente El lig a m e n to fa lc ifo rm e se inicia en el o m b lig o . Se in ­
hasta la pared a b d o m in a l a la altura de la cresta ilíaca28. serta en la pared a b d o m in a l y en la superficie superior del
• En el cuadrante inferior izquierdo: Se pueden e n co n tra r hígado izquierdo, donde separa los segmentos lateral y m e ­
dos bandas anulares fibrosas a la altura de los extrem os dial del lób u lo hepático izquierdo.
pro xim a l y distal del colon sigm oideo, que se unen entre El borde libre del ligam ento falciform e contiene las venas
ellas28. paraumbilicales (de Sappey) y el lig am ento redondo del hí­
• Pueden encontrarse otras bandas que unen el colon sig­ gado. Es un resto em brio n a rio de la vena um bilical. La vena
m o id e o pro xim a l con la pared a b d o m in a l poste rio r28. umbilical derecha desaparece de form a precoz en el desarro­
llo embrionario. La vena umbilical izquierda lleva la sangre de
la placenta al feto, y se cierra después del nacim iento. Este
C o m p a r t im e n t o s p e r it o n e a l e s
resto vascular se puede reconocer muchas veces por su gran
La cavidad peritoneal se puede divid ir en dos c o m p a r­ lo n g itu d 36. La porción intrahepática de la vena um bilical fo r­
tim e n to s mayores m ed ia n te un plano im ag in a rio que atra­ ma el ligam ento venoso, que conecta la rama izquierda de
viesa el m esocolon transverso. Esta separación define los la vena porta con la vena hepática izquierda o la vena cava
co m p a rtim e n to s supram esocólico e infram esocólico (véa­ inferior. El ligam ento falciform e representa el mesenterio de
se Fig. 10.7). la vena umbilical izquierda.
En el c o m p a rtim e n to supram esocólico, el híg a d o d e ­ El e p ip ló n m e n o r se d ivide en el lig a m e n to hepatogás-
te rm ina un espacio subdiafragm ático (suprahepático) dere­ tric o y el lig a m e n to h e p a to d u o d e n a l (Fig. 10.15). El liga-
c h o e iz q u ie rd o y un espacio su b h e p á tic o d e re ch o e iz­
quierdo.
El c o m p a rtim e n to infram esocólico se divide p o r el m e ­ Pliegue
senterio en un espacio infram esocólico derecho o supra- co le cisto d uo d en a l

m esentérico y un espacio infram esocólico izqu ie rd o o in- Pliegue


Pliegue
colecis-
fra m e s e n té ric o , y la cavid a d o c o m p a r tim e n to p é lvico . colecisto-
to g á s trico
Además, se fo rm a n las gotieras parabólicas derecha e iz­ cólico
quierda, q u e se describen más adelante en este capítulo.
La g o tiera izquierda es sólo inframesocólica, y se in te rru m ­
pe p o r el lig a m e n to frenocólico. La gotiera derecha se ex­
tiende hasta el c o m p a rtim e n to supramesocólico. N o exis­
te el lig a m e n to fre nocólico derecho.
La cavidad pélvica se divide en dos espacios, derecho e iz­
quierdo, por el colon sigmoideo y el recto. En la mujer se pue­
de subdividir la pelvis en un espacio anterior y o tro posterior F ig u ra 1 0 .1 4 . Pliegues peritoneales inconstantes de la vesí­
por el ligam ento ancho, las trompas uterinas, y el útero. cula, colon o estómago. [sklS\
462

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Peritoneo, epiplón y hernias internas

Lig. falciform e

Lig. coronario derecho Lig. triangular derecho

Lig. gastrofrénico

Lig. hepatogástrico
(epiplón menor). Lig. esplenorrenal

Lig. hepatoduodenal
Lig. gastroesplénlco

Epiplón mayor

V.

F ig u ra 10.15. Mesenterio del estómago. [sk4\

m e n tó hepatogástrico se extiende desde la porta hepatis liar c o m ú n , la arteria hepática y la vena porta. En un q u in ­
hasta la curvatura m e n o r del estóm ago y el esófago a b d o ­ to de los pacientes, se puede e n co n tra r una arteria h e p á ti­
m inal. El lig a m e n to cierra la unió n gastroesofágica a la de­ ca aberrante derecha, que gene ra lm e n te es una rama de
recha. Las dos hojas se unen de nuevo a la izquierda en el la arteria mesentérica superior. Esta arteria hepática derecha
lig a m e n to gastroesplénico, una parte del m esenterio e m ­ ab e rra n te se e n cuentra siem pre en la parte p o s te rio r de
brio n a rio dorsal. La lám ina posterior no se une a la u n ión la porta, y no suele lesionarse en la resección del c o n d u c ­
gastroesofágica, por lo que queda un área desnuda en la pa­ to b ilia r o del lig a m e n to h e p a to d u o d e n a l en la c iru g ía
red p o sterior del estóm ago sobre el pilar izquierdo del d ia­ pancreaticobiliar. El cirujano p ru dente, no obstante, debe
fragm a. Se relaciona con la g lándula suprarrenal izquierda considerar su presencia en la liberación de la vena porta. El
y la vena gástrica izquierda37. lig a m e n to hep a to d u o d e n a l puede ser considerado el m e ­
El lig a m e n to gastrohepático co ntiene la arteria y vena senterio de la tríada portal. Tam bién fo rm a el lím ite a nte­
gástricas izquierdas y la división ante rio r del nervio vago. rio r del hiato de Winslow.
O casionalm ente, puede co n te n e r la arteria y vena g ástri­ Los ligam entos coronarios, co m o se ha indicado previa­
cas derechas y am bos troncos del vago. En uno de cada mente, son restos em brionarios del mesenterio ventral (Fig.
cuatro sujetos contiene la rama aberrante de la hepática iz­ 10.15). La superficie más externa form a el peritoneo, m ie n ­
quierda, que es rama de la arteria gástrica izqu ie rd a 38. Esta tras que la más interna fo rm a el lím ite del área desnuda.
rama hepática izquierda aberrante se puede lesionar al rea­ Los extrem os derecho e izqu ie rd o de los ligam entos co ro ­
lizar técnicas c o m o la vago to m ía supraselectiva o la devas­ narios fo rm a n los ligam entos triangulares. N o se localizan
cularización gástrica en la hipertensión portal. linealmente: el derecho es más p o s te rio ry lateral; el izquier­
El lig a m e n to h e patoduodenal se extiende entre el híga­ d o es más superior y m edial. El lig a m e n to co ro n a rio y el
d o y la prim era porción del d u o d e n o , fo rm a n d o el borde triangular se describen con más detalle en el capítulo corres­
derecho del lig a m e n to gastrohepático. C ontiene la vía b i­ p o n d ie n te al estóm ago.

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Peritoneo, epiplón y hernias internas

M e s o g a s t r i o d o r s a l . El m e s e n te rlo p r im itiv o dorsal En el lugar do n d e las dos láminas peritoneales de la par­


(Fig. 10.16A), a diferencia del m esenterio ventral, persiste te p o sterior de la bursa se unen con las láminas p e rito n e a ­
en el adulto. En el c o m p a rtim e n to supram esocólico form a les del co lo n transverso, hay al prin cip io al menos cuatro
el ep ip ló n mayor. O rig in a ria m e n te , el m esenterio dorsal lám inas peritoneales, que en el m esocolon del in d iv id u o
se extiende desde el b o rd e dorsal del estóm ago hasta la lí­ a d u lto se e n cuentran fusionadas .
nea media de la pared a b d o m in a l posterior (Fig. 10.16A).
Esta simple relación se altera al te n e r lugar la rotación de Espacios del com partim ento supram esocólico
90° en sentido de las agujas del reloj del estóm ago y p o r el Los diferentes espacios form a d o s p o r el p e rito n e o que
bazo en desarrollo. recubre los órganos del c o m p a rtim e n to supram esocólico
A efectos prácticos, el m esenterio e m b rio n a rio dorsal tienen una gran im p o rta n c ia para cirujanos y radiólogos.
fo rm a en el a d u lto el e p ip ló n mayor. Se puede d iv id ir en Se describen a c o n tin u a c ió n los espacios fo rm a d o s en la
tres partes: parte superior e inferior del hígado, los espacios perihepá-
• Superior: L igam ento gastrofrénico. ticos.
• M edia: Ligam ento gastroesplénico. E s p a c i o s s u b f r é n i c o s ( s u p r a h e p á t i c o s ) . Parte de la cara
• Inferior: L igam ento gastrocólico. superior del hígado se encuentra en co n ta cto con la super­
El lig a m e n to ga stro fré n ico se extie n d e desde la parte ficie inferior del diafragma, y además no se encuentra recu­
proxim al de la curvatura m ayor del estóm ago, la unión gas- bierta p o r peritoneo, sino en co n ta c to d irecto. Es la d e n o ­
troesofágica y el esófago a b d o m in a l hasta el d iafragm a. La m in a d a área d e snuda del h íg a d o . Los lím ite s d e l área
parte superior es avascaular; la parte inferior co ntiene los desnuda del hígado son los ligam entos fa ld fo rm e , c o ro n a ­
vasos gástricos cortos y los ganglios linfáticos. rio y tria n g u la r del hígado (véase Fig. 10.8).
La p orción m edia del mesenterio dorsal se in te rru m p e Excepto esta área desnuda, el resto se encuentra cubier­
p o r el bazo para fo rm a r el lig a m e n to esplenorrenal pos­ ta p o r perito n e o , y se fo rm a un espacio potencial entre el
te rio r y en la parte a n te rio r el lig a m e n to gastroesplénico h íg a d o y el d ia fra g m a , que se e n c u e n tra n en a p osición.
(Figs. 1 0.16B y 10.1 7A). Juntos, fo rm a n el pedículo esplé- Este espacio potencial (subfrénico) puede a lb ergar colec-
nico (Figs. 10.1 7 A y B).
El lig am ento esplenorrenal contiene la arteria y vena es-
plénica y la cola del páncreas. El lig a m e n to gastroespléni­
co co ntiene los vasos gástricos cortos y los vasos gastroe-
piploicos. Estas relaciones se describen con más detalle en Riñón

el capítulo corresp o n d ie n te al bazo.


El lig a m e n to g a stro có lico es la parte del m esogastrio Mesenterio
dorsal que se encuentra entre la curvatura m a yo r del estó­ prim itivo

m a g o y el colon transverso. El mesogastrio, en las primeras dorsal

fases del desarrollo, incluye el d u o d e n o y el páncreas; se


inserta en la pared a b d o m in a l p o sterior (Fig. 10.18A ). Al Hígado

cuarto mes de gestación, el d u o d e n o y el páncreas se ha­


cen retroperitoneales (Figs. 1 0.18B y 10.19 A-C). El epiplón
fo rm a la transcavidad de los epiplones, que se sitúa p o r de­
Mesenterio p rim itivo ventral
lante del co lo n transverso (Fig. 10.18B). La fusión de las
paredes a n te rio r y p o sterior que dependen de la transcavi­ A orta
dad se oblitera en la parte inferior, perm aneciendo la par­ Riñón
te superior de la transcavidad en la parte posterior del es­ M embranas
tó m a g o p o r delante del colo n (Fig. 1 0 .1 8C). Vena cava fusionadas (fascia
inferior de Treitz)
La pared ante rio r de la pared de la transcavidad en el
a d u lto permanece libre; la pared posterior se fusiona con Páncreas

el colo n transverso y el m e socolon. Sólo al fusionarse se Lig esplenorrenal


puede d e n o m in a r lig a m e n to gastrocólico. El ta m a ñ o y la
Bazo
extensión de la transcavidad dependen del g rado de fusión
de las dos paredes del saco en la parte inferior, así co m o Lig gastroesplénico

de la fusión de la pared p o sterior de la transcavidad con el Estómago

colon transverso. La parte derecha, que se origina en el an­ Lig. falciforme


tro gástrico, se encuentra con frecuencia fusionada a la su­ (mesenterio ventral)

perficie ante rio r del páncreas. El e piplón debe ser liberado F ig u r a 1 0 .1 6 . A, Relaciones en el em brión. B, Relaciones
del páncreas de izquierda a derecha39. en el adulto. Localización de los ligamentos. [sMj

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Peritoneo, epiplón y hernias internas 10


ciones líquidas o abscesos subfrénicos o subhepáticos. El
espacio subfrénico está d iv id id o p o r el lig a m e n to falcifor-
me en un espacio derecho y o tro izquierdo.
El espacio subfrénico derecho (Fig. 10.20) se e n cu e n ­
P e d íc u lo
tra entre el d ia fragm a y la cara a n terosuperior del hígado
e s p lé n ic o
del ló b u lo derecho y el se g m e n to medial del ló b u lo hepá­
Fascia de Lig. esplenorrenal
tico izquierdo. El lím ite medial es el lig a m e n to fa lciform e;
Treitz
fusionada Lig. gastroesplé- el límite posterior está com puesto p o r el lig am ento co ro n a ­
nico rio a n te rio r derecho y el ligam ento triangular derecho. El lí­
m ite in fe rio r es el ló b u lo derecho, y el se gm ento medial el
Fosa
preesplénica ló b u lo izqu ie rd o del hígado. El espacio se abre a la cavidad
peritoneal en la parte ante rio r e inferior.
El espacio subfrénico correspondiente en el lado izquier­
d o (Fig. 10 .2 1 ) se encuentra entre el diafragm a y la super­
B ficie superior del se g m e n to lateral del ló b u lo h e pático iz­
q u ie rd o y el fo n d o del e stó m a g o . En la p arte m e d ia l, el
espacio subfrénico izquierdo está lim ita d o p o r el lig a m e n ­
to falcifo rm e , y en la parte posterior por los ligam entos c o ­
ronario y triangular. En la parte a n te rio r y lateral, se c o m u ­
nica con el espacio infrahepático y la cavidad peritoneal.
Recuérdese que a la izquierda, las hojas a n te rio r y p o ste­
rio r del lig a m e n to co ronario se encuentran en aposición.
Cada un o de estos espacios puede ser d iv id id o en una
Pedículo
esplénico p o rc ió n a n te rio r y o tra posterior. En ausencia de p a to lo ­
gía esta división no tiene im portancia. En la parte derecha
F ig u r a 1 0 .1 7 . Pedículo esplénico. A, Pedículo largo en la
(Fig. 10 .2 2 ) se pueden fo rm a r colecciones o abscesos, que
fosa preesplénica. B, Pedículo corto. [sk4\
se encuentran entre el hígado y el diafragm a en la parte an­
terior, justo detrás del esternón (absceso subfrénico derecho
anterior), o pueden localizarse en la parte posterior del liga­
m e n to c o ro n a rio (absceso subfré n ico p o s te rio r d e re ch o )
(Fig. 10.23). El espacio único de los anatomistas puede es­
tar d iv id id o por seudom em branas en dos espacios.

F igu ra 1 0 .1 8 . Desarrollo del epiplón y de la transcavidad. A, A los dos meses, el duodeno y el páncreas se encuentran en el
mesogastrio dorsal. La flecha indica la abertura del foramen epiploico en la transcavidad. B, A los cuatro meses, el duodeno y
el páncreas son retroperitoneales; el epiplón mayor se elonga. C, Configuración del adulto. La cavidad del epiplón mayor se o b li­
tera; la pared posterior se fusiona con el colon transverso (CT) y el mesocolon transverso. H, hígado; E, estómago; Y, yeyuno;
P, páncreas; D, duodeno. La línea discontinua indica el plano de fusión. [sk4\
465

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* Skandalakis

Peritoneo, epiplón y hernias internas

Aorta
B
Vena cava inferior

d O
Anatomía quirúrgica

C S (Q í

F igura 10.19. Cambios que se producen en la relación del duodeno, el páncreas y la pared posterior del abdom en en el embrión.
A, Se encuentran presentes el mesenterio primitivo ventral y el primordio pancreático dorsal. B, Desaparición del mesenterio ven­
tral y fusión del primordio pancreático. C, Posición final del duodeno y el páncreas. Compárese con la Figura 10.18C. [s k i8]

El espacio su b fré n ico iz q u ie rd o (Figs. 1 0 .2 4 y 1 0 .2 5 )


puede encontrarse co m p a rtim e n ta d o p or seudomembranas
entre el hígado y el diafragm a o la pared abdom inal. Los es­
pacios subfrénico y sub h e p á tico a n te rio r izquie rd o no se
encue n tra n separados p o r límites anatóm icos, pero p u e ­
den estar separados p o r seudom em branas en situaciones
patológicas. Se pueden a c u m u la r grandes cantidades de
Espacio subfrénico derecho Pared abdominal fluidos en el espacio subhepático, d o n d e el estóm ago, el
P u lm ó n d e re c h o nterior bazo y el hígado pueden p a rticip a r en el aislam iento de la
infección. El diafragm a se encuentra generalm ente elevado
en la zona superior al absceso o la colección.
La localización, la extensión y el ta m a ñ o de la colección
o del absceso subfrénico d e te rm in a n el abordaje q u irú rg i­
co. El cirujano y el ra d ió lo g o deben colaborar en la evalua­
ción de la anatom ía y la fo rm a c ió n de m em branas para re­
alizar la evaluación correcta del absceso.
Posterior Anterior
En la parte anterior, el abordaje subcostal no presenta
com plicaciones anatómicas. En la parte posterior, el ab o r­
daje se puede realizar m ediante una incisión en la apófisis es­
pinosa de la primera vértebra lu m b a r para evitar lesionar la
pleura. Recuérdese la relación entre la pleura y la du o d é ci­
ma costilla y la colu m n a vertebral. N o abrir la base de la
duodécim a costilla.
N ow a k y cois.40 p ro p o n e n el abordaje dorsolateral del
espacio subfrénico izquierdo además de la transcavidad y
Vesícula biliar la cola del páncreas. Es p a rticu la rm e n te útil para el ciruja­
F ig u ra 10.2 0 . Sección parasagital a través de la parte supe­ no y el ra d iólogo el d renado de los abscesos pancreáticos
rior derecha del ab dom en que muestra los espacios potencia­ que com plican una pancreatitis. El abordaje no atraviesa la
les subfrénico derecho e infrahepático. La línea gruesa negra re­ cavidad peritoneal y consigue un drenado en posición de­
presenta el diafragma. [sk4\ clive en el paciente encam ado.
466
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Peritoneo, epiplón y hernias internas 10


Espacio subfrénico Pared abdominal
Pared abdominal izquierdo Seudomembranas anterior
anterior P u lm ó n d e re c h o

Lámina
superior del
Ló b u lo d e re c h o
ligamento
d e l h íg a d o
coronario

Posterior Anterior
Anterior

F ig u ra 1 0 .2 3 . Relaciones de u n absceso con la parte poste­


Páncreas rior del espacio subfrénico derecho. [sk4]
Espacio subhepáti-
co izquierdo

F ig u ra 1 0 .2 1 . Sección parasagital a través de la parte supe­


rior izquierda del abdom en, que muestra el espacio potencial
subfrénico y el subhepático. [sk4\
inferior el espacio se abre en la cavidad peritoneal y se re­
laciona con el áng u lo h e pático del colon y el meso del co ­
lon transverso, y m e d ia lm e n te con el lig a m e n to h e p a to ­
duodenal.
Es p a c io s s u b h e p á t ic o s . El espacio ¡nfrahepático derecho El espacio subhepático derecho se co m u n ica con el es­
(espacio subhepático, espacio hepatorrenal, o espacio de pacio subfrénico derecho en:
M orrison) (Fig. 10.26) está lim ita d o en la parte superior y
a nte rio r por el lób u lo hepático derecho y el se gm ento m e­ • El b o rd e del ló b u lo derecho del hígado.
dial del lóbulo hepático izquierdo y la vesícula biliar, y en • El lig a m e n to tria n g u la r derecho.
la parte superior y p o sterior p o r la lám ina posterior del li­ • El espacio cu a drangular de M itchell.
g a m e n to co ro n a rio y el lig a m e n to triangular. En la parte El espacio cuadrangular de Mitchell es un espacio peque­
ño lim ita d o en la parte superior por el ló b u lo cuadrado del
Seudomembranas
Pared abdominal hígado, en la parte inferior p o r el colon transverso, en la iz-
Lámina superior del anterior
ligamento coronario

Pared abdominal
anterior

Seudo­
membranas Lig
coronario
izquierdo
Posterior Anterior

Anterior Posterior

Seudo­
Vesícula biliar
membranas

F igu ra 10.22. Relaciones de un absceso con la parte anterior F igu ra 10.24. Relaciones de u n absceso con la parte anterior
del espacio subfrénico derecho. [sk4] del espacio subfrénico izquierdo. [sk4]
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* Skandalakis

Peritoneo, epiplón y hernias internas

Pared abdominal El espacio ¡nfrahepático izquierdo puede d ivididirse en


anterior
un espacio antegástrico pequeño y un espacio m ayor abier­
Anatomía quirúrgica

P u lm ó n to a la cavidad peritoneal (Fig. 10.27). El espacio ante rio r


iz q u ie rd o
se encuentra entre el lób u lo hepático izqu ie rd o en la par­
C o razó n Seudo-
te superior y el estóm ago en la parte su perior y posterior.
membranas
A bsceso Los límites superior y anterior son el lóbulo hepático izquier­
d o del hígado y la pared a b d o m in a l a n terior; en la parte
posterior, el e p ip ló n m e n o r y el estóm ago; y en la parte in­
ferior, el tercio m ed io del colon transverso. El té rm in o pe-
E s tó m a g o rigástríco se ha e m p le a d o , pero es co n fu s o , ya q u e este
espacio se sitúa to ta lm e n te en la parte a n te rio r del estóm a­
Anterior Posterior go. H ollinshead41 opina que es sim p le m en te parte del es­
pacio subfrénico (subhepático) izquierdo.
La transcavidad de los epiplones, e m p le a n d o la te rm i­
n ología que p roponem os, es el espado infrahepático poste­
rior izquierdo. Es un té rm in o correcto, pero se em plea con
más frecuencia el té rm in o transcavidad de los epiplones o
bolsa epiploica.
F igu ra 10.25. Relaciones de un absceso con la parte posterior E s p a c i o s e x t r a p e r i t o n e a l e s . Se pueden fo rm a r abscesos
del espacio subfrénico izquierdo. [sk4\ en dos espacios potenciales extraperitoneales. En el lado dere­
cho se sitúa el área desnuda del hígado, que está lim ita d o
p o r los ligam entos falciform e, coronario y tria n g u la r (véase
Fig. 10.8). En el lado izquierdo, hay un espacio po co defi­
n id o que se encuentra lim ita d o po r el páncreas distal, el co­
lon descendente (izquierdo), el polo superior del riñón iz­
quierdo, la glándula suprarrenal izquierda, la fascia perirrenal
quierda p or el lig a m e n to fa lcifo rm e y en el lado derecho de Gerota y la grasa. Para a m pliar detalles sobre la localiza­
po r la vesícula biliar. ción de los abscesos retroperitoneales, re co m e n d a m o s la
R e c o r d a r : El lig a m e n to fa lcifo rm e suspende el hígado des­ lectura del excelente trabajo de A ltem eier y A lexander42.
de el dorso y no desde la parte superior. El lig a m e n to tria n ­
g ula r izquierdo suspende el lób u lo hepático izquierdo des­
de la parte dorsal del d ia fragm a, no desde la cúpula del
d ia fra g m a 32.

Pared abdominal
P u lm ó n d e re c h o anterior

Seudo-
membranas
Seudo-
membranas

Posterior Anterior Anterior Posterior

Páncreas

F ig u ra 1 0 .2 6 . Relaciones de u n absceso en el espacio sub­ F ig u r a 1 0 .2 7 . Relaciones de un absceso en el espacio sub­


hepático derecho, espacio subhepático anteroinferior derecho hepático izquierdo y el espacio subhepático anterior izquierdo.
y espacio subhepático posterosuperior derecho. [sk4\ [sk4\
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Peritoneo, epiplón y hernias internas 10


Com partim ento infram esocólico disem inación de las metástasis. En el 2 0 % de los casos, se
G o t ie r a s p a r a c ó l ic a s . Hay dos gotieras paracólicas. Se lo­ extiende hacia la gotiera parabólica derecha.
calizan en la parte lateral y medial del colon ascendente y
descendente. C avidad pélvica
La gotiera paracólica derecha com unica librem ente con El colo n s igm o id e o y el recto d ividen la cavidad pélvica
el espacio subfrénico posterior derecho. Por ta n to , las co­ en un espacio derecho y o tro izquierdo. En la mujer, está
lecciones pélvicas pueden drenar hacia el diafragm a, y las divid id a en un espacio ante rio r y o tro poste rio r p o r el liga­
colecciones que se fo rm an en la parte superior del abdom en m e n to ancho, el útero, las trom pas uterinas y los ovarios.
pueden drenar hacia la pelvis. La túnica vaginal, en el escroto en el h o m b re , tie n e su o ri­
Debido a la presencia del ligam ento frenicocólico, la g o ­ gen e m b rio n a rio en la cavidad pélvica.
tiera paracólica izquierda no se com unica con la región pe-
riesplénica ni con el espacio subfrénico izquierdo.
Síndrome com partim ento! abdom inal
Por debajo del plano del m esocolon transverso, el es­
Por d e fin ic ió n , el s ín d ro m e c o m p a rtim e n ta l a b d o m i­
pacio infram esocólico está d iv id id o d ia g o n a lm e n te por la
nal presenta distensión a b d o m in a l, edem a y colección in-
raíz del m esenterio del intestino delgado. El c o m p a rtim e n ­
tr a a b d o m in a l de e x u d a d o s y sangre. La c o lo c a c ió n de
to inframesocólico se subdivide en un espacio infram esocó­
com presas con la in te n c ió n de ta p o n a r en pacientes tra u ­
lico derecho (supram esentérico) y un espacio infram esocó­
m a tiza d o s puede p ro d u c ir un sín d ro m e c o m p a rtim e n ta l.
lico izq u ie rd o (in fra m e s e n té ric o ). En la parte in fe rio r de
La elevación de la presión intra a b d o m in a l, la d is m in u ­
estas áreas se encuentra la pelvis, y a am bos lados las g o ­
ción de la distensibilidad p u lm o n a r debida a la com presión
tieras paracólicas.
del d iafragm a, la disfunción renal, la isquem ia intestinal y
El espacio infram esocólico derecho está lim ita d o en la
hepática, y el shock pueden p ro d u cir síndrom e c o m p a rti-
parte medial e infe rio r p o r la raíz del mesenterio, en la par­
te lateral por el colon ascendente (derecho), en la parte su­
perior p o r el colon transverso, y en la anterior por el epiplón
mayor. El espacio alberga las asas del intestino delgado. Se
encuentra en co m u n ic a c ió n con el espacio infram esocóli-
co izquierdo en la parte anterior y el espacio pélvico izquier­
d o en la inferior.
El espacio infram esocólico izquierdo está lim ita d o en la
parte medial y superior p o r la raíz del m esenterio, lateral­
m ente por el colon descendente (izquierdo), en la parte in­
ferio r y lateral p o r el sigm a, y en la ante rio r p o r el e piplón
mayor. Se co m u n ica con el espacio infram esocólico dere­
cho en la parte anterior y con el espacio pélvico derecho en
la parte inferior.

Pa t r o n e s de drenado . La localización y el d re n a d o de
las colecciones en la cavidad peritoneal d e p enden de lo si­
guiente:

• Localización y ta m a ñ o de la colección.
• Diferencias de presión en el abdom en.
• Separaciones entre las fosas peritoneales.
• Posición del cuerpo en relación con las zonas declives.

D ependiendo de estos factores las infecciones y las m e ­


tástasis de las células tum orales se disem inan en la cavidad
peritoneal de acuerdo con unos patrones transcelómicos .
Meyers35 examinó las localizaciones de las metástasis y su
F ig u r a 1 0 .2 8 . Pared ab do m in al posterior. Inserciones del
diseminación en series de pacientes con cáncer de ovario,
m esenterio y principales localizaciones de las metástasis del
páncreas, estómago y colon (Fig. 10.28). La localización más
carcinom a de ovario, páncreas, estómago y colon, por orden
frecuente es el fo n d o de saco de Douglas (50 % ), la parte de frecuencia: 1, fondo de saco de Douglas; 2, inserción distal
más declive del peritoneo. El mesenterio del intestino delga­ del mesenterio; 3, inserción del mesosigma; 4, gotiera paracó­
do (4 0 % ) y el mesosigma (2 0% ) fo rm a n barreras que pue­ lica derecha; AD, área desnuda; C, inserción del colon; D, in­
den acum ular el líquido ascítico antes de que éste se extien­ serción del duodeno; FC, ligam ento frenocólico; E, inserción
da hacia la pelvis. Tam bién im p id e n en algunos casos la del estómago; ID, inserción del intestino delgado. [sk4\
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* Skandalakis

Peritoneo, epiplón y hernias internas

m ental. M ayberri y cois.43 recom iendan el e m p le o de m a ­ • Espado infrahepático izquierdo (subhepático) (Fig. 10.27);
llas de materiales reabsorvibles para el cierre de las laparo­ el meso a n te rio r y la transcavidad de los epiplones son
Anatomía quirúrgica

tom ías en pacientes con traum atism os graves que precisan localizaciones potenciales de abscesos.
una laparotomía.
Los espacios extraperitoneales son:
O rgan y Poter44 publican lo siguiente.
• Área desnuda del hígado y el diafragm a.
Uno de los grandes avances de los últimos años es la • Espacio e xtraperitoneal izquierdo.
laparotomía de control de daños en el tratam iento quirúr­
gico general de los pacientes gravemente politraum atiza- La fo rm a c ió n de adherencias y seudom em branas pue­
dosAS. La laparotomía de control de daños en el tratam ien­ de c o n trib u ir a la fo rm a ció n de diversas colecciones y abs­
to quirúrgico de los pacientes gravemente politraumatizados cesos en cada espacio.
es la primera opción terapéutica y p lantea el tratam iento Estos espacios pueden ser abordados a través de inci­
en tres pasos o fases. La primera fase es la laparotomía ex­ siones cutáneas a nivel intercostal (derecha o izquierda, an­
ploratoria inmediata, que tiene como objetivo evitar la he­ te rio r o posterior), a la altura de las apófisis espinosas de la
morragia y la infección y consiste en un cierre rápido del ab­ prim era vértebra lum bar. N o se debe em plear un a b o rd a ­
domen. La segunda fase consiste en la reanimación en la je transpleural. Los em piem as y las lesiones del diafragm a
unidad de cuidados intensivos, corrigiendo la acidosis, la tienen una alta m o rb ilid a d y m o rtalidad.
coagulopatía, y la hipotermia y la coagulopatía. La fase fi­
n a l es la del tra ta m ie n to definitivo de todas las lesiones
una vez que se ha completado la reanimación.
A n ato m ía quirúrgica del
Los pacientes con lesiones abdominales extensas, inclui­ epiplón y d e la transcavidad
dos los que han sido tratados con laparotom ía del control
de daños tienen un riesgo alto de presentar un incremen­ Rutherford M orison49 ideó el concepto del epiplón com o
to de la presión abdominal y un síndrome compartimental. «policía del abdom en» de la cavidad pleural. El epiplón p ro ­
El síndrome com pa rtim e n ta l produce un aum ento de la tege a la cavidad a b d o m in a l de procesos inflam atorios; y
presión en la vía aérea con hipoxia e hipercapnia e insufi­ puede ser una barrera fre n te a la disem inación de d ife re n ­
ciencia renal (oliguria y anuria)n 'A6. Ivatury y cois.46 des­ tes form as de cáncer (ovario, etc.).
criben los efectos de la hiperpresión abdominal. Las conse­ El e p iplón se subdivide en dos tipos: e p ip ló n m ayor y
cuencias adversas y las alteraciones hem odinám icas y e p ip ló n menor.
respiratorias asociadas a la hipertensión intraabadom inal
dan lugar a una perfusión tisular inadecuada, activan la
E p ip l ó n mayor
cascada de las citocinas y producen infecciones que causan
el fallo de diferentes órganos y la muerte. Desde el p u n to de vista q u irú rg ic o el e p ip ló n m a yo r se
subdivide en dos partes (Figs. 10.3, 10.4 y 10.5):
El síndrome com partim ental abdom inal es, por tanto, un
cu a d ro de hipertensión intra a b a d o m in a l asociado a tra u ­ • El lig a m e n to gastrocólico que conecta la curvatura m a ­
matismos y otras entidades quirúrgicas. W atson y Howdies- y o r del estóm ago con el colon transverso.
hell47 presentan un excelente a rtícu lo sobre el sínd ro m e • La grasa del e p ip ló n m a y o r que cuelga desde el colo n
c o m p a rtim e n ta l; la im porta n cia de este síndrom e ha sido transverso en la cavidad a bdom inal.
reconocida recientem ente. Plantean la laparotom ía de des­
A efectos prácticos, el e p ip ló n m ayor alberga el origen
com presión c o m o tra ta m ie n to d e fin itiv o de elección. Ertel
e m b rio ló g ic o del bazo, el páncreas y todas las ramas de
y cois.48 recom iendan la m edición continua de la presión en
la arteria y vena esplénicas. Por d e fin ic ió n , el e p ip ló n m a ­
la vejiga urinaria en pacientes de riesgo c o m o m é to d o más
y o r se e xtie n d e desde la cu rva tu ra m a y o r del e stó m a g o y
adecuado y coste-efectivo para la detección de las eleva­
fo rm a la pared a n te rio r de la transcavidad de los e p ip lo ­
ciones de la presión abdom in a l. Los autores publican que
nes (véase Fig. 1 0 .3 ). En el a d u lto , el e p ip ló n m a y o r se
la descom presión m ediante la laparotom ía inm ediata res­
e x tie n d e p o r d e b a jo del co lo n transverso, y se fusiona en
taura la fu n c ió n de los órganos afectados.
m a y o r o m e n o r m e d id a con el m esocolon transverso. Se
p ro lo n g a hacia abajo en la cavidad a b d o m in a l y recubre
Resumen
las asas del in te stin o d e lg a d o y, ocasio n a lm e n te, los ó r ­
Los espacios intraperitoneales son: ganos pélvicos.
• Espacio su p ra h e p á tico d e re ch o (s u b fré n ic o ) a n te rio r y Hay una gran variabilidad en el ta m a ñ o y lo n g itu d del
posterior (véase Fig. 10.20); puede albergar abscesos. e piplón. Anson y cois.50, en un estudio realizado en 125 ca­
• Espacio suprahepático izquierdo (subfrénico) (véase Fig. dáveres, no encon tra ro n ep ip ló n en el 1 9 % de los casos. El
10.21) a nterior y posterior; puede albergar abscesos. e p ip ló n es un p equeño resto e m b rio n a rio en el 2% de los
• Espacio infrahepático derecho (subhepático) (Fig. 10.26). casos. Se extiende entre 14 cm y 19,5 cm p o r debajo de
470
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Peritoneo, epiplón y hernias internas

la un ió n xifoesternal en el 8 % de los casos, entre 20 cm y Venas


36 cm p o r debajo de la articulación xifoesternal en el res­ Las venas d re n a n el sistema venoso p o rtal. Existe dis­
tante 71 % de los casos. crepancia acerca de si es suficiente la vascularización del
En el adulto, la anchura del e p ip ló n varía de unos in d i­ e p ip ló n . S ka n d a la kisS2 ha d e s c rito in fa rto s id io p á tic o s
viduos a otros. En la infancia es p e q u e ñ o y escasamente del e p ip ló n mayor.
desarrollado.
Lie b erm ann-M effert y W h ite 4 describen las inserciones Linfáticos
del epip ló n en el d u o d e n o y colon ascendente, la inserción Según Liebermann, M e ffe ry W h ite 4, existen dos vías de
desde el área pilórica, la inserción en el estó m a g o y la in ­ drenado de los vasos linfáticos del e p iplón (Fig. 10.30): una
serción el bazo. Tam bién describen las posibles inserciones vía llega desde la parte derecha a los ganglios subpilóricos,
en los órganos que se encuentran en la parte superior. El ci­ y la otra llega desde la parte izquierda a los ganglios esplé-
rujano general sabe que las inserciones del e p ip ló n m a yor nicos. N yla n d e r y T je rn b e rg S3 y Sarrazin y cois.54 describen
y sus bordes libres son m u y variables. Es poco usual e n co n ­ las com unicaciones entre los linfáticos del e p ip ló n y los del
trar e p ip ló n m a yo r « flo ta n d o libre» en la cavidad p e rito- estóm ago.
neal; es más fre c u e n te q u e sea preciso lib e ra r sus inser­
ciones para m ovilizarlo. C uando se realiza una laparotom ía
subcostal o transversa, y se desea m o viliza r el epip ló n m a ­
E p ip l ó n menor
y o r para realizar una o m e n te cto m ía o acceder a la transca­
vidad de los epiplones, puede encontrarse dificu lta d para El e p ip ló n m e n o r (véanse Figs. 10.3 y 10.5) es una d o ­
liberar las inserciones, visualizarlas y dividirlas a través de ble capa q u e se e n cu e n tra suspendida e n tre la curvatura
estas incisiones. m e n o r del e s tó m a g o y la pa rte p ro x im a l de la p rim e ra
El ligam ento gastrocólico se c o m p o n e p o r una parte del p o rc ió n del d u o d e n o (2 cm ), y el hilio h e p á tic o y la cisu­
e p ip ló n mayor, que se extiende entre la prim era p o rción ra del lig a m e n to venoso en la parte superior. El e p ip ló n
del d u o d e n o y la curvatura m ayor del e stóm ago y se p ro ­ m e n o r se d ivide co n ve n c io n a lm e n te en dos ligam entos: el
longa hasta el colon transverso. Entre las hojas del epiplón lig a m e n to g a s tro h e p á tic o y el lig a m e n to h e p a to d u o d e ­
gastrocólico se encuentran los vasos gastroepiploicos d e ­ nal (véase Fig. 1 0 .1 5 ). El h ilio h e p á tic o se localiza en el
rechos e izquierdos. e p ip ló n m e n o r, así c o m o las ramas del n ervio vago a n te ­
rior, algunos g a n g lio s linfáticos y las arterias gástricas d e ­
recha e izquierda.
V a s c u la riz a c ió n

Arterias
Tr a n s c a v id a d de los epiplones
G riffith 51 describe m u y bien la vascularización del e p i­
o b o lsa e p ip l o ic a
plón. A efectos prácticos, el epiplón es una lám ina transpa­
rente con una excelente vascularización que procede de las La transcavidad de los epiplones es un espacio p o te n ­
arterias gastroepiploicas (Fig. 10.29). cial localizado en la parte p o sterior del e stó m ago. Se d iv i­
Las arterias gastroepiploicas derecha e izquierda anasto- de en el ve s tíb u lo y la p ro p ia cavidad. El re c u b rim ie n to
mosan y fo rm a n el arco de Barkow en la lám ina posterior p eritoneal se e x tie n d e desde el bazo hasta la pared a b d o ­
del e p iplón (ramas epiploicas derecha e izquierda). El arco m inal posterior, re c u b rie n d o la superficie a n te rio r del pán­
de Barkow recibe además ramas epiploicas anteriores de creas y fo rm a n d o parte del mesenterio p rim itiv o dorsal del
las arterias gastroepiploicas y ramas epiploicas posteriores estóm ago.
de los vasos pancreáticos. El ve stíb u lo se inicia en el a g u je ro e p ip lo ic o , y está
G riffith 51 pro p o n e la ligadura de la rama epiploica an te ­ fo rm a d o p o r la fosa pancreaticogástrica, que contiene la ar­
rior o la ligadura de la arteria gastroepiploica derecha dis­ teria gástrica izquierda desde el espacio retroperitoneal has­
tal a su orig e n ; esto p e rm ite la v ia b ilid a d del e p ip ló n , ya ta la curvatura m e n o r del estóm ago. Forma un puente e n ­
que se preserva el arco de Barkow. Es una cuestión d is c u ti­ tre la aorta y el lig a m e n to gastrohepático, p ró x im o al hiato
ble si el p ro c e d im ie n to de G riffith es m e jo r que la ligadura esofágico del diafragm a. En la parte posterior se encuentra
de las ramas gástricas que proceden de las arterias gastro­ la fosa pancreaticoduodenal, que contiene la arteria hepá­
epiploicas derecha e izquierda en la curvatura m a yo r del tica y cruza desde el espacio retroperitoneal hasta el liga­
estóm ago. A u n q u e esta ú ltim a técnica puede resultar te ­ m e n to h e p a to duodenal justo p o r encima del píloro y de la
diosa, los autores de este capítulo piensan que es una elec­ prim era porción del d u o d e n o . La abertura del vestíbulo en
ción m ejo r y más segura debido al m e jo r c o n o c im ie n to de la transcavidad se d e n o m in a agujero epiploico.
los vasos gastroepiploicos p or parte de los cirujanos gene­ La p ropia transcavidad, vista en sección m ediosagital
rales. (Fig. 1 0.18C ) está lim ita d a a n te rio rm e n te p o r el e p ip ló n

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* Skandalakis

Peritoneo, epiplón y hernias internas


Anatomía quirúrgica

F ig u ra 1 0 .2 9 . Vascularización del epiplón mayor.

m enor, el e s tó m a g o y el lig a m e n to gastro có lico , y en la O tros m esenterio s y l ig a m e n t o s


parte posterior p o r el espacio retroperitoneal. El suelo está
fo rm a d o p o r el ló b u lo caudado del hígado, el lig a m e n to Se describen otros mesenterios y lig a m e n to s de la cavi­
coronario a la derecha, y el esófago a b d o m in a l a la izquier­ dad peritoneal y el ep ip ló n , así co m o los órganos con los
da. El techo está fo rm a d o p o r el colon transverso y el m e ­ que se relacionan.
socolon.
Si consideramos una sección transversal (Fig. 10.31), la C o lec cio n e s p erih ep áticas
transcavidad de los epiplones se encuentra lim itada en la
parte a n terior p o r el liga m e nto h e p a to duodenal y la tríada Lo c a l iz a c io n e s a n a t ó m ic a s
hepática, el lig a m e n to gastrohepático, el lig a m e n to gas- de a b s c e s o s y c o l e c c io n e s
troesplénico y el estóm ago. En la parte posterior la trans­
cavidad está lim ita d a p o r el lig a m e n to esplenorrenal y el Los abscesos y las colecciones pueden o c u p a r cualquier
páncreas. El agujero e p ip lo ico se encuentra a la derecha; espacio potencial de la cavidad abd o m in a l. Se encuentran
en la parte izquierda está la porción distal del lig a m e n to h a b itu a lm e n te lim ita d o s p o r se u d o m e m b ra n as. A c o n ti­
gastroesplénico; en la parte posterior se observa la porción nuación se presentan las localizaciones más frecuentes, que
distal del lig a m e n to esplenorrenal. han sido descritas previam ente en la anatom ía quirúrgica.

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Peritoneo, epiplón y hernias internas

Conducto
Colecciones en el espacio subfrénico derecho
torácico posterior (Fig. 10.23)
Bazo
Ganglios celíacos
Ganglios Los límites son:
gastroepiploi-
Ganglios pilóneos cos izquierdos
• Superior: D iafragm a.
• Anterior: Seudom em branas e hígado.
Estómago
Ganglio gastro-
• inferior: L igam ento co ronario superior.
Ganglio
epiploico derecho
mesentérico

Linfáticos Colecciones en el espacio subfrénico anterior


en la lámina
Ganglios
posterior
izquierdo (Fig. 10.24)
terminales
en el epiplón
Los límites son:

• Derecho medial: Ligam ento falciform e.


• Superior: Ligam ento coronario izquierdo y ligam ento trian-
F igu ra 10.30. Drenado linfático.[Ii2] guiar.
• Izquierdo inferior: Espacio subhepático.
• Posterior: S egm ento lateral del ló b u lo h e pático izquierdo
y seudom em branas.
• Anterior: Pared a b d o m in a l anterior.

Colecciones en el espacio subfrénico posterior


izquierdo (Fig. 10.25)
Los límites son:
Superiores a l h íg a d o (subfrénicos
• Superior: Diafragma.
o s u p ra h e p á tic o s )
• Posterior: L igam ento coronario izquierdo.
• Inferior: Hígado.
Colecciones en el espacio subfrénico derecho • Anterior: Seudom em branas.
anterior (Fig. 10.22)
Las colecciones subfrénicas izquierdas pueden estar ta ­
Los límites son:
bicadas p o r seudom em branas que de un lado al o tro fo r ­
• Posterior: Hígado. man puentes entre el b o rde del hígado y la pared a b d o m i­
• Anterior: Diafragm a y pared abdo m in a l anterior. nal (Fig. 1 0 .2 5 ). Si la co le c c ió n es g ra n d e , la serosa del
• Posteroinferior: Seudom em branas. e stóm ago y el bazo pueden participar en la tabicación del
• Superior: Seudom em branas. absceso. Las seudom em branas y las inserciones del diafrag-

Arteria hepática Ligamento gastrohepático Saco peritoneal menor

Conducto
cístico

Vena porta
Estómago

Hiato de
W inslow
Ligamento
gastroesplénico

Vena cava Inferior

Páncreas
Bazo

Peritoneo posterior

F igu ra 1 0 .3 1 . Transcavidad de los epiplones.

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* Skandalakis

Peritoneo, epiplón y hernias internas

3 Perlas clínico-quirúrgicas
Anatomía quirúrgica

Las adherencias peritoneales son algo más que el resul­ menos frecuentes com o origen de un proceso de inflama­
tado de la simple pérdida del recubrimiento mesotelial pe- ción. Aunque existen variaciones entre individuos en cuan­
ritoneal parietal o visceral. En ausencia de reacción infla­ to a la capacidad para desarrollar adherencias, el cirujano
matoria, después de una pérdida de superficie peritoneal puede ayudar a reducir el riesgo de adherencias, realizan­
se produce una reperitonización que se resuelve en el pe­ do una técnica quirúrgica cuidadosa y evitando la exposi­
ríodo de unas horas. La reperitonización se produce a par­ ción del peritoneo a materiales extraños. Es probable que
tir de la migración transperitoneal de células mesoteliales o evitar el cierre del peritoneo como una capa independien­
células madre procedentes del tejido subperitoneal. En al­ te y cerrar la aponeurosis con sutura m onofilam ento reab-
gunos casos puede form ar adherencias. sorbible disminuya la aparición de adherencias entre el in­
Las adherencias se forman com o resultado de procesos testino y la pared a b d om inal. Se han desarrollado
inflam atorios. El examen histológico de las adherencias investigaciones para reducir la adherencias con polietilen-
muestra una reacción de cuerpo extraño. La causa de los glicol, dextranos de alto peso molecular, vitamina E y fac­
procesos inflamatorios pueden ser cuerpos extraños, sutu­ tor tisular activador del plasminógeno. El beneficio de es­
ras, talco, alm idón, microorganismos y cualquier partícula tas estrategias, si existe, es reducir la posibilidad de
procedente del tubo digestivo. Con el cambio en el proce­ obstrucciones intestinales, pero no ha sido demostrado to ­
so de fabricación de los guantes, el talco y el alm idón son davía. (RSF Jr)

ma pueden s u b d iv id ir el espacio subfrénico izqu ie rd o en neral o principal. Un absceso típico en esta región form ará
pequeños co m p a rtim e n to s o colecciones próximas al tu b o adherencias y seudom em branas entre el hígado y la pared
digestivo, bazo o hígado. abdom inal a n terior y entre la pared a b dom inal y el epiplón
gastrocólico.
W h a le n 33 describe tres localizaciones frecuentes de los
P arte inferior d e l h íg a d o
abscesos y colecciones:
(s u b h e p á tic o s )
• A n te rio r al estóm ago, lim ita d o p or el hígado en la parte
Colecciones en el espacio subhepático derecho an te rio r y en la parte posterior p or la pared an te rio r del
anteroinferior (Fig. 10.26) estóm ago.
Los límites son: • Lateral al e stó m a g o , lim ita d o en la parte a n te rio r p o r la
superficie del bazo y p o s te rio rm e n te p o r el h ilio esplé-
• Superior: Hígado. nico.
• Inferior: C olon transverso y m esocolon transverso. • Posterior al estóm ago, lim ita d o a n te rio rm e n te p or la pa­
• Anterior y posterior: Seudomembranas. red posterior del e stóm ago y la transcavidad de los epi-
plones y en la parte posterior p o r el espacio re tro p e rito ­
Colecciones en el espacio subhepático derecho neal del páncreas y el riñón izquierdo.
posterosuperior (Fig. 10.26)
Los límites son: Abscesos y colecciones en la transcavidad de
• Superior: Hígado. los epiplones (espacio subhepático posterior
• Posterior: Ligam ento co ronario inferior. derecho) (Fig. 10.27)
• Inferior: Riñón y d u o d e n o . La transcavidad de los epiplones es la localización más
• Anterior: Seudomembranas. fre cu e n te de los abscesos perihepáticos, pero se pueden
presentar en otras localizaciones:
Colecciones en el espacio subhepático anterior • Vestíbulo de la transcavidad.
izquierdo (Fig. 10.27) • Cavidad superior, detrás del e p iplón y el hígado.
Un absceso o colección puede encontrarse lim itado por • Cavidad inferior, en la parte posterior del e stóm ago y del
el seg m e n to lateral del lób u lo hepático izquierdo, el e pi­ epiplón mayor.
plón m enor, el estóm ago y el colon transverso. Esta lim ita ­ • Cavidad esplénica, lim itada en la parte superior p or el es­
ción no es co m pleta. El segm ento izquierdo del hígado es tó m a g o y el lig a m e n to gastroesplénico, en la parte infe ­
de pequeño ta m a ñ o p o r tanto, se co m u n ica por la parte rior p o r el páncreas y el lig a m e n to esplenorrenal, en la
superior con el espacio subfrénico izquierdo. Por la parte in­ parte posterior p o r el pedículo esplénico, y en la a n terior
fe rio r el espacio se com unica con la cavidad peritoneal ge­ p or seudom em branas.
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Peritoneo, epiplón y hernias internas 10

I n f a r t o e s p lé n ic o

A b s c e s o h e p á t ic o
Ú lc e r a o c á n c e r de
e s tó m a g o p e r fo ra d o s

P e r fo r a c ió n d e v e s íc u la
b ilia r

P a n c r e a t it is a g u d a
Ú lc e ra d u o d e n a l
( p a n c r e a t i t i s n e c r o t iz a n t e )
p e r fo ra d a

C o lit is u lc e r o s a
D e h is c e n c ia d e
a n a s t o m o s is d e c o lo n

O b s t r u c c ió n d e lo s v a s o s
m e s e n t é r ic o s y n e c r o s is
in te s tin a l

P e r fo r a c ió n d e in t e s t in o
d e lg a d o
P e r fo r a c ió n d e u n

D e h is c e n c ia d e s u t u r a d e d iv e r t a lo de M eckel

a n a s t o m o s is d e l I n t e s t in o
d e lg a d o
P e r fo r a c ió n d e u n
c á n c e r d e c o lo n

A p e n d ic itis p e r fo ra d a

D i v e r t i c u l i t i s c o lò n ic a

O b s t r u c c ió n I n t e s t in a l

E n fe rm e d a d de C roh n
E n t e r it is

Ú te ro p e rfo ra d o A n e x it is p e r f o r a d a

Orígenes de la peritonitis en 567 pacientes

] E s t ó m a g o , d u o d e n o (31 % )

| H í g a d o , v ía b ilia r, p á n c r e a s (11 % )

□ I n t e s t in o d e l g a d o ( 1 3 % )

□ A p é n d ic e (2 2 % )

I I C o lo n , r e c t o ( 2 0 % )

□ T ra c to u r o g e n ita l (3 % )
B

F ig u ra 1 0.3 2 . A, Causas de peritonitis. B, Origen de la peritonitis. [wi3]


475

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Peritoneo, epiplón y hernias internas

da, palidez cutánea, boca abierta, labios secos y p á li­


Histología y fisiología dos (...)
del p erito neo y el epiplón El peritoneo puede elim inar bacterias en unos pocos m i­
nutos m e diante un m ecanism o desconocido. Por otra par­
El p a tró n h is to ló g ico del p e rito n e o está fo rm a d o p o r
te, puede p e rm itir el paso de bacterias a la circulación sis­
tejido con e ctivo y células mesoteliales planas. El te jid o co ­
tèm ica y p ro d u c ir una bacteriemia. En las Figuras 10.32 A
nectivo form a una capa cubierta p o r células mesoteliales
y B, W ittm a n n 59 resume las causas de infección en el peri­
planas y parecida al en d o te lio vascular. El p e ritoneo p e rm i­
to neo, y en la Figura 10.33 se presentan las cantidades de
te la m o vilidad de los órganos intraabdom inales; la m o v i­
bacterias en el tu b o digestivo. Según Sinanan60, la fo rm a ­
lidad de los órganos retroperitoneales es más lim itada.
ción de un absceso es un m ecanism o defensivo de la m e m ­
La estructura histológica del perito n e o parietal visceral
brana si son superados los mecanismos de defensa celula­
es la misma: una m e m brana basal cubierta p or una capa
res humorales y de aclaramiento.
única de células mesoteliales. La pérdida de estas capas per­
El perito n e o visceral se expande c u a n d o el tra cto gas­
m ite la fo rm a c ió n de adherencias no fisiológicas entre a m ­
tro in testinal está d istendido, y puede resecarse q u irú rg ic a ­
bas partes. De a cuerdo con Bercovici y cois.55, a efectos
m ente si la vejiga está distendida. El perito n e o parietal ta m ­
prácticos, se encuentran en co n ta cto el perito n e o parietal
bién puede expandirse si se acum ula líq u id o en d istintos
y el visceral, sin espado entre ellos. La capa de peritoneo pa­
grados en la cavidad abdom inal; si se expa n d e la pared ab­
rietal se encuentra m u y poco adherida a la grasa preperi-
d o m in a l anterior, se puede p ro d u c ir un drástico incre m e n ­
toneal, pero la capa visceral está firm e m e n te anclada a la
to de la presión intraabdom inal debido al acúm ulo de gran­
subserosa del tra c to gastrointestinal.
des cantidades de líquido.
La cavidad peritoneal es un espacio potencial que c o n ­
El e p ip ló n y el m esenterio tienen la m ism a estructura
tiene a p roxim adam ente 50 mi de flu id o isotónico, con unas
que el p eritoneo: tejid o co nectivo c u b ie rto p o r células m e­
300 células m o n o n u c le a re s 55. En algunas e n ferm edades
soteliales. El te jid o conectivo alberga vasos sanguíneos, lin­
se pueden a cum ular varios litros de líq u id o en la cavidad
fáticos y nervios.
peritoneal, pero en individuos sanos la cantidad de líquido N o es o b je tivo de este capítulo presentar con detalle las
en la cavidad peritoneal es m ínim a. El líquido peritoneal está funciones fisiológicas del mesenterio. Siguiendo los tra b a ­
com puesto p o r agua, proteínas, electrólitos y diferentes ti­ jos de W illiam s61 y otros autores, el p e rito n e o tiene las si­
pos de células, incluyendo mastocitos, fibroblastos, linfoci- guientes funciones:
tos, macrófagos y leucocitos. El líquido peritoneal p ro porcio­
na un m edio de lubricación que perm ite el m o v im ie n to de • Reparación de adherencias.
las visceras entre ellas y sobre la pared abdom inal. • Cicatrices cutáneas.
Golden y Shaw56 muestran un in c re m e n to en el v o lu ­ • Revascularización.
m en del líq u id o p e rito n e a l en presencia de procesos in ­ • Implantes.
flam atorios. El n ú m e ro de células se eleva a 3.000, con un • Reparación de defectos.

a u m e n to del nú m e ro de neutrófilos. Un c o m e n ta rio sobre los llamados «puntos lácteos»: es­


El fe n ó m e n o de la absorción se encuentra lim ita d o en tán fo rm a d o s p o r agregados de m acrófagos, lin fo cito s y
la pelvis in fe rio r p o r la presencia de una colección p a to ló ­ m onolitos.
gica de líquido. La absorción es más activa en am bos espa­
cios subfrénicos; esto puede deberse a la existencia en el
peritoneo d ia fra g m á tico de unos orificios y poros que p er­
m iten el paso del líquido peritoneal. Hernias ab d o m in a le s internas
Francis D. M o o re 57 escribió acertadam ente:

El peritoneo, como envoltura del tracto gastrointesti­ H e r n ia s par adu o d en ales


nal, protege al organismo frente a las infecciones proce­
dentes de la contaminación intestinal, es un receptor de H ern ia p a r a d u o d e n a l d e r e c h a
presión en el tubo digestivo y, si la infección del peritoneo
es im portante, agresiva o persistente puede conducir con En la h e rn ia p a ra d u o d e n a l d e re c h a (Figs. 1 0 .3 4 y
rapidez a una sepsis grave. 10.35A , localizaciones 1, 3, 4 y 5), el saco se encuentra
p o ste rio r a la a rteria m esentérica s u p e rio r o a la arteria
Describimos la clásica facies hipocrática58, m u y caracte­
ileocólica en la raíz del m esenterio (fosa m e se n tericopa-
rística en los pacientes m u y graves antes de fallecer o en
rietal de W aldeyer) (Fig. 10.35B). La e n trada del saco está
los que se encuentran afectados p o r peritonitis:
abierta hacia la izquierda; el saco se d irig e hacia la de re ­
(...) nariz afilada, ojos h u n d id o s, p ó m u lo s m arca­ cha en el espacio re tro p e rito n e a l p o r detrás del m e soco­
dos, pabellones auriculares fríos, piel tensa y parchea- lon transverso.

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Peritoneo, epiplón y hernias internas

Recuento de bacterias en el tracto gastrointestinal

Normalmente hay 1.000 bacterias por mi en el


esófago y estómago. Anaerobios no obligados,
estreptococos alfa-hemolíticos, lactobadlos,
levaduras y algunas bacterias orales. Existe una
correlación directa entre el pH del estómago
(normalmente entre 2 y 3) y el recuento de
bacterias. En caso de aclorhidria y cáncer el nivel
de bacterias es de 100.000 a 10.000.000/ml.
La anestesia disminuye el pH gástrico y eleva el
número de bacterias

En el duodeno y yeyuno hay entre 100 y 100.000


bacterias por mi, principalmente estreptococos,
lactobadlos, flora oral de transición, y en menos
ocasiones, especies de enterobacterias y algunos
tipos de bacteroides.

Al disminuir la distancia a la válvula ileocecal,


el número de bacterias se eleva a cifras entre
1.000.000 y 10.000.000 por mi. Predominan los
lactobacilos y los estreptococos. Se encuentran
en igual distribución en el íleon terminal
especies de bacteroides y enterobacteria.

El 60% de la composición en seco de las heces


son bacterias. Menos del 0,3% son
enterobacterias. Holdemann y Moore han
descrito entre 400 y 500 especies. La relación
entre anaerobios y aerobios es de 3-10.000:1.
La cantidad total de bacterias es de
3,8 x 10I2 M /mg de peso en seco,
encontrándose especialmente estreptococos,
especies de bacilos, cocos anaerobios,
eubacterias, dostridlos y bacteroides.

F ig u r a 1 0 .3 3 . R e c u e n to de bacterias e n el t u b o d ig estivo . [ wi3]

El anillo está fo rm a d o en la parte superior p o r el d u o d e ­ • Anterior: Vena mesentérica inferior, arteria cólica izquierda.
no, en la parte a n te rio r po r la arteria mesentérica superior ♦ Lateral: A o rta (a la d e re ch a ), riñ ó n iz q u ie rd o (a la iz­
o la arteria ileocólica, y posteriorm ente p or la co lum na ver­ quierda).
tebral. La incisión deb e realizarse en la parte in fe rio r del Una incisión en la parte inferior del anillo evita las lesio­
anillo para evitar lesiones vasculares. nes de la vena mesentérica inferior.
Finck y cois.62 realizaron el diagnóstico y tra ta m ie n to de
la hernia co n gènita paraduodenal po r laparoscopia.
H e rn ia p a r a d u o d e n a l izq u ie rd a

El anillo de la hernia paraduodenal izquierda general­ H e r n ia t r a n s e p ip l o ic a


m en te se encuentra en la parte p o sterior de la vena m e ­
sentérica inferior y de la arteria cólica izquierda a la altura El anillo de las hernias transepiploicas se fo rm a en el epi­
de la flexura duodenoyeyunal (Figs. 10.34B y 10.35A, loca­ plón (Fig. 10.36). El m argen del defecto suele estar fo rm a ­
lización 2). El anillo se abre hacia la derecha; el saco se d i­ d o p o r un vaso sanguíneo. La o m e n te cto m ía to ta l o par­
rige hacia la izquierda hacia el espacio retroperitoneal p or cial es el p ro c e d im ie n to de elección.
detrás del m esocolon.
Los límites del saco son: H e r n ia tr a n s m e s e n t é r ic a

• Superior: Á n g u lo d u o d e n o y e y u n a l, páncreas, vasos re­ Las hernias transmesentéricas se pro d u ce n a través del
nales. te jid o que fo rm a el mesenterio, el m esocolon transverso,

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* Skandalakis

Peritoneo, epiplón y hernias internas


Anatomía quirúrgica

Arteria mesentérica superior

Asa proximal

Vena mesentérica
Inferior

Asa distal

F ig u ra 10 .3 4 . Hernia paradu odenal.


A, D erecha. B, Izquierda. [skl2] B
478

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Peritoneo, epiplón y hernias internas

F ig u ra 1 0 .3 5 . Hernias paraduodenales. A, Localizaciones más frecuentes de las hernias paraduodenales (el yeyuno se ha des-
plazadado hacia la izquierda): 1,3,4 y 5 son hernias paraduodenales derechas; 2 es una hernia paraduodenal izquierda. B, Her­
nia paraduodenal derecha en la fosa de Waldeyer (mesentericoparietal) (localización 5 en A). [s¡2] [s k l l ]

o el m esocolon sigm oideo (Fig. 10.37). Una rama de la ar­ Bircher y Stuart65 distinguen tres tipos diferentes de her­
teria mesentérica superior o infe rio r fo rm a un o o más de nias en el m esocolon sigm oideo; inte rsigm oidea en la fosa
los bordes del defecto. La m ayor parte de los defectos del intersigm oidea, transversosigm oidea a través de un defec­
mesenterio se encuentran entre el tro n c o ileocecal y la úl­ to en el m esocolon, e intrasigm oidea en la lám ina izquier­
tim a rama ¡leal de la arteria y vena mesentéricas superio­ da cua n d o el saco se encuentra en el m esocolon.
res. En el m esocolon transverso, la m a y o r parte de los d e ­ Los orificios que se fo rm a n en el m esocolon d u ra n te la
fectos se e n c u e n tra n e n tre los vasos cólicos m ed io s e cirugía deben cerrarse; si no, deben abrirse a m p lia m e n te
izquierdos63. Las hernias tra u m a to ló g ic a s transm esentéri- para evita r estrang u la cio ne s de asas intestinales. Deben
cas pueden presentarse c o m o un cu a d ro clínico de íleo es­ evitarse lesiones vasculares del m esenterio.
tra n g u la d o 64.

Mesocolon sigmoideo

Ángulo hepático
Ángulo
esplénico

Asa incarcerada de Intestino delgado


intestino delgado incarcerado
F ig u ra 1 0 .3 6 . Hernia transepiploica a través de un o rificio F ig u ra 1 0 .3 7 . Hernia transmesentérica. Asa de intestino a
en el epiplón. mayor, [sk i 1] través del mesocolon. [sk i 1]

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Peritoneo, epiplón y hernias internas

H e r n ia a través del h ia t o de W in s l o w • Hernia supravesical lateral izquierda.


• Hernia supravesical posterior.
Los límites del hiato de W in slo w (Fig. 10.38A ) son:
Las hernias posteriores invaginantes son e xtrem adam en­
• Superior: Proceso caudado del hígado, lám ina inferior del te raras.
lig a m e n to coronario. Las hernias anteriores retropúbicas pasan a través del
• Posterior: Vena cava inferior. espacio vesical posterior de Retzius, p o r detrás del pubis y
• Inferior: Primera p o rción del d u o d e n o , arteria hepática. en la parte a n te rio r de la vejiga. El tip o inva g in a n te presio­
• Inferior: Ligamento hepatoduodenal, arteria hepática, vena na la pared a n te rio r de la vejiga, y puede situarse en la par­
porta, vía biliar c o m ú n . te posterior del pubis. Este tip o ha sido d e n o m in a d o in tra ­
vesical, p e ro el té r m in o está en desuso d e b id o a q u e la
El c o n d u c to cístico se halla en el bord e libre del e p iplón
hernia no se localiza en la vejiga.
m enor. En los dos tercios de las hernias se encuentran asas
Las hernias posteriores se localizan en el espacio retrove­
intestinales (Fig. 1 0.38B); el ciego y el colon derecho se en­
sical, entre la vejiga y el recto en los hom bres, o entre la
cu e ntran en el tercio restante. El co lo n transverso se e n ­
vejiga y el útero en las mujeres. Forman un g ru p o d e fin id o
cuentra ocasionalm ente66. Nagayoshi y N akashim a67 p re­
pero poco fre cuente de hernias supravesicales.
sentan un caso en el que el colon se encuentra en el espacio
En la práctica, sólo las hernias bien establecidas de lo­
retrogástrico, localizado to p o g rá fic a m e n te c o m o una her­
calización a n te rio r o lateral son reconocidas con seguridad
nia del h ia to de W in s lo w o una hernia p a ra d u o d e n a l iz­
p o r el cirujano y encuadradas en una clasificación. El saco
quierda.
h e m ia rio puede ser reducido y ligado sin e xp lo ra r el ca m i­
D eb id o a la presencia de numerosas estructuras ana­
no p o r el que discurre la hernia. En m uchos casos, el saco
tó m ic a s en el cu ello del saco que se pued e n lesionar, el
es de ta m a ñ o reducido, y no ha descendido p o r c o m p le to .
cuello no debe ser seccionado. El e p ip ló n g a strohepático
Las hernias retropúbicas anteriores y laterales supravesica­
puede ser seccionado para d e s co m p rim ir el asa p roxim al
les son especialm ente difíciles de d ife re n c ia r en estadios
de una hernia incarcerada.
precoces de su desarrollo. En la bibliografía m édica se des­
criben clasificaciones poco relevantes.
El co n o c im ie n to de la anatom ía de las hernias suprave­
H e r n ia s u p r a v e s ic a l in t e r n a
sicales y de los espacios perivesicales es esencial para te n e r
Existe una considerable confusión respecto a la clasifica­ un correcto co n o c im ie n to de estas hernias.
ción de las hernias supravesicales internas. La localización
y el trayecto de las hernias supravesicales internas, así com o
el trayecto del saco inferior, se describen en las Figuras 10.39 H e r n ia s p a r a c e c a le s
y 10.44. Por d e finición, se o riginan en la fosa supravesical,
Estrada71 describe los siguientes seis espacios relaciona­
pero pueden te n e r diferentes trayectos. Keynes27, A dler68 y
dos con el ciego:
otros han e m p le a d o los té rm ino s prevesical y paravesical.
B u rto n 69 em plea los térm inos prevesical, supravesical y p a ­ • Fosa ileocecal superior.
ravesical. Excluye las hernias retrovesicales. Estos térm inos • Fosa ileocecal inferior.
son interpretados correctam ente, pero son planteados en • Fosa paracólica.
c o m b in a c ió n con el té rm in o c o n ju n to supravesical. N oso­ • Fosa retrocecal o retrocólica.
tros p ro p onem os la siguiente clasificación de las hernias su­ • Fosa de Hartm ann.
pravesicales, basada en su localización con respecto a la ve­ • llíaco-su bfascial.
jiga (anterior, lateral o posterior):
Describiremos sólo las tres primeras. El límite más im p o r­
• Hernia supravesical anterior. ta n te de la fosa ileocecal superior es el pliegue ileocólico o
- Hernia supravesical retropúbica. ileocecal (véase Fig. 10.11), que está fo rm a d o p o r una ele­
- Hernia supravesical invaginante. vación sem ilunar del m esenterio ileocólico que c o n tie n e la
rama a n te rio r de la rama ileocólica y que se localiza en la
parte anterior. El saco hemiario se localiza por debajo del me­
socolon derecho o del colon descendente.
Perlas clínico-quirúrgicas La fosa ileocecal in fe rio r presenta en la zona a n te rio r
Un abordaje alternativo para el tratamiento de una her­ una prom inencia que fo rm a el pliegue ileoapendicular, que
nia obstruida a través del hiato de Winslow es el retroperi­ ocasionalm ente contiene la arteria apendicular. El saco her-
toneal, con una amplia maniobra de Kocher, movilizando niario puede encontrarse p o r debajo del ciego.
el duodeno medial y caudalmente a la vena cava inferior. La fosa paracólica se localiza a la derecha de la gotiera,
(RSF Jr) y se fo rm a por la ausencia de fusión de la pared lateral pos­
te rio r del colon ascendente; no se localiza a través del co-

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Peritoneo, epiplón y hernias internas

~¡r,— Triada hepática

Asas de intestino
herniadas en la
Duodeno transcavidad de los
epiplones

F igu ra 10.38. Hernia a través del h ia to de W in slo w . A, Estructuras a través del h ia to d e W in slo w . B, H ernia e n la transcavi-
dad de los e p ip lo n e s . [skll]

Lig falciform e

Ligamento redondo del hígado

Ombligo

Pliegue umbilical m edio


Línea arcuata

Pliegue umbilical mediano (uraco)

M. recto del abdomen

Pliegue umbilical lateral

Localización de la hernia
Fosa lateral
inguinal indirecta

Hernia supravesical lateral Fosa media

Localización de la hernia inguinal directa Conducto deferente

Fosa supravesical
Hernia supravesical anterior
A. umbilical obliterada
Uréter izquierdo

Hernia supravesical posterior Fosa rectovesical

Vejiga urinaria

F ig u ra 1 0 .3 9 . H ernias supravesicales. [gi'10]

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* Skandalakis

Peritoneo, epiplón y hernias internas

Parietal ] ..............................
— Fascia endopelvica
M. obturador interno
Visceral I
fueciraj)
Anatomía quirúrgica

Vaina del obturador

Cabeza del fém ur

Uréter

Ligamento lateral verdadero


de la vejiga (contiene el
paquete neurovascular)

Vesícula seminal

A. rectal media
Vasos deferentes

Cóccix A. rectal superior

F ig u ra 1 0.40. E sq uem a de u n a s e c c i ó n transversal del cuerp o a n iv e l del a c e tá b u lo q u e m uestra las referencias a n a t ó m ic a s y


lo s e sp a c io s rela c io n a d o s c o n la vejiga. 1, lo c a liz a c ió n d e l saco e n u n a h ern ia supravesical anterior intern a. 2, lo c a liz a c ió n del
saco e n u n a hernia supravesical lateral in te r n a .3, lo c a liz a c ió n del saco e n un a h e r n ia supravesical posterior intern a. [sklS\

Ion ascendente. Hemos descrito un caso en el que un asa ta m ie n to es parecido: reducción del asa intestinal herniada
de íleon term ina l se localizaba en esta fosa. y cierre del anillo h e m iario para evitar la recurrencia. Se d e ­
Las hernias ileocecales su p e rio r e in fe rio r (véase Fig. ben evitar las arterias ileocólicas y cólica derecha al seccio­
10.11), que son poco frecuentes, se fo rm a n con un proce­ nar el anillo. Se deben valorar la aspiración del c o n te n id o
so de desarrollo similar a las hernias paraduodenales. El tra­ del asa p roxim al.

Ligamento umbilical lateral


Peritoneo

Ligamento umbilical medio


Hernia supravesical posterior
en el espacio retrovesical
Fascia transversal

M. recto del abdomen


Espacio rectovesical

Hernia supravesical anterior interna


en el espacio retropubico de Retzius

Sinfisis del pubis

F ig u ra 1 0.41. C o m p a r a c ió n de las hernias supravesicales anterior posterior. Las m á s frecuentes s o n las anteriores. La hernia
posterior se ilustra e n u n a p a c ien te so m e tid a p r e v ia m e n te a h iste r e c to m ía . [ski 7]
482

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Peritoneo, epiplón y hernias internas

Peritoneo

Pliegue transverso de la vejiga

Fascia vesical
Ligamento umbilical medio
Fascia rectal

Espacio retropúbico de Retzius

Sínfisis del pubis

Diafragma pélvico

Diafragma urogenital

F ig u ra 1 0.4 2 . Hernia supravesical an te r o in ter n a de tip o in v a g in a n t e . [sW 5]

H e r n ia del l ig a m e n t o a n c h o cho presenta áreas adelgazadas vasculares, que pueden p ro ­


d u c ir defectos a través de los cuales se p ro d u ce n hernias
El ligam ento ancho es un meso que se extiende desde el (Fig. 10.45). Un asa de intestino se puede in tro d u c ir e in-
útero, trom pas y ovarios, lateralm ente hasta la pared de la carcerar a cada lado del ligam ento. Al igual que otros defec­
pelvis. En la parte medial, el lig a m e n to ancho se une al úte­ tos mesentéricos, la causa de estas hernias se desconoce.
ro. El borde libre superior se relaciona con las trom pas (me- La reparación se realiza seccionando cuid a d o sa m e nte
sosalpinge) y con los ovarios (mesoovario), y la parte infe­ el anillo en un área avascular. Posteriormente, se reduce el
rior se inserta en el músculo elevador del ano m ediante una asa de intestino y se cierra el defecto, o se elim ina el lig a ­
estructura especial, el ligam ento cardinal. El lig am ento an­ m e n to .

Pliegue transverso de la vejiga

Peritoneo
Fascia vesical

Ligamento umbilical medio

Fascia rectal

Espacio retropúbico de Retzius

Sínfisis del pubis

Espacio retrovesical hipotético

Membrana prostatoperitoneal

Diafragma pélvico
Diafragma urogenital

F ig u ra 1 0 .4 3 . Tres po sib les trayectos d e las h ern ias su pravesicales e n varones. 1, h e r n ia retrovesical verdadera. 2, hernia re­
trovesical. 3, h e r n ia a través del f o n d o d e sa co rectovesical. [sklS\

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* Skandalakis

Peritoneo, epiplón y hernias internas

Peritoneo

Pliegue transverso de la vejiga


Anatomía quirúrgica

Ligamento umbilical
medio Fascia rectal

Fascia vesical

Espacio retrovesical
hipotético

Espacio retropùbico de Retzius

Diafragma de la pelvis

Diafragma urogenital

F ig u ra 1 0 .4 4 . D o s trayectos p osib les de las hernias su pra vesicales posteriores in te rn a s e n las m ujeres. 1, h e r n ia rectovesical
verdadera. 2, hernia del f o n d o de saco v e sico v a g in a l. [s7<J5]

H e r n ia s del l ig a m e n t o f a l c if o r m e H ernias p o s g a s tro y e y u n o s to m ía


re tro c ó lic a
El lig a m e n to fa lciform e se Inicia en el o m b lig o y cruza
o b licu a m e n te la superficie superior del lóbulo hepático iz­ Los límites del anillo (Fig. 10.47A) son:
quierdo, d o n d e fo rm a una referencia excelente que sepa­ • Anterior: G astroyeyunostom ía, asa intestinal efere n te o
ra los se gm entos lateral y m edial del ló b u lo hepá tico iz­ aferente.
q uierdo. El bord e libre del lig a m e n to fa lcifo rm e contiene • Posterior: Peritoneo parietal.
el lig a m e n to re d o n d o del hígado. Representa un resto e m ­ • Superior: M e socolon transverso, pared p o ste rio r del re­
brio n a rio de la vena um bilical izquierda. La vena um bilical m anente gástrico.
derecha desaparece m u y p ro n to ; la vena um bilical izquier­ • inferior: L ig a m ento suspensorio deT re itz, pliegue duode-
da aporta sangre de la placenta al fe to y se cierra en el m o ­ noyeyunal.
m e n to del nacim ie n to . Este resto e m b rio n a rio vascular se
puede enco n tra r patente d u rante m u c h o más tie m p o 36. La El anillo no debe ser seccionado. La reducción de la her­
porción intrahepática se transform a en el lig a m e n to v e n o ­ nia debe ir acom pañada de una enterostom ía. A co n tin u a ­
so, que conecta la rama izquierda de la vena porta con la ción, se debe cerrar el anillo.
vena hepática izquierda. El ligam ento falciforme es, p or ta n ­
to, el meso de la vena um bilical. H ernias p o s g a s tro y e y u n o s to m ía
La presencia de defectos en el m ese n te rio del lig a ­ a n te c ó lic a
m e n to fa lcifo rm e puede p ro d u c ir hernias (Fig. 10.46). La
En la gastroyeyunostom ía antecólica, el asa aferente se
reducción de la hernia se realiza mediante ligadura proximal
une a la curvatura mayor del estómago, d o n d e el anillo her­
y distal y sección de los ligam entos fa lciform e y redondo.
mano tiene los siguientes co m p o n e n tes (Fig. 1 0.45B):

• Anterior: Gastroyeyunostom ía, asa yeyunal aferente.


H e r n ia s r e t r o a n a s t o m ó t ic a s • Posterior: Epiplón, mesocolon.
• Superior: C olon transverso, m esocolon.
Las hernias retroanastom óticas son hernias y a tro g é n i- • inferior: M úsculo de Treitz, pliegue peritoneal d u o d e n o -
cas que pueden producirse en el p o s to p e ra to rio 72. yeyunal.
484
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Peritoneo, epiplón y hernias internas

N o se debe seccionar, y el anillo debe ser cerrado des­ Los resultados de la paracentesis de b e n ser evaluados
pués de reducir el asa herniada. con precaución. La presencia de sangre incoagulable indica
una hem orragia intraperitoneal. La presencia de sangre co­
agulada sugiere la aspiración de un vaso en el abdom en o
en la pared abd o m in a l; es frecuente en pacientes obesos.
La paracentesis guiada con ultrasonidos es el p ro c e d i­
m ie n to de elección para la detección y el dren a d o de co ­
lecciones intraperitoneales secundarias a traumatismos, p ro ­
Pa r a c e n t e s is a b d o m in a l cesos inflam atorios, etc. Rodríguez y cols.74, Ross y cois.75
y G oletti y cois.76 publican excelentes resultados con este
La localización de la paracentesis puede determinarse des­
p ro c e d im ie n to . La exploración ecográfica del a b d o m e n se
pués de realizar una ecografía o una TC. La localización ha­
emplea para d e tectar la presencia de sangre en pacientes
bitual (Fig. 10.48) es en cada uno de los cuatro cuadrantes,
con tra um atism os abdom inales que afectan al hígado y al
el flanco derecho o izquierdo o la línea media del o m b lig o .
bazo77. Ross y cois.75 p ro p o n e n la paracentesis co m o m é ­
La paracentesis debe realizarse en condiciones de este­
to d o para evacuar una ascitis de origen carcinomatoso. Jen­
rilidad para evitar la peritonitis. A lgunos cirujanos a d m in is­
nings y cois.78 recom iendan la paracentesis a través del ani­
tran a n tib ió tic o s para evitarla. D urante la paracentesis, la
llo um bilical en el em barazo ectópico.
aguja puede perforar el intestino; esto gene ra lm e n te no es
Pueden presentarse diferentes co n tra in d ic a c io n e s . Se
peligroso, d e b id o a que el orificio cierra p o r sí m ism o de
debe evitar la paracentesis en caso de:
form a inm ediata.
Se puede realizar o p c io n a lm e n te el lavado peritoneal. • Distensión abd o m in a l.
M o o re y cois.73 publican que la frecuencia de co m p lic a c io ­ • A b d o m e n con m últiples cicatrices.
nes y la seguridad del diagnóstico en el lavado peritoneal • Masas abdom inales quísticas.
cerrado son similares en pacientes que han presentado o • En la línea media, d e b id o a la presencia del lig am ento fal-
no cirugías abdom inales previas. cifo rm e que puede ser puncio n a d o .

Asa proximal dilatada Asa distal colapsada

Vasos
ováricos

F ig u ra 10.45. R eparación d e un a h e r n ia d e i l ig a m e n ­
Útero Ligamento ancho t o a n c h o , [ski2]

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Peritoneo, epiplón y hernias internas


Anatomía quirúrgica

Ligamento redondo
Ligamento falciform e

F ig u ra 1 0 .4 6 . R eparación de u n a h ern ia del lig a m e n t o falciform e. [skl2\

La colección de flu id o peritoneal secundaria a un cán­ CULDOCENTESIS


cer intraperitoneal se d e n o m in a ascitis m aligna si se p ro d u ­
ce un diagnóstico m ediante citología. La ascitis carcinoma- En la culdocentesis la aguja se introduce en la parte pos­
tosa se puede tra ta r m ediante la perito n e cto m ía o cirugía te rio r del fó rn ix del fo n d o de saco de Douglas o re ctovagi­
citorred u cto ra seguida de q u im io te ra p ia local o sistèmica, nal. La culdocentesis no debe realizarse en mujeres previa­
hiperterm ia, fotote ra p ia , etc. m e n te sometidas a histerectom ía a b d o m in a l o vaginal o
Estamos de acuerdo con Marineóla y Schwartzentruber79: resección a n te rio r baja. N o debería realizarse en caso de
distensión del intestin o . Otras co n tra indicaciones son las
La ascitis m aligna representa en la m ayoría de los ca­
mismas que para la paracentesis.
sos un estadio avanzado del cáncer. Existe un amplio m ar­
Falfoul y cois.80 y Tariq y Korejo81 c o m e n ta ro n el e m ­
gen de m edidas terapéuticas, desde tratam ientos paliati­
pleo de la culdocentesis para el d ia g n ó stico del em barazo
vos a opciones terapéuticas m ás agresivas. La supervivencia
e c tó p ic o en in s titu c io n e s m édicas del «Tercer M u n d o » .
de pacientes som etidos a tratam ientos con intención cu­
G lezerman y cois.82 describen un n ú m e ro inaceptable de
rativa es m ayor que la de los pacientes con m edidas palia­
falsos negativos. El estudiante interesado puede e n co n tra r
tivas, pero p u ed e reflejar diferencias relacionadas con la
una excelente in fo rm a c ió n en el artículo de Van de Krol y
selección de los pacientes (diferencias en el estadio del tu­
A b b o t83 de 1992, titu la d o «The C u rre n t Role of C u ld o c e n ­
mor, histología, extensión de la enferm edad, etc.). No se
tesis».
han realizado estudios aleatorios sobre el tratam iento de
la ascitis carcinomatosa. Perm anecen sin respuesta dife­
rentes cuestiones, com o la colocación de un a derivación
p eritoneovenosa com parado con el tratam iento m édico Ex p l o r a c ió n del a b d o m e n
y el drenado periódico; el pa pel del drenado externo fren­
te al interno; y la efectividad de los esfuerzos curativos. Para d e te rm in a r la extensión de enfermedades diagnos­
Son necesarios m ás estudios pa ra valorar la efectividad ticadas que afectan al a b d o m e n es necesario realizar una
del tratam iento intracavitario frente al tratam iento sistè­ correcta exploración. N o todos los pacientes deben ser ex­
mico. plorados de la misma fo rm a y en igual extensión. La inci-
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Peritoneo, epiplón y hernias internas

Colon transverso desplazado

Estómago

Anastomosis

Yeyuno

Asa herniada

Estómago

Yeyuno

Asa herniada

F ig u ra 1 0 .4 7 . Reparación de u n a h e r n ia pa-
raanastom ótica. A, La g a str o y e y u n o sto m ía se ha
realizado e n la parte posterior del c o l o n trans­
verso (retrocólica). B, La g a s t r o y e y u n o s t o m ía se
ha r ea liza d o p o r d e l a n t e d el c o l o n tr a n sv e r so
(antecólica). [skl2]

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• Skandalakis

Peritoneo, epiplón y hernias internas

ción clínica de que otros tra ta m ien to s quirúrgicos co n ­


vencionales de la peritonitis no o b tien en buenos resul­
Anatomía quirúrgica

tados.

El abordaje q u irú rg ic o y la e xp loración del a b d o m e n es


una elección personal para el cirujano. Es preciso estable­
cer un sistema o rd e n a d o de e x p lo ra c ió n para evaluar las
alteraciones patológicas. Una vez que el cirujano establece
un sistema debe seguirlo de fo rm a estricta.
Siempre se debe seguir una norm a: el ó rg a n o que pre­
senta la lesión prim aria debe ser e x p lo ra d o en ú ltim o lu­
gar, para no pe rd e r el interés p o r el resto de los órganos
que ta m b ié n pueden encontrase afectados por el proceso
pa to ló g ico .
Bassett87 e scribió un e xcelente lib ro sobre la e x p lo ra ­
ción del a b d o m e n y las m a n io b ra s necesarias para reali­
zar un diag n ó stico correcto. Sugiere que pueden e m p le a r­
se tres secuencias: re g io n a l, s is tè m ic a y circ u la r. La
s iguiente secuencia de Bassett sigue un p la n te a m ie n to re­
g io n a l:

7. Realizar una inspección del abdom en. Apreciar cualquier


F ig u ra 1 0 .4 8 . Localización de la paracentesis. A, B, C, D, pa­ patología obvia que: a) precise tratam iento inm ediato
racentesis en «cuatro cuadrantes». E, F, paracentesis en los flan­ (p. e¡., ba zo roto) o b) contraindique una exploración
cos. G, paracentesis infraumbilical. [sicJ] extensa (p. ej., diverticulitis colònica perforada con abs­
ceso).
2. Si el estado clínico del paciente precisa m ás exploración,
exam inar el colon transverso. D esplazar el colon hacia
abajo. Examinar la región supracólica de derecha a iz­
quierda. Incluir:
sión puede ser dem asiado pequeña c o m o en una apendi-
• Riñón derecho y glándula suprarrenal.
citis, el paciente puede encontrarse dem asiado grave, o el
• Vesícula biliar.
cirujano puede e n contrar en la cavidad colecciones o pus
• Lóbulo derecho del hígado.
que contra in d iq u en una exploración más extensa hasta que
• Primera y segunda porciones del duodeno.
las áreas afectadas se e n cuentren estériles o drenadas. El
• Páncreas.
sentido co m ú n debe dictar cuándo explorar y qué partes de
• Segm entos del lóbulo izquierdo del hígado.
la cavidad deben ser exploradas.
• Piloro y curvatura m enor del estóm ago.
El d ia g n ó stico y tra ta m ie n to de la peritonitis im plica en
• Fondo gástrico y esófago abdom inal.
la mayoría de los casos un abordaje quirúrgico, aunque esto
• Curvatura m ayor del estóm ago.
está so m e tid o a controversia. Chen y cois.84 afirm an q u e la
• Bazo.
ecografía es el m é to d o más útil y sensible para el dia g n ó s­
• Glándula suprarrenal izquierda.
tico de la peritonitis, especialmente en los casos en los que
Desplazar el colon transverso hacia arriba. Examinar la re­
la clínica no es m u y clara.
gión inframesocólica de derecha a izquierda. Incluir:
S e ile ry cois.85 p ro p o n e n un tra ta m ie n to de la p e rito n i­
• Ciego y apéndice.
tis difusa con abordaje q u irú rg ico precoz, co n tro l de las le­
• Colon derecho y ángulo hepático.
siones y lavado extenso intracavitario para re ducir el n ú ­
• Espacio retroperitoneal derecho y polo inferior del riñón
mero de reintervenciones.
derecho.
Bosscha y cois.86 p ro p o n e n medidas de soporte para el
• Tercera y cuarta porciones del duo den o y arteria m e-
tra ta m ie n to de la peritonitis:
sentérica superior.
Independientem ente del tra ta m ie n to quirúrgico, in ­ • intestino delgado y mesenterio.
cluyendo las reintervenciones programadas, la m ortalidad • Cola del páncreas.
de la peritonitis bacteriana es demasiado alta, y la m or­ • Riñón izquierdo.
bilidad a corto y medio plazo es importante. El tratam ien­ • Aorta y espacio retroperitoneal izquierdo.
to de la peritonitis con al abdomen abierto (laparostomía) • Colon izquierdo y ángulo esplénico.
y reintervenciones programadas se apoya en la observa­ • Colon sigmoideo.
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Peritoneo, epiplón y hernias internas

3. Examinar la cavidad pélvica. Incluir: El d ia g n ó s tic o de la e n d o m e trio s is se puede realizar


• Colon sigmoideo. con la p a ro sco p ia , a u n q u e N e z h a t y c o is .96 refieren q u e
• Recto y ligam entos uterosacros. se debe te ner cautela con este p ro c e d im ie n to em ple a n d o
• Utero, trom pas y ovarios. técnicas q u e p e rm ita n la p a lp a c ió n y una m e jo r visuali-
• Pared de la pelvis. zación.
• Regiones inguinal y femoral. Un estudio de Q uorain y cois.97 muestra que la laparos­
• Vasos ilíacos. copia evita laparotomías innecesarias, especialmente en los
4. N o hay que olvidar explorar el epiplón mayor. Se p u e ­ casos de peritonitis tuberculosa, enfermedades crónicas del
den apreciar torsiones obvia s 8S. Infartos idiopáticos hígado y carcinom a hepatocelular.
se p ro d u c en esp e c ia lm e n te en el bord e inferior d e ­ Faranda y cois.98 p ro p o n e n la laparoscopia c o m o tra ta ­
recho52. m ie n to de la peritonitis generalizada, asociada a una d iv e r­
ticulitis perforada, con un ingreso hospitalario más co rto y
Se puede em ple a r este sistema u otro , pero debe reali­
e vitando la colostomía.
zarse d e fo rm a ordenada y autom ática. C om o dice basset87:
Para el diagnóstico y tra ta m ie n to precoz de la ascitis tu ­
«El o b je tivo es realizar una exploración ordenada, segura y
berculosa, A h m a d y A h m e d " p ro p o n e n las siguientes m o ­
rápida».
dalidades diagnósticas:
Una indicación de lapa ro to m ía en la sepsis de o rigen
a b d o m in a l es la presencia de s ín d ro m e de fa llo m u ltio r-
1. M in ila p a ro to m ía .
gánico. Koperna y Schulz89 afirm an que «...se debe reali­
2. Tomar una muestra del líquido ascítico y realizar una ade-
zar un tra ta m ie n to q u irú rg ic o agresivo en pacientes en los
nosina desaminasa y PCR (reacción de polimerasa en ca­
que la infección no se puede c o n tro la r en la prim era in te r­
dena).
vención. Para m ejorar la supervivencia, la decisión de rea­
3. Tratam iento a n tituberculoso precoz una vez establecido
lizar una relaparotom ía después de realizar un tra ta m ie n to
el diagnóstico.
y un co n tro l inicial de la infección debe tom arse en las p ri­
meras 48 horas, antes de que se produzca el fallo m u ltio r-
gánico». O b s e r v a c io n e s

La m a yo r parte de los com e n ta rio s sobre los p ro ce d i­


E x p lo ra ció n p e rito n e a l la p a r o s c ó p ic a m ientos q u irúrgicos del perito n e o se encuentran descritos
en los capítulos de los órganos correspondientes. De todas
El a u to r que coordina este capítulo describe la e xp lo ra ­ formas, es útil recordar la anatom ía de esta im p o rta n te es­
ción a b d o m in a l m ediante laparoscopia c o m o un abordaje tru ctura.
para descubrir los secretos que presenta el a b d o m e n c o m o En 1932 L ivingston1 p u b lic ó las siguientes reflexiones.
una «caja de Pandora». El d ia g n ó s tic o de e n ferm edades D esafortunadam ente, han sido ignoradas en un área en la
com o mesoteliomas peritoneales diseminados se puede rea­ que la em briología y la anatom ía tienen un pequeño papel
lizar, p o r supuesto, con laparoscopia. en el currículo de los estudiantes y residentes en form ación:
La exploración peritoneal con laparoscopia es un p ro ­
cedim iento m uy extendido. M uensterery cois.90 proponen la O bviam ente, el cirujano debe poseer ideas claras so ­
laparoscopia con biopsia de lesiones abdominales co m o un bre la técnica quirúrgica en el ab d o m en para realizar los
m é to d o m u y útil. Proponen la escisión de los puertos de en­ procedim ientos quirúrgicos de form a segura (partes del in­
trada para prevenir la disem inación de la enferm edad ab­ testino qu e se encuentran fijas, evitar vasos importantes,
dom in a l m aligna. La exploración po r laparoscopia evita un resolver obstrucciones intestinales, reducción de hernias in­
abordaje más agresivo m ediante laparotomía. Estrada Salz ternas, conocimientos de las funciones del tubo digestivo
y cois.91 afirm an que la laparoscopia es útil para el diagnós­ y circuitos de absorción); el cirujano está capacitado para
tico del m esotelioma peritoneal asociado a ascitis. reconocer anom alías congénitas del desarrollo. Debe reco­
Ditmars y Bongard92 concluyen que la laparoscopia diag­ nocer los pliegues peritoneales que sean variantes de la
nóstica se puede em plear en el d iagnóstico de las lesiones normalidad; debe reconocer con seguridad las situaciones
penetrantes del a b d o m e n . Fernando y cois.93 establecen de los órganos intraabdom inales que p u ed a n alterar su
una conclusión similar. función. El proceso diagnóstico se debe apoyar no sólo en
El papel de la laparoscopia en el tra tam iento del tra u m a ­ el tratam iento quirúrgico, sino tam bién en el conocim ien­
tism o es cada vez mayor, según Poole y cois.94, y son pre­ to del desarrollo de las estructuras afectadas.
cisos estudios amplios para d e te rm in a r su verdadero papel
en el dia g n ó stico y tra ta m ie n to .
A d h e re n c ia s
M affei Faccioli y cois.95 p ro p o n e n la laparoscopia para
la estadificación de los pacientes diagnosticados de cáncer Las adherencias (congénitas, postoperatorias, secunda­
de páncreas. rias a radioterapia) deben ser tratadas cuidadosam ente. Si

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* Skandalakis

Peritoneo, epíplón y hernias internas

son transparentes, pueden ser seccionadas con cuidado, Kuroyama y cois.102 proponen la transposición de epiplón
p ro te g ie n d o la serosa de las visceras. Si son gruesas, deben para el tr a ta m ie n to de la e s te rn o m e d ia s tin itis . O v n a t y
Anatomía quirúrgica

seccionarse em pleando pinzas hemostáticas, ligando ambas cois.103 realizaron una o m e n to p e x ia para tratar los linfoce-
partes. les recurrentes después de trasplantes renales.
Se debe prestar especial a te n c ió n con las adherencias Averbach y cois.104 realizaron una o m e n toplastia en la
asociadas a enteritis posradioterapia. M orgenstern y cois.100 pelvis después de una resección a n terior baja con escisión
re co m ie n d a n que la adhesiólisis se realice sólo si es nece­ mesorrectal.
saria, ya q u e p e q u e ñ a s a b e rtu ra s d el in te s tin o p u e d e n En 1906, R utherford M o ris o n 49 describió la a n g iogéne-
c o n d u c ir a la ap a rició n de fístulas o perforaciones. Reali­ sis en el e p ip ló n m ayo r con fo rm a ció n de nuevo te jid o vas­
zar un bypass o una resección p u ede ser la decisión acer­ cular. W illia m s61 describe las situaciones en las que se p ro ­
tada. duce angiogénesis en el e p ip ló n (Tabla 10.5).
Shiraishi y cois.101 re com iendan la resección quirúrgica El tra ta m ie n to con laparoscopia de los infartos se g m e n ­
de parte del inte s tin o en caso de e n te ro c o litis p o sra d io ­ tarios del e p ip ló n ha sido propuesto por Goti y cois.105
terapia; se reduce el sangrado y se increm enta la supervi­ El in fa rto s e g m e n ta rio puede producirse p o r una t o r ­
vencia. sión del e p ip ló n 106. D urante el em barazo se han descrito
torsiones del e p ip ló n 107. Al-Husaini y cois.108 afirm an: «Se
debe te n e r un alto índice de sospecha de torsión p rim a ­
Fosas ria del e p ip ló n cuando al realizar una incisión en la fosa ilía­
ca derecha para tratar una apendicitis aguda se aprecie un
En las diferentes fosas se pueden p ro d u cir hernias que
apéndice n o rm al, especialmente ante la presencia de líq u i­
pueden con d u cir a obstrucciones parciales o totales del in­
do libre intraperitoneal serosanguinolento».
testino asociadas a la hernia interna. El cirujano debe recor­
El estudiante interesado en el tem a puede a cu d ir a los
d ar las estructuras anatóm icas ín tim a m e n te relacionadas
excelentes libros de Lie b e rm a n n -M e ffe r y W h ite 4 y G old-
con las fosas, co m o el uréter en la fosa intersigm oidea, la
s m ith 109.
vena mesentérica inferior en la fosa paraduodenal, la tríada
hepática en el hiato de W inslow, los vasos epiploicos dere­
cho e izquierdo, las arterias ileocólica derecha y cólica dere­
Cierre peritoneal
cha, y la arteria mesentérica superior en la fosa mesenteri-
coparietal de Waldeyer. Es conocida la capacidad del peritoneo para reparar d e ­
fectos en horas o días. Las responsables son las células m a ­
dre localizadas en el te jid o subperitoneal. La p a rticipación
Pliegues de las células mesoteliales es fu n d a m e n ta l, ya que pueden
sufrir una m ig ra ción transperitoneal y proliferar, c o n trib u ­
Los pliegues peritoneales suspenden diferentes estruc­
y e n d o a la reparación del peritoneo.
turas intraabdom inales; además recubren vasos, linfáticos,
Las adherencias se p ro d u ce n p or un retraso en la repa­
y nervios relacionados con los órganos. El cirujano debe es­
ración del peritoneo.
tar fam iliarizado con estos pliegues, que no deben conside­
M a z ie r y co is .110 p u b lic a n que no existen d iferencias
rarse adherencias.
entre el cierre o no del peritoneo. T hom e Saint Paul y cois.111
D ebido a sus relaciones anatómicas, los fluidos pélvicos
a firm an que se p ro d u ce m e n o r n ú m e ro de c o m p lic a c io ­
pueden llegar al diafragma derecho (síndrome de Fitz-Hugh
nes (linfoceles, fie b re ) en los pacientes en los que n o se
Curtis, perihepatitis g o nocócica), presentando un cuadro
cierra el perito n e o . Spernol y cois.112 aseveran que el p e ­
clínico p a rticular de colecistitis aguda.
rito n e o no debe ser cerrado. Una recom e n d a ció n sim ilar
Recordar: Es im p o rta n te la localización anatóm ica del liga­
realizan Nagele y cois.113. Than y cois.114 sugieren una evo­
m e n to frenico có lico derecho.
lución s im ila r después de una h isterectom ía a b d o m in a l,
en especial en la in te rv e n c ió n de W e rth e im -M e ig s . Por
Epiplón otra parte, D im p fl y cois.115 publican sus p ropios resulta­
dos en 343 m ujeres; no a p o rta n suficientes p ruebas de
El e p ip ló n puede p ro te g e r las líneas de sutura de una que evitar el cierre del perito n e o dism inuya las c o m p lic a ­
anastomosis intestinal. Puede ocasionalm ente cerrar p e rfo ­ ciones.
raciones del tra cto gastrointestinal. Se puede u n ir a adhe­ En el tra ta m ie n to del cáncer colorrectal, Chen y cois.116
rencias o bridas form adas en otros procesos. realizan una reconstrucción de la cavidad pélvica para p re­
El cirujano general debe te n e r en cuenta que el epiplón v e n ir la enteritis posradioterápica. Emplean la vaina p o ste ­
es m u y útil para prote g e r anastomosis, cub rir úlceras d u o ­ rior del m úsculo recto del a b d o m e n y el p e ritoneo para re­
denales perforadas y rellenar cavidades residuales después c u b rir la cavidad a b d o m in a l y la región del p ro m o n to rio
de e xtirpar quistes esplénicos o hepáticos. sacro y la región um bilical.
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Peritoneo, epiplón y hernias internas

téril d e b id o a la fuga de bilis, ju g o pancreático, o sangre pe­


T a b la 1 0 .5 . Angiogénesis del epiplón ritoneal, o puede ser séptica de b id o a la conta m in a ció n del
perito n e o p o r bacterias aerobias y anaerobias.
Adherencias intraabdominales
Anastomosis quirúrgicas La p eritonitis puede ser una secuela de un p ro ce d im ie n ­
Injertos biológicos libres (piel, hueso, urotelio) to in tra a b d o m in a l lim p io , c o n ta m in a d o o in fe cta d o . De
Prótesis microporosas (tráquea) acuerdo con W ittm a n n 59, la p eritonitis es la com plica ció n
Enfermedad arterial oclusiva (extremidades inferiores, SNC)
más fre cu e n te de la infección intra a b d o m in a l. Puede pre­
Metástasis transperitoneales
sentarse ta m b ié n asociada a la diálisis peritoneal.
Fuente: W illiam s R. A ngiogenesis a n d t h e g reater o m e n t u m . En: G o ld s­ Para p revenir la p eritonitis secundaria a la diálisis peri­
m i t h HS. O m e n t u m : P ro c eed in g s of t h e First I n t e r n a t i o n a l C o n f e r e n ­ toneal es necesario realizar una serie de m edidas117:
ce o n t h e O m e n t u m Held Research Triangle Park, N o r t h C a ro lin a, o c ­
tu b re 28-31, 1988. N u ev a York: Springer-Verlag, 1990, págs. 45-62. • C onexiones estériles según protocolos del p ro c e d im ie n ­
to adecuados.
• Educación cuidadosa del paciente.
• Profilaxis antib ió tica .
Cada cirujano debe d e cid ir el tra ta m ie n to del suelo pél­ • Identificación de pacientes de alto riesgo (pacientes con
vico. La elección entre un m é to d o abierto y uno cerrado enferm edades de la piel, pacientes con adherencias in ­
depende de con cuál se siente más c ó m o d o el cirujano. Si traabd o m in a le s graves).
existe contam inación peritoneal, el m éto d o abierto es esen­ • Empleo de catéteres apropiados.
cial. Ni el m é to d o abierto ni el cerrado son desechables; si • Empleo de soluciones de diálisis apropiadas.
no existen contraindicaciones, ambos deben considerarse N o vamos a entrar en la controversia sobre la pre ve n ­
y la elección dependerá de juicio quirúrgico. ción de la p e rito n itis m e diante la irrigación o e m p le o de
drenados. Cruse y Foord118 realizaron un estudio en Cal-
gary, Canadá, en 2 3 .0 0 0 pacientes con heridas q u ir ú rg i­
C o m p lica c io n e s a n a tó m ica s cas, y analizaron los factores que afectan a la incidencia de
q u e a fe c ta n al peritoneo infección postoperatoria.
y al epiplón Dos estudios dem uestran que no es necesario el d re n a ­
do en la colecistectomía no com plica d a 119,120. H u n t121 c o m ­
Las com plicaciones de los proce d im ie n to s que afectan para la m o rta lid a d de pacientes con c o n ta m in a ció n p e rito ­
a la cavidad peritoneal se m uestran en la Tabla 10.6. Las neal residual tratados: 1) sin lavado peritoneal, 2) con lavado
complicaciones pueden afectar al tracto gastrointestinal o a in tra o p e ra to rio sólo, y 3) lavado in tra o p e ra to rio y p o s to ­
los tres órganos impares: el hígado, el bazo y el páncreas. pe ratorio. N o encue n tra n diferencias significativas en los
Las com plicaciones específicas quirúrgicas de cada u n o de índices de m o rta lid a d de los tres grupos. En la serie sólo se
estos órganos han sido descritas en los capítulos correspon­ incluyen 44 pacientes; deben realizarse estudios en series
dientes. más amplias, que prodrían o b te n e r resultados diferentes.
La co m p lica ció n c o m ú n a todos estos p ro cedim ientos Un fa c to r q u e in c re m e n ta la m o rta lid a d in d e p e n ­
es la peritonitis, la inflamación de la cavidad peritoneal. W itt- d ie n te m e n te del tip o de tr a ta m ie n to es la edad del p a ­
m a n n 59 realiza una clasificación buena (pero no ideal) de las ciente. La m o rta lid a d aum enta de fo rm a significativa con
peritonitis (Tablas 10.7 y 10.8). La inflamación puede ser es­ la e d a d 118,121,122.

] Perlas clínico-quirúrgicas cas, previenen el descenso del intestino delgado en la pelvis,


El problema de si se debe reperitonizar la pelvis en pacien­ evitando los efectos secundarios de la radioterapia. Los lin-
tes con cáncer que han recibido tratamiento radioteràpico es foceles se form a n com o resultado de la disrupción de los
complejo. Existen probablemente tres razones. La reperito- conductos linfáticos con una linforrea que excede la capaci­
nización puede incrementar la cantidad de material extraño dad de absorción del tejido local. La cavidad abdominal tie­
presente en la pelvis y producir adherencias, especialmente ne una gran capacidad de absorción de linfa. Los linfoceles
entre la pared de la pelvis y el intestino delgado. Por otra pueden tratarse mediante la apertura del peritoneo parietal.
parte, la presencia en la pelvis del intestino delgado incre­ La ligadura cuidadosa de los vasos linfáticos que acompañan
menta el riego de enteritis actínica al encontrarse en el cam­ a las venas pélvicas diminuye el riego de que aparezcan lin­
po de la radiación. La reperitonización pélvica, y otras técni­ foceles. (RSF Jr)

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* Skandalakis

Peritoneo, epiplón y hernias internas

T a b la 1 0 .6 . Resumen de las complicaciones anatómicas de algunos procedimientos peritoneales


Anatomía quirúrgica

Procedim iento Lesión vascular Lesión nerviosa Lesión de órganos Procedimiento inadecuado
Procedim ientos Numerosas lesiones N inguna C on órganos específicos Peritonitis-hem operitoneo
en el peritoneo
Exploración Hemorragia de adherencias N ingu na Órganos sólidos o hu ecos Incisión dem asiado pequeña
del abd om en seccionadas N o se reconoce la
patología
Paracentesis H em atom a de vasos Nervios espinales P unción de intestinos, N ingu no
y culdocentesis epigástricos, epiploicos, 9.° a 12.° vesícula, vejiga, hígado,
mesentéricos o pélvicos bazo o quistes de
ovario

Fuente: M o d ificad o d e S k an d alak is JE, G ray SW, Rowe JS Jr. A n a to m ic a l C o m p l i c a t i o n s in G en eral Surgery. N u ev a York: McG raw -H ill, 1983; co n
au to rizació n .

Es fu n d a m e n ta l realizar una anastom osis co rrecta. La C o m p lic a c io n e s de l a p a ra c e n te s is


presencia de hem atom as puede favorecer la infección. Se
deben reparar las lesiones y perforaciones de las visceras
Y DE LA CULDOCENTESIS
huecas.
Finalm ente, to d o s los p ro c e d im ie n to s q u irú rg ic o s re­ Lesión v a s c u la r
quieren un p ro fu n d o co n o c im ie n to a n a tó m ico . La p e rito ­
Se puede p ro d u cir hem orragia p o r lesión de los vasos
nitis con bacteriem ia y sepsis puede evitarse a p licando la
epigástricos superiores o inferiores de la pared a b d o m in a l,
tríada de: p la n te a m ie n to terapéutico, técnica y anatom ía
o de vasos intraabdom inales del epiplón, mesenterio, o pel­
(Tabla 10.9).
Se puede producir una peritonitis recurrente incluso des­ vis. El resultado será la fo rm a c ió n de un hem a to m a en la
cavidad peritoneal o en la pared a b d o m in a l, o problem as
pués de un tra ta m ie n to correcto de una perito n itis p rim a ­
más graves.
ria o secundaria. De acuerdo con Nathens y cois.123 se pue­
de p r o d u c ir una p e rito n itis te rciarla en el 7 4 % de los
pacientes, y los m icroorganism os más frecuentes son: En-
terococcus, Candida, 5. epidermidis y Enterobacter. Los mis­ Lesiones nerviosas
mos autores afirm an que la peritonitis terciaria indica más
la aparición de un nuevo episodio que una mala evolución Pueden producirse secuelas deb id o a lesiones de los ner­
del proceso. vios espinales noveno a d u o d é cim o .

T a b la 1 0 .7 . Clasificación de acuerdo con la etiología


I . P e r it o n it is p r im a r ia s C. Peritonitis postraumatológica
A. Peritonitis espontánea en niños 1. Peritonitis asociada a traumatismo abdom inal cerrado
B. Peritonitis espontánea en adultos 2. Peritonitis asociada a traumatismo abdom inal
C. Peritonitis en pacientes con diálisis peritoneal penetrante
D. Peritonitis tuberculosa 3. Otras formas
E. Otras formas III. Peritonitis terciarias
II. P e r i t o n i t i s s e c u n d a r ia s A. Peritonitis sin patógenos
A. Peritonitis asociada a perforación B. Peritonitis c o n ho n g o s
1. Perforación gastrointestinal C. Peritonitis con bacterias de bajo grado
2. Necrosis de la pared intestinal (isquemia intestinal) IV. Absceso intraabdom inal
3. Pelviperitonitis A. Asociado con peritonitis primarias
4. Otras formas B. Asociado con peritonitis secundarias
B. Peritonitis postoperatoria C. Asociado con peritonitis terciarias
1. Fuga anastomótica
2. Dehiscencia de sutura
3. Drenado insuficiente
4. Otras fugas yatrogénicas

Fuente: W i t t m a n n DH. I n t ra - a b d o m i n a l In fection s. N u ev a York: Marcel Dekker, 1991.


492

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Peritoneo, epiplón y hernias internas

Clasificación de acuerdo
T a b la 1 0 .8 . T a b la 1 0 .9 . Prevención de la peritonitis
con la localización de la infección
Estrategia
1. Peritonitis difusa Antes de la cirugía Antibióticos, sobrealimentación,
2. Peritonitis localizada enemas de limpieza, fisioterapia
• Absceso intraabdominal respiratoria
• Absceso interasas En la intervención Irrigaciones, antibióticos, drenados
• Absceso en Douglas cerrados, cierre retrasado de la piel
• Absceso subfrénico Después de la cirugía Antibióticos, sobrealimentación,
• Absceso retrocólico fisioterapia respiratoria
• Absceso pancreático Técnica Cirugía correcta
• Otros abscesos Anatomía quirúrgica Conocimiento de la anatomía
regional
Fuente: Wittmann DH. Intra-abdominal Infections. Nueva York: Mar­
ee! Dekker, 1991. Fuente: Modificado de Skandalakis JE, Gray SW, Rowe JS Jr. Anatomi­
cal Complications in General Surgery. Nueva York: McGraw-Hill, 1983;
con autorización.

Lesiones v is c e ra le s
dos. Se pueden p ro d u c ir lesiones vasculares, y la tracción
Se puede perforar el intestino d elgado o grueso, la ve ­ del bazo, ocasionalm ente, puede p ro d u c ir su ruptura.
sícula biliar o la vejiga urinaria; la vejiga urinaria debe ser va­ Se debe evitar la lesión del po lo inferior del bazo al t i ­
ciada p re via m e n te a la p u n c ió n para evitar la lesión. Las rar del lig a m e n to gastrocólico y de un lig a m e n to accesorio
perforaciones intestinales cierran rápidam ente. La posibili­ descrito p or M o rg e n s te rn 126 c o m o « ligam ento criminal». El
dad de sepsis y peritonitis es rem ota, pero la lesión puede bazo se lesiona al tirar de este lig a m e n to .
ser im p o rta n te .
La p u n c ió n del hígado d u ra n te una paracentesis es si­
m ilar a la de una biopsia hepática. Existe la posibilidad de C o m p l ic a c io n e s de la o m e n t o p l a s t ia
p ro d u c ir lesiones esplénicas, así c o m o la p u n c ió n de un
El em pleo del epiplón en cirugía puede asociarse a c o m ­
quiste de ovario. Se puede p ro d u c ir hem orragia o disem i­
plicaciones anatómicas. Van Garderen y cois.127 describen
nación carcinomatosa secundarios a un quiste m a lig n o .
las diferentes c o m p lica cio n e s de la o m e n to p la stia . Entre
Roberts y A th e y 124 presentan seis casos en los q u e se
otras se encuentran la necrosis y el infarto del colgajo de epi­
acum ula aire en el m io m e trio c o m o com plica ció n de una
p lón. Boiskin y cois.128 describen hernias del colon trans­
culdocentesis. En 3.6 5 6 punciones transvaginales guiadas
verso de la o m e ntoplastia. Massard y cois.129 publican dos
con ecografía para o b te n e r óvulos, Dicker y cois.125 p u b li­
casos de hernia diafragm ática asociada a o m e n toplastia en
can 14 casos de com plicaciones graves p o te n c ia lm e n te le­
la cirugía de la pared torácica. John y B u c h m a n n 130 e m ­
tales.
plean colgajos de epiplón para cerrar la herida perineal des­
pués de una resección de recto; en un caso, el e p ip lón se
C o m p l ic a c io n e s de la e x p l o r a c ió n necrosó parcialmente.
L e ch n e ry Cesnik131 emplean el e p ip ló n para reconstruir
DEL ABDOMEN
parcialmente el diafragma entre la verdadera cavidad a b d o ­
La e xploración del a b d o m e n no está exenta de c o m p li­ m inal y la pelvis (o m e n to p e x ia a b d o m in o p élvica). Evitan­
caciones. Pueden producirse fallos en la id e n tifica ció n de do la presencia de asas intestinales en la cavidad pélvica se
la patología presente y al realizar procedim ientos inadecua­ d ism inuye el riesgo de enteritis posradioterapia.

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Retroperitoneo
John E. Skandalakis; G e ne L. C olborn; Thomas A. W eidm an; Robert A. Badalam ent;
Thomas S. Parrott; Odysseas Zoras; Petros Mirilas

(...) no es el nacimiento, el m atrim onio o la muerte, sino la gastrulación, el tiempo verdaderamente más im portante de tu
vida.
Lewis Wolpert1

Muchos misterios clínicos yacen ocultos tras el peritoneo. En este territorio interior de mesénquima desordenado, con sus ple ­
xos vasculares y nerviosos, sus extraños restos embrionarios y sus límites fasciales indefinidos, el clínico se encuentra, con fre­
cuencia, abandonado a la sola guía de su instinto y sus básicos principios diagnósticos.
The Lancet2

(...) todas las lesiones retroperitoneales nos recuerdan que lo que clínicamente es indefinido y difícil de ajustar a un único p a ­
trón, no parece serlo menos aunque se aumente m il veces.
The Lancet2

El diagnóstico de la enfermedad retroperitoneal proporciona un campo am plio para la grande synthèse (gran síntesis); pero
lo que solía ser la medida últim a de la agudeza diagnóstica de un solo clínico, es hoy una prueba mucho más rigurosa de la
pericia combinada de todo un equipo.
The Lancet2

La fascia transversal y otras fascias relacionadas con la


Historia musculatura lum bar son de origen mesodérmico. Los múscu­
La historia de la anatom ía y la cirugía del re tro p e rito ­ los del tr o n c o derivan de m io to m a s dorsales de som itas
neo se muestra en la Tabla 11.1. troncales y conservan de form a característica su inervación
p o r nervios espinales segm entarios en los niveles corres­
p o n dientes al origen de los músculos.

1 *
D esa rr o llo
Embriogénesis

normal
A n o m a l ía s c o n g é n it a s

El re tro p e rito n e o es un m ar sin mapa de navegación.


El perito n e o se desarrolla en to rn o a la tercera semana Las anomalías de esta región son las de los órganos in c lu i­
de la vida em brionaria. Las capas parietal y visceral se p ro ­ dos en ella, y quizá las de los varios com partim entos que fo r­
ducen p o r diferenciación hacia células mesoteliales del re­ m an este espacio anatóm ica y e m b rio ló g ica m e n te m iste­
vestim ie n to m esodérm ico p rim itiv o de la cavidad celóm i- rioso.
ca fetal inicial.
El d e sa rro llo de las fascias re tro p e rito n e a le s es e n ig ­
m ático y desconocido. Los m io to m a s dorsales son respon­ A n ato m ía quirúrgica
sables del desarrollo de los músculos psoas m a yor y cua­
d ra d o lum bar; los ventrales son responsables de la génesis Los espacios re tro p eritoneales son a m p lio s te rrito rio s
del m úsculo transverso del abd o m e n . Quizá unos y otros que carecen de un mapa exacto y aceptado. La Figura 11.1
sean responsables de la génesis de esas fascias p e rip a té ti­ ofrece una representación m u y esquemática. Debem os ha­
cas, que se unen en el bord e e xte rn o del m úsculo psoas cer un m ayo r esfuerzo para conocer y co m p re n d e r la ana­
mayor. tom ía q u irú rg ica de esta escondida región.

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Retroperitoneo 11
T a b la 11.1. Historia de la anatomía y la cirugía del retroperitoneo
Morgagni 1761 Describió un lipoma retroperitoneal hallado en autopsia
Cloquet 1817 Estudió la fascia perirrenal
Bogros 1823 Estudió la anatomía quirúrgica de la región ilíaca
Lobstein 1829 Usó por primera vez el término tumor retroperitoneal
Broca 1850 Descubrieron tumores retroperitoneales en autopsia
Moynier 1850
Treitz 1853 Estableció la teoría de «absorción». Describió la fascia retroduodenopancreática
Dickinson 1871 Describió un tumor teratomatoso semejante a los teratomas dermoides hallados
habitualmente en el ovario
Toldt 1879,1893 Teoría de las fascias viscerales conjuntas
Zuckerkandl 1883 Describió la fascia renal posterior
Bassini 1889 Describió un cistadenoma retroperitoneal parecido al cistadenoma seudomucinoso del ovario
Rogie 1894 Describió la anatomía retroperitoneal
Gerota 1895 Describió la fascia renal anterior
Poirer y cois. 1923 Estudiaron la lobulación del tejido adiposo en las regiones pararrenal y perirrenal
Drouet 1941 Estudió la región subperitoneal
Bumann 1945 Describió la embriología de la región renal
Altmeir & Alexander 1961 Describieron los compartimentos extraperitoneales por encima del borde pélvico
Stevenson & Ozeran 1969 Subdividieron la anatomía de la pelvis extraperitoneal en los espacios posterior, anterior,
inferior y superior
Meyers y cois. 1972 Descripciones de los espacios pararrenales y perirrenales anterior y posterior
Wickham 1979 Operó con neumorretroperitoneo para extraer endoscópicamente un cálculo ureteral
Hureau y cois. 1990, 1991 Estudiaron con tomografía computarizada losespacios extraperitoneales
Korobkin y cois. 1992 Emplearon la tomografía computarizada para estudiar la anatomía y las colecciones líquidas
en el espacio retroperitoneal
Gaur 1992 Realizaron cirugía renal retroperitoneal videoscópica
McDougall y cois. 1994

Tabla elaborada por David A. McChtsky II I y John E. Skandalakis.

B ibliografía:
CreppsJT, Welch JP, Orlando R III. Management and outcome of retroperitoneal abscesses. Ann Surg 1987;205:276-281.
Hureau J, Agossou-Voyeme AK, Germain M, Pradel J. [The posterior interparietoperitoneal spaces or retroperitoneal spaces. 1:
Normal topographic anatomy], J Radiol 1991;72:101-116.
Hureau], Pradel J, Agossou-Voyeme AI<, Germain M. [The posterior interparieto-peritoneal or retroperitoneal spaces. 2: Pathological x-
ray computed tomographic image], J Radiol 1991;72:205-227.
Korobkin M, Silverman PM, Quint LE, Francis IR. CT of the extraperitoneal space: normal anatomy and fluid collections. AJR
1992;159:933-941.
McDougall EM, d a y m a n RV, Fadden PT. Retroperitoneoscopy: the Washington University Medical School experience. Urology
1994;43:446-452.
Pack GT, Tabah EJ. Primary retroperitoneal tumors. Int Abstr Surg 1954;99(3):209-231, 99(4):313-341.

R e l a c io n e s t o p o g r á f ic a s dos denom inados visceras retroperitoneales. Éstas son las su­


prarrenales, los riñones y los uréteres. Hay ta m b ié n n u m e ­
El espacio re troperitoneal es la región de la pared a b ­ rosas estructuras vasculares y nerviosas, que incluyen la aor­
dom inal posterior situada entre el peritoneo parietal y la su­ ta y sus ramas, la vena cava infe rio r y sus trib u ta ria s, los
perficie interna o p ro fu n d a de la fascia transversal. D entro vasos y ganglios linfáticos, el plexo lu m b a r y sus ramas, y
de este espacio hay órganos em briológicam ente relaciona­ los troncos simpáticos.

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* Skandalakis

Retroperitoneo

FT FTL
Anatomía quirúrgica

Saco
menor
Glándula suprarrenal
Grasa
Grasa

Tejido conectivo

— FR

Mesenterios: —
Mesocolon transverso
Mesenterio del intestino
delgado
Mesocolon pèlvico

i
EPRA

I
Colon
ascendente y1
descendente
Duodeno
Páncreas
Otros posibles
órganos
relacionados

Vejiga Suelo A nterior


Espacio
urinaria pélvico Media
de Bogros
Posterior

F igura 11.1. Espacios retroperitoneales (muy esquemático). EP, espacio perirrenal; FR, fascia renal (de Gerota); P, peritoneo; EPRA,
espacio pararrenal anterior; EPRP, espacio pararrenal posterior; FTL, fascia toracoloumbar; FT, fascia transversal; M, músculos.

Además de los órganos y tejidos que se desarrollan en C o m p a rtim e n to s d e l e s p a c io


el retro p e rito n e o , otros órganos alcanzan una posición se­ re tro p e rito n e a l
c u n d a ria m e n te re tro p e rito n e a l dura n te el desarrollo e m ­
b rio ló g ic o tardío. Éstos son la m ayor parte del d u o d e n o , el Tres c o m p a rtim e n to s del espacio retroperitoneal están
páncreas y grandes porciones del colon ascendente y des­ relacionados con el riñón:
cendente.
• C o m p a rtim e n to pararrenal anterior.
D en tro del espacio retroperitoneal m ayor hay tam b ié n
• C o m p a rtim e n to pararrenal posterior.
varios espacios pequeños o subcom partim entos. Tejido con­
• C o m p a rtim e n to perirrenal.
ju n tiv o laxo y grasa rodean las form aciones anatóm icas y,
en g ra d o variable, ocupan los espacios más pequeños. El La fascia renal, te jid o c o n ju n tiv o c o lá g e n o de o rigen
perito n e o parietal está en con tin u id a d con el p eritoneo vis­ m esodérm ico que rodea al riñón, es la responsable de esta
ceral y viceversa. co m p a rtí m entación.
496

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Retroperitoneo

Músculo oblicuo externo

Músculo psoas M úsculo oblicuo interno I

Músculo cuadrado
lumbar

Fascia toracolumbar
anterior

Músculo dorsal
ancho

Fascia toracolum bar


Fascia subcutánea
media F ig u r a 1 1 .2 . Diagrama de la sección
transversal a través de la pared corporal pos­
Fascia toracolum bar posterior Músculos erectores de la columna dorsal terior en la región lum bar. [sl<2]

Las capas fasciales y los espacios relacionados con el ri­ terior, que incluye la fascia to ra c o lu m b a r (antes llamada
ñón son los siguientes, de a n te rio r a posterior: fascia lum bodorsal). Hay diferentes puntos de vista respec­
to a la te rm in o lo g ía y to p o g ra fía de la fascia to ra colum bar,
• Peritoneo.
y sobre si consiste en dos o en tres capas.
• Espacio pararrenal a n te rio r (con cantidad variable de te ­
Desde nuestro p u n to de vista, la fascia to ra c o lu m b a r
jid o co n ju n tiv o laxo y grasa).
consta de tres capas de te jid o co n ju n tiv o que cubren o en­
• Lámina ante rio r de la fascia de Cerota.
cierran a la m usculatura de la espalda, inclu ye n d o al cua­
• Espacio perirrenal (el riñón y el uréter; la suprarrenal en
d rado lum bar. En la región lu m b a r la fascia to ra c o lu m b a r
un s u b c o m p a rtim e n to separado; grasa).
• Lámina posterior de la fascia de Cerota.
• Espacio pararrenal posterior (h a b itu a lm e n te con un gran
c o n te n id o de grasa más com pacta).
• Fascia to ra c o lu m b a r (lu m bodorsal) y fascia del músculo
psoas.

De form a general, la fascia muscular que tapiza el a b d o ­ Cervical

men se conoce c o m o la fascia transversal (Fig. 11.2). Sin


em ba rg o , más específicamente, la fascia transversal, que es
el revestim iento del músculo transverso del a b d om en, c o n ­
tin ú a p o r arriba con la fascia subdiafragm ática. En su par­
te m edial co n tin ú a con la fascia del psoas y con el revesti­ - Fascia
m ie n to fascial to ra c o lu m b a r (o lum b o d o rsa l) del músculo toracolum bar
Torácica
cuadrado lum b a r (lámina anterior). Por abajo co ntinúa con
la fascia del músculo ilíaco y con la fascia m uscular parietal
de la pelvis verdadera.
N obel y cois.3 hallaron, en la m a yo r parte de las disec­
Lumbar
ciones, cuatro capas extraperitoneales de fascia situadas su­
perficial y paralelamente a la vaina del m úsculo ilíaco. En­
tre estas capas de fascia se fo rm a n tres espacios potenciales
o bolsas.

F ascia to ra c o lu m b a r

Detrás de las fascias que revisten el riñón y la grasa pa­


rarrenal está la fascia m uscular de la pared a b d o m in a l pos­ F ig u ra 11.3. Fascia toracolumbar. [b ri]

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* Skandalakis

Retroperitoneo

La lám ina m edia parte de las superficies posteriores y


puntas de las apófisis transversas de las vértebras lu m b a ­
Porción cervical de la res. A ju ic io de algunos anatomistas, ésta es la lám ina an­
Anatomía quirúrgica

fascia to ra co lu m b a r
te rio r de la fascia toracolum bar. La capa media está e n g ro ­
sada en su parte superior por una cinta robusta, el ligam ento
lum bocostal, q u e está ligado a las apófisis transversas de
las dos primeras vértebras lumbares y a la superficie inferior
B de la d u o d é c im a costilla. El b o rd e a g u d o del lig a m e n to
Porción torá cica de la
lum bocostal es un ind icador m u y im p o rta n te de la línea in­
fascia to ra co lu m b a r
fe rio r de reflexión pleural, y debería evitarse en la o p e ra ­
c ió n 4. Las láminas media y posterior envuelven al m úsculo
erector de la colum na.
La lámina anterior de la fascia toracolum bar es la más del­
gada de las tres capas. Parte de las bases y superficies ven­
trales de las apófisis transversas, en situación p ro fu n d a al
c m úsculo psoas (Fig. 11.6). Está reforzada en su parte supe­
Lámina posterior- Porción lum bar
rio r p o r el lig a m e n to arqueado lateral que, en parte, co n ­
de la fascia to ra c o lu m b a r
trib u y e al origen del diafragma. La lámina anterior de la fas­
cia to ra c o lu m b a r cubre la superficie ventral del cuadrado
lum b a r y continúa m edialm ente con el revestim iento fascial
del m úsculo psoas.
Las láminas media y a n te rio r encierran al m úscu lo cua­
d ra d o lu m b a r y lo separan de la m usculatura más p ro fu n ­
da erectora de la colum na. Las tres láminas se unen late­
ralm ente y co n tin ú a n con los orígenes a p o n e u ró tico s del
o b lic u o inte rn o y del transverso del a b d o m e n (Fig. 11.6).
F ig u ra 11.4. Tres com partim entos formados por la fascia to ­ T opog rá fica m e n te puede ser útil recordar que el m úsculo
racolumbar. [b r l ] o b lic u o e xte rn o no se extiende p o ste rio rm e n te en c o n ti­
nu id a d hasta la co lu m n a vertebral; su b o rd e p o sterior des­
ciende casi verticalm ente desde la punta de la d u o d é cim a
se c o m p o n e de las láminas o capas anterior, media y pos­ costilla hasta la parte más elevada de la cresta ilíaca; por
terior. En realidad, el té rm in o fascia to ra c o lu m b a r describe ello, constituye un fácil indicador de la posición de dicha cos­

un sistema co n tin u o de fascia que empieza en la región oc­ tilla.


cipital y te rm ina en el sacro (Figs. 11.3, 11.4 y 11.5).
La lám ina posterior de la fascia to ra c o lu m b a r parte de
las apófisis espinosas vertebrales. Incorpora y es continua a la
aponeurosis del dorsal ancho (Fig. 11.6). O b lic u o e x te rn o

i O b lic u o in te rn o

M úsculo e rector de la colum na

D orsal
ancho '
C uadrado lum bar
Ere cto r de la c o lu m n a
M u lt ífid o
Lám inas a n te rio r y p o s te rio r
de la fa scia to r a c o lu m b a r
F igu ra 11.5. C om partim ento osteofibroso del músculo erec­
tor de la columna; com partim ento fascial para el músculo cua­ F ig u r a 1 1 .6 . Esquema de la fascia toracolum bar. Sección
drado lumbar, [b rl] transversal de la pared abdom inal posterior. [ho8]
498

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Retroperitoneo 11
El origen del o b licu o interno desde la lám ina a p oneuró-
tica p ro p o rcio n a una guía para las incisiones posteriores a
Musculatura de la pared corporal la altura del riñón. A este respecto, se debe recordar la p o ­
sición del nervio subcostal (nervio espinal T I 2) p o r debajo
de la d u o d é cim a costilla. De m o d o semejante, los nervios
Tejido conectivo iliohipogástrico e ilioinguinal (o la rama prim aria ventral de
retroperitoneal:
L1 d e la que p ueden pa rtir) están p recisam ente situados
Estrato externo
p o r debajo de la aponeurosis y el m úsculo o b licu o interno.
Estrato medio
O b via m e n te , están en situación de riesgo en las incisiones
Estrato interno
posteriores.
Epitelio celómico

Tejido c o n ju n tiv o re tro p e rito n e a l


(e x tra p e rito n e a l)

H in m a n 5 subdividía el te jid o c o n ju n tiv o re troperitoneal


en tres capas (estratos): estrato e xte rn o , estrato m e d io y
estrato inte rn o (Fig. 11.7). El estrato e xte rn o fo rm a la fas­
cia a b d o m in o p élvica, que es la fascia transversal. El estrato
in te rm e d io fo rm a la fascia renal (la fascia de G erota). El es­
tra to interno es sencillam ente el perito n e o y la llamada fas­
cia de fusión (Fig. 11.8), presente en la conflu e n cia de «un
ó rg a n o intraperitoneal (el páncreas, el d u o d e n o o el colon
ascedente o descendente) con la superficie subyacente del
ep ite lio celó m ico p rim itivo».
H inm an5 afirmaba, además, que el estrato interno cubre
las visceras gastrointestinales y su vascularización. El estra­
to in te rm e d io envuelve las suprarrenales, los riñones, los
F igura 11.7. Desairollo fascial retroperitoneal a las 5 semanas.

Peritoneo

Fascia de fusión

Lámina anterior de la fascia renal

Riñón

Espacio perirrenal

Lámina posterior de la fascia renal

Espacio pararrenal

Vena cava Aorta Fascia transversal

F ig u r a 11.8. Distribución de las fascias retroperitoneales a los 7 meses. [hí\


499

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* Skandalakis

Retroperitoneo

uréteres y los vasos y nervios. El estrato e xterno fo rm a la de su revestim iento peritoneal con el p e ritoneo parietal
fascia interna, que tapiza la pared corporal. Nosotros aña­ posterior.
diríam os la o p in ió n de que el estrato inte rm e d io represen­ • Posterior: La pared poste rio r del espacio se relaciona con
Anatomía quirúrgica

ta los tejidos conju n tivo s extraperitoneales, que están aso­ varios músculos. Estos son, en sentido lateral a medial: la
ciados con las paredes a nterior, lateral y p o s te rio r de la aponeurosis del transverso del a bdom en, el m úsculo cua­
cavidad abdom inopélvica. Estos tejidos están condensados d ra d o lu m b a r y el m úsculo psoas, que es el más medial.
localm ente o, de o tro m o d o , especializados en su form a, Estos tres músculos están cubiertos p or una capa de fas­
en asociación con diferentes órganos c o m o los riñones. cia bastante resistente, que es co m ú n con los músculos
Davies6 observó que el tejido co n juntivo extraperitoneal, iliopsoas. Sin e m b a rg o , la capa an te rio r de la fascia tora-
al igual que el tejido subcutáneo bajo la piel, se c o m p o n e de codorsal cubre el cu adrado lumbar. Estos límites fo rm a n
dos capas. La capa más cercana al peritoneo es grasa (com o la región lu m b a r del espacio re troperitoneal, en el cual
la fascia de Cam per). La segunda capa, más cercana a la fas­ se alojan la g lá n d u la suprarrenal derecha, el riñ ó n d e ­
cia muscular, es más m em branosa (c o m o la fascia de Scar­ re cho, el c o lo n asce n d e n te , el d u o d e n o , la g lá n d u la
pa). De acuerdo con esta teoría, las glándulas de la piel in­ suprarrenal izquierda, el riñón izquierdo y el colon des­
vaden el tejido subcutáneo subyacente y, sim ilarm ente, las cendente.
visceras abdom inales y pélvicas se desarrollan d e n tro de la
Puesto que el espacio retroperitoneal te rm in a en el dia­
capa fibroareolar del tejid o conectivo extraperitoneal, ad­
fra g m a pélvico y se extie n d e lateralm ente hasta la m ita d
qu irie n d o sus mesenterios y cápsulas de te jid o conectivo.
posterior de la cresta ilíaca, debem os considerar otras dos
Algunos órganos reciben tam bién una cubierta adicional de
regiones desde un p u n to de vista q u irú rg ic o : la fosa ilíaca
peritoneo. Por tanto, los tejidos conjuntivos perirrenales con­
y el b o rd e pélvico de la pelvis verdadera. Tam bién nece­
sisten en una m atriz interna areolar-grasa y una capa exte­
sitamos in c lu ir (o e x te n d e r el espacio re tro p e rito n e a l en
rior m em branosa de te jid o perirrenal.
sentido a n te rio r hasta inclu ir) las m últiples regiones entre
las hojas mesentéricas, c o m o el m esocolon transverso, el
Lím it e s de la r e g ió n r e t r o p e r it o n e a l mesenterio del intestino d e lg a d o y el m esocolon pelviano.

Los límites de la región retroperitoneal pueden ser los si­


guientes:

• Superior: T I 2 y duo d é cim a costilla.


• Inferior: La base del sacro, la cresta ilíaca, las ramas supe­
riores de los huesos púbicos y el diafra g m a pelviano.
• Lateral: La línea vertical que pasa entre el m úsculo erec­
to r de la colu m n a (sacroespinal) y los tres músculos pla­
nos abdom inales, o bien p or el borde lateral del m úscu­
lo cuadrado lumbar. Pack y Tabah7 extie n d e n el espacio
de este m o d o : «En un sentido práctico, extenderíam os
este espacio más lateralm ente hasta la pu n ta de la d u o ­
décim a costilla, con una línea bajada p e rp e n d ic u la rm e n ­
te hasta un p u n to de la cresta ilíaca situado a p ro xim a d a ­
m e n te en la un ió n de su m itad an te rio r con la posterior.
Esta línea corresponde al p u n to en el que el transverso
del a b d om en se hace aponeurótico, aponeurosis que par­
te de las puntas y bordes de las apófisis transversas de las
vértebras lumbares».
• Medial: Las vértebras lumbares y sacras con la aorta a b d o ­
minal, la vena cava inferior y sus ramas, las cadenas sim ­
páticas y los plexos nerviosos, y los elem entos linfáticos.
• Anterior: Las form aciones anatóm icas que se relacionan
con la pared anterior y el peritoneo parietal son: parte del
h ígado y su zona descubierta, parte del d u o d e n o , parte
del colon ascendente, parte del colon descendente y gran
parte del páncreas d e n tro del saco menor. Colon, d u o d e ­
no y páncreas son órganos intraperitoneales durante gran
parte de su desarrollo em brionario, pero se establecen en
su posición retroperitoneal definitiva m e d ia n te la fusión F ig u r a 11.9. Tres zonas anatómicas del retroperitoneo. [/2u]
500

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Retroperitoneo

N u n n y cols.8 propusieron una división anató m ica rea­ pared abdom inal anterior. Justo detrás de la grasa está la fas-
lista del espacio re tro p e rito n e a l en tres zonas (F ig . 11.9) cía m u ltila m in a r del ilíaco.
orientada a la descripción y to m a de decisiones en el tra ­ El suelo de la fosa ilíaca es el m úsculo ilíaco. El nervio
ta m ie n to de una lesión retroperitoneal. Estas zonas, sus lí­ ilio hip o g á strico cruza h a b itu a lm e n te la fascia del ilíaco en
mites y co n te n id o son los siguientes: sentido medial-lateral p o r detrás de la p o rción inferior del
riñón. Otras ramas del plexo lum bar pasan a través del psoas
Zona I ( Centromedial)
m a yor y, al cruzar la fosa ilíaca, se sitúan p o r debajo de la
• Superior: Aberturas diafragm ática, esofágica y aórtica. fascia ilíaca. El nervio fe m o ra l desciende en la parte lateral
• Inferior: P ro m o n to rio sacro. del intervalo entre los músculos psoas e ilíaco.
• Lateral: Músculos psoas.
Las arterias y venas ilíacas com unes y externas, que dis­
• Contenido: Aorta abdom inal, vena cava inferior, páncreas, curren en sentido inferior en to rn o al borde de la pelvis ver­
d u o d e n o (en parte). dadera y sobre la superficie del psoas, están cubiertas por
Zona II (Lateral) una extensión m edial de la fascia del ilíaco. En un nivel in ­
• Superior: Diafragma. ferior, la fascia ilíaca c o n trib u y e a la fo rm a c ió n del tra cto
• Inferior: Crestas ilíacas. iliopúbico, ju n to con la fascia transversal y el músculo trans­
• Lateral: Músculos psoas. verso del abd o m e n .
• Contenido: Riñones y sus vasos, uréteres y sus porciones
a bdom inales, colon ascendente y descendente, flexura E sp acio p erirre n al
hepática y esplénica.
El espacio perirrenal es el a lo ja m ie n to de los riñones;
Zona III (Pélvica)
p o r ta n to , am bos órganos están situados entre la lámina
• Anterior: Espacio de Retzius.
poste rio r y la lámina a n te rio r de la fascia de Gerota. A c o n ­
• Posterior: Hueso sacro.
secuencia de la c o m p a rtim e n ta c ió n del espacio retroperi-
• Lateral: Pelvis ósea.
toneal p o r los varios tejidos conjutivos retroperitoneales y
• Contenido: Pelvis en su totalidad, pared pélvica, colon rec-
fascias, el riñón está envuelto por las láminas anterior y pos­
tosigm oide, vasos ilíacos, órganos urogenitales (en parte).
te rio r de la fascia renal (fascia de Gerota o fascia perinéfri-
Falcone y cois.9 d o c u m e n ta ro n que un h e m a to m a de ca o perirrenal) y p o r el te jid o graso situado d e n tro y fu e ­
grado m od e ra d o a grave en la zona I, consecuencia de una ra de la fascia.
contusión, ide n tifica d o p o r to m o g ra fía co m p u ta riza d a , y La lám ina a n te rio r se conoce ta m b ié n c o m o fascia de
unido a lesiones intraabdom inales múltiples o con una p u n ­ Toldt, y la posterior c o m o fascia de Zuckerkandl.
tu ación de viscera sólida (SVS) m ayo r de cuatro, indicaba Last" calificó la fascia renal c o m o una «im precisa c o n ­
la necesidad de una e xploración urgente. densación de te jid o areolar entre el perito n e o parietal y la
La valoración radiológica del re tro p e rito n e o ha sido in­ pared a b d o m in a l posterior». Sin e m b argo, añadió que «al­
vestigada p or Chaffanjon y cois.10. Estudiaron la anatom ía gunas de sus adhesiones m erecen a te n c ió n , puesto que
de cadáveres y sujetos sanos u tilizando resonancia m a g n é ­ c o n trib u y e n a restringir el vaciam iento total de un absce­
tica y tom o g ra fía com pu ta riza d a (RM y TC). Han propues­ so perinéfrico» (Fig. 11.10).
to que la o rie n ta ció n de las visceras re tro p eritoneales (el La fascia renal tiene un trayecto peculiar. C ubre la g ra­
páncreas, las glándulas suprarrenales y los riñones) d e p e n ­ sa de las superficies a n te rio r y posterior del riñón. Hay una
de ta n to de la m orfo lo g ía individual c o m o del ta m a ñ o del cierta fijación medial a las cubiertas adventicias de los va­
hígado. Hay dos marcas hepáticas indicadoras para la im a ­ sos renales, con extensión a la aorta p or la izquierda y a la
gen ra d iológica: la vena hepática m edia y la bifurca ció n vena cava inferior (VCI) p o r la derecha. Por arriba, hacia la
portal. Recomiendan usar planos de sección oblicuos para g lá n d u la suprarrenal y el dia fra g m a , se unen las láminas
los estudios retroperitoneales. an terior y posterior, o quizá se funden, y fin a lm e n te se ju n ­
En este capítulo presentaremos bre ve m e n te las carac­ tan con la fascia diafragm ática. N o obstante, en el po lo su­
terísticas destacables de la fosa ilíaca. D escribim os la pared perior del riñón existe un tabique fascial que separa la glá n ­
pélvica en el capítulo sobre la pelvis y el periné, y las des­ dula suprarrenal del riñón.
cripciones de los mesenterios están incluidas en los c a p ítu ­ Después del examen anatóm ico de diez cadáveres, Reich
los correspondientes a sus visceras asociadas. y cois.12 describieron una lam inilla m arginal vascularizada
de base ancha (co rrespondiente a la lám ina a n terior de la
fascia de Gerota) que quedaba en la región de la segunda
Fosa ilía c a
y tercera partes del d u o d e n o . Ésta cubría la vena cava infe­
La fosa ilíaca está revestida p or el p e rito n e o que cubre rior, pero se fijaba a la aorta a b d om inal.
la grasa extraperitoneal. En sentido medial, c o n tin ú a hacia La extensión infe rio r de ambas láminas a n terior y pos­
el espado retroperitoneal (región lum bar), luego hacia aba­ te rio r de la fascia renal es una incó g n ita . Algunos a n a to ­
jo hasta la pared pélvica y ta m b ié n hacia adelante hasta la mistas y cirujanos creen q u e las dos láminas se fusionan.

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■ Skandalakis

Retroperitoneo

C u a d ra d o lu m b a r
Fa scia p e r i n é f r i c a
Anatomía quirúrgica

A rte ria lu m b a r

L i g a m e n t o M e n o -r e n a l

M ú s c u lo p soas

A o rta

V ena cava in fe rio r

Fascia t r a n s v e r s a l

P án cre as

Saco m e n o r E p i p ló n
g a s tro e s p lé n ic o

Saco m a y o r

T e jid o a r e o l a r r e t r o p e r i t o n e a l

F ig u r a 11.10. Sección horizontal a través del riñ ó n izquierdo, bazo y estómago. [Ia3]

Sin em bargo, otros creen que no se fusionan y permanecen m e m bra n a parecida al mesenterio, p ro b a b le m e n te deriva­
en estado de no-unión, lo que, p or tanto, perm ite solamen­ da de la fascia perirrenal. La extensión hacia abajo de la fas­
te al riñón desplazarse hacia abajo, y no a la glándula su­ cia de Gerota se pierde en el espacio infrarrenal con el te ­
prarrenal (riñón ptósico, nefroptosis, o riñón flotante). Otros jid o graso pararrenal.
sostienen la ¡dea de una u nión débil, que puede romperse A lgunos investigadores, que intentan explicar la n e fro p ­
p o r una colección líquida en el espacio perirrenal, de arri­ tosis, la a trib u ye n a la pérdida de peso y, p o r ta n to , a la
ba abajo hacia la pared pélvica. Raptopoulos y cois.13 refi­ pérdida de grasa perinéfrica, la cual creen m antiene al riñón
rieron que la enferm edad perirrenal no se extiende al inte ­ en su posición norm al.
rior de la pelvis a causa de la fusión de las fascias renales y La lámina renal posterior se une con la fascia renal ante­
la fo rm a c ió n de un co n o que actúa c o m o barrera contra la rior cerca de la superficie posterolateral del colon ascenden­
extensión de la enferm edad. te o descendente para fo rm a r la fascia lateroconal. Esta fas-
Quienes defienden la no-u n ló n a rg u m e n ta n que las ex­
tensiones inferiores de las láminas ante rio r y posterior fo r­
man la llamada vaina periureteral. U no de los autores de
este capítulo (JES) recuerda claram ente la época de la insu­ ] Perlas clínico-quirúrgicas
flación retroperitoneal con aire (neumografía presacra); esta
Me parece improbable que la grasa perinéfrica manten­
técnica, utilizada antes de la TC, la RM, etc., dibujaba con
ga el riñón en su posición. Parece más probable que los pa­
precisión el c o n te n id o renal d e n tro del espacio perirrenal.
cientes con una gran pérdida de peso hayan estado cata-
Señalaba ta m b ié n anomalías patológicas (si las había), es­
bólicos, y que haya habido tanta pérdida de grasa com o
pecialm ente las de las glándulas suprarrenales (Fig. 11.1).
de proteínas, incluyendo la estructura proteínica de la fas­
O tro de los autores de este capítulo (GLC) ha observado
cia retroperitoneal que mantiene la posición de los riñones.
en muchas disecciones que se ve descender el uréter por de­
(RSF Jr)
trás de la lámina anterior de la vaina, trayendo consigo una
502

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Retroperitoneo 11

F ig u ra 11.11. A, Diagrama axial a la altura de los riñones. B, Diagrama sagital por el plano del riñ ó n derecho. Se muestran
los tres compartim entos retroperitoneales mayores: espacio pararrenal anterior (rayado), espacio perirrenal (rayas cruzadas), es­
pacio pararrenal posterior (punteado). H, hígado; P, páncreas; Sm, saco menor; B, bazo; V, vena cava; A, aorta; R, riñ ó n ; RD, r i ­
ñón derecho; RI, riñ ó n izquierdo; C, colon; D, duodeno, [io]

c¡a continúa hasta juntarse con el peritoneo parietal en al­ los c o m p a rtim e n to s que ésta define (Figs. 11.11 y 11.12).
gún p u n to anterolateral de la región intestinal derecha o iz­ Estos autores hallaron q u e ambas láminas (a n te rio r y pos­
quierda. Sin em bargo, con frecuencia, se ve que está redu­ te rio r de la fascia de G erota) pueden verse ra d io ló g ic a ­
cida a una delgada cubierta de tejido co n ju tivo interpuesta m e n te en el 5 0 % de los pacientes. Los m ism os autores
entre el peritoneo y la fascia transversal. afirm aro n que la lám ina posterior es más gruesa en c o m ­
C orresponde m erecida fama a Meyers y su g ru p o 14'16, paración con la anterior. La lámina p o ste rio r ta m b ié n se
O lip h a n t y cois.17'21 y Parienty y cois.22 p o r sus estudios so­ visualiza con m a yo r frecuencia. La an te rio r es más p ro m i­
bre la anatom ía y anatom ía radiológica de la fascia renal y nente en el lado izquierdo.

F ig u r a 11.1 2. A, TC a la altura del riñ ó n izquierdo. Fascia renal anterior (flecha recta larga). Fascia renal posterior (flecha cur­
va). Fascia lateroconal (flechas cortas). B, Diagrama de las mismas láminas de la fascia renal. C, colon; FRA, fascia renal ante­
rior; FLC, fascia lateroconal; FRP, fascia renal posterior, [ico]
503

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• Skandalakis

Retroperitoneo

Las causas de una colección líquida perirrenal son las si­


guientes:
Anatomía quirúrgica

• H em orragia d ebida a tra u m a tis m o a b d o m in a l contuso,


ro tura de un vaso o aneurisma aórtico, o hem orragia es­
pontánea secundaria a neoplasia benigna o maligna.
• U rin o m a secundario a uropatía obstructiva, tra um atism o
ab d o m in a l contuso o lesión yatrogénica (secundaria a ci­
rugía o diagn ó stico instrum ental).
• Absceso secundario a pielonefritis o a un urinoma infectado.

C o m p a rtim e n to p a ra rre n a l a n te rio r


C oin cid im o s con Rubenstein et al.23 en que el c o m p a r­
tim e n to pararrenal an te rio r (Figs. 11.1 3 y 1 1 .1 4 ) es un es­
pacio retroperitoneal d e fin id o y no un espacio intraperito-
neal, co m o a firm aron D odds y cois.24.
De acuerdo con Korobkin y cois.25 es más frecuente una
colección líquida en el lado izquierdo que en el derecho,
d e b id o quizá a la pancreatitis de la cola (Fig. 11.15). La co­
lección líquida en el lado derecho es secundaria a una per­
F ig u ra 11.13. Absceso en el espacio pararrenal anterior. TC foración d u odenal o a una pancreatitis.
que muestra Líquido y burbujas de gas (A) entre el duodeno, el
hígado y el riñón derecho. La fascia renal anterior (flechas) for­ C o m p a rtim e n to p a ra rre n a l posterior
ma el borde posterior del absceso. Ascitis peritoneal rodeando
el hígado, [ico] Una colección líquida en este espacio es un fe n ó m e n o
raro. De acuerdo con M in d e ll y cois.26 puede producirse si
existe suficiente líquido.

F ig u r a 11.1 4 . Extensión retrorrenal de líquido de pancreatitis. A, TC que m uestra líquido (L) en el espacio pararrenal an te­
rior izquierdo que se extiende posteriorm ente hasta el riñón y produce una im agen característica en forma de cuña. B, Diagra­
ma que muestra el líquido (área rayada) que disecciona las capas de la fascia renal posterior. La flecha indica la dirección de la
colección líquida en el EPA. EPA, espacio pararrenal anterior; C, colon descendente; FLC, fascia lateroconal; FRP, dos capas de
la fascia renal posterior, [to]
504

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Retroperitoneo

vía algo discutible. N o obstante, Kneeland y cois.30 y M in -


dell y cois.26, utiliza n d o estudios radiológicos y en cadáver,
refirieron que los espacios perirrenales pueden estar c o m u ­
nicados cruzando la línea media p o r delante de la aorta y
la vena cava inferior y p o r detrás de las láminas anteriores
de la fascia renal. Si esto es cierto, una patología vascular
en la línea media, c o m o un aneurisma aórtico, puede des­
plazarse al espacio perirrenal izquierdo o incluso al dere­
cho. H o p p e r y cois.31 no estuvieron de acuerdo, advirtie n ­
d o de que el cam ino de la sangre procedente de tal ruptura
es hacia el m úsculo psoas y después al in te rio r del espacio
pararrenal posterior. Posiblemente Last11 tenía razón al es­
c rib ir que esta «capa» es solam ente te jid o areolar. Rapto­
poulos y cois.28 co in cid e n con Last en que la lám ina a nte­
rior es fina.
Puesto q u e la lám in a a n te rio r es d e lgada, es posible
que la fascia lateroconal sea solam ente el p ro d u c to de la
lám ina posterior. El asunto no está claro, la anatom ía es
F ig u ra 1 1 .1 5 . Trayecto de las extravasaciones de la cola del confusa; quizá no po d e m o s in te rp re ta r con un 10 0 % de
páncreas. P, páncreas; C, colon; R, riñón. [meZ] exactitu d las imágenes radiológicas de la anatom ía. En el
q uiró fa n o , muchas veces el cirujano no está seguro sobre
la fo rm a ció n de los c o m p a rtim e n to s , la trayectoria de los
fluid o s y, fin a lm e n te , la exacta localización c o m p a rtim e n -
tal de la colección. Puede que Last11 sí tuviera razón. O, p o ­
siblem ente, jueguen un papel m ayor o m e n o r la cantidad
C o m u n i c a c i ó n de los e s p a c io s
de sangre (hem orragia p o r lesión de órganos peritoneales)
retroperitoneales o posibles factores inflam atorios (quizá secundarios a p a n ­
creatitis).
«Ce que l'anatom ie suggére, la pathologie peut le dé- De acuerdo con Korobkin y cois.25, un absceso o líqui­
montrer.» d o in fe c ta d o p u e d e encon tra rse en c u a lq u ie r c o m p a rti­
(Lo que sugiere la anatom ía lo puede pro b a r la p a to ­ m e n to . Es más p ro b a b le q u e el líq u id o p a n c re á tic o se­
logía27.) cundario a pancreatitis se condense en el espacio pararrenal
a n te rio r o, quizá, en to dos los espacios retroperitoneales.
Las com unicaciones de los varios espacios re tro p e rito ­
El m a y o r de los auto re s de este c a p ítu lo está de a cuer­
neales son m o tiv o de controversia. De acuerdo con Korob-
do con ello; de hecho, ha visto un caso de extravasación
kin y cois.25, los espacios pararrenales a n te rio r y posterior
pancreática in tra p e rito n e a l que se presentó c o m o un hi-
se fusionan en sentido caudal con respecto al cono de la fas­
drocele secunda ria m e n te a su colección en la túnica v a ­
cia renal (quizá se d e n o m in a adecuadam ente a esta región
ginal.
espacio retroperitoneal infrarrenal), el cual com unica con
Hureau y cois.21,32 indicaron lo siguiente:
el espacio prevesical y otros com partim entos de la pared pél­
vica. • El espacio pararrenal a n te rio r es casi virtual («quasi vir-
R aptopoulos y cois.28 y Feldberg y cois.29 estudiaron la tuel»), dem ostrándose su existencia d e b id o a m anifesta­
inserción medial de la lámina renal posterior. Observaron ciones patológicas tales co m o la pancreatitis aguda.
que la inserción no es siempre la misma, insertándose cer­ • El espacio pararrenal posterior co n tin ú a hacia el espacio
ca de las superficies anterior o posterior del m úsculo psoas. de Bogros (Fig. 11.16), que es una extensión lateral del
De acuerdo con los m ismos autores, la adhesión es más espacio re tro p ú b ic o de Retzius. El espacio de Bogros está
probable en la cara p o sterior del m úsculo psoas, o bien, fo rm a d o lateralm ente por la fascia ilíaca, a n te rio rm e n te
en ocasiones, en el músculo cuadrado lum bar en la zona del p o r la fascia transversal, y m e d ia lm e n te p o r el p e rito n e o
p o lo renal inferior. parietal.
La extensión medial de la lámina a n te rio r es m u y dis­ • Los espacios perirrenales con tin ú a n hacia abajo hasta la
cutida. ¿Hasta d ó n d e co n tin ú a cruza n d o la línea media? vejiga y el espacio prevesical.
¿Si existe tal c o n tin u a c ió n , se c o m u n ic a n los espacios Los autores de este libro quieren dejar claro que no tie ­
perirrenales derecho e izquierdo? Nuestra o p in ió n , desde nen todas las respuestas acerca de estos espacios, los cua­
un p u n to de vista a n a tó m ico , es que la com u n ica ció n en­ les se e xtienden hasta el d ia fragm a y la pelvis, asum iendo
tre los espacios perirrenales derecho e izquierdo es to d a ­ una m ig ra ción guiada de los procesos patológicos.

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* Skandalakis

Retroperitoneo

10
O tros e s p a c io s y f o r m a c io n e s
5
a n a t ó m ic a s r e l a c io n a d o s c o n el
Anatomía quirúrgica

e s p a c io r etr o per ito neal


12 ( S e g u n d o e s p a c io )

E sp acio p é lv ic o s u b p e rito n e a l
(e x tra p e rito n e a l) 13 (P rim e ra capa)

La Figura 11.17 ayudará a conocer la anatomía de las fas- 14 ( P r i m e r e s p a c io )

das y espacios en to rn o a la vejiga urinaria, y p o r ta n to , la


anatom ía de los espacios sub- y extraperitoneales. 11 (S e gu nd a capa)

Fascia vesicoum bilical y espacios vesicales 15

El espacio re troperitoneal es, o b via m e n te , la cara más (T e rc e ra c a p a )

posterior del espacio extraperitoneal intraabdom inal, es de­


cir, el espacio que rodea circunferencialmente la cavidad pe­
ritoneal entre el peritoneo y la fascia transversal. Por su par­
te anterior, entre el peritoneo y la fascia transversal, el tejido
conectivo extraperitoneal se va consolidando to m a n d o una
form a bilam inar en situación medial respecto de los vasos
epigástricos inferiores. Hemos observado que la lámina más
anterior continúa centralm ente con variable grosor sobre la
cara posterior de la vaina del recto. La lámina posterior fo r­
ma la fascia vesicoumbilical, que reviste las arterias u m b ili­
cales (tanto la parte permeable co m o la no permeable), el
uraco en la línea m edia y la vejiga urinaria. La fascia vesi­
coum bilical tiene una fo rm a a p ro xim a d a m e n te triangular,
puesto que ocupa el intervalo lim itado p o r el o m b lig o , los
vasos epigástricos inferiores y la parte superior de los huesos
púbicos.
C om o han observado Korobkin y cois.25, el espacio en­ F ig u r a 1 1 .1 6 . Representación m u y esquem ática de las ca­
tre la lámina anterior de te jido extraperitoneal y la fascia ve­ pas de la pared abdom inal y de la región inguinal. 1, fascia del
sicoum bilical es c o n tin u o con el espacio prevesical y el es­ oblicuo externo (fascia de Gallaudet); 2, aponeurosis del obli­
pacio retro p ú b ico de Retzius. La lámina posterior de te jid o cuo externo; 3, m úsculo oblicuo interno; 4, m úsculo transver­
c o n ju n tivo fo rm a un espacio perivesical que contiene la ve­ so del abd o m en y su aponeurosis; 5, lám ina anterior de la fas­
jiga y el uraco. K orobkin y cois, han co m p arado el espacio cia transversal (tercera capa); 6, fascia espermática externa; 7,
perivesical con el espacio perirrenal que rodea al riñón, y el ligam ento de Cooper; 8, hueso púbico; 9, m úsculo pectíneo;
espacio prevesical con el espacio pararrenal anterior.
10, posible u n ió n de las láminas de la fascia transversal; 11,
lám ina posterior de la fascia transversal (segunda capa); 12,
M u n te a n 33 ha aplicado el n o m b re de «fascia u ro g e n i­
vasos (segundo espacio); 13, peritoneo (primera capa); 14, es­
tal» a un estrato in te rm e d io de te jid o conectivo extra p e ri­
pacio de Bogros (primer espacio); 15, grasa preperitoneal; 16,
toneal que se asocia con los riñones, vasos genitales, uré­ aponeurosis del transverso del abdo m en y lám ina anterior de
teres y nervios presacros (hipogástricos superiores). D entro la fascia transversal; 17, arteria femoral; 18, vena femoral. [skl4\
de la pelvis, esta capa de te jido incorpora el c o n d u c to d e ­
fe rente y te rm in a fre n te a la fascia presacra de Waldeyer,
un par de centímetros bajo el borde pélvico, a veces con un
reborde evidente que fo rm a un arco entre los nervios h i­
pogástricos superiores de ambos lados. Nosotros añadiría­
mos a esto que en nuestros estudios esta capa fascial revis­
te el lig a m e n to re d o n d o en la mujer. M u n te a n c o n firm ó la la bibliografía médica, estudiando la trayectoria de inyeccio­
existencia del septo rectovesical en el h o m b re y rectovagi­ nes en cadáveres, empleando sonografía (ecografía) y TC (es­
nal en la mujer, observando en esta ú ltim a có m o puede se- cáner) y, finalmente, mediante observación clínica (Figs.11.18,
parse fá cilm e n te de la vagina y que en esta fascia está in ­ 11.19, 11.20 y 11.21). Su impresionante demostración pre­
c o rp o ra d o el plexo venoso vaginal. sentó imágenes que adoptaban la configuración de un «dien­
Auh y cois.34 recopilaron información sobre la colección te molar» («una pieza molar») (Fig. 11.19). Observaron que
líquida extraperitoneal en la pelvis m ediante una revisión de la porción de la «corona» se sitúa entre la fascia umbilicove-
506

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Retroperitoneo 11
P e r ito n e o

F a s c ia u m b i l i c o v e s i c a l

L ig . u m b ilic a l m e d i o

F a s c ia u m b i l i c a l p r e v e s i c a l

F a s c ia t r a n s v e r s a l

R e cto d e l a b d o m e n

F a s cia s s u p e r f i c i a l e s

De C a m p e r

D e S carpa

V a in a d e l re c to a n te r io r

M e m b ra n a

E s p a c io r e t r o p ú b i c o p ro s ta to p e rito n e a l

F ig u ra 1 1 .1 7 . A, Sección sagital que muestra el espacio perivesical y el espacio prevesical (retropúbico; espacio de Retzius).
B, La intro d u cció n de u n dedo dentro de) espacio retropúbico identificará las estructuras que entran por el agujero obturador.
[sk!2]
507

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• Skandalakis

Retroperitoneo

te nsión al espacio prevesical ipsilateral y viceversa (Fig.


11.22). De acuerdo con Auh y cois.34, el espacio prevesical
es ta m b ié n c o n tin u o con la vaina del recto, el espacio pre-
Anatomía quirúrgica

sacro y la vaina fem oral.


Trerotola y cois.36 refieren, en 21 pacientes, las siguien­
tes localizaciones de hematomas retroperitoneales secunda­
rios a cateterización fem oral (7 pacientes tu vieron he m a ­
tom a en dos localizaciones): retroperitoneo (12), peritoneo
(3), ingle y m uslo (8) y pared ab d o m in a l (5).

Músculo psoas
A n te rio rm e n te se han presentado las relaciones de la
fascia to ra c o lu m b a r y los músculos de la pared ab d o m in a l
posterior. A to d o s los efectos prácticos, el m úsculo psoas
se extiende desde el mediastino posterior hasta el muslo. En
su trayecto hacia abajo está intim am ente asociado con el es­
F ig u ra 11 .1 8 . Vista sagital media de los espacios extraperi- pacio perirrenal y, quizá, con el espacio pararrenal posterior.
toneales de la pared abdom inal ventral. La fascia umbilicove- El m ayo r de los autores de este capítulo (JES) fue testigo de
sical rodea la vejiga urinaria y el uraco, que se sitúan dentro del
abscesos tuberculosos del psoas a p u n ta n d o en la zona su-
espacio perivesical. La adventicia fibrosa de la vejiga es u n d e­
rivado de la fascia umbilicovesical. El espacio prevesical está
representado por el área negra anterior a la fascia um bilicove­
sical y posterior a la fascia transversal. El espacio prevesical
tam b ién se extiende por u n p eq u e ñ o espacio potencial (fle­
chas) entre la fascia umbilicovesical y el peritoneo. El ligamen­ FU V EPRV

to pubovesical constituye el límite anteroinferior de los espa­


cios prevesical y perivesical. El septo rectovaginal está formado
por la fusión de las capas anterior y posterior del peritoneo (lí­
nea de puntos) que tapiza el fondo de saco, fds, fondo de saco;
afv, adventicia fibrosa de la vejiga; epv, espacio perivesical; lp,
ligamento pubovesical; eprv, espacio prevesical; pu, pubis; re,
recto; srv, septo rectovaginal; ft, fascia transversal; o, om bli­
go; vu, vejiga urinaria; urc, uraco; ut, útero; uv, fascia u m b i­
licovesical. [au]

F igu ra 1 1 .1 9 . Dibujo esquemático de un acúm ulo prevesi­


sical y la fascia transversal de la pared abdom inal anterior,
cal en la sección transversal indicada por la línea «A» de la Fig.
por delante de la vejiga urinaria. La porción de la «raíz del
11.18. El acúm ulo en el espacio prevesical está representado
molar» tiene una extensión posterior, entre la fascia y el pe­ por el área sombreada, que tiene la forma de un «diente molar».
ritoneo por arriba o entre la fascia y la fascia pélvica parietal La parte de la corona del acúmulo desplaza hacia atrás a la fas­
por abajo. cia umbilicovesical y a la vejiga urinaria. Las raíces se extienden
Según lo contemplamos/ es probable que los bordes late­ posterolateralmente, separando las cubiertas peritoneales de los
rales de la «corona», com o se ven en la TC, representen el lu­ ligamentos umbilicales mediales. El acúm ulo rodea los vasos
gar en los vasos epigástricos inferiores donde el tejido extra- epigástricos inferiores y es contiguo a los músculos rectos del
peritoneal consolidado se divide en las láminas a n a te rio ry abdom en, de los cuales está separado sólo por la vaina poste­
posterior, siendo esta última la fascia vesicoumbilical. También rior del recto delgada y multiperforada. El líquido prevesical
p uede extenderse tam bién al pequeño espacio potencial (fle­
podría ser que la lámina anterior del tejido conectivo extra-
chas) anterior al peritoneo y posterior a la fascia umbilicovesi-
peritoneal fuera la que algunos creyeron que era la «lámina pos­
cal. cié, ciego; vie, vasos ilíacos externos; vei, vasos epigástri­
terior de la fascia transversal» (véase Read35, p.ej.).
cos inferiores; il, íleon; mil, m úsculo ilíaco ; plum , pliegue
K o ro b k in y c o is .25 señalan, adem ás, q u e el c o m ­ umbilical medio; P, peritoneo; fpp, fascia pélvica parietal; EPRV,
p a rtim e n to extraperitoneal prevesical continúa hacia arriba espacio prevesical; ps, músculo psoas; rab, músculo recto del
con el c o m p a rtim e n to re tro p e rito n e a l infrarrenal p o r d e ­ abdom en; csg, colon sigmoide; ft, fascia transversal; vu, vejiga
bajo del cono de la fascia renal. Una colección líquida se urinaria; ur, uréter; ut, ú te r o ; FUV, fascia umbilicovesical; rvu,
acum ula d e n tro del espacio infrarrenal, con la posible ex- receso vesicouterino. [au]
508
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Retroperitoneo

D renado l in f á t ic o

Lo que sigue es una descripción breve de los ganglios


linfáticos retroperitoneales (Fig. 11.23). Los detalles sobre
el dre n a d o linfático de los órganos retroperitoneales in d iv i­
duales se presentan en los capítulos sobre tales órganos. El

vis que muestra la fascia umbilicovesical, el espacio prevesical y


el espacio perivesical. R, recto; U, útero; V, vejiga; Línea de p u n ­
tos, peritoneo, [to]

perointerna del muslo, justo debajo del lig a m e n to inguinal


(triá n g u lo fem oral de Scarpa).
Pueden form arse otros abscesos de gérmenes piogéni-
cos p o r un apéndice retrocecal perforado, diverticulitis del
colon y enferm edad de C ro h n . Santaella y cois.37 afirm an
que un absceso que c o m p ro m e ta la región iliopsoas debe­
ría ser d renado q u irú rg ic a m e n te y no p or vía percutánea.
Tejido Sanchez y cois.38 han d o c u m e n ta d o el dre n a d o per-
cutáneo del absceso retroperitoneal.
El trayecto de los procesos renales inflam atorios va des­
de el espacio perirrenal al m úsculo psoas d irectam ente. Se
han d o c u m e n ta d o hem atom as en el músculo psoas. Otros
procesos p a to ló g ic o s que in v o lu c ra n al m úsculo son las
neoplasias m alignas del espacio re tro p e rito n e a l. Un caso
así fue presentado por Nathanson y S onnino39; estos a u to ­
res extirp a ro n el tu m o r y el m úsculo co m p le to a través de
un acceso retroperitoneal sin penetración en la cavidad pe­
ritoneal.

F igura 11.22. Hematoma extraperitoneal asociado a catete­


rismo vascular femoral y anticoagulación. A, La TC muestra el
F ig u r a 1 1 .2 1 . Diagrama axial esquemático en la sección hematoma (H) en el lado izquierdo del espacio prevesical con­
transversal indicada por la línea «B» de la Figura 11.18 que tactando y oscureciendo los vasos femorales izquierdos (v). El
muestra una gran colección líquida que distiende y ensancha líquido (F) está también presente en la extensión retrorrectal
el espacio prevesical y produce una configuración característi­ presacra del espacio prevesical. B, La TC muestra que el hema­
ca en forma de «diente molar». R, recto; U, útero; V, vejiga; C, toma (H) implica también al espacio pararrenal posterior izquier­
ciego; S, sigma; Línea de puntos, peritoneo. [Ao] do. [Ico]

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* Skandalakis

Retroperitoneo

cirujano general debería estar fam iliarizado con los ganglios Desde un p u n to de vista a n a tó m ico , los ganglios linfá­
linfáticos del tracto gastrointestinal y las tres glándulas im ­ ticos retroperitoneales son más bien difíciles de clasificar.
pares. El uró lo g o debe conocer los grupos de ganglios lin ­ Los linfáticos retroperitoneales fo rm an una cadena m u y rica
Anatomía quirúrgica

fáticos que corresponden al riñón, uréter, vejiga, próstata, y extensa desde el lig a m e n to inguinal y la pelvis hasta el
pene y testículos. El g in e có lo g o trata con los ganglios linfá­ diafragm a respiratorio y los ganglios mediastínicos poste­
ticos del útero, trom pas de Falopio, ovarios y vulva. riores. H abitualm ente, estos ganglios se localizan cerca de

C o n d u c to to r á c ic o

VCI
G a n g lio s p re a ó rtic o s :

C e lí a c o s
C is t e r n a d e P e c q u e t
M e s e n té ric o s s u p e rio re s

G a n g lio s r e tr o a ó r t ic o s

M e s e n té ric o s in fe rio re s

C a d e n a lu m b a r de rec ha :

P re v en os o s C a d e n a lu m b a r iz q u ie r d a
( p a r a a ó r t ic a )
L a te ro ve n o so s

R e tro v en os o s
A o rta
In te ra o r tic o v e n o s o s

G a n g lio s d e la iliaca com ún:

G r u p o la t e r a l

G r u p o m e d io (fo sa
lu m b o s a c r a )

G a n g lio s d e la ilía c a e x te r n a :

G r u p o in te r n o (g a n g lio s
G ru p o la te ra l d el p r o m o n to r io )

a n g lio s hip o g á s tric o s :


G ru p o m e d io (p re v e n o s o s )
G ru p o a n te rio r
G ru p o in te r n o
G r u p o p o s t e r i o r (s a c r a l la t .)

H ia to a ó r tic o

C o n d u c to to rá c ic o

M ú s c u lo psoas

C a d e n a lu m b a r C is te rn a de P ecq u et
R e tro ven oso s R e tro a ó rtic o s

L a te ro v e n o s o s P r e a ó r t ic o s T r o n c o in t e s t i n a l
T ro n c o lu m b a r

C a d e n a lu m b a r iz q u ie rd a derecho
P revenosos Tro n c o lu m b a r
(p a ra a ó rtic a )
iz q u ie r d o
In te ra o r tic o v e n o s o s

F ig u ra 1 1 .2 3 . Linfáticos retroperitoneales. 1, 2, Ganglios linfáticos retroperitoneales. 3, La u n ió n de los troncos linfáticos


derecho e izquierdo más el conducto intestinal forma el conducto torácico. [he3]
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Retroperitoneo

la aorta o de la vena cava Inferior. Los g anglios linfáticos paraaórticos izquierdos (lum bares izquierdos) fo rm a n un
paraaórticos derechos están en íntim a relación con los g a n ­ g ru p o de e n tre cinco y diez gang lio s linfáticos drenados
glios linfáticos paracavales Izquierdos. p o r el tro n c o lu m b a r izquierdo, en situación posterolateral
El n ú m e ro de ganglios linfáticos a b d om inales y p é lvi­ a la aorta a b d o m in a l. Los troncos linfáticos lum bares dere­
cos es 230, a p ro x im a d a m e n te 40. La siguiente clasificación cho e izquierdo c o m u n ica n en sentido distal con los g a n ­
es m u y sencilla, lógica y anatóm ica. glios de la ilíaca c o m ú n , y drenan en sentido proxim al en
la confluencia a b d o m in a l (cisterna del q u ilo ).
• G rupo aórtico:
- Ganglios preaórticos.
- Ganglios retroaórticos. Grupo de la vena cava
- Ganglios paraaórticos.
Ganglios precávales
• G ru p o de la vena cava:
Los ganglios linfáticos precávales están localizados en
- Ganglios precávales (prevenosos).
la pared anterior de la VCI. Healey y H odge4' afirm aron que
- Ganglios retrocavales (retrovenosos).
dos de estos ganglios son constantes, uno en la bifurcación
- Ganglios paracavales (laterovenosos).
aórtica y o tro al final de la vena renal izquierda.
• G rupo pélvico:
- Ganglios ilíacos comunes. Ganglios retrocavales
- Ganglios ilíacos externos. Los ganglios linfáticos retrocavales se localizan sobre el
- Ganglios Ilíacos internos (hipogástricos). músculo psoas y el pilar d erecho del diafragm a.
- Ganglios obturadores.
- Ganglios sacros. Ganglios paracavales
Los linfáticos paracavales se hallan en el lado derecho
de la cava. U no de los ganglios, a la entrada de la vena re­
Grupo aórtico
nal derecha en la VCI, es lugar de metástasis de los tu m o ­
Ganglios preaórticos res testiculares malignos. Los ganglios paracavales izquier­
dos están ín tim a m e n te asociados a los gang lio s aórticos
De u n o a tres ganglios celíacos se localizan en to rn o a
derechos.
la base de la arteria celíaca. Están estrecham ente relaciona­
dos con el ganglión celíaco y los ganglios linfáticos de la arte­
ria mesentérica superior. Estos ganglios reciben linfa del es­ Grupo pélvico
tó m a g o , h íg a d o , páncreas y g a n g lio s m e se n té rico s
Ganglios ilíacos comunes
superiores. Los eferentes de los ganglios celíacos fo rm a n el
tro n c o lin fático intestinal, que entra en la confluencia lin ­ Hay de cuatro a seis ganglios linfáticos de la ilíaca com ún
fática abdom inal llamada cisterna del quilo (cisterna de Pec- localizados en to rn o a la arteria. Los ganglios mediales de
quet), entre la aorta y el pilar derecho del diafragm a. este g ru p o se apoyan en el cuerpo de la q u in ta vértebra
Dos o tres ganglios mesentéricos superiores reciben lin ­ lu m b a r y se d e n o m in a n ganglios del p ro m o n to rio . Los efe­
fa del in te s tin o d e lg a d o , colon dere ch o , parte del colon rentes pasan a los ganglios lumbares.
transverso y páncreas. C om unican con los ganglios mesen-
téricos inferiores y drenan hacia los ganglios celíacos. Los Ganglios ilíacos externos
dos ganglios de la arteria mesentérica inferior reciben linfa Hay de ocho a diez ganglios linfáticos ilíacos externos
del co lo n izquierdo. que se localizan en situación lateral y m edial, y ocasional­
mente, anteriores a la arteria ilíaca externa. El g ru p o medial
Ganglios retroaórticos es, en esencia, la co n tin u a ció n interna de los linfáticos in ­
Los g anglios linfáticos retroaórticos p ro p o rc io n a n una guinales profundos, y reciben linfa de los ganglios In g u ina ­
estación de com unicación entre los ganglios pre- y paraaór­ les superficiales y pro fu n d o s. Reciben linfa del glande, el
ticos frente a las vértebras lum bares tercera y cuarta. Hea- clítoris, la pared a b d o m in a l anterior, la región de los vasos
ley y H o d g e 41 a firm a ro n que los g a n g lio s lin fá tic o s re­ obturadores, el cuello de la vejiga, la próstata y los ganglios
troaórticos son variables en n ú m e ro y no son verdaderos ilíacos internos. El gru p o posterior (in te rm e d io ) situado p ro­
ganglios linfáticos regionales. fu n d a m e n te a la arteria ilíaca externa, cerca del anillo fe­
moral, recibe linfa de la vejiga, la próstata, el cérvix y la par­
Ganglios paraaórticos te superior de la vagina.
Los ganglios paraaórticos laterales derechos, ju n to con
los ganglios paracavales izquierdos, fo rm a n la cadena lu m ­ Ganglios ilíacos Internos
bar derecha de ganglios que puede hallarse íntim am ente re­ Los ganglios linfáticos ilíacos internos se localizan p rin ­
lacionada con la vena cava inferior. Los ganglios linfáticos cipalm ente en los puntos de origen de las ramas de la ar­

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* Skandalakis

Retroperitoneo

teria ilíaca interna. Los ganglios reciben linfa de los tejidos cuo in te rn o justo p o r d e n tro de la espina ilíaca anterosu-
irrigados p o r las respectivas ramas arteriales que pasan ha­ perior. Estos dos nervios pueden estar co m b in a d o s antes
cia el periné, la región glútea, el m uslo p o s te r io ry los ó r­ de su separación en la p ro x im id a d del anillo in g u in a l su­
Anatomía quirúrgica

ganos pélvicos. perficial. Habitualmente, el nervio ilioinguinal atraviesa el ca­


nal ing u in a l ju n to con el co rd ó n esperm ático y em erge, a
Ganglios obturadores través del an illo inguinal superficial, para inervar la piel su-
Hay uno o dos ganglios linfáticos obturadores. Están lo­ peroin te rn a del muslo, la raíz del pene y la piel escrotal o
calizados en el agujero o b tu ra d o r, cerca de las estructuras el m o n te p ú b ic o y el labio mayor. C uando la rama ventral
vasculonerviosas obturadoras. c o n ju n ta se d ivide m u y tardíam ente, el nervio ilio in g u in a l
puede aparecer c o m o e n tid a d separada justo p o r encim a
Ganglios sacros del anillo ing u in a l externo, cruzando o b lic u a m e n te el cor­
Los ganglios linfáticos sacros se localizan en la línea m e ­ d ó n esperm ático para alcanzar su lado e xterno y salir por
dia o próxim os a ella, cerca de los vasos sacros medios y la­ la cara externa del anillo. Todo el nervio ilioin g u in a l o par­
terales. Reciben aferentes de la próstata y el recto, y d re ­ te de él puede a com pañar al nervio cutáneo fe m oral late­
nan hacia los ganglios ilíacos internos y lumbares. ral al cruzar la fosa ilíaca, pene tra n do a co n tin u a c ió n por
la pared m uscular para alcanzar el canal inguinal.

I n e r v a c ió n
Nervio genitofemoral: LI y L2
En el espacio re tro p e rito n e a l existen seis nervios y las
cadenas lumbares simpáticas (Fig. 11.24). Los seis nervios El nervio g e n ito fe m o ra l (Fig. 11.24) perfora el m úsculo
son ramas del plexo lum bar, que está fo rm a d o p o r una ra­ psoas en sentido anterior. En algunos casos, las dos raíces
m ificación de T I 2, así c o m o p o r las ramas primarias an te ­ del nervio g e n ito fe m o ra l pueden perm anecer separadas a
riores de los cuatro prim eros nervios lumbares. La m ayo r su paso p o r el m úsculo psoas, juntá n d o se al e m e rg e r de
parte de las ramificaciones del plexo se relacionan con el este m úscu lo . El nervio da lu g a r a dos ram ificaciones: la
músculo psoas m ayor y pasan a su través o p o r detrás o se rama genital y la rama fem oral. La rama genital aban d o n a
fo rm a n d e n tro de él. la superficie ventral del psoas, pasa en situación ventral con
Los nervios fo rm ados p o r el plexo son: respecto a los vasos ilíacos externos y cruza v e n tra lm e n te
hacia el tracto iliopúbico, para entrar en el canal inguinal jus­
• I liohipogástrico.
ta m e n te lateral a la arteria epigástrica infe rio r y al o rigen
• Ilioinguinal.
de la rama cremastérica de la arteria epigástrica inferior. Pa­
• G e nitofem oral.
sando a través del canal ingu in a l, inerva el m ú scu lo cre-
• C utáneo fe m oral lateral.
m á s te ry parte de la piel escrotal. La rama fem oral pasa bajo
• O b tu ra d o r.
el lig a m e n to inguinal d e n tro de la lámina a n terior de la vai­
• Femoral.
na fem oral, y participa en la inervación de la piel del triá n ­
g u lo de Scarpa (triá n g u lo fem oral).
Nervio ¡liohipogástrico: T12-L1
Partiendo de T I 2-L1 o sólo de L1, el nervio iliohipogás- Nervio cutáneo femoral lateral: L2 y L3
trico (Fig.11 -24) es el p rim e r nervio del plexo lumbar. Emer­
El nervio cu tá n e o fem oral lateral (Fig. 1 1 .2 4 ) em e rg e
ge del borde lateral del m úsculo psoas. Después de pasar
del bord e lateral del m úsculo psoas a p ro x im a d a m e n te al
entre el polo inferior del riñón y el músculo cuadrado lu m ­
nivel de L4. Después de perforar el lig a m e n to inguinal, o
bar, perfora el músculo transverso del abdom en por encima
bien pasando p o r debajo de éste, cerca de la espina ilíaca
de la cresta ilíaca y co n tin ú a hacia abajo entre los músculos
anterior superior, se dirige posterolateralm ente para inervar
oblicuo inte rn o y transverso del abdom en, inervando estos
la cara lateral del muslo.
músculos. Se divide en dos ramas: la rama cutánea lateral,
para la piel anterolateral del área glútea, y la rama cutánea
Nervio obturador: divisiones anteriores
anterior. La rama cutánea anterior perfora el oblicuo in te r­
no de 2 cm a 3 cm p or d e n tro de la espina ilíaca anterior su­ de L2, L3, LA
perior, y a continuación penetra la aponeurosis del oblicuo
El nervio o b tu ra d o r (Fig. 1 1 .24) nace y discurre p o r de­
externo por encim a del anillo inguinal superficial. El nervio
trás del bord e interno del músculo psoas. Después, e n tra n ­
¡liohipogástrico inerva la piel de la región suprapúbica.
do en la pelvis verdadera, pasa sobre su pared lateral para
alcanzar el agujero obturador. Atraviesa el canal o b tu ra d o r
Nervio ilioinguinal: L1 con los vasos obturadores, c o n tin u a n d o hacia abajo para
El nervio ilioinguinal (F ig .1 1 -24) tiene el m ism o trayec­ inervar los músculos aductores y la piel de la parte interna
to general que el nervio ¡liohipogástrico, perforando el o b li­ del muslo.

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Retroperitoneo

D iv is io n e s 1as a n te r io r e s

N. subcostal (T12) N. subcostal (TI 2)

M. cuadrado lumbar
N. iliohipogástrico
N. iliohipogastrico
N. ilioinguinal
N. ilioinguinal
N. genitofem oral
Musculo psoas

N. genitofemoral D iv is io n e s 2 as p o s te r io r e s

N. cut. fem oral lat. N. cut. fem oral lat.

M. iliaco N. femoral
N. femoral
D iv is io n e s 2 as a n t e r io r e s

N. obturador
N. obturador

F ig u ra 1 1.24. Nervios del retroperitoneo. [heZ\

Nervio femoral: divisiones posteriores ción. C om unican unos con otros, así com o con el tro n c o to ­
de L2, L3, L4 rácico, p o r arriba, y con el tro n c o pélvico p o r abajo. Varios
nervios esplácnicos lumbares surgen de la cadena derecha
El nervio fem oral (Fig. 11.24) em erge del borde lateral p o r detrás de la vena cava inferior y em ergen entre la cava
del músculo psoas. A m edida que se dirige hacia abajo, está y la aorta para unirse al plexo nervioso preaórtico. Las ra­
más o menos ocu lto detrás de la fascia del iliopsoas entre el mas esplácnicas de la cadena sim pática izquierda pasan la­
borde lateral del psoas y el ilíaco. Pasa a través de la lacuna te ra lm e n te a lre d e d o r de la aorta para e n tra r en el ple xo
musculorum (c o m p a rtim e n to crural del psoasilíaco) bajo el nervioso. Las ramas lumbares esplácnicas de la cadena iz­
ligam ento inguinal, y está íntim am ente asociado con el mús­ q uierda pasan en to rn o a la cara lateral de la aorta para e n ­
culo iliopsoas. Inerva los músculos del c o m p a rtim e n to an­ trar en este plexo. Desde las cadenas simpáticas, pasan ra­
terio r del muslo y p roporciona fibras sensitivas al muslo an­ mas co m u n ica n te s p o ste ro la te ra lm e nte , entre los discos
terio r e inte rn o y al lado interno de la pierna. lum bares vertebrales y el o rig e n te n d in o s o del m ú s c u lo
psoas, para unirse a las ramas ventrales primarias del plexo
nervioso lum bar.
Cadenas simpáticas lumbares
Las cadenas simpáticas lumbares derecha e izquierda se Patología y neoplasia
sitúan a lo largo del borde inte rn o del músculo psoas, a de­
recha e izquierda, respectivamente. Cada cadena está co­ Es extensa la bibliografía acerca de la patología de la re­
locada p o r delante de las vértebras lumbares, cubierta por g ión re troperitoneal. En este espacio am p lio y a n a tó m ica ­
la vena cava inferior en el lado derecho y por los ganglios m ente misterioso, que se extiende, a efectos prácticos, des­
paraaórticos derechos en el lado izquierdo. Cada una está de el m ediastino posterior a la pelvis, se pueden e n co n tra r
fo rm ada p o r cuatro ganglios que varían en ta m a ñ o y posi­ procesos inflam atorios crónicos y agudos, neoplasias be­

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* Skandalakis

Retroperitoneo

nignas y m alignas (p rim arias o metastásicas) y parásitos Gheysens y cols.58 refirieron un caso de e n ferm edad de
c o m o la filaria. Castelm an re tro p e rito n e a l. M iyashita y cols.59 han revisa­
d o la b ib liografía sobre el sarcoma sinovial retro p e rito n e a l
Anatomía quirúrgica

prim a rio .
Pa t o l o g ía Hida y cois.60 e xtirp a ro n un schw a n n o m a re tro p e rito ­
neal, una fo rm ación lum bar paraespinal. De Peralta y cois.61
K h a w y cois.42 presentaron seis casos de pacientes h o m ­
a firm aron que los quistes retroperitoneales de tip o m ulle-
bres con masas inguinales secundarias a la rotura de aneu­
riano requieren escisión, m e jo r que p ro cedim ientos menos
rismas aórticos abdominales. Refirieron que el ca m in o ana­
radicales, a causa del posible co m p o n e n te maligno. Un gan­
tó m ic o desde el espacio perirrenal es la fascia transversal
g lio neurom a retroperitoneal fue c o m u n ica d o por Lambrus-
que co n d u ce a la región ing uinal, luego al saco in g u in a l y,
chi y cols.62 Posner y cois.63 inform aron sobre amiloidosis re­
fin a lm e n te , al escroto. Así, si el h e m a to m a se desplaza p o r
tr o p e rito n e a l difusa. La sarcoidosis re tro p e rito n e a l fue
detrás de la fascia transversal, a lo largo de los vasosilía-
publicada p o r Bach y Vellet64, y el quiste b ro n c o g é n ic o re­
cos, alcanzará el anillo fem oral y luego el triá n g u lo fe m o ­
tro p e rito n e a l p o r Foerster y cols.65 y Reichelt y cois.66.
ral (Fig. 11.25).
N osotros aportam os info rm a ció n sobre quistes mesen-
Edwards y Eckhauser43 publica ro n una perforación re­
téricos en el capítulo sobre el intestino delgado.
troperito n e a l del apéndice que se presentó c o m o enfisema
subcutáneo. M ichel y Pagliano44 in fo rm a ro n del segundo
caso de absceso re troperitoneal con ru ptura en la cavidad
peritoneal. Crepps y cois.45 constataron que, en sus series, C irugía
la causa más c o m ú n de abscesos retroperitoneales aislados
fue la enferm edad renal y la infección postoperatoria. Los El retroperitoneo puede ser abordado y explorado a tra­
cálculos biliares retenidos después de la co le ciste cto m ia vés de varios accesos, incluyendo los accesos transperitoneal
laparoscópica pueden causar un absceso re tro p e rito n e a l. y extraperitoneal. La anatom ía quirúrgica y sus m odificacio­
Galizia y cois.46 p ro p u g n a ro n la retirada de los cálculos per­ nes serán descritas al presentar la anatomía quirúrgica de las
didos m edia n te la incisión quirú rg ica o un p ro c e d im ie n to incisiones en la cirugía del sistema urinario superior e inferior,
laparoscópico. así co m o en la cirugía de otras entidades anatómicas retro­
La poliarteritis nudosa retroperitoneal fue d o c u m e n ta ­ peritoneales. F lum m e rfelty Karakousis67 aconsejan una c o m ­
da p o r Lie47. Roussell y cois.48 co m u n ic a ro n filariasis re tro ­ binación de disección extraperitoneal y transperitoneal para
peritoneal. Jayatunga y cois.49 y M oko e n a 50 refirieron una la extirpación de tum ores retroperitoneales. La incisión se
fascitis retroperitoneal necrotizante que se recuperó. Pau­ lleva a cabo con el paciente en una posición supina lateral.
le y cois.51 describieron un linfocele re troperitoneal secun­ Malerba y cois.68 refirieron el tra ta m ie n to q u irú rg ic o de
dario a cirugía de la aorta abd o m ina l. 42 pacientes con sarcomas prim arios del te jid o retroperi-
La fibrosis retroperitoneal (FRP) es una rara entid a d m é ­
dica idiopàtica de las láminas y espacios retroperitoneales.
Afecta a órganos retroperitoneales co m o uréteres, vasos,
partes del tracto gastrointestinal, etc. El te jid o n orm al del M . transverso del abd o m e n

re tro p e rito n e o es reem plazado p o r fibrosis y /o inflam ación A. ilíaca M .o b lic u o in te rn o


crónica52. Se ha referido una obstrucción ureteral o c o lò n i­ V. ilíaca

ca secundaria a FRP50. H em atom a


N obel y cois.3 co m u n ic a ro n parálisis del nervio fem oral
Peritoneo
secundaria a hem a to m a del ilíaco.
D agradi y cois.54 refirieron la extirpación de una masa
quística del «espacio re tro p e rito n e a l superior» en un p a ­
ciente de 47 años. La masa estaba presente desde el naci­ M .o b lic u o e x terno

m ie n to , y contenía pelos y estructuras óseas.


H em atom a

Vaina fe m o ral
N e o p l a s ia
Cordón
H em atom a
e sperm ático
Levine y cois.55 presentaron un caso de masas re trobul-
A. fe m o ral
bares orbitarias difusas y fibrosis retroperitoneal. La fibrosis V. fe m o ral

retroperitoneal con cáncer escirrogástrico fue publicada por F igu ra 11.25. H em atom a a consecuencia de rotura de aneu­
D oh m e n y cols.56. La fibrosis retroperitoneal c o m o respues­ risma aórtico contenido en el espacio retroperitoneal por la fas­
ta del huésped al carcinom a papilar de células renales ha cia transversal. Obsérvese el h em ato m a en el anillo inguinal
sido d o cu m e n ta da p o r F ro m o w itz y M ille r57. superficial y en la vaina femoral, [kh]
514

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Retroperitoneo

Tratamiento quirúrgico
T a b la 1 1 .2 .
de los hematomas retroperitoneales
M ecan ism o de la lesión
C o n tu sa P e n e tra n te
Zona I (centromedial) Explorar Explorar
Zona II (lateral) Observar Explorar
Zona III (pélvica) Observar Explorar

Procedencia: N u n n CR, C u l l i n a n e DC, M orris JA Jr. R e tr o p e r ito n e a l i n ­


jury. En: C a m e r o n JL (ed). C u r r e n t Surgical T h e ra p y (6.a ed). St Louis:
Mosby, 1998; c o n au to rizació n .)

toneal b lando m e d ia n te cirugía radical. La supervivencia a


los cinco años fue del 48,1 %, y la p ro p o rc ió n libre de e n ­
ferm edad a los cinco años era del 38,8% . Los autores reco­
m e n d a ro n una escisión quirú rg ica am plia c o m o la m ejor F ig u r a 1 1 .2 7 . Maniobra de M attox para exponer el retrope­
ritoneo desde el lado izquierdo. [nv\
oportunidad de supervivencia a largo plazo. Bautista y cois.69,
reconociendo la alta prop o rció n de recurrencias locales, re­
c o m ie n d a n un abordaje q u irú rg ic o agresivo con re in te r­
vención para o b tener una supervivencia p ro longada en pa­
cientes con sarcoma re troperitoneal de bajo grado. Puesto Hay dos p ro ce d im ie n to s aceptados para el diagnóstico
que los sarcomas de tejidos blandos de las extrem idades de las lesiones retroperitoneales y para la e xp loración de
p u e d e n e xte n d e rse al re tro p e rito n e o , L e v-C h e lo u c h e y e ntidades c lin icop a to ló g ica s. La m a n io b ra de C attell e x­
cois.70 abogan p o r una resección quirúrgica agresiva de es­ p o n e las estructu ra s del la d o d e re c h o . La m a n io b ra de
tas metástasis retroperitoneales y un seguim iento que inclu­ M a tto x expone las estructuras del lado Izquierdo.
ya estudios de im agen abdom inales.
M aniobra de Catell (Fig. 11 -2 6 )
Los hem atom as retroperitoneales pueden estar p ro d u ­
• Paso 7. Incisión del p e rito n e o lateral a lo largo del ciego,
cidos p o r lesiones n o -p e n e tra n te s o p e n e tra n te s (Tabla
colon ascendente y flexura hepática.
1 1 .2)8. A efectos prácticos, el re tro p e rito n e o es un espacio
• Paso 2. D iv id ir la línea blanca de T o ld t (reflexión perito-
areolar sin lim itación geográfica. Por ta n to , un h e m a to m a
neal en la zona de la pared lateral del ciego y co lon as­
puede ser localizado o puede extenderse rápidam ente.
cendente).
• Paso 3. Practicar la m o v iliz a c ió n d u o d e n a l (kocheriza-
ción).
• Paso 4. M o viliza r todas las fo rm aciones anatóm icas del
lado derecho en sentido anterom edial.

M aniobra de M a tto x (Fig. 11.27)


• Paso 7. Incisión del p e rito n e o lateral a lo largo de la fle­
xura esplénica, colon descendente, parte superior del sig-
ma.
• Paso 2. D ivid ir la línea blanca de Toldt.
• Paso 3. M ovilizar con cu id a d o el bazo, inclu ye n d o la cola
del páncreas, el estóm ago y el colon izquierdo.
• Paso 4. Empujar suavemente todas las form aciones ana­
tóm icas de lado izquierdo en sentido anterom edial.

C ap elouto y cois.71 in fo rm a ro n de que, para la laparos-


copia y la cirugía laparoscópica, se puede practicar un ac­
ceso p rim a rio re tro p e rito n e a l seguro y fiable. H u lb e rt72,
F ig u ra 11.26. Acceso por el lado derecho para la exposición G aur y cois.73, y Chiu y Babayan74 info rm a ro n ta m b ié n so­
de las estructuras retroperitoneales utilizando la m aniobra de bre el abordaje laparoscópico del espacio retroperitoneal.
Cattell. [nu] Janetschek75 recom endó la disección laparoscópica del gan-

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* Skandalakis

Retroperitoneo

JPerlas clínico-quirúrgicas
Anatomía quirúrgica

Este capítulo concluye con una relación de problemas re- matomas pélvicos, porque la experiencia ha demostrado que
troperitoneales poco comunes e interesantes. Para algunos la disección dentro del hematoma conduce al aum ento de
cirujanos, la cirugía retroperitoneal es bastante habitual lo los requerimientos transfusionales y a una mortalidad más
que les ha proporcionado un gran conocim iento de la ana­ elevada.
tomía retroperitoneal. Algunos cirujanos vasculares utilizan comúnmente un ac­
En el campo del trasplante de órganos, la recuperación de ceso retroperitoneal para la cirugía sobre aorta y arterias ilía­
los órganos del cadáver tales como el riñón y el páncreas y sus cas.
vasos sanguíneos asociados ha llevado a una gran familiaridad Los cirujanos que tratan con tumores retroperitoneales
con el retroperitoneo. Un avance importante en el trasplante necesitan estar familiarizados con la anatomía re tro p e rito­
renal ha sido la elección de la fosa ilíaca retroperitoneal para neal. Los sarcomas retroperitoneales de tejido blando re­
el emplazamiento de los injertos renales: los vasos ilíacos es­ presentan un reto, puesto que tienden a crecer silenciosa­
tán disponibles para las anastomosis vasculares, y la vejiga está m ente hasta un gran tam año antes de su detección, y su
cerca para una ureteroneocistostomía. localización anatómica limita la capacidad del cirujano para
Como queda descrito en el capítulo, los cirujanos que resecarlos con un margen adecuado. A pesar de las d ifi­
tratan con traumatismos abdominales importantes están fa­ cultades para la resección, el principal fundam ento del tra­
miliarizados con los accesos a las lesiones retroperitoneales. ta m ie n to actual es la resección com pleta o casi com pleta.
Las lesiones penetrantes habitualmente requieren explora­ El cirujano que practica la primera resección definitiva de­
ción para controlar la hemorragia y/o reparar las lesiones de bería estar habituado a la anatomía retroperitoneal a fin
órganos como páncreas, duodeno, riñón y uréter. Los he­ de llevar a cabo la resección más amplia posible. La resec­
matomas retroperitoneales debidos a un traumatismo con­ ción c o m p le ta de un sarcoma re tro p e rito n e a l de te jid o
tuso en el centro del abdomen son explorados habitualmen­ blando requiere la extirpación, en tres o cuatro inte rve n ­
te a través de uno de los accesos retroperitoneales descritos ciones, de uno o más de los órganos adyacentes im p lic a ­
en el capítulo, debido a la alta incidencia de lesiones de los dos. Romper el tu m o r en el interior y verterlo conduce a
grandes vasos y /o de órganos. Los hematomas del flanco o una recidiva local multifocal, con poca probabilidad de ser
perinéfricos debidos a traumatismo no penetrante pueden resecable. Una resección en bloque de un sarcoma re tro ­
tenerse en observación si no están en expansión y el urogra- peritoneal puede requerir la resección de tejidos adyacen­
ma intravenoso es normal. Los hematomas pélvicos debidos tes tales com o riñón y suprarrenal, colon, intestino delga­
a traumatismo contuso se asocian habitualmente con fractu­ do, estóm ago, páncreas, vena cava, vasos ilíacos, pared
ras pélvicas. Generalmente se evita la exploración de los he­ abdom inal, diafragma o estructuras pélvicas. (RSF Jr)

g lio linfático retroperitoneal ta n to p or eficiencia quirúrgica


c o m o p o r eficacia o ncológica; a causa de lo largo y costo­
so de su aprendizaje, es actualmente un procedim iento para Las c o m p lic a c io n e s a n a tó m ic a s de la ciru g ía re tro ­
centros especializados. Rassweiler y cois.76 afirm aron que peritoneal son las com plicaciones de los órganos situados
la linfadenectom ía retroperitoneal laparoscópica que sigue en los difere n te s c o m p a rtim e n to s del espacio re tro p e ri­
a la disección laparoscópica fue un m é to d o seguro y pre­ toneal.
ciso en tum ores de células germinales de estadio bajo con M cD ougall y cois.77 inform aron de 12 pacientes en ciru­
m ín im a invasividad, aunque requiere profesionalidad téc­ gía laparoscópica retroperitoneal y dilatación con balón del
nica y experiencia. espacio retroperitoneal a través del triá n g u lo lum bar inferior
(10 nefrectomías, 1 nefrectomía parcial y una nefropexia).
Hubo una mínima morbilidad sin mortalidad, y sólo dos c o m ­
plicaciones (n e um otorax y equimosis en la cadera derecha).

516

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Grandes vasos abdominales


John E. Skandalakis; G e ne L, C oborn; Thomas A. W eidm an; Robert B. Smith III;
Lee J. Skandalakis; Panajlotis N, Skandalakis

Los vasos deben manejarse con cuidado y el endotelio debe protegerse del secado mediante una solución salina isotónica. Las
suturas estarán impregnadas y la pared vascular cubierta de vaselina. No se utilizarán pinzas metálicas peligrosas. Se tendrá
sumo cuidado para conseguir una aproximación precisa y suave del endotelio de los vasos sin invaginación. Se realizarán su­
turas con agujas m uy delgadas y al mismo tiempo la pared se tensará ligeramente. Solamente se produce estenosis u oclusión
como consecuencia de una técnica equivocada.

Carrel, 1906 1

Aorta abdominal
te en la raíz de las principales arterias viscerales, c o m o una
Historia etiología rara de una hipertensión p o te n c ia lm e n te letal.
La historia de la anatom ía y la cirugía de la aorta a b d o ­ Con frecuencia resulta difícil d e te rm in a rs i la coartación
minal es la historia del estudio del aparato vascular. Se ex­ aórtica es cong è n ita en su origen o se debe a una arteritis
pone en la Tabla 12.1. de Takayasu3. En relación con la arteritis de Takayasu, Piya-
c hon y Suw anw ela7 observaron variantes geográficas en la
frecuencia según sexo, d istribución anatóm ica y tip o de le­
sión.
II Embriogénesis En un caso referido p o r Takeshita y cois.8 la aorta a b d o ­
m inal se dividía en dos vasos anómalos. Un vaso era la ar­
D e s a r r o llo normal teria celiaca, mientras que el o tro se consideraba la aorta ab­
d o m in a l. Estos autores e x p u s ie ro n sus observa cio n e s y
El saco aórtico es responsable del desarrollo e m b rio ló ­
tra ta ro n la base e m b rio ló g ica de esta rara anomalía.
gico de la aorta. El saco es la porción term inal del tro n co ar­
terioso. El tro n c o arterioso representa la porción distal del
bulbo arterioso. Todas estas complejas entidades e m briona­
rias se relacionan con la form a ció n del asa cardíaca. (Se re­
A n ato m ía quirúrgica
comienda al lector interesado la lectura del texto Embríology
for Surgeons2).
To p o g r a f ía y ram as

La aorta a b d om inal (Fig. 12.1), se extiende c a u d a lm e n ­


te, desde la T I 2, c o m o c o n tin u a ció n de la aorta torácica,
A n o m a l ía s c o n g é n it a s
con una extensión de aproxim adam ente 10 cm. Termina en
En co m p aración con la aorta torácica, la aorta a b d o m i­ el tercio inferior del cuerpo de la L4 (en el 6 0 % de los ca­
nal presenta escasas anomalías congénitas. Sus ramas, sin sos)9. En ese p u n to se trifurca en las arterias ilíacas derecha
e m bargo, m anifiestan frecuentes variantes. e izquierda y sacra media. Desde el p u n to de vista prá cti­
La coartación de aorta a b d om inal constituye un g ru p o co se trata en realidad de una bifurcación, ya q ue la arteria
raro de anomalías vasculares, co m o la estenosis segm enta­ sacra representa una rama pequeña que surge entre las dos
ria y la hipoplasia extensa. A unque la hipertensión es habi­ ilíacas comunes.
tualm ente el único hallazgo clínico, existe una amplia diver­ La aorta abdom inal recorre a p roxim adam ente tres cuer­
sidad ta n to respecto a lesiones anatómicas c o m o en lo que pos vertebrales y m edio. La anatom ía de superficie de la
se refiere a las técnicas quirúrgicas utilizadas en su tra ta ­ aorta a b d o m in a l se extiende a p ro x im a d a m e n te desde un
m ie n to 3,4'5. Smith y Kelly y cois.6 describieron la coartación p u n to 2,5 cm p o r debajo de la punta del apéndice xifoides
de aorta a b d o m in a l asociada con la estenosis c o n co m ita n - hasta o tro p u n to que queda en to rn o a 1,5 cm p o r deba-

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* Skandalakis

Grandes vasos abdominales

T a b l a 1 2 .1 . Historia de la anatomía y la cirugía del aparato vascular


Anatomía quirúrgica

Areteo (aprox. 81-138 d.C.) Consideró la flebitis como un proceso séptico secundario a la infección
Galeno (aprox. 130-200 d.C) Creyó que la sangre circulaba desde las venas hasta las arterias a través de unos pequeños poros
en distintas partes del cuerpo. Primera descripción del conducto arterioso
Antyllus (350 d.C.) Ligadura por encima y debajo de un aneurisma aórtico abierto
Canario (mediados siglo xvi) Mostró las valvas y venas a Vesalio
Harvey 1628 Entendió el papel de las venas en la circulación
1651 Canulación de la vena cava inferior para mostrar la circulación pulmonar en una preparación
corazón-pulmón post mórtem
William Hunter 1757 Describió una comunicación traumatològica arteriovenosa
Hallowell 1759 Cierre con éxito de una arteria braquial uniendo los bordes de la herida con una pinza, alrededor
de la cual enrolló un hilo
White 1784 Describió la «pierna de leche». Apoyó la teoría de la obstrucción linfática frente al papel de la trombosis
John Hunter 1786 Introdujo la ligadura proximal aislada en la parte alta del muslo en el aneurisma poplíteo
Laennec 1819 Describió la «apoplejía pulmonar» (embolismo pulmonar)
Cruveilhier 1829 Observó que las ramas arteriales que desembocan en lesiones están «rellenas de coágulos
que se ramificaban según el árbol vascular»
Lobstein 1829 Primero en utilizar el término «arterieesclerosis»
Virchow 1846 Reconocieron el papel del coágulo en la flebitis y el embolismo
Cohnheim 1872
Welch 1899
Brodie 1846 Reconoció la claudicación intermitente en humanos como similar a la de los caballos
Raynaud 1862 Definió la enfermedad vasoespástica que lleva su nombre (enfermedad de Raynaud)
Fridländer,
Von Winiwarter 1870s Describieron la arteritis obliterante
Von Eck 1879 Realizó una anastomosis de la vena porta con la vena cava
Severeanu 1880 Intentó una trombectomía como tratamiento de la enfermedad oclusiva
Gluck 1881 Reparó heridas arteriales con pequeñas pinzas de marfil
Matas 1888 Describió la endaneurismectomía como tratamiento de los aneurismas
Connheim 1889 Estudió la isquemia tisular
Jassinowsky 1889 Reparó heridas arteriales mediante sutura
Trendelemburg 1890 Entendió la hemodinámica de las varicosidades y la estasis venosa de las extremidades inferiores
y el embolismo pulmonar. Extrajo un embolismo pulmonar
Murphy 1896 Realizó la primera anastomosis arterial con éxito
Carrel 1902 Experimentó con sustituciones arteriales. Publicó la técnica de sutura circular para los vasos sanguíneos
Exner 1903 Trasplante de injerto venoso autólogo
Payr 1904 Descripción del método para unir vasos separados mediante la invaginación de sus extremos
dentro de un cilindro de magnesio reabsorbible
Carrel y Guthrie 1906 Describieron la anastomosis arteriovenosa y el trasplante de órganos
Delbet 1906 Intento de trombectomía arterial como tratamiento de la enfermedad oclusiva
1911
Lexer 1907 Utilizó con éxito injertos venosos libres en la arteria axilar
Buerger 1908 Descripción amplia de la tromboangeítis obliterante, mostrando que la panarteritis nodosa
ocasiona solamente una pequeña proporción de casos de obstrucción arterial en las piernas
Jianu 1909 Intento de trombectomía arterial como tratamiento de la enfermedad oclusiva
Pirovano 1910 Primer trasplante clínico de arteria homologa de un hum ano a otro (sin éxito)
Labey-Mosny 1911 Embolectomía arterial con éxito
Warthmuller 1917 Aneurisma traumatològico tratado con éxito utilizando injertos venosos

518
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Grandes vasos abdominales

T a b la 1 2 .1 . Historia de la anatomía y la cirugía del aparato vascular (Continuación.)


Heuser 1919 Desarrolló el concepto de la angiografía con yodinato sódico a partir de su experiencia personal,
sin radiografía (Argentina)
Orrin 1920 Publicó un atlas de anatomía con arteriografías post mórtem
Osborne y cois. 1923 Inventó el concepto de angiografía con yodinato sódico, sin radiografías (EE.UU.)
Sicard y Forestier 1923 Experimentó con arteriografía y flebografía con Lipiodol en animales y en ensayos clínicos con
humanos
Dünner y Calm 1923 Visualización de la vena subclavia utilizando yodinato sódico (un caso)
Berberich y Hirsch 1923 Realizó la primera arteriografía en humanos con un medio de contraste hidrosoluble (bromuro
de estroncio), siendo la primera demostración válida de las venas periféricas con sus válvulas
Holman 1924 Describió el aumento del volumen sanguíneo y del gasto cardíaco con ocasional insuficiencia
cardíaca en las fístulas arteriovenosas
Kirschner 1924 Realizó la primera embolectomía pulmonar
Moniz 1927 Inventó la arteriografía carotídea
Homans 1928 Prevención del embolismo pulmonar mediante la ligadura venosa
1934
Dos Santos y cois. 1928 Experimentaron con la aortografía con yodinato sódico
Dos Santos 1929 Describió la técnica de la arteriografía translumbar
Dos Santos y cois. 1931 Introdujeron el Thorotrast para la angiografía. Desarrollaron el mecanismo del inyector con
presión prefijada
Gurin y cois. 1935 Primer intento quirúrgico de corrección de un aneurisma aórtico por disección
Gibbon 1937 Descubrió el dispositivo corazón-pulmón para su utilización en animales
Murray 1937 Estableció el concepto de venas varicosas como enfermedad del sistema venoso profundo que sigue
a la flebitis. Prevención del embolismo pulmonar con anticoagulantes
Leriche 1937 Describió la arteriectomía en la insuficiencia arterial crónica
Castellanos y Pereiras 1938-1939 Realizaron una cavografía venosa inferior
Fariñas 1941 Realizaron una aortografía abdominal mediante cateterización a través de un corte quirúrgico
de la arteria femoral y la introducción de un catéter a través de un trocar
Crafoord 1944 Corrección de una coartación aórtica
Alexander y Byron 1944 Realizaron la primera ligadura proximal y distal con éxito de la aorta torácica y la extracción
de un aneurisma fusiforme
Dos Santos 1947 Introdujo la tromboendarterectomía para desobstruir segmentos arteriales
Kunlin 1948 Introdujo el principio del by-pass en el tratamiento de la oclusión arterial
Gross 1949 Realizó un injerto homólogo con éxito como by-pass de un defecto aórtico debido a una coartación aórtica
Linton 1949 Realizó un aneurismectomía con éxito
Souza Pereira 1949 Inyección en la vena mesentérica superior en una portografía
Elkin y Cooper 1949 Describieron su limitada experiencia con la aortectomía terminal de Leriche
Oudot 1950 Realizó la primera resección y homoinjerto de una bifurcación aórtica trombosada
Bigelow 1950 Publicación de los efectos de la hipotermia en la reducción del consumo de oxígeno y su impacto
en el flujo sanguíneo a través del corazón
Pierce 1951 Realizó una aortografía a través de una aguja en la arteria femoral insertando un catéter
de polietileno sin guía metálica
Ponsdomenech 1951 Realizaron una angiografía de ventrículo izquierdo sin punción directa con aguja
y Beato-Nuñez
Thompson 1952 Realizaron la primera revascularización de riñón (sin éxito)
y Smithwick
Dubost y cois. 1952 Dubost refirió la primera resección con éxito de un aneurisma de aorta abdominal y la utilización
Szilagi y cois. de injerto hum ano preservado de arteria por continuidad. Diversos cirujanos refirieron resultados
Shumacker y King similares
Julián y cois.

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• Skandalakis

Grandes vasos abdominales

T a b l a 1 2 .1 . Historia de la anatomía y la cirugía del aparato vascular (Continuación.)


Anatomía quirúrgica

Voorhees, Jaretzki 1952 Utilización con éxito en experimentación animal de tubos de N-Vinyon construidos con
y Blakemore material poroso biológicamente inerte que se mantenían permeables
DeBakey 1953 Primera apertura con éxito de una tromboendarterectomía de la bifurcación carotídea
DeBakey y Cooley 1953 Primera resección con éxito de un aneurisma de aorta torácica y sustitución mediante injerto
Seldinger 1953 Introdujo la técnica del cateterismo arterial percutáneo
Gibbon 1953 Aplicó el dispositivo corazón-pulmón para el cierre de un defecto del tabique auricular en una mujer
Edwards 1953 Junto con el químico Tapp, introdujeron innovaciones en los injertos vasculares
Shumway y cols. 1955 Experimentaron con vainas de polivinilo (Ivalon)
Shaw y Maynard 1958 Primera endarterectomía de la mesentérica superior
Mikkelsen y Zaro 1959 Primero en resecar y reimplantar un AMS
Palma y Esperon 1960 Trataron el síndrome posflebítico con trasplante e injertos vasculares
Strom y Winberg 1962 Arteriografía selectiva de la mesentérica inferior
Boijsen y cols. 1963 Arteriografía selectiva simultánea del eje celíaco y la arteria mesentérica superior
Fogarty y cols. 1963 Cateterismo con balón para la extracción de un émbolo intravascular
Golomb y cols. 1964 Cateterismo selectivo vascular de las arterias para la infusión de quimioterapia en el cáncer
Waldhausen 1966 Introdujeron la angioplastia mediante colgajo de la subclavia
y Nahrwold
Harrison y cols. 1967 Introdujeron la endarterectomía por eversión
Connoly y Stemmer 1970
Bentall 1968 Introdujo la fijación directa de las raíces de las arterias coronarias a los injertos valvulares protésicos
Ochsner y cols. 1970 Refirieron 286 casos de ligadura de la VCI con sólo un 4% de secuelas posflebíticas
Amgwerd y Sege 1975 Primera experiencia clínica con los injertos arteriales heteroplásticos a partir de arterias de la pantorrilla
Rob y cols. 1976 Estudió la isquemia intestinal crónica. Realizó un refuerzo mediante una guía intraluminal
de un aneurisma aórtico abdominal
Greenfield 1976 Publicó unas excelentes monografías sobre embolismo pulmonar y los filtros en la VCI
Shumacher 1982 En pacientes seleccionados recomendó la cirugía extraperitoneal de la aorta abdominal, arterias
ilíacas y ramas viscerales de la aorta
Cabrol 1981,1986 Reimplantación de las raíces de la arteria coronaria a un injerto valvular sintético utilizando
un injerto de un pequeño conducto de Dacron
Crawford 1984, 1986 Realizó la sustitución de un injerto de aneurisma de aorta torácica descendente sin by-pass ni cortocircuito
1992, 1993 Técnica del «botón abierto» para la sustitución del injerto de una válvula protésica de la aorta proximal
1993 Refirió 1.509 pacientes sometidos a tratamiento de un aneurisma de aorta abdominal
Miller 1992, 1993Recomendó un tratamiento conservador de la disección torácica descendente crónica y aguda

Tabla elaborada por David A. McClusky II I y John E. Skandalakis

B ibliografia:
Doby T. D evelopm ent of Angiography and Cardiovascular Catheterization. Littleton MA: Publishing Sciences Group, 1976.
Greenfield LJ. Surgery: Scientific Principles and Practice. Philadelphia: JP Lippincott, 1993.
Haimovici H (ed): Haimovici's Vascular Surgery (4th ed). Cambridge MA; Blackwell, 1996.
Heberer G, van D ongen RJAM. Vascular Surgery. Berlin: Springer-Verlag, 1989.
Sabiston DC Jr. Textbook of Surgery. Philadelphia: WB Saunders, 1986.
Shumacker HB Jr. Extraperitoneal approach for vascular operation: retroperitoneal review. South Med J 75(12):1499-1516, 1982.
Shumacker HB Jr. Little used techniques of value. Am J Surg 144:186-190, 1982.
Smith RB III. Presidential address: the foundation of m o dern aortic surgery. J Vase Surg 27:7-15, 1998.
Warren R. Surgery. Philadelphia: WB Saunders, 1963.
Yao JST, Pearce WH (eds). Progress in Vascular Surgery. Stamford CT: Appleton & Lange, 1997.

520

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Grandes vasos abdominales

Esófago La aorta a b d o m in a l aporta las ramas viscerales que irri­


gan los órganos intraperltoneales y retroperitoneales y las
ramas parietales q u e irrigan la cúpula y pared a b d o m in a l.
G rant y Basmajian12 describen estas colaterales del m o d o
siguiente:
El tro n c o celíaco, la arteria mesentérica superior y la me-
sentérica inferior irrigan el tra cto Gl y las tres glándulas im ­
pares (Fig. 12.3A). (Con frecuencia descritas co m o ramas vis­
cerales impares.)
Aorta
Las arterias suprarrenales, renales y gonadales (ovárica
y testicular) irrigan tres glándulas dobles (Fig. 1 2.3B) (que
son las tres ramas viscerales pareadas).
C o m o ramas parietales, las arterias frénicas (inferiores),
las lum bares y la sacra medial irrigan la cúp u la y la pared
Pilar izquierdo
a b d o m in a l (Fig. 12.3C).
Entre las ramas parietales p re via m e n te m encionadas,
nosotros incluiríamos las arterias ilíacas com unes derecha e
izquierda.
En los d ia g ra m a s de G ra n t y Basmajian (Figs. 12.3
y 12.4) se describen con nitidez la distrib u ció n arterial y los
territo rio s irrigados.
Las dos principales ramas terminales de la aorta a b d o ­
F igu ra 12.1. Las aperturas diafragmáticas de la vena cava in­
m inal, las arterias ilíacas comunes, se o rig in a n de la b ifu r­
ferior, esófago y aorta vistas desde la izquierda. [57<9]
cación aórtica, apro xim a d a m e n te 1 cm p o r debajo del o m ­
blig o y a la izquierda de la línea media. Al llegar a la altura

Hiato esofágico
- Esófago
- Troncos vagales
- Rama esofagica
jo y ligeramente a la izquierda del o m b lig o , p ró xim o al p u n ­ Agujero de Morgagni de la a. gástrica izquierda
- A. y v. epigástricas - Tributarias esofágicas
to m e d io de la línea que com unica la parte más alta de a m ­ Hiato de la cava de la v. gástrica izquierda
superiores
bas crestas ilíacas (p la n o intercostal). - Vena cava inferior
- Ramas del n.
La aorta dism in u ye de fo rm a ostensible en su d iá m e tro frénico derecho
a m edida que desciende p o r el a b d o m e n , d e b id o al gran
Esófago
ta m a ñ o de sus principales ramas. A la altura de la u n déci­
ma costilla, el d iá m e tro es de a p ro xim a d a m e n te 25 m m ;
por encima del origen de la arterias renales, de 22 m m ; por
debajo de dichas arterias renales, de 20 m m , y a nivel de
la bifurcación, de 19 m m 10.
Yahel y A ren sb u rg d o c u m e n ta ro n que la lo n g itu d de
to d a la aorta descendente no se correlacionaba con la es­
tatura y que no era posible predecir su lo n g itu d 11.
La aorta se correlaciona estrechamente con los pilares
diafragm áticos derecho e izquierdo. Pasa por el hiato a ó rti­
co (Figs. 12.1 y 12.2), p o r debajo del diafragm a y no a tra ­
vés del hiato d la fragm ático, co m o hacen la cava o el esófa­
Hiato aórtico Aperturas menores
go; p o r ello, el hiato aórtico no se abre en el diafragm a. En - Aorta (a través del pilar)
- V. ácigos (variable)
el diafragma, la aorta se separa de la VCI y del g anglio celía­ - Conducto torácico
- N. esplácnico mayor
- V. ácigos (variable)
co derecho por el pilar derecho. En ese p u n to , la vena cava - V. hemiácigos (variable) - N. esplácnico menor
- N. esplácnico mínimo
a do p ta una posición ventral a la aorta, al angularse la cava - V. hemiácigos (variable)
hacia adelante, para atravesar el diafragm a y e ntrar en la F ig u r a 12.2. Aperturas del diafragma vistas desde abajo y es­
aurícula derecha. En la bifurcación aórtica la VCI asume una tructuras que lo atraviesan. A, Aorta; VCI, vena cava inferior.
posición dorsal a la aorta, dividiéndose a la altura de L5. [sk9\

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• Skandalakis

Grandes vasos abdominales

Diafragma
Anatomía quirúrgica

F ig u ra 12.3. Ramas de la aorta abdom inal dispuestas de acuerdo con los planos que ocupan (esquematizado en la Fig. 12-4).
Las ramas irrigan los siguientes territorios: A, Tracto gastrointestinal y tres glándulas impares; B, 3 glándulas pares; C, Techo y
paredes abdominales. AC, arteria celíaca; AMS, arteria mesentérica superior; AMI, arteria mesentérica inferior; S, glándula su­
prarrenal; AS, arteria suprarrenal; R, riñ ó n ; AR, arteria renal; T, testículo; AT, arteria testicular; AF, arteria frénica; AL, arterias
lumbares; ASM, arteria sacra mediana, [g rl]

de la unión sacroilíaca se dividen en ilíaca interna y exter­ Eje celíaco


na. El trayecto de la ilíaca co m ú n y de la ilíaca externa
puede intuirse a nivel superficial trazando una línea lige­ El tro n c o celíaco con frecuencia se o rigina en el extre ­
ra m en te convexa desde la b ifu rca ció n aórtica hasta el m o inferior de T I 2, pero puede surgir entre este p u n to y el
p u n to fem oral, que es el p u n to m e d io entre la espina ilí­ lím ite inferior de L1. Su lugar de origen está n o rm a lm e n te
aca superior y la sínfisis púbica. El trayecto de la ilíaca co­ a lrededor de 1 cm por encim a del de la arteria m esentéri­
m ún ocupa el tercio p roxim al de la línea, y la ilíaca exter­ ca superior. Van D am m e, estudioso de la anatom ía vascu­
na ocupa los dos tercios distales. lar a b d o m in a l, co nstató lo siguiente en relación con el eje
Puesto q u e la bifurcación aórtica está a la izquierda celíaco en su apasionante te x to Behavioral Anatom y o f the
del plano m e d io , la ilíaca c o m ú n derecha es lig e ra m e n ­ Abdom inal Arteryw .
te más larga que la izquierda: a p ro x im a d a m e n te 5 cm y El tronco celíaco no se divide en tres ramas principales,
4 cm , respectivam ente. El trayecto de la arteria ilíaca co ­ como se ha descrito habitualmente, sino que se bifurca en
m ú n derecha va desde un ce n tím e tro a la izquierda e in ­ la arteria esplénica y la hepática (común). Su tercera rama,
fe rio r al o m b lig o hasta un p u n to a 3 cm de la línea m e ­ la arteria gástrica izquierda, es un vaso m óvil cuyo origen
dia en el pla n o intertubercular. En pacientes delgados y puede deslizarse entre la aorta (sería un tronco hepatoes-
en supino, con la pelvis lig e ra m e n te elevada para des­ plénico) a lo largo de todo el tronco celíaco hasta consti­
plazar las visceras hacia arriba, p odrá palparse el pulso tu ir una trifurcación verdadera. El tronco celíaco puede fu­
a ó rtico en la bifurcación y los pulsos en las arterias ilía­ sionarse con la a rte ria mesentérica superior (tronco
cas c o m ú n y externa a lo largo del re co rrid o descrito. celíaco-mesentérico). Una de las tres ramas que constitu­
Puesto que las arterias ilíacas pueden suponer un obs­ yen el tronco celíaco puede tener un origen separado de la
táculo considerable para el tratam iento eficaz de los aneu­ mesentérica superior o de la aorta. Cuando dos de sus ra-
rismas aórticos infrarrenales, Henretta y cois, refirieron
que to dos los pacientes de la Southern Illinois University
fueron tratados con un injerto m odular bifurcado que per­
mitía su adaptación a la anatom ía aórtica e ilíaca del pa­
ciente13-14-15.
N um erosos textos refieren detalladas descripciones
sobre dispositivos para las ramas viscerales y parietales de
la aorta, que incluyen un co m e n ta rio en relación con las
diversas estructuras anatóm icas que irrig a n y los vasos
responsables de la irrigación. Sin em b a rg o , resumiremos F ig u ra 12.4. Los tres planos vasculares de las ramas colate­
brevem ente alguno de ellos. rales de la aorta abdominal (véanse Figs. 12.3 A, B y C). [g rl]

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Grandes vasos abdominales

mas presentan un origen separado, no existirá el tronco • La arteria gástrica izquierda se o rigina de la celíaca, se­
celíaco (Fig. 12.5). La artería hepática empuja al tronco ce- g uida p o r la bifurcación hepatoesplénica: 4 9 % .
líaco a la derecha. Cuando la artería hepática no se origi­ • «Trifurcación típica» del tro n c o celíaco: 25% .
na a p a rtir del tronco celíaco, el resto del tronco gastroes- • Tronco hepatoesplénico: 5% . (La arteria gástrica izquier­
plénico se dirige a la izquierda y parece continuar con la da se origina p o r separado de la aorta.)
arteria esplénica. Son poco habituales las variaciones en • Tronco gastroesplénico: 3%. (La arteria hepática co m ú n
el origen de la arteria esplénica. La vena gástrica izquier­ se origina p o r separado de la aorta.)
da se encuentra habitualm ente en la bifurcación del tron­ • Tronco g astrohepático: 1 %. (La arteria esplénica se o rig i­
co en las arterías hepática y esplénica. La colateral más na p o r separado de la aorta.)
habitual del tronco celíaco es la arteria frénica inferior sim­ • Tronco gastroh e p ato e sp le n o m ese n té rico : 2 % . (Arterias
ple o doble. celíaca y mesentérica superior com binadas.)
• Tronco hepatom esentérico: 3%. (Arteria esplénica y gás­
£ a v d a ry cois.17 refirieron un caso de tro n c o celíaco-me-
tricas izquierda a p a rtir de un tro n c o co m ú n .)
sentérico, una variación que se encuentra en sólo un 1% a
un 2 ,7 % de la población.
De las tres ramas impares principales de la aorta, el tro n ­
Arteria mesentérica superior
co celíaco es el más propenso a las variaciones. De acuer­
do con Lippert y cois, en su revisión18, algunas de ellas y
A gradecem os al Dr. Jean-Pierre j. Van D a m m e 16 el per­
sus porcentajes en la población son los siguientes:
miso para re p ro d u c ir su excelente descripción de la arteria
• O rigen de la arteria frénica inferior a p a rtir del tro n co ce­ mesentérica superior.
líaco: 50% .
La arteria mesénterica superior (AMS) es el eje alrededor
del cual se produce la rotación del intestino. La vena renal iz­
quierda se localiza entre el origen de la arteria mesentérica
superior y la aorta. La artería y vena mesentérícas superio­
3 ramas principales: 86% res siguen un trayecto entre el duodeno y el páncreas; a este
nivel, la arteria sigue su trayecto a la izquierda de la vena.
La parte horizontal del duodeno puede estar comprimida en
^ — Arteria gástrica izquierda
Arteria hepática común la horquilla entre la aorta y la artería mesentérica superior en
los casos de ptosis intestinal. Después del origen de la arte­
Arteria esplénica ria ileocólica, la mesentérica superior solamente da ramas
¡leales. Es un vaso continuo que disminuye de diámetro p ro ­
gresivamente y se anastomosa con la ram a i leal de la arte­
— Arteria mesentérica
ría iliocecal. A excepción de las ramas yeyuno!, ¡leal y cólica,
superior
la artería mesentérica superior también origina las ramas
pancreática y duodenal (arcadas pancreaticoduodenales, la
2 ramas principales: 12%
artería para el cuello, la arteria pancreática transversa, una

f f
rama del ángulo duodenoyeyunal). Ramas aberrantes de la
artería mesentérica superior son la artería hepática común,
una rama hepática derecha aberrante o excepcionalmente
la arteria esplénica o cística (Figs. 12.6 y 12.7).

Las lesiones de la arteria mesentérica superior son raras,


Tronco Tronco Tronco pero cuando se producen la m ortalidad es elevada. En la Fi­
gastroesplénico 6% hepatoesplénico 6% hepatogástrico (Lit.)
gura 12.8 y en las Tablas 12.2 y 12.3 se expone la clasifica­
ción de las lesiones de la AMS por su extensión isquémica y
Sin tro nc o celíaco: 2% lesión anatóm ica19, respectivamente.

í £
De acuerdo con K om ori y cois.20, que d o c u m e n ta ro n la
resección con éxito de un aneurisma de la arteria mesenté­
rica superior con reconstrucción de la arteria mesentérica
superior m e d ia n te una anastomosis aórtica, solam ente un
8% de to dos los aneurismas de arterias viscerales se p ro ­
1% Tronco celiacomesentérico ducen sobre la arteria mesentérica. Constataron que: «Los
(Lit.)
aneurismas en este p u n to son m u y propensos a la ruptura,
F ig u ra 1 2 .5 . D ivisión del tronco celíaco. (Lit.), documenta­ al m argen de su ta m a ñ o , y pueden ser de difícil tra ta m ie n ­
do en la bibliografía médica, [v a l] to, incluso en caso de cirugía electiva. En ausencia de fac-

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* Skandalakis

Grandes vasos abdominales


Anatomía quirúrgica

Arterias frénicas
inferiores

Arteria hepática
normal

Arteria hepática anómala


Aorta

Arteria mesentérica superior -

F ig u ra 12.6. Origen anóm alo de las arterias hepáticas, [b rl]

F ig u ra 12.8. Esquema de la circulación de la AMS, que m ues­


tra la clasificación por zonas anatómicas. PDI, arteria p ancre­
tores que c o m p liq u e n g ra v e m e n te la situación, el tr a ta ­ aticoduodenal inferior; Col. d., arteria cólica derecha, [fu]
m ie n to de elección será la escisión aneurism ática con re­
construcción de la arteria, si es necesario, para m a n te n e r
la perm eabilidad».

Arteria mesentérica inferior


Agradecem os al Dr. jean-Pierre J. Van D a m m e 16 el per­
miso para re p ro d u cir su excelente descripción de la arteria
mesentérica inferior:
La arteria mesentérica inferior (A M i) es un vaso recto
Arteria del cuello del páncreas
que solamente da colaterales desde su lado izquierdo mien­
Arteria hepática derecha aberrante tras discurre p o r el lado dorsal del recto, donde finaliza di­
Tronco pancreatoduodenal vidiéndose en las dos arterias rectales superiores. (Fig. 12.9).
inferior La prim era colateral es la arteria cólica izquierda. En la
Arcada intermesentérica

Arteria cólica izquierda


accesoria
Primera arteria yeyunal Clasificación de la lesión
T a b l a 1 2 .2 .
Tronco pancreaticoduodenoyeyunal de la arteria mesentérica inferior según
Arteria para el colon transverso la extensión de la isquemia
Arteria cólica media C ategoría S egm entos d e in te s tin o
isq u ém ica afectados
Arteria del ángulo derecho
Arteria cólica derecha Grado 1 Máximo Yeyuno, íleon, colon derecho
Arteria ileocólica Grado 2 Moderado Segmento mayor, intestino
delgado y/o colon derecho
Origen del arco oblongo Grado 3 Mínimo Segm ento p e q u e ñ o o segm entos,
intestino delgado o colon derecho
Grado 4 N inguno Sin intestino isquém ico

Fuente: Fullen WD, Hunt J, Altemeier WA. The clinical spectrum of pe­
F ig u ra 12.7. Colaterales de la arteria mesentérica superior. netrating injury to the superior mesenteric arterial circulation. J Trau­
[va2] ma 12(8):656-664, 1972; con autorización.
524
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Grandes vasos abdominales

teriores o, en ocasiones, desde las vertebrales. A p artir de


Tabla 12.3.Clasificación anatómica de la ramas radiculares o cervicales se p ro d u ce n algunas ap o rta ­
lesión de la arteria mesentérica superior ciones variables a las arterias de la m é d u la espinal, in te r­
costales o lumbares, que entran en el canal m e d u la r a tra ­
Zona Segmento de la AMS afectado
vés de las raíces nerviosas. T a m b ié n h e m o s o b se rva d o
I Tronco proxim a l a la primera rama principal im po rta n te s co n tribuciones a las raíces nerviosas de la cola
II Tronco entre pancreaticoduodenal y colon medio de caballo y al entram ado anatóm ico longitudinal de la m é ­
III Tronco distal al colon medio dula que se origina a pa rtir de las arterias sacras medial y
IV Ramas segmentarias, yeyunales, ileales o cólicas lateral en estudios sobre cadáveres a los q u e se había in ­
yectado látex.
Fuente: Fullen WD, Hunt J, Altemeier WA. The clinical spectrum of pe­ El segm ento de la arteria torácica de la m édula espinal
netrating injury to the superior mesenteric arterial circulation. J Trau­ (Fig. 1 2 .12) recibe una im p o rta n te ap o rta ció n a p a rtir de
ma 12(8):656-664, 1972; con autorización.
una rama inconstante de la arteria intercostal q uinta o sex-

zona de transición colosigmoidal, donde el colon descen­


dente pasa a ser colon sigmoide p o r el desarrollo de meso
(mesenterio), puede identificarse un vaso constante y ex­
tremadamente im portante21. Se origina en el ángulo entre
la arteria cólica izquierda y la arteria mesentérica inferior
o a p a rtir de uno de estos dos vasos. Solamente aquellas
arterias im portantes que irrigan principalm ente el colon
sigmoide y tienen un origen directo a p a rtir del tronco p rin ­
cipal (arteria mesentérica inferior; colosigmoide o arteria
cólica izquierda) se consideran ramas sigmoides. La arte­
ria mesentérica inferior es una arteria corta que irriga un
territorio m uy largo del ángulo esplénico del colon al rec­
to medio. Puesto que se comporta como una cuerda corta
en relación con un intestino demasiado largo, el recorrido
de sus ramas tiene el aspecto de un abanico.

I r r ig a c ió n n o r m a l y a lter ad a
de l a m é d u l a e sp in a l

La breve descripción siguiente de la irrigación de la m é ­


dula espinal se m uestra para que el lecto r c o m p re n d a la
co m p lica ció n de la paraplejia debida a un infarto.
La m édula espinal no se irriga siem pre a pa rtir de vasos
longitudinales ni ta m p o co de fo rm a estricta de arterias seg­
mentarias. La arteria espinal a n te rio r (Figs. 12.10, 12.11
y 1 2.12) se o rigina a pa rtir de la fusión de dos vasos. Estas
arterias parten de las arterias vertebrales a la altura del fo ­
ramen m a g n o adyacentes a la apófisis o dontoides. La arte­
ria espinal a n te rio r pasa hacia abajo p o r el surco ventral y
recibe h a b itu a lm e n te la aportación de una rama del tr o n ­
co tirocervical izquierdo, que penetra p o r el agujero Ínter-
vertebral tercero o cuarto. Esta rama puede lesionarse d u ­
rante p ro c e d im ie n to s q u irú rg ic o s cervicales. Esta parte
superior de la arteria co n tinúa hacia abajo hasta un nivel
F igura 12.9. Arteria mesentérica in fe rio r y sus ramas. Dis­
de T4, d a n d o vasos en círculo que fo rm a n un plexo en la
tancia al o rigen en m ilím e tro s. C ua n d o la mesentérica i n ­
superficie de la m édula; los vasos se anastomosan con los fe rio r está d iv id id a en «a», p o r en cim a de la ú ltim a anasto­
pares de arterias espinales posteriores. mosis com pleta, todavía es posible la circ u la ció n colateral
Las arterias espinales posteriores (Figs. 12 .1 0 , 12.11 hasta el recto. La d ivisión en «a» in te rru m p iría la circulación
y 12.12) se o riginan a partir de las arterias cerebelosas pos­ colateral. [vq3]

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* Skandalakis

Grandes vasos abdominales

Arteria espinal posterior jia aguda flácida con retención urinaria y pérdida de sensi­
bilidad espinotalám ica desde el nivel de la lesión, pero p re­
servándose la sensibilidad táctil y posicional. La oclusión ar­
Anatomía quirúrgica

terial se acompaña norm alm ente de un intenso dolor dorsal.


Adams y Van G eertruyden24 constataron la im porta n cia de
la arteria radicular m agna y pusieron de relive las secuelas
neurológicas que siguen a la lesión de este vaso.
La m édula espinal inferior y las raíces nerviosas que c o m ­
ponen la cola de caballo reciben una irrigación variable a
partir de la arteria que penetra en el canal m edular p o r una
de las raíces nerviosas lum bares superiores. C uando la irri­
gación vascular de los segm entos lumbares de la m édula
espinal y de las raíces nerviosas está ocluida (lo cual suce­
de rara vez), se produce una situación conocida co m o clau­
dicación de la cola de caballo, que cursa con d o lo r in te n ­
so, d e b ilid a d y parestesias en u n o o los dos m ie m b ro s
inferiores.
F ig u ra 12.10. Arterias espinales a n te rio r y posterior, [del]
En líneas generales, la arteria espinal anterior es respon­
sable de la irrigación de a p ro xim adam ente 4 /5 de la m é d u ­
la espinal. La arteria m edular a n te rio r y las arterias ra dicu­
lares anterio re s a p o rta n la irrig a c ió n de la sustancia gris
ta izquierdas. Esta rama es vulnerable a aquellos p ro ce d i­
(porciones a n te rio r e interm edia), de la base de la c o lu m ­
mientos quirúrgicos que atraviesen el lecho de la sexta cos­
na gris poste rio r del asta a n te rio r y de la parte interna del
tilla. Quizá incluso de m a yo r im porta n cia sea la irrigación
asta lateral (Figs. 12.12 y 12.1 3).
derivada de la «arteria m agna de Adamkiewicz», una rama
En resumen, las arterias espinales posteriores y radicula­
que se origina en el 6 5 % de los casos a partir de arterias in­
res posteriores irrigan el asta posterior, la m ayor parte de las
tercostales izquierdas inferiores (TI 0-T12)22. La ta m bién lla­
colum nas grises posteriores y la superficie del asta lateral.
mada «gran arteria radicular» puede lesionarse en procedi­
A p ro x im a d a m e n te 8 arterias radiculares anteriores y 12
m ientos quirúrgicos torácicos o en la simpatectomía lum bar
posteriores pasan a lo largo de las ramas de los nervios es­
izquierda, la nefrectomía izquierda, la esplenectomía, la adre-
pinales y las raíces nerviosas hasta alcanzar e irrig a r, de
nalectomía o los bloqueos intercostales. Tales lesiones vas­
m o d o variable, vértebras, m eninges y m édula. La arteria
culares pueden c o n d u cir a un posible infarto m edular a un
nivel p or encima de T3-T423 y a la paraplejia. Una lesión que
afecta a los segmentos T4-T6 (el lugar más frecuente) su­
A rte ria e spin a l p o s te ro la te ra l
pone un infarto de toda la m ita d anterior de la m édula es­
pinal, según refiere Patten23, lo cual cursa con una paraple-
A rte ria ve rte b ra l

A rte ria cervical ra d ic u la r


(del tronco costocervical)

a. Arteria lumbar (intercostal) A rte ria to ra c ic a ra d ic u la r


b. Rama lum bar anterior (de la arteria intercostal)
(intercostal)
c. Rama lum bar posterior
A rte ria espinal a n te rio r
(intercostal)

d. Arteria espinal D ia fra g m a


e. Arteria radicular anterior

f. Arteria espinal anterior


A rte ria ra d ic u la r m a y o r
g. A rteria radicular posterior
(de la arteria intercostal o lumbar)
h. Arteria espinal posterior
i. Ramas musculares A rte ria renal

Aorta
A rte ria in fra rre n a l ra d ic u la r
(de la arteria lumbar)
F ig u ra 12 .1 1 . D is trib u c ió n de las arterias lu m b a r e in te r­
costal. Las arterias radiculares a n te rio r y poste rio r son ra­ F igu ra 1 2 .1 2 . Irrig a c ió n de la m é d u la espinal. Se m ues­
mas de la arteria intercostal, [del] tra n las p rincipales arterias radiculares, [del]
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Arteria vertebral Arteria basilar Celiaca


Esplénica
Arteria espinal anterior

Arteria cervical Arterias radiculomedu- Cistica


ascendente lares de C3-C4
Gástrica derecha
Tronco tirocervlcal Arterias radiculomedu-
lares de C5-C6 Gastroduodenal
Arteria cervical
profunda Arterias radiculomedu- Pancreatoduodenal Gástrica
lares de C7-C8 superior
Tronco costocervical izquierda
Gastroepl- Gastroepiploica
Arterias radiculomedu- ploica derecha izquierda
Arteria subclavia
lares deT3-T4
Pancreatoduodenal Mesentérica superior
inferior

Arteria espinal
posterior
F ig u ra 1 2 .1 4 . El eje celíaco y sus ramas y la circu la ció n
colateral co n la arteria mesentérica superior, [b rl]
Arteria
radiculomedular de
T11-T12 o arteria de
Adam klewicz

la AMS y fo rm a un e n tram ado anastom ótico entre la AMS


Arterias y la arteria celíaca (Fig. 12.16).
radiculares
• Arco de Riolan. O tro e n tra m a d o a n a sto m ó tico es el que
lumbosacras
existe entre la AMS y la A M I (Fig. 12.1 7).
Arteria sacra media • Artería m arginal de D ru m m o n d . El m e jo r co n o c id o de
los tres es la arteria m a rgin a l de D ru m m o n d , qu e ta m ­
Arteria sacra lateral
derecha bién com u n ica la AMS y la A M I (Fig. 12.1 7).

Arteria Ilíaca interna


La anatom ía n orm al y las variantes de las arterias celía­
derecha ca, hepática y gástricas izquierda y derecha, según la des­
cripción de Rosenblum y cois.25, se exponen en la Tabla 12.4.
F ig u ra 1 2 .1 3 . Ramas a n te rio r y p o ste rio r ra d ic u lo m e d u -
lares.

radicular más im p o rta n te , c o m o ya se m e ncionó, es la arte­


ria radicular magna, la cual ocasiona la com plicación anató­
mica de la paraplejia (mielitis transversa) cuando se lesiona.
Las causas médicas de d e te rio ro vascular de la m édula
espinal son ateroesclerosis, diabetes mellitus, trom bosis y
aneurisma disecante de aorta, entre otras.

Ra m a s arteriales c o la te r ale s

La circulación colateral e ntre la ramas arteriales de las


visceras a b d o m in a le s es e xc e le n te y de re levancia q u i­
rúrgica. Existen c o m u n ica cio n e s e ntre las ramas del p ro ­
p io eje celíaco; e n tre las ramas del eje celíaco y la arteria
mesentérica superior (Fig. 12.14); entre las ramas de la m e­
sentérica sup e rio r e infe rio r (Fig. 1 2 .1 5 ) y e n tre la arteria
m esentérica in fe rio r y la rama rectal m e d ia de la ilíaca in ­
terna.
Los nom bres de los tres investigadores asociados con la
circulación mesentérica son: Bühler, Riolan y D ru m m o n d .

• Arco de Bühler. El arco de Bühler es una arteria que co- F ig u ra 1 2 .15 . C irc u la c ió n colateral de las ramas de las ar-
necta las arterias hepática com ún y la gastroduodenal con terias mesentéricas superior e infe rio r, [b rl]

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* Skandalakis

Grandes vasos abdominales

Tabla 12.4. Anatomía vascular normal


y sus variantes
Anatomía quirúrgica

Vasos Incidencia

Celiaco
Tres ramas (clásico) 65-75%
Cuatro ramas que incluyen la dorsal 5-10%
pancreática
Tronco celíaco-mesentérico <1%
Hepático
Hepático com ún desde la arteria celíaca 75%
Hepático desde la AMS 2,5%
F ig u ra 1 2 .16 . Arco de B üh le r fo rm a n d o u n a c o m u n ic a ­ Arteria hepática derecha sustituida 17-18%
ción directa entre la arteria celíaca y la mesentérica superior. Desde la AMS 10-18%
[.ro4\ Desde la aorta <2%
Arteria hepática izquierda sustituida 15-18%
Desde la arteria gástrica izquierda 11-12%
Desde la AMS 2,5%
Arteria hepática derecha accesoria 7-8%
C o m p o n e n t e s a n a t ó m ic o s r e l a c io n a d o s Arteria hepática izquierda accesoria 2,5%

CON LA AORTA ABDOMINAL Gástrica


Arteria gástrica izquierda
( y CIERTAS APLICACIONES QUIRÚRGICAS) Desde la arteria celíaca 90%
Desde la aorta 3%
Ligamento arcuato m edial, conducto torácico, Ramas accesorias desde o para la arteria 23%
vena ácigos e hiato aórtico hepática izquierda
La aorta sigue un curso o b licu o p o r debajo del d iafrag­ Arteria gástrica derecha
ma en lugar de atravesarlo (Fig. 12.1). A nivel de T I 2, el Desde la propia arteria hepática 40%
borde ante rio r de la abertura está fo rm a d o p o r el ligam en- Desde la arteria hepática izquierda o media 40%
Desde la arteria hepática derecha 10%
Desde la arteria gastroduodenal 8%

Arteria marginal AMS, arteria mesentérica superior.


Drummond
Fuente: Rosenblum JD, Boyle CM, Schwartz LB. The mesenteric circu-
lation: anatomy and physiology. Surg Clin Noth Am 77(2); 289-306,
1997; con autorización.
Arco de Riolan

to arcuato medial. Lateralmente, el pilar del d ia fragm a fo r­


ma los bordes. El c o n d u c to torácico acom paña a la aorta.
La vena ácigos con frecuencia ta m b ié n a com paña a la
aorta, pero su tra yecto puede variar. Puede pasar p o r d e ­
bajo del diafragm a con la aorta a la derecha del pilar dere­
c h o o ta m b ié n puede atravesar este ú ltim o . Tam bién atra­
viesan el p ilar los nervios torácicos esplácnicos mayores,
menores y m ínim os (Fig. 12.2).
El hia to esplácnico está separado del hiato a ó rtico por
la fusión de los brazos del pilar derecho e izquierdo. C u a n ­
do las porciones tendinosas del pilar están fusionadas, el li­
g a m e n to arcuato medial (Fig. 12.18) estará presente c o m o
un arco fibroso que pasa sobre la aorta, c o m u n ic a n d o los
F ig u ra 1 2 .1 7 . A rteria m a rgin a l de D ru m m o n d y arco de pilares derecho e izquierdo. Si la fusión es solam ente m us­
Riolan, que fo rm a n las com unicaciones anastom óticas en­ cular, el lig a m e n to estará p eor d e fin id o o ausente.
tre la arteria mesentérica superior (AMS) e in fe rio r (AM I). El ligam ento arcuato medial pasa por delante de la aor­
[ro 4 \ ta a nivel de L1, justo p o r encima del origen del tro n co celí-
528
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Grandes vasos abdominales

acó (Fig. 12.18). El ganglio celíaco está íntim a m e n te yu x ta ­ ción del pilar d ia fra g m á tic o o p o r la to pografía del plexo
puesto a la parte lateral del tronco celíaco. Junto con el p ro ­ celíaco? Harjola28 fu e el p rim ero en d o cu m e n ta r un caso de
fuso entram ado nervioso celíaco, ocultan el origen de la ar­ isquem ia mesentérica que pensó podía estar relacionado
teria y gran parte del trayecto del tronco. El ligamento arcuato con una presión extrínseca ejercida sobre el eje celíaco p or
medial y el origen de la arteria celíaca descienden ligeram en­ el ple xo celíaco.
te con la edad. En el 1 6 % de los pacientes26, un ligam en­ El diagn ó stico de síndrom e del lig a m e n to arcuato m e ­
to arcuato bajo cubre la arteria celíaca y puede c o m p rim ir­ dial p uede constatarse p o r e lim inación de otras causas de
la; en la angiografía, tal compresión puede simular una placa d o lo r a b d o m in a l, c o m o propuso Bech27. El ciru ja n o debe
ateroesclerótica. La ausencia de síntomas debidos a la co m ­ recordar que este síndrom e es real, no im ag in a rio , y que la
presión vascular indica que tales pacientes tienen una circu­ sim ple disección del lig a m e n to arcuato puede curar al pa­
lación colateral adecuada. El ligam ento arcuato medial se ha ciente. O casionalm ente puede ser ta m b ié n necesaria la re-
relacionado con la angina intestinal en casos en los que un vascularización del eje celíaco.
tejido fibrom uscular considerable en el hiato ejerce un efec­ C uando no exista un verdadero lig a m e n to arcuato y los
to constrictivo sobre el tro n c o celíaco o la aorta. brazos musculares del pilar estén adelgazados p or la exte n ­
Bech27 constató que, en casos raros, la com presión de sión p o s te rio r del hiato esofágico, las aberturas aórtica y
las arterias viscerales ocasiona una isquemia mesentérica. esofágica pued e n c o n flu ir, p rá c tic a m e n te ; sin e m b a rg o ,
Algunos autores piensan que el pilar izquierdo del diafra g ­ siem pre existirá cierta cantid a d de te jid o c o n e c tiv o entre
ma genera el síndrom e de com presión de la arteria celíaca ellas.
(ta m b ié n co n o cid o c o m o com presión del eje celíaco, sín­ En a p roxim adam ente la m itad de los cadáveres con her­
d ro m e de la banda celíaca y síndrom e de D unbar). Nues­ nia hiatal examinados p o r Cray y cois.2-29-30 el lig a m e n to es­
tra o p in ió n es que en la mayoría de los casos el liga m e n to taba lo suficientem ente desarrollado c o m o para que se p u ­
arcuato es el responsable de este síndrome, al m argen de diera realizar una reparación quirúrgica del hiato esofágico.
las variaciones anatóm icas del «hiato» aórtico. En el resto existía suficiente fascia preaórtica lateral al tr o n ­
La cuestión que sigue en el aire es la causa. ¿Está oca­ co celíaco co m o para p o d e r practicar una fijación posterior
sionado p o r el origen alto del eje celíaco, p o r la baja inser­ de la un ió n gastroesofágica. En los p ro ce d im ie n to s q u irú r­

Fijación esternal
Agujero de Morgagni

Brazos musculares del pilar

Ligamento arcuato medial

M .tranverso
Trígono lumbocostal

M. cuadrado lumbar

Psoas mayor

Pilares

F ig u ra 12.18. Fijaciones de los m úsculos del diafragm a vistas desde abajo. A, aorta; E, esófago; VCI, vena cava inferior.
[si<9]

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• Skandalakis

Grandes vasos abdominales

gicos de la hernia hiatal, se tendrán que evitar los ganglios dos o más aportaciones en ambos lados a partir de los seg­
celíacos, localizados justo p o r debajo del lig a m e n to arcua- m entos lum bares de las cadenas simpáticas derecha e iz­
to (o en su posición prevista). quierda. Numerosas fibras, que contienen fibras parasimpá-
Anatomía quirúrgica

ticas esplácnicas y neuronas aferentes, ascienden hasta el


Plexos nerviosos de la aorta abdom inal plexo hipogástrico a p a rtir de los plexos nerviosos pélvicos.

El plexo celíaco (Fig. 12.19) está fo rm a d o p o r un entra­


Vértebras T2-L4
m ado retroperitoneal de múltiples ganglios simpáticos, ju n ­
Un aneurisma de la aorta a b d o m in a l puede ocasionar
to con nervios simpáticos y parasimpáticos y diversas fibras
una erosión de la superficie de la vértebra lumbar.
eferentes. Se interconectan entre sí y cubren el eje celíaco
La rotura espontánea de un aneurisma aórtico en la VCI
y la arteria mesentérica superior. El plexo recibe la a p orta­
es una co m p licación propia de esta patología aórtica. Skin­
ción sobre to d o de los nervios esplácnicos torácicos m ayo­
ner y cois.31 presentaron un caso c o m o el descrito, y o b ­
res y menores y de las ramas celíacas del tro n c o vagal pos­
servan que se habían recogido más de 200 casos desde que
terior. Está inte g ra d o p o r fibras sensoriales de to d o tip o y
Syme lo d o c u m e n tó p o r prim era vez.
atraviesa el plexo de fo rm a retrógrada a lo largo de las ra­
mas viscerales de las arterias.
El entramado ganglionar celíaco se extiende interiorm en­ Transcavidad de los epiplones y estóm ago
te c o m o plexo preaórtrico o intermesentérico. Continúa ha­ El fo n d o de saco del e p ip ló n m e n o r (transcavidad de
cia abajo, después, con el plexo mesentérico inferior, que se los epiplones) se localiza entre la aorta a b d o m in a l y la pa­
vincula con el origen y el trayecto de dicha arteria. Esta par­ red posterior del estóm ago. Los tum ores de la parte poste­
te del plexo nervioso, especialmente en la p ro xim ida d de su rior del estóm ago o los aneurismas aórticos suprarrenales
bifurcación, se conoce c o m o plexo hipogástrico superior. (El pueden colapsar p o r c o m p le to dicha transcavidad. La ero­
prim e r té rm ino se utiliza cuando se supone que este plexo sión de la pared gástrica ocasiona un sangrado g a s tro in ­
nervioso se divide en plexos pélvicos izquierdo y derecho.) testinal. Estas patologías y sus com plicaciones son e x tre ­
El plexo nervioso preaórtico y el plexo hipogástrico reciben m a d a m e n te raras.

DIAFRAGMA

Nervio gástrico posterior

Arteria frénica
derecha
(inferior) y plexo Arteria frénica izquierda
(inferior) y plexo

Glándula
suprarrenal
derecha
Glándula
suprarrenal
izquierda

Arteria renal derecha y plexo


Ganglio celíaco derecho Arteria testicular izquierda

Arteria mesentérica superior celíaco izquierdo

F ig u ra 1 2 .1 9 . Plexo celíaco, ganglios celíacos y glándulas suprarrenales. [gr3]


530
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Grandes vasos abdominales 12


Cuerpo del páncreas Ganglios linfáticos aórticos
Un aneurisma a ó rtico puede unirse e s tre ch a m e n te al Los ganglios linfáticos relacionados con la aorta a b d o ­
cuerpo del páncreas. minal son de distintos grupos periaórticos que reciben la lin­
fa de distintas estructuras anatómicas intra- y retroperitonea-
Vena esplénica les. Estos ganglios linfáticos se describen en el co m entario
La patología ta n to de las venas esplénicas c o m o de la sobre los linfáticos de cada órgano. En general, los ganglios
aorta puede ocasionar una fija c ió n densa en tre am bas y se describen c o m o preaórticos, re tro a ó rtico sy paraaórticos.
quizá provocar una fístula entre ellas, si bien se trata de si­
tuaciones raras. Más a m e n u d o se observa que un tra u m a ­
tism o o rotura de arteria esplénica ocasiona una fístula ar- Histología y fisiología
teriovenosa entre la arteria esplénica y la vena esplénica.
De fuera a adentro, la pared aórtica está compuesta por
Colon transverso y mesocolon tres capas: la capa adventicia, la capa media y la capa íntima.
La capa adventicia, la más fina, está constitu id a p o r te ­
La patología del colon transverso y el m esocolon p u e ­
jid o conectivo, que incluye fibras de colá g e n o que p ro te ­
de ocasionar fijación. La arteria cólica m edia es el p rim e r
gen la pared de la sobreexpansión d u ra n te el ciclo cardía­
vaso afectado. De nuevo, las fístulas pued e n ser la conse­
co. La capa a d v e n tic ia c o n tie n e vasa v a so ru m (vasos
cuencia, y puede producirse sangrado a la altura del colon.
sanguíneos finos) y nervios vasculares (nervios delgados).
Tercera porción del duodeno La capa media, una capa gruesa de la pared aórtica, está
construida a partir de 50-65 vainas fenestradas de tejido elás­
Una parte de la tercera porción del d u o d e n o queda de
tico plano y células musculares lisas irregulares (la mayoría
form a característica entre la arteria mesentérica superior y la
dotadas de un perfil circunferencial) y fibras de colágeno.
aorta; ta m b ié n cubre el origen de la arteria mesentérica in ­
La capa íntima no es tan gruesa com o la capa media. Está
ferior. La mayoría de los casos del síndrome de la arteria m e ­
fo rm a d a p o r e n d o te lio del tip o epitelial escamoso simple.
sentérica superior o de la com presión vascular del duod e n o
se deben a una com presión extrínseca de la tercera porción A más p ro fu n d id a d que la capa endotelial están las capas
del d u o d e n o entre la aorta y la arteria mesentérica supe­ que contienen fibras de colágeno, fibras elásticas y células
rior32. El aneurisma de la aorta a b dom inal puede erosionar musculares lisas.
la pared del d u o d e n o y romperse hacia el interior de éste, Davies y H agen35 expusieron que la superficie del e n ­
lo cual ocasiona un sangrado gastrointestinal grave o inclu­ d o te lio vascular es de a p ro x im a d a m e n te 5 .0 0 0 m 2, y que
so m ortal. Otra patología clínica es la fo rm a ció n de hernias supone solam ente el 1 % del peso corporal total.
en la fosa paraduodenal y dentro de la fosa de Waldeyer33,34. Según Cain y cois.36, el en d o te lio vascular es un centro
de co n tro l a u to c rin o y paracrino en la mayoría de las res­
Raíz mesentérica puestas patológicas que ocupan a los cirujanos actualm en­
te. El endotelio interviene en el to n o vascular, permeabilidad,
En caso de p a to lo g ía de aorta o de las m esentéricas
adhesividad celular, coagulación y crecim iento m ediante la
(aneurisma o quiste m esentérico) la aorta puede estar fir­
regulación de las moléculas y proteínas que se expresan en
m e m e n te adherida a la raíz del mesenterio.
la superficie celular.
Saco mayor, yeyuno e íleon La aorta es un tu b o elástico de conducción responsable
del m ovim iento de la sangre oxigenada a través de sus ramas.
Las asas del intestino d e lgado pueden estar enlazadas
o firm e m e n te adheridas al aneurisma aórtico.
Aneurism a aórtico
Vena renal izquierda
La localización más frecuente de los aneurismas a ó rti­
Siempre debe recordarse que habitualm ente la vena re­
cos es la porción infrarrenal de la aorta, inclu ye n d o su b i­
nal izquierda cruza la aorta justo p o r debajo del origen de la
furcación y extendiéndose a las arterias ilíacas. Para evitar
artería mesentérica superior. C uando cruza p o r delante de la
su ruptura, que presenta una m ortalidad próxim a al 9 0 % 37,
aorta y por detrás del páncreas y los vasos esplénicos, esta
el d iagnóstico precoz es fu n d a m e n ta l.
vena puede unirse firm e m e n te a un aneurisma aórtico. La
Ballard38 recom ienda la evaluación m e diante ecografía
posible afectación de las venas suprarrenales y gonadales iz­
en los pacientes asintom áticos con un aneurisma de aorta
quierdas será variable, en función del tam año del aneurisma.
a b d o m in a l de 4 cm a 4,5 cm y la inte rvención quirúrgica
Venas lumbares izquierdas en casos de cre cim ie nto rápido o en aneurismas grandes.
Según Davis y cois.39, las rutas que sigue la ruptura son
Cuando se repara un aneurisma aórtico, las venas lu m ­
los siguientes:
bares izquierda y derecha deberán ser ligadas, cuando fu e ­
ra necesario, sin reparos. • Espacio retroperitoneal.
531

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Grandes vasos abdominales

gación sanguínea de la pelvis a través de la circulación


Perlas clínico-quirúrgicas colateral).
Con el fin de reducir la morbilidad y quizá la mortali­ • Arterias fem orales izquierda y derecha.
Anatomía quirúrgica

dad de las técnicas quirúrgicas abiertas, se están investigan­ • Uréteres derecho e izquierdo.
do en la actualidad técnicas endovasculares. Las prótesis • Venas ilíacas derecha e izquierda (recuérdese que la ilía­
endovasculares de las arterias aorta e ilíaca se insertan nor­ ca c o m ú n izquierda está atravesada y c o m p rim id a p o r la
malmente de forma retrógrada a través de la arteria fem o­ arteria ilíaca derecha c o m ú n ).
ral, utilizando para ello apoyo radiológico. (RSF |r) • Los orificios intraaórticos de la aorta lu m b a r y la arteria
mesentérica inferior.
M a rin o y cois.42, que estudiaron la aorta abdom inal p ro­
xim al y de m o d o especial la región celíaca, recom endaron
la exposición del transplexo subpancreático izqu ie rd o del
eje celíaco y de la arteria mesentérica superior. Refirieron el
• Cavidad peritoneal.
hallazgo de dos tipos de plexos nerviosos: los plexos to ta l­
• Venas ilíacas.
• Vena cava inferior. m e n te cu b iertos y los p a rcialm ente cubiertos. En el 70%
de los casos, los plexos nerviosos cubren com p le ta m e n te los
• Luz intestinal.
prim eros centím etros de las ramas. En el 3 0% , los plexos
R ecom iendan un d ia g n ó s tic o precoz y observan q u e nerviosos fo rm a n solam ente una cubierta fina desde d o n ­
rara vez se requiere la inte rru p ció n de la VCI. de surgen las ramas grandes.
De acuerdo con un estudio retrospectivo de 25 pacien­
tes, W einstein y cois.40 ind ica ro n q u e aquellos pacientes A bordaje retroperitoneal
con una tensión norm al y una ru ptura «estable» del aneu­ En el abordaje retroperitoneal, estarán im plicadas dos
risma aórtico ofrecen al m édico una errónea sensación de estructuras anatómicas: la arteria mesentérica infe rio r y al­
seguridad; los autores recom iendan en estos pacientes la g u n a vena lum bar, que drena la vena renal. La incisión en
cirugía urgente. este flanco izquierdo puede ampliarse a una incisión tora-
Surowiec y cois.41 refirieron que la oclusión aguda de la c o a b d o m in a l a través del espacio entre la décim a y u n d é ­
aorta, que suele verse de fo rm a secundaria a los ém bolos cima costillas, pero sin to racotom ía.
en silla de m o n ta r o tro m b o sis ateroesclerótica, presenta La arteria mesentérica inferior tiene q u e ligarse, y p o ­
una elevada m o rb im o rta lid a d . drá reim p lan ta rse m e d ia n te la técnica del b o tó n : con la
N o form a parte de los objetivos de este te x to describir re im plantación del orificio vascular ju n to con una pieza, de
d e ta lla d a m e n te las técnicas q u irú rg ica s de la co rrecció n a p ro x im a d a m e n te 1,8 cm de diá m e tro , de pared aórtica
q u irú rg ica del aneurism a aórtico; sin em b a rg o , para ilus­ que se sutura al injerto. Se ligará la vena lu m b a r que dre­
tra r las potenciales com plicaciones anatómicas, la repara­ na la vena renal izquierda.
ción de los aneurismas aórticos se mostrará desde un p u n ­
to de vista rig urosam ente a n a tóm ico. Considerarem os los Com plicaciones anatóm icas
abordajes transa b d o m in a l y retroperitoneal. • El abordaje to racoabdom inal presenta el riesgo de neural­
gia intercostal d e b id o a la lesión de los nervios intercos­
tales.
A b o r d a j e s q u ir ú r g ic o s

ni
Abordaje transabdom inal
En el aneurisma abd o m in a l, el cirujano puede elegir un u
abordaje transa b d o m in a l m ediante una incisión am plia en
Perlas clínico-quirúrgicas
.
la línea media o una incisión transversal amplia. Recuérden­
No existe consenso respecto al mejor m éto d o para evi­
se las siguientes estructuras anatóm icas o referencias d u ­
tar la paraplejia en la reparación quirúrgica de un aneuris­
rante estos p ro cedim ientos:
ma torácico. En manos de algunos cirujanos, unos tiempos
• Ligam ento de Treitz.
de pinzamiento vascular extremadamente cortos se asocia­
• R etroperitoneo.
ron con una baja proporción de paraplejia. Algunos ciruja­
• Mesentereo del intestino d e lgado (la raíz).
nos creen, sin embargo, que el by-pass auricular izquierdo-
• Vena mesentérica inferior y arteria mesentérica inferior.
femoral es más sencillo y supone una técnica que puede
• Trayectos tanto de la vena renal derecha com o de la izquier­
preservar el flujo sanguíneo de la médula espinal, mesen-
da (recuérdese la posibilidad de una vena renal izquierda
térico y renal, evitando de este m odo consecuencias po­
retroaórtica).
tencialmente catastróficas debidas a un tiem po de pinza-
• Ambas arterias ilíacas internas y externas derecha e izquier­
miento prolongado. (RSF Jr)
da (se conservarán las arterias ilíacas internas para la irri­
532

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Grandes vasos abdominales

secundaria a la ligadura de ambas arterias ilíacas internas


Tabla 12.5.Distribución de los infartos (hipogástricas). En el p ostoperatorio, el paciente puede
mesentéricos según los diagnósticos de presentar una d é fic it m o to r o de la sensibilidad en a m ­
las laparotomías o en la autopsias bas extrem idades inferiores, inco n tin e n cia y necrosis de
de 21 pacientes los músculos glúteos. Para m in im iza r el riesgo de isque­
Pacientes mia, se intentará reim plantar, cuando sea posible, la ar­
teria ilíaca interna.
U b ic a c ió n del in fa r to m esentérico N.° %
• Utilizar la TC renal y la ecografía para diagnosticar la o clu ­
Infarto único sión de la arteria renal y /o ligadura del uréter. Una repe-
Arteria mesentérica inferior ración precoz es fu n d a m e n ta l para evitar una m orta lid a d
Colon transverso-recto 9 43 elevada.
Colon sigmoides solamente 1 5 • Una de las com plicaciones más dram áticas en la cirugía
Arteria mesentérica superior de la aorta torácica o a b d o m in a l es la paraplejia o la pa-
Colon yeyuno-transverso 5 24 raparesia. C o n n o lly 43 constató que tal catástrofe sucedía
íleon solam ente 2 10 en la cirugía en la parta alta y baja de la aorta en menos
Múltiples infartos del 1 % de los casos, pero que excede al 1 0 % en las in te r­
íleon + colon sigmoides 1 5 venciones supradiafragm áticas. La Figura 12.13 muestra
íleon + colon sigmoides + recto 3 14 la irrigación de la médula.

Fuente: Járvinen O, LaurikkaJ, SaleniusJ-P, Lepántalo M, Finnvasc Según un estudio nacional realizado en Finlandia, Járvi­
Study Group. Mesenteric infarction after aortoiliac surgery on the ba- nen y cois.44 docum entaron que 27 pacientes de entre 1.752
sis of 1752 operations from the national vascular registry. World J Surg sometidos a cirugía aortoilíaca sufrieron una isquemia intes­
1999; 23;243-247; con autorización. tinal, y que el 1 ,2 % padecieron un infa rto intestinal. En la
Tabla 12.5 se describe la d istribución de la lesión según su
• En el abordaje to ra c o a b d o m in a l, la denervación de los localización.
m úsculos de la pared a b d o m in a l p u e d e o ca sio n a r un
a b o m b a m ie n to del flanco d e b id o a la atrofia. Citam os a Du T o it y Saaiman45:
• Puede producirse sangrado arterial o venoso. Un im p o rta n te p u n to débil de la reparación endovas-
® Puede producirse isquemia de las extrem idades infe rio ­ cular de los aneurismas de aorta a b d o m in a l es el sangra­
res. El m ejor tra ta m ie n to es la palpación, el estudio m e­ do posterior o la formación de una fuga interna debida
diante D o p p le r o la angiografía, realizados en el q u iró fa ­ a un sellado incom pleto o a un puenteado de los orificios
no dura n te la aneurism ectom ía. de las ramas aórticas po r los catéteres intraluminales. Las
• La isquemia colónica (un riesgo que se observa especial­ fugas posteriores significativas, recurrentes y persisten­
m ente en pacientes con una colectomía izquierda previa) tes son un asunto de interés clínico, y se deben a un se­
puede evitarse re im p la n ta n d o la arteria mesentérica in ­ llado incom pleto de la arteria mesentérica inferior o de
ferio r dura n te la resección del aneurisma. Si se produce la lumbar. El método óptim o p ara el diagnóstico y tr a ta ­
una diarrea sanguinolenta en el postope ra to rio se p ra cti­ m iento de estas fugas endovasculares está actualm ente
carán repetidos estudios colonoscópicos y, en fu n c ió n de en evaluación. D urante el tra ta m ie n to injerto-catéter de
los hallazgos, laparotom ía exploradora con colectom ía o los aneurismas de a o rta abdom inal, se p u e n te a n ta m ­
colostom ía transversa si fuera necesario. bién otras ramas aórticas importantes, que pueden poten­
• La isquemia de la parte distal de la m édula espinal su p o ­ cialmente m anifestar como secuelas una isquemia p e ri­
ne una grave c o m p lica ció n con una elevada m o rtalidad férica.

Vena cava inferior


Historia Embriogénesis
La historia de la anatom ía y la cirugía de la VCI es la his­ D e s a r r o llo normal
toria del estudio del aparato vascular, y se e xpone en la Ta­ La vena cardinal derecha co m ú n y la po rció n proxim al
bla 12.1. de la vena cardinal a nterior (precardinal derecha) son res­
ponsables del desarrollo de la VCI (Fig. 1 2 .20).

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Grandes vasos abdominales

Los siguientes entram ados e m b rionarios son, m u y p ro ­


bablem ente, los que más co n trib u y e n en la fo rm a c ió n de C itam os de Bass y cois.49:
la VCI.
Anatomía quirúrgica

Una VCI izquierda termina habitualm ente en la vena


• La porción hepática procede de la vena onfalom esenté- renal izquierda, que cruza anterior a la aorta para form ar
rica (vena vitelina derecha). una VCI no rm a l en el lado derecho. En la VCI doble, la VCI
• La porción renal procede de la anastomosis de las venas izquierda norm alm ente termina en la vena renal izquier­
subcardinal derecha y supracardinal. da, que cruza anterior a la aorta para encontrar la VCI de­
• La sección sacrocardinal o p o sterior se o rigina en la sa- recha. En la continuación como vena ácigos de la VCI, la
crocardinal derecha o en la supracardinal46. VCI prerrenal pasa po r detrás del p ila r del diafragma para
penetrar en el tórax como vena ácigos. En la vena renal
izquierda circumaórtica, una vena renal izquierda cruza
A n o m a l ía s c o n g é n it a s p o r delante de la aorta, y la otra cruza posteriormente a
ella. En la vena renal retroaórtica izquierda, la vena renal
Las anomalías de la VCI son la ausencia o duplicación,
izquierda pasa p o r detrás de la aorta. En el uréter circum-
alteraciones en su localización, lo n g itu d , com unicaciones
caval, el uréter proxim al cruza p o r detrás de la VCI. Otras
o drenando, y la obstrucción mecánica. Las anomalías co n ­
anomalías son la ausencia de VCI infrarrenal o de toda la
génitas de la VCI se exponen en la Tabla 12.6, y tratarem os
VCI.
solam ente alguna de ellas.

Ausencia
A n a to m ía quirúrgica
Las ausencia de segmento hepático de la VCI es secunda­
ria al fallo de las tributarias de la vena subcardinal derecha al
To p o g r a f ía y tributarias
conectar con las venas hepáticas durante la sexta semana.
Los trayectos de la vena cava infe rio r (VCI) y de la ao r­
Duplicación ta abdom inal son paralelos a la línea media, guardando una
La existencia de dos venas cavas, izquierda y derecha, distancia entre sí de apro xim a d a m e n te 1 cm a 2 cm. La VCI
p o r debajo de las venas renales no es una anomalía tan rara es un «buen vecino», pero los aneurismas de la aorta inva­
(Fig. 12.21 B). N o rm a lm e n te la u n ió n de la cava derecha e den en ocasiones la VCI y fo rm a n una fístula. La fijación
izquierda se p ro duce a la altura de las venas renales o po r densa de un aneurisma aórtico a la VCI deberá tratarse con
debajo y presenta com unicaciones con otras venas. Todas un cuid a d o especial, no siendo aconsejable la exéresis del
las variaciones cursan de fo rm a asintom ática. saco aneurism ático.
C o lb o rn 46 y S hing le to n y cois.47 han d o c u m e n ta d o la La VCI resulta de la u nión de las venas ilíacas com unes
d uplicación de la vena cava. El p rim e ro ha constatado re­ derecha e izquierda a la altura de L5 (Fig. 12.23). La VCI
c ie n te m e n te (observación no p u b lica d a ) la existencia de asciende a la derecha de la línea media y te rm ina después
una cava inferior bilateral en el cadáver de una m ujer con de atravesar el te n d ó n central del diafragm a a la altura de
una transposición visceral com pleta. T8. Penetra en la aurícula derecha a la altura del sexto car­
tílago costal. El h iato de la vena cava infe rio r presenta una
abertura cu a d ra n g u lar en el te n d ó n central del diafragm a
Vena cava inferior preuretérica (uréter retrocavo) (Fig. 12.21 A). La vena cava supradiafragm ática m id e unos
La vena cava inferior preuretérica o uréter retrocavo se 2 cm a 3 cm y la infradiafragm ática entre 18 cm y 19 cm;
produce solam ente en el lado derecho. El uréter derecho juntas m iden p o r té rm in o m ed io 21 cm (a p ro x im a d a m e n ­
pasa p or detrás y alrededor de la VCI. Puede producirse una te 8,5 pulgadas). La VCI carece de válvulas.
o bstrucción del uréter con una posible hidronefrosis (véa­ A n a to m o to p o g rá fic a m e n te la pared posterior de la VCI
se capítulo sobre el riñón). suprahepática está anclada m ediante un «ligam ento» d el­
La mayoría de las anomalías de la vena cava inferior son g ado pero fuerte al hiato diafragm ático, a la parte posterior
to ta lm e n te asintomáticas. Pocas presentan síntomas y se­ del lóbulo ca udado y al seg m e n to VIII hepático derecho.
cuelas y, p o r supuesto, necesitarán una intervención q u i­ En las disecciones no se suele apreciar el «ligam ento», a u n ­
rúrgica. que sí una fijación de la pared posterior de la VCI a los seg­
N akatani y cois.48 describieron el caso de un paciente m entos hepáticos supradyacentes.
con una tríada anóm ala de una cava in fe rio r única en el La VCI recibe venas viscerales de estructuras anatómicas
lado izquierdo, una arteria subclavia derecha retroesofági- retroperitoneales y venas parietales de la extrem idades in ­
ca y arterias braquiales superficiales bilaterales (Fig. 12.22). feriores, pelvis y pared a b d o m in a l posterolateral. Puesto
Los mismos autores exponen la frecuencia de las anomalías que la VCI queda a la derecha de la línea media y es más
de la vena cava en la Tabla 12.7. dorsal a la aorta, la vena ilíaca c o m ú n pasa p o r detrás de la
534

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Grandes vasos abdominales

Cardinal anterior
Seno venoso
Cardinal común -

Venas umbilicales
Conducto venoso
— Venas vitelinas

- Venas subcardinales
Plexo subcardinal en desarrollo Cardinales posteriores Anastomosis intersubcard.
del mesonefros

A (4 semanas) B (5 semanas y media)

Yugular interna Braquiocefálico i.


Yugular externa

— Subclavia —

Subcardinal

Vena cava Inferior

- Supracardlnal —
Cardinal post,
(en desaparición) - Anastomosis —
intersubcardinal
Anastomosis subcardinal
supracardlnal
Gonadal
^Meson.

Anastomosis ilíaca

C (6 semanas) D (7 semanas)
Braquiocefálico izquierdo
Yugular Interna
Subcl. I.
Subcl. derecha

Sinus coronario

Hemiácigos accesoria
Intercostales

Glándula suprarrenal

Vasos mesonéfricos
Vena renal
(en desaparición)
Gonadal

Ilíaca común

Sacra media
Ilíaca externa

E (8 sem anasK- ____, - u - —- x I Gonadal 1 A F (a término)


F ig u ra 1 2 .2 0 . D iagram as esq u em ático s q u e m u e stran algu n as fases en la fo rm a c ió n de la v en a cava inferior. De A a F,
Etapas vistas c e n tra lm e n te (anterior); G a l , Vistas tran sv ersalm en te. Las v en a s cardinales se m u e s tra n e n azul, las venas
su b cardinales en rojo, y las sup racardin ales en am arillo. Las venas que se o rig in a n de form a in d e p e n d ie n te de estos tres
sistem as se in d ic a n co n p eq u e ñ as cru ces.t, p o rció n m e sen térica de la v e n a cava inferior; Sub., v en a subcardinal; Umb.,
v en a um bilical; VV, ven a vitelina; M esón, o Mes., m esonefros; Ob., v en a o b licua de la aurícula izquierda; subcl., ven a
subclavia; *, in terco stal superior izquierda; Supr., su p rarren al. [caSj

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• Skandalakis

Grandes vasos abdominales

Tabla 12.6. Anomalías de la vena cava inferior


Anatomía quirúrgica

E dad p r e n a ta l P rim era a p a ric ió n (u otros P rin cip al Rasgos


A no m alía al in icio signos d iagnósticos) sexo afe cta d o Frecuencia característicos

Ausencia de segmento 6.a semana Síntomas debidos a Igual Infrecuente


hepático o de la vena anom alías cardíacas
cava inferior asociadas
Vena cava inferior 7.a semana N inguno Igual Frecuente
doble; vena cava
en el lado izquierda
Vena cava preureteral 7.a semana A cualquier edad Igual Raro La com presión
del uréter
produce
síntomas

Fuente: S k an d alakis JE, Gray SW (eds). E m b ry o lo g y for Surgeons, 2.a ed. Baltim ore: W illiam s & W ilkins, 1994; c o n au to r iz a c ió n .

arteria ilíaca c o m ú n derecha. Si se p ro duce una c o m p re ­ produce una in te rru p c ió n infrarrenal de la VCI o una tro m ­
sión se puede p ro d u c ir la fo rm a ció n de una trom b o sis ilía­ bosis, la sangre es derivada en dire cció n ascendente a la
ca o iliofem oral. VCS y al corazón. También p o r esta razón es posible ligar
Las trib u ta ria s venosas viscerales que se desplazan ha­ la vena cava infe rio r después de una lesión sin que se oca­
cia arriba desde abajo son las venas gonadal derecha y ure­ sionen graves secuelas en relación con el dren a d o venoso
tèrica, renal, supra rre n a l dere ch a y vena h e p á tica (F ig . de las extrem idades inferiores.
1 2 .23). Las trib u ta ria s de la vena suprarrenal derecha y de El e n tra m a d o venoso está in te g ra d o p o r el plexo verte­
la hepática, en especial las que drenan d ire c ta m e n te el ló­ bral, las venas gonadales, las venas lum bares ascendentes
bulo caudado, son con frecuencia dem asiado cortas, y por y ácigos y hemiácigos, así c o m o las venas de la pared an­
ello se lesionan con facilidad y su reparación resulta c o m ­ te rio r del tro n c o (epigástrica superficial, ilíaca circunfleja,
pleja. torácica lateral e intercostal). Las venas toracoepigástricas
Las tributarias de las venas parietales que se desplazan p roporcio n a n un d re nado potencial a m p lio entre las venas
hacia arriba desde abajo son las ilíacas comunes izquierda y fem oral y axilar a través de la anastomosis de las tributarias
derecha, las venas lum bares, la vena lu m b a r ascendente de la epigástrica superficial y la axilar. De acuerdo con Nes-
y las venas frénicas inferiores. Las venas gonadales izquier­ b it y W ear51, los vasos más im p o rta n te s de la circulación
da y suprarrenal izquierda drenan directa m e n te la vena re­ colateral en la mayoría de los casos d e o b s tru c ció n de la
nal izquierda (Fig. 12.21 C). La vena frénica inferior izquier­ VCI son los lumbares, vertebrales y ácigos.
da tam bién drena de este m o d o o de form a variable, ambas La circulación colateral de las venas es m u ch o m ejor que
hacia la vena renal izquierda y la VCI (Fig. 12.23). la de las arterias.
Existe una e norm e variabilidad en la anatom ía vascular C om o afirmaron Gazzaniga y C olodny52, Nesbit y Wear51
en esta región. Capellades y cols.S0 explicaron que la lesión y otros, la supervivencia a largo plazo después de una liga­
de la vena ilíaca izquierda es una grave com plica ció n de la dura de la VCI p o r encim a de las venas renales es posible
fusión del disco L5-S1. Una unión iliocava baja ju n to con en casos extre m a d a m e n te raros. Por supuesto, recordamos
una ubicación medial de la vena ilíaca com ú n izquierda re­ al lector que debe evitar la ligadura suprarrenal de la VCI
duce el ta m a ñ o de la ventana quirúrgica, a u m e n ta n d o el siempre que sea posible.
riesgo de lesión vascular dura n te la cirugía.
Re c o r d a r :
Todas estas venas parietales y viscerales se tra ta n en
otros capítulos p o r su relación anatóm ica con los distintos • La VCI suprahepática está ubicada en la p ro x im id a d de
órganos intra- y retroperitoneales. la zona desnuda del hígado y a la izquierda. Recibe a las
tres venas hepáticas (y a veces más). La hipertensión p o r­
tal, en ocasiones con varices asociadas, puede deberse a
una obstrucción suprahepática de las venas hepáticas (sín­
T r ay e c to s v e n o s o s c o la te r ale s
d ro m e de Budd-Chiari).
M últip le s anastomosis constituyen una circulación co­ • La abertura diafragm ática de la vena cava inferior es a ni­
lateral rica y al tie m p o com pleja entre el e n tra m a d o de la vel de T8, un hiato de perfil cuadrado, ubica d o en el he-
VCI y el de la vena cava superior (VCS). Por ello, cu ando se m id ia fra g m a derecho, p ró x im o a la línea media.
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Grandes vasos abdominales 12


Esófago

Vena cava inferior

Aorta

Diafragma

Esófago

Venas hepáticas

A. mesentérica superior
A. hepática común

Tronco celíaco
A. esplénica

V. suprarrenal izquierda
A. renal derecha
V. renal izquierda

A. renal izquierda

V. gonadal izquierda
V. renal
A. mesentérica superior

V. gonadal derecha
Aorta

Vena cava inferior

F ig u ra 1 2 .2 1 . Vena cava in fe rio r a ia altura del diafragma. A, Relaciones. B, Cava in fe rio r doble anómala. En este esque­
ma el vaso derecho es m a yo r y recibe todas las venas lumbares. C, Relaciones con otros vasos. [grlO]

• La vena suprarrenal derecha es corta y m u y frágil cuan­ te rio r de la falange distal se relaciona con la VCI y la su­
do pasa a drenar la pared de la cava posterolateral p o r perficie del fle xo r se relaciona con la tríada hepática.
encim a de la vena renal. • La arteria renal derecha se localiza p o r detrás de la VCI y
• La VCI pasa p o r detrás del agujero de los epiplones. Si se a la derecha de la vena renal (Fig. 12.21 C). Se relaciona
inserta el d e d o índice en dicho agujero, la superficie pos­ dorsalm ente con la parte derecha del m úsculo psoas y la

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• Skandalakis

Grandes vasos abdominales

la cabeza pancreática se relaciona con la VCI. La «kocheri-


zación» del d u o d e n o y la elevación de la cabeza del pán­
creas durante la cirugía pancreática deberán realizarse con
Anatomía quirúrgica

precaución para evitar complicaciones anatómicas.


• La parte distal de la raíz mesentérica del intestino delgado
cruza la VCI, el uréter derecho y la vena gonadal derecha.
• La arteria gonadal derecha se origina po r debajo de la ar­
teria renal, y cruza la VCI para descansar sobre el m úscu­
lo psoas. (A efectos prácticos, el m úsculo psoas es el ún i­
co m ú scu lo re la cio n a d o con la VCI, d e b id o a q u e ésta
queda p o r encim a de la superficie anterior del m úsculo.)
• Existen otras m uchas relaciones anatóm icas que deben
recordarse. La cadena simpática derecha está ubicada jus­
to detrás de la VCI. En la superficie ante rio r del m úsculo
psoas se reconocen otras dos estructuras anatóm icas pa­
ralelas: el nervio g e n ito fe m o ra l derecho y la m ita d supe­
rior del uréter derecho. El uréter descansa detrás de los va­
sos gonadales.
• Los g a nglios linfáticos se divid e n en: precavos, retroca-
vos y paracavos.

Histología y fisiología
La pared de la VCI está integrada p o r tres capas, sim i­
lares a las de la aorta, aunque no tan bien definidas. La ad­
venticia fo rm a la capa más gruesa y co ntiene unas capas
lon g itudinales llamativas de m úsculo liso y redes elásticas,
además de te jid o conectivo laxo.
La cava infe rio r retorna la sangre h ipoxém ica a la aurí­
cula derecha.

A p licacio n es quirúrgicas
F ig u r a 12.22. Ilu stración de u n a v e n a cava inferior ú n ic a
e n el lado izquierda. AA, ao rta a b d o m in al; AD, aurícula d e ­ 1La VCI puede interrum pirse total o parcialmente para evi­
recha; GSI, g lándula suprarrenal izquierda; RI, riñ ó n izquier­ ta r el e m b o lism o p u lm o n a r secundario a la trom bosis ve­
do; D, diafragm a; 1, v en a ren a l derecha; 2, uréter derecho; nosa p ro fu n d a de la pelvis o de las extrem idades in fe rio ­
3, v e n a ovárica d erecha; 4, vela ilíaca c o m ú n d erech a; 5,
res q u e no re s p o n d e a un tr a ta m ie n to c o n s e rv a d o r
venas hepáticas, 6, tro n c o celíaco; 7, arteria m esentérica su­
(a n ticoagulantes). El m é to d o de elección es el de inser­
perior; 8, v e n a ren a l izquierda: 9, uréter; 10, v e n a cava in ­
ferior e n el lad o izquierdo; 11, arteria m esen térica inferior; tar un filtro in tra lu m in a l (Figs. 12.24 y 12.25), que pe r­
12, v e n a ovárica izquierda; 13, v e n a ilíaca c o m ú n izquier­ m itirá el flu jo ascendente de sangre pero no la tra n s m i­
da; 14, plexo hip ogástrico. [na] sión de los é m bolos. O tro m é to d o de in te rru p c ió n de la
VCI es el de estrechar dicha vena p o r debajo de las ve­
nas renales u tiliz a n d o un clip d e n ta d o o no d e n ta d o y li­
gar la vena g o n a d a l izquierda. Antes de la in te rru p c ió n
de la VCI es im p re scind ib le la cavografía para la id e n tifi­
cación de variantes o anomalías de este vaso (Figs. 12.21 B
parte derecha del pilar diafra g m á tico derecho. Por delan­ y 12.26).
te, la VCI y la vena renal derecha separan la arteria del Thomas y cois.53 recom iendan la evaluación clínica de
c o n d u c to hepático c o m ú n , la cabeza pancreática y la se­ los filtro s de VCI, ya que la tro m b o s is de la VCI puede
g u n d a porción del duod e n o . producirse entre el 6 ,5 % y el 7% de los casos.
La primera porción del duodeno se relaciona posteriormen­ 1Se puede ligar la VCI a través de una incisión en el fla n ­
te con la VCI y la arteria gastroduodenal. La tercera porción co derecho o a través del abdom en utilizando una incisión
del du o d e n o es anterior a la VCI. La superficie posterior de en la línea media o subcostal derecha.
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Grandes vasos abdominales 12


T a b la 1 2 .7 . Frecuencia de las anomalías de la vena cava inferior (VCI)
T ipo de anom alía
Frecuencia (%) (N.° de anom alía /Tam año del estudio)
Autores, año VC I lado Uréter Vena renal A n illo venoso C on tinu ació n
(métodos de exam en)3 izquierdo VCI doble retrocavo izqd. retroaórtica circum aórtico de ácigos

Gladstone, 1929(D) 0,11 (1/876) 0,2 (2/876)


Seib, 1934 (D) 0,57 (1/176) 2,8 (5/176) 1,7 (3/176) 9,3 (16/176)
Adachi, 1940 (D) 0,26 (3/1.176) 1,4(16/1.176) 0,17(2/1.176)
Pick y Anson, 0,18 (1/570) 3,4 (7/202) 16,8 (34/202)
1940 a, b (D)
Reise y Esenther, 0,2 (1/500) 2,2 (11/500) 2,4 (12/500) 6,0 (30/500)
1959 (D)
Davis y Lundberg, 1,8 (5/270) 1,5 (4/270)
1968 (D)
Hoeltl y cois., 1990 (D) 1,1 (4/354) 0,56 (1/289)
Bartle y cois., 1987 (O) 0,35 (1/289) 0,35 (1/289) 0,35 (1/289) 0,35 (1/289)
Hoeltl y cois., 1990 (O) 2,8 (6/215) 0,93 (2/215)
Anderson y cois., 1961 (CT) 0,6 (15/2.500)b
Alexander y cois., 1982 (CT) 0,08 (1/1.200) 0,08 (1/1.200) 0,08 (1/1.200) 0,25 (2/1.200)
Mayo y cois., 1983 (CT) 0,35 (4/1.140) 0,44 (5/1.140) 0,09 (1/1.140) 0,09 (1/1.140) 0,09 (1/1.140)
Ueda y cois., 1983 (CT) 1,0 (9/874) 0,69 (6/874) 0,08 (1/1.260)
Kokubo y cois., 1988 (CT) 0,18 (2/1.100) 1,1 (12/1.100) 0,18 (2/1.100) 0,36(4/1.100) 0,55 (6/1.100)
Hoeltl y cois., 1990 (CT) 0,04 (2/4.520) 0,02 (1/4.520) 0,64 (29/4.520) 0,09 (4/4.520)

a D, disección; O, o p e ra c ió n ; TC, to m o g ra fia co m p u ta riz a d a .


b Los 2.500 casos p resentaba n cardiopatia congènita. La c o n tin u a c ió n de la ácigos se asociaba h a b itu a lm e n te a cardiopatia congènita.

Fuente: N a k a ta n i T, T anaka S, M iz u m a k i S. A n o m a lo u s triad o f a left-sided in ferio r cava, a re tro e s o p h a g e a l r ig h t su b c la v ia n v ein a n d bilateral


superficial brachial arteries in o n e in d iv id u a l. C lin A nat 11; 112-117, 1998; c o n a u to riz a c ió n .

• Los tu m ores m alignos retroperitoneales pueden c o m p ri­ tados im p id e la construcción de una derivación portosis-
m ir la VCI y ocasionar varicosidades unilaterales o, rara tém ica estándar. S c h w a rtz y cois.55 afirman que en el caso
vez, bilaterales de las extrem idades inferiores con edema. de algunos pacientes la exéresis del lóbulo caudado p er­
Un útero grávido o fibroso gigante puede com p rim ir la VCI m itirá la derivación (Fig. 12.27).
y causar edema o varicosidades en una o ambas e x tre m i­ • La VCI puede quedar lesionada con consecuencias fatales
dades inferiores. d u rante la cirugía lu m b a r de los discos intervertebrales.
• Al tra ta r las lesiones de la vena cava inferior que requie­ • Una vena cava inferior lesionada de fo rm a ya tro g é n ica o
ran pinza m ie n to , se utilizará una vena de la extre m id a d c o m o consecuencia de un tra u m a tis m o debe repararse
superior para adm in istra r líquidos o sangre. La parte in- fu n d a m e n ta lm e n te de la fo rm a siguiente:
frarrenal de la VCI se lesiona con m a yor frecuencia. Ante - Cierre de la laceración.
cualquier sospecha de lesión de la VCI, se realizará una - Cierre del defecto con parche venoso.
e xploración ab d o m in a l m e diante una am plia incisión en - Reconstrucción m e diante injerto venoso de safena.
la línea m edia para d e tener el sangrado de fo rm a in m e ­ - Reconstrucción m ediante injerto sintético.
diata y reparar el vaso. - Ligadura p o r debajo de las venas renales (evitar lig a d u ­
• Con la cirrosis hepática o el síndrom e de Budd-Chiari, los ra p o r encim a de las venas renales).
segmentos hepáticos I y VIII pueden estar aumentados, lo • Los tu m o re s pued e n in filtra r la VCI, y la resección y re­
cual conduce a una co m presión segmentaria externa de co n s tru cc ió n de la VCI es una decisión q u irú rg ic a que
la vena cava seguido de la elevación de la presión v e n o ­ se verá d e te rm in a d a p o r la parte de VCI afectada en los
sa. De acuerdo con Turcotte y cois.54, el atra p a m ie n to de procesos m alignos. O h w a d a y cois.56 re co m ie n d a n lo si­
la VCI p o r el ligam ento y los segmentos hepáticos aum en­ gu ie n te :
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* Skandalakis

Grandes vasos abdominales

Vena hepática
Anatomía quirúrgica

Diafragma

V. frénica inferior derecha Esófago

Glándula suprarrenal izquierda

Glándula suprarrenal derecha


Hiato aórtico
V. suprarrenal derecha
V. suprarrenal izquierda

V. renal izquierda
Riñón derecho Riñón izquierdo

V. testicular izquierda
Vena renal derecha

Vena testicular derecha


V. cava inferior

V. sacra medial

V. ilíaca común derecha

V. ilíaca interna derecha

V. ilíaca externa derecha

Fascia transversal

A n illo inguinal profundo

Anillo inguinal externo

V. femoral izquierda
V. safena mayor

F ig u r a 12 .2 3 . Vena cava inferior y sus tributarias. [grlO]

540

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Grandes vasos abdominales

caso de una com p lica ció n que precise un p ro c e d im ie n to


vascular de em ergencia.
1En ocasiones, después de la reparación qu irú rg ica puede
producirse un e m bolism o pulm onar, aunque ésta sea una
secuela poco frecuente en las técnicas quirúrgicas de la
VCI. La hipertensión venosa y la insuficiencia renal pu e ­
den producirse después de la ligadura de la VCI por e n ­
\ A Clip dentado de cava cima de las venas renales.
de Miles (teflón) 1La lesión de la vena cava retrohepática puede requerir la
lobectom ía hepática derecha o la realización de una d e ri­
vación venosa retrohepática para m an te n e r el flujo cavo-
venoso m ientras se repara la lesión venosa. En niños, la
u nión extrahepática de las venas hepáticas y la vena cava
inferior perm ite el acceso a las venas y facilita su reparación.
Sin e m b argo, estas lesiones son con frecuencia letales.
1Khaneja y cois.59 d o c u m e n ta ro n el tra ta m ie n to de unas
lesiones penetrantes yuxtahepáticas de la VCI m e diante
B Clip de cava
de Moretz (teflón)
una oclusión vascular c o m p le ta con el uso selectivo de
un pinzam iento transversal de la aorta. O btuvieron una su­
C Filtro de Greenfield pervivencia del 70%.
■ La m ovilización visceral y la ro tación a la izquierda e x p o ­
ne el riñón derecho, la VCI y la aorta inferior. La m o v ili­
zación visceral hacia la derecha exp o n e el riñón izquier­
do y la aorta.
F ig u r a 12.2 4. P rev en ció n q u irú rg ica del e m b o lism o p u l­
1 En casos de traum atism o abdom inal cerrado pueden estar
m o n a r. Los ém b o lo s g rand es p u e d e n q u e d a r a tra p a d o s en
la in te rru p c ió n parcial de la v ena cava inferior. A, C lip d e n ­ afectadas las venas abdominales, pero rara vez la aorta abdo­
tado d e te fló n (Miles). B, Clip liso de te fló n (M oretz). Debe m inal60. En la lesión aórtica la m o rtalidad es m u y elevada.
colocarse justo p o r deb ajo de las v enas renales y debe ligar­ 1Fletcher y cois.61 explicaron que la obstru cció n de la VCI
se las v en as g onadales. C, Filtro d e G reenfield q u e se in se r­ intra h e p á tica secundaria a metástasis de una neoplasia
ta p o r vía tran sv e n o sa m e d ia n te ab o rd aje y u g ular o fe m o ­ hepática (síndrom e VCI, con ascitis, anasarca, etc.) p u e ­
ral. A lgunos ciru jano s prefieren ligar sim p le m e n te la cava. de m ejorar m e diante la colocación de un catéter percu-
[rm] táneo a través de la vena fem oral.

- C uando la afectación de la pared de la VCI sea m ínim a,


se realizará la escisión y el defecto se cerrará m e d ia n te
sutura sin o b struir el flujo venoso ascendente.
- La VCI suprarrenal puede ligarse con seguridad cu a n ­
d o las colaterales estén bien desarrolladas (ácigos-he- XX.X.y.
miácigos, etc.)
- H u g u e t y cois.57 re co m iendan la reconstrucción de la
VCI después de la h e p a te cto m ía para e vitar la insu fi­
ciencia renal aguda.
Puntos sueltos
- Deberán considerarse diversos proce d im ie n to s q u irú r­ Ligadura (Spencer)
gicos en las resecciones amplias de un hígado cirrò tico
con neoplasias malignas que afecten a la VCI o a la co n ­
flu e n c ia venosa h e pática. A u n q u e la h e p a te c to m ía
agresiva y la reconstrucción de la VCI pueden practicar­
se en el hígado cirròtico, la evaluación de la reserva fu n ­ Moretz Miles Adams
cional hepática y su reserva isquémica sigue resultan­
d o problem ática. F ig u r a 1 2 .2 5 . Ilu stra c ió n e s q u e m á tic a d e los ab o rd a jes
Bianchi y cois.58 observaron que la supervivencia a largo quirúrgicos para la in te rru p c ió n de la v e n a cava inferior e n
plazo es corta cua n d o la resección en un ca rcin o m a se la prevención del em bolism o. Los clip m ostrados están co n s­
asocia con una in filtra c ió n vascular im p o rta n te o en el tru id os c o n m aterial plástico. [sa4\

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* Skandalakis

Grandes vasos abdominales


Anatomía quirúrgica

12 cm

V. ilíaca externa

Vena cava iliofemoral

Sistema iliofem oral

A. Vena cava inferior


B. Venas lumbares pareadas
pa o impares (50% cada una) 1 , .
ven
C. Variaciones de venas lumbares í Vls,on Posterlor
D. Número de venas lumbares (591)

F ig u ra 12.26 . Vena cava inferior con sus m edidas. [grlO]

Babu y cois.62 re com endaron un p ro c e d im ie n to agresivo media e inferior) las estructuras anatóm icas entre la VCI
c u a n d o las neoplasias renales o suprarrenales se e x te n ­ y la vena porta principal son las siguientes:
dían p o r vía intra lu m in a l hacia la VCI. En la Figura 12.28 - Superior: hígado.
se muestra el nivel de la extensión. - M edia: en la mayoría de los casos, ninguna.
S ta e h le ry Brkovic63 indica ro n que cuando un tu m o r no - Inferior: ganglios.
llega a extenderse cranealm ente p o r encim a del nivel del
Los autores citados indican que las estructuras relacio­
diafragm a, está justificada una cirugía radical en el carci­
nadas con m a yo r frecuencia con la vena porta en sus tres
nom a de células renales que se extiende a la vena cava.
partes son:
1 M c L o u g h lin y Rankin64 evaluaron 100 TC y observaron
que la distancia entre la VCI y la vena porta principal es - Superior: hígado, arteria hepática y vesícula.
m e n o r de 1 cm en la m ayoría de los casos. C ua n d o la - M edia: hígado, estóm ago y páncreas.
vena porta principal se subdivide en tres partes (superior, - Inferior: páncreas, d u o d e n o y eje celíaco.

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Grandes vasos abdominales

A. Vista lateral

B. Vista desde abajo

Lóbulo caudado

DI k VCI

F ig u r a 12 -27. Lo c a liz a c ió n a n a tó m ica


de la com p re sió n de la vena cava in fe rio r
hepática en una v is ió n lateral, in fe rio r y
posterior. [g r l l ]

Los m ism os autores indicaron que la parte m edia de la


vena porta p rincipal parece una ruta p o rto ca va bastante
segura (si se excluyen vasos aberrantes y un ló b u lo cauda­
do p ro m in e n te ), y que quizá debería ser m o tiv o de estu­
d io experim e n ta l una derivación portocava percutánea.

• La co m plicación más frecuente es la colocación errónea


de un filtro portocavo, que ocasionalmente llega a m igrar
hasta la aurícula derecha. En una minoría de casos, aparece­
rán edema y varicosidades en las extrem idades inferiores.
• O tra co m p lica ció n de la inserción del filtro es el h e m a to ­
ma en la herida d e b id o a un reinicio precoz de los a n ti­
coagulantes65.
• La oclusión de la VCI p o r un é m b o lo g ra n d e d e n tro del
Nivel I II III
filtro es responsable de una caída brusca de la tensión ar­
Infrahepático Retrohepático Auricular
terial. Es fu n d a m e n ta l la m ed ició n de la P a 0 2 y de la p re ­
I lg u r a 12.28. La afectación de la vena cava in fe rio r en u n sión venosa central para d is tin g u ir entre una hip o xe m ia
cáncer renal es n o rm a lm e n te p o r e xte n sió n in tr a lu m in a l fu n c io n a l y una sobrecarga del ventrículo d e re ch o 65.
de la masa tu m o ra l. El lím ite superior del tu m o r en la vena
N o t a : La vena cava in fe rio r es, por supuesto, parte d e la
cava in fe rio r d e te rm in a el n iv e l y el abordaje q u irú rg ico .
N iv e l I: El tu m o r está en la cava suprarrenal, pero infrahepá­ cavidad a b d o m in a l y de la torácica. Para una m a yo r in fo r­
tico. N iv e l II: El tu m o r se extiende a la cava retrohepática m ación respecto a la vena cava inferior, reco m e n d a m o s al
o c lu y e n d o o sin o c lu ir los espacios de las venas hepáticas. lector la consulta de Surgery o f the Chestde Sabiston y Spen­
N iv e l III: El tu m o r se extiende a la aurícula derecha. [ba7\ cer66 y Embryology for Surgeons de Skandalakis y Gray2.

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Faringe
la n N. J a c o b s ; Dimitry Rabkin; J o h n M. D e lG a u d lo ; J o h n E. S kandalakis

El acceso más corto y más práctico a la lipofaringe se consigue a través de la piel del cuello anterior, entre el cartílago tiroi­
deo y el hueso hioides.
Hayes M a r t in 1

lugar a cinco sacos. Los cuatro primeros corresponden a las


Historia hendiduras branquiales externas. Los arcos mesodérm icos
La historia de la anatom ía y la cirugía de la fa rin g e se (Fig. 1 3.1) se encuentran entre los correspondientes grupos
muestra en la Tabla 1 3.1. de sa co-hendidura. Cada arco c o n tie n e un e le m e n to es­
q uelético, una arteria y el p rim o rd io de nervios y m úscu­
los. Los derivados de los arcos branquiales se e n u m e ra n
en la Tabla 13.2. (Los lectores notarán que la Tabla 13.2 in­
l i — dica la existencia de 6 arcos; sin em b a rg o , a todos los efec­
tos prácticos, sólo existen 4, p o rq u e el q u in to desaparece
D e s a r r o llo normal te m p ra n o y el sexto se une al cuarto.)
En la laringe adulta, la tro m p a de Eustaquio y las fosas
Para conocer la anatom ía de la faringe y sus arterias y
am igdalinas representan los derivados de los sacos b ran­
nervios asociados, y para evitar posibles com plicaciones re­
quiales p rim e ro y segundo, respectivam ente. El tercer saco
lacionadas con el tra ta m ie n to q u irú rg ico de lesiones con-
está cerca de la entrada al receso pirifo rm e , y el cu a rto cer­
génitas en esta zona tan inaccesible, es necesario un c o n o ­
ca del ápice. Los ventrículos laríngeos pueden estar relacio­
c im ie n to p ro fu n d o de su desarrollo e m b rio ló g ic o básico.
nados con los sacos q u in to y sexto.
La fa ringe es un p ro d u c to de la diferenciación del tu b o d i­
gestivo anterior em b riónico. O cupa la porción principal del
tu b o dige stivo a n te rio r dura n te las primeras semanas del
desarrollo e m b rio n a rio y precede a la apariencia de regio­ A n o m a l ía s c o n g é n it a s de l a f a r in g e
nes más caudales. La porción craneal del tu b o digestivo an­
te rio r se transform a a partir de un tu b o plano en una c o m ­ Anomalías del aparato branquial lateral
plicada colección de estructuras entre las semanas cuarta y
Los quistes revestidos de epitelio, senos y fístulas pueden
sexta de la embriogénesis.
aparecer c o m o resultado de la d isfunción del proceso de
Las estructuras derivadas de la faringe pueden dividirse
diferenciación norm al del aparato branquial. La c o m p re n ­
entre el aparato branquial lateral y el suelo e n d o d é rm ic o
sión de las anomalías del aparato branquial ayuda al ciru ­
ventral. [N o ta de los autores: El término «branquial» se utili­
jano a predecir la localización y el curso de estas lesiones y
za en muchos capítulos de este libro. N o m in a A n a tó m ica ,
las estructuras normales más im p o rta n te s que les rodean,
6.a edición, página E28, lista «branquial» como segunda op­
y así evitar su lesión d u ra n te la cirugía.
ción, y «faríngea» como primera. Muchos de los autores actua­
les prefieren «faríngea» siempre que no se refiera a los verte­
brados inferiores con branquias, etc.] Defectos de la hendidura y el saco
El aparato branquial co ntiene pares de sacos faríngeos primeros
endodérm icos con hendiduras ectodérmicas. Los arcos me-
sodérmicos aparecen entre parejas consecutivas. La estruc­ Las fístulas, senos y quistes de la primera hendidura bran­
tura ventral da lugar a la lengua, el tiroides, la laringe y la quial están ín tim a m e n te relacionados con el canal auditivo
tráquea. exte rn o y el nervio facial; se presentan en el capítulo d e d i­
Externam ente, el aparato branquial está m arcado p o r cado al cuello. Los defectos del p rim e r saco son raros, pero
cua tro hendiduras branquiales ectodérm icas a cada lado pueden estar presentes en fo rm a de quistes nasofaríngeos
de la fa ringe del e m b rió n . En la superficie interna, la fa rin ­ (Fig. 1 3.2). La abertura de los senos puede estar cerca del
ge, que surge de la placa estom odeica, evagina para dar lecho eustaquiano.

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Faringe 13
T a b la 1 3 .1 . Historia de la anatomía y la cirugía de la faringe
Morgagni 1717 Describió el nicho faríngeo de Morgagni, un espacio de la nasofaringe entre el borde superior
del músculo constrictor superior y la base del cráneo
Rosenmtiller 1808 Describió el nicho faríngeo lateral (fosa de Rosenmüller)
Zukerkandl 1882 Describió la amígdala palatina
Mikulicz 1886 Reconstruyó los estomas esofágico y faríngeo con pliegues de piel invertidos
Beck 1905 Emplearon un tubo gástrico invertido
Jianu 1912
Gavriliu y Georgescu 1951
Roux 1907 Emplearon el yeyuno como injerto para el pedículo
Herzen 1908
Vulliet 1911 Emplearon el colon transverso para la reconstrucción
Kelling 1911
Trotter 1913 Reconstruyó la pared hipofaríngea anterior y posterior con pliegues de piel horizontales
Kirschner 1920 Fue el pionero del trasplante gástrico, llevando el estómago hasta el cuello
Wookey 1942 Desarrolló una reparación en dos fases: dobló un pliegue de pedículo cervical largo, y lo suturó
a la faringe y el esófago, cerrando la superficie libre; reparó la fístula más tarde seccionando
y suturando los márgenes de la piel
Hynes 1950 Realizó una faringoplastia por trasplante muscular, produciendo un mecanismo semejante
a un esfínter
Goligher y Robin 1954 Empleó el colon izquierdo para la reconstrucción por vía preesternal
Asherson 1954 Realizó una escisión parcial de la pared posterior de la faringe debido a un carcinoma, y empleó
el tubo laringotraqueal proximal para la reconstrucción
Seidenberg y cols. 1959 Desarrolló la técnica microvascular empleando el yeyuno y anastomosando los vasos
mesentéricos a la arteria tiroidea superior y a la vena facial anterior
Ong y Lee 1960 Realizaron una anastomosis faringogástrica tras esofagofaringectomía para la corrección
de la laringofaringe y el esófago cervical
Iskeceli 1962 Experimentó con el trasplante de yeyuno a la faringe en animales experimentales
Bakamjian 1965 Empleó un pliegue deltopectoral para la reconstrucción faringoesofágica
Ogura y Dedo 1965 Emplearon un pliegue toracoacromial para reparar un faringostoma
Yamagishi y cols. 1970 Reemplazaron el esófago hasta la faringe con un tubo gástrico isoperistáltico totalmente aislado
Ariyan 1979 Empleó un pliegue de músculo pectoral mayor para la reconstrucción faringoesofágica
McLear y cols. 1991 Empleó un pliegue libre de yeyuno para la reconstrucción de la estenosis hipofaríngea
Anthony y cols. 1994 Realizó una reconstrucción faringoesofágica con un pliegue libre del antebrazo radial
Wax y cols. 1996 Reconstruyó la orofaringe con un pliegue libre del brazo lateral

Tabla elaborada por David A. McClusky II I y John E. Skandaiakis.

Bibliografia:
Missotten FEM. Historical review of pharyngo-oesophageal reconstruction after resection for carcinoma of pharynx and cervical
oesophagus. Clin Otolaryngol 1983;8:345-362.
Pigott RW. The results of pharyngoplasty by muscle transplantation by Wilfred Hynes. Br J Plast Surg 1993;46:440-442.
Schmidt JE. Medical Discoveries: Who and When. Springfield, IL: Charles C. Thomas, 1959.

Defectos de la hendidura y el saco Fístulas com pletas


segundos Casi todas las fístulas branquiales com pletas derivan de
una p orción ventral de la h e ndidura y el saco segundos. La
Los defectos de la h e ndidura y saco segundos pueden abertura externa se encuentra en el tercio inferior del cue­
afectar a la faringe. Así, estas lesiones y su evolución perte­ llo, ante rio r al m úsculo esternocleidom astoideo. La fístula
necen al á m b ito de la faringe. pasa a través de la fascia p ro fu n d a hasta alcanzar la vaina
545

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* Skandalakis

Faringe

Epitelio Canal a u d itivo externo


e n d o d é rm ico
A rte ria Saco
Anatomía quirúrgica

Nervio
1 ,er arco
C artílag o fa rín g e o
H en d id u ra
E pitelio
fa rín g e a
e c to d é rm ico
2.° arco

Tejido
m e s en q u im a l 3 .er arco

en el 4 .“ arco 4.° arco

laríngeo

F igu ra 13.1. El sistema de arcos branquiales. El sistema de ar­ F ig u ra 13.2. Fístula o quiste cervicoaural congènito. Esto es
cos branquiales aparece durante las semanas cuatro y cinco de u n rem a n en te persistente de la porción ventral de la primera
gestación com o cuatro arcos prom inentes, cada u n o consis­ hen did ura branquial. El tracto puede o no abrirse en el canal
tiendo de com ponentes musculares y cartilaginosos, u n nervio, auditivo externo. [s&S]
y una arteria, [sal]

T a b la 1 3 .2 . Resumen de las estructuras adultas derivadas de- los arcos laríngeos


Derivados de los arcos
Estructuras Derivados Derivados de
Arco faríngeo Músculos esqueléticas Ligam entos de los sacos las hendiduras Inervación

Primero M. de la (Cartílago de Ligamento anterior Nicho Canal auditivo V (trigémino)


(mandibular) masticación Meckel) del martillo tubulotimpánico externo
Milohioideo Martillo Ligamento (membrana
Vientre anterior Yunque esfenomaxilar timpánica,
del digàstrico Extremo ventral de cavidad
Tensor del la mandíbula timpánica, antro
tímpano mastoideo,
Tensor del velo conducto
palatino auditivo)
Segundo M. de la (Cartílago de Ligamento Fosa amigdalina Ninguno VII (facial)
(hioides) expresión facial Reichert) estilohioideo
Estapedio Estapedio
Estilohioideo Apófisis estiloides
Extremo Hueso hioides (asta
posterior del menor y cuerpo
digàstrico superior)
Tercero Estilofaríngeo Hueso hioides (asta Ninguno Paratifoideo Ninguno IX (glosofa-
mayor y cuerpo inferior ríngeo)
inferior) Timo
Cuarto y sexto Cricotiroideo Cartílagos laríngeos Ninguno Paratifoideos Ninguno X (vago)
combinados Elevador del velo (cricoideo, tiroideo, superiores
palatino aritenoides, Cuerpos
Constrictores de corniculado, ultimobranquiales
la faringe cuneiforme)
M. intrínsecos de
la laringe

Fuente: J o h n s o n KE, Slaby FJ, B o h n RC. A n ato m y : Review for USMLE, S tep 1, 2 .a ed. A lexandria, Va.: J & S P u b lish in g 1998, pág. 83; c o n
au to riz a c ió n .
546
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Faringe

D e fe c to s d e la h e n d id u ra y e l s a c o
Lig. e stilo h io id eo
tercero s
CE
Nadie ha descrito nunca una fístula co m pleta de la hen­
d idura y saco terceros. Tal fístula, teóricam ente, pasaría d e ­
Fosa a m ig d alina
bajo del u n d é c im o nervio craneal, p o r encim a del nervio
laríngeo superior y del nervio hipogloso, y posterom edial a
C onstrictor m edio la arteria carótida interna. A co n tin u a c ió n se abre en la fa ­
ringe en la parte superior del seno p irifo rm e (Fig. 1 3.3).

Hueso hioides

Tipo I

Tipo II

F igu ra 13.3. Anomalías de las hendiduras y sacos faríngeos.


2, fístulas de la hen d id u ra y saco faríngeos segundos. 3, fístu­
la del tercer saco faríngeo y su hendidura correspondiente. 9,
nervio glosofaríngeo. 12, nervio hipogloso. CI, arteria caróti­ M VA
da interna; CE, arteria carótida externa. [or4\

carotídea. Por encim a del hioides, el tracto gira m edialm en-


te. Pasa p o r encim a y p o r delante del nervio hipo g lo so y
entre la bifurcación carotídea. Entra en la faringe p o r la cara
anterior de la m itad superior de la colum na am igdalina pos­
terior. En algunas ocasiones, la abertura puede estar en la
propia amígdala. La Figura 1 3.3 muestra el curso de la fís­
tula de la hendidura y saco segundos.

Senos que se abren en la faringe


Los senos que se abren dire cta m e n te a la faringe se o b ­
servan en m u y raras ocasiones. G eneralm ente, se abren en
la m ita d superior de la colu m n a a m igdalina posterior o en
la propia amígdala.
F ig u ra 13.4. El cierre incom pleto de la hend idu ra o saco fa­
Quistes ríngeo segundo puede dejar quistes. Tipo I, Superficial, en el
borde del músculo esternocleidom astoideo. Tipo II, Entre el
Los quistes del segundo saco pueden presentarse clíni­ músculo y la vena yugular. Tipo III, En la bifurcación de la ar­
cam ente c o m o un a b u lta m ie n to en la c o lu m n a am igdalina teria carótida. Tipo IV, En la pared faríngea. Los tipos I, II y III
posterior. La mayoría se encuentran en el cuello, y pueden poseen su origen en la segunda hendidura. El tipo IV procede
extenderse entre las arterias carótidas externas e internas del saco segundo. M, músculo esternocleidomastoideo; V, vena
(Fig. 13.4). yugular; A, arteria carótida. [sk4\

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• Skandalakis

Faringe

al m úsculo e sternocleidom astoideo) y siguen su curso has­


ta las fosas amigdalinas. Es im p o rta n te extirpar to d o el trac­
to hasta la amígdala.
Anatomía quirúrgica

Las anomalías de la tercera hendidura branquial co m ie n ­


/ t— XII nervio craneal
zan en el cuello inferior, pasan d e fo r m a posterom edial a la
arteria carótida inte rn a y discurren caud a lm e n te hasta el
C a r ó tid a in te rn a seno p iriform e.
Las anomalías de la cuarta hend id u ra branquial son ex­
Ápice del seno tre m a d a m e n te raras, y pueden presentarse co m o tiro id itis
¡riforme
recurrente. N o existen descripciones clínicas de tractos que
recorran la tra ye cto ria te ó rica c o m p le ta (véase a p a rta d o
anterior). En su lugar, la mayoría com ienzan en el ápice p i­
C a r ó tid a c o m ú n
riform e, generalm ente en el lado izquierdo, y term inan tras
una corta distancia en la región paratraqueal.
La laringoscopia directa es útil para encontrar una aber­
tura del tracto en el ápice del seno p iriform e (Fig. 1 3.6). La
canulación del tracto con un catéter de Fogarty es útil para
C a y a d o de la a o rta localizarlo durante la disección del cuello en la región para­
traqueal izquierda. La identificación del nervio laríngeo re­
F igu ra 13.5. Vía de u n a anom alía del cuarto saco branquial. currente es im portante para evitar una lesión del nervio, pero
[do2] puede ser difícil si existe una infección previa.

D e fe c to s v e n tra le s

Se han descrito vías de los senos internos desde el te r­ La embriogénesis y las anomalías del desarrollo del tiro i­
cer saco. Se o rig in a ro n en el ápice del seno p irifo rm e iz­ des, el paratiroides y el tim o , se encue n tra n fuera del al­
q u ie rd o en todos los casos. cance de este capítulo. La info rm a ció n sobre el tiroides y
paratiroides está incluida en el ca pítulo sobre el cuello; el
D efectos d e la h en d id u ra y el s a c o cuartos tim o se explica en el ca pítulo sobre el mediastino. Sin e m ­
bargo, las anomalías en el descenso del p rim o rd io medial,
N o se ha descrito una fístula c o m p le ta de la hendidura el tiroides, son im p o rta n te s a la hora de hablar de la fa rin ­
y saco cuartos. Teóricam ente, la trayectoria de esta fístula ge, ya que ésta se relaciona con el tiroides lingual puesto
(Fig. 1 3.5) sería desde el ápice del seno p iriform e, a través que to d o el tiroides p u ede localizarse en la o ro fa rin g e y
de la m em brana cricotiroidea (in fe rio r al m úsculo cricoti- causar una obstrucción del paso del aire.
roideo), descendiendo a la hendidura traqueoesofágica y
haciendo un lazo en to rn o a la arteria del cu arto arco, pa­
sando cefalodorsalmente a la carótida, describiendo un lazo
p o r encim a del nervio hipogloso, descendiendo p or el cue­
llo, pasando a través de los músculos y la platisma, y salien­
do en la parte inferior del cuello, a n te rio r al m úsculo ester-
nocleidom astoideo.

C o n s id e ra c io n e s q u irú rg icas

Para un cirujano de la cabeza y el cuello es esencial un


c o n o c im ie n to p ro fu n d o de la e m briología de las estructu­
ras b ra n q u ia le s. Para ayudar a una escisión quirúrgica c o m ­
pleta de estas estructuras y evitar com plicaciones, es im ­
p o rta n te conocer su curso norm al.
Las anomalías de la prim era hendidura branquial pue­
den encontrarse en estrecha p ro x im id a d al n e rvio facial.
Por lo ta n to , la identificación del nervio facial y su disec­
ción es esencial para evitar la parálisis facial.
Las anomalías de la segunda hendidura facial, que son F igura 13.6. Fístula del ápice piriforme (señalado con flecha)
las más frecuentes, com ienzan en el cuello m edio (anterior [ja 2],
548
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Faringe

El tiroides lingual se refiere al fallo del tiroides al descen­ m ie n to de Sistrunk. Si no se extirpa el cuerpo central del
der hasta su localización norm al. Esta glán d u la puede estar hueso hioides y se sigue el tra c to hasta el fo ra m e n ciego,
em be b id a en la lengua, en la localización n o rm a l del fora­ se increm enta el índice de recurrencia.
men ciego (Figs. 1 3.7 A y B). G eneralm ente es el único te ­
jid o tiroideo presente en el paciente. La escisión ina d ve rti­
da de la g lá n d u la pue d e re sultar en un h ip o tir o id is m o R e g io n e s de la n a s o f a r in g e
perm anente. La supresión h o rm o n a l g e n e ra lm e n te resulta
efectiva para dism in u ir el ta m a ñ o del tiroides lingual. La ci­ La nasofaringe, oro fa rin g e y laringofaringe fo rm a n ju n ­
rugía puede utilizarse selectivam ente en casos de o b stru c­ tas un tra c to aerodigestivo c o m ú n co n o cid o c o m o la fa rin ­
ción de las vías respiratorias o d ificu lta d al tra g a r refracta­ ge (Fig. 1 3.8). Estas tres regiones separadas son, desde el
ria a la supresión horm o n a l. p u n to de vista del cirujano, bastante diferentes e individual­
m en te complejas. Cada región es única con respecto a las
Consideraciones quirúrgicas lesiones que surgen en ellas, y cada una posee considera­
D urante el descenso n orm al del tra c to p o r la glándula ciones estructurales y funcionales específicas. Las siguientes
tiroides, pueden quedar porciones glandulares (n o desapa­ páginas estudian estas tres estructuras.
recen). Estos remanentes se conocen c o m o quistes del c o n ­
d u c to tiro g lo so . El tra c to com ienza en la línea media del D esarrollo d e la n a s o fa rin g e
cuello y se extiende hasta el foram en ciego. Es esencial ex­
tirp a r el tracto c o m p le to e inco rp o ra r el cuerpo central del La nasofaringe es m u y co m p le ja m o rfo ló g ic a m e n te y
hueso hioides; esto se conoce con el n o m b re de p ro ce d i­ en cu a n to a su desarrollo. C ontiene:

F igu ra 13.7. G lándula tiroides ectópica. A, Puntos en la vía de descenso del tiroides desde el agujero ciego (tiroides lingual)
hasta su localización normal. También se indica u n hiperdescenso al p u n to bajo el esternón. B, M étodo de exposición de la glán­
dula tiroides lingual y esquema para controlar la hemorragia, [leí]

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• Skandalakis

Faringe

Nasofaringe Hipófisis faríngea Fosa hipofisaria

Seno esfenoideo
Anatomía quirúrgica

Torus y abertura del


Cornete supremo canal auditivo
Seno frontal
Hueso esfenoides
Cornete superior
Amígdala faríngea,
Cornete medio saco faríngeo

M eato medio
Torus tubarius
Cornete inferior Nicho faríngeo
(fosa de Rosenmüller)

Paladar blando
M eato inferior
Arco anterior del atlas
Paladar duro
Diente axial

Labio superior Arco palatogloso


(en fosa amigdalina)
Cavidad oral
Úvula
Amígdala eustaquiana
Orofaringe
(amígdala de Gerlach)

Labio inferior, vestíbulo oral Epiglotis

Lengua Laringofaringe

Amígdala palatina
Pliegue ariepiglótico
Arco palatofaríngeo
Músculo aritenoideo
Amígdala lingual
y cartílago aritenoides
Hueso hioides
Lámina cricoidea, placa
cartilaginosa cricoidea
Vallécula epiglótica,
seno piriforme Esófago
Ventrículo laríngeo,
pliegue vocal Tráquea
Istmo de la glándula tiroides
Arco anterior del cartílago cricoideos

F ig u ra 13.8. Sistema alim entario y respiratorio en la cabeza y el cuello. Aspecto medial; sección sagital ligeram ente a la d e­
recha del plano medial. [frS¡

• Saco de Luschka (bolsa faríngea) (Fig. 1 3.9). • N eum atización del seno esfenoide supradyacente (edad
• Fosa de Rosenmüller (nich o faríngeo) (Fig. 1 3.8). 7-8).
• A nillo a m ig d a lin o de W aldeyer (Fig. 1 3.10). • Desarrollo de los dos primeros sacos faríngeos a cada lado.
• Am ígdala (tu b u la r) de Eustaquio (Fig. 1 3.10).
• Glándula de Luschka (am ígdala faríngea o tercera) (Fig. La nasofaringe ta m b ié n puede inclu ir los adenoides, los
13.10). quistes de la hendidura de Rathke, cordom as o craneofarin-
• Lecho eustaquiano (torus tubarius) (Fig. 1 3.8). giomas.
• Hipófisis faríngea (extrasillar) (Fig. 1 3.8). N om ina Anatómica se refiere a la nasofaringe c o m o el
pars nasales pharyngis, la parte nasal de la faringe. A pesar
Las consideraciones en c u a n to al desarrollo incluyen de que la nasofaringe es una parte de la faringe, es nece­
(Fig. 13.11): sario recordar que es p uram ente un paso respiratorio. En
• Punta rostral de la notocorda. circunstancias normales, no fo rm a parte del tra c to d ig e sti­
• Saco hipofisario (saco de Rathke). vo, c o m o hace la faringe.
• Canal craneofaríngeo. La faringe surge c o m o el e x tre m o cefálico e x p a n d id o
• Sincondrosis presfenoide-basisfenoide. del tu b o digestivo e m b rio n a rio (Fig. 1 3.12). Las cavidades
• Sincondrosis esfenooccipital. nasales se desarrollan po r separado desde la parte a n te rio r
• Receso tu b o tim p á n ic o . del intestino p rim itiv o , surgiendo a p a rtir de las fosas nasa-
550
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Faringe

de la nasofaringe y se une a la parte más p ro fu n d a de los


sacos nasales.
El e x tre m o caudal de la nasofaringe se encu e n tra so­
bre el p la n o del paladar b la n d o (Fig. 1 3.8), a la altura de
la ab e rtu ra de la tro m p a de Eustaquio (d e riv a d o del p r i­
T a b iq u e nasal m e r saco fa rín g e o ). Así, la nasofaringe nace de la fa rin g e
e m b rio n a ria b ajo el nivel del o rific io de la tro m p a de Eus­
H ip ó fis is fa rín g e a
ta q u io .
En situación rostral a la abertura de la tro m p a de Eusta­
ucosa de la fa r in g e
quio, la nasofaringe desarrolla la extensión p ro fu n d a de las
Saco fa rín g e o
cavidades nasales. Las conclusiones precedentes están ba­
sadas en la histología y la inervación de los dos c o m p o n e n ­
tes de la nasofaringe. La nasofaringe nasal (a n terior) posee
una mucosa respiratoria alta m e n te vascular rica en vasos
A d e n o id e s
linfáticos qu e parece a la cavidad nasal. La transición tiene
lugar a nivel de la tro m p a de Eustaquio, d o n d e la nasofa-
ringe posterior posee un epitelio escamoso estratificado pa­
Figuru 13.9. Saco faríngeo e hipófisis faríngea en u n a sec­
recido al de la orofaringe.
ción sagital de la cabeza de un niñ o . [ho6\

A n o m a lía s c o n g é n ita s
les que profu n d iza n para fo rm a r los sacos nasales. Desde
d e la n a s o fa rin g e
los prim eros años del siglo xx, han existido controversias
sobre si la nasofaringe debería considerarse estrictam ente El desarrollo nasofaríngeo a n óm alo puede estar asocia­
parte de la cavidad nasal o parte de la faringe. Desde la em- do a anomalías de las aberturas nasales posteriores, in c lu ­
briogénesis, se sabe que una zona de la cavidad o riginal ye n d o la atresia coanal, unilateral o bilateral (Fig. 1 3.1 3), y
pasa a fo rm a r parte de la sección inferior de las cavidades la m a lfo rm a c ió n de la cara p o sterior de la base del cráneo.
nasales. Una p orción de la cavidad faríngea original pasa a Las anomalías grandes, c o m o la iniencefalia o anencefalia,
yacer sobre el nivel del paladar defin itivo . Es esta porción ta m b ié n pueden estar asociadas con la m a lfo rm a ció n de la
de la faringe la que co n trib u ye al menos con una porción pared nasofaríngea.

Linfa a los gan g lio s cervicales


p rofun d o s superiores y retrofaríngeos

A m íg d a la farín g e a
A m íg d a la fa rín g e a
A m íg d a la e us ta qu ian a
A m íg d a la (de Gerlach)
Banda lateral
e u sta q u ia n a

A m íg d a la p a la tin a

A m íg d a la lin g ua l
Am íg d a la p ala tin a

Linfa a los
g an g lio s lin fá tic o s
yu gu lo d ig á s trico s
A m íg d a la s linguales

Linfa a los g a n g lio s lin fá tic o s cervicales


B profun d o s (espinales accesorios)

l;ig u r n 1 3 .1 0 . Anillo am igdalino de Waldeyer. A, Sección sagital. [ho6\ B, Sección axial. [sk4\

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* Skandalakis

Faringe

Canal
Futuro seno esfenoideo
Infundíbulo craneofaríngeo
Lumen del
Quiasma óptico
Anatomía quirúrgica

diencèfalo
Saco de Rathke .
,Parte tuberai

Parte nerviosa

Lóbulo
anterior

Cavidad oral ' "o to c o ra a Sincondrosis Parte intermedia


Punta rostral esfenooccipital

F ig u r a 13.11. A, Sección sagital a través de la parte cefálica de un em brión de 6 semanas que m uestra el saco de Rathke com o
u n pliegue dorsal de la cavidad oral y el infundíbulo com o u n engrosam iento del suelo del diencèfalo. B y C, Secciones sagita­
les a través de la hipófisis en desarrollo (un rem anen te del saco de Rathke) en las semanas 11 y 16 del desarrollo, respectiva­
m ente. Nótese la form ación de pars tuberalis, alrededor del tallo del pars nervosa, [sal]

posteriores) (Fig. 1 3.14) y asciende hacia la parte posterior.


Su fo rm a sigue la p e n d ie n te de los límites medial y lateral
form a d o s p o r los extrem os posteriores del v ó m e r y las pla­
S u p e r f ic ie a n a t ó m i c a de l a n a s o f a r in g e
cas pte rig o id e s mediales, re spectivam ente (Figs. 1 3 .1 4 y
La nasofaringe parte de las coanas (aberturas nasales 13.15).

Desintegración de la
Pared del cerebro membrana oronasal

Fosa nasal
Cavidad oral

Cavidad
Prominencia nasal medial
oral

Membrana oronasal
Lengua
Lengua

Cornetes

Cámara nasal M axilar sup Paladar secundario

Labio superior
Coana primitiva
Labio inferior Coana definitiva
Paladar primario
M axilar inf. / " V
c
D
F ig u ra 13.12. A, Sección sagital a través de la fosa nasal y el borde inferior de la prom inencia nasal m edial de u n em brión de
6 semanas. La cavidad nasal primitiva está separada de la cavidad oral por la m em brana oronasal. B, Sección similar a la de A,
que m uestra la m em brana oronasal deshaciéndose. C, Embrión de 7 semanas con u n a cavidad nasal prim itiva en conexión
abierta con la cavidad oral. D, Sección sagital a través de la cara de u n em brión de 9 semanas, que muestra la separación de las
cavidades nasal y oral definitivas m ediante el paladar prim ario y secundario. Las coanas definitivas están en la u n ió n de la ca­
vidad oral y la faringe, [sal]
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Faringe 13
El plano a n terior del paladar b la n d o (Fig. 13.8) p ro d u ­
ce el e x tre m o infe rio r de la nasofaringe. Este plano Ínter-
secciona con el arco a n te rio r del atlas en su e xtre m o pos­
terior. Esta es la parte más estrecha de la nasofaringe. Se
d e n o m in a istmo, y lleva a la orofaringe en posición inferior.
La nasofaringe está ju s to in fe rio r al hueso esfenoides
(Fig. 1 3.15) y en la parte p o sterior del seno esfenoides. La
fosa hipofisaria (Fig. 1 3.15) y la glándula pituitaria son más
cefálicas con respecto al esfenoides. La porción basilar del
hueso o ccipital (Fig. 1 3 .1 5 ) desciende, fo rm a n d o el m a r­
gen anterior del agujero occipital (Figs. 1 3.14 y 1 3.15), que
se localiza p o ste rosuperiorm ente a la nasofaringe.
De fo rm a anterosuperior, el v ó m e r se articula con la su­
perficie inferior del hueso esfenoides (Fig. 1 3.15). Posterior
a esta articulación yace la fosa esfenoidal faríngea, y en ella
se e n c u e n tra la hipófisis faríngea (Fig. 1 3.8). Posterior a
F ig u r a 1 3 .1 3 . TC axial (tom ografia co m p u tarizad a) que
ésta, en el m ism o plano tisular, uno se encuentra con una
muestra atresia coanal bilateral. Las flechas blancas indican
acum u la ció n de te jid o lin fático c o n o c id o c o m o amígdala
las placas atréticas. V, vómer.
faríngea (Fig. 1 3.8).
Al desplazarse interiorm ente sobre la pared posterior de
la nasofaringe se encuentra el istmo. Localizado bajo la por-

Apófisis palatina del maxilar superior Esp¡na


Espina nasa|
nasal poster¡or
posterior

Placa horizontal del hueso palatino

Tuberosidad pterigoidea,
Cornete inferior hueso
hueso esfenoides
esfenoides

Coana
Foramen oval

Vómer
Apófisis estiloides del hueso temporal

Placa pterigoidea medial

Foramen lacerum Fosa


Fosa m
mand¡bu |ar
andibular

Surco del conducto auditivo


Agujero espinoso

Apófisis mastoidea
M eato acústico externo

Agujero estilomastoideo Abertura


Abertura externa
externa
del canal carotideo

Sutura occipitomastoidea Fosa yugular


Fosa yugular

Porción basilar del occipital


Agujero mastoideo
Cóndilo occipital

Plano nucal Línea


Línea nucal
nucal inferior
inferior

Línea nucal superior


Protuberancia occipital externa Línea nucal suPerior

Agujero occipital

F ig u r a 13.14. Base del cráneo. [/r5]


553

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• Skandalakis

Faringe

Fosa hipofisaria
Surcos arteriales
Anatomía quirúrgica

Parte pétrea del


hueso temporal

Seno frontal

Hueso occipital

Hueso etmoides
(placa perpendicular)
Hueso nasal M eato acústico interno

Protuberancia occipital
Cornete nasal inferior externa

Fosa yugular
Apófisis palatina
del maxilar sup.

Agujero occipital
Apófisis mastoidea

Vómer Canal hipogloso

Apófisis estiloides del hueso temporal

H g u r a 13.15. Cráneo, aspecto medial; sección sagital ligeramente a la izquierda del plano medial. [fr5]

ción basilar del occipital (Fig. 13.14) está el arco anterior del lateral de la nasofaringe. La fascia faringobasilar densa, que
atlas (Fig. 1 3.8), y justo detrás, el diente del axis. se encuentra adherida a la base del cráneo p o r e ncim a y a
Num erosos ligam entos se localizan en esta región. El li­ la placa p te rig o id e a lateralm ente (Fig. 1 3 .14), se localiza
g a m e n to lo n g itu d in a l a n te rio r es la estructura lig a m e n to ­ sobre la cara interna del co n stricto r superior. El espacio en
sa más estrecham ente relacionada con la pared posterior la fascia p e rm ite el paso de la tro m b a de Eustaquio. Sobre
de la nasofaringe. la cara exte rio r del m úsculo co n stricto r superior se en cu e n ­
Las paredes laterales de la nasofaringe ta m b ié n son ex­ tra la fascia bucofaríngea, más débil. Proporciona una fina
tre m a d a m e n te im portantes. La estructura más p ro m in e n ­ cubierta para la pared de la nasofaringe.
te es la abertura del c o n d u c to auditivo (eustaquiano) (Fig. Una característica im p o rta n te de la nasofaringe es el de­
1 3.14); se localiza justo detrás del tu rb in a d o nasal inferior sarrollo de los dos primeros sacos faríngeos a cada lado de
(cornete) (Fig. 1 3.15). La parte que sobresale p o r encima esta cavidad (Figs. 1 3.8 y 1 3.9). Esta relación es im p o rta n ­
y p o r detrás del o rificio se conoce co m o el torus tubaríus te con respecto al desarrollo del anillo de W aldeyer (Figs.
(Figs. 1 3.8 y 1 3.16); está fo rm a d o p o r el a b u lta m ie n to de 1 3.10 A y B). Se trata de un anillo in c o m p le to de te jid o lin­
fib ro c a rtíla g o del p ro p io c o n d u c to au d itivo . La amígdala fático co m puesto p o r la amígdala faríngea, la am ígdala de
de Gerlach (am ígdala tu b a l o de Eustaquio) (Figs. 13.8 y Eustaquio, la amígdala palatina y la amígdala lingual.
1 3.10) es una colección de te jido linfático localizado en la Cerca de la nasofaringe se encuentran dos estructuras
m e m bra n a mucosa sobre el orificio faríngeo del tu b o eus­ e m briológicas dignas de m en ció n : el se g m e n to rostral de
taquiano. La fosa de Rosenmüller (lecho faríngeo) (Figs. 13.8 la n o to c o rd a y el canal craneofaríngeo (Fig. 1 3.11). Pue­
y 1 3.1 7) se encuentra detrás del orificio tu b árico. Esto es den su rgir tum ores (co rdo m a y cra neofaringiom a, respec­
una estructura bastante profunda y dirigida lateralmente. El tivam ente) a partir de estas estructuras; ambos pueden afec­
co n stric to r faríngeo superior (Fig. 1 3.18) yace en la pared ta r a la faringe.
554

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Faringe

A m íg d a la fa rín g e a
C o rn e te s u p e rio r

M ú s c u l o p t e r i g o i d e o la t e r a l
N ic h o f a r í n g e o
(f o s a d e R o s e n m ü lle r ) Torus tubarius
M ú s c u lo e s tilo fa rín g e o
A p ó f is is m a s t o i d e a

C u e rp o p o s te r io r del

m ú s c u lo d i g à s t r i c o
C oana

P lie g u e s a l p i n g o f a r í n g e o C o rn e te m e d io

C o rn e te in fe r io r

G lá n d u la p a r ó tid a

P a la d a r b la n d o T a b iq u e nasa l

M u c o s a d e la n a s o f a r i n g e
M ú s c u lo p te rig o id e o m e d ia l

G lá n d u la s u b m a n d ib u la r A rc o p a la to g lo s o

A rc o p a la to fa rín g e o
Ú v u la

A m íg d a la p a la tin a
P a p ila s c i r c u n v a l a d a s
A m í g d a l a l in g u a l
A g u j e r o c ie g o
P lie g u e f a r i n g o e p i g l ó t i c o

E p i g lo t is
V a l lé c u la

Fa scia b u c o f a r í n g e a P lie g u e a r i e p i g l ó t í c o

Seno p irifo rm e
E n t r a d a d e la l a r in g e

P r o m in e n c ia s o b r e
P lie g u e d e l n e r v i o l a r í n g e o
e l c a r t í la g o c r ic o id e s

E s c o ta d u ra in te r a rite n o id e a
L ó b u l o d e r e c h o d e la g l á n d u l a
L ó b u l o i z q u i e r d o d e la t ir o id e s , g l á n d u l a p a r a t i r o i d e s
g l á n d u l a t i r o id e s , g l á n d u l a
in f e r i o r
p a r a tiro id e s in fe r io r

E s ó fa g o
C a rtíla g o tra q u e a l

T r á q u e a ---------------------------------------- --------------------------- ------------ -- ' ■ » — L ig a m e n t o s a n u l a r e s d e la t r á q u e a

F ig u ra 13 .16. Cavidad faríngea, vista dorsal. La pared de la faringe se ha cortado y se ha abierto a lo largo de la línea medio-dor­
sal. [fr5]

Ex a m e n de la n a s o f a r in g e examen, pueden observarse angiofribrom as nasofaríngeos


juveniles com o masas pulsátiles lisas, que nunca deben some­
C uando la nasofaringe se examina in d ire cta m e n te m e ­ terse a biopsia debido a la vascularidad del tu m o r y al riesgo
d iante un espejo o endoscópicam ente, se pueden obser­ de sangrado que acompaña a la biopsia, que crea un p o te n ­
var varias características significativas. La pericoana con las cial de hemorragia excesiva.
puntas posteriores de los cornetes inferior, m edio y superior Varios p u n to s im p o rta n te s además del torus tubarius
(Figs. 13.8 y 1 3.16) pueden observarse con facilidad. El vó- (Fig. 1 3.16) pueden observarse al exam inar la nasofaringe
mer posterior divide bruscamente las coanas posteriores (Fig. durante una nasofaringoscopia. El músculo salpingofaríngeo
1 3.14). El aum ento de los cornetes, adenoides, o pólipos, o (Fig. 1 3.1 7) puede observarse avanzando posterior e inte­
una descarga nasal m ucop u ru le n ta puede ser aparente en rio rm e n te desde la parte posterior del torus, fo rm a n d o un
esta región. Los adenoides generalmente empiezan a atrofiar­ p liegue m u coso elevado (Fig. 13.16). El receso fa rín g e o
se después de los 1 3 años de edad, y si están presentes en el p re viam ente m e n cio n a d o se fo rm a entre la pared faríngea
adulto, debe considerarse la neoplasia. Los adenoides au­ y la elevación producida p o r este pliegue. Una ligera eleva­
mentados en el adulto tam bién pueden hacer sospechar una ción de la mucosa en el centro de la abertura del tu b o eus-
hiperplasia linfoepitelial asociada con infección p or VIH. Bajo ta q uiano está produ cid a p o r el m úsculo elevador del velo

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* Skandalakis

Faringe

A m íg d a la fa rín g e a

C a r t í la g o d e l c a n a l a u d i t i v o
Anatomía quirúrgica

N ic h o f a r í n g e o
(f o s a d e R o s e n m ü lle r ) M . e l e v a d o r d e l v e lo p a l a t i n o

( s u p e r f ic i e c o r t a d a )

M ú s c u lo e le v a d o r
A p ó f i s i s e s t i lo i d e s d e l h u e s o
d e l v e lo p a l a t i n o
te m p o ra l

M . e s tilo fa rín g e o
M . t e n s o r d e l v e lo p a l a t i n o

M . e s tilo g lo s o R a m a d e la m a n d í b u l a

M . m a s e te ro

C oana

M . s a lp in g o fa rín g e o L ig a m e n to e s tllo h io id e o

T u b e r o s id a d p t e r i g o i d e a

M ú s c u lo e s tilo h io id e o
M . p te rig o id e o m e d ia l

C u e rp o p o s te rio r
d e l m ú s c u lo d i g à s t r i c o M . p a la to fa rín g e o

M ú s c u lo u v u la r
A m í g d a la p a la tin a
Ú v u la
P lie g u e f a r i n g o e p i g l ó t i c o
B a se d e la le n g u a
(m a rg e n c o rta d o )

E p ig lo t is ,
M . e s tilo fa rín g e o
e n t r a d a d e la la r in g e
C u e rn o s u p e rio r
C a r t í l a g o t ir o id e s
d e l c a rtíla g o tir o id e o

M . a rite n o id e o o b lic u o
M . a rite n o id e o tra n s v e rs o

C a r t í la g o c r ic o id e s
M . c ric o a rite n o id e o
p o s te rio r
M u c o s a fa rín g e a

M u c o s a e s o f á g ic a

F ig u ra 1 3.17. Cavidad faríngea, vista dorsal. La pared de la faringe ha sido seccionada y abierta a lo largo de la línea media
dorsal; la m em brana mucosa y el músculo constrictor faríngeo superior h a n sido parcialm ente retirados para m ostrar los dife­
rentes músculos. [ñ'S\

p a latino subyacente (Figs. 1 3.8 y 13.1 7). Al observar el te ­ buye a la glándula p ituitaria anterior, puede dar lugar a un
c h o de la nasofaringe, a m e n u d o puede verse una d e p re ­ c ra n e o faringiom a. Éstos g e n e ra lm e n te se p ro d u ce n justo
sión de la línea m edia. Esta concavidad se conoce con el p o r encim a de la bolsa faríngea, en la línea m edia de la na­
n o m b re de bolsa faríngea (Fig. 13.8). La mucosa de esta sofaringe, y tam bién pueden presentarse com o masas naso­
bolsa está infiltrada p o r ganglios linfáticos en su periferia, faríngeas (Fig. 1 3.9).
que si es lo suficientem ente hiperplásica, fo rm a los adenoi­
des. Un rem anente persistente de la n o to c o rd a e m b rio n a ­
C o n s id e r a c io n e s q u ir ú r g ic a s
ria en esta área puede observarse o c a sio n a lm e n te c o m o
una masa nasofaríngea quística en la línea m edia. Se co n o ­ La nasofaringoscopia, con telescopios directos flexibles
ce con el n o m b re de quiste de T h o rn w a ld t, y g e n e ra lm e n ­ o rígidos, perm ite la visualización de las estructuras y p u n ­
te aparece más adelante en la vida. tos descritos ante rio rm e n te . Un exam en m ediante un es­
Elementos epiteliales residuales del saco de Rathke (Fig. pejo ind ire cto ta m b ié n p e rm ite una visualización excelen­
1 3.11), una evaginación del techo estom odeal que c o n tri­ te de la nasofaringe. Sin e m b a rg o , este ú ltim o m é to d o se
556

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Faringe

P o r c ió n b a s il a r d e l o c c i p i t a l ( s u p e r f i c i e c o r t a d a ) T u b é r c u lo f a r í n g e o d e la p o r c i ó n b a s i l a r d e l o c c i p i t a l
Seno s ig m o id e o
B u l b o d e la v e n a
A p ó f is is m a s t o i d e a y u g u l a r s u p e r io r

Fascia f a r i n g o b a s i l a r
M . p t e r i g o i d e o la t e r a l
A p ó f i s i s e s t i lo i d e s

M . m a s e te ro
G lá n d u l a s f a r í n g e a s

(f a s c ia f a r i n g o b a s i l a r r e t ir a d a ) R a m a d e la m a n d í b u l a

G lá n d u l a p a r ó t i d a C u e rp o p o s te rio r del m . d ig à s tric o

C o n s tric to r fa r ín g e o M . e s tilo fa rín g e o


s u p e rio r

M . p te rig o id e o m e d ia l M . e s tilo h io id e o

G lá n d u la s u b m a n d ib u la r
M . e s tilo g lo s o

C o n s tric to r fa r ín g e o

m e d io P la t i s m a ( m a r g e n c o r t a d o )

C o n s t r i c t o r f a r í n g e o in f e r i o r
A s t a m a y o r d e l h io i d e s

R a fe f a r í n g e o
G l á n d u l a p a r a t i r o i d e s s u p e r io r

L ó b u l o i z q u i e r d o d e la g l á n d u l a t ir o id e s
E sófa go :

G lá n d u l a p a r a t i r o i d e s in f e r i o r C a p a c ir c u l a r d e
t ú n ic a m u s c u la r

C apa lo n g itu d in a l d e
t ú n ic a m u s c u la r

T rá q u e a

F ig u ra 13.18. Pared m uscular de la faringe, vista dorsal. [fr5\

encuentra lim ita d o p o r la experiencia del exam in a d o r, la resulta útil para la cirugía de atresia coanal, aunque en es­
naturaleza invertida de la imagen especular y la cooperación tos casos n o siempre es posible pasar los catéteres p o r la
del paciente si el exam en se realiza fuera del quirófano. nariz; pueden ser necesarias otras m aniobras para retraer
La m ejor form a de exam inar detalladam ente la nasofa- el paladar.
ringe es con anestesia general y con el paciente en posición Con respecto a las m a lig n id a d e s confinadas a la na­
supina. El paladar blando (Figs. 13.8 y 1 3.16) puede retraer­ sofaringe, es necesario realizar un exam en nasofarín­
se pasando catéteres a través de las narinas hasta la cavidad geo c o m p le to y que el exam in a d o r sea p lenam ente cons­
oral y saliendo por la boca. Los extremos de dichos catéteres ciente de la anato m ía n o rm a l y de las variaciones de
deben pinzarse, y el examinador, localizado a la cabeza del la nasofaringe. En el caso de pacientes que presentan masas
paciente, emplea un espejo para observar la nasofaringe, en el cuello que sugieren m alignidad, un examen nasofarín­
c o m p ro b a r las características estructurales, y realizar una va­ geo debe fo rm a r siempre parte de su examen de cabeza y
riedad de procedimientos. Estos procedim ientos incluyen la cuello. También es extrem adam ente im portante examinar la
adenoidectomía, biopsias de cualquier área en la que se sospe­ nasofaringe de pacientes que presentan una obstrucción na­
cha m alignidad, extirpación o marsupialización de pólipos y sal, una epistaxis, o una otitis media serosa. Todas ellas pue­
quistes, canulación de las trom pas de Eustaquio, y cirugía de den resultar de procesos benignos o m alignos de esta re­
estenosis nasofaríngea (Fig. 1 3.19). Un examen profundo de g ió n . Por ejem plo, los a n g io fib ro m a s pueden causar una
la estructura tridimensional de la nasofaringe con anestesia epistaxis interm itente además de obstrucción nasal. Un p ro ­
general es esencial para planear una reparación quirúrgica ceso cerca del orificio del tu b o eustaquiano, co m o un carci­
co m o la que emplea solapas faríngeas con base lateral. nom a nasofaríngeo o un linfoma, puede presentar una o ti­
El exam en nasofaríngeo con anestesia general tam b ié n tis media serosa unilateral co m o síntoma único.

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• Skandalakis

Faringe

masas en expansión de la nasofaringe, así, pueden afectar


y p o n e r en pelig ro a la carótida.
El techo de la nasofaringe es el suelo de la fosa craneal
Anatomía quirúrgica

media. El seno esfenoidal (Fig. 1 3.21), la silla turca y el seno


cavernoso en la región parasillar, están m u y próxim os entre
sí. La fosa craneal media puede ser invadida p or tu m ores de
la nasofaringe. Las rutas naturales son vía foramen oval. La ex­
tensión directa hacia la fosa craneal media ta m b ié n puede
producirse desde el techo de la nasofaringe vía fo ra m e n la­
cerum (Fig. 13.14). Los patrones de crecimiento de los tu m o ­
res nasofaríngeos no están bien definidos. Sin em bargo, se
han propuesto algunas teorías en base a la anatom ía q u irú r­
gica de las muestras. Los tum ores pueden extenderse hacia
la ó rbita, la fosa pterigopalatina, la fosa infratem poral y el
seno esfenoidal o penetrar intracranealm ente. Pueden así
causar ceguera o destruir la pituitaria, además de extender­
se hacia el interior de la fosa craneal anterior.
Las lesiones nasofaríngeas ta m bién pueden afectar a los
F ig u r a 13.19. Estenosis nasofaríngea grave; cicatriz com ple­ espacios retrofaríngeo o parafaríngeo (Figs. 1 3.22 y 1 3.23).
ta de la nasofaringe. [mc2] Esto puede o c u rrir puesto que la fascia bucofaríngea que
recubre la superficie externa de la nasofaringe está con e c­
tada a la fascia prevertebral de la capa p ro fu n d a de la fas­
cia cervical p rofunda, creando un espacio entre ambas ca­
pas faciales co n o c id o c o m o el espacio retrofaríngeo. O tro
espacio localizado lateralm ente se encuentra e n tre la fas­
R e l a c io n e s a n a t ó m i c a s im p o r t a n t e s cia bucofaríngea y la fascia del m úsculo p te rig o id e o . Cer­
ca de la nasofaringe, ese espacio se d e n o m in a espacio pa­
Las paredes nasofaríngeas se co m p o n e n de cuatro ca­ rafaríngeo. Los tum ores o infecciones pued e n fá c ilm e n te
pas del interior al exterior: inva d ir este espacio.
Las estructuras más im portantes que pasan entre la base
• Mucosa.
del cráneo y los músculos constrictores superiores g e neral­
• Submucosa o capa fibrosa (fascia faringobasilar).
m e n te pueden observarse sobre las muestras anatómicas.
• Capa muscular.
Retirando la mucosa de la cara medial se dejará al descu­
• Fascia bucofaríngea que cubre los músculos constrictores.
bie rto los músculos tensor del velo palatino (Fig. 1 3.1 7) y
La m e m bra n a mucosa que contiene el e p itelio colum - e levador del velo palatino, la arteria palatina ascendente y
nar ciliado y no ciliado es la capa más interna. El te jid o co­ la arteria faríngea ascendente (Fig. 1 3.24). El m úsculo sal-
nectivo submucosa com p u e sto p o r la fascia faringobasilar p in g o fa rín ge o (Fig. 1 3.1 7) ta m b ié n puede verse.
está bien de fin id o en su adhesión a la base del cráneo (Fig. Los músculos principales de la nasofaringe son los múscu­
1 3.18). Externa al m úsculo con stricto r superior se encuen­ los tensor y elevador del velo palatino (Fig. 1 3.1 7). Estos se
tra la fascia b ucofaríngea (Fig. 13.1 6 ). La adhesión de la localizan en el espacio entre la base del cráneo y el músculo
nasofaringe a la base del cráneo es e x tre m a d a m e n te im ­ constrictor superior, que será descrito en «Estructuras miofas-
po rta n te . Se observan relaciones im p o rta n te s con la fosa ciales». Este espacio está sellado p or la fascia faringobasilar
craneal m edia, con la dehiscencia entre el hueso tem poral (Fig. 13.18). Los músculos se originan en la fosa pterigoidea
pétreo y el fo ra m e n lacerum (Fig. 1 3.14), y con canal ca- entre las placas pterigoideas lateral y medial (Fig. 1 3.14). Se
rotídeo (Fig. 1 3.14). insertan en el paladar blando (Figs. 1 3.8 y 13.16).
La nasofaringe está adherida en la línea m edia al tu b é r­ El cirujano de cabeza y cuello debe estar fa m iliarizado
culo faríngeo de la superficie del cuerpo del hueso o ccip i­ con diversas consideraciones im p o rtantes. El paladar bla n ­
tal (Fig. 13.18). Esta adhesión se extiende bilateralm ente d o an te rio r es tensado p or la acción del m úsculo tensor del
hasta el hueso te m p o ra l pétreo (Fig. 13.15), y gira hacia velo palatino. Se cree que este músculo posee un papel im ­
delante, c o n tin u a n d o hasta el m argen posterior de la pla­ p o rta n te en la apertura del c o n d u c to eustaquiano y p o r lo
ca p terigoidea medial (Fig. 13.14) y la protuberancia pte- ta n to en la ecualización de la presión entre el oíd o m edio
rigoidea (Fig. 1 3.15). La fosa de Rosenmüller (Figs. 1 3.8 y la nasofaringe. O tros autores a trib u ye n al eleva d o r del
y 1 3.1 7) yace sobre el techo de la nasofaringe. Puesto que velo p a latino esta fu n ció n .
la arteria carotídea interna (Fig. 1 3.20) pasa a través del fo ­ El elevador del palatino cruza el borde superior del múscu­
ram en lacerum , está cerca de la pared nasofaríngea. Las lo constrictor superior, y penetra en la mucosa nasofaríngea
558

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Faringe 13
A . m e n ín g e a m e d ia — ra m a fr o n ta l A . c a ró tid a in te r n a — p a r te c e re b ra l

A . s u p ra o rb ita l

A. m e n ín g e a
m e d ia - ra m a
A . l a c r im a l p a rie ta l

A. e tm o id e a p o s te rio r

A . e tm o id e a a n te rio r

A. o ftá lm ic a

A . e tm o id e a a n te rio r— ra m a nasa l

A . s e p t a l p o s t e r i o r d e la n a r iz

A . nasa l la te r a l p o s te rio r

A. p a la tin a d e s c e n d e n te

A . m e n ín g e a m e d ia

A . a lv e o la r in fe r io r A. o c c ip i t a l

A. p a la tin a a s c e n d e n te A. te m p o ra l s u p e rfic ia l

A. fa c ia l
A. m a x ila r

A . lin g u a l
A. f a r í n g e a a s c e n d e n t e

A . c a r ó t i d a i n t e r n a — p a r t e c e r v ic a l

A. c a ró tid a c o m ú n
A . t iro id e a s u p e rio r

F ig u ra 13.2 0 . Arterias del cráneo, vista medial. Sección medial. [/r5]

H i p ó f i s is T ra c to ó p tic o

N e r v io o c u l o m o t o r

A rte r ia c a ró tid a in te r n a

N e r v io t r o c l e a r
L ó b u lo te m p o ra l

N e r v io o f t á l m i c o
Seno c a v e rn o s o

S e n o e s fe n o id e o N e r v io m a x i l a r

N e r v io m a n d i b u l a r e n el f o r a m e n o v a l

H u e s o e s f e n o id e s S illa t u r c a N e r v io m o t o r o c u l a r e x t e r n o

F ig u r a 13.21. Sección coronal, ligeramente oblicua, a través de la fosa craneal media, que muestra las porciones cavernosa y
cerebral de la arteria carótida interna y el seno cavernoso.
559

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* Skandalakis

Faringe

V. y u g u l a r in t . , Existen dos arterias qu e recorren el espacio bajo la base


a. c a r ó t i d a in t . del cráneo. Están la arteria faríngea ascendente, que surge
desde la bifurcación de las arterias carótidas interna y ex­
Anatomía quirúrgica

G lá n d u l a
terna, y la arteria palatina ascendente, una rama de la ar­
p a ró tid a E s p a c io
r e t r o v is c e r a l teria facial (Fig. 1 3.24). Estos vasos son los principales c o n ­
F a rin g e
tribuyentes de su m inistro sanguíneo a la nasofaringe.
M a x i l a r inf. E s p a c io
A u nque la anatom ía de la base del cráneo se encuentra
p a ra fa rín g e o
Lengua (fa rín g e o
fuera del alcance de este capítulo, es im portante familiarizar­
la t e r a l) se con la localización de dos estructuras. El foram en espino­
G lá n d u l a so (Fig. 1 3.14) es un c o n d u c to para la arteria meníngea m e­
____e s d e l e s p a c io
s u b m a x ila r
s u b m a x ila r dia (Fig. 1 3.20). El foram en oval (Fig. 1 3.14) proporciona un
M ilo h io id e s
S u b lin g u a l
pasadizo para la rama m andib u la r del nervio trig é m in o (Fig.
S u b m a x ila r
13.21). Estos agujeros pueden p erm itir la disem inación de
células malignas originadas en la nasofaringe intracraneal.
F ig u r a 13.22. Espacios faciales de la región de la cabeza y el La nasofaringe es bastante insensible, con la inervación
cuello, [h o l] sensorial principal p ro p o rcio n a d a por las ramas de la d iv i­
sión m axilar del nervio trig é m in o (Fig. 13.25): los nervios
palatinos m ayor y menor. El IX nervio craneal, el nervio glo-
y en el borde lateral del paladar blando. La contracción de sofaríngeo (Fig. 1 3.24), p ro porciona la inervación sensorial
los músculos elevadores del velo p a latino eleva el paladar a la pared mucosa, lle gando hasta el c o n d u c to eustaquia-
b la n d o y sella la cavidad oral de la o rofaringe. Este p rin ci­ no. Las intervenciones de la nasofaringe, c o m o biopsias de
pio es im p o rta n te cuando se trata a pacientes con una in ­ mucosa y adenoidectom ías, sin em b a rg o , son más in d o lo ­
suficiencia velofaríngea y sus problemas asociados de d eglu­ ras, y las necesidades postoperatorias en c u a n to a analgé­
ción y habla. sicos son mínimas.

560

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■ Faringe

G a n g lio s u p e rio r
d e l n e r v io v a g o T r o n c o n e r v io s o a c c e s o r io
N e r v io g l o s o f a r í n g e o
Seno s ig m o id e o
Hueso te m p o ra l

N e r v io a c c e s o r io e s p in a l
B u l b o s u p e r i o r d e la v. y u g u la r ,
A p ó f is is e s ti lo i d e s , r a m a a u r i c u l a r s e n o p é tre o in fe r io r
d e l n e rv io v a g o
A . o c c ip i t a l

G a n g l i o in f. d e l n e r v i o v a g o ,
fa s c i a f a r i n g o b a s i l a r , M . c o n s t r i c t o r f a r í n g e o s u p e r io r
g lá n d u la s fa rín g e a s
R a m a d e la m a n d í b u l a
M . e s tilo h io id e o , n e r v io h ip o g lo s o

G la n d . p a r ó t i d a , c u e r p o p o s t e r i o r M . p te rig o id e o m e d ia l
d e l m . d ig à s t r i c o
A . c a ró tid a in te r n a
G a n g l i o c e r v ic a l s u p e r i o r

R am as la rin g o fa rín g e a s A . fa r ín g e a a s c e n d e n te

R a m a fa r ín g e a del
Ram as fa rín g e a s
n e r v io g l o s o f a r í n g e o

N e r v io g l o s o f a r í n g e o A. fa c ia l

R a m a fa rín g e a del n e rv io va go , A . lin g u a l

m . e s tilo fa rin g e o A . c a ró tid a e x te rn a

R a m a e x t e r n a d e l n e r v io
M . c o n s tric to r fa r ín g e o m e d io
l a r in g e a l s u p e r i o r

A s t a m a y o r d e l h u e s o h io i d e s A . tiro id e a s u p e rio r

R a m a i n t e r n a d e l n e r v io R a fe f a r í n g e o
la rín g e o s u p e rio r
A . c a ró tid a c o m ú n ,
P le x o f a r í n g e o v. y u g u l a r i n t e r n a

N e r v io v a g o P le x o f a r í n g e o

Tro n co s im p á tic o M . c o n s t r i c t o r f a r í n g e o in f e r io r ,
r a m a s f a r í n g e a s d e la a. t i r o i d e a
G lá n d u la p a r a tiro id e s s u p e rio r in fe r io r

L ó b u l o i z q u i e r d o d e la g l á n d u l a t i r o i d e s T r o n c o t ir o c e r v i c a l

G a n g l i o c e r v ic a l m e d i o A . t iro id e a in fe r io r

G l á n d u l a p a r a t i r o i d e s in f e r io r , e s ó f a g o A . v e rte b ra l

Tro n co R a m a s t r a q u e a l y e s o f á g ic a d e l t r o n c o t i r o c e r v i c a l

A . s u b c la v ia

F igu ra 13.24 . Vasos sanguíneos y nervios de la pared dorsolateral de la faringe, vista dorsal. El lado derecho resalta los va­
sos sanguíneos, el lado izquierdo los nervios. [/r5]

Consideraciones quirúrgicas tom as (neuroblastom as olfativos), pueden igua lm e n te e n ­


contrarse en la nasofaringe.
Un p u n to m u y im p o rta n te en una inte rvención q u irú r­ El carcinom a nasofaríngeo requiere una atención espe­
gica nasofaríngea, c o m o una a d enoidectom ía, es la p ro x i­ cial. Las quejas de pacientes con carcinomas nasofaríngeos
m idad de la articulación atlantoaxial (Fig. 1 3.8). Un espas­ están relacionadas con la localización del tu m o r p rim a rio y
m o muscular o una infección después de la cirugía pueden el gra d o de disem inación; esto ta m b ié n se refleja en la d e ­
resultar en la dislocación atlantoaxial, conocida co m o sín­ te rm ina ció n del estadio de estas lesiones (Tabla 1 3.5). Pér­
d ro m e de Grisel. Los pacientes con trisom ía 21 (síndrom e dida de audición y la presencia de masas en el cuello son
de D o w n ) poseen un m a yo r riesgo de esta co m p lica ció n las quejas más frecuentes. Un tu m o r en la nasofaringe la­
infrecuente. teral cerca o afectando d ire cta m e n te a la mucosa del o rifi­
Algunas neoplasias benignas y m alignas pueden tener cio del tu b o eustaquiano puede c o m p ro m e te r el tu b o . Los
lugar en la nasofaringe (Tablas 1 3.3 y 1 3.4). Las lesiones síntomas de b lo q u e o del oído, la o titis m edia serosa y la
congénitas co m o los cordom as y craneofaringiom as ta m ­ pérdida de audición pueden estar presentes. La nasofarin­
bién pueden estar presentes. Procesos malignos de las glán­ ge posee un im p o rta n te sum inistro linfático. Estos vasos se
dulas salivales, además de m elanom as y estesioneuroblas- co m u n ica n a través de la línea m edia y p e rm ite n la fo rm a -

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• Skandalakis

Faringe

S e n o e s f e n o id e o N e r v io ó p t ic o , a. o f t á l m i c a

A . c a ró tid a in te rn a
P la c a c r i b i f o r m e D u ra m a d r e c ra n e a l
Anatomía quirúrgica

d e l h u e s o e tm o id e s N e rv io o c u lo m o t o r

P le x o c a r o t i d e o i n t e r n o

N e rv io tro c le a r

N e r v io s o l f a t i v o s N e r v io t r i g é m i n o

A . e s f e n o p a l a t i n a ( s e c c io n a d o )
C o r n e t e s u p e r io r
N e r v io , a . d e l c a n a l p t e r i g o i d e o

R a m a s n a s a le s l a t e r a l e s p o s t e r i o r y N e rv io p e tro s o
s u p e rio r d e l g a n g lio
N e rv io p e tro s o p r o fu n d o
p t e r i g o p a l a t i n o , a. n a s a le s
la t e r a le s p o s t e r io r e s G a n g lio p te r ig o p a la t in o

C o rn e te m e d io , c o rn e te in fe rio r A . m e n í n g e a m e d ia

R a m a s n a s a le s p o s t e r io r e s
d e l n e r v i o p a l a t i n o m a y o r,
A. te m p o r a l s u p e rfic ia l,
r a m a s n a s a le s in f e r io r e s
g a n g l i o c e r v ic a l s u p e r i o r
A , p a la tin a d e s c e n d e n te
A . m a x ila r , c u e r d a t i m p á n i c a
R a m a s e p ta l p o s te rio r
d e la a . e s f e n o p a l a t i n a ,
n e r v io n a s o p a la tin o
A. c a r ó tid a in te r n a

A . p a l a t i n a m a y o r,
A . c a r ó tid a e x te rn a
n e rv io p a la tin o m a y o r

A . p a la tin a s m e n ore s ,
N e r v io lin g u a l
n e r v io s p a l a t i n o s m e n o r e s
R a m a f a r í n g e a d e la a.

p a la tin a d e s c e n d e n te

F igura 13.25. Arterias y nervios de la p are d lateral de la cavidad nasal, paladar, y fosa infratemporal, vista medial. [/h5]

Tumores no epiteliales benignos,


T a b la 1 3 .3 .
que afectan a la cavidad nasal, los senos
paranasales y la nasofaringe-156 casos
Tumores vasculares 81
Hemangioma capilar 30
Hemangioma cavernoso 5 Tumores malignos de la nasofa-
T a b la 1 3 .4 .
Hemangioma venoso 3
Hemangioendotelioma benigno 3
ringe del Mayo Tissue Registry, 1 972a 1981
Angiomatosis 1 Tipo de tu m o r Núm ero (o/o)
Tumor glomoso 1
Angiofibroma 38 Carcinoma de células escamosas* 120 (71)
Tumores óseos y fibro-óseos Linfoma 31 (18)
Otros 18 (11)
Osteoma 31
9 Adenocarcinoma 6
Displasia fibrosa
7 Mieloma de células plasmáticas 3
Fibroma osificante
Cilindroma 2
Osteoblastoma 1
4 Rabdomiosarcoma 2
Tumor de células gigantes
Melanoma 2
Condroma
Mixoma Fibrosarcoma 1
Carcinosarcoma 1
Fibroma
No clasificado, neoplasia maligna
Leiomioma
ramificada
Lipoma
Rabdomioma Total 169 (100)

Fuente: Fu YS, Perzin KH. Non-epitelial tumors of the nasal cavity, pa­ *Tipos combinados de la OMS 1, 2 y 3.
ranasal sinuses, and nasopharynx: a clinicopathologic study. I. Gene­ Fuente: Neel HB III. Benign and malignant neoplasms of the naso­
ral features and vascular tumors. Cancer 33:1275-1288, 1974; con au­ pharynx. En: Cummings CW. Otolaryngology-Head and Neck Sur­
torización. gery (2.a ed). San Luis: Mosby, 1993; con autorización.
562
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Faringe

en la región superior del cuello significa la im p licación del


Determinación actual del
Ta b la 1 3 .5 . nervio craneal V. A m edida que el tu m o r aum enta, los ner­
estadio del cáncer de faringe vios craneales VII, IX, X y XI pueden verse afectados (Figs.
Faringe (incluyendo base de la lengua, paladar blando, 13.24, 13.25 y 13.27).
y úvula) La nasofaringe es una estructura trid im e n s io n a l extre ­
Tumor primario (T) m a d a m e n te com pleja m u y p ró xim a al cerebro, arteria ca­
Tx Tumor primario no puede analizarse rótida, seno esfenoideo, y otras estructuras y nervios im ­
T0 No existe evidencia de tumor primario portantes (Fig. 13.21). Interviene en la respiración, deglución
Tis Carcinoma in situ
y fonació n . Así, es necesario que un ciru ja n o que opere en
Orofaringe
esta zona esté m u y fam iliarizado con los aspectos e m b rio ­
T, Tumor de 2 cm o menos en su dimensión
mayor lógicos, ana tó m ico s y fisiológicos de la nasofaringe; esto
T, Tumor de más de 2 cm pero menos de evita com plicaciones p o te n cia lm e n te desastrosas.
4 cm en su dimensión mayor
Tumor de más de 4 cm en su dimensión
mayor O r o f a r in g e -L a r i n g o f a r i n g e
Tumor que invade las estructuras
adyacentes, por ej. a través del hueso Las dos regiones siguientes de la faringe que vamos a es­
cortical, el tejido blando del cuello, o el
tu d ia r son la o rofaringe, co n tin u a con la cavidad oral su­
músculo profundo (extrínseco) de la lengua
Nasofaringe perior, y la laringofaringe, co n tin u a con el esófago inferior.
T, Tumor limitado a un subsitio de la La faringe es una estructura miofascial que engloba el lumen
nasofaringe faríngeo y su conte n id o . Las superficies externas de la farin­
Tumor que invade más de un subsitio de ge constituyen las porciones de los bordes de los espacios
la nasofaringe
pro fu n d o s de cuello im p o rta n te s im p licados en los diver­
Tumor que invade la cavidad nasal o la
orofaringe sos procesos patológicos. C onocer la anatom ía y las rela­
Tumor que invade el cráneo o los nervios ciones de la fa rin g e es im p o rta n te a la hora de realizar
craneales diagnósticos correctos en cuanto a las aproxim aciones q u i­
Hipofaringe
rúrgicas a la fa ringe y sus estructuras adyacentes.
T, Tumor limitado a un subsitio de la
hipofaringe
Tumor que invade más de un subsitio de
la hipofaringe o un sitio adyacente, sin
fijación de la hemilaringe
P r e a u r ic u la r
Tumor que invade más de un subsitio de
( e x tra g la n d u la r) P o s t a u r ic u l a r
la hipofaringe o un sitio adyacente, con
fijación de la hemilaringe
Tumor que invade estructuras adyacentes, F A C IA L:
por ej. cartílago o tejidos blandos del cuello M a x ila r

(¡n fra o rt™


Fuente: Beahrs OH, Henson DE, Hutter RVP, Kennedy BJ. AJCC Manual
for Staging of Cáncer, 4.a ed. Filadelfia: Lippincott-Raven, 1992; con
B u c ln a d o r
autorización del American Joint Committee on Cáncer, Chicago, Illi­
nois. S up ra -

m a n d ib u la r

S u b m a n d ib u la r

O c c ip it a l
ción de metástasis bilaterales a los ganglios linfáticos del S u b m e n ta l

cuello m e d ia n te los ganglios linfáticos retrofaríngeos. Los Y u g u lo d ig á s tric o

ganglios cervicales superiores en el triá n g u lo posterior (Fig. Y u g u l a r m e d ia G a n g l i o s a c c e s o r io s


1 3.26) son a m e n u d o los prim eros en verse afectados. e s p in a le s

Los tu m o re s prim arios grandes de la nasofaringe obs­ Y u g u la r e x te rn a


T r i á n g u lo p o s t e r i o r
truyen las coanas y los co n ductos aéreos nasales, y pueden
dar lugar a obstrucción nasal, además de a epistaxis. La ex­
tensión superior vía foramen lacerum hacia el interior del crá­
neo puede dar lugar a la im plicación del nervio craneal. En
V. y u g u l a r e x t e r n a
la mayoría de los casos, el nervio craneal VI es el prim e ro en M ú s c u lo
e s te rn o c le ld o m a s to id e o
estar im plica d o , con la resultante parálisis del m úsculo rec­
to lateral y diplopía. La oftalm oplejia puede producirse p o r F ig u ra 1 3.26. Ganglios linfáticos faciales y cervicales super­
afectación de los nervios craneales II y IV. Un d o lo r facial y ficiales. [ge]

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* Skandalakis

Faringe
Anatomía quirúrgica

C a p a s u p e r f i c i a l d e la

f a s c i a c e r v ic a l p r o f u n d a

E s p a c io p e r i a m i g d a l i n o

A m íg d a la p a la tin a

Fosa d e R o s e n m ü lle r
M ú s c u lo m a s e te ro

Fascia v is c e r a l N e r v io li n g u a l

N e r v i o a l v e o l a r in f e r i o r

E s p a c io 3 A rte r ia m a x ila r
( e s p a c io r e t r o f a r í n g e o )

Fa scia a l a r P a r ó t id a m e d i a l
IX n e r v i o c r a n e a l

E s p a c io 4
A rte r ia c a ró tid a
(e s p a c io p e li g r o s o )
A p ó f i s i s e s t í lo id e s
Fascia prevertebral V en a y u g u la r in te r n a

E s p a c io 5 G lá n d u la p a r ó tid a
( e s p a c io p r e v e r t e b r a l )

E s p a c io
( f a r í n g e o la t e r a l)

R e t r o e s t ilo id e o : M ú s c u lo t e n s o r del v e lo p a la tin o


M ú s c u lo m a s e te ro
A N e r v io s c r a n e a le s X , X I, XI
M ú s c u l o p t e r i g o i d e o la t e r a l

M ú s c u lo p te r ig o id e o m e d ia l
O rific io d e l c o n d u c to a u d itiv o

F a s c ia t e n s o r a d e l v e lo p a l a t i n o
M a n d íb u la
IX NC

A rte r ia c a ró tid a G lá n d u l a p a r ó t i d a

Fosa d e R o s e n m ü lle r

FBF

E s p a c io f a r í n g e o la t e r a l :
T a b iq u e s a g ita l

ERF P o r c ió n p r e e s t i l o i d e a

R a fe d e la lí n e a m e d ia P o r c ió n r e t r o e s t i l o i d e a

Fascia a l a r

EP

EPV L ó b u lo p ro fu n d o

F a scia p r e v e r t e b r a l M ú s c u l o d ig à s t r i c o

Tro n c o s im p á tic o

X NC

X I I NC
X I NC

V e n a y u g u l a r in t e r n a

_ E s t ílo id e s
D

F ig u r a 13.27. A, Sección sagital que muestra los espacios parafaríngeo y retrofaríngeo y las estructuras anatóm icas asociadas.
B, Sección axial de la glándula parótida y la arteria carótida, y de los espacios periamigdalino, retrofaríngeo (espacio 3), peli­
groso (espacio 4), prevertebral (espacio 5), y parafaríngeo (faríngeo lateral). FBF, fascia bucofaríngea; ERF, espacio retrofaríngeo;
EP, espacio peligroso; EPV, espacio prevertebral; NC, nervio craneal.
564

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Faringe

La siguiente sección estudia la anatom ía de la faringe, man una estructura semejante a un telescopio d o n d e los
describiendo, en p rim e r lugar, la estructura miofascial. A músculos inferiores solapan con los músculos superiores
c o n tinuación se describen las estructuras más im po rta n te s en el b o rd e inferior. Los tres grupos musculares se inser­
que atraviesan esta estructura en dirección a la faringe, las tan p o s te rio rm e n te sobre un rafe faríngeo posterior en la
estructuras que constituyen la o ro fa rin g e y la laringofarin- línea media, cayendo superiormente desde el tubérculo fa­
ge, y las estructuras más im p o rta n te s que lim ita n con la fa­ ríngeo de la po rció n basilar del occipital.
ringe.
Estos músculos constrictores faríngeos pareados están
recubiertos interna y externam ente p o r capas fasciales. In­
Estructura miofascial ternam ente, los músculos constrictores están recubiertos
por la fascia faringobasilar, que es gruesa en su parte supe­
La pared faríngea está com puesta p o r epitelio escamo­
rior y fina en la inferior y recubre los músculos a lo largo
so estratificado, que recubre la superficie interna de la capa
miofascial. Esta capa se e xtiende desde la base del cráneo de la faringe. En su parte superior, la fascia faringobasilar se
s uperiorm ente hasta el nivel del borde inferior del cartíla­ une al tubé rcu lo faríngeo del occipital (Fig. 13.28), se ex­
go cricoides in fe rio rm e n te (Fig. 1 3.8). Está com puesta por tiende a lo largo de la porción pétrea del hueso tem poral,
tres músculos pareados con fo rm a de «U» que se abren an­ y se une en su parte anterior a la placa pterigoidea medial
teriorm e n te : los músculos constrictores faríngeos superior, (Fig. 1 3.14) y al rafe pterigom andibular. La porción supe­
m edio e inferior (Figs. 13.18 y 13.28). Estos músculos fo r­ rior, gruesa, de esta fascia, deja en suspensión al músculo

Tubérculo faríngeo
Fascia faringobasilar
M eato acústico externo Lengua— superficie dorsal

Apófisis estiloides Labio inferior


del hueso temporal
M. geniogloso
M. estilohioideo (seccionado)

M axilar inf. (superficie seccionada)


M. estilogloso

M. estilofaríngeo M. geniohioideo

M. constrictor
M. m ilohioideo (seccionado)
faríngeo superior

M. constrictor Cuerpo anterior


faríngeo medio del m. digàstrico (seccionado)

Asta mayor del hioides Cuerpo del hueso hioides

Ligamento tirohioideo medial


M embrana tirohioidea
(agujero tirohioideo) M. tirohioideos

Cartílago tiroides
M. constrictor faríngeo inferior

M. cricotiroideo

Lóbulo derecho de la glándula tiroides

Cartílago traqueal
Esófago— capa muscular
longitudinal
Ligamentos traqueales anulares

F ig u ra 13.28. Músculos de la lengua, faringe y laringe, vista lateral. [fr5]

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• Skandalakis

Faringe

co n stricto r superior desde la base del cráneo. La superficie dea (Fig. 1 3.28). Las estructuras q u e atraviesan esta m e m ­
externa del músculo está cubierta p o r la fascia bucofaríngea. brana incluyen el nervio laríngeo in te rn o y la arteria y vena
Esta fascia cubre la fa ringe a la altura del m úsculo constric­ laríngeas superiores (Fig. 13.24). La rama interna del ner­
Anatomía quirúrgica

to r su p e rio r y se fusiona p o r deb a jo de este nivel con la v io laríngeo superior penetra por la m e m bra n a tiro h io id e a
capa media de la fascia cervical p ro funda. La tercera fascia y sum inistra la inervación sensorial a la laringe supraglóti-
fo rm a la p orción restante de la cubierta fascial externa de ca y a la mucosa del seno p irifo rm e . La rama externa del
la faringe. nervio laríngeo superior c o n tin ú a in te rio rm e n te , lateral a
Los músculos constrictores faríngeos superiores se o rig i­ los m úsculos constrictores, y a c o m p a ñ a a los vasos tiro i­
nan a partir de la placa p te rigoidea medial y el rafe pteri- deos superiores (Fig. 1 3.24) para inervar el músculo crico-
g o m a n d ib u la r en su parte anterior. Sus fibras se extienden tiro id e o (Fig. 1 3.28). La rama interna del nervio laríngeo
poste rio rm e n te en una dirección horizontal y ligeram ente s u p e rio r atraviesa la m e m b ra n a tiro h io id e a a p ro x im a d a ­
superior e inferior, para insertarse sobre el rafe faríngeo de la m e n te 1 cm p o r debajo y medial al asta m ayor del hueso
línea m edia posterior (F ig. 13.18). Estos músculos rodean hioides. La infiltración de anestesia local en esta zona crea­
la orofaringe. rá un b lo q u e o del nervio laríngeo superior y anestesiará la
Los músculos constrictores faríngeos medios se originan laringofaringe y la laringe supraglótica. Ésta es ta m b ié n el
p o r su parte ante rio r en las astas m a yo r y m e n o r del hue­ área de la m em bra n a tiro h io id e a d o n d e un laringocele ex­
so hioides (Fig. 1 3.28). Sus fibras se e xtienden hacia el ex­ te rn o se extenderá desde la cavidad endolaríngea hasta el
tre m o posterior en tres grupos separados (superior, m e d io espacio extralaríngeo.
e inferior) para adherirse al rafe de la línea m edia posterior El intervalo entre los músculos constrictores inferiores y
(Fig. 1 3.18). Los constrictores medios hacen de pue n te en­ las fibras transversas del m úsculo esofágico tra n s m ite un
tre la orofa rin g e inferior y la laringofaringe superior.
Los músculos constrictores faríngeos inferiores son los
más gruesos de los constrictores faríngeos y los m e jo r de­
sarrollados. Surgen en su parte a n te rio r de la línea oblicua
de los cartílagos tiroides y cricoides (Fig. 1 3.28). A co n tin u a ­
ción se extienden hacia la parte posterior en una dirección
horizontal, superior e inferior, para insertarse sobre el rafe
de la línea m edia posterior. La p orción cefálica del m úscu­
lo co n s tric to r inferior se d e n o m in a músculo cricofaríngeo.
El m úsculo cricofaríngeo fo rm a el esfínter esofágico supe­
rior. Se extiende desde el cartílago cricoides en una dire c­
ción horizontal e in te rd ig ita con la capa m uscular esofági­
ca transversa.
Los intervalos entre las capas solapantes de los m ú scu ­ Músculo constrictor
los constricto re s faríngeos están atravesados p o r estru c­ inferior
tura s q u e p e n e tra n en la fa rin g e . El in te rv a lo e n tre los
m úsculos co n strictores su p e rio r y m e d io está atravesado
p o r el m úsculo estilofaríngeo (Fig. 1 3.18). Este m úsculo se
Dehiscencia
o rig in a en la apófisis estiloides y se e xtie n d e en su parte de Killian
inferior y a nterior de fo rm a oblicua hacia la cara medial del Músculo cricotiroideo
m ú scu lo c o n s tric to r m e d io . El ne rvio gloso fa rín g eo s u m i­
nistra la ine rvación sensorial a la base de la lengua y la fa ­ Músculo cricofaríngeo
ringe, y ta m b ié n atraviesa este interespacio (Fig. 1 3 .2 4 ). (fibras transversales)

El nervio g lo sofaríngeo y la arteria lingual avanzan juntos, Triángulo de


Laimer-Haecker-
p e n e tra n do p ro fu n d a m e n te en el m úsculo h ip o g lo so (Fig.
mann
de Killían-Jamíeson
1 3 .28). El lig a m e n to e stilo h io id e o , q u e se a dhiere al m e ­ (fibras circulares
n or del hueso hioides, ta m b ié n atraviesa este intervalo en­ del esófago)

tre los músculos constrictores faríngeos m edios y su p e rio ­ Tráquea


res. Y aciendo en el p o lo in fe rio r de la am ígdala palatina, Arteria tiroidea
inferior
el in te rv a lo p ro p o rc io n a una vía para la e xtensión de un
proceso infeccioso desde el área p e ria m ig d a lin a hasta el Fibras longitudinales Nervio laríngeo
espacio parafaríngeo, lateral al m ú sculo c o n s tric to r supe­ del esófago recurrente

rior.
El intervalo entre los músculos constrictores faríngeos F ig u r a 1 3 .2 9 . Segmento faringoesofágico que m uestra las
m edio e inferior está o cu p a d o p o r la m em bra n a tiro h io i- áreas de potencial hem iación. [ho4]
566
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Faringe

haz neurovascular. Este haz incluye el nervio laríngeo re­


currente (Fig. 13.29), el cual suministra inervación senso­
rial a la glotis y subglotis e inervación m o to ra a los m ú scu ­
los laríngeos intrínsecos, excepto al m úsculo crico tiro ide o .
Además, en este haz se encuentran la arteria y vena larín­
geas inferiores, ramificaciones del tro n c o tirocervical de los
vasos subclavios.
La inervación de los músculos faríngeos procede del ple­ mit roj
•'
Aponeurosis tensora
xo faríngeo (Fig. 1 3.24), que está com puesto p o r las ramas Tuberosidad pterigoidea
faríngeas de los nervios glosofaríngeo y vago. El nervio glo- Elevador del
Palatofaríngeo
sofaríngeo inerva sólo el m úsculo estilofaríngeo. La c o n tri­ velo palatino

bución vagal inerva tod o s los demás músculos, inclu ye n d o Palatogloso

los músculos del paladar blando (Fig. 1 3.30), con la excep­


ción del m úsculo tensor palatino, que es ¡nervado p o r la
rama m a n d ib u la r del n e rvio tr ig é m in o (Fig. 1 3 .2 5 ). El
M. uvular
m úsculo co n stricto r inferior ta m b ié n recibe inervación de
la rama externa del nervio laríngeo superior (Fig. 13.24). F ig u r a 1 3 .3 0 . Músculos del paladar b la n d o (retirado para
El m úsculo cricofaríngeo puede recibir alguna inervación m ostrar el elevador del velo palatino). [ho4\
desde el nervio laríngeo recurrente. La inervación sensorial
de la fa rin g e está sum inistrada p o r el nervio glosofaríngeo
a través del plexo faríngeo; éste inerva la mucosa de la oro-
faringe y laringofaringe, con la excepción de la mucosa del
seno piriform e. La mucosa del seno piriform e recibe su iner­
vación de la rama interna del nervio laríngeo superior, que
atraviesa la submucosa p o r la pared a nterior del seno p iri­ vés del área debilitada para fo rm a r un divertículo. Este p ro ­
fo rm e (Fig. 1 3.16). blem a se rem edia gene ra lm e n te realizando una m io to m ía
El su m inistro vascular de las paredes faríngeas procede cricofaríngea con o sin resección o suspensión de la m u c o ­
de la arteria faríngea ascendente y la arteria tiroidea supe­ sa herniada.
rior, ramas de la arteria carótida externa (Fig. 13.24). La ar­
teria tiroidea inferior, una rama del tro n c o tirocervical, ta m ­ Orofaringe
bién p ro p o rcio n a sum inistro arterial a la laringofaringe. El
d re nado venoso de la faringe tiene lugar a través del plexo La o rofaringe es una co n tin u a c ió n de la cavidad oral en
faríngeo, sobre la superficie posterior de la faringe. Éste dre­ su parte anterior, de la nasofaringe en su parte superior y
na al plexo pterig o id e o , las venas tiroideas superior e infe­ de la laringofaringe en su parte inferior (Fig. 13.8). Se lo­
rior, la vena facial, y d ire cta m e n te a la vena y u g u la r (Fig. caliza a a p ro x im a d a m e n te el nivel de las vértebras cervica­
13.31). les segunda y tercera. Sus lím ites se e x tie n d e n su p e rio r­
El d re nado linfático de la faringe varía d e p e n d ie n d o del m e n te desde la intersección del pa la d a r sólido y b la n d o
nivel ana tó m ico . El d re nado p o sterior llega a través de los (Fig. 1 3.8 y 1 3.16) hasta el m argen inferior en el plano del
ganglios linfáticos retrofaríngeos (ganglios de Rouvier), lo­ hueso hioides. En su e x tre m o anterior, se extiende hasta la
calizados detrás de la fa ringe a la altura de la bifurcación intersección de las regiones ante rio r y posterior de la len­
carotídea. Las estructuras faríngeas laterales son drenados gua a la altura de las papilas circunvaladas (Fig. 1 3.16).
por los ganglios linfáticos yugulodigástrico y yu g u la r m edio La o ro faringe contiene:
en la cadena yu g u la r profu n d a (Fig. 1 3.26). • El paladar bla n d o y la úvula.
• Las amígdalas palatinas y las fosas am igdalinas.
Consideraciones quirúrgicas • La base de la lengua.
El d iv e rtíc u lo de Zenker (Fig. 13 .3 2 ) se puede fo rm a r • Valléculas.
en el área de la dehiscencia de Killian (Fig. 1 3.29), un área • Paredes orofaríngeas lateral y posterior.
de d e b ilid a d entre el m úsculo c o n s tric to r inferior y las fi­
bras del m úsculo cricofaríngeo. G eneralm ente está en el Paladar blando
lado izquierdo. Se trata de un divertículo de pulsión. Resul­ El paladar bla n d o (Figs. 1 3.8, 1 3.16 y 1 3.30) es una es­
ta de las elevadas presiones intraluminales faríngeas p o r en­ tru ctu ra m uscular esencial que se e xtiende desde el nivel
cima del cricofaríngeo y las elevadas presiones del m ú scu ­ del paladar sólido (Fig. 1 3.8) en su parte anterior hasta una
lo cricofaríngeo; esto causa un d e b ilita m ie n to gradual de protuberancia en la línea media, la úvula, en su parte pos­
esta área y una herniación de la mucosa y submucosa a tra- terior. Lateralmente, el paladar b la n d o se fu n d e con el área

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• Skandalakis

Faringe

Conducto parotídeo
Nervio facial— V. facial
Nervio facial,
ramas bucales
Anatomía quirúrgica

A. facial
Nervio facial—
ramas temporales
M. masetero
A. facial transversa Platisma (girado cranealmente)

Nervio auriculotemporal, A. y v. faciales


a. zigom aticoorbital

A. y v. temporales superficiales
Ramas auriculares anteriores
M. m ilohioideo (seccionado)
Nervio facial, plexo intraparotídeo
Nervio hipogloso
Glándula parótida,
a. auricular posterior M. hipogloso, m. geniohioideo

Nervio facial rama cervical


(seccionada), rama marginal
m andibular
Glánd. submandibular, cuerpo anterior
M. digàstrico— cuerpo posterior, del m. digàstrico, hueso hioideo
m. estilohioideo

A. occipital
Nervio accesorio, Cuerpo superior del m. omohioideo,
v. retrom axilar m. esternohioideo

Nervio auricular mayor, nervio Nervio laríngeo superior:


occipital m enor (seccionado) rama interna, rama externa; a. laríngea
superior
M. trapecio,
m. elevador de la escápula, A. y v. tiroideas superiores,

nervio hipogloso rama cricotiroidea

Lóbulo izquierdo de la glándula tiroides


Nervios supraclaviculares, Nervio cervical transverso (seccionado)
v. yugular externa
V. yugular interna; asa cervical,
A. y v. cervicales superficiales ramas posterior y anterior
Clavícula, cuerpo inferior del m. omohioideo

Nervio dorsal de la clavícula,


a. toracoacromial, rama acromial A. escapular, v. yugular anterior,
V. cefálica, nervio torácico largo m. esternocleidomastoideo (girado caudalmente)

Plexo braquial, nervio subclavio,


m. escaleno anterior

F ig u r a 1 3.3 1. Vasos sanguíneos y nervios del cuello, vista ventrolateial. La glándula parótida, el m úsculo esternocleidomas-
toideo y los músculos supra- e infrahioideos h an sido retirados. [frS]

am igdalina. El paladar bla n d o previene el reflujo nasofarín­ Excepto el tensor del velo palatino, estos m úsculos es­
geo de aire y comida aislando la orofaringe de la nasofaringe tán inervados p o r el nervio vago hasta el plexo faríngeo.
El m ú s c u lo e le v a d o r del ve lo p a la tin o (Figs. 1 3.1 7 y
du ra n te el habla y la d e glución.
1 3.30) fo rm a la m ayor parte de la masa del paladar b la n ­
El paladar bla n d o está com pu e sto por una mucosa es­
do. Surge desde el suelo de la p o rc ió n pétrea del hueso
camosa estratificada que recubre una estructura muscular te m p o ra l y la p orción m edial del tu b o eustaquiano cartila ­
fo rm a d a p o r los cinco músculos siguientes: ginoso, m edial a la fascia faringobasilar. C o n tin ú a infero-
medialmente de forma oblicua para fusionarse con el múscu­
• Elevador del velo palatino.
lo contralateral en la porción posterior del paladar b lando.
• Tensor del velo palatino.
El m ú scu lo tensor del velo p a la tin o (Fig. 1 3.1 7) es el
• M úsculo uvular. ú nico m úsculo del paladar bla n d o que está inervado p o r la
• Palatogloso. rama m a n d ib u la r del nervio trig é m in o en lugar de p o r el
• Palatofaríngeo. ne rvio va g o . Surge de la placa p te rig o id e a m e d ia l (Fig.
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Faringe

El músculo palatogloso (Figs. 1 3.30 y 13.33) form a la co ­


lum na a m ig d a lin a anterior, creando el borde a n te rio r de la
fosa am igdalina y d e lim ita n d o el margen anterior de la oro-
fa ringe lateral. Es un m úsculo fin o que surge desde la p o r­
ción in fe rio r del paladar blando, d o n d e se fusiona con el
m úsculo p a latogloso contralateral, y se proyecta infe rio r-
m e n te para unirse a la lengua lateral y dorsal. Funciona t i ­
Músculo
rando del paladar hacia abajo y estrechando la faringe.
constrictor
inferior El m ú sculo palatofaríngeo (Figs. 1 3.1 7, 1 3.30 y 1 3.33)
form a la colum na amigdalina posterior y parte de la porción
p o sterior de la fosa am igdalina. Surge c o m o dos cabezas,
Músculo desde el paladar sólido y la aponeurosis palatina y, de fo r ­
cricofaríngeo
ma más posterior, desde el músculo palatofaríngeo co ntra-
lateral. El m ú sculo se inserta en la fascia de los m úsculos
c o n stric to re s inferiores. Además de elevar la farin g e , los
músculos palatofaríngeos funcionan bajando el paladar para
Divertículo
de Zenker
estrechar la faringe.
El sum inistro sanguíneo del paladar b la n d o proviene de
las arterias palatinas menores (Fig. 1 3.25) y ramas de la ar­
teria maxilar, que viajan ju n to al nervio a través del fo ra ­
men pala tin o menor. La inervación sensorial llega a través
de las ramas palatinas menores de la división m axilar del
nervio trig é m in o .

Am ígdalas (am ígdalas


F ig u ra 1 3.32. Divertículo de Zenker. palatinas)
Las a m íg d a la s pala tin a s (Figs. 1 3 .8 , 1 3 .1 0 , 1 3 .1 6 y
1 3.1 7), g e neralm ente denom inadas anginas, son e stru ctu ­
1 3.14), la espina del hueso esfenoides y la porción lateral ras linfáticas que c o n tie n e n inde n ta cio n e s d e n o m in a d a s
del tu b o eustaquiano cartilaginoso, lateral a la fascia farin- criptas. Las amígdalas residen en la fosa a m ig d a lin a , que
gobasilar. Desciende in fe rio rm e n te para rodear la tu berosi­ está lim ita d a a n te rio rm e n te p o r el arco palato g lo so (Fig.
dad del hueso pterigoides (Fig. 1 3.30), y se e xtiende m e­ 1 3.16) y poste rio rm e n te p o r el arco palatofaríngeo. Los ar­
dia lm e n te c o m o un te n d ó n estrecho para insertarse en el cos co n tie n e n los músculos de nom bres correspondientes,
paladar sólido poste rio r c o m o la aponeurosis palatina. El ta m b ié n co nocidos c o m o las colum nas am igdalinas a n te ­
músculo funciona tensando lateralmente el paladar y abrien­ rior y posterior, respectivamente (Fig. 13.33). La fosa a m lg-
do el o rificio de la tro m p a de Eustaquio. Los niños con pa­ dalina está lim itada su p eriorm ente p o r el paladar b lando,
ladares hendidos poseen una mala función del músculo ten­ e in fe rio rm e n te p o r la base de la mucosa lingual. El te jid o
sor del velo palatino c o m o consecuencia de la dehiscencia a m ig d a lin o se extiende frecue n te m e n te superior e inferior-
de la línea m edia del m úsculo. Esto resulta en una mala m ente hacia el interior de estas estructuras.
apertura de la tro m p a de Eustaquio y en efusiones c ró n i­ Lateralm ente, la am ígdala posee una cápsula fo rm a d a
cas del oído medio. La disfunción de la tro m p a de Eustaquio p o r la fascia faringobasilar. Una capa de te jid o co n e c tiv o
m ejora tras la reparación palatina quirúrgica. disperso separa la cápsula del m úsculo co n stricto r superior.
Los músculos uvulares (Figs. 1 3.1 7 y 1 3.30) surgen del El poten cia l espacio es el espacio p e ria m ig d a lin o . La dis­
paladar sólido p o ste rio r y la aponeurosis palatina a cada persión de infección desde las amígdalas a esta área resul­
lado de la línea m edia, y se e xtienden poste rio rm e n te y se ta en un absceso periamigdalino, lo que requiere una aspira­
fusionan para fo rm a r la úvula (Fig. 1 3.1 7). Funcionan para ción transoral o incisión y drenado. D ebido a la p ro x im id a d
tira r de la úvula hacia arriba y hacia delante. La bifidez o del m úsculo p te rig o id e o m edial y al espacio p e ria m ig d a li­
an u d a m ie n to de la úvula d e b id o a un fallo en la fusión de no (el m ú sculo p te rig o id e o m edial se localiza lateral y su­
estos músculos indica una hendidura submucosa del pala­ perior al m úsculo co n strictor) (Fig. 13.18), los abscesos pe-
dar. Debería tenerse cuid a d o cuando se realiza una adenoi- ria m ig d a lin o s p re sentan tris m o s y a b u lta m ie n to de la
dectom ía para evitar una insuficiencia velofaríngea p o sto ­ am ígdala y del paladar bla n d o medial e inferiorm ente.
p e ra to ria . La p a lp a ció n del pa la d a r es necesaria para El p olo inferior de la amígdala yace a nivel del interes­
asegurar la ausencia de hen d id u ra submucosa incluso en pacio entre los músculos constrictores superior y m edio (Figs.
ausencia de a n u d a m ie n to de la úvula. 1 3.16 y 13.18). La extensión de un absceso pe ria m ig d a lin o

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* Skandalakis

Faringe

Conducto auditivo
Anatomía quirúrgica

Salpingofaríngeo

Paladar (blando)

Palatogloso

Palatofaríngeo

Columna amigdalina anterior Constrictor faríngeo superior

Fosa am igdalina Columna am igdalina posterior

Interespacio

N. glosofaríngeo
Hiogloso
Ligamento estilohoideo
Mucosa de la base de la lengua

Constrictor faríngeo medio

Epiglotis

F ig u r a 1 3.33 . Lecho de la amígdala palatina. [ho6\

lateralm ente en este interespacio a través de la fascia buco- infección a través de la vaina carotidea puede p ro d u cir me-
faríngea causa un absceso del espacio parafaríngeo (Fig. diastinitis. El nervio glosofaríngeo (Figs. 1 3.33 y 1 3.34) ta m ­
1 3.34); esto resulta en un té tano más intenso d e b id o a la bién atraviesa este interespacio entre los músculos constric-
irritación del músculo p terigoideo medial, y ta m bién sitúa a tores superior y m edio en el polo inferior de la amígdala, y
los grandes vasos del cuello en riesgo d e b id o a su localiza­ se sitúa en situación de riesgo si se p roduce una disección
ción en el espacio parafaríngeo. La disección inferior de una profunda durante la a m igdalectom ia.

Extremo seccionado del


pliegue semilunar
Rama amigdalina de
Rama am igdalina de la
la a. palatina menor
a. faríngea ascendente

Arco palatofaríngeo

Rama amigdalina de la
Rama palatina de
a. palatina ascendente
la a. lingual dorsal
Ramas amigdalinas del
n. glosofaríngeo

Rama amigdalina Rama amigdalina de


de la vena lingual la a.facial

F ig u ra 13 .34. Vascularización de la amígdala palatina.


[ho6\
570
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Faringe

Cinco ramas del sistema de la arteria carotídea externa tes viscerales generales y a las fibras aferentes viscerales es­
sum inistran sangre a las amígdalas. El principal sum inistro peciales para el gusto. La m usculatura de la base de la len­
procede de la parte inferior de la rama a m ig d a lin a de la ar­ gua está inervada por el nervio hipogloso (Fig. 13.24). El su­
teria facial (Fig. 1 3.34). La rama faríngea ascendente, lingual m inistro arterial de la base de la lengua se realiza m e diante
dorsal y palatina ascendente de la arteria facial, y la arteria las arterias linguales. La base de la lengua posee un sistema
p alatina descendente, ta m b ié n irrigan las am ígdalas. El de d renado lin fático rico p rin c ip a lm e n te a los ganglios lin ­
d renado linfático de las amígdalas es p rin cip a lm e n te de los fáticos yugulo d ig á strico s (Fig. 13.26). El d renado linfático
ganglios linfáticos yu g u lo digástricos (Fig. 1 3.26). a ambos lados del cuello es la norm a. Esto requiere la aten­
La inervación sensorial de la amígdala procede del ner­ ción del cuello ta n to ipsilateral c o m o contralateral cuando
vio glosofaríngeo y de las ramas palatinas m a y o r y m e n o r se tratan tu m ores de la base de la lengua, d e b id o a la p ro ­
de la rama m axilar del nervio trig é m in o (Fig. 1 3.25). El fe ­ babilidad de metástasis bilaterales.
n ó m e n o co n o cid o c o m o otalgia (Fig. 13 .3 5 ) en casos de La base de la lengua se extiende posterio rm e n te en dos
am igdalitis, en tum ores a m igdalinos y después de la am ig- concavidades pareadas (valléculas) a lo largo de la base de
dalectom ía, está m e d ia d o p o r proyecciones co m unes de la superficie lingual de la epiglotis (Figs. 1 3.8 y 1 3.16). Las
las fibras orofaríngeas del nervio glosofaríngeo y del nervio valléculas están separadas en la línea media p o r un pliegue
de Jacobsen. El nervio de jacobsen (Figs. 1 3.24 y 1 3.35) es glosoepiglótico medial y lim itadas lateralmente por los plie­
la rama tim p á n ica del nervio glosofaríngeo qu e inerva la gues glosoepiglóticos laterales (pliegues faringoepiglóticos)
mucosa del oído m edio. (Fig. 1 3.16), que adhieren la epiglotis a la base de la lengua.
El resto de la o ro fa rin g e consiste en la pared faríngea
Base de la lengua posterior y la pared faríngea lateral posterior a la colum na
La base de la lengua (Fig. 1 3.1 7) es el tercio posterior a m ig d a lin a posterior.
de la lengua que yace p o sterior a las papilas circunvaladas
(Fig. 13.16) y el agujero ciego, el área de origen de la g lá n ­ Laringofaringe (hipofaringe)
dula tiroides. Se extiende poste rio rm e n te hasta el nivel de
las valléculas, y latera lm e n te co n tin ú a con el suelo de la La laringofaringe es la sección más larga de la faringe,
mucosa bucal en el polo inferior de las amígdalas (Fig. 1 3.8). extendiéndose desde el nivel del hueso hioides (Fig. 1 3.8)
La base de la lengua co n tiene depósitos linfáticos sub m u - superio rm e n te hasta el bo rd e inferior del cartílago cricoi-
cosos conocidos co m o las amígdalas linguales, que, ju n to des a la altura de la sexta vértebra cervical. Es más ancha en
con las amígdalas palatinas y adenoides (amígdalas faríngeas su parte superior y se estrecha hacia la inferior. La parte su­
y tubáricas), fo rm a n el p reviam ente descrito anillo de Wal- perior de la laringofaringe es la porción más caudal del trac­
deyer (Fig. 13.10), una defensa in m u n o ló g ic a de primera to aerodigestivo co m ú n . La parte inferior, incluyendo el re­
línea. También se trata de un área infrecuente de presenta­ ceso p irifo rm e y el área poscricoidea, es el p rin c ip io del
ción de linfom a prim ario. tracto digestivo separado que desemboca en el esófago. La
La inervación sensorial de la base de la lengua procede larinqofarinqe se divide en las tres áreas separadas siquien-
del nervio glosofaríngeo, que suministra a las fibras aferen- tes (Fig. 13.16):

• Pared faríngea posterior.


• Fosas piriformes.
Nervio auricular • Área poscricoidea.
Canal auditivo ext.
(nervio de Arnold)
ervio timpánico
La pared faríngea p o ste rio r se extiende desde el nivel

Agujero —
yugular
4 n \
(de Jacobsen)
del hueso hioides hasta el borde inferior del cartílago cricoi-
des, y c o n tin ú a lateralm ente con la pared lateral de los se­
nos piriformes.
■ Agujero yugular Los senos piriform es son estructuras con fo rm a de e m ­
b u d o qu e se abren en su parte posterior en el rem anente
— Nervio
glosofaríngeo de la faringe. Están lim itados en su parte anterior y lateral
Rama interna del nervio i (IX) p o r la lámina del cartílago tiro id e o , y m e d ia lm e n te p o r el
laríngeo superior (X) pliegue a rie p iglótico, el cartílago aritenoide y el cartílago
Seno piriform e
cricoides (Fig. 13.8). El e x tre m o su perior se encuentra al
m ism o nivel que el pliegue fa rin g o e p ig ló tic o (Fig. 13.16,
1 3.1 7), y el ápice inferior está a la altura del m úsculo crico-
faríngeo (Figs. 1 3.29 y 1 3.32). Este ápice se aproxim a al ni­
vel del ventrículo laríngeo.
F igu ra 13.35 . Via de la m encionada otalgia desde la orofa­ El área poscricoidea incluye la mucosa que recubre el
ringe. [de5] área, desde la articulación cricoaritenoidea posterior en su

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* Skandalakis

Faringe

parte superior hasta el borde inferior del cartílago cricoides


Perlas clínico-quirúrgicas
(Fig. 1 3.8). C o n tin ú a lateralm ente con la pared medial de
los senos piriform es, y en su parte inferior con el esófago.
Anatomía quirúrgica

La inervación sensorial de la larin gofaringe procede de Estoy de acuerdo con el punto anterior, relativo a la li­
los nervios glosofaríngeo (Fig. 1 3.24) y vago. La pared fa­ gación de los vasos del polo superior cerca de la cápsula
ríngea posterior está ¡nervada p o r las fibras del nervio g lo ­ del tiroides. En lugar de pinzar estos vasos, yo prefiero ligar­
sofaríngeo a través del plexo faríngeo. Los senos piriformes los antes de dividirlos. En ocasiones es más seguro ligar las
y la mucosa poscricoidea están inervados p or la rama in ­ ramas de los vasos del polo superior. (FSF jr)
terna del nervio laríngeo superior, que discurre bajo la m u ­
cosa del seno p e rifo rm e anterior. La anestesia de los senos
piriform es y la laringe puede obtenerse m e diante la anes­
la laringe, y a la avanzada presentación de los tu m o re s h i­
tesia tó pica de la mucosa del seno p irifo rm e o m e diante el
pofaríngeos, la resección q u irúrgica im plica a m e n u d o una
bloqueo percutáneo del nervio laríngeo superior en la m e m ­
la rin g o fa rin g e c to m ía to ta l o cuasi-total. La p ro p e n sió n a
brana tiro h io id e a (Fig. 1 3.28). La larin gofaringe está rode­
la e xtensión subm ucosa de la p a tología en el esófago o ri­
ada por el músculo constrictor inferior (Figs. 1 3.18 y 1 3.28).
g in a tu m o re s que afectan al ápice in fe rio r del seno p ir ifo r­
La inervación m o to ra de este m úsculo está sum inistrada
me y / o la mucosa poscricoidea. Estos a m e n u d o re q u ie ­
por la rama externa del nervio laríngeo superior, que reco­
ren una esofagectomía además de una laringofaringectomía
rre el b o rd e lateral del m úscu lo c o n s tric to r in fe rio r (F ig .
to ta l para asegurar los márgenes de la resección en el esó­
1 3 .24) con el pedículo vascular tiro id e o superior.
fago. A co n tin u a c ió n se realiza una reco n stru cció n fa rín ­
C o m o se ha in d ica d o previam ente, el sum inistro vascu­
gea to ta l. Empléese un pliegue yeyunal o fasciocutáneo en
lar a la laringofaringe se realiza a través de las arterias tiro i­
el caso de defectos faríngeos cervicales. Para los defectos
deas superior e inferior y sus ramificaciones (Fig. 1 3.24). El
faringoesofágicos, e m plear te jid o gástrico.
dre n a d o linfático proviene de los ganglios linfáticos yu g u -
lodigástricos y m edioyugulares a través de la m em brana ti­
rohioidea (Fig. 1 3.26), pero ta m b ié n de los ganglios linfá­
Examen físico de la orofaringe
ticos re tro fa rín g e o s /p e ritra q u e a le s y periesofágicos. Los y la laringofaringe
tum ores de la larin gofaringe a m e n u d o se presentan en un
El exam en de la o ro faringe puede realizarse fá cilm e n te
estadio avanzado d e b id o a que el gran ta m a ñ o de la larin­
m e d ia n te el uso de los depresores linguales. Una c o m p re ­
gofaringe perm ite que pase desapercibido hasta que se p ro­
sión suave del tercio m e d io de la lengua en su parte infe­
duce una obstru cció n de fo rm a tardía en el proceso de la
rior con una ligera tracción a n terior p e rm itirá una visuali-
e n fe rm e d a d . Los tu m o re s se presentan con disfagia, he­
zación adecuada de las amígdalas, la base a n te rio r de la
m optisis y cam b io de la voz d e b id o a la invasión laríngea,
lengua, el paladar blando y la pared faríngea posterior. Para
y fre cu e n te m e n te con un g a nglio linfático metastásico en
pacientes con reflejos de a h ogo hiperactivos, puede utilizar­
el cuello. La otalgia m encionada (Fig. 1 3.35) es un síntoma
se un anestésico tó p ico para m ejorar la visualización. El exa­
inicial frecuente de los tu m o re s hipofaríngeos; se debe a
men de la base de la lengua y las valléculas requiere una
las proyecciones centrales com unes de la rama interna del retracción a n te rio r suave de la lengua con una gasa y el
nervio laríngeo superior, que inerva el seno p iriform e, y el exam en dire cto m e diante el uso de un espejo laríngeo. El
nervio de A rn o ld (la rama auricular del nervio vago), que espejo se sitúa superio rm e n te en la orofaringe, con la par­
inerva una porción del canal auditivo externo posterior. Así, te trasera del espejo elevando el paladar bla n d o y la úvula
la otalgia en ausencia de la patología evidente del oído es sin c o n ta c ta r con la pared faríngea p o s te rio r para e v ita r
indicación para e xam inar cuidadosam ente el tra c to aero- ah o g a r al paciente. Además de la visualización, la p a lp a ­
digestivo en busca de una patología. ción de las amígdalas y la base de la lengua con el d edo
puede ayudar a detectar anomalías de la mucosa y s u b m u ­
Consideraciones quirúrgicas cosa.
Durante la tiro id e cto m ía pueden producirse lesiones de El exam en de la larin gofaringe y la laringe requiere el
la rama externa del nervio laríngeo superior si el pedículo uso de un espejo laríngeo o de un laringoscopio de fibra
neurovascular tiro id e o superior se liga en una parte eleva­ óptica a través de la cavidad nasal. Debería evaluarse el m o ­
da. Para evitar lesiones del nervio laríngeo superior se p in ­ v im ie n to de la laringe y las cuerdas vocales. Los senos p iri­
za el pedículo tiro id e o superior siguiendo la siguiente n or­ formes pueden visualizarse mejor durante la fonación del pa­
ma: ligar el pedículo vascular en la cápsula del polo superior ciente, pues en ese m o m e n to los pliegues a riepiglóticos y
de la glándula tiroides, inferior al p u n to de divergencia de los cartílagos aritenoides son mediales, abriéndose así los
la rama externa del nervio laríngeo superior, alejándolo del senos piriformes. La presencia de saliva acum ulada en el in­
pedículo vascular, hacia el m úsculo cricotiroideo. te rio r de un solo seno p irifo rm e debería hacer sospechar la
D eb id o a la estrecha relación entre la larin g o fa rin g e y presencia de una lesión en ese espacio. La presencia de una
572
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Faringe

cuerda vocal paralizada u n ila teralm ente debería hacer sos­ se e xtie n d e desde la base del cráneo en su parte superior
pechar un tu m o r que afecta al seno p irifo rm e y que se ex­ hasta la b ifurcación traqueal (a p ro x im a d a m e n te a la a ltu ­
tiende hacia el espacio paraglótico. La pared faríngea pos­ ra de la cuarta vértebra torácica), d o n d e la capa alar de la
te rio r ta m b ié n puede visualizarse con facilid a d m e diante fascia prevertebral se fusiona con la capa m edia d e la fas­
un espejo o un laringoscopio flexible. cia cervical p ro fu n d a . El espacio re tro fa rín g e o c o n tie n e
El área poscricoidea es difícil de visualizar con cualquie­ gang lio s linfáticos (ganglios de Rouvier) además d e te jid o
ra de estas técnicas, y requiere una laringoscopia directa co n e ctivo. Las infecciones y abscesos del espacio retro fa ­
con anestesia general o local. La laringofaringe, en general, ríngeo g e n e ra lm e n te se presentan de fo rm a unilateral d e ­
se visualiza m ejor m e diante una laringoscopia directa. El la­ b id o a la adhesión de la línea m edia p o ste rio r al rafe de la
ringoscopio se inserta dire cta m e n te en la vallécula. A c o n ­ línea media del m úsculo constrictor superior a la fascia pre­
tinu a ció n , puede deslizarse lateralm ente en el seno p irifo r­ vertebral.
me, e le v á n d o lo a n te rio rm e n te para observar la p o rc ió n El espacio peligroso está lim ita d o en su parte a n te rio r
a n terior del seno p irifo rm e . C uando el laringoscopio se in ­ p or la fascia alar, y en su parte posterior p o r la fascia pre­
serta más p ro fu n d a m e n te en el ápice del seno, las paredes vertebral. Se extiende superiorm ente desde la base del crá­
lateral y medial pueden visualizarse. El laringoscopio pue­ neo hasta el d iafragm a en su parte inferior.
de entonces rotarse m e d ia lm e n te en el área poscricoidea, El espacio prevertebral está lim itado en su parte anterior
elevando la laringe a n te rio rm e n te para a brir este área y la p o r la capa prevertebral de la fascia prevertebral, en su par­
entrada esofágica. El laringoscopio a co n tin u a c ió n se des­ te p o sterior p o r los cuerpos vertebrales, y lateralm ente p or
plaza hacia el in te rio r del seno p irifo rm e contralateral. La las apófisis transversas. Se extiende su p eriorm ente desde la
pared faríngea p o sterior ta m b ié n puede visualizarse cuan­ base del cráneo hasta el coxis en su parte inferior.
do la laringe se eleva a n te rio rm e n te elevando la mucosa La afectación de estos espacios con infección puede de­
poscricoidea. berse a la supuración de los ganglios retrofaríngeos, a una
Al exam inar el cuello, sujetar el cartílago tiro id e o y m o ­ lesión penetrante, o a una dispersión desde espacios adya­
verlo de lado a lado sobre la espina cervical debería p ro d u ­ centes. Estos espacios pueden alcanzarse tran so ra lm e n te o
cir una crepitación laríngea a m edida que el cartílago de la transcervicalm ente.
laringe rueda sobre la espina cervical ósea. La ausencia de
este crepitar sugiere que una masa faríngea posterior o pos­ E s p a c io p a r a f a r ín g e o ( e s p a c io f a r ín g e o lateral). El es­
cricoidea está im p id ie n d o el contacto cartílago-hueso. Esta pacio parafaríngeo, o faríngeo lateral, (Figs. 1 3.27 y 1 3.36)
parte del exam en debería realizarse de manera sistemática está descrito típ ic a m e n te c o m o un espacio con fo rm a de
d u ra n te la evaluación de la laringe y faringe. p irá m id e invertida localizado lateralm ente a la fa ringe. Su
e xtre m o superior se encuentra en la base del cráneo, inclu ­
Relación entre la faringe y los espacios
y e n d o una p o rción pequeña del hueso te m p o ra l y una co ­
profundos del cuello
n e xió n fasciai desde la placa pterig o id e s m edial hasta la
La orofaringe posee relaciones m u y im portantes con los espina del esfenoides m ed ia lm e n te . Se extiende en su par­
espacios potenciales profundos del cuello, incluyendo los es­ te inferior hasta el asta m ayor del hueso hioides en su unión
pacios periviscerales (Fig. 1 3.22) y el espacio parafaríngeo con el cue rp o p o ste rio r del m úsculo dig à strico . El bo rd e
(espacio faríngeo lateral). A u n q u e no fo rm a n parte de la m edial superior está fo rm a d o p o r la fascia del te nsor del
faringe, estos espacios pueden estar im plicados en la p a to ­ velo palatino (Fig. 13.27) y el m úsculo p te rig o id e o y la fas­
logía que se origina en la faringe y que afecta a la misma.
cia faringobasilar. En su parte inferior, el b o rd e m edial está
C onocer la anatom ía de estos espacios y su relación con la
fo rm a d o por el m úsculo c o n stric to r superior. El b o rd e a n ­
faringe es necesario para una aproxim ación quirúrgica a es­
te rio r lo fo rm a el rafe p te rig o m a n d ib u la r. Los límites late­
tos espacios y para ser consciente de los peligros y tra m ­
rales son el m úsculo p te rig o id e o m edial, la m an d íb u la , la
pas de estas aproxim aciones.
p o rc ió n lo b u la r p ro fu n d a de la glán d u la p a ró tid a , y una
p o rción pequeña del m úsculo digàstrico en la parte poste­
Es p a c io El área posterior de la faringe (el
r e t r o v is c e r a l.
rior. El bord e p o sterior es la fascia prevertebral.
espacio retrovisceral) (Fig. 1 3.22) puede dividirse en los tres
El espacio parafaríngeo se divide en los c o m p a rtim e n ­
espacios siguientes (Figs. 1 3.23 y 1 3.27):
tos pre- y retroestiloideos (Fig. 13.27) p or la fascia que se
• Espacio retrofaríngeo. extie n d e desde la apófisis estiloides hasta el m úsculo te n ­
• Espacio peligroso. sor del velo palatino. El c o m p a rtim e n to preestiloideo c o n ­
• Espacio prevertebral. tiene te jid o linfático y a la arteria m axilar interna, y se ra­
El espacio re trofaríngeo está lim ita d o p o r la fascia bu- mifica a partir de la rama m a n d ib u la r del nervio trig é m in o .
cofaríngea en su parte a n te rio r y p or la capa alar de la fas­ El c o m p a rtim e n to retroestiloideo contiene la arteria caróti­
cia prevertebral en su parte posterior. Lateralmente, c o n ­ da, la vena y u g u la r interna, los nervios craneales IX, X, XI
tinúa con el espacio parafaríngeo. El espacio parafaríngeo y XII y la cadena simpática cervical (Figs. 1 3.27 y 1 3.36).

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Faringe

tes con estos tipos de lesiones requieren observación m e ­


diante exámenes neurológicos seriados o arteriogramas ca-
rotídeos para descartar las lesiones vasculares.
Anatomía quirúrgica

C itam os a Leitner y Johns2 sobre la fa rin g o la rin g e cto -


*'v,. mía para el carcinom a de la pared faríngea posterior:

Junto con la disección del cuello, utilizamos una farin-


Glándula parótida
gectomía posterolateral extendida que incluye el sitio p ri­

Pared faríngea w ,
a ------ Espacio faríngeo
lateral
mario, los ganglios linfáticos retrofaríngeos y los ganglios
linfáticos cervicales en la muestra extirpada. Carcinomas T2
y T3 pueden extirparse de modo eficaz en bloque median­
Amígdala
Digàstrico y te la disección de la muestra retrofaríngea y del cuello. El
estilohioideo cierre prim ario se ha empleado en todos los casos, siendo
necesaria una m ínim a rehabilitación funcional y adminis­
Esternocleido-
mastoideo
tración de radioterapia postoperatoria en el sitio primario
Asta mayor del hioídes
y a ambos lados del cuello.
A. carótida interna
y v. yugular Sessions y cois.3 escribieron sobre las metástasis del cán­
cer hipofaríngeo:
F ig u r a 13 .3 6 . Visión frontal del espacio parafaríngeo.
Todos los planes del tratam iento del cáncer hipofarín­
geo deben considerar ciertos factores: la gran mayoría de
estas lesiones m etastatizan a los ganglios linfáticos cervi­
cales, y en el caso de la pared faríngea posterior, la m e­
tástasis bilateral es la norm a en lugar de la excepción; el
C o n s i d e r a c i o n e s q u i r ú r g i c a s . La presencia de masas o in­
40% de las lesiones de la pared faríngea posterior y p ro ­
fecciones en el espacio parafaríngeo se observa en form a de bablemente un número equivalente de lesiones del seno
a b u lta m ie n to s en la pared faríngea lateral, un desplaza­ piriforme superior, metastatizan a los ganglios retrofarín­
m ie n to medial de la am ígdala y /o un paladar b la n d o m e ­ geos; en aquellos pacientes con cuello clínicamente nega­
dial e inte rio rm e n te con desviación de la úvula. El tétano tivo, la incidencia de metástasis oculta es sustancial; y en­
es una com p lica ció n frecuente, especialm ente con absce­ tre el 20% y el 30% de las lesiones del seno piriforme, y
sos o tu m o re s grandes en el espacio parafaríngeo. Están probablemente un número equivalente de lesiones de la
causados po r la irritación o la im plicación del m úsculo pte- pared faríngea posterior, están asociadas con metástasis dis­
rig oideo medial, que fo rm a la extensión lateral del espacio tantes. Incluso en las lesiones hipofaríngeas de estadios
parafaríngeo. Las infecciones pueden dispersarse hasta el menores, la elevada tasa de metástasis regionales requie­
espacio parafaríngeo desde los espacios adyacentes (retro- re la inclusión del cuello en todos los planes de gestión.
faríngeo, p e ria m ig d a lin o ) o surgir p rim a ria m e n te a p artir
de ganglios supurados. Las infecciones o tu m ores de este
espacio pueden penetrar en la vaina carotídea y poner en
Histología
riesgo a las arterias carótidas y a la vena y u g u la r interna.
Las infecciones ta m b ié n pueden dispersarse inte rio rm e n te
en este espacio a través del m ediastino y la vaina carotídea. Desde fuera hacia d e n tro , la pared faríngea está fo rm a ­
El drenado de los abscesos parafaríngeos o la extirpación de da p o r la fascia bucofaríngea, una capa muscular, una capa
tum ores en el espacio parafaríngeo deberían realizarse des­ fibrosa y mucosa.
de el exte rio r para asegurar el co n tro l de los grandes vasos • La fascia buco fa rín g e a es una capa fina que recubre el
y nervios mayores del c o m p a rtim e n to retroestiloideo. Esto epim isio y, a todos los efectos prácticos, corresponde a la
debe realizarse especialmente en el caso de tum ores, d o n ­ parte externa del m ism o.
de las estructuras neurovasculares pueden encontrarse des­ • La capa m uscular (m úsculos constrictores superior, m e ­
plazadas. d io e inferior) y su red fibrosa han sido descritas previa­
Las lesiones penetrantes a través de la pared lateral de m e n te en relación con varias partes de la faringe.
la orofaringe pueden resultar en lesiones a estructuras del • La capa fibrosa soporta la mucosa que yace sobre ella.
espacio parafaríngeo. Aquellas más posteriores resultan en • La mucosa de la faringe puede dividirse en tres partes. La
lesiones de la arteria carótida, la vena yu g u la r interna, o los porción anterior consiste en un epitelio ciliado y seudoes-
nervios craneales superiores. Las lesiones que son más an­ tratifica d o . La capa transicional es epitelio colum nar. La
teriores pueden provocar lesiones de la glándula parótida, capa posterior es un epitelio escamoso estratificado no que-
su co n d u cto , o el nervio facial intraparotídeo. Los pacien- ratinizado. Existen varias glándulas mucosas presentes.
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Faringe 13
Fisiología C o m p lic a cio n es quirúrgicas
Los m o v im ie n to s coord in a d o s de los músculos palati- Á
nos y faríngeos tie n e n lu g a r ta n to d u ra n te la d e g lu c ió n
c o m o dura n te el habla. C o m o se ha m e n cio n a d o previa­
m e nte, el velo (p a la d a r b la n d o y úvula) es fu n d a m e n ta l
A
\ (recon ocim iento y tratam iento)

m ig d a l e c t o m Ía y ADENOIDECTOMÍA

Las com plicaciones después de una a denoam igdalecto-


para cerrar la nasofaringe dura n te el habla. mía pueden ser inm ediatas o retardadas. Las co m p lic a c io ­
Ciertos sonidos, co m o los fricativos, requieren el cierre nes inm ediatas incluyen problem as de las vías respiratorias
de la nasofaringe po r el velo. El cierre del p u erto velofarín- y sangrado. Los pacientes con apnea obstructiva del sueño
geo (esfínter) es una secuencia m u y com pleja de acciones e hipo to n ía pueden desarrollar un c o m p ro m is o respirato­
musculares rápidas. El paladar b la n d o se eleva hacia la fa ­ rio en las primeras 24 horas después de la cirugía. Requie­
ringe posterior con el elevador del velo palatino. Los m úscu­ ren una telem etría y soporte respiratorio.
los de la úvula la desplazan hacia arriba y hacia delante. El La c o m p lica ció n retardada más fre cu e n te es la h e m o ­
palatogloso, que fo rm a la co lum na am igdalina anterior, es­ rragia postoperatoria. El sangrado puede producirse hasta
trecha la nasofaringe caudal y tira del paladar b la n d o ha­ 2 semanas después de la cirugía, pero suele darse entre 7
cia abajo. y 10 días después. El índice de sangrado p o stoperatorio va­
La d e g lución es una secuencia m u y com pleja de even­ ría entre el 1 % y el 5 % de los casos, y es más c o m ú n con
tos invo luntarios, co m e n za n d o con el cierre ve lofaríngeo la técnica de e le ctrocauterización. El tra ta m ie n to re quie­
para prevenir el reflujo. En la p rim era fase de la deglu ció n , re un re c o n o cim ie n to te m p ra n o , la resucitación de fluidos
el b o lo a lim e n ticio penetra en la boca y el paladar b la n d o y la cauterización urgente de los vasos sangrantes. C o n o ­
se tensa y eleva. Entonces desciende para retirar el b o lo de cer el sum inistro vascular de la am ígdala es de gran ayuda
las valléculas. La lengua proyecta el b o lo desde la o ro farin- (Fig. 13.34).
ge hacia la laringofaringe. Otras com plicaciones incluyen la in co m p e te n cia velo-
Los tres músculos constrictores pareados (Figs. 13.18 faríngea (VPI), el síndrom e de Grisel y la estenosis nasofa­
y 1 3.28) son im po rta n te s en la segunda fase de la d e g lu ­ ríngea. La hipernasalidad es una consecuencia de la in c o m ­
ción (fase faríngea). Ésta es una fase involuntaria que im p li­ petencia del velo después de la cirugía; esto puede o cu rrir
ca la co n tracción seriada de los músculos constrictores fa- después de la e xtirpación excesiva de las colum nas a m ig-
ringeales en una dirección superior a inferior para e m p u ja r dalinas o más fre cu e n te m e n te después de la a denoidecto-
el b o lo hacia la parte inferior. mía en un paciente que posee una hen d id u ra submucosa
oculta en el paladar. Es im p o rta n te palp a r siempre el pala­
Los músculos cricofaríngeos, a diferencia de las p o rcio ­
dar d u ro en el q u iró fa n o en busca de una h e n didura sub­
nes restantes de los músculos constrictores, poseen un ni­
mucosa que se palpa c o m o una cresta en el hueso. Si se
vel tó n ic o de c o n tra c c ió n , lo q u e les p e rm ite fu n c io n a r
encuentra, sólo debe realizarse una ad e n o id e cto m ía par­
c o m o esfínter esofágico superior. La relajación del m úscu ­
cial (superior).
lo crico fa rín g e o es necesaria para p e rm itir el paso de un
La irritación y el espasmo de los músculos prevertebra-
b o lo desde la faringe hasta el esófago. La ausencia de rela­
les puede ocasionalm ente causar una subluxación a tlanto-
jación del m úsculo cricofaríngeo resulta en disfagia; esto
axial, co nocida co m o síndrom e de Grisel. Su tra ta m ie n to
puede ser el resultado de una p a to lo g ía n e u ro m u s c u la r
incluye agentes antiinfla m a to rio s no esteroideos, la in m o ­
com o la esclerosis lateral amiotrófica, la polimiositis, la mias-
vilización, y un collarín blando. Si se ha p ro d u c id o una ve r­
tenia grave, la esclerosis m ú ltiple, la enferm edad de Parkin-
dadera subluxación, la reducción qu irú rg ica puede ser ne­
son, o accidentes cerebrovasculares. La acalasia cricofarín-
cesaria.
gea, q u e p u e d e ser id io p á tic a o re s u lta d o del re flu jo Se cree que la estenosis nasofaríngea (Fig. 1 3.19) está
gastroesofágico u otras etiologías, es un fallo en la relajación causada p or una extirp a ció n o cauterización excesiva del
del m úsculo cricofaríngeo. te jid o adenoide lateral inferior y una lesión de la co lu m n a
En la fase faríngea de la deglución, la laringe ta m b ié n se a m igdalina posterior. Esta c o m p lica ció n está asociada con
eleva y se desplaza hacia delante bajo la base de la lengua la electrocauterización y la a d enoam igdalectom ía láser. Los
para inte rve n ir en la p ro tección fre n te a la aspiración. Los síntomas que se presentan varían desde un habla ligera­
pliegues e p iglóticos ta m b ié n se mueven en dirección cau­ m ente hiponasal hasta una o b strucción grave de los c o n ­
dal y hacia atrás para e lim in a r to d o el material a lim e n ticio ductos aéreos. Para p revenir esta c o m p lica ció n se deben
de las valléculas epiglóticas. utilizar las técnicas apropiadas, inclu y e n d o una disección
La fase esofágica de la d e g lución (ú ltim a fase), im plica cuidadosa, la preservación de la anatom ía colum nar, y una
una serie de contracciones peristálticas secuenciales in v o ­ escisión responsable de las bandas adenoides laterales. Las
luntarias a m edida que el bolo a lim e n ticio desciende hacia reparaciones son complicadas, y nunca dan lugar a un co n ­
el estóm ago. d u c to aéreo nasofaríngeo perfecto.
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* Skandalakis

Faringe

UVULOPALATOFARINGLOPLASTIA (UPPP) C ir u g ía de t u m o r f a r ín g e o

(F a r in g o l a r in g e c t o m Ía )
Las complicaciones de la UPPP son el resultado de la ex­
Anatomía quirúrgica

tirp a c ió n excesiva de te jid o de paladar b la n d o o de una ci­ Las co m p lica cio n e s que siguen a la e xtirp a ció n de un
catrización excesiva. Et o b je tivo de una UPPP es e lim inar el tu m o r faríngeo están relacionadas con los efectos de la e x­
te jid o faríngeo re d u n d a n te y acorta r el paladar para au­ tirp a c ió n de te jid o sobre la fu n c ió n , así c o m o con las lim i­
m e n ta r la entrada orofaríngea y, por lo ta n to , co rreg ir el taciones de la reconstrucción. C o m o se ha descrito p revia­
síndrom e de la apnea o bstructiva. La m ejo r realización se m e n te , el m e c a n is m o de la d e g lu c ió n es una serie de
consigue e x tirp a n d o las amígdalas (si están presentes), eli­ eventos fin a m e n te co o rdinados que perm iten el paso o r­
m in a n d o la mucosa excesiva de la colum na am igdalina an­ d e n a d o de un b o lo desde la cavidad oral hasta el e s tó m a ­
terior, e xtirp a n d o de fo rm a conservadora la mucosa de la g o. La e x tirp a c ió n q u irú rg ic a de porciones de la fa rin g e y
colu m n a a m igdalina posterior, y realizando una resección su reco n stru cció n con porciones de te jid o distantes insen­
de la úvula y el paladar b la n d o posterior. La elim in a ció n de sibles resultan en una disfagia d e b id o al m o v im ie n to fa rín ­
la mucosa de la colum na am ig d a lin a debe ser lo suficien­ geo d e so rd e n a d o y a la insensibilidad faríngea. En a lg u ­
te m e n te extensa c o m o para e lim in a r la redundancia de la nos casos, el m e c a n is m o de d e g lu c ió n p u e d e e star
mucosa y p e rm itir una ligera inclinación de la mucosa de s ig n ific a tiv a m e n te in te rru m p id o , lo que resulta en una in ­
la pared faríngea al final de la intervención. capacidad de p ro te g e r las vías aéreas y desencadena una
La insuficiencia velofaríngea, una c o m p lic a c ió n de la aspiración. Este p ro b le m a se trata inicialm e n te con te ra ­
UPPP, resulta de una e lim inación excesiva del paladar bla n ­ pia del habla para instru ir unas estrategias c o m p e n s a to ­
do. Esto origina un paladar bla n d o que no es lo suficiente­ rias c o m o la inclinación de la cabeza o la adició n de p ro ­
m e n te largo c o m o para c o n ta cta r la pared faríngea poste­ ductos espesantes a la com ida para sobrepasar la disfunción
rio r y separar la o ro fa rin g e de la n asofaringe d u ra n te el de la d e g lu c ió n . En algunos casos, son necesarios una gas-
habla y la deglución, lo que causa un habla hipernasal y la tro stom ía p e rm a n e n te y un cese de la ingesta oral de co ­
re g u rg ita c ió n nasal de líquidos. Estos problem as pueden mida.
evitarse m e diante una e xtirp a ció n conservadora del tejid o Otras co m p lica cio n e s de la cirugía de tu m o re s fa rín ­
del paladar blando. En el m o m e n to de la UPPP, la línea de geos son la fístula y la estenosis. Una fístula fa rin g o c u tá -
resección del paladar bla n d o no debería extenderse an te ­ nea resulta c u a n d o la saliva se escapa a través del cierre
riorm e n te al p u n to de co n ta c to entre el paladar blando y fa rín g e o al cu ello y crea un c o n d u c to hasta la piel. Esto
la pared faríngea posterior, generalm ente a la altura de una p u ede ser el resultado de un e rro r té cn ico , c o m o un c ie ­
depresión en la base de la úvula. El tra ta m ie n to de la insu­ rre in c o m p le to de la m ucosa o tensión en la línea de su­
ficiencia del velo palatino es difícil, im p lica n d o ¡n id a lm e n ­ tura q u e causa una necrosis isquém ica y ro tura, o in fe c ­
te terapia del habla, pero generalm ente necesitando un au­ ción. Es m e jo r evitarla m e d ia n te una sutura m e ticulosa y
m e n to de la pared faríngea posterior o del paladar b la n d o estrecha sin ten sió n . La m ayoría de las fístulas fa rin g o c u -
(pliegue faríngeo). táneas se cerrarán con un tra ta m ie n to conservador, v e n ­
O tra com plicación posible de la UPPP es la estenosis na­ dajes de presión sobre el cuello, y evitando la a lim entación
sofaríngea. La extirp a ció n de las amígdalas y la resección oral, pe ro o c a s io n a lm e n te p u e d e ser necesario el cierre
del paladar b lando crean un defecto prácticam ente circun­ de un plie g u e .
ferencial de la orofaringe, que puede contraerse y estrechar La estenosis faríngea siguiendo una cirugía tu m o ra l pue­
la entrada orofaríngea. Es más probable si se han retirado de p ro ducirse d u ra n te el cierre con una c a n tid a d in a d e ­
un exceso de la mucosa orofaríngea lateral o de la c o lu m ­ cuada de te jid o farín g e o o con una cicatrización c irc u n fe ­
na am igdalina posterior, causando una retracción posterior rencial secundaria. En general, el cierre faríngeo p rim a rio
del cierre o rofaríngeo lateral y un estrecham iento de la en­ puede realizarse mientras el cierre perm ita el paso del d e d o
trada. Esta co m p lica ció n puede evitarse m e d ia n te una ex­ índice o un o b je to m a y o r a través del lum en recon stru id o .
tirp a c ió n responsable de la mucosa de la co lu m n a a m ig ­ Si n o puede cu m plirse este requisito, el cierre debería a u ­
dalina posterior con una m ovilización anterior de la mucosa mentarse con un pliegue. La cicatrización circunferencial
orofaríngea lateral y posterior (o, si es posible, e vita n d o la es un p ro b le m a m ayo r con la reconstrucción faríngea t o ­
e xtirpación p o r c o m p le to ), para situar una línea de sutura tal, y p u e d e evitarse con p ro ce d im ie n to s para ro m p e r el
a n te rio r a la altura de la incisión de la mucosa de la c o lu m ­ cierre circunferencial, c o m o la inserción de pliegues con
na a m igdalina anterior. Además, el cierre co m p le ta de la form a de V. Si se produce estenosis, los trata m ie n to s inicia­
mucosa del paladar y de las fosas amigdalinas reducirá la p o ­ les deben in c lu ir intentos de dilatación, que pued e n reali­
sibilidad de una cicatrización circunferencial. Una buena zarse p e rió d ic a m e n te según la necesidad. Si esto falla, el
técnica quirúrgica y una extirpación suficiente de tejido son a u m e n to de los pliegues para a u m e n ta r el lum e n faríngeo
la clave para evitar las com plicaciones de la UPPP. será necesario.

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Esófago
D orothea U eberm ann-M effert; John E. Skandalakis

En 1871 demostré, con perros de raza grande, que es posible extirpar porciones del esófago. El esófago cicatrizó correctamen­
te, con un ligero estrechamiento que podía dilatarse con facilidad. Czerny fue el primero en realizar esta intervención en el
hombre.
Theodor Billroth '

sanguíneos se in tro d u c e n en la pared esofágica d u ra n te el


Historia sé p tim o mes, y los capilares linfáticos e ntre el tercer y el
cu arto mes de vida e xtra u te rin a 7.
En la Tabla 14.1 se muestra la historia anatóm ica y q u i­
Entre la séptim a y octava semanas, la luz esofágica (Fig.
rúrgica del esófago.
14.3) se encuentra casi llena de células procedentes de la
proliferación del epitelio esofágico. D eb id o a que este lle­
nado nunca es total y a la presencia de pequeñas vacuolas,
Embriogénesis el d e n o m in a d o estadio sólido no existe c o m o tal. A lred e ­
d o r de la décim a semana se restablece la luz d e b id o a la
D esarrollo normal coalescencia de las vacuolas.
T am bién se p roducen cam bios en el epitelio ciliado del
En el ser hum ano, el inte stin o anterior p rim itiv o se fo r ­
esófago, que se transform a en epitelio escamoso estratifica­
ma d u rante la cuarta semana de gestación a través de un
d o en los esófagos proxim a l y m edio. El epite lio co lu m n a r
pliegue lo n g itu d in a l y de la inco rp o ra ció n de la parte d o r­
perm anece inalterado en el esófago distal.
sal del saco vitelino en el e m b rió n 2-3-4. La tráquea se desarro­
La pared esofágica recibe ine rva ció n ta n to s im p á tica
lla a p a rtir del intestino anterior, a p ro x im a d a m e n te 22-23
(tro n c o to rácico y plexo celíaco) co m o parasim pática (n e r­
días después de la fertilización, c o m o un divertículo ventral
vio vago).
m e d io 4 (Fig. 14.1). In m e d ia ta m e n te después de la fo rm a ­
ción de este divertículo, se inicia el desarrollo del estóm a­
Recordar:
go d istalm ente m e d ia n te una extensión asim étrica3'6 (Fig.
• Tanto el e n d o d e rm o c o m o el m esoderm o participan en la
14.2).
fo rm a c ió n de la pared esofágica. El e n d o d e rm o orig in a el
epitelio y las glándulas esofágicas, y el m e soderm o da lu ­
Intestino an te rio r
gar al te jid o conectivo, la m uscular y los angioblastos.
Hacia el día 34 de gestación tienen lugar diferentes fe ­
n óm enos. Se inicia el desarrollo de la subm ucosa y de la El e s ó fa g o y la fo rm a c ió n
muscular de la tráquea y el esófago. En p rim e r lugar se alar­ d e los a rc o s b ra n q u ia le s
ga el esófago distal, y a c o n tin u a ció n el p ro xim al. Caracte­
rísticamente, la elongación del segm ento esofágico arrastra Los arcos b ra n q u ia le s m e s o d é rm ic o s e m b rio n a rio s
al p rim o rd io gástrico dila ta d o p o r debajo del diafragm a en p a rtic ip a n en la o rg a n iz a c ió n de los vasos y nervios. A l­
fo rm a ció n . Sin em b a rg o , es más probable que la e lo n g a ­ g u n o s de los arcos branquiales m eso d é rm ico s e m b rio n a ­
ción se produzca c o m o consecuencia del ascenso faríngeo rios tie n e n una relación directa con el esófago d e b id o a
y no del descenso gástrico (Fig. 14.2). la produ cció n de vasos y a la asociación con nervios especí­
La separación de los procesos de cre cim ie nto de la trá ­ ficos.
quea y el esófago se p ro d u c e antes de la q u in ta semana de El tercer arco branquial se asocia con el nervio glosofa-
vida intrauterina. El esófago alcanza sus dim ensiones fin a ­ ríngeo (IX par craneal). Participa escasamente en la fo r m a ­
les hacia la séptima semana. Al final del em barazo su lo n ­ ción de los músculos faríngeos y del revestim iento de la fa ­
g itu d será de 8 cm a 10 cm , duplicándose en los prim eros ringe. El tercer arco a órtico se encuentra en el in te rio r del
años de vida. tercer arco branquial. La arteria carótida externa se o rigina
Al inicio de la sexta semana, se desarrolla la capa m us­ de novo a p a rtir del tercer arco aórtico. Las arterias carótida
cular circular mesenquimal. Entre tres y nueve semanas des­ co m ú n y carótida interna proxim al proceden del tercer arco
pués, aparece la musculatura lon gitudinal4. Durante el cuar­ aórtico. Es posible que la arteria tiroidea superior p a rticipe
to mes, aparece la capa m uscular de la mucosa. Los vasos en la irrigación de la u nión faringoesofágica.

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• Skandalakis

Esófago

Tabla 14.1. Historia de la anatomía y la cirugía del esófago


Anatomía quirúrgica

Papiro quirúrgico de Smith Descripción de una «herida profunda en la garganta con penetración en el esófago»
(3000-2500 a.C.)
C hinos (aprox. 1000 a.C.) Descripción de la disfagia secundaria al cáncer de esófago
Aristóteles (384-322 a.C.) Teorizó que el esófago obtiene su nom bre de «su longitud y angostura»
Galeno (130-200 d.C.) M encionó el crecim iento com o causa de obstrucción esofágica
Lanfranc (m. 1315) Colocó un tu bo de plata en la tráquea de un paciente con una fístula traqueoesofágica
para asistir la respiración
Vesalio 1543 Utilizó el tubo endotraqueal para m antener la ventilación en animales
Durston 1670 Pudo haber observado un caso de atresia esofágica
Willis 1679 Primera descripción de la acalasia; tratam iento m ediante dilatación
Gibson 1696 Describió u n «recién nacido monstruoso» con una fístula traqueoesofágica
M onroe (1670-1740) Reparó la tráquea y el esófago de un paciente con la tráquea seccionada y una herida
punzan te del esófago
Goursald y Roland 1750 Describieron la esofagotomía y la extirpación de cuerpos extraños
Ludlow 1769 Describió el divertículo faringoesofágico
Tarenget 1786 Describió la estenosis esofágica cervical
Bell 1816 Realizó el drenado externo de un divertículo
Campbell 1848 Intentó convencer a u n tragasables profesional para participar en una endoscopia
experimental; este últim o replicó: «Sé que puedo tragarme u n sable, pero me condenaré
si me trago una trompeta»
Cheever 1867 Realizó esofagotomías con éxito
Bevan 1868 Describió un esofagoscopio que utilizaba la luz reflejada por un espejo. Utilizó el
dispositivo para la extracción de cuerpos extraños y la exploración de estenosis y tumores
Kussmaul 1868 Diseñó un esofagoscopio ilum inado por lámpara de gas
Trendelenburg 1871 Realizó una traqueostom ía e introdujo un tubo endotraqueal con un tap ó n inflable
adm inistrando anestesia
Billroth 1871 Estudió la estenosis esofágica
Lamb 1873 Publicó el prim er inform e sobre la fístula esofágica sin atresia
Zenker 1877 Analizó la etiología, anatom ía patológica y sintomatología del divertículo
faringoesofágico (divertículo de Zenker)
Czerny 18 77 Realizó una resección esofágica suturando el extremo inferior del esófago en el interior
del cuello. El paciente sobrevivió
Nicoladoni 1877 Realizó la primera intervención de un divertículo faríngeo
Niehans ? Extirpó un divertículo esofágico; el paciente falleció por la hemorragia secundaria a la
fístula
Macewen 1880 Introdujo tubos endotraqueales por la boca sin realizar laringotomía ni traqueostom ía
Mikulicz-Radecki 1881 Mejoró el esofagoscopio y el gastroscopio
Gross 1884 Trató la estenosis esofágica
O'Dwyer 1885 Mejoró la intubación endotraqueal en la difteria, etc.
Mikulicz-Radecki 1886 Trató el carcinom a de esófago m ediante resección y reconstrucción plástica
Wheeler 1886 Realizó la primera resección con éxito conocida de u n divertículo de Zenker
Fell 1887 Utilizó un fuelle de pie conectado a una cánula de traqueostom ía para la ventilación
artificial
Nassilov 1888 Sugirió, aun q u e no utilizó, la vía extrapleural a través del m ediastino posterior hasta el
esófago
Biondi 1895 Propuso la resección ascendiendo el estómago hacia el tórax, seguida por la anastomosis
esofágica
Milton 1897 Recomendó la esternotom ía de la línea media para el abordaje anterior del m ediastino
Von Hacker 1899 Diagnosticó un carcinoma de esófago mediante esofagoscopia y biopsia
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Esófago 14
Tabla 14.1. Historia de la anatomía y la cirugía del esófago (Continuación.)

Gottstein 1901 Sugirió el empleo de la esofagomiotomía para el tratam iento del cardioespasmo
Gosset 1903 Describió la esofagogastrostomía transdiafragmática mediante toracotomía
Sauerbruch 1904 Ideó y u tilizó la cámara con sistema de presión negativa
Roux 1907 Realizó una esofagoyeyunostomía con éxito
Voelcker 1908 Realizó con éxito la primera resección del esófago torácico distal mediante
esofagogastrectomía transabdominal
Schmid 1912 Practicó la diverticulopexia en cadáveres
Torek 1913 Extirpó con éxito un cáncer de esófago. Al paciente se le practicó una esofagostomía
cervical y gastrostomía
Heller 1913 Realizó una esofagomiotomía para el tratam iento de la disfagia
Von Ach 1913 Empleó la disección por planos desde el cuello y el abdomen en una esofagectomía
Denk 1913 Empleó la disección por planos para la extirpación del esófago, con restablecimiento
posterior de la continuidad esofágica. La intervención no tu vo éxito
Zaaijer 1913 Realizó con éxito la primera resección transtorácica del carcinoma de cardias
Mosher 1917 Utilizando el endoscopio, separó el septo existente entre el esófago y un divertículo de
Zenker
H ill 1918 Realizó la primera diverticulopexia en un paciente vivo
Konig 1922 Fijó el saco diverticular al hioides
Torek 1927 Describió la hiperpresión faríngea en la cirugía
Gray Turner 1931 Exploró el esófago distal desde el abdomen
Ohsawa 1933 Realizó la primera anastomosis gastroesofágicaintratorácica para restablecer la
continuidad intestinal
Adams y Phemister 1938 Docum entaron resecciones esofágicas con anastomosis esofagogástrica con éxito
Leven y Ladd 1939 Practicaron con éxito por separado la cirugía en m últiples tiempos para el tratam iento
de las fístulas y la atresia esofágicas
Haight y Towsley 1941 Realizaron una anastomosis del esófago en un tiem po dentro del mediastino
C hu rch ill y Sweet 1942 Practicaron una esofagectomía con anastomosis terminolateral
Garlock 1943 Ideó una técnica de cirugía esofágica
Kaplan 1951 Documentó por primera vez el uso de la m iotom ía cricofaríngea electiva
Sweet 1954 Ideó una técnica quirúrgica de resección
Skandalakis y cois. 1962 Revisión colectiva de casos de tumores del músculo liso del esófago documentados en la
bibliografía médica universal
Belsey 1966 Perfeccionó la cirugía de la acalasia
Ellis y cois. 1969 Estudiaron la fisiología de la acalasia y del divertículo de Zenker
Gavriliu 1975 Recuperó el uso del tubo gástrico para la sustitución esofágica
Orringer 1978 Recomendó la esofagectomía sin toracotomía
Liebermann-Meffert 1996 Estudió la cirugía, anatomía y embriología del esófago

Tabla elaborada por David A. McClusky HI y John E. Skandalakis.

Bibliografía:
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Naef AP. The Story of Thoracic Surgery. Lewinston NT: Hnas Huber, 1990.
Skandalakis JE, Gray SW, Shepard D, Bourne GH. Smooth Muscle Tumors o f the A lim entary Canal: Leiomyomas and
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Skandalakis JE, Gray SW. Embryology for Surgeons (2nd ed): Baltimore: W illiam s & W ilkins, 1994.
Warren R. Surgery. Philadelphia: WB Saunders, 1963.

579

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• Skandalakis

Esófago
Anatomía quirúrgica

F ig u ra 14.1. División del intestino anterior p rim itivo , en la cual


el área en negro muestra la futura porción esofágica. Las flechas in ­
dican los m o vim ie nto s morfogenéticos locales. Recuadro: Corte
transversal del intestino anterior prim itivo. Izquierda, Tráquea (ven­
tral); Derecha, Esófago (dorsal). [s/<3]

In te stin o D ive rtículo tra q u e a l


a n te rio r Esófago

Estóm ago

Estóm ago ------- — Hígado

Hígado

C on d u cto v ite lin o --


Pedículo
e m b rio n a rio A lan to id es
(cordón u m bilica l)
In te s tin o p oste rio r

.Tráquea
Esófago

Estóm ago

Estóm ago

C on d u cto v ite lin o


F ig u ra 14.2. Intestino embrionario, con el
(separado del
esófago p rim itiv o y los cambios de posición
in te s tin o m edio)
del estómago. A, Presunta área del estómago en
el intestino anterior indiferenciado de 2,5 m m
(cuarta semana). B, Con 4,2 m m (quinta se­
mana). C, Forma del estómago a los 6,3 m m
(sexta semana). D, A los 10 m m (final de la
sexta semana). E, Forma y descenso del estó­
mago completados esencialmente a los 17,5
Estóm ago
m m (final del segundo mes). C7, séptimo seg­
m ento cervical; T I, prim er segmento torácico;
T12, duodécim o segmento torácico; L l, p ri­
mer segmento lumbar. [s&3]
580

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Esófago

for Surgeons10. Los tipos principales de anomalías congéni-


tas del esófago se exp o n e n en la Tabla 14.2.
Jobe y cois.11 a firm a ro n que la gastroplastia de Collis
perm ite una fu n d u p lica tu ra sin tensión para el tra ta m ie n to
del esófago corto, aunque se aconseja m a n te n e r el tra ta ­
m ie n to de la supresión ácida. En c u a n to a la reparación
q u irú rg ic a , H o ld e r12 y H o ld e r y A s h c ra ft13 re c o m ie n d a n ,
siem pre que sea posible, la ligadura te m p ra n a de las anas­
tom osis fistulosa y primaria, preferib le m e n te en las p rim e ­
ras 24 horas de vida, para evitar la n e u m o n itis . Filson y
cois.14 d o cu m e n ta ro n la anastomosis esofágica prim aria re­
tardada. Healey y cois.15 sugirieron que la reparación retar­
dada ta n to de la atresia esofágica c o m o de las fístulas tra-
queoesofágicas, in d e p e n d ie n te m e n te d e la lo n g itu d del
defecto, podría preservar el esófago.

F igu ra 14.3. Cambios en la forma de la luz esofágica. A, A


los 19 m m (octava semana). B; A los 37 m m (novena sema­ A n ato m ía quirúrgica
na). C, A los 42 m m (final de la novena semana). D, A los 120
M o t a p a r a el l e c t o r : La organización de este capítulo difiere
m m (alrededor de la decim oquinta semana). [Ie2]
bastante de la de otros capítulos del texto, ya que la fisiología,
la histología, y la mayoría de las técnicas quirúrgicas del esó­
fago se han incorporado a la presentación de la anatom ía qui­
rúrgica.

El cuarto arco branquial se asocia con el nervio vago (X


par craneal). El cuarto arco a órtico derecho c o n trib u y e a la
form ación de la porción proxim al de la arteria subclavia de­
Mucosa
recha; ésta podría originarse en la sexta arteria interseg- gástrica
m e n ta ria . El tro n c o tiro ce rvica l se o rig in a en las arterias
subclavias. Las arterias tiroideas inferiores proceden dire c­
heterotópica
U-J ■ Divertículos cricofaríngeos
tam ente de la arteria subclavia en el 15% de los individuos8, por pulsión
y del tro n c o tirocervical en el 8 5 % restante. Las arterias ti­ 15% 50%
roideas inferiores son las responsables de la irrigación de la
porción superior del esófago. El arco a ó rtico y la aorta d o r­
sal derecha se originan tam bién en el cuarto arco branquial. 1— Atresia, estenosis,

D im in u to s vasos procedentes de la aorta participan ta m ­ ; fístula


35% 40%
bién en la irrigación del esófago.
El sexto arco aórtico, conocido com o arco pulmonar, pro­
bablem ente no participa en el aporte vascular del esófago. Área de la mayor parte de
quistes enterógenos y
duplicaciones

A n o m a l ía s c o n g é n it a s y r e p a r a c ió n 50% 10%

QUIRÚRGICA

Los procesos alterados de crecim iento de la tráquea y el


U!
Divertículos
esófago ocasionan un gran n ú m e ro de anomalías. Los p ro ­ por pulsión Calasia, acalasia, esófago
corto, membranas esofágicas
blemas relacionados con la u nión gastroesofágica dan lu­
A B
gar a otros efectos menos graves (Figs. 14.4 A y B).
N o es objetivo de este capítulo la exposición detallada
F ig u ra 14.4. A, Los divertículos por pulsión se localizan con
de la em briología y las anomalías em briológicas del esófa­ mayor frecuencia en el esófago distal. La mucosa gástrica he­
go. Kluth9 realizó una clasificación de los defectos tráqueo- terotópica se localiza con mayor frecuencia en el esófago pró­
esofágicos en 10 tipos y 88 subtipos. Se recom ienda a los xima!. B, Localizaciones típicas de las malformaciones del esó­
lectores interesados en la embriogénesis el te x to Embriology fago, [sk3]

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* Skandalakis

Esófago

Tabla 14.2. Anomalías del esófago


Edad Sexo p r in ­
Anatomía quirúrgica

p re n a ta l P resen tació n c ip a lm e n te
A n o m alía al inicio inicial a fe cta d o Frecuencia C o m en ta rio s
Atresia esofágica, estenosis 21-34 días Al nacer Por igual Frecuente —

y fístula traqueoesofágica
Hendidura laringotraqueoe- 3.a-5.a semana Al nacer Por igual Raro Tipos I al IV (de la laringe a
sofágica los bronquios)
Asociación VACTERL Variable; 3-5 se­ Al nacer Por igual 10% al 23%
manas de atresias
esofágicas3
M embranas y anillos esofá­ 7.a sem ana(?) (si A cualquier edad Varones Raro A veces asintomáticos
gicos son congénitos)
Duplicación verdadera 7.a semana A cualquier edad ? Muy raro A veces asintomática
Quistes enterógenos Final de la 3.a se­ Al nacer o a cual­ Mujeres(?) Raro
m ana quier edad
D ivertículos (excluyendo 5.° mes-nacimien- A cualquier edad Varones Infrecuente La debilidad muscular puede
los divertículos por trac­ to(?) existir indefinidam ente sin
ción) herniación
Mucosa heterotópica 5.° mes-nacimien­ A cualquier edad Por igual (?) Frecuente A veces asintomática
to (si aparece)
Esófago corto congènito 7.a semana Al nacer o a cual­ Varones Raro A veces asintom ático
quier edad
Acalasia Final de la 6.a se­ Lactancia Por igual Infrecuente Los casos que aparecen al fi­
m ana^) nal de la vida no son de ori­
gen em brionario
Calasia Final de la 6.a se- Poco después de Por igual Muy Se resuelve esp on tán eam en­
mana(?) nacer frecuente te en la mayoría de los ca­
sos cuando m adura el EEI

a De Chittmittrapap S, Spitz L, Kiely EM, Brereton RJ. Atresia esofágica y anomalías asociadas. Arch Dis Child 1989;64:364-368.
VACTERL, vertebrales (anomalías), anal (atresia), cardíacas (anomalías), traqueoesofágica (fístula) y/ó esofágica (atresia), renal (agenesia y
displasia), miembros (defectos); EEI, esfínter esofágico inferior.
Fuente: Modificado de Skandalakis JE, Gray SW (Eds). Embriology for Surgeons, 2.a ed. Baltimore: Williams y Wilkins, 1994; con autorización.

El esófago, un tu b o m uscular flexible, p e rm ite el paso c o m o goulée o gueule, que significa hocico o bo ca 19. Re­
del a lim e n to entre la fa ringe y el estóm ago. cientem ente, el té rm in o gullet ha resurgido en inglés com o
Aristóteles (3 8 4 -3 2 2 a.C.), filósofo y m édico griego, su­ s inó n im o de esófago. En inglés am ericano, esófago se re­
girió que el origen de la palabra esófago estaba relaciona­ fiere exclusivam ente al « tu b o o co n d u cto que va desde la
d o con «su lo n g itu d y angostura»16. El origen del té rm in o boca hasta el estóm ago, p o r el que pasan los alim entos y
se relaciona, p ro b a b le m e n te , con el té rm in o g rie g o o/so- la bebida»18,19.
pagos, fo rm a d o p o r oisein («llevar») y phagos («com er») o
p o r phagema («alim ento»). El té rm in o , a d o p ta d o p o r el la­
P o s ic ió n del e s ó f a g o
tín medieval y po r el inglés m edio tardío, se co n virtió en
isophagus o ysophagus]6AS. La o rtografía correcta en ale­ El esófago es una estructura situada en la línea media,
m án y en inglés b ritá n ico es oesophagus, en francés eso- ante rio r a la co lu m n a vertebral y posterior a la tráquea. Se
phage, y en italiano esofago. inicia en el cuello a la altura del cartílago cricoides p o r de­
En latín ro m an o a n tig u o , el n o m b re p o p u la r del esófa­ lante de la quin ta o sexta vértebra cervical, se in tro d u c e en
g o era gu/a18,19. La gula se definía c o m o un paso estrecho, el tó ra x a nivel de la escotadura esternal y sigue caudal­
la boca, o la garganta. A p a rtir de este té rm in o en latín sur­ m ente p or el in te rio r del tórax en el m ediastino posterior.
gió el té rm in o vernáculo inglés gully, que significa curso es­ Termina en el a b d o m e n en la unión gastroesofágica, por
trecho para el agua, la salida o el cuello de una botella. El delante de la d u o d é cim a vértebra dorsal (Fig. 14.5). El hia­
a djetivo del latín a n tiguo, gulosus o goulu, quería decir ávi­ to esofágico del d ia fra g m a se encuentra a la altura de la
do, voraz, g lotón. La palabra francesa gula se m antiene viva décim a vértebra dorsal.
582

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Esófago 14
D is tan cia e n cm
T e r m in o lo g ía d e las seccio nes
Incisivos
e s o fá g ic a s s e g ú n la

Anatom ía Función Cirugía


Cartílago cricoides
C6-T1 V
cervical
V
EES proximal
V
(1)

Relieve esternal
cervical

torácico tubular torácico


(2)

torácico
distal
T1-10

E Diafragma
- TI 0-12
m Orificio gástrico (3)
abdominal
abdominal
EEI

Longitud total
39-48 cm
F igu ra 14.5. Divisiones, term inología y relaciones del esófago.
EES, esfínter esofágico superior; EEI, esfínter esofágico inferior.

D e n o m in a c io n e s del e s ó f a g o nervioso central, así c o m o los periféricos, de los nervios in-


tramurales, y las propiedades musculares, actúan inte g ra n ­
El esófago, que desciende progresivam ente a través del do estas zonas funcionales en una región del intestino en la
cuello, el tórax y el a bdom en, ha sido clasificado desde tres cual los mecanismos de control voluntario e involuntario ac­
perspectivas médicas diferentes: la anatom ía clásica, la fu n ­ túan simultáneamente, y la actividad de los dos tipos muscu­
ción, y la cirugía (Fig. 14.5). A co n tin u a c ió n se analizan es­ lares diferentes se encuentra estrecham ente coordinada».
tos puntos de vista. Considerar el esófago co m o una estructura bipartita que
La anatom ía clásica divide el esófago en tres partes: se divide en los segmentos proxim al y distal a nivel de la b i­
• Cervical. furcación traqueal (Fig. 14.5) beneficia a los cirujanos; este
• Torácico. e n foque se ajusta m e jo r a los requerim ientos q u irúrgicos y
• A b d o m in a l. a las estrategias terapéuticas21. Existen tres razones que jus­
tifican este p la nteam iento:
Para el internista, este criterio no resulta útil, p o r lo que
1) El flujo linfático de retorno avanza desde el área de la b i­
utiliza otra perspectiva.
furcación traqueal en dirección craneal y caudal4-22-23.
El p u n to de vista funcional clasifica al esófago según sus
Esta disposición afecta ta n to a la dirección de la dise­
diferentes formas de m o v im ie n to en las tres zonas siguien­
tes (Fig. 1 4 .5 )20: m inación tu m o ra l linfática inicial c o m o a las técnicas de
lin fadenectom ía24.
• Esfínter esofágico superior (EES).
2) El p u n to de vista q u irú rg ic o incorpora las localizaciones
• C uerpo del esófago.
esperadas de los tum ores y sus respectivos pronósticos.
• Esfínter esofágico infe rio r (EEI).
Los carcinom as aparecen con m a yo r frecuencia en la
Sin embargo, esta clasificación abarca ta m bién las accio­ mucosa de la m ita d distal del esófago25-26. El p ro n ó s ti­
nes coordinadas de la parte superior del sistema intestinal, co de los tum ores distales es m u ch o m ejor que el de los
que incluye la orofaringe, los esfínteres y el cuerpo esofá­ raros tum ores localizados en la m itad p roxim al del esó­
gicos, y el estóm ago. En cuanto a esto, D ia m a n t20 destaca fa g o 26. Además, los tum ores proxim ales perforan rápi­
que «los mecanismos de control localizados en el sistema dam e n te la pared esofágica, invadiendo las estructuras

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* Skandalakis

Esófago

vecinas c o m o la tráquea y los bronquios, y los espacios C o m p o s ic ió n tisular del e s ó f a g o


adyacentes c o m o el m e d ia stin o 26.
3) Esta clasificación es c o m p a tib le con el desarrollo e m ­ La construcción del esófago sigue el esquema básico de
Anatomía quirúrgica

briológico procedente de dos orígenes tisulares diferen­ la organiza ció n tisular del tu b o d igestivo, e xcepto p o r la
tes y con la organización específica de los vasos, los ti­ ausencia de serosa. Las cuatro capas existentes (Fig. 1 4.7)
pos musculares y la inervación'1-22'23'27'28. La subdivisión son la tú nica mucosa, la tela submucosa, la túnica m uscu­
de estos segm entos en dos secciones, p o r un lado, cer­ lar y la tú nica adventicia.
vical y torácica p ro xim a l, y p o r o tro , torácica distal y
a bd o m in a l, puede estar justificada26. Túnica mucosa
Epitelio, incluidas las glándulas
C o n f ig u r a c ió n del e s ó f a g o
La capa mucosa lim ita la luz esofágica. Se co m p o n e de
tres partes, que se describen a co n tin u a c ió n .
El esófago es el tu b o más estrecho del tra cto g astroin­
testinal. C om ienza en el e x tre m o distal de la farin g o la rin -
ge (h ip o fa rin g e ), a la altura de la sexta vértebra cervical.
Termina ensanchándose para fo rm a r el estóm ago, la parte
más vo lum inosa del tra c to gastrointestinal. El esófago es
aplanado en sus porciones superior y media (Fig. 14.6A),
y redondeado en su porción inferior (Fig. 14.6B). C uando
están distendidas, estas porciones presentan diám etros de
2,5 cm por 1,6 cm y de 2,5 cm p or 2,4 cm , respectivamen­
te. El tu b o esofágico se colapsa en reposo, oscilando su ta ­
m año entre 0,6 cm y 1,5 cm de d iá m e tro 29.
En general, el eje del esófago es recto, con sólo tres des­
viaciones menores en su trayectoria. La prim era desviación
se dirige hacia la izquierda en la base del cuello (véase Fig.
14.5, flecha 1). La segunda se p roduce a nivel de la sépti­
ma vértebra dorsal, d o n d e el esófago rota ligeram ente a la
derecha de la c o lu m n a (véase Fig. 14.5, flecha 2). La te r­
cera desviación es la más p ro m in e n te , y se localiza justo
p o r encim a de la un ió n esofagogástrica (gastroesofágica),
d o n d e el esófago se desplaza d o rs a lm e n te y hacia la iz­
quierda (véase Fig. 14.5, flecha 3). C ualquier distorsión de
este eje descubierta en la evaluación radio ló g ica sugiere
con enorm e probabilidad una invasión y retracción del m e ­
diastino. La causa suele ser un proceso m a lig n o 25,30.

D im e n s io n e s del e s ó f a g o

En 52 cadáveres de a dulto, la lo n g itu d del esófago e n ­


tre el cartílago cricoides y la incisura cardíaca osciló entre
21 cm y 34 cm (m edia de 27 cm ). En los cadáveres de m u ­
jer, la distancia m edia fue de 23 cm (desviación estándar
de 2), y en los de varón fue de 28 cm (desviación están­
d a r de 3). La lo n g itu d del esófago estuvo d ire ctam ente re­
lacionada con la estatura (153 cm a 187 cm ). La lo n g itu d
de la p o rción cervical estuvo entre 3 cm y 5 cm, la dorsal
F igu ra 14.6. Corte transversal del cuello y parte superior del
entre 18 cm y 22 cm, y la abdominal entre 3 cm y 6 cm (Fig.
tórax en una pieza de necropsia hu m a n a. A, El corte histoló­
14.5). En la práctica, los internistas realizan la m edición del
gico muestra el esófago situado todavía en una posición pos­
esófago u tiliza n d o c o m o lím ite las ventanas nasales o los terior en la línea media. B, En el nivel más distal de la super­
incisivos en las técnicas m anom étricas y endoscópicas. La ficie de corte macroscópica, el esófago se ha desplazado a la
distancia hasta el cartílago cricoides varía entre 1 3 cm y izquierda (derecha en la fotografía). Obsérvese la estrecha re­
16 cm, hasta la bifurcación traqueal entre 23 cm y 26 cm, lación local entre el esófago y la tráquea. 1, esófago; 2, tráquea;
y hasta la entrada gástrica entre 39 cm y 4 8 c m 4' 23. 3, tiroides; 4, vasos; 5, pleura.
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Esófago 14

UGE .

Cm:

F igu ra 14.7. Representación esquem áti­


ca de la organización tisular del esófago (E),
la u n ió n gastroesofágica (UGE), y el estó­
m ago (S). En la esquina superior izquierda
se m uestra el estrecham iento oblicuo a la
entrada del estómago. Cm, curvatura m e­
nor; CM, curvatura mayor. 1, túnica adven­
ticia; 2, túnica m uscular con las capas lo n ­
gitudinal (a) y circular (b), inclu yen d o el
plexo nervioso m ientérico (de Auerbach);
3, tela submucosa que incluye el plexo ner­
vioso submucoso (de Meissner) y los vasos
sanguíneos y linfáticos; 4, túnica mucosa
con (a) muscularis mucosa, (b) lám ina pro­
pia de la mucosa, y (c) epitelio incluyendo
las glándulas. La flecha indica la transición
(línea Z) entre el epitelio esofágico y el gás­
trico. [Ii3]

• Epitelio escamoso de tip o estratificado, no queratinizado. La transición entre el epitelio esofágico escamoso y el
N o rm a lm e n te tapiza la superficie interna de la faringola- epitelio gástrico co lu m n a r constituye un p u n to de referen­
ringe y el esófago tubular. cia o b je tiva m e n te identificable. Esta línea a b rupta y de n ta ­
• La mucosa esofágica contiene exclusivam ente glándulas da, conocida c o m o línea Z (Fig. 14.8), presenta «entre cua­
serosas alveolares. Las glándulas cardíacas del esófago, tro y seis lengüetas, cortas y largas»32. N o rm a lm e n te se
m uy similares a las del estómago, se localizan entre el car­ localiza en las proxim idades del o rificio gástrico 33,34 o jus­
tílago cricoides y el q u in to anillo traqueal. to encim a del m ism o. Por ello, los endoscopistas basan sus
• Las glándulas esofágicas son de tip o mucoso, pequeñas inform es en las diferencias de color, en el g ra d o de trans­
y tubulares, y se localizan externam ente a la capa m uscu­ parencia del epitelio, en la estructura de la mucosa y en el
lar de la mucosa (Fig. 1 4 .7)31. espesor e pitelial32.
C ualquier m igra ción proxim al del e p ite lio c o lu m n a r de
Aspectos de interés clínico y quirúrgico tip o gástrico o intestinal hacia el esófago se considera pa­
La transición entre la mucosa de la faringolaringe y la del tológica. Este ca m b io es secundario al reflujo gastroesofá-
esófago pasa desapercibida31. M acroscópicam ente, el en- g ico p ro lo n g a d o que ocasiona un d a ñ o crónico en la m u ­
doscopista se encuentra ante una mucosa esofágica de co ­ cosa esofágica35,36. El resultado final es que «el esófago distal
lor rojizo en su porción craneal. El color se vuelve más pá­ queda circunferencialm ente tapizado p o r e p ite lio c o lu m ­
lido hacia el tercio inferior del esófago. La superficie lisa de nar en una extensión variable»32, transform ado en tip o gás­
la mucosa esofágica se puede d is tin g u ir fá cilm e n te de la trico o intestinal. Esta patología, d e n o m in a d a esófago de
mucosa gástrica oscura y m am elonada. Barrett, se considera una enfermedad precancerosa26,32,34,36.
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* Skandalakis

Esófago

M u s c u la tu ra

Pleura
Anatomía quirúrgica

Pliegues esofágicos
M e m b ra n a fre n oe so fá g ica

P eritoneo

C urva tu ra m a y o r

Ribete

C am bio en la o r ie n ta ­
ción de los p lie g u e s =
plie gu e s gástricos

C urva tu ra m e n o r

F ig u r a 14.8. Diagrama esquemático de las estructuras tisulares de la u n ió n gastroesofágica tal y com o se observan desde la
luz. El esófago y el estómago aparecen abiertos a lo largo de la curvatura m ayor del estómago. Las paredes laterales están ever-
tidas, m ostrando la línea de intersección (/). La curvatura m eno r aparece en el centro. El tejido conectivo del espacio subperi-
toneal se extiende desde la inserción de la orejuela superior (a) a la inferior (ib) de la m em brana frenoesofágica. |7i.3]

Katada y cois.37 y W etscher y cois.38 in fo rm a ro n de que te jid o cone ctivo que form a redes de fibras areolares, elás­
el in c re m e n to de la apoptosis en el e p itelio esofágico en ticas y colágenas (véase ta m b ié n Fig. 14.24). En la faringe,
presencia de un esófago de Barrett podría constituir un m e­ esta capa tiene poco espesor; en el esófago, la capa es más
canism o p ro te cto r para contrarrestar el aum e n to de la p ro ­ volum inosa y co n tiene pequeños vasos sanguíneos, presu­
liferación. Estos investigadores interp re ta n la in h ib ic ió n de m ib le m e n te linfáticos terminales, folículos, glándulas eso­
la apoptosis en el esófago de Barrett c o m o una posible ac­ fágicas de tip o m ucoso y, en el esófago term inal, g lá n d u ­
tivación de las enfermedades neoplásicas progresivas. ¿Qué las similares a las glándulas cardíacas. Esta capa se proyecta
es la apoptosis? Brevemente, se trata de la m uerte celular hacia el in te rio r del epitelio, fo rm a n d o las papilas.
program ada, cuya co m p le jid a d ha sido revisada en el in­
fo rm e de Kuan y Passaro39. Según Carlson (en un c o m u n i­ Lámina muscular de la mucosa
cado personal a W o o d y Skandalakis el 1 9 de febre ro de La lámina m uscular de la mucosa es una capa delgada
1998) los fibroblastos «se suicidan» al final de la cicatriza­ fo rm a d a p o r haces cortos de músculo liso. Comienza entre
ción. El fe n ó m e n o de la apoptosis requiere ser estudiado 6 m m a 8 m m p o r debajo de la unión faringoesofágica. Es­
con m ayo r p ro fu n d id a d . tos haces musculares se disponen transversalm ente en la
Los autores de este capítulo recom iendan la biopsia en pared esofágica.
todos los pacientes con esófago de Barrett. Collard y cois.40 En la fa rin g o la rin g e , los pliegues de la mucosa están
consideran que la d etección te m p ra n o de la displasia de orientados oblicu a m e n te . El ca m b io se p roduce justo por
alto gra d o en el esófago de Barrett y la resección esofági­ debajo de la unión faringoesofágica, d o n d e la lám ina m us­
ca radical con resección linfática radical ofrecen las m e jo ­ cular de la mucosa atrae la luz esofágica hacia tres o cua­
res o p o rtu n id a d e s de curación. Farrell y cois.41 afirm aron tr o pliegues esofágicos lo n g itu d in a le s de g ra n ta m a ñ o
que la fu n d u p lic a tu ra p ro p o rc io n a un alivio sin to m á tic o (Fig. 14.8).
equivalente en los pacientes con ERGE (enferm edad por re­ En el e x tre m o distal del esófago se producen cam bios
flu jo gastroesofágico) con o sin esófago de Barrett. estructurales. En esta zona, la lámina muscular de la m u c o ­
sa alcanza su m a y o r ta m a ñ o en el esófago42, m uestra el
Lámina propia de la mucosa m a y o r n ú m e ro de pequeños pliegues transversales (Fig.
De fo rm a similar a la lám ina propia del estóm ago, la lá­ 14.8) y adopta una fo rm a ondulada al contraerse33-42-43. El
m ina propia de la mucosa del esófago está constituida p or origen de este ribete puede ser el incre m e n to local de la
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Esófago 14
masa muscular y la inserción de sus fibras en abanico en la la capa m uscular a n te rio r interna que en la capa lo n g itu d i­
lámina propia de la mucosa44. C u a n d o el endoscopista in ­ nal externa4-23,28. N o existe una línea de transición bien d e ­
sufla la luz esofágica, la pared se extie n d e to ta lm e n te y los finida. En su lugar, ambos tipos musculares aparecen entre ­
pliegues desaparecen. lazados sin un lím ite a n a tó m ic o aparente. A m edida q u e
En el punto de entrada al estóm ago la orientación de los descienden, los co m p o n e n te s del m ú scu lo liso se hacen
pliegues de la mucosa cambia bruscam ente desde los plie­ más num erosos y sustituyen — en la misma p ro p o rc ió n —
gues esofágicos longitudinales a los pliegues gástricos trans­ al m úsculo estriado (Fig. 14.12). Finalmente, sólo quedan
versales (Fig. 14.8). algunas fibras o hebras aisladas de tip o estriado entre el
músculo liso4-23,28. Caudalm ente a la bifurcación traqueal, las

Tela submucosa
La capa submucosa se localiza entre la mucosa y la mus­
cular. La submucosa de la fa ringe es una vaina consistente
que actúa co m o aponeurosis (aponeurosis faríngea)45-46, d i­
ferenciándose de la capa de separación laxa presente en la
pared del esófago y del estóm ago (Fig. 14.7). En esta loca­
lización la submucosa se c o m p o n e de:
• Tejido co n ectivo areolar laxo que co ntiene fibras elásti­
cas y de colágeno.
• Num erosos capilares sanguíneos (Fig. 14.7).
• Una red de con d u cto s linfáticos (Fig. 14.7; véanse ta m ­
bién Figs. 14.24 y 14.27).
• Nervios, incluyendo el plexo nervioso de la submucosa
(plexo de Meissner).
• Glándulas mucosas profundas (Fig. 14.7).
Las glándulas esofágicas son pequeñas glándulas ra m i­
ficadas de tip o m ixto cuyos conductos penetran en la lám i­
na muscular de la mucosa. El espesor de la submucosa au­
menta en la unió n gastroesofágica.

Túnica muscular
C o m o se observa en las Figuras 14.9 y 14.10, la mus­
culatura de la fa rin g e está p rin c ip a lm e n te dispuesta en d i­
rección oblicua. La transición entre estas fibras musculares
oblicuas y las fibras transversales del músculo cricofaríngeo
origina un área tria n g u la r con una capa muscular adelga­
zada (Figs. 14.9 y 14.10) p ro x im a lm e n te al esfínter esofá­
gico superior, descrita y representada p o r Killian47. La luz
de la fa rin g e está ta p iza d a p o r una sola capa m uscular,
mientras que la del esófago lo está p o r dos capas m uscu­
lares diferentes (Fig. 14.10). La m usculatura del esófago se
co m p o n e de una capa externa dispuesta lo n g itu d in a lm e n ­
te y otra capa interna transversal (Fig. 14.11). F ig u ra 1 4.9. Disposición de los haces musculares en la fa­
Funcionalm ente, la fa ringe y el esófago presentan un ringe (F ), la u n ió n faringoesofágica (UFE), y el esófago (£) vis­
espectro c o n tin u o de contracciones secuenciales. En c o n ­ tos desde la cara posterior. Pieza de necropsia h u m a n a con fi­
traste, histoló g ica m e n te los tipos musculares de estas dos bras secas n o disecadas tras la eliminación del tejido conectivo.
1, m úsculo constrictor medio de la faringe; 2, porción tirofa-
áreas son co m pletam ente diferentes. El músculo de la farin­
ríngea; 3, porción cricofaríngea del músculo constrictor infe­
ge es estriado, m ientras que el del esófago tu b u la r distal
rior de la faringe que se corresponde con el esfínter esofágico
es liso. In m e diatam ente por debajo de la unión faringoeso-
superior (EES). El triángulo de Killian se localiza cranealm en­
fágica aparecen haces aislados de m úsculo liso28,48 e n tre ­ te al EES. 4, capa muscular circular del esófago. Se ha retirado
mezclados con el m úsculo estriado. El n úm ero de haces de la capa m uscular longitudinal conservándose solamente algu­
músculo liso aum enta en el p rim e r centím e tro de la tú n i­ nos haces residuales en la cara lateral. 5, restos de la glándula
ca muscular esofágica; esto ocurre a un nivel más alto en tiroidea; 6, tráquea.
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• Skandalakis

Esófago

Las capas musculares están perforadas d e form a irregular


Fa rin g e p o r pequeños vasos y nervios que crean hendiduras loca­
M u s c u la tu r a
M. constrictor inferior:
les de fo rm a ovalada o lo n g itu d in a l. Los haces musculares
Anatomía quirúrgica

1 capa M. tirofaríngeo descienden lo n g itu d in a lm e n te p o r el esiófago una d ista n ­


cia considerable (F ig. 14.11), antes de atravesar el o rificio
gástrico. A p a rtir de este p u n to se organizan transversal­
m e n te a lo largo de las paredes gástricas a nterior y poste­
M. cricofaríngeo
rior (Fig. 14.11). Por debajo de la u n ió n gastroesofágica,
la capa m uscular lo n g itu d in a l co n tin ú a ta p izando el estó­
m ago.

2 capas
C apa muscular circular
Esófago

La capa circular constituye la co n tin u a c ió n del m úscu­


F ig u ra 1 4 .1 0 . Disposición de los fascículos musculares en lo cricofaríngeo, la parte más caudal de la musculatura de
la u n ió n faringoesofágica vista desde la cara posterior. En la
la fa ringe (Fig. 14 .1 1 ) y el p u n to más bajo del c o n tro l v o ­
faringe existe una sola capa muscular, orientándose la porción
lunta rio de la deglu ció n . Se origina a la altura del cartílago
superior del m úsculo constrictor en dirección oblicua (m. tiro-
cricoides y desciende p o r el esófago, re c u b rié n d o lo p o r
faríngeo) y la inferior, transversalmente (m. cricofaríngeo). Este
cam bio de dirección forma u n triángulo que se localiza cra­ c o m p le to . Los haces musculares no fo rm a n anillos cerra­
nealm ente al músculo cricofaríngeo. El cricofaríngeo continúa dos en ninguna zona, sino círculos im perfectos con los b o r­
con la m usculatura esofágica, que tiene dos capas con orien­ des superpuestos33.
tación opuesta: longitudinal y transversal. [Ii4\

Rafe constrictor

fibras de am bas capas son e x c lu s iv a m e n te de m ú s c u lo


liso28,48. Las mediciones no m uestran una variación in d iv i­
dual significativa28.

Túnica adventicia
La túnica adventicia se expone más adelante en este ca­ Músculo M úsculo
p ítulo en el apartado «M em branas y adventicia.» esofágico esofágico
longitudinal circular

P e c u l ia r id a d e s del e s ó f a g o tu b u la r

La orientación principal de las capas musculares del esó­


fago es lo n g itu d in a l y circular (Figs. 14.9 y 14.10), siendo Fibras del
similar el espesor de ambas capas del tu b o esofágico, de Diafragma cabestrillo
tan sólo 1 m m a 1,5 m m en cada capa. N o existen dife ­ gástrico

rencias atribuibles a la e d a d 33,42.

C apa muscular longitudinal


La capa lo n g itu d in a l se o rig in a en el b o rd e craneal
del cartílago cricoides y en el tejido submucoso de consisten­ M úsculo gástrico, M úsculo gástrii
cia firm e que recubre los músculos aritenoideos, m e d ia n ­ lon g itudinal ^ circular
te el te n d ó n cricoesofágico (Fig. 1 4 .1 3 ). La m usculatura
lo n g itu d in a l form a una vaina de m últiples haces m uscula­
res frágiles y aplanados que tapizan la pared esofágica p o r F igu ra 14 .11 . Organización y disposición de la m usculatu­
com pleto. Los haces adyacentes raramente convergen, aun­ ra de la faringe, el esófago y el estómago vistas desde la cara
que están conectados entre sí y con los haces musculares lateral izquierda. EES, esfínter esofágico superior; EEI, esfínter
circulares p o r tabiques de te jido conectivo laxo (perimisio). esofágico inferior. [7/3]
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Esófago

En la d e fin ició n anatóm ica actual, esfínter designa un


Tipo de músculo
m úsculo circular o anular que se localiza alrededor de una
Estriado a b e rtu ra 51, o una banda a n u la r de fibras musculares que
constriñe un c o n d u c to 17.

Figura 14.12. Distribución y transición de las musculaturas lisa


y estriada en el esófago humano adulto. No existe músculo es­
triado por debajo de la bifurcación traqueal. [Vi5]

A d icionalm ente, la superficie interna de la capa circular


presenta fibras musculares filam entosas diferenciadas al fi­
nal del esófago que se pueden observar por d e bajo de la
m ucosa y la subm ucosa tras retirarlas. Son fibras cortas,
delgadas, escasas, de distribución irregular, y rectas con los
extrem os en fo rm a de X o Y. Corresponden a las fibras dis­
puestas en fo rm a de paréntesis descritas y representadas
p o r Laimer49. Sin em bargo, estas fibras no fo rm a n nunca
una capa contin u a ni una red fascicular. F ig u ra 1 4 .1 3 . Esta pieza de necropsia humana, fijada con
alcohol, muestra el aspecto in te rn o de la faringolaringe, la
u n ió n faringoesofágica y el esófago cervical (1) desde la cara
Esfínteres posterior. Se muestra la pared faríngea blanda (2) con la mus­
culatura constrictora separada y la línea de intersección (3) re­
Los esfínteres separan el c o n d u c to a lim entario en seg­ tirada lateralmente (flechas). Se ha conservado la túnica m u ­
m entos funcionales. Se caracterizan p o r un to n o en re p o ­ cosa que recubre los músculos constrictores y el te n d ó n
so más elevado que el de los dos segmentos adyacentes. Los cricoesofágico (4), retirando por encima ambos senos p irifo r­
esfínteres no están bien d e lim itados a n a tó m icam ente. mes, lateralmente al tendón cricoesofágico (4) y al músculo
La palabra esfínter deriva del té rm in o g rie g o para cuer­ cricoaritenoideo posterior (5) para exponer la porción larín­
gea del nervio laríngeo in fe rio r (nervio laríngeo recurrente
da o c o rd ó n , y se ha utilizado d u ra n te m u ch o tie m p o para
[NLR]) y del nervio laríngeo superior (6, 7). La rama cervical
designar el músculo circular50. Galeno empleaba el té rm i­
del NLR (8) y su entrada en la laringe se muestra entre dos fle­
no para las organizaciones musculares capaces de sujetar
chas. (9) indica la situación de la arteria subclavia. El múscu­
o estrangular, aunque ta m b ié n las d e n o m in ó constrictoras lo lo ngitudinal del esófago (1) se inserta en el borde craneal del
o restrictoras d e p e n d ie n d o de su capacidad de c o n stric­ cartílago cricoides y en el tejido conectivo denso caudal a los
ción, restricción y contracción. D eb id o a su fo rm a circular, procesos cuneiforme y corniculado (10) frente a la epiglotis
estos músculos se d e n o m in a ro n ta m b ié n orbiculares. (11) mediante el tendón cricoesofágico.
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• Skandalakis

Esófago

El té rm in o cardias, que se emplea co m o alternativa para muscular en la faringe y en el esófago pro xim a l m uestran
el área de la u n ió n gastroesofágica, tiene dos significados: que el m úsculo cricofaríngeo (esfínter) es m u ch o más d e l­
el p rim ero se refiere al corazón; el segundo, al orificio gás­ g a d o que las porciones bilaterales más proxim ales de los
Anatomía quirúrgica

trico 52,53'54. Esta denom inación se recoge por primera vez en músculos constrictores m e d io e inferior de la faringe, que
los textos hipocráticos y se refiere al e xtre m o cardíaco del se d isponen o b lic u a m e n te 57.
e stó m a g o 52. El esfínter actúa p rin cip a lm e n te evita n d o la distensión
del esófago dura n te la respiración y p ro te g ie n d o la tráquea
Esfínter esofágico superior (EES) y los p u lm ones fre n te a la entrada de material de reflujo y
a la aspiración por reflujo. N o rm a lm e n te el esfínter se m a n ­
Los com plejos mecanismos de las funciones faringoe- tiene en un estado de co ntracción tónica intensa som etida
sofág¡cas20'5S'56 im plicados en la deglución, la respiración, y al c o n tro l nervioso entre los episodios de deglu ció n .
el habla son posibles gracias a diferentes tip o s de te jid o En la m anom etría, el EES muestra una lo n g itu d de 2 cm
c o m o las estructuras cartilaginosas y óseas, y a estructuras a 4 ,5 cm, y se puede ide n tifica r rad io ló g ica m e n te p o r una
blandas co m o el paladar, la fa rin g e y los músculos esofági­ muesca posterior. Las mediciones asimétricas de la presión58
cos, incluyendo el aporte vascular y nervioso. en el esfínter esofágico superior se relacionan claram ente
La faringe incluye la nasofaringe, la orofaringe y la farin- con su constru cció n anatóm ica.
golaringe (hip o fa rin g e ). La fa rin g o la rin g e se d ivide en dos
conductos, la laringe ju n to con la tráquea, y el esófago (Fig. Esfínter esofágico inferior (EEI)
14.14). La laringe está fo rm a d a p o r una estructura de car­
tílagos conectados m ediante mem branas y ligam entos; sus El esfínter esofágico inferior (EES) com ienza a p ro x im a ­
m o vim ie nto s se deben a los músculos laríngeos. Estas es­ d a m ente 3 cm por encima de la unión con el estóm ago. En
tructuras son responsables de los mecanismos del paso del este p u n to , el n ú m e ro de fibras musculares de la capa c ir­
aire, del m o v im ie n to epiglótico, de la fonación y, ju n to a los cular del esófago tu b u la r aum enta, superponiéndose en­
músculos constrictores inferiores de la laringe, de la acción tre ellas y d a n d o lugar a un e n g rasam iento m uscular p ro ­
del esfínter en la u n ión faringoesofágica. gre sivo (Fig. 1 4 .1 5 ). Este h e ch o es c o n s e c u e n te co n la
El esfínter esofágico superior (EES) se localiza al final de reordenación de los haces musculares en la u n ió n con el
la fa ringe y controla la entrada hacia el esófago y la larin­ estóm ago (Fig. 14.16, izquierda). Los haces musculares si­
ge. Está fo rm a d o p o r dos elem entos anatóm icos. La pared tuados en el lado de la curvatura m ayor del estóm ago c a m ­
ante rio r es rígida, y corresponde a la cara posterior del car­ bian de dirección, fo rm a n d o las fibras gástricas oblicuas en
tílago cricoides, que ta m b ié n fo rm a la pared posterior de cabestrillo. Los haces situados en el lado de la cu rva tu ra
la laringe (Fig. 14.1 3). La pared posterior del EES es bla n ­ m e n o r m antienen su orientación horizontal previa y se c o n ­
da y está fo rm a d a p o r un cabestrillo muscular c o n tin u o , el vierten en los anclajes musculares cortos33 que se m uestran
b u c le transversal en h e rra d u ra de la p o rc ió n distal del en las Figuras 14.11, 14.16 izquierda y 14.1 7.
m ú s c u lo c o n s tric to r in fe rio r de la fa rin g e (Figs. 14 .9 y Las fibras gástricas en cabestrillo com ienzan en el esó­
14.10); este m úsculo cricofaríngeo se inserta en la apófisis fa g o te rm ina l (Fig. 14.11), rodean la u n ió n gastroesofági­
lateral del cartílago cricoides. Las m ediciones del espesor ca y fo rm a n el á n g u lo de His. A co n tin u a c ió n descienden

N a s o fa rin g e

C avid a d nasal

P aladar M . c o n s tr ic to r s u p e rio r

O ro fa rin g e

M . c o n s tr ic to r m e d io

H io ide s
F a rin g o la rin g e
E p ig lo tis

. c o n s tric to r in fe rio r
C a rtíla g o tiro id e s

C a rtíla g o
cricoid es Esófago F ig u r a 14.14. Relaciones posicionales de las es­
tructuras anatómicas implicadas en la deglución, la
Tráquea
respiración y el habla. Corte sagital.
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Esófago

por las caras a n terior y posterior del estóm ago, a b rié n d o ­ lar (el triá n g u lo de Killian). Esta zona es propensa a la fo r ­
se en a b anico en la d ire cc ió n de la curva tu ra m a y o r del m ació n de una p ro trusión de la pared faríngea p or encim a
estóm ago. Allí fo rm a n cabestrillos (Fig. 14.11), para fin a li­ del EES47. Este d ivertículo puede c o n te n e r el espesor to ta l
zar entre las fibras de la capa m uscular interna del an tro de la pared o solam ente mucosa y subm ucosa54, aunque,
gástrico33. d e b id o a su o rigen faríngeo, nunca contiene capas m u scu ­
Los haces cortos del lado de la curvatura m enor, d e n o ­ lares de mucosa. El divertículo de Zenker es, p or definición,
m inados anclajes p o r L ie b e rm a n n -M e ffe rt33, se fijan firm e ­ la p ro tru sió n de la línea m edia47. Los divertículos fa rin g o -
m ente en el te jid o c o n e ctivo a lo largo del bord e inte rn o laríngeos laterales se desarrollan en la entrada de los vasos,
de la vaina de las fibras gástricas en cabestrillo (Fig. 14.11). c o m o algunos autores han descrito sobradam ente45-46. Son
En ciertos puntos, estos anclajes están suspendidos o p ar­ raros en el h o m b re . Los m ecanism os q u e c o n d u c e n a la
cialm ente sujetos p o r las fibras gástricas en cabestrillo (Fig. fo rm a ció n del d ivertículo no están claros, y las causas ana­
14.1 7). D iD io y Andersonsl muestran la fo tografía original tó m ica s y fis io p a to ló g ica s todavía suscitan co n tro ve rsia .
de C urti59 de los anclajes en su p u blicación sobre los esfín­ Para el tra ta m ie n to q u irú rg ic o del d iv e rtíc u lo de Zenker,
teres, aunque sin hacer referencia a los mismos. Peracchia y cois.61 recom ie n d a n la cirugía m ín im a m e n te
El m á x im o espesor m uscular aparece en la un ió n entre agresiva u tilizando una endograpadora lineal in tro d u cid a a
el esófago y el e stó m a g o , a d e lg a z a n d o en el e s tó m a g o través del endoscopio de Weerda.
(Fig. 14.15). El exam en m acroscópico de la pieza en fres­ En la bibliografía científica existen abundantes re ivin d i­
co o del in d iv id u o vivo no revela un e n g ro sam iento m a r­ caciones a fa v o r de que el pilar d ia fra g m á tic o representa
cado. Este te jid o muscular bla n d o y con frecuencia elásti­ el e quivalente m ecánico del EEI. Sin e m b a rg o , la disección
co escapa fá cilm ente a la palpación d e b id o a su posición del d iafragm a y /o la in te rru p c ió n de la m e m bra n a fre n o e ­
oculta p ró xim a a la co lum na, porque está recubierto p or el sofágica no alteran la presión del EEI ni las características de
tejido conectivo transparente, y p o r la grasa situada bajo la la m is m a 62. Respecto a la localización a n a tó m ica n o rm a l
m em brana frenoesofágica. La pieza anatóm ica, sin e m b a r­ del EEI, la reordenación y el m á x im o espesor muscular son
go, muestra la musculatura en la fase de contracción. El es­ más notables precisamente en la unión gastroesofágica, en
pesor m uscular m á x im o de 4 m m que aparece en la unión la transición de los pliegues esofágicos a gástricos33.
gastroesofágica d u plica al del esófago y el estóm ago. Los siguientes factores apoyan el a rg u m e n to de que las
A este respecto, se debe subrayar que las presiones n o r­ estructuras musculares específicas situadas al final del esó­
males del EEI son m uy inferiores a las de otros esfínteres. Os­ fa g o constituyen el EEI fisiológico:
cilan solam ente entre 14,5 m m Hg y 34 m m H g58'60, m ie n ­ • Los estudios m o rfo rrad io ló g ico s sim ultáneos de la m o tí-
tras que, p o r e je m p lo , la presión del esfínter eso fá g ico lidad u tiliza n d o marcadores de pared han id e n tifica d o la
superior varía entre 30 m m Hg y 142 m m H g 58. localización del eng ro sa m ie n to muscular m á x im o con la
zona de alta presión del EEI62.
Aspectos de interés clínico y quirúrgico • C u a n d o se sum ergen in vitro las tiras musculares de la
La reordenación de los músculos faríngeos en la muscu­ unión gastroesofágica en un baño de pentagastrina a baja
latura del EES origina una zona de potencial d e b ilidad tisu- dosis, las contracciones tónicas se m a n tienen, o incluso

Espesor muscular en mm (media y desviación estándar)

Localización (mm) Pared anterior Curvatura menor Curvatura mayor Pared posterior

Esófago 50 1,9±0,6 2,0±0,6 II ! 2,1 ±0,7 1,9±0,5


20 2,2±0,6 2,4±0,8 2,7±1,0 2,2±0,8
10 2,6±0,9 2,9±1,0 ü 3,4±1,2 2,7±0,8
5 2,9±1,1 3,4±1,0 im 3,8±1,3 3,0±1,0
UGE 0 3,3±1,0 3 ,8 ± 1 ,4 < ------1 P n ] 4,5±1,5 3,5±1,0
5 2,5±0,9 3,3+1,0 1----- ► J® ¡j 4,0±1,2 3,0±1,0
Estómago 10 2,3±0,7 2,5±0,8 / / / 3,5±0,8 2,6±0,7
20 2,0±0,7 2,1 ±0,6 # J r 2,3±0,7 1,9±0,8
30 1,9±0,4 1,9±0,4 1 J 2,0±0,5 1,8±0,4
50 2,1 ±0,5 2,2±0,6 11 .-r 2,0±0,6 2,0+0,5

I 'l g i m t 1 4 .1 5 . Mediciones del espesor de la túnica m uscular entre el esófago y el estómago. Espesor m edio m edido en 32 pie­
zas hu m an as fijadas en form aldehído en 4 p u ntos de la circunferencia y en intervalos de 5 mm, utilizando el espesor m áxim o
como referencia. Las cifras m uestran claram ente la asimetría del EEI (esfínter esofágico inferior). UGE, u n ió n gastroesofágica.
[sfó]

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• Skandalakis

Esófago
Anatomía quirúrgica

PA 20

F ig u r a 14 .16 . Correlación entre el espesor muscular axial y radial (en m m ) y la disposición muscular (izquierda), e im agen tri­
d im ensional de la presión m anom ètrica (derecha) en la u n ió n gastroesofágica h u m a n a (UGE), o sea, en el esfínter esofágico in ­
ferior. Las presiones radiales en la UGE (en m m de mercurio) se esquem atizan alrededor de u n eje que representa la presión at­
mosférica. PP, pared posterior; CM, curvatura mayor; PA, pared anterior; Cm, curvatura m enor; SM-M, submucosa-mucosa; MP,
muscularis propia (músculo liso). [sfc5]

aum e n ta n ; esto no sucede con las tiras musculares o b te ­ centración de fibras y espesor m uscular es el á n g u lo de
nidas de niveles superiores o inferiores63. His33. Por lo ta n to , se puede decir que las fibras gástricas
• La extensión de la estructura m uscular especializada es en cabestrillo ejercen el efecto antirreflujo del esfínter53-68,69.
idén tica a la lo n g itu d del esfínter fu n c io n a l58,60. La dis­ • La inte rru p ció n q u irú rg ica de la m usculatura de la unión
posición asimétrica de los haces musculares de la capa m edia n te m io to m ía o m iectom ía parcial o total d is m in u ­
interna se corresponde con el e n grasam iento asim étrico ye significativam ente e incluso anula los valores de pre­
de la musculatura de la unión gastroesofágica (Figs. 14.11B sión del EEI68,69. En el tra ta m ie n to q u irú rg ic o de los pa­
y 14.16). Las asimetrías axial y radial establecidas del es­ cientes con acalasia, el p rin c ip io básico es la separación
fín te r fu n c io n a l reflejan la asim etría de las estructuras de la m usculatura del EEI. Recientemente, se ha realiza­
musculares. Este hecho se demuestra m ediante d iferen­ d o una técnica de Heller m odificada con m io to m ía de la
tes técnicas m a n o m é tric a s 58,64, in c lu y e n d o las nuevas pared a nterior de la u n ión gastroesofágica. Sin em bargo,
técnicas de im agen trid im e n s io n a l65'67 (Fig. 1 4 .1 6 d e ­ la lo n g itu d apropiada de la m io to m ía sigue debatié n d o -
recha). Además, la d istribución irregular de las fuerzas en se68,70,71. Se recom ienda que la incisión se inicie al menos
el EEI dem uestra claram ente la ausencia de un «anillo» 10 cm p ro x im a lm e n te en el esófago, y que la m io to m ía
muscular. se extienda al menos 3 cm en el cuerpo del estómago. Esta
• La especial musculatura, la organización muscular y el en­ distancia es considerablemente m ayor que el esfínter ana­
g ra sa m ie n to corresp o n d ie n te se e xtienden hacia arriba tó m ic o . Bombeck y cois.68 y Ellis y otros autores72 han li­
3 cm a 4 cm, atravesando el diafragma, y descienden por m ita d o la extensión de la m io to m ía gástrica a 0,5 cm y
d eb a jo del e x tre m o distal del esófago in tro d u c ié n d o s e 1 cm, respectivamente, para preservar la fu n c ió n del es­
en la pared gástrica 1 cm a 2 cm. El área de m a yo r co n ­ fínter, evitar el reflujo secundario a su rotura, e im p e d ir la
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Esófago

m ostrado ser superior para aliviar la disfagia y evitar la pi­


rosis en algunos pacientes, S te w a rty cois.76 la prefieren
a la m io to m ía toracoscópica de Heller.
• Koshy y N o s tra n t77 han d o c u m e n ta d o buenos resultados
con el uso de la to x in a botulínica en pacientes con tras­
to rn o s m otores del esófago. Tam bién se recom ienda el
tra ta m ie n to e n d o scópico y con balón en diferentes tras­
torn o s de la m o tilid a d esofágica.
• G ow e n y cois.78 han ide n tifica d o cinco factores de ries­
g o para la invaginación gastroesofágica en pacientes con
d o lo r torá cico no cardíaco:
-T ra s to rn o s alim entarios o abuso de alcohol.
- Esfuerzos m a n tenidos súbitos.
- O bstrucción del intestino delgado.
- Enferm edad péptica biliar.
- Embarazo.

A d v e n t ic ia y estructuras e s t a b iliz a d o r a s

Túnica adventicia
A diferencia de la fascia bucofaríngea del cuello, el te ji­
d o periesofágico, o adventicia, está fo rm a d o por un tejido
c o n ju n tiv o laxo que envuelve al esófago y lo relaciona con
el m e diastino y las estructuras adyacentes. C on tie n e pe­
queños vasos, con d u cto s linfáticos y fibras nerviosas.

F ig u ra 1 4.1 7. Estructuras musculares en la u n ió n gastroe- C apa del manto


sofágica (a la altura del esfínter esofágico inferior) (vista des­
de la cara luminal). El esófago y el estómago aparecen abiertos El esófago está fijado con laxitud a un lecho de tejido co­
a lo largo de la curvatura m ayor del estómago, las paredes la­ nectivo areolar m ediante la adventicia. N o se encuentra re­
terales evertidas, y la m ucosa y submucosa retiradas. Se h an cubierto por mesenterio ni por serosa en el mediastino. Esta
expuesto los fascículos musculares del cabestrillo gástrico (1) característica confiere al esófago una gran m o vilid a d ta n ­
y de los anclajes (2), m ostrando las relaciones fasciculares. Pie­
to en dirección transversal c o m o lo n g itu d in a l. C o m o c o n ­
za de necropsia hum ana.
secuencia, la respiración induce un m o v im ie n to esofágico
de algunos m ilím etros, y la de g lu ció n prod u ce un despla­
z a m ie n to de varios ce n tím e tro s79.
Esta singular localización del esófago obliga al cirujano
rotura del cabestrillo m uscular de las fibras gástricas o b li­ a la liberación rom a del m e d ia stin o en la esofagectom ía
cuas. Gozzetti y cois.70 han cuestionado el beneficio de transhiatal25'27-80'81. Sin e m bargo, en ocasiones, la disección
esta técnica preservadora de la fu n c ió n . Sin e m b a rg o , rom a puede entrañar riesgos, y está firm e m e n te co n tra in ­
aun e x te n d ie n d o bastante la m io to m ía hacia el estóm a­ dicada en presencia de invasión tu m o ra l periesofágica, es­
go, inte n ta n no dañar la fu n ció n esfinteriana de las fibras p e c ia lm e n te en las p ro x im id a d e s de la vena ácigos, o si
gástricas en cabestrillo y separan solam ente los «anclajes existen adherencias inflam atorias.
musculares» en la curvatura menor. La íntim a relación entre el esófago, la tráquea y la pleu­
• Consentini y cois.73 han d o c u m e n ta d o resultados de bue­ ra (véase Fig. 14.6) en to d o el recorrido hasta la bifurcación
nos a excelentes con la m io to m ía y la cirugía a n tirreflujo traqueal, ju n to a la ausencia de tabiques de separación y
en 23 pacientes en los que las dilataciones previas no ha­ vainas de tejido conectivo, facilitan la rápida diseminación
bían c o n s e g u id o re sultados satisfactorios. H olzm a n y local de las neoplasias y la fo rm a ció n de fístulas.
cois.74 han in fo rm a d o de que la m io to m ía laparoscópica
constituye un tra ta m ie n to sencillo y eficaz para la acala- Tejidos de anclaje y estabilización
sia. Spiess y Kahrilas75 afirm aron que la m io to m ía lapa­ del esófago
roscópica de Heller se está c o n stitu ye n d o c o m o la té c n i­
ca quirú rg ica ó p tim a para el tra ta m ie n to de la acalasia. La faringe y el esófago se encuentran estabilizados m e­
D ebido a que la m io to m ía laparoscópica de Heller ha de­ diante un esqueleto de estructuras óseas, cartilaginosas y
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* Skandalakis

Esófago

membranosas (Fig. 14.18). La m em bra n a bucofaríngea fija Rafe constrictor

la nasofaringe y la fa rin g o la rin g e a sus cartílagos y al crá­ Fascias bucofaríngea


neo y, m e diante la fascia prevertebral, a la colu m n a verte­ y prevertebral
Anatomía quirúrgica

bral. Los anclajes del esófago son m u c h o más flexibles que EES
Tendón crícoesofágico
los de la faringe.

Anclaje del extremo craneal del esófago Membranas


Membranas esofágicas
En el extre m o craneal del esófago el te n d ó n cricoesofá- traqueobroncoesofágicas
dorsales y laterales
gico, que es un te n d ó n fuerte con una lo n g itu d de 2 cm a
3 cm y una anchura de 1 cm, fija el m úsculo esofágico lon ­ Membrana
gitu d in a l al plano posterior de la lámina del cartílago cricoi- frenoesofágica

des (Figs. 14.1 3 y 14.18).


Diafragma Anclajes
Anclaje del esófago tubular gastrorretroperitoneales
Epiplón menor
Entre el origen del esófago y la bifurcación traqueal, al­
gunas fibrillas frágiles — o, más exactamente, membranas—
fijan la pared esofágica de fo rm a elástica a la tráquea, a la
ple u ra , y d o rs a lm e n te a la fascia p re v e rte b ra l (Fiq.
14 . 18) 4' 23' 82.

Resultados de la in v e s t ig a c ió n . En dos estudios de Lie-


F ig u r a 1 4 .1 8 . Estructuras de anclaje y estabilizadoras del
b e rm a n n -M e ffe rty cois.4,82 los cortes histológicos transver­
esófago y el estómago. Los anclajes y reflejos gastrorretroperi­
sales en cam po de gran a u m e n to m ostraron que las fib ri­ toneales incluyen los ligamentos gastrofrénico, gastroespléni-
llas o m em branas que fijan la pared esofágica son variables co y esplenorrenal, y el epiplón menor. EES, esfínter esofági­
en n ú m ero, ta m a ñ o y extensión, aunque estuvieron pre­ co superior; EEI, esfínter esofágico inferior. [Iie3]
sentes en todas las piezas. Se c o m p o n e n p rin cip a lm e n te
de fibras de colágeno y elásticas (Fig. 14.19). En ocasiones,
contienen haces de m úsculo liso o estriado.
En la tráquea, las fibrillas suelen tener una inserción la-
terom edial en el tejid o conectivo denso que form a la m e m ­
brana traqueal o en el pericondrio de los cartílagos. A co n ti­ y finas m em branas que lo fijan lateralm ente a la red de te ­
nuación se dirigen hacia la cara lateral de la pared esofágica, jid o con e ctivo del m ediastino y a la pleura, y ta m b ié n las
se extienden p o r las proxim idades del músculo esofágico y m e m bra n a s que se e x tie n d e n d o rsa lm e n te , p re s u m ib le ­
co n tin ú a n con el perim isio (Fig. 14.19). m e n te hasta la fascia prevertebral.
En los cortes histológicos transversales o b te n id o s p o r Consideraciones clínicas y relevancia. Se acepta que las
L ie b e rm a n n -M e ffe rty cois.4,82, las fibrillas espirales m ostra­ m em branas cortas de anclaje restringen la m o v ilid a d del
ron una lo n g itu d d e finitiva de entre 1 m m y 1 7 m m y un esófago. Sin e m b a rg o , la capacidad de e x te n sió n de las
espesor entre 30 |im y 300 p in (1 .0 0 0 |am en un caso e x­ m em branas de colágeno y la de retroceso de los c o m p o ­
cepcional). C uando se analizaron en cortes seriados conse­ nentes elásticos p ro p o rc io n a n una m o v ilid a d adecuada
cutivos, las fibrillas form aban en realidad membranas lamina­ cua n d o se extienden bajo una tensión norm al. C u a n d o las
das de 1,5 m m a 3 cm, extendiéndose craneocaudalmente. pequeñas m em branas se desgarran, se pueden ro m p e r fá­
Estos mismos estudios identificaron un núm e ro m ayor de c ilm e n te sin daño para la pared traqueal o pleural.
fibrillas similares en todas las piezas que surgían dorsal y la­ La presencia im predecible de m em branas más gruesas
te ra lm e n te al esófago, distribuyéndose radialm ente en las desarrolladas a nivel individual puede ocasionar lesiones al
mallas del te jid o co nectivo del espacio periesofágico o in ­ liberar el esófago durante la esofagectomía. Por ello, la eso-
sertándose en el te jid o pleural. fa gectom ía transdiafragm ática puede beneficiarse de la d i­
Estas minúsculas y frágiles mem branas laminadas, cuyo sección mediastinoscópica al reducirse la incidencia de des­
n ú m e ro y ta m a ñ o varían individualm ente, son m u c h o más g a rro s en los casos p o co fre cu e n te s en los q u e existan
pequeñas y cortas que los cordones fibroelásticos largos y m em branas gruesas. La m ita d distal del esófago en el in te ­
gruesos descritos p o r Laimer49 en 1883 y adoptados pos­ rior del m ediastino presenta unas adherencias más laxas.
te rio rm e n te p o r N e tte r83 en sus ilustraciones. Se observó
que su o rientación no era lo n g itu d in a l al eje traqueoesofá- A nclaje del extremo distal
g ic o 82, sino que, p o r lo general, era transversal. O tro factor En el paso a través del hiato esofágico, el esófago se en­
de u tilidad para la estabilización del esófago que no se ha cuentra fijado p o r los dos pilares d ia fra g m á ticos y p o r la
e xpuesto hasta el m o m e n to lo constituyen las numerosas m e m bra n a frenoesofágica (Fig. 14.18).
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Esófago 14
m e m b ra n a s que fijan el m ú scu lo esofá g ico a la p o rc ió n
m em branosa de la tráquea (Fig. 14.19).
La porción inferior de la vaina desciende a lo largo del
cardias hasta la parte superior del fo n d o gástrico. A q u í se
une a la serosa gástrica (véase Fig. 14.8), al lig a m e n to gas-
tro h e p á tic o y al m esenterio gástrico dorsal (Fig. 14.18).
La parte infe rio r de la vaina de la m e m b ra n a frenoeso­
fágica se identifica en la cirugía y en la laparoscopia po r su
b o rd e inferior bien d e fin id o y p o r el c o lo r a m arillento, in ­
cluso ante la presencia de periesofagitis grave. La m e m b ra ­
na está fo rm a d a p o r elem entos fibrosos colágenos y elás­
ticos en la misma proporción, que garantizan una plasticidad
suficiente. Envuelve la u nión gastroesofágica c o m o un co-
llarete (Fig. 14.18). A pesar de que la c o n e xió n fibrosa con
la pared de la unión gastroesofágica m e d ia n te el te jid o c o ­
nectivo areolar subyacente es bastante laxa, to d a la m e m ­
brana frenoesofágica se separa claramente del músculo eso­
fág ico en la u nión gastroesofágica4,23.

C o n s i d e r a c i o n e s c l í n i c a s y r e l e v a n c i a . La organización

estructural de la m e m brana frenoesofágica p e rm ite el m o ­


v im ie n to vertical libre del esófago te rm ina l y de la u nión
gástrica en relación con el diafragma. Es capaz de «deslizar­
se a través del hiato c o m o en una vaina te n d inosa»85.
A m edida que a u m enta la edad, varían las p ro p o rc io ­
nes tisulares de la m em bra n a frenoesofágica. Las fibras c o ­
lágenas sustituyen progresivam ente a las elásticas84, a flo­
F igu ra 14 .19 . U na de las pequeñas m em branas fibrosas (fle­ jándose los anclajes. La m e m brana se vuelve laxa y pierde
cha única) que conectan el esófago (1) con la tráquea (2); cor­ elasticidad, y aparece grasa en el tejido conectivo areolar en­
te histológico transversal de 5 |am de espesor. En el corte trans­ tre la m em brana y la pared muscular. El resultado es la pér­
versal la m em brana imita a una banda ligeramente enrollada, dida de fle xib ilid a d . Todo esto, c o m b in a d o con un hiato
con u n espesor de 250 |im y u na longitud de 14 m m , y con u n
ancho, c o n trib u y e a la aparición de la hernia d ia fra g m á ti-
90% de elementos fibrosos elásticos. Típica inserción de la b a n ­
ca84. En los jóvenes, los anclajes a n o rm a lm e n te laxos de la
da en abanico en el perimisio de la capa externa de la m uscu­
m e m bra n a frenoesofágica, ju n to a un d e p ó s ito a n o rm a l­
latura longitudinal esofágica (doble flecha). Pieza de necropsia
h um an a, 4 cm por debajo del borde inferior del cartílago cri- m en te grande de te jid o adiposo en el espacio de te jid o co­
coides. [Ue6\ n e c tiv o s itu a d o e n tre la m e m b ra n a fre n o e s o fá g ic a y el
músculo del cardias, pueden originar problemas similares84.
En los individuos normales, existen lig am entos y m e m ­
branas consistentes que fijan el cardias y el fo n d o gástrico
posteriorm ente a los planos fasciales retroperitoneales, p ro ­
p o rc io n a n d o la estabilidad adecuada a la u n ió n gastroeso­
fágica.
En la hernia hiatal p o r deslizamiento, ta n to el esófago
Los tejidos conectivos su b d iafragm ático y e ndotoráci- term inal c o m o el fo n d o gástrico se in tro d u c e n en el tórax.
co del diafragm a se unen para fo rm a r la m e m bra n a freno- En la hernia paraesofágica, de m e n o r frecuencia, el esófa­
esofágica (Fig. 14.18). Esta vaina tisular se d e n o m in a ta m ­ g o term inal conserva su posición norm al, pe ro el fo n d o y
bién fascia de Laimer o m em brana de Allison. D ebido a su el cuerpo gástricos avanzan en el m ediastino paralelos al
origen en una fascia, la m em brana frenoesofágica es bas­ esófago a través del hiato d ia fra g m á tic o 86.
tante fuerte. La m em bra n a se divide en porciones, las cua­ En la consideración de los diferentes factores etiológicos
les se describen a co n tinuación. de la hernia de hiato, se ha ign o ra d o de fo rm a sistemática
La p orción superior de la vaina de la m e m brana se ex­ un aspecto a n a tó m ico p o te n cia lm e n te im p o rta n te . Se tra ­
tiende cranealmente de 2 cm a 4 cm a través del hiato (véa­ ta de la estrecha p ro x im id a d entre el fo n d o gástrico y el
se Fig. 14.8). A continuación, sus fibras atraviesan el múscu­ hiato. Junto a la debilidad y laxitud de los anclajes gástri­
lo e so fágico y se insertan en la tú n ic a m u scu la r y en la cos secundarias al envejecim iento, esta p ro x im id a d cons­
subm ucosa84. Esta inserción es similar a la de las pequeñas titu y e una situación precursora de la hernia4,23, algo cohe­
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* Skandalakis

Esófago

rente con la sugerencia de Eliska84 sobre las hernias p o r des­ C on el o b je to de diferenciar las partes del sistema loca­
lizam iento y con la observación de Ellis86, quienes afirm an lizadas e x te rn a m e n te al esófago de las que se alojan en la
que « n o rm a lm e n te los síntomas sólo aparecen en los a d u l­ pared, se han clasificado las estructuras c o m o intrínsecas
Anatomía quirúrgica

tos y en los ancianos». o extrínsecas. A m b o s tipos se exp o n e n más adelante.

Irrigación arterial
C o m p a r t im e n t o s y e s p a c io s
Las hem orragias mediastínlcas letales procedentes de
El tejido conectivo laxo en el que están inmersos el esó­ los vasos esofágicos son preocupantes; sin e m b argo, la «li­
fa g o y la tráquea está fija d o p o r planos fasciales a n terior y beración roma» del esófago sin to ra co to m ía para el tra ta ­
posteriorm ente, fo rm a n d o dos espacios potenciales entre m ie n to del c a rcin o m a ha d e m o stra d o ser bastante segu-
el cuello y el tórax. El espacio a n te rio r o pretraqueal (pre- r g 25,27,80,81 |_a escasa p é rdida de sangre d u ra n te la técnica

visceral) está lim ita d o d istalm ente p o r el te jid o fibroso del y la baja p ropensión a las dehiscencias anastom óticas pos­
pericardio. El espacio p o ste rio r o prevertebral puede e x­ toperatorias sugieren que la irrigación esofágica es escasa.
tenderse, sin e m b argo, desde la base del cráneo hasta el N o obstante, el esófago m ovilizado q u irú rg ic a m e n te c o n ­
diafragma. serva la viabilidad a lo largo de «una distancia considerable»,
El espacio posterior tiene im p o rta n c ia clínica, ya que la c o m o sugieren W illiam s y Spencer Payne, cuando se m a n i­
mayoría de las perforaciones instrum entales se p ro ducen pula con cu id a d o 87.
en la fa rln golaringe p o r encim a del esfínter cricofaríngeo.
El consiguiente flu jo de c o n te n id o esofágico co n ta m in a d o Arterias extramurales, extrínsecas
desciende rá p id a m e n te hacia el espacio fascial. La rotura La faringe y el EES están irrigados p o r pequeñas arte ­
del esófago (síndrom e de Boerhaave) y la dehiscencia de
rias que se orig in a n en las arterias tiroideas superiores.
una anastomosis esofágica en el inte rio r del tórax producen
n o rm a lm e n te un efecto similar al extenderse craneal y cau­ A r t e r ia s t ir o i d e a s in f e r io r e s : e s ó f a g o c e r v ic a l . El esófa­
da lm e n te a través de estos planos. El d ia g n ó stico precoz
g o cervical está irrigado por las dos arterias tiroideas infe­
es vital para el paciente, ya que el pro n ó stico de la p e rfo ­
riores (Fig. 14.20); éstas se o riginan en el tro n c o tirocervi-
ración esofágica sigue siendo m alo y depende c o m p le ta ­
cal de la arteria subclavia. Las arterias tiroideas inferiores
m e n te del tra ta m ie n to q u irú rg ic o urgente. p ro p o rcio n a n ramas de 2 cm a 3 cm de lo n g itu d d e n o m i­
nadas arterias traqueoesofágicas, las cuales se dirig e n cau­
dal y m e d ia lm e n te a cada lado del esófago hacia el surco
C o n s t r ic c io n e s
traqueoesofágico. Los vasos de am bos lados están «unidos
Algunas estructuras c o m p rim e n la luz del tu b o , causan­ por ramas anastomóticas a lo largo de la tráquea»88, y se d i­
d o estrecham ientos clínicam ente identificables. La p rim e ­ viden en tres o cuatro ramas traqueales y dos o tres ramas
ra constricción se debe al to n o de los músculos cricofarín- para el esófago. Éstas, a su vez, se subdividen en el te jid o
geos, y se identifica a p ro x im a d a m e n te 15 cm p o r debajo periesofágico, en vasos cuya luz tiene un d iá m e tro inferior
de los incisivos. La segunda, la co m p re s ió n aórtica, está a 500 |^m antes de entrar en la pared esofágica. Las varian­
p ro d u c id a p o r el cruce del arco a ó rtic o con el b ro n q u io tes, co m o las ramas esofágicas originadas dire cta m e n te en
principal izquierdo, a 22 cm de los incisivos. El tercer es­ la arteria subclavia, en la arteria tiroidea superior, en la ar­
tre c h a m ie n to no es constante. C ua n d o es p ro m in e n te , se teria tiroidea I M A y en la arteria carótida co m ú n son raras
localiza a 4 4 cm de los incisivos y se debe al efecto tó n ico y bastante insignificantes27,89.
del esfínter esofágico inferior. Las dos constricciones m us­
A r t e r ia s t r a q u e o b r o n q u i a l e s y b r o n c o e s o f á g ic a s : es ó ­
culares se corresponden con los esfínteres esofágicos supe­
rior e inferior, y se pueden identifica r m a n o m é tric a m e n te fago El esófago intratorácico recibe su irri­
in t r a t o r á c ic o .

en cada e x tre m o del esófago. gación de dos sitios (Fig. 14.20): las arterias tra q u e o b ro n ­
quiales im p a re s 27,89, q u e se o rig in a n en g ru p o en la
concavidad del arco aórtico27 y pueden ser entre una y cua­
V asos y n e r v io s : estructuras de so po r te tro ; y la arteria broncoesofágica. Las arterias tra q u e o b ro n ­
quiales dan lugar a varias ramas pequeñas para el esófago,
Los vasos y los nervios son estructuras de soporte del que se sub d ivid e n en el te jid o periesofágico en vasos de
esófago4,22. En realidad, no pertenecen al te jid o esofágico, 350 ¡am a 5 0 0 |am de diá m e tro . Con frecuencia, la arteria
pero los cordones vasculares canalizados y los cordones broncoesofágica se o rigina 1 cm a 3 cm p o r debajo del pa­
nerviosos macizos nutren, drenan y proporcionan movilidad q u e te vascular de la cara a n te ro la te ra l de la aorta des­
e impulsos sensitivos a los c o m p o n e n tes tisulares de la pa­ ce n d e n te 27. En esta área, que corresponde a la bifurcación
red esofágica. En resumen, estas estructuras m antienen la traqueal, todos los vasos son rectos y cortos (m enores de
fu n c ió n esofágica. 1,5 cm), y fo rm a n una conexión firm e entre la aorta, la trá ­
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Esófago 14
quea y el esófago. Si existe alguna variante, co m o las ramas través de hasta 11 ramas arteriales. La arteria esplénica n u ­
procedentes de las arterias intercostales89, es insignificante tre prin cip a lm e n te las caras p o s te rio ry lateral izquierda (in-
para la vascularización del esófago h u m a n o . cisura cardíaca) m edia n te una o dos ramas directas o a tra ­
vés de vasos del fo n d o gástrico, incluyendo conexiones con
A r t e r ia e s o f á g ic a a ó r t ic a p r o p ia : e s ó f a g o in t r a t o r á c i- los vasos gástricos cortos. Las ramas de los dos troncos ar­
co. C audalm ente, en la cara a n te rio r de la aorta descen­ teriales que irrigan el esófago ascienden rectas a lo largo
dente se puede o rig in a r una arteria esofágica propia im p a r de 4 cm a 6 cm p o r el te jido periesofágico a través del hia­
(o raram ente, dos) con un d iá m e tro lum in a l de 1 m m a to diafragm ático. A diferentes distancias se originan peque­
2 m m , que es un vaso exclusivo para el esófago27,89. C ua n ­ ñas ramas trib u ta ria s con un d iá m e tro in te rn o in fe rio r a
do aparece, este vaso desciende oblicu a m e n te hacia el esó­ 500 |im antes de que los vasos principales penetren en la
fago por el inte rio r del m ediastino, dividiéndose en las ra­ pared esofágica27. La arteria frénica inferior izquierda p ro ­
mas ascendente recurrente y descendente. Ambas ramas porciona una irrigación arterial adicional.
se subdividen en varios vasos periesofágicos con un d iá m e ­
tro inferior a 5 0 0 |xm. Arterias iníramurales, intrínsecas
Tras haber p e netrado en ambas capas de la pared m us­
A r t e r ia s g á s t r ic a iz q u ie r d a y e s p l é n ic a : e s ó f a g o abdo ­
cular, los pequeños vasos fo rm a n el plexo submucoso. En
m i n a l y c a r d i a s . El esófago abdo m in a l y el cardias están irri­
la submucosa, una gran cantidad de pequeños vasos se dis­
gados p o r las arterias impares gástrica izquierda27,89 y es­
ponen en paralelo con una o rientación lo n g itu d in a l. Con
plénica27. Estas arterias se originan en el tro n co celíaco (Fig.
m enor frecuencia, otros form an vasos circunferenciales90. Por
14.20). La arteria gástrica izquierda irriga p rin cip a lm e n te
debajo del epite lio existen numerosas arteriolas y vénulas.
las caras a nterior y lateral derecha de la pared esofágica a

Aspectos de interés clínico y quirúrgico


Resulta interesante que tras penetrar en el esófago las
ramas periesofágicas se extiendan fo rm a n d o una red su b ­
mucosa intrínseca densa y com p le ta capaz de com pensar
el a p o rte vascular en caso de que a lg u n a arteria resulte
dañada. La c o n tin u id a d de la vascularización in tra m u ra l
conserva la viabilidad y una buena circulación en una dis­
tancia im p o rta n te del esófago dura n te la m ovilización q u i­
rúrgica27,87. Esta c o n tin u id a d explica ta m b ié n p o r qué la li­
gadura de los vasos extram urales realizada con precaución
no c o m p ro m e te los tejidos subyacentes y p o r qué la línea
de disección m a n tie n e una circulación adecuada.
Con e xcepción de un vaso que tiene su origen d ire c ­
ta m e n te en la aorta, el patrón vascular procede de troncos
vasculares más g ra n d e s necesarios para la irrig a c ió n si­
m ultánea de diferentes órganos (Tabla 14.3). Esto indica
que el esófago d e pende de una «vascularización c o m p a r­
tid a » 89.
La ramificación repetida de los ya de p o r sí pequeños va­
sos esofágicos c o n d u ce a la fo rm a c ió n de vasos de m u y
poco calibre en el te jid o periesofágico antes de su entrada
en la pared esofágica. La rotura de estos vasos se beneficia
de una hemostasia co n tráctil.
Una red regular co n tin u a localizada en la subm ucosa
conecta to d o s los vasos extram urales. N o existen zonas
avasculares ni mal irrigadas. Además, la experiencia q u irú r­
gica dem uestra claram ente que los problem as debidos a
alteraciones circulatorias están sobrevalorados. Las dehis­
cencias anastom óticas casi siempre se o rig in a n en la visce­
F igu ra 1 4.20. Patrón más frecuente de irrigación arterial del
esófago. Las líneas de puntos m u estran las anastomosis intra- ra de sustitución91.
murales más grandes. Las líneas discontinuas por detrás del Crucial es el excelente aporte vascular que recibe el esó­
estómago m uestran la arteria esplénica y sus ramas esofágicas. fago de los vasos intramurales orientados lo n g itu d in a lm e n ­
Las dim ensiones n o son proporcionales. [Ii3] te, ya que perm ite la localización de las anastomosis a cual-
597

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* Skandalakis

Esófago

Reciben venas tributarias de las capas musculares y form an


Orígenes vasculares extrínsecos
T a b la 1 4 .3 .
las venas extrínsecas extramurales en la superficie del esó­
comunes del esófago
fa g o 90'93. N o se han e n co n tra d o válvulas en el sistema cir­
Anatomía quirúrgica

Órganos com- cu latorio venoso del esófago.


Sección* Orígenes partidores Las venas extrínsecas drenan los grandes vasos locales
corresp o n d ie n te s. Los vasos superiores dre n a n las venas
Cervical U n par de tr o n c o s vasculares + Tiroides
yugulares o las venas ácigos y hemiácigos. Las venas inferiores
+ Tráquea
term inan en las venas gástrica izquierda y esplénica.
Torácica Varios t r o n c o s vasculares + Tráquea
C o m o describieron Elze y Beck94 en 1918, en la farin-
im pa res + B ron q u io s
go la rin g e existen dos plexos venosos claram ente d e lim ita ­
U n va so im par p r o p io - N in g u n o
dos localizados en una submucosa e x tre m a d a m e n te fina
A b d o m in a l U n par de tr o n c o s vasculares + E stó m ago
p o r debajo de la mucosa (Fig. 14.22). Se encuentran exac­
+ Bazo
ta m e n te a la altura de la unión faringoesofágica. U no de
* En el cuello, tó ra x y a b d o m e n , el esófago c o m p a rte la irrigación c o n los plexos se sitúa en la cara dorsal del m úsculo co n stricto r
otros órganos q u e utilizan los m ism o s orígenes vasculares.
inferior; el o tro en la línea media, p o ste rio rm e n te al cartí­
Fuente: Cortesía de la Dra. D o rothea Liebermann-M effert. lago cricoides.
En diez piezas (datos no p u b lic a d o s de Lieb e rm a n n -
M e ffe rt, p u b lic a c ió n en p re p a ra c ió n ) se ob se rvó q u e el
ta m a ñ o de a m b o s plexos era sim ilar, co n una an ch u ra
quier nivel. La red intram ural p ro p orciona así una vascula­ a p ro x im a d a de 2 cm a 3 cm , y q u e estaban fo rm a d o s
rización esofágica exuberante, aunque fina, m e diante un p o r varias venas de grueso calibre con un d iá m e tro m á­
sistema de pequeñas arterias, arteriolas, y capilares. N o obs­ x im o de 4 m m . Su orientación era p rin c ip a lm e n te lo n g i­
tante, esta área requiere una m anipulación q uirúrgica cau­ tu d in a l, y estaban unidas p o r varias anastomosis transver­
telosa. sales. Estas venas reciben la sangre de la m ucosa de la
faringolaringe, la laringe y el esófago, y drenan las venas ti­
Irrigación venosa roideas y yugulares94. Los plexos venosos pueden p ro d u c ir
una im presión poscricoidea identificable en el esófago95,96,
Las venas intrínsecas intram urales com ienzan c o m o fi­ y pueden estar im plicados en la «sensación de g lo b o » que
nas vénulas para acabar fo rm a n d o el plexo subepitelial en presentan los pacientes con estasis venosa e inflam ación ti-
la lám ina propia de la tú nica mucosa (Fig. 14.21). Reciben sular47,94. Estos plexos pueden c o n trib u ir ta m b ié n a la c o m ­
la sangre de los capilares adyacentes y drenan el plexo sub- petencia y acción del esfínter esofágico superior.
m uco so 92,93. Vianna y cois.97 d o cu m e n ta ro n con claridad una o rg a ­
Recientemente, Aharinejad y cois.90 estudiaron de ta lla ­ nización venosa especializada en el esófago te rm ina l (Fig.
d a m e n te el sistema de microvascularización hum a n o . O b ­ 14.23). Se ha sugerido que estas anastomosis venosas p ro­
servaron que, n o rm alm ente, dos pequeñas venas a c o m p a ­ porcionan posiblem ente una c o m u n ica ció n entre la vena
ñan a las arterias circunferenciales en la lámina submucosa. ácigos y el sistema portal. La «zona en em palizada» inter­
Las venas perforantes que se orig in a n en las pequeñas ve­ m edia (Fig. 1 4 .23) puede actuar c o m o una zona de alta
nas com unicantes del plexo subm ucoso penetran en la pa­ resistencia entre los dos sistemas, que p ro p o rcio n a un flu ­
red m uscular del esófago ju n to a las arterias perforantes. jo bidire ccio n a l97.

Conductos ¡ntraepiteliales

Plexo venoso superficial

Venas intrínsecas profundas


Vena perforante

M úsculo —

F ig u r a 1 4 .2 1 . Diagram a del
Vena de la adventicia
d r e n a d o v e n o s o del esó fa g o en
el ser h u m a n o no r m a l. [kJ\

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Esófago

En un artículo sobre el progreso y los cambios en ciru ­ Drenado linfático


gía, Idezuki98 reveló que en las últimas cinco décadas el tra­
ta m ie n to aceptado para las varices esofágicas con h ip e r­ D e b id o p re s u m ib le m e n te a la consid e ra b le d ificu lta d
tensión portal ha evolucionado desde las derivaciones de técnica para id e n tifica r los d im in u to s co n d u c to s ta n to ¡n
descompresión hasta las derivaciones selectivas con in te r­ vivo c o m o post m ó rte m , el c o n o c im ie n to a n a tó m ic o del
vención directa, y a ctualm ente a la escleroterapia endos- sistema linfático del esófago es m u y lim ita d o . Hasta el m o ­
cópica, co m b in a d a a veces con la ligadura de las varices, y m e n to , los resultados de las investigaciones previas no han
a la derivación portosistém ica transyugular intrahepática. sido prob a d o s4,23. Sin e m b a rg o , se acepta que el sistema
H ash izu m e y cois.99 han in fo rm a d o de que la desvasculari­ linfático del esófago incluye con d u cto s y ganglios lin fá ti­
zación gástrica laparoscópica con esplenectom ía para el cos, c o m o se han descrito para otras partes del intestino.
tra ta m ie n to de las varices gastroesofágicas resistentes a la Los capilares linfáticos com ienzan en los espacios tisu-
escleroterapia en pacientes con hiperesplenismo es un p ro ­ lares c o m o una red de con d u cto s endoteliales (Fig. 14.24)
ce d im ie n to sencillo y bastante seguro. o c o m o saculaciones endoteliales ciegas (Fig. 14 .2 5 ) sim i­
Jenkins y cois.100 afirm aron que la derivación esplenorre- lares a las que aparecen en el te jid o m e sentérico101'102.
nal distal es una técnica eficaz, duradera y segura para el tra­ Recientemente se ha dem ostrado que la submucosa del
ta m ie n to de la hem orragia recurrente secundaria a las va­ estóm ago h u m a n o contiene una red de numerosos vasos
rices gastroesofágicas con hipertensión portal en pacientes linfáticos. Estos vasos se orientan de fo rm a paralela a lo lar­
con un riesgo q u irú rg ic o aceptable y una buena fu n ció n g o del eje lo n g itu d in a l del ó rg a n o (Fig. 14.26); esporádi­
hepática. cam ente em ite n ramas hacia los tro n co s colectores de la

Epiglotis

Punta del cuerno mayor


del hioides

Arteria tiroidea superior Vena laríngea anterior

Vena laríngea superior

Cartílago tiroides

Primer plexo venoso


profundo anterior
Segundo plexo venoso profundo
posterior de la faringolaringe y
del faringoesófago

F igu ra 14 .22 . Plexos venosos faringolaríngeos vistos desde la cara posterior según la representación de Elze y Beck94. El pri­
mer plexo profundo (esquematizado en el lado izquierdo de la ilustración) se localiza m edialm ente sobre ¡a cara anterior de la
faringe, recubriendo los músculos ariepiglóticos posteriores, transversales y oblicuos y la superficie posterior dura del cartílago
cricoides (visto desde la cara lum inal de la faringe). El segundo plexo profundo (desplazado tras disecar la pared hacia el lado
derecho de la ilustración) se localiza exactam ente en el lado opuesto de la luz de la faringe, posteriorm ente por debajo del m ú s­
culo constrictor inferior y del cricofaríngeo (EES). [e/J

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■ Skandalakis

Esófago

esófago drena p rin cip a lm e n te los siquientes ganglios lin ­


fáticos104-105'106:
Anatomía quirúrgica

• Paratraqueales.
• Bifurcación tra q u e o b ro n q u ia l.
• Yuxtaesofágicos.
• A ortoesofágicos.
La linfa del esófago a b d o m in a l se vacía en los sigu ie n ­
tes ganglios linfáticos:
• Gástricos superiores.
• Pericardiales.
• D iafragm áticos inferiores.
En piezas de necropsia sin cáncer, Lie b e rm a n n -M e ffe rt
y cois, y M ayr y Lieberm ann-M effert4,103'107 encontraron so­
lam ente algunos ganglios linfáticos pequeños en el medias­
tino. Los ganglios linfáticos eran más graneles y más n u m e ­
rosos a lrededor de la bifurcación traqueal. La mayoría de
ellos contenían partículas negras de carbón. Los autores no
p u d ie ro n d e te rm in a r si estos ganglios drenaban el esófa­
g o y /o los p u lm ones ni si realizaban el transporte pro xim a l
o distalm ente. Esta observación coincide con el in fo rm e de
W irth y F ro m m h o ld 108, quienes en co n tra ro n ganglios lin ­
fáticos m ediastínicos en tan sólo el 5 % de 50 0 linfogram as
normales. En la actualidad, no es posible dem ostrar la exis­
tencia de la cadena clásica de ganglios linfáticos que rodea
al esófago, tal y c o m o se describe en los libros de te x to y
ha sido ilustrada p o r N e tte r83.

Aspectos de interés clínico y quirúrgico


Figura 14.23. Ilustración radiológica de la circulación veno­
sa del esófago m edio y distal, la u n ió n gastroesofágica y el estó­
La observación clínica de que la disem inación tu m o ra l
mago tras la inyección de gelatina de bario. Varias zonas pre­
inicial sigue el eje lon g itu d in a l del esófago en el in te rio r de
se n tan u n a arquitectura venosa diferente. Algunas venas se
disponen longitudinalmente en la zona truncal (ZT), en la zona la submucosa en lugar de extenderse de form a circular apo­
perforante (ZPf) aparecen venas transversales adicionales, en la ya los siguientes conceptos:
zona en empalizada (ZE) existe una disposición exclusiva de las • La linfa flu y e co n m a y o r fa c ilid a d de fo rm a lo n g itu d i­
venas que parece corresponder al área ampular de los radiólo­ nal a través de los co nductos de la submucosa que a tra ­
gos, y en la zona gástrica (ZG) las venas se organizan en redes. vés de las pocas co n e xiones transversales del m ú scu lo
[v í¡
(Fig. 14.26).
• La linfa sólo fluye fin a lm e n te a través de los linfáticos de
la subadventicia y de los pequeños troncos hacia los g a n ­
glios linfáticos mediastínicos4,23.
• C o m o consecuencia, los tum ores esofágicos pueden d i­
seminarse a distancia craneal o caudalm ente p o r los c o n ­
subadventicia y de la superficie97. Todos estos conductos ductos de la submucosa esofágica antes de llegar a obs­
poseen válvulas (Fig. 14.25). Los estudios de M a y r y Lie­ tru ir la luz.
b e rm a n n -M e ffe rt103 con piezas de necropsia y técnicas de La escasez de linfáticos en la lám ina mucosa y la a b u n ­
m icroscopía electrónica reflejan la presencia de un patrón dancia de con d u cto s linfáticos en la subm ucosa101,109(Fig.
similar en el esófago. Los linfáticos iniciales parecen o rig i­ 14.26) podrían explicar p o r qué el cáncer intra m u ra l se d i­
narse exclusivam ente en la región situada entre la mucosa semina p re d o m in a n te m e n te en el interior de esta capa. Las
y la submucosa, fo rm a n d o c o n d u cto s colectores dispues­ lesiones m alignas de la mucosa n o detectadas pueden ir
tos lo n g itu d in a lm e n te en la submucosa. acom pañadas p o r una disem inación tu m o ra l extensa p o r
Los troncos linfáticos de la superficie del esófago drenan debajo de una mucosa intacta. Las células tum orales p u e ­
los g a nglios linfáticos regionales. La linfa p ro cedente del den viajar p o r los co n ductos linfáticos una distancia consi-
600

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Esófago

F igu ra 14.24. Linfáticos iniciales (flechas) situados entre el límite inferior de la túnica mucosa y la submucosa en la represen­
tación histológica (A) y con microscopía electrónica (B). Corte obtenido de la pared gástrica, au nque tam bién es aplicable al
esófago. MM, muscularis mucosa. [7eJ]

derable antes de que éstos atraviesen la capa muscular para


drenar los ganglios linfáticos regionales.
Un m argen líbre de tu m o r en la línea de resección, c o n ­
firm a d o desde el p u n to de vista a n a tó m ic o (h istológico),
no garantiza la elim in a ció n radical del tu m o r. Esta caracte­
rística coincide con un índice de recurrencia p o sto p e ra to ­
ria más elevado en la línea de resección, incluyendo los t u ­
m ores sa télite y las metástasis en la su b m u co sa a g ra n
distancia del tu m o r p rim a rio 25, incluso cuando los m á rg e ­
nes en la línea de resección han estado p reviam ente libres
de tu m o r.
L a w y cois.110 han sugerido que la infiltración tum oral his­
tológica en los márgenes de resección esofágicos en los pa­
cientes con carcinom a de esófago p robablem ente no sea la
responsable de las dehiscencias. La recurrencia en las anas­
tom osis se relacionó con la lo n g itu d del m argen de resec­
ción esofágico.

F igu ra 14.25. La red de linfáticos iniciales del mesenterio se ori­


gina en saculaciones endoteliales ciegas y en conductillos. Las m e­
didas se refieren al diám etro de los vasos linfáticos. (Reconstruc­
ción de una preparación tras la inyección directa de contraste in
vivo en los conductos linfáticos del epiplón mayor.) [zw\

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* Skandalakis

Esófago

A p a r tir d e las o b s e rv a c io n e s clínicas en p a c ie n te s esofagectomía radical extendida p o r cáncer de esófago in­


con cáncer23-25,26, se pueden d e d u c ir los siguientes p a tro ­ vasivo [escamoso].
nes (Fig. 14.27): C o o p e r y cois.113 han a p u n ta d o que la q u lm io rra d io te -
Anatomía quirúrgica

rapia com binada eleva más el índice de supervivencia de los


• La linfa situada p o r encim a de la carina fluye en dirección
pacientes con carcinom a escamoso o con ade n o ca rcin o ­
craneal hacia el c o n d u c to to rácico o los troncos lin fá ti­
ma del esófago que la radioterapia sola.
cos subclavios31.
• La linfa situada p o r debajo de la carina fluye p rin c ip a l­
m e n te hacia la cisterna del q u ilo a través de los ganglios
Inervación
linfáticos mediastínicos inferiores, gástricos izquierdos y La faringe, la laringe y el esófago están inervados por
celíacos31. los dos c o m p o n e n tes viscerales del sistema nervioso a u tó ­
• En c o n d ic io n e s p a to ló g ic a s el flu jo p u e d e c a m b ia r111. nom o , los sistemas sim pático y parasim pático, que ejercen
C uando los vasos linfáticos se bloquean y se dilatan p or m u tu a m e n te in flu e n c ia s a n ta g o n ista s sobre las vísce-
la invasión tu m o ra l, las válvulas se vuelven ineficaces y el ras2o,3i,i n n s |_as vj-gs s¡m páticas eferentes, frecuentes en el
flu jo se invierte (Fig. 14.26). Este fe n ó m e n o explica la d i­ intestino, se relacionan con la vasoconstricción, la c o n tra c­
sem inación re tró g ra d a inesperada de algunos tu m o re s ción de esfínteres y la relajación de la pared muscular. Las
malignos, aunq u e lim ita el va lor de las vías establecidas fibras parasimpáticas eferentes aum entan la actividad gla n ­
para el flu jo norm al. d ular y peristáltica del inte stin o 20.
Nakagawa y cois.112 In form aron de que la angiogénesis
tu m o ra l expresada c o m o la densidad de la microvasculari- Nervios simpáticos
zación se correlaciona con los parám etros c lin ico p a to ló g i- Los nervios simpáticos inervan la faringe, la laringe y el
cos de progresión del tu m o r. La consideran un ind ica d o r esófago p ro xim a l a través de las cadenas simpáticas cervi­
p ro n óstico ind e p e n d ie n te para los pacientes som etidos a cal y torácica (Fig. 14.28). Estas cadenas descienden late-

Tumor

« If ¡r-- 1'- - [T I
- J a . - Lm UC° Sa

---------na— i Submucosa

C on d u c to s lin fá tic o s L. muscular

"ir
- Colectores linfáticos ■ — Válvula - Adventicia

B
F igura 1 4 .26 . Drenado linfático local en el interior de la pared esofágica. A, Flujo linfático esperado en el individuo sano y en
las neoplasias en estadios iniciales. Las válvulas, presentes incluso en los conductillos, determ inan la dirección del flujo (véase Fig.
14.27). B, El flujo puede invertirse cuando la masa tumoral bloquea las vías linfáticas; cuando aum enta el flujo, la inversión de la
presión puede interferir con la función de las válvulas linfáticas. [1¡3]

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Esófago

Compartimento D irec c ió n d e l flu jo Los nervios vagos derecho e izqu ie rd o atraviesan co m o


tro n c o s gruesos los respectivos fo rá m e n e s yugulares. La
inervación de la m usculatura y la mucosa de la faringe, la­
ringe, EES, y m ita d superior del esófago, se realiza m e d ia n ­
L*.
l— te los nervios laríngeos superiores bilaterales (NLS) y /o los
Esófago cervical
Cuello
nervios laríngeos inferiores (recurrentes) (NLR). El NLS es
p rin c ip a lm e n te sensitivo y secretor, au n q u e su rama larín­
gea externa es m o to ra para la laringe y el cricofaríngeo. El
Esófago torácico”
NLR es fu n d a m entalm ente m otor, e inerva la mayoría de los
músculos laríngeos y el EES.

M Tórax
El nervio laríngeo superior se o rig in a en el tro n c o vagal
en las proxim ida d e s del g a n g lio in fe rio r del nervio vago,
desciende a lo largo de las arterias carótidas y se d ivid e en
una rama laríngea interna y en el nervio laríngeo externo.
Este ú ltim o inerva el m úsculo c ric o tiro id e o y la porción cri-
cofaríngea del co n stricto r inferior de la faringe, que actúa
co m o esfínter esofágico superior. El nervio laríngeo interno,
Esófago term inal que c o n tie n e fibras parasimpáticas y sensitivas, inerva la
mucosa de la laringe p o r encima de las cuerdas vocales ver­
daderas y la región de los senos p irifo rm e s31'116118.
Abdomen El NLR se o rig in a en el lado d e re ch o del nervio vago
frente a la arteria subclavia, gira hacia atrás rodeando la ar­
teria (Fig. 14 .2 8 ) y asciende en d irección oblicua hasta la
cara lateral derecha de la tráquea y p o ste rio rm e n te a la ar­
■ Ganglios linfáticos celíacos teria carótida c o m ú n 31,116-117.
Cisterna del quilo En el lado izquierdo, el NLR se orig in a en el nervio vago
frente al arco aórtico, gira hacia atrás rodeando la aorta p o r
F ig u ra 1 4 .2 7 . Vías linfáticas del esófago. Se muestra ta m ­ detrás del lig a m e n to arterioso, y asciende o b lic u a m e n te
bién cómo, en condiciones normales, la linfa procedente de las hacia la cara izquierda de la tráquea.
áreas situadas por encima de la bifurcación traqueal drena cra­ C uando am bos NLR ascienden cranealm ente, se a p ro ­
n ealm ente, y la que procede de zonas por debajo de dicho x im a n al esófago y la tráquea, localizándose con fre cu e n ­
p un to drena preferiblemente en dirección caudal a través de cia en el surco traqueoesofágico117, y distribuyen un n ú m e ­
los ganglios linfáticos celíacos. El flujo linfático en la bifurca­ ro igual de fibras nerviosas para ambas estructuras (Fig.
ción traqueal parece tener una orientación bidireccional. Esta 14.29). Al alcanzar la unión faringoesofágica, ambos NLR
característica es esencial para com prender la potencial disemi­ se relacionan estrecham ente con el esófago, n o rm a lm e n ­
nación de los tumores. [Ii5\
te más cerca el izquierdo que el derecho. Cerca del po lo
inferior del tiroides, am bos nervios se relacionan siempre
ín tim a m e n te con la glándula, pasando a m e n u d o entre las
ramas de los vasos tiroideos inferiores (Fig. 14.29). Algunas
raímente a la co lum na vertebral, fo rm a n d o los nervios car- ramas nerviosas se intro d u ce n en el p a rénquim a tiroideo.
d io b ro n q u ia l y esplácnico periesofágico, que se o rig in a n A ambos lados, una rama term inal gruesa única del NLR
en el plexo celíaco. Entremezclado con fibras de los plexos penetra en la laringe justo p o r debajo de la banda m uscu­
parasimpáticos cervical y torácico, el sistema nervioso sim ­ lar cricofaríngea (Fig. 14.29). A q u í ambos se dividen en va­
pático utiliza el nervio vago para transportar algunas de sus rias ramas para inervar to dos los músculos intrínsecos de
fibras31. la laringe (excepto el cricotiroideo), incluyendo los m úscu­
los arite n o id e o s (vocales) y e p ig ló tic o s . En ocasiones, la
Nervios parasimpáticos
rama term inal principal se com unica con el nervio laríngeo
La inervación parasimpática se realiza a través del ner­ superior107 (véase Fig. 14.1 3).
vio vago, el X par craneal. El vago transporta fibras som á­ Posteriormente al hilio pulm onar, a la altura de la b ifu r­
ticas generales y sensitivas viscerales, m otoras esqueléticas, cación traqueal, los nervios vagos fo rm a n una red de fas­
y parasimpáticas hacia el esófago. La fa rin g o la rin g e recibe cículos, los plexos p u lm o n a r y esofágico. El nervio vago iz­
la inervación sensitiva somática general y la inervación m o ­ q u ie rd o c o n trib u y e p rin c ip a lm e n te al p le x o esofágico
tora esquelética a través del nervio vago. Los cuerpos ce­ anterior, y el vago derecho al posterior.
lulares de las neuronas sensitivas c o n trib u ye n a fo rm a r el En el e xtre m o distal del esófago, las fibras se re organi­
g a nglio infe rio r del nervio vago (Fig. 14.28). zan en dos troncos que descienden p o r las caras a n te rio r y

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* Skandalakis

Esófago

N e rv io s v a g o s dicada en los pacientes cuya situación general es adecua­

D erech o Iz q u ie r d o
da y si los factores de riesgo son aceptables.
Los nervios laríngeos recurrentes tienen un alto riesgo
Anatomía quirúrgica

de lesión en las resecciones esofágicas y en las tiro id e c to -


mías107,115'116'121"123. Las lesiones que afectan a la vez a a m ­
bos nervios laríngeos, superior e inferior, producen cuadros
clínicos con una gra n variedad de trastornos sensitivos y
m otores transitorios, e incluso prolongados, en la zona de
la unión faringolaringoesofágica. Entre éstos se encuentran
la ronquera p o r parálisis de las cuerdas vocales y fallos en
la respiración y en la deglución relacionados con los p ro b le ­
mas de aspiración.
Dia y cois.124 han insistido en los riesgos de lesión del ner­
vio laríngeo recurrente d u rante la esofagectomía transhia­
tal. O bservaron la constancia en el a d u lto del o rigen bajo

F ig u ra 1 4.28. Inervación del esófago. [1¡3]

posterior de la pared esofágica118. Junto con el esófago, los


nervios vagos atraviesan el diafragm a, identificándose m a ­
croscópicam ente p o r debajo de la m e m brana frenoesofá-
gica. El nervio vago posterior se divide en ramas más pe­
queñas a una distancia de 2 cm a 4 cm del tu b o y a su
derecha. El nervio vago a n te rio r se sitúa a la izquierda del
cardias y se dirig e hacia la pared gástrica anterior.

A s p e c t o s d e in t e r é s c l í n i c o y q u i r ú r g i c o . En un estudio
sobre el tra ta m ie n to de los pacientes con esofagectomía,
Ferguson y cois.119 calcularon los riesgos operatorios. Sus
resultados señalan la im p o rta n cia de la evaluación preope­
ratoria de la fu n c ió n cardio p u lm o n a r, de una técnica q u i­
rúrgica meticulosa, y de los cuidados respiratorios agresivos. F ig u ra 14.29. Ejemplo de la inervación de la faringolaringe
(1), el esófago cervical (2) y el tiroides (3) en una pieza de n e­
Subrayan que el m o d e lo estadístico predictivo preopera­
cropsia h u m a n a vista posteriormente desde la cara lateral dere­
to rio nunca debe c o n s titu ir el ú n ico criterio de selección
cha. El nervio laríngeo recurrente derecho (4), envía ramas al­
de los pacientes, sino que, además, el criterio q u irú rg ic o
ternativam ente para el esófago (2) y la tráquea (6) antes de que
ta m b ié n debe tenerse en cuenta. su rama term inal penetre en la laringe caudal y lateralmente al
M atsubara y cois.120 han in fo rm a d o de que a pesar del músculo cricofaríngeo (7). El tiroides se ha retirado lateralmen­
riesgo asociado a la cirugía p u lm o n a r en los pacientes tra ­ te para mostrar la arteria tiroidea inferior (5) que se enm araña
tados ta m bién q u irú rg ica m e n te p o r cáncer del esófago to ­ con el nervio laríngeo recurrente. Obsérvense tam bién las pe­
rácico, la combinación de estas dos cirugías no está contrain­ queñas ramas nerviosas que penetran en la glándula (8, flecha).
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Esófago 14
del nervio p o r debajo del arco aórtico, del tra ye cto en el W etscher y cois.128 han in fo rm a d o de que, en los p a ­
á ngulo traqueal, de la estrecha relación con las estructuras cientes con enferm edad p o r reflujo gastroesofágico, la ci­
anatómicas del mediastino posterior, y de la anastomosis mí­ rugía co n stituye el tra ta m ie n to de elección, ya que el tra ­
n im a existente e n tre las redes nerviosas esofágica y tra ­ ta m ie n to m é d ic o no c o n tro la el re flu jo ni im p id e la
queal. Afirman que, quizá, las lesiones del nervio puedan ex­ regurg ita ció n , y tiene un escaso efecto sobre la disfagia.
plicar las com plicaciones respiratorias postoperatorias en M asón y co is.129 a p u n ta ro n que la fu n d u p lic a tu ra de
esta técnica quirúrgica. En los pacientes con carcinoma del Nissen im p id e el a c o rta m ie n to del esfínter a u m e n ta n d o la
esófago torácico, Matsubara y cois.125 re com iendan el ac­ co m p e te n cia del esfínter esofágico inferior ante la d iste n ­
ceso cervicotorácico para la disección mesoesofágica total,
sión gástrica progresiva.
in c lu ye n d o los ganglios linfáticos de la región del nervio
Jordán y T h o rn b y 130 observaron que la va g o to m ía de
recurrente.
células parietales ju n to a la fu n d u p lica tu ra de Nissen cons­
Baba y cois.126 docum entaron que, de 141 pacientes con
titu y e una técnica segura q u e protege los troncos vagales,
esofagectom ía p o r ca rcinom a, 51 presentaron ronquera
pero que sólo debe realizarse en pacientes con e n fe rm e ­
p or parálisis de las cuerdas vocales (PCV) al alta hospitala­
dad p o r úlcera péptica.
ria. En 21 de estos pacientes (4 1 % ), la PCV se resolvió es­
Farrell y cois.131 com pararon la fu n duplicatura de Nissen
p o n tá n e a m e n te en un año, y en cuatro pacientes en dos
(fu n d o p lica tu ra con envoltura a n terior de 360°) con la fu n -
años. M uchos de los que tu v ie ro n PCV persistente m ostra­
d o p lica tu ra de T ou p e t (fu n d u p lica tu ra con e n voltura pos­
ron d e b ilidad al subir escaleras, con la de g lu ció n , etc.
te rio r de 270°). C o m p ro b a ro n que con la técnica de Nis­
Debido a su localización, los nervios vagos se pueden le­
sen no se p ro d u jo reflujo hasta la rotura; con la técnica de
sionar también durante la cirugía del esófago. La lesión de los
Toupet, el reflujo apareció con presiones intragástricas m u y
troncos vagales produce disfagia neurogénica y atonía gástri­
ca. Se ha demostrado que la vagotom ía troncular completa bajas (< 2 m m Hg), p o r encima de las cuales no apareció re­

abóle la función del EEI. Sin embargo, la denervación selecti­ flu jo hasta la rotura.
va del esófago terminal en los 5 cm a 7 cm proximales a la C a d e n s tá tte ry cois.132 observaron que la fu n d u p lic a tu ­
unión con el estómago, no afecta al to n o de reposo del EEI ni ra parcial posterior constituía una eficaz barrera antirre flu -
a su competencia. Esta técnica se emplea en la vagotomía de jo en los pacientes con trastornos de la m o tilid a d del cu e r­
células parietales en los pacientes con úlcera gastroduodenal34. po del esófago; la disfagia p o s to p e ra to ria d is m in u y ó al
Son m u y abundantes las diferencias de o p in ió n respec­ m ejorar la fu n c ió n del cue rp o esofágico.
to a las distintas técnicas de tra ta m ie n to q u irú rg ic o del re­ Pélissier y cois.133 afirm an que la co m b in a c ió n de la he-
flu jo gastroesofágico. A c o n tin u a c ió n se enum e ra n a lg u ­ m ifu n d u p lic a tu ra posterior y la fu n d u p lica tu ra circular c o r­
nos ejem plos de los estudios más recientes que ponen de ta con fijación a los pilares es eficaz y mejora la actividad m o ­
relieve la controversia: tora, im p id ie n d o la aparición de las com plicaciones de la

Perlas clínico-quirúrgicas

Muchos cirujanos se m uestran indecisos respecto a La vagotomía selectiva hace referencia a la denervación
la utilidad y eficacia de las técnicas de vagotom ía. Pare­ total del estómago conservando la inervación vagal de los
ce que la vagotom ía tro n c u la r com pleta continúa sien­ otros órganos abdominales. Al separar las ramas nerviosas
do el tipo de vagotomía realizado con mayor frecuencia a pe­ parasimpáticas del antro es necesaria una técnica de drena­
sar del inconveniente que presenta al denervar otras porciones do (com o la piloroplastia). La técnica se realiza en raras oca­
del tracto Gl distintas al estómago. Con frecuencia se reali­ siones.
za form ando parte de un procedimiento de urgencia, y es La vagotom ía proxim al extendida descrita p or Dona-
más sencilla en manos de varios cirujanos. hue127 es una vagotomía de células parietales que incluye
La vagotom ía de células parietales, conocida tam bién también la separación del nervio gastroepiploico en la curva­
como vagotomía gástrica proximal, vagotomía proximal se­ tura mayor. La vagotomía proximal extendida va acompa­
lectiva y vagotomía supraselectiva, implica la separación de ñada norm alm ente por una técnica de drenado debido a
las ramas del nervio vago de la mayor parte de la masa de que jun to a la úlcera duodenal aparece con frecuencia una
células parietales. El objetivo consiste en conservar los nervios obstrucción pilórica funcional incluso cuando el endoscopio
del antro, preservando el vaciamiento antral; sin embargo, puede atravesar el píloro. Los efectos secundarios incapaci­
puede ser necesaria una técnica de drenado si existe algún tantes de esta técnica son bajos, y se ha docum entado un
tip o de obstrucción pilórica. bajo índice de recurrencia de la úlcera a largo plazo. (RSF jr)

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• Skandalakis

Esófago

técnica de Nissen. Sin em b a rg o , no dism inuye los efectos laparoscópica y la abierta p roducen resultados similares.
secundarios. Karim y cois.140 no e n co n tra ro n diferencias sign ifica ti­
H organ y cois.134 concluyeron que las razones p rin c ip a ­ vas en las com plicaciones postoperatorias (o sea, fla tu le n ­
Anatomía quirúrgica

les del fracaso de las técnicas a n tirre flu jo son el fa llo del cia, disfagia) entre las técnicas de Nissen (tota l) y de Tou-
cierre del pilar y la m alfo rm a ció n de la envoltura. Subraya­ p e t (parcial) en los pacientes con e n ferm edad por reflujo
ron la im portancia de una técnica quirúrgica apropiada, de gastroesofágico som etidos a reparación laparoscópica.
un cierre m eticuloso, y de una construcción y fijación de C oelho y cois.141 subrayan que, «la transform ación y las
la e n voltura adecuadas. com plicaciones de la fu n d u p lic a tu ra laparoscópica son ba­
Spechler y cois.135 advierten que la cirugía antirreflujo en jas y descienden significativam ente con la experiencia del
los pacientes con enferm edad p o r reflujo gastroesofágico cirujano, aunque pueden aparecer com plicaciones graves
(ERGE) no se debe realizar con la esperanza de a b a n d o n a r y letales». Entre estas com plicaciones se encuentran el neu­
la m edicación antisecretora. En los pacientes con ERGE y m o to ra x , la hem orragia, la pancreatitis aguda, el absceso
esófago de Barrett, el tra ta m ie n to q u irú rg ico p o r sí solo no intraabdom inal, la perforación esofágica, la sepsis, el shock,
im p id e la aparición del cáncer de esófago. y la o b s tru cció n gástrica secundaria a la herniación de la
Nosotros citam os a Kahrilas136: fu n d u p lica tu ra .
Éstas son las buenas noticias para los pacientes con Eshraghi y cois.142, tras una revisión de las fu n d u p lica -
ERGE. A pesar de la pesada y prolongada sintomatología turas de Nissen realizadas en su práctica individual desde
que produce en la población, la ERGE tiene un índice de enero de 1989 hasta marzo de 1997, co ncluyeron qu e la
m ortalidad notablemente bajo. De hecho, se puede afir­ fu n d u p lic a tu ra laparoscópica de Nissen es preferible a la
m a r que la m ortalidad p o r ERGE es demasiado baja como técnica abierta para el tra ta m ie n to del reflujo gastroesofá­
para verse afectada significativamente por cualquier inter­ gico.
vención en un ensayo controlado. V elanovich143 e n c o n tró un alivio s in to m á tico y una m e­
Otra implicación de la baja tasa de m o rta lid a d p o r jora en la calidad de vida equivalentes entre la cirugía lapa­
ERGE es que los resultados de cualquier estrategia preven­ roscópica y la abierta.
tiva para el adenocarcinoma de esófago serán bajos como Frantzides y Richards144 subrayan que, auna n d o los cri­
máximo. Incluso entre los pacientes con esófago de Ba­ terios estrictos, la experiencia y la estandarización de la téc­
rrett, para los que se acepta generalmente la existencia de nica, la fu n d u p lica tu ra laparoscópica de Nissen es segura y
un riesgo mayor, la incidencia anual de adenocarcinoma sus resultados son efectivos para el tra ta m ie n to de los sín­
de esófago fue solamente del 0,4%. tom as crónicos en la enferm edad p o r reflujo gastroesofá­
gico.
S p iva ky cois.137 afirm an que la laparoscopia p ro p o rc io ­
W e ts c h e ry cois.145 afirm aron qu e la fu n d u p lic a tu ra la­
na una vía ó p tim a de acceso a la u n ió n gastroesofágica.
paroscópica de Toupet (fun d u p lica tu ra parcial posterior) es
Richardson y H u n te r138 han in d ica d o que se o b tie n e n
una técnica antirreflujo más eficaz para los pacientes con pe-
buenos resultados y una baja incidencia de disfagia al incluir
ristaltismo esofágico débil que la fu n d u p lic a tu ra flexible de
la m ovilización del fo n d o gástrico en la fu n d u p lic a tu ra la-
Nissen, ya que ofrece una m e n o r resistencia al vacia m ie n ­
paroscópica flexib le de Nissen. La m ovilización se realiza
to esofágico y una baja incidencia de disfagia posto p e rato ­
m e d ia n te la ligadura de los vasos gástricos cortos y de los
ria. C o m e n ta n d o este artículo, Jamieson146 afirm a que la
vasos gástricos posteriores para e xp o n e r la base del pilar
m e jo r intervención para todos los pacientes con en fe rm e ­
iz q u ie rd o , e lim in a n d o todas las adherencias g a s tro p a n -
dad p o r reflujo gastroesofágico no co m p lica d a es la fun-
creáticas posteriores y m oviliza n d o el peritoneo.
d o p licatura to ta l flexible.
Rantanen y cois.139 han elaborado una relación c o m p a ­
W eb e r147 recom ienda la fu n d u p lic a tu ra de T o u p e t para
rativa de las complicaciones entre la fu n d u p lica tu ra de Nis­
el tra ta m ie n to del reflujo gastroesofágico en los niños.
sen laparoscópica y abierta.
D unn y cois.148 recom iendan la fu n d u p lica tu ra cón an-
En la fu n d u p lic a tu ra laparoscópica:
troplastia c o n c o m ita n te en los niños sintom áticos con re­
a. 67% , disfagia tem p o ra l. flu jo gastroesofágico y retraso del vaciam iento gástrico d o ­
b. 2 0 % , disfagia persistente. cum entados. /
c. 9 7 % , reflujo leve o ausente. Floch y cois.149 co m unican que los fracasos de la cirugía
d. 5 0 % , flatulencia. a ntirreflujo se pueden c o rre g ir m e d ia n te técnicas laparos-
En la fu n d u p lic a tu ra abierta: cópicas antirreflujo.
a. 4 1 % , disfagia te m p o ra l. Ritter y cois.150 han d o c u m e n ta d o excélentes resultados
b. 18% , disfagia persistente. con la técnica de Collis-Belsey en los pacientes con enfer­
c. 100 % , reflujo leve o ausente. medad p o r reflujo gastroesofágico avanzada sin disfagia.
d. 6 3 % , flatulencia. Esta técnica, consistente en una gastroplastia para el alar­
Los autores de este estudio concluyeron que, excepto para g a m ie n to esofágico seguida por una fu n d u p lic a tu ra par­
la disfagia te m p o ra l y para la flatulencia, la fu n d u p lic a tu ra cial, fue menos eficaz en los pacientes con disfagia p re o ­
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Esófago 14
peratoria. Estos autores recom iendan la esofagectom ía en Sin e m b a rg o , O r rin g e r y co is.162 in d ic a n que la eso­
los pacientes con disfagia cu a n d o se co m b in a la estenosis fa g ectom ía transhiatal puede realizarse con m a yo r segu­
con una pérdida intensa de la m o tilid a d esofágica. ridad y m e n o r m o rb ilid a d que los accesos transtorácicos
Patti y cois.151 indican que las técnicas laparoscópicas tra d icionales en la m ayoría de los pacientes que re quie­
a n tirreflujo contro la n la sinto m a to lo g ía de la enferm edad ren una resección esofágica p o r patologías benignas y m a ­
po r reflujo gastroesofágico m ediante: 1) la reparación de la lignas.
hernia, 2) la reducción del hiato a su ta m a ñ o n orm al, 3) la B u m m y cois.163 c o m p a ra ro n los resultados a co rto y
separación y ligadura de los vasos gástricos cortos, y 4) el largo plazo de la esofagectom ía transhiatal radical (ETR)
em pleo de una envoltura parcial o total anclada al pilar de­ com bin a d a con linfadenectom ía de dos cam pos con disec­
recho o izquierdo. ción m ediastinoscópica del esófago to rácico superior (en-
Richardson y B o w e n 152 de fie n d e n la cirugía esofágica dodisección) con los o b te n id o s en la esofagectomía trans­
m ín im a m e n te agresiva en las técnicas an tirre flu jo (fu n d u - hiatal co n v e n c io n a l (ETC) para el c a rcin o m a de esófago
plicatura), en la acalasia (m io to m ía de Heller) y en la her­ distal. Los autores concluyeron que el adenocarcinom a dis­
nia paraesofágica. Los autores afirm an que las técnicas la­ tal del esófago se puede resecar con seguridad mediante ETR
paroscópicas consiguen resultados equivalentes a la cirugía con linfadenectomía de dos campos y endodisección, y que
abierta. esta técnica p e rm ite la resección radical «en bloque» del
A y e y cois.153 recom iendan la reparación laparoscópica tercio distal del esófago p o rta d o r del tu m o r (in clu ye n d o el
de Hill en los pacientes con m o tilid a d anóm ala asociada m ediastino inferior y la región paracardial). La ETR p ro d u ­
con reflujo. ce menos com plicaciones cardíacas y una m a yo r supervi­
Rydberg y cois.154 plantean la hipótesis de que la ciru ­ vencia global en los pacientes N1 -positivos cuando se c o m ­
gía antirre flu jo de ajuste — envoltura parcial o tota l basada para retrospectivam ente con la ETC.
en la fu n ció n m otora del esófago— puede evitar la disfagia Gluch y cois.164 com p a ra ro n la esofagectomía transhia­
y otros síntomas obstructivos. Sin e m bargo, en su ensayo tal con la técnica de Ivor Lewis e in fo rm a ro n de que n in g u ­
clínico aleatorio, estos autores d e m ostraron que la disfun­ na de las dos técnicas era preferible cu a n d o los pacientes
ción m o to ra esofágica no se puede utilizar para diseñar la fueron clasificados para el tip o de tu m o r y el estadio. Los
cirugía a n tirre flu jo en los pacientes con e n fe rm e d a d po r autores co n clu ye ro n , p o r lo ta n to , que la esofagectom ía
reflujo gastroesofágico. transhiatal constituye una alternativa válida a la técnica de
Szwerc y cois.155 y C uret y cois.156 han a firm a d o que, Ivor Lewis.
aunque supone un desafío técnico, la re intervención lapa­ Parshad y cois.165 señalaron que los adenocarcinom as
roscópica es segura y eficaz en los pacientes con e n fe rm e ­ del esófago distal y de la unión gastroesofágica pueden tra­
dad p or reflujo esofágico recurrente som etidos p reviam en­ tarse m ed ia n te esofagectomía transhiatal o b te n ie n d o una
te a una técnica laparoscópica antirreflujo. paliación aceptable y ta m b ié n la posible curación de la en­
Aún c o n tin ú a n las discrepancias sobre el tra ta m ie n to ferm edad en los estadios I y II. Nosotros citam os a Law y
q u irú rg ic o del cáncer de esófago de tip o epitelial y no e pi­ W o n g 166:
telial. Incluso en el estó m a g o existen distintas fo rm as de
Todavía no se ha demostrado si la aplicación de las te­
neoplasia epitelial. Según D rim an y Ridell157, el adenocar­
rapias neoadyuvantes puede sustituir a las técnicas qui­
cinom a de cardias se diferencia claram ente del adenocar­
rúrgicas más radicales para conseguir el control local y eli­
cino m a del cu erpo y del a n tro gástricos. Tam bién existe
m inar las metástasis sistémicas. En los tumores localmente
controversia acerca de la técnica «ideal» u ó p tim a de re­
avanzados o metastásicos, la quim iorradioterapia p rim a ­
sección esofágica (transhiatal o transtorácica), y respecto
ria parece una alternativa razonable.
a la ca ntidad de esófago que se debe e x tirp a r en presen­
cia de un cáncer de esófago. Existen aún muchas discrepancias sobre el em pleo de la
Chu y cois.158 indican que el acceso transtorácico es pre­ lin fadenectom ía e xte n d id a ju n to a la esofagectom ía par­
ferible al transhiatal para la resección esofágica del carci­ cial o tota l en los pacientes con carcinom a del esófago to ­
nom a del tercio inferior del esófago. P o m m ie ry cois.159 han rácico. N ishihira y cois.167 subrayan que la linfadenectom ía
info rm a d o de que la esofagectomía de Ivor Lewis y la trans­ e xtendida de los ganglios cervicales y mediastínicos supe­
hiatal ofrecen índices de supervivencia equivalentes en el tra­ riores puede evitar la recurrencia y p ro lo n g a r la supervi­
ta m ie n to del cáncer de esófago. Anikin y cois.160 aconse­ vencia tras la resección del carcinom a del esófago torácico.
jan la e so fa g e c to m ía to rá cica to ta l a través del tó ra x En un estudio que co m p a ra b a la esofagectom ía total
izquierdo con una incisión cervical izquierda separada para con la esofagectomía pro xim a l, Fujita y cois.168 indicaron
el carcinom a de esófago. Swanstrom y Hansen161 in d ic a ­ que «la esofagectomía p ro x im a l con o sin laringectom ía y
ron que, a pesar del descon o cim ie n to del papel de la eso­ con linfadenectom ía cervical o mediastínica alta (o ambas)
fa g ectom ía laparoscópica tota l c o m o técnica curativa en está indicada en los pacientes con cáncer de esófago loca­
los procesos malignos del esófago, técnicamente dicho pro ­ lizado en la u nión cervicotorácica, a menos que el tu m o r
c e d im ie n to es factible, aunque tam b ié n difícil. afecte al esófago distal hasta el e xtre m o del arco aórtico y
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* Skandalakis

Esófago

se encuentren metástasis en los ganglios linfáticos distales sustituir el esófago resecado parcial o totalm ente (fig. 14.30).
al arco aórtico preoperatoriam ente». El secreto para una buena m ovilización gástrica consis­
Baisi y cois.169 in fo rm a ro n de que la esofagectomía ra­ te en:
Anatomía quirúrgica

dical es posible en el 9 1 % de los pacientes con carcinom a


• Una m a n io b ra de Kocher extensa.
escamoso del esófago torácico si la com presión es leve y el
• La ligadura de la arteria gástrica derecha y de las arterias
árbol tra q u e o b ro n q u ia l no está fijad o a planos. B olton y
gástricas cortas.
cois.170 presentaron las siguientes complicaciones a n a tó m i­
• La c o n se rv a c ió n de las arterias g a s tro e p ip lo ic a s (Fig.
cas en la resección del cáncer esofágico:
14.31).
Lesión del nervio laríngeo recurrente 3% al 16 % L ie b e rm a n n -M e ffe rt y cois.27-175 han in fo rm a d o q u e la
Dehiscencia anastom ótica 3% al 39% arteria gastroepiploica derecha (g a stro o m e n ta l) c o n s titu ­
Estenosis anastom ótica 2 0 % al 4 0 % ye la vascularización exclusiva del tu b o gástrico. O tras ar­
Q u ilo tó ra x 2% terias que participan en m e n o r cuantía son:
En ocasiones, los pacientes con cáncer de esófago lo­ • M esentérica superior.
calizado en la unión cervicotorácica no presentan afectación • Gastroepiploica izquierda.
de la laringe, la tráquea, la faringe ni el esófago distal. Para • Capilares y arteriolas de la submucosa (especialm ente en
los pacientes en esta situación cuid a d o sa m e nte seleccio­ el 2 0 % craneal de la curvatura mayor, que se utiliza c o m o
nados, Fujita y co is.171 re co m ie n d a n considerar la esofa­ tu b o ).
g e c to m ía p ro x im a l sin la rin g e c to m ía asociada a linfa- Estos autores recom iendan la m a n ip u la ció n cautelosa
d e n e c to m ía cervical y m e d iastínica alta a través de una del e stó m a g o 27-174.
esternotom ía m edia alta seguida p or la transferencia libre
de yeyuno.
La cicatrización de la esofagogastrostom ía cervical se
altera con frecuencia; la dehiscencia y la fo rm a ció n de es­
tenosis son frecuentes. Pierie y cois.172 ofrecen las siguien­
tes recomendaciones para la técnica:

1. La anastomosis m anual es preferible al uso de disposi­


tivos con grapas circulares.
2. Se recom ienda la co n strucción de un tu b o gástrico an­
cho, in c lu y e n d o la conservación de la arteria gástrica
derecha.
3. La localización cervical de la anastomosis, que es bastan­
te segura, es preferible a la localización intratorácica.

Al co m p a ra r las dehiscencias de las anastomosis esofa-


gogástricas grapadas con las suturadas m a n ualm ente, Bei-
t l e r y Urschel173 d o c u m e n ta ro n tasas de dehiscencia e q u i­
valentes. Sin e m b argo, las estenosis fueron más frecuentes
en las anastomosis grapadas. Estos autores coinciden con
otros info rm e s en que los errores técnicos y la isquem ia
o cu lta del fo n d o gá strico m o v iliz a d o son las dos causas
principales de la dehiscencia.

Estructuras a n ató m icas


re c o m e n d a d a s p ara la sustitución
e s o fá g ic a tras la e so fag ecto m ía
y la esofago gastrectom ía

Es t ó m a g o
F ig u r a 14.3 0. La elongación del estómago se puede obtener
En el tratam iento del cáncer de esófago, la mayoría de los mediante un corte lo n g itu d in a l para alargarlo. A, Corte isope-
cirujanos utilizan el estómago o el tu b o gástrico26,80-174,175 para ristáltico. B, Corte retroperistáltico. [ea]
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Esófago

F ig u r a 14.31. Movilización de la curvatura m ayor del


estómago, conservando la arteria gastroepiploica (2a) y
ligando los vasos gástricos cortos (2b). La línea de resec­
ción está cerca de la u n ió n gastroesofágica en los tu m o ­
res altos del esófago o incluye la curvatura m en o r y las
glándulas perigástricas, (14) extendiéndose hasta el ori­
gen de la arteria gástrica izquierda (5). [ea]

F ig u r a 14.32. La sustitución del colon se puede


realizar utilizando el colon derecho (isoperistáltica,
A), el colon transverso e izquierdo (isoperistáltica,
B), o puede ser retroperistáltica (C). [ea]

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* Skandalakis

Esófago

Tabla 14.4. Complicaciones anatómicas de la cirugía del esòfago j


Anatomía quirúrgica

T écnica Vasculares Lesiones o rgán icas T écn ica in a d e c u a d a


Esofagoscopia (rígida o Hemorragia Perforación esofágica, rotura de la pleura Ausencia de diagnóstico precoz de las com ­
flexible) mediastínica y neu m oto rax y enfisema plicaciones
subcutáneo y neum onitis por aspiración
Escleroterapia de vari­ Hemorragia Perforación esofágica, estenosis esofágica
ces esofágicas
Herniorrafia hiatal Hemorragia, Perforación esofágica, lesión del nervio Disfagia, ro tu ra de las su tu ras crurales
quilotórax vago p o ste rio re s c o n m ig ra c ió n de la f u n ­
d u p lic a tu ra hacia el tórax
Esofagomiotomia para Hemorragia Esofagitis por reflujo, perforación esofági­ M iotom ía dem asiado corta o larga
la acalasia ca, form ación de fístulas, hernia de h ia­
to yatrogénica, disfagia
Diverticulectomia
a. De Zenker Hemorragia Lesión del nervio laríngeo recurrente M iotom ía cricofaríngea y m iotom ía eso­
b. Supradiafragmàtica Hemorragia Lesión del tronco vagal o del plexo esofá­ fágica superior inadecuadas, deh iscen ­
gico, dehiscencias, form ación de fístu­ cias, form ación de fístulas, estenosis su ­
las, estenosis supradiafragmática, mioto- pradiafragmática
mía inadecuada, perforación, fístula

Esofagectomia Hemorragia Punción aórtica, perforación traqueal, per­ Dehiscencia anastom ótica, m ediastinitis
foración bronquial o peritonitis, estenosis anastomótica, n e­
crosis parcial de la curvatura m ayor del
estómago

Esofagogastrectomia Hemorragia Las anteriores y hemorragia esplénica, pan­ Las anteriores y técnicas inadecuadas para
creatitis, parálisis diafragmática secunda­ el cáncer por no extirpar los 2/3 proxi-
ria a rotura del nervio frénico, necrosis males del estómago y 10 cm del esófago
parcial o total de los restos gástricos inferior hasta la carina
Interposición de yeyu­ Hemorragia Infarto del yeyuno o del colon secunda­ Las anteriores y torsión yeyunal inadver­
no, colon, estómago rio a la ligadura venosa, lesión pleural y tida co n pro d u cció n de adh eren cias y
neum otorax, lesión del nervio laríngeo obstrucción
recurrente

Esofagectom ia tran s­ Hemorragia, Lesión del conducto torácico izquierdo Las anteriores
hiatal quilorrea,
quilotórax
Funduplicatura trans- Hemorragia Lesión pleural y neum otorax, perforación Las anteriores y movilización inadecuada
abdom inal de Nissen esofágica, perforación gástrica, hem orra­ del esófago abdom inal, la u n ión gastro-
gia esplénica, lesión del nervio vago, le­ esofágica, y el fondo gástrico, envoltura
sión de la vena hepática izquierda, lesión dem asiado tensa: distensión abdominal,
de la vena cava inferior disfagia, envoltura dem asiado laxa, cie­
rre hiatal dem asiado tenso, cierre hiatal
demasiado laxo, sutura inadecuada de la
fun d u p lic atu ra (mal fijada), c o n tin u a ­
ción del reflujo gastroesofágico o de la
obstrucción, herniación de la fun d up li­
catura en el mediastino

Gastropexia Hemorragia Hemorragia esplénica, lesión de la vena Las anteriores y h iato dem asiado tenso,
hepática izquierda-hemorragia ausencia del ligam ento arqueado m edio
Funduplicatura trans­ Hemorragia Las anteriores y perforación esofágica, le­ Las anteriores y funduplicatura mal fija­
toràcica de Collis y sión del nervio vago, lesiones de la arte­ da, rotura de la funduplicatura
Nissen ria hepática izquierda recurrente, frénica
inferior, gástrica izquierda, gástricas cor­
tas, venas pulm onares inferiores

Fuente: Basada e n d a to s d e O rrin g er MB. C o m p l i c a t i o n s o f esop h ag eal surgery a n d t r a u m a . En: G reen field LJ (ed). C o m p lic a tio n s in Surgery an d
610 T rau m a, 2.a ed. Filadelfia: JB L ip p in c o tt, 1990; c o n au to rizació n .

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Esòfago

F ig u ra 1 4.33. T é cn ic a s p o sib les tras la g a str e cto m ía total. A, T é cn ic a orig in a l e n Y d e R ou x tras un a g a str e cto m ía parcial c o n
g a str o y e y u n o sto m ía (189 7). B, La a n a s to m o sis e n Y d e Roux se p u ed e realizar desp u és de u n a gastrectom ía total situ a n d o la an a s­
t o m o s is e so f a g o y e y u n a l por e n c im a o p o r d e b a jo del diafragm a (véase círculo). C, El asa d e R ou x (1 9 0 7 ) es d iferen te de la a n a s­
t o m o s is e n Y de R oux y c o n siste e n u n asa d e y e y u n o q u e c o m p le t a la c o n t in u id a d n o r m a l tras u n a g a str e cto m ía total. D, La
a n a s to m o sis de Braun (1 8 9 3 ) es o tro m é t o d o u tiliz a d o para desviar la bilis del e só fa g o inferior. Es m e n o s eficaz q u e la a n a s t o ­
m o s is e n Y de Roux, ap artan d o la bilis 25 c m del esó fa g o , [ea]

A co n tin u a ció n se expone la observación de M urakam i I n te s tin o delgado


y cois.176 relativa a los vasos anastom óticos del tu b o gástri­
co y los vasos del cuello cu a n d o se e m plea el e stóm ago Las técnicas para la utilización del intestino delgado en
para la reconstrucción esofágica: la sustitución esofágica se m uestran en la Figura 14.33.
Se observó un incremento significativo del flujo sanguí­ El ye yu n o se utiliza en localización retroesternal o sub­
neo tisular tras la anastomosis venosa sola (media, 19%, cutánea con fines paliativos. Tachim ori y cois.178 describie­
P <0,05) y tras la anastomosis arterial y venosa (media, ron la reconstrucción m edia n te la interposición de yeyuno
43%, P <0,05). No se produjeron dehiscencias anastomó-
ticas ni muertes hospitalarias (...) Esta técnica puede dis­ Frecuencia de las complicaciones
T a b la 1 4 .5 .
m inuir el riesgo de dehiscencia anastomótica especialmen­ menores estratificada en intervenciones
te en los casos en los que se realice una faringogastrostomía primarias y reintervenciones
tras la esofagectomía total.
In te rve n ­
ciones Reinter­
C olo n prim arias venciones Total
(n = 500) (n = 38) (N = 538)
Tanto el colon derecho co m o el transverso y el izquier­
d o se p u e d e n u tiliz a r para la s u s titu c ió n esofágica e m ­ íle o 3 0 (6,0)* 7 (18,4) 37 (6,9)
p le a n d o una té c n ic a isope ristá ltica o re tro p e ris tá ltic a N e u m o to r a x 11 (2,2) 2 (5,3) 13 (2,4)
(Fig. 14.32). R e ten ció n urinaria 10 (2,0) 0 1 0 (1 ,9 )
Cheng y cois.177 utilizaron la sustitución colónica tras la Otras 8 (1 ,6 ) 0 8 (1 ,5 )
esofagectom ía en 2 4 0 casos. R ecom iendan la utilización Total 59 (1 1,8 ) 9 (23,7) 6 8 (12,6)

de la arteria cólica izquierda siempre que sea posible, la p o ­


*P = 0,002
sición isoperistáltica para la sustitución, y la anastomosis
Fuente: Pohl D, Eubanks TR, O m elanczuk PE, Pellegrini CA.
sim ple. Estos autores han d o c u m e n ta d o una m o rta lid a d M anagem en t and o u tc o m e of com p lication s after laparoscopic
del 2,8% ; una m o rb ilid a d del 1 7,5% ; y una incidencia de antireflux operations. Arch Surg 200 1;1 3 6 :3 9 9 -4 0 4 ; c o n a u to ­
dehiscencia anastom ótica del 10,4% . rización.

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* Skandalakis

Esófago

gica al nivel de las venas pulm onares inferiores. DeM eester


Frecuencia de las complicacio­
T a b la 1 4 .6 .
defiende que esta resección es inadecuada, ya que se debe
nes mayores estratificada en intervencio­
e xtirp a r un m argen esofágico de 10 cm o más p o r encim a
Anatomía quirúrgica

nes primarias y reintervenciones


del tu m o r para evitar recurrencias.
In te rve n ­
ciones Reinter­
prim arias venciones Total P iel
(n = 500) (n = 38) (N = 538)
Los tubos construidos con piel hum ana ya no se utilizan
Disfagia 9 (1,8) 2 (5,3) 11 (2,0) en la sustitución esofágica d e b id o a las graves c o m p lic a ­
Traumatismo hepático 2 (0,4) 0 2 (0,4) ciones que han pro d u cid o .
Herniación aguda 1 (0,2) 0 1 (0,2)
Perforación visceral 1 (0,2)* 3 (7,9)* 4 (0,7)
Reintervención 3 (0,6) 1 (2,6) 4 (0,7)
Muerte 2 (0,4) 0 2 (0,4)
C o m p licacio n es a n a tó m ic a s
Total 18 (3,6)* 6 (15,8)* 24 (4,5) ^ - ' v\ d e la cirugía d el esófago
*P < 0,05
Las com plicaciones anatóm icas de la cirugía del esófa­
Fuente: Pohl D, Eubanks TR, O m ela n c z u k PE, Pellegrini CA. go se presentan en la Tabla 14.4.
M anagem en t and o u tc o m e of c om p lication s after laparoscopic Pohl y cois.180 han clasificado las com plicaciones de la
antireflux o p eration s. Arch Surg 20 01;1 3 6 :3 9 9 -4 0 4 ; co n a u to ­
cirugía antirre flu jo laparoscópica en menores (n o se espe­
rización.
ra que produzcan una incapacidad p e rm a n e n te y /o no re­
quieren un tra ta m ie n to invasivo) y mayores (p ro d u c e n una
incapacidad pe rm a n e n te y /o requieren tra ta m ie n to inva­
en el cáncer de cardias. D eM eester179 afirm a que la recons­ sivo). Sus hallazgos se resumen en las Tablas 14.5 y 14.6.
trucción info rm a d a p o rT a c h im o ri lim ita la resección esofá­

612

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C A U L O

Estómago
Lee J. Skandalakis; G e ne L. C olborn; Thomas A. W eidm an; A n d re w N. Kingsnorth;
John E. Skandalakis; Panajiotis N. Skandalakis

(...) la cirugía del tubo digestivo constituirá, confío en que para siempre, la columna vertebral de la cirugía general.
M artin Allgówer1

La m a n o hum ana se utiliza con frecuencia c o m o ayuda


Historia ne m otécnica en la instrucción de los estudiantes sobre las
estructuras anatómicas específicas. Para enseñar la e m b rio ­
En la Tabla 15.1 se muestra la historia de la anatomía y la
logía del estóm ago, nosotros em pleam os la m a n o izquier­
cirugía del estóm ago. Los detalles adicionales se encuentran
da, colocada de tal fo rm a que la e m inencia h ip o te n a r y el
más adelante en este capítulo bajo el epígrafe «Cirugía».
q u in to dedo to q u e n el área epigástrica (Figs. 15.5 y 15.6).
Con la rotación, la palm a de la m a n o toca el epigastrio; la
em inencia h ip o te n a r y el q u in to d e d o tocarán la curvatura

i» Embriogénesis mayor; y la eminencia tenar y el pulgar, la curvatura menor.


Hay que te n e r presente q u e con el desarrollo u lterior, la
D esa rr o llo normal porción proxim al del estóm ago se desplaza hacia la izquier­
da, dando lugar al fo n d o permanente, y la porción distal ha­
Los p rim o rd io s del esófago, el estóm ago y el d u o d e n o
cia la derecha, o rig in a n d o el píloro.
p ro x im a l se fo rm a n d e b id o a la e lo n g a ció n del inte stin o
Algunos autores creen que los cambios en la posición del
a nte rio r e m b rio n a rio . D urante la cuarta o q u in ta semana
estóm ago secundarios a la rotación no se pro d u ce n en rea­
de vida em brionaria comienza la dilatación en la región del
lidad. La unió n gastroesofágica se puede observar tras el
fu tu ro estóm ago a la altura de C3-C5. Al final de la sépti­
a u m e n to del fo n d o a partir del cuerpo del estóm ago. O'Ra-
ma semana, el estóm ago se localiza a nivel de D 5 -D 1 0, no
hilly y M ü lle r2 han estudiado los cam bios intrínsecos en el
c o m o consecuencia de su «descenso», sino p o r el creci­
c re c im ie n to de ambas curvaturas gástricas. Estos autores
m ie n to en d irección craneal de otras estructuras e m b rio ­
info rm a n de que no existe evidencia de la rotación gástri­
narias. El c re cim ie nto del tro n co hace que el estóm ago se
ca. El e n ig m a e m b rio ló g ic o sigue sin descifrar. Pero p ro b a ­
localice entre D I 0 y L3, su posición final norm al.
blem e n te O'Rahilly y M ü lle r estén en lo cierto.
¿Realiza el estóm ago una rotación y un p le g a m ie n to al­
Los pliegues aparecen hacia la octava semana. La m us­
rededor de sus ejes lo n g itu d in a l y anteroposterior? Se tra ­
cular surge entre las semanas octava y d e cim ocuarta.
ta de una cuestión co n trovertida.
Las primeras criptas glandulares aparecen en la curva­
Tal vez se produzca una rotación de 90° en sentido h o ­
tura m e n o r entre la sexta y novena semanas, y hacia la d é ­
rario alrededor del eje lon g itu d in a l (Figs. 15.1 A y B), arras­
cim a semana se d is trib u y e n p o r to d o el e s tó m a g o (Fig.
tra n d o el mesogastrio dorsal hacia la izquierda. A este ni­
15.7). En el recién nacido se pueden e n c o n tra r a p ro x im a ­
vel se puede apreciar la fo rm a c ió n de la transcavidad de
da m e n te 2 0 0 .0 0 0 criptas y 5 0 0 .0 0 0 glándulas en to d o el
los epiplones (Fig. 15.1D ). D ebido a esta rotación, se p ro ­
estóm ago. Las células parietales se pueden ide n tificar hacia
duce un ca m b io en la anatom ía topo g rá fica de los troncos
la undécim a semana, y las células principales alrededor de la
vagales: el tro n c o izquierdo inervará la pared gástrica a n ­
d u o d é cim a semana. En este período aparecen ta m b ié n las
terior, y el derecho la posterior.
células mucosas; la pepsina está presente en la mucosa en
La rotación sobre el eje anteroposterior (Fig. 15.2) varía la
la segunda m ita d del sexto mes.
posición del cardias y del fo n d o gástrico, así com o la del pí-
loro y la unión gastroduodenal. Por lo tanto, la línea media
dorsal se convertirá en la curvatura m ayor del estóm ago y la
A n o m a l ía s c o n g é n it a s
línea media ventral en la curvatura m enor (Figs. 15.1 C y 15.3).
En el cuarto mes de vida intrauterina resulta obvia la conca­ Las anomalías congénitas del e stó m a g o se enum eran
vidad de la curvatura m enor y, hacia el octavo mes, la p ro m i­ en la Tabla 15.2. Su localización principal se muestra en la
nencia del fo n d o (Fig. 15.4); esto se debe a que el margen Figura 15.8A; en las Figuras 15.8 B a K se representan las
ventral (curvatura m enor) del futuro estómago crece con m a­ anomalías. A q u í se describirán solam ente algunas de las
y o r lentitud que el dorsal (curvatura mayor). anomalías más im portantes. Los lectores interesados pue-

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* Skandalakis

Estómago

T a b la 1 5 .1 . Historia de la anatomía y la cirugía del estómago


Anatomía quirúrgica

Matthis/Croll 1609 Primera gastrotomía: extracción de un cuchillo; realizada por Matthis; docum entad a por Croll

Schwabe/Becker 1635 Schwabe extrajo un cuchillo del estóm ago; d o c u m e n ta d o por Becker
N olleson hijo 1767 Primera gastrorrafia

Gavard (1753-1802) Fue el primero en describir las fibras musculares oblicuas de la pared gástrica
aprox. 1792

Merrem 1810 Realizó co n éxito una pilorrectomía en perros


Brodie 1814 Dem ostró que la sección vagal inhibía la secreción gástrica en perros

Delpech, C ayroche/ 1819 Delpech recom endó la gastrotomía para la extracción de un tenedor del estóm ago de una mujer;
Huard, Imbault-Huart Cayroche realizó la gastrotomía; fue docum entad a por Huard e Imbault-Huart

Lembert 1826 Utilizó suturas discontinuas para la anastomosis intestinal incluyendo todo el espesor de la pared intestinal

Beaumont 1834 Observó la secreción gástrica a través de una fístula gástrica

Blondlot 1843 Realizó gastrostomías en perros


Sédillot 1849 Primera gastrostomía en h u m an os

Billroth, Gussenbauer, 1874-6 Billroth I - Resección gástrica distal con anastomosis del estóm ago con el duodeno (realizada en perros)
Winiwarter Billroth 11 - Anastom osis del estó m ag o con el y e y u n o a través del m e so c o lo n transverso

Verneuil 1876 Primera gastrostomía con éxito en h u m a n o s

Péan 1879 Primera resección gástrica para el tratamiento del cáncer (el paciente falleció al q u in to día)

Rydygier 1880 Segunda resección gástrica sin éxito

Billroth, Wòlfler 1881 Primera resección con éxito en h u m a n o s

Wolfler y Nicoladoni 1881 Realizaron una gastroyeyunostom ía antecólica

Loreta 1882 Describió la incisión antral y la dilatación digital del píloro

Courvoisier 1883 D o c u m e n tó la primera gastroyeyunostom ía retrocólica

Heineke 1886 Primera piloroplastia con éxito

Credè 1886 D o c u m e n tó 26 gastrotomías

Mikulicz-Radecld 1887 Realizó una pilorectomía con éxito en la estenosis pilórica

Mikulicz-Radecki 1888 Realizó una piloroplastia en una úlcera duodenal sangrante

Clinica Billroth 1890 41 resecciones gástricas en cáncer, 19 con éxito (46,5%)

Kriege 1892 Primer cierre con éxito de una úlcera gástrica perforada

Braun 1893 Describió la y eyu n oy eyu n ostom ía c o m o c o m p lem e n to sistem ático a la gastroyeyunostom ía

Eiselsberg 1895 Separó el estóm ago proximal al cáncer realizando una anastom osis gastroyeyunal (exclusión antral)

Becher 1896 Mostró los límites del estóm ago en una cobaya m ediante contraste c o n p lo m o y rayos X

Pavlov 1897 Estudió el m ecan ism o de la secreción gástrica

Mikulicz-Radecki 1897 Inició la resección segmentaria. La indicación para la resección segmentaria fue la úlcera péptica
de la curvatura menor

Schlatter 1898 Realizó la escisión total del estóm ago en el cáncer

Wendel 1907 Realizó una esofagogastrectomía

Fredet 1907 Realizó la m iotom ía extramucosa en una estenosis hipertrófica del píloro

Dufour, Fredet 1908 Realizaron una m iotom ía extramucosa con éxito. Incisión longitudinal y cierre transversal

Halsted 1910 Realizó la sutura y la anastom osis intestinal inclu y en do la capa submucosa, pero sin introducir
la aguja de sutura e n la luz intestinal

Rammstedt 1911-12 Realizó una pilorom iotom ia extramucosa con éxito

Carlson 1912 Registró los m ov im ien tos del estóm ago en animales m ediante un balón introducido a través
de una fístula

Cannon 1912 Dem ostró mediante rayos X que el dolor del hambre se debe a las contracciones del estóm ago
614

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Estómago 15
T a b la 1 5 .1 . Historia de la anatomía y la cirugía del estómago (Continuación.)
Haberer 1919 D o c u m e n tó 2 resecciones gástricas con éx ito en la úlcera péptica perforada

Latarjet 1922-23 Tras com probar la existencia del retraso en el vacia m iento gástrico, añadió la gastroyeyunostom ía
a su vagotom ía

Bircher 1925 Realizó la primera vagotom ía selectiva en h u m an o s

Lewisohn 1925 D o c u m e n tó una incidencia de úlcera del estom a tras la gastroyeyunostom ía para el tratamiento
de la úlcera duodenal del 34%

Odelberg 1927 D o c u m e n tó 20 casos de úlcera péptica perforada tratados m ediante resección gástrica

Judd 1930 Resecó una úlcera duodenal y realizó una piloroplastia transversal

Reichel/Polya Realizaron una anastom osis de toda la abertura del estó m ago separado co n el y e y u n o
(Polya 1876-1944)

M oynihan 1932 Recogió 1.000 casos de gastroduodenostom ía y gastroyeyunostom ía c on una sola m uerte y un 1,8%
de úlceras anastom óticas

Dragstedt 1943 Reintrodujo la vagotomía troncular con gastroyeyunostomía para el tratamiento de la úlcera duodenal

Zollinger, Ellison 1955 Estudiaron los tumores de células de los islotes pancreáticos y las úlceras pépticas en el yey u n o

Griffith y Harkins 1957 Realizaron y estudiaron la vagotom ía hiperselectiva

Harkins (1905-1967) Finne defensor de la vagotom ía con antrectom ía m ediante la técnica Billroth I. D o c u m e n tó
u n índice de recurrencia de tan sólo el 0,5% para la úlcera duodenal.

Skandalakis y cols. 1962 D o cum entaro n 795 casos de tumores del m úscu lo liso del estóm ago

Rhea 1965 D o c u m e n tó el índice de recurrencia más elevado (24%) c o n la técnica Billroth II

Johnston y Wilkinson 1969 Realizaron la vagotom ía selectiva sin drenado para el tratamiento de la úlcera

Debas 1974-1983 Artículos de gran interés sobre la fisiología gástrica

Cheung 1976-1982 Estudió la fisiopatologia de la m ucosa gástrica

Longmire 1981 Realizó el tratamiento radical del carcinoma gástrico

Miller 1988 Publicó un excelente libro sobre las bases fisiológicas de la cirugía m oderna

George y cols. 1990 Demostraron la relación entre Helicobacterpyloriy la úlcera


Weerts y cols. 1994 Revisión de la vagotom ía gástrica laparoscópica e n las úlceras duodenales recurrentes
y en las úlceras pilóricas

TablaelaboradaporDavidA. McCluskyIIIyJohnE.Skandalakis.
Bibliografía:
Garrison FH. History o f M edicine (4th ed). Philadelphia: WB Saunders, 1960.
George LL, BorodyTJ, Andrews P, Devine M, Moore-Jones D, Walton M, Brandi S. Cure of duodenal ulcer after eradication o f Helicobacter
pylori.Med J Aust 1990;153:145-149.
Hollé F, Andersson S (eds). Vagotomy: Latest Advances. N ew York: Springer-Verlag, 1974.
Johnston D, W ilkinson A. Selective va g o to m y w ith innervated antrum w ith ou t drainage for duodenal ulcer. Br J Surg 1969;56:626.
Schmidt JE. Medical Discoveries: W h o and W h en . Springfield, IL: Charles C. Thomas, 1959.
Skandalakis JE, Gray SW, Shepard D, Bourne GH. S m ooth Muscle Tumors o f the Alimentary Canal: Leiomyom as and Leiomyosarcomas,
a Review of 2525 Cases. Springfield, IL: Charles C. Thomas, 1962.
W angensteen OH, W angensteen SD. The Rise o f Surgery. M inneapolis: University o f M innesota Press, 1978.
Weerts JM, Dallem agne B, Jehaes C, Markiewicz S. Laparoscopic gastric vagotom ies. Ann Chir Gynaecol 1994;83:118-123.

den en co n tra r más inform a ció n en el te x to Embryology for trica inco m p le ta y con un megaesófago. C uando el tra ta ­
Surgeons de Skandalakis y Gray3. m ie n to m é d ico conservador, co m o la n u trició n parenteral
total o la a lim entación nasogástrica contin u a , no tiene éxi­
Microgastria y agastria to, el tra ta m ie n to deberá ser quirú rg ico . Gerbeaux5 ha in ­
Sólo en los m onstruos inviables existe siempre una au­ fo rm ado sobre el reservorio yeyunal; y B lanky Chisholm6 so­
sencia com pleta del estóm ago. La m icrogastria es una ano­ bre la gastroyeyunostom ía.
malia co n gènita e xtrem adam ente rara (m enos de 30 casos El cirujano debe tener en cuenta la existencia de otras
docum e n ta do s4) que consiste en la presencia de un peque­ anomalías asociadas con la m icrogastria y la agastria: los
ño estóm ago tu b u la r que se asocia con una rotación gás­ defectos cardíacos, la asplenia, el megaesófago, y otras.
615

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■ Skandalakis

Estómago

i
Anatomía quirúrgica

F ig u ra 15.1. Representación esquemática de los cambios en la posición del estómago. A, B, Rotación del estómago a lo lar­
go del eje lo n g itu d in a l (vista anterior). C, D, Efecto de la rotación sobre los anclajes peritoneales (corte transversal). [sa5]

Atresia y estenosis rugía deberá incluir la e xtirpación del an illo y la gastrogas-


tro sto m ía o gastroyeyunostom ía de la cám ara p ro xim a l.
La atresia gástrica (Figs. 15.8 B y C) se lim ita al a n tro y
a la región pilórica y, en la mayoría de los casos, suele de­ Estenosis congènita dei piloro
berse a un diafra g m a m u co m e m b ra n o so . Este diafragm a
(hipertrófica del lactante)
puede estar perforado. A nte la presencia de una úlcera an-
tral o pilórica, se considera que la atresia y la estenosis no El cuadro clínico secundario a la hipertrofia e hiperplasia
son congénitas, sino adquiridas. de la muscular del conducto pilórico aparece m u y pro n to en
Los tres síntomas principales en el lactante son los v ó ­ la vida posnatal; ésta es la razón por la que se considera una
m itos no biliosos persistentes, la distensión ab d o m in a l alta anomalía congènita. Según M c M u llin 7, la incidencia de la es­
y la d is m in u c ió n en la cantidad de heces. tenosis hipertrófica del piloro en el lactante es aproximadamen­
El tra ta m ie n to de elección es la cirugía (escisión del dia­ te de 2,4 por cada 1.000 nacidos vivos, y no parece existir
fragm a y g a stro duodenostom ía) antes del décim o día de una variación estacional según el mes de nacimiento.
vida. La técnica quirú rg ica de elección es la p ilo ro m io to m ía
(técnica de R am m stedt) (Fig. 15.8 D ). Se trata de una inci­
Estómago en reloj de arena sión longitudinal simple en la m usculatura pilórica dejando
la mucosa intacta. Se debe co rtar la m uscular sin lesionar
El estó m a g o en reloj de arena consiste en la división de la mucosa. La incisión no se sutura. Tam bién se ha in fo r­
las dos cámaras gástricas por un anillo co n strictor que pue­ m a d o del é xito m e diante la dilatación con balón del c o n ­
de ser de o rig e n co n g è n ito . C uando haya síntomas, la ci­ d u c to p iló rico 8.
616

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Estómago

Defectos congénitos de la musculatura


gástrica
Los defectos congénitos de la m usculatura gástrica se
deben a un fallo en la fo rm a ció n de los mioblastos. La cu r­
va tura m a y o r se ve afectada co n m a y o r fre cuencia (Fig.
1 5.8G ). Si se p roduce la perforación gástrica, el tra ta m ie n ­
to de elección es la cirugía.

Malposición gástrica
La fo rm a más grave de m alposición gástrica se asocia
con la transposición visceral c o m p le ta (Fig. 15.8H). Se ha
descrito la asociación del vólvu lo gástrico con el bazo flo ­
tante secundario a la ausencia de conexiones ligamentosas
entre el estóm ago, el bazo y la pared a b d o m in a l posterior9.
C uando aparece un vólvu lo gástrico, se debe recurrir a la
cirugía de urgencia.
Cardias

Mucosa gástrica heterotópica: receptor


Curvatura menor y donante
El estóm ago puede co n stitu ir ta n to el receptor c o m o el
d o n a n te de la mucosa gástrica, qu e es la estructura más
pequeña del tra cto Gl. En las Figuras 15.8 I y J se muestra
el estóm ago c o m o receptor, y en la Figura 15.8E, c o m o d o ­
nante. C ua n d o haya síntomas, se debe realizar una cirugía
Curvatura mayor
conservadora.

F igura 15.2. Ilustración esquemática de la rotación del estó­


mago alrededor del eje anteroposterior. Obsérvese el cambio Teratoma gástrico
en la posición del píloro y del cardias. [sa5]
El teratom a gástrico es una lesión b e nigna m u y rara. En
1964 Skandalakis, uno de los autores de este capítulo, y sus
colegas10 c o m u n ica ro n el d e cim o te rce r caso de te ra to m a
gástrico. In fo rm a ro n de que en todos los casos con d isp o ­
Divertículos gástricos congénitos
nib ilid a d de datos específicos los pacientes fu eron varones
verdaderos y los teratom as benignos. El tra ta m ie n to de elección es la
gastrectom ía subtotal o la e xtirpación.
La mayoría de los casos de divertículos gástricos co n g é ­
Lingawi y Fillpenko11 describieron un síndrom e de obs­
nitos verdaderos se localizan en la parte superior de la pa­
tru cción de la salida gástrica secundario a un ham arto m a
red posterior (Fig. 15.8E). Están presentes todas las capas
b e n ig n o de las glándulas de Brunner.
de la pared gástrica, y no hay pruebas de enferm edad o r­
gánica. Si aparecen síntomas, se realizará una diverticulec-
tom ía o una resección gástrica segmentaria.
A n ato m ía quirúrgica
Duplicación gástrica
El estóm ago es una bolsa que c o m u n ica el esófago ab ­
Las duplicaciones del tu b o digestivo se d e n o m in a n se­ do m in a l con la prim era porción del d u o d e n o . G ahagan12
gún las estructuras con las que se asocian y no según su re­ hace referencia a «la term ina ció n de un tu b o , el esófago, y
vestim iento mucoso. Estas raras lesiones son m u y dife re n ­ el com ienzo de una bolsa, el estómago». Sin em bargo, des­
tes entre sí, p o r lo que no es posible la generalización. La de el p u n to de vista q u irú rg ico , incluirem os ju n to al estó­
mayoría de las duplicaciones gástricas se localizan en la cur­ m a g o la u n ió n gastroesofágica y la p rim e ra p o rc ió n del
vatura m a y o r del estóm ago (Fig. 15.8F). C uando son sin­ d u o d e n o , que constituyen las conexiones gástricas proxi-
tom áticas, el tra ta m ie n to ideal consistirá en la e xtirpación mal y distal. Éstas form an parte del «estóm ago quirúrgico»,
com pleta de la duplicación. que incluye ta m b ié n el cardias y el c o n d u c to pilórico.

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• Skandalakis

Estómago
Anatomía quirúrgica

F ig u ra 15.3. Diagramas de la sección transversal del estómago em brionario d u rante la séptima semana que ilustran las dos
hipótesis sobre la rotación del estómago. A, Hipótesis clásica: el límite dorsal rota hacia la izquierda, convirtiéndose en la cur­
vatura mayor. B, Hipótesis de Dankmeijer y Miete352. El lado izquierdo se convierte en la curvatura mayor com o resultado ú n i­
cam ente del crecimiento. No se produce la rotación.

To p o g r a f ía y r e l a c io n e s El ú nico p u n to de referencia fijo es la u nión gastroeso-


fágica, que se localiza a la izquierda de la línea media, p or
Pocos ó rg a n o s a b d o m in a le s tie n e n ta n ta m o v ilid a d detrás de la séptim a costilla a la altura de la décim a vé rte ­
c o m o el estóm ago. Su posición depende de la posición del bra dorsal. Algunos autores consideran el d u o d e n o retrope­
in d iv id u o , del g ra d o de llenado gástrico e intestinal, del ritoneal c o m o una segunda fijación d e b id o a la pérdida del
to n o de la pared abd o m in a l y de los hábitos del paciente. mesenterio dorsal p rim itivo . Sin e m bargo, en una lo n g itu d
El estóm ago tiene una localización más p roxim al en los in ­ de 2,54 cm de la prim era p orción del d u o d e n o se conser­
dividuos anchos y fo rnidos que en los delgados. Las carac­ van los mesenterios p rim itivos ventral y dorsal; esto podría
terísticas anatóm icas (p .ej., la fo rm a y el tam año), los tras­ representar una segunda fijación. En el resto del estóm ago
tornos patológicos (p. ej., las hernias diafragmáticas), y la no existe una proyección «norm al» única.
ingestión de com idas excesivam ente copiosas son factores A n te rio rm e n te , el estóm ago se relaciona con el hígado,
que intervienen en la génesis del vó lvu lo gástrico. el diafragm a y la pared a b d o m in a l anterior. Posteriorm en­
618
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Estómago

,a semana
(16 mm)
8a semana
(19 mm)

F ig u r a 15.6. Utilización de la m an o izquierda para m ostrar


la em briogénesis del estómago. La em inencia hip o ten ar y el
q u in to d ed o to c an el epigastrio v erticalm en te. Si se gira la
m ano de tal forma que el q u in to dedo y la em inencia h ip o te­
nar se sitúen transversalm ente, toda la palma de la m an o to ­
cará el epigastrio; de esta forma, el q u in to dedo y la em in e n ­
cia hipo ten ar representan la curvatura mayor, y el pulgar y el
índice la curvatura menor. [sk3]
F igu ra 15.4. Forma del estómago en los estadios prenatales
y en el adulto. [Ie2]

te, en el cadáver en d e cú b ito , el estóm ago se sitúa en un


lecho fo rm a d o p o r el diafragm a, el bazo, el riñón y la g lá n ­
dula suprarrenal izquierdos, el páncreas, el mesocolon trans­
verso, y el á n g u lo esplénico del colon. La posición y la e x­
tensión de las áreas de c o n ta c to del estóm ago con estos
órganos sufrirán variaciones a lo largo de la vida.
La estrecha p ro xim ida d del estóm ago con los demás ó r­
ganos, la irrigación com partida con dichos órganos, y su sis­
tem a linfático, con trib u ye n a que se hayan establecido re­
glas quirúrgicas para evitar las com plicaciones anatómicas
durante la cirugía gástrica. Por ejem plo, el proceso inflam a­
to rio de una úlcera gástrica benigna puede ser responsable
de la fijación de la pared gástrica posterior al m esocolon

B
F ig u ra 15 .7. A, Patrón de aparición de las criptas gástricas se­
F ig u r a 15 .5. Colocación de la m an o izquierda sobre el in ­ gún las semanas de desarrollo embrionario. B, Patrón de m adu­
testino anterior embrionario (origen de la dilatación gástrica).. ración del epitelio de la superficie gástrica según la semana de
[sk3] desarrollo embrionario. [sa6]

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* Skandalakis

Estómago

Tabla 15.2. Anomalías del estómago


Anatomía quirúrgica

Edad Sexo
prenatal Presentación p rincip alm en te
Anom alía al com ienzo in ic ia l afectado Frecuencia Com entarios

Agastria y microgastria Semana 4 Lactancia Muy raras Muchas anomalías del


tracto gastrointestinal
y esplénicas asociadas
Malposición Semana 10 Cualquier edad Varones Rara Se puede asociar con
eventración o hernia
diafragmática
Atresia y estenosis ? Lactancia a edad adulta ? Raras Hidramnios
Membranosa parcial Lactancia a edad adulta presentación familiar
Membranosa total ? Lactancia a edad adulta (? )-
Completa (sólida) Semanas 6-7 autosómico recesivo
Interrupción gastroduodenal ? asociado con
Luminal con conducto ? epidermólisis
microscópico ampollosa
Estenosis típica con
membrana(s) perforada(s)
Estómago en reloj de arena ? Cualquier edad Raro Normalmente no es
congènito
Estenosis congènita del piloro Semana 2 2-4 semanas Varones Muy No es una verdadera
Del lactante posnatal frecuente anomalía
Del adulto
Defecto muscular congènito Semanas 8-10 Lactancia ? Raro Puede no ser congènito
Divertículos ? 40-70 años Igual Raros Pueden no ser
congénitos
Duplicación - piloro doble Semana 3 Cualquier edad Mujeres Raro Defecto en la separación
del endodermo y la
placa neural
Mucosa heterotópica Semanas 4-5 Adherencias o
De otros órganos en el metaplasia
estómago
Páncreas
Intestino delgado
Otros
Del estómago en otros órganos
Malformaciones arteriovenosas Adulto Varones Raras Pueden no ser
congénitas congénitas
Teratoma Lactancia a edad adulta Varones Raro Benigno (normalmente)
Adherencias gastroduodenales ? ? ?

Fuente: Skandalakis JE, Gray SW (eds). Embryology for Surgeons, 2.a ed. Baltimore: Williams & Wilkins, 1994; con autorización.

transverso. La separación de estas dos estructuras sin pre­ da, el riñón izquierdo y el lig a m e n to falcifo rm e . Además,
caución puede com pro m e te r la irrigación del colon transver­ otros órganos co m o el páncreas (Tabla 15.3) son responsa­
so al seccionar la arteria cólica media. O tro ejem plo de p o ­ bles de la invasión directa y de la disem inación linfática en
sible riesgo viene dado p o r la lesión del bazo d e bida a la el estóm ago, así co m o en otras estructuras anatómicas.
avulsión de su cápsula durante la cirugía gástrica. En nuestra o p in ió n , la afectación esofágica y duodenal
M a in g o t13 estudió la invasión directa del cáncer gástrico en el cáncer gástrico es un hecho establecido, po r lo que
en los órganos vecinos. Los órganos afectados con m ayor se debe actuar ta m b ié n sobre el esófago distal y el d u o d e ­
frecuencia son el colon, el páncreas, el hígado, la vesícula no p roxim al (Fig. 15.9). En 1967 P aram anandhan1'' in fo r­
biliar, el bazo, el d u o d e n o y el yeyuno proxim al. Los a u to ­ m ó de que las lesiones gástricas pueden invadir el d u o d e ­
res de este capítulo han observado la invasión directa del no po r extensión directa, p o r disem inación linfática, o por
hem id ia fra g m a izquierdo, la glándula suprarrenal izquier­ ambas vías. Nosotros co incidim os con este autor.
620
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Estómago

L i g a m e n t o h e p a t o g á s t r i c o ( E p i p l ó n m e n o r ) . El lig a m e n ­
Es t ó m a g o y p e r it o n e o
to hepatogástrico constituye la parte p ro xim a l del e p ip ló n
El estó m a g o se e ncuentra c o m p le ta m e n te re cu b ie rto menor. Se extie n d e desde el hilio hepático hasta la curva­
p or el p eritoneo, excepto en dos pequeñas áreas situadas tura m e n o r del estóm ago, y se d irig e hacia arriba, fo rm a n ­
en la superficie posterior del cardias y en la m ita d proxim a l d o el m e senterio ventral del esófago a b d o m in a l. El lig a ­
de la prim era porción del d u o d e n o . Si se desea una m a yo r m e n to contie n e h a b itu a lm e n te a la arteria y vena gástricas
e xa ctitud anatóm ica, téngase en cuenta que las curvaturas izquierdas, la división hepática del tro n c o vagal anterior,
m a yor y m e n o r del estóm ago no están recubiertas p o r pe­ las divisiones gástricas a n te rio r y p o ste rio r de los troncos
ritoneo; esta característica se puede observar d u rante la va- vagales (nervios de Latarjet), y ganglios y vasos linfáticos.
g o to m ía supraselectiva en la curvatura m e n o r y d u ra n te la Además, en el 2 5 % de los ind ividuos, se puede enco n tra r
ligadura de los vasos gástricos cortos en la esplenectomía. una arteria hepática izquierda aberrante en la parte p ro x i­
Las dos capas del perito n e o están presentes p o r delante y mal del lig a m e n to hepatogástrico. Distalm ente, y a la d e ­
por detrás de los vasos. recha, el lig a m e n to h e p a to g á strico co n tie n e ramas de la
arteria y vena gástricas derechas. En esta región se encuen­
Reflexiones peritoneales tran ta m b ié n la arteria hepática c o m ú n y la vena porta; se
o rig in a n v e n tra lm e n te para situarse a co n tin u a c ió n en el
Derivadas del mesenterio ventral
seg m e n to hepa to d u o d e n a l del e p ip ló n m enor.
Sólo la porción craneal del m esenterio ventral e m b rio ­
nario persiste en el adulto. La parte anterior de este mesen­ L i g a m e n t o h e p a t o d u o d e n a l . El lig a m e n to h e p a to d u o d e ­

te rio está representada p o r el lig a m e n to fa lc ifo rm e (Fig. nal constituye la parte derecha del e p ip ló n menor, y se e x­
15.10), situado entre el hígado y la pared a b d o m in a l a n te ­ tie n d e desde el hígado hasta los prim eros 2,5 cm del d u o ­
rior. La parte posterior del mesenterio ventral da lugar a los deno. Su b o rd e libre contiene la tríada hepática, form ada
mesenterios hepatogástrico y hepatoduodenal, que fo rm a n p o r la arteria hepática propia, la vena p o rta y los c o n d u c ­
el e p ip ló n menor. tos biliares extrahepáticos, además de p o r el plexo h e p á ti­
co y los ganglios linfáticos. Por de fin ició n , la arteria hepá­
L i g a m e n t o s f a l c i f o r m e y c o r o n a r i o . El lig a m e n to falci­
tica p ropia es la porción de la arteria distal al origen de la
fo rm e, un resto del mesenterio ventral em brio n a rio , se ex­
arteria gastroduodenal. Una arteria hepática derecha abe­
tie n d e desde la pared a b d o m in a l hasta el d ia fra g m a y la
rrante, que se o rig in a con m a y o r frecuencia en la arteria
superficie a n te rio r del hígado. Por el borde libre del liga­
m esentérica supe rio r (1 8 % al 2 0 % ) 15-16, puede ascender
m e n to corre el lig a m e n to re d o n d o (la vena u m b ilica l iz­
hacia el hígado p or la cara p ro fu n d a o posterior de las es­
quierda obliterada).
tructuras situadas en el lig a m e n to hepato d u o d e n a l.
Las hojas del ligam ento fa lciform e se separan al llegar al
W eiglein17 estudió la topografía arterial del epiplón m e ­
hígado, fo rm a n d o las capas anterior, superior y posterior
nor en 1 38 cadáveres. Sólo el 9 % mostraron una anatomía
(inferior) del lig a m e n to coronario. Lateralmente, estas ca­
«normal»; el resto presentó una o más de las siguientes va­
pas se reúnen para fo rm a r los ligam entos triangulares de­
riantes (Figs. 15.11,15.12 y 15.13, y Tablas 15.4,15.5 y 15.6):
recho e izquierdo. A la izquierda, las capas a n te rio r y pos­
te rio r del ligam ento coronario están casi superpuestas hasta • Arterias hepáticas aberrantes, 37% .
alcanzar el esófago abdom inal. A la derecha, las capas se se­ • Arteria en el margen del ligam ento hepatoduodenal, 19%.
paran a m edida que se a p ro xim a n a la vena cava inferior. • A rteria hepática derecha cruzando la vena porta poste­
Esta a m plia separación es una característica del « lig a m e n ­ riorm ente, 4% .
to c o ro n a rio derecho». • A rteria hepática derecha p e n e tra n d o en el triá n g u lo de
En realidad, los denom inados ligamentos coronarios de­ C alot anterio rm e n te , 2 9 % .
recho e izquierdo no existen co m o estructuras separadas, • Arteria hepática derecha p e n e tra n d o en el triá n g u lo de
pero, con propósitos descriptivos, es co n veniente para el Calot posteriorm ente, 7%.
cirujano em plear estos térm inos para designar las porciones • Arteria gástrica izquierda accesoria con origen en la arte­
derecha e izquierda del liga m e n to coronario. Desde el p u n ­ ria hepática izquierda, 2% .
to de vista q u irúrgico, la consideración del lig a m e n to tria n ­
g u la r izqu ie rd o y el lig a m e n to coro n a rio izqu ie rd o c o m o Derivadas del mesenterio dorsal
una un id a d está justificada a n a tó m ica m e n te para la e x p o ­ El m esenterio dorsal p rim itiv o da origen a tres estruc­
sición de la unión gastroesofágica. El cirujano debe tener la turas en la parte superior del a b d o m e n (Fig. 15.10): el liga­
precaución de evitar la vena hepática izquierda, que se si­ m e n to gastrocólico (no se muestra), el lig a m e n to gastroes-
túa en la parte superior de la cisura segmentaria izquierda. plénico y el lig a m e n to gastrofrénico.
(Nuestra recom endación es la siguiente: Después de cor­ O casionalm ente, en el q u iró fa n o y en el laboratorio de
ta r el lig a m e n to tria n g u la r izquierdo y la m ita d lateral del anatom ía patológica -espe cia lm e n te en cadáveres recien­
lig a m e n to coronario izquierdo, se debe realizar el a b o rd a ­ te s- uno de los autores de este ca pítulo (JES) ha observado
je de la u n ió n gastroesofágica m ediante disección d igital.) varios pliegues peritoneales inconstantes o anómalos (de-

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■ Skandalakis

Estómago

Defectos esofágicos y
diafragmáticos (véanse capítulos
Anatomía quirúrgica

sobre el esófago y el diafragma)

Divertículos

Estenosis pilórica del lactante, v


atresia, aplasia

Defectos de la pared
Páncreas heterotópico muscular, duplicaciones B

Sección transversal del píloro: antes


de la miotomía

F ig u r a 15.8 . A, Localización principal de las anom alías congénitas del estómago. B, Los cinco tipos de atresia gástrica, (a),
Atresia mem branosa; (b), M em brana perforada (estenosis); (c), Atresia lum inal con conducto endodérm ico microscópico; (d),
Atresia sólida completa; (e), Atresia com pleta con interrupción. C, Las dos explicaciones de la atresia gástrica, (a), Revestimien­
to endodérm ico superfluo. El deslizamiento caudal del endoderm o forma u n pliegue circular; este pliegue puede o n o tener un a
abertura central. (b); Atenuación del endoderm o. La proliferación del en d od erm o no se m an tien e al m ismo ritm o que la elo n­
gación del intestino anterior. Aparece la atresia e incluso la interrupción completa. D, Piloromiotom ía de Ram m stedt para la
estenosis pilórica del lactante. [sk3]
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Estómago 15

F ig u ra 1 5 .8 (C o n tin u a c ió n .) E, Localización de 342 divertículos gástricos. La mayoría se localizan en la pared posterior de


la porción superior del estómago. [sk3] F, Duplicación gástrica. Las duplicaciones de la fila superior son probablem ente las más
frecuentes. [sk3] G, Localización de la rotura espontánea de la m usculatura gástrica a través de defectos congénitos. Los n ú m e ­
ros indican el orden de frecuencia; aproxim adam ente la m itad se producen en la curvatura mayor. [sk3] H, Inversión gástrica.
Dibujos copiados de las radiografías de una m ujer de 65 años. A, antro; B, cuerpo; C, cardias; F, fondo, [rhjl, Origen del tejido
heterotópico encontrado en el estómago. El grosor de las flechas indica la frecuencia. [sk3]
623

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■ Skandalakis

Estómago
Anatomía quirúrgica

J
F ig u r a 1 5 .8 (C o n tin u a c ió n .) J, D istrib u ció n del tejido
pancreático heterotópico en el estómago. K, Localización de la
mucosa gástrica heterotópica en otros órganos. El grosor de
las flechas indica la frecuencia. [sk3], [pa2], [rhj, [pa3]

rivados del ep ip ló n m e n o r) que se extendían entre la vesí­


Tabla 15.3. Cáncer de páncreas cula biliar y el duodeno, el colon y el estómago, p o r este o r­
den de frecuencia (Fig. 15.14). N o se sabe si existe alguna
Invasión (%)* (75 puntos)
relación entre estos pliegues y los correspondientes trayec­
Duodeno 67 24 0 tos fistulosos del íleo biliar; sin em b a rg o , es posible que es­
Estómago 25 40 7
tos pliegues p redispongan a la fo rm a c ió n de fístulas gástri­
Colon transverso 3 12 14
Bazo 0 12 36 cas, duodenales y del colon derecho. Por supuesto, se trata
de una hipótesis, que nos recuerda al lig a m e n to escrotal
con sus colas (que realm ente no existen) y su destino fisio­
** [ 73,2% 19,9% 6^8%^ lógico (no rm a l o a n ó m a lo ) d u ra n te el descenso testicular.
' (6.223 puntos) (1.679 puntos) (654 punto^l
L i g a m e n t o c a s t r o c ó l i c o . El lig a m e n to g a strocólico es
una porción del e p ip ló n mayor. Se extiende desde la cur­
vatura m a yo r del estóm ago y la prim era porción del d u o ­
de n o hasta el colon transverso, con el que se fusiona. Cra­
GL regionales 75 76
nealm ente y hacia la izquierda, co n tin ú a con el lig a m e n to
Hígado 65 71
Pulmones 30 14 gastroesplénico.
Peritoneo 22 38 El lig a m e n to gastrocólico co ntiene las arterias y venas
Bazo 6 14 g a stro e p ip lo ica s derechas e izquierdas. Si el n ic h o de la
Duodeno 19 5 transcavidad de los epiplones se in tro d u c e en el saco del
Estómago 11 5
delantal ep ip lo ico , se dice que el lig a m e n to g a strocólico
Metástasis (%)** (5.233 puntos) (1.912 puntos) está ausente.
GL, ganglios linfáticos.
L i g a m e n t o g a s t r o e s p l é n i c o . El lig a m e n to gastroespléni­
*Datos de Cubilla AL, Fitzgerald PJ. Metastasis in pancreatic duct car­ co de d o b le capa (Fig. 1 5.1 0 ) se fija a la curvatura m ayor
cinoma. En: Day SB, Meyers WPL, Stanley P (eds). Cancer Invasion
del estómago. Es la continuación descendente del ligam en­
and Metastasis: Biologic Mechanisms and Therapy. Nueva York: Ra­
ven Press, 1977, pags. 81-94. to gastrofrénico, o quizá el lig a m e n to gastrofrénico sea la
**Datos de Howard JM, Jordan JL Jr. Cancer of the pancreas. Curr Probl c o n tin u a ció n del gastroesplénico. A m bos fo rm a n parte del
Cancer 1977;2:25. m esenterio dorsal.
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Estómago

Diafragma

> - Bazo/Páncreas

> - Glándula suprarrenal


izquierda/Riñón izquierdo

1a porción del d u o d e n o — ^ Curvatura mayor

Mesocolon transverso

Epiplón mayor

Intestino delgado

F ig u ra 15.9. Extensión directa del cáncer gástrico.

M ichels15 dem ostró que sólo la hoja a nterior del mesen- En la parte infe rio r del lig a m e n to gastrofrénico se en ­
terio dorsal queda com p le ta m e n te libre para fo rm a r el liga­ cuentran las arterias y venas gástricas cortas y los ganglios
m e n to gastroesplénlco. La hoja posterior no alcanza la unión linfáticos. La parte superior es avascular.
gastroesofágica, por lo que existe una pequeña «zona des­
nuda» en la pared posterior del estóm ago. El área desnu­ Ligamento frenoesofágico
da se localiza sobre la crura izquierda del diafragm a, sien­ El esófago se encuentra fijado al diafragm a a la altura
d o fácil separarla de éste m e d ia n te el d e d o índice. La del hiato p o r un cierre «herm ético» fuerte y flexible c o n o ­
glándula suprarrenal izquierda y la arteria y vena gástricas cido c o m o lig a m e n to frenoesofágico (Fig. 15.15). La ple u ­
Izquierdas se localizan ju n to a esta zona. ra y el p e rito n e o garantizan que el cierre sea «hermético»,
En el In terior del lig a m e n to gastroesplénico se e ncuen­ mientras que las fibras de te jid o conectivo colágenas y elás­
tran: ticas p ro p o rcio n a n la fuerza y la flexibilidad.
Las fibras se o rig in a n en la fascia e n d o a b d o m in a l del
• En la parte superior: Las arterias y venas gástricas cortas
diafragm a, atraviesan el hiato y se insertan en la adventicia
y los ganglios linfáticos.
y en el te jid o co n ectivo intram uscular del esófago 1 cm o
• En la parte inferior: La arteria y la vena gastroepiploicas iz­
2 cm por encim a del h ia to 18-19. La segunda hoja de la fas­
quierdas, las ramas terminales de la arteria esplénica y los
cia se pliega hacia abajo, insertándose en la adventicia del
ganglios linfáticos.
esófago a b d o m in a l y del estóm ago. Un c o m p o n e n te m u ­
L ig am ento g a s t r o f r é n ic o . El lig a m e n to g a s tro fré n ico cho más débil e inconstante se origina en la fascia e n d o to -
(Fig. 15.10) co ntinúa con el ligam ento hepatogástrico a la rácica y asciende para unirse con las fibras de la fascia e n ­
Izquierda, o, quizá frente al esófago. Presenta un área avas- d o a b d o m in a l20'21. Estas fibras p e rm ite n un m o v im ie n to
cular a través de la que se puede in tro d u c ir el d e d o con se­ esofágico vertical de a p ro x im a d a m e n te 2 c m 22.
gurid a d y se puede colocar un drenado de Penrose alrede­ El lig a m e n to frenoesofágico se aprecia m e jo r en los lac­
d o r del cardias para traccionar del esófago hacia abajo. Se tantes y niños pequeños. Con la edad, la fijación del esófa­
trata de una m aniobra útil en las vagotom ías. g o en el hiato es menos firm e, el lig a m e n to pierde su ten-

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• Skandalakis

Estómago

Lig. falciform e

Lig. triangular izquierdo


Anatomía quirúrgica

Lig. coronario derecho


Lig. gastrofrénico

Lig. triangular derecho

Lig. esplenorrenal
Lig. hepatogástrico
(epiplón menor)

Lig. hepatoduodenal Lig. gastroesplénico

Epiplón mayor

F ig u ra 15.10. Reflexiones peritoneales y ligam entos del estómago. [sk4]

sión, y aparece grasa e n tre las fibras su p e rvivientes. De V a s c u l a c i ó n d e l e p i p l ó n m a y o r . La vascularización del


acuerdo con nuestra experiencia, hacia la edad media de la epiplón m ayor ha sido descrita con gran exactitud p o r nues­
vida, el lig a m e n to ha p e rd id o la m a yo r parte de su id e n ti­ tro d ifu n to y respetado am igo, Charles A. Griffith, en su te x­
dad. Con propósitos prácticos, el lig a m e n to no existe en to Surgery o f the Esophagus, Stomach, and Small Intestine25.
los pacientes con hernia de hiato de larga e vo lu ció n 23. Recom endamos la lectura de este capítulo.
La rama gastroepiploica derecha de la arteria gastro d u o ­
Epiplón m ayor denal (Fig. 15.1 7) y la rama gastroepiploica izquierda de la
Desde el p u n to de vista q u irú rg ic o el e p ip ló n m ayor se arteria esplénica se anastomosan n orm alm ente a lo largo de
puede d iv id ir en dos partes: la parte superior, el lig a m e n to la curvatura mayor del estómago. Las arterias gastroepiploi-
gastrocólico (descrito anterio rm e n te ), y la parte inferior, el cas derecha e izquierda form an el arco de Barkow m ediante
«epiplón mayor» verdadero o delantal graso. El epiplón ma­ sus ramas epiploicas derecha e izquierda en la hoja epiploi-
y o r está fo rm a d o p o r cuatro capas peritoneales, dos an te ­ ca posterior. El arco de Barkow se encuentra reforzado por ar­
riores y dos posteriores, que h a b itualm ente se fusionan d u ­ cos epiploicos anteriores que se originan en las arterias gas-
ra n te el desa rro llo y el c re c im ie n to (Fig. 1 5 .1 6 ). O tra tro e p ip lo ic a s derecha e izquierda y p o r ramas epiploicas
característica tardía del desarrollo es la fusión de la capa posteriores que se originan en los vasos pancreáticos.
posterior con el colon transverso y el m esocolon, fo rm a n ­ Para m a n te n e r la viabilidad del e p ip ló n d u ra n te la ciru ­
do el «mesocolon transverso», que tendrá p o r lo ta n to cua­ gía, el arco de Barkow se puede preservar m ediante diferen­
tro capas peritoneales. tes técnicas.
En la lactancia y la infancia, el epiplón es p e q u e ñ o y no • Para la movilización del lado derecho del ep ip ló n :
está bien desarrollado. La anchura y la lo n g itu d del epiplón 1) Seccionar el ligam ento gastrocólico p o r debajo de la ar­
en el a d u lto presentan una variación interindividual. teria gastroepiploica derecha.
El epiplón m a yo r actúa co m o el «policía» de la cavidad 2) Ligar los vasos epiploicos anteriores y la arteria gastro­
peritoneal, m o strando una acción protectora en los proce­ epip lo ica derecha d ista lm e n te al o rig e n de los vasos
sos inflam atorios. Tam bién actúa co m o depósito de metás­ epiploicos derechos.
tasis en el carcinoma de ovario. Fukatsu y cois.24 afirman que • Para la m ovilización del lado izquierdo del epip ló n :
el epiplón m ayor desempeña un im p o rta n te papel en la de­ 1) Ligar solam ente las ramas gástricas de los arcos gas-
fensa del huésped c o m o fuente de neutrófilos exudativos. troe p ip lo ico s izquierdos.
626
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Estómago 15
F ig u r a 1 5 .1 1 . Variantes arteriales en el
epiplón menor. A, Patrón norm al. B, Arte­
ria hepática derecha aberrante (tipo reem­
plazante). C, Arteria hepática derecha abe­
rrante (tipo accesorio). D, Arteria hepática
derecha aberrante (anastomosis con la arte­
ria hepática com ún/izquierda). E, Arteria
hepática derecha a la derecha del conduc­
to biliar. F, Arteria cística a la derecha del
conducto biliar. G, Arteria hepática dere­
cha con origen en la arteria gastroduode­
nal a la derecha del c o n d u c to biliar. H,
Arteria hepática derecha cruzando poste­
riormente la vena porta. I, Arteria hepática
izquierda aberrante (tip o reemplazante):
tronco hepatoesplénico y arteria gástrica iz­
quierda aislada. J, Arteria hepática izquier­
da aberrante (tipo accesorio). K, Arterias he­
páticas derecha e izquierda aberrantes:
tro n co gastroesplénico y arteria hepática
con origen en la arteria mesentérica supe­
rior. L, Triple vascularización: arteria hepá­
tica izquierda aberrante, arteria hepática de­
recha aberrante y arteria hepática propia.
M, Arteria gástrica izquierda accesoria con
origen en la arteria hepática izquierda. N,
Triángulo de Calot: arteria hepática dere­
cha dorsal al conducto hepático (64%). O,
Triángulo de Calot: arteria hepática dere­
cha v e n tra l al con d u cto h e pático (29%).
[we3]

F ig u r a 15.12 . Arteria hepática izquierda aberrante (L) con


origen en la parte superior de la arteria gástrica izquierda (G).
La arteria hepática izquierda aberrante da lugar a las ramas
esofágicas, el tronco celíaco, la arteria esplénica (S) y la arte­
ria hepática com ún (H). [we]

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• Skandalakis

Estómago

T a b la 1 5 .4 . Variantes arteriales en el epiplón


menor
Anatomía quirúrgica

NORM ■ AGIA H CALOT ■ LIG ■ AHA

NORM = incidencia de la anatomía normal, AGIA = incid e n ­


cia de la arteria gástrica izquierda accesoria, CALOT = incid e n ­
cia de la arteria hepática derecha cruzando el conducto hepá­
tico com ún anteriorm ente o sin cruzarlo, LIG = incidencia de
una arteria en el borde libre del ligam ento hepatoduodenal,
AHA = incidencia de las arterias hepáticas aberrantes.
Fuente: Weiglein AH. Variations and topography of the arteries in the
lesser om entum in humans. Clin Anat 9:143-150, 1996; con autoriza­
ción.)

• El ligam ento gastrocólico de dos capas (véase «Embriogé-


nesis» en el capítulo «El peritoneo y los epiplones»), ya sea
corto o largo, representa la m ejor form a de explorar el epi­
plón menor, especialmente cerca de la curvatura mayor.
• Se debe te ner precaución con el lig a m e n to gastrocólico
de 6 capas. Todas las capas están fusionadas, y la arteria
cólica media, así co m o otros vasos epiploicos pueden ori­
g in a r com plicaciones.

Incidencia de las arterias


T a b la 1 5 .5 .
hepáticas aberrantes

F ig u ra 15 .13 . Triple vascularización del hígado. Las porcio­


nes del hígado irrigadas por arterias hepáticas diferentes se
muestran de forma separada. A, Arteria hepática derecha abe­ 63%
rrante con origen en la arteria mesentérica superior. B, Arteria
hepática propia con origen en la arteria hepática común. C,
Arteria hepática izquierda aberrante con origen en la arteria
gástrica izquierda, [we]

NORM AH DA AHI A ■ ! AHDA+AHIA

NORM = arterias hepáticas derecha e izquierda con origen en


la arteria hepática propia, AHDA = arteria hepática derecha
2) N o ligar las arterias epiploicas Izquierdas. aberrante, AHIA = arteria hepática izquierda aberrante, AHDA
+AHIA = arterias hepáticas derecha e izquierda aberrantes.
A plicaciones quirúrgicas. Se deben tener en cuenta las re­
Fuente: Weiglein AH. Variations and topography of the arteries in the
laciones entre el epiplón mayor, el ligamento gastrocólico y el lesser om entum in humans. Clin Anat 9:143-150,1996; con autoriza­
mesocolon transverso. Es útil recordar los siguientes puntos: ción.)
628

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Estómago 15
ra angular y el surco interm edio. La unión gastroesofágica,
Variantes de la arteria hepática
T a b la 1 5 .6 . las curvaturas m ayor y m e n o r del estómago, y la unión gas­
derecha en el triángulo de Calot troduodenal -ju n to a la vena prepilórica de Mayo com o p u n ­
to de referencia adicional si está presente- son los únicos pun­
tos de referencia visibles. Por lo tanto, con fines prácticos, no
64% existen referencias externas claras que ayuden al cirujano o
al an a to m o p ató lo g o a definir con exactitud las subdivisiones
funcionales del estóm ago. De esta form a, concidim os con
29% G riffith26 en que son necesarios más estudios histológicos y
fisiológicos para delim itar las diferentes partes del estómago.

M o r f o l o g ía del e s t ó m a g o
POST ■ an t ■ i NUNCA

En una a ntigua fábula, varios ciegos se encon tra ro n un


POST = la arteria hepática derecha cruza el conducto hepático
elefante y cada uno de ellos to c ó una parte diferente del
com ún posteriormente (anatomía norm al), A NT = la arteria
anim al. A c o n tin u a c ió n co m e n za ro n a de scrib ir la fo rm a
hepática derecha cruza el conducto hepático com ún anterior­
del elefante según la percepción de cada uno. El prim ero,
mente, N UNCA = la arteria hepática derecha no cruza el con­
ducto hepático común. que había to ca d o la cola, pensó que el elefante se parecía
bastante a una serpiente; el segundo, que había palpado la
Fuente: Weiglein
A H . Variations and topography of the arteries in the
panza de la e n o rm e bestia, lo describió c o m o un m uro; al
lesser omentum in humans. Clin Anat 9:143-150, 1996; con autoriza­
ción.) tercero, que había toca d o una pata, le pareció un árbol; et­
cétera. De fo rm a bastante similar, el estóm ago ha sido des­
crito desde diferentes p u n to s de vista en los textos m é d i­
Divisiones g ástricas cos y en otras form as de la bibliografía científica.
Los em briólogos describen el estómago co m o una dilata­
Los dos límites bien definidos del e stóm ago son las cur­
ción fusiforme del intestino anterior, que comienza en la unión
vaturas m a yo r y menor. Las cinco regiones definidas a rbi­
gastroesofágica y term ina en la unión gastroduodenal.
tra riam ente son:
Los a n a to m o p a tó lo g o s lo describen te n ie n d o en cuen­
• El cardias. ta sus diferentes partes, c o m o la u n ió n gastroesofágica, el
• El fo n d o . cardias, el fo n d o , el cuerpo, el antro, el c o n d u c to pilórico
• El cuerpo. y el esfínter pilórico, pero ta m b ié n aceptan q u e el estóm a­
• El antro. g o es una estructura específica, un ó rgano bien d e lim ita d o
• El píloro. que se puede visualizar, diseccionar y mostrar con facilidad.

En m uchos textos de anatomía, el píloro se subdivide en


el antro pilórico, el c o n d u c to p ilórico y el esfínter pilórico.
El antro es una subdivisión del píloro con fo rm a de e m b u ­
d o que se in tro d u c e en el c o n d u c to piló rico . El co n d u c to
se prolonga hasta el esfínter pilórico, cuyo d iá m e tro es más
u n ifo rm e . C on fre cu e n cia , se u tiliza el té r m in o «píloro»
L ig a m e n t o
c o m o s inó n im o para indicar el c o n d u c to p ilórico al que se L ig a m e n t o
refieren los textos, o el área del esfínter pilórico. c o le c i s t o c ó lic o

El estóm ago se subdivide en partes m ediante líneas (Fig.


15.18A ) que son más imaginarias que reales:

• Una línea horizontal se extiende desde el orificio del cardias


a la curvatura mayor, separando el fo n d o del cuerpo.
• Una línea oblicua com ienza en la incisura angular, y atra­
viesa el estóm ago perpendicularm ente a la curvatura m a­
yor, separando así el cuerpo del a n tro pilórico.
• Una línea oblicua se extiende cranealm ente desde el sur­
co in te rm e d io de la curvatura m a yo r hasta la curvatura
menor, separando el antro pilórico del co n d u cto pilórico.
F ig u ra 15 .14 . Ligamentos peritoneales inconstantes entre
Habitualmente nadie es capaz de encontrar, ni en el qui­ la vesícula biliar y el duodeno, el colon y el estómago (por o r­
rófano ni en el laboratorio de anatomía patológica, la incisu- den de frecuencia). [sk!5]
629

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Estómago

Mucosa
esofágica
Lig. frenoesofágico
(epitelio
escamoso
estratificado)
Pleura

Fascia endotorácica

Rama del pilar


diafragm ático

Fascia
endoabdominal

Epitelio
Peritoneo de la unión
(columnar) F ig u ra 15 .15. Corte coronal a través
de la u n ió n gastroesofágica y del hiato
esofágico del diafragma. [sl<4]
Muscular

Mucosa gástrica verdadera


(epitelio columnar)

Los fisiólogos y los gastroenterólogos diferencian el estó­ Desde la perspectiva de los cirujanos, el estó m a g o fo r­
m ago endocrino y el exocrino, considerando que el órgano ma parte de dos sistemas orgánicos casi separados, cada
está fo rm a d o p or dos unidades, una proxim al y otra distal: uno de ellos con su anatom ía p a to lógica y su acceso q u i­
rú rg ic o propios. El p rim e r sistema se conoce c o m o « uni­
• Estómago proxim al. El estóm ago proxim al (fo n d o y cuer­
dad gástrica p ro xim a l» (Fig. 15.19), y c o n tie n e el estóm a­
p o) (Fig. 1 5 .1 8 A ) recibe y almacena te m p o ra lm e n te el
g o p ro x im a l, el e sófago distal y el h ia to e s o fá g ic o del
c o n te n id o gástrico. En él se localizan las células parieta­
diafragm a. El segu n d o sistema es la «unidad gástrica dis­
les (Fig. 15.18B) que secretan ácido y factores intrínse­
tal» (Fig. 15.20), e incluye el antro gástrico y el píloro, ju n ­
cos, así c o m o las células que pro d u ce n el pepsinógeno I.
to con la prim era p o rción del d u o d e n o .
• Estómago distal. El estóm ago distal (antro y píloro) (Fig.
15.18A) mezcla e impulsa el c o n te n id o gástrico. C on tie ­
ne tam bién la región de las glándulas pilórlcas que p ro ­ Unidad quirúrgica gástrica proximal
ducen las hormonas gastrina y somatostatina (Fig. 15.18C). C o m o se ha observado anteriorm ente, la u nidad gástri­
Chang y cois.27 han in fo rm a d o de que el estóm ago dis­ ca proxim al (Fig. 15.19) está constituida p o r el esófago dis­
tal y el píloro ejercen p ro b a b le m e n te un im p o rta n te m eca­ tal, el hiato esofágico y el estóm ago p ro xim al. El esófago se
nism o in h ib ito rio sobre la regulación del m o v im ie n to gas­ une con el estóm ago en el ab d o m e n , justo p o r debajo del
tro in te s tin a l; no o b s e rv a ro n que el p é p tid o in te s tin a l diafragm a. La lo n g itu d del esófago a b d o m in a l varía entre
vasoactivo fuese el m e d ia d o r principal en la m otilid a d . 0,5 cm y 2,5 c m 3031. A llison32 ha señalado que, si conside­
En relación a la concentración m áxim a de células parie­ ramos el nivel más bajo de las fibras del te jid o con e ctivo
tales que existe en el cuerpo del estóm ago (Fig. 15 .1 8B), la que fijan el esófago al diafragm a el lím ite in fe rio r del m e ­
co n centración de estas células en el fo n d o es a p ro xim a d a ­ diastino, té cnicam ente no existirá el esófago «abdom inal».
m ente la m ita d , y a lo largo de la curvatura menor, de las A pesar de esta afirm ación, el cirujano tiene acceso a una
tres cuartas partes28. Ambas unidades -p r o x im a l y distal— lo n g itu d apreclable del esófago p o r debajo del diafragm a.
p ro d u ce n p e p sin ó g e n o II y bica rb o n a to . Debas29 afirm a: El esófago a b d o m in a l se localiza a la altura de la u n d é ­
«En realidad, to d o el estóm ago funcio n a c o m o un órgano cima o duo d é cim a vértebra dorsal, más abajo quizá en los
ta n to e n d o crin o c o m o exocrino». individuos altos de h á bito asténico, y más arriba en los in ­
Los a n a to m o p a tó lo g o s identifican tres subdivisiones en dividuos de estatura baja31. Sus relaciones con las estru ctu ­
el estóm ago: el fo n d o , el cuerpo y el antro. Éstas co n s titu ­ ras vecinas son las siguientes:
yen la base de las descripciones en la anatom ía patológica • A nterior: Con la superficie posterior del ló b u lo hepático
m acroscópica localizada. izquierdo.
Los radiólogos, con fines prácticos, localizan la unión • Posterior: Con el pilar derecho del diafragma y con la aorta.
gastroesofágica justo «debajo de la unión», y d e n o m in a n a • Derecha: Con el ló b u lo caudado del hígado (de Spiegel).
la prim era p o rción del d u o d e n o b u lb o duodenal. • Izquierda: Con el fo n d o gástrico.

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Estómago

Bolsa epiploica
Hígado

Epiplón menor

4 capas

1 ,a fusión y form ación del


mesocolon transverso
2 capas

Bolsa epiplolca prim itiva

Futuro epiplón mayor

Mesocolon — M esocolon transverso


transverso
2 capas
6 capas —
Ligamento gastrocólico
Ligamento gastrocólico — Peritoneo parietal

2.a fusión y anclaje

4 capas

Epiplón mayor

F igu ra 1 5.16 . Formación del epiplón mayor. A, Después de la rotación del estómago y de la form ación de la transcavidad de
los epiplones. B, Primera fusión entre la pared posterior de la bolsa epiploica y el colon transverso y mesocolon. C-D, Segunda
fusión y anclaje de las paredes anterior y posterior de la transcavidad de los epiplones para formar el epiplón del adulto. E, estó­
mago; P, páncreas; C, colon.

La unión histológica entre el esófago y el estóm ago está aparecer islotes de e p itelio c o lu m n a r gástrico a cualquier
dete rm in a d a p or un lím ite irregular entre el epitelio esca­ nivel del esófago34. Estos parches heterotópicos no son pa­
m oso e s tra tific a d o y el e p ite lio c o lu m n a r s im p le (F ig . tológicos.
1 5 .1 5 )33. N o coincide con la unión externa. En el cadáver, En el paciente vivo, la identificación de la línea de tra n ­
esta un ió n epitelial se sitúa 1 cm p o r encim a de la unión sición entre el esófago y el estóm ago es más co m plicada
externa m acroscópica19. Por encima de este límite, pueden que en el cadáver. El tejid o subm ucoso es tan laxo que la

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* Skandalakis

Estómago

mucosa se desplaza lib re m e n te sobre la m uscular subya­ Se ha planteado la hipótesis de que la presencia de m u ­
cente, p ro tru y e n d o en pliegues en el in te rio r del estóm a­ cosa cardial en la unión gastroesofágica representa una ma­
g o con cada d e g lu c ió n 20. Incluso en reposo, el nivel de la nifestación histológica precoz del reflujo gastroesofágico37.
Anatomía quirúrgica

u nión puede variar. Palmer35, utilizando marcadores de pla­


ta en el límite epitelial, observó que la unión se situaba más Esfínter del cardias
distal con el estóm ago lleno que vacío. Teniendo en cuenta que la posición cabeza abajo con el
La mucosa que tapiza el cuerpo del e stóm ago es dife­ estóm ago lleno no p ro d u ce una re g urgitación in c o n tro la ­
rente a la del resto del órg a n o . Sus glándulas son secreto­ ble hacia el esófago, debe existir un cierre en el orificio del
ras de m oco, sin células principales ni parietales; éstas son cardias g á strico que p e rm ita n o rm a lm e n te la d e g lu c ió n
las glándulas cardiales, a las que hacen referencia los histó­ pero no el reflujo. N in g ú n esfínter a n a tó m ic o ve rd adero
logos. H ayw ard18 se op o n e al em pleo de la palabra cardias, prote g e el orificio, au n q u e se ha descrito un ligero e n g ra ­
consid e ra n d o que los té rm in o s que derivan de la misma samiento de la musculatura circular del esófago distal33'38'39.
son « in so p o rta b lem e n te vagos». Este a u to r sugirió el té r­ Bom beck y cois.19 e n co n tra ro n este eng ra sa m ie n to visible
m in o «epitelio de la unión» para el área situada entre las m a croscópicam ente en 21 de 33 cadáveres (6 4 % ). En la
mucosas típicas del esófago y el estóm ago. mayoría de los cadáveres, c o m o en la mayoría de los suje­
En el síndrome de Barrett (esófago de Barrett), aparecen tos vivos, la abertura esofágica inferior aparece n o rm a lm e n ­
presum ib le m e n te cam bios metaplásicos en el esófago dis­ te constreñida.
tal c o m o respuesta al reflujo gastroesofágico persistente, Nosotros respaldamos la afirm ación de Botha según la
que originan una transform ación en el epitelio, desde esca­ cual «no existe razón para c o m p a ra r los esfínteres cardial y
m oso estratificado a colum nar. Así, en estas zonas pueden pilórico ni para negar la existencia del prim ero, ya que no
aparecer úlceras pépticas características y, en algunos casos, se asemeja a este ú ltim o » 20. Es preciso recordar que, excep­
adenocarcinom as36. to cu a n d o el sujeto se encuentra cabeza abajo, el esfínter

Gastroepiploica izquierda

Epiploica izquierda

Arteria pancreática
Gastroepiploica derecha

Ramas epiploicas posteriores


Arteria pancreática
Vasos rectos de la arteria
cólica media
Ramas epiploicas posteriores
Epiploica izquierda
Epiploica derecha

Epiploica derecha

Ramas epiploicas anteriores Ramas epiploicas posteriores

Arco de Barkow

F ig u r a 15.17. Vascularización arterial del epiplón mayor.


632

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Estómago

Incisura cardíaca

Orificio cardíaco

Unión gastroesofágica
Canal gástrico
Incisura angular
Píloro

Esfínter p iló ric o —


Conducto pilórico — —

Surco intermedio

A A ntro pilórico B

i
/
F igura 15.18. Representaciones morfológica y fisiológica del
estómago. A, Tres líneas imaginarias subdividen el estómago.
La prim era separa el fondo del cuerpo, la segunda separa el
cuerpo del antro pilórico, y la tercera el antro pilórico del con ­
ducto pilórico. B, Distribución de las células parietales (secre­
toras de ácido) en las diferentes áreas del estómago, relaciona­
das e n tre sí. Los po rcentajes in d ican que la m áxim a
concentración de células se localiza en el cuerpo; en el fondo
la concentración es aproxim adam ente la m itad que en el cuer­
po, y a lo largo de la curvatura menor, alcanza las tres cuartas
partes. C, Área en la cual se produce la gastrina por las glán­
dulas pilóricas; y áreas en las que se produce el m oco (cardias,
píloro y duodeno proximal). En el duodeno proximal el moco
es secretado por las glándulas de Brunner. [be2]

candial no debe s o p o rta r el peso del c o n te n id o gástrico, culatura gástrica oblicua en cabestrillo es la más respalda­
po r lo que no es necesario que sea tan p o te n te c o m o el es­ da. Jackson41 propuso el té rm in o «espiral constrictora» para
fín te r pilórico. la organización m uscular a la altura de la u n ió n gastroeso­
Existen diferentes estructuras responsables del cierre del fágica.
cardias que im piden el reflujo desde el estóm ago al esófago: In d e p e n d ie n te m e n te del m ecan ism o im p lic a d o en el
cierre del cardias, el esfínter esofágico inferior, cuya presión
• El á n g u lo de His, a cuyo nivel el esófago c o n tin ú a con el
n orm al varía entre 1 4 ,5-34 m m H g42,43, o p o n e resistencia
estóm ago.
al reflujo esofágico. No todos los pacientes con hernia de
• La acción de abrazadera del diafragm a.
hiato presentan reflujo; el esfínter puede fu n c io n a r satisfac­
• El ta p ó n de la mucosa esofágica laxa (roseta mucosa).
to ria m e n te en el tórax. Y a la inversa, en algunos pacientes,
• La m e m brana frenoesofágica.
el reflujo esofágico puede aparecer sin evidencia de hernia
• El cabestrillo de fibras oblicuas de la musculatura gástrica.
de hiato. Fisher44 considera que la presión del esfínter eso­
Se puede e n c o n tra r in fo rm a c ió n adicional sobre estas fágico infe rio r es el fa c to r principal para im p e d ir el reflujo
estructuras en el artículo de M ann y cois.40 A lgunas de es­ en el paciente no inte rve n id o q u irú rg ica m e n te . Tras la her-
tas estructuras o todas ellas desempeñan a lgún papel en el niorrafia hiatal, otros factores c o n trib u ye n a la c o m p e te n ­
cierre del cardias, aunque la im portancia atribuida a la mus­ cia del cardias (véase Cap. 14, dedicado al esófago).

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* Skandalakis

Estómago

ce c o m o unid a d q u irúrgica gástrica distal (Fig. 1 5 .20). La


m a y o r parte de las cirugías gástricas tienen lugar en esta
zona, p o r lo q u e se co noce m u c h o m e jo r que la u n id a d
Anatomía quirúrgica

gástrica pro xim a l (al menos por el cirujano general).

Antro gástrico
En el estóm ago abierto, el antro se distin g u e fá c ilm e n ­
te del cuerpo gástrico p o r su mucosa, que es más aplana­
da y sin rugosidades. El antro (Fig. 15.18A ) com ienza dis­
tal m e n te a la te rm in a c ió n del canal gástrico45. Tam bién se
d ife re n c ia h is to ló g ic a m e n te , ya que no presenta células
principales ni parietales (p roductoras de ácido).
El b o rd e del a n tro es irregular, a u n q u e bien d e fin id o .
E xternam ente, el antro es difícil de delim itar. El lím ite a la
altura de la curvatura m e n o r se sitúa n o rm a lm e n te en la in-
F igura 15.19. Unidad quirúrgica gástrica proximal (área som­
cisura angular, y suele aparecer en las ilustraciones de los tex­
breada). [sk4]
tos, a unque en el q u iró fa n o es inconstante y con fre cu e n ­
cia no se llega a apreciar. C oincidim os con G riffith 25 en que
«en el q u iró fa n o este lím ite no se identifica o sólo se reco­
noce vagam ente».
Si el cirujano no se dispone a realizar una gastrotom ía
Relaciones de la unidad quirúrgica gástrica para localizar el lím ite antral, puede re currir a la «pata de
proximal (Fig. 15.21) ganso» del tro n c o vagal descendente a n te rio r c o m o p u n ­
• La unidad quirúrgica gástrica proxim al se relaciona con las to de referencia (véase más adelante «División gástrica an­
curvaturas m a y o r y m enor, con la parte s u p e rio r de la terior» en el apartado «Inervación gástrica»). El a n tro sue­
transcavidad de los epiplones (bolsa epiploica), y con la le iniciarse 3 cm o 4 cm p o r encim a de la «pata de ganso»,
unió n gastroesofágica (G-E). a p ro x im a d a m e n te 8 cm o 10 cm p ro x im a l al p ílo ro . No
• La curvatura m e n o r del cuerpo gástrico, la unión G-E y el existe n in g u n a referencia válida en la curvatura mayor. En
esófago a b d o m in a l se encuentran fijados con su co n te ­ la mayoría de los casos el lím ite se e xtiende desde un p u n ­
nid o p o r el lig a m e n to hepatogástrico. to situado en la curvatura menor, a dos q u intas partes de
• La curvatura m a yo r se fija a la parte superior del epiplón la distancia entre el píloro y el esófago, hasta o tro p u n to
m ayor y a los distintos ligamentos esplénicos relacionados. situado en la curvatura mayor, a una octava parte de la dis­
Los co m p o n e n tes anatóm icos de la unió n G-E se pueden tancia entre el píloro y el esófago.
e n c o n tra r en el capítulo d edicado al esófago.

Las relaciones posteriores se establecen con la parte su­


p erior de la bolsa epiploica, con la aorta y el tro n c o celía-
co y sus ramas, y con el g a n g lio y plexo celíacos.
Anteriormente, la unidad proximal se relaciona con la pa­
red a b d o m in a l anterior, con el lób u lo hepático izquierdo y
el se gm ento a n te rio r del lób u lo derecho, y con el d iafrag­
ma.

Re c o r d a r :
• Las relaciones anteriores y posteriores sufren bastantes
variaciones.
• La relación más im p o rta n te de la unidad gástrica proximal
tiene lugar con la arteria gástrica izquierda, que debe li­
garse en su origen, incluyendo los ganglios linfáticos aso­
ciados con ella, y con el tro n c o celíaco.

Unidad quirúrgica gástrica distal


Desde la perspectiva em brio ló g ica , fisiológica y p o r su­ F ig u r a 15.20. Unidad quirúrgica gástrica distal (área som ­
puesto q u irúrgica, el antro gástrico, el píloro y la primera breada). La mayor parte de las cirugías gástricas se realizan en
porción del d u o d e n o constituyen una unidad que se c o n o ­ esta área. [sk4]
634

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Estómago

su p u n to más estrecho, el d iá m etro de la luz no supera n u n ­


ca los 19 m m 46,47; este d iá m e tro es im p o rta n te para calcu­
lar el ta m a ñ o ó p tim o de las aberturas artificiales, c o m o las
practicadas en las gastroyeyunostom ías o en las piloroplas-
tias.
En la u n ión piloro d u o d e n a l, la co n tin u id a d de la mus­
culatura circular se encuentra in te rru m p id a p o r un tabique
anular q u e se origina en el te jid o conectivo de la subm uco-
sa. P roxim alm ente a este anillo, la capa m uscular circular
aparece engrosada form a n d o el esfínter pilórico (Fig. 15.22).
D istalm ente al anillo, esta capa se adelgaza en el d u o d e n o .
La súbita d ism in u ció n del espesor de la pared al pasar des­
de el p íloro al d u o d e n o da origen al os pylorus, que se en­
cuentra rodeado por un «fórnix» duodenal48. Se debe recor­
d a r la existe n cia de d ic h o fó r n ix c u a n d o se realice una
p ilo ro m io to m ía .
La capa m uscular lo n g itu d in a l se encuentra in te rru m ­
pida de fo rm a similar, exce p to en el lado de la curvatura
m enor, d o n d e las fibras más periféricas del p íloro m a n tie ­
nen la c o n tin u id a d con las fibras del d u o d e n o . La m a yo r
parte de las fibras longitudinales se d irig e n hacia la super­
ficie lum inal y te rm in a n en la musculatura circular e n g ro ­
sada. Torgerson49 describió con detalle esta organización,
Línea media del cuerpo
c o n c lu y e n d o que, además del esfínter p iló ric o o b v io fo r ­
m a d o p o r fibras musculares circulares, existe un m ecanis­
m o d ila ta d o r p ro p o rcio n a d o p o r la manera en la q u e te r­
m in a n las fibras musculares longitudinales.

Primera porción del duodeno


La unid a d quirú rg ica gástrica distal incluye solam ente
los p rim eros 2,5 cm (1 pu lg a d a ) del d u o d e n o . Conserva
los mesenterios prim itivos ventral y dorsal, el lig a m e n to he­
p a to d u o d e n a l (la parte distal de ep ip ló n m en o r), y la par­
te distal del lig a m e n to gastrocólico (e p ip ló n m ayor). Por lo
ta n to , este se gm ento se puede m ovilizar ju n to con el pílo­
ro y el antro gástrico. En el paciente en de cú b ito supino, los
prim eros 2,5 cm del d u o d e n o se localizan entre la p rim e ­
ra y la cuarta vértebras lumbares.

Relaciones de la unidad quirúrgica gástrica


distal
La curvatura m e n o r del antro, el píloro y el b o rd e supe­
nos en el cadáver. A, Relaciones anteriores. B, Relaciones pos­ rior del d u o d e n o se encuentran fijados p o r los ligam entos
teriores. Recuérdese: in vivo, estas relaciones son m u y variables. hepatogástrico y hepatoduodenal (epiplón m enor). La cur­
[an5] vatura m a yo r está fijada p o r el lig am ento gastrocólico (epi­
p lón mayor).

• Relaciones posteriores:
- Con el suelo de la transcavidad de los epiplones.
Piloro - Con el mesocolon transverso.
El p iloro (Fig. 1 5 .1 8A) es una región del estóm ago que - Con la cabeza y el cuello del páncreas.
se conoce ta m b ié n c o m o co n d u cto pilórico, anillo pilórico - Con la aorta y el tro n c o celíaco y sus ramas.
o válvula pilórica. Proxim alm ente, se fusiona con el antro - Con los ganglios y el plexo celíacos.
gástrico sin un lím ite externo d e finido; distalm ente, te rm i­ - Con la tríada hepática.
na de fo rm a abru p ta en la delgada pared del d u o d e n o . En - Con la arteria gastroduodenal.

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* Skandalakis

Estómago

Muscular
La e s tru ctu ra y la o rg a n iz a c ió n de la capa m u s c u la r
Anatomía quirúrgica

a d o p ta rá n diferencias d e p e n d ie n d o de la especialidad del


m é d ic o que tra te sobre las mismas, siendo todas ellas c o ­
rrectas. Los a n a to m o p a tó lo g o s describen las tres capas
clásicas de la m u scu la tu ra : la capa lo n g itu d in a l e xterna,
la capa circu la r m e d ia y la capa o b lic u a inte rn a . Los c iru ­
janos consideran las tres capas c o m o si fueran una sola en
el quiró fa n o . Los investigadores a p u n ta n que la capa m u s­
cular y la fo rm a c ió n de las úlceras gástricas y d u o d e n a ­
les p o d ría n estar relacionadas (idea sugerida p o r O i50'54
q u e se e xp o n e en este c a p ítu lo ba jo el epígrafe «Teoría
de Oi»),
La capa muscular lon g itu d in a l externa está presente a lo
largo de las curvaturas m a y o r y menor. Sus fibras se d is p o ­
nen en dos grupos. El p rim e r g ru p o co ntinúa con la capa
muscular lisa externa del esófago. Las fibras están más desa­
rrolladas a lo largo de las curvaturas, y te rm in a n proxim a l-
m e n te a la región pilórica. El segundo g ru p o com ienza en
el cuerpo y se d irige hacia la derecha, engrosándose las f i ­
bras a m edida qu e se a p ro xim a n al píloro. Algunas de las
fibras longitudinales más superficiales continúan con las del
d u o d e n o . C om o ya se ha c o m e n ta d o , otras fibras lo n g itu ­
dinales penetran a la altura del esfínter, entrem ezclándose
con las fibras de la capa muscular circular.
La capa circular m edia envuelve to d o el e stó m a g o de
manera bastante u n ifo rm e y «constituye la parte principal
de la capa m uscu la r» , según a firm a W o o d b u rn e 55. Esta
capa se engrosa a la a ltu ra del p ílo ro , fo r m a n d o d istal-
m e n te el esfínter p iló ric o . La capa m uscular circular c o n ­
F ig u r a 15.22. Esfínter pilórico. A, Normal. B, Estenosis hiper­ tin ú a con la capa circu la r del esófago, pero está separada
trófica del píloro del lactante. La hipertrofia afecta solamente a de la capa circular del d u o d e n o p o r un ta b iq u e de te jid o
la capa muscular circular. [sk4] c o n e c tiv o 56.
La capa muscular oblicua interna, situada p o r d e n tro de
la capa circular, está lim itada al cuerpo del estóm ago y se
e n cuentra más desarrollada en las p ro xim id a d e s del car­
dias. Estas fibras se e xtienden desde el o rificio del cardias
• Relaciones anteriores:
(m uchas son casi paralelas a la curvatura m enor), fo rm a n ­
- Con la pared a b d o m in a l anterior.
d o un borde bastante característico en esta capa hacia la iz­
- Con el segm ento medial del lób u lo hepático izquierdo
quierda de la curvatura m enor. Otras fibras, d irigiéndose
y el segm ento anterior del lóbulo hepático derecho.
hacia la izquierda, se mezclan con la capa de fibras circu­
- Con el m esocolon transverso.
lares al aproxim arse a la curvatura mayor.
- Con el cuello de la vesícula biliar (con el estómago vacío).
Las capas musculares del e stóm ago son las responsa­
bles de la m o tilid a d gástrica.
Pa r e d g á s t r ic a C itan d o a Sun y cois.57:

La pared gástrica está fo rm a d a p o r la serosa, la m uscu­ [E]n los adultos sometidos a pilorom iotom ía p o r una
lar, la submucosa y la mucosa. estenosis hipertrófica del píloro durante la lactancia, los
patrones de la m otilidad pilórica son anómalos; el tono del
Serosa píloro es más elevado, mientras que el número y la a m pli­
tu d de las ondas de presión fásicas del píloro son meno-
La serosa está constituida p o r el peritoneo, una delga­ res(...) el estómago tiene la capacidad de compensar las
da capa de te jid o conectivo laxo situada p o r debajo de la variaciones en la m otilidad pilórica, m inim izando los efec­
capa de m esotelio escamoso simple. tos sobre el vaciamiento gástrico.
636

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Estómago

Submucosa lulas parietales secretan ta m b ié n histamina, que es un p o ­


ten te estím ulo para la secreción ácida.
La submucosa está fo rm a d a p o r te jid o co n e ctiv o areo- Las células principales co n tie n e n la enzim a inactivada
lar laxo que separa la mucosa de la m usculatura externa. pepsinógeno, y ta m b ié n prod u ce n las enzimas pepsina y
Se puede considerar la «capa vascular» (arterial y venosa) lipasa. C uando el pep sin ó g e n o es liberado en el m edio áci­
de la pared gástrica. En ella se localizan plexos con m u ­ d o del e stóm ago, se tra nsform a en pepsina, una enzima
chas anastom osis m e d ia n te extensas ram ifica cion e s que proteolítica m u y activa60.
o rig in a n un excelente flu jo colateral. Todas las zonas de la Las células enteroendocrinas producen serotonina y en-
mucosa gástrica están irrigadas p o r estos plexos s u b m u - dorfinas, que no sólo actúan co m o horm onas gastrointes­
cosos, exce p to la cu rvatura m enor, q u e recibe el a p o rte tinales, sino tam b ié n co m o neurotransmisores en el sistema
s anguíneo de las arterias gástricas dere ch a e izqu ie rd a . nervioso central cu a n d o son liberadas al to rre n te sanguí­
G riffith 25 describe el plexo su b m ucoso con gran exactitu d neo. De esta form a , ju n to con los plexos nerviosos in trín ­
en su capítulo sobre la anatom ía del e stó m a g o y el d u o ­ secos del estóm ago, estos p ro ductos desem peñan un im ­
deno. portante papel en el co n tro l de la m o tilid a d gastrointestinal
y en la actividad refleja a u tó n o m a local58.
Mucosa Uno de los principales p ro d u cto s secretados en el fo n ­
do es la serotonina (5 -h id ro x itrip ta m in a ). La gran cantidad
La organización propuesta p o r Griffith para las capas de de se ro to n in a p ro d u c id a p o r los tu m o re s carcinoides en
la pared gástrica es m u y práctica y m u y «quirúrgica»25,26. A esta localización es la responsable de los síntomas clínicos
c o n tin u a ció n se ofrece un resumen de dicha organización de la enferm edad.
con algunas modificaciones intercaladas, que incluye el esó­ El antro co n tie n e células G, que secretan gastrina, y cé­
fa g o distal, el cardias, el fo n d o y el cu e rp o , el a n tro y el
lulas secretoras de m oco. Las células de las glándulas piló-
d u o d e n o proxim al.
ricas producen m oco y una cantidad apreciable de lisozimas.
El esófago distal se encuentra revestido p o r e p itelio es­ Determ inadas células gástricas (células C) producen gastri­
camoso estratificado, con células mucosas en el esófago na, que estimula la secreción de ácido p o r las células pa­
a b d o m in a l. Algunas glándulas mucosas esofágicas (d e n o ­ rietales. Otras células enteroendocrinas (D ) secretan soma-
minadas glándulas cardiales deb id o a su sim ilitud con las de to s ta tin a , q u e in h ib e la lib e ra c ió n de otras h o rm o n a s,
la porción cardial del e stóm ago) se localizan en la lámina incluyendo la gastrina60.
propia. Sin em b a rg o , estas glándulas secretan poco m oco
Las células endocrinas presentes en la mucosa del estó­
para ejercer una acción p ro te cto ra fre n te al reflujo ácido m a g o se m uestran en la Tabla 15.7.
del e stóm ago58.
El d u o d e n o p roxim al co ntiene las glándulas de Brunner
En el estudio de Fass y Sam pliner59 se c o m p ro b ó que la
(Fig. 1 5 .1 8C), que secretan m o co alcalino. Esta secreción de
extensión de las células escamosas en el estóm ago proximal elevada alcalinidad (pH 8 ,1 -9 ,3 ) actúa p ro te g ie n d o la m u ­
constituye una anomalía de la mucosa identificada recien­
cosa duodenal fre n te a los efectos del ácido gástrico y ele­
tem ente y con un significado clínico desconocido. Esta ano­ va n d o el pH del co n te n id o intestinal hasta un nivel ó p tim o
malía de la mucosa podría representar la respuesta de la para la acción de las enzimas pancreáticas.
mucosa esofágica a la lesión gástrica p roxim al.
El cardias co n tie n e células colum nares simples. Existe
una p ro d u cció n m ínim a de m o co. Las pequeñas glándulas
Histología y fisiología de la mucosa gástrica
tubulares del cardias secretoras de m oco, simples y ram ifi­ La mucosa gástrica trila m in a r está fo rm a d a p o r el epi­
cadas, co n tienen un n ú m e ro variable de células parietales telio de superficie, la lám ina propia y la muscular. C um ple
productoras de ácido. diferentes funciones fisiológicas.
El fo n d o y el cuerpo contienen dos tipos celulares: cé­ El e p ite lio de su perficie m o n o e s tra tific a d o está c o m ­
lulas parietales secretoras de ácido (oxínticas) y células p rin­ puesto p o r distintas células, según su localización en las d i­
cipales secretoras de pepsina. ferentes regiones a n a tó m ica s del e s tó m a g o . En síntesis,
La lámina propia del fo n d o y del cuerpo se encuentra re­ existen células secretoras de m oco, principales, parietales,
pleta de glándulas gástricas tubulares ramificadas. El cue­ y endocrinas. Según D a v e n p o rt61, la mucosa actúa co m o
llo y la base de estas glándulas contienen células parieta­ barrera, im p id ie n d o la penetración de los iones h id ró g e n o
les, principales (zimógenas) y enteroendocrinas. y de las bacterias, y p o r lo ta n to su lesión. En esta defensa
El citoplasm a de las células parietales es m u y rico en m¡- participan las tres barreras del epitelio de superficie: la m e m ­
tocondrias. Según Debas29, este hecho es indicativo del alto brana de células apicales, el citoplasm a (hialoplasm a) y la
re q u e rim ie n to energético de la secreción ácida. Las células m e m bra n a basal.
parietales producen ta m b ié n fa cto r intrínseco gástrico, e x­ T epperm an y Jacobson62 a firm an que la m icrocircula-
tre m a d a m e n te im p o rta n te para la absorción de la v ita m i­ ción desempeña un im p o rta n te papel en la prevención de
na B12, necesaria para prevenir la anemia perniciosa. Las cé­ la lesión de la mucosa. Ritchie y M ercer63 in fo rm a ro n de

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* Skandalakis

Estómago

El «antro ácido» y la extensión


Células endocrinas y exocrinas
Tabla 15.7.
de la masa de células parietales
del estómago y sus productos de secreción
Anatomía quirúrgica

En 1961 Lowicki y Littlefield67 d efinieron e x p e rim e n ta l­


Células Productos de secreción
m e n te las dim ensiones del antro gástrico. En 1965 M o e y
Exocrinas Mucosas Moco cois.68 m ostraron la anatom ía fu n cional del an tro gástrico
Oxínticas Ácido en el perro.
Principales Pepsina
G riffith 25 p u b lic ó un excelente ca pítulo sobre la a n a to ­
Endocrinas G Gastrina
D Somatostatina mía del e stóm ago y el du o d e n o . Fue u n o de los prim eros
A* Glucagón investigadores de la extensión de la masa celular, y utilizó
EC Serotonina y diferentes péptidos tiras de pH ro jo -C on g o para estudiar la extensión distal de
ECL Desconocido la masa celular. Tras investigar las variaciones anatóm icas
P Desconocido
de la extensión distal del antro hacia la unión g a stro d u o d e ­
X Desconocido
nal, conclu yó que en algunos pacientes la masa de células
*En el feto y en el recién nacido; sólo se encuentran excepcionalmen­ parietales se extiende 2 cm en el inte rio r del píloro.
te en adultos. G riffith presentó ta m b ié n los hallazgos de varios a u to ­
Fuente: Debas HT. Physiology of gastric secretion and emptying. En: Mi­ res com o McCrea69, Skandalakis y cols.70'72 y Nielsen y cois.73,
ller TA (ed). Physiologic Basis of Modern Surgical Care. San Luis: CV qu e describieron la lo n g itu d variable del nervio a n te rio r de
Mosby, 1988, págs. 280-291; con autorización.
Latarjet. Este nervio puede ser corto (8,5 cm desde el pílo­
ro) o puede descender hasta la prim era p o rció n del d u o ­
deno. G riffith coincide con Poppen y cois.74 en que no exis­
te cone xió n entre el límite distal de la extensión de la masa
de células parietales y el e xtre m o distal del nervio an te rio r
de Latarjet.
Popiela y Turczynowsky75 indican que el lím ite entre el
que la lesión de la mucosa gástrica se puede im p e d ir m e ­
cu e rp o y el an tro se sitúa a la altura de la ú ltim a rama del
diante la adm inistra ció n de prostaciclina, que aum enta el
nervio anterior de Latarjet. Incluso en la región pilórica se
flu jo sanguíneo. Según Green y Dockray64, la m icrocircula-
localizan grupos de células parietales; en este caso se d e n o ­
ción se puede incre m e n ta r ta m b ié n p o r la influencia de las
m ina an tro ácido. D onahue y N yhus76 no están de acuer­
neuronas sensitivas, que son aferentes y contie n e n neuro-
d o con esta interp re ta ció n . Ellos postulan que, ocasional­
péptidos vasoactivos.
m ente, el nervio posterior de Latarjet es más largo que el
M ercer65 ha c o m e n ta d o lo siguiente sobre el papel de
a n te rio r en el m ism o paciente, y ta m b ié n q u e la secreción
la barrera mucosa gástrica:
ácida está m ediada p o r los nervios que penetran en la cur­
En resumen, el m antenim iento de la barrera mucosa vatura m ayo r del estóm ago.
gástrica depende de la integridad de la mem brana plas­ C u a n d o em ple a m o s el té rm in o a n tro ácido, nos refe­
mática de las células del epitelio de superficie y de la sín­ rim os a la extensión distal descendente de la masa de cé­
tesis de productos secretores epiteliales. Estos productos lulas parietales en la región pilórica. Los d iferentes inves­
incluyen, aunque no exclusivamente, bicarbonato, moco, tigadores no coinciden respecto a la localización de la línea
eicosanoides, óxido nítrico y neuropéptidos. La reparación de separación cu e rp o -a n tro . Según distintas fuentes, exis­
es un proceso complejo que implica ta nto la restitución te una variación de en tre 1 cm y 8,5 cm desde el píloro.
como la proliferación de las células del epitelio de super­ N aik y cois.77 (g ru p o de Leeds) e n co n tra ro n el « a n tro áci­
ficie, y se encuentra bajo la influencia de una gran canti­ do» en el 16 % de los casos. In fo rm a ro n de que el lím ite
dad de hormonas tróficas. El flujo sanguíneo de la muco­ de la masa de células parietales superó al lím ite a n a tó m i­
sa gástrica resulta de extrema im portancia en el proceso co en más de 1 cm.
de reparación, y se encuentra regulado p o r numerosos La vagotom ía gástrica proxim al constituye una elección
mediadores. adecuada para el tra ta m ie n to de la úlcera d u o d e n a l d e b i­
d o a que:
Brown y cois.66 info rm a ro n sobre los mecanismos gás­
tricos responsables del va ciam iento separado de sólidos y • M in im iza la m o rta lid a d quirúrgica.
líquidos: • M in im iza las com plicaciones anatómicas quirúrgicas.
• M in im iza las com plicaciones tardías.
1. Inicialm ente, los líquidos son «vertidos» en el d u o deno.
• Reduce la acidez gástrica a un nivel aceptable.
2. D ebido al cierre del píloro, se im p id e la entrada de las
• Tiene un índice de recurrencia aceptable.
partículas grandes en el d u odeno.
3. Al final del vaciado, el antro gástrico tritu ra las partícu­ Quizá en un fu tu ro p ró x im o , si D o n a h u e y co is .78 y
las grandes. Rosati79 están en lo cierto, el nivel de acidez y el ín dice de
638

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Estómago

recurrencia se re d u c irá n lo su ficie n te c o m o para c o n s i­ entre la p rim era y la segunda p o rción del d u o d e n o , o es
d erar a la v a g o to m ía gástrica p ro x im a l e x te n d id a la té c ­ in m e d ia ta m e n te distal a la porción del d u o d e n o recubier­
nica ideal. ta c o m p le ta m e n te p o r peritoneo? Recuérdese que la p ri­
En la actualidad, el tra ta m ie n to de la úlcera duodenal mera p o rción del d u o d e n o está recubierta p o r peritoneo,
es conservador, y consiste inicialmente en la erradicación de y que la segunda se localiza re tro p e rito n e a lm e n te . En otras
H. pyloríy en la supresión o reducción del ácido gástrico. So­ palabras, ¿el d ia g n ó stico de «m oteado» que realiza el ra­
lam ente se considera la cirugía ante el fracaso de las m e d i­ d ió lo g o es bulbar, posbulbar, o duodenal? ¿Constituye el
das conservadoras. Son necesarios más estudios fisio ló g i­ b u lb o d u odenal la prim era porción del d u o d e n o ? Y, si es
cos y más estu d io s q u irú rg ic o s aleato rio s para q u e los así, ¿dónde se localiza el «m oteado»? ¿Representa d ic h o
investigadores del nervio vago y sus ramas evalúen las té c­ « m ote a d o » la presencia de una úlcera c u a n d o realm ente
nicas actuales con un m ayor c o n o c im ie n to . es una colección «norm al» de bario entre las rugosidades
En la Figura 15.23 se muestra el a lg o ritm o propuesto del ápex del b ulbo? Se desconoce. Nos sentim os confusos
p o r D onovan y cois.80 para el tra ta m ie n to selectivo de la al respecto, y te m e m o s que nuestros radiólogos ta m b ié n
úlcera duodenal perforada. Kuzin y Alim ov81 defienden la va­ te n g a n dudas.
go to m ía p roxim al selectiva con d u o d e noplastia c o m o té c­ En esta región, la anatomía de la mucosa duodenal debe
nica de elección para el tra ta m ie n to de la estenosis d u o d e ­ ser inte rp re ta d a p o r el sexto sentido del ra d ió lo g o . ¿Dón­
nal en los pacientes con úlcera duodenal. de se tra nsform a e xa ctam ente la mucosa d u o d e n a l de la
C hang y cois.82 in fo rm a ro n de que los pacientes som e­ «mucosa de tip o antral» en la mucosa de pliegues parale­
tidos a d u o d e n e c to m ía parcial con va g o to m ía a ltam ente los del intestino delgado? ¿Esta tra n sfo rm a ció n se p roduce
selectiva para la o bstrucción de la úlcera d u odenal m ostra­ en el centro o al final del bulbo? Los radiólogos, al menos
ron un a u m e n to de peso. Además, la cirugía tu v o é xito al en las conferencias, no se ponen de acuerdo.
restablecer un vacia m ie n to gástrico casi norm al. Según Portis y Jaffe85, la úlcera posbulbar se localiza 5 cm
Uravic y cois.83 d efienden que el tra ta m ie n to de elec­ dista lm e n te al anillo pilórico. Si se acepta la lo n g itu d a d ­
ción para la obstru cció n duodenal secundaria a pancreati­ m itid a para la prim era porción del d u o d e n o , c u a n d o deci­
tis crónica es la vagoto m ía con gastroenterostom ía. mos posbulbar, nos referimos al área situada entre la prim e ­
ra y la segunda porción del d u o deno.

En f e r m e d a d p o r ú lc e r a p é p t ic a

C u a lq u ie r e x p o sició n sobre la e n fe rm e d a d p o r úlcera


péptica debe abarcar aspectos relacionados con la ana­ Úlcera duodenal perforada
to m ía , la h is to lo g ía y la fisiolo g ía . Existen adem ás in te ­ 1
1 1
rrogantes sobre la te rm in o lo g ía y la n o m e n cla tu ra de esta Helicobacter pylorí negativo conocido No evaluación previa para H. pylorí

e n tid a d . ¿Es c o rre c to el té rm in o «úlcera péptica»? Es p o ­ 0


0
sible que no lo sea. Los té rm in o s «gástrica» y « duodenal» I i
1
Tratamiento previo para H. pylorí Diagnóstico Inadecuado +/-
son más exactos.
tratamiento de H. pylorí
¿Qué estructura anatóm ica o acción fisiológica es la res­ 1" 1 |
Candidato quirúrgico Bajo riesgo quirúrgico Gastroduodenografía
ponsable del o rig e n de las úlceras gástricas y duodenales? adecuado 1
¿Son responsables la red muscular, la mucosa, o ambas, del 1

desarrollo de la enferm edad p or úlcera péptica?


Se sabe que la úlcera (Fig. 15.24) aparece siempre en el
.. , ! ,. ...
Cirugía definitiva
de la úlcera
Gastroduodenografía

Sellada Fugas
Sellada
|
Tratamiento
no quirúrgico
Fu

Cierre
seguro
r
lado alcalino de la unión gastroesofágica. Tam bién se sabe
1
que el exceso de fo rm a ció n de ácido clorh íd rico y de p e p ­ Tratamiento Cierre Evaluación (jara H. pylori
no quirúrgico* seguro*
sina es responsable del origen de la enferm edad p or úlce­
Infección por H. pylorí H. pylori negativo
ra péptica, ju n to a la ausencia de protección de las m u c o ­ 1 i---------- 1----------,
i i
sas gástrica y d u odenal. Tratamiento No tratamiento Tratamiento
Lu y Schulze-Delrieu84 indican que la localización más de H. pylorí previo previo
|
frecuente de las lesiones pépticas en el segm e n to pilórico Considerar
Tratamiento
es la protuberancia de la curvatura menor, d e n om inada ro­ cirugía
médico
dete pilórico. M uchas de las lesiones del rodete se e xtie n ­ definitiva
de la úlcera
den hacia el seg m e n to muscular p ilórico distal destruido,
ocasionando el e n sancham iento de la salida gástrica y el F i g u r a 1 5 .2 3 . Esquema de tratamiento selectivo recomenda­
a u m e n to del reflujo gastroduodenal. do en la úlcera duodenal perforada. El asterisco indica la con­
A veces resulta ta m b ié n confusa la d e n o m in a d a úlcera sideración futura de cirugía electiva d e fin itiv a de la úlcera.
posbulbar. ¿La localización de esta úlcera es distal a la unión [do3]

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* Skandalakis

Estómago

mucosas. Las células parietales, que fo rm a n las glándulas


tubulares gástricas u oxínticas, secretan ácido clorhídrico,
pepsinógeno, fa c to r intrínseco y m oco. Las glándulas piló-
Anatomía quirúrgica

ricas secretan m o co , gastrina y pepsinógeno.


De los cuatro tipos de mucosa del estómago, según Grif­
f ith 26, el epitelio escamoso esofágico es el menos resisten­
te a la ulceración acidopéptica. Detrás del epitelio escamo­
so e so fágico, en o rd e n cre cie n te de resistencia, se
encuentran la mucosa duodenal, la mucosa antral y la m u ­
cosa parietal. D eb id o a la m a yo r resistencia de la mucosa
parietal a la ulceración acidop é p tica , las úlceras gástricas
son raras en esta localización.
H u rw itz y cois.87 ind ica ro n qu e la hipoacidez gástrica
no se asocia d ire c ta m e n te con el envejecim iento. Su estu­
d io en ancianos de raza blanca ind icó q ue no se debían es­
perar secuelas de la aclorhidria, inclu ye n d o el sobrecreci-
m ie n to bacteriano y la m alabsorción de fármacos.
Sadchikov y cois.88 creen que las úlceras gástricas se d e ­
ben considerar una enfe rm e d a d precancerosa. Los datos
de LaVecchia y cois.89 c o n firm a n que el riesgo de cáncer de
estóm ago se incre m e n ta en presencia de una úlcera gás­
trica.

Teoría de Oi
En 1959, Oi pub licó su fam oso tra b a jo sobre la localiza­
ción de las úlceras gástricas, duodenales y esofágicas. A b o r­
F ig u r a 1 5.2 4 . En la enferm edad por úlcera péptica, las úl­
dó la asociación entre la úlcera esofágica, gástrica y d u o d e ­
ceras se localizan siempre en el lado alcalino de la unión.
nal50, la localización de la úlcera gástrica51 y la localización
de la úlcera d u o d e n a l52. En 1966 se describió el d o b le c o n ­
tro l de la úlcera péptica p o r la mucosa y p o r la m u scu la tu ­
Úlcera duodenal: factores ra gástricas53, y en 1969 fue descrito un posible mecanis­
contribuyentes/fisiopatología m o de d o b le c o n tro l en el o rigen de la úlcera p é p tic a 54.
Wastell considera90 q ue «la teoría de Oi es interesante, y
• A u m e n to del HCI. p ro b a b le m e n te explique la localización de algunas úlceras
• A u m e n to de la pepsina. duodenales, aunque no su causa».
• M o c o d is m in u id o o anóm alo. Wastell m a n tie n e qu e la diferenciación entre la úlcera
• D ism inución del ju g o pancreático alcalino. gástrica y la du o d e n a l «se está d ifu m in a n d o bastante» de­
• D ism inución de la bilis. b id o a la evidencia según la cual H. pylori constituye el fa c­
• Factores hereditarios. to r e tio ló g ico de la úlcera gástrica y la gastritis, así c o m o
• A u m e n to de la estim ulación vagal. de la úlcera d u o d e n a l91.
Las indicaciones y las correspondientes técnicas q u irú r­
En el 1 0 % de los casos86 no existe el c o n d u cto de San­
gicas para la gastritis aguda, la úlcera gástrica, la úlcera
to rin i. Esta podría ser una causa adicional en la génesis de
duodenal y el síndrom e de Zollinger-Ellison se muestran en
la úlcera duodenal.
la Tabla 15.8.

Úlcera gástrica: factores contribuyentes/


fisiopatoiogía
Helicobacterpylori
El hallazgo a finales del siglo xx de que H. pylori es cau­
• HCI n o rm a l o d ism inuido.
sa de la enferm edad ulcerosa supone un im p o rta n te avan­
• D ism in u ció n de la resistencia de la mucosa gástrica.
ce en el c a m p o de la gastroenterología. En 1997 B re u e ry
- Inducida p o r fármacos.
cois.92 in d ic a ro n que al m enos la m ita d de la p o b la c ió n
- Gastritis biliar.
m undial se encuentra infectada p o r H. pylori. Blecker93 c o n ­
Rec o r d a r : C on fines prácticos, la m ucosa gástrica se en­ sidera que la colonización p o r H. pylori está d e term in a d a
cu entra recubierta p o r el m o co secretado p o r las células p o r factores de la infancia. De acuerdo con Wallace94, la
640

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Estómago

Elección de la técnica quirúrgica


Tabla 15.8.
de acuerdo con la indicación
Indicación Técnica
Gastritis aguda Vagotomía con piloroplastia con sutura
de las erosiones o gastrectomía casi total
Ulcera gástrica Gastrectomía subtotal con escisión
de la úlcera
Úlcera duodenal
Dolor intratable Vagotomía de células parietales
Perforación Cierre simple o cierre con vagotomía
de células parietales
Hemorragia Vagotomía con antrectomía con
ligadura/sutura del vaso sangrante o
F ig u ra 1 5 .2 5 . Adquisición de la infección por H. pylorí. Aso­
Vagotomía con piloroplastia con
ligadura/sutura ciación entre la bacteria, el cáncer gástrico, y el linfoma. [er]
Obstrucción Vagotomía con antrectomía
Síndrome de Resección del tumor o vagotomía
Zollinger-Ellison de células parietales o gastrectomía total
Fuente: Ashley SW, Cheung LY. Gastritis and peptic ulceration. En: Mi­
ller TA (ed). Physiologic Basis of Modern Surgical Care. San Luis: CV
Mosby, 1988, págs. 292-309; con autorización.
tritis p re d o m in a n te m e n te antral que deja intacta la secre­
ción ácida del cuerpo; p o r el contrario, la gastritis m u ltifo ­
cal progresiva con atrofia y metaplasia intestinal es un tip o
de e v o lu c ió n q u e se asocia con el c á n ce r g á stric o (Fig.
mayoría de las personas infectadas por H. pylorí no desarro­ 15.26). Xia y cois.100 a p u n ta ro n que en presencia de infec­
llan úlcera péptica, p o r lo que es razonable asumir que son ción por H. pylorí, la gastritis atrófica y la metaplasia intes­
necesarios otros factores además de la bacteria en la p a to ­ tinal aparecen p rin c ip a lm e n te en el antro gástrico y en la
génesis de la enferm edad por úlcera péptica. incisura. La antralización de la incisura gástrica en los pacien­
La revisión histórica de Blum95 sobre los esfuerzos para tes infectados se asocia con un m a yo r riesgo de estas dos
c o m p re n d e r los trastornos asociados con la helicobacteria enfermedades.
aporta los siguientes hallazgos conflictivos: En 1928 Kon- En la introducción a The Immunobiology o f H. pylorí: From
jetzny in fo rm ó de la asociación entre la gastritis y la úlcera Pathogenesis to Prevention™', los autores señalan: «Hasta el
gástrica. Pero Büchner, en 1927 y en 1931, y Schindler en m o m e n to , algunos resultados en los modelos animales han
1946, nega ro n que existiera asociación entre ambas. La sido tan im presionantes que la vacuna parece estar estre-
controversia c o n tin u ó durante m uchos años. m ecedo ra m e n te p ró xim a a la realidad».
A ctualm ente se acepta que H. pylorí se asocia con la en­ S ontag102 recom ienda la biopsia y el examen h is to ló g i­
fermedad p o r úlcera péptica y con la gastritis. Los datos epi­ co de la úlcera. Sostiene que la úlcera gástrica se puede cu ­
dem iológicos apoyan con fuerza la asociación entre la bac­ rar con un régim e n tera p é u tico de antibióticos, ra n itidina-
teria y el cáncer gástrico y el linfom a92 (Fig. 15.25). En 1983 citra to de bism u to , b ism uto, e inhibidores de la b o m b a de
Isaacson y W rig h t96 concluyeron que el linfom a gástrico se protones. Sontag profetiza que la enferm edad p o r úlcera
origina en el te jid o linfoide asociado a mucosas (MALT). gástrica «pasará p ro n to a la historia».
Stephens y S m ith97 in fo rm a ro n de q u e existe una fu e r­ Feldman y cois.103observaron que los niveles indetecta-
te evidencia de q u e el linfom a gástrico p rim a rio se asocia bles de anticuerpos en las pruebas serológicas constituyen
con H. pylorí, y re com endaron la erradicación de H. pylorí un in d ic a d o r fiable de la cu ración de la infe cció n p o r H.
co m o p rim e r paso en el tra ta m ie n to del linfom a MALT de pylorí en los pacientes tra tados con a n tib ió tic o s d u ra n te
bajo grado. más de un año.
Yam am oto y cois.98 indican que existe relación entre la
gastritis residual y la infección p o r H. pylorí. También creen Anemia perniciosa
que H. pylorí no es la única causa de la gastritis residual tras
la gastrectomía parcial. El estudio de Hsing y cois.104 c o n firm ó que los pacien­
De acuerdo con O ta y G e n ta ", H. pylorí coloniza la m u ­ tes con anemia perniciosa presentan un riesgo elevado de
cosa antral, la mucosa oxíntica y la mucosa del cardias con desarrollar cáncer gástrico y otros tipos de cáncer. El-Ne-
la misma frecuencia. La inflam ación activa y grave de to d o w ihi y cois.105 presentaron un caso de adenocarcinom a gás­
el e s tó m a g o se d e n o m in a p a n g a s tritis. Según Breuer y trico asociado con anemia perniciosa. Sculco y Bilgram i106
cois.92, la úlcera duodenal se asocia con una fo rm a de gas­ recogieron datos sobre 1 36 pacientes con anemia perni-

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• Skandaiakis

Estómago

• Gástricas cortas.
Linfoma
MALT • G astroepiploica izquierda (ramas principales).
UD
Anatomía quirúrgica

Infección inicial Arterias


por Hjylori Gastritis crónica no atròfica

Gastritis crónica atròfica m ultifocal Arteria gástrica izquierda


En a p ro x im a d a m e n te el 90 % de los individuos, la arte­
ria gástrica izquierda (Fig. 15.27) co n s titu y e una de las ra­
Factores Carcinoma mas del tro n c o celíaco. Sin e m b a rg o , se puede o rig in a r
ambientales
Linfoma c o m o una unidad ind e p e n d ie n te a p a rtir de la arteria he­
MALT pática co m ú n , de la arteria esplénica, de la aorta o de la ar­
F igu ra 1 5.26. Hipótesis de la historia natural de la gastritis teria mesentérica superior. En el 4 % de los sujetos se o rig i­
por H. pylori. UD, Úlcera duodenal. UG, Úlcera gástrica. MALT, na en el tro n c o gastroesplénico; en el 3 % tiene un origen
tejido linfoide asociado a mucosas, [er] dire c to en la aorta; en el 2 % la arteria gástrica izquierda es
una rama del tro n c o h e p a to g á stric o 108. Y iid irim y cois.109
recogieron un caso de arteria gástrica izquierda con origen
dire cto en la aorta.
La arteria gástrica izquierda se dirig e hacia arriba y a la
izquierda re tro p e rito n e a lm e n te hasta el tercio p ro x im a l de
dosa asociada con tum ores carcinoides gástricos. Becker y la curvatura m e n o r del estóm ago. Aquí, a p ro x im a d a m e n ­
G abriel107 in fo rm a ro n de que los carcinoides gástricos pue­ te en el 9 5 % de los casos, p ro p orciona ramas esofágicas.
den aparecer en pacientes con gastritis crónica atrófica con Según Swigart y cois.110, da origen a 1-3 ramas esofágicas
y sin anemia perniciosa. ascendentes en el 78 % de los casos, y a una rama cardioe-
sofágica que irriga el esófago, el cardias y el fo n d o .
La arteria gástrica izquierda se d ivide n o rm a lm e n te en
V a s c u l a r iz a c ió n del e s t ó m a g o
una rama an te rio r y otra posterior antes de alcanzar la cur­
Es bien sabido que el estóm ago se encuentra entre los vatura m e n o r111 y, en estos casos, las arterias esofágica y
órganos m e jo r vascularizados (Fig. 15.27). N o solam ente cardioesofágica se pueden originar, variablem ente, en cual-
está irrigado p o r muchas arterias, sino que además su pa­
red co n tiene ta m b ié n una rica red vascular anastom ótica
intrínseca y extrínseca. El cirujano general debe estar aler­
ta frente a este «amistoso enem igo», que puede actuar a su
favor o en su contra. Los cirujanos saben que el estóm ago
puede sobrevivir tras la ligadura de todas sus arterias p rin ­
cipales e xcepto una, y que la ligadura extragástrica no es
capaz de co n tro la r la hem orragia p rocedente de una úlce­
ra gástrica.
A co n tin u a ció n se expone un listado, o resumen, de t o ­
das las arterias que irrigan el estóm ago. Cada una de las
arterias principales se origina en el tro n c o celíaco.

Arteria gástrica izquierda:


• Rama ascendente (da o rigen a las arterias esofágicas).
• Rama descendente (da origen a las arterias gástricas).

Arteria hepática:
• Gástrica derecha.
• Gastroduodenal. F ig u r a 1 5 .2 7 . Vascularización arterial del estómago. L Inf
- Pancreaticoduodenal superior anterior. Ph, arteria frénica inferior izquierda. SG, arteria gástrica cor­
- R etroduodenal. ta. LGE, arteria gastroepiploica izquierda. RGE, arteria gastro­
- Pancreaticoduodenal superior posterior. epiploica derecha. S, arteria esplénica. GP, arteria pancreática
- Supraduodenal. mayor. Inf P, arteria pancreática inferior. PD, arteria pancrea­
- G astroepiploica derecha (ramas principales). ticoduodenal. DP, arteria pancreática dorsal. GD, arteria gas­
troduodenal. RG, arteria gástrica derecha. H, arteria hepática.
Arteria esplénica: CT, tronco celíaco. LG, arteria gástrica izquierda. Post G, arte­
• Gástrica posterior. ria gástrica posterior. [sk4]
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Estómago

quiera de estos vasos; sin e m b argo, la arteria cardioesofá- (Fig. 1 5 .28) y la gástrica izquierda puede ocasionar una he­
gica se origina en la rama gástrica an te rio r con m a yo r fre­ m orragia retrógrada p roblem ática p ro ce d e n te de estas ra­
cuencia. mas en la cara posterior del esófago.
Después de dar la rama cardioesofágica, la arteria gás­ Desde su origen, la rama a n te rio r de la arteria gástrica
trica izquierda describe una curva descendente hacia la de­ izquierda describe un á n g u lo de gran o b lic u id a d a través
recha, re co rrie n d o a c o n tin u a c ió n la curvatura m enor. A del cuerpo del estóm ago hacia la curvatura mayor. Term i­
m edida que’ desciende, se bifurca en una rama anterior que na en num erosas ram ificaciones pequeñas, fo rm a n d o la
envía ramas a la pared gástrica anterior, y en otra rama pos­ «pata de ganso» vascular (de Payne) de fo rm a sim ilar al
terior que, de fo rm a similar, irriga la pared gástrica poste­ nervio gástrico a n te rio r de Latarjet. La rama a n terior fin a li­
rior. En 25 de 6 0 piezas, El-Eishi y cois.108 e n c o n tra ro n a m ­ za su recorrido a p ro x im a d a m e n te 4 -6 cm antes del píloro,
bas ramas, a n te rio r y posterior. A lo largo de la curvatura a 1 cm de la curvatura m enor, p e n e tra n d o en la capa mus­
m e n o r observaron una p ro lo n g a c ió n más pequeña de la cular108.
arteria gástrica izquierda. En la mayoría de los casos, la rama posterior recorre la
Las ramas esofágicas a d o p ta n una distrib u ció n a n te rio r curvatura m e n o r a 1 cm o 2 cm del bord e hasta anastom o-
y posterior m u y diferentes en el lado derecho del esófago, sarse con la arteria gástrica derecha. Tras d ar origen a las ra­
que no se asocia con la disposición de los tro n co s vaga- mas a n te rio r y posterior, la arteria gástrica izquierda c o n ti­
les108. En A p ro x im a d a m e n te el 30 % de los casos nace una núa a lo largo de la curvatura m enor y term ina norm alm ente
rama hepática izquierda aberrante de la arteria gástrica iz­ con una rama en la incisura angular, anastom osándose ha­
q u ierda1’ 1. Las arterias esofágica y cardioesofágica se o rig i­ b itu a lm e n te con la arteria gástrica derecha. El p rim e r ramo
nan a m e n u d o en dicha ra m a 108,110-111. de la rama posterior es bastante largo y tiene una d is trib u ­
A u nque la vascularización arterial del esófago tiene un ción extensa, irrig a nd o el cardias y la re gión posterior pro-
carácter segm entario entre las porciones cervical y a b d o ­ xim al del cuerpo del estóm ago.
m in a l110, existen muchas anastomosis entre las ramas eso­ Las ramas gástricas a n terior y posterior pueden m ostrar
fágicas y gástricas111. La presencia de anastomosis entre las conexiones entre ellas y con la p ro lo n g a c ió n de la arteria
ramas esofágicas intercostales, la frénica inferior izquierda gástrica izquierda m a d re 108.

F igu ra 1 5 .2 8 . Arterias del esófago distal y del estómago proxim al. A, La arteria frénica inferior irriga el borde del hiato. La
rama esofágica de la arteria gástrica izquierda irriga el esófago distal y atraviesa el hiato para anastomosarse con las arterias eso­
fágicas torácicas. B, Las ramas de las arterias frénica infe rio r y gástrica izquierda irrigan el esófago distal sin anastomosis con las
arterias esofágicas torácicas. C, Las ramas de la arteria frénica inferior irrigan el esófago distal con anastomosis torácicas (raro).
[sk4]

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* Skandalakis

Estómago

Arteria gástrica derecha Arteria gastroepiploica derecha


La arteria gástrica derecha (Fig. 15.27) es una pequeña La arteria g a stroepiploica derecha (Fig. 15.27) es una
Anatomía quirúrgica

rama que se o rig in a n o rm a lm e n te en la arteria hepática rama de la arteria gastroduodenal (o su p ro lo n g a ció n ) en


propia (50% al 68% ), en la arteria hepática izquierda (28,8% la mayoría de los casos. Ocasionalm ente se origina en la ar­
al 4 0 ,5 % ), en la arteria hepática c o m ú n (3 ,2 % ), o en otras teria mesentérica superior o en la arteria p a n c re a tic o d u o ­
arterias con m e n o r frecuencia, c o m o han observado Eck- denal superior anterior. Después de d ar origen a una rama
m ann y Krahn112, y han resum ido Van D am m e y Bonte111 y infrapilórica, la arteria recorre la curvatura m ayor de la u n i­
L ippert y Pabst113. Con frecuencia, el estudiante novel es dad q u irú rg ic a gástrica distal en el in te rio r del lig a m e n to
incapaz de e n c o n tra r esta m inúscula arteria, que aparece y gastrocólico. Da o rigen a 8-1 8 ramas pares o impares an­
desaparece d u ra n te la disección. teriores y posteriores para la pared gástrica.
Algunas de las discrepancias sobre la descripción del o ri­ Las ramas gástricas de la arteria gastroepiploica de re ­
gen habitual de la arteria gástrica derecha son atribuibles cha recorren, casi sin dividirse en una localización su b m u -
a la confusión en la nom e n cla tu ra de las arterias hepática cosa, a p ro x im a d a m e n te una q u in ta parte de su lo n g itu d
com ún y hepática propia. Los autores emplean con frecuen­ desde la curvatura mayor. Se anastomosan extensam ente
cia el té rm in o «hepática», sin aclarar si están haciendo re­ con ramas de la arteria gástrica izquierda108. C uando la p ri­
ferencia a la arteria hepática c o m ú n o a su rama hepática mera rama infrapilórica es especialmente larga, la prim era
propia. rama gástrica siguiente tiende a originarse más adelante al­
La arteria gástrica derecha da origen a una o más ramas re d e d o r de la cu rva tu ra m ayor. A p ro x im a d a m e n te en el
suprapilóricas. Las ramas anteriores y posteriores p roceden­ 75% de los individ u o s, la arteria gastroepiploica derecha
tes de la anastomosis con los vasos infrapilóricos y con la ar­ se anastomosa claram ente con la arteria gastroepiploica iz­
teria s u p ra d u o d e n a l p ro p o rc io n a n irrig a ció n a la unid a d q u ie rd a 111, aunque no tan profusam ente c o m o se observa
gástrica distal (antro, c o n d u c to pilórico, prim eros 2,54 cm en las anastomosis con la arteria gástrica izquierda.
de la prim era porción del d u o d e n o ). La arteria gástrica d e ­ A c o n tin u a ció n citam os a Sakamoto y cois.12’ , quienes
recha recorre una distancia de 4-6 cm a lo largo de la cu r­ in fo rm a ro n sobre una arteria gastroepiploica derecha a n ó ­
vatura m enor, a p ro x im a d a m e n te a 0,5 cm de la misma, mala con o rigen en la arteria mesentérica superior:
antes de anastomosarse con la arteria gástrica izquierda108.
La arteria gastroduodenal discurría frente al colédoco
En a p ro x im a d a m e n te el 1 3 % de los individuos, la arteria
descendiendo p o r la superficie posterior de la cabeza del
gástrica derecha da origen a la arteria su p raduodenal111.
páncreas (arteria pancreaticoduodenal superior posterior).
Varios autores, incluyendo a W ilkie114, Reeves115, Barlow
La ram a pancreática agrandada que se originaba en la ar­
y cols.116, N akayam a117'118 y W o m a c k 119 han e stu d ia d o la
teria mesentérica superior irrigaba principalmente la su­
vascularización de la curvatura m enor, el estóm ago distal y
perficie anterior de la cabeza del páncreas, convirtiéndose
la prim era porción del d u o d e n o . El lector puede remitirse
a continuación en la arteria gastroepiploica derecha.
a sus trabajos para las cuestiones relacionadas con la ade­
cuación de la vascularización, las anastomosis, las arterias Para m a n te n e r la viabilidad de los epiplones d u ra n te la
term inales y las relaciones entre la úlcera duodenal y la cir­ gastrectom ía distal, se debe preservar la arteria g a stro e p i­
culación arterial. ploica derecha m ediante a lguno de los siguientes m étodos:
ligadura de sus ramas gástricas; ligadura de la arteria epi-
Arteria gastroduodenal ploica anterior; o ligadura de la arteria gastroepiploica d e ­
La arteria gastroduodenal (Fig. 15 .2 7 ) se o rigina c o m o recha distal y p ró xim a al origen de la arteria epiploica de­
una de las dos ramas terminales de la arteria hepática co­ recha. U no de los autores de este ca p ítu lo (JES) prefiere
m ú n , rama del tro n c o celíaco. Poco después de su inicio ligar las ramas gástricas e im bricar la curvatura m a y o r con
en la rama de la arteria hepática c o m ú n , la arteria gastro­ sutura reabsorbible co ntinua en su parte «desnuda», no re­
duodenal da origen a las arterias supraduodenal, retroduo- secada.
denal y p a n creaticoduodenal superior posterior. Las arte­
rias supraduodenal y re tro d u o d e n a l se originan, de fo rm a Arteria gastroepiploica izquierda
variable, com o ramas de la arteria pancreaticoduodenal su­ De acuerdo con M ichels15, la arteria gastroepiploica iz­
perior posterior. La arteria gastroduodenal term ina d ividién­ quierda (Fig. 15.2 7 ) es una arteria m u y variable. En la m a ­
dose en las arterias gastroepiploica derecha y pancreatico­ yoría de los casos (7 2 % ) se origina en la arteria esplénica dis­
duod e n a l superior anterior. tal, en la esplénica inferior term inal, en la parte central del
Los aneurismas esplácnicos de la arteria g a stro d u o d e ­ tro n c o esplénico, o en la esplénica superior te rm ina l. Las
nal son m u y raros, y con frecuencia no se diagnostican pre­ observaciones de Van D am m e y B onte111 difieren a m p lia ­
o p e ra to ria m e n te . K onstantakos y cois.120 d o c u m e n ta ro n mente de las de Michels; estos autores consideran que la ar­
una ictericia obstructiva en un paciente con aneurisma de teria gastroepiploica izquierda se o rigina d ire c ta m e n te en
la arteria gastroduodenal. la arteria esplénica en tan sólo el 2 6 % de los individuos. En
644

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Estómago

el 6 6 % de los casos nace de la arteria esplénica p o r m edio ble necrosis con perfo ra ció n . Las arterias gástricas cortas
de un tro n c o c o m ú n con la rama esplénica polar inferior. p o r sí solas no son capaces de irrig a r a d e c u a d a m e n te la
La arteria gastroepiploica izquierda es la rama más lar­ porción distal de la u nidad q u irú rg ica gástrica proxim al.
ga de la arteria esplénica56. Alcanza el estóm ago en un p u n ­
to situado hacia la m ita d de la curvatura mayor, tras haber Arteria gástrica posterior
p ro p o rc io n a d o ya algunas ramas bastante largas para la Una arteria adicional se puede o rig in a r de fo rm a varia­
zona más proximal de la curvatura mayor. Estas ramas alcan­ ble en el s e g m e n to p ro xim al, m edio, o distal de la arteria
zan el estóm ago a través del lig a m e n to gastroesplénico. esplénica. Se d irig e hacia arriba, p o r la cara posterior del
La arteria gastroepiploica izquierda da o rigen a la arte­ e stóm ago, para te rm in a r vascularizando el esófago distal,
ria epiploica izquierda y a las epiploicas anteriores. Junto el cardias y el fo n d o . Se trata de la arteria gástrica posterior
con ramas similares de la gastroepiploica derecha, form a n (o dorsal) (Fig. 15.27).
el arco de Barkow (Fig. 15.1 7), q u e ta m b ié n se encuentra De acuerdo con D iD io y cois.122, la arteria gástrica pos­
reforzado p or las ramas epiploicas posteriores de la arteria te rio r fue descubierta p o r W alther en 1 7 2 9 123 y d e n o m in a ­
pancreática inferior (véase «Vascularización del epiplón m a­ da de esta fo rm a p o r Haller en 1 748. Su presencia fue o b ­
yor» en este capítulo). viada ta n to p o r los ana to m ista s c o m o p o r los c iru ja n o s
Durante la esplenectomía, la ligadura de la arteria y de la du rante m uch o s años. En los últim os años, se ha prestado
vena esplénicas debe ser distal al origen de los vasos gastro- mayor atención a esta arteria, debido especialmente a su im ­
epiploicos izquierdos. M ejor aún, el cirujano debería ligar los portancia clínica potencial. La ligadura o la sección in a d ­
vasos esplénicos m u y cerca de su entrada en el bazo; esto vertida de esta arteria puede o rig in a r complicaciones co m o
evitará la hemorragia postoperatoria secundaria a la ligadu­ la necrosis focal y la hem orragia postoperatoria.
ra proxim al al origen de la arteria gastroepiploica izquierda. La arteria gástrica posterior se ha d e n o m in a d o ta m b ié n
arteria gástrica izquierda accesoria y arteria gastroesofági­
Arterias gástricas cortas ca posterior ascendente15. La arteria tiene un tam año im p o r­
A p ro xim a d a m e n te entre cinco y siete arterias gástricas ta n te en la m ita d a las dos terceras partes de los p acien­
cortas (Fig. 15.27) se o riginan en las ramas terminales de la tes124. La arteria gástrica posterior p o r sí sola es incapaz de
arteria esplénica o en la arteria gastroepiploica izquierda. irrigar adecuadam ente la porción distal de la unidad gástri­
Parecen surgir del parénquim a esplénico a la altura del hi- ca proxim a l.
lio, originándose en las ramas esplénicas terminales en el in ­ Las estimaciones de la frecuencia de aparición de la ar­
terior del órgano. Los vasos gástricos cortos proporcionan la teria gástrica posterior varían m u ch o (Tabla 15.9), desde el
vascularización arterial del fo n d o y de la parte superior del 1 2 ,7% al 9 9 % de los casos, oscilando con m ayo r frecuen­
cuerpo del estóm ago. Aunque sus ramas se distribuyen ta n ­ cia entre el 4 8 % y el 6 8 % 124. Las diferencias en los datos son
to en la superficie anterior c o m o en la posterior, parece que atribuibles en cierta m edida a la técnica de identificación
la irrigación de la superficie posterior es bastante mayor. del vaso, m e diante angiografía o en la disección. Los crite­
La prim e ra arteria gástrica co rta alcanza la curva tu ra rios para la identificación del vaso tam bién difieren. En alg u ­
m ayor a p ro xim a d a m e n te 2-6 cm a la izquierda de la unión nos estudios, se d e te rm in ó que la arteria era la gástrica pos­
gastroesofágica108. Algunas de las arterias gástricas cortas son te rio r so la m e n te cu a n d o n o irrigaba el b a zo 111. En otros
bastante cortas; otras son largas. Los vasos más cortos son estudios, se consideró que se trataba de la arteria gástrica
los que plantean p ro blem as en la esplenectom ía, siendo posterior incluso cuando el vaso dio origen a una rama para
obligada su ligadura cautelosa. La im bricación de la curva­ el polo superior del bazo antes de alcanzar la región fú n d i-
tura m ayo r es una m edida de seguridad, no solamente para ca, si se o rig in ó en la arteria esplénica antes de la salida de
evitar la hem orragia, sino ta m b ié n para im p e d ir una posi­ sus ramas esplénicas principales terminales distales125.

Perlas clínico-quirúrgicas
En mi práctica no he incluido la imbricación del estóma­ siado cortas, será prudente la ligadura/sutura de los vasos en
go en el sitio de ligadura de las arterias gástricas cortas. Como la pared gástrica para que la dilatación del estómago no des­
se ha señalado en este capítulo, el estómago posee una abun­ garre la ligadura simple, que incluye una parte de la pared
dante vascularización arterial y un rico plexo arterial submu- gástrica. A menos que la ligadura/sutura abarque porciones
coso. Se debe tener la precaución de no incluir la pared gás­ tan grandes que incluyan el suficiente espesor de la pared gás­
trica en un p in zam iento o ligadura. C uando las arterias trica como para producir una necrosis de toda la pared, no
gástricas cortas son lo suficientemente largas, no debería entiendo la necesidad de imbricar la pared gástrica. (RSF jr)

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• Skandalakis

Estómago

Tabla 15.9.La arteria gástrica posterior: Tabla 15.10. Incidencia documentada


frecuencia de la incidencia mediante de la arteria gástrica posterior
Anatomía quirúrgica

radiografía o disección
Año Autores Incidencia D istrib u ció n
Disecciones anatóm icas
Año N om bre del autor % 1729 Walther N/D N/D
1745 Haller N/D Origen-Porción
1910 Piquand 99 media
1983 Wald y Polk 88 1796 Sommerring «A veces» N/D
1962 Aboltin 77 1873 Hyrtl «Inconsistente» N/D
1963 Tanigawa (estudios en fetos) 67,8 1901 Haberer «En la mayoría N/D
1959 Chiarugi 66 de los casos»
1932 Versari 66 1904 Rossi y Cova 65,8% A 2,5 cm del
1904 Rossi y Cova 65,8 tronco celíaco
1967 Delteil y cois. 64,3 1907 Leriche 12,7% Origen-Distal
1978 Suzuki y cois. 62,3 y Villemin
1968 Levasseur y Couinaud 50 1910 Piquand 99% Origen-Distal
1912 Rio-Branco 50 1912 Rio-Branco 50% Origen-Proximal
1957 Weisz y Bianco 48 1915 Helm 16% Origen-Proximal
1991 Berens y cois. 48 1928 Adachi 21,6% A 3,5 cm del
1980 DiDio y cois. 46 tronco celíaco
1985 Trubel y cois. 37,5 1931 Testut N/D N/D
1967 Kupic y cois. 36,8 y Latarjet
1963 Tanigawa (estudios en adultos) 36 1932 Versari 66% N/D
1988, 1990 Van Damme y Bonte 36 1952 Franchi N/D N/D
1988 Trubel y cois. 27,7 y Stuart
1928 Adachi 21,6 1955 Michels N/D N/D
1915 Helm 16 1957 Weisz 48% N/D
1907 Leriche y Villemin 12,7 y Bianco
1972 Laude y cois. 4,0 1959 Chiarugi 66% A 2,5 cm del
tronco celíaco
Fuente: Datos de Berens AS, Aluisio FV, Colborn GL, Gray SW, Skandala­ 1962 Aboltin 77,1% N/D
kis JE. The incidence and significance of the posterior gastric artery in 1963 Tanigawa Adultos 36% A 2,2-13,1 cm del
human anatomy. J Med Assoc Ga 80(8):425-428,1991; con autorización. Fetos 67,8% tronco celíaco
1963 Couinaud N/D N/D
1967 Delteil y cols. 64,3% N/D
En los estudios radiológicos de D iD io y cois.124, la arte­ 1967 Kupic y cols. 36,8% N/D
1968 Levasseur 50,0% N/D
ria gástrica p o sterior se o rig in ó en el se gm ento p ro xim a l
y Couinaud
de la arteria esplénica, y fue ind e p e n d ie n te de la vasculari­ 1972 Laude y cols. 4% N/D
zación esplénica en el 4 6 % de los casos. En los estudios de 1977 Ruzicka N/D N/D
disección de Berens y cois.126, el vaso fue enco n tra d o en 36 y Rankin
de 75 piezas (4 8 % ) (Tabla 15.10). Se o rig in ó en los p rim e ­ 1978 Suzuki y cols. 62,3% 18,4% tercio
proximal
ros 3 cm de la arteria esplénica. En los estudios de Van Dam-
47,8% tercio medio
me y B onte111 utilizando una co m b in a c ió n de técnicas con 34,2% tercio distal
radiología, corrosión y disección, la arteria gástrica poste­ 1980 DiDio y cols. 46% N/D
rior se e n c o n tró solam ente en el 3 6% de los casos. Fueron 1983 Wald y Polk 88% N/D
excluidos tod o s los casos en los que alguna rama se in tro ­ 1985 Trubel y cols. 37,5% 33% tenía rama
esplénica
d ujo en el bazo.
1986 Van Damme 36% N/D
De acuerdo con las observaciones personales de los au­ y Bonte
tores de este capítulo, y con las de Trubel y cois.127, presen­ 1988 Trubel y cols. 72,9% AGP solamente 27,7%
tam os la siguiente generalización: cu a n to más distal a lo AGE 45,2%
largo de la arteria esplénica encontrem os una arteria que se 1990 Yu y cols. 84% 13% tercio proximal
78% tercio medio
dirija ve rtica lm e n te hacia la región fúndica, más probable
9% tercio distal
será que p ro p o rc io n e una rama po la r esplénica superior. 1990 Kaneko Fetos-16% N/D
Más distalm ente, en la ram ificación term inal de la arteria 1991 Berens 48% Tercio proximal (3 cm)
esplénica, se puede o rig in a r una p e queña ram a fú n d ic a
AGP, Arteria gástrica posterior; AGE, Arteria gastroesplénica; N/D, No
para el estóm ago en la rama polar superior. disponible.
Trubel y cois.125 sugieren la alternancia de nombres para Fuente: Berens AS, Aluisio FV, Colborn GL, Gray SW, SkandalakisJE. The
el vaso ram ificado, p ro p o rc io n a n d o los porcentajes de in ­ incidence and significance of the posterior gastric artery in human ana­
cidencia de los diferentes patrones: tomy. J Med Assoc Ga 80(8):425-428, 1991; con autorización.
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Estómago

• Arteria gástrica posterior (solamente irrigación del estóma­ 1955, M ichels15 describió un cadáver en el que el tro n co
go ), 27 ,7 % . celíaco aparecía estrechado p o r la fusión de los pilares, de
• Arteria gastroesplénica (irrigación del estóm ago y origen tal fo rm a que su d iá m e tro era m e n o r en su origen aórtico
de la rama polar superior), 8,7% . que d istalm ente. El flujo arterial colateral apareció en fo r­
• Arteria polar superior (con una rama gástrica pequeña), 2,9%. ma de una arteria pancreática dorsal agrandada.
El síndrome de compresión de la arteria celiaca tiene una
Algunas aberraciones de los datos sobre la frecuencia de
etiología enigm ática. D ebido a que ta n to el lig am ento ar­
aparición de la arteria gástrica posterior se pueden elim inar
queado m e d ia n o c o m o el g a n g lio celíaco están estrecha­
descartando todas las ramas arteriales que alcancen y reco­
m ente relacionados con la arteria celiaca, no se sabe qué es­
rran la curvatura m e n o r (la gástrica izquierda accesoria) o la
tru c tu ra a n atóm ica es la responsable de este raro cuadro
curvatura m ayor (arterias gástricas cortas), a lo largo de la lí­
clínico. El ligam ento arqueado mediano parece estar más im ­
nea de fijación de los epiplones. Esto se encuentra en conso­
plicado en el síndrome de com presión de la arteria celiaca.
nancia con los comentarios de Van D am m e y Bonte111.
El diagnóstico del síndrome de com presión de la arteria
R e c o r d a r : El patrón básico de denom inación de los vasos se celiaca es difícil de determ in a r132'134. Taylor y cois.135 descu­
relaciona con el órgano alcanzado y vascularizado por la ar­ brieron que la com presión de la arteria celiaca por el liga­
teria, y no con el origen de dicha arteria. Sólo se alcanzará el m e n to arqueado era reversible m ediante la relajación de los
m ayor grado de acuerdo en las observaciones siguiendo es­ pilares diafragmáticos en la inspiración profunda. D ocum en­
trechamente esta recomendación siempre que sea posible. taron este fe n ó m e n o m ediante ecografía y arteriografía.
Se ha d o c u m e n ta d o la co m presión de la arteria celia-
Tronco celíaco y ligam ento arqueado m ediano com esentérica136. El tro n co celiacomesentérico es una an o ­
El hiato esofágico se encuentra separado p o s te rio rm e n ­ malía e m b rio ló g ica rara (1 % -2 ,7 % )137. D eb id o a que m u ­
te del hiato a ó rtico p o r la fusión de los pilares d ia fra g m á ti- chos p a cientes con estenosis de la a rte ria celiaca están
cos derecho e izquierdo. Las fibras crurales fo rm a n un c o r­ asintomáticos, la circulación colateral será p ro b a b le m e n te
dón sobre la superficie anterior de la aorta justo p o r encima adecuada. La evidencia radiológica de la com presión celi­
del tro n c o celíaco. C uando las porciones tendinosas del p i­ aca se había a trib u id o con frecuencia a las placas ateroes-
lar se fusionan, se fo rm a el lig a m e n to arqueado m e d ia n o cleróticas, hasta que una inte rve n ció n reveló la causa ex­
co m o un cordón fibroso redondo con un grosor de 1 -3 m m , trínseca de la o b s tru cc ió n 138. En algunos pacientes se han
situado p o r detrás del esófago y frente a la aorta. Esta es­ descrito cam bios fibró tico s perm anentes en la íntim a de la
tructu ra retiene bien las suturas y es de extrem a utilid a d en
el abordaje vertical posterior de las cruras128 (Fig. 15.29).
C uando la fusión es sólo de fibras musculares, el lig a m e n ­
to puede aparecer mal defin id o , e incluso estar ausente129.
En el estudio de A ndroulakis y cois.23, se e n c o n tró un liga­
m e n to arqueado m e diano bien d e fin id o en cinco de diez
cadáveres con hernia de hiato. En los otros cinco, estaba
p o co desarrollado.
El ligam ento arqueado m ediano pasa por delante de la
aorta a la altura de la primera vértebra lumbar, n o rm a lm e n ­
te justo por encima del origen del tronco celíaco. Los ga n ­
glios celíacos derecho e izquierdo se sitúan a ambos lados de Ligamento arqueado
la base del tro n c o celíaco, ocu lta n d o su origen en la aorta. mediano

El tro n c o celíaco aparece durante la quinta semana del


desarrollo em brionario a la altura del séptimo segm ento cer­
vical. Desciende rápidamente deb id o a la sustitución caudal
de sus raíces y a la elongación aórtica durante la sexta y sép­ Pilar derecho
tim a semanas130. El límite de este descenso es variable. Ge-
orge131 observó que el tronco celíaco alcanzaba n o rm a lm e n ­
te su posición final a la altura del tercio inferior de la primera
vértebra lumbar. Una arteria cubierta p o r el lig a m e n to ar­
queado m ediano suele ser la consecuencia de un ligam ento
anormalmente bajo, y no de una arteria anormalmente alta129.
Entre 75 cadáveres diseccionados por Lindner y Kem-
p ru d 129, la arteria se o rig in ó cranealm ente al lig a m e n to ar­
Vista lateral derecha
q ueado m e diano en el 2 6 % de las piezas. Esta arteria celía-
ca cubierta puede verse c o m p rim id a p o r el lig a m e n to . En F ig u r a 1 5 .2 9 . Ligamento arqueado m ediano. [sk4]

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* Skandalakis

Estómago

arteria c o m p rim id a . En estos casos, la sección del lig a m e n ­ mía? ¿Podría deberse al fracaso de la circulación colateral,
to arqueado m edia n o no resuelve la estenosis139. c o m o sugiere G riffith 26, o a algún otro factor? Quizá podría
Hill140 defendió el uso del lig a m e n to arqueado m ediano estar relacionado con las variaciones vasculares.
Anatomía quirúrgica

para fijar la un ió n gastroesofágica, siem pre que fuera posi­ La necrosis isquémica del rem anente gástrico fue in fo r­
ble. Pensaba que el anclaje principal del esófago lo consti­ mada p or Rutter148, Spencer149, y Fell y cois.150 El plexo s u b ­
tuía el lig a m e n to frenoesofágico posterior, fib ro so y fuerte, m ucoso, que c o n tie n e muchas com unicaciones a rte rio ve ­
que se inserta en la fascia preaórtica y en el lig a m e n to ar­ nosas, es el reservorio colector de sangre arterial. N o existe
queado m e d ia n o 141,142. d uda de que d ic h o plexo es el pilar de la circulación c o la ­
Adams y L o b b 143 describieron hernias de hiato esofago- teral; de hecho, el m e d io de contraste puede alcanzar t o ­
aórticas en las que no aparecía el lig a m e n to arqueado. Las das las ramas intram urales de las cuatro arterias principales
aberturas esofágica y aórtica eran confluentes. H ayw ard144 después de lig a r todos los vasos extramurales e inyectarlo
negó esta confluencia de aberturas. Independientem ente de en cualquiera de estas cuatro arterias151. Peters y W o m a ck 152
los méritos de esta controversia, Gray y cois.145 observaron dem o stra ro n que el m á xim o a porte de sangre arterial a la
que el lig a m e n to estaba lo su fic ie n te m e n te desarrollado mucosa gástrica para la p ro d u cció n de líquidos gástricos
c o m o para ser u tiliz a d o en la reparación de la hernia de depende del mecanismo de cierre de las comunicaciones ar­
h iato en tan sólo 14 (5 6 % ) de 25 cadáveres sin hernia de teriovenosas y, p o r lo ta n to , de la estasis de sangre arterial
hiato diseccionados p o r ellos. en la mucosa gástrica.
Takach y cois.146 ind ica ro n que la planificación de la in­ C om o consecuencia de estos hallazgos, Griffith25 estable­
tervención para resolver la com presión celíaca debía hacer­ ció las siguientes puntualizaciones, con las que coincidim os:
se según los hallazgos encontrados en el q u iró fa n o . Reco­ • La ligadura de las arterias extrínsecas no es capaz de c o n ­
m e n d a ro n la d e s c o m p re s ió n m e d ia n te la escisión del tro la r la hem orragia en la úlcera gástrica.
lig a m e n to arqueado m e d ia n o y de las fibras nerviosas sim ­ • El e stóm ago conserva su viabilidad tras la ligadura de t o ­
páticas, y, si fuese necesario, la revascularización. das las arterias excepto de la arteria gastroepiploica de re ­
cha, y quizá de la arteria gástrica derecha.
Circulación arterial de las paredes gástricas • En la gastrectom ía subtotal, el rem anente gástrico sigue
C om o se ha c o m e n ta d o a n te rio rm e n te , la ab u n d a n te siendo viable gracias a la circulación procedente de la ar­
vascularización arterial del e stóm ago procede de diversas teria gastroepiploica izquierda y de las arterias gástricas
fuentes. El estóm ago puede sobrevivir a la isquemia o a la cortas, ya que la arteria gástrica izquierda se encuentra
necrosis tras la ligadura de todas sus ramas principales ex­ ligada. La arteria gástrica posterior, si está presente, p ar­
ce p to una. Se sabe que el estóm ago puede presentar una ticipa en la supervivencia del rem anente gástrico.
circulación adecuada tras la ligadura de las tres ramas p rin ­ • En las gastrectomías del 90 % al 9 5 % del estóm ago, el re­
cipales (gástrica izquierda, hepática y esplénica) si se pre­ m ane n te gástrico sobrevive gracias a las arterias esofági­
serva la arteria gástrica derecha o la gastroepiploica dere­ cas descendentes. Sin e m b a rg o , c o m o a p u n tó G riffith ,
cha, dejando in situ las otras ramas ligadas. C om o las ramas puede aparecer una necrosis m ortal.
más pequeñas de estas arterias perforan la muscular del es­ W o m a c k 119 señaló el potencial p eligro que acom paña a
tó m a g o , el plexo subm ucoso se m a ntiene vascularizado.
la frecuente presencia de arterias gástricas de o rig e n a n ó ­
Las arterias principales del plexo tienen un d iá m e tro de malo y quizá insospechado. Recomendó la consideración de
a proxim adam ente 200 pm . De estas arterias surgen arterio- este problem a.
las que penetran en el plexo. Las arteriolas se caracterizan La irrigación del reservorio gástrico p roxim al d e p e n d e
p o r la presencia de anastomosis arteriovenosas cuyo diá­ de tres fuentes:
m e tro es inferior a 140 | jm 116. El v o lu m e n de sangre que
llega a la mucosa está c o n tro la d o p or estas anastomosis147. • La rama ascendente de la arteria gástrica izquierda.
Este plexo subm ucoso es el que establece la conexión con • Las arterias gástricas cortas.
• La arteria gástrica posterior (si está presente).
las arterias extragástricas, p e rm itie n d o al estóm ago tolerar
la ligadura extensa de su vascularización extrínseca. C uando se extirpa el bazo, se deben sacrificar las a rte ­
Se debe te n e r en cuenta que la mucosa de la c u rva tu ­ rias gástricas cortas. Hay que in te n ta r p o r todos los m edios
ra m e n o r se encuentra vascularizada p o r pequeñas ramas posibles evitar las ramas ascendentes de la arteria gástrica
extrínsecas de las arterias gástricas derecha e izquierda en izquierda. Las adherencias de la pared gástrica posterior no
m a yo r m edida que p o r vasos del plexo su bm ucoso116. se deben disecar, ya que entre ellas se puede localizar la ar­
C onsiderando la rica vascularización del estómago, ¿por teria gástrica posterior.
qué se p ro d u ce n la necrosis y la perforación de la cu rva tu ­
ra m e n o r du ra n te la va g o to m ía proxim al selectiva en alg u ­ Arterias frénicas inferiores
nos casos? De fo rm a similar, ¿cuál es la explicación de la A c o n tin u a ció n haremos una breve referencia a los va­
necrosis y la perforación de la curvatura m e n o r tras la liga­ sos frénicos inferiores que, con fines prácticos, no se c o n ­
dura de las arterias gástricas cortas d u ra n te la esplenecto- sideran estrictam ente vasos gástricos, sino frenoesofágicos.
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Estómago

S w ig a rty cois.110 observaron que la arteria frénica inferior Aplicaciones quirúrgicas


izquierda (Figs. 15.27 y 15 .2 8 ) pro p o rcio n a b a la vasculari­ • La red arterial subm ucosa irriga las paredes gástricas an­
zación del esófago a bdom inal en aproxim adam ente el 5 6 % te rio r y p o sterior excepto en un área de la curvatura m e ­
de las piezas, y la arteria frénica inferior derecha en el 3,3% .
nor. Esta área está vascularizada p or dim inutas ramas que
La arteria frénica in fe rio r izquierda atraviesa el pilar iz­ proceden d ire ctam ente de las arterias gástricas derecha e
q uierdo situándose detrás del esófago, avanzan d o a c o n ti­ izquierda (que son quizá arterias term inales). C ua n d o el
nuación por el lado izquierdo del órgano. Proporciona ramas cirujano decide extirpar una úlcera sangrante de la curva­
suprarrenales superiores para la glándula suprarrenal izquier­ tura m e n o r para o b te n e r biopsias, después de cerrar el
da. Esta arteria se origina en el tro n c o celíaco en el 5 2 ,2 % defecto es esencial la im b ricación para evitar una p e rfo ­
de los casos, y en la aorta en el 4 4 % 153; en el resto de los ca­ ración necròtica. De fo rm a similar, se deben llevar a cabo
sos, nace de la arteria gástrica izquierda, de la arteria renal la re p e ritonealización y la inva g in a ció n en la curva tu ra
izquierda, o de la arteria hepática izquierda aberrante. En el m a y o r tras la ligadura de los vasos gástricos cortos.
5 6 % de las piezas de S w ig a rt110, la arteria frénica inferior iz­
• El vaso responsable del sangrado en la úlcera duodenal
quierda dio origen ta m b ié n a una rama esofágica; en ap ro ­
es, p ro b a b le m e n te , la arteria gastroduodenal o su rama
xim a d a m e n te el 4% , este vaso se o rig in ó en la arteria fréni­
p a n c re a tic o d u o d e n a l su p e rio r p o ste rio r si su o rig e n es
ca inferior derecha.
alto y está fijada a la pared posterior de la primera porción
del d u o d e n o . Nuestro d ifu n to am ig o Charles G riffith 26 se­
ñaló «la in u tilid a d de ligar las arterias gastro d u o de n a l y
Vascularización de la prim era porción pancreaticoduodenal superior para co n tro la r el sangrado
del duodeno de la úlcera duodenal» d e b id o a las anastomosis de las
La vascularización del d u o d e n o es confusa d e b id o a la arterias pancreaticoduodenales inferiores.
gran variabilidad del o rigen y la d istribución de los vasos • Se debe recordar la to pografía del c o n d u c to de S antori­
que lo irrigan; esto es especialm ente cierto en lo que se re­ ni. Este c o n d u c to se localiza en las proxim idades de la ar­
fiere al aporte vascular de la prim era porción del d u o d e n o . teria g a stroduodenal o de la pancreaticoduodenal poste­
En su excelente trabajo sobre el estóm ago y el d u o d e n o , rio r s u p e rio r c u a n d o ésta tie n e un o rig e n a lto en la
G riffith 25 se muestra m u y cauteloso al e x p o n e r la vascula­ gastroduodenal. La disección no debe ser demasiado p ro ­
rización. fu n d a en esta zona. La arteria gastroduodenal constituye
Akkinis153 afirma que no existe circulación colateral más una excelente referencia para evitar la lesión del c o n d u c ­
allá de las arcadas terminales del intestino delgado. ¿Nos en­ to de Santorini.
con tra m o s con el m ism o fe n ó m e n o en la prim era porción • La úlcera duod e n a l típica responderá m u y bien a la va-
del d u o d e n o ? ¿Qué sucede con la m an ch a a n é m ica de g o to m ía gástrica pro xim a l (índice de recurrencia del 5 %
M ayo que corresponde a la distribución de la arteria supra­ al 1 0 % 155). La respuesta de la úlcera p o sb ulbar es peor.
d uodenal? ¿Existe en realidad? ¿Representan las variacio­ • N o se deben ligar las arterias hepáticas izquierdas acce­
nes arteriales, co m o especuló G riffith 25, el fa c to r subyacen­ sorias o aberrantes procedentes de la gástrica izquierda,
te en la necrosis y en la dehiscencia? Nosotros no queremos ya que pueden representar los únicos vasos arteriales del
posicionarnos. Nuestra única recom endación es utilizar una ló b u lo h e pático izquierdo.
buena técnica q u irúrgica y un abordaje lim ita d o en las pa­ • Es preciso ser cauteloso con tres de las arterias -g a s tro e ­
tologías benignas. piploica derecha, gastroepiploica izquierda y cólica m e ­
La prim era porción del d u o d e n o se encuentra irrigada d ia - y con tres de los e p iplones -g a s tro c ó lic o , e p ip ló n
po r la arteria supraduodenal y p o r la rama p a n creaticoduo­ m a y o r y m esocolon transverso-. Los vasos g a stro e p ip lo i-
denal superior p o sterior de la arteria gastroduodenal (arte­ cos discurren en el in te rio r del epip ló n gastrocólico bila-
ria retroduodenal de Edwards, Michels y Wilkie). Según M i­ m in a r (lig a m e n to ). La arteria cólica media se localiza en
chels15, la arteria supraduodenal no es una arteria term inal. el inte rio r del m esocolon transverso y se d irig e hacia el
La arteria gastroduodenal es una rama de la arteria h e p á ti­ colon transverso frente a la segunda porción del d u o d e ­
ca c o m ú n . En m uchos individuos, la parte superior del p ri­ no, y ocasionalm ente fre n te a la parte p ro x im a l de la te r­
m er c e n tím e tro se encuentra irrigada ta m b ié n p o r ramas cera porció n del duodeno.
de la arteria gástrica derecha. • La anastomosis retrocólica es preferible a la antecólica en
Después de dar origen a las ramas pancreaticoduodenal los individuos obesos som etidos a una gastroyeyunosto-
superior posterior y supraduodenal, la arteria gastro d u o de ­ mía de Billroth II. Se debe localizar la arteria cólica media
nal desciende entre la prim e ra porció n del d u o d e n o y la m e d ia n te inspección o palp a ció n . Se p u e d e crear una
cabeza del páncreas. Termina dividiéndose en las arterias ventana en el área avascular del m esocolon transverso a
ga stro e p ip lo ica derecha y p a n c re a tic o d u o d e n a l superior la izquierda de los vasos cólicos medios. Es preciso evitar
anterior. Ambas p ro p o rcio n a n pequeñas ramas para esta la arteria m arginal de D ru m m o n d (véase el capítulo sobre
p orción del duodeno. el intestino grueso).

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* Skandalakis

Estómago

• La gastritis hem orrágica difusa se puede con tro la r en oca­ queda a m e n u d o enmascarada en fo rm a de gastritis, úl­
siones m ediante la ligadura arterial extragástrica. Ritten- cera gástrica o atonía gástrica. Estos autores insistieron
house y cois.156 ligaron las arterias gástricas derecha e iz­ en que la isquemia gástrica se debe inclu ir en el diagnós­
Anatomía quirúrgica

quierda y las arterias gastroepiploicas derecha e izquierda tic o diferencial, ya que el d ia g n ó s tic o y el tra ta m ie n to
con el cese in m e d ia to de la hem orragia. En 2 9 pacientes precoces pueden m ejorar el índice de supervivencia.
de Richardson y A u st157, no se p ro d u jo n in g ú n caso de • C o n s ta n tin o 163 y W itte y cois.164 han d o c u m e n ta d o la ro­
necrosis gástrica tras la ligadura. El ple xo vascular sub- tura de aneurismas de las arterias gástricas.
m ucoso ayuda al cirujano a prevenir la isquemia al p e rm i­
t ir la dism in u ció n de la presión arterial to ta l sobre la m u ­ Venas
cosa. La desvascularización puede ser útil para evitar la
Es bien sabido que la localización más im p o rta n te de la
gastrectom ía en algunos pacientes.
circulación colateral de las venas gástricas se sitúa en el esó­
• D urante la q u im io te ra p ia o la radioterapia para el trata­
fago distal a b d o m in a l. Aquí, la vena gástrica izquierda (sis­
m ie n to del linfom a gástrico puede aparecer una hem orra­
tem a p orta) (Fig. 1 5.30) se co m u n ica con las venas ácigos
gia pote n cia lm e n te m orta l en el tra cto intestinal alto. Ke-
(sistema cava). A n te la o clusión de la vena p o rta, se de­
lessis y cois.158 in fo rm a ro n de que la desvascularización
sarrollan varices esofágicas en esta zona.
de la parte del estóm ago afectada es segura y eficaz.
Tam bién se sabe qu e la oclusión de la vena esplénica
• Desde el p u n to de vista a n a tó m ico , la gastropatía isqué­
(Fig. 15.31) origina la aparición de varicosidades extrínsecas
m ica es una p atología m u y e n ig m á tica . La vasculariza­
obvias en las venas de la unidad gástrica proxim al (gástricas
ción del estóm ago es m u y rica. La circulación colateral es
cortas, gastroepiploica izquierda). También es posible la afec­
excelente, co m o dem ostraron Brown y Derr151. Schlein159
tación ocasional de la vena gastroepiploica derecha, de las
consiguió en cadáveres, el llenado c o m p le to de los vasos
colaterales gástricas intrínsecas, e incluso varices d u o d e n a ­
gástricos intram urales con una sola de las arterias gástri­
les. Salam y W arren165 indican qu e el endoscopista puede
cas principales perm eable. Es bien sabido que la desvas­
c o n fu n d ir estas varices con la gastritis hemorrágica.
cularización gástrica casi to ta l se puede realizar con im ­
p u n idad, c o m o han in fo rm a d o Jacobsen160, Richardson y Re c o r d a r : D urante la hipertensión portal, se puede desarro­
A ust152, e Isabella y cois.161. ¿Por qué aparece entonces la llar una gran arcada venosa entre las venas g a stro e p ip lo i­
gastropatía isquémica tras la gastrectom ía subtotal o casi cas derecha e izquierda, o rig in a n d o un puente vascular con­
tota l, la v a g o to m ía supraselectiva, la e sp lenectom ía, u gestionado entre las venas esplénica y porta.
otras técnicas? Se desconoce la causa. Salam y W arren165 dem ostraron efectivam ente la circula­
En un estudio con siete pacientes con gastropatía is­ ción colateral del estóm ago ante la presencia de trombosis
q u é m ica , Casey y cois.162 señalaron q u e esta situación de la vena esplénica. Utilizaron sus conocim ientos para de-

cortas

V. gástrica izquierda

Venas porta y
gástrica derecha

izquierda
F igura 15.30. Distribución general y dre­
nado de las venas del estómago. Las venas
Vena mesentérica superior gástricas cortas y las gastroepiploicas dre­
y gastroepiploica derecha
n a n la vena esplénica. [ho8]
650
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Estómago

plicidad y del realismo funcional, la vena gástrica izquierda


suele denom inarse vena coronaria.
La vena gástrica izquierda com ienza hacia la m itad de
la curvatura menor. Discurre ju n to a la curvatura hasta un
p u n to situado de 2 cm a 3 cm del lím ite infe rio r del hiato
esofágico, d o n d e recibe entre una y tres tributarias esofá­
gicas. Desde este p u n to , la vena gástrica izquierda descri­
V. porta be un g iro hacia abajo y o b lic u a m e n te hacia la derecha
para unirse a la vena porta, o gira hacia atrás para penetrar
en la vena esplénica. La hem orragia pro ce d e n te de las ra­
mas distales de la vena gástrica izquierda lesionadas puede
V. gastroepiploica ser profusa d e b id o a las anastomosis entre las venas gástri­
V. gastroepiploica derecha
V. esplénica ocluida izquierda ca izquierda, esofágica y hemiácigos.
V. mesentérica superior En un e s tu d io en 2 2 cadáveres realiza d o p o r C ra y y
cois.145, la vena gástrica izquierda de se m b o có en la vena
F ig u ra 15 .31 . Circulación colateral característica en la oclu­
p orta en 16 piezas (7 3 % ), y en la vena esplénica en seis
sión aislada de la vena esplénica. [sa7]
(2 7 % ). En la bibliografía médica, las estimaciones sobre la
frecuencia de la te rm ina ció n de la vena gástrica izquierda
en la vena porta oscilan entre el 6 7 % 166 y el 8 3 % 167. En los
casos en los que el dren a d o se prod u ce en la vena porta, la
vena gástrica izquierda se localiza en el lig a m e n to hepato-
sarrollar la derivación esplenorrenal distal selectiva (Fig. 15.32), gástrico, la parte p roxim al del ep ip ló n menor.
la cual, p o r cierto, no es m u y popular en la actualidad. En el m ism o estudio de Cray y cois., mediante la aplica­
ción de una pinza curva de Kocher en el ligam ento hepato-
Vena gástrica izquierda (coronaria) gástrico, m u y cerca de la curvatura menor, se incluyeron siem­
Las venas gástricas derecha e izquierda (Fig. 15.30) se pre las siguientes estructuras: la arteria gástrica izquierda, los
unen a lo largo de la curvatura m e n o r del estóm ago, fo r ­ nervios anterior y posterior de la curvatura m enor (nervios de
m ando una «tiara» o corona venosa, la vena coronaria. Una Latarjet), la división hepática del tronco vagal anterior, la arte­
de estas venas, o ambas, te rm in a n d re n a n d o las venas es­ ria hepática aberrante izquierda (presente en cuatro casos) y
plénica y porta. A unque técnicam ente ta n to la vena gástri­ la vena gástrica izquierda (en todos los casos con drenado ve­
ca derecha c o m o la izquierda co n trib u ye n a fo rm a r la vena noso portal, y en tres casos con drenado venoso esplénico).
coronaria, la vena gástrica izquierda es con diferencia el La pinza de Kocher recta o curva aplicada sobre el liga­
más largo de estos dos vasos; p o r lo ta nto, en pro de la sim ­ m e n to hepatogástrico con un ángulo de 45° en los mismos

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* Skandalakis

Estómago

cadáveres inclu yó siem pre la vena gástrica izquierda in d e ­ 1 5 .3 5 ) drena la vena mesentérica su p e rio r en la m ayoría
p e n d ie n te m e n te de su dren a d o , así c o m o todas las estruc­ de los casos.
turas enumeradas a n te rio rm e n te . V oiglio y cois.171 in fo rm a ro n de q u e la vena gastrocóli-
Anatomía quirúrgica

ca (tro n c o gastrocólico de Henle) está presente en el 70 %


Vena gástrica derecha de los casos, estando fo rm a d a p or la confluencia de la vena
La pequeña vena gástrica derecha (Fig. 1 5 .3 0 ) drena g astroepiploica y la vena cólica superior derecha. La vena
parcialm ente la unidad gástrica distal. Es la com pañera de gastrocólica es corta, y se localiza p o r debajo de la raíz del
viaje de la arteria gástrica derecha en la parte distal de la cur­ m esocolon transverso, discurriendo a lo largo de la super­
vatura menor, dirigiéndose de izquierda a derecha y d re ­ ficie a n te rio r de la cabeza del páncreas.
n a n d o en el sistema porta. La vena prepilórica de M ayo es
tributaria de la vena gástrica derecha, y constituye un p u n ­ Vena gastroepiploica izquierda
to de referencia de la u n ió n g a s tro d u o d e n a l168. La vena gastroepiploica izquierda drena la vena espléni­
Las estadísticas sobre el d re n a d o venoso en esta zona ca o una de sus ramas terminales, habitualm ente las ramas
no c o in cid e n to ta lm e n te , ni existe a cuerdo sobre el p u n ­ terminales inferiores (Fig. 15.34). D ebido a que existen va­
to exacto de su te rm in a c ió n . Un buen e je m p lo de esto lo riaciones en la term inación de esta vena, la ligadura se debe
co n stitu ye n los sitios de te rm in a c ió n de la vena m esenté- realizar lo más p ró xim a posible al hilio, com o se describió
rica in fe rio r y de las venas gástricas derecha e izquierda anteriorm ente en «Arteria gastroepiploica izquierda».
(Figs. 15.33 y 1 5 .3 4 ). Para fa c ilita r su m e m o riz a c ió n , he­
mos re d o n d e a d o los porcentajes relevantes (2 2 % al 3 8% ) Vena frénica inferior izquierda
en el n ú m e ro 30. Obsérvese que se trata sólo de una ayu­ La vena frénica inferior izquierda (Fig. 15.36) puede dre­
da para la m em oriza ció n , que no es c o m p le ta m e n te exac­ nar la vena suprarrenal superior izquierda, la vena cava in­
ta. ferior, o ambas. En el prim er caso, no se aproxima a la unión
• La vena mesentérica inferior drena la vena esplénica en el gastroesofágica. En los sujetos en los que el d renado se re­
30 % de los casos. aliza principal o to talm ente en la vena cava, el vaso pasa por
• La vena mesentérica infe rio r drena la vena mesentérica delante del hiato esofágico y es vulnerable a las lesiones d u ­
superior en el 30 % de los casos. rante los procedim ientos realizados en el área hiatal, espe­
• La vena mesentérica infe rio r drena la un ió n esplenom e- cialm ente en el abordaje crural anterior.
sentérica en el 30% de los casos.
• La vena gástrica derecha drena el segm ento superior de Venas gástricas cortas
la vena porta en el 30% de los casos. Las venas gástricas cortas (Fig. 1 5 .3 4 ) drenan parcial­
• La vena gástrica derecha drena el segm ento inferior de la mente la unidad gástrica proximal. En el interior del ligam en­
vena porta en el 30 % de los casos. to gastroesplénico, la gran mayoría de estos vasos drenan
• La vena gástrica derecha drena la unión entre am bos seg­ la vena esplénica o una de sus ramas. Según Douglass y
m entos en el 3 0 % de los casos. cois.167 estas venas term inan directam ente en la parte supe­
• La vena gástrica izquierda drena el segm ento superior de rior del bazo.
la vena porta en el 3 0 % de los casos. Los vasos gástricos cortos se deben ligar con pre ca u ­
• La vena gástrica izquierda drena el segm ento inferior de ción. Se retraen con facilidad y, ju n to con la vena gastroe­
la vena porta en el 30 % de los casos. piploica izquierda, se pueden asociar con una h e m orragia
• La vena gástrica izquierda drena la vena esplénica en el postoperatoria. Se recom ienda la im bricación de esta p ar­
3 0 % de los casos. te de la curvatura mayor.
Takayasu y cois.169 observaron que la vena gástrica dere­
cha drenaba la rama izquierda de la vena porta en el 1,5%
de 200 pacientes, anomalía que se puede co n fu n d ir radio­
lógicam ente con una lesión ocupante. Esta com unicación
podría p e rm itir la extensión directa de las metástasis desde
la curvatura m e n o r al lób u lo hepá tico izquierdo. La vena
gástrica izquierda puede drenar de fo rm a similar170.

Vena gastroepiploica derecha


La vena g a s tro e p ip lo ica derecha drena la u n id a d q u i­
rúrgica distal y a co m p a ñ a a la arteria g a stro e p ip lo ica d e ­
recha. Recibe la sangre p ro c e d e n te de la vena p a n cre a ti­
75% 22,3% 2,7%
c o d u o d e n a l su p e rio r a n te rio r y de la vena cólica m edia
fre n te a la cabeza del páncreas. El cirujano del páncreas F ig u ra 1 5.33. Variantes principales en la term inación de la
conoce bien su relación anatóm ica con el proceso u n c ifo r­ vena gástrica derecha (negro). El área rayada diagonalm ente re­
me del páncreas. La vena g a s tro e p ip lo ic a derecha (Fig. presenta el cuello del páncreas. [do4]
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Estómago 15

~ »
70
76,1%

F ig u ra 15 .3 4 . Variantes principales (indica­


das por los vasos negros) en el lugar de term ina­
22 15 ción de la vena gastroepiploica izquierda (fila
58,9% 24,4% 16,7% superior), de la vena gástrica izquierda (fila cen­
tral), y de las venas gástricas cortas (fila infe­
rior). El área rayada diagonalm ente representa
el cuello del páncreas. No se m uestran la term i­
n ació n frecuente de una de las venas gástricas
cortas en la vena esplénica (aproxim adam ente
en el 50% de las piezas), ni la term inación oca­
sional (aproxim adam ente el 2%) de alguna de
ellas en la vena gastroepiploica izquierda. P, vena
porta; E, vena esplénica; MS, vena mesentérica
57 25 (ninguno identificado) superior. [do4]
62% 27,' 10
10,9%

Linfáticos dei estómago metástasis desde la curvatura m a y o r a los gang lio s celía­
cos, «el p u n to final de las cuatro vías principales que d re ­
Perspectiva clásica del drenado linfático nan el e stó m a g o » 177. C oller y cois.172 conclu ye ro n que se
gástrico deben resecar las cuatro zonas para m in im iza r la disem ina­
ción metastásica.
En 1941, Coller y cois.172 definieron las cuatro zonas de
Balfe y cois.178 concluyeron, tras estudiar 200 TC, que el
d renado de los linfáticos gástricos; este sistema es el que
hallazgo de estructuras redondeadas mayores de 8 m m en
han seguido la mayoría de los autores173-174. Las cuatro zo­
el ligam ento hepatogástrico es un indicador fiable de la afec­
nas aparecen ilustradas en la Figura 1 5 .3 7 A y descritas en
tación de los linfáticos gástricos izquierdos p o r un carcino­
la Tabla 15.11. La m a yo r parte del drenado linfático del es­
ma o p o r un linfom a, o de la dilatación venosa coronaria.
tó m a g o se dirige hacia los ganglios celíacos.

• La zona I (gástrica inferior) drena los ganglios infrapilóri-


cos y epiploicos.
• La zona II (esplénica) drena los ganglios pancreaticoes-
plénicos.
• La zona III (gástrica superior) drena los ganglios gástricos
superiores.
• La zona IV (hepática) drena los ganglios suprapilóricos.

Estas ordenadas divisiones (Figs. 15.37 A y B) son en­


gañosas. El contraste inyectado en el centro de la pared an­
74 2
te rio r del cuerpo gástrico y en el píloro se extiende a los 83,2% 2 ,2 %
ganglios linfáticos situados en ambas curvaturas’ 75. D eb i­ 11
12,4%
d o a que el drenado lin fático acom paña a las arterias del
estóm ago o discurre paralelam ente al retorno venoso gás­ F ig u ra 15.3 5 . Variantes principales en el lugar de term in a­
tric o 176, las metástasis no quedan confinadas a los ganglios ción de la vena gastroepiploica derecha (negro). P, vena porta.
que drenan una única zona. El drenado secundario a lo lar­ E, vena esplénica. MS, vena mesentérica superior. El área ra­
go de las arterias esplénica y gastroduodenal extiende las yada diagonalm ente representa el cuello del páncreas. [do4]
653

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* Skandalakis

Estómago

Las estadísticas relativas al porcentaje de afectación de los


linfáticos duodenales en el cáncer de estómago son variables.
Sin e m b argo, p or lo que sabemos desde la perspectiva clí­
Anatomía quirúrgica

nica, el cáncer de estóm ago puede afectar al d u o d e n o . Los


porcentajes sobre el total de casos han sido expresados por
C o lle r y cois.172, Z in n in g e ry Collins189 y M a rv in 190:
C o lle r y cois. 2 6 ,4 %
Z in n in g e r y Collins 27 %
M a rvin 38%

Hay que ser precavido al e m itir juicios basados en la cla­


sificación de las metástasis ganglionares del carcinom a gás­
trico. De M anzo n i y cois.191 ind ica ro n que:

Tanto la localización anatómica como el número de las


metástasis ganglionares constituyen importantes pronosti-
cadores de la supervivencia en los pacientes con cáncer gás­
trico. Se debe tener precaución al comparar las series clasi­
ficadas según la nueva clasificación TNM [1 9 9 7 ] con las
F ig u r a 1 5 .36 . Superficie inferior del diafragma y estructu­ codificadas según la vieja clasificación TNM [1987], ya que
ras vasculares próximas al hiato esofágico. (A), venas hepáticas;
las dos agrupan a los pacientes de forma diferente. Creemos
(B), triángulos esternocostales (de Morgagni); (C), vena fréni­
que son necesarios más estudios que incluyan un m ayor
ca inferior; (D), arteria frénica inferior; (E), arteria y vena rena­
número de pacientes para determ inar la utilidad de una
les; (F), vena suprarrenal; (G), arteria mesentérica superior; (H),
arteria celíaca; (I), ligamento arqueado mediano; 0), hiato eso­ clasificación combinada basada en el número de ganglios
fágico. [gr 7] metastatizados en los diferentes estadios.

Boku y c o l.192 estudiaron a 2 7 4 pacientes con cáncer


p rim ario de estóm ago. D ocu m e n ta ro n los siguientes datos:

• En el cáncer gástrico incipiente (tip o p ro tru id o ) del tercio


infe rio r del estóm ago, las metástasis se localizan en los
Estudios recientes sobre los linfáticos ganglios linfáticos p róxim os a la lesión.
Es bien sabido que cuando el cáncer se localiza en las re­ • C ua n d o el cáncer afectó a la m uscular propia, ta m b ié n
giones esofágicas cervical y torácica alta, la incidencia de se enco n tra ro n afectados p o r el m ism o los ganglios linfá­
afectación de los ganglios celíacos es del 1 0 % 179. Guern- ticos a distancia.
sey y Knudsen180 encontraron una incidencia del 4 4 % en la • Entre los casos con metástasis de los ganglios linfáticos,
afectación de los ganglios celíacos en el cáncer localizado el cáncer gástrico incipiente diferenciado m ostró una m a ­
en el tercio m edio del esófago hasta los 10 cm distales. y o r afectación ga n g lio n a r y una extensión más am plia de
Jaehne y cois.181 in fo rm a ro n de que, en 193 reseccio­ las metástasis que los cánceres indiferenciados.
nes gástricas, se e n c o n tra ro n un to ta l de 7 .1 1 2 ganglios
linfáticos (a p ro xim a d a m e n te 37 ganglios p o r paciente).
Smith y cois.182 defienden la disección linfática radical
Perlas clínico-quirúrgicas
para m e jorar el pronóstico. La disección radical no incre­
m enta las com plicaciones postoperatorias. Yo no creo que la frase «La disección radical no incre­
Iriyama y cois.187 opinan que la linfadenectom ía exten­ menta las complicaciones postoperatorias» sea correcta.
dida no es o b ligatoria en los pacientes con un carcinom a Smith y cois.182 demostraron que, en sus manos, las di­
intramucoso del estómago de tip o p ro truido (tip o 1 de Borr- secciones linfáticas radicales podían realizarse sin aumen­
m ann), ya que los ganglios linfáticos raram ente se encuen­ tar las complicaciones. Otros autores, sin embargo, han o b ­
tran afectados en este tip o de carcinoma gástrico. Sin e m ­ te n id o un aum e n to de las com plicaciones y de la
bargo, Otsuji y cois.188 inform aron de que la supervivencia m ortalidadl 83. Varios ensayos aleatorios han mostrado un
de los pacientes con tum ores submucosos se p ro lo n g ó m e ­ aumento de la morbilidad, y en algunos hubo también un
diante la linfadenectom ía extendida con gastrectomía. incremento de la mortalidad para las disecciones de tipo
Existe una gran controversia sobre la posible a nastom o­ D2 (disecciones linfáticas extendidas) frente a las diseccio­
sis entre los linfáticos del estóm ago y los del d u o d e n o . De nes de tipo D I (disecciones de los linfáticos perigástricos
acuerdo con H ollinshead168, H orto n pensó que no existía solamente)184-186. Creo que el papel de las disecciones
nin g u n a anastomosis entre los linfáticos gástricos y d u o d e ­ de tipo D2 está todavía sin demostrar. (RSF Jr)
nales, m ientras que C o lle ry cois, creen lo contrario.
654

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Estómago

Ganglios pancreaticoesplénicos

Ganglios cardíacos

Ganglios gástricos izquierdos

Ganglios celíacos

Ganglios hepáticos

Ganglios
pilóneos

Ganglios gastroepiploicos derechos Ganglios gastroepiploicos izquierdos

F ig u ra 1 5 .3 7 . Drenado lin fá tico del estómago. A, Las 4 zonas definidas por C oller172.1, gástrica inferior; II, esplénica; III, gás­
trica superior; IV, hepática. B, Las flechas indican que la mayor parte del drenado se dirige hacia los ganglios celíacos. [sk4]

Estos autores recom iendan la extirpación c o m p le ta de N am ieno y cois.196 inform aron de que en 1.1 37 casos de
los g a nglios linfáticos y de la grasa en to dos los tipos de carcinom a gástrico (lesión prim aria única) la incidencia t o ­
cáncer, excepto en el carcinom a in situ, y en caso de carci­ tal de metástasis fue del 9 ,5% . Las lesiones mucosas me-
n om a incipiente diferenciado. tastatizaron en el 2 ,6 % de los casos, y las submucosas en
S hchepotin y cois.193 info rm a ro n de que los pacientes el 1 6 ,5% , con afectación de los linfáticos perigástricos a lo
con cáncer gástrico localm ente recurrente se benefician de
la reescisión. Los pacientes que recibieron radioterapia y q u i­
m ioterapia mostraron un incre m e n to de la supervivencia.
El estudio de Jakl y cois.194 m o stró que la extensión de
Tabla 15.11. Drenado linfático del estómago
la resección gástrica - to ta l o p ro x im a l- no influ yó en el ín­
Zona I Los ganglios alrededor de las arterias
dice de supervivencia en los pacientes con cáncer gastroe- (gástrica gastroepiploica derecha y gastroduodenal
sofágico. N o obstante, existen discrepancias entre la m a yo ­ inferior) drenan los ganglios situados alrededor de la
ría de los investigadores. arteria hepática, y éstos los ganglios celíacos
A dachi y cois.195 presentaron una clasificación sencilla Zona II Los ganglios alrededor de las arterias
de los ganglios linfáticos positivos alrededor del estóm ago. (esplénica) gastroepiploica izquierda y gástricas cortas
drenan los ganglios pancreaticoesplénicos, y
• Nivel I: Ganglios perigástricos positivos. éstos a su vez los ganglios de la arteria
• Nivel II: Ganglios interm edios positivos. esplénica para finalizar en los ganglios celíacos
• Nivel III: Ganglios distantes positivos. Zona III (gástrica Los ganglios alrededor de la arteria gástrica
superior) izquierda drenan los ganglios celíacos
El índice de supervivencia a los cinco años fue el siguiente:
Zona I V Los ganglios alrededor de la arteria gástrica
• Nivel I: 67% . (hepática) derecha drenan los ganglios celíacos
• Nivel II: 35%. Fuente: Skandalakis JE, Gray SW, RoweJSJr. Anatomical Complications
• Nivel III: 26% . in General Surgery. Nueva York: McGraw-Hill, 1983; con autorización.

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* Skandalakis

Estómago

largo de las curvaturas m a yo r y m e n o r del estóm ago. 2. G an g lio s p a ncreaticoesplénicos: D renan el fo n d o y el


M ak y cois.197 afirm aron qu e la linfangiectasia de la m u ­ c u e rp o gástricos y se relacionan con los vasos gastroepi-
cosa gástrica se asocia con el carcinom a gástrico; este he­ ploicos izquierdos y con los gástricos cortos.
Anatomía quirúrgica

cho representa la existencia de metástasis linfáticas y la po ­ 3. Ganglios gastroepiploicos derechos: Se relacionan con
sible disem inación a través de los linfáticos intram ucosos la arteria gastroepiploica derecha y drenan la m ita d de­
distribuidos por la mucosa gástrica. recha de la curvatura mayor, incluyendo oca sio n a lm e n ­
Kodera y cois.198 in fo rm a ro n de que la linfadenectom ía te el píloro.
extendida para el carcinom a gástrico tip o IV de Borrm ann 4. G anglios gástricos izquierdos-p iló rico s-h e p á tico s: d re ­
parece m ejorar el p ro n óstico, aunque el índice de supervi­ nan la porción pilórica del estóm ago.
vencia sigue siendo poco satisfactorio. En un estudio pos­ Es e x tre m a d a m e n te difícil de fin ir grupos específicos de
te rio r199 d e te rm in a ro n que el n úm ero de ganglios regiona­ ganglios en los que drene la linfa. La to ta lid a d de los linfá­
les metastatizados en el carcinom a de e stóm ago tiene un ticos del c u e rp o h u m a n o está som etida a a m b ig ü e d a de s
gran significado pronóstico. irresolubles.
De acuerdo con Gabella200, los linfáticos gástricos co n ­ Desde el p u n to de vista anatom oquirúrgico, presentamos
tin ú a n en el cardias con los vasos esofágicos, y en el píloro ocho grupos de ganglios linfáticos en el estómago (Fig. 15.39):
con los vasos duodenales. En general, a co m pañan a los va­
• G anglios paracardiales.
sos sanguíneos y fo rm a n cuatro grupos (Fig. 15.38):
• Ganglios gástricos izquierdos a la altura de la arteria gás­
1. Ganglios gástricos izquierdos: Se relacionan con el reco­ trica izquierda.
rrido de la arteria gástrica izquierda y drenan las áreas • Ganglios celíacos a la altura de la arteria celíaca.
de las paredes gástricas ante rio r y posterior. • Ganglios suprapilóricos.

Ganglios paratraqueales Ganglios paratraqueales izquierdos

Ganglios traqueobronquiales izquierdos


Tráquea

Ganglios traqueobronquiales derechos


Ganglios broncopulmonares izquierdos

Ganglios broncopulmonares derechos

Esófago inferior
Ganglios esofágicos

cardíacos
Unión gastroesofágica

Ganglios gástricos izquierdos Ganglios


parcreaticoesplénicos

Ganglios h ep á tico s -----------(J


Bazo

Estómago proximal

Duodeno

Ganglios gastroepiploicos izquierdos


Ganglios pilórícos

Ganglios gastroepiploicos derechos

F ig u ra 15.38 . D renado linfático del esófago inferior, el estómago y el duodeno.


656

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Estómago

• Ganglios infrapilóricos. con el bazo, se localizan en el mesogastrio dorsal. A m bos


• Ganglios gastroepiploicos derechos en el recorrido de la órganos c o m p a rte n una vascularización (arteria gástrica iz­
arteria gastroepiploica derecha. quierda y arteria esplénica) y un d renado lin fá tico con la
• Ganglios pancreaticoesplénicos en el recorrido de la arte­ po rció n p ro xim a l del estóm ago.
ria gastroepiploica izquierda. La cabeza del páncreas (que deriva del esbozo pancreá­
• Ganglios superiores de la curvatura m a yo r a la altura de tic o v e n tra l) se sitúa en el m e so d u o d e n o . La cabeza del
los vasos gástricos cortos. páncreas c o m p a rte su irrigación (arterias p a n c re a tico d u o ­
denal y gastro d u o de n a l) y el dre n a d o linfático con el d u o ­
Todos los cam inos conducen a Roma, o 'en otras
Re c o r d a r :
deno, el co lédoco distal y el estóm ago distal.
palabras, a los ganglios linfáticos del tro n c o celíaco.
Teóricam ente, el cáncer del estóm ago p ro xim a l se pue­
Teoría de Visalli y Grimes de tra ta r eficazm ente m e d ia n te la resección en b lo q u e de
los órganos irrigados p o r las arterias gástrica izquierda y es­
Visa11i y G rim e s201,202 pre se n ta ro n una p e rspectiva d i­
plénica (Fig. 15.40A), que son los siguientes:
fe re n te del d re n a d o lin fá tic o g á strico basada en p a tr o ­
nes del desarrollo. En esta c o n c e p c ió n , varios g ru p o s de • El esófago distal.
g a n g lio s linfáticos, c o m o los g a stro e p ip lo ic o s y los p a n ­ • Los dos tercios proximales del estómago y el epiplón mayor.
c re a ticoesplénicos, tie n e n una im p o rta n c ia secundaria, • El bazo.
ya que sus vasos eferentes d re n a n el g ru p o celíaco, d e ­ • El cu e rp o y la cola del páncreas.
n o m in a d o p o r Visalli y G rim e s «el v ó rtic e de la espiral
metastásica». De form a similar, el cáncer del estómago distal se puede
La e m b riología del estó m a g o y de los órganos relacio­ tratar m ediante lá resección en bloque de los órganos vascu-
nados con él es tan peculiar que el cuerpo y la cola del pán­ larizados por la arteria hepática com ún (Fig. 15.40B), conser­
creas (q u e derivan del esbozo pancre á tico dorsal), ju n to vando, p o r supuesto, la propia arteria. Estos órganos son:

Ganglios paracardíacos
Ganglios gástricos cortos

Ganglios gástricos izquierdos

Arteria gástrica izquierda


Bazo
Tronco celíaco

Ganglios celíacos

Arteria hepática

Ganglios suprapilóricos

Ganglios infrapilóricos

Ganglios pancreaticoesplénicos
(gastroepiploicos izquierdos)

Ganglios gastroepiploicos derechos


F ig u ra 15 .3 9 . Los ocho grupos de ganglios linfáticos del estómago.

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* Skandalakis

Estómago

N o obstante, no siempre se puede tener una visión simplis­


ta basada únicam ente en el drenado linfático. En el estóm a­
go, c o m o en otros órganos, la sola presencia del cáncer
Anatomía quirúrgica

puede alterar el d re n a d o lin fá tico n orm al. Los vasos obs­


truidos pueden desviar el d re nado de tal fo rm a que las m e ­
tástasis pueden aparecer en ganglios inesperados. Se pue­
den fo rm a r linfáticos colaterales, que o riginan un cam bio
en el p a tró n de drenado. Finalmente, el plexo linfático de
la submucosa gástrica es p ro b a b le m e n te tan rico c o m o el
plexo vascular, p u d ié n d o se e x te n d e r in tra m u ra lm e n te el
carcinom a a todas las regiones del e stóm ago y al esófago.
A u n q u e los linfáticos de la submucosa son discontinuos a
la altura del esfínter pilórico, los co nductos de la subsero-
sa pueden transportar las metástasis hasta el duodeno. El po­
sible origen m u ltic é n tric o del cáncer gástrico com plica aún
más el sencillo abordaje de la resección planificada.

Linfáticos y cáncer metastásico


La diversidad en la distribución de los vasos linfáticos de
la pared gástrica fue mencionada inconscientemente p o rV ir-
F igura 15.40. Planificación de las resecciones en bloque. A, Es­ c h o w 205, quien escribió: «(...) observó repetidam ente que
tómago proxim al y órganos relacionados que comparten una
en la patología abdom inal de carácter desconocido la natu­
vascularización y un drenado linfático comunes. B, Estómago dis­
raleza cancerosa se manifestaba en una localización rem ota
tal y órganos relacionados. [sk4]
pero fá cilm ente accesible, los ganglios linfáticos yugulares».
Lo que Virchow observó hace 150 años es actualm ente
bien conocido. El cáncer de estóm ago puede metastatizar
no solamente a los ganglios supraclaviculares y escalenos206-207,
sino tam b ié n a otras áreas co m o la región axilar208.
En 1989, Kawaura209 re co m e n d ó la resección en bloque
del esófago distal, el estóm ago, la primera porción del d u o ­
• La cabeza del páncreas.
deno, el bazo, el e piplón mayor, el ep ip ló n m e n o r y, si es
• El estóm ago distal y el e p ip ló n mayor.
necesario, el páncreas distal y el colon transverso en los pa­
• El duod e n o .
cientes con cáncer gástrico con afectación del esófago.
• El c o n d u c to biliar distal.
En 1 9 9 5 , N is h i210 d o c u m e n tó una su p e rvive n c ia del
Visalli y Grimes201 consideran que las técnicas descritas 6 1 ,6 % para la resección curativa.
a n te rio rm e n te co n trolan la disem inación metastásica con Los cirujanos en activo se enfrentan todavía hoy a la de­
m a y o r eficacia qu e la e x tirp a c ió n aislada de los ganglios cisión de si realizar una gastrectomía total o subtotal en los
linfáticos periféricos. Se recuerda al lector la elevada m o r­ pacientes con carcinom a gástrico. ¿Qué sucede entonces
bilida d y m orta lid a d que pueden a co m p a ñ a r a estos p ro ­ con el carcinoma de la unió n G-E? ¿Es la gastrectomía total
cedim ientos. con esofagectomía distal (1 0 cm ) la respuesta? Probable­
Sin e m b a rg o , Sakaguchi y cois.203 afirm an q u e el mal m ente sí, desde una perspectiva em briológica y anatóm ica.
p ro n ó stico del cáncer del tercio p roxim al del estóm ago se ¿Cuál debe ser la extensión de la linfadenectomía? ¿Están
debe p rin cip a lm e n te a la invasión esofágica. Recomiendan Roukos y Encke211 en lo cierto (en el co m e n ta rio acerca de
el d ia gnóstico precoz, la disección linfática agresiva y p o ­ un artículo sobre el linfom a de Tanaka y cois.212) al afirm ar
siblem ente la quim io te ra p ia . que la extensión de la cirugía sigue siendo controvertida?
Ellis y cois.204 in fo rm a ro n de que los pacientes mayores La edad del paciente, y los trastornos de los sistemas car­
de 70 años presentan unos índices de paliación y supervi­ díaco, hepático, pulm onar, o renal no constituyen necesa­
vencia com parables con los de los pacientes más jóvenes riamente los factores decisivos en un paciente determ inado.
cu a n d o se realiza una cirugía agresiva para el tra ta m ie n to N o se debe olvidar nunca lo que Lord M o y n ih a n 213 afir­
del cáncer de esófago y cardias. m ó en 1908: «La cirugía de la patología m aligna no es la ci­
rugía de los órganos; es la anatom ía del sistema linfático».
Problemas prácticos del drenado linfático Jentschura y cois.214 observaron que, en los pacientes con
Se debe conocer el d re nado linfá tico de cualquier ó r­ cáncer gástrico incipiente, no hu b o diferencias estadística­
g a n o para planificar una resección en b lo q u e apropiada. m ente significativas en el índice de supervivencia entre los

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Estómago

sometidos a resección gástrica subtotal, gastrectomía total, quier técnica q uirú rgica p a ra el adenocarcinom a de la
e incluso a una resección proximal o atípica. Wanebo y cols.21s unión gastroesofágica. En los pacientes con un verdade­
indicaron que, en el m o m e n to de su investigación (1996), ro carcinoma de cardias (AGE de Tipo II) potencialm ente
los pacientes con carcinoma de estóm ago no m ostraron be­ resecable, esto puede conseguirse mediante la gastrecto­
neficios con la disección ganglionar extragástrica de tipo D 2. mía to ta l con resección transhiatal del esófago distal y ex­
En 1998, N am ieno y cois.216 re com endaron la cirugía li­ tirpación en bloque del drenado linfático de la parte infe­
mitada, co m o la resección en cuña incluyendo todas las ca­ rior del mediastino posterior y a lo largo del tronco celíaco
pas gástricas, c u a n d o se dan las siguientes circunstancias y del límite superior del páncreas. Esta técnica se asocia con
en los pacientes con carcinom a gástrico: una m enor m o rbilid ad y proporciona una supervivencia
igual a largo plazo en comparación con la esofagogas-
• C arcinom a lim ita d o a la mucosa.
trectomía transmediastínica o abdominotorácica, técni­
• T u m o r elevado m acroscópicam ente.
cas más radicales.
• T um or bien diferenciado h isto lógicam ente.
• T u m o r m e n o r de 10 m m .
U n i d a d d i s c a l . La u n id a d quirú rg ica gástrica distal d re ­
• N o úlcera o úlcera a co m p a ñ a n d o al tu m or.
na los ganglios suprapilóricos en la p ro x im id a d de la parte
En otro estudio, N am ieno y cois.217 observaron que la ci­ lateral del lig a m e n to hepatogástrico, así c o m o en el liga­
rugía no estaba indicada en los carcinomas de estóm ago m e n to h e p a to d u o d e n a l en la parte distal de la curvatura
m o d e ra d a m e n te diferenciados. Estas lesiones se clasifican menor.
histoló g ica m e n te c o m o difusas. Nosotros co in cid im o s con M u lh o lla n d 176 en que las d i­
ferentes agrupaciones linfáticas anatómicas son engañosas,
Aplicaciones quirúrgicas ya que las paredes gástricas presentan una rica co m u n ica ­
A contin u a ció n se consideran las aplicaciones q u irú rg i­ ción intra- y extram ural.
cas para las dos unidades quirúrgicas gástricas, p roxim al y
P ie z a de g a s t r e c t o m ía t o t a l en un c a r c in o m a de estó­
distal.
m ag o La pieza ideal de gastrectom ía total en un carcino­
.

U n i d a d p r o x i m a l . La linfa p rocedente de la unidad q u i­ ma de estóm ago (Fig. 1 5 .41) debería inclu ir las siguientes
rúrgica gástrica proxim a l drena a lo largo de la arteria gás­ estructuras si las condiciones generales del paciente lo per­
trica izquierda hacia los ganglios gástricos izquierdos supe­ m iten:
riores, localizados en el liga m e n to hepatogástrico. La parte • Los 8-1 0 cm más distales del esófago y los ganglios pe-
p ro xim a l de la curvatura m a y o r drena los ganglios pancre- riesofágicos del m ediastino inferior.
aticoesplénicos. • El estóm ago (en su to ta lid a d ).
Kodera y cois.218 co m e n ta ro n la d e fin ició n del cáncer • Todos los tejidos y ganglios que rodean la unión G-E. Rea­
del cardias gástrico y su peso en la intervención quirúrgica: lizar va g o to m ía troncular.
• El epip ló n m e n o r y sus ganglios linfáticos. Extirpados m e­
En ¡apon se ha observado una llam ativa diferencia en
diante:
la distribución de los diferentes tipos de adenocarcinoma de
- Ligadura de la arteria gástrica izquierda en su origen
la unión gastroesofágica en comparación con los datos oc­
(p ro te g e r el plexo celíaco m ediante una disección cui­
cidentales previamente documentados. El subgrupo del car-
dadosa).
■ cinoma del estómago proxim al identificado como tipos II
- Ligadura de la vena coronaria.
y III puede no requerir gastrectomía proxim al si se realiza
- Esqueletización de la arteria hepática y de la vena p o r­
una linfadenectomía lo suficientemente extendida.
ta hasta el hilio hepático. Arrastrar todos los tejidos (in ­
Estos autores se refieren a la clasificación del carcinoma cluyendo los ganglios de la arteria gástrica izquierda y
de cardias propuesta en 1996 p o r Siewert y Stein219. Tipo I: la arteria hepática) hacia la curvatura menor.
esófago inferior (distal); Tipo II: cardias («verdadero carci­ • El lig a m e n to gastrocólico y el e p iplón mayor.
nom a del cardias»); Tipo III: estóm ago superior (subcardial) • Entre 2 cm y 3 cm de la prim era porción del d u o deno,
(más frecuente). Esta clasificación fue aceptada en 1997 en in clu ye n d o los ganglios supra- e infrapilóricos.
la Conferencia In ternacional de la A sociación del Cáncer • Pancreatectomía distal y esplenectomía, in clu ye n d o los
Gástrico para el Consenso sobre el A d e n o carcinom a de la ganglios pancreaticoesplénicos.
U nión Gastroesofágica.
Es obvio que la gastrectomía total es una técnica inm e n ­
En una publicación más reciente, Siewert y cois.220 ofre­
samente radical con una elevada m o rb ilid a d y m o rtalidad.
cen más detalles sobre el adenocarcinom a de la unión gas­
¿Se puede considerar «ideal»? ¿Se curará el paciente con
troesofágica (AGE):
este p ro c e d im ie n to tan c o n tro ve rtid o ? La bibliografía m é ­
La extirpación completa del tu m o r p rim a rio y de su dica está repleta de controversias. La propia filosofía del ci­
drenado linfático debe ser el objetivo p rin c ip a l de cual­ rujano general servirá c o m o guía.

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* Skandalakis

Estómago
Anatomía quirúrgica

Esófago distal
Ganglios linfáticos
8 cm-10 cm

Tronco vagai anterior

Tronco vagai posterior

1a porción del duodeno


2 cm-3cm

Cuerpo y cola
del páncreas

F ig u ra 1 5.4 1. Representación diagramática


de un a pieza ideal de gastrectom ía total. No se
Epiplón mayor
m uestran algunas estructuras anatómicas.

I n e r v a c ió n g á s t r ic a pleado como pa sto r luterano en la ciudad de origen de


Dragstedt, en Anaconda, M ontana; Carlson abandonó el
Dos plexos nerviosos, el plexo submucoso o deMeiss- ministerio p o r la facultad, y posteriormente llegó a ser el jefe
ner y el plexo mientérico o de Auerbach, ( ...)represen­ del Departamento de Fisiología de la Universidad de Chi­
tan «el cerebro del tracto ga stro in te stin al» . cago. Cuando Dragstedt finalizó sus estudios, Carlson le
convenció p ara que asistiese a la Universidad de Chicago.
Eider y D eak in 221
Además de p o r Carlson, las investigaciones de Dragstedt
recibieron también la influencia de muchos fisiólogos y ci­
In e rv a c ió n p a r a s im p á tic a (n e rv io v a g o ) rujanos importantes, incluyendo a Pavlov y Latarjet. La
obra de estos autores, ju n to con sus propias investigacio­
Waisbren y M o d lin 222 escribieron lo siguiente sobre Les-
nes, le ayudaron a form ular la hipótesis sobre la regula­
ter R. Dragstedt, el inventor de la vagotom ía tro n c u la ry uno
ción de la secreción ácida gástrica y a form alizar la inter­
de los mejores fisiólogos quirúrgicos de nuestro tie m p o :
vención de la vagotom ía troncular. En 1943, Dragstedt
El 2 2 de octubre de 7993 se cumplió el centenario del inició el uso clínico de esta técnica en Estados Unidos. Aun­
nacimiento de Lester R. Dragstedt. Surgió de entre las h u ­ que estudió cuidadosamente a sus pacientes y documen­
mildes raíces de una familia de inmigrantes suecos para tó sus resultados meticulosamente, la intervención encon­
convertirse en uno de los innovadores más sobresalientes tró inicialmente una gran resistencia ta n to p o r parte de
de la cirugía del siglo xx. En los comienzos de su carrera sus colegas clínicos como p o r los cirujanos. Con el paso del
como científico, Dragstedt estuvo profundamente influido tiempo, muchos otros cirujanos aceptaron la vagotom ía
por otro sueco, A.j. Carlson, quien inicialmente estuvo em­ como un procedimiento viable, modificando posteriormen-
660

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Estómago

xo celíaco. La división gástrica posterior orig in a ramas para


la pared gástrica posterior.
N. v a g o dere ch o — N. v a g o iz q u ie rd o
Debas29 info rm ó de que más del 8 0 % de las fibras de los
vagos son neuronas aferentes que devuelven la in fo rm a ­
ción al cerebro.

Identificación de las estructuras vagales


a la altura del hiato
Plexo e s o fá g ico El patrón de distrib u ció n de los nervios vagos a la a ltu ­
ra del hiato esofágico es de gran im p o rta n c ia para la p lani­
ficación q uirúrgica de una vagotom ía. La config u ra ció n bá­
sica y sus variantes son bien co n o cidas41'223,224. El p a trón
Tronco v a g a l p o s t Tronco vagal ant.
to rá cico no es visible para el cirujano en el abordaje a b d o ­
minal, debiendo actuar por lo tanto basándose en las estruc­
turas que se puedan observar.
D ia fra g m a
En un estudio sobre los com p o n e n tes del hiato esofági­
co en 100 cadáveres, Skandalakis y cois.71 e n co n tra ro n las
siguientes estructuras:

A n te r io r

( J ) D ivisió n h ep á tica ( D D ivisión celiaca

(2) D iv is ió n g á s tric a a n te rio r (4) D ivisión g á s tric a p o s te rio r

F ig u ra 15.42. Terminología de las estructuras vagales en el


tórax y en el abdom en. En este ejemplo, dos troncos vagales
atraviesan el hiato para alcanzar el abdom en. [sklO]

te la técnica inicial. La exclusiva capacidad de Dragstedt


para transferir los resultados de sus investigaciones al desa­
rrollo e implementación del tratam iento quirúrgico racio­
nal constituirá siempre un ejemplo para los cirujanos. D erecha Izq u ie rd a
A ctualm ente, diríamos que la vag o to m ía es to ta lm e n te
irracional.
Los nervios vagos derecho e izquierdo (Fig. 15.42) des­
cienden paralelos al esófago y co n tribuyen a fo rm a r un rico
plexo nervioso esofágico externo entre la bifurcación tra ­
queal y el diafragm a. A p a rtir de este plexo, se o riginan los
dos troncos vagales, a n te rio r y posterior, que atraviesan el
hiato esofágico del diafragm a. Cada uno de los troncos se
divide poste rio rm e n te en dos ramas.
O riginándose en el tro n co vagal anterior, la división he­
pática se d irige hacia la derecha en el epip ló n menor, ra m i­
ficándose antes de penetrar en el hígado. Una de las ramas
gira hacia abajo para alcanzar el píloro y, a veces, la p rim e ­
ra porción del d u odeno. La segunda división, la gástrica an­ F ig u ra 15.43 . Relación de los troncos vagales anterior y pos­
terior, desciende a lo largo de la curvatura m e n o r del estó­ terior con la aorta y el esófago en 88 piezas. Los troncos se lo­
m ago, d a n d o ramas para la pared gástrica anterior. calizan n o rm alm ente a la derecha de la línea m edia (anterior,
Las divisiones celíaca y gástrica posterior se o riginan en 80 [91%]; posterior, 76 [86%]). Los troncos anteriores se apro­
el tro n c o vagal posterior. La división celíaca atraviesa el ple­ xim an más al esófago que los posteriores. [sklO]

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• Skandalakis

Estómago
Anatomía quirúrgica

N. vago derecho N. vago


izquierdo

Plexo esofágico

Tronco vagal post. Tronco vagal ant.

Diafragma Plexo
esofágico

F ig u ra 15.44. Cuatro o más estructuras vagales em ergen a través del hiato. A, Las divisiones se separan justo por encima del
diafragma. B, Las divisiones y sus ramas se originan por encima del diafragma. C, Los elem entos del plexo esofágico se extien­
den por debajo del diafragma. Los troncos vagales se localizan por com pleto en el abdom en. 1, división hepática; 2, división
gástrica anterior; 3, división celíaca; 4, división gástrica posterior. [sklO]

• Dos estructuras vagales solam ente (Fig. 15.42): 88% . Las fibras descendentes paralelas se reúnen con los troncos n o r­
estructuras habituales en el hiato esofágico son los tr o n ­ males por debajo del diafragma. Esto demuestra que fo rm an
cos vagales a n te rio r y posterior, que todavía no se han parte del plexo esofágico.
separado para fo rm a r las cua tro divisiones típicas m e n ­ Las divisiones de los troncos vagales, especialmente la
cionadas anterio rm e n te . A m b o s troncos se localizan n o r­ gástrica posterior, son inconstantes. C ua n d o se o rig in a n
m a lm e n te a la derecha de la línea m edia del esófago. El p o r encim a del diafragm a, pueden aparecer varias ramas
tro n c o posterior se sitúa más p ró x im o a la aorta que al descendiendo a través del hiato. De hecho, de entre las 50
esófago (Fig. 15.43). piezas estudiadas p o r Jackson41, sólo h u b o dos en las que
• C uatro estructuras vagales (Fig. 15.44A): 7%. Las cuatro la división gástrica posterior se o rig in ó co m o un haz ú n i­
divisiones de los troncos vagales (hepática, celíaca, gás­ co. Estas ramas de las divisiones no son accesorias.
trica ante rio r y gástrica posterior) aparecen cuando la se­
paración tiene lugar p o r encim a del diafragm a. Distribución de los nervios vagos
• Más de cuatro estructuras (Figs. 1 5 .44 B y C): 5% . C uan­ en el estóm ago
d o existen más de cuatro estructuras en el hiato, se trata
D i v i s i ó n g á s t r i c a a n t e r i o r . Entre 100 piezas disecciona­
de divisiones y de ramas de divisiones (Fig. 15.44B) (los
das en el estudio de Skandalakis y cois.70, la separación de
troncos a nterior y posterior se localizan por c o m p le to en
las divisiones gástrica anterior y hepática se pro d u jo ocasio­
el tó ra x) o de elem entos del plexo vagal esofágico (Fig.
nalm ente por encim a del diafragma, localizándose n o rm a l­
15.44C ) (los troncos ante rio r y posterior se localizan por
m ente en el esófago a bdom inal o a la altura del cardias.
c o m p le to en el abdo m e n ).
En 96 de estas 100 piezas, la rama principal de la d iv i­
Las estructuras nerviosas que se añaden a las dos estruc­ sión gástrica ante rio r d io lugar al nervio ante rio r principal
turas habituales a la altura del hiato se d e n o m in a n a veces de la cu rva tu ra m e n o r (n e rv io a n te rio r de Latarjet). Este
accesorias225. Este té rm in o es in c o rre c to . Los verdaderos nervio se localiza n o rm a lm e n te a una distancia de 0,5 cm
nervios accesorios deberían originarse en el plexo esofági­ a 1 cm de la curvatura menor. En una de las piezas el n e r­
co y descender sin establecer conexiones con los troncos va- vio apareció por debajo de la serosa de la pared gástrica. En
gales normales. De acuerdo con nuestra experiencia, estas la mayoría de los sujetos es posible localizar este nervio dis-
662

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Estómago

F igu ra 1 5.45. Distribución de las divisiones gástrica anterior y hepática del vago. A, Distribución "típica". B, Duplicación de
la división gástrica anterior (nervio de Latarjet). C, Separación de la división gástrica anterior en dos porciones, superior e in ­
ferior (pieza con carcinoma). D, Inervación antral por la rama pilórica de la división hepática. E, Múltiples nervios de la divi­
sión hepática contribuyendo todos ellos a la form ación de la rama pilórica descendente, [skló]

talm ente hasta el nivel de la incisura, aunque en muchos ca­ O casionalm ente, la división hepática está fo rm a d a p o r
sos alcanza el píloro y en algunos es visible hasta la p rim e ­ m últiples nervios, y to dos ellos participan en la fo rm a c ió n
ra p orción del d u o d e n o (Fig. 1 5 .4 5 A y T a b la 15.12). de la rama pilórica (Fig. 15.45E).
Legras y G riffith 226 dem ostraron que las ramas vagales A u n q u e con frecuencia se observa la ram ificación del
subserosas en la superficie pueden p e n e tra re n la muscular,
c o n tin u a n d o su descenso hacia el antro p o r el plexo sub-
mucoso (de Meissner). Del nervio principal parten entre dos
y doce ramas hacia la pared gástrica. En los sujetos del es­
tu d io de Skandalakis y cois.70 la media fue de seis ramas. En Extensión distal visible de las
T a b la 1 5 .1 2 .
dos de estos sujetos, el nervio anterior de Latarjet estaba d u ­ divisiones gástrica anterior y gástrica
plicado; y cada u n o de estos nervios p ro p o rcio n ó sus p ro ­ posterior del vago
pias ramas para la pared gástrica (Fig. 15.45B). Loeweneck227
Núm ero de Núm ero de
d e n o m in ó «nervio antral» al más largo de ellos. divisiones divisiones
En algunos sujetos, no existe un ve rdadero nervio de Term inación anteriores posteriores
Latarjet, sino que se fo rm a un abanico de ramas gástricas
Por encima de la incisura 6 21
a partir del tro n c o vagal a n te rio r p o r encim a del origen de
En la incisura 17 4
la división hepática, y una o más ramas largas por debajo En la incisura o por encima de ella 62 71'
de d ic h o origen, que descienden para inervar el antro (Fig. Por debajo de la incisura 6 1
15.45C). Incluso ante la presencia de un nervio de Latarjet En el píloro 3 3
bien definido, aparecen norm alm ente algunas ramas, a m e ­ En la primera porción del duodeno 6 0
nudo muchas, para el cardias y el fo n d o gástrico, que par­ Total 100 100
ten del tro n c o ante rio r p ro x im a lm e n te al origen de la d iv i­ Fuente: Skandalakis JE, Gray SW, Rowe JS Jr. A n ato m ical C o m p lic a tio n s
sión hepática (Fig. 15.45D ). in G eneral Surgery. N u eva York; M cGraw -Hill, 1983; c o n autorizació n.

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* Skandalakis

Estómago

T. vagal post.
Anatomía quirúrgica

División celiaca

División hepática

F ig u r a 15.4 6. Vagotomía (los nervios que deben preservar­


se aparecen en negro). A, Vagotomía troncular. B; Vagotomía
selectiva. C, Vagotomía de células parietales o gástrica proxi-
mal. [ski 9]

n e rvio de L a tarjet para fo r m a r la «pata de ganso» (Fig. n o r y p ro porciona menos ramas gástricas que el nervio an ­
15.46), este p a trón es inconstante, p u d ie n d o ser equívoco terior. En n in g ú n caso se ha observado que el nervio pos­
en algunos casos y estar ausente en m uchos otros. El té r­ te rio r alcance el d u o d e n o .
m ino «pata de ganso» fue aplicado o rig in a lm e n te p o r Pay­ En un n ú m e ro im p o rta n te de piezas, las ramas gástri­
ne228 a la te rm ina ció n de la arteria gástrica izquierda en la cas del nervio posterior de Latarjet fo rm a n dos grupos, su­
misma localización. perior e inferior. Las ramas del g ru p o superior se originan
en el tro n c o vagal posterior justo d e b a jo e incluso encim a
D iv is ó n h e p á t ic a . La división hepática del tro n c o vagal
del diafragma. Las ramas del g ru p o inferior tienen su origen
anterior se separa n o rm a lm e n te de la división gástrica an ­
en el nervio posterior descendente de Latarjet, e inervan
te rio r a la altura del esófago abd o m in a l (Fig. 15.46). Se lo­
solam ente la parte infe rio r del cu e rp o del estóm ago y el
caliza entre las hojas de la porción avascular del lig a m e n to
antro. Entre estos dos grupos de ramas, la curvatura m e ­
hepatogástrico. Con frecuencia fo rm a m últiples ramas pa­
nor no presenta n in g u n a inervación visible m acroscópica­
ralelas m u y próxim as entre sí (Tabla 15.1 3).
m ente.
D iv is ió n g á s t r ic a p o s t e r io r . En la mayoría de los suje­ En m uchas piezas del estu d io de Skandalakis y cois.70,
tos, la división gástrica posterior (Fig. 15.47) da origen al la rama gástrica más superior, el «nervio crim inal» de Gra-
nervio p o s te rio r p rincipal de la cu rvatura m e n o r (n e rvio ssi229, nacía en el o rig e n de la d ivisión celíaca o p o r e n c i­
posterior de Latarjet). C o m o norm a general, el nervio pos­ ma de la m ism a (Fig. 1 5 .4 7 A ). N o rm a lm e n te , n in g u n a
terior te rm in a ligeram ente más craneal en la curvatura me- rama aislada pareció m erecer este d ra m á tic o té rm in o . Es-

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Estómago

C uando Skandalakis y cois.70'72 estudiaron hace muchos


Variaciones en el número y en
T a b la 1 5 .1 3 .
años la anatom ía exogástrica del nervio vago, nunca p e n ­
la posición de los elementos de la división saron en otras posibles localizaciones de los nervios eferen­
hepática del vago
tes de origen vagal para introducirse en el estóm ago. Sin
Patrón Núm ero e m b a rg o , la posibilidad existe, y D onahue, de la Universi­
Único: dad de Illinois, lo ha d e m ostrado en varias publicaciones230'
En posición normal 71 233. ¿Existen aún más caprichos del nervio vago? Probable­
Origen en la parte distal de la curvatura menor 1 mente, sí.
Contribuciones de ambos troncos vagales 5 D onahue piensa q u e las posibles localizaciones de las
Bifurcado:
neuronas eferentes preganglionares son las siguientes:
En posición normal 3
Doble: 1. Plexo esofágico (región periesofágica).
Ambos en posición normal 2 2. C urvatura m e n o r (cuerpo gástrico a n te rio r y posterior).
Uno se origina en el centro de la curvatura menor 2
3. Talón de la pata de ganso.
Triple:
Todos en posición normal 3 4. L igam ento gastropancreático.
Uno se origina en el centro de la curvatura menor 1 5. Arterias gástricas cortas.
Cuádruple: 6. Arteria gastroepiploica izquierda.
Todos en posición normal 12 7. Arteria gastroepiploica derecha.
Total 100
Estas siete localizaciones co n fo rm a n el «tablero de aje­
Fuente: S kandalakis JE, G ray SW, Row eJS Jr. A n atom ical C o m p lic a tio n s drez» de D onahue (Fig. 15.49). Los nervios vagos eferen­
in G eneral Surgery. N ueva York: M cGraw -Hill, 1983; c o n a u to rizació n .
tes preganglionares alcanzan la masa de células parietales
en estas áreas. Las áreas 3, 4, 6 y 7 son separadas sistemá­
ticam ente dura n te la vago to m ía a lta m e n te selectiva e xten­
dida. El área 5 se preserva, ya que los nervios de esta re­
tas ramas tan te m p ra n a s, que escapan con fa c ilid a d a la gión no pueden seccionarse sin sacrificar la vascularización
d e te c ció n casual, se p u e d e n o rig in a r de fo rm a aislada o esencial de la p orción pro xim a l del estóm ago.
m ú ltip le en los dos tro n c o s vagales. La aceptada técnica de la va g o to m ía gástrica pro xim a l
En 18 de 100 piezas del estudio de Skandalakis y cois.70 se realiza m e d ia n te la «enervación parasim pática» de los
no había n e rv io de Lata rje t p o s te rio r v e rd a d e ro (Fig. dos tercios proxim ales del estóm ago, preservando la ine r­
15.47B); las ramas originadas en la división celíaca volvían vación antral y pilórica, así co m o las divisiones hepática y
hacia la curvatura m enor, y una o más ramas largas des­ celíaca. Esta «enervación» se c o m p le ta seccionando las ra­
cendían para inervar el antro. mas gástricas de los nervios ante rio r y posterior de Latarjet,
desde la unió n gastroesofágica (esófago a b d o m in a l) hasta
D iv is ió n La división celíaca es la más larga de
c e l ía c a . la pata de ganso.
las cua tro divisiones vagales. Se localiza en el pliegue peri-
toneal gastropancreático. En todos los casos esta división es
única y se d irig e d ire cta m e n te al plexo celíaco. La división
celíaca puede a co m pañar a la arteria gástrica izquierda, re­
correr el pilar derecho del diafragma o adoptar una posición
interm edia en el triá n g u lo fo rm a d o por la arteria, el pilar y
el borde derecho del estóm ago.
Las fibras parasimpáticas vagales conectan el e stóm ago
con el tro n c o encefálico o te rm ina n en el plexo mesentéri-
co gástrico. Recordemos de nuevo que, según Debas29, el
8 0 % de las fibras de los nervios vagos son neuronas afe­
rentes que devuelven la inform a ció n al cerebro.
Las diferentes técnicas empleadas p o r los inve stig a d o ­
res para seccionar los nervios vagos desde 1814 a 1979 se
exponen m u y esquem áticam ente en la Figura 15.48.
F igu ra 15.47. D istr ib u c ió n de las d i v is io n e s gástrica p o s t e ­
C a p r ic h o s ¿Conocemos realm ente la a n a to ­
del v a g o .
rior y celíaca del v ago. A, Patrón n o r m a l. El n e r v io d e Latarjet
mía de las inervaciones simpática y parasimpática del estó­ se origina e n la d iv is ió n celíaca. La rama m á s craneal del tr o n ­
mago? Todavía existe m ucha inform a ció n sin revelar sobre c o posterior c o n s t it u y e el «nerv io crim inal» d e Grassi. B, A u ­
la anatom ía de este co m p le jo sistema, e incluso más sobre sencia del n e r v io posterior de Latarjet. P iloro b ie n in e r v a d o
su neurofisiología. p o s ter io rm e n te . [sM6]

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* Skandalakis

Estómago

Brodie - 1 8 1 4 Jaboulay -1901 Latarjet -1921


Anatomía quirúrgica

Berg - 1 9 3 0 Dragstedt -1 9 4 3 G r iff it h -1 9 6 0

Holle & H a r t -1 9 6 7 Johnston A m drup - 1 9 6 9 Taylor -1 9 7 9

F ig u r a 15.4 8 . Diferentes técnicas empleadas por distintos investigadores para la sección de los nervios vagos desde 1814 a
1979. [wa3]

In e rv a c ió n s im p á tic a g a n g lio n a re s y las células g a n g lio n a re s co la terales. Las


fibras p o sg a nglionares de los gang lio s celíacos alcanzan
Las cadenas simpáticas, los nervios esplácnicos to rá ci­ el e s tó m a g o y el d u o d e n o a través de su a p o rte
cos que contie n e n fibras aferentes y eferentes, y los g a n ­ vascular.
glios celíacos form a n los elementos básicos de la inervación
simpática del estóm ago y del du o d e n o . Aferente
Las fibras aferentes de la sensibilidad nociceptiva de los
Eferente órganos irrigados por la arteria celíaca (in clu ye n d o el estó­
Los nervios esplácnicos torácicos se encuentran fo r m a ­ m a go) atraviesan el plexo ceííaco y los nervios esplácnicos
dos p rin c ip a lm e n te p o r fibras pregang lio n a re s p ro c e d e n ­ torácicos hacia las cadenas simpáticas. Alcanzan los nervios
tes de la c o lu m n a in te rm e d io -la te ra l de la m édula espinal espinales e n tre los niveles torácicos D 5-D 10. Los cuerpos
a la altu ra D 5 -D 1 0 . Estas fibras te rm in a n en los g anglios celulares de estas fibras se localizan en los ganglios de las
celíacos, d o n d e se p ro d u c e la sinapsis entre las fibras p re­ raíces dorsales a este m ism o nivel.
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Estómago

No es el obje tivo de esta parte del capítulo repetir la his­


toria de la cirugía gástrica ni p ro p o rc io n a r paso p o r paso
los detalles de las técnicas quirúrgicas relacionados con la
gran ca ntidad de proce d im ie n to s que se utilizan en el es­
tó m a g o . Sin e m b a rg o , presentaremos una revisión esque­
m ática de las intervenciones gástricas que será de utilid a d
ta n to para los estudiantes de anatomía y cirugía corno-para
sus profesores.
A q u í no se puede hablar de orig in a lid a d . El prestigio se
debe a W augh y Hood, Wangensteen, Bünte, Laughan, Lan-
dor, Nyhus, Wastell, y tantos otros. N osotros nos hemos li­
m ita d o a recoger los «guijarros brillantes de la orilla del in ­
fin ito océan o ...» 236, que fueron extendidos p o r los pioneros
de la cirugía gástrica, a quienes ta n to deb e m o s. Se dice
q u e s ie m p re que Boerhaave m e n c io n a b a el n o m b re de
Sydenham se q uitaba el som brero. Los cirujanos de h o y en
día deben m ostrar re c titu d y s o b re co g im ie n to (en té r m i­
nos bíblicos) siem pre que se haga referencia a los grandes
eventos y pensam ientos que han dado lug a r a la triu n fa n ­
te cirugía actual.
La historia de la cirugía gástrica está sembrada de belleza
y heroicidades. Aquí se presentan en esbozo algunos proce­
dim ie n to s en orden cronológico, con una m ínim a explica­
ción y a veces sin ella. Muchos de ellos han sufrido n u m e ro ­
F igu ra 15.49. Las siete áreas de la vagotomía. 1, Plexo eso­
fágico (región periesofágica). 2, Curvatura m en or (cuerpo gás­ sas m odificaciones; sentimos no p o d e r incluirlas todas.
trico anterior y posterior). 3, Área de la pata de ganso. 4, Liga­
m ento gastropancreático. 5, Arterias gástricas cortas. 6, Pedículo
gastroepiploico izquierdo. 7, Pedículo gastroepiploico derecho,
[do 5]

Por lo ta n to , la vía nerviosa simpática consiste en la co­


nexión del estóm ago con la m édula espinal a través de las
neuronas simpáticas y de los ganglios de las raíces dorsa­
les. Las fibras eferentes se o rig in a n en los ganglios celíacos
y te rm in a n en las células diana de la pared gástrica. Las fi­
bras aferentes, cuyos procesos periféricos se o rig in a n en la
pared gástrica, tienen el cu e rp o celular en los ganglios de
las raíces dorsales, y sus prolongaciones centrales se in tro ­
ducen en la m édula espinal.
Basando sus conclusiones en la experim entación, Bruck-
ner234 afirm ó que el sistema nervioso sim pático «ejerce una
influencia in h ib id o ra sobre la secreción de ácido gástrico y
de pepsina y ta m b ié n sobre la m otilidad».
El ne rvio vago inh ib e la m o tilid a d del a n tro . El plexo
subm ucoso de Meissner, ju n to con el plexo m ie n té rico de
Auerbach, participan en la m o tilid a d norm al del antro.

C ir u g ía d e l e s t ó m a g o

Aquel quecombinelosconocimientosenfisiologíay
cirugíaconelladoartísticodesupersonalidad, alcan­
zaráelidealsupremodelamedicina.
B illr o th 235 F ig u r a 1 5 .5 0 . Gastrorrafia

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* Skandalakis

Estómago

G a s t r o r r a f ia m ie n to q u irú rg ic o del vó lvulo gástrico, aunque actu a lm e n ­


te el acceso laparoscópico tiene sus partidarios238. A veces
P robablem ente se pueda decir sin te m o r a equivocarse se em plea la gastropexia en c o m b in a c ió n con la gastrosto­
Anatomía quirúrgica

que el p rim e r caso de gastrorrafia fue p racticado p o r No- mía de Stamm .


lleson hijo en 1 767 o por Croll en 1602 (d o c u m e n ta d o en Por cuestiones prácticas, ya no se realiza la gastropexia
1609); en d ich o p ro c e d im ie n to se realizó una gastro to m ia co m o p ro ce d im ie n to gástrico para el tra ta m ie n to de la gas-
con gastrorrafia para la e xtracción de un c u e rp o extraño troptosis. La gastropexia debería quizá ser considerada com o
(Fig. 15.50). una fijación de la gastrostomía a la pared a b d o m in a l. Uno
La gastrorrafia se practica para tratar los traum a tism o s de los autores de este capítulo (JES) ha realizado una gas­
de cualquier parte del estóm ago. A m e n u d o es necesario el tro pexia en dos casos de vó lvu lo gástrico.
desbrid a m ie n to . La pared gástrica se sutura en dos planos La gastropexia posterior representa la técnica de Hill con
tras ligar to dos los puntos sangrantes. modificaciones. En la gastropexia posterior, el haz frenoeso-
fágico posterior se fija al ligam ento arqueado mediano.

G a s t r o t o m ìa
C a r d io p l a s t ia
La gastro to m ia se realiza para la extracción de cuerpos
extraños, biopsias de la mucosa, etc. Se han d esarrollado d iferentes técnicas para el tra ta ­
m ie n to del cardioespasmo y del m egaesófago (Fig. 15.54).

G a s t r o s t o m ía , DUODENOSTOMÍA,
Ú lcera p é p t ic a s a n g r a n t e
DUODENODUODENOSTOMÍA
Se recom ienda e x tirp a r la úlcera gástrica para descartar
La gastrostomía (Fig. 15.51 ) se practica en procesos pa­
m a lig n id a d m ed ia n te la sección congelada. El de fe cto se
toló g ico s c o m o la dilatación gástrica aguda, el carcinom a
cierra en dos planos.
de esófago o de estóm ago para el aporte de dietas elem en­
tales, la descompresión gastrointestinal para evitar la c o lo ­
cación de una sonda nasogàstrica, etc. C ierre de l a ú l c e r a
Desde la época de Sédillot (m ita d del siglo xix) a la de
PÉPTICA PERFORADA
los cirujanos más actuales c o m o Sacks y Preshaw, se han
presentado diferentes m é to d o s de gastrostom ía en la b i­ Para la úlcera gástrica, véase «Úlcera péptica sangrante»,
bliografía m édica. N osotros ofrecem os alg u n o s de estos a n te rio rm e n te .
m é todos tal y co m o lo hicieron W augh y H ood en su p u ­ Para la úlcera péptica, el cierre se realiza m edia n te su­
blicación clásica237, añad ie n d o alg u n o más de la b ib lio g ra ­ tura directa o e m p le a n d o un p e d ú n cu lo de grasa. Sharma
fía. La gastrostomía percutánea ha recibido el a p o yo de d i­ y cois.239 reco m ie n d a n el uso del ta p o n a m ie n to con epi-
ferentes autores contem poráneos. pló n libre c o m o un p ro c e d im ie n to seguro y rápido aplica­
La d u o d e n o s to m ía con ca té te r (Fig. 1 5 .5 2 ) se utiliza ble en situaciones de urgencia.
para prevenir el «estallido» del m u ñ ó n d u o d enal. B lo m g re n 240 indicó que, d e b id o al bajo índice de recu­
La duodenoduodenostom ía es el procedim iento de elec­ rrencias graves (14% ), el cierre simple de la úlcera péptica
ción para la atresia y la estenosis duodenal (Fig. 15.53). perforada constituye la técnica de elección en el anciano.
Recordar: Las fugas y la p e rito n itis se p ueden e vita r m e ­ Sin em ba rg o , Wysocki y cois.241 recom iendan la resección
diante: gástrica antes que la sutura de la perforación d e b id o a su
elevada m o rtalidad.
• La sutura en bolsa de tabaco alrededor del catéter.
• La fijación de la pared gástrica a la pared a b d o m in a l an­
terior. PlLOROPLASTIA
• El e m p le o de la m ism a técnica para la d u o d e n o s to m ía
C om o técnica de d renado, la piloroplastia (Fig. 15.55)
que para la gastrostomía.
se realiza en la obstrucción pilórica parcial o c o m p le ta se­
• La realización de una incisión para el tu b o .
cundaria a la enferm edad por úlcera péptica, asociada o no
a la vag o to m ía . Se utiliza ta m b ié n co m o c o m p le m e n to de
G a s t r o p e x ia la cirugía de la unidad gástrica p roxim al (resección, hernia
de hiato, etc.).
La gastropexia consiste en la fijación de la pared ante­ La piloroplastia se emplea c o m o técnica de drenado con
rior del estóm ago en el área de la curvatura m e n o r a la pa­ o sin v a g o to m ía en el tra ta m ie n to de la e n fe rm e d a d por
red abdo m in a l anterior. Esta técnica se utiliza para el trata­ úlcera péptica con o sin o b strucción.
668
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Estómago

F ig u ra 1 5.51. Gastrostomía [wi, [wa4], [ny4]

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* Skandalakis

Estómago
Anatomía quirúrgica

F igu ra 15.52. D uodenostom ía con catéter para el cierre inadecuado o dudoso del m u ñ ó n duodenal. A, El catéter debe ser como
m ín im o del n.°. 16F. Si es posible, se debe colocar u n colgajo grande de epiplón alrededor del catéter para sellar su trayecto. B,
Para drenar el m u ñ ó n cerrado se utiliza un tubo que sale del abdo m en a través de u n a incisión separada de la herida quirúrgi­
ca. Nota: El tubo se introduce lateralm ente en el duod en o separado del cierre duodenal. [ny4]

PlLOROMIOTOMÍA GASTROYEYUNOSTOMÍA

La pilo rom ioto m ía (Fig. 1 5.56) es la técnica d e elección La g astro y e y u n o sto m ía (Fig. 1 5 .5 7 ) es u n a té cn ic a de
en los lactantes co n estenosis hipertrófica del píloro. d r e n a d o . C on fines prácticos, tien e las m ism as indicacio-

F ig u r a 15.53. Duodenoduodenostomía. [ny4]


670
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Estómago

Wendel 1910

F ig u r a 15.5 4. Intervenciones quirúrgicas para el tratam iento del cardioespasmo. Las técnicas de Marwedel y Wendel em ple­
an una incisión longitudinal en la u n ió n gastroesofágica, incluyendo todas las capas, con u n cierre transversal. La variación de
Heyrovsky incluye incisiones separadas del esófago distal y el estómago proximal, y una anastomosis esofagogástrica. La técni­
ca de Heller consiste en una incisión longitudinal en la serosa y la muscular, m an ten ien d o intacta la mucosa gastroesofágica.
El cierre es transversal. La técnica de Backer-Gróndahl es igual que la de Heyrovsky, pero en ella las incisiones se u n e n entre sí.
La variación de W angensteen consiste en una esofagogastrectomía (esófago distal-estómago proximal) co n anastom osis térm i­
no-term inal y u n a pilorom iotom ía de Rammstedt (véase Fig. 15.55). [wa5]

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• Skandalakis

Estómago
Anatomía quirúrgica

Heineke 1886
Mikulicz 1888

Defour-Fredet 1908
Weber 1910

F ig u r a 15.55 . Piloroplastia. Las técnicas de Heineke-Mikulicz consisten en u n a incisión longitudinal en la pared gastroduo­
denal incluyendo todas las capas con u n cierre transversal del defecto. La m odificación de Jaboulay incluye dos incisiones lon ­
gitudinales separadas en las paredes gástrica y duodenal con una anastomosis latero-lateral. La técnica de Finney consiste en
u na incisión gastroduodenal en herradura (porción distal del estómago y primera y segunda porciones del duodeno) con u n cie­
rre transversal. Defour y Fredet modificaron la técnica de Heineke-Mikulicz para los lactantes; su técnica consiste en una inci­
sión longitudinal en la serosa y la muscular, dejando intacta la mucosa, con u n cierre transversal. Dos años después, Weber des­
cribió una técnica idéntica a la de Defour y Fredet. La técnica de Rammstedt es esencialmente u n procedimiento de Defour-Fredet
excepto por la ausencia del cierre de la pared gastroduodenal, dejando la mucosa sin recubrir. La variación de Horsley consiste
en una piloroplastia de Heineke-Mikulicz con la escisión de las pequeñas úlceras de la pared duodenal anterior. El defecto se
cierra transversalmente. Las técnicas de Judd y de Judd-Nagel consisten en la escisión de un segm ento elíptico de la pared d u o ­
denal incluyendo la úlcera, seguido por u n cierre transversal. [wa4]
672

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Estómago 15

F ig u ra 15.56. Anatomía de la piloro-


miotom ía. [sk8]

Wólfler 1881 Courvoisier 1883 Von Hacker 1885

Jaboulay 1892 Doyen 1892 Roux 1897


Braun 1893

Mayo 1906 Lahey 1944

F ig u r a 15.5 7. Gastroyeyunostomía [wa4]


673

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* Skandalakis

Estómago

nes que la piloro p la stia . La gastro ye yu n osto m ía se puede N yhu s242, de la Universidad de Illinois, en 1981. El espacio
realizar asociada o no a vagotom ía. Puede ser anterior o pos­ periesofágico muestra los siguientes límites:
terior, d e p e n d ie n d o de la localización de la anastomosis del
Anatomía quirúrgica

• A n terior: Reflexión peritoneal.


asa yeyunal con la pared gástrica. Puede ser antecólica o re-
• Posterior: Aorta.
trocólica, isoperistáltica o anisoperistáltica (antiperistáltica)
• D erecho: L ig a m e n to h e p a to g á strico (envuelve un seg­
(Figs. 15.58 a 15.60).
m e n to del esófago a b d om inal).
• Izquierdo: Parte pro xim a l del lig a m e n to gastroesplénico.
G a s t r e c t o m ìa M u y lentamente y con extrem o cuidado se practica una
incisión en los ligamentos triangular izquierdo y coronario iz­
A n a to m ía q u irú rg ic a d e la m o v iliza c ió n quierdo hacia la unión gastroesofágica. Nos detenem os en el
g á s tric a (in c lu y e n d o el e s ó fa g o pu n to medio. M ediante disección digital, continuam os sepa­
a b d o m in a l y el d u o d e n o p ro x im a l) rando el segmento lateral del lóbulo hepático izquierdo del dia­
fragma. Es importante continuar de esta forma, ya que la vena
A c o n tin u a c ió n se e xpone la anatom ía del área gastroe- hepática izquierda (m u y próxima al ligam ento falciforme) es
sofágica, el e stóm ago y el área gastroduodenal. vulnerable, y cualquier rotura podría afectar a la VCI. Una le­
sión de estas características ocasionaría la pérdida de varias
Área gastroesofágica (Fig. 15.61) unidades de sangre en pocos segundos.
El espacio periesofágico del esófago a b d o m in a l y el car­ Lenta y cautelosam ente, se separa parcialm ente el seg­
dias gástrico fu e ro n descritos inicialm e n te p o r D onahue y m e n to medial del lób u lo hepático izquierdo del diafragm a.

F ig u ra 1 5 .5 8 . Diferentes técnicas de drenado. A, Piloroplastia de Heineke-Mikulicz. B, Piloroplastia de Finney. C, Piloroplas­


tia de exclusión. D, Gastroenterostomía posterior. E, Gastroenterostomía yuxtapilórica anterior. F, D ilatación pilórica median­
te gastrotomia. Obsérvese la vagotomía asociada en todas ellas. [ny4]
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Estómago

El lóbulo hepático izquierdo se puede desplazar hacia aba­ Se deben recordar las estructuras anatóm icas presentes
jo, hacia d e n tro , y a la derecha. La perforación d ig ita l de la en esta área: los troncos vagales d e recho e izquierdo; las
reflexión peritoneal avascular perm ite el acceso al esófago pleuras mediastínicas; la vena hepática izquierda; las pe ­
abdo m in a l; el esófago se puede traccionar hacia abajo con queñas arterias, venas y co n ductillos biliares asociados con
un tu b o de Penrose. el lig a m e n to coro n a rio izquierdo; y la arteria hepática iz­
La m o vilización posterior del cardias y el fo n d o se c o m ­ quierda accesoria o reemplazante.
pleta con la disección cuidadosa de la parte p ro xim a l de El té rm in o «accesoria» indica que existe o tro origen adi­
las curvaturas m a yo r y menor. A c o n tin u a ció n se ligan las cional de la vascularización diferente al más frecuente y tí­
ramas de la arteria gástrica izquierda y los vasos gástricos pico. La arteria hepática «reemplazante», según Healey y
cortos. Schwartz243, no se o rigina en el tro n c o celíaco, y aparente-

F ig u ra 1 5 .6 0 . Gastroyeyunostomía posterior. A, Anastomosis antiperistáltica. B, Anastomosis isoperistáltica. [ny4]

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* Skandalakis

Estómago
Anatomía quirúrgica

.f - í i',' •

F ig u ra 1 5 .6 1 . Exposición del espacio periesofágico. A ; In c i­


sión. B, Vaciado de la grasa. C, U tiliza ció n del dedo para la
identificación del esófago abdominal. D, Rotura del «vigoro­
so» mesoesófago posterior mediante presión digital y perfora­
ción. Si el mesoesófago es «muy robusto», se diseca entre dos
pinzas con inspección directa, evitando la pared esofágica pos­
terior derecha. E, Retracción del esófago. Se deben m ovilizar al
menos 5 cm del esófago distal. [do6]
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Estómago

m ente irriga to d o el hígado o un lób u lo hepático c o m p le ­ O h g a m i y cois.247 in fo rm a ro n de que la cirugía laparos-


to. H em in g w a y y G ibson244 ofrecen la siguiente d e finición: cópica del cáncer gástrico incipiente fue curativa en pacien­
«una arteria que ocupa el lugar de la arteria norm al se d e ­ tes cuid a d o sa m e nte seleccionados.
nom ina arteria reemplazante». Hayes y cois.248 indicaron que la gastrectom ía total con
lin fadenectom ía e x te n d id a para el cáncer gástrico «cura­
Estómago ble» conlleva una elevada m o rb ilid a d qu irú rg ica y un au­
m e n to de la m o rta lid a d , siendo necesario explorar nuevas
La form a de m ovilizar el e stóm ago d epende del diseño
técnicas.
de la técnica para lesiones benignas o malignas.
Eguchi y cois.249 afirm an que el dia g n ó stico precoz ha
P a t o l o g í a s b e n i g n a s . Para m o vilizar el estóm ago en las m ejo ra d o el p ro n ó stico de los pacientes jóvenes con cán­
patologías benignas, el cirujano realizará una gastrectomía cer gástrico.
p roxim al o distal o una resección en m anga. En las p a to lo ­ Rodríguez-Sanjuán y cois.250 declararon que la mayoría
gías benignas, nosotros preferim os ligar las ramas gástricas de los pacientes con linfom as gástricos prim arios son p o r­
po r d e n tro de la arcada gastroepiploica correspondientes a tadores de Helicobacter pylori y que la afectación de la se­
la parte del estóm ago que se va a resecar. rosa y los tu m o re s de alto gra d o influyen n e g a tivam ente
No ponem os ning u n a objección a la ligadura de los va­ en la supervivencia, aunque el tip o de gastrectom ía, la in ­
sos p o r fuera de la arcada g a stro e p ip lo ica m e d ia n te la se­ vasión del m á rge n de resección y la q u im io te ra p ia no p a ­
paración del e p ip ló n m ayor, d e ja n d o 3-5 cm de e p ip ló n recieron m ostrar n in g u n a influencia.
fijados a la cu rva tu ra m a y o r y a la arcada245, y realizando
al m is m o tie m p o la lig a d u ra y la separación de la arteria
Área gastroduodenal
gastroesofágica izquierda. G riffith 246 re co m endaba la liga­
La primera porción del d u odeno (ascendente) tiene una
dura de las arterias epiploicas anteriores m e d ia n te la tra n ­
lo n g itu d de 5 cm . La m ita d pro xim a l es m óvil, y la m ita d
sección del lig a m e n to g a stro có lico . Se deb e ser c u id a d o ­
distal es fija. Los prim eros 2,5 cm se m ueven librem ente.
so y d e lic a d o co n el b azo. Se d e b e e v ita r la tra c c ió n
Se encuentra recubierta p or las mismas dos capas de peri­
gástrica, esplénica y de los epip lo n e s. Se deb e e v ita r la
to n e o que envuelven el estóm ago. La p orción h e p a to d u o ­
esp lenectom ía m e d ia n te una cu idadosa m o v iliza c ió n de
denal del e p ip ló n m e n o r se fija al borde superior del d u o ­
la flexura esplénica (e v ita r la tra c c ió n ). Se ligará con c u i­
deno; el e p ip ló n m a y o r se fija a su b o rd e inferior.
da d o el p e q u e ñ o anclaje p e rito n e a l del bazo; esto p ro ­
Los 2,5 cm distales del d u o d e n o ascendente sólo están
tegerá la cápsula esplénica.
recubiertos p o r p e rito n e o en la superficie ante rio r del ó r­
A contin u a ció n , se ligan los vasos gastroepiploicos d e ­
gano. La superficie posterior está en estrecho co n ta cto con
rechos m ediante la disección de la parte distal de la curva­
el c o n d u cto biliar, la vena porta y la arteria gastroduodenal.
tura mayor, o se ligan después de la movilización duodenal.
El d u o d e n o se encuentra separado de la vena cava inferior
Después se accede al epiplón menor. S ituando la m ano en­
p o r una pequeña ca ntidad de te jid o conectivo.
tre el m esocolon transverso y la pared posterior del estó­
La prim era porció n del d u o d e n o está irrigada po r la ar­
m ago, se palpa el e p ip ló n m e n o r transparente y se ligan
teria supraduodenal y p o r la rama pancreaticoduodenal su­
los vasos gástricos izquierdos. En prim er lugar se liga la vena
perior posterior de la arteria gastroduodenal (arteria retro-
coronaria que se sitúa p o r encim a de la arteria, y a c o n ti­
duodenal de Edwards, Michels y Wilkie), rama de la arteria
nuación la arteria gástrica izquierda ju n to al tro n c o celía-
hepática com ún. En muchos individuos, la parte superior del
co. Después se ligan los vasos gástricos derechos m e d ia n ­
p rim e r c e n tím e tro se encuentra ta m b ié n irrigada p o r ra­
te la disección de la parte distal de la curvatura menor, o se
mas de la arteria gástrica derecha. Después de dar origen
ligan después de la m ovilización duodenal.
a las ramas p a n c re a tico d u o d e n a l su perior p o sterior y su­
P a t o l o g í a s m a l i g n a s . C uando se realiza la m ovilización praduodenal, la arteria gastroduodenal desciende entre la
del estóm ago en las patologías m alignas, se deben e x tir­ primera porción del d u o d e n o y la cabeza del páncreas. Ter­
par los epiplones m ediante su separación y ligadura a la al­ m ina diviéndose en las arterias gastroepiploica derecha y
tura del colon transverso. Debemos acceder con cuidado al pancreaticoduodenal superior anterior, que aportan rami-
e piplón m a yo r para evitar la lesión de la arteria cólica m e ­ tas a esta porción del duod e n o .
dia del m esocolon transverso, que a veces está fijado al epi­ Los autores se muestran indecisos sobre el patrón de vas­
plón mayor. cularización más frecuente de la primera porción del duo d e ­
Para evitar la lesión de la tríada hepática o de los vasos no. Una buena técnica, la esqueletización conservadora, y
hepáticos reemplazantes, hay que ligar el epip ló n m e n o r un buen c o n o c im ie n to de la anatomía, producirán resulta­
lejos de la curvatura menor. Si es posible, se deben e xtirpar dos positivos con las técnicas quirúrgicas en esta área.
la grasa, los linfáticos y los ganglios ju n to con la pieza. Se En la sección sobre el d u o d e n o del capítulo dedicado
realizará una gastrectom ía (p ro x im a l, distal, o to ta l) con al intestino delgado se puede encontrar más información so­
linfadenectom ía. bre el área gastroduodenal.

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* Skandalakis

Estómago

Tabla 15.14. Anatomía quirúrgica de la resección gástrica


Anatomía quirúrgica

L ocalización
del c a rc in o m a T écn ica Razón
Tercio superior Gastrectomía total: La pieza en bloque debe incluir: 1) el esófago distal El tumor metastatiza en todos los
hasta la bifurcación traqueal, 2) 1-2 cm del duodeno, 3) el páncreas ganglios regionales. El pronóstico es
distal, 4) el bazo, 5) la ligadura de la arteria gástrica izquierda en su malo. Actualmente cualquier tratamiento
origen, 6) la esqueletización de la arteria hepática, 7) la extirpación se considera paliativo.
del epiplón menor con los ganglios linfáticos, 8) la extirpación del
epiplón mayor, 9) una anastomosis en Y de Roux, 10) la resección de
otros órganos como el lóbulo hepático izquierdo y el colon transverso
si es necesario, o gastrectomía parcial proximal con piloroplastia
Tercio medio Gastrectomía del 80%-90%, y los pasos 2-8 y 10 como se han descrito El tumor metastatiza en un determinado
anteriormente si son necesarios en cualquier reconstrucción Billroth grupo de ganglios regionales. El
II, o gastrectomía total pronóstico es mejor que en los tumores
del tercio superior. Los índices de
morbilidad y mortalidad son inferiores
que en los tumores del tercio superior.
Tercio inferior Gastrectomía parcial distal y los pasos 2-8 y 10 como se han descrito El tumor exhibe también una
anteriormente si son necesarios en cualquier reconstrucción Billroth II «mentalidad regional». Mejor pronóstico
en comparación con las lesiones que se
localizan en los tercios superior y medio.

Fuente: Datos de Nyhus LM, Wastell C. Surgery of the Stomach and Duodenum, 4.’ ed. Boston: Little, Brown, 1986.

A n a to m ía q u irú rg ic a d e la re s e c c ió n G a s tre c to m ía to ta l (Figs. 15.70 y 15.71)


g á s tric a
Existen dos indicaciones para la gastrectomía total: 1) el
La anatomía quirúrgica de la resección gástrica se mues­ síndrom e de Zollinger-Ellison, en el cual la hiperacidez gás­
tra en la Tabla 15.14. N uestro a g ra d e cim ie n to al Prof. Vol- trica extrem a no se puede co n tro la r m e d ia n te agentes an­
ker S chum pelick251 p o r sus consejos sobre la historia de la tisecretores; 2) neoplasias gástricas (epiteliales y no e p ite ­
cirugía. liales).
La c o m b in a c ió n de la Figura 1 5 .6 2 y la Tabla 1 5 .1 5 Ovaska y cois.252 in fo rm a ro n de que, a pesar del cre­
muestra los grupos de ganglios linfáticos posiblem ente im ­ ciente n ú m e ro de intervenciones curativas y de una c iru ­
plicados en el carcinom a de los tercios superior, m e d io e gía más radical, no se observó in c re m e n to en el índice de
in fe rio r del estó m a g o . Recuérdense los posibles tipos de supervivencia a los 5 años en los pacientes som etidos a ci­
gastrectom ía: la e xtirpación de todos los ganglios N I , o la rugía curativa.
gastrectom ía más radical con la e xtirp a ció n de to d o s los Kwon y los m ie m b ro s del Korean Gastric Cáncer Study
ganglios N2. G ro u p 253 no encontraron efectos beneficiosos ni un a u m en­
to en el índice de supervivencia con la realización de una
Billroth I esplenectomía tras la gastrectomía total curativa para el tra ­
ta m ie n to del cáncer gástrico.
Las variantes de la técnica Billroth I se m uestran en la
Re c o r d a r :
Figura. 15.63.
• La sección congelada de los márgenes es esencial.
Billroth II • Existen diferentes opciones quirúrgicas para los tum ores
no epiteliales. En los linfomas, el tra ta m ie n to de elección
Las variantes de la técnica Billroth II se exponen en las consiste en q u im io te ra p ia tras la cirugía con o sin radio­
Figuras 15.64 a 15.67. terapia.
En la Figura 15.68 se muestra una m odifica ció n adicio ­ • En todos los pacientes con una esperanza de vida p o sto ­
nal de la técnica Billroth II, así c o m o otra m o dificación de peratoria de al menos 6 meses, Schwarz y cois.254 reco­
la técnica Billroth I y la gastroyeyunostom ía en Y de Roux. m iendan el reservorio de Ulm (Fig. 1 5 .7 2 ) con preserva­
El resto de intervenciones gástricas que aparecen en la ción del paso duodenal. Según estos autores, la calidad
Figura 15.69 no son técnicas Billroth I o II típicas, aunque de vida y la regulación de las horm onas g a strointestina­
han sido utilizadas po r diferentes autores. les (glucosa, insulina, colecistocinina, m o tilin a , secretina,
678

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Estómago

y p o líp é p tid o pancreático) en los pacientes sometidos a delgado proxim al y distal en 1954. Éste es el origen del tra­
este p ro c e d im ie n to fu e ro n superiores en c o m p a ra c ió n ta m ie n to q u irú rg ico (cirugía bariátrica) de la obesidad m ó r­
con los de los pacientes que recibieron otros tipos de re- bida y colosal clínicam ente graves. A ctu a lm e n te , el by-pass
servorio. yeyunoileal ha sido a b a ndonado, y se e m p le a n nuevas téc­
• H eim bucher y co l.255 d o c u m e n ta ro n una alteración de la nicas. Recom endamos a los estudiantes interesados la lec­
m o tilid a d en pacientes asintomáticos tras la construcción tura de los excelentes artículos sobre el te m a que se reco­
de un reservorio de H unt-Law rence-R odino. gen en el World Journal o f Surgery, vol. 22, 1998.
Las técnicas quirúrgicas para el tra ta m ie n to de la o b e ­
Esofagogastrectomía sidad m ó rb id a incluyen diferentes tipos d e by-pass gástri­
co (Figs. 1 5 .74 a 1 5 .76), la gastroplastia vertical anillada
Las variantes de la esofagogastrectom ía se m uestran en (Fig. 15.77) y el by-pass b iliopancreático (Fig. 15.78).
la Figura 15.73. Benotti y cois.265 encon tra ro n una am p lia evidencia que
c o n firm a n d o el c o n tro l significativo del peso tras la cirugía
V a g o t o m Ía gástrica para el tra ta m ie n to de la obesidad grave.
Curry y cois.266 han afirm ado que el by-pass gástrico con
La vagotom ía puede ser troncular, hiperselectiva e hiper- resección co n stituye un p ro c e d im ie n to a lte rn a tiv o para la
selectiva extendida. obesidad m ó rb id a (Fig. 15.79).
Schuricht y cois.256 afirman que la vagotom ía p o r vía to- La colocación de bandas gástricas ajustables p o r vía la­
racoscópica es una técnica segura en los pacientes s o m e ti­ paroscópica se ha utilizado en Europa sin evidencia de m uer­
dos a una vago to m ía subdiafragm ática previa. tes, con un índice de com plicaciones razonable, y con éxi­
A continuación ofrecemos una cita de D onahue257 sobre to en la reducción de peso267. La cirugía en Y de Roux p o r
la va gotom ía hiperselectiva (VAS): vía laparoscópica con una co n figuración sim ilar al pro ce d i­
m ie n to a b ierto y con la construcción de un reservorio gás­
Cuando los pacientes con úlcera requieren una interven­
trico ha sido d o c u m e n ta d a p o r Higa y cois.268.
ción quirúrgica, una vagotomía debe formar parte del tra ­
tamiento; la VAS constituye la mejor opción quirúrgica, pu-
diendo realizarse con seguridad en la mayoría de los Tr a s p o s ic ió n g á s t r ic a
pacientes, excluyendo solamente a aquellos que están ines­
tables y a los que padecen patologías médicas concomitan­ Spiro y cois.269 c o m p ro b a ro n que es posible utilizar el
tes graves que no permiten la pérdida del tiempo extra (apro­ estóm ago para restablecer la c o n tin u id a d Gl tras una eso-
ximadamente 30-45 minutos) necesario para su realización. fagectom ía cervical o una fa ringectom ía circunferencial. La
Mientras que el papel de las intervenciones quirúrgicas m o rta lid a d es elevada (11 %), y las com plicaciones son fre­
abiertas para las complicaciones de la úlcera está bien es­ cuentes (5 5 % ). La mayoría de las com plicaciones son m e ­
tablecido, existen dudas acerca del incremento de pop u la ­ nores, excepto la dehiscencia a nastom ótica (1 3% ) y la ne­
ridad del acceso por vía laparoscópica en candidatos apro­ crosis gástrica parcial (3% ). Sin e m b a rg o , R uangtrakool y
piados. Debido a que los cirujanos en activo prefieren Spitz270 declararon que la baja m o rb ilid a d p o te n cia lm e n te
practicar intervenciones que ya han realizado durante años, m ortal y la baja m o rta lid a d de la trasposición gástrica c o n ­
y a que existe una disminución en la incidencia y preva- vierten a este p ro c e d im ie n to en la técnica de elección para
lencia de la úlcera en la m ayor parte del mundo, los ciru­ la sustitución esofágica en la edad pediátrica.
janos interesados en practicar la VAS deben realizar un es­
fuerzo para preservarla. Si tenemos en cuenta las cualidades C á n c e r g á s t r ic o : o b s e r v a c io n e s
de esta intervención en comparación con sus alternativas,
la VAS tendrá siempre un lugar bien merecido entre las op­ SOBRE LOS FACTORES ETIOLÓGICOS
ciones quirúrgicas. El carcinom a gástrico constituye la segunda causa más
Sapala y cois.258 han descrito la aparición de colelitiasis frecuente de m u e rte relacionada con el cáncer271. La c o n ­
tras la va g o to m ía tro n c u la r con gastrectom ía subtotal. Ha­ troversia respecto al origen del cáncer gástrico c o n tin ú a .
llazgos similares han sido observados p o r Rehnberg y Ha- Se ha sugerido q u e los pólipos adenom atosos, la m etapla-
g lu n d 259, Lorusso y cois.260, C ipollini y cois.261, Ise y cois.262 sia intestinal, la úlcera gástrica, la anemia perniciosa y otros
e Inoue y cois.263. factores etiológicos posiblem ente desem peñen un im p o r­
tante papel.

C ir u g ía g á s t r ic a en la o b e s id a d Pólipos adenomatosos
m ó r b id a y c o l o s a l
Kimura y cois.272 han especulado acerca de que el cán­
C o m o in fo rm ó D eitel264, Kremen y cois, evaluaron e x ­ cer gástrico se pueda desarrollar en los pólipos gástricos ade­
p e rim e n ta lm e n te la im p o rta n c ia n u tric io n a l del inte stin o nomatosos.

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* Skandalakis

Estómago

Localización de la
lesión primaria
Cardíacos
Anatomía quirúrgica

Tronco
izquierdos
Cardíacos derechos
e— Hilio espléníco
Hepático c o m ú n — o
Tercio superior Gástricos -------Arteria esplénica
Curvatura menor izquierdos

Supra- e
infrapílóricos

— Curvatura mayor

F ig u r a 15 .62 . Grupos Nj y N2 de los ganglios linfáticos relacionados con los carcinom as de los tercios superior, m edio e in ­
ferior del estómago. [ny4]

M e ta p la s ia intestinal y cois.278 consideran que son necesarios más estudios para


d e m ostrar q u e el adenocarcinom a gástrico se desarrolla a
Evrensel y cois.273 sugirieron que la metaplasia intestinal
partir de la metaplasia intestinal.
es un fa c to r de riesgo de cáncer gástrico. En una publica­
ción d iferente274 adelantaron la teoría según la cual Helico­
bacter pylori (H. pylori) es el responsable de la fo rm ación de
la gastritis crónica y la metaplasia intestinal, que a su vez se­ El cirujano, la e n fe rm e d a d por
rían responsables del origen del carcinoma gástrico. Wata-
nabe275 afirma tam bién que la metaplasia intestinal y el cán­
ú lcera p é p tic a y el c á n c e r gástrico
cer gástrico están relacionados.
M cC Ioy y cois.276 observaron que la atrofia y la m e ta ­ El c ir u j a n o y la e n f e r m e d a d po r ú lc er a
plasia intestinal se asocian con las lesiones precancerosas y PÉPTICA
con el carcinom a gástrico. W eston y cois.277 señalan que la
metaplasia intestinal del cardias gástrico es infrecuente en A ctualm ente, en la mayoría de los casos de enferm edad
los pacientes con esófago de Barrett y que se desarrolla in ­ p o r úlcera péptica benigna el tra ta m ie n to conservador es
d e p e n d ie n te m e n te en otras partes del estóm ago. Morales satisfactorio. Simeone y cois.279 han in fo rm a d o de que el
680

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Estómago

Tabla 15.15. Grupos de ganglios linfáticos en el cáncer gástrico


Localización de la lesión p rim a ria Ganglios N I Ganglios N2
Tercio superior (Fig. 15.62) Cardíacos izquierdos Supra- e infrapilóricos
Cardíacos derechos Gástricos izquierdos
Curvatura menor Hepáticos comunes
Curvatura mayor Arteria esplénica
Tronco ceiíaco
Tercio medio (Fig. 15.62) Cardíacos derechos Arteria esplénica
Curvatura menor Cardíacos izquierdos
Curvatura mayor Gástricos izquierdos
Supra- e infrapilóricos Hepáticos comunes
Tronco ceiíaco
Tercio inferior (Fig. 15.62) Curvatura menor Cardíacos derechos
Curvatura mayor Gástricos izquierdos
Supra- e infrapilóricos Hepáticos comunes
Tronco ceiíaco
Ganglios N3: ligamento hepatoduodenal, cara posterior del páncreas, raíz del mesenterio, diafragmáticos,
paraesofágicos
Ganglios N4: ganglios cólicos medios, paraaórticos

Nota: Los ganglios que no pertenecen a los grupos enumerados en NI y N2 se designan como ganglios N3 o N4, de­
pendiendo de la localización.
Fuente: Modificado de Fielding JWL, Alexander-Williams J. Adenocarcinoma of the stomach. En: Nyhus LM, Wastell
C. Surgery of the Stomach and Duodenum, 4a ed. Boston: Little, Brown, 1986; con autorización.

8 4% de las úlceras pépticas gigantes (>2 cm ) se pueden tra­ su op in ió n sobre la vagotom ía hiperselectiva extendida por
tar sin intervención quirúrgica. Solamente en los casos en los vía laparoscópica (VASE)281:
que fracasa la batería de medidas conservadoras el cirujano Nuestra preferencia p o r que la VASE laparoscópica se
tendrá que decidir qué técnica realizar. A continuación se ex­ convierta en la técnica laparoscópica de elección constitu­
pone una muestra del pensamiento m édico actual. ye un estímulo para que los cirujanos modernos adopten
Hansson280 proporciona una excelente visión general so­ esta técnica. Desde esta perspectiva, quizá el m ayor desa­
bre este tem a: fío sea para los centros docentes, que tienen la responsa­
bilidad de enseñar a los residentes de cirugía tanto las me­
Por el momento, no existe una evidencia convincente
jores técnicas antiguas como las nuevas.
de que la inhibición farmacológica de la secreción ácida
aumente el riesgo de cáncer de estómago. Sin embargo, Jordán y T h o rn b y282 prefieren la vagotom ía de células pa­
algunos estudios indican que el tratam iento prolongado rietales para la úlcera d u o d e n a l a la va g o to m ía selectiva
con IBP puede acelerar el desarrollo de la gastritis atrófica, con antrectom ía, ya que, en ocasiones, esta técnica inca­
un factor de riesgo para el cáncer gástrico, en los indivi­ pacita al paciente.
duos infectados p o r H. pylori. Por lo tanto, el uso a largo M a rtin y cois.283 piensan que la infección p o r H. pyori
plazo del tra tam iento in h ib id o r de la secreción ácida se no se encuentra influida p o r la vago to m ía hiperselectiva, y
debe contemplar con precaución. En un gran número de es­ que la recurrencia de la úlcera depende más de la com p le -
tudios se ha encontrado una relación que parece ser real tación de la va g o to m ía que del estado de la infección p o r
entre la resección gástrica previa y el cáncer de estómago. H. pylori. Johnson284 advierte que la aparición de futuras ce­
El riesgo aumenta con el paso del tiempo, esperándose que pas de H. pylori resistentes a los antibióticos puede con ve r­
se duplique 15 años después de la intervención inicial. tir a la v a g o to m ía gástrica p roxim al electiva en una té c n i­
ca quirú rg ica más habitual.
D onahue y cois.233 indicaron que la vago to m ía gástrica Huang y H un t285 recomiendan la com binación de fárm a­
hiperselectiva constituye la técnica ideal en la mayoría de cos antisecretores con antib ió tico s para acelerar la cicatri­
los pacientes con úlcera duodenal. A continuación, citamos zación de la úlcera péptica.

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• Skandalakis

Estómago
Anatomía quirúrgica

Billroth I clásica 1881 Billroth I estándar

Von Haberer 1922


Finney 1923

/<$■<a - .
Von Haberer 1933 Harkins-Nyhus 1962

F ig u ra 1 5.6 3 . Variantes técnicas de la gastrectomia Billroth I (Billroth I clásica, Billroth I estándar, y otras). [si3]
682

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Estómago 15

Billroth 11 1885 Kronlein 1888 Von Eiselsberg 1889

Roux 1895 M ikulicz 1897 Polya 1911

Yeyunoyeyunostomía

Moynihan 1923 Balfour 1924

F igu ra 15 .6 4 . Gastrectomia parcial: Resección gàstrica Billroth II y variantes.


683

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* Skandalakis

Estómago
Anatomía quirúrgica

Reichel 1908 H o ffm a n rn 9 2 2


Polya 1911
Wilms 1911

F ig u r a 15 .6 5 . Resección gástrica con anastomosis gastroyeyunal; algunas variantes del Billroth II.

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Estómago

F ig u ra 1 5.6 6. Resección gástrica con an asto­


mosis en Y de Roux; variante del Billroth II.

Khulusi y cois.286 consideran que la metaplasia gástrica gías m alignas de tip o epitelial (a d e n o c a rc in o m a ), n o e p i­
duodenal se debe en parte al ácido y en parte a la infección telial (sarcom a), y en los tu m o re s del e strom a. Esto sitúa
por H. pylori. al cirujano en la posición nada envidiable de tener que d e ­
c id ir la té cn ica que va a u tiliz a r y la c a n tid a d de e s tó m a ­
El c ir u j a n o y el c á n c e r g á s t r ic o go q u e va a resecar. ¿Debe llevar a cabo una lin fa d e n e c-
to m ía p a rc ia l o e x te n d id a ? ¿Debe re a liz a r la
Existe una g ran co n tro ve rsia sobre las características p a n cre a te c to m ía distal y la esplenectom ía? ¿Y la e p ip le c-
del tr a ta m ie n to q u irú rg ic o del e stó m a g o en las p a to lo ­ to m ía ? ¿Qué c a n tid a d de esófago se debe resecar en el

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* Skandalakis

Estómago
Anatomía quirúrgica

>35 cm

F ig u ra 15.67 . Resección Billroth II con anastom osis en Y de Roux.

50 cm

F ig u r a 1 5 .6 8 . Técnicas de reconstrucción en la gastrectomía parcial. A, Billroth I modificado. B, Billroth II. C, Gastroyeyu-


nostom ía en Y de Roux. [ny4]

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Estómago

Von Eiseisberg 1895 Devine 1925 Bancroft 1932

Finsterer 1940 Mikulicz 1898 Wangensteen 1952


Payr 1910

Connell 1929 Wangensteen 1940

M cKittrick 1944

F ig u ra 15.6 9. Otras intervenciones quirúrgicas gástricas. [wa5]

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• Skandalakis

Estómago
Anatomía quirúrgica

Schlatter 1897 Brigham 1898 Chevasse 1899

Goldschwend 1909 Schloffer 1917 Hoffm ann 1922

Jennings 1936 Graham 1940

Lee 1951

State 1951 Hunt 1952

F ig u ra 15.70. Gastrectomia total. [wa5]


688

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Estómago

carcinom a del cardias? ¿Cuál es el estadio del tu m o r? ¿Ha estado metastásico en el cáncer gástrico. Las estimaciones
m e ta statizado el tu m o r en otros órganos? ¿Se ha d is e m i­ de la su pervivencia se representan con m a y o r fia b ilid a d
nado a los g a n g lio s linfáticos? ¿Ha p e n e tra d o en las ca­ cu a n d o se exam inan al menos 15 ganglios.
pas de la pared gástrica? N u rn b e rg e r y cois.289 recom iendan la esplenectomía so­
Todas estas cuestiones y consideraciones, así c o m o la la m e n te en los tu m o re s p ro xim ales avanzados, especial­
edad y la situación del paciente, desem peñan un im p o r­ m en te en aquellos localizados en la curvatura mayor. Para
tante papel en la elección de la técnica p o r parte del ciru­ los tum ores incipientes recom iendan la linfadenectom ía del
jano. El pensam iento actual de los diferentes autores pre­ hilio esplénico para c o m p le ta r la gastrectom ía radical.
tende arrojar alguna luz sobre estas cuestiones. A continuación citamos a Pierie y cois.290 sobre los tu m o ­
Kikuchi y cois.287 observaron que la linfadenectom ía ex­ res del estrom a gastrointestinal:
tendida en el cáncer gástrico no tiene un im p a c to positivo
Actualmente, el único medio de curación de los tumores
sobre la supervivencia superior a la resección no curativa,
del estroma gastrointestinal es la resección quirúrgica m a ­
ni siquiera en los pacientes con cáncer gástrico y m etásta­
croscópica completa. Los tumores con más de una mitosis y
sis simultáneas en el p e rito n e o adyacente o distante. Kar-
con un tam año superior a 5 cm tienen especialmente un
peh y cois.288 conclu ye ro n que el n ú m e ro de ganglios p o ­
m a l pronóstico, con una disminución en la supervivencia y
sitivos, más que su localización, es el m e jo r ind ica d o r del
un incremento de las recurrencias locales y ¡o distales.

Kasakura y cois.291 defienden la resección esplénica cuan­


d o se encuentran metástasis ganglionares del cáncer gás­
trico avanzado alrededor del hilio y de la arteria esplénicos.
C uando la lesión cancerosa invade el páncreas, se debe rea­
lizar una pancreatoesplenectom ía.
= 10 cm
= 20 cm W anebo y cois.292 recomiendan la esplenectomía en los
pacientes con carcinoma gástrico sólo cuando sea absoluta­
mente necesaria para la extirpación completa del tu m o r; esto
sucede norm alm ente en el cáncer en estadio IV y en los pa­
cientes con extensión metaplásica al bazo y al páncreas o con
metástasis ganglionares macroscópicas en el hilio esplénico.
Bosing y col.293 concluyeron que desde que la linfadenec­
tom ía sistemática es capaz de m ejorar la supervivencia a lar­
F igura 15.72. Reservorio de Ulm: versiones pequeña y gran­ go plazo en algunos estadios tumorales, se debe reco m e n ­
de del reservorio con un a longitud de 10 cm y 20 cm, respec­ dar c o m o un procedim iento estándar en todos los pacientes
tivamente. LR, longitud del reservorio. [sc4] con cáncer gástrico resecado con intención curativa.

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* Skandalakis

Estómago
Anatomía quirúrgica

M arshall 1938
Adam s y Phemister 1938
Churchill y Sweet 1942

F ig u r a 1 5.73. Esofagogastrectomía. [wa5]

F ig u ra 15.7 4. By-pass gástrico para el tratam iento de la obe­


sidad. El by-pass gástrico tiene u n reservorio superior con un
vo lu m en de 25 mi o menos, y u n estoma con u n diámetro de F ig u ra 1 5.75. By-pass gástrico con gastroenterostomía en Y
12 m m . [ny4] de Roux. [ny4]
690
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Estómago

F ig u ra 15.76. La cirugía de by-pass gástrico implica la crea­


ción de u n pequeño reservorio gástrico proxim al grapado, y
conectado por una anastom osis en Y de Roux de 10 m m a un F ig u ra 15.78. By-pass biliopancreático, incluyendo una gas-
asa yeyunal de 40 cm. [be3] trectom ía del 60% y u na colecistectomia. [ny4]

F ig u ra 1 5.77. En la gastroplastia vertical anillada, la inter­


vención implica la creación de un pequ eñ o reservorio gástri­ F ig u ra 15.79. By-pass gástrico reseccional. Tras la resección
co (15-20 mi) a lo largo de la curvatura m en o r del estómago. del estómago distal, se realiza u n a anastomosis en Y de Roux
El reservorio se vacía a través de u n estrecho conducto anilla­ retrocólica del rem anente gástrico de 30-50 cm3 con un asa ye­
do en el resto del estómago. [be3] yunal de 50 cm. [cu]

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* Skandalakis

Estómago

Tsujitani y cois.294 recom iendan la cirugía lim itada en el Rüdiger S ie w e rty cois.302 presentaron una clasificación
cá ncer de e s tó m a g o en pacientes ancianos. Ish ig a m i y a n a to m o to p o g rá fic a de los tum ores de la u nión gastroeso-
cois.295 concluyeron que la disección g a n g lio n a r se debe li­ fágica:
Anatomía quirúrgica

m ita r a los ganglios perigástricos en los pacientes ancianos


T ip o I A d e n o carcinom a del esófago distal.
con cáncer gástrico incipiente.
H undahl y cois.296 com p a ra ro n los resultados de la ci­ T ip o II C arcinom a verdadero del cardias.
T ip o III Cáncer gástrico subcardial con infiltra ció n del
rugía del cáncer gástrico entre los pacientes japoneses de
esófago distal.
Tokio (según las técnicas japonesas) y los pacientes ja p o ­
neses de H o n o lu lu (según las técnicas occidentales). Los Estos autores añaden que esta clasificación está basada
autores observaron índices de supervivencia superiores en en las marcadas diferencias existentes entre los tipos tu m o -
Tokio. El diseño del estudio e lim in ó la raza y la hipótesis de rales, y p ro p o rcio n a una guía para la selección de la té c n i­
una «enferm edad diferente» c o m o variables de confusión. ca quirú rg ica . Observaron que en los pacientes con tu m o ­
Los investigadores plantearon que la m igración de estadio res de Tipo II, la esofagectomía no ofreció ventajas sobre
relacionada con la linfadenectom ía y /o las diferencias en la la gastrectomía extendida cuando se consiguió la resección
eficacia terapéutica podrían explicar la discrepancia en los tu m o ra l com pleta.
resultados entre los dos grupos. K itam ura y cois.303 establecen las siguientes re c o m e n ­
El estudio de W anebo y cois.215 no apoyó la conclusión daciones para el tra ta m ie n to q u irú rg ico del carcinom a gás­
basada en los datos japoneses según la cual la linfadenecto­ tric o incipiente:
mía extragástrica curativa (disección ganglionar D2) aum en­
• Resección gástrica local sin linfadenectom ía para los cán­
tó el índice de supervivencia en los pacientes sometidos a gas-
ceres de la mucosa con un d iá m e tro m e n o r de 2 cm y
tre c to m ía . Estos autores re co m e n d a ro n la realización de
para los cánceres elevados de la submucosa con un diá­
estudios adicionales. Roukos y cois.297 inform aron de que la
m e tro m e n o r de 1 cm.
linfadenectom ía extendida (D 2) en los pacientes con carci­
• Gastrectomía con disección de los ganglios perigástricos,
nom a de estóm ago es una técnica segura. Es c o n tro ve rti­
de los ganglios situados a lo largo de la arteria gástrica
da, aunque posiblem ente tenga efectos beneficiosos.
izquierda, y de la arteria hepática co m ú n , para el tra ta ­
C itan d o a M e y e r y Jáhne298:
m ie n to de los demás cánceres gástricos incipientes.
La extirpación completa del tumor con márgenes de acla-
Shimuzu y cois.304 prefieren la gastrectom ía distal asis­
ramiento en las líneas de resección debe ser el objetivo del
tida p o r laparoscopia al p ro c e d im ie n to a b ierto para el tra ­
tratamiento quirúrgico actual del cáncer gástrico, debién­
ta m ie n to del cáncer gástrico incipiente, basándose en una
dose aplicar el mismo principio en la disección ganglionar. Sin
recuperación postoperatoria más rápida, una estancia hos­
embargo, en las últimas décadas, la extensión y el impacto
pitalaria más corta y mejores resultados estéticos.
de la linfadenectomía han sido controvertidos. Mientras que
Imada y cois.305 recom iendan la gastrectom ía con pre­
los centros japoneses defienden la disección ganglionar ex­
servación del píloro en lugar de la gastrectom ía distal c o n ­
tensiva como base de sus excelentes resultados, muchos ci­
vencional en el cáncer gástrico incipiente en pacientes cui­
rujanos occidentales, apoyándose en los ensayos aleatorios
dadosamente seleccionados, ya que proporciona una m ejor
actuales, creen que el potencial beneficio de este procedi­
fu n ció n de la vesícula biliar, una m ejor situación del rem a­
miento no supera al incremento del riesgo de morbilidad y
nente gástrico y una mejoría en el vacia m ie n to gástrico.
m ortalidad postoperatorias(...) la disección ganglionar sis­
C itan d o a Nakane y cois.306:
temática debería constituir una parte integral de la inten­
ción curativa de la resección. La linfadenectomía limitada La gastrectomía con preservación del píloro presenta
podría estar indicada en la cirugía no curativa, mientras que ventajas sobre la gastrectomía distal, ya que evita el sín­
en los tipos especiales de cáncer gástrico incipiente limitado drome de vaciamiento gástrico rápido y protege frente al
a la mucosa la linfadenectomía no estaría indicada. reflujo gastroduodenal. Sin embargo, se requiere más tiem­
po para conseguir la plenitud gástrica y la ingestión de ali­
Maehara y cois.299 concluyeron que la disección ganglio­
mentos. La gastrectom ía con preservación del píloro se
nar profiláctica en los pacientes con carcinoma de estóm a­
debe aplicar en pacientes jóvenes con cáncer gástrico in ­
go p rolonga la supervivencia. Wu y cois.300 sugieren que la
cipiente con una esperanza de vida larga.
disección g a n g lio n a r sistemática puede ser beneficiosa en
los pacientes con cáncer del tercio distal del estómago. Seto y cois.307 concluyeron que los pacientes con cáncer
D eb id o a que los márgenes esofágicos positivos consti­ gástrico diagnosticado precozm ente, incluso con un g a n ­
tuyen un fa c to r in d e p e n d ie n te de mal p ro nóstico para la g lio positivo único, presentan un alto riesgo de recurrencia.
supervivencia a largo plazo en el cáncer gástrico, Chan y Otsuji y cois.308 info rm a ro n de que la gastrectomía total
cois.301 anim an a realizar todos los esfuerzos posibles para con pancreatectomía distal y esplenectomía no afectó a la
aclarar los márgenes esofágicos en las gastrectomías to ta ­ supervivencia de los pacientes con cáncer gástrico. Estos au­
les y proximales. tores resaltaron algunas complicaciones de estas técnicas.
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Estómago

Kyzer y cois.309 declararon que, en los casos de cáncer En los pacientes som etidos a gastrectom ía parcial p o r
gástrico, la técnica B illroth I conlleva un índice de c o m p li­ e n ferm edad b e nigna 20 años atrás, Greene321 recom ienda
caciones y de m o rta lid a d postoperatorios significativam en­ la realización de una endoscopia anual para descartar un
te inferiores a la técnica Billroth II. El n ú m e ro de ganglios carcinom a del rem anente gástrico.
linfáticos extirpados fue prácticam ente el m ism o en ambos Sano y cois.322 aconsejan la gastrectom ía to ta l seguida
procedim ientos. Los autores indicaron que quizá la té cn i­ de q u im io te ra p ia en el tra ta m ie n to del lin fo m a gástrico.
ca B illroth I presenta un índice de recurrencia mayor. V aillant y cois.323 m anifestaron que la resección com pleta
Shibao y cois.310 concluyeron que en la anastomosis Bill­ fue superior a la resección prim aria para p ro d u c ir una rem i­
roth II el rem anente gástrico es propenso a desarrollar car­ sión co m p le ta prolo n g a d a en los linfom as gástricos locali­
cinomas. zados de bajo y alto grado.
Schepotin y cois.311 recom iendan encarecidam ente que D eb id o a la posibilidad de invasión, M u lh o lla n d 324 co n ­
en los pacientes con cáncer gástrico en estadio T4 el tra ta ­ sidera que los intentos de resección curativa están indica­
m ie n to de elección sea la resección quirú rg ica en bloque dos en casi to d o s los casos de tum ores del estrom a gástri­
agresiva. co, carcinoides y tu m o re s n e u ro e n d o crin o s (le iom iom as,
Graham y cois.312 se m uestran m u y pesimistas sobre la leiomiosarcomas, etc).
evolución del aden o ca rcin om a del cardias gástrico. Estos Basando su estudio en la clasificación h istológica de las
autores emplearon la esofagogastrectomía transhiatal (78%), células e n d o crin a s que c o m p o n e n la m ucosa, Schindl y
la esofagogastrectom ía transtorácica (2 1 % ) y la esofago­ cois.325 plantearon los aspectos del s o b re tra ta m ie n to e in-
gastrectomía tra n sa b d o m in a l (1% ). El índice global de su­ fra tra ta m ie n to de los tu m o re s n e u ro endocrinos gástricos:
pervivencia a los 5 años fue a p ro x im a d a m e n te del 16%. Resulta obvio que el tratamiento quirúrgico de los tu ­
Kodera y cois.313 aconsejan que en el cáncer del tercio mores neuroendocrinos gástricos influye en el pronóstico in­
p roxim al del estó m a g o solam ente se realice la pancreato- dividual y en la calidad de vida del paciente. El sobretrata­
esplenectomía c u a n d o el cáncer se extienda al páncreas. m ie n to de los tumores de tipo 1 m e diante la resección
N e w m a n y cois.314 in fo rm a ro n de que los carcinomas gástrica extendida empeorará el bienestar personal inne­
que se desarrollan en el rem anente gástrico de los pacien­ cesariamente, sin ninguna ventaja p ara esta patología be­
tes som etidos p re viam ente a gastrectom ía p o r cáncer gás­ nigna. La polipectomía simple de los tumores invasivos de
trico son prácticam ente iguales que el cáncer prim ario. Los tipo 3 implica un considerable riesgo de recurrencia y de
autores re co m ie n d a n la realización de una resección p ri­ progresión de la enfermedad, con un pronóstico letal en de­
maria co m o p ro c e d im ie n to curativo. terminados casos. Se ha comprobado que los tumores neu-
Lo y co is.315 a firm an q u e no existen diferencias en el roendocrínos gástricos tienen un comportamiento m uy di­
c o m p o rta m ie n to clínico entre el cáncer del remanente gás­ vergente de la invasión local y la diseminación a distancia,
trico resecado y otros tipos de carcinoma del estóm ago. Es­ siendo los tumores de tipo 3 los que tienen m ayor riesgo. El
tos autores316 in fo rm a ro n sobre el o rigen del cáncer de es­ tratamiento individual adaptado al tipo tum oral se basa en
tó m a g o en el rem anente gástrico tras la gastrectomía parcial estos conocimientos, y cualquier médico que trate a pacien­
para el tra ta m ie n to de una patología benigna; consideran tes con tumores neuroendocrinos gástricos es responsable
que el carcinoma de tip o intestinal apareció con m ayor fre ­ de su correcta aplicación.
cuencia en el e stó m a g o distal (7 3 % ) que en el p ro xim a l
El tra ta m ie n to laparoscópico de los tu m o re s del estro­
(5 0 % ).
ma gástrico posteriores ha sido d e fe n d id o p o r H e p w o rth y
El carcinoma del remanente gástrico no es tan raro com o
cois.326, quienes subrayan que la extirpación del tu m o r m e ­
se había pensado inicialm ente. De acuerdo con H errington
d ia n te gastrostomía es esencial para el éxito.
y Sawyers317, el 5 % de los pacientes gastrectom izados p re­
A co n tin u a ció n se cita a Basso y cois.327:
senta un in c re m e n to del riesgo 10 o más años después de
la cirugía. Farrands y cois.318 d o c u m e n ta ro n la revisión en- [L]a resección laparoscópica de los tumores del estro­
doscópica de 71 pacientes más de 15 años después de la m a gástrico debe considerarse el tratam iento de elección.
Generalmente se realiza la resección en cuña de las lesio­
intervención gástrica, revelando la existencia de 11 casos
nes de la pared anterior. El tratam iento de las lesiones de
con displasia epitelial. Una de las lesiones fue un carcinoma;
la pared posterior sigue siendo controvertido. Según nues­
o tro paciente desarrolló un carcinom a 18 meses después.
tra opinión, el abordaje directo se debe reservar para las
N ag a m a ch i319 in fo rm ó de que tras la gastrectomía total
lesiones localizadas en la pared posterior del cuerpo, a las
en los pacientes con cáncer gástrico, la trasposición de un
que se accede fácilmente a través del epiplón mayor, mien­
pedículo se g m entario del colon transverso constituye una
tras que el abordaje transgástrico es preferible pa ra las le­
técnica fa ctible y útil.
siones localizadas en el fondo y el antro.
Tsujitani y cois.320 sugirieron que quizá es posible reali­
zar una gastrectomía limitada con disección g a n glionar de­ En resumen, la gastrectomía subtotal o total, proxim al o
p e n d ie n d o del aspecto m acroscópico y del ta m a ñ o del t u ­ distal, constituye el trata m ie n to de elección paras los tu m o ­
mor. res malignos del estómago; la linfadenectomía extendida po­

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• Skandalakis

Estómago

dría ser esencial, aunque aún resulta controvertida. Junto a sección gástrica para aquellas ocasiones en las que repre­
la gastrectomía proximal, es necesario realizar una piloroplas- sente la m e jo r elección.
tia com plem entaria para un correcto vaciam iento gástrico. Las c o m p lic a c io n e s anatóm icas de las intervenciones
Anatomía quirúrgica

Todavía resulta controvertida la elección entre gastrecto­ gástricas se irán presentando de acuerdo con la técnica rea­
mía subtotal o total ante un carcinoma gástrico. Harrison y lizada.
cois.328 afirm an que ambas presentan índices similares de Pickleman y cois.329 han declarado que las técnicas rea­
supervivencia, así co m o en el tie m p o y en el índice de recu­ lizadas sobre el inte stin o an te rio r se acom pañan de un ele­
rrencia. C oncluyeron que la gastrectomía total no es nece­ vado índice de fugas anastom óticas, a firm an d o de m a n e ­
saria en el cáncer gástrico proxim al (la supervivencia a los ra pesimista que
5 años fue del 4 3 % para la gastrectomía proxim al frente al
(,..)la dehiscencia anastom ótica intestinal continúa
4 1 % para la gastrectomía total).
siendo el principal problem a sin resolver en la cirugía gas­
El siguiente c o m e n ta rio sobre la disección g a n g lio n a ry
trointestinal. Con escasas excepciones, existen pocas va­
el carcinoma gástrico realizado p o r el Dr. Blake Cady en el riables predictivas relacionadas con el paciente y con la
39.° Encuentro Anual (2 0 0 0 ) de la Georgia Surgical Society
técnica, y p o r lo ta n to poco se puede hacer para reducir
proporciona una m a yor evidencia sobre la confusión exis­
su incidencia. Globalmente, más del 80 % de la m o rta li­
te n te acerca de la cirugía radical:
dad se debe a otros factores y, en consecuencia, aunque fue­
El entusiasmo de los cirujanos japoneses en la última dé­ se posible elim inar las fugas, se observaría un escaso im ­
cada por la resección linfática hiperradical en el cáncer gás­ pacto sobre los índices de m ortalidad quirúrgica. Las fugas
trico ha sido cuestionado por los dos recientes ensayos mul- se producen en el postoperatorio más tarde de lo que n or­
tiinstitucionales realizados en Holanda y Reino Unido, que m alm ente se asume, y p o r lo tanto, el alta hospitalaria
no muestran diferencias en la supervivencia. Además, como precoz puede resultar perjudicial para algunos pacientes.
cabía esperar, la cirugía más radical se asoció a un aumen­
En nuestra o p in ió n la solución está en co nocer bien la
to significativo de las complicaciones y de la m ortalidad
em briología y la anatom ía, así c o m o de la técnica q u irú r­
operatoria. Incluso teniendo en cuenta la elevada m o rta ­
gica.
lidad operatoria, no existe un aum ento en la superviven­
cia del cáncer gástrico p o r la realización de una disección
g a n glionar más radical. G a s t r o r r a f ia
En la mayoría de las técnicas de reconstrucción se reco­
La hemorragia intralum inal o extraluminal se puede p ro ­
m ienda la anastomosis tip o Billroth II m odificada, según las
d u c ir a nivel de la línea de sutura, d e b id o a la falta de lig a ­
necesidades del in d iv id u o y las preferencias del cirujano.
dura del plexo vascular submucoso.
La colocación apropiada de grapas ayudará al ra d ió lo ­
En caso de rotura de la línea de sutura o de peritonitis,
g o a localizar el área que se debe irradiar en las lesiones no
es oblig a to ria la re intervención para ligar el vaso sangran­
resecables. Las técnicas paliativas m e d ia n te by-pass se p u e ­
te y cerrar la perforación.
den emplear en los grandes tum ores no resecables del d u o ­
deno, aunque no en los gástricos.
G a s t r o t o m ìa

Las com plicaciones y la reintervención son las mismas


Com plicaciones anatóm icas
que las de la gastrorrafia.
> - ' v\ d e la cirugía gástrica
Las com plicaciones de la cirugía gástrica (Tabla 15.16) G a s t r o s t o m ía , d u o d e n o s t o m ía ,
fo rm a n un espectro de com plicaciones con m ú ltiples se­ DUODENODUODENOSTOMÍA
cuelas c o m o consecuencia de la cirugía del d u o d e n o , el
páncreas, el esófago abd o m in a l, el bazo y el intestino d el­ Los pacientes graves presentan un m ayor riesgo de m o r­
gado y grueso. b ilidad y m o rtalidad tras la inserción endoscópica percutá-
La resección gástrica es p ro b a b le m e n te una in te rv e n ­ nea del tu b o de gastrostomía. Abuksis y cois.330 aconsejan
ción rara en la actu a lid a d , d e b id o a los m o d e rn o s tra ta ­ evitar este p ro c e d im ie n to en estos pacientes.
mientos de la úlcera péptica. Se podría d e cir que el ciruja­ Consentini y cois.331 afirm an que, ta n to la gastrostomía
no co n tem poráneo, cuya experiencia está más centrada en q uirú rg ica c o m o la endoscópica percutánea y la ra d io ló g i­
intervenciones para el tra ta m ie n to de las neoplasias gástri­ ca percutánea, presentan com plicaciones similares, y que la
cas benignas y malignas, se encuentra en desventaja al e n ­ funcionalidad del tu b o tras la gastrostomía radiológica tie n ­
frentarse a las com plicaciones de la resección gástrica, a n ­ de a ser inferior.
taño una de las técnicas más practicadas. A continuación se Las com plicaciones incluyen el sangrado y las fugas al­
exponen y analizan las com plicaciones anatómicas de la re­ rededor del tu b o , la fo rm a ció n de abscesos y peritonitis. La
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Estómago 15
Tabla 15.16. Complicaciones anatómicas de algunas intervenciones gástricas, duodenales
y pancreáticas*
Técnica Lesión vascular Lesión de órganos Técnica inadecuada
Gastrectomia Hemorragia, isquemia, o necrosis Bazo, hígado, pleuras Vagotomía incompleta,
a. total a. esófago distal mediastínicas, pericardio, resección gástrica inadecuada,
b. proximal b. remanente gástrico cisterna del quilo, esófago, estoma pequeño, remanente
c. distal con o sin c. manguito duodenal necrosis del remanente antral, fugas anastomóticas,
vagotomía gástrico, infarto epiploico, estallido duodenal secundario
colédoco, páncreas, colon a obstrucción
Piloroplastia Hemorragia, dehiscencia de la línea de Páncreas, colédoco Estoma pequeño
sutura
Piloromiotomia Hemorragia Duodeno Estoma pequeño
Compresión vascular del Aorta, arteria y vena mesentéricas Colon, duodeno, yeyuno Fallo al seccionar el ligamento
duodeno superiores, arteria y vena mesentéricas de Treitz
inferiores, arteria cólica media, pequeños
vasos de los músculos suspensorios
Exploración del duodeno Arteria gástrica derecha, arteria Colédoco, páncreas, colon, Fallo en la movilización
proximal gastroduodenal, arcadas riñón derecho adecuada con múltiples
pancreaticoduodenales, arteria y vena secuelas
mesentéricas superiores, vena cava
inferior, aorta
Exploración del duodeno Las anteriores y la vena mesentérica Los anteriores y el yeyuno Los anteriores
distal inferior
Hernias paraduodenales Arteria y vena mesentéricas superiores, Páncreas, colon, yeyuno Cierre inadecuado del anillo
vena mesentérica inferior hemiario, cierre excesivo del
anillo hemiario con afectación
de los vasos mesentéricos
Pancreatoduodenostomía Las anteriores Los anteriores Los anteriores
y pancreatoyeyunostomía

*Las complicaciones anatómicas de la cirugía gastroduodenal están constituidas por una combinación de complicaciones con múltiples secue­
las secundarias a la cirugía del estómago, páncreas y duodeno. La tabla no está completa. El objetivo es alertar al cirujano sobre estas compli­
caciones con un solo vistazo, permitiéndole desarrollar un juicio y un procedimiento quirúrgicos adecuados en el quirófano.
Fuente: Skandalakis LJ, Pemberton LB, Gray SW, Colborn GL, Skandalakis JE. The duodenum. Parte 4: Surgery. Am Surg 55(8):492-494, 1989;
con autorización.

reinte rve n ció n es esencial para ligar los vasos sangrantes fáticas se pueden producir tras la lesión de la cisterna del q u i­
del estóm ago o de la pared a b d o m in a l, y ta m b ié n para la lo. También es posible la estenosis esofágica inferior.
fijación del estoma de la pared gástrica al perito n e o de la La re in tervención es o b ligatoria. Si las com plicaciones
pared a b d o m in a l. se detectan en el q u iró fa n o , es posible realizar una incisión
La peritonitis es una com plica ció n yatrogénica, secun­ to ra c o a b d o m in a l y la reparación o ligadura de la vena he­
daria a una mala co lo ca ció n 332 o a un e rror técnico (ausen­ pática izquierda. La cisterna del q u ilo se puede ligar sin pe­
cia de fijación de la pared gástrica que cubre el estoma al ligro. A fo rtu n a d a m e n te , la disfagia secundaria a la esteno­
p e ritoneo de la pared a b d o m in a l anterior). sis esofágica es transitoria. El reflujo gastroesofágico es raro,
De acuerdo con Kobak y cois.333, la retirada del tu b o de y se puede tra ta r de fo rm a conservadora.
gastrostomía endoscópica percutánea transcurridos 11 m e­
ses desde su inserción requiere cirugía en lugar de tracción
para evitar la aparición de una fístula gastrocutánea persis­ C a r d io p l a s t ia
tente.
La técnica preferida para la cardioplastia es la esofagomio-
tom ía. Entre sus principales complicaciones se encuentran:
G a s t r o p e x ia
• Lesión del tro n c o vagal, que da lugar a piloroespasmo y
Las com plicaciones incluyen la hem orragia secundaria esofagitis p o r reflujo.
a la lesión de la arteria gástrica izquierda, la arteria frénica • División inco m p le ta del anillo muscular.
inferior, el bazo, o la vena hepática izquierda. Las fugas lin ­ • Hernia d iafragm ática yatrogénica.
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* Skandalakis

Estómago

• O bstrucción esofágica. ción superior a 5 días deben evaluarse y tratarse. La p ilo ro ­


• Perforación esofágica. m io to m ía incom pleta requiere una segunda m iotom ía.
• N eu m onitis p o r aspiración.
Anatomía quirúrgica

G a s t r o y e y u n o s t o m Ía
Ú lc e r a p é p t ic a s a n g r a n t e
Las com plicaciones incluyen el sangrado del plexo vas­
La hemorragia y la dehiscencia de la línea de sutura son cular gástrico subm ucoso, la o b strucción secundaria a un
raras. C uando se producen, son obligatorias la reinterven­ estom a p e q u e ñ o y las fugas anastom óticas. La reinte rve n ­
ción y la reparación. En las úlceras duodenales, se debe de­ ción es o b ligatoria.
tener la hemorragia recorriendo el lecho de la úlcera donde
se localiza la arteria gastroduodenal sangrante (o raramente Hernia secundaria
la arteria pancreaticoduodenal superior posterior). Se utiliza­ a la gastroyeyunostomía retrocólica
rán suturas no reabsorbibles.
La anatom ía quirú rg ica del anillo se puede apreciar en
En el 1 0 % de los pacientes86 existe solam ente un
Re c o r d a r :
la Figura 15.80A. Los límites del anillo son los siguientes:
c o n d u cto pancreático, el c o n d u c to de Santorini. Se locali­
za p o r debajo, o p ro fu n d a m e n te con respecto a la arteria • A nterio r: La gastroyeyunostom ía y el asa yeyunal aferen­
gastroduodenal. Una sutura p ro fu n d a podría ligar el único te o eferente, d e p e n d ie n d o de si el asa aferente está fija­
c o n d u c to del páncreas. da a la curvatura m ayo r o m e n o r del estóm ago.
• Posterior: El p e ritoneo parietal posterior.
• Superior: El mesocolon transverso y la pared posterior del
C ierre de l a ú lc e r a p é p t ic a p e r f o r a d a
rem anente gástrico.
Se puede desarrollar una estenosis gastroduodenal. Es • Inferior: El ligam ento de Treitz y el pliegue peritoneal duo-
necesario realizar una cirugía definitiva para la úlcera, c o m o denoyeyunal.
la piloroplastia con o sin vagotom ía. No se deben realizar incisiones. Se debe llevar a cabo
una e n te ro s to m ía para fa c ilita r la re d u c c ió n del asa. El
cierre del anillo previene las recurrencias.
PlLOROPLASTIA
Las complicaciones de la piloroplastia de Heineke-Miku- Hernia secundaria
lícz (1886-1887) (véase Fig. 15.55), la piloroplastia de Finney a la gastroyeyunostomía antecólica
(1902) y la piloroplastia de Jaboulay incluyen el sangrado, la
(Fig. 15.80B)
rotura de la línea de sutura, y un estoma pequeño d e b id o a
una técnica inadecuada. C om plicaciones más raras son la Los límites del anillo cuando el asa aferente se encuentra
pancreatitis secundaria a la ligadura del co n ducto de Santo­ fijada a la curvatura m ayor del estóm ago son los siguientes:
rini y la ictericia debida a la ligadura del colédoco. • Anterior: La gastroyeyunostomía y el asa yeyunal aferente.
Tras c o m p ro b a r que la ictericia no es transitoria se rea­ • Posterior: El epip ló n y el m esocolon.
lizarán la reintervención y la reparación.
• Superior: El colon transverso y el m esocolon.
• Inferior: El ligam ento de Treitz y el pliegue peritoneal duo-
PlLOROMIOTOMÍA denoyeyunal.

Los límites del anillo cuando el asa aferente se encuentra


Las c o m p lica cio n e s incluyen la h e m o rra g ia , las fugas
fijada a la curvatura m e n o r del estóm ago son los siguientes:
duodenales, y un estoma p e q u e ñ o d e b id o a una técnica
inadecuada. • A nterior: El asa yeyunal aferente con su mesenterio.
Es necesaria la reintervención para detener la h e m o rra ­ • Posterior: El epiplón, colon transverso y m esocolon.
gia. Se debe cerrar la perforación en caso de fugas. Se rea­ • Superior: La gastroyeyunostom ía, el lig a m e n to de Treitz
lizará una piloroplastia para reparar el estoma pequeño, o y el pliegue peritoneal duoden o ye yu n a l.
se intentará realizar una nueva disección rom a de la capa • Inferior: El ye yu n o con su mesenterio.
m uscular de la zona. Si se detecta la perforación en el q u i­ No es necesaria la incisión del anillo.
rófano, se cerrará con sutura reabsorbible simple de 4 /0 en
bolsa de tabaco.
Invaginación yeyunogástrica
Hulka y cois.334 han descrito la aparición de com plicacio­
nes tras la pilo ro m io to m ía en lactantes con estenosis hiper­ La causa de la invaginación yeyunogástrica se descono­
trófica del píloro. Afirm an que la perforación duodenal se ce. Se ha d o c u m e n ta d o su aparición en ausencia de ciru ­
puede reconocer fácilm ente y se puede tratar con una m o r­ gía gástrica previa335. C oin cid im o s con F ro m m 336 en que
bilidad m ínim a. Los vóm itos postoperatorios con una dura­ no existen diferencias en c u a n to a la realización de una
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Estómago

M uñón • Pancreatitis secundaria a la ligadura de un co n d u c to pan­


duodenal creático ú n ico (c o n d u c to de Santorini) que aparece en el
M e s o c o lo n
tra n s v e rs o 10 % de los pacientes86.
• Estenosis g a stroduodenal en la técnica Billroth I debida a
R e m a n e n te
una técnica inadecuada.
g á s tric o
• Dehiscencia de la gastroyeyunostom ía.
• Fugas anastomóticas.
• Estenosis de la gastroyeyunostom ía.
• Castroileostom ía.
• H erniación interna.
• S índrom e del asa aferente y eferente.
A sa h e rn ia d a • Lesión de la a m polla de Vater.
• Técnica Inadecuada en la extirpación to ta l del antro distal.
• Invaginación del asa distal.
• Técnica Inadecuada d e b id o a la in filtra c ió n y a la disem i­
nación submucosa del cáncer gástrico.
R e m a n e n te
• Infarto e p lploico.
g á s tric o • Necrosis del rem anente gástrico.

Z ittel y cois.337 d o c u m e n ta ro n una elevada prevalencia


M e s o c o lo n de trastornos óseos tras la gastrectom ía. Este p roblem a fue
tra n s v e rs o
p ro b a b le m e n te secundario a un d é ficit de calcio.
La exposición detallada de todas las complicaciones ana­
tómicas no constituye el objetivo de este capítulo; entende­
mos, no obstante, que es esencial una descripción más ex­
haustiva de algunas complicaciones, co m o el síndrome agudo
o crónico del asa aferente (p ro x im a l) y eferente (distal).
h e rn ia d a

S ín d ro m e d e l a s a a fe re n te
Figura 15.80. Hernias retroanastomóticas. A, Hernia secunda­ El síndrome del asa aferente (Figs. 15.81, 15.82 y 15.83)
ria a la gastroyeyunostomía retrocóüca. B, Hernia secundaria a la es secundario a la obstrucción del estoma p ro xim a l o a la
gastroyeyunostomía antecólica, [ski 1] obstrucción extrínseca de un asa corta p o r adherencias, de
un asa larga p o r torsión o vólvulo, o p o r una hernia retroa-
nastom ótica. La com plicación debida a una hernia interna
se puede pro d u cir ta n to en la gastroyeyunostomía antecóli­
ca com o en la retrocóüca. Las complicaciones incluyen la dis­
tensión del asa proximal, el estallido del m u ñ ó n duodenal, la
anastomosis en posición antecólica o retrocóüca, ni respec­ hemorragia, la necrosis de la pared del asa y la perforación.
to a la colocación del asa yeyunal en posición isoperistálti- El m é to d o utilizado con m a yo r frecuencia en el tra ta ­
ca o antiperistàltica. Fromm afirma que es m uy difícil encon­ m ie n to del síndrom e del asa aferente es la anastomosis en-
tra r una causa a n a tó m ic a o p a to ló g ic a d e fin id a de la teroentérica.
invaginación yeyunogástrica. Ya que existe una leve posi­
bilidad, la m encionam os c o m o una probable com plicación S ín d ro m e d e l a s a e fe re n te
anatóm ica.
La o b stru cció n del estom a distal p o r to rsió n y la obs­
Gastrectomia tru c c ió n extrínseca del asa p o r adherencias (Fig. 1 5 .8 4 )
pueden p ro d u c ir distensión gástrica y vó m ito s. El origen
Las complicaciones de la gastrectomia son las siguientes: n eurogénico (obstrucción fu n c io n a l) de este síndrom e sin
• H em orragia de la pared gástrica (intralu m in a l o extra lu ­ la presencia de obstrucción ni de adherencias (atonía gás­
m inal). trica) ha sido descrito p o r G oleen338.
• H em orragia esplénica d e b id o a la lesión de la cápsula. A nte la sospecha de atonía gástrica el tra ta m ie n to será
• H em orragia de los epiplones. conservador. Si se descarta la atonía gástrica, es esencial la
• Estallido del m u ñ ó n duodenal con peritonitis biliar secun­ reintervención.
darios a una técnica Inadecuada. La reintervención es o b lig a to ria en las com plicaciones
• Lesión del colédoco con peritonitis biliar. postoperatorias inmediatas.

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* Skandalakis

Estómago

E s t a ll id o
V a g o t o m Ía
del m u ñ ó n d u o d e n a l

O b s t r u c c ió n d e l Las com plicaciones de la vago to m ía incluyen:


Anatomía quirúrgica

e s to m a p ro x im a l
• El n e u m o to ra x unilateral o bilateral secundario a la per­
foración de las pleuras mediastínicas.
• La perforación esofágica.
• La estenosis esofágica parcial.
• La h e m orragia esplénica, hepática o epiploica.
• La lesión del páncreas, el colédoco, o el colon.
• La hernia de hia to postoperatoria.

La disfagia preexistente parece d esem peñar un papel


Ú lc e ra n o
integral en la disfagia persistente que aparece tras la va g o ­
resecada

D o lo r
to m ía laparoscópica. Shiino339 recom ienda la construcción
H e m o r r a g ia N e c ro s is
de una fu n d u p lic a tu ra laxa en los pacientes con disfagia.
P e rfo ra c ió n

Figura 15.81. El síndrome del asa proximal (asa aferente) pue­ C ir u g ía g á s t r ic a en l a o b e s id a d


de producir el estallido del m u ñ ó n duodenal. La obstrucción par­
MÓRBIDA Y COLOSAL
cial de alto grado puede originar la distensión del asa aferente.
[ha4] Entre las com plicaciones de la cirugía de la obesidad se
encuentran:

• Fugas postoperatorias y peritonitis.


• Necrosis del estóm ago distal d e b id o a la distensión gás­
trica secundaria al síndrom e del asa aferente.
G a s tro ile o s to m ía

La g a stroileostom ía es una c o m p lic a c ió n y a tro g é n ica


originada por la anastomosis del e stóm ago con el íleon. El
estoma se localiza entre los 6 cm p o r encim a de la unión
ileocecal y los 183 cm distales al lig a m e n to de Treitz336.

Figura 15.83. Aparición del espacio retroanastomótico tras la


F igu ra 15.82. Algunas causas de la obstrucción del asa afe­ gastroyeyunostomía retrocólica y antecólica. La mayoría de las
rente. A, Vólvulo. B, Torsión en la anastomosis. C, A dheren­ hernias, como indica la flecha, se producen de derecha a izquier­
cias. D, Hernia retroanastom ótica. [fr7] da. [fr7]

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Estómago 15
B illroth I se asocia con un in c re m e n to del riesgo de fís­
tulas y de recurrencia del carcinom a en el pedículo he­
pático.
• Wu y cois.300 sugieren que el índice de supervivencia se re­
laciona con la extensión de las metástasis ganglionares. La
disección ganglionar sistemática podría tener un efecto be­
neficioso.
• M a r k o w itz 343, la p rin c ip a l a u to rid a d en hernias retroa-
nastom óticas incarceradas, afirm a que: «La construcción
de c u a lq u ie r tip o de g a s tro y e y u n o s to m ía , bien c o m o
técnica aislada, o c o m o paso in te rm e d io para la realiza­
c ión de una gastre cto m ía parcial, o rig in a la fo rm a c ió n
de un a n illo h e m ia rio in te rn o que puede causar d ific u l­
tades graves en el p e río d o p o s to p e ra to rio in m e d ia to o
tardío».
• Para el tra ta m ie n to del síndrom e de vacia m ie n to gástri­
co rápido, la anastomosis Billroth II puede transformarse
en B illroth I, o puede modificarse m e d ia n te el estrecha­
m iento del estoma de la gastroyeyunostomía (Fig. 15.85).
En 1952 Henley344,345 propuso su técnica, que consiste en
la interposición (Fig. 15.86) de un segm ento yeyunal ¡so-
Figura 15.84. Las adherencias fibrinosas pueden obstruir par­ peristáltico de 10-20 cm de lo n g itu d entre el rem anente
cial o totalm ente el asa distal. [ha4]
gástrico y el d u o d e n o . Posteriormente, el segm ento y e ­
yunal isoperistáltico fue sustituido p o r un segm e n to c o ­
lònico o yeyunal antiperistáltico. Y aún contin ú a n las m o ­
dificaciones. Entre ellas se incluye el reservorio yeyunal
isoperistáltico con trip le p le g a m ie n to entre el rem an e n ­
• Úlcera m arginal (a p ro x im a d a m e n te en el 1 0 % de las ci­ te gástrico o el esófago y el d u o d e n o (técnica de Hays346)
rugías de by-pass g ástrico)340. (Fig. 15.87) y el reservorio yeyunal con d oble p le g a m ie n ­
to con una entrada isoperistáltica y una salida antiperis­
Weiss y cois.341 indicaron que la im plantación de bandas
táltica (técnica de Poth). La invaginación yeyunogástrica
gástricas ajustables m ediante laparoscopia o rig in ó un d e te ­
sólo tiene lugar en las anastomosis Billroth II. Según Shack-
rioro en la fu n ció n del cuerpo del esófago, que co n d u jo a
m a n 347, se puede p ro d u c ir la invaginación del asa aferen­
un peristaltism o esofágico débil.
te en el estóm ago, del asa eferente en el estóm ago, o de
ambas. La invaginación del asa eferente es la más frecuen-
Tr a s p o s ic ió n g á s t r ic a

Las com plicaciones dependen de la extensión del p ro ­


c e d im ie n to . Spiro y cois.269 presentan las com plicaciones
anatóm icas de la trasposición gástrica en la Tabla 15.1 7.
15.17. Complicaciones directamente
T ab la
A p lic a c io n e s q u irú rg icas relacionadas con la trasposición gástrica
• Algunas c o m p lica cio n e s, c o m o el estallido del m u ñ ó n N- de
duod e n a l, la lesión del co lédoco, la o b strucción pardal p ac ie n tes %
del estom a, etc., son yatrogénicas. Desgarro traqueal, necrosis 21 18
• C uando la primera porción del duodeno se encuentra m uy Infección, necrosis, dehiscencia de la herida 19 16
distorsionada, se debe tratar m ediante duodenostom ía. Fístula anastomótica 15 13
Hemorragia 8 7
• Se debe c o m p ro b a r la existencia de una luz adecuada en
Esplenectomía 8 7
el estoma anastom ótico. Derrame pleural, empiema, quilotórax 4 3
• N osotros recom endam os siem pre (si se p e rm ite esta e x­ Necrosis gástrica (menor) 3 3
presión) la gastroyeyunostom ía Billroth II para el tra ta ­ Lesión de la línea media 1 1
m ie n to del carcinom a gástrico. Esta técnica evita, posi­ Fuente: Spiro RH, Bains MS, Shah JP, Strong EW. Gastric transposition
blemente, la recurrencia del carcinoma en la anastomosis. for head and neck cancer: a critical update. Am J Surg 162:348-352,
C h a re to n y cois.324 in fo rm a ro n de que la gastrectom ía 1991; con autorización.
699

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J¡C
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Estómago
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<0 Operaciones de reservorio

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Estrechamiento de la salida gástrica

Duodeno
F ig u r a 1 5 .8 5 . Para el tratam ien to del síndrom e de vacia­
m iento gástrico rápido, se puede realizar u na transform ación F ig u r a 1 5 .8 7 . Reservorios utilizados por Hays y Poth en el
de la anastom osis Billroth II en Billroth I, o se puede m odifi­ tratam iento del síndrome de vaciam iento gástrico rápido. [fr7]
car el Billroth II m ediante el estrecham iento del estom a de la
gastroyeyunostomía. [fr7]

Operaciones de interposición

F igura 15.86. Operaciones de interposición, [fr7]

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Estómago

F ig u r a 1 5 .8 8 . Fístula gastroyeyunocólica asociada co n la Estómago


a n a sto m o sis retro có lica. Se h a realizad o u n a c o lo sto m ía
transversa proxim al. En el recuadro se m u estra u n a sección Gastroyeyunos-
transversal de la fístula. [fr7] tomía

Fístula

Gastroenterostomía

F igu ra 15.89. Algunas de las técnicas quirúr­


gicas empleadas en el tratam iento de la gastritis
por reflujo. El drenado en Y de Roux del estóm a­
go es la técnica más eficaz, au n q u e se aproxim a
al m o d elo de úlcera de M ann -W illiam son . La
com binación de la vagotomía con antrectom ía
es la m ejor técnica para evitar la recurrencia de
la úlcera. La técnica Tanner 19 es u n m étodo para
realizar el d renado en Y de Roux más sencillo
té cn ic am en te bajo d eterm in a d as cond icio n es
anatómicas. Sin embargo, este procedim iento se
asocia potencialm ente al síndrom e de sobrecre-
cimiento bacteriano debido a la recirculación en
el asa adyacente a la gastroenterostomía. Actual­
m ente no se suele realizar la gastroenterostomía
sin vagotomía en los pacientes con patología be­
nigna. Una técnica m enos eficaz para evitar el
reflujo consiste en la interposición de u n asa ye-
yunal isoperistáltica, o de Henley, entre el rem a­
nente gástrico y el duodeno. La maniobra de Sou-
pau lt es u n m é to d o para tran sfo rm ar el asa
eferente de una gastrectomía Billroth II en un
asa de Henley. Las técnicas antisecretoras efica­
ces deben acom pañar al asa de Henley par-a pre­
venir la recurrencia de la úlcera. [fr7]

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• Skandalakis

Estómago

te, apareciendo a p ro xim a d a m e n te en el 4 % de los casos. El o b je tivo de este te x to no es presentar las técnicas de
• La fístula gastroyeyunocólica (Fig. 15.88) es una c o m p li­ reintervención q u irú rg ica . La anatom ía norm al y la v irg in i­
dad del área han sufrido alteraciones previas a la re in te r­
Anatomía quirúrgica

cación de la gastroyeyunostom ía retrocólica.


vención. El cirujano debe leer ate n ta m e n te el info rm e q u i­
• La gastritis p o r reflujo (gastritis biliar) (Fig. 15 .8 9 ) consti­
rú rg ic o de la cirugía previa. Quizá debería consultar con
tuye una com plica ció n de la vago to m ía tro n c u la r y de la
otros colegas. De cualquier form a, el cirujano debe leer va­
gastrectom ía parcial p roxim al o distal en un gran n ú m e ­
rias veces el capítulo «Some Principies of Reoperative Sur-
ro de pacientes, del 1 0 % al 2 0 % según M u lh o lla n d 155.
gery», escrito p o r el d ifu n to Dr. Robert M. Z o llin g e r en el
Estos pacientes desarrollan un síndrom e poco con o cid o
excelente te x to Reoperative Surgery348, edita do p o r Ronald
con la siguiente desagradable tríada clínica:
K. Tompkins.
- D o lo r posprandial con náuseas y v ó m ito s ocasionales.
La reintervención tras la cirugía gástrica se puede reali­
- Reflujo biliar en el rem anente gástrico o en el estóm a­ zar p o r diferentes razones. Entre éstas se encuentran, a u n ­
g o tras la v a g o to m ía y algunas técnicas de drenado. q ue no son exclusivas:
-G a s tritis dem ostrada h istológicam ente.
• La enferm edad p o r úlcera péptica recurrente.
C uando el tra ta m ie n to m édico no tiene éxito (antiáci­ • El fracaso de las técnicas antirreflujo.
dos, antagonistas de los receptores H2, etc.), el tra ta m ie n ­ • La gastritis por reflujo alcalino.
to consistirá en la derivación quirú rg ica para evitar que el • El fracaso del by-pass gástrico en la obesidad.
c o n te n id o intestinal entre en co n ta cto con la mucosa gás­ • Los síndromes posgastrectomía.
trica. Una gastroyeyunostom ía larga en Y de Roux desvia­ Los lectores interesados encontrarán una valiosa in fo r­
rá la bilis del rem anente gástrico y quizá servirá de ayuda m ación sobre la re in tervención q u irúrgica en los textos de
al paciente. W h ite y cois.349 y de M cQ u a rrie y F lum phrey350.
Cuando se intente d e te rm in a r la recom endación de una
reintervención d e b id o a la estasis gástrico p ro lo n g a d a o al
Reintervención vaciam iento gástrico retrasado tras la cirugía gástrica, debe
La segunda decisión más d ifíc il de to m a r en cirugía es tenerse en cuenta que la necesidad de una reintervención
cuándo operar. L a más d ifíc il bn es cuándo reoperar. es rara. Coincidimos con los hallazgos de Bar-Natan y cois.351
sobre el restablecim iento de la m o tilid a d gástrica norm al
R.K. T o m p k in sMii en un perio d o de 3 a 6 semanas.

702

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A í T U L O

Intestino delgado
John A. Androulakis; Lee J. Skandalakis; A n dre w N. Kingsnorth; G e n e L, Colborn;
Thomas A. W eidm an; Daniel D. Richardson; John E. Skandalakis; Panajlotis N, Skandalakis

Al finaI he llegado a la conclusión de que unos buenos intestinos valen más que cualquier cerebro.
josh Billings'

teria mesentérica superior recorre el intestino para irrigar el


Historia c o n d u cto vitelino, el cual puede conservarse en form a de di-
La Tabla 16.1 recoge la historia de la anatom ía y la ciru ­ vertículo de Meckel.
gía del intestino delgado. La rotación del asa intestinal unos 90° en sentido c o n ­
trario al de las agujas del reloj sitúa el fu tu ro d u o d e n o y la
po rción proxim a l del intestino de lg a d o a la derecha del fu ­

i» Embriogénesís tu ro colon. Esta rotación se realiza alrededor del eje de la ar­


teria mesentérica superior. El proceso de elongación del in ­
te s tin o c o n tin ú a hacia el c o rd ó n u m b ilic a l. El in te s tin o
D e s a r r o llo normal regresa a la cavidad a b d o m in a l hacia la décim a semana de
desarrollo. La rama craneal del asa intestinal lo hace en p ri­
El intestino an te rio r distal y el intestino m e d io proxim a l
m er lugar, de m o d o que el d u o d e n o pasa p o r detrás de la
originan tres porciones del intestino delgado (duod e n o , ye­
y u n o e íleon). La un ió n del intestino a n te rio r distal y el in ­ arteria mesentérica superior. La rama caudal, que dará lu­
testino m edio proxim al se encuentra en posición distal con gar al íleon distai y al colon, lo hace en una fase posterior
respecto a la a m polla de Vater en el adu lto . La división del y arrastra el co lo n transverso hasta una posición a n te rio r

intestino de lg a d o en estas tres porciones tiene lugar hacia respecto de la arteria y el d u o d e n o m e d ia n te otra rotación
el com ienzo de la tercera semana de desarrollo e m b rio n a ­ de 1 8 0 ° en s e n tid o c o n tr a rio al de las agujas del reloj
rio. (Figs. 16.2 A y B).
La posición posterior del d u o d e n o con relación a la ar­ En el adulto, la tercera porción del d u o d e n o se sitúa en
teria mesentérica superior se ad o p ta c o m o consecuencia el án g u lo fo rm a d o por la arteria mesentérica superior y la
del desarrollo y la rotación norm al del intestino e m b rio n a ­ ao rta tras pasar p o r d e b a jo de aquélla. Esta relación t o ­
rio. Según O'Rahilly y M ü lle r3, es poco probable que se p ro ­ pográfica puede p ro d u c ir una com presión du o d e n a l p or la
duzca una rota ció n del d u o d e n o , y la cavidad peritoneal arteria.
ampliada será responsable de la fijación del d u o d e n o al me- El m o v im ie n to de los co n tenidos del d u o d e n o rara vez
senterio. Estos autores op in a n que el hecho de que el d u o ­ se ve im p e d id o p o r la arteria mesentérica su perior en las
d e n o tenga una posición e m in e n te m e n te retro p e rito n e a l prim eras etapas de la vida. Se conocen algunos casos en
se debe al cre cim ie nto del m esénquim a alre d e d o r del d u o ­ lactantes, aunque este trastorno no puede considerarse una
deno. anomalía cong è n ita manifiesta. Algunos sujetos, no todos,
Los intestinos, los cuales se elongan con m a yo r rapidez pueden m ostrar una predisposición a la com presión vascu­
que la cavidad abd o m in a l, se curvan hacia el co rd ó n u m ­ lar, a u n q u e es im p ro b a b le que llegue a reconocerse esta
bilical al c o m ie n z o del s e g u n d o mes de e m b a ra z o (F ig . tendencia. Las m odificaciones de los hábitos, las actitudes
16.1). Esta estructura constituye el intestino m e d io para el posturales y la alim entación en una fase posterior de la vida
e m b rió lo g o , pero no para el cirujano. El segm e n to hernia­ parecen revestir una im p o rta n c ia m ayo r que la c o n fig u ra ­
do com prende, aproxim adam ente, desde el tercio distal del ción anatóm ica en el n a cim iento. B u rrin g to n y W ayne4 d o ­
d u o d e n o hasta el tercio proxim al del co lo n transverso. Su cu m e n ta ro n la influencia de estos factores extrínsecos en la
irrigación procede de las ramas de la arteria m esentérica adolescencia.
superior, la cual constituye el eje de la herniación. Esta ar­ A p artir de la q u inta semana, el epitelio del d u o d e n o in i­
teria, ju n to con el tro n c o celíaco y la arteria mesentérica in ­ cia su proliferación, en especial a lo largo de la pared dere­
ferior, es un resto del c o m p o n e n te arterial de la circulación cha pró xim a al origen del divertículo hepático. Afínales de
vitelina p rim itiv a hacia el saco vitelino. A u n q u e inicialm e n ­ esta semana, ta n sólo se m antie n e n algunas hendiduras lu-
te fo rm a b a n pares dispuestos de m anera segmentaria, los minales en el epitelio m u ltica p a 5. El lum en se restablece ha­
pares arteriales se fusionan y se reducen a tres hacia la sex­ cia la octava semana, y el epitelio se c o m p o n e de una ú n i­
ta semana de desarrollo em brio n a rio . En esta etapa, la ar- ca capa celular al alcanzar la décima.

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• Skandalakis

Intestino delgado

Tabla 16.1. Historia de la anatomía y la cirugía del intestino delgado


Anatomía quirúrgica

Sushruta Siglo vi a.C. Referencia escrita más antigua conocida de cirugía intestinal. Describió la utilización
de u n cauterizador sobre la tum efacción de las hernias estranguladas. Empleó
m andíbulas de hormigas negras para acercar los bordes de las heridas intestinales
Hipócrates (460-370 a.C.) Se manifestó en contra del tratam iento quirúrgico del abdom en. Ofreció
una descripción detallada de la obstrucción intestinal: «En la obstrucción intestinal,
el vientre se tensa y n o h ay tránsito intestinal; todo el abdom en duele, se observa fiebre
y, en algunos casos, el paciente sufre tan to que vomita bilis»
Praxágoras 350 a.C. Recomendó la apertura del abd o m en com o últim o recurso para aliviar la «pasión
ilíaca», realizando una incisión sobre la inflamación de la hernia estrangulada con
el fin de liberar el intestino y crear un ano artificial
Herófilo (334-280 a.C.) Se refirió al «comienzo de los intestinos, en el segmento anterior a las asas» com o el
«dodekadactilom
Rufo de Éfeso Observó que u n esfínter regulaba el flujo de los contenidos gástricos hacia el d u odeno
(98-117 d.C.)
Aretao de Capadocia Describió detalladam ente la obstrucción intestinal derivada de u n a hernia encarcelada
(81-138 d.C.)
Galeno (131-201) Mientras llevaba a cabo diversas intervenciones abdom inales com o cirujano de los
gladiadores romanos, observó y describió la anatom ía del intestino delgado
Fabricio Siglo xii Según Duverger, describió una intervención de reparación intestinal con anastomosis
de Aquapendente de extremo a extremo
Rogelio de Comienzos Escribió: «Si se lesiona una parte del intestino doloroso con la palpación, será mejor
Palermo siglo XIII dejar el tratam iento en las m anos de Dios que en las de los hombres, ya que la Muerte
seguirá pronto a la herida». Utilizó entrañas de animal para proteger el intestino
eviscerado hasta su reintroducción a la cavidad abdom inal
Lanfranc Siglo xm Empleó tráqueas de origen anim al para conectar segmentos divididos del intestino
(de Milán)
Rolando Aprox. Redactó un texto quirúrgico que incluye un dibujo de un médico preparando
1400 a un paciente con un intestino eviscerado usando el abdom en abierto de u n gato
Benedetti 1497 Afirmó que el d u o deno actuaba com o una com puerta que controlaba el paso
de alim entos del estómago al yeyuno
Paracelso (1491-1541) Observaron fístulas espontáneas debidas a una lesión intestinal penetrante
y Fabricio Hildanus
(1560-1624)
Santorio s i g l o XVI Trató la obstrucción intestinal adm inistrando mercurio metálico (hasta 1,5 kg)
a sus pacientes y utilizando el peso del mercurio para forzar la apertura de los intestinos
Vesalio 1543 Estudió la relación entre el d u od en o y el conducto biliar extrahepático
Franco 1556 Describió su experiencia en el tratam iento quirúrgico de la hernia inguinal estrangulada.
Realizó una incisión sobre la inflamación, dividió la banda de constricción, insertó una
cánula de pluma de ganso e introdujo de nuevo el intestino en el peritoneo
Sydenham (1624-1689) Administró opio en el tratam iento de la obstrucción intestinal. También recom endó
el reposo y m ontar a caballo
Kerckring 1670 Describió válvulas conniventes intestinales
Peyer 1677 Observó la presencia de folículos linfoides en el intestino delgado
Bidloo 1685 Elaboró una descripción de las papilas duodenales, la ampolla hepatopancreática,
y la unión de los conductos biliar com ún y pancreático
Nuck 1692 Relató su experiencia asistiendo a u n cirujano joven en el tratam iento del vólvulo
utilizando su dedo para extraer y tratar una hernia estrangulada
Mery 1701 Extirpó varias decenas de centím etros de intestino gangrenoso y estableció u n ano
artificial en una mujer que presentaba una hernia estrangulada
Vater 1720 Describió la papila duodenal conocida actualm ente com o papila de Vater
Le Peyronie 1723 Extirpó intestino gangrenoso en un varón con obstrucción intestinal. Arrastró dos asas
hacia la herida para crear un ano artificial, introduciendo tracción en u n a sutura situada
en el mesenterio entre ambas asas para favorecer la cicatrización rápida de la fístula
704

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Intestino delgado 16
Tabla 16.1. Historia de la anatomía y la cirugía del intestino delgado (Continuación.)

Ramdohr 1727 Extrajo 60 cm de intestino delgado gangrenoso e invaginó el extrem o proximal


del intestino hacia la luz del segm ento distal, asegurando la conexión con varias suturas
Duverger 1747 Resecó varios centímetros de intestino gangrenoso y unió los dos extremos sobre
un fragmento de tráquea canina que el paciente expulsó 21 días después
Velse 1751 Según Von Haller, reparó una invaginación intestinal extrayendo el intestino,
colocándolo en leche tibia hasta recuperar su morfología normal, y reintroduciéndolo
de nuevo en el ab do m en
Mensching 1756 Utilizó repetidas punciones intestinales com o tratam iento de la obstrucción intestinal
Pott 1771 Colocó a sus pacientes en posición invertida para tratar la estrangulación intestinal,
indicando: «Cuánto más se acerque la postura a lo que habitualm ente se den om in a
"hacer el pino", mejor, ya que hace que se descuelgue toda la masa del intestino
delgado excepto la porción estrangulada, de m odo que podría soltarse»
Meckel 1781-1833 Describió un divertículo ileal verdadero, tam bién conocido como divertículo de Meckel
Cooper 1804 Invirtió a sus pacientes, suspendiéndolos de los hom bros de u n ayudante fuerte,
para tratar las hernias estranguladas. Por otra parte, em pleó gelatina de cola de pescado
(ictiocola) y suturas en experim entos para conectar intestinos caninos divididos
Travers 1812 C uando investigaba diversas técnicas de sutura, observó que las heridas cerradas
con suturas que incluían todas las capas de la pared intestinal cicatrizaban bien
Jobert 1824 Practicó anastomosis de extrem o a lado en perros y gatos utilizando para ello sutura
continua de cera
Lembert 1826 Ideó una técnica de sutura que empleaba suturas interrum pidas que atravesaban todas
las capas de la pared intestinal salvo la m em brana mucosa
D'Etiolles 1826 Empleó la estimulación eléctrica de la pared abdom inal com o tratam iento
de la obstrucción intestinal
Amussat 1839 Presentó una teoría de la autointoxicación que atribuía la obstrucción intestinal
a una toxina entérica. En esencia, la teoría se utilizó para justificar la adm inistración
continuada de eméticos, laxativas y sangrías com o tratam iento de la obstrucción
Nelaton 1839-1840 Fijó un asa intestinal distendida, proximal a una obstrucción, en la herida, por medio
de suturas que penetraban en la luz y una incisión en el intestino expuesto
(enterostomía). Aunque su primer paciente falleció, obtuvo resultados satisfactorios
en 1849 y 1852
D uchenne 1855 D ocum entó varios casos de tratam iento satisfactorio de la obstrucción intestinal con
corrientes farádicas (colocación de electrodos en el recto, en el abdom en
y, en ocasiones, en el estómago)
Pfluger 1857 Observó que la estimulación del nervio esplácnico inhibía el m ovim iento del intestino
delgado
Ludwig 1861 Observó lo que bautizó com o «Pendelbwegungam o m ovim iento efectuado
por el intestino entre dos contracciones peristálticas
Auerbach 1862 Publicaron un estudio que describía el plexo nervioso intrínseco del intestino delgado
y Meissner
Kussmaul 1869 Utilizó lavados gástricos com o tratam iento de la obstrucción intestinal
H utchinson 1871 Llevó a cabo una intervención satisfactoria de reducción de una invaginación intestinal
en un lactante. Publicó una revisión de esta materia en 1874
H.O. Thomas 1879 Siguió con entusiasmo las recomendaciones de Sydenham de adm inistrar opio,
añadiendo dosis mayores de las aconsejadas. O pinaba que las intervenciones
abdom inales no eran solamente infructuosas, sino tam bién peligrosas
Billroth 1881 Anastomosó porciones del intestino delgado para sortear obstrucciones intestinales
1885 Inventó el procedim iento tipo II de Billroth
Halsted 1887 Modificó la técnica de sutura de Lembert, introduciendo la aguja en la submucosa
pero no en la luz intestinal
Witzel 1891 Publicó una descripción de una enterostom ía oblicua sobre u n catéter
J.B. M urphy 1892 Utilizó un botón diseñado por él m ism o para simplificar la anastomosis intestinal
(botón de Murphy)
705

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* Skandalakis

Intestino delgado

Tabla 16.1. Historia de la anatomía y la cirugía del intestino delgado (Continuación.)


Anatomía quirúrgica

Jourdain 1895 Llevó a cabo la que podría ser la primera movilización del duodeno
Mall 1896 Causó u n a obstrucción intestinal aguda al invertir u n segmento de intestino con el fin
de dem ostrar que la anatom ía intestinal garantiza que los movim ientos peristálticos
se dirijan exclusivamente en dirección aboral
Schlatter 1897 Anastomosó el esófago inferior a la porción superior del intestino delgado tras llevar
a cabo una gastrectomia total
Bayliss y Starling 1899 Descubrieron que el peristaltismo se debe a un reflejo del plexo nervioso intrínseco
Treves 1899 Tras obtener el Jacksonian Príze del RoyaI College ofSurgeons por su tesis sobre
los beneficios del tratam iento quirúrgico de la obstrucción intestinal, en 1899 escribió:
«Saltar desde el puente colgante de Clifton entraña u n riesgo m en or que presentar un a
obstrucción intestinal aguda y rechazar la intervención quirúrgica». Su trabajo estimuló
la transición hacia la era m oderna del tratam iento quirúrgico de la obstrucción intestinal
MacCormac 1899-1902 C om o cirujano de referencia durante la guerra de los Boers, afirmó: «... en esta guerra,
un hom bre herido en el abdom en muere cuando se le opera y continúa vivo cuando se
le deja en paz». Este «aforismo de McCormac» disfrutó de u n a amplia aceptación
Kocher 1903 Desarrolló su m étodo clásico de movilización duodenal (maniobra de Kocher)
Schwartz 1911 Utilizó radiografías para determ inar las áreas de distensión intestinal
Hartwell y Hoguet 1912 Demostraron que las inyecciones subcutáneas de solución salina prolongaban la vida
de perros con obstrucción intestinal (artificial). Sus hallazgos ayudaron a desacreditar
la teoría de la autointoxicación
Richards 1915 Describió su experiencia con cinco casos de laparotomía durante la Primera Guerra
Mundial. Dos de sus pacientes sobrevivieron a resecciones de 0,6 m a 1,2 m de intestino
Dragstedt 1918 Demostró que los animales de experim entación podían sobrevivir a una duodenectom ía
total
Kloiber 1919 Publicó u n artículo que destacaba la utilidad de las radiografías para distinguir el nivel
de obstrucción intestinal
Ryle Década de 1920 Ideó distintos m étodos para introducir tubos en el estómago para la descompresión
Gamble 1925 Utilizó la reposición ab u n d an te de líquidos en pacientes sometidos a cirugía abdom inal
Monrad 1926 Trató la invaginación intestinal m ediante m aniobras de taxias a través de la pared
abdom inal tras anestesiar a sus pacientes
Hipsley 1926 Recomendó utilizar presión hidrostática en un tubo rectal para tratar la invaginación
intestinal
Olsson y Pallin 1926-1927 Utilizaron una colum na de bario introducida a través de u n tubo rectal para tratar
la invaginación intestinal
Wangensteen 1932 Propuso métodos de descompresión intestinal para tratar la obstrucción intestinal
(los cuales permitían reducir la mortalidad de un 60%-80% a un 20%), aunque
recom endó la infusión de volúm enes excesivos de solución salina en pacientes con
una obstrucción alta. Modificó la fase inicial de la descompresión en tres etapas,
pasando de una yeyunostom ía cutánea proximal a una más distal; m an tuv o
las otras dos etapas (enterólisis y cierre de estoma)
Miller y Abbot 1934 Inventaron un tubo introductor para la descompresión intestinal
Segi 1935 Descubrió la concentración de células granulosas basales en las vellosidades intestinales
del feto (tesis publicada en 1936). Estructura denom inada «bulbo de Segi» en 1980
Klass 1950 Diagnosticó la isquemia mesentérica previa al infarto. Realizó una em bolectomía sin
resección intestinal (el paciente murió com o consecuencia de insuficiencia cardíaca
aguda)
Shaw y Rutledge 1957 Describieron una em bolectomía satisfactoria de la vena mesentérica superior
sin resección intestinal
Ende 1958 Primera descripción de isquemia mesentérica no oclusiva
Skandalakis y cois. 1962 Revisión colectiva de casos de tum ores del m úsculo liso del intestino delgado
publicados en la bibliografía a nivel m undial
Aylett 1963 Realizó una anastom osis ileorrectal con ileostomía del asa proximal
706

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Intestino delgado 16
Tabla 16.1. Historia de la anatomía y la cirugía del intestino delgado (Continuación.)

Root 1965 Utilizó la paracentesis para diagnosticar una lesión peritoneal (>200 leucocitos/ml)
Kock 1970 Desarrolló la ileostomía co ntinente abdom inal
G hanem y cois. 1970 Observó u n increm ento de los leucocitos del líquido peritoneal tras la interrupción
de la irrigación arterial intestinal en perros y gatos
Boley y cois. 1971 Editaron el primer libro de texto sobre la isquemia mesentérica
Guseinov 1975 Estudió la embriología de los capilares linfáticos del intestino delgado
V antrappen y cois. 1977 Publicaron la primera descripción del com plejo m otor interdigestivo del intestino
delgado h um ano
Traverso y Longmire 1978 Describieron una pancreaticoduodenectom ía respetando el píloro
Bookstein 1982 Utilizó la angiografía para diagnosticar y tratar las hemorragias del intestino delgado
Saini y cois. 1986 Describieron el drenado percutáneo de los abscesos diverticulares
Gauderer y Stellato 1986 Realizaron una gastrostomía sin celiotomía ni suturas
McKee y cols. 1994 Evaluaron las técnicas diagnósticas en la enferm edad diverticular (TC, enem a
de constraste, ecografía)
Zielke y cols. 1994
Yacoe y cols. 1997

Tabla elaborada por Davis A. McClusky III y John E.Skandalakis.

Bibliografia:
Boley S], Sam m artano RJ, Brandt LJ. Historical perspective. In: Longo WE, Peterson GJ, Jacobs DL. Intestinal Ischemia Disorders.
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G hanem E, Goodale RL, Spanos P, Tsung MS, W angensteen OH. Value of leukocyte counts in the recognition of mesenteric in ­
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W angensteen OH, W angensteen SD. The Rise of Surgery: From Empiric Craft to Scientific Discipline. Minneapolis: University
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La prim era porción del d u o d e n o conserva los mesente- cas rodeada de células m esenquim atosas indiferenciadas.
rios dorsal y ventral. Sin e m b argo, el asa duodenal se fija al Hacia el final de la cuarta semana com ienza la p ro life ra ­
espacio retroperitoneal durante la rotación. Por consiguien­ ción de la m ucosa d u o d e n a l, especialm ente a lo largo de
te, el m esenterio dorsal del resto del d u o d e n o desaparece. la pared derecha p ró x im a al o rigen del d ive rtícu lo hepá­
El m esenterio d u odenal dorsal «en desaparición» se m a n ­ tico, la cual se fo rm a a p a rtir de la pared ventral d u ra n te
tiene c o m o un plano avascular de te jid o c o n ju n tiv o laxo esta etapa. Al alcanzar la sexta semana, el e p ite lio conser­
(la fascia de Treitz) (Fig. 16.3). N o tiene relación con el li­ va solam ente un re d u cid o n ú m e ro de hendiduras lum in a -
g a m e n to de Treitz. les. La luz se restablece casi p o r c o m p le to y p rá ctic a m e n ­
El m esenterio duodenal es un hallazgo m u y poco fre ­ te to d a ella se c o m p o n e de una sola capa celular hacia la
cuente; los autores de este te x to solam ente han observa­ décim a semana.
do dos casos en 40 años de experiencia quirúrgica y de la­ A principios del siglo xix se creía que los divertículos, las
b o ra to rio . Este p la n o se dise ccio n a al llevar a ca b o la duplicaciones y la atresia se debían a la falta de recanaliza­
m aniobra de Kocher, m aniobra de inclinación de la segun­ ción del ta p ó n e p itelial6. En la actualidad, se acepta que la
da porción del d u o d e n o hacia la izquierda con el fin de e x­ oclusión es un resultado casual de la proliferación epitelial
poner las regiones retroduodenales y retropancreáticas. más que un estadio d e fin id o y necesario del desarrollo del
En lo que respecta a la m a d u ra ció n del d u o d e n o , en intestino anterior. Es p ro bable que algunas duplicaciones
un p rin c ip io posee una única capa de células e n d o d é rm i- intramurales y divertículos de pequeñas dim ensiones sean
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■ Skandalakis

Intestino delgado

La elongación del intestino medio, en especial de la p or­


ción situada entre el co n d u c to vite lin o y el duod e n o , se lle­
va a ca b o con m a y o r rapidez que la e lo n g a c ió n del e m ­
Anatomía quirúrgica

brión en su totalidad. Este crecimiento diferencial se traduce


en una serie de m o vim ie nto s que finaliza al alcanzar la p o ­
sición adulta de los intestinos y el a b d o m e n ; tales m o v i­
mientos tienen lugar en tres fases bien definidas que se des­
c rib irá n b re v e m e n te en los párrafos siguie n te s. Se
recom ienda al lector interesado en detalles adicionales la
consulta de las obras de Estrada8 y Skandalakis y Gray9.

Estadio 1: Herniación
La porción media del intestino en cre cim ie nto se curva
ven tra lm e n te y se proyecta hacia el celom a del c o n d u c to
vitelino durante la quinta semana (Fig. 16.1 A). Este co n d u c­
to señala el vértice de la proyección. Su eje se define po r la
arteria mesentérica superior, la cual representa una fracción
de la irrigación prim itiva del saco vitelino. Esta asa intestinal
gira 90° en sentido co ntrario al de las agujas del reloj, de
m o d o que su rama «prearterial» (craneal) queda situada a
la derecha de la postarterial (caudal) (Fig. 16.1B). La rama
caudal se m antie n e p rá cticam ente recta, m ientras que la
craneal se alarga con rapidez y fo rm a asas intestinales.

Estadio 2: Regreso (reducción)


El intestino regresa al a b d o m e n de manera repentina a
lo largo de la décim a semana de desarrollo e m b rio n a rio .
Primero entra la rama craneal, para situarse a la derecha
F ig u ra 1 6.1. D esarrollo del in te stin o delgado. A, E longa­ de la arteria mesentérica superior (Figs. 16.2 A y B). La rama
ción y h e rn ia c ió n del in te stin o m e d io h acia el c o rd ó n u m ­ caudal lo hace en una fase posterior: el co lon izquierdo re­
bilical a co m ien z o s de la q u in ta sem an a. Recuadro: Finales
gresa en p rim e r lugar; a co n tin u a ció n , el colon transverso
de la q u in ta sem ana. B, Rotación prim aria del intestin o h e r­
se sitúa delante de la arteria mesentérica superior, y, p o r
n ia d o a lre d e d o r de la arteria m e se n té ric a superior. R am a
ú ltim o , el ciego regresa con el íleon term ina l.
p rearterial punteada. TC, tro n c o celíaco; AMS, arteria m e ­
sentérica superior; AM1, arteria m esen térica inferior. [grl2]
Estadio 3: Fijación
consecuencia de la persistencia de tejidos que no lograron El cre cim ie nto del colon se detiene a p a rtir del cuarto
fusionarse con la porción principal de la luz7. mes hasta algún tie m p o después del na cim ie n to . Los me-
El intestino anterior se diferencia en faringe, esófago y es­ senterios de las porciones ascendente y d e sc e n d e n te se
tó m a g o . El tab iq u e transversal, hacia el que crecen c o rd o ­ obliteran c o m o consecuencia de su fusión con el peritoneo
nes hepáticos de endoderm o, conform a el límite craneal an­ de la pared co rporal. El m esocolon transverso se fusiona
te rior del intestino anterior y el intestino m edio abierto. En con la hoja posterior de la bolsa epiploica.
posición p o ste rio r se desarrolla el p rim o rd io pancreático Slovis y cois.10 han descrito los casos d e 1 9 pacientes
dorsal. Estas estructuras definen el fu tu ro duodeno. con rotación intestinal incom pleta, seis (3 2 % ) de los cua­
A lo largo de las semanas tercera y cuarta, el e m b rió n les m ostraron una posición cecal n orm al y una u n ió n duo-
crece con rapidez, al con tra rio que el saco vite lin o y el in­ denoyeyunal anómala. En este subgrupo, tres sujetos pade­
testino m e d io abierto. Hacia la q u in ta semana, el ta m a ñ o cían vó lv u lo del intestino m e d io y un in d iv id u o presentó
del intestino anterior es semejante al de la abertura del in­ una obstru cció n p o r bandas duodenales. La fijación pos­
testino m edio, el cual puede denom inarse conducto viteli­ natal de la u nión duode n o ye yu n a l se estableció a lo largo
no o conducto onfaloentérico. En esta fase, una p ro m in e n ­ de un período co m p rendido entre 10 meses y 2 años en dos
cia ve n tra l del in te s tin o m e d io situada in m e d ia ta m e n te de los seis pacientes.
caudal con relación al co n d u c to vite lin o define la localiza­ Las vellosidades intestinales comienzan a desarrollarse en
ción del ciego y, p o r ta n to , el límite entre el intestino de l­ el d u o d e n o distal y el íleon pro xim a l a p a rtir de la octava
gado y el grueso. semana. El intestino presenta vellosidades a finales del cuar-
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Intestino delgado 16

F igu ra 16.2 . A, Regreso de los inte stin o s al abd o m e n d u ra n te la décim a semana de desarrollo. La ram a prearterial (pun­
teada) regresa en p rim e r lugar y pasa p o r detrás de la arteria mesentérica superior. B, Posición fin a l de los inte s tin o s adop­
tada poco después del n a c im ie n to . AMS, arteria mesentérica superior. [g rl2 ]

to mes (las vellosidades del colon desaparecen con poste- to m e s ". El borde estriado de las células epiteliales puede
rioridad al nacim iento). Las glándulas de Brunner aparecen visualizarse a p a rtir del tercer mes.
entre el tercer y cuarto mes de desarrollo, y son capaces El m úsculo circular aparece en el d u o d e n o a finales de
de llevar a cabo su fu n ció n secretora hacia el final del q u in - la qu in ta semana; el m úsculo lo n g itu d in a l se visualiza alre-

F ig u ra 16.3. Diagrama de la ro ta c ió n del páncreas y el duodeno. A, Relación p rim itiv a de los p rim o rd io s pancreáticos
dorsal y ve n tra l. B, D esaparición del mesenterio v e n tra l y ro ta c ió n del páncreas ve ntral. C, Posición re tro p e rito n e a l fin a l
del d u o d e n o y el páncreas. El p la n o de fu sió n del d u o d e n o se sitúa en la fascia avascular de Treitz. [g rl3 ]
M Á ! jM
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* Skandalakis

Intestino delgado
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d e d o r del tercer mes. Antes de la aparición de este ú ltim o , L o y re y cois.15 re com iendan la d u o d e n e c to m ía -d u o d e -
algunos neuroblastos del plexo m ie n té rico siguen al ner­ noplastia c o m o tra ta m ie n to de la seudoobstrucción intes­
vio vago hacia la superficie del m úsculo circular. Hacia la tinal crónica (m e g a d u o d e n o ).
Anatomía quirúrgica

octava semana recibe inervación la tota lid a d del intestino,


con excepción del colon distal; esta inervación se c o m p le ­ Divertículos duodenales
ta hacia la d u o d é cim a semana. La m a y o r parte de los d ivertículos duodenales se e n ­
c uentran en la pared cóncava (pancreática) de las p o rc io ­
A n o m a l ía s c o n g é n it a s nes segunda y tercera del duodeno. H abitualm ente son so-

Duodeno
Estenosis y atresias
A m e n u d o , la estenosis d u o d e n a l se asocia a un pá n ­
creas anular o a la presencia de te jid o pancreático aberran­
te en la pared d u o d e n a l. Tam bién puede derivar de una
atresia d iafragm ática perforada (véase tip o III en un párra­
fo posterior). El o rificio puede te n e r unas dim ensiones tan
reducidas que la atresia fu n cio n a l se desarrolla en una eta­
pa posterior de la v id a 12.
Según Ladd y M a d u ra 13:
Las anomalías duodenales son poco frecuentes en el adul­
to. El tratamiento más adecuado de las membranas duode­
nales consiste en la escisión transduodenal y la duodenoplas-
tia. Generalmente, el páncreas anular se trata correctamente
mediante una derivación duodenal al duodeno distal o el ye­
yuno. La división del anillo podrá llevarse a cabo cuando
éste sea extramural, cuando no exista estenosis duodenal
y sea preciso acceder a los esfínteres pancreaticobiliares.
La atresia puede dividirse en tres tipos (Fig. 1 6 .4 )9.
En la atresia de tipo A, una m em brana form ada p o r m u ­
cosa y submucosa ocluye la luz duodenal. Puede existir una
perforación secundaria. Este tip o de atresia es el más fre­
cuente. El diafragm a parece hallarse en una posición más
distal que la que ocupa en realidad co m o consecuencia de
una invaginación de m o rfología convexa.
En el tipo B, los extrem os pro xim a l y distal son ciegos.
Se unen p o r m e d io de una banda fibrosa situada en el b o r­
de del mesenterio.
En el tipo C, los extrem os p ro xim a l y distal no están co­
nectados entre sí, y no existe m esenterio entre ellos. Se tra­
ta de un tip o poco frecuente.
En los tres tipos de atresia, el segm ento p roxim al se en ­
cuentra dilatado y el p roxim al carece de dilatación alguna.
El 7 5 % de las estenosis y el 4 0 % de las atresias se localizan
en el duod e n o .
C o m o causas principales de m o rb im o rta lid a d en pa­
cientes con atresia intestinal, Vecchia y cois.14 han señala­
do las anomalías cardíacas (con atresia du o d e n a l) y el sín­
d ro m e del intestino u ltra co rto (< 4 0 cm ), el cual requiere
n u trició n parenteral total a largo plazo y puede verse c o m ­
F ig u ra 16.4 . Tipos de atresia inte stin a l. A, La luz está ce­
plicado p o r una hepatopatía con atresia yeyunoileal. Estos
rrada p o r u n diafragma mucoso y submucoso. B, El segmen­
autores señalaron que existe la posibilidad de m ejorar los to atrésico es u n c o rd ó n fibroso sólido. C, Ausencia to ta l
desenlaces a largo plazo m ediante la administración de fac­ de u n segm ento del in te s tin o y su mesenterio. Obsérvese
tores de crecim iento para potenciar la adaptación y los ade­ la d ila ta ció n del in te s tin o en p o sición p ro x im a l a la atre­
lantos registrados en el trasplante del intestino delgado. sia. [co7]
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Intestino delgado 16
lítanos, si bien pueden ser m últiples en algunos casos. Con ción son la anastomosis de lado a lado o la técnica de ex-
frecuencia, los divertículos duodenales son asintomáticos. teriorización de los extrem os de M ikulicz, la d ilatación del
Los divertículos sintom áticos de gran tam a ñ o deben so­ segm ento distal y el u lte rio r regreso del intestino al a b d o ­
meterse a una escisión y cerrarse con inversión del saco. La men. El paciente a q u e ja d o de atresia d u o d e n a l requiere
disección segura de divertículos situados en las p ro x im id a ­ una d u o d e n o ye yu n o sto m ía retrocólica isoperistáltica bica-
des de las papilas d uodenales exige un tu b o en T y una pa siem pre que sea posible20. Las estenosis han de tratarse
duodenostomía. Neill y T h o m p so n 16 han estudiado las co m ­ de fo rm a semejante.
plicaciones de los divertículos duodenales.
Vassilakis y cois.17 han p u b lic a d o que la cole d u o d e n o - Duplicaciones intestinales
y e yu n o sto m ía y la d u o d e n o y e y u n o s to m ía de Roux-en-Y Las d u p lic a c io n e s intestinales de g ra n lo n g itu d (Fig.
pro p o rcio n a n resultados satisfactorios c o m o tra ta m ie n to 16.5) se p ro d u ce n c o m o consecuencia de la falta de sepa­
de los divertículos duodenales com plicados. ración del e n d o d e rm o de la n o to co rd a suprayacente entre
Chiù y cois.18 han evaluado una serie extensa de diver­ los días d e c im o c ta v o y vige sim o p rim e ro de embarazo. El
tículos del intestino d e lgado y han co n c lu id o lo siguiente: desarrollo e m b rio n a rio posterior origina una banda de cé­
lulas endodérm icas unidas al intestino norm al en su extre­
El divertículo duodenal fue el divertículo más frecuen­
m o caudal y a la n o to c o rd a en su e x tre m o craneal. La b a n ­
te del intestino delgado. Los cuadros clínicos más h a bitua­
da de células endodérm icas se diferencia en una estructura
les fueron el dolor abdom inal y la hemorragia digestiva.
tu b u la r semejante a un intestino en el lado mesentérico del
Con excepción del divertículo de Meckel, los divertículos
inte stin o n o rm al. La un ió n n o to co rd a l suele desaparecer,
del intestino delgado no precisan ningún tratamiento en au­
si bien se conservan una o más vértebras anómalas que in­
sencia de síntomas significativos.
dican el lugar de la unión anómala.
Las entidades resultantes pueden ser duplicaciones quís-
Yeyunoíleon ticas o duplicaciones tubulares largas en el m esenterio pa­
ralelo al inte stin o norm al. Con frecuencia c o n tie n e n m u ­
Atresias y estenosis
cosa gástrica o pancreática, p o r lo general en su e x tre m o
La atresia intestinal congènita constituye el m o tiv o p rin ­ proxim al. La co m u n ic a c ió n con el intestino norm al se en­
cipal de o bstrucción intestinal en el lactante. Al igual que cuentra h a b itu a lm e n te en el e x tre m o distal.
sucede en el caso del d u o d e n o (véase apartado anterior), Las duplicaciones quísticas y las duplicaciones paralelas
se distinguen tres clases de atresia yeyunoileal (Fig. 16.4). cortas d e b e n someterse a una resección c o m p le ta ju n to
En la atresia de tipo A, la o bstrucción se debe a un dia­ con la p o rción de intestino n orm al irrigado p o r los mismos
fragm a o una m em brana de mucosa y submucosa. Puede vasos sanguíneos (Fig. 1 6.6A). Las duplicaciones de m a yo r
ser co m p le ta o presentar perforaciones. lo n g itu d y, p o r ta n to , el intestino adyacente, pueden co n ­
En la atresia de tipo B, los dos extrem os ciegos del intes­ servarse m e d ia n te la creación de una fístula en el e x tre m o
tin o se conectan p o r m edio de un co rd ó n fibroso situado distal de la d u p lica ció n (Fig. 16.6B) o la e xtirpación de la
sobre el borde del mesenterio inta cto . pared c o m ú n (Fig. 16.6C ) si no existe nin g u n a ulceración.
En la atresia de tipo C, los dos extrem os ciegos del in ­
testino no están conectados entre sí y no se observa mesen­ Divertículo de Meckel
terio entre ambos. Un resto de la porción proxim a l del c o n d u c to v ite lin o
En todas las atresias de tip o A, con exce p ció n de las (base del c o n d u c to vitelino) da lugar al divertículo de M e c­
m em branas perforadas, el segm e n to p roxim al se caracte­ kel. Puede estar c o n e cta d o con el o m b lig o p o r un co rd ó n
riza p o r una n o table dilatación, m ientras que el segm ento fib ro so q u e p u ede p e rm a n e ce r (fístula ile o u m b ilica l). La
distal carece de d ilatación alguna. C ua n d o existen varias persistencia de la porción del co n d u cto situada entre el o m ­
atresias, la dilatación se localiza en la p ro x im id a d de la p ri­ b lig o y el íleon orig in a el divertículo de Meckel.
mera de ellas. Las estenosis y todos los tipos de atresia son El té rm in o «persistencia» es engañoso. C uando el c o n ­
más frecuentes en el d u o d e n o que en el íleon o el yeyuno. d u c to no degenera, no solam ente persiste, sino que crece
M a ts u m o to y cois.19 pu b lica ro n un artículo sobre atre­ al m ism o ritm o que el íleon, al que se encuentra u n id o . En
sia yeyunoileal en dos gemelos m o n o cig ó tico s, y a trib u ye ­ algunos casos m u y p o co frecuentes, la p o rción a b d o m in a l
ron este caso a factores am bientales d u ra n te la gestación. del co n d u c to v ite lin o se m antiene en fo rm a de fístula on-
Los autores de este capítulo se resisten a aceptar esta e tio ­ faloileal. En otros casos aún más raros, un seno um bilical o
logía en una anomalía tan rara. un p ó lip o um bilical puede representar el e x tre m o distal sin
El trata m ie n to consiste en la escisión del segm ento atré- degenerar del c o n d u c to , o un quiste a b d o m in a l puede in ­
sico o estenótico y la anastomosis de los extremos. La anas­ d ica r la desaparición de este c o n d u c to , e x c e p tu a n d o su
tom osis de e x tre m o a e xtrem o resulta com plicada d e b id o porción m edia. Con una frecuencia n o ta b le m e n te mayor,
a la diferencia de ta m a ñ o del segm ento proxim al d ilatado se conserva una pequeña porción del e x tre m o ileal que da
y el segm ento distal no dilatado. Las intervenciones de elec­ lugar a un d ivertículo ciego del íleo.
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* Skandalakis

Intestino delgado

F ig u ra 16.5. F orm ación de


d u p lic a c io n e s y div ertícu los
Anatomía quirúrgica

entéricos dorsales. A, O rienta­


ción de la no to c o rd a del tu b o
n e u ra l y el in te stin o p rim iti­
vo. B, C o n a n te rio rid a d a la
cu arta sem ana, la n o to c o rd a
está u n id a al e n d o d e rm o sub­
y ac en te y c o n fo rm a el te ch o
d el i n t e s t i n o p r im itiv o . C,
N o rm a lm e n te , la sep aración
se h a c o m p le t a d o h a c ia la
cuarta sem ana. D, E, La sepa­
ración in c o m p le ta y las dife­
Tubo neural rencias e n la proliferación de
la n o to c o rd a y el e n d o d e rm o
Notocorda c r e a n u n a b a n d a de células
e n d o d é r m ic a s d eriv a d as del
Techo de
tech o del intestino. F, La b a n ­
intestino da d e célu las fo rm a u n a es­
primitivo tru c tu ra tu b u la r se m ejan te y
paralela al in te stin o n o rm al.
Médula espinal O bsérvese la v érte b ra d e fo r­
m ada. [sk4]
Vértebra con
remanente de
notocorda

Divertículo

Intestino

Se desconoce el m o tiv o p o r el que las células epiteliales


del c o n d u c to vitelino de ciertos sujetos co n tinúan prolife ­
A n ato m ía quirúrgica
rando y diferenciándose en lugar de in te rru m p ir su división del d u o d e n o
durante la qu in ta semana de desarrollo em brionario. Soro-
kin y Padykula21 señalaron que el c o n d u cto vitelino del e m ­ To p o g r a f ía y r e l a c io n e s
brión de rata sobrevive en cultivos hísticos y que su regre­
sión no es intrínseca al endoderm o. Este hallazgo indica que R e la c io n e s d e l d u o d e n o
el c o m p o n e n te m esodérm ico dirige el desarrollo epitelial.
W e rner y cois.22 indicaron que el divertículo de Meckel Prim era porción (superior): 5 cm de lo n g itu d . La
con stitu ye la anomalía con g è n ita del tu b o d igestivo más m itad pro xim a l es m óvil; la m ita d distal es fija.
frecuente; sus com plicaciones son la hem orragia (debida El d u o d e n o cruza p o r encim a del p íloro hacia el cuello
a la secreción de ácido p o r la mucosa gástrica ectópica), la de la vesícula biliar (Fig. 16.7). Se relaciona: 1) posteriormen­
inflam ación (de fo rm a semejante a la apendicitis aguda), te, con el c o n d u c to b iliar co m ú n , la vena porta, la vena
y la obstru cció n intestinal (debida a invaginación inte sti­ cava inferior y la arteria g a stroduodenal; 2) a n te rio rm e n ­
nal, v ó lv u lo o bandas adhesivas). te, con el lóbulo cuadrado del hígado; 3) superiorm ente,
En la sección de anatom ía incluida al final de este capí­ con el agujero epiploico; y 4 ) interio rm e n te , con la cabeza
tu lo se ofrece inform ación adicional sobre el dive rtícu lo de del páncreas.
Meckel. Los prim eros 2,5 cm pueden moverse librem ente, y es­
tán recubiertos por las dos capas peritoneales que revisten
Diverticulosis del intestino de lg a d o el estóm ago. La p orción h e p a to d u o d e n a l del e p ip ló n m e ­
De L a n g e y cois, han d o c u m e n ta d o una prevalencia de nor se une al b orde superior del d u o d e n o ; el e p iplón m a ­
diverticulosis del intestino delgado co m p re n d id a entre el y o r lo hace a su borde inferior. Los 2,5 cm distales tan sólo
0 ,3 % y el 2 ,5 % 23. están recubiertos por peritoneo en la superficie a nterior del

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Intestino delgado 16
p or encim a y p o r debajo de la unión del colon transverso
están revestidas de perito n e o visceral. La prim era y segun­
da porciones del d u o d e n o se unen p o r detrás del margen
costal ligeram ente por encim a y m e d ia lm e n te con respec­
to a la región te rm in a l del n o ve n o ca rtílago costal y a la
derecha de la prim era vértebra lumbar.
La segunda porción del d u o d e n o fo rm a un ángulo agu­
d o con la primera, y desciende desde el cuello de la vesícu­
la biliar p o r delante del hilio del riñón derecho, el uréter
derecho, los vasos renales derechos, el psoas m a yo r y el
bo rde de la vena cava inferior. Se relaciona ante rio rm e n te
con el lób u lo hepático derecho, el colon transverso y el ye ­
yu no. A p ro x im a d a m e n te en el p u n to m e d io de la segun­
da p orción del d u o d e n o , el c o n d u c to p a ncreaticobiliar se
abre a su lado posterom edial cóncavo. El lado derecho se
relaciona con el colon ascendente y el áng u lo hepático del
colon.

Tercera porción (horizontal o inferior): 10 cm de


lon g itu d . Se extiende desde el lado derecho de L3 o L4 has­
ta el lado izquierdo de la aorta.
La tercera po rció n del d u o d e n o com ienza a unos 5 cm
de la línea media, a la derecha del extrem o inferior de la te r­
cera vértebra lumbar, aproxim a d a m e n te en el nivel del pla­
no subcostal. La porción tercera, o transversa, se d irig e ha­
cia la izquierda p o r delante del uréter, los vasos gonadales
derechos, el m úsculo psoas, la vena cava inferior, la región
lu m b a r de la co lu m n a vertebral y la aorta. Finaliza a la iz­
quierda de la tercera vértebra lum bar.
La porción inframesocólica anterior del d u o d e n o está re-

F i g u r a 1 6 .6 . D u p lic a c ió n in te s tin a l. A, Irrig a c ió n s a n ­


g u ín e a a d u p lic a c io n e s e in t e s ti n o n o rm a l. La rese cc ió n
(flechas) p e rm ite retirar ta n to el se g m e n to n o r m a l c o m o el
d up licado . B, La creación de u n a fístula en el e x tre m o cie­ I i
go de la d u p lic a c ió n p erm ite evitar la resección. C, Es p o ­
sible ex tirp ar la pared c o m ú n de los se g m en to s n o r m a l y
du plicad o. [sk4]

ó rgano, de m o d o que la posterior contacta directa m e n te


con el c o n d u c to biliar, la vena porta y la arteria g a s tro d u o ­
denal. El d u o d e n o se separa de la vena cava in fe rio r p o r
una pequeña capa de te jid o co n ju n tivo .

Segunda porción (descendente): 7,5 cm de lo n g i­


tu d . Se extiende desde el cuello de la vesícula biliar hasta
el b o rd e superior de la vértebra L4.
Lig. frenocólico
El co lon transverso y el mesocolon cruzan esta p orción
d uodenal, p o r lo que se c o m p o n e de una región supram e- F i g u r a 1 6 .7 . Vista an terio r de las relaciones del d u o d e n o
socólica y una región inframesocólíca. Las partes situadas y el páncreas. [sk20]
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• Skandalakis

Intestino delgado

cubierta p o r peritoneo. Los vasos mesentéricos superiores lla de Vater. La papila de Vater, la cual debería d e n o m in a r­
la atraviesan anteriorm ente, y la raíz del mesenterio del in­ se papila duodenal mayor, es una proyección tip o esfínter
testino delgado la cruza m u y cerca de su extrem o. La te r­ de la mucosa duodenal a través de la cual el e xtre m o distal
Anatomía quirúrgica

cera porción se relaciona superiorm ente con la cabeza y la de la ampolla de Vater desemboca hada el duodeno. La a m ­
apófisis unciform e del páncreas. La arteria p a n creaticoduo­ polla de Vater (hepatopancreática) y sus formaciones repre­
denal inferior se encuentra en un surco situado en la super­ sentan la unión de los conductos pancreaticobiliares.
ficie de contacto entre el páncreas y el duodeno. En posición La papila m a yo r se halla en la pared posterom edial de
a n te rio r e inferior, la po rció n que nos ocupa se relaciona la segunda po rció n (descendente) del duod e n o , a la d e re ­
con el intestino delgado, p rin cip a lm e n te con el yeyuno. cha de la segunda o tercera vértebra lumbar. En los pacien­
tes de m a yo r edad puede encontrarse ligeram ente p o r d e ­
Cuarta porción (ascendente): 2,5 cm de lo n g itu d . bajo de este nivel. Se sitúa a una distancia c o m p re n d id a
Se extiende desde el lado izquierdo de la aorta hasta el b o r­ entre 7 cm y 10 cm del píloro, con m áxim os entre 1,5 cm
de superior izquierdo de L2. y 12 cm . Esta distancia se reduce en presencia de in fla m a ­
La porción cuarta, o ascendente, del d u o d e n o se dirige ción del b u lb o duod e n a l o de la región posbulbar.
oblicuam ente en sentido craneal. Su recorrido finaliza en la La localización de la papila desde la superficie mucosa
unión duodenoyeyunal en la izquierda y la segunda vérte­ puede resultar co m plicada (Fig. 16.8) d e b id o a la presen­
bra lum b a r en la raíz del m esocolon transverso. Esta unión cia de pliegues mucosos; en algunas ocasiones se e n cu e n ­
se halla unos 4 cm p o r debajo y medial con respecto al ex­ tra to ta lm e n te recubierta p o r un pliegue transversal de m u ­
tre m o del noveno cartílago costal. La cuarta porción se re­ cosa duodenal. Su orificio ovalado o en form a de hendidura
laciona posteriorm ente con el tro n c o sim pático izquierdo, se localiza en su extre m o , cuyo límite p o sterior se p ro ye c­
el músculo psoas y los vasos renales y gonadales izquierdos. ta hacia abajo y se eleva para fo rm a r un pliegue lo n g itu d i­
Su term inación se encuentra m u y cerca de la porción te rm i­ nal c o n o c id o c o m o plica lo n g itu d in a l. A m e n u d o , el o rifi­
nal de la vena mesentérica inferior, el uréter izquierdo y el cio presenta proyecciones viliformes denominadas válvulas.
riñón izquierdo. El e xtre m o superior de la raíz del mesente­ Algunas veces, la presencia de un divertículo en la p ro x im i­
rio tam b ié n se une a esta región. La unión duodenoyeyunal dad de la papila puede d ificu lta r la tarea del ciru ja n o o del
se halla suspendida a través del lig am ento de Treitz, un res­ endoscopista.
to del m esenterio dorsal que se extiende desde el ángulo
duodenoyeyunal hasta el pilar derecho del diafragma.

Estructuras pancreaticobiliares
t‘ ,V*
La cuarta porción (in tra m u ra l) del c o n d u c to hepático
c o m ú n atraviesa ob licu a m e n te la pared de la segunda p o r­
ción del d u o d e n o ju n to con el c o n d u c to pancreático p rin ­
cipal (W irsung). Otras estructuras asociadas son las papilas
duodenales m ayor y m enor, la am polla de Vater (cuando
está presente) y el esfínter de Boyden. En c o n ju n to , estas
i t i
estructuras fo rm a n lo que D o w d y bautizó c o m o el «siste­ ■lJFíl i .V . \. • . ’
ma vateriano»24. Este té rm in o expresa la unidad a n a to m o - -
■A '• ■
. :;-.n >,
q u irúrgica de dichas estructuras, si bien carece de relevan­
cia fu n cio n a l. .••• í;> ' ■ ■
■ re ■■ ■
La p orción term inal del c o n d u c to biliar c o m ú n atravie­
:Í • ''
sa la pared duodenal; tiene una lo n g itu d a p ro xim a d a de
1,5 cm , y se estrecha desde 1,0 cm en su región e x tra m u ­
ral hasta 0 ,5 4 cm en la papila. El c o n d u c to pancre á tico
principal entra en el d u o d e n o en posición caudal con res­
pecto al c o n d u c to biliar, y ta m b ié n reduce su d iá m e tro .
Habitualm ente, los co nductos se alinean y c o m p a rte n una
capa adventicia co m ú n de varios m ilím etros de espesor. El
F i g u r a 1 6 .8 . D isposición en T de los pliegues de la m u c o ­
ta b iq u e existente entre ellos se reduce a una m e m bra n a
sa d u o d e n a l qu e in d ica la localización de la p ap ila d u o d e ­
mucosa antes de confluir.
n a l m ayor. En alg u no s casos, u n pliegue m u c o so p u ed e re­
cubrir el orificio de esta papila. Rara vez se observa la p apila
Papila duodenal m ayor m ay o r de fo rm a ta n evidente co m o en esta ilustración. N in ­
Existe cierta confusión en la bibliografía acerca de las de­ g u n a estru c tu ra d e este tip o indica la localización de la p a ­
finiciones correctas de los térm inos papila de Vater y a m p o ­ pila m eno r. [sk20]
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Intestino delgado 16

F i g u r a 1 6 .9 . D iagram a de las v ariaciones de la relación del c o n d u c to biliar c o m ú n y el c o n d u c to p an c re á tic o princip al.


A, A bsorción m ín im a de los co n d u c to s hacia la pared d u o d e n a l d u r a n te el desarrollo e m b rio n ario ; se observa u n a a m p o ­
lla. B, A bsorción m á x im a de los co n d u c to s hacia el d u o d e n o . La p ap ila p re se n ta dos orificios in d e p e n d ie n te s; n o existe
n in g u n a am polla. C, A bsorción parcial del ca n al c o m ú n ; n o existe n in g u n a am p o lla verdadera. [sk20]

Am polla (de Vater) Las variaciones de la distancia entre la unió n pancrea­


tic o b ilia r y la luz duodenal se o riginan d u ra n te el desarro­
La am polla es una dilatación del canal pancreaticobiliar
llo e m b rio n a rio 28. En el e m b rió n , el c o n d u c to pancreático
co m ú n en el inte rio r de la papila y por debajo de la unión
principal surge c o m o una rama del co n d u c to biliar co m ú n ,
de ambos conductos (Fig. 16.9A). Se dice que la ampolla está
el cual p ro cede, a su vez, del d u o d e n o . El desarrollo del
ausente cuando el tabique se m antiene hasta el orificio d u o ­
d u odeno absorbe el conducto biliar proximal hasta su unión
denal (Fig. 16.9B). M ichels25 revisó los hallazgos de 25 in­
con el co n d u c to pancreático; cuando esta resorción ha sido
vestigadores en 2 .500 muestras y concluyó que había a m ­
mínima, se fo rm a una ampolla de mayor lo n g itu d y la unión
polla en el 6 3 % de los casos. Por definición, se consideraba
de los c o n d u cto s tiene lugar en un nivel alto de la pared
que la am polla estaba presente cuando el borde del ta b i­
d u o denal (tip o 1) o, incluso, en una localización e x tra m u ­
que de separación de ambos conductos no alcanzaba el vér­
ral. La unió n se encuentra más cerca del orificio duodenal
tice de la papila. Las determ inaciones reales de la distancia
y la lo n g itu d de la am polla es m e n o r cu a n d o la resorción
c o m p re n d id a entre el b orde del ta b iq u e y el vértice de la
del c o n d u c to b iliar te rm ina l ha sido más intensa. La resor­
papila se encuentran entre 1 m m y 14 m m , siendo igual o
ción m á xim a se traduce en la separación de los orificios del
inferior a 5 m m en el 75% de las muestras26.
co n d u cto pancreático principal y el c o n d u c to biliar c o m ú n
Un purista requeriría observar una dilatación del canal
(tip o 3).
co m ú n para aplicar el té rm in o «ampolla». Sin e m b a rg o , la
dilatación es escasa o nula cuando la lo n g itu d del canal co­
Esfínter de Boyden
m ún se encuentra por debajo de los 5 m m 27. En tales mues­
A lred e d o r de la p orción intram ural del c o n d u c to biliar
tras, la presencia de una verdadera am polla se convierte en
c o m ú n , el c o n d u c to p a n c re á tic o p rin c ip a l y la a m p o lla
una cuestión de criterio (Fig. 1 6.9C). C oincidim os con M i­
(cua n d o está presente), se dispone un c o m p le jo de varios
chels25 en la superioridad de la siguiente clasificación:
esfínteres com puestos p o r fibras de m úsculo liso orb icu la r
• T i p o 1 : El c o n d u c to pancreático desemboca en el c o n ­ o circular. Este c o m p le jo esfintérico se conoce c o m o esfín­
d u cto biliar co m ú n a una distancia variable del orificio de
te r de B oyden29. El origen e m b rio n a rio y la fu n cio n a lid a d
la papila duod e n a l mayor. El canal c o m ú n puede o no
de estas fibras musculares son ind e p e n d ie n te s de los del
presentar dilatación (85 % ).
m úsculo duodenal (Fig. 16.10).
• T i p o 2 : Los conductos pancreático y biliar desem bocan Al igual que la papila de Vater, o tro c o m p o n e n te ana­
en pun to s próxim os, pero independientes, de la papila
tó m ic o designado incorre cta m e n te es el esfínter de O ddi,
d u o denal m a yo r (5% ).
el cual se localiza en el e x tre m o duodenal de los c o n d u c ­
• T i p o 3 : Los conductos pancreático y biliar desembocan tos pancreático y biliar c o m ú n . Por m o tiv o de su prim era
en el d u o d e n o en pun to s separados (9% ).
descripción debería recibir su n o m b re de Francis Glisson30.
A p ro x im a d a m e n te un 7 5% de los individuos de tip o 1 En 1654, este a u to r describió las fibras anulares situadas al­
presentan una a m p o lla con una dila ta ció n verdadera, la red e d o r de toda la p orción intram ural del c o n d u c to biliar,
cual está ausente en los tipos 2 y 3. e in te rp re tó que protegían al o rificio del reflujo de los con-

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* Skandalakis

Intestino delgado

procede de la excelente obra The «Sphincters» o f the Diges­


tive System, de D iD io y Anderson33. Junto al conocido esfín­
te r piló rico gastroduodenal, el d u o d e n o posee los c o n tro ­
Anatomía quirúrgica

vertidos esfínteres detallados a co n tin u a c ió n :


• Se cree que el p rim e r esfínter duod e n a l se localiza en el
e x tre m o distal del b u lb o d u o d enal, y posiblem ente esté
relacionado con, o sea la causa de, la acalasia seg m e n ta ­
ria y el «m egabulbo».
• El esfínter de Villem in se encuentra en una posición p ro ­
x im al con respecto a la am p o lla de Vater34,35.
° Si existiera el d e n o m in a d o «m úsculo de Ochsner», p ro ­
bablem ente se localizaría po r debajo de la ampolla de Va­
ter, según Ochsner, el cual presentó sus hallazgos en dos
publicaciones en el año 19 0 6 36. En 1907, B oothby e xpre­
só sus reservas con respecto a la existencia de tal esfínter37.
Tanto O chsner co m o Villem in han descrito un esfínter in­
m e d ia ta m e n te pro xim a l al á n g u lo d u o d e n o ye yu n a l.
En la intro d u cció n del libro sobre A n to n io Scarpa, M o n ­
ti a firm ó: «Al igual que el poeta, y quizás incluso en m a yo r
F i g u r a 1 6 .1 0 . Representación esquem ática de los cuatro es­ m edida, el científico es un p ro d u c to de la época en la que
fínteres q u e c o n f o r m a n el esfín ter de Boyden. 1, esfín ter vive»38. Es posible que la época de Ochsner, B o o th b y y Vi­
coledocal superior. 2, esfínter coledocal inferior (subm uco- llemin estimulara el trabajo de investigación llevado a cabo
so). 3, esfínter de la am p o lla (papila). 4, esfínter p a n c re á ti­ po r estos médicos. Los autores de este capítulo coinciden
co. Las m e d id a s c o r r e s p o n d e n a las d e te r m in a c io n e s de con D iD io y Anderson en que las descripciones de los es­
W h i te 179. [sk20] fínteres son vagas y su relevancia clínica es nula.

tenidos duodenales. La descripción de Glisson se recoge V a s c u l a r iz a c ió n


en el artículo de B oyden31.
Arterias
Papila duodenal menor La irrigación sanguínea del d u o d e n o causa confusión
La papila menor, en la cual desemboca el c o n d u cto pan­ d e b id o a las diversas posibilidades de origen, distribución y
creático accesorio (co n d u c to de Santorini), se sitúa a unos variaciones individuales (Figs. 16.11, 16.12 y 16.13). Esta
2 cm en sentido craneal y ligeram ente ante rio r a la papila afirm ación es especialmente cierta en el caso de la irriga­
mayor. Es más pequeña y se identifica con m a yo r facilidad ción sanguínea de la primera porción del duodeno. En su bri­
que esta últim a. La referencia más útil es la arteria g a stro­ llante presentación del estóm ago y el d u o d e n o , G riffith 39
d uod e n a l, p or detrás de la cual se encuentra el co n d u c to recomendó cautela a los cirujanos c o m o consecuencia de las
accesorio y la papila menor. La disección d u o denal en la variaciones de las arterias principales. Akkinis40 afirm ó que
gastrectom ía debe finalizar en posición p roxim al a la arte­ no existe circulación colateral más allá de las arcadas te rm i­
ria. La papila m e n o r puede carecer de c o n d u c to a lg u n o o nales del intestino delgado. ¿Sucede lo m ism o en la p rim e ­
co n te n e r solam ente un to rtu o so canal m icroscópico. Rara ra porción del duodeno? ¿Qué ocurre con la laguna isqué­
vez presenta un esfínter verdadero (esfínter de Helly). En mica de la vena piló rica de M a yo q u e co rre s p o n d e a la
cerca de un 1 0 % de las personas32, el c o n d u c to de San­ distribución de la arteria supraduodenal? ¿Existe realmente?
to rin i co n stituye el único drenado de gran parte del pán­ ¿Representan las variaciones de las arterias mencionadas an­
creas. La ligadura accidental de este c o n d u c to con la arte­ teriorm ente, c o m o asevera Griffith, un fa cto r subyacente de
ria g a s tro d u o d e n a l podría p ro v o c a r una p a n cre a titis de necrosis y fugas? Los autores de este capítulo no desean po-
consecuencias catastróficas. sicionarse con relación a esta cuestión; tan sólo reco m ie n ­
dan utilizar una técnica quirúrgica adecuada cuando la ci­
«Esfínteres» duodenales rugía sea necesaria, y evitar un entusiasmo excesivo en el
tra ta m ie n to de esta enferm edad benigna.
El d e b a te gene ra d o p o r los d e n o m in a d o s «esfínteres La primera porción duodenal recibe su irrigación de la ar­
duodenales» nos recuerda la controversia relativa a la exis­ teria supraduodenal (Fig. 16.11) y la rama p a n creaticoduo­
tencia anatóm ica o fisiológica de los esfínteres gastroeso- denal posterosuperior de la arteria gastroduodenal (arteria
fá g ic o s y su relación con la patología duodenal. El c o n o c i­ retroduodenal, según Edwards, Michels y Wilkie), la cual re­
m ie n to de los autores sobre los esfínteres d u o d e n a le s presenta una rama de la arteria hepática com ún. En un gran
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Intestino delgado 16
rior de la prim era porción duodenal, las cuales pueden re­
A. supraduodenal cibir las denominaciones de supraduodenal y retroduodenal,
respectivamente. Cada una de ellas puede surgir p o r sepa­
A. gastroduodenal
rado o bien fo rm a r diversas combinaciones. Por consiguien­
te, se recomienda no utilizar el té rm ino retroduodenal com o
sinó n im o de la rama pancreaticoduodenal posterosuperior,
cuya prin cip a l fu n c ió n es irrigar la segunda p o rción d u o ­
denal y la cabeza pancreática. N om ina Anatómica (6.a ed.)41
ta m b ié n reconoce que las arterias supraduodenales, retro-
Arcos pancreatico-
duodenales y pancreaticoduodenal posterosuperior consti­
duodenales
tu ye n entidades separadas; sin e m b a rg o , la arteria supra­
duodenal suele estar ausente.
Tras o rig in a r las ramas supraduodenal, retrod u o d e n a l y
pancreaticoduodenal posterosuperior, la arteria g a stro d u o ­
denal desciende entre la p rim era p o rción del d u o d e n o y la
cabeza del páncreas para dividirse en las arterias gastroe-
p iploica derecha y p a n cre a tico d u o d e n a l anteroposterior,
las cuales envían ramas term inales a la citada p o rción d u o ­
Última rama
denal.
duodenal
Las tres porciones restantes del d u o d e n o reciben su irri­
gación de una arcada a n te rio r y otra posterior, de las cua­
les nacen las ramas pancreáticas y duodenales. Las ramas
F i g u r a 1 6 .1 1 . P rin cip al irrigación arterial del d u o d e n o .
que irrigan el d u o d e n o se d e n o m in a n arterias rectas; pue­
[sk20]
den estar inmersas en el p a ré n q u im a pancreático. C uatro
arterias p a rticip a n en las arcadas vasculares pancreatico-
núm e ro de sujetos, el segm ento superior del p rim e r centí­ duodenales:
m e tro ta m b ié n está irrigado p or ramas de la arteria gástri­ 1. Las arterias pancreatico d u o d e n a le s anteriosuperiores,
ca derecha. En algunas personas pueden observarse ramas g e n e ralm ente dos, surgen de la arteria gastroduodenal
pequeñas separadas hacia la cara superior y la cara poste­ en la superficie ventral del páncreas.

A. hepática

A. gastroduodenal

A. pancreaticoduodenal
ant. y post.

Duodeno

■ A. pancreaticoduodenal ant. y post.

F i g u r a 1 6 .1 2 . Vista an terio r de la irrigación arterial del d u o d e n o y el páncreas. [sl<20]

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* Skandalakis

Intestino delgado

A. hepática común . , , , .
r A. gastroduodenal
Anatomía quirúrgica

Conducto biliar común

Arcada
A. mesentérica sup.
arterial post.

F i g u r a 1 6 .1 3 . Vista p o sterior de irrigación arterial del d u o d e n o y el p áncreas. [sk20]

2. La arteria p a n creaticoduodenal posterosuperior (retro- vascularización, lo cual permite explicar el carácter hemo-
d u o d e n a l) suele pasar p o r delante del c o n d u c to biliar rrágico de las úlceras de esta región, ju n to con la hem o­
co m ú n . A c o n tin u a ció n , gira hacia la derecha p o r d e ­ rragia asociada a la erosión [de la arteria] gastroduodenal.
trás de este c o n d u c to y desciende hasta la cabeza del La predominancia de circulación del lado izquierdo expli­
páncreas. Varias de las ramas de la arteria retrod u o d e - ca la posible isquemia del bulbo duodenal y/o la rotura del
nal se anastomosan in te rio rm e n te con algunas ra m ifi­ m uñón duodenal tras su Interrupción.
caciones de la rama p o sterior de la arteria pancreatico­
d u odenal inferior. Venas
3 y 4. Las arterias pancreaticoduodenales a n te ro in fe rio r y
poste ro in fe rio r surgen de la arteria mesentérica supe­ Las venas de la p rim era p o rc ió n in fe rio r del d u o d e n o
rio r o de su prim era rama yeyunal, bien p o r separado o y el p ílo ro suelen de se m b o ca r en las venas g a s tro e p ip lo i-
a p artir de un se g m e n to c o m ú n . La sangre alcanza la cas derechas (Fig. 16.1 7), las cuales son venas s u b p iló ri-
superficie cóncava del d u o d e n o a través de los vasos cas. La p rim e ra p o rción su p e rio r del d u o d e n o es d renada
rectos de las arcadas pancreaticoduodenales. Estos va­ a través de venas suprapilóricas, las cuales d e se m b o ca n
sos irrigan, en p rim e r lugar, la capa muscular externa, en la vena po rta o en la vena p a n c re a tic o d u o d e n a l p o s­
y posteriorm ente form a n un gran plexo en la subm uco- tero su p e rio r. Las anastom osis de las venas subpilóricas y
sa a pa rtir del cual las arterias atraviesan la mucosa mus­ suprapilóricas rodean al d u o d e n o ; se ha afirm ad o q u e una
cular para crear un segundo plexo justo p o r debajo del de ellas d e fin e la posición del p ílo ro (vena p re p iló ric a de
e p itelio de las vellosidades. El cirujano debe asegurarse M a y o )43: n o es un in d ic a d o r consta n te de la localización
de ligar solam ente una de las dos arcadas, la superior o de esta estructura.
la inferior. Las arcadas venosas que drenan el d u o d e n o siguen a las
arcadas arteriales y tie n d e n a encontrarse p o r encim a de
Recientemente, Hentati y cois.42 han propuesto una nue­
ellas. La vena anterosuperior drena h ada la vena gastroepi-
va clasificación de la irrigación arterial del b u lb o duodenal
ploica derecha, mientras que la vena posterosuperior suele
(Figs. 16.14, 16.15 y 16.16):
pasar p o r detrás del co n d u c to biliar co m ú n para d e se m b o ­
Los dos pedículos arteriales (infra- y supraduodenal) car en la vena porta. Las venas inferiores pueden d e se m b o ­
alcanzan el bulbo en su cara posterior; cada pedículo se car en las venas mesentérica superior (Fig. 16.18), m esen­
compone de dos tipos de circulación (derecha e izquierda); térica inferior, esplénica o primera yeyunal. Las venas pueden
la cara posterior del bulbo parece presentar una m ayor desem bocar por separado o en un segm ento com ún.
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Intestino delgado 16
disponían de tal fo rm a que el flu jo linfático norm al se d ir i­
gía desde el páncreas hada el d u o d e n o y no del m o d o c o n ­
trario. Aún no se ha c o n firm a d o esta teoría. A pesar de que
los vasos linfáticos pancreáticos han re cibido alguna a te n ­
ción, la prestada a los correspondientes al d u o d e n o ha sido
m u y escasa.

I n e r v a c ió n

En el in te rio r de la pared d u odenal se e ncuentran dos


cono cid o s plexos nerviosos del tu b o digestivo, cada u n o
de los cuales consta de grupos de neuronas conectadas en­
tre sí p o r redes de fibras. Un plexo (plexo de Meissner) se
localiza en la submucosa; el segundo plexo (plexo de Auer-
bach) lo hace en el te jid o c o n ju n tiv o situado entre las ca­
pas circular y lo n g itu d in a l de la capa m uscular externa. A l­
gunos de los cuerpos y las prolongaciones neuronales de los
plexos son parasimpáticos posganglionares. Varios tra b a ­
jos de investigación han indica d o que m uchos de ellos se
relacionan con: 1) el c ircu ito de procesam iento de in fo r­
m ación recibida desde diversos tipos de receptores sensi-

F i g u r a 1 6 .1 4 . D iagram a general de los vasos de la cara a n ­


terio r del b u lb o d u o d e n a l (c o n c e p c ió n trad icio n a l). 1, a.
h e p á tic a c o m ú n ; 2, a. g a s tro d u o d e n a l; 3, a. h e p á tic a ;
4, a. gástrica derecha; 5, a. d u o d e n o p a n c re á tic a posterior;
6, a. gastroepiploica derecha; 7, a. d u o d e n o p a n c re á tic a an-
terosuperior; ASD, arteria su p rad u o d e n al; AIP, arteria intra-
pilórica. [he5]

Linfáticos

El d u o d e n o posee un a b u n d a n te drenado linfático (Fig.


16.1 9 ). Los vasos linfáticos aparecen c o m o vasos ciegos
(quilíferos) en cada vellosidad de la mucosa. Forman un
plexo en la lám ina propia, y, tras atravesar la mucosa m us­
cular, co n fig u ra n un segundo plexo subm ucoso. Un tercer
plexo linfático se localiza entre las capas circular y lo n g itu ­
dinal de la capa muscular. Los troncos colectores pasan so­
bre la pared d u odenal a n te rio r y posterior hacia la curva­
tu ra m e n o r, y d e s e m b o ca n en los g a n g lio s lin fá tico s
pancreaticoduodenales anteriores y posteriores.
Los conductos colectores extramurales anteriores drenan
hada ganglios situados p o r delante del páncreas. Los c o n ­
F i g u r a 1 6 . 1 5 . D iag ram a g en e ral de los vasos de la cara
ductos posteriores desem bocan en ganglios posteriores a
p osterio r del b u lb o (co n c ep c ió n tradicional). 1, a. h ep á tic a
la cabeza de este ó rg ano. Estos últim os conductos siguen
co m ú n ; 2, a. gastroduodenal; 3, a. hepática; 4, a. gástrica d e ­
el recorrido de las venas y arterias hacia ganglios relaciona­
recha; 5, a. d u o d e n o p a n c re á tic a posterior; 6, a. gastro e p i­
dos con la arteria mesentérica superior. ploica dere ch a ; 7, a. d u o d e n o p a n c re á tic a a n tero su p erio r;
A com ienzos del siglo xx, Bartels44 presentó datos que ASD, arteria su p rad u o d e n al; AIP, arteria intrap ilórica; a, ar­
dem ostraban que las válvulas de los vasos linfáticos que co­ terias retro d uo d enales; b, arterias d u o d en a le s accesorias; c,
nectaban la pared d u odenal con la cabeza del páncreas se área p o c o vascularizada. [he5]
719

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* Skandalakis

Intestino delgado

A n ato m ía quirúrgica
d el yeyu n o y el íleon
Anatomía quirúrgica

To p o g r a f ía y a n a t o m ía

Longitud d e l y e y u n o íle o n
A efectos prácticos, el 6 0 % de la lo n g itu d del tu b o d i­
gestivo está fo rm a d a p o r el ye yu n o íle o n 49, el cual lleva a
cabo el 9 0 % de la absorción de este a p arato50,51.
El com ienzo y el final del ye yu n o y el íleon se relacionan
to p o g rá fica m e n te con los bolsillos o fosas peritoneales, las
cuales suelen ser poco profundas; en caso contrario, pue­
den o rig in a r una herniación interna. En el segm ento inicial
del ye yu n o se encuentran las fosas paraduodenales, en su
e xtre m o final se hallan las fosas ileocecales, y en su porción
central hay un segm ento no fusio n a d o de la raíz intestinal.
En un estudio de necropsias pediátricas, Touloukian y
Smith52 indicaron que la longitud intestinal total estaba co m ­
prendida entre 142 cm ± 22 cm en los niños nacidos antes
de té rm in o (de 19 a 27 semanas gestacionales) y 304 cm ±
44 cm en los niños nacidos después de más de 35 semanas
F i g u r a 1 6 .1 6 . D iagram a general del b u lb o (según H enta- de gestación. Estos mismos autores d o cu m e n ta ro n un p ro ­
ti y cois.). A, corriente su p ra d u o d e n a l izquierda; B, c o rrie n ­ m edio de lo n g itu d del yeyunoíleon de 2 48 cm ± 40 cm en
te s u p ra d u o d e n a l derecha; C, c o rrien te in tra d u o d e n a l iz­
niños nacidos después de más de 35 semanas de gestación.
quierda; D, corrien te in tra d u o d e n a l derecha; ASD, arteria
Resulta s o rp re n d e n te m e n te difícil d e te rm in a r la lo n g i­
su p rad u o d e n al; AIP, arteria in trap iló rica. [he5]
tu d del tu b o digestivo en el hum ano. En la bibliografía más
antigua, revisada p o r Bryant53, la lo n g itu d del yeyu n o y el
íleon en cadáveres abarcaba entre 300 cm y 1.200 cm . De
acuerdo con su propios datos, el p ro m e d io de lo n g itu d fue
de 6 2 4 ,8 cm . A p a rtir de sus tablas, los libros de te x to han
citado un p ro m e d io c o m p re n d id o entre 610 cm y 6 70 cm.
En el año 1924, se descubrió qu e la lo n g itu d «norm al»
de 6 10 cm a 670 cm no guarda n in g u n a relación con la
lo n g itu d del yeyunoíleon en el paciente vivo cuando Reis
y Schembra54 m idieron su lon g itu d en perros vivos y volvie­
tivos, 2) com plejos sinápticos que d irigen la eferencia ner­ ron a d e te rm inarla con distinta frecuencia después de su
viosa, y 3) neuronas de inte rco n e xió n 45. muerte. Durante los prim eros 10 m in u to s se producía una
Las fibras parasimpáticas p re ganglionares contenidas elon g a ció n del 2 3 % al 2 5 % . C uatro horas después de la
en los plexos son co n d u cid a s in ic ia lm e n te p o r el nervio m u e rte del animal, el in cre m e n to de lo n g itu d había alcan­
vago. Las fibras simpáticas posganglionares surgen de cuer­ zado un 1 35%, ya que la pérdida del to n o del músculo lon­
pos celulares localizados en los ganglios celíacos y mesen- g itu d in a l se p roduce con una rapidez m u ch o m a yo r qu e la
téricos superiores, en cadenas ganglionares simpáticas c o m ­ del m úsculo circular.
p re n d id a s e n tre T6 y T I 2, o bien d is trib u id a s de fo rm a Blankenhorn y cois.55 in tu b a ro n a 8 pacientes y calcula­
dispersa a lo largo de la trayectoria de los nervios esplácni- ron un p ro m e d io de lo n g itu d de 22 cm para el d u odeno,
cos. Es posible que la inervación extrínseca del d u o d e n o 25 8 cm para el yeyunoíleon y 110 cm para el colon. La lon ­
incluya co m ponentes procedentes del plexo hepático an­ g itu d total del tu b o digestivo (desde la nariz hasta el ano)
te rio r cercano al origen de la arteria gástrica derecha. En 6 o b tu vo un p rom edio de 45 2 cm. Algunos indican datos que
de las 100 muestras examinadas p o r Skandalakis y cois.46, la lo n g itu d intestinal es m a yo r en los sujetos obesos56.
los nervios de la división hepática del tro n co vagal anterior Un trabajo publicado por N ig h tin g a le y Lennard-jones57
originaban una o más ramas que inervaban la prim era p o r­ en el año 1995 m ostró que la lo n g itu d norm al del intesti­
ción d u o d e n a l. En casi todas las muestras analizadas fue no d e lgado del a d ulto h u m a n o , determ in a d a a nivel q u i­
posible identificar algunas ramas en su recorrido ascenden­ rúrgico o en necropsia a partir del ángulo yeyunoileal, c o m ­
te hacia la incisura gástrica. Es bien conocida la va riabili­ prende entre 275 cm y 85 0 cm . Según N o rd g re n y cois.58,
dad del nervio vago47,48. el intestino de los pacientes aquejados de la enferm edad
720

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Intestino delgado 16
V. pancreaticoduodenal
ant. y post. sup. V. porta

V. gástrica izquierda
Duodeno
V. esplénica

I ..... . *— ....... __M


' ’ **■ * '“ » ........ . . . Í . -
........4:: ••
V .. • — - .......... ^

Arcada venosa
pancreaticoduodenal ant. V. pancreática inf.

V. mesentérica inf.
V. gastroepipioica izquierda
V. mesentérica
sup.

V. pancreaticoduodenal
inf. ant. y post. V. gastroepipioica derecha

F ig u r a 16 .1 7. D re n a d o v en o so del d u o d e n o y el páncreas: vista anterior. [sl<20]

de C rohn es notablem ente más corto que el de sujetos con Weser60'61 estudió la capacidad fu n c io n a l del ye y u n o -
colitis ulcerosa y personas sanas. íleon. Publicó que una resección del 5 0 % presenta una bue­
El cirujano parece preocuparse más p o r la lo n g itu d in­ na tolerancia p o r parte del paciente, m ientras que una re­
testinal restante tras la resección que p o r la ca n tidad rese­ sección del 7 5 % o rig in a un s ín d ro m e de h ip o a b s o rció n
cada. Las publicaciones iniciales contienen listados de resec­ grave. W in a w e ry Z a m chek62 indicaron que la superviven­
ciones de porciones intestinales mayores de 4 m o 5 m en cia del paciente es posible c u a n d o el d u o d e n o se m a n tie ­
pacientes que sobrevivieron a la in te rv e n c ió n 59. N o cabe ne tras una resección de unos 50 cm de yeyunoíleon. Wil-
duda de que el segm ento resecado se m id ió solamente tras m ore63 afirm ó que la resección de 15 cm de yeyuno o íleon
haber finalizado la resección y cerrado el a b d o m e n ; para con conservación de la válvula ileocecal es tolerable, pero
entonces, el proceso de e longación de la muestra ya había la resección de esta válvula exige m antener 40 cm de intes­
avanzado. Es preciso efectuar determinaciones precisas con tin o d e lg a d o . La n u tric ió n parenteral to ta l co n stituye un
a n te rioridad a la extracción de la muestra y redu cie n d o al tra ta m ie n to de gran u tilidad para el síndrom e de intestino
m ín im o la m a n ipulación de la misma. N o logram os c o m ­ co rto ta n to en los lactantes c o m o en los adultos.
p re n d e r el m o tiv o d e b id o al cual aún se aceptan las m e d i­ T h o m p s o n 64 describió los aspectos quirúrgicos del sín­
ciones ¡nidales. d ro m e de intestino corto. Este a u to r a firm ó lo siguiente:

F ig u ra 1 6.18. D re n ad o v en o so del d u o d e n o y el pán creas y fo rm a ció n de la v ena p o rta hepática: vista posterior. [sk20]
721

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* Skandalakis

Intestino delgado

así c o m o en niños in m u n o d e p rim id o s tras un tra splante


hepático».
Al resecar un segm ento de la porción proxim al del yeyu-
Anatomía quirúrgica

noíleon es preciso extirpar al menos 10 cm de intestino del­


gado sano a cada lado de la lesión, así c o m o realizar una es­
cisión m esentérica en V. La resección del íleon te rm in a l
m ediante una colectomía derecha constituye la intervención
más adecuada deb id o a la anatomía del sistema linfático.

Características diferenciales
del yeyuno y el íleon
Resulta im posible identificar de form a certera un asa ais­
lada de intestino delg a d o sin seguirla en una d irección ha­
cia la u n ió n duode n o ye yu n a l o, en la otra, hacia la u n ió n
ileocecal. La Tabla 16.3 puede utilizarse c o m o orie n ta ció n
adicional, a unque no excesivam ente satisfactoria, para d i­
ferenciar el ye y u n o del íleon. En nuestra o p in ió n , la d is tin ­
ción más clara entre ambas porciones radica en las d ife re n ­
cias to p o g rá fica s de la irrig a ció n sanguínea de estas dos
regiones intestinales.
F igu ra 16.19. R epresentación esquem ática del sistem a lin ­ Debe recordarse que cada segm ento de ye yu n o se ca­
fático d u o d en a l. [sk20] racteriza típicam ente por la presencia de una o dos arcadas
arteriales en el mesenterio. Estas arcadas se unen a las ar­
terias yeyunales paralelas, de las que surgen vasos rectos
largos, y a co n tin u a c ió n atraviesan la pared intestinal. La
lo n g itu d apro xim a d a de estos vasos rectos es de 4 cm . Un
• A m e n u d o , la fo rm a c ió n de un estom a es una m edida
s e g m e n to ileal típico suele presentar tres o más arcadas ar­
p ru d e n te en el m o m e n to de la resección inicial.
teriales en el mesenterio y un elevado n ú m e ro de vasos rec­
• Es im p o rta n te tener en cuenta los factores que influyen en
tos co rto s (a p ro x im a d a m e n te , 1,5 cm de lo n g itu d ) que
el restablecimiento de la continuidad intestinal (Tabla 16.2).
atraviesan la pared ileal. La abundancia de vasos rectos pa­
• Con frecuencia, es aconsejable llevar a cabo una colecis-
rece relacionarse con el im p o rta n te papel d e se m p e ñ a d o
tectom ía profiláctica con el fin de evitar la colelitiasis.
p o r el íleon en el proceso de absorción. De fo rm a sem e­
• El tra ta m ie n to q u irú rg ic o incluye p ro ce d im ie n to s de ra-
jante, el incre m e n to de la propo rció n de te jid o adiposo o b ­
lentización del tránsito intestinal.
servado en el m esenterio de algunos sujetos se relaciona
• El trasplante intestinal puede representar la o p ció n tera­
con la im p o rta n c ia de la absorción de com pu e sto s lip id í­
péutica más p ro m e te d o ra .
eos en el íleon en co m paración con el yeyuno.
En una publicación más reciente, este investigador ha
señalado65:
El desenlace del síndrome de intestino corto se ve in­ Factores que influyen en la
T a b la 1 6 .2 .
fluido p o r diversos factores, como la patología intestinal,
decisión de restablecer la continuidad
la longitud y la localización del segmento restante, los de­
intestinal
más órganos digestivos, y la adaptación intestinal(...) Los Factores a favor del restablecimiento de la co ntinuidad
pacientes aquejados del síndrome de intestino corto deri­ intestinal
vado de un proceso inflam atorio parecen tener un pronós­ Increm ento de la capacidad de absorción
tico nutricional m ejor después del prim er año. Aunque es Prolongación del tiem po de tránsito intestinal
más probable que hayan de someterse a varías reseccio­ Potenciación de efectos de ácidos grasos de cadena corta
Se evita la creación de un estoma intestinal
nes y presenten el síndrome de intestino corto con una lon­
Factores en contra del restablecimiento de la co ntin u idad
g itu d m ayor del segmento restante, la enfermedad infla­
intestinal
m a to ria constituye, p o r sí misma, un im p o rta n te factor Diarrea secretora producida por ácidos biliares
pronóstico. Podría deberse a la resolución de la enferme­ A um ento de complicaciones perianales
dad inflam atoria o a una mejor respuesta adaptativa. Restricciones alimentarias
Dyke y V inocur66 indicaron que la «neumatosis quística Increm ento de incidencia de nefrolitiasis
intestinal se ha de te cta d o en un gran n ú m e ro de lactantes Fuente: Thompson JS. Surgical aspeets of the short-bowel syndrome.
con enterocolitis necrosante y síndrome de intestino corto, Am J Surg 1995;170:532-536; con autorización.
722

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Intestino delgado

ginal (de D ru m m o n d ) del colon. En algunos individuos, su


Algunas diferencias entre
T a b la 1 6 .3 .
re co rrid o es in c o m p le to , p o r lo general en el e x tre m o del
el yeyuno y el íleon
íleon67. De los arcos de las arcadas sale un gran n ú m e ro de
Yeyuno íleon arterias (los vasos rectos) hacia el inte s tin o d e lg a d o (sin
anastomosis). Pueden bifurcarse para irrig a r cada lado del
Pared de mayor espesor Pared de m enor espesor inte stin o o bien pasar de fo rm a individual a lados alternos
Luz de mayor diám etro Luz de m enor diám etro de este ó rg a n o (Fig. 16.21).
Tejido adiposo en Tejido adiposo en íleon y Los vasos rectos se ram ifican p o r d ebajo de la capa se­
mesenterio mesenterio rosa sin anastomosarse antes de atravesar la capa m u scu­
Pliegues circulares Pliegues m enos
lar externa. N o existe circulación colateral entre los vasos
prom inentes prom inentes
rectos o sus ramas en la superficie intestinal. Esta c o n fig u ­
Única línea de arcadas Varias líneas de arcadas
ración supone un a p orte ó p tim o de sangre o xigenada al
arteriales arteriales
lado m esentérico del intestino y una irrigación po co ade­
Grupos dispersos de ganglios Grupos frecuentes de
cuada al b o rd e antim esentérico.
linfáticos (placas de Peyer) ganglios linfáticos
Si a ceptam os que no existe circulación colateral más
Fuente: S k a n d a l a k i s JE, G r a y SW, R o w e JS Jr. A n a t o m i c a l C o m p l i -
allá de las arcadas term inales (en otra palabras, n in g u n a
c a t i o n s i n G e n e r a l S urgery. N u e v a York: M c G ra w -H ill, 1 9 8 3 ; c o n
co m u n ic a c ió n entre los vasos rectos y /o la red intra m u ra l),
autorización.
es p ro b a b le que la irrigación sanguínea del bo rd e mesen­
térico del intestino d e lg a d o sea bastante mala. Por consi­
En teoría, la info rm a ció n incluida en los párrafos ante­ g u ie n te , en la in te rv e n c ió n q u irú rg ic a es preciso realizar
riores es correcta; en una cavidad peritoneal virgen en un pa­ una incisión e q uidistante entre el b o rd e m esentérico y el
ciente delgado, estos datos pueden facilitar la identificación. antim esentérico. Hemos efectuado incisiones en n u m e ro ­
No obstante, en los sujetos con un mesenterio rico en te ji­ sas ocasiones en el borde antimesentérico sin observar c o m ­
do adiposo incluso la tra nsilum inación con un dispositivo plicación alguna.
de ilum inación estéril carece de utilidad alguna. Nuestra re­ En el interior de la pared intestinal, las arterias co nstitu­
com endación final consiste en utilizar el ligam ento de Treitz yen un plexo de gran tam a ñ o en la submucosa. A partir de
y la u nión ileocecal para diferenciar el yeyuno del íleon. este plexo, los vasos más cortos alcanzan la lámina propia
para irrigar una red capilar que rodea las criptas intestinales,
Vascularización mientras que las arterias de m ayor lo n g itu d irrigan los nú-

Arterias
La arteria mesentérica superior surge de la aorta p o r de­
bajo del origen del tro n c o celíaco. A lred e d o r de un 1 % de
los sujetos presentan un tro n c o celiacom esentérico c o m ­
b in a d o 67. Las arterias mesentéricas celíaca, superior e infe­
rior son restos de los pares de arterias vitelinas del em brión.
La arteria mesentérica superior cruza más allá del m argen
¡leal para irrigar el dive rtícu lo de Meckel (cuando está pre­
sente).
N oer y cois.68, Michels y cois.67, y otros autores han des­
crito los patrones básicos de las arterias intestinales. En ge­
neral, el lado izquierdo de la arteria mesentérica superior ori­
gina cinco arterias intestinales p o r encim a del origen de la
arteria ileocólica y 11 arterias p o r debajo de d ic h o nivel.
Otras ocho arterias surgen de la rama ¡leal de la arteria ¡leo-
cólica67. Estos vasos intestinales se ram ifican a una distan­
cia de escasos ce n tím etros del m argen del inte stin o para
fo rm a r una serie de arcadas arteriales que conectan las ar­
terias intestinales e ntre sí (Fig. 16.20). En posición proxi-
mal, el ye yu n o presenta entre una y tres arcadas; en posi­
ción distal, el íleon posee un n ú m e ro m ayor de arcadas.
Los arcos vasculares fo rm a n las anastomosis primarias
de la irrigación arterial. Puede existir un canal c o m p le to F ig u r a 16.20 . Irrigación sa n g u ín ea del y e y u n o y el íleon.
desde la arteria pancreaticoduodenal posteroinferior, la cual La co m p lejid ad de las arcadas de la arteria m e sen térica su­
transcurre en paralelo al intestino y se une a la arteria m a r­ p erio r se in c re m e n ta e n se n tid o distal. [sk4]

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• Skandalakis

Intestino delgado
Anatomía quirúrgica

F ig u ra 1 6.21. A, Los vasos rectos p u e d e n dividirse en dos vasos cortos hacia el lado m e sen térico del in te stin o y dos v a ­
sos largos q u e irrigan el resto de la pared in testin al. B, Más a m e n u d o , u n ú n ic o vaso largo irriga u n lado del in te stin o y
se altern a co n u n vaso q u e irriga el o tro lado. C, U n ú n ic o vaso largo y u n vaso co rto irrigan so la m e n te u n lado. El 34%
re sta n te co rresp o n d e a diversas c o m b in a c io n e s de vasos largos o cortos ú n ic o s o en pares. [sk4]

cíeos de las vellosidades intestinales (Fig. 16.22). Consecuen­ submucosa y entre las capas circular y lo n g itu d in a l de la
tem ente, se distinguen dos regiones de anastomosis de las capa m uscular externa. Esta serie de plexos es drenada a
arterias intestinales: los arcos extramurales situados entre las través de grandes vasos linfáticos que cruzan el mesenterio
arterias intestinales y el plexo submucoso intramural. ju n to con arterias y venas. La linfa fluye hacia los ganglios
situados entre las hojas del mesenterio. En la p ro xim ida d de
Venas los vasos rectos y a lo largo de las arterias intestinales se en­
Una o más venas de p e queño ta m a ñ o se o rig in a (n ) en cuentran más de 2 0 0 ganglios mesentéricos de pequeño
el vértice de cada vellosidad intestinal y sale(n) de éste para tam año. El drenado de los ganglios mesentéricos se dirige
recibir la c o n trib u c ió n de un plexo venoso situado alrede­ finalm ente hacia los ganglios linfáticos mesentéricos supe­
d o r de las glándulas intestinales. Desem bocan en el plexo riores de la raíz del mesenterio. Los vasos eferentes de estos
subm ucoso, el cual es dren a d o a través de la capa m uscu­ ganglios y los ganglios celíacos co n fo rm a n el tro n c o linfá­
lar por m edio de venas de mayor longitud que discurren con tico intestinal, el cual pasa p o r debajo de la arteria renal iz­
arterias a lo largo del mesenterio hasta alcanzar la vena me- quierda y desemboca en el tro n c o linfático lum b a r izquier­
sentérica superior. Estas venas intestinales se conectan en ­ do (7 0 % ) o la cisterna del q u ilo (25% ).
tre sí m ediante arcadas venosas semejantes, au n q u e m e ­ En resumen, las rutas linfáticas del intestino delgado son
nos complejas, a las arcadas arteriales acom pañantes. La las siguientes:
vena mesentérica superior pertenece al sistema porta, el
cual transporta la sangre del intestino hacia el hígado. • Intramural: quilíferos -> vasos de la mucosa -> plexo sub­
m ucoso -> plexo subm ucoso.
Linfáticos • Extramural: vasos rectos -> ganglios linfáticos situados a
Los vasos linfáticos (quilíferos) surgen de los núcleos de lo largo de los vasos mesentéricos -> ganglios linfáticos
las vellosidades intestinales. Forman plexos en la base de las dispuestos a lo largo de la arteria mesentérica superior y
mismas, en la base de las criptas, en la capa muscular, en la la arteria celíaca -> cisterna del quilo.
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Intestino delgado 16

F ig u ra 16.22. M olde del sistem a vascular sa n g u ín eo de la pared del y e y u n o . 1, capilares de las vellosidades. 2, capila­
res de las criptas intestinales. 3, su b m u c o sa c o n vén u las (Ve), venas (Vn) y arterias (Ar). 4, vasos de la capa m uscular. M i­
croscopía electrón ica de barrido x 180. [ke2]

Inervación del intestino delgado en su trayectoria oblicua desde el cua­


drante superior izquierdo hacia el cuadrante inferior dere­
El sistema nervioso a u tó n o m o inerva el ye yu n o . El d o ­ cho son las referidas a c o n tin u a ció n :
lor derivado de una patología del inte stin o d e lg a d o p ro ­
1. El e x tre m o proxim a l de la raíz mesentérica se halla en
viene del noveno, d é cim o y u n d é cim o nervios torácicos y
el lado izquierdo de L2, el cual constituye la localización
ha b itu a lm e n te es preum bilical.
más p robable de la un ió n duodenoyeyunal.
2. El proceso uncin a d o del páncreas se localiza típ ica m e n ­
Dimensiones del mesenterio te (cuando está presente) entre la aorta y la arteria m e ­
sentérica superior.
Shackleford69 afirm ó que la lo n g itu d del mesenterio del
3. El m esenterio cruza p o r delante de la tercera porción
intestino delgado, d e term inada entre la fijación al intesti­
(h o rizo n ta l) del d u o d e n o .
no y la raíz del mesenterio, no suele superar los 20 cm a
4. Desciende o b lic u a m e n te hacia la derecha p o r delante
25 c m . Esta lo n g itu d p o s ib ilita el descu e lg u e de un asa
de la vena cava inferior.
intestinal hasta una hernia inguinal, en especial cua n d o el
5. El m esenterio se une al bord e lateral de los vasos ilíacos
m esenterio está ligeram ente relajado en su fijación extra-
comunes.
peritoneal. De manera similar, presenta p o r lo general una
6. Pasa p o r delante del m ú scu lo psoas m a y o r y cruza el
lo n g itu d suficiente para p e rm itir la creación de un asa p o r
uréter derecho y los vasos gonadales derechos.
parte del cirujano con el pro p ó sito de fo rm a r una esofago-
7. La raíz del mesenterio finaliza en la unión ileocecal, d o n ­
yeyunostom ía.
de co n tiene los vasos ileocólicos p or delante del extre­
Las anchuras del mesenterio del inte stin o d e lgado y el
m o superior de la articulación sacroilíaca derecha.
mesenterio sigm o id e son m u y variables. En los pacientes
con v ó lvu lo y nudos intestinales, la anchura del mesente­ En algunos casos m u y p oco frecuentes, el mesenterio
rio afectado es m ayo r que la observada en sujetos sanos70 del intestino de lg a d o no está to ta lm e n te fijado al espacio
(Fig. 16.23). N o se ha co m p ro b a d o aún si estas d im e n sio ­ re tro p e rito n e a l. Este d e fe c to p uede p o s ib ilita r la e n tra ­
nes y sus variaciones presentan diferencias étnicas. La ana­ da de un asa intestinal y ocasionar una obstru cció n intes­
tom ía y las relaciones topográficas de la raíz mesentérica tin a l71.

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• Skandalakis

Intestino delgado

po A) o entre los dos arcos vasculares del último grupo del


intestino delgado (grupo B); a continuación, se inyectó una
resina coloreada en los vasos mesentéricos superiores. El
Anatomía quirúrgica

aum ento de longitud logrado mediante ambos métodos


fue idéntico (2,3 cm ± 1,1 cm en el grupo A frente a 2,18
cm ± 0,9 cm en el B), aunque esta equivalencia tan sólo se
observó cuando la sección de la arteria ileocólica iba acom­
pañada p o r una sección del peritoneo mesentéríco hasta el
arco vascular formado p o r la anastomosis entre la rama
terminal de la artería mesentérica superior y la arteria ¡leo-
cólica. En todos los casos, la constancia de esta anastom o­
sis permitió seccionar esta últim a arteria al tiempo que g a ­
rantizaba una distribución vascular adecuada a la totalidad
del reservorío. La sección de los dos arcos era más difícil
F ig u r a 16.23. A n ch u ra del m e sen terio . Por lo general, su cuando la distancia entre ellos era pequeña.
lo n g itu d es suficiente para alcanzar el anillo in g u in a l in ter­
no. [sk4] Anatomía de la válvula ileocecal
La válvula ileocecal se ha considerado, d u ra n te los casi
4 0 0 años siguientes a su descripción inicial p o r Bauhin en
el año 1 5 7 9 , una válvula tip o h e n d id u ra con dos labios
principales74. Ya en 1914, Rutherford observó las diferencias
existentes entre la válvula de un cadáver y la de un pacien­
En la preparación de un asa larga de ye yu n o para anas­
te vivo. El desarrollo de nuevas m e to d o lo g ías de estudio
tomosis, pueden seguirse los siguientes pasos tras asegurar
del área ileocecal en pacientes vivos (co m o la colonoscopia
la u nión duodenoyeyunal y extraer el yeyuno proxim al fu e ­
y la fo to g ra fía a través de una cecostom ía) ha p e rm itid o
ra del a b d o m e n 72:
1. Se realiza una incisión en el peritoneo; se aísla e inspec­
ciona el asa seleccionada. Se retiran el te jid o adiposo y
el te jid o lin fá tico hasta una distancia de 1-2 cm de la
pared del intestino.
2. Los vasos del ye y u n o se separan del te jid o co n ju n tivo ,
de las fibras nerviosas y de los vasos linfáticos. Las arte­
rias y las venas se liberan de sus bifurcaciones para fo r­
m ar arcadas anastom óticas.
3. Se recubren de nuevo los vasos sanguíneos expuestos
con peritoneo. Se exam ina la anatom ía de las arterias
yeyunales y sus arcadas con el fin de d e te rm in a r la via­
bilidad de d iv id ir el n ú m e ro necesario de arterias (ha­
b itualm ente, 3 ó 4) que exige la m ovilización de un asa
de lo n g itu d adecuada.
4. Se divide la raíz del m esenterio para ganar lo n g itu d , en
caso necesario.
W in d y cois.73 presentaron el fu n d a m e n to a n a tó m ico
de la elongación mesentérica y la utilización del íleon en
anastomosis ileoanal sin tensión. Recom endamos al ciruja­
no interesado en este tem a que incluya este artículo en sus
archivos; re p ro d u cim o s litera lm en te los resultados ju n to
con cu atro dibujos anatóm icos (Figs. 16.24, 16.25, 16.26
y 16.27): F ig u r a 16 .24 . Región ileocecal. El ap licad or de grapas (A)
in d ica u n a sección de la ú ltim a asa alin ead a c o n la válvula
Veintidós cadáveres recientes presentaban un reservo-
ileocecal. Las pinzas (B) se localizan en el fu tu ro vértice del
río ¡leal en «/» de 18 cm de longitud creado a p a rtir de la reservorio e n «J». 1, arteria m e sentérica superior. 2, arteria
última asa del intestino delgado tras seccionar la raíz del me­ ileocólica. 3, ram a ileal term in al de la arteria m esentérica su­
senterio. La elongación así obtenida se determinó después perior. 4, ram a ileal de la arteria ilecólica. 5, arteria ileal re­
de haber seccionado la arteria ileocólica en su origen (gru­ cu rrente. [wi5]
726

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Intestino delgado

m ostrar que la «válvula» semeja el cuello u terino que so­


bresale hacia la vagina o la abertura pilórica hacia el d u o ­
de n o en la mayoría de los sujetos74.
El orificio tip o h e n d id u ra de la válvula ileocecal parece
co n stituir un artificio po st m ó rte m . Ulin y cois.75, describie­
ron los cam bios de aspecto de la válvula, la cual pasa de
parecerse a una «papila» a ser co m o una válvula bilabial,
cam bios que tienen lug a r a lo largo de la hora siguiente al
fa llecim iento (Fig. 16.28). El mecanism o de cierre de la pa­
pila se c o m p o n e de dos anillos de m úsculo circular e n g ro ­
sado, el p rim e ro de los cuales se sitúa en la base de la pa­
pila y el segundo en su e x tre m o libre.

íleon terminal y absceso apendicular


La e xp lo ra c ió n a b d o m in a l p e rm ite p a lp a r un absceso
ap endicular cu a n d o éste se localiza en posición posterior o
a n te rio r con respecto al asa ¡leal term ina l. En algunas oca­
siones, el absceso de localización a n te rio r se conoce co m o
absceso situado detrás del m úsculo recto a b d o m in a l d e ­
F ig u ra 16.25. A specto del asa te rm in a l de in te stin o del­ recho.
gado tras la sección. La arteria ileal rec u rren te se h a seccio­
n a d o e n su origen, y la arteria ileocecal se ha d ivid id o por
Anatomía del divertículo de Meckel
d ebajo del o rigen de la ra m a ileal. [wi5]
Anatomía quirúrgica
Cuando está presente, el divertículo de Meckel se form a
a p a rtir de la superficie antim esentérica del íleon, a unos
4 0 cm de la válvula ileocecal en el lactante y a casi 50 cm

F ig u ra 16.26. La arteria ileocólica se h a seccio n ado e n su F igu ra 16.27. A lgunas co n ex io nes vasculares en tre el arco
origen, sep arán d o la de la arteria m e sen térica superior para prim ario y el arco de seg u n do o rd e n se h a n seccionado para
elongar el eje m esentérico. [wi5] elon g ar el eje m esentérico . [wi5]

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■ Skandalakis

Intestino delgado

nica con el e x te rio r (fístula onfaloileal), es un co rd ó n sóli­


f)
do, o bien un resto quístico (Fig. 16.30C).
La m a yo r parte de la mucosa del dive rtícu lo es de o ri­
Anatomía quirúrgica

gen ileal, aunq u e ta m b ié n puede existir m ucosa gástrica,


pancreática o duodenal. En el 8 0 % de las muestras e xa m i­
nadas p o r Stewart and Storey77 se d e te ctó mucosa gástri­
ca; lejos de suponer una mera curiosidad e m b rio ló g ica , la
mucosa gástrica ectópica con células parietales o rigina ul­
ceración ileal y constituye un im p o rta n te c o n d u c to de pa­
tolo g ía del divertículo hacia el íleon adyacente.
Cabe recordar que la irrigación sanguínea inde p e n d ie n ­
te del divertículo de Meckel procede de una arcada intes­
tinal.
El divertículo de Meckel se descubre p o r casualidad d u ­
rante la inte rvención q u irúrgica (2 % al 4 ,5 % de los suje­
tos) o bien en la necropsia (1,1 % al 2 ,5 % de los individuos,
a no ser que el órg a n o esté e n fe rm o )9. Se acepta de form a
generalizada que es más fre cuente en el varón que en la
mujer, aunque esta afirm ación tan sólo es cierta en presen­
cia de enferm edad. Los divertículos de Meckel detectados
de form a casual presentan una d istribución equivalente en
ambos sexos (Fig. 16.31 )78.

Anatomía p atológica
F ig u ra 16 .2 8. V álvula ileocecal. A, A specto pap ilar de la La o b s tru c c ió n causada p o r el d iv e rtíc u lo de M eckel
válvula en u n p ac ie n te vivo. B, A specto bilabial d e la v ál­
co n stitu ye una co m p lic a c ió n , más q u e una enfe rm e d a d ,
vula en u n cadáver. [sk4]
de esta estructura. Androulakis y cois.78 han incluido la obs­
trucción dentro de la patología del divertículo de Meckel de­
b id o a que los hallazgos a n a to m o p a to ló g ic o s se o riginan
con éste.
en el adulto. Puede situarse a una distancia inferior a 15 cm
(4 % de los casos) o incluso a 1 67 cm de la válvula (Fig.
1 6 .2 9 )20. Se deben e xam inar c o m o m ín im o 2 m de íleon
para asegurarse de no haber pasado p o r alto la presencia
del divertículo.
91 cm
El divertículo puede tener una lon g itu d de tan sólo 1 cm
u ocupar hasta 26 cm: el 75% de los divertículos es de al­
rededor de 1 cm a 5 cm, y el resto de ellos tiene una lo n g i­
tu d m ayor9. A pesar de estas considerables variaciones, el
posible tam a ñ o y la posición de los restos del c o n d u c to vi-
telino están limitados. Su lo n g itu d no se m ide en metros.
N o surgen del colon, el d u o d e n o ni, siquiera, del yeyuno
(excepciones, consultar Benson76). Los restos del co n d u c to
vitelino no pueden proceder del lado mesentérico del íleon,
aunque pudiera parecer lo contrario. Recuérdese que los d i­
vertículos de gran lo n g itu d , los localizados fuera del d o m i­
nio del íleon, y los situados en el lado mesentérico no son
de origen meckeliano.
La Figura 16.30 detalla los tres tipos principales de d i­
v e rtíc u lo de M e ckel. La e stru ctu ra más fre c u e n te (Fig.
16.30A ) corresponde a un divertículo ciego con un e xtre ­
m o libre m óvil (7 4 % ). La mayoría de los divertículos res­
tantes (2 4 % ) presenta un extre m o u n id o a la pared c o rp o ­
ral a n te rio r a la altura del o m b lig o (Fig. 16.30B). En una F ig u ra 16.29. Localización en el íleon y frecuencia de apa­
reducida p ro p o rció n de casos (2% ), la estructura se c o m u ­ rició n del divertículo d e Meckel. [sk3]
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Intestino delgado 16

Inflamación
Invaginación intestinal
Ulceración
Tumor Obstrucción (vólvulo)
Inflamación
Ulceración
Tumor
Ulceración
Tumor

F ig u ra 16.30 . Principales tip o s de divertículos de Meckel. A, D ivertículo c o n u n e x tre m o libre c a re n te de fijación a la


p ared corporal. B, D ivertículo c o n e c ta d o co n la p ared co rp o ral an terio r p o r u n c o rd ó n fibroso. C, Fístula abierta a través
del om bligo. [sk4]

La ulceración engloba alrededor del 4 0 % de la p a to lo ­ co clínico al d e m ostrar la presencia de mucosa gástrica ec­
gía del divertículo de Meckel. Se debe a las secreciones p ro ­ tópica en el d iv e rtíc u lo 79.
ducidas por la mucosa gástrica ectópica del divertículo. Ac­ Lichtstein y Herskowitz80 describieron el caso de un va­
túa sobre la mucosa ileal carente de p rotección situada en rón de 91 años con hemorragia gastrointestinal masiva de­
el d ivertículo o en el íleon distal a éste. La hem orragia rec­ rivada de un divertículo de Meckel con mucosa gástrica ec­
tal de color ro jo intenso o rojo ocre derivada de la ulcera­ tópica.
ción se manifiesta en episodios ind o lo ro s79. En el 9 0 % de La o b strucción y la invaginación intestinal representan
los casos de hem orragia asociada a un divertículo de M e c ­ alrededor del 3 2% de la patología del d ive rtícu lo de M ec­
kel, el p e rte c n e ta to de te c n e c io -9 9 m (g a m m a g ra fía con kel. La obstrucción puede ser consecuencia de un vólvulo.
p ertecnetato de tecnecio) pe rm ite c o n firm a r el d ia g n ó s ti­ La fijación de un d ivertículo a la pared a b d o m in a l ta m b ié n

Divertículo de Meckel complicado


Divertículo de Meckel
3 0 -,
detectado de modo casual

20-

Divertículo
Divertículo de
de Meckel
Meckel detectado complicado
10- de modo casual

Varones Varones
Mujeres Mujeres
Niños Adultos

F ig u r a 1 6 .3 1 . D iferen cia de d is trib u c ió n p o r e d a d y sexo d e l d iv e rtíc u lo d e M eckel c o m p lic a d o (s in to m á tic o ) y d e ­


te c ta d o de f o rm a casu al ( a sin to m á tic o ) en 53 n iñ o s y 71 a d u lto s. Sólo se o b s e rv a n d iferen c ia s e n c u a n t o al sexo en
los n iñ o s c o n d iv e rtíc u lo de M eckel c o m p lic a d o . La escala in d ic a el n ú m e r o de casos. [sk4]

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* Skandaiakis

Intestino delgado

puede o rig in a r una obstru cció n p o r encarcelación de un culo de m úsculo no parece dism in u ir con la edad. Por ello,
asa intestinal. De acuerdo con O ld h a m y Wesley79, entre los efectos beneficiosos de la d iverticulectom ía detectada
un 5 % y un 10 % de los pacientes aquejados de en fe rm e ­ de form a casual superan la m orbim o rta lid a d asociada a esta
Anatomía quirúrgica

dad d ive rticular sintom ática presenta un cuadro clínico de intervención».


invaginación intestinal.
La inflam ación tip o apendicitis, la cual se debe frecuen­
te m e n te a la presencia de un cu e rp o extraño y una base
Histología y fisiología
estrecha, constituye el 1 7% de la patología del divertículo d e l intestino d e lg a d o
de M eckel79.
En casi un 6 % de los pacientes portadores de un divertí- H i s t o l o g ía d el d u o d e n o
culo de Meckel se detectan neoplasias malignas. Por orden
decreciente de frecuencia, se observan leiomiomas, leiomio- De d e n tro a fuera, la pared d u odenal se divide en las
sarcomas (tum ores m alignos del estroma gastrointestinal), siguientes capas: m em brana mucosa, capa submucosa, pa­
tum ores carcinoides y adenocarcinomas. Lin y cois.81 descri­ red muscular externa y capa serosa externa. La mucosa fo r­
bieron un caso de adenocarcinom a gástrico del divertículo ma grandes pliegues semilunares (pliegues circulares o vál­
de Meckel que causó una obstrucción total del colon sig- vulas de Kerckring) que se proyectan hacia la luz intestinal
moide. Es posible que los tum ores carcinoides sean las lesio­ en sentido transversal a su eje largo. Estos pliegues están au­
nes neoplásicas más frecuentes del divertículo82. sentes en los 2,5 cm a 5 cm proximales del duodeno. Se tra­
Los síntomas um bilicales (salida de c o n te n id o a través ta de pliegues de gran ta m a ñ o aglutinados localizados en
de una fístula onfaloileal, secreción de un p ó lip o um bilical, posición distal con respecto a la entrada de los c o n d u cto s
o infección de un seno u m b ilica l) fo rm a n el 5 % restante biliar co m ú n y pancreático. La mucosa duodenal se carac­
de enferm edad diverticu la r de M eckel9. teriza p o r la presencia de un epitelio cilindrico sobre una lá­
La sinto m a to lo g ía de esta patología corresponde a un mina propia de tejid o co n ju n tivo laxo lim itada p o r una del­
cuadro clínico de apendicitis aguda o bien a los síntomas gada capa de m úsculo liso, la capa muscular de la mucosa.
producidos por la patología acom pañante (hem orragia rec­ Las vellosidades filiform es de la mucosa se proyectan hacia
tal, o bstrucción intestinal, etc.). la luz del intestino.
La superficie epitelial de las vellosidades contie n e cé lu ­
Divertículo de Meckel detectado las intestinales cilindricas absorbentes coronadas p o r m¡-
com o un hallazgo casual crovellosidades y cubiertas p o r una capa de g lu c o p ro te í-
Recomendamos la resección de cualquier divertículo de nas; tam bién incluye células caliciformes, células de Paneth,
Meckel asinto m á tico d e te cta d o d u ra n te una laparotom ía células argentafines, y diversas células secretoras de poli-
exploratoria. El tip o de escisión puede ser una escisión a m ­ p éptidos endocrinos, aunque aún no se conocen adecua­
plia en cuña en fo rm a de «V» con un borde m esentérico dam ente. Las células absorbentes constituyen la población
inta cto o bien una resección de un segm ento intestinal m í­ celular más a b u n d a n te y poseen el índice de re cam bio ce­
nim o. Preferimos esta ú ltim a o p ció n cuando lo p e rm ita el lular más elevado.
estado general del paciente y el cirujano no esté c o m p le ­ Entre las vellosidades que surgen de la superficie hacia
ta m e n te seguro de la posible presencia de patología diver­ el lum en se hallan glándulas tubulares simples (criptas de
ticular. Lieberkühn) que invaginan hacia la lám ina propia. Por de­
Yahchouchy y cois.83 opinan sobre la resección profilác­ bajo de la capa muscular de la mucosa, la submucosa p re­
tica de un d ivertículo de Meckel d e te cta d o c o m o un ha­ senta un gran n ú m e ro de glándulas tubulares de Brunner
llazgo casual: «El riesgo de com plicaciones de un divertí- enrolladas que atraviesan la capa muscular de la mucosa y

Perlas clínico-quirúrgicas

El tratamiento de un divertículo de Meckel detectado de pecial los menores de dos años, se debe considerar la resec­
m odo casual suscita controversia. En mi opinión, la resec­ ción en las siguientes situaciones: sospecha de mucosa gás­
ción de un divertículo de Meckel asintomático no resulta ade­ trica heterotópica por un aumento de espesor palpable en la
cuada en todos los casos. La decisión se basa en la edad del base del divertículo; divertículo excesivamente largo con un
paciente y en el aspecto del divertículo. El desarrollo de pa­ orificio estrecho que pudiera obstruirse. La diverticulectomía
tologías relacionadas con el divertículo de Meckel es raro en puede considerarse en caso de fijación del divertículo al o m ­
el adulto, por lo que no creo que la escisión de un divertícu­ bligo, aunque podría ser innecesaria cuando tan sólo exista
lo de aspecto normal detectado de forma casual constituya una banda. (RSF Jr)
una medida adecuada, En los pacientes pediátricos, en es­

730

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Intestino delgado

desembocan entre las bases de las criptas. El n ú m e ro de fibras de m ú scu lo liso que c o n tin ú a n co n las de la capa
estas glándulas, las cuales caracterizan a la porción d u o d e ­ muscular lo n g itu d in a l del duodeno. Según O 'R a h illy y M ü ­
nal del intestino delgado, dism in u ye hasta desaparecer en ller3, el m úsculo suspensor del d u o d e n o , que se desarrolla
su segm ento distal. Sus secreciones son alcalinas, p ro b a ­ a com ienzos del tercer trim estre, desciende desde las p ro ­
blem ente con el p ro p ó sito de neutralizar la secreción gás­ xim idades del tro n c o celíaco y el intestino delgado hacia el
trica acida del estóm ago. La submucosa está lim itada por á ng u lo d u o d e n o ye yu n a l.
la capa muscular externa, la cual consta de una amplia capa Por lo general, el lig a m e n to suspensor se inserta en el
de m úsculo liso circular y una capa superficial de m úsculo á n g u lo d u o d e n o y e y u n a l y las porciones tercera y cuarta
liso lon g itu d in a l. Estas dos capas c o n fo rm a n el c o m p o n e n ­ del d u o d e n o (Fig. 16.32A ); puede insertarse única m e n te
te contráctil del peristaltismo. en dich o áng u lo (Fig. 16.32B), o bien tan sólo en la terce­
El duodeno, ju n to con el píloro del estóm ago, controla ra y cuarta porciones (Fig. 16.32C ). Tam bién pueden exis­
el paso de alimentos hacia el y e yu n o y el íleon. Esta acción tir varias fijaciones (Fig. 1 6 .32D ). El lig a m e n to está ausen­
se basa en la estructura anatóm ica del d u o d e n o proxim al. te en casi un 2 0 % de los cadáveres sin q u e ello parezca
En la unión gastroduodenal, la c o n tin u id a d de la capa c o m p o rta r n in g ú n síntom a asociado85.
muscular circular se ve in te rru m p id a p o r un ta b iq u e a n u ­ La m ita d p ro x im a l de la prim era p orción del d u o d e n o
lar de te jid o c o n ju n tiv o derivado de la submucosa. La capa está to ta lm e n te recubierta de p e ritoneo; las porciones res­
m uscular circular se engrosa en posición p ro x im a l a este tantes se encuentran en el espacio retroperitoneal. Las p o r­
anillo para fo rm a r el esfínter pilórico del estóm ago. En p o ­ ciones segunda y tercera se solapan con la cabeza del p á n ­
sición distal se observa una repentina d ism in u ció n del es­ creas, de m o d o que una porción del du o d e n o no recubierta
pesor del músculo circular, que o rigina el d u o d e n o de pa­ p o r el páncreas ta m p o c o lo está p o r el perito n e o . Existe
redes delgadas. En su e x tre m o d istal, el p ílo ro (o rific io una segunda región descubierta en la superficie a n te rio r
pilórico) está rodeado por el fó rn ix duodenal. Es im p o rta n ­ de la segunda p orción del duod e n o , en la zona de fijación
te recordar esta organización al llevar a cabo una piloro-
m iotom ía.
Igualm ente, la capa m uscular externa lo n g itu d in a l se
in te rru m p e , sin m o d ific a r su espesor, en la unió n gastro ­
duodenal (excepto en el lado de la curvatura m enor, en la
que algunas fibras musculares periféricas c o n tin ú a n con fi­
bras de m úsculo duodenal). Es posible que esta disposición
ta m b ié n transm ita contracciones peristálticas a través de
la inte rru p c ió n del ta b iq u e de te jid o c o n ju n tiv o 8'1.
El aspecto de las glándulas submucosas de Brunner de­
fine la unión gastroduodenal a nivel interno. En el ser hum a­
no, las glándulas submucosas pueden extenderse varios cen­
tím etros hacia el píloro. En algunas ocasiones, la mucosa
gástrica antral puede prolapsarse a través del píloro y p ro ­
ducir hallazgos radiológicos, pero n o un verdadero síndro­
me clínico.
En el p u n to d o n d e el c o n d u c to biliar co m ú n y el c o n ­
d u cto pancreático principal atraviesan la pared del d u o d e ­
no para abrirse a su luz no existen glándulas de Brunner. La
desaparición de estas glándulas ta m b ié n denota in te rn a ­
m ente la unión d u odenoyeyuneal, mientras que la fijación
del lig a m e n to suspensor de Treitz la delim ita a nivel exter­
no. N o existe ning u n a línea de dem arcación en esta unión.
El m ú scu lo suspensor (o lig a m e n to ) de Treitz es una
banda fibromuscular que surge del pilar derecho del diafrag­
ma y se inserta en la superficie superior del ángulo duode-
noyeyunal. Pasa p o r detrás del páncreas y la vena espléni-
ca, y p o r delante de la vena renal izquierda. Puede rodear
F ig u ra 16.32. V a r i a c i o n e s d e la f i j a c i ó n d e l m ú s c u l o s u s ­
a la arteria celíaca o dirigirse hacia la izquierda de ésta en p e n s o r i o ( l i g a m e n t o ) d e Treitz. A, F ija c io n e s al á n g u l o y a
su trayectoria hacia la región te rm ina l del duod e n o . En su las p o r c io n e s tercera y cuarta d el d u o d e n o . Este tip o es el m á s
origen, la banda contiene fibras de m úsculo estriado que fr e c u e n t e . B, F ij a c ió n al á n g u l o d u o d e n o y e y u n a l . C, Fija­
c o n tin ú a n con las del pilar derecho del diafragm a respira­ c i o n e s a la s p o r c i o n e s tercera y cuarta. D , M ú l t ip le s f i j a c i o ­
torio . Cerca de su inserción, la banda suspensora contiene n e s i n d e p e n d i e n t e s d e l l i g a m e n t o su s p e n s o r . [sk20]

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* Skandalakis

Intestino delgado

del colon transverso (Fig. 16.33). En el cáncer pancreático Además de los mecanismos neurales, el d u o d e n o ejer­
o en la pancreatitis, el páncreas y el mesocolon, ju n to con ce un efecto hu m o ra l sobre el e stó m ago. Parece respon­
la arteria cólica media, se fijan con firm eza. Las estructuras der fu n d a m e n ta lm e n te a la cantidad de lípidos conte n id a
Anatomía quirúrgica

anatómicas responsables de la fijación del d u o d e n o son el en el q u im o gástrico. Los dos sistemas de re troalim enta-
píloro, los vasos mesentéricos superiores, el lig a m e n to de ción (neural y h u m o ra l) funcio n a n c o o rd in a d a m e n te para
Treitz y, p or supuesto, el p eritoneo. in h ib ir el vaciado gástrico cua n d o el d u o d e n o está repleto
o el q u im o contiene una cantidad excesiva de ácido, p ro ­
C a r a c te r ístic a s f is io l ó g ic a s del d u o d e n o teínas o lípidos. El vaciado gástrico depe n d e de la cantidad
de q u im o a procesar.
A u n q u e a n tig u a m e n te se conocía, o al m enos se sos­
pechaba, la fu n ció n d u odenal de c o n tro l del vaciado gás­
trico, la acción del d u o d e n o sobre el píloro es n o ta b le m e n ­ H is t o l o g ía del y e y u n o y el Í leo n
te más c o m p le ja de lo q u e Rufo de Efeso p u d o h a b e r
La pared intestinal (Fig. 16.34) se c o m p o n e de una capa
im a ginado. Los reflejos nerviosos que actúan desde el d u o ­
serosa de peritoneo visceral, una pared form ada por múscu­
deno hacia el píloro se tra nsm iten parcialm ente a través de
lo lo n g itu d in a l y circular, una submucosa de tejid o c o n ju n ­
los nervios extrínsecos. Algunos lo hacen a través de g a n ­
tiv o y una capa m ucosa fo rm a d a p o r te jid o c o n ju n tiv o ,
glios simpáticos prevertebrales y regresan a través de fibras
m úsculo liso y epitelio. Los pliegues circulares del intestino
nerviosas simpáticas inh ibitorias hacia el estóm ago. A d e ­
d e lg a d o son más evidentes en el ye yu n o . Las microvellosi-
más de los nervios extrínsecos, a ctu a lm e n te se reconoce
dades del yeyuno son las proyecciones más largas, y su fo r­
que el sistema nervioso entérico del interior de la pared del
ma es de lengua o dedo. Por su parte, las vellosidades del
tu b o digestivo constituye un sistema unifica d o r in d e p e n ­
íleon son más cortas, presentan extrem os más redondea­
d ie n te cuyas propiedades estructurales y funcionales están
dos y desaparecen g ra d u a lm e n te c o n fo rm e se a p roxim an
ín tim a m e n te relacionadas con las del sistema nervioso cen­
a la válvula ileocecal.
tral. Así, el sistema nervioso entérico desempeña una fu n ­
Hace casi cien años, Halsted destacó la im p o rta n cia del
ción clave en la coordinación y program ación de las fu n c io ­
te jid o c o n ju n tiv o subm ucoso en el m a n te n im ie n to de la
nes g a s tro in te s tin a le s en las paredes del d u o d e n o y el
suturas87. Es preciso recordar que los carniceros utilizan esta
e stóm ago45.
cubierta en la elaboración de salchichas de vacuno o p o r­
C itando a N em eth y cois.86 sobre la em briología del pe-
cino; igualm ente, las suturas de «tripa» solían fabricarse a
ristaltismo:
pa rtir de esta capa. El m iedo a p e rforar la mucosa con una
En los niños nacidos antes de término, la densidad neu- aguja parece c o n v e rtir las suturas serom usculares en las
ronal del plexo mientérico es notablemente m a yor en el más seguras, si bien la integridad de la anastomosis es m a­
borde mesentéríco del intestino delgado que en el antime- y o r c u a n d o se incluye la subm ucosa88'91.
sentérico. Las llamativas diferencias morfológicas obser­ La capa serosa reviste com pletam ente el yeyuno y el íleon
vadas en la densidad neuronal del intestino delgado de los excepto en el borde mesentérico. Junto con la capa m us­
niños prematuros puede contribuir a la falta de madurez cular, la serosa constituye el estrom a para la aplicación de
funcional del intestino delgado. suturas seromusculares d u rante las intervenciones q u irú rg i­
cas. La capa muscular, la cual se co m p o n e de una capa cir­
cular interna y una capa lo n g itu d in a l externa, debe consi­
derarse una única capa desde el p u n to de vista q u irú rg ico .
Esta pared m uscular se encarga de la m o tilid a d intestinal.
C ontiene el plexo m ie ntérico de A uerbach ju n to con g a n ­
glios de fibras nerviosas no mielinizadas. La submucosa al­
berga una rica red de elem entos neuronales pertenecien­
tes al plexo de Meissner, así c o m o arterias, venas y ganglios
Zona pancreática desnuda
linfáticos. También acoge las placas de Peyer, las cuales se
c o m p o n e n de masas aisladas y conflu ye n te s de ganglios
linfáticos en el lado antim esentérico del íleon.

Zona desnuda
del mesocolon
transverso
C a r a c t e r ís t ic a s f is io l ó g ic a s

DEL YEYUNO Y EL ÍLEON


F ig u r a 1 6 .3 3 . Z o n a s d e s n u d a s d e l d u o d e n o . E x iste u n í n ­
t i m o c o n t a c t o e n t r e e l p á n c r e a s y el d u o d e n o a l o la r g o d e Las abundantes vellosidades y sus numerosas m icrove-
la s u p e r f ic ie c ó n c a v a . La f i j a c i ó n d e l m e s o c o l o n t r a n s v e r s o llosidades increm entan e n o rm e m e n te el área superficial de
p r o d u c e otra z o n a d e s n u d a . [sk20] la mucosa del intestino d e lgado encargada de la absorción
732

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Intestino delgado 16
• C o m p e tic ió n de la in h ib ic ió n que tie n e lug a r entre las
bacterias patógenas y endógenas.
La inte g rid a d histológica y fu n cional de la mucosa del
intestino delgado se conserva m ediante la aparición de nue­
vas células que sustituyen a las células senescentes. El rápi­
Vellosidades
do recam bio del epitelio de la mucosa del intestino delga­
do (en com paración con la lenta renovación característica
del intestino grueso) convierte a las neoplasias en un hallaz­
go poco frecuente. En un trabajo acerca de factores de cre­
c im ie n to y neoplasias intestinales, Townsend y cois.94 in d i­
caron que las interacciones de los factores responsables de
la proliferación y diferenciación se alteraban con una fre ­
cuencia m e n o r en el intestino d e lgado que en el grueso, a
pesar de la gran área superficial del prim ero. Sarr95 ha es­
Cripta de Lieberkühn
peculado que los siguientes factores podrían explicar la m e ­
(glándulas intestinales)
nor incidencia de neoplasias benignas y malignas en el in­
Capa muscular de la testino delgado en com paración con las del estóm ago y el
mucosa: circular interna
intestino grueso:
y longitudinal externa
• Las células de la mucosa se sustituyen con rapidez.
Submucosa
• El q u im o del inte stin o d e lgado presenta un elevado c o n ­
te n id o líquido, p o r lo que es menos «irritante».
Capa muscular externa:
circular interna y • Los conte n id o s del intestino d e lg a d o se m ueven rápida­
longitudinal externa m ente, lo cual m in im iza la exposición a carcinógenos.
• El pH alcalino y la m e n o r co n centración bacteriana re d u ­
Serosa
cen al m ín im o la fo rm a c ió n de carcinógenos a p a rtir de
la bilis y los precarcinógenos ingeridos.
• La elevada actividad de la enzim a b e n zo p ire n o hidroxila-
F igu ra 16 .3 4 . C o r te d e la p a r e d d e l i n t e s t i n o d e l g a d o . La sa en la mucosa del intestino d e lg a d o p e rm ite elim inar
s u b m u c o s a d e b e i n c lu ir s e e n lo s p u n t o s d e su tu r a q u e fo r ­ los carcinógenos.
m a n u n a a n a s t o m o s i s . [sk4] • El intestino d e lg a d o lleva a cabo funciones de vigilancia
inm u n o ló g ica celular y hum oral (IgA secretora, a b u n d a n ­
te te jid o linfo id e in m u n o c o m p e te n te ).
Sarr95 cree que la reducción de la vigilancia in m u n o ló g i­
y la secreción. Las vellosidades poseen células absorbentes, ca global realizada por el intestino d e lgado puede c o m p o r­
células exocrinas caliciformes y células de Paneth, así c o m o tar la aparición de neoplasias en sujetos ¡nm unodeprim idos.
linfocitos T y células del sistema APUD (amine precursor up-
take and decarboxylation). Según G u y to n 92, el intestino d e l­
gado absorbe la m a yo r parte del líquido ing e rid o (alrede­ C ir u g ía d e l in te s tin o d e l g a d o
dor de 1,5 litros al día) ju n to con el líquido de las secreciones
gastrointestinales (unos 7 litros). El intestino grueso absor­
D ecálogo de c ir u g ía intestinal
be tan sólo 1,5 litros. Entre las sustancias absorbidas p o r el
intestino d e lgado se encuentran el agua, diversos iones y CORRECTA Y SEGURA
nutrientes (hidratos de carbono, proteínas y lípidos). 1. C om ience exam in a n d o d etalladam ente la cavidad pe-
El inte stin o delgado lleva a cabo las siguientes fu n c io ­ ritoneal y los órganos intraperitoneales respecto a en ­
nes no in m u n o ló g ic a s 92-93: ferm e d a d primaria, secundaria o metastásica, o bien
• Degradación de toxinas nocivas m e diante enzim as pro- metástasis de otros tum ores, en especial de un mela-
teolíticas entéricas, lisozimas y ácido clorhídrico. noma.
• In h ib ició n de bacterias y protección del epitelio e n térico 2. Inspeccione y palpe con suavidad el tu m o r a resecar.
por m e d io de mucina. 3. M a n ip u le adecuadam ente (ta n to proxim a l c o m o dis-
• Expulsión de bacterias y parásitos a través de la actividad ta lm e n te ) el área en cuestión con el fin de evitar te n ­
peristáltica. siones y realizar una anastomosis carente de tensión
• Dilución y exclusión de antígenos m ediante la rápida re­ alguna.
novación epitelial, la cual m inim iza la p erturbación de la 4. Sea especialmente cuidadoso en lo que se refiere a la
superficie epitelial. irrigación sanguínea. Una angiografía previa a la inter-

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* Skandalakis

In te stin o delgado

vención quirúrgica aporta inform ación acerca de la to ­


Perlas clínico-quirúrgicas
pografía vascular del d u o d e n o . La pulsación de los va­ 1
sos de un m esenterio rico en tejid o adiposo puede no
Anatomía quirúrgica

ser evidente, aunque una palpación suave puede per­ Los términos leiomioma y leiomiosarcoma son té rm i­
m itir detectarlos. Una hem orragia leve en los bordes nos antiguos aplicados a tumores gastrointestinales. Los
constituye un signo bueno. anatomopatólogos del aparato digestivo comienzan a utili­
Realice unos orificios proxim al y distal de gran ta m a ñ o zar una terminología más genérica para referirse a los tu m o ­
m ediante la colocación oblicua de grapas atraum ato- res estromáticos digestivos (malignos o benignos), dado
lógicas. que los estudios ultraestructurales o histoquímicos no han
6. Tras la resección, la aposición adecuada y libre de te n ­ podido confirmar que el origen de todas estas lesiones sea
siones de los orificios p roxim al y distal con a p ro x im a ­ muscular. Algunos tumores estromáticos digestivos presen­
ción de las capas serosas reviste una e n o rm e im p o r­ tan características que concuerdan en mayor medida con
tancia. un origen neural, mientras que otros son ambiguos. (RSF Jr)
7. Prepare am bos orificios para la anastomosis m ediante
la e xtracción de te jid o a d iposo y adhesiones a unos
0,5 cm a 1 cm del b o rd e de resección (en especial en n o m a, p o r lo que la cirugía radical constituye el tra ta m ie n ­
el borde mesentérico, d o n d e suelen producirse fugas). to adecuado. Sin e m b a rg o , puesto que la descripción ana-
Incluya la submocosa con la capa seromuscular con el to m o p a to ló g ic a detallada de las numerosas lesiones que
fin de garantizar la inte g rid a d de la anastomosis intes­ pueden afectar al intestino d e lgado queda fuera del p ro ­
tinal. pósito de esta obra, no nos encargarem os de ella en este
Evite la fo rm a c ió n de hem atom as en el lado anasto- m o m e n to .
m ó tic o . W á n g b e rg y cois.98 estudiaron a 64 pacientes con t u ­
10. C o m p ru e b e la p e rm e a b ilid a d de la anastomosis con mores carcinoides disem inados en el intestino m e d io y su­
los dedos pulgar e índice. girieron la utilización de una intervención q u irú rg ica acti­
va en los sujetos con s ín d ro m e c a rc in o id e del in te s tin o
N e o p la s ia s del in t e s t in o d e l g a d o m edio. Las Figuras 16.37 y 16.38 resumen su pro g ra m a te­
ra p éutico y sus resultados.
El segm ento de intestino delgado c o m p re n d id o entre la En un c o m e n ta rio sobre el artículo citado en el párrafo
unión gastroduodenal y la u n ió n ileocecal puede albergar a n te rio r, F a rle y " o b se rvó que el tr a ta m ie n to q u ir ú rg ic o
algunos tu m o re s benignos y m alignos raros. C o m o conse­ agresivo asociado a una terapia adyuvante m ejorada para
cuencia de la diferente to p ografía anatóm ica del d u o d e n o las neoplasias carcinoides ofrece resultados esperanzado-
y del y e yu n o /íle o n , la técnica quirú rg ica depende de la lo­ res a los pacientes con afectación hepática derivada de un
calización del tu m o r. tu m o r carcinoide del intestino m edio.
La clasificación y distrib u ció n de las neoplasias del in­ K irshbom y cois.100 afirm aron que los tu m o re s ca rcinoi­
testino d e lgado puede consultarse en las Tablas 16.4, 16.5 des metastásicos de origen desconocido se c o m p o rta n de
y 16.6. Blanchard y cois.96, revisaron los tu m ores benignos
y m alignos del m úsculo liso; sus resultados aparecen en las
Figuras 16.35 y 16.36. Según Sarr95, los tum ores m alignos
Patología de tumores primarios
T a b la 1 6 .4 .
del intestino según la célula de origen
del intestino d elgado son el adenocarcinom a (3 0 % -5 0 % ),
el leiomiosarcoma (1 0 % -2 0 % ), el linfom a (1 0 % -1 5 % ) y los C élu la d e o rig e n B en ig n o M a lig n o
tu m ores carcinoides (1 3% ). De acuerdo con este autor, el
aden o ca rcin om a afecta al d u o d e n o en el 4 0 % de los ca­ Epitelio A denom a A d e n o c a r c in o m a
Tejido c o n j u n t iv o Fibroma Fibrosarcoma
sos, al yeyu n o en o tro 4 0 % , y al íleon en el 2 0 % restante.
M ú s c u lo liso L e io m io m a L e io m io sa r c o m a
Varios autores96,97 han re c o m e n d a d o tra ta r el le io m io ­
Tejido a d ip o s o L ipom a L iposarcom a
sarcoma del tu b o d ig e stivo c o m o un tu m o r m a lig n o d e ­
E n d o te lio H e m a n g io m a A n g io sa rc o m a
b id o a la d ific u lta d que supone elaborar un d ia g n ó stico a vascular
p a rtir de cortes congelados o fijados. Esta enig m á tica p re­ Sistem a lin fátic o L in fa n g io m a L in fa n g iosarc o m a
sentación exige una inte rv e n c ió n q u irú rg ic a radical in c lu ­ Tejido lin f o id e S e u d o lin f o m a L in fom a
so a u n q u e pudiera tratarse de una lesión benigna. El ade­ N e r v io N e u r o fib r o m a N e urofibrosarcom a
n o m a velloso sésil presenta una situación sem ejante: el G a n g lio n e u r o m a Tum or G AN
tra ta m ie n to debe consistir en una resección segm entaria Célula argen tafin a — C arcin o id e
en lugar de e n te ro to m ía y escisión d e b id o a la posibilidad M ix to H am a rtom a
de cáncer. Fuente: Coit DG. Cancer of the small intestine. En: DeVita VT Jr,
Los pólipos y las poliposis son un problema similar. Sarr95 Heilman S, Rosenberg SA (eds). Cancer: Principles & Practice of On­
ha afirm ad o que el 30 % de ellos contiene un adenocarci- cology, 5.a ed. Filadelfia: Lippincott-Raven, 1997; con autorización.
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Intestino delgado 16
Tabla 16.5. Distribución de tumores malignos del intestino delgado por localización
en 27 series
Tum or D uodeno Yeyuno íle o n T o ta l

Adenocarcinoma 634 454 301 1 .3 8 9 (44%)


C arcinoide 60 92 781 9 3 3 (29%)
Linfoma 34 183 276 4 9 3 (15%)
Sarcoma 61 159 148 3 6 8 (12%)
Total 789 (25%) 8 8 8 (28%) 1 .5 0 6 (47%) 3 .1 8 3 (100% )

Fuente: Coit DG. Cancer of the small intestine. En: DeVita VT Jr, Heilman S, Rosenberg SA (eds). Cancer: Principles & Practice of Onco­
logy, 5.a ed. Filadelfia: Lippincott-Raven, 1997; con autorización.

Distribución de tumores benignos del intestino delgado por localización


T a b la 1 6 .6 .
en 13 series
Tum or Duodeno Yeyuno íle o n T o ta l

L e io m io m a 24 64 47 1 3 5 (37%)
Pólipo, a d e n o m a 34 17 17 6 8 (19%)
Lipom a 11 13 30 5 4 (15%)
H em a n g io m a 1 10 26 3 7 (10%)
F ib ro m a 4 7 12 23 (6%)
O tro s 27 8 13 4 8 (13%)
Total 101 (27%) 119 (33%) 145 (40%) 3 6 5 (100% )

Fuente: Coit DG. Cancer of the small intestine. En: DeVita VT Jr, Heilman S, Rosenberg SA (eds). Cancer: Principles & Practice of Onco­
logy, 5.a ed. Filadelfia: Lippincott-Raven, 1997; con autorización.

fo rm a sem ejante a los tu m o re s carcinoides del inte stin o 2. La resección de W h ip p le con linfadenectom ía regional
m edio en lo que se refiere a la p ro ducción horm onal, in d o ­ constitu ye la técnica de elección en las neoplasias m a ­
lencia y supervivencia. lignas de la segunda porción.
La cirugía del d u o d e n o puede resumirse del m o d o si­ 3. C oin cid im o s con Rose y cois.101 y U lle m o e 102 en que el
guiente: c a rcinom a duodenal es co m parable desde el p u n to de
1. La resección segm entaria puede ser re com endable en vista b io ló g ico con el cáncer pancreático y gástrico; p o r
las neoplasias malignas de las porciones prim era, terce­ consiguiente, la intervención de elección es la pancrea-
ra y cuarta del d u o d e n o , si bien d epende de diversos to d u o d e n e c to m ía .
factores. 4. Según Farnell y c o is .103, «la p a n c re a to d u o d e n e c to -

F ig u r a 1 6 .3 5 . I n c i d e n c i a d e l l e i o m i o m a e n el i n t e s t i n o F ig u r a 1 6 .3 6 . I n c i d e n c i a d e l l e i o m i o s a r c o m a e n el i n t e s -
d e lg a d o . n = 8 8 6 casos, ju n to c o n 1 6 6 n o e sp e c ific a d o s. t i n o d e l g a d o , n = 1 . 2 6 8 c a so s, j u n t o c o n 3 8 7 n o e s p e c if ic a -
[ b ll] dos. [b ll]
735

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■ Skandalakis

Intestino delgado

CIRUGÍA PRIMARIA S e g u n d a p o rc ió n d e l d u o d e n o

El d u o d e n o representa una de las regiones a las que re­


Anatomía quirúrgica

Hepatopafíá Hepatopatía sulta más difícil aproximarse en la cirugía, de b id o a la fija­


unilobular bilobular ción del d u o d e n o y el páncreas, a la irrigación sanguínea
c o m p a rtid a p o r am bos órganos (arcadas pancreaticoduo-
denales superior e inferior), y a la desembocadura del c o n ­
Embolización arterial
Cirugía lepática d u c to biliar c o m ú n y los conductos pancreáticos. La pan-
hepática y
creaticoduodenectom ía es necesaria en el paciente con una
octreótideo
enferm edad neoplásica m aligna. En presencia de una neo­
plasia benigna se prefiere una intervención más conserva­
REMISIÓN TOTAL PALIACIÓN dora, co m o la resección segmentaria. Edwards y cois.104 han
descrito dos casos de pancreaticoduodenectom ía asociada
F ig u ra 16.37. Programa terapéutico de redu cció n tu m o ra l a colectomía en b loque co m o tra ta m ie n to curativo de neo­
agresiva en pacientes c o n síndrom e carcinoide del in te s ti­ plasias malignas primarias del d u odeno.
n o m e d io basado en la cirugía y la e m b o liza ció n de la arte­
ria hepática. Todos los p ro c e d im ie n to s se lle v a ro n a cabo
T erce ra p o rc ió n d e l d u o d e n o
con protección con o ctreótido. [wa]
Resulta co m p lic a d o m anejar el tercio proxim al de esta
porción duodenal c o m o consecuencia de su relación poste-
rosuperior con la cabeza del páncreas y la apófisis uncifo r­
me. Esta porción se relaciona posteroinferiorm ente con la
mía resulta adecuada en los tu m o re s vellosos neoplási- arteria mesentérica inferior, la cual surge de la aorta p or de­
cos, y puede considerarse una alternativa en d e te rm i­ trás del du o d e n o . El cirujano ha de recordar que los vasos
nados pacientes con tum ores vellosos benignos del d u o ­ mesentéricos superiores cruzan ventralm ente la tercera por­
deno. Es im p re scind ib le un seg u im ie n to endoscópico ción en el plano vertical. El m esocolon transverso, con su
po sto peratorio regular cu a n d o se lleve a cabo una esci­ arteria marginal y la arteria cólica media, atraviesan el pla­
sión local». no horizontal. El cirujano ha de tener en cuenta que en esta
tercera parte cruzan v e n tra lm e n te los vasos mesentéricos
Las com plicaciones de las neoplasias del inte stin o del­
g a d o son hemorragias, perforación y obstrucción. La pe­ superiores en el plano vertical. En el plano horizontal cruza
culia r anatom ía de la red linfática del inte stin o delg a d o , el mesocolon transverso, con su arteria m arginal y la arte­
ju n to con las com plicaciones citadas, reduce la posibilidad ria cólica media. El cirujano debe tener cuidado con la apó-
de curación cuando el tu m o r sea m aligno.
Es preciso exam inar los ganglios linfáticos del mesente-
rio. Debe efectuarse una biopsia de escisión de cualquier
g a nglio linfático hipertro fia d o o bien de dos o tres ganglios
linfáticos sospechosos. La detección de cualquier ganglio lin­ CIRUGÍA PRIMARIA
fático neoplásico hace necesaria una incisión cuidadosa del 64 pacientes
peritoneo de recubrim iento y la escisión de los ganglios lin­
fáticos en su to ta lid a d ; lo que podría parecer un g a n g lio
REMISIÓN TOTAL
lin fático pálido puede constituir, en realidad, un bazo ac­ PALIACIÓN
con tratamiento quirúrgico
cesorio o ectópico en lugar de un g a nglio. 50 pacientes
14 pacientes
Observados: 69 ± 10 meses
P r o c e d im ie n t o s q u ir ú r g ic o s
EMBOLIZACIÓN Y TRATAMIENTO MEDICO
PARA EL DUODENO
OCTREÓTIDO 10 pacientes
40 pacientes. Observados: 28 ± 8 meses
Prim era p o rc ió n d e l d u o d e n o
Observados: 71 ± 11 meses
La escasez de vasos colaterales en la irrigación arterial a
la prim era porción duodenal debe avisar al cirujano para F igu ra 1 6 .3 8 . Diagrama de flu jo de 64 pacientes con sín­
to m a r todas las precauciones posibles en las in te rv e n c io ­ d ro m e carcinoide del in te s tin o m e d io según el program a
nes quirúrgicas de esta región. La cirugía basada en c o n o ­ terapéutico detallado en la Figura 16.37. El tie m p o de o b ­
c im ie n to s anatóm icos sólidos, la destreza técnica y la d i­ servación se detalla co m o la m edia ± SEM (error típ ic o de
sección conservadora p roducen resultados satisfactorios. la media), [wa]
736

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Intestino delgado

fisis unciform e, que se sitúa m u y cerca de los vasos mesen- ravertebrales, así c o m o p o r la aorta. El lado anterior corres­
téricos superiores. Varios vasos pequeños parten de la arca­ ponde a la arteria mesentérica superior; en algunas ocasio­
da pancreaticoduodenal inferior; de la arteria mesentérica su­ nes ta m b ié n participan las arterias cólica m edia y derecha
perior salen muchas veces otras ramas pequeñas. (las dos primeras ramas de la arteria mesentérica superior
en el m esocolon transverso). La parte más estrecha del á n ­
Cuarta porción del duodeno gulo, situada p o r encim a del du o d e n o , co n tiene la apófi­
sis u n c ifo rm e y la vena renal izquierda. La Figura 16.39
La cuarta porción del duodeno se relaciona con dos co m ­
muestra un corte sagital de la relación de la tercera p o r­
ponentes anatóm icos relevantes: el liga m e n to de Treitz por
ción duodenal y la arteria mesentérica superior, la arteria có­
encima y la vena mesentérica inferior, localizada a la izquier­
lica m edia, la aorta y el m esenterio. La Figura 16.40 repre­
da de la fosa paraduodenal. El cirujano debe com enzar la
senta una vista anterior del du o d e n o , la arteria mesentérica
exploración del d u o d e n o distal (tercera y cuarta porciones)
superior, la arteria cólica m edia y la colum na vertebral.
por la cuarta porción. Recuérdese que la m ovilización del
La localización del d u o d e n o por debajo de la arteria m e ­
colon derecho y la sección del lig a m e n to de Treitz son ne­
sentérica superior es consecuencia de la rotación intestinal
cesarias para exp o n e r de form a adecuada el d u o d e n o dis­
norm al. Rokitansky106 describió p or vez prim era el síndro­
tal. La irrigación sanguínea procede de las divisiones de las
me de com presión vascular en el año 1861. La com presión
ramas intestinales de la arteria mesentérica superior y es se­
en los pacientes con rotación patológica y relaciones vas­
mejante a la del resto del intestino delgado. Las arterias de
culares n o ta b le m e n te alteradas107 o com presión duodenal
la cuarta porción duodenal poseen una circulación colate­
p o r una anomalía en la d istrib u ció n de la vena p o rta 108 no
ral escasa o nula, y la irrigación sanguínea es «menos efi­
se considera en esta obra.
ciente» en el borde «antimesentérico» (el d u o d e n o pierde
su mesenterio a lo largo de su desarrollo, a u nque la zona
Variaciones anatóm icas de la compresión
media de la pared anterior, que está recubierta de peritoneo,
vascular
debe considerarse su borde «antimesentérico» desde el pun­
to de vista em briológico). Tres variaciones anatóm icas revisten im p o rta n cia en la
com presión vascular:
Úlcera duodenal hemorrágica 1. Variaciones de lon g itu d y fijación del músculo suspensor.
2. Variaciones del nivel al q u e el d u o d e n o cruza la c o lu m ­
Una úlcera d u odenal es una ulceración péptica locali­
na vertebral.
zada en la pared posterior del bu lb o duodenal. La hem orra­
3. Variaciones en el nivel de origen de la arteria mesenté­
gia, cuando está presente, se debe a la erosión de la arte­
rica superior.
ria g a s tro d u o d e n a l, y la erosión se e n c u e n tra cerca del
origen de la arteria pancreática transversal en la mayoría G eneralm ente, el d u o d e n o cruza la colu m n a vertebral
de los casos. Turnage105 re co m e n d ó efectuar una ligadura a la altura de la tercera vértebra lu m b a r109, pero puede ha­
de tres puntos de estos vasos con el o b je to de evitar fu tu ­ cerlo a un nivel más bajo, en especial en la mujer. En un
ras hemorragias. pequ e ñ o n ú m e ro de pacientes, puede pasar a la altura de
Es preciso recordar q u e en el 10 % de los casos32 tan la segunda vértebra lum bar. La tercera o la cuarta porción
sólo existe un c o n d u c to pancreático: el c o n d u c to de San­ del d u o d e n o puede situarse p o r delante de la colum na ver­
torini. La arteria gastroduodenal pasa «por detrás» del d u o ­ tebral.
d eno y p or delante de este con d u cto . Una sutura m u y p ro ­ A parentem ente, un paso a un nivel infe rio r podría de­
fun d a para in te rru m p ir la hem orragia puede ligar el único jar más espacio para el d u o d e n o ; sin e m b a rg o , la curva
c o n d u c to pancreático presente, con fatales consecuencias. lum b a r de la colum na vertebral adopta su posición más an­
(Véase info rm a ció n adicional sobre el c o n d u c to pancreáti­ te rio r a la altura de la cuarta vértebra lum bar, p or lo que el
co accesorio en el a p a rta d o «Cuestiones quirúrgicas que espacio entre ambos lados del á ngulo no se increm enta.
deben tenerse en cuenta» en este capítulo.) Esta curva lu m b a r suele ser más pronunciada en la mujer.
El músculo suspensor del d u o d e n o (ligam ento de Treitz)
Compresión vascular del duodeno conecta el pilar derecho del diafragm a con el án g u lo duo-
denoyeyunal. La Figura 16.32 recoge las variaciones de in­
Anatomía de la com presión vascular serción; el tip o representado p o r la Figura 16.32A es el más
Una consecuencia de la bipedestación en el ser h u m a ­ frecuente. N o son raras las divisiones individuales m ú lti­
no es que la arteria mesentérica superior sale de la aorta ples; se han descrito casos con tres y cuatro divisiones110.
con un á ngulo más a g udo que el observado en cu a d rú p e ­ El d u o d e n o puede situarse a m ayor altura en el ángulo
dos. A través de este ángulo vascular pasa la tercera o cuar­ vascular cua n d o el m úsculo suspensor es co rto. Dado que
ta p o rción del du o d e n o , la cual m antiene su posición gra­ ú nicam ente puede elevarse el ángulo d u o d e n oyeyunal, la
cias al m úsculo suspensor de Treitz. El lado p o ste rio r del angulación de la cuarta p o rción se increm enta, al tie m p o
án g u lo está fo rm a d o p o r las vértebras y los músculos pa- que la tercera porción se m antiene a la misma altura.

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Intestino delgado

in g e rir alim entos. Es frecuente el a d e lgazam iento después


del com ie n zo de los síntomas, dado que el paciente re g u r­
g ita los alim entos o te m e ingerirlos110.

Tratamiento
El tra ta m ie n to de elección se basa en la sección o la li-
sis del lig a m e n to suspensor (lig a m en to de Treitz). A lgunos
pacientes pueden requerir una duod e n o ye yu n o sto m ía .

R e c o r d a r : A unque poco frecuente, la compresión vascular del

d u o d e n o puede considerarse una cuestión de g rado. Un


gran n ú m e ro de sujetos con una com pre sió n acusada se
diagnostica con facilidad, mientras que otros pacientes con
com presión real, aunque de m e n o r intensidad, no reciben
este diagnóstico y deben soportar las molestias, aliviadas en
m a yo r o m e n o r m edida p o r el tra ta m ie n to fa rm acológico.

Exposiciones del duodeno


La búsqueda de una lesión tra u m a to ló g ica , la cirugía
del páncreas, la exploración del co n d u c to biliar co m ú n dis­
F igura 16.39. C orte sagital esquem ático del cuello del p á n ­ tal, la sección del lig a m e n to suspensor con el fin de aliviar
creas que m u e stra la relació n existente en tre la tercera p o r ­ la com presión duodenal o la reducción de un asa proxim al
ció n del d u o d e n o y la arteria m e sen térica sup erio r (AMS), re d u n d a n te de una g a s tro ye yu n osto m ía p o r e n cim a del
la arteria cólica m e d ia (ACM), la aorta y el m esenterio. [al<3]
m e socolon transverso pueden re q u e rir la e xp o sició n del
d u o d e n o 115. Las m aniobras descritas a c o n tin u a c ió n per­
m ite n lograr la exposición deseada:
De acuerdo con Cauldwell y A nson111, la arteria mesen­ 1. M ovilización de la segunda y tercera p o rció n proxim a l
térica superior surge de la aorta a un nivel situado entre el del d u o d e n o a través de una incisión en el p e rito n e o
tercio superior de la prim era vértebra lum b a r y el disco in­
tervertebral de la prim era y segunda vértebras lumbares en
el 75 % de los sujetos. Con frecuencia, la arteria crea un
surco en la superficie anterior del d u o deno. La Figura 16.39
muestra el recorrido de la arteria mesentérica superior y sus
relaciones con otras estructuras posteriores.
En algunos pacientes, la com presión se debe a la arte­
M ú s c u lo psoa s
ria cólica media, la cual surge de la arteria mesentérica su­ la t.
p erior en el borde inferior del páncreas. Esta rama se halla
en el m esocolon transverso y cruza la tercera p o rción del
du o d e n o .
Derrick y Fadhli112 y Byers y Mansberger, según han publi­
cado M a n sb e rg e ry cois.,113 han determ inado el ángulo n or­
mal fo rm a d o p or la arteria mesentérica superior y la aorta
en cadáveres, mientras que Hearn114 ha m ed id o este pará­
m e tro en pacientes vivos. Cinco de los seis casos descritos
p or este ú ltim o investigador mostraron indicios ra diológi­
cos de com presión de la arteria mesentérica superior, y el
diagnóstico se confirm ó quirúrgicam ente en cuatro de ellos.
Las determinaciones aportadas por estos trabajos se recogen
en la Tabla 16.7; es evidente que el ángulo es m e n o r de lo D u o d e n o (la c o m p r e s i ó n p u e d e D u o d e n o (la c o m p r e s i ó n p u e d e
darse e n tre dos v é rte b ra s o e ntre darse e n tre d os v é rte b ra s o e n tre
norm al en dos pacientes del estudio de Hearn. m ú s c u lo s p a r a v e rte b ra le s y A M S ) m ú s c u lo s p a r a v e rte b ra le s y A C M )

Síntomas F ig u ra 16.40. Vista an terio r del d u o d en o , arteria m e sen té­


Los principales síntom as de c o m p re s ió n vascular del rica superior (AMS), arteria cólica m ed ia (ACM) y c o lu m n a
d u o d e n o son los v ó m ito s y el d o lo r epigástrico después de vertebral. [al<3]

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Intestino delgado 16
Cuestiones quirúrgicas que deben
Tabla 16.7. Ángulos aortomesentéricos
tenerse en cuenta
Á n g u lo (Véase la Tabla «Com plicaciones anatóm icas de a lg u ­
p ro m e d io In te rv a lo nas intervenciones gástricas, duodenales y pancreáticas»
N.° (grados) (grados) en el capítulo d e d ica d o al estóm ago).

Cadáveres: • La d u o d e n e c to m ía aislada resulta una in te rv e n c ió n de


Derrick y Fadhli (1965)a 64 41,25 20 a 70 gran c o m p le jid a d d e b id o a la fijación de la cabeza del
Mansberger y cois. (1968)b 31 30 18 a 60 páncreas al asa d uodenal; la p a n cre a tico d u o d e n e cto m ía
representa la única o p c ió n práctica. N o obstante, en la
Pacientes vivos [Hearn (1966)]c:
actualidad se están utiliza n d o la d u o d e n o d e c to m ía res­
Arteriogramas normales 5 56 45 a 65
p e ta n d o el páncreas y la pancreatectom ía respetando el
Pacientes con síndrome de 2* 11 10 a 12
d u o d e n o para la enferm edad benigna, aunq u e la m a yo ­
arteria mesentérica superior
ría de los cirujanos aún no emplea estas técnicas.
* Uno tras una escayola completa de cuerpo, un caso tras adelga­ • N o ligue las arterias pancreaticoduodenales superior e in ­
zar 13,5 kilos (dieta). ferior; la ligadura de am bos vasos p uede p ro d u c ir la ne­
" Derrick JR, Fadhli HA: Surgical anatomy of the superior mesen­
crosis de la cabeza pancreática y una im p o rta n te parte
teric artery. Am Surg 31:545, 1965.
b Hearn JB: Duodenal ileus with special reference to superior me­ del d u o d e n o .
senteric artery compression. Radiology 86:305,1966. • El c o n d u c to p a n c re á tic o accesorio (d e S a n to rin i) pasa
c Mansberger AR, Hearn JB, Byers RM y cols. Vascular compres­ m u y p o r debajo de la arteria gastrointestinal. Ligue la ar­
sion of the duodenum: Emphasis on accurate diagnosis. Am J teria lejos de la pared d u odenal m edial a n terior en la que
Surg 115:89, 1968.
se localiza la papila para garantizar la seguridad de la in ­
Fuente: Akin JT Jr, Gray SW, Skandalakis JE. Vascular compression
te rvención. Esta m aniobra evita ocasionar lesiones o ligar
of the duodenum: presentation of ten cases and review of the li­
terature. Surgery 79:515-522; con autorización. este co n d u c to . Es sum am ente im p o rta n te recordar la re­
lación entre el u réter y la arteria u te rina, así c o m o a la
existente entre el c o n d u c to pancreático accesorio y la ar­
teria gastroduodenal. Recuerde que el c o n d u c to de San­
to rin i es el ú n ico que drena el páncreas en el 1 0 % de los
casos32. Por consiguiente, la ligadura de la arteria g a stro­
parietal a lo largo del d u o d e n o descendente (segunda d u o d e n a l con inclusión accidental del c o n d u c to podría
p o rc ió n ) y una re tracción del d u o d e n o m e d ia lm e n te te n e r consecuencias catastróficas.
con la cabeza del páncreas (« m a n io b ra de Kocher»), • M e d ia n te la m aniobra de Kocher, el cirujano reconstruye
M a d d e n ha afirm ad o que esta inte rvención debería re­ el m esoduodeno p rim itiv o y logra m ovilizar el d u odeno,
c ib ir el n o m b re de jo u rd a in , el cual la d e s crib ió en lo cual resulta útil en ciertas intervenciones quirúrgicas.
18 9 5 116. Esta m a niobra posibilita el exam en de las p o r­ • N o separe más de 2 cm de la primera porción del d u o d e ­
ciones retrod u o d e n a l y pancreática del co n d u c to biliar no. Cualquier disección mayor de 2 cm puede requerir una
co m ú n . duodenostom ía con el fin de evitar la apertura del m u ñ ó n
2. La exposición de la tercera porción d u odenal, proxim al derivada de la deficiente irrigación sanguínea.
con respecto a los vasos mesentéricos superiores, se lo­ • El lig a m e n to suspensor puede seccionarse sin repercusio­
gra p or m edio de una incisión en el mesocolon transver­ nes. Debe ligarse con a n te rioridad a la sección a fin de
so, una incisión a través del e p ip ló n mayor, o la inver­ evitar una hem orragia de los pequeños vasos co n tenidos
sión de la m ita d derecha del c o lo n 117. en su interior. La sección incom pleta del m úsculo suspen­
3. La exposición del d u o d e n o distal a los vasos mesenté- sor (lo cual puede suceder cuando d ispone de varias in­
rico superiores se logra m ediante una incisión a través serciones) no logra aliviar los síntomas de c o m p re sió n
del e p ip ló n m ayo r y la inversión adicional del colon d e ­ vascular del d u o d e n o (Fig. 16.41).
recho. Asim ismo, la división del pliegue parietal in m e ­ • En el paciente con una úlcera duodenal p o sterior o piló-
d ia ta m e n te inferior a la fosa paraduodenal p e rm ite v i­ rica penetrante de gran ta m año, el cirujano ha de recor­
sualizar el d u o d e n o distal. La movilización adicional del d ar lo siguiente:
d u o d e n o se logra m ediante la sección del lig a m e n to de - El d u o d e n o proxim a l se acorta d e b id o al proceso infla­
Treitz85. Al dividir el mesocolon, el cirujano debe velar por m a to rio (a c o rta m ie n to duodenal).
los vasos cólicos derechos, cólicos m edios y m a rg in a ­ - La topografía anatóm ica del co n d u c to biliar c o m ú n , la
les. Las arterias gastroepiploicas se localizan en la p ro ­ desem bocadura del c o n d u c to de Santorini y la a m p o ­
xim id a d de la curvatura m ayor del estóm ago, en el in ­ lla de Vater, se encuentra distorsionada.
te r io r del lig a m e n to g a s tro c ó lic o , y ta m b ié n d e ben - Dejar la úlcera en su localización es una decisión acer­
manejarse del m o d o adecuado. tada.
739

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Intestino delgado

- Los dos proced im ie n to s descritos a c o n tin u a c ió n resul­ • Esofagografía.


tan de gran utilidad: • Enema opaco (la válvula ileocecal perm ite la entrada del
I Palpación detallada o visualización de la localización bario hacia el íleon te rm ina l).
de la am polla de Vater. • A rteriografía selectiva de la arteria mesentérica superior.
I Exploración del c o n d u c to biliar c o m ú n , con inserción • Flebografía.
de un catéter en este c o n d u c to y el d u o d e n o . • Enteroscopia.
• Chang y cois.118 recom iendan llevar a cabo una d u ode- • Pertecnetato te cn e c io -9 9 m (gam m agrafía con pertecne-
nectom ía circular parcial y c o m p le ta , así c o m o una va- ta to de tecnecio).
g o to m ía m u y selectiva, c o m o tr a ta m ie n to de la úlcera P ecky cois.125 re co m e n d a ro n la tom og ra fía c o m p u ta ri-
duodenal con obstrucción. zada para d e te cta r la causa de obstrucción intestinal y la
• Katkhouda y cois.119 afirm aron que es posible reparar una presencia de una estrangulación.
úlcera duodenal perforada m ed ia n te técnicas laparoscó-
picas.
R e s e c c ió n d e l y e y u n o y el íleo n
• En casi todos los casos, el c o n d u c to biliar c o m ú n se loca­
liza a la derecha de la arteria g a stroduodenal en la pared Indicaciones patológicas de resección
posterior de la prim era porción del d u o d e n o . En muchas La resección del y e y u n o o el íleon p u e d e llevarse a
ocasiones, la arteria cruza la porción supraduodenal del ca b o c o m o respuesta a diversas e n tid a d e s p a to ló g ic a s
c o n d u c to b iliar c o m ú n a n te rio r o p o s te rio rm e n te . Este del in te s tin o d e lg a d o . Entre ellas cabe e n u m e ra r las si­
fe n óm eno se observa tam bién en el caso de la arteria pan­ guientes:
cre a ticoduodenal posterosuperior, la cual cruza el c o n ­
• Hernia interna, invag in a ció n intestinal.
d u c to biliar c o m ú n v e n tra lm e n te y co n tin ú a su recorrido
• O b strucción interna derivada de enferm edad de Crohn,
hacia la derecha para después hacerlo dorsalm ente.
quistes mesentéricos, lin fa n g io m a u otras causas126.
• Según Nassoura y cois.120, la gran mayoría de las lesiones
• Trombosis mesentérica de tip o arterial o venoso, con in­
duodenales penetrantes debe som eterse a una repara­
fa rto (isquemia).
ción prim aria o una resección con anastomosis. Degian-
• Tumores benignos o m alignos.
nis121 recom endó la adición de la exclusión pilórica al tra ­
• Lesión intestinal derivada de un tra u m a tis m o abd o m in a l
ta m ie n to q u irú rg ic o de estas lesiones.
h e m o rrá g ico o penetrante; perforación traum ato ló g ica .
• Un tra b a jo retrospectivo de Alien y cois.122 con 2 2 .1 6 3
casos de tra u m a tis m o contuso id e n tific ó 35 (0 ,2 % ) ca­
sos de lesión duodenal contusa. El d ia g nóstico se retra­
só (más de 6 horas) en 7 (2 0 % ) de estos 35 pacientes a
pesar de las m odernas técnicas diagnósticas (TC, lavado
peritoneal d iagnóstico). El retraso d ia g nóstico se asoció
a un incre m e n to de las com plicaciones abdominales.
• Tras haber revisado 309 exploraciones p o r TC, C hou y
cois.123 concluyeron que la TC con stitu ye un m é to d o fia ­
ble para localizar la u nión d u o d e n o ye yu n a l, puesto que
m uestra c lara m e n te la vena m esentérica inferior. Estos
autores identificaron la u nión en 224 exámenes.
• B o u v ie ry cois.124 afirm aron que los tu m ores de la unión
d u o d e n o ye yu n a l pueden resecarse en un ú n ico blo q u e
cu a n d o no exista afectación tu m o ra l de la arteria mesen­
térica superior.

P r o c e d im ie n t o s q u ir ú r g ic o s
PARA EL YEYUNO Y EL ÍLEON

T éc n ic as d ia g n ó s tic a s p a r a
el y e y u n o y e l íleo n

La m orfología, la topografía, las alteraciones fu n c io n a ­ F ig u ra 16.41 . La sección del lig am e n to su sp enso r co n lle­
les y la patología pueden visualizarse p o r m edio de dive r­ va el descenso del d u o d e n o u n par de d edos p o r debajo del
sos m étodos, com o: o rigen de la arteria m esen térica superior (AMS). [ak4]

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Intestino delgado 16
calización y la extensión de 120 invaginaciones intestina­
les en lactantes y niñ o s128.
El d ive rtícu lo de Meckel supone la causa identificable

L
más frecuente de invaginación intestinal en el niño. Otras
causas conocidas son los pólipos intestinales, las d u p lic a ­
ciones, las atresiasy los tum o re s del intestino, si bien resul­
P a rte d e l in t e s t in o
c\ q u e r e c i b e la ta im posible d e te rm in a r la etiología del 8 5 % de los casos
in v a g in a c ió n de in va g in a ció n intestinal en el paciente ped iá trico (Fig.
16.44). En esta p o b la ció n se ha observado un ciclo esta­
cional en el cual aum enta el n ú m e ro de ingresos en p rim a ­
vera y v e ra n o 128.
Los Centers for Disease Control and Preventiorí29 de Atlan­
ta (EE.UU.) han p u b lica d o algunos datos prelim inares que
S e g m e n to in te s ti­
indican un m a yo r riesgo de invaginación intestinal en lac­
nal in v a g in a d o
tantes sanos vacunados contra rotavirus. Es posible que este
virus constituya o tro agente e tio ló g ico en la invaginación
w \y
\\
intestinal.
Zapas y co is130, p re se n ta ro n un caso de d u p lic a c ió n
(quiste) ileocecal que co n fo rm a b a el p u n to focal de inva­
ginación ileocólica. El tra ta m ie n to consistió en una resec­
ción intestinal y anatosmosis primaria.
O ldham y Wesley79 han elaborado una tabla (Tabla 16.8)
de factores de p ro p e n sió n de desarrollo de invaginación
intestinal.
En el a d u lto puede aplicarse nuestra regla de los «dos
F igu ra 16.42. D iagram a de la a n a to m ía de u n a in v a g in a ­
tercios»131. El origen de la invaginación intestinal se c o n o ­
ció n in testinal. Esta fo rm a ció n p u ed e crecer en sentido dis­
tal h asta q u e su e x tre m o d elan te ro alcance el an o . [sk4] ce en dos terceras partes de los adultos. De ellas, otros dos
tercios se deben a neoplasias. A su vez, dos terceras partes

• Adhesiones.
• O bstru cció n por alim entos, cuerpos extraños o cálculos
biliares.
o V ólvulo con necrosis intestinal.
• Divertículo de Meckel.
• D uplicación intestinal.
• Atresias y estenosis intestinales.
Bemelm an y cois.127 se inclinan p o r la resección ileocó­
lica laparoscópica de la enfermedad de C rohn frente a la ci­
rugía abierta, de acuerdo con los datos de alta hospitalaria
precoz y de superioridad de los resultados estéticos.
Este c a p ítu lo describe exclusivam ente la invaginación
intestinal, los quistes mesentéricos y la isquemia mesenté-
rica.

In v a g in a c ió n in t e s t in a l . La in v a g in a c ió n intestinal se
desarrolla cu a n d o un segm ento p ro xim a l de intestino (el
segm ento intestinal invaginado) invagina hacia la porción
intestinal in m e d ia ta m e n te distal a ella (la parte del intesti­
no que recibe la invaginación) (Fig. 1 6 .42). Las invagina­
ciones intestinales reciben su n o m b re en fu n ció n de su lo­
calización; las más fre cu e n te s son las inva g in a c io n e s F igu ra 1 6.43. Localización de 120 in v agin acio n es in te sti­
ileocólicas. Su lo n g itu d tiende a incrementarse, y aparecen nales e n n iñ o s. La cabeza de la flecha in d ica la po sició n del
con frecuencia en el ano. La Figura 16.43 representa la lo- ex tre m o a d e la n ta d o de la in vag inació n. [Ii7]
741

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* Skandalakis

Intestino delgado

fo rm a inm ediata cuando los resultados del enem a no sean


satisfactorios o se produzca una recidiva. En el niño, reco­
m en d a m o s la reducción con resección en caso necesario,
Anatomía quirúrgica

m ientras que en los adultos aconsejamos p ra cticar una re­


sección sin reducción.

Q uistes mesentéricos. Los quistes mesentéricos son ca­


vidades rellenas de líquido tapizadas de epitelio cúbico o ci­
lin d rico o sin re vestim iento a lguno. Carecen de m úsculo
liso. La adhesión de vasos sanguíneos a la pared del quiste
es p o c o fre c u e n te 133. El líq u id o c o n te n id o en su in te rio r
puede ser claro cuando se localiza en el m esenterio del in­
te stino d e lg a d o distal o en el colon, o bien quiloso cu a n ­
d o lo hace en el m esenterio del inte stin o d e lg a d o p ro x i­
m a l133. Baird y c o is .134 p re s e n ta ro n un caso de quiste
mesentérico con un c o n te n id o de consistencia cálcica.
Los quistes mesentéricos constituyen un hallazgo infre ­
cuente. Desde el año 1507, tan sólo se han descrito 820
casos135. Entre 1900 y 1925 tan sólo se registraron seis ca­
sos de quiste mesentérico en el Massachusetts General Hos­
p ita l136. Solamente se han observado siete casos en más de
F i g u r a 1 6 .4 4 . C ausa de in v a g in a c ió n in te stin a l en 23 ca­ un m illó n de pacientes de la Clínica M a y o 137. En el Saint
sos, el 14,5% de to d o s los casos. Los 136 casos restantes n o Joseph's Infirmary (Atlanta, EE.UU.), Skandalakis138 ha encon­
p re se n ta b a n n in g u n a causa a n a tó m ic a evidente. [Ii7] tra d o dos casos de quiste mesentérico de 6 7 .0 0 0 ingresos
pro d u c id o s entre los años 1922 y 1955. Los quistes m e ­
sentéricos se dan a p ro xim a d a m e n te en 1 de cada 100.0 0 0
de las invaginaciones de etiología neoplásica son de carác­ ingresos en un hospital general y en 1 de cada 4 .0 0 0 a
te r m aligno. 3 4 .0 0 0 pacientes pediátricos133.
La prim era fase de la invaginación intestinal correspon­ Los quistes mesentéricos pueden ser m alignos o b e n ig ­
de al edema del seg m e n to intestinal invaginado d e b id o a nos. Pueden tratarse de lesiones uniloculares o m u ltilo c u -
una obstrucción linfática. A c o n tin u a ció n , se produce una lares únicas o m ú ltip le s139. En su mayoría se localizan en el
obstrucción venosa, seguida de infarto y gangrena. El es­
ta d io final se caracteriza po r la necrosis y la perforación. En
algunos casos m u y raros, la invaginación intestinal se des­ Factores que facilitan
T a b la 1 6 .8 .
hace y la anastom osis con una porció n p ro x im a l n orm al la invaginación intestinal
c o m p o rta una curación espontánea.
O ld h a m y Wesley79 destacaron la en o rm e u tilidad de la P u n to s a n a tó m ic o s clave T rasto rn os hem ato ló g icos*
exploración ecográfica, la cual revela la invaginación intes­ Diverticulo de Meckel Púrpura de Henoch-Schónlein
tin a l c o m o una masa con una luz d o b le sem ejante a un
Pólipo Hemofilia
Placa de Peyer hipertrofiada Leucemia
«ojo de toro». A ñadieron que un enema con contraste de
Apéndice T raum atism os*
aire o un enem a opaco pueden emplearse con fines d ia g ­
Duplicación o quiste Traumatismo abdom inal
nósticos y terapéuticos.
entérico contuso
C om o se ha observado previamente, la reducción de la
Linfoma Intervenciones quirúrgicas
invaginación intestinal puede producirse de m o d o espontá­
Otras neoplasias retroperitoneales
neo o bien m ediante un enema opaco, un enema de aire o
Páncreas ectópico im portantes
una intervención quirúrgica. En este ú ltim o caso puede lle­
In fecciones asociadas Otros
varse a cabo una reducción o bien una resección con anas­ Adenovirus Fibrosis quística
tom osis de los extrem os sanos. Creemos que debe in te n ­ Rotavirus
tarse la re d u c c ió n m e d ia n te un enem a en el p a ciente Otras
pediátrico. W ang y cois.132 afirm aron que la reducción neu­
* Estos factores presentan una probabilidad mayor de asociarse con
mática con aire y guía fluoroscópica se traducía en un índi­
una invaginación de intestino delgado a intestino delgado que con
ce de éxito del 9 7 % para la reducción no quirúrgica. una invaginación ileocólica.
C uando la reducción sea satisfactoria, debe vigilarse al
Fuente: O ldham KT, Coran AG, Wesley JR. Pediatric a bdom en. En:
paciente d u ra n te 48 horas con respecto a una posible re­ Greenfield LJ, ed. Surgery: Scientific Principles and Practice, 2.a ed.
cidiva. La interve n ció n quirúrgica debe llevarse a cabo de Filadelfia: Lippincot-Raven, 1997; con autorización.
742
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Intestino delgado 16
ca n o se diferencia de la de los quistes mesentéricos. Knol
Epiplón menor y Eckhauser133 re com endaron exam inar la pared del quis­
ligamento te d e b id o a posibles «proyecciones desiguales, friables o
hepatogástrico
papilares indicativas de cáncer», a pesar de la baja incid e n ­
Páncreas cia de las transform aciones neoplásicas.
Estómago
El origen de estos quistes ha re cibido muchas explica­
Mesocolon
3.a porción del ciones. O ro b itg y cois.145 describieron un paciente p o rta d o r
transverso , .^
duodeno de un quiste mesentérico de origen linfático. Lee y cois.146
Colon presentaron un quiste de origen m ü lle ria n o localizado en-
transverso I 1/, j ’ Mesenterio del
intestino delgado
Epiplón
Mesocolon T a b la 1 6 .9 . Clasificación
mayor
sigmoide
I. Quistes em brionarios
A. Procedentes de restos em brionarios y tejido
secuestrado
1. Serosos
2. Quilosos
3. Sanguíneos
4. Dermoides
B. Procedentes de secuestro de tejido intestinal
F i g u r a 1 6 .4 5 . A n ato m ía topográfica q u e m u estra 5 q u is­
1. Divertículo de Meckel incluido
tes epiploicos y m esen térico s (punteados ). [sk3] C. De origen urogenital
II. Seudoquistes
A. De origen infeccioso
1. Hidátides
mesenterio del intestino delg a d o (6 0 % ) o bien del colon 2. Degeneración quística de nodulos tuberculosos
(4 0 % )140 (Fig. 1 6 .4 5 ). M o u ra d y cois.141 d escribieron un B. Enfermedad neoplásica quística
quiste localizado en el m esenterio hepatogástrico y citaron III. Quistes em brionarios y del desarrollo
dos casos similares recogidos en la bibliografía especializa­ A. Entéricos
da. C hu n g y cois.142 d o c u m e n ta ro n varios quistes localiza­ B. Urogenitales
dos en el mesenterio del intestino delg a d o (5 casos), en la C. Linfoides
base del m esenterio con extensión retro p e rito n e a l (4 ca­ D. Dermoides
sos), en el m esocolon transverso (4 casos) y en el lig a m e n ­ E. Defectos em brionarios en la form ación inicial de
to gastrocólico (2 casos). vasos linfáticos, ganglios linfáticos, etc.
IV. Quistes traumatológicos o adquiridos (pared del quiste
Existe confusión en la bibliografía con relación a las m a ­
formada por tejido fibroso sin revestirse de m em brana
sas mesentéricas, epiploicas y retroperitoneales; entre las
alguna)
neoplasias quísticas benignas o malignas y los quistes; y en ­
A. Causados por un traum atism o
tre las neoplasias sólidas y las quísticas. Queda fuera de nues­ 1. Hemorragia causante de un quiste sanguíneo
tra intención resolver esta cuestión; generalm ente se asu­ 2. Rotura de vasos quilíferos
me que las neoplasias mesentéricas quísticas benignas y los 3. Extravasación de quilo hacia el tejido
quistes mesentéricos engloban idénticas entidades p a to ló ­ circundante
gicas, y estamos de acuerdo con este concepto. Se rem ite V. Quistes neoplásicos
al lector interesado en una descripción más detallada de la A. Quistes benignos
clasificación de los quistes mesentéricos a la Tabla 16.9. 1. Hiperplasia del sistema linfático que origina
La incidencia alcanza su cota m áxim a a lo largo de la linfangioma
B. Quistes malignos
cuarta década de vida, y sus valores m ínim os se observan
1. Linfangioendotelioma
en la prim era y la sexta décadas143. Takiff y cois.144 afirm a ­
VI. Quistes infecciosos y degenerativos
ron que los quistes son más habituales en los adultos de
A. Micóticos
mediana edad y en la mujer, aunque pueden aparecer en B. Parasíticos
ambos sexos a cualquier edad. Se ha p u b lica d o un caso de C. Tuberculosos
un quiste en un n e o n a to 142 y o tro caso en un sujeto de 72 D. Degeneración quística de ganglios linfáticos y otro
años de e d a d 138. tejido
Los tu m o re s quísticos del m esenterio son raros. Suelen
Clasificación de Caropreso P. Mesenteric cysts: a revievv. Arch Surg
tratarse de lesiones benignas. Los lin fangiom as quísticos 1974; 108:242-246. After Ford JR. Mesenteric cyst: review of the li-
son el tip o más frecuente de tu m o r b e n ig n o y están ta p i­ terature w ith report o f an unusual case. Am J Surg 1960;99:878-
zados de e n d otelio. A m e n udo, su estructura m acroscópi­ 883; con autorización.
743

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* Skandalakis

Intestino delgado

tre el hígado y los anejos derechos. Los quistes müllerianos • Evitar las zonas rugosas o irregulares de intestino o m e ­
del mesenterio y el espacio re troperitoneal son m u y poco senterio.
frecuentes, y su o rigen podría ser urogenital.
Anatomía quirúrgica

Varias p u b lica cio n e s 159161 indican que la cirugía lapa-


Algunas hipótesis publicadas (Tabla 16.10) sugieren que roscópica de los quistes mesentéricos puede p ro p o rcio n a r
los quistes mesentéricos podrían aparecer com o consecuen­ resultados satisfactorios.
cia de la degeneración de ganglios linfáticos147'148, m alfo r­
maciones congénitas de los vasos linfáticos149, anomalías con- I s q u e m i a m e s e n t é r i c a . La isquemia mesentérica de tip o
génitas137 y traumatismos150. G u th rie y Wakefield151 sugirieron agu d o constituye una urgencia quirúrgica. Divino y cois.162
que los quistes mesentéricos surgen a partir de divertículos reco m e n d a ro n la instauración inm ediata de un tra ta m ie n ­
verdaderos del intestino delgado que proliferan hacia el m e­ to agresivo en el paciente en el que se sospecha t r o m b o ­
senterio y evaginan. Gross y Ladd152 describieron los quistes sis venosa mesentérica. Citam os a Skandalakis y cois.163:
mesentéricos com o «fragmentos perdidos de tejido linfático
La trombosis venosa mesentérica parece constituir una
que proliferan y ( . ..) acumulan líquido al carecer de c o m u n i­
entidad clínica definida dentro del grupo de los trastornos
caciones que posibiliten un drenado adecuado hacia el sis­
conocidos como oclusiones vasculares mesentéricos. La
tema linfático restante». Beahrs y cois.153 señalaron: «Se cree
trombosis venosa mesentérica evoluciona de forma dife­
que los quistes quilosos carecen de un origen com ú n y p o ­
rente a las oclusiones arteriales catastróficas. La primera
drían deberse a diversas causas».
puede tratarse p o r vía quirúrgica, y su reconocimiento en
La gravedad de la sintom atología se relaciona con el ta ­
una fase tem prana posibilita un tratam iento precoz ade­
m año del quiste133. Las lesiones pueden ser asintomáticas
cuado en una im portante proporción de pacientes debido
o bien manifestarse con d o lo r a b d o m in a l, fiebre, vóm itos,
a un inicio más insidioso de los síntomas.
diarrea o estreñimiento, ascitis, o una masa abdom inal. Mo-
hanty y cois.154 describieron un quiste m esentérico que se De acuerdo con Hassan y Raufman164, las ocho situacio­
manifestó con una hernia inguinal; estos autores e n c o n tra ­ nes enumeradas a c o n tin u a ció n se asocian a la trom b o sis
ron cuatro casos semejantes en la bibliografía anglosajona. venosa mesentérica:
Chung y cois.142 describieron varios casos que cursaban con • Cirugía a b d o m in a l previa.
apendicitis. Namasivayam y cois.155 publica ro n un caso de
quiste mesentérico causante de vó lv u lo del intestino de l­
gado proxim al. Tabla 16.10.Teorías sobre la etiología de los
El d ia g nóstico del quiste m esentérico se basa en té c n i­ quistes mesentéricos
cas de ecografía156, TC y RM, además de en la anamnesis
N om bre Teoría
y la exploración física133.
El tra ta m ie n to se efectúa p o r vía quirú rg ica : 1) resec­ Rokitansky Degeneración de ganglios linfáticos
ción y anastom osis p rim a ria , c u a n d o el quiste presente Carson Degeneración de ganglios linfáticos
adhesiones indebidas al intestino, 2) disección y enuclea­ Hill Anomalía congènita de los vasos
ción, o 3) m arsupialización. La m o d a lid a d de elección es linfáticos
la disección y la enucleación; cu a n d o este tra ta m ie n to no Godel Neoplasia en presencia de hiperplasia
sea posible, puede llevarse a cabo una resección con una de vasos linfáticos
anastomosis de los extrem os restantes. Tuttle y cois.157 re­ Handfield-Jones Anomalías del desarrollo
co m e n d a ro n la enucleación sim ple c o m o tra ta m ie n to de Arzella Anomalías del desarrollo
elección de cualquier tip o de quiste mesentérico. Lee Origen traum atològico
Ewing Origen traum atològico
El p rim e r paso consiste en estudiar el quiste a través del
Guthrie-Wakefield Origen em brionario a partir de
a b d o m e n abierto y elaborar el dia g n ó stico diferencial en­
divertículos verdaderos del intestino
tre un quiste m esentérico verdadero y un quiste entérico.
delgado que proliferan hacia el
A contin u a ció n , el cirujano ha de localizar y desplazar t o ­
mesenterio y evaginan
dos los vasos sanguíneos im p o rta n te s del m esenterio. La
Gross-Ladd «Fragmentos perdidos de tejido
disección resulta sencilla una vez lo g ra d o lo anterior; en
linfático que proliferan y acum ulan
caso con tra rio se debe plantear la resección. Discrepamos
líquido al carecer de comunicaciones
de Parsons158 cuando califica la marsupialización c o m o una que posibiliten un drenado adecuado
in te rv e n c ió n obsoleta. C reem os que se tra ta de un mal hacia el sistema linfático restante»
m e n o r necesario en muchas ocasiones . Beahrs y cols. «Se cree que los quistes quilosos
Es preciso destacar los siguientes puntos al sintetizar los carecen de u n origen com ún y
aspectos q u irúrgicos de los quistes mesentéricos: podrían deberse a diversas
• Tener siempre presente la irrigación sanguínea del intesti­ causas»
no. Fuente: Skandalakis JE. Mesenteric cyst: a report of three cases. J
• Cerrar con cuid a d o el m esenterio abierto. Med Assoc Ga 44(2):75-80, 1955; con autorización.
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Intestino delgado

• Traum atism o a b d o m in a l contuso, • Refuerzo de injertos vasculares.


• Estados de hipercoagulación. • Revascularización de la mama.
• Utilización de a n ticonceptivos orales. • Estricturoplastia de la e n ferm edad de C rohn que o b s tru ­
• Inflam ación. ye el inte stin o d e lg a d o 173.
• Hipertensión portal. A u n q u e algunas de estas técnicas se han a b a ndonado,
• Enferm edad de d e scom presión, anem ia d re p anocítica, otras se em plean todavía con resultados satisfactorios. M u y
síndrom e de hipoperfusión. pocos órganos se e xponen y m ovilizan con m a y o r fa c ili­
• H e m o g lo b u lin u ria n o ctu rn a paroxísmica, vólvulo, inva­ dad que las asas del intestino delgado. Las reducciones de
ginación intestinal. ta m a ñ o del intestino delgado procedente de cadáver a dul­
Hassan y Raufman indicaron que la cirugía a b d o m in a l to p u e d e n p ro p o rc io n a r injertos adecuados para el tras­
previa y los estados de h ipercoagulación constituían las si­ p lante p e d iá tric o 174. Las adhesiones debidas a una in te r­
tuaciones más frecuentes de las citadas en el párrafo a n te ­ vención previa constituyen el principal obstáculo frente a
rior. En un Com entario del autor del artículo de M ansour166, una m o viliza ció n apropiada.
G ew ertz165 afirm ó acertadam ente:
La m orbim ortalidad de la isquemia mesentéríca aguda
continúa siendo elevada a pesar del aumento de sensibi­ C o m p lica cio n es a n a tó m ica s
lidad diagnóstica. Es preciso m antener un protocolo dia g ­
nóstico-terapéutico agresivo, ya que la duración del epi­
J/[- ' v\ d e la resección intestinal
sodio isquémico es el d e te rm in a n te más relevante del
D har y Kirsner175 enum e ra ro n las posibles consecuen­
desenlace. Aunque puede ocasionar un gran número de
cias de la resección ileal:
resultados angiográficos negativos, este abordaje constitu­
• Diarrea y esteatorrea.
ye la única posibilidad de sa lv a ra estos pacientes en esta­
• Proliferación bacteriana.
do crítico.
• Carencia n u tritiva,
o Colelitiasis.
Causas no patológicas de resección • H iperoxaluria y nefrolitiasis.
La resección intestinal puede realizarse deb id o a una pa­ • Hipersecreción gástrica.
tología inherente al segmento resecado o bien para obtener
un segm ento norm al y utilizarlo en otra región del organis­
Le sio n e s vasculares
mo. Se han e m pleado segm entos intestinales sanos en el
tu b o digestivo en las siguientes aplicaciones, ta n to en ani­ La Tabla 16.11 resume algunas de las com plicaciones
males de experim entación c o m o en seres h um anos168,169: a n a tóm icas de la resección. La lesión vascular de m a y o r
• C o m o asas yeyunales en la reconstrucción gástrica. gravedad causada p o r la resección del intestino delg a d o es
• C om o trasplante intestinal del síndrom e de intestino cor­ la ocasionada a la arteria mesentéríca superior; esta lesión
to crónico con posterioridad a una intervención q u irú rg i­ debe someterse a una reparación inm ediata. Las lesiones
ca para la enterocolitis necrosante170. del m esenterio y una o más de las arterias intestinales d e ­
• C om o material de inje rto en el tra ta m ie n to de tum ores ben ligarse. Las lesiones vasculares ta m b ié n causan un in ­
desmoides en paciente con poliposis adenom atosa fa m i­ c re m en to de cualquier segm ento intestinal desvitalizado y,
liar171. p o r ta n to , de la lo n g itu d de la resección.
• C om o asas intestinales en la reconstrucción esofágica. La localización de la línea de resección ha de m in im iz a r
• C o m o segmentos de intestino en la cirugía de las vías b i­ el daño a la irrigación sanguínea. Las grapas deben colocar­
liares. se de m o d o que exista al menos 1 cm libre a cada lado de
• C om o tra ta m ie n to q u irúrgico del síndrome posgastrecto- la línea de sección. Es preciso conservar tantos arcos vascu­
mía. lares y vasos rectos co m o sea posible (Fig. 16.46).
• C o m o injertos de mucosa del y e yu n o para defectos d u o ­ Los hem atom as situados en el lado anastom ótico p ro ­
denales de gran ta m a ñ o 172. ducen isquemia, necrosis y perforación. Son más frecuentes
en la u n ión del mesenterio con el lugar de la anastomosis,
El intestino tam b ié n se ha utilizado con resultados satis­
pues en este sitio pueden obstruirse vasos mesentéricos para
factorios en intervenciones urológicas c o m o las siguientes:
orig in a r isquemia local.
• Injerto ileal de a u m e n to de ta m a ñ o de la vejiga.
• Asa ileal para reim p lan ta r un uréter en la vejiga.
• U reteroileosigm oidostom ía. Lesio n e s o r g á n ic a s
• Creación de bolsa ¡leal y anastomosis ileoanal.
Por supuesto, el único ó rg a n o expuesto a situación de
Por otra parte, el intestino delg a d o se ha aplicado en: riesgo debe ser el intestino q u e se va a resecar. Se debe ta ­
• Reconstrucción vaginal. ponar adecuadam ente la cavidad abdo m in a l con a n te rio ­

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* Skandalakis

Intestino delgado

Tabla 16.11. Resumen de complicaciones anatómicas de la resección del intestino delgado


Anatomía quirúrgica

In te rv e n c ió n Lesión v ascu lar Lesión o rg án ic a I n te rv e n c ió n in a d e c u a d a

Resección Isquemia en borde antim esentérico por C o ntam inación Resección de u n segm ento excesivamente
intestinal d año ocasionado a vasos rectos, en borde peritoneal, corto, fugas en la anastom osis a lo largo
mesentérico debido a hem atom as en la adhesiones de de la línea de sutura, estom a inadecuado,
u n ió n del m esenterio y el lugar de superficies no haber detectado otras posibles
anastomosis, por daños a las arterias y irregulares, tensión obstrucciones distales, anastom osis de
arcadas intestinales que irrigan el en la anastom osis lado a lado con u n m u ñ ó n largo de la
segm ento intestinal que se va a conservar rama proximal

Fuente: Skandalakis JE, Gray SW, Rowe JS Jr. Anatomical Complications in General Surgery. Nueva York: McGraw-Hill, 1983; con autorización.

ridad a cualquier intervención de e n te ro to m ía o enteros- La creación de un estom a inadecuado provoca la esta­


tom ía con el fin de evitar cualquier co n ta m in a c ió n y fu t u ­ sis de los contenidos intestinales y una posible obstrucción.
ra infección causante de abscesos de la pared a b d o m in a l o Una línea de resección ligeramente oblicua perm ite aum en­
intraperitoneal. El cirujano debe calcular la cantidad de in ­ tar las dim ensiones de la abertura anastom ótica y conser­
testino a resecar. N o se puede justificar la resección de un var la irrig a ció n sanguínea del bord e antim e se n té rico . El
seg m e n to excesivamente corto; en caso de duda, el ciru­ á n g u lo correcto se muestra en la Figura 16.47. Los ciruja­
jano debe e xtirp a r el segm ento en cuestión. nos deben servirse de su experiencia para separar las adhe­
La presencia de una fu g a en la línea de1sutura es conse­ siones. Los e xtre m o s distal y p ro x im a l de las bandas de
cuencia de una técnica deficiente y provoca1una fístula o una
peritonitis general. La posibilidad de fugas1puede reducirse
m ediante el cierre esmerado del mesenterio en la línea de
sutura para evitar dañar los vasos sanguíneos, utilizando una
sonda nasogástrica para evitar la distensión, y elim in a n d o
cualquier tensión en la anastomosis.

:
B

F i g u r a 1 6 .4 6 . Posición re c o m e n d a d a de grapas atrau m a-


tológicas e n la resección segm entaria del in testin o. El á n g u ­ F i g u r a 1 6 .4 7 . A nastom osis de la d o a lado. A, Estom a ex ­
lo d e 30° c o n respecto a la sección vertical p erm ite co n ser­ cesivam ente prox im al. B, M u ñ ó n d ilata d o de asa p ro x im a l
var la m a y o r fra cc ió n p o sib le de irrig a c ió n s a n g u ín e a q u e origina el sín d ro m e del m u ñ ó n ciego. C, Localización
an tim e se n té ric a (flechas) e in c re m e n ta lig eram e n te el d iá­ ad ecu ad a del e sto m a en el ex tre m o distal del asa prox im al.
m e tro fu n c io n a l de la an astom osis. [sk8] [sk4]
746

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Intestino delgado

16.12. Complicaciones relacionadas con la yeyunostomía con catéter en 2.022


T a b la
aplicaciones consecutivas
E vitable

N ueva N ueva
C ategoría C o m p lic ac ió n in te rv e n c ió n M u erte C o m p lic a c ió n in te rv e n c ió n

Infección de la pared abdom inal 3 3 0 2 2


Necrosis intestinal 3 3 2 2 2
Neumatosis intestinal 3 2 0 0 0
Obstrucción intestinal 3 3 1 1 1
Fístula 1 0 0 0 0
Infección intraabdom inal 3 3 0 1 1
Bacteriemia de catéter central 1 0 0 1 0
Absceso subcutáneo 2 0 0 0 0
Desplazamiento 10 3 0 10 4
Oclusión 5 1 0 5 2
Total 34 18 3 22 10*

* Dos repeticiones de intervención ocasionaron 2 complicaciones.


Fuente: Myers JG, Page CP, Stewart RM, Schwesinger WH, Sirinek KR, Aust JB. Complications of needle catheter jejunostomy in 2,022
consecutive applications. Am J Surg 1995;170:547-551; con autorización.

adhesión han de ligarse para evitar una posible h e m o rra ­ Debe evitarse cualquier tensión o distorsión de la anas­
gia. Las adhesiones simples suelen ser avasculares, y no re­ tomosis. El cirujano debe asegurarse de que la tensión o la
quieren n in g u n a ligadura. torsión no se han tra n s m itid o sim p le m en te a una porción
Los cirujanos deben extre m a r las precauciones para no más distal o proximal. La resección de una obstrucción intes­
p ro d u c ir superficies erosionadas d u ra n te la disección. En tinal no descarta la presencia de otra obstrucción en posi­
algunos casos m u y poco frecuentes, la superficie erosiona­ ción distal a la anastomosis, lo cual reviste una gran im p o r­
da debe repararse con Vicryl 3-0. Sin em b a rg o , la b io p a to - tancia en la cirugía de las atresias intestinales en el n iñ o 152.
logía de la fo rm a c ió n de adhesiones corresponde a la reac­ Myers y cois.176 han estudiado las com plicaciones rela­
ció n fre n te a un cu e rp o e x tra ñ o , p o r lo qu e las suturas cionadas con la inserción de un catéter de yeyunostom ía,
actúan c o m o nidos para tales reacciones. La anastomosis de las cuales se enum eran en la Tabla 16.12. N o rth y N ava177
e x tre m o a e x tre m o es el m é to d o de elección para resec­ han señalado la posib ilid a d de in tro d u c ir aire en la vena
ción intestinal. C uando deba aplicarse una anastomosis de p orta d u ra n te la yeyunostom ía con catéter.
lado a lado, se m an te n d rá la abertura lo más cerca posible N u s s b a u m e ry cois.178 describieron un caso de perfora­
de los extrem os ciegos con el o b je to de evitar la apertura ción tra u m a to ló g ic a del in te stin o d e lg a d o c o m o c o m p li­
de los muñones o el síndrome del m u ñ ó n ciego (Fig. 16.47). cación infrecuente de una hernia inguinal.

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Apéndice
Lee J. S kandalakis; G e n e L, C o lb o rn ; T hom as A, W e id m a n ; J o h n E. Skandalakis;
Panajiotis N, S ka n dalakis

«El médico tiene el deber de recordar que, a efectos prácticos, la peritifilitis, el tum or peritifilítico y el absceso perítifilítico su­
ponen la inflamación del apéndice vermiforme.»
R eginald Fitz (1 8 8 6 y

«Lo que pretendemos lograr con el tratam iento de la apendicitis no es salvar a la m itad de los pacientes, n i a cuatro de cin­
co casos, sino a todos ellos.»
C. M cBurney ( 1 8 8 9 )2

«Tan sólo existe un tratam iento lógico de la enfermedad, a saber, la escisión del órgano enfermo en cuanto se haya elabora­
do el diagnóstico.»

A. Worcester (1 8 9 2 ) 3

«Resulta sorprendente y, a la vez, humillante, que un pequeño órgano que no realiza ninguna función útil en el hombre
tan a menudo origine problemas que, sin un tratam iento apropiado e inmediato, pueden tener consecuencias mortales y
cuya causa no comprendemos del todo.»

Basil M orson ( 1 9 7 2 )4

recha y a n te rio r durante la infancia. La posición simétrica


Historia c o n stituye la norm al en el apéndice m aduro.
La Tabla 1 7.1 recoge la historia de la anatom ía y la ci­ Maissel8 d e fendió la existencia de una rotación del c o ­

rugía del apéndice. lon derecho y el ciego alrededor de su eje lo n g itu d in a l. Por
lo tanto, el apéndice retrocecal constituye una estructura ju ­
venil. Los autores de este capítulo no están convencidos de
Embriogénesis esta teoría.
La sección transversal del apéndice es circular hasta la
D esa rr o llo normal d u o d écim a semana, m o m e n to a partir del cual ado p ta una
m o rfo lo g ía lobulada. Hacia los meses cua rto y q u in to se
El apéndice es la porción te rm ina l del ciego e m b rio n a ­ desarrollan vellosidades q u e desaparecen con a n te rioridad
rio. Se distin g u e inicialm ente p o r su incapacidad para pro- al nacim iento. Un reducido n ú m e ro de vasos linfáticos apa­
liferar al m ism o ritm o que el ciego p roxim al. Este d ife re n ­ rece en la pared a p endicular hacia el séptim o mes; su ca n ­
te ritm o de proliferación se m antie n e a lo largo de la vida tid a d se increm enta hasta la pub e rta d y, a p a rtir de e n to n ­
posnatal. En el m o m e n to nacim iento, el d iá m e tro del c o ­ ces, se reduce de fo rm a gradual. La oblite ra ció n de la luz
lon es 4,5 veces m a yo r que el correspondiente al a p é n d i­ es un hallazgo frecuente en el paciente anciano.
ce; en la madurez, su va lo r es 8,5 veces m ayor5.
El apéndice com ienza a visualizarse alrededor de la oc­
tava semana de embarazo. Inicialm ente se proyecta desde A n o m a l ía s c o n g é n it a s
el vértice del ciego. A m edida que éste prolifera, el origen Debido a la naturaleza aparentemente vestigial del apén­
del apéndice se desplaza en sentido medial hacia la válvu­ dice, cabría esperar una notable variabilidad de este ó rg a ­
la ileocecal (Fig. 17.1 C). Las tenias del revestim iento m us­ no, au n q u e en realidad no es así. Las variaciones apendi-
cular longitudinal del colon se originan en la base del apén­ culares son escasas y, en c u a lq u ie r caso, in fre c u e n te s .
dice y presentan el m ism o desplazam iento. A u n q u e el apéndice parece representar un ó rg a n o d ig e sti­
En un 5 % a 1 5% de los sujetos no se produce el des­ vo vestigial en el ser h u m ano, se trata de un ó rg a n o linfoi-
plazam iento en sentido medial del apéndice a d u lto 6. En es­ de fu n cio n a l to ta lm e n te desarrollado.
tos casos, el apéndice adopta una m o rfología in fu n d ib u li-
fo rm e (Fig. 1 7.1 A). Cuando conserva su morfología normal,
A u s e n c ia d e a p é n d ic e
se dispone simétricamente sobre el vértice cecal (Fig. 1 7.1 B).
W akeley7 afirm ó que la posición asimétrica del a p é n d i­ Tanto M o rg a g n i (en 1 71 9 )9 co m o H un te r (en 1 7 6 2 )10
ce se debe al ritm o más rápido de las paredes cecales de- describieron la ausencia del apéndice. Se han p u b lic a d o

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Apéndice
17
T a b la 1 7 .1 . Historia de la anatomía y la cirugía del apéndice
Leonardo Da Vinci 1492 Representó el apéndice en dibujos y lo d eno m in ó «orecchio» (orejita); publicado
en el siglo xvm
Berengario da Carpi 1521 Primera descripción del apéndice
Andreas Vesalius 1543 Mostró u n apéndice en una ilustración, au n q u e no lo describió en el texto
acom pañante
Jean Fernei 1544 Descripción inicial de la apendicitis
Von Hilden 1652 Descripción inicial de la apendicitis
Lorenz Heister 1711 Descripción inequívoca de un apéndice perforado con formación de absceso
Giovanni Battista 1719 Primera descripción anatóm ica detallada del apéndice
Morgagni
Claudius Amyand 1736 ¿Practicó la primera apendicectomía? ¿O fue Tait en 1980? ¿O Krónlein en 1884?
Mestivier 1759 Describió la perforación del apéndice por u n alfiler; consideró que la perforación
era la causa del absceso; se trata del segundo caso inequívoco que identifica el apéndice
com o lugar de enfermedad
Jo hn H unter 1767 Describió un apéndice gangrenoso en u n a necropsia
John Parkinson 1812 Describió los hallazgos de necropsia de un n iñ o de 5 años con apéndice perforado
que contenía un fecalito
Louyer-Villemay 1824 Describió un apéndice gangrenoso mortal en dos varones jóvenes, primera historia
clínica de apendicitis supurativa aguda
François Melier 1827 Presentó seis descripciones de necropsia de apendicitis y sugirió la posible conveniencia
de la extirpación quirúrgica del apéndice
Goldbeck 1830 Describió la apendicitis supurativa aguda, aun qu e la atribuyó a la irritación del ciego;
primera utilización del térm ino «peritifilitis»
Guillaume 1835 Atribuyó los abscesos del CID a una causa pericecal sin m encionar el apéndice
Dupuytren
Stokes 1838 Administró dosis elevadas de opio para tratar la inflamación intraabdom inal
Thomas Addison 1839 Describieron la sintomatología de la apendicitis; afirmaron que el apéndice era el
y Richard Bright causante de m uchos o la mayoría de los procesos inflamatorios de la fosa ilíaca derecha
A. Grisolle 1839 Recomendó el drenado de los abscesos abdom inales tras una espera vigilante hasta
la fluctuación
Volz 1846 Identificó el apéndice com o origen de un proceso inflamatorio del CID
Henry Hancock 1848 Recomendó la cirugía precoz de d renado de los abscesos
Willard Parker 1867 Reconoció el origen obstructivo de la apendicitis; refirió cuatro casos de absceso
derivado de u n apéndice perforado; recom endó el drenado quirúrgico a partir
del qu in to día de enfermedad, au n q u e n o antes de producirse la perforación
Lawson Tait 1880 Extirpó un apéndice gangrenoso; en 1890 dejó de practicar la apendicectomía
Abraham Groves 1883 Extirpó un apéndice inflamado; no publicó el caso hasta 1934
Mikulicz 1884 Extirpó el apéndice a un paciente, pero éste no sobrevivió
Krönlein 1884 Quizá fuera el primer investigador en realizar una apendicectomía, en lugar de A myand
en 1736
Charter-Symonds 1885 Extracción extraperitoneal de u n fecalito
Reginald Herber Fitz 1886 Recomendó la extirpación quirúrgica precoz del apéndice agudo; utilizó por primera vez
el térm ino «apendicitis»
R.J. Hall 1886 Extracción satisfactoria de u n apéndice perforado con una hernia inguinal irreducible
con absceso pélvico
Jo hn H om ans 1886 Intervino a u n n iñ o de 11 años para drenar u n absceso; la recuperación del paciente fue
buena
Thomas G. M orton 1887 Extracción quirúrgica satisfactoria de un apéndice perforado con drenado del absceso
Edward R. Cutler 1887 Llevó a cabo una de las primeras apendicectomías sin rotura «limpias»; publicado en 1889
Henry Sands 1888 Extrajo dos fecalitos y cerró la perforación del apéndice
Charles McBurney 1889 Describió el dolor con la palpación en u n punto abdom inal (punto de McBurney)
Junio de 1894 Presentó la «incisión en parrilla» (incisión de McBurney) a la Chicago Medical Society (CMS)
749

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* Skandalakis

Apéndice

T a b la 1 7 .1 . Historia de la anatomía y la cirugía del apéndice (Continuación.)


Anatomía quirúrgica

Lewis L. Julio de 1894 Publicó su técnica de incisión vertical de la línea media, cuya presentación se pospuso
McArthur a la reunión de junio de la CMS
G. R. Fowler 1894 a 1895 Recomendó plegar el m u ñ ó n apendicular
R. H. M. Dawbarn 1895 Recomendó la invaginación del m u ñ ó n apendicular con el fin de evitar la formación
de fístulas postoperatorias
William Henry 1897 Recomendó practicar una incisión vertical a través del m argen lateral de la vaina
Battle del recto derecho; igualmente, otros cirujanos abogaron por esta incisión, conocida
tam bién com o incisión de Battle-Jalaguier-Kammerer
A. C. Bernays 1898 D ocum entó 71 apendicectomías consecutivas sin mortalidad
Harrington, Weir, 1899 Describieron la extensión medial de la incisión en parrilla m ediante la división
y Fowler de la porción lateral de la vaina del recto (extensión de Fowler-Weir)
A. J. Ochsner 1902 Defendió el tratam iento no quirúrgico para localizar una peritonitis en progresión
Jo h n B. M urphy 1904 D ocum entó 2.000 apendicectomías sin n in g ún fallecimiento
H. A. Kelly 1905 Desaconsejó la «ligadura, am putación y recubrim iento del m uñón»
A. E. Rockey, 1905 Ambos recom endaron la incisión cutánea transversal (denom inada posteriorm ente
G. G. Davis 1906 «incisión de Rockey-Davis»)
P. Masson 1921 Describió neurom as del apéndice; estudió la relación existente entre las células
neuroendocrinas y el origen de los tum ores carcinoides
Arthur Rendle Short 1925 Investigó la apendicitis com o «una enfermedad de la civilización occidental»,
alim entación baja en fibra
LeGrand Guerry 1926 Citó 2.959 casos personales de apendicectomía
A. J. E. Cave 1936 Describió duplicaciones y anom alías apendiculares
D. C. Collins 1951 Describió la agenesia del apéndice
1955 Estudió 50.000 muestras de apéndice h um ano
1963 Estudió 71.000 muestras de apéndice h u m a n o
Skandalakis y cols. 1962 Revisión colectiva de casos de tum ores del músculo liso del colon y el apéndice
incluidos en la bibliografía médica universal
O'Neill 1966 Describió el uso del apéndice com o trom pa de Falopio
E. Higa y cols. 1973 Describió tum ores epiteliales proliferativos de mucosa apendicular
De Kok 1977 Apendicectomía con guía laparoscópica con m ini-laparotom ía
A. P. Dhillon, 1982 a 1983 Estudiaron las células neuroendocrinas subepiteliales; inm unorreactividad
L. Papadaki, J. Rode a la serotonina
Semm 1983 Apendicectomía laparoscópica

Tabla elaborada p o r D a v id A . M c C lu sk y III y ]o h n E. S ka nd a la kis.

B ib lio g r a fia :
de Kok HJ. A new technique for resecting th e non-inflam ed not-adhesive appendix th ro ug h a mini-laparotom y with th e aid of
the laparoscope. Arch Chir Neerl 1977;29:195-98.
Moore FD. The gastrointestinal tract and the acute abdom en. In: Warren R. (ed) Surgery. Philadelphia: WB Saunders, 1963.
O'Neill JJ. The use of the vermiform appendix as a fallopian tube. Am J Obstet Gynecol 1966;95:219-21.
Skandalakis JE, Gray SW, Shepard D, Bourne GH. Sm ooth Muscle Tumors of the Alimentary Canal: Leiomyomas and Leiomyosar­
comas, a Review of 2525 Cases. Springfield, IL: Charles C. Thomas, 1962.
Skandalakis JE, Gray SW. Embryology for Surgeons (2nd ed). Baltimore: Williams & Wilkins, 1994.
Williams GR. Presidential address: A history of appendicitis. Ann Surg 1983;197:495-506.
Williams RS. Appendicitis: historical milestones and current challenges. Med J Aust 1992; 157:784-87.
Williams RA, Myers P. Pathology of the Appendix and Its Surgical Treatment. New York: C h a p m a n & Hall Medical, 1994.

un reducido núm ero de casos de ausencia de apéndice o au­ se desarrolle al m ismo ritm o que el ciego, p o r lo que esta­
sencia de apéndice y ciego. Collins detectó cuatro casos en ría presente sin d e m a rcación alguna con respecto al res­
71.000 muestras examinadas11, y encontró solamente 46 en to de éste. Esta situación es más probable cuando existen
la bibliografía especializada (hasta el año 1931 ) 12. más de cuatro haustras en el ciego13. Según Williams14, la po­
La ausencia de apéndice puede deberse a la falta de fo r­ sibilidad de autoam putación, invaginación o vólvulo15 apen-
m ación durante la octava semana. Otra posibilidad es que dicular exige realizar una exploración del intestino y la ca-
750

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Apéndice
17
Banda longitudinal La trasposición visceral puede predecirse a p a rtir de la
anterior (tenia) posición del corazón del paciente. Por el co n tra rio , la au­
sencia de rotación puede pasar desapercibida si no se dis­
pone de radiografías. Por otra parte, es preciso ind ica r que
el d o lo r asociado a la apendicitis se percibe en el cuadran­
te infe rio r derecho (C ID ) en alrededor de un 5 0 % de los
sujetos con trasposición visceral.
Cuando el ciego y el apéndice no se encuentren en la fosa
ilíaca derecha será necesario explorar el canal paravertebral
en el espacio subhepático derecho; si aun así no se p u d ie ­
ra localizar el ciego, la incisión deberá cerrarse. Se practica­
rá una incisión a lo largo de la línea media con el fin de ac­
ceder a los cuadrantes inferiores izquierdo y derecho.

F igu ra 17.1. Tres tipos de ciego y apéndice. A y B, Formas in ­


fantiles. Cuando están presentes en el adulto, representan una Duplicación de apéndice
leve interrupción del desarrollo. C, Forma m adura y más co­
m ún. [sk4] W au g h 22 describió tres tipos de duplicación de apéndice:
• A péndice en dob le barril, con una hoja m uscular co m ú n
y, a m enudo, una com unicación distal entre las luces (este
tip o de dup lica ció n tu b u la r ta m b ié n se ha observado en
v idad a b d o m in a l para d e te cta r un apéndice m o m ific a d o el intestino grueso y el intestino delgado).
con anterioridad a cualquier diagnóstico de agenesia. • A péndice d o b le semejante al de las aves. Las estructuras
C h e vre y cois.,16 los cuales identificaron un caso de age­ se asientan simétricamente a ambos lados de la válvula ile­
nesia apendicular, a dvirtieron que tal diag n ó stico no p u e ­ ocecal (este tra sto rn o se asocia a otras anomalías graves
de alcanzarse sin una exploración com p le ta de las áreas ile­ y puede c o n s titu ir una fo rm a leve de g e m e lizació n del
ocecal y retrocecal. intestino posterior).
• D uplicación tip o tenia cólica. Se desarrolla un apéndice
Apéndice ectópico norm al en su posición habitual y se fo rm a un apéndice de
Fawcitt e n c o n tró un apéndice en el tó ra x asociado a m e n o r ta m a ñ o sobre una tenia. Esta o rg a nización pue­
una rotación patológica y un defecto d ia fra g m á tico 17. Bab­ de deberse al desarrollo c o n tin u o de la tu m e fa cció n ce­
cock describió la e xtirpación de un apéndice localizado en cal transitoria observada entre las semanas sexta y sépti­
la región lum b a r18. Abramson presentó un caso de un apén­ ma de desarrollo.
dice situado en el in te rio r de la pared cecal posterior y ca­ Las Figuras 1 7.2 A a E m uestran la clasificación de Cla­
rente de serosa19. ve23 y W a llb rid g e 24 de las duplicaciones apendiculares. Kjo-
seev y Losanoff25 d e te c ta ro n un se g u n d o apé n d ice en el
Apéndice situado en el lado izquierdo áng u lo esplénico del colon (Fig. 1 7.2D) y consideraron que
Cuatro trastornos pueden hacer que el apéndice se si­ se trataba de un nuevo subtipo de la anom alía de tip o B
túe en el lado izquierdo. Por orden de frecuencia, se tra ­ de Cave-W allbridge.
tan de: 1) trasposición visceral, 2) ausencia de rotación de La duplica ció n es un hallazgo p o co fre cuente; Collins
los intestinos, 3) ciego «errante» con un m esenterio largo, observó solam ente dos casos de d u p lica ció n apen d icu la r
y 4) apéndice de lo n g itu d excesiva que cruza la línea m e ­ co n g è n ita y un caso de seudoduplicación p o stinflam atoria
dia. Nisolle y cois.20 describieron un caso de apendicitis del en un co n ju n to de 71.000 muestras11. En el año 1992, Arda
lado izquierdo con el e xtre m o de un apéndice derecho d i­ y cois.26 elevaron el n ú m e ro de casos descritos a unos 100.
latado localizado en el cuadrante inferior izquierdo (C ll) a Tinckler27 describió un apéndice trip lica d o asociado a otras
lo largo de la pared pélvica lateral. anomalías, mientras que Mesko y cois.28 descubrieron un
Smith y cois, afirm aron que, hasta 1933, se habían p u ­ apéndice en herradura con una luz co n tin u a perm eable y
blicado 4 0 casos de apendicitis y rotación p a tológica del dos orificios independientes de desem bocadura al ciego, y
apéndice en el cuadrante inferior izquierdo, y 97 casos de un m esoapéndice en fo rm a de abanico d u ra n te una in te r­
apendicitis y trasposición visceral hasta 19 4 9 21. Collins en ­ vención quirúrgica.
con tró 40 casos de apéndice situado en el Cll y 1 7 casos de Lin y cois.29 sugirieron c o m p ro b a r de fo rm a sistemáti­
trasposición visceral (11 con d e xtrocardia) en su serie de ca la d u p licación apendicular dura n te la cirugía, en espe­
7 1 .0 0 0 m uestras11. En c o n ju n to , se han p u b lic a d o unos cial en el paciente con signos clínicos de apendicitis y un
2 0 0 casos de apéndice localizado en el lado izquierdo en a péndice no rm a l en la laparotom ía. Esta reco m e n d a ció n
la bibliografía especializada. me parece m u y acertada.
751

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* Skandalakis

Apéndice
Anatomía quirúrgica

F ig u r a 17.2. Sistema de clasificación de las duplicaciones


elaborado por Cave y Wallbridge. A, Anomalía de tipo A de
Wallbridge. U n solo ciego y un a duplicación parcial del ap é n ­
dice con una única base. Son posibles distintos grados de d u ­
plicación apendicular. B, Anomalía de tipo B de Wallbridge.
Dos apéndices totalm ente independientes surgen de un solo
ciego y se aco m o d a n a cada lado de la válvula ileocecal. C,
Anomalía de tipo B2 de Wallbridge. El segundo apéndice sue­
le surgir de las tenias cólicas de la pared del ciego. D, La figu­
ra muestra anom alías de tipos B1 (1) y B2 (2); el n ú m ero 3 re­
presenta una duplicación del ángulo hepático del colon; el
núm ero 4 muestra una duplicación del ángulo esplénico del co­
lon. E, Anomalía de tipo C de Wallbridge. Duplicación de cie­
go, cada u n o de los cuales posee su propio apéndice. [wi6],
m

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Apéndice
17
nal, el epiplón mayor, o asas del íleon. En el cadáver, el vér­
tice del ciego suele encontrarse ligeram ente desplazado ha­
cia el lado medial de la m itad del ligam ento inguinal dere­
cho.
En los pacientes vivos, la posición del ciego d e pende
de la postura, la respiración, el to n o m uscular abdo m in a l
y el estado de distensión intestinal. C uando un sujeto se si­
túa en posición de bipedestación, el ciego y el apéndice
suelen descolgarse p o r encima del b o rde pélvico. Desde el
vértice del ciego (el único p u nto relativamente fijo), el apén­
dice se proyecta en cualquier dirección y su e x tre m o p u e ­
de adherirse a prácticam ente cualquier ó rg a n o abdom inal,
con excepción del bazo (Fig. 1 7.4).
N o cabe duda de que la te rm in o lo g ía em pleada para
describir la posición del apéndice c o n stitu ye una im p o r­
ta n te fue n te de co n fusión para el c iru ja n o que p retende
aplicar las descripciones contenidas en la bibliografía a la re­
alidad del quiró fa n o . Sir Frederick Treves diseñó un esque­
ma de posiciones apendiculares basado en las manecillas del
reloj (Fig. 1 7 .5 )37.
El s ig n ific a d o e x a cto de «retrocecal» resulta p re o cu -
p a n te m e n te confuso en un trabajo de Wakeley p u b licado

F ig u ra 17.3. D iverticuiosis del ap én d ice.

Divertículos apendiculares congénitos


A unque el apéndice puede presentar duplicaciones de
igual fo rm a que cualquier otra p orción intestinal, tan sólo
se ha publicado un reducido núm ero de casos de form ación
de divertículos apendiculares co n g é n ito s verdaderos (Fig.
17.B)30' 33. Favara31 e n co n tró una asociación entre la exis­
tencia de anomalías genéticas y la presencia de dive rtícu ­
los congénitos.

Mucosa heterotópica en el apéndice


Se ha d o c u m e n ta do la presencia de mucosa gástrica, te­
jido pancreático34 y mucosa esofágica35 en el apéndice. Ha-
que y cois.36 detectaron la presencia de hueso heterotópi-
co asociado a tumores apendiculares productores de mucina.

F igu ra 17.4. Variaciones de la posición topográfica del apén ­


To p o g r a f ía , p o s ic ió n y r e l a c io n e s dice. Desde su base en el ciego, el apéndice puede extenderse
(A) en sentido craneal, retrocecal y retrocólico; (B) en sentido
El apéndice surge del ciego, el cual se relaciona dorsal­ caudal, pélvico; (C) en sentido caudal hacia la derecha, sub­
m ente con el músculo psoas ilíaco y el plexo nervioso lum ­ cecal; o (D) en sentido craneal hacia la izquierda, ileocecal
bar. El apéndice contacta por delante con la pared a b d o m i­ (puede pasar por delante o por detrás del íleon). [sk4]
753

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• Skandalakis

Apéndice

Retrocólica
(por detrás del ciego)
Anatomía quirúrgica

Inguinal media
(hacia el ligamento inguinal)

F ig u ra 17.5 . Ilustración de la posición apendicular. [d e l] F ig u ra 17.6. Posiciones anterior y posterior del vértice apen­
dicular. [oc]

en 19 3 3 7, d o n d e se revisaron 10 .0 0 0 casos post m ó rte m y La mayoría de las series coinciden con las dos posicio­
se describieron cinco posiciones típicas del apéndice. Por o r­ nes más com unes descritas p o r Wakeley, si bien Buschard
den de frecuencia, las posiciones son: 1) retrocecal-retro- y Kjaeldgaard38 recopilaron algunas variaciones significati­
cólica, libre o fija; 2) pélvica o descendiente; 3) subcecal, vas en las publicaciones de un gran núm ero de cirujanos (Ta­
pasando hacia abajo y a la derecha; 4) ileocecal, pasando bla 17.2).
hacia arriba y anterior, izquierdo al íleon; y 5) ileocecal, p o r O 'C o n n o r y Reed39 estudiaron la posición del apéndice
detrás del íleon. C ua n d o se dice que la posición del apén­ en 129 pacientes som etidos a intervenciones a b d o m in a ­
dice es «retrocecal» o «retrocólica», ¿se indica si la posición les; estos autores utilizaron una te rm in o lo g ía p ro p ia para
del ó rg a n o es intraperitoneal o extraperitoneal? Esta d ife ­ referirse a la posición anatóm ica del apéndice (Fig. 1 7.6).
rencia no resulta, en absoluto, trivial. La Tabla 1 7.3 presenta los resultados de estos investigado-

Tabla 17.2. Estudio de la posición del apéndice, en porcentajes, en diversos trabajos


Posición, %
A n te rio r Posterior
Trabajo País N.° Pélvica Ileocecal Retrocecal Subcecal A n te rio r Posteri

Collins EE.UU. 4.680 78,5 20,2 1,3 78,5 21,5


Peterson Finlandia 373 42,2 26,8 31,0 — 69,0 31,0
Maisel Sudáfrica 300 58,0 10,2 26,7 5,0 68,2 31,7
Shah y Shah (necropsias) India 186 34,9 28,0 30,1 7,0 62,9 37,1
Liertz Alemania 2.092 42,1 13,9 35,0 9,0 56,0 44,0
By K RSCE* 93 44,1 11,8 44,1 0,0 55,9 44,1
Waas Ceilán 266 24,1 28,6 35,3 12,0 52,7 47,3
Solanke Nigeria 125 31,2 29,2 38,4 11,2 50,4 49,6
By K Dinamarca 141 33,4 7,8 56,7 2,1 41,2 58,8
Shah y Shah (cirugía) India 405 8,2 26,9 61,2 3,7 35,1 64,9
Wakeley Gran Bretaña 10.000 31,0 1,4 65,3 2,3 32,4 67,6
Fuente: Buschard K, Kjaeldgaard A. Investigation and analysis of the position, fixation, length, and embryology of the vermiform appendix.
Acta Chir Scand 1973;139:293-298.
* República Socialista de Chequia y Eslovaquia (antes). (N. del T.)
754

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Apéndice
17
T a b la 1 7 .3 . Distribución de las posiciones del apéndice vermiforme
P o sición 1 b Sin ap e n d ic itis A p en d ic itisc Total P o rcen taje'1

Preileal 1 5 6 4 (5%)
Postileal 7 3 10 8 (7%)
Subileal 11 8 19 15 (15%)
Pélvica 14 11 25 19 (19%)
Subcecal 9 5 14 11 (13%)
Paracecal 4 9 13 10 (13%)
24 42 33 (28%)
Retrocecal 18

Total 64 65 129 100 (100%)

a Posiciones anteriores 1-5: 56%.


bPosiciones posteriores 6-7: 44%.
cDistribución de posiciones analizada por la ji-cuadrado de Pearson (P > 0,2).
dLos porcentajes en paréntesis incluyen los 27 casos excluidos.
Fuente: O'Connor CE, Reed WP. In vivo location of the human vermiform appendix. Clin Anat 1994;7:139-142.

res. A firm a ron que la posición retrocecal del apéndice era a p e ndicular media de 9,5 c m 'e n el varón y 8,7 cm en la
la más frecuente, si bien se observó únicam ente en un 2 8 % mujer.
a un 3 3 % de los casos. W akeley7, en un trabajo ce ntrado en el Reino Unido, se­
De acuerdo con los datos de O 'C o n n o r y Reed, tan solo ñaló que tan sólo un 1,4% de los apéndices a d o p ta una
un 1 0 % del 2 1 ,5 % de apéndices retrocecales descritos po r posición ileocecal. En Nigeria, Solanke42 asignó esta posi­
Collins12 era m óvil, aunque más del 4 0 % de los pacientes ción a un 19,2% de los apéndices. Buschard y Kjaeldgaard38
daneses (de un tota l de 5 6 ,7 % ) estudiados p or Buschard y co n cluyeron que la posición pélvica es indicativa de in m a ­
Kjaeldgaard38 tenían apéndices retrocecales móviles. Inde­ durez del desarrollo cecal, m ientras que la posición retro-
pe n d ie n te m e n te de la m ovilidad del apéndice, parece bas­ cecal representa un estado de m adurez com p le ta a p artir
tante razonable que el fa c to r más im p o rta n te en la apen- de determ inaciones efectuadas en Dinam arca y la antigua
dicectom ía se relaciona con su posición intraperitoneal o Checoslovaquia (véase Tabla 1 7.2). Esta teoría coincide con
extraperitoneal. las propuestas p o r W akeley7 y DeGaris43.
Puylaert40 clasificó la o rie n ta c ió n del apé n d ice c o m o Es posible que el apéndice pueda m o d ific a r su posición
m edial (3 5 % ), caudal (3 0 % ), re tro c e c a l/re tro p e rito n e a l en el paciente vivo cuando se m a n te n g a m ed ia n te adh e ­
(2 5 % ) y lateral (1 0 % ). rencias. Buschard y Kjaeldgaard38 tra taron de e n c o n tra r in ­
A jm ani y A jm an i41 estudiaron las arterias apendiculares dicios de tales m odificaciones, pero no o b tu v ie ro n n in g u ­
y la posición del apéndice en personas originarias de la In­ no. A u n q u e se ha su gerido con fre c u e n c ia 11,44, no se ha
dia. La posición más frecuente fue la retrocecal/retrocólica c o n firm a d o la existencia de correlación alguna entre la p o ­
(5 8% ), m ientras que la posición pélvica e n g lo b ó un 2 3 % sición del apéndice y la frecuencia de apendicitis. En una re­
de los casos. Las posiciones restantes, po r orden descen­ visión retrospectiva de inform es q u irú rg ic o s y un análisis
dente de aparición, fueron las enumeradas a co n tinuación: de 94 apendicectom ías, Shen y cois.45 d e te rm in a ro n que
postileal, 10% ; subcecal, 5%; paracecal, 2% ; y preileal, 2% la posición retrocecal del apéndice no alteraba la evolución
(Tabla 1 7.4). Estos mismos autores publicaron una lon g itu d clínica de la apendicitis.

T a b la 1 7 .4 . Diversas posiciones del apéndice y su porcentaje


Retrocecal y
C lasificación retrocólico Pélvico Postileal Subcecal Preileal Paracecal
Sexo M F M F M F M F M F M F
N.° de casos 52 6 15 8 9 1 5 nada 2 nada 2 nada
Total 58 23 10 5 2 2
Total en % 58% 23% 10% 5% 2% 2%
Fuente: Ajmani ML, Ajmani K. The position, length and arterial supply of vermiform appendix. Anat Anz (Jena) 1983;153:369-74.
755

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• Skandalakis

Apéndice

Pa r e d a p e n d ic u l a r V a s c u l a r iz a c ió n

La pared apendicular es semejante a la pared del colon. Arterias (Figs, 17.7 y 17.8) y venas
Anatomía quirúrgica

Se c o m p o n e de:
La arteria apendicular surge de la arteria ileocólica, una
• Serosa.
rama ileal o una arteria cecal. A u n q u e suele ser única
• La capa m uscular fo rm a d a p o r las capas lo n g itu d in a l y
(Figs. 1 7.7 A y B), Michels52 en co n tró dos arterias apendi-
circular. En la base del apéndice, el músculo lon g itu d in a l
culares en 10 de 1 32 muestras analizadas (Fig. 17.7C). Shah
produce un a u m e n to de espesor que se relaciona con to ­
y Shah44 describieron una frecuencia notablem ente más ele­
das las tenias cecales.
vada de esta duplicación en sujetos originarios de la India.
• Submucosa, que co n tie n e un gran n ú m e ro de nodulos
En el 30% de los individuos incluidos en su serie presenta­
linfoides.
ba dos arterias. Junto a la arteria apendicular típica, la base
• Mucosa.
del apéndice puede recibir irrigación de una pequeña rama
Según O w e n y N e m a n ic 46, las células epiteliales c ilin ­
de la arteria cecal a nterior o posterior.
dricas y las células M o células de tra n s p o rte de antíge-
En su estu d io acerca de sujetos nigerianos, Solanke53
nos a te n u a d o s tap iza n la m ucosa del a p é n d ice . Fergu-
observó variaciones en el p a tró n de irrig a ció n arterial al
s o n 47 a firm ó q u e , a pesar de la c o n o c id a a so cia ció n
apéndice; además de la irrigación procedente de la arteria
e xistente e n tre las células epiteliales cilindricas y los lin-
a p e ndicular principal, 80 de 100 cadáveres recibían irrig a ­
fo c ito s en el in te rio r de la capa ep ite lia l del in te s tin o y
ción de una o más arterias apendiculares accesorias. Este
otros órganos, la inve stig a ció n p e n d ie n te para d e te rm i­
autor tam bién destacó la elevada frecuencia de anastomosis
nar la fu n c ió n real de las inte racciones e ntre los linfocitos
arteriales, las cuales podrían actuar c o m o rutas alternativas
y la mucosa entérica es extensa.
para la circulación en caso de oclusión de la arteria a p e n ­
Brunagel y cois.48, describieron una fístula apendicocu-
d icular principal.
tánea que se m anifestó c o m o una c o m p lica ció n del dre ­
Van D a m m e 54 a firm ó que la rama apendicular de la ar­
nado abdom in a l.
teria ileocólica puede aparecer duplicada en un 5 % de los
sujetos. En concordancia con los datos de este investiga­
dor, Bertelly y cois.55 consideraron las ramas cecoapendi-
M esenterio del a p é n d ic e
culares de la arteria ileocólica c o m o ramas terminales.
Hollinshead49 a firm ó que «dado que el apéndice perte­ En su estudio de sujetos originarios de la India, A jm ani
nece al ciego y este ú ltim o carece de un m esenterio ver­ y A jm a n i41 a firm a ro n que la arteria a p e n d icu la r princip a l
dadero, el apéndice ta m p o co lo presenta; sin em bargo, por surge de la arteria ileocecal. Las arterias apendiculares ac­
lo general, aparece un pliegue peritoneal que co ntiene la cesorias procedían de diversos vasos en un 39% de los ca­
arteria del apéndice y se d e n o m in a h a b itu a lm e n te mesen- dáveres exam inados (Fig. 1 7.8, Tabla 1 7.6).
teriolo o m esenterio del apéndice». La vena y la arteria del apéndice están recubiertas p or
Desde el p u n to de vista del desarrollo em b rio n a rio , el el m esenterio de este órgano. La vena apendicular se une
m esenterio apendicular procede del lado posterior del m e ­ a las venas cecales para o rig in a r la vena ileocólica, la cual
senterio del íleon te rm inal. El m esenterio se une al ciego y desem boca en la vena cólica derecha56.
al apéndice pro xim a l. C ontiene la arteria apendicular. Con
frecuencia, la lo n g itu d del m esenterio parece ser excesiva­ Linfáticos
m ente reducida con relación al apéndice, el cual puede ple­
El d re n a d o linfático de la región ileocecal se efectúa a
garse hacia atrás sobre sí m ismo.
través de una cadena g a n g lio n a r adyacente a las arterias
apendicular, ileocólica y mesentérica superior, y que trans-

M o r f o l o g ía del a p é n d ic e

El lado posterom edial del ciego origina el apéndice ver­ Perlas clínico-quirúrgicas
m ifo rm e a unos 1,7 cm del e x tre m o del íleon. Se han o b ­
servado variaciones a la altura del d iá m e tro apendicular en
Para tratar los casos raros de cáncer de apéndice es esen­
la base del cieg o : H o llin s h e a d 49 re firió un p ro m e d io de
cial conocer el drenado linfático y los ganglios regionales.
0,6 cm , Anson y McVay50 p u b licaron un p ro m e d io de 0,8
Debería realizarse una hemicolectomía derecha formal en
cm, y M a in g o t51 presentó un intervalo de 0,5 cm a 1,5 cm.
caso de adenocarcinomas primarios del apéndice o tu m o ­
La lo n g itu d apendicular media descrita po r diversos au­
res carcinoides mayores de 2 cm o menores de 2 cm con
tores se muestra en la Tabla 1 7.5. Parece variar en d istin ­
extensión al mesoapéndice. (RSF jr)
tas poblaciones, aunque no se ha e n co n tra d o correlación
alguna entre la lo n g itu d y su posición38.
756
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Apéndice

T a b la 1 7 .5 . Dimensiones medias del apéndice según diversos autores


A utores Año L o n g i t u d (cm)
Ferguson 1891 11,5
Kelynack 1893 9,0
Bryant 1893 8,25
Monks y Blake 1902 7,9
Kelly y Hurdon 1905 9,1
Deaver 1913 8,9
MacPhai] 1917 9,9
Lewis 1918 8,3
Robinson 1923 9,2
Royster 1927 7,5
Henke y Lubarsch 1929 9,5
Hafferl 1953 9,0
Hollinshead 1956 8,5
Goss 1959 8,3
Solanke 1970 9,6
Anson y McVay 1971 6-12 (intervalo)
Warwick y Williams 1973 9,0

Buschard y Kjaeldgaard 1973 9,12 (operación) (RSCE)


9,75 (operación) (Dinamarca)
9,96 (necropsia) (Dinamarca)

Ajmani y Ajmani 1983 8,7 (mujer)


9,5 (varón)

Puylaert 1990 9,0


Williams y Myers 1994 9,0

Basado en datos de los siguientes autores:


Ajmani ML, Ajmani K. The position, length and arterial supply of vermiform appendix. Anat Anz (Jena) 1983;153:369-374.
Buchard K, Kjaeldgaard A. Investigation and analysis of the position, fixation, length, and embryology of the vermiform appendix. Acta
Chir Scand 1973;139:293-298.
Puylaert JBCM. Ultrasound of Appendicitis. Nueva York: Springer-Verlag, 1990.
Solanke TF. The position, length and content of the vermiform appendix in Nigerians. Br J Surg 1970;57:100-102.
Williams RA, Myers P. Pathology of the Appendix and Its Surgical Treatment. Nueva York: Chapman & Hall Medical, 1994.

porta la linfa hasta los ganglios linfáticos celíacos y la cis­ I n e r v a c ió n


terna del q u ilo (Figs. 1 7.9 y 1 7.10). B raithw aite57 describió
un d re n a d o secundario (el cual cruza p o r delante del p á n ­ La ine rva ció n sim pática del apéndice p ro ce d e de los
creas) d irig id o hacia los g a nglios subpilóricos. Es preciso ganglios mesentéricos superiores y celíacos. La inervación
recordar que los nodulos linfáticos situados en la pared del parasimpática se origina en el nervio vago. La raíz torácica
apéndice carecen de co n e xió n alguna con el d re nado lin­ octava c o n d u ce la inervación sensorial del dolor, aunque
fá tico de este órg a n o . Los linfocitos fo rm a d o s en los n o ­ tam b ié n podría transm itirse a través de los nervios toráci­
dulos pasan a la luz del apéndice. cos d é cim o y undécim o.

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• Skandalakis

Apéndice

Rama ileal
Anatomía quirúrgica

Rama (cólica) ascendente

Rama apendicular
Rama cecal anterior

Rama cecal posterior

F igura 17.7. Irrigación sanguínea


del apéndice. A y B, T ipo n o rm a l
con una única arteria apendicular.
C, Pares de arterias apendiculares.
[$k4\

e xterna de m úsculo liso lo n g itu d in a l está co m p le ta , y la


Histología mucosa y la submucosa contienen numerosos ganglios lin­
A pesar de que la gruesa pared apend icu la r posee las fáticos.
mismas cuatro capas que la pared del colon (serosa o ad­ La histología del apéndice se ha co m e n ta d o en una sec­
venticia, muscular externa, submucosa y mucosa), se d ife ­ ción previa de este Capítulo con el encabezam iento de «Pa­
rencia de ésta en las siguientes características: su capa más red apendicular».

] Perlas clínico-quirúrgicas
Dos sistemas de inervación diferentes desde el punto de ponden a la inflamación. Por el contrario, la inflamación del
vista anatómico son responsables de los distintos patrones peritoneo parietal produce dolor. Este peritoneo recibe su
de dolor observados en la apendicitis. La distensión del g ru­ inervación de nervios sensoriales somáticos torácicos. Cuan­
po de fibras simpáticas del peritoneo visceral del apéndice do el apéndice inflamado se halla en posición anterior, ori­
ocasiona un dolor periumbilical moderadamente intenso de gina los hallazgos clásicos de hiperestesia inicial seguida de
tipo cólico o continuo. Cuando se distienden, las fibras ner­ dolor localizado y dolor con la palpación en la zona infla­
viosas simpáticas que transmiten las señales de dolor no res­ mada. (RSF Jr)

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Apéndice
17
] Perlas clínico-quirúrgicas
Me he inclinado a utilizar los hallazgos clínicos para se­
leccionar el lugar de incisión de la apendicectomía. La in­
Cecal Asa arterial
cisión clásica de separación de fibras musculares se practi­
anterior
ca a un nivel ligeramente por encima, por debajo o en el
Cecal p u n to de McBurney, dependiendo de la localización del
posterior Apendicular do lo r del paciente. He preferido una incisión (aproxim a­
damente, del tip o transverso de Rocky-Davis) centrada so­
bre el punto de máximo dolor con la palpación o cualquier
masa palpable. La incisión sk in lin e suele curar con una ci­
7,69
Arterias apendiculares 59,61 catriz de reducidas dimensiones y puede extenderse me­
25,00
accesorias
, 7,69
dialmente en caso necesario. (RSF Jr)

F ig u r a 17.8. Variaciones del origen de las arterias apendi­


culares accesorias, [a/2]
El cirujano no debe esperar en co n tra r el apéndice exac­
ta m e n te en el p u n to de McBurney. M e d ia n te técnicas ra­
diológicas, DeGaris43 e n c o n tró la base del apéndice en las
proxim idades de este p u n to en 7 de 30 pacientes, mientras
Fisiología que estaba desplazada en 23 casos (Fig. 1 7.11). Karim y
cois.60 describieron que el 7 0% de los apéndices visualiza­
Se desconoce cuál es la acción fisiológica de este ó rg a ­ dos en 51 sujetos se localizaba p o r debajo de la línea inte-
no vestigial en el ser h u m a n o . N o obstante, y c o m o co n ­ respinosa. En un e stu d io de 2 7 5 enem as de d o b le c o n ­
secuencia de la abundancia de folículos linfáticos, g eneral­ traste, Ramsden y cois.61 indica ro n que solam ente un 3 5%
m e n te se acepta que el apé n d ice desem peña fu n c io n e s de las bases apendiculares se e n contraba a una distancia
inm u n ita ria s. Esta a firm ación no im p id e la e xtra cció n de de 5 cm del p u n to de M cBurney; un 1 5 % se hallaba a más
un apéndice norm al dura n te una laparotom ía e xploratoria de 10 cm de distancia.
(diagnóstica) p o r un m o tiv o m u y sencillo: la posibilidad de
apendicitis aguda con o sin gangrena, perforación y pe ri­
to n itis localizada o generalizada en el fu tu ro .
Identificación
En p rim e r lugar debe identificarse el ciego. Este órg a n o
se diferencia del colon transverso p o r la ausencia de fija­
A n ato m ía quirúrgica ciones del ep ip ló n mayor. La im po sib ilid a d para localizar el
ciego debe plantear una posible rotación patológica de los
Exposición y movilización intestinos o un ciego no d e scendido (véase «Topografía,
posición y relaciones»).
La incisión de apendicectom ía (Fig. 1 7.11) suele prac­ Una vez identificado el ciego, se debe contin u a r en sen­
ticarse sobre el p u n to de M cB urney58. El eje de la incisión tid o caudal respecto de una de las tenias cólicas hasta la base
fo rm a un áng u lo recto respecto de la línea que une la es­ del apéndice, la cual surge siempre del ciego en el p u n to de
pina ilíaca anterosuperior y el o m b lig o , y se sitúa a dos te r­ convergencia de las tenias a pesar de la considerable m o vi­
cios de distancia de éste. Una tercera parte de la incisión lidad del extrem o del apéndice. Puede resultar necesario re­
debe q u e d a r por encim a de la línea; dos tercios deben ha­ alizar una incisión en el peritoneo posterior lateral al ciego con
cerlo p o r debajo de ella59. el fin de exponer un apéndice retrocecal m u y oculto.

Tabla 17.6. Origen de las arterias apendiculares accesorias


Origen Cecal posterior Ileocecal Cecal ante rio r Asa arterial
Sexo M F M F M F M F
N.° de casos 22 5 6 2 1 1 2 nada
Total (39) 27 8 2 2
Total en porcentaje 69,23% 20,5% 5,12% 5,12%
Fuente: A jm a n i M L , A jm an i K. T h e p ositio n , l e n g th a n d arterial su p p ly of v e r m ifo r m a p p e n d ix . A n at Anz Gena) 19 8 3 ;1 53:369-74.
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• Skandalakis

Apéndice

zación norm al del apéndice. Un cirujano co m petente siem ­


pre explorará el a b d o m e n buscando signos de una in te r­
vención q u irú rg ica previa.
Anatomía quirúrgica

A p l ic a c io n e s q u ir ú r g ic a s

• La convergencia de tenias cólicas en la base ape n d icu la r


p e rm ite ide n tifica r un apéndice escondido.
• Prueba del m úsculo psoas derecho: La extensión forzada
del muslo d erecho produce un d o lo r cada vez m a y o r en
el CID del a b d o m e n cuando el apéndice infla m a d o y su
c o rto m esenterio están en c o n ta c to con el p e rito n e o que
recubre el m úsculo psoas m ayo r derecho.
• Prueba del m úsculo o b tu ra d o r derecho: La flexión y la ro­
tación lateral del m úsculo derecho p roduce un d o lo r cre­
ciente en el CID y en el área pélvica derecha cu a n d o el
apéndice inflam ado está en contacto estrecho con el mús­
c ulo o b tu ra d o r interno.
• Cada posición del apéndice pro d u ce y semeja un cuadro
clínico diferente:
- Apéndice retrocecal: d o lo r en el CID o fla n co d e re c h o
con irritación uretèrica.
F ig u r a 1 7 .9 . Vista a n terior del drenado lin fá tic o externo
- Apéndice pélvico: d o lo r pélvico con síntomas urinarios;
del apéndice que indica la posición de los ganglios linfáticos
descartar una enferm edad inflam atoria pélvica.
ileocólicos inferiores (L). [w i6\

La frecuencia de la ausencia cong é n ita del apéndice es


excesivam ente baja para considerarla seriamente. Sin e m ­
bargo, puede darse una aparente ausencia de este órgano
c o m o consecuencia de una invaginación. En este caso, el
paciente debe presentar un hoyuelo evidente en la locali-

F ig u ra 17.1 0. Vista posterior del drenado lin fá tico externo F igu ra 17.11. Incisión de apendicectomía (línea azul) con re­
del apéndice y el ciego que indica la posición de los ganglios lación al p u n to de McBurney. Recuadro: Localización real de
linfáticos ileocólicos inferiores (L). [m 6 ] 30 apéndices en 30 pacientes. [sk4]
760

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Apéndice

- Apéndice subhepático: d e b id o a la rotación patológica cecal con m a yo r frecuencia, aunque representaba sola­
del ciego; cursa con síntomas biliares. m e n te un 3 3 % de los casos; en o p in ió n de estos autores,
- Apéndice en la línea media superior o inferior: d o lo r e p i­ este d a to puede favorecer una u tilización generalizada
gástrico o hipogástrico. de la a p e n dicectom ía laparoscópica.
- Transposición visceral: cua n d o aparece, el d o lo r se loca­ El tra b a jo de Hansen y cois.72 no d e te ctó n in g u n a d i­
liza en el Cll. ferencia respecto a la m o rb ilid a d entre los casos laparos-
En el paciente p e d iátrico con un d ia g nóstico incierto de cópicos y abiertos de apendicitis aguda. M in n é y cois.73
apendicitis aguda, recom e n d a m o s llevar a cabo una in ­ afirm aro n que la apendicectom ía laparoscópica no o fre­
te rve n ció n q u irú rg ica u rg e n te en las niñas y so m eter a ce n in g ú n efecto beneficioso d e m o s tra d o en co m p a ra ­
los niños a un se g u im ie n to co n tin u o . Los c o m p le m e n to s ción con el abordaje abierto en el paciente n orm al con
diagnósticos, c o m o el enem a Gastrografin urg e n te , re­ apendicitis aguda. M u tte r y cois.74 refirieron que la apen­
sultan útiles en algunos casos. El retraso d ia g nóstico su­ d ice cto m ía laparoscópica no se asociaba a n in g ú n efec­
pone el fa cto r de m a yo r relevancia en la perforación se­ to beneficioso en co m paración con la técnica abierta en
gú n Berry y M a lt62. A pesar de la reducción del índice de los pacientes de sexo m asculino, y re c o m e n d a ro n res­
m o rta lid a d observado en los últim os años, la m o rb ilid a d tr in g ir el abordaje laparoscópico a los varones con sinto-
contin ú a siendo elevada cuando se producen retrasos en m a tología atípica y a los pacientes con obesidad. Por el
el d ia g nóstico y la cirugía. contra rio , C ox y cois.75 a firm aron que esta interve n ció n
G u id ry y Poole63 describieron que el apéndice se hallaba conlleva ventajas significativas para los varones en té rm i­
en una localización «escondida» en el 1 5 % de los pa­ nos de una recuperación más rápida que la observada en
cientes con apendicitis sim ple o sin apendicitis, en c o m ­ la a p e n d ice cto m ía abierta, y que no se asociaba a n in ­
paración con un 6 8 % de pacientes con apendicitis g a n ­ g ú n inco n ve n ie n te significativo.
grenosa o perforativa. Estos mismos autores concluyeron • La apendicitis en la m ujer embarazada constituye un p ro ­
que las variaciones anatóm icas observadas con relación a blem a d ia gnóstico. B a e ry cois.76 destacaron el desplaza­
la localización del apéndice pueden ocasionar un retraso m ie n to del apéndice p o r el útero g rávido y la correspon­
diagnóstico que se traduce en una apendicectomía tardía. d ie n te relocalización del d o lo r (Fig. 1 7.12).
Stevenson64 re co m e n d ó la apendicectom ía p rogram ada • Serour y cois.77 describieron 3 casos de apendicitis a g u ­
en el paciente con un d ia g nóstico clínico de cólico apen- da causada p o r un tra u m a tis m o a b d o m in a l co n tu so y,
dicular. después de haber llevado a cabo una revisión am plia de
W o n g y cois.65 abo g a ro n p o r la escintigrafía con IgG y la bibliografía publicada a nivel m undial llegaron a la co n ­
tecnec¡o-99m c o m o prueba diagnóstica definitiva en la clusión de que la apendicitis p o stra u m a to ló g ica co n s ti­
apendicitis aguda. Esta prueba no produce resultados fal­ tuía una entid a d real a te ner en cuenta.
sos positivos. Chen y cois.66 p u b licaron que la ecografía • O h n o y cois.78 presentaron la prim era publica ció n de in ­
abd o m in a l dispone de una sensibilidad del 9 9 ,3 % , una vagin a ció n a p e ndicular produ cid a p o r un a d e n o m a tu -
pre cisión del 9 1 ,6 % , un v a lo r p ro n ó s tic o p o s itiv o del bulovelloso derivado del apéndice.
9 0 ,5 % , y un valor p ro n ó s tic o negativo del 9 7 ,0 % para • N y cu m y cois.79 d o c u m e n ta ro n un caso de invaginación
d e te cta r la apend icitis aguda. Estos investigadores de ­ a sintom ática del apéndice causada por una e n d o m e trio ­
fen d ie ro n la realización de ecografías abdom inales siste­ sis. Tras haber estudiado 7 1 .0 0 0 muestras de apéndice
mática en los pacientes con apendicitis clínica. h u m a n o a lo largo de 40 años, Collins11 estableció la in ­
De igual m odo, en un trabajo semejante al de Chen y cois., cidencia de todas las causas de invaginación en un 0,1 %.
C rom be y cois.67 re co m endaron la ecografía a b d om inal • Hoeksema y Gusz80 se sirvieron de la colonoscopia para
sistemática en caso de sospecha de apendicitis aguda. diagnosticar la invaginación apendicular, cuyo tratam iento
Buckley y cois.68 defienden la apendicectom ía laparoscó- consistió en una apendicectom ía laparoscópica.
pica d e b id o a la reducción de com plicaciones y a la m e ­ • Lessin y cois.81 afirm aron que la ecografía representa una
n o r estancia hospitalaria asociada a esta in te rv e n c ió n . m o d a lid a d diagnóstica de u tilidad en los casos e q u ívo ­
Reiertsen y cois.69 describieron esta técnica c o m o «al m e­ cos de apendicitis desde el p u n to de vista clínico.
nos igual de buena» q ue la apendicectom ía abierta. W i­ • Scineaux y cois.82 recom endaron la ecografía transvaginal
lliams y cois.70 refirieron que la apendicectom ía laparos- c o m o herram ienta diagnóstica en los sujetos aquejados
c ó p ica c o m p o rta b a una m e n o r analgesia p o r vía de d o lo r pélvico recurrente. Emplearon esta m o d a lid a d
parenteral y posibilitaba el alta hospitalaria en un plazo in­ para d ia gnosticar la apendicitis en mujeres con e n d o m e ­
ferior, si bien con un gasto significativam ente más eleva­ triosis crónica.
do. O rte g a y cois.71 m e n c io n a ro n estos efectos b e n e fi­ • A diferencia de los trabajos enum erados en los párrafos
ciosos, aunque ta m b ié n ind icaron una m a y o r duración precedentes, un estudio de Lee y cois.83 pon e en duda el
de la in te rv e n c ió n . La m ayoría de los pacientes no re­ v a lo r de la ecografía y la TC c o m o herra m ie n ta s d ia g ­
quiere una disección retroperitoneal. O 'C o n n o r y Reed39 nosticas, y respalda la utilización selectiva de la laparos-
señalaron que el apéndice adoptaba una posición retro- copia diagnóstica. Según sus propias palabras:

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■ Skandalakis

Apéndice

• Las neoplasias benignas y malignas del apéndice son m uy


raras y, según Lyss84, se observan en un 1 ,0 8% a un 1,3%
de las muestras apendiculares. Las patologías neoplásicas
Anatomía quirúrgica

más frecuentes son los tum ores carcinoides, los m u co ce ­


les y, rara vez, los tum ores epiteliales y no epiteliales.
• En una revisión de la bibliografía publicada entre 1875 y
1996 a nivel m u n d ia l, Hatch y cois.85 encon traro n única­
m e n te 23 leiom iom as y 5 leiomiosarcomas del apéndice.
Estos autores recom endaron practicar una colectomía de­
recha cuando el tu m o r m uestre dos o más figuras m itó -
ticas p o r cada 10 cam pos de gran aum e n to .
Krisher y c o is.86 d e s c rib ie ro n unos índices s ig n ific a tiv a ­
m e n te más elevados de absceso in tra a b d o m in a l en los n i­
ños con a pendicitis perforada al co m p a ra r la apendicec-
to m ía laparoscópica con la cirugía abierta en un ce n tro
terciario.

Le s io n e s vasculares

Puede fo rm a rs e un h e m a to m a en el m e s e n te rio del


apéndice o el mesenterio ileocecal c o m o consecuencia de
la apendicectom ía. También es posible una hem orragia in ­
tralu m in a l. Los vasos ilíacos derechos pueden sufrir daños,
F ig u r a 17 .12 . Cambios de posición y dirección del apéndi­ en especial en el paciente con un apéndice «pélvico» p ro ­
ce durante el embarazo. PP, puerperio. [ba4] ye cta d o hacia abajo.
El hemoperitoneo puede darse por una ligadura incorrecta
del mesenterio apendicular. M cG ra w 87 recom endó ligar las
ramas individuales de la arteria apendicular en el mesoapén-
dice. Kazarian y cois.88 describieron seis casos de hemorragia
intraperitoneal en 539 intervenciones de apendicitis.

El dolor migratorio, los resultados de la exploración fí­


sica y la leucocitosis inicial constituyen datos fiables y pre­ Le s io n e s o r g á n ic a s
cisos en el diagnóstico de la apendicitis aguda. N i la TC ni
la EC permiten mejorar la precisión diagnóstica ni el índi­ El ciego, el íleon te rm in a l, o cu a lq u ie r asa inte stin a l
ce de apendicectomías negativas; de hecho, estas técnicas pueden sufrir daños p o r una tracción excesiva o un m ane­
pueden retrasar la consulta quirúrgica y la apendicecto- jo brusco. Una a p e n dicectom ía pélvica d ificultosa puede
mía. En los casos atípicos, se debe p lantear la aplicación ta m b ié n dañar el uréter derecho, la tro m p a uterina dere­
selectiva de la laparoscopia diagnóstica. cha o el ovario.

T a b la 1 7 .7 . Resumen de complicaciones anatómicas de la apendicectomía


Intervención Lesión vascular Lesión orgánica Intervenciones inadecuadas

Apendicectomía H em atom a del mesenterio, Perforación del ciego o asa Demora innecesaria en la localización del
hem operitoneo, hem orra­ inte stin a l, uréter dere­ apéndice, falta de extracción del extremo
gia in tra lu m in a l, arteria y cho, tro m p a u terina u apendicular, m uñón restante excesivamente
vena ilíaca derecha ovario derecho largo (posible recidiva de apendicitis)

Tomado de Skandalakis JE, Gray SW, Rowe JS Jr. Anatomical Complications in General Surgery. Nueva York: McGraw-Hill, 1983; reproducido
con autorización.
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Apéndice
17
] Perlas clínico-quirúrgicas
La visualización adecuada debe evitar daños a otras es­ Las fístulas fecales son una complicación molesta, aun­
tructuras. Esta visualización puede resultar imposible en caso que por lo general poco peligrosa, de la apendicectomía. Se
de retraso diagnóstico en un paciente con una perforación han descrito asociadas a técnicas de inversión y no inversión.
localizada del apéndice que acude a consulta varios días des­ Una fístula fecal creada por una técnica de inversión puede
pués del inicio del proceso. En esta etapa, la masa inflama­ ser consecuencia de la necrosis de una sutura en bolsa de ta­
toria puede incluir desde un flem ón hasta una cavidad de baco excesivamente tensa o de una lesión cecal. Las fístulas
absceso rellena de pus. Habitualmente, el tratam iento reco­ fecales de un muñón apendicular no invertido pueden de­
mendado no es de tip o quirúrgico. Por lo general, los fle­ berse al desprendimiento de una sutura excesivamente laxa
mones remiten al administrar antibióticos. Los abscesos ver­ o a la necrosis de una ligadura excesivamente tensa. La ma­
daderos pueden precisar su drenado quirúrgico o un drenado yor parte de las fístulas desaparece de forma espontánea, a
orientado por la imagen. Cuando se lleva a cabo la primera no ser que se haya retenido algún cuerpo extraño, exista
modalidad, generalm ente no se recomienda realizar una obstrucción del colon distal o se haya conservado un rema­
apendicectomía, salvo cuando el apéndice pueda visualizar­ nente apendicular productor de mucosidad. La selección de ;
se de manera inmediata en el Interior de la cavidad abdo­ una técnica de inversión o no inversión parece relacionarse
minal. Normalmente, la opción más prudente consiste en más con la costumbre que con datos científicos. La técnica
practicar una apendicectomía retrasada tras la resolución de correcta permite tratar el muñón apendicular mediante una
la inflamación con el fin de evitar ocasionar daños a estruc­ ligadura simple o ligadura e inversión. (RSF jr)
turas adyacentes y /o derramar los contenidos del absceso en
la cavidad peritoneal.

Puede formarse una fístula fecal d e b id o a la ligadura in­ I n t e r v e n c ió n in a d e c u a d a


correcta o a la falta de Inversión del m u ñ ó n apendicular.
Esta fístula puede crearse cuando una perforación p reope­ El cirujano debe poseer co n o cim ie n to s sólidos de e m ­
ratoria o una inflam ación grave se localiza en la base del briología y anatom ía de los intestinos para evitar llevar a
apéndice o en la pared del ciego; a pesar de ello, m uchos cabo una intervención inadecuada. Esta inform ación redu­
cirujanos no invierten el m u ñ ó n . Kazarian y cois.88 d o c u ­ ce el tie m p o necesario para localizar e identificar el a p éndi­
m e n ta ro n un índice de fo rm a c ió n de fístulas fecales c o m ­ ce, al tie m p o que evita un tratam iento incorrecto de la apen-
p re n d id o entre un 0 % y un 1,4% . dicitis aguda en un ciego no descendido. C om o ejemplos de
una intervención inadecuada cabe citar un m u ñ ó n a p endi­
cular largo no invertido, que podría presentar apendicitis
aguda recurrente, y un m u ñ ó n invertido largo, que puede
Lesio n e s n e r v io s a s
p ro d u cir un defecto radiológico de rellenado que simularía
un tu m o r. Cuando los cirujanos dejan un vértice apen d icu ­
Nervios motores lar ¡n situ debido a un proceso inflamatorio local grave, lo ha­
cen por necesidad, a unque son conscientes de la posible
La utilización de una Incisión vertical im plica la posibi­ aparición de complicaciones en una etapa posterior.
lidad de p ro d u c ir daños a los nervios torácicos X, XI y XII, La recomendación de Lin y cois.29 (ya mencionada en un
o, en ciertos casos, al nervio iliohipogástrico. Este tip o de párrafo anterior de este capítulo) de descartar de fo rm a sis­
lesión se traduce en cierto g rado de atrofia m uscular tardía tem ática la existencia de una d u p licación apendicular d u ­
de la porción inferior de los músculos ob licu o in te rn o y ab­ rante la intervención quirú rg ica co n stituye otra versión del
d o m in a l transverso, así c o m o del recto del a b d o m e n , y el sabio consejo « h om bre prevenido, vale p o r dos».
posible (aunque infrecuente) desarrollo de una hernia in ­ Price y cois.89 recom endaron una apendicectom ía de in­
guinal. Es conveniente evitar dañar los nervios siempre que tervalo co m o c o m p o n e n te clave del tra ta m ie n to co m p le to
sea posible. del absceso apendicular, y presentaron dos casos en los que
el drenado inicial no e lim in ó la necesidad de una posterior
extirpación. Al analizar los resultados de un servicio de cirugía
Nervios sensitivos
de m ínim a agresividad y un servicio general, Katkhouda y
La división de las ramas cutáneas lateral y a n te rio r de cois.90 observaron una reducción estadísticamente signifi­
los ne rvio s inte rc o s ta le s p u e d e causar una parestesia cativa de los índices de absceso intra a b d o m in a l d e b id o a
a lrededor de la incisión, la cual desaparece en 2 ó 3 meses. una apendicitis perforada en el prim ero de ellos.
763

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A L O

Intestino grueso,
recto y ano
John E, Skandalakis; A n dre w N. Kingsnorth, G e ne L, Colborn,
Thomas A. W eidm an, Panajiotis N, Skandalakis, Lee J, Skandalakis

En la práctica quirúrgica, la anatom ía funcional reviste una im portancia m ayor que la anatom ía variacional. De hecho, se
han aportado reglas y explicaciones funcionales que nos permiten comprender y, p o r tanto, memorizar con facilidad, el asom­
broso número de variantes de la irrigación abdominal. La anatom ía variacional remeda el cableado de un televisor, mientras
que la anatom ía funcional constituye su mando a distancia.
Van D a m m e 1

Si parece un trébol, el problema ha terminado,


Si parece una dalia, sin duda es un fracaso.
(Descripción de Ferguson y Parks2 de los márgenes de la herida tras la hemorroidectomía)

El intestino grueso se c o m p o n e de las siguientes entida­


des anatómicas:
• Válvula ileocecal. La Tabla 18.1 recoge la historia de la anatom ía y la ci­
• Apéndice. rugía del intestino grueso, el recto y el ano.
• Ciego.
• C olon ascendente.


A n g u lo hepático del colon.
C olon transverso.
Mi Embriogénesis

• A n g u lo esplénico del colon. D e s a r r o llo normal


• C olon descendente.
• C olon sigm oide. D urante la herniación de los intestinos hacia el co rd ó n
• Recto y ano. u m bilical (Fig. 18.1), la localización del fu tu ro ciego se d e ­
lim ita p o r una ligera hipertrofia de la porció n poste rio r de
El apéndice se presenta en el capítulo a n te rio r de este la arteria mesentérica superior. Los procesos de pro life ra ­
texto. ción y diferenciación de esta rama postarterial son más len­
Las descripciones de las estructuras enum eradas pre­ tos que los de la rama prearterial pro xim a l cu a n d o los in­
viam e n te van seguidas p o r una sección especial elabora­ testinos regresan de nuevo a la cavidad a b d o m in a l.
da p o r el Profesor A h m e d Shafik. El d o c to r Shafik, d ire cto r Las células caliciform es y las células epiteliales con un
del D e p a rta m e n to de Cirugía e Investigación de la Facul­ m argen estriado com ienzan a aparecer en el colon hacia
tad de M e dicina de la Universidad de El Cario (E gipto), es la u n d é cim a semana. A lo largo del tercer mes de gesta­
un especialista tan o rig in a l con respecto al intestino g ru e ­ ción se desarrollan vellosidades y glándulas. Las vellosida­
so, el recto y el ano, que le hemos in v ita d o a c o m p a rtir su des alcanzan sus dimensiones máximas hacia el cuarto mes,
excepcional p u n to de vista con nuestros lectores. Le agra­ y p o ste rio rm e n te se acortan y desaparecen de m o d o g ra ­
decemos que haya in te rp re ta d o su investigación y expues­ dual c o m o consecuencia del a u m e n to de ta m a ñ o del c o ­
to su filosofía para nosotros, y nos sentim os honrados de lon d u ra n te los meses sép tim o y octavo.
poder presentar su brillante trabajo sobre el intestino grue­ Langm an y R ow land3 calcularon un n ú m e ro total de fo ­
so, el recto y el ano a nuestros lectores. Recom endamos la lículos linfoides presentes en el intestino grueso c o m p re n ­
lectu ra d e te n id a de las in n o v a d o ra s ¡deas del d o c to r d id o e ntre 12.761 y 18.432. La densidad fo lic u la r media
Shafik. es de 18,4 p o r c m 2 en el ciego, 15 p o r c m 2 en el colon, y
N ota: A lgunos escritores em plean el té rm in o «colon» 24,5 p or c m 2 en el recto. Las cifras publicadas a n te rio rm e n ­
para referirse al c o n ju n to de cuatro co m p o n e n tes a n a tó ­ te han sido n o ta b le m e n te menores; es p ro b a b le que estos
micos: el colon ascendente, el colon transverso, el colon nuevos datos recuerden al m édico el d ia g n ó stico de la hi-
descendente y el colon sigmoide. En algunos casos emplea­ perplasia linfoide.
mos los té rm inos «colon» o «colónico» para indicar el «in­ La capa circular de la capa muscular externa aparece en
testino grueso» (p. ej., pared «colónica» en lugar de pared posición caudal dura n te la novena semana, y se desarrolla
«del intestino delgado»). en sentido craneal. Las células ganglionares del plexo míen-

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Intestino grueso, recto y ano 18


Tabla 18.1. Historia de la anatomía y la cirugía del intestino grueso |j
Hipócrates aprox. Trató las hem orroides con un hierro can dente o quem ándolas; trató las fístulas con seton
400 a.C.
Aristóteles (384-322 a.C.) Empleó el térm ino «colon»; observó que las m alformaciones congénitas eran más
frecuentes en el n iñ o que en la niña
Soranos de Éfeso Practicó la rotura digital de las m em branas del conducto anal de niños recién nacidos
(98-138 d.C.)
Galeno (121-201 d.C.) Se refirió al recto com o «apefthismenon»
Pablo de Egina Recopiló las obras perdidas de Heliodoro, Leónidas y Antilo, y presentó la primera
(625-690 d.C.) descripción de u n a técnica quirúrgica para la atresia anal
Alberto Magno Sus obras indican que la atresia anal constituía un trastorno bien conocido en la Edad
(1193-1280) Media
Jo hn Ardeme 1367 Escribió un artículo que contenía los elem entos básicos de la cirugía anorrectal
Antonius Benivenius Estudió la agenesia anorrectal en una necropsia; describió la agenesia anorrectal asociada
(1513-1572) a una fístula vaginal
Tobias Cneulinus aprox. 1580 Intervención perineal insatisfactoria de u n paciente con agenesia anorrectal debido
a la imposibilidad de identificar el recto
Fabricius Hildanus 1593 Abrió satisfactoriamente una agenesia anal m ediante una incisión, la introducción de un
espéculo rectal, la dilatación del orificio y la aplicación de carbonato de p lo m o y tinción
J.S. von Grafenberg 1609 Presentó el prim er caso de agenesia anal con una fístula uretral; describió un caso
de atresia rectal aislada en ausencia de atresia anal
G.T. Dürr 1668 Describió u n caso de anus copertus con fístula perineal; seccionó la m em brana anal
y el ano obstruido y logró curar al niñ o
Hendrik 1676 Abrió una estenosis anal con un cuchillo y m antuvo satisfactoriamente el orificio así
van Roonhuysen creado por medio de ungüentos e instrum entos
Médico de cámara 1686 Ideó y llevó a cabo una fistulotomía en el rey
del Rey Luis XIV
Frederik Ruysch aprox. 1700 Refirió la rotura espontánea de u n a atresia anal en u n niñ o de 5 días de vida (el cual
(1638-1731) murió poco después)
Saviard 1702 En u n niño carente de ano, insertó u n a lanceta y la introdujo en la bolsa rectal ciega.
El n iño expulsó meconio y logró sobrevivir
Littré 1710 Su tratam iento del ano im perforado m ediante la apertura del colon en el cuadrante
inferior izquierdo del abdom en obtuvo resultados satisfactorios
Heister 1718 Operó con un trocar a dos niños cuyo recto finalizaba a la altura del sacro superior;
am bos pacientes fallecieron
Barbout 1739 a 1775 Presentó dos casos de agenesia anorrectal asociada a una fístula rectocloacal
Percivall Pott 1765 Doctor británico cuya obra destaca los adelantos logrados por los británicos en el ám bito
de las enfermedades y la cirugía colorrectales
Pillore 1776 Llevó a cabo una cecostomía en u n paciente con cáncer del intestino inferior
Petit 1781 Mientras efectuaba una incisión para tratar u n caso de agenesia anorrectal detectó
un tumor, pero n o el recto. La sección del tum or liberó meconio. El paciente m urió
Benjamin Bel) 1787 Trató con éxito dos casos de agenesia anorrectal; los orificios recién formados tienden
a reducirse como consecuencia de la formación de tejido cicatricial
Duret 1793 Trató satisfactoriamente u n caso de ano im perforado m ediante la apertura del cuadrante
inferior izquierdo del colon
Latta 1795 Trató con éxito la agenesia anorrectal, aunque los pacientes precisaron un tratam iento
de dilatación durante nueve meses
Callisen 1798 Sugirió la colostomía extraperitoneal en la región lum bar com o tratam iento del ano
imperforado
Meckel 1817 Estudió la embriología del colon norm al
Lisfranc (1790-1847) Intervino a pacientes portadores de tum ores colónicos
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* Skandalakis

Intestino grueso, recto y ano

Tabla 18.1. Historia de la anatomía y la cirugía del intestino grueso (Continuación.)


Anatomía quirúrgica

Frederick Salmon 1835 Salmón fue fundador y cirujano jefe del St. Mark's Hospital de Londres (RU), el cual constituía
la cima del conocim iento y el tratam iento de las enferm edades colónicas y rectales
William Allingham En este hospital, William Allingham escribió el prim er libro de texto dedicado
en su totalidad a la patología anorrectal; describe el tratam ien to de las hemorroides
m ediante su escisión y ligadura
Amussat 1835 Describió la cirugía del an o im perforado
1839 Adoptó el procedim iento de Callisen
G.M. Bushe 1837 Redactó el primer libro norteam ericano de proctología que posteriorm ente gozó
de un gran reconocim iento internacional
Nelaton 1839 Expuso, fijó y seccionó un asa distendida de intestino situada en posición proximal
a una obstrucción
Miller 1857 Primera intervención con éxito de un caso de agenesia anorrectal con fístula vesical
J.H. Bigelow 1858 Escribió que los niños con atresia rectal o anal deberían m orir sin someterse a ninguna
intervención com o consecuencia del estado actual de la cirugía en este campo
W.H. Bodenhamer 1860 Elaboró la primera clasificación definida de las malformaciones rectales y anales
Teale (1801-1868) Se inclinó por la cirugía exploratoria en la obstrucción intestinal
Mason 1873 D ocum entó 80 casos de colostomía para la obstrucción con una mortalidad del 32,5%
Wilks 1875 Describió la colitis ulcerativa
H utchinson 1878 «(...)las intervenciones exploratorias para aliviar la obstrucción intestinal cuya causa
no puede diagnosticarse, no son justificables». Afirmó que, para cuando se avisa al
cirujano, «ya ha pasado la etapa en la que la taxia abdom inal es más esperanzadora»
J.W. Matthews 1878 Este médico norteam ericano com enzó su carrera en Estados Unidos enseñando
los conceptos fundam entales de la cirugía anorrectal que había adquirido en el St. Mark's
Hospital de Londres
Edm und Andrews 1878 Fue coautor de u n o de los primeros textos sobre cirugía anorrectal
y E.W. Andrews
Billroth 1879 Realizó u n a resección sigmoidea y una exteriorización del intestino proximal como
colostomía perm anente
Kraske y Kocher aprox. 1880 Perfeccionaron el abordaje sacro del tratam iento de los tum ores rectales
Parker 1883 Impulsó la extensión del tratam iento paliativo prolongado de la obstrucción intestinal
Reybard 1884 D ocum entó la supervivencia de un paciente tras someterse a una intervención
de resección y anastomosis para el cáncer de colon
Greves 1885 Recomendó el tratam iento quirúrgico de la obstrucción intestinal
Bryant 1885 Invirtió las maniobras intraperitoneales de Pillore y Duret
Tait (1845-1899) Afirmó que el diagnóstico preciso tan sólo puede elaborarse por medio de la exploración,
«la cual es más recomendable antes que después de la m uerte del paciente»
H.O. Thomas 1885 Publicó una monografía en contra de la intervención quirúrgica de la obstrucción intestinal,
«El Colegiado de 1666 y los Colegiados de 1885». Indicó que los casos de obstrucción
intestinal aguda «pertenecían al ám bito de la medicina y el cirujano constituía un simple
asistente (...) El paciente puede precisar una intervención en el plazo de unas horas o bien
no necesitarla hasta pasadas unas semanas»
Mikulicz 1886 Retractándose de su abordaje quirúrgico previo, más agresivo, decidió que los resultados
de la laparotomía no garantizan el alivio de la obstrucción intestinal aguda
Hirschsprung 1886 Describió las necropsias de dos lactantes que m urieron debido a un megacolon congènito
(enfermedad de Hrischsprung)
Fitz y Senn 1888 Recomendaron una observación de 48 a 72 horas con anterioridad a la cirugía
del paciente con obstrucción intestinal
Retterer 1890 Estudió la cloaca y el tabique urorrectal
Bloch y Paul 1892 a 1895 Desarrollaron la «resección obstructiva», en la que la porción intestinal portadora
del tu m o r se extrae de la cavidad abdominal; después de 1 ó 2 días se divide con un
cauterio para crear una colostomía «en asa» o «de doble cañón»

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Intestino grueso, recto y ano 18


Tabla 18.1. Historia de la anatomía y la cirugía del intestino grueso (Continuación.)

Mall 1898 Estudió el desarrollo y la posición del intestino en el ser h u m a n o


1899 Observó el desarrollo extraembrionario de los intestinos y su posterior regreso al abdom en
J.W. Matthews 1899 Se convirtió en u n o de los fundadores de la American Proctologic Society. Conocido
posteriorm ente com o «El padre de la proctologia»
Mikulicz 1905 Perfeccionó y popularizó la resección obstructiva
W.E. Miles 1908 Cirujano británico que describió la resección abdom inoperineal com binada
para el cáncer de recto
Chilaiditi 1910 Describió el ángulo hepático del colon entre el hígado y el diafragma
Morton 1912 Elaboró una descripción de la ausencia congènita de colon utilizando la ligadura arterial
segmentaria en el perro
Johnson 1913 Estudió el desarrollo de la mucosa colònica
Dott 1923 Propuso una clasificación de las anomalías de la rotación intestinal basada en datos
embriológicos
Henri H artm ann 1923 Describió el tratam iento de un paciente con carcinoma obstructivo del colon distal
Miles 1926 Desarrolló la resección abdom inoperineal com binada
Rankin 1930 Perfeccionó la colostomía de doble cañón
Cuthbert Dukes 1932 Propuso u na clasificación del carcinoma del recto
Ladd y Gross 1934 Crearon una nueva clasificación de las anomalías anorrectales que se ha utilizado
d urante m uchos años
Kirschner 1934 Este médico alemán diseñó u n abordaje sincrónico com binado para la resección
abdom inoperineal
Gilchrist 1938, 1952 Publicó estudios de disem inación linfática retrógrada con relación al carcinoma digestivo
Swenson 1950 C om probó una intervención de extracción de segmentos aganglionares del colon
que permitía conservar el esfínter anal
Stephens 1953 Com probó que el músculo puborrectal constituye el elem ento más im portante
en la continencia
Scott 1959 Investigó el aporte au tó n o m o del recto y del anorrecto
Duthie y Gairns 1960 Investigaron la inervación sensitiva del conducto anal inferior
Skandalakis y cols. 1962 Revisión colectiva de casos de tum ores del músculo liso del colon, el apéndice y el recto
publicados en la bibliografía universal
Painter y Burkitt 1971 Estudiaron la relación existente entre la dieta baja en residuos y la diverticulosis
Stephens y Smith 1984 Clasificaron las anomalías anorrectales com o cloacales altas, intermedias y bajas,
e infrecuentes
Pena 1990 Recomendó la anorrectoplastia sagital posterior

Tabla elaborada por David A. McCIusky III y John E. Skandalakis.

Bibliografia:
Estrada RL. Anomalies of Intestinal Rotation and Fixation. Springfield IL: Charles C. Thomas, 1958.
Kevorkian J. The Story of Dissection. New York: Philosophical Library, 1959.
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Schärli AF. Malformations of the anus and rectum and their treatm ent in medical history. Prog Pediatr Surg 11:141-172, 1978.
Skandalakis JE, Gray SW, Shepard D, Bourne GH. Smooth Muscle Tumors of the Alimentary Canal: Leiomyomas and Leiomyosar­
comas, a Review of 2525 Cases. Springfield IL: Charles C. Thomas, 1962.
Skandalakis JE, Gray SW. Embryology for Surgeons (2nd ed). Baltimore: Williams &Wilkins, 1994.
W angensteen OH, W angensteen SD. The Rise of Surgery. Minneapolis: University of M innesota Press, 1978.
Warren R. Surgery. Philadelphia: WB Saunders, 1963.

térico de A uerbach alcanzan el colon hacia la séptim a se­ p ro lo n g a n en sentido craneal, exclusivam ente a lo largo
mana, y la inervación parece com pletarse hacia la semana del borde m esentérico del colon, y alcanzan el ciego alre­
d u o d é c im a 4. Las primeras fibras musculares longitudinales d e d o r de la u ndécim a semana. Hacia el cuarto mes, el c o ­
aparecen en el c o n d u c to anal d u rante la décim a semana. lon se encuentra recubierto en su to talidad, si bien la p ro ­
Por encim a del colon sigm oide, las fibras lon g itudinales se liferación de la hoja muscular no tiene lugar al m ism o ritm o

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* Skandalakis

Intestino grueso, recto y ano

sal (Fig. I8.2C). Este tabique mesodérmico se fusiona con


la membrana cloacal durante la semana siguiente para for­
m a r el cuerpo perineal. La mem brana cloacal se divide en
Anatomía quirúrgica

una membrana urogenital ventral de mayor tam año y una


mem brana anal dorsal más pequeña. A nivel externo, la
membrana se invagina ligeramente y forma la fosita anal.
Hacia la octava semana, la membrana anal se rompe y
desaparece p o r completo (Fig. 78.2D). A menudo, se consi­
dera que la línea pectínea se encuentra a la altura de la
membrana anal en el adulto, si bien la escasez de indicios
impide respaldar o rechazar esta teoría. Independientemen­
te de la localización exacta de la línea de demarcación, el rec­
to y el conducto anal superior tienen un origen endodérmi­
co y reciben inervación de ramas de la arteria ilíaca interna.
El mesodermo somático form a un p a r de tubérculos
anales a ambos lados de la membrana anal. Estos tubércu­
F i g u r a 1 8 .1 . Diagrama del desarrollo del in testino m edio los se fusionan dorsalmente pa ra crear una estructura en
em brionario para dar lugar al cordón umbilical. Q uinta sema­ forma de herradura. Hacia la décima semana, los extre­
na de embarazo. La ram a distal muestra u na proyección en el mos ventrales de la herradura se fusionan con el cuerpo
lugar del ciego. Las tres grandes arterias que irrigan el estóm a­
perineal. El músculo estriado presente en esta estructura
go y los intestinos son rem anentes de las arterias vitelinas a n ­
en forma de herradura se convierte posteriormente en la
teriores. [sk4\
porción superficial del esfínter anal externo. Este esfínter
se forma en la localización normal incluso cuando el rec­
to es ciego o desemboca en otro punto.
de a u m e n to de g ro so r del colon. A finales del cuarto mes,
la hoja muscular lo n g itu d in a l se separa en tres bandas, las La arteria mesentérica superior (AMS) y la arteria mesen-
tenias cólicas. El m e co n io rellena g ra d u a lm e n te el colon y térica inferior (AM I) irrigan el colon. Las ramas de la arteria
el íleon inferior hasta el nacim iento. pudenda interna participan en el co n d u c to anal quirúrgico.

R e c o r d a r : El colon procede ta n to del intestino m edio c o m o

del intestino posterior. El p rim ero es responsable de la fo r­


A n o m a l ía s c o n g é n it a s del c o l o n

m ació n del ciego, el co lo n ascendente y las dos terceras


Estenosis y atresias
partes proxim ales del colon transverso, mientras que el se­
g u n d o da lugar al resto del colon, el recto y la porción pro- Las estenosis y las atresias muestran unas características
xim al del ano. En concreto, el tercio distal del colon trans­ semejantes a las observadas en el inte stin o de lg a d o (véase
verso, el colon descendente, el colon sigm oide, el recto y «Estenosis y atresias» en el capítulo d e d ic a d o al intestino
la porción proxim al del conducto anal se form an a partir del delgado). Son menos frecuentes en el inte stin o grueso y su
intestino posterior. incidencia oscila entre el 4 ,6 % 7 y el 1 1 ,7 % 8 de las atresias
La porción distal del c o n d u c to anal q u irú rg ic o carece intestinales. Las atresias de tip o I (diafragm áticas) son más
de relación e m b rio ló g ic a con el in te s tin o posterior. Con fre cu e n te s en el c o lo n ascendente y el c o lo n s ig m o id e ,
to d a proba b ilid a d procede de la fosa anal, cuyo origen es mientras que las de tip o III (segmentarias com pletas) apa­
e ctod é rm ico . O 'Rahilly y M ü lle r5 señalaron: «el c o n d u c to recen más a m e n u d o en el colon transverso9. El tra ta m ie n ­
anal deriva p ro b a b le m e n te de la cloaca». Para ser más co­ to es el m ism o que el de las arterias del inte stin o delgado.
rrectos desde el p u n to de vista anatóm ico, aunque todavía Dalla Vecchia y cois.10 describieron 2 7 7 casos de atresia
especulando sobre la e m briología del recto y el ano, pre­ y estenosis intestinal, y detallaron su tra ta m ie n to y resulta­
sentamos la siguiente info rm a ció n de Rowe y cois.6 acerca dos. La o b stru c ció n fue de tip o d u o d e n a l en 1 38 (5 0 % )
de la región cloacal: [7 9 m ujeres (5 7 % ), 59 hom b re s (4 3 % )], ye yu n o ile a l en
A lo largo de la quinta semana, la cloaca embrionaria 128 (4 6 % ) [61 mujeres (48% ), 67 hom b re s (5 2 % )], y co ­
es un saco endodérmico que recibe el intestino posterior lònica en 21 (8 % ) [8 mujeres (3 8 % ), 1 3 hom b re s (6 2 % )].
dorsalmente y el tallo alantoico ventralmente. La cloaca Los pacientes aquejados de atresia colònica se som etieron
(Figs. 18.2 A y B) se separa del exterior p o r medio de una a una ostomía inicial seguida de anastomosis retrasada en
delgada membrana cloacal (proctodeo), la cual ocupa la 18 de 21 casos (8 6 % ), o a una resección con anastomosis
superficie ventral del embrión entre la cola y el tallo corpo­ prim aria en 3 (14% ).
ral. Durante la sexta semana, un tabique mesodérmico di­ Según el trabajo de Lam brecht y K lu th 11 sobre la atre­
vide la cloaca en un seno urogenital ventral y un recto dor­ sia m ú ltip le hereditaria del tu b o digestivo:
768

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Intestino grueso, recto y ano

Conducto de W olff

Conducto de W olff

22,8 mm

F i g u r a 1 8 .2 . Diagrama de las etapas del desarrollo del ano y el recto entre las semanas quinta y décima de gestación. A, Pla­
ca en proceso de cierre (el proctodeo separa la cloaca del exterior). El tabique urorrectal (flecha) crece en sentido descendente
para d iv id ir la cloaca. B, La cloaca se encuentra prácticamente separada en u n recto dorsal y un seno urogenital ventral. Tail-
gut desaparece gradualmente. C, Fusión del tabique urorrectal y la placa en proceso de cierre para originar el cuerpo perineal.
D, Rotura de las placas en proceso de cierre. E, Ha finalizado la división del recto y el seno urogenital por el cuerpo perineal. [sk3]

La atresia m últiple hereditaria presenta varias carac­ tal del colon. Las células ganglionares neuroentéricas sue­
terísticas peculiares: 7) la radiografía abdom inal muestra len originarse en la cresta neural, ingresan en el extrem o cra­
signos de atresia gástrica o duodenal combinada con cal­ neal del esófago, y siguen a las fibras del nervio vago en
cificaciones redondas u ovaladas, p o r lo general de gran ta­ sentido caudal hasta inervar la to ta lid a d del intestino. Se
maño, en la cavidad abdom inal; 2) atresias amplias in- desconoce el m otivo p o r el que las células en proceso de m i­
traoperatorías (exclusivamente de tipos I y II), 3) dilatación gración se detienen en algunos casos cerca del recto.
quística de los conductos biliares en el paciente con atre­ C om o se aprecia en la Figura 18.3, tan sólo el 4 % 12 de
sia pilórica y duodenal o yeyunal proxim al completa; 4) su los segm entos aganglionares del colon se disponen en p o ­
patogenia es meramente especulativa; se debe descartar sición p ro xim a l respecto del á n g u lo esplénico del colon.
una inmunodeficiencia combinada; y 5) normalmente sue­ Cabe destacar que las células de la cresta neural que form an
le tener un desenlace mortal. estos ganglios intestinales siguen el re c o rrid o del nervio
vago con un bajo índice de fracaso hasta el final de la dis­
M e g a c o lo n a g a n g lio n a r c o n g è n ito trib u c ió n del m ism o, esto es, a p ro x im a d a m e n te hasta el
á ngulo esplénico del colon. El resto del c o lo n y el recto re­
(e n fe r m e d a d d e Hirschsprung)
ciben su inervación parasimpàtica a través de los nervios
El m egacolon aganglionar aparece co m o consecuencia sacros segundo, tercero y cuarto, los cuales se caracterizan
de la ausencia de células ganglionares en un segm ento dis­ p o r un recorrido más difuso hasta el colon. Es posible que

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* Skandalakis

Intestino grueso, recto y ano

túa entre el híg a d o y el diafragm a d e b id o a anomalías de


los ligam entos hepáticos. De acuerdo con Balthazar16:
Anatomía quirúrgica

Las anomalías de la posición del colon pueden atribuir­


se a una detención en el desarrollo norm al del segmento
distal del intestino medio. Las alteraciones que tienen lu­
g a r durante los estadios incipientes de la rotación origi­
nan anomalías graves de la posición, mientras que aque­
llas que afectan a estadios posteriores producen formas más
moderadas (...) Se ha descrito una elevada incidencia de
ausencia de fijación asociada a estas anomalías, la cual da
lugar a cólones móviles que pueden detectarse a nivel ra­
diológico. Asimismo, la gran mayoría de las ro ta cio ­
nes colónicas patológicas engloba anomalías de la ro ta ­
ción que afectan al tubo digestivo proximal. Su implicación
clínica se relaciona con la presencia de otras anomalías con-
génitas asociadas, o bien con complicaciones derivadas de
fijaciones defectuosas del mesenterio, como bandas perito-
neales, adhesiones, acodaduras, o vólvulo intestinal.

DePrima y cois.17 refirieron un caso de rotación intesti­


F i g u r a 1 8 .3 . Frecuencia de segmentos aganglionares según
la longitud del segmento afectado. En la mayoría de los casos, nal invertida deb id a a rotación y fijación patológicas.
la afectación se limita al recto y el colon sigmoide. [sA3] Tanto el colon ascendente c o m o el descendente pueden
a d o p ta r una posición retropsoica (posición colónica pos­
no a c tú e n con una eficacia e q u iv a le n te c o m o «guía» o terio r o posterolateral con respecto a este músculo a un ni­
«transportador» de las células de la cresta neural en su m i­ vel p o r debajo del polo renal inferior). Prassopoulos y cois.18
gra ció n hacia el d e riv a d o del in te s tin o posterior. Suelen
aparecer fibras posganglionares de los ganglios normales
proxim ales ju n to con fibras parasimpáticas p regangliona-
res. El segm ento a g a n g lio n a r suele extenderse hacia el c o ­
lon sigm oide, aunque puede verse afectada la to talidad del Aspecto
Colon
intestino grueso o, incluso, una parte del intestino d e lga­ Colon de d ila ta d o e
do (Fig. 1 8 .3 )13. ta m a ñ o norm al hip e rtro fia d o
El se gm ento pro xim a l m u y d ila ta d o es norm al; el seg­
m e n to distal estrecho carece de ganglios (Fig. 18.4). La lí­
nea de resección debe encontrarse en el área d o ta d a de
células ganglionares. Se debe practicar una biopsia a fin de
c o m p ro b a r la ausencia de estas células en el se gm ento es­
trechado y su presencia en el d ilatado, ya que la aganglio-
nosis no constituye la única causa de m egacolon (Fig. 18.5).
Es preciso d is tin g u ir el m egacolon c o n g è n ito de la re­
tención fecal masiva; dado que esta últim a puede dar lugar
a un m e g arrecto capaz de o rig in a r el síndrom e del c o m ­
p a rtim e n to abdo m in a l y obstrucción, perforación o necro­
sis colorrectal, Lohlun y cois.14 recom endaron la extracción
manual e inm ediata de la masa fecal o bien un tra ta m ie n ­
to q u irú rg ic o adecuado. de resección
W ulkan y G eorgeson15 d e fendieron la cirugía laparos-
Hallazgos de biopsia
cópica de descenso endorrectal c o m o intervención segura
y eficaz para la enferm edad de Hirschsprung en lactantes y
F i g u r a 1 8 .4 . Aspecto macroscópico y hallazgos de biopsia
niños. del megacolon aganglionar. En la exploración macroscópica,
se espera que el colon norm al finalice en el p u n to A, pero los
Posición anóm ala crónica hallazgos de biopsia revelan que el segmento aganglionar se
prolonga hasta el p u n to B. La resección debe realizarse a tra­
Se distin g u e n varios tipos de posición anómala. En el vés de la porción proximal dilatada dotada de células ganglio-
síndrom e de C hilaiditi, el áng u lo hepático del colon se si­ nares. [sk4\
770

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Intestino grueso, recto y ano 18


N e u ro ló g ic a s
Deficiencia mental
Psicógenas
G e n é tic a s Atresia anal y otras anomalías
Cretinismo Disfunción relacionadas
autónoma
fam iliar de
El alivio in m e d ia to de la obstrucción colónica aguda se
Riley (afectación
de vías aferentes)
logra por m e d io de una colostom ía, con posterioridad a la
cual puede program arse una reparación adicional. Recuér­
A g a n g lio n o s is dese que la p rim era operación se asocia a una p ro b a b ili­
Megacolon dad m a yo r de o b te n e r un desenlace satisfactorio. La m ejor
congènito, / / in te rve n ció n puede resultar poco satisfactoria cu a n d o se
enfermedad de I / lleva a cabo después de una te ntativa previa inadecuada.
Chagas adquirida \
\ ( M e c á n ic a s Las intervenciones posteriores a la colostom ía d e p e n ­
Y a tró g e n a s W Estenosis anal congènita den de la anatom ía específica del defecto que se va a tra­
Secuelas de tar. N o se incluyen en el á m b ito de la cirugía general.
reparación anal
Otra anom alía observada en esta reglón es el colon re­
tro p e rito n e a l en posición posterior (véase «Colon descen­
F igura 18.5. Posibles causas de megacolon que deben con­
siderarse al elaborar el diagnóstico. [slc3] dente, consideraciones quirúrgicas»).
Susuki y cois.23 presentaron dos casos de ausencia de
rotación en pacientes adultos. Los autores de este ca p ítu ­
lo coinciden con ellos en que esta anomalía es más frecuen­
recomendaron tener en cuenta este trastorno en la disquec- te en la po b la ció n pediátrica, si bien hemos observado va­
tomía percutánea o en cualquier otra intervención que afec­ rios casos en adultos en el laboratorio de la Emory M edical
te al área del re tro p e rito n e o posterior. School y en radiografías con enem a de bario en el Pied­
m o n t Hospital.

Colon corto congènito


El colo n co rto c o n g è n ito representa la sustitución total
Clasificación anatómica
Tabla 18.2.
o parcial del colon p o r una bolsa, la cual se asocia a una
de las malformaciones anorrectales
m alform ación anorrectal y una fístula colourinaria. Herman
y cois.19 han referido un caso de colon corto con g è n ito aso­ M u je r H om b re
ciado a atresia anal. Un artículo excelente sobre el colon
Altas Altas
co rto c o n g è n ito p u b licado p o r W akhlu y cois.20 ha a p u n ta ­
Agenesia anorrectal Agenesia anorrectal
do que la intervención inicial debería consistir en una co-
Con fístula rectovaginal Con fístula uretral
lostomía seguida de la escisión/coloplastia y el descenso de
rectoprostática3
la bolsa m ediante un abordaje a b d o m in a l y sagital poste­
Sin fístula Sin fístula
rior cuando el niñ o haya c u m p lid o 6 meses de edad. Atresia rectal Atresia rectal
Intermedias Intermedias
A n o m a l ía s c o n g é n it a s del recto y el a n o Fístula rectovestibular Fístula uretral rectobulbar
Fístula rectovaginal Agenesia anal sin fístula
Se han propuesto diversas clasificaciones de las a n o m a ­ Agenesia anal sin fístula
lías anorrectales, si bien ning u n a de ellas es perfecta. Pre­ Bajas Bajas
sentamos una revisión esquemática de las mismas con la Fístula anovestibular3 Fístula anocutánea
esperanza de que el estudiante de em brio lo g ía sea capaz Fístula anocutánea3, b Estenosis anal
de visualizar estas enigm áticas m alform aciones a nivel to- Estenosis anaF
p o g rá fico -a n a tó m ico (Tabla 18.2 y Figs. 18.6 a 18.11). Malformaciones cloacalesd
A unque muchas m alform aciones anorrectales se d ia g ­ Malformaciones infrecuentes Malformaciones infrecuentes
nostican en el m o m e n to del nacim iento, una cantidad sig­
nificativa de lesiones leves no se reconocen hasta una eta­ aLesión frecuente.
pa posterior. Kim y cois.21 aconsejaron examinar la presencia bIncluye fístulas situadas en la unión posterior de los labios menores,
de malform aciones anorrectales bajas en niños con ano m a ­ a menudo conocidas como «fístulas de la comisura» o «fístulas vul-
vares».
lías cardíacas, genitourinarias o com plejo VACTERL (vertebral,
'Denominado previamente «ano cubierto».
anal, cardíaca, traqueoesofágica, esofágica, renal, e x tre m i­ dConocidas anteriormente como «fístulas rectocloacales». La desem­
dades) que acudan a consulta d e b id o a estreñimiento. bocadura de la fístula rectal en la cloaca puede tener lugar a un nivel
C o n n a u g h to n y cois.22 presentaron un caso de un quis­ alto o intermedio dependiendo de la longitud del conducto cloacal.
te de duplica ció n rectal con hernia perineal de gran ta m a ­ Fuente: Skandalakis JE, Gray S (eds). Embryology for Surgeons (2.a ed).
ño, el cual cursó con abscesos perineal recurrentes. Baltimore: Williams & Wilkins, 1994; reproducido con autorización.
771

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Intestino grueso, recto y ano

MUJER HOMBRE

ALTAS ALTAS
/. Agenesia anorrectal 1. Agenesia anorrectal

a. Con fístula uretral


a. Con fístula rectovaginal
rectoprostática

b. Sin fístula b. Sin fístula

2. Atresia rectal 2. Atresia rectal

INTERMEDIAS INTERMEDIAS

1. Fístula rectovestibular 1. Fístula uretral rectobulbar \ ) f } \ )f)

2. Fístula rectovaginal

3. Agenesia anal sin fístula


2. Agenesia anal sin fístula
>>
BAJAS BAJAS

1. Fístula anovestibular

2. Fístula anocutánea 1, Fístula anocutánea

3. Estenosis anal
2. Estenosis anal

cloaca

v /~v_.

MALFORMACIONES INFRECUENTES MALFORMACIONES INFRECUENTES

F ig u r a 18.6 . Clasificación de las malformaciones anorrectales. [ra]

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Intestino grueso, recto y ano

Estenosis

Fístula Fístula
anocutánea anovestibular

Agenesia anal con fístula (mujer)

Fístula
anocutánea

F i g u r a 1 8 .7 . Tipos de defectos anales («ba­


jos»). [s/c3]
Agenesia anal con fístula (hombre)

Agenesia anorrectal con fístula (hombre)

F i g u r a 1 8 .8 . Tipos de defectos anorrectales («altos»), [sicJ]

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* Skandalakis

Intestino grueso, recto y ano


Anatomía quirúrgica

F i g u r a 1 8 .9 . Atresia rectal alta. Es­


tas formas no proceden de una divi­
sión anóm ala de la cloaca, sino que
se relacion an con otras atresias in ­
testinales. [sk3]

Incontinencia anal idiopàtica está form ada p o r epitelio intestinal. A nivel superior, ju s ­
to debajo del ombligo, el íleo se abre a la superficie y sue­
Peveretos y cois.24 d e scribieron tres casos de in c o n ti­ le presentar prolapso. Uno o, en algunos casos, dos apén­
nencia anal idiopàtica. Se inclina ro n p o r una etiología se­ dices vermiformes desembocan en la mucosa intestinal
cundaria a la degeneración de los nervios que inervan los expuesta. En la cara inferior de la superficie de la m uco­
músculos del suelo de la pelvis, la cual co m portaría la des­ sa desemboca un segmento de colon, el cual suele ser cie­
aparición del d oble ángulo recto existente entre el c o n d u c ­ go. Los uréteres desembocan a un nivel bajo de la m uco­
to anal y el recto, el cual resulta fu n d a m e n ta l para la c o n ­ sa la te ra l vesical, y los hombres pueden prese n ta r dos
tinencia anal. penes o hemipenes. En las mujeres pueden aparecer ori­
En la obra de Skandalakis y G ray13 sobre la extrofia clo­ ficios de los conductos müllerianos en la mucosa vesical o
acal, el defecto de la pared ventral de m ayor gravedad y bien dos vaginas que pueden ser ciegas. El exónfalos pue­
m e n o r frecuencia, leemos: de extender la anom alía en sentido craneal, separando
A nivel superficial, la anomalía recuerda la extrofia ve­ los huesos púbicos de forma semejante a lo que sucede
sical, si bien el tam año del defecto es m ayor (...) La p o r­ en la extrofia vesical. Son frecuentes la espina bífida, el
ción lateral de la mucosa expuesta corresponde a la p a ­ mielomeningocele y la presencia de una única artería u m ­
red posterior de la vejiga, mientras que la porción central bilical (...)

F i g u r a 1 8 .1 0 . Com binaciones singulares de paradas del desarrollo, atresias y fístulas. Todas estas anomalías son infrecuentes.
A, Infrecuente. B, Cloaca. C, Cloaca. D, Infrecuente. E, Infrecuente. [s/c3]
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Intestino grueso, recto y ano 18

F i g u r a 1 8 .1 1 . Embriogénesis de anomalías anales y anorrectales. A, Estenosis anal producida por la formación de u na p o r­


ción anal excesivamente pequeña de la m em brana cloacal. B, Atresia m em branosa derivada de u n a placa anal en proceso de
cierre persistente. C, Ano cubierto. El cuerpo perineal no se ha fusionado con la placa cloacal persistente y hay una fístula pe­
rineal. D y E, Agenesia anorrectal con y sin detención del descenso del tabique urorrectal. F, Agenesia anal con falta de fusión
en la línea media de los pliegues que conform an el tabique urorrectal, de m od o que se crean dos orificios fistulosos. G, Agene­
sia anal con fístula rectovaginal, [sid]

La extrofia de cloaca se produce cuando el mesoder- a h í la formación de penes dobles) y el descenso del ta b i­
mo secundario de la línea prim itiva no logra recubrir la p a ­ que urorrectal, el cual separa la cloaca de la vejiga y el rec­
red infraumbilical. Se diferencia de la extrofia vesical en to. Conforme se expone la cloaca, su porción central corres­
que la rotura de la línea media tiene lugar en una etapa ponde a la pared posterior del intestino, mientras que sus
anterior del desarrollo (alrededor de la qu in ta semana), porciones laterales reciben los uréteres y se vuelven muco­
con anterioridad a la fusión de los tubérculos genitales (de sa vesical.
775

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* Skandalakis

Intestino grueso, recto y ano

Tabla 18.3. Origen de capa germinal de los quistes del desarrollo i


Anatomía quirúrgica

E p id e rm o id e D erm o id e E n terógenos T erato m ato so

Tejido de o rig e n Ectodermo Ectodermo Endodermo Las tres capas


C aracterísticas Escamoso estratificado Escamoso estratificado Revestimiento cilindrico Diversos grados de
histoló gicas con anejos cutáneos o cúbico; puede poseer diferenciación entre
(glándulas sudoríparas , una función secretora quistes y capas celulares
glándulas sebáceas, de u n único quiste
folículos pilosos)
Estado general Benigno* Benigno* Benigno Benigno o maligno

* Las variantes malignas son infrecuentes.


Fuente: Goldberg SM, Gordon PH, Nivatvongs S. Essentials of Anorectal Surgery. Filadelfia: JB Lippincott, 1980; con autorización.

Lesiones retrorrectales tancia c o m p re n d id a entre el e x tre m o del íleon distal y el


ano se apro xim a a 1,5 m . G o lig h e r27 estim ó una lo n g itu d
De acue rd o con G o r d o n 25, las lesiones re trorrectales colónica de 1,25 m.
pueden ser congénitas, inflamatorias, óseas o diversas. Más Saunders y cois.28 p u b lica ro n los resultados de d e te r­
de la m ita d de las lesiones presacras son de tip o c o n g è n i­ m inaciones quirúrgicas de la anatom ía colónica en 11 8 su­
to, y casi dos terceras partes de ellas se orig in a n d u ra n te el jetos, y re firie ro n una lo n g itu d c o ló n ic a to ta l m e d ia de
desarrollo e m b rio n a rio . La Tabla 18.3 describe la fo r m a ­ 114,1 cm (in tervalo de 68 cm a 159 cm ). Veinte pacientes
ción de estos quistes m alignos o benignos desde el p u n to (1 7% ) carecían de un asa sigm o id e libre d e b id o a la pre­
de vista e m b rio ló g ic o e histológico. sencia de adhesiones. Diez pacientes (8 % ) presentaban un
mesocolon descendente de 1 0 cm o más, y 11 (9 % ) p o ­
seían un mesocolon ascendente de 10 cm o más. Se obser­
Anatom ía quirúrgica del colon varon ángulos esplénicos móviles en 24 sujetos (2 0 % ). La
porción media del colon transverso alcanzaba la sínfisis pú-
bica en 34 pacientes (2 9 % ).
A n a t o m ía t o p o g r á f ic a y r e l a c io n e s El calibre del intestino grueso se incre m e n ta en su p o r­
ción p roxim al con respecto al ciego y se reduce de fo rm a
El intestino grueso se p ro lo n g a desde el íleon term inal
gradual hacia el recto, para después dilatarse de nuevo en
hasta el ano. Para ser más correctos desde el p u n to de vis­
la am polla rectal justo p o r delante del c o n d u c to anal. En al­
ta e m b rio ló g ic o y ana tó m ico , debem os decir que se p ro ­
gunos casos, un asa del colo n s igm o id e puede presentar
longa desde la línea pectínea (dentada) hasta los 2 cm pro-
un d iá m e tro semejante al de un asa del íleon te rm inal.
ximales del co n d u c to anal. Las divisiones clásicas del colon
En un trabajo con pacientes japoneses, Sadahiro y cois.29
son el ciego, el colon p ro p ia m e n te dicho, el recto y el c o n ­
afirm aron que el colon transverso constituía la po rció n de
d u c to anal. Los primeros 6 cm del intestino grueso situados
m ayor lo n g itu d y área superficial de los seis segmentos que
inm e d ia ta m e n te bajo la válvula ileocecal, el colon ascen­
c o m p o n e n el intestino grueso. Tam bién indicaron que la
d e nte y el áng u lo hepático del colon c o n fo rm a n una u n i­
lo n g itu d de la to talidad del colon tie n d e a a u m e n ta r con la
dad q u irú rg ica : el colon derecho (colectom ía derecha). El
edad. ¿Es posible que sea un o de los factores etiológicos
colon transverso distal, el ángulo esplénico del colon, el co­
im plicados en el estre ñ im ie n to geriátrico? Estos investiga­
lon descendente y el colon sigm o id e constituyen el colon
dores tam b ié n observaron que los diám etros del colon des­
izqu ie rd o (colectom ía izquierda).
cendente, del colon sigm o id e y del recto eran mayores en
el hom b re . N o obstante, la lo n g itu d de la to ta lid a d del in­
testino y el área de superficie eran menores en el h o m b re
Lo n g it u d y d iá m e t r o del in tes tin o g r u e s o
que en la mujer.
Los distintos libros de te x to de anatom ía no concuer- La sección centrada en histología de este capítulo co n ­
dan entre sí respecto a la lo n g itu d de los segmentos del in­ tiene una descripción de la pared colónica.
testino grueso. Hemos recopilado las longitudes y los diá­
m e tro s indicados p o r diversos trabajos para calcu la r los
V a s c u l a r iz a c ió n
p ro m e d io s recogidos en la Figura 18.12. El p ro m e d io de
lo n g itu d estimada del intestino grueso se encuentra entre El intestino grueso recibe irrigación de las arterias me-
1,3 m y 1,8 m. Según Gray's Anatom y (3 7 ,a e d .)26, la dis­ sentéricas superior e inferior y de algunas ramas de la arte-

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Intestino grueso, recto y ano 18

F i g u r a 1 8 .1 2 . Longitudes y diámetros prom edio de los segmentos de intestino grueso (basado en u n prom edio de estimacio­
nes de longitudes presentadas en los trabajos de u n gran n ú m ero de investigadores.)

ria ilíaca (interna); drena a través de las venas mesentérica su­ tas irrigan el lado mesentérico o medial del colon, mientras
perior e inferior y sus tributarias hacia la vena ilíaca interna. que las ramas de m ayor lo n g itu d irrigan su p orción lateral
o antimesentérica. Estas últimas originan dos pequeñas ra­
mificaciones hacia los apéndices epiploicos (Fig. 18.15).
Irrigación arterial De m o d o similar, el colon transverso se irriga m e d ia n ­
te la arteria cólica media procedente de la arteria mesen­
Arteria mesentérica superior
térica superior. Steward y Rankin30 refirieron que el á n g u ­
El ciego y el colon ascendente reciben la irrigación de lo esplénico del colon recibía irrigación de la arteria cólica
dos ramas arteriales de la arteria mesentérica superior: las m edia en el 37% de sus muestras. En la p ro p o rc ió n restan­
arterias ileocólica y cólica derecha (Figs. 18.1 3 y 18.14). Es­ te, el á n g u lo y la porción izquierda del colon transverso re­
tas arterias fo rm a n arcadas, a partir de las cuales los vasos cibían irrigación de la arteria cólica izquierda, una rama de
rectos atraviesan la pared colònica medial. Las ramas co r­ la arteria mesentérica inferior.
777

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* Skandalakis

Intestino grueso, recto y ano

A. mesentérica sup. a . mesentérica inf.


A. cólica media
Anatomía quirúrgica

- Á n g u lo hepático izdo.

Ángulo cólico dcho. ^

-Cólica
accesoria izda.
A. cólica dcha. -

A. m a rgin al-

A. ileocólica-
Idá
H
t 1K r,
A. ¡leal
n
sup.

F i g u r a 1 8 .1 3 . Esquema de la irrigación arterial del in testino grueso. Este p atró n básico presenta num erosas variaciones.
[sl<4\

Arteria mesentérica inferior colaterales del á n g u lo esplénico del colon aporta una irri­
gación suficiente para el colon ascendente p ro xim a l tras la
La arteria mesentérica inferior (Fig. 1 8 .16) surge de la ligadura central de las arterias cólicas media y derecha. In­
aorta frente a la porción inferior de la tercera vértebra lu m ­ cluir el colon ascendente en una intervención de in te rp o ­
bar, en o cerca del m argen inferior del segm ento transver­ sición colónica alternativa p e rm itió a estos cirujanos o b te ­
so del duodeno. Su origen tiende a descender con el paso ner la su fic ie n te lo n g itu d de in je rto para e v ita r la
del tiem po31. La longitud de la arteria en el segmento anterior movilización del á n g u lo izquierdo.
a su primera ramificación oscila entre 1,5 cm y 9 c m 32. ¿Es cierto que el á ngulo esplénico del colon es vulnera­
Las ramas de la arteria mesentérica inferior (Figs. 18.1 3 ble a una lesión isquémica debida a la afectación del riego
y 18.1 7 C, D y E) son la arteria cólica izquierda, con sus ra­ sanguíneo, co m o a firm ó Griffiths35? Sin respaldar ni recha­
mas ascendente y descendente, entre una y nueve arterias zar la propuesta de este autor, Van D am m e y Bonte36 afir­
sigmoides para el colon sigm oide, y la arteria rectal (h e m o ­ m aron que el á n g u lo esplénico del colon posee tres tipos
rroidal) superior para el recto. A lrededor de un 38 % de los de arcadas: paracólica, anastomótica en el mesenterio y, po­
sujetos presenta una arteria cólica m edia accesoria. La arte­ siblemente, una pequeña arcada intermesentérica o un vaso
ria cólica izquierda puede alcanzar el ángulo hepático del cólico accesorio en la p ro x im id a d del án g u lo duodenoye-
colon (8 6 % de los casos) o bien unirse a la arteria marginal yunal.
a una pequeña distancia de este á ngulo (1 4 % de los casos). D w o rkin y Alle n -M e rsh 37 observaron que «la significati­
En la anatom ía de la vasculatura del colon, la rama as­ va reducción de la irrigación produ cid a p o r la ligadura de
cendente de la arteria cólica izquierda constituye la p rin ci­ las arterias mesentéricas inferior y distal respalda la h ip ó te ­
pal fu e n te de irrigación (96,91 % ) 33. De acuerdo con Furst sis de que las fugas anastom óticas posteriores a la escisión
y cois.34, una arteria cólica izquierda intacta con los vasos rectal restauradora pueden o rig in a r una isquem ia asocia-
778

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Intestino grueso, recto y ano 18


Origen

Arteria del cuello del páncreas

Arteria hepática derecha aberrante

Tronco pancreaticoduodenal inferior

Arcada intermesentérica

Arteria cólica izquierda accesoria

Arteria yeyunal primera


Tronco pancreaticoduodenoyeyunal

Arteria del colon transverso

Arteria cólica media

Arteria del ángulo derecho

Arteria cólica derecha

Arteria ileocólica

F i g u r a 1 8 .1 4 . Vasos colaterales de la arteria me-


Origen del arco oblongo sentérica superior, [va3]

Anastomosis
antimesentérica

Capa muscular
longitudinal (tenia)
Tejido liposo en un
apéndice epiploico Divertículo que se
prolonga hacia un
normal
epiploico

Tejido
cerosa
adiposo
F i g u r a 1 8 .1 5 . Diagrama del colon
transverso que muestra las ramas lar­ Capa muscular interna
gas y cortas de los vasos rectos. A la
izquierda se representa el apéndice
epiploico norm al; a la derecha, un
divertículo que se prolonga hacia u n
apéndice epiploico. Recuadro: Efecto
de una tracción excesiva en un apén­
dice epiploico, la cual produce lesio­
nes en u na de las ramas largas de los
Vaso recto
vasos rectos y se sigue de isquemia
antimesentérica. [sk4]
779

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* Skandalakis

Intestino grueso, recto y ano

A rte ria cólica izquierda


Anatomía quirúrgica

Borde inferio r
del d uo deno

M a rge n i n f e r io r ---------- 42
a orta-b ifu rca ció n

Ramas sigm oides

Pro m on to rio
Ú ltim a a rte ria s igm oidea

Arte rias rectales superiores

Rama rectal p oste rio r


F ig u ra 181.16. La arteria mesentérica in fe rio r y sus rami-
ficaciones; distancia al origen en m ilím etros. La circula-
Pliegue ción colateiral aún es posible cuando la arteria mesentéri-
de Douglas ca in fe rio r se d iv id e en el p u n to «a», p o r encim a de la
ú ltim a anastomosis completa. La división en el p u n to «b»
interrum piría la circulación colateral. [ va3]

A n o -------------------------- 300 |

da a una irrigación inadecuada en el colon sigm oide d e ­ testino tras haberlo rodeado; las ramas cortas, ram ifica cio ­
pe n diente de la arteria m arginal. Es poco p robable que la nes de la arteria m arginal, irrigan los dos tercios mesoco-
circulación colateral incre m e n ta d a produzca una mejora lónicos del perím etro colónico.
de la inadecuada perfusión colónica intraoperatoria en el co­
lon d e p e n d ie n te de la arteria m arginal dura n te los p rim e ­ Arteria m arginal (de Drummond)
ros 5 días del período postoperatorio». La arteria m arginal (Figs. 18.1 7 A, B y C) está fo rm a d a
A dachi y cois.38 a firm aro n que una fu n c ió n intestinal p o r una serie de arcadas anastomosadas dispuestas entre las
deficiente tras una resección ante rio r se asocia a una liga­ ramas de las arterias ileocólica, cólica derecha, cólica m e ­
dura alta de la arteria mesentérica infe rio r y a una lesión dia, cólica izquierda y sigm oide, las cuales fo rm a n un ú n i­
ocasionada al nervio a u tó n o m o pélvico, p o r lo que reco­ co vaso curvado. El recorrido de la arteria m a rginal es pa­
m end a ro n o p ta r p o r una intervención q u irúrgica de m e ­ ralelo al del borde mesentérico del intestino grueso, a una
no r agresividad. distancia de 1 cm a 8 cm de la pared intestinal. Puede de­
Recuérdese la anatomía de los vasos rectos largos y co r­ sem bocar o no en la arteria rectal superior (Fig. 18.1 7C).
tos (Fig. 18.18): las ramas largas de los vasos rectos se bi­ La irrigación del colon es adecuada, si bien carece de
furcan y anastom osan en el borde antim esentérico del in­ un m argen excesivo de seguridad. Un 5 % de los sujetos
780

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Intestino grueso, recto y ano 18


A. marginai

A. còlica media

A. marginai

A. sigmoideas

F i g u r a 1 8 .1 7 . Variaciones de las arterias a la derecha


e izquierda del colon. A, Patrón habitual del colón de­
recho. B, La arteria marginal está incom pleta en el p u n ­
to «X». C, Arterias del colón izquierdo. Puede existir un
n úm ero m e n o r de arterias sigmoides del que aparece
en este dibujo. D y E, Dos patrones de arterias sigmoi­
des. El « punto crítico» de Sudeck se señala m ed ian te
u na «X». ACD, arteria cólica derecha. [sk4\

carece de la anastom osis situada entre las arterias cólica Punto crítico de Sudeck
derecha e ileocólica (Fig. 1 8 .17B )30.
Griffiths35 describió la existencia de una laguna isquém i­ A ctu a lm e n te , no se considera q u e el p u n to crítico de
ca en el á n g u lo esplénlco del colon. En un estudio en el Sudeck sea tan «crítico» c o m o se pensaba a n te rio rm e n te .
que p a rticiparon 200 pacientes, Michels y cois.32 observa­ Su localización carece de im porta n cia en las resecciones
ron una anastomosis adecuada de las arterias en esta re­ abdom inales y abdom inoperlneales practicadas hoy en día.
g ión en el 61 % de los participantes, anastomosis d e ficien­ Se incluye en este te xto debido a su relevancia histórica.
tes en el 32 % y ausencia de anastomosis en el 7%. Sudeck40 describió un p u n to localizado en la arteria rec­
Haigh y Tem ple39 presentaron un caso de dilatación de tal superior en el que la ligadura de la arteria no c o m p o r­
la arteria marginal (Fig. 18.19B) que aportaba una irrigación taría la devascularización de un s e g m e n to largo de unión
colateral desde la arteria cólica media hasta la arteria Ileo- del colon sigm oide con el recto. El p u n to se sitúa justo por
colónica con el fin de compensar la oclusión de la arteria me- encim a del o rigen de la ú ltim a arteria sigm o id e a ; su p o ­
sentérica superior causada por un vólvulo crónico del intes­ sición varía en fu n c ió n del n ú m e ro de estas arterias
tin o d e lg a d o . Estos autores re c o m ie n d a n : 1) co n o c e r (Figs. 18.1 7 D y E). En alrededor de un 5 0 % de los sujetos,
detalladam ente la circulación mesentérica colateral; 2) loca­ la arteria m arginal c o n tin ú a su re c o rrid o en s e n tid o des­
lizar y situar de nuevo el intestino delgado, en caso necesa­ ce n dente para unirse a la arteria rectal superior. El p u n to
rio, antes de proceder al cierre del abdom en; y 3) delinear de Sudeck se encontraría en posición p ro x im a l con rela­
la arteria marginal dilatada d e fo rm a previa a la intervención. ción a dicha unión.

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* Skandalakis

Intestino grueso, recto y ano

Tenia libre
Apéndice epiploico
Anatomía quirúrgica

Apéndices epiploicos

M e s e n te rio --------------- S _ i

Arteria marginal

F ig u ra 1 8 .1 8 . Irrigación arterial term inal del colon y su relación con las tenias cólicas y los apéndices epiploicos.

La relevancia del p u n to de Sudeck de p e n d e de la in- zación del recto requería la ligadura de la arteria rectal su-
tervención q u irúrgica. En el año 1907, Sudeck se interesó perior.
p o r la escisión p erineal del re cto , q u e era la in te rv e n - En algunos casos de colectom ía izquierda en la que se
ción de elección a com ienzos del siglo pasado. La m ovili- conserva un m u ñ ó n sigm oide largo puede resultar c o m p li-

Arteria mesentérica
superior ocluida

Arteria marginal
dilatada

F ig u ra 1 8 .1 9 . A, Sistema vascular mesentérico norm al e irrigación colateral. B, Una arteria marginal dilatada suministra u na
irrigación colateral al intestino delgado en caso de oclusión de la arteria mesentérica superior.
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Intestino grueso, recto y ano

cado acercar el colon transverso hada aquél d e b id o a la re­ Las venas rectales superiores, que desem bocan en la
ducida lo n g itu d del m esocolon transverso. Esta dificu lta d vena mesentérica inferior, se ocupan del drenado del rec­
puede solventarse m ediante la ligadura de la arteria rectal to (Fig. 18.21). El d re n a d o se d irige al sistema de la vena
superior p or encim a del p u n to de Sudeck. porta. Las venas rectales media e inferior desembocan en
El co n c e p to de p u n to crítico de Sudeck no reconoce la vena ilíaca interna, a través de la cual lo hacen en la cir­
otras dos fuentes de irrigación rectal. Una de ellas es la red culación sistèmica.
intram ural de arterias de la submucosa de la pared; la otra
corresponde a las arterias rectales m edia e inferior, espe­ Re c o r d a r :

cialm ente esta ú ltim a. G o lig h e r 41 a firm ó: «La experiencia • La vena rectal infe rio r se ocupa p rin cip a lm e n te del re to r­
con las resecciones con conservación de esfínteres del car­ no venoso de los 2 cm distales del c o n d u c to anal.
cinom a del recto superior y el colon sigm o id e infe rio r d e ­ • Existen anastomosis entre la vena rectal superior (p o rta l)
muestra que, tras la división del tro n c o hem o rro id a l supe- y las venas rectales media e inferior (sistémicas). C o n fo r­
rior/mesentérico inferior, las arterias hemorroidales [rectales] m an una posible derivación portosistémica.
media e inferior son capaces de irrigar un m u ñ ó n rectal dis­ • D ado que las m alform aciones venosas del intestino infe­
tal hasta un p u n to situado a una distancia m ínim a de 8 cm rior pueden ocasionar una significativa hem orragia gás­
a 10 cm po r encim a de la reflexión peritoneal». trica, crónica o aguda, Fishman y cois .44 recom endaron
De acuerdo con Michels y cois.32, el recto y el colon sig­ practicar una colectom ía con m ucosectom ía y descenso
m oide disponen de otras posibles fuentes de irrigación cola­ endorrectal antes de desarrollar grandes necesidades trans-
teral además de los tres pares de arterias rectales (h e m o rro i­ fusionales.
dales):

• Ramas de la arteria vesical inferior.


D re n a d o lin fá tic o
• Arterias que irrigan el m úsculo elevador del ano.
• Arteria sacra media. Los ganglios linfáticos del intestino grueso se han d iv i­
• Plexo arterial retroperitoneal p o sterior que co m u n ica las d id o en cu atro g rupos (Fig. 18.22): epicólicos (bajo la se­
circulaciones parietal y visceral. rosa de la pared intestinal); paracólicos (en la arteria m a r­
La arteria rectal infe rio r se encarga de la irrigación arte­ ginal); intermedios (a lo largo de las grandes arterias [arterias
rial de los 2 cm distales del c o n d u c to anal. mesentéricas su p erior e inferior]; y principales (en la raíz
Insistimos en la lectura de los excelentes trabajos de Van de las arterias mesentéricas superior e inferior). Este ú ltim o
D am m e 1y Bertelli y cois.42. g ru p o engloba ganglios de la raíz mesentérica (los cuales
reciben ta m b ié n linfa p ro cedente del intestino delg a d o ),
ganglios aórticos y ganglios lumbares izquierdos. La Tabla
Irrig ació n v e n o s a 18.4 recoge el n ú m e ro de ganglios del intestino grueso.
A pesar de que el flu jo linfático acom paña a las arterias,
Las venas del colon (Fig. 18 .2 0 ) acom pañan a las arte­
existen conexiones transversales a la altura de las arcadas
rias. En el lado derecho (el ciego, el colon ascendente y el
paralelas al intestino. Asimismo, la bibliografía médica co n ­
colon transverso derecho), las venas se unen para fo rm a r
tiene descripciones de com unicación entre los ganglios lin­
la vena mesentérica superior. Las venas del áng u lo h e páti­
fáticos del colon transverso y los pertenecientes al estóm a­
co del co lon y la porción derecha del colon transverso des­
go , y e n tre los g a n g lio s de las p o rcio n e s asce n d e n te y
em bocan en la vena gastroepiploica o en la vena pancrea­
descendente del colon y la pared corporal.
tico d u o d e n a l anterosuperior. V oiglio y cois .43 estudiaron y
La resección am plia del colon debe inclu ir la tota lid a d
definieron la vena gastrocólica y d o c u m e n ta ro n dos casos
del se gm ento irrig a do po r cualquier arteria principal. Esta
de avulsión derivada de un tra um atism o abdom inal. Se o b ­
intervención p e rm ite retirar la mayoría, aunque no la to ta ­
serva en el 70% de los pacientes, su lo n g itu d es corta (in ­
lidad, del d re n a d o linfático del seg m e n to afectado (Figs.
ferior a 25 m m ), y su calibre oscila entre 3 m m y 10 m m .
18.23 y 18.24).
Se localiza en la superficie ante rio r de la cabeza del pán­
Yada y cois .45 analizaron la anatom ía vascular y las m e ­
creas y por debajo de la raíz del mesocolon transverso com o
tástasis linfáticas del carcinom a de colon:
confluencia de las venas gastroepiploica derecha y cólica
superior derecha. Estos investigadores destacan la im p o r­ Puesto que la arteria ileocecal procede siempre de la
tancia qu irú rg ica de la citada vena en la cirugía del pán­ arteria mesentérica superior y las metástasis de ganglios lin­
creas, la hipertensión portal y el tra u m a tis m o a b dom inal. fáticos del cáncer de ciego se lim itan a los ganglios dis­
El drenado de la porción izquierda del colon transverso lle­ puestos a lo largo de la trayectoria de la primera, una re­
ga a la vena mesentérica superior. La vena rectal superior sección ileocecal puede curar esta neoplasia. La arteria
drena el colon descendente y el colon sigm oide; se dirige cólica derecha tiene distintos orígenes, y el cáncer de co­
en sentido ascendente para fo rm a r la vena mesentérica in­ lon ascendente muestra diversos patrones de metástasis
ferior. ganglionar. En consecuencia, el paciente aquejado de esta

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■ Skandalakis

Intestino grueso, recto y ano

Vena pancreaticoduodenal superior

Vena porta Vena esplénica


Anatomía quirúrgica

Vena mesentérica superior

Vena cólica derecha


Vena mesentérica inferior

Vena cólica izquierda


Vena ileocólica

Venas ováricas/testiculares

Vena mesentérica superior

Vena cava inferior

Venas sigmoideas

Vena ilíaca común derecha

Vena ilíaca interna derecha Vena sacra media

Vena ilíaca externa derecha

Vena rectal media Vena rectal superior

Vena pudenda interna

Plexo hemorroidal interno

Vena rectal inferior Plexo hemorroidal externo

F ig u ra 1 8 .2 0 . Irrigación venosa del colon y el recto. Azul oscuro, irrigación venosa sistèmica. Azul claro, irrigación venosa por­
ta. [ga3]

entidad debe someterse a una hemicolectomía derecha. permite separar los ganglios linfáticos que acompañan a
La arteria cólica media se divide en una rama derecha y una la arteria rectal superior.
rama izquierda, cada una de las cuales presenta diferen­
Re c o r d a r :
tes variantes de ramificación. Cuando las arterias cólica
• Los vasos linfáticos de los 2 cm distales del c o n d u c to anal
derecha y media compartan un tronco común, será preci­
so efectuar una hemicolectomía derecha para el cáncer de desem bocan en los ganglios inguinales.
colon transverso del lado derecho. Si la arteria cólica iz­
quierda y la primera arteria sigmoidea poseen un tronco co­
I n e r v a c ió n
mún, se deben extirpar los ganglios linfáticos situados a
lo largo del mismo en el sujeto con cáncer de colon sig- In e rv a c ió n intrínseca
moide o descendente. Un 6,3% de los pacientes afectados
p o r cáncer de colon sigmoide presentaron metástasis en Entre el esófago y el ano, el tu b o digestivo recibe la inerva­
ganglios linfáticos localizados a lo largo del recorrido de ción de dos redes nerviosas intramurales. El plexo mientéri-
la artería rectal superior. La sigmoidectomía parcial ta m ­ co (de Auerbach) (Fig. 18.25) controla la m otilidad, mientras
bién puede curar el cáncer de colon sigmoide, dado que que el submucoso (de Meissner) regula la secreción. Las fi-
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Intestino grueso, recto y ano 18


bras vagales y simpáticas form an sinapsis con estas células
V. cava inf.
ganglionares ¡ntramurales. A ctualm ente se considera que la
inervación del sistema digestivo posee un co n ju n to intrínse­
V. m e senterica inf.
co de nervios conocido com o el plexo intram ural o el sistema
V. rectal m e dia
V. ilíaca co m ún nervioso entérico46. Se calcula que el n ú m e ro de neuronas
que co n fo rm a n este sistema alcanza unos 100 m illones y
equivale a toda la población neuronal de la médula espinal.
V. rectal sup.
Las neuronas simpáticas y parasimpáticas posganglionares
V. ilíaca ext. hacen sinapsis con neuronas pertenecientes a los plexos mien-
térico y submucoso. Las fibras simpáticas posganglionares
V. ilíaca int. fo rm a n sinapsis directam ente con las células epiteliales.
Las neuronas de am bos plexos, consideradas general­
m e n te fibras parasim páticas posganglionares, crean una
M . e le va d or
red neuronal con amplias sinapsis; estos plexos contienen
del ano
ta m b ié n interneuronas. Hoy sabemos que algunas n e u ro ­
nas sensitivas con receptores epiteliales se reúnen en a m ­
bos plexos para c o n tin u a r p o ste rio rm e n te su recorrido, de
m o d o que algunas acom pañan a las fibras parasimpáticas
V. p ud e n da int.
hasta el cerebro o los segm entos sacros de la m édula espi­
V. rectal inf.
nal y a las fibras simpáticas hasta los segm entos raquídeos
M a rge n e x te rn o del ano T I -L2,3. Sin em b a rg o , además de estas fibras nerviosas se
han iden tifica d o otras que fo rm a n sinapsis en los ganglios
F igura 18.21. Diagrama detallado de la irrigación venosa del (sim páticos) (prevertebrales) colaterales.
recto y el ano. La vena rectal superior drena hacia la vena p or­
ta, mientras que las venas rectales media e inferior lo hacen a In e rv a c ió n s im p á tic a
venas sistémicas. El plexo venoso situado entre ambas venas for­
ma una posible derivación porta-cava. [s¡<4\ La inervación simpática del colon derecho procede de
los seis segm entos torácicos inferiores de la m édula espi­
nal. Las fibras preganglionares atraviesan los ganglios de la
cadena sim pática y c o n tin ú a n después c o m o nervios es-
plácnicos torácicos para fo rm a r sinapsis en los plexos ce-
líaco, aórtico y mesentérico superior. Desde estos plexos, las
G anglios de la raíz del m esenterio
fibras posganglionares a co m p a ñ a n a las arterias del me-
senterio hacia el intestino delg a d o y el c o lo n derecho.
En el lado izquierdo, las fibras preganglionares surgen
de los prim eros dos (o tres) segm entos lum bares de la m é­
dula espinal y co n tin ú a n c o m o nervios esplácnicos lu m b a ­
res hacia el plexo a ó rtico y el plexo m esentérico inferior. A
p a rtir de ganglios de este plexo difuso, las fibras posgan­
glionares acom pañan a ramas de la arteria mesentérica in ­
fe rior hacia el colon izquierdo y el recto superior.

Número de ganglios linfáticos del


T a b la 1 8 .4 .
mesenterio del intestino grueso por regiones
Ganglios N ú m e ro p ro m e d io

Ileocólicos 29
Cólico derecho 11,1
Cólico medio 22,4
Cólico izquierdo 25,2
Sigmoides y rectales 32,8
F ig u ra 1 8 .2 2 . Las vías linfáticas del intestino grueso acom­
pañan a las arterias y desembocan en los ganglios principales Fuente: S k an d alak is JE, G ray SW, Rowe JS Jr. A n a to m ic a l C o m p l i c a ­
en la raíz del mesenterio a través de ganglios epiploicos, para- tio n s in G en eral Surgery. N u ev a York: M cG raw -H ill, 1983; c o n a u t o ­
cólicos y mesocólicos. [sk4\ rización.
785

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* Skandalakis

Intestino grueso, recto y ano


Anatomía quirúrgica

F ig u r a 1 8 .2 3 . La resección del intestino grueso ha de incluir la totalidad del área irrigada por la arteria principal, además de
la lesión en sí misma. Debe abarcar la mayor parte del drenado linfático. Los dibujos A-F m uestran las áreas de resección (p u n ­
teadas) de lesiones de diversos segmentos del intestino grueso. La localización de la lesión se indica por m edio de u n a flecha.
[sM]

In e rv a c ió n p a r a s im p á tic a Re c o r d a r :

• Los 2 cm proxim ales del c o n d u c to anal reciben inerva­


Las fibras vagales del tro n c o posterior pasan c o m o una ción a través de las fibras autónom as viscerales.
división celíaca hasta y a través del ga n g lio celíaco sin ha­ • Los 2 cm distales de este c o n d u cto son ¡nervadas por ner­
cer sinapsis. Desde este g a n glio, las fibras preganglionares vios rectales somáticos.
cruzan la arteria mesentérica superior hacia el intestino del­
gado y el colon derecho, d o n d e fo rm a n sinapsis con las cé­
lulas ganglionares de los plexos ¡ntramurales. A n a t o m ía d e t a l l a d a de l o s s e g m e n t o s
El co lo n izqu ie rd o recibe fibras parasimpáticas de los c o l ó n ic o s
nervios esplácnicos pélvicos, los cuales surgen de los ner­
vios sacros segundo, tercero y cuarto. Estas fibras aco m p a ­ C ie g o y v á lv u la ile o c e c a l
ñan al nervio presacro en su recorrido hacia el plexo me-
sentérico inferior, a partir del cual las fibras preganglionares El ciego se halla en la fosa ilíaca derecha; en a p ro x im a ­
siguen las ramificaciones de la arteria mesentérica inferior da m e n te un 6 0 % de los sujetos vivos se encuentra parcial­
hacia el colon izquierdo y el recto superior. m ente en la pelvis verdadera en posición erecta. Anson y
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Intestino grueso, recto y ano 18


trario, el ciego carecía de fijación alguna en un 2 4 % de los
participantes en este estudio. En este ú ltim o g ru p o se inclu­
Ganglios de arteria yen casos de «ciego m óvil» verdadero, en los que el ciego
mesentérica inf. y la porción inferior del colon ascendente no presentan nin ­
guna fijación. Pavlov y Pétrov 48 afirm aron que en la m ujer
el ciego era m óvil con una frecuencia m ayor que en el h o m ­
bre, en un fa c to r del 20%.
G anglios rectales sup.
La localización del ciego en la fosa ilíaca derecha im p li­
ca una relación posterior con el músculo ilíaco derecho. En
la m ayor parte de los casos, se encuentra cu b ierto en un
9 0 % a un 1 0 0 % de peritoneo. Por lo general, no está ado­
sado al p e rito n e o posterior que recubre la fosa ilíaca dere­
cha. Las Figuras 18.26 y 1 8.27 m uestran las relaciones y
Ganglios hipogástricos variaciones del ciego en la fosa ilíaca.
(ilíacos internos) Un pliegue peritoneal del m esenterio del íleon term inal
puede cruzar el íleon para unirse al colon inferior y al cie­
go. Se trata del pliegue ileocecal superior (Fig. 18.28), el cual
envuelve la arteria cecal anterior. Este pliegue, ju n to con el
m esenterio y el íleon, puede fo rm a r una fosa ileocecal su­
perior. Por d e bajo del íleon term inal puede existir un plie­
gue ileocecal inferior en posición anterior respecto del m e ­
Línea pectínea
senterio del apéndice. Entre ambos se ubica la fosa ileocecal
Ganglios inguinales
inferior (h e rniación paracecal). Los pliegues ileocecales su­
pe rio r e infe rio r son inconstantes, y las fosas asociadas a
F ig u ra 18.24. Drenado linfático del colon sigmoide, recto y ellos pueden ser poco profundas o inexistentes. A lgunos ti­
ano. Por encima de la línea pectínea, el drenado se dirige a los pos de fijación cecal a la pared corporal pueden fo rm a r una
ganglios mesentéricos inferiores. Por debajo de ella, se dirige
fosa retrocecal. Doce de 78 cadáveres diseccionados po r
a los ganglios inguinales. [sk4\
Skandalakis 49 presentaban un íleo term inal fijo, y uno p o r­
taba un m esenterio ileocecal co m ú n .
Treves 50 prop u so cuatro tipos de ciego en el ser h u m a ­
McVay 47 distin g u ie ro n seis tipos y varios subtipos de refle­ no en un m o d e lo del desarrollo (se refirió a ellos c o m o los
xiones peritoneales del ciego. En el 1 9 ,6 % de los casos de tipos «prim ero» a «cuarto»):
su serie, p rácticam ente to d a la superficie posterior del cie­ • Primero (in fa n til): D urante el período neonatal, el ciego
go estaba unida a la pared abd o m in a l posterior. Por el co n ­ se tran sfo rm a en una fo rm a c ió n cónica. El a péndice se

S im p á t ic o
P a r a s im p à t ic o
Hacia ganglios (fu n d a m e n ta lm e n te
(preganglionar)
prevertebrales,m édula posg a n glion a r)
espinal y ta llo raquídeo

F ig u ra 1 8 .2 5 . Control nervioso de
la pared intestinal. Se representan: 1)
los plexos mientéricos y submucoso,
2) el control extrínseco de los mismos
m ediante los sistemas nerviosos sim­
pático y parasimpàtico, y 3) las ñbras
sensitivas que pasan del epitelio lum i­
nal y la pared intestinal hacia los ple­
xos entéricos, a partir de los cuales se
dirigen hacia los ganglios prevertebra­
les, la médula espinal y el tallo raquí­
deo. [gu]
787
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* Skandalakis

Intestino grueso, recto y ano


Anatomía quirúrgica

Cavidad peritoneal

Apéndice
retrocecal
Peritoneo visceral

Peritoneo parietal

Músculo
Hueso iliaco Fusión del ciego al peritoneo Am plia franja de unión
parietal posterior del ciego al peritoneo parietal

F ig u ra 1 8 .2 6 . Cortes transversales del ciego y la fosa ilíaca que representan distintas variaciones del grado de fusión del cie­
go al peritoneo. A, El ciego carece de u n ió n a este nivel y puede moverse con bastante libertad. B, La posición del ciego se m a n ­
tiene por m edio de u n estrecho pliegue mesentérico que posibilita u n a libertad limitada de m ovim iento. C, El ciego y el a p é n ­
dice retrocecal se en cu entran unidos al peritoneo ilíaco a lo largo de una amplia franja, [m cl]

descuelga desde su vértice. Presenta las tres tenias, las Sappey 51 atribuye el d e scu b rim ie n to de la válvula ileo-
cuales com ienzan en la basal apendicular. Esta fo rm a se cecal a C. Varolius basándose en el siguiente te x to p u b lica ­
m antiene en alrededor de un 2% de la población. d o por este ú ltim o en el año 1573:
• Segundo (niñez): El ciego a d o p ta una m o rfo lo g ía c u a ­ En el p u n to donde el íleon se une al colon existe una
drada m ediante la fo rm a c ió n de sáculos mediales y late­ m em brana que sobresale hacia la cavidad de éste. A esta
rales respecto de la tenia anterior. El apéndice pende del membrana, que constituye el extremo del íleon que se pro­
área c o m p re n d id a entre dichos sáculos, pero no del vér­ longa hasta la citada unión, yo que soy su inventor la de­
tice. Este tip o persiste en casi un 3% de la población. nomino o p e rc u lu m del íleon.
• Tercero (adulto): La rápida proliferación del sáculo lateral
D iD io y A nderson 52 e m p le a ro n el té rm in o píloro ileal,
derecho o rig in a un nuevo vértice. El a n tig u o vértice se
desplaza al área lateral izquierda hacia la válvula ileoce­ que es más correcto desde el p u n to de vista anatóm ico que
cal. El apéndice cuelga bajo entre las tenias anterior y pos­ el té rm in o válvula ileocecal. A firm a ro n que el íleon desem ­

terolateral. Esta fo rm a se observa en a p ro xim a d a m e n te boca en la zona de transición c o m p re n d id a entre el ciego


un 9 0 % de la población. y el colon ascendente, c o n firm a n d o así q u e la d e n o m in a ­

• C ua rto (g e riá trico ): Se p ro d u ce la atrofia del sáculo iz­ ción «válvula ileocecal» carece de significado a n a tó m ico .
q u ie rd o y la hipertrofia del derecho. El vértice y el a p é n ­ Sin em ba rg o , p o r conveniencia c o n tin u a re m o s utilizando
dice se sitúan ahora en la p ro x im id a d de la válvula Íleo- el té rm in o «válvula ileocecal» para referirnos a este c o m ­
pone n te anatóm ico.
cecal. Esta fo rm a , q u e en re a lidad aparece c o m o
consecuencia de la progresión de la tercera, se detecta La válvula del cadáver está fo rm a d a p o r dos pliegues
en alrededor del 4 % de la población. transversales paralelos (labios o solapas) que se invaginan
hacia el colon y fo rm a n una h e n d id u ra transversal de 1 cm
Tras estudiar la estructura del ciego en 126 sujetos, Pav­
a 1,5 cm. Los pliegues se unen en su e x tre m o y fo rm a n el
lov y Pétrov 48 los clasificaron del m o d o e n u m e ra d o a c o n ­
frenillo. A efectos prácticos, la p ro m in e n c ia del inte stin o
tinuación: tip o infantil (al que bautizaron co m o « in fu n d ib u ­
delg a d o en el colon se c o m p o n e de m úsculo circular del
lar»), 13% ; tip o a d u lto (al que d e n o m in a ro n «am pular»),
íleon te rm inal, el cual está recubierto de mucosa.
78% ; y tip o «interm edio», 9%.
En el sujeto vivo, la válvula ileocecal presenta una m o r­
El ciego y el colon ascendente se relacionan p o sterior­
fología papilar con una proyección o invaginación ¡leal en
m ente con las siguientes estructuras anatómicas, las cuales
fo rm a de b o tó n hacia el ciego.
deben protegerse d u ra n te la m o viliza ció n del colo n d e ­
K u m a ry Phillips 53 afirm aron que los ligam entos ileoce-
recho:
cales superior e inferior son responsables de la c o m p e te n ­
• M úsculo psoas mayor. cia de la válvula ileocecal.
• Nervios (cutáneo femoral lateral, femoral, genitofem oral). Se ignora cuál es la fu n c ió n de la válvula ileocecal. Bo-
• Arterias y venas gonadales. g e rs y Van M arck 54 señalaron que «la u n ión ileocecal cons­
• Uréter. titu y e una región intestinal contro ve rtid a » . En una revisión
788
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Intestino grueso, recto y ano 18


Tipo I 11,33% la 8,33% Ib 21,67%

- Colon ascendente i

Mesenterio

ì -W ;
^ — fleon

Linea term inal


Apéndice verm iform e
(borde pélvico)

T ip o II 9,67% ----------- ila 7,33% 11,33% Illa 5,67%

V 4,67% V I 2,67%
T ipo IV 17,33%

F igu ra 1 8 .2 7 . Fijación del ciego, colon ascendente e íleon a la pared corporal dorsal, representada en función de su ti p o y fre­
cuencia (las áreas de fijación se m uestran en color negro) de acuerdo con 300 muestras estudiadas. T ipos I y I-a, Fijación dor­
sal casi com pleta del ciego. Tipo I - b , Ejemplos de receso retrocecal (espacios formados como prolongaciones de la fosa cecal)
dispuestos por orden de fijación descendente. T ipos II y Il-a, Fijación principalm ente medial (en Il-a, con adhesión la conti­
n u ada del íleon terminal). Tipos III, Ill-a y IV, Ciego carente de adhesión dorsal, distintos grados. En varios casos, el segmen­
to proxim al del colon ascendente tam bién carece de adhesión parietal posterior. T ipo V, Ausencia de fijación del ciego; la m a ­
yoría del colon ascendente dispone de movilidad. T ipo VI, Ausencia com pleta de adhesión dorsal, [m c l]

Pliegue y fosa
ileocecal sup.

Pliegue y fosa
ileocecal inf.

F ig u r a 1 8 .28 . Pliegues ileocecales superior e inferior, los


cuales form an fosas. [sl<4\
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Intestino grueso, recto y ano

de 1993, c o m e n ta ro n : «Según la bibliografía publicada al laparoscópica para el vó lvu lo cecal inte rm ite n te . Frank y
respecto, parece a u m e n ta r el n ú m e ro de datos indicativos cois .59 p u b lic a ro n la primera descripción del d ia g n ó stico
de una fu n ció n esfinteriana». m ediante TC del vó lvulo cecal, y destacaron la im p o rta n ­
Anatomía quirúrgica

La definición de la válvula ileocecal difiere en distintas cia del llam ado «signo del rem olino». M oore y cois .60 pre­
especialidades. Los a natom opatólogos la definen co m o una sentaron un caso de vó lvu lo cecal y sigm oide sincrónico,
estructura de tip o bilabial con una h e ndidura horizontal, el cual re p resenta un fe n ó m e n o m u y p o c o fre c u e n te .
form ada por los labios superior e inferior, los cuales se unen T h e u e ry C headle 61 describieron o tro caso semejante.
medial y lateralm ente para fo rm a r el frenillo. Los endosco- • La pared del ciego es delgada en com paración con la de
pistas la consideran una estructura papilar semejante al cue­ otros segm entos colónicos. Su porción más adecuada y
llo uterino, una proyección redonda o cónica con un o rifi­ segura para la ceco to m ía , cecorrafia, anastom osis con
cio en form a de estrella, au n q u e carente de frenillo. Por su otras visceras y cecopexia corresponde a las tenias (en es­
parte, los radiólogos 55 la describen co m o una p ro tu b e ra n ­ pecial, la tenia anterior, de acceso más sencillo).
cia redondeada u ovalada que surge h a b itu a lm e n te de la • La inva g in a ció n ileocecal puede ser idiopàtica o derivada
pared posteromedial del ciego. Consta de un labio superior de tu m o re s b enignos o m alignos del íleon te rm inal y la
y un labio inferior, los cuales se estrechan en las esquinas región ileocecal. La invaginación idiopàtica es una p a to ­
de fusión para fo rm a r una p orción de la pared cecal. logía propia del período neonatal; puede deberse a la h i­
La identificación de la región ileocecal puede c o m p le ­ pertrofia de las placas de Peyer. VanderKolk y cois .62 es­
tarse con una TC. En un estudio de Silverman y cois.56, la tu d ia ro n la in v a g in a c ió n cecocólica en el a d u lto y
región se identificó p o r m e d io de esta técnica en 18 de 25 re co m e n d a ro n su reducción p o r vía q u irúrgica; tan sólo
pacientes normales (72 % ). a b o g a ro n p o r la colectom ía en el paciente con un intes­
tin o gangrenoso. N o obstante, los autores de este capí­
Irrigación arterial y venosa tu lo creen que la cecopexia constituye una elección ade­
La arteria ileocólica (Fig. 18.29), una rama term inal del cuada cu a n d o la pared intestinal está intacta.
lado derecho de la arteria mesentérica superior, supone la • La d iverticulitis cecal es una enferm edad poco frecuente.
principal irrigación del ciego. Se d ivide en dos ramas antes Las lesiones suelen ser solitarias, a diferencia de los m ú l­
de acercarse a la pared cecal. La rama cólica se anastom o- tiples divertículos observados en la d iverticulitis del c o ­
sa con la arteria cólica derecha, mientras que la rama ¡leal lon izquierdo. El cirujano debe inte n ta r conservar la vál­
lo hace con la rama intestinal term inal de la arteria mesen­ vula ileocecal siempre que sea posible al intervenir el área
térica superior. En la p ro x im id a d de su bifurcación, la arte­ ileocecal. Lear y cois .63 d o c u m e n ta ro n dos casos de d i­
ria ileocólica se d ivide en otras dos ramas: las arterias ceca­ verticulitis aguda en una serie de siete casos de lesiones
les ante rio r y posterior. benignas del colon derecho. Los párrafos incluidos a c o n ­
La vena ileocólica desem boca en la vena mesentérica tin u a ció n proceden de ese artículo:
superior.

Vías linfáticas
Los vasos linfáticos del ciego (Figs. 18.30 y 18.31) d re ­
nan hacia ganglios linfáticos situados a lo largo de la red an­
te rio r de arterias ileocólicas. Se d istinguen dos grupos de
ganglios linfáticos: los ganglios linfáticos ileocólicos se dis­
ponen a lo largo del recorrido de la arteria ileocólica, m ie n ­
tras que los cecales se localizan en la p ro x im id a d de las ar­
terias cecales ante rio r y posterior.

Inervación
El ciego recibe su inervación simpática de los ganglios
mesentéricos celíaco y superior. La inervación parasimpá-
tica del ciego procede del nervio vago.

Consideraciones quirúrgicas
• El v ó lv u lo del ciego c o n s titu y e un proceso e x tre m a d a ­
m ente infrecuente. A m e n u d o se emplea incorre cta m e n ­
te el té rm in o «vólvulo cecal». La te rm in o lo g ía correcta F ig u ra 1 8 .2 9 . Ramas de la arteria ileocólica. La arteria ileo­
sería «vólvulo del colon derecho». Khope y Rao57 d o c u ­ cólica puede considerarse u n tronco hasta su bifurcación en
m e n ta ro n un caso de v ó lv u lo cecal en un n iñ o de 2 m e ­ dos ramas cecales. Las otras ramas son colaterales directas del
ses de edad. Shoop y Sackier58 han descrito la cecopexia tronco principal. [ va3]
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Intestino grueso, recto y ano

Glándulas del
apéndice

F ig u r a 1 8 .3 0 . Vías linfáticas
de la región ileocecal, vista v e n ­
tral. [sc5]

F ig u ra 1 8 .3 1 . Vías linfáticas de la región ileo­


cecal. Vista dorsal. [sc5]

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Intestino grueso, recto y ano

Un gran número de trastornos benignos afecta al co­ • Nelson 68 señaló que los cirujanos llevan a cabo una d iv i­
lon derecho, y el diagnóstico diferencial de tales lesiones sue­ sión sistemática del área colorrectal en subregiones ana­
le resultar complicado. Este trabajo se ha centrado en sie­ tóm icas al tra ta r el cáncer colorrectal. En su o p in ió n , la
Anatomía quirúrgica

te pacientes observados en el Piedmont Hospital a lo largo clasificación más correcta es la detallada a contin u a ció n :
de los seis últimos años, y cuyos diagnósticos finales ponen
7. Colon proximal: ciego, colon transverso, colon descen­
de manifiesto varios de los numerosos trastornos benignos dente.
del colon derecho. Este trabajo no ha incluido a pacientes 2. Colon distal: sigmoide, rectosigmoide, recto (por encima
aquejados de apendicitis aguda n i de neoplasias de n a tu ­ del conducto anal).
raleza frecuentemente maligna, como tumores carcinoi-
3. Conducto anal.
des y pólipos.
• Este sistema de clasificación se fu n d a m e n ta en datos e m ­
Astler y cols.6A dividieron las lesiones benignas del co­
b riológicos (intestino m e d io -in te s tin o posterior).
lon derecho en los cuatro grupos siguientes:
• Poon y C h u 69 co m e n ta ro n :
7. Neoplasias benignas (variantes benignas de carcinoi-
des, hemangiomas, linfangiomas, lipomas, fibromas, La mayoría de las masas cecales inflamatorias se deben
adenomas, etc.). a una patología benigna, y la resección ileocecal represen­
2. Trastornos inflamatorios y parasíticos (enteritis regional, ta la intervención de elección. N o recomendamos la hemi-
mucocele apendicular, ameboma, tuberculoma, acti- colectomía alta sistemática, ya que requiere una conver­
nomicosis, etc.). sión a una incisión de la línea media y se asocia a una
3. Anomalías anatómicas y congénitas (divertículos, plie­ m ayor duración de la intervención quirúrgica, un índice de
gues mucosos hipertróficos, m uñón apendicular inver­ morbilidad más elevado y una estancia hospitalaria más
tido, etc.). prolongada. Sin embargo, una minuciosa evaluación in-
4. Anomalías fisiológicas (hipertrofia de la válvula ileoce­ traoperatoría y, en particular, el examen de las muestras
cal, fecalito, prolapso de la mucosa ileal, etc.). resecadas, revisten una importancia fundamental para ex­
Esta clasificación no es exclusiva, y una lesión puede cluir la presencia de una neoplasia m aligna basal que ha ­
pertenecer a más de una categoría. Una neoplasia benig­ ría necesaria la citada intervención.
na, como, p o r ejemplo, un lipoma, puede afectar a la vál­ • La com petencia de la válvula ileocecal depende de la pre­
vula ileocecal, la cual puede ulcerarse y producir una masa sencia y la acción del mecanismo esfinteriano de esta zona,
inflam atoria inespecífica. La Tabla 18.5 recoge los diag­ creado al formarse el esfínter de la válvula (la válvula en
nósticos pre- y postoperatorios. sí misma es un e n g rasam iento de m úsculo circular). En la
• El apéndice, el colon, el recto y el ano y el c o n d u c to anal mayoría de los casos se observa un estado retrógrado.
q u irú rg ico presentan las mismas patologías que otras re­ • En la obstrucción colónica total, la p orción colónica más
giones del tu b o digestivo, y desarrollan neoplasias de ori­ proxim al a la obstrucción se encuentra dilatada cuando la
gen epitelial y no epitelial. Se recom ienda al lector inte ­ válvula ileocecal es c o m p e te n te . Este tip o de válvula
resado la consulta de dos trabajos realizados p o r Hatch y - q u e im p id e la entrada de contenidos colónicos en el íle­
cois .65-66 acerca de tum o re s estromáticos del apéndice, el on, pero p e rm ite la entrada de los co n tenidos ¡leales en
co lon, el recto y el ano y el c o n d u c to anal (leiom iom as y el c o lo n - origina una fo rm a ció n cerrada semejante a un
leiomiosarcomas). asa al aum e n ta r la tensión. C uando la válvula ileocecal es
• El infa rto cecal aislado debe fo rm a r parte del d ia g n ó s ti­ in c o m p e te n te no se p ro duce el fe n ó m e n o del asa cerra­
co diferencial del d o lo r a g u d o del cuadrante infe rio r d e ­ da: el intestino delgado recibe los contenidos colónicos y
recho67. se distiende, lo que se acom paña de náuseas y vóm itos.

T a b l a 18.5. Diagnósticos pre- y postoperatorios de las lesiones benignas del colon derecho
N.° p a c ie n te Edad Sexo D iag n ó stic o p reo p e ra to rio D iag n óstico p o s to p e ra to rio

1 51 M Probable carcinoma de ciego Lipoma valvular


2 49 M Absceso apendicular Inflamación cecal
3 38 M Probable carcinoma de ciego Inflamación inespecífica
4 50 V Posible carcinoma de ciego Pliegue mucoso
5 47 M Posible carcinoma Divertículo
6 46 M Vólvulo Divertículo
7 59 M Probable carcinoma de ciego Anillo de constricción

Fuente: Astler VB, Miller EB, S n y d er RS, M c In ty re CH, Lillie RH. B e n ig n surgical lesions o f th e cecu m . Arch Surg 1 % 3 ;8 6 :4 3 5 ; c o n a u to rizació n .
792

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Intestino grueso, recto y ano 18


Surco tu d suficiente para p ro d u c ir un v ó lv u lo 72. En el cadáver, el
colo n ascendente puede ser m óvil en alrededor del 3 8 %
de los casos48. Puede existir un ciego móvil ju n to con un co­
lon derecho m óvil, lo cual p e rm ite justificar el vó lvu lo del
colon derecho.
La bibliografía más antig u a 50 recogía una incidencia n o ­
tablemente más elevada de mesocolon derecho en las mues­
tras de necropsia. S y m in g to n 73 observó que la laxitud del
perito n e o parietal en el cadáver no em balsam ado pe rm ite
arrastrar el colon en dirección anterior para o riginar un seu-
dom esenterio; esta m aniobra no puede efectuarse en el ca­
dáver em balsam ado. Se desconoce el g ra d o de m o vilid a d
del colon en el paciente vivo.
C uando persiste el m esocolon, la m o vilid a d del ciego y
del colon ascendente p roxim al es m a yo r de lo normal. Este
tra s to rn o se d e n o m in a p re c is a m e n te m ó v il cie g o (Fig.
Gutter 18.33); puede o rig in a r un vó lvulo del ciego y el colon d e ­
paracólico recho. El ciego era m óvil en 55 de 87 cadáveres estudia­
dos en una serie49; en seis de estos casos, una p orción del
colo n dere ch o era m óvil y presentaba una lo n g itu d sufi­
ciente para p e rm itir la fo rm a c ió n de vólvulo.
El vólvulo del colon derecho exige la participación de dos
trastornos74: 1) un se gm ento co lónico con una m o vilid a d
anómala, y 2) un p u n to fijo alrededor del cual puede e n ­
roscarse el segm ento m óvil. El prim e ro es frecuente en m u ­
chas personas (Tabla 18.6). El se gundo puede deberse a
las fijaciones normales del colon o bien a adherencias p ost­
operatorias.
Rogers y H a rfo rd 75 describieron a cinco pacientes con
síndrom e del ciego m óvil. En to d o s ellos, el ciego y el co ­
lon ascendente carecían de fijación alguna al p e rito n e o la­
teral a lo largo de un se gm ento de 15 cm a 18 cm . Según
estos investigadores, la cecopexia constitu ye la in te rv e n ­
F ig u ra 1 8 .3 2 . Grados de fijación del colon derecho a la pa­ ción de elección para reducir la m o vilid a d colónica.
red abdom inal. A, Localización retroperitoneal n orm al del co­
lon. B, Gutter paracólico. C, Colon móvil con mesenterio. [sk4\
Peritoneo

• M a n n y cols, presentaron un absceso del m uslo derecho


derivado de la perforación de un adenocarcinom a de cie­
g o 70. El re corrido de los co n te n id o s cecales seguía con
m a yo r p ro b a b ilid a d la anatom ía de la fascia del m úsculo
psoas ilíaco, la cual puede fo rm a r un co n tin u o con la fas- Apéndice

d a lata del m uslo71.

C o lo n a s c e n d e n te

Por lo general, la porción ascendente del colo n dere­


cho se adosa dorsalmente a la pared corporal p o s te rio ry se
recubre a n te riorm ente de peritoneo (Fig. 18.32). Se obser­
van distintas variantes de fusión incom pleta, que incluyen
desde un surco paracólico lateral p ro fu n d o hasta la persis­
tencia de la to ta lid a d del m esocolon ascendente. En un F igu ra 18.33. Ciego móvil, íleon distal y colon derecho pro­
11% de los pacientes se detecta un m esocolon de lo n g i­ ximal. Esta configuración puede originar u n vólvulo. [sk4\
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* Skandalakis

Intestino grueso, recto y ano

M a rin e lla 81 refirió un caso de seudoobstrucción coló n i-


Frecuencia (porcentaje)
T a b la 1 8 .6 .
ca c o m p lic a d o p o r una perforación del ciego en un sujeto
de persistencia de colon derecho e izquierdo
con e n fe rm e d a d de Parkinson.
Anatomía quirúrgica

F uente D erecho I z q u ie r d o La disminución de la movilidad del colon puede ser conse­


cuencia de la presencia de bandas anómalas de tejid o c o n ­
A d u lto s (Treves, 1885) 26 36
ju n tiv o dispuestas sobre el colon ascendente p o r debajo del
Lactantes (Sm ith, 191 1) 3 0 ,7 5 37,1
peritoneo. La ancha banda que recubre la m ayo r parte del
A d u lto s (Harvey, 191 8 ) 13 —
colon se denom ina membrana o velo de Jackson (Fig. 18.34).
A d u lto s (Hendrick, 196 4) 11,2 —
3 6,9
Puede estar o no vascularizada. N o se sabe con certeza de
A d u lto s (Skandalakis, 1 9 4 9)
d ó n d e procede esta m em brana, aunque es p ro bable que
Fuente: Skandalakis JE, Gray SW, Rowe JS Jr. Anatomical Complica­ su fo rm a c ió n se deba a la fijación incorrecta del intestino
tions in General Surgery. Nueva York: McGraw-Hill, 1983; con auto­ durante el desarrollo em brionario. En efecto, la gradación de
rización. normal a anorm al es tan sutil que resulta imposible d e te rm i­
nar su incidencia. Estas bandas y m em branas pueden cons­
tre ñ ir el colon, reducir su m ovilidad y favorecer el vó lvulo.

En un estudio llevado a cabo p or W rig h t y M a x 76 sobre


Irrigación arterial y venosa
12 pacientes con v ó lv u lo cecal, dos sujetos tratados m e ­
La arteria cólica derecha participa en el riego sanguíneo
diante detorsión sencilla sin fijación no presentaron una re­
del colon ascendente. Por lo general, se asume que es una
cidiva del trastorno. N o obstante, los autores de este capítu­
ram ificación de la arteria mesentérica superior, y se anasto-
lo recomiendan la fijación, acompañada o no de cecostomía.
mosa con la rama cólica de la arteria ileocólica. Sin e m b a r­
Ballantyne y cois .77 presentaron 1 37 casos de v ó lvu lo
go, con frecuencia se observan variaciones de dicha arteria.
c o lò n ic o diagnosticados entre 1960 y 1980 en la Clínica
De acuerdo con Van D a m m e 1, la vascularización del co ­
M ayo: el 5 2 % de ellos eran de origen cecal; el 3% corres­
lon ascendente se efectúa a través de una arcada paracó-
pondían al colon transverso; el 2% se localizaban en el án­
lica en la q u e desem bocan las arterias ileocólica y cólica
g u lo esplénico del colon; y el 4 3 % afectaban al co lo n sig­
m oide. La m o rta lid a d del v ó lvu lo cecal con afectación del
ciego, el colon transverso y el án g u lo esplénico del colon
fue del 1 7%; la corresp o n d ie n te al vólvulo sigm o id e se si­
tu ó en un 11 %.
Rabinovici y cois .78 revisaron 568 casos de vólvulo cecal.
La m edia de edad de los pacientes fue de 53 años. La rela­
ción m u je r/h o m b re fue de 1,4:1. Se observó un ciego g a n ­
grenoso en un 20 % de los casos. Estos autores destacaron
que la cecostomía se asociaba a una incidencia m a yor de
complicaciones que otras técnicas quirúrgicas. Recomenda­
ron la resección en el paciente con ciego necròtico; la in­
tervención de elección para el ciego viable es la destorsión
y la cecopexia. Asim ismo, d e fe ndieron el a b a n d o n o de la
cecostomía. Sin e m b argo, otros especialistas no coinciden «Velo de Jackson»
con esta observación. En el caso de un vólvulo cecal con co­
lon viable, Jones y Fazio 79recom iendan la destorsión, la ce­
copexia y la cecostomía con tu b o .
Benacci y W o lff80, de la Clínica M ayo enum eraron las si­
guientes indicaciones de la cecostomía con catéter:
• S eudoobstrucción colònica.
• O bstrucción colònica distai.
• Perforación del ciego.
• V ó lvulo del ciego.
• Descom presión preanastom ótica.
• Otras indicaciones diversas.
Estos autores llegaron a la conclusión que la selección
adecuada de los pacientes, la corrección de la técnica de ce­ F ig u r a 1 8 .3 4 . El « v e lo d e Jackson» p u e d e c o n t e n e r u n gran
costomía y una asistencia postoperatoria de calidad p e rm i­ n ú m e r o de v a s o s sa n g u ín e o s p r o c e d e n t e s de la se g u n d a arte­
ten o b te n e r resultados satisfactorios. ria lu m b a r o renal. La e x t e n s i ó n d el «velo» es variab le. [sk4\
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Intestino grueso, recto y ano 18


media. Este a u to r afirm ó que la arteria ileocólica es la ram i­ El co lo n transverso com ienza en el p u n to en el que el
fic a c ió n más c o n sis te n te del lad o d e re c h o de la arteria colon cam bia de dirección bruscam ente hacia la izquierda
mesentérica superior. Por otra parte, la arteria ileocólica (el á n g u lo hepático del colon), justo p or de b a jo de la su­
constituye un im p o rta n te p u n to de referencia en la in te r­ perficie infe rio r del lóbulo hepático derecho. Finaliza en un
pretación de los arteriogramas. á n g u lo cerrado hacia arriba y hacia abajo (el á n g u lo esplé­
Bertelli y cois .42 indicaron que el nú m e ro de arterias có­ nico del co lo n ) relacionado con la superficie posterolateral
licas derechas es variable. La mayoría de los pacientes p o ­ del bazo. La cola del páncreas se sitúa p or encim a de esta
see dos o tres. p o rción colónica, y la superficie a n te rio r del riñón izqu ie r­
La vena cólica derecha, una trib u ta ria de la vena m e ­ do se encuentra en posición medial.
sentérica superior, se encarga del re to rn o venoso del co ­ A diferencia de los segmentos ascendente y descenden­
lon ascendente. te del colon, el mesenterio del colon transverso se ha fusio­
nado secundariam ente con la pared posterior del e p ip ló n
Vías linfáticas m a yor (Fig. 18.35). En el com ienzo del mesenterio pueden
El dre n a d o linfático se dirig e a los ganglios cólicos de­ aparecer otras bandas peritoneales: los liga m e n to s hepa­
rechos, los cuales se localizan a lo largo del recorrido de la to c ó lic o y cistocólico. Se trata de bandas de adhesión que
arteria cólica derecha y la arteria m arginal de D ru m m o n d . no corresponden a rem anentes del m esenterio ventral. En
Según W o o d b u rn e y Burkel82, el p ro m e d io to tal de g a n ­ el á n g u lo esplénico, el colon se une al d iafragm a p o r m e ­
glios linfáticos del colon ascendente y del ciego es de 75. dio del lig a m e n to frenocólico, el cual pertenece al lado iz­
q u ie rd o del m esocolon transverso.
Inervación El colon transverso pende entre ambos ángulos y a d o p ­
La inervación sim pática del colon ascendente proviene ta una m o rfo lo g ía en «U» o «V». Puede hallarse p o r enci­
de los ganglios celíacosy mesentéricos superiores. La iner­ ma del o m b lig o , aunque h a b itu a lm e n te lo hace en un pla ­
vación parasimpática procede del nervio vago. Los somas no infe rio r e, incluso, se extiende hasta la pelvis verdadera.
de las fibras sensitivas de esta región intestinal se localizan Su localización se m odifica en distintos individuos y posi­
en los ganglios raquídeos dorsales de los nervios raquídeos ciones corporales.
octavo y noveno; consecuentem ente, el d o lo r se manifies­ El mesocolon transverso está fo rm a d o por un doble plie­
ta en la región paraum bilical de la pared abd o m in a l. gue peritoneal que se prolonga hacia arriba y se une al b o r­
de pancreático anterior, del cual se suspende el colon trans-
Consideraciones quirúrgicas
• El colon ascendente puede movilizarse m ediante la inci­
sión de la reflexión peritoneal lateral derecha.
• Los riesgos de la incisión son los siguientes: hem orragia Páncreas
de vasos gonadales, lesiones ocasionadas al uréter dere­
cho, y lesiones duodenales.

Ángulo hepático del colon,


colon transverso, ángulo esplénico
del colon y mesocolon transverso
El á n g u lo hepático del colon se localiza debajo de los
cartílagos costales noveno y décim o en la p ro x im id a d de la
línea media axilar, entre la superficie anterior de la m itad in­
ferior del riñón derecho y la superficie infe rio r del lóbulo
hepático derecho. Se relaciona anterio rm e n te con la vesí­
cula biliar, y poste rio rm e n te con el d u o deno.
En algunos casos existe un pliegue peritoneal entre el án­
gu lo hepático del colon y la vesícula biliar (lig a m e n to cis-
to c ó lic o ). A sim ism o, ocasion a lm e n te existe o tro pliegue
peritoneal que com ienza en el lig a m e n to hepatogástrico o
h e p a to duodenal y finaliza en la porción derecha del á n g u ­
lo hepá tico del colon (lig a m e n to hepato có lico ). Un plie­ F ig u r a 1 8 .3 5 . D iagram a de u n corte sagital q u e m u e str a la
gue semejante, aunque m enos frecuente, surge del ló b u ­ r e la c ió n e m b r io ló g ic a d el c o l o n tran sverso y su m e s e n t e r i o
lo hepático derecho y se extiende sobre el ángulo hepático c o n el e p i p l ó n m a yo r. A m b o s se f u s i o n a n e n el p u n t o «X»
del colon. A efectos prácticos, se considera un ligam ento he­ para formar el m e s o c o lo n transverso qu e c o n t ie n e la arteria c ó ­
patocólico ancho. lica m e d ia . AMS, arteria m e se n tér ica superior. [sM |

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* Skandalakis

Intestino grueso, recto y ano

verso. Su lo n g itu d oscila entre 3 cm y 12 cm . El m esoco­ Irrigación arterial y venosa


lon transverso c o n tie n e la arteria y la vena cólica m edia, En la organización «típica», la arteria cólica derecha (Fig.
ganglios linfáticos y nervios. En algunos casos, el pliegue
Anatomía quirúrgica

1 8 .3 6 ) se bifurca en una ra m ifica ción ascendente y otra


superior del m esocolon transverso se une m e d ia n te adhe­ descendente. La rama ascendente se anastom osa con la
siones a la pared posterior del estóm ago. Las úlceras gás­ rama derecha de la arteria cólica derecha, mientras que la
tricas y los tum ores benignos o m alignos pueden adhe rir­ descendente lo hace con la arteria ileocecal. La arteria có ­
se firm e m e n te al m e socolon, p o r lo que la arteria cólica lica izquierda (Fig. 1 8 .3 6 ) ta m b ié n se divide: su rama as­
media puede sufrir daños cuando la pared gástrica se sepa­ ce n dente se anastomosa con la term inal izquierda de la ar­
ra de éste a pesar de las medidas para conservar la in te g ri­ teria cólica m edia, al tie m p o que la descendente lo hace
dad. con la prim era rama de la arteria sigm oidea.
El mesocolon transverso y el colon transverso separan los La principal irrigación del colon transverso se efectúa a
c o m p a rtim e n to s supracólico e infracólico de la cavidad pe­ través de la arteria cólica m edia (Fig. 18.36), si bien la rama
ritoneal; son los responsables de las acum ulaciones de lí­ ascendente de la arteria cólica izquierda ta m b ié n participa
q uidos en ambos c o m p a rtim e n to s . en la irrigación de la p o rció n distal del colon transverso.
El ángulo esplénico del colon es un ángulo agudo. Se lo­ Desde el p u n to de vista ana tó m ico , la entrada de la arteria
caliza p or encim a del á n g u lo hepático, a la altura del o c ta ­ cólica m edia en el bord e antim esentérico del colon trans­
vo espacio intercostal en la línea axilar m edia. Esta elevada verso se halla m u y cerca del cuello pancreático. La presen­
posición no se debe a la presencia del pequ e ñ o lób u lo he­ cia de adhesiones de origen b e n ig n o o m a lig n o en esta re­
p á tico izquierdo exclusivamente, sino ta m b ié n al gran n ú ­ g ió n constituye un riesgo adicional.
m ero de ligam entos esplénicos y otros ligam entos situados La bifurcación de la arteria cólica media se encuentra a
en su p ro x im id a d (véase el capítulo d e d icado al bazo). El una distancia de 3 cm a l l cm de la pared del co lo n , y
ángulo esplénico del colon se relaciona posteriorm ente con p uede estar ausente en un 5 % a un 8% de los sujetos. En
el riñ ó n izquierdo, y a n te rio rm e n te con el arco costal iz­ casi todos los casos, la arteria cólica media procede de la ar­
q u ie rd o y, en ocasiones, el estóm ago. teria mesentérica superior. Puede surgir en fo rm a de rama
Charnsangavej y cois, revisaron los estudios to m o g rá fi- de la que parten la arteria pancreaticoduodenal, la arteria
cos del m esocolon en sujetos sanos 83 y e n ferm os84, y rela­ hepática derecha, la arteria yeyunal u otras ramificaciones.
ta ro n lo siguiente: Tam bién puede estar ausente85.
El mesocolon del ciego y el colon ascendente se identi­ Van D a m m e 1 a firm ó que la arteria cólica m edia no re­
fican siguiendo los vasos ileocólicos en la raíz del mesen- presenta una única arteria, sino más bien una com pleja red
terio y los vasos marginales dispuestos en el lado mesocó- de vasos distintos. Describió el «sistema c o m p u e sto de la
lico del colon, m ientras que la VMI [ve na mesentérica arteria cólica media» del siguiente m o do:
inferior] y los vasos marginales del colon descendente sir­ La arteria cólica media no constituye un solo vaso. Pue­
ven de referencia para identificar el mesocolon descenden­ den distinguirse cinco vasos diferentes (Fig. 18.36) que
te. Estos vasos (...) se identifican con facilidad en las TC. se comportan como arterias o bien como ramificaciones:
El mesocolon transverso y el mesocolon sigmoide son me­ 1) la arteria cólica media (46% de las muestras), la cual
nos constantes debido a su movilidad, aunque sus vasos origina una ram a p ara el ángulo derecho y otra para el
se detectan igualmente mediante esta técnica. Los vasos colon transverso; 2) la artería del ángulo derecho del co­
cólicos medios que surgen de los vasos marginales del co­ lon (32% ); 3) la artería del colon transverso (12% ); 4) la
lon transverso y se dirigen hacia el páncreas para desem­ arteria accesoria del colon transverso (3%); y 5) la arteria
bocaren la VMS [vena mesentérica superior] indican la lo­ cólica izquierda accesoria (7%).
calización del mesocolon transverso; los vasos marginales
del colon descendente y el colon sigmoide, y los vasos he­ Bertellí y cois .42 observaron la presencia de una arteria
morroidales superiores procedentes de la VMI se tom an cólica media en más del 9 5 % de los sujetos de su serie.
como referencia para el mesocolon sigmoide. El reto rn o venoso se c o m p o n e de las redes derecha e
izquierda. La red derecha drena hacia la vena gastroepi-
C onocem os m u y bien la anatom ía del colon y el meso- ploica derecha o la vena m esentérica superior. La red iz­
colon, la cual puede reconocerse al seguir la anatom ía vas­ quierda desemboca en la vena mesentérica inferior.
cular y c o m p re n d e r la relación existente entre el colon, el
m esocolon y sus adhesiones a estructuras retroperitonea- Vías linfáticas
les, en especial al páncreas. Algunos trastornos frecuentes El sistema linfático del colon transverso se su bdivide en
del m esocolon se deben a la disem inación de una enfer­ dos redes: la red derecha drena los dos tercios proximales,
m edad desde el colon o el páncreas. La ruta de disem ina­ y la red izquierda se ocupa del dre n a d o del tercio distal.
ción de la patología puede observarse a lo largo del meso- En la red derecha, los vasos linfáticos acom pañan a las
colon a través de los ganglios linfáticos del m esocolon y la arterias cólica derecha y media hasta los ganglios linfáticos
afectación de los vasos mesocólicos. de la arteria mesentérica superior, para c o n tin u a r después
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Rama del ángulo derecho
Arte ria del ángulo derecho
Rama del colon transverso
Arteria del colon transverso
Arteria cólica media

Arteria accesoria del colon A rteria cólica izquierda accesoria

transverso (3%)

Arteria cólica
izquierda

Arteria
colosigm oidea

' Arteria ileocólica


F ig u r a 1 8 .3 6 . N o m e n c la t u r a d e las arterias
Arteria ileocólica
cólicas. T an s ó l o los v a so s c ó li c o s q u e surgen
Arco interm esentérico (12% )
d i r e c t a m e n t e d e la arteria m e s e n t é r ic a su p e ­
rior m e r e c e n recibir el n o m b r e d e arterias c ó ­
Rama del colon transverso licas. La arteria cólica derecha es u n vaso excep­
c io n a l. La arteria c ólic a m e d ia n o c o n s t it u y e
Rama del colon transverso u n ú n i c o v aso, s in o u n c o m p le j o siste m a c o m ­
Arteria cólica izquierda
y arco intermesentérico p u e s t o d e c i n c o v a s o s d if e r e n t e s q u e a c tú a n
c o m o arterias o c o m o r a m ifica cion es: 1) arte­
ria cólica m ed ia , la cual se bifurca e n u n a rama
Arteria cólica derecha (13%) d e stin a d a al á n g u l o d e r e c h o y otra ram a diri­
gida al c o l o n transverso; 2) arteria del á n g u lo
— Arteria colosigm oidea derecho del colon; 3) arteria del c o lo n transver­
so; 4) arteria accesoria del c o l o n transverso; 5)
A rteria ileocólica arteria c ólic a izq uierda accesoria. [ va3 ]

hacia los ganglios aórticos y alcanzar fin a lm e n te el tro n c o Las fibras parasimpáticas preganglionares del nervio vago
lin fático intestinal. inervan dos terceras partes, o incluso más, del colon trans­
Algunos de los vasos linfáticos pertenecientes a la red iz­ verso. El resto pro ce d e de la eferencia parasim pática es-
quierda acom pañan a la arteria cólica media, mientras que plácnica pélvica de la c o lu m n a celular interm ediolateral a
la mayoría sigue el recorrido de la arteria cólica izquierda los niveles S2, S3 y S4. Los ganglios terminales de la pared
hacia los ganglios linfáticos de la arteria mesentérica infe­ del co lon contienen somas posganglionares.
rio r y los ganglios linfáticos lumbares.
Consideraciones quirúrgicas
Recordar:
• El dre n a d o linfático del colon transverso p ro xim a l, in clu ­ • La movilización del á ngulo hepático del colon puede efec­
ye n d o el á n g u lo hepático del colon, se d irig e h a b itu a l­ tuarse m ediante: a) la incisión de la reflexión peritoneal
m ente hacia el sistema cólico derecho o m edio; rara vez lateral derecha superior (al igual que en la movilización del
se d irige hacia el sistema ileocólico. colon ascendente); b) la colocación del colon en una p o ­
• La porción central del colon transverso se drena a través sición medial.
del sistema cólico medio. o La m ovilización del colon derecho (ciego, co lon ascen­
• El d renado lin fático del colon transverso distal, inclu ye n ­ dente, ángulo hepático del colon) puede combinarse con
do el á n g u lo esplénico, se efectúa a través de los siste­ la m ovilización d u odenal m e d ia n te la m a niobra de Ko-
mas cólico derecho e izquierdo. cher (véase el capítulo d e d icado al d u o d e n o ).
• Las entidades anatóm icas retroperitoneales con las que
Inervación se relaciona el á n g u lo hepático son el riñón derecho y el
La inervación del colon transverso se lleva a cabo a tra ­ uréter, así co m o la porció n descendente del d u o d e n o y
vés del sistema a u tó n o m o . Las fibras sim páticas posgan- los vasos gonadales.
glionares surgen de los ganglios mesentéricos superiores. • La vena gonadal derecha es más vulnerable que la arte­
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Intestino grueso, recto y ano

ria gonadal derecha, d e b id o a que su desem bocadura en Colon descendente


la vena cava inferior es m a yor y el origen de la arteria se
encuentra en un nivel inferior. A m b o s vasos se acercan El co lo n descendente se relaciona con las siguientes es­
Anatomía quirúrgica

justo p or encim a de la fosa ilíaca derecha y viajan juntos tructuras anatómicas: m úsculo cuadrado lum bar, glándula
en sentido descendente. suprarrenal izquierda, riñón izquierdo y uréter izquierdo,
• Las relaciones anteriores con la vesícula biliar pueden o b ­ vasos gonadales izquierdos y nervios iliohipogástrico e ilioin­
servarse a d e cuadam ente m e d ia n te el abordaje o rto d o x o guinal.
o laparoscópico. Al igual que el colon ascendente, el colon descenden­
• La separación de la pared gástrica posterior del m esoco­ te o izquierdo está recubierto de p e ritoneo en sus caras an­
lon transverso ha de realizarse con sum o cuidado. terior, m edial y lateral. N o rm a lm e n te carece de m esente­
• La separación esm erada del m e so co lo n transverso del rio. Durante la últim a década, algunos autores, c o m o Dixon
páncreas en el cuello de este órg a n o reviste, igualm ente, y cois .,88 han estudiado la anatom ía to p o g rá fic a superficial
una im p o rta n cia fu n d a m e n ta l. o retroperitoneal profunda del colon descendente m e d ia n ­
• El m e so co lo n iz q u ie rd o está m enos vascularizado que te TC y RM. Hadar y G a d o th 89, Sherman y cols.90, H op p e r
el d e re c h o . Estas zonas avasculares d e b e n utilizarse y cols.,91, Helms y cois.92, y Prassopoulos y cois .93 investiga­

para la gastroyeyunostom ía posterior, la cirugía en Y de ron las relaciones retroperitoneales del colon descendente
y el riñón izquierdo. Sus publicaciones deberían haber in­
Roux y otras intervenciones. Recuérdese que el «arco de
c lu id o más detalles sobre la a n a tom ía del co lo n descen­
Riolan» puede estar presente en la porción más craneal del
dente, ya que pretendían evitar las com plicaciones an a tó ­
m esocolon. Se tra ta de una arteria de n o ta b le ta m a ñ o
micas y las lesiones ocasionadas al riñón izqu ie rd o cuando
que conecta las arterias mesentérica inferior o cólica iz­
el colon descendente se encuentra en un nivel m u y p ro ­
quierda con las arterias mesentérica superior o cólica m e­
fu n d o en las intervenciones vertebrales y renales p o r vía
dia. H ollinshead 86 ha señalado que Griffiths d o c u m e n tó
percutánea.
una incidencia cercana al 10% para este arco.
LeRoy y cois .94 ind icaron que un colon descendente lo­
• El área posterior del án g u lo esplénico del colon no suele
calizado en una posición más posterior de lo esperado pue­
revestirse de p e ritoneo y se fija a la pared a b dom inal pos­
de sufrir daños cuando se realiza un abordaje excesivam en­
terior. En algunas ocasiones, se recubre p o r co m p le to de
te posterior. Según D ixo n y cois.88, el co lo n descendente
p erito n e o y su m esocolon se adhiere al cuerpo distal y la
(el cual se halla inm erso en el te jid o adiposo re tro p e rito ­
cola del páncreas.
neal) pasa entre los músculos psoas m ayor y cuadrado lum ­
• El lig a m e n to e s p le n o c ó lic o , un re m a n e n te del e x tre ­
bar en una localización posterolateral, de m o d o que las in­
m o izq u ie rd o del m e s o co lo n transverso, c o n fo rm a un
terve n cio n e s percutáneas posteriores p u e d e n lesionar el
p u e n te peritoneal entre el án g u lo esplénico y el bazo in­
intestino. LeRoy y cols.94, Helms y cois.92, y Bonaldi y cois .95
ferior. La arteria gastroepiploica izquierda y algunos vasos
destacaron la posibilidad de perforar el colon descendente.
infe rio re s abe rra n te s pueden e n c o n tra rs e en la
De acuerdo con Dixon y cois.88, las variaciones observa­
p ro x im id a d del m is m o . Se debe c o rta r el lig a m e n to
das en la topografía y localización del colon descendente
después de h a b e rlo aislado m e d ia n te clips para p ra c ­
pueden obedecer a distintas causas, c o m o la obesidad, las
tica r después una ligadura. Una tracción excesiva en el li­
variaciones arquitectónicas y topográficas del músculo psoas
g a m e n to puede p ro d u c ir un desgarro del po lo espléni­ mayor, y la localización más posterior del colon en la m u ­
co con una hem o rra g ia abundante. jer. Los autores de este capítulo desean indicar que el origen
• El lig a m e n to fre n o có lico , el cual se sitúa entre el ángulo de estas variaciones no es congènito, y co inciden con Di­
esplénico del colon y el diafragm a a la altura de la d éci­ xon y cois, en que constituyen variaciones anatómicas.
ma costilla en la línea axilar media, fo rm a un repliegue C uando el colon izquierdo o descendente posee un m e­
en el que descansa el bazo. Es preciso seccionar este liga­ senterio, rara vez es suficiente su lo n g itu d para p ro d u c ir
m e n to para m o vilizar el ángulo esplénico. vó lvulo. La unidad quirú rg ica del colon izq u ie rd o se c o m ­
• Los quistes mesentéricos del intestino delgado o grueso son pone del án g u lo esplénico del colon, el colon descenden­
lesiones poco frecuentes de naturaleza benigna o maligna; te y el colon sigm oide.
por consiguiente, el cirujano debe prestar atención a estas
estructuras. Horiuchi y cois .87 afirm aron que la resección Irrigación arterial y venosa
retroperitoneoscópica de estos quistes se asocia a un ries­ El colon descendente recibe su irrigación de la arteria
go más bajo de dañar el intestino que la escisión intraab- cólica izquierda. Su d renado venoso se efectúa a través de
dom inal laparoscópica, y ofrece la ventaja adicional de no la vena mesentérica inferior, la cual desem boca en la vena
c o m p rim ir otros órganos intraabdominales. El 4 0 % de los porta a través de la vena esplénica, la vena mesentérica su­
quistes mesentéricos se localizan en el colon. El capítulo perior, o bien directam ente en la vena porta en la confluen­
dedicado al intestino delgado recoge una descripción co m ­ cia de las dos últimas. Estas rutas se observan con una fre ­
pleta de los quistes mesentéricos. cuencia p rá cticam ente equivalente.
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Según G rant y Basmajian96, «no es raro que una rama vilización, las estructuras anatómicas más vulnerables son
larga conecte el tallo de la arteria mesentérica superior con el uréter izquierdo y los vasos gonadales izquierdos.
la arteria cólica izquierda en la pared a b dom inal posterior». • Recuérdese que la vena mesentérica inferior ta m b ié n pue­
Esta rama corresponde al arco de Riolan. de localizarse, a m e n u d o oculta, detrás del m esenterio
Van D a m m e 1 p u b lic ó las siguientes observaciones so­ del colon descendente, cua n d o exista tal m esenterio.
bre la irrigación arterial del colon izquierdo:
La artería cólica izquierda (...) posee un recorrido en for­
Colon sigmoide
m a de S y finaliza en el ángulo esplénico del colon. Su com­
portam iento se ve influido p o r la existencia de una arteria El colon descendente se convierte en el colon sigm o id e
cólica izquierda accesoria o una ram a (14% de las mues­ y adquiere un mesenterio a la altura de la cresta ilíaca. El co ­
tras) del grupo de la arteria cólica media, a pesar de p ro ­ lon sigm o id e se d ivide en dos porciones: 1) p o rción ilíaca,
ceder de regiones completamente diferentes. La presencia la cual se fija y sitúa en la fosa ilíaca izquierda; y 2) porción
de este vaso cólico izquierdo accesorio implica la ausen­ pélvica, la cual es m óvil. Esta estructura se d e n o m in a «sig­
cia, atrofia o desplazamiento de la vena cólica izquierda m oide» d e b id o a su m o rfo lo g ía en «S» en un gran n ú m e ­
norm al (12%). En los pacientes que carecen de arteria có­ ro de individuos. A efectos prácticos, se considera que el
lica izquierda, la artería colosigmoidea y la arcada para- colon sigm o id e com ienza en la cresta ilíaca y finaliza en la
cólica se refuerzan generalmente con un vaso accesorio (...) tercera vértebra sacra. La porción ilíaca co n stituye la c o n ­
La artería cólica izquierda origina los vasos colosigmoideos tin u a c ió n en sentido descendente del colon descendente.
(3 8 % ) y sigmoideos (4%) y, rara vez, una arcada inter- Carece de m esenterio y finaliza en el b o rd e pélvico, a p a r­
mesentérica. Hemos introducido de nuevo el término «ar­ tir del cual comienzan el colon pélvico y su mesenterio (m e ­
teria colosigmoidea»97 debido a la función clave desempe­ socolon pélvico).
ñ a d a po r este vaso en el colon descendente y el colon El colon pélvico m óvil en form a de o m ega (Q) c o m ie n ­
sigmoide. Procede de un ángulo situado entre la arteria za en el borde medial del m úsculo psoas mayor. Posee un
cólica izquierda y la arteria mesentérica inferior, y apunta m esenterio (m esocolon pélvico) anclado a la pared pélvi­
hacia el área de transición del colon sigmoide. Las ram ifi­ ca posterior; su fijación semeja la letra griega lam b d a (A).
caciones sigmoides provienen de las arterías colosigmoi­ El co lo n pélvico finaliza en la unión rectosigm oidea, loca­
dea, cólica izquierda, mesentérica inferior o rectal supe­ lizada en la zona de la tercera vértebra sacra. El mesente­
rior. La últim a arteria sigmoidea supone una problemática rio se in te rru m p e en este p u n to . La p o rc ió n m edia de la
herencia de la controversia acerca del pu n to crítico de Su- basal de lam bda se halla en el p u n to de cruce del uréter iz­
deck40. No merece ninguna reseña especial. q u ie rd o sobre el borde pélvico -e n el receso m esentérico
Bertelly cois .42 concuerdan con otros autores en que la in te rs ig m o id e o - en posición lateral y posterior con respec­
arteria cólica izquierda supone la única arteria cólica ver­ to a la fosa que c o n tie n e el ovario izquierdo. La rama iz­
dadera. q u ierda de lam bda se une al borde pélvico, m ientras que
la derecha desciende en dirección m edial hacia la tercera
Vías linfáticas vértebra sacra. Los vasos rectales superiores se encuentran
en el in te rio r del mesenterio del colon sigm oide.
El d renado linfático se dirige a los ganglios situados en
Shafik 98 ha propu e sto que la unión re ctosigm oidea ac­
el recorrido de la arteria mesentérica superior.
tuaría c o m o un esfínter funcio n a l: se abriría de fo rm a re­
fleja con la contracción sigm oidea (reflejo in h ib ito rio rec-
Inervación
to s ig m o id e o ) y perm itiría el paso de la c o lu m n a fecal hacia
El sistema a u tó n o m o es el e n ca rgado de estim u la r el
el recto; se cerraría con la contracción rectal (reflejo exci-
colon descendente. Las fibras simpáticas preganglionares y
ta to rio re ctosigm oideo) para im p e d ir el reflujo fecal hacia
posganglionares llegan a través de las ramas esplácnicas
el colon sigm oide.
lum bares de la cadena simpática, y las fibras p re g a n g lio ­
nares fo rm a n sinapsis en los ganglios mesentéricos inferio­
Irrigación arterial y venosa
res. Las fibras parasimpáticas preganglionares llegan a tra ­
Las ramas sigmoideas de la arteria mesentérica infe rio r
vés de los nervios esplácnicos pélvicos, a través de las ramas
irrigan el colon sigm oide. Puede existir una rama colico-
primarias ventrales de S2, S3 y S4; estas fibras sinaptan en
sigm oidea izquierda de la arteria cólica izquierda que iner­
los ganglios parasimpáticos (terminales) intramurales en los
ve la porción proxim al del colon sigm oide. La vena mesen­
ricos plexos intermusculares y submucosos.
térica infe rio r es responsable del d renado de esta área.
Consideraciones quirúrgicas
• La movilización del colon descendente se efectúa m edian­
Vías linfáticas
te la sección de la reflexión peritoneal en el g u tte r izquier­ El recorrido de los vasos linfáticos del colon descenden­
do a lo largo de la «línea blanca de Toldt». D urante la m o ­ te es el descrito a con tin u a ció n : los vasos linfáticos drenan

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• Skandalakis

Intestino grueso, recto y ano

hacia ganglios situados a lo largo de la arteria cólica izquier­ El uréter izquierdo atraviesa la basal del mesocolon sigm oi­
da; a con tin u a ció n , se d irig e n a ganglios arteriales mesen- de a través del receso in te rsig m o id e o (Fig. 18.37B).
téricos; fin alm ente, drenan ganglios lum bares izquierdos o
Anatomía quirúrgica

ganglios aórticos izquierdos.


A n a to m ía quirúrgica del
Inervación
Al igual que en el colon descendente, los nervios a u tó ­
recto y el co n d u cto an al
nom os inervan el colon sigm oide. Las fibras de d o lo r del La un ió n del colon sigm o id e y el recto se ha descrito de
colon sigm oide y el colon descendente viajan en sentido diversas formas:
ascendente a través de los nervios esplácnicos lumbares y
• P unto opuesto a la articulación sacroilíaca izquierda.
la cadena simpática, hacia el p rim e r seg m e n to o el p rim e ­
ro y el segundo segm entos lumbares de la m édula espinal
(ha d a d o n d e puede dirigirse el d o lo r del colon descenden­
te). Llevan a cabo su recorrido a través de ramas c o m u n i­
cantes blancas que co n ectan las cadenas simpáticas con
los nervios raquídeos a los citados niveles.

Consideraciones quirúrgicas
• Es necesario p ro te g e r el uréter izqu ie rd o y los vasos go-
nadales izquierdos d u ra n te la m ovilización de las p o rcio ­ Mesocolon sigmoide
nes ileal y pélvica del colon sigm o id e (al igual que suce­
de en el caso del colon descendente).
• La vena mesentérica infe rio r se puede ligar librem ente.
Cuando sea posible, la ligadura se realizará cerca de su
te rm ina ció n o su desem bocadura en la vena m esentéri­
ca esplénica o superior.
• Una sección del colon entre 3 cm y 4 cm p o r debajo del
tu m o r se considera adecuada en los tu m o re s rectosig-
m oideos, puesto que el flu jo lin fá tic o no es re tró g ra d o
en la m ayo r parte de los casos. La mayoría, si no todos,
los ganglios linfáticos afectados se e ncuentran a una dis­
tancia de 2 cm o m enos p or debajo del tu m or.
• Es posible que el p ro m o n to rio del sacro constituya una
referencia para localizar la te rm ina ció n del colon s ig m o i­
de. Recuérdese que algunos casos infrecuentes presen­
tan lenguas de mesenterio co rto en el recto proxim al y en
el colon sigm oide term inal.
• La arteria mesentérica infe rio r ta m b ié n puede ligarse sin
daños en presencia de anastomosis normales entre la ar­
teria cólica derecha (en caso de estar presente), la arte­
ria cólica m edia y la arteria m a rg in a l que las conecten
con la arteria cólica izquierda.
• La un ió n del m esocolon sigm oide a la pared corporal se
caracteriza p o r una elevada v a ria b ilid a d ". En la mayoría
de las personas, la u n ió n com ienza en la fosa ilíaca iz­
quierda y se p ro longa en diagonal hacia abajo y hacia la
derecha. En otros sujetos, la un ió n a d o p ta una m o rfo lo ­
gía sinuosa (en fo rm a de C, S o U invertida). De acuerdo
Fosa intersigmoidea
con los datos de Vaez-Zadeh y D utz100, el p ro m e d io de
lo n g itu d de la un ió n en 140 necropsias fue de 7,9 (Fig.
18.37A). Estos autores d o c u m e n ta ro n un p ro m e d io de
anchura del mesenterio c o m p re n d id o entre unos 5 ,6 cm
en 100 necropsias practicadas en Nueva York (EE.UU.) y F ig u ra 18.37. M e s o c o lo n sig m o id e . A, D im e n s io n e s (p r o m e ­
15,2 en 40 necropsias efectuadas en Irán. Se desconoce dio). B, Relación de la basal del m e s o c o lo n sig m o id e c o n el u ré­
si esta diferencia se debe a causas genéticas o alimenticias. ter izquierdo. [sk4\
800

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Intestino grueso, recto y ano 18


• Nivel de la tercera vértebra sacra. R e fle x io n e s perito neales
• Nivel de desaparición del mesenterio sigm oideo.
• Nivel de desaparición de las saculaciones y apéndices epi- El te rcio su p e rio r del re c to se halla ro d e a d o de p e ri­
ploicos, y ensancham iento de las tenias para co n fig u ra r to n e o (Fig. 18.38). C on fo rm e profu n d iza hacia la pelvis, se
una capa m uscular c o m p le ta (transición larga). increm enta la cantidad de te jid o adiposo interpuesto entre
• Nivel de división de la arteria rectal superior en una rama la m usculatura rectal y el peritoneo. El mesorrecto, el cual
derecha y otra izquierda. suspende el recto de la pared corporal posterior, sale más
• Estructura con una angulación a n te rio r (proctoscopia). lateralm ente y de form a gradual deja desnuda una fracción
• Nivel del pliegue rectal supe'rior (inconstante). m a y o r de la pared rectal p o ste rio r. El p e rito n e o sale f i ­
• Transición entre la mucosa rugosa del colon y la mucosa nalm ente del recto y pasa a n te rio r y superio rm e n te sobre
lisa del recto (cadáver). la po rció n p o ste rio r del fo n d o de saco vaginal y el útero
en la mujer, o sobre los extrem os superiores de las vesícu­
Estos niveles no concuerdan entre sí ni son constantes
las seminales y la vejiga en el h o m b re . C o m o consecuen­
en to dos los sujetos. A lgunos resultan de utilid a d al ciruja­
cia de ello se crea una d epresión, la fosa re c to u te rin a o
no, otros lo son para el a n a to m o p a tó lo g o y otros para el
rectovesical, que puede rellenarse de pus en caso de infec­
proctoscopista. Este hecho no debe desalentar al lector. Por
ción.
suerte, no existe ning u n a razón q u irúrgica imperiosa para
En resumen, las relaciones del recto son las que se citan
d e lim ita r una fron te ra definida entre el colon sigm o id e y
a co n tin u a ció n :
el recto.
El acuerdo relativo al lím ite inferior del recto no es m a ­ • H om b re (extraperitoneal):
y o r que el corresp o n d ie n te al lím ite superior. Parte de la - A n te r io r : próstata, vesículas seminales, con d u cto s d e ­
falta de concordancia entre el cirujano y el a n a to m o p a tó ­ ferentes, uréteres, vejiga urinaria.
logo radica en las diferencias existentes entre el paciente - Posterior: sacro y fascia de Waldeyer, cóccix y sus múscu­
vivo y el cadáver, aunque en su mayoría se debe a la a p li­ los, m úsculo elevador del ano, vasos sacros medios, raí­
cación de una te rm in o lo g ía plagada de sinónim os y a m b i­ ces del plexo sacro.
güedades. • M ujer:
Algunos libros de te x to de anatom ía describen el c o n ­ a. Extraperitoneal:
d u cto anal co m o una región distal con respecto a la línea - A n te rio r: pared vaginal posterior.
pectínea (dentada), mientras que para el cirujano to d a la - Lateral: asas intestinales.
región distal con relación a la inserción del m úsculo eleva­ b. Intraperitoneal:
d o r del ano constituye este conducto. El co n d u cto anal q u i­ - Anterior: pared vaginal posterior, útero superior, tro m ­
rúrgico (recto y ano de Harkins) incluye el c o n d u c to anal pas uterinas (de Falopio), ovarios.
a n a tó m ico y los 2 cm distales del recto p o r encim a de la lí­ - Lateral: pared pélvica.
nea pectínea. Además de los cambios anatóm icos y fisioló­ - Posterior: igual que en el h o m b re .
gicos registrados en esta línea, la patología exclusiva de los A lgunos autores se inclinan p o r d iv id ir el anorrecto, en
4 cm distales del tu b o digestivo (2 cm p o r encim a y 2 cm tres porciones. Esta división ta m b ié n resulta aceptable si
por debajo de la línea) pe rm ite d is tin g u ir una u nidad, «el p e rm ite recodar al estudiante de cirugía rectal que el te r­
co n d u cto anal q u irú rg ico » (Tabla 18 .7 )6. cio superior está rodeado de p e ritoneo, el tercio m e d io se

T a b la 1 8 .7 . Línea pectínea y modificaciones del conducto anal quirúrgico


Ba jo la l í n e a p e c t í n e a P o r e n c i m a d e la l í n e a p e c t í n e a

O rigen em b r io n a rio E cto derm o E n d o d e rm o


A n a to m ía
R e v e stim ie n to E sc a m o so estratificado C ilin d rico s im p le
Irrigación arterial Arteria rectal inferior Arteria rectal superior
Irrigación v e n o s a S istèm ico , a través d e v e n a rectal inferior Porta, a través d e v e n a rectal superior
D r e n a d o lin fático Hacia g a n g lio s in g u in a le s Hacia g a n g lio s p é lv ic o s y lum bares
In er v a c ió n N e r v io s rectales inferiores (som ática) Fibras a u t ó n o m a s (visceral)
F isiología S e n s a c ió n e x c e le n te D i s m i n u c i ó n rápida d e la s e n s a c ió n
P atología
C án cer C a r c in o m a e p id e r m o id e A d en o c a r c in o m a
Varices H em or ro id es externas H em o rroid es intern as

Fuente: Skandalakis JE, Gray SW, RoweJS Jr. Anatomical Complications in General Surgery. Nueva York: McGraw-Hill, 1983; con autorización.
801

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* Skandalakis

Intestino grueso, recto y ano

P e ritoneo
Anatomía quirúrgica

Recto in fe rio r

8 cm / , ---------------

4 cm C on d u c to
2 cm anal

F ig u ra 1 8 .3 8 . Línea d e r e f le x ió n p e r ito n e a l del recto; v ista lateral e n el h o m b r e . En p o s ic i ó n anterior se recubre u n a p o r ­


c ió n m a y o r del recto q u e e n posterior. Las m e d id a s del c o n d u c t o a n a l y el recto inferior d e sd e el m a r g e n e x t e r n o del a n o s o n
a p r o x im a d a s. [sk4\

recubre de peritoneo a nteriorm ente (al estar situado en p o ­ Rec o r d ar:


sición casi re troperitoneal) y el tercio inferior es extraperi- • El m argen e xterno del ano es la zona de confluencia de
toneal (retroperitoneal). piel alrededor del o rificio del c o n d u c to anal y la mucosa
anal.
• La línea pectínea o dentada se localiza 2 cm p o r encim a
D ia f r a g m a p é l v ic o y c o n t i n e n c i a del m argen e xte rn o del ano, y representa la confluencia
de la zona de transición anal en posición inferior y la m u ­
El suelo de la pelvis co n stitu ye el diafragm a pélvico a
cosa escamosa no queratinizada anal.
través del cual pasa el recto. El diafragm a se c o m p o n e de
dos pares de músculos: el m úsculo elevador del ano y el
músculo coccígeo (Fig. 18.39). El músculo elevador del ano
puede dividirse en tres co m p o n e n tes: el m úsculo ileococ-
cígeo, el m úsculo pub o co ccíg e o y el m úsculo puborrectal.
Cuerpo perineal
Este ú ltim o desempeña un papel clave en el m a n te n im ie n ­
to de la co n tinencia rectal, y algunos investigadores consi­ Uretra

deran q ue fo rm a parte del esfínter exte rn o , pero no del


m ú scu lo e le v a d o r del ano. El b o rd e in tra p é lv ic o visible
M. elevador
del hiato del elevador está fo rm a d o p o r los bordes m e d ia ­ del
les del m úsculo pubococcígeo, sin la participación del p u ­
borrectal. Este ú ltim o se une a la superficie posterior infe­
rio r de la sínfisis púb ica y a la capa superior de la bolsa
perineal p ro fu n d a (d ia fra g m a uro g e n ita l). Algunas fibras
procedentes de ambos lados de este músculo pasan en sen­
tid o posterior para unirse p o r detrás del recto y fo rm a r un
cabestrillo bien d e fin id o (Fig. 18.39).
El m úsculo puborrectal, las porciones superficial y p ro ­
fu n d a del esfínter anal, y la porción p roxim al del esfínter
in te rn o fo rm a n el d e n o m in a d o anillo anorrectal. Este a n i­
llo puede palparse; debe identificarse y protegerse d u ra n ­
te las intervenciones quirúrgicas, ya que su sección p ro d u ­
ce in c o n tin e n c ia . Los detalles del esfínter e xte rn o se F igu ra 1 8 .3 9 . Diagram a del diafragma p é lv ic o d e sd e u n p la ­
com e n ta n en la sección dedicada a la m o rfología del c o n ­ n o inferior. O bsérvese q u e el elev a d o r del a n o se c o m p o n e de
d u c to anal (véase « C o n d u cto anal»). tres m ú s cu lo s : puborrectal, p u b o c o c c íg e o e ile o c o c c íg e o . [sk4\
802
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Intestino grueso, recto y ano 18


• En el e x tre m o superior del c o n d u c to anal q u irú rg ic o (si­ fascia incluiría la que reviste lateralm ente el m úsculo o b tu ­
tu a d o a 4 cm del m argen e xte rn o del ano y a 2 cm de la rador in te rn o y posterolateralm ente el m úsculo p irifo rm e .
línea dentada) se encuentra el anillo anorrectal palpable. T am bién incluye las capas fasciales del d iafragm a pélvico;
A este nivel se sitúa el cabestrillo fo rm a d o p o r el m úscu­ es decir, la fascia del eleva d o r del ano (Fig. 1 8 .4 0 ) y los
lo puborrectal. músculos coccígeos.
• Las divisiones del recto y el ano pueden recordarse u tili­ Shafik 101 ha reconocido la existencia de seis posibles es­
za ndo el nú m e ro 4 y sus m ú ltiplos. El c o n d u c to anal q u i­ pacios en el recto (Fig. 18.41). Están dotados de im p o rta n ­
rúrgico tiene una lon g itu d de 4 cm, el recto ocupa 12 cm, cia p o r la posibilidad de convertirse en focos de infección.
y la lo n g itu d total del anorrecto, es de unos 16 cm. Las capas fasciales que de lim ita n estos espacios ayudan a
• Las porciones anterior, p o s te rio ry laterales del c o n d u c to lim ita r la disem inación de la infección y los procesos neo-
anal q u irú rg ic o están recubiertos de te jid o fibro a d ip o so . plásicos, a u nque pueden c o n flu ir entre sí.
Los 8 cm distales del recto y el ano, son, en su mayoría
(o parcialmente), retroperitoneales; posteriorm ente se re­ Espacio subcutáneo
laciona con el sacro y el cóccix.
• La pared rectal posterior se relaciona con dos fascias: una El espacio subcutáneo corresponde al espacio perianal
delgada fascia cercana a la pared rectal y otra fascia gru e ­ d e scrito p o r M illig a n y cois.102. Está d e lim ita d o s u p e rio r­
sa (fascia de W aldeyer) que cubre los lados anteriores de m e n te p o r el asa m uscular más baja del esfínter anal, infe-
la región sacrococcígea. rio rm e n te p o r la piel perianal, y m e d ia lm e n te p o r el e p ite ­
• Ú nicam ente se debe e x tirp a r la fascia delgada ju n to con lio del m argen e xterno del ano. C ontiene te jid o adiposo y
el recto. La resección de la fascia sacra origina una h e m o ­ fibras del co rru g a d o r cutáneo del ano. El espacio su b cu tá ­
rragia venosa de difícil co n trol. neo se co m u n ica su p e rio rm e n te con el espacio central y
• La limpieza minuciosa de los 8 cm distales del recto y el lateralm ente con el espacio isquioanal (isquiorrectal). M e ­
ano ofrece una lo n g itu d suficiente para la cirugía conser­ dialm ente, el ta b iq u e central medial lo separa del espacio
vadora del esfínter. subm ucoso. A m e n u d o , se considera que el espacio sub­
• La anastomosis rectal realizada con posterioridad a una c u táneo pertenece al espacio isquioanal.
movilización correcta de los 8 cm distales del recto y el
ano puede efectuarse de fo rm a segura a lo largo de la lí­ Espacio central
nea dentada (anastomosis endoanal).
Shafik 101 considera que el espacio central constitu ye el
• Algunas directrices anatóm icas difieren d e p e n d ie n d o de
espacio perianal más im p o rta n te ; se com u n ica con todos
la reflexión peritoneal, el sexo del paciente, las peculiari­
los demás. Rodea el c o n d u c to anal y está lim ita d o p o r la
dades de la anatom ía pélvica y el peso del sujeto.
te rm ina ció n de los músculos longitudinales superiorm e n te
• La mucosa rectal no desempeña nin g u n a fu n c ió n en la
y p o r el asa muscular más baja del esfínter e xterno inferior-
defecación.
m ente. En su inte rio r se observan fibras tendinosas de los
• La regla «salvar» que se considera aceptable en la actuali­
músculos longitudinales.
dad es una línea de resección de 2,5 cm a 3 cm en posición
distal respecto del m argen inferior de la masa tum oral.
• El cirujano debe recordar siem pre el núm ero m ágico 4 en
Espacios interesfinterianos
la anatom ía segmentaria del recto y el ano, así c o m o un Los espacios interesfinterianos son cuatro proyecciones
margen em pírico de 2,5 cm a 3 cm por debajo del tu m o r ascendentes del espacio central. Son planos fasciales situa­
c o m o línea de resección. La o b te n c ió n de una muestra dos entre los músculos interesfinterianos longitudinales que
congelada del extre m o distal, marcado adecuadamente, fo rm a n el lím ite superior del espacio central. Desde las re­
reviste una im portancia clave. La resección a b d o m in o p e ­ giones más externas a las partes más internas, los espacios
rineal constituye la intervención de elección cuando el tu ­ p rim e ro y tercero se abren hacia el espacio isquioanal, el
m o r se localiza entre 2 cm y 3 cm por encim a de la línea segundo lo hace en el espacio pelvirrectal, y el espacio más
dentada. Resulta fund a m e n ta l charlar con el paciente so­ medial se com u n ica con el espacio subm ucoso. Estos «es­
bre la posibilidad de una colostomía perm anente antes de pacios» co nstituyen posibles rutas de infección, y tan sólo
llevar a cabo la intervención quirúrgica. se consideran espacios potenciales.
• D urante una resección a n te rio r baja, la lo n g itu d del rec­
to correcta m e n te m ovilizado puede increm entarse entre Fosa isquioanal (isquiorrectal)
4 cm y 5 cm.
La fosa isquioanal (isquiorrectal) es un espacio p ira m i­
dal situado a cada lado del c o n d u c to anal y el recto infe ­
R e l a c io n e s f a s c ia l e s y e s p a c io s h Ís t ic o s
rior p o r detrás de la basal del diafragma urogenital. Su base
La fascia parietal de la cavidad pélvica co n tin ú a en la se localiza en la piel perianal; su pared medial corresp o n ­
fascia transversal de la cavidad abdom inal. En la pelvis, esta de al esfínter anal e xterno y elevador; su pared lateral está
803

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* Skandalakis

Intestino grueso, recto y ano


Anatomía quirúrgica

F ig u r a 1 8.40. Diagrama de un corte coronal de algunas de las fascias pélvicas. [sk4\

fo rm a d a por la fascia del o b tu ra d o r interno, y su vértice se contiene los vasos sacros medios, y suele considerarse un
halla en el p u n to de confluencia de los músculos elevado­ espacio ind e p e n d ie n te (el espacio retrorrectal o presacro).
res con el m úsculo o b tu ra d o r interno. Am bos espacios se La porción ante rio r e xtraperitoneal del recto está recu­
com un ica n posteriorm ente a través del espado retroesfinte- bierta por una capa fascial bilam inar ( fasda de Denonvilliers)
r/ano103. que se p ro lo n g a desde la reflexión peritoneal a n te rio r por
M illig a n 104 se ha referido a la porción infe rio r del espa­ encima del cuerpo peritoneal. Posterolateral mente, este ta­
cio isquioanal (isquiorrectal) c o m o espado períanal. Late­ bique de te jid o co n ju n tiv o co n tin ú a en el te jid o c o n ju n ti­
ra lm ente se co m u n ica con el te jid o adiposo g lú te o y el es­ vo de los pliegues sacrogenitales o uterosacros y el pilar la­
pacio subcutáneo. Suele considerarse p e rte n e cie n te a la teral del recto. Esta capa fascial bilaminar, tam bién conocida
fosa isquioanal. c o m o tabique rectovaginal o rectovesical, separa el recto de
la próstata y las vesículas seminales en el h o m b re , o de la
Espacios pelvirrectales vagina en la mujer. Crea una barrera que im p id e la disem i­
nación de procesos neoplásicos o infecciosos en sentido
Los espacios pelvirrectales se hallan p o r encim a de los a nte rio r o posterior.
elevadores, y están lim itados su p e riorm ente p o r el p e rito ­
neo pélvico, lateralm ente p o r el músculo pubo co ccíg e n o y Espacio submucoso
m e d ia lm e n te p o r el recto. C ontienen te jid o adiposo. Los
elem entos fibrosos del tejido, conocidos c o m o ligam entos El espacio subm ucoso de Shafik 105 se encuentra bajo la
laterales del recto, form an parte de la fascia pélvica y conec­ mucosa anal y el esfínter interno. Constituye la porción más
tan la fascia pélvica parietal con las paredes del recto y la distal de la submucosa del tu b o digestivo. A u n q u e puede
pelvis. Estos ligam entos co n fo rm a n un triá n g u lo cuya base suponer una ruta de disem inación de infección, no c o n tri­
se localiza en la pared de la pelvis y cuyo vértice se une al buye a la disem inación lo n g itu d in a l del cáncer106. Los au­
recto. Los lig am entos laterales con d u ce n vasos y nervios tores de este capítulo lo consideran una capa definida y re­
rectales medios. lativamente resistente de pared entérica; no obstante, puede
Los espacios pelvirrectales laterales situados a ambos la­ calificarse c o m o un espacio.
dos del recto se com unican p o r detrás de esta estructura, Un lig a m e n to m ucoso descrito p o r Parks107 c o m o es­
p o r delante del sacro y por encim a de los elevadores. Esta tru ctu ra de conexión de la mucosa anal y el esfínter in te r­
c o m u n ica ció n se separa de la pared rectal p o r m e d io de la no confo rm a ría el lím ite infe rio r del espacio subm ucoso.
fascia propia del recto y del sacro a través de una fascia pél­ Ni Shafik 105 ni G o ligher 41 han log ra d o co n firm a r la presen­
vica parietal engrosada denom inada fasda de Waldeyer que cia de este ligam ento.

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Intestino grueso, recto y ano 18

M. elevador del ano

Asa superior (m. puborrectal


y esfínter externo superficial)
Válvula anal
Asa intermedia (línea pectínea)
(esfínter externo
superficial)

Mm longitudinales

F igu ra 1 8 .4 1 . Los e sp a c io s del a n o y el recto.


1, espacio pelvirrectai. 2, esp acio isq u io a n a l (is-
Asa Inferior q u io rrecta l). 3, e sp a c io s i n t e r e sf in t e r ia n o s. 4,
(esfínter externo esp a cio s u b c u tá n e o . 5, e sp a cio central. 6, espa­
subcutáneo)
cio s u b m u c o s o . [5¿4]

Espacio retrorrectal En el lab o ra to rio , el p rim e r a u to r de este c a p ítu lo ha


ide ntificado este «plano sagrado», y coincide con Heald en
Según jackm an y cois.108, el espacio retrorrectal presen­ sus diversas relaciones. En posición posterior, el pla n o se
ta los siguientes límites: localiza entre la fascia visceral que envuelve el mesorrecto
• A n terior: fascia propia de la pared rectal posterior. y la fascia presacra parietal (fascia de Waldeyer). En el h o m ­
• Posterior: fascia presacra. bre, la fascia de D enonvilliers (Fig. 18 .4 3 ) c o n fo rm a la su­
• Lateral: vasos ilíacos, uréteres, ligam entos rectales late­ perficie a n te rio r del m esorrecto, el cual se fusiona con la
rales. superficie posterior de la misma. En posición inferior, el me­
• Superior: peritoneo. sorrecto y la fascia de W aldeyer se condensan para orig in a r
• Inferior: fascia retrosacra. el lig a m e n to rectosacro en la p ro x im id a d de S4.
El au to r principal de este capítulo cree que los lectores
de las excelentes publicaciones de Heald no p ondrían n in ­
M esorrecto guna objeción a la recalificación del «plano sagrado» com o
el «plano de Heald».
En la obra Embryology for Surgeons''1, coescrita por el au­ En palabras de K o nerding y cois.111:
to r principal de este capítulo, no se m encionaba ni descri­
El tejido perirrectal da lug ar a la fascia rectal o capa
bía el m esorrecto. El te x to Gray's A n a to m y 26 se refiere al
adventicia, también conocida como mesorrecto. El espa­
« m esorrecto dorsal (...) el cual no fo rm a un m esenterio
cio de tejido conjuntivo comprendido entre las fascias pél­
verdadero, sino (...) una lámina fibroareolar entretejida con
vicas rectal y parietal puede seccionarse como un plano
variaciones de espesor y orientación de las fibras». Se dice
carente de vasos y nervios. La disección quirúrgica de este
que el recto se diferencia del colon sigm oide p o r la ausen­
plano con la escisión completa del mesorrecto constituye
cia de «saculaciones, apéndices epiploicos o m esenterio »26
una escisión fiable de todos los vasos linfáticos relevantes
(el énfasis es nuestro).
que permite conservar la continencia y la función sexual.
Heald y cois .109 han publicado diversos artículos de gran
ca lid a d q u e a p o rta n una visión g lo b a l del m e so rre cto . E n k e ry cois .'12 presentaron cuatro planos quirúrgicos
Heald 110 ha definido el mesorrecto com o un «mesenterio vis­ de disección a n atóm ica del recto en las siguientes in te r­
ceral integral que envuelve al recto (...) c u b ie rto p o r una venciones quirúrgicas oncológicas (véase una sección pos­
capa de fascia visceral que c o n stitu y e un plano relativa­ terior, «Cirugía del cáncer anorrectal»):
m e n te avascular c o n o c id o co m o «plano sagrado» (Figs. • Escisión mesorrectal total.
1 8 .42 A y B). Desde el p u n to de vista em b rio n a rio , el m e­ • Escisión mesorrectal to ta l con conservación del sistema
senterio dorsal da lug a r al mesorrecto. nervioso a u tó n o m o .
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• Skandalakis

Intestino grueso, recto y ano

La lí n e a d e e s c is ió n i n c l u y e el m e s o r r e c t o
Anatomía quirúrgica

F ig u ra 1 8 .4 2 . El «plano sagrado». A, Representación diagramática. B, Plano propuesto de escisión indicado por una línea
punteada, [heó]

• Escisión mesorrectal.
• Escisión extrafascial del recto.
Law y cois .113 recom endaron la creación sistemática de
un estoma en el h o m b re y la utilización selectiva de la deri­
P rnctata
vación en la mujer, a fin de evitar fugas anastomóticas bajas
tras la resección anterior baja con escisión mesorrectal total.
Varios autores se han inclinado por la escisión mesorrec­
tal total o parcial del carcinoma rectal114'119. M a u re ry cois .120
afirm aron que la cirugía con conservación de la c o n tin e n ­
cia m e diante e xtirpación parcial o total del m esorrecto en
pacientes aquejados de carcinom a rectal o b tie n e resulta­
dos satisfactorios en más del 8 0 % de los casos.

Ir r ig a c ió n a r t e r ia l y v e n o s a

A c o n tin u a ció n se ofrece una descripción detallada de


la irrigación del recto y el ano. Algunos datos ya se han pre­
sentado con m e n o r detalle en otras secciones de la «Ana­
tom ía quirúrgica del colon»; la com ple jid a d de este tem a
justifica la repetición de algunas observaciones.
Las arterias del recto y el c o n d u c to anal son la arteria
rectal superior, los pares de arterias rectales media e infe­
rior (Fig. 18 .4 4) y la arteria sacra media. La arteria rectal
(h e m o rro id a l) superior surge de la arteria mesentérica su­
perior y desciende hacia la pared posterior del recto supe­
rior. Este vaso irriga la pared posterior y se divide en dos
El « p l a n o s a g r a d o »
ramificaciones, derecha e izquierda, dirigidas hacia las pa­
redes laterales de la porción media del recto hasta la línea F ig u r a 1 8 .4 3 . Esquema de las relaciones del m esorrecto y
pectínea (dentada). las estructuras anatómicas en el hombre. El haz neurovascular
M uch o s cirujanos creen que las arterias rectales (hemo­ contiene los nervios responsables de la erección y la eyacula-
rroidales) medias están presentes de fo rm a invariable en los ción, así como en distintos aspectos de la función vesical. [he7¡
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Intestino grueso, recto y ano 18


arteria uterina. En el hom bre, las principales beneficiarlas de
la arteria son la m usculatura rectal y la g lándula prostética.
Last124 está de acuerdo con esta afirm ación.
Vogel y Klosterhalfen 125 Indicaron que la arteria rectal
m edia aporta una Irrigación accesoria al recto, y afirm aron
que co n s titu y e la causa de las fugas de sutura en el área
dorsocaudal de la profunda. No obstante, G o lig h e r 126seña­
ló q u e el recto y el ano pueden sobrevivir a la división de
las arterias rectales superior y media.
Las arterías rectales (hemorroidales) inferiores surgen de
las arterias p u d endas Internas, y se d irig e n en d ire c c ió n
ventral y medial para irrigar la porción del c o n d u c to anal
distal con respecto a la línea pectínea.
La arteria sacra mediana surge justo por encim a de la bi­
furcación de la aorta y desciende por debajo del p e ritoneo
sobre la superficie anterior de las vértebras lumbares inferio­
res, el sacro y el cóccix. Envía varias ramificaciones de peque­
ño ta m a ñ o a la pared posterior del recto.
El d re n a d o venoso del recto y el c o n d u c to anal se co ­
m enta en la sección centrada en la vascularización del In­
testino grueso.

F ig u ra 1 8.44. Diagrama de la irrigación arterial del recto y D renado l in f á t ic o


el ano. No se representa la arteria sacra m ed ian a que irriga
algunas ramas pequeñas de la pared posterior del recto. [sk4] Los canales linfáticos del recto y el con d u cto anal form an
dos plexos extramurales, uno p o r encim a y o tro p o r deba­
jo de la línea pectínea (véase Fig. 18.24). El plexo superior
drena a través de ganglios rectales posteriores a una cade­
na g a n g lio n a r dispuesta a lo largo de la arteria rectal supe­
rio r que se dirige a los ganglios pélvicos. Parte del d rena­
do acom paña a las arterias rectales m edia e Inferior hasta
pedúnculos rectales laterales. A lgunos autores 30,121 han se­
los ganglios hlpogástrlcos. Por debajo de la línea pectínea,
ñalado la Inconstancia de estas arterias; M lchels 122 indicó
el ple xo drena los ganglios Inguinales.
que eran constantes, a unque variables en cua n to a su n ú ­
Existe una considerable d is co n fo rm id a d acerca de las
m ero y origen. Todas ellas surgían (directa o, a m e n udo,
conexiones existentes entre ambos plexos a lo largo de la
In d irectam ente) de la arteria ilíaca Interna. Su n ú m e ro os­
línea pectínea; en caso de existir, tales conexiones serían
cila entre tres y nueve, y su diám etro entre 1 m m y 2,5 mm .
de pequeña m a g n itu d . In d e pendientem ente de lo anterior,
En el 5 8 % de los sujetos se apreció una anastomosis visible
el d re n a d o p o r encim a de esta línea p ro ce d e n te de cual­
a nivel m acroscópico entre las arterias rectal media y supe­
q u ie r segm ento rectal se d irig e hacia los ganglios pélvicos,
rior.
m ientras que el situado p o r debajo lo hace hacia los g a n ­
Boxall y cois .123 observaron que el vaso de los lig a m e n ­
glios inguinales. La im porta n cia de esta línea radica en que
tos laterales del recto d e n o m in a d o arteria rectal media por
en ella se localizan el 8 5% de las patologías. El d re nado ex­
los cirujanos correspondía, en realidad, a una arteria rectal
terno d irig id o a los ganglios Inguinales parece limitarse a las
m edia «accesoria» que aparece a p ro x im a d a m e n te en el
lesiones que afectan a la piel de la reglón anal o perlanal41.
2 5 % de los sujetos. El tro n c o principal de la arteria rectal
La divisoria de los vasos linfáticos extram urales corres­
media se encuentra bajo el ped ú n cu lo rectal, y puede su­
p o n d e a la línea pectínea (Flg. 18.44). La p e rteneciente a
frir lesiones cuando el recto se separa de la vesícula semi­
las vías intram urales se encuentra p o r encim a de ésta, a la
nal, la próstata o la vagina. Las arterias ingresaban en la pa­
altura de la válvula rectal media (Flg. 1 8 .45). Estas dos re­
red rectal ju n to co n el m ú scu lo e le va d o r del ano en 12
ferencias anatóm icas pueden recordarse m e d ia n te la regla
cadáveres estudiados; en 9 de ellos se e n co ntraban entre
n em otécnica «dos, cuatro, ocho» que significa:
2 cm y 4 cm p o r encima. Estos datos podrían explicar el
m o tiv o d e b id o al cual algunos cirujanos estiman que los li­ 2 cm = M argen e xterno del ano hasta la línea pectínea.
gam entos laterales pueden cortarse con im p u n id a d . 4 cm = C on d u cto anal quirúrgico (p o r encima y por de­
Nuestros datos indican que la arteria rectal media sue­ bajo de la línea pectínea).
le estar ausente en la mujer. Probablem ente la sustituya la 8 cm = M argen externo hasta la válvula rectal media.
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* Skandalakis

Intestino grueso, recto y ano

D renado Drenado
in t r a m u r a l e x tra m u ra l
Anatomía quirúrgica

S e n tid o cra n e a l

P ed ículo
re c ta l s u p e rio r
(r e c to s ig m o id e )

R e f le x i ó n
p e r i t o n e a l a n t.

P e d í c u l o r e c t a l la t e r a l F ig u r a 1 8.45. Diagrama del drena­


( p o r e n c i m a d e la V R M ) do linfático del ano y el recto. La di­
I visoria del drenado extramural corres­
Pudendo ponde a la línea pectínea. La divisoria
del d renado intram ural se localiza a
t
8 cm
la altura de la válvula rectal media, a
P e d ícu lo re c ta l in fe r io r unos 8 cm por encima del margen ex­
( p o r d e b a j o d e la V R M ) terno del ano. ARI, arteria rectal infe­
rior. ARM, arteria rectal media. ARS,
I arteria rectal superior. VRI, válvula rec­
In g u in a l tal inferior. VRM, válvula rectal m e­
dia. VRS, válvula rectal superior. [sk4\

La anatom ía de las metástasis de los tum o re s m alignos 4. Rutas adicionales de diseminación tumoral. El cáncer se
del colon y el recto podría ser la descrita a c o n tin u a ció n disem ina: a) a través de vasos linfáticos desde los g a n ­
(Fig. 18.46): glios epiploicos cercanos a ganglios paracólicos, in te r­
1. Estadio intramural. El cáncer com ienza en el epitelio de m edios y, fin a lm e n te , principales; b) p o r m e d io de la
la pared colònica. Su d isem inación lo n g itu d in a l en la cavidad peritoneal con im plantes en las superficies se­
submucosa es poco frecuente y, en caso de darse, tan rosas de otras visceras. Ueno y cois .129 a firm aron que la
sólo se p ro lo n g a algunos c e n tím e tro s 106. N o aparece afectación neoplásica indirecta de los nervios a u tó n o ­
ninguna metástasis en ta n to en cuanto el tu m o r no haya mos extrarrectales y /o te jid o circundante es p ro p o rc io ­
invadido la mucosa y la submucosa y afectado a las ca­ nal al g rado de disem inación neoplásica al mesorrecto.
pas muscular y serosa. La afectación de un plexo nervioso c o m p o rta un p ro ­
2. Extensión directa. El te jid o adiposo pericólico suele ser nóstico desfavorable.
la prim era estructura vecina afectada. La disem inación linfática lateral es poco frecuente, y se
3. Drenado venoso. La vena mesentérica infe rio r y la vena lim ita a lesiones situadas a una distancia inferior a 4 cm de
p orta co n fo rm a n una ruta evidente de metástasis a hí­ la línea pectínea. Las lesiones localizadas p o r e n cim a de
gado y pulm ones. Una segunda ruta está fo rm a d a por este nivel se disem inan en se ntido ascendente a lo largo
las venas pélvicas a la venas vertebrales127, y perm ite ex­ del sistema arterial m esentérico inferior/rectal superior130.
plicar las metástasis a la co lu m n a vertebral. El hecho de que la recurrencia de los tum ores del tercio in­
Según Koch y cois.128: ferior del recto sea notablem ente más elevada que la corres­
La enfermedad metastásica en el cáncer colorrectal se p o n d ie n te a las lesiones de los dos tercios superiores hace
debe a la diseminación hematógena de las células tumo- pensar en una disem inación lateral más frecuente de lo que
rales (...) La tasa de detección estadísticamente significa­ se había pensado ¡n id a lm e n te 131.
tiva en sangre venosa mesentérica pone de relieve la im ­ De igual m o d o , la disem inación en sentido descenden­
portancia de la función del hígado como filtro de células te de las lesiones rectales es rara, y p ro b a b le m e n te se o b ­
tumorales circulantes en la sangre venosa porta. No obs­ serve en un 2 % de los casos132. La resección a n te rio r del
tante, la detección de células tumorales en sangre venosa tu m o r debe incluir un m argen distal de 2 cm a 3 cm con
central y periférica demuestra que se trata de una acción respecto al tum or.
limitada, e indica una diseminación hematógena sistèmi­ A pesar de la aplicación generalizada del sistema de Du-
ca precoz de dichas células en el cáncer colorrectal. kes de 1932 y de su s im p lic id a d y e xa c titu d , W illiam s y
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Intestino grueso, recto y ano 18


L e s ió n p r i m a r i a

M ucosa

Subm ucosa

Capa m u s c u la r E x t e n s ió n

T e jid o a d i p o s o

S e ro sa
M e tá s ta s is

D is e m in a c ió n p e r ito n e a l
Venas
F ig u ra 18.46. Diseminación de u n carcinoma
- V. m e s . inf. prim ario del epitelio colònico. Puede disem i­
- V. p o r t a narse m ediante su extensión en la submucosa,
G a n g lio s p a ra c ó lic o s
- V. v e r t e b r a l o bien por disem inación peritoneal por exten ­
sión al tejido adiposo subseroso. Más a m e n u ­
do, las metástasis se disem inan a través de las
vías linfáticas hasta ganglios linfáticos princi­
pales en la raíz del mesenterio o bien a través
de venas hacia el sistema venoso porta. El gro­
G a n g lio s p rin c ip a le s sor de las flechas indica la frecuencia con la que
se produce la diseminación. [sk4\

Beart 133 a firm aron que los siguientes elem entos deberían el útero, las tro m p a s, los ovarios y la pared vaginal poste­
considerarse factores pronósticos de supervivencia que de ­ rior, los ligam entos cervicales laterales y anchos, los múscu­
sem peñan una fu n c ió n en la ecuación de estadificación: los elevadores del ano y el tejido adiposo isquioanal (isquio-
n ú m e ro de ganglios linfáticos positivos, p ro fu n d id a d de la rrectal) en continuidad dentro de la resección del carcinoma
invasión, nucleopatología, características de la citom etría de los dos tercios inferiores del recto.
de flujo, g ra d o histo ló g ico e invasión vascular o linfática.
Estos autores se inclinan p o r el sistema T N M (tu m o r, g a n ­
glios, metástasis). I n e r v a c ió n
Granfield y cois .134 describieron que la TC sistemática
A c o n tin u a ció n se describe la posible inervación a u tó ­
de las regiones abdom inal y pélvica revela la distribución de
n om a del recto y el ano. La inervación m o to ra del esfínter
las metástasis regionales de ganglios linfáticos en el carci­
rectal in te rn o procede de las fibras simpáticas que causan
nom a del lado izquierdo del colon, el recto y el ano.
su contracción. El nervio esplácnico pélvico (parasim páti-
co) y el nervio h ip o g á s tric o (s im p á tico ) inervan la pared
D re n a d o lin fá tic o a ó rg a n o s a d y a c e n te s
rectal inferior. En c o n ju n to , estos dos nervios con fo rm a n el
M a d d e n y M cV eigh 135 destacaron la im p o rta n cia de la plexo rectal. Los m úsculos elevadores del ano reciben la
com unicación linfática entre los tum ores del colon localiza­ inervación de los nervios sacros tercero y cuarto.
dos en el á n g u lo esplénico del colon y los ganglios lin fá ti­ Davies 137 c o m e n tó lo siguiente con respecto a la inerva­
cos del hilio esplénico. Estos investigadores recom endaron ción del recto, la vejiga y los genitales internos en la disge-
la e xtirpación en b lo q u e de la m ita d distal del colon trans­ nesia anorrectal en el h o m bre:
verso, el á n g u lo esplénico del colon, la to ta lid a d del colon Se ha estudiado la anatom ía del plexo nervioso autó­
descendente y el colon sigm oide p ro x im a l con sus mésen­ nomo pélvico en necropsias de hombres normales y anó­
tenos, la m ita d distal del epiplón mayor, los dos tercios pro- malos realizadas mediante un abordaje sagital posterior
ximales del lig a m e n to gastrocólico, el bazo y la cola del para exponer las visceras y los nervios retroperítoneales.
páncreas c o m o resección adecuada que abarcase el siste­ Este plexo se halla en la superficie anterolateral del recto
ma linfático. inferior, y está rodeado de fascia endopélvica. Los nervios
Block y Enquist 136 identificaron un elevado n ú m e ro de autónomos que inervan el plexo llegan a él posterior y la ­
canales desde el tercio inferior del recto hacia la pared va­ teralmente con respecto a la línea media al pasar p o r en­
ginal posterior, el fo n d o de saco, los ligam entos anchos y cima de la superficie del recto. Los nervios pertenecientes
los ligam entos cervicales (cardinales) laterales. Por este m o ­ al plexo se distribuyen con las ramas terminales de las a r­
tivo, recom endaron la inclusión del recto, el fo n d o de saco, terias ilíacas internas, fundamentalmente con los vasos del
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Intestino grueso, recto y ano

Cápsula fascial ción y las fibras parasimpáticas que las in h ib e n . Estas úl­
del recto tim as llegan a través de nervios esplácnicos pélvicos, que
ta m b ié n transportan las fibras nerviosas aferentes que m e ­
Anatomía quirúrgica

dian la sensación de distensión rectal. El esfínter rectal ex­


te rn o recibe su inervación de la rama rectal inferior del ner­
vio p u d e n d o in te rn o y la rama perineal del cuarto nervio
sacro.
Los nervios esplácnicos pélvicos (p arasim pático y sensi­
tiv o ) y el nervio hipogástrico (sim pático) inervan la pared
rectal inferior. A m bos fo rm a n el plexo rectal. Los músculos
elevadores del ano se inervan m e diante el nervio del eleva­
d o r del ano, el cual suele corresponder a una rama de S4,
con contrib u cio n e s variables de S3 y S5.
Las ramas rectales inferiores del nervio p u d e n d o in te r­
no acom p a ñ a n a las arterias rectales inferiores y a p ortan la
inervación sensitiva de la piel perianal138.
Es preciso recordar que el nervio p u d e n d o inerva el es­
fín te r externo y, posiblemente, el músculo puborrectal. Los
nervios simpáticos carecen de influencia alguna en la pared
F igu ra 18.47. Planos de disección situados por delante y por rectal. Los nervios esplácnicos pélvicos se encargan de la
detrás del recto normal, [da] evacuación, mientras que los nervios esplácnicos p u d e n d o
y pélvico contienen.
D ado que los nervios parasim páticos pélvicos se o c u ­
pan de la erección y los simpáticos del plexo hipo g á strico
son responsables de la eyaculación, el cirujano debe c o n o ­
plexo vesical inferior. El recto recibe su inervación autóno­
cer su recorrido y separar la pared rectal posterior del sa­
ma ju n to con su irrigación arterial, la arteria rectal supe­
cro, la próstata y la pared pélvica lateral tan cerca c o m o
rior. Los nervios del plexo pélvico inervan las visceras ge­
sea posible de la pared rectal posterior.
nitourinarias situadas anteriormente con respecto al recto
Stelzner y cois .139 han estudiado la a n atom ía to p o g rá ­
y p o r delante de la fascia de Denonvilliers. Las denomina­
fica de los nervios erectores; han indica d o que se localizan
das capas fasciales de la pelvis desempeñan una función
a lo largo de la porción diafragm ática de la uretra antes de
de gran relevancia en la determinación del plano a n a tó ­
ingresar en los cuerpos cavernosos. Con el fin de conservar
mico de estas estructuras. En la agenesia anorrectal, el ple­
la fu n ció n sexual d u ra n te la p ro cto co le cto m ía , reco m e n ­
xo está más próximo a la línea media. En estos pacientes,
daron m a n te n e r una parte del m úsculo rectal q u e recubre
estos nervios son vulnerables a una disección inadecuada
la porción diafragm ática de la uretra.
de la línea media, ya que la fascia pélvica suele ser deficien­
W illiam s y Slack 140 investigaron la fu n c ió n sexual de los
te (Figs. 18.47 a 18.49).
hom bres y las mujeres con posterioridad a una escisión rec-
La inervación m o to ra del esfínter renal in te rn o se efec­ tosig m o id e a y rectal con relación a la presencia de tejid o
túa a través de las fibras simpáticas que causan su co ntrac­ nervioso en las muestras. Sus resultados indican que la al-

V a s o s y n e r v io s

re c ta le s s u p e rio re s

V a s o s v e s ic a le s

in fe r io r e s

N e rv io s s im p á tic o s

ly c 'v io s p a r a s im p á tic o s

F a s c ia d e D e n o n v i l l i e r s F a s c ia d e W a l d e y e r
F ig u r a 1 8 .4 8 . A n ato m ía del plexo
nervioso pélvico en presencia de un rec­
to y u n conducto anal normales, [da]
810

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