You are on page 1of 13
VOLUMEN DCXXVI_ DE LACOLECCION VISOR DE POESIA ste libro ha editado en colaboracién con la Diputacién Provincial de Cénoba Portada: Manuel Alvarez Ortega: Figura Acrfico, 32x20 em) © Manuel Alvarez Ortega © VISOR LIBROS Isaac Peral, 18 -28015 Madrid wwwwevisor-libros.com ISBN: 84-7522-739-2 Depésito Legal: M. 43.423 - 2006 Impreso en Es, Guficas Muciel iia Printed in Spain Buhign, s/n. Getafe (Madsid) LA HUELLA DE LAS COSAS (1941-1948) ara el que estéy ya no esté habré empezado el olvido, JUAN RAMON JIMENEZ EL CANTO QUE NO SE DECIR YO no sé decir todo lo que mi frente evoca, pueblo en el sur, tierra mia, no sé decir todo lo que mi frente evoca, pues ante tu imagen nis labios doloridos se hiclan y el corazén en medio de tu luz naufraga. Yo quisiera cantar ahora, adormecerte con una cancién que fuera brisa y nube, una cancién que comprendieras, una cancién apacible y sencilla igual que las silvestres vides que cruzan como calientes venas la carne verdeante de tus campos, tuna cancién sin tristeza ni ligrimas, huidiza como esa lluvia que cae sonora en los tejados y en las canales al final del verano, cuando los nifios corren desnudos por las calles un momento desiertas y claire dela tarde se Ilena de un vaho a tierra recién mojada, una cancién que fuera amor en el silencio de la noche sin estrellas, cuando a lo lejos gritan las cornejas y la luna se desangra entre los olmos y la lechuza en la més alta torre su soledad proclama. adie hubiera ofdo nunca y sélo ei Peto no, no sé decir todo lo que mi frente evoca, oh pueblo, tierra mia, 11 y quiero callat, permanecer solo bajo la sombra de tu cielo olvidarme de tus arroyos y de tus pajaros, de tus blancos caserios, de tus campos sembrados de trigo, de tus pinares espesos, de tus largas alamedas, de tus encinares grises, de tus aljibes de agua profiunda, de tus norias quejumbrosas, de tu puente carcomido, de tu rfo entre adelfas, y de esa oscura montafia en cuya cumbre desierta una campana a todas horas se desvela cantando o rezando no sé por quién ni para qué.. 12 SUAVEMENTE, TAL EL SENO DESNUDO SUAVEMENTE, tal el seno desnudo de una vaga aurora de otofio, toda tu antigua vida volverd a mi, al cielo que despierta el recuerdo en tus verdes orillas, oh pueblo en el sur, solitatio y tranquilo. Tus rebafios de ovejas y su pastor, las bandadas de aves al atardecer, el griterio banal de los nifios, las sombras de los drboles en flor, volverdn otra vez a brillar en lo més hondo de mis cansados ojos. Dejare de ser ese solitario que se entristece errante por la vida, haré mi cabafa en tu ladera y asf viviré volcado hacia tus suetios, ala prisionera en el juego de la brisa, hombre mal herido por culuz. Cuando sienta de nuevo el deseo de huir hacia otro mundo, alto me asomaré al baloén de esta casa, tocaré tu apacible crepuisculo, y, en medio de una tempestad de recuerdos que el tiempo amatillea, tal una sombra que no duda, conoceré la dicha de unirme a tualma por las cuerdas las leves: Ia hermosura de tu cielo insondable ysevocado por el silencio, el perfil oscuro de tu lejana montafa. 13 ESTA CIUDAD QUE DUERME O CALLA O PIENSA ESTA ciudad que duetme o calla o piensa sumergida en ese valle de sombra, cesta ciudad serena que parece descender de un cielo de otofio, esta ciudad donde los vientos naufragan en silencio y los rayos de sol mueren en las doradas ctipulas o en las altas espadafias o en has corres, esta ciudad vino a mi dulcemente, como una leve brisa, un diade marzo, y desde entonces la siento abrasarme el alma tal una hoguera de oscuro amor que en mi corazén doliente se apagara Yo nunca he sabido de ese dfa: vagos ngeles anunciaron, y yo sent naufragar mi suefio en un lago de azules sombras —oh ese pronto morir de la tinica boca que no olvida las lejanas fechas—, que fue una maftana de sol resplandeciente. Peto yo pienso, con resignado dolor, que quizas la bruma llenaba el universo con melancolfa y que aquella casa ntimero 4 de Santa Victoria estaba envuelta desombra pues mis pensamientos son siempre tristes y odio muchas cosas que acaso no debiera odiar. Yo recuerdo mi infancia y me veo ir por los viejos jardines mirando a los pajaros y a los Arboles altos con la tristeza 14 F de un hombre que se prepara para un largo viaje y empieza a despedirse de todas las cosas. Yo me veo en silencio en medio de los dems nifios que juegan yyoigo una voz oscura que sefiala mi soledad, una vor.sangrante que cruza mi mimiscula alma, cuando en mi cuerpo siento resbalar las miradas de unos ojos extrafios que maldicen y me llenan de desgracia. Yo me veo salirel iltimo de la escuela, atado a una negra cartera, ir por las calles que bajan al rio y pararme en el puente a ver la cortiente que pasa y se aleja, Y me acuerdo de aquellas grandes riadas cuando se cubrian los élamos grises de la otra orilla y casi los ojos del puente y el agua trafa un color de montafia con animales muertos y troncos de pinos. Yo me acuerdo de mi adolescencia como de un lago en medio del tiempo y me acuerdo de amigos que la bruma de los afios han convertido en ceniza, entonces viviamos rodeados de sucfios, ofamos miisica como en un tito, y los domingos, cuando en las calles hormigueaba la gente, nosotros hufamos ala Sierra, descubriamos paisajes,recitdbamos versos, y sofidbamos, bajo la espesura de algiin pinar escondido, mirando a Cérdoba dormida en el valle, con una vida serena y elemental. Y acaso, si nos sorprendia la noche a la vuelta, ebrios de soledad, imicdbamos, 15 con toda la fuerza de nuestra voz purificada por el campo, las notas sombrias de un piano que en otra edad acariciaran las manos de Chopin. Pero también, oh tristeza, me acuerdo, quizés con amargura, de una muchacha que cruzé bajo el cristal de mi ventana una mafiana de invierno, y me acuerdo que fue como una flor cortada al viento de una tarde perdida, pues una ver, nos amamos cuando abr los juncos y todo se deshizo tal un perfume antiguo en mis labios vacios de deseo. se despertaba entre Y meacuerdo de largas noches, en las cuatro estaciones de afio, caminando errante bajo la Iluvia, en el silencio de las oscuras calles, oyendo rumores de hojas cafdas, voces rotas, llantos por los hondos patios, chorros quebrados en las fuentes de los barrios lejanos, mientras yo preguntaba a mi alma qué misterio enturbia la vida, Ilena al hombre de penumbra, hace que enmuderca la rama, se ciegue la flor, y todas las piedras que encontraba a mi paso en las murallas, por los arrabales, parecian decirme en voz baja que el misterio es siempre misterio y que vale més olvidarse de todo. Yast, hoy que hace veintidés afios que vino a mi esta ciudad que parece descender de un cielo de otofio, 16 ‘ fiana de sol aunque vagos dngeles anunciaran que fue una mafian resplandeciente, bel yo pienso con resignado dolor que quizs la bruma Ilenaba el universo con su melancolfa y que aquella casa mimero 4 de Santa Victoria estaba envuclea desombra / pues mis pensamientos son siempre triste y odio muchas cosas queacaso no debiera odiat. 17 LA HUELLA DE LAS COSAS MI cuarto tiene presa el alma de los dfas pasados, entre los mudbs libros se agolpan los recuerdos, versos, cuadros, flores, acaso una rama reseca de jara, con su temblor, rompen el olvido que me oculta, Mas de stibito en mis labios se hicla un deseo y yo a todos pregunto y nadie, nadie sabe decirme el porqué de mi vida. Por la ventana abierta el invierno tific las cosas de un color intimo y nuevo, la bougavilia balancea en sus hojas una sombra sin perfume, y en el solar deenfrente los pertos corren aullando al otofio y los pajaros de La Torre se dispersan en bandadas desacordes. Y el porqué de mi vida es el filo de un cuchillo que desgarra mis venas y pone en mis manos un gesto de desesperacién. En el jardin bostezan los naranjos melancélicos y en sus troncos decal los rosales envuelven Ia impaciencia roja de sus tiernas corolas. Y se transfunde la tarde al reflejarse en la pupila muerta del pozo oen el agua de la acequiia, Y Yo, que me siento apagado, sélo sombra, alzo mi rostro a las cosas y le pregunto y nadie, 18 ee nadie sabe decirme el porqué de mi vida Y por el ciclo pasan las nubes y los montes son una linea oscura enlalejania y el arroyo ensordece la cafiada y bajo la negra tierra la hierba se encharca de aromas. Y es al corazén oscuro del pueblo, que desde el hondo valle se me clava en los ojos, a quign pregunto el porqué de mi vida, y no me contesta. Y no me contesta porque mi vida acaso no es sino humo que sin forma se espatce en el tiempo, alli donde todas las cosas dejaron su huella, su herida profunda y dolorosa. RR HUIDA EL Ilano se estremece bajo el peso indolente de las horas y entre las flores marchitas se desenreda una vaga tristeza. Los naranjos, el jazmin, los ricinos, las dalias junto al pozo, parece que nunca existieran, son como un delgado hilo de niebla que se dilata por los dias desiertos del octubre sombrio. La mafiana no tiene fin: desde la muralla s6lo llega el silencio ysaveces, cuando llueve, el lamento indolente del agua, el mugido de algyin lejano establo que se desvanece en la alameda 0 los vagos gritos de algiin zagal perdido entre los valles. Pero yo oigo una desconocida voz que sefiala el perfil de una muerte, siento como una sombra errante que se apacigua en mis sienes, yssi salgo al jardin, si contemplo las polvorientas ventanas de lacasa © acerco mi frente a sus cristales-y veo sus habitaciones vacias, percibo como si un amargo sabor se desprendiera de mi cuerpo. Yel recuerdo viene a mf entonces como un dardo de sombra y me convierte en un torrente de suefios que va llenando el espacio. Yes la cal poblada de telarafias 0 los cuadros olvidados en los rincones 20 quienes dicen, con complacencia, que todo en el mundo es triste huida ; y.queel corazén, cuando cae, el dolorlo destruye para siempre. Pero no quiero creer que la vida sea sélo una marafia que se trenza a ciegas y que un dia llega entre polvo y ceniza la muerte y nos ciega de un soplo los ojos y nos agria la voz.en la garganta. Y no quiero creerlo porque cuando me detengo junto a los viejos muros de la casa me acuerdo de sus queridos seres, los siento junto a mi rostro yerco ; que viven, estén aqui, su vida es el nombre que descansa en el recuerdo. 21 AL GUADIATO, EN ESTIO OH qué tio més claro este solitario rio que resbala por los montes temblorosos de silencio, este rio sin profundidades, sumiso a latierra, igual que las rafces de los pinos que se reflejan en su cauce. Oh qué hermosa lealtad la de su breve canto revestido de adelfas y lilas salvajes, qué décil serenidad la de su caminar lento olvidéndose de si por las sombrfas gargantas, los remansos luminosos y las crepitantes cascadas. Oh cémo se suefia en la orilla mientras el alma se estremece alargada por sus verdes aguas en estas tardes estivales, como el cuerpo parece quedar tocado por la graciay morir sobre la arena acariciado largamente, amado tiernamente, dormido dulcemente... 22 LEJOS DE TODO LO HUMANO ‘That was the song.- the song for me. WORDSWORTH JUNTO al umoroso so, como ee dlamo affoso, mi descanso (quisiera tener, estaraht en el tiempo, lejos de todo lo humano, Gyendo antiguas canciones, rumor de aguas y de brisas, sintiendo . Dn Jasombra del verano inclinar sus verdes hojas sobre mi ceniza. sa el Angelus y el ocaso declina ‘Alpuna clara tarde, mientras suefia el ngs urs Gque hasta m{llegaran lsalegres muchachas de a aldea pensaran que estoy al, bajo sus leves pies, sin forma ni huella 7 ble, sombra acaso, mezclada ala tierra, siendo tierra misma, Como un arroyo que bordeara un femanso de dolientes flores seria el puro pensamiento de sus cabezas: después quedarla un aura, - vyagando en torno a mi, gimiendo levemente, sin dejar eco. Esa seria la oracién tan sdlo, el tinico canto, el canto para mi. 23 PRIMAVERA, DE NUEVO. SI todo ha desaparecido en el tiempo, si aquel antiguo horizonte se ha hecho fifo olvido y el dia larga bruma y la noche sombra sin fin, sillas lores no quieren abrisse ya al recuerdo de ningtin lejano amor ylas estrellas se apagan en el ciclo y la aurota se niega a despertar, aqué hace entonces la primavera, esta célida luz, el vuelo de estas aves? Mira: el pueblo vuelve a sofiar, os viejos drboles se han vestido de hojas, el arroyo se despojé del negro lodo con que lo maldijo el largo invierno, y las aves otra vez hacen su nido bajo la cornisa de tu tajado. Noes posible que tu corazén renazca también entre la olvidada luz yl corola de aquel amor vuelvaa dejar su lluvia en nuestra boca? Lalejana montafia extiende a lo largo del dia su verde sudatio, el campanil de la ermita se estremece bajo el cielo de la tarde, hay un rumor contenido entre los pinos mientras el sol se duerme. Ven, ¢s la hora, nos amaremos entre las solitarias adelfas o los juncos, nuestros cuerpos serén dos sombras abrazadas que bendice la primavera 24 ESPERA LA ribera estaba desierta y los delgados dlamos se desnudaban en la otra orilla del io. ‘Agua abajo, con la tierra que vino arrastrandose desde la negra montafa, la tarde naufragaba oscuramente. Las grises casas del campo a lo lejos lentamente morfan en medio de un silencio empafiado por los ladridos de los perros y por el puente cruzaban lentamente las nubes y entre las aguas de la acequia palidecian las vagas luces del molino, Y de pronto, alzados los ojos al mar brumoso del cielo, una vou ddej6 caer su Iluvia en paz: «{Queé haces, oh que te llevas? y el dolor sc hizo frio silencio alejandose por el campo yel dia una planicie de soledad. s, con las almas Yo deca: «Hermosa es la vida», y nada hablaba, Dios era lo mismo que una sombra muerta, una miisica rora, en el suefio, sélo se ofa el golpe della via, un astro ence el ramaje o la tristeza que lloraba sus horas perdidas en el corazén. 25 Ah, ya sé que ese dia yace lejos que el amor era entonces un fuego que me traspasaba en silencio, Pero nunca olvidaré que la ribera estaba desierta y que yo solo esperaba en la oscura soledad. 26 LLANTO DEL OLMO SOLITARIO. DIME ti, tarde de otofio, zqué manos encendieron tu pilido horizonte que no quisicron olvidar la luz que ardia en este coraz6n iio? :Quién limpia la infinita claridad de ese cielo sin fondo donde las nubes esconden a las errantes estrellas que iluminaban mi vida? ‘Yo he visto, oh tarde, la oscura fuente donde el hombre cura las llagas de su tristeza, pero al acercarme yo la tierra anegé de stibito sus limpidas aguas. Sobre mi cuerpo duerme la esperanza su suefio de amor ante el olvido. gLlegaré al final de mis dias y sélo he ver tu resplandor que agoniza? CO tierra, yo soy tal el vino amargo que se desborda en un vaso, un rfo de savia prisionero entre amarilla carcoma y negras paredes. sPor qué no me bebes de un trago y, consumida la arider de mi gesto, rompes el cristal que me niega para que él solo, en silencio, bajo sombra, se pudra? 27 VENGO AQUI, OH TIEMPO, A DIALOGAR VENGO aqui, oh tiempo, a dialogar contigo esta tarde de invierno que el sol dora, porque los libros se hacian mudas sombras en la callada habitacién de la casa y de pronto dentro de mi se desperté un vago recuerdo. Hace ya muchos dias que se fue de tila primavera, oh tiempo. Entonces, zte acuerdas?, yo venfa a diario por este mismo camino, me sentaba entre estas piedsas, y, perdidos los ojos en el valle, vela pasar Jos mismos pajaros que ahora pasan por el de tullano. A veces escribfa en este mismo cuaderno en que hoy escribo, ate acuerdas? iclo adormecido Allé lejos, sobre la colina de Villa Azul, Cérdoba se adormecta entre humo y polvo. Las puntas de sus torres elevaban al ciclo su soledad de siempre. Deca: «:Qué tienes, oh ciudad, para que en nuestro corazén asi vivas?» Pero alzaba la frente y entonces llegaba un ruido de trenes lejanos yal mirar, la curva del ro, brillante como platilla, herfa los ojos. Ese amor por la ciudad, ;re acuerdas?, un dfa lo compreni 28 muchas tardes habfamos ido por sus callejas y sus plazas sombrias Ilendndonos pacientes de toda la miseria que salfa a nuestros paso: lisiados de la guerra que loraban por una moneda en las esquinas, nifios harapientos que nos seguian lo mismo que perros vagabundos, viejas decrépitas que salfan como sombras lentas de las novenas, y.al pasar por esas calles que bajan hacia donde las tabernas, las horas se transtmutaban en agtios cantos, voces rotas, olores descompuestos, rostros fameélicos que se asomaban a las ventanas o alas puertas y llamaban con un sonido cérdeno, una vox de humo y vino, ‘mientras nos alejébamos de aquel desorden de lamentos y gritos y llegdbamos al rio, y todo parecfa de pronto duleificarse con la duermevela de su agua rojiza al cruzar bajo los puentes, zte acuerdas? Por eso hoy vengo aqui, oh tiempo, a dialogar contigo esta tarde de invierno, porque esta ciudad de sombra y luz se nos adentré en la memoria, acaso antes de que abriésemos los ojos a este ciego mundo, y todas sus calles, todas sus plazas, sus abandonados jardines, sus iglesias, su catedral solemne, sus rotos monumentos, y sus hombres y sus mujeres —todos los seres que viven y mueren oscuramente en este reino— han pasado lentamente por nuestra alma y han dejado sin saberlo su marca fatal, su inextinguible huella. 29 EL ULTIMO DIA BL ultimo dia, si vives tt, no quiero que mi cuerpo en su quietud sea rodeado de velas y objetos mortuorios, santiguado de hisopos ylatines, quiero de par en par abiertas las ventanas que dan al campo oiré acaso los silbidos del pastor que pasa al atardecer por el camino de la fuente, los pajaros que vienen a decir el dia en las ramas de bouganwilia, los rayos de sol que en el ocaso tifien de rosa el rincén de los libros. Mi palidez ser4 para quienes en silencio me amaron: mis cuadros, mis papeles. ‘Ti puedes decir alguna oracién, si es que atin te acuerdas de estas cosas. Si no, deja que el viento diga su célido salmo en los dtboles del jardin. Pero cuando esté ya en la otra tierra, complacidos de la estacién eterna, cntonces, oh si, quisiera que alguna tarde, como esta de primavera, sobre la piedra, si acaso la tengo, dejaras una brazada de flores de nuestros campos: con su aroma creetfa que estaba de nuevo contigo 30 caminando por los verdes senderos que bajan de la Sierra, mi brazo enlazado a tu cintura, recordando lo que nunca fue un perdido amor.

You might also like