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& Rafael Garcia Herreros Cuentos Tomo I! Coleccién Obras Completas No. 17 Corporacién Centro Carismatico Minuto de Dios Bogota, Colombia 2009 CUENTOS TOMO II €n la peluqueria sta distinguida y amable sefiora, ya desde las ocho de la mafiana esté aguardando su turno en la peluquerfa. Viste refinadisimamente, aunque recuerda muy bien, pues tiene muy buena memoria, aquel refrén que dice: “La mona, aunque se vista de seda, mona se queda”. Tiene un cuello largo, pero se disimula con muchos collares. En ese esperar su turno en la peluqueria, conversa con sus amigas, que estan en la misma condicién. Hablan de todo, hablan de la violencia, hablan de las amantes de sus esposos, por supuesto que hablan del gobierno, hablan de todos los chismes de la sociedad. Esa sefiora es cumplida para venir cada semana a la peluquerfa. No vale la peluqueada sino veinticinco mil pesos. Su chofer aguarda, dormitando, en su Mercedes Benz. El esposo, por salir de ella, le paga el salén de belleza y los otros gastos personales. Tiene dos hijas: una en Estados Unidos, que poco escribe, poco llama; y la otra, casada y ya separada a los dos afios. RAFAEL GARCIA HERREROS La sefiora asiste, ademas de la peluquerfa, a un gimnasio, donde recibe masajes y hace sus fldcidos ejercicios. Por supuesto, para que no falte nada, ella asiste a un costurero para nifios pobres. Ese costurero da risa, pero, de todos modos, calma un poco su conciencia. Mientras pasa las horas en espera del turno de la peluquerfa de veinticinco mil pesos, se habla también de la pretensién del cura de pedir quinientos mil pesos o un millon de pesos para dar los materiales necesarios a la gente que quiere construir su casita con sus propias manos. A ella le parece absurdo y un poco peligroso. Pero, sobre todo, a ella le parece que eso no tiene que ver en nada con ella. Que se prenda la candelada, que se incendie el pajs. Ella tiene un tiquete listo, ella tiene una visa vigente; no hay el menor problema para viajar, de un momento a otro, a Miami y vivir descansando, viendo los iiltimos “Moll” y viviendo en su bonito apartamento, con piscina privada, que se ha comprado tltimamente. Al fin le llegé el turno para la peluqueada de veinticinco mil pesos. Le ofrecieron un Tom Collins y llegé un estilista, la salud6 cordialisimamente, le hizo cumplidos y elogios, que a ella le gustaban y le afiadié algunos comentarios que él sabia por otra parte, de chismes de la sociedad. Le hicieron el champu, le aplicaron su rinse y cremas fijadoras. Este peluquero, que es inteligente y tremendamente irénico, se decia interiormente un poco de cosas. Entre otras cosas, en un mondélogo que ella no podia oft, decia: “Esta vieja del chiras viene a pedirme lo que no le puedo dar: juventud y belleza. Eso ya pasé. gPor qué no cogeré trabajo?”. CUENTOS TOMO II La sefiora le hablaba insistentemente: “No se le olvide levantarme un poco mas de este lado... Desctibrame Ja oreja izquierda... Tapeme la frente para que no se vea tan grande. El estilista decia: “No te preocupes, querida; vas a quedar preciosa. Tienes alguna fiesta proxima...?”. “Claro! Esta noche tengo una recepcién en mi casa y va air lo més distinguido de la sociedad. Tengo que pagar dos millones de pesos por la recepcién; pero, eso si, va a ser espléndida. Vajilla con bordes de oro, un bufette elaborado por el mejor chef de la ciudad y una orquesta de camara, que no te imaginas”. Mientras tanto, el estilista pensaba: “Con razén que pasen tantas cosas en Colombia, con raz6n que no se pueda arreglar el pais, con raz6n que haya tugurios y haya mil cosas negativas en Colombia; mientras existan estas Viejas, no hay nada que hacer. Me provoca mechonearla, me provoca arrancarle estos collares que tiene al pescuezo”. El estilista seguia trabajando cuidadosfsimamente, diciéndose cosas interiormente y contestando distrafdo a Jas preguntas y a las peticiones de la sefiora. Mientras tanto, estaban todas las otras, aguardando su turno. Millonarias ociosas, millonarias incapaces de pensar en los pobres; de pensar que ellas podrian, sin ninguna dificultad, reunir unos cuantos millones de pesos para resolver la vivienda de unas cuantas familias dignisimas que necesitan ser ayudadas. En vez de hablar basura en la peluquerfa, deberian estar planeando una obra realmente bella en favor de los humildes, que les hiciera, en parte, perdonar ante Dios su despilfarro y la inutilidad e insignificancia de sus vidas.

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