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EE OCI Pi ECU EEN LE Mes mel ube ect PyEseritura de la Historia de las Mujeres en Améi
El retorno de las Diosas
Primeral Ete.
ISBN N° 997:
Heeho el Depésito Legal en la Biblioteca Nacional del Peri N* 2005-2929
indice
PRESENTACION
DEBATES TEORICOS
Historia dels Mujeres: Un derecho conqustado,
‘SaraBeatiz Guarda (Peri)
Lacescrinua dela historia como gestion de la identidad,
perspetva de nero,
Lilia Granito (Mexio)
denidades de género.Prcticasy significaciones
Hilda Beatz Gavio (Argentina)
Laisa ea fami en América Latina Hoy: “Oras historias"
Juan Andeeo(Espata)
"MUJERES PRECOLOMBINAS.
‘CONQUISTA ESPASOLA Y VIRREINATO
Las mujer incaica en el drama de la conquista
Lamestza Francisca Pizaroy su viaje a Espa. 1534-1598,
Sara Beatie Guardia (Peri)
Lamujerenel drama demogritico de la Nueva Espa
Blanca Lipe de Mariscal (México)
Perspectivas Hstoriogrificas: Mujeres Indias en a sociedad
Colonial Hispanoamercana, Siglo XVLXVIIL
Maria Teresa Diez Marin. Celia Parcero Tore (Espafa)
De amore yseduccions. ElmestizajeenlaAudiencia del Nuevo
Reino de Granada en el siglo XVI
“Maria Crisina Navarrete (Colombia)
us
bs
ss
2La condicién de las mujeres mesoamericanas.
Notas para el inicio de un debate
Maria J. Rodriguez-Shadow*
Introduccién
Sibien uno de ls prrzers aticulosescritos en relacin a las mujeres en el Mex:
co precortesiano, se publ::> hace mas de 100 afos (véase Rodriguez, 1898) y algunos
‘otros fueron apareciendo !rante la primera mitad del siglo XX, es hasta la década de
los 60 cuando aparecies:> de manera mis sistemética las investigaciones sobre la
condicién femeninay las :!asiones genéricas en Mesoaméricaen ls tiempos preco-
Tombinos
Las obras publicadas scbre esta tematica hasta el presente forman un conjunto
heterogéneo, En ocasiones presentan los resultados acabados de investigaciones re
lizadas durante varios af otras dan a conocer los hallazgos de estudios breves
enfocados en una regisn > 2n un aspecto dela cultura mesoamericana vinculados al
jona la opiniga de la autora sobre la condicién social de
lasmujeresen el mundo 2:alambino, sin extenderse mucho, pues el periodo histori
0 0 Su propésito es otro. sabre todo en el caso de las escritoras chieanas o las
estudiosas que han desar="ado investigaciones de cardcter general; en otros trabajos
se exponen argumentos 2':1mente especulativos, en ocasiones sustentados en pers:
sénero, En otras silo ser:
pectivas romainticaso dis::rsionadas del pasado prehispanico,
Result claro que las in
partieron de diversas pe
joras para cumplie con los objetivosde sus estudios,
vas te6ricas, adoptaron metodologias disimiles, eligie-
ron 6pticas analiticas y essuemas interpretativos diferentes, se ocuparon de zonas
sogrficas distintas y de reriodos histricos diferentes, Pero la heterogeneidad en
los enfoques no se relacic=2 solo con las disposiciones y preferencias personales, la
Aisponibilidad de los dates. las motivaciones académicas,politicas o la amplitud y
profundidad de sus proses, sino que también tuvo que ver con el oficio ejercido 0
las disciplinas en las que san formado las autora la historia, la militancia politica y
cl activismo, la antropolos"=lapsicologia, la etnohistora y la sociologia ai como la
diversidad de sus origenes rasionales y étnicos: Australia, Francia, México, los Esta
«dos Unidos y las autononrradas “chicanas
nla Directs: Zxoogi y Anropotoga Soil de México, Estudos de la argue
de gineo. autora de> siclos,y del Ibo La mujer acec
: 7
— je LL gslatvdere pescamtersce narElpanorama de los estudios sobre la condicién femenina en el México prehispinico
es muy heterogéneo y cuando menos pueden observarse cuatro opiniones distntas: 2)
las que consideran que las mujeres ocupaban una posicién de subordinacién a pesar
de laimportancia de su contribucin en diversos aspectos de su sociedad, b) quienes
postulan que las mujeres gazaban de gran prestigio y reconocimiento social, omitiendo
Ia existencia dela explotacin econémica diferencial por clases sociales y la domina-
cidn politica de los diferentes grupos étnicos; ¢) las que afirman que el sistema de
sénero era asimétrico, aunque reconocen que el desempefo femenino en las tareas
productivas era valorado socialmente, c) quienes ereen que en las sociedades preco-
Tombinas prevalecia el matriareado.
‘Traslapes y convergencias en los enfoques
Esnecesario reconocer que la clasificacién que propongo es simplista y esquem-
tica, yaque un andlisis mas escrupuloso revela que aiin entre las autoras que mantic
ren posiciones antagénicas entre ellas, ofrecen argumentos que se superponen y co-
inciden en algunos aspectos. Por ejemplo, apesar de que Quezada (1975, 1994, 1996)
Clendinnen (1991) y Marcos (1978) patient iseipliiaky etodol Olas diferentes)
coinciden en afirmar que las mujeres gozaban de prvilegios sociales y habia un reco-
rocimiento explicito de su derecho al placer sexual
‘Tango desde la perspestiva de Klsin (1090) como desde el punto de vistade Albert
(1993) la feminidad era usada como sinénimo de cobardia masculina o de debilidad
ilar Enire los azteeas, nos dice la Dra. Alberti (1993) “mujer-cobardia, hogar
debilidad..” son sindnimos. También Pérez (1944), Barba de Pifta Chan (1993) y
Burksas (1997), quienes parten de épticas distintas y metodologtas diferentes a Klein,
y Alberti, coinciden en afirmar que el temido reino de las tinieblas, la penumbra y la
‘oscuridad ea asimilado a lo femenino.
Kellogg (1988, 1995, 1997). Knab (1994), Quezada (1994, 1996), Burkhart (1997),
Albert (1993), Joyce (1990, 2000), Mirandé y Enriquez (1979) y Cotera (1976) con-
cuerdan en afirmar que en el mundo mesoamericano existia una ideologia de
ccomplementariedad entre los géneros. Asi, mientras Kellogg (1997) llama “paralelis-
mo genérico” a su esquema explicativo de las relaciones genéricas entre los aztecas;
Mirandé y Enriquez (1979) lo designan con eltérmino de “esferas duales,” Quezada
(1986) lo denomina “esferas complementaras,” Michel (1974) y Joyce (1990) olla-
‘man ~dualismo complementario,” Knab (1994) “equivalencia,” Robles (1996) y
‘Schrseder(1997) sefialan que los papeles masculinos y femeninos eran distntos, pero
ccomplementarios. Pese a todo, algunas de estas autoras estan de acuerdo en que los
aziéeas vivian en una sociedad donde los valores masculinos imperaban
Pérez (1944) opina que en la sociedad azteca las mujeres estaban subordinadas y
habia una profunda orientacin masculina que se manifest6 en los aspectos sociales,
religiosos. econémicos y politicos; Morgan (1983)y Rodriguez-Shadow (1990a) agre-
gan que incluso en el terreno de lo sexual. Cuando Pérez (1944:102) habla de las
¥
98
pricticas funerarias y las creencias sobre las mujeres y la muerte, expresa su opinin
de que “ni ain en la muerte le fue oforgado un grado de igualdad a la mujer” Se
refiere alas mocihuaquetaque,afirmando que “la venida de la princesas de la casa
del sola latierra es un simbolo del crepisculo un indice de divergencia entre el ideal
‘masculino y femenino de los aztecas” (1944-109). Destaca elcardctersecundario de
las diosas, lo mismo sefiala Rodriguez-Shadow (1996),
También Delgado (1969), Tudela (1971), Soustelle (1974), Ant6n (1975), Bialstoski
(1975), Blanco (1977, 1990), Nash (1978), Du Solier (1979), Lépez Austin (1980)
Vaillant (1980), Legrds (1982), Roblager (1982), Krickeberg (1982), Morgan (1983)
Williams (1990), Vasquez (1990), Granillo (1993), Nash (1995) y Goldsmith (1999)
estin de acuerdo en que la posicién de las mujeres en el mundo precolombino era de
subordinacién. De la misma opinin son Rodriguez (1895), Leander (1996) y Nash
(1980) aunque éstas sostienen que Ia situacidn femenina bajo el dominio espanol se
Aeterioré ain mas. MacLachlan (1976) también esta de acuerdo con estas investiz
doras a pesar de que las premisss de las que l parte son diametralmente opuestas
Por otro lado, Spota (1967) sostiene que la posicién privi
centre los aztecas se debe ala normatividad legal y Bialostski (1975) examinando de
manera critica ésta ima, lega a una conclusion completamente opuesta
da de Ins mujeres
Kellogg (1995) considera que durante Ia época colopiahsespipdiignna gradi
‘pero clara declinacin del estatus de las mujeres mexicas En ls periodos eoloniales
{empranos, el acceso formal de las mujeres las posiciones de autoridad decreciero:.
yla division tradicional de esferas femeninas y masculinas semi separadas y autSn0-
‘mas dio paso a una division mas jeérquica entre los dominios femeninos y masculinos
que result6 en una clara reduccin de estat formal de las mujeres..\si aurque no
es posible establecer una generalizacion de la forma en la que la conguistay la cultura,
cespafiola impacto a las diversas comunidades mesoamericanas puesto que fueron
muy diversos los contextos culturales, sin embargo, las for SUCCESS
liaban ias relaciones genéricas en tiempos precoloniales fueron afectadas negativa-
‘mente por la estructura desigual de l cultura occidental
‘También Legros (1982), Morgan (1983), Tuflén (1987, 1988), Silos (1981),
Rodriguez-Shadow (1987, 1989a. 1989, 1990, 1996, 19983, 1998, 2000) v Goldsmith
(1999) sostienen que la posicn de las mujeres e caracterizaba por su sumisién ante
cl vardn debido a las caracterstcas econémicas, sociales y politicas de esa sociedad:
desde su perspectiva la sociedad antigua estaba muy jerarquizada en lo que respecta
a las elacionesclasstasygenéricas Aunque Lomeli (1945). Lopez (1945), Mendizabel
(1946), Michel (1974), Marcos (1975), Meza (1975), Moya (1939), Careaga (1991),
Clinndenen (1991), Fiero (1960) Ledn-Porlla(1980) differen de las investigadoras,
arriba citadas coinciden con ¢s.@HIG08 eal iaade8 TeRENIAIS NIRS eCHGAS
eran la obediencia, la castdad, el recatoy el sacrificio.
99i unl
ese a que muchas de estas académicas son feministas y plantean que las mujeres
mesoamericanas estaban subordinadas, no por ello as vieron como “eters vietimas
pasivas dela sociedad patriarcal.” Al contrario algunas deellas, como Pérez (1944),
Nash (1978), Roblager (1982), Vasquez (1990), Burkhart (1997) y Goldsmith (1999)
explicitamente reconocen la importante contribucidn femenina alas produccin so-
cial, Brumfiel (1991) destaca incluso la resistencia la dominacién masculina,
Joyce (1993) y Alberti (1993) explicitamente y Michel (1974) y Robles (1996)
{mplieitamente rechazan la postura adoptada por Oriner (1979) en celacin a la uni
versalidad de la subordinacin femenina (tesis sostenida por Ormner y refutada por
Leacock (1981, 1991) subrayando su adhesién al constructivismo. Estas investigado-
ras cuestionan la teoria desu “vitimizacion” histérca en su doble veriente de anilisis
politico e historico. Es probable que, de acuerdo a cierta perspectiva dela politica
feminista, consideren contraproducente esta teoria, sa que puede reforzar la tesis de
su inferioridad natural y obstaculizar Ia lucka por la emancipacion
Opticas discrepantes y contrapuestas
En ocasiones las especialistas presentan puntos e vista antagsnicos v contradic:
torios sobre las mismas cuestiones. AUS YaHiaSestldiogas enife Jas ule halla
Cotera (1991), Marcos (1975), Durand Forrest (1986) y Knab (1994) destacan que
‘uno de Tos indicadores de que ellas gozaban de uns alts ValoraciOn octal y un esta
prestigioso era su equiparaci6n simbslica euando mcrian aldara luz con Tos guerreros
riuertos eneleampode batallaptgto Perez (19S). como MacCachfan(1976) Burkhart
(1597), Barba (1995), Carrera (1979), Lopez Austin (1980) y Rodriguez-Shadow y
Shadow (1995) han subrayado el caricter destructivo y la naturaleza malévola de
estos seres fantasmales,
Ojeday Rossell (1995), Marcos 1975), Hellbom (1985), Schroeder (1997) y Marcus
(2001 las encuentran desempefiando importantes pucstos como diigentes,sacerdotisas,
{guerrerase incluso Blea (1992) ageega que en el ambito dela cienca y la astronomia,
De una opinion similar son Olsen y Stothert (1999) quienes plantean que ellas no
perdieron su alto estatus cuando aparecié la vida sedentaria, ni el surgimiento de los
estados limit su poder y su influencia en los aspectos religiosos, politicos, ni la valora-
cidn de sus funciones domésticas. Ellas enfatizan que el militarismo que caracteri2d a
sada de los europeos no produjo
Aectinacién en el estatus femenino, ni afecté la complementaridad enre los wéneros, a
picasauioias como Récea(40-L4) Roblagee(s952,e\isclachian (i976) xetuinongi986)
lesparece que estaban marginadas socialmente,catentes de poder politico, ausentes
de fos puestos administrativos y dedicadas predominantemente las labores dela
reproduccién.
las comunidades americanas en visperas de la I
Gamio de Alba (1945), Lomeli (1945), Mendizibal (1946), Fierro (1960), Lépez
(1963). y Meza (1975) encuentran que el hogar constitu el sitio del que surgi el
| a con dPcPon de los aA
WJfp es MeCaMEer CANDS
poder femenino en el que recibian una educacién muy especial, honra y respeto.
Sullivan (1966) y Careaga (1991) estan de acuerdo con aquellas investigadoras
afaden que ellas fundamentaban sus poderes sociales ep sus capacidades de repr
dduscidn biol gia, Porsu parte, Le6n-Portlla (1980) sugiere que susituacin priv
‘ida residia en la importancia de las labores que desempeftaban, en cambio Brurkhert,
1992) plantea que las herramientas empleadas para hilar, tejer,eocinar y barer, asi
‘como las materias primas del trabajo femenino representaban una metéfora de la
subordinaciényy la humildad y explicitamente rechaza laexistencia de una “eulto ala
domestietdad.”
Por otro lado, mientras que a Klein (1990), Alberti (1993), Nash (1995), Kelloge
(1997), Leander, (1996) y Rodriguez-Shadow (2000) reconocen que estaban exclui-
das por completo de la guerra y los privilegios concedidos a los militares, Blea (1992),
los MeCafferty (1993), Salas (1990) Knab (1994), Ojeda y Rossell (1995) opinan que
‘superticipacién era muy activa en las acciones bélicas y ejercian la milicia como una
actividad cotidiana que les redituaba un lugar destacado y puestos de prestigio social
Mientras que Antén (1975) Roblager (1982), Tutén (1988), Vazquez (1990) y
Kellogg (1995) piensan que, en el Altiplano Central durante el poselasico estaban
‘marginadas de la toma de decisiones politicas, Clendinnen (1991) y Kanb (1994) las
ven slo parcialmente excluidas de los asuntos pblicos, aunque otras, como Marcos
(1975) y Careaga (1991) las ven autnomas, muy activase involueradas en los asun.
tos administraxiyas del estado,
Asumiendo ests misma postura, Schroeder (1997) afirma que, en sus miltiples
papeles de madres, esposas, hermanas e hijas no fueron ni invisibles ni silenciosas y
ddesempeiaron -a igual que los hombres- un importante papel en la formacién y per
petuacién de la realezaindigena y puesto que las nobles participaron en la manufactu-
ra de manusertos pictéricos fungieron como depositarias dela sabiduria, los valores
Ia experiencia, elementos esenciales para el entendimiento del pasado de cada gene
Una opinién similar alle que Sthroeder sosticne de jas iijeRese ASRUSENIER
«quierdo (1989) y Joyce (2000) la tienen para el érea maya del petiodo elisico. Y
ambien Benavides (2998) quien afima que lasimayasdel pueblo tuvieron unre
vante rol econdmico, tanto en la procuracién de alimentos como en Ia elaboracida ue
articulos para autoconsumo y para venta o intercambio, mientras que las de la elit:
‘uvieron una activa participacin en el control y a transferencia hereditaria del peer
palitco
Las épticas adoptadas por Clenndinen (1991) y Garza (1994) es llevan a sefalar
ue la institucidn familiar o el entorno doméstico constitua el centro y la fuente del
Poder femenino entre los nahuas, mientras que Pérez (194) y Vasquez (1990) perci
ben el ambito familiar como.t espacio de confrontacin genérica, ges necesatio desir
{que el hogar puede muy bien ser las dos cosas? El sistema de parentesco tambin ha
sido motivo de desacuerdo, mientras Albert (1993) lo considera exdgamo, patilocl y
101patrilineal, Garza (1991) lo describe como “endégamo,” Spinden (1933), Sénchez y
‘Dominguez (1975) al igual que Durand-Forest (1986) y Heyden (1988) opinan que era
‘matrilineal. Para el drea maya Benavides (1998) lo considera patrilineal y matrilineal.
‘Aqui abrimos un paténtesis para explicar que en las sociedades matrilineales las
‘mujeres sélo son, apenas un poco mis, que un simbolo de su linaje. Enel sistema dela
descendencia matrilineal la autoridad no recae en las mujeres mismas, ni en su padre
‘0 en su mario, sino en el hermano de su madre; por lo tanto, aunque la lineas de
descendencia sean matemas la autoridad permanece en manos masculinas. Mas ain,
se pone en entredicho que el sistema matrilineal les dé un grado considerable de
‘autonomia, en su trabajo etnogrifico Menon 1996) al interpretar las voces femeninas
quella captura, sefiala que el punto de vista del mundo es construido sobre el silencio
de las mujeres por los hombres que son quienes ocupan una posicin de poder; en las
‘voces femeninas no se detecta una critica oun desafio bien articulado contra la auto:
ridad mascutina
El acercarse a las estructuras de parentesco para inquirir sobre las relaciones
-genéricas y Ia condicin femenina resulta atinado, toda vez que aquellas son sistemas,
socioculturales de estat y roles, conjunto de précticas y elaboraciones subjetivas,
representaciones colectivas, derechos y deberes, simbolos, valores y normas sobre lo
femenino y lo masculino, que al estar distribuidos diferencialmente estin
inextricablemente ligados ala organizacin de las eategorias de género. En todos los
sistemas de parentesco la presencia universal de la distincién sexual adquiere un siz
nificado especial. La distincién de género esta enclavada en todos los sistemas de
parentesco, siendo éste Ia precondicidn histrica de aquél
El problema con las investigaciones acumuladas sobre este asunto es que las es-
‘ructuras de parentesco rara vez son analizadas también como el sistema en el que se
basan la reproduccisn de las formas de gobierno que se fundan en el terstoro y la
clase, Este es un problema que ha sido apuntado en varias ocasiones por Nash (1998)
{quien llama laatencién al hecho de larelevancia distinta que han tenido las mujeres en
diferentes sistemas de parentesco, cuando éstos son muy jerarquizados fungen como
las ransmisoras del estat yellas mismas pueden ocupar posiciones de liderazgo; en
‘cambio, cuando la estratficacién se acentia su posicin se devalia y son empleadas
mis bien como peones en un tablero de ajedrez para la conservacidin o el estableci
miento de alianzas de tipo politico o comercial
De acuerdo con Oriner y Whitehead (1981), en la antropolog(a feminista contem-
pornea la organizacién del parentesco y el matrimonio constituye el imbito en el que
dee comenzar aque de as Formas a ues clurs conten ge
jexualidad y a eproduccién. Coincido totalmente con Ortner y Whitehead qui
res plantean que los papeles sexuales y la participacin diferencial de los hombres y
Jas mujeres en las instituciones sociales varian de cultura a cultura y son producto de
esta, no son cuestiones naturales. El género, la sexualidad y la reproduccién se abor-
dan en calidad de simbolos alos que una sociedad determinada asigna significados
’
102
particulares, Las autoras abordan entonces esta cuestién adoptando un enfogue sim:
bilo,
Retomando el hilo de nuestra discusién debo sefialar que hay investigadoras que
pese a que tienen dpticas semejantes respecto de larelevante situacin social de las
‘atecas legan a sostener puntos de vista contradictoris en relacin a cieros aspes-
tos, consideremas la prosttucién; mientras Marcos (1975) efala que no existe, Garza
(1994) la describe extensamente; Albert (1993) afirma que la ahuianime “no es pro-
piamente una prostituta en el sentido que se entiende desde la perspectiva occid
tal" esta antropéloga encuentra que esa actividad sexual estaba mis ligada a cons
deraciones de tipo religioso,
Entre estas autoras hay inclusive quienes introducen en sus trabajos las ideas so
bre el eterno femenino, como Ojeda (1995) y Knab (1994), concepto muy criicado
dentro de las corrientes académicas y tan obsoleto que pricticamente ha desa
da del discurso feminista, Una nocién completamente superada es también la de ma
triarcado, pese a ello la emplearon Michel (1974) y Robles (1996),
Mientras que Marcos (1975), Noguez (1989) y Clenndinen (1991) opinan que le
alta valoracin social de las mujeres aztecas se debia a su rol preponderante
actividades econdmicas; Ojeda (1995), Knab (1994), Mirandé y Enriquez (
‘Acevedo (1988), Michel (1974) y Albert (1993) la ubican en la esfera de lo ideols
<0, Spota (1967) y Durand-Forrest (1986) lo sitian en lo juridico, mientras que los
McCafferty opinan que la igualdad entre los géneros se fundamenta en una combina:
cin de ambos factores: lo ideol6gico y lo material.
—_——_-_—
(CERRIABRIRD Nc scan (1976) Nogues (1985) y
ier, pend de rjuicon fe prespuetos cones afmalivamen, 5
tpieneslegan aun contain similar peo funamenan sus azvracons te
as eee he peices kecpaten seein i pmatelo
fenpopreionalacngist cipal, Barba 1985) Nash (1998), Reger Shade
(0998) Blanco (1990) loatibuyen learkter miliaris de esa socieda
Hay al menos otra distincién presente en este conjunto de estudios, las y los auto
es que toman en cuenta que las sociedades precolombinas estaban divi
ses sociales y los que ereen que este rasgo carece de importancia, en el primer grupo
estin Blanco (1990), Vazquez (1990), Joyce (1990, 1993, 2000), Brumfiel (200!
Alberti (1993), Nash (1995), Kellogg (1995), Leander (1996), Goldsmith (1999). y
Rodriguez-Shadow (2000), Marcus (2001) Porotro lado, Antén (1975), Blea (200!)
Salas, (1990), Cotera (1976), Mirande y Enrique? (1975), Sénchez y Dominguez(197
Gamio (1941), Lomeli (1945), Olsen y Stothert (1999), Fierro (1960), Meza (1975) al
cestudiarlas no tomaron en cuenta las divisiones clasistas
‘Aunque en muy pocos trabajos se ha abordado lo relacionado con la condicisn
femenina en otras areas de Mesoamerica hubo esfueraos tempranos por aclarar esto
103i
suros, por ejrplo, Spinden.en un brevisimo ensayo denominao «dian Manusrips
SrSounben Mleweo, Womans Posicion in Ancient Mexico» pblcado en 933 anal
vnlexamend varios dices) manwsrts ani
ron casi alas mismas conclusiones que Spinden.
Garza (1991), por su parte hace una breve mencign de la condicién de las mujeres
entre los mayas y los purépechas. Los estudios en relacién a lo femenino para la zona
‘maya no son ten numerosos como entre los nahuas, esta regién ha recibido cierta
atencidn sobre todo debido al interés de Joyce (2000, 1990) cuyo trabajo se centra
casi exclusivamente en esta temitica, también ha habido otras investigaciones como
Ia de Benavides (1998, 2003) y las de Wall y Gross (1985),
Estas académicas, al igual que Joyce (1993), enfocan el cardcter relevante dela
participacién femenina en la economia, ysostienen que tanta las mujeres de la elite
{quienes desempefiaban destacados papelesen el trabajo administrativo, politico y fungian
como lideres religiosas, como las del pueblo trabajaban en su hogar: cocinando.hilan-
4do¥ tejiendo; oejerciendo un oficio como parteras, comerciantes y granjras. De una
‘opinin completamente contraria ala de Benavides (1998) y Joyce (2000) es la Mira
lzquierdo (1989), quien seftala que las mayas prehispanicas ocupaban una “abyecta
i, inferioridad y explotacién.” Sin embargo prefiere observarlas,
situacin de su
dentro de su propio entorno” adoptando un enfoque émico.
‘Otras zonas de Mesoameérica han llamado escasamente la atencién de las estudio.
sas el dtea del Occi
‘en Morelos por Garza (2003); en Tlaxcala por Rodriguez (1989a); en Cacaxtla por
Serra Puche y Durand (1998), Serra Puche (2001) y MeCatferty (1993): en M
Alban por McCafferty (1994) y Jansen y Pérez (1998); en la Misteca por Ojeda
Rossell (1995), Monaghan (2001) y por Spinden (1933).
ente o Aridamérica, empero se han emprendido investigaciones
Creo que hay que abandonar las posiciones romiénticas que ensalzan el pasado
prehispiinico que es visto como un mundo arménico en el que los antagonismos de
clase ¥ las jerarqui
registro arqueologico hay suficientes evidencias de confrontaciones bélicas entre di
ferentes grupos étnicos, guerrasciviles, motines, invasiones y éxodos, sequias y otros
desasres ecolégicos.
s de género no existian pese aque tanto en ls fuentes como en el
Pienso que sino se toman en cuenta las diferencias de clase en las comunidades
mestamericanas, se deja de lado el reconocimiento del acceso diferencial al capital
cultura y simbolico, el consumo material y por consiguiente a una disponibilidad ma
yor de recursos econémicosy la posibilidad de beneficiarse del trabajo doméstico yel
twibuto en especies, de los grupos sometidos y de los macchualtin en general, nuestra
vision de las sociedades del pasado sera fragmentaria y parcial, Debe tenerse presen:
’
} a Con Po Poa de
104
te que los nobles, hombres y mujeres, isponian de una dieta mas rica y variada y en
general gozaban de los privilegios clasistas, Dejar de lado la cuestin de ls identi:
des étnicas también parece grave pues en Mesoamérica el formar parte de un grupo
determinado tenia un significado muy destacado; si se pertenecia al grupo étnico do-
‘minante era distinto que proceder de los estratos inferiores de un pueblo subyugado
‘como se ha observado en los trabajos de Brumfiel (2001) y Goldsmith (1999), quien
nos recuerda que el trabajo femenino era asignado de acuerdo a la clase social y al
‘grupo étnico que se pertenecera
Coments
8 finales
‘Como puede verse el debate entre las investigadoras que sugieren que en el mun
do prehispinico las mujeres gozaban de gran reconocimiento socal, las que plantean
que vivian en un mundo totalmente masculino en el que, sin embargo, tenian sus espa
«ios y sus poderes propios y entre quienes las perciben como entes subordinados, se
encuentra en gran media inacabado, y nos preguntamos si seria posible o inclusive
deseabl,lncreain dun consenso etre Ia comunidad de investigndors sean éstas
Pese aque entre as académicas no existe unanimidad sobre el asunto, sus traba-
Jos por si mismos resultan estimulantes en tanto que nos proporcionan un panorama
del avance realizado, los campos que se han investigado y las lagunas que deberemos
cubrit; de hecho, muchas de ells sefialan los tonos y las direcciones que deberan
enfrentarfuturas investigaciones
Parece que uno de los procesos que debemos tomar en cuenta en el futuro es la
intensificacin de la guerra; necesitamos saber que ocurrié con la estructura de pa-
Fentesco y con los patrones de herencia y sucesién con la reciente militarizacion
ocurrida en visperas de la conquistaespaftola. En términos historicos la militarizacion
‘reciente no siempre produjo declinacin del estatus femenino (por ejemplo en Esparta,
¥y Atenas). La intensficacin de las relaciones comerciales es otto de los procesos
{que hay que tener en cuenta. Es necesario responder a cuestiones como las siguen:
tes: clas mujeres participaban ene! intercambio de larga distancia?, clas mujeres co-
‘merciaban con productos domésticos o con articulos suntuarios? si eran comercian-
tes cconsttuianellas un grupo eltsta dentro de una estructura éstratificada en cla-
La cuestin det poder ha sido un aspecto tocado por casi todas las académicas
«studiadas aqui, mientras que unas lo encuentran residiendo en el espacio doméstico,
‘otra lo stan en la esfera de lo pablico,
El binomio poder-subordinacién no ha despertado toda la atencién que creo se
‘merece, Estos temas deben ser tratados tomando en cuenta los avances de hoy. La
‘cuestin dela resistencia a la dominacién masculina ha sido explorada muy poco,
Brumfiel (1991) y los McCafferty (1998) han hecho algunos avances en este sentido,
105,
lok muce fe. Mesogmerr CartasEl estudio de la resistencia debe ser abordado de manera matizada y sin ninguna duds,
estos estudios de todas/os estaslos investigndorases, al enfocarse en los espacios
asignados a las mujeres, ya sea que las vean como oprimidas o como protagonists,
resultan de gran valor, toda vez que en ellos se han superado ls prejuicis androcéntrcos
de abocarse solamente al anlisis de las esferas “importantes” en las que tradicional:
‘mente los varones se han movido e influido: la administracién pablica la guerra, el
comercio y el sacerdocio.
Del grupo de académicas cuyasinvestigacionescitadas aqui son feministas, Albert
(1993), Brumfiel (2001), Kellogg (1995), Goldsmith (1999), Blea (1992), Burkhart
(1997), Careaga (1991), Nash (1995), Cotera (1976), Mirandé y Enrique (1979),
Williams (1990), Granillo (1993), Hellbom (1985), Klein (1990), Leander (1996). Mar.
9s (1975), Olsen y Stothert (1999), los McCafferty (1989), Joyce (2000), Rodriguez
Shadow (2000), Michel (1974), Morgan (1983), Ojeda y Rossell (1995), Pérez(1944),
Quezada (1996) Sanchez y Dominguez(1975), Salas (1990), Schroeder (1997). Spota
(1967), Tunén (1988), aunque no todas coinciden en apoyar el mismo punto de vista
respecto ala condicién femenina en el México prehispainico,
Indudablemente para todas las académicas citadas las mujeres y ls relaciones (de
poder, de sumisién, de resistencia) que se establecen entre los géneros en determina
dos petiados cronolégicos y en contextos geogrificos, politicos y sociales, son temas
{que resultan dignos de converirse en abjetos de investigacidn empiria yteérca,
Amos sistemas de relaciones de género, jerérquico y complementaro, probable-
‘mente existieron simultineamente en diversas sociedades en distntas épocas ¥ ain
‘en una misma sociedad en determinadas coyunturas sociopoliticas que fueron adopta-
dos o abandonados de acuerdo a las situaciones econémicos especificas o dependien-
do de los distintos contextos culturales. Es muy probable que debido ala riqueza de la
informacion etnohistérica para el Altiplano central a muchos investigadores se les
haya hecho facil elaborar generalizaciones de este caso especifico en detrimento de
‘otras culturas de Mesoamerica, Sin ninguna duda, como lo han planteado los McCafferty
((1989b), la evaluacin critica de las Fuentes etnograficas para cuestionar los estereo-
tipos de género, apoyados en los datos reportados por el registro arqueolégico en los
distintos contextos culturales, el conocimiento en torno a la relaciones de clase, de
sgénero y de etnia en Mesoamérica en los diferentes periodos histéricos yen dstintas
‘comunidades se iré incrementado. Ese es el reto que nos espera.
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