EN UN PRINGIRIO ERA EL HAMBRE
Algunas consideraciones acerca del origen de la poesia
ya filosofia
Si situamos en Grecia los inicios de lo que en Occidente se
lamé filosofia, habremos de considerar que poesia y filosofia
corresponden a dos actitudes bien distintas, La historia de la fi-
losofia es la de un tipo de conocimiento, el epistémico (el mismo
que se transformaria luego en lo que hoy conocemos por cien-
ia), que pretendia controlar el mundo distribuyéndolo en ca-
jones y estantes. Los conceptos son esos cajones y estantes, As{
_debieron entenderlo los escépticos cuando nombiaron a esas
“abstracciones a partir de un verbo, kata-lambanein, que signi
fica “aprehender’, al igual que el verbo latino del que derivé la
palabra concepto (cum-capio). El orden siempre es reductor; se
“reduce al orden’, se simplifica lo complejo. Delo que se trataba
cra de reducir la multiplicidad de las cosas. Para ello, se elabo-
raron entes ficticids, golems que le deben su ser al nombre que
seles otorga. Peto los entes abstractos estén vacios si no se pre-
dica de ellos alguna particularidad, Un perro no es ningiin perro
sino es de algin color, con algiin tipo de pelaje, si no anda o
duerme en algén lugar, etcétera, Sin sus “accidentes” no hay
Perro, Sin embargo, lo que existe no son los conceptos; lo que
existe son los individuos. Y los individuos no “son” sino que
estén-siendo: lo que hace que un perro pueda designarse, en
primer lugar, como perro es su estar-perreando, En gerundio,
1 sustantivo se verbaliza, es decir, adopta una movilidad que el
nombre no le permite y que se adapta mejor a la naturaleza de
un ser viviente,
37Pues bien, el ser viviente de las cosas es precisamente lo que
repugna al filésofo. Le repugna y aterra. Es capaz de ponerles
mayiiscula y convertir ef estatuaé de|sal metatisica a la Impre-
cisién, la Inestabilidad, la Variabilidad, el Cambio o la Imper-
‘manencia cuando se os encuentra designando la naturaleza del
universo, Convertida-en principio universal, la Impermanencia
se vuelve, por arte de magia, lo més permanente. (Esta esla per
versa conversién monoteista de las ultimidades.)
Elpoeta, en cambio, no comulga con las abstracciones. Y si
lo hace suele ser mal poeta. Aquel que para transmitir algo ne-
cesite acudir a recursos retéricos tari evidentes como el de las
palabras ultimas (la Muerte, Dios, el Amor, etcétera) )or-
que no es capaz de hacerlo de otro modo. Un recurso fécil, pa-
labras grandilocuentes que le abren, al oyente-lector, un
tertitorio demasiado amplio en que todo y nada es posible.
Expresar una experiencia, lograr que el lector-oyente llegue
a experimentar algo similar a lo que vivencié quien la describe,
ésees el arte dela poesia. Y esto se logra mejor cuanto més sin-
gular sea la situacién que se relate, El lector-oyente recibird el
impacto por resonancia. A ese impacto es alo que se hace re-
ferencia cuando se habla de “verdad” de la poesia. Tal “verdad”
es mas dizecta que aquella que pasa por el puente de las abs-
tracciones. La abstraccién es, en realidad, un rodeo innecesa-
rio mediante el que se pretende verificar el ser de las cosas. Pasar
por la Idea supone la sospecha tanto de la insuficiencia de las,
facultades perceptivas como de lo que las cosas son en su puro
aparecer, Su aparecer no basta para que sean “verdaderas” por-
que la verdad se define como identidad y en el “cosear” de las
cosas no hay identidad sino vibracién, ininterrumpida vibra-
cién. :
En el vibrar se sitia el poeta, En el vibrar con las cosas que,
més que ser, estdn-siendo. Vibrando las prolongs el poeta en
18
Ja palabra que las dice, que las dice-siendo. En la resonancia
de la palabra poética que asimila el ritmo de lo que sucede, Asi
transmite la impresion el poeta, tal cual se da, para que pueda
ser reconocida, en el ritmo. Porque el ritmo no es el compas,
sino la forma de ser de las cosas en su aparecer.
Yen ese reconocimiento, el placer tiene lugar. El placer que
la auténtica poesfa procura al oyente-lector es el del reconoci-
miento, Y en el reconocimiento, la constatacién, ticita, apenas
consciente, de que somos mas, de que somos muchos, de que
xno estamos tan solos, pues otro ha sido capaz dle mostrarnos
algo que hemos conocido, algo que nos es propio y comin a
un tiempo; nos lo ha mostrado porque él también lo ha sentido,
porque “él también’,
Y as{ podemos entender, como Jo entendié Maria Zambrano,
que el arte es capaz de lograr esa unidad que el filésofo pro-
cura alcanzar remontando la cadena conceptual hesta el
Uno-Solo, una unidad en que no puede, de ninguna manera,
reconocerse, pues alli donde la conciencia es Unica, no hay co-
nocimiento posible.
La admiracién y la néusea. Algunas consideraciones
Psicolégicas acerca del origen de la filosofia
En elinicio de Filosofia y poesia, Zambrano planteaba la exis-
tencia de un conflicto (que ella misma padecia) entre ambas for-
mas de la palabra. Una dicotomia entre dos tipos no sélo de
expresién sino de saberes, decia, dos formas en si mismas in-
suficientes de conocimiento.!
das Madi, Aguilar, 1971, 16
39Segiin Zambrano, la escisién entre ambas formas de saber
‘tuvo lugar en Grecia, en el momento en que Platén condenara
ala poesia con el consigiiente triunfo del pensamiento filo-
séfico: |
Desde que el pensamiento floséfico consums su toma de
poder, la poesia se qued6 a vivir eh los artabales, arisca y des-
garrada, diciendo a voz en grito todas las verdades inconve-
nientes, perennemente en rebeldia.!
Nostalgia, por parte de Zambrano} nostalgia de un saber an-
terior, y cierta perplejidad y desasosiego que la Ilevan a inda-
gar'el origen de ambas formas de la palabra.
Recuerda que Aristételes sostuvo (Metafisica) que el pen-
samiento filoséfico nacié de la admiracién y descarta la idea por
dos razones: si asi fuera, arguye, no se explica ni que se siste-
matizara tan pronto, ni que una de sus mayores virtudes haya
sido la abstraccién. Entiende quella admiracién, en si misma,
no necesita ni del sistema ni de la abstraccién. La mirada ad-
mirativa tiende a quedar prendida en aquello que admira, y es
infinita y avida, Avida de presencia.
Recurre entonces a Platén, al mito dela caverna, y constata
que la admiracion en la que se origina la filosofia est prefiada
deviolencia.
_Admiracién y violencia juntos, como fuerzas contrarias que
no se destruyen, nos hacen ver ese primer momento del pen~
sat filos6fico, en el que encontramos ya una dualidad, yen ella
tal vezel coniflicto originario dela filosofia: el ser primeramente
pasmo extitico ante las cosas ~reales, vivientes, plenas-yelh
cetse violencia en seguida para librarse de su presencia y de lo
que ellas indican?
" M Zambrano, op.
Lo que las cosas indican. Lo que su presencia indica, Qué
es aquello que tanto teme el hombre teérico? O tal vez haya que
preguntar mejor: qué es aquello ante lo cual un hombre se con-
verte en teérico? Preguntar por el inicio de la teoria 0, més bien,
porla intromisién de la theorfa (el mirar del espectador, el theo-
16s) en el campo de la palabra. Es a partir de Platén cuando la
palabra theoria (contemplacién de un espectador) empieza a
utilizarse en sentido figurado y la reflexi6n, a entenderse como
Jacién del espiritu. Un objeto de estudio o de refle-
xign seria, a partir de entonces, algo que se tiene ante los ojos,
algo que puede ser contemplado: un theorema,
Pero :quées lo que tiene ante los ojos? Las cosas. No las cosas
viivas, no: las cosas vivientes, las cosas viviendo. Un gerundio es
algo més terrorifico que un verbo conjugado en cualquiera de
los tiempos que requieren personas. No ¢s lo mismo decir que
algo “vive” que decir que algo “esté viviendo’. Al hombre te6-
rico los gerundios lo intranguilizan. Todo su afin es detenerlas
cosas, apresarlas. Lo ilustraba muy bien aquel poema de Goe-
the: a ibélula que revolotea en la luz, ora azul, ora verde, roja
ahora, azul de nuevo... Si pudiera aptesarla, dice el poeta, ver
sus colores... Pero cuando Io logra, cuando por fin la tiene ahi
posada en la hierba... “no es mas que un triste azul oscuro’
“Apresarlas para poderlas “captar” en el concepto (cum-
capio)..
Tas hsalerlas” (Thad de Eugenio faz en E, Casirer, los
FCE, 1972)Recordemos la nausea de Sartre. Aquello ante lo que Zam-
brano entiende que él poeta expeyimentaria asombro, pasmo
extatico, a Sartre le producia pavor.
Eran las seis de la tarde. Sartre estaba en un parque con-
templando la raiz,de un castaiio|cuando, de repente, se dio
cuenta de que aquella raiz “existia’ que, mas alla de sus carac-
teristicas empiricas, existia, Y ésa existencia hacia que cobrase
una dimensién espantosa. Sartre habla de “€xtasis horrible’ de
“fascinacién’, de “goce atroz” e, incluso, de aniquilacién perso-
nal, pues Jo que contemplaba era el desbordamiento de la cosas,
elaniquilamiento de los limites en que estin normalmente con-
tenidas y la nada en que, perdidos los limites, ese desborda-
miento nos precipita. “Yo hubiera deseado que [las cosas]
existieran con menos fuerza, de ura manera més seca, mas abs-
tracta, con mas moderacién’, escribia el filésofo. Pero no, no
babia vuelta atras.
Eran las seis dela tarde: un tiempo concreto, en un lugar muy
concreto, una raiz.concreta. Una raiz que, de repente, noes algo
conocido sino algo que desborda los limites de la “raiz” algo que
existe, Entonces adviene el vértigd. Aquella raiz estaba siendo-
raiz. Su presencia no era la del concepto. La raiz estaba sien-
do raiz mucho mas alla, con mucha més plenitud en su
singularidad que pudiese serlo en el concepto o en la palabra
que la nombra porque, en la singularidad de su ser-siendo, cual-
quier cosa ¢s infinita, Esa infinitud, la mente no puede abar-
carla, pero puede ocurrir que le conciencia se asome a ella y,
entonces, adviene el vértigo, y la hdusea. La ndusea como res~
puesta somatica al vértigo de la razon. Nausea ante el desbor-
damiento de lo viviente cuando pierden las cosas los limites
de los nombres que las distinguen, Vértigo ante esa existencia
que en todas las cosas, siempre, es Ja misma y que, por ello, re-
mite ala nada. Vértigo, pues, ante la nada. La nada de ser, de ser
algo, pues bien es cierto que el ser ha de decirse, siempre, de
alguna manera,
Y cuando las cosas se desbordan de sus limites, esa nada in-
vade también al que las contempla. El mismo desbordamiento,
entonces, y el mismo malestar ante uno mismo como existente.
¥ también el vértigo. La existencia, mi existencia: yo desbor-
dandome de mi. E] mi invadido, ocupado por eso que late en
todo, que me deja sin control, sin limites propios. Yo ante mi
nada, perdiéndome... La néusea sartriana es un movimiento
de rechazo de la propia pérdida, un acto de supervivencia de
Ja individualidad. El horror ante la plenitud desbordante de la
‘vida es un intento desesperado de afianzamiento por parte del
yo que se siente a punto de perder pie.
Permitanme ver, en esa ndusea sartriana, el terror del hom-
bre tedrico cuando se asoma al abismo de lo singular, aquella
particularidad de las cosas en que el poeta adivina una ampli:
‘ud inabarcable, imposible de nombrar. Esa vibracién que, por
resonancia, remite a la pulsién del universo.
Volvamos, ahora, a la violencia de la palabra filos
violencia puede entenderse como resultado del horror que pro-
ducen las cosas en sit pura presencia, en su estar ahi. Las cosas
son demasiado intensas, Es preciso disminuirlas, convertirlas
en objetos (un objeto, por definicién, lo es siempre para un su-
jeto). Confinar 2 las cosas en los limites de su ser-objeto man-
tiene a salvo la individualidad de quienes se resisten a disolver-
se como ellas, con ellas, de quienes no se quieren sentir viviendo,
como ellas, en gerundio.
Yes que las nites. Los objetos si. ¥ sin li-
mites, las cosas son terribles. Su intensidad es terrible. Y sin
cepto, un objeto es una cosa. ¥ las cosas son particulares. Un
individuo, sin concepto, es terrible porque es infinito.
‘Un hombre muerto es terrible; es infinito. “La muerte” no lo
es, Podemos hablar de la muerte; no podemos hablar de unmuere o que ha muerto, ante rossi, que acaba de “morir”.
No cabe, No es posible. te
El problema es que lo particular ho puede conocerse, pues,
para conocer es preciso poder reconcer, y no es posible reco
nocer algo en su pura presencia porque en el instante de la pre-
sencia, ese algo es mds, mucho més que las lineas que hayamos
podido trazar de una impresién a otra para su reconocimiento.
En la pura presencia, cualquier cosa es absolutamente irreco-
nocible. Es infinita.
Salvarse de las apariencias
Asi que, volviendo a la pregunta anterior: gqué eso que, en
Jainmediatez de las cosas, aterra tanto? sQué quiere salvar el fi-
lésofo o de qué quiere salvarse? ;Qué significa salvarse de las
apariencias?
El filésofo no quiere salvarseide las apariencias sino de la
presencia intensa de Jo que en ellas late. Las apariencias son
Controlables, son los elementos a partir de lo que formamos con-
ceptos. Lo que no es controlable es la dimensién infinita de las,
cosas. Una dimensién que compartimos todos.
as apariencias se destruyen unas a otras, estin en perpe-
tua contienda y quien vive en ellas, perece.!
El fildsofo es un ser en perpétua biisqueda de permancn-
cia, un ser que se defiende de todo lo contingente, un ser bajo
cuyo rigor se oculta una enorme vulnerabilidad. Mas que nadie,
al filésofo Te corresponde la imagen de ese soberano implaca-
144,
ble que Zambrano deseribia en El suefio creador, situado en el
centro de una ciudad sitiada, rodeado de murallas defensivas,
atento a gue ninguna brecha se abriera en las murallas, a que
nada del exterior penetrara en la plaza fuerte. Nada que pusiera
cn peligro la precaria estabilidad de su ciudad interior.
La meta del filsofo es, pues, reducir las cosas a apariencias
y éstas a concepto, un viaje en el que, gencralmente, las cosas
perecen mientras los conceptos van cobrando entidad. En ellos
terminamos viviendo. Entendemos, por ejemplo, que lo real
es “la muerte’ no el hombre que muere, y recurrimos al léxico
tiltimo para comprender el mundo en que estamos.
La violencia del principio
En el principio era el jaos (Hesfodo). El jaos: la boca abierta
del abismo. La oscuridad inicial en que nada se distingue por-
que nada hay aiin. Eljaos, abismo prefiado de posibilidad, como
Ja oscuridad misteriosa del taoismo. El jaos, unidad indiferen-
ciada, aliento que habria de condensarse en el germen: logos,
Ja palabra no pronunciada del inicio. En el principio era, antes
del principio, el jaos.
Pues el inicio del tiempo, de todos los tiempos, hubo de ser
clinstante, atin no instante o instante apenas, en que el Verbo
violenté la unidad del jaos, La primera violencia debié ser aque-
lla modulacién del Verbo que instaurs las diferencias. ¥ es que,
salvo en “infinitivo” (en el infinito ~sin limites del supuesto
comienzo), el Verbo, cualquier verbo, es siempre violencia.
En el principio, pues, también en el principio fue la violen-
cia. Elestallido de la fuerza concentrada en un punto (logos en.
griego, bindu en sénscrito), a ruptura de la (también supuesta)
unidad.
143sPuede decirse que el fildsofi fuese aquel que, desde el vér-
tigo que le produce la visién del, aps, tataria de consolidar la
violencia primera? |
sPuede decirse que el poeta fuese aquel que procuraria res-
tituir para todos la unidad del comienzo?
sPuede decirse que el filésofp articula por miedo y que el
poeta desarticula por nostalgia?... Seria demasiado facil.
La cepay el ceiro. Algunas consideraciones politicas acerca
del origen de la poesia
Volvamos nuevamente a la violencia, a esa violencia con que
Platén desterré a Jos poetas. Al momento en que irrumpe, en
Grecia, el pensamiento discursivo y se erige el filésofo en con-
sejero del gobierno. Al momento en que Platén le usurpa el
puesto a Homero. Es ésta una parte de la historia que Zambrano.
no tiene en cuenta. Ya sea porque no conviene a su discurso,
ya sea por otras razones, el caso es que la obvia.
Si revisdramos los textos platonicos para ver qué tipo de poe-
sia es en realidad aquella a la que Plat6n dicta sentencia, nos en-
contrariamos con gue no es precisamente la del poeta inspirado
(al que Zambrano toma por modelo), la del entusiasmado 0 po-
ido por el dios (en-theds). A ese tipo de poesia, Platén la con-
sideraba (Phedro) una locura (mania) divina similar a la
oracular (mantiké) o la del enamorado. A la que dicta senten-
cia, es a la poesia imitativa y, concretamente, a aquella poesia
épica cuyo maximo representante era Homero. En realidad, a
quien Platén queria desterrar era al propio Homero, que en nada
se parecfa a un mistico.
Qué se entiende por poesia imitativa? ;Qué es lo que imi
taba? No se trataba de imitar lag apariencias, como suele en-
tenderse, sino los sentimientos. La poesia imitativa retrataba las
146
pasiones 0 sus manifestaciones (el Lanto, etcétera) con lo que,
segiin Plata, las alentaba, contribuyendo ala desestabilizacién
del individuo y, en consecuencia, de la sociedad. Indudable-
mente, se gobierna con mayor facilidad a un pueblo sensato y
calmado. ¥ de eso se trataba para Plat6n, de gobernar. Lo que
leimportaba era el orden. Lo que le importaba era la educacién
de los ciudadanos. De eso se trata. Y quien educaba al pueblo,
entonces, era el poeta,
Originalmente, el cantor no era ning6in ordculo, sino wn for-
jador de historias, mitos que pudiesen memorizarse con facili-
dad y transmitirse. El poeta dotaba a un pueblo de una historia
(un origen comin, un destino comiin), le procuraba una enti-
dad. De este modo, unido por una memoria colectiva, ese pue-
blo podfa subsistir. Comunidad: comin-identidad
Podemos imaginar, pues, un comienzo muy distinto en Gre-
cia al ideado por Zambrano, un comienzo en que el posta de
sempefiara una funcién politica y que ésta llegase a ser un tanto
molesta para quien, como Platén, tuviese la pretensién de go-
bernar con las artes dialécticas. Puede que en aquel momento
entendiese el filésofo que no le competia ya al poeta fundar la
identidad del pueblo, sino al filésofo; que no era ya el mito lo
que habia de unificarlo, sino la razén politica, pues no se tra-
taba ya de unificar un mismo pueblo (unidad de cepa), sino
diversas razas bajo un mismo cetro (unidad de cetro). Se ini-
claba la era de los consejeros politicos y de los fildsofos del Es.
tado; éstos reemplazarian a los cantores.
La unidad social se conseguiaa través dela educacién. Y esto
es lo que pasa de estar en manos del poeta 2 estar en manos del
filésofo. La critica feroz que le dirige Platén a Homero en la Re-
ptiblica da cuenta de la envergadura que tenia, para él, esta cues-
‘ida. Tradicionalmente, en efecto, el mito, la historia que narra
los origenes, se tomaba como modelo para explicar las relacio-nes del mundo. Los hechos se explicaban por lo que habia ocu-
rrido en el inicio, no en razén|de'su causalidad, sino por ana-
logia. Ello no es privativo dé loslgrifgos. “En el principio ocurri6
taly cual...or eso ahora taly ta. es una formula que emplean,
muchos relatos mniticos. Por ejemplo, en la Brhadaranyaka
Upanigad, los actos del ser prinjorfiial dan razén de los usos or-
dinarios: “Dijo primero: ‘Ese spy yo. De aqui surgié el nombre
“yo" Por esta raz6n, ain hoy, cuando selellama a uno, dice pri-
mero: ‘Soy yo} y pronuncia despugs cualquier otro nombre que
"Tenia Sen eso el que esta sélo tiene
miedo? (1.4.2). “En verdad t YF placers por eso el que
esté sélo no tiene placer” (1.4.).|"En vaca se transformé ella,
en toro é; con ella se unid; de dhi nacié el ganado vacuno”
(1.4.4). El referente mitico esta abi siempre para dar razén de
todo. Nada queda desprovisto de sentido. Hay un referente para
cada situacién. El procedimiento del mito ~y de la poesia en ge-
neral- es analégico. La ducal produce por medio del re-
lato ejemplar, une educacion pemtimental ala vez que moral
puesto que el relato tiene comp fin provocat emociones como
Ja edmiracién, la aversién, etcétera. Desde muy antiguo, la dis-
tincién entre el bien y el mal file fruto del repudio o la admira-
cin provocados por la represntacién de acciones ejemplares.
El propio Homero dice, en la Odisea, que los cantos épicos se
proponian mantener la memoria fe Jos hechos gloriosos de los
hombres y los dioses. La épica-era la base de la educacién en
Grecia, como lo sigue siendo eh Id India, una educacién basada
Si el procedimiento del mito es analégico (horizontal), el
de la filosofia, en cambio, es delductivo (vertical). Y éste es
el cambio que Platén pretendié protagonizar; una revolucién
de las formas cognoscitivas, un cambio dristico que habia de
iniciarse en el ambito de la edticacién.
148}
Para lograr su propésito, empezé por poner en tela de jui-
cio las palabras de Homero. Mis atin, lo taché de mentiroso.
El creador de mitos fue acusado de fraude. La consideracién de
Ja poesia como arte del engaiio no era un invento de Platén,
Ya Gorgias habia exculpado a Helena de Troya por haber sido
seducida por las palabras de Paris. Pero esta capacidad de se-
duccién no era lo que més molestaba al filésof; o que le moles-
taba era que dicha capacidad estaba al servicio de la repre
sentacién de acciones que zeblandecen el énimo. Al contemplar
desgracias ajenas, pensaba Plat6n, la parte mejor de nosotros
(se refiere a fos varones) afloja la vigilancia de la parte llorona.
Si mantiene el estado de compasién, la aplicaré también a si
mismo y no soportard sus propias penalidades. Conviene re-
primir, pues, la parte del alma que quiere llorar, decia en el Libro
Ill de la Repiiblica, y ésa es, precisamente, la que los poetas col-
man de gozo. La poesia imitativa riega todas aquellas cosas que
convendria dejar secas (Reptiblica 606 d).
Se trataba de formar identidades, individuos iguales a si mis-
‘mos, ficilmente gobernables. La calma era, para ello, el nico
estado de dnimo deseable. ¥ un poema que contara la clama
seria evidentemente bien corto, pues son necesarias las varia~
ciones para que algo pueda ser representable.
‘Tener en cuenta las razones politicas de la violencia modi-
fica sensiblemente, como vemos, el panorama del discurso.
Entre filosofia y poesia no media tanto dos estados de animo
(la admiracién embelesada del poeta y la admiracién distan
ciada del filosofo) como dos maneras de construir la identi-
dad de un pueblo. Dos maneras que se han sucedido en la
historia de Occidente, aunque de ahi no convenga deducirse que
deban de sucederse inevitablemente. Hay culturas que no han
aecesitado el paso por Ia metafisica; sus origenes miticos
han bastado para mantener su cohesién sin impedir por ello
su desarrollo, (Japén ¢s un buen ejemplo de ello: un pueblo que
149ha sabido permanecer en el estadd poético, una cultura que, a
diferencia de las monotefstas, np ha necesitado de un referente
ultimo y tinico, metafisico o cle pso, para sustentar su iden-
tidad y su orden social.)
Probemos, pues, a entender Ja foesta en su origen como es-
trategia mnemotécnica all pan dela identidad de un pue-
blo (al servicio, por tanto, de su supervivencia). La constatacién
de la funcién social de la poesia, en sus inicios, nos Llevaria a
preguntarnos por la gratuidad de Ja apreciacién que estd en el
punto de partida de las reflexiones zambranianas, La admira-
cin a que hace referencia habria de situarse mis tarde, en épo-
cas en las que el ocio permitiese el ejercicio de la palabra como
divertimento y el cultivo del gusto, Pues, ciertamente, cuando
los pucblos hubieron reemplazado sus mitos por su “historia
verdadera’, cuando el relato dejé paso a la metafisica como asen-
tamiento det sentido que procuralidentidad entonces la pos-
fica ya no fue necesaria. No obstante, el pueblo siguié cantando.
Podria decrse que lo largo de historia de Occidente les
un momento en que la actividad poética pasé de ser instru
mento politico a ser (una vez inutilizada para estos menesteres)
tuna actividad placentera. Podriamos pensar en el ars poetica
como una degeneracién. Podria hablarse de una “estetizacién
de la mnemotecnia’
El caso es que Platén consideré que habia llegado el mo-
mento en que la identidad fuese resultado de un ejercicio ra-
ional, “politico” al fin y al cabo. Un ejercicio que, de dialéctico,
pasaria pronto a metafisico (un término que atin no se habia in-
ventado en su tiempo) por la necesidad de aportar un nuevo
punto de apoyo sélido a los origenes miticos ahora desconsi-
derados, i
La funci6n del aparato metafisico fue la de convertir la ve-
rosimilitud del mito en verdad. No voy a entrar en considera
ciones acerca de la pertinencia de otorgarle a la raz6n la capa:
cidad de construir verdades... nos bifurcariamos demasiado.
Tan s6lo apuntaré que el paso de la verosimilitud a la veraci-
dad supone una transicién importante: el paso delo artistico (la
construccién del mito por el poietés) a lo metafisico (la cons-
truccién de la Historia),
Al pueblo tradicional no le importaba la veracidad, Bastaba
la verosimilitud para que el sentido fuese dado, La verosimili-
tud es un concepto estético, Ataiie a la necesidad de convencer
alos oyentes. Un relato ha de ser verosimil para ser convincente.
Y lo es sila ldgica del argumento es adecuada. La obra verosi-
mil deja espacio para que la imaginacidn del oyente actie,
Y actiia en presente, por lo que la historia contada nunca es ajena
a quienes la reciben. La verosimilitud es un espacio, una dis-
tancia que el oyente o espectador franquea activamente (asi ha
de serla poesia). Cuando el oyente-espectador participa, la na-
rracién cobra vida en él, va siendo suyo el relato al tiempo que
va siéndolo para los demés oyentes. En compafifa. Compar-
tiendo.
La Historia, en cambio, al ser verdadera (tiene que serlo, por
definicién), es plana. Se ofrece sin espacio. La imaginacién no
tiene lugar. No ha de tenerlo. Lo que cuenta ha de ser creido y
proviene de fuera, Como imposicién. Lo que se propone como
verdad no invita a la participacién (nada hay que construir),
exige el asentimiento.
Por otra parte, el aparato metafisico inutiliza la versificacién:
elrazonamiento (que también puede repetirse) reemplaza la na-
tracién. La analogia sonora (el metro) es sustituido por el en-
cadenamiento deductivo.
iorPoesia, ahora? |
|
‘Hemos conversado durante siglos en los diversos ambitos de
Ja metafisica. Ahora, después de haber tomado conciencia
de que la Historia no es ni tiene por qué ser la historia verda-
dera y que las metafisicas no pasah de ser ejercicio de lenguaje,
ahora, después del desencanto ¥ de la hibridacién de los géne-
10s, puede que la poesia, algiin tipo de poesia vuclva a sernos
necesaria. |
Pero ;qué tipo de poesia? Yjgphra qué?
Respondamos a la segundo en primer lugar: para volver 2
entrafiarnos. Porque la metafisi¢a no nos ha simplificado la vida
ni nos la ha hecho mas Hevadera. Porque nuestra identidad de
pueblo se ha desintegrado en pequefas cépsulas (unifamiliares,
individuales) y seguimos anhelando una unidad mayor. ¥, sobre
todo, porque ahora, para la cénciencia posmoderna, la exis-
tencia misma ¢s Ja que.se ha vuelto extraria y es probable que
echemos en falta un nuevo oer
Hay algo en la vida humana insobornable ante cualquier
ensuefio de a razén: ese fora itimo del humano vivir que se
aman las entraiias y que son Ja sede del padecen"
Y también: ' |
Seria imposible que ng veamos en la poesia una integri
dad més lograda que en la.Métafisica; imposible que no vea-
‘mos en ella el camino dela restjuracién de una perdida unidad.
Imposible también que nola situemos comolla forma de la co-
munidad?
"NL Zambrano: E hombre yl vino, México, CCE, 1973, p. 197
* M Lambrano; Filosofia y poesia p. 196.
152
La poesfa de la que necesita la conciencia posmoderna no es
la épica de Homero, 0 la de Vyasa, porque los nuevos mitos se
nos transmiten por otros medios y perduran el tiempo que a
Ja industria (del cine, de la moda) le conviene. Tampoco es la
versificacién ingeniosa de épocas decadentes. ni la de aquellos
que, entendiendo a Aristételes al pie de la letra en eso de que
la poesia es mas filoséfica que la Historia porque ésta atiende
a hechos individuales mientras que aquélla atiende a lo uni
versal, reemplazan la primera persona del singular por la ter-
cera del plural (dicen “el hombre” donde debieran decir “yo")
y los sentimientos por conceptos con mayiisculas, Conviene
tener cuidado, ante frases como ésta, de Zambrano:
La posta se sumerge bajo el tiempo, desprendiéndose de
Jos acontecimientos, en busca de lo primario y original, de lo
Indiferenciado.
El poeta que se desprende de los acontecimientos es un me-
tafisico, y el poeta mistico es un metefisico que se ignora (no
es de extraitar que Platén lo aceptara). El poeta mistico se de-
sentratia y se proyecta en el nombre que le da al Origen. Y si
de lo que tenemos necesidad, hoy en dia, es de un nuevo en-
traiamiento, el poeta que requerimos no habri de evadirse de
lo concreto. Bien al contrario, en lo singular es donde captaré,
como un autor de haiku, lo esenciak: no lo universal, la idea va
ciada de accidentes, sino la radical infinitud de lo que cada cosa
es en si misma. La poesia que necesitamos es aquella capaz de
devolvernos la conciencia de una semejanza fundamental, aque-
lla que nos permita el reconocimiento de nuestra comtin con-
en la singularidad de cada acontecimiento. El poeta alque convocamos és alguien qualtedga olde para captar el ritmo,
avibracién de un ente, su sonbi 3, su peculiar forma de vi-
bray, y la capacidad de transmitirlp.
‘A lo que aludo es a algo, el replidad, muy viejo, algo de lo
que, por ejemplo; ban dado cifen}a pormenorizadamente los
antiguos tratados‘de poética dd Jalindia. Se trata de la empatia,
up concepto que hallamos, en iquelios tratados, exparentado
con el de resonancia o sugerentic ide ta palabra poética. Dicha
resonancia se propaga, segin la imagen empleada por los
autores indios, en los oyentes, Corpo las ondas concéntricas en
torgo al lugar del impacto de una piedra lanzada en la superfi-
ciedewnlagoencalma. |
Ningiin ejemplo mejor, par {ifstrar esto, que el referido por
Valmiki, el autor del Rémayaria (1, 12,18) al inicio de la epo-
peya, donde cuenta como, mieptras estaba paseando porla
lia del rio, reparé en una pareja dg garzas que estaban aparedn-
dose en la rama de un arbol. He repente, una de las aves cay6,
alcanzada por la flecha de un cazador, y la otra emitié un grito
terrible. Aquel grito, cuenta el potta, le traspasé el corazén de
tal modo que experimenté la) lgsesperacion del ave y aquel
mismo dolor broté compasivameste (cum-pathas) de sus labios
en forma de poema. Bsa es la razdn, dice Valmiks, de que a esa
palabra-verso, nacida de la pkna (Soka), se le llamara verso
(loka). LI
Como la cuerda de una ghitarra que no es tafitda suena
cuando otra lo ¢s'en el mismo tono, asi el poeta, alcanzado por
el dolor del ave, lo express. Vocalizé la emocién. La modulé:
propagé la vibracién. Compasivalnente: doliéndose con (el pa-
thos de) otro. Vy
En el principio era el Hambre
Algunas teorias indias entienden que el universo se cred por
resonantcia. La gran exhalacién del comienzo se prolongs en k
consonantes. El ser: Ja energia neutra que significindose, mo-
dulindose en los signos (en las letras, en su sonoridad), se di-
versifica. Que algo sea significa que ha cobrado tonalidad (valga
entenderse como miisica y como color). Vibramos en un tono:
somos de alguna manera, en algtin que otro modo, 0 tono.
En el principio (arjé) era el Verbo (logos). No sélo se atinan
en estas palabras la raz6n griega y la cristiana, como quiso en
tender Zambrano, sino también la india. Porque el Verbo (tér
mino este, Verbum, con que s¢ tradujo la palabra griega logos
cuando éste se identified con el principio creador del cri
nismo) es la palabra que puede ser conjugads. El lagos-verbo es
posibilidad de designacién. Antes de las diferencias. Conden-
sacién del sonido, inaudible antes de su expansién.
En un principio fue el verbo, y el verbo se conjugé, y se pro-
ago. Los siglas de los siglos fueron la propagacién de aquel pri-
mer sonido. El primer sonido fue un acto: el de respirar. Un.
respirar sin nadie que respirara. Un acto sin sujeto. Un aliento
sonore.
Y¥ el verbo se hizo carne: materia, Se hizo audible. Se “ma-
El mundo: sonoridad vibrante. La materia: densidad
del sonido: velocidad vibratoria.
En un principio fue el verbo y el verbo poetizé: la matriz
del maundo es el hueco donde impacta el primer sonido y se gesta
el primer poema: la primera construceién (pofesis), la primera
articulaci6n
Si, puede que esto sea muy bonito. Podriamos seguir por
abi, Es ficil. La metafisica tiene menos fichas de las que apa
renta en un principio, Basta con saber moverlas. Pueden re-{|
sultar partidas interesantes y. berthosas, Pero no nos sirve. Ya
no nos sirve porque las palabras, ahora, son multitud. Los ecos
estin distorsionados. Ls sonidos, como las emociones, se degra-
dan imiténdose unos a otros. El kitsch reina por doquier de tal
modo que ya nos es dificil saber qué, de lo que sentimos y pen-
samos, qué es genuino o impostado, qué hemos aprendido y re-
petido, qué es emocién y qué lenguaje. Tal vez sea preciso callar.
No afiadir més palabras a las ya expandidas.
O tal vez urdir otro inicio. Decif, por ejemplo:
Enel principio era el Hambre. ¥ ol Hambre exeé a los seres
para poder saciarse. Y el Hambre era la muerte, para los seres.
Inventaron remedios, buscaroncurarse, pero el Hambre dijo
odiaos y luchad unos contra otfos, para poder saciarse. Yel
Hambre introdujo el hambre enilos seres, y los seres se mata~
ban entre s, por causa del hambre. ¥ el hambre era la muerte,
para los sexes.
Elhambre, sin duda, se conjuga de muchas maneras. No pa-
rece que quepa, hoy en dia, otra poesia mas que la que diga el
hambre. ¥ el terror. La desolacién y la extrafieza. Que lo diga
para que nos reconozcamos en ello. En comunidad. Con las
cosas. En las cosas. Cosas, también, nosotros. La identidad col
gandonos del hombro como una chaqueta raida.
Luego, igual que un personaje de Beckett, atender al balbu-
ceo, como mucho.
Sobre todo, atender al silencio, ese silencio: la callada ino-
cencia recobrada, antes del logos, el no saber cargado de com-
pasidn por los seres que viven con gu hambre.
iCONTRA EL ARTE
Y OTRAS IMPOSTURAS
Chantal Maillard