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Heller, Hermann; Teoria del Estado; (1992), Fondo de Cultura Econémica, §.A. de C.V., México. pp. 19-76 HERMANN HELLER Teoria del Estado Eliciin y prOlogo de Ganvaxt Neeservet Cc a e FONDO DE CULTURA ECONOMICA ‘xco Primera edicién en alemn, wm Primera ediion en espaol 13a2 vimera reimpresgn argentina, 1988 a ie en 1992 CCoartareimpresign argentina, ‘Traduccisn: Luis Tobie ‘Titulo original: Staaistehre 1b 1034, A. W. Sijthoft’s Uitgeversmaatschappij N.M., Leiden (© 1942, Fondo de Cultura Eeondmica 8.4. de C.V. bh. dela Universidad 975; 03100 México ‘Suipacha 617; 1008 Buenos Aires ISBN; 950-557-036-8, {ampreso en Argentina - Printed in Argenting Hecho el depdsito que previene Ia ley 11.723 PROLC Le amargura que me invade ta erg nine en Pi deel coe Peng Estorbar la formidable labor de aquely epee bade ula eed inten energie conta le ene wanes snaaboes dees lsc oe Ee tial at Sean lpi fn "Aveo wen Mieemindetén dete tes eee peli maa I per cn incl qu fe 7. Le cewnndis de que ey hasta su iiltimo detalle, la presente % ‘a sus siltimos dias el tono del triunfo, [ec viebary tapes ri Centon dno contSto el dsl vcpt on E forma'on que to de. ta na pon Taque'a Henndo & forma menos Tee del Estado se halla también Tae sopranos onatnerye wo ted Feed dl iors cy rena on los dowd ett rah sa tema J por cape, ase thre conde tan nezesriewente beri ue nner nen femme de Helr en ee pra Floment dela obra se nclujen en Ine igen en fs pls you de cepiilos que no pudo leger& esrb srherto tants ations 9 coreccion Fame emer rs a Be to mediado dela redoccdn de ts So bide Con frecuencia la fotos 1 OBJETO DE LA TEORIA DEL ESTADO 1, La Tsonda nm Esrapo como crincia roLfrica Pansro: Trité de weiloie pind, 191719, Soman: Die Wise tend de Geslichf, 1826; Musou Tdsloga y Uople, México 1941 Moone ‘Wisensocilgie’, en e Handwbiebch der Sook log, de Vieland,, 1931; Max Winak: Getommalie Aufte sur Wie semsckaflere 1924; Sumas y Kovce ig in der Sexi. leper Vekndtngen dr il Bch Selgeage 1), isan * Put saat und reckthenreschen Prolenatik der Gegem var", Archon d offend. Recht, wl. 33, p13. ‘La Teoria del Estado se propone investgar la especifica realidad de la vida estatal que nos rodea.. Aspira a comprender al Estado en su estruc- uray Funcién actuales, su devenir histéico y las tendencias de su evolucién. [No puede ser materia de la Teoria del Estado, como luego hemos de ver con todo dealle, el investigar “el fendmeno del Estado en genera”, © “el” Estado “en Ia totalidad de sus relaciones", Y tampoco tratamcs de inguiti la esencia “del” Estado: Al sefialar las notes. necesarias del ser del Esad acral crecroe determinant modo y ena eset, centendiendo por "esencia” “la unidad de una cosa en cuanto entrafi para si la necesidad de ciertas propiedades” (Sigwart, Logik, I, 4, Dp. 269 ss.). a 'No hemos de ociparnos de los problemas del fenémeno o de la sencia "del Estado en general” y sin otra determinacién, ya que est ‘mamos que ello no corresponde al objeto de nuestro conocimiento, pot Jo cual no cabe plantear Ja cuestién en esos términos. Pues, como to hemos de ver, aquellos problemas parten de la idea de que el lo es algo ast como una cosa invariable, que presenta earacteres ‘constants a través del tiempo, concepcién que, como también veremos, c= completamente ese. 4 Del ttulo de la presente obra se le ya que no nos smc constr tna Toa “nce” dl Endo, cos cantar Se univer salidad para todos los tiempos, porque no lo estimamos, en absoluto, ible. No son de temer confusiones con una Teoria “particular” del tado, aunque exstiera una ciencia semejanté. La Teotfa del Estado s« ha cultvado en Alemania, desde hace tiempo, como una disciplina ‘special que, a partir de mediados de siglo xm, se denomina expresa- ‘mente “general” porque, desde entonces, el circulo de sus problemas s€ 9 20 OBJETO DE LA TEORIA DEL ESTADO resringe progresivament, viniendo, al fin, 2 quedar reducido”a Inls de a hitora y construcié de algunos clncepos fundamentals de Derecho Politico. En cambio, la presente Teoria del Estado, por la forma como se plantean en ella los problemas, se halla més cerca de la “Politica” en el sentido de Dahlmann, Waitz y Droysen o de la Enciclopedia de las Giencns dl Estado de Moh, ese ‘timo intent acadénico de com: ider al Estado segin lias conexiones. Semejante concepro de la lca, que los puebon latinos e Inglterea también conccen ajo las denominaciones de science poltiquescienza polit, ciencia poll. fica y political science, no se ha desarrollado, por desgracia, entre nosotros en Alemania, Es caracterstico que el economismo politico del siglo xix haya legado a vaciar a la denominacién "Ciencia del Estado” de su verdadero sentido, limiténdola casi exclusivamente al cfreulo de las ciencias econémicas. La Ciencia Politica sélo puede tener funcidn de ciencia si se admite que es capaz de ofrecemos tna descripcién, interpretacién y critica de Is fends plc gu an vas olgpo, Simo ac ‘esto, una declaracién sobre cualesquiera. 9s politicos , ean llenar Ja funcién préctica de wervt a an ike pelle, para Ia conquista 0 defensa de las posiiones de dominacin, ‘pézo no cumple una misién teérica. El hecho de que una afirmacién © declaracin sobre el acontecer politico pueda ser arma util para la lucha politica prictica no excluye, en modo alguno, el que tal afirma: ciin sea, también tfrcamente, vrdader y obigatoa. Pero ceulndo habsd que consider como verdadera y oblgtori una declaracn que ddescriba, interprete 0 critique en el sentido de la Ciencia Politica? Se ha dicho, ceradamente, que toda descripcibn e interpretaién de la realidad politica depende de criterios segiin los cuales se selecconen los hechos adecuados y de importancia para la descripcién del fendmeno de que se trate, de suerte que toda descripcién e interpretacién presu- Bene cer mids con, Dénde lps, a Ceca litica los criterios de verdad y obligatoriedad para sus afimaciones? Para una conciencia ingenua, la respuesta 2 esta Fundamentalisima ccuestién es sencilla. Su simple dogmatismo le permite atribuir valider universal alas propias concepclones y convictiones, que concuetdan con Ias de su medio, Pero una vez que esta conciencia ingenua se ve ampliada por las experiencias y convicciones de ottos grupos y tiempos ys slente estiulada a una comparacin exic de los propos con los ajenos criterios, comienza a distinguirse, después que la conciencia coca hin impose el drgnaisno ingen ene conoxinento oje tivo y voluntad subjetiva, entre idea e interé8. Y aiin quedan dos posi- bilidades. En un cas, Ia concienia critica descubre eas que sven o LA TEORIA DEL ESTADO COMO CIENCIA POLITICA 21 ‘como criterios que puede presentar, a los intereses “de todos los miem- bros’, como veidaderos y obligatoios, No es necesario que esta “total- dad” tascienda de la historia y Ja socieded. Cuando s6lo comprende., Jos grupos que contienden en determinado tiempo y lugar, incambe a Ja Ciencia Politica la funcin, lena de sentido, de establecer las firma" ‘cones que para esos grupos son verdaderas y obligatoriss, El que se ‘encuentren criteios que puedan unir a los tiempos, partidos, clases 0 pueblos depende de que, en el acontecer politico que engendra la lucha {e los grupos, quepa o no seflar un sentido atribuible a todos ls con tendientes. Pero sia la Ciencia Politica no le es posible presuponer un sentido ial y, por consiguiente, no posee eriterio alguno que ses apli- cable a todos los contendientes para la verdad y obligatoriedad de sus afirmaciones, picrde su condicién de ciencia. En este caso queda tods- via, en Ia politica préctica, el simple poder y la necesaria dogmatica de partido, pero no hay lugar para una Politica teéica. En la Edad Media, el pensamiento politico, como todo otro pensa- siento, estaba subordinado a los dogmas religiosos y, como ancilla sheologiz, sometido a los criterics, universalmente obligatories, de la fe revelada. La conciencia politica se crefa también al servicio de concep ciones y normas que estaban por encima de todos los antagonismos y que eran admitidas por todos los grupos en pugna. La historia tas- Gendente de la salvatin, del cistonizan,y ference juspeuraisa ‘en el progreso y perfectibilidad del género humano permitfan formaular juicios de validez. universal y explicar el devenir politico como una ‘conexiin lena de sentido, Las ideas implicitas en la fe revelada estaban fuera de toda pugna y se cofsideraban como establecdas en interés de todas y cada una de las partes en contienda, Por esta razén, cada parte pa aca lat mloms fines dele Biblia del Desecho ral, y la funcién de todo pensamiento politico consistla en demostrar ue tal o cual objetivo politico o poder politico estaba en armonfa con aquellos dogmas. El pensamiento histricosocial del siglo xxx eliminé definitivamente esta simplicidad dogmética, La fuerza de conviceién de los argumentos teolbgicos como los que se usaban en las Tuchas por <1 poder politico de la Edad Media y hasta el siglo xvm, ha desaparecido hoy, incluso para los ceyentes. La creencia del Derecho Natural racio- nal en un “orden natural” de valider universal se ha visto amenazada y, Finalmente, destruida en el momento en que, analizados los conteni- dos concretos del Derecho Natural, que se pretendia absoluto, se vio que eran expresén de la stuain Nicer pola de: inteees de ciertgs grupos hhumanos, en los siglos xvi y xv, especialmente de la ‘burguesia, cuya potencia, tanto econémica como politica, iba en ascenso, En la actualidad, es ya verdad generalmente aceptada la dl condicio- namiento histricosocial de nuestios conceptos y normas politics, y Ia 2 (OBJETO DE LA TEORIA DEL ESTADO “Sociologia del saber” trata de exponer la dependencia de todas las con- cepciones politics respecto a los intereses de poder de a Iglesia, la smonarquia, la aristocracia, la burguesia, el profetariado, etc, en todos sus aspectos, de tal manera que hoy ya no cabe disutir esta perspecti- Vided de nuestro pensamiento, sino’ mis bien la posibilidad de una ‘Ciencia Politica en genera. La Ciencia Politica critica destruyé Ia ingenuided, tan segura de sf misma, de su dogmatica predecesora que, por no topezar con los obsticulos de una conciencia histéricosociolégics, ponta, sin el menot puede corresponder al Estado. Para nosotros, la cultura es aquella por- es jamés absoluta, Hemos 3 festar que la ema LA TEORIA DEI, ESTADO ES SOCIOLOGIA a distinguido enice conexiones de sentido ligicommatemdticas © histércas Yy no vamos ahora a examinae si esta distincién sexi, asimismo, sdlo ilar La epracin dels consioncs de semi istry fom. Bin de todas Tas juviicas —que nunce son formas “pura, sso que siempre aparecen condicionadas por Is realidad, respevto de sa fun damento real y del sujeto ce conocimiento, sdlo es posible en una relativa medida; su conocimiento nunca pucde ser, portal motive, “pura” iencia del sentido. Una interpretacign exclusivamente Inmanente sélo sometida a las leyes especificas de la correspondiente zona de sentido, seré siempre insuficiente y requericd ser completada, porque ninguna conexién histérca de sentido puede comprenderse cabslmente si nose tiene en cuenta la historia de su naciniento'y ls sivecioe bbésica psicolégico-sociolégica de la que ha surgido, 7 Asi tiene que set, porgue las estucturas de sentido de cardcter his ‘rico, contra lo que corrientemente se sostiene, trascenden sSlo en ‘uy relativa porcién del devenir histrico. No hay contenido de signi- Ficaciin alguno que, al cabo de un tiempo mayoe 0 anenor, no haya ‘xperimentado un cambio, en su significaién, mas © menos importante. Sie objets qu ee cambio no aera I “esenia” de aquellatlidad de sentido, ello implica que se ignora la correlacin dialetica entre ser y conciencia; e objetiviza aquella “esencia" —Ia cual se pretende que trasciende de la realidad histérca, aunque, en realidad, aparece conce. ‘ida de diverso modo por la conciencia de cada momento— y se hace de ella la cosa en si. No se puede sostener que el precepto juridico “todavia esté ahi, si bien se ha obtenido de él'algo distinto”, & deci, su sian, a contenido de senda, sb convert, cetament, en una cosa distnta, pero “su sce objetivo” continda siendo el mismo Rothenbiicher, p. 5). Pues la formacién de sentido no tiene otro set que su modo de ser conereto, que la significacin actual que le acom pata. Y el contenido de significacién tampoco es independiente de st ‘manifestacin real. Si se ha disgregado el bloque de pledra del que se habia hecho la obra escultérica, esta altima ha quedado destruda en to- dos sus aspects, incluso en su contenido de signficacién, Lo que #6 hac, tanto en las formaciones de sentido como en los formaciones soci Jes, no es suprimir el tiempo sino, tan séo, “estancatlo" Cen contraro, Freyer, Soziologie, p. 88). Gon todo Jo que antecede, no queda destruida la autonomis mets dca de Ta ciencia del sentido, que considera a sus formaciones de sen tio como alg manent y ls hae "vele” como formas que se apoven en sf mismas. Debido al hecho de que todo objeto de conocimiento se engendra sélo mediante su aislamiento de una totalidad compleja, toda ciencia se ve obligada a emplear, en slgin punto, al lado de sus métodos auiginess, pocelinints de uabsj Reebgenen, que tes cae “ METODO DE LA TEORIA DEL ESTADO sautogéneo en otras exferes. La ciencia del sentido sostiene su automo- iia en virtud del peculiar y exclusivo objetivo de su conocimiento, [pesto que los préstamos que tome de la ciencia de la realidad los utiliza {inicarnente como un medio para el fin de su specifica interpretacié y para la cabal comprensi6n de la conexién de sentido, ‘Como la totalidad de sentido no es, pues, més que.un momento parcial abstraido de Ja realidad social, esta realidad admite y recama, ademés de ta interpretacion segin la ciencia del sentido, una int taciin sociolégica de las formaciones de sentido, El Estado, lo mismo que las demds formaciones sociales, slo puede sex interpretado segiin Ia ciencia de lo real; en cambio para la formacién de sentido y especial. rmente para el Derecho, aquellos modos de int én constituyen algo cientiicamente neceserio. Le interpretacién sociol6gica de los contenidos espirituales de la cultura no los considera a &tos de un modo jinmanente, sino como una forma en la que se manifiesta 1s propia realidad social. Por este motivo, la interpretacion enc ela aad e rooupud por desc I rlacign gue pula haber ‘entze las conexiones de sentido y cl ambiente en qué nacen, y compren- der, hasta donde sea posible, su sentido en cuanto funcién social, es decir, hacerlas captables por las conceptos de la ciencia de la realidad. Mis adelante hemos de consagrar un capitulo al complicado pro- blema de las relaciones entre l Estado y el Detecho, Aqui, sin embargo, declararemos que Ia Teoria del Estado vo puede contentatse con una Simple coeiteci de mbes Intpeacnes solic juriicy sino que, como ciencia de ls realidad, deberd dedicar su atencién a la Investigacion del ‘denominado “método juridico’, al que incumbe también una activa funcién social (cf infra, pp. 278-279), De este modo In Teoria del Estado ¢s,'en todos sus aspectos, una Gienca scl db ela gus, cosdeand at ra ome tuna formacién real, histérica, se comprendetlo.y explica Caualmente mediante la interpretation de le “eoneiin de actividad” histdricnsocia 4, La Teonia pe Estano 5 c1ENGIA DR ESTRUCTURAS YY NO CIENCIA HISTORICA ‘Tworcryett: “Der Histrismus und seine Probleme", Obres, mt p. 192; Lonkes: Geschichte und Klasenbewasstein, 1923; Maxcust: “Historias, Arch. f. Sozilwie., vl. 43, p. 1; Sten: “Die sog. Seinsverbundenbict d. Beousst fing’, Arch, f. Sonali, vl. 64, p. 492; Zazocsn: “Mecogienleve", Arch. f Sosiatwie, vol. 57, pp. 657s ‘Segiin una consideracién inmediata y, por consiguiente, ingenu, Ia rea- Hidad social toda y, en primer término, su status politico, el Estado, LA TEORIA DEL ESTADO ES CIENCIA DE ESTRUCTURAS 65 an el cardter de una rigida entidad objetiva. No se concibe a las Frmacions scales como algo que ba devenido y que devine, no se les reconoce su condicién de formas de la actividad humana.” La mayor parte de la enorme masa de vivencias de nuestros ant ue acta en nosotros como ia y formacién, ha penetrado tan Salo en mac saber inconsienteSobee ln base de est experiencia, todas las formaciones sociales. y formas espirituales posibles gufan la Cortente de vvencas del hombre en cuant ser de clr 9 es stem. pre sin que se aperciba de ello, por los cauces predeterminados por el enguaje, las costumbres, el derecho, la familia, el Estado, ete. Se com- pprende, por eso, que la conciencia inmedita considere a todas aquellat formas y formaciones sociales como algo que no ha devenido, como algo ‘nmutable, regido por leyes etemas. Pues la rflexién sobre las formas de la vida humana, asi como su andlisis centifico, abre un camino contrapuesto al de la evolucién real. Comienza post festum y, por ello, con los resultados del proceso de evolucién completamente termi- rnados, Las formas... presentan ya la firmeza de formas naturales de la vide social antes de que los hombres trten de darse cuenta, no del ‘ardctr hstérico de tales formas, que estiman mis bien invariables, sino de su contenido”, Aparécesee asi en fin, 2 los hombres su propio movi ‘miento como un “movimiento de cosas a cuyo control estén, en vez de ser ellas quiencs las controken” (Marx, Capital, r, pp. 83 5). Si el pensa- tmiento acepta tal concepcién, se falsea por completo el caricter de la veld socal (6 Las pp 57s 9 st 198 5) La conciencia ingenua debe ser superada por la critica hist6rico- dialética. Si asi se hace, aquel rigido mundo‘de cosas aparece, exencial ‘mente, como historia, como un acaecer humano, como actos concretos de hombres reales en relaciones reales, El Estado pierde entonces su caricterestitico y se convierte en un fragmento de la historia que exté aconteciendo. Cumple advertic que, frente a esta constante transforma- Cin de la historia, no existe tampoco una conciencia humana invariable. Hay que admitr, sin duda, a peser de toda historizacin, una estructura ‘humana fundamental que permanece a través de los cambios. La idea de la unidad del género humano habré de mantenerse dentro de muy amplios limites, salvo que se acepte la creencia histica milagrosa de tuna transformacién radical de la esencia del hombre encaminada va hhacia lo infrahumano, ya a lo sobrehumno. Result, sin embargo, in discutible que todos los contenidos de conciencia y todas las formas de actividad y aun las mismas cualidades Fsicas del hombre se hallan some- tidos al cambio histricosocial, cambio que suele en Ia con cieneia ingenua una sensacién de asombeo y de inseguridad. ‘Tan pronto como Ia critica histérica desplaza a esa conciencia inge- ua, x desvanceen aquelas formas a ls que se habla atribuido eon- 66 METODO DE LA TEORIA DEL ESTADO dicién de fetiches, de cosas; las formaciones sociales se muestran como procesos vivos entre hombres y los hechos que, segin la concepci ‘estétcs, se presentaban trascendiendo por completo de lo histérico y sociale impenetrables a todo influjo humano, se revelan como formas histéricas de la octividad hureana. La historia sparece, ya sea cienca, ya sea acontecer, como “lo que Ja humanidad sabe de si misms, su Suroconecimiento” (Droysen, p. 38). La misin especifica de la Ciencia de la Historia consist en exponer este catdcter de proceso de los fenémenos sociales. De esta suerte le pertenece la categoria fundamental del sucedese, tle la serie temporal, del movimiento incesente y de la transformacién permanente de todas las formas de la actividad humana. Pero la Teorla del Estado no es cient, por eta rm ella eenilmente inacepable una Teoria del Estado que, al modo de la de R. Schmidt, nos dé un resumen histrico del “desarrollo” del Estado, el cual, segiin eso, se con- sidera, de uno w otro modo, como algo constante; y también debe est- tmarse equivocada una Teoria del Estado que considere como clave de su construccién a la integracién, es decir, el proceso de renovacién nente (Smend, pp. 18's), pues en la'multitud de los procesos de inte- sgracién, que se Suceden unos a otros, tiene que disolverse y desaparccer lo tinico que puede ser objeto de la Teoria del Estado, a saber, la unidad el Estado que se afirma a si mismo en todo cambio. En cierto sentido, aquella ingenua concepcién del status politico viene u tenet ahora aplictcin, enn redo mas clevado, para ieee del Estado; ha de utilizar ésta, como punto de partda, un aspecto de la realidad social completamente distinto del de la serie temporal y no menos necesario que él, Por otra parte, sucede que toda “pura” consi- dleracin histérica, sino recibe la ayuda de ese otro aspecto, no sblo es insuficiente sino incluso imposible, Pues toda historia es historia de algo; no existe una “historia en general”. La corriente de la historia, Jo mismo que Ja corriente de vivencias del individuo, no puede set concebida como una totalidad indiferenciada en movimiento, sino que s€ Nos muestra como una estructura, sobremanera diferenciada, de fun ciones y formas que se condicionan reciprocamente. Cuanto més ato sea el grado de civilizacin, tanto més fuerte seré Ja integracién y dife- renciacién de esta estructura. La Ciencia de la Historia no puede hacer ‘otra cosa sino describ la sucesién la momenténes coexistencia de Jas diversas actividades y objetivaciones de cardcter politico, econémico, teligioso, etc. Y menos podri renunciar a tal diferenciacién una his toria universsl que, en la actualidad, apenas existe mis que como aspiracién, Lo que, sin embargo, el historiador y, com frecuencia, también cl teérico del Estado olvidan fcilmente es el hecho de que las formas LA TEORIA DEL ESTADO ES CIENCIA DE ESTRUCTURAS 67 histrieas de actividad, como el Estado, Ia Iglesia 0 la economfs, no pueden nunca ser comprendidas y, macho menos, interpretadss ti ando los medios ligicos de la ciencia histérca, es dect, con la cate gorda de la serio temporal. Sélo puede aprehenderse por medio del anilisis de Ia interrlacién que actualmente existe en la estructura socal efectiva, por medio, dciamos, de un corte wansversal practicado en la corrente de la historia, Este corte no nos revela un caos sino uoa conexién ordenada de efectividad, con algin grado de estabilidad, en cuya conexién las formas particulares, con una mayor © menor perma: nencia también por su parte, llevan a cabo funciones que se condicionan reciprocamente. nicamente si logramos distinguir, en el conjunto de Ja realidad histrica, diferentes funciones y estructuas, presentaré quella cortiente un’ aspecto ordenado y ser4 entonces posible hacer, la inagouble diveniod de hed, una slecén lena de sent Con Jo expuesto queda demostrado que es posible encontrar en la realidad histérica el punto de partida de la Teorla del Estado como ciencia de estructuras, No puede olvidar, en ningin momento, que 1 Estado es algo que deviene; pero tampoco puede desconocer que el Estado da forma a este devenis politico. Ha de darse cuenta de que Je cumple levar a cabo, justamente, aguello que la Ciencia de Ia His toria no puede realizar por sus medios, a saber, la consideracién del Estado como estructura histrica y como funcin, dentro de la totalidad de la estructura concreta histéricosocal. Bajo el aspecto de la Ciencia histérica, el devenir aparece, para emplear una frase de Hegel, como Ja verdad del ser. En cambio, bajo el aspecto de la Teorfa del Estado, ciencia de estructuras,el ser no aparecerfa, en modo alguno, como la verdad del devenit. Si tal creyéramos, vendriames a dar por bueno Jo que Ja Teorla del Estado y la Ciencia del Derecho han venido ha ciendo, especialmente en la ‘itima generaci6n, » saber, a absolutiza cién del Estado del momento. Las eategorias politics, por el contre tio, son histéricamente mudables y las mismas Funciones y, con mayot rotivo, a estructura del Estado zctual, dependen de la historia. Toda historia es un proceso tinico, una cortiente cuya direccién no admite regresién, y Ja estructura estatal que pueda exstr dentro de una deter rminada estrctura social general es, esencialmente, inaplicable para cualquier otra situacion histérica. “El Estado verdadero” de O. Spann ‘GF ed., 1931) no contiene nada de verdad porque no es una realidad vinculada a lo temporal o al hombre; sin embargo, se Te sefala espit tuslmente su articulacién —por lo menos tal se pretende~ como forma etemamente igual de una estructura fundemental etemamente igual (eh. Freyer, Soziologie, pp. 75 55). El problema de le ‘Teoria del Estado consiste, pues, en concebie al Estado como una estructura en el devenir. Pues, por una parte, sAlo a 6 METODO DE LA TEORIA DEL ESTADO ‘existe el Estado si hay hombres que, en determinada situacién y me- diante sus acts reales de voluntad, operan para que llegue a ser. Pero, otra parte, todos sos actos presentan un enlace y ordenscion fe ream los que se dena su plualidad en I unsdad earacterin del todo activo que es el Estado. ‘Si esta estructura tiene una cierta permanencia, la ‘Teorfa del Estado habré encontrado ya su objeto; pero como dicha estructura o forma del Estado ze halla constantemente in rmersa en el ro de la historia y sometida a un cambio incesante, sunque, de dino, apenas pene, no puede wer concebida como un forma cerrada. La historia fluye a través de ella, Por eso es absoluta- ‘mente ineludible que la Teoria del Estado busque, en lo devenido, lo que deviene, las tendencias de la evolucién de la estructura del Es 5. La Teoria pet Estano ¥ 1a rozirica R. Semar: at. "Poi", en Senge! nchmano, Wr. d.d: State u Vere, Recht, 1, 1914, pp. $3 355 Lau: “D. Staawcbtlcnen wd, Pl, ‘Arch: 6. wok. 12 p. 15 se; Tanne: Stactechtw Pld 1926, Ker Mascon! Tdeciogit'y Utopia, ead. pp, Fondo de Calaae Econémnia, México, 1941. ‘De acuerdo con la concepcié general dela vida y la acttud intelectual de las dlkimas generaciones, se creia que era posibie trazar una tajante linea divisoria entre la Politica, como ciencia prictica y de valoracién, y la Teoria del Estado, como ciencia teérica y no valorativa. Nosotos no compari al creenc , pre eontrariIt eimaoscoseeuen ‘ia de la nunca bastante censurada separacién radical entre el sujeto Jie, rain local pd dsconocee en la Tena del Estado, a relacién que existe entre lo terico y lo pritico. El deslinde de los ‘campos pertenecientes a esas dos ramas de la ciencia no es tarea fii! porque no existe general acuerdo sobre Ja nomenclatura y el reparto de ‘sus competencias. El problema seria sencillo si por Teoria general de! Estado se entendiera, dnicamente el andlisis dogmstico de los conceptos senerales postivas del derecho politico, pero esto sblo es légicamente posible en una Teoria del Estado sin Estado, es deci, cuando se iden- tifica a éste con el orden juridico (Kelsen, Stagtlehre, 1925). En los demés casos, las fronteras entre la Ciencia Politica y la Teoria del Estado son imprecisas. Como resabio del pensamisnto jusnaturali fue usual hasta hace poco equiparar la Teoria del Estado a la Filo: soffa del Estado, oponiendo éta a la ciencia emplrica de la Politica. Pero dado que la Teorla del Estado se vale también de métodos cempiticos, tal oposicién: carece de sentido, ‘Hoy predomina la opinién de que la Ciencia politica se diferencia de Ia Teorfa del Estado en que la primera es una ciencia prictica y LA TEORIA DEL ESTADO Y LA POLITICA ° valorativa, y Ia segunda teérica y libre de valoraciones. ‘Tal distincién se apoya en la tess de que existe una absoluta separaciin entre Jos juicios politicos del ser y los del deber ser, o que, en tal forma plan- teado, no es exacto. Unicamente si esa oposicidn significa que unos y ‘otros presentan distinto acento, encerraria algo de verdad. Podsis, caso relacionarse con la caracterizacién que hace Aristételes de! politico: Seogyteds tv Gvvwy, agaxnds soy Seéveur. Pero ta distincién no se refiere 2 la de la Ciencia Politica y la Teotia del Estado, sino, en gener ln que vst nr Is cca apt polices. La Teva 1 Estado es también, en realidad, uns ciencia préctica y no una ciencia Iibre de toda valoracién y de toda politica; y, por su parte, la Ciencia Politica, en cuanto es ciencia, es también teorie. El ser y el deber set ‘aparecen tan entrafiablemente entrelazados en todas las ciencias de la sociedad como la teoria y la préctica. No implica esto, sin embargo, desconocer Ia legalidad relativamente especfica de los ‘conocimientos politicos te6ricos. Cualquier conocimiento o saber slo tended valor ars a pllico ricco sl puede wet wlido come arma, de munera inmediata, en la lucha politica del dia; por esta razin, hace, sobre todo, apelacién ‘al sentimiento y a la voluntad del hombre. En cambio el teérico de le politica estima a cada idea por su valor para el eonock rmiento y no, como el préctico, por el influjo que, « modo de propa ‘ganda, puedé ejerer en la conducta humana. No le esté permitido al investigador de la politica utilizar el canocimiento como instrumento actual de la dominacién politica, sino que, para él, ha de signifier siempre una formacién espiritual de sentido: que debe conservar su autonomfa relativa a través de las cambiantes situaciones politicas de poder. La voluntad de poder del teérico de la politica debe subordinarse su voluntad de conocimiento y, por esta raz6n, habré de stender sis a la fuerza intelectual del juicio que 2 Ja capacidad de exaltacién, Giza o emotiva del hombee. El objets del pallico pectic conse cen el logro de una conexién ordenada de Ja actividad politica; el del tebrico de Ia politica es una conexién ordenada del conocimiento polf- tc, Pryde tal dinner tea ya pln papa, en {gual modo, la Ciencia Politica y Ja Teorfa del Estado, aun cuando los concepts, ras concrets, de la Ciencia Plt poedan estar mis crea de lo prictico. La epi natura del soo dea ders formaciones socie Jes es lo que hace que una Ciencia de Ia politica cuyo contenido con sistiera en juicios de valor, presi de los juicios del se, sea tan posible como una ‘Teorfa del Estado cue sélo contuviera juicios set sin ningtin juicio valorativ. El devenir del Estado se concreta, en cada momento, en un ente actual; pero este ente presenta singular carécter, ya que es un querer humanosocial, una realidad social, por n METODO DE LA TEORIA DEL ESTADO ser actividad humana, En esta realidad del orden del ser, que siempre trasciende del presente y se proyecta en el futuro, nos encontramos cexistencialmente incluidos, es decir, con nuestra existencia total, con ‘nuestro sentir, querer y pensat; en ella ocupamos un luger, grato 0 ad- verso; por medio de éte mantenemos telaciones con dicha realidad y tenemos de ella una cierta imagen; y, sobre todo, intervenimos de deter ninada manera, olntarament, en su eylucin, No podem conaer una realidad social si no participamos, ala vez, en su formacién. Y tal situacién no podifa ser, en lo fundamental, alterada ni siquiere por una hhumanidad dotada de’ mayor sentido critico para el conocer, a quien fuese dedo realizar la proeza de convertirse en un sujeto puro de cono: cimiento, libre de todo influjo de la voluntad, y mantenetse, por s solo, fuera de esa realidad. Pues una ver realizado tal prodigio, ese Fantasma confinado fuera de la realidad no podria vivir y pensarla més que ‘como la puede pensar el hombre real, es decir, como realidad. Los mojones con que se quiso jalonar la linea divisoria entre la Politica como disciplina valorativa y la Teoria del Estado como disc- pplina que no se preocupa por juicios de valor, procedian de aquella tendencia antihistérica que hacia del Estado una cosa rigida y de la que To privaba de realidad, segin los postulados de la ciencia del espfetu. Asi, para Bluntschli (Allg, Staats, vs, p. 2), G. Jellinek (p. 15) y ottos ‘muchos, la Teoria del Estado y la doctrina del Derecho Politico tendrian como mis estudiar el “orden estatal en repos", el Estado “como alo fijo y regulado”, y en cambio, la Politica se ocuparia del Estado “en su vivir’. Tal distincién es, sin embargo, radicalmente inaceptable porque Exod, al igual gue tode ita fora de Ia actividad pollen, ilo ‘existe como institucién en tanto se renueva de modo constante mediante Ja accién humana. La razén més seria para adscribir lo esttico a la Teoria del Estado y lo dindmico a la Politica radica en que la primera considera como su principal tarea la indagacién de ciertos conceptos Que Uenen ariter bis ico para la Ciencia Politica. En este sentido la Teoria del Estado vendria a ser la parte general y de conceptos de Ja Ciencia Politica teérca. Con Jo cual se explicaria el caticter mis, cconereto y cercano a Ia vida de la Ciencia Politica, y el mis preciso en sus conceptos y més claro en sus métodos de Ja Teorfa del Estado. El-propio Georg Jellinek se daba perfecta cuenta de que todos los ‘procesos importantes de la vida del Estado han sido, antes de su naci- iento yen te, bjt deconsiderconsydeiiones potas y de que toda accién estatal acarrea efectos politicos. Y ain més: reconoc, inchu- s0, que una absoluta abstraccién de toda politica conduce a “resultados vaclos’ en Jos que se comprucba la ausencia de toda traza de forma viva (p. 16.) A pesar de eso, Jellinek permanece aferrado a los prejui- cios de Ia doctrina cientifica’ de su tiempo, En vex de rechazar esa LA TEORIA DEL FSTADO Y LA POLITICA n disociacién de la woria y la préctica, del onden estatal en seposo y en Imoimieno, acepta ees “eultados vis’, al parecer como ago ine. ible, y pretende, tinicamente, “completaros” mediante la observacién de lo politico Georg Jellinek rcitera constantemente el intento de salvar la sepa: racién entre la Teoria del Estado y le Politic, al menos en lo exter. EI sueio de Ja época, o sea la eliminacidn radical de lo politico de la Teoria del Estado, se hace realidad on Hans Kelsen, y, por cierto, ad absurdunt. Sélo podia creer en Ja realizacién de tal siefio quien osara negac al Estado la condicién de realidad histérico-poitica. Tal hizo Kelsen —siguiendo la linea de la dectrina dominante de Gerber y Laband~ al convertc al Estado en un orden normativo ideal, segiin los postulados de la ciencia del sentido, y al absoluizar, estimindolas como traacendentes de la historia, a las formas juridicas, privada, en lo pos ble, de contenido; no obstante lo cual, como fécilmente se comprende, tales formas no pueden renunciar a su vinculacién con lo presente. Con To cual el experimento Kelseniano vino a conducit, por modo paradé- jlo, a una Teoria del Estado sin Estado, ciertamente, pero no a una ‘Teoria del Estado totalmente emancipada de Jo politica La razin de esta singular pirueta se encuenta en la imposibilided de separar el sujeto del objeto, sobre To cual no nos cansaremos en insistit. El ser del Estado es, cabalmente, su devenir a través de actos de decisin politica constantemente renovados, es su devenir en la lucha politica entre poderes reales de voluntad, ante los cuales no es posible {que el sujeto de conocimiento mantengs una absoluta neutralidad. Este modo de ser del Estado es lo que hace que'los juicios puros del ser, libres de toda valoracién y semejantes alas proposciones légico matemé- tics, scan completamente Ina, Not, por em exaho que tuna Teoria del Estado que, de acuerdo con los postulados de la ci del sentido, hace abstraccién del acontecer real, de la vida estructur 4que es en lo que dnicamente consiste el Estado, venga a encontra con que todo lo estatal se le ha volatizado, yendo asi a dat en la Teoria del Estado sin Estado. El hecho de que esta Teoria contenga todavia una concepcién del Derecho Politico que, aunque relatvista y sin con: tenido, aparece claramente tefida de un tono liberal, es cosa que debe Kelsen a la circunstancia de que no se coloca como un sujeto “puro” de conocimiento, desligado de toda voluntad, fuera y por encima de toda realidad histico politica, sino bien que en manera ciertamente insegura— dentro de ella. Por Jo dems, el propio Kelsen ha confesado, con absoluta sinoeridad, en sus Hauptprobleme der Staatsrechislehre C1911, p. x0), Ie tendencia antisocalista de su restriéci6n del concepto del Esado, "Ya que los resultados a que lego —dice el pretendido Puvista de la Teorla del Derecho, se aproximan 2 los de la vieja teora 2 METODO DE LA TEORIA DEL ESTADO Jiberal del Estado, no trataré, en forma alguna, de defenderme de la Tourvaciin que ee me puede hacer de que en mi obra se perciben cere ee clbchliomo que perese apunar por ios panca” Por lo que con Kelsen ha sucedido Hegamos a la conclusién de que la pretendida emancipacin de la teoria respecto a la realidad politica no limpia a la Teoria del Estado de lo politico aunque sila vacia de To fetataly ano la hace libre de toda consideracién valoratva, la priva, fen cambio, de todo valor. Como la Teoria del Estado y la Politica no se pueden separar, tampaco se (que esta altima venga a completar 2 la primera, como piensa Georg Jellinek. Los fuicios del ser, de la ‘Teoria del Estado son, en cierto modo, también juicios deontoligices. lente Estado, como acaccer humano cuyo sujetoabjeto somos nosotros mismo, sale de si mismo mediante su contenido de voluntad y se pro- ta en el futuro. Este contenido de voluntad se forma mediante un ontenido politico de valor, que no hay que buscac en una zona separada de la realidad del Estado, sino exclusivamente en Ia voluntad del hom- bre que acta politcamente; los hombres, unidos en comunidades de sun y de lores por ss pains y conepcnes pls, se Dopo conseguir alge para el futuro, ‘Quien quiera describir el ser del Estado, por fuerza ha de tener en ccventa las comunidades de voluntad y de valores que se actualizan fen el presente del Estado y ademis referirse a su futuro. Pues toda seprsehtacdn presente de la estructura del Estado, cuya actusliosign se realiza en modo constantemente renovado, nace nicamente del hhecho de que estimamos a un determinado poder de vohintad, frente ‘a Jos demés, como el formador del futuro, es decir, que entre diversas tendencias de evolucién, sefalamos a una como dnicamentevélida para al futur, pudlendo ella sec, en relacién con la situscion presente, reac. cionaria, conservadora o revolucionaria. El citado Georg Jellinck habla visto también hasta qué punto era imposible hacer una afirmacién sobre el ser del Estado —como luego ‘veremos— sobre su derecho, sin llevar a cabo una valoracién de la ia que puedan tener para el futur los poderes de vohuntad tiluca "En ‘nantes deconceraat, declata nuesto autor que Ee pderes de vluniad de ete pollcoreiben “su contenido y au ‘objetva, mediante [a indicacién de lo politcarente posible’, de lr in weatigaciones propias del Derecho Politico, y no en primer término de Jas de cardcter cientifico-social. Si esto es asi, resulta insostenible su aseveracién de que la Politica se dirge esencialmente hacia el futuro, y en cambio Ia Teoria del Estado, como ciencia de lo que existe, se 2rienta hacia lo presente y lo pasado. La verdad es que no puede com- poner una imegen del Estado en Ie actuliad sin tna eprsentacion fe lo por venir. Por tal motivo, la conexién entre la Teoria del Estado LA TEORIA DEL ESTADO Y LA POLITICA 2 fa Politica no es algo abitrario, sino necesario; y sin un conocimiento 4 poltcamemte pouble queda “exluda” la psbidad de una fructuosa investigacién del Derecho Politico y, con mayor motivo, a de ‘una investigacién de Sociologia del Estado. Ello es lo que hace que el ands somero andliss permita descubri, en los representantes del “metodo jutldico puro’, a pesar de pretenderse apoliticos, una capa de “firmes ‘onceptos politics” como base de sus investigaciones (Jelinek, pp. 14, 16, 17). El juicio sobre 1o posible politico se obtiene de la valoragién de lo ppt rl es des de as dens aden atl de olin or exo no hay nadie que, ante las fuerzas que actualmente contienden, pueda permanecer como un meto sujeto de conocimiento, sin ninguna telacién volitiva con ellas; ni puede haber tampoco nadie que no ves a la realidad politica también “bajo el aspecto de su posible mutsbilidad” (CLandsbut, p. 67). De todo ello se desprende cuén improcedente es esa anti én absoluta entre ser y deber ser, acto y sentido, voluntad -y norma, tanto al diferenciar la Teoria del Estado de la Politica como al istinguie la actitud del tbrico politico de la del préctio. Pues del rismo modo que la politica préctica es, dnicamente, el arte de lo posi bie, la teria slo recibe “su contenido y su objetivo” teniendo en cuenta lo politicamente posible. Ni la teoria ni Ja prictica pueden deducit ‘sus ideas maestras del espirtu puro; una y otra han de extraerlas de las smotivaciones -pragmiticas de los hombres reales, Si las tem- enc plieas del uo pueden “preven, como penn Js moos tas, mediante las tensiones dialéeticas del presente, 0 si a lo actual se ‘opone, en una mayor 0 menor concordancia con determinadas tenden- cas, un ideal para el futuro, ¢s cosa que no tiene mayor importancia cn este caso. Pues, de todos modos, la vision que del futuro tiene el diaéetico tebrico es, también, una orientacién valortiva que trasciende de la realidad, es decir, de lo presente, o sea, una “utopia” en el sen- sido de Mannheim (Ideologia, p. 173), a la cual no puede renunciat Porque sélo por el hecho de que la actualidad se le haga cuestionable, debido a ciertas tendencias que en ella actian, puede plantedrsele un pblema. Y tinicamente por el hecho de considerar vilidas determina- As tendencis de Ia evlucibn llega encontrar una en sectora que Te permita orientarse, elegir ¢ interpreta Resulia completamente fuera de lugar el intento de conseguir un ‘alto grado de emancipacién de la teora respecto a toda considerac valorativa, por medio de la reuni6n de todos los puntos de vista poll tices que pueden existir (como hace Mannheim, pp. 150 s.). Con una mera adicién relativista de todas las posiilidades de orientacin, lo Ainico que se obtiene es desorientacién, La suma de los programas de 1% METODO DE LA TEORIA DEL ESTADO los partidos no conduce a una posici6n segura por encima de elles, sine 2 iFecipoce seman deed lv fn de wa, ono gue se va a dar, necesariamente, en aquello @ que lleva todo relativismo, es decie, al agnostcismo. El conocimiento de la cealidad politica y su valoracién se hallan, pues, entrafablemente unides, Tanto el terico como el prético de la politica encuentran siempre ante sf, de modo ineludible, la cuestiin de determinar cuil de las diversas tendencias del presente habré de conformat el futuro. Teles decisiones, naturalmente, na han de fe rirse a sefalar si cl querer formativo de la acualidad politica es motal mente bueno, estéticamente bello 0 aparece como valioso segin cual quiee otto crterio de valor, lo tnico que hacen es descubrir, en tales tendencias, el “préximo estadio de la historia del mundo”. La Ciencia Poca recs, eencihment, de una Tere del Exdo, ja de modo cxpreso 0 como algo ticitamente supuesto, Si quiere sex Yas verdades lec ha de ‘rocutaremplea las palabras Estado, Derecho, poder estatal, Constinuciin, scberania, territorio, pueblo, et, segiin acepciones inequivocas y sin contradcciones. Pero tan necesaria como la Teoria del Estado pora la Ciencia Politica, lo es la Filosofia dl Estado para ambas. Es Filosofia toda actitud del pensar respecto al ‘mundo considerado como unided. Sin una insercién ideal de lo estatal cn la universal conexidn de una concepcién del mundo, aunque silo sca como algo sobrentendido, no es posible una Ciencia Politica, In- cluso aquella Ciencia Politica qne pretende ser no més que una ciencia purmenteempitcav bslutamenteantimetaisia dela realidad, posee Siempre su propia filosofia y metafisica. Pues necesariamente ha de tomar posiciin frente a ciertos fundamentales problemas, ya que, pres cindiendo de cuestiones gnoseol6gicas, y por 1o menos de hecho, si no expresament, debe prnunciane, por e}mplo sere sel Rombre pro en [a politica, por vega general, con bondad o con maldad, raconat © impulsivamente, sien la histori 'yace un sentido y si se debe creer fen un progreso ascendente del hombre, en un destino humano, o no. Preckamenie aque formas, de Ja Cina Plies que peenden rechazar, del modo més eategbrico, toa filosofi,caen en la especul cidn metafisica al plantearse orrbena de la realidad “verdadera” de los procesos politicos y resolverlo al modo naturalista o materalsta. Porque no ¢s silo meiafisica aquella Teoria del Estado que, como se pensaba cn Ja Edad Media, introduce factores superiores al hombre en I considera del polio, sino que tambien lo x agua gue proclame que Tas “ilimas’ fuerzas que impulsan al mundo polit frahumanas y que los procesos politicos son simples némenos de tales causa, La Ciencia Politica empirca encuentra ti mente una pluralidad de determinantes del acontecer politico. Al redu- LA TEORIA DEL ESTADO Y LA POLITICA Fo cic todas esas determinantes a una unidad y hacer de ésta, a su ver, otra determinante suprema, sea 0 no de naturaleea espiritual, que a todas las dems domina, ha abandonado ya el terreno de Ja experiencia, Pot esta rain deben considerane también como cspeculaciones metafisas la Antropologta politica y la Geopolitica, por cuanto sostienen que la verdad read que deeming oa plies ex en un se a age y, en 080, Is tiem, Y es también metaisca el materialism histérco dde Marx y Engels, al pretender explicar todos los procesos politices, en fltimo extreme, por los cambios técnico econémicas. Es verdad que a la ciencia se le setala, como un ides, Ia explicacién monista; peo, obsérvese bien, justamente como un ideal que, en cuanto tal, no es sus. cspsble, por ls vias. de lo empiric, de una plena realacén sino tan sélo de un acercamiento, Cuando'la teoria polltice busca responder Is eusién de un ens raisin, de un motor que nade muse en los procesos politicos, viene a caer, en realidad, en lo telégico y a con- verte en sucedineo de una-rligién monoteista. La modema cieneia politica no se distingue, segin eso, de la Filosofia politica por el hecho de mantenerse alejada de toda filesofia y metefisca, sino tan sélo su proptsto de exponer todo lo que la experiencia politica pueda des cubrit por medios empircos y sin apelar a la especulacin logica y smetafisica, Como, en todo lo hasta ahora expuest, hemos insstida constante- anenieen'elcarcer indsluble dela conesin entre Io tebce ylo Prictico, entre Ja Teoria del Estado y la Politica, es necesario que pro- clamemos shora, con singular énfass, a rlaiyg autonomia de a acttud feérica; pues hay, en verdad, una gran diferencia entre la acttud del teérico y la del prictco de la politica. Es evidente que el pensamiento tio se alla, en iltimo extremo, ligado a los antagonismos politics. fo puede, por eso, verse absolutamente libre de toda valoracin; pero sf puede scrlo més © menos. El teérico se esfuerza constantemente por ‘ubodiat su voluntad de poder osu valuta de conociminto, Para el prictico, en cambio, cl saber y el conocer sélo tienen importancia on ‘cuanto puedan ser inmediatamente utilzados como arma para la lucha Politica, No estima un conocimiento por su valor de tal, sino par la accidn real que puede ejercer, mediante su influjo de propaganda, sobre tas vountads de los hombres Es innegile que ef tec tampaco uede prsindic de las valoraciones per, porn cl prictc, In jutea sus ideas conductoras se deduce de ln prictca, ¢s decir, del éxito que puedan tener, para Jo cual ha de apclar més al sentimiento y a la voluntad que al intelecto, Los argumentos del toérico no vin ditigids, (en primer lugar, a nuestra capacidad de entusiasino a nuestra afin de activided 0 @ nuestra concicncia moral, sino a nuestro juicio racional. No es, para aquéi, el conocimiento un instrumento actual de domina.

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