You are on page 1of 204
* os = z = oe re = 2 = | = e = x = xe e o = © ” ma = re = s . = —_ = = e o me? = os = = t = — = ts > aw r o z t = x = | kta > 3 oR {NS 8 =~ 1 ns a i on a 1 THE LIBRARY OF THE UNIVERSITY OF NORTH CAROLINA AT CHAPEL HILL ENDOWED BY THE DIALECTIC AND PHILANTHROPIC SOCIETIES PQ8519 2S65 Al ol 'Y OF N.C. AT CI IVERSITY OF N. HAPEL HILL This book is due at the WALTER R. DAVIS LIBRARY on the last date stamped under “Date Due.” If not on hold, it may be renewed by bringing it to the library. DATE DUE RETURNED DATE DUE RETURNED FORM NO 523, REV. 1/84 EL ALMA DE LOS PERROS . Abel Juan José de Soiza Reilly FG Sls EL ALMA DE LOS PERROS CON VARIOS CUENTOS INEDITOS DEL MISMO AUTOR Prélogo de MANUEL UGARTE y un juicio critico de JOSE ENRIQUE RODO Epilogo de ALBERTO TENA QUINTA EDICION, AUMENTADA Y CORREGIDA @ VICENTE MATERA Corrientes 1746 — Buenos Arrnes ANTONIO D1 ANGILE LIBRERIA ESTACION CENTRAL MONTEVIDEO ente en italiano, francés, inglés, tcheco y hebreo o idish. yresente edicion es la 54. que se publica en caste- biblioteca Sempere, de Valencia, Ja difundié en su iosa revista «Vosotros», de Buenos Aires, publicé la 4a. 2un prélogo inédito de José Enrique Rod6, ago- lose también en pocos meses, a pesar de su elevado pre- lanzamos a la venta esta nueva edicién popular de de los perros», deseosos de contribuir a la difusion a Originalisima de la literatura sudamericana. Ev Evitor PROLOGO (DE LAS CUATRO EDICIONES ANTERIORES) Si digo que Juan José de Soiza Reiliy ha dado naci- nto a un amatis especial dentro de la literatura y el _ periodismo sudamericanos, no es para sorprender con una afirmacién defimitiva. No soy ni critico ni profeta, al expresarme asi sdlo afiado un comentario a la cir- cunvalacién de una lectura. Pero bastan las crénicas que este autor viene publicando en la revista “Caras vy Ca- RETAS”, de Buenos Aires, para evidenciar el entpuje de su temperamento personal. Esas pdginas nerviosas, irre- werentes, rudas, llenas de malicia, de franqueza y~de espi- rite “frondeur”’, tienen algo que, después de tantas bio- grafias de hombres célebres, provoca la atencién o la sorpresa. No avanzo que sean superiores o inferiores, di- que son diferentes. Y al expresarme asi descubro qui- & el origen de la simpatia intelectual que me inspira el autor de este libro. A través de la prosa al mismo tiem- 0 amarga y clownescu que se desmigaja, se returece y se 2a de monosilabos y de puntos, asoma a cada instante una sensibilidad auténoma que puede ser diversamente gada, pero que nadie puede poner en duda. Y eso s después de todo lo que, por encima de los detalles es, acabamos siempre por apreciar en quien es- 8 PROLOGO = En la obra que el lector tiene en las manos se acen- tia la fisonomia embozada. Ex, ALMA DE 10s PERROS es un volumen cruel, en ciertas paginas brutal y excesivo, pero particularmente atrayente. A pesar de la perversi- dad que se insinta en algunos episodios, estos “canes flacos” tienen rebeldias andérquicas. No sé si acierto. Pero en el fondo de los simbolos, me parecen una imagen de las dolientes caravanas menesterosas, de las almas pisoteadas por el destino, de las vidas tétricas en que nos agotamos, de la miseria social que sube en las ca- Nes hasia impedirnos ver el sol. Los hombres y las bes- tias confunden aqui sus dolores y fraternizan bajo una media luz borrosa, donde gime con cierta lentitud im- bresionanie la misma campana de fatalismo, entre una brusca gesticulacién de pdrrafos breves que parecen epi- lépticos a fuerza de ser movidos y flexibles. Un vago pesimismo 10 obscurece todo. Los lectores sentirdn aca- so como yo estremecinientos de piedad, de repulsién o de célera ante esas vidas incapaces de erguirse y romi- per con el cansancio que los roe. Pero, por\ encima de fas reservas y las incompatibilidades, el ritmo doloroso de los capitulos acaba por llenar el alma de una melan- colia inexplicable. Ya he dejado adivinar que no aplando completa- mente la manera de ver del autor. Estamos hechos de tal modo, que sélo aprobamos de lleno lo que el pasado sanciond o lo que se ajusta a nuestras rectificaciones. Pero las divergencias que suscita un esptritu son una confirmacién de su originalidad. Despojdndonos de lo que nos subdivide o nos ata, entiendo que esta obra con- tiene mucha beliesa, mucho ensuéfio, mucha vida supe- rior. El capitulo. en que se desarrollan como en un ci- nemlatégrafo las diversas fases de un entierro, es de un realismo tan crudo, tan glacial, y al mismo ttempo PROLOGO 4) nano y tan falpitante, que nos conquista aun~ os hiere. En otros cuadros hay perspectivas extra- Vio cito pasajes por no alargar lo que sélo debe ser un labreton de manos en el umbral del libro. Pero pue- ar que Juan José de Sate Reilly me ha pro- venir dird si me equivoco. Pero me parece que mos de-tener que hablar a menudo de este hombre sonador y satirico, mee ojos brillan de una manera de Quevedo. as criticas favorables u hostiles aR a las obras su dera significacién. Cada nombre que surge es auth o donde van a clavarse todas las flechas, las que traen atada una rosa y las que dan alas a una injusticia. Y éstas como aquéllas, son igualmente titiles, porque si sélo existicran los elogios faltaria el impetu y el em- puje primordial. Es bueno que mos ataquen, que nos iculicen y que nos nieguen, porque ello confirma los destinos y aumenta la fe inquebrantable que debemos tener en nuestras propias fuerzas. La tinica actitud quei no engendra refiujos es la abstencién. Cada uno de eae: movimientos tiene que desgarrdy fatalmente la apsestera, Los qué maldicen contra la diatriba, la o el silencio, se elevan, en resumen, contra su pro- superioridad. Por eso es por lo que siempre que se lante un nuevo campedn siento ganas de decirle: “La fica se limita generalmente a insistir sobre las diso- Mmcias que existen entre el alma del autor y la del que No conviene atribuir a la maldad fo que nace de diferenciaciones cerebrales. No hay que protestar tra el oxigeno que nos da vida. El secreto de la vic- ia consiste en no esperarla de los demds y en evitar, 10 PROLOGO no las injusticias de los otros, sino las que cometemos nosotros mismos”’. Claro esté que estos consejos no los necesita Soiza Reilly, que ya ha sentido las asperezas de la lucha. Pero son verdades elementales que debemos tener presentes todos”. Manure. Ucarre. Niza, Mayo 1909. “yor Misco peo 44 ae ae a- S94 AD I 7 bebe thgbhy az Ud bees tal (farer p dike poe lon pape ea fer? foe: fo Zo mence, [OUP Oe | man aundante Cwecha de fp pe vectersad 0204, 0 fervcead), eee fesar de ler banté ome pee por Vid. | Lin ehermerté rvi afsotrn a Ce bow pa ecko arto pour Beene , ae ee. Meets asec ven Corkaolion 6 A alent Bice ceg leape ie “ae i. are Cie Mangpearerta aor A. Crit, ie EOP a - 0 oe Fi cL Lats pe Be enepene fe ope. ttle Que res de Cle Oyo Hoerae, Be iiczonthy ai ae gue Jor ted Je. ante, hucen ettrite de Celera Br Og nee en an, Ge Fee o Fue! Som a0 e4 “Gade wnlgor— As, epleennetn FA “2 its, . ake foe Lalande Ae ecvgp lan < ferrarel Come Wt. terée ConLrobie Lares pte care aa Or Ys (feat. ELLE . Ondnteccag yiere Cake tess de. ie ga om 9. frei tadévinble us te i a detcaratiriftarte, We ve. pene Pa phn la a novtrn - (es ie fe? i A ferent Z Pritnty La gee 4 pe 0s el principio Z er Poe kee pure &z free At men — ee L ters 59. Vtpo, Dux poder Ge Capdc, e 2 yo denerte, ae a a fe C8. lcci, be adimelacitn, Ke Sep la cite; ts Lib formule Gree Hater 7 Aecwonseiin, of eipssTiacle cl rend Mtw ppererres Conte nteer™ Ctpetr, Maat Cov Ch, gor0 tn Aro Ane Leaman 4/ | ate foarte ba Fucked de “fase, - Qeleme “ili ae fre “f. i we Comile SSP (Dior A ‘LOS PERROS El cielo y la tierra pasaran; pero mis palabras no pasaran. Evhngelio de San Marcos, Capitulo XII, v. 31. EN epor eso... . A vosotros, joh perros! que Ievais sin quejaros el alma vanidosa de Cristo bajo el pellejo purulento de Job. A vosotros, que al igual de los leones ponéis en oe aullido el lamento de los cisnes agénicos. A vos- otros, que podéis disfrutar el supremo placer de la hi- rofobia. A vosotros, que sabéis comprender toda la in- igencia de un mordisco. A vosotros, que sentis por luna amores de Platén y por los gatos adios de Zara- tra. Si. A vosotros, ;oh pertos! dedico este breviario oraciones. ES yn libro de rezos prohibidos. No son rezos para -goce de labios. Son rezos para fruicidn' de aquellos co- razones en cuyo fondo viven, graznan y se inmortali- -zan los justicieros buitres del odio. El odio es la unica ; d que ha inspirado este libro... Afortunadamente, muchedumbre, con tajante ademan de guillotina, ha excomulgarlo por inutil. ; Afortunadamente! Ese sera -huen augurio de sol... El silencio de los bosques de hara germinar el triunfo de este libro infecto de femias... :Blasfemias? Si. Blasfemias prohibidas , on 8 JUAN JOSE DE SOIZA REILLY ‘ ’ por los muy ilustres monsefiores del abecedario, que ha- biendo digerido leyes—leyes de gramatica, de sentido co- mun, de honestidad—vénse obligados a defecar decalo- gos de literatura, de geometria moral y de opiniones... :Sabios! Mi vértebras no aprendieron en la escuela de la vida ninguna genuflexién para esos sabios. Este libro debiera estar dedicado a los hombres. Pe- ro no puedo. ;Comprendéis? No puedo... Odio a la humanidad con el enorme, con el terrible, con el formi- dable, con el espantoso, con el dulce, con el melancoli- co desprecio que ella merece. ; Por qué? No sé. Ni me importa. La odio porque si. “Unica razon de sabios y de locos”. Yo no he nacido para escribir libros que de- teiten a las multitudes. Ni libros que hagan rebosar de alfalfa los pesebres. Ni libros que llenen de lagrimas los ojos y de risa las bocas. 2k ek Los virtuosos se persignaran. Las virgenes tendran fuertes, raros, rojos ensuefios. Los que puedan tirar la primera piedra, rugiran diciendo que éste es un libro imptidico. Tal vez... Nunca he podido practicar el pu- dor que legislan los canones. Pero adivino que este li- bro tiene el sacrosanto impudor de los cadaveres que yacen desnudos en los anfiteatros. Creo que este libro iene la casta obscenidad de los nifios desnudos... La inocencia y la muerte valieron siempre mas que las ho- jas de parra. ARO Este libro es demasiado bueno o demasiado malo pa- ra que ojos humanos puedan comprenderlo. Hay dos maneras de ser inaccesible: “aguila o gusano”. Hugo. Y Mack Spangenberg: “Este libro no ha sido escrito para que se lea, sino para que se comprenda”. 26 OK EL ALMA DE 108 PERROS 19 Este libro no ha sido escrito para que se lea, sino “para que se comprenda... Por eso, joh perros! a vos- ros, que tenéis en los ‘dientes la justicia con que de- _ bieran ser juzgados los hombres; a vosotros, que no ha- béis frecuentado academias, ni probasteis el agua que da para beber el padre Astete; a vosotros, perros sin due- io, perros-sin baculo, perros tristes, perros enfermos, Peuees apéstoles; a vosotros perros tisicos, hermanos de ‘San Vicente de Patil, de Paul Verlaine, de Carlos de Soussens y hermanos mios; a vosotros consagro este libro. Los hombres no tendran el derecho de juzgarlo. 28 KOK éHay necesidad de otros motivos? Los perros son ‘personas mas honestas que los hombres. Un perro sabe querer. Un hombre ni siquiera tiene el talento de saber odiar. No sabe odiar con honradez, con dignidad, can- x4 + Una tarde le vimos sonreir... Fué un milagro. Un misterio. Su larga cara de esfinge hizo una mueca. Sonrid tisicamente.: Al otro dia lo encontré la peonada. Yacia junto a la via férrea... Daba lastima verlo. Con los huesos par- tidos. Con el alma rota... Una pata aqui. Una pale- ta alla. La cola por aculla. Muerto... El ferrocarril lo habia deshecho: Un suicidio, sefiora... Cansado de ser buey, el infeliz se maté como un~ hombre... Pero como era un buey, los peones lo co- — Ee . DE TOS PERROS. - 20 At oe unbién Prane una Peiienaea de su lomo. Y erna. ;Qué raro! ‘Tiernisima. Sabrosa’ ué buena. Pero desde aquel dia, todos los los despojos de El Tigre llevamos en la za de los nifios hambrientos y en el alma leseo de ser toros... Qué sera, sefiora? HISTORIA DE UN ESPIRITU —i Quiére usted verlo? Yo queria verlo. Si... Yo queria contemplar por ul- tima vez el raro gesto de aquel artista que iban a fusi- lar. La agonia de un hombre de talento es un bello es- pectaculo que sdlo pueden comprender los poetas, los pajaros, los perros y las mujeres. —iQuiére usted verlo? —Si; quiero verlo. Y lo vi... ¢Por qué lo vi? El reo estaba en el fon- do de una pequefia pieza. Era la capilla. Una pieza muy triste; muy vacia, muy obscura, con un altar en el angulo y un fraile capuchino en el otro. Al entrar, el penado me miré cruelmente con la dulzura de sus ojos de santo. Me miré cruelmente... Tal vez con demasiada crueldad. Qui- z4 con exceso de angustia... En silencio, le estreché ambas manos. 3 Por qué? Yo no sé. Pero, en silencio, le estreché ambas manos * ROK Era un hombre joven. Pintor de telas famosas, céle- bres, discutidas, expulsadas de todos los concursos. Tenia treinta afios. Y ese escaso montén de vida le pesaba tanto como su inteligencia, infectada de microbios de genio. Adivinabase que el dolor y el placer le habian transfor- mado el rostro en una extrafia mascara de pena. Sus ojos Ilenos de bondad y su boca Ilena de amargura se ‘ EL, ALMA DE LOS PERROS BL unian en la complicidad de una sonrisa inmdvil. Inmévil sonrisa que parecia de muerto. Cuando supo quién era, no me reconocié. Hablamos de cosas frias y de cosas cAlidas. Los astros nos hicieron decir frases triviales... Yo hablé del sol. Y-él, a ‘propé- sito del sol, quejdse de los muchos ratones que lo maltra- taban en aquella habitacién tan tenebrosa... De repente, sin que yo hubiera preguntado nada, dijome: —iSabe usted por qué me matan? Yo senti un placer inmenso. Mi temperamento — mi temperamento sutil, tan refinado por las crueles asperezas de los hombres y tan pulido por el dulce contacto de los animales — goza con lo imprevisto. Tengo médula de San Antonio. Acaso desciendo de algtin leén africano, transformado por Merlin en hombre... —iSabe usted por qué me matan? Entonces, el asesino, ese pobre artista moderno, cu- yos cuadros fueron siempre geniales porque tuvieron mu- cho de locura; ese valiente pintor de razas, de’ visiones, de éspiritus; ese desdichado reo que iban a fusilar, me conté un salvaje ensuefio de pesadilla, de delirio, de fie- bre, de histerismo. Uno de esos ensuefios que suelen tener las mujeres hermosas cuando, en las noches -de verano, duermen sobre el lado izquierdo de su pecho, con el pezon oprimido y el. coraz6n acalambrado. . . Y me narr6 la historia de su pobre alma tisica. Alma nerviosa. Epiléptica. Loca... Oid: * OR OK —Nunca senti gran apego a la vida. Vivir me parecié siempre la tonteria menos Util al hombre... Me parecid la virtud menos necesaria. No obstante, yo estaba obli- gado a vivir para comprender la inutilidad de la existen- cia. Vivi. Trabajé. Hice cuadros. Si ellos encierran algun JUAN JOSE DE SOIZA REILLY 7 mérito, es sin duda porque nadie comprende lo que ya- len ni Jo que significan. Lo mismo sucede en el mundo. Fl mundo dejara de ser una tienda de novedades, de be- llezas, de joyas, cuando los hombres conozean todo to que 4 encierra... Cansado, pues, de la vida ordinaria, de la vida vagabunda y siempre igual, quise elevarme por encima de mi propio espiritu. Quise hacer algo nuevo. Algo digno de mi siglo. Algo estético. Algo bello... Quise sentir ‘e interpretar sensaciones mejores. Nueva: Quise gozar misterios invisibles. Pecados. —Pero iy el crimen? —Bueno. A eso voy... No diga el crimen. Diga el experimento de un alma rabiosa que revienta de sed y que se muere de hambre i; Me matan nada mas que por eso! \ —;: Como? 2 oe —Si. Instalé en el Retiro, cerca de los murailones, mi taller de pintor. Solicité en todas las formas modelos de seres hambrientos. Desfilaron muchos, Eran hombres, mujeres, nifios. El sexo érame indiferente. La edad tam- bién. Yo exigia inicamente que fueran flacos. Y ne- gros. Muy negros... Pero no encontraba. Todos los mo- delos que se me ofrecieron eran opulentos de carne. De carne rubia, fresca, blanca, a pesar de que algunos no poseian nada mas que el pellejo... Yo queria un cada- ver viviente. Yo buscaba un espectro. O algo mas: yo deseaba la sombra de tna sombra... Queria componer mi ultimo cuadro. Mi cuadro estupendo. Péstumo. 3 Sabe usted lo que yo queria pintar? Yo queria pintar un alma colectiva. Un alma atormentada, infeliz, repleta de fla- quezas, plagada de temblores, henchida de vejeces, llena de obscuridades. Para eso necesitaba un cuerpo bastante horrible, bastante macabro, bastante artistico, que me sir- EI, ALMA DE LOS PERROS wn ue viera de modelo. Y vinieron muchos. Ia procesién de es- ‘queletos duré varios dias. Por mi taller pasaron todas las flacuras ,todas las escualideces, todas las carnes rese- cas de los conventillos, de los callejones, de los hospita- les, de los manicomios. Pero no venia el modelo espera-~ do. Por fin, una tarde concebi un proyecto encantador. Lo concebi ante un nuevo modelo recogido en Ia calle. Era un negro. Un viejo vagabundo. Un “habitante de los -arrabales. Un pastor de estrellas. Era un negro. Un ne- gro mudo y flaco. Muy flaco. Espantosamente flaco. Fla- quisimo... Pero no tan flaco cual yo necitabalo. Sin embargo, me quedé con él... ;He dicho a usted que era mudo?-Si... Mudo... Le faltaba la lengua. Hasta la raiz... Un cancer. ; Comprende? Era un negro deli- _cioso. Ni siquiera podia gritar.. . Bueno. Acepté al ne- “gro. Lo llevé al fondo del taller, junto al gallinero. Lo até con fuertes sogas a un poste de fiandubay. Cerré to das las puertas... Preparé mi caballete, mis pinceles, en fin. Y me senté frente al mudo. Frente al horripilado. Yo -esperaba... Y esperé asi dos largos dias. Tres dias. Cua- tro. Cinco... El negro retorciase como un toro, como un pez... Sus huesos rechinaban. Crujian. Crepitaban. . . Cada, diez horas le daba un trozo de pan y un trago de agua,’con el objeto de que no se muriera. Yo queria Ilevar su flacura a un grado extremo, sin que su vida se apagara. Con un latigo apresuraba el enflaquecimiento de ese cuerpo marchito. El negro queria gritar. Pero como? sY el cancer? ;Dénde tenia la lengua?... Créa- me; era una esceria hermosa. Muy hermosa... Cuando pasaron ocho dias la espesa mota de mi modelo. emblan- quecié. Fué una tragedia silenciosa. Los dientes poco a poco se le fueron cayendo. Los ojos se le escaparon una uilgada de las érbitas. La columna vertebral se le torcié. La boca acercésele al estomago... Al décimo dia mi mo- elo ya iba siendo aceptable... Preparé mis pinceles. Co- 5 “=a 34 JUAN JOSE DE SOIZA REILLY . § , loquéme a la expectativa. Esperando... Aguardando el supremo instante. Aguardando la mueca tragica. Ansian- do Ja sofiada flacura. FE bello gesto final... Cuando se le cay6 el ultimo diente di la primera pincelada... Era de noche... De improviso, como una fatalidad, un rayo de luna vistid de blanca Iuz el cadaver del negro... j Maldicion! Un cadaver con mortaja de plata, no podia servir para mi cuadro... No pude hacerlo... Me toma- ron preso... Ahora me van a matar con ochd tiros. ; Que muerte tan vulgar! ;Qué vergonzosa muerte!... Yo merezco ser ajusticiado con la muerte del negro... Asi en mi propia agonia, en mi propia flacura, en mi pro- pio dolor, hallaria fuerzas suficientes para copiar el al- ma neurasténica y maldita de mi generacion... 2k Después sonaron los ocho tiros. UN PERRO, UNA MUJER UNA GATA Y UN HOMBRE —Mi perro Lugbel... iConocid usted a mi perro, —jAquel tan enfermo que parecia un cadaver? —Ese. ; Qué artistica flacura! 3Era hermoso, ver- —iHermoso? Si. Lo era. De noche parecia un fan- asma. De dia era como una bruja. _—Tiene usted razén. Era como un fantasma. Era como una bruja... Pero con sus negros ojos tan feme- inos, de una ctueldad tan dulce; con sus negras pupi- as tan vacunas, tan repletas de tristeza de buey, era al- go mds que un “fantasma y sin duda mucho mas que una bruja. Si. Creame. Valia... Era un perro genial. ¢ Genial? Ignoraba que los perros pudieran tener genio. Yo creia que el genio era sdlo patrimonio de las jujeres bellas, de los toros, de los ferrocarriles, de los mbéciles: —Era un perro de talento, sefiora. ; Era mio! —jAh! Disculpe. , —Mi perro era igual a muchos corazones... ; Pobre Lusbel! Un dia se enamordé divinamente. Horriblemen- { Enamorése como un leén 0 como un viejo, 0 co- o un perro. Se sintid poseido de un espantoso amor. | amor que era, para su estirpe, una mancha, un 9, un delito... 36 JUAN JOSE DE SOIZA REILLY —iCémo? —Se enamord. Se enamoré con un loco amor que le estaba prohibido. Prohibido por todos los preceptos de su raza. ;Adivina? ' —Se enamoro de una mujer? No sefiora. Se enamoré de algo mas silencioso, mas eléctrico, mas cruel, mas suave, mas terrible, mas dia- bolico... Mi perro, mi pobre perro tisico, que al par que perro era ademas jtan hombre! se enamoré de una gatita blanca... —jEs posible? Ha de ser entonces una historia de amor lamentable. Risible. Interesante... —Ciertamente... Es una historia amorosa bien ex- trafia. Historia de secretos y de encantos. Historia de vinagres y de mieles. Muchas damas que aun esperan y suefian tras la reja donde amaba don Juan, envidiarian - esa historia para adorno de su propia existencia, Todas ellas quisieran ser la gata... 2k ok ok Y yo, devotamente, narré la historia de mi pobre pe- rro. Oidla: 2 KOK Mi perro estaba lébrego. ;Qué tenia? Yo observaba en Lusbel una vaga inquietud. ;Sufria? Esto para mi re- sultaba: un misterio. Sus ojos, aunque antes eran tristes, de, una nostalgia seca, estaban ahora mucho mas tene- brosos. Parecian lorar con lagrimas internas una pena mortal. Una barbara pena. Enflaquecia. Ya no era el perro de antes... Perro bueno, de una fealdad feliz, de una belleza gorda. Ahora su flacura asombraba. Ade- mas, su caracter, antiguamente candido, rebosaba de hos- tiles asperezas. Conmigo siempre habia sido manso, Me \ EL ALMA DE LOS PERROS

You might also like