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BIBLIOTECA DEL ESTUDIANTE UNIVERSITARIO 7 FRAY MANUEL NAVARRETE POESIAS PROFANAS logo y seleccién de UNIVERSIDAD NACIONAL AUTONOMA DE MéxIC0 COORDINACION DE HUMANIDADES acéxtco 1990 Primera edicién: 1939 Segunda edicién: 1972 ercera etfcion: 1990 DR © 1990. Universidad Nacional Auténoma de México Cindad Universitaria, 04510 México, D. F Duscci6s Genueat ng PusLIcactones Impreso y hecho en México ISBN 96836-13012 a PROLOGO Si silo se tomara en cuenta la época en que principié 4 escribir, Navarrete quedaria situado entre nuestros poctas de fines del siglo XVIII; mas sus versos —algunos de ellos trazades en ‘la adolescencia— permanecicron ignorados hasta que, después de haberlos corregido en el claustro, circularon manus- critos, antes de aparecer en el Diario de México, duronte los cuatro sltimos aiios de su vida, a prin citios del sigh XIX. Con reiraso explicable, se encuentran en la obra de Navarrete algunos ecos de la poesia espaiiola del siglo XVIT y aun de escritores casi olvidados por entonces en ia peninsula; pero en su obra aparecen tam de explicar— anun- cios de la transformacién que operaria después el Romanticismo. Navarrete se halla, pues, situado entre dos siglo y dos épocas: entre un ocaso y una alborada, na de incertidumbre nocturna, jor de la clisica Noche serena, a quien tortura ya, como un anticipo roméntico, la melan- colfa de su Noche triste; el focta que cullamente habla de “...la Luna, cuando sus céncavos lena”, presiente el tema sepulcral: “éridos esque n —y esto es menos féc letos descarnados / ocupan los obscuros mausoleos. En tal posicién, en ese aparentemente inestable equilibrio, estriba mucho del renovado interés que tal poeta brinda a quien se proponga emprender su estudio, tras sna otenta Lectura. Después del apogeo que alcanson en el siglo de oro espaiiol los poetas mds personales —Lope, Quevedo, Géngora—, los imitadores del iltimo sobre todo, por su inasible vaguedad, provocan una reac- cidn que, al acentuarse en el siglo XVIII, con una preceptiva intransigente, lleva al olvido de la emo~ cidn estética que debe producir la poesia, Por el mismo camino van los fabulistas —Iriarte, Semaniego—: para Inir de las complicaciones de conceptisias y cwlteraios, abogan por ta claridad y la laneza que los conducen al prosaismo. Al tratar de definir aquélios la poesia, sélo definen el verso, y consideran a éste propio tara la enselanca por ser buen ausitiar de la memoria Al cundir el prosaismo, pasa de la antigua a la wea Espaiia, La obra de Sartorio —censor de Navarrete— proporciona wna confirmacién palpable de ese contagio, La importancia de la tarea que emprenden algunas de los poctas espoftoles + wn poeta mexicano que sigue las huellas de aquéllos, como Navarrete, debe medirse por su esfuerzo al Tograr un retorno a Ta poesta verdadera, que ambiciona algo més que hacer versos bien medidos. Esos poetas habrén de dotarla de vitalidad nueva; de una armonia que los oidos de) los més ya no perciben, por imitac reacciones desorientadas. Para los neoclésicos, tal resurreccién debia apo~ wrse en los modelos venerables de la antigiiedad ‘lisica y en algunos de los mejores de otras lites raturas. Entre aquel deslucido ocaso ¥ la radiante alborada préxima, se sitia Navarrete, Al principio, no es wh renovador. Blaxdamente, cargado ain de impuresas, se amolda al prosaismo, con sencilles y beatituds torpes a pero se cleva luego, poco poco, ayudado —més que por las lecturas —por swia despierta sensibili- dad que facilita su marcha ascendente. El proceso de esa marcha ¥y el resultado obtenido, pueden obser- varse en esta seleccién de sus poestas profanas. Virtudes 9 defectos —en todo imitador hay mas de éstos que de aquéllas— de tres siglas de traticion postica, se descubren, como natural sedimento, en la obra de Navarrete. Erético artificioso, asimila a través del almibarado ejemplo de Meléndes, las que Jucron en Villegas primeras mieles. La moda del siglo le empuja hacia la felsificaciin de la vida del campo, més que a través de las églogas de Garci laso, por los torcidas senderos de sna convencional Arcadia, Lope con el soneto que manda hacer Vio- ante; Géngora, con sus finas décimas se hallan presentes en sus recursos, y Navarrete sigue a tos dos, a distancia Algunas notas con que acomportaba sus envios de poesias al Diario de México y varias alusiones auto- biogréficas que se refieren a padecimientos fisicos 'y penas morales —sayores aquéllos que éstas, aun- ‘que su sensibilidad amplificara las segundas— nos perm Ia evolucién de Navarrete que, fiel a sus clisicos, principia por repetir como reflejo ‘que apenas deforma ta imagen original, lo que con- serva de sus lecturas de poctas de otros sig Queda Inego —por mes de afi ligada a Meléndes, que te conduce hasta Young, y entonces extrac de la obra de éste mayor provecko jue su guia. Entre smo y otro, no falten, en su ejercicio literario las notas festivas, los versos en que se desvia a veces hacia ta vulgar sencillez de Tos brosoistas, aunque titéndola de un personal ingenio criollo, que da a algunas de sus fabulas —onota Urbina— “el aspecto de sdtiras antiguas”. vin Navarrete se deja seducir por los detalles deli- cados, y esto hace que se incline fatalmente al abuso del diminutivo; mexicano, aunque Nevarrete lo emplee, al copiarlo de Meléndes, en sus terminacio nes castisas, Abundan los diminutivos en aquella poesta; poesia abundante en diminutivos es la de Navarrete, que, como su modelo espaitol, parece empeiiado en acumular blanduras y suavidades en sus versos, devolver a la poesta, con generosidad, mucho més de lo que, en este sentido, tenia antes de que —despojada del calor vital —se convirtiera en versos llanos ¥ frios. Por eso, tal ves, exirema la nota cuando dice Si, Cupidillo tierno, ‘muy mole, muy blandito... Primero, cantor de ajenos amores 0 de amorios imaginarios; poeta descriptivo, después, que en La mafana se supera y afirma, va definiéndose hasta convertirse en poeta elegiaco. El soiado amortajador de la supuesta amada —Clorila—, luego, debido al sufrimiento realy bajo la influencia de Young, arriba a la Noche y los Ratos tristes.. Por ellos se evade —gfara siempre?— de la poesta pastoril. Cuando abandona albogue y disfraz, Navarrete se muestra superior a sus modelos. Edward Young fue, como se sabe, un mediocre poeta que, a pesar de ello, alcanss wna popularidad sorprendente ¢ influyé en palses tan distantes como Suecia y el nuestro, porque en su obra ‘The com plaint or Night-Thoughts adopté wna nueva actitud de meditador onte la Luna, De sus Noches, traduci- das y adapladas a prosa froncesa por Le Tourneur —o més bien de la tercera de ellas—, proceden las Noches ligubres, atribuidas a Cadalso for su leyen- var do y por un pérrofo de las Cartas marraecas. Juen de Escéiquis, autor de México conquistado, que expurgé las obras de Young y las traduja del inglés al castellano siguiendo a Le Tournewr, contribuyé a difundirlas por Espota y América. Navarrete, en su Noche triste —antecedente, por el titulo, de las Noches tristes de El Pensador— y en sus Ratos tristes, se acerca al poeta inglés, de quien toma el tono y algin subtitulo, a veces, para elegir otro rumba. Mas sincero que aquél —que, como algunos Conversadores habiles, supo estimular las confiden- ‘ias—, Navarrete, en esas poesias alegiacas, ofrece su vida dolorosa, en jirones. Como sor Juana Inés de la Crus —a la que se aproxima en varios aspectos de su vida, aunque no alcance la elevacién de la obra lirica de la mon- ja—, Navarrete fue intérprete de amores que 20 pudo sentir con la intensidad de la poetisa, en quien lo hiumano toma aporiencias divinas. El amor, para 4 —de acuerdo con la estilizacién del siglo en que tseribo—, se convierte en un refinado juego de pas toras y pastores fingidos. José Manuel Martines de Novarrete, que nacié e118 de junio de 1768 en la villa de Zamora, en tierras que ahora son de Michoacén, hizo en Valla- dolid sus primeros estudios. Su padre apenas vivid para conacer al hijo recién nacido, y la madre, esca- sa de recursos, lo envid a México, en fa adolescencia, ‘con el fin de que aprendiera a trabajar en el comer- cio, al lado de un pariente. Cinco aiios estuwo en 1a capital. Estudié dlgcbra + geometria. Asistié @ Ia Academia de San Carlos, donde tomé clases de dibujo. Recibié También clases de esgrima y danza, ‘segin vefiere su bidgrafo Carlos Marla de Busta- mante. Alentada si vocacién religiosa por el afecto maternal se trasladé a Queréiaro, a los 19 aitos, 1 en 1787. A la ves que su amigo Vicente Victoria, profess el 7 de agosto de ese aiio. Destinado a la Recolecciin de Nuestra Seiiora del Pueblito, enfer- mé de pleuresia. A pesar de que su salud quedé resen- tida, estudid Filosofia. con ahinco, hasta que se vio obligado a suspender ese estudio. Leyé a Quintana, Lope de Vega y fray Luis de Leén, durante seis aiios, incansablemente, Victoria, compaitero de claue sura, tena que apogarle la luz con que velaba en sv celda, o altas horas. Después de estudiar latin en el Pueblito y tres aitos de filosofia, en Celaya, {fue profesor de latinidad en Querétaro, Recluido en esa ciudad —sus superiores ignoraban ain que era pocta—, glosé en décimas cl texto de Job, que tam- bin Young habia parafrascado. Otras poesias sacras —no incluides, por su indole, en esta selec- cién— salicron de su plana y figuran en sus Entre- tenimientos poéticos, que rewnié y publicé Alejandro Valdés en dos tomos, en 1823, 0 los catorce aiios de muerto Navarrete. Fallecié éste, el 19 de julio de 1809, en el Real de Minas de Tlalpujahua, ab que sido destinado, como quardién del convento, después de haber estado en Celayo, Valladolid, Rio Verde, Silao y la villa de San Antonio de Tula Pasados tres meses, el 19 de octubre, fue leido y premiado —con dos medallas de oro y cuatro de plata— por la Real Universidad de Mézico, el canto en octaves con el cual participé Navarrete on el certamen literario que se celebré por la exaltacién de Fernando VIL al trono. Sus poesias fueron reimpresas en Paris y en Mézico, durante et siglo XIX. A los dos tomos iniciales, se unid, en 1929, el que contiene los poe- mas, inéditos hasta esa fecha —cuyo manuscrito se guards en la Biblioteca de Austin, Texas—, que publicé la Sociedad de Bibléfilos Mexicanos, x isi in sia El que habia escrito: --mis.versos, por un’ destino infausto alternan, en mi vida, venturas y quebrantos; job, versos infelices, quién me diera borraros!... destruyé antes de morir, treinta sonetos a Anarda xy otras froducciones inéditas Navarrete hizo de si mismo este retrato, en carta dirigida a Bustamante, que no lo conocié en perso- na: “un hombre regular; alto y no muy mal forma~ do, vestido con la mortaja dé S. Francisco: igno- rante, pero que de cuando en cuando parece lo contrario, por algunas chispas de un natural felis, que el Setar se sirvié darme. gDird V. que me humi- llo?, tues déjeme V. levantar del polvo de la tierra. Dije que era wn hombre poco mds 0 menos como todos, 9 no hay tal, porque tengo un corazén blando, donde tienen como su nido los dulces afectos del amor y la amistad; tengo una boca de verdades para no engaiiar a nadie...” Hombre sencillo, que gustaba de alternar con sus obligaciones 1a actividad literaria, el poeta resentia, en parte por su delicada salud, los cambios de un lugar 0 otro. Trostedarse a Celaya, le farecta ir a un destierro, A veces, se dolia de su soledad, de su aislamicto tor lo demas voluntario: “ciento y cincuenta lequas, ‘me separan de esa corte: a mas de esto, cada quince dias entran y salen los correos que en otras partes son semanarios”, escribe el 20 de marzo de 1808. No obsiante ese aislamiento, se equivocaria quien pensara que Navarrete —cura parroco, predicador, xt catedrético y, por ‘ltimo, guardién de convento— hacia una vide por completo ajena a las preocupa ciones del siglo. ‘Menos cerca de los poderosos que sor Juana —por timides, modestia -y otras causas—, Navarrete no podia dejar de atender las peticiones de admiradores y admiradoras, de quienes era confidente y afable ‘ecretario de amores, como él mismo, con cierta fatiga, advierte en unos verses. Pacientemente escribia, para quienes lo solicitabun, respuestas y elogios. Sélo una ves, en nota jechada el U4 de diciembre de 1807, se rebela ante la incom prensién: “Ia ignorancia y la maldad, escribe, han ‘confundido criminalmente la necedad estipida y grosera con aquella amable simplicided que forma el caricter de las almas puras y limpias...” Por ello, tal ves, sale del tono habitual, cuando arremete contra los malos poetas, algin ladrén literario, gente de costumbres reprobables, a la cual castiga Gon tanta dureza, que se creeria que esos dsperos ‘verses no salicron de la misma pluma que trazé las dulees anacreénticas Gustaba, ademés, de participar en festejos 9 de mesclarse en actos piiblicos. El 21 de agosto de 1808, segin él mismo informa, se efectud en Tula un homenaje a Fernando VIL, con motivo de la invasion de Espaiia por las fuersas napolednicas. “Queruiron- se, dice, considerables gruesas de cohetes. Tomése un retrato de Napoleén y poniéndolo enmedio de la plaza, sirvié de escarnio y mofa.a todo el pueblo”. Después de describir el carro triunfal que salié por las calles, com “cinco genios en vivo”, transcribe este mote —probablemente debido a su pluma: Por nuestro Rey don Fernando, y contra el vil Bonaparte ‘ada espaiiol es un Marte. xr “Todos fuimos soldades este dia, afiade, y hasta los pastores de estos cerros y mujeres y nifios, se pusicron también su escarapela.” Hubo “un gran baile de campo y corte y en ta ocasién més oporiuna, captada Ia atencién de los concurrentes se pronuncié este soneto”. (Uno de Navarrete, escrito en honor del mismo rey). Si se quejaba de las persecuctones de enemigos; de que se le obligara a concluir sus estudios de teol gia, no por ello debemos pensar que tuviese polé- micas —como la que dio origen a la Respuesta a Sor Filotea, de la ilustre monja—; pues aunque algin superior le reprochara afectuosamente que dedicase mayor tiempo a ta lectura de obras de imaginaciin que a los estudios teoldgicos, indudabte mente no vela con disgusto esas actividades litera rias. En su condescendencia, aguél Negd a recomen- dar que se le aconsejara, no en prosa, sino en verso: en romance —bondadoso, aunque de limitado suelo—; esto es, en la misma forma que Navarrete empleaba en su defense ae Con una o las tres iniciales de Navarrete, aparecié Ja mayoria de sus composiciones, en et Diario de México, de enero de 1806 a enero de 1810. En las cuatro péginas del pequeito diario que comensé a publicarse en 1805, tenton sitio preferente las poesias. Se les destinaba el lugar de honor, en la primera plana, casi siempre, hasta que la situacién politica —tanto de Estaiia como local— obligé a ceder espacio a noticias de guerra, bandos, etcéte- Antes de que aparecieran los primeros versos de Navarrete, se prepard a los lectores, afirmando que ten‘an “a dulsura del mismo Meléndes”. Su bellesn “no es tan extraiia a nuestro clima”, decia Barucg, samt en noviembre de 1805, al hablar de las piezas que Te habia comunicado sw paisano E12 de enero de 1806 se publica la primera (pré- logo de las odas). Navarrete sdlo puso sw nombre, al pie de contadas poesias laudatorias, escritas en honor de autoridades y gobernantes. Por primera ‘ves, Io hizo on el Diario de México, el 11 de octubre de 1807, con la poesia en que elogiaba al manarca espaiiol por haberse opuesto al tormento. Jamas lo tusé en composiciones amorosas. El iltimo envio de Navarrete, hecho a fines de 1808 se publicé el 9 de diciembre de ese aiio, El aviso det fallecimien- to de Navarrete aparecié el 8 de agosto de 1809. At dia siguiente, ef licenciado Carlos Maria de Busta- ‘mante publicd wna ampli nota necrolégica. Después de la avalancha de elogios en verso, de los drcades mexicanos, se publicaron algunas otras poesias del desaparecido. La iiltima (A un nifio agraciado), ef 17 de enero de 1810, A pesar de que rehusé aceftar, al principio, Nava- rrete fue presidente o mayoral de ta Arcadia Mexi- cana, que a imitaciin de la de Roma, “invent6” —se- gin su expresin— el drcade Amintas Aiios de decadencia para las artes en la Nueva Espaiia, eran aquéllos. A falta de encargos de escwl- turas y de obras arguitecténicas que emprender, don Manuel Tolsé se dedicaba a fabricar coches de lujo. Algiin pocta—M. B. o el Aplicado— gastaba su ingenio estérilmente en srdir versos como los que ma continuacién: Explicase una pasién amorosa en el siguiente soneto: Ardiente salamandra me enamoro; ‘moro en Ja pena de vivit amando; ando sin juicio, por quien despreciando, Preciando vive del desdén que loro. Oro a los cielos, con que mi desdoro doro, y creyendo que se va acabando, cavando mi dolor se va tomando mando fiero en la vida que atesoro. Tesoro hermoso, ya que en mi desvelo velo constante, triste y desvalido, valido de tus ojos, a Cupido pido te ordene que en mi desconsuelo consuelo libres a quien te ha querido hherido de su harpén jsin paralelo! Navarrete y los pocias que le rodeaban, no com- prendieron el aviso y la amenasa que entrafiaban los sucesos del ‘93, en Francia, y la revolucién de 1508, en Espaia; no presinticron la guerra de Inde- pendencia, que acabaria con la arcédica placides y haria enmudecer a los apacentadores de rimas. En sw Historia de ta poesia hispano-american, Menéndes Pelayo —a quien ineludiblemente se men- ciona al escribir sobre Navarrete, a pesor de las rrefutaciones de Pimentel— opina que “sus anacreén- ticas s6lo resulton agradables cuando, en vez de cantar el deleite, celebra los prestigios de la miisica 0 los encantos de la inocencia’. “Pero aun en sus versos amorosos, dice, hay wna dote muy seftalada, que es claro indicio de organi- sucién postica: el sentido del nimero y de Ia armo- nla no sélo de coda verso, sino del periodo entero.” Y agrega: “no es wh versificador intachable, -y entre otras cosas abusa de la sinéresis, quisé por defecto de fronunciacién americana; pero antes de Pesado y Carpio, que tampoco estin exentos de este xv género de lunares, nadie versificé en México con tan continua fluides y tanto respeto al oido”. El mismo critico aplaude, entre aguello que To merece, algunas de las poesias sagradas de Nava- rrete; pero se muestra desdefioso hacia las otras poesias. Tal desdén cs injusto, pues sin ellas care- coriamos de testimonios sobre el amor que su timi- des sélo entrevié, antes de vestir el hdbito, Navarrcte puso, en céndidas poestas pastoriles, algo de lo que ubiera querido conocer en su vida de huérfano, privado de ternura casi al salir de la infancia, La poesta ecldgica de Navarrete es ta realisacién poética de una juventud recatada, que apenas rosé los sentimientos amorosos. Un juego dulce, suave, deticado, sin exceso de pasién, aun en los supwestos desengafios, es ef ‘amor, para este pocta, La presente seleccién contiene desde la primera décima que escribid, segin nota de él mismo, y las Eglogas, imitadas de Garcilaso —eomo las odas to fueron de Meléndes Valdés—, hasta las pocsias cle- giacas Noche y Ratos tristes, y la description de La mafiana, en que alcanza el punto mas alto; desde las quintillas hasta los sonetos, los epigramas ¥ la Letrilla, que es uno de los primeros ecos de La flor del Zurguén, de Meléndes, que tantos otros tuv9, después, en Hispanoamérica, Forzosamente limitado por los temas de sus odas ‘amatorias, Navarrete busca la variedad, dentro de Ja monotonia, El iinico remedio para ello, consiste, a su modo de ver, en cambiar de molde. Pasa de las liras a las actavas reales; de las cuartetas al romance; busca otras combinaciones de versos, de arte mayor ¥y arte menor, ¥ ensaya el terceto en- adecasilabo. Sélo por excepcién desdefia la rima —perfecta xv 0 imperfecta. Sigue a Iriarte, en cuanto a la varie- dad de metros que adapta a cada asunto. Asi, por ejemplo, usa el tetrasilabo en combosiciones ligeras, como los Juguetillos a Clorila Entre dos extremos se sitia la lirica de Navarrete entre la afecteda suavidad de Meléndes Valdés, Ja melancolia y eb desencanto pesimista de Cien- fuegos, que anuncia ya el Romanticism. La primera es propia de ta edad juvenil; Ja segunda, del estado enfermiso de los siltimos aos la vida de Navarrete. Esto explica en parte la trayectoria: de las poesias de amor a las de asunto filoséfico. Si en més de un siglo transcurrido se han desgas- tado las imégenes foéticas empleadas por Navarrete, debemos recordar que algunas eran ain relativamente nuevas en su época, También hay que tener presente, en el aspecto sentimental, que ayes y ligrimas eran la forma usual de expresién; y el sufrimiento, un placer amargo. En la poesia de entonces, segin el proceso conocido, se exagera sensualmente el dolor de la separacién amorosa, temforal o definitive (églogas, sonetos, elegias); se agiganta el valor de la amistad. El pocta se conmueve ante los temas abstractos (libertad, inmortalidad); lega a los con- fines del humanitarismo: comprende el rudo trabajo Ta fatiga real del campesino (La maitana). Por iltimo, se vuelve hacia ct misterio propio o hacia el del més alld, y se convierte en un meditador filosdfico (Ratos’tristes). Navarrete, como ya se dijo, tomd lecciones de dibujo en la Academia de San Carlos. La prepa- racién visual, pldstica, que completaron con el sentido del ritmo las clases de danza y esgrima —aspecto no desdeitable de su educacién, aunque Bustamante piense lo contrario—, se revela en el ewidado con xvit que pinta, con términos y matices adecuados, los ‘miniseulos paisajes de las anacréonticas, estilisados a la manera de los pintores del siglo XVUI, y la precisién con que mueve, sobre el fondo pastoril, las figuras de leves mujeres, driadas y ninfas; deie dades de una mitologia suavizada por él cristianisma, Lo inteligencia y la sensibilidad de Navarrete se complacen en seguir esos arabescos de sus odas, en Jas que rimas y ritmo, adecuados al tema ligero, giran en torno de él; recorren a lo largo sw caudal 3 afluentes; completan el sini, y rematan la com- posicién, con la: moraleja La preocupacién moral fue, en Navarrete, inse- parable de esa manera postica, La sensualidad progia del siglo que apuraba el goce material, se depura ¥ afin en el pocta que, sia veces desciende hasta él prosaismo, no hace concesiones en cuanto a moral Muchas de sus odas encierran, bajo ta despreacu- Pacién aparente, una intencidn ejemplarisadora, El amor que canta siempre es sano, sencillo, Su volup- tuosidad sélo es suterficial: no Wega a la total em- briagues de los sentidos: no sigue a su modelo espaiial hasta duplicar los temas favoritos de Ana- creonte. No comprende el epicureismo, el desquite del dolor, pasado 0 futuro, por eb goce del presente: se conforma con el amor y la amistad. Le agrada ver Ia danca, como le deleita el fluir del agua. Le seduce lo gracioso y muelle, en la flora. En cuanto @ Ta fauna, por el mal gusto imperante en aquellos dias, hay que confesar que no es muy acertado en la seleccién de ejemflares, El entusiasmo que alienta en tos endecastlabos sueltos de La mafiana —gue Urbina tlemé silea— no es como el de fray Luis, en el elogio de ta vida retirada, ni tiene la desinteresada fruicién de La mafiana de Meléndes Valdés, Mas cerca esti de xvi Rousseau y de sus simpatias por la vida del hombre en contacto directo con la naturalesa, Més que por sus églogas, por ése poema, Navarrete 5, cronolégicamente, el primer bucélico mexicano: al encomiar las labores agricolas inicia la focsia campestre Quedan fuera de esta seleccién las foesias sacras, por la indole de la misma indicada en el titulo, las traducciones: de Angelo Policiano, Galo, etcéterd. Se ha devuelio a varias composiciones originales el titulo con que las dio a conocer et Diario de México, porque seguramente fue el que el mismo autor les ‘puso; exceptuando ei soneto La triste ausencia —que fitulé también La mafiana— fara no duplicar este titido, De alguno de los sonetos publicados més de una ves antes de pasar a las paginas det libro, se hallan reproducidas agui las ltimas variantes com que aparecieron en vida de Navarrete. Francisco Monterve xix POESIAS EN LA REMISION DE E! TAS POESIAS A Fabio (Blas Martinez de Navarrete) Como en triste sepulero, en un estante viej condenados a olvido yacian mis pobres versos; Pero a la vor que manda en todo lo que tengo, fueron saliendo todos os miserables muertos. Dame pena el mirarlos carcomidos del tiempo, animindome a darles algtin semblante bueno. ‘Ya les quito, les pongo; y al fin de todo advierto, 3 que en vano se compone lo que de suyo es feo. No obstante, Fabio, al modo de anatémico diestro, {que un esqueleto forma de carcomidos huesos; De Ja misma manera por sélo tus preceptos, hice este como libro, de mis mohosos versos. Hacerte yo querti un ramillefe ameno, del monte de las musas, con floridos conceptos; Pero, jvanas fatigas de iniitiles deseos, Apolo no me inflama con su divino fuego! En_ juveniles afios, y. alegres pasatiempos, amor fue mi nume geudles serin mis versos? Pero debo advertirte, que de su blando plectro no siempre me he valido en algun propio empefo. Las mis veces instado de Ia amistad y el ruego, fen ajenos amores canté agradables. metros. 4 De aqui nace la especie de nombres tan diversos, Filis, Doris, Clorila, y otros mil sobrepuestos. En todos, ya supongo, por todos sus aspectos Ia falta det adoro, y también del ingenio. Pero tit bien lo sabes: el alcizar supremo de las ciencias no he visto sino muy a lo lejos, Por eso me disfrazo en simple zagalejo, y en humildes cabafias jas mis veces me suefio. Por eso a mis muchachas por los campos las llevo, ya tejiendo guirnaldas, ya guardando corderos. Por eso... pero basta de por esto y aquello: cada cual reproduce al caracter del genio. Por iiltimo, te encargo que no pongas mis versos donde malignos momos tal ver puedan morderlos. A Después, mas que descuides de ratones perversos, de criieles polillas, y otros animalejos. Aquéllos son peores, porque aunque étos 3 cierto que devoran las hojas; pero el honor aquéllos. Y en este caso, estaban mejor mis pobres versos, como en triste sepulcro, en un estante viejo. D&CIMAS A UNOS OJOS Cuando mis ojos miraron de tu cielo los dos soles, vieron tales arreboles que sin vista se quedaron; Mas por ciegos no dejaron de seguir por sus destelios, por lo que duélete de ellos, que aunque te causen enojos, son girasoles mis ojos de tus ojos soles bellos. A FILIS EN EL camro* Oye, Filis, Jo sonoro de melodiosas cadencias que en acordes competencias trina ya el volante coro. Cada. péjaro canoro parece que esti apostando, y st piguillo variando Ya con tan grato primor, que un érgano volador se esti en el aire escuchando, Mira tantos nacimientos de arroyuelos, cuya plata susurrando se desata or esos valles sedientos. Con tniformes acentos, y compases distribuidos, yan quedando suspendidos de sus miisicos rumores, hasta que en cama de flores se quedan como dormidos Mira la hermosa arboleda de verde pompa vestida, SEL que Megare a leer estas décimas, tendré mucho de ‘qué reir; pero el viejo Gingora me lis agradecer’. No e& malo el consuelo, (NN. del A.) 10 y como que nos convida ‘2 pasear por su alameda, Alegre el fnimo queda respirando la frescura con que brinda la espesura de los arboles, que son ya un toldo, ya un pabellén a tu divina hermosura, Mira cufntos animales, en cuyas pintadas pieles se esmeraron los pinceles Y¥ dibusjos naturales Tras de ellos van los zagales tafiendo y cantando amores: asi tienen por mejores sit libertad, st cabatia, que aquel fausto que acompaiia a las citidades mayores. Mira la selva vestida de un verde que por los ojos se entra a quitar los enoj En ella la comalida oveja puede encontrar cuanto tenga que desear: Ja mesa para comer, el campo para correr, lecho para descansar. 1Dichoso yo, que a tu lado ando el canipo y sus florestas fen las mafianas y siestas libre de todo cuidado! ‘Ahora siéntate en el prado, a Ia orilla de esta fuente: u aqui, Filis, mutuamente 4 nos haremos mil amores, y con guirnaldas de flores nos cefliremos la frente. 'UCCION DE UNOS eS AMATORIOS EN LA DEST PAPE] De qué me sirve, papeles, hijos de un bastardo amor, : veros con tanto favor, si vosotros sois crucles? ; Ingratos sois, sois infieles, heredando el ser tiranos; mas yo haré que vuestros vanos y falsos prometimientos Sean en menudos fragmentos 1 despojo de mis manos. Confieso fuisteis amigos en amorosos cuidados; mas ya del todo volteados, sois tenaces enemigos De mi deshonra testigos, vergiienza me da teneros, ! pues mirdndome severos, sin que el corazin.resista, me hacéis gustar por la vista los acibares mis fieros. ‘Asi pues, os he de hacer pedazos, porque a mis ojos no sois mas que unos despojos de un ingrato proceder .. ‘Mas no esto sélo ha de ser: | aiin mis tenis que suftir. 2 B j 13 SONETOS INFLUJO DEL AMOR Imitando el artificio del primer soneto de don Tomds de Iriarte Célebres calles de Ja corte indiana grandes plazas, soberbios edificios, templos de milagrosos frontispicios, clevados torreones de arte ufana. Altos palacios de la gloria humana, fuentes de primorosos artificios, chapiteles, pirimides, hospicios, que arguyen la grandeza americana. iOh México! sin duda yo gozara Jel gusto que me brinda tu grandeza, causa superior no lo estorbara, De tu suelo me arranca con presteza el suave influjo de la dulce cara de una agraciada ristica belleza. RECUERDOS TRISTES Cuando tu blanca frente yo cefiia de yedra azul y de encarnaila rosa; cuando en el fértil prado y selva umbrosa nil carifos muy dulees te de: Cuando de agreste flauta me servia para cantar tu cara milagrosa; cuando en nuestra cabafia venturosa me nombraba por tayo, y tii por mia: Cuando... mas no, no quieras, Cloria amada, que refiera mas gustos, pues no intento que gima la memoria lastimada, Tha a decitte que en aquel momento que recuerdo la vida ya pasada, no sé cémo no muero’de tormento, LA SEPARACION DE CLORILA Luego que de la noche el negro velo por la espaciosa selva se ha extendido, parece que de Iuto se han vestido las bellas flores del ameno suelo, Callan Tas aves, y con tardo vuelo cada cual se retira al dulce nido. iQué silencio en el valle se ha esparcido! Todo suscita un triste desconsueo, Sélo del butho se oye el ronco acento; de la lechuza el eco quebrantado, y el medroso ladrar del can hambriento, Queda el mundo en tristeza sepultado, como mi corazén en el momento que se aparta Clorila de mi lado. 89 LA TRISTE AUSENCIA Su manto recogié la noche oseura que cobijaba al mundo tristemente, y abrigndose las puertas del oriente Se asoma a su halen la aurora pura. De ta fresca arboleda en la espesura os céfiros susurran blandamente; desata el arroyuelo su corriente, Y por mirgenes verdes se apresura. Sus fragancias respiran flores suaves, y Henando los vientos de armonfa requiebros trinan las parleras aves. Todo el mundo se Ilena de alegria, ‘menos yo, que en mis penas siempre’ graves, ausente estoy de la zagala mia, EL CAMPO A doquiera que vuelve el rostro hermoso, 1 rostro celestial la Clori mia, esparce con sus ojos la alegria tal es de alegre su mirar gracioso. Un caos parecfame tenebroso €1 campo, cuando a verme aiin no salia; mas después que asomé su claro dia, me parece wn oriente himinoso. iAy! micame, zagala; y tus ojuclos, con cuyas blandas luces resplandeces, no los cubra la ausencia con sus velos. iAy! mframe otra vez, y otras mil. veces, que €l sol no es tan alegre por los cielos, como ti por los campos me pareces o1

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