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Cariruto IL Reacciones y revoluciones (1815-1871) ‘A. menudo, cuando comparamos nuestro siglo xx ensangrentado por dos guerras horribles con el perfodo comprendido entre 1815 y 1871, nos sentimos propensos a admirar la buena suerte de nuestros antepasados. Es una idea ilusoria. El siglo xix ha sido una de las fases més amargas y mas crueles de la historia europea. Disturbios, revueltas, revoluciones en el aspecto interior, guerras, contflictos, intervenciones en el aspecto exterior jalonaron la totalidad del perfodo que estudiamos en este capitulo. Debemos revisar nuestra escala de valores y comprender que Europa vivid, después de los tratados de 1815, en medio de la agitacién y el sufrimiento. 1. Los factores de los disturbios Los cuadros idilicos —y absolutamente inexactos— de la sociedad europea después de 1815 son los responsables de la distorsién his- t6rica que hemos sefialado. De hecho, la novela y el teatro no ha- baron mas que de las clases acomodadas, las Ginicas que, por otra parte, podian gozar de una vida muelle. La sociedad retratada por Balzac y Stendhal es la nobleza y la alta y a veces la pequefia bur- guesia, Seria vano buscar en la literatura, antes de Emile Zola, un auténtico pintor del proletariado. En todo caso, lo dnico que Hama la atencién es la clase epeligrosa», el Lumpenproletariat de Marx, por ser una especie de monstruosidad propia para Tectores amantes de agradables escalofrios. Victor Hugo nos habla encantado de pre- sidiarios y bandidos. A Eugéne Sue le ocurre lo mismo con Los mis- terios de Paris. Y a Balzac en Vautrin, por ejemplo. Pero, édénde esté el auténtico, el verdadero proletariado? Algunas veces aparece aisladamente el ebuen obrero>, sumiso, respetuoso, rastreramente adulador, que admite su triste condicién como una eterria necesidad, y que puede, si consigue no comer ni beber, guardar algin dinero ‘en la caja de ahorros, accién que se ve muy alentada por las almas caritativas. 2B Si el trabajador tiene un espiritu més fuerte y lucha por su vida y por su dignidad, se le equipara inmediatamente al bandido de de- recho comin. Los articulos 414, 415 y 416 del Cédigo penal francés le prohiben cualquier , para em- lear una terminologia moderna, entraron en la era del desarrollo. Entonces se produjo un fenémeno notable: el factor iba_a_pro- duets Ine revuclias onganizadas no eevia ya Ta-miseria-absoluis, em brutecedora y sin esperanzas, sino el inicio del _progreso Desde 1815, descontentos m&s conscientes se reagruparon en sociedades que debian mantenerse en secreto a causa del rigor poli- 1. Véase Tl parte, capitulo I. I ciaco. Se trataba de pequefios grupos perseguidos sin cesar, animados por un ideal revolucionario. Los carbonarios italianos, la Charbon- nerie francesa, las sociedades republicanas de la Monarquia de Julio («Sociedad de las familias», Sociedad de las Estaciones»), la ckiga te lon justoss en Alemania cesfdenal, la Sociedad del Nowte> y it ‘Bociedad del Sum en Rusia, y muchas ots, prtenccfan a este tipo. Sus miembros eran oficiales, estudiantes, artesanos y pequefios 2. La era de las insurreceiones (1815-1849) gue Ja causa fundament as i jones res tisfaccién de las masas miserables, es interesante ‘seguir su proceso desde un punto de vista eronologico, ya que des- cubrimos un fenémeno europeo que, a través de las fronteras, tiene miltiples nexos. : Para simplificar —pero sin deformar la realidad— podemos decir que entre 1815 y 1849 Europa conocié tres oleadas revolucionarias sucesivas “Por Metternich ehogé el movimiento antes dé que hubiera tomado forma revolucionaria, No ocurrié de igual modo en Espafie. Aqui, las ‘ropas acuarteladas en Cadiz para ir a combatir a los colonos ameri- anos que se habjan sublevado, se amotinaron bajo las érdenes de un oficial, el teniente coronel Riego, en enero de 1820. Las tropas del Norte hicieron triunfar esta revolucién, cuyo fin era politico. El rey Fernando VII tuvo que restablecer la constitucién de 1812 que habia abolido antes. El absolutismo no seria restaurado hasta 1823, después de una intervencién francesa. Casi al mismo tiempo, en julio de 1820, estall6 una revuelta en Népoles, tramada por los carbonarios y diri- gida por un oficial, Pepe. Su fin era igualmente politico. El rey Femando I tuvo, a su vez, que establecer una constitucién, Mientras las tropas austriacas —cuya organizacién era copia de la de los carbonarios italianos— intent6 pasar ala insurreccién. En Sau- mur (diciembre 1821), en Belfort (enero 1822), en Thouars (febrero 1822) y en Colmar (julio 1822) los oficiales se sublevaron o trataron de sublevar a las guarniciones. Pero estos complots, lamentablemente organizados, fracasaron en todas partes. E] dltimo pais alcanzado por esta oleada revolucionaria fue Rusia. A la muerte del zar Alejandro I, un grupo de oficiales, pertenecientes fa sociedades secretas, intent6 entronizar a su hermano Constantino cen lugar de a su otro hermano Nicolés. Lo que verdaderamente inten- taban era transformar el régimen autocratico en régimen constitucio- nal. Fue la insurreccién de 1815. Italia siguié siendo una . Checos, croatas y hiingaros fueron sometides a un im- placable centralismo. Sin embargo, algo esencial subsistid de todo este inmenso movi- miento. En primer lugar, Francia mantuvo el sufragio universal. Pese a que con é| no se consiguio impedir el golpe de Extado y el restable cimiento del Imperio, a largo plazo constituyé una victoria esplenido- rosa para la democracia ver cOmo, por primera vez en el mundo, una gran potencia adoptaba un Sinteme elestoral-basado en Ia voluntad popular. En segundo lugar, fueron abolidos los tltimos vestigios. del ‘zégimen sefiorial, sin posibilidad de’ soe sen de nuevo Haplantado ‘nuevo Tmplantados, ‘en los paises donde atin subsistia, salvo en Rusia, donde la servidum- bre no habria de ser abolida hasta 1861. Y para finalizar, la mayor te de los Estados mantuvieron las constituciones, ya otorgedas, ya Yotadas. Dos de ellos, Prisia, cuya irradiacién intelectual y moral era entonces intensa, y el Piamonte, poco antes desgraciado campeén de las [ibertades italianas, iban a servir de polos de atraccién de los miovimientos nacionales. No se tardaria mucho en descubrir sus con- secuencias. 3. La era de la gran politica econémica ‘Una de las razones que explican el fracaso de las revoluciones de 1848 es el temor del «peligro rojo. Si entre los medios avanzados de las ciudades la gente era favorable a Tas Tevoluciones, los cam-_ pcortalistas como erepartidoress que fragmentarfan sus propieda- de, De este modo, en Francia, después de haber elegido a los repu- publicanos en 1848, eligieron a los realistas en 1849. A los plebiscitos Bel Segundo Imperio habrian de responder con afirmaciones masivas. El caso del altimo de ellos es significativo. El 9 de mayo de 1870, sebre 1a reforma del Imperio —pero de hecho para su mantenimien- to—, hubo 7.358.000 votos a favor y 1.572.000 en contra. Lyén, Mar- hie, Burdeos, Toulouse y° Saint-Etienne votaron contra. Ast se Gibujaba con una creciente claridad la ruptura entre una Francia revolucionaria y dindmica, que miraba hacia adelante, en las ciudades, Tlce los obreros, los artesanos y los pequefios burgueses, y una Francia conservadora y pasiva en el campo y en la burguesia. 1B En todos los paises europeos, a excepcién de Inglaterra, la reaceién_contra_el «peligro rojo>_jugd nte_alo—, So arate anevena es eb fe_Jos_ait0s_ Br Tperio austriac, el esstema de ‘Backs (el_ministro for) se basaba en el centralismo y la —opresién- En Prusia, el rey. estaba dominado por Ia ¢«Camarillas, pequeio grupo ultrarreaccionario de hidalgos, en abierto conflicto ton los burgueses de la Prusia renana, Pero en ninguna parte la Gietadura fue mas dura que en Francia. Los republicanos fueron Geportados en masa después del golpe de Estado del 2 de diciembre, y de nuevo después del atentado que Orsini, republicano romano, per- etr6 contra el emperador. En cuanto a los jefes republicanos, como Victor Hugo, vivian en el exilio, desde donde lanzaban contra sus rayos impotentes. Lo primero que sorprende del Segundo Imperio es su politica exterior activa, complicada y fnalmente funesta, Se recuerda también fa formacin de la unidad italiana y la formacién de la unidad alemana. O bien sorprende la represién de los afios cincuenta y los Tentos progresos del liberalismo en el transcurso de los afios sesenta. No hay que olvidar otro aspecto también importante: Ia politica concertada de expansién econémica. “Ah{ estriba, sin duda la clave para la explicacién de los fenémenos esenciales. Simiand y Labrousse_han_demostrado_que_el_perio 1817-1850 —el de Tas revolucTones— fue una fase de bais i “te decir, de_marasmo econémico, con multiples crisis, gencradasas. “etensiones, Por To contrario, de 1850 a 1875 los precios eubleron. Li prosperidad, con excepoién de algunas recesiones, rompié el im- elu revolucionario, arecer en Francia hasta I ‘aprox —At-vivir dentro de un bienestar momenténeamente -acrecentado, Tas Tnasas toleran el yugo con mayor facilidad si tienen a impresin de que el poder favorece la expansién. Este es nuestro caso. Napoleén IIT fue indirectamente un discfpulo de SaintSimon que pedia el desarrollo de la industria, del comercio y de las vias de comunicacién. Los afios cincuenta del siglo xm fueron tan brillantes para Francia como los afios cincuenta del si. glo xx. Es la era de la revolucién industrial, de la construceién del Ferrocarril. Franceses fueron los que, con Fernando de Lesseps, abrie- ron el canal de Suez entre 1854 y 1869. Haussmann transformé Paris; To que contribuyé aim mas a aislar a los obreros xelegados al este y pronto al . de Napoleén Il, TEE aaemoyeros de sus banqueros, Michel Chevalier y los hermanos oe ae copa, deberia conocer la eruel experiencia de dos gues Pere ares de deeidic que el supranscionalismo y le integrasion econémica son preferibles al orgullo nacional. Los saint-simonianos Tlegaron con un siglo de retraso. Syste ate periodo, el Reino Unido, ofrece un gran contrasts con ins paises europeos condinentales, Desde luego, habia sido sce, do por los desérdenes: motines obreros de

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