You are on page 1of 22
Dispositio Vol. VIII, Nos, 22-23; pp. 123-144 © Department of Romance Languages, University of Michigan INTERTEXTUALIDAD, INTERDISCURSIVIDAD Y PARODIA Sobre los origenes de Ja forma narrativa en la novela picaresca* Antonio Gomez-Moriana Université de Montréal En su comunicacién al Tercer Congreso de la Asociacién Internacional de Hispanistas (México, 1968), postulaba Lézaro Carreter una revisién del concepto “novela picaresca” a partir de su “hacerse”, de su “proceso de formacién”!. Sélo fijando con cuidado los rasgos distintivos que perfilan la morfologia de un género literario desde su primera manifestacién hist6rica, y la fuerza generadora de la misma (tal como se evidencia después en las diferentes transformaciones que dan lugar a sus imitaciones sucesivas) podremos, en efecto, llegar a definir la estructura dindmica del género en cuestién. A partir de la definicién asi obtenida podremos volver de nuevo a los textos para ordenarlos histéricamente en su calidad de mani- festaciones fenoménicas de un modelo arquetipo. Es por tanto mediante el estudio de la interrelacién Lazarilio de Tormes - Guzmén - Buscén. . . (como se ha pro- Puesto tantas veces), pero sin olvidar por otro lado su estudio contrastivo con textos anteriores y sincrénicos (tendremos que afladit por nuestra parte), como Podremos Uegar a fjar los rasgos distintivos que definen la novela picaresca en su génesis y en su desarrollo histérico como géneto literario, Toda una serie de tra- bajos, que han visto Ia luz en los ultimos afios, ha contribuido a una nueva concep- cién de la novela picaresca forjada desde ta perspectiva de su forma narrativa mis que a partir de la figura del “picaro”, perspectiva que durante tanto tiempo dominé Por completo la critica. Casi podria decirse que el tema ha quedado agotado a juzgar ‘Texto algo ampliado de Ia ponencia presentada al 1¢F Congreso internacional sobre Ja picaresca, Madrid 1976, 1, Fernando Lézaro Carreter, “Para una revisién del concepto novela picaresca” Actas det III Congreso de la A I. H,, México, El Colegio de México, 1970, pp, 27-45; publicado de nuevo en “Lazarillo de Tormes" en ta picaresca, Madrid, Ariel, 1972, pp, 193-229, 124 ANTONIO GOMEZ-MORIANA, por la coincidencia de resultados obtenidos y por la repeticién casi machacona de os mismos. Si en estas cicunstancias nos atrevemos a emprender un nuevo trabajo desde esta perspectiva, replanteando el estudio génetico del discurso picaresco, es por creer que debemos afiadir un eslabén mas a la cadena para poder responder satisfactoriamente a la cuestiGn planteada por Lazaro Carreter acerca del devenir de Ja novela picaresca como género literario. En consecuencia, no seri el Lazarillo el punto de partida de nuestro estudio, sino el discursaque hace posible la aparicién de Jo que nosotros consideramos “antidiscurso” de Lazaro de Tormes, y, con ello, a partir de las imitaciones de que el Lazarillo ser después objeto, del discurso pica- resco en cuanto género. No se trata de buscar nuevas fuentes en el sentido tradicional, sino de estudiar esa confluencia de elementos que permite cualquier produccién textual y la define como redistribucién o reelaboracién de materiales preexistentes - eje de la seleccién - y como fiel reproduccién, modificacién 0 (ab)uso subversivo de pricticas discursivas vigentes en el ambito de tal produccién -eje de la combinacién. En otro lugar hemos descrito en detalle este tipo de acercamiento al texto?. Este trabajo pretende ilustrar con un ejemplo algo mds elaborado ese tipo de investigacién, cuyo propésito es ahondar en la comprensién del proceso de produccién de sentido mediante la explicacién del modo de constituirse un género literario en su calidad de signo complejo. Veamos, pues, cémo a partir del cotejo entre el Lazarillo de Tormes y las practicas discursivas autobiograficas contemporineas al mismo surge una nueva lectura del texto del Lazarillo y una nueva comprensién del género literario - la novela picaresca - que inaugura, En los numeroso estudios que las wltimas décadas han visto aparecer sobre a novela picaresca en general y sobre el Lazariilo en particular, destaca una preo- cupacién casi constante por la composicién (o falta de composicién) de esta obra, cuya integridad se llega a poner seriamente en duda. A partir de una consideracion del todo y sus partes - a falta de una argumentacién de critica textual - se llega a afirmar que el texto del Lazarillo legado a nosotros no reproduce sino fragmenta- riamente, en todo caso en modo muy alterado, el (desaparecido) texto original. Esta opinién de que no poseemos sino un texto arbitrariamente mutilado y cambiado la sostiene p. ¢, Camille Pitollet en el prélogo a su edicién del Lazarillo3. Camille Pitollet basa su tesis en la desproporcién que denuncia entre lo que lama el “plan inicial” de Ia obra (que queda manifiesto, segiin dice, en los tres primeros capitulos) y el conjunto de la misma. La diferencia entre los tres primeros capitulos o tractados del Lazarillo y el resto del libro ha sido denunciada también por Marcel Bataillon, quien conviene con Pitollet en el reconocimiento de una cierta unidad artistica en los tres primeros capitulos, frente al resto, “\paso inseguro a través de una serie de episodios esqueléticos en que la historia del buldero abulta como una excrecencia, como un cuerpo extrafio casi”. Valbuena Prat distingue - desde 2. Ver nuestra ponencia en el 2nd Workshop for the Development of Hispanic Studies in the Universities of Alberta, Edmonton, nov. 1979, en Revista Canadiense de Estudos Hispé- nicos, vol. 1V, no. 2 (invierno 1980) pp. 133-154, 3. Paris, Hatier, 1946. 4, Marcel Bataillon, £1 sentido del Lazarillo de Tormes, Patis, 1954, p. 21, NOVELA PICARESCA 1s este mismo punto de vista - dos formas de elaboracién en el Lazarillo: los primeros episodios, que constituyen segiin é1, perfectos capitulos de novela, por hallarse en ellos suficientemente desarrolladas las aventuras de Lazaro como mozo del ciego, monaguillo del cura y paje del escudero, capitulos a los que - dice Valbuena Prat - atin podria afiadirse el del buldero; y las “répidas referencias” al fraile de la merced al pintor, al capellén y al alguacil, amos de Lazaro de los que sélo en el caso del fraile de la Merced se nos ofrece “un brochazo capaz de describir un cardcter”. Los otros amos de esta segunda serie no son para Valbuena Prat otra cosa “meros boce- tos o alusiones”S Juntamente con el problema de la proporcién arménica afiorada entre los elementos que consituyen el Lazarillo; se ha insistido también en otro problema que afecta a todo el género picaresco: su (aparente) falta de orden premeditado, de plan de composicién. Ya Chandler veia a finales del pasado siglo en la novela picaresca una serie abierta de aventuras en que el héroe s6lo funciona como elemen- to que facilita el paso de una aventura a otra, y denunciaba como defecto capital del género su “formless in plan”.6 Medio siglo més tarde Juan Chabés repite esta misma concepcién de la novela picaresca, al afirmar que no hay en ella una trabazin arqui- tecténica determinada; de aqui que - segtin él - se pueda afladir 0 suprimir episodios sin que sufra la novela, o alterar su secuencia?. Jules Romains, que se manifiesta casi en los mismos términos, afladird atin como caracteristica de la novela picaresca su “falta de I6gica y de necesidad interna” como correlato de su falta de composi- cidn y de estructura, Frente a estas voces, que podriamos multiplicar ampliamente?, se elevan las de quienes han buscado los elementos de cohesin que hacen del Lazarillo un todo, de unidad endeble si se quiere, pero capaz de situarlo en los origenes de fa novela modema. En su prologo a la edicién del Lazarillo de Hesse y Williams (recogido después en Hacia Cervantes) contrapone Américo Castro la forma autobiogréfica del Lazarillo a los relatos de Boccaccio y otros narradores anteriores, en que “las vidas de los personajes eran sostenidas y Hevadas por las palabras del autor” Castro pone asi de manifiesto el cambio introducido por el Lazarillo en la técnica narrati al cuentista tradicional le estaba dado un marco previo en que se encuadraban los sucesos de amor, de virtud, de engaffo, de astucia, de venganza, etc. como un relato congruente y bien ttabado, el Lazarillo oftece, por el contrario, uns narracion fragmentaria y abierta, “una vida, que por el hecho de contarse ha de permanecer necesariamente oscilante e inconclusa””. De todo ello deduce Castro la siguiente tesis: 5. Angel Valbuena Prat, Estudio preliminar a La novela picaresca espafiota (antologia), Madrid, Aguilar, 1958, p. 36. 6, Frank W. Chandler, Romances of roguery, 1° parte: The picaresque novel in Spain, Nueva York 1899 (reimpreso en 1961), p. 243. tag, 7 20th Chabéss Nuevo manual de historia dele Ureratura expafote, La Habana 1953, P. 8. Introduccién a su edicién del Gil Blas de Lesage. 9. Cir, Oldric Belic, “Los principios de composicién de la novela picaresca”, en Anditsis ‘estructural de textos hispanos, Madrid, Prensa espaitola, 1969, pp. 19-60, 126 ANTONIO GOMEZ-MORIANA. A la narracin fundada sobre un comin denominador, un mero fluir, sucede este ensayo de basarla sobre el numerador de la propia experi- encia, desde la cual se contemplan nuevas perspectivas. El Lazarilio, a causa de su nuevo estilo, contribuyé a la formacién del género literario llamando novela! 0, No lejos de esta concepcién de Castro esti Ia de Claudio Guillén, quien, en su articulo La disposicién temporal del Lazarillo de Tormes, considera 1a narracién que Lazaro hace de su vida como una “relacién”, perspectiva desde la que cesan de ser defectos sus aparentes discontinuidades: El proceso de seleccién a que Lézaro somete su existencia nos muestra aquello que Je importa manifestar: los rasgos fundamentales de su personal 1, Guillén observa que los puntos culminantes del Lazarillo coinciden con unos hechos de conciencia, con los componentes esenciales de la memoria de Lézaro. De ahi que no se pueda hablar de huecos o interrupciones en los acontecimientos narrados, pues tales acontecimientos slo interesan desde la perspectiva de la con- ciencia presente que los contempla: Todo sucede, por Jo tanto, como si una memoria, penetrando en si misma, sacase a la superficie unos elementos bisicos y luego los desenvolviese en el tiempo a lo largo de una duracién unilineal”!2, Guillén habla por ello de “disposicién’” y llama al Lazarillo “roman disposs”, concepto que, siguiendo 1a conocida clasificacion de Thibaudet!3, contrapone al de “roman composé ” y al de “roman déposé”. La “relacién” que Lézaro hace de su vida consiste pues en un ir revelando y desarollando aquello que é] sabe que forma parte de su vivir y de su ser actuales (en el momento de la escritura). En funcién de a comprensién de ese vivir y de ese ser “‘dispone” Lazaro, y selecciona, Jos sucesos que le interesa referir de su pasado. Hace unos afios Fernando Lazaro Carreter consage6 al tema de la construc- ign del Lazarillo un importante trabajo, publicado en el primer nimero de Abaco primero y recogido después de nuevo en su libro Lazarillo de Tormes en Ia pica- rescal4, Lazaro Carreter distingue alli dos esquemas estructurales que concurren en Ja composicisn del Lazarilio: el primer esquema sigue la regla épica de la triplicidad (tres primeros tractados); el segundo, menos perfecto en su claboracién, no esté articulado interiormente y sigue el modelo de la narraciones del Asno de Oro de 10. Américo Castro, prélogo a la edicién del Lazarillo de E, W, Hesse y H. F. Williams, Madison, Univeristy of Wisconsin Press, 1948; recogido en castellano bajo el titulo “El Lazarillo de Tormes” en Hacia Cervantes, Madrid, Taurus, 1967 (ea ed.), pp. 143-166, 1}, Claudio Guillén, “La disposicién temporal det Lazarilio de Tormes”, en Hispanic Review, XXV (1957), pp. 264-279, 12, Claudio Guillén, Le. 13. Albert Thibaudet, Rlexions sur le roman, Paris Gallimard, 1938. 14. Pemando Lazaro Carreter, “Construceién y sentido del Lazarillo de Tormes", en Abaco, 1 (1965) pp. 45-134, y en “Lazarillo de Tormes" en la picaresca, pp. 59-192. NOVELA PICARESCA 127 Apuleyo. Ambos esquemas denotan, segin Lazaro Carreter, un esfuerzo por crear una arquitectura narrativa nueva, Sin negar pues los elementos folkidricos que entran en la composicién de ta obra (tradicién), hay que descubrir Ia trabazén nueva que ordena y engatza esos materiales (originalidad) creando el germen de lo que més tarde se va a amar novela. Lézaro Carreter cree poder dar asf una explica- cacién “historica” a las imperfecciones que lamenta en el Lazarillo, justificables segiin él como imperfecciones propias del momento de transicidn del tipo narrativo tradicional (cuento popular) al nuevo tipo de narracién que caracteriza la novela modema. En esta encrucijada surge el Lazarilfo - sein Lazaro Carreter - como testimonio del esfuerzo de su autor por superar una forma y crear la otra. Lazaro Carreter resume en cuatro puntos las “iniciativas” con que el Laza- rillo trasciende 1o que él considera su “modelo”: “el viejo método, aplicado en el Asno de Oro y, en la época moderna, en Till Eulenspiegel (1519), y consistente en atribuir diversas peripecias folkléricas a un personaje Unico". Estos cuatro puntos son los siguientes: 1. Las peripecias, lejos de ordenarse en una sarta inconexa, se articulan entre si, y no desaparecen del recuerdo de los personajes, sino que, en ocasiones, son aludidas y hasta condicionan su comportamiento posterior. 2. Los materiales se someten a una intencién. El autor no los colecciona y ensarta, sino que los selecciona del patrimonio circulante para supeditarlos a deter- minados propésitos. 3. Ni las estructuras ni los materiales folkl6ricos se ajustan siempre a sus designios: de ahi que tenga que adaptarlos, darles otras formas u otros significados, ¥ que, en casos especialmente dificiles, se vea forzado a la invencién. 4. Esta empresa, que en si es un hito importante en la historia de la narrativa, se corona con una proeza mds: todos los materiales, més 0 menos mostrencos, que constituyen la vida del protagonista, son aducidos para ilustrar o justificar la situa- cidn a que esa vida ha legado en el momento de rendir cuentas de ella! Ya desde F. Courtney Tarr se venia insistiendo por parte de a critica en el primer punto destacado por Lézaro Carreter, mediante Ia biisqueda de unidades temiticas que atraviesan el Lazarillo todo. Més allé de la pura secuencia cronolégica de aventuras o episodios, de suyo independientes, se descubria asi en tales unidades tematicas toda una serie de ejes que comunican al texto una consistencia y una articulacién estructural. Entre estos ejes destaca Tarr en 1927, como ejemplos, el tema del hambre y la reiteracién al principio y al final del Lazarillo del motivo “arrimarse a los buenos”!6. También Bataillon, aGn insistiendo primero - como hemos visto antes - en los “defectos de composicién” del Lazarillo, reconoce mas tarde en el texto varias unidades teméticas: Lazaro es discipulo del ciego a través de toda la obra; la profecta del vino une el primer tractado con el ultimo; hay una ‘correspondencia entre la escena del toro de piedra que abre el servicio al ciego, y la venganza del poste con que se cierra tal servicio; existen, en fin, paralelos entre los 15.1, 16. F.C, (1927), pp. 404-421, ‘Literary and artistic unity in the Lazerillo de Tormes", PMLA, XLIL 128 ANTONIO GOMEZ-MORIANA diversos amos de Lazaro, entre su madre y su mujer, entre la casa del clérigo y la del escudero, entre el padre y el hijo!7, Ultimamente Oldrich Belic!8, Francisco Rico!? y Charles Minguet?0 han estudiado de modo exhaustivo esos temas que atraviesan el Lazarillo a través de sus diferentes unidades narrativas, ordendndolos en tomo al proceso de aprendizaje para la vida (Belic), al caso de deshonor (Rico) o a varias series de ejes conceptuales que muestran una sociedad degradada a la que se enfrenta Lazaro como héroe problemético (Minguct). Los otros tres puntos destacados por Lazaro Carreter deberin ser consi- derados bajo Ia problemética de lo que, siguiendo a Julia Kristeva, lamamos “intertextualidad”, es decir, la confluencia que se da en todo texto de elementos que encontramos en otros textos que le preceden (dimensién diacrénica), pero que el nuevo texto reelabora o redistribuye (dimensién sincrénica), sometiéndolos a un nuevo propésito (dimensién teleol6gica) y ordendndolos en una estrategia discursiva adecuada a tal propésito (dimensién pragmética de la produccién textual). Sélo teniendo en cuenta todas estas dimensiones de la produccién textual podremos Hegar a comprender una obra literaria, o un conjunto de obras ordenadas bajo la categoria de un género literario, en su dinamismo significante, en ese proceso de producci6n de sentido que ordena los textos, mds que como el producto acabado de lun autor, como una encrucijada de textos en didlogo. Kristeva habla por ello, siguiendo a Bakhtin, del texto como “espace dialogique”?!, Y es que, por muy original que sea el nuevo propésito al servicio del cual la nueva escritura ordena todos esos elementos preexistentes tomados en préstamo, la “arcade su pasado cultural actuard - con la carga seméntica que le confiere su poder evocador a cada uno de esos elementos - en el nuevo conjunto también. Esta interferencia del Paradigma a que un elemento pertenece en el nuevo sintagma que lo ordena crea una especie de referencialidad cruzada cuya captacién es de capital importancia en toda lectura intertextual, especialmente cuando se trata de comprender un texto parédico. Pues 1a inclusién del préstamo en el nuevo texto no siempre respeta las Testricciones selectivas de su uso, tal como van inscritas en esa “marca” 0 “consa- gracién por el uso” que - como toda tradicién - pesa sobre los elementos preexisten- tes que el nuevo texto se apropia. Pero, ademés de incorporarse elementos del patrimonio cultural circundante (motivos, acciones, dichos, situaciones, temas, etc.) respetando més o menos fiel- ‘mente sus propias reglas de funcionamiento o imponiéndoles inflexiones alienadoras, todo texto ha de funcionar al interior de un cédigo discursive aceptado por su emisor y por su destinatario. También la prictica discursiva a que se somete la 17. Marcel Bataillon, “De las historietas a ls novela autoblogrifica”, on Noveded » Fecundidad del Lazaritto de Tormes, Salamanca, Anaya, 1968, pp. 47-55. 18.1.0. en nota 9. 19. Francisco Rico, La novela picaresca y el punto de vista, Barcelona, Seix Barral, 1969, 20. Charles Minguet, Recherches sur les structures narratives dans le “Lazerillo de Tormes", Paris, Centze de Recherches Hispaniques, 1970, 21. Julia Kristeva, “Le mot, le dialogue et le roman", en Semeiotike. Recherches pour une sémanalyse, Paris, Du Seuil, 1969, pp. 143-172. NOVELA PICARESCA, 129 escritura © produccién de un nuevo texto leva su “marca” (la convencién que instaura tal prictica al tiempo que le impone las restricciones selectivas que limitan su aceptabilidad 0 gramaticalidad) y es a partir de ella como podremos discernir el grado de fidelidad del nuevo texto a Ia ideologia que sustenta la prictica discursiva ‘que reproduce en calco. Pues la actitud del nuevo texto frente al modelo discursivo adoptado no es siempre la de Ia simple reproduccién, Junto a ella enicontramos la ironia distanciadora, la parodia, la total subversién22, La critica del Lazaritlo, que tanto ha insistido en la busqueda de las fuentes (sobre todo folkléricas) de los elementos incorporados a su relato por Lazaro - especialmente desde la publicacién en 1900 por Foulché Delbosc de las ilustra- clones de las Decretales que documentaban el cardeter folkldrico de la pareja ciego + mozo23 - ha insistido menos en Ia identificacién y origen del tipo de discurso adoptado por tal relato. Aqui ha preferido ver la critica la originatidad de esta obra y su aportacién a la creacién de la novela moderna, sin molestarse demasiado del modelo discursivo imitado, 0 parodiado 0 subvertido - tinico modo de dar explica- cién adecuada al surgimiento de un nuevo modelo convencional o género. A lo sumo, sein veremos, se ha recurrido a la carta como modelo de la situacién del telato 0, como es el caso de Lazaro Carreter24 0 de Margot Kruse25, se ha acudido al Amo de Oro de Apuleyo a la hora de explicar el modo de engarce de las dife- rentes andedotas de origen folklérico. Si Hans Robert Jauss se atrevid hace veinte afios a plantear en su articulo “Ursprung und Bedeutung der Ich - Form im Lazarillo de Tormes"26 la ficcién autobiogréfica del Lazarilio como un derivado Parddico de la confesin cristiana en su mAxima forma literaria, las Confessiones de San Agustin, afirmando que el empleo de Ia primera persona en el relato de Lizaro no es inyencidn del autor, no tardaron en levantarse voces desde la misma revista destruyendo este intento de Jauss27, Aunque el paralelo con San Agustin resultase un tanto forzado, Jauss marcaba una ruta que la investigacién posterior no supo continuar. Quedaba asi como principio intocable el de la originalidad det Lazarillo, principio que resume Bataillon con las palabras siguientes: Estos diversos procedimientos de Ia ficcién autobiogréfica naciente, no tiene nada de recta pesadamente aplicada, como sabe todo lector del Lazaritlo: son hallazgos de un escritor dotado de un maravilloso instinto narrativo28. g, 22 Para una explicacién de estos conceptos, véase nuestro estudio mencionado en nota 2. 23. R. Foulché-Delbose, “Remarques sur le Lazarilio de Tormes", on Revue His enique, Vil (1900), pp. 81-97, 24. Fernando Lazaro Carreter, “La fiecién autobiogréfica en el Lazarillo de Tormes”, en “Lazaro deT ormes” en la picaresca, pp. 11-18. 25. Margot Kruse, “Die parodistiche Elemente im Zazarillo de Tormes", en Romanis- tischer Jahrbuch, X (1959), pp. 292305. 26. En Romanistisches Jahrbuch, VI (1957), pp. 290311, 27, Peter Baumanns, “Der Lazeritlo de Tormes, eine Travestie der augustinischen Confessiones?”, en Romanistisches Jahrbuch, X (1959), pp. 285-292; Margot Kruse, urticulo citado en nota 25. 28. Marcel Bataillon, op.c.nota 17,p.55, En su introduccisn a la antologia de la novela picaresca de Cldsicos Planeta (vol. 1, Barcelona 1967)habla Francisco Rico de las “descabelladas 130 ANTONIO GOMEZ-MORIANA ‘También Francisco Rico insiste en ese “instinto narrativo” del autor del Lazarillo, poniendo de relieve “la finura y el tino con que reelabora el Lazarillo los motivos ajenos”, los cuales legan a convertirse en “carne y sangre del relato” al ser intergrados en “un organismo vivo, cuyos miembros todos se implican mutuamente, sin que quepa rescindir de ninguno, so pena de desastrosa mutilacién”. (De dudar seriamente acerca de Ia integridad del texto del Lazarillo legado a nosotros y denuncia de su falta de composicién ha pasado la critica, como vemos, al reconoci- miento en esta obra de una ejemplar arquitectura). Asiyexplica Rico el retraso de la critica del Lazarillo en reconocer la independencia de los motivos folkléricos que lo integran. Y de aqui deduce de nuevo Rico, como ya antes lo hicieran Américo Castro, Claudio Guillén y Fernando Lézaro Carreter - segiin vimos - , lo que él llama “a singular trascendencia del Lazarillo de Tormes en la historia de la novela moderna” 29 Nosotros, por nuestra parte, no creemos en la “generacién espontinea”, Para dar cuenta de la producci6n de un texto - y con mucha més razén aim, del sur- gimiento de un nuevo tipo de discurso o de un género literario - creemos necesario, por ello, el poner de manifiesto (ademds del entrecruce de motivos o historietas) el entrecruce de cédigos o précticas discursivas que en él concurren, y el uso (0 abuso) que el nuevo texto hace de la “marca” propia a tal tipo de discurso - asi como de la ideologia que le sirve de base, Es esta conviccién la que nos hizo buscar un correlato discursivo en su tiempo y en su Espafia, capaz de explicar - por lo que Greimas lama ‘le principe de expansion sémantique”?° -la irrupcién con el Lazarillo de esa ficcin autobiogrifica que constituye la modalidad discursiva caracteristica de Ia novela picaresca, Y dado que tanto la situacién comunicativa que enmarca el relato autobiogrifico de Lazaro de Tormes (bastante més complejo que la simple carta) como la naturaleza misma de tal relato (tal como puede apreciarse en su Iéxico y en su programa narrativo) apuntan a una préctica discursiva confesional de cardcter juridico - religioso (pro- fanada en tal relato, de toda evidencia), orientamos nuestra biisqueda en tal sentido, Nuestra hipdtesis de trabajo quedé confirmada por el hallazgo de un triple discurso autobiogrifico confesional que creemos confluye en la composicién det Lazarillo, si bien en un (ab)uso alienador, subversivo, que pone en tela de juicio estas pricticas casi rituales d: la Espafia de su tiempo - es la tesis que sostenemos en nuestro libro de proxima aparicién La subversin del discurso ritual. Una lectura intertextual del Lazarillo de Tormes?\ - : e1 lamado “soliloquio”, cuyo destinatario. es Dios (o Jesucristo), préctica autobiogréfica en que predomina el reconocimiento de los beneficios recibidos de Dios y la oracién de acci6n de gracias por los mismos; Ja autobiografla en forma de confesién general, destinada al confesor 0 director de conciencia y escrita a peticién del mismo , en que se desarrolla un itinerario sobre reflexiones” de Jauss y Baumanns (p. XLVI) - lo que indica, entze otras cosas, que ao ha ‘comprendido que el articulo de Baumanns es una refutacién del de Jauss. 29. Francisco Rico, prélogo a su edicién det Lazarillo en la Biblioteca Bésica Salvat, Madrid, Salvat editores y Alianza editorial, 1970, pp. 11-19. 30. A.J. Greimas, Sémantique structurale, Paris 1966, pp. 72-73. 31. Aparecerd en SGEL, Madrid, NOVELA PICARESCA, 131 todo interior; por fin, la confesin mas o menos “esponténea” hecha.oralmente o presentada por escrito como respuesta a las “moniciones” del tribunal de la Inquisi- cién32, En esta tiltima prictica autobiogrifica, en que predomina ¢l cardcter juri- dico, se disefia un itinerario sobre todo exterior para justificar o explicar una situacién dada -el caso -o realiza el acusado una confesién general de su vida con el fin de obtener la Hamada “reconciliacién”>3 . Pero también en esta dltima practica encontramos elementos de la primera que hemos mencionado (invocaciones a Dios, a Jesucristo, especialmente en momentos de accién de gracias) y de Ia segunda (alusiones a experiencias intimas del espiritu), como en las otras practicas encon- tramos jgualmente elementos de ésta. Aunque para tener una idea de la frecuencia de estas pricticas discursivas hay que examinar la seccién de manuscritos de la Biblioteca Nacional de Madrid, otras bibliotecas catedralicias y conventuales, y Ins actas de la Inquisicién que guarda el Archivo Histérico Nacional de Madrid, cada una de las pricticas enumeradas cuenta con suficiente material publicado para podemos referir a ellas. sin las dificultades que supone el remitir s6lo 2 manuscritos inéditos*+, 32. Se llamaban “moniciones" las repetidas amonestaciones que los inquisidores hacian al acusado en las tres primeras audiencias para que recorriese su memoria y examinase conciencia. A ellas debla responder una confesién yoluntaria, “‘espontinea”, como condicién para que so usara con él de misericordia; en caso contratio, se procedia “conforme a justicia”. fr, Juan Antonio Llorente, La inguisicién y los esparoles, segiin la Memorle de 1812 editada or Ciencia Nueva, Madrid 1967 (con prologo y notas de Valentino Femndndez Vargas), p. 207ss: Explicacién de las palabras y frases técnicas que se usaban en ¢l Santo Oficio. 33. La “reconciliacién” sigue a ta confesién general de su vida que el “sospechoso” somete a los “calificadores" o expertos que hacen tna primera evaluaci6n “prima facie” de cada ‘caso, Se llama también “declaracién indagatorla” y no pocas veces fue Gil al sospechoso, como oourrié a Santa Teresa de Jesis, No pocas de las autobiografias espirituakes de la época res- ponden a esta prictica, estando por ello ligadas indirectamente a las pricticas inquisitoriales, 34. Un ejemplo de “Solitoquios”, los de Fray Pedro Fernindez Pecha (ca. 1400), fundador de los jerénimos de Espafta, fue publieado en la revista Ciudad de Dios (no. 175, 1962, pp. 710-763). El P. Angel Custodio Vega dice en su introduccién de estos soliloquios, que siguen como modelo tas Confesiones de San Agustin, que constituyen “Ia formula mas comin de oracién en todos los siglos medievales, desde Ia muerte del sante Obispo de Hipona hasta el siglo XVI", y los define como una "confesién del alma a Dios puesta en su presencia", Aesta definielén responde la Confesién de un pecador delante de lesuchritto, redentor y juez de los hombres, compuesta por el Doctor Constantino, cuya 28 edicién aparece en Evora el afio 1554, afio de Ia aparicion de las tres primeras ediciones conodidas del Lazerillo (18 edicién, anénima, Sevilla 1547; 38 edicién, Anveres 1556). En los Opdsculos literarios publicados por Paz y Mel en Bibliéfilos espafoles encontzamos igualmente este tipo de discurso, y en la liica det Siglo de Oro, especiatmente bajo la forma del soneto, encontramos de nuevo este tipo de confesion contrita, dirigds a un (iz (probablemente Jesus crucificado, ante caya imagen se recitarfan estos sonetos como una oracidn), De la produccién de autobiograffas espirituales se han publicado algunos textos de diferentes épocas en la coleeciin Expirituales espafioles de la editorial Juan Floss. Por fin, en lo que se refiore a In prictica inquisitorial, existen procesos individuales publicados, como el de In madre de Luis Vives (nstituto Arias Montano, Madrid-Barcelona 1964), o el del Brocense (publicado por Antonio Tovar y Miguel de la Pinta Liorente, Madrid 1941), 0 el del Arzobispo Carranza {publicado por Ignacio Tellechea Idigoras, Madrid, Real Academia de la Historia, 1962);y Haim Beinart comenzé en 1974 Ia publicacién de las ectas de los procesos contra fudaizantes (Records of the trials of the spanish inquisition in Ciudad Real, vol. J, 1483-1485, Jerusalén 1974; vol. 2, 1494-1512, Jerusalén 197). 132 ANTONIO GOMEZ-MORIANA Si afirmamos que en el discurso autobiogrifico confesional de Lazaro de Tormes confluyen estos diferentes modelos o pricticas de escritura autobiogratfica en uso en su tiempo, no queremos decir con ello - repetimos - que tal o tal escrito sea fuente del Lazarillo. Tampoco afirmamos que el Lazarillo obedezca simplemente 2 sus leyes de composicién en la composicién propia. Lo que queremos decir es que consideramos al Lazarillo como una lectura (subversiva) de tales textos en su organizacién discursiva. Llamamos aqui lectura al calco discursivo por cuanto, al reproducir un modelo discursivo, el nuevo texto lee e interpreta sus leyes de funcionamiento. Por lectura subversiva entendemos el uso agramatical del modelo objeto de calco que llega a hacer delirar el cédigo, o que lo pone al servicio de una ideologia contraria a a que sirve de base a tal cédigo (violando las restricciones selectivas de los elementos vehiculables por tal discurso). En el caso del Lazaritlo, el empleo Iidico de un discurso ritual y Ia puesta en evidencia de sus leyes de funcionamiento al servirse de 1 como de una méscara, denunciando al mismo tiempo su valor de es0, de méscara, es un acto subversivo destructivo-creador, por cuanto al poner en evidencia la inautenticidad de tales pricticas ritual - discursivas mediante la desarticulacién de su valor autobiogréfico, da paso a la ficcion autobiogréfica confesional, nueva convencién 0 contrato social que instituciona- lizard mis tarde el género novela picaresca. Podemos distinguir - para probrar nuestro aserto - tres discursos de Lazaro de Tormes: 1. ef discurso prologal o metadiscurso que da cuentas de las circunstancias de la enunciacién en cuanto acto de lengusje, al instaurarse el sujeto enunciador y declarar a un primer destinatario inmediato e intrinseco qué, por qué y para quién escribe, en presente y de manera ilocutoria 2. el relato de su vida, enunciado narrativo en que predomina el pretérito (;épico?) en su doble funcién de recuerdo situado en el pasado y reactualizacién en el presente desde el que se narra, doble dimensién temporal del pretérito que reviste una viveza muy especial cuando el sujeto que enuncia es el mismo sujeto agente de fas acciones expresadas en el enunciado?s, 3. un juicio sobre el mundo expresado mediante disgresiones en que la alternancia pasado/presente muestra actitudes cambiantes en el proceso de toma de conciencia del sujeto enunciador, que en el momento de la escritura puede identificarse con su pasada visién del mundo o distanciarse de ella, 35. Sobre el “yo” épico, véase el articulo de Friedrisch Wilhelm Zimmermann, “Episches Prdtesitum, eplsches Ich und epische Normalform”, en Poetica, 3 (1971) pp. 306 ss. 36. Compérese, como ejemplo, el comentario que hace Lazaro en el primer tractado a propésito de los robos del Zalde (""No nos maravillemos de un clérigo ni fraile, porque el uno hhurta de los pobses y el otro de casa para sus devotas y para ayuda de otro tanto, cuando a un pobre esclavo ef amor lo animaba a esto"), 0 el del segundo tractado acerca de la avaricia del clérigo de Maqueda (“No 36 si de su cosecha era o lo habla ancxado con el habite de clerecia”), con el que hace en el psimer tractado al recibir el coscorrén contra el toro de piedra ("Paresciéme que en aguel instante desperté de la simpleza en que, como aiflo, dormido estaba. Dice entre mf: Verdad dice éste, que me cumple avivar el ojo y avisar, pues solo soy, y pensar como me sepa valer"), NOVELA PICARESCA, 133 Estos tres discursos de Lazaro de Tormes, unidos con los elementos pertene- cientes al libro como institucién (titulo de la obra y epigrafes de los capitulos, pertenecientes a otro narrador y situados fuera de! espacio narrativo concreto del relato de Lézaro), forman el texto del Lazarillo que conocemos por las ediciones de Burgos y Amberes de 1554, Las interpolaciones que afiade la edicion de Alcala las consideramos como el testimonio de una “lectura” contempordnea del texto primi- genio, aunque aparezca en el mismo afio de 155437, Los tres discursos de Lazaro, unidos en perfecta fluidez en el texto, tienen un denominador comin: tanto su léxico como los “hechos” narrados y la axiologia @ que pertencen sus juicios de valor son identificables en un repertorio de topicos retéricos, juicios morales ¢ historietas folkloricas 0 dichos populares; pero las funciones que todos estos préstamos textuales encarnan en el nuevo texto son tan definidas y coherentes, que apenas percibimos su cardcter de préstamos de origen folklérico (0 de lugar comin en su caso). Francisco Rico explica por ello el retraso de la critica en reconocer las historietas integradas en la “vida” de Lazaro, segin vimos. Y André Labertit ha mostrado en un estudio sobre el prologo del Lazarillo?8 ‘que Ia serie de tépicos que lo componen cobran un sentido perfectamente coherente y original por las informaciones que vehiculan. Labertit concluye de esta realidad del prélogo: C.......) toute expressivité n'en est donc pas absente. Les formes Conventionnelles ne sont pas des formes mortes Mucho se ha insistido en que el 1éxico religioso, indudablemente presente en el Lazarillo, no tiene en boca de Ldzaro valor significativo alguno, por tratarse de expresiones deslexicalizadas por el uso popular. No podemos menos de poner en duda esta trivializacién de un aspecto que nos parece lleno de intenciones y célculos premeditados, como todos los elementos que constituyen este texto. La frecuencia del léxico religioso y espiritual, su (equivoca) funcién en el uso que del mismo hace Lizaro (en continua oposicién con su contrapunto, el Iéxico que se refiere a cosas muy de este mundo) y el tipo de discurso que lo vehicula, nos parecen indicadores més que suficientes en apoyo de nuestro punto de vista, En otro lugar hemos destacado la doble tensién creada en el texto - entre los elementos que lo integran, Por una parte, y entre el conjunto de los mismos y el discurso que los asume, por 37. Sobre los epigrafes de los capitulos- a los que nosotros afiadimos el titulo del bro = y m narrador, véase ¢l articulo de Jean Clasde Simard, “Los titulos de los Tratados en el Lazarillo de Tormes”, en Revista Canadiense de Estudios Hispinicos II], 1 (Otofio 1978), pp. 40-46; sobre la dualidad de “obras” (edicién de Alcald - ediciones de Burgos y Amberes) y el Papel de las interpolaciones de Alcali, wase el estudio de José Varela Mufioz “El Lazarilio de Tormes como una paradoja racional, ibid. 1, 2 (Invierno 1977), pp. 153-184. Varela Mufioz distingue dos niveles de conciencia en el texto de Burgos y Amberes, que hacen de Lazaro “el Pregonero de su propia deshonra", mientras las interpolaciones de Alcali, al borrar esta dife- rencia, destruyen la paradoja como técnica que estructura el relate de Lazaro, que sabe Ya tanto como el autor implicito. Nuestra descripcién del texto difiere de las de nuestros colegas de Laval y Edmonton, sin oponerse a ellas. Por el contrario, creemos que las tres posiciones pueden complementarse, 38. En S. Saillard, C. Marcilly, A. Labertit, E. Cros, ntroduction a i'étude critique, Paris, Armand Colin, 1972, pp. 147-181. 39. ibid. p. 163. 134 ANTONIO GOMEZ-MORIANA. otra + basindonos en un andlisis del segundo capitulo 0 tractado del Lazarilio 4 partir del fragmento textual Yo, por consolarme, abro el jes y como vi el pan, comencélo de adorar, no osando rescebillo’ No solamente estamos aqui ante préstamos éxicos marcados por la espiritualidad contrarreformista. Al usar Lazaro en primera persona estos verbos - adoptando el] cédigo discursivo propio de la confesién - refuerza de tal modo la “marca” de la espiritualidad eucasistica, a cuyo léxico pertenecen, que nos olvidamos en su Jectura de la secuencia que ordena este “hecho”. Y de las alusiones a cosas muy poco espirituales que se entrelazan en el capitulo en cuestién con estos préstamos del Iéxico de la espiritualidad de la época, que Lézaro, - y no el uso de su tiempo aliena y profana. Esta profanacién, tipica de la literatura carnavalesca, como hha puesto de relieve Bakhtin en su estudio sobre Rabelais #1, no es exclusiva del tractado segundo, sino una constante del Lazarilio. Recordemos, por ejemplo, Jas citas tomadas de los Zvangelios al hablar Lazaro de su padre, que “confesd ¥ no neg6” sus robos como molinero, causa por la que “padescié persecucién por justicia”, de modo que debia ser “bienaventurado”; las continuas alusiones a Dios en Ja oracién; y a su providencia, que lo guia (de una situacién miserable a otra peor) al encontrar al escudero de Toledo y ponerse a su servicio, objeto del tercer tractado; recordemos el final del dltimo tractado: al insinuar Lazaro la conducta de su mujer - que conparte con el arcipreste de San Salvador de Toledo, su “protector” - en ese “no sé qué y si sé qué” “las malas lenguas” comentan, se sigue la afirmacién (ambigua) subrayada por juramento (sacrilego): Y la amo mds que a mi, y me hace Dios con ella mil mercedes y mas bien que yo merezco, Que yo juraré sobre la hostia consagragy ‘que es tan buena mujer como vive dentro de las puertas de Toledo’ Pero es sobre todo Ia situacién comunicativa que enmarca el discurso portador de todas estas profanaciones lo que creemos puede interpretarse como una autén- tica profanacién subversiva de las pricticas autobiogrificas confesionales a las que hemos aludido mds arriba, El elemento comiin a todas ellas atinque, teniendo ‘un destinatario bien preciso (a cuya demanda como estimulo*? responde el relato 40. en el articulo mencionado en nota 2 41, Mikhail Bakhtin, Le obra de Rbelais y Ja cultura popular de la Edad Media y det Rnacimiento, Mosci 1965 42, p. 80 en la edicién do Clisicos Planeta, preparada por F. Rico (Barcelona 1967). En adelante, refiriéndonos siempre a esta edicién, daremos s6lo la pagina. 43. La explicitacién de este estimulo, orden en cumplimiento de la cual se esctibe 1 relato autobiogrifico, es tan frecuente, que ega a constituir un topico en tales escritos. No constituys por tanto una especificidad del estilo epistolar, como ha quetido ver Lazaro Carreter en su comentario a la frase de ta epistola latina de! doctor Francisco Lépez de Villa- Jobos “Expetis me generosissime pater status fortunae meac narrationem explicitam” (en “La ficcién autobiogrifica en el Lazarillo de Tormes,” 0. c. p. 45). También Teresa de Avila NOVELA PICARESCA, 135 del sujeto enunciador como respuesta), lo que determina el tono de confidencia- lidad que caracteriza a todos estos tipos de discurso autobiografico no esté excluido de las mismas un destinatario mis amplio (lector virtual). A veces encontramos la autorizacién expresa de publicacién, Bs el caso de la mayoria de las autobio- grafias confesionales, destinadas en un primer propésito al director de conciencia, pero también al gran piiblico para que sirvan de testimonio de una vida edifi- cante#4, En todo caso, el ordenamiento mismo del texto denuncia ese desti- natario mds amplio. Cuando se trata del soliloquio, escrito siempre en primera Persona, encontramos un titulo y presentaciones objetivadoras, escritas en tercera persona. Incluso las confesiones presentadas oralmente ante el tribunal inqui- sitorial y fijndas en textos por los escribanos o notarios que las transcriben no pocas veces literalmente y en primera persona, se integran en las actas del proceso (;documento piiblico?) precedidas de epigrafes o presentaciones en tercera per- sona46 , Parece como si una estructura profunda universal estuviera en el origen de todas estas manifestaciones textuales cuyo circuito comunicativo se desdobla « scribe el Libro de su vida “por mandato de su confesor, a quien lo envia y dirige"” - como 8 dice en cl titulo y de nuevo en et prdlogo, esta vez en primera persona -, y al igual escribe M@ Antonia de Jesis su £dificio Espiritual (Espirituales espafoles, vol, 5, Barcelona 1961), “escrito por a misma M, Maria Antonia por repetidos mandatos de su confesor el P, Fr. Joseph de Tests Marla, dividido en partes y capitulos por el mismo Padre”, Dofia Maria Vela y Cueto comienza el primer capitulo de su Autoblografle (Espiritueles espafites, vol. 7, Barcelona 1961) con las palabras: “Esto hago por haberme V.M. puesto obediencia expresa, aunque he tenido on ello harta dificultad”; y en el capitulo “Primeros afios” de la Autobiografia de Luisa de Carvajal y Mendoza (Espirituales esparioles, vol, 20, Barcelona 1966) leemos: “*Ne~ cesario sord, hasta los doce afos, tratar de nifietias, pues tan de veras manda V.M. que no deje nada de cuanto se me acuerda” (p. 132), Estas obras, pertenecientes a diferentes épocas, mucs- tran una constante en este tipo de escritura. En el caso de la declaracién oral o escrita ante cl teibunal de la Inquisicién ef estimulo es el tribunal mismo que interroga, 44, Leonor de Cérdoba escribe hacia 1400 la Relacién de sw vide (CODIN, vol. 81, Madrid, Miguel Ginesta 1883) para que “quede por memoria” y asi “sepan la relacién de todos mis hechos e milagros que la Virgen Sancta Maria me mostré” y “porque todas las erlaturas que estuvieran en tribulacién sean ciertas (.. ...) que sise encomiendan de corazén a la Virgen Sancta Maria, que ella as consolard y acogerd como me consol6 a mi” (p. 35),y Martin Pérez de Ayala (1503-1566) escribe en el “Proemio” a su Autobiografia: “Para que naide pierda de sus inmensas misericordias (de Dios) Ia confianza que se debe tener, cuyos efectos habemos, mientras habemos vivido en el mundo, no solamente entendido y creido, pero easi palpado ¥ experimentado” (Biblioteca Nacional de Madrid, Ms. n° 1881, folio 62 's.: “Discurso de la Vida del Ilustrisimo y Reverendissime Seftor Don Martin de Ayala Arcobispo de Valencia, hhasta quatro dias antes que Dios Nuestro Seffor Ie levase consigo, escrito por si mesmo”), También Teresa de Avila escribe su vida “para que se vea la misericorida de Dios y mi ingra: titud; fo otro para que se entienda el gran bien que hace Dios a un alma que la dispone para tener oraciGn” y autoriza expresamente su publicacién: “Yo digo lo que ha pasado por mi, como me Jo mandan, y si no fuere bien, romperdlo a quien lo envio, que sabra mejor entender 0 que va mal que yo. Aquien suplico, por amor del Seftor, lo que he dicho hasta aqui de mi ruin vida y pecados lo publiquen, Desde ahora doy licencia, y a todos mis confesores que asi lo es aquien esto va. Y si quisieren, luego en mi vida (. . 1)” (cap. X, edici6n de las Obras ‘compleras de Santa Teresa de Jesis de la editorial Aguilar, Madrid 1957, pp. 89-90. 45, ver nota 34 46, ver actas de procosos mencionadas en nota 34 136 ANTONIO GOMEZ-MORIANA double-bind47? . en un acto de enunciacién enmarcado por la situacién comuni- cativa de la confidencia personal (situado por tanto en el espacio y en el tiempo); y por una cristalizacién textual institucionalizada y marcada por las reglas de su convencién retérica respectiva (algo casi atemporal y exterior al espacio discursive que genera el relato). A la situacién bien definida del acto de enunciacién (0 de la escritura) se opone dialécticamente una situacién incontrolable de recepcién, consciente (incluso intencional) y, por tanto, incorporada virtualmente a la misma y codeterminadora de su contenido, ya que la imagen de si mismo que proyecta al sujeto enunciador serd elaborada en funcién de ambos destinatarios del relato. Esta tensién responde quizés a Ia doble funcionalidad que caracteriza estos actos del lenguaje: la inmediata, interna - dar cuentas de su vida al tribunal o a la persona que interroga -, y la mediata, externa - ser leida “de muchos” (0 escuchada, pues sabemos por Lazaro que su oficio de pregonero consistia entre otras cosas en “'acom- Pafiat los que padecen persecuciones por justicia y declarar a voces sus delictos”"48 - los confesados en el proceso). Lézaro hace explicita en su discurso prologal ésta tensin en el momento mismo en que declara los destinatarios de su relato: (... «.) muy pooos escribirian para uno solo, pues no se hace sin trabajo, y quieren, ya que lo pasan, ser recompensados, no con dineros, mds con que vean y lean sus obras (... ) Y todo va desta manera: que confesando yo no ser més sancto que mis vecinos, desta nonada, que en este grosero estilo escribo, ‘no me pesard que hayan parte y se huelguen con ello todos los que en ella algun gusto hallaren, y vean que vive un hombre con tantas fortunas, peligros y adversidades, Suplico a Vuestra Merced reciba el pobre servicio de manos de quien fo hiciera mds rico (... )49 La vieja cuestién sobre la funcién del “yo” narrante en la novela picaresca (y muy especialmente en el Lazariflo) vuelve a cobrar una acuciante actualidad a partir de las nuevas concepeiones del texto literario postuladas por la pragmdtica, Uno de sus principios bdsicos es que toda produccién textual exige la conjuncién de un autor - emisor y un destinatario - receptor en un acto de enunciacién enmarcado por una situacién comunicativa (real 0 ficticia, como es el caso de la produccién literaria con su situacién hidica). Sélo asi se pueden comprender los referentes de los elementos deicticos, y los elementos anaféricos que presuponen informa- ciones aludidas pero no explicitadas en el texto, todo lo cual forma parte integrante del cédigo comin o sistema convencional sin el cual no podrén entenderse emisor y receptor. Si Américo Castro, para explicar la ficcién autobiogréfica del Lazarillo se preguntaba 47, sobre el término double-bind cfr, P. Watzlawick, J.H. Beavin, D.D. Jackson, Prag- ‘matics of human communication, Nueva York 1967. 48.p.77 49. pp.6-7 NOVELA PICARESCA, 137 Si no hubiera sido asi, ,quién iba a reparar en aquella vida?S0 dado que todo yo supone un ft en esa entrega que el sujeto enunciador hace al Sujeto receptor de su relatoS!, hoy tendremos que preguntarnos igualmente por el destinatario interesado en conocer aquella vida insignificante, “el reverso de Ia proeza” como la llamara Castro$2, El principio de verosimilitud subyacente en la pregunta formulada por Castro nos obliga asi a replantear la situacion comunicativa que enmarca el relato de Lazaro en su totalidad, Claudio Guillén parece haber sido el primero en poner en circulacién la idea de que el Lazarillo es una carta o “epistola hablada” como él lo llama 53, Después de ¢1 Lazaro Carreter y Francisco Rico se han hecho eco de ésta comeepcién de la situacién comunicativa en que surge el relato de Lazaro de TormesS4. Tanto para Lazaro Carreter como para Rico, Lazaro responde con el relato de su vida a Ja carta que ese enigmético amigo de su protector le habia dirigido pidiéndole relacin detallada del caso de deshonor en que se encuentra: Y pues Vuestra Merced escribe se le escriba y relate el caso muy por extenso, paresciome no tomalle por el medio, sino del principio, porque se tenga entera noticia de mi personaSS En realidad el texto no dice tanto como Lazaro Carreter y Rico han visto en él. Jenaro Taléns Jo lee de manera muy diferente: Lazaro no escribe a v.m, porque éste se lo pida a él directamente. V.m, escribe a otra persona, probablemente al arcipreste, superior en escala social a Lazaro, y a su través pide la aclaracién del casoS6 En consecuencia, hablar de deuda epistolar por parte de Lézaro basindose en el “Vuestra Merced escribe” (ja quign?) es afiadir una informacion que no esté“en el texto, aunque el texto on su ambigiidad tampoco excluye a Lézaro como destina- tario directo del (supuesto) escrito de V.m. Lo grave de estas lecturas es que dis- traen la atencién del tépico de la escritura por obediencia a un mandato (sea del director de conciencia, 0 responda a las “moniciones” del tribunal inquisitorial), elemento comin a tantos relatos autobiogrificos de la épocaS7, que encontramos $0, Américo Castro, “Perspectiva do Ja novela picaresca”, en Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos, XII (1935) pp. 123-138, recogido de nuevo en facia Cervantes. SL. Cfr. Emile Benveniste, Problémes de linguistique générale Paris, Gallimard, 1966 $2.1, c.nota $0 53-articulo citado en nota 11, p. 268 54. Femando Lizaro Carreter, 1. c. nota 43; Francisco Rico, La novela picaresca y el punto de vista, Barcelona, Seix Barral, 1970, pp, 15-21 (‘*Vuestra Merced recibe una carta") $5.p.7 56. Jonaro Taléns, Novela picaresca y préctica de la transgresién, Madrid, Ediciones Siar, 1975,p. 91 $7.ver nota 43, 138 ANTONIO GOMEZ-MORIANA aqui intimamente unido al t6pico retérico de la moderatio y de la captatio bene- volentiae: Suplico a Vuestra Merced reciba el pobre servicio de mano de quien lo hiciera més rico si su poder y deseo se conformaran, Y pues Vuestra Merced escribe se le escriba y relate el caso (. . . )58 No se trata de una simple dedicatoria. El enigmatico V.m. es quien ha motivado el relato, y constituye al mismo tiempo el destinatario interno tanto del discurso prologal como del relato autobiogrdfico de Lazaro: Pues sepa Vuestra Merced, ante todas cosas, que a mi llaman Lazaro de Tormes, hijo de Tomé Gonzdlez y de Antona Pérez (. . . )59 Ms atin, el relato autobiogréfico de Lézaro va sostenido por la recurrencia de invocaciones a ese destinatario personal, concreto, que es V.m., y tal recurrencia constituye ademés uno de sus mds importantes demarcadores. Pues la segmentacion del mismo en secuencias narrativas va acompafiada no pocas veces de este recurso, Acabamos de citar el comienzo mismo del relato (“Pues sepa Vuestra Merced ante todas cosas”). Esta invocacién que sirve de unin entre el discurso prologal y el relato autobiogréfico permite a Lazaro identificarse (zprictica jutidica?) Y exponer las circunstancias de su nacimiento como explicacién de su “sobre- nombre” y de su condicién familiar y social, lo que explica que su madre lo en- comendara a su primer amo, el ciego. De la narracién del coscorrén contra el toro de Salamanca - primera toma de consciencia de Lazaro - a la descripcién de la sagacidad del ciego pasa Lézaro con doble invocacién a V.m,, cerrando asi una secuencia natrativa y abriendo otra: Huelgo de contar a Vuestra Merced estas nifierias60 para mostrar cudnta virtud sea saber los hombres subir siendo bajos, y dejarse bajar siendo altos cudnto vicio. Pues, tornando al bueno de mi ciego y contando sus cosas, Vuestra Merced sepa que (....)61 Otra invocacién a V.m. cierra la descripcién de la sagacidad del ciego e introduce, justificdndolas, Ja narracién de las burlas conocidas por la tradicién folkl6rica’ Ms también quiero que sepa Vuestra Merced que, con todo lo que adquiria y tenia jamas tan avariento ni mezquino hombre no Wi; tanto, que me mataba a mi de hambre, y asi no me demediaba de lo necessario. Digo verdad si con mi sotileza y buenas mafias 58.p.7 39.p.9 60. recordemos el texto de la Autobiografla de Luisa de Carvajal citado en nota 43 61.p. 14 NOVELA PICARESCA 139 no me supiera remediar, muchas veces me finara de hambre; més con todo su saber y aviso, le contaminaba de tal suerte que siempre, © las mis veces me cabia lo mds y mejor. Para esto le hacia burlas endiabladas, de las cuales contaré algunas, aunque no todas mi salvo (...)62 En medio de la narracin de las burlas irrumpe de nuevo aiin la irvocacién a V.m., ésta vez para hacer resaltar Lizato ef valor de ejemplo que atribuye a Ia narracién del caso de las uvas: Y porque vea Vuestra Merced a cusdnto se estendia el ingenio deste astuto ciego, contaré un caso de muchos que con él me acaescieron, en el cual me paresce dio bien a entender su gran astucia (. . 62 En el tractado primero hay todavia una alusién mds a V.m, al anunciar Lazaro el cumplimiento posterior del dicho “profético” del ciego cuando lo llama “bien- aventurado con vino”: Mas el pronéstico del ciego no salié mentiroso, y después acd muchas veces me acuerdo de aquel hombre, que sin duda debia tenir es- piritu de profecia, y me pesa de los sinsabores que le hice, aunque bien se los pagué, considerando lo que aquel dia me dijo salirme tan verdadero como adelante Vuestra Merced oiri64 En el segundo tractado no se invoca a Vim, ni una vez siquiera, como tampoco en los tractados cuarto, quinto y sexto, En el tercero sin embargo reaparece a inyocacién a V.m. en el momento mismo de la transicién de la parte en que Lazaro narra el engafio en que cae a causa de las apariencias del escudero, a la descripcién del desengatio que sufre al comprender la realidad de su pobreza: Vuestra Merced crea, cuando esto Ie of, que estuve en poco de caer de mi estado, no tanto de hambre como por conoscer de todo en todo Ia fortuna serme adversa. Alli se me representaron de nuevo mis fatigas y tormé a lorar mis trabajos. Alli se me vino a la me- moria («65 Por fin, en el tractado séptimo encontramos tres alusiones a V.m., pero con una nueva funcién: Ia inmersién en el momento presente, de modo que, enlazando con el metadiscurso del prélogo, cierran el circulo que enmarca al relato en su totalidad al identificar a V.m. como sefior y amigo del arcipreste de San Salvador de Toledo, a quien Lazaro sirve, como también su mujer - lo que crea precisamente el caso cuya aclaracién pide V.m., desencadenando el relato de toda una vida (entera noticia) en torno al mismo. 62. pp. 15-16 63.p. 20 64.p.25 65.p.45 140 ANTONIO GOMEZ-MORIANA, Lézaro cuenta en primer lugar cémo lege a alcanzar un oficio real, para afiadir seguidamente: En el cual el dia de hoy vivo y resido a servicio de Dios y de Vuestra Merced66 Este oficio, que es el de pregonero, pone a Lazaro en contacto con el arcipreste, quien lo casa con su criada (barragana): En este tiempo, viendo mi habilidad y buen vivir, teniendo noticia de mi persona el sefior arcispreste de Sant Salvador, mi seflor, y servidor y amigo de Vuestra Merced, porque le pregonaba sus ¥inos, procuré casarme con una criada suya. Y visto por mi que . te prone no podia venir sino bien y favor, acordé de lo hacer Terminada la narracién del caso, y después de aclarar la manera de conseguir paz en su casa - hacer que nadie le hable de ello « data Lazaro su relato aludiendo a un hecho histérico (y al lugar, Toledo, en que escribe) e invocando por altima veza Vim.: Esto fue el mesmo afio que nuestro victorioso emperador en esta indigne ciudad de Toledo entrd y tuvo en ella Cortes, y se hicieron grandes tegocijos, como Vuestra Merced habra oido. Pues en este Hempo estaba en mi prosperidad y en Ia cumbre de toda byena fortuna El recorrido que hemos seguido muestra que la recurrencia de invocaciones a V.m, tiene en el relato de Lazaro de Tormes una funcién estructural, como ha puesto de relieve Lézaro Carreter, si bien él la ve en otro sentido (el de “recordar al lector el cardcter epistolar del relato”69), Nosotros le atribuimos las funciones de demarcador - conector de secuencias narrativas, y de indicador del destinatario intemo del discurso autobiografico de Lézaro, indicador que, al interrumpir la linea cronologica de los hechos narrados para introducit el presente de la narracion misma, crea el espacio temporal del relato y pone de manifiesto (jen escena?) €] acto mismo de narrar. En su discurso prologal - y en dialéctica oposicién con este tono de confidencialidad que informa el relato todo, enmarcado por el cir- cuito comunicativo yo - V.m, que excluye cualquier otro destinatario - nos revela Lézaro toda una serie de destinatarios ajenos a tal circuito comunicativo; pues tiene a bien que “cosas tan sefialadas, y por ventura nunca oidas ni vistas, vengan @ noticia de muchos”, consecuencia légica del “muy pocos escribirian para uno solo” que afirmard después (y que ya hemos citado), Lézaro ilustra con tres ejem- 66.p.77 67.p. 78 68.p.80 69. 1. c, nota 43 en términos semejantes se expresa Rico, 0, ¢, en nota $4, p. 27 NOVELA PICARESCA 141 plos esta afirmacién de su discurso prologal y todos estos ejemplos denuncian en realidad una tensién entre lo que - siguiendo Ia vieja escolistica - pudiéramos amar ef “finis operis” y el “finis operantis”, La accién del soldado que se pone en peligro, como el sermén del presentado (y por mucho que éste desee el provecho de las almas) tienen en lo més recéndito del sujeto que las realiza un denominador comtin: “‘el deseo de alabanza”, algo capaz de halagar incluso al caballero que sabe de la falsedad aduladora del truhn, segtin el tercero de los ejemplos aducidos. “Y, asi, en las artes y letras es lo mesmo” - dice Lazaro, que poco antes cita las Tusculanas de Cicerén para hacer ver que “la honra cria las artes”, Lazaro confiesa seguidamente no ser més santo que los demés y declara - consecuentemente con ello - que no le pesa que “hayan parte y se huelguen”” en su “nonada” todos los que en ella “algin gusto hallaren”, Incluso espera encontrar al lector que “‘agrade”” © acepte algo de lo encontrado en ella (lector ideal), mientras que “a los que no ahondaren tanto” espera que “los deleite”, De “los que heredaron nobles estados” espera Lazaro que consideren “‘cuin poco se les debe, pues Fortuna fue con ellos parcial, y cuanto més hicieron tos que siéndoles contraria, con fuerza ¥ mafia remando, salieron a buen puerto”. De todos, en fin, espera Lazaro que saquen “algén fruto” y, sobre todo, que “se tenga entera noticia” de su “persona”. No podemos aceptar por cuanto acabamos de decir el “diagrama del Lazarillo” de Jenaro Taléns70, que funde en uno los destinatarios interno y externo del relato de Lézaro, reconociendo sélo un receptor explicito - Vuestra Merced - como correlato de la existencia de un solo emisor: Lézaro, autor (ficticio) del relato de su propia vida por delegacién del (anénimo) autor, Es precisamente la ruptura de este esquema, ilustrada con ejemplos, la que desenmascara las leyes que rigen el discurso que toma en calco el Lazarillo. Si a esto afiadimos que la vita objeto del relato autobiogréfico confesional de Lézaro se compone de anéc- dotas conocidas del folklore unidas por una relacién de perfecta coherencia entre la situacién del caso y los “acontecimientos” del pasado que lo justifican, no podemos menos de concluir que la verosimilitud misma de esta representacién pone en duda la veracidad (ley tltima) del discurso representado,71 Mas alld pues de lo puramente ancedético (estamentos saciales representados por los personajes que constiuyen el entorno de Lazaro y que son objeto de critica en su juicio sobre ef mundo) y de Ja profanacién carnavalesca del léxico de la espiritualidad y citas tomadas de los textos sagrados, encontramos en el Lazarillo tuna conciencia narrativa que se constituye a si misma en tema central de la obra. Gracias a ella, la ficcién del Lazarillo no s6lo constituye en perfecto artificio una ilusién narrativa, sino que su impacto cognitivo llega a demostrar la problematicidad de tal artificio, desarticulando asi el discurso autobiogréfico de su tiempo para convertitlo en novela. 70, 0.¢. on nota 56, p, 90 (comentario, p. 86) ‘71, véase sobre este punto nuestro trabajo “Procédés de véridiction dans te roman picaresque espagnol”, on Vraisemblable et fiction. Recherches sur le contrat de véridiction, colloque de Montréal 1974 (Série Colloques, publie par le Département d'études anefennes et modemes de l'Université de Montréal, n® 2, Montréal 1980, pp. 12-25) 142 ANTONIO GOMEZ-MORIANA. Una cosa nos parece cierta: este artificio es bastante més complejo que la simple carta, Por otro lado los epigrafes que presentan los capitulos o tractados, que en nimero de siete componen el texto, y el titulo mismo del libro, objetivadores de Lazaro y escritos en tercera persona, testimonian del funcionamiento institu- cional del texto y de Ja existencia de un narrador o presentador atemporal y ex- terior al espacio discursivo que genera el relato de lazaro, Ya dijimos que esta presentacién la encontramos también en las pricticas autobiogréficas confesionales de la época. Mas alld de la interrelacién Lazaro - V.m,, descubrimos pues dos interrela- ciones mds: Lézaro - lector virtual, y Narrador o presentador - lector virtual, ambas explicitas en el texto. Es indudable que en la lectura del Lazarillo apenas se percibe esta funcién mediadora del titulo y epigrafes, De aqui que Américo Castro pudiera afirmar que en la lectura del Lazarillo “‘sentimos la ilusién de contemplar la vida misma sin ningiin intermediario: aparece ahi un individuo que nos invita, sin més. @ penetrar en su intimidad, a contemplarla desde el interior de su propia expe- riencia”2, Insistiendo en la palabra ilusidn, empleada por el propio Castro, no tenemos reparo en aceptar esta afirmacién, que pone de relieve una sutil ambi- glledad del texto: dado que la identidad personal del enigmético V.m. no se nos revela hasta el final y que en la lectura olvidamos bien pronto el cardcter de persona ‘concreta con que aparece en la didicatoria del prélogo, segtin vimos, el texto crea una ilusin de proximidad, de confidencialidad entre Lazaro y el lector. Claudio Guillén ha expresado muy acertadamente esta ilusién de proximidad y de distancia al mismo tiempo, al explicar su expresién “epistola hablada”, La llama asi “porque parece que escuchamos, de hurtadillas, la confesion dirigida por Lazaro al amigo de su protector”73, Lo que nos parece completamente inaceptable, en el marco de Ja situacién comunicativa que hemos esbozado, es el comentario que Zamora Vicente hace sobre el “yo” y V.m, en el Lazarillo, en su estudio Qué es la novela picaresca: Vayamos ~ dice - a la primera pdgina. Y vemos que el anonimo autor se encara con nosotros mismos, de tia tu, hablindonos en primera persona para decirnos su presentacién: Pues sepa v.m, ante todas cosas que a mi llaman Lazaro de Tormes.”74 Si la ilusién de proximidad nos hace olvidar el cardcter personal, concreto, del destinatario del relato de Lézaro, hasta identificarnos con V.m. y considerarnos aludidos en la invocaciones de Lazaro, es porque en la obra se percibe una especie de oratidad casi coloquial, sustentada ademds por la invocacién a V.m. con el verbo oir (“como adelante Vuestra Merced oir”), aspecto muy especial de su narratividad puesto de relieve por Claudio Guillén, segin acabamos de ver. No aceptamos lo de “epistola”, pero si la casi oralidad del relato de Lazaro. Puede ser debida 72, L.e,nota 50 73. urticulo citado en nota 11, p. 268 74. Alonso Zamora Vicente, Qué es la novela picaresca, Buenos Aires 1962, p. 30 NOVELA PICARESCA M3 ésta al hecho de que el libro es en nuestra civilizacién, como ha seflalado Kristeva, “une transcription d'une parole orale"’75, Pero puede también apuntar al cardcter oral de Ja confesién, lo mismo sacramental que juridica. La diferencia entre ambas + especialmente en el momento de la produccién del Lazarillo - es minima, pues el Concilio de Trento define el sacramento de la penitencia como un “ en que el penitente se acusa como “reo” y el ministro pronuncia su sentencia ‘en calidad de “juez”76, Y los tribunales de la Inquisicin, compuestos de eclesidsti- cos, tienen el poder 0 jurisdictio para absolver de las penas y censuras eclesidsticas en que hubieran incurtido los reos que comparecen ante los mismos durante el periodo del edicto de gracia para confesar espontaéneamente sus delitos77. Las obsevaciones que venimos haciendo sobre la interrelacién Lizaro - Vm, y sobre la abertura del texto al lector virtual, asi como la existencia de titulo y epigrafes en tercera persona (por tanto, no de Lézaro ni dirigidos a V.m.), en nada afectan la magnifica intuicién de Américo Castro al considerar la ficcion autobiografica del Lazarillo y su anonimata como “dos caras de un mismo hecho”: la “genial decision” del autor de que fuese el propio Lézaro quien contase “sus pobres experiencias”?8. Jenaro Taléns ha formulado con mayor precisién esta dimensin de la primera novela picaresca. Si bien no estamos de acuerdo con él en que “la verosimilitud pretendida al usar la primera persona” estd reforzada por la fusién en un solo emisor (Lazaro) y un solo receptor (V.m.) de los planos real y ficticio, suscribimos plenamente su conclusién: La necesidad de aparecer andnimo (el Lazarillo), al margen de las muchas explicaciones extratextuales existentes, viene forzada por el propio discurso del texto, siendo, pues, parte integrante de la estructura de la obra’"79. He aqui la razén de que el “yo" del discurso prologal tenga que ser el mismo “yo"enunciador del relato autobiogréfico (“porque se tenga entera noticia de mi persona” dice Lazaro que escribe, haciendo ver que el discurso prologal y el narrative son enunciados por el mismo sujeto). Este artificio no ha sido siempre seguido por la novela picaresca posterior, de autor conocido y explicito en el texto. En estas obras asoma el autor, quien firma los prélogos, dedicatorias y avisos 75. Julia Kristeva, Le texte du roman, Approche sémiologique d'une structure dis coursive transformationelie, Paris-La Haya, Mouton, 1970, p. 147 76. Sesién XIV (25 noviembre 1551), Doctrina de sacramento poenitentiae (ver especialmente el capitulo 6 “De ministro huius sacramenti et absolutione” y el canon 9: “Si ‘quis dixerit, absolutionem sacramentalem sacerdotis non esse actum iudicialom (.... ): A.S."). Evidentemente, esta definicién del Concilio de Trento responde a una prictica en vigor antes ya de la definicién. 77, El “edicto de gracia” abria un “periodo de gracia” durante el cual se prometia absoNer en secreto a quien se denunciaba voluntariamente a si mismo ante los inquisidores como hereje arrepentida, pidiendo ser absuelto sin penitencis piblica. Cfr. Juan Antonio Liorente, 0, ¢. en nota 32 78. Américo Castro, articulo citado en nota 50 79. Yenaro Taléns, 0. c. nota S6m pp. 86-87 144 ANTONIO GOMEZ-MORIANA. al lector, en que usa de la primera persona, Con ese “yo” del autor contrasta después bruscamente el “yo” del narrador que irrumpe en el comienzo mismo del relato, dirigiéndose a un “Vuestra merced” no integrado en la historia, al “curioso lector” (Guzmén de Alfarache) o a un no determinado “sefior” (Pablos). Esta ruptura de Jo que Philippe Lejeune ha Uamado “le pacte autobiographique"80 muestra que estamos ya frente a un género institucionalizado como literario, aceptado por Ja sociedad establecida, recuperado por la ideologia dominante, De ahi la trans- parencia de sus leyes de texto propias, que hacen olvidar el cordén umbilical que las une en su origen a otras précticas discursivas sustentadas por esa ideologia represiva, y que seguirdn existiendo y aflorando durante todo el siglo XVII, la Spoca del apogeo de la novela picaresca en Espafta, Mientras que estas manifes- taciones del género picaresco contituyen una autoreferencialidad que permite su lectura “in se”, el “ab alio” del Lazarillo hace que esta obra deba leerse en su tensién dialéctica intertextual e interdiscursiva con el discurso representado en un uso subversivo del mismo, Asi supo leerla Cervantes en una lectura que creemos confirma la nuestra. En el capitulo XXII del primer Quijote tenemos una repre- sentacin mds osada atin que la del Lazarillo - por aludir expresamente a la ‘‘Santa Hermandad” - de la situacién comunicativa propia del discurso autobiografico confesional, Es curioso notar que en este pasaje se alude expresamente al Lazarillo. Por ello hablamos de Jectura del mismo por parte de Cervantes. Casi nos atre- veriamos a hablar de lectura intertextual por parte de Cervantes, por cuanto aproxi- ma ambos “textos”, Al interrogar Don Quijote uno tras otro a aquellos galeotes, no s6lo reconstruye el artificio narrativo del relato de Lézaro (interrogado por Vuestra Merced), Don Quijote escenifica al mismo tiempo del modo més grotesco los Procedimiento de la justicia de la época y sus interrogatorios, interrogatorios a los que cada uno de los condenados a galeras va a reponder dirigiéndose al Vuestra Merced que los interroga (Don Quijote) con el relato de sus vidas, dando asi explica- cidn al estado en que se encuentran. Ginés de Pasamonte - quien alude precisamente al Lazarillo - habla de la escritura de su vida y de su publicacién, que eclipsard la de Lazaro de Tormes, explicitando asi la doble intencionalidad de la autobio- grafia confesional, tal como Ja denuncia Lazaro en su discurso prologal. Al encontrarse el Lazarilio en el punto mismo de coincidencia (0 de bifur- cacién) de ambos discursos podremos plantear aiin el problema de su aceprabilidad como signo complejo. Pero tal aceptabilidad no constituye un probleme pertinente. El discurso de! pobre (Lazaro) como el discurso del loco (Don Quijote) son dis- cursos de marginados de la sociedad; no se legitiman por tanto sino en el acto de subversién carnavalesca que denuncia sus pricticas rituales como instrumental de una ideologia repres 93- DLO Ze 14g80 Philippe Lsjeune, Le pecte autobiographique, Patis, Seuil, 1975, en especial pp. 14.22

You might also like