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Vardn y mujer Hiemos afirmado que el ser humano posee naturalmente una tendencia intrinseca a la amistad y a la fecundidad inscrita en su mismo cuerpo, z yr queeste cuerpo es de dos modos distintosy complementarios: masculino o femenino. Cada ser humano nace como varén o como mujer. Bste dato original es de gran relevancia para la cultura y el desarrollo arménico dena sociedad, La humanidad se concibe intelectualmente prescindiendo de esta distincién, pero ella tiene una concrecién particular que se expresa en alguno de estos dos modos. Hay que entender que lo humano, como concepto, sélo existe en el entendlimiento; en la realidad se concreta en hombres o mujeres particulares®. Esto quiere decir, entre otras cosas, que el significado de ser hombre y ser mujer se refleja en la corporeidad de cada cual. El cardcter indtil de la corporeidad humana, en cuanto a su desespecializaci6n y distanciamiento de cualquier medio ambiente, y la constatacién de su capacidad de entrar en comunién intima, cuyo efecto natural es la concepcién, manifiesta un esplendor superior a cualquier unién posible entre seres materiales, que evidencia la nobleza y el misterio del cuerpo humano en cuanto tal. Lo femenino y lo masculino es un modo propio del ser humano. Entre os seres puramente sensibles que engendran por medio de la unién de sus cuerpos, la distincién se reduce a la de macho y hembra. En los animales no hallamos lo que cominmente llamamos el “modo de set femenino o masculino”. En la vida humana esta diferencia encuentra su niicleo en lo femenino y lo masculino y eruza toda la persona, ya que 2 Cfi. Tony Anatrella, “La figura del padre en la modernidad”, en Humanitas N°50, Santiago, 2008. 2 saad Son cuerpos que manifests, camer ién ala donacion personal total, come ntrega que toda persona anhela, [, “encia la posibilidad de superar la comunién de aquelle hombre o mujer. aque cada cual Teva is de lo femenino 10 masculino, un primer I cuerpo del varén revela mas excerioridad que de hacia fuera, significando caracteristicas dominar o someter, E] vencer, igurado hacia el interior iderar es que el El primero tien o conquistar cuentra confi gables de lo femenino: acoger, conserva, ‘Ast ella se vincularia més, en principio, «on la disponibilidad, mientras que lo masculino con el dominio. Tal exteriridad del cuerpo del hombre Jo hace naturalmente mis sensual, lo cual quiere decir que se encuentra ae ropenso ala aprehensin dels entidosy a movers segin las cualidades objetivas de sre coeas. En ese sentido, tiende a establecer relaciones més superficiales Faro lo vuelve vulnerable al egoismo de los sentidos, lo que se uaduce en una buisqueda del placer inmediato ligado a los estados créticos del cuerpo y a la sexualidad, en desmedro de la persona. La jnclinacién natural del hombre a la sensualidad lo hace proclive a vincularse con una mujer tinicamente por sus caracteristicas fisicas, siendo capaz de sostener en el tiempo una relacién con una mujer atractiva pero interiormente pobre, sin mayor cuestionamiento, puesto que le resulta més facil reducirlaa la categorfa de objeto. Puede olvidar punto a consi eldela mujer. de lo masculine com’ ropias a encambio, se en cuerpo de la mujer y representa atriburos inne cuidar, guardar, hacer crecet. con la mujer. a la persona para quedarse con su utilidad. La interioridad de la mujer la dispone a ser mas afectiva, por lo que es més subjetiva en su aproximacién ala realidad”®, De ahi también que Jo femenino exalta naturalmente los modos. Asi es como, al recibir un regalo, por ejemplo, lo més preponderante para ella es la dedicacién que este implicé y el hecho mismo de ser regalada. objeto. En general, la mujer se vincula °Cfr, Karol We jercic ir arol Wojtyla, Birciciosexpirituales para jévenes, Madrid, BAC Minor, 2006, p. 57 2 ands desde lo interior, de manera que esté propensa a establecer relaciones pasadas en lo que ella cree -segtin sus sentimientos—son las cualidades del otro o de una determinada situacién, A ella puede llamarle la atencién el aspecto fisico de un hombre, pero por lo general no es suficiente; necesita encontrar en él algo mas alld. Por este motivo, ella puede ser engafiada ‘on mayor facilidad, en la medida en que su afectvidad se encuentre presente en Ia elaboracién del jucio acerca de las cosas, resultindole dificil prescindir de la interferencia de los afectos, situacién que el hombre aprovecharia para fingir lo que no es real o estable. Debido a su cardcter mmds interior y ayudada por la experiencia de la maternidad, la mujer comprende més répida, aunque confusamente, el valor de un ser personal, Jo cual la previene de caer en la utilizacién de las personas, Por esta mayor injerencia de los afectos es que lo femenino en quanto tal se encuentra particularmente inclinado al egofsmo de los sentimientos, prestindose con mayor facilidad a confusiones amorosas, Debido a ese egoismo afectivo, la mujer tiende a una busqueda del “yo” més que a una biisqueda del placer, ya que pretende satisfacer una necesidad afectiva. El egoismo de los sentidos tiene un aspecto de egoismo muy acentuado y claro; por el contrario, el egoismo de los sentimientos se confunde con el amor. En todo caso, ambos utilizan a la persona por cuanto uno busca primeramente el placer y el otro busca primeramente elafecto, y en este sentido ambos corren el riesgo de subordinar el bien dela persona a su necesidad individual”. La consideracién sobre el cuerpo constata algo patente en la mujer: su configuraci6n para la maternidad”, la cual no ocurre sin el concurso del hombre. El hombre, naturalmente configurado para la paternidad, comunica una perfeccién que ella recibe actualizando su maternidad, lo queasu vez actualiza la paternidad del varén. En ese sentido, podemos pensar que la mujer esté en potencia y el hombre es quien le transmite aquello que la actualiza. Por eso, lo femenino se entenderfa formalmente como una aspiracién a la actualidad y lo masculino como la actualidad que actualiza esa potencialidad. SS ee ee Che. Karol Wojtyla, Amor y responsabilidad, Madrid, Palabra, 2000, p. 174. Chr. Karol Wojtyla, Amor y responsabilidad, op. cit p. 295. 23 En a naturaleza intima del cuerpo de la mujer i la exigenci ii jable de la maternidad como aspiracién, sea fisica 0 espiritua}, ee erfeccién, lo femenino se encuentra frustrado como tal, De ee en el varén se inscribe la inclinacién a la paternidad ¢ igualmente sin ella se frustra lo masculino. Como seres ae sta sa anidad o paternidad no es exclusivamente Material, Puss Puede mrevrretarse aun cuando un hombre o una mujer no hayan sido padres biolégicos. Por eso, la negacién de la paternidad, que min todo el orden humano, alcanza su maxima expresi6n en la oportunidad de concebir un hijo sin el concurso del var6n, y su momento més dlgido al afrmar que se puede engendrar fuera del acto conyugal, lo cual sucede de alguna forma también sin el padre”, Ello implica una total ¢ inevitable decadencia para la sociedad. En la disponibilidad propia de la mujer apreciamos un signo dela 0 corresponde el recibir humanidad, ya que, en el origen, a lo human Lo humano nace como un dona partir de primero para ofrecer después. algo recibido que es imposible darse a si mismo. Por eso, aquella mujer que no quiere recibir rechaza implicitamente su dignidad femenina, y al suprimir su natural apertura al don, acusa un profundo anhelo de ser como el hombre, quien en apariencia es més actual en el sentido que ya explicamos antes. Si predomina la conquista por sobre la donacién, lo caracteristico de Ia mujer pierde importancia. Sin un don inicial no existe nueva vida humana, pues lo humano comienza cuando la mujer acoge lo que el hombre entrega; y lo entregado también encuentra su origen en algo recibido, si bien Jo que se aprecia a simple vista es que el hombre entra y deja en el interior de la mujer aquello que en él se ha formado, lo cual puede entrar en comunién —dentro de la mujer con Jo que en ella también se ha formado, produciéndose en ese momento la concepcién. Por esta raz6n es tan importante la disponibilidad a la recepcién del don, de modo tal que un ser humano incapaz de recibir no puede vivir verdaderamente conforme a su naturaleza. En este escenario surge un esfucrzo desmedido por conquistar y dominar, y la técnica, por ejemplo, va ocupando un lugar cada vez ms fr. Tony Anatrella, “La figura del padre en la modernidad”, op. cit. 24 onderante en cuanto permite al hombre gobernar las cosas ¢ intentar p er el orden dispuesto por la naturaleza. re ees, cuando sta dimensin sobesale por sobteotas més jamentales; til en las relaciones personales, lo cual impide el encuentro fecundo ario para constituir una vida verdaderamente humana. Asi, el regan o a ausencia del padre, 0 de rodo aquello que la paternidad significa, conduce en el largo plazo a la marginacién del padre por parte delamadrey@ la negacién de la diferencia sexual entre hombre y mujer, vacio que intenta llenar una madre omnipotente y omnipresente apoyada enlaimagen de la mujer autosuficiente” que, a fin de cuentas, no logra subsana Diferencias tales obligan a estimar lo masculino y lo femenino en ea comienza a predominar el amor egoista y el juego infant neces el problema fundamental que acarrea la ausencia paterna. la educacién. Consideremos un aspecto. Psicolégicamente, la mujer busca ms ser poselda y el hombre tomar posesién. El clisico velo en la novia, por ejemplo, resulta ser un signo de algo que ella ha guardado y protegido cuidadosamente: su interiotidad. Lo més propio de si que también es fisico y que se manifiesta en la'teserva libre de su cuerpo, para entregarlo en plenitud a quien prometa amarla toda la vida, pues su mds {ntimo anhelo es un amor total, exclusivo, fiel y fecundo. El hombre, al levantar el velo, expresa el consentimiento por parte de la mujer de que A sea quien tome posesién de lo que hasta ahora habia sido reservado y quelibremente entrega. Aqui lo femenino es imagen dello escondido, del misterio, de lo metafisico en el mundo®. La perspectiva del encuentro entte el hombre y la mujer es, entonces, completamente diferente: en Jo que es la inclinacién natural més intima de la diferenciacién de los sexos, él la recibe primeramente como un don y no como una conquista, Jo cual supone en él una verdadera vida interior capaz de recibir a otro, penetrar en él y fecundarlo. En orden a esto, el nifio varén debe ser educado para esperar, para resistir, para dominarse. Debe aprender a ejercer el dominio tanto sobre las cosas como sobre aspectos propios, mas nunca sobre las personas, queson sujetos de libre sumisién. La moderacién también es un aspecto Cli Ibidem Ch. Karol Wojtyla, Ejrciciosespirituales para jovenes, op. cits p- 43. 25 san dela masculinidad para 90 SEF UN hom ae iscentes y caprichos Ys Por end, eslag descos seas sf sera en el futuro un mal esposy y es sefior a dar, pues estar movido desde su bir y ‘voluntad para recibir y, en tiltim, Importante en Ia débil a merced de de s{ mismo. Quien ] sun mal padre, incapaz de re rensibilidad para poseery 0 desde st Inu ° a arte, dada su predisposicién a la subjetividad, La mujer, por ain juicios més objetivos, captar que las cosas Bageee: Tera yaceptar que larealidad no es lo mismo ‘no siempre son como ticuye una experiencia liberadora para ella, quesu afectividad. Esto constituy ee independencia para a a que le otorga mayor inc aH ea subjetvidad e encuentra mucho més propensa que el hombre os condicionamientos psicolégicos. La mujer estd mucho més expuesta que el hombrea todo, macho més expuesta que el hombre a los condicionamientos psicolégicos. Por eso necesita conquistarse esta independencia mediante un esfuerzo interior que no elimina dela propia vida el amor, sino que lo reconoce is 6 como motivacién ultima en el Gran Amor’*, El hombre es més independiente que la mujer puesto que accede a la realidad de manera més objetiva. Un hombre bien formado puede contribuir a la formacién de la mujer para que adquiera madurez y autonomia interior y, de esta manera, se libere del subjetivismo que la amenaza y capte mejor la realidad en una verdadera relacién de amor esponsal, Asimismo, la educacin del pudor no es igual en el hombre y en la mujer. Bl varén es naturalmente més pudoroso que la mujer, dado que sus reacciones ante el cuerpo de esta le resulearfan incontrolables y muy vergonzosas. No asi en ela, cuyo pudor es més complejo, pues no vincula esponténeamente la presentacién de su cuerpo con el hecho de aue este sea despojado de su valor. Lees dificil suponer que se le separe desu cuerpo y que este sea visto como una cosa, como un posible objeto “Karol Wojtyla, Ejercicios eprituales para javenen, op. cit,, p. 39. 26 de place Siente penis necesidad de Proteger su cuerpo, ya que no ren ese peli, por lo que educala tiene que ver también con iqudata a que lo adverts Sila mujer se apoya en la sensulidad de yard pare atraerlo, conseguir un hombre que la valore dnicamente or este aspecto> lo que eer fuente de mucho dolor. Uno de los mayores gufrimientos para una mujer consiste en sentirse considerada una cosa no ser més que un objeto para el hombre. Resuenan en mis ofdos frases como esta: “Era atin muy joven, no habia terminado los estudios, me casé. Ahora sufro mucho, sufto mucho”. La conversacién prosigue. Y si queremos resumirla, saber por qué suf, oigamos esto: “Sufto porque soy un objeto. No soy una persona”, “{Tal vez él no alcanza a sensibilizarse respecto de ti? {Te sientes cerca de é1?”. “No, él no quiere més que una cosa” Otro elemento interesante que entra en juego en la dindmica hombre- mujeres el hondo anhelo que el vardn tiene de consolidar una obra. Por Jo mismo, no es dificil verlo absorbido por su trabajo. Desea conquistar algo y ejercer cierto dominio, mas tiene que comprender que ello ha de ocurtir a nivel técnico y no humano. La conquista siempre debe ocurrir enfuncién del bien de las personas. En el orden humano es indispensable aprender el valor de la gratuidad y de la donacién, que las personas se dan a si mismas libremente y no pueden ser consideradas s6lo como medios para alcanzar un fin. Valorar el don por sobre la conquista para ser capaz de dar’. El hombre tiende a moverse més por el espfritu de conquista que por la disposicién a dar”. Una mujer que no ha sido educada adecuadamente buscard un hombre que le proporcione seguridad econémica o psicolégica, y el hombre mal educado, a una mujer para gozar y lucir, Un ser humano sin educacién no es capaz de amar aun cuando ese sea su mayor afin, pues le falta el orden interior que le permita vincularse con las cosas segiin lo que son y sostener en el tiempo el vinculo que establece segiin las exigencias de la realidad. ate eae ee a Ee * Karol Wojtyla, Ejercic sles wvenes, op. cit., p. 40. 1G fae Ejretisepiroa 3 para joi Ip. cits P. Ch. Ibid.,p. 57. 27 anti encuentro auténtico entre lo femenino y lo Masel Posibilitar ese: sii inparaiter Iniculiry porqié'sy 7 es uno de los a una mujer se manifesta lo humano en ai a ae aan no hay un encuentro espiritual, lo human plenitud original, icteric ifeumarigs aoa clei de binanied esl cid, a personas. La mayor -— aa urea Bil iat cumbre es la comunién De i iecusinclayanlce = sagentol a “s i Ta-wuelve sueto de la vvencia de k ties la comunién de vida, a rai su matetnidad ¥ comunica al hombre un valor que él ain no conoce: la paternidag™ Y sis verdad que fisicamente la mujer se hace madre gracias al hombre, no lo es menos que la paternidad de este se forma “interiormente” (en su aspecto psiquico y espiritual) gracias a la maternidad de la mujer. No sélo el embrién se desarrolla fuera del organismo del padre, sino que también la paternidad fisica tiene menos lugar en la vida del hombre que el que ocupa la maternidad ea ka mujer", Lapatemnidad debe formats yculivarse con anteroridad al compromisp matrimonial, de manera que ocupe un lugar tan central en él como la maternidad en la vida de ella®. Su presencia, en sentido profundo, e fundamental para la humanizacién de los miembros de la familia y

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