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Debat: Ls iniciativa dobrir una seceié de Debat ala revista Estrat Critio sorgeix de la ‘consideracid cobietiva que el replantejament ha de ser wna constat en totadisciplina cientfica, Aixi dones, i perseguint aquest objectiu, hem cedit aquesta primera secci6 adi ‘verses propostes que es presenten com una critica "Anrocentrsme, encaraavui presen, en 'Arqueotogia. _Esperem que us agradii que us convidi a repensa les vostres lectures i projectesi que faci evident, uaa vegada més, que Ia Muta contra el Petriareat ha de seguir vigentdins i fora de'Académia, Género y Arqueologia: un esquema de la cuestién ‘Marta Cintas Pefia ‘Universidad de Sevilla Martacintasp@email.com El presente trabajo tiene como objeto tripartita que comprenderia sus i ofrecer una visin sobre las Arqueo logias Feminista y de Género, ten- dencias surgidas en las décadas de los, 80 y 90 que aleanzan su maxima re- presentacin en la actualidad. Para cello se ha optado por una estructura Rebut: 13 mary 2011; Ascent 21 etre 2011 cios y planteamientos metodolégicos, ‘en primer lugar, su posible contribu- cién en el campo especifico de la Pre~ historia reciente de Europa, segundo, y su aplicacién directa con ejemplos concretos, por iiltimo. Se ER TTT Géner y Argueatgia: wn esque del cuestn s pretende asi proporcionar una pers- pectiva general y a la vez pragmitica, Ge las posibilidades que a la investi- gacién aporia tal enfoque. La inten- cién Ultima no es otra que la de stimular y fomentar un debate am- plio, serio y, sobretodo, necesario e inaplazable por més tiempo, en tomo esta cuestién. La visién de conjunto que se ofrece busca, en definitiva, sentar las bases para una discusién «que, sin embargo —y no podria ser de otro modo -, debe profundizar en las mismas para su desarrollo, Arqueologia Feminista, Arqueolo- gia de Género y Arqueologia Queer. El movimiento feminista desarrollado especialmente en Estados Unidos y Europa en el siglo XX iré, paulatina~ mente, integrndose en todos los 4m- bitos de la esfera académica. Algunos de los primeros textos que abordarian el problema serian: Women in Prehis- tory, 1989, de M. Ehrenberg, ola obra Engendering Archaeology, de Geto and Conkey, 1991 (Whitehouse, 2007). Fruto de ello seré la apaticién, paralelamente a los movimientos pos: modernos, de la Hamada Arqueologia Feminista en los afios 80, primero en Estados Unidos y Escandinavia, pos- tetiormente en Espafia o Italia, Seré a raiz de ella y del Postprocesualismo de donde surjan la Arqueologia de Género' y la tendencia queer (Cruz, 2009). Las diferencias entre las tres estriban en los objetivos que cada una persigue. Para la Arqueologia Feminista es ne- cesario reconfigurar la forma en que se hace Arqueologia, en primer lugar, y aplicar el nuevo enfoque posterior mente, para asi obtener una visién historica més objetiva. Existe una total conviecién en Ia premisa: la ciencia se hace por alguien, por algo y para algo. Paralelamente a la ya fa- mosa cita de Beauvoir: un punto de vista feminista no se tiene, se cons- truye (Harding, 1987)? ; serd ésta quien plantee cuestiones de forma si- milar al marxismo: Ja desigualdad por sexo ha existido siempre o es un producto histérico?, que podria en- cuadrarse perfectamente en la més amplia de: éla desigualdad social y la explotaci6n son inherentes a la huma- nidad o resultado de transformaciones historicas? En cuanto a la Arqueologia de Gé- nero’, es considerada por la Feminista como una reduccién de ésta. Su inte- rés radicaria en ofrecer informacién especificamente sobre la mujer (y también sobre el hombre), sin la ne- cesidad de que el planteamiento ini- cial sea distinto, Ello se debe a la consideracién de que todo aquello que no se nombra se vuelve invisible, por Io que es necesario hacer un es- fuerzo por rescatar a todas las mujeres del limbo informativo en el que se han visto inmersas a Jo largo de la Histo- ria (Masvidal, 2007). Del mismo ar Cte 0 rH? ® i modo ocurriria con las actividades de mantenimiento (Montén, 2005; Gon- zAlez et al., 2005; Sanchez, 2007) que, al haber sido puestas en relacién con mujeres, tampoco han recibido inte- rés por parte de la investigacion. Es esta Arqueologia del Género la que ha {do haciéndose un hueco en Ia inves- tigacién. No obstante, parece que, en algunos casos, las denominaciones Feminista y del Género se utilizan aleatoriamente, no existiendo claras diferencias entre una y otra, En titimo lugar, la Arqueologia Queer critica de Ias anteriores el uso, a veces, de la equiparacién gémero/sexo, y la marginacién de raza, etnia o clase social en el estudio, y afirma (de la misma forma que la Teoria Queer de la que se nutre) que existe una gran variedad de identida- des sociales. El estudio de sexualida- des alternativas a la heterosexualidad y su conocimiento a través de la cul- {ura material seré también una preo- cupacién principal de esta tendencia, asi como el cuestionamiento de con- ceptos como “familia” o “unidad fa- miliar” y la facilidad con la que a veces se equiparan “homosexualidad” y “pedofilia” (Dowson, 1998). Aun- {que sus planteamientos resulten igual- mente vilidos en una esfera tedrica, son mucho més dificiles de aplicar, ‘puesto que las posibles evidencias, al fratarse de aspectos relacionados més con un plano simbélico que material, zo siempre son apreciables en el re- gistro. No obstante, ha de partirse de la idea de que el registro no existe, sino que es producto de la investiga cién arqueolégica, por lo que en los tres casos habrin de buscarse las he- rramientas que nos permitan estu- diario (Vila et al., 2007) En los tres casos se cuestiona el ca- ricter legitimador de la Arqueologia con respecto a nuestra sociedad, pa- triarcal, aplicando a la investigacién pardmetros actuales que no necesaria- ‘mente han de ser los mismos que los del grupo cultural al que se pretende comprender (Diaz-Andreu, 1994), Se hace hincapié, también, y sobretodo en un primer momento, afios 80 y 90, nla propia visién androcéntrica de la ‘Academia y de las personas dedicadas a la arqueologia, mayoritariamente hombres, que imposibilita un cambio en profundidad. Arqueologia Feminista/de Género‘ en lo relativo a la Prehistoria y, mas coneretamente, a la Prehistoria re- ciente europea. Como consecuencia de la ay de las tendencias previamente men- cjonadas y, al igual que en otras eta- pas, el enfoque propuesto se aplicara a la Prehistoria. Es en este Ambito donde su estudio resulta, quizés, mas complicado. Por una parte, la ausen- cia de fuentes escritas hace necesario buscar indicios a partir exclusiva- ® Eat Crit (2012): ITER? Géner.yrgucloga: wn esque dela cust mente de la cultura material; por otra, parece ser la Prehistoria el periodo en el que comienzan las desigualdades de género, La abundancia y exclusi- vidad de figurillas femeninas durante el Paleolitico contrasta fuertemente con la situacién que se genera a fina- les de la Edad del Bronce, donde las representaciones serdn, fundamental- mente, de hombres. Ademas, en el ambito de estudio de la Prehistoria se produce un enfrenta- miento con una fuerte tradicién que, a pesar de no contar con evidencias materiales, sitia al hombre en clara preponderancia con respecto a la mujer. No existe otra motivacién para ello que el sesgo androcéntrico. Ante esta situaciOn de partida, el femi- nismo, por una parte, y una buena pra- xis cientifica, por otra, nos llevarian a plantear dos cuestiones fundamenta- les: gla vision que actualmente tene- mos de Ia Prehistoria es Ia correcta?, y gen qué momento y por qué co- mienzan Jas disimetrias sexuales entre hombres y mujeres? En el primero de los casos, el Femi- nismo y la Arqueologia del Género ‘ponen énfesis en Ia necesidad de rea- lizar una critica a presupuestos tradi- cionales basados en una vision androcéntrica propia del siglo XX, y no en evidencias materiales, asi como cambiar la perspectiva de estudio a la hora de abordar situaciones ain no analizadas, Cabria diferenciar el tra- bajo cientifico de la divulgacién del conocimiento en educacién primaria y secundaria, universidades 0 exposi- ciones y museos. Ello supondria no sélo contemplar la posibilidad de he- cchos coneretos como que ajuares de armas se encuentren en tumbas de mujeres, hecho ampliamente docu- mentado (Davis-Kimball, 1997; Davis- Kimball y Yablonky, 1995; Davis-Kimball et ai., 1995)° , sino también en sentido opuesto, es decir, que adornos y molinos de mano apa- rezcan en tumbas de individuos de sexo masculino, sin necesidad de bus- car por ello una explicacién alterna- tiva (Diaz-Andreu, 2005) y, por supuesto, no asignar el sexo en fan- cién del ajuar, sino a la inversa, en caso de duda, aceptar el propio des- conocimiento. Igualmente cabria decir en lo relativo a la aceptacién de opuestos tradicionales tales como hombres-activos-tareas esenciales y mujeres-pasivas-tareas auciliares (Diaz-Andreu, 2005) u otros més con- cretos del tipo cerdmica a mano-pro- duccién doméstica-trabajo femenino ‘y cerémica a torno o con valores tec- nolégicos sociales afiadidos-produe- cién industrial-trabajo masculino (Colomer, 2005). Con respecto a la difusién y en pro de una mayor obje- tividad elentifica, es més que aconse- jable el fin del uso de expresiones tales como “el origen del hombre” 0 “Jos hombres prehistéricos” (Argeles, Me Cintas Pea Piqué y Vila, 1991), asi como la mo- dificacién de gran parte de las ilustra- ciones que pretenden informar visualmente. El bombardeo constante de argumentos de género — y, por tanto, construidos ~ en Prehistoria es ficilmente apreciable para cualquier persona que realice un andlisis mini- ‘mamente critico. En cuanto al segundo interrogante, para el estudio y obtencién de una conclusién valida que responda a ello. se offecen diversas hipétesis de tra- bajo y propuestas metodolégicas. Tanto para la Arqueologia del Género como para la Feminista es imprescin- dible recuperar las actividades de mantenimiento (Montén, 2005; Gon- zélez et al., 2005; Sanchez, 2007) y reconocer Ia importancia que para el desarrollo de un grupo social tienen, tal y como ya se mencioné anterior- mente, En la misma linea, desde la vi- sign marxista-feminista cobra fuerza Ja propuesta de integrar a la repro- duccién en la configuracién del anali- sis del sistema econdmico. Esto es, pensar la reproduccién biolégica ‘como un proceso de.trabajo, en el que la terminologia marxista se aplique a Ja “fabricacién” de seres humanos del mismo modo que a la de productos, resultando de ello las equivalencias: fuerza de trabajo - capacidad y ener- ‘gia de la mujer durante la gestacién; el objeto de trabajo - embridn/feto; medio de trabajo — cuerpo y condi- ciones auxitiares; objetivo —creacién de la vida humana (Sanchez, 2005). ‘También atendiendo al papel de la re- produccién encontramos destacadas propuestas de andlisis, que sefialan la importancia del control de la repro- duccién y su relacién con el dominio sobre las mujeres, dando lugar a la desvalorizacién social de éstas (Ruiz y Vila, 2001). tras opciones concretas serian la re- alizacién de investigaciones éseas para determinar los trabajos que pudo haber realizado una persona en vida Giménez et al., 2004); Ia diferencia cién a partir de los espacios sociales (Castro et al., 2002); tas influencias que tiene en los individuos la movili- dad y la relacién con el entorno (Her- nando, 2005); la variabilidad existente 0 no entre hombres y muje- res en lo relativo a la endogamia 0 exogamia y patrones de residencia (Escoriza y Sanahuja, 2005); ola apli- cacién de los planteamientos de la ar- queologia de la muerte (Izquierdo, 2007). Sin duda le etnografia, 1a an- tropologia y, més recientemente, la et- noarqueologia (Vila et al., 2007) ppodrian ser de gran ayuda en el estu- dio de la desigualdad por razon de sexo, habiendo empezado a realizarse investigaciones con este fin en los til timos afios (Hemando, 2005). Se ofrecen, en el siguiente y ultimo apartado, tres ejemplos précticos, y GineroyArgucloglas un esquema dela cust sus resultados, de investigaciones lle- vadas a cabo dentro de alguno de los, marcos mencionados previamente. Aplicacién de las propuestas de Ar- queologia de Género/Feminista en la Prehistoria reciente europea. El primero de los trabajos a los que se aludird es un estudio de sintesis, rea- lizado por Sénchez Romero (2005), acerca de la produccién y uso de uti- Ilaje litico. Ademés de las conclusio- nes derivadas del mismo y que se expondrén a continuacién, el trabajo ejemplifica el modo en el que puede desarrollarse una investigacién. Si la industria litica era una actividad ‘inicamente realizada por hombres es 1a pregunta inicial a la que se pretende Gar respuesta, Para ello, en colabora- cién con Diaz-Andreu se procede a la redaccién y envio de una encuesta a un total de 20 personalidades distin- guidas en este campo. De los cuestio- narios se extraerén una serie de causas en las que se apoya la invisibilidad de a mujer en 1a produccién y uso de materiales liticos: estudios etnografi- cos, pensamiento actual y tradicién historiografica. De los tres ofrecidos s6lo se consideraré el primero, enten- diendo los otros dos como no conclu- ‘yentes atendiendo a su anacronismo, por una parte,-o a una validez otor- gada por el tiempo, por otra, y no en ase a su cardcter cientifico u obje- tivo. Considerando, por tanto, ala etnogra- fia como tmica garante viable de la defensa del binoniio trabajo Iitico- hombre, se procede a refutar el argu- mento. Previamente, y como critica, sefiala que una gran parte de estos es- tudios etnograficos utilizados como sostén del enfoque androcéntrico han sido realizados por hombres y eli- giendo, en los grupos sociales estu- diados, la vision masculina. Es decir, hombres interrogan a hombres sobre a totalidad del grupo, y luego se pre- sentan los resultados como generales ¢ indiscutibles (Sénchez, 2005). Sin embargo, existen abundantes ejem- plos documentados de mujeres reali- zando trabajos de talla y uso de instrumentos de piedra y/o de metal como pricticas de caza de tipo colec- tivo (Dahlberg, 1981); caza por muyje- res en los grupos Agta (Estioko-Griffin y Griffin, 1981); del mismo modo en el caso de las muje- res de grupos aborigenes australianos y con respecto a los canguros, 0 Nueva Guinea y las istas Andaman (Bird, 1993; Gorman, 1995); mujeres Chipewyan (Jarvenpa y Brumbach, 1995); representacién de mujeres con ‘armamento en Qin Shihuangdi, China (Nelson, 1997); o en las culturas Sau- ramatiana y Armantiana de la estepa usa (Davis-Kimbal, 1997); caza practicada por las mujeres Barsawa en Africa (Kent, 1998); Mbuti en Zaire, o poblaciones de Alaska (Wa- dley, 1998)*, entre otros. Todos ellos strat Cri 6 (20123: 177-187 e 1M, Cintas Pa demuestran Ia falta de objetividad en el uso de los ejemplos etnograficos. En segundo lugar, se ofrece como ejemplo de trabajo a partir de un en- foque de género el llevado a cabo por Jiménez-Brobeil et al. (2004), consis- tente en el anilisis de restos éseos en istintos poblados de Ta cultura de El Argar, sureste de la peninsula Thérica. El objetivo es determinar las diferen- cias apreciables entre los sexos y dis ‘cemnir, en la medida de lo posible, partir de ello, las actividades que hu- bieron realizado en vida y si hay ar- gumentos suficientes para establecer ‘una distincién en base al género. Los yacimientos examinados son: Caste- Ilén Alto, Fuente Amarga, Cerro de la Encina, Cerro de la Virgen, Cuesta del Negro, Puerto Lope y Terrera del Reloj, todos ellos en la provincia de Granada. A través de la observacic de tres tipos de marcadores (artrosis, estrés misculo-esquelético y trauma- tismos) determinarén que el esfuerzo fisieo Nevado a cabo por los varones seria mayor que el realizado por rmu- jeres, estando los primeros mas ex- puestos a suftir traumatismos. Los datos parecen también reflejar que los, individuos de sexo masculino, a partir de las evidencias en cuddriceps, talén de Aquiles y espolén, efectuaban lar- gas caminatas por terrenos pedrego- sos, mientras que las mujeres no presentan en Ja misma medida tales rasgos, lo que podria interpretarse como consecuencia de actividades de tipo doméstico. Del mismo modo, ellos realizarian trabajos que requiric yan mayor fuerza muscular que las mujeres. No obstante, si bien los datos no pue- den verificar la existencia de de: igualdades de género o la posicién que mujeres y hombres ocuparon en Ja sociedad argarica, no es aventurado sugerir que si habria una division se- xual del trabajo. En cualquier caso, la aparicién de mayor niimero; tanto de investigaciones en esta linea como las que parten de otros enfoques, permi- tifa establecer conclusiones de més peso. En tercer lugar, se trata de examinar el uso que habrian tenido diferentes espacios domésticos y, a partir de ello, extraer la segregacion social y de con- sumo que se habria producido en los tmismos. En este caso la investigacion fue desarrollada por Castro Martinez et al, (2001), en un edificio identifi- cado como casa en el asentamiento de Puig Morter de Son Ferragut, Ma- orca, datada entre los aiios 750 — 500 ANE. Ello obedece a la premisa de que las desigualdades quedan evi- denciadas en funcién del acceso de las personas a los recursos, y a la com- pensacién que obtienen por el trabajo realizado. La unidad doméstica en cuesti6n, co- nocida como Edificio Alfa, presenta e@ strat Cre 6 2012): 177-187 nero yArquolgia mn euema del enesion tres espacios diferenciados: un patio porticado y dos habitaciones interio- res (estancias A y B). El porticado, a su vez, comprenderia el area del hogar, érea entre tirantes, receptéculo y pasillo, y seria en tal Ambito donde tenian lugar los trabajos de produc- cién de alimentos, incluyendo sacrifi- cio, descuartizamiento y cocinado de animales, febricacién de harina y tor- tas 0 procesado de licteos, ademas de actividades de mantenimiento, elabo- raci6n de tejidos, manufacturacién de omamentos, fabricacién de cerémica, reparacién de utillaje o almacena- miento, compartiendo este tiltimo con la habitacién A. En cuanto a la B, sélo se encontraron en ella restos de con- sumo esporédico de alimentos. Por til- timo, la existencia de balas de honda de piedra y una varilla de cobre, entre otros objetos singulares, en la zona entre tirantes, hace pensar en Ia rela~ cin de este espacio con pricticas po- litico-ideol6gicas. Segin los investigadores, parece exis- tir una conexién entre la estancia A, rea del hogar, receptaculo y pasillo, por una parte, y estancia B y area entre tirantes, por otra, Una vez esta- blecida esta relacién se constatan dos sgrupos sociales diferenciados en base a las actividades, uno de los cuales (el dela estancia A y los tres ambitos det 4rea porticada) asumiria un volumen de trabajo mucho mayor que el otro, recibiendo a cambio una compensa- cién menor, En iiltima instancia, se planten 1a hi- potesis de que estos grupos se identi- fiquen con mujeres, caso de Ia zona A, firea del hogar, pasillo y recepté- culo; y hombres, estancia B y sector entre tirantes. La validez o no de la misma tendra que esperar a su corto- boracién a partir de nuevas investiga ciones en la misma linea, Conelusiones Continuando con la estructura tripar- tita del trabajo, y considerando haber oftecido una visin general de las po- sibilidades de Ja tendencia, tres son las conclusiones principales que pue- den extraerse del mismo. Se determinan, en primer lugar, y una vez’ expuestos los inicios de las Ar- queologia Feminista y de Género, sus objetivos, los distintos métodos de trabajo propuestos y los resultados que, en conclusién a lo anterior, pue- den ofrecer estudios en esta linea, y la validez teérico-préctica del enfoque. Asi mismo, se evidencian argumentos suficientes como para proceder a la reflexi6n y critica de la historiografia tradicional en lo que a la perspectiva de género/feminista se refiere. Por i- timo, seria deseable una mayor res- ponsabilidad por parte de todas y cada una de las personas dedicadas a la Ar- \eologia como materia de investiga- én y docencia, y no tnicamente de aquellas (salvo excepciones) de sexo -femenino, en virtud de un conoci- miento mas amplio, mas objetivo y mis cientifico del ser humano. Las respuestas que nos proporeiona la Arqueologia estén condicionadas por Jas preguntas que formulamos y las, herramientas que empleamos a la hora de obtener informacién. Sélo desde una posicién critica seré posi- ble encontrar otras formas de acercar- nos al registro y, en consecuencia, de generar conocimiento. t Bibliografia ARGELES, T.; PIQUE HUERTA, Ry VILA MITIA, A. (1991): “La importancia de llamarse hombre en Prehistoria”, en Revista de Arqueolo- gia, 121, pp. 6-9. CASTRO MARTINEZ, P.V.; ES- CORIZA MATEU, T.; SANA- HUSA YLL, M*E. (2002): “Trabajo y espacios sociales en el Ambito do- méstico. 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