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CAPITULO I: PRIMEROS AGRICULTORES wy yw La molienda de granos de maiz seré una actividad caracteristica de la América precolombina a partir del periodo Arcaico. LA AGRICULTURA TIENE UNA IMPORTANCIA SIMILAR A LA El mais, que esté ‘compuesto por hidratos de carbono, proteinas y vitaminas de alta calidad, fue el gran aporte del Nuevo Mundo ai los otros cereales que constituyen el fundamento de la climentacién humana: el ‘aroz, el trigo, la cebada y el centeno. Una conocida anéedota sefiala que cuan do el gran pintor y dibujante Alberto Dure to, maximo exponente del Renacimiento alemén, observé por primera vez objetos provenientes de la América precolombina Feaccioné con un sentimiento de enorme ad- miracién e incredulidad. Y es que ante sus ojos de europeo desiilaban piezas realmente notables, “tan hermosas como verdaderos milagros": un gran sol de oro; una luna toda de plata; armas, escudos y proyectiles; tra- jes extrafios; ropa de cama. “En mi vida no he visto nada que haya alegrado tanto mi corazén como estas co: sas”, expresd Durero. “Yo vi entre ellas ob: jetos de arte sorprendentes y quedé admira- do de la habilidad y del genio de la gente de estas lejanas tierras, En realidad, no puedo decir bastante de las cosas que tuve alld de- lante de mi Poco queda de ellas hoy dia, sin embar- go! El inexorable paso del tiempo y la histo: ria, acabé por convertir las espléndidas ciudades de los mayas, incas y aztecas, en ruinas que en la actualidad s6lo visitan los turistas y estudian los arqueélogos. Pero ca- da: vez que familias europeas, asidticas y africanas se sientan a la mesa, probable- mente estén ingiriendo algunos de los pro: ductos que fueron la base de las grandes ci- vilizaciones americanas y luego se espar- cieron por el resto de Is tierra para alimen: tar a la humanidad: el maiz, la papa, el po: roto, la palta y la yuca, el zapallo, el tomate, el.aj, el mani, el cacao, el calé y tantos otros vegetales sin los cuales seria imposible con- cebir la dista del hombre moderno. Hubo una vez, sin embargo, cuando en la América virgen sélo se ofan las pisadas del indio que eprendia a amarla y a conocerla, hombres y mujeres para quienes el creci miento de una planta constituia un verdade- ro milagro. Fue sélo ayer, en el inmenso es- pacio de la historia humana —pero a millo nes de afios luz de evolucién cultural— cuando nuestros antepasados todavia consi deraban un misterio la sencilla cadena plan: tar-cultivar-cosechar, base de la agricultu ra Para alimentarse, las antiguas bandas de cazadores y recolectores debian viajar a tra vés de kilémetros y kildmetros en procura de animales. No era raro que uno 0 varios hombres fallecieran en el intento, pero a pe QUISICION DEL LENGUAJE Y sat del peligro y del esfuerzo desplegado, e! abastecimiento de comida continuaba sien: do incierto. ;Qué gran cambio debié haber significado para estas tribus la comprensién del germinar de la vida!: "Donde pongo una semilla, crece una planta”, No sélo dejaron de estar atadas a un constante peregrinar ni obligadas a meramente recoger plantas, se- millas y raices donde la naturaleza las hacia crecer a su antojo, sino que voluntariamente pudieron hacerlas brotar ellas mismas don. de ayer no existian. Los cultivos implicaron alimentacién segura, la posiblidad de una Vida sedentaria y, lo que es més importante, tiempo y tranquilidad para experimentar con los materiales que la América ofrect hasta crear nuevas sustancias, descubrir los principios del hilado, el tejido y la cerdmt ca, domesticar animales, martillar el cobre, construir las primeras aldeas... En suma acercarse a pasos agigantados hacia los al bores de la civilizacién, Descubierta en el periodo Neolitico y con solidada durante la Edad del Bronce, la agri cultura constituye uno de los hechos que con mayor relevancia ha gravitado sobre la historia humana, comparable en importan cia a la adquisicién del lenguaje y el domi nio del fuego. Ademés de un cambio biolé- gico, psicolégico y de relacién con el medio ambiente, el cultivo de las plantas provocs una translormacién fundamental del status del hombre sobre la tierra, que desde enton- ces comenz6 a ser capaz de manipular con mayor gravitacién el medio ambiente para satislacer sus necesidades. En este proceso de domesticar plantas, lo més significativo es que el hombre también se fue domesti cando a s{ mismo. Sin la invencién de la agricultura, quizd hasta el dia de hoy la gran familia humana continuaria deambu- Jando por la tierra en reducidos grupos, su jeta a la muchas veces precaria existencia del cazador recolector. Arquedlogos, antropélogos y boténicos se han preguntado qué llevé a los pueblos ar- caicos a realizar un vuelco tan trascendental como fue dejar su vida de cazadores para dedicarse al cultivo de la tierra. ¢Sucedis el proceso lenta y paulatinamente o se traté de tun cambio abrupto? 2Se inventé la agricul: tura en un solo lugar y luego se transmitié al to del mundo por un proceso de difusién cultural, 0 bien se inventé independiente- EL DOMINIO DEL FUEGO. mente en las distintas dreas? ¢Nacié en América o llegé hasta aqui desde el Viejo Mundo? ‘Como todos los procesos vividos por el ser humano, la agricultura no irrumpié de un dia para otro en el Viejo ni en el Nuevo Mun- do,sino que fue la culminacién de un largo proceso de observacién, ensayo y aprendi- zaje. Nacié hace aproximadamente 9 mil afios, en las montafias Zagros, de Irak, don- de por primera vez se cultivaron el trigo y la cebada. Tres o cuatro mil aflos después, en forma absolutamente independiente, la nueva técnica comenzé a desarrollarse tam- bién en el norte de China y en América. No es posible responder con precisién c6- mo en estas tierras —o en el resto del mun- do— el hombre aprendié a producir volun tariamente sus alimentos, pero se cree que tuvieron gran incidencia en ello los cambios enel-clima y la extincién de los grandes ani- males, factores que paulatinamente fueron llevando @ los indigenas a incorporar cada vez més elementos vegetales a su dieta. El lento proceso que les permitié dominar la técnica del cultivo abarcé un periodo de més de cinco mil aftos y culminé con la apa- ricién de los primeros poblados agricolas recién hacia el 2,500.a.C. surgieron en Me- soamérica los agricultores de tiempo completo, poco después lo hicieron en Peri yen la cuenca amazénica, para luego exten- derse por una parte significativa del conti- nente. “LA GRAN CAZK DEL MATZ" Zona montafiosa, con diferentes clima: que posibilitan el crecimiento de muchas es pecies vegetales distintas, las tierras altas de México fueron un lugar realmente apro- piado para que sus habitantes iniciaran el maravilloso aprendizaje de la agricultura, A fines de la década del 40, un antropdlogo del Museo Nacional de Canadé, Richard S, Mac Neish, encontré en el estado de Ta maulipas los vestigios més antiguos que has ta ahora se tienen en América de plantas do- ‘mesticadas, al excavar ciertas cuevas donde la sequedad de la zona habia impedido que se destruyeran los restos de seres humanos y vegetales. Uno de los hallazgos més impor- tantes fueron 6 semillas de una calabaza que parecia ser anterior a las que hoy dia se co- nocen, divididas en 3 semillas de menor ta- mafio —probablemente silvestres— y 3 de mayor tamatio —probablemente cultiva- das—con una antigiiedad del orden de los 7 mil afos. En otra de estas cuevas habia més semillas de calabaza, cultivadas entre 5 mil y 3 mil afios antes de Cristo, y dos tipos de porotes que también habia producido el grupo que habité la cueva. Calabazas y zapallos (cucurbitas), frejoles © porotos: he aqui algunos productos bési- cos de las despensas indigenas. Pero de centre todas las plantas que las tribus halla ron sobre la tierra, otorgaron especial im- portancia al maiz, el rey de los vegetales americanos. Este fue, en efecto, el gran aporte con que-el Nuevo Mundo més tarde completaria la domesticacién de los cereales que constituyen el fundamento de la alimen- tacién humana: el arroz, el trigo, la cebada y el centeno. Compuesto de hidratos de-carbono, gra~ sas, proteinas, minerales y vitaminas de gran calidad, ! maiz tiene un importante valor nutritivo y una alta productivided que lo hace extraordinariamente apio para el cultivo; en algunas especies, cada grano eee Bats granos secos y compactos, faciles de almacenar, ademés constituian una impor- tante reserva cuando fallaban las cosechas o el pueblo debia emigrar a causa de una guerra o de catastrofes naturales. En su bité- cora, la historia no registra casi ninguna ci- vilizacién realmente importante que haya surgido sin el apoyo de un cereal, por lo cual no es aventurado sefalar que los cerea- les se encuentran en la base misma de la ci- vilizacién, como también que las atas cultu- ras americanas no hebrian podido generar- se sin el cultivo del maiz. Pero no ha sido facil para los arquedlogos descubrir cémo los indigenas lograron do- mesticar las apetecidas mazorcas de granos amarillos. Durante muchos atios este asunto significé una verdadera incdgnita, ya que, por una parte, no se conocen los ancestros silvestres del maiz actual —,cémo pudo co- menzar a ser cultivado, entonces?— y, por otra parte, sus mismas caracteristicaslisiolé- dgicas lo hacen incapaz de reproducirse sin [a ayuda del hombre. Con una multitud de ‘granos compactamente agrupados alo largo de la coronta y varias hojas que lo protegen, El Tripsacum: hierba autéctona de América, de alto valor alimenticio, fue utilizado para confeccionar Ia primera ilustracién europea de ‘mata. En ella se indicabo, erréneamente, que éste procedta de Turquia. OBABLE ¥ COMPLEJA EVOLUCIO? MUCHAS TEORIA INTAS INTED Lonta domesticacién: en un comienzo el matz fue una planta silvestre, cuyo, crecimiento no podia ser explicado por las tribus indigenas. Pero a través de una paciente observacién y rimentacion, ellas Se) cultivar las plantas y ‘acabaron por as, mejorando A Set T ITT ir) en el Peri, DEL MAIZ. el maiz moderno tiene la particularidad de que sus semillas no se dispersan por si solas. Solamente con la intervencién de! hombre, que las desprende y vuelve a-plantarlas en la tierra, éstas pueden dar origen a una nueva planta. Por tanto, parecia légico su poner que ese misterioso maiz silvestre —no sujeto atin a los cambios genéticos que el hombre introdujo en su estructura al domes- carlo— debié haber tenido una conducta distinta a su moderno descendiente, siendo de algun modo capaz de reproducirse por sf Los aztecas simbolizaron el nacimiento del maz con una bella leyenda. Cuenta ésta un buen dia los dioses se preguntaron: ‘.Cudl es la mejor comida para el hombre?” ¥ comenz6 una bisqueda afanosa del ali nto més adecuado. Entonces la hormiga roja hallé semillas de maiz en la tierra de la abundancia (el més allé)”. Més pragméti cos, varios cientificos pensaron que pro bablemente el maiz era originario de Asia y desde alli habia viajado hasta el Nuevo Mun do, Sin embargo, al igual que en el caso del poblamiento americano, las teorias dieron un vuelco importante cuando en 19544ueron hallados bajo Ciudad de México 19 granos de polen fosilizado de maiz silvestre. Su an tigiedad era superior a los 80 mil afios, lo cual inducia ¢ considerarlos como parte de una especie silvestre anterior al ingreso del hombre en el continente. La teoria acerca del origen autéctono del maiz fue atin més reforzada cierto verano de la década del 40, cuando un estudiante de antropologia hallé una secuencia de mazor- cas en una cueva de México, Bat Cave, que mostraba signos de haber sido utilizada- co mo refugio por incipientes agricultores des de los 3.000 a los 1.750 afios antes de Cristo. Mientras en los niveles superiores las mazor- cas eran més grandes, en los niveles més an tiguos su tamafio era cada vez menor, por lo cual cabia pensar que en ese lapso el hombre las habia hecho evolucionar para ajustarlas mejor a sus necesidades alimenta rias, Actualmente ya no se discute el cardcter nativo del maiz (Zeamays), pero todavia contindan las polémicas acerca de su pro- able y compleja evolucién. Muchos cient ficos piensan que éste derivé del teosinte, “bierba de Dios” en nahuatl, lenguaje hablado por los aztecas o antiguos mexica nos. Bl teosinte atin crece en forma silvesire en las zonas subtropicales y semidridas de México, Honduras y Guatemala —donde vi vieron los mayas—, tiene el mismo nimero de cromosomas que el maiz moderno, una mazorca muy pequefia y semillas resguarda das por una gruesa vaina. No obstante Paul C. Mangelsdor!, destacado botdnico de la Universidad de Harvard, sostiene que el teosinte es producto del cruce esponténeo entre el maiz silvestre y el Tripsacum, una hierba nativa de alto valor alimenticio. Para demostrar empiricamente su teoria, Man gelsdorf trabajé pacientemente manipulan do distintas variedades de maiz. Asi logré desarrollar una variedad més pequefia que todas las halladas en Bat Cave y sin una vaina que impidiera a los granos estallar por si solos, semejante a como debe haber sido el maiz silvestre y tal vez antecesora del teo sinte. Existe ademés una tercera opi pues otros investigadores creen que el mo derno mafz es un hibrido resultante del cru ce entre los tipos pop com y pod corn, Cualquiera haya sido el origen de este ce real, nuevamente fue el antropdlogo Mac Neish quien marcé un hito en "La Gran Ca za del Maiz", al descubrir a comienzos de en el Nuevo Mundo EN MEXICO FUERON ENCONTRADAS ANTIGUAS MAZORCAS CULTIVADAS EN EL ANO 3610 A.C Una serie de experimentos han realizado los cientificos con ol fin de descubrir los sposibies ancestros del ‘maiz domesticado. Entre ellos, el cruce de hierbas silvesites como el Tripsaeum (al centro) y el teosinte (izquierda), que dio origen a un tipo de ‘maiz cuyos granos son incomibles (derecha). Sin embargo, a diferencia del ‘maiz actual (atrés), incapaz de reproducirse por si solo, los granos de Ja planta en estado silvestre deben haber estallado en forma natural al legr su punto de 1960 el posible ancestro de la especie do mesticada. Diez afos llevaba 4! investigan- do, cuando decidié proseguir su bisqueda en un valle del sug de México, Tehuacaén, en el estado de Puebla. Alli, una larga y angosta cueva, Cox- catlén, arrojé pistas de enorme utilidad para sondear los comienzos de la agricultura me- soamericana. En su diario de campo, citado por “Mysteries of the Ancient Americas”, de la Reader's Digest Associattion, Mac Neish describe aquel emocionante momento: “Después de una larga y calurosa camina: ta por el borde de las montatias, a través de gruesas matas de cactus y mezquite, llega- ‘mos al relugio en la roca. Atin ala distancia se vela promisorio. Los artefactos y desper- dicios que habia sobre la superficie, el ta- ‘mafio del refugio y la cantidad de materia vegetal yaciente debajo del excremento de cabra que cubria el suelo, mostraban que ese era un sitio apto para ser investigado. “Desde el 21 al 27 de enero, examinamos la cueva con Pablo y Héctor (sus asistentes mexicanos). Detrés de une larga roca abruptamente ubicada en el centro del refu- gio, utilizando espétulas cavamos un pozo de dos metros cuadrados por dos de profun- didad. Mediante baldes sacamos todo, incluyendo el lodo suelto, y lo pusimos a res guardo en una malla para estar seguros de que no perderiames nada. Lentamente exca- vamos los sucesivos estratos... El 27 de ene- ro, después de almuerzo, Pablo, que traba- jaba muy abajo en el nivel precerdmico, res- caté una pequefia mazorca de no més de dos ccentimetros y medio. Sélo creyéndolo a me- dias, tomé su lugar en el fondo del pozo. Después de un corto periodo de rebaje y limpieza del barro con una brocha, recupe- ré otras dos pequefias mazorcas. Teniamos en nuestres manos el posible ancestro del maiz domesticado”. Posteriormente, al ser datadas en Har- vard, las mazorcas probaron tener una anti gliedad que se remontaba al 3.610 a.C. (= 250). Hubo més que eso, sin embargo, pues luego de tres ancs de acuciosa investiga- cién, realizada por un equipo multidiscip! nario de 50 especialistas, se estuvo en con- diciones de establecer cémo fue la vida coti- diana de los hombres que poblaron ese valle, en un periodo de tiempo que abarca ‘més de 10 mil anos. En este lapso es posible encontrar el enlace entre el periodo Paleo- indio y el establecimiento de aldeas perma- nenies con agricultura de tiempo completo y fabricacién de cerdmica. Mac Neish deter- mind nueve secuencias evolutivas; de éstas, Jas cuatro primeras corresponden @ los ini- cics de la agricultura. Asi fue desarrollado tun modelo de amplia utilizacién, que no sélo puede aplicarse especilicamente a la do- mesticacién del maiz en Tehuacén, sino también al inicio de los cultivos en otras re giones del Nuevo Mundo y tal vez hasta fuera de él OBSERVANDO LA NATURALEZA Vastamente poblado en la actualidad una compleja red de irrigacién, durante el periodo Arcaico Tehuacdn era un lugar lo y con una pobre vegetacién compues ta por plantas capaces de sobrevivir con po ca humedad, como el mezquite, el cactus, el aquacate y'el maguey. Con todo, sus nume- rosas cavernas deben haber parecido atrac vas a las bandas transhumantes. La prime ra fase evolutiva establecida por Mac Neish, Ajuereado, abarca un periodo que va desde Jos 12 mil a los 9 mil a.C., cuando las zonas frias de América, a consecuencia del retiro de los hielos, comienzan a experimentar sig nificativos cambios en su geogratfia, su flora y su fauna. De la tierra emergen nuevos ve- getales, mientras los grandes animales que caracterizaron la época de la glaciacién van extinguiéndose paulatinamente. En sus suefios, cuando se cobijan al calor de la fogata o durante sus largas caminatas, los cazadores ven aparecer una y otra ver la figura de un apetitoso y gran mamut, pero en la realidad resulta cada vez més dificil avistar alguna de aquellas inmensas bestias que en el pasado alimentaron a sus abuelos. Ahora son pequeftas presas —ciervos, péja ros, pecaries, conejos y otros roedores— los blancos que acechan sus lanzas y sus dar- dos. Incluso, en las cercanias del campa mento no hay ningin sitio de matanza, lo ‘cual indica que los tehuacanos sdlo pueden acceder a caza menor. Pero las bandas no habrian podido sobre vivir si no hubiesen tenido un método alter- nativo de alimentacién, por precario que és te fuera. Ni siquiera pore los paleoindios, acostumbrados a recolectar semillas, frutas y ralces silvestres, el reino vegetal era del todo desconocido; por lo menos sabian qué ipo de plantas podia ser ingerido sin pe- ligro y en qué época del afio. Milenios més tarde, sus descendientes, los cazadores y re colectores avanzados del Arcaico, han per- feccionado bastante més sus técnicas de subsistencia, de modo que la recoleccién de vegetales —cada vez més importante— ya no ¢8 al azar, sino que estd centrada en es: Pecies bien determinadas y aporta un tercio de las calorias ingeridas. Otra diferencia con el pasado es que en vez de perseguir durante largos dias y por grandes distancias @ animales individuales, los cazadores ar caicos acechan manadas especificas y eli gen a sus presas més selectivamente, A pesar de tales innovaciones, la relativa ificultad para conseguir comida y los pe- rfodos de escasez impiden que la poblacién crezca significativamente; no més de 20 per. sonas pueblan Tehuacén. Divididas en pe- quefios grupos, o microbandas compuestas por una familia de entre 4 y 8 miembros, deambulan por el valle a lo largo de todo el afio, sujetas a la autoridad de los varones. Si fortuitamente, en estas desoladas tierras, la banda se encuentra con otra fami lia que se moviliza por los alrededores, quizd ambas intercambian mujeres solter. para agenciarse de esposas, antes de prose- uir nuevamente su camino. Asi habrén es. tablecido valiosos lazos de parentesco y sol daridad. Con el correr de los siglos, Ajuereado va evolucionando hasta convertirse en El Investigaciones realizadas en el valle de Tehuacén (México) llevaron a fos y permite encontrar el enlace entre el perfodo Paleoindio y el establecimien

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