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se hacian bien comprensibles para aquéllos que las querfan com- prender sin necesidad de herir ninguna sensibilidad. Pero no sdlo la vida diaria de esta fildsofa fue conflictiva; tam- bién tuvo que sufrir los avatares de la vida politica y social de la €poca. El siglo XIV fue una época llena de conflictos bélicos. In- glaterra y Francia se enfrentaban en la llamada Guerra de los Cien Afios, que duré desde 1338 a 1453. El rey Carlos VI padecia trastornos mentales cada vez con mis frecuencia, convirtiéndose as{ en juguete a merced de todos aquellos que perseguian sus in- tereses privados. Francia estaba dividida internamente y era tan débil que los ingleses pudieron llevar a cabo su expedicién de conquista con éxito y se adentraron mucho més en tierra de fran- ceses. Christine de Pizan vivid estos acontecimientos en el mo- nasterio de Poissy donde vivia su hija y a donde ella se retiré en el afio 1421. Aqui pasé los tiltimos tristes afios de su vida. Sdlo una vez més le Ilegé un destello de esperanza. En el afio 1429, cuan- do los ingleses estaban ante Orléans, una chica de 17 afios, Juana de Arco, fue capaz de infundir valor al debilitado ejército fran- cés. Fue a ver al rey y le dijo que Dios la habfa enviado. La joven acompafié a las huestes francesas, fortalecié su esp{ritu combati- vo y consiguid que los ingleses huyeran. Christine escribié un poema para elogiarla. La ejecucién de la «Doncella de Orléans» en la hoguera no la llegé a conocer. Pero Christine de Pizan ya haba escrito sus principales obras filosdficas antes de entrar en el monasterio, entre las cuales cabe mencionar Lamentation sur les maux de la guerre civile (Lamenta- cién sobre los males de la guerra civil), el Livre de la Paix (Libro de la Paz), o su libro mas destacado, escrito en 1404, el Livre de la Cité des Dames (La ciudad de las damas). En el libro La ciudad de las damas, Christine describe de for- ma alegérica una situacién que ella misma ha experimentado: est4 sentada en su habitacién y reflexiona sobre los malos tiempos que corren, caracterizados por una fuerte misoginia. Cae en un pro- fundo abatimiento: «Mientras yo me atormentaba con unos pen- samientos tan tristes, manten{a la cabeza baja, como una que se avergiienza, me llegaban las l4grimas a los ojos, y hundfa mi ca- 39

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