otros ejemplos que fortalezcan su tesis. Si no acompatia al autor en sus opiniones, explique
claramente por qué, valiéndose de argumentos.
LA VALLA
Fduardo Liendo
Desde la tarde que me suspendieron la incomunicacion y sali del calabozo para recibir en el patio un poco de
sol y de brisa salobre, la valla adquirié su dimensién de roto. Cuando regresé al calabozo ya me habia
penetrado fa obsesién de fa fuga. Mi corazén no estaba resignado a soportar Ia servidumbre det tiempo
detenido. Por eso, el reto de fa vida tenia fa forma de esa cerca metilica, de no mas de cinco metros de altura,
enclavada en el patio de la prisién. Del otro lado se encomtraba la continuided de! tiempo y la promesa de
una libertad azarosa_y mezquina. Era mi deber intentarlo. Cada ver. que salia al patio durante esa hora
vespertina, mi intencién se fijaba en tratar de precisar cual podia ser el punto mas vulnerable de la valla,
segiin la colocacién del guardia {el puma) y ei momento mas propicio para salterla fra una jugada que
Tequeria de tres elementos para ser perfecta: ingenio, velocidad y testiculos. Para no considerar la accion
descabellada, debia descartar también la mala suerte, Por ese motivo escogi, para intentarla, el dia més
beneficioso de mi calendario: ef 17.
Entre mi propésito de fisgarme {y seguramente el de otros compafieros que caminaban pensatives por el
patio) y su feliz consumacién, se interponia la dura y atenta mirada de! puma que siempre mantenia la
submetralladora sin asegurador. Fra un hombre en el que ficilmente se podian apreciar la fiereza y la rapidez.
de decision. Por su aspecto fisico resultaba un llamativo hibrido racial: una pie! parda, curtida por el mucho
sol, ojos grises de brillo metélico y el pelo marrén ensortijado.
La Unica ocasiéa que me aproximé con temeridad hasta fa linea limite, marcada a unos dos metros antes de
la valla, se escuchd un seco y amenazador grito del puma: jalto! (Supe por otros prisioneros més antiguos,
que alguicn al intentar saltarta, recibié una rifaga en las picrnas). Después det incidente hice algunos
esfuerzos por cordializar con el guardian, tratando, de este modo, de ablandar su atencién, pero el puma no
permitia el dialogo ni siquiera a distancia. Estaba hecho para ese oficio, sin remordimientos. Lo méximo que
obtuve de éi, fixe que en un dia de navidad me lanzara un cigarrillo a los pies desde su puesto.
Durante cinco afios, mi plan de fuga se quedé en le audacia de lo imaginado. Por mi buene conducta fui
transferido del calabozo a una celda colectiva, hasta que el almanaque puso fin a la espera y obtuve la
costosa libertad de forma legal y burocritica. Regresé asi a la normalidad calumniada que tanto
despreciamos
De nuevo ef tiempo habia recuperado su perdido sentido y mis reflejos comenzaron a adaptarse nuevamente
a la prisa de la ciudad. La memoria de los dias inmoviles se fe desdibujando. Pero una noche, durante un
suefio intranquilo, reaparecié la valla con su reto. Al principio logré asimilarlo como uno de esos indeseables
recuerdos que con mucho empefio logramos Finalmente desgrabar. Pero la misma visién comenz6 a repetirse
cada vez més intensa, hasta transformarse en un signo alarmante que surgia en cualquier situacién, Eso me