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PRINCIPIOS DE FILOSOFIA Una introduccié6n a su problematica Adolfo P. Carpio Escaneado con CamScanner 278 PRINCIPIOS DE FILOSOF!A alma, del mundo y de Dios- son temas que escapan al conocimiento; pero ello no nos impide sin embargo pensar en un mundo nouménico, sino mas bien nos induce a hacerlo en la medida en que el hecho de la conciencia moral exige la libertad. Debemos, pues, ocuparnos ahora de la ética de Kant, aunque tengamos que hacerlo de manera rdpida y por tanto muy simplificada. SECCION II. LA FILOSOFIA PRACTICA 1. La conciencia moral Seguin habré podido apreciarse, la actitud de Kant frente a la metafisica -v, por tanto, frente a lo absoluto: frente a los problemas del alma, del mundo y de Dios- es en cierto modo ambigua o vacilante. Porque, de un lado, afirma que no conocemos lo absoluto, ni podemos conocerlo, puesto que todo conocimiento humano se cifie a los Ifmites de la experiencia, al mundo de los fendémenos. Pero, por otro lado, como el hombre es un ente dotado de razon, y la razén es la facultad de lo incondicionado, la metafisica es una disposicién natural del hombre (cf. § 20) y por tanto necesaria para éste. Tal como declara Kant en el Prefacio a la primera edicién de la Critica,' las cuestiones metafisicas— la de Dios, la del mundo, la del alma, la de la libertad— son asuntos que jamds pueden serle indiferentes al hombre, como se ve por la circunstancia de que cada uno de nosotros toma siempre una posicién al respecto (afirmando o negando la libertad, o la existencia de Dios, etc.). Este estado de cosas, esta ambigiiedad en que se coloca Kant frente a la metafisica, parece forzarnos a tratar de resolver lo que no es sino una aparente contradiccién. Kant busca una solucién, pero no en el campo de la razén teorética, no en el campo del conocimiento (porque en éste tenemos que atenernos a los fendémenos), sino en el campo moral, en el campo de la razdn prdctica (como llama Kant a la raz6n en tanto determina la accién del hombre). En efecto, no conocemos lo absoluto; pero sin embargo tenemos un cierio acceso, una especie de “contacto”, por asi decirlo, con lo absoluto 0, mejor, con algo absoluto. Este contacto se da en la conciencia moral, es decir, la conciencia del bien y del mal, de lo justo y de lo injusto, de lo que debemos hacer y de lo que no debemos hacer. La conciencia moral significa, segin Kant, algo asf como la presencia de lo absoluto o de algo absoluto en el hombze. Ahora dejamos enteramente de lado las diferencias entre lo que cada cual entiende por bien o por mal, o lo que debe concretamente hacer o no hacer; en este punto no interesan esas diferencias, no interesa el contenido concreto de la conciencia moral, ni menos que se la escuche o desoiga, sino que interesa s6lo la conciencia moral misma, simplemente el hecho de que todos hacemos constantemente discriminaciones de orden ético. Y afirmamos entonces que en ‘AX (trad. I, p. 4). Escaneado con CamScanner EL IDEALISMO TRASCENDENTAL. KANT 279 la conciencia moral se da un contacto con algo absoluto porque la conciencia moral es la conciencia del deber, es decir, la conciencia que manda de modo absoluto, la conciencia que ordena de modo incondicionado. La conciencia moral no nos dice, por ejemplo: "hay que hacer tal cosa para congraciarse con Fulano"; tal mandato no es expresi6n de la conciencia moral, sino un criterio de "conveniencia” practica, una regla de sagacidad o prudencia (Klugheit’ La conciencia moral, en cambio, es la que dice: "Debo hacer tal o cual cosa, porque es mi deber hacerlo", y ello aunque me cueste la vida, o la fortuna, 0 lo que fuere. Podré ocurrir que no cumplamos nuestro deber, pero tal circunstancia se la exsluye de nuestra consideracién, porque no interesa ahora lo que efectivamente hacemos, sino que interesa solo fijarnos en esta exigencia segin la cual algo debe ser, aunque de hecho no sea y aunque quiz nunca sea. Lo que el deber manda, repetimos, lo manda sin restriccién ni condicién ninguna; “debo hacer esto”, pero no porque ello me vaya a dar alguna satisfaccidn, o me graniee amigos o fortuna, sino tan s6lo porque es mi deber. La conciencia moral es entonces la conciencia de una exigencia absoluta, exigencia que no se explica y que no tiene ningiin sentido desde el punto de vista de los fenémenos de la naturaleza. Porque en la naturaleza no hay deber, sino Gnicamente el suceder de acuerdo con las causas; no es que una piedra deba ono deba (moralmente) caer; la piedra cae sin mas. La naturaleza es el reino del ser, de cosas que simplemente son; mientras que la conciencia moral es el reino de lo que debe ser. (Por ello resultard siempre radicalmente insuficiente todo intento por explicar la conciencia moral mediante la psicologia o la sociologia y, en general, mediante cualquier ciencia; puesto que las ciencias se refieren -dicho en términos de Kant- a la naturaleza, donde las cosas simplemente son, y allf todo, segtin vimos, ocurre segiin leyes necesarias, no segn libertad. Por ello sera también vano todo ensayo de fundar la moral sobre base empirica, como, por ejemplo, sobre el concepto de felicidad, tal como hizo Aristételes, cf. Cap. VI, § 8). En el dominio de la naturaleza esté todo condicionado seguin leyes causales. En la conciencia moral, en cambio, aparece un imperativo que manda de modo incondicionado, un imperativo "categérico”. La conciencia moral dice, por ejemplo: “no mentirds", sin someter este mandamiento a ninguna condicién. No dice que no deba mentir en tales 0 cuales circunstancias para lograr asf una recompensa, porque esto no seria exigencia moral, sino expresién de astucia; en efecto, al decir: "Si quiero ganar dinero, no debo mentir", hay aqui un imperativo, una orden ("no debo mentir™), pero el imperativo est sujeto a una condicién (la de que quiera ganar dinero); mas sino quiero ganarlo, el imperativo deja de valer. Este tipo de imperative lo llama Kant "hipotético". Pero los imperativos morales son incondicionados, es deci categéricos, porque lo que el imperativo manda lo manda sin mds, sin ninguna condicién (otra cuestion serd, repetimos, que se lo obedezca, o que, seguin ocurre frecuents mente, se lo infrinja). 2. La buena voluntad Kant comienza la Fundamentacion de la metafisica de las costumbres (Esta yla Critica de la razén prdctica son las dos obras principales dedicadas por Kant al tema moral) con un famoso pasaje, solemne y a la vez inspirado: Escaneado con CamScanner 280 PRINCIPIOS DE FILOSOFI, Nien el mundo, ni, en general, tamporo fuera del mundo, es posible pensar nad que pueda considerarse como bueno sin restriccién, a no ser tan s6lo una bueng * voluntad.? iQué significa esto? El dinero, por ejemplo, es bueno; puede servir para Comprar libros, 0 para hacer un viaje. Pero también puede servir para corromper a una persona, para degradarla, para sobornar a un funcionario venal. Por ende, el dinero es bueno, no de modo absoluto, sino sélo de modo telativo: dependerd de cémo se lo emplee. De manera semejante, la inteligencia es también buena, porque sirve para aprender mejor lo que se estudia, para comprenderlo mds a fondo, para desempefiarse mejor en tal o cual ocupacién, etc. Pero si esa inteligencia se la emplea para planear el robo de un banco, esa imteligencia no es buena. La inteligencia se la puede usar tanto para el bien cuanto para el mal; por tanto, es buena sdlo relativamente. La buena voluntad, en cambio, es absolutamente buena, en ninguna circunstancia puede ser mala. Lo tinico que en el mundo, o aun fuera de él, es absolutamente bueno, es la buena voluntad. Aquf “mundo” quiere decir nuestro mundo empirico; pero Kant afirma que, aun haciendo abstraccién de todas las condiciones empiricas, aun si pens4semos en otro mundo més alld de éste, aun si pensdsemos en un Dios, también de El valdria lo que se acaba de sostener: que sélo la buena voluntad es absolutamente buena. Y poco més adelante escribe Kant: La buena voluntad no es buena por lo que efectiie o realice, no es buena por su adecuacién para alcanzar algtin fin que nos hayamos propuesto; es buena s6lo por el querer, es decir, es buena en si misma.* Tres ejemplos ayudardn a comprender este pasaje. Primer caso: Supdngase que una persona se est4 ahogando en el rio; trato de salvarla, hago todo lo que me sea posible para salvarla, pero no lo logro y se ahoga. Segundo: Una persona se estd ahogando en el rfo, trato de salvarla, y finalmente la salvo. Tercero: Una persona se est4 ahogando; yo, por casualidad, pescando con una gran red, sin darme cuenta la saco con algunos peces, y la salvo. Lo "efectuado o realizado”, segtin se expresa Kant, es el salvamento de quien estaba a punto de ahogarse: en el primer caso, no se lo logra; en los otros dos sf. En cuanto se pregunta por el valor moral de estos actos, facilmente coincidird todo el mundo en que el tercer acto no lo tiene, a pesar de que alli se ha realizado el salvamento; y carece de valor moral porque ello ocurrié sin que yo tuviera la intencién o voluntad de realizarlo, sino que fue obra de la casualidad: el acto, entonces, es moralmente indiferente, ni bueno ni malo. Los otros dos actos, en cambio, son actos de la buena voluntad, es decir, _ moralmente buenos, y ~aunque en el primer caso no se haya logrado reaiizar lo que se querfa, y en el segundo sf- tienen el mismo valor, porque éste es independiente de lo realizado: Kant dice que "Ia buena voluntad no es buena por lo que efectde o realice", sino que “es buena en sf misma"-. Lo que Kant ?Grundlegung zur Metaphysik der Sitten, Akademie-Ausgabc IV, 393 (Fundamentacién de la metafisica de las costumbres, trad. G. Morente, Buenos Aires, Espasa-Calpe, Col. Austral, 1946, p. 27). | Sap. cit, IV, 394 (trad. cit., p. 28). | r Escaneado con CamScannet

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