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prohistoria &- 2002 De la teologia a la historia: un siglo de leeturas retrospectivas del catolicismo argentino Ropero Di STerANo™ (CONICET-UBA) Resumen EL autor analiza los estudios de historia de la fylesia argentina a lo largo del siglo XX. individualizando t6picos, inteneionalidades. concepeiones tedrieas, fuentes y metodologias de los historiadores mas relevantes que se ocuparon del tema y vineulando cada uno de los aportes con la coyuntura historica del momento de su produccién. Advicrte fa existencia de tres fases: Ia historiog) Slica del periodo 1901-1930); la vertiente nacionalista de lahistoriografia de 1930 a los aos 1970s: y el viraje tras esta fecha de algunos historiadores caldlicos hacia visiones menos apdlogéticas y ef desarrollo de una Corriente adn ineipiente de estudios en el aambito Universitario “laieo Palabras Clave Iglesia catdlica~ Argentina ~siglo XX historiografia Abstract ‘The main purpouse of this article is to analize the research about 20” century’s history of Catholie Church in Argentine, looking to the lopies. purpouses. theoretical concepts, sources and metodologies of the most known historians, and linking each one’s work with the cojuncture of historical science at the moment it was done. There appear threc diferent moments: the catholic historiography of 1901-1930, the nationalistic view of Church's history from 1930 to the decade of 1970; and finally, the approaching of some catholic historians to a less apologetical historiograhy and the development ofa new generation of “laical” historians from, non-confessional universities, in the last decades of the century. Key Words . Roman Catholic Church — Argentina ~20" century ~ historiography DISTE arge ‘ANO. Roberto “De Ia teologia a la historia; un sigto de lecturas retrospectivas del catolicismo: . prohistoria, Ao VI. numero 6, 2002, pp. 173-201 Investigador del Conicet con sede en el Instituto de Historia Argentina y Americana “Dr. Emilio Ravignani". Facultad de Filosofia y Letras, Universidad de Buenos Aires (en adelante UBA) Profesor de Historia Social Argentina en la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA. [E-mail distefano@maziel com.ar] -175- Roperto Di Sterano “Ne la tealogiaa la historia: un siglo. .” prohistoria 6- 2002 remisa En los Gitimos afios la historia de la Iglesia ha comenzado a suscitar interés en medios académicos que anteriormente no le habian prestato mayor atencién, Me refiero a institutos, escuclas de historia, programas de investigacién y otros émbitos, universitarios © n0, ajenos a la Iglesia Catélica y en algunos casos tradicionalmente criticos respecto de ella, Hasta la década de 1980, en efecto, la historia de a Iglesia permanccié vinculada en general a la actividad de instituciones de cardcter confesional, como la Junta de Historia Eclesidstica (JHE), algunas universidades catélicas y ta Comision de Estudios de Historia de la Iglesia en América Latina (CEHILA). En este articulo me propongo oftecer una posible lectura de la historia de la historiografia eclesidstica del diltimo siglo, con la intencién de rastrear algunas de las razones por las que el interés de los medios académicos “laicos” por el tema ha sido tardio, asi como algunos de los factores que lograron despertarlo al fin.' Deseo ademas presentar en iérminos muy generales el tipo de estudios que se estin Hevando adelante y las dificultades que se presentan a su desarrollo, No he pretendido, en cambio, brindar un estado de la cuestion que compendie las publicaciones que sobre el tema han aparecido en el siglo XX, tarea poco menos que imposible en este artfculo, dado el espacio a disposicién y Ia cantidad y heterogeneidad de los trabajos que seria preciso considerar.” Conviene adelantar al lector la idea que estructura la presente reflexién, Segun ella, Ia formacién de un area de estudios de historia de la Iglesia de cardcter estrictamente historico se habria visto obstaculizada, en Argentina mas que en otros paises, a causa de la hegemo- nia que logré en los medios eclesidsticos una determinada vision de la historia del pais y de su catolicismo. Una concepcién confesional de la nacién argentina se difundié muy fuerte- mente a partir de la década de 1930 y se convirtid en “historia oficial” en el decenio sucesivo. La idea de “nacién catélica” habrfa politizado hasta tal punto los debates en torno a la historia eclesidstica, que por decenios resulté imposible constituir un terreno en el que pudieran confluir y dialogar las investigaciones de historiadores tanto catdlicos como lai- cos, en ka que mas alla de las convieciones personales fuera posible encarar e! tema con un minimo de serenidad y construir un lenguaje y un aparato conceptual comunes y mecanis- mos de colaboracién eficaces. Uso entre comillas el término “laieo” porque con é! no hago alusién a las convieciones rel los estudiosos, sino al hecho de que su labor académica esta exenta de connataciones con! Existen algunas resefias sobre la produccién historiogréfica referida a la Iglesia argentina, Por ejemplo, AUZA, Néstor Tomés “La historiografia argentina y su relacién con la historia de la Iglesia”, en Feologia, nim, XXIII (1986), pp. 55-84, Da cuenta pormenorizada de la bibliogratia producica desde el sigio X VI hasta los primeros aos 1940s, una vieja contribucion de FURLONG, Guillermo “La historiografia eclesidstica argentina 1536-1943”, en Archivum 1, 1943, pp. 58-92 Puede verse también el ensayo bibliogréifico final de DI STEFANO, Roberto y ZANATTA, Loris Historia de la Iglesia argentina. Desde ta Conquista hasta fines del siglo XX, Grijalbo- Mondadori, Buenos Aires, 2000. + 17A- Rovenro Di Strano “De la teologiaa ta historia: un siglo...” prohirtoria 6- 2002 ‘A partir dal retomo de la vida institucional que vivi6 el pais en los primeros afios 1980s., por razones que tendremos ocasién de revisar, algunos investigadores “laicos” comenza- ron aconsiderar imprescindible, para la comprensign de ciertos periodos y problemas de la historia del pais, el abordaje de temas relacionados en mayor 0 menor medida con la historia de la Iglesia, proceso que se acelerd en la década de 1990, En veinteaftos los cambios en el campo religioso como en el académico han sido bastante significativos, y empiezan a darse las condiciones para recuperar en lo posible el terreno perdido. Los estudios de historia ganarian mucho de la colaboracién entre investigadores ¢ instituciones catélicos y laicos, pero para que ello sea posible es preciso encontrar un minimo de puntos de acuerdo. Felizmente estamos logrando avanzar en este camino, del que todavia queda mucho por recorrer. Estas son, brevemente, las idens que se sostienen este articulo, que ojalt sirva para que demos algunos pasos mas. Historia y teologia El catolicismo, tradicionalmente, ha tendido a incluir la historia de la Iglesia dentro det campo de competencia de las disciplinas teoldgicas. La Iglesia, concebida como una rea dad de naturaleza religiosa, debia ser interpretada también historicamente a la luz de la teologia: era ella que debia dar cuenta de las vicisitudes, en el contexto de la trabajosa trayectoria humana, de una institucién de origen divino llamada a cumplir una determinada misién en el mundo. Dado que de esa misién dependia nada menos que la salvacién del género humano, la historia de la Iglesia asum{a ademas connotaciones fuertemente apologeti e trataba de refutar los ataques que dirigian contra ella sus enemigos a fin de esterilizar sus esfuerzos. Esta perspectiva, claramente, implicaba toda una concepeién de la historia del mundo proveniente de la reflexidn teoldgica, es decir, una completa teologia de la historia. A lo sumo se pensaba que la historia de la Iglesia podia ser a la vez parte de anibas disciplinas, Hubert Jedin, uno de los grandes defensores de esta tiltima postura, afirmaba que el bjeto de estudio de la historia de Ia Iglesia era “el desarrollo en el tiempo y en el espacio de la Iglesia fundada por Cristo”, lo que la constitu‘a en parte de las disciplinas teolégicas, mientras que por el método utilizado y la universalidad de sus intereses confor- maba una rama de la disciplina historica,” Es claro que esta posicin parte de una serie de supuestos que se pueden compartir 0 no: la concepeidn de la historia como wun periplo que posee un principio y un fin en el doble sentido de conelusién y de finalidad-, fa idea de que los hombres logran 0 pierden en la tierra su salvacién espiritual, la creencia de que la Iglesia es -en ciertas obras, con caracte- risticas decididamente atemporales— el espacio en que se realiza esa salyacién, que ademas ellaha sido fundada con tal objeto por el Cristo, asi como un largo etcétera, Sin embargo, a JASCO, Mauricio “Storia della Chiesa, Sociologia, Teologia”, en CESTARO, Antonio (A cura di) Stuet fi storia sociale e religiasa seriti in onore di Gabriele De Rosa, Ferraro, Napoli 1980, pp. 33-54. 178+ Rozerro Di Sterano ~De la teologia a la historia: un siglo...” prohistoria 6 - 2002 partir del Concilio Vaticano 11 y en particular en torno los affos 1969 y 1971, un grupo bastante nuttido de historiadores de la Lalesia en su mayor parte catélicos- reivindicaron para su labor una aproximacién estrictamente histérica, libre de los condi¢ionamientos que imponia a la disciplina el haberse desarrollado en gran medida, hasta entonces, como una suerte de ancila teologiae. En algunos paises del norte de Europa existia una larga tradi- cidn en este sentido, pero en aquellos en los que més fuertemente se habia conservado la tradicién catélica, como Italia y Espaita, se trataba de operar un verdadero giro copernicano. Se reclam6 entonces una definicién fenomenoldgica de Ia Iglesia Catdlica que fuese al mismo tiempo global, en el sentido de integrar todas las manifestaciones de la vida de! catolicismo y no solamente las que se consideraban importantes desde el, punto de vista teologico, segiin los cambios en las concepciones eclesiolégicas en boga.’ Esta diferente aproximacién a la historia eclesiastica, alli donde logré imponerse, permitio una relacion de didlogo y colaboracién entre historiadores catdlicos y “laicos”. Sin embargo, por los moti- vos que veremos, este paso no fue dado en Argentina sino mucho tiempo después. La construccién de una “historia oficial” de la Iglesia argentina: el problema de la revolu- cién de Mayo Entre las dificultades que se opusieron aun desarrollo similar en ta historiografia argen- tina fue crucial el tipo de catolicismo predominant en el siglo pasado. Mi propuesta aqui es abordar las relaciones entre Iglesia, Estado, sociedad e historiografia eclesidstica a la luz. de las leeturas de la Revolucion de Mayo que cobraron forma en el ambito catdlico y que sirvieron, ami juicio, de cimiento ideolégico para un catolicismo decididamente intransigen- te. Para ello debemos remontarnos a la época del Centenario. EL 5 de setiembre de 1910 Ia Asociacién Catdlica solicit6 autorizacién a monsefior Agustin Piaggio para publicar una obra de su autoria, recientemente premiada por la Aca- demia Literaria del Plata. El libro en cuesti6n, Influencia del clero en la Independencia Argentina, seria editado y distribuido gratuitamente para “...impulsar [...] la propaganda de las buenas ideas [...] entre los hombres piiblicos de mayor figuracién del pais...” y “centre todas aquellas instituciones y personas donde el conocimiento de la obra puede + El debate suscité una serie de intervenciones de las que me permito sefalar algunas: Hubert “Storia della Chiesa come storia della salvezza?”, en Critica Storiea, num, 2, 1962, pp. 181-194; del mismo autor, La storia delta Chiesa é teologia e storia, Milano, 1968. La reace’ reivindicatoria del cardcter estrictamente histérico de la disciplina cn ALBERIGO, Giuseppe “Nuove frontiere della storia della Chiesa”, en JEDIN. Hubert, Inirodusione alla storia della Chiesa, Morcelliana, Brescia, 1973, pp. 8-30 [originalmente en Coneilinm. niin. 7, 1970, pp. 82- 102; el némero de la revistaestuvo mayormente dedicado al tema}. También BOLGIANI, Franco “Per un dibattito sulla ‘Storia r en Rivista di Storia e Letteratura Religiosa. nim. 3, 1969, pp. 601-622; MICCOLI. Giovanni “Premessa” a “La storia religiosa”, en Storia d ‘alia Vol. 11, Einaudi, Torino.1974, pp. 431-447, Las eitaciones podrian multiplicarse “1Tb- Rouewro Di Srerano “De la wologia a Ia historia: un siglo...” prohistoria b- 2002 coneurtir eficazmente a destruir los prejuicios reinantes contra la idea religiosa y el sacerdocio”. Esta voluntad apologética, orientada a modificar un anticlericalismo que constituia uno de los rasgos culturales hegeménicos en las elites dirigentes del pais desde hacia varias décadas, constituia a la vez la principal motivacién que habia decidido a Piaggio a embarcarse en la maratonica empresa de redactar el texto en menos de un mes. En su respuesta a la solicitud de la Asociacidn, en efecto, el eclesidstico dejaba constancia de que la difusién en el “medio intelectual” de su obra materializaria “el fin principal” que se habia propuesto al confeccionarla. El momento argentino en el que el mensaje de Piaggio nacia era nada menos que el de los fastuosos festejos del Centenario de la Revolucién de 1810, algo eclipsados por la acechan- a anarquista pero sustancialmente exitosos en lo que se buscaba: poner en evidencia ante el mundo que la gesta de Mayo habia dado por fin— los frutos que tan largamente se habian esperado de ella. La Argentina del Centenario habia alcanzado, en efecto, un grado de prosperidad cuyos limites y contradicciones no eran todavia demasiado obvios. Por su parte, la Iglesia, desde los afios a caballo de] cambio de siglo, se hallaba embarcada en un proceso de reconstitucién institucional atentado por multiples y disimiles factores, Entre ellos cabe destacar la inyeccién de efectivos en el personal eclesiastico derivada del aluvion inmigratorio, 1a mayor fluidez que habian ido Jogrando tanto las relaciones entre Los obispos de las distintas diécesis argentinas ~otrora demasiado débiles- como | Ii $ que corrian entre a Santa Sede y las autoridades eclesiasticas del pais por un lado y las sucesivas administra~ jones nacionales por otra —antafio turbulentas, o cuanto menos distantes-, asi como la creciente percepeidn, por parte de algunas figuras y circulos de las elites dirigentes, de que el catolicisme podia, de diferentes modos, contribuira la resolucidn del crecientemente preocupante “problema social”. El libro de Piaggio constituia un Hlamado de ateneién dirigido a esa sociedad a la vez opulenta y contradictoria, un cuestionamiento del modo en que ella habia encarado la gestién de su propio pasado; con él se buscaba subsanar el “descuido” que habia relegado alas penumbras de la historia la “accidn eficacisima” del clero en el movimiento revolucio- nario, La obra se sumaba, ademas, a otras iniciativas parejamente reivindicatorias, entre elias “...e1 monumento proyectado al clero patricio, que debiera perpetuar en el marmol y en el bronce su gloriosa y decisiva actuacién en la empresa de la Independencia Argentina, rindiéndole ese homenaje de estricta justicia y pagando una deuda sagrada de gratitud nacional...” El “descuido”, denunciaba Piaggio en la presentacidn del volumen, era en realidad solo aparente, porque la participacién revolucionaria del clero era demasiado evi- dente como para haber sido pasada por alto; la historia del proceso independentista era rica PIAGGIO, Agustin nflucneia det clero en la Independencia Argentina (1810-1820), Luis Gili, Barcelona, 1912. La carta de la Asocidicién Cat6lica en pp. IV-V. “ PIAGGIO, Agustin lijlueneie ded Clevo... cit. pp. VU-VL veredicto del jurado de Ia Academia 77 Roserro Di Sterano “De la teologia a la historia; un siglo...” prohistoria 6- 2002 en “hechos y documentos” que la demostraban fehacientemente y que “nuestros historia- dores no han querido ver ni estudiar”, movidos por “un espiritu de secta y escudindose con un falso liberalismo, que es verdadero fanatismo”. Para poner las cosas en su sitio, para que'“...en el primer Centenario de esa patria por la cual tanto trabajé el Clero catdlico, [éste] tuviera al menos un recuerdo de gratitud y carifio...”, era que el autor se habia decidido a tomar la pluma.. El libro tenfa, en cierto sentido, un antecedente cercano. Tres afios antes, en 1907, el Museo Histérico Nacional habia publicado una coleccién de sermones y otras alocucignes de caréeter politico elaborados en las primeras dos décadas posteriores a la revolucién.. En el prélogo al volumen, Guillermo Achaval recordaba el lugar esencial que en Ia América colonial ocupaban la religion y la Iglesia, para explicar seguidamente, en funcidn de él, la intervencion del clero en una revolucién cuyo estallido adjudicaba a la accién de una enigmatica “fuerza historic”. El hecho de que tanto en el texto de Achaval como en el de Piaggo el apoyo del clero al movimiento de Mayo sea considerado crucial para el triunfo de la causa patriota, podria impedir notar que entre ambos escritos corre una distincién esen- cial: Achaval, en efecto, pensaba que el clero cuyas piezas oratorias le tocaba presentar se habia convertido a la causa patriotaa pesar de su estado, no en virtud de él. En su opinién, si “el sacerdote vino 4 coadyuvar 4 la epopeica obra de la emancipacion” fue porque “colgd su vieja investidura de conservador” luego de librar “una lucha horrible entre el fraile y el patriota””. En a obra de Piaggio, en cambio, los “liberales” abusan del natural patriotismo del clero hasta “exprimirlo”, para desatar luego una implacable persecuci6n comtra la | La interpretacién del fendmeno que proponia Achdval era compartida en sus rasgos esenciales por otros historiadores que en las primeras décadas del siglo XX se abocaron, sino al estudio especifico de la Iglesia durante el proceso revalucionario, si por lo menos, a aspectos relacionados con el tema, como el de la educacién y la cultura en la época colonial. Este tépico, de hecho, habré de dar lugar en las déeadas de 1930 y 1940 a una prolifica produccién en torno a otro problema mas general, el del papel “retrégrado” 0 “civilizador” de Espana en América, debate fuertemente influido por el clima ideolégico del periodo de entreguerras y en particular por el peso que adquitié la prédica hispanista del nacionalismo catélico.” Pero yolvamos a Piaggio y sus combates: dado que la interpreta PIAGGIO, Agustin dnfluencia del Clevo... cit.. pp. X-X1. + MUSEO HISTORICO NACIONAL £/ elero argentino de 1810 é 1830, Imprenta de M. A. Rosas, Buenos Aires, 1907, 2 tomos. Recordemos, en relacién al tema de la educacién colonial y sus ligazones con el estallido revolucionario, que habré de inspirar anos después algunas de Las paginas més significativas de la ‘obra del padre Furlong y de otros historiadores catdlicos, los estudios realizados por Juan Probst desde una éptica muy diferente, sino opuesta. En particular, la introduccién al tomo XVIII de los Documentos para la Historia Argentina: PROBST, Juan “Cultura, La educacién durante la época colonial, (1771-1810)", Facultad de Filosofia y Letras de la UBA, Instituto de Investigaciones Historicas, Buenos Aires, 1924, Esta investigacién fo llevaria a indagar posteriormente en la figura -178- RoweRro Dr Srerano“De la teologiaa lahistoria: un siglo...” prohistoria b- 2002 cién de Achaval no excedia esencialmente los parametros de las escasas paginas decimonénicas dedicadas al tema, podemos decir sin resquemores que la obra del capellin de la Armada constituy6 verdaderamente una novedad, De hecho, creo que se la debe considerar como el punto de arranque de una tradicidn de estudios que fue articulandose, de diferentes maneras, a la voluntad del catolicismo argentino de reconstituir las coordena- das esenciales del régimen de cristiandad, desmantelado a lo largo del siglo XIX, en parte, como resultado de la misma revolucién. i La reivindicacién de Piaggio, en efecto, no conocia antecedentes. La prensa catélica del siglo XIX no sélo habia eallado, salvo excepciones, el pape! activo del clero en el movimiento reyolucionario; muy a menudo, ademas, habia juzgado la revolucidn en térmi- nos por demas criticos. La supuesta influencia rousseauniana y adversa al catolicismo que en 1844 Félix Frias sefialara como rasgo deplorable del movimiento de Mayo suscité idén- ticos reproches en la prensa periédica renacida luego de la caida de Rosas en 1852. En 1861 eleatélico Luis Dominguez adjudicaba a los hechos de Mayo la misma inspiracién en la primera edicién de su Historia Argentina. Todavia mas adelante, iniciando la diltima década del siglo, el famaso “orador patriota” Fray Marcelino Benavente respetaba esa postura ya tradicional en una “Oracién pro Patria” que podria haber utilizado en términos reivindicatorios de la aceiGn patridtica del clero, Y diez aflos mas tarde el jesuita Rafael Pérez presentaba la misma interpretacién al hacerse eco de las lamentelas y de las diatribas que tanto sus hermanos de orden como la burocracia pontificia habian proferido abundan- temente en las décadas de 1830 y 1840. Pero a partir de 1910 el discurso catélico empieza a cambiar, la intencion de exaltar la contribucién de la Iglesia al movimiento revolucionario ira ganando espacios, tanto en la predicacién como en el plano historiografico: es entonces que, ademas de la publicacion det de quien fuera, 1 op nspirador de In eausa de Mayo, el eandnigo Maviel, presentado en su biografia también como un caso eXcepeional mas que como representativo de fa generalidad del lero, Ver PROBST, Ju Juctn Baliasar Maciel, ef mavstro de la generacién de Mayo, Facultad de ay Letras de la UBA, Instituto de Didactica, Buenos Aires, 1946, FRIAS, Félix Fl erisnanismo caratico considerate como elemento tle etvilt hispano-americanas (Aridcutas det Mercurio de Valparaiso), por elix Prins, lmprenta del Mercurio, Valparaiso, 1844. pp. 69-70), [1 periddico La Relijion, redactadoentte otros por Frias, defendia en la década de 1850 fa misma hipotesis de Ia inspiracién iluminista, sustancialmenie adversa al catolicismo, del proceso revolucionaria, Cir. por ejemplo las niimeros 6 y 9 del 19 de setiembre y del 10 de octubre de 1857. De DOMINGUEZ, Luis Historia argentina, 1492-1820, Buenos Aites, 1861-62, véase vl capitulo VII, en particular la p, 333. La obra del padre Rafael PEREZ es La Compuias ie Sestis restaurada wn argentina y Chile, ef Uruguay’y ef Brasil, Nenich y Cia, Barvetona, 1901. en particularpp, 30-31 y 44. La piezaoratoria de Benavente.a que me refiero la “Oracién Pro Patria pronunciada en fa Iglesia Matriz. de Mendoza, el 25 de Mayu de 189) incluidaen el volumen Fay Marvolina benaveiite. Homenaje ds memoria de ta Venerable Orden Tercera de Santo Domingo, Ceppi. Buenos Aires. 1911 Filoso wtinen tas repiblicas -179- Rosexto Di Strano “De fa teologia a la historia: (in siglo... prohistoria 6- 2002 libro de Piaggio y del nunca realizado monumento “al clero patricio”, se concibid y ejecutd ja idea de colocar en las iglesias “histéricas” placas de bronce con los nombres de los eclesiasticos revolucionarios. Fue entonces también que el historiador profesional catélico R6mulo Carbia dedico buena parte de sus horas a indagar en e] tema: en 1915 publicaria, en el tomo V de los Anales de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de \a Universidad de La Plata, los resultados de una investigacién mucho mas ambiciosa que la de Piaggio, destinada a plasmarse tres decenios mas tarde, en un contexto mucho mas favorable para las pretensiones catélicas, en uno de los grandes clasicos referidos al tema, La Revolucion de Mayo y la Iglesia. La novedad de ese reclamo catélico expresado por Piaggio y mucho menos contundentemente por Carbia; esa reivindicacién de un lugar para la Iglesia en las glorias de la emancipacién —reflejo historiografico del que empezaba a procurarse para la institucién en la vida piiblica y en el imaginario colectivo— encuentra por otto lado su correlato en las reacciones adyersas que supo suscitar. En 1922 el socialista Juan Carlos Varetto, hastiado de que “...con motivo de todos los aniversarios patrios, desde el pulpito, y desde las columnas de la prensa adicta al Catolicismo...”” se reclamara para la Iglesia “un honor que nunca ha merecido”, publicé su volumen Hostilidad del clero a la independencia ameri na.” ¥ en 1926 otro socialista, Jacinto Oddone, entonces diputado nacional, daba a la imprenta un trabajo en el que atacaba duramente a las Ordenes religiosas —que en opinion del autor estaban “invadiendo” el pais—con un discurso cuyas fuentes de inspiracién mas inmediatas eran herederas del pensamiento ilustrado dieciochesco, pero que podrian rastrearse facilmente hasta en Boccaccio y en Erasmo: los supuestos inconvenientes que para el desarrollo econémico representan las Grdenes religiosas, asi como los también su- puestos comportamientos escandalosos de sus miembros, alejan en este libro a los religio- sos de cualquier reivindicacién posible y en particular, por supyesto, de la posibilidad de ocupar un espacio en el pantedn de los héroes de la revolucién.” La guerra estaba declarada, y pronto circunstancias que exced{an ampliamente la coyun- tura cultural argentina inclinarian la balanza a favor de uno de los contendientes: como se sabe, a partir de los afios 1930s. y como resultado de un amplio y complejo abanico de factores, la Iglesia Catélica obtuvo logros importantes en su aspiracién de “reconquistar a la sociedad para Cristo”, La crisis mundial de 1929 dio lugar a una intensificacién de los cuestionamientos dirigidos contra un liberalismo cuya credibilidad venia siendo socavada desde los primeros aftos del siglo y en particular desde la Gran Guerra. Los sistemas alterna- '' CARBIA, Romulo La Revoluciin de Mayo y la Iglesia, Huarpes, Buenos Aires, 1945 '? VARETTO, Juan Carlos Masiilidad del clero a la independencia americana, Imprenta Metodista, Buenos Aires, 1922, ODDONE, Jacinto Las conumnidades religiosas. En ta conquisia del Rio de la Plate y Fundacion de Buenos Aires. En la Revoluciéa de Mayo. En la Constitucién Nacional, Prélogo de) Diputado Nacional Dr. Antonio De Tomaso, Araujo, Buenos Aires, 1926. Rowerro Dy Srerano “De la teologia « la historia: un siglo...” prohistoria 6 2002 tivos de diverso signo —pero en general de corte autoritario, cuando no totalitatio— se multiplicaron en varias 4reas del planeta, En Argentina, el golpe de estado del 6 de setiembre de 1930 inauguré la llamada “década infame”, cuyos sucesivos gobiernos, si bien en dife- rente medida y con también distintas modalidades, se mostraron mucho mejor predispues- tos gue sus predecesores a las aspiraciones de las autoridades eclesidsticas. No deberia extrafiar, entonces, que en ese contexto [a historiografia catélica haya multiplicado sus esflierzos por demostrar que la Iglesia habia desempefiado un papel significativo en la historia del pafs y en particular en la revolucién. Porque la reivindicacién histérica poseia fuertes anclajes en ese presente: se trataba de rechazar el lugar relativamente marginal que para la [glesia habia previsto el liberalismo decimonénico, recuperando de tal mado los espacios perdidos. Asi como en 1910 el libro de monsefior Piaggio habia visto la luz en el contexto entusiasta de los festejos del Centenario, en 1934 aparecié la segunda edicién en medio del clima exultante que inund6 al catolicismo con motivo del Congreso Eucaristico Internacional. EF} poder de convocatoria que lograron las diferentes actividades relacionadas con el Congreso, que logré sorprender a la misma Jerarquia cclesiastica, suele esgrimirse como indicador bastantercaniiable de unvcambio epocal.”" Ya para entonces, lo que se ha dado en lamar el “dispositivo institucional del catolicismo integral argentino” estaba funcionando a plena maquina: desde 1922 operaba ese espacio de formacién y debate de la elite catélica mas intransigente que fueron los Cursos de Cultura Catélica, desde 1928 se publicaba la revista Criterio y desde 1931 trabaja- ba activisimamente y con todo éxito la Accién Catélica." Los estudios y las publicaciones sobre temas de historia eclesidstica se multiplicaron entonces de manera significativa, y el temade la revolucién suscité mayor atencidn aun por parte de los historiadores eatdlicos, cuyo nimero se amplié también. En 1942, como erista- lizacién institucional de una actividad que se habia tornado intensa, fue fundada la Junta de Historia Eelesidstica Argentina, y al aifo siguiente sé edituba el primer numero de Archivum, su 6rgano oficial: la “atenta lectura” de la publicacién, se decfa en la presentacién, habria de permitir “...conocer la versién real y fidedigna de la accién cumplida por la Iglesia en la Argentina,” A lo largo de una historia algo errdtica que llega hasta nuestros dias, Archivum reunié articulas y otros escritos de los mas prominentes historiadores catélicos del pais monseior Nicolés Fasolino, el padre jesuita Guillermo Furlong, el dominico fray Jacinto Carrasco, el padre salesiano Cayetano Bruno, presbiteros como Américo Tonda y Francisco Avellé Chafer, laicos como Guillermo Gallardo, José Torre Revello, Néstor Tomas Auza, Vicente Cutolo, Juan Carlos Zuretti y muchos otros. La fundaci6n de la Junta y la aparicion ‘PIAGGIO, Agustin fnfluencia del Clero....cll., Tipogeatia del Colegio Pio IX, Buenos Aires. 1934 [2 edicidn}. Prologo de Dionisio Napal. La expresion fue’ acuntada por Fortuato Maltimaci, Cir. MALLIMACI, Fartunato argentino desde HAA, VV. S00 aiiox de cristianisme en Argentina, Cehila-Nueva Tierra, Buenos Aires, 1992, pp. 197-365. eralismid integral a la hegemoa militar” Rosearo Di Sterano “De la teologia a la historia: un siglo...” prohistoria &- 2002 del primer ntimero de la revista coincidfan con una coyuntura més Favorable aun para el catolicisme que la vigente cn los afios anteriores: el 4 de junio de 1943, y como resultado de desarrollos ideolégicos ¢ institucionales no ajenos a la Iglesia, asumirfan los poderes publi- 08 los militares ejecutores del queen la lista de los golpes de estado del siglo XX argentino ‘ocupa el segundo lugar, pero el primero en el niimero de los que recurrieron a principios legitimadores de naturaleza religiosa. El gobierno militar, como se sabe, otorgé a la Iglesia algunos beneficios importantes -entre ellos la tan anhelada reintroduccién de la ensefianza de la religién en las escuelas ptiblicas~ ¢ incorporé al aparato burocratico del estado a un nitmero importante de cuadros y ditigentes catélicos Estimulada por este clima propicio, la historiografia catélica reverdecié con mas impetus aiin, y el abordaje de! tema de la revolucion que estamos siguiendo dio por su parte un salto cualitativo que se plasmé en el plano editorial en un libro elésiep y decisivo del padre Furlong: Nacimiento y desarrollo de la filosofia en el Rio de ta Plata.” AMli el célebre jesuita seguia una hipdtesis que vinculaba la revolucion argentina y mas en general la hispanoamericanaa las ideas teolégicas de Francisco Sudrez, Aunque la idea no era nueva ni le pertenecta, si logrd ganar répidamente espacios en aquellos afios hasta constituirse en una “historia oficial” vigente hasta nuestros dfas.”” De hecho fue adoptada unénimemente por los historiadores catdlicos que en 1960 y 1966 publicaron trabajos celebratorios de los 150° aniversarios de la revolucién y de la declaracién de la independencia respectivamente, para ser finalmente con- sagrada como dogma historiogréfico catélico en la monumental obra del padre Bruno, de la que ya nos ocuparemos. El padre Furlong divulgé sucesivamente la hipotesis en muchos de sus numerasos escritos, en particular en la década de 1960, cuando ya se habia convertido en unt lugar comin de la historiografia catélica no solo en Argentina: segin el testimonio del ‘FURLONG, Guillermo Nacimientoy desarrollo de la fitosofiaen el Rio-de la Plata, 1536-1810, Publicaciones de la Fundacién Vitoria y Suares, Imprenta Kraft, Buenos Aires, 1947. FURLONG, Guillermo Naciniento y desarrollo... cit.. pp. 587-607. La hipdtesis suarista proviene de GIMENEZ FERNANDEZ. Manuel Las doctrines populistas en ta Independencia de Hispano- América, Sevilla, 1947. Sin embargo, habia sido defendida precedentemente por otros autores, por cjemplo SALLABERRY, Inan La iglesia en la independencia det Uruguay, Talleres Graficos “El Demberata”, Montevideo, 1930, p. 10. La enunciacidn de los términos del debate se encuentra claramente expresada en el prefacio del libro de GIMENEZ FERNANDEZ. redactado en 194 “la base doctrinal general y comitn de la insurgencia aniericana, salvo eiertos aditamentos de influencia localizada, lo suministré, no el concepto rousscauniano del Pacto social perennemente constituyente, sino la dovtrina suareziana de la soberania popular, tendencia —perfectamente ortodoxa dentro de su inflexion voluntarista— de la teoria aquiniana del Poder Civil, qué exige (al contrario de la heterodoxia pactista) una coyuntura existencial, para que revierta al comtn del pueblo la soberania constitucionalmente entregads a sus érganos legitimos,” (p. 3) Se hace eco de esta version el revisionista Vicente Sicrra. Ver SIERRA, Vicente Historia de fa Argentina Fin del Réginien virreinal ¢ instalacién de le Junta de Mayo de 1810 (1800-1810), Unién de Editores Latinos, Buenos Aires, (960, p. 578 Roserro Di StersNo “De la teologia a la historia: un siglo...” prohistoria &- 2002 padre Bruno, en el Primer Congreso Hispanoamericano de Historia que tuyo lugar en Sevilla en octubre de 1949, la casi totalidad de los oradores habia restado importancia a la influencia de las “ideas enciclopedistas” en la revolucién americana.” A esta altura cabe que nos interroguemos acerca de los cambios que se produjeron entre el enfoque que inspiré la obra de monseftor Piaggio en 1910 y el que se impuso en ta historiogratia catéliea a partir del libro de Furlong, Ante todo cabe decir que son pocos, y que es justamente por ello que hablo de un “salto cualitativo”: mientras Piaggio proponia a las clites dirigentes mayoritariamente “laicas™ la idea de que el clero también habia contribuido a la revolucién, en el caso de Furlong casi podria decirse, exagerando un poco, que es ¢l catolicismo el sujeta histérico que larealiza. En un articulo de 1961 el jesuita llega a decir que para la gran mayorfa de los revolucionarios de Mayo “el dogma religioso era el faro” -exceptuando quizas al “neurdtico” de Mariano Moreno—y que “escolasticos fueron todos los hombres de Mayo.” Mientras en Piaggio la Repiblica Argentina debia reconocer por fin su deuda con el clero que colabord en emanciparla, para Furlong el catolicismo -y muy en especial su propia orden, la Compatiia de Jesis~ aporté la doctrina juridico-politica en que se sustenté la revolucién y formé a los hombres que la protagonizaron. Por otra parte, en el caso de Furlong es total la ruptura con la historiografia tradicional —me refiero a la de los fundadores del siglo XIX y ala de la Nueva Escuela Historica— y es clara la influencia del hispanismo de moda en las décadas de 1930 y 1940: si los revolucionarios abrevaron en Suarez y no en el pensamiento ilustrado, la revolucién ~desde su perspectiva~ no con!leva una ruptura radical con su propio pasado. La nacién argentina puede ser declarada de tal modo limpia del “pecado original” de haber roto Janzas con la civilizaciin espafiola para adherir a ideologias “forineas”. Consiguientemente, la revolucién pasa a quedar reducida a un “conflicto de familia”, interno tanto a la civilizacion hispana como al orbe catdlico. No es casual que esta idea haya surgido en momentos en que, terminada fa Segunda Guerra, se conjeturaba la posibilidad de constituir un bloque geopolitico denaciones catélicas en el que la Argentina habria ocupado un lugar prominente. De tal modo, mis alld de las aparentes similitudes, media un abismo entre las timidas propuestas de monsefor Piaggio y las audacias de Furlong. Y si desde el punto de vista historiografico actual los términos de! debate pueden resultar arcaicos y rudimentarios, es preciso recordar que en el momento en que cobraron forma gstaban estrechamente entrelazados a luchas poltticas ¢ ideolégicas para nada secundarias. '*-Véase por ejemplo FURLONG, Guillermo “La cultura de los priceres de Mayo”, en Acadeniia del Plata. Toma t. Estudios sobre cultura argentina, Buenos Aires, 1961, pp. 67-88 y del mismo autor “La [glesia y 1a Revolucién de Mayo”, en “La historia patria y la accién de su nlimero especial de Revista Mifitar, nim. 656, 1960, Circulo Militar Argentino, Buenos Aires, pp 91-95, El testimonio de BRUNO, Cayetano Historia de la iglesia on Argentina, Vol. VIL, Don Bosco, Buenos Aires, 1971, p. 221, nota 12 1 FURLONG, Guillermo “La cultura de los pr

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