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EL PODER Y SUS TIPOS Sumario: I. Introduccion. TI. Clasificacion objetiva. II. Clasificacién por su origen. TV. Clasificacién por la obediencia. V. Clasificacién étiv cojuridica. VI. Clasificacion organixacional. VII. Clasificacion por Ia forma de designar a sus depositarios. VIL. Clasificacion por el cardcter del depositario. IX. Clasificacion por la imagen del depositario. X. Glasifi- cacion por sus beneficiarios. I. Inrropuccién El poder, en esencia, se puede considerar como una libido domina- dora de conductas ajenas, como una libido dominandi inserta en la relacién establecida en el binomio mando-obediencia. Asi podemos entender al poder como la capacidad de un individuo o de un gru- po, generada por su libido dominandi, de conferir efectos agradables © desagradables a la conducta de otro u otros individuos 0 grupos con el fin de imponerles su voluntad, aun contra las de ellos mismos, para lograr determinado comportamiento individual 0 colectivo. Empero, la imposicién de una voluntad a otra se propicia muchas veces no s6lo por la libido dominadi del depositario del poder, que produce en él una capacidad de conferir efectos agradables o desa- gradables a la conducta ajena, sino también por la carengia de ini- ciativa de Jos destinatarios, por su abulia, por su sindrome de masa inerte que requicre de un guia que le oriente acerca de lo que conviene hacer, de un jefe que le ordene cémo, dénde y cudndo actuar; que le evite tomar decisiones en aspectos importantes, asf la libido dominandi y el sindrome de masa inerte engendran ¢l binomio poder-obediencia, y la division de los seres humanos en gobernantes y gobernados, en élites y masas, en los de arriba y los de abajo. Desde luego, no hay un acuerdo acerca de los tipos 0 categorias de poder existentes, por lo cual es dable pensar que casi son tantas como autores se han ocupado de ellas, lo que denuncia lo arbitrario de las mismas; pese a cllo me atrevo a sugerir mi propia propuesta de ti- pologia det poder. 670 JORGE FERNANDEZ RUIZ TI. CLastricaciOn oBjeTIvA En el intento de precisar los diferentes tipos de poder, resulta Util formular una primera clasificacién en razén de la naturaleza del mismo, de los estadios en que se desarrolla; acomodo que permite distinguir al poder politico del ecénomico, del religioso, de} social, del moral, del cultural y del tecnolégico, y posibilita diferenciar, ade- més, dentro del poder politico, al civil y al militar. 1. El poder politico El poder publico, o sea el poder politico, tiene por Ambito al Estado y, por tanto, su ejercicio entraia el gobierno formal y directo de las comunidades humanas, por lo que a juicio de Lucio Mendicta y Nujicz, viene a ser: .» la posibilidad de una persona, excepcionalmente de reducide ntimero de personas, en cada pajs, de actuar sobre los elementos del Estado por medio de la organizacién politica, juridica, burocratica y militar del mismo con objeto de realizar los fines estatales.! Subdivision del poder politico Es facil advertir en el poder del Estado un desdoblamiento en dos tipos de funciones, al primero se le identifica como el poder militar y tiene a su favor la razén de la fuerza; al segundo se le conoce como poder civil y debe tener como respaldo la fuerza de la razén. En la composicién del poder politico debe prevalecer el poder civil sobre el militar, so pena de que el Estado de Derecho sea suplantado por el de facto, de que el poder legitimo degenere en espurio. a) El poder militar viene a ser la expresién externa del poder politico, un atributo del Estado que normalmente se registra de ma- nera primordial en el contexto de sus relaciones internacionales, aun cuando en cl orden interno también tiene un papel importante. Di- riase que en su funcién normal el poder militar impone a las po- tencias extranjeras el respeto a la soberania nacional, y apoya al poder civil en cl ascguramiento del orden piblico interno. 1 Mendieta y Nuifiez, Lucio, Sociologia det poder, 2a. ed., México, UNAM, Instituto de Investigaciones Sociales, 1976, p. 18. EL PODER Y SUS TIPOS 671 5) El poder civil constituye la manifestacién interna del poder po- litico que se ejercita dentro del Estado con relacién a los gobernados, su éxito estriba en apoyarse mds en el poder moral que en el de la fuerza. 2. El poder econdmico En su ejercicio, el poder econémico también implica el gobierno —sélo que indirecto— de seres humanos, mediante el manejo y con- trol de bienes y servicios, de los factores de la produccién y del co- mercio. En otro sentido, el poder econémico se refleja en ef dominio o la propiedad de las cosas, respecto de las cuales se daba en la an- tigua Roma, el USUS, el FRUCTUS y el ABUSUS, es decir el jus utendi o derecho de servirse de la cosa y aprovechar los servicios que sc le puedan sacar fuera de sus frutos; el jus fruendi, o la fa- cultad de recibir todos los productos; y el jus abutendi, o poder de consumir la cosa, de disponer ilimitadamente de ella en forma ab- sohuta y definitiva, ya sea destruyéndola o enajendndola, Esta idea de poder ¢conémico que se desprende del concepto de dominio o propiedad de la cosa, ha evolucionado a través del tiempo y del espacio; conforme al articulo 27 de la Constitucién politica mexicana: La nacién tendré en todo tiempo el derecho de imponer a la propiedad privada las modalidades que dicte el interés piblico, asi como el de regular en beneficio social, el aprovechamiento de los elementos natu- rales susceptibles de apropiacién, con objeto de hacer una distribucién equitativa de la riqueza piiblica, cuidar de su conservacién, lograr el desarrollo equilibrado del pais y el mejoramiento de las condiciones de vida de la poblacién rural y urbana, 3. El poder religioso En un estadio ultraterreno ¢€ intemporal se da el poder religioso, pese a ello logra la modificacién de la conducta presente de los individuos, con base en sanciones y recompensas que se impondran o recibirén en otra vida. 672 JORGE FERNANDEZ RUIZ 4, EL poder familiar Se inscribe el poder familiar en ei seno del hogar, el tiempo se ha encargado de disminuir el wemendo cardcter despético y absoluto de que estuvo revestido en la antigdedad, cuando se integraba con el que tenia el padre sobre el hijo, el esposo sobre la mujer y el amo sobre el esclavo; en el derecho romano, el padre de familia venia a ser el propietario de ella y de su patrimonio; como dijera José Luis Ortolin: “La familia romana no se hallaba fundada prin- cipalmente sobre el matrimonio, sino sobre el poder.” * Poder terrible el del padre de familia, que consagran las Leyes de las doce tablas; por ejemplo, cn la IV se confiere, al padre sobre los hijos, derecho durante toda su vida de encerrarlos, azotarlos, tener- Ios encadenados en los trabajos risticos, venderlos 0 matarlos, aun cuando desempefien elevados cargos de la Reptblica.? Asi pues, el derecho romano no reconoce en el seno familiar otro poder que el del padre, dado que la madre, en razén de la quasi patria potestad a que se encuentra sometida, por medio de la manus, guardaba una situacién equiparable a la de sus hijos, lo que da idea de la magnitud e intensidad del poder marital que ejercia el jefe de familia sobre su esposa. Con el correr de los siglos, el poder del marido registra una disminucién incesante; ya en las primeras décadas de este siglo, el —para entonces— disminuido y modesto poder del marido, descansa- ba en la idea de que, por ser el matrimonio una sociedad, requeria someterse a un poder que condujese su situacién, mismo que con- venia ser ejercido por el marido, dada su supcrioridad sobre su mu- r. * A consecuencia de los embates de las corrientes feministas ¢ igua- litarias, para el ultimo tercio de este siglo, en Ia legislacién de muchos paises, el poder marital se ha extinguido formalmente, subsistiendo apenas una minima preeminencia del marido, conforme a la teoria conocida como de la unidad de direccién, conforme a la cual, la conyugal es una sociedad polidrquica, sometida al principio de igual- dad de los cényuges. 2 Ortolin, José Luis, Generalizacién del derecho romano, Madrid, Libreria de Leo- cadio Lopez, 1873, p. 22. 3 fr. Ortolin, José Luis, Historia de la legislacién romana, Madrid, Libreria de Leocadio Lopez, 1873, p. 109.

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