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Odio contra el padre real en funci6n de la castracién materna, la que en la Coyuntura histérica se imaginarizaen la fantasfa siguiente: si cl padrenohubiera estado ahf para privarala madre del falo imaginario, y que podria saturar el deseo matemo, el goce seria posible. La falta de goce €s, entonces, contabilizada a Ja arbitrariedad del padre (imaginario entonces), y no a aquel del imposible de la estructura cuya formulacién s cexistirel padre real sino como simb6! simbdlico, que ha conducido a ciertos autores a hablar de psicosis en el caso Haizmann, lo que es una suerte de reconocimiento nega esencial de esta funciGn, est en cl. niicleo de la histeria mas del capricho materno. Aqufes la precariedad de la funci6n simbélic: ‘Nombre-del-padre Ta que es acusada, acusacién vuelta contra el yo del sujeto. Acste nivel sefialamos exactamente el alcance del acceso melancélico al cual Ntvaas su andlisis, En un momento de ausencia, leva a cabo una tent grave, después de haber fracasado en acompafiar a uno de una excursién de montafia para iniciarlo en el alpinismo, que él mismo practica a alto nivel, Es pues al desfallecer en su funcién de metaforizar su nombre como ‘Nombre-del-padre cuando pasa al acto suicida. Como todo neurético, esté sin nombre (Haizmann mismo firmabasus elas con lainicial desu primernombre, ©). Una contradiccién esta pues inscrita en el micleo de la estructura, el odio Sostenigndose en dos razones antinémicas. El odioal padre se dirigea aquel que arbitrariamente lo separa de un goce posible de la madre, como a aquel insuficiente que nolo protege de este mismo goce. __ Tendremos que enfrentar el proceso concreto de esta contradiccién en la del histérico hombre si queremos resolverlacuestiOn que consideramos crucial: {por qué éste, a diferencia del obsesivo, no es capaz, salvo que Meyado a su fin (0 salvo por el medio arr Ae A propdsito de Dostoieys ARTICULACION DEL ODIO AL PADRE EN LA CURA DE UN HOMBRE HISTERICO Enel casoHaizmann, es efectivamentc este hecho clinico, 0 sealarepresion solidificada por el odio al padre; lo que ha conduci del articulo de Freud, como la. psicoanalista de la considerar insuperable esta rep: Haizmann el diagnéstico de aunque con un una argumentaci6n diferente. LA VIOLENCIA: IDA Y VUELTA. En cuanto a la cura de N* elegf tres momentos clfnicos, aunque haré un sefialamiento preliminar. sino desplazado hacia superiores_imaginarizados, sea como aterrorizantes 0 como impotentes. Es lo que da el tono a los decires de N* en su cura. Los momentos en cuestién se inscriben como ruptura en este ritornello. Primer momento: N* me pide prestado un libro de mi sala de espera: La algazara, ritos fundamentales de la sexualidad de nuestro colega Henry Rey- Flaud. Lo acepto, pero manteniéndome atento algunas semanas mds tarde, para ‘queme lo devuelva, No atiende a mi primer pedido ni al segundo. Estomelleva ala tercera vez, antes de la sesin, a interpelarlo severamente: ";Y entonces?” Elme devuelve el libro en cuesti6n la vez siguiente. Pero no es sino hasta varios dias después cuando descubro que me ha dejado una dedicatoria: "A mi querido colega, deseando que mis andlisis demasiado eruditos provocardn su desprecio y arrojardn mis obras en los rincones de su sala de espera, a fin de instruir 1a miseria sexual de sus clientes, y de alimentar este sub- proletariado de a cultura mientras les chupasu dinero acambio de diez minutos de silencio, Porqueusted Io ha comprendido bien, no es la ley la que hace al hombre sino nosotros los psicoanalistas quienes hacemos la ley, la ley del padre, ciertamente,- que ;paguen, sin que sepan que nosotros nos burlamos de ellos. En nuestras salas de espera, ante todo, nada de algazara - pero lectura sobre el tema, en abundancia. Sinceramente suyo, le deseo buenas reflexiones a sus pacientes quienes hojeardn mi obra, y espero que usted mismo, sobretodo, tampoco la profundi- ce", Firmado: Henry Rey-Flaud. No menté ante mi analizante este mensaje escrito, Le sefialé solamente que este libro é1o habfa leido y habia retenido la ensefianza esencial: "En nuestras i weinlOT iia PIERRE BRUNO silas de espera, ante todo, nada de algazaras". Recuerdo, sobretodo para ‘quienes nolo saben, entre los cuales yo estaba, antes de a lectura del libro, que 1a algazara era un alboroto organizado por jévenes bajo las ventanas de unos recién casados, particularmente cuando la desposada era una jovencita y el esposo un vejete. i ee ber eae Tohaconducido dehechoasalirde su para contarme que cuando nifio era considerado. ‘en todo como superior a su hermano menor, menos en un punto: su hermano {enfa una hermosa voz. Le pregunto entonces de quign fe venfaesta voz-debo decir que la pregunta, omejorla respuesta dada: "de mi padre”, lo deja aténito, Elandlisis se reinstala algin tiempo ensurutina, cuando, segundomomento, 1 NN¢ viene a su sesi6n manifestando frente a mi una célera larvada. Le interrogo ‘sobre las razones de su humor. Me cuenta, entonces, que ha sido contrariado tarde: "sé que no lograré jamds hacer que se le pare". _ Paso, ahora, a un tercer momento que marca el punto donde estamos. sndo retomado el andlisis al punto muerto, dejo ver de entrada, ruidosamente mi agenda, el desinterés que sus_primeras palabras an en mi. fntaentonces furioso, me pagalasesién y pasaal ataquecon violencia: _ ae. ARTICULAGION DEL ODIO AL PADRE EN LA CURA DE UN HOMBRE HISTERICO Sat occas aa NO ALA CASTRACION ‘Diré que esta homosexualidad es la consecuencia directa de la_fantasfa de seduccién por el padre que aflora por fin en la cura. El amor del padre, en la medida en quel protege al hijo dela omnipotencia del capricho del Otro, tiene ‘como contrapartida, comolosubraya Freud encl caso Haizmann, la aceptacion ‘dela castracién, He destacado en otra parte, y poreso nome detendré, que esta posicién del problema de la castraciGn tiene otra dimensién distinta de aquella queeslaprimera concepcin de Freud queconsiste en acentuarla dimensién jimaginaria de la castraci6n bajo la especie de amenaza que vehfcula la palabra de la madre: "si te.tocas, papé te cortaré el pipf". Aquf, al contrario, nos encontramos con la castraci6n. propiamente dicha, falta simbdlica de un objeto Esta distincién es esencial. Sin ella no se puede comprender eso de lo que Freud se agarra en su artfculo Andlisis terminable ¢ interminable, en lo que se Ie cla castracién tanto del lado del niffo como de Ta nila. El “ién femeninacn el hombre, como la Penisneiden|aotra, hay que traducirlo como el rechazo de lo que implica en cuanto a la castraci6n el amor del padre. a ‘Ahora bien, es a partir del caso Haizmann, es decir de un caso de histeria ‘masculina, que Freud hace esta relaci6n entre@l amor del padre y 1a castraci6n, Jo que conduce, en El yoy el ello, a dar estatuto de estructura, y no de atipia, al Edipo invertido. En cuanto aeste problema hay dos caras del Nombre-del-padre. La pri | esa de un operador por el cual el padre real, de ser simbélicamente anult \\ gana el amor del hijo porque le protege del capricho del Otro. La otra ) menos evidente, es la de proteger el hijo o la hija de las consecuencias de: | amoren cuanto a Ja castraci6n, lo que se esclarece en que La mujer es uno | losnombres del padre, sino el mas privilegiado. De este modo, el Nombre: padre (N.o,m) ¢s un no (n,0,n) a la castracion. Puedo entonces ‘cuestién anunciada: {de dénde viene que el odio hacia el padre desplazado y que pueda aparecer_para siempre como inarticulable? fiamos en la experiencia, el amor al padre, que evoca el significante " xualidad” -no ignoroaqu‘ lo que dice Freud de la génesis de la homosexu “109 - ‘masculina -, este amor se expresa solamente después que el odio al padre haya podido ser articulado en relacién al anatista, en 1a transferencia, Se puede deducir que el desplazamiento del odio al padre hacia sustitutos patemales lo que no Beemer eaaed hacer gozar al padre real (porque pana ean pecitnacsie| me ana atk ease asar a la Traducido por Juan Guillermo Uribe Revisado por Louise Boland de R.

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