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EL PENSAMIENTO POLITICO DE BODINO PROLOGO EI sino del hombre contempordnco es la Historia, La cla~ ridad de su conciencia histérica constituye la grandeza y la servidumbre del hombre de nuestro tiempo. En ningim mo- mento de stt Historia ha sentido el hombre tan hondamente como el actual su propia crisis, La crisis espiritual de nuestra época es realmente fa mas profunda y radical de Ja Historia de Occidente, pero también es cierto que la perspectiva de peligro se agiganta en la proyeccién inexorable de nuestra conciencia histérica. Suele el hombre en los momentos de crisis buscar el asilo que ofrece la contemplacién de otras Gpocas més serenas de st Historia, En este sentido, la visién del panorama histé- rico del sigio xvi no brinda ciertamente un refugio muy ha- lagitefio el pensamiento contemporaneo, Pero si la Historia universal no es mera agregacién de situaciones histéricas mo- menténeas, nada mejor que el estudio de esas etapas agudas de crisis para desentrafiar e intuir las constantes histéricas que unen ef presente con el pasado. Desde este nuevo Angulo, el siglo xvs tiene para el hombre contempordneo un valor ejemplar. En la Tistoria no hay nada que aprender en sentido literal, Hablar de retorno en Histo- ria es falsear su propia esencia, porqtte es desconocer sti sin- gularidad. El hombre que hace historia no quiere aprender nada, Jo que busca cs una dimensién de si mismo, una perspectiva para verse él mismo. El que hace la historia del pensamiento 6 Francisco J. Conde. politico va también en busca de una perspectiva del pensamien- to politico de su tiempo. Y en este campo no cabe hallar un paisaje mas sugestivo que el que nos brinda el pensamiento po- litico del siglo xvr. Los hombres relevantes de esta centuria tienen una concien- cia mas o menos clara de la situacién histérica en la que se ha- llan envueltos. Entre los pensadores politicos geniales que tan- to abundan en este siglo de colosos. el que posee wna con- ciencia hist6rica clara e infalible cs Bodino. Lista es la razén de su valor cjemplar y de su aciualidad. Bodino ha intuido ma- ravillosamente el rumbo del proceso histérico y st. pensamiento politico ha querido guiar cl rumbo intuido. Por eso su filoso- fia politica no es una filosofia cualquiera, es la filosofia que ha captado Ia estructura esencial y por ello ha servido de soporte al Estado moderno neutral soberano. Es, por decirlo asi, la fi- losofia perenne del Estado moderno mientr: ma histérica. Hablar de un retorno a Bodino serfa tan absurdo como pre- tender retornar al siglo xvr. El hombre contempordneo tiene delante una realidad histérica singular e inexorable. En Bodi- no el Estado tiene un polo trascendente —el deber ser de la virtud— y un polo inmanente —el ser ineludible de la realidad histérica—. El pensamiento politico contemporaneo parece ha- ber perdido todo polo trascendente. Y si alguna ver lo en- cuentra, encontrard el suyo. Bodino sélo se cuida de integrar el Estado, no tenfa por qué integrar en aquellos momentos la comunidad internacional. El problema ineludible y urgente pro- puesto al pensamiento politico contemporaneo es integrar la co- munidad internacional. En este sentido, no hay nada que imitar, pero si mucho que aprender en Gl. Quizds sea preciso encontrar de nuevo un plano trascendente y objetivo, si no se quiere co- rrer el riesgo de que la Teoria del Estado se reduzca a Ia le- gitimacién de hechos histéricos mAs o menos brutales. En una palabra, hay que elaborar tma nueva filosofia del Estado, que, sin pretensiones de perennidad y de universalidad, sea apta para afrontar los imperativos ineludibles de nuestro tiempo y de nuestra singular situacién histériea, Y hay que integrar a cual- subsista esta for- EI pensamiento politico de Bodino. 7 quier precio Ia comunidad internacional, porque de esta inte- gracién pende Ia suerte de Ia Historia universal. Nada mis ins- tructivo para esta tarea que el estudio de una filosofia politica de prodigiosa unidad y armonia, inspirada en fa no menos ma- ravillosa intuicién del proceso histérico, que ha seryido de so- porte al Estado moderno. Y. ahora unas brev palabras s bre el método que ha guia- do el propésito del presente trabajo. Mas que tesis, es tna sin- tesis del pensamiento politico de Bodino, No es, pues, una orde- nacién exhaustiva de los coneeptos que componen su sistema de filosofia politica, Hs més bien una integracién arménica de su pensamiento politico desde unas cttantas perspectivas cardinales: Religién, ‘Tecnicidad, Metafisica del Estado, ‘Teologia politica y técnica juridica, Soberania, Posicién religiosa de Bodino que preside su pensamiento politico, tensién que existe entre su fi- losofia politica y los imperativos ineludibles de su atmésfera histérica, esquemas teoldgicos que en él operan y categorias de stt sistema juridico. Y, por diltimo, el concepto de la soberania construido desde estos cuatro puntos cardinales. Aunque el trabajo est& apoyado en el manejo de una abun- dante bibliografia, la labor ha sido mas bien de composicin e integracién inmanente de las fuentes principales. El método y el propésito responden al deseo, tal vez no logrado, de procurar una vi ién arménica, plastica y actual de uno de los sistemas més geniales que ha elaborado el pensamicnto politico de Oc- cidente. CAPITULO PRIMERO RELIGION LI cardcter del presente trabajo no permite que abordemos In biografia de Bodino. Esto implicaria sumergir al autor en sti atmésfera histérica, determinar hasta qué punto el ambien- te histérico le fué hostil 0 favorable; qué elementos del con- torno formaron su visién del mundo y del hombre y cémo se reflejaron cn sus escritos. Empresa buena para tentar a un bidgrafo, pero que nos apartaria de nuestro propésito. Para nuestro designio bastard en este sentido con poner de relieve el enlace gue existe entre su pensamiento religioso, filoséfico y politico y Ia atmésfera histérica del siglo xvt. La critica histérica de los filtimos afios ha venido a escla- recer incégnitas de la vida de nuestro publicista que la tradi- cién habia consagrado va como insolubles. Una es el pretendido origen judfo de Bodino, por la Linea materna, noticia lanzada por primera vez cn una carta de Chapellain 2 Hermann Con- ring. El reciente y afortunado descubrimiento doctimental del abate francés Emile Pasqué, recogido en la Revue d’Histoire de l’Eylise de France *, ha venido a confirmar esta noticia que durante mucho tiempo contribuyé a alimentar la actsacién de judaismo formulada contra el autor de los Heptaplomeros. Re- stilta, en efecto, de los documentos desctibiertos en el Archivo Notarial de Angers (ciudad natal de Bodino), que la madre de ntiestro publicista, Catalina Dutestre, era una judia espafiola re- fugiada en Francia al abrigo de Ia tolerancia. 1 Tomo XIX, 1933, pigs. 457-62. El pensamiento politico de Bodino, 9 El otro gran descubrimiento documental de A. Ponthiewx * ha disipado la duda sobre uno de los hechos mas controvertidos, recogido en la critica de su contemporaneo el historiador De Thou: la profesién religiosa de Bodino en el convento de los Carmelitas de Angers, su ciudad natal. En realidad, estos descubrimientos hacen todavia mas intrin- cado el problema de cual sea la posicién religiosa de Bodino. El primer estudio critico sobre la religién de nuestro pu- blicista se debe al editor aleman de los Heptaplomeros, Guhrauer. A él se debe también el primer ensayo critico-hiografico, que su- ministra buen material para la biografia de Baudrillart, en su hermoso, aunque poco sistemAtico libro Bodin et son temps, wno de los mejores cuadros de los partidos politicos en el siglo xvr. Ulteriormente, este problema ha sido objeto preferente de es- tudio de investigadores franceses y alemanes y ha atraido in- cluso la atencién de un pensador de la talla genial de Dilthey. De todos ellos, el que mejor ha visto la intima relacién que existe entre la posicién religiosa y el pensamiento politico de Bodino ha sido Guhrauer. Pone, en efecto, de relieve, la identi- dad de principios que inspiran los Heptaplomeros y Los seis libros de la Reptiblica. El propdsito de esta tesis es, precisamente, construir esa Te- lacién, tomAndola como base para interpretar su famosa doc trina de la soberania. Las fuentes principales para estudiar Ia posicién religiosa de Bodino son la carta a Bautra des Matras, Los seis libros de la Repiblica y los Heptaplomeros. Sefialemos, desde el primer momento, la diferencia funda- mental que hay entre la carta a Bautru y las otras dos fuentes aludidas. La carta a Bautrt. —cuyo original se encuentra en las Colomesii Opera *— es una verdadera profesién de fe religiosa, en tanto que Bodino elude siempre una definicién clara y cate- gOrica en la Reptiblica, y la misma imprecisién reina, por stt sin- gular cardcter, en los Heptaplomeros. 2 “Quelques documents inédits sur Jean Bodin.” Revue du XVTéme sidcle, 1928, 3 Pigs. 76-78. Lt) Francisco J. Conde. Segéin Bayle, la caria a Bautru des Matras, que no tiene fe- cha, debié ser escrita alrededor de 1563. Guhrauer calcula que fuese escrita en Paris poco después de estallar las guerras reli- giosas, que dicron comienzo el afio 1561. El espiritu de esta carta se puede resumir en los siguientes principios: 1) La coincidencia de opiniones religiosas no es in spen- sable para la amistad, aunque esta coincidencia pueda hacerla mas intima ¢ intensa. Como la amistad es, segiin Bodino, la base de Ia sociedad 4, de esto se deduce que la unidad de la fe, bajo tna confesién oficial, no es indispensable para la existencia de las sociedades humanas y, por tanto, del Estado, 2) Bodino adopta una posicién polémica frente al catoli- cismo, que se traduce en simpatia hacia la Reforma y antipa- pismo. Su pensamiento aparece impregnado de platonismo. 3) La religién es, per accidens, causa de Ia guerra, “del mismo modo que una medicina saludable no puede ctrrar una enfermedad sin grandes dolores”. Cristo ha venido a traer la guerra y no la paz. Las guerras civiles son en este momento, a los ojos de Bodino, el instrumento clegido por Dios para la re- generacién del hombre. De ese hombre que, dotado por Dios de las virtudes mis excelsas, se ha apartado del camino recto. Fl contenido de la carta parece justificar el juicio formula- do, quizis apresuradamente, por Bayle: “Tl est clair comme Ie jour que c’est la lettre d’un hon huguenot.” No perdemos de vista el contraste singular que ofrece esta actitud franca y resuelta de Bodino con las mesuradas defini- ciones y las habiles evasivas de la Reptiblica: “Te ne parle point ici laquelle des Religions est la meilleure (combien qu'il n’y a qu’vne Religion, vne verité, vne loy diuine publi¢e par la bouche de Diet)... *.” Es también muy significativo, para ahondar en la evolucién del pensamiento religioso de Bodino, su cambio de actitud frente a Jas guerras religiosas. En la carta a Bautru In guerras de religién aparecen como el instrumento que Dios pone 4 Aussi le fondement principal des mariages ct de la soci maine gist en amitié... (VT, VI, pig. 1018) 3 Rep. IV, VIL, 654. - Ete EI pensamiento politico de Bodino. 11 en juego para la regeneracién del hombre. En 1376 todo el afan de Bodino estriba en poner término a las guerras civiles. Y no falta siquiera, entre sus frecuentes lamentaciones, la dol da queja del humanista ante el dafio que la barbarie de las gue- rras civiles ha inferido a la lengua latina: “Way entrepris le di cours de la République et en langue populaire, tant potrce que Ia sources de Ia langue Latine sont presque taries, et qui sci cheront du tout sila barbarie causée par les guerres civiles con- tinue...” ® No hay que olvidar que Bodino estuvo a punto de ser ascsinado la noche de San Bartolomé, salvandose, segtin unos, gracias a la ayuda de De Thou, y segtin otros, saltando por una ventana. Este lance hubo de marcar por fuerza una hella indeleble en el espiritu de Bodino. Otro aspecto singular que importa destacar en esta carta a Bautru, es wna cierta tendencia a la religién natural, que he- mos de ver Inego representada en la figura de Torralba, ol interlocutor central de los Hepiaplomeros. La sociedad humana no puede subsistir sin la justicia. La justicia —una de las vir- tudes més hermosas— apenas puede subsistir sin la religién o sin el temor de un Ser Supremo. Para Ja existencia de las so- ciedades humanas y, por consiguiente, del Estado, basta un “minimum religioso”, que podria definirse por el temor de un Ser Supremo. Alienta, por tiltimo, en dicha carta, el espfritu. del Renaci- miento y un pesimismo antropolégico digno de Maquiavelo. Fl alma del hombre, que dotado por Dios de las virtudes mas al- tas, se ha apartado de la “diritta via”, esté aquejada de una enfermedad eterna (labes). Y asi permaneceria sumido en ti- nieblas perpetuas, si en épocas determinadas Dios omnipoten- te no despertase en algunos hombres excepcionales una virtud suprema —“summam virtutem exercitaret”—, para que sirvan a los demas de guias y de ejemplo vivo. En la carta a Bautru estén los elementos que han de inte- grar el pensamiento religioso que alienta en la Reptiblica, for- mulado de modo disperso, y que constituye la clave para Ia 6 Prefacio, pag. m v. 12 Francisco J. Conde. comprensién e interpretacién de los Heptaplomeros. Es lo que podriamos llamar su principio del “minimum religioso”. Este principio del “minimum religioso” esté integrado y condicionado por las siguientes premisas: I. La base tiltima de las sociedades humanas y, por tanto, del Estado, es la justicia. Ahora bien, la justicia no puede sub- sistir sin la religién 0, al menos, sin el temor de un Ser Su- premo. Bodino define en la carta a Bautru la religién como “la in- clinacién de un alma purificada hacia el Dios verdadero”. Vemos también, cémo en la Reptblica la religién se considera y define como el fundamento principal del poder del soberano, cjecticién de las leyes, obediencia de los stibditos y reverencia de Jos magistrados y se proclama como Ia base de 1a amis- tad mutua ™ Il. Este temor de un Ser Supremo es el “minimum re- ligioso”, que constituye el postulado trascendente del Estado. En efecto, los fines tiltimos del Estado consisten en hacer a los sttbditos bucnos y virtuosos. El fin de la Repttblica bien ordenada es la virtud. La ley tiene que cumplir una misién éti- ca y pedagdgica *. De esto nace el deber del Principe de ser para los stibditos modelo de virtud y de perfecciones *. El Estado debe hacer que los stibditos, malos por natura- leza, vuelvan al camino recto, ptesto que el fin de todas las acciones humanas es la religién *°. El peor encmigo del Esta- do es el ateismo. Del ateismo nace la anarquia, peor que la mas cruel tirania. La ley pierde su fuerza cuando falta este “mini- mum religioso” : “Car il ne faut pas attendre que les Princes et 7 Rep. IV, VIF, 653 8 Rep. IV, III, 582. 9 Rep. IV, VI, 614. io Abundan en Ia Rep. las citas que revelan el pesimismo antropo- légico de Bodino, yue te sittia en Ia Hinea de Maquiavelo y de Hobbes. Asi, por ejemplo, cuando habla de la naturaleza humana “qui est In- brique A merveilles” (LV, TIL, $77), 0 cuando se refiere a la natural co- rrupcién de los hombres (IV, TIT, 579). Véase también la curiosa ar- gumentacién de Torratba en los Heptaplomeros para demostrar —con- tra la tesis de Plotino— que cl hombre no es una substancia de Dios, sino s6lo imagen suya. El pensamiento politico de Bodino. 13, Magistrats rangent sous lobéissance des loix les suiccts qui ont foulé aux pieds toute Réligion” **. Esta enérgica condenacién del ateismo en defensa del or- den del Estado, viene también a esclarecer la actitud de Bo- dino frente 2 Maquiavelo. lin el Prefacio de la Reptiblica hace Bodino un retrato duro e injusto de Maquiavelo. Comienza alu- diendo a los peligros que implica la profanacién de los miste- tios de la filosofia politica por la ignorancia de las leyes y del Derecho publico, “chose qui a donné occasion de troubler et renuerser des beaux estats”. Le tacha de ateo ¢ ignorante “Quant 4 l’Athéisme il en fait gloire par ses escrits; et quant au scavoir... ie croy... qwil n’a iamais sondé Ie gué de la scien- ce Politique, qui ne gist pas en ruses tyranniques, qu'il a re- cerchées par tous les coings d'Ttalie et comme vne douce poison coulée en son libre du Prince” ™, Frente a la tecnicidad pura de Maquiavelo *, que viene a quebrar la unién entre el mundo de Ia moral y el mundo de la politica, Bodino aspira a restablecer el equilibrio entre am- bos mundos. Pero su réplica a los principios de Maquiavelo no descansa, como la de Gentillet, sobre el plano de las fuerzas tradicionales, temerosamente erguidas contra el venero que encierra la Idea del Estado moderno de cufio maquiavélico. No pretende Bodino reinstaurar la vieja servidumbre de la filo- sofia en general y de la filosofia politica a la teologia, que constituye la clave del pensamiento medieval. Es la misma Idea del Estado moderno la que Bodino pretende salvar contra Ma- quiavelo. Para eso es preciso restablecer el enlace entre ambos mundos, pero no en la forma tradicional de servidumbre, sino sobre un principio de armonfa. Sin un “minimum de religién”, el Estado pierde la razén de st existencia, Esta es la réplica del espfritu religioso de Bo- dino frente al paganismo de Maquiavelo. Pero por otro lado 11 Rep. VE, I, 847. x2 Prof, pag. mm v. 13. El término “tecnicidad” se emplea aqui en el mismo sentido que le atribuye Otto Neurath en Vollsosialisicrung. Jena, 1920, y Carl Schmitt en Die Diktatur. Mimchen-Leipzig, 1928, pig. 8. Viene a refle- jar la esencia misma de todo cl pensamicnto renacentista, 14 Francisco J, Conde, esta la réplica que podriamos lamar maquiavélica, que Bodino lanza contra el propio Maquiavelo; la religién es necesaria para la conservacién del Estado. La practica del principio puro de Ia razén de Estado con- duce al fracaso. Asi habla Bodino de todos los Principes que han seguido “les belles reigles de Machiauell; lequel a mis pour deux fondéments des Républiques, l'impiété et Piniustice, ni bla mant Ia religion comme contraire a estat” *\ Es el peligro que encierra para el Estado mismo la falta de un “minimum de religion” lo que Bodino estima pernicioso en la doctrina de Maquiavelo: “C'est donques vne incongruité bien lourde en matiére d’estat ct d’vne suite dangereuse, enscigner aux Prin- ces des reigles Winiustice pour asseurer leur puissance par tyrannie, qui toutesfois n'a point de fondement plus ruinewx que cesluy-Id... et qui est Ie plus grand moyen qu’on puis imaginer pour ruiner les Princes et leur estat” *, La critica que Bodino hace de Maquiavelo obedece, pues, también, a un principio tecnicista. Es la conservacién del Ts- tado —objetivo tiltimo de Maquiavelo— lo que, por ejemplo, hace mas titil el amor de los sttbditos que el temor **. Bodino combate, pues, no a Maquiavelo, sino al maquia- velismo, valiéndose del propio Maquiavelo. Es precisamente el antimaquiavelismo maquiavélico de Bodino lo que motiva la acerba critica del jeswita Ribadeneyra en sus Virtudes del Principe cristiano (x601), que, segtin el censor del libro, “des- hace las falsas y aparentes razones de Estado que proponen los herejes que Haman politicos”. (Como es sabido, Bodino forma- ba parte del partido de los “politiques” 0 “politiciens”.) De- jemos correr el verbo inflamado de santo celo del padre Ri- badeneyra: “La peor y mAs abominable secta que Satands ha inventado es tna de las que Maman politicos (aunque ellos son indignos de tal nombre), salidos del infierno para abrasar de tna vez todo lo que es piedad y temor de Dios y arrancar to- das las virtudes que son propias de los Principes cristianos.” 14 Rep. Prefacio, pig. um. 1g Rep. Prefacio, pag. mr v. 16 Rep. TV, VI, 616 ¢ id: fd., 625. El pensamiento politico de Bodino. 15 Y sigue en el mismo tono encendido por el fervor religioso contra la Idea de la razén de Estado, esta “nueva y peligrosa doctrina...; porque tomando una miscara y dulce nombre de razén de Estado (cuya conservacién y acrecentamiento es el blanco en que los Principes tienen puesta la mira), todo lo que consultan, tratan y determinan miden con esta medida y ni- velan con este nivel. Y como si la religién cristiana y el Es- tado fuesen contrarios 0 pudiese haber otra razén para con- servar el Estado, mejor que la que el Sefior de todos los Esta- dos nos ha ensefiado para la conservacién de ellos: asi estos hombres politicos ¢ impios apartan la razén de Estado de la ley de Dios” *". Las diatribas de Ribadeneyra van dirigidas, de un lado, con- tra Maquiavelo, y de otro, contra los politicos, entre los cuales cita a Bodino, jurisconsulto ; monsieur de la Nue, soldado, y otro Plessis Mornco. Después de hacer una semblanza tenebrosa de Maquiavelo, a qttien Hama “este mal hombre y ministro de Sa- tands”, “hombre impo y sin Dios”, y lamentar la rapida propa- gacién de su doctrina, traza la silueta de los politicos: “Los politicos y discipulos de Maquiavelo no tienen religién alguna, ni hacen diferencia que la religién sea falsa o verdadera, sino si es a propésito para su razén de Estado” **, Sobre Bodino formula un juicio mucho mas stave que sobre los otros poli- ticos, a los que llama herejes. No le acusa de impio ni de here- je, sino solamente de ignorante en teologia: “:Qué de las obras de Juan Bodino, que anda en manos de los hombres de Esta- do y son lefdas con mucha curiosidad y alabadas como escri- tas de un varén docto, experimentado y prudente y gran maes- tro de toda buena razén de Estado, no mirando que estén sem- bradas de tantas opiniones falsas y errores que por mucho que las han traducido de la lengua francesa en la italiana y en la castellana ®, las han procurado purgar 3 enmendar, no lo han 17 Prélogo. 18 Idem. 19 La traduceién castellana fué hecha por Gaspar de Afiastro y apa~ recié en Tarin cn 1590; la italiana es posterior; ulteriormente fué tra- ducida al alemén con una terminologia pintoresea y al inglés en 1606. 15, Francisco J, Conde. podido hacer tan enteramente que no queden muchas mas co- sas que purgar y enmendar?” Y termina asi el retrato: “Bo- dino (por hablar de él con modestia) ni ensefiado en ‘Teologia ni ejercitado en piedad” **, Es curioso que un hombre como Ribadeneyra, que lega a alabar la Inquisicién y la quema de los herejes y no anda re- miso en la adjudicacién de epitetos contundentes, hable de los crrores de las obras de Bodino, sin percibir entre ellos herejia alguna y termine formulando un juicio tan suave. En el fondo, toda la hostilidad de Ribadeneyra se vuelve contra Maquiav lo, a cuyo Principe hipécrita Ilama el Anticristo. Es el paga~ nismo y Ia tecnicidad pura de Maquiavelo lo que enciende sus iras. La doctrina providencialista de Ribadeneyra, para quien la razén del Estado est& en Dios, no puede admitir que la con- servacién del Estado sea obra de la prudencia humana —esa gran rebelién del hombre del Renacimiento— sino de la vo- luntad de Dios. A la viriud maquiavélica —virtud creadora y conservadora de Estados—, integramente secularizada, absolu- tamente limpia de sustancia teolégica, opone la vieja tabla tra~ dicional de las virtudes cristianas. El respeto relativo que guarda a Bodino, reflejado en su crf tica mas mesurada, se debe a que el agudo y enérgico jesuita no podia menos de reconocer en su adversario un espirity pro- funda y sinceramente teligioso. Claro es, que Ribadeneyra erré el blanco, al no ver en Bodino, sino en Maquiavelo, su peor enc- migo. Bodino no era, en efecto, um pagano como Maquiavelo, gpero no era quizés peor enemigo para la Iglesia Catélica, un hombre, que con st principio del “minimum religioso” coloca- ba al Estado duefio de disponer sobre todas las religiones po- sitivas y slo dejaba flotar en el aire una instancia suprema, una idea de Dios contenida, desde Iuego, en todas las religio- nes, pero desvinculada también de toda formula dogmtica? La Historia ha prontnciado ya su fallo. TIL. Todas las religiones positives contienen este “mini- mum religioso”. 20. Prélogo. : El pensamiento politico de Bodino. 17 He aqui la clave para interpretar el sentido profundo de los Heptaplomeros, el olvidado manuscrito que sacé a la luz el eminente critico alemin Gubrauer *. Los Heptaplomeros es un coloquio dialéctico equiparable a un didlogo de Platén, Los interlocutores son siete y cada uno defiende en tono critico y polémico su posicién religiosa. Reina en dl un espiritu de serenidad y objetividad, El lugar de la ac- cién es Venecia, cuna entonces de la libertad. M1 narrador, que va on busca de hombres dedicados a Ia ciencia y a la virtud, encuentra a Paulus Coroneus —portavoz, en el didlogo, de Ia religién catélica— cuya casa gozaba fama de scr santuario de las musas y de las virtudes. En torno suyo se congrega un gru- po de extranjeros, versados en Ias letras y en fas ciencias, cada uno de los cuales brilla por su dominio en una ciencia determi- nada; viven todos en un ambiente de gran pureza de costum- bres y animados del deseo de saber. Los primeros libros estén dedicados a la Fisica, Metafisica y Demonologia y la rcligién forma el tema central de los libros restantes. Los problemas capitales de la religién van siendo ob- jeto sucesivo del discurso. Cada interlocutor expone su crite- rio en tono reposado y objetivo, Muy rara vez se Ilegan a for- mular conclusiones tedricas positivas. Seria desvirtuar totalmente el espiritu de los Heptaplome- ros, buscar a Bodino agazapado detras de uno cualquiera de los interlocutores. Bien es verdad —y en esto tiene razén Baudri- Mart— que hay dos personajes principales, Torralba, portavoz de la religién natural, y Salomén, que defiende la religion judfa. El espiritu de Bodino planea sobre todos los interlocutores a 1a vez. A lo largo de los Heptaplomeros se va viendo la coinci- dencia de todos ellos en una serie de puntos fundamentales, 1a inmortalidad del alma, el premio eterno a los buenos y a los malos, es decir, la idea de un mds all4, la conciencia de la li- hertad, etc. Y destacando sobre todos estos puntos, la idea de que todos los hombres conocen a Dios, el padre de todos los dioses **, Das Heptaplomeres, Berlin, 1841. 22 Heptapl., 185. 18 Francisco J. Conde. Todos los interlocuitores estén de acuerdo en un minimum de principios, coronados por la idea del Dios tnico, padre de todos los dioses. Este contenido religioso minimo es el que legi- tima la existencia de todas las religiones positivas y, en cuanto fortalece la conciencia del hombre, es el fundamento del orden del Estado y de la vigencia de las leyes, “puis qu'il est ainsi, que metus legum, non scelera, sed licentiam comprimit, comme di- soit Lactance; possunt enim leges delicta punire, conscientiam munire non possunt” ™. 2Cual cs este “minimum religioso”? Fs el temor de un Ser Supremo, el temor de tn Dios infinito, incorpdreo y eterno. La esencia de Dios es infinita en “puissance, bonté et sagesse” **. Dios es incognoscible ¢ incomprensible para el hombre, en cuan- to es infinito “en essence, puissance, grandeur, eternité, sagesse et bonté *°”. Como corolarios de este credo monoteista hay una serie de principios religiosos, en los cuales coinciden todos Ios interlo~ cutores de los Heptaplomeros. Estos principios son la inmorta~ lidad de las almas, la idea del mas allé y el principio de la conciencia moral. IV. Como todas las religiones positivas contienen ese “mi- nimum religioso”, no es preciso que el Estado establezca la verdadera religién : “Il faut done fuir le plus grand mal, quend on ne peut establir la vraye Réligion” **, EI mal mayor de que el Estado ha de huir es el ateismo, puesto que “la plus forte superstition du monde, n'est pas A beaucoup pres si détestable que Vatheisme” *”. La religion es- tablecida, es decir, acepiada por todos o por la mayoria de los siibditos, es intangible, sin perjuicio de que sea o no la verda- dera. Basta que esié “receué d'un commun consentement” para que no pueda ser puesta en tela de juicio. La disputa trac consi- go la duda y serfa impiedad formular dudas sobre lo que debe Rep. VE, T, 847. Demonomania, Pref., to. Idem, iden Rep. TV, VIL, 6: Rep. IV, VIT, 653.- El pensamiento politico de Bodino, 19 ser conviccién intima en cada uno. Bodino proclama aqui que los fundamentos tiltimos del Estado son intangibles y escapan ala discusién. Del mismo modo que no es licito que los filésofos y mateméticos sometan a discusién los principios de sus ciencias respectivas, “pourquoy sera-il permis de disputer de la réli- gion qu’on a receué et approuuee? kee De este principio del “minimum religioso” se derivan una serie de consectencias que han tenido importancia decisiva para Ja afirmacidén de 1a idea del Estado moderno. Estas consectten- cias, formuladas como postulados, son las siguientes: libertad de conciencia y tolerancia religiosa. Bodino proclama decididamente el principio de a libertad de conciencia. La violencia engendra el ateismo y éste, a sit vez, la anarqufa, Las voluntades humanas no se conquistan por la fuerza, vale mas ganar sttavemente los corazones de los stib- ditos. Lo contrario sélo puede acarrear guerras civiles y sedi- ciones. Cita Bodino el ejemplo de Teodosio ef Grande, que per- mitié a todos “de viure en liberté de conscience” y del rey de los turcos, que a todos consiente “de viure selon sa conscien- ce’ He aqui el principal punto de ataque del jesuita Ribade- neyra a Bodino, en st capitulo XXVI, que va encabezado con estas elocuentes palabras: “Que los herejes deben ser casti- gados y cudn perjudicial sea la libertad de conciencia.” Pese a este titulo tan amenazador, Ribadeneyra muestra cierta fle- xibilidad en su razén de Estado, que aconseja no castigar a los herejes cuando son muchos, pues deben “por los buenos to- lerarse los malos”. Su polémica con Bodino se limita a la afir- macién de que el argumento histérico de Teodorico es falso. Este postttlado de la libertad de conciencia, formulado de modo categérico en la Reptiblica, es el paralelo del principio de la tolerancia religiosa, que viene a ser a modo de coronacién de los Heptaplomeros. Veamos cual es, en los Hep- y sintesis 28 Rep. IV, VIL, 653-4. 29 IV, VIT, 654. 20 Francisco J. Conde. taplomeros, el curso de la discusién en torno al problema de la tolerancia. Senamus —portavoz de las religiones paganas— comienza por decir, que él, en vez de asentir o negar lo que es objeto de polémica entre tedlogos, prefiere, a ejemplo de San Pablo, ser judio entre judios y pagano entre paganos, para bien de todos. Coneluye alabando la armonia de Jerusalén, donde, a pesar de la multitud de sectas, todos conviven en plena libertad y con respeto del orden pitblico. Es este mismo respeto del orden ptiblico lo que Heva a Bo- dino a preferir la multiplicidad de confesiones religiosas, ya que de este modo “les vns moyennent In paix et accordent les autres”... °°, El representante del judaismo, Salomén, considera que es un crimen contra Dios imponer una religién cualquiera, ya que no cabe crimen mayor que obligar a un hombre a que obe- dezea contra su voluntad *. Curtius invoca en favor del principio de 1a tolerancia el testimonio de la Patristica —Tertuliano, los acuerdos del Con- cilio de Nicea, Agustin, Jerénimo, Bernardo, Hilario, ete. Cuando Coroneus expone el criterio de la Iglesia Catélica, segtin la cual la piedad debe ser preferida a la utilidad pabli- ca, y cémo de ahi nace el precepto de obligar a los recalcitran- tes a acatar la verdadera religién, ninguno de los interlocuto- res acepta este principio y todos, incluso cl mismo Coroneus, se pronuncian por el principio de la tolerancia religiosa. Fl hermoso final de los Heptaplomeros es que todos los interlocutores se separan en la mejor armonia, conservando cada uno su religion. No es Bodino el finico gran espiritu del siglo xvr que pro- clama el principio de la tolerancia religiosa , El primer im- pulso en favor de la tolerancia procede del Humanismo, Toda la cultura medieval giraba en torno de la unidad de la fe, cuyo corolario era la exclusién del principio de la tolerancia. Era la 30 Rep. IV, VIL, 655. 31 Heptapl., 158. 32 K. Volker, Tolevans und Intolerans im Zeitalter der Refor- mation, 1912. : El pensamiento politico de Bodino. 21 consectiencia nec: saria de Ia relacién enire Ia Iglesia y el Es- tado. Quedaba fuera de discusién, que ambos poderes estaban obligados a unirse para combatir a herejes, cismaticos y apésta~ tas, Cuando la Reforma viene a quebrar esta unidad es cuan- do se plantea el problema de la tolerancia, El Renacimiento y cl Humanismo no rompen todavia la unidad de Ia Iglesia, que aparece como wn medio para garantizar Ia paz y el orden pie blico, supucstos esenciales para el florecimiento de la ciencia, objetivo supremo de los humanistas. Era evidenic, que la ré- plica de tos grandes reformadores a Ja intolerancia de la Igle- ia Catélica tenfa que ser también Ia intolerancia, A los ojos de los protestantes, la Iglesia Catélica era el principal obsticu- lo para la salvacién. Tedlogos y reformadores protestantes con- vienen en el principio de que la autoridad politica tiene el de- recho y el deber de apoyar la Reforma y climinar a la Igle sia Catélica. Fl Humanismo se pronuncia decididamente por la toleran- ia como garantia de la paz. Al lado de Erasmo y de Bodino figuran, entre otros, Sebastién Castellio ® y el estadista ho- landés Dirck Volckertsoon Coornheert En 1576, al discutirse en la Asamblea de Blois el artfen- lo sobre la religién, vemos a Bodino pronunciarse ptiblica y enérgicamente en favor de Ia tolerancia. Cuando, a propuesta de Peter Versorius, fué cambiada la primitiva redaccién y se acordé que todos los pueblos sometidos a la soberania del rey de Francia fuesen reducidos a la unidad de Ia religién catéli- ca sin condicién alguna, Bodino protesté airadamente, diciendo que con ello se violaba el Edicto y se entregaba todo a Ja suer- te de las armas. La tolerancia religiosa es, en Bodino, la tiltima consecuiencia de su principio del “minimum religioso” y, al mismo tiempo, el medio técnico para poner término a las guertas de religién ¢ instaurar una era de paz, aspiracién suprema del citdadano, det filésofo politico y del humanista, Concluiremos este capitulo sefialando cl Ingar que corres- 33. Profesor sitizo de Teologia (1315-63). 34 (1522-90) = Francisco J. Conde. ponde a Bodino en el marco de las constelaciones teolégicas del siglo xv1. El iltimo descubrimiento del abate Pasqué, que corrobora la noticia del origen judfo de Bodino por 1a linea materna, vie~ ne a fortalecer ef punto de vista de los que han intentado de- rivar toda Ia concepcién del mundo de nuestro publicista to- mando como base su judaismo. Este intento no ha dejado de tener adeptos hasta hace muy poco tiempo *. Por otra parte, no es menos cierto, que cl otro descubrimiento documental de Ponthieux viene a probar la profesién catélica de Bodino en el convento de los carmelitas de su ciudad natal. En general, el problema qtte més ha preocuipado a los investigadores es el de determinar la posicién de Bodino frente a las religiones cristianas. La mayoria de los estudios posteriores al de Bat- drillart renuncian a salvar a los Heptaplomeros en sentido cris- tiano y se esfuerzan por inclufr a Bodino en el defsmo, en el tefsmo y hasta en el escepticismo. Es indudable, que Bodino no es un tedlogo de 1a talla de los reformadores y que, por otra parte, ha eludido siempre wna res- puesta categérica sobre cual sea la religién verdadera. La reali- dad histérica podia muy bien excusar y aun legitimar esta ac- titud de prudente reserva. Tampoco se puede negar, que en cier- tos aspectos su pensamiento aparece influido por los grandes reformadores, especialmente por Calvino. A nuestro juicio, el espiritu dialéctico de Bodino, propicio siempre a la sintesis de las antinomias ™, no halla reposo en ninguna de las religiones positivas y el hilo dialéctico de st pensamiento, en un esfuerzo supremo y genial de sintesis, le leva a este principio del “mi- nimum religioso”, con el cual.se aquieta el filésofo y que en manos del hombre de Estado es instrumento técnico indispen- sable para abordar los problemas que le brinda 1a realidad his- 33 Por ejemplo, Melamed, Der Staat im Wondel der Jahrtausen- de, Stuttgart, 1910, Hallam, Introduction to the Literature of Europe, tomo II, 206 (1839), que califica a Bodino de judio “by conviction”. Ad. Franck, Réformateurs et publicistes de VEurope. Paris, 1864, 397. 36 Asi, por ejemplo, en la teoria del conocimiento busca una po- ién sintética entre Platén, de un lado, y Aristétcles y Demécrito, de otro, adhiriéndose a la opinién de Teofrasto, El pensamiento politico de Bodino. 23 térica. Hay, pues, una intima tensién dialéctica entre su po- sicién religiosa y st pensamiento politico. En el extremo de cada uno de los dos términos de esta unién dialéctica estan un espiritu religioso sincero y un objetivo histérico ineludible: el Estado neutral soberano. CAPITULO SEGUNDO TECNICIDAD Fl investigador que aspire a construir Ia unidad de doctrina de un pensador politico tiene que adoptar el siguiente punto de partida metédico: el pensamiento, en gencral, y cl pensamiento politico, en particular, no son auténomos, Hs decir, el pensamien- to de un hombre se ha de interpretar siempre en funcidn de la atmésfera histérica que le produce y sobre Ja cual, a su vez, opera. O dicho en otros términos: el pensamiento politico est& stjeto a la condicionalidad histérica. Aislarle del ambiente, pro- clamando su absoluta autonomfa, eqtiivale a negar que el hom- bre es un ser histérico, y como tal, pese a la existencia de cier- tas constantes, sujcto a los cambios que leva consigo el proce- so histérico. El pensamiento no es libre, ni esté situado al mar- gen de la realidad histérica que Ie circunda y le envuelve con su problematica inexorable. Es esta misma realidad histérica Ia que impone y traza el circulo de problemas indeclinables en tor- no del cual se polariza fatalmente la reflexién filoséfico poli- tica. Toda Teoria del Estado es, en realidad, cualquiera que sea st vestimenta dialéctica y la profundidad de sus tiltimos princi- pios, un repertorio de soluciones histéricas. En el fondo de to- das las teorias politicas alienta wm propésito tecnicista. Sélo Ia practica puede trazar el marco legitimo a la reflexién tedrica. La admisién de este principio metédico de las Ciencias de la Cultura no Ileva en si la afirmacién categérica de que el pen- samiento sea mero reflejo de una situacién histérica. Goza, por el contrario, el pensamiento politico, de cierta autonomia ¢ in- EI pensamiento politico de Bodino. 25 dependencia. Entre los distintos momentos del proceso histérico existe una relativa continuidad, que hace que la Historia no ofrezca el andrquico panorama de un conglomerado inconexo de situaciones histéricas. Hay, también, una continuidad rela- tiva en el hombre y en su pensamiento politico dentro de la misma unidad histérica. En sentido profundo, el historiador sdlo puede hacer la historia de la unidad histérica a la que pertencce y en Ja cual estd involucrado su pensamiento. Por- que sélo se puede historiar aquello con lo cual se esta unido en cl espiritu y por el destino. En realidad, dice Troeltsch *, sélo nos conocemos a nosotros mismos y comprendemos solamente nuestro propio ser y nuestro propio desarrollo. Pero no se pue- de menos de admitir esa continuidad relativa y la existencia de determinadas constantes histéricas. Esta profesién de fe metédica nos impone como primera ta- rea determinar cudl es el circtilo de problemas dentro del cual habia de moverse inexctisablemente la especulacién politica del siglo xv. Til segundo pas serd poner de manifiesto hasta qué punto la atmésfera histérica acitia sobre el espiritu de nt publicista y como, a su vez, el pensamiento de Bodino reaccio- na y opera sobre ella; o dicho en otros términos, cul era el propésito histérico concreto de su pensamienio. Nuestra misién queda, pucs, delimitada en la siguiente forma: Siro 1) ¢Cual es el circulo de problemas ineludibles que la rea- lidad histérica del siglo xvt brinda a la especulacién politica? 2) 2Cémo afronta Bodino estos problemas histéricos? a4 No hay quizds en Ja historia politica y espiritual de Occi- dente un momento de mayor tensién dialéctica que el siglo xvr. Parece como si todas las fuerzas espirituales y materiales de desintegracién se hubiesen dado cita a lo largo de esta centu- ria para dar al traste con la cultura occidental. En el campo re- ligioso nada queda en pie de la gran arquitectura medieval, cuyo 1 Gesammelte Schriften, tomo IV. 26 Francisco J. Conde. simbolo es la unidad mateméatica del cosmos del espiritu y del universo fisico. El panorama social brinda el especticulo de los estamentos en lucha. En Io politico, todas las fuerzas tra- dicionales que se han disputado durante siglos la supremacia del mundo, son obstactlo insuperable opuesto a la integracién en un plano de equilibrio politico. 151 peligro que amenaza por do- quier cs Ja anarqufa. Anarqufa seligiosa, que se traduce en polémicas inacabables y en duras contiendas reales entre las confesiones religiosas. 1 pensamiento humano, sometido a pre- siones violentas, amenaza disociarse y perder para siempre el hilo salvador de la unidad metafisica. La Iglesia poder, la idea del Imperio y et pluralismo feudal conspiran en favor de la anarquia. El gran imperativo histérico del siglo es alejar el fantasma de la anarquiia y reconstruir sobre otro plano la tnidad del mundo, quebrada por el Renacimiento, provocar la sintesis histérica en el sentido de Hegel. Bodino no vacila en poner su esfuerzo al servicio de esta empresa de titanes. E's tal vez el primer hombre de Occidente dotado de una conciencia histérica en sentido actual. Esta con- ciencia histérica le deja ver que el hombre es un ser his- térico y que las instituciones humanas estan envueltas en el proceso histérico. Por eso st pensamiento se aleja de la uto- pia y opera con los elementos que le brinda la realidad hist6- rica, o dicho en sts propios términos, se contenta con seguir “les reigles Politiques au plus pres qu’il sera possible” *. Esta misma conciencia histérica le permite percibir y cap- tar todo lo que la historia ofrece de singular y tinico, los hom- bres y los pueblos, Hay en nuestro publicista el germen de una tipologia histérica, de una figura sorprendente, Citaremos, a guisa de ejemplo, cl singular retrato que hace del espafiol *, tan profundo y tan cierto que los rasgos que sefiala se han ido acentuando con nuestra vejez y bajo cl peso de nuestro can- Rep. LL 4. 3 “Le nattrel de ?Espagnol, qui pour estre beaucoup plus Méri- dional, est plus froid, plus melancholic, plus arresté, plus contemplatif, ct par consequent plus ingenictx que le Frangois... ?Espagnol... quasi plustost mourroit de faim, tant il est parcsseux et pesant aux actions.” Rep. V, I, 677. 7

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