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SILK os Fn PURE a th (OREM Sia ices Seog RSE Five Nights Freddy's LOS oTROS ANIMATRONIGOS SCOTT GAWTHON KIRA BREED-WRISLEY Traduccioén de Ana Flecha Marco Rocaeditorial Titulo original: Five Nights at Freddy's, The Twisted Ones © 2017, Scott Cawthon ‘Todos los derechos reservados. Publicado en acuerdo con Scholastic Inc., 557 Broadway, Nueva York, NY10012, EE.UU. © dela foto de estatica de television: Klikk / Dreamstime Primera edicién en la Argentina: diciembre de 2018 Edicién en lengua espafola publicada por Roca Editorial de Libros, $.L. ‘Av. Marques de I’Argentera 17, pral. 08003 Barcelona www.rocalibros.com ‘Traduccién de Ana Flecha (2018) Impreso en la Argentina ISBN: 978-84-17305-55-0 Todos los derechos reservados. Quedan rigurosamente prohibidas, sin la autorizacién escrita de los titulares del copyright, bajo as sanciones establecidas en las leyes, la reproducci6n total o parcial de esta obra por cualquier medio 0 procedimiento, comprendidos Ja reprografia y el tratamiento informético, y la distribucién de ejemplares de ella mediante alquiler 0 préstamos puiblicos. Esta edicién de 3.000 ejemplares se terminé de imprimir en Arcingel Maggio - Divisién Libros, Lafayette 1695, Buenos Aires, en el mes de noviembre de 2018. UNO —JJNo confien en lo que ven sus ojos. La profesora Treadwell se paseaba de un lado a otro de la tarima del aula magna. Caminaba con pasos lentos y regulares, casi hipndticos. —Los ojos nos engafian continuamente, rellenan los espacios en blanco en un mundo saturado de estimulos. Una imagen con un detalle geométrico mareante se proyectaba detras de ella en la pantalla. —Cuando digo que vivimos en un mundo saturado de estimulos, lo digo en serio. En todo momento, nuestros sentidos reciben mucha més informacién de la que pue- den procesar de una sola vez y nuestra mente se ve obli- gada a elegir en qué sefiales prefiere centrarse. Para ello, se basa en nuestras experiencias y en nuestra idea de lo que es normal. Asi, las cosas que nos resultan familiares son las que, en general, podemos desdeiiar. La forma mas facil de entender este fendmeno es a través de la fatiga olfativa: el olfato deja de percibir ciertos olores cuando ha estado expuesto a ellos durante un rato. Es una suerte que exista este fendmeno, especialmente si sus compafieros de cuarto no cuidan mucho su higiene. SCOTT CAWTHON - KIRA BREED-WRISLEY La clase respondié con una diligente risita nerviosa y después volvié a quedarse en silencio, mientras un nuevo disefio multicolor aparecfa en la pantalla. La profesora dibujé un intento de sonrisa y continud la explicacién. —La mente crea movimiento donde no lo hay. Rellena los colores y las trayectorias basandose en lo que haya- mos visto antes y calcula lo que deberia estar viendo ahora —en ese momento una nueva imagen se proyecté en la pantalla—. De no ser asi, slo salir a la calle y ver un arbol consumiria toda nuestra energfa mental, lo que nos vol- veria incapaces de hacer nada mas. Para que seamos seres funcionales, la mente rellena los espacios del arbol con sus hojas y sus ramas. Un centenar de lépices tomaban notas a la vez, inun- dando el aula con un sonido parecido al de un grupo de ratones frenéticos. —Por eso, cuando entramos en una casa por primera vez, experimentamos un ligero mareo. La mente tiene que procesar mds informacién de la habitual: bosquejar el plano y la distribucion, crear una paleta de colores y guardar un inventario de imagenes para poder utilizar mas adelante, para no tener que volver a pasar por ese agotador proceso una y otra vez. La proxima vez que entremos en esa casa, ya sabremos donde estamos. —jCharlie! —una voz insistente susurré su nombre, a escasos centimetros de su oreja. Charlie siguié escribiendo, con la mirada fija en la pantalla. A medida que avanzaba en el tema, la profesora Treadwell comenzé a caminar més deprisa, sefialando de vez en cuando la pantalla con el brazo para ilustrar sus explicaciones. Parecia que las palabras le brotaran cada vez mas despacio, mientras que su mente avanzaba a toda 8 FIVE NIGHTS AT FREDDY’S, LOS OTROS ANIMATRONICOS velocidad. El segundo dia de clase, Charlie ya se habia dado cuenta de que la profesora a veces dejaba una frase a medias y la completaba con otra totalmente distinta. Era como si estuviera haciendo una lectura en diagonal y entresacara sélo algunas palabras de aqui y de allé. A la mayoria de los alumnos de robética los ponia nerviosos, pero a Charlie le gustaba porque convertia las clases en una especie de rompecabezas. La pantalla volvié a iluminarse, esta vez con la imagen de un surtido de piezas metélicas y el diagrama de un ojo. —Esto es lo que tienen que recrear. La profesora Treadwell se alejé un paso mas de la pan- talla y se gird para verla junto a la clase. —La inteligencia artificial basica consiste en el control sensorial. No se enfrentaran a mentes que sepan filtrar este tipo de cosas por sf mismas. Tendran que disefiar pro- gramas capaces de reconocer las formas basicas y desechar la informacion prescindible. Deberan hacer por el robot lo que su cerebro hace por ustedes: crear un conjunto de in- formaci6n organizado y simplificado que se base en loim- portante. Comencemos por analizar algunos ejemplos de reconocimiento formal basico. —Charlie —volvié a musitar la voz. Ella agité el lapiz con impaciencia delante de su amigo Arty, que se asomaba por encima de su hombro con la intencién de disuadirlo. Aquel gesto, que duré unos se- gundos, hizo que perdiera el ritmo con el que estaba to- mando notas. Charlie se apresuré para recuperar el tiempo perdido. No queria perderse ni una sola frase. El papel que tenfa delante estaba lleno de formulas, no- tas al margen, garabatos y diagramas. Querfa tomar nota de todo a la vez, no sélo de las matematicas, sino de todo aquello en lo que le hacia pensar. Si conseguia enlazar los 9 SCOTT CAWTHON ~ KIRA BREED-WRISLEY conceptos nuevos con cosas que ya sabia, le resultarfan mucho mis faciles de recordar. Estaba ansiosa por apren- der, alerta, observando los nuevos trocitos de informacién como un perro debajo de la mesa del comedor. Un chico cerca de la primera fila levanté la mano para hacer una pregunta, y Charlie sintié una breve oleada de impaciencia. Ahora habria que interrumpir la clase para que Treadwell volviera a explicar un concepto sencillo. Se abstrajo un segundo y se dedic6 a garabatear en los mar- genes del cuaderno. Miraba el reloj con impaciencia. John llegaria dentro de una hora. «Le dije que quizds algtin dia volveriamos a vernos. Supongo que hoy es algiin dia.» Le habia llamado sin raz6n alguna: «Estaré de paso», le dijo, y Charlie no se molest6 en preguntar como sabia dénde estaba. «Pues claro que lo sabe.» No tenia motivos para no verse con él, estaba emocionada y aterrorizada al mismo tiempo. Ahora, mientras dibujaba rectangulos distraidamente en la parte de abajo de los apuntes, el estémago le dio un vuelco, un ligero espasmo de nervios. Parecia que llevaran afios sin verse. A veces le daba la impresién de que se habfan visto el dia anterior, como si el afio pasado no hubiera existido. Pero no era asi. Para ella, todo habia cambiado desde entonces. Habia empezado a tener esos suefios en mayo, la no- che que cumplié dieciocho aiios. Charlie ya estaba acos- tumbrada a tener pesadillas: los peores momentos de su pasado se repetian en forma de versiones retorcidas de vivencias ya de por si demasiado terribles de recordar. Por la mafiana, empujaba esos suefios a un lugar recondito de su mente y los encerraba alli, a sabiendas de que con- seguirian escapar cuando llegara la noche. Estos suefios eran distintos. Se despertaba agotada fi- sicamente: no sélo exhausta, sino entumecida, con los 10 FIVE NIGHTS AT FREDDY’S. LOS OTROS ANIMATRONICOS misculos debilitados y las manos rigidas y doloridas, como si llevara horas apretando los pufios. No tenia estos suefios nuevos todas las noches, pero, cuando le sobreve- nian, interrumpfan sus pesadillas habituales y tomaban Jas riendas. Daba igual que estuviera corriendo y gritando para salvar la vida, o merodeando sin rumbo por una mezcla anodina de todos los sitios donde hubiera estado esa semana. De repente, de la nada, sentia su presencia: Sammy, su mellizo perdido, estaba cerca. Sabia que estaba presente de la misma manera que sabfa que ella misma estaba alli y fuera cual fuera el suefio, se desvanecian: la gente, los lugares, la luz y el sonido. Entonces lo buscaba en la oscuridad, gritando su nombre. £1 nunca contestaba. Ella se ponia de rodillas y gateaba a tientas por la oscuridad, con la presencia de su hermano como gufa; hasta llegar a una barrera lisa y fria de me- tal. No la vefa, pero la golpeaba fuerte, con el pufio, y hacia eco. «jSammy?», exclamaba, golpeando cada vez mis fuerte. Se ponfa de pie e intentaba escalar la pared resbaladiza, pero era mas alta de lo que podia alcanzar. La golpeaba con los puitos hasta hacerse dafio. Gritaba el nombre de su hermano hasta quedarse af6nica, hasta que se cafa al suelo y entonces se inclinaba sobre la dura y fria superficie de metal, apretando la mejilla contra ellacon la esperanza de escuchar un susurro del otro lado. Estaba alli. Estaba tan segura como si él formara parte de ella. En esos suefios sabia que él estaba presente. Y lo que es peor, cuando se despertaba, sabfa que él no estaba alli. En agosto, Charlie y la tia Jen tuvieron su primera discusién. Hasta entonces habian estado demasiado dis- tanciadas como para discutir. Charlie nunca necesité re- belarse porque Jen no tenia la autoridad suficiente. Y Jen nunca se tomaba nada de lo que hiciera Charlie de forma a1 SCOTT CAWTHON ~ KIRA BREED-WRISLEY personal. Jams intenté impedirle que hiciera nada, mien- tras tuviera cuidado. El dia que Charlie se fue a vivir con ella, a los siete afios, la tia Jen le dijo claramente que no era una sustituta de sus padres. A estas alturas, Charlie ya era lo bastante mayor para comprender que lo habia dicho por respeto, para tranquilizar a Charlie y asegurarle que su padre no caeria en el olvido, que ella siempre seria hija suya. Pero en ese momento le habia parecido una ad- vertencia. «No esperes que sea tu madre. No esperes amor.» Y eso es lo que habia hecho Charlie. Jen nunca habia dejado de cuidar de ella. Nunca le habia faltado la comida ni la ropa y, ademas, le habfa ensefiado a cocinar, a ocuparse de la casa, a gestionar su dinero y a reparar su propio coche. «Tienes que ser independiente, Charlie. Tienes que saber cuidar de ti misma. Tienes que ser més fuerte que» y aqui corté la frase, pero Charlie sabia cémo terminaba: «Que tu padre». Charlie sacudié la cabeza para intentar librarse de sus propios pensamientos. —jQué pasa? —le pregunté Arty, que estaba a su lado. —Nada —susurré ella. Charlie volvié a repasar las mismas lineas una y otra vez con el lapiz, de arriba a abajo. La linea cada vez era mas gruesa. Charlie le habia dicho a Jen que iba a volver a Hurri- cane y a Jen se le endurecié el gesto y palidecié. —Por qué quieres hacer eso? —pregunté con un €x- ceso de tranquilidad en la voz. A Charlie se te desbocé el corazén: «Porque alli lo perdi. Porque lo necesito mas de lo que te necesito a ti». La idea de volver llevaba obsesiondndola desde hacia me- ses y cada semana ocupaba més espacio en su cabeza. Una majfiana se desperté y en su mente pesaba ya una decision definitiva. u2 FIVE NIGHTS AT FREDDY’S. LOS OTROS ANIMATRONICO® —Jessica va a estudiar en Saint George —le dijo a su tia—. Acaba de empezar el semestre, asf que puedo que- darme con ella. Quiero volver a ver la casa. Atin hay muchas cosas que no comprendo, Siento que es... importante. Terminé la frase sin fuerzas. La mirada atenta de Jen, con sus ojos de color azul oscuro que parecian de marmol, la hacia titubear. Jen tardé un buen rato en contestar y después se limité a decir: «No». «Por qué no?», habria preguntado Charlie en otro momento de su vida. «Ya me has dejado ir otras veces.» Pero después de lo ocurrido el afio pasado, cuando ella, Jessica y los demés volvieron a Freddy’s y descubrieron la escalofriante realidad que se escondfa tras los asesina- tos en la vieja pizzeria de su padre, las cosas habian cambia- do entre ellas. Charlie habia cambiado. Miré a Jen a los ojos, con decisién. —Voy a ir —dijo e intenté que no le temblara la voz. Entonces todo salté por los aires. Charlie no sabia quién de las dos habia empezado a gritar, pero ella vociferé hasta tener la garganta en carne viva, Le eché en cara a su tia todo el daiio que le habia hecho, todo el dolor que no habia sabido evitarle. Jen tam- bién gritaba y decia que su tinica intencion era la de cui- darla, que lo habia hecho lo mejor que pudo y esgrimia palabras reconfortantes que de alguna manera estaban cargadas de veneno. —jMe voy! —exclamé Charlie de forma rotunda. Se dirigié a la puerta, pero Jen la agarré del brazo, ja- lando de ella con violencia hacia atrés. Charlie se tropez6, pero consiguié agarrarse de la mesa de la cocina antes de caer al suelo. Jen la solté y la miré alarmada. Se hizo un silencio y Charlie se fue. 13 SCOTT CAWTHON ~ KIRA BREED-WRISLEY Hizo una maleta y sintié que, de alguna manera, se ha- bia separado de la realidad y habia entrado en un imposi- ble mundo paralelo. Entonces se metié en el coche y se fue de allf. No le dijo a nadie que se iba. Los amigos que tenia no eran intimos. No le debfa ninguna explicacién a nadie. Charlie fue a Hurricane con la intencién de ir directa- mente a la casa de su padre y quedarse allf unos dias hasta que Jessica llegara al campus. Pero cuando llegé a las afue- ras de la ciudad, algo la detuvo. «No puedo —pens6—. No puedo volver.» Dio la vuelta y regresé a St. George. Estuvo una semana durmiendo en el coche. Charlie estaba consciente de que no le habia contado sus planes a Jessica cuando ella le abrié la puerta, totalmente sorprendida. Y sus planes dependfan de ella. Entonces le cont6 todo y Jessica, no muy convencida, le dijo que podia quedarse con ella, Charlie durmié en el suelo el resto del verano; cuando el siguiente semestre estuvo cerca, Jessica no le pidié que se marchara. —Me gusta estar con alguien que me conoce —dijo y, aunque no fuera muy propio de ella, Charlie le dio un abrazo. A Charlie nunca le habia importado la escuela. No pres- taba demasiada atenci6n en clase, pero no le costaba sacar buenas calificaciones. Nunca habia pensado si le gustaban o le disgustaban sus materias, aunque a veces algiin profesor conseguia despertar en ella una chispa de interés. Charlie no tenia muchos planes para mis alla del verano, pero mientras miraba sin mucho interés el programa de ma- terias de Jessica, vio unos cursos de robética avanzada y en- tonces todo encajé. Saint George era una de las universidades que la habian aceptado ese afio, aunque en realidad no tenia intencién de estudiar ni alli ni en ninguna de las dems. Ahora, sin embargo, se dirigié a las oficinas administra tivas 14 FIVE NIGHTS AT FREDDY’S. LOS OTROS ANIMATRONICO® y expuso su situacién hasta que la dejaron inscribirse, a pe sar de que desde hacia meses se le habia pasado la fecha, «Hay muchas cosas que atin no entiendo.» Charlie queria aprender y sus intereses eran muy especificos. Estaba claro que antes tenia que aprender algunas cosas si queria entender algo del curso de robotica. Las matemé- ticas siempre se le habian hecho claras, funcionales, casi como un juego; si hacfas lo que tenfas que hacer, obtenias la respuesta. Pero como juego, nunca le habia parecido muy interesante. Le divertia aprender cosas nuevas, pero des- pués habia que pasarse semanas, meses, haciendo lo mismo, muerta del aburrimiento. En eso consistia la escuela. Pero en su primera clase de cdlculo algo ocurri6. Era como si la hubieran obligado a poner ladrillos durante aiios, despa- cio, sin ver nada més que la paleta y el cemento, y enton- ces alguien la hubiera separado un par de pasos hacia atrés y le hubiera dicho: «Mira, te la has pasado construyendo este castillo. Ahora puedes entrar a jugar». —Y eso es todo por hoy —dijo la profesora Treadwell por fin. Charlie miré sus apuntes y se dio cuenta de que no habia dejado de mover el lapiz. Habia atravesado la hoja y la linea que estaba dibujado se habia marcado también en la mesa. Limpié las marcas sin mucho entusiasmo y abrié la carpeta para guardar sus apuntes. Arty asomé la cabeza por encima de su hombro y Charlie se apresur6 a cerrar el folder, pero a su amigo le dio tiempo de echar un buen vistazo. —j Qué es eso? ;Un cédigo secreto? ; Arte abstracto? —Sélo son matemiticas —dijo Charly con brusque- dad y guard6 la libreta en la mochila. Arty era tierno de forma boba. Tenia una cara agrada- ble, los ojos oscuros y su pelo era castaiio, rizado y parecia 15 SCOTT CAWTHON ~ KIRA BREED-WRISLEY tener vida propia. Estaba en tres de sus cuatro clases y la seguia desde el principio del semestre como un patito perdido. Para su sorpresa, Charlie se dio cuenta de que no le importaba. Cuando Charlie sali del salén, Arty caminé6 a su lado como de costumbre. —Bueno, ya pensaste lo del proyecto? —pregunté Arty. — El proyecto? Charlie recordaba vagamente algo sobre un proyecto que Arty queria que hicieran juntos. El le hizo un gesto con la cabeza, esperando su respuesta. —jRecuerdas que tenemos que disefiar un experimento para la clase de Quimica? Pensé que podriamos trabajar juntos. Ya sabes, con tu cabeza y mi fisico... —dijo bajito con una sonrisa de oreja a oreja. —Si, me parece... Ya quedé con alguien —respondié de repente. —Ti nunca quedas con nadie —dijo él, sorprendido, y se puso muy rojo en cuando oyé lo que acababa de de- cir—. No queria decir eso. No es que sea asunto mio, pero iquién es? —pregunté, esbozando una ancha sonrisa. —John —contesté Charlie sin dar mas detalles. Por un momento, Arty parecié decepcionado, pero se recuperé enseguida. —Claro, si, John. Es un chico genial —dijo burlén. Arty levanté las cejas, como pidiendo mas detalles, pero ella no se los dio. —No sabia que estuvieras. .., que tuvieras... Qué bien. Arty puso un gesto de cuidada neutralidad. Charlie lo miré extrafiada. No era su intencién darle a entender que John y ella fueran pareja, pero no sabia cémo sacar a Arty de su error. No podia explicarle quién era John sin contarle mucho mis de lo que queria que supiera. 16 FIVE NIGHTS AT FREDDY’S. LOS OTROS ANIMATRONICOS Caminaron en silencio durante un rato por el patio prin- cipal, una plaza con pasto, rodeada de edificios de ladrillo ¥ concreto. —Y John y ti, json de la misma ciudad? —pregunté Arty por fin. —Mi ciudad esté a treinta minutos de aqui, asf que este lugar esta basicamente a las afueras —dijo Charlie—, Pero sf, es de Hurricane. Arty titubed, entonces se le acercé un poco mas y miré a su alrededor, como si alguien estuviera escuchando. —Siempre he querido preguntarte una cosa —dijo. Charlie lo miré con cansancio: «No me lo preguntes». —Supongo que la gente te lo pregunta todo el tiempo, pero, bueno, es normal que me dé curiosidad. Todo ese asunto de los asesinatos es como una leyenda urbana por aqui. Bueno, no sélo por aqui. En todos lados. Freddy Fazbear's Pizza. —Basta. De repente, a Charlie se le congelé el gesto. Sentia que moverse o mostrar cualquier tipo de expresién requeriria una habilidad que ya no posefa. A Arty también le ha- bia cambiado el gesto. Se le habfa desvanecido la sonrisa. Parecia casi asustado. Charlie se mordié el labio, con la esperanza de que asi se le moviera la boca. —Yo era una nifia cuando sucedié —susurré. Arty asintié nervioso. Charlie consiguié dibujar una sonrisa. —Quedé de ver a Jessica —mintié. «Tengo que alejarme de ti.» Arty asintié de nuevo como uno de esos mufiecos que mueven mucho la cabeza. Ella dio media vuelta y se fue hacia la residencia sin mirar atras. Charlie entorné los ojos por el sol. La sacudian rafagas de lo que habia ocurrido el afio anterior en Freddy’s, los 17 SCOTT CAWTHON ~ KIRA BREED-WRISLEY recuerdos se aferraban a su ropa como frias garras de hierro. El gancho de arriba, listo para atacar. No hay esca- patoria. Una figura acechando por detrés del escenario; el pelo rojo y despeinado que apenas cubre los huesos meta- licos de la criatura asesina. Arrodillada en la oscuridad, en el frio suelo de azulejo del bafio, y, entonces, aquel ojo gi- gante de plastico duro que brillaba a través de la grieta, las miasmas calientes de su aliento sin vida en la cara. Y aquel otro recuerdo mas antiguo: el pensamiento que le habia dolido de una forma que no era capaz de explicar, con una tristeza que la inundaba como si estuviera forjada en sus propios huesos. Ella y Sammy, su otro yo, su hermano mellizo, estaban jugando en silencio en la calidez tan fami- liar del armario de disfraces. La figura aparecié en la puerta y los miré. Entonces Sammy desaparecié y el mundo se termino por primera vez. Charlie estaba frente a su habitacién de la residencia, casi sin saber como habia llegado hasta ahi. Despacio sacé las llaves de la bolsa del pantalon y abrié la puerta. Las luces estaban apagadas; Jessica seguia en clase. Charlie cerré la puerta tras de si, volvié a comprobar que estu- viera cerrada y se apoy6 en ella. Tomé aire. «Ya pas6.» Se enderez6 con decision y encendié la luz que inunds la habitacion. El reloj junto a la cama le indicé que atin tenia poco menos de una hora antes de que llegara John, asi que tenia tiempo para trabajar en el proyecto. Charlie y Jessica habian dividido la habitacién con cinta adhesiva después de vivir juntas durante una semana. Jes- sica lo dijo de broma, lo habia visto en una pelicula, pero Charlie sonrié y entre las dos midieron la habitacion. Sabia que Jessica estaba desesperada por mantener el desorden de Charlie alejado de su lado del cuarto. El resultado parecia una imagen de antes y después del anuncio de alguna 18 FIVE NIGHTS AT FREDDY’S. LOS OTROS ANIMATRONICOS empresa de limpieza o de un arma nuclear, segtin el lado de la habitacién que se mirara primero. Sobre la mesa de Charlie habfa una funda de almohada que cubria dos formas no muy definidas. Charlie fue hacia la mesa y quité la funda, la dobl6 con cuidado y la puso encima de la silla. Miré su proyecto. —Hola —dijo bajito. Ahi, en la mesa, habia dos caras mecdnicas sujetas por estructuras de metal y unidas a una tabla. No tenfan ras- gos definidos, como si fueran estatuas antiguas desgas- tadas por la lluvia o dos pedazos de arcilla atin sin terminar de modelar. Estaban hechas de un plastico maleable y, donde deberia estar la parte de atras de la cabeza, tenfan un desorden de tubos, cables y microchips. Charlie se incliné hacia ellas, supervisando cada mili- metro de su disefio y asegurandose de que todo estuviera justo como lo habia dejado. Accioné un pequefio interrup- tor negro, unas lucecitas parpadearon y se oyé el zumbido de los ventiladores. No se movieron enseguida, pero algo habia cambiado. Los rasgos indefinidos empezaron a mostrar una inten- cién. Sus ojos ciegos no se dirigian a Charlie, s6lo se mi- raban entre ellos. —Tt —dijo el primero. Sus labios se movieron para dar forma a esa silaba, pero no se separaron. No estaban hechos para abrirse. —Yo —respondié el segundo, con el mismo movi- miento sutil y constreftido. —Eres —dijo el primero. —jSoy? —dijo el segundo. Charlie observaba, tapandose la boca con lamano. Man- tuvo la respiracién, por miedo a molestarlos. Esper6, pero parecia que ya habian acabado y ahora sélo se miraban el 19 SCOTT CAWTHON - KIRA BREED-WRISLEY uno al otro. «No ven», se recordé Charlie a si misma. Los apago y le dio la vuelta a la tabla para mirarlos por detras. Metié la mano y ajusté un cable. El ruido de una llave en la cerradura la sobresalté. Agarro la funda de la almohada y tap6 apresuradamente las caras con ella justo cuando Jessica entré en la habita- cin. Jessica se quedé en la puerta con una gran sonrisa en los labios. —j Qué fue eso? —preguntéd. —jQué fue qué? —respondié Charlie con inocencia. —Vamos. Sé que estabas trabajando en esa cosa que nunca me dejas ver. Jessica tiré la mochila al suelo y se dejé caer con drama- tismo en la cama. —Da igual. Estoy agotada —anuncié. Charlie se ech6 a reir y Jessica se incorporé en la cama. —Ven a hablar conmigo —dijo—. ;Qué pasa contigo y con John? Charlie se sento en su propia cama, frente a Jessica. A pesar de que tenfan estilos de vida distintos, a Charlie le gustaba vivir con ella. Jessica era carifiosa y alegre; aunque la facilidad con la que se movia por el mundo atin intimi- daba un poco a Charlie, ahora se sentia integrada. Quizé ser amiga de Jessica implicara contagiarse en parte de su confianza en si misma. —Atin no nos hemos visto. Tengo que irme dentro de... —dijo y miré el reloj por encima del hombro de Jessica— quince minutos. — Tienes ganas? —le pregunté Jessica. Charlie se encogié de hombros. —Eso creo —respondié. Jessica se empezé a reir. — No estas segura? 20 FIVE NIGHTS AT FREDDY'S. LOS OTROS ANIMATRONICOS —Tengo ganas —admitié Charlie —. Ha pasado mu- cho tiempo. —No tanto —seiialé Jessica, y entonces se qued6 pen- sativa—. Supongo que si ha pasado un poco de tiempo, en realidad. Todo ha cambiado mucho desde la iiltima vez que estuvimos con él. Charlie carraspeé. —Entonces, ;de verdad quieres ver mi proyecto? —pre- gunto, para su sorpresa. —j(Si! —afirmé Jessica y salté de la cama. Jessica se acercé a la mesa de Charlie, quien activo el interruptor y retiré la funda de la almohada como si fuera una maga. Jessica ahog6 un grito y, sin querer, dio un paso hacia atras. —j Qué es eso? —pregunté con cautela. Pero antes de que Charlie pudiera contestar, la primera cara hablo. —Yo —dijo. —T —respondié la otra. Ambas volvieron a quedarse en silencio. Charlie miré a Jessica, que tenia una expresion repri- mida, como si estuviera guardando algo muy dentro. —Yo —dijo la segunda cara. Charlie las apagé apresuradamente. — Por qué tienes esa cara? —pregunt6. Jessica tomé aire y sonrio. —Todavia no he comido —dijo, pero habia algo en su mirada. Jessica miré a Charlie, que volvié a tapar las caras con la funda de la almohada, con carifio, como si estuviera arropando a un nifio antes de dormir. Miré a su alrededor, incémoda. El lado de Charlie era un desastre: estaba todo lleno de libros y ropa, y también habia un enjambre de 21 SCOTT CAWTHON ~ KIRA BREED-WRISLEY cables, piezas de computadora, herramientas, tornillos y trozos de plastico y metal que Jessica no reconocia. No sdlo era un desorden, sino un lio cadtico en el que se po- dria perder cualquier cosa. O donde se podria esconder cualquier cosa, se dijo, y se sintié culpable por ese pen- samiento. Jessica volvié a centrar su atencién en Charlie. —}Para qué los estas programando? ; Qué quieres que hagan? —pregunto Jessica, y Charlie sonrié orgullosa. —No los estoy programando para nada en particular. Los estoy ayudando a aprender por su cuenta. —Claro, claro. Es obvio —dijo Jessica despacio. Entonces algo llamé su atencién: un par de ojos de plastico brillantes y unas orejas largas y caidas la miraban entre la pila de ropa sucia. —Ay, no me habia dado cuenta de que te habias traido a Theodore, tu conejito robot —exclam6 Jessica, encan- tada de recordar el nombre del juguete de la infancia de Charlie. Antes de que Charlie pudiera responder, Jessica le- vanté el peluche por las orejas y se quedé s6lo con la cabeza en la mano. Dio un grito y lo dejé caer. Se tap6 la boca con las manos. —Perdén —dijo Charlie apresuréndose a recoger la ca- beza del conejito del suelo—. Lo desarmé para estudiarlo. Estoy usando algunas de sus piezas para mi proyecto —dijo y senialé lo que habia encima de la mesa. —Ah —respondié Jessica, que trataba de ocultar su consternacién. © Jessica eché un vistazo a la habitacidn y se dio cuenta de que habia partes del conejito por todos lados. Su cola, una bolita de algodén, estaba encima de la almohada de Charlie y habia una pata colgando de la lampara de encima de su mesa. El tronco del peluche estaba tirado en una 22 FIVE NIGHTS AT FREDDY’S. LOS OTROS ANIMATRONICOS esquina, casi escondido, destripado salvajemente. Jessica miré la cara redonda y alegre de su amiga, con su melena encrespada que le llegaba al hombro y cerré un momento los ojos, «Ay, Charlie. ; Qué te pasa?» — Jessica? —dijo Charlie. Su amiga tenia los ojos cerrados y una expresi6n triste. — Jessica? —repitio Charlie. Esta vez Jessica abrié los ojos y sonrié a su compaiiera, como si hubiera abierto la Ilave de la felicidad. Era descon- certante, pero Charlie ya se habia acostumbrado. Jessica parpade6 con fuerza, como si estuviera reini- ciando su cerebro. —Entonces, jestas nerviosa de ver a John? —pregunto. Charlie lo pensé unos segundos. —No, a ver, {por qué iba a estarlo? Sélo es John, ;no? Charlie intenté reirse, pero se rindié . —Jessica, no sé de qué hablar —coments de repente. —j Qué quieres decir? —Que no sé de qué hablar con él —aclaré Charlie—. Si no tenemos un tema de conversacién, empezaremos a hablar de... lo que ocurrié el afio pasado. Y no puedo. —Claro —Jessica estaba pensativa—. Puede que él no saque el tema —dijo al fin. Charlie suspiré y miré con nostalgia el experimento que estaba tapado encima de la mesa. —Claro que lo hard. Es lo tnico que tenemos en co- mun —dijo Charlie y se dejé caer en la cama. —Charlie, no tienes por qué hablar de lo que no quie- tas —respondis Jessica con delicadeza—. Siempre puedes decirle que cambiaste de planes. No creo que John te ponga entre la espada y la pared. Le importas. Dudo mucho que tenga en mente hablar de lo que ocurrié en Hurricane. 73 SCOTT CAWTHON ~ KIRA BREED-WRISLEY —j Qué quieres decir con eso? —Sélo digo... Jessica retiré una pila de ropa sucia con cuidado, se senté junto a Charlie y apoyé una mano en la rodilla. —Sélo digo que tal vez vaya siendo hora de que los dos superen esto. Y creo que John lo esté intentando. Charlie desvid la mirada hacia la cabeza de Theodore, que estaba tirada bocabajo en el suelo. «;Que lo supere? {Por dénde empiezo?» La voz de Jessica se suaviz6. —Tu vida ya no puede limitarse a esto. —Ya lo sé —suspiré Charlie y decidié cambiar de te- ma—. ;Cémo fue tu clase? Charlie se enjug6 las lagrimas con la esperanza de que Jessica captara la indirecta. —Genial. Jessica se puso de pie y se estird. Se inclind hacia delante para tocarse los dedos de los pies y de paso le dio a Charlie el tiempo que necesitaba para recomponerse. Cuando se vol- vié a incorporar, estaba sonriendo. Habia vuelto a su papel. —Sabias que en los yacimientos de turba los cadave- res se conservan como si fueran momias? Charlie arrug6 la nariz. —Ahora sf lo sé. jEs eso lo que vas a hacer cuando acabes la carrera? ;Arrastrarte por yacimientos de turba en busca de cadaveres? Jessica se encogié de hombros. —Es posible. —Te compraré un traje de proteccién NBO para tu gra- duacién —brome6 Charlie, y miré el reloj—. Me tengo que ir. ; Deséame suerte! Charlie se peiné con las manos, mirandose en el espejo de detras de la puerta. 24 FIVE NIGHTS AT FREDDY’S. LOS OTROS ANIMATRONICOS. —Estoy hecha un desastre. y —Estas estupenda —dijo Jessica y asintié para darle animos. —He estado haciendo abdominales —replicé Charlie con torpeza. —j Qué? —Olvidalo —dijo Charlie y después agarré la mochila y se fue hacia la puerta. —jDéjalo boquiabierto! —exclamé Jessica. —No sé qué quiere decir eso —respondié Charlie. La puerta se cerré antes de que terminara la frase. Charlie lo vio de lejos de camino a la entrada principal del campus. John estaba apoyado en el muro, leyendo un libro. Su pelo castafio estaba mas despeinado que nunca; llevaba una camiseta azul y unos jeans, un atuendo mucho mas informal que el de la ultima vez que se habian visto. —jJohn! —exclamé. Su reticencia desaparecié con sélo verlo. John dejé a un lado el libro y, con una sonrisa de oreja a oreja, fue corriendo hacia ella. —Hola, Charlie —dijo. Se quedaron alli de pie, algo incémodos, hasta que Char- lie extendié los brazos hacia él. Se dieron un fuerte abrazo y luego, de repente, él la solto. —Estas mas alto —dijo ella con tono acusador y él se rio. —Es verdad —reconocié él y la miré de arriba abajo—. T, sin embargo, estas igual —ajiadié el chico con una son- risa desconcertada. —jiMe corté el pelo! —exclam6 Charlie, fingiendo estar enfadada y se pas6 los dedos por el cabello para demos- trarle que lo que decfa era cierto. a5 §COTT CAWTHON ~ KIRA BREED-WRISLEY Es verdad —dijo él—. Me gusta. Quiero decir que eres la misma chica que yo recuerdo. He estado haciendo abdominales —ajiadié Charlie, cada vez més aterrorizada de si misma. —j Qué? —dijo John con aspecto de estar algo con- fundido. —Olvidalo. ; Tienes hambre? —le pregunté Charlie—. Tengo una hora libre hasta mi proxima clase. ; Quieres una hamburguesa? Hay una cafeteria por aqui cerca. —Si, estarfa genial —respondié John. Charlie sefialé hacia el otro lado del patio. —Vamos. Esta por ahi. —Y jqué estas haciendo aqui? —pregunté Charlie en cuanto se sentaron con sus bandejas—. Lo siento —afa- did—. )Fui grosera? —No, para nada, aunque también habria aceptado un «John, ja qué se debe el placer de este maravilloso encuen- tro?>. Si, es algo que podria decir yo, tal cual —dijo Char- lie con tono seco—. Pero, en serio, jqué haces por aqui? —Consegui un trabajo. — En Saint George? —pregunté Charlie—. tY eso? __En Hurricane, de hecho —dijo él, esforzandose por mantener un tono desenfadado. —j}No vas a la universidad? John se sonrojé y bajé la mirada al plato. —Iba a hacerlo, pero... es mucho dinero para leer li- bros cuando el carnet de la biblioteca es gratis, sabes? Mi primo me consiguié un trabajo en la construccion y ahora escribo cuando tengo tiempo. He pensado que sialguna vez consigo ser artista, no tengo por qué morirme de hambre. 26 FIVE NIGHTS AT FREDDY’S. LOS OTROS ANIMATRONICOS Le dio una mordida a su hamburguesa, como para ilus- trar sus palabras. Charlie sonrid. — Y por qué aqui? —insistid. John levanté un dedo mientras acababa de masticar. —La tormenta —dijo. Charlie asintio. La tormenta habia asolado Hurricane antes de que Charlie llegara a Saint George, y la gente hablaba de ella en maytisculas: la Tormenta. No era la peor que habian sufrido en la zona, pero casi. Un tornado se habia for- mado de la nada y habia arrasado ciudades enteras, des- trozando una casa con siniestra precisién y dejando la siguiente intacta. En Saint George casi no habia habido dafios, pero los efectos en Hurricane habfan sido verda- deramente devastadores. —;Tan mal esté? —preguntd Charlie en un tono des- enfadado. —jNo has ido? —pregunt6 John, incrédulo. Entonces fue Charlie quien desvié la mirada, inc6- moda. Sacudié la cabeza. —Algunos sitios estan muy mal —dijo John —. Prin- cipalmente a las afueras de la ciudad. Charlie... pensaba que habjas ido. John se mordié el labio. —j Qué? Habia algo en su gesto que la inquietaba. —La casa de tu padre es una de las afectadas. —Ah —dijo Charlie y sintié un peso en el pecho—. No lo sabia. —,De verdad, ni siquiera volviste para ver! —No lo pensé —respondié Charlie. No era verdad. Habia pensado en volver ala casa desu padre cientos de veces, pero nunca se le haba ocurrido que cd a SCOTT CAWTHON ~ KIRA BREED-WRISLEY la casa podria haberse visto afectada por la tormenta. En su cabeza era impenetrable, inalterable. Siempre estaria alli, justo como la habia dejado su papa. Cerré los ojos y se la imagin6. La escalera de la entrada estaba hundida y abandonada, pero la casa se mantenja en pie, como una fortaleza, protegiendo lo que habia en su interior. —(Quedé destruida por completo? —pregunté Char lie casi sin fuerza. —No —se apresur6 a decir John—. No, sigue ahi, pero esté deteriorada. No sé cuanto, sdlo pasé por enfrente con el coche. No me parecié correcto ir sin ti. Charlie asintid, escuchando sélo a medias. Se sentia lejos de alli. Veia a John, lo ofa, pero habia una capa de algo entre ellos, entre ella y todo lo demas, todo menos la propia casa. —Pensé que... yno te dijo tu tia lo que habfa pasado? —pregunté John. —Tengo que ir a clase—dijo Charlie—. Es por aqui —di- jo sin esforzarse demasiado en indicar el camino exacto. —Charlie, ;c6mo has estado? Ella no lo miré y él puso su mano sobre la de ella. Charlie segufa sin ser capaz de levantar la vista. No queria que él le viera la cara. —Bien —repiti6. Sacé la mano de debajo de la de John y movié los hom- bros como si quisiera quitarse algo de la espalda. —Fue mi cumpleafios —dijo entonces y por fin miré hacia arriba, hacia él. —Lo siento, se me pasé —dijo John. —No, no era eso... Charlie incliné la cabeza de un lado a otro, como si asi pudiera equilibrar también sus pensamientos. —)Recuerdas que tenfa un hermano mellizo? 28 FIVE NIGHTS AT FREDDY'S. LOS OTROS ANIMATRONICOS —j Qué? —pregunté John, desconcertado—. Pues claro que si. Lo siento, Charlie, jeso es a lo que te referfas con lo de tu cumpleafios? Charlie asintié con movimientos cortos. John volvié a tenderle la mano y ella le dio la suya. Podia sentir el pulso de John en el pulgar. —Desde que nos fuimos de Hurricane... Sabes que se supone que los gemelos tienen una conexion, un vinculo especial? —Si —dijo John. —Desde que nos fuimos de Hurricane, desde que supe que existia, he sentido que esté conmigo. Sé que eso no es cierto, Esté muerto, pero durante todo ese afio no me he vuelto a sentir sola. —Charlie —dijo John y apreté la mano de Charlie con la suya—. Sabes que no estas sola. —No, quiero decir que me sentia acompaiiada de ver- dad. Como si tuviera otro yo: alguien que es parte de mi y esta conmigo siempre. Ya habfa sentido cosas pareci- das antes, pero esas sensaciones eran transitorias ynoles prestaba demasiada atencién. No sabia que significaran algo. Después, cuando supe la verdad y esos recuerdos vol- vieron a mi... John, entonces sentf cosas de una manera que ni siquiera soy capaz de describir. A Charlie se le llenaron los ojos de lagrimas y solté la mano de John para secarselas. —Eh —dijo él con delicadeza—., Tranquila. Eso esta muy bien, Charlie. Me alegro mucho de que tengas eso. —No, ésa es la cuestién. Que no tengo nada —Charlie lo miré a los ojos, desesperada porque entendiera lo que con tanta dificultad estaba intentando decir—. Ha desapa- recido, Ese sentimiento de plenitud se desvaneci6, —) Qué? 29 SCOTT CAWTHON ~ KIRA BREED-WRISLEY —Sucedié el dia de mi cumpleafios. Me desperté y me senti... Suspiré. Traté de buscar una palabra para expresar ese sentimiento, pero esa palabra no existia. —jSola? —pregunté John. —Incompleta. Charlie tomé aire y traté de recomponerse. —Pero el asunto es que no sdlo siento su pérdida. Es como si estuviera atrapado en alguna parte. A veces, en suefios, puedo sentir que esta al otro lado de algo, cerca de mi, pero aprisionado en algtin lugar. Como si estuviéra- mos en una caja. No sé muy bien. John se qued6 mirandola y enmudecié durante un mo- mento. Antes de que pudiera pensar en qué decir, Charlie se puso de pie de repente. —Tengo que irme. — (Estas segura? Ni siquiera has comido —dijo él. —Lo siento... John, me alegro de verte. Titube6 unos segundos y después se giré para mar- charse, probablemente para siempre. Sabfa que lo habia decepcionado. —Charlie; ;quieres salir conmigo esta noche? John sonaba seco, pero su mirada transmitia otra cosa. —Claro, me encantaria —dijo Charlie con una media sonrisa en los labios—, pero jno tienes que volver al tra- bajo mafiana? —Sélo esta a media hora de aqui —dijo John y carras- ped—. Pero lo que quiero decir es que si quieres salir con- migo. —Ya te dije que si —repitié Charlie algo molesta. John suspiré. —Digo salir de salir. Una cita. —Ah —Charlie lo miré unos segundos—. Ya. go FIVE NIGHTS AT FREDDY’S. LOS OTROS ANIMATRONICOS La voz de Jessica retumbaba en su cabeza: «No tienes que hacer nada que no quieras hacer». Y aun asi... se dio cuenta de que estaba sonriendo. —Ah, si, una cita. Estd bien, si. ; Hay cine en el pueblo? —-se aventuré a preguntar. Le parecia recordar que la gente que tenia citas iba al cine. John asintié con energja. Daba la impresién de que es- taba tan perdido como ella ahora que ya habia hecho la pregunta. —(Te gustaria que fuéramos a cenar antes? Hay un restaurante tailandés més abajo, en esta misma calle. yNos vemos alli a las ocho? —Muy bien, si. jHasta luego! Charlie tom6 la mochila y se fue corriendo de la cafe- teria. Entonces se dio cuenta de que no le habia ayudado a recoger la mesa. «Lo siento», pensé. A medida que avanzaba por el patio de la facultad, camino a clase, aumentaba su decisidn. Tenia clase de In- formatica. Escribir cédigos no era tan interesante como lo que ensefiaba la profesora Treadwell, pero aun asf a Charlie le gustaba. Era un trabajo detallado que la absorbia. Un solo error podria echarlo todo a perder. ; Todo? Pensé en su in- minente cita. La idea de que un solo error pudiera echarlo todo a perder de repente adquiria un peso terrible. Charlie subié corriendo las escaleras del edificio y se par6 en seco frente a un hombre que le obstruia el paso. Era Clay Burke. —Hola, Charlie. Sonreia, pero tenia una expresién muy seria en la mi- rada. Charlie no habja vuelto a ver al comisario de Hurri- cane, el padre de su amigo Carlton, desde la noche que 31 SCOTT CAWTHON - KIRA BREED-WRISLEY escaparon juntos de Freddy’s. Ahora, al verle la cara tan demacrada, sintié una punzada de miedo. —Seior Burke..., digo, Clay. ;Qué haces por aqui? —Chazrlie, @tienes un minuto? Se le aceleré el pulso. —jLe pasé algo a Carlton? —pregunté de repente. —No, esta bien —le aseguré Burke—. Ven conmigo. No te preocupes por las clases, te haré un justificante. Creo que al menos eso si es algo que podemos hacer los agentes de la ley. Clay le guiiié el ojo, pero Charlie no sonrié. Algo an- daba mal. Ella bajé con él las escaleras. Cuando se alejaron unos metros del edificio, Burke se detuvo y la miré a los ojos, como si buscara algo. —Charlie, encontramos un cuerpo —dijo—. Quiero que le eches un vistazo. —j;Quieres que yo le eche un vistazo? —Necesito que lo veas. «Yo?» Charlie dijo lo tinico que podia decir. —;Por qué? ;Tiene algo que ver con Freddy's? —No quiero decirte nada hasta que lo veas —respon- dié Burke. Burke comenzé a andar y Charlie se apresuré para se- guir sus pasos. Lo siguié hasta el estacionamienmto que habfa afuera de la entrada principal y entré en el coche sin cruzar palabra. Charlie se acomods en el asiento. Una ex- trafia sensacién de panico se revolvia en su interior. Clay Burke la miré y ella le hizo un gesto firme con la cabe- za. Burke arrancé y juntos se dirigieron a Hurricane. 32 bos Bueno; ite gustan las clases? —pregunté Clay Burke con tono alegre. Charlie le lanz6é una mirada sarcdstica. —Bueno, éste es el primer asesinato del trimestre, asi que todo va bien. Burke no respondié. Al parecer era consciente de que cualquier intento de calmar los animos estaba destinado a fracasar. Charlie miré por la ventana. A menudo pensaba en regresar a la casa de su padre, pero cada vez que le venia a la mente el recuerdo de ese lugar, lo reprimia casi con violencia, lo empujaba a un rincén de su mente y lo dejaba allf empolvandose. En este momento, algo se revolvia en ese rinc6n polvoriento y temia que no iba a ser capaz de mantenerlo allf durante mucho més tiempo. —Comisario Burke... Clay —dijo Charlie —. ;Cémo esta Carlton? Clay Burke sonrié. —Muy bien. Intenté convencerlo de que no se fueraa estudiar muy lejos, pero él y Betty insistieron. Ahora esta en la costa este, estudiando Artes Escénicas. — Artes Escénicas? —Charlie se rio, para su propia sorpresa. 33

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