VI. HACIA EL FUTURO
No es dificil pronosticar la direccién que tomara la responsabi-
lidad en el futuro. La tendencia mas marcada puede resumirse
diciendo que se intentara aumentar la cobertura de los dafios
indemnizables, por una parte, y buscar la manera de extender
la responsabilidad, por la otra. Lo primero no es extrano, aten-
dida la enorme gama de nuevas actividades —desconocidas ab-
solutamente hace sGlo treinta anos- y que corresponden al de-
sarrollo vertiginoso de la tecnologia y la investigacién cientifica.
Desde luego, la enorme extensién de la computacién, de los
medios de comunicacién social, de la biotecnologia, de las fuen-
tes energéticas, de la cibernética, etc., abren paso a nuevos
danos que dificilmente encuentran una respuesta juridica ade-
cuada. De alli que, por lo general, se recurra a leyes especiales
que, como lo demuestra la practica, lejos de uniformar la legis-
lacién la fraccionan, dificultando su interpretacidén y, por lo
tanto, su aplicaci6n. No menos importante es el surgimiento de
una tendencia poderosa, que comienza a prevalecer en todas
las naciones occidentales, que privilegia los derechos de la per-
sona, colocandolos, incluso, por sobre los ordenamientos juri-
dicos nacionales. Esta tendencia hace que se atienda, en el dia
de hoy, a una infinidad de nuevos dafios que en el pasado no se
visualizaban. Sin exagerar podemos advertir que el mundo se
ha sensibilizado en funcién de los intereses de la victima, pro-
curando allanarle el camino para que se encuentre en el dere-
cho el apoyo necesario para la obtencién del resarcimiento.
Incluso, frente al dano que no es posible imputar a una perso-
na determinada, surge la pregunta de por qué él debe ser sufri-
493494 RESPONSABILIDAD EXTRACONTRACTUAL
do por la victima. De aquf proviene la concepcién del dafio
injusto, que tiende a hallar la manera de encontrar un respon-
sable que se haga cargo de la reparaci6n.
El mundo actual parece estar conmovido por cinco grandes
fenémenos que golpean frontalmente en el espiritu de la hu-
manidad. EI derecho y las demas ciencias sociales estan forza-
dos a enfrentar estos hechos y darle una respuesta oportuna y
constructiva. De lo contrario, muchos de los posibles beneficios
pueden frustrarse en perjuicio de justas y multitudinarias ex-
pectativas. Como se sefialé, el reconocimiento universal de los
derechos humanos, luego de las dolorosas experiencias que
vivimos antes y después de la Segunda Guerra Mundial, consti-
tuye una tendencia que comienza a proyectarse institucional-
mente a través de varias iniciativas eminentemente juridicas. El
derecho internacional, tan lleno de debilidades y contradiccio-
nes, deberda en el futuro encontrar nuevas estructuras capaces
de convertirlo en un instrumento efectivo frente a las emergen-
tes necesidades de toda la humanidad.
Lo anterior debe unirse al fendmeno de la globalizacion,
que, a la inversa de lo ocurrido en el siglo XIX, tiende a desdi-
bujar a los Estados, debilitando la soberania nacional en fun-
cidn de una soberania fundada en valores comunes a todos los
paises del mundo. Lo que ocurrira no es facil adivinarlo, por
que siempre existira la tentacién de instrumentalizar este fend-
meno en beneficio de ambiciones menores impuestas por las
grandes potencias. Pero lo cierto es que la globalizacién de-
manda una respuesta del derecho y de ello depende que ella
fructifique en experiencias que den una nueva orientacién a la
historia de este planeta.
La tendencia indicada tiene como antecedente inmediato,
qué duda cabe, el desarrollo espectacular de la tecnologia que
ha empequenecido el mundo con el uso de nuevas formas e
instrumentos de comunicacién y de transporte. Cada rincén de
la Tierra est cada dia mas cerca y sus habitantes mejor conec-
tados. Transportes y comunicaciones, en pocos afios, han he-
cho evolucionar los habitos y costumbres de modo sustancial.
Como consecuencia de la explosi6n tecnoldgica, ha opera-
do otro fenédmeno no menos significativo: la “universalizaci6n
del conocimiento”. Hoy dia, los investigadores mas remotosHACIA EL FUTURO 495
estan unidos, segundo a segundo, al resto de los centros cienti-
ficos, extendiendo su aporte como nadie pudo siquiera imagi-
narlo en el pasado.
Por Ultimo, fruto de todas estas nuevas experiencias, ha
surgido una conciencia ecolégica que valora la importancia del
medio ambiente, su sustentabilidad y la importancia que ella
tiene en la proyeccién del futuro.
Basta, creemos nosotros, con ponerse a pensar en estas co-
sas, para comprender que el mundo ha evolucionado y que la
direccién de este proceso depende de la capacidad de las ac-
tuales generaciones para darle una direccién provechosa. En
todo esto el derecho tiene mucho que decir.
No cabe duda alguna que lo que suceda en el futuro debe
enmarcarse en el ambito del derecho y que él es y seguira
siendo una condicién fundamental en la profundizacién de la
libertad, sin la cual nada de lo que conquistemos tiene verdade-
ro valor.
Lo anterior nos induce a pensar en la necesidad de sistema-
tizar las grandes tendencias en que debe fundarse el deber
indemnizatorio, cualquiera que sea la causa y origen del daito.
a) En nuestro derecho seguiré imperando, como base del
sistema, la responsabilidad subjetiva. Ello equivale a sostener
que para nosotros la base del deber de reparar se afinca en la
existencia de un dano que causalmente proviene de un hecho
(accién u omisién) imputable a una persona, en raz6n del dolo
o culpa en que ella ha incurrido. Esa es, dentro de nuestra
tradicion juridica, la fuente esencial de la responsabilidad. Es
dificil imaginar una sustitucién de este fundamento, que segui-
ra siendo la regla general en la materia, asi se amplien otros
fundamentos. En nuestra formacién el delito o cuasidelito del
cual nace la responsabilidad extracontractual, se caracteriza por
estar integrado por el dolo y la culpa y de ello proyiene el
deber moral de reparar.
b) Junto a la responsabilidad subjetiva aparece, cada dia
con mis importancia, la responsabilidad objetiva, fundada en
la creacidn del riesgo. Fs un hecho propio de nuestro tiempo
que muchas actividades productivas generan peligros de mayor
o menor envergadura que, en definitiva, al activarse, desenca-495 RESPONSABILIDAD EXTRACONTRACTUAL
denan daiios cuya causa real es el riesgo creado. Hasta ahora,
para que proceda la responsabilidad objetiva debe ésta hallarse
tipificada en la ley. En otras palabras, sdlo cabe invocarla cuan-
do el legislador, evaluando el riesgo, impone la responsabilidad
a quien lo crea o lo explota. De alli que los casos de responsabi-
lidad objetiva requieren de una norma expresa que describa
pormenorizadamente los elementos que deben conformar el
riesgo previsto. Lo anterior explica que este tipo de responsabi-
lidad esté reducida a determinadas actividades (en el Cédigo
Civil a la tenencia de un animal fiero que no reporta beneficio
para la guarda o explotacién de un predio), que, como la aero-
navegaci6n, ofrecen un estatuto especial que va acompanado
de otras particularidades, tales como la limitacién de responsa-
bilidad, cuando s6lo se invoca el riesgo como base de la repara-
cion. Por lo mismo, la extensién de la responsabilidad objetiva
sera siempre limitada, en la medida que ella requiera la exis-
tencia de una norma expresa que tipifique la responsabilidad
civil en cada caso. Decimos tipifique, porque aquellas normas
describen el ilicito civil, detallando el hecho y sus particularida-
des. Por lo mismo, la responsabilidad objetiva o legal tendra el
mismo grado de expansién que le atribuya, en cada caso, el
legislador. Dependera, por lo tanto, de él su importancia en el
futuro.
c) Es posible fundar en el futuro la responsabilidad en la
evaluaci6n del riesgo por parte del juez llamado a calificar cada
situacién. Desde esta perspectiva, la creacién del riesgo (situa-
cién de peligro de la que deriva un daio injusto) se nos apare-
ce como una especie de culpa atenuada, que puede ser sancio-
nada y determinada en cada caso por el juez. No todos los
dafios se dan en el mismo escenario. Los hay mas o menos
proclives a la produccién del perjuicio. De la misma manera,
puede ocurrir que el escenario proclive al dano haya sido crea-
do por una persona, pudiendo derivar de este solo antecedente
la responsabilidad. N6tese que no hablamos de un dajio vincu-
lado a una acci6n culposa. Hablamos de un dafio vinculado a la
creaci6n de un riesgo, donde quiera que este riesgo se presente
o interacttie. Lo que proponemos significa desvincular la res-
ponsabilidad de un hecho culposo (en que interviene descui-HACIA EL FUTURO 497
do, negligencia, falta de cuidado) y relacionarla con la mera
creaci6n de un riesgo cuando él desencadena un dafio. Asi,
por ejemplo, quien explota un velédromo, un autédromo, un
hip6dromo, el curso de un rio para desplazarse por él en ca-
noas, u organiza un festival aéreo, ecuestre, o un espectaculo
deportivo 6 artistico masivo, etc., deberia responder de los da-
hos por el solo hecho de crear el riesgo, sin perjuicio de repe-
tir, cuando ello sea posible, en contra del autor material del
dan, si lo hubiere. De la manera indicada se ampliaria la res-
ponsabilidad, sin necesidad de que una norma expresa, en cada
caso, impusiera, en determinadas actividades, responsabilidad
en razon del riesgo. En otros términos, los jueces deberian
estar facultados para fundar la responsabilidad en la mera crea-
cién del riesgo cuando éste se actualiza provocando el dafio.
Nos parece intolerable, desde la perspectiva de la responsabili-
dad, que quien asiste, por ejemplo, a un espectaculo artistico 0
deportivo que la propia autoridad califica de alto riesgo- no
sea indemnizado de los danos que sufre, todos los cuales son
plenamente previstos con mucha antelacién. La responsabili-
dad objetiva, en nuestro derecho, se confunde con la responsa-
bilidad legal, como consecuencia de que es necesaria la exis-
tencia de una norma que la tipifique.